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TRANSFORMACIÓN DEL AGUA SALADA EN DULCE.

Solamente, el 2,5% del agua del planeta es dulce. El 20% del agua dulce en estado líquido, está en
lugares lejanos, y algunos de ellos inaccesibles. A nosotros, de toda esa agua, solamente nos queda el
0,08%. Cada vez se le da más utilidad al agua dulce en los países desarrollados, muchas veces
malgastándola. En España se utiliza un gran porcentaje de agua desalada ya que es la solución al
problema de la falta de agua y las sequías de algunas comunidades. Aunque sea muy buena idea desalar
el agua del mar para el consumo, es una idea muy mala, ya que contamina mucho. La desalación es una
solución muy cara y en el proceso de la desalinización del agua se emiten a la atmósfera gases de efecto
invernadero. Con esta solución se están destruyendo las costas a causa del cambio climático. Por otro
lado, hay que tener en cuenta el mal uso que se da el agua desalada en España. Ya que España es el país
del mundo que destina el 22% del agua desalada para la agricultura.

APUESTA POR LAS DESALADORAS COMO SOLUCIÓN A LA ESCASEZ DE AGUA.

José Luís Rodríguez Zapatero demostró su apoyo a la obtención de agua potable a partir del agua marina
como solución a los problemas de escasez de agua en Murcia y Valencia.

El agua potable es un recurso que desgraciadamente cada vez escasea más. El cambio climático está
influyendo de manera decisiva en el agotamiento de este recurso. Los años cada vez más calurosos y la
escasez de precipitaciones tanto en forma de agua como de nieve hacen que las sequías sean más
prolongadas.

¿Cómo conseguir más agua potable?, es una pregunta a la que cientos de científicos intentan dar
respuesta y ésta parece estar en cómo transformar agua salada en agua potable, en este artículo vamos
a centrarnos en los distintos métodos desarrollados hasta el momento para conseguir esta trasformación.

EJEMPLO:
Si introducimos un pez de mar en aguas dulces, morirá. Lo mismo sucede si un pez de río va a parar a
aguas saladas. En cambio, existen peces que viven en las desembocaduras de los ríos, donde las aguas
son salobres, y que, por lo tanto, pueden sobrevivir en ambos ecosistemas. Incluso hay especies, como
los salmones, que viven toda su vida en alta mar y suben por los ríos para reproducirse. ¿Cómo es posible
que se produzcan todas estas opciones, en principio contradictorias? La respuesta hay que buscarla en
la homeostasis, que es la capacidad que tienen los seres vivos de mantener estable el equilibrio
químico interno al compensar los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de
materia y energía –lo que se conoce como metabolismo–.
Si los peces marinos no pueden vivir en agua dulce es porque su organismo no está preparado para
retener las sales que el cuerpo necesita. Dado que se han adaptado a vivir con sal a su alrededor, su
cuerpo se encarga simplemente de regular la entrada y salida continua de esta substancia. En un pez de
río sucede lo contrario: su medio interno retiene las sales porque éstas no abundan en su medio externo,
pero si su entorno de pronto se vuelve salado, como ocurriría si nadara por el mar, el pez no podría
regular el exceso de sal que tendría su cuerpo y rápidamente moriría. Existen peces, no obstante, que
han desarrollado mecanismos para controlar con mayor versatilidad y eficacia la entrada y
retención de sal en su organismo, lo que les permite vivir en los estuarios e incluso cambiar
temporalmente de hábitat.
Uno de los casos más conocidos de pez marino que frecuenta las corrientes de agua dulce es el del
tiburón toro (Carcharhinus leucas), un escualo muy agresivo que suele remontar los grandes ríos
decenas de kilómetros en busca de presas, desde el Ganges al Amazonas, pasando por el Limpopo o
el Mississippi. Algunos ejemplares viven incluso de forma permanente en lagos interiores, como el Lago
Nicaragua. Este tipo de tiburón tiene la capacidad de adaptar sus procesos de osmoregulación
gracias a una glándula situada en el riñón y que ajusta tanto la concentración de urea y otros
disolventes biológicos en la sangre como la expulsión de sal a través de la orina. Gracias a este
mecanismo, el tiburón toro puede transitar de forma progresiva por el océano, las aguas salobres y las
corrientes de agua dulce, adaptando su metabolismo a grados de salinidad muy variados.

El 70% de la superficie de la tierra es agua pero en su mayoría es agua oceánica y solo el 3% de toda el
agua del mundo es agua dulce. El término “agua dulce” surgió por el contraste y comparación con otro
tipo de agua que es el “agua salada” y así se formaron estas dos grandes categorías.

En apariencia el agua salada y el agua dulce se ven igual, pero lo que marca realmente la diferencia
es su composición, dónde la encontramos y los usos que se le dan.
El agua dulce es la que dentro de su composición tiene el mínimo de sales minerales disueltas
especialmente cloruro de sodio. Por medio de los sistemas de tratamiento de aguas, el agua dulce puede
llegar a ser potable y de consumo para el ser humano con el mínimo riesgo. A parte de su consumo,
también se utiliza el agua para otras actividades como lavado y limpieza, baño e incluso para producir
energía.
El agua dulce proviene de fuentes como ríos, lagos, cascadas, manantiales y lagunas; así como en su
forma sólida en casquetes polares, glaciares y masas de hielo.
COMPOSICION
Por el otro lado, el agua salada es una solución basada en agua que contiene dentro de su composición
una alta cantidad de sales minerales que (35%), los cuales le aportan su sabor característico (salado).
Estos minerales se refieren principalmente al cloruro de sodio, normalmente conocido como sal de
mesa.
El agua salada, es la que forma los océanos y mares del planeta y estos dos juntos suman el 97% del total
de agua de que encontramos en la hidrosfera.
La solución salina de la que está compuesta impide que sea consumible sin antes pasar por un proceso
previo de desalinización. Hoy en día hay personas que se dedican a esto, pero es un proceso que resulta
sumamente caro y los resultados no siempre son los esperados

Elación de 3/4 de un vaso de agua en agua salada en agua dulce, es decir; solo el 75% del agua salada
se convierte en agua dulce, claro que si, el proceso por el cual el agua salada se convierte en dulce (para
el consumo humano) desaladora, una máquina capaz de extraer las sales que tiene el agua, sea de mar o
de cualquier otro sitio, para convertir esa agua en potable.
Lo primero que hay que saber es que hay dos tipos distintos: una funciona mediante membranas y otra
con vapor. “Las dos necesitan energía, en el primer caso la electricidad y en el segundo caso el vapor”
Ahora bien, el vapor se utiliza muy poco, al menos en nuestro país, entre otras razones porque es más
caro. Más del 90% de las cerca de 800 desaladoras que tiene España son de membranas. ¿Cómo son
estas membranas y cómo funcionan?
José Antonio lo explica: “La membrana es una película muy fina hecha de poliamida, que es un derivado
del petróleo que permite pasar el agua pero no las sales”. Lo primero de todo es captar el agua. ¿Dónde?
Pues en pozos próximos a la costa, desde los cuales se bombea a una planta. Una vez aquí, el agua se
filtra varias veces en unos grandes aparatos.
Después, el agua se impulsa a alta presión hacia los llamados bastidores de membranas, y es aquí donde
se lleva a cabo el proceso de desalación. ¿Cómo? Por un procedimiento llamado ósmosis inversa, que
consiste en hacer pasar agua desde la solución más concentrada a la menos concentrada (justo lo
contrario de la ósmosis). Una vez desalada, el agua se remineraliza y desinfecta.
¿QUÉ ES LA ÓSMOSIS?

Es un fenómeno físico-químico que tiene lugar cuando dos soluciones acuosas de diferente
concentración entran en contacto a través de una membrana semipermeable. Esta membrana permite
sólo el paso del agua. Así, el agua tiende a atravesar la membrana en el sentido de menor a mayor
concentración, para igualar ambas. La presión que hace que este fenómeno tenga lugar es la presión
osmótica. Pues bien, la ósmosis inversa se aplica para obtener agua dulce partiendo del agua del mar,
separando sus sales.
PERSONAL. En una planta desaladora trabajan mecánicos, electricistas, operadores de pantallas, jefes
de planta, químicos y peones. Una desaladora con una capacidad de 20.000 metros cúbicos al día requiere
de unos 10 trabajadores.
A través de membranas o con vapor, el hecho es separar las sales disueltas
¿Qué pasaría si una marea negra, como la que hay ahora en Galicia, llegara a una desaladora?

Pues que se estropearía porque las membranas son muy sensibles. Entonces, para evitar que el fuel o el
aceite llegaran a alcanzar la membrana se colocan más filtros.
Las desaladoras que funcionan con vapor se estropean mucho menos que las de membranas, pero son
mucho más caras. Canarias es el único sitio de España donde hay desaladoras de vapor.
“Para ahorrar costes”, dice José Antonio Medina, “se utiliza el vapor de las centrales térmicas. Así se
obtiene por una parte electricidad y por otra agua”. En este caso el agua purificada se obtiene mediante
la evaporación (por el vapor) y la condensación. Así de simple.
Los países que tienen mucho petróleo, como Arabia Saudí, Libia o Argelia, tienen sólo desaladoras de
vapor, porque la energía es muy barata y todavía no han valorado lo suficiente el gran consumo que
suponen.
En España casi todas son de membranas y las hay de todos los tamaños. Las más pequeñas purifican
unos 150 metros cúbicos de agua al día y la más grande llega a los 110.000. Carboneras (Almería) tiene
el privilegio de contar con la desaladora más grande del mundo (bueno, en los Emiratos Árabes se están
construyendo todavía más grandes), aunque todavía no funcione al 100%.
De las 800 desaladoras que tenemos en España, unas 650 son de aguas salobres y más o menos 150 de
agua de mar. Las Palmas de Gran Canaria es la región que cuenta con más plantas desaladoras. El 90%
del agua que llega a la ciudad de Las Palmas es agua desalada, y en Lanzarote el 100%, y no son más
caras que, por ejemplo, la que se consume en Barcelona.
El agua que limpia una desaladora se destina o bien al consumo humano o a la agricultura o a la industria.
Hoy en día, han bajado tanto los precios al tiempo que la tecnología ha mejorado y además con mucha
mayor competencia, que cualquier ciudad podría soportar una planta desaladora.

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