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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.

Expediente 4611-2016
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AMPARO EN ÚNICA INSTANCIA

EXPEDIENTE 4611-2016

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD, EN CALIDAD DE TRIBUNAL

EXTRAORDINARIO DE AMPARO: Guatemala, quince de enero de dos mil

diecinueve.

Se tiene a la vista para dictar sentencia, la acción constitucional de amparo

en única instancia promovida por el Ministerio Público, por medio de la Unidad de

Impugnaciones, contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal. La institución

postulante actuó con el patrocinio de la agente fiscal Ester Elizabeth Méndez

Pérez. Es ponente en el presente caso el Magistrado Vocal IV, José Francisco de

Mata Vela, quien expresa el parecer de este Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Solicitud y autoridad: presentado el dos de septiembre de dos mil dieciséis,

en el Juzgado de Paz Penal del municipio y departamento de Quetzaltenango y,

posteriormente, remitido a esta Corte. B) Acto reclamado: sentencia de

veintinueve de febrero de dos mil dieciséis, emitida por la Corte Suprema de

Justicia, Cámara Penal, que declaró improcedente el recurso de casación motivo

de fondo que promovió el ahora postulante y, a su vez, procedente el interpuesto

por el procesado Hugo Leonel Rivas Tejeda y, como consecuencia, casó

parcialmente la sentencia impugnada, rebajando la pena impuesta por el delito de

Extorsión a seis años de prisión inconmutables. C) Violación que denuncia: al

principio jurídico del debido proceso. D) Hechos que motivan el amparo: de lo

expuesto por la entidad postulante y del estudio del antecedente, se resume: D.1)
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Producción del acto reclamado: a) el Tribunal Primero de Sentencia Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Quetzaltenango

declaró a Hugo Leonel Rivas Tejeda, responsable de la comisión del delito de

Extorsión, imponiéndole la pena de ocho años de prisión inconmutables; b) contra

ese fallo, el procesado y el Ministerio Público interpusieron recursos de apelación

especial por motivo de fondo, que la Sala Quinta de la Corte de Apelaciones del

ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente no acogió; y c) ante esa

decisión, tanto el procesado como el ente encargado de la persecución penal

plantearon recursos de casación por motivo de fondo, que la Corte Suprema de

Justicia, Cámara Penal –autoridad denunciada–, en sentencia veintinueve de

febrero de dos mil dieciséis –acto reclamado–, declaró improcedente el promovido

por el Ministerio Público y procedente el interpuesto por el procesado y, como

consecuencia, casó parcialmente la sentencia impugnada, rebajando la pena

impuesta a seis años de prisión inconmutables. D.2) Agravios que reprocha al

acto reclamado: el ente postulante estima que la autoridad objetada violó el

debido proceso, ya que en la causa penal subyacente quedó acreditado que el

procesado fue condenado anteriormente por el delito de Extorsión, lo que hacía

viable la aplicación de la agravante de reincidencia prevista en el artículo 27,

numeral 23), del Código Penal, sin que ello conlleve de forma alguna violación del

artículo 17 constitucional, pues la autoridad cuestionada pretende la inaplicabilidad

de dicha agravante por medio de una interpretación subjetiva basada en que,

según su criterio, constituye una manifestación de derecho penal de autor; de ahí

que no era procedente el recurso de casación instado por el procesado y debe

ordenarse a la autoridad cuestionada que emita nuevo fallo congruente con las

constancias procesales. D.3) Pretensión: solicitó que se otorgue el amparo y,


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como consecuencia, se deje en suspenso definitivo la resolución que constituye el

acto reclamado. E) Uso de procedimientos y recursos: ninguno. F) Casos de

procedencia: invocó los contenidos en las literales a), b) y d) del artículo 10 de la

Ley de Amparo, Exhibición Personal y Constitucionalidad. G) Leyes que estima

violadas: citó los artículos 12 y 251 de la Constitución Política de la República de

Guatemala; 3, 11 Bis y 20 del Código Procesal Penal.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: no se otorgó. B) Terceros interesados: a) Hugo Leonel

Rivas Tejeda –procesado–; y b) Alberto Benito Uz Pu –abogado defensor–. C)

Remisión de antecedente: expedientes de casación conexados 01004-2015-

01250 y 01004-2015-01371 de la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal. D)

Medios de comprobación: se prescindió del período probatorio y se incorporaron

como medios de comprobación copias certificadas de: a) el antecedente remitido;

y b) sentencias de dieciocho de septiembre y diecisiete de marzo, ambas de dos

mil quince, dictadas por la Sala Quinta de la Corte de Apelaciones del ramo Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente y por el Tribunal Primero de Sentencia

Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de

Quetzaltenango, dentro de los expedientes con número único 09013-2014-00140.

III. ALEGACIONES DE LAS PARTES

A) El postulante reiteró los argumentos contenidos en el escrito inicial de amparo.

Requirió que se otorgue la protección constitucional. B) Hugo Leonel Rivas

Tejeda y Alberto Benito Uz Pu –terceros interesados– se limitaron a señalar

lugar para recibir notificaciones.

CONSIDERANDO

-I-
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No existe violación constitucional alguna cuando la autoridad reprochada, al

declarar procedente el recurso de casación por motivo de fondo, efectuó el estudio

legal y constitucional correspondiente, actuando en el ejercicio de sus facultades.

-II-

El Ministerio Público acude en amparo contra la Corte Suprema de Justicia,

Cámara Penal, señalando como agraviante la sentencia que declaró improcedente

el recurso de casación por motivo de fondo que planteó y, a su vez, procedente el

que promovió el procesado Hugo Leonel Rivas Tejeda y, como consecuencia, casó

parcialmente la sentencia impugnada, rebajando la pena impuesta por el delito de

Extorsión a seis años de prisión inconmutables.

En el caso de mérito, el procesado interpuso recurso de casación por motivo

de fondo, invocando el caso de procedencia contenido en el numeral 5) del artículo

441 del Código Procesal Penal, en el que denunció errónea aplicación del numeral

23) del artículo 27, en relación con el artículo 65, ambos del Código Penal,

argumentando que la Sala jurisdiccional confirmó la aplicación de la agravante de

reincidencia basándose en que existe una sentencia condenatoria anterior; sin

embargo, la Corte de Constitucionalidad en un fallo expresó que para considerar

la existencia de dicha agravante se requieren dos sentencias firmes, por lo que se

aplicó erróneamente la reincidencia, sin que concurrieran los presupuestos

materiales necesarios.

La Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, al emitir el acto reclamado,

declaró procedente el recurso interpuesto, considerando para ello: “…En el caso

sub judice, se alegó errónea aplicación del numeral 23 del artículo 27 del Código

Penal, por lo que, para efecto de análisis del vicio in iudicando que fue invocado,

únicamente se hará referencia al parámetro del artículo 65 del referido código, que
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consiste en ‘las circunstancias atenuantes y agravantes que concurran en el hecho

apreciadas tanto por su número como por su entidad o importancia’, para

determinar si sobre la base de los hechos acreditados, la agravante de reincidencia

puede ser utilizada para fijar la pena. La agravante de reincidencia forma parte del

conjunto de normas que generan una consecuencia jurídica más grave, que se

sustenta en la circunstancia de que la persona con anterioridad haya sido

condenada o sufrido pena por otro delito, y se encuentra establecida como

agravante general establecida en el artículo 27 numeral 23 del Código Penal. La

teoría jurídico penal argumenta que cuando se justifica la situación de reincidencia

para agravar la pena, sobre la base de un mayor injusto del hecho, se deja por un

lado el concepto de bien jurídico como base del principio de ofensividad y pilar del

derecho penal de garantías. Además se vulnera el principio de ne bis in idem, al

sancionar más de una vez un mismo hecho, puesto que un delito anterior que ya

fue sancionado en su momento, volvería a sustentar la imposición de una nueva

pena. Asimismo, se puede considerar que al aplicar la reincidencia se apela al

concepto de culpabilidad de autor, discurso jurídico penal que pretende justificar la

sanción del sujeto por lo que es y no por lo que hizo, lo que vulnera el principio

fundamental que permite construir un derecho penal de garantías. Por lo anterior,

Cámara Penal concluye que la reincidencia como agravante general es una

manifestación de derecho penal de autor, ya que deja por un lado la acción ilícita

y la responsabilidad o reproche que puede determinarse por esta, para valorar la

conducta social el sujeto que es anterior a la comisión del delito, por lo que, si se

utiliza dicho parámetro para fijar la pena se sancionaría al individuo no con apoyo

en lo que ha hecho, sino en lo que es, vulnerando el artículo 17 de la Constitución

Política de la República de Guatemala, y abriendo la puerta a la arbitrariedad, en


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el sentido de permitir una pena mayor alejada de parámetros objetivos

relacionados con el hecho. Por esto, los elementos que eventualmente permitan

construir jurídicamente las agravantes de reincidencia o habitualidad contenidas

en el artículo 27 numeral 23 del Código Penal deben excluirse por ser

incompatibles con los principios constitucionales que inspiran la construcción de

un derecho penal de acto, pues se refieren a condiciones particulares anteriores al

delito que constituye calidades morales que lo estigmatizan como peligroso social.

Por lo anteriormente considerado, si bien se encuentra como hecho acreditado que

Hugo Leonel Rivas Tejeda fue condenado por el delito de extorsión, y que al

acreditarse esto, aunque la circunstancia referida se hubiese acreditado

respetando los límites del ejercicio del iura novit curia, la misma se relaciona con

lo que el sujeto activo es (reincidente) y derivado de ello, no puede sustentar la

pena meritoria por el hecho que fue objeto del juicio, ya que al hacerlo se vulneraría

la construcción constitucional del derecho penal, y se sobrepasarían los límites

impuestos para el ejercicio de la función judicial. Por lo tanto, resulta procedente el

motivo de fondo planteado, como consecuencia, por no existir ningún otro hecho

acreditado que permita construir los conceptos jurídicos que pueden considerarse

para graduar la pena, se debe imponer a Hugo Leonel Rivas Tejeda la pena mínima

de seis años de prisión inconmutables, en base al artículo 261 del Código Penal; y

así debe ser declarado en la parte resolutiva del presente fallo”.

-III-

En el presente caso, el agravio que el ente fiscal le atribuye al fallo de

casación, se fundamenta en que la aplicación de la circunstancia agravante de

reincidencia no conlleva de forma alguna violación al artículo 17 constitucional, por

lo que la autoridad cuestionada pretende su inaplicabilidad por medio de una


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interpretación subjetiva, basada en que constituye una manifestación de derecho

penal de autor.

Al respecto, el numeral 23) del artículo 27 del Código Penal establece como

circunstancia agravante: “La de ser reincidente el reo. Es reincidente quien comete

un nuevo delito después de haber sido condenado, en sentencia ejecutoriada, por

un delito anterior cometido en el país o en el extranjero, haya o no cumplido la

pena”.

Para analizar el instituto jurídico penal de la reincidencia, es pertinente hacer

alusión a los distintos aportes doctrinarios de algunos autores del Derecho Penal

contemporáneo:

Juan José Bustos Ramírez y Hernán Hormazábal Malarée refieren que “No

se ve fundamentación precisa para su existencia como agravante, ya que

generalmente se funda en el desprecio permanente en contra de los bienes

jurídicos por parte del sujeto, lo que no puede implicar ni mayor responsabilidad,

ya que se funda en un rasgo permanente, ni mayor injusto. La nota de permanencia

que implica necesariamente la reincidencia lleva o a tipos de autor o bien a un

derecho penal por el carácter (la propia ley parece darse cuenta de ello, pues reza

ser reincidentes). Tal rasgo de carácter no puede fundamentar, por tanto, una

agravación (salvo para una concepción peligrosista radical, ajena a un derecho

penal de un Estado de derecho), a lo más podría servir para determinar la forma

de ejecución de la pena” (Lecciones de Derecho Penal. Parte General, Editorial

Trotta, S.A., Madrid, 2006, página 508).

Por su parte Francisco Muñoz Conde y Mercedes García Arán afirman que

“… resulta difícil encontrar en la reincidencia razones en las que fundamentar una

mayor culpabilidad por el hecho que se enjuicia y sobre el que recae la agravante.
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Su fundamento se encuentra más propiamente, bien en lo recalcitrante de la actitud

del sujeto que insiste en la desobediencia a las normas penales, bien en su mayor

peligrosidad; sin embargo, ni la peligrosidad puede presumirse iuris et de iure como

hace el Código en esta materia, ni es un concepto en el que pueda asentarse una

mayor gravedad de la pena, que debe ir referida a la culpabilidad”. (Derecho Penal.

Parte General, octava edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2010, página

492).

Respecto a la agravación de pena por reincidencia, Claus Roxin destaca

que en Alemania “… pese a todos los esfuerzos por darle una fundamentación

distinta sólo se podía explicar partiendo de la admisión de una culpabilidad por la

conducción de la vida y por tanto era inconciliable con el principio de culpabilidad

por el hecho; pues bien, tal precepto fue derogado, bajo la presión de la crítica

contra el mismo, por la 23.* StrÄG de 13-4-1986. Y de tal decisión legislativa cabe

deducir que también hay que dar preferencia en los demás terrenos a las

interpretaciones propias del Derecho penal del hecho frente a las interpretaciones

eventualmente posibles en el sentido del Derecho penal de autor, en los casos en

que estas últimas fundamentaran una pena más elevada”. (Derecho Penal. Parte

General. Tomo I, Editorial Civitas, Madrid, 1997, página 186).

En el mismo sentido, Santiago Mir Puig manifiesta que la reincidencia “Es

cierto que denota en el sujeto una actitud de mayor desprecio y rebeldía frente a

los valores jurídicos que aquél tuvo ocasión de apreciar no sólo en su formulación

abstracta e impersonal por parte de la ley, sino sobre sí mismo, «en carne propia»,

y en la medida en que ni siquiera ello ha servido para motivar al autor de forma

suficiente para que no cometiera la nueva infracción. Si se concibe la imputación

personal como en este texto, como mera condición de atribuibilidad del injusto
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penal, que puede impedir la atribución total o parcialmente, pero no puede

aumentar la gravedad atribuible al hecho, aquella actitud de desprecio y rebeldía

sólo puede considerarse causa de elevación de lo injusto del hecho. Pero ello no

obsta a que pueda reputarse constitucionalmente inconveniente la agravación de

pena por reincidir. Es, en efecto, rechazable que agrave la pena, en un Derecho

penal respetuoso del fuero interno y que quiera limitarse a proteger bienes jurídicos

(social-externos), una mera actitud interna del sujeto que no afecta al grado ni a la

forma de la lesión producida, cuando, por otra parte, tal actitud suele ir

acompañada por una menor capacidad de resistencia frente al delito (menor

culpabilidad) en quien ha pasado por la experiencia carcelaria”. (Derecho Penal.

Parte General, octava edición, Editorial Reppertor, Barcelona, 2008, páginas 630

y 631).

Enrique Bacigalupo hace acopio al hecho que “La reincidencia es una

circunstancia agravante que no resulta explicable por una mayor culpabilidad por

el hecho cometido (…) La repetición del comportamiento delictivo tiene un

significado de sintomatología caracterológica. Es indicativa de la tendencia del

autor y, por lo tanto, de su peligrosidad”. (Principios constitucionales de derecho

penal, Editorial Hammurabi SRL, Buenos Aires, 1999, páginas 164 y 165).

Es decir que la reincidencia se vincula con la teoría del derecho penal de

autor, la cual, en lo referente a la culpabilidad, es explicada por el mismo jurista

cuando refiere que “…es posible preguntarse si la culpabilidad ha de referirse a un

hecho o a la total personalidad del autor. Desde el primer punto de vista se tomará

en cuenta para la culpabilidad sólo la actitud del autor respecto de la acción típica

y antijurídica cometida: entonces se hablará de culpabilidad por el hecho y ello

significará que no deberá considerarse otra cosa que el hecho delictivo, pero no el
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comportamiento del autor anterior al mismo o, inclusive, posterior. De acuerdo con

ello no importa una mayor culpabilidad la conducta socialmente incorrecta del autor

antes del hecho (por ejemplo desarreglo, ebriedad, vagancia, etc.) ni, en principio,

tampoco la circunstancia de haber sido ya condenado con anterioridad

(reincidencia). La culpabilidad de autor (en la forma por ejemplo de la culpabilidad

de carácter) parte de otras consideraciones: el hecho típico y antijurídico abre la

posibilidad de un juicio sobre el comportamiento social del autor en general, antes

y después del hecho. La realización de la acción típica permitirá juzgar la conducta

del autor en forma total para explicar el hecho delictivo como un producto de la

personalidad del autor…” (Bacigalupo, Enrique, Manual de derecho penal, Parte

general. Editorial Temis, S.A., Santa Fe de Bogotá, 1996, página 148).

Lo expuesto permite concluir que la reincidencia, como circunstancia

agravante de la sanción jurídico penal, tiene su origen en un derecho penal de

autor y no de acto, pues se fundamenta en la posible peligrosidad del sujeto como

una característica personal (“ser reincidente”), atribuida a quien, no obstante haber

padecido una pena anterior, comete un nuevo delito, por lo que pretende traer a

cuenta su conducta delictiva anterior –que ya fue sancionada– para aumentar la

pena del delito actual, lo cual, efectivamente, vulnera la garantía penal non bis in

idem y contraviene el artículo 17 constitucional, por cuanto se estaría sancionando

dos veces una misma conducta, al atraer un hecho pasado para agravar las

consecuencias jurídicas de una acción delictiva presente, aunado a que la sanción

jurídico penal tendría sustento, no en las acciones delictuosas cometidas, sino en

características personales o aspectos subjetivos como las decisiones de vida del

sujeto, lo que resulta inaceptable en un Estado Constitucional de Derecho, que

funciona dentro del marco de un sistema penal democrático, en el que la persona


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humana se concibe como “sujeto y fin del orden social” (Preámbulo del Texto

Supremo).

Se refuerza lo anterior con el criterio de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos, la cual ha sostenido: “248. El artículo 9 de la Convención

Americana establece que ‘nadie puede ser condenado por acciones u omisiones’,

es decir que sólo puede ser condenado por ‘actos’. El derecho penal de ‘acto’ es

una elemental garantía de todo derecho penal conforme a los derechos humanos.

Precisamente, ante las aterradoras consecuencias del desconocimiento de esta

premisa básica de los derechos humanos es que éstos comienzan su desarrollo a

partir de 1948. El derecho penal conforme a todos los instrumentos de derechos

humanos rechaza frontalmente el llamado ‘derecho penal de autor’, que considera

a la conducta típica sólo como un signo o síntoma que permite detectar a una

personalidad o carácter, ampliándose incluso a actos atípicos, siempre que se

considere que cumplen la misma función de señalación subjetiva. 249. El derecho

penal ‘de autor’ ha seguido diferentes caminos, siendo uno de ellos el de la llamada

‘peligrosidad’, que no tiene vinculación con el presente caso y que ha sido

rechazado por esta Corte…” (Caso Pollo Rivera y otros Vs. Perú, sentencia de

veintiuno de octubre de dos mil dieciséis).

En este punto, “… es menester deslindar dos supuestos, que no son

necesariamente idénticos. Por una parte se halla la punición agravada del

reincidente: se eleva legalmente la pena aplicable al sujeto en el segundo juicio,

por el delito B, en mérito de haber una primera condena en otro juicio, por el delito

A, con determinada antigüedad estatuida en la ley. Así las cosas, la existencia de

un primer delito influye determinantemente en la sanción del segundo, no obstante

tratarse de un suceso ilícito diferente e inconexo con aquél. Por otra parte, se niega
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al sujeto en el juicio B cierto beneficio, habida cuenta de que anteriormente se le

condenó como responsable de un delito A, sentencia que, a juzgar por la vida

posterior del sujeto, no tuvo eficacia alguna desde el ángulo de la readaptación

social. En este caso no existe agravamiento de la pena que legalmente

corresponde por el delito B. Esta sanción se aplica en sus términos” (García

Ramírez, Sergio, Desarrollo de los Sustitutivos de la Prisión; en: “Cuadernos para

la reforma de la justicia 2. Las penas sustitutivas de prisión”. Disponible en

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/85/4.pdf).

Es decir que la reincidencia presenta diferentes aristas en el ordenamiento

jurídico penal: la primera, como circunstancia agravante de la pena –que ya fue

analizada– y, la segunda, como condición para denegar determinados beneficios

penales; de ahí que se trate de dos cuestiones distintas y, por ende, deben ser

tratadas de forma diferenciada.

El Código Penal de Guatemala regula ambas formas de tratamiento de la

reincidencia, en este caso conforme el artículo 27: “Son circunstancias agravantes:

(…) 23. La de ser reincidente el reo. Es reincidente quien comete un nuevo delito

después de haber sido condenado, en sentencia ejecutoriada, por un delito anterior

cometido en el país o en el extranjero, haya o no cumplido la pena”. Del cual deriva

el tratamiento en condición de agravante de la responsabilidad penal con la

consabida consecuencia de guiar al juzgador hacia una sanción más severa dentro

de los parámetros legales establecidos en el tipo penal que se impute. Además,

para el sistema de Guatemala resulta indiferente el tratamiento de los tipos de

reincidencia propia o impropia –haber o no cumplido la pena que se impuso en una

primera ocasión–.

Por otro lado, el mismo cuerpo normativo al referirse a la misma institución,


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en el artículo 32 hace la distinción entre lo que la doctrina ha denominado como

reincidencia genérica y específica, en la que se realizó por parte del legislador la

separación respectiva para evitar que injustamente sean tratados del mismo modo

comisión de ilícitos de distinta naturaleza; para el efecto refiere: “No existe

reincidencia ni habitualidad entre delitos dolosos y culposos, entre delitos comunes

y puramente militares, entre delitos comunes y políticos, entre delitos y faltas. En

cuanto a delitos políticos, es facultativo de los jueces apreciar o no la reincidencia,

atendidas las condiciones personales del responsable y las circunstancias

especiales en que se cometió el hecho.”, de tal cuenta, se establece que la

legislación brinda un tratamiento específico al tema en mención sin obviar

particularidades del moderno Derecho Penal.

En relación a la segunda de las aristas de la reincidencia enunciadas con

anterioridad, es decir aquella que se refiere a la negación por parte de la legislación

al acceso de determinados beneficios penales, su manifestación normativa en el

caso de sistema guatemalteco se encuentra, entre otras, en el Código Penal: i)

artículo 51: “La conmutación no se otorgará: 1º. A los reincidentes y delincuentes

habituales…”; ii) artículo 72: “Al dictar sentencia, podrán los tribunales suspender

condicionalmente la ejecución de la pena, suspensión que podrán conceder por un

tiempo no menor de dos años ni mayor de cinco, si concurrieren los requisitos

siguientes: (…) 2°. Que el beneficiado no haya sido condenado anteriormente por

delito doloso…”; iii) artículo 80: “Podrá concederse la libertad condicional al reo

que haya cumplido más de la mitad de la pena de prisión que exceda de tres años

y no pase de doce; o que haya cumplido las tres cuartas partes de la pena que

exceda de doce años y concurran, además, las circunstancias siguientes: 1°. Que

el reo no haya sido ejecutoriadamente condenado con anterioridad por otro delito
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doloso…”; y iv) artículo 83: “Los jueces tienen facultad para otorgar, en sentencia,

perdón judicial, siempre que, a su juicio, las circunstancias en que el delito se

cometió lo amerite y se llenen los requisitos siguientes: 1°. Que se trate de

delincuente primario…”. Es decir que estos preceptos hacen acopio a otras

consecuencias de la reiteración delictiva, diferentes a la circunstancia agravante

de reincidencia que, como se dijo, incide en la dosimetría de la sanción penal.

Este último aspecto resulta de especial relevancia constitucional al momento

de tratar el tema, dado que como efectivamente lo resuelve la normativa de

Guatemala, debe separarse el tratamiento de la reincidencia como agravante de la

pena y como restricción de acceso a determinados beneficios punitivos.

En razón de lo anterior, es viable para el tratamiento del tema indicar que a

priori la imposibilidad de otorgar determinados beneficios penales, no influye de

manera directa en la sanción previamente impuesta, sino se refiere a la etapa

propia de cumplimiento o ejecución, y que recae en un aspecto de política criminal

determinada previamente por el Estado.

Ese aspecto es reafirmado por los autores de la compilación Derecho Penal

Guatemalteco Parte General, en la que refiriéndose a la conmuta, se indica: “La

sustitución es una institución basada en criterios preventivo-especiales, por lo que

se establecen una serie de condiciones que impiden la conmutación. Así el

artículo 51 nos dice que no se puede aplicar la conmutación, a los reincidentes y

delincuentes habituales. Tampoco a los condenados por hurto y robo. Esta

condición sorprende un poco y marca un criterio claro de política criminal…”. El

subrayado es propio. (Diez Ripollés, José Luis y otros “Manual de Derecho Penal

Guatemalteco Parte General”, Equipo Editorial, Guatemala, 2001, página 631).

Congruente con el pensamiento del texto citado, se pronuncian De León


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Velasco y De Mata Vela cuando afirman: “Así, la pena ha de cumplir una misión

política de regulación activa de la vida social, que asegure su funcionamiento

satisfactorio mediante la protección de los bienes de los ciudadanos a través

de la función de prevención, basándose en la necesidad de no dejar sin

respuesta, sin retribución, la infracción. Así también la teoría del delito constituye

la determinación de las fronteras mínimas de lo que puede ser objeto de una pena,

y da respuesta a la pregunta de los elementos que deben concurrir para que algo

sea punible. Establece la meta suprema de la pena que es: preservar a la

sociedad de los comportamientos que le son nocivos y proteger los valores

elementales de la vida comunitaria. La idea de protección de bienes jurídicos

se aparta del hecho punible cometido y del bien jurídico ya lesionado, esa

idea mira al futuro, al comportamiento futuro del delincuente o de otras

personas…”. El subrayado es propio. (De León Velasco, Héctor Aníbal y De Mata

Vela, José Francisco, “Derecho Penal Guatemalteco Parte General y Parte

Especial”. Editorial Estudiantil Fénix, Guatemala, 2005, página 258).

De tal cuenta que en el caso de la aplicación de la reincidencia como

limitación de acceso a beneficios penales, el juzgador se encuentra ante un

individuo que ha requerido ser sancionado de nueva cuenta, por lo que, ante esta

circunstancia, de acuerdo con la política criminal del Estado no cumple las

condiciones o requisitos para acceder a cierto tipo de beneficios penales.

Debe tenerse presente que el ejercicio del ius puniendi del Estado, responde

al principio de necesidad, pues su aplicación solamente se legitima en la medida

que sea útil para la protección de los bienes jurídicos que la sociedad ha

considerado de especial relevancia para ser tutelados por el derecho penal. En

consecuencia, puede sostenerse que tanto la creación de tipos penales, como la


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determinación de la sanción y las formas de su cumplimiento, derivado del principio

de legalidad, corresponden con exclusividad al Organismo Legislativo, que en

representación del Estado y como rector de su política criminal, deberá establecer

cuáles son las conductas consideradas como delictivas y qué respuesta ameritan

penalmente, atendiendo a ciertos fenómenos sociales que ponen en peligro o

lesionan aquellos bienes jurídicos, tomando en cuenta, además, los fines de la

pena constitucionalmente previstos (la readaptación social y la reeducación de los

condenados como propugna el artículo 19 del Texto Supremo).

Es importante destacar que, en atención al principio de legalidad, es al

Congreso de la República de Guatemala al que atañe la atribución de emitir normas

ordinarias que, en materia penal, respondan a la política criminal del Estado. De

esa cuenta, al establecer el legislador en el sistema penal la imposición de

sanciones privativas de libertad, tal circunstancia no excluye que deba observarse

el artículo 19 ibídem. En ese sentido, se advierte que los fines de la pena deben

cumplirse de manera independiente al tipo o duración de la sanción impuesta o su

modalidad de cumplimiento. (Criterio expuesto en la sentencia de cinco de abril de

dos mil dieciocho, dictada en el expediente 619-2017).

En tal sentido se establece que en esta segunda vertiente de tratamiento de

la reincidencia por parte de la legislación, la limitación de ciertos beneficios, como

la conmuta, no responde a la sanción del mismo hecho, sino más bien a la

aplicación de la política criminal del Estado, en atención a la especial tutela que

debe brindar a la sociedad y a la modulación de la ejecución de las penas, pues el

legislador pudo haber considerado que la condena anterior no cumplió los fines

constitucionalmente previstos, por lo que ante la reiteración delictiva esta nueva

sanción queda excluida de algunos beneficios.


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Cabe reiterar que desde esta perspectiva no se sanciona doblemente al

delincuente por la comisión de un ilícito por el que ya cumplió la sanción, en tanto

que el quantum de la nueva pena no se ve afectado por la reincidencia, sino más

bien su forma de cumplimiento se ve modificada, por la restricción de algunos

beneficios, que surge como consecuencia de una condición objetiva, configurada

en este caso por la existencia de una o más condenas previas; es decir que en

estos casos no existe agravamiento de la pena que legalmente corresponde por el

nuevo delito, y únicamente, en atención a la política criminal del Estado y los fines

de la sanción jurídico penal, se modula su forma de cumplimiento para hacer

efectivas las finalidades readaptadoras, resocializadoras y reeducadoras.

En conclusión, la reincidencia como condición limitadora de beneficios

propios de la forma de cumplimiento de la sanción penal, no vulnera la garantía

penal non bis in idem ni contraviene el artículo 17 constitucional, pues solo

establece una restricción ante un status jurídico distinto que le impide al condenado

el acceso a ciertos beneficios reservados para delincuentes primarios.

-IV-

Del estudio de las constancias procesales y los alegatos de las partes, en

congruencia con lo antes considerado, esta Corte advierte que la Cámara Penal

de la Corte Suprema de Justicia, al emitir el acto reclamado, cumplió con la función

que le corresponde en su calidad de Tribunal de Casación, pues realizó el examen

jurídico de la resolución sometida a su conocimiento, fundando su decisión en

consideraciones doctrinarias y legales aplicables al caso concreto. En ese sentido,

la referida autoridad expuso con claridad y precisión los razonamientos jurídicos

que sustentaron la procedencia del recurso de casación instado; dicha actuación

responde a las exigencias de mantener un orden jurídico penal que permita la


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uniforme aplicación de la ley sustantiva, en interés de la ley y la justicia.

En ese sentido, la autoridad reprochada, en ejercicio del control difuso de

constitucionalidad, determinó que la agravante de reincidencia fue considerada por

el Tribunal Sentenciador y avalada por la Sala jurisdiccional, no obstante su

aplicación respondía a un modelo de derecho penal de autor y no de acto, lo cual

era contrario a la garantía penal non bis in idem y vulneraba el principio de legalidad

establecido en el artículo 17 constitucional, lo que resultó coherente con el análisis

efectuado por este Tribunal y atiende a uno de los estándares interpretativos que

ha emitido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo que no se

evidencia arbitrariedad alguna que amerite el otorgamiento de la protección

constitucional instada; de ahí se concluye que la autoridad denunciada, al emitir el

acto señalado de agraviante, actuó en el ámbito de las facultades que le otorgan

los artículos 203 de la Constitución Política de la República de Guatemala, 442 y

447 del Código Procesal Penal, pues, al conocer en casación de un motivo de

fondo y declarar su procedencia, debe casar la sentencia impugnada, resolviendo

el asunto con arreglo a la ley y a la doctrina aplicables, como lo hizo en el caso

concreto.

Por lo expuesto, el amparo solicitado deberá denegarse por ser

notoriamente improcedente, sin condenar en costas a la institución postulante, ni

imponer multa a la abogada patrocinante, por imperativo legal.

LEYES APLICABLES

Artículos citados, 265, 268 y 272, literal b), de la Constitución Política de la

República de Guatemala; 8º, 10, 42, 44, 46, 47, 48, 149, 163, literal b), 185 de la

Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 29 y 35 del Acuerdo

1-2013 de la Corte de Constitucionalidad.


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POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes

citadas, resuelve: I) Deniega el amparo solicitado por el Ministerio Público, por

medio de la Unidad de Impugnaciones, contra la Corte Suprema de Justicia,

Cámara Penal. II) No condena en costas al postulante ni impone multa a la

abogada patrocinante. III) Notifíquese y, oportunamente, remítase la ejecutoria

respectiva.

DINA JOSEFINA OCHOA ESCRIBÁ


PRESIDENTA

BONERGE AMILCAR MEJIA ORELLANA JOSE FRANCISCO DE MATA VELA


MAGISTRADO MAGISTRADO

GLORIA PATRICIA PORRAS ESCOBAR NEFTALY ALDANA HERRERA


MAGISTRADA MAGISTRADO

ANA GERALDINE CARIÑES GONZALEZ


SECRETARIO GENERAL

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