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1.

La producción precede al consumo

Aunque es evidente que para consumir algo debe existir primero, nos rodea la idea de
estimular el consumo para expandir la producción. Sin embargo, los bienes de consumo
no caen del cielo. Están al final de una larga cadena de procesos entremezclados de
producción llamada la “estructura de producción”. Incluso la fabricación de un producto
aparentemente sencillo como un lápiz, por ejemplo, requiere una red intrincada de
procesos de producción que se extiende muy atrás en el tiempo y abarca países y
continentes.

2. El consumo es el objetivo final de la producción


El consumo es el objetivo de la actividad económica y la producción es su medio. Los
defensores del pleno empleo violan esta idea evidente. Los programas de empleo
transforman la propia producción en el objetivo. La valoración de los bienes de consumo
por los consumidores determina el valor de los bienes de producción. El consumo actual
deriva del proceso de producción que se extiende hacia el pasado, pero el valor de esta
estructura de producción depende del estado actual de la valoración por los consumidores
y del estado futuro esperado. Por tanto, los consumidores son los poseedores finales de
hecho del aparato de producción en una economía capitalista.
3. La producción tiene costes

No existen los almuerzos gratis. Conseguir algo aparentemente gratis solo significa que
alguna otra persona lo paga. Detrás de todos los cheques de ayuda social y de cada beca
de investigación está el dinero de impuestos de gente real. Aunque los contribuyentes
creen que el gobierno confisca en parte de su renta personal, no saben a quién va este
dinero en; y aunque los receptores de los pastos públicos de que el gobierno un mes
entregar el dinero, no sabe a quién le ha quitado el gobierno dicho dinero.
4. El valor es subjetivo
La valoración es subjetiva y varía la situación de una persona. El mismo bien físico tiene
diferentes valores para diferentes personas. La utilidad es subjetiva, individual, situacional
y marginal. No existe el consumo colectivo. Incluso la temperatura en la misma habitación
es sentida de manera diferente por personas diferentes. El mismo partido de fútbol tiene
un valor subjetivo diferente para cada espectador, como puede verse fácilmente en el
momento en que un equipo mete un gol.

5. La productividad determina el salario


La producción por hora determina el salario del trabajador por hora. En un mercado
laboral libre, las empresas contratarían trabajadores adicionales mientras su productividad
marginal fuera mayor que el nivel salarial. La competencia entre empresas aumentaría el
nivel salarial hasta el punto en que igualara a la productividad. El poder de
los sindicatos puede cambiar la distribución de los salarios entre diferentes grupos
laborales, pero los sindicatos no pueden cambiar el nivel salarial general, que depende de
la productividad laboral.

6. El gasto es renta y costes


El gasto no es solo renta, sino que también representa costes. El gasto cuenta como un
coste para el comprador y una renta para el vendedor. La renta equivale a los costes. El
mecanismo del multiplicador fiscal implica que los costes aumentan con la renta. En la
medida en que se multiplica la renta, también se multiplican los costes. El modelo
multiplicador fiscal keynesiano ignora el efecto del coste. Graves errores políticos son el
resultado cuando las políticas públicas cuentan con el efecto renta de los gastos públicos
pero ignoran el efecto coste.
7. El dinero no es riqueza
El valor del dinero consiste en su poder adquisitivo. El dinero sirve como un instrumento
de intercambio. La riqueza de una persona existe en su acceso a los bienes y servicios
que desea. La nación en su conjunto no puede aumentar su riqueza aumentando sus
existencias de dinero. El principio de que solo el poder adquisitivo significa riqueza indica
que Robinson Crusoe no sería un penique más rico si encontrara una mina de oro en su
isla o un maletín lleno de billetes.
8. El trabajo no crea valor
El trabajo, en combinación con los demás factores de producción, crea productos, pero
el valor del producto depende de su utilidad. La utilidad depende de la valoración
individual subjetiva. El empleo por el empleo no tiene sentido económico. Lo que importa
es la creación de valor. Para que sea útil, un producto debe crear beneficios para el
consumidor. El valor de un bien existe independientemente del esfuerzo por producirlo.
Los corredores profesionales de maratones no ganan más premios en dinero que los
velocistas porque correr la maratón lleve más tiempo y esfuerzo en que un sprint.
9. El beneficio es el bonus del empresario.
En el capitalismo competitivo, el beneficio económico es el bonus extraordinario que
ganan aquellas empresas que resuelven errores de asignación. En una economía de
rotación constante sin cambios, no habría ni beneficios ni pérdidas y todas las empresas
ganarían la misma tasa de interés. Sin embargo, en una economía creciente, tienen lugar
cambios y la previsión de los cambios es la fuente de beneficios económicos. Las
empresas que tienen éxito en prever la demanda futura consiguen altas tasas de beneficio
de y crecen, mientras que aquellos empresarios que no anticipan los deseos de los
consumidores disminuyen y finalmente deben cerrar.
10. Todas las leyes verdaderas de la economía son leyes lógicas
Las leyes económicas son racionamiento sintético a priori. No se puede falsar esas leyes
empíricamente porque son verdad por sí mismas. Como tales, las leyes económicas
fundamentales no requieren verificación empírica. La referencia a hechos empíricos sirve
únicamente como ejemplo ilustrativo, no son declaraciones de principios. Se pueden
ignorar y violar las leyes fundamentales de la economía, pero no se pueden cambiar. Les
va mejor a aquellas sociedades en las que gente y gobierno reconocen y respetan las
leyes económicas fundamentales y las usan en su beneficio.

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