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Revista de la Asociación Geológica Argentina 74 (1): 49 - 58 (2017) 49

LOS MOVIMIENTOS ANDINOS DE GROEBER Y LA


EVOLUCIÓN TECTÓNICA DE LOS ANDES CENTRALES
DEL SUR
José F. MESCUA 1, Laura GIAMBIAGI1 y Víctor A. RAMOS2

1
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), Centro Científico Tecnológico Mendoza, CONICET.
Email: jmescua@mendoza-conicet.gob.ar
2
Instituto de Estudios Andinos Don Pablo Groeber (IDEAN), FCEyN, Universidad de Buenos Aires – CONICET.

RESUMEN

Uno de los aportes más significativos de Pablo Groeber al conocimiento de los Andes fue su estudio de los movimientos tectó-
nicos asociados al levantamiento de la cordillera. Los datos recogidos por Groeber en más de 40 años de trabajos de campo en
los Andes de Neuquén, Mendoza y San Juan fueron sistematizados en un esquema de la evolución andina basado en el concep-
to de “fases tectónicas” siguiendo en esa época las ideas dominantes de Stille. En este trabajo se analizan las propuestas reali-
zadas por Groeber en función del conocimiento actual. Una lectura atenta de los trabajos de Groeber permite observar que era
consciente de las limitaciones del método que utilizaba, debidas a la dificultad para establecer la edad de las unidades y al enfo-
que litoestratigráfico con el que intentó correlacionar las unidades abarcando áreas lejanas entre sí. Aún con estas limitaciones,
pudo identificar la naturaleza episódica de esos levantamientos en sucesivas fases, lo que marcó un gran avance y constituyó
la base para el progreso del conocimiento actual de la evolución tectónica de los Andes Centrales del Sur. La base de datos ac-
tual permite descartar la hipótesis simplista que asignaba a una fase diastrófica determinada una edad específica, reconocien-
do una serie no coetánea de deformaciones episódicas como responsable del levantamiento de los Andes, como lo vislumbrara
Groeber con sus cuatro movimientos andinos con sus respectivas fases de diferente intensidad.
Palabras clave: Levantamiento episódico, fase tectónica, Pablo Groeber, orogenia, Quechua, Incaica

ABSTRACT
The Andean movements of Groeber and the tectonic evolution of the southern Central Andes
One of Pablo Groeber's most significant contributions to the knowledge of the Andes was his study of the tectonic movements
associated with the uplift of the Andean Cordillera. The data collected by Groeber in more than 40 years of fieldwork in
the Andes of Neuquén, Mendoza and San Juan were systematized in a scheme of Andean evolution based on the concept of
"tectonic phases" following at that time the dominant ideas of Stille. In this paper we analyze the proposals made by Groeber
based on our current knowledge. A careful reading of Groeber's work shows that he was aware of the limitations of the method
he used, due to the difficulty in establishing the age of the units, and the lithostratigraphic approach with which he tried to
correlate the units exposed in distant areas. Even with these limitations, he was able to identify the episodic nature of these
uplifts in successive phases, which marked a great advance and constituted the basis for the progress of the current knowledge
of the tectonic evolution of the southern Central Andes. The present database allows us to discard the simplistic hypothesis
that assigned a specific age to a diastrophic phase, recognizing a non-coeval series of episodic deformations as responsible
for the uplift of the Andes, as Groeber anticipated with his four Andean movements with their respective phases of different
intensity.
Keywords: Episodic uplift, tectonic phases, Pablo Groeber, Quechua, Incaic, orogeny

INTRODUCCIÓN publicaciones (Groeber 1918 a y b, 1929) ción de acuerdo a las normas internacio-
realizó importantes aportes para el cono- nales del momento. Como él mismo men-
Los trabajos de Pablo Groeber en los An- cimiento geológico de la región andina. ciona “acato la observación de colegas (...) en el
des Centrales del sur abarcaron más de Sin duda el aporte más valorado de Pablo sentido de que elabore una nomenclatura unifor-
40 años de prolijos levantamientos de Groeber al conocimiento de los Andes me y práctica que se ajuste a las reglas internacio-
campo y un profundo conocimiento de Centrales del sur fue la sistematización de nales” (Groeber 1946, p. 177). A partir de
la geología regional. Desde las primeras la estratigrafía en sus ciclos de sedimenta- las publicaciones de Gerth (1925, 1931),
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Keidel (1925), Weaver (1931), Roth (1908) de corta duración, separados por etapas de (n.d.l.a.: se refiere al Grupo Neuquén),
y Roll (1939), entre otros, y sus obser- tranquilas de sedimentación. El recono- y la falta completa de las areniscas diamantia-
vaciones propias, Groeber establece las cimiento de las fases es obtenido a través nas, más la eliminación parcial del Huitrinia-
unidades de la cuenca Neuquina que se del estudio de la estratigrafía y el reco- no” (Groeber 1946, p. 204). Este movi-
siguen utilizando actualmente. En su no- nocimiento de discordancias regionales miento habría dado lugar a “la emersión
menclatura estratigráfica tiene un fuerte asociadas a etapas de plegamiento o fa- definitiva de la parte netamente cordillerana de
compromiso con la escuela alemana pri- llamiento. En este sentido, es interesan- la región (…) y el establecimiento de una valla
vilegiando las unidades cronoestratigrá- te señalar que Groeber ya había interpre- ya no más franqueada por las aguas del Pací-
ficas o pisos, pero a la vez tratando de tado que las discordancias entre unidades fico” (Groeber 1947b, p. 405). Además,
asimilar los conceptos de unidades lito- mesozoicas de la cuenca Neuquina “no tie- interpreta que estos movimientos ha-
lógicas de la escuela norteamericana, in- nen mayor significado tectónico, porque se trata brían deformado y ascendido los Patagó-
troduciendo y modificando las forma- solamente de oscilaciones costaneras del mar, sin nides (Keidel 1921), una cadena monta-
ciones de Weaver (1931). Para analizar la duda debidas a movimientos oscilatorios del sub- ñosa transversal en parte a los Andes y
evolución magmática, utiliza además de suelo, pero que no han dado lugar a plegamien- que queda evidenciada a lo largo de la ac-
sus observaciones, las propuestas de Ger- tos o fracturaciones de importancia” (Groeber tual dorsal de Huincul por una fuerte dis-
th (1925, 1931) y Kittl (1944). 1947b, págs. 404-405). Este concepto es cordancia angular (Groeber 1938), la que
En este trabajo nos enfocaremos en otro firmemente desarrollado en los análi- posteriormente fuera mapeada en deta-
gran aporte realizado por Groeber para sis secuenciales modernos de la cuenca lle en el cerro Lotena por Suero (1951).
el conocimiento de los Andes: el trabajo Neuquina, donde diversos autores como Si bien Groeber (1946) correlacionaba
desarrollado para determinar las diferen- Uliana y Biddle (1988), Legarreta y Ulia- los movimientos intersenonianos con el
tes etapas de construcción de los Andes na (1991), entre muchos otros, interpre- Subhercínico de Stille (1924), criticaba
de Mendoza, San Juan y el norte de Neu- tan por ejemplo a la discordancia intrava- esta asignación. Actualmente se reconoce
quén, a través del reconocimiento de fa- langiniana, no como la expresión de una que serían también equivalentes a la fase
ses y movimientos que llevaron a su es- fase compresiva, sino como un impor- Peruana de Steinmann (1929). Compáre-
tructura actual mediante levantamientos tante cambio del nivel del mar. Sin em- se con el análisis realizado por Tunik et al.
episódicos y sobreimpuestos. bargo, a pesar de los robustos conceptos (2010) a lo largo del margen continental
Con este objetivo se analizarán dos pu- de Groeber, vuelven constantemente las de América del Sur, que confirma la im-
blicaciones en las que resumió sus ideas ideas de asociar eventos diastróficos a las portancia de estos movimientos, no así su
sobre la evolución andina: las “Obser- discordancias entre las unidades meso- sincronismo.
vaciones geológicas a lo largo del meridiano zoicas previas al Cretácico Tardío (véan- Durante el Cenozoico, Groeber divide la
70” (Groeber 1946, 1947a y b), y “La al- se las propuestas de Stipanicic et al. 1968, construcción de la Cordillera Principal
ta cordillera entre las latitudes 34º y 29º30'” Leanza 2009, entre otras). en cuatro movimientos, determinando
(Groeber, 1951). Según Stipanicic (1969a El cuadro 1 muestra las fases definidas su edad en base a las unidades afectadas
y b), las “Observaciones geológicas” cons- por Groeber y sus equivalencias con los por cada uno (Groeber 1946, 1947a, b, c,
tituyen la culminación de las ideas de trabajos de Stille (1924), quien pretendía 1951). El primer movimiento sería previo
Groeber sobre la evolución mesozoica que podrían ser aplicables globalmente, al Mollelitense, lo que lo ubica en el Eoce-
y cenozoica de los Andes de Neuquén y junto con las fases de Steinmann (1929) no, y sería responsable de la mayor defor-
Mendoza. El segundo trabajo citado, que desarrolladas para los Andes de Perú, y mación en la cordillera mendocina, pro-
puede considerarse su obra maestra, ex- las definidas en un trabajo más moderno duciendo el “cuadro tectónico de plegamiento
tiende estas ideas hasta el norte de la pro- de Yrigoyen (1976) que refinaba el esque- fuerte” que hacia el norte del río Mendo-
vincia de San Juan. ma de Groeber para la región del Acon- za es sustituido por “corrimiento de cobija-
cagua. duras” (Groeber 1947b, 1951). Se corres-
GROEBER Y LAS FASES DE La primera etapa orogénica definida por pondía a las fases Larámica y Pirenaica de
CONSTRUCCIÓN DE LOS Groeber, denominada “movimientos inter- Stille (1924) y al final de la fase Peruana y
ANDES senonianos”, de edad cretácica tardía tem- a la fase Incaica de Steinmann (1929).
prana, se caracteriza por una discordan- El segundo movimiento, posterior al
Para investigar la evolución del levanta- cia angular. Por ejemplo para el sur de Mollelitense y anterior al Palaocolitense,
miento andino, Groeber parte de un es- Mendoza y norte de Neuquén, Groeber se caracterizaba por fallamiento y plega-
quema de fases tectónicas basado en la reconoce la acción de la fase interseno- miento. Corresponde a las fases Sávica y
propuesta de Stille (1924). En este esque- niana debido a “la discordancia, en parte an- Estaírica de Stille (1924) y al inicio de la
ma, el levantamiento episódico de los dis- gular que separa el Ándico (n.d.l.a.: Grupos fase Quechua de Steinmann (1929). Se-
tintos cordones montañosos es sincróni- Mendoza y Huitrín) del Ranquilense o sea del gún Groeber (1951), se divide en tres fa-
co y tendría lugar durante movimientos término inferior de la formación del Río Gran- ses: la primera, ubicada en el límite Oli-
Los movimientos andinos de Groeber. 51

goceno-Mioceno, sería responsable de la CUADRO 1: Fases de construcción de los Andes según diferentes autores.
“creación de la cordillera patagónica, importan- Edad Stille (1924) Steinmann (1929) Groeber (1951) Yrigoyen (1976)
tes ascensos, elaboración de un relieve de serranía Cuaternario Fase Waláquica Cuarto Movimiento
en la cordillera” (Groeber 1951, p. 275). La Mioceno tardío Fase Ática Tercer Fase Principal Fase Quechua
segunda, miocena temprana, habría pro- Fase Quechua Movimiento Prefase
ducido “alguna elevación y erosión” (Groeber Terciario
Oligoceno a Fases Sávica y Segundo Movimiento Fase Pehuenche
1951, p. 275). La tercera, del Mioceno me- Terciario
Mioceno medio Estaírica
dio, estaría señalada por “una merma im- Eoceno medio a Fase Pirenaica Primer Segunda Fase Fase Incaica
portante en la deposición de complejos eruptivos y Fase Incaica
tardío Movimiento
sedimentarios en la cordillera” (Groeber 1951, Paleoceno Fase Larámica Terciario Primera Fase Fase Larámica
p. 275). Cretácico tardío Fase Subhercínica Fase Peruana Movimientos Intersenonianos Movimientos
Intersenonianos
El tercer movimiento estaría compues-
to por una pre-fase entre el Mioceno y
el Plioceno, evidenciada por una discor- podrían extenderse también al Cretácico rrelación correcta, dado que correspon-
dancia de las rocas pliocenas con el ya- (Groeber 1947a y c). El intento de prolon- den al Titoneocomiano (Covacevich et al.
cente, y una fase principal post-pliocena gar esta unidad hacia el norte de Mendo- 1976). Es necesario remarcar que recién
que habría aumentado la elevación gene- za a partir de las observaciones de Schi- en tiempos recientes, con la obtención
ral de la región sin producir nuevos ras- ller (1912) y González Bonorino (1950) de edades radimétricas, pudo comenzar
gos en la Cordillera Principal. También se dificulta por la complejidad estratigrá- a reconocerse la edad de las rocas cretá-
sería responsable del ascenso de la Cordi- fica y estructural de esta región (Fig. 1), cicas y cenozoicas en este sector de la fa-
llera Frontal (Groeber 1951). Este movi- en la que pueden encontrarse volcanitas ja plegada y corrida del Aconcagua (Jara
miento correspondería a las fases Ática y similares litológicamente pero que co- y Charrier 2014), las cuales habían sido
Rodánica de Stille (1924) y estaría inclui- rresponden a edades diferentes. Esto lle- incluidas por Groeber en el Chilelitense
do dentro de la fase Quechua de Stein- vó a Groeber (1951) a incluir en esta uni- junto con las rocas jurásicas que había ob-
mann (1929). dad rocas más jóvenes, concluyendo que servado en el sur de Mendoza por su si-
Según Groeber, el cuarto movimiento la edad del Chilelitense debe ser poste- militud litológica.
actuó intensamente para producir la as- rior a sus movimientos intersenonianos y La problemática del Chilelitense abar-
censión en masa de la cordillera durante por lo tanto cretácica tardía o más joven. có también la edad de las volcanitas del
el Cuaternario (Groeber 1951). Posteriormente, en los trabajos de Agui- cerro Aconcagua, incluidas en esta uni-
rre Le Bert (1960) y Bracaccini (1964) se dad por Groeber (1951). Posteriormen-
EL PROBLEMA DE LA reconoció que una supuesta intercalación te, con el avance del conocimiento de la
EDAD DE LAS UNIDADES sedimentaria dentro del Chilelitense, que región, Yrigoyen (1976) recomienda des-
Groeber (1951) denominó Cuevense, co- cartar la denominación “Chilelitense” y co-
Uno de los problemas mayores que rrespondía en realidad a una escama de rrelaciona a las volcanitas del Aconcagua
Groeber debió enfrentar fue la incerti- corrimiento que levanta rocas sedimen- con la Formación Abanico aflorante en
dumbre en cuanto a la edad de las unida- tarias jurásicas y cretácicas; por lo que Chile, manteniendo una edad supracre-
des no fosilíferas. Al no disponer de da- Yrigoyen (1976) las interpretó como per- tácica para ambas. Recién a partir de las
taciones radimétricas, debió conformarse tenecientes al Rocanense. dataciones K-Ar realizadas por Ramos et
con un enfoque litoestratigráfico para co- Sin embargo, Ramos et al. (1996) observa- al. (1985, 1996) y Godoy et al. (1988) pu-
rrelacionar las unidades volcánicas y los ron amonites valanginianos en horizon- do establecerse la edad miocena de este
sedimentos sinorogénicos cenozoicos, tes calcáreos intercalados dentro de la se- conjunto (14-8 Ma). Las sucesiones ceno-
con las limitaciones propias de este mé- cuencia volcánica, por lo que la edad de zoicas, tanto sedimentarias como ígneas,
todo. dicha secuencia volcánica quedó deter- también fueron problemáticas por la di-
Uno de los ejemplos más claros de és- minada como cretácica inferior. La fal- ficultad para determinar su edad y reali-
to es la unidad que Groeber denomina ta de certeza sobre la edad del Chileliten- zar correlaciones. El cuadro 2 presenta
“Chilelitense”. En las “Observaciones Geo- se es señalada por Groeber: “Se impone la las unidades definidas por Groeber para
lógicas a lo largo del Meridiano 70”, esta de- búsqueda de fósiles en el Cuevense y en las ca- los “terrenos terciarios”, las edades que asig-
nominación es utilizada para volcanitas pas de los Baños del Flaco, ambas oportunamen- nó a cada una y las localidades principales
del Jurásico Superior que afloran al oes- te intercaladas entre el Chilelitense, para resolver en las que afloran (según el resumen pre-
te de la faja plegada y corrida de Malargüe la cuestión de su edad sobre base paleontológi- sentado en Groeber 1951). Nuevamente,
(Kozlowski et al. 1993), sobre la fronte- ca” (Groeber 1951, p. 291). Es interesante el intento de correlacionar las unidades
ra con Chile (actual Formación Río Da- destacar que los fósiles de Baños del Fla- a partir de un esquema basado en crite-
mas, Klohn 1960), si bien reconocía que co mostraron que Groeber hizo una co- rios litoestratigráficos impidió la correcta
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Figura 1: Secciones estructurales de la Cordillera Principal entre el límite internacional y Puente del Inca realizados por Groeber (1951).

determinación de las edades, llevando a po de sedimentos concuerdan tanto como su com- discordancia sobre la sucesión mesozoi-
atribuir también edades erróneas a la de- posición con los de Santa María y de Tunuyán, ca plegada y fallada, infiere que la defor-
formación. Por ejemplo, trabajos recien- de manera que sin duda son homólogos hasta en mación principal del sector correspon-
tes han demostrado que la sucesión de las su mayor parte contemporáneos. La única dife- dió a la fase intersenoniana del Cretácico
“capas de Agua de la Piedra” (actual Forma- rencia parece existir en que su deposición no ha- (cuadro 1). En cambio, la edad miocena
ción Agua de la Piedra) son en realidad ya empezado al mismo tiempo y en que su expan- media determinada para las volcanitas
miocenas (Nullo et al. 2002, Irigoyen et sión regional haya tenido lugar después que las sugiere que la deformación fue miocena
al. 2000, Buelow et al. 2014, Horton et al. depresiones orográficas preexistentes hayan sido temprana, como se acepta actualmente
2016). rellenadas por los primeros productos de acarreo” (Ramos et al. 1996, Vicente 2005).
Algunas de sus observaciones sugieren (Groeber 1951, págs. 303-304). Las eda-
que Groeber era consciente de las limi- des erróneas asignadas a algunas de estas COMPARACIÓN ENTRE LA
taciones de las correlaciones realizadas, unidades tienen importantes consecuen- CORDILLERA AL NORTE Y
por ejemplo cuando describe las rocas cias para la determinación de la edad de AL SUR DE LOS 34°S
aflorantes en el arroyo La Leona y el cor- las fases tectónicas definidas. Por ejem-
dón del Espinacito en la provincia de San plo, en el sector del Aconcagua, al asignar Groeber destaca que los Andes del nor-
Juan. Groeber comenta que “el comporta- una edad cretácica superior a las volcani- te de Mendoza y sanjuaninos se distin-
miento tectónico y la relación estructural del gru- tas del cerro Aconcagua, dispuestas en guen de la región ubicada más al sur por
Los movimientos andinos de Groeber. 53

CUADRO 2: Principales unidades cenozoicas definidas por Groeber y sus localidades (según Groeber, 1951) .
Edad Unidades sedimentarias Localidades principales Unidades ígneas Localidades principales
Pleistoceno Coyocholitense Arroyo Coyocho, Zapala, cerros Risco Pla-
teado, Sosneado, Listado-Borbollón, Overo,
Marmolejo, San Juan
Plioceno Tristecence Cuchilla de la Tristeza, cajón del Molle, Huincanlitense Puntilla de Huincán, Cuchilla de la Tristeza,
cajón del León, sierra de Reyes, Ranquil Las Aucas, río Diamante, arroyos Bravo, del
Norte, sierra de Huantraico, cajón de Gorro, río Palomares, laguna Diamante, paso
Molina, arroyos Moro, Carrizalito, río Tu- de la Deidad
pungato, cerro Penitentes, Vacas Heladas,
La Sepultura
Mioceno tardío Arauco-Entrerriense y Cuchilla de la Tristeza, Las Aucas, sierra
Santamariense de Palauco, cajón de Molina, valle del Cura
Mioceno medio Colloncurense superior Mallín de la Mocha, sierra de Palauco, Palaocolitense superior Sierra de Palauco, arroyo Tordillo, cerros Ama-
Mioceno temprano Colloncurense inferior Agua Botada, sierra de Buta Mallín, Casa Palaocolitense inferior, rillos, río Pehuenche, cajón Grande, arroyo
Pincheira, cerro Palomares Trafulitense Deshecho, valle Hermoso, Los Morros, cerro
Las Leñas, cerro Palomares
Oligoceno Patagonense, Santacrucen- Cuchilla de la Tristeza, cerro Palomares, Mollelitense Cajón del Molle cerros Negro, Mayal, Caica-
se, estratos de Agua de la cerro Penitentes, cordón del Espinacito, yén, Las Choicas, arroyos Lágrimas, Gateado,
Piedra Cacheuta del Gorro, cajón del Perdido, sierra de Palauco,
Eoceno Rodados Lustrosos, Cuchilla de la Tristeza, Cacheuta portezuelo Loncoche, cerro Tronquimalal, valle
Balsense Hermoso, cerro Palomares, río Mendoza

el gran desarrollo de la Cordillera Fron- llevan nuevamente a proponer “la inten- sedimentos”. Si bien correlaciona estos de-
tal, la marcada reducción en “el ancho de la sa afección tectónica del Jurásico-Andico al mo- pósitos con los de las cuencas neógenas
faja ocupada por los estratos jurásico-ándicos”, vimiento intersenoniano… y al Chilelitense una del sur, señala que los de la Precordille-
y porque “salvo pocas excepciones los terrenos edad riográndica, o senoniana media y superior” ra, especialmente los de la quebrada de
terciarios desaparecen a la par de los terrenos vol- (Groeber 1951, p. 291). Ullún, Zonda y Matagusano, serían más
cánicos cuaternarios” (Groeber 1951, p. 278). En la región del Marmolejo, correlacio- jóvenes: “Con ello quedaría nuevamente ates-
En la región del Aconcagua reinterpreta na al Conglomerado Tunuyán (Fig. 2), tiguado de que el comienzo de la sedimentación
al paquete sedimentario-volcánico meso- descripto por Armando (1949) y Pascual terciaria varía de lugar de acuerdo a la mayor o
zoico de 4.000 m de espesor, previamen- (1949), con el Conglomerado Santa Ma- menor elevación que ostentaba el relieve que fue
te descripto por Schiller (1912) y Gonzá- ría de Schiller en la región del Aconcagua, colmatando y sepultando” (Groeber 1951, p.
lez Bonorino (1950), como un paquete y los del valle de Uspallata y Precordille- 312).
de menor espesor, formado por el Yeso ra en la zona de Rodeo. Hacia el norte, en Sus observaciones sobre la geología re-
Principal (Formación Auquilco), el Tor- el río Vacas Superior, los conglomerados gional lo llevan a señalar que “el plegamien-
dillense (Formación Tordillo) y el Men- se prolongan con “un espesor muy disminui- to que, salvo complicaciones locales, disminuye de
dociano (Grupo Mendoza). Este paquete do por erosión” (Groeber 1951, p. 302). En sur a norte rápidamente, y está sustituido en las
estaría repetido por diversos corrimien- la región del Espinacito, homologa estos hojas Aconcagua norte y la Ramada por incli-
tos, como fuera ya señalado por Schiller depósitos sedimentarios con los que ac- nación monoclinal” (Groeber 1951, p. 320).
(1912). tualmente se conocen como Formación Para Groeber, los corrimientos de la Cor-
A su vez resalta que el Chilelitense in- Chinches. Sin embargo, los diferencia dillera Principal pertenecen al primer
ferior (sucesión volcaniclástica mioce- por su edad, ya que “su depositación no ha movimiento terciario ya que “son anterio-
na inferior de la Formación Santa Ma- empezado al mismo tiempo” (Groeber 1951, res a la iniciación de la sedimentación terciaria
ría) se encuentra en fuerte discordancia p. 304), y señala que los sedimentos del que no podría haber perdurado, digamos normal-
angular sobre las capas mesozoicas ple- río de los Patos en la región del Espinaci- mente sin grandes interrupciones….”. Asimis-
gadas y falladas, y “muestra ángulos de in- to rellenaron “depresiones orográficas preexis- mo destaca que el Huincalitense, de edad
clinación de pocos grados y una ondulación sua- tentes” (Groeber 1951, p. 304). infra-pliocena, se encuentra, en algunos
ve”. Esto lo lleva a proponer “una época de Una observación destacable es la que rea- sectores, en discordancia angular sobre
intenso plegamiento en tiempo inmediatamen- liza con respecto a las cuencas intermon- “el conjunto mesozoico perturbado”; tal como
te anterior a la acumulación” de esta unidad tanas de la Precordillera. En esta región, en la zona del arroyo del Gorro en las cer-
(Groeber 1951, p. 290). La falta de data- sus descripciones le permiten señalar la canías del Volcán Maipo, o sobre el corri-
ciones radimétricas de lo que denomi- existencia de un relieve previo, con la ge- miento que pone a las capas mesozoicas
nó como Chilelitense inferior, asigna- neración de “una quebrada de pendientes roco- sobre los estratos terciarios, en la zona del
da al Cenomaniano medio a superior, lo sas y empinadas… sepultados por una serie de Palomares (Figs 3 y 4). Por estas obser-
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Figura 2: Panorama del río Palomares (vista al sur). El dibujo muestra la ubicación del Conglomerado Tunuyán en discordancia sobre rocas paleozoicas y cretá-
cicas (Groeber 1951). Es un ejemplo de la calidad de las ilustraciones que acompañaron las publicaciones de Groeber.

vaciones deduce que los corrimientos del dentes de la zona de los depósitos mesozoicos..”. (1924). En esos tiempos se asumía que los
sector del Palomares corresponden a la “Desde fines del Mioceno se fecha la aparición diastrofismos eran coetáneos en todas las
pre-fase del tercer movimiento. El suave decidida de la Cordillera Frontal y de la Cordi- cadenas montañosas y que su datación,
plegamiento de las capas del Huincaliten- llera Principal contigua… El ascenso mayor co- aunque sea bioestratigráfica para esa épo-
se le sugiere que son el resultado de la fase rrespondió a su lado oriental, siendo todo el con- ca, permitía circunscribir la edad de los
principal del tercer movimiento. junto andino volcado al W” (Groeber 1951, mismos y correlacionarlos entre los di-
Señala tres etapas a partir de la rela- p. 325). ferentes orógenos en distintos continen-
ción entre la deformación de las cordi- tes. Ese concepto perduró durante la teo-
lleras Frontal y Principal y la sedimen- LOS APORTES DE ría geosinclinal y fue llevado a su máxima
tación terciaria, como puede observarse GROEBER A LA LUZ DEL expresión por Auboin (1964) en su famo-
en la figura 3: (a) la sedimentación ter- CONOCIMIENTO ACTUAL sa síntesis “The Geosynclines”. Con el ad-
ciaria cubrió en discordancia angular al venimiento de la tectónica de placas, en
basamento pre-jurásico y a las capas se- Más allá de las limitaciones debidas a las forma simultánea con los avances tecno-
dimentarias mesozoicas. (b) después de técnicas disponibles en la primera mitad lógicos que permitieron efectuar datacio-
dicha sedimentación “tuvo lugar un movi- del siglo XX, las observaciones e inter- nes precisas de las rocas volcánicas y pi-
miento ascendente que permitió una reavivación pretaciones de Groeber sentaron la ba- roclásticas, comenzó a desmoronarse la
de la erosión que destruyó una parte de los depósi- se sobre la cual se desarrollaron los es- sincroneidad de estas fases o movimien-
tos terciarios” (Groeber 1951, p. 324). Parte tudios de la evolución tectónica de los tos. Las primeras dataciones de diferen-
del Conglomerado de Santa María fue in- Andes. Muchas de sus ideas mantienen tes localidades donde se observaban las
corporado dentro de las escamas tectóni- vigencia actualmente, como el desarrollo discordancias angulares producidas por
cas que afectaron a las capas mesozoicas. de los movimientos intersenonianos en las fases Incaica y Quechua, de acuerdo
(c) Aumenta la inclinación al oeste de la Neuquén y el sur de Mendoza (Cobbold a la definición de Steinmann (1929), en el
Cordillera Frontal y “con ella la de los estratos y Rossello 2003, Tunik et al. 2010, Rojas sector norte de los Andes Peruanos pre-
“calchaquíes” superpuestos”. Vera et al. 2015, Fennell et al. 2015). En sentadas por Noble et al. (1974, 1985) y
El hecho de que los depósitos eoceno- otros sectores, la edad de la deformación Mégard et al. (1984) permitieron distin-
miocenos se conecten a lo largo del eje andina fue modificada a partir de la ob- guir dos fases incaicas. Esto fue confir-
cordillerano, entre los 36° y 29°S, sin in- tención de edades radimétricas en las ro- mado y aumentado en dos fases incaicas
terrupción y posean un espesor constante cas cenozoicas, como en el sector del ce- (50-39 Ma) y tres quechuas (20-10 Ma)
entre 2700 y 2900 m, lo llevan a proponer rro Aconcagua (Ramos et al. 1985, Godoy con dataciones más precisas (Noble et al.
la existencia de una cuenca de profundi- et al. 1988), Cacheuta (Irigoyen et al. 2000, 1990). En el sur de Perú se comenzaron a
dad considerable en el lugar que hoy ocu- Buelow et al. 2014) y el sur de Mendoza distinguir diferentes fases como la Que-
pa la Cordillera Frontal y el sector orien- (Nullo et al. 2002, Horton et al. 2016). chua 1, Quechua 2, Quechua 3,.., llegan-
tal de la Cordillera Principal, y “una cierta Sin embargo, se observa en toda la obra do a reconocerse hasta cuatro fases Que-
elevación sobre el mar” de la Cordillera Prin- de Groeber y la de los otros pioneros que chua en el norte de Bolivia y tres en el sur
cipal en el sector chileno, “requerida tam- lo antecedieron, un concepto que domi- de Perú, gran parte de ellas diacrónicas y
bién para la época del grupo superior del Agua naba en esa época y que fuera expresado con diferentes edades absolutas; lo mis-
de la Piedra, que contiene grandes bloques proce- específicamente por los trabajos de Stille mo acontecía con la fase Incaica, donde
Los movimientos andinos de Groeber. 55

se reconocieron un número cada vez ma-


yor de fases (Sandeman et al. 1995). Eso
llevó en pocos años a generar un sinnú-
mero de fases, casi tantas como datacio-
nes precisas se disponía.
Algunos de los conceptos establecidos
por Steinmann (1929) seguían teniendo
vigencia, como por ejemplo que la oro-
genia Incaica era el diastrofismo princi-
pal formador de los Andes Peruanos, en
comparación con la Quechua en esta re-
gión de los Andes. Esto fue explicado por
la relación entre el vector de convergen-
cia paleógeno y el neógeno con el margen
continental peruano (Ramos 1988, Mpo-
dozis y Ramos 1989), relación opuesta a
la que se observa con el margen chileno,
donde los efectos de la orogenia Quechua
son mayores.
Los trabajos subsiguientes realizados tan-
to en los Andes Centrales como en los
más australes, reconocieron que las dis-
cordancias angulares que representan a Figura 3: Etapas de construcción del frente orogénico de la faja plegada y corrida del Aconcagua (límite
estas fases no tienen esencialmente eda- entre Cordillera Principal y Frontal) según Groeber (1951).
des similares y que la magnitud de este
diacronismo depende de la precisión de factor hay que agregarle el estado reológi- Basta tener presente que por ejemplo la
las dataciones utilizadas. Sin embargo, co de la corteza, la que ante fenómenos de faja plegada y corrida del Aconcagua tu-
a partir de los trabajos de Pardo Casas y delaminación cortical o remoción litosfé- vo una tasa media de acortamiento oro-
Molnar (1987), se hizo evidente la exis- rica, pueden gatillar la deformación com- génico mínimo en los últimos 20 Ma de
tencia de períodos de inestabilidad tectó- presiva (véase Ramos 2009). 4 a 5 mm/a, del mismo rango que la tasa
nica que se intercalaban con períodos de Hoy sabemos que en el desplazamiento de deformación cuaternaria y aun similar
tranquilidad (quiescence). Estos autores de los continentes hay períodos de reor- a la registrada por GPS en los últimos 10
reconocieron en la parte media del Paleó- ganización de placas, donde éstas se de- años (Ramos 2009).
geno altas velocidades de convergencia tienen y no hay actividad tectónica, con
que asociaron a los movimientos incai- períodos de libre desplazamiento con CONSIDERACIONES
cos, con un período similar a partir del gran velocidad de convergencia que afec- FINALES
Mioceno inferior que asociaron a los mo- ta casi globalmente a una cantidad de pla-
vimientos quechuas. Este reconocimien- cas diferentes (véase Dickinson 2009). El análisis de los aspectos tectono-estra-
to de períodos de actividad no tiene re- Es sobre esta base que se puede hablar en tigráficos de la obra de Groeber, una vez
lación alguna con las antiguas ideas que forma amplia tanto de movimientos in- más pone de manifiesto que fue un agudo
se expresaban con fases sincrónicas y casi caicos u orogenia incaica como de movi- observador de la estructura de la Cordi-
instantáneas que se podían seguir a lo lar- mientos quechuas u orogenia quechua, llera de los Andes y de los diferentes mo-
go de los orógenos y entre diferentes ca- pero no reconociendo en ellos fases sin- vimientos que llevaron a su ascenso, con
denas montañosas. En nuestros días hay crónicas que puedan ser correlacionadas una precisión a veces notable, a pesar de
un consenso generalizado en que la velo- a lo largo del orógeno o entre diferentes la ausencia de datos geocronológicos de
cidad absoluta de la placa cabalgante, ex- orógenos. la época. Esa percepción estaba basada en
presada como tasa de cabalgamiento (ove- Se debe tener presente además que los pe- una extraordinaria experiencia de campo
rriden rate) (Schellart 2008, Maloney et al. ríodos de inestabilidad tectónica, que ge- con trabajos de largos meses de campaña,
2013), o la velocidad positiva del retroce- neran los movimientos orogénicos, más inaccesible en los cánones actuales, com-
so de la trinchera ( positive trench roll-back) que fases tectónicas tienen deformacio- binada con una mente brillante, plena de
(Daly 1989, Ramos 2000, 2010), es el con- nes intermitentes, que van variando de interpretaciones novedosas. Observacio-
trol más importante que condiciona prin- un lugar a otro de acuerdo a la reología y nes tales como las discordancias entre
cipalmente el régimen tectónico. A este estado térmico de las rocas involucradas. unidades mesozoicas “no tienen mayor signi-
56 J.F. MESCUA, L. GIAMBIAGI Y V.A. RAMOS

Figura 4: Perfil transversal a los Andes a la latitud del paso Piuquenes, mostrando la interpretación de las estructuras a lo largo del río Palomares entre el límite
internacional y el bolsón de Tunuyán (Groeber 1951).

ficado tectónico, porque se trata solamente de os- nuyán, entre el río Palomares y el cordón del Covacevich, V., Varela, J. y Vergara, M. 1976. Es-
cilaciones costaneras del mar, sin duda debidas a Marmolejo al norte del río Tunuyán. Univer- tratigrafía y sedimentación de la Formación
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Los autores desean agradecer a los árbi- rección General de Fabricaciones Militares, text of North American Cordillera. En Kay,
tros Lucas Fennell y Guido Gianni por Informe 14, 220 p., Buenos Aires. S.M., Ramos V.A. y Dickinson, W. (eds.) Bac-
su completa revisión y crítica realizadas al Buelow, E.K., Suriano, J., Mahoney, J.B., Mes- kbone of the Americas: Shallow Subduction,
presente manuscrito. Esta es la contribu- cua, J.F., Giambiagi, L.B. y Kimbrough, D.L. Plateau Uplift, and Ridge and Terrane Colli-
ción R-209 del Instituto de Estudios An- 2014. Stratigraphic analysis of the Neogene sion. Geological Society of America, Memoir
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