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La Cuestión

Homosexual
Jean Nicolas

Papeles Insumisos
archivo digital de
sexualidad y capitalismo
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 5

NOTA A LA PRESENTE EDICIÓN « Jean Nicolas es el nome de guerre de un militante de la


Liga Comunista Revolucionaria francesa, activista del FHAR
Este artículo fue originalmente publicado como “La question homo- (Front Homosexuel d’Action Révolutionnaire) y, después de
sexuelle” en el órgano teórico de la ex LCR, la revista Critique Communiste la disolución del éste, fue miembro activo de la formación del
N° 11/12, Diciembre de 1976-Enero de 1977. Utilicé en esta edición para GLH (Groupe de Libération Homosexuelle), en el que impul-
Papeles Insumisos, Archivo Digital de Sexualidad y Capitalismo la traducción al só una tendencia que después constituyó el GLH-PQ (Groupe
español hecha por Roser Berdager tomada en la edición de Editorial Fonta- de Libération Homosexuelle - Politique et Quotidien). Se en-
mara, México, 1978. En aquella edición se incluye una introducción que he cuentra también adscrito en la redacción del periódico Rouge
omitido por motivos prácticos, y un apéndice con textos de E. Bernsteirn donde se ocupa, o se ha ocupado, de la sección dedicada a la
en Die Neue Zeit. Este apéndice lo publicaremos más adelante. En cuanto a cuestión homosexual »
las notas de pie, a menos que se indique lo contrario (NdO “Nota del Ori- Lubara Guílver / Roger Gaimon,
ginal”), son notas elaboradas para la presente edición digital. Prefacio (Fontamara, México, 1978).

Al no disponer de la publicación original en francés no se ha podido « El libro -declaró a EL PAIS un portavoz del FLHOC-
cotejar la traducción para intentar mejorarla. Sin embargo hay pequeñas distingue históricamente tres generaciones de homosexuales a
correcciones en cuanto al nombre de agrupaciones por convención (se rem- partir de finales del siglo pasado y principios del actual, en que
plazó “Comité Humanitario Científico” por el comúnmente utilizado “Co- los psicoanalistas y médicos llegan incluso a acuñar la palabra
mité Científico-Humanitario”), en cuanto al estilo y los usos (“sico-” por homosexual dándole una identidad de ser distinto a los otros,
“psico” -a pesar de ambas ser correctas-, “stalinianos” por “stalinistas”, “his- frente a la simple represión brutal que hasta entonces se ejercía
toricización” por “historización”, “añagaza” por “trampa”, etc.) y de errores contra ellos. La primera generación sería la que coincidió en
evidentes (“acticismo” por “activismo”, “Baundry” por “Baudry”, “Gaulle” Alemania con el auge de un movimiento obrero que apoyó
por “De Gaulle”, etc.). claramente las reivindicaciones homosexuales y que chocaría
tanto con el nazismo como con el estalinismo. No hay que ol-
vidar un dato significativo y muy importante que Jean Nicolas
Marzo de 2013 aporta en este libro: se calcula que fueron 220.000 los homo-
sexuales que perecieron en los campos de concentración nazi.
El estalinismo, por su parte, creó la idea del vicio burgués de
la homosexualidad, cosa que impidió que los partidos obreros
continuaran apoyando a lo que constituiría la segunda gene-
ración de homosexuales. Hasta encontrarnos en la actualidad
con la tercera, que intenta recuperar ese apoyo porque consi-
dera que es necesaria una revolución global que acaba también
con las normas de la sexualidad clásica y represora.»
“Los homosexuales piden el apoyo del movimiento obrero”,
diario El País, España, 24 de mayo de 1978.
6 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

ÍNDICE

7 Prologo

Capitulo 1
9 El proceso de normalización sexual de la burguesía

Capítulo 2
La naturaleza y la historia de la opresión específica de la homosexualidad
12 A. Puntualización preliminar acerca de la homosexualidad masculina y la homose-
xualidad femenina
13 B. La génesis objetiva y subjetiva de la identidad homosexual

Capítulo 3
16 El ghetto y las diversas formas de la opresión de los homosexuales

Capítulo 4
18 Las raíces históricas de la opresión de la: homosexualidad

Capítulo 5
22 Las modificaciones en el curso del estatuto de la homosexualidad en Francia
y la trampa de la integración de la homosexualidad en un régimen burgués

Capítulo 6
24 Observación en torno al enfoque psicoanalítico

Capítulo 7
28 Las tres generaciones del movimiento homosexual
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 7

teóricas, indudablemente porque hasta ahora no se han visto confrontadas


PRÓLOGO con una intervención masiva en el terreno de la sexualidad, salvando raras
excepciones (el MLAC2, por ejemplo).
Sin embargo, si hay un terreno donde esta debilidad se revele de manera
más marcada que en otros campos es precisamente el de la homosexuali-
dad. Lo que generalmente se ignora es que no siempre ha sido así y que
hubo -aunque sea una tradición perdida- un apoyo efectivo del movimiento
obrero de finales del siglo pasado y principios del siglo veinte a la lucha de
los homosexuales, y que un teórico marxista tan eminente como Berns-
Aún hoy, cuando abordamos las cuestiones de la sexualidad, nos ve-
tein3, en época en que todavía no se había pasado a posturas reformistas,
mos obligados a reconocer una relativa debilidad de parte de los marxistas
brindó su apoyo a la lucha de aquellos y que en dos artículos publicados
revolucionarios. No es porque en este terreno no exista una aportación
en Die Neue Zeit4 en 1895, contribuyó a una primera aproximación marxista
marxista: de hecho, la elaboración teórica de los marxistas en torno a la
de la cuestión.
sexualidad se inicia con la obra de Marx y Engels, prosigue y se desarrolla
episódicamente por obra de varios teóricos marxistas posteriores, si bien En la situación actual, bajo el triple efecto de la radicalización de la
la mayor parte de las veces de una manera fragmentaria. Quizá lo más juventud, del desarrollo del movimiento feminista y de la aparición de
precioso de esta herencia teórica sobre la cuestión estribe en la manera de un movimiento homosexual -todavía embrionario en Francia-, considera-
abordarla, en el método que consiste en concebir la sexualidad desde el mos necesario que los marxistas revolucionarios entronquen de lleno con
ángulo de las relaciones sociales, determinadas históricamente por su sujeción la tradición de reflexión e intervención en la sexualidad, comprendida la
a las relaciones de producción dominantes en una época determinada. Esta cuestión de la homosexualidad, aparte de que profundicen su elaboración
relativa debilidad se explica hoy particularmente por el hecho de que las or- teórica asimilando las aportaciones habidas fuera de la reflexión marxista.
ganizaciones revolucionarias desarrolladas en Francia después de mayo de Para los militantes revolucionarios esto supone una doble tarea: por una
19681 todavía no hayan asimilado debidamente las anteriores aportaciones parte, convencer al movimiento obrero de la importancia y significación de
la lucha por la liberación de la homosexualidad y por la otra convencer al
1  El Mayo del 68 o Mayo Francés fue un proceso de lucha y de radicalización política
estudiantil que abrió camino a la huelga general más importante en la historia de Francia y fusión entre la JCR y el PCI (Parti communiste internationaliste) en 1969 surge la Ligue
la insubordinación de la juventud obrera, desafiando al poder de aquellos días. Las condicio- communiste, que en 1974 tomará el nombre de Ligue communiste révolutionnaire (LCR,
nes que posibilitaron el Mayo se gestaron luego de la II Guerra Mundial. A partir de la coe- de donde es Jean Nicolas y Critique Communiste), hasta 2009 que pasará a disolverse en el
xistencia pacífica de la URSS con el capitalismo y la represión a la Revolución Húngara del Nouveau Parti anticapitaliste (NPA, Nuevo Partido Anticapitalista). Ante todo, el Mayo fue
’56 comenzaron a surgir tendencias de izquierda de los PCs. Además las revoluciones en los una profunda crítica cultural, social y política del capitalismo, una protesta contra todas las
países coloniales y semicoloniales, como la Revolución Cubana del ’59 fueron recibidas con injusticias y desigualdades producidas por el sistema.
entusiasmo en todo el mundo, y el Che Guevara, asesinado en Bolivia en ’67, se convertía en
2  Mouvement de Liberation de l’Avortment et de la Contraception
estandarte de la juventud de izquierda. La guerra anti-colonial de Argelia en el ’54 y ‘62 (y
el “apoyo crítico” del PCF al gobierno) impulsó el rompimiento con la dirección estalinista. 3  Eduard Bernstein (1850-1932). Uno de los fundadores y más destacados dirigentes de la
La guerra de Vietnam a comienzos del ’68 marcó un punto de inflexión, de donde surge un socialdemocracia alemana. Tuvo que exiliarse en Suiza en 1878, perseguido por Bismark.
movimiento antimperialista que comienza a organizarse en Francia en comités de base en los Allí se convirtió en colaborador de Marx y Engels. Al morir Engels (1895) inició y encabezó
barrios, facultades y colegios por la expulsión de EEUU de Vietnam. En todo este marco un movimiento revisionista del marxismo tanto en su teoría como en la práctica. Bernstein
comienza a difundirse el estudio de los clásicos del marxismo, Trotsky, Lenin, Rosa Luxem- constataba la capacidad de adaptación del capitalismo para sobreponerse a la crisis y propo-
burgo, Mao-Tse Tung, entre otros. Surgen tendencias, y entre ellas se conformará en 1966 nía abandonar la estrategia revolucionaria para luchar dentro del sistema por la mejoría de
la JCR (Jeunesse communiste révolutionnaire) a partir de un sector de la UEC (Union des las condiciones de vida de los trabajadores.
étudiants communistes) y la “Opposition de Gauche” (“Oposición de Izquierda”), en donde 4  La revista Die Neue Zeit (Los Nuevos Tiempos), publicada entre 1883 y 1923, fue el
se agrupaban trotskistas-guevaristas como Alain Krivine y Daniel Bensaïd. A partir de la órgano teórico del Partido Socialdemócrata Alemán.
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movimiento homosexual de la necesidad de combinar su lucha por la libe-


ración sexual con la lucha de la clase obrera en pro del socialismo.
La actitud fundamental, desde un punto de vista marxista, consiste -a
nuestro parecer- en no pensar en la sexualidad como en una esfera cerrada,
regida por una pura lógica del deseo, sino en abordarla como un conjunto
de relaciones sociales regidas por normas diferentes según su adscripción a
una forma dada de producción, normas que, a su vez, pueden ser variables
según las diferentes formaciones sociales históricamente constituidas en las
que se ejercen. Entendiendo, por otra parte, que el campo de variabilidad
de estas normas se encuentra determinado por el funcionamiento del deseo
y del inconsciente que instituyen los individuos como sujetos (en el sentido
psicoanalítico del término). Esta doble determinación de la sexualidad por
las relaciones sociales, inducidas por las diversas formas de producción y
por la estructuración subjetiva, es lo que en nuestra opinión, hace necesario
un doble enfoque simultáneo: desde un punto de vista marxista y desde un
punto de vista psicoanalítico.
Con todo, hasta ahora, pese a los diversos intentos de articular estos dos
enfoques, y aun cuando no nos parezcan contradictorios, puesto que cada
uno estudia la cuestión a partir de su adscripción a las relaciones sociales,
todavía no contamos con una postura que nos permita llevarlos simultánea-
mente a la práctica de una manera satisfactoria. Tal postura se nos hace aún
más difícil como consecuencia de nuestra limitada competencia en materia
de psicoanálisis. He aquí por qué en el texto que sigue a continuación,
vamos a hacer hincapié en un enfoque marxista de la homosexualidad,
tocando sólo de paso ciertas observaciones hechas a partir de un punto de
vista psicoanalítico.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 9

| Capítulo 1 opresión de los homosexuales.


Verdad es que, como tendencia, el proceso de normalización sexual bur-
EL PROCESO DE NORMALIZACIÓN SEXUAL gués apunta a mantener la imposición de una norma heterosexual dentro
del marco de la familia monogámica y patriarcal. Esta norma ideal -y, como
DE LA BURGUESÍA tal irrealizable- gobierna tanto las prácticas sexuales propiamente dichas (la
manera de hacer el amor), como los comportamientos afectivos (la manera
de vivir la propia vida como hombre o como mujer), como también los
puntos de referencia culturales (la manera de concebirse a sí mismo, de
Antes de examinar la naturaleza de la opresión específica de los homo- representarse como hombre o como mujer). En primerísimo lugar, esta nor-
sexuales, querríamos decir unas palabras sobre el proceso general de nor- ma sexual establece como una evidencia natural y fisiológica el conjunto
malización de la sexualidad dentro del cual se integra esta opresión específi- de las relaciones sociales inducidas dentro de esta sociedad por la diferencia de
ca. Consideramos preferible hablar de proceso de normalización en materia sexos, mientras que lo único que da objetivamente es la diferencia de sexos
de sexualidad más que de «la» norma sexual. En rigor, se puede hablar de la y en modo alguno las relaciones sociales levantadas sobre esta base, que
norma para caracterizar el comportamiento dominante impuesto-propuesto son totalmente históricas. Y como la burguesía, rehabilitándola, perpetúa
en un momento dado, en una sociedad dada, o bien para una clase o una la dominación milenaria del hombre sobre la mujer, la norma sexual que
capa de la sociedad. No obstante, el concepto de proceso de normalización imponga será una norma falocrática: el discurso sobre la sexualidad será
permite entender mucho mejor, por una parte, la existencia de varias nor- un discurso forjado por hombres sobre la sexualidad de los hombres. Las
mas según las clases y capas sociales dentro de una misma sociedad y, por mujeres, desposeídas de todo poder, son excluidas también del saber y, si
otra, capacidad constante de adaptación y de revisión de las normas de se razona acerca de su sexualidad, se hace en función de la sexualidad del
conducta por parte de la clase dominante según las necesidades del momen- hombre, de los problemas que éste puede plantearse en relación con ella,
to y según las relaciones de fuerza; la noción de proceso de normalización nunca como un discurso de mujeres sobre su propia sexualidad. Así es
permite igualmente evitar plantear la cuestión de las luchas en el campo de como se niega y reniega de toda sexualidad femenina.
la sexualidad como una contra-norma o una anti-norma. La norma sexual burguesa postula, en segundo lugar, que únicamente
Por otro lado, conviene también distinguir entre el discurso social que la relación entre dos sexos es conforme y natural, por estar orientada a la
se hace sobre la sexualidad y las prácticas sexuales de las diferentes clases procreación. También condena como anormal, contraria a la naturaleza, la
y capas de la sociedad, entendiendo que lo importante es captar la articu- relación entre dos individuos del mismo sexo.
lación, las contradicciones que se le pueden dar entre las prácticas sexuales La norma sexual burguesa niega la sexualidad femenina y rechaza la
y el discurso social en torno a la sexualidad. En efecto, el discurso social homosexualidad; niega igualmente la sexualidad infantil. Por otra parte, la
resulta determinante para comprender cómo se viven determinadas prácti- categoría de la infancia se encuentra, si no creada, cuando menos reforzada
cas sexuales en un momento dado, para comprender cómo se ve cada uno por el discurso social burgués, que la convierte también en una categoría
conducido a pensar su propia sexualidad concerniente a la homosexuali- igualmente excluida del cuerpo social, encerrada en las instituciones fami-
dad, por ejemplo, no basta, con el censo de las prácticas homosexuales en liar y escolar. El mito del «verde paraíso de los amores infantiles»5 enmas-
una población dada; lo que importa será determinar cómo y por qué una cara vanamente la realidad de una dependencia prolongada de los niños
parte de aquellos que observan prácticas homosexuales se identifican como en la sociedad capitalista, de su infantilización, así como de la negación de
homosexuales, con las consecuencias que ello supone para el conjunto de su sexualidad. La infancia es objeto, pues, de un largo y meticuloso reclu-
sus relaciones sociales, mientras que muchos otros, que observan también tamiento de cuerpos y espíritus a fin de hacerlos aptos para insertarlos en
prácticas homosexuales, se niegan a reconocerse como homosexuales e in-
cluso es frecuente que se cuenten entre los agentes más virulentos de la 5  Es un verso de Baudelaire en Les Fleurs du mal (Las Flores del Mal)
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el lugar que tienen asignado dentro de la máquina social. Pero si la norma cargadas de la educación de los individuos: la familia, la escuela, la iglesia.
sexual les niega su deseo actual en calidad de niños, los prepara, en cambio, Las relaciones entre esas instituciones evolucionan históricamente; su peso
para situarlos en el molde de una sexualidad normal para el día en que sean específico cambia: así pues, la función de la iglesia ha disminuido marca-
adultos, hace de ellos muchachos y muchachas dispuestos a vivir su vida damente en el proceso de laicización de la vida social, su peso institucional
como futuros padres y futuras madres; en el curso de toda su educación, se va mermando gradualmente, si bien la ideología judeo-cristiana mantiene
les presenta con machacona insistencia la pareja heterosexual como único una fuerte imposición, aunque no sea más que bajo las diversas transfor-
modelo: fueron felices y tuvieron muchos hijos... Y, cuando la realidad contradice maciones de la ideología humanista. Y a la inversa, con la socialización de
brutalmente el discurso social normativo impuesto, cuando un niño expre- la educación, la escuela pasa a ocupar un lugar preponderante, sin que por
sa y vive su deseo, al punto le es negado y se carga en la cuenta del adulto ello dicha socialización de la educación esté, en el régimen capitalista, sufi-
la acusación de perversión de menores. He aquí por qué la represión legal cientemente desarrollada para poder reducir de manera decisiva la función
contra los homosexuales se muestra particularmente dura con los pederas- de la familia, que se mantiene como pilar indispensable en la inculcación
tas. La misma pederastía, marcada por las referencias de esta práctica en de la norma. Por lo que toca a los hombres, el ejército acaba «completan-
tiempos de la Grecia antigua, a menudo contribuye también a mantener a do» su educación con el culto de la virilidad y el desprecio de la mujer. Sin
los niños en situación de inferioridad, dado que va acompañada de con- embargo, estas instituciones no llegan a atrapar a todos los individuos en
notaciones paternalistas; en este sentido, a través de una lucha consciente sus redes: son muchos los que no soportan las redes de este reclutamiento.
contra la dominación bajo todas sus formas, desde las más groseras a las Aparte de esto, las instituciones encargadas de la inculcación de la norma
más solapadas, podrán forjarse unas relaciones nuevas entre los adultos y sexual encuentran un relevo en instituciones represivas como la psiquiatría
los niños. o la cárcel, que se hacen cargo de los desviados.
Finalmente, la norma sexual oprime incluso a aquellos que, aparente- En la sociedad capitalista, la sexualidad no es ya únicamente objeto de
mente, aceptan hacer pasar su sexualidad por el paso estrecho por donde un discurso normativo, codificado, sino que, al propio tiempo, es fuente
aquélla la canaliza. Existe, en efecto, un desfase permanente entre las as- de beneficios a través de su comercialización. La norma sexual tiene, pues,
piraciones de todo individuo que quiere realizarse, tanto en su vida social como función canalizar la demanda hacia los circuitos comerciales creados
como en su vida sexual, y las funciones en que el discurso social trata de a este efecto: pornografía y prostitución sitúan en un compartimiento regla-
encerrarlo presentándole una serie de modelos estereotipados tendientes a mentado lo imaginario y la miseria sexual.
imponer la norma de la pareja heterosexual, legitimada por la institución Finalmente, la norma sexual, por específica que sea, se integra en un
del matrimonio, con vistas a la procreación. Por consiguiente, no sólo sobre discurso social normativo a su vez, en el sentido de que es transmisor de
los solteros, sino también sobre las parejas de casados sin hijos, es constan- los valores propios de la clase dominante: respeto a la propiedad privada,
te la presión social que se ejerce. La fijeza de los papeles demuestra bien culto al trabajo en primerísimo lugar. Aunque también, normalidad del
a las claras la imbricación de todos los niveles sobre los cuales se ejerce lenguaje: la reducción de la lengua a su función de comunicación, suficiente
la imposición de la norma y subraya el carácter global de la dominación para la expresión de las relaciones mercantiles, y reclusión de las restantes
ejercida por el hombre sobre la mujer. La codificación de la vida sexual y prácticas de la lengua en los dominios del arte... o de la locura. Normalidad
afectiva de los individuos, a través del discurso social burgués, extiende así de la indumentaria, prisión del cuerpo a la vez que signo de la posición
sus efectos a todos los aspectos de la vida cotidiana, que impregna de uno social ocupada por el individuo. Así es como el discurso social tiende a co-
a otro extremo. dificar todas las relaciones, como la ideología dominante las marca a todas
La norma sexual, como cualquier forma de ideología, no es algo que permanentemente con su huella. Esta codificación, esta normalización que
exista de por sí; se materializa en toda una serie de instituciones sociales penetra toda la vida cotidiana, constituyen lo que podría llamarse un proce-
que, por su parte, desempeñan otras funciones. La inculcación de la norma so de sometimiento, que tiende a forjar individuos aptos para integrarse en
sexual se opera sobre todo en el seno de las tres instituciones principales en- las relaciones de producción capitalistas y a perpetuarlas. En este sentido,
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el proceso de sometimiento constituye un elemento fundamental del proce- Si importa, por tanto, comprender el mecanismo fundamental de acuer-
so de reproducción del capital, en la medida en que es indispensable para do con el cual funciona la norma dominante en el sistema capitalista, con-
formar y mantener los agentes sociales dentro del marco de las relaciones viene también evitar ceñirse únicamente a este análisis, esquemático en
de producción capitalistas, y se imbrica de una manera orgánica al proceso exceso, y estudiar de qué manera, en los hechos reales, se opera tanto más
de valorización del capital, a la explotación capitalista propiamente dicha flexiblemente el proceso de normalización, cómo se articula con las necesi-
(la extracción de la plusvalía por la explotación del plustrabajo humano). dades del sistema económico en diferentes momentos, con las necesidades
Además, la conciencia de clase del proletariado, que se enraíza directamen- demográficas (según se inscriba en un período de política natalista o en un
te en la lucha contra la explotación capitalista debe extenderse al análisis período de política malthusiana), con las nuevas exigencias históricas (la
de todas las formas, en extremo diversas, de este proceso de sometimiento. evolución de las costumbres, que comienza en determinadas capas de la
La vanguardia revolucionaria debe esforzarse particularmente en integrar burguesía para irse extendiendo poco a poco y de forma diversificada a las
el análisis del proceso de sometimiento, tal como se presenta hoy día, a las restantes capas y clases de la sociedad), con las relaciones de fuerza entre las
aportaciones teóricas del marxismo, y en volver a situar este análisis en los clases. En una palabra, conviene historicizar el funcionamiento de la norma
diferentes frentes de lucha. No se trata de construir una estrategia revolu- sexual burguesa a través de los continuos reajustes llevados a cabo a través
cionaria anclada en una lucha contra la normalidad (en sentido amplio), del proceso de normalización.
que yuxtapondría todas las opresiones y todas las revueltas, sino, partiendo
de una toma de conciencia de la imbricación entre proceso de explotación
capitalista y proceso de sometimiento, de integrar las diversas luchas contra
todas las formas de la normalidad en la lucha anticapitalista. Una estrategia
centrada únicamente en la lucha contra la normalidad estaría condenada a
ir cortando incesantemente las cabezas que de continuo renacerían en una
inasequible medusa, sin llegar nunca a abatirla alcanzándole el corazón.
Por el contrario, una estrategia anticapitalista encerrada en una lucha eco-
nomista, que nunca se dotara de los medios para intervenir en los múltiples
frentes de lucha levantados frente al proceso de sometimiento, tropezaría
con dificultades enormes para movilizar a las masas, a partir de su radica-
lización, en la lucha contra la explotación capitalista y, en cualquier caso,
desvirtuaría profundamente la dinámica de la sociedad de transición hacia
el socialismo, que no puede contentarse con transformar las relaciones de
producción, sino que apunta a una transformación total de las relaciones
sociales. Entre estos dos esquemas extremos, no se trata de operar en el
caos entre el nivel del análisis del proceso de sometimiento que, a nuestro
parecer, arranca de una coherencia cuya lógica hemos querido esbozar par-
tiendo del proceso de normalización que actúa a través del discurso social
burgués -y que, por ello, precisa de un enfoque global- y el nivel de las de-
ducciones estratégicas donde no se nos plantea la cuestión de construir un
frente de lucha unificado contra la normalidad bajo todas sus formas sino
mas bien de intervenir, de manera específica, en cualquier terreno constitui-
do por una determinada forma, esforzándonos en vincular esta lucha con
la de la clase obrera contra la explotación capitalista.
12 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 2 según las clases y capas sociales, y tenga por resultado niveles y formas de
radicalización muy diversificadas.
LA NATURALEZA Y LA HISTORIA DE LA OPRESIÓN En lo que concierne a la homosexualidad femenina, es indudable que
hay que establecer una distinción entre aquellas mujeres que desde siem-
ESPECÍFICA DE LA HOMOSEXUALIDAD pre se han realizado como homosexuales, y aquellas que, en su actitud de
toma de conciencia feminista, viven entre ellas unas relaciones homosexua-
les como experimentación de nuevas relaciones interindividuales. En este
último caso, la repercusión de la subversión social no procede tanto de la
A. Puntualización preliminar acerca de la homosexualidad masculina y la relación homosexual en sí como de la puesta en entredicho de las relaciones
homosexualidad femenina. de dominio entre los individuos engendrados por la sociedad clasista, si
bien este poner en entredicho no adquiere su dimensión completa a no ser
dentro del marco de la lucha colectiva. Para aquellas mujeres que viven su
Nuestra actitud en el análisis de las relaciones sociales nos lleva ante vida como homosexuales, la opresión en su calidad de mujeres se conjuga
todo a hacer una clara distinción entre la homosexualidad masculina y la con la opresión en su calidad de homosexuales, si bien la toma de concien-
homosexualidad femenina. El tipo de opresión, las vivencias y la postura de cia adopta formas diferentes según se acentúe uno u otro aspecto de la opre-
la sociedad son fundamentalmente diferentes en los dos casos. La homose- sión, ya que la toma de conciencia feminista puede verse frenada en ciertas
xualidad masculina constituye un hecho reconocido, aunque apartado del homosexuales por el sentimiento de que su opresión específica no es tenida
cuerpo social (a menudo reprimido legalmente y considerado, en Francia, en cuenta por el movimiento feminista. No resulta de ello, sin embargo, que
una «plaga social»). Las lesbianas padecen, por su parte, todos los aspectos estas dos formas de opresión no estén estrechamente ligadas, y es de desear
de la opresión de las mujeres, a la que viene a añadirse una discriminación que se favorezca la combinación de una toma de conciencia feminista con
suplementaria como consecuencia de su orientación sexual. Sin embargo, la radicalización a partir de la condición específica de la homosexualidad,
esta discriminación suplementaria (que puede traducirse, por ejemplo, en en lugar de acentuar la diferenciación, proyectando la cuestión de la homo-
el hecho de sustraer los niños a la educación de las lesbianas), nos parece sexualidad femenina sobre la de la homosexualidad masculina.
que se sitúa en un segundo lugar frente a la opresión que padecen en su
condición de mujeres. Además, el discurso social que domina en la sexua- La distinción que establecemos, pues, entre homosexualidad masculina
lidad, que es esencialmente un discurso de hombres sobre la sexualidad y homosexualidad femenina deriva esencialmente de un análisis desde el
de los hombres, tiende en general a negar la sexualidad femenina y, como punto de vista de la opresión. Es el único ángulo de análisis un tanto sólido
consecuencia de ello, a considerar el lesbianismo como algo carente de im- del que hoy podemos disponer. Cabe prever un enfoque que arranque de
portancia en el plano social, al tiempo que la homosexualidad masculina una investigación en torno a lo que significa el deseo homosexual y que, a
se presenta como un peligro para la familia. Si es ésta hoy la actitud de la través de esto, interrogue la naturaleza de la heterosexualidad6. Por nuestra
sociedad frente a la homosexualidad masculina y el lesbianismo, ello no sig- parte, sin rechazarlo, no nos tienta: por una parte, no poseemos el dominio
nifica en modo alguno que, para nosotros, una u otra forma de sexualidad de los instrumentos teóricos necesarios para un enfoque tal (entre los que
sea más o menos subversiva. No hay una forma de sexualidad subversiva situamos en un primer plano el aparato conceptual del psicoanálisis y de la
en sí: sucede simplemente que, en virtud de la opresión sufrida en unas antropología); por otra, no consideramos indispensable discutir la naturale-
determinadas condiciones, una conducta sexual dada puede chocar con las za de la heterosexualidad y de la homosexualidad desde el comienzo para
normas sexuales en vigor. Así pues, la homosexualidad masculina es hoy una primera elaboración en tomo a la opresión, que apunte por encima de
en día, en la mayoría de los países capitalistas avanzados y de los estados todo a plantear una problemática de intervención de los marxistas revolu-
obreros, algo que está objetivamente en conflicto con las normas sexuales,
6  Se ha publicado recientemente en español un libro muy interesante al respecto, La inven-
pese a que dicho conflicto se viva subjetivamente de muy diferente manera ción de la cultura heterosexual, de Louis-Georges Tin, El cuenco de Plata, Argentina, 2012.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 13

cionarios en un terreno de lucha específica. Esta limitación consciente no nos elementos de la burguesía atacados del morbo de la aventura -sin correr
prejuzga el desenvolvimiento ulterior, sobre todo a partir de nuestra expe- grandes riesgos, puesto que, al igual que el hijo pródigo, tienen siempre su
riencia en una práctica de lucha del movimiento homosexual, de elabora- puesto reservado en el festín social-, es un infierno para los condenados a
ciones teóricas más avanzadas sobre la naturaleza de la homosexualidad y ella, y, para la masa de los trabajadores sirve, de rechazo, de advertencia:
la heterosexualidad y, por tanto, sobre el funcionamiento de la sexualidad cuidado, si no sigues el recto camino, si contestas el lugar que se te ha de-
en general. signado, irás a reunirte con estos malditos.
A ojos de la clase dominante, la homosexualidad aparece como uno de
estos factores de no integración social. Aquella, pues, perpetuará el tabú de
B. La genesis objetiva y subjetiva de la identidad homosexual la homosexualidad, herencia del judeo-cristianismo, e instaurará la homo-
sexualidad como una categoría aparte, instituirá una naturaleza, una identi-
dad homosexual. Así pues, el tabú anti-homosexual se manifiesta bajo dos
A partir del momento en que la burguesía dispone del poder estatal y formas combinadas: la negación del componente homosexual del deseo y
extiende su hegemonía de clase a toda la sociedad, impone una remodela- una discriminación con respecto a los homosexuales que los arroja fuera
ción de todas las relaciones sociales a fin de perpetuar su dominio de clase del cuerpo social como «desviados», «anormales» o «enfermos». Cualquier
e instaura un nuevo discurso social encargado de propagar sus propios va- análisis que arranque tan solo de la opresión de los homosexuales como
lores. Este discurso social recupera, evidentemente, numerosos elementos minoría sexual oprimida, sin plantear la cuestión de la homosexualidad la-
de las formaciones ideológicas precapitalistas, si bien las inscribe en una tente, más o menos acallada en todos los individuos, nos parece gravemen-
configuración nueva, instituyendo una nueva modalidad de existencia del te empequeñecedor. La separación tajante entre categorías (heterosexuales/
hombre. Mientras que la jerarquía de las relaciones feudales ofrecía como homosexuales) cristaliza un corte arbitrario que oculta la continuidad entre
correlación una representación del hombre como criatura de Dios, y la opo- las diversas prácticas sexuales y niega el carácter indiferenciado del deseo
sición al orden social existente tenía su sanción en la excomunión, en una en relación con uno u otro sexo. Como demuestra Freud, el atractivo hacia
exclusión simultánea del orden divino y del orden humano -considerando el sexo contrario no es más natural ni espontáneo que el atractivo hacía
este último como el reflejo, el símbolo del primero-, la sociedad capitalista el propio sexo. La reducción del deseo a un único componente, el hetero-
instituye al hombre como agente socio-económico, inscrito en las relaciones sexual, es un producto del proceso de normalización de la sexualidad por
de producción. Esta desacralización, esta laicización del mundo y de la so- la ideología burguesa, que tiende a modelar, a través de la educación y de
ciedad todavía mantiene durante largo tiempo las condiciones del antiguo los modelos culturales que presenta, unos individuos aptos para cumplir su
discurso social que rigiera toda la sociedad feudal, si bien vaciándolo de función social dentro del marco de la familia monogámica y patriarcal. No-
su contenido. El Ser Supremo de los jacobinos no es ya el Dios soberano, sotros nos oponemos, por consiguiente, tanto a la imposición de esta norma
garante a la vez del orden humano y de la comunión de las almas a través heterosexual como a cualquier intento de proponer una «anti-norma» ho-
de sus representantes en la tierra -el Papa y el Emperador (o el Rey)- sino, mosexual que apuntase a perpetuar el corte entre homosexualidad y hete-
en mucho mayor grado, el símbolo del poder estatal. Con el tiempo, con el rosexualidad o a presentar tales categorías como conflictivas. Con todo, no
desarrollo del ateísmo tanto en el seno de la burguesía como del proletaria- podemos hacer abstracción del hecho de que estas categorías corresponden
do, la oposición al orden social existente chocará de una manera cada vez hoy a un funcionamiento social y, sobre todo, de que una (la homosexua-
más directa con la institución que, a partir de ahora, es su único garante. Y, lidad) está siendo sistemáticamente desvalorizada, lo que comporta una
cada vez más, lo que reprimirá el estado -a pesar de su discurso jurídico- no opresión específica para los homosexuales.
es tanto un acto dado de un individuo como la no integración en el orden
social existente: es así como, al margen del sistema, se constituirán catego- La negación de la homosexualidad latente, particularmente sensible
rías enteras de excluidos, de asocíales, arrojados de la producción. Y esta en aquellas instituciones que reagrupan esencialmente a hombres (ejérci-
marginación, con la que durante un cierto tiempo pueden coquetear algu- to, policía, iglesia, equipos deportivos, ciertos establecimientos escolares,
14 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

cárceles), suele ir acompañada en dichas instituciones de una exclusión de postula que la homosexualidad es, por naturaleza, revolucionaria, subversi-
mujeres, a la vez que de un desprecio de las mismas, reforzado por el culto va de todo el orden social existente. Esta concepción, teorizada en Francia
a la virilidad y por una opresión severa hacia aquellos que afirman su ho- por Hocquenghem8 y recogida de una manera más o menos confusa por la
mosexualidad, aun cuando en ellas se encuentren ampliamente difundidas corriente interesada, hace abstracción de la acomodación social del deseo
las prácticas homosexuales, pero sin el derecho a expresarse libre y abier- y de la barrera de clase que cierra el paso a los homosexuales, y tiende a
tamente. desviar la lucha de los homosexuales contra su opresión hacia una lucha
El tabú anti-homosexual aparece también muy marcado en la educación, contra los heterosexuales, teñida a menudo de falocratismo y de misoginia.
la cultura y los medios de comunicación social, ya sea excluyendo toda re- Esta corriente rechaza, además, la mayoría de las veces, toda problemá-
ferencia a la homosexualidad, ya sea presentando una imagen caricaturesca tica de vinculación con el movimiento obrero, bajo el pretexto de la traición
y deformada de la misma. Esta forma de opresión, particularmente sola- de sus directrices burocráticas para llegar a la consecuencia del carácter
pada e insidiosa, comporta para los homosexuales grandes dificultades de reaccionario de la clase obrera.
identificación, dado que no les permite reconocerse en los modelos sociales Las teorías de la homosexualidad como tercer sexo, o de la homose-
imperantes. Éste es el motivo, no su homosexualidad, de que muchos ho- xualidad revolucionaria en sí, tienen en común que admiten y refuerzan la
mosexuales experimenten dificultades de adaptación a las exigencias de la división entre homosexualidad y heterosexualidad, sin criticar su génesis
vida social (particularmente a las exigencias del trabajo). Esta inadaptación histórica. Contribuyen, cada una a su manera, a perpetuar la ideología de
social (relativa) se agrava con los demás aspectos de la opresión: encierro la identidad homosexual.
en un ghetto, discriminación en el trabajo y en el alojamiento, represión
La ideología de la identidad homosexual, que consiste en teorizar una
policial y paralela (mediante bandas de jóvenes), represión psiquiátrica.
pretendida especificidad de los homosexuales en torno al hecho único de
Rechazamos, pues, la idea según la cual la homosexualidad sería un su sexualidad tiene su fundamento objetivo en la condición de opresión im-
«acto contra-natura» (herencia de los prejuicios cristianos medievales), una puesta a los homosexuales en la sociedad capitalista, y constituye la forma
«enfermedad» (teoría lanzada por el discurso psiquiátrico y que suelen reco- de alienación específica de los homosexuales frente a la ideología dominan-
ger hoy determinadas corrientes del PCF, por ejemplo) o incluso una «tara7 te. Esta ideología encuentra su fundamento material en las diversas formas
de la decadencia burguesa» (teoría transmitida por el stalinismo tradicio- del ghetto, que son otros tantos lugares de reclusión para los homosexuales.
nal). Rechazamos igualmente dos teorías que aparecen a menudo entre los No obstante, si hemos de librar una batalla ideológica sin compromiso con-
homosexuales y que consideramos teorizaciones abusivas que arrancan del tra el mito de la identidad homosexual, es necesario comprender por qué y
rechazo social y de la opresión con respecto a los homosexuales. La prime- cómo se constituye y se alimenta esta ideología, y cómo puede superarla la
ra, que sirvió de fundamento teórico del primer movimiento homosexual masa de los homosexuales.
de finales del siglo XIX, considera a los homosexuales como un «tercer
Históricamente, la ideología de la identidad homosexual vino elaborán-
sexo». La tenemos por carente de fundamento científico, por eliminar la
dose a lo largo de todo el siglo XIX, principalmente a través de los razona-
cuestión del componente homosexual del deseo y de la homosexualidad la-
mientos seudocientíficos de la psiquiatría y de la sexología que desconocen
tente, por teorizar la situación de exclusión de los homosexuales de esta so-
ciedad y por limitar, de hecho, su combate a la defensa de los derechos de-
mocráticos de una minoría oprimida. Aun cuando la teoría del tercer sexo 8  Guy Hocquenghem (1946-1988) fue uno de los fundadores, junto a otrxs como Daniel
Guerin, del Front Homosexuel d’Action Révolutionnaire (FHAR) en 1971. Su participación
se encuentre hoy en día más o menos abandonada bajo su forma primitiva,
como estudiante durante el Mayo Francés del ’68 lo acercó al PCF, del cuál sería expulsado
sobrentiende las referencias, explícitas o no, que circulan ampliamente en tiempo después por ser homosexual. En 1972 se publica un artículo muy recordado en Le
relación con una «identidad» homosexual. La segunda teoría, ligada a la Nouvel Observateur (La révolution des homosexuels), y el libro fundacional del FHAR Le
oleada de radicalización de los homosexuales consecutiva a mayo del 68, Desir Homosexuel (muy inspirado en El Anti-Edipo de Deleuze y Guattari, y partiendo de
reflexiones de Historia de la Locura de Foucault). Hocquenghem murió en 1988 debido a
7  Defecto físico o psíquico, por lo común importante y de carácter hereditario. complicaciones derivadas del sida.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 15

la aportación freudiana en relación con la no diferenciación del deseo frente


a su objeto (del mismo sexo o del otro sexo). Esta ideología se encuentra
interiorizada por los propios homosexuales, dado que, cuando adquieren
conciencia de su deseo, no encuentran otro medio de expresarlo que iden-
tificándose con el modelo caricaturesco que les presenta la imaginería bur-
guesa del homosexual. O los homosexuales se identifican con este modelo
y adoptan su comportamiento a la función social mutiladora y reductora
que se les ofrece, o bien, rechazando este modelo y sin encontrar otro con
el cual poder identificarse, tratan de sofocar su deseo, de negarlo, lo cual, en
muchísimos casos, puede conducir a la locura o al suicidio. Puede decirse,
pues, que como consecuencia del tabú anti-homosexual, existe una pro-
funda crisis de identificación para todos cuantos se sienten marcadamente
atraídos (aunque no forzosamente de manera exclusiva) por los individuos
de su mismo sexo. Hay que subrayar que los trabajadores acusan de ma-
nera particular esta crisis de identificación debido a que, siendo su modelo
de identidad el de la burguesía, se sienten impulsados con mayor fuerza a
rechazarlo en función de su conciencia de clase.
Así pues, el adolescente, que se descubre diferente de los demás como
consecuencia de su deseo, no entiende al principio qué le ocurre: en la
educación que se le inculca no dispone de ninguna referencia cultural con
la cual poder identificarse de una manera positiva, no puede sino expe-
rimentar el sentimiento de su diferencia hasta el día en que, si no sofoca
totalmente su deseo, le arrojen a la cara la etiqueta que lo marcará para toda
su vida: ¡marica! Ante esta asignación que le hace la consideración social,
no tiene más remedio que retroceder, tratar de negar y reprimir su deseo,
intentar desesperadamente aceptar la norma heterosexual (¡cuántos matri-
monios concertados sobre esta mentira!) o bien recluirse en una desoladora
castidad o, finalmente, identificarse con la etiqueta que le han puesto, acep-
tándose más o menos como homosexual. En tal caso, caerá en la trampa y
quedará encerrado en el ghetto reservado a los de su misma especie.
16 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 3 entrar, se despoja de todo cuanto puede recordar la inserción del mismo en
sus relaciones sociales habituales para no conservar sino aquellas marcas
EL GHETTO Y LAS DIVERSAS FORMAS que dan testimonio de su condición de marica. En esta forma de ghetto es
donde arraiga con mayor fuerza la ideología de la identidad homosexual.
DE LA OPRESIÓN DE LOS HOMOSEXUALES Esto crea una especie de universo fantasmagórico donde no pueden encon-
trarse plenamente más que aquellos que no acusan con demasiada fuerza
el peso de la contradicción entre este mundo cerrado y su vida social fuera
de él. Lo que hace que, también en estos lugares, se encuentren individuos
que pretenden estar muy a gusto en el medio, cuando hay muchos de ellos
Importa acometer un análisis del ghetto homosexual a partir de las con- que acusan su carácter asfixiante.
diciones materiales que lo fundamentan, y estudiar desde esta base la ideo-
logía especifica que segrega lo que, por otra parte, nos lleva nuevamente El ghetto comercializado tiende cada vez más a jerarquizarse entre salas
a la cuestión de la identidad homosexual. El primer elemento a tener en de fiestas «selectas» para gentes refinadas y salas más populares, que acogen
cuenta es que, propiamente hablando, no hay un ghetto homosexual, sino a los homosexuales expulsados del ghetto no comercializado. Cabé prever
diversas formas de encierro que no son homogéneas. No obstante, todas que, si continúa la actual tendencia hacia una relativa «banalización» de la
estas formas corresponden a una necesidad precisa (más que a un deseo): homosexualidad, el poder trate de eliminar el ghetto no comercializado, de
la búsqueda de pareja, que puede adoptar la forma de busca ocasional, sanear los lugares públicos, favoreciendo al mismo tiempo la ampliación del
aprovechando lo que salga, o la forma de la búsqueda del gran amor, del ghetto comercializado sobre el que puede, además, ejercer más fácilmente
príncipe encantador, y a menudo las dos a la vez. Estas diferentes formas su control.
de ghetto corresponden, aunque de forma no mecánica, a diferentes cla- Es lógico que, si estamos en favor de la desaparición del ghetto, como
ses y capas sociales, y en ellas cabe distinguir dos grandes categorías: el sistema de alienación particularmente mutilador de las relaciones humanas
ghetto comercializado (salas de fiestas, saunas, clubs privados) y el ghetto que instaura, sabemos también que el ghetto existe debido al rechazo de la
no comercializado (urinarios, parques). En tiempo normal, la represión se homosexualidad fuera del cuerpo social, y que seguirá existiendo mientras
deja sentir esencialmente sobre estos lugares de ligue no controlados, para los homosexuales sigan siendo oprimidos. Nuestro primer deber será de-
canalizar así la búsqueda de pareja en los circuitos comercializados. Las nunciar toda represión contra los homosexuales que frecuentan el ghetto,
vivencias de estas dos formas de ghetto comportan ideologías distintas. En ya parta de los policías o de otros sectores. Basándonos en la solidaridad
el ghetto no comercializado, la amenaza constante de represión por parte de en la lucha contra la represión, podemos ayudar a la radicalización de los
la policía o de pandillas de lobos origina un alto grado de culpabilización, homosexuales que se ven obligados a frecuentarlo, hacerles adquirir con-
y la tensión reinante desencadena una agresividad que dificulta cualquier ciencia lentamente de las relaciones alienadas que viven en el ghetto, y lle-
forma de comunicación que no sea la consumación sexual apresurada y varlos gradualmente a romper con la ideología de la identidad homosexual.
exenta de continuidad. Con la costumbre, este estado de tensión crea en Las formas de la opresión de los homosexuales son múltiples y varia-
algunos una dependencia bastante analoga a la de la droga, que teorizan das. Para nosotros, el tabú que pesa sobre la homosexualidad constituye el
como consecuencia del atractivo del peligro y gusto de la aventura, pese punto de arranque de todas las demás manifestaciones de la opresión de
a reconocer en su fuero interno el carácter sórdido de esta aventura. En los homosexuales. Sin embargo, resulta imposible atacar directamente el
el ghetto comercializado, las relaciones se encuentran fundamentalmente tabú contra la homosexualidad, hasta tal punto impregna de manera difusa
marcadas por su carácter comercial, excluyendo por ello toda comunica- todas las instituciones burguesas y todos los compartimientos de los indivi-
ción entre los individuos que no sea la aparente: extravagancia exagerada duos, de manera parecida a la falocracia. Así pues, la lucha por la liquida-
en la indumentaria, culto de la belleza estereotipada en unos modelos muy ción del tabú contra la homosexualidad pasa por la lucha contra todas las
característicos, preciosismo. La ideología resultante es que el individuo, al formas de opresión especificas que derivan de él.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 17

A diferencia de la opresión de las mujeres, que tiene sus raíces a la vez delito las relaciones homosexuales entre un adulto y un menor de quince a
en las relaciones de las explotaciones capitalistas (doble jornada de traba- dieciocho años, y un crimen las relaciones con un menores de edad inferior
jo, salarios desiguales, formación inferior) y en la herencia milenaria de la a los quince años. Las condenas por homosexualidad alcanzan los varios
falocracia, el tabú homosexual tiene unas raíces esencialmente ideológicas. centenares durante estos últimos años, aplicadas a las capas trabajadoras.
Los homosexuales son víctimas de discriminación en el plano del trabajo
y del alojamiento en virtud de un efecto secundario. Hay que observar, sin
embargo, que la opresión tiene frecuentemente como resultado una especie
de «selección natural», una canalización de los homosexuales hacia ciertos
empleos (función pública, trabajos intelectuales o artísticos) en detrimento
de la producción directa, como consecuencia de las dificultades de adapta-
ción a las exigencias del trabajo.
La forma más corriente de opresión en la actualidad nos parece el inten-
to por parte del estado de imponer un control sobre los homosexuales por
el cauce de las instituciones médico-psiquiátricas, así como por la canaliza-
ción y encuadramiento de los homosexuales en el ghetto comercializado.
La represión psiquiátrica es tanto más peligrosa cuanto puede presentarse
bajo la forma de ayuda a homosexuales que solicitan tratamiento por el
hecho de considerarse «enfermos». La canalización a través del ghetto co-
mercializado puede también pasar por una medida liberal, cuando lo que
hace es reforzar la represión policial contra el ghetto no comercializado.
La represión legal de los homosexuales ocupa, pues, un puesto que está
en relación con todas las demás formas de la opresión. Sería erróneo, por
tanto, fundamentar únicamente sobre esta base la lucha de los homosexua-
les contra su opresión, como lo sería igualmente no tenerla en cuenta por
considerarla insignificante. En Francia, la represión legal contra los homo-
sexuales es reciente. La Constitución de 1791 abolía las leyes del Antiguo
Régimen contra los sodomitas, y en el Código Napoleón no se hace men-
cia. Esta sub-enmienda fue votada […] en la Asamblea Nacional el 18 de julio de 1960,
ción de los homosexuales9. En 1942, bajo el régimen Pétain, se promulgó
por iniciativa de Paul Mirguet (1911-2001), un diputado de Union pour la nouvelle République
una ley anti-homosexual, recogida en 1946 durante el primer gobierno de (gaullista) […] conocido por su homofobia y su racismo. Su finalidad era combatir la homo-
De Gaulle y agravada en 1961 con la enmienda Mirguet10, que considera un sexualidad, ya que ésta fue clasificada como «plaga social» en una lista, al mismo nivel que
el alcoholismo, la tuberculosis, la adicción a las drogas, el proxenetismo y la prostitución.
9  Eribon sostiene que “desde finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, algunos juristas […] Fue promulgada el 30 de julio de 1960. Así, una ley del 25 de noviembre de 1960 com-
habían sostenido que era mejor no llevar a los homosexuales a los tribunales porque la pu- pletaba el artículo 330 previendo multiplicar por dos las penas máximas por «ultraje público
blicidad dada al escándalo amenazaba con producir el efecto inverso al pretendido. Es muy al pudor», «cuando consista en un cato contra natura con un individuo del mismo sexo»,
posible, además, que ésa haya sido la razón de que las relaciones sexuales entre personas del es decir «en el caso de relaciones homosexuales». Además Paul Mirguet impulsó la supre-
mismo sexo no hayan sido previstas por el código penal francés.” Reflexiones sobre la cuestión sión progresiva de los urinarios públicos que se habían convertido en lugares de encuentro
gay, Editorial Anagrama, 2001, p.227. y ligue para los homosexuales. […] La evolución en la opinión pública en la década de
10  La enmienda Mirguet es la forma con la que se conoció popularmente a la sub-enmienda 1970 y las reivindicaciones de los movimientos como el Front homosexuel d’action révolutionnaire
n°. 9 a la enmienda n°. 8 de la comisión de asuntos culturales para el artículo 38 relativo a (FHAR), llevaron a la desaparición de estas disposiciones discriminatorias de la ley francesa
la «Constitución de medidas necesarias para luchar contra ciertas plagas sociales» en Fran- en 1982. (Wikipedia.org)
18 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 4 a una especie de paraíso mítico (como por ejemplo, el caso de Arcadia11),
ya sea, por el contrario, para tratar de demostrar que la homosexualidad
LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE LA OPRESIÓN DE LA HO- florece en las sociedades donde la situación de la mujer aparece notable-
mente desvalorizada. Consideramos que ambos enfoques pecan por visión
MOSEXUALIDAD antihistórica. Conviene observar ante todo que la homosexualidad estaba
socialmente integrada en la Grecia antigua -a lo menos en la práctica de la
clase dominante- en la medida en que la pederastia estaba vinculada a la
educación -filosófica en Atenas, militar en Esparta- de los efectos, y formaba
parte, por tanto, de su proceso de integración social.
Históricamente no puede hablarse de identidad homosexual más que a
partir del siglo XIX, es decir, a partir del momento en que, con la creación Con todo, hay que distinguir la situación de la homosexualidad en Ate-
del término «homosexual» al final del siglo pasado, el discurso social bur- nas y en Esparta en función del estadio más o menos avanzado de la ins-
gués sanciona la división entre heterosexualidad y homosexualidad. Por tauración del sistema patriarcal. En Esparta, la situación de la mujer seguía
otra parte, es a partir de este movimiento cuando comienzan a aparecer todavía próxima a la que tenía en el estadio de la sociedad primitiva, su
movimientos homosexuales en lucha contra la opresión. Sin embargo, está peso social y su libertad sexual eran aún consistentes, y esta relativa liber-
claro que si la historia propiamente dicha de la homosexualidad comienza tad englobaba las prácticas homosexuales, ya dentro del marco de ritos de
en esta época, la opresión de los homosexuales se remonta mucho más la pubertad, ya en el ejército, donde a menudo se encontraba junto a pare-
atrás, en una larga y sangrienta prehistoria que los militantes homosexuales jas de homosexuales. La situación de la mujer en Atenas, donde prevalecía
tienen hoy el deber de sacara la luz. la familia monogámica patriarcal y donde las mujeres no disponían ni de
su libertad sexual ni de una educación avanzada, había sufrido una mayor
Las observaciones de varios antropólogos, por otra parte poco suscep- degradación, puesto que quedaba recluida en el gineceo12. Y fue precisa-
tibles de sospecha de prejuicio favorable frente a la homosexualidad, dan mente allí donde también comenzaron a propagarse las restricciones sobre
testimonio de que, en varias tribus que han permanecido en el estadio la libertad sexual, ya en las leyes de Solón, que prohibían las relaciones
de la sociedad primitiva estudiadas por ellos, son corrientes las prácticas homosexuales entre hombres libres y esclavos, o, más tarde, en las protestas
homosexuales, lo cual permite establecer que la homosexualidad era un que desde los tiempos de Platón se elevaron contra la libertad sexual y la
comportamiento sexual totalmente integrado y admitido en el momento homosexualidad.
en que este estadio correspondía al de toda la humanidad. Las relaciones
homosexuales a menudo -aunque no únicamente- estaban ligadas a prácti- Descubrimos así una primera constante que se desprende aquí y que
cas religiosas o a ritos del paso de los adolescentes a la edad adulta, aunque posteriormente va confirmándose a lo largo de toda la historia: lejos de que
también podían desarrollarse entre adultos, hombres o mujeres. la homosexualidad florezca en las sociedades más misóginas, es en estas
sociedades en que se encuentra más degradada la situación de la mujer
Con la instauración de la propiedad privada y del régimen patriarcal, donde precisamente más se desarrolla la opresión de los homosexuales.
necesitado por la transmisión de la herencia de padres a hijos, va borrán- E igualmente, a partir del momento en que las mujeres levantan cabeza
dose gradualmente la libertad sexual de la sociedad primitiva, de manera
especial la libertad sexual de las mujeres. El establecimiento gradual de la
familia monogámica comporta igualmente una limitación de las prácticas 11  Generalmente se sitúa a Arcadia como un grupo dentro del movimiento homófilo por ser
de tiente más conservador (sus divisas eran “respetabilidad, discreción, dignidad”) y haber
homosexuales. Con todo, éstas siguen difundidas entre la mayor parte de
sido fundada en 1954 por André Baudry, aunque tuvo un relativo peso hasta finales de los
los pueblos de la Antigüedad. Con frecuencia se suele esgrimir el caso de la setenta y se disolvió recién en 1982, desbordada por las nuevas formas de reivindicación
Grecia antigua, ya sea, por parte de homosexuales que se refieren a él como luego de Stonewall y el Mayo Francés. Michel Foucault tuvo un sostenido contacto con la
agrupación, aunque nunca formó parte de ella.
12  Zona reservada a las mujeres en las antiguas casas griegas.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 19

y comienzan a organizarse para luchar contra su opresión, es cuando los entre el hecho de oponerse a los dogmas del poder y de la iglesia oficial y
homosexuales entran a su vez en el combate contra la familia patriarcal y la acusación de prácticas homosexuales, fundada en parte en el hecho de
la falocracia. que los ritos religiosos de dichos herejes comportaban, a imagen de los an-
Esta constante se da en la Antigüedad entre los hebreos, donde nació el tiguos ritos religiosos anteriores al cristianismo, unas prácticas homosexua-
tabú anti-homosexual. La condena de la homosexualidad se remonta a una les. No hay que olvidar, sin embargo, que la iglesia estaba muy interesada
época bastante tardía de la historia judía: la del exilio, durante el cual las en acusar de herejía y de sodomía a los señores feudales, al objeto de poder
tribus del norte sé oponían a las del sur, que habían adoptado las costum- hacerse con sus tierras.
bres de los paganos. He aquí por qué el Levítico (20:13) condena a pena de Señalaremos aquí una segunda constante de la opresión de los homo-
muerte a aquellos hombres que se acuestan desnudos con otros hombres. sexuales, a saber, que el poder utiliza y mantiene para sus fines el tabú anti-
Hay que entender ésta prohibición de la homosexualidad masculina como homosexual no solamente como instrumento de opresión contra aquellos
un aspecto de la represión general de la sexualidad en un contexto de pu- que efectivamente, observan prácticas homosexuales, sino también como
ritanismo extremo. instrumento de intimidación respecto a aquellos que pueden verse acusa-
Desde este punto de vista, puede decirse en términos muy generales que dos de homosexualidad y caer por ello bajo el castigo de la represión en
el tabú en relación con la homosexualidad participa de un proceso histó- caso de contestar el poder institucionalizado. Como veremos, esta regla
rico complejo que engloba fenómenos como la división de la sociedad de funcionó masivamente hasta las purgas stalinistas y en la represión del mo-
clases sobre la base de la propiedad privada, la instauración de un estado vimiento obrero por los nazis.
para mantener por vía coercitiva ciertas relaciones políticas y económicas, Con santo Tomás de Aquino, el tabú contra la homosexualidad es ob-
el desarrollo del monoteísmo, la sumisión de la mujer y la institución de la jeto, durante el siglo XIII, de una justificación metafísica: no es sólo un
familia en el lugar que antes ocupaba el clan. La prohibición de la homo- pecado sino, además, un «acto contra-natura» por el hecho de no conducir
sexualidad entre los hebreos desempeñaba, además, una función bastante a la procreación. Idea tan profundamente enraizada que habrá que esperar
análoga a la de la prohibición de la carne de cerdo, esto es, el deseo de a Freud para que demuestre su carácter de falacia, aun cuando todavía siga
distinguirse de los pueblos que los circundaban, rechazando especialmente perdurando hoy en día entre muchas personas.
aquellas prácticas sexuales vigentes en los cultos de los cananeos. Con el advenimiento del capitalismo, y a pesar del auge de las luces y la
La tradición cristiana recogerá el tabú contra la homosexualidad. Mien- decadencia de la iglesia que le acompañan, la opresión de los homosexuales
tras que los Evangelios no mencionan la cuestión, San Pablo, en la Epístola continúa, como resabio de la superstición e intolerancia de la Edad Media.
a los Romanos, establece una relación de causa y efecto entre el olvido de Una vez instituido el hospital general, creado en tiempos de Luis XIV -«el
Dios y las prácticas sodomíticas. La opresión de la homosexualidad fue tercer orden de la represión», como dice Foucault- el sodomita se reúne en
legalizada a partir del momento en que el cristianismo pasó a convertirse la exclusión social con el loco, el mendigo, el que padece enfermedad vené-
en religión del estado en el Bajo Imperio romano. En el año 342, un decreto rea, el hijo pródigo13, el ateo, es decir, con todos aquellos que, de una forma
del emperador Constantino impone la pena de muerte por sodomía, y en u otra, se oponen a la Razón y a la moral burguesa. Es el inicio de la gran
el 390 el emperador Valentiniano decretó la pena de muerte en la hoguera. reclusión, estudiada por Foucault, que, después de la caída del Antiguo
Cuando, en el año 538, Justiniano codificó la ley romana, prescribió para Régimen, tendrá como resultado el nacimiento de la clínica, de la cárcel, de
los homosexuales la tortura, la mutilación y la castración antes de su eje- la escuela en sus formas modernas.
cución. Uno de los momentos más importantes a estudiar es el del paso de la
Durante la Edad Media prosiguió bajo las mismas formas la represión prehistoria a la historia de la homosexualidad, el de la formación de la iden-
de los homosexuales; a lo que se apuntaba era al acto sodomítico, asimi- tidad homosexual. Es un proceso que se prolonga a lo largo del siglo XIX
lándolo a una herejía, si bien los diferentes herejes (valdenses, cátaros, ada-
mitas) eran acusados de sodomía. De este modo se creaba una imbricación 13  Es decir, “aquel que no respeta la voluntad de su padre”.
20 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

y que se manifiesta a la vez por la consideración que la sociedad abriga con barrida por una revolución socialista victoriosa.
respecto a los homosexuales (a través de los informes de la policía y, poste- En efecto, una de las primeras medidas que se tomaron en Rusia des-
riormente, del discurso psiquiátrico y psicoanalítico) y por la interiorización pués de la revolución de octubre fue la de abolir las antiguas leyes zaristas
de esta estimación social entre los propios homosexuales. Los informes de contra los homosexuales, con lo que la revolución socialista lleva a cabo
la policía abundan en términos gráficos con los que se designan las diferen- una de las tareas democráticas que la revolución burguesa había dejado
tes categorías de homosexuales: «maricón», «bujarra», «macarra», «puto», inacabada. De este modo, en los años veinte, el gobierno soviético desem-
«garzón», «invertido»... Los propios homosexuales se aplican toda una serie peñó un papel activo en la primera organización internacional de reforma
de términos: «marica», «loca», etc. Sin embargo, no será sino a partir del sexual, la Liga Mundial para la Reforma Sexual impulsada por Magnus Hirs-
discurso clínico que surgirá el término «homosexualidad», creado al final chfeld16. Pero con la degeneración de la Revolución Rusa y la vuelta atrás,
del siglo XIX por un médico húngaro, cuyo seudónimo era Kertebeny14. bajo Stalin en numerosas aportaciones de la revolución de octubre, volvió a
A partir de este momento la homosexualidad se convierte en el discurso de ponerse en vigor una política anti-homosexual junto con la restauración de
los médicos y los psiquiatras, discurso del que convendrá trazar una histo- la familia. Para justificar esta política anti-homosexual se forjó el mito sta-
ria precisa y detallada. linista, en virtud del cual la homosexualidad era una «perversión fascista»,
La instauración de la homosexualidad como categoría particular, garan- un «signo de decadencia en el sector burgués de la sociedad». En enero de
tizada a través de los razonamientos de la psiquiatría, trae consigo la apa- 1934 comenzaron en la URSS las detenciones masivas de homosexuales y,
rición de un aparato represivo legal que justifica la discriminación ejercida en marzo, Stalin publicaba un decreto que castigaba los actos homosexuales
con los homosexuales. Con todo, en Francia, el Código Napoleón, que re- con ocho años de prisión.
flejaba en parte ciertas aportaciones de la revolución burguesa de 1789, no También es absolutamente necesario destrozar el mito, alimentado du-
menciona la homosexualidad como crimen, y hasta el régimen de Pétain y rante años por los stalinistas y por la burguesía, según el cual homosexuali-
a continuación el de De Gaulle15, no se promulgarán leyes discriminatorias dad y fascismo tienen algo en común. La concepción de la moralidad de los
en relación con los homosexuales.
La historia del siglo XX demuestra hasta qué punto se encuentra ligado 16  Magnus Hirschfeld (1968-1935). Fue un famoso médico y sexólogo alemán, judío y so-
cialista, considerado el fundador del movimiento homosexual alemán y uno de los primeros
a la evolución global de la sociedad el estatuto de la homosexualidad, cómo activistas homosexuales en el mundo, junto a otros como Ulrichs. En sus libros describe
va empeorando la suerte de los homosexuales bajo todos los regímenes con muy buenos detalles la subcultura gay y lesbiana de la Alemania de principios del siglo
reaccionarios y cómo, a la la vez, la discriminación hacia ellos puede verse XX. Elaboró la teoría biologicista del tercer sexo, similar a la de Ulrichs (a quién Hirschfeld
admiraba). En 1897 fundó el Comité Científico-Humanitario (Wissenschaftlich-humanitäres
Komitee/WhK) en Berlín. Fue figura pública de la campaña del comité contra el Párrafo
14  El verdadero apellido de Karl-Maria Kertbeny es Benkert. En realidad, Kertbeny no era 175. En 1907 dio testimonio en los juicios por los “escándalos de Eulemburg” a favor del
un “médico húngaro”, era un escritor. Las primeras teorizaciones sobre la homosexualidad, periodista Harden. En 1914 publicará su libro La homosexualidad del hombre y la mujer.
e incluso la invención de la palabra homosexual, no fueron producto de psiquiatras o médi- En 1919 fundó el Instituto para el Estudio de la Sexualidad (Institut für Sexualwissenschaft)
cos, sino de juristas y escritores, como Ulrichs y Kertbeny. Este último en su adolescencia -visitado entre otros por Christopher Isherwood y André Gide- que disponía de un archivo
quedó impresionado por el suicidio de un amigo chantajeado por ser homosexual, y se de más de 20.000 libros y panfletos y 5.000 fotografías (destruidos luego por el nazismo). En
convirtió en un defensor de los derechos de los homosexuales, luchando contra el Párrafo 1921 organizó el Primer congreso por la Reforma Sexual del que surge en 1928 la Liga Mun-
143 de Prusia. Según Eribon, “Por mucho que se empeñara en negarlo, es muy probable que dial por la Reforma Sexual (World League for Sexual Reform – WLSR), uno de sus puntos
él también fuese homosexual. En todo caso, militaba en pro de lo que hoy llamaríamos la principales era la igualdad entre los sexos; tuvo en su cuerpo consultivo internacional, entre
«causa gay». Es, por tanto, un hecho comprobado que la invención de la palabra «homose- otrxs, a Aleksandra Kollontai, y como una de sus principales tendencias a la de la izquierda
xualidad» se produjo desde una perspectiva favorable a los «gays», antes de que Krafft-Ebing freudiana de Wilhelm Reich. En 1933, durante su estadía en Suiza, los Nazis destruyeron el
se apoderase de ella en la segunda edición de su Psychopathia sexualis, en 1887”. (p.399) instituto y quemaron su biblioteca en una hoguera pública. No regresó a Alemania, salván-
15  Phillipe Pétain fue jefe de estado de la Francia de Vichy desde 1940 a 1944. Charles de dose de perecer en un campo de concentración, y murió en el exilio en Niza en 1935. Existe
Gaulle fue Presidente de la República francesa de 1959 a 1969; durante el último período de un biopic de 1999 dirigido por el reconocido director alemán Rosa von Praunheim, Magnus
gobierno enfrentó el levantamiento de obreros y estudiantes de mayo de 1968. Hirschfeld, Der Einstein des Sex (Magnus Hirschfeld, el Einstein del sexo).
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 21

nazis representa una regresión sobre las normas medievales de negación de gimen particularmente feroz, estaban confinados en barracones especiales
la sexualidad; su ideal sexual era la «pureza», a la que oponían el «bolche- y eran estrechamente vigilados al objeto de impedir toda relación sexual
vismo sexual». Antes de escalar el poder, ya las bandas fascistas atacaron en entre ellos. De acuerdo con una reciente estimación efectuada por la iglesia
diferentes ocasiones las reuniones y encuentros celebrados por militantes protestante de Austria, perecieron en los campos un mínimo de doscientos
homosexuales, obligando a exiliarse a Magnus Hirschfeld, iniciador del veinte mil homosexuales.18
movimiento en favor de los derechos democráticos de los homosexuales.
Cuando en 1933 se iniciaron las purgas nazis, aquellos que habían militado
en pro de los derechos de los homosexuales figuraban en cabeza de la lista
y, en 1935, los nazis reforzaban las leyes anti-homosexuales, ya en vigor en
Alemania desde los tiempos de Bismarck.
Sería totalmente abusivo invocar la existencia de prácticas homosexua-
les entre las SA para pretender que la homosexualidad era bien vista por los
nazis, cuando precisamente uno de los pretextos invocados para justificar
la liquidación de las SA en la «Noche de los cuchillos largos», en junio de
1934, fue el de sus actividades homosexuales. Por otra parte, inmediata- 18  Es, quizás, un número un poco elevado; seguramente el estudio de Austria que nombra
mente después, una orden dada por Hitler prescribía la expulsión de las Nicolas (en 1976) es una de las primeras estimaciones. Dice Bazán en su libro Historia de la
SA y del partido de todos aquellos que infringían la legislación anti-homo- Homosexualidad en la Argentina (Marea, 2010, pp.382-83): “Los estudios sobre los homo-
sexuales víctimas del holocausto alemán recién comenzaron a realizarse a partir de 1980,
sexual. En 1937, Himmler, el jefe de las SS, ordenaba el envió a los campos
más de 30 años después de clausurados los campos de exterminio, lo cuál habla claramente
de concentración de los SS que observasen prácticas homosexuales y, en del desinterés por estos datos. Entre los estudios más importantes se destaca el de Rüdiger
1941, un decreto de Hitler referente al «mantenimiento de la pureza en las Lautmann, ‘The Pink Triangle’, en Journal of Homosexuality, donde asegura: ‘Inmediata-
SS y en la policía» prescribía para aquellos la pena de muerte.17 mente después de la llegada de los nazis al poder, en los primeros momentos, había unos
Por parte de las demás víctimas del terror nazi hubo una especie de cuantos centenares de prisioneros homosexuales en los campos de concentración; después
la cifra creció hasta los mil. El número total de prisioneros homosexuales internados en
conspiración del silencio en relación con la cuestión de los homosexuales los campos de concentración durante toda la época nazi fue de aproximadamente 10.000
muertos en los campos. Sin embargo, en el sistema de concentración nazi, (aunque la cifra real podría situarse entre los 5 y 15.000)’; y el estudio de Heinz Heger, un
los homosexuales, designados con un triángulo rosa, eran objeto de un ré- sobreviviente homosexual de los campos de concentración, quien dice en The Men Whit The
Pink Triangle: The True Life and Death Story of Homosexuals in the Nazi Death Camps, Bos-
17  Existe un documental del año 2000 construido en base a entrevistas a seis homosexuales ton, Alyson, 1980, p.14. ‘Durante los 12 años que duró el régimen nazi, casi 50.000 hombres
y una lesbiana sobrevivientes de la Alemania Nazi: Paragraph 175, de Rob Epstein y Jeffrey fueron condenados por homosexualidad, la mayoría de los cuales ciertamente acabó en los
Friedman. En él se explica que el Partido Nacionalsocialista condenaba desde un principio campos de concentración y no sobrevivió. Muchos otros gays fueron condenados en los
fuertemente la homosexualidad, pero se decide hacer caso omiso cuando la prensa opositora campos de concentración sin que mediara ningún tipo de procedimiento legal, y a estos
saca a la luz que Ernst Röhm, líder Nazi y comandante de las SA (Sturmabteilung, “Sección hay que añadir los que fueron ejecutados en el ejército por actos homosexuales. El número
de Asalto”) era homosexual, utilizando este argumento para atacar a los Nazis (que es, total de muertos, por tanto, tuvo que ser de varias decenas de miles.’ Dice Mondimore en su
precisamente, al hecho que Nicolas refiere). Hitler dijo, apoyando a Röhm, “[Las SA] no son Historia Natural de la Homosexualidad: ‘Después de la guerra surgió la monstruosa verdad
una institución para la educación de señoritas refinadas sino para formar jóvenes luchadores sobre el Holocausto, pero se ignoraba que la persecución de los homosexuales formaba par-
(…) la vida privada no debe ser objeto de escrutinio siempre que no entre en conflicto con los te de esa verdad. El índice de más de 20 volúmenes de transcripciones y otros documentos
principios básicos de la ideología nacionalsocialista”. Una semana después de “La noche de de los juicios de Nüremberg no incluyen entre sus setecientas páginas, dato alguno sobre
los cuchillos largos” Hitler utilizó la homosexualidad de Röhm como un argumento más los homosexuales. Las personas encarceladas por los Nazis por razones de homosexualidad
para justificar su ejecución en el mismo sentido que lo había hecho la prensa unos años no tuvieron derecho a la compensación económica que tuvieron otras victimas’. Esto último
antes, y declaró al partido “libre de homosexuales”. Si bien el hecho de que Röhm fuese un ocurrió después de la publicación del libro de Mondimore, bien entrada la década del 90, y
homosexual en un alto cargo despertó la simpatía de gays y lesbianas de Berlín que habían por el trabajo incansable de las agrupaciones defensoras de los derechos de homosexuales.”
vivido la primera posguerra, rápidamente comenzó a sentirse un ambiente de persecución. La película de 1997, Bent, dirigida por Sean Mathias, está basada en el libro de Heinz Heger.
22 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 5 manera que se ha producido en ciertos países aunque, en nuestra opinión,


para que llegue a su término un proceso de este género habrá que superar
LAS MODIFICACIONES EN EL CURSO DEL ESTATUTO considerables lastres ideológicos, profundamente arraigados en la sociedad
francesa.
DE LA HOMOSEXUALIDAD EN FRANCIA Y LA TRAMPA Con todo, hay que reconocer que, por limitada que sea todavía, hoy día
DE LA INTEGRACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD EN se está produciendo en Francia una modificación del estatuto de la homo-
EL RÉGIMEN BURGUÉS sexualidad, ejemplificada a través tanto de las prestaciones envaradas de un
Baudry20 en la televisión, como por la proliferación de revistas y películas
sobre la homosexualidad, o incluso por la aparición de movimientos homo-
Ciertos representantes de la corriente del deseo (G. Hocquenghem, P. sexuales. Sin embargo, precisamente esta modificación en el estatuto de la
Hahn) presentan hoy la idea de una «banalización» de la homosexualidad, homosexualidad es lo que lleva a los militantes homosexuales más avanza-
de su integración en la sociedad burguesa. Si combatimos con firmeza todas dos a desplazar el terreno de lucha, adelantándose ligeramente a los aconte-
las ilusiones transmitidas por Hocquenghem sobre el carácter revolucio- cimientos, a fin de denunciar desde ahora la añagaza de una integración de
nario del «deseo homosexual» y si no compartimos en modo alguno sus la homosexualidad dentro del marco de la sociedad burguesa. Puesto, que,
nostalgias sobre el tiempo mítico en que podía presentarse el homosexual si es posible para la burguesía reconocer a los homosexuales un estatuto
como una especie de héroe aventurero que iba desde los salones mundanos de igualdad formal con los heterosexuales, es decir, de llegar incluso a una
hasta los bajos fondos de la sociedad (Vautrin19, por ejemplo), podemos institucionalización de la pareja de homosexuales consolidando con ello la
admitir, en cambio, una cierta verdad en la teoría de la banalización de la ilusión de una identidad homosexual, le será infinitamente más difícil ins-
homosexualidad. Pero se trata únicamente de una cierta verdad, puesto que
esta integración de la homosexualidad por parte de la sociedad burguesa
20  André Baudry fue un dirigente del movimiento homófilo francés desde principio de
está muy lejos de constituir un proceso acabado y, sobre todo, aparece los años 50 hasta la irrupción del movimiento por la liberación en Francia en los 70. Nació
extremadamente diferenciado según las clases y capas sociales. Para ciertas en 1922, y en 1945 ingresó en un seminario de la Iglesia Católica Romana que abandonó
capas de la burguesía (artistas, ciertos intelectuales) la integración de los tiempo después. Al año siguiente se frecuentará con un círculo de escritores homosexuales y
homosexuales constituye un proceso terminado desde hace tiempo; es in- en 1951 comienza a ser corresponsal francés de la revista alemana Der Kreis, de Karl Meier.
cluso la única imagen de la homosexualidad que reconoce abiertamente la En 1954 impulsa la revista Arcadie inspirada en la publicación de Meier, que contenía cuen-
burguesía y que difunde en las clases dominadas. Que la burguesía se vea tos cortos así como también artículos científicos, históricos y de literatura, enfocados en la
defensa de la homosexualidad. A pesar de que la revista fue prohibida y Baudry multado
hoy obligada, tras la profunda conmoción de los valores burgueses que se por indecencia, igualmente continuó la publicación y cuadriplicó el número de suscriptores,
produjo después de mayo del 68 y bajo la presión de la lucha librada por llegando eventualmente a alcanzar los 10mil. Sistemáticamente enviaba copias de la revista
ciertas capas sociales (la juventud, las mujeres, los homosexuales) a ampliar a políticos, magistrados, doctores y clérigos con la esperanza de cambiar el discurso negativo
esta integración de los homosexuales, es un proceso real. Con ello obtiene hacia la homosexualidad. En 1967 Baudry funda Clespala (Club Littéraire et Scientifique des
un provecho de la situación, por un lado, desarmando un campo de lucha Pays Latins/Club de Literatura y Ciencia de los Países Latinos) que posteriormente tomaría
que puede resultar molesto y, por otro, comercializando un mercado que el nombre de la revista y pasaría a constituir la agrupación homófila Arcadie (o Arcadia).
Dentro de Arcadie llamaban irónicamente a Baudry “Su Santidad” y “El Papa” debido a su
se revela fructífero... Con todo, esta integración permanece muy limitada y fuerte pasado religioso y su carácter autoritario y moralista. Según Eribon, Baudry “fusti-
constituye más una flexibilización y una ampliación del ghetto, una elimina- gaba constantemente a los que no se plegaban a esas reglas de conveniencia y denunciaba
ción parcial del tabú que hasta entonces acosaba a la homosexualidad, que los «comportamientos excéntricos», los «andares ondulantes», las «caras maquilladas», el
un paso real hacia la integración social. No hay que descartar la posibilidad «afeminamiento», etc.”. Luego del Mayo Francés el movimiento gay se radicalizó y se decía
de que, dentro de algunos años, pueda producirse este proceso de la misma por abajo que “Arcadia era el opio de los homosexuales” por sus posturas conservadoras
“de auto-encierro en el «armario» y la vergüenza interiorizada”. Baudry continuó haciendo
apariciones hasta que –abrumado por el nuevo activismo- en 1982 cesó la publicación de
19  Vautrin es un personaje en La Comedia Humana, de Honoré de Balzac, de 1842. Arcadie y desarmó la agrupación, distanciándose de la vida militante.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 23

taurar una igualdad real, que implicaría un reconocimiento del componente


homosexual en el conjunto del cuerpo social, es decir, un poner tan radical-
mente en entredicho el estatuto del macho, de la virilidad, que comportaría
un estremecimiento profundo de la familia y de toda la cultura burguesa.
Esta integración real -esta asimilación- de la homosexualidad en el cuerpo
social es algo que consideramos posible, aunque no dentro del régimen ca-
pitalista: únicamente la prevemos en una sociedad socialista, en un período
de conmoción impetuosa de todas las relaciones sociales.
La crítica de la identidad homosexual permite plantear la cuestión de
la homosexualidad no solamente en relación con la opresión de aquellos
que se reconocen en ella y se viven como homosexuales, sino también en
relación con la homosexualidad como componente de toda la sexualidad y,
por consiguiente de su inserción dentro del conjunto del cuerpo social. Esto
también permite entrever el posible estatuto de la homosexualidad en una
sociedad socialista y responder a aquellos que piensan que el problema de
la homosexualidad se encuentra esencialmente ligado a la sociedad burgue-
sa y que no se planteará ya en una sociedad socialista. Si se puede suponer
que el problema de los homosexuales como minoría oprimida se eliminará
con la supresión de la opresión, no cabe deducir de aquí la desaparición del
componente homosexual del deseo. Por el contrario, una supresión real de
la opresión no implicará únicamente que quede abolida toda discrimina-
ción legal con respecto a los homosexuales, sino que la homosexualidad se
integre socialmente -se asimile-, lo que exigirá un reconocimiento materia-
lizado en referentes culturales radicalmente diferentes de los vigentes en la
actualidad y en el hecho de tenerla en cuenta en la educación. Esta trans-
formación no se puede producir sin que haya unos cambios profundos en la
conciencia de los trabajadores por lo que respecta a la sexualidad. La lucha
consciente de las mujeres y la de los homosexuales, tanto más contundente
cuando se desembarace del mito de la identidad homosexual, es indudable
que todavía serán necesarias durante mucho tiempo para que, especialmen-
te en la clase obrera, se produzca esta toma de conciencia.
24 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 6 discurso social dominante, y transmitidos por las argumentaciones médicas


y psiquiátricas.
OBSERVACIÓN EN TORNO En efecto, Freud demuestra perfectamente a las claras que la homose-
xualidad no es una «tara contra-natura», que heterosexualidad y homose-
AL ENFOQUE PSICOANALÍTICO21 xualidad son salidas precarias del deseo, que el interés sexual exclusivo del
hombre por la mujer no es algo que haya que dar por sentado:

Conviene conceder una atención particular al enfoque psicoanalítico de El psicoanálisis se niega de plano a admitir que los homosexuales
la homosexualidad, dado que, como medida científica, por una parte se constituyan un grupo con unas características particulares que cabría
encuentra desvinculado en cierto sentido de las codificaciones normativas desvincular de las de los demás individuos. A través del estudio de
de la psiquiatría y, como consecuencia de ello, pone en entredicho la norma otras excitaciones aparte de las propiamente sexuales, ha podido es-
sexual y también porque fundamenta, con resultados más o menos felices, tablecer que todos los individuos, como quiera que sean, son capaces
la argumentación de diversas corrientes del pensamiento sobre la cuestión de elegir como objeto un individuo de su propio sexo y que todos,
hasta el punto de que, a falta de una elaboración marxista, puede presentar- en su inconsciente, han hecho esta elección. Se puede llegar a afirmar
incluso que los sentimientos eróticos que se vinculan a personas del
se como el único enfoque serio de la homosexualidad22. Consideramos que
propio sexo desempeñan en la vida psíquica normal una función tan
en este punto, como en el dominio de la sexualidad en general, el enfoque importante como los sentimientos que se vinculan al otro sexo, y que
psicoanalítico no está en contradicción con el enfoque marxista, aun cuan- su valor en la etiología de los estados mórbidos es todavía más gran-
do ambos se sitúen en dos niveles diferentes. El enfoque psicoanalítico nos de. Para el psicoanálisis, la elección del objeto, independientemente
permite comprender el funcionamiento de la sexualidad humana y su rela- del sexo del objeto, la afición igual a objetos masculinos y femeninos,
ción con el lenguaje, y, en el plano de la génesis individual personal, permi- según aparecen tanto en la infancia del hombre como de los pueblos,
te iluminar las razones que hacen que se decida respecto a una determinada parece constituir el estado primitivo, y únicamente a través de limi-
elección del objeto (heterosexual u homosexual); en cambio, no explica las taciones sufridas tan pronto en un sentido como en otro, este estado
razones de la opresión de la homosexualidad, que -a nuestro parecer- no se desarrolla en sexualidad normal o en inversión. Por este motivo,
puede comprenderse, a no ser desde un ángulo de tipo marxista, situando para el psicoanálisis, el interés exclusivo del hombre por la mujer no
es algo que se dé por sentado y que, en cierto aspecto, se reduce a un
la homosexualidad como una relación social, en conflicto con la norma
atractivo de orden químico, sino que más bien constituye un proble-
impuesta por la sociedad burguesa. Éste es el motivo de que, a sabiendas,
ma que precisa ser aclarado. 23
hayamos evitado abordar el análisis de la opresión específica de los homo-
sexuales a partir de un enfoque psicoanalítico, si bien podemos basarnos
en tal enfoque para destruir los prejuicios más groseros propagados en el Su definición del niño como «polimorfo perverso» señala que el deseo,
en sus inicios, no está ligado a un objeto exclusivo (el otro sexo), sino que,
21  Para profundizar en los debates alrededor de las relaciones entre el marximo y el psicoa- bajo los efectos de la presión social, de la consideración de la sociedad, tan-
nálisis se puede ver: Cinatti, Scholten, Del Cueto, “Psicoanálisis y Marxismo. Un diálogo to dentro de la célula familiar como en la escuela y en la calle, la elección
inconcluso (desgrabación)” en revista Cuestionando desde el Marxismo N° 3, Septiembre del objeto se canaliza exclusivamente hacia el sexo contrario.
de 2006; Cinatti, La constitución de lo social en Freud y Marx (desgrabación clase 2), semi-
nario “Elementos para una crítica marxista al psicoanálisis”, 2007. Pero si Freud sienta las bases de un enfoque científico relativamente li-
22  Esto ha sido cuestionado por autores (postestructuralistas) como Élisabeth Roudinesco berado de los prejuicios imperantes, la institución sicoanalítica se encargará
que sostiene que el psicoanalisis aún conserva a la homosexualidad en el “estatuto de las posteriormente, adulterando la doctrina freudiana y corroyendo su aspecto
perversiones” (Ver Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos, Anagrama, 2009), o subversivo, de poner su saber al servicio de la norma impuesta por la clase
Eribon que de manera similar considera que tanto el psicoanálisis freudiano como el lacania-
no no han superado el heterocentrismo de sus discursos (Ver Reflexiones...) 23  S. Freud, Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad. (NdO)
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 25

dominante y considerando la homosexualidad como pura perversión (con tampoco escapa a la presión social en lo que respecta a esta cuestión: en
una connotación de reprobación moral), de tratarla como una enfermedad. su teoría de la «economía sexual», considera las relaciones homosexuales
Ni que decir tiene que, en caso de necesidad, la institución psiquiátrica se menos ricas que las heterosexuales por el hecho de no alcanzar una pleni-
vuelca para prestar ayuda. tud orgásmica. En realidad, Reich no pone nunca en tela de juicio el falo-
Reich24, que se presentó como el campeón de la «liberación» sexual, centrismo, la primacía del falo y de la genitalidad. En el terreno práctico,
además, se negó a dirigir a un estudiante que quería hacer una tesis sobre la
homosexualidad: «no quiero tener nada que ver con tales porquerías» (sic,
24  Wilhelm Reich (1897-1957). Fue uno de los principales exponentes de la izquierda freu-
según los términos empleados por Ilse Ollendorf Reich25). Se limitó a una
diana. Vivió en Viena desde 1919 a 1930, en donde tuvo contacto con el movimiento psi-
coanalista y el marxismo. En 1919 conoce a Sigmund Freud y en 1920 es admitido como posición de defensa de los homosexuales contra la represión.
miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) y participará también de la Todavía no hemos estudiado suficientemente a fondo los textos de La-
Sociedad Psicoanalítica de Viena. Freud llegará a decir que Reich fue “su alumno más bri- can y de la escuela freudiana para estar en condiciones de presentar aquí
llante”. Tiempo después romperá con estos y en 1927 se afiliará al PC austríaco iniciando
sus posturas con respecto a esta cuestión. Sin embargo a primera vista,
un acercamiento a las ideas del marxismo, intentando luego conciliarlas con las del psicoa-
nálisis. En 1930 viaja a Alemania y desde su miliancia en el PC en 1931 fundará la famosa nos parece que la ruptura efectuada por Lacan con todo el biologismo y
Asociación para una Política Sexual Proletaria, conocida como SEXPOL, que parece haber psicologismo que invadieron el psicoanálisis después de Freud (presentes,
agrupado a cerca de 40mil miembros, y al año siguiente publica el panfleto La lucha sexual en parte, en los textos del propio Freud) resulta decisiva para plantear los
de los jóvenes [en 2011 se ha reditado este texto en Brasil bajo el título de O Combate Sexual problemas de la sexualidad desde el punto de vista de las relaciones sociales
da Juventude, del que Diana Assunção de la LER-QI ha escrito una reseña titulada Más allá y estudiarlos en sus relaciones con el lenguaje. Lo cual constituye un paso
de la miseria sexual, traducción que publicaremos próximamente]. Por un breve período
que nos parece mucho más próximo, en su alcance, a la actitud de Marx
de tiempo, a partir de 1933, estableció correspondencia con Trotsky en la que sostenía que
seguía de cerca el trabajo y la actividad de la Oposición de Izquierda, aunque no prosperó que las ilusiones de Reich impregnadas de resabios de Rousseau, con res-
[se editó esta correspondencia en francés en Cahiers León Trotsky No. 45. Sobre la Alemania pecto a una sexualidad natural feliz para cuya recuperación bastaría librarse
de los treinta de Weimar al exilio, “Correspondencia inédita: Wilhelm Reich-Trotsky”, Mar- de la represión ejercida por la sociedad burguesa. Estimamos, pues, que es
zo de 1991, disponible en Argentina en la biblioteca del CEIP León Trotsky]. En cuanto la importante pasar por un estudio teórico de Lacan y de su escuela, pese a
teoría, algunos señalan que esta “primera etapa” de Reich va a estar marcada por los años conservar un espíritu lo bastante lúcido para cuestionar los puntos de ob-
de guerra, por lo que intentará encontrar una explicación a fenómetos políticos e históricos
cecación: la relación con lo político, el problema de la historización de las
como el fascismo a partir de supuestos subjetivos, empresa en la que fracasará. En 1934 será
expulsado tanto del PC como de la API, y escapará de Berlín perseguido por los Nazis. Se estructuras, cuyo funcionamiento en la sociedad capitalista actual demostró
establecerá en Noruega de 1936(?) a 1939, y luego será invitado a la docencia en Nueva el psicoanálisis, presentándolas con frecuencia como estructuras intangibles
York, en donde conocerá y entablará amistad con el reconocido antropólogo funcionalista y eternas. Sin embargo, este aspecto del psicoanálisis, que deriva típicamen-
Bronisław Malinowski. En 1945 publica su famoso texto La Revolución Sexual, que será en te de la ideología burguesa, no ha de impedimos tener seriamente en cuenta
realidad una edición estadounidense de su libro de 1936 La Sexualidad en el Combate Cul- su aportación en el funcionamiento de la sexualidad, sin lo cual seguiríamos
tural (Die Sexualität im Kulturkampf). Más tarde, Reich será acusado de estafa y juzgado en
Estados Unidos durante la “caza de brujas” del macartismo, quemado sus escritos en 1956
prisioneros de las categorías y prejuicios de la moral burguesa, en la que se
y diagnosticado de esquizofrenia. Murió en la cárcel de un ataque al corazón en 1957, antes legisla sin conocimiento de causa en nombre de una moral proletaria.
de apelar su sentencia. En esta “segunda etapa” de Reich marcada por su estadía, reclusión No ha de sorprender, pues, que los movimientos homosexuales mani-
y muerte en los Estados Unidos (ya rechazado tanto desde el marxismo como por los psicoa- fiesten una sana desconfianza en relación con el psicoanálisis y que no se
nalistas) desarrolló la teoría biofísica del Orgón, que fue ampliamente refutada (entre otros,
por el mismo Einstein). Será “resucitado” en los 60, y retomadas sus obras La revolución
sexual, La irrupción de la moral sexual (1932) y La psicología de masas del fascismo (1933), del reichismo”), como objetivo teórico. (Eribon, Reflexiones…, p.379-380)..
junto con las de Marcuse (El hombre unidimiensional y Eros y Civilización) constituirían luego 25  Se refiere a Wilhelm Reich: A Personal Biography (Elek, 1969), la biografía escrita 14
el corpus teórico-político del movimiento de liberación en Francia desarrollado en los 70 (el años después de su muerte por la esposa de Reich, Ilse Ollendorf, quien fue también su se-
denominado “freudomarxismo”), tradición a la que Foucault se opondrá fuertemente en La cretaria y asistente. Existe una traducción al español: Wilhelm Reich: Una Biografía Personal,
Voluntad de Saber y tomará como objetivo político, junto al psicoanálisis (“la piedra angular Gedisa, 1978.
26 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

reconozcan en el discurso que éste desarrolla en torno a ellos. Las divaga- No debe sorprendemos, pues, que llegue a la conclusión de una oposición
ciones que aparecen en el enfoque psicoanalítico de la homosexualidad, que radical entre los «detentores oficiales de la revolución y la expresión del
ya se encontraban en Freud, se presentan como uno de los puntos sombríos deseo». Pasando por alto el modelaje social de todo deseo -aunque no fuera,
de la doctrina psicoanalítica26, como también los titubeos del psicoanálisis como demostró Lacan, por su inscripción en el lenguaje- Hocquenghem
en lo tocante a la sexualidad femenina. Estas zonas de sombra constituyen plantea un deseo fundamentalmente asocial (en el que se podría ver más un
otros tontos puntos de los que puede arrancar la puesta en tela de juicio de instinto animal que un deseo humano, un impulso fisiológico) y atribuye a
los fundamentos del psicoanálisis, la interrogación en relación con sus limi- este deseo asocial un alcance subversivo, dado que, por definición, es des-
taciones, en la medida en que se presenta impregnada de la ideología de la tructor de todo carácter social. Así es como Hocquenghem, rompiendo con
clase dominante. Y, de rebote, la puesta en entredicho del marxismo en su el marxismo y empalmando con la actitud de toda la corriente preconizada
atraso para aportar una elaboración adecuada sobre el proceso de sujeción por Deleuze, no se vincula con una forma social particular, la sociedad
del campo psicoanalítico. capitalista, sino con toda forma de socialidad. Aunque parezca paradójico,
Entre las teorías que se derivan del enfoque psicoanalítico podemos si- esta forma de nihilismo del deseo, lejos de obtener como resultado una sub-
tuar el análisis que propone Guy Hocquenghem en Le désir homosexuel27, versión del orden social existente, se instala cómodamente en los márgenes
que se inscribe en la corriente de los «deseantes» y hace referencia a las del sistema capitalista y, con su menosprecio irónico y su hosquedad frente
teorías de Deleuze y Guattari. Si estamos plenamente de acuerdo con la te- a aquellos que se ciñen a este sistema para edificar una sociedad socialista,
sis, expresada por Hocquenghem, según la cual «la homosexualidad es una contribuye a perpetuar el dominio de la burguesía, desviando las revueltas
fabricación del mundo normal», según la cual no existe, al menos en los ini- hacia el callejón sin salida de una marginalidad sin futuro. No ha de sor-
cios, una subdivisión del deseo entre homosexualidad y heterosexualidad prendemos, por tanto, que Hocquenghem, que desempeñó una función
-tesis del polimorfismo del deseo, ya avanzada por Freud- no lo seguimos importante en el seno del FHAR, no sólo abandonara después el combate
en su distinción entre una homosexualidad «secundaria», que sería el resul- de los homosexuales, sino que hoy declare que la amenaza que pesa sobre
tado de la inhibición edipiana, y un deseo homosexual «primario», que tes- la homosexualidad es su «banalización», su integración, la «reconversión de
timoniaría la indiferenciación del deseo y sería «el funcionamiento de una los deseos homosexuales a una normalidad un tanto amplia» y que añore,
máquina del deseo conectada en el ano». De hecho, Hocquenghem plantea nostálgico, la amalgama homosexualidad-criminalidad.
de este modo el deseo en lo absoluto, lo priva de su determinación social. Las tesis de la corriente del deseo, retomadas a menudo en diferentes
lugares, proyectan también abundante confusión sobre la cuestión del lu-
26  Eribon sostiene que “Desde Freud a Lacan y a los discípulos de este último, el pensamien- gar que hay que atribuir a la sexualidad en el mantenimiento del dominio
to de la «diferencia de sexos» ha prosperado y se ha impuesto como el principio ideológico del poder burgués, ya sea en el puesto de trabajo, ya en el plano político y
nunca interrogado de todo lo que se escribe sobre la sexualidad y, evidentemente, sobre la ho-
social en general. Frente a afirmaciones que, a nuestro parecer, agrandan
mosexualidad. Siempre relacionada con la normalidad de la «diferencia», la homosexualidad,
por tanto, sólo puede entenderse como una sexualidad o una afectividad que carece de algo: desmesuradamente el peso de la sexualidad, consideramos importante rea-
es una «perversión», algo «detenido» en un estadio infantil en el desarrollo normal del indivi- firmar que el poder de la burguesía no se funda en el dominio que podría
duo y de sus deseos, una «incapacidad» de reconocer al «otro», etc. Todos esos discursos he- ejercerse sobre la base de una manipulación y de un juego en tomo a los
terocentristas, todas esas mitologías científicas que hacen de la heterosexualidad la norma y deseos (masoquismo innato de las clases dominadas, que reclama el amo),
el punto de vista a partir del cual se piensa el conjunto de las situaciones (con las inverosímiles sino en la apropiación de los medios de producción por parte de cada capi-
construcciones ideológicas a las que ha dado lugar la teoría del «complejo de Edipo»), partici-
talista individual y en el control de la riqueza social por la clase capitalista
pan hoy del proceso de inferiorización de la homosexualidad y contribuyen a perpetuarlo (aun
cuando las intenciones de Freud fuesen totalmente dignas de alabanza, puesto que siempre en conjunto a través de las diferentes instituciones estatales. El poder de
deseó luchar contra la represión ejercida sobre los homosexuales).” (Reflexiones…, pp.126-27) la burguesía, que es el poder del capital sobre el trabajo, no es el poder
27  Guy Hocquenghem, Le désir homosexuel, Éditions universitaires, 1972. (Ndo) [este libro del amo sobre el esclavo. Que la clase dominante se sirva de la opresión
de Hocquenghem fue nuevamente publicado en español en el 2009 en una edición conjunta de la sexualidad para consolidar su dominio, no ha de llevamos a deducir
con Terror Anal, de Beatriz Preciado (Editorial Melusina)].
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 27

que obtenga su poder de dicha opresión. De otro modo, si la burguesía no De igual modo, la toma de conciencia de estos mismos mecanismos en
echara las raíces de su poder en la explotación del proletariado, sino que los juegos del poder (juego de seducción de las masas por los gobernantes)
obtuviera aquél mediante una manipulación de los deseos, el eje estratégico puede favorecer la lucha anticapitalista y antiburocrática. También resulta-
fundamental de la lucha de clases no pasaría por la lucha por la apropiación ría totalmente erróneo fundamentar en esta toma de conciencia una estra-
colectiva de los medios de producción, sino por la liberación sexual. Esto tegia revolucionaria, como sería lamentable para el movimiento revolucio-
significaría que no sería posible ninguna revolución mientras las masas no nario, que pasara por alto estos mecanismos de poder en relación con el
se liberasen de su pretendido deseo de verse dominadas. La experiencia deseo bajo el pretexto de que no se encuentran en la raíz de la explotación
histórica nos demuestra que no es éste el caso y que, por el contrario, una capitalista. En este sentido, nuestros análisis en tomo a la homosexualidad
de las condiciones previas para una auténtica liberación sexual pasa por latente, siempre que se sitúen en el lugar justo, pueden contribuir a agudi-
el derrocamiento de las relaciones de producción capitalistas y por una zar la conciencia de clase de los explotados. No queda sino decir que una
masiva reducción del tiempo de trabajo. En efecto, hay que subrayar que intervención en este campo que no sea propagandista es difícil, hasta tal
uno de los fundamentos mas poderosos de la miseria sexual en el régimen punto se encuentran difundidos en la vida corriente y son generalmente
capitalista proviene del sometimiento del cuerpo de los trabajadores a un inconscientes esta clase de fenómenos.
trabajo prolongado y penoso. La posibilidad hoy día concretada gracias
al desarrollo del automatismo, de reducir masivamente el tiempo de tra-
bajo y de eliminar aquellas tareas más pesadas, abre paso a una auténtica
liberación sexual para socavar, al propio tiempo, las bases de la ideología
burguesa, la cual valora el trabajo a la vez que trata de reprimir la actividad
sexual. Otro fundamento material de una auténtica liberación sexual es la
posibilidad de un control de la natalidad a través de medios anticoncepti-
vos, que contribuye a eliminar las angustias de la pareja en relación con el
nacimiento de hijos que no se desean y contribuye de este modo a desculpa-
bilizar grandemente la actividad sexual. Así es como el cuerpo, liberado de
un trabajo largo y penoso y del peso de una maternidad no deseada, podrá
entregarse verdaderamente al placer.
Con todo, si podemos reglamentar sin excesivas dificultades un debate
acerca de los fundamentos del poder de la burguesía, descartando de entra-
da la hipótesis según la cual se basaría en el deseo (deseo de poder de los
dominantes y deseo masoquista de los dominados), nos resulta mucho más
difícil estudiar con precisión los mecanismos de acuerdo con los cuales la
burguesía utiliza en provecho propio la opresión sexual y la manipulación
de los deseos, en especial en el mismo seno del proceso de trabajo dentro
de la empresa y, en términos generales, en toda relación de tipo jerárquico.
También aquí, si nos parece exagerado pretender que las relaciones jerár-
quicas se fundan en una homosexualidad latente, la toma de conciencia
del juego de los deseos en las relaciones jerárquicas favorece en aquellos
que son a la vez sus agentes y sus víctimas la lucha consciente contra la
explotación.
28 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

| Capítulo 7 fuerzos encaminados a evitar la extensión de la legislación anti-homosexual


prusiana al resto de Alemania. Sin embargo, esto fue lo que ocurrió real-
LAS TRES GENERACIONES mente con el establecimiento en 1871 del Párrafo 17530. Habría que aguar-
dar a que pasase todavía un cuarto de siglo para que se reemprendiese la
DEL MOVIMIENTO HOMOSEXUAL28 lucha contra esta ley. En 1896 aparecía en Berlín un periódico destinado a
los homosexuales31. En esta misma época fue publicado en Leipzig un es-
tudio de Magnus Hirschfeld sobre la homosexualidad32. En mayo de 1897,
Hirschfeld fundaba, con algunos amigos, el Comité Científico-Humanitario, or-
ganización que tenía por objeto la emancipación de los homosexuales33.
Hacia finales del siglo XIX comienza a desarrollarse en Alemania y
Los objetivos de este primer movimiento en pro de los derechos de
Gran Bretaña un primer movimiento en favor de los derechos de los ho-
los homosexuales eran esencialmente reconocer y aceptar la homosexua-
mosexuales. Karl Ulrichs29 intentaba, alrededor de 1866, una serie de es-
lidad como una forma «natural» de la sexualidad humana y hacer que la
28  Nicolas periodiza dos movimientos y uno por nacer (el “tercer movimiento”) de igualdad de los derechos ante la ley se ampliase para abarcar en ella a
acuerdo a la relación de “los movimientos homosexuales” y el movimiento obrero. A par- los homosexuales. La actividad básica del Comité Científico-Humanitario fue
tir del surgimiento de los estudios gay/lésbicos (y ahora queers) en la academia, corrien- también la de hacer campaña contra el Párrafo 175, presentando entre la
temente se periodizan 3 movimientos en el que prima un punto de vista más histórico: intelligentsia una petición que fue expuesta al Reichstag en 1905 y, posterior-
un primer movimiento, tomando sus primeras expresiones en Ulrichs e Hirschfeld, que son
socavados entrada la 2da Guerra Mundial; un segundo movimiento, también llamado “mo-
mente, en 1922. Por las formas que adoptó su acción (búsqueda del apoyo
vimiento homófilo” que se lo reconoce con el nacimiento de agrupaciones en Estados Uni- de la intelligentsia más que de un apoyo en el movimiento de masas) y por
dos durante la segunda posguerra como la Mattachine Society (1950) y Daughters of Bilitis su programa (reivindicación de los derechos democráticos), el primer mo-
(1955); una tercera generación que tiene su inicio en la radicalización de fines de los 60, con vimiento homosexual tuvo un carácter de clase pequeño-burgués. Es, sin
el hito del “levantamiento de Stonewall”, conocida como Movimiento de Liberación Gay; y embargo, notable que el movimiento obrero de la época aportase su sostén
posteriormente, surgiría en los 80 el activismo contra el sida y luego el movimiento queer.
29  Karl Heinrich Ulrichs (1825-1895). Nació en Aurich, Alemania, y es considerado el pri-
mer teórico moderno sobre la homosexualidad y “el primer gran abogado de la causa gay”. dencia con Kertbeny. En 1870 lanza el primer y único número de Uranus, considerado el
En 1846 se graduó en Derecho y Teología, y en 1848 en Historia. Elaboró una teoría bio- primer periódico homosexual. En 1879 Ulrichs publicó su último libro: Estudios sobre el
lógica de la homosexualidad precursora de la Teoría del Tercer Sexo de Hirschfeld, conocida misterio del amor masculino. La pelea de Ulrichs también abarcó la defensa de las minorías
como la teoría del Uranismo -un sexo intermedio entre los hombres y las mujeres- que creaba étnicas y religiosas y los derechos de las mujeres, incluyendo los de las madres solteras y sus
neologismos a partir de la obra El Banquete, de Platón, para describir identidades sexuales hijos. A pesar de su esfuerzo, la pelea contra el Párrafo 143 no fue efectiva, siendo así que
y de género [para ver más sobre esta teoría ver Eribon, Reflexiones…, pp.121-123 y pp.397- en 1872 se extendió hacia toda la Alemania unificada, con la elaboración del famoso Párrafo
398; es interesante el planteo que sostiene de que Freud conocía bien las elaboraciones de 175. En 1880 se exilió en Aquila, Italia, tras abandonar, desalentado, su activismo político y
Ulrichs, estableciendo una relación con las lógicas heterocéntricas que impregnan esta teoría murió 15 años después, en 1895. Hirschfeld le tenía mucha admiración, y en 1909 visitó en
y la del psicoanálisis]. Sirvió como base teórica para su proyecto político de despenalización Italia los lugares en donde Ulrichs había vivido.
de la homosexualidad, aunque también –a su pesar y queja- para la medicalización, en 30  Hay aquí un error en la datación. En realidad el Párrafo 175 estuvo vigente -en sus
especial por Krafft-Ebing, a quien estimaba muy poco. En sus primeros escritos utilizó el diferentes formas- desde el 1 de enero de 1872 hasta el 11 de junio de 1994.
seudónimo de Numa Numantius. Entre 1864 escribió públicamente sobre homosexualidad
31  Se refiere a la revista Der Eigene considerada la primera publicación periódica de este
en defensa de un hombre arrestado por el delito de “sodomía”, utilizando por primera vez
tipo en el mundo. Fue publicada por Adolf Brand, un anarquista stirneano alemán, de 1896
su verdadero nombre (aunque eliminaría definitivamente su pseudónimo recién en 1868).
a 1932.
En 1865 puso por escrito una carta fundacional de una «organización uranista»; el termino
“uranista” parece haber sido, en primera instancia, un término «militante». En 1867 dio un 32  Se refiere al panfleto Safo y Sócrates.
famoso discurso en el Congreso de Juristas Alemanes en Múnich -delante de sus 500 miem- 33  Comité Científico-Humanitario fue una de las primeras agrupaciones de homosexuales
bros- contra el Párrafo 143 de la ley anti-sodomita de Prusia (vigente desde 1852), en el que en el mundo. Estuvo profundamente anclado en la izquierda y activamente comprometido
fue fuertemente abucheado hasta tener que callar. Sostuvo durante algún tiempo correspon- con la lucha del movimiento feminista (Eribon, Reflexiones… p.324).
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 29

a esta lucha. Ya en 1862, Lassalle34 había defendido públicamente a Jean- das de los prejuicios puritanos de su época36. August Bebel37, que por otra
Baptiste von Schweitzer atacado por otros dirigentes obreros en razón de parte proporcionó un estudio fundamental sobre la opresión de las mujeres,
su homosexualidad35. En 1895, en ocasión del proceso de Oscar Wilde y en 1898 prestó su apoyo a la campaña del Comité Científico-Humanitario,
cuando arreciaba una intensa reacción anti-homosexual, Bernstein se hizo al tiempo que Kaustky38 firmaba la petición en pro de la revocación del
cargo públicamente de su defensa y publicó en Die Neue Zeit dos artículos Párrafo 17539. Durante los años veinte, el Partido Comunista alemán prosi-
en los que presentaba una crítica materialista de la irracionalidad e hipocre-
sía de la moral sexual burguesa. Bernstein demolió la idea según la cual la 36  Se podría decir que alrededor de ciertos textos se ha construido un imaginario del “En-
homosexualidad era un acto «contra-natura», que se desarrollaba durante gels homofóbico”, “hijo de la época”. Entre ellos una carta informal y jocosa (y desafortuna-
da) que escribe a Marx en 1869 comentando un libro de Ulrichs al cual le llama “Urnings”
los períodos de decadencia. Las opiniones de Bernstein son, en relación con
(aunque evidentemente se refiere al texto Incubus, en el que se relatan crímenes pedófilos
este punto, mucho más conformes con el método marxista que las breves y violentos y extremadamente gráficos y su trato penal, sugiriendo indulgencia) y opinando
esporádicas observaciones de Engels sobre la homosexualidad, impregna- sobre Schweitzer. También, en otro texto posterior, El origen de la familia, la propiedad
privada y el estado de 1884, en el cual existe un “párrafo homofóbico” en el que condena la
pederastía, que cristalizaría a este “Engels” en un continuum de 1869 a 1884. Sin embargo,
la posición pública del Partido Socialdemócrata Alemán y sus dirigentes (Bernstein, Bebel,
Kautsky, etc.) en las décadas de 1880 y 1890 realizando fuertes campañas en contra de las
leyes anti-homosexuales como el Párrafo 175 -en conjunto con los primeros movimientos
como el de Hirschfeld- hace del silencio de Engels algo llamativo, ya hasta su muerte en
1895 él tuvo un fuerte peso y estuvo muy involucrado en el desarrollo del partido. De haber
sostenido una postura tajante y conservado un “prejuicio puritano” contra la homosexua-
lidad -más allá de la condena a la pederastía homosexual-, debería hallarse su oposición en
alguna correspondencia, cosa que -por lo menos en lo editado- no parece existir.
37  August Bebel (1840-1913). Uno de los fundadores, junto con Wilhelm Liebknect, del
Partido Socialdemócrata Alemán. Bajo su dirección llegó a ser un partido poderoso; formal-
mente rechazaba el revisionismo, pero fue responsable del avance de las tendencias oportu-
nistas que terminaron de apoderarse del partido poco después de su muerte. [Recientemente
hemos publicado bajo el título El Discurso de Bebel la traducción de las actas de la sesión del
34  Ferdinand Lassalle (1825-1864). En 1845 se afilió a la Liga de los Justos. Durante su Reichstag en la que el diputado de la Socialdemocracia A. Bebel apoya públicamente la
participación en la revolución alemana de 1848, por la que fue encarcelado, entabló amistad petición del Comité Científico-Humanitaria por la derogación del Párrafo 175, junto a una
con Karl Marx. Defendió la unificación alemana y apoyó a Bismarck como su artífice. En introducción de 1978 escrita por J. Lauritsen, ex militante del SWP americano e impulsor
1863 fundó la organización precursora del Partido Socialista alemán, la Unión General de del Gay Liberation Front (GLF) en los 70.]
Trabajadores Alemanes. Marx y Engels desaprobaron las tácticas políticas de Lasalle, quien 38  Karl Kautsky (1854-1938). Dirigente y teórico de la socialdemocracia alemana y funda-
proponía la formación de asociaciones y cooperativas de trabajadores, mediante la ayuda y dor de la II Internacional. Enfrentó las posiciones revisionistas de Bernstein en la década
supervisión del Estado, que garantizaran que el obrero recibiera “el producto completo de su de 1890. Giró hacia posiciones reformistas años después. Frente a la Primera Guerra Mun-
trabajo”. El modelo de Estado ideado por Lasalle estaba basado en el sufragio universal. En dial adoptó una posición primeramente pacifista y luego, social-chovinista. En 1917 fundó
1875, en su Crítica al programa de Gotha, Marx criticó la influencia de las ideas Lassallanas junto a Hilferding y Otto Bauer el Partido Socialdemócrata Independiente, oponiéndose
en el programa del Partido alemán. abiertamente a la revolución de octubre y a la dictadura del proletariado, abogando por la
35  Jean Baptista von Schweitzer (1833-1875) fue detenido y acusado de homosexualidad vía parlamentaria. Por esta razón fue combatido por Lenin en La revolución proletaria y el
por solicitar sexo con un adolescente en un parque. Aunque afirmara considerar personal- renegado Kautsky. En 1922 regresó al Partido Socialdemócrata.
mente la homosexualidad como algo sórdido, Ferdinand Lassalle defendió a Schweitzer 39  El comité consiguió reunir unas 5.000 firmas pidiendo la abolición del Párrafo 175.
argumentando que el movimiento sindicalista no podía dispensar su liderazgo y que las Entre los firmantes, además de Kautsky, se encuentran fuertes personalidades de la época:
preferencias sexuales de cada uno «no tienen absolutamente nada que ver con su carácter Albert Einstein, Hermann Hesse, Käthe Kollwitz, Thomas Mann, Heinrich Mann, Rainer
político». Luego de la muerte de Lassalle, en 1964, se convirtió en presidente del Sindicato María Rilke, August Bebel, Max Brod, Stefan Zweig, Gerhart Hauptmann, Martin Buber,
General de Trabajadores de Alemania (Wikipedia.org) Richard Von Krafft-Ebing y Eduard Bernstein.
30 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

guió ésta política de apoyo al movimiento homosexual. clases, en el objetivo común de suprimir las discriminaciones frente a los
Sin embargo, este primer movimiento homosexual debía morir de muer- homosexuales a fin de integrarlos mejor en la sociedad burguesa. A este
te violenta con el advenimiento del fascismo y, a partir de entonces, los sta- fin, Arcadie preconiza métodos estrictamente legales y procura hacerse re-
linianos se dedicaron a borrar todas las huellas del apoyo del movimiento conocer por su dignidad y respetabilidad. Desde 1969, Baudry interviene
obrero a la lucha de los homosexuales. en emisiones por radio y televisión. Sin embargo, la actividad esencial de
Arcadie, aparte de la revista, estriba en las reuniones semanales del club
En conjunto, las carencias del movimiento obrero, ya se trate de la abier-
(fundado en 1957), fuente de beneficios a la vez que de integración, y hacia
ta hostilidad de los stalinistas, del silencio de los socialdemócratas o del
el cual se atrae incluso a algunos obreros homosexuales.
olvido por parte de los revolucionarios del apoyo aportado anteriormente
a la lucha de los homosexuales, explican que los movimientos que se desa- Siguiendo las huellas de mayo del 68 nace en Francia el primer mo-
rrollaron después de la segunda guerra mundial -lo que puede llamarse se- vimiento homosexual revolucionario, el FHAR (Front Homosexuel d’Action
gunda generación del movimiento homosexual- se constituyeran fuera del Révolutionnaire), después de un fugitivo Comité de acción pederástica re-
movimiento obrero y no buscaran activamente su apoyo. Todavía no nos volucionaria43 en la Sorbona, durante su ocupación en 1968. El FHAR se
es posible presentar un análisis histórico detallado de este período, dado forma alrededor de un núcleo de lesbianas, reunidas en febrero de 1971 por
que, prácticamente, en todos los países capitalistas avanzados (América del algunos homosexuales. Después de la aparición de Tout y de la manifesta-
Norte, Europa capitalista, Australia) surgen y proliferan los grupos. Du- ción del primero de mayo de 1971, en la que participa el FHAR detrás del
rante una primera fase, desde los comienzos de los años cincuenta hasta el MLF44, el movimiento cobra amplitud y se extiende a diferentes ciudades
final de los años sesenta, nacen unos movimientos que recogen la tradición de provincia. En su manifiesto, el FHAR se sitúa desde el principio en el
legalista del Comité Científico-Humanitario (Mattachine Society40 y Daughters terreno de la puesta en entredicho de la normalidad y de la familia, se plan-
of Bilitis41, en los Estados Unidos, y Arcadie, en Francia). Al final de los años tea el problema de una vinculación al MLF y se sitúa claramente sobre una
sesenta se produce un franco viraje, tras el cual el movimiento se radicali- base anticapitalista. Sin embargo, el FHAR, aun cuando sea nuestro primer
za y se hace combativo. En los Estados Unidos, este viraje, conocido por grito de rebelión, es típicamente también hijo de mayo, que no sobrevivió
«Stonewall Rebellion» y que se produjo hacia finales de junio de 1969, fue en un período en que el impulso revolucionario cedía su puesto a luchas
testigo de cuatro días de combate en las calles de Nueva York entre policías que precisan de gran impulso y de una labor en profundidad. El FHAR, li-
y homosexuales42. En un contexto marcado por la lucha contra la guerra gado esencialmente al movimiento estudiantil, profundamente impregnado
del Vietnam, la radicalización de los negros, de las mujeres y de los estu- de parisinismo, rechazando aquellas estructuras qué le hubieran permitido
diantes, resultó explosiva, en el fuego de la acción, el nacimiento del GLM llevar a cabo una labor en dirección al movimiento obrero en beneficio de
(Gay Liberation Movement). Se formaron grupos en numerosas ciudades un funcionamiento basado en el espectáculo y las rivalidades personales,
americanas y el movimiento fue extremadamente militante. fue degenerando y apagándose sin pena ni gloria, incapaz de hacer frente al
primer envite de la represión.
Alrededor de la revista Arcadie (revista «literaria y científica», fundada
en 1954 y dirigida por A. Baudry) existe, en Francia, un movimiento ho- Fue durante este período de degeneración del FHAR cuando se consti-
mosexual burgués, que reúne al «pueblo homófilo», confundidas todas sus tuyó el periódico Antinorm, el cual, a partir de la primavera de 1973, efectuó
un viraje en el sentido de una ampliación al conjunto de cuestiones que
40  La Mattachine Society fue fundada en Los Ángeles en 1948 por Harry Hay y otros mi- integran la sexualidad. El equipo de Antinorm lanzó entonces la plataforma
litantes del PC estadounidense, y se destacaron dos direcciones distintas (la segunda, desde de un Sexpol, movimiento que aspira a introducir la revolución sexual en la
1954, mucho más reformista). revolución socialista, refiriéndose para ello a la experiencia de Reich y del
41  Dauther of Bilitis fue la primera agrupación de lesbianas, fundada en San Francisco en Sexpol alemán durante los años treinta. Dicho viraje apuntaba a hacer salir
1955.
42  Existe un documental reciente que relata los hechos de Stonewall en 1969, Stonewall 43  Comité d’action pédérastique révolutionnaire.
Uprising, de Kate Davis y David Heilbroner, 2010. 44  Mouvement de libération des femmes.
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 31

a los homosexuales del ghetto en que los había confinado el FHAR, si bien amplia contra el estado burgués y la explotación capitalista y, durante los
no carecía de problemas, puesto que, por una parte, tendía a liquidar el últimos meses, se ha esforzado en impulsar el debate sobre la homosexuali-
problema de la opresión específica de los homosexuales y, por otra, la poli- dad dentro de las diversas corrientes de extrema izquierda, participando en
tización del periódico se desvinculaba abiertamente de las formas concretas diversas manifestaciones y animando foros de debate.
de radicalización de sus lectores. Como consecuencia de disensiones inter- Hoy, pues, ciertos indicios permiten presagiar la aparición de una ter-
nas se produjo con una cierta brusquedad el final de Antinorm, por lo que cera generación del movimiento homosexual. El proceso que se eviden-
no llegaron a constituirse los comités Sexpol que Antinorm había convocado cia, en relación con un movimiento homosexual tradicional, viene de una
en el curso de una reunión en diciembre de 1973 (reunión en la que, por profundización del análisis en tomo a la homosexualidad, que tiene como
primera vez, habían participado representantes de algunas organizaciones consecuencia la puesta en tela de juicio de la ideología de la identidad ho-
de extrema izquierda). mosexual y que plantea la cuestión de la homosexualidad latente, de la
Hoy en día, los homosexuales radicalizados se reagrupan en las dife- comprensión de la necesidad de hacer converger la lucha de los homo-
rentes tendencias del GLH (Groupe de Libération Homosexuel). El GLH sexuales con la de las mujeres contra la falocracia, de la voluntad, en fin
nació en junio de 1974 de la fusión de un grupo (Philandros) de jóvenes de situar la lucha de los homosexuales sobre una base anticapitalista. Esta
homosexuales, excluidos de Arcadie en septiembre de 1973, y de antiguos orientación plantea varios problemas a los grupos que, como el GLH-PQ
miembros del FHAR. El GLH adoptó una plataforma en siete puntos, re- en Francia, constituyen los primeros embriones de esta tercera generación
clamando la libertad sexual para todos y el derecho al placer, rechazando del movimiento homosexual.
la normalidad, apoyando el MLF y las luchas contra el racismo. En los Así pues, el terreno de convergencia entre la lucha de los homosexuales
mercados y medios homosexuales se distribuyeron octavillas en las que se y de las mujeres no toca directamente sino uno de los aspectos de su lucha:
instaba a los homosexuales a reagruparse. El 26 de abril de 1975 (jomada el que concierne de manera más específica a la opresión ideológica de las
mundial de la deportación) intervino el GLH, depositando un ramo de flo- mujeres. Y siguen siendo específicas de la lucha de las mujeres ciertas cues-
res en el monumento de los deportados, y participó en la manifestación del tiones, incluso en el terreno de la sexualidad (la maternidad, la violación).
primero de mayo, en la que fue agredido por militantes de la CGT. Durante Sobre tales cuestiones, así como sobre las relacionadas con la explotación
el verano y el otoño de 1975 se inició un debate, en el curso del cual el GLH de la mujer (doble jomada de trabajo, salario desigual, formación inferior),
se polarizó en dos tendencias que se separaron realmente a mediados de di- si los homosexuales pueden testimoniar una solidaridad no están, en cam-
ciembre, dando nacimiento, por una parte, al GLH Politique et Quotidien bio, en condiciones de presentar unas reivindicaciones comunes. Estas di-
(GLH-PQ) y, por la otra, al GLH Grupos de Base, además de un grupo ferencias en la naturaleza y profundidad de la opresión es indudable que
que se da el título de GLH 14 de Diciembre. Mientras que el GLH Gru- limitan el campo de la convergencia entre movimiento homosexual y mo-
pos de Base hace girar su intervención en tomo al ghetto homosexual, con vimiento feminista, aunque no por ello deja de ser menos decisivo para el
tendencias a acondicionar las vivencias homosexuales, a mejorar de algún movimiento homosexual el ahondar en su conciencia de la opresión de las
modo la miseria sexual, el GLH-PQ insiste en la necesidad de concebir la mujeres y anudar unos lazos lo más estrechos posibles con el movimiento
cuestión de la homosexualidad dentro del nivel global de la sexualidad y feminista, sin lo cual el movimiento homosexual no estaría en condiciones
de su función social, demostrando que la homosexualidad no es asunto que de librar una lucha radical contra la falocracia.
interese únicamente a los homosexuales sino que es un componente del de-
La vinculación al movimiento obrero será, indudablemente, todavía
seo que hace mella en toda la sociedad. Al propio tiempo, luchando contra
más difícil, y tardará más en concretarse que la vinculación al movimiento
las leyes discriminatorias en relación con los homosexuales, el GLH-PQ
de las mujeres. Por una parte, figuran las fuertes resistencias frente a esta
centra su lucha en el reconocimiento explícito de la homosexualidad dentro
cuestión presentadas por la extrema izquierda, tanto en el plano del debate
del cuerpo social, rechazando la ideología de la identidad homosexual. El
como en el compromiso activo en una intervención en este terreno, y sobre
GLH-PQ manifiesta igualmente su deseo de inscribirse en una lucha más
todo subsiste la fundamental hostilidad del contingente obrero mayoritario
32 LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS

frente a la homosexualidad, debido a su impregnación de los esquemas de en él no sienten que en sus vivencias, en sus relaciones cotidianas, algo ha
la ideología dominante difundidos en su seno a través del canal de las orga- cambiado. Hay, en efecto, un paso muy difícil a dar entre una exigencia in-
nizaciones reformistas (PC, PS, sindicatos). Plantear al movimiento obrero mediata de parte de muchas personas que quieren luchar contra la opresión
la cuestión de la homosexualidad, e incluso la más general de la sexualidad, que sufren y poder, finalmente, vivir libremente unas relaciones sexuales y
equivale a entrar en conflicto violento con los trabajadores sometidos a la afectivas de tipo muy diferente que las que induce el ghetto, y el paso a un
ideología dominante, puesto que será poner en entredicho a cualquier indi- compromiso en una lucha más general y menos inmediatamente aparente
viduo en su vida cotidiana, en sus relaciones con las mujeres, con la familia, en su vida cotidiana. En un grupo como el GLH-PQ, por ejemplo hay indi-
será poner en entredicho esta división profundamente interiorizada por la viduos para quienes el militantismo contra la opresión como homosexuales
clase obrera entre vida pública y vida privada; será también poner el dedo es su primer contacto con la política. Pero los hay también que han militado
en la llaga, de forma a veces extremadamente dolorosa; de la gran miseria en organizaciones de extrema izquierda, las cuales abandonaron por algún
afectiva y sexual del obrero. tipo de militantismo que practicaban (activismo, separación entre vida mili-
Cabe advertir, en el seno del PCF, una ligerísima evolución y un timi- tante y «problemas personales», razonamientos abstractos sin contacto con
dísimo embrión de debate en tomo a la cuestión de la homosexualidad, las vivencias cotidianas), sin contar con el hecho de que ninguna de dichas
que se manifestó en algunas intervenciones del XXII congreso en ocasión organizaciones tenía en cuenta la opresión específica de los homosexuales.
del debate sobre la moral. Nos parece bastante claro que el PCF mantiene Pasar a formar parte de un grupo de homosexuales equivale, pues, para la
y mantendrá una doble actitud en las cuestiones que hacen referencia a la mayoría de nosotros, a iniciarse en una actividad política o a reanudarla
moral y a la sexualidad: por un lado, una actitud tolerante, liberal, entre- tras penosa desvinculación de la misma, en contacto con nuestras vivencias
verada de críticas de la moral burguesa en nombre de los principios del cotidianas, para que transforme realmente nuestra forma de vida y nuestras
marxismo, actitud que va dirigida esencialmente a las capas técnicas que el relaciones con los demás. Esta comprensión de lo político, que marca e im-
PCF trata de ganar a la causa de «la unión del pueblo de Francia», mientras pregna todos los aspectos de nuestra vida, nos parece profundamente justa
que, al mismo tiempo, sigue remachando, para uso de la clase obrera tradi- y corresponde perfectamente a la actitud de los revolucionarios de acuerdo
cional, la apología de la «moral proletaria», que no hace aquí sino recubrir con la crítica de Marx de la separación que opera el estado burgués entre él
los oropeles de la moral burguesa (trabajo, familia, patria), teñidos de bar- hombre concreto y el ciudadano. Pero al propio tiempo, como consecuen-
niz democrático. Esta doble actitud puede comportar, a la larga, diversas cia de las carencias de las organizaciones revolucionarias, que sólo ahora
contradicciones, especialmente en el seno de la juventud obrera, sensible comienzan a afrontar esta cuestión, por el hecho de plantearse a todos los
a la radicalización general de la juventud. Con todo, no cabe esperar del militantes, subsiste una gran dificultad para todos cuantos acceden a una
PCF otra respuesta que una flexibilización de las costumbres a remolque de actividad política o la reanudan en lo tocante a comprender la necesidad de
la «liberalización» practicada por la burguesía: ¿no se ha visto acaso en la luchar igualmente en el terreno político, en esta arena feroz donde lo único
última fiesta de las JC una sesión de striptease? Si es posible esperar de los que cuenta son las relaciones de fuerza, para hacer penetrar en él precisa-
homosexuales del PCF una lucha interna para conseguir que se flexibilicen mente lo político según lo entienden los revolucionarios, para permitir que
sus posiciones en el sentido de la tolerancia, no hay que hacerse demasiadas las masas se hagan cargo conscientemente de sus propios problemas hasta
ilusiones sobre el hecho de que ello desemboque en una verdadera crítica el momento en que, en la crisis revolucionaria y el derrocamiento del esta-
de la posición de los homosexuales, y menos aún en el patrocinio de la do burgués, hagan saltar por los aires la esfera exigua de la política y tomen
lucha en este campo. el poder en sus manos.
Conviene, finalmente, mostrarse particularmente atentos a lo que signi- La llamada del GLH-PQ (Politique et Quotidien) manifiesta la percep-
fica el militantismo en un grupo de homosexuales. Los análisis teóricos y ción de esta necesidad, la conciencia de esta imbricación entre nuestra lucha
una línea política correctas no bastarán nunca para permitir la continuidad y nuestras vivencias. Y lo manifiesta confusamente aún, a veces con ambi-
y el desenvolvimiento de tal grupo si, al mismo tiempo, los que participan güedad, con tensiones entre estos dos polos, con tanteos para conseguir ar-
LA CUESTIÓN HOMOSEXUAL JEAN NICOLAS 33

ticularlos. Pero, ¿de dónde podría venir hoy una comprensión clara de esta desarrollando entretanto y, finalmente, de superar el estadio tan sólo de las
articulación si también las corrientes revolucionarias son más víctimas de reivindicaciones democráticas para plantear el problema de la integración
las mismas tensiones que dominadoras de ellas? Ésta es una de las razones de la homosexualidad en el cuerpo social, situando dicha asimilación como
por las cuales los grupos de homosexuales en lucha, así como buen número una de las tareas de la revolución socialista.
de mujeres, constituyen hoy una especie de laboratorio que ciertamente no
permite transformar por sí solo las estructuras que determinan nuestras
relaciones sociales, pero que tiene el mérito de esbozar una labor constante
de reflexión individual y colectiva sobre nuestras relaciones con los demás,
una labor sobre las contradicciones que hay en cada individuo entre sus
aspiraciones a una sociedad diferente y su comportamiento, marcado toda-
vía por un mundo viejo que va corrompiéndose incansablemente... Puede
parecer que esta labor desvía las fuerzas militantes de la lucha política in-
mediata, pero, incluso cuando se razona desde el ángulo de la eficacia, de
la «rentabilidad militante», ¿no se contribuye, a la larga, a reforzar nuestras
motivaciones para la lucha, a fundamentar en el combate librado hoy nues-
tras esperanzas de mañana? He aquí una pregunta que, transcurridos ocho
años desde la llamarada de mayo del 68, subsiste en la mayoría de las orga-
nizaciones revolucionarias y, de manera más amplia, en toda la vanguardia
de la clase obrera. Y por el hecho de ser particularmente sensibles a ella,
como consecuencia de su opresión específica, los homosexuales, al igual
que las mujeres, tienen algo que decir sobre la cuestión.
Digamos como conclusión que hoy nos parece posible -aunque todavía
se esté lejos de conseguirlo- que se constituya en Francia un movimiento
homosexual sobre el modelo de lo que podemos llamar «la tercera gene-
ración» del movimiento homosexual. La primera generación se vio impul-
sada, a finales del siglo pasado, por burgueses liberales y por socialistas
que, en Gran Bretaña y Alemania, luchaban para el reconocimiento de los
derechos democráticos de los homosexuales, apoyados por el movimiento
obrero. Esta primera generación fue aplastada por el fascismo y el stalinis-
mo y se ha tratado por todos los medios de borrar hasta su mismo recuerdo
en el movimiento obrero. Esto es lo que hace que la segunda generación,
nacida hacia los años cincuenta y desarrollada a partir del final de los años
sesenta en América del Norte y en la Europa capitalista, se haya constituido
globalmente fuera del movimiento obrero, sin beneficiarse hasta ahora de
su apoyo, tomando ella sola en sus manos la lucha en favor de los derechos
democráticos. La tercera generación, que está sólo comenzando a formarse,
se plantea a la vez la cuestión del reconocimiento de su lucha en pro del
movimiento obrero, de vincularse al movimiento feminista que se ha ido

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