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"misteriosa" nube radiactiva que se movió en 2017 por toda Europa, parte de Asia y la Península
Arábiga. Esa es la conclusión de un amplio estudio científico cuyo resultado contrasta con la
negativa de Moscú al respecto.
Después de que nadie asumiera la responsabilidad del fenómeno (hasta ahora), los científicos
analizaron los datos recopilados por 176 estaciones de medición de radiación distribuidas en 29
países.
Los resultados del estudio, dirigido por Georg Steinhauser, de la Universidad Leibniz de Hannover
(Alemania), y Olivier Masson, del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN)
francés, fueron publicados en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de los
Estados Unidos (PNAS).
"Fue una nube muy compacta. En cada lugar se mantuvo como máximo dos días y siguió
desplazándose. De ello podemos deducir que la liberación se produjo muy rápido, de golpe", indica
el físico de radiación austríaco, quien por otra parte dice que le gustaría que las autoridades rusas
reconocieran que la fuga se produjo en Mayak, un complejo nuclear estratégico y vinculado al
arsenal de armas atómicas de Rusia.
"Los rusos no lo han aceptado aún, pero basados en las pruebas científicas estamos muy seguros [de
que fue un accidente en Mayak], y por otro lado, no hay ninguna alternativa", asegura.
"No es que queremos denunciar a Rusia, sino que queremos aprender, porque cuando ocurre un
accidente, queremos saber qué se puede hacer mejor la próxima vez. La comunidad [científica]
tiene interés de sacar lecciones de los accidentes", explica.