Este optimismo del propio valer puede llevarnos a olvidar hasta las Reglas más elementales de Protección. El exceso de confianza puede ser contraproducente y contribuir a un descuido de nuestra parte. Quizás la excusa sea que hace calor y que "unos minutos sin el casco no van perjudicar a nadie". Nos lo quitamos y nos ponemos a trabajar. En la concentración del trabajo nos olvidamos que no tenemos puesto el casco y si por cualquier motivo tenemos que ir a otro departamento, allá vamos, despreocupadamente, hasta que súbitamente recibimos un golpazo en la cabeza. Nos sentimos doblemente heridos, por saber que el golpe se debió a nuestra culpa y por no llevar puesto el casco.
¿Era necesario que ocurriera el accidente? Es seguro
que sus compañeros se sonreirán diciendo: "eso no podrá sucederme a mí" y la historia seguirá repitiéndose. ¿Por qué no aprovechan la lección y no dejan que les sucede? No, quizás crean que la mejor manera de aprender es por la propia experiencia.
El error más frecuente es descuidarse y dejar de usar
los equipos protectores cuando sabemos que es la única defensa que tenemos en caso de accidente.
Cuántas veces, el hecho de llevar un casco protector
representó la diferencia entre una abolladura del casco y una herida en la cabeza o la muerte.
"EN LA VIDA DEBES PREVENIR,
SI ACCIDENTES NO DESEAS SUFRIR"
"SEGURIDAD, TAREA DE UNO, RESPONSABILIDAD DE TODOS"