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Ahí estaba yo, parado en medio de la carretera, esperando lo inevitable, cansado de todo lo

relacionado al tiempo y sus paradojas;también de tantos intentos fallidos, muchos de ellos de


hecho y todo para que termine de la misma manera…verlos morir.
Te preguntarás que es todo esto del tiempo y de quienes fueron aquellas infortunadas
almas, y tal vez no lo entiendas mucho, pero no te preocupes, pues yo tampoco lo hacía.
Todo comenzó como la mayoría de las películas de tragedia lo hacen, con un accidente.
Todos me decían que Diego estaba en un mejor lugar, que debería superarlo y seguir adelante.
Pero la culpa aún me carcomía por dentro, mi mente rebobinaba aquel momento una y otra
vez,iniciando siempre con el sonido de la música que estábamos escuchando yo y mi hermano
menor cuando lo llevaba a su práctica de violín para luego pasar a aquella escena que siempre
rompía mi corazón con la misma intensidad aquella en la que sus profundos ojos me
suplicaban que nos sacáramos de aquel pedazo de chatarra que alguna vez había sido un
automóvil, para que luego de unos minutosde tortuosa espera a ser rescatados perdieran su
característico brillo y presenciara la vida de mi pequeño hermano llegar a su fin.

Allí frente mío se hallaba parado él, no sabría decir con exactitud quién inqué era…¿un
espíritu?¿ un ente divino?¿O el mismísimo Padre Tiempo?

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