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Tom Hanks

Homosexualidad

Artículo síntesis del Rev. Tom Hanks sobre homosexualidad para celebrar cómo aceptaron sus
modificaciones y una aproximación sin prejuicios sobre el tema en cuestión.

1. Vocabulario y homosexualidad en el AT.


2. Homosexualidad «sagrada» en el AT.
3. Homosexualidad en Grecia y Roma.
4. Homosexualidad en el NT.

I. VOCABULARIO Y HOMOSEXUALIDAD EN EL AT.


No hay ningún término hebreo ni griego para nominar tal orientación, que puede
referirse a sujetos masculinos o femeninos. El término homosexual no aparece en la
literatura sino hasta fi nes del siglo XIX. En los ti empos bíblicos no había específi camente
una comprensión elaborada de lo que actualmente se enti ende por orientación sexual. La
tan abusada palabra «sodomía» resulta inapropiada para describir la conducta
homosexual individual, ya que el pecado de los habitantes de Sodoma y Gomorra
comportaba una violación colecti va por parte de varones ostensiblemente
heterosexuales, que lo único que querían era humillar a los extranjeros, tratándolos
«como mujeres», despojándolos de su masculinidad (cf. Gn. 13:10-13; 18:16-33; 19:1-29).
El pecado de Sodoma, pues, fue específi camente un desprecio de las sagradas leyes de la
hospitalidad para con los extranjeros (D. Sherwin Bailey; Mc Neill; cf. Lc10:10-13).
El forzar sexualmente a los hombres, al igual que las mujeres era una prácti ca
abusiva común que usualmente se ejercía sobre los vencidos en las guerras como una
forma aberrante de humillación. No cabe duda que la violación y el asalto sexual no es lo
mismo que la relación sexual consensuada entre dos personas, sean éstas homo o
heterosexuales. “El fundamento de cualquier violación es el odio, no la preferencia o
inclinación sexual. Por eso es que muchas veces la violación homosexual es efectuada por
heterosexuales» (M. Bal, Death and Dissymmetry,Politi cs of Coherence in the Book of
Judges, 158-159. The University of Chicago Press, Chicago1988).
Lv. 20:13 condena la relación sexual entre varones al decir que el varón no se
acostará con un varón como si fuera una mujer, porque «es una abominación», cuyo
casti gado es la muerte de los implicados. Se califi ca de abominación (toebah) por varias
razones. La primera y esencial, es la comprensión precientí fi ca de que el semen masculino
contenía la totalidad de la vida naciente y que la mujer aportaba solamente el lugar de
incubación. De ahí que derramar semen por cualquier propósito no-procreati vo (cf. Gn.
38:1-11) en actos homosexuales masculinos, o de masturbación masculina, se
consideraba equivalente al aborto o al asesinato. Sin embargo, Mc Neill intenta limitar el
alcance de esta prohibición del Levíti co mediante su encuadramiento histórico-cultural:
«Se trata del 'Código de Santi dad' de los judíos, que conti ene sus austeras normas
rituales del culto a Yahvé. En este contexto, se explica bien la prohibición de las orgías
sagradas de los cananeos, ligadas a los ritos idolátricos de la ferti lidad en honor de
Astarté y de Baal. Los cananeos creían parti cipar en el proceso primaveral de los campos
por la comunión vital con sus dioses de ambos sexos, a través de la unión carnal con
prosti tutas y prosti tutos consagrados a ellos en sus templos. Por eso los hebreos, ante
cuyos asombrados ojos se desarrollaban estas fi estas rituales de los pueblos vecinos,
asociaban espontáneamente los actos homosexuales a la más depravada idolatría.
Hay que tener en cuenta el marco histórico-cultural de la religión cananea de la
ferti lidad» (Mc Neill).En segundo lugar, y conforme al tabú hebreo, y de la anti güedad en
general, de la mezcla de cosas de diferente categoría, el comportamiento del varón como
hembra en el acto sexual trastocaba el senti do del orden aceptado. En cuanto a Dt 23:17-
18 muy prob. se refi ere a prosti tución de heterosexuales involucrados en ritos cananeos
de ferti lidad, que se habían infi ltrado en el culto judío; la versión RV 1960,
inexactamente, lo califi ca de «sodomita», cuando se trata de lo que los griegos llamaban
hieródulos, personas consagradas a la prosti tución. Los mismos errores se dan respecto al
término gr. arsenokoítes, pl. arsenokoítai; de koíte, «cama», y ársen, «varón». Con
frecuencia ha sido mal traducido como «homosexuales» (DHH,BJ, NVI); «homosexuales»
en 1 Cor. 6:9 (RV95) y «sodomitas» en 1 Tim.1:10 (RV 60 y 95); e «inverti dos» (BP).
Aunque es una palabra rara cuyo signifi cado preciso ha sido disputado por mucho ti empo,
es obvio que se forma de dos palabras simples y comunes: varón(es)+cama.
También es obvio que en los dos textos que aparece «cama» no es literal, sino ti ene
un senti do metafórico que signifi ca algún ti po de acti vidad sexual. La traducción de
«cama-varones» por «homosexual» es totalmente inadmisible, pues: a) «homosexual»
incluye a mujeres (lesbianas) y «cama-varones» se limita explícitamente a varones; b)
«homosexual» es una palabra inventada a fi nes del siglo XIX para designar la «orientación
sexual» (un concepto cientí fi co moderno) de un grupo de personas; pero «cama-varones»
solamente se refi ere a cierta acti vidad sexual abusiva de varones, sin tomar en cuenta su
orientación sexual.

II. HOMOSEXUALIDAD «SAGRADA».


El empleo de la homosexualidad con fi nes cúlti cos es una cuesti ón suscitada por la
traducción de RV en la versión de Dt. 23:17 y los pasajes relacionados con ella. En este
pasaje, así como en 1R. 15:12, 14:24 y 22:46, RV traduce la palabra hebrea Qadesh por
sodomita: «No haya ramera entre las hijas de Israel ni haya sodomita de entre los hijos de
Israel». La palabra hebrea qadesh, fem. qadeshah, signifi ca simplemente hombre santo y
mujer santa respecti vamente. Es claro, a parti r de la terminología, que el tema no es la
prosti tución ni la homosexualidad en general, sino un determinado uso específi co del
sexo con fi nes cúlti cos. En verdad, las más recientes traducciones de la Biblia, incluyendo
la de Nácar-Colunga, traducen estas palabras en términos similares a «prosti tución
idolátrica», tanto para varones como para mujeres. El tema en todos estos pasajes es
aquel de la prosti tución cúlti ca tal como era conocida y practi cada entre algunos de los
vecinos de Israel, parti cularmente los cananitas, con los cuales Israel vivió lado a lado
durante siglos.
La prosti tución cúlti ca entre los cananitas era una parte integral de su expresión
religiosa, para ellos básicamente una religión de la ferti lidad, interesada casi
exclusivamente en el proceso de la agricultura, el matrimonio y la existencia humana. En
el sistema cananita de creencias, la acti vidad sexual con y por intermediación de
prosti tutas cúlti cas era un medio a través del cual el celebrante actuaba en nombre de los
dioses mismos con la fi nalidad de regenerar la vida en cada una de sus esferas. Estos
funcionarios cúlti cos representaban a los dioses y a las diosas que eran responsables de
la vida misma y quienes disfrutaban de la bienaventuranza sexual como un medio a través
del cual la vida se perpetuaba sobre la faz de la ti erra.
Este sistema fue rechazado totalmente por el pueblo de Israel, en primer lugar, a
causa de su comprensión de Dios. El Señor de Israel no tenia pareja sexual en los cielos,
tampoco estaba identi fi cado con ninguno de los aspectos de la naturaleza o del fenómeno
natural, y por ello no tenía necesidad de acti vidad sexual en la celebración del pueblo. El
sexo para Israel era un don gratuito de Dios quien no lo experimentaba en sí, y tenía
como propósito propio tanto el placer como la procreación.
Pero el sexo no era una acti vidad cúlti ca. Los textos donde se habla de los
«prosti tutos sagrados» (Dt 23:17; 1 R 14:24; 15:12; 22:46; Job 36:14), condenan en
primer lugar la sacralización pagana de la prosti tución varonil, ocupándose, pues, del
sexo anal ejercida en los lugares sagrados durante los cultos orgiásti cos. Por lo tanto, la
prohibición de Dt. 23:17 y el juicio contra los «hombres santos» y las «mujeres santas» no
ti ene nada que ver con la prosti tución o con la sodomía, como traduce RV. En verdad, en
la religión de ferti lidad del anti guo Canaán era una acti vidad heterosexual conducente a
la concepción la que se practi caba, más que una acti vidad homosexual.
El AT condena en primer lugar la sacralización pagana de la prosti tución masculina,
al tratar del sexo anal en los lugares sagrados durante los cultos orgiásti cos (Dt. 23:18-
19. 1 R. 14:24; Job 36:14). El libro del Levíti co condena no solamente la prosti tución
sagrada, sino el sexo anal entre varones (Lv. 18:22) y amenaza con pena de muerte para
ambos varones involucrados (Lv. 20:13), pues así ambos se contaminan y son impuros,
aun cuando uno de los dos podría ser violado o un menor de edad ser vícti ma de abuso.
El contexto de Lev 18 y 20 enfati za casi exclusivamente lo que llamaríamos prohibiciones
del «incesto» (18:6-18; 20:11-12,17,19-21). Según las lecturas tradicionales Lev 18 y 20
prohíben solamente el abuso masculino incestuoso de mujeres pero no el de otros
varones aunque este abuso fue el primero descrito en la Biblia (p.ej. Ham y Noé en Gen
9:21-22). Entendido como la prohibición del abuso incestuoso masculino, 18:22 y 20:13
simplemente exti enden las prohibiciones del capítulo a los varones de la familia, del
mismo modo que 18:6-18 lo hace para las mujeres.

III. HOMOSEXUALIDAD EN GRECIA Y ROMA.


El lugar del homosexual en la sociedad y la percepción de la homosexualidad cambia
muchísimo entre las sociedades y las épocas. En la Grecia antigua, por ejemplo, fue considerado
normal que un muchacho (entre la pubertad y el crecimiento de la barba) fuera el amante
de un hombre mayor, el cual se ocupaba de la educación política, social, científica y moral del
amado. Pero se consideraba más extraño que dos hombres adultos mantuviesen una relación
amorosa (aunque se ve que era normal en la relación entre Aquiles y Patroclo, o en las parejas de
soldados tebanos y hasta en la relación entre Alejandro Magno y Hefestión).
La situación de la mujer, al contrario de lo que podría pensarse, era muy diferente y los actos
de homoerotismo femeninos no estaban bien vistos. La máxima griega era, a este respecto, que la
mujer era para la reproducción, pero el hombre para el placer. Se reconocía que era necesario
preservar la estirpe, la especie, pero que solamente se podía encontrar placer en la relación íntima
con otro hombre.
En la antigua Roma, que tenía un sistema similar, era normal que un hombre penetrara a un
esclavo o a un joven, mientras que lo contrario era considerado una desgracia. De Julio César, el gran
genio militar, creador del Imperio, se decía que era vir omnia mulieris et mulier omnia virorum, esto
es, «el hombre de todas las mujeres y la mujer de todos los hombres». Y aunque se decía que había
perdido la virginidad con un rey (aludiendo a su estadía en Asia Menor como huésped de un rey), eso
no fue motivo de menoscabo efectivo para él. Marco Antonio y Octavio (después conocido como
Augusto César), tenían amantes masculinos. Según Séneca, los esclavos eran obligados a veces a
desempeñar el papel pasivo en el sexo anal entre varones.
Los niños eran explotados sexualmente por hombres mayores. Todo esto, como era de esperar,
escandalizaba al mundo judío. Filón de Alejandría condena la actividad homoerótica clasificándola
entre la bestialidad (Leyes especiales 3,37-42).

IV. HOMOSEXUALIDAD EN EL NT.

1. Jesús
Llama la atención la ausencia de cualquiera referencia a las actividades homoeróticas en los
Evangelios, a pesar de que las claras condenaciones a estas prácticas en la literatura rabínica hacen
suponer que eran prácticas conocidas.
Jesús asumió, practicó y confirmó muchas de las prácticas de la tradición judía en la cual fue educado.
Por otro lado, demostró mucha libertad frente a las costumbres de su pueblo, distanciándose de todo
tipo de discriminación social y asumiendo con firme delicadeza la defensa de los marginados de su
tiempo, como ilustran las historias de la mujer adúltera (Jn 8:1-11) y de la mujer de mala fama (Lc
7:36-50), cuyos delitos estaban precisamente en el área sexual. Sin embargo, ni para atacarlos ni para
defenderlos Jesús se refirió a las prácticas homoeróticas.
Jesús habló sobre varios asuntos de orden sexual: >matrimonio, > adulterio, > celibato y > divorcio
fueron temas de importantes discursos realistas y a veces innovadores, hasta revolucionarios, pero ni
una palabra sobre el homoerotismo.
A pesar de esto, el relato sobre la sanación del siervo del centurión ha dado que pensar en relación a
este tema (Mt. 8:5-13; Lc 7:1-10). La palabra original usada para el sirviente es pais, la cual en la
cultura griega puede tener tres sentidos: siervo, hijo y amante (casi siempre joven), y puede resultar
escandalosa. El texto paralelo de Lc 7:2 presenta a ese país como doulós, es decir, como un criado al
servicio de centurión, pero señala que le era «muy querido», en el original gr. Éntimos (de donde
viene «íntimo»), y tenía unas connotaciones amorosas que no tenía agapetós, que se suele traducir
por amado. «En principio, el centurión podría ser judío, pues está al servicio de Herodes, en el puesto
de frontera de su reino o tetrarquía (Cafarnaúm). Pero el conjunto del texto le presenta como un
pagano que cree en el poder sanador de Jesús, sin necesidad de convertirse al judaísmo (o
cristianismo). Pues bien, como era costumbre en los cuarteles (donde los soldados no podían convivir
con una esposa, ni tener familia propia), este oficial tenía un criado-amante, presumiblemente más
joven, que le servía de asistente y pareja sexual. Este es el sentido más verosímil de la palabra pais de
Mt 8:6 en el contexto militar» (X. Pikaza). De modo que el centurión pide a Jesús que cure a su
amante y Jesús responde de manera positiva.
Por otra parte, es llamativa la actitud de Jesús acerca de los > eunucos y su enseñanza al respecto:
«Hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos así por los
hombres y hay eunucos que a sí mismos se hicieron por causa del Reino de los Cielos. El que sea
capaz de recibir esto, que lo reciba» (Mt 19:10-12). Los «nacidos eunucos», en el lenguaje
precientífico de la época no son otros que aquellos cuya orientación sexual viene dada con su
nacimiento. En los días de Jesús hubo tres tipos de personas llamadas eunucos: célibes, aquellos que
eran esclavos y fueron castrados para que no tuviesen descendencia y aquellos que «nacieron
eunucos». La realeza y las familias opulentas podían utilizar esclavos castrados para trabajar y cuidar
a las concubinas o a las esclavas. Sin embargo, cuando asignaban esclavos a los miembros femeninos
de la realeza, ellos podían escoger esclavos homosexuales. Con los miembros femeninos, no sólo era
importante evitar embarazos innecesarios, sino también violaciones.

2. Pablo
Tres son los textos comunes citados en los que Pablo refiere al sexo anal entre varones: Ro. 1:27; 1
Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10.
En Romanos 1 Pablo repetidamente habla de los cambios introducidos por la humanidad desde la
introducción del pecado en el mundo en términos peyorativos:
1) «cambiaron» la gloria del Dios verdadero por imágenes idolátricas (1:23, 25);
2) las hembras «cambiaron» el tipo de relación sexual natural y procreativa por la práctica de sexo
anal con varones, evitando así el embarazo (1:26);
3) los varones «dejaron» el uso natural-procreativo de la mujer y lo cambiaron por sexo anal con
otros varones (1:27).
Este texto se inscribe claramente en contexto de idolatría: los actos homogenitales son el resultado
de la idolatría y no la inversa, es decir según este pasaje una persona no es idólatra porque comete
actos homoeróticos sino que porque es idólatra, es decir por no reconocer y glorificar a Dios, ni darle
gracias (Ro 1:21), llega a cometer ciertos actos homoeróticos.
Pablo parece dar por sentado que aquellos a quienes condena, son heterosexuales y están actuando
contrariamente a la naturaleza, «dejando», «abandonando» o «cambiando» su orientación sexual
natural por relaciones de lujuria; no relaciones de genuino amor entre personas del mismo sexo.
Siguiendo algunas tablas morales de su tiempo, Pablo presenta un retablo de los grandes males de la
sociedad de su entorno, que se fundan a su juicio en el abandono de Dios y la entrega a la idolatría.
Ciertamente la cultura religiosa pagana entre la cual se movió el apóstol Pablo estaba íntimamente
relacionada con prácticas sexuales muy perversas, especialmente las relacionadas con el culto a
Dionisio y Cibeles. Las personas a las que se refiere el apóstol, son sin lugar a dudas en su mayoría
heterosexuales que como consecuencia de la idolatría y del desconocimiento del verdadero Dios son
seducidos por el engaño y la lujuria dominante en la cultura y en las religiones orientales entregadas
a la promiscuidad e impureza.
En 1 Cor 6:9-10 dice: «No erréis; ni los fornicarios [pornoi], ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados [malakoi], ni los que se echan con varones [arsenokoitai]..., heredarán el reino de Dios».
Este es un texto muy controvertido por motivos lingüísticos. Malakós, no se refiere directamente a la
homosexualidad, aunque tampoco la excluye, significa más bien el hombre de carácter blando,
libertino o licencioso, gente suave, delicado; por lo tanto, tampoco necesariamente «afeminados».
“Afeminado” en la antigüedad denotaba al varón que pasaba la vida con mujeres en vez de ir a
la guerra. Los arsenokoítai, en cambio, son lit. aquellos hombres que mantienen relaciones
carnales con otros hombres, a través del coito anal. Sin embargo, traducirla directamente por
homosexuales es un error, pues designa más bien a los concubinos prostitutos, tal vez en relación con
los cultos paganos de Corinto. Es probable que el término arsenokoítai haya sido tomado de la
lectura de la LXX) del Lev. 20.13 donde aparecen ambas raíces de las formas griegas: «jos an
koimeze meta arsenos koiten gynaikos» («si uno se acuesta con otro como se hace con mujer»).
En 1 Tim 1: 9-10 la prohibición del adulterio aparece como prohibición de la prostitución/relaciones
sexuales injustas/irresponsables (gr. pórnois) y también de “cama-varones” (gr. arsenokoítais). La
ocurrencia de palabra en 1 Tim. 1:10 nos ayuda a precisar el sentido, pues ocurre entre una
referencia a relaciones sexuales injustas e irresponsables (gr. pórnois) y otra palabra que significa
«traficantes de esclavos». Varones y mujeres heterosexuales y bisexuales podrían involucrarse en el
negocio con esclavos y en la prostitución que 1 Tim. condena como vicios. Pero muchas personas de
orientación homosexual se abstienen de toda actividad sexual, sobre todo de la sexualidad abusiva de
1 Tim. 1:10. Según los últimos estudios de «cama-varón[es]», la palabra parece señalar relaciones
sexuales abusivas en el contexto de explotación, opresión y abuso, probablemente relacionadas con
la compra/robo de muchachos para usarlos en la prostitución masculina.

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