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Instituto Tecnológico de Buenos Aires

Formación General I

CLARÍN, Lunes 11 de setiembre de 2000

TENDENCIAS

El futuro no está escrito


Así como en la naturaleza una partícula puede modificar todo un sistema, con la globalización y
la revolución de las redes, el comportamiento individual determinará la evolución de toda la
especie humana

ILYA PRIGOGINE. Premio Nobel de Química 1977.

Fernand Braudel, el historiador de la economía, escribió una vez que "los


acontecimientos son polvo", insistiendo en la importancia determinante de "la larga
duración" en los procesos históricos. Federico Mayor, bioquímico y ex director de la
UNESCO, sostiene lo contrario: que la discontinuidad de la historia indica que los
acontecimientos desempeñan un papel fundamental.

¿Qué queremos decir con "acontecimientos"? Probablemente estemos de acuerdo


en que, en el siglo XX, la revolución rusa de 1917 y la caída del Muro de Berlín
fueron "acontecimientos". Cualquiera de ellos podría haber ocurrido o no. Pero la
posición de la luna en 1.000 años no se consideraría un acontecimiento porque
puede predecirse a través de las leyes newtonianas del movimiento de los cuerpos.

¿Pero hay también acontecimientos en la naturaleza? Las ciencias sociales


cuestionan hace mucho las leyes deterministas por el libre albedrío que tienen las
sociedades humanas para hacer elecciones. ¿Pero es posible que los sistemas
naturales estén mucho menos atados por las leyes deterministas de lo que la física
y la biología han estado dispuestas a aceptar hasta ahora? La forma de elección de
la naturaleza es lo que denomino "bifurcación". En los sistemas naturales
complejos, tal como ocurre en una sociedad, el futuro no está dado. Dentro de
ciertos límites, puede ir por un camino o por otro. Así podemos hablar de la
"creatividad" de la naturaleza.

La diversidad de las especies es quizá el ejemplo más obvio. Por caso, hay
alrededor de 12.000 especies de hormigas conocidas. Es muy difícil imaginar
que todas ellas ya estaban programadas en el momento del Big Bang.

El pasado no ha sido determinado pues lo que ha acontecido realmente fue más bien una realización
entre muchas posibilidades que podrían haber ocurrido1. Del mismo modo, el futuro no está
determinado porque habrá acontecimientos cuyo resultado no podemos predecir.

Cuanto más estudiamos la naturaleza, más nos impresiona su complejidad. Hasta


las partículas más diminutas se organizan durante un estado de desequilibrio y
aparente desorden.

1 La frase en cursiva sustituye a la que se publicó en texto publicado del diario Clarín, que decía:
“Aunque ahora pueda parecer que el pasado no ha sido determinado, en realidad se trata de una
realización entre muchas posibilidades que podrían haber ocurrido.” [Nota de Juan Ruibal]
La complejidad es la consecuencia de las situaciones distantes del equilibrio que
predominan en la naturaleza. Un ejemplo clásico de complejidad en la
hidrodinámica son los remolinos de Benard. Si calentamos un líquido desde abajo,
al principio sólo tendremos conductividad térmica hacia la capa superior más fría.
Pero, si aumentamos la diferencia de temperatura observaremos la formación de
remolinos que parecen pequeños tornados. Esta formación corresponde a miles
de millones de partículas cuyo movimiento se correlaciona con el movimiento de las
partículas que las rodean, produciendo flujos organizados en gran escala.

Remolinos
En estos remolinos de Benard vemos un caso muy simple en el que un sistema
evoluciona de un desorden macroscópico en un estado de cuasi equilibrio a una
organización macroscópica notable debida a interacciones moleculares bajo fuerzas
que están lejos del equilibrio.

El caso de los remolinos de Benard parecería no responder a la formulación usual


de la segunda ley de la termodinámica, que destaca el papel destructivo de la
entropía, o la disipación de energía. En cambio, como hemos visto, la distancia con
respecto al equilibrio puede llevar a la formación de nuevas estructuras.

Todavía no conocemos el origen del Big Bang, pero podemos imaginar que estuvo
precedido por lo que se denomina un "vacío cuántico" en el cual no había partículas
presentes, únicamente fluctuaciones cuánticas. Si las partículas fueron creadas
así en el momento del Big Bang, significa que el Big Bang sería el proceso
irreversible "por excelencia". Desde ese momento en adelante, ha estado
avanzando una "flecha de tiempo" en la cual la entropía no lleva a la disipación,
sino a la posibilidad de acontecimientos y estructuras nuevas no determinados de
antemano. Ahora podemos ver que la evolución está asociada a la entropía.

El ideal clásico de la ciencia era describir la naturaleza como una geometría. Ahora
vemos que la naturaleza está más cerca de la biología y la historia humana,
ya que también en la naturaleza hay un elemento narrativo. En realidad, cuanto
más entendemos la estructura del universo, más comienza a tener elementos
comunes con las sociedades humanas.

Volvamos a los acontecimientos. Los acontecimientos no se dan aislados, sino que


son resultado de la interacción de diversas influencias.

En la revolución rusa de 1917, el fin del régimen zarista podría haber adoptado
diferentes formas. El desenlace que finalmente se produjo fue resultado de
numerosos factores, entre otros, la debilidad del zar, la impopularidad de su
esposa, los titubeos de Kerensky y la firmeza de Lenin. Estas "microestructuras" y
sus destinos fluctuantes determinaron el resultado eventual de la crisis.

La ciencia moderna nos ha dado una comprensión más profunda del mecanismo del
acontecimiento. En física o química, los acontecimientos están asociados a las
bifurcaciones. Cuando seguimos la trayectoria de un sistema, pueden aparecer
situaciones en las que la trayectoria se vuelve cada vez más inestable y finalmente
se descompone en una multiplicidad de trayectorias nuevas.

Cuál de esas ramas resultará elegida es una cuestión de probabilidad. Siempre he


pensado que la idea de bifurcación es una metáfora útil para las ciencias sociales.
Naturalmente, no pretendo sugerir que las ciencias humanas se reduzcan a la
física. Pero entender la ciencia de la complejidad es una metáfora mucho más útil
que el tradicional recurso a la física newtoniana.

La historia humana puede ser vista como una sucesión de bifurcaciones, como, por
ejemplo, la transición de la edad paleolítica a la neolítica, que se produjo casi al
mismo tiempo en todo el mundo. Esta transición se presenta como una bifurcación
ligada a una nueva explotación sistemática de los recursos vegetales y minerales.
Sin embargo, de esta bifurcación surgieron muchas ramas como el neolítico chino,
el neolítico de Oriente Próximo o el neolítico precolombino. La transición a una edad
neolítica dio nacimiento a sociedades jerárquicas, conforme la división del trabajo
instaló la desigualdad. Esta, a su vez, llevó a la esclavitud.

Estoy convencido de que nos acercamos a una bifurcación de magnitud similar


relacionada con la explosión de la tecnología de la información. Nos
aproximamos a una "sociedad interconectada" a medida que las personas se
vinculan más estrechamente que nunca. Este futuro encierra a la vez grandes
perspectivas y peligros. ¿Pero cuál podría ser el resultado de esta bifurcación?
Para colocar la pregunta bajo la amplia perspectiva de la evolución biológica: ¿la
sociedad interconectada se comportará más como una gran colonia de hormigas
que como una civilización de personas libres?

Cuanto más crece la población mundial, más posibilidades hay de fluctuaciones no


lineales —elecciones individuales— porque hay cada vez más actores. Por el
contrario, conforme la población se interconecta más, puede producirse el efecto
contrario: los imperativos de la colectividad conectada se imponen sobre la
capacidad individual de hacer elecciones.

Consideremos la evolución biológica. Existen muchas sociedades de hormigas


diferentes. En las sociedades pequeñas, las hormigas se comportan
independientemente, saliendo solas a buscar alimento y traer su presa. En las
sociedades grandes, vemos movimientos colectivos. En correspondencia, el papel
de la actividad individual se reduce drásticamente.
Las sociedades humanas podrían verse ante la misma evolución cuando estén
vinculadas por redes.

Hace años, estudié el flujo vehicular. Descubrí que, cuando el flujo de tránsito era
ligero, cada conductor se comportaba más o menos como deseaba. A esto lo
llamo "régimen individual". Pero cuando el flujo se vuelve más y más denso, se
imponen las características de un "régimen colectivo" en el cual cada uno empuja al
otro y es empujado por el otro. Estas ideas no sugieren un futuro agradable.
Acercar la ciencia a la percepción humana ha sido mi principal objetivo. El propósito
de este esfuerzo es encontrar la angosta vereda que corre entre las ciencias
deterministas que hacen del hombre un autómata y un mundo abierto al azar.

El futuro no es algo dado. Especialmente en esta época de globalización y


revolución de las redes, el comportamiento en el nivel individual será el
factor clave que determinará la evolución de toda la especie humana. Así
como en la naturaleza una partícula puede modificar la organización macroscópica,
el papel social de los individuos es más importante que nunca.

Copyright Global Viewpoint y Clarín, 2000.

Traducción de Elisa Carnelli.

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