Está en la página 1de 13
[BARCUA, PEDRO Lun. “Proyeccién de ‘Martin Ferro’ en dos ficciones de Borges”. pol Herndnder (Estudios eunidos en conmemoracén del Centenario de Egat ‘ho Martin Fiero) 1872-1972. Bd. Juan Carlos Ghiano. La Plata: Universi- ‘Gad Nacional de La Plata, 1973. (Donante: Patricia Willson) PROYECCION DE “MARTIN FIERRO” EN DOS FICCIONES DE BORGES Parece que el destino de las grandes obras literarias fue- ra el de padecer continuaciones, reelaboraciones y, aun, paro- dias, tales como El Quijote de Avellaneda, las diversas Celes- tinas 0 las variadas hipéstasis de Don Juan. No es 1 este tratamiento, pues, se sabe, ya alcanzaba a los mitos, y a Tos personajes de la tragedia griega; en Ia épice, es la Odisea la que puede exhibir, desde la antigiedad al presente —obras de Joyce, Giono y, para venir a lo de casa, Marechal— més ce- Sos de metamorfosis'y reencarnaciones. En ocasiones pu Fecordarse la definicion de Oscar Wilde, “La imitacién es el homenaje que el mediocre rinde al genio"; en otros casos, la ‘obra ineitadora sirve como efectivo impulso para la creacién Original, Tal vez puedan rastrearse los valores significativos de una obra por Ja tradicién literaria' que genere, por la pro- longacién que cobra en toda esa suerte de trasposiciones que, crecen de si, vegetal —a veces, viciosamente— constituyendo un verdadero Arbol geneal6gico. Estas descendencias, pardsitas 0 yenovadoras, proclaman el cardcter vivificador y siempre esti- mulante del nucleo al cual sirven de estela. Ellas varfan su punto de entronque: algunas parten de Ja trama, la prolongan, D tuercen su cauce; incluyen, eh el fluir narrative, meandros Nuevos; otras, ae centran en los personajes, reinterpretando Ins motivaciones psicolégicas que los animan, o su indole mo- val; presentan nuevos angulos. dé enfoque de la misma jnateria, o sefalan destinos anteriores 0 posteriores a los de In letra original. Estas formas de pervivencia literaria se han dado también en nuestro pais respecto a algunas de las obras Titerarias mas logradas de su literatura. Tal es el caso del Mar- tin Fierro, Las reelaboraciones creativas que se apoyan en la Gora ‘de Hernandez son tan dispares como que van desde Ia Biblia en estilo gauchesco hasta canciones infantiles; stimese aeeto un conjunio de poemas y relatos, algunos logrados, otros 209 deslucides, de los cuales no daré, por cierto, cuenta menuda aqui.’ Entre estas proyecciones hernandianas, ocupan sitio preicrente las ficciones que Jorge Luis Borges abrevara en cl Martin Fierro: "Biografia de Tadeo Isidoro Cruz. (1829-1874) y "El fin”. Mi objetivo es.asentar algunas observaciones sobre ambas obras. _ ‘Borges ley6 de muchacho, furtivamente, el Martin Fi cel federal Hernandez no era bien visto en casa de trac unitaria? La lectura del libro dejé, desde temprano, sw impronta en ¢l. Andados los afios, Borges iré dedicando mas de cuarto centenar de trabajos diversos al poema y a sus tc- mas conexos. Las alusiones y referencias al texto mayor de ta gauchesca menudearan en toda su obra. Pueden sefialarse muchas vias de aproximaciones borgeanas al povma: inquis jones hurgadoras en el sentido profundo de un pasaje, exéze- ¢ sobre episodios, postulacién de tesis imprevisibles, inge- ‘ss, falaces, abusivas, unas; renovadoras, otras. Todas ellas formas ensayisticas, muy atendibles, por cierto, pero que dispu- an su verdad con los encuadres de’otros criticos 0 intérpretes agudos y valiosos? Lo que de Borges —en relacién con el Mar- erro resulta de indiscutible mérito son las proyecci hes del poema en sus ficciones. De éste, escribié cl autor de “Hl fin" "un libro cuya materia puede ser todo para todos (1 Corintios, 1%, 22), pues es capaz de casi inagotables repel ‘extremos: Romaneghl, Roberto, H. A "Se eartte Perr Buenos Ale "fugue, ‘gr marinero 53, Zot ceeatones gue sguen entonecion cordate: Wilorine arts va ‘Toner'y ‘oblecionen'n bus tsi 210 ————_— ciones, versiones, perversiones”,* como prefigu bilidades personales. rando sus ,Biografia de Tadeo Isidoro Cruz” y los niveles de significacién La primera ficcién de Borges tramada sobre elementos del Martin Fierro se intitula "Biografia de Tadeo Isidoro Cruz (1829.1874)". En apariencia, Borges presenta una biografia apécrifa —ejercicio grato al creador de tanta obra y autor de esta naturaleza— del sargento Cruz, tejida con algunos datos ofrecidos en el poema y otros ideados o inferidos. Lo que pri- mero lama la atencidn es que el personaje aparezca dotado de dos nombres que no figuran en la versién poemitica. El do- ble bautizo borgeano tiene sus implicancias, frecuentes en un escritor para quien suele cifrar en los nombres el destino de sus portadores. “Tadeo” es nombre que figura como el segun- do dle uno de los dos Judas, Judas Iscariote, traidor, y Judas Tadeo, cuya traduccién es “valiente”. Este dltimo, ‘segun la tradicidn, era pariente de Jestis y parecido a El en la figura y expresiGn del rostro. Caben, entonces, dos alusiones: Cruz, "Ta- deo", “valiente”, estard signado desde su nombre por el des- tino de In valentia y del coraje; la semejanza entre Jests y Ta- deo puede extenderse —extensiones de planteos o alusiones re- ligiosas a otros planos, sélitas en Borges— a la relacién Fie- ro y Cruz. La vida que cl personaje narra es, para Borges, la misma de Martin: “Cruz le cuenta su historia que (segiin ob- “8 Juan Marfa Torres) es Ja misma de Fierro”® Cruz es otro Fierro, es Fierro; con él se identifica en el trance decisivo pues feconoce su misma naturaleza con un grito identificador: Cruz. no consiente / Que se cometa el delito / De matar ans a un valiente!” (I, 1624-6). Fierro lo reafirma: “Ya veo que somos los dos / Astilla del mesmo palo” (I, 2143-4). En cuan- to al nombre /sidoro, la raz6n puede scr otra que Ia etimolé- ar 8 buelo de Boxzcs se llamé Isidoro Sudrez y a él dedied el autor un par de poemas. Era coronel y Iucho’victo- Fiosamente cn Junin contra los federales. Ademds, un abuelo del autor, e.scado en varias paginas suyas, alsinista que se bati6 por Buenos Aires en Cepeda y en Pavén, se Hlam6 Isi ro Acevedo (Cruz en 1849, “fue a Buenos Aires con una tro, pa del establecimiento de Franciscd Xavier Acevedo”, p. 54)+ El nombre de "Isidoro” tiene resonancias familiares cn Borges y evoca en él luchas internas por la patria. La madre de Cruz Se llamé Isidora y transfirié su nombre y apellido al hijo que €I padre no pudo nominar. El anénimo padre de Cruz, era mon- tonero; procedia de la zona de la Laguna Colorada (de alli, también, el asesino que busca Cruz con su partida). El hijo es engendrado en una noche de pesadilla. El desconocido murié fa siguiente sin confiar a nadie su stefio atroz —quiza ai ticipada visién del destino de su hijo—, “partido el craneo por un sable de las guerras del Peri y del Brasil” (p. 53). ‘Otro detalle observable en cl titulo y en fa ficcién, es la doble fecha que encierra, en sus guarismos, Ia vida de Cruz, y que indican 45 afios a la hora de su muerte, ocurrida —por Viruela— dos afos més tarde de la publicacién de EI gaucho Martin Fierro (1872). Varios afios se sefialan como hitos en Ta incompleta natracién (“En su oscura y valerosa historia abundan los hiatos”, p. 55); pero, en altima instancia, no im- porta sino una fecha precisa, un momento de una jornada: la hoche del 12-de junio de 1870 en que se revelaré a Cruz su Yerdad esencial. Los accidentes y los sucesos que no sean ése ho interesan finalmente. Su historia —la que Borges traza— puede estar hecha “de verdad sustancial y de errores acciden- ales”. Esa verdad radica en el trance ocurrido aquella noche. Lo que Borges llama biografia no es Ja historia de los dias su- cesivos y farragosos de un hombre. Es, mas bien, precisar los fctos claves que revelan el sentido de esa vida. Esos actos pue den ser, en suma, uno solo: Mi propésito no es repetir su historia. De los dias, ¥ noches Quin componen,aaio me interesa tuna noche: ToS nclysferce sno To indispensable para que esa noche Seentienda (p33) spAsign porn recordar "Sbre,postca, Buenos Al Jidere Acowodo 212 Esta postulacién es bésica. Borges trata en un plano de gualdad Ia biografia de un ser de carne y hueso —-Evaristo Ca- rriego— y la de un ser de ficcién, Cruz. En Carriego busca Bor- gs algunos actos volvedores, recurrentes y emparentados que Eivclen clerta constancia estncial; pero ellos pueden citrarse fen uno solo: toda vida consta de un solo momento.” En la “Diografia” de Cruz no hay sino repeticién de una situacién, aunque invertida, para mostrar que son la misma.’ Al paso, Techaza Borges la explicacién del personaje basada en tesis deterministas, “la influencia de la lanura sobre su formacién”, pues gauchos como Cruz se dieron en las riberas del Parand yen las cuchillas. En st vida, Cruz no vio jamds los signos de la civilizacién: i un pico de gas, ni un inolino. Tampoco una ciudad’ (p. 6 54). En ocasiGn de un arreo a Buenos Aires, él, receloso, qu en el vecindario de los corrales, sin penetrar en ella. prendié (més allé de las palabras'y aun del entendimiento) que hada tenia que ver con él Ia ciudad” (p. $4). Este mismo he- cho de rechazo oscuro o secreto, de comprensin profunda ¢ inconsciente de que él y la ciudad pertenecen a orbes diferen- tes, preocupé en otros casos a Borges. Asf, en otro sitio, re- ‘cuerda casos similares: el de aque! domador que, trafdo a Bue- fos Aires por tres dias, permanecié encerrado en la pieza de tuna fonda del Onge, ante el asombro de su patrén; la tranqui- Izadora explicacion de su pariente Lafinur ante el temor de que las tropas gauchas invadieran Montevideo: “el gaucho le feme a la ciudad”; el gesto semejante de los bedufnos en Ins Htidades drabes © historias de jinctes mogoles Frente a ciuda- es chinas. ¥ concluye: Remotas en el tiempo en el espacio, las historias que he congregado son tna sola eta es eterno (1 Hay un agrado en percibir, bajo los disfraces del tiempo, Ins eternas especies’ del jinctes y de Ja ciudad, ese agrado, ten el caso de estas historias, puede dejarnos tin sabor me: Tancdtico, ya que los argentinos (por obra del gaucho de Hemningec 0 por gravitacign de nuestro pasado) “nos entifcamos con ef jinete, que es el que plerde al fin. (pp. 126427). Cruz pertenece a “la eterna especie” del jinete, y a esta naturaleza responden sus actos, El peén de la fonda, los gau- 1 Evoristo Carviega, Buenos Alren, Enecé, 1965; p. 8. EL momento, culminante oie Rice eon "hombre aparece” en "La "okra muerte” 2h (Bo: Boerteto Carrtese: pp. 12-0). 213

También podría gustarte