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Las Escrituras afirman que Dios es un Dios de pacto, pero Él es el que hace
pacto con los hombres, el hombre no está en un nivel para hacer pacto con
Dios, el hombre puede hacerle una proposición a Dios y Él es quien decide si
dicha proposición pasa hacer un pacto entre Él y la persona que hizo la
proposición. Los hombres pactan con sus dioses es en el paganismo,
satanismo, politeísmo e idolatría (Jueces 8:33). Según los principios bíblicos,
los hombres pueden proponerle a Dios algo pero es Él el que decide si dicha
proposición pasa hacer un pacto. Esto fue lo que hizo Jacob ante Dios:
propuso en su corazón entregar el diez por ciento de sus bienes, y Dios tomó
dicha proposición y la estableció como pacto entre Él y Jacob. Pero se debe
tomar en cuenta que dicha proposición, denominada “voto”, la hizo Jacob
teniendo como fundamento una palabra que recibió de Dios en sueño, pero
Jacob no se inventó un pacto y con el compro el favor de Dios; el favor de
Dios ya estaba anticipado y Jacob en agradecimiento levanto un altar, adoró
e hizo un compromiso en su proposición en agradecimiento ante Dios.
“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había
recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15los cuales,
habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;
16porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17Entonces les
imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. 18Cuando vio Simón que
por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les
ofreció dinero, 19diciendo: Dadme también a mí este poder, para que
cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
20Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado
que el don de Dios se obtiene con dinero. 21No tienes tú parte ni suerte en
este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22Arrepiéntete,
pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el
pensamiento de tu corazón; 23porque en hiel de amargura y en prisión de
maldad veo que estás. 24Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad
vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga
sobre mí. (Hechos 8:14.24)
“…Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi
señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que
había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.
21Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él,
se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? 22Y él dijo: Bien. Mi
señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de
Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento
de plata, y dos vestidos nuevos. 23Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos
talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos
nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen
delante de él. 24Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de
ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. 25Y
él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes,
Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26El entonces le dijo:
¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a
recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas,
ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27Por tanto, la lepra de Naamán se te
pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso,
blanco como la nieve”. (2º Reyes 5:20.27)
Lo otro que hay que tomar en cuenta es que el que pacta pone condiciones
al sujeto con quien se hace el pacto, condiciones que se deben cumplir al
pactante para que el pacto quede ratificado y se pueda recibir así las
promesas del pacto. Si soy yo, como persona, el que pacta con Dios, sería yo
quien tendría que ponerle a Dios las condiciones que Él tendría que cumplir
para que a su vez Él me bendijera. Todo esto es contra producente, porque
el menor no pacta con el mayor, es Dios quien pacta.
Lo otro que hay que tomar en cuenta es lo dicho por el apóstol Pablo cuando
dijo que nunca demos por necesidad, porque Dios bendice al dador alegre. Si
al pactar lo hago con el fin de alcanzar el favor de Dios para que mis
necesidades sean resueltas, se quebrantaría este principio que presentó el
Apóstol.
La justicia y los beneficios de ella se dan por pura gracia y no por obras. Mi
bendición posicional no depende de lo que haga, aunque mi posesión está
adjudicada al motivo correcto del corazón producto de la formación que he
tenido en el conocimiento de la Palabra. Que la bendición llegue no es
cuestión de pactos, sino de la formación de un carácter.
El acto de hacer pactos con Dios se deriva de algunos pasajes que en nuestras
traducciones se transcribieron en una forma incorrecta, y es el caso del Salmo
50:5 y Esdras 10:3. Pasemos analizar.