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Título: Otavalo y la visa de entrada para venezolanos en Ecuador

En lo que fue una de las semanas donde más se ha visto reflejado el odio y el rechazo de un cierto
sector de la población ecuatoriana hacia los venezolanos que residimos en el país, es necesario analizar
los hechos más relevantes que causaron la ebullición de esta discusión. Empezando por la aplicación de
la justicia(tortura) indígena a tres delincuentes venezolanos en la ciudad de Otavalo, sumándole el
desalojo forzado a todos los extranjeros que se encontraran en comunidades aledañas al lugar de los
hechos. Y finalizando con un nuevo decreto presidencial que establece que ahora los venezolanos
deberán tramitar una visa para ingresar al Ecuador, cerrando oportunidades a miles de personas y
añadiendo una pieza más a la odisea burocrática que es emigrar desde Venezuela hacia países del sur.

Por más que no esté de acuerdo con la aplicación de la justicia indígena, entiendo que es algo que
existe, que debe respetarse y que la única razón por la que muchos celebran la aplicación de la misma es
porque creen que la justicia convencional no ha sido efectiva en el país. El problema está al ver la
manera en la que se entrega y se festeja la noticia de que tres venezolanos fueron ‘ajusticiados’ en
Otavalo. Sí, ajusticiados, múltiples medios de comunicación utilizaron esa palabra, sabiendo
perfectamente que el significado de ajusticiar es: aplicar la pena de muerte, según el diccionario de la
Real Academia Española. Con el simple uso de ese término, se satisface el sadismo y el morbo de todos
aquellos que disfrutan ver el dolor de los demás, y mucho más si ese dolor es causado hacia un
venezolano. Podrían haber utilizado cualquier otra palabra para describir los hechos, pero lo importante
es sacar clicks a costillas del sufrimiento ajeno. En ningún lugar defiendo a los delincuentes, que asuman
las consecuencias de sus actos bajo los términos que deban hacerlo, pero las reacciones a esta situación
me preocupan.

Entre las reacciones, resaltan algunos que piden que traigan la justicia indígena a la capital para
deshacerse de los “venecos” que vinieron a “infestar” su preciada ciudad. Otros que celebran la
implementación de mecanismos para regular el ingreso de los venezolanos, a pesar de que la
constitución del 2008 establece el principio de libre movilidad, pero no es importante luchar por la
defensa de la constitución mientras les convenga ¿no? Otros que justifican su discurso de odio, su
degradación y su aversión hacia los venezolanos bajo la falacia que establece que, desde la llegada
masiva de migrantes, la delincuencia en el Ecuador ha aumentado. No hay ningún tipo de cifra que le de
base a ese tipo de comentarios. Pero, sí hay cifras para desmontarlos y descartar estos argumentos
automáticamente, y son cifras del Ministerio del Interior publicadas en junio del 2019. Al hablar de la
población de privados de libertad en el país, existen 342 venezolanos privados de libertad, tomando en
cuenta la presencia de 400.000 venezolanos residiendo en el Ecuador (cifra extraoficial). En esas mismas
cifras, se refleja que hay 37.160 ecuatorianos privados de libertad, con 16.300.000(cifra extraoficial) de
ecuatorianos en el país. Sacando relación de porcentajes entre privados de libertad y población de cada
gentilicio, da un 0.08% de índice de criminalidad de venezolanos en el Ecuador y un 0.23% de índice de
criminalidad de ecuatorianos en el Ecuador. ¿Ese cálculo significa que los ecuatorianos son más
criminales que los venezolanos? En lo absoluto, pero si funciona para demostrar que al momento de
juzgar al delincuente lo que menos hay que verle es su nacionalidad, y no podemos permitir que el
nombre de todo un país se manche por lo que haga una evidente minoría.

Si los venezolanos son malos, ladrones, delincuentes, ¿porque los países que han recibido más
migrantes en situaciones vulnerables como Brasil y Colombia, que tienen frontera directa con
Venezuela, no han implementado mecanismos para regular su entrada? ¿O es qué todos los criminales
venezolanos se pusieron de acuerdo para venir a Ecuador? Es absurdo, no tiene sustento y promover la
violencia hacia grupos vulnerables solo porque son venezolanos es consolidar un discurso xenófobo y
buscar sistematizar delitos de odio. Por más hirientes que sean esas resoluciones para mi gente, y nos
compliquen la vida privándonos de cosas tan simples como recibir la visita de un familiar, estoy
consciente de que cada país puede hacer lo que deba hacer para proteger su soberanía. El problema
radica, y no se cuantas veces debo explicarlo para que se entienda, en que no es justo y nunca será justo
generalizar y culpar a toda una población por los actos de un grupo de infelices.

Por más lamentable que sean estas situaciones, la implementación de una visa, gratuita, para los
migrantes venezolanos que quieran legalizar su estadía en el Ecuador es un alivio para todos aquellos
que llegan en situaciones de pobreza y necesitan documentarse para trabajar lo antes posible y sacar su
vida adelante. Lo que querían lograr con la implementación de la visa de entrada lo lograrán, cada vez
llegarán menos venezolanos a este país, y el que quiera ir hasta Argentina por tierra tendrá que tramitar
visa para entrar a Ecuador, Perú y Chile. Las naciones más cercanas, con estas medidas, le cierran la
puerta a los venezolanos que no tienen más opción que emigrar a países del sur, y por efecto dominó, lo
más probable es que Colombia y Brasil hagan lo mismo al no poder lidiar con el creciente flujo de
migrantes, dejando a todo un pueblo encerrado a su suerte en un país donde sufren diariamente la
violación sistemática de sus derechos humanos.

A este punto, cada quien creerá lo que quiera creer y no sé que hicimos los venezolanos para merecer
este odio y repulsión por parte de una porción de la población ecuatoriana. Intentar lograr a un punto
medio de la discusión con estos personajes no vale la pena, sería un grito que nadie escucha, porque no
les conviene saber la realidad, prefieren revolcarse en su ignorancia. Afortunadamente, siempre habrá
personas haciendo el bien, y su apoyo es muy apreciado, pero las ganas de salir adelante se pierden
cada vez más en un país donde odiar a los migrantes no es impopular, y donde el chovinismo y el
patriotismo barato pesan más que el respeto y la buena convivencia entre venezolanos y ecuatorianos.
Solo nos queda seguir, con la frente en alto, sin vergüenza de lo que somos y de dónde venimos,
esforzándonos por que algún día llegue esa lejana utopía donde podamos vivir pacíficamente, para
lograr, de una buena vez, que el odio deje de reinar en las calles de Ecuador.

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