Está en la página 1de 4

El juego y su importancia para mejorar la calidad de vida de

adultos mayores. Sergio Fajn y José Luis Leone

Además del aspecto creativo, el juego permite a los adultos


mayores atravesar escenarios difíciles o que son temidos.

Tener actividad lúdica fomenta la creatividad, ayuda a pasar


situaciones traumáticas y permite conocer posibilidades y
limitaciones en un encuadre de bajo riesgo, lo que mejora la calidad
de vida de los adultos mayores, coincidieron especialistas.
“El juego en el envejecimiento es un factor muy importante porque
posibilita, entre otras cosas, seguir desarrollando una de las
capacidades propiamente humana que es la de imaginar”, señaló
Sergio Fajn, directivo de la Escuela de Recreación de la Vejez, una
institución que trabaja hace ocho años con la temática.
En el mismo sentido, José Luis Leone, docente de la materia
Recreación y Tiempo Libre en la Universidad Maimónides, opinó que
“como las situaciones de juego promueven escenarios novedosos
cada vez el jugador debe poder adaptarse para poder seguir
jugando”. “Estimula la creatividad en todas sus formas. Es por eso
que no sugerimos los rituales de juego de modo exclusivo, por
ejemplo la realización del bingo”.
Pero, además de incentivar la creatividad, Fajn aseguró que
“algunos dispositivos de juego posibilitan a los adultos mayores
atravesar situaciones que son temidas, difíciles o desagradables
pero que en un espacio lúdico se puede expulsar y surge la
posibilidad de decir las cosas que en la `vida seria` no”.
“Otra gran ruptura -afirmó- es que se animan a contar cosas ligadas
al campo de la sexualidad, de sus deseos de estar con otros. Se
animan a contar cosas vinculadas al erotismo, no sólo vinculados a
la genitalidad, sino al deseo de mostrarse, a ser vistos, a tener
ganas de estar lindos, perfumados”.
Leone señaló que “sabemos que al jugar la persona se vuelve más
flexible, no sólo en el campo corporal sino que el juego implica
adecuaciones a situaciones imprevistas”.
“Esto hace que el adulto deba flexibilizar su forma de pensar (por
1
ejemplo a opiniones diversas, a nuevos escenarios propuestos por
sus compañeros) lo cual le permite adecuaciones sociales y
emocionales en el contacto con el otro”, sostuvo.
Y agregó que “por lo general el juego permite recuperar historias
del pasado de la persona que constituyen su memoria y su
identidad, este rescate permite saber quién es hoy”.
“Desde joven siempre hice trabajo solidario y participé de espacios,
pero a partir de haber realizado juegos en forma sistemática en mi
formación como recreadora tomé mucha más seguridad”, contó
Teresa Mercado, una mujer de 66 años que estudió en la Escuela de
Fajn.
Teresa trabaja desde hace quince años con un grupo de adultas
mayores en la Parroquia San Pablo Apóstol en los Polvorines.
“Por un lado el grupo funciona a modo de contención de las
participantes porque siempre hacemos un espacio para dialogar
sobre lo que nos pasa, y por el otro, hacemos manualidades como
tejidos, o arreglamos ropa y las donamos”, comentó Teresa.
Sin embargo, ella sentía que le faltaban recursos y por eso decidió
tomar estas clases en la Escuela de Recreación.
“Desde entonces soy más espontánea, no me inhibo cuando tengo
que llevar adelante una actividad y aprendí a disfrutar más de lo
que hago”, aseguró.
Desde su lugar de coordinadora de este grupo, explicó que “durante
los encuentros, que son una vez por semana, siempre hacemos
algún juego. Es increíble cómo les cambia el ánimo, llegan de una
manera y se van de otra mucho mejor”.
De las muchas definiciones que hay de la palabra juego, Leone hace
una aproximación a su idea, luego de tantos años de experiencia en
el rubro.
“El juego es una actividad voluntaria, libre, no obligatoria,
placentera, realizada en un tiempo y en un lugar (zona lúdica) y
provista de normas, convenciones o acuerdos de creencias”,
aseguró.
Y continuó: “tiene una finalidad en sí misma y afuera de sí, no tiene
utilidad económica, es histórico y social y tiene un compromiso y
autorrevelación de primera persona, a la vez es un “como si”, una
2
“ficción real”.
“Ahora bien, el juego es sólo una parte de la recreación - apuntó
Farjn - y la problemática de la recreación es ¿qué pasa? con el
sujeto frente a un tiempo que está liberado de obligaciones, frente a
ese tiempo que queda dispuesto para otras cosas que no está
forzado frente a condicionantes que si o si hay que hacer como
tener que trabajar, alimentarse o dormir”.
Para la concepción de estos especialistas, “la recreación es, en
definitiva, cómo pasar la vida. Si tiene que ver sólo con cómo pasar
el tiempo, y que las cosas pasen por al lado, o implicarte con todo,
con vos, con nosotros y con lo que viene y hacer algo que uno
pueda definir como enriquecedor en la vida”.
Aquí el campo se amplía y en este concepto entran no sólo las
actividades lúdicas, sino también talleres de todo tipo que los
adultos puedan hacer, espectáculos culturales a los que pueden
asistir, actividades físicas, es decir, todo aquello que el adulto realice
durante ese tiempo libre ganado.
“Hay todo un cambio en las personas que sostienen este tipo de
actividades que las lleva a proyectar y proyectarse con otros, a
modificar la imagen de su cuerpo, a encontrarse con el otro
abandonando el aislamiento, la angustia, la autoexclusión y la
depresión, a pensar junto con otros pares, ya que muchas veces es
la primera vez que participan de grupos”, explicó Leone.
Ambos especialistas marcaron el cambio de lugar en el esquema
familiar, donde el adulto mayor pasa de un lugar marginal a ser
protagonista porque, por ejemplo, actúan en una obra, o porque
realiza alguna actividad novedosa.
Finalmente, ambos profesionales coincidieron en que en todos los
casos, los adultos mayores que sostienen estas actividades en el
tiempo “cambian su noción de salud”.
“Hay una representación social de los conceptos de salud y
enfermedad: salud es tener proyectos, estar con otros, tener ganas
de venir”, explicó Leone.
Y Farjn agregó: “De pensar que la salud es la ausencia de la
enfermedad, ellos plantean que desde que están en actividad lo que
aparece como sensación de salud es tener ganas de levantarse a la
3
mañana. Es saber que hay proyectos para la semana que viene,
para el mes que viene, para el año que viene”.
“Entonces, lejos de aburrirse en ese `tiempo libre`, comienzan a
sentir que ya no les alcanza el día por todo lo que tienen que hacer.
Esto podría traducirse como deseo de vivir, y es verdaderamente
saludable”, concluyó.

También podría gustarte