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Había una pareja de hermanos, ellos vivían con su madre.

Para poder sobrevivir con sus hijos, la


madre trabajaba haciendo labores domésticas en las casas de otras aldeas. Pero un día la
requirieron para trabajar en un banquete en un pueblo muy lejano. Antes de irse le dijo a sus
hijos: “Niños, hoy debo ir a trabajar a una casa que está muy lejana. Así que cuando oscurezca,
cierren bien la puerta y no la abran hasta que yo vuelva”. Después de un tiempo oscureció y se
hizo noche, pero aun la madre no regresaba. La niña estaba asustada” El pequeño la tranquilizó
diciéndole: “Recuerda que se ha ido a trabajar a una casa lejos de aquí, ten paciencia.

La madre terminó de trabajar cuando ya era noche y salió para volver a su casa. La madre
caminaba con mucho miedo, porque se escuchaban aullidos de animales salvajes, cuando cruzó la
cuesta, se encontró con un enorme tigre en la oscuridad y sin escuchar sus ruegos, devoró a la
madre enseguida. Pero al tigre no dejo de tener hambre y al ver una luz en una casita que estaba
en la cuesta, se dirigió a ella. En ella se encontraban los niños esperando sin imaginar lo que había
ocurrido con su madre. Entonces el tigre tocó la puerta e imitando la voz de la madre les dijo a los
niños que abrieran. Pero los astutos niños se dieron cuenta del y le pidieron al tigre que mostrara
su mano por el resquicio de la puerta. Al ver la pata del tigre, los niños escaparon por la puerta
trasera y se treparon al árbol que estaba en el patio. Pero el tigre se dio cuenta de donde estaban
y empezó con sus garras a trepar el árbol.

El niño comenzó a rezar con su corazón: ¡Dios si quieres salvarnos la vida, envíanos una soga!
Enseguida cayó una cuerda y suspendidos de ella, los niños desaparecieron entre las nubes. El
tigre se quedó frustrado y entonces el también rezó en voz alta: ¡Dios del cielo, apiádate de este
tigre hambriento y lánzame también una soga! Enseguida bajó otra cuerda y el tigre se aferró a
ella. La cuerda comenzó a subir, pero entonces esta se rompió y el tigre cayó sobre un campo de
sorgo. ¿Qué había pasado? El cielo le había enviado una cuerda podrida para castigar sus
maldades. Los niños, que habían desaparecido por las nubes, se habían convertido el niño en el
sol que alumbra el día y la niña, en la luna que ilumina la noche.

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