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2018
Maestría en Salud
Mental
Comunitaria
Seminario:
Problemáticas
Actuales en Salud
Mental

[LA TRAVESÍA DE L.]


Estudiante: Marina Rivas.- DNI 20.473.134
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Contenido

La travesía de L.J. .......................................................................................................................................... 1


Introducción .............................................................................................................................................. 1
L.J.: el entramado de su vida, una travesía hacia la urgencia subjetiva. .................................................. 2
El trabajo interdisciplinario ....................................................................................................................... 4
El tratamiento y sus vaivenes ................................................................................................................... 6
Conclusión ................................................................................................................................................. 7
Bibliografía .................................................................................................................................................... 8
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La travesía de L.J.

Introducción

La cotidianeidad del trabajo desde el Dispositivo de Consultorios Externos, está signada por

el pulular de situaciones complejas. Las historias que atraviesan a las personas que conforman la

población que llega al Hospital, se desgranan en cada entrevista a partir de sus relatos.

Es en el espacio de trabajo, en donde semanalmente, desde la labor profesional, ayudamos a

los usuarios a “ponerle palabras” a su padecimiento. A expresar lo que ocultan las sustancias. A

problematizar lo naturalizado. A cuestionar los modos de vinculación con los otros. A mirar

desde otra perspectiva, flexibilizando y relativizando su enfoque. A trazar estrategias que les

permitan proyectar objetivos alcanzables.

A menudo vemos como lo trabajado se desmorona ante nuestros ojos. El desafío consiste

entonces, en revisar la práctica, en busca de la redirección de las estrategias de tratamiento.

En esos momentos se hace carne la percepción del largo camino que falta aún recorrer, en pos

de la concreción de la plena vigencia de la Ley 26.657.

La complejidad descubre su cara, dejando al desnudo la soledad en que se trabaja desde el

Hospital.

En momentos de fractura del lazo social; de pauperización de las condiciones materiales de

existencia, la vulnerabilidad de la población que acude se ahonda, ante la evidencia de la

orfandad de red social. La articulación con Dispositivos fuera del ámbito institucional se torna

una lucha titánica, ante la cual la sociedad grita su muda indiferencia.


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En momentos de desolación, es el Trabajo Interdisciplinario el que aporta el sostén a los

Profesionales, que día a día reactualizan su elección de vida en procura de la salud de los

usuarios del Dispositivo.

Entre mis sueños acopio el de una primavera en donde hayan brotado lazos de solidaridad

entre los integrantes de la sociedad, capacitados para alojar a “un otro” más allá de sus

diferencias.

L.J.: el entramado de su vida, una travesía hacia la urgencia subjetiva.

Ninguna epidemia psicobiológica se combate solamente con profesionales que trabajan

aislados. Ni siquiera con servicios de psicopatología hospitalarios huérfanos de apoyo

gubernamental y sobre todo comunitario. Si se condena a un 40% de la población a

condiciones infrahumanas de vida, como en la Argentina, se verán los límites del

cientificismo. (Hornstein, 2006, pág. 16)

Llegó al consultorio un verano. Acompañada, aunque sola. Traía a cuestas una historia de

abandono. Lábil emocionalmente, pasaba sin trámites de la risa al llanto.

Había sido madre hacía unos años. Pero en su vida arrasada, se encontraba también privada

de la cercanía de sus hijos.

Desde su relato, su niñez constituía el punto de inicio de sus desaciertos: “siempre tuve

problemas en el colegio. Pero nadie se ocupó, porque no me creían cuando les decía que no

entendía lo que me enseñaban”.

A sus ocho años sus padres se separaron. Ella y su hermano, tres años menor, quedaron al

cuidado de su madre, en la costa bonaerense. Su padre se mudó a la Ciudad de Buenos Aires.

Hubieron de pasar cinco años para que pudiera volver a verlo.


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Al poco tiempo la madre rehízo su vida. De la nueva unión nacieron sus dos hijos menores.

Cuando L. cumplió trece, decidió enviarla junto a su hermano a vivir a lo de la su ex suegra.

Los niños estuvieron al cuidado de su abuela y su tía por dos años. Luego la abuela

falleció, y la tía se casó y se trasladó a Bahía Blanca. L. y su hermano quedaron

desamparados. …de acuerdo con Korczak, la mayoría de estas violencias se debe a que el

niño no es considerado como un niño; no se tiene en cuenta su especificidad de ser frágil, en

devenir, y que como tal necesita una protección especial. Se lo incluye a la fuerza y

demasiado temprano en nuestras peleas de adultos, nuestras rivalidades de adultos, nuestros

combates de adultos…hay que entender la reivindicación de derechos para el niño como una

protesta contra el reduccionismo que triunfaba en esa época, contra esa tentación permanente

del adulto de practicar lo que algunos denominan ”el efecto jíbaro”: considerar que un niño no

es más que un adulto en miniatura… (Meirieu, 2002, pág. 2)

Por esa época comenzó su consumo, que más tarde se hizo problemático. L. y su hermano

pasaban muchas horas en la calle. Para ese entonces ya no concurrían a la escuela.

A los veinte años conoció al padre de su primer hijo. La relación le brindó una estabilidad que

le permitió una convivencia de seis años, y una buena funcionalidad en la vida cotidiana. Cada

tanto veía a su padre, quien recuerda ese momento como el tiempo en que “L. era normal”.

Un desengaño provocó una desestabilización emocional, a partir de la cual “ya no fue la

misma”. Comenzó a sentirse sola, y recurrió una vez más a las sustancias para aplacar el

dolor. Silvia Bleichmar en el capítulo dos de su libro “La construcción del sujeto ético”, dice

en referencia al sentimiento de soledad: Freud menciona: “En todas las situaciones que más

tarde pueden condicionar fobias (alturas, puentes estrechos sobre el agua, viajes por

ferrocarril o por barco), el niño no muestra angustia alguna y tanto menos cuanto más
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ignorante es”(…) Se refiere precisamente a la insuficiencia biológica para enfrentar la vida, en

relación al otro, y a la necesidad del otro como el lugar de superviviencia (…) Esta cuestión

plantea entonces, que la única manera de autoconservación está dada por la antecedencia del

conocimiento del otro sobre la preservación de la vida. Es el conocimiento del otro, en tanto

lugar donde se preserva la vida, el que va generando no solamente las posibilidades

representacionales de la vicariencia autoconservativa sino también los fantasmas de esta

autoconservación, vale decir, lo que es bueno y lo que es malo. (Bleichnar, 2011, pág. 42)

En la vida de L., frágil, pueril, emocionalmente lábil, fueron incrementándose los episodios en

los que “ponerse en riesgo” era un ingrediente más de su cotidianeidad. Situaciones que

acontecían sin que en ella se prendiera ninguna señal de alarma.

Separada de su segunda pareja, padre de su hija menor, una vez más quedo a la deriva,

barranca abajo en un camino en el que la única posibilidad de lazo fuera del ámbito de la

marginalidad, la encontraría al llegar al Hospital Lic. Laura Bonaparte.

El trabajo interdisciplinario

“¿Por qué me habla usted de curar si de lo que se trata

es de saber acompañar a un ser en su desamparo?” (Winnicott)

En las primeras entrevistas, L. desplegaba ante el Equipo Tratante su batería de actitudes

infantiles: llanto fácil, volubilidad, salidas intempestivas del consultorio, estados de angustia de

corta duración, entre otras.


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En las reuniones de trabajo comenzamos a trazar estrategias que apuntaran, en principio, a

alojarla y brindarle sostén. La citábamos varias veces por semana, procurándole un lugar en

donde la escucha era la protagonista.

Su historia había sido condicionada por los embates socioeconómicos de finales de los ’90.

Cuyos efectos se veían agravados a la luz de su deriva social. (Epele, 2010)

Procuramos su inserción laboral. Pero su dificultad para sostener actividades obstaculizó la

búsqueda.

Esbozamos un proyecto de trabajo que requeriría de un mayor acompañamiento, a fin de

lograr la obtención de estudios complementarios que permitieran fundamentar el diagnóstico, y

que respaldaran a futuro la gestión del CUD y la Pensión. Derechos que consideramos

indispensables para asegurar un piso mínimo de necesidades cubiertas, que hasta ese momento

no tenía.

En la interconsulta que llevó a la confirmación diagnóstica, corroboramos lo conjeturado a

partir de nuestro trabajo: L. padecía un retraso madurativo leve. El Equipo que la evaluó sostuvo

que de contar con sostén emocional adecuado, su pronóstico podría experimentar una mejora

sustancial.

El trabajo sostenido tuvo un efecto aliviador, que permitió la paulatina estabilización de la

joven.

Habiendo mermado el estado de urgencia subjetiva en el que se había presentado en un primer

momento, decidimos atender una demanda recurrente en los distintos Espacios Terapéuticos.

Logramos establecer contacto con la familia de su segunda pareja, que tenía a su cargo a su hija

menor desde muy temprana edad, a fin de coordinar la revinculación entre madre e hija. Proceso

que se concretó en forma sostenida durante un año.


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El tratamiento y sus vaivenes

En el transcurso de los tratamientos, los sujetos trazan con frecuencia una trayectoria que

tienden a describir movimientos pendulares que los llevan de un estado de estabilidad, a la

descompensación.

El contexto en el que se ven inmersos es trascendental a la hora de definir la posibilidad de

sostener al sujeto con padecimiento mental.

Tiempo después del comienzo del tratamiento, L. volvió a recibir a su hermano en su casa,

quien unos meses atrás había ingresado a una comunidad terapéutica.

Tal como sostiene Hornstein “(…)Lo histórico-social no es una simple fuerza exterior, sino

una base productiva que constituye a los sujetos.” (Hornstein, 2006, pág. 75) La trama vincular,

entre los hermanos que supieron transitar desde niños por situaciones traumáticas, está signada

por la violencia. La convivencia fue el detonante en más de una oportunidad, de las crisis,

expresadas en el incremento del consumo compulsivo, y en la irrupción de un monto de angustia

y ansiedad que determinaron la necesidad de la internación a fin de lograr la compensación.

Actualmente centramos nuestra labor en la búsqueda de alternativas con que contar al

momento de su externación. Fernández Liria aporta en su texto Teoría de la Crisis que “la crisis

amenaza la salud mental del paciente (a veces gravemente) pero a la vez marca la oportunidad de

que los cambios requeridos con ella permitan un funcionamiento mejor que el que la antecedió”

(Fernández Liria, Marinas, Repeto, & Rodríguez Vega, 2012). Uno de los principales objetivos a

trabajar en el Dispositivo de Internación, será su fortalecimiento subjetivo, en pos que en un

futuro próximo logre elegir con quien enlazar, sin que la mitigue la soledad empujándola a tomar

a quien esté más a mano.


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Cuando el monto de ansiedad haya bajado, intentaremos su paulatina incorporación a los

Dispositivos que elija. Instituciones que le brinden la posibilidad de generar una nueva red

vincular, en sitios que se encuentren por fuera del ámbito hospitalario.

Transcribo lo sostenido por Galende: La ética en Salud Mental se constituye como el referente

esencial de todo conocimiento y de toda intervención terapéutica, ya que no puede tratarse de la

objetivación del otro, paciente, para hacerlo accesible a sus categorías teóricas y a sus

intervenciones prácticas, sino de una comprensión que solo puede surgir de la relación de

alteridad, de un encuentro singular con el otro en cuya relación se condiciona todo conocimiento.

(Galende, 2012)

Conclusión

Conocer la experiencia del P.R.E.A. (Programa de rehabilitación y Externación Asistida del

Hospital Esteves) y el éxito de su implementación, me permitió asentarme en mi práctica

profesional, en la que desde el comienzo del ejercicio, propicio el acompañamiento de las

personas con padecimiento mental que llegan a mi consultorio. En la práctica he comprobado

que reinscribirlas socialmente, hacer de nexo entre la comunidad, aún hostil y su vulneración, y

propiciar su participación en centros culturales comunitarios, implican procesos de subjetivación

que redundan en el avance de los tratamientos. La implementación de casas de convivencia

ayudaría a mitigar la soledad que padecen aquellas personas que por su sufrimiento, se han

desanudado de sus afectos a lo largo de los años. Es el Estado quien debe garantizar la protección

de las poblaciones vulnerables, distribuyendo el presupuesto de modo tal que permita la

integración de los usuarios de salud mental.


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Bibliografía

Bleichnar, S. (2011). "La construcción del sujeto ético". Bs.As.: Paidós.

Cáseres, C., Druetta,, I., Hartfiel, M., & Riva Roure, M. (2009). El P.R.E.A., una experiencia altermnativa a
las lógicas manicomiales. vertex. Rev. Arg. de Psiquiat. vol. XX, 299-307.

Epele, M. (2010). Usos y abusos de la medicalización en el consumo de drogas: sobre economías,


políticas y derechos. En E. Canolletto, Medicalización y sociedad. Lecturas críticas sobre la
construcción social de las enfermedades. (págs. 79-95). Bs.As.: USAM.

Fernández Liria, A., Marinas, L., Repeto, L., & Rodríguez Vega, B. (2012). Teoría de la crisis. En M. y.
Desviat, Acciones en Salud Mental en la Comunidad (págs. 1-57). Madrid: Asociación Española de
Neuropsiquiatría.

Galende, E. (2012). Consideración de la subjetividad en Salud Mental. Revista Salud Mental y


Comunidad, 23-30.

Hornstein, L. (2006). “Las Depresiones”. 2011: Paidós.

Meirieu, P. (2002). el pedagogo y los derechos del niño: ¿historia de un malentendido? Francia: Editions
du Tricorne y Association suisse des Amis du Dr. Korezak.

Winnicott, D. (s.f.).

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