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RELACION ENTRE VARIABLES POST ACV Y TRASTORNO DE DEGLUCION

La disfagia es un síntoma que acompaña diversos trastornos neurológicos. La más frecuente es la


disfagia neurogénica orofaríngea, con una prevalencia del 30% post ACV.

Los ACV que afectan el bulbo raquídeo o el troncoencéfalo tienden a ser más severos, ya que
afectan las estructuras involucradas en el proceso que determina el control automático de la
deglución (inervación de los nervios craneales Trigémino, Facial, Glosofaríngeo, Vago, Accesorio,
Hipogloso. Estos nervios proporcionan la inervación sensorial y motora de la deglución y los
movimientos asociados del tracto respiratorio superior). Los trastornos que dejan indemne los
centros troncoencefálicos suelen en general ser menos graves y de mejor evolución.

La diferencia en la incidencia de disfagia después de un ictus se relaciona con la localización de la


lesión. Lesiones localizadas en el cerebro, cerebelo y el tallo cerebral pueden dañar la fisiología de
la deglución. La localización cerebral puede interrumpir el control voluntario del acto de la
masticación y del transporte del bolo alimenticio durante la fase oral, específicamente las lesiones
corticales situadas en el gyrus precentral se manifiestan por disfunción contralateral de la
motilidad facial, labial y lingual, así como compromiso de la peristalsis faríngea

La disfagia orofaríngea es una complicación frecuente que puede presentarse como secuela del
ACV. Cerca de la mitad de los pacientes con disfagia experimentan un aumento de la
morbimortalidad, bien porque fallecen, o bien porque sufren alteración hidroelectrolítica,
desnutrición severa, neumonía aspirativa o aumento de la estancia hospitalaria y hasta reingreso.
Cerca del 40 % se recupera espontáneamente y los restantes
conservan un déficit de deglución que afecta su funcionamiento, su recuperación y su calidad de
vida.

EJEMPLO DE ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN

Evaluar el riesgo y decidir el tratamiento. Cambio en la consistencia de los alimentos. Adquisición


de técnicas compensatorias. Maniobras facilitadoras y posturales.

Valoración de nutricionista para el soporte nutricional.

Valoración de kinesiólogo y T.O. para alteraciones asociadas al ACV.

Valoración de médico para descartar o tratar otras enfermedades paralelas o asociadas.

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