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HISTORIA
La minería se desarrolla en el Perú desde épocas inmemoriales, muestra de ello son las piezas
de orfebrería y ornamenta que utilizaban las autoridades de las distintas culturas preincaicas,
las cuales eran trabajadas en oro y plata principalmente, y otros casos con piezas marinas como
las conchas espondilus.
Las culturas Chavín (900 a.C.), Vicus (900 a.C. – 300 d.C.), Paracas (700 – 500 a.C.), Nasca (100
d.C.), Mochica (80 d.C.) y más recientemente Tiahuanaco y Wari, conocieron la minería
metálica y desarrollaron la metalurgia.
La minería incaica estuvo circunscrita al oro, plata y cobre. Los dos primeros utilizados para
adornar templos, casas y elaborar objetos personales. Por su parte, el cobre se usó para
herramientas, utensilios y armas, entre otros.
En la República, se inicia la explotación del guano y el salitre antes de la guerra con Chile.
Posteriormente, una pléyade de ingenieros egresados de la Escuela de Ingenieros Civiles y de
Minas de Lima, junto a un grupo de profesionales peruanos y extranjeros, hicieron comprender
la necesidad de la técnica para iniciar una nueva etapa de la minería.
Desde 1950, la industria minera en el Perú ingresa a una nueva fase de desarrollo como
consecuencia de la nueva política implementada con el Código de Minería de ese año.
En la década del 90 con el cambio del modelo económico y la apertura del mercado se inicia
una fase expansiva sin precedentes que llega hasta la actualidad, en que la minería se ha
constituido en el pilar fundamental de la economía peruana.
La minería es el principal sector exportador del país, ya que explica el 59% de las exportaciones
totales. Es el principal pagador de impuestos, con más de 15% del total de recursos tributa- rios
recaudados y 30% del Impuesto a la Renta corporativa, y representa más de 21% de la inversión
privada en 2011. En aquellos departamentos donde la minería es preponderante, es el
principal financiador de los presupuestos locales a través del canon y las regalías. La minería ha
adquirido relevancia para explicar la evolución de la inversión nacional, situación que será más
clara dadas las perspectivas de proyectos mineros de clase mundial. Si bien, la producción
minera en volúmenes se ha estancado en años recientes, en los próximos años se espera la en-
trada de grandes proyectos que incrementará el valor agregado del sector que tendrá impactos
beneficiosos en la economía.
El principal impacto generado por la actividad minera en el nivel de vida de las personas es el
aumento en el ingreso de las familias asentadas en las localidades donde se desarrolla dicha
actividad. Este aumento, además, se produce junto con la dinamización de los mercados la-
borales locales sin un efecto negativo sobre la actividad agrícola. De acuerdo a los resultados
analizados, no hay una pérdida en los ingresos agrícolas en las localidades mineras. Se observa
también una reducción de los niveles de pobreza y pobreza extrema (dependiendo del modelo
analizado) asociado a la actividad minera y mayores índices de desarrollo humano. Estos resul-
tados son claramente mayores en el caso de la gran y mediana minería.
En otras dimensiones del bienestar como educación y salud también se observan efectos posi-
tivos. Por ejemplo, se verifican impactos a nivel de menor desnutrición infantil y analfabetismo.
Nuevamente, cuando los efectos son positivos, se asocian casi exclusivamente a las operacio-
nes medianas y grandes. Por el contrario, en el caso de las operaciones pequeñas, es interesan-
te observar que a nivel de salud de la población (medida como mortalidad infantil y esperanza
de vida), los resultados parecen indicar un retroceso. Es posible que este hallazgos se asocie
con la alta correlación existente entre pequeña minería y minería informal. Finalmente,
respecto a infraestructura social los resultados son menos claros. Por ejemplo, si bien se
observa que la minería estaría generando cierto efecto en el aumento de la cobertura eléctrica
y de telecomu- nicaciones (sobre todo en el caso de la gran minería), ese no es el caso en agua
y saneamiento donde los resultados no son evidentes.
“La minería tiene una presencia importante en el país. Genera un gran impacto en el resto de la
economía”, comenta Carlos Casas, ex viceministro de Economía y actual director del Centro de
Estudios sobre Minería y Sostenibilidad de la Universidad del Pacífico.
“Pretender que haya un Perú sin minería, no es un escenario factible. Se habla de diversificar,
pero eso no debe significar reemplazar la minería por otras actividades, sino construir con la
minería”, sostiene Casas.
BUSCANDO ALTERNATIVAS
La agricultura puede ser una gran generadora de divisas. El ministro del sector, Juan Manuel
Ni siquiera el desarrollo forestal por el que debería apostarse permitiría acercarse a las
exportaciones mineras, pues en el Ministerio de Agricultura se estima que al 2021 las ventas
del sector podrían llegar a los US$3.000 millones.
“En vez de buscar un sustituto para la minería, deberíamos trabajar para que la minería se
convierta en un sector querido y admirado”. Para ello, propone que se trabaje en visibilizar los
impactos positivos de la minería en la economía nacional, en llevar infraestructura y servicios
públicos a las zonas donde opera la minería, en fomentar alianzas entre empresas y
comunidades, reconocer que la minería ha causado daños ambientales en el pasado y en
alcanzar licencias sociales para el sector.
‘No más minería’ no soluciona nada, pues estaríamos desperdiciando un recurso que no
tenemos con qué cambiarlo. Sin embargo, advierte que no todos en el país sienten que la
minería es tan vital, debido a que la mayor parte de los beneficios de esta actividad salen de la
zona de extracción.