EL TESTIMONIO
Es imposible leer el Nuevo Testamento
sin asombrarse ante el número de veces
que se hace referencia a la palabra
“testigo” y a la diversidad de personas
que actúan como testigos.
“El vino a la tierra precisamente a dar
testimonio de la verdad” (Jn 3, 11).
El mismo Dios Padre da testimonio de
su Hijo. Jesús dice de él, “Otro es el
que da testimonio de mí, y yo sé que es
válido el testimonio que da de mí.” Y
añade más adelante, “Yo tengo un
testimonio mayor que el de Juan;
porque las obras que el Padre me ha
encomendado llevar a cabo, las mismas
obras que realizo, dan testimonio de mí
de que el Padre me ha enviado. Y el
Padre, que me ha enviado, es el que da
testimonio de mí” (Jn 5,32-37).
El Espíritu Santo es también un
testigo: “Cuando venga el Paráclito,
que yo os enviaré de junto al Padre, el
Espíritu de la verdad, que procede del
Padre, él dará testimonio de mí. Pero
también vosotros daréis testimonio,
porque estáis conmigo desde el
principio” (Jn 15, 26-27).
Las escrituras mismas dan testimonio
(Jn 5,39). Los santos hombres y
mujeres del Antiguo Testamento son
una “gran nube de testigos” (Hb 12,1) y
nosotros también somos llamados a ser
testigos de la realidad y de la majestad
de nuestro Señor Jesucristo: “Recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá
sobre vosotros, y seréis mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y
hasta los confines de la tierra.” (Hch
1,8).
María, la Madre de Jesús también da
testimonio: “Mi alma engrandece al
Señor, y mi espíritu se regocija en Dios
mi Salvador… porque el que es
poderoso ha hecho obras grandes por
mí, y santo es su nombre” (Lc
1,46.47.49). Este es el principio del
“testimonio” de María, la Madre de
Jesús según se nos narra en el primer
capítulo de San Lucas. Después de
haber concebido a Jesús por el poder del
Espíritu Santo, se nos dice que “María
se levantó y fue aprisa a la montaña”
(Lc 1,34) ¿A dónde iba ella con tanta
prisa? María iba a dar su testimonio por
primera vez a Isabel su pariente. Ella
era impulsada por el Espíritu de Dios a
testimoniar a Isabel sobre las maravillas
que Dios había hecho en ella y a
confirmar la acción de Dios en Isabel.
Y así es desde siempre a través de la
historia de las relaciones de Dios con su
pueblo. Cuando una persona ha sido
tocada profundamente por el Dios
viviente, la respuesta inmediata es ir
“con prisa” a contarle a alguno la buena
noticia de la misericordia de Dios. El
pueblo de Dios ha estado dando
testimonio por generaciones y así se
extendió la fe.
El Papa Pablo VI afirmó en su
Encíclica La Evangelización en el
Mundo Actual: “El hombre
contemporáneo escucha más a gusto a
los testigos que a los maestros, o si se
escucha a los maestros es porque son
testigos”. A lo que añadió: “La Buena
Nueva proclamada por el testimonio de
vida deberá ser proclamada por la
Palabra de vida.
Fue en el año 1967, donde la acción de
Dios, marcó el comienzo de la
Renovación Carismática y desde
entonces millones de católicos a lo
ancho y largo del mundo han
experimentado la tremenda gracia de
ser bautizados en el Espíritu Santo.
Dios está construyendo un pueblo capaz
de proclamar sus obras maravillosas a
todas las naciones. Ahora nosotros
hemos de compartir con los demás lo
que Dios en su misericordia, ha hecho
por nosotros.
 EL TESTIMONIO
EL TESTIMONIO EN LOS
GRUPOS DE ORACIÓN, PAUTAS A
SEGUIR
La finalidad del testimonio personal en
los grupos de oración, es dar gloria a
Dios, edificar a la comunidad (llevar a
la fe, aumentarla, ayudar a crecer en
ella), mover a los oyentes a amar al
Señor más profundamente…
Pautas a seguir:
1. Adopta la actitud de Cristo—
humildad y servicio. Lo que tienes que
hacer no es exaltarte y glorificarte a ti
mismo sino más bien exaltar y glorificar
al Señor Jesucristo. El centro no debería
estar en uno mismo, en nuestros logros,
ni en nuestra indignidad, sino
simplemente en lo que Dios en su
misericordia ha hecho por nosotros.
2. Prepárate con oración. Pide a Dios
su unción y su bendición para los que te
van a escuchar. Pídele sabiduría en
especial sobre qué decir en ese
momento, “Si alguno de vosotros está
falto de sabiduría, que la pida a Dios
que da a todos generosamente y de
buena gana y os la dará”(Sant. 1,5).
3. Organiza tus ideas en forma de
notas, que consiste en hacerlo con algún
orden lógico. Por lo general ayuda el
cronológico…antes, durante y después
de encontrar al Señor de un modo más
personal.
4. Respeta los límites de tiempo que se
te da. El punto principal es éste: en el
tiempo que se te ha marcado, tú tienes
que presentar una visión de cómo
estabas antes de tu conversión, lo que
sucedió al tiempo de la conversión y lo
que ha cambiado desde entonces.
5. Hazlo sencillo. Sé sencillo. Sé
directo. ¡sé natural! Evita detalles
innecesarios que pueden distraer del
mensaje. No es una enseñanza,
simplemente estás contando cómo ha
actuado Dios en tu vida.
6. Sensatamente. Vigila tu
terminología, omitiendo cuanto pueda
herir a otros. Es muy importante usar de
gran discreción al compartir sobre el
pecado pasado o presente, el tuyo o de
algún otro. Habla de tu trato con el
Señor sin revelar las debilidades de los
que te rodean. “Que todo se haga con
amor” (Cor 16,14)
7. Presenta tu testimonio, de
antemano, a algún responsable para
discernimiento en temas delicados. No
lo aumentes, disminuyas ni exageres.
No des consejos. No ataques.
8. Recuerda el A, B, C, - Alto de forma
que te oigan, Breve y Centrado en
Cristo. Enaltece la persona de
Jesucristo. ¡Qué privilegio! Aquí tienes
una oportunidad para reconocer a Jesús
públicamente.
9. Confía a María, a ti mismo y a tu
testimonio, de manera que ella pueda
interceder por ti.
10. Combate espiritual. Los cristianos
estamos en combate, como nos dice San
Pablo en Efesios 6, 10-20. A menudo
cuando uno se está preparando para dar
un testimonio personal, se encuentra
bajo el ataque de Satanás. El acoso
puede ser físico, emocional o espiritual.
Pueden aumentar las tentaciones o las
dudas. No te sorprendas o perturbes por
esto. No es nada fuera de lo corriente.
Sábete que, en el Nombre de Jesús,
tienes autoridad sobre el poder del
enemigo. Suplica la Sangre de Jesús
como protección, y ora en el Nombre de
Jesús para que cualquier intento u obra
del demonio se destruya. (1 Cor 15,57)
“Gracias sean dadas a Dios que nos ha
dado la victoria a través de Nuestro
Señor Jesucristo”