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UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO

FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA DE DERECHO
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN JURÍDICA

LAS OBLIGACIONES EN EL DERECHO AMBIENTAL INTERNACIONAL

Autores:
Delgado, Oriana. V- 27.374.841
Ruiz, Carolina. V- 27.947.343

Caracas, 12 de Julio 2019


Tabla de Contenido
Resumen. . . . . . ……………………………………………………………..… 3
Introducción. . . …………....………………………………………………….. 4
Capítulo I: La Debida Diligencia Ambiental de los Estados. . . . . . . . . . . . . . . .7
Capítulo II: Principales Instrumentos Internacionales que Consagran la Debida
Diligencia Ambiental…………………………………………………………. 14
Capítulo III: Problemática en la Responsabilidad del Derecho Ambiental
Internacional…………………………………………………………………... 22
Conclusión…………………………………..………………………………. 24
Bibliografía……………………………………………………………...…….. 25

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Resumen
La debida diligencia ambiental, consagrada en los distintos instrumentos y
jurisprudencia internacional, teniendo como base el derecho al medio ambiente sano, Commented [U1]: Manual anexo C

consiste en una serie de obligaciones estatales orientadas a su respeto y garantía que,


sin embargo, no son coercibles. Las obligaciones que tienen los Estados son medidas
que tienen que tomar para lograr progresivamente la efectividad del derecho al medio
ambiente sano esas obligaciones son las de prevención, principio de precaución,
cooperación así como también las obligaciones procedimentales (acceso a la
información, a la justicia, y a la participación pública). En tanto, el Derecho al Medio
Ambiente Sano y las correspondientes sanciones se encuentran establecidas en los
Tratados Internacionales al igual que, existe jurisprudencia que resguarda todo lo
referente a la materia ambiental. Ahora bien, no imponen mecanismos de coerción es
por ello que se plantea que se abandone el enfoque individual y se adopte un enfoque
de cooperación internacional en el cual se puedan ejercer medidas coactivas para el
cumplimiento de la obligaciones.
Palabras clave: debida diligencia ambiental, derecho al medio ambiente sano, derechos Commented [U2]: Mini conclusion al final de cada
capitulo
humanos, derecho ambiental internacional, obligaciones ambientales. Commented [OG3R2]:

Commented [U4]: Citas directas e indirectas

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Introducción
El Derecho Internacional Ambiental es una disciplina que involucra al mundo
entero en la protección de un bien jurídico común: el ambiente. Transcurridos los años
se han venido desarrollando una serie de reglas entendidas más bien como un
compendio de declaraciones, tratados y normas de tipo vinculantes y voluntarias
respectivamente que no han sido dictadas por una institución de carácter nacional.
Ahora bien, aun cuando los esfuerzos globales por enfrentar la grave crisis ambiental
cada vez son mayores, estas iniciativas no han logrado motivar un cambio radical; pese
a esto es importante que los Estados con ayuda de los Organismos Internacionales sigan
promoviendo iniciativas mundiales en donde se discutan políticas comunes y donde el
DIA adquiera aún más forma y contenido ya que, a pesar de que los gobiernos
individualmente se encargan de imponer leyes en pro del Derecho Ambiental es
necesaria una regulación a nivel macro que someta las acciones del propio Estado a
sanciones coercitivas en caso de incumplimiento del marco legal.
Es por ello que este trabajo tiene como finalidad el desarrollo de los aspectos que
contribuyen en la gestión de problemas ambientales, en los que el Estado se ve
involucrado debido a que desde una perspectiva jurídica, la debida diligencia lo obliga
a integrar la gestión de riesgos ambientales. Siguiendo esta misma línea, se exploran
algunos aspectos, como la responsabilidad en el Derecho Público Internacional; las
obligaciones de los Estados de proteger el ambiente, los principales instrumentos
internacionales que consagran la debida diligencia ambiental; y las consecuencias de
la responsabilidad internacional.
En el Capítulo I se tratará el primer objetivo referido a “La Debida Diligencia
Ambiental de los Estados”, entendida como aquel conjunto de obligaciones que
asumen los Estados en relación con el medio ambiente en el marco de la protección y
garantía de los derechos a la vida y a la integridad personal. Las obligaciones de los
Estados de respetar los derechos humanos, proteger el disfrute de tales derechos frente
a injerencias perjudiciales y hacerlos cumplir esforzándose para darles plena
efectividad se aplican en el contexto medioambiental. Por consiguiente, los Estados

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deben abstenerse de vulnerar los derechos humanos causando o permitiendo que se
causen daños ambientales; proteger frente a las injerencias perjudiciales en el medio
ambiente y por supuesto, adoptar medidas efectivas para impedir en lo posible los
daños ambientales que interfieran en el disfrute del derecho humano inherente.
En cuanto al segundo objetivo desarrollado en el Capítulo II: “Principales
Instrumentos Internacionales que Consagran la Debida Diligencia Ambiental” los
derechos económicos, sociales y culturales, en su dimensión internacional, están
reconocidos por un número creciente de instrumentos internacionales. Los que
consagran la debida diligencia ambiental vienen derivados de la costumbre y de los
tratados internacionales y respaldados por la práctica de los Estados, por lo que existen
una serie de obligaciones que estos deben cumplir para proteger el medio ambiente,
dichas obligaciones conceptuadas en algunos documentos en materia internacional
como principios jurídicos.
Estos instrumentos internacionales pueden ser de tipo vinculantes, y documentos
no vinculantes. La primera categoría, compuesta por Tratados (que pueden presentarse
en forma de Convenciones, Pactos y Acuerdos) supone, por parte de los Estados, un
reconocimiento de obligación legal hacia estos instrumentos. La segunda categoría,
compuesta en su mayoría por Declaraciones y Recomendaciones, proporciona
directrices y principios dentro de un marco normativo y crea igualmente obligaciones
morales. Cada uno de estos instrumentos ha establecido un comité de expertos
encargados de supervisar la aplicación del tratado por los Estados Partes. Algunos de
los tratados se complementan con protocolos facultativos relativos a preocupaciones
específicas.
En cuanto al tercer y último objetivo tratado específicamente en el Capítulo III:
“Problemática en la Responsabilidad del Derecho Ambiental Internacional”, por lo
general los tratados ambientales no tienen medidas de coerción ni mecanismos de
supervisión. Un ejemplo de ello son los tratados provenientes de la ONU que no
proveen esos mecanismos ya que este sistema universal está impregnado por la
categoría jurídica de la “ley blanda” también conocida como “soft law” lo que supone

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que no es un derecho en sí mismo coercitivo sino más bien es un derecho
recomendativo lo cual implicaría que ninguna decisión de las Naciones Unidas es
estrictamente vinculante para los Estados miembros. Sin embargo otro ejemplo es el
Protocolo de Kyoto que dentro de su articulado establece una lista indicativa de
consecuencias, teniendo en cuenta la causa, el tipo, el grado y la frecuencia del
incumplimiento de lo establecido en el mismo.

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Capítulo I: La Debida Diligencia Ambiental de los Estados
Con respecto a los derechos humanos, existen dos obligaciones generales: respetar
y garantizar.
En la Opinión Consultiva OC-23/17 (Corte IDH, 2017) se explica que obligación
de respetar comprende una limitación del poder público. En particular para el derecho
al medio ambiente sano por su conexión con el derecho a la vida digna e integridad va
a consistir en una abstención de (i) cualquier práctica o actividad que deniegue o
restrinja el acceso, en condiciones de igualdad, a los requisitos para una vida digna,
como lo son, el agua y la alimentación adecuada, entre otros, y de (ii) contaminar
ilícitamente el medio ambiente de forma que se afecte las condiciones que permiten la
vida digna de las personas.
Por su parte, de la obligación general de garantizar se desprenden obligaciones
específicas de: prevenir, investigar, sancionar, garantías de no repetición y adoptar
disposiciones de derecho interno. Implica que los Estados adopten todas las medidas
apropiadas de carácter jurídico, político, administrativo y cultural que promuevan la
preservación y protección de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales
violaciones a los mismos sean consideradas como un hecho ilícito que es susceptible
de acarrear sanciones para quien las cometa, así como la obligación de indemnizar a
las víctimas por sus consecuencias perjudiciales.
La debida diligencia se refiere a que los Estados tomen las medidas adecuadas para
lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos, así como organizar todas
las estructuras a través de las cuales se manifiesta el poder público, de manera tal que
sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de estos. Sobre esta
base reposan la mayoría de las obligaciones de derecho ambiental.
La debida diligencia está asociada con la posible responsabilidad de un Estado
frente a obligaciones de conducta o comportamiento, las cuales no exigen un objetivo
específico sino que hay flexibilidad en cuanto a que se entiende que el cumplimiento
de ciertos derechos únicamente se puede alcanzar con el transcurso del tiempo y

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dependiendo de los recursos de cada Estado. En contraposición, las obligaciones de
resultado requieren de un objetivo en específico.
De acuerdo a la Opinión Consultiva OC-23/17 (Corte IDH, 2017), para la
obligación de respetar y garantizar el derecho al medio ambiente sano tanto para los
daños ocurridos en el territorio de cada Estado como para daños transfronterizos se
debe cumplir con: (A) la obligación de prevención; (B) el principio de precaución; (C)
la obligación de cooperación, y (D) las obligaciones procedimentales en materia de
protección del medio ambiente:
Obligación de Prevención:
Es parte de la garantía de derechos humanos, es decir, prevenir eventuales
violaciones de derechos humanos.
En el ámbito internacional, el principio de prevención ha significado que los Estados
tienen la responsabilidad de velar por que las actividades realizadas dentro de su
jurisdicción o bajo su control no causen daños significativos al medio ambiente de otros
Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la jurisdicción nacional. Para la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en sentencias como Caso de los “Niños
de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala (Corte IDH, 2001) y Caso
Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala (Corte IDH, 2016) cualquier daño
ambiental que pueda llevar a una afectación del derecho de la vida e integridad, es un
daño significativo, pero para la Corte Internacional de Justicia como se señaló en el
Caso de Ciertas Actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la zona fronteriza (Costa
Rica Vs. Nicaragua), Construcción de una carretera en Costa Rica a lo largo del río San
Juan (Nicaragua Vs. Costa Rica) (CIJ, 2015), será un daño significativo dependiendo
de la naturaleza y magnitud de un proyecto propuesto y el contexto donde será llevado
a cabo.
Deber de regulación.
Adecuar la legislación interna de manera que consagre el derecho al medio
ambiente sano. Este deber se ha integrado a diversos instrumentos internacionales sin
distinción entre daño dentro o fuera del Estado tales como la Declaración de Río sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo y la Declaración de Estocolmo. Tanto la Corte
Interamericana de Derechos Humanos como la Corte Internacional de Justicia han

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tomado la perspectiva de que es pertinente regular toda actividad peligrosa que conlleve
a una posible afectación del derecho de la vida e integridad.
Obligación de supervisar y fiscalizar.
Vigilar el cumplimiento e implementación de la legislación u otras normas
relativas al medio ambiente, así como ejercer control administrativo sobre sus
operadores públicos y privados, a través del monitoreo. Se trata de establecer
mecanismos adecuados e independientes de supervisión y rendición de cuentas. El
nivel de intensidad de la supervisión y fiscalización dependerá del nivel del riesgo de
daño.
Obligación de requerir y aprobar estudios de impacto ambiental.
El objetivo de los mismos no es solo medir el posible impacto sobre la tierra y las
personas, sino también asegurar que los miembros de la posible población afectada
tengan conocimiento de los riesgos ambientales y de salubridad, para que puedan
evaluar si otorgar su consentimiento para el proyecto con conocimiento y de forma
voluntaria. Será necesaria para cualquier proyecto o plan que tenga riesgo de daño
ambiental significativo, en especial si puede ser daño trasfronterizo. Debe llevarse a
cabo antes de la actividad, por entidades independientes bajo la supervisión del Estado,
abarcar el impacto acumulado, incluir la participación de las personas interesadas,
respetar tradiciones y culturas indígenas (si la población afectada es parcial o
completamente indígena) y apegarse al contenido requerido por cada legislación
interna.
Deber de establecer un plan de contingencia.
El Estado debe preparar planes para responder a emergencias y desastres
ambientales que sucedan en su jurisdicción, que incluya medidas de seguridad y
procedimientos para minimizar las consecuencias, en cooperación con demás Estados
potencialmente afectados y organizaciones internacionales.
Deber de mitigar en casos de ocurrencia de daño ambiental.
Incluso si el incidente ocurre habiéndose tomado medidas preventivas del caso, el
Estado de origen en cooperación con los Estados afectados deben asegurarse de mitigar

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el daño utilizar para ello la mejor tecnología y ciencia disponible, inmediatamente e
incluso si se desconoce cuál es el origen de la contaminación.
Principio de Precaución:
Se refiere a que cuando hay riesgos de daños ambientales graves o irreversibles,
no puede usarse la falta de certeza científica como un motivo para postergar la toma de
medidas eficaces para evitar la degradación ambiental. Aplica para casos donde la
evidencia científica sobre alcance y potencial impacto negativo de la actividad en
cuestión sea insuficiente pero existan indicadores plausibles de los riesgos potenciales.
Obligación de Cooperación:
Esta obligación conlleva a una serie de deberes interestatales. En tanto, a pesar de
que se trata de las obligaciones que le conciernen a los Estados entre sí, el deber de
respetar y garantizar los derechos humanos exige que los Estados se abstengan de
impedir o dificultar el cumplimiento de las obligaciones derivadas de la Convención a
otros Estados. Para ello, la convención debe velar porque los Estados se encuentren en
la mejor posición para cumplir con dichas obligaciones, y más aún cuando el
cumplimiento depende de manera particular de la cooperación de otros Estados.
Por lo cual, los Estados tienen la obligación de cooperar, de buena fe, para la
protección contra daños al medio ambiente en aras de garantizar los derechos a la vida
e integridad personal.
En definitiva, a efectos de cumplir con esta obligación los Estados deben: (i)
notificar a los demás Estados potencialmente afectados cuando tengan conocimiento
que una actividad planificada bajo su jurisdicción podría generar un riesgo de daños
significativos transfronterizos, de manera previa y oportuna, acompañado de la
información pertinente también aplica en casos de emergencias ambientales y (ii)
consultar y negociar con los Estados potencialmente afectados por daños
transfronterizos significativos, de manera oportuna y de buena fe. Es importante
resaltar que estos deberes específicos se establecen sin perjuicio de otros que puedan
ser acordados entre las partes o que surjan de obligaciones ya contraídas por los
Estados.

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Obligaciones Procedimentales en Materia de Protección del Medio Ambiente:
Acceso a la información.
Es el derecho a buscar, recibir y difundir información, incluyendo solicitar acceso
a la información que está bajo control el Estado, lo cual permite un control social, la
participación de las personas en indagar, cuestionar y considerar si están cumpliendo
adecuadamente sus funciones. Se ha estipulado la obligación de dar acceso a
información ambiental en distintos instrumentos tales como la Declaración de Río,
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Convenio sobre
la Diversidad Biológica y el Acuerdo de Escazú. Forma parte del ejercicio de otros
derechos, en particular tiene una relación intrínseca con la participación pública con
respecto al desarrollo sostenible y la protección ambiental.
alcance y contenido de la obligación de acceso a la información.
La máxima cantidad de información debe ser entregada sin necesidad de acreditar
un interés directo para su obtención o una afectación personal, de manera oficiosa,
salvo en los casos en que se aplique una legítima restricción. Esta información debe ser
completa, comprensible, lenguaje accesible, actualizada y brindarse de forma que sea
efectiva para los distintos sectores de la población. Algunos asuntos sobre los cuales se
debe tratar la información son la calidad ambiental, el impacto ambiental en la salud y
los factores que lo influencian, además de información sobre la legislación y las
políticas y asesoramiento sobre cómo obtener esa información.
restricciones al acceso de la información.
Deben estar previamente fijadas por ley interna de los Estados, responder a un
objetivo legítimo como el respeto a los derechos o a la reputación de los demás o la
protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas, y
que sean necesarias y proporcionales en una sociedad democrática, es decir, que estén
orientadas a satisfacer un interés público imperativo.

Participación pública.

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La participación pública es uno de los pilares fundamentales de otros derechos
humanos y de la democracia, mediante ella se ejerce control democrático sobre las
gestiones estatales. Involucra a las personas en la toma de decisiones y facilita que sus
opiniones sean escuchadas.
El Estado debe garantizar oportunidades para la participación efectiva desde las
primeras etapas del proceso de adopción de decisiones e informar el público sobre estas
oportunidades de participación.
Algunos mecanismos de participación pública en materia ambiental incluyen
audiencias públicas, la notificación y consultas, participación en procesos de
formulación y aplicación de leyes, así como mecanismos de revisión judicial.
Acceso a la justicia.
Los Estados Partes deben disponer de recursos judiciales efectivos a las víctimas
de violación de los derechos humanos, correspondiente al debido proceso legal como
parte de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la
Convención a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción.
En el contexto de la protección ambiental, el acceso a la justicia garantiza tanto
cualquier violación a los derechos humanos por el incumplimiento de normas
ambientales como los derechos a la participación pública y al acceso a la información.
Además, el acceso a la justifica cubre la indemnización de las víctimas.
En caso de daño transfronterizo, también el Estado de origen debe garantizar
acceso a la justicia sin discriminación.
Recapítulando, los Estados deben prevenir daños significativos al medio ambiente
dentro de su jurisdicción, para ello se requiere de: regular, supervisar y fiscalizar,
realizar EIA, establecer planes de contingencia y mitigar el daño ambiental. Además
de ello es imperativo cumplir con el principio de precaución a efectos de proteger la
vida e integridad personal, cooperar de buena fe con otros Estados para lo cual deben
notificar, consultar y negociar sobre actividades que puedan afectarlos y sucedan bajo
la jurisdicción propia y finalmente, garantizar el derecho al acceso a la información,
participación y justicia.

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Capítulo II: Principales Instrumentos Internacionales que Consagran la Debida
Diligencia Ambiental

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Los instrumentos internacionales que consagran la debida diligencia ambiental
tienen un carácter de regulación directa y apuntan a la prevención, procurando
favorecer la concientización y el desarrollo de prácticas de respeto por la naturaleza.
Estos instrumentos son de gran importancia porque son los recursos que utiliza la
sociedad para llevar a cabo acciones concretas orientadas por programas de carácter
ambiental que buscan dar solución a las problemáticas en esta materia.
Opinión Consultiva OC-23/17 “Medio ambiente y derechos humanos” (2017): Commented [U5]: Parrafo introductorio

esta opinión consultiva contempla el derecho al medio ambiente sano en conexión con
el derecho a la vida digna y la integridad. Reúne las obligaciones del Derecho
Ambiental Internacional tanto de daños transfronterizos como en la jurisdicción de
cada Estado basándose en numerosas convenciones, declaraciones, sentencias e
informes. Estas son prevención; el principio de precaución; cooperación, y las
obligaciones procedimentales en materia de protección del medio ambiente, es decir,
acceso a la información, participación pública y acceso a la justicia.
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992):
el objetivo es la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero
en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el
sistema climático. Se toma en consideración la situación de los países en desarrollo, se
consagra el principio de precaución, el desarrollo sostenible, la cooperación
internacional tecnológica, socioeconómica y científica, mitigación de los daños,
educación, formación y sensibilización del público, la participación pública, el acceso
a la información. Para el cumplimiento de esta Convención, los Estados deben: realizar
inventarios nacionales de las emisiones antropógenas y su absorción por sumideros,
periódicamente, formular y aplicar programas nacionales para la mitigación de los
efectos climáticos, considerar la problemática del cambio climático dentro de sus
legislaciones y promover la cooperación tecnológica, científica y socioeconómica.
Protocolo de Kyoto (1997): en el mismo sentido de la Convención Marco de
las Naciones Unidas, para promover el desarrollo sostenible proponen: eficiencia
energética, protección y mejora de los sumideros, formas renovables de energía,

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reducción de emisiones en el transporte aéreo y marítimo, reducción de emisiones
en el sector agrícola, entre otros.
Acuerdo de París (2015): tiene por objetivo reforzar la respuesta mundial a la
amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los
esfuerzos por erradicar la pobreza. Sus metas específicas son: mantener el aumento
de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles
preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la
temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, aumentar la
capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático, promover un
desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero sin comprometer la
producción de alimentos y situar los flujos financieros en un nivel compatible con
una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima. Periódicamente
deberán informar sobre el inventario nacional de las emisiones antropógenas por
las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros de gases de efecto
invernadero y la información necesaria para hacer un seguimiento de los progresos
alcanzados en la aplicación y el cumplimiento de su contribución determinada a
nivel nacional. Cada Parte debería proporcionar también información relativa a los
efectos del cambio climático y a la adaptación y las Partes que son países en
desarrollo deberían proporcionar información sobre el apoyo en forma de
financiación, transferencia de tecnología y fomento de la capacidad requerido.
Declaración de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano (1972): habla
sobre el derecho al medio ambiente sano de generaciones presentes y futuras, la
preservación y protección de especies en peligro, de la utilización de recursos no-
renovables que no conlleve a un agotamiento, a la descarga de sustancias tóxicas,
el desarrollo sostenible, asistencia financiera y tecnológica a los países en
desarrollo, flexibilidad de las obligaciones para los Estados en desarrollo,
planificación de la urbanización, políticas demográficas, educación de la
población, cooperación internacional en el intercambio de información científica,

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el derecho a la explotación de recursos sin perjudicar a otros Estados y de la
eliminación de las armas nucleares y armas de destrucción masiva.
Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992): se
pronuncia sobre el derecho de los Estados a explotar sus recursos sin dañar a otros
Estados, el derecho al medio ambiente sano de las generaciones presentes y futuras,
el desarrollo sostenible, flexibilidad para las obligaciones de los Estados en
desarrollo, mayores obligaciones para los Estados desarrollados, políticas
demográficas adecuadas, intercambio de información científica y de tecnología,
participación pública, adecuar legislación interna, principio de precaución,
evaluaciones de impacto ambiental, deber de notificación a posibles Estados
afectados en emergencias o desastres naturales, el papel de las mujeres, jóvenes e
indígenas en el ambiente y obligación de aplicación del DAI incluso en situaciones
de guerra.
Caso de las plantas de celulosa sobre el Río Uruguay (Argentina Vs.
Uruguay, 2010): este es un conflicto debido a la autorización del gobierno
uruguayo para construir dos plantas de pasta de celulosa en territorio argentino y
sobre las aguas binacionales del río Uruguay. En este caso se ve afectado lo
siguiente de acuerdo con los estatutos establecidos en el DAI:
Soberanía y responsabilidad. A pesar de que los estados tienen plena
soberanía sobre sus recursos naturales, estos no deben causar daño al medio
ambiente. De esa misma forma este concepto de soberanía está sujeto a una
obligación general de no causar daño al medio ambiente de otros países o a zonas
más allá de la jurisdicción nacional.
Principio de buena vecindad y de cooperación internacional. En parte este
principio le confía a los estados la prohibición obligatoria de actividades dentro
del territorio del estado contrarias a los derechos de otros Estados y que podrían
dañar a otros Estados y a sus habitantes. “Usa tus bienes de manera que no causes
daños a los bienes ajenos.” Otros sub-principios de envergadura son los de
notificación y consulta previas. De este modo la notificación previa obliga a los

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estados actuantes a dar aviso previo y a tiempo así como de suministrar la
información pertinente a cada uno de los estados que podrían perjudicarse a
consecuencia de actividades que afecten el ambiente.
Principio de acción preventiva. de acuerdo con este principio un Estado
puede estar obligado a prevenir daños dentro de su propia jurisdicción. Es
necesario detener la eliminación de sustancias tóxicas en cantidades o en
concentración que excedan la capacidad de degradación del medio ambiente, con
la finalidad de garantizar que no se causarán daños a los ecosistemas.
Como garante de este proceso los Estados han establecido procedimientos de
autorización, compromisos sobre normas ambientales, métodos para acceder a la
información y la necesidad de realizar estudios de impacto ambiental.
Principio de precaución. Específicamente con respecto a la carga de la prueba
es que los Estados que desean emprender ciertas actividades, deberán probar que
ellas no causarán daño al medio ambiente.
Principio de desarrollo sostenible. Sugiere que la idea central de la labor de
protección del medio ambiente es el mejoramiento de la condición humana.
Caso de Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la zona
fronteriza (Costa Rica Vs. Nicaragua, 2015) y Caso de Construcción de una
carretera en Costa Rica a lo largo del río San Juan (Nicaragua Vs. Costa Rica,
2015): esta controversia se encontró directamente relacionada con una labor de
dragado por parte de autoridades nicaragüenses de una sección en la
desembocadura del delta del río San Juan de Nicaragua, que involucró la presencia
de militares nicaragüenses en esta lengua de tierra desde el inicio de la disputa,
porción de tierra que ambos países reclamaban como parte de su propio territorio.
De acuerdo con esta problemática:

La Corte Internacional de Justicia ha indicado que el deber de debida diligencia


implica llevar a cabo un estudio de impacto ambiental cuando existe un riesgo de
que una actividad propuesta pueda tener un impacto adverso significativo en un

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contexto transfronterizo y, particularmente, cuando involucra recursos
compartidos.
Siguiendo esta misma línea, la corte ha reiteradamente establecido que los
Estados tienen la obligación de no permitir que su territorio sea utilizado para actos
contrarios a los derechos de otros Estados. Asimismo, ha señalado, en aplicación
de este principio, que los Estados deben velar porque las actividades realizadas
dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños al medio ambiente de
otros Estados o zonas que estén fuera de su jurisdicción, así como que están
obligados a usar todos los medios a su disposición para evitar que actividades que
tienen lugar en su territorio, o en cualquier área bajo su jurisdicción, causen un
daño significativo al medio ambiente de otro Estado.
En lo que se refiere a los Principios de DAI:
Principio de precaución. El Derecho Internacional exige a los Estados una
serie de obligaciones frente a la posibilidad de daños ambientales que traspasen las
fronteras de un particular Estado.
TEDH Caso Öneryildiz Vs. Turquía (1997): en este caso el recurrente alega
la violación por parte de Turquía del artículo segundo (en donde se establece el
derecho a la vida) del Convenio tanto en su significado sustantivo como procesal
ante una explosión de gas metano en un vertedero municipal que produjo un
corrimiento de tierras que sepultó una docena de “chabolas” (viviendas populares)
causando la muerte a nueve de sus familiares. Acciones erróneas por parte del
Estado:
Violación del art. 13 de CEDH. de acuerdo con este artículo debe realizarse
una “investigación exhaustiva e independiente capaz de llevar a la identificación y
sanción, de los responsables y que permita al demandante el acceso efectivo al
proceso de investigación”.
Hay que tener en cuenta lo siguiente, y es que la protección brindada por este
artículo tiene validez exclusivamente en los casos que haya existido una violación
de los derechos y libertades reconocidos por la CEDH, en pocas palabras, solo en

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aquellos casos en donde la violación de los derechos de la víctima haya sido
cometida por el Estado a través de sus agentes (ya que el Estado es el único que
puede incumplir con los deberes impuestos por este Convenido que no esté
destinado a los particulares).
Greening. en el ámbito del sistema europeo de derechos humanos, no existe
ningún instrumento internacional que haga referencia a la protección del medio
ambiente. De igual forma el TEDH se ha sumado en varias ocasiones a la tendencia
proteccionista del medio ambiente denominada “greening”, basándose en el
Convenio Europeo de Derechos Humanos (1950).
En cuanto a la jurisprudencia las sentencias comienzan a caracterizarse por
darle protección jurídica al medio ambiente haciéndolo extensivo del derecho a la
vida, a la privacidad, a la propiedad y a la protección judicial efectiva. Del análisis
de este y otros precedentes de la jurisprudencia europea se deriva lo siguiente:
El fundamentado de las decisiones del TEDH se basó en el Convenio Europeo
de Derechos Humanos, a pesar de que tal instrumento no contiene disposiciones
expresas relativas a la protección del medio ambiente; ii) Se vinculó por vía
indirecta el medio ambiente con el Convenio Europeo, a partir de la violación del
derecho a la vida, la privacidad, la propiedad y la protección judicial efectiva; iii)
En consecuencia, se entendió que la contaminación del medio ambiente implica
daños al derecho a la vida privada y familiar; iv) El Estado tiene el deber de
proporcionar un equilibrio justo entre sus medidas y el bienestar del medio
ambiente y de las personas; v) El no proporcionar información sobre cuestiones
ambientales hace que el Estado viole el Convenio Europeo.

TEDH, Caso Taskin y otros vs. Turquía (2004): el litigio surge respecto de
la autorización otorgada por las autoridades administrativas turcas para la
explotación de una mira de oro en Ovacik, en el distrito de Bergama, mediante la
controvertida técnica de la lixiviación con cianuro de sodio.

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Las obligaciones positivas del Estado de proteger los derechos
fundamentales. los derechos reconocidos en el CEDH imponen al Estado no solo
obligaciones negativas, de abstenerse de llevar a cabo actuaciones que los
menoscaben, sino también obligaciones positivas, de protegerlos activamente
contra los daños que los amenacen. Según el TEDH los criterios que han de
utilizarse para juzgar el alcance de ambos tipos de obligaciones son “similares”.
El Estado tiene la obligación de abstenerse de llevar a cabo cualquier actuación
que menoscabe los ámbitos de libertad o los bienes jurídicos protegidos por el
Convenio, asimismo, tiene por obligación tomar las medidas adecuadas para
salvaguardarlos frente a los daños y peligros que sobre los mismos se ciernen.
En ambos casos, encontrar el equilibrio de alcance de estas obligaciones puede
llegar a ser limitado por lograr precisamente un buen balance entre todos los
derechos e intereses legítimos en cuestión. La clave está en la determinación de si
el Estado logró o no ese justo equilibrio.
La obligación estatal de proteger a los ciudadanos frente a los riesgos
ambientales. el artículo 8.1 del CEDH, que reconoce el derecho de toda persona
al respeto de su domicilio y de su vida privada y familiar, impone al Estado
obligaciones positivas de proteger estos bienes frente a las agresiones ambientales
pues:
El artículo 8 se aplica a los atentados graves al medio ambiente que
pueden afectar el bienestar de una persona y privarle del disfrute de su
domicilio, perjudicando su vida privada y familiar aun sin poner en grave
peligro la salud del interesado.
Cuando los efectos peligrosos de una actividad a los cuales los
individuos afectados corren el riesgo de quedar expuestos han sido
determinados en el marco de un procedimiento de evaluación de impacto
ambiental». «Si no fuera así, la obligación positiva del Estado —de adoptar
medidas razonables y adecuadas para proteger los derechos de los

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individuos en virtud del párrafo 1 del artículo ocho— quedaría reducida a
la nada.
Es importante destacar que el Estado no solo debe proteger los derechos
fundamentales no solo frente a los daños actuales, sino también frente a los riesgos,
frente a la probabilidad mayor o menor, de que tales daños eventualmente se
produzcan. En otras palabras, los derechos humanos pueden ser lesionados
simplemente porque el Estado ha tolerado la exposición de los ciudadanos a la
posibilidad de sufrir determinados daños, aunque estos no se hayan materializado
efectivamente.
Protección a través del procedimiento. establece explícitamente garantías de
procedimiento que las autoridades nacionales deben respetar a la hora de restringir
algunos derechos. Para estos efectos es importante resaltar que el Estado no puede
otorgar una (nueva) autorización para realizar una actividad considerada en el
pasado excesivamente peligrosa mientras no lleve a cabo una (nueva) evaluación
de su impacto ambiental, en la que participen los afectados.
En conclusión de este segundo capítulo, la importancia de estas herramientas
radica en el equilibrio que suponen las actividades humanas y la integridad del
medio ambiente. En tanto, todos y cada uno de estos instrumentos permiten que se
lleve a cabo la gestión ambiental.

Capítulo III: Problemática en la Responsabilidad del Derecho Ambiental


Internacional
Existen dos puntos importantes sobre la contaminación ambiental a nivel
internacional (Shaw, 2014) El primero es que la contaminación que proviene de un
Estado, generalmente afecta a otros Estados. El segundo es que es la falta de efectividad

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del principio de que “el que contamina, paga”. Este consiste en que era responsable de
pagar por los años aquel que pudiese demostrarse que contaminó mediante actividades
ilegales. Es utilizado por su universalidad y transversalidad y su objetivo es:
Perseguir la imputación del coste social de la contaminación ambiental, es
decir, el financiamiento de las labores públicas de prevención y control de la
contaminación y reparación de los daños ambientales, a la persona que la causa
o, en todo caso, al conjunto de quienes participan en su realización (Blanco,
1995).
Sucede que ahora es cada vez más evidente que los problemas ambientales no
pueden resolverse actuando de manera individual. Por una parte, porque no siempre es
posible determinar de dónde proviene el daño ambiental significativo como por
ejemplo, en el debilitamiento de la capa de ozono. Por otro lado, también existen
personas jurídicas no-estatales que, hasta el momento, no pueden ser responsables ante
organismos internacionales. Se entiende entonces, que en el Derecho Ambiental
Internacional es necesario abandonar el enfoque clásico y adoptar cooperación
internacional.
Los tratados sobre Derecho Ambiental Internacional generalmente no preveen
mecanismos de supervisión o coerción. Últimamente se podría mencionar, entre los
principales, el Protocolo de Kyoto (ONU, 1997) que establece:
En su primer período de sesiones, la Conferencia de las Partes en calidad
de reunión de las Partes en el presente Protocolo aprobar· unos procedimientos
y mecanismos apropiados y eficaces para determinar y abordar los casos de
incumplimiento de las disposiciones del presente Protocolo, incluso mediante
la preparación de una lista indicativa de consecuencias, teniendo en cuenta la
causa, el tipo, el grado y la frecuencia del incumplimiento (...)
Se podría hablar de la responsabilidad internacional y la correspondiente
indemnización de las víctimas que se les atribuye a los Estados en la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y
la Corte Internacional de Justicia, cuando el caso es relativo al medio ambiente.

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En conclusión, si bien el enfoque clásico de “el que contamina, paga” puede ser
adecuado para casos puntuales, el futuro del medio ambiente está en riesgo, está muy
cerca y solo adoptando nuevas y radicales medidas de adaptación y mitigación
mediante la cooperación internacional, podrá enfrentarse. El medio ambiente es un
interés jurídico común y para protegerlo, los Estados en conjunto deben asumir
obligaciones.

Conclusión
El derecho ambiental internacional es un sistema en construcción, lleno de retos y
propuestas. Su importancia es vital y sus tendencias constituyen nuevas alternativas
para los sistemas jurídicos tradicionales y para la estructuración de principios de
responsabilidad que permitan preservar el planeta. Una correcta y efectiva gestión de
riesgos ambientales es determinante para que los principales actores de este proceso
tomen cartas en el asunto de manera oportuna bien sea desde el enfoque preventivo

23
hasta la distinción de los posibles problemas ambientales potenciales y el cálculo de la
probabilidad de ocurrencia de dichos problemas para explorar soluciones alternativas,
por otra parte los Estados como actores deben determinar las acciones a tomar para
minimizar los riesgos detectados (a gestión de riesgos ambientales busca prevenir, en
la medida de lo posible, el daño ambiental, minimizar al mínimo las probabilidades de
su ocurrencia y además, convertirse en un escudo protector contra una posible
imputación de responsabilidad de carácter objetiva y solidaria, por acción y omisión,
por hecho lícito e ilícito, propia de la materia ambiental).
En cuanto al segundo objetivo, si bien no todos los Estados han aceptado
formalmente todas estas normas, la coherencia de las interpretaciones de los órganos
de derechos humanos evidencia claramente tendencias convergentes hacia una mayor
uniformidad y certeza en la aplicación del derecho relativo a los derechos humanos al
medio ambiente. Estas tendencias se ven aún más respaldadas por la práctica de los
Estados, incluidos los instrumentos ambientales internacionales y ante los órganos de
derechos humanos.
Por último dando respuesta al tercer objetivo, si bien no es posible erradicar el
100% de los riesgos ambientales, mediante una gestión correcta y eficaz las autoridades
ambientales deben ser rigurosas en el cumplimiento de su tarea de control ambiental y
debida implementación de herramientas para exigir la prevención como una norma
general o la reparación de los daños en aquellos casos en que se constaten situaciones
de deterioro ambiental.

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