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LA XENOFOBIA EN ECUADOR EMPUJA A MIGRANTES

VENEZOLANOS A SALIR DEL PAÍS


QUITO — El domingo 20 de enero de 2018, una turba irrumpió a la
fuerza en un pequeño conjunto residencial en Ibarra, una ciudad
ecuatoriana a dos horas de la frontera con Colombia, para desalojar a
inmigrantes venezolanos. “Cuando nos asomamos por el balcón
vimos que venía gente corriendo, tal vez mil personas”, dice Rafael
Aular, un veterinario de 30 años que vive hace año y medio en la
ciudad de poco más de doscientos mil habitantes. Aular dice que él y
los otros cinco hombres que estaban en el departamento (junto a dos
mujeres y un par de niños) empezaron a trancar las puertas, pero
todo sucedió muy rápido. “De una patada tumbaron el portón”,
recuerda.

Daniel García, un comerciante de 25 años que vive en el


departamento, dice que después del golpe escuchó a la muchedumbre
entrar. “Gritaban: ‘Mátenlos, hijueputas, asesinos, les vamos a sacar
la madre’”, recuerda. Otro inquilino llamado Jesús Sánchez escuchó
que una voz ordenaba desde la vereda: “Sáquenlo, sáquenlo para
quemarlo”. En distintos puntos de Ibarra, grupos similares
invadieron y saquearon residencias y hostales donde vivían grupos de
venezolanos.

Estos ataques fueron el clímax de un fin de semana enrarecido por la


violencia y la xenofobia en Ecuador. La noche anterior, un video que
mostraba a un hombre asesinando a puñaladas a una mujer
embarazada había conmocionado al país. La filmación se propagó en
redes sociales con un detalle incendiario: el asesino era venezolano.
Según la ministra del Interior de Ecuador, María Paula Romo, el
sujeto actuó por celos. “Es un femicidio, es violencia machista”, dijo
vía WhatsApp.

Pero en las redes sociales y en muchos medios no era un problema de


violencia de género, sino de pasaporte. Al mediodía siguiente, el
presidente del Ecuador, Lenín Moreno, publicó un tuit en el que
anunciaba la “conformación inmediata de brigadas para controlar la
situación legal de los inmigrantes venezolanos en las calles, en los
lugares de trabajo y en la frontera”.

Desde Davos, Suiza, donde asistía al Foro Económico Mundial,


Moreno aseguró, además, que analizaba la posibilidad de crear un
permiso especial de ingreso al país para los venezolanos. “Les hemos
abierto las puertas, pero no sacrificaremos la seguridad de nadie”,
dijo.

En agosto de 2018, una corte frenó el intento del gobierno de exigir


un pasaporte vigente a los venezolanos para entrar al Ecuador. Según
el entonces ministro del Interior, Mauro Toscanini, la medida tenía
como fin “garantizar tanto la seguridad de los ciudadanos
venezolanos como la seguridad en nuestro territorio”. Según
organizaciones de derechos humanos, desde entonces se han abierto
al menos setenta pasos irregulares entre Colombia y Ecuador, donde
“coyoteros” cobran por pasar a los venezolanos.

Tras el femicidio en Ibarra, Moreno resucitó la idea de un permiso


diferenciado para los venezolanos. Para muchos, sus palabras fueron
un catalizador de la violencia. “Sin duda tuvieron un efecto en la
población”, dice Egleth Noda, directora de la organización Chamos
Venezolanos en Ecuador, dedicada a asistir a migrantes vulnerables
de Venezuela. Alfredo López, de la Asociación Civil Venezolanos en
Ecuador (ACVE) dice: “No fue xenofobia directa, pero lo que dijo se
prestaba para lecturas equivocadas. Al hablar de brigadas, el
presidente envió un mensaje que se iba malinterpretar”.

La ministra Romo, sin embargo, cree que las palabras de Moreno no


incitaron las reacciones. “El asesinato de una mujer embarazada
transmitido en vivo, con cerca de veinte millones de reproducciones,
me parece la única explicación del lamentable brote de violencia de
ese día”, apuntó. Javier Arcentales, especialista en movilidad humana
de la Universidad Andina Simón Bolívar, cree que las declaraciones
de Moreno fueron un grave error. “Juntó dos problemas —violencia
contra las mujeres y xenofobia— al culpar a una nacionalidad
específica por un asunto de inseguridad”.

Naciones Unidas estima que en 2019 el éxodo venezolano


superará los cinco millones de personas. Hasta finales del año
pasado, cerca de tres millones habían salido del país para escapar del
hambre, la violencia y la hiperinflación. Según datos oficiales, al
Ecuador han entrado cerca de un millón de personas desde 2017. Uno
de cada cinco se han quedado en el país.

“Ningún Estado estaba preparado para recibir este nivel de


migración”, dice Arcentales. “Colombia y Perú han adoptado medidas
que, aunque insuficientes, han permitido ordenar un poco más el
flujo migratorio y garantizar los derechos de los migrantes”. Sin
embargo, el abogado cree que la falta de una estrategia coordinada
entre los países receptores complica la situación de los venezolanos
exiliados. El saqueo de Ibarra es una de las expresiones más reciente
de una xenofobia que ha explotado ya en Brasil y en Perú.

“Los brotes de violencia son la explosión de una xenofobia


contenida”, dice Arcentales y señala que donde hay migración, se
repiten los mismos patrones. “En Europa pasa contra africanos y
musulmanes: es la misma dinámica de asociarlos con delincuencia,
falta de empleo”.

En el Ecuador, la violencia de esos mismos discursos se repite, a


pesar de que la mayoría de los venezolanos solo pasan por el Ecuador
en tránsito a otros países. “Mucha gente quiere ir a Perú y Chile. Unos
pocos, con cuadros de depresión, piden regresar a Venezuela”, dijo
Egleth Noda.
Según la directora de Chamos Venezolanos en Ecuador, las
principales razones que la mayoría da para no quedarse son
económicas. “Hay inestabilidad laboral: les dan empleo solo por tres
meses”. Según Alfredo López, de la ACVE, apenas el 20 por ciento de
los inmigrantes venezolanos en capacidad de trabajar tienen un
empleo formal.

Esta dinámica ha generado un círculo vicioso. “Hay un


aprovechamiento de ciertos patronos ecuatorianos”, dice Eduardo
Luján, abogado de la ACVE. “Les dicen a los venezolanos: te contrato
por el sueldo mínimo, pero no te afilio [a la seguridad social], no te
reconozco todas las prestaciones legales, no te doy las vacaciones
anuales”.

En la otra orilla, el reclamo común de quienes piden el cierre de


fronteras es que los venezolanos los están dejando sin trabajo. El
lunes 21 de enero, durante una marcha de unas cincuenta personas
que llegó hasta el lugar donde ocurrió el asesinato el sábado para
exigir “seguridad”, un joven con la cara cubierta con una bandera del
Ecuador dijo que había que prohibir la inmigración.

Según él, los venezolanos ofrecen los mismos servicios por la mitad
del precio que un ecuatoriano. “Ya no tengo trabajo”, dijo el
individuo, que no quiso revelar su identidad. “Ahora hay hasta una
ley que obliga a los hospitales a atender primero a los venezolanos”.

Esa ley no existe. Tampoco existe una “orden de las Naciones Unidas”
para “despedir ecuatorianos y contratar venezolanos” que fue citada
por otro asistente a la marcha. Y es falso que el asesino haya tenido
doble nacionalidad (colombovenezolana) y que era buscado por la
Interpol por asesinatos en Colombia.

La creencia popular de que la llegada de los venezolanos ha


incrementado el número de delitos en el Ecuador también carece de
sustento. El 92 por ciento de la población carcelaria, según el
Ministerio del Interior, es ecuatoriana. La ministra Romo dijo que en
2017, de los 884 homicidios intencionales que se registraron en el
Ecuador, ninguno fue cometido por venezolanos. En 2018, de los
novecientos asesinatos reportados, apenas quince detenidos eran de
esa nacionalidad.

Pero en el Ecuador, como en otros países de América Latina, los


rumores se propagan por las redes como una epidemia. Y las
declaraciones de políticos y funcionarios, que muchas veces ganan
rédito político alimentando los prejuicios, fomentan su contagio.

En una entrevista radial, el secretario de Comunicación del


gobierno, Andrés Michelena, repitió la reciente teoría de que Nicolás
Maduro está liberando a los presos de sus cárceles en las fronteras:
“Tenemos conocimiento de la estrategia de Maduro”, dijo Michelena,
pero no brindó ningún dato al respecto. Este rumor, que especialistas
consultados consideran inverosímil, no se sustenta en ninguna
información verificada.

La mañana del lunes 21, el vicepresidente del Ecuador, Otto


Sonnenholzner anunció que se impondría la exigencia del “pasado
judicial apostillado” a los venezolanos que quieran ingresar al país.
“El problema es que conseguir una apostilla en Venezuela puede
tomar un año o más”, explica el abogado Alfredo López de la
ACVE. Sin embargo, según ley ecuatoriana, los sudamericanos solo
necesitan su documento de identidad para ingresar al país. Por lo
tanto sería una medida discriminatoria, sostiene Arcentales, porque
“vincula una nacionalidad a una posible criminalidad y exige
documentos a los venezolanos que la ley no pide a otros
sudamericanos”.

Mientras algunos mitos sirven de excusa para cubrir problemas


estructurales preexistentes, el temor de los venezolanos en Ibarra, un
fenómeno nuevo, se ha vuelto real. El lunes, tras el saqueo y
vandalismo, ninguno se atrevió a salir a la calle. Rafael Aular dijo que
no había salido a trabajar porque temía por su vida.

Muchos venezolanos se fueron de la ciudad tras el brote de xenofobia.


El primer día después de que las turbas salieran a buscar venezolanos
se fueron cuarenta de ellos, según Egleth Noda. “Son los que vivían
en plazas y parques. De ellos, se dispersaron treinta que nunca
llegaron a Quito”. Dice que no sabe dónde estén. Entre las diez
personas que llegaron el lunes a la sede de Chamos Venezolanos en
Ecuador, había tres mujeres embarazadas. El martes llegaron trece,
incluida una niña de 4 años. Noda dice que siguen recibiendo
mensajes desde Venezuela de gente que busca a sus familiares
asentados en Ibarra y de los que no saben hace días.

Jesús Sánchez, uno de los hombres que vivió el saqueo y vandalismo


en el conjunto residencial donde vivía, es uno de los que se
marcharon de Ibarra. Dice que si no hubiera sido por unas vecinas
que, a gritos, le exigieron a la policía que hiciera algo, el domingo 20
de enero la turba podría haberlos matado. Sánchez se ha ido a Quito,
donde espera juntar suficiente dinero para comprar un pasaje e irse
del Ecuador, aunque no a Venezuela. Unos días antes, aún en Ibarra,
recordando la noche del domingo, dijo que jamás se habría
imaginado que algo así hubiese sido posible: “Ibarra era una ciudad
muy tranquila”.

https://www.nytimes.com/es/2019/01/28/ecuador-ibarra-
venezolanos/

Por JOSÉ MARÍA LEÓN CABRERA 28 de enero de 2019


Cuanta ignorancia! Es también un crimen actuar de esa manera hacia un inocente! Soy
Venezolana, viví 2 años en Quito. Jamás le hice daño a nadie y nunca pare de trabajar!
Vivo ahora en Italia y hay muchos ecuatorianos crimínales aquí! Ese venezolano no
representa a las millones de personas que salen de su país, llenos de sueños, que
trabajan y luchan día a día por llevar un plato de comida a su casa! Por darle todo a sus
hijos! Señores, sin importar nacionalidad en todas partes del mundo hay personas malas y
buenas! Solo hace falta tener un poquito de conciencia para entenderlo! No actúen en
base al odio que pueden sentir! Es muy fácil estar en su país y venir a maltratar a un
extranjero inocente! Pero me pregunto si con eso van a solucionar todos los problemas
sociales que padecen o si van a devolverle la vida a esa pobre muchacha! Ustedes
también se están convirtiendo en criminales! Abran los ojos por favor! Sinai Longa

60 mil venezolanos aproximadamente viven en Ecuador

La crisis política y humanitaria que atraviesa Venezuela ha acelerado la cantidad de


venezolanos que huyen del país, incluidas personas que migran hacia Ecuador. Según el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), cerca de 236.000
venezolanos ingresaron en Ecuador entre 2016 y septiembre de 2017. Aproximadamente tres
cuartas partes de estas personas continuaron hacia el sur, dejando un saldo migratorio en el país
de cerca de 62.000 personas. ACNUR también ha informado que Ecuador se ha convertido en
un país tanto de destino como de tránsito para los ciudadanos venezolanos que se dirigen a Perú
y Chile. El Ministerio del Interior de Ecuador ha informado que, en 2016, ingresaron al país
102.619 venezolanos y salieron 79.008.
La inmigración venezolana en Ecuador es un movimiento migratorio que se ha
intensificado en los últimos años debido a la crisis económica en Venezuela. Ecuador es el
tercer receptor de venezolanos en América Latina y el Caribe (después
de Colombia y Perú), con una población estimada de más de 250 000 migrantes a finales
de 2018.2
En el primer semestre de 2018, el saldo migratorio de ciudadanos venezolanos en Ecuador
fue positivo, alcanzando las 71 302 personas.3Según el Ministerio del Interior, unas 3 000
venezolanos ingresan diariamente al país, principalmente a través del Puente internacional
de Rumichaca.45
El 8 de agosto de 2018, el Gobierno declaró en emergencia las provincias de Pichincha,
Carchi y El Oro, para brindar "urgente atención a los flujos migratorios inusuales de
ciudadanos venezolanos".6 Desde el 18 de agosto de 2018, Ecuador exigirá a los
ciudadanos extranjeros que ingresen al país la presentación del pasaporte como requisito.7
Sin embargo, el juzgado de la Unidad Tercera de la Familia aceptó el 24 de agosto la
acción de medidas cautelares por 45 días contra la exigencia de pasaportes a los
venezolanos.8 Ese mismo día, Ecuador anunció el establecimeinto de un corredor
humanitario entre la frontera con Colombia y Perú.9
El 20 de enero de 2019, tras el asesinato de una mujer ecuatoriana a manos de un
migrante venezolano en Ibarra, el Gobierno de Ecuador anunció que reforzaría los
controles fronterizos y exigiría la presentación de los antecedentes judiciales a aquellos
venezolanos que quieran ingresar al país.10 Esa misma noche, ciudadanos indignados
llevaron a cabo una ola de ataques y protestas contra venezolanos residentes en Ibarra.11
Según el Gobierno ecuatoriano, a septiembre de 2018, un total de 116 496 venezolanos se
encontraban residiendo en Ecuador.1
La siguiente tabla muestra el crecimiento de la población venezolana en Ecuador entre los
años 2015 y 2018:

Venezolanos en Ecuador12

2015 2016 2017 2018

8 901 23 719 39 519 116 496

El Observatorio Latinoamericano de Desarrollo Sostenible señala que los migrantes son,


en promedio, más jóvenes que los nacionales ecuatorianos, y así mismo, que poseen un
mayor nivel educativo. Sin embargo, entre las principales problemáticas a las que se
enfrenta esta población están las altas tasas de desempleo, subempleo y
posible explotación laboral.3
La Xenofobia es el miedo o rechazo hacia lo extranjero, por lo general
expresado hacia grupos étnicos y/o raciales. Su nombre lo dice todo:
éste proviene de los términos griegos xénos (extraño, extranjero)
y phobos (miedo). La xenofobia tiene como ideología el rechazo y
exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia, a todo lo que
sea distinto y desconocido. En ella sobresale los prejuicios históricos,
lingüísticos, religiosos, culturales, e incluso nacionales. La xenofobia es
un miedo antiguo, no es innato, sino que es un elemento de las
formaciones egoístas y también de las aceptaciones del lenguaje,
desde muy pequeño el ser humano ha sabido diferenciar lo suyo con
respecto hacia lo demás.
1. Es el odio y rechazo, con manifestaciones que van desde el rechazo más o
menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y
asesinatos.
2. Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de
raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades
fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en
cualquier otra esfera de la vida pública.
3. Miedo a lo desconocido. Rechazar lo que es diferente.
4. Desconfianza, temor o rabia hacia los extranjeros.
5. Fobia a las personas desconocidas.
6. Forma de rechazo hacia el extraño, que se explica por una relación del
extranjero con los nacionales caracterizada por la ambigüedad

Un análisis de la Universidad Central de Venezuela, afirma que la diáspora en


Venezuela ha sido causada por el deterioro tanto de la economía como de lo social, el crimen
desenfrenado y la falta de esperanza para un cambio político en el futuro cercano, además uno
de los motivo de que huyeran de su país se debe a las altas tasas de criminalidad, el aumento de
la inflación y la expansión de los controles del estado.

En el primer semestre de 2018 en Ecuador, el saldo migratorio de ciudadanos venezolano fue


positivo, alcanzando las 71,302 persona, las cuales llegan a este país con sueños y esperanzas de
conseguir una vida digna, un trabajo estable y así poder ayudar a sus familias que se encuentran
aún en Venezuela.
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