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Curso 2015/16
Facultad de Derecho
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Índice
Resumen. Abstract………………………………………..………………………………...…… 3
1. Introducción …………………………………………………………………………..…… 3
7. Legislación……………………………………………………………..…………………… 27
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12.1. Violencia de género a nivel mundial ……………………………………...……. 39
12.2. Violencia de género a nivel de la Unión Europea ……………………………….40
12.3. Violencia de género en España ……………………………………………..……42
Conclusiones ………………………………………………………………………….……….. 49
Referencias ……………………………………….…………………………………………… 52
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RESUMEN
El objetivo de este trabajo es abordar la violencia de pareja y el delito desde una perspectiva
psicológica y jurídica, mediante la utilización de diferentes fuentes.
Para ello este trabajo se va a centrar en el desarrollo de la violencia y las fases en las que se
produce, así como las consecuencias que ésta tiene sobre las víctimas, las tipologías de
agresores, el divorcio y el efecto de estas situaciones sobre los hijos de la pareja, la legislación
vigente para hacer frente a este tipo de situaciones. Sin pasar por alto el hecho de que la
violencia de pareja no es siempre producida del hombre hacia la mujer, sino que también puede
ser ejercida por las mujeres o en el seno de parejas homosexuales.
ABSTRACT
The goal of this paper is to discuss domestic violence and the crime from a psychological and
legal perspective using a variety of sources.
For this purpose, this paper will be focusing on the evolution of violence and the phases in
which it takes place, as well as its consequences for the victims, types of agressor, divorce and
how this situation affects the couple's children. Finally, the current legislation on domestic
abuse will be reviewed. Throughout the study, it is accounted for the fact that domestic abuse
does not always take the form of violence against women in an heterosexual relationship,
domestic abuse also can be perpetrated by women or take place within homosexual couples.
1.-INTRODUCCIÓN
Según la ONU, la inequidad de género y la discriminación son las causas raíces de la violencia
contra la mujer, influenciada por desequilibrios históricos y estructurales de poder entre mujeres
y hombres.
La expresión que se identifica más fácilmente con la palabra “violencia” es la agresión física.
Pero esta no es la única forma de violencia que existe sino que también son consideradas como
tal la psicológica y la verbal, que pueden manifestarse en actitudes de dominio de la otra
persona, en insultos, amenazas y en menosprecios, con el objetivo de causar daño a la otra
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persona y tenerla bajo control. Así mismo, dicho dominio también se puede ejercer a través del
aislamiento social o del control económico de la otra persona.
La violencia de género es un tipo de violencia, que puede ser tanto física como psicológica,
ejercida contra cualquier persona sobre en base a su sexo o género que impacta de manera
negativa en su identidad y en su bienestar social, físico o psicológico.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia de
género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la
mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la privada".
Otras definiciones que la ONU destaca son las de violencia de pareja y violencia sexual. Así,
la violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño
físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato
psicológico y las conductas de control.
En primer lugar conviene centrarse en el concepto y establecer la diferencia entre una relación
de abuso o maltrato y una relación de conflicto.
Una relación de relación de conflicto es aquella en la que ambas partes se agreden y atacan
(violencia cruzada), bien porque ambos carecen de habilidades correctas para resolver
desacuerdos y conflictos o bien por partir de posiciones irreconciliables.
Sin embargo, en una relación de malos tratos y abusos, la violencia es unidireccional, siempre
hay una víctima y un ejecutor, hay sometimiento y con frecuencia miedo.
No obstante, es necesario puntualizar que también existen agresiones de reacción que es preciso
no confundir con la “violencia cruzada” ya que en ocasiones las víctimas, en lugar de adoptar
una respuesta adaptativa de sumisión y pasividad frente al abuso, pueden reaccionar con
actitudes activas y de rebeldía, para enfrentarse al maltratador. En este caso, seguiría tratándose
de una relación de abuso y no de conflicto, ya que sería una violencia ejercida para la defensa
propia.
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Pero en la relación de maltrato el agresor habitualmente no manifiesta este tipo de
comportamiento en la primera fase de la relación, así la relación agresor-maltratada comienza
como una relación de pareja normal que se va haciendo cada vez más posesiva. En la mayoría
de los casos la violencia comienza de forma sutil. Quienes aceptan las primeras agresiones
suelen entrar en una espiral que les lleva progresivamente hacia mayores niveles de violencia y
les hace perder la perspectiva sobre la situación que están viviendo, como si la instauración
paulatina del abuso distorsionase los umbrales de percepción de la persona. Al principio la
violencia es verbal, psicológica, con insultos, descalificaciones y humillaciones. Pero al no tener
una evolución lineal, se dispara en los momentos en los que el hombre percibe que tiene una
mayor posesión sobre su pareja, mientras que cuando siente peligro de ser abandonado, los
signos de violencia disminuyen de manera drástica. Por lo tanto, las situaciones en las que siente
mayor posesión suelen ser al contraer matrimonio o cuando se van a vivir juntos y, en mayor
medida, cuando la mujer se queda embarazada, y es ahí cuando el maltratador se manifiesta de
una manera más intensa, dejando a un lado la sutileza que utilizaba hasta entonces.
Las amenazas contra la mujer no se ejercen al principio, sino cuando ya existe un gran
conocimiento mutuo y se ha instaurado en la vida cotidiana el control y la violencia.
La agresión verbal da paso a la física, aunque en una relación de violencia de pareja no tiene por
qué existir necesariamente violencia física sino que a veces es únicamente psicológica, y así
comienza la denominada espiral o ciclo de la violencia: tensión-agresión-luna de miel (Walker,
1979).
Fase de acumulación de la tensión. En esta fase las actitudes hostiles se suceden, produciendo
conflictos dentro de la pareja. El maltratador lleva a cabo la violencia de forma verbal e incluso
de forma física, con cambios repentinos de humor, que la mujer no comprende y que además
suele justificar, ya que no es consciente del proceso de violencia en el que se encuentra
involucrada. Por este motivo la víctima siempre intenta calmar a su pareja y complacerla con la
convicción de que así evitará los conflictos y de que éstos son provocados por ella, que es lo que
el maltratador le hace creer.
Fase de agresión. En esta fase los malos tratos se producen de forma visible, tanto psicológicos,
como físicos e incluso sexuales. Se producen estados de ansiedad y temor en la mujer, temores
fundados que suelen conducirla a pedir ayuda o a tomar la decisión de denunciar a su agresor.
Fase de reconciliación o “luna de miel”. Tras los episodios violentos, el maltratador suele pedir
perdón, mostrarse cariñoso y amable, promete que no volverá a repetirse y añade alguna excusa
para su comportamiento. Y durante un tiempo la trata con “excesivo amor” hasta que vea que ya
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no hay peligro de que la relación se rompa. Además el maltratador intenta normalizar lo
sucedido durante la fase de agresión y restarle importancia diciendo que eso sucede en todas las
parejas o que todas las parejas discuten.
Entonces nace en la mujer un sentimiento de deseo de ayudarle a cambiar y además en muchas
ocasiones son los propios maltratadores los que convencen a sus víctimas de que sin su ayuda
no podrán hacerlo, una estrategia más para retenerla a su lado.
Tras dar una vuelta al ciclo de la violencia, comienza otra y otra vuelta con la peculiaridad de
que cada vez se va cerrando más, de modo que si al comienzo se tardaba mucho en volver a
vivir en tensión, poco a poco van aumentando las agresiones y disminuyendo las etapas de
calma hasta que éstas últimas prácticamente desaparecen y sólo queda la violencia.
Con el paso del tiempo aumenta en la mujer el temor, la ansiedad, la confusión y disminuye su
autoestima. El agresor responsabiliza a su pareja de sus ataques violentos. A la vez que ha ido
alejándola de su mundo, aislándola, de modo que él es su único referente.
El hombre agrede con el fin de prolongar su relación a costa de reducir a la mujer a un simple
objeto de su posesión.
2.1. Indicadores
La detección de la violencia durante el noviazgo a veces se puede prever debido a una serie de
indicadores (Ferreira, Graciela B., 1992). Éstos son las señales para la advertencia temprana y
permiten a la persona o al entorno actuar ante el problema antes de que se agrave con el tiempo.
En el caso de la violencia de género en parejas jóvenes, estos indicadores guardan una estrecha
relación con las diferentes estrategias de coacción que los abusadores o maltratadores ponen en
marcha para lograr sus fines, entre otros: aislamiento, conductas de control, desvalorización,
comportamiento dominante, amenazas o intimidación, abusos sexuales, agresiones físicas,
chantaje emocional y creencias sexistas.
Las estrategias de coacción que se utilizan en la fase de noviazgo son sutiles, disfrazadas y
entremezcladas en mayor medida con falsos sentimientos amorosos.
Aislar: suele ser el primer tipo de coacción que se pone en marcha. Distanciar a la persona del
resto de relaciones sociales permite de manera más fácil el control y la posesión. Sin embargo,
es inusual que al inicio de una relación se prohíba de manera directa y explícita el contacto con
otras personas, más bien se hace de manera encubierta y camuflada por el interés y deseo de
estar con la persona.
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Algunos indicadores de que se está llevando a cabo una técnica de aislamiento son:
-No le gusta que vaya a ninguna parte sin él y lo justifica diciendo que no puede estar sin ella.
Le caen mal sistemáticamente todos sus amigos/as. Cada vez que está con amigos/as se pone
borde o monta “numeritos”.
-Le hace sentir que “relacionarse” con los demás es “abandonarle” a él.
-Le hace sentir que no le quiere tanto como él a ella si no renuncia a salir con sus amigos/as.
-Acaba por relacionarse con los demás a escondidas o procurando que él no se entere para evitar
conflictos.
Después del aislamiento con amigos, es muy probable que aparezca el intento de aislamiento del
entorno familiar; sin embargo, en la fase de cortejo, esto no suele suceder por considerar que ser
aceptado por el entorno familiar puede favorecer la conquista. Hay estudios que avalan el hecho
de que mostrarse excesivamente condescendiente con la familia de su pareja al inicio de la
relación, puede constituir un signo de advertencia temprano (Short y Cols, 2000).
Conductas de control. Además del control de las relaciones sociales que se persigue a través
del aislamiento, también aparecen otras formas de control más íntimo y personal en fases
tempranas de la relación disfrazadas, de igual modo, de interés y cariño:
-Exige saber cosas que pertenecen a su intimidad, como quién le llama al móvil o quién le envía
mensajes, el contenido de los mismos, etc. Controla lo que hace y exige explicaciones por todo,
utilizando con frecuencia el argumento de que no quiere que tenga secretos con él. Vigila y
controla cuando no está con él, dónde ha estado, con quién ha estado, qué ha hecho, etc.
-Se muestra celoso y genera conflicto si se relaciona amistosamente con otros chicos.
Vuelven a surgir las creencias equivocadas de entender las relaciones como el creer que los
celos, la posesión y el control son simples demostraciones de amor verdadero, creencias y
autoengaños que son utilizadas (por la víctima) para justificar los actos de control que su pareja
ejerce sobre ella. De hecho, se genera un sentimiento de culpa en las víctimas de malos tratos al
pensar que su amor, el de ellas, ni era tan incondicional ni tan generoso y fuerte como el de él.
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contrarias a lo que estos indicadores representan, por lo tanto suelen aparecer más adelante.
Incluso, hay determinados perfiles que en la fase de cortejo muestran una actitud de
condescendencia obsesiva y llamativamente exagerada (Garrido, 2001).
Sin embargo, una vez efectuada la conquista, el abusador comienza a mostrarse dominante;
ahora la desvalorización se convierte en una excelente herramienta para conseguir sus fines,
pues contribuye a crear en la víctima una idea de falta de valía que ayuda a justificar su actitud
dominante, razón por la que cuando aparece, lo hace en general con formas veladas y sutiles, y
no con los modos más descarados, agresivos e impositivos que vendrán después.
Indicadores:
-Nunca agradece la ayuda que le presta ni valora los detalles que tiene con él.
-La trata como si fuera menos competente que él, con argumentos tales como que ella es
ingenua y que él tiene que protegerla.
-Llega a convencerla de que sin él no saldrá adelante, que no es capaz de valerse por si misma.
-La compara con otras chicas o personas haciéndole sentir inferior y humillándola.
-Se refiere a ella con adjetivos o términos que degradan, humillan o ridiculizan.
Indicadores que van de las actitudes más paternalistas a las más dominantes:
-Se muestra protector y paternal con comentarios como: “hago lo mejor para ti”, “yo sé lo que te
conviene”.
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-Presiona para que cambie su manera de vestir, de maquillarse, así como sus gustos,
preferencias, etc.
-Presiona para que cambie su manera de pensar, de hablar o comportarse, también sus opiniones
e ideología.
-Impone las reglas de la relación, esto es, sus horarios, las actividades, los lugares y con quién
salir, etc.
-Siempre quiere tener la última palabra en las discusiones, sin considerar nunca sus opiniones.
-Alguna vez le ha dicho que si le dejara “no sabría que hacer, aunque sí sería capaz de cualquier
cosa”.
-Alguna vez se pone tan nervioso que se descontrola y le hace sentir miedo.
-Le advierte con que lo va a pagar, o amenaza con hacerle daño si le lleva la contraria o
simplemente no hace lo que él dice.
-Golpea, rompe o daña objetos que tienen valor efectivo para ella.
Abusos sexuales. No es probable que en la fase inicial aparezcan agresiones sexuales. Por
abuso sexual se entiende aquella relación de carácter sexual que tiene lugar sin que exista el
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consentimiento expreso de la víctima que se consigue por medios de coacción distintos a la
violencia.
El abusador o maltratador con frecuencia logra mantener relaciones sexuales con coacción y
presiones que no incluyen forzamiento ni violencia física como por ejemplo:
-Manifiesta poner en duda los sentimientos de ella hacia él si ella no accede a mantener
relaciones de tipo sexual.
-Se muestra enfadado, contrariado, distante con ella y dispuesto a generar un conflicto cuando
no obtiene lo que quiere.
-La amenaza con buscarse otras mujeres que le den lo que ella le niega (relaciones sexuales).
Violencia física: las agresiones físicas no aparecen en todas las relaciones de abuso. A veces
porque no es necesario recurrir a ellas para lograr la sumisión; en otras ocasiones, porque no se
han presenciado en la propia familia de origen; y en algunas, sencillamente porque no se
conceptúan como correctas. Sin embargo, un error conceptual que se comete frecuentemente es
el considerar que sin agresiones físicas no puede hablarse de malos tratos. Incluso las propias
víctimas en muchas ocasiones se resisten a identificar y reconocer sus maltratos y abusos
cuando éstos no implican golpes y agresiones físicas directas y visibles.
“Las primeras agresiones no suelen ser las de mayor envergadura, normalmente se trata de
empujones, bofetadas o zarandeos. Muy pocas personas admitirían mantener una relación con
alguien que les da una paliza en la primera cita, pero pueden creer que un empujón no tiene
importancia, sin embargo la probabilidad de que adquieran mayor envergadura es muy alta.”
(González y Santana, 2001).
Se suele denominar maltrato psicológico a aquel que no se lleva a cabo mediante la violencia
física, siendo suficiente el psicológico (todas las estrategias de coacción menos las agresiones
físicas) para ocasionar graves secuelas.
-Le dice que la quiere tanto que no podría soportar que le dejara.
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-Amenaza con suicidarse si se plantea dejarle.
-Se autolesiona.
-Expresa dependencia.
-Le induce sentimientos de pena hacia él, insistiendo en argumentos tales como sus dolencias,
su infancia desdichada, etc.
Cuando el maltratador considera que el riesgo de ser abandonado por su víctima desaparece,
volverá a ejercer formas de dominio y control.
Creencias sexistas: este indicador está relacionado con la expresión propia de un sistema de
creencias sexistas desde el que se manifiestan planteamientos no igualitarios entre hombres y
mujeres, con la legitimidad del varón para ejercer el dominio y la posesión en la pareja, o con la
justificación del uso de la violencia en sus relaciones de pareja. Se trata de un sistema de
creencias que divide a la sociedad en función del sexo de sus individuos, con la particularidad
de que para el varón tal especialización significa autonomía, poder y libertad; mientras que para
la mujer conlleva sumisión, dependencia y sufrimiento.
-Pensar que las mujeres son inferiores y deben obedecer a los hombres.
-Considerar que en la pareja, la mujer debe estar dispuesta a seguir al marido y a apoyar su
proyecto profesional, incluso renunciando al suyo propio.
-Estar convencido de que con las mujeres hay que tener una actitud de control para evitar ser
dominados por ellas.
-Minimizar, negar o ignorar los datos sobre mujeres asesinadas o maltratadas que ofrecen los
medios de comunicación, dando razones y argumentos que defiendan que en parte algunas es lo
que merecen o se buscan.
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Algunos de los indicadores expuestos tienen más peso que otros. Así, en algunas situaciones la
presencia de un único indicador no supone que nos encontremos ante una relación de maltrato,
pero si ante un signo que nos haga estar alerta.
Los factores de riesgo de violencia de pareja son de carácter individual, familiar, comunitario
y social. Y éstos son prácticamente los mismos para la comisión de actos violentos y para el
riesgo de ser víctima. Entre los más destacados se encuentran (Laner y Thompson, 1982.
Carlson, 1987):
Haber sido testigo o haber experimentado abuso durante la infancia (lo que está a asociado a que
en el futuro los niños sean perpetradores de violencia en su edad adulta, mientras que las
mujeres que han experimentado violencia durante su infancia tienen más probabilidades de
sufrirla en sus relaciones de pareja debido a que, de cierta manera, experimentan una aceptación
hacia ese tipo de comportamiento con el que están ya familiarizadas).
Abuso de sustancias (incluyendo alcohol), asociado a una mayor incidencia de la violencia.
Pertenencia de las mujeres a grupos marginales, donde no reciben ayuda de su entorno y tienen
difícil acceso a información legal ni a asesoramiento.
Limitadas oportunidades económicas (al no tener una independencia económica dependen de la
manutención del maltratador).
Presencia de disparidades económicas, educativas y laborales entre los dos miembros de la
pareja, lo que hace que uno de ellos, generalmente el hombre, se sienta superior a su pareja.
Conflicto y tensión dentro de una relación de pareja o de matrimonio, que no son resueltos
mediante el diálogo, por falta de comunicación.
Control masculino en la toma de decisiones y respecto a los bienes, por la falsa creencia
generalizada de que los hombres están más capacitados en las tareas administrativas que las
mujeres y que ellos deben llevar los negocios familiares.
Falta de relaciones sociales, vínculos amistosos y entornos en los que poder conocer a gente,
donde la mujer podría ver otras parejas y darse cuenta de que lo que ella está viviendo no es el
trato habitual.
Los celos enfermizos.
Uso generalizado de la violencia dentro de la familia o la sociedad para enfrentar los conflictos.
Un limitado marco legislativo y de políticas deficientes en esta materia, por ejemplo, en el
marco legislativo de España no se contempla la violencia de pareja en relaciones homosexuales.
Entorno machista en el que se encuentra la mujer.
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Otros factores adicionales son corta edad; baja autoestima de ambos miembros de la pareja,
depresión, personalidad violenta, inestabilidad y dependencia emocional; introversión y
aislamiento social, inestabilidad marital y separación o divorcio; relaciones familiares no
saludables.
3.-TIPOLOGÍAS DE AGRESORES1
1
Este apartado se basa en el artículo: “¿Se puede establecer una clasificación tipológica de los hombres violentos
contra su pareja?” de Pedro J.Amor, Enrique Echeburúa e Ismael Loinaz. Publicado en International Journal of
Clinical and Health Psychology. (2009, Vol9, Nº3)
Además se completa la información del artículo con búsquedas en la web.
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b) Borderline /disfóricos (impulsivos). Estos sujetos suelen ser violentos física,
psicológica y sexualmente, y muestran una violencia de intensidad media o alta dirigida
principalmente contra su pareja y otros miembros de la familia. Según Holtzworth-
Munroe y Stuart, son los que presentan mayores problemas psicológicos, tales como
impulsividad, inestabilidad emocional e irascibilidad; además oscilan rápidamente del
control al enfado extremo, lo cual encaja con el trastorno de personalidad borderline.
Algunas de estas personas han experimentado niveles de violencia moderados o graves
en su familia de origen y tienden a justificar la violencia que ejercen. Son considerados
maltratadores de riesgo moderado.
Existen otras clasificaciones (Gottman, 1995), que se basa en la respuesta psicofisiológica que
los hombres violentos emiten ante una discusión de pareja. Para ello se tiene en cuenta la
respuesta cardiaca diferencial ante una discusión de pareja.
– Maltratadores de tipo 1 («cobra»). Son aquellos hombres violentos que ante una discusión de
pareja muestran un descenso en su frecuencia cardiaca y que exteriorizan mucha agresividad y
desprecio hacia la víctima. Asimismo, se comportan violentamente con otro tipo de personas.
Suelen mostrar características antisociales y agresivo-sádicas, así como una mayor probabilidad
de drogodependencia.
– Maltratadores de tipo 2 («pitbull»). Son aquellos hombres violentos que presentan un aumento
en su frecuencia cardiaca ante una discusión de pareja. Éstos tienden a mostrar trastornos de
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personalidad por evitación y borderline, características pasivo-agresivas, ira crónica y un apego
inseguro.
La manera de ejercer la violencia depende del tipo de maltratador en cuestión. Mientras que el
los maltratadores de tipo 1 se ejerce una violencia instrumental, donde la conducta agresiva es
planificada y sin sentimientos de culpa; con el maltratador tipo 2 se presenta una violencia
impulsiva, con dificultades en el control de los impulsos o en la expresión de los afectos
(Echeburúa y Corral, 1998; Tweed y Dutton, 1998).
Las características diferenciales de los diferentes tipos de maltratadores establecen un límite que
hace improbable su cambio de una tipología a otra. Lo que quiere decir que no todos los
maltratadores ejercen una violencia que se incrementa en frecuencia e intensidad con el paso del
tiempo. Por otra parte, es compatible la estabilidad temporal de las tipologías con posibles
cambios, tanto en las conductas de maltrato como en su tipo y gravedad. De hecho, en muchos
casos el maltrato psicológico puede suponer el primer peldaño para el maltrato físico; y en los
casos más graves, el desenlace de una violencia continuada puede acabar con el homicidio.
En definitiva, los hombres violentos pueden ser clasificados atendiendo a diferentes tipologías
que suelen ser estables a lo largo del tiempo.
Un factor decisivo para el acceso a los hombres violentos fue el comienzo de los cambios en la
legislación que sancionaron la violencia de doméstica. En tales leyes habitualmente se indica la
obligación de asistir a un programa de rehabilitación para los hombres que han abusado física,
emocional o sexualmente de sus compañeras. Esto ha permitido un incremento del número de
casos que se pueden estudiar, posibilitando, a su vez, un progresivo ajuste en los métodos y los
procedimientos empleados para intentar evitar su reincidencia.
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Al no establecerse un grupo homogéneo, el tratamiento tiene que constar de variantes
dependiendo de la tipología de maltratador con el que se vaya a trabajar. Contar con éstas
tipologías va a posibilitar perfilar el tratamiento según las necesidades de cada subtipo2 de
maltratador, pudiéndose de este modo mejorar los resultados terapéuticos.
2
Se han definido subtipos, tales como el agresor antisocial de bajo nivel (Holtzworth-Munroe, 2000) y otro
relacionado específicamente con el maltrato sexual (Chiffriller, 2006). Estas nuevas categorías pueden suponer
algunas variaciones con respecto a la triple tipología previa.
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La evaluación del éxito de estos programas se centra en las tasas de nuevas agresiones
realizadas por hombres que ya completaron el tratamiento.
Tomando como muestra los hombres que siguen estos programas y que no tienen rasgos
psicopáticos, el éxito se sitúa entre el 30% y el 60%, mientras que cuando si presentan rasgos
psicopáticos los resultados son satisfactorios únicamente entre un 5% y un 10% de los sujetos.
3
El análisis de 2013 reveló que las mujeres que han sufrido maltratos físicos o abusos sexuales tienen una
probabilidad 1,5 veces mayor de padecer infecciones de transmisión sexual, incluida la infección por VIH en
algunas regiones, en comparación con las mujeres que no habían sufrido violencia de pareja. Por otra parte,
también tienen el doble de probabilidades de sufrir abortos.
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Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores
abdominales, fibromalgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala
salud en general.
La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de
tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en fases posteriores de la
vida. Asimismo se asocia a la comisión (en el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de
actos de violencia.
4
Las mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de probabilidades de padecer depresión y
problemas con la bebida. La tasa es aún mayor en las que han sufrido violencia sexual por terceros.
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defensa propia y de expresión. El individuo que presenta este nivel de autoestima siente temor a
provocar el enfado de los demás, además de tener sentimientos de inferioridad e inseguridad,
creando envidia y celos hacia otros que se manifiesta en actitudes de rechazo a los demás,
depresión o agresividad (Coopersmith S., 1981).
Para Sheeman E. (2000) una persona con baja autoestima es alguien inseguro, que desconfía de
sus propias facultades y no quiere tomar decisiones por miedo a equivocarse; y que además
tiene muchos complejos. Tiene una imagen distorsionada de sí mismo, tanto físicamente como
de su valía personal o carácter. Manifiesta un miedo excesivo al rechazo, a ser juzgado, a ser
abandonado. Posee dependencia afectiva como resultado de su necesidad de aprobación, ya que
no se quiere lo suficiente como para valorarse positivamente.
Si algo funciona mal en una relación de pareja o de amistad, la persona con falta de autoestima
creerá que la culpa de esa situación es suya.
Autoestima alta: las personas con alta autoestima mantienen imágenes constantes de sus
capacidades o habilidades, desempeñan un rol más activos en sus grupos sociales, expresan sus
puntos de vista con frecuencia y afectividad. Tienen un gran sentido de amor propio.
Las personas con una autoestima demasiado alta suelen valorarse de una manera poco realista y
excesivamente favorable. Normalmente se sienten por encima de los que le rodean, lo que hace
que sea una persona arrogante y vanidosa, lo que al mismo tiempo hace que se considere
merecedor de privilegios especiales.
Una persona con un autoestima óptima (Sheeman E., 2000), en cambio, posee una visión de sí
mismo y de sus capacidades realista y positiva, al mismo tiempo que sabe reconocer sus
defectos. Al valorarse a sí mismo favorece que los demás también le valoren. Afronta los
nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo responsabilidades. Lo
que le proporciona una mayor independencia.
La dependencia emocional está estrechamente ligada al nivel de autoestima. Así una persona
con un nivel de autoestima adecuado no siente miedo de vivir sin una pareja, no necesita la
aprobación de los demás ni se siente sola por no tener pareja, y si la tiene no tiene dependencia
de ella ya que sabe tener relaciones sanas en las que no todo lo que vive gira en torno a otra
persona. Sin embargo, una persona con una autoestima deficiente necesita constantemente la
aprobación de otro para sentir que está haciendo las cosas bien pues no tiene criterio por sí solo;
necesita tener alguien de quién preocuparse, deja de centrarse en sus hábitos para estar más
interesada de los hábitos de sus pareja, poco a poco sólo le importa su compañero, alejándose de
otras personas de su entorno, hasta que llega un momento que si no lo tiene a él se siente vacía
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porque él ha ocupado todo, ha dejado de formar parte de su vida para convertirse en un “todo”
que no deja espacio para otras cosas. Normalmente la situación de dependencia emocional se ve
impulsada por el maltratador al menospreciar las cosas que hace o le interesan a su víctima,
haciendo que sus hobbies le parezcan una pérdida de tiempo y exigiéndole que pase más tiempo
con él que con sus amigos o familiares.
Las mujeres con una autoestima baja son las que son más susceptibles a sufrir malos tratos, ya
que al no valorarse como deberían no se creen merecedoras de otro tipo de trato, además de
pensar que nadie más se va a fijar en ellas y que todo lo que sucede es culpa de su
comportamiento, ya que el maltratador se encarga de hundir aún más el autoestima de su
víctima haciéndole pensar que es una persona inútil o incapaz de vivir sin él.
Éste déficit de autoestima se encuentra estrechamente relacionado con una infancia en la que ha
habido abusos en su entorno o los ha sufrido ella misma. Ya que cuando este problema viene de
la infancia es difícil que la persona que lo sufre no sea consciente de que tiene una autoestima
inadecuada, por no estar familiarizado con otro tipo de estado.
En otros casos puede ser que en la primera fase de la relación la mujer tuviera una autoestima
adecuada pero que, debido a la sutileza con la que comienza el maltrato, su autoestima se vaya
debilitando sin que la víctima lo pueda apreciar hasta que ya sea evidente para ella y para su
entorno.
Aunque es más común que este problema ya lo tuviera la mujer antes de los malos tratos, lo que
se produce siempre es un gran daño en la autoestima de la víctima que provoca que se quiera
aún menos y que no se sienta capaz de vivir por su cuenta por lo que aguanta todo tipo de
violencia.
Es por ello que el primer paso para la recuperación de una mujer que está saliendo de una
relación violenta es recuperar un nivel de autoestima que le permita sentirse capacitada para
salir de esa situación y sobre todo para evitar que tenga recaídas de volver a una relación con su
maltratador o con cualquier otro hombre que reúna las características que tenía su expareja,
donde se podría volver a repetir la historia vivida.
Ayudando a que la mujer mejore su nivel de autoestima también se ayudará a que se sienta
atraída por personas con las que pueda tener relaciones más sanas, alejándose de personalidades
tóxicas.
5.1- Separación.
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Cuando la víctima es consciente de que está siendo maltratada, y cuando su vida no corre
peligro ni hay alguna otra causa que obligue a terminar la relación de forma inminente, lo ideal
es llevar a cabo una separación de manera premeditada y de forma gradual para que el
maltratador no tome represarías contra la víctima. Este tipo de separación a menudo implica tres
etapas: el desapego, la finalización de la relación y la protección subsiguiente (Joseph M.
Carver, 2003).
El desapego:
La importancia de esta fase reside en que muchas personas que intentan separarse fracasan
porque lo hacen de repente, impulsivamente y sin haberlo planeado previamente. En esta fase la
víctima debe mentalizarse de lo que va a llevar a cabo, para ello es aconsejable que la víctima:
-Gradualmente debe mostrarse más aburrido/a, hablar menos… El objetivo de hacer esto es
aburrir al maltratador para que cada vez tenga más desapego emocional y al mismo tiempo no
crear una situación tensa.
-Contactar, sin conocimiento del maltratador, con otras personas que le apoyen. Pedir la ayuda
que necesite para cuando haya dejado a su pareja (un lugar para vivir, protección, ayuda
financiera, etc.)
-No debe empezar otra relación porque eso aumentará la rabia del maltratador. Lo mejor es que
el maltratador sepa lo menos posible de la vida de la víctima durante un tiempo. Su instinto es
localizar a otra víctima y se sentirá instantáneamente apegado a ella en cuanto su vínculo con su
víctima actual empiece a decaer.
Terminar la relación:
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Debido a que el maltratador no acepta la responsabilidad de lo que sucede en la relación y es
propenso a reaccionar con pánico ante el abandono para acabar la relación se debe seguir con el
mismo tema que en el desapego.
Es recomendable dejar que el maltratador piense que la culpa de la ruptura ha sido de la víctima
y que ésta no le reproche nada de su comportamiento ya que es una pérdida de tiempo pues
nunca aceptaría ser el responsable de lo sucedido. De esta manera, el maltratador se alejará
antes de la víctima.
Si le entra el pánico puede que empiece a llamar a la víctima o a intentar contactar con ella por
todos los medios posibles, cuando esto suceda la víctima debe seguir actuando de manera
aburrida, contestando de forma seca pero educada por ejemplo con un “gracias”. Ya que si
reacciona de forma exagerada o le da conversación habrá perdido el control sobre la situación.
Siempre que el maltratador esté en contacto con la víctima, pensará que tiene una oportunidad
de manipularla.
Además intentará hacerle sentirse culpable a la vez que le repite el amor que le profesa y lo
mucho que ha sacrificado por ella. Pero no se debe olvidar que el maltratador se siente
humillado por la ruptura y si la víctima accede a volver con él las cosas acabarán empeorando.
Un error muy común que cometen las víctimas es el intentar explicarle al maltratador como se
siente para que la entienda pero al maltratador sólo le preocupa lo que siente él. Los
sentimientos de los demás son irrelevantes para él. Y en este momento él verá la discusión como
una oportunidad para manipular a la víctima.
Durante esta fase se debe buscar ayuda profesional o el apoyo de otras personas para no volver a
la relación de pareja donde había violencia.
Lo más importante en una ruptura es ser estricto y estable en la decisión de terminar la relación
ya que si se ofrece la más mínima esperanza la presión continuará. La víctima nunca debe
cambiar de posición. Si se mantiene decidida el maltratador dejará de insistir y se centrará en
buscar una nueva relación con otra persona.
Protección:
El maltratador, al no verse realmente como equivocado o con un problema, puede pensar que su
pareja está atravesando una fase. Su pareja (la víctima) puede estar temporalmente confusa,
puede estar siendo aconsejada por la gente equivocada o puede estar enfadada por algo y se le
acabará pasando. Es raro que el maltratador se distancie completamente e intentará seguir en
contacto con su pareja aún cuando la relación haya terminado.
- 22 -
Las directrices de protección para cuando esto suceda son:
-Nunca debe cambiar la postura de la víctima pues podría dar lugar a falsas esperanzas por parte
del maltratador.
-No se debe aceptar ninguna cita con él para hablar de cosas del pasado.
-Debe hacerse entender a la víctima que no ha sido culpable de la ruptura. En muchas ocasiones
se vuelve a las malas relaciones debido a la culpa.
-Si por cualquier razón se tiene que mantener contacto entre ambos, se debe procurar que éste
sea lo más corto y amable posible. Conversaciones cortas e impersonales.
Como se dijo anteriormente, esta sería la forma ideal de separarse de un maltratador para que no
se produzca de forma violenta y de tiempo a la víctima a adaptarse a la nueva situación, pero
esto no siempre es posible debido a la urgencia de la ruptura en casos de violencia física graves
en los que corre peligro la integridad física de la mujer. En estos casos se debe acudir con
urgencia a las autoridades, no retirar nunca la denuncia por presiones del agresor y recibir ayuda
psicológica para que la víctima se adapte a su nueva situación ya que una relación de este tipo
crea dependencia emocional y al producirse una separación brusca, la víctima no ha tenido
tiempo de digerir este cambio pudiendo incluso sufrir síntomas parecidos al “mono” que sienten
los fumadores cuando no tienen tabaco.
5.2- Divorcio.
Si se interpone una demanda de divorcio por parte de la víctima y el marido ha sido condenado
por violencia de género o se encuentra inmerso en un procedimiento penal por dicha causa, será
competencia de un juzgado de violencia contra la mujer la resolución de la demanda de divorcio
impuesta.
En la denuncia por violencia de género, la mujer maltratada puede pedir, en vista hacia el
divorcio, una serie de medidas tales como la atribución del uso de la vivienda conyugal, una
pensión de alimentos o compensatoria, etc. Estas medidas estarán supeditadas a que en un plazo
determinado interponga la demanda de divorcio, que se tramitará en el mismo juzgado de
violencia contra la mujer.
A mayores, la Ley General de la Seguridad Social permite conceder pensión de viudedad a las
víctimas de violencia de género a pesar de que estén separadas o divorciadas.
- 23 -
El proceso de un divorcio en un juzgado de violencia no es distinto del de un divorcio celebrado
en un juzgado de familia, y el hecho de que el marido esté imputado o condenado por violencia
de género no implica que pierda sus derechos en el ámbito civil (como el de relacionarse con
sus hijos, salvo que se acredite que éstos también han sido víctimas de malos tratos por parte del
progenitor).
La importancia de denunciar los malos tratos antes de interponer la demanda de divorcio reside
en que de este modo se pone en conocimiento del juez pertinente la situación familiar real, ya
que en la legislación actual no es necesario alegar la causa que motiva la demanda de divorcio.
La falta de denuncia, unida a la omisión absoluta de la causa de separación trae como
consecuencia que la violencia en el seno de la familia permanezca oculta y que, al no valorarse
de forma apropiada la situación familiar, dificulte la labor a la hora de fijar quién tiene la patria
potestad sobre los menores, la custodia y el régimen de visitas.
Durante el proceso de divorcio, y después de que éste se produzca, se deben establecer medidas
de protección para las víctimas ya que son numerosos los casos en los que el hombre sigue
agrediendo o lo hace de un modo más violento después de producirse la separación o la
denuncia. No puede aceptar que la mujer le abandone. Por este motivo la mayoría de las
víctimas mortales se producen en este momento.
La violencia de género en el ámbito familiar afecta a la mujer y afecta a los hijos, que sufren
agresiones físicas y psíquicas. Las mujeres, a menudo no son conscientes del grado de violencia
que padecen sus hijos, piensan que no se dan cuenta y por ello intentan disimular la situación
ante ellos.
Los hijos constituyen una conexión entre los progenitores, siendo, a menudo, utilizados como
instrumento de control y maltrato hacia la mujer.
No se pone fin a la violencia por el hecho de terminar la convivencia sino que continúa en el
tiempo a través del ejercicio del régimen de visitas, percibidas, a menudo por los hijos como
una tortura.
Las parejas que han formado su vida familiar en torno a desigualdades nocivas, suelen tener
rupturas muy dolorosas y traumáticas. El daño perdura en el tiempo y usualmente afecta a
futuras relaciones, tanto en las víctimas como en los hijos.
- 24 -
Es tal la forma de utilización de los menores por parte del agresor que incluso puede llegar, en
los casos más extremos, a quitarles la vida a sus propios hijos con el único objetivo de provocar
dolor a su ex pareja e intentar culpabilizarle por poner fin a su relación.
Por otro lado, los menores no son únicamente utilizados por los padres sino que las madres en
ocasiones también utilizan a sus hijos para hacer chantajes a sus parejas o simplemente para
hacerles daño psicológico.
En la sociedad actual aún existe la idea de que los hijos son una propiedad natural e indiscutible
de la madre. Por ello, en la separación parece como si se le correspondiera a ella la potestad de
permitir al padre seguir siéndolo o convertirse en visita de sus hijos. Comienza entonces una
especie de desautorización y supresión de la imagen paterna. Ahuyentando al padre, se le
elimina del rol y de los afectos de los hijos y una vez que desaparece, entonces a menudo se les
acusa de estar ausente, de no visitar a sus hijos y de haberlos abandonado.
Los hijos víctimas de cualquier tipo de maltrato o utilización, ya que pueden ser víctimas, tanto
del padre como de la madre, dependiendo del caso, presentan los siguientes síntomas de
depresión, ansiedad, baja autoestima, agresividad, dependencia, hiperresponsabilidad,
problemas para el aprendizaje y dificultades de relación. Además, tienen más probabilidades de
reproducir esos roles en un futuro ya que lo que han aprendido en su familia es el rol de la
víctima y el maltratador. Generalmente se asocia el rol de víctima a las mujeres y el de
maltratador a los hombres, pero no siempre ocurre así y en ocasiones esos papeles pueden ser
invertidos.
En los casos de separación o divorcio habituales se establece la custodia compartida de los hijos
de la pareja, ya sea por mutuo acuerdo (art.92.5) o por imposición del juez (art.92.8).
“se acordará el ejercicio compartido de la guarda y custodia de los hijos cuando así lo
soliciten los padres en la propuesta de convenio regulador o cuando ambos lleguen a
este acuerdo en el transcurso del procedimiento” (Art. 92.5 del Código Civil (CC))
“Excepcionalmente, aun cuando no se den los supuestos del apartado cinco de este
artículo, el Juez, a instancia de una de las partes, con informe favorable del Ministerio
Fiscal, podrá acordar la guarda y custodia compartida fundamentándola en que sólo de
esta forma se protege adecuadamente el interés superior del menor.” (Art.92.8 del CC)
- 25 -
Pero cuando se trata de la separación o el divorcio de una pareja en la que han existido episodios
de malos tratos, el artículo que establece la custodia de los hijos es el 92.7.
“No procederá la guarda conjunta cuando cualquiera de los padres esté incurso en un
proceso penal iniciado por atentar contra la vida, la integridad física, la libertad, la
integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del otro cónyuge o de los hijos que
convivan con ambos. Tampoco procederá cuando el Juez advierta, de las alegaciones de
las partes y las pruebas practicadas, la existencia de indicios fundados de violencia
doméstica.” (Art.92.7 del CC)
Con la anterior legislación era el juez quien decidía retirar la custodia en casos de imputación
grave y no se eliminaba la presunción de inocencia. Ahora se priva de la custodia de forma
automática, sin analizar las circunstancias de cada conflictividad concreta de la familia.
7.- LEGISLACIÓN
- 26 -
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”
(Art. 2.1).
Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD.HH.) se han llevado a cabo
distintas resoluciones para abordar la protección de la mujer.
- 27 -
preocupación.
-Los derechos de las mujeres forman
parte de los DD.HH universales. Se
considerará violencia contra la mujer
independientemente de si ocurre en
el ámbito público o privado.
-Otorga rango normativo a muchas
Asamblea General de la ONU. medidas de ayuda a mujeres víctimas
1998
Resolución 52/86 de violencia y ofrece medidas de
prevención y justicia universal.
-Entiende la violencia sexual y otras
Estatuto de Roma de la Corte Penal formas de violencia por motivos de
1998
Internacional género como crímenes de guerra y
contra la humanidad
-Posibilita vías para denunciar e
informar de situaciones que
supongan una violación de los
derechos de las mujeres.
Protocolo Facultativo de la CEDAW 2000
-Compromete a los gobiernos a
responder a las investigaciones que
se inicien para esclarecer las
denuncias.
La normativa sobre violencia de género en la Unión Europea no tiene carácter vinculante, sin
embargo, tres de sus órganos, el Parlamento, la Comisión y el Consejo, se han pronunciado en
relación a la violencia contra la mujer.
- 28 -
1986 Sobre las Agresiones -Solicita que se reconozca legalmente la violación
Sexuales a la Mujer dentro del matrimonio.
-Se muestra a favor de retirar la patria potestad de
manera inmediata a padres o tutores condenados por
abusos sexuales a menores.
-Objetivos relacionados con la violencia de género:
Comisión Europea 2004- -Elaborar y aplicar programas de intervención con
Programa DAPHNE II 2008 víctimas y con agresores.
-Llevar a cabo acciones de sensibilización.
-Se firma la Constitución Europea, que establece que
Consejo Europeo se combatirán la discriminación y la exclusión social
2004
Cumbres europeas y se fomentarán la justicia y la protección social y la
igualdad entre hombres y mujeres.
Tabla 2. Medidas de protección de la mujer en el marco jurídico europeo. Tabla obtenida de Violencia de
género e igualdad: (Aspectos jurídicos y sociológicos) de Fernández Santiago,P.; García García-
Cervigón, J.; Goig Martínez, J.M. y San Segundo Manuel, T.
-La Constitución Española establece que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, (…)” (Art.14) y que
“Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso,
puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes (…)” (Art.15)
Además en su artículo 39 establece que los poderes públicos asegurarán la protección social,
económica y jurídica de la familia, especialmente de los hijos y de las madres.
-La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la
Violencia de Género, tiene por objeto actuar contra la violencia que se ejerce contra la mujeres
en el ámbito familiar ya que hace referencia a que el sujeto activo de la violencia es quien sea o
haya sido su cónyuge o quien esté o haya estado ligado a la mujer por relación similar de
afectividad, aún sin haber convivido.
- 29 -
En esta ley se recogen medidas de sensibilización, prevención y detección, además de los
derechos de las víctimas. Entre estos derechos se encuentran el derecho a la información, a la
asistencia jurídica, a la asistencia social integral, a los derechos laborales y de seguridad social,
la percepción de ayudas sociales y al acceso a vivienda y residencias públicas para mayores.
- 30 -
-De la funcionaria pública:
Reducción o reordenación del tiempo de trabajo, movilidad geográfica del
centro de trabajo y excedencia. Las ausencias totales o parciales al trabajo
se considerarán justificadas.
-La situación de violencia de género se acreditará con Orden de Protección a
favor de la víctima, y excepcionalmente con informe del Ministerio Fiscal.
-Si la víctima carece de renta superior al 65% del salario mínimo
interprofesional y si debido a su edad, falta de preparación general o
especializada y circunstancias sociales encuentra dificultades para obtener
empleo, recibirá:
·Un pago único equivalente a seis meses de subsidio de desempleo.
-Si tiene reconocida una minusvalía igual o superior al 33%: por un
importe equivalente a doce meses de subsidio por desempleo.
Percepción de
-Si tiene responsabilidades familiares: un importe equivalente a 18
ayudas
meses; y de 24 meses si el familiar con el que conviva tiene una
sociales
minusvalía igual o superior al 33%.
-Obtendrá el reconocimiento de estas ayudas si se acredita una situación de
violencia de género con la Orden de Protección o el informe del Ministerio
Fiscal.
-Estas ayudas son compatibles con las previstas en la Ley 35/1995, de 11 de
diciembre, de Ayudas y Asistencia a las Víctimas de Delitos Violentos y
contra la Libertad Sexual.
Vivienda y
La mujer víctima de violencia de género será considerada dentro de los
residencias
colectivos prioritarios para el acceso a viviendas protegidas y residencias
públicas para
públicas para mayores, en los términos previstos en la legislación aplicable.
mayores
Existen instituciones encargadas de hacer llegar a las mujeres que sufren violencia de pareja la
legislación que las ampara y a facilitarles los trámites legales para que tengan un mayor acceso a
la protección legal a la que tienen derecho.
- 31 -
8.-MALTRATO HACIA EL GÉNERO MASCULINO
La presunción generalizada de que las mujeres son siempre las víctimas y los hombres siempre
los agresores dentro del fenómeno de la violencia familiar, es una concepción errónea pues el
hombre también puede ser agredido física, psicológica, emocional, económica y hasta
sexualmente.
Las mujeres que ejercen violencia en la relación de pareja suelen presentar unas características
comunes:
La violencia, tanto si es ejercida por el hombre o por la mujer, surge por el mismo motivo:
poder y control sobre la relación. Sin embargo, los objetivos a conseguir pueden ser distintos, en
la mujer la violencia puede surgir con el fin de conseguir algún beneficio económico, cuando se
rompe la relación, cuando uno de los dos tiene una relación extramarital o cuando la relación
extramarital pretende la formalidad de la relación.
El motivo por el cual se tiene la idea preconcebida de que la mujer siempre es la víctima se debe
a que se siguen adjudicando roles que tanto el hombre como la mujer deben desempeñar dentro
de las relaciones de pareja, como que la mujer es el “sexo débil”, dada a la ternura, es
vulnerable y necesitada protección. Mientras que el hombre visto como el “sexo fuerte”,
enérgico, valiente, competitivo, invulnerable a la ternura y la emocionalidad, proveedor y
protector del más débil.
- 32 -
Lo cierto es que, aunque no en el mismo porcentaje que los casos con víctima mujer, este
problema se está haciendo más evidente en los últimos años.
Sin embargo, algunos hombres piensan que el maltrato emocional y psicológico no es violencia,
cuando la realidad es que la violencia emocional o psicológica es tan o más dañina que la
violencia física o sexual.
En ocasiones la mujer puede llegar a ejercer la violencia física pero, en ese sentido, el hombre
no se siente amenazado ni teme por su propia seguridad. Además, tiene independencia social y
económica, que lo hace pensar en que puede encontrar algún tipo de solución.
Los estereotipos que existen acerca del hombre y de lo duro que se supone que debe ser, o el
miedo a las burlas hacen que no saque a la luz la situación que está viviendo. Generalmente no
denuncian porque el maltrato de sus esposas o hijos es un duro golpe a su autoestima.
Los factores por los que el hombre maltratado no acaba con la relación o denuncie, son
culturales, sociales e individuales. Por los mismos factores, no es habitual que un hombre
muestre sus sentimientos y debilidades y confiese que está siendo maltratado.
-Protección de los hijos. El hombre tiene miedo de dejar a los hijos con una mujer
violenta, pues piensa que pueden estar en peligro, tiene miedo de que la custodia sea
- 33 -
para la mujer. Por lo que puede pensar que con la separación no volverá a ver a sus
hijos.
-Asumen la culpa. Muchos hombres creen que son culpables o que merecen el trato que
reciben. Se sienten responsables y tienen la idea y esperanza de que pueden hacer algo
para que la situación mejore.
Los sentimientos que se producen en un hombre maltratado, son los mismos que en una víctima
mujer, soledad, pena, vergüenza, baja autoestima, culpa, proclividad a la humillación o temor a
tomar una decisión.
Debe hacerse hincapié en que este no es un problema que haya surgido en los últimos años, sino
que al igual que en el caso de las mujeres, los casos están saliendo a la luz poco a poco y cada
vez se está normalizando más este tipo de casos con la creación de asociaciones de ayuda
exclusivamente para ellos, algo que antes era inimaginable.
- 34 -
al hombre) esto no significa que estén exentas de desarrollar actitudes de posesión como puede
suceder en las parejas heterosexuales.
Además, en las relaciones entre personas del mismo sexo, a parte de las características de la
violencia de pareja, un hecho adicional que puede ser utilizado para controlar al otro miembro
de la pareja es su homosexualidad bajo chantaje de hacer pública su orientación sexual.
En una sociedad en la que todavía hay muchas personas gais y lesbianas que no quieren hacer
pública su orientación sexual, esta cuestión se puede convertir en un elemento más para ejercer
control sobre el otro mediante la amenaza de revelarlo a su entorno.
Aspectos legales:
Cuando una mujer sufre una agresión por su pareja o marido se ponen en marcha una serie de
mecanismos de protección existentes y regulados legalmente, por la Ley Orgánica 1/2004, de 28
de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, desde diversos
organismos e instituciones (mecanismos de protección en ámbitos como el legal, el laboral, el
sanitario, el asistencial, el económico…).
Pero, al igual que en el caso de los hombres maltratados por sus mujeres, la violencia
intragénero no se encuentra contemplada en dicha ley, por lo que estos casos de violencia de
pareja quedan excluidos en la legislación vigente. En este caso se pueden aplicar leyes de
agresiones entre dos personas pero sin ser considerado violencia de género.
- 35 -
A parte del coste humano que supone la violencia de género los casos de malos tratos también
tienen un gran impacto económico.
La violencia de pareja cuesta 109.000 millones de euros al año a los países miembros de la UE.5
De estos tan solo el 3% son invertidos en prevención, el resto es destinado a la atención
sanitaria y procesos judiciales relacionados con este ámbito.
Además el coste es mayor si se tiene en cuenta que las mujeres pueden llegar a encontrarse
aisladas e incapacitadas para trabajar, llegando a poder perder su trabajo, engrosando así las
lista del paro.
Pero el coste económico no es la única razón por la que la violencia de género deja de ser un
problema individual para repercutir en toda la sociedad. Esta lacra no deja de ser el reflejo de
los roles establecidos en la sociedad y del pensamiento generalizado de aprobación hasta no
hace muchos años en nuestro país.
El hecho de que las bases de la educación enfoquen de forma errónea la figura de la mujer hace
que se produzcan falsos mitos que gozan de una creencia popular (Jiménez Aragonés, P. 1999),
entre estos se encuentran:
Pensar que la víctima, de alguna manera, es responsable del maltrato o la violencia que
sufre. Cuando la realidad es que sólo la persona que maltrata es responsable de la agresión.
Relacionar la violencia de género con personas de escasa cultura, bajo nivel de estudios y
clase social desfavorecida. Pobreza y falta de recursos son factores de riesgo pero las
mujeres pobres no sufren más violencia. Lo que sucede es que tienen menos recursos para
salir de ella. Las mujeres con posibilidades económicas suficientes pueden alejarse de su
maltratador con mayor facilidad y con más discreción.
Los hombres pueden ser violentos en ocasiones sin que esto signifique que son
maltratadores. La realidad es que la violencia se puede evitar. Aún así se debe distinguir un
5
Estudio coordinado por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE).
- 36 -
caso de ira puntual de las agresiones continuadas que sustentan el ciclo de la violencia de
género.
Se cree que la víctima se queda en la pareja porque le gusta, porque no quiere trabajar o
porque prefiere que la mantengan. No se quedan porque son masoquistas y disfrutan con
ello. Se quedan porque psicológicamente se encuentran debilitadas y sienten dependencia
emocional a la par que miedo.
Estos son sólo algunos ejemplos de todos los falsos mitos que aún se encuentran enraizados en
el pensamiento general de la población. A medida que van desapareciendo, los casos de
violencia se ven de manera más crítica por la sociedad y se consigue la desaprobación pública.
Por ejemplo, respuestas que aumentan el malestar de las mujeres afectadas son las que
minimizan los hechos, las que les intentan disuadir de la denuncia, o las que derivan
precipitadamente de una institución a otra, en donde tiene que explicar de nuevo lo que le ocurre
- 37 -
y ser evaluada otra vez. La demora de los juicios, la exposición pública de lo ocurrido, así como
en ocasiones la culpabilización de la víctima, contribuyen a la victimización secundaria de las
mujeres maltratadas.
Por otra parte, la absolución del maltratador lleva a la mujer a sentirse desprotegida ante la
justicia. Cuando esto sucede su integridad física y psicológica se ven seriamente amenazadas,
incluso hasta su vida corre peligro.
Igualmente, algunos medios de comunicación sacan a la luz los casos de maltrato más graves e
incluso entrevistan a las víctimas, sin reparar en las consecuencias negativas para ellas
(retroceso en la recuperación psicológica, riesgo para la vida de la víctima al ser reconocida por
el maltratador y sentirse ofendido públicamente, etc.).
Uno de los mayores riesgos es contribuir a la ocultación de este tipo de violencia, a mantener el
problema invisible, haciendo que las víctimas se sientan olvidadas y desamparadas por la
sociedad por lo que no se atreverán a dar el paso de pedir ayuda, por ello es necesaria la
dotación de mecanismos e instrumentos para su detección y hacer publicidad de los distintos
medios por los cuales estas mujeres pueden poner en conocimiento de las autoridades su caso y
asesorarse.
Las actitudes y opiniones de los trabajadores que aplican la ley son el punto de principal
desencuentro entre las víctimas y el sistema de justicia.
- 38 -
administraciones consideran que las víctimas que no cumplen con el estereotipo femenino
son causantes de los delitos que se cometen en su contra.
Estos mitos y estereotipos, que ocultan la realidad, alientan la incomprensión de la
violencia de pareja por parte de las personas que aplican las leyes. Este desconocimiento y
los prejuicios pueden conllevar actitudes por parte de los agentes hacia las mujeres
denunciantes que favorecen la victimización secundaria.
3. Crisis económica:
Por la situación económica el asesoramiento jurídico que se da a la víctima se ha visto
afectado; y se ha apreciado una disminución de las órdenes de protección concedidas.
12.-DATOS ESTADÍSTICOS
- 39 -
-Por término medio, el 30% de las mujeres que han tenido una relación de pareja hacen
referencia a haber sufrido alguna forma de violencia física o sexual por parte de su pareja.
-Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su
pareja.
Fig.1. Porcentaje de mujeres, por países miembros de la UE, que afirman haber sufrido violencia
física o sexual por parte de su pareja u otra persona desde los 15 años. (2012). Datos obtenidos de la
Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA).
- 40 -
Fig.2. Porcentajes mostrados en la Fig.1. vistos sobre mapa.
Fuente: Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
España es de los países donde menos violencia de género parece haber en Europa. Los países
miembros que encabezan la lista de casos de violencia machista son Dinamarca (52%),
Finlandia (47%) y Suecia (46%).
Estas diferencias entre los países de la Unión Europea pueden ser debidas a los siguientes
factores:
-Dependiendo del país, se acepta más o menos culturalmente el hablar acerca de las
experiencias de la violencia en contra de la mujer.
-En las sociedades donde existe una mayor igualdad de género se expone de una forma más
abierta ante la sociedad este tipo de violencia.
-El número de mujeres que están expuestas a factores de riesgo están relacionadas con el
nivel de vida del país en el que se encuentran.
-Las diferencias entre los países del nivel de la violencia criminal general está relacionado
con la violencia de género. Por ejemplo, un país más urbanizado suele tener unas tasas de
crimen mayores.
-También se revela que en los países donde se tiene un mayor nivel de alcoholismo también
hay una mayor violencia contra las mujeres.
- 41 -
Según estos factores si los datos son tan altos en los países nórdicos y tan bajos en España, es
precisamente por la escasa conciencia social que tienen del problema los españoles.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística casi un 25% de las denuncias de
violencia doméstica de 2011 corresponde a hombres maltratados por sus parejas. Del total
de 5.632 personas denunciadas por violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un
23,8% mujeres, lo que no es un porcentaje despreciable.
Víctimas
Año
masculinas
2007 2
2008 6
2009 10
2010 7
2011 7
Tabla.4. Víctimas
masculinas de la
violencia de pareja.
- 42 -
12.3.2.- Llamadas al 016:
Número de
Año llamadas
pertinentes al 016
2007 15715
2008 74951
2009 68541
2010 67696
2011 70679
2012 55810
2013 58274
2014 68651
2015 81992
Tabla 5. Número de
llamadas pertinentes al 016
desde el año 2007 al 2015. Fig.4. Representación de la evolución de las llamadas pertinentes al
016 desde el año 2007 al 2015. Datos obtenidos del Portal Estadístico
de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
- 43 -
El año 2014 ha sido el año en el que más ayudas se han concedido a las mujeres víctimas de
violencia de pareja sin recursos, mientras que en el año siguiente se produjo un descenso de un
65% en las ayudas concedidas respecto a 2014.
Número de
ayudas
Año
concedidas
Art. 27
2006 61
2007 198
2008 283
2009 360
2010 350
2011 430
2012 464
2013 482
2014 605
2015 211
Tabla 6. Número de
ayudas concedidas según
el Art.27 de la Ley Fig.5. Número de ayudas concedidas según el Art.27 de la Ley
Orgánica 1/2004, de 28 de Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre desde el año 2006 al 2015. Datos
diciembre desde el año obtenidos del Portal Estadístico de la Delegación del Gobierno para la
2006 al 2015. Violencia de Género.
Número de
Año denuncias por
violencia de género
2009 135539
2010 134105
2011 134002
2012 128477
2013 124893
2014 126742
2015 96021
Tabla 7. Número de denuncias por
violencia de género entre los años
2009 y 2015.
- 44 -
El número de las denuncias por violencia de género se ha mantenido prácticamente constante
desde 2009 hasta 2014, y el descenso que se observa en el año 2015 puede ser producido por la
crisis económica que está atravesando España, por lo que las mujeres no ven salidas
profesionales ni forma de tener una independencia económica de sus maltratadores y
sustentadores.
El homicidio y la violencia grave en las relaciones de pareja son relativamente poco frecuentes
(alrededor del 1% del total de las víctimas de maltrato).
Víctimas mortales
Año de violencia de
género en España6
1999 54
2000 63
2001 50
2002 54
2003 71
2004 72
2005 57
2006 69
2007 71
2008 76
2009 56
2010 73
2011 61
2012 52 Fig.7. Número de víctimas mortales por violencia de género. 1999-2015.
2013 54
2014 54
2015 60
6
Se incluyen aquellos casos en los que el agresor es el cónyuge, excónyuge, compañero sentimental, excompañero
sentimental, novio o exnovio.
Fuente: 1999-2005: Instituto de la Mujer a partir de noticias de prensa y de datos del Ministerio del Interior. A partir
de 2006 datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género
- 45 -
Se observa mediante lo representado en la Fig.7. que pese a las medidas tomadas para la
concienciación de este problema de la sociedad, a los medios de ayuda que se han puesto en
marcha para las víctimas, las cifras son prácticamente constantes desde 1999 hasta hoy en día.
Teniendo en cuenta que el número de víctimas mortales registradas desde 2003 hasta marzo de
2016 es de 839 mujeres en España. En la Tabla 9 se muestra el número de víctimas por
comunidades en ese período:
Número de víctimas
Comunidad Autónoma
mortales
Andalucía 169
Aragón 21
Principado de Asturias 23
Islas Baleares 29
Canarias 52
Cantabria 7
Castilla y León 40
Castilla-La Mancha 36
Cataluña 130
Comunidad Valenciana 110
Extremadura 10
Galicia 50
Comunidad de Madrid 87
Región de Murcia 24
Comunidad de Navarra 9
País Vasco 30
La Rioja 6
Ceuta 2
Melilla 4
Tabla 9. Número de víctimas mortales por
comunidades autónomas (CC.AA) entre 2003 y 2016.
- 46 -
Fig.8. Porcentaje de víctimas mortales por violencia de pareja por CC.AA. Se han contemplado los datos
registrados desde 2003 hasta marzo de 2016. Datos obtenidos del Portal Estadístico de la Delegación del
Gobierno para la Violencia de Género.
Número de
Edad (años)
víctimas
<16 5
16-17 4
18-20 29
21-30 172
31-40 231
41-50 174
51-64 98
65-74 63
75-84 43
>85 3
Tabla 10. Tramo de edad de las
víctimas mortales por violencia de Fig.9. Tramo de edad de las víctimas mortales por
género. Entre 2003 y 2015. violencia de género en España. Datos desde 2003 hasta
2015.
- 47 -
El rango de edad en el que se produce un mayor número de víctimas mortales dentro de la
violencia de pareja es la comprendida entre los 31 y los 40 años. Aunque abriendo el abanico de
edades desde los 21 hasta los 50 se considera un rango crítico, ya que un 70% de las víctimas
mortales se encontraban en ese rango de edad.
- 48 -
CONCLUSIONES
El origen de la violencia de género es de carácter cultural, esto quiere decir que nace
íntimamente relacionada con las creencias. Se trata de una violencia ideológica, por lo que las
medidas preventivas han de llevarse a cabo en el ámbito educativo y cultural para llegar a los
valores más interiorizados de la sociedad. Que se trate de violencia de género implica un
comportamiento derivado de la interiorización de planteamientos sexistas como las expectativas
de rol que apoyan la subordinación femenina y perpetúan el dominio masculino, creencias ya
existentes en la prehistoria debido a la fuerza física de los hombres, el hecho de que estas ideas
formen parte del comportamiento del ser humano desde el origen de su historia explica que
todavía en el siglo XXI se sigan observando patrones machistas, que tienden a desaparecer a
medida que el hombre evoluciona.
Pero, una vez que se ha producido el primer episodio de maltrato, al finalizar la fase de
arrepentimiento, es muy probable que se vuelva a repetir la fase de violencia, así como también
es muy frecuente, que una vez terminada la relación, la persona maltratadora continúe con su
actitud violenta con otras parejas.
- 49 -
haber experimentado su pareja. Esa montaña rusa de emociones que alterna la tristeza, el miedo
y la ansiedad con la felicidad y la esperanza hacen que se cree en la víctima una necesidad de
estar con su pareja, pues se aferra a los sentimientos que experimenta en la fase de “luna de
miel” aunque esta fase cada vez dure menos tiempo y sea menos frecuente. El momento de
acabar con la relación es cuando la víctima comprende que se esperanza en vano, que no va a
cambiar aunque muestre arrepentimiento o le prometa no volver a hacerlo.
La ruptura es un momento delicado, ya que cuando la víctima decide poner fin a la relación
violenta que tiene con su agresor, éste puede tomar represalias en contra de su expareja,
volviéndose todavía más agresivo, utilizando el acoso, el chantaje y la amenaza para conseguir
que ésta vuelva a su lado, y si no consigue su objetivo, y no se toman las medidas legales
pertinentes (órdenes de alejamiento, protección a la víctima…) puede llegar incluso a quitarle la
vida como venganza por su abandono.
Se ha observado una evolución favorable en las leyes de protección de las mujeres en los casos
de malos tratos, sin embargo, una asignatura pendiente en materia de violencia de pareja es la
inexistencia de recursos comunitarios y legales para asistir al hombre víctima que se encuentra
desamparado por la nueva ley de violencia de género de nuestro país. La atención que se puede
prestar al hombre víctima es muy limitada y por lo general está restringida a la práctica
privada. Debe tenerse en cuenta que ya existen asociaciones para hombres maltratados, por lo
que con el tiempo se espera que éstos se encuentren amparados por la sociedad y la ley al igual
que en el caso de las mujeres.
La mujer lleva años luchando por el derecho de igualdad entre sexos. Ciertamente esta tarea no
ha culminado y es que la igualdad total existirá cuando ésta no sea tema de debate y cuando no
sean necesarias instituciones como el Ministerio de Igualdad para garantizarla. Es decir, la
igualdad será efectiva cuando no sea necesario plantearse su existencia porque en ese momento
será cuando esté totalmente normalizada.
Uno de los obstáculos que se encuentran los sectores a favor de la igualdad de género son los
casos de denuncias falsas por parte de mujeres, poco solidarias con la lucha de la mujer, que
utilizan unos malos tratos inexistentes para partir “con ventaja” en el procedimiento de divorcio,
estas mujeres deberían ser sancionadas no únicamente por el daño sobre la imagen de su ex
pareja, quién deberá limpiar su nombre ante su entorno y demostrar su inocencia, sino también
por el perjuicio que pueden producir las denuncias falsas en otros casos de violencia que sí es
real y en donde la mujer ve cuestionado su testimonio por culpa del comportamiento
irresponsable de otras mujeres, que, conocedoras de las leyes vigentes se aprovechan de la
situación.
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En conclusión, la violencia de género es una de las lacras sociales del siglo XXI, que viene
desde el origen de la humanidad por el papel dominante del hombre sobre la mujer. El ser
humano, como ser racional, evoluciona. Y la tendencia en esta materia es la de acabar con las
desigualdades sociales entre géneros y esto va unido a la desaparición de la violencia de pareja.
Es sabido que ocasiona daño psicológico a quienes la sufren, y en algunos casos puede llegar a
ocasionar la muerte de la víctima. Afortunadamente las leyes en este aspecto han ido
evolucionando, y existe una actitud optimista debido a que cada vez son más los que rechazan
esta conducta violenta.
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