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1. LA CASUALIDAD NO EXISTE.

Reconozco que esa noche de octubre de hace dos años fue una de esas ocasiones en que es difícil
encontrar la belleza. Pero en el transcurso de mi vida había estado en encrucijadas similares,
escudriñando el horizonte en busca de algo casi imposible de ver. En esos momentos uno puede
quedarse en la negatividad y buscar a quién culpar, o puede elegir sanar y continuar amando.
Puesto que creo que la única finalidad de la existencia es madurar, no me costó escoger la
alternativa.

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