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LRM LOCUS: KOWLOON

Silvia Santillana
Historiadora del Arte, crítica y Comunicación cultural
KOWLOON O LA EXPERIENCIA INMERSIVA DE LRM (LOCUS)

Roberto Gonzalez
Periodista Cultural, Social Media y educación
Kowloon, una performance donde la historia se construye a sí misma

David Delgado Ruiz


Fotógrafo, Art Blogger y Marketing cultural
# Kowloon LRM Performance

Marie Claire Decay


Directora de la Fundación Museo Salvador Victoria
Kowloon, de LRM Performance

Blanca Victoria de Lecea


Crítica cultural y escritora
‘Kowloon’, la destrucción de la historia

Fabio Zanonni
Director del festival de música contemporánea de Verona y Crítico cultural
Kowloon: cuando lo que produce sentido es la materia escénica

Stella Maldonado – Ubuntu Cultura


Historiadora de Arte y Educadora cultural
Kowloon: una experiencia provocadora para los sentidos

Ángel Alonso
Realizador, guionista y colaborador en Fotocinema y El Estado Mental
HAY UN TELÓN DE FONDO
‘Kowloon’ por LRM Performance

Julio Municio
Historiador, especialista en cultura China y marketing cultural
Kowloon, la obra de LRM Performance repleta de influencias asiáticas

Diego Fraile
Historiador de Arte y difusor cultural
La ensoñación de Kowloon, el nuevo proyecto de LRM Performance

Irene Calvo
Gestora cultural, comisaria, Editora en @ahmagazine_es y @Revista_Madriz.
El lugar, el roce, el momento: la performance

Paz Olivares
Crítica Cultural
Kowloon, de LRM Locus - rodaje de lo subterráneo

Ignacio Vleming
Periodista, Escritor, crítico y comunicador cultural, poeta
KOWLOON, UN MISTERIO QUE DEBE SER PRESERVADO

Idoia Hormaza
Historiadora, comisaria, crítica y gestora cultural
KOWLOON, MÁS ALLÁ DE LA PERFORMANCE

Isabel González
Historiadora de Arte, Profesora y blogger cultural
Kowloon, una experiencia desbordante
LRM (LOCUS): KOWLOON

Silvia Santillana
Historiadora del Arte, crítica y Comunicación cultural

KOWLOON O LA EXPERIENCIA INMERSIVA DE LRM (LOCUS)

Cuando las luces se apagan, la oscuridad nos inunda, nuestros sentidos se agudizan.
Una sensación indescriptible nos rodea. Una poderosa impresión acecha desde las sombras. No
sabemos donde estamos ni a dónde vamos. De repente, una luz contrae nuestras pupilas, nos
proyecta hacia un intenso resplandor, imponderable, que envuelve un espacio ilusorio, lleno de
luces y sonidos. Es Kowloon (2015). El último trabajo del colectivo LRM Performance (Locus).
Kowloon es todo y nada a la vez. Una puesta en escena turbadora, mágica, arrolladora, donde
la armonía de las partes se hace tangible a ojos del espectador gracias a los movimientos,
estatismos y silencios de sus integrantes, junto a un aparato técnico impecable, que actúa de
catalizador de las pulsiones más primarias del ser humano. En Kowloon hay algo de estado
primigenio, de crisálida o anfibio, de estado en transición hacia otro algo, que huye de lo
anecdótico, y conecta con múltiples ideas subyacentes. Esa idea, esos retazos de experiencias
físicas e eidéticas, como fotogramas de una película o recuerdos prefigurados, conforman un
entramado, una colmena de seres invertebrados y de formas indefinibles, que escapan a toda
lógica y a toda categorización.

En Kowloon la idea de lo oculto, del ensamblaje de imágenes y materiales, constituyen la


esencia del proceso creativo de este colectivo formado por los performers David Aladro-Vico,
compositor y Berta Delgado, artista visual, junto a la intérprete de movimiento colaboradora en la
pieza, Chen Zhihan. Una obra multidisciplinar que huye de la tendencia en la performance
tradicional y actual del espacio minimalista y del cuerpo en estado de desnudez. Aquí, el espacio
es un laberinto, una ilusión, donde los tres interpretes pueden perderse, metamorfosearse,
convertirse en cientos, en uno o en ninguno. Un espacio que crea nuevas percepciones con
pantallas y mecanismos, y que revela a través del disfraz, una verdad prístina, a la que solo
podemos acceder a través del arte.

La idea de organismo indefinible, celular y mecánico al mismo tiempo, también está presente en
ese espacio asfixiante dentro del estudio y de la mente del espectador; una experiencia
inmersiva de 56 minutos de duración y 22 escenas, que hace referencia a la ciudad amurallada
de Kowloon (Hong Kong), derribada en 1994.
Silvia Santillana
KOWLOON O LA EXPERIENCIA INMERSIVA DE LRM (LOCUS)

Esta fortaleza creada en el siglo XVII con el tiempo se convertiría en un enclave chino dentro del
territorio británico. Su estructura comenzó a crecer después de la Segunda Guerra Mundial, un
laberinto de construcciones, una encima de otra, densamente poblado, una maraña de
conducciones, cables y tuberías; un amasijo de formas en donde la luz del sol apenas
penetraba. Este fenómeno fue documentado en libros y películas, cuyas imágenes permanecen
en la memoria a través de diversas manifestaciones culturales como el cine de Hong Kong,
tomando como punto de partida la ópera tradicional china, y desde los años 80, su aproximación
al mercado cinematográfico de Hollywood y el auge del cine de autor con directores de culto
como Wong Kar-Wai o Fruit Chan.

Pero, sobre todo, es esa atmósfera espiritual de Kowloon, a través de lo artificial de luces y
sonidos, tomados y alterados de la propia naturaleza, lo que nos impresiona y nos pone en
contacto con el pensamiento oriental, no solo de Hong Kong, sino de diversas fuentes y lugares.
Así el cine de animación del creador de Paprika, Satoshi Kon o los fundamentos de la filosofía
taoísta del maestro Lao Tse, parecen estar presentes en Kowloon; una performance que no deja
de lado lo popular, lo actual ni lo tradicional, tan característico en la cultura asiática.

En ese maremágnum de movimientos refinados, frenéticos, luces y sonidos sin fin, uno parece
contemplar también el inicio de la misma civilización, siendo participe del momento en el cual
Prometeo robó el fuego a los dioses para entregar su don a los mortales. Con esta acción, su
protagonista fue castigado a permanecer encadenado, en un ciclo de tortura y regeneración
eterno, que no podemos obviar en esta experiencia caótica y mística de LRM Performance
(Locus), dejando claro que sus influencias no vienen solo de la península de Kowloon, ni de
Asia, sino del ser humano y sus emociones.
Según cuenta el colectivo LRM Performance (Locus):

“Nuestro trabajo busca emociones sin intermediarios, por lo tanto evita expresamente la
narración mediante la inclusión de la mayor cantidad posible de influencias, cuidadosamente
ensambladas para generar emociones en lugar de un hilo conductor o concepto”.
De esta manera, la “Anarquitectura” de Gordon Matta-Clark o el depósito nuclear de Onkalo al
norte de Finlandia, son solo algunas de las imágenes que conforman el universo de Kowloon.
Mezcla de azar o destino, el estudio de LRM Performance (Locus) se encuentra en Usera, el
barrio con mayor densidad de población china originaria de la provincia de Cantón de todo
Madrid, junto a diversas nacionalidades del resto del mundo.
Viajando entre las fronteras físicas del mapa político actual, nos damos cuenta que todo es
posible dentro de la mente humana; Kowloon es prueba de ello. Toda interpretación es libre, y
todo trabajo creativo, aspira a dar alas a la imaginación de todo espectador; algo que LRM
Performance (Locus), no solo consigue sino que supera, remitiéndonos a un estado puro y
caótico por medio de la experiencia inmersiva de su arduo y maravilloso trabajo.

https://vadearteblog.wordpress.com/2016/06/24/kowloon-o-la-experiencia-inmersiva-de-lrm-
performance-locus/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com

Roberto Gonzalez
Periodista Cultural, Social Media y educación

Kowloon, una performance donde la historia se construye a sí misma

Gracias a la gentil invitación de LRM performance /Locus he podido asistir a uno de los ensayos del que
será su próximo espectáculo, Kowloon, que toma el título del pequeño microestado fuera de la ley del que ya
hablamos aqui. ¿Quieres saber en qué consiste?

Hace tiempo tenia pendiente publicar esta entrada donde recoger mis impresiones del espectáculo. Es posible
que a mucha gente el arte performativo le quede muy lejos de su sensibilidad, y yo mismo reconocer que cuando
pienso en manifestaciones artísticas siempre mencionó antes la música, la arquitectura, la escultura… pero eso
no resta valor a los artistas de lo performativo, a los que aún a día de hoy no se les puede negar cierto
reconocimiento de pioneros, dando a conocer la experiencia de las performances al gran público.

La ciudad amurallada de Kowloon surgión en Hong Kong como una transgresión a la idea de frontera entre China
y la colonia británica, y Kowloon de LRM Performance transgrede igualmente las fronteras de los géneros.

A través de sus diferentes escenas, y sin elementos que parezcan unirlas, en el espectáculo se nos propone un
juego de ingenio donde debemos crear nuestra propia historia a través de las acciones y los sonidos que se nos
proponen.
Investigación científica, exploración, supervivencia en un entorno hostil... fueron algunas cosas que yo creí
percibir, pero otras personas podrán dar interpretaciones totalmente diferentes, y este intercambio de ideas es lo
que hace interesante esta propuesta performativa, donde LRM performance conjuga elementos de la ciencia
ficción, el sonido y la danza para que cada espectador pueda crear su propia historia, permitiendo que la
experiencia de la performance despierte la curiosidad en nuevos públicos.

Hay quien lo define como una experiencia desbordante, o como experiencia inmersiva, y la destrucción de la
historia, pese a que como digo en el título, yo creo que es la historia la que se construye a sí misma en la
sensibilidad des espectador. Sin duda, es un espectáculo donde tus sentidos serán provocados al máximo. Así es
el diálogo que se establece tras ver Kowloon.

http://robertoggarcia.tk/kowloon-performance-que-se-construye-a-si-misma/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com
David Delgado Ruiz- DDR Magazine
Fotógrafo, Art Blogger y Marketing cultural

# Kowloon LRM Performance


Kowloon alude a la ciudad amurallada de Kowloon en Hong Kong, que fue derribada en 1994 y ahora es el
Kowloon Walled City Park. Originalmente fue creada en el siglo XVII como una fortaleza, convirtiéndose después
en un enclave chino dentro del territorio británico. Comenzó a crecer después de la Segunda Guerra Mundial,
tornándose poco a poco en un laberinto de construcciones, una encima de la otra, densamente poblado, con
infraestructuras improvisadas creando una densa maraña de conducciones, cables, tuberías y mangueras; un
amasijo en constante goteo a través del cual la luz del sol apenas llegaba la parte inferior.
El fenómeno de la ciudad amurallada de Kowloon fue documentado en libros y películas, y sus recuerdos en los
habitantes de Hong Kong puede diferir en el sentimiento, pero sus imágenes siguen viviendo en diversas
manifestaciones culturales tan variadas como las películas de Hong Kong de Fruit Chan o Wong Kar-Wai o en
videojuegos y parques temáticos.
Pero LRM Locus ya no está interesado en el arte conceptual ni narrativo, así que la pieza no está relatando ni
representando la historia de la ciudad amurallada. Su trabajo busca emociones sin intermediarios, por lo tanto
evita expresamente la narración mediante la inclusión de la mayor cantidad posible de influencias,
cuidadosamente ensambladas para generar emociones en lugar de un hilo conductor o concepto. Cualquier
imaginería de la ciudad amurallada de Kowloon se mezcla con una variedad de influencias de artes visuales,
danza y movimiento y música tradicionales y contemporáneas, arquitectura y construcciones o ciencias, pues
cualquier influencia puede inducir a un proceso creativo y su resultado emocional.
“Estos son dos ejemplos de otras fuentes que asociamos con la imaginería de ciudad amurallada de
Kowloon: Primero, nos sentimos atraídos por la luz y las imágenes en la obra de Gordon Matta-Clark (1943-1978)
Matta-Clark estudió arquitectura pero decía practicar "Anarquitectura". Interesado en la idea de entropía, las
lagunas metamórficas, el espacio ambiguo/sobrante, trabajó mediante la deconstrucción de edificios existentes
-seccionándolos- que después fueron derribados.Murió prematuramente en 1978.
Y otro ejemplo de influencia en Kowloon fue Onkalo, un depósito de residuos nucleares actualmente excavado en
roca en el norte de Finlandia. La luz del sol tampoco llega a la parte inferior de sus túneles, pero por una razón
muy diferente. Destinado a durar al menos varios cientos de miles de años, también reflejará la vida de aquellos
que lo construyeron, aunque de distinta manera. Como algunos pueden sentir acerca de la antigua ciudad
amurallada de Kowloon, es probable que sea justamente olvidado, pero al mismo tiempo, no debería.
Del procedimiento creativo y sus resultados abiertamente no conceptuales, las influencias, el título o sus
asociaciones son sólo una referencia –o más bien necesidad, nunca tienen intención de ser interpretados
literalmente.
LRM Performance nos lo describe así: "Queremos poner el énfasis en el respeto al derecho del
espectador a una interpretación libre -que es algo que creemos que las artes conceptuales y narrativas impiden.
Así, si alguien hace una interpretación propia de la pieza, viendo sus propias referencias o incluso citas, es
bienvenido a hacerla (siempre y cuando respete las interpretaciones de otros espectadores).
Porque cuanto más se diferencien las interpretaciones de cada espectador, más satisfechos estamos."

Permanece atent@ a las actuaciones en directo, es un espectaculo realmente imprescindible, un ciclon de aire
fresco en el panorama artístico madrileño.
LRM es emoción, intensidad, movimiento, una delicia para los sentidos y un bálsamo para el alma.

http://ddrphotoartgallery.blogspot.com.es/2016/05/kowloon-lrm-performance.html
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com

Marie Claire Decay


Directora de la Fundación Museo Salvador Victoria

Kowloon, de LRM Performance

Asistí anoche a la nueva "producción" de LRM Performance: un derroche de creatividad multidimensional,


plástica, musical y de expresión corporal, que me agarró del principio al fin.

Desfilan ante los ojos del espectador unos enormes seres tentaculares de otro mundo, o de un remotísimo
pasado, que se mueven como perseguidos por algo amenazador, flotando o arrastrándose. Gigantescas burbujas
cruzan el escenario huyendo mientras otras criaturas mas pequeñas y estáticas quedan suspendidas en un
espacio iluminado una y otra vez por rayos rojos o verdes.

Un total de 22 "episodios" durante los cuales no dejé de evocar los cuentos de Lovecraft. Recuerdo también dos
"cuadros" inmensos: el primero de formas en tensión que me hacían pensar en la obra de Manuel Rivera y otro
rabiosamente gestual e informalista como los óleos de Salvador Victoria de los años cincuenta del siglo pasado.

Me impresionó el acompañamiento musical con múltiples y complejos sonidos, donde creí percibir influencias
asiáticas, perfectamente sincronizado con los movimientos escénicos.

En fin, la última imagen, con dos figuras situadas de forma simétrica, como en una actitud pacífica, me pareció un
símbolo de esperanza o tal vez de espiritualidad.

Gracias Berta, gracias David, y Zhihan Chen por esta velada tan enriquecedora!

http://www.salvadorvictoria.com/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com
Blanca Victoria de Lecea
Crítica cultural y escritora
‘Kowloon’, la destrucción de la historia
Kowloon es deshacer las costuras que componen una historia, desplegando movimientos
descontextualizados, originando una suerte de experiencia estética en el espectador. En nosotros.
Cautivados, nos mantendremos en estado de suspensión del juicio, atónitos ante el despliegue de lo
abstracto desconocido durante los 56 minutos que componen la obra producida por el colectivo LRM
Performance Locus. Una obra artística interdisciplinar con una desmesurada abundancia de influencias,
donde, fragmentadas y ensambladas, compondrán un frankenstein sin suturas, dando como resultado la
destrucción del significado y la apertura a la resignificación laberíntica por parte del espectador.
El colectivo LRM Performance Locus lleva ya más de 10 años en funcionamiento. Ellos son Berta Delgado,
artista visual y performer y David Aladro-Vico, compositor y performer. Para esta ocasión han contado con
Chen Zhihan, intérprete de movimiento colaboradora. Kowloon, esta última muestra de su esforzada labor
inspirada en la cultura visual de Hong Kong, en la que llevan trabajando y perfeccionando desde hace un
año, no contiene texto ni voz. Es un continuo de imagen, movimiento y sonido de veintidós escenas de
acciones, luz, proyecciones analógicas y sonido directo y grabado. Actualmente realizan pases de prensa,
y así llegó hasta nosotros.
Apagamos móviles y prejuicios, nos dejamos arrastrar por una desconcertante fuerza, comenzaba
Kowloon. Desde la primera instantánea que pronto cobraría vida, sentimos que éramos parte de una
realidad deslumbrante y cegadora, irremediablemente arrasadora. Esta realidad estaba constituida por una
amalgama en movimiento: proyectores de diapositivas, iluminaciones y sonidos. La música, compuesta y
reorganizada para difuminar su referente en la realidad, y alcanzando de facto un acto de creación,
contaría entre otras opciones con fragmentos de Phil Niblock, Tom Johnson, así como grabaciones de
campo en Madrid o elementos de música tradicional de Tailandia y Hong Kong. La iluminación era a base
de LEDs y lámparas de filamento antiguas, utilizadas por su cualidad de luz cálida. Luces dispares que
iban encendiéndose y disipándose lentamente o de golpe. En cuanto al uso de proyectores de diapositiva y
transparencias, convenientemente modificados, daba como resultado una imagen exclusivamente
analógica y sin límites de resolución. Por último, el cuerpo humano transmutado ora en objetos ora en
movimiento, contribuía en este universo al dotarlo de un tempo al que no estamos tan acostumbrados: una
lentitud en consonancia con el legado del Legend Lin Dance Theatre de Taiwán, así como del cine de Tsai
Ming-Liang.
Todo esta herencia y presente solidificación artesanal constituirá e irá cimentando una atmósfera
demoledora, donde lo onírico florecerá como una burbuja de aire ascendiendo hasta estallar al contacto
con la superficie del mar. Como contara el grupo: “Nuestro trabajo busca emociones sin intermediarios, por
lo tanto evita expresamente la narración mediante la inclusión de la mayor cantidad posible de influencias,
cuidadosamente ensambladas para generar emociones en lugar de un hilo conductor o concepto”. Y como
expresaran para otro medio, algunas de estas influencias provendrán de un profundo interés por Oriente:
“Nos interesa Asia en general, fundamentalmente por su sentido del color, del tiempo y del movimiento”.
La cultura asiática, por tanto, revitalizará la obra hasta conformar el título de su última creación. Kowloon
hace alusión a la ciudad amurallada de Kowloon en Hong Kong, demolida en 1994 y convertida en un
parque de jardines, zonas de juegos, varios lagos y un laberinto, entre otras opciones. Kowloon fue una
fortaleza erigida en el siglo XVII bajo la dinastía Song (960 – 1279).
Blanca V. de Lecea – ‘Kowloon’, la destrucción de la historia

Durante la Segunda Guerra Mundial fue creciendo en densidad poblacional hasta


alcanzar la mayor del planeta con 1,9 habitantes por m!. Arquitectónicamente
anárquica, la ciudad fue deshaciéndose de la entrada de la luz solar, llegando a ser
un auténtico privilegio: era accesible únicamente a los hogares de las azoteas o
fachadas. La iluminación en la ciudad provenía en gran medida de tubos
fluorescentes. De esta situación aparecería el apelativo de Ciudad de la Oscuridad, además de por ser un
territorio sin ley, gris y enmarañado: apresado por una pluralidad de cables, mangueras e historias insólitas.
Ahora bien, aunque sepamos de algunas de las influencias que marcarían líneas de pensamiento en
Kowloon, éstas serán meras ideas que irán desarrollándose y brotando. Esta información no puede ser
portadora de una comprensión holística de la obra. Dicho lo cual, prosigamos con otras dos influencias
indispensables. La primera será la obra de Gordon Matta-Clark (1943-1978), quien trabajó en la
deconstrucción de edificios existentes, fotografiando casas atravesadas por surcos o hendiduras que él
mismo realizaba, y desde las cuales eran visibles otras partes del inmueble. Por último, el cementerio
nuclear de Onkalo, que podríamos traducir por “oculto”, sería también una gran influencia para el colectivo,
y un cementerio nuclear situado en Finlandia con el propósito de ser olvidado. Una increíble construcción
subterrestre donde alojar material nuclear y esperar de él no ser encontrado jamás. Sin embargo, Michael
Madsen creó un documental en 2010: Into Eternity, para que, en caso de ser hallado el cementerio, los
habitantes de dentro de cien mil años puedan entender de qué se trataba. El documental, a este punto,
plantea preguntas como: ¿De qué manera podríamos hacer saber a estas personas de un posible futuro
tan lejano, de la existencia de estos residuos radiactivos y letales que marcaron gran parte de nuestra
historia contemporánea? Los expertos a este respecto, conscientes de la necesidad de olvidar este lugar y
de no ser encontrado, también entienden que la posibilidad puede no darse, y de ser así, mejor dejar una
serie de advertencias.
Kowloon, al crear un universo descontextualizado de cualquier signo que pudiera revelar o recordar a algo,
al establecer la imposibilidad de saber lo que está pasando, de igual manera, podrá conducir a tantas
historias como espectadores haya. Todas las posibilidades son válidas, como el grupo dijera: “Queremos
poner el énfasis en el respeto al derecho del espectador a una interpretación libre, que es algo que
creemos que las artes conceptuales y narrativas impiden. Así, si alguien hace una interpretación propia de
la pieza, viendo sus propias referencias o incluso citas, es bienvenido a hacerla”. La disparidad de
opiniones respecto a la obra será la satisfacción postrera del colectivo. Por consiguiente, la obra jugará con
nosotros, trataremos de darle un sentido último, encontrar mediante el intelecto la clave para comprender
las acciones, movimientos, sonidos y luces que logran su expansión en un espacio inusitado, y nos
daremos de bruces contra la opacidad todas las veces pensables, hasta intuir que podamos estar errando
en el intento: no se trata de entender, sino de sentir, dejarse ir. La obra está abierta, como vemos. El
mensaje que quiere transmitirnos está siempre por ser escrito: la interpretación corre a cargo del
espectador, las obras están conformadas por infinitas interpretaciones. En este tipo de obras
contemporáneas, la apertura es intencionalmente buscada, promoviendo así en el intérprete actos de
libertad consciente, donde podrá proponer su lectura. Por lo tanto, esta entrada del espectador a la obra le
hace partícipe de la autoría de la obra, creando una vinculación diferente entre autor y espectador, como
dijera Umberto Eco, y permitiendo, a fin de cuentas, que la obra viva y reviva siempre que haya un nuevo
intérprete, impidiendo así su muerte.
Este juego puede sernos útil al dejarnos espacio para un autoanálisis, al darnos pistas de lo que ponemos
como sujetos sobre la obra: cómo la miramos al realizar una lectura de la misma. Y esta que os muestro es
la mía. Una interpretación onírica en la que encontré una suerte de espíritus perdidos, conflictos
imperecederos, en la que me dejé inundar por la brisa de una atmósfera de demolición. Me sumergí, mea
culpa, porque como dijera Giacomo Leopardi en El infinito: “naufragar me es dulce en este mar”.
"Cautivados, nos mantendremos en estado de suspensión del juicio, atónitos ante el despliegue de lo
abstracto desconocido […] sentimos que éramos parte de una realidad deslumbrante y cegadora,
irremediablemente arrasadora […] no se trata de entender, sino de sentir, dejarse ir […] porque como dijera
Giacomo Leopardi, “naufragar me es dulce en este mar”

http://drugstoremag.es/2016/07/kowloon-la-destruccion-de-la-historia/
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Fabio Zanonni
Director del festival de música contemporánea de Verona y Crítico cultural
Kowloon: cuando lo que produce sentido es la materia escénica
No es fácil definir el sentido de una acción escénica que deliberadamente se presenta como
asemántica, cuya ejecución procede como materia teatral, sonora o luminosa y se autogenera sin
programa narrativo.
La obra “Kowloon”, de LRM Locus, aunque escapa a cualquier tentativa clasificatoria (happening o
performance nos parecen términos ya obsoletos) y evita cuidadosamente recurrir a contenidos específicos,
despliega una enorme capacidad para urdir tramas, para definir atmósferas nítidas y dimensiones
emocionales de conflicto, opresión o extravío, e incluso para construir relatos. Erige de este modo un
laberinto de sugerencias, dentro del cual el espectador es libre de elegir su personal itinerario interpretativo
y de reconstruir la variedad de sensaciones visuales y sonoras que se acumulan, con ritmos alternos,
durante la presentación.
Con este fin se utiliza de manera magistral la oscuridad, en la que aparecen, primero confusamente y
después con más claridad los contornos de de los seres de este mundo/planeta. De ahí emergen también
haces y desgarros lumínicos, luces rojas, anaranjadas, azules…
La visión queda así marcada por esta dialéctica de luz y oscuridad, al igual que la percepción sonora lo
está por la del silencio y el sonido. Una sonoridad entreverada de estruendos, rumores, ecos concretos
provenientes de la cotidianidad y la electrónica.
De este modo, el ambiente en el que se mueven los tres personajes alterna momentos de vacío con otros
en los que se crean, mediante telas constantemente en movimiento, ámbitos vagamente opresivos,
pasadizos, grutas …

Más adelante, juegos de velos movidos por maquinarias teatrales artesanales, junto a proyecciones sobre
una pantalla de tul de mecanismos aleatorios con objetos que se mueven en una cajita: el deseo de
asombrar, con la fascinación de numerosos estímulos, revela un gusto casi barroco
Si, por un lado, se nos propone una materia escénica pura (el juego combinatorio de luces, movimientos,
sonidos…), por el otro lado, el del público, toma cuerpo la urdimbre de una compleja búsqueda de sentido,
o de una laberíntica heterogeneidad de sentidos: atmósferas post-atómicas, y una velada percepción de la
angustia y la opresión, de la búsqueda de una vida en una situación densa de incertidumbre…

Con una partitura nítidamente definida, la indeterminación y el azar irrumpen en la escena, y constituyen la
clave de un proyecto muy riguroso; en ellas reside a nuestro parecer el hilo interpretativo de un laberinto de
historias posibles, que permanecen en el fondo, como horizonte.
En definitiva, un proyecto que confirma de manera decisa la prioridad superlativa de la propuesta artesanal
y material, de la acción y la ejecución de la materia escenográfica como algo que se presenta como dotado
de vida propia.
No dejan de insinuarse otros elementos para la reflexión; el escenario de Kowloon genera una apertura
sistemática de posibilidades para realizar hallazgos inéditos. Esta constituye sin duda la gran fuerza y el
encanto enigmático de esta obra.

http://www.rumorscena.com/28/06/2016/kowloon-quando-e-la-materia-scenica-a-produrre-senso
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Stella Maldonado – Ubuntu Cultura
Historiadora de Arte y Educadora cultural
Kowloon: una experiencia provocadora para los sentidos

"Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos" Aristóteles
Cuando te dispones a participar de un proceso creativo algo en ti va en busca de la narratividad, del
sentido que te ayude a comprender lo que estás viendo, lo que estás viviendo en ese momento. Todos, de
alguna manera nos preguntamos ¿qué habrán querido decir o contar los artistas con esta obra? Pero ¿y si
en realidad no quieren contar nada, y lo que quieren es que vivas una experiencia artística?

La experiencia del aquí y el ahora, dentro de un espacio concreto que se erige como un laboratorio de la
práctica artística en toda su extensión; plantear retos al espectador que se enfrenta a un proceso con la
intención de buscar un significado completo, integral de lo que está viendo. Y de repente, el espectador
salta como un resorte, se incomoda porque, en su intento de hilar secuencias, lo que encuentra es la
imposibilidad de hacerlo, porque cada momento, cada flash le transporta a mundos diferentes, un viaje no
lineal a través de sensaciones múltiples.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a uno de los pases que el Colectivo LRM Performance
"Locus" está desarrollando para mostrar su nuevo trabajo artístico: “Kowloon”. Esas sensaciones de las
que hablaba anteriormente están presentes en el nuevo trabajo de Berta Delgado y David Aladro-Vico.
Con Kowloon vuelven a poner el foco de atención en la necesidad de la interdisciplinariedad de las artes (y
de la cual ya hablaron en un artículo publicado en este mismo blog y que podéis consultar aquí),
recurriendo al arte sonoro y las artes plásticas como elementos conformadores de una estética cuidada,
creando escenografías y jugando con las posibilidades que el espacio donde trabajan les ofrece;
confeccionando los propios elementos que acompañan y complementan la pieza artística; grabando y
seleccionando los audios tomados de diferentes fuentes.

Con el trabajo de Berta y David estamos una vez más ante un ejemplo de arte de acción que, como indican
Pablo Coca y Claudio Casero en el catálogo “Arte en Acción. Un proyecto pedagógico en torno a la
interdisciplinariedad de las prácticas preformativas” (2016), el mestizaje que permite este tipo de
manifestación permite disolver los límites de lo artístico, explorando diferentes vías, lenguajes y medios,
independientemente de sus procedencias.

Desde mi punto de vista, el arte o la experiencia artística debe provocarte, debe crear en ti cierto
sentimiento de inseguridad, desde el sentido en que ésta derribe todos tus preceptos y te exhorte a
preguntarte, más que a buscar soluciones o respuestas, te haga sentirte incómoda porque de esta manera
tu percepción se ampliará y navegará buscando nuevos horizontes… todo ello se consigue a través de
Kowloon, crear un observador participante que se revuelva en su silla, un espectador crítico al que se le
rompan sus esquemas preestablecidos.

http://ubuntucultural.com/kowloon-experiencia-provocadora-sentidos/
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Ángel Alonso
Doctor En Bellas Artes, realizador, guionista y colaborador en Fotocinema y El Estado Mental

HAY UN TELÓN DE FONDO


‘Kowloon’ por LRM Performance
El Estado Mental Magazine

Il me faut une journée pour faire l!histoire d!une seconde; il me faut une année pour faire l!histoire d!une
minute; il me faut une vie pour faire l!histoire d!une heure; il me faut une éternité pour faire l!histoire d!un jour. On
peut tout faire, excepté l!histoire de ce que l!on fait.
Charles Péguy

LRM Performance – Locus me invitó hace unas semanas a un pase privado de su nuevo trabajo, titulado
Kowloon. No sabía qué iba a presenciar. Tan sólo había visto alguna fotografía. Además, los miembros de LRM
me habían comentado su interés por el cine de Tsai Ming-liang, Roy Andersson, Andréi Tarkovski, Apichatpong
Weerasethakul o Fruit Chan. Quizás por ello comencé a preguntarme acerca de cómo sería la invocación de la
memoria cinematográfica dentro de la fugacidad de una performance. Y, efectivamente, esa memoria visual se
agitó, pero de una manera muy distinta a la que podía haber imaginado.

De algún modo, en este texto he procurado seguir el juego que proponía su trabajo y he desarrollado una
descripción no narrativa de la obra. Por ello, en las líneas sucesivas se mezclan descripciones a momentos
concretos de la pieza, junto con evocaciones personales al mundo que se ha agitado en mí al intentar volver a
Kowloon.

Ante mí, un telón cerrado. Y tras el telón una especie de pasillo. Tiene que haber una pared al fondo. Pero no la
veo y quiero tocarla, cuando súbitamente viene a mi cabeza una imagen televisiva que quizás no exista pero que
quiero recordar: alguien corre por un pasillo cuya pared de fondo se aleja irremediablamente.
Necesito recordar esa imagen porque necesito también tocar lo que acaba de aparecer entre el telón apartado y
la pared que siento alejarse. Pero no puedo y, por eso, recuerdo. Quizás en la próxima ocasión pueda tocar ese
mundo tan amenazante, virginal y puesto a la deriva.
Sí, quizá el próximo paso de LRM Performance sea que pueda tocar lo que creo son criaturas marinas o
crustáceos arborescentes.
O, a lo mejor, me dejan acariciar y remirar todo cuando las luces se enciendan y Kowloon haya desaparecido.
Pero sigo en la penumbra y tan cerca siento el mar dentro del pasillo que el sonido de una puerta es para mí el de
un barco al borde del naufragio. Mundos amenazadores a los que uno desea acercarse, un poco como le sucedía
a David Drayton en La Niebla (Frank Darabont, 2007), cuando bajaba de un coche y miraba el solemne
deambular de unas gigantescas criaturas venidas con la niebla de otro mundo que destruía a quien se adentraba.

Kowloon también parece amenazante y, sin embargo, las gotas que se le escurren y un atisbo entre su oscuridad
la hacen más bella que siniestra. Tres gotas con forma de cuerpo que recorren un mar desahuciado hasta llenarlo
de paredes, de jaretillas; o de velas a desplegar mientras se recuenta el aire.
Ángel Alonso – ‘Kowloon’ por LRM Performance – EEM Magazine

Esos cuerpos también temen al mar y a sus criaturas, lo miran cabizbajos y a vistazos,
descubriéndolo a golpe de luz. Quizás estén dentro de un animal, como cuentan estuvo Jonás en una ballena.
Alguna vez tocan la criatura y el interior de su vientre, o acuden a los restos de su barcaza destruida.
Uno de ellos ha tocado una pared. Mira con las manos y no con los ojos. Y siento la felicidad de las manos
deslizándose para tocar, justo por esa fidelidad, miedo y fe que tienen ante lo inexplorado, ahora que sus ojos no
acertaron a mirar y se sintieron golpeados desde la distancia por algo desconocido. Manos alzadas hacia un
nuevo mundo, como si esta cosa muy determinada hacia la que nos proyectamos[1] los solicitase, y tuviesen que
responder, tocando, a la llamada de los materiales aparentemente innobles de Kowloon.

mientras las manos llueven,


manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.[2]

Un largo tiempo ha debido pasar desde que los encontré en ese fondo del océano, porque de pronto las flores
aparecen diseminadas por el cuerpo de uno de los habitantes de Kowloon. Y las flores son distintas y además se
han fosilizado porque, en una cueva fangosa de un sistema remoto o en el fondo del océano, los minutos se
recorren como decenios. Cuerpos que han perdido la apariencia humana en un mundo líquido, debido a que el
mar todo lo puede, como decía Ariel a Fernando en La tempestad (William Shakespeare, 1611) con un tono de
romancillo que siempre me vuelve cuando una persona se enmascara con plásticos que se parecen a líquenes:

Tu padre yace encerrado bajo cinco brazas de agua;


Se ha hecho coral con sus huesos;
Lo que eran ojos son perlas.
Nada de él se ha dispersado,
;sino que todo ha sufrido la transformación del mar
en algo rico y extraño.[3]

¿Cuánto tiempo llevan ellos entonces en Kowloon para que su cuerpo haya cambiado? ¿Cuánto tiempo se ha
desplegado ante mí mientras las luces que se encendían y apagaban? ¿Sus cuerpos han recorrido las diferentes
edades de ese mundo o simplemente han creado nuevas galerías que me lo arrebatan y lo hacen extraño de
nuevo? O quizás ni siquiera he visto los mismos cuerpos todo el tiempo y ante mí han desfilado, generación tras
generación, todos los descendientes de esos tres seres que llegaron allí un día cualquiera.

Creo que a cada golpe leve de luz que me dejaba ver de nuevo ese pasillo cuyo muro aún no diviso, iba
engarzando todos los Kowloon que un día viví como viajero o mirando una pantalla. La experiencia de abrir y
cerrar los ojos —de las luces que se interrumpían— me colocaba más allá de cualquier cronología y, sin
embargo, me dejaba recordar todas las historias y vidas que sin querer he deseado. Habían sido sólo cincuenta
minutos de viaje y huida. Mientras ese pedazo de Hong Kong me hacía abrir los ojos para cerrármelos enseguida,
la sensación de luz que experimentaba y que tenía lugar en un instante determinado era la condensación de una
historia extraordinariamente inabarcable, que se desenvolvía en un mundo tambaleante y del que pude arrebatar
algún jirón.

Hay ahí, sucediéndose unas a otras, trillones de oscilaciones, es


decir, una serie de acontecimientos tales que si yo quisiera contarlos,
incluso con la mayor economía de tiempo posible, tendría que disponer de
miles de años.[4]

https://elestadomental.com/diario/hay-un-telon-de-fondo
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Julio Municio
Historiador, especialista en cultura China y marketing cultural
Kowloon, la obra de LRM Performance repleta de influencias asiáticas
Kowloon, su última pieza performática basada en la famosa península de Hong Kong, mezcla las
tradiciones de la performance occidental con una estética plagada de referencias asiáticas.
Las obra, de 56 minutos de duración y compuesta de 22 secciones cuyo hilo conductor es la música
creada por David Aladro-Vico, toma como punto de partida la Ciudad amurallada de Kowloon en Hong
Kong, derribada en 1994 y que ahora es el es el Kowloon Walled City Park, por el que seguro que muchos
de vosotros habréis paseado. Kowloon fue una anomalía política en Hong Kong heredada de la época
imperial, una suerte conglomerado inmenso de edificios abigarrados sin apenas luz, ventilación, ni agua
corriente que por su condición de enclave 'alegal' albergaría una gran cantidad de prostitutas, fumaderos
de opio y dentistas sin titulación y que finalmente fue derruido en 1994 por las autoridades de Hong Kong.
Sin embargo si estáis esperando ver una obra narrativa en la que se represente la historia de la ciudad,
quitáoslo de la cabeza. Kowloon, como todos los trabajos anteriores de LRM Locus, se basa en la
búsqueda de las emociones a través de la danza, el movimiento y música tradicionales y contemporáneas
o la arquitectura, evitando expresamente la narración mediante la inclusión de la mayor cantidad posible de
influencias, cuidadosamente ensambladas para generar emociones en lugar de un hilo conductor o
concepto.
Quizá las influencias sean de procedencia muy variada, como por ejemplo las que hacen referencia al
trabajo del arquitecto y fotógrafo estadounidense Gordon Matta-Clark (1943-1978), pero para nosotros las
más interesantes son las que provienen del arte asiático.
En cuanto a la música las influencias de Pierre Henry, Phil Niblock o Alvin Lucier se mezclan con material
de procedencia asiática: Gamelán de indonesia, Gagaku japonés (el Hichiriki y el Sho), música tradicional
china (la Suona, el Hulusi, gong XiaoLuo), de Tailandia (gongs) y de Hong Kong (Houguan).
También se recogen influencias del cine asiático como la obra del taiwanes Tsai Ming-Liang que se refleja
en el sentido de la composición de la imagen, el tiempo y el movimiento y tipo de acciones de los
personajes o por las referencias a los sonidos de la naturaleza, los espíritus que aparecen y desaparecen
y la narrativa no lineal el trabajo del tailandés Apichatpong Weerasethakul. Influencias de la obra de Wong
Kar-Wai también están presentes a través de el sentido de la luz y la arquitectura de Hong Kong. E incluso
el cine de animación japonés está presente en influencias de Hayao Miyazaki, Satoshi Kon o Koji
Morimoto.
Por último la danza (magníficamente interpretada por la jóven bailarina china Zhihan Chen ) con sus
movimientos cuidados y lentos, también denota el influjo de la estadounidense Trisha Brown, del colectivo
de artistas japoneses Dumb Type o del Legend Lin Dance Theater de Taiwan.
Sin embargo todas estas influencias son sólo una referencia ya que al tratarse de un proceso creativo no
conceptual, es el propio espectador quien debe de realizar sus propias asociaciones e interpretaciones de
una forma libre.
Sin duda un gran trabajo de producción con meses de trabajo a sus espaldas que merece la pena ser
disfrutado por todos aquellos a los que nos apasiona la cultura asiática.

http://chinalati.com/profiles/blogs/las-influencias-asi-ticas-inundan-el-trabajo-de-lrm-performance
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Diego Fraile
Historiador de Arte y difusor cultural

La ensoñación de Kowloon, el nuevo proyecto de LRM Performance


Estoy en la más completa oscuridad. A mi espalda, tan solo el pulso de un reloj que se sincroniza con el
latir que siento en mi sien. Sin previo aviso, quedo cegado por la luz. Atravesado. Con la cadencia que
impone el rugir de ruidos e instrumentos milenarios, una bestia formada por jirones de plástico avanza
frontalmente con paso seguro. A sus pies, como el arcano del diablo, dos figuras se arrastran bajo el peso
de las correas. Mientras rayos de luz verde y dorada penetran el espacio a mi alrededor, me debato entre
la consciencia y el abandono de los sentidos. Finalmente, me dejo arrastrar. Estoy en Kowloon.
Berta Delgado, David Aladro-Vico y Zhihan Chen, también conocidos como LRM Performance (Locus),
son de carne y hueso. Sin embargo, cuando su nuevo proyecto Kowloon cobra vida, ellos se deshacen en
luz y sonido, acciones y emociones. Pero, a pesar de lo que esta asociación con lo inmaterial pueda
sugerir, la experiencia de Kowloon posee una tensión entre lo visceral y lo puramente mental. David Aladro-
Vico nos comentaba que con este tipo de arte pretendían romper con la omnipresente y ubicua mediación
de las pantallas en la vida y en la estética. Ciertamente, en Kowloon hay profundidad. Los efectos
lumínicos y la banda sonora te rodean y provocan una reacción fisiológica. No existe interacción con el
público y la visión es única y frontal, pero el espectador se transporta ahí de manera orgánica. Es una
experiencia física y sensorial.
Durante la pieza no podía sino pensar en el mundo de los sueños. En LRM consideran que la narración es
un escollo para la recepción estética y emocional. Uno no puede construir un relato de lo que está viendo,
tan solo puede abandonarse al placer del instante y lo sublime de la imaginería. Como el durmiente que
despierta e intenta vanamente atrapar en su memoria el sueño que acaba de desfilar por su
subconsciencia, la experiencia de Kowloon se resiste a ser contada. Como los sueños, solo puede ser
experimentado. Es esta relación con lo onírico lo que nos ayuda a explicar la potente sensación de
distancia y, a la vez, participación en el baile de luminiscencias. Gaston Bachelard, en La poética de la
ensoñación, intenta plasmar el maravilloso potencial poético de ese momento entre el sueño y la
consciencia en el que ninguno de los dos planos aún tiene completo poder sobre el otro. El momento en el
que, para Bachelard, la creación poética era posible. Kowloon ejerce un hechizo de ensoñación.
En Kowloon se da cita un crisol de influencias provenientes de distintos medios, con preeminencia
de referencias asiáticas, de la que sus creadores hablan sin miedo. En una época en la que, virtualmente,
el acceso a toda la cultura está al alcance de un clic, resulta absurdo considerarse demiurgos geniales.
Mucho más valor posee el trabajo de recepción, procesamiento y creación de una nueva pieza a través del
bagaje personal. Como siempre se ha dicho de Picasso, no importaba la cantidad de imágenes que
absorbiera, sino cómo las digería. Pero no nos engañemos, Kowloon no es un collage de citas. La
iconografía, que se desarrolla en escenas en las que se combinan luces, proyecciones, sonidos y acciones
a la manera de planos cinematográficos, asombra y maravilla constantemente a los ojos y a la mente.
Recuperando una vez más a Bachelard, este pensaba que el momento de la ensoñación no podría
ser algo meramente pasivo, sino que “se nos pide que activemos la participación en la imaginación
creadora”. Es ahí donde reside la magia de la obra; cada uno la recibe y la reconstruye constantemente
según sus propias vivencias y recuerdos. Donde unos ven la calidez de un desierto postapocalíptico, otros
ven un cementerio de huesos o una lucha entre el bien y el mal. El espectador habita en Kowloon. El acto
creativo no solo deriva de sus creadores, sino que continúa en aquellos que experimentan la obra. Por
ello, Kowloon, que no tiene narrativa, no puede ser narrado. Debe ser vivido.
http://www.thelightingmind.com/la-ensonacion-de-kowloon-el-nuevo-proyecto-de-lrm-performance/
LRM (LOCUS): KOWLOON

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Irene Calvo
Gestora cultural, comisaria, Editora en @ahmagazine_es y @Revista_Madriz.

El lugar, el roce, el momento: la performance


Entrevista a LRM Performance

LRM (Lugar, Roce, Momento, o "Locus") es un colectivo madrileño dedicado a la performance. Definen sus obras como
abstractas y huyen de cualquier hilo narrativo en sus creaciones, donde podemos encontrar música, luz, danza y
videoproyecciones. Performances transdisciplinares que no dejan indiferente.

IRENE - ¿Quiénes sois LRM Performance- Locus y cómo surge el proyecto?


BERTA- David y yo somos el núcleo del colectivo. David viene del mundo de la composición musical, es licenciado superior en
composición y yo soy licenciada en Bellas Artes. Nos conocimos hace catorce años en un concierto de Ute Lemper. Nos
interesaban muchos aspectos artísticos, el trabajo multidisciplinar y teníamos muchas referencias comunes. Tras conocernos,
empezamos a hacer pequeñas improvisaciones de música y pintura en directo con medios digitales y con pintura física; también
realizamos unas pequeñas piezas de videoarte... y se fraguó nuestra forma de trabajar. Hicimos algunas presentaciones de
estos trabajos, por ejemplo en Matadero Madrid; el formato era tipo concierto, cada uno estaba sentado en una silla con su
ordenador y dos pantallas.
DAVID- Estas primeras presentaciones con improvisaciones de piano preparado y pintura fueron en 2004 y todavía no
teníamos nombre. En 2007, cuando estuvimos en Matadero la pieza se llamaba “Lugar, Roce, Momento”, “LRM”. De hecho, en
esa pieza ya aparecía el movimiento, las luces, y la retroproyección.
En 2008 fue la primera vez que trabajamos con una bailarina. Para entonces ya habíamos aumentado el tamaño del trabajo
combinando luces y vídeo y mezclándolos con la música y el movimiento. A partir de ese momento siempre trabajamos con
una persona de danza.
B- Siempre trabajamos en tres dimensiones: plantear la obra desde un aspecto sonoro, visual, y de movimiento y espacio.
D- Hace poco alguien decía que más que interdisciplinares, somos "antidisciplinares"; no nos interesan las artes plásticas, la
música ni el movimiento por sí solos, nos interesa una disciplina que no es ninguna de esas pero que tiene de todas, porque si
no nos aburrimos [risas]

I- ¿Con qué objetivos o necesidades surge LRM?


B- Con la necesidad de aprender, porque cada vez que nos metemos en el estudio se transforma en un laboratorio en el que
estamos probando todo a la vez: el sonido con una estructura, la iluminación, cómo nos movemos con la estructura, cómo nos
movemos nosotros mismos en el espacio... Es un aprendizaje que se acumula y en cada trabajo vamos añadiendo esos nuevos
conocimientos. Por ejemplo, en el diseño de estructuras, en la composición de la obra - que normalmente está formada por
pequeñas escenas y cada escena tiene una particularidad-.... Es esa necesidad de descubrir, de aprender. Mostrar la obra es
otro tipo de trabajo.
D- Creo que también tiene que ver con el hecho de sentirte encerrado dentro de tu propia disciplina, la que has estudiado,
porque son mundos endogámicos. Tenemos un ansia por querer ver qué se hace en el otro lado, qué hay. En este sentido, nos
gusta la idea total del cine, que reúne todos los elementos, perseguimos hacer algo así como cine en directo.

I- Tenéis muchas influencias asiáticas, pero ¿y europeas u occidentales?


B- Sí. El simple hecho de vivir aquí ya influye. En la última obra que hemos realizado tuvimos muy presente el documental
dirigido por Michel Madsen y filmado en Finlandia sobre "Onkalo" un cementerio nuclear con kilómetros de galerías
subterráneas para almacenar los residuos.
Irene Calvo – Ah! Magazine - Entrevista a LRM Performance

D- Nos gusta el trabajo del director de cine sueco Roy Andersson, es un trabajo un distinto
al nuestro, bastante narrativo, pero aún así es bastante abstracto. Y no podemos negar que tenemos mucha
influencia de Goya, en concreto de las pinturas negras. También nos inspiró el neoyorkino Gordon Matta-Clark y
el tratamiento de la luz en sus obras. O el cine de Tarkovski, en especial “Stalker” y “El Espejo”. Sobre danza,
nos quedamos alucinados con el trabajo de la compañía de danza inglesa DV8 y también Legend Lin Dance
Theatre, (que no son europeos, sino de Taiwan).

I- ¿Por qué decidisteis incorporar luces, sonidos y otros elementos a vuestras obras?
D- Supongo que nosotros siempre veíamos el proyector de vídeo como algo que emitía luz antes que película.
Después decidimos comprar un retroproyector y nos pareció muy interesante trabajar con sombras.
B- La luz define las figuras, los volúmenes y el espacio. Para nosotros son igual de importantes la luz y la
oscuridad. En la oscuridad preparamos lo que después se ve y la idea de luz/ sombra nos ha ayudado bastante a
desarrollar cada escena en el tiempo. La luz es un recurso importante para integrar la figura porque no nos gusta
que sea demasiado importante, queremos integrarla en la escena. Es un recurso para llevar la atención del
público a la parte iluminada, una forma de componer. Es el recuerdo de la pintura que hay en nuestra obra, de
hecho, hay algunas escenas que nos están quedando totalmente pictóricas.
D- La oscuridad es nuestro lienzo en blanco. Pero lo interesante de la luz es que es temporal, por eso
normalmente va junto con la música.

I- ¿Cómo se realiza esta parte sonora de la obra junto a los cambios de luz, escenas...?
D- Vamos acumulando material y luego en el estudio empezamos a ensamblar una cosa con la otra. A veces
partimos de un sonido y queremos hacer algo con él, así que empezamos a probarlo con luces; incluso a veces el
sonido pide determinados colores, como si fuera sinestesia, de alguna manera. Otras veces tenemos una escena
ya iluminada y añadimos el sonido. Nuestros procedimientos para montar cada escena son muy variados.

D- Algo que siempre hemos querido, desde el principio, es no hacer nada que sea narrativo o conceptual.
Pensamos que eso ya está demasiado gastado. Nosotros queremos hacer algo que no esté contando ninguna
historia, o que la historia la tenga la persona que lo está viendo en su cabeza. Nos gusta que nuestro público use
su imaginación.
B- Existe cierto miedo a que la obra sea abierta, por ejemplo en las instituciones culturales, a la hora de presentar
nuestra obra, tenemos que indicar una temática, marcar una casilla … Eso determina mucho el trabajo de la
gente. También, al plantear nosotros tantos elementos distintos en cada acción, a mucha gente que viene de la
performance de los años 60, nuestra obra les parece terrible. El utilizar tantos elementos lumínicos y sonoros les
parece “venderse”.

I- ¿Existe un pesado bagaje de la performance de los 60-70?


B- Sí. Yo creo que es un problema de España, porque se entiende la performance como lo que se hacía en los
años 60 -y además sólo un determinado tipo de performance-, luego investigas y te das cuenta de que en los 60
había mucha gente haciendo cosas muy diferentes, incluyendo música, luz... cosas impresionantes. En Italia, por
ejemplo, tienen una concepción de la performance más libre, casi escénica.

I- Si hay algo que tengáis en común con esta performance heredera de los 60, es la utilización del cuerpo.

B- Sí, pero es el cuerpo en un contexto. En la performance “clásica” se tiende a desnudar y nosotros hacemos lo
contrario, nos colocamos capas y capas y deformamos el cuerpo, utilizando prótesis o máscaras, en la línea del
Ballet Triádico: pensando en el cuerpo como una parte más de la composición.
D- Me da la impresión de que la utilización del cuerpo desnudo en un espacio vacío de la performance típica
termina siendo muy narcisista. Nosotros en ese sentido integramos el cuerpo con luz, color y el entorno, que son
igual de importantes que la persona.

http://www.ahmagazine.es/lrm-performance/
LRM (LOCUS): KOWLOON

Paz Olivares
Crítica Cultural
Kowloon, de LRM Locus - rodaje de lo subterráneo
Es conocido cómo David Lynch, siendo estudiante de Bellas Artes, dio con la clave de lo que
buscaba en la pintura cuando uno de sus lienzos se movió por efecto de una leve ráfaga de
viento. Esa oscilación provocó en los trazos un efecto inquietante del que antes carecían. La
abstracción había cobrado vida. El mismo Lynch lo explica así: “Quería conseguir un tono, como
si La Mona Lisa abriera la boca y se girase y entonces escucháramos el sonido del viento, y
luego volviéramos a la posición de origen y sonriera de nuevo.” El mayor hallazgo de Lynch son
esas abstracciones, esas escenas sin contexto, esos cuadros en movimiento que cambiaron la
forma de hacer y entender el cine.
Pues bien, aunque en Kowloon la influencia oriental es obvia desde el mismo nombre de la
producción, hay mucho del legado posmoderno occidental del que la abstracción pictórica en
movimiento de David Lynch es sólo una referencia mínima. La interdisciplinaridad, el ensamblaje
heterogéneo de influencias, corrientes y culturas que, a priori, parecen tener poco que ver,
hacen de Kowloon una pieza original y valiente dentro del arte performativo actual.
Así, la importancia capital del sonido en Kowloon nos lleva al cine surrealista europeo (pienso en
el René Clair, de Entr!Acte (1924), por ejemplo) o a esos cortometrajes del joven Lynch –Six
figures getting sick six times (1966) fue el primero–, pero de igual forma nos remite a la
concepción sagrada del primer sonido creador en las religiones orientales. Y es que si en la
cultura judeo-cristiana en el principio fue el Verbo, en la budista-hinduista fue el sonido. Por esto
en Kowloon el sonido no acompaña sino que sustenta, envuelve, configura, es una vibración que
describe el espacio, que forma parte de él y lo hace visible. El sonido es pieza vital del conjunto.
Una pieza que no describe ni explica nada. Se limita a provocar un estado de conciencia en el
espectador sostenido en la atención extrema, en la alerta. Son sonidos que no acabamos de
identificar aunque en realidad reproduzcan grabaciones del Metro de Madrid, del bullicio y la
confusión de las calles de Hong Kong, de la algarabía de las voces orientales de taxistas, de las
de pájaros o grillos, de estruendos metálicos y sonidos orgánicos, casi táctiles que, de pronto,
parecen quebrar el espacio como el corazón de un iceberg. Y todo ese ruido busca anular las
referencias, el hilo discursivo… El pensamiento se suspende, la razón se aturde. Sólo queda
sentir. Aparece entonces la inquietud, la extrañeza, el temor, el asombro o la angustia que van
sucediéndose y solapándose a medida que el montaje discurre, a medida que el sonido se
expande.
Kowloon trastoca todo. Tiempo y Espacio se ponen en juego. Decía Walter Benjamin que “el
carácter destructivo sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad: despejar. (…)
Hace sombras de lo existente, y no por los escombros mismos, sino por el camino que pasa a
través de ella.” Es la misma idea que sustentaba la Anarquitectura de Gordon Matta-
Clark (1943-1978) y de la que Kowloon se apropia a la hora de iluminar y reconfigurar el
espacio: buscando el elemento ignorado, dirigiendo la mirada hacia lo oculto o parcelando el
espacio para recomponerlo de nuevo y así mostrar su extrema fragilidad.
Paz Olivares– Kowloon, de LRM Locus - rodaje de lo subterráneo

LRM Performance utiliza los materiales como Matta-Clark utilizaba los


picos y palas. Y al fragmentarse el espacio también lo hace el tiempo pues
ambas dimensiones están unidas. El sonido nos lo recuerda de forma constante.
En una de las escenas más evocadoras y líricas de Kowloon, una mujer avanza lentamente,
tanto como el monje de Tsai Ming-Liang en Walker (2012), que hacía del gesto consciente toda
una filosofía vital. La mujer está rodeada de vegetación y se escucha el canto de los pájaros. La
escena se muestra a través de sombras chinescas y se enmarca con dos lienzos blancos en la
parte superior e inferior del cuadro respectivamente. El espectador parece encontrarse de pronto
sentado frente a una pantalla de cine en la que lo que está viendo, en realidad, no es la imagen
proyectada sobre esa pantalla sino el espacio mismo en el que el cuerpo de la bailarina se
desplaza. Una vez más, las sombras chinescas que remiten a la cultura oriental se funden con el
concepto del cine tan afín a los inicios del cinematógrafo en Europa. Es inevitable imaginar a
Georges Mèliés descubriendo esas sombras en Le Chat Noir, ideando fantasmas y hadas a
través del celuloide. Lo mágico en esa escena delicadísima de Kowloon aparece a través de un
espacio que se modifica según se inclinan los lienzos. Es así como lo bidimensional de la
imagen se colma ante nuestros ojos de horizontes infinitos. Lo plano se despliega, se amplía,
se multiplica, cobra profundidad. La sombra se hace cuerpo y los lienzos que antes simulaban
una pantalla se transforman en alas o velas que se agitan acompasados por los brazos de la
bailarina.
Estas escenas de transición que estarían destinadas a deshacer lo representado se convierten
en lo más valioso, en mi opinión, de Kowloon. En la misma destrucción reside la continuidad,
que no es sino el origen de la siguiente escena. Se muestra el montaje, no se esconde. Ese es
el mayor logro de Kowloon: exhibir el proceso mismo del guion, la estructura y el andamiaje de
la producción. De hecho, los ensayos se graban en vídeo, de modo que lo que vemos es la
escenificación en directo de un audiovisual donde los cortes de las secuencias, esto es, la
edición, cobra relevancia. El tiempo, el ritmo del rodaje se muestra en el mismo espacio donde
discurre, lo que daría para una reflexión profunda sobre la percepción misma del Tiempo cuando
éste cobra protagonismo al trastocarse las magnitudes espaciales. No es este el lugar para ello.
Sólo un apunte, recordando las palabras de Didi-Huberman: “El acorde fundamental que se oye
resonar sin cesar a través de la masa del tiempo (…) toma aquí la forma de una onda que hay
que entender como onda de choque y como proceso de fractura.” Sí, de nuevo el sonido.
Y toda esta destrucción formal, toda la angustia y la claustrofobia, toda la oscuridad, toda la
atmósfera subterránea que a veces inquieta y deslumbra como en la cueva de Apichatpong
Weerasethakul en Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) otras ahoga como en la
ciudad opresiva del Blade Runner (1982) de Ridley Scott y otras atemoriza como ante la entrada
cubierta de plásticos del cementerio nuclear de Onkalo de Into Eternity (Michael Madsen, 2010),
(umbral en el que solo cabe abandonar toda esperanza, por cierto)… ¿Adónde nos lleva?
No hay respuestas en Kowloon. Cada espectador obtendrá una experiencia única y cientos de
interpretaciones, explicaciones o traducciones posibles, todas subjetivas. Comparto una de las
mías: Puede que nos lleve a situar nuestro cuerpo como referencia central; A olvidar las
magnitudes y límites, convenciones, influencias, teorías e ideas que nos separan de nuestro ser
intuitivo, el que conecta con la piel y la emoción. Y puede también que nos lleve a recordar
aquello que hace miles de años nos impulsó a tiznarnos los dedos y a manchar la pared húmeda
de alguna cueva en Sulawesi o Cantabria.

https://interartive.org/2016/06/kowloon-de-lrm-performance-locus-rodaje-de-lo-subterraneo/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com
Ignacio Vleming
Periodista, Escritor, crítico y comunicador cultural, poeta

KOWLOON, UN MISTERIO QUE DEBE SER PRESERVADO

Bajo el título de Kowloon, el nombre de una península que forma parte de Hong Kong y en
cuya ciudad amurallada se hacinaron durante décadas los exiliados chinos, LRM Performarnce
presenta su último trabajo: una pieza heredera del mejor teatro de vanguardia con iluminación
expresionista y ausencia de diálogos.

En contra de lo que habitualmente se dice a cerca de propuestas no narrativas como la de LRM


Performance, Kowloon usa con inusitada exquisitez el ritmo y el tempo, entre otras razones
porque se apoya en una sólida estructura formal – clave del éxito de cualquier espectáculo y
esencia misma de la belleza –. Aunque podría parecer que otro orden es posible, las distintas
escenas que se suceden forman un todo homogéneo y armonioso, inalterable y cerrado como
un universo que no tiene otra razón de ser que su contemplación. ¡Ahí es nada!

El entorno sonoro, construido con los volúmenes y los pesos propios de la arquitectura – zonas
de luz y sombra como las que evocaban la ya destruida ciudad amurallada de Kowloon –,
genera una atmósfera de la que surgen personajes misteriosos que van de lo siniestro a lo tierno
o de lo repugnante a lo sublime. Podría decirse que estamos delante de un paisaje en
movimiento, con sus cambios de escala e intensidad: el pequeño punto del horizonte que crece
según nos acercamos hasta convertirse en una enorme catedral detrás de cuyo rosetón, sin
embargo, se encuentra sólo el primer plano de nuestras propias vísceras.

Creo que muchos directores y dramaturgos, incluso aquellos que practican otro tipo de teatro –
o especialmente estos –, podrían manejarse con más soltura sobre las tablas de los escenarios,
si siguieran las mismas pautas que rigen esta obra. Al público cabe pedirle que asista a Kowloon
como si fuera a ver un espectáculo de fuegos artificiales, un ballet o un concierto de
Mendelssohn, y que no sea haga preguntas acerca de lo que quiere decir o no esta obra.
Preguntas que evidentemente no tienen respuesta, porque las creaciones de arte verdaderas
esconden un misterio que debe ser preservado.

http://www.underdogs.es/kowloon-lrm-performance/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com
Idoia Hormaza
Historiadora, comisaria, crítica y gestora cultural
KOWLOON, MÁS ALLÁ DE LA PERFORMANCE
Ocurre que las reglas se llevan impresas en el cerebro. Ante un espectáculo inesperado,
inconscientemente se buscan nexos. Las luces, aquellos sonidos, aquellas acciones.
Kowloon bebe de inspiraciones, entre otras cosas, asiáticas (no en vano el título se corresponde
con el nombre de un barrio en Honk-Kong) busca romper con la narración lineal. El espectador
se halla doblemente inmerso en una oscuridad, la de la negrura inicial del escenario y la de la
lógica.
Se construye un espacio para la imaginación en la que se trata de recuperar la esencia de un
arte dejando de lado lo aprendido. Toma de aquí y de allá pero con un carácter eminentemente
interdisciplinar, reivindica la imaginación en un estado puro, sin condicionantes, sin referencias,
sin antecedentes.
¿Qué es lo eminentemente característico de una función representada por actores? Si vamos
más allá del teatro, más allá de la performance, más allá de la música, más allá del espectáculo
lumínico, más allá, aún, más allá de las representaciones, de los tiempos, de los personajes, de
los idiomas… LRM Locus parece querer atrapar en lo efímero la ruptura.
El público queda totalmente desubicado y sujeto entonces por fonemas visuales y acústicos que
no componen un léxico al uso. No hay léxico, no hay frases, no hay sintaxis… queda una masa
informe de emociones trepidantes que suben y bajan, que sacuden y que sorprenden.
Otro logro maravilloso es el de la posibilidad de leyes físicas opuestas, la gravedad-la
ingravidez, la luz-la oscuridad, el movimiento-la quietud… Transcurren los sucesos difíciles de
detectar, de acotar, el cerebro no tiene el tiempo de aferrarse a certeza alguna. Kowloon se
sucede sin esperar. Serpentea, vuela, ondea, se expande, se mece, grita, se imprime, se
revuelve, se duerme…
Al contrario que en los buenos trucos de magia, desvelar los materiales que lo hacen posible tan
sólo desvelan más belleza. Cada pequeño componente de Kowloon es una obra de arte en sí
misma, no sólo como ingenio y artificio sino también como objeto. Sin nostalgias la tecnología ya
obsoleta brota como plantas de las sepulturas. Donde una pantalla de móvil rota se expresa y se
convierte en decenas de estrellas, el paso de uno a otro, ese lapso en la indeterminación, de
éste y mil y un detalles es Kowloon.
Al contrario que ocurre con los organismos vitales, diseccionar Kowloon no supone su muerte
sino en una ciencia acientífica, y por ende de creatividad exponencial, descubrir otras formas de
vida, de arte.
Si en este Kowloon hay alguna muralla, evocando al original, sería el del fin de la función: la
realidad.
http://www.actuallynotes.com/kowloon-mas-alla-de-la-performance/
LRM (LOCUS): KOWLOON

www. LRM–info.com
Isabel González
Historiadora de Arte, Profesora y blogger cultural
Kowloon, una experiencia desbordante

Recientemente, tuve la fortuna de poder asistir a uno de los ensayos del nuevo trabajo de
LRM performance (locus), Kowloon (2015). LRM está conformado por los artistas Berta Delgado
y David Aladro-Vico y en la actualidad cuentan con una intérprete de movimiento, Chen Zhihan.
Esta agrupación trabaja una línea interdisciplinar entre las artes plásticas, escénicas y musicales
desde aproximadamente unos diez años. Kowloon está compuesta por múltiples influencias,
para que el espectador identifique las que le son conocidas, y saque sus propias conclusiones al
respecto. Por lo tanto aquí les dejo las mías…

La experiencia comienza a ciegas sin saber bien a qué voy a enfrentarme, de pronto una luz
emergente y deslumbrante irrumpe en la estancia, la primera escena de la performance arranca
con un gigante que avanza a hacia nosotros. De repente me doy cuenta de que me he metido
dentro de la actuación, y lo siento muy cercano, una proximidad que me desborda
emocionalmente… con una sucesión de sentimientos durante los 56 minutos que dura la
performance. A mí éstos me desbordaron hasta llevarme a una sensación de ensimismamiento,
a la par que me metía dentro de la historia sin relato continúo, ni nexo pero de la que no pude
salir hasta que acabó…me vi inmersa en una sucesión de escenas que me provocaron todo tipo
de sentimientos: extrañamiento, felicidad, añoranza… Toda clase de estados de emociones
contradictorios y por los que pasé hasta el final de la pieza. Una sucesión de 22 escenas
acompañadas de música, luz e interpretación perfectamente hilvanadas…que finalmente dan
como resultado la creación de una historia personal para cada uno de los espectadores.

LRM Performance quiere que el espectador sea parte de la pieza creando su propio relato, y en
mi opinión, en Kowloon lo consiguen totalmente. La ensoñación que sugiere este trabajo hace
que te estén contando una historia que para cada persona tiene una lectura diferente y esto
hace de Kowloon una gran propuesta. Como así manifiesta LRM performance (locus) sobre su
trabajo: “Queremos poner el énfasis en el respeto al derecho del espectador a una interpretación
libre -que es algo que creemos que las artes conceptuales y narrativas impiden. Así, si alguien
hace una interpretación propia de la pieza, viendo sus propias referencias o incluso citas, es
bienvenido a hacerla (siempre y cuando respete las interpretaciones de otros espectadores).
Porque cuanto más se diferencien las interpretaciones de cada espectador, más satisfechos
estamos.”
Isabel González – Kowloon, una experiencia desbordante

La propuesta de LRM performance (locus) es no dar una lectura única y que cada uno se lleve
la suya. No lanzar mensajes simples…y hacer pensar sobre las propuestas estéticas… incluso
más allá del propio arte. A mi esta obra me hizo viajar más allá del tiempo y el espacio, pero
finalmente adonde llegué fue a la Antigua Grecia …en concreto al mito de la caverna de Platón,
ya saben aquel donde unas personas ven la realidad a través de las sombras y no por las cosas
en sí mismas…
La historia que yo descubrí en Kowloon fue el mito de la caverna de Platón…donde la verdad al
comienzo solo se puede conocer a través de las sombras que producen, pero al final se
descubre que éstas son solo el reflejo, la mitad de la realidad… El monstruo del comienzo se
llevó la luz que reflejaba las sombras sobre la realidad que conocen los protagonistas de la
pieza, y desde ahí empieza la búsqueda por encontrar la realidad, por desvelar cuál es su
verdadera realidad…la realidad que los conforma como individuos. Finalmente, la verdad vence
a las sombras… Muchas preguntas –aún sin resolver- me asaltaron tras experimentar Kowloon
¿Cuál es su realidad? ¿El reflejo de los objetos? ¿O los objetos? Algo de certeza encontré en
esta performance… puesto que la conjugación de las luces y sombras, sónido y escenas hace
de este trabajo una completa experiencia para los sentidos, con un choque emocional
desbordante.
Pero más allá de mis propias conclusiones sobre la historia que me sugiere la pieza, Kowloon
goza de una riqueza increíble de influencias desde Gordon Mata-Clark en los encuadres de
piezas inspirado en las anarquitecturas, hasta el director de animación japonés del Studio Ghibli,
Hayao Mizayaki con películas como El viaje de Chihiro. Las influencias y referencias que se
pueden encontrar en esta son múltiples, desde las que son utilizadas por LRM performance
hasta las propias que encuentra cada espectador. El nombre de la pieza también tiene detrás
su historia. Kowloon fue una ciudad amurallada ubicada en Hong Kong que fue derribada en
1994. Esta fue creada en el siglo XVII y posteriormente fue un enclave británico durante la II
Guerra Mundial. Este proceso fue recogido en libros y está documentado en películas. No
obstante, este es el punto de partida que toma LRM performance para crear su pieza, pero no
quiere representar la historia de esta ciudad. Simplemente la han tomado como inspiración y
como reflexión para la creación de su trabajo. La fusión de todo tipo de artes, desde las artes
visuales, la danza, el movimiento y músicas tradicionales y contemporáneas están presentes en
todas las escenas.
Kowloon fue una grata experiencia para mí. Y espero que muy pronto mucha gente pueda
disfrutar de este trabajo de LRM performance (locus) ya que es una pieza que hay que vivirla
para poder formar parte de ella y así crear tu propia historia. Kowloon es un trabajo de arte vivo
que se enriquece con cada lectura, generando nuevos relatos y además que induce a la
reflexión sobre las nuevas propuestas estéticas, alejándose del habitual estereotipo de
performance. LRM performance busca el recargamiento de influencias, de música, y de escenas
para inducir a la multiplicidad de lecturas posibles que tiene una misma obra de arte.

https://creandohistoriasdelarte.wordpress.com/2016/07/19/kowloon-una-experiencia-desbordante/

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