El término de aprendizaje autónomo se refiere a la capacidad de aprender por uno
mismo, sin necesidad de alguien más. Diversos autores, a lo largo del tiempo se han referido a éste por medio de términos como autoaprendizaje, estudio autodirigido, aprendizaje autorregulado, estudio independiente, entre otros. A pesar que el concepto no es nuevo, hoy en día ha tomado relevancia por el contexto en el que nos encontramos, donde el acceso abierto1 a la información se utiliza en los entornos de aprendizaje para generar conocimiento. De la Barrera y Donolo (20092 ) mencionan que, particularmente a los alumnos de la universidad se les debería de inculcar en la adopción de determinados comportamientos que guíen hacia la autorregulación:
los alumnos deben auto-observarse continuamente para aprender
significativamente los contenidos y hacerlo a través de procedimientos efectivos. El poder cuestionar, volver a pensar, pensarlo de otra manera, realizar aportes, reconstruir conceptos, son acciones que conllevan a un aprendizaje viable.
De esa misma manera Bedoya, Giraldo, Montoya y Ramírez, en su diserción
doctoral, definen al aprendizaje autónomo como "la capacidad que tiene el sujeto para auto-dirigirse, auto-regularse siendo capaz de tomar una postura crítica frente a lo que concierne a su ser, desde un punto de vista educativo y formativo”.3 La autonomía en el aprendizaje se define como el grado que una actividad es importante para en si misma para el aprendizaje de la persona y puede estas influenciada por factores externos4.
El tema de autonomía ha tomado especial importancia para la conformación de las
sociedades del conocimiento. La misma UNESCO se refiere a ello al señalar, "Estas sociedades se basan en una visión de la sociedad que propicia la autonomía y engloba las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y participación".