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LA VISITACIÓN: UN LARGO CAMINO

CON Y HACIA LA TIERRA

LA VISITACIÓN: Resumen:

UN LARGO CAMINO Caminar es más que cortar la


distancia; hecho bien, caminar es
CON Y HACIA LA TIERRA contemplar. Y hecho aún mejor,
caminar es consagrar. Así fue con
María, en ruta a la casa alejada
P. Gregory Kenedy, SJ* de Isabel, la personificación de la
Tierra estéril que, por una inespe-
rada colaboración divina-humana,
se hizo fértil. Caminando, María
también se consagra al cuidado
de la vida milagrosa en su vien-
tre, una vida que, por su parte,
santificaría la Tierra entera

***
En la casa escondida
En el gozo silencioso
Espera la vida nueva

En el camino corriendo
En un cuerpo comprensivo
Se echa la vida nueva

La tierra se levanta
Y sale afuera de prisa
La tierra se levanta
Y se abraza a sí misma

Los que tengan oídos


Que escuchen
* Es sacerdote jesuita de la provincia de
Canadá. Tiene doctorado en filosofía de Que se agachen
la Universidad de Ottawa y actualmente Que coloquen
está terminando una maestría en teo- Su cabeza al lado del suelo
logía en la Pontificia Universidad Jave-
riana. Se interesa principalmente en la Para sentir los saltos
eco-teología y la eco-espiritualidad. De la nueva vida

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En la ternura torturada más de dos días caminando a


Del viejo vientre. paso ligero. La llegada, casi ins-
tantánea, que imaginamos desde
1.1  María: con la Tierra nuestra perspectiva motorizada,
en realidad se prolongó decenas
“Entonces María se levantó y de horas. Lo que brindó a María
se dirigió apresuradamente a la bastante tiempo para rumiar, ma-
serranía, a un pueblo de Judea” ravillarse y asombrarse (por no
(Lc 1, 39). hablar de solearse) de todo lo que
le estaba pasando.
Apresuradamente, aprisa, de
estampida, al escuchar la buena Tenemos que mirar a María an-
noticia acerca de su pariente Isa- dar con una cierta calma, porque
bel, María no tardó en ponerse en la prisa inicial de la salida debió
camino, con afán, rumbo a las cor- sosegarla, después de varias ho-
dilleras. Nosotros acostumbrados ras de camino. Entonces, la en-
al transporte rápido, posibilitado contramos contemplando campos
por el motor de combustión inter- de trigo dorados, cruzando pue-
na, imaginamos a María, apura- blitos adormecidos, saludando a
da, saliendo a toda velocidad de los campesinos agachados en el
Nazaret para llegar a un pueblo acto del cosechar, gustando el
común y corriente de Judea, en sentir de un cuerpo robusto en
una nube de polvo y con las rue- pleno movimiento. Siempre con
das chirriando. Cuando leemos los ojos puestos lejos, en la bella
en Lucas la palabra “apresurada- serranía que paso a paso se iba
mente”, bien sabemos de qué se acercando.
trata, ya que habitamos un mun-
do sumamente acelerado. Para no caer en otra trampa de
la proyección equivocada, en este
Pero, resulta problemático pro- caso, la del romanticismo, hemos
yectar nuestra propia realidad en de tener en cuenta también lo di-
la de María, o cualquier otra. Si fícil del viaje. La fatiga, la sed y
vamos al caso, no se sabe a cien- el hambre; el temor de ser una
cia cierta cuál era el pueblo de joven desprotegida y medio fo-
Isabel, pero se calcula que podía rastera, dentro de una sociedad
quedar por lo mínimo, a cien ki- machista y punitiva hacia las mu-
lómetros de Nazaret. Es decir, jeres. Pese a tales aspectos peno-

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sos, no se puede negar la alegría se ocupa de elevar a los humildes


que impregna el relato de Lucas. seres, sean de la especie humana
Al llegar María, Isabel y su bebé, o cualquier otra.
in utero, manifiestan un gozo des-
comunal, que en seguida contagia Así se puede entender el
a la recién llegada. Si el viaje hu- Magníficat –ese cántico “revolu-
biera sido puramente desagrada- cionario, porque al reflejar las
ble, fastidioso, e insoportable, es convicciones de un alma libre y
poco verosímil que el primer en- liberada invita también a una au-
cuentro hubiese sido tan jubiloso. téntica liberación;1 liberación de
unas estructuras injustas que por
De lo anterior, se concluye que y en nombre de Dios mantienen
María camina con afán, pero sin al pueblo sumido en la discrimi-
la prisa con que hoy en día vivi- nación, el hambre y el abando-
mos. Su contacto corporal con la no”1– no como una exclamación
tierra, su paciencia frente a la completamente espontánea y sin
distancia, que no se deja borrar precedentes en la vida de una
de manera fácil y sin esfuerzo muchacha, sino como la expresión
físico, su apertura espiritual de de una creencia bien pensada y
ser llevada en el camino por los desarrollada durante extensos ra-
pequeños y fascinantes eventos tos de reflexión, tiempo otorgado
naturales (una parvada de pája- por largas caminatas campestres.
ros, levantándose de un conjunto
de arbustos, con sus cantos es- La experiencia mística de Ma-
tridentes; una nube con la forma ría camino a la casa de Isabel, re-
de un camello, transformándose fuerza una convicción mía de que
lentamente en un pez; un rebaño el mundo sería mucho más pací-
de ovejas cruzando la carretera) fico, placentero, próspero, piado-
que suceden todos los momen- so, y propenso a una convivencia
tos, pero casi siempre, más allá sana con todo lo creado, si cami-
de la atención nuestra, hacen a náramos con más frecuencia y con
María una contemplativa activa, menos fastidio. El cuerpo humano
una mística capaz de festejar a está hecho para caminar, y fun-
Dios. El artista de la misericordia, ciona mejor, física, mental, psi-

Luis Alonso Schökel, La Biblia de nuestro pueblo, Bilbao: Ediciones Mensajeros,


1 

2013. p. 1620.

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cológica y espiritualmente, cuan- No existe mejor escuela para


do disfruta de la oportunidad de transmitir la sabiduría de no ob-
poner en práctica su naturaleza. sesionarse por resultados inme-
En el acto de andar, se unen inte- diatos, que el caminar. Pues, el
gralmente todos los componentes caminar sin prisa pero con pro-
de nuestro ser; lo transcendental pósito, nos hace comprender que
y lo terrenal se juntan; van codo toda llegada exitosa, conlleva un
a codo, cuerpo-espíritu, dejando proceso. Son los carros y aviones
al lado el dualismo dañino entre los que nos instruyen que pode-
los dos, inventado por una falsa mos conseguir nuestro destino
filosofía sedentaria. de una vez, sin negociar con la
distancia y las dificultades. Es el
La conjunción material-espiri- motor de combustión interna, sin
tual que es el caminar, también duda una potencia poderosa y
es la confluencia temporal-espa- provechosa, el que nos hace ima-
cial. Asimismo, el papa Francisco ginar que podemos “tener todo
expone el “primer principio para resuelto en el presente”, porque
avanzar en la construcción de un vence el espacio de un solo golpe
pueblo: el tiempo es superior al duro, sin dejarnos asimilar corpo-
espacio. Este principio permite ralmente los cambios asociados
trabajar a largo plazo, sin obse- con todo desplazamiento.
sionarse por resultados inmedia-
tos… Darle prioridad al espacio Como prueba de la alianza y la
lleva a enloquecerse para tener paridad primordial, reconocidas
todo resuelto en el presente, para en las caminatas, entre el tiem-
intentar tomar posesión de todos po y el espacio se presentan la
los espacios de poder y autoafir- desesperación y la furia, genera-
mación”2. Por muy sugestiva que das por los trancones de tráfico
sea esta afirmación, el caminar en nuestras ciudades. Pocas co-
nos enseña que no es tan cierta. sas nos sacan la piedra, como el
En efecto, caminando, nos damos ser encarcelado en un carro que,
cuenta de que el tiempo y el es- por su parte, es preso de una fila
pacio son inseparables y se pro- estancada e infinita. Eso es inso-
mueven mutuamente. portable, exasperante, verdade-

2
Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, Vaticano: Librería Editrice
Vaticana, 2013. #222-223.

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ramente enloquecedor. ¿Por qué? del desplazamiento optado por


Precisamente porque la solidari- María, sino también por su des-
dad primitiva entre el tiempo y el tino. María no se echó a andar
espacio se ha deshecho. En este meramente para dar un paseo
caso, el tiempo sigue adelante, contemplativo. Su meta era fija,
pero el espacio queda estático. El a saber, la persona de Isabel. Di-
alma quiere echar a correr, pero cha persona había sufrido mucho
el cuerpo se encuentra encadena- por no tener hijos (Lc 1, 7, 25).
do. Pues así, divididos entre el de- Su supuesta esterilidad la había
seo y la impotencia, empezamos hecho un objeto de pena, despre-
a creer que el espacio es enemigo cio, y reproche. No servía como
del tiempo, y que el cuerpo sola- esperaba la sociedad machista,
mente frustra el alma. no daba la talla, no producía los
bienes (herederos varones) que el
En cambio, no es así cuando ca- patriarcado le exigía. A pesar de
minamos. Por el contrario, el es- la fidelidad a su marido y a Dios,
pacio y el tiempo avanzan juntos vivía una humillación constante.
una vez emprendida la caminata.
Tal reanimación de la convergen- Semejante personaje, ya resig-
cia originaria entre los dos, nos nado a su posición marginal y a su
“ayuda a soportar con paciencia piedad periférica, no se suele vi-
situaciones difíciles y adversas, o sitar. ¿Para qué? ¿Para recordar lo
los cambios de planes que impo- amargo de la vida? ¿Para presen-
ne el dinamismo de la realidad”3. ciar el fracaso? ¿Para compartir
Por ser una peatona muy práctica lágrimas ajenas? No, mejor guar-
en su tierra, María cultivaba una dar una distancia sana.
paciencia celestial que le permi-
tía vivir con calma y fe varias ad- No obstante, María se levantó
versidades asombrosas, incluso el y se dirigió apresuradamente a
asesinato aterrador de su propio Isabel, aun cuando la noticia del
hijo. embarazo de ésta todavía perma-
necía desconocida públicamente.
1.2  María: hacia la Tierra Confiando en la vida, una vida
contradictoria a toda evidencia
La Visitación nos debe llamar racional, María se atrevió a creer
la atención no sólo por el modo en una fecundidad inverosímil y
3
Francisco, Evangelii gaudium, #223.

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se apresuró a cuidarla. Muchas industria somete a todas las es-


otras personas hubieran descalifi- pecies nativas, genéticamente no
cado el anuncio del ángel como modificadas, acaban por secar y
un mero sueño y lo hubieran de- cerrar la matriz de la Tierra.
jado ahí, mientras que María se
puso a caminar. Tanto Isabel como María acep-
tan una fecundidad inesperada,
Todas esas horas a pie bajo el imprevisible. Una anciana y una
sol y la luna, ese largo acerca- adolescente soltera no deberían
miento paciente pero emocionan- estar encinta; no cabían en los
te, iba preparando a María para esquemas de producción de la
celebrar la vida prometida a Isa- sociedad. Pero el Espíritu, poco
bel. Efectivamente, se le iba acla- cortés en cuanto a las costumbres
rando a lo largo de la caminata y reglas humanas, arrasó los es-
que Isabel misma, la vieja estéril, quemas establecidos, para dar a
es Tierra, ya que todo el desdén la luz del día nuevas posibilidades
y abuso sufrido por la mujer infe- tercamente negadas por el statu
cunda, también lo sufre la Tierra. quo.

De hecho, es el frenesí de ha- El mismo Espíritu, todavía ma-


cerla producir lo que la va este- leducado, hoy nos echa en cara
rilizando. Tanta presión, tantas e interroga, si nosotros, los con-
expectativas exigentes, tantas sumidores globales, tenemos la
demandas de producción por par- fe suficiente para creer y crear
te de la sociedad patriarcal resul- modelos económicos y producti-
taban contraproducentes respec- vos inéditos basados en la coope-
to a Isabel, y no menos respecto a ración y no la competencia; en el
su hermana la Tierra. La ansiedad bien común, no el provecho priva-
y el rechazo social sólo servían do; en la ternura generosa, no en
para incapacitar más, el útero el exprimir tacaño. ¿Somos capa-
frágil de Isabel. Asimismo, esta- ces, como lo eran María e Isabel,
mos aprendiendo, infelizmente de afirmar lo que parece absurdo
tarde, que los fertilizantes petro- e inviable desde la perspectiva de
químicos, los pesticidas tóxicos, la sociedad corriente? O sea, en
los monocultivos, la táctica de nuestro caso, la cultura capitalis-
tierra quemada, a la que la agro- ta-extractivista, que interpreta el

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mundo como si fuera no más que, céntrica y altiva, cimentada en la


una gran bodega de recursos para cultura patriarcal, la actitud de
explotar. María es afectuosa y encamina-
da a las necesidades de la otra.
Es aquí donde hemos de escu- No esperaba que Isabel llegara,
char el famoso “sí” de María, ya sino que hizo el esfuerzo de ir a
no como una respuesta puntual, encontrarla donde estaba. Allí se
dada sólo una vez al ángel Gabriel dedicó a cuidarla, aliviarla y arre-
en el momento decisivo, sino, más glar las condiciones domesticas
bien, ella lo iba pronunciando a para que el hogar fuera lo más
lo largo de todo el camino, hacia propicio para el florecimiento de
la serranía, donde Isabel. Porque la vida.
en su propio cuerpo, joven y vi-
goroso, sentía las semillas de una Vista así, la escena de la Vi-
nueva forma de vivir en la tierra, sitación con su banda sonora de
una forma sumamente creativa y la canción del “sí”, nos muestra
amorosa, que se trata de la con- cómo nosotros también debemos
vivencia del propio Creador con y actuar ante la promesa de la vida
en su creación. María seguía di- plena, que el Espíritu no para de
ciendo “sí” a cada paso, en esta darnos en su manera sorprenden-
invitación divina a colaborar en el te, o mejor dicho, original. No
crear y cuidar el mundo. nos podemos quedar pasivos, es-
perando hasta que la creación se
Por eso, salió María con tan- arregle para acomodarnos. Tene-
ta prisa a visitar a su pariente mos que salir al encuentro, bus-
mayor, para cuidar la vida que car la creación para pasar tiempo
brotaba en ella. El coro del “sí” con ella cuidándola. Nuestro en-
cantado por María e Isabel es un cuentro con ella puede ser en una
himno que da a conocer una nue- huerta, un jardín, un árbol, un
va relación con la Tierra. Esta re- edificio construido en “el servicio
lación incipiente se destaca por la a otra belleza: la calidad de vida
novedosa actitud humana que se de las personas, su adaptación al
juega dentro de ella. Al contrario ambiente, el encuentro y la ayuda
de la postura agresiva, antropo- mutua”4.

4
Francisco, Laudato Si, #150.

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Al mismo tiempo, nosotros dejar de caminar, literalmente,


como colectivo cultural, también con cariño en la Tierra. Caminan-
tenemos que salir al encuentro, do, o sea, reconciliando el fal-
dejando atrás las comodidades so antagonismo entre el espacio
de nuestro domicilio consumidor, y el tiempo, nos hacemos tierra
que hemos amoblado con muchas tierna y paciente, para recibir la
cosas innecesarias. Encontrarnos encarnación redentora. Por otra
con la vieja Tierra Isabel para parte, si queremos colaborar en
cuidar la vida nueva formándose la proclamación de la redención,
en ella, nos obliga a salir de la si queremos celebrar la vida nue-
presunción del derecho a poseer va prometida, no podemos dejar
cualquier cosa que podamos per- de estar con la Tierra, la queri-
mitirnos. Visitar a Isabel la Tierra da anciana llena de creatividad.
es acomodarnos a ella, a como Después de todo, ella es nuestra
ahora es y a como quiere ser más familiar; compartimos la misma
adelante. Por desgracia, llevamos sangre.
demasiado tiempo constriñéndola
a que se ajuste a nuestro gusto, En últimas, no hay conclusio-
incluso en su propia casa. nes. No se puede concluir. Pero
sí, hay que caminar. Sí hay que
1.3 Conclusión visitar la vida poco verosímil, tra-
yendo una fe que acepta que el
Ni el camino hacia la Tierra Creador se ha hecho parte de la
vieja embarazada con vida nue- creación y que jamás deja de so-
va, ni la Visitación misma, en la plar su Espíritu renovador en el
que nos quedamos cerca a ella vientre de la Tierra. Sí, hay que
para cuidarla y celebrar esta pro- cantar “sí” sin cesar a una inci-
mesa tremenda en formación, no piente solidaridad creacional has-
tiene ninguna conclusión. Si que- ta que el nuevo cielo y la nueva
remos ser portadores, como Ma- tierra den a luz.
ría, del amor divino, no podemos

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