CLINICA DEL ESPECTRO DEL
AUTISMO
Jean-Claude Maleval
Apoyandose en los remarcables descubrimientos clinicos de Kanner y
de Asperger, y al disolver el autismo en el casillero de los Trastornos
Generalizados del Desarrollo se puede distinguir un espectro del autis-
mo. El nudo duro del espectro del autismo reside en los pasajes del
sindrome de Kanner al sindrome de Asperger, pero se extiende todavia
ampliamente més alla del primero y mas aca del segundo. La defensa
autista, que se caracteriza por la construccién de un borde, se despliega
desde el borde aislante hasta el borde dindémico, Incluso llega hasta el
borramiento del borde en algunos autistas de alto nivel. El autista que no
“hha construido un borde es muy dificil de diferenciar de la esquizofrenia,
por el contrario, el autista cuyo borde est4 borrado puede volverse social-
mente invisible y nunca ser diagnosticado como tal.
La observacién de pasajes del sindrome de Kanner al sindrome de
Asperger ha dado nacimiento en los afios 80 a la nocién del espectro del
autismo.! El destino de Donald Gay Tripplet, el caso ntimero uno del
articulo principal de Kanner, es el mas demostrativo y menos cuestio-
nable, Observado en los afios 30 en el Johns Hopkins Hospital de Balti-
1. Wing, L., The relationship between Asperger's syndrome and Kanner’s autism, in
Frith U. Autism and Asperger syndrome, Cambridge University Press, 1991, pp. 93-121.
4JA. Miller, E. Laurent, J.-C. Maleval, F. Schejtman y S. E. Tendlarz
more, él disfrutaba en 2010 de una tranquila jubilacion en el Mississippi.
Después de haber trabajado como cajero en el banco de sus padres, vivia
en forma independiente y solo, conducia siempre su auto, y disfrutaba de
sus pasatiempos: el golf y los viajes.? Tales evoluciones constituyen el
nudo duro del espectro. No obstante, los limites de este ultimo se vuel-
ven dificiles de precisar. Del lado de las formas mas severas, mas acd de
la clinica de Kanner, se sittia un polo incierto, en tanto que el diagndstico
diferencial con la esquizofrenia infantil puede parecer dificil. Del lado
opuesto, mds alld de la clinica de Asperger, se sitia un polo invisible
constituido por autistas que se vuelven independientes, para quienes el
diagnéstico a veces es planteado muy tardfamente, incluso jamas3
Los autistas a los que los psicoanalistas han dedicado sus principa-
les trabajos desde Meltzer a los Lefort, pasando por Tustin y Bettelheim,
son en su gran mayoria pre-kannerianos. Autistas que no han alcanzado
el grado de estructuracién a los que Ilegaron aquellos de Kanner en su
mayor parte angustiados cuando se los deja solos con sus objetos. La
localizacién del goce sobre un borde constituye una defensa caracteris-
tica ya sea ausente, solamente esbozado, en los autistas pre-kannerianos.
El borde como superficie corporal
Los autistas a los que los psicoanalistas han consagrado sus primeros tra-
bajos desde Meltzer hasta los Lefort, pasando por Tustin y Bettelheim, en su
mayorfa son autistas pre-kannerianos. Son los autistas que no alcanzaron el
grado de estructuracién que alcanzaron los de Kanner, en su mayoria poco
angustiados cuando se los deja solos con sus objetos.
2. Dovan, J. y Zucker, C., “Autism’s First Child”, Atlantic Magazine, October 2010
ww.theatlantic.com/magazine/archive/2010/1 O/autism-8217-s-first-child/8227/
http://w e separé de la
3. En la literatura psiquidtrica internacional el espectro del autismo s
clinica para volverse un tapén heterogéneo fundado sobre las similitudes comportamen-
tales. Segin el DSM 5, incluye no solo el Trastorno autistico y el Sindrome de Asperger,
sino también el Trastorno desintegrativo de la infancia y el Trastorno Generalizado del
desarrollo no especifico.Estudios sobre el autismo
No obstante, los autistas pre-kannerianos no estan fuera del lenguaje.
Lacan lo subrayaba desde los afios °80: si el autista se tapa las orejas frente
a algo que est por hablarse, observaba, es porque ya estan en lo postverbal,
“puesto que del verbo se protege”4 Las enunciaciones esponténeas de algu-
nos autistas mudos confirman plenamente esta constatacién.
La accién del lenguaje sobre sus cuerpos produce la dimensién de una
pérdida en su espacio subjetivo. A falta de poseer los medios para simboli-
zarla, el autista se esfuerza por suturar la hiancia del origen encerréndose en
sus sensaciones corporales en un mundo cerrado. Al no distanciarse, el obje-
to a del sujeto se funde en un goce autistico. La forma primera del borde es
una superficie de obturacién generado a partir del cuerpo mismo.
Su construccién se efectiia a partir de autoestimulaciones. “Habfa descu-
bierto que el aire estaba lleno de pequefias manchas, relata en relacién a esto
Williams. Si miran la nada verdn las manchas. La gente pasaba por ahi obs-
truyendo la vista. Las personas pasaban por ahi y ,obstrufan la vista encan-
tada que yo tenfa de la nada? Miraba mds alld de la gente. {Ellos molesta-
ban? Pasaba a otra cosa, me concentraba sobre el deseo de perderme en las
manchas, mirando a través de los intrusos con una expresién serena, tran-
quila por la sensacién de dejarme absorber enteramente por las manchas.
A la larga terminé por aprender a diluirme en todo lo que me fascinaba, los
motivos de papel pintado o los tapices con un ruido cualquiera, o mas aun,
con el ruido sordo y repetitivo que obtenfa al golpearme el ment6n” 5 Ella
experimentaba, escribe, un placer intenso al buscar disolverse en el espa-
cio. El primer borde toma apoyo sobre lo que Tustin llama “sensaciones
forma” autogeneradas, fluctuantes, inclasificables y artificialmente crea-
das, Para ayudarnos a concebirlas, ella da el siguiente ejemplo. “Olviden su
silla. Sientan mds bien la presidén de su cuerpo sobre el asiento. Eso haré
“una forma”. Muévanse, la forma cambiard. Las formas serin completamen-
te personales”.$ Para el autista son repetitivas y fijas. Giran eternamente en
4, Lacan, J., “Alocucién sobre las psicosis del nifio”, Otros Escritos, Buenos Aires,
Paidés, 2012, p. 387.
5. Williams D., Si on me touche, je n'existe plus, Robert Laffont, 1992, p. 20.
6. Tustin, F., Le trou noir de la psyché, Seuil, Paris, 1989, p. 76.
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