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Diplomado en Competencias Pedagógicas Para Profesionales No Licenciados

Incidencia de los actores del proceso educativo en el desarrollo de la ética. Una reflexión

desde el punto de vista docente en el ejercicio pedagógico

Presentado por:
Frank Alexis Blanco Albarracín
Jersy Paola Díaz Escobar
Zúlika Díaz Bayuelo
María Alejandra Garcias del Rio
Haider Jiménez Vargas

Taller del Módulo Políticas Educativas

Docente:
Andrés Antonio Alarcón Lora

Universidad de Cartagena
Cartagena, 23 de junio de 2018
Incidencia de los actores del proceso educativo en el desarrollo de la ética. Una reflexión

desde el punto de vista docente en el ejercicio pedagógico

Zubiría (2018) afirma que la denominada “Subcultura del vivo” y “Del atajo”, causa mucho

daño a la sociedad colombiana. Expone a partir del análisis de tres hechos fraudulentos, cómo en

Colombia es socialmente tolerable aún en escenarios educativos, comportamientos transgresores

de las normas con el argumento de que el mundo es de los “vivos”. Afirma igualmente que la

solución que plantean los políticos, de impartir clases de cívica y urbanidad no son tal, frente a

un problema tan estrechamente vinculado a la estructura de la sociedad luego de muchos años de

convivencia con el narcotráfico y la guerra.

Se puede empezar por observar el asunto desde el balcón del sistema educativo nacional, que

nos obliga a revisar los fundamentos legales, los antecedentes históricos, la evolución de la

política educativa nacional y por supuesto analizar una vez más esa supuesta y mal llamada

“habilidad” del Colombiano para hallar el camino corto para obtener resultados, saltarse los

requisitos legales, encontrar posibilidades de negocio en actividades fraudulentas pero rentables

y una serie de recurrentes comportamientos sociales aceptados culturalmente por una sociedad

leal al undécimo mandamiento de “No dar papaya”. Aunque es cierto que el estado no garantiza

la educación de todos los colombianos una situación no puede conllevar a la otra, primero son

los principios, la ética, los valores y sobre los padres subyace la responsabilidad civil, pero nada

justifica los hechos si es en la familia dónde nos formamos en valores la que está faltando a

éstos, con el simple hecho de apoyar las conductas de sus hijos.


¿Qué está pasando en Colombia?

Es la pregunta que hoy nos hacemos muchos, porque cada vez es más recurrente este tipo de

conductas de viveza, en todos los ámbitos, no sólo en el educativo, se ve en los sectores

políticos, en las empresas privadas en lo social etc.

Lo anterior nos lleva a situaciones como que, al ser encuestados, solo uno de cada tres

colombianos diga que se considera honesto. Algo que no nos enorgullece, porque es más alto el

nivel de deshonestidad. Es ahí en dónde los actores del proceso educativo deben asumir su rol de

manera responsable, reconociendo que la visión, e incluso los imaginarios y representaciones

sociales deben comenzar a pensarse no sólo desde los derechos, sino también desde los deberes u

obligaciones; una vez se asuma dicho rol, se debe pensar en la función social que cumple la

educación y la formación en la vida de las personas y considerar que al mismo tiempo esta es

transversalizada por todo lo que constituye al ser humano y haciendo énfasis en lo que este

posteriormente puede aportar a la sociedad como sujeto social de derechos, gozante y garante al

mismo tiempo.

Lo anterior implica no solo asumir una postura responsable, sino también prospectiva de lo que

se está "cosechando" en cuanto a lo que el sujeto en el futuro aplicará o "sembrará" en y a la

sociedad desde su proyecto de vida y la extensión o responsabilidad social que este tenga.
La contribución del docente.

En medio de todo el análisis precedente, se encuentra el hecho de que la educación debe

orientarse a formar ciudadanos con valores, capaces de reconocer, rechazar y denunciar el delito,

más que formar individuos capaces de resolver extensos cuestionarios académicos donde

demuestren suficiencia intelectual.

La formación en valores no es opcional, es obligatoria, y en ese propósito deben trabajar

todos los actores sociales y educativos. La gran pregunta es cómo reiniciar el sistema

considerando que tal mentalidad o imaginario ha permeado todos los niveles de la sociedad.

¿Está el docente facultado para hacer en un acto de extrapolación, su propio autoanálisis y

reconocerse como agente libre de tales mañas propias del vulgo nacional? ¿Hasta dónde llega el

compromiso y la motivación de un docente en ésa cruzada por recuperar los valores éticos de la

sociedad si antepone sus deseos personales, sus necesidades económicas y sus percepciones del

sistema educativo precisamente construidas dentro de la misma cultura de la “malicia indígena”?

Aunque cada nuevo caso de fraude pueda desmotivar el quehacer del docente, también se

puede reconocer el rechazo que produce en amplios sectores de la sociedad. Tal rechazo no

puede ser flor de un día y resultar en el balance general como una postura de falsa indignación.

Se requiere coherencia comportamental y ejercicio diario de todos los actores sociales en pos de

un cambio real. Es al docente a quien le corresponde portar esa bandera por la dignidad y

respaldar ese deber con un comportamiento ejemplar. En caso contrario se desvirtúa la labor

docente, a quienes bien pudiera reconocérseles como en el texto bíblico ser la sal de la sociedad,

¿pero sí la sal se desvirtúa, ¿quién salará la sal?.


Desde el punto de vista de los planteles educativos hay que proyectar la erradicación del

facilismo y las aptitudes permisibles partiendo de premisas fundamentales como:

Selección del docente que apunten más en el ser, vocación del saber.

Formación integral, acompañamiento de los padres teniendo en cuenta todos los aspectos

culturales de cada región.

Fundamentar los valores como eje fundamental en todas las áreas del conocimiento.

Evaluación de las aptitudes y comportamientos en todos los momentos de la clase.

Desde la docencia, se debe pensar, sentir, asumir y aplicar la formación integral, apostándole no

solo al saber, saber hacer (para el caso de las IETA o IETC), sino también apuntarles a las

competencias del ser y saber convivir en sociedad. Si bien transformar las ideologías del "más

vivo es quien obtiene más y sobrevive más tiempo" puede resultar un reto, trabajar desde los

espacios académicos puede incidir en el cambio de las mismas y en la promoción de una

sociedad donde la paz, la justicia, el respeto y sobre todo el amor, se conviertan en el estilo de

vida de las personas.


Una visión profesional desde las ciencias económicas.

Partiendo del enfoque sistémico de la sociedad Colombiana y reconociendo que la

productividad es el factor determinante del crecimiento económico de las naciones, una situación

como la actual, donde las normas existen pero se violan bajo la permisividad y la tolerancia

fundada en los antivalores, no permiten ver un futuro promisorio. Difícilmente podría el Estado

inmerso todavía en hechos de corrupción en el que la mermelada está presente en los altos

niveles de los gobiernos así como en los negocios públicos y privados internacionales, lograr un

crecimiento sostenido si las acciones de los empresarios y los gobernantes generan mayores

brechas sociales.

Se sabe que lo que se requiere son reformas políticas empresariales que van mucho más allá

de formular extensos planes, proyectos y políticas púbicas por el rescate de los valores en los

negocios. Se necesita promover una conducta responsable en los negocios demarcada por

valores éticos en un proceso sostenido de largo plazo. En ello todos los actores sociales tienen

responsabilidad compartida y en la medida en que los antivalores se conviertan en valores

progresivamente, la sociedad se irá acercando al escenario que le permita impulsar el desarrollo

socio económico del país.

En conclusión, se debe inculcar los buenos hábitos a los educandos desde las aulas y enseñarles a

ejercer sus derechos y resolver sus problemas con equidad y responsabilidad. Identificar que

comportamientos nos hacen sentir orgullosos y reconstruirnos como sociedad a partir de esos

valores positivos.
Referencias Bibliográficas

Zubiría J. (Junio, 2018) “¿Cómo cambiar la cultura del avivato?”. Revista Semana.

Recuperado de: https://www.semana.com/educacion/articulo/los-casos-de-compra-de-

examenes-en-el-colegio-marymount-y-en-la-unimagdalena/572359

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