Resulta curioso e interesante analizar el origen de las palabras
que hoy utilizamos como si nosotros mismos las hubiéramos inventado, y, sin embargo tienen una larga historia que al final explica el significado actual. Eso ocurre con la palabra «crimen», que hoy todos identifica- mos con un delito grave, es decir cuando alguien infringe la ley, o con una falta moral también grave, cuando decimos «es un crimen meter a la madre en una residencia de ancianos». El término «crimen» procede del latín crimen-criminis, que a su vez los romanos adoptaron del griego krima, señal, y así por ejem- plo Virgilio usaba la palabra «crimen» como algo que caracteriza a una persona, una señal que habla de su carácter, aunque fueron Cicerón y Plauto, entre otros, los que empezaron a emplear este término como acusación o delación, de ahí el uso que hacemos actualmente de la palabra «incriminar», que no sería otra cosa que acusar. Ya que se acusa por algo a otro, con el paso del tiempo se empezó a identificar la acusación con la causa de la misma, es decir con la mala acción cometida por el acusado, hasta definir lo