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CÓMO ESCRIBIR UN HAIKU (II)

En el PDF previo, Cómo escribir un haiku (I), te había dado


algunas indicaciones sobre cómo escribir haikus. Pues bien, en
éste voy a darte algunas indicaciones más, para que puedas
seguir avanzando como haijin.

Para empezar, te hablaré de un elemento muy


característico de la poesía japonesa: el kigo. El kigo (en
japonés, “palabra de estación”) es una palabra o expresión que,
incluida en un poema, remite a un momento del año. Por
ejemplo, en el siguiente haiku...

tras la vendimia
los capazos cargados
de olor a uva

... la palabra “vendimia” remite al otoño, ya que es en esta


estación cuando se recolecta la uva. Esta palabra, “vendimia”,
es, pues, el kigo de este haiku.

En un kigo, la referencia al momento del año puede ser


directa o indirecta. Por ejemplo, la palabra “primavera” remite
de manera directa a esta estación, mientras que la expresión
“cantan los pájaros” remite a ella de manera indirecta: es en
primavera cuando más se oye el cantar de los pájaros. El kigo
del haiku del ejemplo anterior, “vendimia”, es también una
referencia indirecta a un momento del año (al otoño, como ya
he apuntado).

Según la tradición, todo haiku ha de incluir un kigo. Así, la


mayoría de los haikus clásicos lo incluyen. Hoy en día, sin
embargo, se escriben haikus tanto con kigo como sin él. No por
incluir una referencia estacional un haiku será mejor que otro,
aunque has de tener en cuenta que los haikus que incluyan kigo
serán más valorados por muchos lectores.

Por ejemplo, si escribes un haiku para presentarlo a un

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concurso, es preferible que te asegures de que tenga kigo, ya


que el jurado, en caso de que tenga que decidirse entre dos
haikus de calidad similar, se decantará, probablemente, por el
que tenga kigo, en detrimento del que no lo tenga.

El kigo también te será útil en otros casos: por ejemplo, si


vas a publicar una colección de haikus, y todos tienen kigo,
podrás agruparlos según la época del año a la que se refieran, y
así dividir la obra en cuatro partes diferenciadas, una por cada
estación: primavera, verano, otoño e invierno.

También, si tienes suficientes haikus que hagan referencia


no ya una estación del año, sino a un mes concreto, podrías,
por ejemplo, seleccionar una docena, uno por cada mes, y
usarlos para diseñar un calendario en el que, en cada página, un
haiku acompañe el nombre del mes (y la fotografía, en caso de
que sea un calendario ilustrado).

A menudo, cuando escribas un haiku, no te hará falta


pensar en el kigo, sino que éste aparecerá sin que lo busques.
Por ejemplo, si escribes un haiku sobre una escena en la que
haya un puesto de venta de castañas asadas, es probable que
acabes usando esta expresión, “puesto de castañas”, o, si no,
“castañas asadas”, o, talvez, “la castañera”, y cualquiera de
ellas estaría remitiendo a una época del año: la temporada de
castañas (de octubre a diciembre, aproximadamente, con
permiso del cambio climático).

En los casos en que la referencia estacional no aparezca


por sí sola, siempre puedes probar a cambiar o añadir alguna
palabra para que sí aparezca.

Por ejemplo, si en la escena descrita hay una flor, puede


hacer que sea, en lugar de una flor cualquiera, una amapola (y
entonces estarías haciendo referencia a la primavera, ya que es
en esta estación cuando florecen las amapolas), un girasol (y
entonces estarías haciendo referencia al verano) o un
crisantemo (y entonces estarías haciendo referencia al otoño).

Otro ejemplo: si en la escena que estás describiendo

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aparece la luna, y has pensado en dar el trazo así...

Brilla la luna

... podrías considerar aprovechar este elemento, la luna, para


hacer aparecer el kigo en el haiku. Por ejemplo, podrías
escribir...

Luna de agosto

... o también...

Luna de invierno

... y en ambos casos estarías haciendo referencia, de manera


directa, a un momento del año.

En cualquier caso, tanto si al escribir un haiku incluyes un


kigo como si no, conviene que, en general, concretes lo
máximo posible los trazos con los que estés describiendo la
escena, o, lo que lo mismo, te asegures de que la fotografía que
es tu haiku esté enfocada correctamente.

Por ejemplo, si para referirte a unas flores usas la


expresión “una flores”, el lector no será capaz de visualizarlas
bien. ¿Son unas flores grandes o pequeñas? ¿De qué color? En
cambio, si escribes “unas violetas”, la descripción resultará más
eficaz y permitirás que el lector pueda visualizar mejor la
escena que le estás mostrando.

Has de vigilar también la composición del haiku. Igual que


al encuadrar una fotografía se procura que los elementos que
aparecen en la imagen estén correctamente distribuidos, debes
procurar que cada elemento que componga el poema esté
ubicado correctamente.

Por ejemplo, si estás mostrando una escena en la que, una


tarde de julio, un ciclista descansa tumbado sobre la hierba, no
conviene que primero menciones el ciclista, luego el sol y luego
la hierba, de esta manera desordenada, sino que es preferible

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que dividas el poema en dos partes: una en que menciones el


sol, que es lo que se ve arriba, en el cielo, y otra en la que
menciones todo lo referido al ciclista y la hierba, que es lo que
se ve abajo:

El sol de junio.
Un ciclista sestea
sobre la hierba.

Como ya comenté en el artículo anterior, es importante


que nada en el texto distraiga al lector. En particular, conviene
evitar que se produzcan rimas en las terminaciones de los
versos. En el ejemplo que acabo de poner (lo he escrito rápido),
riman los versos segundo y tercero, y esta rima distrae un poco:

El sol de junio.
Un ciclista sestea
sobre la hierba.

No llega a distraer del todo (y, de hecho, se podría decir,


incluso, que pasa prácticamente desapercibida) porque es una
rima asonante, esto es, únicamente coinciden los sonidos
vocálicos a partir de la última vocal acentuada. Si la rima fuese
consonante, es decir, si coincidiesen tanto los sonidos vocálicos
como los consonánticos, entonces sí distraería del todo, y habría
que reescribir el haiku.

La recomendación general es, de todas maneras, evitar las


rimas. Incluso, es recomendable buscar que la última vocal de
cada verso sea distinta a las de los otros dos, ya que, cuando
esto ocurre, el haiku queda muy bien:

Y de repente
una hoja tardía
vuela del árbol

Como ves, en este haiku, la última vocal de cada verso es


distinta: e-a-o. Es un haiku de Pedro José Merlos Navarro, que
fue alumno de mi curso de haiku.

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Ya para acabar, te comentaré que conviene igualmente


vigilar la puntuación del texto: el uso del punto, la coma, el
punto y coma, los dos puntos, etc.

En un haiku podemos no poner signos de puntuación al


final de los versos, pero en ningún caso podemos prescindir de
aquellos que permitan que el haiku se lea bien.

Por ejemplo, en el haiku del ciclista que sestea sobre la


hierba, si no ponemos los puntos (y tampoco ponemos las
mayúsculas), no habrá ningún problema, ya que se seguirá
leyendo de manera unívoca:

el sol de julio
un ciclista sestea
sobre la hierba

La razón es que la sintaxis de los dos primeros versos ya


marca la pausa que, al leer, se ha de hacer entre ambos. De la
misma manera, la sintaxis ya indica que los versos segundo y
tercero forman una unidad. En cambio, si el haiku fuese, por
ejemplo, éste (pongo un ejemplo rápido)...

El sol de julio.
Reluce en el lago
la barquichuela.

... no convendría escribirlo sin puntos, ya que se generaría


una ambigüedad que provocaría que el texto no se leyese del
todo bien:

el sol de julio
reluce en el lago
la barquichuela

Como ves, el segundo verso queda “entre dos aguas”: el


lector podría interpretar, en un primer momento, que lo que
reluce en el lago es el sol de julio (y que luego, en algún lado,
hay una barca), y esto no es no es lo que el autor pretende
comunicar.

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Bueno, pues hasta aquí el artículo. Espero que estas


indicaciones que te he dado te resulten útiles.

Si te animas a escribir haikus y quieres que te los revise,


tienes a tu disposición mi servicio de revisión de haikus.

Un saludo,

César Sánchez

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