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310 GACETA Como el Municipio no puede ser condena- do en costas, se condena tinicamente al ac- tor al pago de las que se hayan causado por virtud de su recurso, i Cépiese, notifiquese, publiquese, insérte- “Se JUDICIAL se en la GACETA JUDICIAL y devuélvase oportunamente al Tribunal. Eduardo Zuleta Angel, Liboric Bscallén, Ricarde Hinestrosa Daza, Juan Francisco Miajiea, Antonio Rocha, Miguel Moreno J. Pedre Leén Rincén, Srio. en ppd. PERIVICIOS—ABUSO DEL DERECHO 1 wee anormel, mal intencionado, impradente, inconducente 0 excesivo cen relsclén con la finalidad que lesi- timamente ofresen Ins leyes rituaries pera el reconcimiento, efectividad © Gefensa de un derecho, degenera en abuso del derecho de litigar y em cada. ceso pasticolar el juex puede fumzar que constituye un caso de culpa ci vil Notorio es el sistema de Ia, ley eo Iombiana de enjulctamiento civil de Imponer ai vencide 1s obligacién de resercir Ips costes procesales al ven- coder sélo en el caso de que aquél ha~ ye slio TEMERARIO © MALICIOSO al sostener ln acctén, excepeléa, oposi- clén © incldente (artienle 575 del C. Ja), selve tes excepclones legales. EL exceso de dafio sufrido postblemente, Gistinto de castas, 2 consecuencia de una accién Jadicial temeraria 0 mati~ closemente ejercitade, es necesario de~ mostrarlo como ebjetivamente campll- do, & cousn ¥ con motivo de aquella actuacléa, en scclén ordinaria y dis tinta, con eudieneia del fitigante te- merario 9 malicioso y ye dentro de las normas generales de responsabili- ded que informan el articulo 2356 del ©. ©. Los Iechos invocados como ba~ se de Ia aceién ejereitads en el juicio ‘no constituyen abuso del derecho. Ni estudiande el asunto a Ia luz de la concepeién clisiea 0 INTENCIONAL (presenteds, en Ia doctrina, por Ri- pert, 7 en Jn legistzciin por el cédigo alemin); ni estudiindolo 2 la Imz de Ie coneepeién FUNCIONAL (procta~ mads en Ia doetrins por Josserand y ‘en Ts legislacién por el eddigo sovié- eo), puede clasifiearse «1 caso como abuso del derecho. cate Supreme de Justia Sela de Ceseciin vil-—Dogts] octubre trelnta de ‘all novetetor Teme 9 eiton i { ‘Magistrad ponente: Dr. Antonio Rocha. I Hechos pertinentes en casncién. i 1! El Juzgado 2 en lo Civil del Circuito de Medellin deereté el 11 de mayo de 1932 el embargo preventivo y el secuestro de un almacén de cacharros, denunciado por el doctor Alfonso Restrepo Moreno, con poder especial que le confirié la sefiorita Maria de Jesiis Jaramillo V., como de propiedad de don Manuel Restrepo L., deudor de la se- fiorita Jaramillo de una’ suma de pesos. 2 En el acto de verificarse el secuestro reclamé don Eduardo Restrepo E. esos bie- nes como de su pertenencia y de su herma- no Alberto, y el Juzgado, obrando de acuer- do con lo previsto en el articulo 278 del C. J., dejé alitercero reclamante, sefior Eduar- do Restrepo E., como secuestre del almacén, a quien le'previno que debia cumplir los de- beres de mandatario remunerado, segiin lo dispone el segundo aparte del artfculo 287 del eédigg citado. 3° Durdnte la misma diligencia, a pesar de la opobicién, insistié el doctor Restrepo Moreno, como apoderado de la sefiorita Ja- ramillo V., en el embargo de los bienes, y durante el inmediato y posterior juicio eje- cutivo de ésta contra don Manuel Restrepo L. se ventilé 1a correspondiente articula- cién, en la cual, conforme al articulo 1021 del Cédigo de Procedimiento, “‘sélo se con- trovierte si el tercero, en este caso Kduar- do y Alberto Restrepo E., es legitimo po- seedor cuya posesién debe respetarse con- forme a las leyes”. MO ET GACETA 4° Gineo meses déspués, o sed el 10 de oc- tubre de 1982, el juez a quo fallé la discu- sién levantando el secuestro de la cacharre- ria, por considerarla, dice, de propiedad de Hijos de Manuel Restrepo L., 0 sea de Eduardo y Alberto, y condené a la acree- dora sefiorita Jaramillo al pago de las cos- tas de la articulacién. 5* Su apoderado, doctor Restrepo More- no, apelé de esa decisién, diciendo: “El col- mo de lo que le puede pasar a un litigante honrado, es que a fuerza de defender una causa tan justa como es ésta, en contra de un deudor ‘inescrupuloso, resulte debiéndole dinero a los hijos de éste, de quienes se va- 1i6 aquél para eludir el pago... Se pondra la justicia en su punto, revocando el desem- bargo y sobre todo esa odiosa condenacién en costas”. 6° Sabido es que el cuarto aparte del ar- tieulo 1021 de! C. J. dispone al efecto que “si se resuelve a favor del tercero, se pone fin al secuestro, y si hay temeridad (su- braya la Corte), se condena al ejecutante en las costas y a pagar al tercero una mul- ta de diez a mil pesos...” En estos autos no hay constancia alguna de que el juez a que hubjera impuesto multa, sino apenas costas, a cargo de la ejecutante sefforita Jaramillo V. 7 Bl Tribunal Superior de Medellin con- firma las conclusiones del inferior en cuan- to a posesin y propiedad de la cacharreria a favor de los sefiores Alberto y Eduardo Restrepo E., pero no en cuanto a las costas impuestas por él a cargo de la ejecutante. A este respecto, después de analizar las pruebas de una y otra parte, el auto del Tri- bunal se expresa asi: “Esta circunstancia, que es notoria, debié haberla tenido en cuenta el sefior juez a quo para no haber condenado en costas, ya que asi desapare- ce Ia apreciacién de que se hubiera soste- nido maliciosamente y sin.fundamento, de una manera temeraria, el incidente sobre secuestro. En este particular cabe reformar la provideneia recurrida, porque hubo ex- ceso en la estimacién de la prueba de una de las partes en perjuicio evidente para la otra, que también aporté elementos proba- torios suficientes para explicar su procedi- miento. En virtud de lo expuesto, el Tribu- nal, administrando justicia en nombre de la Repiiblica de Colombia y por autoridad de la ley, confirma el auto apelado que leva fecha 10 de octubre del afio en curso, pro- ferido por el sefior Juez Segundo del Cir- cuito en lo Civil, con la reforma de que no hay lugar a condenar en costas, en la pri- mera instancia. Sin costas”. nce JUDICIAL 311 8 Los sefiores Eduardo y Alberto Res- trepo E. afirman que al embargrase el al- macén de su propiedad y al inventariarse los bienes que en él se encontraban, se les caus6 graves e irreparables perjuicios, ya en las ventas, que por el cierre se perju- dicaron, ya y sobre todo, en el crédito, que han visto considerablemente mermada (he- cho décimo-de su demanda), y agregan tam- bién textualmente: “Estos inconvenientes que se nos han causado en todo orden, no tenemos por qué sufrirlos sin culpa de nues- tra parte, y claro est4, no habiendo causa sin efecto, habré alguna persona responsa- ble de ellos, persona que necesariamente debe satisfacernos, ya que a nadie-se pue- de dafiar injustamente” (hecho undécime). En consecuencia, en el mes de febrero de 1938, demandaron por la via ordinaria a la sefiorita Maria de Jestis Jaramillo para que se declare judicialmente: “Que la sefiorita Maria de Jests Jararni- Ho V. est obligada a pagarnos ja suma de seis mil pesos oro ( 6,000), lo que se de- termine por peritos, valor de los perjuicios eausados con el embargo de Ja cacharreria de nuestra propiedad. Que la misma sefiori- ta est4 obligada a pagarnos Ios gastos de este juicio, si se empefia en la litis”. ‘9° Correspondié desatarla en primera ins- tancia al mismo juez, que ademas de haber practicado el embargo preventivo y el se~ cuestro decidié de la articalacién de desem- bargo, coincidencia que Ia Corte estima im- portante dada la naturaleza de la accién in- coada en el presente juicio, quien absolvi6 a la sefiorita Jaramillo, sin costas, de los cargos de resarcimiento de dafios formula- dos por los Restrepos aqui, Y en cuanto a la manera como habia estimado la temeri. dad de la insistencia en el embargo y se- cuestro, que Io Ilev6 ehtonces a condenar a la ejecutante en costas, aunque no a la mul- ta, segiin se anoté, dice que rectifica y que “reconoce ampliamente la buena fe con que obré el apoderado de la opositor: " Y agrega: “Pero ello se debe a que el Juzgado, después de un nuevo estudio de la cuestién, leg6 a convencerse ahora de que no hubo malicia ni hubo temeridad en aque! secuestro (asi lo reconocié el suscrito Juez en el auto de 17 de’octubre de 1932) y, por lo mismo, la absolucién de la demandada es un verdadero imperativo legal. Queda asi rectificada Ja sancién impuesta a la se- forita Jaramillo en aquella oportunidad, y se hace contar que esta rectificacién la ha- ce gustosamente el Juez y reconoce su error, ya que el entendimiento humano no es in- falible”. 312 GACETA 10° Sentencia de segunds instancia—Es de fecha 25 de abril de 1934. #1 Tribunal acoge la tesis del Juez de que la accién aqui ejercitada requiere, para su prosperidad, la demostracién de la mala fe de quien ejer- cité la accién accesoria del secuestro y del embargo, 0 al menos su intencién dolosa e injustificable con relacién al verdadero pro- pietario de los bienes embargados. Dice que quien ejercita un derecho y obra de buena fe, merece proteccién y no viola derecho ajeno; que hubo motivos suficientes para explicar el proceder del doctor Restrepo Moreno como apoderado de la sefiorita Ja- ramillo y que “ha quedado flotando la du- da de si real y positivamente la venta que el sefior Restrepo L. les hizo a sus hijos Eduardo y Alberto fue real y no con miras indebidas” (folio 88, C. pal.) Considera que la accién ejercitada por éstos se sale de las normas escritas del de- recho colombiano y que invade el campo cientifico de la teoria moderna conocida con el nombre de abuso del derecho. Hace refe- rencias a la manera como la plantea M. Jos- serand, para concluir que es “la intencién de causar dafio, la malicia en el obrar, la mala fe al'ejercitar un derecho, lo que de- be aparecer evidentemente demostrado pa- ra que una pretensién como la de los de- mandantes pueda prosperar”. Pero encuen- tra que, al contrario, lo que resalta es la buena fe con que obré el doctor Restrepo Moreno en lo relacionado con el secuestro ¥ Ja legitimidad de la medida que acordé to- mar en.defensa de los derechos de su po- derdante. Ademés advierte que ni con testigos ni con peritos se demostré la exiscencia de perjuicios, necesarios para la viavilidad de la aceién, y al analizar la exposicin peri- cial encuentra que uno de ellos ha podido incurrir en delitos y ordena que la autor dad correspondiente investigue la respo sabilidad. Confirma pues el fallo de prime- ra instancia, y condena en costas a los ape- lantes (folio 39 vto.) Fundamentos del recurso de casacién iin nombre de los demandantes Eduardo y Alberto Restrepo, su apoderado formula contra la precitada sentencia del Tribunal Superior de Medellin los cargos que en se- guida se resumen y a la vez se ordenan: 1 Violacién del artfeulo 2341 del Cédigo Civil (no dice si directa o indirectamente) : En concepto del recurrente este precepto consagra una responsabilidad objetiva, de manera que para reparar el perjuicio no se JUDICIAL debe tener en cuenta si hubo voluntad o malicia al causarse el dafio, sino que sélo se requiere la comprobacién de que el dafio se causé. Y estima que el dafio se causé con la temeridad inherente a la insistencia en el embargo y el secuestro del almacén de cacharros, y en/no haberlo anreciado asi el Tribunal, por una parte, y en no haber vis- to la merma del erédito de los Restrepos y el trastorno de los negocios, por otra parte, del s6lo escdndalo consiguiente al secuestro, encuentra el] recurrente un error de hecho y uno de derecho, porque de no palpar el dafio deié de aplicar, para repararlo, el ar- tfeulo 2841 ya citado. 2 Violacién directa del articulo 2348 del C. C. en cuanto dice: “Es obligado a Ta in- demnizacién el’ que hizo el dafio y sus he- rederos”, que el Tribunal dejé de aplicar en contra de qitien hizo el dafio, que fue la sefiorita Jaramillo, al secuestrar bienes que no eran de su deudor sino de terceros, aun- que no hubiera tenido mala intencién wi malicia, ni hubiera incurrido en negligencia © imprudencia.' I 8° Violacién ‘del artfculo 2356 del C. C., en cuanto establece que “por regla general tedo dafio que pueda imputarse a malicia 0 negligencia de otra persona, debe ser repa- rado por ésta”. Al respecto'el recurrente_sostiene dos puntos de vista opuestos: 1° Dice que el in- cidente sobre \secuestro lo sostuvo el apo- derado de la sefiorita Jaramillo de una ma- nera temeraria y sin fundamento alguno, porque en el momento de consumarlo tuvo ocasién de conocer todos los documentos que justificaban la propiedad de los bienes a favor de un tercero y no del deudor a quien persegufa la sefiorita Jaramillo; que “no hay lugar a duda que la malicie de par- te del ejecutante aparece claramente por el . solo hecho de haber insistido en el secues- tro y en el enibargo de bienes que pertene- cian a un ter¢ero y no al ejecutado”, y mas adelante dice, que “la insistencia en el se- cuestro hace desaparecer la equivocacién y convierte esa actitud en temeraria y zuali- ciosa”. ' 2 Al misnio tiempo sostiene en seguida el recurrente que en la responsabilidad ci- vil incurre el embargante y secuestre que insiste en elj secuestro y embargo cuando el verdadero ‘duefio de los bienes es absuel- to de la dethanda correspondiente, segin doctrina de la Corte Suprema de fecha 27 de septiembre de 1899, y por el solo hecho del vencimiento, es decir, por responsabili- dad objetiva,

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