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Octosílabos

Puede ser el verso un lujo

Al que me acostumbro fácil,

Si le develo el embrujo

Para mantenerme hábil.

Suelo acertar con el ritmo

Al minúsculo dibujo,

Que en un acceso febril

El pensamiento dedujo.

Para concertar los versos

Las herramientas dispongo,

Registro la inspiración

En asaltos los compongo.

Alas le invento a mi sueño

Los configuro en regalos,

No fuerzo jamás la rima

Para conquistar mi empeño.

Doy rienda franca al hechizo

Al cabalgar las palabras,

Las sueño como el halago

Del amor que las produce.

No soy dueño de la siembra


Ni la cosecha es fortuita,

Aprendo más que enseñar,

Todo lo que doy, lo he visto.

Por eso cuando compongo,

Dejo a la musa explayarse

Por la línea de los versos,

Que van cubriendo lo blanco

Del papel en su regazo.

Mi verso sencillo, franco

Lo aprendí de las mañanas

Con su claridad de luces,

Apartándole a las sombras

Sus intencionales males

La sabia naturaleza,

Reservorio de misterios

Nos inunda con su canto

De enseñanzas duraderas.

Nos despeja las fronteras

Falsas, que construyen otros

Que en dividirnos persiguen

Doblegarnos fácilmente.

Del arte menor, no sé


Si se miden dimensiones,

Al tener sílabas menos

Que el arte mayor, no sé

La soledad inventa asaltos, habita

En rebeldía el desdén de los acosos

Cubriendo de alegrías los silencios

En la contienda de las aventuras

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