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CORRIENTE ECONOMICA KEYNESIANA

La teoría keynesiana se basa en la idea fundamental de que la intervención del gobierno


en la economía puede estabilizar la economía, aumentando los niveles de empleo y
producción, principalmente mediante el aumento del gasto público en períodos de
desempleo. Para conocer más sobre esta teoría es importante conocer su origen.

El keynesianismo es una teoría económica


propuesta por John Maynard Keynes,
plasmada en su obra Teoría general del empleo,
el interés y el dinero, publicada en 1936 como
respuesta hipotética a la Gran Depresión de
1929.

La economía keynesiana se centró en el análisis


de las causas y consecuencias de las variaciones
de la demanda agregada y sus relaciones con el
nivel de empleo y de ingresos. El interés final de
Keynes fue intentar dotar a las instituciones nacionales o internacionales de poder para
controlar la economía en las épocas de recesión o crisis. Este control se ejercía mediante
el gasto presupuestario del Estado, política que se llamó política fiscal. La justificación
económica para actuar de esta manera parte, sobre todo, del efecto multiplicador que,
según Keynes, se produce ante un incremento en la demanda agregada.

Surgimiento de la Teoría Keynesiana


Hacia principios de los años 30 del siglo pasado el mundo entraba en una crisis muy
profunda, los niveles de desempleo y marginación se extendieron por la debacle
conocida como la “Gran Depresión” que, iniciada en Estados Unidos, se dilató a todo el
mundo capitalista. Por aquel entonces reinaba en el mundo académico económico las
teorías de los denominados clásicos, expresión que Karl Marx usó para envolver las
ideas de economistas como Adam Smith y David Ricardo; a los que Keynes sumará
los nombres de John S. Mill, Francis Edgeworth, Alfred Marshall y Arthur Pigou.
Los pensadores clásicos cuponían pleno empleo para todos los factores de la
producción, si bien hay momentos de la vida económica en que esto no sucede así,
afirmaban que hay una clara tendencia a su cumplimiento. Si la economía demora en
llegar a su equilibrio, esto sucede por la existencia de intervenciones por parte del
gobierno o de poderes monopólicos que impiden el correcto funcionamiento de la
competencia. Sólo admitían la existencia de paro voluntario, es decir, los individuos que
deciden por propia voluntad no ofrecer sus servicios en el mercado laboral al salario
vigente; y paro friccional, que incluye los individuos que cambian de trabajo y al hacerlo
transcurre un tiempo desde el cese de la última ocupación hasta el comienzo de la nueva.

Entonces la teoría clásica intentaba explicar cómo asignar los recursos


productivos, el desempleo no era un problema a resolver y como los
mercados son autorregulables, los niveles de desempleo pronto serían
reducidos por las mismas fuerzas que operan en el mercado, evitando así
un gran desempleo. Estos economistas pronto caen en descrédito puesto
que se hace casi imposible sostener dichas teorías ante la abrumadora
realidad de la crisis de 1929.
La idea revolucionaria

Keynes argumentaba que una demanda


general inadecuada podría dar lugar a largos
períodos de alto desempleo. El producto de
bienes y servicios de una economía es la suma
de cuatro componentes: consumo, inversión,
compras del gobierno y exportaciones netas.
Cualquier aumento de la demanda tiene que
provenir de uno de esos cuatro componentes.
Pero durante una recesión, suelen intervenir fuerzas poderosas que
deprimen la demanda al caer el gasto. Por ejemplo, al caer la economía la
incertidumbre a menudo erosiona la confianza de los consumidores, que
reducen entonces sus gastos, especialmente en compras discrecionales
como una casa o un automóvil. Esa reducción del gasto de consumo puede
llevar a las empresas a invertir menos, como respuesta a una menor
demanda de sus productos. Así, la tarea de hacer crecer el producto recae
en el Estado. Según la teoría keynesiana, la intervención estatal es
necesaria para moderar los auges y caídas de la actividad económica, es
decir, el ciclo económico.

Hipótesis subyacentes de la Teoría Keynesiana

Inflexibilidad de salarios: El
mercado por sí solo no es
autorregulable al menos con la
rapidez necesaria, el hecho de
que por un tiempo considerable
no siempre los mercados están
correctamente equilibrados se da
por la existencia de rigideces en
los precios, especialmente si
hablamos de salarios nominales
en el mercado laboral. La teoría clásica falla al esperar que el mismo
exceso de oferta en el mercado laboral, léase desempleo, sea el
propulsor de una baja en el salario que logre eliminar tal desequilibrio;
pues, siguiendo a Keynes, los clásicos no están considerando la
existencia y actuación de las asociaciones obreras y la legislación de
protección social que son parte integrante de la escena económico-
política.
Teoría de la demanda efectiva:
Para la teoría keynesiana, el empleo
total depende de la demanda total y el
paro es el resultado de una falta de
demanda total. La demanda efectiva se
manifiesta en el gasto de la renta, si
aumenta la renta de una comunidad
también aumentará su consumo, pero
éste menos que aquella. Por lo tanto,
para que haya una demanda suficiente para mantener el nivel de
empleo, se debe verificar un nivel de inversión equivalente a la
diferencia entre la renta y el consumo. Por ello podemos decir que la
inflexibilidad de salarios no es el único factor que desencadena el
desempleo, aun cuando exista competencia perfecta en los mercados
y todos los precios milagrosamente se ajustaran instantáneamente,
las decisiones de los inversores influirán sobre la demanda efectiva y
por último en el nivel de empleo.

El interés como premio por no


atesorar: En la teoría
keynesiana, el dinero
desempeña las funciones de ser
unidad de cambio, medida de
cuenta y reserva de valor.
Considerando esta última
función, los que poseen más
renta de la que consumen tienen
como alternativas atesorar
dinero, prestarlo a una determinada tasa de interés o invertir en una
actividad que brinde cierto beneficio. Si las personas deciden
acumular riqueza en forma estéril, debe haber un por qué al tomar esta
decisión. Para Keynes cada individuo posee una preferencia por la
liquidez que combinada con la cantidad de dinero determina la tasa
real de interés en un momento dado. Es decir, la gente atesora dinero
porque existe incertidumbre acerca de la evolución de las variables
económicas y con ello “los poseedores de dinero tienen un tipo de
seguridad del que no gozan los poseedores de otras especies de
riqueza.

Consideraciones del ciclo


económico: La demanda agregada
privada se compone de consumo
privado e inversión privada, esta
última es la fuente principal de
impulsos que desencadenan
fluctuaciones económicas; las
decisiones de inversión dependen a
su vez de las expectativas sobre la
rentabilidad futura, las cuales tienden a ser inestables. Los cambios
en el optimismo o pesimismo de los inversores Keynes los denominó
“animals spirits” y los señaló como los causantes de desplazamientos
en la demanda agregada y, a través de ella, en el producto agregado
y en los niveles de desempleo.

Resumen de la “teoría general”


Ayudados por el siguiente esquema tomado de Dillard (1962) podremos
formarnos una idea más acabada de la teoría general del empleo:
Ya dijimos que en la teoría keynesiana, la demanda agregada se compone
de consumo e inversión. A su vez, el consumo es función de las
características psicológicas de una sociedad que Keynes llamó propensión
al consumo y del ingreso global o volumen de la renta. El gasto en inversión
juega un papel fundamental, pues la propensión al consumo es bastante
estable. Esta inversión depende de la tasa de interés y la eficacia marginal
del capital. A su vez, la tasa de interés es el premio por no atesorar dinero y
depende de la preferencia por liquidez del público y del volumen de dinero,
este último es controlable por la autoridad monetaria. Por otro lado, cabe
destacar que la eficacia marginal del capital, a la cual Keynes le atribuye
importancia capital en la generación de los ciclos, depende de la previsión
de beneficios que es una variable inestable, encontrándose influida por la
confianza comercial, por el “animal spirit”.

Crisis de la Teoría Keynesiana y contribución neo-keynesiana

Hacia principios de la década del 70 el mundo experimentó una nueva crisis


conocida como estanflación, es decir estancamiento del producto
conjuntamente con inflación de precios, que puso en tela de juicio e hizo
caer en descreimiento al paradigma de la teoría keynesiana. Las ideas de
política del gran economista del 30 resultaban en un embrollo frente al gran
problema económico mundial, llegando muchos a culpar de tal crisis a las
políticas inspiradas en las propuestas formuladas por Keynes.
Se entendía, siguiendo el modelo keynesiano, que un exceso de demanda
efectiva podía provocar inflación y una demanda efectiva deficiente el
desempleo, pero no era considerada la posibilidad de ocurrencia de ambos
problemas a la vez.
Esto dio lugar, por un lado, al surgimiento a nuevas teorías que atacaban
los postulados keynesianos y, por otro, a principios de los años 80 una
nueva generación de economistas hiciera una revisión de las ideas
keynesianas originarias, sobre todo en el Instituto Tecnológico de
Masachusset (MIT) y en la universidad de Harvard, los que pasaron a
denominarse neo-keynesianos.

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