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El Método

Para M ejorar La Visión Sin Gafas

William H. Bates
Sumario

1. La teoría y los h e c h o s ...............................................................


2. Retinoscopia sim ultánea...........................................................
3. La verdad sobre la a c o m o d a c ió n .............................................
4. La variabilidad de la re fra c c ió n ................................................
5. Lo que nos hacen las l e n t e s .......................................................
6. Causa y tratam iento de errores de re frac ció n ........................
7. T e n s i ó n ........................................................... . ...........................
8. Fijación c e n t r a l .........................................................................
9. El « p a lm e o » .........................................................................
10. La m em oria com o ayuda de la v is ió n ......................................
11. La im aginación com o ayuda de la v i s i ó n ...............................
12. Deslizam iento y o s c ila c ió n ........................................................
13. Las ilusiones de la visión...............................................................
14. Visión en condiciones a d v e rsa s.................................................
15. ó p tim o s y p é s i m o s ......................................................................
16. Fresbiopía: sus causas y t r a t a m i e n t o .......................................
17. Estrabism o y am bliopía: sus c a u s a s .....................
18. Estrabism o y am bliopía: su t r a t a m i e n t o ...............................
19. M anchitas flotantes: su causa y t r a t a m i e n t o .........................
20. T ratam iento en c a s a ......................................................................
21. I ratam iento en las escuelas: m étodos que fracasan..............
22. T ratam iento en las escuelas: un m étodo e f ic a z .....................
23. M ente y v is ió n .....................................................................
24. Los principios fundam entales del tr a ta m ie n to .....................
Capítulo 1

La teoría y los hechos

La m ayoría de los que escriben sobre oftalm ología parecen opinar


que se ha dicho la últim a palabra sobre los problem as de refracción
(desviación de las ondas lum inosas cuando entran en el ojo) y, según
sus teorías, la últim a palabra resulta m uy deprim ente. En nuestros
días, casi todas las personas sufren alguna form a de erro r de refrac­
ción. Pero se nos dice que para estas enferm edades, que no sólo son
inconvenientes, sino que, con frecuencia, resultan fatigantes y peli­
grosas, no hay cura, no existe otro paliativo que aquellos artilugios
ópticos conocidos com o lentes, y que, en las condiciones de vida m o ­
dernas, no existen prácticam ente m edidas preventivas.
Bien conocido es el hecho de que el cuerpo hu m an o no es un m e­
canism o perfecto. La naturaleza, en la evolución de la vivienda h u ­
m ana, ha sido culpable de algunos desajustes. Ha dejado atrás, p o r
ejem plo, algunos trozos m olestos de andam iaje, com o el apéndice
verm iform e. Pero se supone que en ningún lugar nos ha jugado tan
m ala pasada com o en la construcción del ojo. Los oftalm ólogos nos
dicen de form a unánim e que el órgano visual del hom bre jam ás fue
pensado para los usos a los que le som etem os ahora.
M ilenios y m ilenios antes de que existieran escuelas, im prentas,
luz eléctrica o cinem atógrafo la evolución del ojo ya estaba com pleta.
En aquellos días, servía perfectam ente a las necesidades del anim al
h u m ano. El hom bre era cazador, pastor, agricultor, guerrero. Se nos
dice que necesitaba principalm ente la visión a distancia. Y, puesto
que el ojo en reposo está ajustado para ver de lejos, se supone que la
visión tiene que ser de ordinario tan pasiva com o la audición de un
sonido, que no requiere acción m uscular alguna. Se supone, pues,
que entonces la visión de cerca era la excepción, y q u e necesitaba un
ajuste m uscular de tan corta duración que se realizaba sin colocar
peso apreciable alguno sobre el m ecanism o de acom odación (el ajus­
te del ojo a diferentes distancias). Parece haberse olvidado general­
m ente el hecho de que la m ujer prim itiva fue costurera, bordadora,
tejedora, artista en toda clase de trabajos delicados y herm osos. Con
todo, las m ujeres que vivieron en las condiciones prim itivas tuvieron
tan buena visión ocular com o los hom bres.
C uando se aprendió cóm o com unicar sus pensam ientos a otros
p o r m edio de form as escritas e impresas, nuevas dem andas recayeron
sobre los ojos, afectando al principio sólo a pocas personas, pero gra­
dualm ente incluyeron a m ás y más, hasta hoy, cuando, en los países
m ás avanzados, la gran masa de la población está sujeta a su influencia.
Hace unos pocos cientos de años ni siquiera los príncipes aprendían a
leer y escribir. Ahora se obliga a todo el m un d o a ir a la escuela, tanto
si el afectado lo desea com o si no, e incluso los niños de corta edad van
a los jardines de infancia. Hace unos treinta años, los libros eran esca­
sos y caros. Hoy, por m edio de bibliotecas de todo tipo, estáticas o m ó ­
viles, los libros están al alcance de casi todos. El periódico m oderno,
con sus interm inables colum nas de inform ación im presa en u na cali­
dad que deja generalm ente m ucho que desear, fue posible gracias al
descubrim iento del arte de hacer papel utilizando la m adera com o m a­
teria prim a; sin duda, algo que pertenece al ayer. Sólo recientem ente
ha sido desplazada la vela de sebo por las diversas form as de ilum ina­
ción artificial que tientan a la mayoría de nosotros a prolongar nues­
tras profesiones y aficiones en horas en las que el h om bre prim itivo se
veía forzado a descansar. Más recientem ente aún, el cinem atógrafo ha
venido a com pletar el proceso supuestam ente destructivo.
¿Era razonable esperar que la naturaleza h u b iera tenido en c u e n ­
ta todos estos desarrollos y que hubiera p ro d u c id o un órgano que

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pudiera responder a las nuevas exigencias? La oftalm ología sostiene
hoy la opinión de que la naturaleza ni pud o ni lo hizo; y que, m ien­
tras el proceso de civilización depende del sen tid o de la vista más
que de los restantes, el órgano visual está mal p rep arad o para sus
tareas.
G ran núm ero de datos parecen justificar esta conclusión. M ien­
tras que existe la evidencia de que el hom bre prim itivo padeció poco
a causa de defectos de visión, cabe afirm ar con seguridad que, entre
las personas m ayores de veintiún años que viven en condiciones civi­
lizadas, nueve de cada diez tienen u na visión im perfecta, y la p ro p o r­
ción se increm enta a m edida que aum enta la edad; h asta que entre las
personas que han superado los cuarenta años de edad es casi im posi­
ble encontrar u na persona libre de defectos visuales. Estadísticas vo­
lum inosas prueban estas afirmaciones.
D urante m ás de cien años la profesión m édica h a estado buscan­
do algún m étodo para com probar los estragos de la civilización sobre
el ojo hum ano. Los alem anes, para los que el asunto revistió vital im ­
portancia m ilitar, gastaron m illones de dólares p ara llevar a cabo las
sugerencias de los expertos, aunque infructuosam ente; y ahora la m ayo­
ría de los estudiosos del tem a adm iten que los m étodos o tro ra apoya­
dos ciegam ente com o salvaguardia fiable de la visión ocular de nues­
tros niños han conseguido bien poco o nada. A lgunos tienen una
visión m enos dram atizada del asunto, pero sus conclusiones no son
precisam ente hijas de los hechos.
Al principal m étodo de tratam iento, p o r m ed io de lentes artifi­
ciales que com pensan el erro r de refracción del ojo, se le exigía bien
poco; tan sólo que esos artilugios neutralizaran los efectos de las d i­
versas condiciones para las que eran prescritos, co m o una m uleta
perm ite a un cojo cam inar. Se creía que a veces verificaban el progre­
so de esas condiciones, pero hoy todo oftalm ólogo sabe que su utili­
dad para este objetivo es, en el m ejor de los casos, m u y lim itada. En
el caso de la m iopía (corto de vista), ya en 1916 algunos oftalm ólogos
com prendieron que las lentes y todos los m étodos ordinarios a n u es­
tra disposición «son de escasa o nula utilidad» para prevenir un in ­

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crem ento del erro r de refracción o el desarrollo de com plicaciones
m uy graves con las que aquélla está asociada a veces.
Yo he estudiado du ran te m ás de treinta años la refracción del ojo
h u m ano, y m is observaciones confirm an plenam ente esas conclusio­
nes en lo referente a la inutilidad de todos los m étodos em pleados
hasta el presente para prevenir y tratar los errores de refracción. Me
vi arrastrado m uy p ro n to a pensar que el problem a es, en m o d o al­
guno, insoluble.
'I odo oftalm ólogo con alguna experiencia sabe que la teoría de la
incurabilidad de los errores de refracción no cuadra con los hechos
observados. N o es infrecuente que tales casos se curen d e m anera es­
p ontánea o que cam bien de una form a a otra. D urante largo tiem po
ha existido la costum bre o de ignorar esos hechos m olestos o de d is­
culparlos dan d o explicaciones, y, afortunadam ente para aquellos que
consideran necesario sostener a toda costa las viejas teorías, la fu n ­
ción atribuida al cristalino del ojo en acom odación ofrece, en la m a ­
yoría de los casos, un m étodo de explicación plausible.
Según la teoría que la m ayoría de nosotros aprendim os en la es­
cuela, el ojo cam bia su foco para ver a diversas distancias alterando la
curvatura del cristalino; y al buscar una explicación de la inconstancia
del error de refracción, teóricam ente constante, los teóricos en cuen­
tran la solución en la ingeniosísim a idea de atribuir al cristalino capa­
cidad para cam biar su curvatura no sólo para el objetivo de una aco­
m odación norm al, sino tam bién para disim ular o producir errores de
acom odación. En la hiperm etropía (llam ada general, pero im propia­
m ente, presbicia, aunque el paciente con tal defecto no puede ver con
nitidez ni a distancia ni de cerca) el globo ocular es dem asiado corto
desde el frente hasta la parte trasera, y todos los rayos de luz, tanto los
convergentes, que vienen de objetos cercanos, com o los paralelos, que
proceden de objetos lejanos, se concentran detrás de la retina en lugar
de hacerlo sobre ella. En la m iopía el globo ocular es dem asiado largo
desde el frente hasta la parte trasera, y m ientras que los rayos diver­
gentes que provienen de objetos cercanos caen en u n p u n to sobre la
retina, los paralelos procedentes de objetos distantes no la alcanzan.
Se supone que estas condiciones son perm anentes; una congéni-
ta, la otra adquirida. Así, cuando personas que en un m om ento pare­
cen tener hiperm etropía o m iopía, parecen no tenerlas en otros m o ­
m entos, o tenerlas en m enor grado, no es lógico suponer que hayan
sufrido un cam bio en la configuración del globo ocular. Por consi­
guiente, en el caso de desaparición o de dism inución de la hiperm e-
tropia se nos pide que cream os que el ojo, en el acto de ver, tanto en
el p u n to cercano com o en el distante, aum enta la curvatura del cris­
talino lo suficiente para com pensar, en todo o en parte, la visión pla­
na del globo ocular. En la m iopía, p o r el contrario, se nos dice que el
ojo sale realm ente de su cam ino para producir la condición o para
em peorar una condición existente. En otras palabras, al asi llam ado
«m úsculo ciliar», al que se atribuye el control de la configuración de
la lente, se le reconoce una capacidad para producir un estado de
contracción más o m enos continuo, m anteniendo así co n tin u am en ­
te el cristalino en un estado de convexidad que, según la teoría, éste
debe asum ir sólo para ver de cerca.
Estas curiosas prestaciones pueden parecer antinaturales al p ro ­
fano, pero los oftalm ólogos opinan que la tendencia a entregarse a
ellas está tan arraigada en la constitución del órgano de la visión que,
en el ajuste de lentes, es habitual instilar atropina — las «gotas» con
las que está fam iliarizado todo aquel que ha visitado a un oculista—
en el ojo a fin de paralizar el m úsculo ciliar y asi, previniendo todo
cam bio de curvatura en el cristalino, sacar a relucir una «hiperm etro­
pía latente» o librarse de una «aparente miopía».
Se piensa que la interferencia del cristalino da razón sólo de gra­
dos m oderados de variación en errores de refracción, y esto sólo du
rante los prim eros años de vida. Para los posteriores o para aquellos
que acaecen después de los cuarenta y cinco años de edad, cuando se
supone que el cristalino ha perdido elasticidad en m ayor o m enor
grado, no se ha encontrado jam ás una explicación plausible.
La desaparición del astigm atism o, o el cam bio en su carácter,
presenta problem as aún más desconcertantes. Esta situación se debe
en la m ayoría de los casos a un cam bio asim étrico en la curvatura de
la córnea, lo que hace que los rayos de luz no lleguen a un foco en
pu nto alguno; y se supone que el ojo posee sólo una capacidad lim i­
tada para superarlo; y con todo, el astigm atism o va y viene con tan ta
facilidad com o otros errores de refracción. Es bien sabido, tam bién,
que es posible producirlo de form a voluntaria. Algunas personas
pueden producir hasta tres dioptrías (una dioptría es el p o d er de e n ­
foque necesario para llevar rayos paralelos a un foco a un m etro o a
39-37 pulgadas). Yo m ism o puedo producir una y media.
Exam inando miles de pares de ojos al año en el New York Eye
and Ear Infirm ary o en otras instituciones, observé m uchos casos en
los que errores de refracción o se recuperaban de m anera espontánea
o cam biaban sus form as, y yo era incapaz de ignorarlas o de satisfa­
cerm e a m í m ism o con las explicaciones ortodoxas, incluso donde
eran posibles tales explicaciones. Me parecía que, si una afirm ación es
verdad, tiene que serlo siem pre. N o puede haber excepciones. Si los
errores de refracción son incurables, no deberían recuperarse o cam ­
biar su form a de m anera espontánea.
C on el paso del tiem po llegué a descubrir que la m iopía y la hi­
perm etropía, com o el astigm atism o, podían ser producidos a volun­
tad; que la m iopía no estaba asociada, com o habíam os pensado d u ­
rante tanto tiem po, con el uso de los ojos en el p u n to cercano, sino
con la tensión para ver objetos distantes, m ientras que la tensión en
el p u n to cercano estaba asociada con la hiperm etropía; que ningún
erro r de refracción era jam ás una situación constante; y que era posi­
ble elim inar los grados bajos de erro r de refracción, m ientras que los
grados más altos podían ser m ejorados.
En busca de luz para estos problem as, exam iné cientos de miles
de ojos, y, cuantos m ás hechos acum ulaba, m ás difícil resultaba re­
conciliarlos con las opiniones aceptadas. Finalm ente em prendí una
serie de observaciones sobre los ojos de seres hum anos y de anim ales
inferiores. El resultado m e convenció a mi y a otros de que el crista­
lino no es un factor en la acom odación, y de que el ajuste necesario
para la visión a diferentes distancias está afectado en el ojo, com o lo
está en la cám ara fotográfica, por un cam bio en la longitud del ó rg a­
no, alteración que lleva a cabo la acción de los m úsculos en el exterior
del globo ocular. Igualm ente convincente fue la dem ostración de que
los errores de refracción, incluyendo la presbicia (rigidez, del cristali
no que ocasiona dificultad en la acom odación y retroceso del p u n to
cercano), son debidos no a un cam bio orgánico en la configuración
del globo ocular o en la constitución del cristalino, sino a un trasto r­
no funcional en la acción de los m úsculos del exterior del globo o cu ­
lar, y, p o r consiguiente, pueden ser elim inados.
Al hacer estas aseveraciones soy plenam ente consciente de que
contravengo lo que prácticam ente ha sido enseñanza indiscutida de
la ciencia oftalm ológica d u ran te la m ayor parte de un siglo. Sin em ­
bargo, los hechos m e han llevado a mi propia conclusión, y tan lenta*
m ente que estoy sorprendido de mi titubeo inicial. Yo quería ser co n ­
servador y diferenciaba entre m iopía funcional, que yo era capaz de
elim inar o m ejorar, y m iopía orgánica, que, a contrapelo de la trad i­
ción ortodoxa, acepté com o incorregible por un tiem po.
Capítulo 2

Retinoscopia simultánea

G ran parte de mi inform ación sobre los ojos ha sido obtenida m e­


diante la retinoscopia sim ultánea, es decir, el exam en clínico de la re­
tina. La retinoscopia es un instrum ento usado para m edir la refracción
del ojo. Arroja un rayo de luz a la pupila p o r reflexión proveniente de
un espejo, encontrándose la luz o luera del instrum ento — encim a y
detrás del sujeto— o dispuesta den tro de él m ediante una batería
eléctrica. Al m irar a través del hueco de la visión, se ve una parte m a­
yor o m enor de la pupila llena de luz, que, en ojos hum anos n o rm a­
les, es de un am arillo rojizo porque ése es el color de la retina. Si no se
enfoca con exactitud el ojo en el p u n to desde el que está siendo o b ­
servado, uno ve una som bra oscura en el borde de la pupila, y el co m ­
p o rtam iento de esta som bra cuando m ovem os el espejo en varias d i­
recciones revela la situación refríngem e del ojo.
Si se usa el instrum ento a una distancia de dos m etros o m ás y la
som bra se m ueve en dirección opuesta al m ovim iento del espejo, el
ojo es m iope. Si la som bra se m ueve en la m ism a dirección que el es­
pejo, el ojo es hiperm étrope o norm al. En el caso de la hiperm etropía,
el m ovim iento es m ás p ronunciad o que en el de norm alidad, y un
experto puede establecer generalm ente la diferencia entre los dos es­
tados basándose sólo en la naturaleza del movimiento. En el astigm a­
tism o, el m ovim iento es distinto en diversos m eridianos. (Un m eri­
diano es un plano vertical proyectado hacia delante desde los polos
del globo ocular.) Para determ inar el grado de erro r o para distinguir
con exactitud entre hiperm etropía y norm alidad, o entre los diferen­
tes tipos de astigm atism o, suele ser necesario experim entar con una
lente delante del ojo del sujeto. Si el espejo es cóncavo en vez de pla­
no, el m ovim iento descrito será invertido. Sin em bargo, el espejo pla­
no es el m ás usado generalm ente.
El o p to tip o Snellen1 y sus lentes de ensayo pueden ser utilizados
sólo en determ inadas condiciones favorables, pero el retinoscopio es
utilizable en to d o instante. Es algo más fácil utilizarlo en una luz te­
nue que en una brillante, pero puede ser usado en cualquier luz, in ­
cluso cuando la poderosa luz del sol da directam ente en el ojo. T am ­
bién es posible utilizarlo en otras m uchas condiciones desfavorables.
Puede llevar bastante tiem po, que varía de m inutos a horas, el
m edir la refracción con el opto tip o y lentes de ensayo de Snellen. C on
el retinoscopio, en cam bio, se puede determ inar en una lracción de
segundo. C on el p rim er m étodo sería im posible, por ejem plo, o bte­
ner inform ación alguna sobre la refracción de un jugador de béisbol
en el m om ento de girar hacia la pelota, en el instante en que la golpea
y en el m om ento posterior a golpearla. Pero con el retinoscopio es
m uy fácil determ inar si su visión es norm al o si él es m iope, hiper-
m étrope o astigm ático en los m encionados instantes.
C on el opto tip o y lentes de ensayo hay que sacar las conclusiones
sirviéndonos de las afirm aciones del paciente respecto a lo que ve.
Pero el paciente llega a veces a sentirse tan m olesto y confuso d u ra n ­
te el exam en que no sabe lo que ve, o si diferentes lentes hacen que su
visión m ejore o em peore; adem ás, la agudeza visual no es evidencia
fiable del estado de la refracción. Un paciente con dos dioptrías p u e­
de ver dos veces m ás que otro con el m ism o erro r de refracción. La

1. Hermán Snellen (1835-1908), celebrado oftalmólogo holandés, profesor de of­


talmología en la universidad de Utrecht y director del Netherlandic Eye Hospital. Los
actuales estándares de agudeza visual fueron propuestos por él, y sus tipos de test se
convirtieron en el modelo que ahora está en uso. El optotipo es un diagrama con el que
se mide el poder visual de una persona. Se adjunta uno al final del texto de este libro.
evidencia del o p to tip o es, de hecho, enteram ente subjetiva, m ientras
que la del retinoscopio es del todo objetiva, no dependiendo en
m odo alguno de las aseveraciones del paciente.
En resum en, m ientras que la com probación de la retracción por
m edio del opto tip o y de las lentes de ensayo requiere un tiem po co n ­
siderable y puede hacerse sólo bajo determ inadas condiciones artifi­
ciales, con resultados que no siem pre son fiables, es posible usar la re­
tinoscopia en todo tipo de situaciones norm ales y anorm ales tan to en
los ojos de seres h um anos com o de anim ales inferiores, y nos p o d e­
m os fiar de los resultados siem pre que los utilicem os de form a ade­
cuada. Esto significa que el retinoscopio nunca debe estar a m enos de
dos m etros de distancia del ojo; de lo contrario, el sujeto se pondrá
nervioso y la refracción, por razones que explicaré más adelante, será
cam biada, haciendo im posibles unas observaciones fiables. En el caso
de los anim ales, con frecuencia es necesario usarlo a una distancia
m ucho m ayor.
D urante treinta años utilicé el retinoscopio para estudiar la re­
fracción del ojo. C on él he exam inado los ojos de decenas de miles de
escolares, de cientos de bebés y de miles de anim ales, incluidos gatos,
perros, conejos, caballos, vacas, aves, tortugas m arinas, reptiles y p e­
ces. Lo usé cuando los sujetos estaban en reposo y cuando se en co n ­
traban en m ovim iento — tam bién cuando yo m ism o me m ovía ,
cuando estaban despiertos y cuando se encontraban dorm idos, o in ­
cluso bajo los efectos del éter o cloroform o. Lo he utilizado de día y
du rante la noche, cuando los sujetos estaban relajados y cuando se
encontraban excitados, cuando trataban de ver y cuando no; cuando
estaban m intiendo y cuando decían la verdad; cuando los párpados
estaban m edio cerrados, cerrando parte del área de la pupila; cuando
la pupila estaba dilatada y tam bién cuando estaba contraída en direc­
ción a u n punto; cuando el ojo oscilaba de lado a lado, de arriba aba­
jo y en otras direcciones.
P or ese cam ino descubrí m uchos hechos que no se conocían a n ­
tes y que yo era incapaz de com paginar con las enseñanzas ortodoxas
sobre el tem a. Esto me llevó a em prender las series de experiencias a
las que he aludido. Los resultados estaban en arm onía plena con mis
observaciones previas, y no m e quedó otra elección que la de recha­
zar todo el cuerpo de enseñanza ortodoxa sobre la acom odación y
errores de refracción.
Capítulo 3

La verdad sobre la acomodación

El testim onio de m is experim entos m e dem ostró que el cristalino no


es un factor en la acom odación. Este hecho está confirm ado p o r n u ­
m erosas observaciones en los ojos de adultos y niños con visión n o r­
mal, errores de refracción o am bliopía (dism inución de visión sin
causa aparente), y en ojos de adultos tras la extracción del cristalino
a causa de cataratas.
Ya se ha indicado antes que se supone que la instilación de atro ­
pina en el ojo previene la acom odación paralizando el m úsculo al que
se considera responsable del control de la configuración del cristali­
no. Q ue tiene ese efecto es algo aceptado de form a general en todo
m anual sobre el tem a, y cada día se utiliza la m edicina en el ajuste de
las lentes con objeto de elim inar la supuesta influencia del cristalino
sobre estados refractivos.
En unos nueve casos de cada diez, las condiciones resultantes de
la instilación de la atropina en el ojo cuadra con la teoría sobre la que
se basa su uso, pero no casa con el décim o caso, y todo oftalm ólogo
de alguna experiencia se ha visto confrontado con algunos de estos
décim os casos. M uchos de ellos están consignados en la literatura, y
m uchos de ellos han sido observados p o r mí. Según la teoría, la atro ­
pina debería hacer patente una hiperm etropía latente en ojos o ap a­
rentem ente norm ales o m anifiestam ente hiperm étropes, a condición
de que el paciente tenga una edad d u ran te la que se supone que el
cristalino conserva toda su elasticidad. El hecho es, sin em bargo, que
a veces produce m iopía o convierte la hiperm etropia en m iopía, y
que producirá m iopia e hiperm etropia en personas de m ás de seten­
ta años de edad, cuando se supone que el cristalino está tan rígido
com o una piedra, asi com o en casos en los que el cristalino está rígi­
do con catarata incipiente. Pacientes con ojos aparentem ente n o rm a ­
les desarrollarán, después del uso de atropina, astigm atism o hiper-
m étrope o astigm atism o m iope, o com binarán astigm atism o m iope
o astigm atism o m ixto. En otros casos, la droga no interferirá en la
acom odación o alterará en m odo alguno la refracción. Además, cuan­
do la visión ha sido rebajada con la atropina, a veces los sujetos se h a ­
cen capaces, sim plem ente descansando sus oios, de leer caracteres
tipo diam ante (el tipo m ás pequeño usado com únm ente, conocido
generalm ente ahora com o 4 Vi tipo punto; véase la ilustración de
pág. 123, donde hay un ejem plo) a unos quince cm . C on todo, se su ­
pone que la atropina descansa el ojo aportando alivio a un m úsculo
sobretrabajado.
En el tratam iento de estrabism o y am bliopía he usado con fre­
cuencia atropina en el ojo m ejor d u ran te más de un año, a fin de es­
tim ular el uso del ojo am bliópico; y, al final del tiem po, todavia bajo
la influencia de la atropina, tales ojos se han hecho capaces, en algu­
nas horas o m enos, de leer caracteres tipo diam ante a quince cen tí­
m etros. Los siguientes son ejem plos de m ucho casos sim ilares que
pueden citarse.
Un niño de diez años de edad tenía hiperm etropia en am bos ojos;
la del ojo izquierdo, el m ejor, llegaba a tres dioptrías. C uando se ins­
tilaba atropina en el ojo, la hiperm etropia se increm entaba a cuatro
dioptrías y m edia y la visión descendía a 20/200 (200/200 es norm al;
el num erador de la fracción es la distancia a la que el paciente puede
ver una letra sobre un optotipo, y el d enom inador es la distancia a la
que debería ser capaz de verlo). C on un cristal convexo de cuatro
dioptrías y m edia el paciente obtenía una visión norm al a distancia, y
con la añadidura de o tro cristal convexo de cuatro dioptrías era capaz
de leer caracteres tipo diam ante a unos veinticinco centím etros (ó p ­
tim o). Se usó la atropina d u ra n te un año, junto con la dilatación co n ­
tinua de la pupila al m áxim o. Entre tanto, el ojo derecho estaba sien­
do tratado según mis propios m étodos, que describiré más tarde. Por
lo general, en tales casos el ojo que no está siendo tratado de form a
especifica m ejora en alguna m edida al m ism o tiem po que el otro,
pero en este caso no sucedió asi. Al final del añ o la visión del ojo de­
recho se habla norm alizado, pero la del ojo izquierdo seguía exacta­
m ente igual que al principio, siendo todavía de 20/200 sin lentes para
ver de lejos, m ientras que la lectura sin lentes era im posible y el gra­
do de hiperm etropía no había cam biado. Iodavia bajo la influencia
de la atropina y aún con la pupila dilatada al m áxim o, este ojo era tra­
tado ahora p o r separado, y en m edia hora su visión se hizo norm al
tanto de lejos com o de cerca, leyendo caracteres tipo diam ante a
quince centím etros; en todos los casos, sin lentes. Según las teorías
aceptadas, el m úsculo ciliar de este ojo debió haber estado no sólo
com pletam ente paralizado al m ism o tiem po, sino en un estado de
parálisis com pleta d u ran te un año. Sin em bargo el ojo no sólo supe­
ró cu atro dioptrías y m edia de hiperm etropía, sino que añadió seis
d ioptrías de acom odación, haciendo un total de diez dioptrías y m e­
dia. Q ueda para los defensores de las teorías aceptadas decir cóm o ta­
les hechos pueden com paginarse con aquéllas.
Igual, si no m ás notable, fue el caso de una niña de seis años que
tenía dos dioptrías y m edia de hiperm etropía en su ojo derecho o m e­
jor y seis en el o tro , con una dioptría de astigm atism o. C on el ojo m e­
jor bajo la influencia de la atropina y la pupila dilatada al m áxim o,
am bos ojos fueron tratados juntos d u ran te m ás de un año, y, al final
de ese tiem po, estando aún el ojo derecho bajo la influencia de la
atropina, am bos se hicieron aptos para leer caracteres tipo diam ante
a quince centím etros; el derecho m ejor que el izquierdo. Así, a pesar
de la atropina, el ojo derecho no sólo superó dos dioptrías y m edia de
h iperm etropía, sino que añadió seis dioptrías de acom odación, h a­
ciendo un total de ocho y media. A fin de elim inar toda posibilidad
de hiperm etropía latente en el ojo izquierdo — que tenía al com ienzo
seis dioptrías , se usó ahora la atropina en este ojo y d isco n tin u a­
m ente en el otro, continuando la educación com o antes. Bajo la in ­
fluencia de la droga habia un ligero retorno de hiperm etropia, pero la
visión volvía a norm alizarse con rapidez y, aunque se utilizó diaria­
m ente la atropina d u ran te más de un año, dilatando continuam ente
al m áxim o la pupila, leía caracteres tipo diam ante a quince centím e­
tros sin lentes d u ran te todo el período. Me resulta difícil entender
cóm o el m úsculo ciliar habría podido tener algo que ver con la capa­
cidad del paciente para acom odar después de que se utilizara la atro ­
pina separadam ente en cada ojo du ran te un año o m ás a la vez
Según la teoría vigente, com o he dicho, la atropina paraliza el
m úsculo ciliar y así, previniendo un cam bio de curvatura en el crista­
lino, im pide la acom odación. C uando la acom odación se produce,
sin em bargo, tras el uso prolongado de la atropina, es evidente que
tiene que deberse a un factor o a factores distintos del cristalino y del
m úsculo ciliar. La evidencia de tales casos contra las teorías aceptadas
es, de hecho, abrum adora; y según esas teorías, los otros factores ci­
tados en este capítulo son igualm ente inexplicables. T odos estos fac­
tores, sin em bargo, están en pleno acuerdo con los resultados de mis
experim entos en m úsculos oculares de anim ales y mis observaciones
respecto del com portam iento de im ágenes reflejadas de diversas p ar­
tes del globo ocular. Ellas confirm an sin lugar a dudas, tam bién, el tes­
tim onio de los experim entos con atropina, que m ostraron que no era
posible paralizar por com pleto y de form a perm anente la aco m o d a­
ción a no ser que la atropina fuera inyectada profundam ente en la ó r­
bita (cuenca del ojo) hasta alcanzar los m úsculos oblicuos (véase d ia­
gram a, pág. sig.), los verdaderos m úsculos de acom odación, m ientras
que no podría im pedirse la hiperm etropia cuando el globo ocular era
estim ulado con electricidad sin un sim ilar uso de atropina, cuyo re­
sultado era la parálisis de los m úsculos recti (véase diagram a).
C om o se ha señalado ya, el hecho de que tras la extracción del
cristalino a causa de la catarata el ojo parece con frecuencia ac o m o ­
darse tan bien com o lo hacía con anterioridad es bien conocido. Bas­
tantes de esos casos han estado bajo mi observación. No es que tales
pacientes hayan leído caracteres tipo diam ante sólo con sus lentes
Elevodor del
párpado superior

Oblicuo
superior

Esclerótica
para lejos, y a veinticinco centím etros y a una distancia m enor (es
más difícil leer a distancia m uy escasa), sino que un hom bre fue ca­
paz de leer sin lentes. En todos estos casos, la retinoscopia dem ostró
que el aparente acto de acom odación era real, y fue llevado a cabo no
p o r alguno de los elaborados m étodos por los que se explica general­
m ente este fenóm eno inconveniente, sino m ediante un ajuste exacto
del foco a la distancia requerida.
La elim inación de la presbicia (véase capítulo 16) debe ser aña­
dida tam bién al testim onio clínico contra la aceptada teoría de la
acom odación. En la teoría de que el cristalino es un factor en la aco­
m odación, tal cam bio habría sido m anifiestam ente imposible. El h e­
cho de que el reposo para los ojos m ejora la visión en la presbicia ha
sido señalado p o r otros, y se ha atribuido al supuesto hecho de que el
relajado m úsculo ciliar es capaz de influir en el cristalino endurecido
d u ran te un período breve, pero m ientras que es concebible que esto
puede suceder en estadios tem pranos de la afección y p o r breves ins­
tantes, no es concebible que se pueda obtener por estos m edios alivio
perm anente, o que los cristalinos, que son, según el dicho, tan «duros
com o piedras», puedan ser influidos, siquiera m om entáneam ente.
La acum ulación de hechos corrobora una verdad. Se prueba que
una hipótesis adm itida no es verdad si un solo hecho no está en a r­
m onía con ella. Las teorías aceptadas acerca de la acom odación y de
la causa de errores de refracción exigen que una m u ltitu d de hechos
deba ser disculpada m ediante explicaciones. D urante m ás de treinta
años de experiencia clínica, no he observado un solo hecho que no
estuviera en arm onía con la creencia de que el cristalino y el m úscu­
lo ciliar no tienen nada que ver con la acom odación y que los cam ­
bios en la configuración del globo ocular de cuyos errores de retrac­
ción depende no son perm anentes. M is observaciones clínicas han
sido suficientes por sí solas para d em ostrar la verdad de esta opinión.
H an bastado asim ism o para m ostrar cóm o tam bién se pueden p ro ­
d ucir errores de refracción, y cóm o éstos pueden ser elim inados tem ­
poralm ente en pocos m inutos y de form a perm anente m ediante un
tratam iento continuado.
Capítulo 4

La variabilidad de la refracción

La teoría de que los errores de refracción se deben a deform aciones


perm anentes del globo ocular conduce naturalm ente a la conclusión
de que los errores de refracción son estados perm anentes y que la re­
fracción norm al es una situación continua. Puesto que esta teoría es
aceptada casi universalm ente com o un hecho, no sorprende en con­
trar que se considera por lo general al ojo norm al co m o una m áquina
perfecta que se encuentra de continuo en buen estado de funciona­
m iento. Independientem ente de que el objeto m irado resulte extraño
o familiar, de que la luz sea buena o im perfecta, de que el en to rn o sea
grato o desagradable, incluso en situaciones de tensión nerviosa o de
enferm edad física, se espera que el ojo norm al tenga una refracción y
visión norm ales en todo m om ento. Es cierto que los hechos no casan
con esta opinión, pero se los atribuye convenientem ente a un defec­
to en la función del m úsculo ciliar, o, si esa explicación no es sufi­
ciente, se los ignora lisa y llanam ente.
Sin em bargo, si entendem os cóm o la configuración del globo del
ijo es controlada por los m úsculos externos y cóm o responde de for-
na instantánea a la acción de éstos, es fácil ver que un estado no re-
ractivo, tan to sí es norm al com o anorm al, puede ser perm anente,
esta conclusión es confirm ada por la retinoscopia, y yo observé los
lechos m ucho antes de que los experim entos m encionados en los ca­
ntillos precedentes ofrecieran una explicación satisfactoria. E ntrega­
do du ran te treinta años al estudio de la refracción, he encontrado
poca gente que pudiera m antener una visión perfecta, es decir, sin
erro r no refractivo, du ran te m ás de algunos m inutos seguidos, inclu­
so en las condiciones m ás favorables; y he visto con frecuencia que la
refracción cam bia m edia o una docena de veces o m ás en un segundo
pasando las variaciones por una gam a que va desde veinte dioptrías
de m iopía hasta lo norm al.
De igual m anera, no he encontrado ojos con continuos o in m u ­
tables errores de refracción, siendo asi que todas las personas con
errores de refracción tienen, a intervalos frecuentes du ran te el día o
de noche, m om entos de visión norm al en los que su m iopía, h ip er­
m etropía o astigm atism o desaparecen p o r com pleto. La form a de
error cam bia tam bién, convirtiéndose la m iopía incluso en h iperm e­
tropía y una form a de astigm atism o en otra.
De miles de escolares exam inados en un año, m ás de la m itad te­
nía ojos norm ales, con visión que era perfecta a veces, pero ninguno
de ellos tenía visión perfecta en cada ojo du ran te todos los instantes
del día. Su visión puede ser buena p o r la m añana e im perfecta des­
pués de com er, o im perfecta p o r la m añana y perfecta por la tarde.
M uchos niños podían leer un o p to tip o con visión perfecta, pero eran
incapaces de ver perfectam ente o tro diferente. M uchos podían leer
tam bién perfectam ente algunas letras del alfabeto m ientras que eran
incapaces de distinguir otras letras del m ism o tam año en condiciones
similares. El grado de visión im perfecta variaba den tro de límites
am plios, de un tercio a un décim o, o m enos. Su duración era tam bién
variable. En algunas condiciones puede co ntinuar sólo du ran te algu­
nos m inutos o m enos; en otras, puede im pedir al sujeto ver el ence­
rado d u ran te días, sem anas o incluso du ran te m ás tiem po. C on fre­
cuencia todos los alum nos de una clase estaban afectados hasta ese
p unto.
Entre bebés se no tó una situación similar. La m ayoría de los in­
vestigadores se han encontrado con bebés hiperm étropes. Algunos
han dado tam bién con m iopes. Mis propias investigaciones indican
que la refracción de los niños de corta edad cam bia de continuo. Un
niño fue exam inado bajo atropina en cuatro días sucesivos, com en­
zando dos horas después del nacim iento. Se instilaba a am bos ojos un
tres p o r ciento de solución de atropina, la pupila se dilataba al m áxi­
m o, y se notaban otros síntom as fisiológicos del uso de atropina. El
p rim er exam en m ostró una situación de astigm atism o m ixto. El se­
gundo día había astigm atism o hiperm étrope, y el tercer día astigm a­
tism o m iope. En el cuarto, un ojo era norm al y el otro m ostraba m io­
pía simple. Similares variaciones se no taro n en otros m uchos casos.
Lo que es verdad en cuanto a los niños y recién nacidos lo es tam ­
bién respecto de los adultos de todas las edades. Las personas de más
de setenta años de edad han sufrido pérdidas de visión de diverso gra­
do e intensidad, y en tales casos la retinoscopia indicaba siem pre un
erro r de refracción. U na persona de ochenta años de edad con ojos
norm ales y con visión norm al, de ordinario tenía períodos de visión
im perfecta que podían d u rar de unos pocos m inutos a m edia hora o
más. En tales m om entos, la retinoscopia siem pre indicaba m iopía de
cuatro dioptrías o más.
D urante el sueño, la condición refractiva del ojo casi nunca es
norm al. Personas cuya refracción es norm al cuando están despiertas
sufrirán m iopía, hiperm etropia y astigm atism o cuando están d o rm i­
das. Y si tienen errores de refracción cuando están despiertas, éstos se
increm entarán du ran te el sueño. Por eso la gente se despierta p o r la
m añana con ojos m ás cansados que en ningún o tro m om ento, e in ­
cluso con fuertes dolores de cabeza. C uando el sujeto está bajo el éter
o cloroform o o se encuentra inconsciente p o r cualquier otra causa,
tam bién se producen o increm entan los errores de refracción.
C u ando el ojo m ira u n objeto no familiar, siem pre se produce un
error de refracción. De ahí la proverbial fatiga por la visión de p in tu ­
ras o de otros objetos en un m useo. N iños con ojos norm ales que
pueden leer perfectam ente letras pequeñas de seis m ilím etros de altu ­
ra a tres m etros tienen problem as siem pre para leer una escritura de
caracteres extraños en la pizarra, aunque las letras puedan tener cin ­
co centím etros de altura. Un m apa desconocido, respecto a cualquier
Dtro m apa tiene el m ism o efecto. Jamás he visto a un niño o a un p ro ­
fesor que pudiera m irar un m apa a cierta distancia sin hacerse m iope.
Al tipo (de letra) alem án se le acuso de ser responsable en gran parte
de la vista pobre, considerada en o tro tiem po com o una peculiar e n ­
ferm edad alem ana, pero si un niño alem án intenta leer caracteres ro ­
m anos se hará hiperm élrope d u ran te un tiem po. Los caracteres ale­
m anes, o los griegos o los chinos, tendrán el m ism o efecto en un niño
o en otra persona acostum brada a los caracteres rom anos. El profesor
H erm ann C ohn rechazó la idea de que los caracteres alem anes p o n í­
an a prueba los ojos. Al contrario, él siem pre encontraba «placentero
reto rn ar “a nuestra am ada letra alem ana” tras una larga lectura de
m onótona escritura rom ana». Porque los caracteres alem anes (góti­
cos) le resultaban m ás familiares que todos los dem ás, los encontraba
relajantes para sus ojos. «El uso», com o él observó atinadam ente,
«tiene m ucho que ver con el tem a.» Los niños que están aprendiendo
a leer, a escribir, a pintar o a coser siem pre sufren de visión defectuo­
sa debido a la falta de fam iliaridad de las líneas u objetos con los que
ellos están trabajando.
Una exposición repentina a una luz fuerte o un cam bio rápido o
instantáneo de luz producirá probablem ente una visión im perfecta
en el ojo norm al, co n tin u an d o en algunos casos du ran te sem anas y
meses (véase capítulo 14).
El ruido es tam bién una causa frecuente de visión defectuosa en
el ojo norm al. Todas las personas ven de m odo im perfecto cuando
escuchan un inesperado sonido fuerte. Los sonidos familiares no dis­
m inuyen la visión, pero los no familiares la reducen siem pre. N iños
del cam po, que van a escuelas tranquilas, pueden sufrir visión defec­
tuosa du ran te un tiem po después de haberse trasladado a una ciudad
ruidosa. En la escuela son incapaces de realizar bien su trabajo p o r­
que su vista está deteriorada. Sin duda, es una gran injusticia que los
profesores y otras personas riñan, castiguen y hum illen a tales niños.
En condiciones de m olestias m entales o físicas com o dolores, tos,
fiebre, m olestias de calor o frío, depresión, m iedo o ansiedad, se pro­
ducen siem pre errores de refracción en el ojo norm al o se increm en­
tan en el ojo en el que ya existen.
La variabilidad de la refracción del ojo es responsable de m uchos
accidentes inexplicables de otra m anera. C uando algunas personas
son atropelladas en la calle por autom óviles o cam iones se debe con
frecuencia a que sufren pérdida tem poral de visión. I-as colisiones en
vías férreas o en el m ar, desastres en operaciones m ilitares, accidentes
de aviación, etc., suceden con frecuencia porque las personas respon­
sables sufrieron pérdida tem poral de la visión.
A esta causa hay que atribuir tam bién, en alto grado, la confusión
que todo estudioso del tem a ha notado en las estadísticas que han
sido reunidas respecto de la incidencia de errores de refracción. Q ue
yo sepa, ningún investigador del tem a lo ha tenido en cuenta y, sin
em bargo, el resultado en toda investigación de ese tipo tiene que es­
tar d eterm inado en buena m edida por las condiciones en las que se
ha efectuado. Es posible to m ar los m ejores ojos del m u n d o y exam i­
narlos de m anera que el sujeto no sea capaz de ir al ejército. Vicever­
sa, se puede hacer la prueba de m anera que ojos que al principio se
en cuentran aparentem ente m uy por debajo de lo norm al, a los pocos
m in u tos requeridos para el test adquieran una visión norm al y se h a­
gan capaces de leer perfectam ente el optotipo.
Lo que nos hacen las lentes

Es posible que los florentinos estuvieran equivocados al suponer que


su conciudadano Salvino degli A rm ati fue el inventor de las lentes,
tan habituales ahora para corregir errores de refracción. M ucho se ha
discutido sobre el origen de esos artilugios, pero es creencia general
que se les conocía m ucho antes de que Salvino degli A rm ati viviera en
Florencia. Por ejem plo los rom anos debieron haber conocido algo
sobre la m anera de com plem entar los poderes de los ojos, pues Plinio
nos dice que N erón solía ver los juegos en el Coliseo a través de una
gema cóncava, engastada a tal efecto en un anillo. C on todo, si sus
contem poráneos creyeron que Salvino degli A rm ati fue el p rim ero en
p ro d u cir esas ayudas a la visión, es posible que ellos pagaran p o r el
p erdón de sus pecados. Si bien es cierto que las lentes han traído a al­
gunos una visión m ejorada y alivio del dolor y m olestias, para otros
han sido una verdadera to rtu ra añadida: siem pre resultan m ás o m e­
nos nocivas y, en el m ejor de los casos, nunca consiguen m ejorar la
visión hasta alcanzar lo que sería norm al.
Q ue las lentes no pueden m ejorar la visión hasta devolverle su
norm alidad se dem uestra sencillam ente m irando cada color a través
de un grueso cristal cóncavo o convexo. Se notará que el color es
siem pre m enos intenso que cuando se m ira con el ojo desnudo; y
dado que la percepción de la form a depende de la percepción del co ­
lor, se sigue que tanto el color com o la form a deben de verse m enos
nítidam ente con lentes que sin ellas. Incluso los cristales planos dis­
m inuyen la visión tan to del color com o de la form a, cosa que saben
todos los que han m irado a través de una ventana. M ujeres que usan
gafas para defectos m enores de visión observan con frecuencia que
éstas les han hecho m ás o m enos ciegas al color, y, en una tienda, ve­
rem os que se quitan las lentes cuando quieren observ ar m odelos. Sin
em bargo, si la visión es gravem ente defectuosa, se verá m ejor el color
con gafas que sin ellas.
Q ue las lentes deben dañar los ojos es evidente p o r los hechos
apuntados en el capítulo precedente. No es posible ver a través de
ellas a no ser que se produzca el grado de erro r de refracción que ellas
tienen la m isión de corregir. Pero los errores de refracción, en un ojo
dejado a sus anchas, no son siem pre constantes. Si u n o asegura una
buena visión con la ayuda de lentes cóncavas, convexas o astigm áti­
cas, eso significa que m antiene constantem ente un grado de erro r de
refracción que, de o tro m odo, no se m antendría de form a constante.
Es de esperar que esto debería em peorar la situación, y la experiencia
com ún certifica esta conclusión.
Una vez que uno com ienza a usar gafas, en m uchos casos hay que
increm entar de con tin u o su potencia a fin de m antener el grado de
agudeza visual asegurada m ediante la ayuda del prim er par. Personas
con presbicia que usan gafas porque no pueden leer la letra pequeña
advierten con dem asiada frecuencia que, tras haber usado las gafas
d u ran te un tiem po, no pueden, sin ayuda de ellas, leer la letra m ayor
que antes eran capaces de ver sin problem as. U na persona con m io­
pía de 20/70 que usa gafas que le dan una visión de 20/20 puede en ­
contrarse con que, en una sem ana, su visión sin ayuda ha caído a
20/200. C uando una persona rom pe sus gafas y va sin ellas d u ran te
una sem ana o dos observa con frecuencia que su vista ha m ejorado.
Es un hecho que la visión m ejora siem pre en m ayor o m enor gra­
do cuando se deja de usar lentes, aunque no siem pre se note el hecho.
Q ue el ojo hu m an o se siente m olesto con las lentes es u n he­
cho que nadie se atrevería a negar. Todo oculista sabe que los pacien­
tes tienen que «habituarse» a ellas y que, a veces, no llegan a conse­

36
guirlo. Pacientes con alto grado de m iopía e hiperm etropia tienen g ra n ­
des dificultades para acostum brarse a la corrección plena, y, co n fre­
cuencia, nunca llegan a lograrlo. Los gruesos cristales cóncavos exigi­
dos p o r m iopes d e alto grado hacen ver todos los objetos m u ch o m ás
pequeños de lo q u e son en realidad, m ientras que los cristales co n v e­
xos los ag ran d an . Estas molestias son inevitables. Pacientes con un
alto grado de astigm atism o sufren algunas sensaciones m uy desagra­
dables cuando se ponen gafas p o r prim era vez, razón p o r la que se les
advierte que se h abitúen a usarlas en casa antes de aventurarse friera.
Por lo general se superan esa dificultades, pero no siem pre; y sucede
a veces que personas que se encuentran m uy a gusto con sus gafas d u ­
rante el día son incapaces de aguantarlas de noche.
Todas las lentes contraen el cam po de visión en m ayor o m en o r
grado. Incluso c o n cristales m uy delgados, algunos pacientes son in ­
capaces de ver c o n nitidez si no m iran a través del cen tro de las le n ­
tes, con la m o n tu ra en ángulo recto con la línea de visión; no sólo d e ­
crece su visión si no hacen esto, sino que se producen a veces m olestos
síntom as nerviosos, tales com o vahídos y dolores de cabeza. P or eso
son incapaces de girar sus ojos librem ente en diversas direcciones. Es
verdad que los cristales están pulidos de tal m anera que es teó rica­
m ente posible m ira r a través de ellos a cualquier ángulo, pero rara vez
ofrecen el resultado deseado.
La dificultad de m antener lim pios los cristales es u n o de los in ­
convenientes m enores que tienen las gafas, pero, sin em bargo, resul­
ta m uy m olesto. En días de niebla y de lluvia la atm ósfera los e m p a ­
ña. En los días de calor, la transpiración del cuerpo puede tener un
efecto similar. En los días fríos, están em pañadas con frecuencia por
la hum edad de la respiración. Tan sujetas están cada día a la co n ta ­
m inación por sequedad y hum edad, tan expuestas están a la inevita­
ble suciedad que produce el tacto de los dedos, que rara vez procuran
una visión absolutam ente nítida de los objetos m irados.
De igual m anera, los reflejos de luz fuerte provenientes de las len ­
tes son con frecuencia m uy m olestos, y eso puede resultar m uy peli­
groso en la calle.
Soldados, m arineros, atletas, trabajadores m anuales y niños tie­
nen gran dificultad con las lentes a causa de la actividad de sus vidas,
que no sólo lleva a que las gafas se rom pan, sino que m uchas veces las
po ne fuera de foco, especialm ente en el caso de lentes usadas a causa
de astigm atism o.
El hecho de que las gafas nos afean puede parecer un tem a m enor
que no m erece ser considerado aquí, pero la m olestia m ental no m e­
jora ni la salud general ni la visión, y m ientras que hem os conseguido
convertir en virtud la necesidad de que algunas personas tengan que
usar lentes, existen todavía algunas m entes para las que llevar gafas
su pone una to rtu ra m ental y el verlas en otros dista m ucho de resul­
tar agradable. Y ya no digam os el ver a un niño con gafas. Es algo que
llega a partir el corazón.
Hasta hace una generación se usaban las lentes sólo com o una
ayuda para la visión defectuosa, pero ahora se prescriben a un gran
n úm ero de personas que pueden ver tan bien o m ejor sin ellas. C om o
hem os expuesto en el capítulo 1, se cree que el ojo hiperm étrope es
capaz de corregir hasta cierto grado sus propias dificultades alteran­
do la curvatura del cristalino, m ediante la actividad del m úsculo ci­
liar. Se piensa que el ojo con m iopía simple no tiene esa capacidad
p o rque un increm ento en la convexidad del cristalino, que — se o p i­
na— es todo lo que se consigue m ediante el esfuerzo de acom oda­
ción, no haría sino increm entar la dificultad; pero la m iopía va acom ­
pañada generalm ente p o r el astigm atism o y se supone que esto se
puede superar en parte m ediante alteraciones en la curvatura del cris­
talino. Así, la teoría nos lleva a la conclusión de que un ojo en el que
no existe erro r alguno de refracción casi nunca está libre de efectos
anorm ales de acom odación m ientras perm anece abierto.
En otras palabras, se asum e que el supuesto m úsculo de aco m o ­
dación tiene que llevar no sólo el peso norm al de cam biar el foco del
ojo para la visión a diversas distancias, sino tam bién el peso adicional
de com pensar errores de refracción. Tales ajustes, si se produjeran de
hecho, im pondrían una grave tensión al sistem a nervioso, y, para ali­
viar esa tensión — a la que se atribuye un sin n ú m ero de p erturbacio­
nes nerviosas funcionales— , asi com o para m ejorar la visión, se pres­
criben las lentes.
Se ha dem ostrado, sin em bargo, que el cristalino no interviene ni
en el hecho de la acom odación ni en la corrección de errores de re­
fracción. Por consiguiente, en ningún caso puede haber m otivo para
aliviar una tensión del m úsculo ciliar. Se ha dem ostrado tam bién que
cuando la visión es norm al no se da erro r de refracción, y los m úscu­
los extrínsecos (o externos) del globo ocular están en reposo. Por ta n ­
to, en esos casos no hay que aliviar tensión alguna de los m úsculos
extrínsecos. C uando existe una tensión de esos m úsculos, las lentes
pueden corregir sus efectos sobre la refracción, pero son incapaces de
aliviar la tensión m isma. Al contrario, com o se ha expuesto, lo que
hacen es em peorarla.
Con todo, personas con visión norm al que llevan gafas para ali­
viar una supuesta tensión m uscular se sienten a veces beneficiadas por
ellas. Tenem os ahí una ilustración palm aria del efecto de la sugestión
m ental, y unos cristales planos, si fueran capaces de inspirar la m ism a
fe, producirían idéntico resultado. De hecho, m uchos pacientes me
han dicho que se sentían aliviados de diversas molestias gracias a len­
tes que eran, según mi com probación, simples cristales planos. U no
de esos pacientes era un óptico que se había graduado sus propias ga­
fas y que no era un iluso en este sentido; sin em bargo, m e afirm aba
que cuando no las llevaba puestas sentía dolor de cabeza.
Algunos pacientes responden con tal p ro n titu d a cualquier su­
gestión m ental que usted puede aliviar sus molestias o m ejorar su vi­
sión casi con cualquier cristal que les prescriba. Me he encontrado
con gente hiperm étrope que llevaba gafas para m iopía con un gran
alivio; y gente sin astigm atism o que obtenía gran satisfacción con
lentes diseñadas para corregir ese defecto.
M uchas personas llegarán incluso a im aginar que ven m ejor con
gafas que dism inuyen claram ente su visión. Hace unos cuantos años,
un paciente al que yo le había prescrito lentes consultó a un oftalm ó­
logo cuya reputación era m ucho m ayor que la mía y que le prescribió
o tro p ar de cristales y le habló en térm inos desdeñosos de los que yo
le había re cetad o . El paciente vino de nuevo a m i consulta y m e h abló
de cuánto m e jo r podía ver con el segundo par de cristales q u e con el
prim ero. E xam iné su visión con las nuevas gafas y llegué al resultado
de que m ie n tra s que las m ías le habían dado una visión de 20/20, las
de mi colega le capacitaban para ver sólo 20/40. El h ec h o sencillo era
que él había sido hipnotizado por una reputación m ay o r para pensar
q ue podía v e r mejor, m ientras que de hecho veía p eor; y m e costó
m ucho tra b a jo convencerle de que estaba en un erro r, a u n q u e al fin
tuvo que a d m itirlo cuando, al m irar al optotipo, c o m p ro b ó que con
las gatas nuevas podía ver sólo la m itad que con las antiguas.
C u an d o las gafas no alivian dolores de cabeza y otros síntom as
nerviosos, se supone que es porque no están graduadas de form a co ­
rrecta, y a lg u n o s profesionales y sus pacientes dan m uestras de un
asom broso g ra d o de paciencia y perseverancia en sus intentos m a n ­
com unados para llegar a la prescripción correcta. U n paciente que
sufría fuertes dolores en la base de su cerebro fue grad u ad o sesenta
veces por un solo especialista; adem ás visitó a otros m u ch o s o ftalm ó ­
logos y n eurólogos en este país y en Europa. Se sintió aliviado del d o ­
lor en cinco m in u to s gracias a los m étodos presentados en este libro;
al m ism o tiem p o , su visión se norm alizó tem poralm ente.
Es toda u n a suerte que m uchas personas a las que se han prescri­
to gafas se nieguen a llevarlas, escapando así no sólo d e m ucha in c o ­
m odidad, sin o tam bién de m ucho daño para sus ojos. O tros, con m e­
n or independencia m ental, con m ayor grado de espíritu de m ártir o
que han sido alarm ados de la peor m anera por los oculistas, se som e­
ten a un grad o de to rtu ra innecesaria que a duras penas resulta c o n ­
cebible. U no de esos pacientes llevó gatas d u ra n te veinticinco años,
au nque no le evitaron padecer m olestias continuadas y rebajaron su
visión hasta tal p u n to que tenía que m irar p o r encim a de las lentes si
quería ver algo a distancia. Su oculista le aseguraba que debía esperar
las peores consecuencias si no usaba gafas, y recriminaba con severi­
dad su hábito de m irar p o r encim a en vez de a través de ellas.
D ado que las anom alías de refracción cam bian de co n tin u o de
día a dia, de hora a hora y de m in u to a m in u to , incluso bajo la in­
fluencia de la atropina, la graduación exacta de las lentes resulta im ­
posible. En algunos casos, esas fluctuaciones son tan extrem as o ti
paciente es tan insensible a la sugestión m ental que no se obtiene ali­
vio alguno de corregir las lentes, lo que se convierte, por necesidad,
en u na m olestia añadida. En el m ejor de los casos, apenas se puede
m antener que las lentes no son más que un sustituto m uy insatisfac­
torio de la visión norm al.
Causa y tratamiento de errores de refracción

Se ha dem ostrado en cientos de casos que toda acción anorm al de los


m úsculos externos del globo ocular está acom pañada por una te n ­
sión o esfuerzo para ver, y que con el alivio de la tensión la acción de
los m úsculos se norm aliza y todos los errores de refracción desapare­
cen. Puede suceder que el ojo esté ciego, que sufra de atrofia del n er­
vio óptico, de catarata o de enferm edad de retina, pero m ientras no
intenta ver, los m úsculos externos actúan con norm alidad y no existe
erro r de refracción. Este hecho nos sum inistra los recursos m ediante
los que se pueden curar todas estas situaciones, tenidas d u ran te tiem ­
po p o r incurables.
I am bién se ha dem ostrado que para cada error de refracción hay
un tipo diferente de tensión. El estudio de im ágenes reflejadas desde
diversas partes del globo ocular confirm ó lo que se habia observado
previam ente, a saber: que la m iopía (o una dism inución de la hiper­
m etropía) va siem pre asociada a una tensión para ver a distancia,
m ientras que la hiperm etropía (o dism inución de m iopía) va asocia­
da siem pre con un esfuerzo para ver de cerca. Puede com probar en
pocos m inutos estos hechos todo aquel que conozca cóm o usar un
retinoscopio, a condición de que no se aproxim e el instrum ento a
m enos de dos m etros del sujeto.
En un ojo con previa visión norm al, un esfuerzo para ver objetos
cercanos desem boca siem pre en la producción pasajera de hiperm e-
tropía en uno o en todos los m eridianos. Es decir que el ojo o se hace
po r com pleto hiperm étrope o se produce alguna form a de astigm a­
tism o del que la hiperm etropía form a parte. En el ojo hiperm étrope,
la hiperm etropía está increm entada en u n o o en todos los m eridia­
nos. C uando el ojo m iope se esfuerza para ver un objeto próxim o, la
m iopía decrece y se puede producir la em m etropía (la situación del
ojo en que éste está enfocado hacia rayos paralelos, lo que constituye
la visión norm al de lejos, pero que se convierte en un erro r de refrac­
ción cuando se da en la visión de un objeto cercano), estando en fo ­
cado el ojo hacia el pu n to distante, m ientras que intenta todavía ver
un objeto próxim o. En algunos casos, la em m etropía puede incluso
transform arse en hiperm etropía en uno o en todos los m eridianos.
T odos estos cam bios van acom pañados p o r la evidencia de un incre­
m ento de tensión y de una pérdida de visión (véase capítulo 8), pero,
aunque resulte extraño decirlo, el d o lo r físico y la fatiga suelen ali­
viarse en un grado considerable.
Si, por o tro lado, el ojo con previa visión norm al se esfuerza por
ver de lejos, se produce siem pre m iopía tem poral en uno o en todos
los m eridianos; y si el ojo es siem pre m iope, la m iopía se increm enta.
Si el ojo hiperm étrope se esfuerza p o r ver un objeto distante, puede
producirse o aum entar el d o lo r y la fatiga, pero se reduce la h ip erm e­
tropía y m ejora la visión. N ótese que este resultado interesante es ju s­
tam ente lo opuesto de lo que tenem os cuando el m iope se esfuerza
p o r ver un p u n to cercano. En algunos casos, la hiperm etropía se ali­
via p o r com pleto y se produce la em m etropía, con la desaparición de
toda evidencia de esfuerzo. Esta situación puede generar m iopía, con
un aum ento de esfuerzo cuando ésta se intensifica.
En otras palabras, el ojo que se esfuerza para ver de cerca se hace
m ás extendido que antes, en uno o en todos los m eridianos. Si in i­
cialm ente se había elongado, puede pasar de esta situación, a través
de la em m etropía, en la que es esférico, a la hiperm etropía, en la que
está allanado; y si todos estos cam bios tienen lugar de form a asim é­
trica, el astigm atism o se producirá en conexión con las otras situa­
ciones. Por el contrario, el ojo que se esfuerza p o r ver a distancia se
hace más redondo que antes, y puede pasar de la situación aplastada
de hiperm etropia, a través de la em m etropia, a una situación elonga-
da de m iopía. Si esos cam bios tienen lugar de form a asim étrica, el as­
tigm atism o se producirá de nuevo en conexión con las otras situa­
ciones.
Lo que se ha dicho del ojo norm al vale de igual m anera para ojos
a los que se ha extraído el cristalino. Por lo general, esa operación
produce una situación de hiperm etropia, pero cuando se ha dado
previam ente una situación de m iopía alta la extracción del cristalino
puede no ser suficiente para corregirla y es posible que el ojo siga
siendo m iope. En el p rim er caso, el esfuerzo para ver de lejos rebaja la
hiperm etropia, y un esfuerzo para ver de cerca la acentúa. M uchos
ojos afáquicos o sin cristalino se esfuerzan p o r ver de cerca durante
un período más largo o más corto tras la extracción del cristalino,
produciendo tanta hiperm etropia que el paciente no puede leer la le­
tra corriente y el poder de acom odación parece haberse perdido por
com pleto. M ás tarde, cuando el paciente se habitúa a la situación, esa
tensión se alivia con frecuencia y el ojo se hace capaz de enfocar con
precisión objetos cercanos. T am bién se han observado algunos casos
raros en que se obtenía sin lentes una m edida de buena visión tanto
de lejos com o de cerca, elongando el globo ocular lo suficiente para
com pensar, en alguna m edida, la falta de cristalino.
Los fenóm enos asociados con el esfuerzo en el ojo hu m an o se
han observado tam bién en los ojos de animales inferiores. Yo he hecho
m iopes a m uchos perros induciéndolos a esforzarse para ver un obje­
to distante. A un perro m uy nervioso, con refracción norm al, com o
se dem ostró m ediante la retinoscopia, se le perm itió oler un trozo de
carne. Se excitó m ucho más, levantó sus orejas, arqueó las cejas e hizo
oscilar su rabo. Se le retiró la carne a una distancia de seis m etros. El
perro parecía disgustado, pero no perdió interés. M ientras observaba
la carne se le m etió en un cajón. U n aspecto desolado se apoderó de
sus ojos. Se esforzaba para ver qué había sido de la carne, y la retin o s­
copia m ostró que se había vuelto m iope. H abría que añadir que este
experim ento tendría éxito sólo en u n anim al con dos m úsculos obli­
cuos activos. Los anim ales en los que uno de esos m úsculos está au ­
sente o es rudim entario son incapaces de elongar el globo ocular en
circunstancia alguna.
Prim ero, el esfuerzo para ver es un esfuerzo de la m ente y, com o
en todos los casos en los que se da un esfuerzo de la m ente, hay una
pérdida de control m ental. Desde una perspectiva anatóm ica, los re­
sultados del esfuerzo para ver a distancia pueden ser los m ism os que
los de m irar un objeto de cerca sin esfuerzo, pero en un caso los ojos
hacen lo que la m ente desea y en el o tro no.
Estos hechos parecen explicar de form a suficiente por qué la vi­
sión dism inuye a m edida que la civilización avanza. En condiciones
de vida civilizada, la m ente h u m an a está bajo una tensión constante.
Le im portunan m uchas m ás cosas que al hom bre no civilizado, y no
está obligada a m antenerse fría y concentrada a fin de poder ver y h a ­
cer otras cosas de las que depende su existencia. De haberse p erm iti­
do el lujo de ponerse nervioso, el hom bre prim itivo hubiese sido eli­
m inado enseguida, pero el hom bre civilizado sobrevive y transm ite
sus características m entales a la posteridad. Los anim ales inferiores,
cuando son som etidos a condiciones civilizadas, responden a ellas del
m ism o m odo que los seres hum anos. Yo he exam inado m uchos an i­
males dom ésticos y de parque zoológico, y he com probado que en
m uchos casos son m iopes, au n q u e no leen, escriben, cosen o teclean.
Un declive en la visión de lejos, sin em bargo, no es m ás peculiar
de la civilización que u n a dism inución sim ilar de la visión de cerca.
Los miopes, aunque ven m ejor de cerca que de lejos, nunca ven tan
bien com o el ojo con visión norm al; y en la hiperm etropía, que es
m ás frecuente que la m iopía, la visión es peor de cerca que de lejos.
El rem edio no consiste en evitar el trabajo de cerca o la visión de
lejos, sino en librarse de la tensión m ental que subyace en el fu n cio ­
nam iento im perfecto del ojo en am bos puntos. Se ha dem ostrado en
miles de casos que es posible hacer esto.
Por suerte, todas las personas son capaces de relajarse a voluntad
en determ inadas situaciones. En todos los errores de refracción no
com plicados, se puede aliviar tem poralm ente la tensión m an ten ien ­
do el paciente la m irada en una pared en blanco sin tratar de ver. Para
asegurar la relajación perm anente, a veces se requiere considerable
tiem po y m ucha inventiva. El m ism o m étodo no vale para todos. Los
m odos com o la gente se esfuerza para ver son infinitos, y los m étodos
utilizados para aliviar la tensión tienen que ser casi tan variados. Sea
cual fuere el m étodo que produce más alivio, el final es siem pre el
m ism o: relajación. C on la repetición constante, con la dem ostración
frecuente y con todos los m edios posibles se trata de subrayar el h e­
cho de que la visión perfecta sólo se puede obtener p o r la relajación.
M uchas personas, cuando se les dice que el reposo o la relajación
curarán sus dolencias oculares, preguntan p o r qué no las repara el
sueño. La respuesta a esa pregunta se dio en el capítulo 4. Los ojos
rara vez o nunca están relajados p o r com pleto en el sueño, y, si están
en tensión cuando el sujeto está despierto, esa tensión continúa d u ­
rante el sueño, en m ayor o m enor grado, al igual que prosigue la te n ­
sión de otras partes del cuerpo.
La idea de que no usar los ojos los alivia es tam bién errónea. Los
ojos se hicieron para ver con ellos, y si cuando están abiertos no ven
es porque están bajo tal tensión y tienen tan gran erro r de refracción
que no pueden ver. La visión de cerca, aunque realizada m ediante un
acto m uscular, no es m enos una tensión sobre los ojos que la visión
distante, que se realiza sin la intervención de los m úsculos. La utiliza­
ción de los m úsculos no produce necesariam ente fatiga. Algunas p er­
sonas son capaces de estar corriendo d u ran te horas sin cansarse. M u­
chas aves se apoyan sobre una pata du ran te el sueño, aferrándose
fuertem ente con las uñas a la ram a cim breante, y los m úsculos p er­
m anecen sin fatiga en la aparente tensión.
El hecho es que cuando la m ente está en reposo nada puede can­
sar los ojos, y cuando la m ente está en tensión, nada puede aliviarlos.
T odo lo que descansa la m ente será beneficioso para los ojos. Casi
todo el m u n d o ha observado que los ojos tardan más en cansarse
cuando leen un libro interesante que cuando leen algo aburrido o d i­
fícil de com prender. Un escolar puede pasarse toda una noche leyen­
do una novela sin pensar ni por un instante en sus ojos, pero si in ­
tentara pasar sentado toda la noche estudiando sus lecciones, co m e n ­
zaría a sentir enseguida que se le cansa la vista. Una niña cuya visión
de ordinario era tan aguda que podía ver a sim ple vísta las lunas de
Júpiter se volvía m iope cuando le pedían que hiciera m entalm ente
una sum a aritm ética, pues las m atem áticas le resultaban extrem ada­
m ente repelentes.
A veces, las situaciones que producen la relajación m ental son
m uy curiosas. Una m ujer, por ejem plo, era capaz de corregir su erro r
de refracción cuando m iraba al opto tip o con su cuerpo curvado en
un ángulo de unos cuarenta y cinco grados, y la relajación c o n tin u a ­
ba una vez que ella había recuperado la posición vertical. A unque la
postura era desfavorable, ella había llegado a asum ir la idea de que le
m ejoraba la visión, y lo hacia por eso.
El tiem po necesario para conseguir una m ejora perm anente varía
grandem ente con diferentes personas. En algunos casos, cinco, diez o
quince m inutos son suficientes; y pienso que está cerca el día en que
todo el m undo podrá relajarse con rapidez. Es cuestión sólo de acu
m ular m ás hechos y de presentarlos de form a que se puedan captar
rápidam ente. De m om ento, sin em bargo, a veces es necesario c o n ti­
n u ar el tratam iento d u ra n te sem anas y meses, aunque el erro r de re­
fracción quizás 110 sea m ayor ni de m ás larga duración que en aque­
llos casos que se curan con rapidez.
En la m ayoría de los casos, hay que co n tin u ar el tratam ien to d u ­
rante algunos m inutos cada día para evitar la recaída. D ado que un
objeto fam iliar tiende a relajar el esfuerzo de ver, la lectura diaria de
un optotipo suele ser suficiente para tal finalidad. T am bién es útil,
sobre todo cuando la visión de cerca es im perfecta, leer letra pequeña
cada día lo m ás pegada a los ojos que se pueda. C uando la m ejoría es
com pleta es siem pre perm anente; sin em bargo la consecución no de
lo que se llam a ordinariam ente visión norm al, sino de una m edida de
visión telescópica y m icroscópica es m uy rara. Incluso en estos casos,
el tratam iento puede c o n tin u ar con provecho: es im posible p o n er lí­
m ites a los poderes visuales del hom bre, e independientem ente de lo
buena que sea la visión, siem pre es posible mejorarla.
I .i práctica ordinaria dei tipo de visión es tam bién necesaria para
prevenir aquellos deterioros visuales a los que todo ojo está expuesto,
independientem ente de lo buena que pueda ser de ordinario su vi­
sión. Es verdad que ningún sistem a de entrenam iento proveerá una
salvaguardia absoluta contra tales deterioros en todas las circunstan­
cias, pero la lectura diaria de letras pequeñas, distantes, familiares,
co n tribuirá m ucho a rebajar la tendencia a la tensión cuando surgen
circunstancias molestas, y toda persona de cuya visión ocular depen­
de la seguridad de otros debería ser obligada a hacer ese en tre n a­
m iento.
En general, las personas que nunca han llevado gafas consiguen el
alivio con m ayor facilidad que las que las usan, y hay que descartar las
lentes al principio del tratam iento. C uando no se puede hacer esto
sin excesivas molestias o cuando una persona tiene que proseguir su
trabajo d u ran te el tratam iento y no puede hacerlo sin lentes, debe
perm itirse su uso por un tiem po, pero esto siem pre retrasa la m ejo­
ría. Personas de todas las edades pueden beneficiarse m ediante este
tratam iento de errores de refracción con la relajación, pero, de o rd i­
nario, aunque no siem pre, los niños responden con m ayor rapidez
que los adultos. Si tienen m enos de doce años o, incluso, de dieciséis
y nunca han usado lentes, la situación se elim ina p o r lo general en
unos pocos días, sem anas o meses; siem pre en m enos de un año, le­
yendo cada día un optotipo.
Capítulo 7

Tensión

Situaciones pasajeras pueden contribuir a la tensión, hasta el extrem o


de co m probar que ésta produce errores de refracción. Pero el funda­
m ento de la tensión se encuentra en hábitos de pensar erróneos. Al
intentar aliviarlos, el m édico tiene que luchar de con tin u o contra la
idea de que hacer algo bien requiere esfuerzo. La idea se nos ha incul­
cado desde la cuna. Todo el sistema educativo se basa en eso, y e d u ­
cadores que se autocalifican de m odernos se aforran a la «m ano
dura», bajo diversos disfraces, com o auxiliar necesario para el proce­
so de enseñanza.
Ver es tan natural para el ojo com o adquirir conocim ientos lo es
para la m ente, y todo esfuerzo en cualquiera de am bos casos no sólo es
inútil, sino que frustra el fin pretendido. Es posible introducir a la
fuerza algunos hechos en la m ente del niño m ediante diversos tipos de
coacción, pero así no puedes hacer que aprenda algo. Los hechos p er­
m anecen, en el m ejor de los casos, com o m adera m uerta en el cerebro.
En nada contribuyen al proceso vital de pensar, y, al no ser adquiridos
de m odo natural ni ser asim ilados, destruyen el im pulso natural de la
m ente respecto a adquirir conocim iento. C uando el niño deja la es­
cuela o el colegio puede darse el caso no sólo de que no sepa nada,
sino, en la mayoría de los casos, de que ya no sea capaz de aprender.
De igual m anera, puedes m ejorar pasajeram ente tu visión m e­
diante el esfuerzo, pero no puedes m ejorarla hasta alcanzar el grado
norm al, y si perm ites que ese esfuerzo se convierta en algo habitual,
la visión se te deteriora con rapidez, llegando incluso a extrem os de
clara gravedad. El deterioro o destrucción de la visión m uy rara vez se
debe a un detecto en la construcción del ojo. De dos pares de ojos
igualm ente buenos, es posible que uno m antenga una visión perfecta
hasta el final de sus días, y que el o tro la pierda en el jardín de infan­
cia, sim plem ente porque u n o m ira las cosas sin esforzarse y el o tro no.
El ojo con visión norm al nunca intenta ver. Si por alguna razón
— sea por lo tenue de la luz, por ejem plo, o p o r la distancia del obje­
to— el ojo no puede ver un p u n to concreto, cam bia a otro. N unca
trata de resaltar ese p u n to fijando la vista en él, com o hace co nstante­
m ente el ojo con visión im perfecta.
Siem pre que el ojo intenta ver, deja de tener visión norm al. Una
persona puede m irar las estrellas con visión norm al, pero si intenta
co ntar las estrellas de una constelación determ inada, probablem ente
se volverá m iope, ya que el intento suele desem bocar en un esfuerzo
para ver. Un paciente era capaz de ver la letra K de un opto tip o con
visión norm al, pero cuando le pidieron que contara los veintisiete
ángulos que podía tener la letra, la perdió p o r com pleto.
O bviam ente no lograr ver de lejos requiere un esfuerzo porque,
com o ya he declarado, el ojo en reposo está ajustado para la visión a
distancia. Si querem os to m ar m edidas específicas para m irar a lo le­
jos, nos equivocarem os. La configuración del globo ocular no puede
alterarse sin esfuerzo du ran te la visión a distancia. Es igualm ente un
esfuerzo dejar de ver de cerca porque cuando los m úsculos respon­
den ai deseo de la m ente lo hacen sin tensión. Sólo m ediante un es­
fuerzo se puede evitar que el ojo se elongue al m irar a un p u n to cer­
cano.
El ojo posee «visión perfecta» sólo cuando está en com pleto re­
poso. T odo m ovim iento, ya sea en el órgano o en el objeto de visión,
produce un erro r de refracción. C on el retinoscopio se puede dem os­
trar que incluso los m ovim ientos necesarios del globo ocular p ro d u ­
cen u n ligero erro r de refracción, y la cinta cinem atográfica nos ha
dado una dem ostración práctica del hecho de que es im posible ver
perfectam ente un objeto en m ovim iento. C uando el m ovim iento del
objeto visto es suficientem ente lento, el resultante deterioro de visión
es tan ligero que puede resultar inapreciable, al igual que los errores
de refracción producidos por ligeros m ovim ientos del globo ocular
tam bién lo son; pero cuando los objetos se m ueven con m ucha rapi­
dez, se ven sólo com o una m ancha. Por esta razón se ha hecho nece­
sario disponer la m aquinaria para proyectar películas de m odo que
cada fotogram a se detenga du ran te un dieciseisavo de segundo y se
proyecte m ientras se está m oviendo. Esto nos llevaría a concluir que
las películas nunca se ven realm ente en m ovim iento.
El acto de ver es pasivo. Las cosas son vistas, com o son olidas, oí­
das y tocadas, sin esfuerzo o volición p o r parte del sujeto. C uando la
vista es perfecta, las letras del opto tip o esperan ser reconocidas, p er­
fectam ente claras y distintas. N o hay que buscarlas; están ahi. En la
vista im perfecta se las busca y caza. El ojo va tras ellas. Se hace un es­
fuerzo para verlas.
Se supone que los m úsculos del cuerpo n u n ca están en reposo.
Los vasos sanguíneos, con sus capas m usculares, nunca están en re­
poso. Ni siquiera en el sueño descansa la m ente. Pero la situación
norm al de los nervios sensoriales — oído, vista, gusto, olfato y tac­
to— es de reposo. Se puede actuar sobre ellos; ellos no pueden ac­
tuar. El nervio óptico, la retina y los centros visuales del cerebro son
tan pasivos com o la uña del dedo. En su estructura no tienen nada
que les perm ita hacer algo, y cuando ellos son el sujeto del esfuerzo
proveniente de fuentes externas, su eficacia siem pre resulta dañada.
La m ente es la fuente de todos esos esfuerzos provenientes de
fuentes externas, cuyo destino es incidir sobre el ojo. Cada pensa­
m iento de esfuerzo en la m ente, de cualquier tipo que sea, transm ite
un im pulso m otriz al ojo, y cada uno de esos im pulsos produce una
desviación de la norm a en la configuración del globo ocular, y reba­
ja la sensibilidad del centro de la visión. Por consiguiente, si se q uie­
ren evitar errores de refracción, no deben existir pensam ientos de es­
fuerzo en la m ente. La tensión m ental de todo tipo produce siem pre
una tensión ocular consciente o inconsciente. Y si la tensión tom a
la form a de un esfuerzo para ver, se produce siem pre un e rro r de
refracción.
Un escolar que llam ó mi atención era capaz de leer la linca infe­
rior del o p to tip o Snellen a unos tres m etros, pero cu an d o el profesor
le dijo que pensara lo que iba a hacer, no pudo ver la C grande del op-
totipo, que se lee norm alm ente a unos sesenta m etros. M uchos niños
pueden ver perfectam ente m ientras sus m adres están cerca de ellos,
pero si la m adre se aleja de la habitación se pueden volver m iopes de
golpe, debido a la tensión que les ha producido el tem or. O bjetos ex­
traños causan tensión ocular y un consiguiente erro r de refracción,
porque producen prim ero tensión m ental. Puede que una persona
tenga buena visión cuando dice la verdad, pero si afirm a algo que no
es cierto, incluso sin intención de engañar, o si im agina lo que no es
cierto, se producirá un erro r de refracción porque es im posible afir­
m ar o im aginar sin esfuerzo lo que no es verdad.
Puedo pretender haber descubierto que decir m entiras es malo
para los ojos, y se puede dem ostrar fácilm ente el hecho de que todo
lo que se relaciona con esa circunstancia tiene relación con la univer­
salidad de los defectos de visión. Si una persona puede leer todas las
letras pequeñas de la línea inferior del o p to tip o y pronuncia m al d e ­
liberada y cuidadosam ente alguna de ellas, el retinoscopio indicará
un erro r de refracción. En num erosos casos se ha pedido a alguien
que diga incorrectam ente su edad o que intentara im aginar que era
un añ o m ayor o m enor de lo que era en realidad, y el retinoscopio in ­
dicaba siem pre un error de refracción. Un hom bre de veinticinco
años no tenía error de refracción cuando m iraba a una pared en blan­
co sin in ten tar ver, pero si decía tener veintiséis años o si alguien decía
que él tenía veintiséis años, se volvía m iope. Lo m ism o sucedía cuan­
do afirmaba o trataba de im aginar que tenía veinticuatro años. C uando
afirm aba o recordaba la verdad, su visión era norm al, pero cuan­
do afirm aba o im aginaba un error, tenía un erro r de refracción.
La tensión m ental puede p ro d u cir m uchos tipos diversos de ten ­
sión ocular. Según la afirm ación de la m ayoría de autoridades hay
sólo un tipo de tensión ocular, u n a cosa indefinida resultante del lia-
m ado sobre uso de los ojos, o un esfuerzo para superar una errónea
configuración del globo ocular. Se puede dem ostrar, sin em bargo,
que existe no sólo una diversa tensión para cada erro r de refracción
diferente, sino una tensión distinta para la m ayoría de las situaciones
anorm ales del ojo. La tensión que produce u n erro r de refracción no
es la m ism a que la tensión que produce un estrabism o, una catarata,
glaucom a (situación en la que el globo ocular se torna an o rm alm en ­
te rígido), ambliopía, inflamación de la conjuntiva (m em brana que cu­
bre la superficie interna del párpado y la parte risible del blanco del ojo)
o del m argen de los párpados, o dolencia del nervio óptico o retina.
Todas estas situaciones pueden existir sólo con un ligero error de
refracción, y m ientras que el alivio de una tensión suele significar el ali­
vio de algunas otras que pueden coexistir con ella, sucede a veces que la
tensión asociada con situaciones com o la catarata y el glaucom a m ejo­
ra sin el alivio com pleto de la tensión que causa el error de refracción.
Incluso el dolor físico que tan frecuentem ente acom paña a errores de
refracción nunca está causado por la m ism a tensión que provoca esos
errores. Algunos m iopes no pueden leer sin dolor o malestar, pero la
m ayoría de ellos no sufren inconvenientes. C uando el hiperm étrope
m ira un objeto a distancia, la hiperm etropia está rebajada, pero el d o ­
lor y el m alestar pueden aum entar. Sin em bargo, si bien hay m uchas
tensiones, sólo hay una cura para todas ellas: relajación.
La salud del ojo depende de la sangre, y la circulación es influida
en gran m edida p o r el pensam iento. C uando el pensam iento es n o r­
mal — es decir, no atacado por una excitación o tensión— la circula­
ción en el cerebro es norm al, el sum inistro de sangre al nervio óptico
y a los centros visuales es norm al, y la visión es norm al. C uando el
pensam iento es anorm al, la circulación está trastornada, el sum inis­
tro de sangre al nervio óptico y a los centros visuales está alterada y la
visión dism inuye. Podem os concebir conscientem ente pensam ientos
que disturben la circulación y rebajen el poder visual. Tam bién p o ­
dem os pensar conscientem ente ideas que restablezcan la circulación
norm al y con ello ayuden a curar errores de refracción y otras m u ­
chas situaciones anorm ales del ojo. P or grande que sea nuestro es­
fuerzo, n o podem os hacer que veamos, pero aprendiendo a co n tro lar
nuestros pensam ientos podem os lograr el fin por cam inos indirectos.
Se puede enseñar a las personas cóm o producir un erro r de re­
fracción, có m o producir un estrabism o, cóm o ver dos im ágenes de
un objeto, una sobre otra, una junto a otra o en cualquier ángulo d e­
seado; eso se logra sim plem ente enseñándoles a pensar de un d eter­
m inado m odo. C uando el pensam iento disturbante es sustituido por
o tro que relaja, el estrabism o desaparece y la doble visión y los erro ­
res de refracción se corrigen. Esto es asi tan to en las anom alías de lar­
ga duración com o en las producidas de form a voluntaria. In d ep en ­
dientem ente de su grado o de su duración, su elim inación se realiza
tan p ro n to com o el paciente es capaz de asegurar el control m ental.
El origen de todo erro r de refracción, de un estrabism o o de cualquier
o tro trastorno funcional del ojo es sim plem ente un pensam iento
— una idea errónea— y su desaparición es tan rápida com o el pensa­
m iento que relaja. En una fracción de segundo se puede corregir el
grado más alto de erro r de refracción, puede desaparecer un estrabis
m o, o puede aliviarse la ceguera por am bliopía. Si la relajación es sólo
m om entánea, la corrección es m om entánea. C uando se hace perm a­
nente, la corrección es perm anente.
Sin em bargo, no se puede obtener esa relajación m ediante esfuerzo
de ningún tipo. Es fundam ental que una persona entienda esto: m ien­
tras piense consciente o inconscientem ente que el alivio de la tensión se
puede obtener m ediante otra tensión, la m ejora se retrasará.
-apituio o

¡¡ación central

1 ojo es una cám ara en m iniatura que coincide en varias de sus fun-
iones, m uy exactam ente, con la m áquina inanim ada usada en foto-
rafia. En un aspecto, sin em bargo, hay una gran diferencia entre los
os instrum entos. La placa sensible de la cám ara tiene la m isma sen-
ibilidad en cada parte; la retina del ojo, por el contrario, tiene un
unto de m áxim a sensibilidad, y cada una de las partes restantes es
teñ o s sensible en proporción a la distancia que le separe de ese p u n -
3 . Este p u n to de sensibilidad m áxim a se llama la fovea centralis, lite-
ilm ente, la «fosa central».
La retina, aunque es una m em brana extrem adam ente delicada
ue varía en grosor de unos tres m ilím etros a m enos de la m itad
e tal m agnitud, es altam ente com pleja. Se com pone de ocho capas,
se supone que sólo una de ellas es capaz de recibir im presiones v¡-
uales. Ese estrato se com pone de d im in u to s cuerpos com o varillas y
únicos que varían de form a, y están distribuidos de m anera m uy d í­
ñente en sus diversas partes. En el centro de la retina hay una pe
ueña elevación circular conocida — p o r el color am arillo que tom a
i la m uerte y a veces tam bién en vida— com o la macula lútea, lite-
ilm ente, la «m ancha amarilla». En el centro de esta m ancha está la
>vca (fosa), una depresión profunda de color m ás oscuro. En el cen­
o de esta depresión no hay varillas y los conos están elongados y
íuy ju n tos unos a otros. Los otros estratos, p o r el contrario, se to r ­
nan aquí extrem adam ente tenues o desaparecen, de m anera que los
conos están cubiertos con huellas apenas perceptibles de ellos. Más
allá del centro de la fosa, los conos se hacen m ás gruesos y n u m e ro ­
sos, y están entrem ezclados con varillas, cuyo núm ero aum enta hacia
el m argen de la retina.
La función precisa de estas varillas y conos no es clara, pero es un
hecho que el centro de la fosa, donde desaparecen prácticam ente to ­
dos los elem entos salvo los conos y sus células asociadas, es la sede de
la visión más aguda. A m edida que nos alejamos de esa m ancha, la
agudeza de la percepción visual decrece con rapidez. Por consiguien­
te, el ojo con visión norm al ve de form a óptim a una parte de cada
cosa que m ira, y todas las partes restantes peor, en proporción a su
distancia del p u n to de visión m áxim a; y es un síntom a invariable de
todas las situaciones anorm ales, tanto funcionales com o orgánicas,
de que esta fijación central está perdida.
Esas situaciones se deben al hecho de que cuando la vista es n o r­
mal, la sensibilidad de la fosa es norm al, pero cuando la vista es im ­
perfecta, por la causa que fuere, la sensibilidad de la fosa está dism i­
n u ida de form a que el ojo ve tan bien o incluso m ejor con otras partes
de la retina. En contra de lo que se cree generalm ente, la parte vista de
form a ó ptim a cuando la visión es norm al es extrem adam ente peque­
ña. Los libros de texto dicen que a unos seis m etros se puede ver con
el m áxim o de visión un área que tenga un diám etro de u n centím etro
y m edio, pero todo el que intente ver a esa distancia cada parte de in ­
cluso las letras m ás pequeñas del o p to tip o Snellen — y su diám etro
puede ser m enor de sesenta m ilím etros— igualm ente bien a la vez se
volverá de inm ediato m iope. El hecho es que cuanto más se aproxim a
el p u n to de visión m áxim a a un p u n to m atem ático, que no tiene área,
m ejor es la visión.
La causa de esta pérdida de función en el centro de la vista es la
tensión m ental, y dado que todas las situaciones anorm ales de los
ojos, orgánicas o funcionales, están acom pañadas de tensión m ental
tenias esas situaciones tienen que ir acom pañadas necesariam ente de
la pérdida de fijación central. C uando la m ente está bajo tensión, e
ojo suele volverse m ás o m enos ciego. El centro de la visión se vuelve
ciego prim ero, en parte o del todo, según el grado de la tensión, y si
ésta es bastante grande, toda o la m ayor parte de la retina puede v er­
se im plicada. C uando la visión del centro de la im agen q u e percibi­
mos ha quedado suprim ida en parte o del todo, una persona ya no
puede ver d e form a óptim a el p u n to al que está m irando; ve tan bien
o m ejor objetos no m irados de form a directa porque la sensibilidad
de la retina se ha hecho ahora aproxim adam ente igual en cada parte,
o es incluso m ejor en la parte externa que en el centro. De ahí que en
todos los casos de visión defectuosa una persona sea incapaz d e ver de
la m ejor form a donde está m irando.
Esta condición es a veces tan extrem a que una persona puede m i­
rar un objeto desde lo m ás lejos que es posible hacerlo y, con todo,
verlo tan bien com o cuando lo m ira directam ente. En un caso, esto
fue tan lejos que una paciente mía p u d o ver sólo con el m argen de la
retina sobre el lado nasal. En otras palabras, no podía ver sus dedos
delante de su cara, pero podía verlos si los colocaba en el lado exter­
no de su oio. Tenía sólo u n ligero error de refracción, m o stran d o que
m ientras que cada erro r de refracción está acom pañado p o r fijación
excéntrica, la tensión que causa una condición es diferente de la que
produce la otra. La paciente había sido exam inada por especialistas
en su país y en Europa que atribuyeron su ceguera a una enferm edad
del nervio óptico o del cerebro. El hecho de que la visión fuera recu­
perada m ediante la relajación dem ostró que la condición se había d e­
bido sim plem ente a tensión m ental.
La fijación excéntrica, incluso en sus grados m ás bajos, es tan a n ­
tinatural que puede producirse en pocos segundos u n gran m alestar
y dolor al in ten tar ver cada parte de un área de siete a diez centím e­
tros de extensión a sesenta m etros o incluso m enos; o un área de dos
centím etros y m edio o m en o r en un p u n to cercano, igualm ente bien
a la vez. Al m ism o tiem po, el retinoscopio dem ostrará que se ha p ro ­
ducido un erro r de refracción. Esa tensión, cuando es habitual, lleva
a toda clase de condiciones anorm ales y está, de hecho, en el fondo de
la m ayoría de las m olestias oculares, funcionales u orgánicas. El ma-
testar y el d o lo r pueden estar ausentes, sin em bargo, en la condición
crónica; asi, es un signo estim ulante el que una persona com ience a
experim entarlos.
C uando el ojo posee fijación central, no sólo posee una visión im ­
pecable, sino que esta perfectam ente en reposo y se le puede usar de
forma indefinida sin fatiga. Está abierto y reposado, no se observan
m ovim ientos nerviosos, y cuando m ira a un punto distante los ejes vi­
suales están paralelos. En otras palabras, no hay insuficiencias m uscu­
lares. G eneralm ente no se conoce este hecho. Los m anuales afirm an
que las insuficiencias m usculares ocurren en ojos que tienen visión
norm al, pero yo nunca he visto tal caso. Los m úsculos de la cara y de
todo el cuerpo están tam bién en reposo, y cuando la condición es h a ­
bitual no hay arrugas o círculos oscuros alrededor de los ojos.
En la m ayoría de casos de fijación excéntrica, p o r el contrario, el
ojo se cansa enseguida, y su aspecto, ju n to con el de la cara, expresa
esfuerzo o tensión. El oftalm oscopio (in stru m en to con el que pode­
m os ver el interior del ojo) revela que el globo ocular se m ueve a in ­
tervalos irregulares, de lado a lado, de forma vertical o en otras direc­
ciones.' Los m ovim ientos son con frecuencia tan am plios que se
revelan m ediante la inspección ordinaria, y a veces son lo suficiente­
m ente m arcados com o para asemejarse al nistagm o (una condición
en la que hay un m ovim iento llam ativo y m ás o m enos rítm ico del
globo ocular de lado a lado). Pueden notarse tam bién m ovim ientos
nerviosos de los párpados ora m ediante la inspección o rdinaria ora
m ediante el toque ligero del párpado de un ojo m ientras el o tro m ira
un objeto cercano o distante. Los ejes visuales nunca están paralelos,
y la desviación de lo norm al puede hacerse tan m arcada com o para
constituir la situación de estrabism o. Rojez de la conjuntiva y de los
m árgenes de los párpados, arrugas alrededor de los ojos, círculos os­
curos debajo de ellos, y lagrim eo son otros síntom as de fijación ex­
céntrica.

2. Cuando el observador mira el nervio óptico con el oftalmoscopio puede ob­


servar un movimiento mis corto que cuando ve meramente el exterior del ojo.
La fijación excéntrica es un síntom a de tensión y se alivia con
cualquier m étodo que relaje la tensión, pero, en algunos casos, una
persona se alivia tan p ro n to com o es capaz de dem ostrar los hechos
de la fijación central. C uando llega a com prender, m ediante u n a d e ­
m ostración real del hecho, que no ve m ejor cuando está m irando,
sino que cuando m ira a suficiente distancia de un p u n to puede verlo
peor que cuando lo m ira directam ente, se hace capaz, en alguna m e­
dida, de reducir la distancia a la que tiene que m irar a fin de ver peor,
hasta que puede m irar directam ente al extrem o superior de una letra
pequeña y ve peor el extrem o inferior, o m ira al inferior y ve p eo r el
superior.
C u an to m en o r es la letra m irada de ese m odo, o cuanto m ás c o r­
ta es la distancia desde la que el paciente tiene que m irar u n a letra a
fin de ver de form a confusa la parte opuesta, m ayor es la relajación y
m ejor la visión. C uando se hace posible m irar al extrem o inferior de
una letra y ver peor el extrem o superior o m irar a éste y ver peor
aquél, se distingue la letra perfectam ente negra y distinta. Al p rin ci­
pio, puede que tal visión venga sólo en ráfagas: la letra se presenta de
form a distinta un m om ento y luego desaparece. Pero si la práctica es
continua, la visión central se hará habitual de form a gradual.
La m ayoría de la gente puede m irar sin dificultad a la parte infe­
rior de la C grande en un optotipo y ver peor el extrem o superior, pero
en algunos casos no sólo es im posible para ellos hacer esto sino tam ­
bién liberarse de las letras grandes en cualquier distancia en que se las
puede ver. Esos casos extrem os requieren a veces un considerable in­
genio, prim ero para dem ostrar a una persona que no ve de form a ó p ­
tim a cuando está m irando, y luego para ayudarla a ver p eor un objeto
cuando m ira lejos de él que cuando lo m ira directam ente. El uso de
una luz potente com o uno de los puntos de fijación, o de dos luces se­
paradas de m etro y m edio a tres m etros, ha resultado útil. U na perso­
na, cuando m ire lejos de la luz, será capaz de verla m enos brillante con
m ayor facilidad de lo que es capaz de ver peor una letra negra al m irar
lejos de ella. Acto seguido, le resultará más fácil ver peor la letra cuando
mire lejos de ella. Este m étodo tuvo éxito en el caso siguiente.
U na señora con visión de 3/200 decía que veía m ejor la C grande
cuando m iraba a un p u n to alejado algunos m etros de la letra que si
m iraba directam ente a ella. Se llam ó su atención sobre el hecho de
que sus ojos se cansaban enseguida y que su visión se reducía ense­
guida cuando ella m iraba de ese m odo las cosas. Luego se le instó a
que m irara un objeto brillante com o a unos noventa centím etros le­
jos del optotipo, y eso atrajo su atención en tal m edida que se hizo ca­
paz de ver peor la letra grande del optotipo, después de lo cual fue
capaz de volver a m irarla y verla m ejor. Se le dem ostró que podía h a­
cer u na de estas dos cosas: m irar lejos y ver la letra m ejor que antes o
m irar lejos y verla peor. Entonces pudo verla peor todas las veces que
m iraba a noventa centím etros de distancia. A continuación, pudo
acortar sucesivam ente la distancia a sesenta, treinta y a quince centí­
m etros, con una m ejoría constante de la visión. Finalm ente, pudo
m irar a la parte inferior de la letra y ver peor la parte superior, o m i­
rar a la parte superior y ver peor abajo. C on la práctica, se hizo capaz
de m irar del m ism o m odo letras m ás pequeñas, y finalm ente leía la lí­
nea diez (la línea que debería leerse n orm alm ente a tres m etros) a seis
m etros. P or el m ism o m étodo, se capacitó para leer caracteres tipo
diam ante prim ero a treinta centím etros y luego a siete. U tilizando
sólo estas sencillas m edidas fue capaz, en poco tiem po, de leer m ejor
d onde m iraba, y su recuperación fue com pleta.
Los grados m ás altos de fijación excéntrica se dan en m iopías
m uy acentuadas, y en estos casos, puesto que la visión es óptim a en el
p u n to cercano, u n a persona se beneficia practicando a ver peor en
ese p u n to. Luego se puede extender gradualm ente la distancia hasta
que resulta posible hacer lo m ism o a seis m etros. U na de m is pacien­
tes con un alto grado de m iopía decía que cuanto más lejos de una luz
eléctrica la m iraba m ejor la veía, pero m irando alternativam ente la
luz de cerca y m irándola desde lejos, se capacitó en breve lapso de
tiem po para verla m ás brillante cuando la m iraba directam ente que
cuando m iraba lejos de ella. Luego fue capaz de hacer lo m ism o a seis
m etros, y entonces experim entó una gran sensación de alivio. Dijo
que no había palabras para describirla de m anera adecuada. C ada
nervio parecía estar relajado, y una sensación de bienestar y de relaja­
m iento perm eaba todo su cuerpo. Después, su progreso fue rápido.
P ronto pudo m irar a una parte de las letras más pequeñas del o p to ti­
po y ver peor el resto, y entonces fue capaz de leer las letras a seis m e­
tros de distancia.
De acuerdo con el dicho de que gato escaldado del fuego huye, al­
gunas personas se benefician em peorando conscientem ente su vi­
sión. C uando aprenden, m ediante dem ostración real de los hechos,
cóm o se producen sus defectos visuales, evitan de form a inconscien­
te la tensión no consciente que los produce. C uando el grado de fija­
ción excéntrica no es dem asiado extrem o com o para ser in crem en ta­
do, es beneficioso aprender a aum entarlo. C uando una persona ha
rebajado de m anera consciente su visión y ha sentido m alestar e in ­
cluso dolor intentado ver la C grande o toda una línea de letras igual­
m ente bien de una vez, se capacita m ejor para corregir el esfuerzo in­
consciente del ojo para ver todas las partes de un área m ás pequeña
igualm ente bien a la vez.
Al aprender a ver de form a óptim a d o n d e se está m irando, lo m e­
jo r para una persona suele ser pensar que el p u n to no m irado direc­
tam ente se ve de form a m enos diferenciada que el p u n to que se está
m irando, en vez de pensar que el p u n to fijado se ve de form a óptim a,
pues esta últim a práctica tiende en la m ayoría de los casos a intensifi­
car la tensión bajo la que el ojo ya trabaja. Se ve de form a óptim a una
p arte de un objeto sólo cuando la m ente se contenta con ver de for­
ma indistinta la m ayor parte de él, y com o el grado de relajación cre­
ce, el área de la parte vista peor se increm enta hasta que lo visto de
form a óptim a se convierte tan sólo en un punto.
lx>s límites de visión dependen del grado de fijación central. Una
persona puede ser capaz de leer una señal a quinientos m etros de dis­
tancia cuando ve todas las letras iguales, pero cuando se le enseña a
ver de form a óptim a una letra, será capaz de leer letras m enores que
no sabía que estaban allí. La notable visión de los salvajes, que pueden
ver a sim ple vista objetos para los que la m ayoría de las personas civi­
lizadas necesitaría un telescopio, es cuestión de fijación central. Algu-
as personas pueden ver a sim ple vista los anillos de S aturno o las lú ­
as de lupiter. Y eso no se debe a una superioridad en la estructura de
as ojos, sino a que ellos han alcanzado un m ayor grado de fijación
entral que m uchas de las personas civilizadas.
No solo desaparecen todos los errores de refracción y todos los
rastornos funcionales del ojo cuando éste ve con fijación centra ,
ino que se alivian m uchas condiciones orgánicas. Yo soy incapaz de
,er lim ites en estas posibilidades. No me habría aventurado a prede-
ir que el glaucom a, la catarata incipiente y la iritis sitiHtica (inflama -
;ión del iris del ojo) podían elim inarse m ediante la fijación central.
,e ro es un hecho que estas condiciones desaparecen cuando se c o n ­
sigue esa fijación. C on frecuencia se conseguía un alivio de algunos
m inutos v, en contados casos, ese alivio era perm anente. Por lo gene­
ral, una m ejora perm anente requería un tratam iento m as prolonga­
do. C ondiciones inflam atorias de todo tipo, incluyendo inflam ación
de la córnea, iris, conjuntiva, diversas capas del globo ocular e inc li­
so el nervio óptico m ism o, m ejoraban con la fijación central después
de que otros m étodos hubieran fracasado. Infecciones, así com o e n ­
ferm edades causadas p o r envenenam iento proteínico y los venenos
de fiebre tifoidea, gripe, sífilis y gonorrea, tam bién se han benefi­
ciado de ella. Incluso con un cuerpo extraño en el ojo no hay rojez ni
dolor m ientras se conserva la fijación central.
D ado que la fijación central es im posible sin control m ental, fija­
ción central del ojo significa fijación central de la m ente. Significa,
pues, salud en todas las partes del cuerpo, ya que todas las operacio­
nes del m ecanism o físico dependen de la m ente. No sólo la visión,
sino todos los sentidos restantes — tacto, gusto, oído y o l f a t o - se b e­
nefician de la fijación central. Se alivian los síntom as de trastornos
funcionales y orgánicos. La eficacia de la m ente se increm enta m u ­
chísim o. Los beneficios de la fijación central observados ya son tan
grandes que el tem a merece futuras investigaciones.
El «palmeo»

T odos los m étodos utilizados en la erradicación de errores de refrac­


ción no son más que diversos m odos de obtener la relajación, y a la
m ayoría de las personas, aunque no a todas, les resulta facilísimo re­
lajarse con los ojos cerrados. De ordinario, eso reduce la tensión de
ver, y en tales casos va acom pañado por una m ejora tem poral o más
duradera de la visión.
A la mayoría de la gente le resulta beneficioso el simple hecho de ce­
rrar los ojos. Pasando alternativam ente de descansarlos así durante al­
gunos m inutos o por más tiem po a abrirlos luego y m irar un optotipo
durante un segundo o m enos se suelen obtener por lo general, con m u ­
cha rapidez, ráfagas de visión mejorada. Algunos obtienen tem poral­
m ente, por este medio, una visión casi normal; y en casos contados se ha
producido una restauración completa; a veces en m enos de una hora.
Pero algo de luz pasa a través de los párpados cerrados, y es posi­
ble ob tener un grado de relajación aún m ayor, salvo en contadas ex­
cepciones, excluyendo esa luz. Se hace esto cubriendo los ojos cerra­
dos con las palm as de la m ano (cruzados los dedos sobre la frente) de
m o d o que se evite la presión sobre los párpados. Tan eficaz es esta
práctica — a la que doy el nom bre de «palmeo»— com o m edio para
aliviar la tensión que todos nosotros recurrim os a veces de form a ins­
tintiva a ella, y la mayoría de la gente es capaz de conseguir m ediante
esa técnica un considerable grado de relajación.
Incluso con los ojos cerrados y cubiertos del m odo indicado para
excluir toda luz es posible que los centros visuales del cerebro sufran
aún trastornos, que el ojo se esfuerce aún p o r ver; y en lugar de ver un
cam po tan negro que sea im posible recordar, im aginar o ver algo m ás
negro com o uno debe hacerlo norm alm ente cuando el nervio óptico
no está sujeto a la estim ulación de la luz, una persona verá ilusiones
de luces y color q ue van, sin solución de continuidad, desde un negro
im perfecto hasta apariencias caleidoscópicas tan vividas que parece
que los ojos las estén viendo de verdad. Por regla general, cuanto peor
es la condición de la visión ocular, m ás num erosas, vividas y persis­
tentes son estas apariencias. C on todo, algunas personas con visión
m uy im perfecta son capaces de «palmear» casi perfectam ente desde
el principio, y p o r ello se sienten aliviadas enseguida. T rastornos de la
m ente o del cuerpo tales com o fatiga, ham bre, ira, tristeza o d e ­
presión tam bién hacen difícil que los pacientes vean negro cuando
«palmean». Personas que pueden verlo perfectam ente en condicio­
nes ordinarias, con frecuencia son incapaces de hacerlo sin asistencia
cuando están enferm as o tienen dolor.
Es im posible ver un negro perfecto a no ser que la visión ocular
sea impecable, porque sólo entonces está en reposo la m ente; pero al­
gunas personas no tienen dificultades para aproxim arse lo suficiente
a tal negro para m ejorar su vista ocular; y a m edida que la visión o c u ­
lar m ejora aum enta la profundidad del negro. G ente que deja de ver
hasta un negro aproxim ado cuando «palmea», declara que, en lugar
de negro, ve rayos de luz o nubes flotantes de gris, ráfagas de luz, p ar­
ches de rojo, azul, verde, am arillo, etc. A veces, en lugar de un negro
inm óvil, se verán nubes de negro que se m ueven a través del cam po.
En otros casos, se verá el negro d u ran te unos segundos y luego o tro
color ocupará su lugar. Ix>s diversos m odos com o la gente puede d e­
jar de ver el negro m ientras sus ojos están cerrados y cubiertos son, de
hecho, m uy num erosos y a veces m uy peculiares.
Algunas personas han quedado tan im presionadas p o r la viveza
de los colores que im aginaban ver que toda una batería de argum en­
tos no podía ni conseguía convencerlos de que ellos no los veían en
realidad con sus ojos. A dm itían que las luces brillantes o colores que
v iesen otras personas con los ojos cerrados y cubiertos podían ser una
ilusión, pero lo que ellas m ism as vieron bajo las m ism as condiciones
era realidad. No creerían lo contrario hasta haberse dem ostrado a sí
mismas la verdad de que sus ilusiones se debían a una im aginación
fuera de control.
El «palmeo» eficaz en estos casos más difíciles implica de o rd in a­
rio la práctica de todos los m étodos para m ejorar la visión que des­
cribirem os en los capítulos siguientes. Por razones que explicarem os
en el capítulo 10, la m ayoría de tales personas puede recibir una gran
ayuda m ediante la m em oria de un objeto negro. Deberían m irar d i­
cho objeto a la distancia a la que se puede ver de form a óptim a el co ­
lor, cerrar los ojos y recordar el color; y repetir hasta que la m em oria
parezca ser igual a la visión. Entonces, m ientras retienen aún la m e­
m oria del negro, deberían cubrir los ojos cerrados, utilizando para
ello las m anos según el m odo descrito. Si la m em oria del negro es
perfecta, todo el fondo será negro. Si no lo es o si no llega a serlo en el
curso de algunos segundos, habrá que abrir los ojos y m irar de nuevo
el objeto negro.
M uchas personas se capacitan con este m étodo para ver el negro
casi perfectam ente d u ran te breve tiem po, pero la m ayoría de ellas,
incluso las de visión no m uy buena, tienen gran dificultad para verlo
de continuo. Al ser incapaces de recordar el negro du ran te más de
tres a cinco segundos, no pueden ver el negro du ran te más tiem po
que éste. A esas personas les ayuda la fijación central. C uando se han
capacitado para ver una parte del objeto negro m ás negra que el todo,
son capaces de recordar el área m ás pequeña du ran te más tiem po de
lo que podrían recordar el área m ayor, y así se capacitan para ver el
negro d u ra n te un periodo más largo cuando «palmean». T am bién les
resulta beneficiosa la m entalidad cam biante (capítulo 12) de un o b ­
jeto negro a otro, o de una parte de un objeto negro a otra.
Es im posible ver, recordar o im aginar algo, incluso du ran te un
segundo, sin cam biar de una parte a otra o a otro objeto y volver de
nuevo, y el intento de hacerlo así siem pre produce tensión. Los que
piensan que están recordando continuam ente un objeto negro lo es­
tán com parando inconscientem ente con algo no tan negro; de o tro
m odo, su color y su posición cam bian constantem ente. Es im posible
recordar incluso una cosa com o un pu n to perfectam ente negro y es­
tacionario d u ra n te más de una fracción de segundo.
C uando el cam bio no se hace inconscientem ente, hay que reali­
zarlo de m odo consciente. Por ejem plo, recordando sucesivam ente
un som brero negro, un zapato negro, un traje de terciopelo negro, un
telón de felpa negro, o un pliegue en el traje negro o en la cortina n e­
gra, y sin retener ninguno de ellos d u ran te más de una fracción de se­
gundo. M uchas personas se han beneficiado de recordar todas las le­
tras del alfabeto ennegreciéndose. O tras prefieren cam biar de un
pequeño objeto negro, com o un p u n to ortográfico o u n a letra p e­
queña, a otro , o «balancear» un objeto según el m odo que se descri­
birá m ás adelante (véase capitulo 12).
En algunos casos ha tenido éxito el siguiente m étodo. C uando
una persona ve lo que cree que es perfectam ente negro, dejadle que
recuerde un trozo de tiza blanca sobre ese fondo, y sobre la tiza la le­
tra F tan negra com o el fondo. Luego dejad que olvide la tiza y que re­
cuerde sólo la F, una parte de form a óptim a, sobre el fondo negro. En
breve lapso de tiem po todo el cam po puede hacerse tan negro com o
la parte m ás negra de la F. Se puede repetir el proceso m uchas veces
con un aum ento constante de la negrura en el cam po.
En un caso, una m ujer que, cuando se tapaba con las palm as de
las m anos, veía gris tan vivam ente que estaba convencida de que lo
veía con sus ojos en lugar de im aginarlo, era casi capaz de borrarlo
im aginando prim ero una C negra sobre el cam po gris, luego dos C
negras y, finalm ente, una m ultitud de C superpuestas.
Es im posible recordar perfectam ente el negro cuando se ve de
m anera perfecta. Si uno lo ve im perfectam ente, lo m ejor que puede
hacer es recordarlo de m odo im perfecto. A bsolutam ente todas las
personas que pueden ver o leer caracteres tipo diam ante de cerca in ­
dependientem ente de lo grande que pueda ser su m iopía o del grado
en que el interior del ojo pueda estar enferm o, pueden capacitarse
para ver negro con sus ojos cerrados y cubiertos m ás fácilmente que
personas con hiperm etropia o astigm atism o, Esto es porque los m io­
pes, m ientras que no pueden ver nada perfectam ente ni siquiera de
terca, ven m ejor en ese p u n to que personas con hiperm etropia o as­
tigm atism o ven a cualquier distancia. Sin em bargo, personas con alto
grado de m iopía tienen m uchas dificultades para taparse los ojos con
las palmas de las m anos pues no sólo ven m uy im perfectam ente el
negro, sino porque debido al esfuerzo que están haciendo para ver,
no pueden recordar el negro m ás que uno o dos segundos.
C ualquier otra condición del ojo que im pida a una persona ver
perfectam ente el negro tam bién com portará dificultad con el «pal­
meo». En algunos casos, el negro nunca se ve com o negro, aparen­
tando ser gris, am arillo, m arrón o incluso rojo brillante. Kn tales ca­
sos, lo m ejor suele ser corregir la visión con otros m étodos que
describirem os m ás tarde; después se podrá intentar el «palmeo». Por
regla general, las personas ciegas tienen más dificultades para ver n e ­
gro que las que pueden ver, pero pueden ayudarse con la m em oria de
un objeto negro con el que hubieran estado fam iliarizadas antes de
perder la vista. Un p in to r ciego que veía continuam ente gris cuando
intentó por prim era vez el «palmeo» llegó a ver negro con la ayuda de
la m em oria de pintura negra. Carecía p o r com pleto de percepción de
la luz y tenía un terrible dolor físico, pero cuando consiguió ver el ne­
gro, el dolor se desvaneció; y cuando abría sus ojos veía luz.
Incluso la m em oria im perfecta del negro es útil, ya que, m ed ian ­
te su ayuda, es posible recordar y ver aún más negro el negro, y esto
equivale a una m ejora aún m ás intensa. Por ejem plo, m ire una letra
sobre un opto tip o a la distancia a la que la visión del color es óptim a,
luego cierie los ojos y recuérdelo. Si el «palmeo» produce relajación,
será posible im aginar una som bra de negro más profunda que la vis­
ta, y recordando este negro cuando se ve de nuevo la letra se puede
ver un negro más intenso que al principio. Entonces se puede im agi­
n ar un negro aún más profundo, y, a su vez, cabe la posibilidad de
transferir este negro más profundo a la letra del opto tip o . C o n ti­
n u an d o este proceso, a veces se obtiene m uy rápidam ente una p er­
cepción perfecta del negro y. por consiguiente, una visión perfecta.
C u anto m ás profunda es la som bra de negro im aginada con los ojos
cerrados, tan to m ás fácilmente se puede recordar cuando se m iran las
letras del optotipo.
Algunas personas, cuanto m ás prolongan el «palmeo» m ayor re ­
lajación consiguen y tanto m ás oscura es la som bra de negro que son
capaces de recordar y de ver. O tras, hay que señalarlo, son capaces de
«palmear» con éxito d u ran te períodos breves, pero com ienzan a p o ­
nerse tensas si prolongan dem asiado ese ejercicio.
Es im posible tener éxito por m edio del esfuerzo o intentando
«concentrarse» en el negro. En el sentido popular, concentración sig­
nifica hacer o pensar sólo una cosa, pero esto es imposible; y un
intento de hacer lo im posible es una tensión que frustra su propio tm.
La m ente hum ana 110 es capaz de pensar sólo en una cosa. Puede pensar
m ejor sobre una cosa, y está en reposo sólo cuando lo hace así, pero
110 tiene la posibilidad de pensar sólo en una cosa. U na m ujer que in­
tentaba ver sólo negro e ignorar los colores caleidoscópicos que es­
torbaban su cam po de visión, em peorando m ás y m ás cuanto m ás los
ignoraba, de hecho llegó a padecer convulsiones producidas por la
tensión, y su m édico d e cabecera debió atenderla d u ran te un mes a n ­
tes de que volviera a estar en condiciones de rean u d ar el tratam iento.
Se recom endó a esta señora detener el «palmeo», y, con los ojos abier­
tos, rem em orar el m ayor núm ero posible de colores, recordando
cada uno de ellos con la m ayor perfección posible. Así, cogiendo al
to ro por los cuernos y haciendo de m odo consciente que la m ente va­
gara más de lo que lo hacia inconscientem ente, la señora se capacitó
para «palmear» d u ra n te períodos cortos.
Es posible constatar que determ inados tipos de objetos negros se
recuerdan m ás fácilm ente que otros. El pelaje negro, p o r ejem plo, se
ha dem ostrado com o un «óptimo» (véase capitulo 15) para m uchas
personas en com paración con el terciopelo negro, seda, ropa de luto,
tinta y las letras del optotipo, au n q u e no era m ás negro que estos
o tro s negros. A veces, el paciente puede recordar con m ayor facilidad
un objeto negro fam iliar que los m enos tam iliares. U na m odista, por
ejem plo, era capaz de recordar un hilo de seda negra m ientras que no
podia recordar ningún otro objeto negro.
C u an d o se m ira una letra antes de «palmear», el paciente re co r­
dará de o rd in ario no sólo la negrura de la letra, sino tam bién el fon­
d o blanco. Si se conserva du ran te unos segundos la m em oria del n e ­
gro, el fondo suele desaparecer y todo el cam po se vuelve negro.
Por o tra parle, los pacientes dicen a m enudo que recuerdan p e r­
fectam ente el negro cuando no lo recuerdan. En general, sabemos
que esto ocurre aplicando el «palmeo» sobre la visión. Si no hay m e­
jora en la visión cuando los ojos están abiertos, esta condición queda
en evidencia m ostrando al paciente el objeto negro que éste no ha re­
cordado de m odo correcto.
A unque, p o r regla general, el negro es el color m ás fácil de recor­
dar, p or razones explicadas en el capítulo próxim o, el siguiente m é­
todo resulta a veces positivo cuando falla la m em oria del negro. Re­
cuerde una variedad de colores — rojo brillante, am arillo, verde, azul,
m orado, blanco especialm ente— , todos en el tono más intenso posi­
ble. N o intente retener ninguno de ellos más de un segundo. M an­
téngalo d u ran te cinco o diez m inutos. Luego recuerde un trozo de
tiza blanca aproxim adam ente de un centím etro y m edio de diám etro
y lo más blanca posible. Observe el color del fondo. Por lo general
será una som bra de negro. Si es asi, trate de recordar algo más negro
o ver algo m ás negro con los ojos abiertos. F.n todos los casos en los
que se recuerda perfectam ente la tiza blanca, el fondo será tan negro
que resultará im posible recordar algo más negro con los ojos cerra­
dos o ver algo m ás negro con los ojos abiertos.
C uando el «palmeo» es eficaz, es uno de los m ejores m étodos que
conozco para asegurar la relajación de todos los nervios sensoriales,
incluidos los de la visión. C uando se consigue una relajación perfec­
ta por este cam ino, m ediante la capacidad para ver un negro perfec­
to, se retiene p o r com pleto cuando los ojos están abiertos, y la visión
de la persona logra una m ejora perm anente. Al m ism o tiem po el d o ­
lor de ojos y de cabeza, e incluso de otras partes del cuerpo, experi­
m enta un alivio perm anente. Tales casos son m uy infrecuentes, pero
se dan. C on u n m enor grado de relajación, m ucho de ello se pierde
cuando se abren los ojos, y lo que se conserva no tiene una duración
perm anente. En otras palabras, cu an to m ayor es el grado de relaja­
ción p roducido p o r el «palmeo», m ás se retiene cuando los ojos están
abiertos, y m ás tiem po perdura. Si usted «palmea» perfectam ente,
cuando abre los ojos conserva toda la relajación que ha conseguido, y
no vuelve a perderla. Si usted «palmea» im perfectam ente, retendrá
sólo una parte de lo conseguido y lo conservará sólo d u ran te un tiem ­
po; tal vez, sólo d u ran te unos m om entos. C on todo, hasta el m ás m í­
n im o grado de relajación es útil, pues por m edio de ella se puede o b ­
tener un grado aún m ayor.
l.as personas que han tenido éxito desde el principio con el «pal­
meo» m erecen toda clase de felicitaciones pues siem pre consiguen
alivio m uy rápidam ente. U n caso m uy señalado fue el de un hom bre
que frisaba los setenta años de edad, con astigm atism o hiperm étrope
y presbicia, com plicados con una catarata incipiente. D urante m ás de
cuarenta años utilizó lentes para m ejorar su visión de lejos, y d u ra n ­
te veinte años las usó para la lectura y para el trabajo de oficina. D e­
bido a la nebulosidad del cristalino de su ojo, llegó un m o m en to en
que ni siquiera con las gafas era capaz de ver lo suficientem ente bien
com o para realizar su trabajo, y los otros m édicos a los que consultó
no le dieron otra esperanza de alivio que la de operar cuando la cata­
rata estuviera m adura. C uando com probó que el «palmeo» le ayuda­
ba, preguntó:
«¿Puedo pasarm e por exceso?».
«No», le respondí. «El “palm eo” es sólo un m edio para descansar
sus ojos, y usted no puede descansarlos dem asiado.»
U nos días m ás tarde volvió y dijo:
«D octor, fue tedioso, m uy tedioso, pero lo hice».
«¿Qué fue tedioso?», le pregunté.
«Palm ear», m e respondió. «Lo hice sin p arar d u ra n te veinte
horas.»
«¿Cómo es posible que lo hiciera du ran te veinte horas seguidas?»,
le dije incrédulo. «Al m enos habrá parado para comer.»
l uego me contó que desde las cuatro de la m añana hasta las doce
de la noche no había com ido nada, sólo había bebido grandes canti­
dades de agua, y había dedicado prácticam ente todo el tiem po a «pal­
mear». Debió de ser tedioso, com o él dijo, pero tam bién m ereció la
pena. C uando m iraba el opto tip o , sin gafas, leia la linea inferior a seis
m etros. T am bién leía la letra pequeña a quince y a veinticinco centí­
m etros. La nebulosidad del cristalino había m ejorado m uchísim o y
había desaparecido por com pleto en el centro. Dos años m ás tarde no
había habido recaída.
A unque el «palmeo» resulta beneficioso para la m ayoría de las
personas, una m inoría es incapaz de ver el negro, y lo único que c o n ­
sigue es au m en tar su tensión al intentar relajarse de ese m odo. En la
m ayoría de los casos es posible, utilizando algunos o todos los m éto­
dos presentados aquí, capacitar a una persona para «palmear» con
éxito, pero si alguien lo encuentra m uy difícil, será m ejor y más expe­
ditivo abandonar el m étodo hasta que la visión haya m ejorado con
otros m étodos. La persona puede hacerse capaz de ver el negro cu an ­
d o «palmea», pero algunos no lo consiguen hasta que su visión ha
m ejorado.
La memoria como ayuda de la visión

C uando la m ente es capaz de recordar cualquier fenóm eno de los


sentidos, está perfectam ente relajada. La visión es norm al si los ojos
están abiertos; cuando están cerrados y cubiertos de form a que eviten
toda penetración de luz, se ve un cam po perfectam ente negro, es d e­
cir, nada en absoluto. Si usted es capaz de recordar perfectam ente el
tic-tac del reloj, un olor o un sabor, su m ente está en reposo perfecto
y usted verá un negro perfecto cuando sus ojos estén cerrados y c u ­
biertos. Sí su m em oria de una sensación de tacto pudiera ser igual
que la realidad, usted no vería m ás que negro cuando la luz estuviera
excluida de sus ojos. Si usted tuviera que recordar perfectam ente una
pieza musical cuando sus ojos estuvieran cerrados y cubiertos, no ve­
ría m ás que negro.
Pero en el caso de cualquiera de estos fenóm enos no es fácil c o m ­
p ro b ar lo correcto de la m em oria, y o tro tanto sucede con los colores,
salvo con el negro. T odos los colores restantes, incluido el blanco, es­
tán alterados p o r la cantidad de luz a la que están expuestos, y rara
vez se les ve con toda la perfección con la que el ojo norm al puede
verlos. Pero cuando la visión es norm al, el negro es tan negro en una
luz tenue com o en una luz intensa. Es tam bién tan negro de lejos
com o de cerca, m ientras que si un área pequeña es tan negra com o
una m ayor, de hecho aparece m ás negra. (Además, el negro es m ás fá­
cil de conseguir que cualquier o tro color; nada hay m ás negro que la
tinta de im prenta, y ésta se encuentra casi por doquier.) P or co n si­
guiente, m ediante la m em oria del negro se puede m edir con preci­
sión la propia relajación. Si se recuerda con perfección el color, se
está relajado del todo. Si se recuerda de m anera casi perfecta, nuestra
relajación alcanza igual grado. Si no podem os recordarlo en m o d o al­
guno, tenem os m uy poca o ninguna relajación.
M ediante la retinoscopia sim ultánea se pueden d em o strar sin d i­
ficultad estos hechos. Una m em oria absolutam ente perfecta es m uy
infrecuente, tan rara que no es necesario tenerla en consideración,
pero toda persona puede conseguir en determ inadas circunstancias
una m em oria casi perfecta o la que podem os calificar de n orm al. C on
tal m em oria del negro, el retinoscopio m uestra que todos los errores
de refracción están corregidos. Si la m em oria es m enor q u e la n o r­
mal, se dará el caso opuesto. Si fluctúa, la som bra del retinoscopio
fluctuará.
El testim onio del retinoscopio es, de hecho, m ás fiable que las
aseveraciones del paciente. Fistos creen y afirm an con frecuencia que
recuerdan perfecta o norm alm ente el negro cuando el retinoscopio
índica un erro r de refracción; pero en tales casos se puede d em o strar
generalm ente, llevando un opto tip o al p u n to en el que se pueden ver
de la m ejor m anera las letras negras, que la m em oria no es igual a la
visión. El lector puede d em ostrar fácilm ente que n o se puede reco r­
d ar de m odo perfecto el color cuando los ojos y la m ente están bajo
tensión, intentando recordarlo cuando se está haciendo u n esfuerzo
consciente para ver — m iran d o fijam ente, cerrando parcialm ente los
ojos, frunciendo el entrecejo, etc.— m ientras se intenta ver igual­
m ente bien y a la vez todas las letras de una linea. Se averiguará q ue o
en m odo alguno es posible recordar en estas condiciones, o q ue se re ­
cuerda de un m odo m uy im perfecto.
C uando los dos ojos de una persona son diferentes, se ha averi­
guado que se puede m edir la diferencia con exactitud m ediante el
tiem po que se puede recordar un pu n to (ortográfico) m ientras se
m ira ai optotipo con am bos ojos abiertos y luego con el ojo m ejor ce­
rrado. Una persona con visión norm al en el ojo derecho y con la m i­
tad de la visión norm al en el izquierdo, m irando al opto tip o con a m ­
bos ojos abiertos, podría recordar un punto d u ra n te veinte segundos
de form a continua; con el ojo m ejor tapado, podría recordarlo sólo
diez segundos. L'na persona con la m itad de la visión norm al en el ojo
derecho y con un cuarto de la norm al en el izquierdo podria recordar
un p u n to doce segundos con am bos ojos abiertos, y sólo seis segun­
dos con el ojo m ejor cerrado. Una tercera persona, con visión norm al
en el ojo derecho y con una décim a parte de visión norm al en el iz­
quierdo podría recordar un p u n to veinte segundos con am bos ojos
abiertos, y sólo dos segundos cuando el ojo m ejor está cerrado. F.n
otras palabras, si el ojo derecho está m ejor que el izquierdo, la m e­
m oria es m ejor cu an d o el ojo derecho está abierto que cuando sólo el
izquierdo está abierto, y la diferencia está en proporción exacta a la
diferencia de visión entre los dos ojos.
En el tratam iento de enferm edades funcionales del ojo esta rela­
ción entre relajación y m em oria es de gran im portancia práctica. Las
sensaciones del ojo y de la m ente sum inistran poquísim a in fo rm a­
ción respecto a la tensión a la que am bos están som etidos, pues los
que están en m ayor tensión sufren con frecuencia el m enor m alestar.
Sin em bargo, por m edio de su capacidad para recordar el negro, una
persona puede saber en todo m om ento si está tensa o no y, en conse­
cuencia. es capaz de evitar la condición que produce tensión. Sea cual
fuere el m étodo de m ejora de su visión que use una persona, es acon­
sejable que lleve consigo constantem ente la m em oria de una peque­
ña área de negro, tal com o un punto, de form a que pueda reconocer
y evitar la condición que produce tensión. En algunos casos, los p a­
cientes se han aliviado por com pleto en cortísim o tiem po sólo con
este m edio. U na de las ventajas del m étodo es que no requiere un o p ­
totipo, pues a cualquier hora del día o de la noche, haga lo que haga,
una persona puede situarse en circunstancias favorables para m em o-
rizar perfectam ente un pu n to ortográfico.
La condición de la m ente en la que es posible recordar un p u n to
negro no es alcanzable m ediante ningún tipo de esfuerzo. La m em o ­
ria no es la causa de la relajación, sino que ésta tiene que preceder a
aquélla. Se obtiene sólo du ran te m om entos de relajación y se conser­
va únicam ente d u ran te todo el tiem po en que se evitan las causas dé­
la tensión, pero no se puede explicar del todo có m o se consigue esto,
com o tam poco es posible explicar com pletam ente otros m uchos fe­
n óm enos psicológicos. Sabem os sólo q ue en determ inadas condicio­
nes, que p odríam os calificar de favorables, es posible alcanzar un g ra­
do de relajación suficiente para la m em oria d e un p u n to negro, y que,
buscando con persistencia esas condiciones, la persona se capacita
para increm entar el grado de relajación y prolonga su duración, c a ­
pacitándose finalm ente para retenerla en condiciones desfavorables.
Para la m ayoría de las personas, el «palmeo» sum inistra las c o n ­
diciones m ás favorables para m em orizarel negro. C uando la tensión
para ver se rebaja, m ediante la exclusión de la luz, una persona suele
ser capaz de recordar un objeto negro d u ran te algunos segundos o
d u ran te más tiem po, y este período de relajación se puede prolongar
con uno de estos dos m odos. O la persona puede ab rir sus ojos y m i­
rar un objeto negro m ediante fijación central a la distancia a la que lo
puede ver m ejor y a la que, por consiguiente, los ojos están m ás rela­
jados, o puede cam biar m entalm ente de un objeto negro a otro. Por
estos m edios y tal vez m ediante otras influencias que no conocem os
suficientem ente, la m ayoría de las personas se capacitan antes o des
pues para recordar el negro d u ra n te un lapso indefinido de tiem po
con sus ojos cerrados y cubiertos.
C on los ojos abiertos y m irando una superficie negra sin in ten tar
ver conscientem ente, se rebaja la tensión inconsciente, de m anera
que la persona se capacita para recordar un p u n to ortográfico negro,
y se corrigen todos los errores de refracción, com o se ha dem ostrado
con el retinoscopio. Se ha com probado que este resultado es invaria­
ble, y que m ientras la superficie sigue siendo negra y la persona no
com ienza a recordar o a im aginar cosas vistas de m anera im perfecta,
se conservan la m em oria y la visión. Pero si, con la visión m ejorada,
com ienzan a salir a la superficie detalles, o si la persona com ienza a
pensar en el opto tip o que ha visto de m odo im perfecto, la tensión de
ver volverá y el p u n to ortográfico se perderá.
C u ando se m ira una superficie en la que no hay nada especial que
ver. la distancia no influye para nada en la m em oria, porque u n a p er­
sona siem pre puede m irar esa superficie, esté donde esté, sin esfor­
zarse para verla. Sin em bargo, cuando se m iran letras u otros detalles,
la m em oria es óptim a hasta el p u n to en que la visión de una persona
es ó p tim a, porque los ojos y la m ente están más relajados en ese p u n ­
to que cuando se m iran las m ismas letras y objetos a una distancia en
la que la visión no es tan buena.
Si la relajación conseguida bajo esas condiciones favorables es
perfecta, una persona será capaz de conservarla cuando la m ente es
consciente de las im presiones de visión a distancias desfavorables. Sin
em bargo, tales casos son m uy raros. Por lo general, el grado de rela­
jación conseguido es notablem ente im perfecto, y se pierde en m ayor
o m enor m edida cuando las condiciones son desfavorables, o cuando
letras u objetos se m iran a distancias desfavorables. Las im presiones
de visión en tales circunstancias son tan p erturbadoras que, tan p ro n ­
to com o com ienzan a em erger a distancias en las que no se les ha vis­
to con antelación, el paciente suele perder su relajación; y con ella, la
m em oria del p u n to ortográfico. De hecho, la tensión de ver puede re­
to rn ar incluso antes de haber tenido tiem po para to m ar conciencia
de la imagen que hay en su retina, com o ilustra de m odo im presio­
nante el siguiente caso.
Una señora de cincuenta y cinco años que tenía m iopía de q u in ­
ce dioptrías com plicada con otras condiciones que le im pedían ver la
C grande a m ás de treinta centím etros o an d ar p o r su casa o por la ca­
lle sin un acom pañante, consiguió, cuando m iraba una pared verde
sin in ten tar verla, recordar un p u n to ortográfico perfectam ente n e­
gro y ver a distancia un papel p intado tan bien com o de cerca. C u an ­
do se aproxim ó a la pared, se le pidió que pusiera su m ano en el
pom o de la puerta, cosa que ella hizo sin vacilación. De hecho, lo h a­
bía visto d u ran te el tiem po suficiente para poner su m ano sobre el
pom o; pero tan p ro n to com o se le sugirió la idea de verlo, ella perdió
la m em oria del punto; y con él, su visión m ejorada. Y cuando in ten ­
tó de nuevo d ar con el pom o, no lo consiguió.
(..uando se recuerda a la perfección un p u n to m ientras se m ira
una letra del optotipo, la letra m ejora, de m odo consciente o incons­
ciente; es im posible esforzarse y relajarse al m ism o tiem po; y si uno se
relaja suficientem ente para recordar el punto, tam bién tiene que re­
lajarse lo suficiente para ver la letra, consciente o inconscientem ente,
lam b ién m ejoran las letras a am bos lados de la que m iram os, asi
com o las líneas de encim a y de debajo. C uando una persona es co n s­
ciente de ver las letras, esto la distrae m ucho y p o r regla general hace
que, al principio, olvide el punto. C om o ya hem os señalado, con al­
gunas personas la tensión puede reaparecer incluso antes de recono­
cer conscientem ente las letras.
Así, la gente se ve m etida en un dilem a. La relajación indicada
m ediante la m em oria de un p u n to m ejora su visión, y las cosas que
ven con esta visión m ejorada hacen que pierdan su relajación y su
m em oria. M e resulta adm irable cóm o se supera siem pre esa dificul­
tad, p tro algunas personas son capaces de hacerlo en cinco m inutos
o en m edia hora. C on otras, el proceso es largo y tedioso.
Existen varios m odos de abordar esta situación. U no es recordar
el pu n to m ientras se m ira un poco a un lado del o ptotipo, digam os
unos treinta centím etros o más, luego m irarlo un poco más de cerca,
y finalm ente m irar entre líneas. De este m odo, una persona puede ca­
pacitarse para ver las letras en el cam po excéntrico sin perder el p u n ­
to, y cuando puede hacer esto, puede ser capaz de dar un paso m ás y
m irar directam ente una letra sin perder el control de su m em oria. Sí
no puede hacerlo, m ire usted sólo una parte de una letra — por lo ge­
neral, la inferior o vea o im agine el p u n to com o parte de la letra
m ientras nota que el resto de la letra es m enos negro y m enos distin ­
to que la parte m irada directam ente. C uando pueda hacer esto se ca­
pacitará para recordar el punto m ejor q u e cuando ve la letra toda
igual.
El siguiente paso consiste en observar si la parte inferior de la le­
tra está derecha, curvada o abierta, sin perder el p u n to en la parte in ­
ferior. C uando una persona puede hacer esto, está en condiciones de
poder intentar hacer lo m ism o con los lados y la parte superior de la
letra, reteniendo el p u n to en la parte inferior. P or lo general, cuando
se puede observar separadam ente las partes, es posible ver la letra e n ­
tera sin perder la m em oria del punto; pero sucede a veces que este no
es el caso, y se necesita más práctica antes de que u n a persona llegue
a to m ar consciencia a la vez de todos los lados de la letra sin perder el
punto. Esto puede llevar instantes, horas, días o meses. En un caso re­
sultó eficaz el siguiente m étodo.
U n hom bre con quince dioptrías de m iopía estaba tan trasto rn a­
do p o r lo que veia cuando su visión habia sido m ejorada por la m e­
m oria de un p u n to que se le pidió m irar lejos del o p to tip o o del o b ­
jeto que estuviera m irando. Descubrió que letras u otros detalles
salían a la luz. A proxim adam ente d u ra n te una sem ana anduvo d an ­
do vueltas rehuyendo tenazm ente su visión m ejorada. C om o su m e­
m oria m ejoraba, le resultaba cada vez m ás difícil hacer esto, y al final
de la sem ana le fue im posible. C uando m iraba la linea inferior a una
distancia de seis m etros, recordaba perfectam ente el pun to , y cuando
se le p reguntó si podia ver las letras, respondió:
«No puedo m enos que verlas».
Algunas personas retrasan su recuperación «decorando el escena­
rio» con puntos m ientras lo intentan durante todo el día, en vez de re­
cordar sim plem ente un punto en sus mentes. Esto no les hace bien,
sino que, por el contrario, es causa de tensión. Es posible im aginar per­
fectam ente y con provecho el punto form ando parte de una letra negra
en el optotipo, porque esto no significa m ás que im aginar que uno ve a
la perfección una parte de la letra negra, pero no es posible imaginarlo
de m odo perfecto sobre cualquier superficie que no sea negra; e inten­
tar imaginarlo sobre cualquier otra superficie frustra el fin pretendido.
C u an to m en o r es el área de negro que una persona es capaz de re­
cordar, m ayor es el grado de relajación indicada, pero, al principio,
algunas personas encuentran m ás sencillo recordar un área algo m a­
yor, tal com o una de las letras del optotipo, con una parte m ás negra
que el resto. Pueden com enzar con la C de m ayor tam año, pasar lue­
go a las letras más pequeñas y finalm ente llegar al punto. Se descubre
entonces que se recuerda esta área pequeña m ás fácilm ente que la
m ayor, y que su negro es más intenso. Kn vez de un punto, algunas
personas encuentran m ás sencillo recordar el signo ortográfico de los
dos puntos, con un p u n to m as negro que el otro, o una serie de p u n ­
tos con uno más negro que los otros, o el pu n to sobre la l o la J m i­
núsculas. O tros, a su vez, pretieren una com a a un punto.
AI principio, la m ayoría de la gente considera m ás útil cam biar
conscientem ente de una de estas áreas negras a otra, o de una parte a
otra de la m ism a área y hacerse cargo del balanceo o pulsación p ro ­
ducida por tal cam bio (véase capitulo 12). Pero cuando la m em oria
alcanza su perfección, cabe retener continuam ente un objeto sin
cam bio consciente, m ientras que uno se hace cargo del balanceo sólo
cuando la atención está dirigida al asunto.
Aunque por lo general el negro es el color que m ejor se recuerda,
sin em bargo aburre y deprim e a algunas personas, que prefieren recor­
dar el blanco o algún otro color. U n objeto familiar o con asociaciones
agradables resulta a veces más fácil de recordar que o tro carente de un
interés especial. La visión de una m ujer se corrigió m ediante la m em o­
ria de un botón de oro amarillo; y otra era capaz de recordar el ópalo
de su anillo m ientras que le resultaba im posible rem em orar un punto.
Ix> m ejor para recordar es aquello que la persona considera más senci­
llo de recordar, pues la m em oria nunca puede ser perfecta si no es fácil.
C uando la m em oria del p u n to se hace habitual, esto no sólo 110 es
un im pedim ento, sino que se convierte en una gran ayuda para otros
procesos mentales. La m ente, cuando recuerda m ejor una cosa que
todas las dem ás, posee fijación central, y eso aum enta su eficacia,
com o la eficacia del ojo se increm enta m ediante la fijación central. En
otras palabras, la m ente alcanza su grado de eficacia m ás alto cuando
está en reposo, y jam ás está en reposo a 110 ser que se recuerde una
cosa m ejor que todas las restantes. C uando la m ente está en una co n ­
dición tal que se recuerda perfectam ente un punto, se m ejora la m e­
m oria de otras cosas.
Lna m uchacha que cursaba estudios de enseñanza m edia cuenta
que cuando era incapaz de recordar la respuesta a una pregunta en
un exam en, recordaba el p u n to y entonces la respuesta acudía pron-
la a su m ente. C uando no puedo recordar el nom bre de un paciente,
recuerdo un pu n to , y el nom bre me viene al instante. Un m úsico que
tenía una visión perfecta y podia recordar a la perfección un pu n to
tenia una m em oria perfecta para la m úsica, pero un m úsico con vi­
sión im perfecta que no podía recordar un p u n to , era incapaz de tocar
nada sin tener la partitura delante; y sólo consiguió tocar de m em o­
ria cu ando su visión y su m em oria visual se hicieron norm ales. En al­
gunos casos excepcionales, el estuerzo para ver letras en un optotipo
ha sido tan grande que algunas personas han llegado a confesar que
m ientras m iraban las letras no eran capaces de recordar ni el pu n to m
sus propios nom bres.
Una persona puede m edir la precisión de su m em oria del punto
no sólo com parándolo con la visión, sino m ediante los test siguientes.
C uando la m em oria del p u n to es perfecta, es instantánea. Si son
necesarios algunos segundos o m ás tiem po para obtener esa m em o­
ria, ésta nunca es perfecta.
U na m em oria perfecta no sólo es instantánea, sino tam bién c o n ­
tin u a.
C uando se recuerda perfectam ente el pu n to , la visión norm al
viene al instante. Si se obtiene la visión buena sólo después de uno o
dos segundos, se puede dem ostrar siem pre que la m em oria del p u n ­
to es im perfecta y la visión tam bién.
La m em oria de un p u n to es un test de relajación. Es la evidencia
p or la que una persona sabe si sus ojos y m ente están en reposo. Se la
puede com parar con la escala hidrom étrica de una m áquina, que no
tiene nada que ver con la m aquinaria, pero es de gran im portancia
p o rque sum inistra inform ación respecto de la capacidad del m eca­
nism o para hacer su trabajo. C uando el pu n to es negro, se sabe que la
m áquina del ojo está en buenas condiciones de funcionam iento. C u a n ­
do el p u n to palidece o se pierde, sabem os que la m áquina no está en
ord en hasta que no se la som ete a una reparación. Entonces no se n e ­
cesita un p u n to o cualquier otra ayuda de la visión, como tam poco el
ingeniero necesita una escala hidrom étrica cuando la m áquina fu n ­
ciona de m anera adecuada.
Capitulo 11

La imaginación como ayuda de la visión

N osotros vem os en m uy am plia m edida con la m ente, y sólo parcial­


m ente con los ojos. Los fenóm enos de la visión dependen de la in ter­
pretación que la m ente hace de la im presión sobre la retina. Lo que
vem os no es la im presión, sino nuestra propia interpretación de ella.
Se puede dem ostrar que nuestras im presiones de tam año, color, for­
m a y ubicación dependen de la interpretación que la m ente hace de la
imagen retinal. La luna tiene aspecto de ser en el cénit m ás pequeña
de lo que aparenta en el horizonte, a pesar de que el ángulo óptico es
el m ism o y la im presión en la retina puede ser la m ism a. Eso se debe
a que en el horizonte la m ente com para inconscientem ente la im agen
con las im ágenes de objetos circundantes m ientras que en el cénit no
hay nada con que com pararla. La figura de un hom bre en un edificio
alto o en el m astelero de un b uque parece más pequeña al hom bre de
tierra, m ientras que al m arino se le antoja de tam año ordinario, p o r­
que está habituado a ver la figura hum ana en tales posiciones.
Las personas con visión norm al utilizan su m em oria o su im agi­
nación com o una ayuda a la vista; y se puede d em ostrar que, cuando
la visión es im perfecta, no sólo el ojo m ism o es culpable, sino que la
m em oria y la im aginación están dañadas de m odo que la m ente añ a­
de im perfecciones a la im perfecta imagen retinal. N o hay dos perso ­
nas con visión norm al que obtengan las m ism as im presiones visuales
del m ism o objeto, ya que sus interpretaciones de la imagen retinal d i­
ferirán tanto com o difieren sus individualidades, y c u a n d o la visión
es im perfecta la interpretación es m ucho m ás variable. Refleja de h e­
cho la pérdida de control m ental que es responsable del e rro r de re ­
tracción. Por decirlo de m anera breve, cuando el ojo está desenfoca­
do, tam bién la m ente está desenfocada.
Según una opinión aceptada, la mayoría de anom alías de visión
producidas cu an d o hay un erro r de refracción en el ojo se explican
suficientem ente por la existencia de tal error. Se supone que algunas
se deben a enferm edades del cerebro o de la retina. Las im ágenes m úl­
tiples se atribuyen al astigm atism o, au n q u e sólo dos pueden explicar­
se legítim am ente de este m odo (pues nadie tiene m ás de dos ojos).
Algunas personas afirm an ver m edia docena o m ás, y m uchas perso­
nas con astigm atism o no ven ninguna. C on todo, se puede dem ostrar
fácilm ente que la inexactitud del foco da razón sólo de una pequeña
parte de estos resultados, y puesto que todos ellos pueden corregirse
en pocos segundos a través de la corrección, m ediante relajación, del
erro r de refracción, es evidente que no pueden deberse a dolencia o r ­
gánica alguna.
Si com param os la im agen del objetivo de la cám ara, cuando ésta
esta desenfocada, con las im presiones visuales de la m ente cuando el
ojo esta desenfocado, se detectará una gran diferencia en tre ellas.
C uando la cám ara está desenfocada, cam bia de negro a gris y em bo-
rio n a los co n to rn o s de la imagen, pero produce esos resultados de
form a uniform e y constante. En el objetivo de la cám ara, una im agen
im perfecta de una letra negra sería igualm ente im perfecta en todas
sus partes, y el m ism o ajuste del toco produciría siem pre la m ism a
imagen. Pero cu an d o el ojo está desenfocado, la imagen im perfecta
que una persona im agina ver es siem pre cam biante, tanto si el foco
cam bia com o si no. H abrá m ás gris en una parte que en otra, y tanto
el matiz com o la posición del gris pueden variar d en tro de unos lím i­
tes am plios en brevísim o espacio de tiem po. Una parte de una letra
puede aparecer gris y el resto negro. D eterm inados contornos p u e ­
den verse m ejor que otros; es posible que las lineas verticales parez­
can negras y las diagonales grises, y viceversa. El negro puede cam biar
a m arrón, am arillo, verde e incluso rojo, transm utaciones que son
im posibles en la cám ara fotográfica. O puede haber m anchas de co­
lor o de negro en el gris o en las aberturas blancas. Tam bién pueden
darse m anchas de blanco o de color en el negro.
C uando la cám ara está desenfocada, la im agen que presenta de
cualquier objeto es siem pre ligeram ente m ás grande que la imagen
ofrecida cuando el enfoque es correcto, pero cuando el ojo está desen­
focado, la imagen que la m ente ve puede ser o m ayor o m enor de lo
que sería norm alm ente. A una persona, la C de m ayor tam año de un
o ptotipo, a tres m etros, le parecía más pequeña que a otras situadas a
seis m etros o a diez centím etros. A unos les parece m ayor de lo que es
en realidad a seis m etros, y a otros se les antoja más pequeña.
C uando el ojo hu m an o está desenfocado, la form a de los objetos
m irados por el paciente da la im presión frecuente de estar distorsio­
nada, m ientras que su ubicación tam bién puede parecer cam biante.
La imagen puede estar duplicada, triplicada o más m ultiplicada aún, y
m ientras un objeto o parte de un objeto puede estar m ultiplicado,
otros objetos o partes de objetos del cam po de visión pueden apare­
cer en solitario. La localización de estas im ágenes m últiples es a veces
constante, y en o tras ocasiones está som etida a cam bio continuo.
N ada de esto sucede cuando la cám ara está desenfocada.
Si dos cám aras están desenfocadas en el m ism o grado, captarán
dos imágenes im perfectas exactam ente ¡guales. Si dos ojos están d e­
senfocados en el m ism o grado se producirán im presiones sim ilares
sobre la retina de cada uno, pero las im presiones producidas en la
m ente pueden ser com pletam ente distintas, tanto si los ojos pertene­
cen a la m ism a persona o a dos distintas. Si el ojo norm al m ira un o b ­
jeto a través de lentes que cam bian su refracción, lo grisáceo y lo b o ­
rroso producido es uniform e y constante, pero cuando el ojo tiene un
erro r de refracción equivalente al producido p o r los cristales, esos fe­
nóm enos no son uniform es ni variables.
Es fundam ental que una persona com prenda que esas aberracio­
nes de la visión — que tratarem os más adelante con m ayor p ro fu n d i­
dad— son ilusiones v no se deben a un defecto de los ojos. C uando
uno sabe q ue una cosa es una ilusión, es m enos p ro penso a verla otra
vez. C u an d o se convence de que lo que ve es im aginario, eso le ayuda
a controlar la im aginación, y. puesto que una im aginación perfecta es
im posible sin una relajación perfecta, u na im aginación perfecta no
sólo corrige la interpretación falsa de la im agen retinal, sino que co ­
rrige el e rro r de refracción.
La im aginación está relacionada estrecham ente con la m em oria,
au nque sean dos conceptos distintos. La im aginación depende de la
m em oria po rq u e es posible im aginar una cosa sólo en la m edida en
que es posible recordarla. Usted no puede im aginar una puesta de sol
si nunca h a visto una. Si usted intenta im aginar un sol azul, q ue n u n ­
ca ha visto, se volverá m iope, com o ha puesto d e m anifiesto la reti-
noscopia sim ultánea. Ni la im aginación ni la m em oria pueden ser
perfectas a n o ser que la m ente esté relajada perfectam ente. En co n ­
secuencia, cuando la im aginación y la m em oria son perfectas, la vi­
sión es perfecta (a no ser que el ojo tenga algún defecto físico). Im a­
ginación, m em oria y visión son, de hecho, coincidentes. C u an d o una
es perfecta, todas son perfectas; y cuando una es im perfecta, todas
son im perfectas. Si usted im agina con toda perfección u na letra, verá
que la letra y otras letras que se encuentren próxim as a ella saldrán a
la luz m ás claram ente, porque es im posible p ara usted relajarse e
im aginar que ve u na letra perfecta y, al m ism o tiem po, forzar y ver en
realidad una letra im perfecta. Si usted im agina u n p u n to perfecto en
la parte inferior de u na letra, verá perfectam ente la letra porque usted
no puede tom ar la im agen m ental de un p u n to perfecto y colocarlo
sobre una letra im perfecta. Es posible, sin em bargo, com o se ha seña­
lado en el capítulo anterior, que la visión sea inconsciente. En algu­
nos casos, la persona puede im aginar perfectam ente el p u n to , com o
se ha dem ostrado p o r la retinoscopia, sin ser consciente de ver la le­
tra, y eso sucede con frecuencia algún tiem po antes de que sean capa­
ces de to m ar conciencia de ello sin perder el p u n to .
C uando u na persona quiere creer que es posible im aginar las le­
tras y está contenta de im aginar sin intentar ver o d e com parar lo que
ve con lo que im agina, lo que siem pre reaviva la tensión, la im agina­

90
ción ayuda a veces a ob ten er resultados notables. Algunas personas
pueden leer en el acto todas las letras de la linea interior del optotipo
tras haberse capacitado para im aginar que ven perfectam ente negra y
distinta una letra. Sin em bargo, la m ayoría esta tan distraída por lo
que ve cuando h a m ejorado su v isión por m edio d e su im aginación
que pierde la letra. U na cosa es poder im aginar la visión perfecta de
una letra, y otra ser capaz de ver la letra y otras letras sin perder el
control de la im aginación.
En la m iopía a veces tiene éxito el siguiente m étodo. Prim ero m i­
rar una letra en el pu n to en que m ejor se la ve. Luego cerrar los ojos y
recordarla. Repetir hasta que la m em oria es casi tan buena com o la vi­
sión de cerca. C on el optotipo a una distancia de seis m etros, m irar a
una superficie en blanco a treinta centím etros o más de uno de sus
m árgenes y recordar de nuevo la letra. Hacer lo m ism o a quince y a
ocho centím etros. En el últim o punto observar la aparición de las le­
tras en el optotipo, es decir, en el cam po excéntrico. Si la m em oria aún
es perfecta parecerán ser de un negro tenue, no gris, y las m ás próxi­
mas al punto de fijación parecerán m ás negras que las m ás alejadas.
Reducir gradualm ente la distancia entre el p u n to de fijación y la letra
hasta que se pueda m irar directam ente a ella e im aginar que se la ve
tan bien com o se la recuerda. En ocasiones, al hacer esta práctica es
bueno cerrar y cubrir los ojos y recordar perfectam ente negra la letra
o un punto. El descanso y el control m ental obtenidos de este m odo
son una ayuda para conseguir control cuando se m ira el optotipo.
Al im aginar una letra perfecta, los que tienen éxito con este m é­
to d o no son conscientes de ver al m ism o tiem po una im perfecta, y no
se distraen cuando su visión m ejora por m edio de su im aginación.
M ucha gente puede recordar perfectam ente con los ojos cerrados o
cuando m iran a un sitio donde no pueden ver la letra, pero tan p ro n ­
to com o la m iran com ienzan a estar tensos y a perder su m em oria.
Por consiguiente, com o la im aginación depende de la m em oria, no
pueden im aginar que ven la letra. En tales casos, tengo la costum bre
de proceder ciñéndom e de algún m odo a la m anera descrita en el ca­
pítulo precedente. C om ienzo p o r decir:
«¿Fucile ver usted un pu n to negro en la parte inferior de esta le­
tra y al m ism o tiem po, m ientras im agina perfectam ente el pu n to , es
capaz de im aginar que ve la letra?».
A veces son capaces de hacerlo, pero p o r regla genera] no suele
ser así. En esc caso se les pide que im aginen una parte de la letra, ge­
neralm ente la inferior. C uando pueden im aginar esta parte derecha,
curvada o abierta, según el caso, están en condiciones de im aginar los
lados y la parte superior m ientras retienen aún el pu n to en la parte
inlerior. Pero incluso después de haber hecho esto, cabe que no p u e­
dan aún im aginar toda la letra sin perder el punto. Puede que tenga
que engatusarlos acercando un poco el opto tip o y alejándolo luego,
ya que cuando se m ira a una superficie donde hay algo que ver la
im aginación m ejora en la proporción en la que se aproxim a el p u n to
donde la visión es óptim a, pues en ese p u n to los ojos están más rela­
jados. C uando no hay nada especial que ver, la distancia no im porta,
pues no se hace esfuerzo para ver.
Para estim ular a las personas a im aginar que ven la letra parece
útil repetirles una y otra vez:
«Sin duda, usted no ve la letra. N o le pido que la vea. Lo que le
pido es que imagine que la ve perfectam ente negra y perfectam ente
distinta».
C uando una persona consigue ver una letra conocida con la ayu
da de su im aginación, puede aplicar el m ism o m étodo a una letra des­
conocida, pues tan p ro n to com o es posible im aginar que cualquier
parte de una letra es perfectam ente negra se ve que toda la letra es n e­
gra, aunque al principio la percepción visual de este hecho no d u re lo
suficiente com o para que una persona tom e conciencia de ello.
Al intentar distinguir letras desconocidas, se descubre que es im ­
posible im aginar de m odo perfecto a no ser que im aginem os la ver­
dad, pues si im aginam os que una letra o una parte de ella es distinta
de la que es, la imagen m ental es nebulosa e inconstante, com o una
letra vista de m odo im perfecto.
Se puede interferir de m uchísim as m aneras en la im aginación.
Hay un m odo de im aginar perfectam ente, y existen infinitas m aneras
de im aginar de form a im perfecta. Kl m odo co rrecto es sencillo. La
im agen m ental de la cosa im aginada viene tan ráp id am en te com o el
pensam iento, y se la puede retener de una form a m ás o m enos co n ti­
nua. Kl m o d o equivocado es difícil, la im agen acude lentam ente, es
variable y discontinua.
Esto se puede d em ostrar im aginando o recordando p rim ero una
letra negra lo m ás perfectam ente posible con los o jos cerrados, e im a­
ginando después im perfectam ente la m ism a letra. P o r lo general, lo
prim ero resulta fácil, pero se descubrirá que es m uy difícil im aginar
que una letra negra con perfiles claros es gris con bordes borrosos y
aberturas nebulosas, y e s im posible form ar una im agen m ental de ella
que perm anezca constante d u ran te un apreciable lapso de tiem po. La
letra variará de color, de form a y de ubicación en el cam po visual,
com o sucede con u na letra cuando la vem os de m anera im perfecta; y
com o la tensión de la visión im perfecta produce m alestar y dolor, el
esfuerzo para im aginar de m odo im perfecto a veces producirá dolor.
Por contra, cu an to m ás se aproxim a a la perfección la im agen m ental
de la letra, tanto más fácil y rápidam ente viene y tanto m ás constante es.
Se han logrado algunas m ejoras m uy espectaculares p o r m edio
de la im aginación. Un hom bre, un m édico, que había usado gafas d u ­
rante cuarenta años y que sin ellas no era capaz de ver la C grande del
op to tip o a seis m etros, obtuvo alivio en quince m in u to s p o r el sim ple
m edio de im aginar que veía negras las letras. C u an d o se le pidió que
describiera sin visión ayudada la C grande, dijo q u e le parecía gris y
que la abertura estaba oscurecida por u na nube gris hasta tal extrem o
que tuvo que adm itir que tenía una abertura. Se le dijo que la letra era
negra, perfectam ente negra, y que la abertura era perfectam ente blan­
ca, sin nube gris, y se le aproxim ó el op to tip o para q u e viera que asi
era. C uando m iró otra vez la letra a distancia, recordó de form a tan
viva su negrura que fue capaz de im aginar que la veía tan negra com o
la había visto de cerca, con la abertura perfectam ente blanca; debido
a eso vio la letra del o p to tip o perfectam ente negra y distinta. Del
m ism o m odo, consiguió leer la línea setenta, y así fue bajando en el
optotipo, hasta que en unos cinco m inutos p udo leer a seis m etros la

93
línea que el ojo norm al suele leer a tres m etros. A continuación, se le
dio la tabla d e caracteres tipo diam ante para que* la leyera. Las letras
le parecían grises y no pudo leerlas. Se llamó su aten ció n sobre el h e­
cho de que las letras eran en realidad negras, e im aginó de inm ediato
que las veía negras, y fue capaz de leerlas a veinticinco centím etros.
Este hecho llam ativo tiene una explicación sencilla: relajación.
T odos los nervios del doctor estaban relajados cu an d o él im aginaba
ver negras las letras, y cuando to m ó conciencia de ver las letras del
o ptotipo retenía aún el control de su im aginación. Así, no volvió a
forzarse y, en realidad, veía las letras tan negras c o m o las imaginaba.
El do cto r no sufrió una recaída y continuó m ejorando. A proxi­
m adam ente un año después le visité en su consulta y le pregunté
cóm o le iba. Me contestó que su visión era perfecta, tanto de lejos
corno de cerca. Podía ver los autom óviles en la o tra orilla del río
H udson y la gente que iba en ellos, y era capaz de leer los nom bres de
los barcos del río para cuya lectura otras personas necesitaban un te­
lescopio. Al m ism o tiem po, no tenía dificultad alguna para leer los
periódicos; y para probar la últim a parte de su afirm ación, sacó un
periódico y leyó en voz alta algunas frases. Yo m e quedé ató n ito y le
pregunté cóm o lo había conseguido.
«Hice lo que usted m e dijo que hiciera», respondió.
«¿Qué le dije que hiciera?», le pregunté.
«Me dijo que leyera cada día el optotipo y así lo hice; y q ue leye­
ra cada día en una luz tenue letra pequeña, y así lo hice.»
O tro h o m b re q ue tenía un alto grado de m iopía com plicada con
atrofia del nervio óptico, y al que m uchos m édicos habían negado
toda esperanza, m ejoró hasta tal p u n to y con tal rapidez m ediante la
ayuda de su im aginación que un día perdió p o r com pleto el control
de sí m ism o en mi consulta. B landiendo un o p to tip o que sostenía en
su m ano, lo lanzó a través de la sala.
«¡Demasiado bueno para ser verdad!», exclame'). «No puedo creer­
lo. La posibilidad de ser curado y el tem or al desengaño m e desbordan.»
Se le calm ó con alguna dificultad y se le a n im ó a continuar. Más
tarde era capaz de leer las letras pequeñas del o p to tip o con visión

94
norm al. Entonces se le dio letra pequeña para que la leyera. C uando
vio la tabla de caracteres tipo diam ante dijo q ue le resultaba im posi­
ble leerlo. C on todo, se le dijo que siguiera el m ism o procedim iento
que había ayudado a su visión a distancia. Es decir, tenía que imagi­
nar un p u n to sobre una parte de las letras pequeñas m ientras soste­
nía la tabla a quince centím etros. Tras poner a p ru e b a su m em oria de
un p u n to algunas veces, consiguió im aginar que veía un punto p er­
fectam ente negro en una de las letras pequeñas. Entonces se puso
nervioso de nuevo, y cuando se le preguntó qué le tu rb ab a, dijo:
«C om ienzo a leer la letra fina y estoy tan a b ru m a d o que pierdo el
autocontrol».
En otro caso, el de una señora con m iopía alta com plicada con
catarata incipiente, la visión m ejoró en pocos días d e 3/200 a 20/50.
En vez de bajar gradualm ente en el optotipo, dio u n salto de la línea
cincuenta a la línea diez. Se le acercó el op to tip o y se le pidió que m i­
rara la letra O a siete centím etros, la distancia a la q u e ella la veía m e­
jor, y que im aginara que veía un p u n to en la parte in ferio r de la letra,
y que la parte inferior era la m ás negra. C uando fue capaz de hacer
esto de cerca, se aum entó gradualm ente la distancia hasta que fue ca­
paz de ver la O a noventa centím etros. Entonces situé el o p to tip o a
tres m etros y ella exclamó:
«¡Oh, doctor! ¡Es imposible! La letra es dem asiado pequeña. P er­
m ítam e intentarlo prim ero con otra mayor».
Sin em bargo, en quince m inutos pud o leer la O pequeña de la lí­
nea diez a seis m etros.
C a p it u lo 12

Deslizamiento y oscilación

C u ando el ojo con visión norm al m ira una letra ta n to de cerca com o
de lejos, la letra puede d ar la im presión de «palpitar» o de m overse en
varias direcciones, de lado a lado, arriba y abajo u oblicuam ente.
C u ando el ojo pasa de una letra a o tra en un o p to tip o o de un lado de
una letra a otro, n o sólo la letra sino toda la línea d e letras y todo el
op to tip o pueden d ar la im presión de moverse de lado a lado. Este
m ovim iento aparente se debe al deslizam iento del ojo, y se produce
siem pre en una dirección contraria a su m ovim iento.
Si u n o m ira a la parle su p erio r de una letra, ésta se encuentra bajo
la línea de visión y, p o r consiguiente, parece m overse hacia abajo. Si
se m ira a la parte inferior, la letra está sobre la linea de visión y pare­
ce m overse hacia arriba. Si se m ira a la izquierda de la letra, ésta se ha­
lla a la derecha de la linea de visión y parece m overse a la derecha. Si
se m ira a la derecha, la letra está a la izquierda de la linea de visión y
parece m overse a la izquierda.
I.as personas con visión norm al rara vez son conscientes de esta
ilusión y pueden tener dificultad en dem ostrarlo, pero en cada u n o
de los casos que m e ha tocado observar, al final siem pre lo han con­
seguido, en un tiem po m ás corto o m ás largo. C u an d o la visión es
im perfecta, las letras pueden perm anecer estacionarias e incluso m o ­
verse en la m ism a dirección que el ojo.
Para el ojo es im posible fijar un p u n to d u ra n te más de una frac­
ción de segundo. Al tratar de hacerlo, sobreviene la t cnsión y la visión

97
decrece. Es fácil d em ostrar esto intentando reten er una parte de una
letra d u ran te un lapso apreciable de tiem po. Independientem ente de
cuál sea la calidad de la visión, ésta com enzará a obnubilarse o inclu­
so a desaparecer m uy rápidam ente, y a veces el esfuerzo para retener
la letra p roducirá dolor. En el caso de algunas personas excepciona­
les, puede parecer que se retiene un p u n to d u ra n te un considerable
lapso de tiem po y los sujetos m ism os pueden llegar a pensar que es­
tán reteniéndolo, pero esto es sólo porque el ojo se desliza incons­
cientem ente, siendo el m ovim iento tan rápido qtie parece que se ven
todos los objetos a la vez.
Por regla general, el deslizam iento del ojo con visión norm al no
es apreciable, pero el examen directo con el oftalm oscopio puede d e­
m ostrarlo siem pre. Si se exam ina un ojo con este in stru m en to m ien ­
tras el otro m ira un área pequeña de frente, se ve q ue el ojo exam inado,
que sigue los m ovim ientos del otro, se m ueve en diversas direcciones,
de lado a lado y arriba y abajo en una órbita que suele ser variable. Si
la visión es norm al, esos m ovim ientos son extrem adam ente rápidos y
no van acom pañados p o r apariencia alguna de esfuerzo. Por el co n ­
trario, el deslizam iento del ojo con visión im perfecta es m ás lento,
sus desplazam ientos son m ás dilatados, y los m ovim ientos son d e­
siguales y realizados con esfuerzo m anifiesto.
Tam bién se puede d em ostrar que el ojo es capaz de deslizarse con
una rapidez que el oftalm oscopio no puede m edir. El ojo norm al
puede leer catorce letras de la línea inferior de un op to tip o Snellen, a
una distancia de treinta o cuarenta y cinco centím etros, en una luz te ­
nue, con tal rapidez q ue parece que se las ve a todas a la vez. Sin em ­
bargo se puede d em o strar que para reconocer las letras en esas c o n ­
diciones es necesario hacer unos cuatro deslizam ientos a cada letra.
De cerca, si bien u na parte de la letra se ve m ejor, el resto se puede ver
lo suficientem ente bien com o para reconocerlo; pero a distancia, es
im posible reconocer las letras a no ser que u n o se deslice de la parte
superior a la inferior y de lado a lado. Hay que deslizarse tam bién de
una letra a otra, haciendo unos setenta deslizam ientos en u na frac­
ción de segundo.

98
U na linea de letras pequeñas en el o p to tip o Snellen puede ser
m en o r a un m etro de largo p o r unos seis m ilím etros de alto, y si se re­
quieren setenta deslizam ientos p o r fracción de segundo para verla
aparentem ente toda a la vez, se precisan varios m iles de deslizam ien­
tos para ver un área del tam año de un fotogram a, con todos sus d e ta ­
lles de personas, anim ales, casas o árboles. Para ver dieciséis áreas de
fotogram a p o r segundo, com o hacem os al ver u n a película, se re­
quiere una rapidez de deslizam iento que resulta difícil de im aginar.
No es sólo que el ojo y la m ente hum anos sean capaces de esta ra­
pidez de acción, y esto sin esfuerzo o tensión, sino q u e sólo cuando el
ojo es capaz de deslizarse con esta rapidez están en reposo el ojo y la
m ente, y la eficacia de am bos se encuentra en su grado m áxim o. Es
verdad que cada m ovim iento del ojo produce un e rro r de refracción,
pero cuando el m ovim iento es corto, este error es m u y ligero. Por lo
general, los deslizam ientos son tan rápidos que el e rro r no dura lo su­
ficiente com o para ser detectado por el retinoscopio, siendo dem os­
trable su existencia tan sólo si se reduce la rapidez d e los m ovim ien­
tos a m enos de cuatro o cinco por segundo. El p eríodo en que el ojo
está en reposo es m ucho m ás largo que aquel d u ra n te el cual se p ro ­
duce un error de refracción. En consecuencia, cu an d o el ojo se desli­
za con norm alidad el erro r de refracción no es m anifiesto. C uanto
m ás rápido es el deslizam iento inconsciente del ojo, m ejor es la vi­
sión; pero si uno intenta ser consciente de un deslizam iento dem asia­
do rápido, se producirá tensión.
1.a visión norm al es im posible sin deslizam iento continuo, y tal
deslizam iento es una dem ostración palm aria del control m ental n e ­
cesario para una visión norm al. Se precisa u n perfecto control m en ­
tal para pensar en miles de cosas en una fracción d e segundo, y hay
que pensar p o r separado cada p u n to de fijación, p o rq u e es im posible
pensar perfectam ente y al m ism o tiem po en dos cosas o en dos partes
de una cosa. El ojo con visión im perfecta trata de conseguir lo im p o ­
sible m irando fijam ente a un p u n to d u ra n te un apreciable lapso de
tiem po, es decir, fijando la vista. C uando el ojo m ira u na letra ex tra­
ña y no la ve, sigue m irándola en un esfuerzo por verla m ejor. Tales

99
esfuerzos fracasan siem pre y son un factor im p o rtan te en la génesis
de la visión im perfecta.
En n uestra opinión, u n o de los m ejores m étodos para m ejorar la
visión es im itar de form a consciente el deslizam iento inconsciente de
la visión norm al y realizar el m ovim iento m anifiesto producido p o r
tal deslizam iento. T anto si se tiene visión im perfecta com o norm al, el
deslizam iento y oscilación conscientes son una gran ayuda y ventaja
para el ojo: n o sólo la visión im perfecta, sino tam bién la perfecta p u e­
de m ejorar de este m odo. C uando la visión es im perfecta, el desliza­
m iento realizado de m anera adecuada descansa el ojo tanto com o el
•<palmeo», y reduce o corrige siem pre el erro r de refracción.
El ojo con visión norm al nunca intenta reten er un p u n to m ás de
una fracción de segundo, y cuando se desliza co m o expusim os en el
capítulo 8, siem pre ve peor el p u n to de fijación previo. C u an d o deja
de deslizarse con rapidez y de ver peor el p u n to del que se ha desli­
zado, la visión deja de ser norm al, y se im pide o se prolonga, o se in ­
vierte en ocasiones la oscilación. Estos hechos so n el principio básico
del tratam iento m ediante deslizam iento.
Para ver peor el p u n to de fijación previo, el ojo con visión im ­
perfecta tiene que m irar m ás lejos de él de lo que lo hace el ojo con vi­
sión norm al. Si el ojo se desliza sólo unos seis m ilím etros, p o r ejem ­
plo, verá el p u n to de fijación previo tan bien o m ejor que antes, y en
vez de relajarse m ediante tal deslizam iento, su tensión se increm en­
tará, no habrá oscilación y la visión m enguará. A unos doce m ilím e­
tros puede ser capaz de soltar el p rim er p u n to y si no se retiene otro
p u n to m ás de u na fracción de segundo, el ojo se verá aliviado por tal
cam bio y p o d rá producirse la ilusión de oscilación. C uanto m ás b re ­
ve es el m ovim iento, m ayor el beneficio, pero incluso un m ovim ien­
to m uy largo — tanto com o de unos noventa centím etros o m ás— es
una ayuda para aquellos que no pueden realizar u n o m ás corto.
Por otro lado, cuando una persona es capaz de un m ovim iento
corto, el m ovim iento largo reduce la visión. La oscilación es una
prueba de que el deslizam iento se hace adecuadam ente, y de que
cuando éste tiene lugar, la visión m ejora siem pre. Es posible deslizar­

100
se sin m ejoría, pero es im posible producir la im presión de oscilación
sin m ejoría; cuando se puede hacer esto con un deslizam iento largo,
existe la posibilidad de acortar gradualm ente el m ovim iento hasta
que una persona puede deslizarse de arriba abajo de las letras peque­
ñas, en un o p to tip o o donde quiera, y m antener la oscilación. Más
tarde podrá ser consciente de la oscilación de las letras sin desliza­
m iento consciente.
Independientem ente de lo perfecta que sea la visión, siem pre es
posible deslizarse y producir una oscilación d u ran te todo el tiem po
en el que se ve peor el pu n to de fijación previo. Incluso la diplopía y
la poliopia (visión doble y m últiple, respectivam ente) no im piden os­
cilar con alguna m ejora de la visión. Por regla general, el ojo con vi­
sión im perfecta es capaz de deslizarse de un lado del opto tip o a otro
y de un pu n to en la parte superior del opto tip o a otro p u n to en la
parte inferior, y está probado que en el p rim er caso el opto tip o pare­
ce m overse de lado a lado, m ientras que en el segundo parece m over­
se arriba y abajo.
C uando una persona sufre un fuerte grado de fijación excéntrica
puede ser necesario, a fin de ver peor cuando se desliza, utilizar algu­
no de los m étodos descritos en el capítulo 8. De ordinario, sin em ­
bargo, la gente que no puede ver peor cuando se desliza a distancia,
puede hacerlo con facilidad de cerca, ya que la visión es m ejor en ese
p u n to, no sólo en la m iopía, sino a veces tam bién en la hiperm etro-
pía. C uando es posible producir la oscilación en el p u n to cercano,
cabe au m en tar de form a gradual la distancia hasta que puede hacer­
se lo m ism o a seis m etros.
Tras descansar los ojos cerrándolos o «palm eando», el desliza­
m iento y la oscilación suelen ser con frecuencia m ás eficaces. C on
este m étodo de descansar alternativam ente los ojos y luego deslizar,
personas con visión m uy im perfecta han conseguido a veces un alivio
tem poral o perm anente en algunas semanas.
El deslizam iento puede hacerse despacio o con rapidez, según el
estado de la visión. Al principio, es probable que una persona se sien­
ta tensa si se desliza con excesiva rapidez, y entonces el p u n to del que
se ha deslizado no se ve peor y no habrá oscilación. A m edida que se
produce una m ejora, se puede au m en ta r la velocidad. Sin em bargo,
suele ser im posible realizar la oscilación si el deslizam iento tiene lu ­
gar m ás de dos o tres veces por segundo.
Por norm a, se puede hacer que una imagen m ental de una letra
oscile exactam ente igual que puede hacerlo una letra del optotipo.
Hay algunas personas en las que se da lo contrario, pero para la m a­
yoría de la gente el balanceo m ental es m ás fácil al principio que la os­
cilación visual. C uando consiguen oscilar de este m odo, les resulta
m ás fácil balancear las letras en el optotipo. A lternando el balanceo y
deslizam iento m ental con el visual se ha conseguido a veces un p ro ­
greso rápido. A m edida que la relajación se hace más perfecta, se pue­
de acortar el balanceo m ental hasta que sea posible concebir y b alan­
cear una letra del tam año de un p u n to en un periódico. Esto, cuando
es posible hacerlo, es más sencillo que balancear una letra grande, y
m uchos pacientes han sacado gran provecho de ello.
Todas las personas pueden corregir su grado de error de refrac­
ción en parte o del todo (com o se ha dem ostrado con el retinoscopio)
al m enos du ran te una fracción de segundo cuando se deslizan y b a­
lancean con éxito. Ese tiem po puede ser tan corto que una persona
no sea consciente de la visión m ejorada aunque pueda im aginarlo, y
así luego consigue más fácilm ente m antener la relajación lo suficien­
te com o para ser consciente de la visión m ejorada. P or ejem plo, des­
pués de m irar lejos del opto tip o , una persona puede m irar de nuevo
la C de tam año m ás grande y el erro r de refracción puede rebajarse o
corregirse du ran te una fracción de segundo, com o se ha dem ostrado
m ediante el retinoscopio. C on todo, tal vez no sea consciente de la
m ejora de la visión. Sin em bargo, im aginando que se ve m ejor la C
grande es posible prolongar el grado de relajación lo suficiente com o
para verla.
C uando el balanceo, m ental o visual, es eficaz, una persona p u e ­
de llegar a tener conciencia de una sensación de relajación que se m a­
nifiesta com o una sensación de oscilación universal. Esta sensación se
transm ite a to d o objeto del que una persona es consciente. Es posible
im aginar el m ovim iento en cualquier parte del cuerpo a la que se d i­
rija la atención. Puede transferirse a la silla en la que u na persona está
sentada o a un objeto de la estancia o de cualquier o tro sitio que se re­
cuerde. El edificio, la ciudad, todo el m u n d o puede parecer que osci­
la. C uando una persona tom a conciencia de este balanceo universal,
pierde la m em oria del objeto con el que la oscilación arrancó, pero
d u ran te todo el tiem po que es capaz de m antener el m ovim iento en
una dirección contraria al m ovim iento original de los ojos o al m ovi­
m iento im aginado p o r la m ente, se m antiene la relajación. Sin e m ­
bargo, si se cam bia la dirección, sobreviene la tensión. Im aginar el
balanceo universal con los ojos cerrados es fácil, y algunas personas
consiguen hacerlo enseguida con los ojos abiertos. M ás tarde la sen­
sación de relajación que acom paña al balanceo puede producirse sin
conciencia de la letra, pero el balanceo puede producirse siem pre
cuando una persona piensa en él.
El balanceo sólo puede fallar p o r una causa, y esa causa es la ten ­
sión. Algunas personas intentan con esfuerzo que las letras oscilen.
Tales esfuerzos fracasan siem pre. Los ojos y la m en te no hacen osci­
lar las letras; se balancean p o r sí m ism as. El ojo p u ed e deslizarse vo­
luntariam ente. Éste es un acto m uscular resultante de un im pulso
m otriz. Pero el balanceo viene espontáneam ente cu an d o el m ovi­
m iento es norm al. No produce relajación, pero es u n a prueba de él;
aunque no tiene valor en si m ism o es, com o el p u n to , m uy valioso
com o indicación de que se m antiene la relajación.
Los siguientes m étodos de m ovim iento han resultado útiles en
varios casos:

N° 1

a) M irar u na letra de un optotipo.


b) Deslizarse a u n a letra de la m ism a línea lo suficientem ente le­
jos com o para q ue la prim era se vea peor.
c) Volver a m irar la p rim era y ver peor la segunda.

103
d) M irar alternativam ente las letras d u ra n te algunos segundos,
viendo peor la que no se m ira.

En caso de éxito, am bas letras m ejoran y parecen m overse de lado


a lado en u na dirección opuesta al m ovim iento del ojo.

N° 2
a) M irar u na letra de tam año grande.
b) M irar una de tam año pequeño a larga distancia de la grande.
Entonces, ésta se ve peor.
c) M irar atrás y verla m ejor.
d) R epetir m edia docena de veces.

Si hay éxito, am bas letras m ejoran, y el o p to tip o parece moverse


arriba y abajo.

N°3
El deslizam iento según los m étodos indicados capacita a u na persona
para ver una letra en u na línea m ejor que las o tras letras, y, p o r lo ge­
neral, para distinguirla a ráfagas. Para ver co n tin u am en te la letra es
necesario ser capaz de deslizarse de la parte su p erio r a la inferior y de
ésta a aquélla, viendo peor la parte que no se m ira directam ente, y
p roduciendo la ilusión de un balanceo vertical.

a) M irar un punto q ue se encuentre encim a d e la parte superior


de la letra y lo suficientem ente alejado com o p ara que se vea peor la
parte inferior o toda la letra.
b) M irar un p u n to que se encuentre debajo d e la parte inferior de
la letra y lo suficientem ente alejado com o para q u e se vea peor la par
te superior o toda la letra.
c) Repetir m edia docena de veces.

104
En caso de éxito, la letra parecerá m overse arriba y abajo, y la vi­
sión m ejorará. Entonces se puede acortar el m ovim iento hasta que
sea posible m overse entre la parte superior y la inferior de la letra y
m antener el balanceo. Si el m étodo falla, descansar los ojos, «pal
m ear» e in ten tar de nuevo.
Tam bién es posible practicar cam biando de un lado de la letra a
un p u n to que se encuentre m ás allá del o tro lado, o de una esquina
a un p u n to situado m ás allá del otro ángulo.

N° 4
a) M irar u na letra a la distancia a la que se vea m ejor. En caso de
m iopía, esto será de cerca, a unos treinta cen tím etro s o m enos del
rostro. Deslizarse de la parte superior a la inferior hasta ser capaces de
ver peor alternativam ente cada una, cuando la letra parezca m ás ne­
gra que antes y se produzca una ilusión de balanceo.
b) C errar los ojos y deslizarse m entalm ente de la parte superior
de la letra a la inferior.
c) M irar con los ojos abiertos una pared e n blanco y repetir b).
C o m p arar la habilidad para deslizar y oscilar m entalm ente, con la
habilidad para hacer lo m ism o de cerca de form a visual.
d) Entonces m irar la letra a distancia y deslizarse de la parte su­
perior a la inferior. En caso de éxito, la letra m ejorará y se producirá
una ilusión de balanceo.

N°5
Algunas personas, en particular los niños, son capaces de ver m ejor
cuando alguien apunta a las letras. En otros casos, esto distrae. C u a n ­
do se com prueba que el m étodo de ap u n tar es eficaz se puede proce­
der de la m anera siguiente:

105
a) Q ue alguien coloque la pu n ta del dedo siete o diez centím etros
por debajo de la letra. Q ue la persona que sigue el trata m ien to m ire la
letra y se deslice a la p u n ta del dedo, con lo que verá peor la letra.
b) R educir la distancia en tre el dedo y la letra; prim ero a cinco o
siete centím etros, después a cinco o dos y m edio, y finalm ente a uno
y m edio, procediendo cada vez com o en a).

En caso de éxito, la persona conseguirá m irar d e la parte superior


de la letra a la inferior, viendo peor cada una alternativam ente, y p ro ­
duciendo la ilusión de oscilación. Entonces será posible ver conti­
n uam ente la letra.

N°6

C uando la visión es im perfecta sucede con frecuencia que si una p er­


sona m ira una letra pequeña, algunas de las letras m ayores de las lí­
neas superiores o la C de tam año grande que se encuentra arriba del
todo parecen más negras que la letra que se m ira. Esto im pide ver per­
fectam ente las letras m ás pequeñas. Para corregir esta fijación excén­
trica, m ira la letra que ves m ejor y deslízate a la letra m ás pequeña. Si
tienes éxito, la letra pequeña, después de unos pocos instantes, pare­
cerá m ás negra que la mayor. Si no tienes éxito después de algunos in ­
tentos, descansa los ojos cerrándolos y «palm eando», e inténtalo de
nuevo. Tam bién cabe deslizarse desde la letra grande hasta u n punto
algo distante debajo de la letra pequeña, aproxim ándose gradualm en­
te a la letra a m edida que la visión mejora.

N° 7

El cam biar de un op to tip o de noventa centím etros a m etro y m edio a


o tro de tres o seis m etros resulta a veces provechoso, al igual q ue la
m em oria inconsciente de la letra vista de cerca ayuda a resaltar la que
está a distancia.

106
Personas distintas en contrarán m ás o m enos satisfactorios estos
diversos m étodos de m ovim iento. Si un m éto d o no resulta, habrá
que abandonarlo tras u n o o dos ensayos e in ten tar algo distinto. Es
una equivocación co n tin u ar la práctica de un m éto d o que n o obtiene
p ro n to resultados. La causa del fracaso es la tensión, y prolongarla no
es bueno.
C u an d o no es posible practicar con un o p to tip o , pueden utilizar­
se otro s objetos. Se puede pasar, p o r ejem plo, d e una ventana de un
edificio distante a otra, de una parte de u na ven tan a a otra de la m is­
m a ventana, de un coche a o tro o de una parte de un coche a otra,
produciendo en cada caso la ilusión de que los objetos se m ueven en
una dirección co n traria al m ovim iento del ojo. C u an d o se habla con
gente, se puede cam biar de una persona a otra o de una parte de la
cara a otra. C uando leem os el periódico o un libro se pu ed e pasar
conscientem ente de una palabra o letra a otra, o d e u na parte de una
letra a otra.
El deslizam iento y la oscilación, en cu an to q u e dan a la persona
un quehacer definido, son con frecuencia m ás eficaces que otros m é­
todos para conseguir la relajación, y en algunos casos se h an logrado
resultados notables m ediante el sim ple procedim iento de m ostrar a
una persona que el fijar la vista dism inuye la visión y que el desplaza­
m iento la m ejora. Una paciente mía, u na m uchacha de dieciséis años
con m iopía progresiva, consiguió m uy p ro n to alivio m ediante el des­
lizam iento. C uando vino a m i consulta usaba un par de cristales tin ­
tados de am arillo pálido, con som bras a los lados. A pesar de esta
protección, la luz le causaba tal m olestia que sus o jos estaban casi ce­
rrados y tenía gran dificultad para avanzar p o r la sala. Su visión sin
lentes era de 3/200. Le habían prohibido leer, no le perm itían tocar el
piano, y se había visto obligada a ab andonar la idea de ir al colegio.
Su sensibilidad a la luz se alivió en unos pocos m inutos m ed ian ­
te un tratam iento solar (descrito en el capitulo 24) sobre sus ojos ce­
rrados. Se le sentó luego ante un optotipo y se le preparó para que
m irara lejos de él, descansara sus ojos y luego m irara a la C de tam a­
ño grande. Su visión había m ejorado d u ran te u n a fracción de según-

107
do y, m ediante dem ostraciones frecuentes, se le hizo co m p ren d er
que todo esfuerzo para ver las letras rebajaba siem pre la visión. A lter­
nando el m ira r lejos y volver luego a las letras d u ra n te una fracción de
segundo, su visión m ejoró con tal rapidez que en el curso de m edia
hora fue casi norm al al ver de lejos.
E ntonces se le dio la tabla de caracteres tipo d iam an te para que
leyera. El in ten to de leerlo en el acto le provocó u n d o lo r intenso. Se
le o rien tó para que hiciera com o en la lectura del o p to tip o , y en p o ­
cos m inutos, alternando el m irar lejos y luego m ira r la p rim era letra
de cada palabra a su vez, consiguió leer sin fatiga, m olestia o dolor.
Salió de la consulta sin sus lentes y era capaz de v er sin dificultad su
cam ino. O tro s pacientes se han beneficiado con la m ism a rapidez,
gracias a este sencillo m étodo.
C a p ít u lo 13

Las ilusiones de la visión

Personas con vista imperfecta tienen siem pre ilusiones de visión, y


o tro tan to les ocurre a personas con visión norm al. Pero m ientras
que las ilusiones de la visión norm al son una prueba de relajación, las
de la visión im perfecta evidencian tensión. Personas con errores de
refracción tienen algunas ilusiones, otras tienen m uchas m ás porque
la tensión que causa el erro r de refracción no es la misma tensión que
es responsable de las ilusiones.
Las ilusiones de la visión im perfecta p ueden relacionarse con el
color, el tam año, la localización y la form a de los objetos m irados.
Pueden incluir apariencias de cosas que en m o d o alguno existen, y
otras varias m anifestaciones curiosas e interesantes.

Ilusiones de color

C uando una persona ve una letra negra y cree q u e es gris, am arilla,


m arrón, azul o verde sufre una ilusión de color. Este fenóm eno difie­
re del daltonism o, l.a persona daltónica es incapaz de diferenciar e n ­
tre colores distintos, generalm ente azul y verde, y su incapacidad para
hacerlo es constante. La persona que sufre u na ilusión de color no ve
de form a constante y uniform e los colores falsos. C u ando m ira un
o ptotipo, las letras negras pueden parecerle grises en un m om ento.

109
pero en o tro pueden parccerle u na som bra de am arillo, azul o m a­
rrón. Algunas personas siem pre ven rojas las letras negras; a otras, se
les antojan rojas sólo en ocasiones. A unque las letras son todas del
m ism o color, algunos pueden ver negras las letras de tam añ o grande
y am arillas o a/ules las pequeñas. Por regla general, las letras grandes
se ven m ás oscuras que las pequeñas, independientem ente del color
que parezcan tener. A m enudo aparecen colores diversos en la misma
letra, pareciendo tal vez negra una parte de ella, y el resto gris o de
cualquier o tro color. M anchas de negro o de co lo r pueden aparecer
en el blanco, y m anchas de blanco o de color en el negro.

Ilusiones de tam año

Letras de tam año grande pueden parecer pequeñas o letras pequeñas,


grandes. U na letra puede parecer de tam añ o norm al m ientras que
o tra del m ism o tam añ o y a la m ism a distancia pu ed e parecer m ayor
o m enor de lo norm al. U na letra puede parecer de tam añ o norm al de
cerca y a distancia, pero sólo de la m itad de tam añ o a m edia d istan ­
cia. C uando una persona es capaz de juzgar el tam añ o de una letra
correctam ente a todas las distancias hasta los seis m etros, su visión es
norm al. Si el tam año le parece diferente a diversas distancias, sufre
una ilusión de tam año. Las estrellas parecen ser p u n to s porque el ojo
no posee visión perfecta para objetos tan distantes. Una vela vista a
ochocientos m etros de distancia parece m ás pequeña que de cerca,
p ero vista a través de u n telescopio que da visión perfecta a distancia,
tendrá el m ism o tam añ o q ue de cerca. C on la visión m ejorada, se in ­
crem enta la capacidad para juzgar el tam año.
La corrección de un erro r de refracción p o r m edio de lentes rara
vez capacita a la persona para juzgar el tam añ o tan correctam ente
com o puede hacerlo el ojo norm al, y la capacidad para hacer esto
puede diferir m uchísim o en personas que tienen el m ism o erro r de
refracción. U na persona con diez dioptrías de m iopía corregida m e­
diante lentes (rara vez) será capaz de juzgar correctam ente acerca del

110
tam año de los objetos. O tra persona con el m ism o grado de m iopía y
los m ism os cristales puede ver cosas sólo con la m itad o un tercio de
su tam año real. Esto indica que los errores de refracción tienen muy
poco que ver con las percepciones incorrectas del tam año.

Ilusiones de forma

Letras redondas pueden parecer cuadradas o triangulares; letras vertica­


les pueden parecer curvadas; letras de form a regular pueden parecer
m uy irregulares; una letra redonda puede dar la im presión de tener un
tablero o una cruz en el centro. En una palabra, puede verse una varie­
dad infinita de formas cambiantes. La ilum inación, la distancia y el en­
torno son factores que influyen en esta form a de visión imperfecta. M u­
chas personas pueden ver correctam ente la forma de una letra cuando
las otras letras están cubiertas, ¡Tero no pueden verla cuando las otras le­
tras están visibles. La indicación de la posición de u na letra m ediante el
puntero puede ayudar a algunas personas a verla. A otras les molesta
tanto el puntero que pierden por com pleto la capacidad de ver la letra.

Ilusiones de número

F recuentem ente personas con visión im perfecta ven im ágenes m últi­


ples, ora con am bos ojos juntos, con cada ojo p o r separado, o sólo
con u n ojo. La m anera en que estas im ágenes m últiples hacen su apa­
rición es a veces m uy curiosa. Por ejem plo, un paciente con presbicia
leía la palabra inglesa HAS norm alm ente con am bos ojos. La palabra
PHONES la leía correctam ente con el ojo izquierdo, pero cuando la
leía con el ojo derecho veía doble la letra P, a u n q u e la im agen im agi­
naria estaba a poca distancia de la izquierda de la real. El ojo izquier­
do, m ientras tenía visión norm al para la palabra PHONES, m u ltip li­
caba el cuerpo de un alfiler cuando este objeto estaba vertical, aunque
la cabeza seguía siendo una, y era m últiple cu an d o la posición se vol­

111
vía horizontal, y entonces el cuerpo seguía siendo uno. C u ando el
p u n to del alfiler estaba colocado debajo de una letra m uy pequeña, a
veces el p u n to se duplicaba m ientras que la letra seguía siendo una.
Ningún error de refracción es responsable de esos fenómenos; son
sólo trucos de la mente. Los m odos en los que se disponen las imáge­
nes m últiples son innum erables. A veces están colocadas verticalm en­
te, a veces de forma horizontal u oblicua y a veces en círculos, triángu­
los, y otras form as geométricas. Su núm ero puede variar tam bién de
dos a tres, cuatro o cinco. Pueden ser estacionarias o cam biar nías o
m enos rápidam ente su posición. M uestran tam bién una variedad infi­
nita de colores, incluyendo un blanco aún m ás blanco que el del fondo.

Ilusiones de localización

Un p u n to que sigue a una letra en el m ism o nivel horizontal que la


parte inferior de ésta puede parecer que cam bia su posición por m e­
dio de una gran variedad de m odos y a cual m ás curioso. Su distancia
de la letra puede variar. Incluso puede aparecer en el otro lado de la
letra. T am bién puede aparecer encim a o debajo d e la línea. Algunas
personas ven letras dispuestas de form a irregular. En el caso de la p a­
labra inglesa AND, por ejem plo, la P puede o c u p a r el lugar de la N, o
la prim era letra puede intercam biar su puesto con la últim a.
Todas estas cosas son ilusiones m entales. Las letras parecen estar
a veces m ás distantes de lo que están en realidad. 1.as letras pequeñas,
a seis m etros de distancia, pueden d ar la apariencia de estar a m ás de
un kilóm etro. Las personas afectadas por ilusiones de distancia pre­
guntan a veces si se ha cam biado la posición del o p to tip o .

Ilusiones de objetos inexistentes

(m an d o el ojo tiene visión im perfecta, la m ente no sólo distorsiona lo


que el ojo ve, sino que im agina que ve cosas q ue no existen. Entre las

112
ilusiones de este tipo están las m áculas Untantes que aparecen con
tanta frecuencia delante de los ojos cuando la visión es im perfecta e
incluso cuando de ord in ario es buena. Se conoce científicam ente a
estas m áculas com o muscac volitantes o «moscas volantes», y aunque
no tienen im portancia real, pues no son síntom a de nada salvo de fa­
tiga m ental, han atraído m ucho la atención y suelen alarm ar tan to a
la gente que m erecerán una extensa consideración en el capitulo I1).

Ilusiones de colores complementarios

C uando la visión es im perfecta, una persona, al retirar la vista de un


objeto negro, blanco o de color brillante y cerrar sus ojos, im agina a
veces d u ran te unos segundos que ve el objeto •en un color com ple­
m entario o aproxim adam ente com plem entario. Si el objeto es negro
sobre fondo blanco, se verá el objeto blanco sobre fondo negro. Si el
objeto es rojo puede que se le vea com o azul; y si es azul tal vez p a­
rezca ser rojo. lisas ilusiones, conocidas com o im ágenes consecutivas,
tam bién pueden verse, au nque esto es m enos c o m ú n , con los ojos
abiertos, sobre un fondo que el sujeto suele m irar, y son a veces tan
vividas que parecen reales.

Ilusiones del color del sol

Las personas con visión norm al ven el sol blanco, el blanco m ás blan­
co que existe, pero cuando la visión es im perfecta, el sol puede pare­
cer casi de cualquier color del espectro: rojo, verde, p ú rp u ra, am ari­
llo, etc. De hecho, personas con visión im perfecta han llegado incluso
a describirlo com o totalm ente negro. De o rd in ario , el sol poniente
suele parecer rojo, debido a las condiciones atm osféricas, pero en
m uchos casos esas condiciones no son suficientes para cam biar el co­
lor, y m ientras sigue pareciendo rojo a personas con visión im perfec­
ta, es blanco para personas con visión norm al. C u an d o la rojez de un

113
sol rojo es una ilusión y no se debe a las condiciones atm osféricas, la
im agen del sol en el vidrio esm erilado de una cám ara será blanco, no
rojo, y los rayos enfocados con un espejo ustorio tam bién serán blan­
cos. Esto tam bién es aplicable en el caso de una luna roja.

Puntos ciegos tras m irar al sol

Después de m irar al sol, la inm ensa m ayoría de las personas ven m an­
chas negras o de color que pueden d u rar desde u n o s pocos m inutos
hasta un año o más, pero nunca son perm anentes. T am bién esos
p u n tos son ilusiones, y no se deben, com o se suele su p o n er, a cam bio
orgánico alguno en el ojo. Incluso la ceguera total que se produce
tem poralm ente a veces tras m irar al sol es sólo la talsa im presión o cu­
lar de un fenóm eno sensitivo.

Ilusiones de estrellas titilantes

La idea de que las estrellas titilan ha pasado a fo rm a r p arte de las le­


yendas y de la literatura, y se acepta generalm ente c o m o parte del o r­
den natural de las cosas, pero es posible d em o strar q u e el supuesto ti­
tilar es una pura ilusión de la m ente.

La causa de las ilusiones de visión imperfecta

Todas las ilusiones de una visión im perfecta son el resultado de la fa­


tiga m ental. C u ando la m ente está m olesta p o r alguna razón, es m uy
probable que ocurran ilusiones de todo tipo. Esta fatiga no sólo es d i­
ferente del cansancio que produce el error de refracción, sino que es
posible d em o strar que para cada u na de esas ilusiones hay un tipo d i­
ferente de fatiga. Las alteraciones de color no afectan necesariam ente
al tam año o form a de los objetos o producen cualquier otra ilusión; y

114
es posible ver perfectam ente el color de una letra o de una parte de
una letra sin reconocer cuál es ésta. Para cam biar letras negras al azul,
am arillo u o tro color se precisa una fatiga subconsciente para recor­
dar o im aginar los colores en cuestión, m ientras que para alterar la
form a se requiere una tensión subconsciente para ver la form a en
cuestión. C on un poco de práctica, cualquiera puede aprender a p ro ­
d ucir ilusiones de form a y de color tensándose conscientem ente igual
que se tensa inconscientem ente; y cualesquiera q u e fueren las ilusio­
nes producidas de este m odo, se com probará q ue tam bién se han
producido la fijación excéntrica y un error de refracción.
La tensión que produce poliopía es diferente, a su vez, d e la ten ­
sión que produce ilusiones de color, tam año y form a. Tras unos p o ­
cos ensayos, la m ayoría de la gente aprende a p ro d u c ir poliopía a vo­
luntad. Fijando la vista o torciendo los ojos, si la tensión es lo
suficientem ente grande, se suele conseguir ver doble. M irando enci­
m a de una luz o de una letra e inten tan d o verla tan bien com o se la
veía al m irarla directam ente, es posible p ro d u cir u na ilusión de algu­
nas luces o letras dispuestas verticalm ente. Si la tensión es suficiente­
m ente grande, puede haber hasta u na docena d e ellas. M irando al
lado de la luz o de la letra o m iran d o lejos de form a oblicua o hacia
cualquier ángulo, las im ágenes pueden ordenarse horizontalm ente o
de form a oblicua hacia cualquier ángulo.
Para ver objetos en la ubicación errónea, co m o cuando la p rim e­
ra letra de u na palabra ocupa el lugar de la últim a, se requiere un in ­
genio de fijación excéntrica y una educación de la im aginación que es
inusual.
Los puntos negros o de color que se ven tras m irar al sol, y los co ­
lores extraños que el sol parece ad o p tar a veces, tam bién son el resul­
tado de la tensión m ental. C uando uno llega a ser capaz de m irar al
sol sin tensión (véase capítulo 24), estos fenóm enos desaparecen de
inm ediato.
Las im ágenes consecutivas se han atribuido a fatiga de la retina.
Se opina que ésta ha sido tan sobreestim ulada p o r un determ inado
color que no puede percibirlo p o r m ás tiem po y q u e, p o r consiguien­

115
te, busca alivio en el tinte com plem entario a este color. Si se cansa
m irando, p o r ejem plo, la C de tam año grande en u n optotipo, se su­
pone que buscará alivio viendo la C blanca. Esta explicación del fe­
nóm eno es m uy ingeniosa, pero escasam ente plausible. I.os ojos no
pueden ver cuando están cerrados, y si dan la im presión de ver en ta­
les condiciones, es obvio que el sujeto sufre una ilusión m ental con la
que la retina no tiene nada que ver. Tam poco pueden ver lo que no
existe, y si dan la im presión de ver una C blanca e n una pared verde
donde no hay tal objeto, es obvio que la persona sufre una ilusión
m ental. La im agen consecutiva, de hecho, indica sim plem ente una
pérdida de control m ental, y tiene lugar cuando hay un erro r de re­
fracción, porque esta condición tam bién se debe a la pérdida de co n ­
trol m ental. C ualquiera puede producir a voluntad una im agen co n ­
secutiva intentando ver la C grande bajo una tensión, pero uno puede
m irarla indefinidam ente con fijación central sin n in g u n o de esos re­
sultados.
El que una persona con visión im perfecta tenga la sensación de
ver titilar a las estrellas no quiere decir que éstas titilen. En conse­
cuencia, es evidente que la tensión que es causa del titilar difiere de la
que da origen al erro r de refracción. Si uno puede m irar u na estrella
sin intentar verla, ésta no titila, y cuando la ilusión de titilar se ha p ro ­
ducido, uno puede pararla, por lo general, «balanceando» la estrella.
Por otro lado, se puede hacer que los planetas o incluso la luna titilen
si nos esforzam os suficientem ente para verlos.

Ilusiones de visión normal

Las ilusiones de visión norm al incluyen todos los fenóm enos de fija­
ción central. C uando el ojo con visión norm al m ira una letra de un
o p to tip o ve de form a óptim a el p u n to fijado, y to d o lo restante del
cam po de visión aparece con m en o r definición. D e hecho, todas las
letras pueden ser perfectam ente negras y distintas, y la im presión de
que una letra es m ás negra que las otras o de que u n a parte de u na le­

116
tra es m ás negra que el resto es una ilusión. C o n todo, el ojo norm al
puede deslizarse con tal rapidez que parece que él ve sim ultáneam en­
te toda una línea de letras pequeñas. Por supuesto que no existe tal
imagen en la retina. El oio ha visto por separado cada letra, y se ha de­
m ostrado en el capítulo anterior que si se ven las letras a una d istan­
cia de unos cuatro o seis m etros, seria im posible reconocerlas a no ser
que se hicieran unos cuatro deslizam ientos en cada letra. Para p ro ­
ducir la im presión de u na im agen sim ultánea de catorce letras, ha
habido que producir en la retina unas sesenta o setenta imágenes,
cada una con algún p u n to distinto del resto. Así se com prende que la
idea de que las letras parezcan todas iguales y se vean sim ultánea­
m ente es una ilusión.
l eñem os aquí dos tipos de ilusión diferentes. En el prim er caso,
la im presión fijada sobre el cerebro está de acuerdo con la im agen
que hay en la retina, pero no está de acuerdo c o n la realidad. En el se­
gundo caso, la im presión m ental está de acuerdo con la realidad, pero
no con la im agen que hay en la retina.
De ordinario, el ojo norm al ve el fondo de u na letra más blanco
de lo que es en realidad. Al m irar las letras de u n op to tip o ve estrías
blancas en los m árgenes de las letras, y al leer letra m enuda ve entre
líneas y letras, y en las aberturas de las letras, u n blanco más intenso
de lo que es en realidad. Las personas que no pueden leer letra m e­
n uda tal vez vean esta ilusión, pero m enos claram ente. C uanto m ayor
es la claridad con la que se ve esto, m ejor es la visión, y si esto se p ue­
de im aginar conscientem ente — podem os im aginárnoslo cuando la
visión es norm al— la visión m ejora. Si las líneas de letra m enuda es­
tán cubiertas, entonces desaparecen las estrías interm edias. C uando
el ojo con visión norm al ve las letras a través de una lente de a u m e n ­
to, la ilusión no se destruye, pero la intensidad del blanco y negro
m engua. Con visión im perfecta, la ilusión p u ed e au m en tar en alguna
m edida p o r este m edio, pero seguirá siendo m enos intensa que el
blanco y el negro vistos por el ojo norm al.
Las ilusiones de m ovim iento producidas p o r el m ovim iento del
ojo y descritas con detalle en el capítulo an terio r deben ser c o m p u ta­

117
das tam bién en tre las ilusiones de la vista norm al, y otro tan to hay
que decir de la percepción de objetos en una posición vertical. Esta
últim a es la m ás curiosa de todas las ilusiones. Independientem ente
de la posición de la cabeza y no obstante el hecho d e que la im agen en
la retina está invertida, nosotros siem pre vem os las cosas en posición
vertical.
C a p ít u lo 1 4

Visión en condiciones adversas

Según las ideas aceptadas sobre higiene ocular, es im portante p ro te­


ger los ojos de una gran variedad de influencias que a veces resulta
m uy difícil evitar y a las que la m ayoría de la gente se resigna con la
perturbadora sensación de que con ellas «están arru in an d o su visión
ocular». Las luces intensas, la luz artificial, las luces tenues, las fluc­
tuaciones repentinas de la luz, la letra m enuda, leer en vehículos en
m ovim iento, leer tum bados, etc., se han considerado d u ran te m ucho
tiem po «malas condiciones para los ojos», y se h a n publicado m uchí­
sim os libros sobre sus efectos supuestam ente m olestos.
Estas ideas se oponen por com pleto a la verdad. C uando se usan
adecuadam ente los ojos, la visión en condiciones adversas no sólo no
los daña, sino que los beneficia, porque se requiere u n m ayor grado
de relajación para ver en esas condiciones que en otras m ás favora­
bles. Es verdad que las condiciones en cuestión pueden causar m oles­
tias en un prim er m om ento, incluso a personas con visión norm al,
pero un estudio cuidadoso de los hechos ha dem ostrado que sólo
personas con visión im perfecta las padecen en grado notable, y que
tales personas, si practican la fijación central, se h ab itú an con rapidez
y obtienen gran beneficio de ellas.
A unque los ojos se hicieron para reaccionar a la luz, tanto los
profesionales de la m edicina com o los legos alim entan el tem or al
efecto de este elem ento sobre los órganos de la visión. Tom am os p re­

119
cauciones extraordinarias en nuestras casas, oficinas y escuelas para
atem perar la luz, tanto natural com o artificial, y para conseguir que
no dé directam ente en los ojos. Se utilizan de o rd in ario cristales a h u ­
m ados o ám bar, viseras y som breros provistos de visera para proteger
los órganos d e visión de lo que se considera un exceso de luz. C u an ­
do se da u na enferm edad real, no es infrecuente m an ten e r a la perso­
na afectada, durante sem anas, meses y años, en dependencias oscuras
o con los ojos vendados.
Los argum entos en los que se ha basado este te m o r a la luz son de
lo m ás débil. Sin duda, es innegable que tales fuentes brillantes de luz
producen, a veces, síntom as fugazm ente desagradables, pero en lo to ­
cante a efectos patológicos definidos o daños p erm anentes derivados
sólo de la exposición a la luz jam ás he encontrado n in g ú n aspecto ne­
gativo en el plano clínico ni en el experim ental. M i experiencia me
dice que la luz fuerte jam ás ha sido dañina de m o d o perm anente.
No es la luz, sino la oscuridad, el agente peligroso para el ojo.
Una exclusión prolongada de la luz dism inuye siem pre la visión y
puede producir graves condiciones inflam atorias. El tem o r universal
a leer o hacer trabajos delicados con una luz ten u e es, sin em bargo,
infundado. M ientras la luz sea lo suficientem ente fuerte com o para
que u n o pueda ver sin m olestias, esa práctica es inocua y puede re­
sultar beneficiosa.
Se supone que los contrastes repentinos de luz son especialm en­
te nocivos para los ojos, pero yo no he en co n trad o evidencia alguna
para sustentar tal teoría. Indudablem ente, las fluctuaciones repenti­
nas de luz causan m olestias a m uchas personas, pero, lejos de ser le­
sivas, han resultado beneficiosas en todos los casos que he observado.
Personas con visión im perfecta sufren grandes incom odidades a c o n ­
secuencia de los cam bios en la intensidad de la luz, pero la visión dis­
m inuida es siem pre pasajera, y si se exponen persistentem ente los
ojos a estas condiciones, la vista se beneficia.
Prácticas tales com o leer alternativam ente c o n una luz p o ten te y
con una luz tenue o pasar de u n a estancia oscura a otra con fuerte ilu­
m inación o viceversa son recom endables. Incluso fluctuaciones de

120
luz tan violentas com o las q ue se d an al ver una película, a la larga re­
sultan beneficiosas para todos los ojos. Siem pre aconsejo a personas
con visión defectuosa q ue vayan con frecuencia al cine y que practi­
quen la fijación central. Se habitúan enseguida a la luz oscilante, y
luego cualquier otra luz o reflejos les causan m enos incom odidad.
Se supone que el leer es uno de los males necesarios de la civiliza­
ción, pero se piensa que evitando la letra m enuda y teniendo cuidado
de leer sólo en determ inadas condiciones favorables, se pueden m ini­
m izar sus efectos dañinos. Se han llevado a cabo profundas investiga­
ciones sobre el efecto de diversos tipos de letra en la visión ocular de es­
colares y se han extraído norm as detalladas en cuanto al tam año del
tipo de letra, su som breado, distancia de las letras entre sí, longitud de
la línea, etc. Es posible que los niños se aburran con libros im presos en
un tipo de letra excesivamente pequeño, pero jam ás he visto razón para
suponer que tal tipo de letra dañara sus ojos o los d e cualquier otra p er­
sona. Al contrario, la lectura de la letra m enuda, cuando es posible ha­
cerla sin molestias, se ha dem ostrado siem pre beneficiosa, y cuanto m ás
tenue es la luz en la que se puede leer esa letra m enuda y más cerca de
los ojos se pueda tener, m ayor es el beneficio. C on esta medida se han
aliviado, en unos pocos m inutos o de repente, fuertes dolores de ojos.
La razón de esto es que no cabe leer con u n a luz tenue o con el
texto pegado a los ojos a no ser que éstos se en cu en tren relajados,
m ientras que se puede leer en una luz buena o a distancia un tipo de
letra grande, aunque los ojos estén en tensión. C uando se puede leer le­
tra m enuda en condiciones adversas, m ejora am pliam ente la lectura
de la letra corriente en condiciones ordinarias. Con m iopía, puede
ser beneficioso esforzarse para ver letra m enuda p o rq u e la m iopía se
reduce siem pre cuando hay una tensión para ver objetos cercanos, y
esto ha contrarrestado a veces la tendencia a esforzarse al ver objetos
distantes, lo q u e se asocia con la aparición de la m iopía. Incluso el es­
forzarse para ver letra tan m enuda q ue no es posible leer resulta be­
neficioso para algunos miopes.
A las personas que desean preservar su visión ocular se les reco­
m ienda con frecuencia q ue no lean en vehículos en m ovim iento,

121
pero dado q ue las condiciones de la vida m oderna hacen que m uchas
personas pasen una gran parte de su tiem po en vehículos en m ovi­
m iento, y q ue m uchas de ellas no tienen o tro tiem po para leer, es
inútil esperar que nunca desatiendan tal recom endación. A fortuna­
dam ente, la teoría de su efecto perjudicial no es sustentada por los
hechos. C u an d o el objeto m irado se m ueve con m ayor o m en o r rap i­
dez. al principio siem pre se produce tensión y caída de la visión, pero
esto es pasajero, y la práctica term ina por m ejorar la visión.
P robablem ente no hay hábito visual contra el q u e se nos haya ad­
vertido de form a m ás persistente que el de leer en postura yacente.
M uchas razones plausibles se han aducido para fu n d a m e n tar su su­
puesta nocividad, pero es tan deliciosa la práctica q ue probablem en­
te poca gente habrá desistido de ella por tem or a las consecuencias. Es
gratificante, p o r tanto, estar en condiciones de afirm ar que, según mi
experiencia, leer en postura yacente es m ás beneficioso que dañino.
C om o con el uso de los ojos en otras condiciones, es buena cosa ser
capaz de leer tum bado, y la capacidad para hacerlo m ejora con la
práctica. En posición erecta, con una buena luz proveniente de la iz­
quierda, se puede leer con los ojos cargados de un considerable grado
de tensión, pero en una postura yacente, con la luz y el ángulo de la
página enfocados hacia el ojo desfavorable, no es posible leer si no se
está relajado. C ualquiera que pueda leer sin m olestias en postura ya­
cente, probablem ente no tendrá dificultad alguna para leer en cir­
cunstancias ordinarias.
El hecho es que la visión en condiciones difíciles es un buen en ­
trenam iento m ental. Es posible que al principio las circunstancias
desfavorables m olesten a la m ente, pero u na vez q ue ésta se haya ha­
bituado a tales en tornos m ejora el control m ental y, com o conse­
cuencia, la visión ocular. Advertir contra el uso de los ojos en condi­
ciones desfavorables es com o decir a una persona que ha estado en
cama d u ra n te algunas sem anas y que tiene dificultades para cam inar
que se abstenga de hacer tal ejercicio. Sin duda, hay que echar m ano
de la discreción en am bos casos. El convaleciente no debe intentar a
las prim eras de cam bio co rrer un m aratón, ni la persona con visión

122
defectuosa in ten tar sin alguna preparación fijar la vista en el sol a m e­
diodía. Pero así com o el inválido puede au m en ta r gradualm ente su
condición física hasta el p u n to de poder afro n tar una carrera de m a­
ratón, de la misma forma el ojo con visión defectuosa puede ser educa­
do hasta que todas las norm as a las que nos hem o s som etido durante
tan largo tiem po en nom bre de la «higiene ocular» sean transgredidas
no sólo de form a im pune, sino beneficiosa.

L , m.io>nu J e lo* que a c r íb e n tofcrv ■«u lm . ■Incu p á r e te * <v in a r


que se Hj «tocho l i utom u p d a lq a lo h tc lo» problem a* J e r d r o e o u i
ldesviación de l o o n d ú itimirvttut cu and o enlran e n ri ojo* y wxi.ni
f j f tcocúu. I» u lu m j palabra icn¿a» m u? d cpn m cn ic F.n rv jrv io »
dio», c t u io d i» la» p c n m u i m iren alguna t u m i de error J e retrac­
ción Pero w no» d ice qu e para m » enferm edades. qu e no «ilo «on
inconveTVxnccc tin o 4 0 c. con frecuencia. rendían fallían te* y porxro-
u i . 00 hay cura, e o c v « tc ni 10 fu liallv o q u e aquellos artúuuio* ópu-
co» conocído» com o CenK*. > qu e. en ton « 'n d icio n e s d e v id a m oder
n a v n o e u K c n pnacrKam rnie m e d id » prcvcnin-a»

Muestra de tipo de 4 puntos y m edio

P a g . 12 Pág. 13 Pág. 14 Pág. 15

Reducción fotográfica de tipo


C a p ít u lo 15

Optimos y pésimos

En casi todos los casos de visión im perfecta debida a errores de re­


fracción hay algún objeto u objetos que se pueden m irar con visión
norm al. A tales objetos yo los llam o «óptimos». P or otro lado, hay al­
gún objeto u objetos que personas con ojos norm ales y con visión o r­
dinariam ente norm al ven siem pre im perfectam ente, produciéndose
un erro r de refracción cuando los m iran, com o se dem uestra con el
retinoscopio. A tales objetos los he llam ado «pésimos». Un objeto se
vuelve óptim o o pésim o según el efecto que p ro d u ce en la m ente, y en
algunos casos este efecto es fácilm ente explicable.
Para m uchos niños, el rostro de su m adre es u n óptim o, y la cara
de una persona extraña, un pésim o. U na m odista era capaz siem pre
de enhebrar una aguja del n° 10 con una fina hebra de seda, sin nece­
sidad de usar gafas, aunque tenía que ponérselas para coser botones,
porque no veía sus agujeros. Ella era profesora d e costura y pensaba
que los niños eran estúpidos porque no podían señalar la diferencia
en tre dos som bras de negro. Podía casar colores sin com parar las
m uestras; sin em bargo era incapaz de ver u na línea negra en u na fo­
tocopia de la Biblia que no era m ás fina que una heb ra de seda, ni p o ­
día recordar un p u n to negro. Un em pleado de u n a barrilería, que se
había ocupado d u ran te años de detectar barriles defectuosos cuando
pasaban rápidam ente frente a él sobre un plano i nclinado, era capaz
de co n tin u ar su trabajo después de que su visión se hubiera vuelto

125
m uy defectuosa para la m ayoría de objetos restantes, m ientras que
personas con una visión m ucho m ejor según el o p to tip o eran inca­
paces de detectar los barriles defectuosos. La fam iliaridad de estos d i­
versos objetos hacía posible que los respectivos sujetos los m iraran
sin tensión, es decir, sin in ten tar verlos. De ahí q u e los barriles fueran
óptim os para el inspector y el ojo de la aguja y los colores de seda y de
telas fueran óptim os para la m odista. Por el co n trario , los objetos no
familiares son siem pre pésim os, com o se indicó e n el capítulo 4.
En otros casos no hay explicación para la idiosincrasia de la m en ­
te que convierte un objeto en un pésim o y o tro en un óptim o. T am ­
bién resulta im posible explicar p o r qué u n objeto puede ser un ó p ti­
m o para un ojo y no para otro, o un ó p tim o en u n m om ento y a una
distancia, y no en otros. Entre esos óptim os inexplicables u n o en ­
cuentra a veces una determ inada letra de un o p to tip o . Un paciente
m ío, por ejem plo, era capaz de ver la letra K en Has líneas cuarenta,
quince y diez, pero no podía ver ninguna de las restantes letras de esas
líneas, au nque la m ayoría de pacientes habría visto alguna de ellas,
p o r la sim plicidad de sus perfiles, m ejor que una letra com o la K.
Los pésim os pueden ser tan llam ativos e inexplicables com o los
óptim os. La letra V es tan sim ple en sus co n to rn o s que m ucha gente
puede verla cuando es incapaz de ver otras en la m ism a línea. Con
todo, algunas personas son incapaces de distinguirla a cualquier dis­
tancia aunque pueden leer otras letras en la m ism a palabra o en la
m ism a línea del optotipo. A su vez, algunas personas serán incapaces
n o sólo de reconocer la letra V en una palabra, sin o tam bién de leer
toda palabra que la contenga, y su pésim o rebaja su visión tanto para
ella com o para otros objetos.
Algunas letras u objetos se convierten en pésim os sólo en deter­
m inadas situaciones. Una letra, p o r ejem plo, pu ed e ser u n pésimo
cuando está situada al final o al principio de una línea o de una frase
y no en otras partes. C uando se llama la atención del paciente sobre
el hecho de que una letra vista en una ubicación debería poder verse
— p o r lógica— tam bién en otras, a veces la letra deja de ser un pési­
m o en cualquier situación.

126
Un pésim o, com o un óptim o, puede desaparecer y volver a apa­
recer m ás tarde. Puede variar a ten o r de la luz y d e la distancia. Un
objeto que es un pésim o en una luz m oderada pu ed e no serlo cuan­
do la luz aum enta o dism inuye. Un pésim o a seis m etros puede no
serlo a dos m etros o a nueve m etros; y con visión norm al en el cam ­
po excéntrico, un objeto que es un pésim o tal vez se pueda ver cuan­
do se le m ira directam ente.
Para la m ayoría de la gente el optotipo es un pésim o. Si usted es ca­
paz de verlo con visión norm al, es capaz de verlo casi todo en el m u n ­
do. Pacientes que no pueden ver las letras en el optotipo, a veces son ca­
paces de ver con visión norm al objetos del m ism o tam añ o y a la misma
distancia. C uando se m iran letras que se ven de form a imperfecta o in­
cluso letras que no se pueden ver de m odo alguno o que una persona
no es consciente de ver, aum enta el error de refracción. Es posible que
una persona m ire un cartón blanco vacío sin error de refracción algu­
no, pero si m ira a la parte baja de un optotipo que le parece ser tan va­
cío com o el cartón vacío, se podrá dem ostrar siem pre un error de re­
fracción, y si se cubren las letras visibles del cartón se obtendrá el
m ism o resultado. En una palabra, el pésim o pueden ser letras u objetos
que la persona no es consciente de ver. Este fenóm eno es m uy com ún.
Ver el optotipo en el cam po excéntrico pu ed e ten er el efecto de
d ism inuir la visión hacia el p u n to m irado directam ente. Por ejemplo,
una persona puede m irar a distancia un área del papel pintado verde
y ver el color tan bien com o de cerca, pero si se coloca un op to tip o en
el que las letras o se ven im perfectam ente o no se ven de ninguna m a­
nera en la proxim idad del área m irada, el retinoscopio puede indicar
un erro r de refracción. C uando la visión m ejora, el núm ero de letras
del op to tip o que son pésim os dism inuye y el n ú m ero de óptim os au ­
m enta, hasta que todo el op to tip o se convierte en u n óptim o.
U n pésimo, com o un óptim o, es una m anifestación de la mente.
Está algo asociado con el esfuerzo para ver, igual q ue un óptim o es algo
que carece de tal asociación. N o está causado por el erro r de refracción,
pero produce siem pre un error de refracción, y cuando la tensión ha
sido aliviada, deja de ser un pésim o y se convierte en un óptim o.
Capítulo 16

Presbiopía: sus causas y tratamiento

E ntre la gente que vive en condiciones civilizadas, el poder de aco­


m odación del ojo decrece de form a gradual, en la m ayoría de los ca­
sos, hasta q ue a la edad de sesenta o de setenta añ o s parece haberse
perdido p o r com pleto, de form a que una persona pasa a depender
p o r com pleto de sus gafas para ver de cerca. D isponem os de poquísi­
m a inform ación sobre el grado en que esto sucede entre gentes p ri­
mitivas o en personas que viven en condiciones prim itivas. Algunos
oftalm ólogos opinan que el poder de acom odación 110 dism inuye
m ucho; y que, en cualquier caso, en las personas q u e utilizan sus ojos
para ver casi siem pre de cerca decrece m ucho m ás rápidam ente que
en tre agricultores, m arineros y gente que los usa casi siem pre para ver
de lejos. O tros o pinan todo lo contrario.
Es un hecho, sin em bargo, que personas que no pueden leer, in ­
dependientem ente de su edad, m anifestarán una fal ta de visión de cer­
ca si se les pide que m iren caracteres im presos, au nque su visión para
ver de cerca objetos familiares pueda ser perfecta. El que tales perso­
nas, a la edad de cuarenta y cinco o cincuenta años, no puedan dife
renciar entre caracteres no perm ite concluir que su poder de acom o­
dación ha decrecido. U n joven analfabeto no saldría m ejor parado, y
un joven universitario capaz de leer de cerca, sin dificultad, caracteres
rom anos, desarrolla siem pre síntom as de visión im perfecta cuando
intenta leer por prim era vez caracteres ingleses, griegos o chinos.

129
C u an d o el poder de acom odación ha decrecido hasta el p u n to en
el que leer y escribir resulta difícil, se dice que la persona tiene pres-
biopía o, popularm ente, presbicia. De ordinario, ta n to el vulgo com o
el m un d o científico piensan que esa situación es u n o de los inconve­
nientes inevitables de la edad m adura.
A m enudo, el declive del poder de acom odación con u na edad
avanzada se atribuye al endurecim iento del cristalino, influencia que
se vería aum entada en los años de m adurez m ediante un achata-
m iento de este cuerpo y un descenso de su estatus refractivo, ju n to
con el debilitam iento o atrofia del m úsculo ciliar. T an regular es el
declive, en la m ayoría de los casos, que se han com pilado tablas que
m uestran la visión de cerca correspondiente a las diversas edades. De
esa situación se dice que se pueden prescribir lentes casi sin exam inar
la visión de una persona, o, a la inversa, que es posible calcular la
edad de u na persona, con un error m áxim o de u n o o dos años, te ­
niendo en cuenta sus cristales.
Según los núm eros poco optim istas de u na d e esas tablas, hay que
esperar que uno, a los treinta años, haya perdido no m enos de la m i­
tad del poder de acom odación, que se habría reducido a un tercio a
los cuarenta años y sería prácticam ente inexistente a los sesenta.
Sin em bargo, hay m ucha gente que no encaja en ese cuadro. M u ­
chas personas de cuarenta años pueden leer letra m enuda a diez cen­
tím etros, aunque, según las tablas, deberían h ab e r perdido tal poder
poco después de haber cum plido los veinte años de edad. Peor aún:
hay personas que se niegan a hacerse presbíopes. Oliver W endell
H olm es m enciona uno de esos casos en T heA utocrat o f the Breakfast
Table.
«Vive actualm ente en el Estado de N ueva York», dice, «un ancia­
no caballero que, al percatarse de que su vista com enzaba a fallar, se
lanzó de inm ediato a ejercitarla en la letra m en u d a y, de ese m odo,
intim idó a la naturaleza para que no com etiera su habitual locura de
tom arse libertades m ás o m enos a los cuarenta y cinco. Y este caba­
llero m ayor realiza ahora con su plum a las proezas m ás extraordina­
rias, m ostrando que sus ojos deben de ser un par d e m icroscopios. Yo

130
debería ten er m iedo de decir cuánto escribe en la circunferencia de
m edio centavo, sean salmos o evangelios, o salm os y evangelios, si no
fuese porque considero esto m uy positivo.»
Existen tam bién personas que recuperan su visión de cerca des­
pués de haberla perdido durante diez, quince o m ás años, y hay p er­
sonas que, siendo presbíopes para algunos objetos, tienen visión
perfecta para otros. M uchos sastres, p o r ejem plo, son capaces de e n ­
hebrar una aguja sin gafas, y se puede d em ostrar con el retinoscopio
que enfocan con precisión sus ojos sobre tales objetos, y, sin em bar­
go, no son capaces de leer o de escribir sin lentes.
Q ue yo sepa, nadie, salvo yo m ism o, ha observado jam ás la últi­
m a clase de casos m encionada, pero los otros resultan conocidos para
todo oftalm ólogo con alguna experiencia. Se oye hablar de ellos en
los congresos de las sociedades oftalm ológicas, vienen incluso en las
revistas m édicas. Sin em bargo, es tal la fuerza de la autoridad, que
cuando se trata de escribir libros se ignoran los hechos o se les justifi­
ca; y la m ayoría de los tratados nuevos que se publican repiten la vie­
ja superstición de que la presbiopía es «el resultado norm al de una
edad avanzada». 1.a m ano m uerta de la ciencia germ ánica oprim e aún
nuestras inteligencias e im pide que dem os fe a la evidencia m ás pal­
m aria de nuestros sentidos. La oftalm ología g erm ana sigue sacraliza-
da, y no se adm iten hechos que la desacrediten.
A fortunadam ente para aquellos que se sienten llam ados a defen­
der las viejas teorías, la m iopía retrasa la llegada d e la presbiopía, y
una dism inución en el tam añ o de la pupila, que tiene lugar a veces en
la vejez, tiene algún efecto en cuanto a facilitar la visión de cerca. Por
consiguiente, es fácil desem barazarse de los m encionados casos de
personas que leen sin gafas con cincuenta o cincuenta y cinco años de
edad asum iendo que esos individuos deben de ser m iopes o que sus
pupilas son inusualm ente pequeñas. Si se observa a fondo el caso, es
posible que no sea tan sencillo, pues quizás se llegue a descubrir que
la persona, lejos de ser m iope, es hiperm étrope o em étrope, y que la
pupila es de tam añ o norm al. C on estos casos no h ay nada que hacer,
salvo ignorarlos.

131
T am bién se ha responsabilizado a los cam bios anorm ales en la
form a del cristalino de la conservación de la visión de cerca m ás ta r­
de de la edad prescrita o de su recuperación tras haberla perdido; la
hinchazón del cristalino en u na catarata incipiente proporciona una
explicación m uy conveniente y plausible para la últim a clase de casos.
Un la presbiopía prem atura se ha asum ido «esclerosis acelerada» del
cristalino y debilitam iento del m úsculo ciliar; y si se observan casos
com o el de costureras capaces de enhebrar sus agujas cuando ya no
pueden leer el periódico, sin duda que se les en co n trará alguna expli­
cación com patible con el p u n to de vista germ ánico.
La verdad acerca de la presbiopía es que no es «un resultado n o r­
mal de la edad avanzada», puesto que cabe la posibilidad de preve­
nirla y eliminarla. No es causada por un endurecim iento del cristalino,
sino p o r un esfuerzo para ver de cerca. N o está relacionada necesa­
riam ente con la edad, pues se da, en algunos casos, a una edad tan
tem prana com o la de diez años, m ientras que en otros no se da n u n ­
ca, aunque la persona viva m uy adentrada ya en lo que se conoce
com o la edad presbiópica. Es verdad que el cristal ino se endurece con
el paso de los años, com o se endurecen los huesos y cam bia la estru c­
tura de la piel, pero dado q ue el cristalino no interviene en la acom o­
dación, este hecho es irrelevante. Tam bién, m ientras que en algunos
casos el cristalino puede volverse más plano o p erd er algo de su p o ­
der refractivo con el paso de los años, se ha observado que p erm ane­
ce perfectam ente lim pio y sin cam bio alguno en su configuración
hasta la edad de los noventa. Puesto que el m úsculo ciliar tam poco es
un factor determ inante en la acom odación, su debilitam iento o a tro ­
fia en nada puede c o n trib u ir al declive del p o d er de acom odación.
De hecho, la presbiopía es sim plem ente una form a de hiperm e-
tropía en la que está afectada principalm ente la visión de cerca, a u n ­
que la visión de lejos, en contra de lo que se cree generalm ente, ta m ­
bién está dism inuida siem pre. La diferencia entre las dos condiciones
no siem pre está clara. C abe q ue u na persona con h iperm etropia p u e ­
da o no pueda leer letra m enuda, y que una persona en edad presbió­
pica pueda leerla sin inconveniente aparente y que, con todo, tenga

132
visión im perfecta de lejos. En am bas condiciones, la visión en am bos
puntos se ha reducido, aunque la persona pueda n o ser consciente de
ello.
Se ha dem ostrado que cuando los ojos se esfuerzan para ver de
cerca, el foco está desplazado siem pre m ás lejos d e lo q ue estaba a n ­
tes; en uno o en todos los m eridianos. Por m edio de la retinoscopia
sim ultánea se puede d em ostrar que cuando una persona con pres­
biopía intenta leer letra m enuda y no lo consigue, el foco está em p u ­
jado más lejos de lo que estaba antes de hacer el intento, indicando
que el fracaso estaba causado p o r el esfuerzo. Incluso la idea de hacer
tal esfuerzo producirá tensión, de form a que pueda cam biarse la re­
fracción y p ro d u cir dolor, m olestia y fatiga antes d e que se mire la le­
tra m enuda.
Además, cuando una persona con presbiopía relaja sus ojos ce­
rrándolos o «palm eando», siem pre se hace capaz, al m enos por unos
instantes, de leer letra m enuda a quince centím etros, indicando de
nuevo que ese fallo previo era debido no a un fallo en los ojos, sino a
la tensión para ver. C uando se alivia de form a perm an en te la tensión,
queda elim inada perm anentem ente la presbiopía. Esto ha sucedido
no en unos pocos casos, sino en m uchos; y a todas las edades, hasta
los sesenta, setenta y ochenta años.
El prim er paciente al que curé de presbiopía fui yo m ism o. H a­
biendo dem ostrado m ediante experim entos en los ojos de anim ales
que el cristalino no interviene en la acom odación, yo sabía que la
presbiopía tenía que ser rem ediable. Pero fui consciente de que no
podía esperar una aceptación m uy general de m is conclusiones revo­
lucionarías. M ientras yo m ism o usaba lentes, m e aferraba a una c o n ­
dición supuestam ente debida a la pérdida del p o d er de acom odación
del cristalino.
Yo padecía entonces el grado m áxim o de presbiopía. N o tenia
poder de acom odación alguno y debía tener un ab u n d a n te eq u ip a­
m iento de lentes porque con unas que m e p erm itían leer letra m e n u ­
da a unos treinta y tres centím etros, p o r ejem plo, n o podía leerla ni a
treinta ni a treinta y cinco. El retinoscopio ponía de m anifiesto que

133
cuando yo intentaba ver algo de cerca sin gafas, m is ojos estaban en ­
focados para lejos, y cuando trataba de ver algo a distancia, estaban
enfocados para cerca.
Mi problem a era, pues, el de en co n trar algo para invertir esta
condición e inducir a m is ojos a enfocar el p u n to que yo deseaba ver
en el m om ento en que quisiera verlo. C onsulté a varios oftalm ólogos
de fama, pero mis palabras les sonaban corno el lenguaje de san Pablo
a los griegos: locuras.
«Su cristalino es tan du ro com o u na piedra», decían. «Nadie pue­
de hacer nada p o r usted.»
Entonces m e dirigí a un neurólogo. U tilizó el retinoscopio en mí
y confirm ó m is propias observaciones en cu a n to a la rebeldía de mi
acom odación, pero él no tenía ni idea de lo q u e yo podía hacer al
respecto. M e dijo q ue consultaría a algunos de sus colegas, y m e p i­
dió q ue volviera al cabo de un m es. Así lo hice. M e dijo entonces que
había llegado a la conclusión de que había sólo u n h om bre que p u ­
diera curarm e, y ese personaje era el d o cto r W illiam H. Bates de
N ueva York.
«¿Por qué dice usted eso?», le pregunté.
«Porque usted es la única persona que parece conocer algo al res­
pecto», m e contestó.
Entonces, poniendo toda m i confianza en m is propios recursos,
tuve la enorm e fortuna de encontrar un caballero no m édico q ue es­
taba dispuesto a hacer lo que pudiera para asistirm e. El utilizó am a­
blem ente el retinoscopio durante largas y tediosas horas m ientras yo
estudiaba mi propio caso y trataba de e n c o n tra r algún cam ino de
acom odación cuando deseaba leer, en vez. de cu an d o deseaba ver algo
a distancia.
Un día, m ientras m iraba un cuadro del P eñón de G ibraltar que
colgaba en la pared noté algunas m anchas negras. Im aginé que esas
m anchas eran las entradas de cuevas y que en esas cuevas había gente
que se m ovía p o r allí. C uando hice esto, mis o jo s estaban enfocados
para leer a distancia. Entonces m iré el m ism o cu a d ro a la distancia de
lectura, im aginando aún que las m anchas eran cuevas con gente en

134
ellas. El relinoscopio indicó que yo había conseguido la acom odación
y que era capaz de leer el letrero que estaba ju n to a la pintura. De he­
cho, me ayudé durante un tiem po m ediante el uso de mi imaginación.
Más tarde com probé que cuando yo im aginaba las letras negras
era capaz de verlas negras, y que cuando las veía negras era capaz de
distinguir sus form as. M i progreso después de esto no podía califi­
carse precisam ente de rápido. Fue seis meses antes de que yo pudiera
leer los periódicos sin ningún tipo de m olestia, y u n año antes de que
consiguiera m i actual radio de acom odación de tre in ta y cinco centí­
m etros: de diez centím etros a cuarenta y cinco. P ero la experiencia
fue extrem adam ente valiosa, pues p o steriorm ente observé con sum a
atención cada síntom a en los dem ás pacientes con presbiopía.
P or fortuna para mis pacientes, rara vez h e necesitado tanto
tiem po para aliviar sus afecciones com o el que precisé para mí. En al­
gunos casos se conseguía una corrección com pleta y perm anente en
unos pocos m inutos. Un paciente que había llevado gafas para pres­
biopía d u ran te unos veinte años m ejoró en m enos de quince m in u ­
tos m ediante el uso de su im aginación.
En este últim o caso, cuando se le pedía al paciente que leyera los
caracteres tipo diam ante dijo que no podía hacerlo porque las letras
eran grises y parecían todas iguales. Le recordé q ue las letras estaban
im presas con tinta de im prenta y que no había n ad a m ás negro que
esto. Le pregunté si había visto alguna vez tinta d e im prenta. Su res­
puesta fue afirmativa. ¿Recordó él lo negra que era? Sí. ¿Creyó que
aquellas letras eran tan negras com o la tinta q u e él recordaba? Sí, y
luego leyó las letras; y com o la m ejoría de su visión fue perm anente,
decía que yo le había hipnotizado.
En o tro caso, un presbíope desde hacía diez años m ejoró con si­
m ilar rapidez con el m ism o m étodo. C uando se le recordaba que las
letras que no podía leer eran negras, respondía q u e sabía que eran n e­
gras, pero que parecían grises.
«Si usted sabe que son negras y, con todo, las ve grises — le dije— ,
usted debe im aginarlas grises. Supongam os que im agina que son n e ­
gras. ¿Puede hacerlo?»

135
«Sí — dijo— . Puedo im aginar que son negras.» Acto seguido co ­
m enzó a leerlas.
Estos restablecim ientos extrem adam ente rápidos son raros. En
nueve de cada diez casos, el progreso ha sido m ucho m ás lento y ha
sido necesario echar m ano de todos los m étodos para o b ten er relaja­
ción que se h an dem ostrado útiles en el tratam iento de otros errores
de refracción. En los casos de presbiopía m ás difíciles, la gente sufre
con frecuencia las m ism as ilusiones de color, tam añ o , form a y n ú m e­
ro cuando tratan de leer letra m enuda, com o le sucede a la gente con
hiperm etropía, astigm atism o y m iopía cuando intentan leer a d istan­
cia las letras de un optotipo. C u an d o intentan ver de cerca ni siquie­
ra son capaces de recordar o im aginar una cosa tan sencilla com o una
pequeña m ancha negra, pero pueden recordarla perfectam ente cu an ­
do no tratan de verla. Su visión de lejos es a veces m uy im perfecta y
está siem pre por debajo de lo norm al, aunque ellos la consideren p e r­
fecta, y, com o en el caso de otro s errores de refracción, la m ejoría de
la visión de lejos m ejora tam bién la visión de cerca. C on todo, inde­
pendientem ente de la dificultad del caso y de la ed ad de la persona,
siem pre se ha conseguido alguna m ejoría, y si se co n tin u ab a el trata­
m iento d u ra n te un tiem po suficientem ente prolongado se lograba la
visión norm al com pleta.
La idea de que la presbiopía es u na consecuencia norm al de la
edad es responsable de m ucha visión ocular defectuosa. C uando la
gente que ha alcanzado la edad de la presbiopía tiene dificultades para
leer suele usar gafas, con o sin consulta previa a los profesionales. En
algunos casos, es posible q ue la persona sea de hecho presbíope; en
otros, la dificultad puede ser algo pasajero, en lo q u e habrían pensado
m enos si fueran m ás jóvenes, y que habría desaparecido si se hubiera
dejado que la naturaleza siguiera su curso. Pero una vez que se ad o p ­
tan las gafas, en la m ayoría de los casos ellas m ism as producen la co n ­
dición que estaban llam adas a rem ediar, o, si existía ya, las lentes la
em peoran; a veces con sum a rapidez, com o sabe todo oftalm ólogo.
En ocasiones, en unas pocas sem anas el paciente constata que,
com o se señaló en el capítulo 5, ya no puede leer sin gafas la letra

136
grande que leía sin dificultad antes de com enzar a usarlas. En cinco o
diez años a p artir del m om ento de utilizar gafas suele desaparecer el
poder de acom odación del ojo, y si posteriorm ente la persona no pa­
dece catarata, glaucom a o inflam ación de la retina, puede considerar­
se afortunada.
Sólo en contadas ocasiones los ojos se niegan a som eterse a las
condiciones artificiales que se les im ponen, pero en tales casos p ue­
den librar una asom brosa lucha contra ellas d u ra n te largos periodos.
Una señora de setenta años q ue había llevado gafas d u ran te veinte era
capaz aún de leer caracteres tipo diam ante y tenia buena visión de le­
jos sin gafas. Decía que las lentes cansaban sus ojos y obnubilaban su
visión, pero que había seguido llevándolas a pesar de la constante
tentación d e tirarlas porque le habían dicho que las necesitaba.
Si las personas que observan que se van haciendo presbíopes o
que han llegado a la edad presbiópica, en lugar d e echar m ano de las
gafas siguieran el ejem plo del caballero m encionado por el doctor
Holnies y practicaran la lectura de la letra m ás m en u d a que en c o n ­
traran, la idea de que el declive del poder de acom odación es «un re­
sultado norm al de la edad avanzada» fallecería enseguida de m uerte
natural.
Capítulo 17

Estrabismo y ambliopía: sus causas

Puesto q ue tenem os dos ojos, es obvio que en el acto de ver deben


form arse dos imágenes. A fin de q ue esas dos im ágenes se fundan en
una p o r m edio de la m ente es necesario que haya perfecta arm onía de
acción entre los dos órganos de la visión. Al m irar a un objeto d istan­
te, los dos ejes visuales tienen que estar paralelos, y al m irar a u n o b ­
jeto m enor que el infinito, que para objetivos prácticos es m enos de
seis m etros, tienen que converger de form a exacta en el m ism o grado.
La ausencia de esta arm onía de acción recibe el nom bre de estra­
bism o, y es u n o de los defectos del ojo más penosos, no sólo p o r la
consiguiente reducción de visión, sino porque la resultante falta de
sim etría en la parte m ás expresiva del rostro provoca un efecto sum a­
m ente negativo en el porte personal. Esa condición ha desconcertado
d u ran te largo tiem po a la ciencia oftalm ológica. M ientras que las teo ­
rías sobre sus causas recogidas en los m anuales parecen cuadrar con
algunos casos, no explican otros, y se adm ite que todos los m étodos
de tratam iento son m uy inciertos en cuanto a sus resultados.
La idea de que la falta de arm o n ía en el m ovim iento del ojo se
debe a la correspondiente ausencia de arm o n ía en el vigor de los
m úsculos que los hacen girar en sus cuencas parecía tan natural que,
d u ra n te u n tiem po, fue aceptada de form a casi general. Las operacio­
nes basadas en ella estuvieron o tro ra m uy de m oda, pero hoy la m a­
yoría de las autoridades científicas las recom iendan sólo com o ú lti­

139
mo recurso. Es cierto que m uchas personas se h an beneficiado de
ellas, pero, en el m ejor de los casos, la corrección del estrabism o es
sólo aproxim ada, y en m uchos casos la condición ha em peorado,
m ientras que rara vez se daba u n a restauración d e la visión binocular,
es decir, el poder de fundir en una las dos im ágenes visuales.
En realidad, la teoría de los m úsculos casaba tan poco con los
hechos q ue cuando se sugirió que el estrabism o era una condición
proveniente de errores refractivos — co n sid eran d o que la h ip erm e­
tropía es responsable del estrabism o convergente y la m iopía del es­
trabism o divergente— tal explicación tuvo una aceptación u n iv er­
sal. T am bién se ha dem ostrado que esa teoría resulta insatisfactoria,
y la o p in ió n actual de los m édicos se divide en varias teorías. Una
atribuye la condición, en la gran m ayoría de los casos, a un defecto
no de los m úsculos, sino del su m in istro nervioso; y tiene m uchos
defensores. O tra pone el acento en la carencia de la llam ada facultad
de fusión, y recom ienda el uso de prism as u o tro s objetos para d e ­
sarrollarla. U na tercera afirm a que la anom alía es fruto de u na c o n ­
figuración errónea de la órbita, y, puesto que es im posible alterar
esta condición, aboga por operaciones tendentes a neutralizar su in ­
fluencia.
Para conseguir que alguna de estas teorías parezca consistente es
necesario justificar poco científicam ente m uchísim os hechos in có ­
m odos. El resultado incierto de operaciones de los m úsculos oculares
es suficiente para sospechar respecto a la teoría de que la condición se
debe a alguna anom alía de los m úsculos, y se han observado m uchos
casos de m arcada parálisis de u n o o m ás m úsculos en los q ue no se
daba estrabism o. Por otra parte, es posible que el alivio de la parálisis
no cure el estrabism o, ni la corrección del estrabism o la parálisis. Un
oftalm ólogo afam ado detectó tantos casos que n o m ejoraban con el
entrenam iento pensado para m ejorar la capacidad de fusión q ue re­
com endó operaciones de m úsculos en tales casos. O tro, observando
que la m ayoría de los hiperm étropes no bizquean, se vio obligado a
adm itir que la hiperm etropía no causaba esa condición sin la coope­
ración de otras circunstancias.

140
M ultitud de hechos atestiguan que el estado d e la visión no es un
factor im p o rtan te en la producción de estrabism o. Es verdad que éste
suele estar asociado con errores de refracción, pero algunas personas
bizquean con un ligerísimo error de refracción. También es verdad
que m uchas personas con estrabism o convergente tienen hiperm e-
tropía, m ientras que otros m uchos no. Algunas personas con estra­
bism o convergente tienen m iopía. Una persona tam b ién puede ten er
estrabism o convergente en un ojo norm al y el o tro ser hiperm étrope
o m iope, u ojo ciego.
P or regla general, la visión del ojo torcido hacia d en tro es m en o r
que la del ojo que está derecho; con todo, hay casos en que el ojo con
la visión m ás pobre está derecho y el ojo con m ejo r visión, torcido.
C on dos ojos ciegos, am bos pueden estar derechos, o u n o puede es­
tar torcido hacia dentro. C on un ojo bueno y o tro ciego, am bos ojos
pueden estar derechos. De ordinario, cuanto m ás ciego es el ojo, ta n ­
to m ás m arcado es el estrabism o, pero las excepciones son frecuentes;
y en casos raros, un ojo con visión casi norm al puede bizquear de fo r­
ma persistente.
El estrabism o tam bién puede desaparecer y reaparecer de nuevo,
m ientras que un estrabism o convergente cam biará a estrabism o d i­
vergente para volver después al anterior. C on el m ism o error de re­
fracción, una persona tendrá estrabism o y otra no. Una tercera biz­
queará con un ojo diferente. U na cuarta torcerá prim ero un ojo y
luego el otro. En una quinta, variará el grado del estrabism o. Una se
las arreglará bien sin lentes u otro tratam iento, y otra con esas ayu­
das. Esas curas pueden ser m om entáneas o perm anentes, y las recaí­
das pueden darse con gafas o sin ellas.
Por ligero que sea el error de refracción, la visión de m uchos ojos
estrábicos es inferior a la del ojo norm al, y p o r lo general no se logra
en contrar en la constitución del ojo u n a causa ap aren te o suficiente
para esta condición. Existen opiniones encontradas sobre si este lla­
m ativo defecto de visión es el resultado del estrabism o o este últim o
es el resultado de aquél, pero la opinión pred o m in an te de que está al
m enos agravado por el estrabism o ha cristalizado en el nom bre dado

141
a esta condición, ambiyopia ex anopsia, al pie de la letra: « d ism in u ­
ción de la agudeza visual p o r desuso», pues se cree que la m ente su­
prim e la im agen del ojo estrábico a fin de evitar la m olestia de una
doble visión. Sin em bargo, existen m uchos ojos estrábicos sin am -
bliopia, y se ha encontrado tal condición en ojos q u e jam ás h an biz­
queado.
La literatura sobre el tem a abunda en la im posibilidad de cu rar la
am bliopía, y en los escritos populares se insta a las personas q ue tienen
niños a su cargo a que, si se dan casos de estrabism o, sean tratados en
edad tem prana a fin de que no pierdan la visión del ojo estrábico. Se­
gún un oftalm ólogo em inente, de ordinario no se puede conseguir
m ucha m ejora en ojos am bliópicos después de los seis años de edad,
m ientras que otro dice: «La función de la retina nunca m ás vuelve a
ser perfectam ente norm al, incluso si se ha elim inado la causa del de­
sarreglo visual». Con todo, es bien sabido que si se pierde en cualquier
período de la vida la vista del ojo bueno, con frecuencia la visión del
ojo am bliópico se hará norm al. Además, un ojo puede ser am bliópico
de m anera episódica. C uando el ojo bueno está tapado, el ojo estrábi­
co puede ser tan am bliópico que casi no distinga la luz diurna de la os­
curidad, pero cuando am bos ojos están abiertos, puede suceder que la
visión del ojo estrábico sea tan buena o m ejor que la del ojo 110 estrá­
bico. Kn m uchos casos, la am bliopía cam biará de u n ojo al otro.
La visión doble rara vez se da en el estrabism o, y cuando se da,
asum e con frecuencia form as m uy raras. C uando los ojos se tuercen
hacia dentro, la im agen vista p o r el ojo derecho, según todas las leyes
de la óptica, debería estar a la derecha, y la im agen vista por el ojo iz­
quierdo, a la izquierda. C uando el ojo se tuerce hacia fuera, debería
suceder lo contrario, pero con frecuencia la posición de las im ágenes
está invertida, viéndose a la izquierda la im agen del ojo derecho en
estrabism o convergente y la del ojo izquierdo a la derecha, m ientras
que en el estrabism o divergente ocurre lo co n trario . Se conoce esta
condición por el nom bre de «diplopía paradójica». Además, personas
con visión casi norm al y con am bos ojos perfectam ente derechos
pueden tener am bos tipos de visión doble.

142
Todas las teorías sugeridas hasta el presente no consiguen expli­
car los hechos precedentes, pero es cierto que en todos los casos de
estrabism o es posible d em o strar un esfuerzo, y que el alivio del es­
fuerzo tiene com o consecuencia, en todos los casos, la desaparición
del estrabism o, así com o de la am bliopía y del erro r de refracción.
T am bién es verdad que todas las personas con ojos norm ales pueden
llegar al estrabism o m ediante un esfuerzo para ver. No es difícil de
conseguir, y m uchos niños se divierten con esta práctica, m ientras
que en los m ayores crea una preocupación innecesaria por tem or a
que el estrabism o m om entáneo derive en perm anente.
P roducir estrabism o convergente es relativam ente fácil. Los n i­
ños suelen conseguirlo bizqueando para ver el final de la nariz. La
producción del estrabism o divergente resulta m ás difícil, pero, con la
práctica, hay personas con ojos norm ales que consiguen torcer un
ojo o am bos a voluntad. T am bién logran torcer cualquier ojo hacia
arriba y hacia den tro o arriba y hacia fuera, a cualquier ángulo d e ­
seado. De hecho, es posible producir a voluntad cualquier tipo de es­
trabism o m ediante el tipo de esfuerzo adecuado. Suele darse una d is­
m inución de la visión cuando se produce estrabism o voluntario, y
algunos m étodos aceptados para m edir el vigor de los m úsculos p a­
recen m ostrar deficiencias sim ilares a la naturaleza del estrabism o.
Capítulo 1 8

Estrabismo y ambliopía: su tratamiento

Es concluyente la evidencia de que el estrabism o y la am bliopía,


com o los errores de refracción, son tan sólo trasto rn o s funcionales, y
puesto que se alivian siem pre m ediante la relajación de la tensión con
la que están asociados, se sigue que cualquier m éto d o que prom ueva
la relajación y la fijación central será apto para elim inarlos. C om o en
el caso de los errores de refracción, el estrabism o desaparece y la am ­
bliopía se corrige tan pronto com o la persona consigue el suficiente
control m ental para recordar un p u n to perfectam ente negro. F oreste
cam ino es posible aliviar tem poralm ente en unos pocos segundos
am bas condiciones. Para su erradicación perm an en te sólo será preci­
so convertir ese estado tem poral en definitivo.
U no de los m ejores m odos de conseguir co n tro l m ental en casos
de estrabism o es aprender a increm entar el estrabism o o a producir
de form a voluntaria otros tipos de estrabism o. U n caso al respecto es
el de una señora que tenia estrabism o vertical divergente en am bos
ojos. C u ando el ojo izquierdo estaba derecho, el o jo derecho se torcía
hacia fuera y hacia arriba, y cuando el ojo derecho estaba derecho, el
ojo izquierdo se torcía hacia abajo y hacia fuera. A m bos ojos eran
am bliópicos y había visión doble, con las im ágenes a veces en el m is­
m o lado y a veces en lados opuestos. Ella padecía dolores de cabeza y
no conseguía alivio con las gafas ni con otros m étodos de tratam ien ­
to, de m odo que se hizo a la idea de som eterse a u n a operación y co n ­

145
sultó a un cirujano a tal fin. El cirujano» perplejo por encontrar tan ­
tos m úsculos aparentem ente defectuosos, pidió mi opinión sobre
cuál de ellos debía operar.
Yo m ostré a la señora cóm o em peorar su estrabism o y recom en­
dé que el cirujano la tratara m ediante una educación del ojo sin prac­
ticar una operación. El lo hizo asi y en m enos de u n mes la señora h a­
bía aprendido a torcer hacia dentro, voluntariam ente, am bos ojos. Al
principio lo hacía m irando un pincel sostenido sobre el puente d e su
nariz, pero luego consiguió hacerlo sin pincel, y posteriorm ente apren­
dió a producir a voluntad todo tipo de estrabism o. El tratam iento no
le resultaba agradable porque la producción de nuevos tipos de estra­
bism o, o el em peoram iento de la condición existente, era doloroso,
pero el resultado del ejercicio fue un alivio com pleto y perm anente
tanto del estrabism o com o de la am bliopía. El m ism o m étodo ha re­
sultado eficaz en otras personas.
Algunos individuos no saben si m iran a u n objeto a derechas o
no. Puede ayudarles o tra persona que m ire el ojo -que se desvía y que
les dirija para m irar m ás cerca en la dirección adecuada. C u ando el
ojo q ue se desvía mira directam ente a un objeto, la tensión para ver
es m en o r y, en consecuencia, la visión m ejora. C u b rien d o el ojo bue­
no con una retícula opaca o con vidrio esm erilado se estim ula un uso
m ás adecuado del ojo estrábico, sobre todo si la visión de ese ojo es
imperfecta.
En el caso de niños de seis años de edad o m ás jóvenes, se suele
rem ediar el estrabism o m ediante el uso de atro p in a, instilando una
solución de un u n o p o r ciento en u n o de los ojos o en am bos dos ve­
ces al día, d u ra n te varios meses, un año o más. La atro p in a crea al
n iño m ás dificultades para ver y hace que la luz solar resulte molesta.
Para superar este im pedim ento el niño tiene que relajarse, y la relaja­
ción cura el estrabism o.
La m ejoría resultante de la educación ocular en casos de estrabis­
m o y am bliopía es a veces tan rápida que resulta casi increíble. Los
que recojo a continuación son algunos de los m uchos ejem plos que
podría citar.

146
U na niña de once años tenia estrabism o vertical convergente del
ojo izquierdo. La visión de este ojo a distancia era de 3/200, m ientras
que para cerca era tan im perfecta que la niña era incapaz de leer. La
visión del ojo derecho era norm al tan to para lejos com o para cerca.
La niña usaba gafas cuando vino a mi consulta, p ero no obtenía be­
neficio de ellas. C uando m iraba a un m etro de la C grande con el ojo
izquierdo la veía m ejor que cuando la m iraba directam ente, pero
cuando le pedi que contara m is dedos sostenidos a un m etro del o p ­
totipo. éstos atrajeron de tal form a su atención q u e fue capaz de ver
peor la letra grande. La im pactó el hecho de que cu an d o m iraba lejos
del op to tip o podía verlo m ejor o peor a voluntad, y se le pidió que
observara que cuando ella lo veía peor, su visión m ejoraba y cuando
lo veía m ejor, su visión decrecía. D espués de cam biar unas cuantas
veces del op to tip o a un p u n to situado a una distancia de un m etro y
m edio de aquél y ver peor el optotipo, su visión m ejoró hasta 10/200.
C on la práctica, su capacidad para cam biar y ver peor m ejoró tan
rápidam ente que en m enos de diez días su visión era norm al en am ­
bos ojos, y en m enos de dos sem anas había m ejorado a 20/10, m ien ­
tras que leía caracteres tipo diam ante con cada ojo desde una dis­
tancia que iba de ocho centím etros a cincuenta. En m enos de tres
sem anas, su visión para ver de lejos era de 20/5 con luz artificial, y leía
a cinco centím etros reducciones de tipo fotográfico. Se hicieron los
test con am bos ojos ju n to s y con cada uno por separado. Tam bién
leía optotipos que no conocía con igual facilidad que los conocidos.
Se le aconsejó que continuara el tratam ien to en casa para evitar u na
recaída, y al cabo de tres años no se había producido ninguna. D u ­
rante el tratam iento en la consulta y cuando practicaba en casa se le
cubría el ojo bueno con una retícula opaca, pero en otros m om entos
no le era necesaria.
U n caso sim ilar es el de una m uchacha de catorce años que había
bizqueado desde su infancia. Le habían seccionado el m úsculo recto
interno cuando tenía dos años, pero seguía forzando el ojo hacia d e n ­
tro. La m uchacha se negaba a llevar un cristal esm erilado sobre su ojo
b ueno porque sus am igos le tom aban el pelo y pensaba que el cristal

147
resultaba m ás llam ativo que el estrabism o. Un día perdió sus gafas en
la nieve, pero su padre le consiguió inm ediatam ente o tro par. E n to n ­
ces dijo que estaba enferm a y que no podía ir a la escuela. Yo le dije a
su padre que su hija estaba histérica y que im aginaba estar enferm a a
fin de evitar el tratam iento. El insistió en que la niña continuara, y
puesto que ella no consideraba estar lo suficientem ente bien com o
para venir a verm e, la llam é p o r teléfono.
C on la ayuda de su padre, se le hizo co m p ren d er q ue debía co n ­
tinuar el tratam iento, y se puso a trabajar enseguida con tal energía e
inteligencia que en m edia hora la visión del ojo estrábico y am blió­
pico había m ejorado de 3/200 a 20/30. Tam bién se hizo capaz de leer
letra m enuda a treinta centím etros. Volvió a la escuela llevando el
cristal esm erilado sobre el ojo bueno, pero siem pre que quería ver
m iraba por encim a de él. Su padre la acom pañaba a la escuela e insis­
tía en que usara el ojo m ás pobre en lugar del m ejor. La niña acabó
por convencerse de que el cam ino m ás sencillo para salir de sus m o ­
lestias sería seguir m is instrucciones, y en m enos d e u na sem ana el es­
trabism o estaba corregido y ella tenía visión norm al en am bos ojos.
Al com enzar el tratam iento era incapaz de contar sus dedos a u n m e­
tro de distancia con el ojo m ás pobre, y en tres sem anas, incluyendo
to do el tiem po que ella había m algastado, consiguió la norm alidad
visual total. C u ando se le dijo que estaba curada, su principal p re o ­
cupación pareció ser la de si tendría que llevar el cristal esm erilado
m ás tiem po. Se le aseguró que no debería hacerlo a no ser que hubie­
ra una recaída, que no llegó a producirse jamás.
En un tercer caso, una niña de ocho años había tenido am bliopía
y estrabism o desde la infancia. La visión del ojo derecho era de 10/40,
la del ojo izquierdo de 20/30. Las lentes no m ejoraban ninguno de los
ojos. Se sentaba a la niña a veinte pasos de un o p to tip o y se le cubría
con una retícula opaca el ojo derecho, el m ás pobre. Se le guiaba para
que m irara con su ojo m ejor la letra grande del o p to tip o y observara
su claridad. A continuación se le dijo que m irara a un p u n to situado
a un m etro de un lado del optotipo, y se llam ó su atención sobre el
hecho de que entonces ella no veía tan bien la letra grande. Se llevó

148
el p u n to de fijación cada vez m ás cerca de la letra hasta que la niña
apreció el hecho de que su visión dism inuía cu an d o ella m iraba sólo
a unos centím etros a un lado de la letra. C uando m irab a una letra p e­
queña, advertía enseguida que una fijación excéntrica de unos centí­
m etros rebajaba su visión.
U na vez que aprendió a increm entar la am bliopía del ojo m ejor,
se le cubrió ese ojo m ientras se le enseñaba có m o rebajar su visión en
el o tro ojo, o m ás pobre, aum entando su fijación excéntrica. Esto se
consiguió en unos pocos m inutos. Se le dijo que la causa de su visión
defectuosa era su hábito de m irar a los objetos con una parte de la re­
tina dirigida a los m árgenes del verdadero cen tro de visión. Se le
aconsejó que observara directam ente al o p to tip o . En m enos de m e­
dia hora se hizo norm al la visión del ojo izquierdo m ientras que el d e­
recho m ejoró de 10/40 a 10/10. Su visión fue norm al al cabo de dos
semanas.
Capítulo 19

Manchitas flotantes: su causa y tratamiento

Un fenóm eno m uy com ún de la visión im perfecta es el ya m enciona­


do y conocido com o muscae volitantes o m oscas volantes. Esas m a n ­
chitas flotantes suelen ser oscuras o negras, p ero a veces aparecen
com o burbujas blancas, y en casos raros pueden ad o p ta r todos los co ­
lores del arco iris. Se desplazan con cierta rapidez, generalm ente en
líneas curvas, delante de los ojos, y parecen estar siem pre justo m ás
allá del p u n to de fijación. Si u n o intenta m irarlas directam ente, pare­
ce que se desplazan un poco más lejos. De ahí su nom bre.
La literatura sobre el tem a está llena de especulaciones en lo refe­
rente al origen de estas apariencias. Algunos las han atribuido a la
presencia de m otitas flotantes — células m uertas o el desecho de cé­
lulas— en el h u m o r vitreo, la sustancia transparente que llena cuatro
q uintos del globo ocular detrás del cristalino. T am bién se ha sosteni­
do que m anchitas sim ilares sobre la superficie d e la córnea son res­
ponsables de ellas. Se ha llegado incluso a su p o n er que podrían ser
causadas p o r el paso de lágrim as de lado a lado d e la córnea.
Son tan com unes en la m iopía que se ha supuesto que son uno de
los síntom as de esa condición, aunque tam bién se dan con otros
errores de refracción, así com o en ojos por lo dem ás norm ales. Se han
atribuido a trastornos de circulación, de la digestión y de los riñones,
y puesto que las tiene tanta gente dem ente, se h a pensado que son
evidencia de una dem encia incipiente. El negocio de las patentes íar-

151
macéuticas se ha enriquecido con ellas, y resultarla difícil evaluar la
cantidad de torturas m entales que han ocasionado, com o lo ilustran
los siguientes casos.
A un clérigo que se sentía m uy m olesto p o r la aparición co ntinua
de m anchitas flotantes delante de sus ojos su oftalm ólogo le había d i­
cho que eran síntom a de una enferm edad renal, y q ue en m uchos ca­
sos de m olestia renal una enferm edad de retina pu ed e ser un prim er
síntom a. En consecuencia, acudía periódicam ente al especialista para
que le exam inara los ojos, y cuando, al cabo de un tiem po, el m édico
m urió, el clérigo buscó inm ediatam ente a o tro q ue le hiciera el exa­
m en periódico. Su m édico de cabecera le dirigió a mí.
Yo distaba m ucho de ser tan conocido com o su oftalm ólogo a n ­
terior, pero sucedía que yo había enseñado a aquel m édico de cabe­
cera a usar el oftalm oscopio después de que otros hub ieran fracasado
en el intento. Él pensaba, en consecuencia, que yo debía de saber m u ­
cho sobre el uso del instrum ento, y lo que el clérigo deseaba sobre
todo era d ar con alguien capaz de hacerle un exam en exhaustivo del
interior de sus ojos y de detectar al instante cualquier señal de enfer­
m edad renal que pudiera hacer su aparición. Así, vino a m i y le reali­
cé un exam en m uy cuidadoso de sus ojos. Él se fue feliz porque yo no
había encontrado nada incorrecto, pero volvía periódicam ente para
som eterse a un chequeo.
Sucedió que un día q ue yo estaba fuera de la ciudad se le m etió
una escoria en el ojo y fue a otro oculista para q u e se la extrajera.
C uando volví bien entrada la noche, le encontré sentado en el quicio
de mi puerta, esperando mi llegada. Su historia era digna de com pa­
sión. El nuevo do cto r había exam inado con el oftalm oscopio sus ojos
y había sugerido la posibilidad de glaucom a, y describió la enferm e­
d ad com o m uy traicionera, que podía dejarle ciego de repente y que­
sería dolorosísim a. Le insistió sobre lo que el paciente ya había escu­
chado con anterioridad acerca del peligro de enferm edad renal, sugi­
rió que tam bién el hígado y el corazón podrían estar im plicados, y le
aconsejó que se som etiera a un exam en cuidadoso de todos esos ó r ­
ganos.

152
Yo hice o tro exam en general de los ojos del clérigo y me detuve
tam bién en su tensión. Le hice tocar sus globos oculares y com parar­
los con los m íos para que pudiera ver p o r si m ism o que no estaban
endureciéndose com o u na piedra. Al fin conseguí tranquilizarlo.
En o tro caso en q ue intervine, un h om bre q u e volvía de Europa
por m ar estaba m iran d o unas nubes blancas c ierto día cuando m an­
chitas flotantes aparecieron an te sus ojos. C o n su ltó al m edico del
barco, quien le dijo q ue el síntom a era m uy grave y que podía ser p re­
cursor de ceguera, y que tam bién podía indicar u na dem encia in ­
cipiente, así com o otras enferm edades orgánicas y nerviosas. Se le
aconsejó que consultara a su m édico de cabecera y a un especialista
tan p ro n to com o desem barcara, com o asi hizo.
De eso hace ya veinticinco años, pero nunca olvidare el terrible
estado de nerviosism o y de terro r al que aquel se ñ o r había llegado
cu ando vino a verm e. Era peor aún que el del clérigo, que estaba dis­
puesto siem pre a ad m itir que sus tem ores eran irracionales. Examiné
con sum o cuidado los ojos de este hom bre y llegue a la conclusión de
que eran absolutam ente norm ales. La visión era perfecta tanto de le­
jos com o de cerca. La percepción del color, los cam pos y la tensión
eran norm ales, y con una lente de m ucho a u m en to no pude encon­
trar opacidad alguna en el cuerpo vitreo. En una palabra, que allí no
había síntom a de enferm edad alguna.
Le dije al caballero que no había nada anorm al en sus ojos, y tam ­
bién le m ostré un anuncio de una falsa m edicina aparecido en un pe­
riódico, que dedicaba un gran espacio a describir las terribles cosas
que podían seguir a la aparición de las m anchitas flotantes delante del
ojo si uno no com enzaba a tom ar a tiem po la m edicina en cuestión,
que costaba un dólar por frasco. Le hice notar que aquel anuncio apa­
recía todos los días en los periódicos im portantes d e la ciudad, y p ro ­
bablem ente en otras ciudades; y q ue tenía que costar m ucho dinero, y
que, p o r consiguiente, tenía que reportar ingentes ganancias. Eviden­
tem ente, tiene que haber m uchísim a gente que sufra este síntom a, y si
fuera tan grave com o se cree generalm ente, deberían darse m uchos
m ás ciegos y dem entes en la com unidad de los q u e realm ente hay.

153
Mi paciente salió de mi consulta algo confortado, pero a las once
— su visita anterior habia sido a las nueve— volvió de nuevo. Aún
veía las m anchas flotantes y se sentía m olesto. Exam iné de nuevo sus
ojos tan cuidadosam ente com o antes y tuve m otivos para asegurarle
de nuevo que no había nada m alo en ellos. Por la tarde no estuve en
mi consulta, pero m e dijeron que él había estado a las tres y a las cin ­
co. A las siete volvió de nuevo, trayendo consigo a su m édico de ca­
becera, un viejo am igo mío. l.e dije a este últim o:
«¡Por favor! ¡Consigue que este hom bre se q u ed e en casa! Tengo
que cobrarle la visita porque está robándom e gran parte de mi tiem ­
po, pero es u na vergüenza quedarse con su d in ero cuando él no tiene
enferm edad alguna».
N o sé lo que mi am igo le dijo, pero el caballero no volvió.
Entonces no sabía tanto com o ahora acerca de las muscae voli­
tantes; de lo contrario, les habría ahorrado innum erables desasosie­
gos a los dos caballeros descritos. Pude decirles entonces que sus ojos
eran norm ales, pero que no sabía cóm o aliviarlos del síntom a, que es
sim plem ente una ilusión resultante de la fatiga m ental. Las m anchas
están asociadas en m uy buena m edida con visión ocular m arcada­
m ente im perfecta, porque las personas con visión ocular im perfecta
se esfuerzan siem pre para ver; sin em bargo, personas cuya visión
ocular es de ord in ario norm al pueden ver esas m anchas a veces, p o r­
que ningún ojo tiene visión norm al en todo m om ento. La m ayoría de
la gente puede ver las muscae volitantes cuando m ira al sol o a una su­
perficie uniform em ente brillante, com o una hoja de papel blanco so­
bre la que da el sol. Esto es porque la m ayoría d e las personas se es­
fuerzan cuando m iran una superficie de este tipo.
En otras palabras, las m anchas no se ven salvo cu an d o los ojos y
la m ente están en tensión, y desaparecen siem pre en el instante en
que se alivia la tensión. Si u n o es capaz de fijar u n a letra pequeña en
un op to tip o m ediante fijación central, las m anchas desaparecerán
de inm ediato o dejarán de m overse, pero si uno intenta fijar dos o
m ás letras igual de bien a la vez, las m anchas reaparecerán y se m o ­
verán.

154
N orm alm ente, aliviar la tensión q ue causa las muscae volitantes es
m uy sencillo. En cierta ocasión vino a m i consulta un m aestro de es­
cuela al que durante años habían m olestado estas m anchas. La visita
se debía a q ue recientem ente había em peorado m u cho su condición.
En m edia hora fui capaz de conseguir que su visión ocular, que había
sido ligeram ente m iope, se volviera norm al. Entonces desaparecieron
las m anchas. Reaparecieron al día siguiente, pero tras otra visita a la
consulta se sintió bastante aliviado. D espués de esto, el m aestro pudo
seguir el tratam iento en casa, y n o volvió a tener m olestias.
Un m édico que padecía constantes dolores d e cabeza y muscae
volitantes era capaz de leer sólo 20/70 cuando m iraba al optotipo,
m ientras que el retinoscopio m ostraba astigm atism o m ixto y él veía
las m anchas. C uando m iraba a una pared vacía o a un optotipo blan­
co sin caracteres, el retinoscopio seguía m o stran d o astigm atism o
m ixto y aún veía las m anchas. Pero cuando recordaba una m ancha
negra tan bien com o él podía verla cuando m iraba a esas superficies,
entonces no había m anchas y el retinoscopio no indicaba error de re­
fracción. En unos pocos días desaparecieron p o r com pleto el astig­
m atism o, las muscae volitantes, los dolores de cabeza y la conjuntivitis
crónica (inflam ación de la conjuntiva del ojo). Sus ojos, que habían
estado parcialm ente cerrados, se abrieron de par en par, y la escleró­
tica se volvió blanca y clara. C onsiguió leer sin m olestia alguna en los
trenes, y — cosa que le im presionó sobrem anera— consiguió velar a
sus pacientes durante toda la noche sin que al día siguiente notara
m olestia alguna en los ojos.
Capítulo 2 0

Tratamiento en casa

Las personas no siem pre pueden acudir a un m édico com petente en


busca de alivio. D ado que el m étodo de tratar defectos oculares p re­
sentado en este libro es com parativam ente nuevo, tal vez resulte im ­
posible e n c o n trar en la vecindad un m édico que lo entienda, y quizás
una persona no esté en condiciones de afro n tar u n largo viaje o to ­
m arse tiem po para el tratam iento lejos del hogar. Deseo decir a esas
personas que para un gran núm ero de ellas es posible corregir una vi­
sión ocular defectuosa sin la ayuda de un m édico o de otra persona.
Pueden m ejorar su propia visión p o r sí m ismas, y para ello no es in ­
dispensable que entiendan todo lo que se ha escrito en este libro o en
cualquier otro. Lo único necesario es seguir algunas directrices m uy
sencillas.
Coloca un o p to tip o (se adjunta u n o al final de este libro) en la
pared a una distancia de tres, cuatro o seis m etro s, y dedica m edio
m in u to al día, o más, a leer las letras m ás pequeñas que puedas ver,
con cada ojo p o r separado, cubriendo el o tro co n la palm a de la
m ano de form a que no toque el globo ocular. Lleva un inform e del
progreso realizado, con las fechas. La form a m ás sencilla de hacer
esto es seguir el m étodo utilizado p o r los oculistas, que anotan la vi­
sión en la form a de una fracción, con la distancia a la que se lee la le­
tra com o n u m erad o r y la distancia a la que debería leerse com o d e ­
nom inador.

157
Los n ú m eros que hay encim a o al lado de las líneas de letras del
o p to tip o indican la distancia a la que una p erso n a con visión ocular
norm al debería leer esas letras. Asi, una visión de 10/200 significaría
que la C grande, que en un op to tip o de tam añ o están d ar debería
leerse a sesenta m etros, no se puede ver a u na dista ncia su p erio r a tres
m etros. Una visión de 20/10 significaría que la linea diez, q ue el ojo
norm al no suele leer de ord in ario a una distancia su p erio r a tres m e­
tros, se ve al doble de distancia. Esto es un están d ar que alcanzan por
lo general las personas que han practicado con mi m étodo.
O tro m odo, aún m ejor, de exam inar la visión es com parar de c e r­
ca y de lejos la negrura de la letra en una luz tenue y en una ilum ina­
ción buena. C om o ya he explicado, con una visión perfecta la ilum i­
nación o la distancia no alteran el negro. Parece tan negro de lejos
com o de cerca, y tan negro en una ilum inación ten u e com o en otra
buena. Por consiguiente, si el objeto n o aparece igual de negro bajo
todas estas condiciones, puedes saber que tu visión es im perfecta.
N iños m enores de doce años de edad que no h an usado lentes ge­
neralm ente pueden corregir su visión ocular defectuosa con el m éto­
do indicado arriba en tres meses, seis meses o un año. Adultos que no
han llevado gafas sacan provecho en un tiem po m uy corto — una se­
m ana o dos— y si el m al no es m uy grave, puede desaparecer en un
plazo de tiem po com prendido en tre tres y seis meses. Sin em bargo,
niños o adultos que hayan llevado gafas tendrán m ás dificultad para
en contrar alivio, y, por lo general, tienen que practicar los m étodos
descritos en otro s capítulos de este libro para conseguir relajación.
Tam bién tienen que dedicar un tiem po considerable al tratam iento.
Es absolutam ente necesario descartar las lentes. N o se pueden to ­
lerar m edias m edidas si se desea alivio com pleto. N o intentes usar ga­
fas de m enor graduación ni uses gafas para em ergencias. Es im proba­
ble que las personas incapaces de prescindir absolutam ente de las
gafas puedan llegar a curarse p o r si mismas.
Los niños y adultos q ue han llevado gafas ten d rá n que dedicar
cada día una hora o m ás a practicar con el o p to tip o , y un tiem po adi­
cional a practicar con otros objetos. Es bueno ten er dos optotipos,

158
para usar u n o de cerca, donde se le puede ver m ejor, y el otro a tres o
seis m etros. Resultará m uy útil pasar del o p to tip o cercano al distan­
te, ya que la m em oria inconsciente de las letras vistas de cerca ayuda
a hacer resaltar las vistas a distancia.
C ontar con la ayuda de alguna persona con visión norm al será
una gran ventaja. De hecho, a las personas con defectos m uy acen­
tuados les resultará m uy difícil, si n o im posible, curarse sin la ayuda
de un instructor. Para que sea una ayuda, el in stru cto r tiene que ser
capaz de sacar provecho personal de los diversos m étodos recom en­
dados. Si su visión es de 10/10, debe ser capaz de m ejorarla hasta
20/10 o más. Si es capaz de leer letra m enuda a trein ta centím etros,
debe hacerse capaz de leerla a quince y a siete centím etros. Debe te­
ner tam bién u n control suficiente sobre su m em oria com o para ali­
viar y prevenir el dolor. U na persona con visión defectuosa tan to de
lejos com o de cerca no estará en condiciones d e prestar asistencia
m aterial alguna en casos extrem os, y nadie puede servir de ayuda en
la aplicación de un m étodo que él m ism o no haya utilizado con éxito.
Los padres que desean preservar y m ejorar la visión ocular de sus
hijos deberían an im ar a éstos a leer cada día el optotipo. Debería ha­
ber u n op to tip o en cada familia. De hecho, si se usa de m odo correc­
to, el op to tip o previene siem pre la m iopía y o tro s errores de refrac­
ción, m ejora siem pre la visión incluso cuando ésta es ya norm al, y
siem pre resulta beneficioso en trastornos nerviosos funcionales. Los
padres deberían m ejorar su visión ocular hasta hacerla norm al, de
m odo que sus hijos no im iten m étodos equivocados para el uso de sus
ojos y no estén sujetos a la influencia de una atm ósfera de tensión.
T am bién deberían ap ren d er los principios de la fijación central, a fin
de poder enseñárselos a sus hijos.
Capítulo 21

Tratamiento en las escuelas: métodos que fracasan

N inguna fase de la oftalm ología, ni siquiera el problem a de la aco­


m odación, ha sido objeto de tanta investigación y discusión com o la
causa y prevención de la m iopía. Puesto que se suponía que la hiper­
m etropía era debida a una deform ación congénita del globo ocular, y
dado que tam bién se supuso hasta no hace m ucho que el astigmatismo
era congénito en la m ayoría de los casos, se pensaba que estas condi­
ciones no requerían explicación alguna ni adm itían prevención. Pero
la m iopía parecía una condición adquirida. P or consiguiente, repre­
sentaba un problem a de inm ensa im portancia práctica al que m u ­
chos científicos em inentes dedicaron años de trabajo.
Se reunieron y reúnen estadísticas volum inosas acerca de su inci­
dencia. El tem a ha producido riadas de literatura, pero se puede sacar
m uy poca luz de la cuidadosa lectura de este m aterial, y en su m ayor
parte deja al lector con una im presión de confusión desesperada. Es
im posible incluso llegar a una conclusión en cuanto a la frecuencia
del mal, pues no sólo no ha habido uniform idad de estándares y m é­
todos, sino que ninguno de los investigadores ha tenido en cuenta el
hecho de que la refracción del ojo no es una condición constante,
sino que varía de continuo.
N o hay duda, sin em bargo, de que la m ayoría de los niños cu an ­
do inician su fase escolar están libres de este defecto, y de que tanto el
n ú m ero de casos com o el grado de la m iopía aum entan de form a
constante a m edida que avanza el proceso educativo. El profesor
H crm ann C ohn, cuyo inform e de su estudio d e los ojos de m ás de
diez mil niños en Alem ania fue el prim ero que suscitó la atención ge­
neral sobre esta cuestión, apenas encontraba un uno p o r ciento en las
Reaischulen, del treinta al treinta y cinco en los institutos, y del cin­
cuenta y tres al sesenta y cuatro en las escuelas profesionales. Sus in ­
vestigaciones se repitieron en m uchas ciudades d e Europa y de A m é­
rica, y sus observaciones, con algunas diferencias en los porcentajes,
se vieron confirm adas p o r doquier.
H abía unanim idad en atribuir esas condiciones al excesivo uso de
los ojos para trabajar de cerca, aunque, según la teoría de que el cris­
talino es el agente de acom odación, resultaba u n poco difícil ver por
qué precisam ente el trabajo de cerca debería ten er este efecto. En el su­
puesto de que la acom odación se efectúa p o r u n a elongación del glo­
bo ocular, habría sido fácil entender p o r qué u na cantidad excesiva de
acom odación produciría u na elongación perm anente. Pero, ¿por qué
una dem anda anorm al en el poder de acom odación del cristalino p ro ­
duciría un cam bio no en la form a del cuerpo, sino en la configuración
del globo ocular? Se han propuesto num erosas respuestas a este in te ­
rrogante, pero ninguna se ha dem ostrado satisfactoria.
En el caso de los niños, m uchas autoridades han supuesto que,
com o las capas del ojo son m ás blandas en la ju v en tu d que en los años
posteriores, son incapaces de resistir una supuesta tensión infraocu­
lar producida por el trabajo de cerca. C uando se daban otros errores
de refracción, tales com o hiperm etropia y astigm atism o, considera­
dos congénitos, se suponía que la lucha acom odaticia p o r u na visión
distinta producía irritación y tensión, que estim ulaban la producción
de cortedad de vista. C u an d o la condición se desarrollaba en los ad u l­
tos había que m odificar la explicación para que cuadrara con el caso,
y el hecho de que se observara un considerable n ú m ero de casos e n ­
tre cam pesinos y otros que no usan sus ojos p a ra trabajos de cerca
llevó a algunas autoridades a dividir la anom alía en dos clases; una
provocada por el trabajo de cerca y otra no relacionada con él. Esta
últim a se atribuía a tendencias hereditarias.

162
C om o era im posible ab an d o n ar el sistem a educativo, se hicieron
intentos para reducir al m ín im o los supuestos m alos efectos de la
lectura, escritura y dem ás trabajos de cerca que aquél exige. Las d i­
versas autoridades establecieron norm as cuidadosas y detalladas en
cu anto al tam añ o del tipo de letra que debía utilizarse en los textos
escolares, a la longitud de las líneas, a la separación en tre ellas, a la
distancia a la que habría q ue ten er el libro, a la can tid ad y disposi
ción de la luz, a la construcción de los pupitres, a cuánto tiem po se
pueden usar los ojos sin cam biar de foco, etc. Incluso se idearon so­
portes faciales para m an ten er los ojos a la debida distancia del p u p i­
tre y para im pedir el encorvam iento, considerado co m o causante de
la congestión del globo ocular, estim ulando, asi, la elongación. Los
alem anes, con su característica m eticulosidad, llegaron a utilizar
esos in stru m en to s de to rtu ra. C ohn nunca p erm itió que sus hijos es­
cribieran sin uno, «ni siquiera cuando estaban sentados en el m ejor
p u p itre posible».
Los resultados de esas m edidas preventivas se dem ostraron d e­
cepcionantes. Algunos observadores señalaron un ligero descenso en
el porcentaje de m iopía en las escuelas en las que se habían in tro d u ­
cido las reform as prescritas, pero en conjunto los efectos dañinos del
proceso educativo no se elim inaron en grado perceptible.
El estudio m ás am plio del tem a no hizo sino increm entar su difi­
cultad, al tiem po que tendía a descargar a las escuelas de gran parte de
la responsabilidad que se les atribuía con an terio rid ad en la p ro d u c­
ción de la m iopía. C om o señala la American Encyclopedia o f Ophtal-
mology, «la teoría de que la m iopía se debe al trabajo de cerca agrava­
do p o r la vida de la ciudad y p o r los locales m al ilum inados, pierde
gradualm ente terreno a la vista de las estadísticas».
Por ejem plo, en una investigación realizada en Londres, en la que
se seleccionaron cuidadosam ente las escuelas p ara que revelaran
cualquier diferencia que pudiera surgir de las diversas influencias h i­
giénicas, sociales y raciales a las que los niños estaban som etidos, se
co m probó que la proporción de m iopía en el edificio m ejor ilum ina­
do del grupo era m ás alta que en otro donde las condiciones lu m ín i­

163
cas eran peores, aunque los grados m ás altos de m iopía eran m ás n u ­
m erosos en el últim o grupo que en el prim ero.
T am bién se com probó que hay tanta m iopía en escuelas d o n d e se
hace poco trabajo de cerca com o en las que es m ayor la d em anda so­
bre el p o d er de acom odación del ojo. Además, sólo u na m inoría de
niños co n trae la m iopía m ientras que todos están sujetos práctica­
m ente a las m ism as influencias; e incluso en el m ism o niño, u n ojo
puede volverse m iope m ientras que el o tro sigue siendo norm al. En la
teoría según la cual la cortedad de visión se debe a influencias exter­
nas a las q ue el ojo está expuesto es im posible explicar el hecho de
que, bajo las m ism as condiciones de vida, los ojos de diferentes p e r­
sonas y los de u n m ism o individuo se co m p o rta n de m odo distinto.
La dificultad de reconciliar estos hechos con las teorías anteriores
ha dado origen a la tendencia a atrib u ir la m iopía a problem as here­
ditarios. Pero ninguna evidencia satisfactoria h a logrado progresos
en este p unto; y el hecho de que los pueblos prim itivos q ue han teni­
do siem pre buena visión ocular se vuelvan m iopes tan rápidam ente
com o cualesquiera otros cuando están som etidos a las condiciones de
vida civilizada, com o los alum nos indios en el I nstituto Carlisle, p a­
rece ser prueba concluyente contra la sugerencia.
La frecuencia de la m iopía, lo insatisfactorio de todas las explica­
ciones sobre su origen, y la ineficacia de todos los m étodos de p re­
vención ha llevado a algunos escritores de prestigio a concluir que el
elongado globo ocular es u na adaptación fisiológica natural a las n e­
cesidades de la civilización. C ontra esta visión cabe aducir dos argu­
m entos irrefutables. U no es que el ojo m iope n o ve tan bien com o el
ojo norm al ni siquiera de cerca; el o tro es que el defecto tiende a p ro ­
gresar con resultados gravísim os, term inando co n frecuencia en ce­
guera.
Si la naturaleza ha intentado adaptar el ojo a las condiciones civi­
lizadas m ediante una elongación del globo ocular, lo ha hecho de una
m anera m uy lastimosa. Es cierto que m uchas autoridades asum en la
existencia de dos tipos de m iopía: u na fisiológica o inocua, y la otra
patológica. M as com o es im posible decir con certeza si u n caso dado

164
progresará o no, esta distinción, si fuera correcta, sería más im por­
tante en el plano teórico que en el práctico.
A este estado de desesperanza y de contradicción nos han llevado
los desorientados trabajos de todo un siglo. Pero a la luz de la verdad
el problem a se vuelve m uy sencillo. Si se tienen presentes los hechos
señalados en el capitulo 6, es fácil com prender por qué fracasaron to ­
dos los intentos anteriores para prevenir la m iopía. T odos esos inten­
tos tendían a rebajar la tensión del trabajo de cerca sobre el ojo, sin
m encionar para nada la tensión de ver objetos a distancia e ignorando
por com pleto la tensión m ental que subyace en la tensión óptica.
Existen m uchas diferencias entre las condiciones a las que esta­
ban som etidos los hijos del hom bre prim itivo y las que padecen los
niños de las razas civilizadas d u ran te sus años de desarrollo, al m ar­
gen de que estos últim os aprenden de los libros y escriben en el papel,
cosas que los prim eros no hacían. En el proceso d e educación, los n i­
ños civilizados pasan cada día m uchas horas encerrados entre cuatro
paredes, al cargo de profesores que a veces están nerviosos e irrita­
bles. Se ven obligados a perm anecer d u ra n te largos períodos en la
misma posición. En cuanto a las cosas que tienen que aprender, es
posible que se las presenten de una m anera q ue resulte excesivamen­
te falta de interés. Y están bajo el aprem io co n tin u o de pensar en c o n ­
seguir notas y prem ios m ás que en la adquisición de conocim iento
por el valor que éste tiene en sí m ism o.
Algunos niños soportan m ejor que otro s estas condiciones. M u­
chos son incapaces de soportar la tensión y entonces las escuelas se
convierten en el semillero no sólo de la m iopía, sino de todos los de­
m ás errores de refracción.
Capítulo 22

Tratamiento en las escuelas: un método eficaz

Repetir es un principio m uy im portante. N o es posible ver algo con


visión perfecta si no lo hem os visto con anterioridad. C uando el ojo
m ira un objeto no familiar, siem pre se esfuerza m ás o m enos para
verlo, y se produce siem pre un erro r de refracción. C uando los niños
m iran un escrito o figuras no familiares en la pizarra, m apas d istan­
tes, diagram as o pinturas, el retinoscopio m uestra siem pre que son
m iopes, aunque su visión sea absolutam ente norm al en otras c ir­
cunstancias. Lo m ism o sucede cuando los adultos m iran objetos dis­
tantes no familiares. En cam bio, cuando el ojo m ira un objeto fam i­
liar, el efecto es m uy diferente. N o sólo se le puede m ira r sin esfuerzo,
sino que se rebaja el esfuerzo de m irar luego un objeto extraño.
Estos hechos nos sum inistran un in stru m en to para superar la
tensión m ental a la que el m oderno sistem a educativo som ete a los
niños. Es im posible ver algo perfectam ente cu an d o la m ente está en
tensión, y si los niños se capacitan para relajarse cu a n d o m iran obje­
tos familiares, serán capaces, a veces en un espacio de tiem po increí­
blem ente breve, de m antener su relajación cuando m iran objetos ex­
traños.
Descubrí esto m ientras exam inaba los ojos de cientos de escola­
res en G rand Forks, D akota del N orte. En m uchos casos, niños que
no podían leer todas las letras de un op to tip o en el prim er exam en,
las leían al segundo o tercer test. Después de haber exam inado una

167
clase, los niños que habían fracasado pedían a veces un segundo test,
y entonces sucedía con frecuencia que leían todo el optotipo con vi­
sión norm al. Esto sucedía con tan ta frecuencia q u e la conclusión se
im ponía: de alguna form a la visión se m ejoraba leyendo el optotipo.
En una clase encontré a un m uchacho q ue en un principio pare­
cía ser m uy m iope, pero que. tras recibir algunos ánim os, leyó todas
las letras del optotipo. La profesora m e p re g u n tó por la visión de
aquel niño, porque ella tenía la im presión de q u e era m uy corto de
vista. C uando le dije que la visión del niño era norm al, ella se m ostró
incrédula, y sugirió que el m uchacho po d ría hab er aprendido de m e­
m oria las letras o que otro alum no le apuntaba. D ijo que el niño era
incapaz de leer palabras o cifras en la pizarra y d e ver mapas, planos
o diagram as en la pared y de reconocer personas al o tro lado de la ca­
lle. M e pidió que hiciera un nuevo test con el m uchacho. Lo realicé
con sum o cuidado, supervisado p o r ella, elim inando las fuentes de
erro r que ella había sugerido. El niño leyó de nuevo todas las letras
del optotipo. Entonces la profesora escribió algunas palabras y cifras
en la pizarra y pidió al niño que las leyera. Él lo hizo con corrección.
E ntonces ella escribió nuevas palabras y cifras q u e él leyó igual de
bien. Por últim o, le pidió que le dijera qué hora m arcaba el reloj, que
estaba a siete m etros de distancia. Él lo hizo de fo rm a correcta.
En la clase se dieron otros tres casos sim ilares. En todos ellos, la
visión, que previam ente había sido m uy defectuosa para objetos dis­
tantes, se hizo norm al en los pocos instantes dedicados a p o n er a
prueba sus ojos.
N o sorprende que la profesora, después de tal dem ostración, p i­
diera que colocaran un op to tip o perm anente en el aula. Se orientó a
los niños para q ue leyeran al m enos una vez al día las letras m ás p e­
queñas que pudieran ver desde sus asientos, con am bos ojos ju n to s y
con cada uno p o r separado, cubriendo con la p alm a de la m an o el ojo
no utilizado, pero cuidando de no presionar sobre el globo ocular. A
los que tenían visión defectuosa se les estim uló para que leyeran con
m ás frecuencia el optotipo, pero no necesitaron que les anim aran
una vez que com probaron que la práctica les ayudaba a ver la pizarra

168
y que cesaban los dolores de cabeza y otras m olestias causadas con
an terioridad p o r el uso de sus ojos.
En otra clase de cuarenta niños, todos en tre seis y ocho años de
edad, treinta de los alum nos consiguieron visión norm al m ientras se
exam inaban sus ojos. El resto lo consiguió m ás tarde, bajo la supervi­
sión del profesor, m ediante ejercicios de visión a distancia con un o p ­
totipo. Aquel profesor había observado d u ran te quince años que al
com ienzo del curso, en otoño, todos los niños podían leer desde sus
asientos lo que se escribía en la pizarra, pero antes d e finalizar el c u r­
so, en la prim avera, todos sin excepción se quejaban de que no po­
dían leer la pizarra a m ás de tres m etros de distancia. Tras aprender
los beneficios que se pueden obtener m ediante la práctica diaria de la
visión a distancia con objetos fam iliares com o p u n to de fijación, este
profesor consiguió un op to tip o para su aula y o rie n tó a los niños para
que lo leyeran cada día. El resultado fue que d u ra n te ocho años n in ­
guno de los niños encom endados a su cuidado co n trajo una visión
ocular defectuosa.
El profesor de esta clase había atribuido el invariable deterioro en
la visión de sus alum nos d u ran te el año escolar al hecho de que su
aula estaba en la planta baja y de que la luz era pobre. Pero profeso­
res con aulas bien ilum inadas tenían el m ism o problem a, y después
de que se in trodujo el op to tip o tanto en las aulas bien ilum inadas
com o en las de ilum inación pobre y los niños lo leyeran cada día, se
detuvo el deterioro de su visión ocular; adem ás, La visión de todos
m ejoró. La visión que había estado p o r debajo d e lo norm al m ejoró
en la m ayoría de los casos hasta hacerse norm al, m ien tras que los ni
ños que ya tenían visión norm al, calculada generalm ente en 20/20,
conseguían leer en 20/15 ó 20/10. Y no sólo se elim inó la m iopía, sino
que se m ejoró la visión de objetos cercanos.
A petición del que entonces era inspector d e las escuelas en
G rand Forks se introdujo el sistema en todas las escuelas de la ciudad
y se utilizó de form a continuada d u ran te ocho años. En ese tiem po, la
m iopía de los niños, que al principio era del seis p o r ciento, se re d u ­
jo a m enos del uno p o r ciento.

169
U nos años m ás tarde se introdujo el m ism o sistema en algunas
escuelas de la ciudad de N ueva York, con un total de unos diez m il n i­
ños. Pero m uchos de los profesores descuidaron el uso del optotipo,
incapaces de creer que un m étodo tan sencillo y tan diam etralm ente
opuesto a la enseñanza anterior sobre el tem a pudiera conseguir los
resultados apetecidos. O tros guardaban los o p to tip o s en un arm ario
salvo cuando se necesitaban para el en tren am ien to ocular diario, por
tem or a que los niños los m em orizaran. Así, n o sólo tom aron sobre sí
una carga innecesaria, sino que hicieron cuanto p u d iero n para d in a ­
m itar el objetivo del sistem a, que es el de hacer q ue los niños se ejer­
citen diariam ente en la visión a distancia con un objeto familiar.
Por contra, un considerable núm ero de profesores utilizaron con
inteligencia y perseverancia el sistem a, y en m enos de un año estuvie­
ron en condiciones de presentar inform es d o n d e se ponía de m an i­
fiesto que, de tres mil niños con visión im perfecta, m ás de m il habían
conseguido visión norm al p o r este m edio. A lgunos de aquellos niños,
com o en el caso de los de G rand Forks, se habían visto aliviados en
unos pocos m inutos. M uchos de los profesores tam bién m ejoraron;
algunos de ellos con m ucha rapidez. A veces, los resultados del siste­
m a fueron nada m enos que asom brosos, pero al final la junta de ed u ­
cación y los especialistas de las gafas no pudieron ponerse de acuerdo,
y se abandonó gradualm ente el uso del o p to tip o para este objetivo.
En una clase de deficientes m entales donde el profesor había c o n ­
servado inform es de la visión ocular de los n iñ o s d u ran te años, se
com probó que su visión em peoraba de m an era uniform e a m edia
que avanzaba cada curso. Sin em bargo, tan p ro n to com o se in tro d u ­
jo el op to tip o com enzaron a m ejorar. Entonces vino un m édico de la
ju n ta local de sanidad que exam inó los ojos de los niños y les puso ga­
fas a todos, incluso a aquellos cuya visión era absolutam ente buena.
El uso del op to tip o se hizo entonces discontinuo, pues los profesores
no consideraron o p o rtu n o interferir m ientras los niños llevaban las
gafas prescritas p o r un m édico.
M uy pronto, sin em bargo, los niños com enzaron a perder, rom per
o desechar sus gafas. Algunos dijeron que las lentes les producían dolor

170
de cabeza o que se sentían m ejor sin ellas. Aproxim adam ente en un mes
habían desaparecido la mayoría de las ayudas a la visión que la junta de
sanidad había sum inistrado. Los profesores se sintieron entonces libres
para reim plantar el uso del optotipo. Sus beneficios fueron inmediatos.
La visión ocular y las reacciones mentales de los niños m ejoraron a la
par, y enseguida m uchos de ellos pasaron a clases ordinarias, pues se
com probó que progresaban en sus estudios tanto com o los otros niños.
O tra profesora contó otra experiencia igual de interesante. Tenía
una clase de niños que no encajaban en otros grados. M uchos de ellos
iban retrasados en sus estudios, algunos eran unos haraganes recalci­
trantes, y todos ellos tenían visión ocular defectuosa. Se colocó un
op totipo en un lugar del aula d o n d e todos los alum nos pudieran ver­
lo, y la profesora siguió al pie de la letra m is instrucciones. Seis meses
después todos los niños, excepto dos, tenían visión norm al, y esos dos
m ejoraron definitivam ente, m ientras que el m ás incorregible y el m ás
haragán se habían convertido en estudiantes aceptables.
Para despejar cuantas dudas pudieran surgir en cuanto a la causa
de la m ejora observada en la visión ocular de los niños, se hicieron
test com parativos con y sin optotipo. En un caso, se exam inaron dia­
riam ente, d u ra n te una sem ana, seis alum nos con visión defectuosa,
sin el uso del optotipo. No se produjo m ejora alguna. Entonces se co ­
locó de nuevo el op to tip o en su sitio y se dio instrucciones al grupo
para que lo leyera cada día. Al cabo de una sem ana todos habían m e­
jorado, y cinco eran com pletam ente norm ales. Los resultados fueron
sim ilares con otro grupo de visión defectuosa. D urante la sem ana en
que no se había utilizado el o p to tip o no se notó m ejora, pero después
de una sem ana de ejercicios de visión a distancia con el optotipo, to ­
dos evidenciaron una m ejoría notable; y al cabo de un mes, todos te ­
nían una visión norm al.
A fin de que no pudiera haber la m enor duda acerca de la fiabili­
dad de los inform es de los profesores, en algunos casos los directores
de las escuelas im plicadas pidieron a la ju n ta de sanidad que enviara
un inspector para exam inar la visión de los alum nos; y siem pre que
se hizo esto, se vio que los inform es eran correctos.

171
Un día viajé a la ciudad de Rochester, N ueva York, y m ientras es­
taba allí visité al inspector de las escuelas públicas y le hablé de mi
m étodo para prevenir la m iopía. Él se interesó m ucho y m e invitó a
introducirlo en una de sus escuelas. Así lo hice, y al cabo de tres m e ­
ses m e enviaron un inform e m ostrando que la visión de todos los n i­
ños había m ejorado, m ientras que un núm ero d e ellos había conse­
guido una visión absolutam ente norm al en am b o s ojos. Sin em bargo,
m ás tarde el sistema tuvo el m ism o final que había tenido en la ciu­
dad de Nueva York.
Mi m étodo se ha utilizado en otras m uchas ciudades, y siem pre
m ejoró la visión de todos los niños. M uchos de ellos consiguieron vi­
sión norm al en el curso de unos pocos m inutos, dias, sem anas o meses.
Es difícil dem ostrar u na propuesta negativa, pero dado que este m éto ­
do m ejoró la visión de todos los niños que lo usaron, cabe concluir que
ninguno em peoró. Es, pues, obvio que debió prevenir la m iopía. N o se
puede decir lo m ism o de todos los m étodos para prevenir la m iopía en
la escuela probados con anterioridad. Todos los m étodos restantes se
basan en la idea de que el uso excesivo de los ojos en trabajo de cerca
produce la m iopía, y es patente que todos ellos han fracasado.
T am bién es obvio que el m étodo debe de haber prevenido otro s
errores de refracción, problem a al que antes no se prestaba atención,
pues se suponía que la hiperm etropía era congénita. Y hasta no hace
m ucho, tam bién se supuso que el astigm atism o era congénito en la
m ayoría de los casos. Sin em bargo, cualquiera qu-e sepa cóm o usar un
retinoscopio, puede d em ostrar en pocos m in u to s que am bas co n d i­
ciones son adquiridas, pues in dependientem ente de lo astigm ático o
h iperm étrope que un ojo pueda ser, su visión se hace norm al siem pre
que m ira a una superficie en blanco sin tratar d e verla. T am bién se
puede d em ostrar que cuando los niños aprenden a leer, escribir, d i­
bujar, coser o a hacer algo que les obligue a m irar de cerca objetos no
familiares, siem pre se produce hiperm etropía o astigm atism o hiper­
m étrope. O tro tanto hay que decir de los adultos.
Los hechos indican con toda claridad que los niños necesitan,
an te todo, educación ocular. Para p o d er p ro g resar m ucho en sus

172
estudios, tienen que ser capaces de m irar de cerca y sin esfuerzo le­
tras u objetos extraños. T am bién dem u estran los hechos que en to ­
dos los casos en los que se ha aplicado el m éto d o se conseguía el fin
m ed ian te el ejercicio diario de la visión a d istan cia con u n optotipo.
C u an d o h an m ejorado por este m edio su visión a distancia, los n i­
ños siem pre son capaces de usar sin esfuerzo sus ojos en un p u n to
cercano.
Este m étodo obtenía m ejores éxitos cuando el profesor no usaba
gafas. N o es sólo que los niños im iten los hábitos visuales de un p ro ­
fesor que lleva gafas, sino que la tensión nerviosa de la que la visión
defectuosa es una expresión produce en ellos una condición similar.
En aulas del m ism o grado, con la m ism a ilum inación, siem pre se ha
co m probado que la visión de los niños cuyos profesores no usaban
gafas era m ejor que la de aquellos cuyos profesores las utilizaban. En
un caso exam iné la visión de niños cuya profesora usaba gafas y co m ­
probé que era m uy im perfecta. La profesora salió del aula para hacer
un recado, y cuando se m archó los exam iné de nuevo. El resultado
fue m ucho m ejor. C uando la profesora volvió, p reg u n tó por la visión
de un determ inado niño, que era m uy nervioso- C uando yo iba a
proceder a exam inarlo, ella se colocó en pie an te él y le dijo: «Ahora,
cuando el do cto r te diga que leas el optotipo, hazlo». El m uchacho no
podía ver absolutam ente nada. Entonces ella se puso detrás de él, y el
efecto fue igual que si ella hubiera salido del aula. F.1 niño leyó el o p ­
totipo entero.
A ctualm ente en las escuelas de los Estados U nidos de América
hay m illones de niños con visión deficiente. Esa condición les im pide
sacar pleno provecho de las opo rtunidades educativas que el Estado
proporciona, socava su salud y m algasta el din ero de los que pagan
im puestos. Si se perm ite que esa situación co n tin ú e, será un dispen­
dio y un im pedim ento para esos niños d u ran te to d a su vida. En m u ­
chos casos, será una fuente de sufrim iento e infelicidad continuas. Y,
sin em bargo, prácticam ente todos estos casos p o d rían aliviarse y evi­
tar el desarrollo de otros nuevos. Para ello basta u n tratam iento tan
poco sofisticado com o la lectura diaria de u n o p to tip o .

173
¿Por que se habría de obligar a nuestros niños a sufrir y a usar ga­
fas por falta de esta sencilla m edida de alivio? N o cuesta casi nada. En
m uchos casos ni siquiera sería necesario ad q u irir optotipos, puesto
que se usan ya para exam inar los ojos de los niños. No supone casi
carga adicional alguna para los profesores; y adem ás, m ejorando la
visión, salud, disposición y m entalidad de sus alum nos, aligeran sus
trabajos. Y nadie puede sugerir que el optotipo cause daño alguno.

Instrucciones pa ra el uso de un optotipo para mejorar la visión


en las escuelas

El op to tip o está perm anentem ente colgado de la pared del aula, y


cada día los niños leen en silencio las letras m ás pequeñas que puedan
ver desde sus asientos; con cada ojo p o r separado, cubriendo el otro
con la palm a de la m ano, pero de m anera que n o oprim an el globo
ocular. Esto requiere poco tiem po y es suficiente para m ejorar la vi­
sión de todos los niños en una sem ana y para elim inar todos los e rro ­
res de refracción en unos meses, un año o algo más.
A los niños con visión notablem ente defectuosa habría q ue a n i­
m arlos a que lean con m ayor frecuencia el o p to tip o . N o conviene in­
terferir en los niños que llevan gafas, pues es de suponer que están
bajo el cuidado de un m édico, y la práctica les serviría de poco o de
nada m ientras lleven gafas.
A unque no es esencial, es u na gran ventaja hacer un inform e de
la visión de cada alum no en el m om ento en que se introduce el m é­
todo y posteriorm ente a intervalos convenientes; anuales o m ás fre­
cuentes. Puede hacerlo el profesor.
El inform e debería incluir n om bre y apellido, edad del alum no,
visión de cada ojo exam inado a seis m etros, y la fecha. Por ejem plo:

Juan López, diez años, 15 de septiem bre de 1994


V.D. (visión del ojo derecho) 20/40
V.l. (visión del ojo izquierdo) 20/20

174
luán López, once años, 1 de enero de 1995
V.D. 20/30
V.I. 20/15

Un cierto grado de supervisión es absolutam ente indispensable.


Al m enos una vez al añ o , alguien que conozca el m éto d o deberia vi­
sitar cada aula a fin de contestar preguntas, an im ar a los profesores a
proseguir con el uso del m étodo y redactar algún tipo de inform e
para las autoridades responsables. Pero no es necesario que el su p er­
visor, los profesores o los niños lo sepan todo acerca de la fisiología
del ojo.
Capítulo 23

Mente y visión

C om o ya he dicho, u na visión defectuosa es el resultado de una c o n ­


dición anorm al de la m ente. A veces, las gafas p u ed en neutralizar el
efecto de esa condición sobre los ojos, y haciendo q u e u na persona se
sienta m ejor cabe m ejorar en alguna m edida sus facultades m entales,
pero no alteram os fundam entalm ente las condiciones de la m ente, y
reafirm ando u n o de sus malos hábitos la hacem os peor.
Se puede dem ostrar fácilmente que entre las facultades de la
m ente deterioradas cuando la visión está deteriorada se encuentra
la m em oria; y puesto que una gran parte del proceso educativo co n ­
siste en alm acenar datos en la m ente, y dado que todos los restantes
procesos m entales dependen de nuestro co nocim iento de hechos, re­
sulta fácil ver qué poco se consigue cuando nos lim itam os a p o n er ga­
fas a una persona que tiene «problem as con la vista». Se ha atribuido
la extraordinaria m em oria de los pueblos prim itivos al hecho de que,
al no haber m edios adecuados para hacer inform es escritos, dep en ­
dían de sus m em orias, que se fortalecían convenientem ente. Mas, a la
vista de los hechos conocidos sobre la relación d e la m em oria con
la visión ocular, es m ás razonable suponer que la m em oria retentiva
del hom bre prim itivo se debía a la m ism a causa que su agudeza vi­
sual: a la m ente en reposo.
I.a m em oria prim itiva, así com o la agudeza d e la visión prim iti­
va, se ha encontrado en tre personas civilizadas, y si se hubieran hecho

177
los test necesarios, se habría com probado sin genero de d u d a que
am bas cosas se dan siem pre juntas, com o sucedía en un caso que fue
som etido recientem ente a mi observación. El sujeto era una m u ch a­
cha joven con una visión ocular tan maravillosa q u e podía ver a sim ­
ple vista las lunas de Júpiter, hecho que se d em o stró cuando dibujó
un diagram a de esos satélites que se correspondía exactam ente con el
diagram a hecho p o r personas q ue habían utilizado un telescopio.
Su m em oria era igual de sobresaliente. Era capaz de recitar todo
el contenido de un libro después de haberlo leído, com o se cuenta
que hizo lord M acaulay, y aprendió sin profesor, e n unos pocos días,
tanto latín com o su herm ana, con seis dioptrías d e m iopía, había sido
capaz de estudiar en algunos años. Recordaba lo q ue había com ido en
un restaurante cinco años antes, retenía el n o m b re del cam arero, el
núm ero del edificio y la calle en la que se en co n trab a el local. R ecor­
daba tam bién qué ropa habia llevado en aquella ocasión y cóm o ves­
tían todas las dem ás personas que se reunieron. Lo m ism o le sucedía
con cualquier otro acontecim iento que despertara su interés de algu­
na m anera, y una de las diversiones favoritas de su familia era p re ­
guntarle cual habia sido el m en ú y qué vestía la gente en d eterm in a­
das ocasiones.
Se ha com probado que cuando la visión de dos personas es dife­
rente tam bién la m em oria de am bas difiere exactam ente en el m ism o
grado. Dos herm anas, u na de las cuales tenía de o rd in ario una buena
visión, indicada p o r la fórm ula 20/20, m ientras q ue la otra tenía 20/10,
com probaron que el tiem po que les llevaba ap ren d er ocho versos de
un poem a variaba casi exactam ente en la m ism a p ro porción que su
visión. La herm ana cuya visión era 20/10 aprendía ocho versos del
poem a en quince m inutos, y la otra, cuya visión era sólo 20/20, nece­
sitaba treinta y un m inutos para hacer lo m ism o.
Después de «palmear», la herm ana con visión o rdinaria aprendía
ocho versos m ás en veintiún m inutos, m ientras q u e la de 20/10 era
capaz de reducir su tiem po sólo en dos m inutos, u n a variación q ue se
encuentra claram ente den tro de los límites de erro r. En otras pala­
bras, la m ente de la últim a estaba ya en una condición norm al o p ró ­

178
xim a a lo norm al y ella no podía m ejorarla de form a apreciable m e­
diante el «palmeo», pero la prim era, cuya m ente estaba en tensión,
pudo relajarse m ediante el «palmeo», con lo que m ejoró su m em oria.
Incluso cuando hay diferencia de visión en tre am bos ojos de la
m ism a persona, es posible dem ostrar, com o señalam os en el capítulo
10, que se da la correspondiente diferencia en la m em oria, según que
se tengan abiertos am bos ojos o esté cerrado el m ejor.
No es posible forzar la m em oria m ás de lo q u e cabe forzar la vi­
sión. N osotros recordam os sin esfuerzo, igual q u e vem os sin esfuer­
zo, y cuanto m ás intensam ente intentam os recordar o ver, m enos ca­
paces som os de hacerlo.
R ecordam os las cosas que nos interesan, y la razón por la que te­
nem os dificultad para aprender ciertos tem as es q u e éstos nos ab u ­
rren. C uando estam os aburridos, nuestra visión o cu lar se deteriora,
siendo el hastío una condición de fatiga m ental en la que para el ojo
es im posible funcionar con norm alidad.
1.a m uchacha de ojos agudos m encionada con anterioridad en
este capítulo era capaz de recitar libros enteros si llegaba a interesar­
se p o r ellos. Pero las m atem áticas y la anatom ía le disgustaban en ex­
trem o, y no sólo no podía aprenderlas, sino q u e se volvía m iope
cuando se le presentaban a su m ente. Era capaz d e leer letras de seis
m ilím etros de alto a seis m etros de distancia con u n a ilum inación p o ­
bre, pero cuando le pedían que leyera núm eros d e dos o cinco centí­
m etros de alto, en una buena ilum inación, a tres m etros, nom braba
im propiam ente la m itad de ellos. C uando le preguntaban cuántos
son dos m ás tres, ella decía cuatro antes de decidirse finalm ente por
el cinco; y d u ran te todo el tiem po en que ella estaba ocupada con este
tem a desagradable, el retinoscopio m ostraba que era m iope. C uando
le pedí que m irara al interior de mi ojo con el oftalm oscopio, no
pudo ver nada, au nque se requiere m ucho m en o r grado de agudeza
visual para observar los detalles del interior del ojo que para ver las
lunas de Júpiter.
C item os un caso opuesto al anterior. Una señora joven, corta de
vista, tenía verdadera pasión p o r las m atem áticas y la anatom ía, y

179
destacaba en estas materias. A prendió a usar el oftalm oscopio con
tanta facilidad com o la chica hiperm étrope había aprendido latín.
Vio casi de inm ediato el nervio óptico y observó que el centro era
m ás blanco que la periferia. Vio las líneas ligeram ente coloreadas, las
arterias, las m ás oscuras, y vio las leves rayas en los vasos sanguíneos.
Algunos especialistas nunca consiguen esto, y n in g u n o podría h acer­
lo sin visión norm al. La visión de ella, por tanto, deb ió de ser tem p o ­
ralm ente norm al cuando hizo esto. Su visión para los núm eros, a u n ­
que no era norm al, era m ejor que para las letras
En am bos casos, la capacidad para aprender y la facilidad para ver
estaban unidas estrecham ente con el interés. U n a paciente que era
capaz de leer un reducción fotográfica de la Biblia y recitar al pie de la
letra lo que había leído, podía leer las lunas de Júpiter y dibujar a co n ­
tinuación un diagram a de ellas porque estaba interesada en esas cues­
tiones, no podía sin em bargo ver el interior del ojo ni núm eros la m i­
tad de bien que las letras porque estas cosas le ab u rrían . Pero cuando
se le sugirió que sacar u na buena nota en un p ró x im o exam en de m a­
tem áticas sería una buena brom a que sorprendería al profesor que le
reprochaba siem pre su bajo rendim iento en m atem áticas, se desper­
tó su interés p o r el tem a y se las ingenió para a p ren d er lo suficiente
com o para sacar un 8. En el caso de la otra paciente, las letras le a b u ­
rrían. N o estaba interesada en la inm ensa m ayoría de los tem as rela­
cionados con las letras y p o r consiguiente estaba retrasada en esos te­
mas y se había vuelto habitualm ente m iope. Pero cuando le pidieron
que m irara objetos que despertaban en ella u n interés enorm e, su vi­
sión se hizo norm al.
C u ando u n o no está interesado, su m ente no está bajo control; y
sin control m ental no es posible aprender ni ver. N o sólo la m em oria,
sino todas las dem ás facultades m entales m ejoran cuando la visión
ocular se hace norm al. La experiencia dice que las personas curadas
de una visión defectuosa m ejoran en su capacidad para hacer su tra ­
bajo.
U n contable que frisaba los setenta años de edad y que había lle­
vado gafas d u ra n te cuarenta años com probó q u e después de haber

180
conseguido visión norm al sin lentes podía trabajar con m ayor rap i­
dez y precisión y con m en o r fatiga que en ninguna o tra época an te­
rior de su vida. D urante tem poradas de m ucha actividad o cuando
andaba escaso de ayuda, trabajaba d u ran te algunas sem anas desde las
siete de la m añana hasta las once de la noche, e insistía en que se sen­
tía m enos cansado p o r la noche tras la larga jo rn ad a laboral que por
la m añ an a al com enzar el trabajo. En tiem pos anteriores, aunque
siem pre trabajó m ás que nadie en la oficina, el trabajo le cansaba
siem pre m ucho. T am bién observó una m ejoría en su carácter. Al lle­
var tan to tiem po en la oficina y saber tanto sobre los negocios, sus co ­
legas de trabajo le pedían consejo con frecuencia. Antes de que su vista
se hiciera norm al, aquellas interrupciones le resultaban m uy m oles­
tas y a veces le hacían p erd er la calma. Después, en cam bio, no le p ro ­
ducían irritación alguna.
En o tro caso, se aliviaron síntom as de dem encia cuando la visión
se hizo norm al. U n m édico al que habían visto ya m uchos n eurólo­
gos y oftalm ólogos vino a mi consulta no po rq u e tuviera fe en mis
m étodos, sino porque parecía que no le quedaba nada m ás por hacer.
T rajo consigo toda una colección de gafas que le habían prescrito d i­
ferentes especialistas, y no había dos iguales. M e com entó que había
usado gafas d u ran te m uchos meses, sin provecho; que después las
había desechado y que aparentem ente no había em peorado. La vida
al aire libre tam poco le había servido de ayuda. P or consejo de algu­
nos neurólogos em inentes, incluso había ab an d o n ad o la práctica de
la m edicina d u ran te un p ar de años para dedicar su tiem po a un ra n ­
cho, pero las vacaciones no le habían hecho bien.
Exam iné sus ojos y no encontré defectos orgánicos ni erro r de re­
fracción. C on todo, su visión con cada ojo era sólo tres cuartos de la
norm al y padecía visión doble y toda clase de síntom as desagradables.
Solía ver a la gente cabeza abajo y diablillos bailando en lo alto de los
edificios elevados. Tam bién padecía otras ilusiones, dem asiado n u ­
m erosas com o para reseñarlas aquí. Por la noche, su visión era tan
mala que tenía dificultad para orientarse; y cuando cam inaba por
una carretera rural, creía ver m ejor cuando giraba los ojos a u n lado

181
y m iraba la carretera con el lado de la retina en lugar de hacerlo con
el centro. A intervalos variables, sin aviso y sin pérdida de la concien­
cia, tenía ataques de ceguera. Éstos le causaban gran desasosiego, ya
que él era cirujano con historial am plio y lucrativo, y tem ía que p u ­
diera sobrevenirle un ataque m ientras operaba.
Su m em oria era m uy pobre. Ni siquiera podía recordar el color
de los ojos de alguno de sus familiares, aunque los había visto diaria­
m ente d u ran te años. N i siquiera era capaz de acordarse del color de
su casa, del n úm ero de habitaciones que había en las diferentes p lan ­
tas o de otro s detalles.
El tratam ien to de ese hom bre resultó m uy laborioso, principal­
m ente porque tenia una gran cantidad de ideas erróneas sobre la ó p ­
tica fisiológica en general y acerca de su propio caso en particular. Él
insistía en que había que discutir todo esto, y no conseguía beneficio
alguno a m edida que las discusiones avanzaban. D urante un largo
período de tiem po, el com entario y la argum entación nos llevaban
cuatro horas diarias. La lógica de aquel señor era m aravillosa, apa­
rentem ente irrefutable, pero com pletam ente errónea.
Su fijación excéntrica era de un grado tan alto que cuando él m i­
raba a un p u n to a cuarenta y cinco grados a un lado de la C grande
del optotipo, veía la letra tan negra com o cuando la m iraba directa­
m ente. El esfuerzo que debía realizar era enorm e y producía m ucho
astigm atism o, pero el paciente no tenía conciencia de ello y era inca­
paz de convencerse de que había algo anorm al en el síntom a. Si veía
la letra, argum entaba que debía verla tan negra c o m o era en realidad,
puesto que él no era daltónico. Al fin consiguió m irar lejos de u na de
las letras m ás pequeñas del o p to tip o y verla peor q u e cuando la m ira­
ba directam ente. Le llevó ocho o nueve meses lograr esto, pero cu an ­
do lo hizo, el paciente dijo que parecía que le hubieran quitado un
gran peso de encim a. E xperim entó una m aravillosa sensación de ali­
vio y de relajación en todo el cuerpo.
C uando se le pidió que recordara el negro con sus ojos cerrados y
tapados dijo que no podía hacerlo, y veía todos los colores m enos el
negro que se debe ver norm alm ente cuando el nervio óptico no está

182
som etido al estím ulo de la luz. H abia sido un entusiasta jugador de
fútbol en el colegio y al fin com probó que podía recordar un balón
negro. Le pedí que im aginara que alguien había tirado ese balón al
m ar y que la m area se lo llevaba m ar adentro, haciéndose cada vez
más pequeño, pero no m enos negro. Fue capaz d e hacerlo, y la ten ­
sión flotó con el balón hasta que, cuando este ú ltim o se redujo al ta ­
m año de un p u n to en un periódico, aquélla se desvaneció p o r co m ­
pleto. La m ejoría continuaba d u ra n te todo el ra to q ue el paciente
recordaba la m ancha negra, pero, com o no po d ia recordarla durante
to do el tiem po, le sugerí otro m étodo para conseguir alivio perm a­
nente. C onsistía éste en em peorar de form a consciente su visión, plan
co ntra el que él protestó con notable énfasis.
«¡Santo cielo! — dijo— . ¿Acaso mi vista no es ya lo suficiente­
m ente m ala com o para que la empeoremos?»
C on todo, después de u na sem ana de discusiones, consintió en
in tentar el m éto d o y el resultado fue m uy satisfactorio. Después de
haber aprendido a ver dos luces o más donde había sólo una esfor­
zándose para ver u n p u n to sobre la luz m ientras a ú n intentaba ver la
luz tan bien com o cuando m iraba directam ente a ella, consiguió evi­
tar la tensión inconsciente que había pro d u cid o su visión doble y
m últiple, y n u n ca m ás fue m olestado por esas im ágenes superfluas.
Del m ism o m o d o previno otras ilusiones.
Una de las últim as ilusiones en desaparecer fue su creencia de
que se requería un esfuerzo para recordar el negro. Su lógica en este
p u n to era irresistible, pero, después de m uchas dem ostraciones, se
convenció de que no hacía falta esfuerzo alguno para lograrlo; y
cuando com prendió esto, tanto su visión co m o su control m ental
m ejoraron al instante.
F inalm ente llegó a leer 20/10 ó más, y au n q u e tenía más de cin­
cuenta y cinco años de edad, leía tam bién caracteres tipo d iam ante a
una distancia desde cinco hasta sesenta centím etros. Su ceguera n oc­
tu rn a se habia corregido, sus ataques de ceguera d iu rn a habían cesa­
do, y recordaba cuál era el color de los ojos de su esposa e hijos. Un
día m e dijo:

183
•^Doctor, le agradezco lo que usted ha hecho p o r mi vista, pero no
tengo palabras para expresarle la gratitud que siento por lo que ha he­
cho p o r m i mente».
Algunos años después m e telefoneó para decirm e q ue n o había
sufrido ni una recaída.
T odos estos hechos avalan la conclusión de q u e los problem as de
la visión están asociados de form a m ucho m ás estrecha con la m ente
de lo que se supone en general, y de que no se resuelven po n ien d o d e­
lante de los ojos unas lentes cóncavas, convexas o astigm áticas.
Capítulo 24

Los principios fundamentales del tratamiento

El objetivo de todos estos m étodos utilizados en el tratam iento de la


visión im perfecta sin lentes es asegurar alivio o relajación, prim ero de
la m ente y luego de los ojos. El descanso siem pre m ejora la visión. El
esfuerzo la dism inuye. Las personas que deseen m ejorar su visión,
deberían com enzar por com probar estos hechos en sí mismas.
Para d em o strar que el esfuerzo reduce la visión, piensa en algo
desagradable o en algo visto de m anera im perfecta. C uando tengas
los ojos abiertos com probarás que la visión se ha rebajado. Tam bién
m ira fijam ente una parte de una letra del op to tip o o trata de ver la le­
tra entera de una vez. Esto dism inuye invariablem ente la visión y
puede hacer que las letras desaparezcan. O tro sín to m a de fatiga es
una sacudida de los párpados del ojo que un observador puede ver y
el paciente puede sentir con los dedos. Por lo general, esto se puede
corregir si el periodo de descanso es suficientem ente largo. M uchas
personas no logran asegurar una m ejora m o m en tán ea cerrando los
ojos porque no los tienen cerrados d u ran te un tiem po suficiente­
m ente largo. Los niños rara vez lo conseguirán a n o ser que un adul­
to esté ju n to a ellos y les estim ule. M uchos adultos tam bién necesitan
supervisión.

185
Descansar los ojos

l.a m anera m ás sencilla de descansar los ojos es cerrarlos d u ran te un


tiem po m ás o m enos prolongado y pensar en algo agradable. Esto es
siem pre lo p rim ero q ue se debe hacer, y Hay m uy pocas personas que
no saquen provecho m om entáneo de ello.

«Palmeo»

Se puede conseguir un grado de descanso aún m ayor cerrando y c u ­


briendo los ojos para excluir toda luz. Cierra am bos ojos y cúbrelos
con las palm as de am bas m anos, con los dedos cruzados sobre la
frente. La sim ple exclusión de la im presión de visión es suficiente a
veces para p ro d u cir una gran relajación, aunque a veces crece la ten­
sión. De ordinario, un «palmeo» eficaz im plica u n conocim iento de
otros varios m edios de conseguir relajación. El sim ple cubrir y cerrar
los ojos es inútil a no ser que se logre al m ism o tiem p o la relajación
m ental. C uando seas capaz de «palmear» perfectam ente, verás un
cam po tan negro que no será posible recordar, im aginar o ver algo
más negro; y cuando seas capaz de hacer esto, tu visión será norm al.

Balanceo

D em uéstrate a ti m ism o que el balanceo no sólo m ejora tu visión,


sino que tam bién cura el dolor, las m olestias y la fatiga.
Sitúate con los talones separados unos trein ta centím etros, m i­
rando de frente un lado de la habitación. Levanta el talón izquierdo a
corta distancia del suelo m ientras giras los hom bros, cabeza y ojos a
la derecha hasta que la línea de los hom bros sea paralela a la pared.
A hora gira el cuerpo a la izquierda después de p o n er el talón izquier­
do en el suelo, y levanta el talón derecho. C am bia alternativam ente la
m irada de la pared d erecha a la pared izq u ierd a, ev itan d o m o v er

186
la cabeza y ojos con el m ovim iento de los hom bros. C u an d o se prac­
tica el balanceo de form a fácil, continuada, sin esfuerzo y sin prestar
atención a los objetos que se m ueven, u n o co m p ren d e enseguida que
le relaja la tensión de los m úsculos y nervios. (R ecuerda, sin em bar­
go, que cu an to m ás corto puedas hacer a la larga el balanceo, m ayor
será tu m ejoria.)
Los objetos estacionarios se m ueven al cam biar los grados de ra­
pidez. O bjetos colocados casi directam ente frente a ti parecen m o ­
verse con la velocidad de un tren ultrarrápido, y d eberían ser m ucho
más borrosos. Es m uy im portante no intentar ver con claridad los
objetos vistos en m ovim iento rapidísim o.
Parece q ue el balanceo ayuda de m anera especial a las personas
que sufren tensión ocular d u ran te el sueño. Practicarlo cincuenta ve­
ces o m ás justo antes de retirarse a descansar e inm ediatam ente des­
pués de levantarse p o r la m añana ha evitado o aliviado con frecuen­
cia la tensión ocular d u ran te el sueño.

M em oria

C u ando la visión es norm al, la m ente está en reposo perfecto; y cu an ­


d o la m em oria es perfecta, la m ente tam bién está en reposo. Por con­
siguiente, es posible m ejorar la visión m ediante el uso de la m em oria.
T odo lo que te resulte agradable recordar es un alivio para la m ente,
pero, para ser m ás práctico, un pequeño objeto negro, tal com o un
p u n to o una letra de pequeño tam año, suele ser m ás conveniente. La
condición m ás favorable para el ejercicio de la m em o ria se obtiene
con los ojos cerrados y cubiertos, pero, con la práctica, se consigue
recordar igual de bien con los ojos abiertos.
C uando con los ojos cerrados y cubiertos eres capaz de recordar
perfectam ente una letra de tam año pequeño o un p u n to m enudo, te
parecerá q ue estos elem entos tienen un ligero m ovim iento, com o su ­
cedería si los m iraras con los ojos físicos, m ientras que las aberturas
de esa letra parecen m ás blancas que el resto del fon d o . Si no eres ca­

187
paz de recordarla, entonces deslízate conscientem ente de un lado de
la letra a o tro e im agina de form a consciente q ue la abertura es m ás
blanca que el resto del fondo. C uando haces esto, generalm ente la le­
tra parece m overse en u na dirección contraria a la del m ovim iento
del ojo im aginado, y tú eres capaz de recordarla indefinidam ente.
La lectura diaria de pequeñas letras fam iliares a la m ayor d istan­
cia a la que sea posible verlas es un descanso para los ojos, puesto que
el ojo está relajado, siem pre hasta cierto grado, m iran d o objetos fa­
miliares.

Im aginación

La im aginación está ligada estrecham ente a la m em oria, pues sólo


podem os im aginar algo tan bien com o lo recordam os, y difícilm ente
se puede separar a am bas en el tratam iento p ara m ejorar la visión.
Ésta es en gran m edida cuestión de im aginación y m em oria. Y com o
ni la im aginación ni la m em oria son posibles sin relajación perfecta,
el cultivo de estas facultades no sólo m ejora la interpretación de las
imágenes que se posan en la retina, sino que perfecciona las im ágenes
mismas. C u ando im aginas ver una letra en el o p to tip o , de hecho la
ves, po rq u e es im posible relajarse e im aginar perfectam ente la letra y,
al m ism o tiem po, estar tenso y verla de m anera im perfecta.
El siguiente m étodo para utilizar la im aginación ha producido
resultados rápidos en m uchos casos. M ira de cerca la m ayor letra del
op totipo y, p o r lo general, serás capaz de observar que un área p e ­
queña, aproxim adam ente de unos dos centím etros cuadrados, pare­
ce m ás negra que el resto, y que cuando la parte p eo r vista de la letra
está cubierta, parte del área que está al descubierto parece m ás negra
que la restante. C uando la parte peor vista se c u b re de nuevo, el área
de negrura m áxim a se reduce aún más. C u ando la parte m ejor vista
se haya reducido aproxim adam ente al tam año de una letra de la línea
m ás baja del optotipo, im agina que tal letra o cu p a ese área y que es
m ás negra que el resto de la letra. Entonces m ira una letra de la ú lti­

188
ma línea de abajo e im agina que es m ás negra q u e la letra m ayor del
optotipo. Si puedes hacerlo, te capacitarás de golpe para ver las letras
de la últim a línea de abajo.

Centelleo y parpadeo

Puesto que es el esfuerzo el que echa a perder la visión, m uchas perso­


nas con visión im perfecta son capaces, tras un período de reposo, de
ver un objeto durante una fracción de segundo. Si los ojos están ce­
rrados antes de que el hábito de la tensión se reafirm e, a veces se con­
sigue la relajación perm anente con m ucha rapidez. H e denom inado
esta práctica «centelleo» o «parpadeo», y ha resultado útil a m uchas
personas que eran incapaces de m ejorar su visión p o r otros medios.
Descansa los ojos durante algunos m inutos cerrándolos o «palm ean­
do». A continuación, m ira durante una fracción d e segundo una letra
del optotipo — o una letra m enuda, si tu dificultad está en la visión de
cerca— . C ierra inm ediatam ente los ojos y repite el proceso.

Fijación central

C u an d o la visión es norm al, el ojo ve de form a ó p tim a una parte de


cu an to m ira y las otras peor en p ro p o rció n a c u á n to se alejan del
p u n to m áxim o de visión. C u ando la visión es im perfecta, se observa
de form a invariable que el ojo trata de ver igual de bien a la vez una
parte considerable de su cam po de visión de fo rm a sim ultánea. Esto
provoca una gran tensión en el ojo y en la m ente, com o cualquiera
cuya visión sea aproxim adam ente norm al p u ed e d em ostrar tra ta n ­
do de ver igual de bien, a la vez, u n área considerable del cam po de
visión. De cerca, el in ten to p o r ver de ese m o d o u n área incluso de
unos seis m ilím etros de diám etro p ro d u cirá m alestar y dolor. T odo
lo que descansa al ojo tiende a restablecer el p o d e r norm al de la fija­
ción central. Tam bién es posible recuperarla m ediante la práctica

189
consciente, y éste es a veces el cam in o m ás rá p id o y fácil para m ejo­
rar la visión.
C uando u n o tom a conciencia de ver m ejor u n a parte del cam po
de visión que el resto, suele ser posible reducir el área vista de form a
óptim a. Si m iras de la parte inferior a la superior d e la C grande en un
op totipo y ves peor la parte no m irada directam ente que la parte lija­
da, puedes capacitarte para hacer lo m ism o con la siguiente línea de
letras, y así te haces capaz de descender por el o p to tip o hasta que p ue­
das m irar desde la parte superior a la inferior de las letras en la línea
más baja del o p to tip o y veas peor la parte no m irada directam ente.
En ese caso serás capaz de leer las letras.
Dado que es im posible ver objetos pequeños sin fijación central, la
lectura de letra m enuda, cuando es posible hacerlo, constituye uno de
los m ejores ejercicios visuales. Y cuanto m ás tenue sea la luz en la que
puedas leerla y cuanto m ás pegada a los ojos la tengas, tan to m ejor.

Tratamiento solar

La luz solar es tan necesaria a los ojos com o lo son el descanso y la rela­
jación. Si es posible, com ienza el día exponiendo los ojos cerrados al sol.
Unos pocos m inutos cada vez ayudará. A costúm brate a la potente luz
del sol haciendo que caiga sobre los párpados de tus ojos cerrados. Es
bueno m enear ligeramente la cabeza de lado a lado m ientras haces eso.
Así evitarás la tensión. C uando te hayas habituado a la luz intensa, le­
vanta el párpado superior de un ojo y mira hacia abajo para que el sol dé
en la esclerótica. Parpadea cuando lo desees o cuando pierdas el poder
de relajación. El tratam iento de sol nunca puede llegar a ser excesivo.

C óm o practicar con el optotipo

1. Coloca de form a perm anente el op to tip o en la pared bien ilum i­


nada.

190
2. Sitúate a una distancia entre tres y seis m etros del opto tip o y
lee hasta d o n d e puedas hacerlo sin esfuerzo o tensión. Sobre cada li­
nea de letras hay unos núm eros que indican la distancia. Sobre la C
grande figura el núm ero 200.* Por consiguiente, deberías leer esa C
grande a una distancia de sesenta m etros si tu visión es norm al.
3. Supongam os que sólo puedes leer a la distancia indicada h as­
ta la línea quinta. Observa que la últim a letra de la línea es la R. Ahora
cubre con las palm as de las m anos tus ojos y recuerda la R. Si recuer­
das que el lado izquierdo es vertical, el lado derecho parcialm ente
curvado y la parte inferior abierta, obtendrás con los ojos cerrados
una buena im agen m ental de la R. Esta im agen m ental te ayudará a
ver la letra situada justo debajo de la R, que es una T. Utiliza el m is­
m o m étodo en cualquier línea donde la visión parezca fallar: observa
la últim a letra de la últim a línea que puedes leer, cúbrete los ojos con
las palm as de las m anos, consigue una buena im agen m ental de la ú l­
tim a letra vista, y te resultará más fácil ver la que se encuentra justo
debajo de ella.
4. A hora, si m iras fijam ente la letra final, observarás que todas las
letras de la línea com ienzan a obnubilarse. Es b u en o cerrar ráp id a­
m ente los ojos después de ver la letra final; ábrelos luego y desplázate
a la prim era cifra de la línea. Después, cierra los ojos y recuerda la p ri­
m era cifra. C onseguirás leer todas las letras de esa línea cerrando los
ojos en cada letra.
T an sólo se requiere un m in u to para exam inar la visión con el
o ptotipo. Si dedicas cinco m inutos p o r la m añana a practicar con el
optotipo, te será de gran ayuda d u ra n te el día. Conserva tam bién un
inform e de cada exam en a fin de observar día a día tus progresos.
A nota la visión en la form a de u n a fracción, con la distancia a la que
lees la letra com o num erador, y la distancia a la que deberías leerla
com o denom inador. P or ejem plo, 20/20 es norm al; 10/20 es m enos
que norm al, y 25/20 es m ejor que norm al.

* Téngase presente que esos números, tanto en el optotipo como en este texto,
indican los pies de distancia.

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