Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EN EL MUNDO GLOBAL
Antropología feminista en
América Latina y España
coordinadoras
CARMEN GREGORIO GIL
MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
por
VIRGINIA MAQUIEIRA D'ANGELO •CARMEN GREGORIO
GIL•MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO•ÁNGELA
GUADALUPE ALFARACHE LORENZO•ADRIANA PISCITELLI •
TERESA DEL VALLE MURGA•ANA ALCÁZAR CAMPOS •MARÍA
EUGENIA D'AUBETERRE BUZNEGO •HERMINIA GONZÁLVEZ
TORRALBO•SUSANA ROSTAGNOL•ASSUMPTA SABUCO
CANTÓ•JAHEL LÓ PEZ GUERRERO•MARÍA ESPINOSA SPÍNOLA•
MARÍA CARBALLO LÓ PEZ•FERNANDO HUERTA ROJAS•GISELA
PÉ REZ SANTANA•MARIE:JOS É NADAL•RENATA EWA HRYCIUK•
PAULA SOTO VILLAGRÁN•ANA RODRÍGUEZ RUANO•AMAIA
PAVEZ LIZÁRRAGA• MARCELA LAGARDE Y DE LOS RÍOS
.�
·-
·
.
. ! '
slglo
. : - . -
veintiuno
editores
�grupo editorial
�siglo veintiuno
siglo xxi editores, méxico siglo xxi editores, argentina
CEAAO DEL f>GUA 248, RaJERO DE TEAAEROS . GUA'fEMlllA 4824, C 1425 BU'
04310M€XICO, DF 8UEN)S AIRES, AAGEN11NA
www.sigloxxiedrtores.com.mx www.sigloxxiedrtores.com.ar
GN33.8
M44
201 2 Mujeres y hombres en el mundo global : antropología feminista en América Latina
y España / coordinadoras, Carmen Gregorio Gil, Martha Patricia
Castañeda Salgado ; por Virginia Maquieira D'angelo [y otros veintiuno].
- Méxic.o : Siglo XXI Editores : UNAM, Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 201 2.
355 p. - (Antropología)
ISBN: 978-607-03-0439-2
isbn 978-607-03-0439-2
noviembre de 201 2
PRÓLOGO
El prólogo me sugiere la entrada a un lugar al que hemos llegado pero del que
desconocemos lo que nos aguarda. Es la experiencia del placer de encontrarnos
bien y al tiempo sentir el latido del deseo de descubrir lo que se atisba detrás de la
cancela que caracteriza al umbral y en este caso, al umbral literario. Si las ideas que
contenga nos encaminan a traspasarlo, el prólogo habrá cumplido su propósito.
Para el primer paso me ftjo en las temáticas amplias y variadas que suscitan el
interés en ahondar en los escritos y a ello contribuyen los cuatro apartados que mar
can el camino y en el que aparecen como elemento dominante preocupaciones y vi
siones actuales que toman una dimensión amplia mediante análisis globalizadores,
mieqtras que otras centran su interés en el estudio minucioso de aspectos concre
tos. El juego de conjuntar una panorámica amplia de temas y la distancia corta de
estudiar otras con detalle es uno de los atractivos de la publicación. En el abanico
la temática tiene relación con intereses actuales, unos que emergen de los proce
sos de globalización; otros de necesidades sentidas desde la marginación de ciertas
opciones sexuales; de posicionamientos diferentes respecto de la prostitución. Los
hay vinculados a las nuevas tecnologías con sus posibilidades de ampliar prácticas
entre las que se encuentran las de comunicación y de educación generizada, las
de visibilizar lo minoritario. Hay cuestionamientos a temas tradicionales como son
el cuidado cuando se produce fuera de los escenarios habituales y protegidos de
la familia: cuestionamiento y crítica a formas de socialización que perpetúan las
desigualdades de género. Se plantean avenidas para repensar la crítica feminista y
se exploran conceptos como tensión, genealogías, sexualidad, ritualidad religiosa,
parentesco, prostitución, maternidad. Aparecen cambios en las formas de vivir el
ocio desde la juventud así como descubrir la importancia de ciertas estéticas corpo
rales. También está la emergencia de formas de asociación para el cambio político,
lideradas por mujeres que reivindican la tierra, la pluralidad social y los derechos.
Y la ciudadanía se hace presente en la conciencia de los derechos y en la personali
zación de las emociones.
Otra forma de acercarnos al umbral del texto es a través del descubrimiento de
ciertos hilos conductores. Uno de ellos nos encamina a la diversidad y por ello a la
riqueza acumulada a través de objetos de investigación, aproximaciones teóricas,
contextos culturales y sociales donde se han llevado a cabo los estudios. Todo ello
hace que los textos presenten distintos lenguajes y campos de interés.
[g ]
10 INTRODUCCIÓN
de cultura al volver la mirada hacia los sujetos que la crean, haciendo el viraje de co
locar a las mujeres sólo en el ámbito de la reproducción para considerarlas también
como productoras/autoras/ creadoras de significaciones profundas que conforman
lo humano en un devenir histórico.2
Los ensayos que se reúnen en este libro pretenden ofrecer un panorama de te
máticas y aproximaciones teórico-metodológicas que se abordan recientemente en
ámbitos académicos de filiación distinta a la anglosajona. El antecedente inmediato
de este ejercicio de diálogo entre especialistas latinoamericanas y españolas es la
realización de un primer seminario-conversatorio sostenido en 2004 en el Centro
de Investigaciones lnterdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad
Nacional Autónoma de México entre la doctora Teresa del Valle, antropóloga vasca
con un amplio reconocimiento por sus aportes a la introducción de la perspectiva
feminista a la antropología social, y un grupo de investigadoras y estudiantes que
impulsan el reconocimiento de ese campo de estudios dentro de la academia mexi
cana, invitadas para la ocasión por Patricia Castañeda.
A partir de esa experiencia, quienes escribimos esta Introducción convocamos
en dos ocasiones a la participación en simposios celebrados en el marco de los 5211
y 5 3 º Congresos de Americanistas, celebrados en Sevilla (España, 2006) y la Ciudad
de México (México, 2009) . El propósito de ello fue responder algunas preguntas
concernientes a los puntos en común y a las particularidades que reviste la antro
pología feminista practicada a ambos lados del océano, poniendo énfasis en las
elaboraciones teóricas, las posiciones epistemológicas, las metodologías aplicadas
y las formas de hacer etnografia que, en su conjunto, conforman el corpus de este
campo de investigación. Ello suponía abordar tanto los temas "clásicos" de la antro
pología desde esta nueva perspectiva, como presentar pesquisas que se adentraran
en la comprensión de temas emergentes. Las transformaciones sociales, políticas
y económicas de las últimas décadas, junto con la emergencia de nuevas actoras y
actores sociales en situaciones de cambio social, nos han conducido a llevar a cabo
una revisión conceptual, así como una ampliación de campos teóricos, que contri
buyan a la comprensión de la situación de las mujeres y los hombres en el mundo
contemporáneo.
El libro finalmente reúne a un grupo de especialistas en antropología social que
analizan los recorridos teórico-metodológicos que han realizado en su estudio de
los temas específicos a los que han dedicado su atención en los años más recientes,
así como la manera en que los resultados de su trabajo académico están contribu
yendo a consolidar a la antropología feminista como un campo teórico reconoci
do en el contexto actual de las disciplinas sociales. En lo que toca a la disciplina,
en sus distintas especialidades, los temas abordados constituyen una amplia gama
de reflexiones, tanto teóricas y epistemológicas como etnográficas y metodológicas
que hemos organizado en torno a cuatro ejes: genealogías, las nuevas caras de la
globalización, etnografias de experiencias emergentes y nuevas propuestas teórico
metodológicas.
2 Castañeda, 2007.
INTRODUCCIÓN 11
'El reconocimiento de este enfoque, de su importancia y creatividad aún es poco recurrente entre los
antropólogos. En este libro participa un especialista que se autoadscribe a la antropología feminista, por
lo que relevamos sus aportes. Sin embargo, con fines de aligerar la lectura, en adelante nos referiremos a
las autoras, haciendo la aclaración de que mantenemos presente la inclusión de nuestro colega.
12 INTRODUCCIÓN
nea, que forma parte a su vez del marco a partir del cual contribuir a la construc
ción de los derechos humanos de las mujeres, en particular de las lesbianas. Esta
construcción tiene como un referente primordial el desmontaje de la lesbofobia,
hecho político que contribuye a la invisibilización de las lesbianas al mismo tiempo
que, al ser visibles, las expone a la violencia sexista. Por ello, centra su propuesta en
la erradicación de la lesbofobia a través de la exigencia de "visibilidad sin violencia,
con seguridad y libertad".
En cuanto al análisis de los procesos relacionados con la elaboración del conoci
miento antropológico feminista Adriana Piscitelli nos aporta sus reflexiones sobre
algunos aspectos del pensamiento feminista brasileño considerando la circulación
y traducción que han tenido las teorías poscoloniales a partir de los textos antro
pológicos publicados en dos importantes revistas académicas brasileñas, la Revista
Estudos Feministas y los Cuadernos Pagu. La autora destaca la especial relevancia de la
antropología en la constitución de los estudios feministas en Brasil y respecto de las
teorías poscoloniales concluye que han sido especialmente influyentes en la lectura
crítica de las definiciones de cultura nacional con raíces coloniales, formuladas en
y sobre Brasil y en el análisis de cómo los procesos de transnacionalización afectan
a las identificaciones marcadas por género, raza, clase, sexualidad y nacionalidad.
Por su parte, Teresa del Valle toma como punto de partida para su texto la re
flexión individual (biografia intelectual) dentro del marco general de la antropolo
gía feminista con la intención de relacionar lo que emerge en la dimensión micro
con las aportaciones de otras investigadoras, presentándonoslo como una aventura
colectiva donde la libertad e iniciativa actúen como soportes generativos y cuyos
pasos posteriores amplíen y ofrezcan inspiración y contraste. La autora selecciona
de su biografia intelectual sus denominados "ejes estructuradores del recuerdo" y
los "cronotopos genéricos", (específicos y generales) y "tira del hilo" para propo
nérnoslos como estrategias metodológicas en la detección de la desigualdad, cons
tructos para la elaboración de la memoria encarnada y por último exponentes de
características articuladoras de distintos niveles de análisis. Y nos invita a generar
recapitulaciones sobre el conocimiento feminista producido y abrirlo al reconoci
miento: "es tiempo de aunar esfuerzos para insertar el conocimiento feminista en
el canon general del conocimiento"
En la segunda parte, "Las nuevas caras de la globalización ", las autoras ofrecen
profundas reflexiones en torno a problemas que afectan a las mujeres de todo el
planeta, tanto por su condición de género como por las imbricaciones de ésta con
otras condiciones sociales que agudizan la desigualdad y la exclusión propia, así
como la de los grupos y colectividades a los que pertenecen, abordando tópicos
como los "sitios de deseo o economías del placer'', las comunidades reterritorializa
das, "las migraciones transnacionales". Un referente fundamental para compren
der los reordenamientos relacionales que suponen las prácticas contemporáneas
analizadas en torno a la sexualidad, el matrimonio y la familia sigue siendo, como
bien lo apuntó el feminismo radical, la significación del cuerpo de las mujeres
como espacio de/para los otros, sin perder de vista que cada una de ellas hace una
interpretación particular de su posición de género, clase, raza y etnia.
INTRODUCCIÓN
Ana Alcázar indaga, a partir del trabajo de campo realizado en Cuba, en los pro
cesos de (re) producción de las desigualdades de género, raza, clase y nacionalidad
emergentes en el mercado del turismo. El ejercicio de una etnografia situada, re
flexiva y encamada le permite mostramos los significados racializados y generizados
del jineterismo y sus localizaciones sexuadas, "jinetero y jinetera", desdibujando los
límites establecidos entre el turismo sexual y el turismo de romance.
María Eugenia D'Aubeterre, mediante su minucioso trabajo etnográfico, des
entraña las prácticas matrimoniales en el "campo social transnacional" emergente
entre California (Estados Unidos) y San Miguel Acuexcomac (México) . Para la
autora las prácticas de formación de uniones matrimoniales y los rituales que las
sancionan están informadas por regímenes de género locales, coaligados y dialo
gantes, y explora cómo los y las actoras reaccionan y construyen nuevas respuestas
atenazadas por una orientación dual y definidas por la pertenencia a una comuni
dad translocalizada. En el contexto de esta pertenencia translocalizada la fórmula
del "pedimento de la novia" da paso a la de "la fuga concertada" que comporta,
como nos muestra la autora, la celebración de un humilde ritual que sintetiza va
riadas acciones rituales.
Herminia Gonzálvez comparte su propuesta teórica para el estudio de la organi
zación social de los cuidados en la conformación de familias cuyos miembros están
en diferentes estados, las llamadas familias transnacionales. La autora incide en las
potencialidades de la metodología etnográfica para visibilizar prácticas y significa
dos de género y parentesco junto con las tareas relacionadas con el cuidado, confi
gurando con ello el "trabajo de parentesco" (Di Leonardo, 1 987) .
Susana Rostagnol en su trabajo "Sociedad y prostitución de niños, niñas y adoles
centes ¿Qué tiene para decir el feminismo?" discute la manera en que la sociedad
procesa el fenómeno de la prostitución, silenciándolo, reproduciéndolo y colocán
dolo en los márgenes. La autora, sin olvidar que la pobreza influye fuertemente en
la configuración de vulnerabilidades, nos propone "ir más allá" para alcanzar un
análisis más comprensivo del fenómeno que rompa con los sociocentrismos. En
este sentido la antropología social, ajuicio de la autora, "permite realizar un estudio
hermenéutico de los sentidos de la prostitución de niñas, niños y adolescentes para
encontrar los pilares culturales que hacen que la práctica perdure aunque cambie
de ropajes".
Cierra esta segunda parte el capítulo "Los cuerpos fragmentados de la globali
zación: de la estética a la maternidad", de Asumpta Sabuco Cantó, quien analiza
los efectos de la globalización en las representaciones y aspiraciones de los cuer
pos de las mujeres. La autora plantea cómo la exaltación de la salud y el "cuidado
personal" convertido en una lucha contra el tiempo y contra nuestra corporeidad,
afecta y condena a las mujeres. Las identificaciones que propone el mercado de la
industria cosmética, de la salud -especialmente la reproductiva-, la estética, los
gimnasios, la moda y las cadenas de cuidado corporal ahondan en la desigualdad
estructural que legitima el domino de unos frente a otras. En estas nuevas condicio
nes, como plantea la autora, la maternidad tiene un peso ideológico que destaca su
importancia como experiencia personal, ajustándose las nuevas representaciones
Il>'TRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Behar, Ruth y Deborah Gordon ( 1995) , Women urriting Culture, Berkeley, University of Cali
fornia Press.
Castañeda Salgado, Martha Patricia (2007) , Las mujeres católicas en las agrupaciones religiosas.
Fiestas, poderes e identidades, tesis doctoral, México, UNAM.
--- (2006) "La antropología feminista hoy: algunos énfasis claves", en R.euista Mexicana de
Ciencias Políticas y Socia/,es, XLVIII ( 197) : 35-4 7.
Del Valle, Teresa (2002) , "Contribuciones, significatividad y perspectivas futuras de la Antro
pología Feminista", en Aaas del IX Congreso de Antropol.ogía de la Federación de Asociaciones de
Antropol.ogía del Estado Español ( s.f. ) .
Díez, Carmen y Carmen Gregario ( coords. ) (2005) , Cambios cultura/,es y desigual.dades de género
en el marco l.ocal-gl.obal aaua� Sevilla, Fundación El Monte/Federación de Asociaciones de
Esteban Mari Luz y Carmen Díez ( 1 999) , "Introducción", Anku!,egui, Gizarte Antropología Al
dizkaria, núm. especial. M.L. Esteban y M.C. Díez (coords. ) , Antropología feminista: desaftos
teórico y meWdológicos, pp. 9-28.
Gregorio Gil, Carmen ( 2006) , "Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de la
disciplina antropológica: representación y relaciones de poder", en Revista de Antropología
Iberoamericana, 1 ( 1 ) : 22-39.
Lagarde y de los Ríos, Marcela (2002) , "Antropología, género y feminismo", en Griselda Gu
tiérrez Castañeda ( coord. ) , Feminismo en México. Revisión histúrico-critica del siglo que termina,
México, PUEG-UNAM, pp. 2 1 7-229.
Maquieira, Virginia ( 2001 ) , "Género, diferencia y desigualdad" en Beltrán y Maquieira
(eds. ) , Feminismos: debates teúricos contemporáneos. Madrid, Alianza.
Méndez, Lourdes ( 2007) , Antropología feminista, Madrid, Síntesis.
Moore, Henrietta ( 1 990) , Feminism and Anthropology, Minneapolis, University of Minnesota
Press.
Narotzky, Susana ( 1 995) , Mujer, mujeres, género. Una aproximación critica al estudio de las mujeres
en las Ciencias Sociales, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
NAWAL EL SAADAWI
INTRODUCCIÓN
"El reconocimiento del igual deseo de vivir libres de los horrores de la violencia, el hambre,
la tortura, la enfermedad y la discriminación es indicación de la humanidad compartida y, a
la vez, fundamentación y aspiración de los derechos humanos. El lenguaje de los derechos
humanos propone un mundo en el cual la aceptación resignada de un mundo globalizado es
suplementado por la ambición de universalizar lajusticia y la igualdad [ ] , plantea un modo
. . .
de imaginarlo, y así gradualmente hacerlo real [ ] y en este sentido forman parte de la com
. . .
plejidad del mundo actual y un actor destacado de su transformación " (Hastrup, 200 l a: 2 1 ) .
como parte del compromiso profesional con los sujetos de las investigaciones (Na
gengast y Tumer, 1997) . Al mismo tiempo se ha ido consolidando un nuevo campo
de estudio comprometido con el desarrollo de una antropología comparativa de los
derechos humanos y de los procesos jurídicos transnacionales que muestran nue
vos datos, problemas de estudio y metodologías que pueden enriquecer a aquellos
otros ámbitos académicos que tradicionalmente se han ocupado de la investigación
en derechos humanos.
De este modo, la tensión antagónica entre cultura/derechos es vista bajo otra
perspectiva en los desarrollos actuales en la antropología de los derechos humanos
basados en el enfoque de la práctica. En estos estudios se defiende la necesidad de
desarrollar análisis contextuales que no suponen un compromiso con el relativismo
pero en los que la interpretación cultural y la negociación de los derechos son cues
tiones decisivas que vinculan a los actores sociales y los ámbitos locales con los ám
bitos internacionales. Al mismo tiempo se reconoce el papel crucial que juegan los
acuerdos internacionales y las instituciones que de ello se derivan en tre los grupos
y comunidades que luchan contra la marginación de los procesos políticos naciona
les (Wilson , 1997; Gledhill, 1 997) . En el inten to de esclarecer la relación en tre glo
balización , antropología, derechos humanos y género la antropóloga Ann-Belinda
Preis aboga por abordar los derechos humanos como una práctica social y cultural
explorando cómo, cuándo y por qué los derechos humanos se toman significativos
para los actores sociales en el marco del mundo contemporáneo y globalizado. Al
mismo tiempo considera importante indagar los significados que se atribuyen a los
derechos humanos en diferentes con textos históricos, políticos y socioculturales, in
cluyendo en el análisis de manera central cómo esos significados en acción operan
en la vida cotidiana de mujeres y varones ( Preis, 1996: 306) .
Es posible afirmar que en la consolidación del campo de estudio se ha producido
un cambio en las discusiones que ya no giran , como en la segunda mitad del siglo
XX, en tomo al debate universalismo/relativismo sino que intentan explorar los
derechos al nivel de la práctica social intentando responder cómo son aplicados los
derechos y para quién en los procesos legales cotidianos (Wilson, 2003) . Al mismo
tiempo se analiza la capacidad de condicionamiento y ( o ) empoderamiento de los
procesos legales. Desde una perspectiva de género es crucial el análisis de la tensión
entre la capacidad socializadora de la legalidad para la igualdad y al mismo tiempo
en qué circunstancias los procesos legales pueden reproducir las relaciones de po
der y desigualdad.
Otro de los aspectos cruciales en el modo de abordar la tensión antagónica entre
cultura y derechos humanos ha sido la crítica al concepto de cultura que subyace
al relativismos cultural como visión esencialista, autosostenida y homogénea y sus
consecuencias para la imposibilidad del conocimiento e interpelación intercultural
así como la utilización de la defensa de la diferencia cultural como legitimación de
la desigualdad de género ( Maquieira, 1998, 2000, 2006) . Desde un análisis proce
sual la antropóloga Sally Merry ( 200 1 ) señala que dicha tensión irreconciliable es
el resultado de una oposición esencialista de ambos mundos que ignora las in terde
pendencias culturales, así como la historicidad de los derechos y de las culturas. El
TENSIONES CREATIVAS EN EL ESTUDIO DE LOS DERECHOS HUMANOS 29
BIBLIOGRAFÍA
*Universidad de Granada.
1 Retomar este campo de estudio después de varios años de distanciamiento fue una inquietud que
empezó a habitar en mí a partir de una conversación mantenida con Teresa del Valle en la ciudad de
Granada hace unos cinco años; ella me animó a que lo hiciese, algo que no quiero dejar de agradecérse
lo, ya que mi reencuentro con esta problemática me ha resultado muy estimulante, abriendo, en un cam
po que creía en términos teórico-políticos ya estéril, nuevas vías de indagación teórica y epistemológica.
2 Véase Gregorio Gil ( 1996: 1 1-50) .
3 Para un análisis crítico de las teorías dominantes de las migraciones --dependencia, modernización
junto con la de otros movimientos sociales, resquebraja viejos paradigmas de la acción política y de las
ciencias sociales cuestionando la centralidad discursiva y política del sujeto unificado mujer.
6 Con esta denominación nos venimos refiriendo a la ciudadanía que reside en territorio español y
que procede de estados que no son miembros de la Unión europea, teniendo por ello un estatus legal
diferenciado. La "Ley Orgánica 7/ 1985, de l de julio, sobre Derechos y Libertades de los extranjeros
residentes en España", 1 5 años después reformada mediante la "Ley Orgánica 4/2000 de l l de enero
sobre los derechos y libertades de los extranjeros y su integración social" sometida a su vez a varias
reformas, regulará los derechos de esta ciudadanía. Es a esta "población no comunitaria" a quienes el
discurso público asigna la denominación de "inmigrante (s) ". Véase Santamaría (2002) para el análisis de
la construcción histórico-cultural de la categoría "población inmigrante no comunitaria".
7 Para un análisis critico de los procesos de construcción cultural del otro desde las instancias públi
Así, añadido a los muchos trabajos publicados en la última década, a algunos de los
cuales me referiré más adelante, cabe mencionar la gran aceptación que han tenido
las mesas de trabajo bajo el título de "Género y migraciones" en las diferentes con
vocatorias del "Congreso Nacional sobre inmigración " que se celebra bianualmente
en el Estado español.9
La genealogía que me propongo realizar la trazaré desde dos ejes de teorización ,
la reproducción y el cambio social, en los que la crítica feminista desde la antropo
logía social ha sido central y que a mi juicio considero imprescindible revisitar en
su aplicabilidad al campo de los estudios migratorios. Mostrar que la reproducción
social se asienta en las desigualdades de género, así como en otras desigualdades,
y que éstas no son inmutables, sin duda, sigue formando parte de nuestra empresa
feminista. Nuestro cometido como antropólogos y antropólogas lo entiendo desde
nuestra mirada etnográfica, aunque sea un método de acercamiento que no siem
pre responda a las demandas institucionales de las que dependen, en definitiva,
la financiación de nuestras investigaciones. El camino por el que me moveré en el
campo de los estudios migratorios, me lleva a resignificar la categoría reproducción
social en todo su potencial cuestionador y a restituir el valor de la etnografia en su
capacidad para mostrar de forma contextualizada los procesos mediante los que
se producen las diferenciaciones, así como la multiplicidad de significados de las
prácticas sociales. Me detendré en primer lugar en la utilización de la categoría re
producción social en al campo de los estudios migratorios y en segundo lugar, abor
daré uno de los asuntos que más parece apasionar a quienes nos hemos acercado a
este campo desde los estudios de género: El cambio en las relaciones de género, se
entiende, como consecuencia de los desplazamientos internacionales en los que las
mujeres son protagonistas.
• En las convocatorias de 2007 y 2009, no sólo fueron las mesas que más comunicaciones recibieron,
también estuvieron entre las que más participantes acogieron.
TRAZANDO UNA GENEALOGÍA 37
tico, trabajo sexual y en menor medida agricultura y comercio-- y por otro, "re
producción " desde la visibilización de las mujeres como "madres transnacionales"
dentro de las denominadas "cadenas mundiales de afecto y asistencia".
En mis trabajos ( Gregorio, 1996, 1 997, 1 998) 10 planteé la necesidad de compren
der las migraciones como "procesos generizados" ( 1 996: 6) ; pretendía disolver la
dicotomía producción/reproducción al situar en el centro las relaciones de poder
y los trabajos de las mujeres, negados y denostados en su consideración de seres
meramente reproductivos. Como señalo en un trabajo posterior,
rio, 2006: 1 1 0) .
Sin embargo, a pesar del potencial teórico-político que parece tener el concepto de
cadenas mundiales de afecto y asistencia su utilización se ha dirigido a evidenciar
las desigualdades en tre las mujeres partiendo de la descripción que lleva a cabo
Hochschild, inspirada en el trabajo de Pierrete Hondagneu-Sotelo y Emestine Ávila
( 1 997) :
Estas cadenas, muchas veces conectan tres series de cuidadoras: una se encarga de los hijos
de la emigrante en el país de origen, otra cuida de los hijos de la mujer que cuida de los
hijos de la emigrante, y una tercera, la madre, emigrante, cuida de los hijos de las profe
sionales en el primer mundo. Las mujeres más pobres crían a los hijos de las mujeres más
acomodadas mientras mujeres todavía más pobres -o más viejas, o más rurales-- cuidan
de sus hijos ( 200 1 : 195 ) .
Presentándose además, esta cuestión de las jerarquías entre las mujeres, como
un asunto característico de la globalización de finales del siglo XX y principios del
XXI, cuando ya sabemos que desde el siglo XVII, como mostró Badinter ( 1 98 1 ) , las
mujeres más pobres se han dedicado a la crianza de la prole de las clases más pu
dientes.
Si bien , las jerarquías en la organización de los cuidados desde una mirada trans
nacional es un asunto que no pasó inadvertido en mi trabajo etnográfico, 1 2 la opor
tunidad de teorizar sobre la interseccionalidad de la categoría género con otras
categorías de diferenciación, debería permitimos ir más allá de la afirmación de la
opresión ejercida por "mujeres profesionales del Primer Mundo " hacia otras mu
jeres, "las inmigrantes o las del Tercer Mundo ". Convendría explicitar el objetivo
teórico-político que nos llevaría a construir desde las Ciencias sociales estas cate
gorías diferenciadoras, tratando de evitar esencialismos hacia "las muj eres" como
seres afectivos y asistenciales en su presunta relación con la procreación y la crianza.
Desde la etnografia feminista sugiero que tenemos mucho que aportar a la re
visión de las categorías "mujer", "inmigrante ", "madre", "africana" "pobre " . . . en
las que encorsetamos a los sujetos con los que realizamos nuestras investigaciones,
convirtiéndolos en compendios de alteridad mediante los que legitimamos nues
tra investigación antropológica. El debate teórico sobre la doble o triple o quín
tuple discriminación en función de diferen tes variables y la interseccionalidad de
todas ellas para comprender mejor la experimentación y vivencia de las diferentes
formas de opresión se hará poco fructífero, si no nos permitimos interrogamos
sobre dichas categorías. Necesitamos a mi juicio operar un giro radical, que vaya
de la confirmación de su existencia a la interrogación constante sobre su construc-
presentar e interpretar estas realidades, por Jo que sugiero Ja reflexión sobre el objeto teórico-político
que subyace a este nuevo concepto de transnacionalismo que se ha impuesto como una moda en su
aplicación al campo de las migraciones internacionales.
12 Madres, suegras, hermanas, otras parientes y las denominadas despectivamente "chopas", a las que
se remunera su trabajo d� méstico o intercambia por bienes de subsistencia -<obijo, alimentación, ves
tido--, conformarían eslabones de la cadena de reproducción social de las migran tes trabajadoras en el
servicio doméstico y de Jos hogares de clase media en Madrid (Gregorio Gil, 1996, 1 998 ) .
TRAZANDO UNA GENEALOGÍA 39
" La autora en esta dirección ha centrado su investigación con mujeres inmigrantes en aquellas
actividades en las que las mujeres son minoritarias --comercio y empresariado artesanal- (Provansal y
Miquel, 2005 ) .
14 Como h e argumentado e n otro lugar (Gregorio Gil, 2007) .
15 Entre otros véanse los trabajos de Parella ( 2007) , Parella y Calvan ti ( 2007) , Pedone ( 2006) , Golaños
et aL (2008) , Suárez (2004) .
CARMEN GREGORIO GIL
que relacionan a las mujeres con la maternidad. En vez de observar dichas prácti
cas como intersticios en el sentido de "locus heurísticos" que plantean Provansal y
Miquel (2005) 16 que nos permitan indagar en las formas de producción de la mater
nidad y las relaciones de poder (de género) , dichas prácticas quedan reducidas, en
no pocos trabajos, a hechos esenciales que toda mujer en tanto que madre biológica
mantiene a pesar de la distancia fisica de sus seres queridos, cayendo en relatos
culpabilizantes, victimizantes, o por el contrario, heroicos hacia las mujeres-madres
y convirtiendo las prácticas maternales en artificios metodológicos en nuestra pre
tensión , epistemológicamente fundamentada, de superar el "nacionalismo metodo
lógico". Es por ello que propondría situar nuestra atención en la observación de las
prácticas maternales o paternales desterritorializadas (o transnacionales tomando el
mismo término de estos enfoques) superando la noción biológica del parentesco,
para observar, cómo a partir de dichas prácticas se definen y redefinen las relaciones
de poder, así como identidades y subjetividades de género, parentesco y sexualidad
en el nuevo contexto transnacional. Que todas las mujeres inmigrantes que han
dejado hijos biológicos en su país de origen se guían en sus prácticas y sentimientos
por el vínculo amoroso madre-hijo, más que un hecho dado, sugiero que debería ser
un hecho a indagar.
En esta dirección es interesante el trabajo de Heike Wagner "Maternidad trans
nacional y estigmatizaciones de mujeres ecuatorianas en Madrid: una investigación
más allá de estereotipos" en el que, además de recordarnos que no todas las madres
han ejercido el papel principal en la crianza y cuidado de sus hijos biológicos, tra
ta de mostrar las múltiples formas de ser madre de las migrantes ecuatorianas en
Madrid. La autora se propone contrarrestar las imágenes estigmatizadas de las mu
jeres madres que dejan a sus hijos en el país de origen acerca de que "su migración
destruye la familia" centrando su análisis en la renegociación de los roles de género
de estas mujeres en su cuestionamiento de la restricción de un "ser-para-otros" y un
"ser-a través-de otros" (Wagner, 2007) .
Es pertinente recordar aquí los esfuerzos de la etnografia feminista por mostrar
las múltiples formas en las que se expresa el amor maternal y las prácticas de cuidado
hacia los menores tratando de desesencializar el supuesto vínculo universal madre
hijo que tan presente ha estado en la teoría antropológica. 17 Desde esta perspectiva
propondría enfatizar en la comprensión de la organización social de los cuidados
en todas sus dimensiones -emocionales, corporales, sociales, económicas, políticas
y éticas- como eje de nuestra existencia en el sentido de "sostenibilidad de la vida"
planteado por Carrasco ( 1 99 1 ) , tratando de comprender situacionalmente sus pro
pias lógicas de jerarquización y tramas de significación. La naturalización de los
16 Las autoras en su propuesta para entender ciertas dinámicas sociales como "locus heurísticos" se
inspiran en Alain Tarrius ( 1989) para quien "los fenómenos y comportamientos microsociales tienen
un valor heurístico y anticipatorio de las transformaciones que actúan en el cuerpo social" ( 2005: 1 20) .
1 7 Una buena revisión de esta literatura al respecto se incluye en el trabajo de Nancy Sheper-Hughes
( 1 997) , constituyéndose además a mi juicio en una excelente etnografia para replanteamos desde el
enfoque que la autora denomina "economía política de las emociones" el tan naturalizado y moralmente
incuestionable "instinto maternal".
TRAZANDO UNA GENEALOGÍA 41
18
Para una critica acerca de cómo el conocimiento antropológico ha reducido el estudio de las for
mas de cuidar y ser cuidado, véase Bonerman ( 1 997) .
19 Utilizo "antropología del género" para referirme al momento de teorización en la antropología
social e n el que se opera una desnaturalización de la noción de mujer y de género que se venía mante
niendo desde las escuelas estructuralista y marxista. La denominación de este campo o, según se plantee,
enfoque critico dentro de la disciplina es un asunto que se ha ido definiendo y redefiniendo desde el
surgimiento de la denominada "antropología de la mujer" en los años setenta. Para el trazado de una
genealogía feminista en antropología social pueden consultarse entre otros Atkinson ( 1982) , Del Valle
(2006/2007) , Di Leonardo ( 1 991 ) , Lamphere ( 1977, 1987) , Méndez ( 2007) , Morgen ( 1 989) , Mukho
padhyay y Higgins ( 1988) , Reiter ( 1 975) ,
42 CARMEN GREGORIO GIL
20 Traducción de la palabra inglesa genden!d, que viene a designar las relaciones o procesos en los que
los procesos migratorios y el impacto del capitalismo posfordista han producido de hecho
tanto la incorporación de la mujer al ámbito productivo como su presencia en el ámbito
público. Aunque hay factores que limitan esta transformación (como los nichos de empleo
en el servicio doméstico y en el trabajo sexual) lo cierto es que deberíamos encontrar con
secuentemente un cambio en la ideología de género acorde a la nueva situación ( 2007:
2 1 83-2 184) .
21
Por ejemplo Gonzálvez (2007) , Herrera (2005 ) , López (2007) , Meñaca (2005) , Pedone (2006) ,
Suárez (2007) , Suárez y Crespo (2007) .
44 CARMEN GREGORIO GIL
Desde estas presunciones, las conclusiones a las que llegan los trabajos son tan
dispares como los contextos en donde se han llevado a cabo las investigaciones y las
experiencias particulares de las mujeres inmigrantes. Incluso, desde un punto de
vista metodológico, podríamos decir que las conclusiones son precipitadas por el
corto periodo de tiempo en el que se pretenden observar cambios estables para los
"sistemas de género " y para las identidades de género. Las pérdidas y las ganancias
se ponen en una balanza que parece bascular inclinándose hacia las ganancias,
como probaría para algunas autoras el hecho de que las migrantes se resistan más
que sus compañeros a invertir en proyectos económicos en sus sociedades de ori
gen o a retomar ( Escrivá, 1999; Saucedo y ltzigsohn, 2006) . Otras autoras terminan
encontrando la raíz del problema del cambio en el sistema de género previo a la
inmigración que parece permanecer e impedir cambios profundos. Así por ejem
plo, Ramírez ( 1 998) , en su trabajo, concluye que la base del modelo de relaciones
de género que prescribe la ideología islámica no parece cambiar a pesar de que las
acciones cotidianas de las mujeres nos parecen decir que sí, y ello parece deberse
a la posición de dependencia simbólica en la que se sitúan las mujeres en relación
con el hombre . Para Ramírez
la amplificación del rol de las mujeres en la producción ha hecho que mejore su estatus en la
esfera doméstica y ha incrementado su autoestima; los cambios ocasionados por su partici
pación en el mercado de trabajo --que la autora analiza en tres niveles: autoridad dentro
del núcleo doméstico, reparto de las tareas domésticas y control del presupuesto-- aparecen
subordinados a la identidad primaria como esposas y madres e incluso en muchos casos este
estatus se ve reforzado. La emigración, para esta autora, no rompe por lo tanto el escenario
social en el que las mujeres son conceptualizadas sino que por el contrario la migración re
fuerza las ataduras de la mujer a su grupo doméstico porque éste surge como la institución
más valorada y aparece como el campo social de mayor autonomía y equidad para la mujer
con respecto a su pareja (Pessar 1 984 y 1 986, en Gregorio 1 996: 42) .
vidascotidianas la forma en que las mujeres enlazan sus actividades laborales con la repro
ducción de sus familias, ya sea en origen o en destino, ocasiona una complejidad en la que
se entremezclan procesos de subordinación de género, con procesos de empoderamiento
social, movilidad económica y desgaste emocional muy intensos que vuelven el panorama
mucho más complicado a la hora de cualificar la subordinación ( 2005: 300) .
Varias investigaciones, como las que hemos mencionado, muestran un resultado que se va
repitiendo y que diferencia claramente las prácticas transnacionales de hombres y mujeres.
Por un lado, lo hombres se centran más en actividades transnacionales de carácter político y
CARMEN GREGORIO GIL
económico que, de hecho, están prácticamente dominadas por ellos. Por ejemplo, la investi
gación de Goldring ( 200 1 ) muestra cómo las organizaciones que realizan prácticas transna
cionales están dominadas prácticamente por hombres. Por otro lado, las mujeres se centran
más en actividades relacionadas con la sociedad de destino y las prácticas transnacionales
que desarrollan se vinculan, principalmente, a la familia y el hogar ( ltzigsohm y Giorgukki
Saucedo, 2002; Goñalons et al. , 2008: 1 2 ) .
En relación con los análisis de género, también es verdad que los espacios transnacionales
pueden proporcionar una mayor posibilidad de desarrollar estrategias para superar las des
igualdades de género. Una mujer puede aumentar su prestigio y poder controlando las ca
denas migratorias o el poder económico de una determinada familia, aunque esto lo consiga
siendo empleada de hogar. Sin embargo, los espacios transnacionales también son portado
res de relaciones desiguales y reproductoras de ciertos órdenes sociales. Es, por lo tanto, im
portante no precipitarnos en concluir que el espacio transnacional es emancipador de por sí,
aunque sí que ofrece nuevos ámbitos en los que se pueda buscar espacios de emancipación
(Suárez, 2007; Goñalons et aL , 2008: 1 2 ) .
BIBLIOGRAFÍA
sitando por el campo de los estudios migratorios", Caz.eta de antropolngía, 26, <www . ugr.
es/-pwlac/G25_1 7Carmen_Gregorio_G>.
--- (2010) . "Revisitando desde una perspectiva etnográfica y feminista la categoría gé
Las mujeres católicas constituyen una categoría social, religiosa y política cuya ex
periencia vital está organizada por creencias y prácticas religiosas que les asignan
un lugar de subordinación, tanto en el ámbito humano como en el divino. Se carac
terizan por ser portadoras de una mentalidad constituida a partir de la distinción
entre cuerpo y alma, así como de una orientación moral en la que virtud y pecado
se oponen mutuam ente. Esa mentalidad se articula con relaciones y prácticas socia-
52 MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
Varios son los aspectos que se pueden abordar respecto de las investigaciones an
tropológicas feministas que centran su atención en las mujeres católicas como su
jetos de los rituales. Distingo al menos seis vertientes en las cuales agruparlos: a]
las mujeres y el culto religioso; b] los rituales en tomo al cuerpo y la sexualidad de
las mujeres; c] las mujeres como ejecutoras de rituales, particularmente agrícolas;
d] las ritualidades familiares y domésticas, e] la participación de las mujeres en los
ri tuales relacionados con los sistemas de cargos; j] el papel de las madrinas.
Como intentaré mostrar a través de esta revisión de las fuentes, la relación de las
mujeres católicas con la ritualidad constituye un campo de análisis complejo que
ofrece ricas posibilidades de desarrollo gracias a la óptica novedosa derivada de la
antropología feminista.
Muchas de las referencias a las particularidades que reviste el desempeño de las mu
jeres católicas dentro del culto religioso son parte del desarrollo de temas más am
plios. Entre ellos, ocupa un lugar privilegiado la obra de Marcela Lagarde ( 1 990) ,
qui en dedica un capítulo a las monjas,2 mujeres religiosas por antonomasia, en su
teorización sobre los cautiverios de las mujeres.
Dentro de la organización institucional de la Iglesia católica, las monjas son mu
jeres consagradas "destinadas a la vida religiosa" ( Lagarde, 1 990: 44 7 ) . Su situa
ción dentro de la Iglesia y su relación con lo sagrado, dice la autora, reproducen
relaciones de poder básicas: la subordinación y la dependencia subalterna que se
establece entre los mortales y la divinidad, por un lado, y las mujeres y los hombres,
por el otro.
Varias son las diferencias sagradas que distinguen a las monjas de los hombres
dentro de la Iglesia. Una de ellas, fundamental, es que no fungen como intelec
tuales y creadoras de doctrina; por el contrario, en ellas descansa la reproducción
en el nivel del sentido común , a través de la repetición de los principios religiosos
destinados, en particular, a mujeres e infantes. De ahí que la autora las caracterice
como "divulgadoras ideológicas de las fuentes evangélicas y teológicas" ( ibid: 454) .
En esa misma medida, su participación en los rituales católicos es, al mismo tiempo,
obligada y restringida. Obligada porque es parte de sus funciones dentro de la insti
tución; restringida debido a que están inhabilitadas para impartir los sacramentos.
En este ámbito, se expresa con claridad uno de los elementos de su subalternidad,
el cual comparten con las mujeres laicas: desarrollar cuidados a/ de los otros, sacra
mentales en este caso.
2 El estudio de las monjas y la vida monacal ha sido un tema importante dentro de la historiografia
mexicana, sobre todo entre especialistas en historia colonial, mismo que no abordaré en este artículo
-centrado en los aportes de las antropólogas feministas--, pero que no dejo de reconocer.
54 MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
Sin embargo, hay un proceso ritual en el que las monjas son sujetas plenas: su
propia consagración. A través de ella, las monjas se desposan con Dios, establecien
do un pacto institucional y vital que queda plenamente sellado con el cambio de
nombre, momento en el que renuncian a su personalidad anterior para adquirir la
identidad de mujeres consagradas.
Una vez consagradas y habiendo renunciado a la maternidad propia, las monjas
actúan como madres de qu�enes les rodean; ésa es parte de su misión. Y como parte
del ser-para-otros que llevan consigo sus prácticas maternales, el acompañamiento
ritual y sacramental es esencial. Desde ese ámbito, se reinsertan en el mundo de las
mujeres, del cual pretenden haberse alejado. Y nuevamente comparten con ellas,
particularmente con las mujeres que Marcela Lagarde caracteriza como madres
posas, responsabilidades rituales invisibilizadas por ejercerse en el ámbito de las
relaciones domésticas y familiares.
Lo que hacen las monjas forma parte de la religiosidad católica hegemónica. Sin
embargo, en el interior del catolicismo se han gestado distintas corrientes pastora
les que han promovido formas particulares de participación de las mujeres en la
vida ritual, todas ellas inscritas en la arena de la disputa por el control del campo
religioso.3 Ejemplo de ello es la situación descrita por Mercedes Olivera (200 1 )
en relación con la llamada Teología India, que se desarrolla, de manera relevante
-aunque no exclusiva-,4 en territorio chiapaneco.5 Ahí se ha organizado la Coor
dinadora Diocesana de Mujeres ( CODIMUJ) , en la cual coinciden religiosas feminis
tas y mujeres indias católicas laicas que, cobijadas por la idea de la complementarie
dad, han logrado insertarse en un nivel que les permite actuar como sujetas activas
del ritual, aun cuando siga siendo de manera subordinada: junto con sus parejas,
son ordenadas como diáconas, con lo que pueden acompañar a sus esposos en los
servicios religiosos que éstos ofrecen a la comunidad.
Rosalía Aída Hernández Castillo (200 1 : 235) relata otro proceso que ha afectado
a mujeres mames, habitantes también del estado de Chiapas. En este caso, seña
la la autora que una de las líneas de acción de la Nueva Pastoral Social, promovi
da por los teólogos de la liberación, es la llamada Pastoral de la Mujer, desde la
cual se "ha impulsado la mayor participación de las mujeres en el desarrollo co
munitario y ha apoyado su formación como agentes de pastoral". Un elemento
' Una caracterización interesante de estas corrientes puede consultarse en Elio Masferrer (2004) ,
quien habla de la vigencia en México de un "pluralismo católico" dentro del cual distingue al menos 1 3
posturas que reflejan l a dialéctica entre los contenidos religiosos generales y sus acepciones regionales,
atravesadas algunas de ellas por las apropiaciones étnicas generadas a lo largo de cinco siglos de interac
ción entre las religiones indígenas y el catolicismo.
4 Un análisis critico muy relevante de la teología indígena en el ámbito de Oaxaca es el elaborado por
Kristin Norget (2007) , en el que hace algunas indicaciones sobre sus contenidos de género.
5 Es importante señalar que numerosas poblaciones indígenas del estado de Chiapas han sido expul
sadas y obligadas a establecerse en nuevos asentamientos como resultado de disputas político-religiosas.
En esa arena política, el enfrentamiento se ha dado entre grupos católicos tradicionalistas, protestantes
y(o) quienes han suscrito los principios de la Teología de la Liberación. En esos procesos, las mujeres se
han visto profundamente afectadas y su adhesión a organizaciones sociales y políticas como la CODIMUJ
ha sido un recurso de reparación para algunas de ellas.
lAS MUJERES YlA RITUALIDAD CATÓLICA 55
El cuerpo humano es, sin duda alguna, uno de los referentes centrales de la rituali
dad católica, en parte porque es uno de los componentes del binomio cuerpo-alma;
6 Aplico este término para referirme a las tendencias plenamente adscritas a la pastoral dictada por
el papa, máxima autoridad de la Iglesia católica, a diferencia de las otras corrientes que han asumido
modalidades diversas de la "iglesia de/para el pueblo", o de la llamada Teología de la Prosperidad.
7 Es necesario destacar que investigaciones referidas a otros cultos cristianos, como el pentecostalis
mo (Garma, 2004) , éste y la Iglesia bautista (Juárez Cerdi, 2006) , así como el espiritualismo ( Marcos,
1989 ) , en particular el conocido como trinitario mariano (Ortiz, 2003) , subrayan que en ellos las mu
jeres tienen un desenvolvimiento ritual e institucional más amplio que en el catolicismo, así como un
mejor posicionamiento dentro de las jerarquías de cada uno de esos campos religiosos.
MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
en parte también porque es a través de él que Jesús, el Hijo de Dios, adquirió huma
nidad. Desde la perspectiva de la antropología feminista, el análisis de la relación
entre cuerpo y ritualidad aborda aspectos amplios en los que se elabora un vínculo
estrecho en tre ambos términos con la identidad y el ciclo de vida, así como con los
procesos de conformación/afirmación de la persona. Por ello no es de extrañar
que las fiestas de 1 5 años y los matrimonios ocupen un lugar especial en las inda
gaciones de especialistas en el tema por su vinculación con uno de los marcadores
torales de la moral católica: la virginidad.
Valentina Napolitano ( 199 7 ) analizó la fiesta que se ofrece en una colonia popu
lar de la ciudad de Guadalajara Ualisco) a las jóvenes que cumplen 1 5 años, tenien
do como trasfondo la disputa entre el catolicismo tradicional y las comunidades ecle
siales de base. Considera que se trata de un ritual constituido por dos momentos: la
fiesta en sí misma y la misa. A través de este ritual, las chicas se ven envueltas en una
dimensión particular del aprendizaje de la identidad de género y la construcción
del cuerpo femenino. Sin embargo, la autora subraya que en su acepción no es un
ritual de pasaje en sentido estricto, pues las jóvenes "llegan a ser una mujer" con y sin
celebración ( imd: 282) . En ese sentido, la misa puede ser interpretada como un mo
mento liminal en el que la protagonista es reconocida como una nueva "mujercita",
tanto a los ojos de Dios como a los de las personas más cercanas a ella. En esa cere
monia, la joven se presenta y es tratada como una "novia sin esposo". De acuerdo con
esta autora, en las misas celebradas por sacerdotes que promueven las comunidades
eclesiales de base , ellos pretenden usar los símbolos tradicionales, resignificándolos.
Así, en vez de subrayar la idea de virginidad, hacen hincapié en la importancia de
participar en las tareas de evangelización propias de las comunidades, dada la entra
da a la madurez que el momento significa en la vida de las jóvenes. Esto es posible,
según la autora, porque los 1 5 años no son un sacramento católico; en consecuencia,
su interpretación es un "campo abierto" para quienes administran el culto.
El matrimonio, en cambio, sí es uno de los siete sacramentos prescritos por la
Iglesia católica. María Eugenia D 'Aubeterre (2000) lo ha analizado con profundidad
en el contexto de una localidad rural del estado de Puebla. Como ella bien señala,
el matrimonio en contextos análogos al que estudió, suele ser un largo proceso mar
cado por rituales específicos entre los que destacan los esponsales y las nupcias. En
este proceso se articulan prácticas religiosas católicas con elementos de la cultura
conyugal náhuatl e intervienen de manera intensa las familias de quienes se despo
sarán, estableciendo un circuito de donaciones, prestaciones y contraprestaciones
que fortalecen los vínculos entre ambos grupos, afanados en "poner en estado" a la
pareja, es decir, en consagrar su unión.
Al igual que con la celebración de los 1 5 años, las nupcias descritas y analizadas
por María Eugenia D 'Aubeterre incluyen ceremonias domésticas, la fiesta y la ce
lebración religiosa. En todas ellas la participación de grupos de mujeres especiali
zadas para la ocasión en alguna de las múltiples tareas a cumplir, es determinante.
Abuelas, madres, madrinas y ahijada se convierten en personajes rituales que des
empeñan un papel específico en el intrincado proceso de afianzar la unión conyu
gal ante Dios y ante la comunidad.
LAS MUJERES YLA RITUALIDAD CATÓLICA 57
Para iniciar la exposición sobre este punto, retomo una vez más la obra de Marcela
Lagarde, ahora llamando la atención sobre su teorización de las madresposas. La
autora dice al respecto: "Todas las mujeres por el solo hecho de serlo son madres y
esposas. Desde el nacimiento y aun antes, las mujeres forman parte de una historia
que las conforma como madres y esposas. La maternidad y la conyugalidad son las
esferas vitales que organizan y conforman los modos de vida femeninos, indepen
dientemente de la edad, de la clase social, de la definición nacional, religiosa o polí
tica de las mujeres. " (Lagarde, 1 990: 349) . Entre las innumerables responsabilidades
reproductivas que recaen sobre las madresposas, destaca su contribución a lo que
llama "la creación del consenso del sujeto al modo de vida dominante, en su esfera
MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
vital". { ibid: 3 60) . Y parte fundamental de este consenso se asegura a través de los ri
tuales domésticos. Ejemplos de ello son las prácticas de religiosidad doméstica ejecu
tadas por las mujeres, prácticas que se fusionan con la ritualidad. La cito en extenso:
Por la relación estrecha entre las mujeres y la inmundicia, derivada de su trabajo de cuidar
a niños y enfermos, y deshacerse de los despojos de las comidas, tienen una relación positiva
con la muerte. Ellas cuidan a qu,ienes ya no tienen esperanza, los velan en la agonía y los
ayudan a "bien morir", de acuerdo al ritual de aplicación de los Santos Ó leos: en él tocan la
campana consagrada, prenden el Cirio Pascual, y rezan para ayudar al moribundo; ponen los
altares de muertos y Todos Santos, cuidan tumbas y panteones, rezan en los velorios, cabos
de año, novenarios, misas de difuntos, rosarios.
Por su identificación con la vida, su relación con los niños, y por sus conocimientos, las
mujeres se ocupan de los nacimientos y puerperios como comadronas -médicas rituales-,
o de los rezos para ayudar a parir y a nacer. Preparan los rituales del Bautismo, Confirmación
y Primera Comunión, en los cuales son madrinas; mantienen la tradición ritual de las posa
das, de la Navidad y del día de Reyes; para la fiesta de Corpus Christi visten a los niños de
"inditos" y llevan a bendecir los animales en la fiesta de San Francisco; van a la Misa de Gallo,
y cuando menos una vez en la vida van a la Villa a ver a la Virgen de Guadalupe, a Chalma o
a algún santuario milagroso.
Las mujeres hacen todo tipo de mandas; llevan a los niños a ofrecer flores a la Virgen en
mayo; asisten a la doctrina cuando pequeñas, y son catequistas cuando grandes. Para buscar
novio, conseguir marido, y lograr reconquistas, las mujeres ponen a San Antonio de cabeza y
le llevan 1 3 monedas los días 1 3 de cada mes, o el día del Santo; prenden veladoras y mantie
nen los altares domésticos y en los templos, cuidan y arreglan las tumbas. Las mujeres hacen
también otros rituales religiosos no ortodoxos, en los que intervienen la fe, la oración y otras
formas de magia y adivinación ( ibid: 5 1 9-520) .
e] La participación de /,as mujeres en /,os ritual.es relacionados con /,os sistemas de cargos
Cuando las mujeres participaban igual que los hombres en las actividades de mayordomía
que santificaban a los líderes de la comunidad y vinculaban el respeto ritual con la autori
dad política, su asociación con las vírgenes protectoras de la comunidad era ampliamente
reconocida y validada. Aunque las mujeres siguen recibiendo respeto y títulos por su parti
cipación en las ceremonias del ciclo de vida, el enfoque de estas actividades rituales ya no es
el de una entidad simbólica (santo o virgen) que representa a la comunidad. La asociación
anterior de las mujeres con las entidades simbólicas sagradas de la comunidad era un vínculo
directo de autoridad que también se traducía en influencia sobre las decisiones políticas de
los ancianos ( ibid: 222-223) .
Trabajos como los reseñados apuntan , además, a uno de los objetivos centrales
de la investigación antropológica feminista: detectar los espacios que se abren a
cambios sociales y políticos favorables para erradicar las condiciones de subordina
ción de las mujeres. De esta manera, la incorporación protagónica de las mujeres
a prácticas rituales que no desempeñaban con anterioridad documenta su reposi
cionamiento a la luz de modificaciones sociales internas y externas a sus contextos
·
vitales.
En general, las relaciones entre mujeres han sido poco abordadas en la antropo
logía mexicana, a excepción de las que establecen madres e hijas y suegras con
nueras. Por ello es interesante señalar la aportación de Nicole Sault (2005) , quien
ha indagado cuáles son las particularidades de las relaciones entre comadres y ma
drinas en un pueblo zapoteca de Oaxaca. No está de más señalar que el "comadraz
go " es una relación social establecida a través de la coparticipación de mujeres en
rituales católicos, especialmente los relacionados con el ciclo de vida (bautizos, ma
trimonios, defunciones, por ejemplo) , a través de los cuales se establece una forma
específica de parentesco entre ellas.
Nicole Sault parte de preguntarse cuál es la relación entre género y parentesco,
retomando las consideraciones de Jane F. Collier y SylviaJ. Yanagisako ( 1 987) , quie
nes afirman que la construcción cultural de ambos es mutua e interdependiente.
Asimismo, alude a que, salvo las excepciones de algunas especialistas, "todavía se
analiza el compadrazgo como una relación diádica de amistad entre los hombres"
(Sault, 2005: 496) . En consecuencia, el análisis se ha hecho girar en torno a la rela
ción padrino-compadre-ahijado. Esta orientación masculinista, considera, "puede
ser más un producto de los prejuicios androcéntricos en las teorías y modelos del
investigador que una característica de las relaciones de compadrazgo ( ibid. : 497) .
Ante ello, la autora afirma:
que propongo consiste en examinar las relaciones de compadrazgo como un contrato entre
dos grupos que incluyen tanto a hombres como a mujeres. Los estudios sobre los zapotecos,
por ejemplo, indican que las mujeres y las niñas participan activamente y con entusiasmo en
estas relaciones sociales, y que nunca han sido "sombras mudas" relegadas a papeles sin pro
tagonismo ( ibid. ) .
E n e l caso que ella estudia, las mujeres pueden ser madrinas junto con sus pare
jas, cuando están casadas, o serlo solas, si se trata de niñas y jóvenes, pues se encar
gan de acompañar ritualmente en el bautismo y en otras ceremonias. A diferencia
de los hombres, que requieren estar casados para ser padrinos, sobre las mujeres
no pesa ese requisito, sino el reconocimiento social de su responsabilidad y "de la
capacidad de la mujer para proteger fisica y espiritualmente al niño, y por eso las
curanderas y las parteras son muy apreciadas como madrinas . " ( imd. : 499) . Esta
capacidad se fortalece durante la ceremonia bautismal (debido al contacto fisico y
espiritual que se desarrolla en ella) , misma que deja consecuencias indelebles en la
relación madrina-ahijado: "es la madrina quien tiene un poder especial para pro
tegerlo de todo mal, de las enfermedades y también de los peligros sobrenaturales
[ . . ] . La esencia fisica de la madrina se transfiere al niño durante esta ceremonia,
.
ya que lo tiene abrazado" ( imd. : 500-50 1 ) . Estas y otras cualidades conducen a que
el comadrazgo sea una relación de solidaridad entre mujeres, al punto de que, a
partir del análisis de las cualidades y aportes particulares de éstas y de los hombres
derivados de sus respectivas condiciones de género es posible pensar, siguiendo a
la autora, que el compadrazgo es un sistema de prestigio en el que las mujeres son
protagonistas centrales.
COMENTARIOS FINALES
Como se puede apreciar, las autoras citadas comparten una intencionalidad: visi
bilizar la participación de las mujeres en la ritualidad. Ha sido mi interés cen tral
destacar aquellos aportes en los que dicha participación está significada por su
relación con aspectos particulares del catolicismo y la religiosidad permeada por
éste. Este abordaje del tema puede considerarse emergente en la antropología
mexicana.
Desde mi perspectiva, trabajos como los expuestos apuntan a desmontar una
postura esencialista presente en el enunciado de que las mujeres católicas son por
tadoras de una cultura y una identidad judeo-<:ristianas, sin profundizar en el aná
lisis de las implicaciones que esta aseveración lleva consigo. Al mismo tiempo, con
tribuyen a eliminar una ceguera de género presente en la antropología mexicana
que privilegia los estudios de colectividades, poniendo poca atención a la presencia
diferenciada de mujeres y hombres en los procesos que las constituyen. Al empren
der estudios antropológicos basados en etnografias complejas bajo la orientación
de la antropología feminista, estas autoras nos colocan ante un ámbito de la vida
!AS MUJERES Y LA RITUALIDAD CATÓLICA
BIBLIOGRAFÍA
Alfie, Miriam, Teresa Rueda y Estela Serret ( 1 994) , Identidad femenina y religión, México, Uni
versidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco.
Amorós, Celia ( 1 994) , FeminisTfW: iguaklad y diferencia, México, PUEG-UNAM.
Bourdieu, Pierre ( 1 993) , "Los ritos como actos de institución ", en julian Pitt-Rivers y J.G.
Peristany ( eds. ) , Hon<Jr y gracia, Madrid, Alianza Editorial.
Castañeda Salgado, Martha Patricia ( 2007) , Las mujeres católicas en las asociaciones religiosas:
fiestas, poderes e identidades, tesis doctural en antropología, México, UNAM.
-- (2005) , "Consanguíneos y afines. El conocimiento y el manejo femeninos de las redes
organización de las comidas rituales", en Pilar Alberti Manzanares (coord.) , Género, ritual
y desarrollo sostenido en comunidades rural,es de Tlaxcala, México, Colegio de Postgraduados,
Área de Género: Mujer Rural-Conacyt- Instituto Estatal de la Mujer Tlaxcala-Plaza y Valdés
Editores, pp. 1 7 1 - 1 8 1 .
Collier F., Jane y Sylvia j. Yanagisako ( 1 987) , Gender and kinship. Toward an unified analysis,
Stanford, Stanford University Press.
D'Aubeterre Buznego, Maria Eugenia (2005) , "Mujeres trabajando por el pueblo: género y
ciudadanía en una comunidad de transmigran tes oriundos del estado de Puebla", Estudios
Sociológicos, vol. XXIII, núm. 67, 1 85-2 1 5 .
-- (2000) , El pago de la novia. Matrimonio, vida conyugal y prácticas transnacional,es en San
Miguel Acuexcomac, Puebla, México, El Colegio de Michoacán/BUAP.
Del Valle, Teresa ( 1 993) , "La importancia del ritual- en los procesos de etnicidad ", en Ricardo
Ávila Palafox y Tomás Calvo Buezas (comps. ) , Identidades, nacionalismos y regiones, Guadala
jara, Universidad de Guadalajara/Universidad Complutense de Madrid.
MARTHA PATRICIA CASTAÑEDA SALGADO
Garma Navarro, Carlos ( 2005 ) , "Prólogo", en María Eugenia Patiño López, Religión y vida
cotidiana. Los laicos católicos en Aguascalientes, Aguascalientes, pp. 1 5-20.
--- (2004) , Buscando el espíritu. PentecostalisTIUJ en Iztapalapa y la ciudad de México, México,
UAM-lztapalapa/Plaza y Valdés.
Geist, Ingrid ( 1 997) , Comunión y disensión: prácticas ritua/,es en una a/,dea cuicateca, México, Ins
tituto Oaxaqueño ge las Culturas/Instituto nacional de Antropología e Historia/Fondo
Estatal para la Cultura y las Artes.
González Montes, Soledad ( 2006) , "La fiesta interminable: celebraciones públicas y privadas
en un pueblo campesino del Estado de México", en Aurelio de los Reyes (coord. ) , Historia
de la vida cotidiana en el siglo XX, México, El Colegio de México, pp. 365-397.
Haraway, Donna J. ( 1 995) , Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid,
Cátedra.
Hernández Castillo, Rosalía Aída ( 2001 ) , La otm.frontera. Identidades múltipks en el Chiapas pos
colonial, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/
Miguel Án gel Porrúa.
Hita, María Gabriela ( 1 994) , "Representaciones de mujeres católicas (sobre el 'deber ser'
femenino", en Vania Salles y Elsie McPhail (coords. ) , Nuevos textos y renovados pretextos,
México, El Colegio de México, pp. 693-726.
Juárez Cerdi, Elizabeth ( 2006) , Modelando a las Evas. Mujeres de virtud y rebe/,día, México, El
Colegio de Michoacán .
--- ( 1 997) , Mi reino sí es de este mundo, México, El Colegio de Michoacán.
Lagarde, Marcela ( 1 990) , Cautiverios de las mujeres. Madresposas, T1UJnjas, putas, presas y locas,
México, Universidad Nacional Autónoma de México.
Marcos, Sylvia (ed . ) ( 2004) , Religión y género. Enciclopedia Iberoamericana de Religiones, núm. 03,
Madrid, Trotta.
--- ( 1 989) , "Mujeres, cosmovisión y medicina: las curanderas mexicanas", en Orlandina
de Oliveira ( coord. ) , Trabajo, poder y sexualidad, México, El Colegio de México, pp. 359-382.
Masferrer, Elio ( 2004) , ¿Es del César o es de Dios ? Un modelo antropológico del campo religioso, Mé
xico, Plaza y Valdés/UNAM .
Mathews, Holly F. ( 1 985) , " 'We are mayordomo' : a reinterpretation of women 's roles in the
Mexican cargo system", en American Ethnologist, 1 2 : 285-30 1 .
Montecinos, Sonia, Mariluz Dussuel y Angélica Wilson ( 1 988) , "Identidad femenina y mode
lo mariano en Chile", en Mundo de mujer. Continuidad y cambio, Santiago de Chile, Centro
de Estudios de la Mujer.
Napolitano, Valentina ( 1 997) , "Becoming a Mujercita: rituals, fiestas and religious discour
ses", ]ournal of the Royal Anthropological Institute, 3 ( 2 ) : 279-296.
--- ( 1 998) "Between ' traditional' and ' new' Catholic church religious discourses in ur
[ 65)
66 ÁNGEIA GUADALUPE ALFARACHE LORENZO
tanto que lesbianas que algunas mujeres no tienen determinados derechos; 2] por
la violencia sexista y lesbófoba que coloca a cada lesbiana en peligro vital constante,
independientemente de su situación particular de vida.
Para ello es necesario, por un lado, ampliar los espacios para las mujeres de tal
manera que su presencia se constituya en norma y no en excepción; por el otro,
establecer todo tipo de alianzas políticas y, concretamente, alianzas entre el femi
nismo amplio y las lesbianas, alianzas basadas en la igualdad entre las mujeres, en
el reconocimiento de las diferencias y semejanzas entre ellas y en los problemas
comunes a todas. Desde mi perspectiva tratar los derechos de las lesbianas significa
abordar lo que se consideran derechos específicos como son legislaciones concretas
que den todos los derechos ciudadanos a las lesbianas y, al mismo tiempo, analizar
los obstáculos que encuentran las lesbianas para el ejercicio de sus derechos en los
marcos legales vigentes.
La desigualdad real de las lesbianas se corresponde con la desigualdad real de
las mujeres y, de ahí, la exigencia feminista de igualdad real de todas las mujeres.
En el caso de las lesbianas planteo que el proceso de consecución de la igualdad
tiene su especificidad. Las lesbianas sufren, al menos, una doble desigualdad, discri
minación y opresión: como mujeres y como lesbianas. Al mismo tiempo, hay leyes
federales y locales que son importantes avances para el logro de la igualdad, la erra
dicación de la discriminación, y la ampliación de algunos derechos chiles a quienes
integran la comunidad LGBTITI. A partir de lo anterior, es posible concebir que se
amplíen determinados derechos a las personas homosexuales -que incluyen a las
lesbianas en tanto que tales-- pero seguirá habiendo lesbofobia porque las lesbia
nas -en tanto que mujeres-- seguirán estando en posición política de desigualdad
con los hombres. La eliminación de la desigualdad de género, de la discriminación,
la erradicación de la violencia contra las mujeres y la constitución del género y de
cada mujer en sujeta de derechos, son elementos imprescindibles para lograr la
eliminación de la lesbofobia y el sexismo con sus dos columnas vertebrales: el ma
chismo y la misoginia.
La exigibilidad de los derechos humanos de las lesbianas y el análisis de las viola
ciones a los mismos deben hacerse desde la perspectiva feminista ya que es la única
que nos permite analizar que estas violaciones tienen una especificidad de género:
los derechos humanos de las mujeres lesbianas son violados porque las sujetas del
derecho son mujeres y lesbianas. Por lo mismo la construcción de derechos huma
nos específicos y su defensa deben tener también un carácter de género que atien
da a la especificidad de las violaciones. Por ejemplo, son muchos los estudios que se
han realizado por violaciones al derecho humano a no sufrir torturas ni vejaciones,
mismas que han demostrado que las mujeres, al mismo tiempo que son sometidas a
actos de tortura comunes con los hombres, son sujetas de hechos de violencia con
siderados como tortura por los mecanismos internacionales de derechos humanos
como son las violaciones sexuales.
En el caso de las lesbianas, los análisis feministas de los derechos humanos de las
mujeres son nodales ya que visibiliza uno de los ejes fundamentales para las violacio
nes de sus derechos humanos: la superación de la división entre los ámbitos público
72 ÁNGELA GUADALUPE ALFARACHE LORENZO
Las nociones convencionales de responsabilidad del Estado pasan por alto el hecho de que
la mayoría de los gobiernos han demostrado su permanente incapacidad para intervenir
cuando se violan los derechos humanos de las mujeres -por ejemplo, en la violencia domés
tica-; esta negligencia sistemática por parte del Estado, unida a la invocación de la santidad
de la familia y de la esfera privada, sirven para legitimar el abuso. Finalmente, los organismos
de derechos humanos pueden ocuparse en forma significativa de las violaciones a los dere
chos humanos de las mujeres sólo si los derechos económicos, sociales y culturales se ponen
a la par de los derechos civiles y políticos (Negroni, 1 999: 229) .
COMENTARIOS FINALES
del movimiento feminista. Así, "lesbiana" emitido como insulto, susurrado a media
voz, sugerido sutilmente, preguntado directamente, es punto de quiebre para algu
nas mujeres feministas. La lesbofobia con sus consecuencias de aislamiento, invisibi
lidad, silencio, miedos y violencia son los elementos centrales de la opresión de las
lesbianas. De la misma manera que la violencia de género contra las mujeres es un
atentado a sus derechos humanos y un impedimento para el goce de los mismos, la
lesbofobia implica un ate ntado a los derechos humanos de las mujeres en tanto que
lesbianas y es el principal obstáculo para que gocen de los mismos por la exclusión
del espacio de los derechos.
La violación de los derechos humanos de las lesbianas tiene como punto de par
tida la falta de reconocimiento político, jurídico, social y cultural de la dignidad de
las lesbianas, de sus opciones sexuales y de sus elecciones vitales. La violación de
los derechos humanos de las mujeres constituye una amenaza y un impedimento
para la democracia porque implica la falta de respeto a la dignidad, la libertad y la
igualdad de las lesbianas en el país y en el mundo.
BIBLIOGRAFÍA
Amnistía Internacional (200 1 ) , Crímenes de odio, conspiración de silencio. Turtura y malos tratos
basados en la identidad sexua� Madrid, Editorial Amnistía Internacional (EDAI) .
--- ( 2004) , Hacer /,os derechos realidad. El deber de /,os Estados de abordar la violencia contra
nas", en Laura Guzmán Stein y Gilda Pacheco (comps. ) , Estudios básicos de Derechos Huma
nos IY, Costa Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, pp. 87- 1 25.
Maquieira, Virginia ( 1 987) , Mujeres y hombres en la forma ción del pensamiento Occidenta� Actas
de las VII Jornadas de Investigación Interdisciplinaria, Instituto Universitario de Estudios
de la Mujer, vol. 11, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid.
Montero González, David ( 2007) , Derechos Humanos y Derechos LGTB desde una perspectiva in
ternaciona� ponencia presentada en el seminario "Orientación sexual e identidad de gé
nero. Los derechos menos entendidos", organizado por el Institut de Drets Humans de
Ca tal un ya, Barcelona, véase <www .felgt.org/ resourceserver / 6 1 6/ d l l 2d6ad-54ec-438b-
9358-4483f9e98868 / 5ae 7bf2ef24e233408bf9e4462ede953 / rglang/ es-ES/ filename /
microsoftword-derechos-humanos-y-derechos-lgtb-desde-una-perspectiva-internacional.
pdf>, 28 de enero de 2008.
Moore, Henrietta ( 1 99 1 ) , Antropo!,ogía y feminismo, Madrid, Cátedra.
Negroni, Mirkaj. ( 1 999) , "Los derechos de los gay y las lesbianas son derechos humanos", en
David Sánchez Camacho (comp . ) , Memoria del IFuro de Diversidad Sexual y Derechos Humanos.
Orientación sexual y expresión genérica, México, Nueva Generación, pp. 22S-236.
Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos
( 2003) , Diagnóstico sobre la situación de /,os derechos humanos en México, México.
TEORÍAS POSCOLONIALES Y LECTURAS ANTROPOLÓ GICAS SOBRE
FEMINISMOS, GÉNERO Y MERCADO DEL SEXO EN BRASIL
ADRIANA PISCITElll *
INTRODUCCI Ó N
Ella Shohat (200 1 ) afirma que las ideas viajan todo el tiempo, en direcciones múl
tiples, observando que es interesante considerar por qué ciertas ideas de o tro lugar
son recibidas en un determinado contexto y otras no. De acuerdo con la autora, la
recepción de una idea, de un discurso, dice mucho sobre el proceso de traducción
como un espacio disputado, negociado. En este texto reflexiono sobre algunos aspec
tos del pensamiento feminista brasileño considerando la circulación y traducción de
teorías poscoloniales. Tomo como referencia los textos antropológicos publicados
en dos importantes periódicos académicos brasileños, la Revista Estudos Feministas y
Cademos Pagu, prestando particular atención a los artículos sobre mercado del sexo.
El interés por las teorías poscoloniales se debe a que esas perspectivas son con
sideradas particularmente fértiles para las feministas del 'Tercer Mundo". Uno de
los aspectos destacados de la crítica poscolonial es que desafia formas establecidas
de análisis cultural al criticar el proceso de producción de conocimiento científico
que reproduce la lógica de la relación colonial (Costa, 2006) . Otro de esos aspectos
es que, al iluminar las interconexiones entre producción cultural y aspectos vincu
lados a raza, nación e imperio, contribuye para minar la c oncepción tradicional
de fronteras disciplinares (Moore-Gilbert, 1997) . La vinculación entre feminismo
y teorías poscoloniales no ha estado exenta de tensiones, 1 pero tuvo efectos im
portantes en el pensamiento feminista porque ofreció elementos para analizar las
articulaciones entre género, raza, etnicidad y nacionalidad y para rechazar formula
ciones del feminismo "occidental", particularmente la producción de imágenes de
"mujer del Tercer Mundo" (Mohanty, 1 99 1 ; Mufti e Shohat, 1 997) .
Propongo analizar los efectos de la circulación de teorías poscoloniales en la
producción feminista en Brasil a partir de los textos antropológicos que circulan
en esas revistas debido a la relevancia de la antropología en la constitución de los
estudios feministas en Brasil y a la influencia de las publicaciones periódicas en la
organización de ese campo de conocimiento en el país (Vessuri, 1 987; Velho, 200 1 ;
Lopes, 2002; Lopes y Piscitelli, 2005) . Los periódicos escogidos, por su antigüedad
[77]
78 ADRIANA PISCITEW
La Revista Estudos Feministas y los Callemos PAGU nacieron en 1992 y 1993, respecti
vamente. En un primer momento, presentaban diferencias significativas. El grupo
editorial original de la Revista Estudos Feministas estaba integrado por feministas de
diversas partes del país. La revista tenía sede y editores rotativos y su propuesta era
difundir el conocimiento más avanzado en el área de estudios feministas y servir
80 ADRIANA PISCITEW
como canal de expresión de los movimientos sociales de mujeres. Con este obje
tivo, la revista publicaba un dossier, con textos cortos, de autoras del movimiento,
en cuanto el resto de la revista tenía un perfil más académico (Maluf, 2004; Diniz y
Filtran, 2004) .
Los Cademos PAGU, creados por un colectivo académico, siempre estuvieron vin
culados a un centro de investigación universitario. Las secciones de debate y dos
siers de esta revista tuvieron, desde el inicio, un perfil académico. A partir de 1999,
la Revista Estudos Feministas acabó vinculándose, por razones operacionales, al Insti
tuto de una universidad y, paralelamente, alteró sus características originales.
En la actualidad, las dos publicaciones comparten varios aspectos. Parte de los
Consejos Consultivos está integrado por las mismas personas y en los comités edi
toriales de las dos revistas es notable la presencia de antropólogas. Según estudios
analíticos hechos en 2004, hasta ese momento la mayor parte de las autoras que
publicaron en las dos revistas provenían de las ciencias sociales, incluyendo antro
pología, sociología o ciencias sociales. 2
Pensar cómo los textos elaborados en una perspectiva antropológica publicados
en ambas revistas dialogan con las teorías poscoloniales exige considerar los temas
abordados y los referenciales teóricos que utilizan. Una lectura de los textos escritos
en Brasil es sugestiva en diversos sentidos. Son aproximadamente 1 30 trabajos, ma
yoritariamente escritos por mujeres (la participación masculina es reducida) , que
posibilitan percibir concentraciones temáticas.
Parte significativa de los textos está vinculada a contextos urbanos, apenas una
porción reducida trata de estudios desarrollados en ámbitos rurales o en la floresta.
Paralelamente, la producción cultural es objeto de análisis en parte importante de
los trabajos, en los que se analiza la obra de pensadoras feministas y pensadores
sociales, literatura, incluyendo ficción y poesía y material producido por los me
dios: radio, medios impresos (periódicos y revistas) , fotografía, televisión, cine y el
ciberespacio
Los dos temas principales tratados por los textos antropológicos en las revistas
son feminismo y sexualidad. Los artículos sobre feminismo tratan del desarrollo his
tórico del pensamiento feminista, particularmente en Brasil, discuten influencias
teóricas del pensamiento feminista internacional, re-visi taii formulaciones antropo
lógicas a la luz de teorías feministas y discuten la composición del campo de estu
dios feministas y de género en Brasil, considerando la relevancia de publicaciones
feministas en la constitución de ese campo.
En lo que se refiere a la sexualidad, la creación de las revistas coincide con un
momento de expansión de esos estudios en Brasil ( Heilbom y Barbosa, 2003) . Du-
• En la Revista Estu.dos Feministas las autoras provenientes de antropología, sociología o ciencias socia
les, eran seguidas por las que trabajan en el ámbito disciplinar de historia, letras, literatura y educación
(Diniz y Foltran, 2004 ) . En los Cadernos PAGU, en 2004 , los textos de antropólogas concentraron 32% de
la producción, seguida por historia (23% ) , sociología ( 2 1 % ) , teoría literaria y lingtiística (9% ) , filosofia
( 4% ) , educación (3% ) , psicología (2% ) . Otras áreas disciplinares concentraban apenas 1 % de la pro
ducción -biologia, geografia, informática, periodismo, ciencia política, medicina, química.
TEORÍAS POSCOWNIALES Y LECTURAS ANTROPOLÓGICAS
rante la década de 1 990 las revistas publicaron una profusión de dossiers y artículos
sobre mujeres y derechos reproductivos, incluyendo sus nexos con el SIDA. En este
contexto, marcado por los debates internacionales sobre el control de la población
y las luchas del movimiento de mujeres por la legalización del aborto y la elección
consciente de métodos anticonceptivos, diversas antropólogas publicaron textos
sobre aborto y nuevas tecnologías de reproducción. En este marco destacaron los
trabajos sobre masculinidad.
A partir del inicio del año 2000, los temas de sexuatidad discutidos por las an
tropólogas varían de manera notable. Conjuntamente con la emergencia de textos
dedicados a homosexualidades, a problemáticas como travestismo e intersexuali
dad, emergen reflexiones sobre erotismo, sadomasoquismo, fetichismo y aparecen
reflexiones y resultados de estudios sobre prostitución, turismo sexual y tráfico de
seres humanos, temas que apenas se esbozaban en la década de 1 990.
Las demás áreas de concentración son diversificadas. El parentesco es re-visitado
en nuevas lecturas. Varios trabajos sobre parentesco inspirados por las discusio
nes feministas analizan el tema en sociedades "complejas", incluyendo parentesco y
también parentalidad entre homosexuales. Entre las áreas tratadas por las antropó
logas se destacan también el curso de vida (vejez, juventud, infancia) , violencia de
género, participación de las mujeres en la esfera política, religión y moda, el análisis
de aspectos vinculados a la formación de la nación y a nacionalidad y las nuevas
emigraciones internacionales, algo nuevo en Brasil donde hasta hace poco tiempo
las discusiones se centraban en inmigración.
Las líneas teóricas seguidas en los textos, visibles en las citaciones y en las mane
ras de abordar los problemas de investigación, completan este cuadro posibilitando
percibir ciertas especificidades de la antropología en diálogo con el feminismo.
Como en otros países "no centrales", la antropología producida en Brasil se ali
menta de diferentes tradiciones: francesa e inglesa y, en los últimos años, también
la antropología producida en Estados Unidos y, de manera más incipiente, en Por
tugal y España. s El análisis de los temas tratados muestra un diálogo ecléctico con
autores clásicos de la antropología de diferentes tradiciones y con bibliografia más
reciente, "deconstructivista". En eI conjunto de las discusiones, las referencias a
feministas que trabajan el exterior se concentran en autoras que trabajan en países
anglosajones, seguidas por autoras que desarrollan trabajo académico en Francia.
Al mismo tiempo, se utiliza intensamente literatura antropológica y feminista pro
ducida en Brasil.
Los textos no dialogan con la misma intensidad con el referencial teórico femi
nista. Sin embargo, son pocos los artículos que no manifiestan vinculación directa
con inquietudes o con propuestas analíticas feministas. Algunos trabajos dialogan
con la antropología y sociología clásicas, pero señalando y profundizando puntos
' Eso es perceptible en textos que frecuentemente citan autores como Mauss, Lévi-Strauss, Dumont,
Bourdieu, Francoise Héritier, Mary Douglas, Joana Overing, Marilyn Strathem, Margaret Mead, Mars
hall Sahlins, Clifford Geertz, David Schneider, Csordas y Crapanzano, Verena Stolcke, Joao Pina Cabral
y Miguel Vale de Almeida.
ADRIANA PISCITELLI
A partir del final de la década de 1 990 las revistas difundieron, mediante traduccio
nes y entrevistas, ideas de feministas poscoloniales. Entre 1 999 y 2006 los periódicos
publicaron entrevistas con Mary Louise Pratt y Ella Shohat, además de textos de esa
última autora, de Gayatri Spivak, Anne McK.lintock, Avtar Brah, Inderparl Grewal y
Careo Kaplan. Este conjunto de trabajos ofreció a las lectoras un mosaico significa
tivo de ideas presentes en esas líneas de pensamiento.
Esos textos presentan nociones asociadas a lugares de encuentros entre dife
rencias y desigualdades y afirman la relevancia de trabajar de manera relacional,
observando que las comunidades no pueden ser pensadas de manera aislada pues
todas las historias y geografias están mutuamente implicadas, no apenas en el ac
tual mundo globalizado sino a partir del colonialismo (Costa e Diniz, 1 999; Maluf
e Costa, 200 1 ) . Esos trabajos examinan el imperialismo y el racismo imperial, como
parte crucial de la representación cultural de las sociedades imperiales (Spivak,
2002; MacK.lintock, 2003) . A estas formulaciones se adiciona la preocupación por
trabajar con la idea de interseccionalidad, que va más allá de las relaciones entre
género, raza y clase, incluyendo las estratificaciones con base en la nacionalidad y
vinculadas a los efectos del nacionalismo (Bacchetta, Campt, Grewal, Kaplan, Moa
llem, Ferry, 200 1 ; Maluf e Costa, 2001 ) .
En estos trabajos, la idea de diferencia se amplía, con atención para las relacio
nes entre diversas comunidades no blancas y entre diversos racismos en contextos
específicos y se toma más compleja, vista como forma discursiva que puede pos
tular fronteras ftjas e inmutables pero también puede aparecer como relacional,
contingente y variable, sin necesariamente ser un marcador de jerarquía y opre
sión (Shohat, 2002; Brah, 2006) . Y esos textos llaman la atención para las nego-
TEORÍAS POSCOLONIALES Y LECTURAS ANTROPOLÓGICAS
ciaciones sobre los límites del poder, explorando tensiones entre limitaciones y
agencia social desafiando posiciones fijas y relaciones lineares entre sumisión y
dominación (McKlintock, 2003) . Finalmente, esos trabajos observan la necesidad
de ampliar la definición de feminismo para incluir todo tipo de luchas por los de
rechos de las mujeres, sin dejar de prestar seria atención a las incompatibilidades,
en términos de prioridades, entre feminismos, del Norte y del Sur (Shohat, 2002;
Costa e Diniz, 1 999) .
En la producción de autoras brasileñas publicadas en las revistas, las alusiones a
las discusiones poscoloniales aparecen con particular intensidad en las discusiones
sobre feminismos. Ese referencial teórico alimenta textos de autoras formadas en
diferentes disciplinas, que hacen sus doctorados en universidades de Estados Uni
dos o trabajan en Brasil después de haberlos concluido (Costa, 1 994; Santos, 1995;
Azeredo, 1 998) . Son textos que muestran la inquietud suscitada por sus posiciones
como latinoamericanas en el mundo académico de Estados Unidos y por los luga
res que ocupan en Brasil, como agentes centrales en el tránsito de teorías entre
lugares (Santos, 1995; Costa, 1998; 2003) . El referencial teórico poscolonial circula
también en textos de investigadoras extranjeras que hacen sus trabajos de campo
en Brasil (Thayer, 1 999) .
Algunos de estos textos establecen un diálogo básicamente con literatura pro
ducida en Estados Unidos (Costa, 2002) . Otros, en uno de los movimientos más
interesantes de uso de estas teorías, reflexionan, a la luz de ellas, sobre conceptos
centrales en el pensamiento feminista brasileño y sobre los aspectos necesarios para
construir feminismos en el Tercer Mundo (Schmidt, 2Q04) . Finalmente , otros las
utilizan para trazar comparaciones entre feminismos (en Estados Unidos, Canadá e
Inglaterra y en Brasil) , con especial atención para los escritos de feministas negras
que luchan contra el racismo en Brasil (Azeredo, 1998; Caldwell, 2000) .
Un aspecto importante del trabajo de algunas autoras "en tránsito" entre Estados
Unidos y Brasil es que no siempre muestran un esfuerzo sustancial para llevar seria
mente en cuenta con la producción vinculada a los temas que estudian en Brasil.
En este movimiento, la insistencia de referenciales creados en países del "centro"
{aunque hayan sido creadas por feministas del Tercer Mundo que trabajan en esos
países) para "mejorar" la producción realizada en Brasil incide en que la lógica
de la relación colonial parezca reproducirse. En ese esfuerzo comparativo muchas
veces se destacan las "faltas" en la producción feminista en Brasil y se llega a convo
car abiertamente a las brasileñas a inspirarse en el trabajo de feministas en Estados
Unidos para suplirlas, tratando de las diferencias de raza, género y clase (Azeredo,
1994) . Ese movimiento provoca incomodidades en parte de las feministas "locales",
que muchas veces rechazan el lenguaje de las lecturas poscoloniales.4
' Sin embargo, es necesario observar que algunas feministas brasileñas, que también "transitan" entre
Norte y Sur, hacen uso de nociones caras a las teorías poscoloniales, como localización y transcultura
ción, seriamente apoyadas en la producción intelectual y en la práctica de los movimientos sociales
brasileños, para discutir cómo la complejidad de los feminismos en Brasil y las lecturas transculturales
hechas por ellos aparecen aplanadas en algunas lecturas "externas" (Castro, 2001 ) .
ADRIANA PISCITELLl
' Los autores citados son diversos: Said, Gilroy, Anne Stoller, Gayatri Spivak, lnderpal Grewal, Caren
Kaplan, Jacqui Alexander y, paniculannente, Stuart Hall y Anne McKlintock.
TEORÍAS POSCOLONIALES Y LECfURAS ANTROPOLÓGICAS
tir de sus relaciones con lo que se denominó "centro" (Costa, 2006) está centrada
en el conocimiento sobre relaciones raciales y mestizaje en Brasil producido por
autores "nativos" y brasilianistas. Elementos de teorías poscoloniales, de la antropo
logía clásica y eventualmente de otras disciplinas son "aprovechados" para alimen
tar esa perspectiva crítca. Se trata, sobre todo, de una crítica a la reelaboración del
pensamiento brasileño sobre el Brasil. Me refiero a la lectura crítica de los pensa
dores que utilizaron el pensamiento europeo moderno para analizar las relaciones
raciales en Brasil en finales del siglo XIX y en diferentes décadas del siglo XX.
En esa crítica "conviven", citados casi de manera equivalente, representantes de
diversas tradiciones antropológicas, inglesa y francesa, antropólogos portugueses,
"feministas poscoloniales" y brasileñas, "modernos", estructuralistas y postestructu
ralistas. Lejos de mostrar un interés por una línea teórica "pura", estos textos mez
clan de manera ecléctica elementos creados en diversas perspectivas para atacar un
blanco comun. Los referenciales teóricos poscoloniales parecen adquirir sentido
sobre todo para desafiar las definiciones de cultura nacional, con raíces coloniales,
formuladas en y sobre Brasil y para entender cómo el proceso de transnacionaliza
ción afecta identificaciones, marcadas por género, raza, clase, sexualidad y naciona
lidad en contextos migratorios. Pero en algunos de estos artículos antropológicos la
perspectiva nítidamente feminista presente en los textos que utilizan referenciales
teóricos poscoloniales para discutir feminismos se diluye. Quiero decir que a pesar
de trabajar con interseccionalidades en un abordaje claramente político, en algu
nos textos el foco no está en los efectos de las relaciones de poder sobre las mujeres
sino que se analiza cómo las posiciones diferenciadas de mujeres y hombres son
efectos del racismo.
CONCLUSI Ó N
BIBLIOGRAFÍA
Acharya, Arun Kumar e Stevanato, Adriana Salas (2005) : "Violencia y tráfico de mujeres en
México: una perspectiva de género", Revista Estudos Feministas, 1 3 (3) : 507-525.
Almeida, Maria Suely Kofes de ( 1 984) : "Entre nós as mulheres, elas as Patroas e elas as Em
pregadas", en Maria Suely Kofes de Almeida et aL ( coords. ) , Colcha de retalhos, Sao Paulo,
Brasiliense, pp. 1 83-1 93.
Azeredo, Sandra ( 1 998) , "Genero e a diferen�a que ele faz na pesquisa em psicologia", Ca
dernos PAGU, 1 1 : 55-66.
Bacelar, J.A ( 1 982) , A Família da Prostituta, Sao Paulo/Salvador, Áúca/Funda�ao Cultural do
Estado da Babia.
Azeredo, Sandra (2004) , "Teorizando sobre genero e rela�oes raciais", Reuista Estudos Femi
nistas, n.e.: 203-2 1 6.
Bacchetta, Paola, Tina Campt, lnderpal Grewal, Careo Kaplan, Minoo Moallen y Jennifer
Terry (200 1 ) , "Por urna práúca feminista transnacional contra a guerra", Revista Estudos
Feministas, 9 ( 2 ) : 353-358.
Beleli, Iara, Lopes, Maria Margaret y Piscitelli, Adriana ( 2003) , " Cadernos PAGU, contribuindo
para a consolida�ao de um campo de estudos ", Revista Estudos Feministas, 1 1 ( 1 ) : 242-246.
Bell Vicki (200 1 ) , "Memória histórica, movimientos globais e violencia. Urna conversa entre
Paul Gilroy e Arjun Appadurai", Cadernos PAGU, 1 6: 2 89-3 1 9 .
Brah, Avtar (2006) , "Diferen�a. diversidade, diferencia�ao", Cadernos PAGU, 26: 329-377.
TEORÍAS POSCOLONIALFS Y LECTURAS ANTROPOLÓGICAS 89
Caldwell, Kia Lilly ( 2000) , "Fronteiras da diferenca: raca e mulher no Brasil", Revista Estudos
Feministas, 2 semestre, pp. 9 1 - 1 08.
Castro, Mary ( 2001 ) , "Genero e poder. Leituras transculturais- quando o sertáo é mar, mas o
olhar estranha, encalha em recifes", Cademos PAGU, 1 6: 49-79.
Correa, Mariza ( 1981 ) , Os Crimes da Paixü.o, sao Paulo, Brasiliense.
-- (1 982) , "Repensando a família patriarcal brasileira ( notas para o estudo das formas
de organizacao familiar no Brasil) ", en: Maria Suely K.ofes de Almeida ( coords. ) , Colcha de
retalhos, estudos soúre a fam:z1ia no Brasil, Sao Paulo, Brasiliense.
-- ( 1 983) , Morte em Família: representafOeS jurídicas de Papéi,s Sexuais, Rio de Janeiro,
Graal.
-- (1984) , "Mulher e Familia: um debate sobre a literatura recente", en Bib, o que se deve
ter em ciencias sociais no Brasil, Sao Paulo, Cortez/ ANPOCS.
-- (2001 ) , "Do feminismo aos estudos de genero no Brasil: um exemplo pessoal", en
Cademos PAGU, 1 6: 1 3-30.
-- (2006) , "Sobre a invencao da mulata", Cademos PAGU, 6: 35-5 1 .
Costa, Albertina de Oliveira e Bruschini, Cristina ( 1992 ) , Uma questiio de genero, Sao Paulo,
Editora Rosa dos Tempos/Fundacao Carlos Chagas.
Costa, Claudia de Lima ( 1 994) , "O Leito de Procusto: Genero, linguagem e as teorias femi-
nistas", Cadernos PAGU, 2: 1 4 1 - 1 75.
-- ( 1 998) , "O tráfico do genero", Cademos PAGU, 1 1 : 1 27-1 40.
-- (2002) , "O sujeito no feminismo, revisitando os debates", Cademos PAGU, 19: 59-90.
-- (2003) , "As publicacoes feministas e a política transnacional de traducao: reflexoes
do campo", Revista Estudos Feministas, 1 1 ( 1 ) : 254-265.
Costa, Claudia de Lima y Diniz, Alai Garcia ( 1 999) , "Entrevista Mary Louise Pratt", Revista
Estudos Feministas, 7 ( 1 /2) : 1 28-1 40.
Costa, Sérgio ( 2006) , "Desprovincializando a sociologia. A contribuicao pós-colonial�. en &
vista Brasi/,eira de Ciincias Sociais, 2 1 (60) : 1 1 7-1 83.
Crane, Diana ( 1 967) , "The gatekeepers of science, sorne factors affecting the selection of
articles for scientific joumals", The American Sociologist, november, pp. 1 95-20 1 .
Di Giovanni, Rosangela ( 1 983) , Projetos de vida : um estudo das representaf0es femininas do aborto,
Campinas: Disser�ao de mestrado, IFCH, Unicamp.
Diniz, Debora y Foltran, Paula ( 2004) , "Genero e Feminismo no Brasil, urna análise da Revista
Estudos Feministas ", Revista Estudos Feministas, 1 2 : 245-253.
Doezema Jó (200 1 ) , "Ouch! 'Western feminists' 'wounded attachments' to the ' third world
prostitute' ", Feminist Review, 67: 1 6-38.
Dos Anjos, José Carlos Gomes ( 2005 ) , "Sexualidade juvenil e de classes populares em cabo
verde : os caminhos para a prostituicao de jovens urbanas pobres", Revista Estudos Feminis
tas, 13 ( 1 ) : 1 63-1 77.
Figueiredo, Angela ( 2004) , "Fora do jogo: a experiencia dos negros na classe média brasilei
ra", Cademos PAGU, 23: 1 99-229.
Filho, Antonio Jonas Dias de ( 1 996) , "As mulatas que nao estáo no mapa", Cademos PAGU,
6: 51-67.
Fonseca, Claudia ( 1 996) , "A dupla carreira de mulher prostituta", Revista Estudos Feministas,
7: 7-33.
Franguella, Simone ( 2000) "Fragmentos de corpo e genero entre meninos e meninas de
rua", Cademos PAGU, 1 4 : 201-1 35.
Friedman, Estelle e Thome, Barrie ( 1 984) , "lntroduction to the Feminist Sexuality Debates",
·
en Signs, 10 ( 1 1 ) : 1 02-1 35
Fry, Peter ( 1 982) , Para Inglis Ver: identidade e cultura na sociedade brasi/,eira, Rio de Janeiro,
Zahar.
90 ADRIANA PISCITEW
Gaspar, Maria Dulce ( 1 985) , Carotas de programa. Prostituifiio em Copacabana e identidad.e social,
Rio de Janeiro: Zahar.
Goldberg, Anette ( 1 989) , "Feminismo no Brasil Contemporaneo: o percurso intelectual de
um ideário político", Bib, 28: 101-1 1 2.
Gregori, Maria Filomena ( 1 993) , Cenas e queixas, um estudo sobre mullieres, relafOes violentas e
práticafeminista, Rio de Janeiro, Paz e Terra.
--- (2003) , "Relai;:óes de violencia e erotismo", Cadernos PAGU, 20: 87-1 2 1 .
Grossi, Miriam ( 1 988) , Discours sur /,es Jemmes battues: représentations de la vio/ence sur les Jemmes
au Rio Grande do Sul , tesis de doctorado, Universidade de Paris V.
Grupo Davida ( 2005) , "Prostitutas, "traficadas" e panicos morais: urna análise da produi;:ao
de fatos em pesquisas sobre o tráfico de seres humanos", Cadernos PAGU, 25: 1 53-185.
Guimaraes, Katia y Merchán-Hamann, Edgar ( 2005) , "Comercializando fantasías: a repre
sentai;:ao social da prostituii;:ao, dilemas da profissao e a construi;:ao da cidadania", Revista
Estudos Feministas, 1 3 ( 3) : 525-543.
Heilbom, Maria Luiza ( 1 984) , "Visao de mundo e ethos em camadas médias suburbanas",
Anuário Ciéncias Sociais Hoje, pp. 88-99.
--- ( 1 992) , "Fazendo genero? A antropología da mulher no Brasil", en Albertina de Oli
veira Costa y Cristina Bruschini ( coords. ) , Uma questiio de género, Sao Paulo, Editora Rosa
dos Tempos/Fundai;:ao Carlos Chagas.
Heilborn, Maria Luiza y Bila Sorj ( 1 999) , "Estudos de genero no Brasil", en Sérgio Miceli ( org.) ,
O que ler na cién cia social ITrasileira ( 1 970-1995) , Brasilia, Editora Sumaré/ANPOC.s/CAPES.
heilborn, Maria Luiza y Barbosa, Regína ( 2003) , "Sexuality Research Training in Brazil", en
Herdt di Mauro y Richard Parher ( cords. ) , Handobook of sexuality training initiatives, Nueva
York, Social Science Research Council.
Kempadoo, Kamala ( 2000) , "Gender, race and sex: exoticism in the Caribbean ", I Simpósio
Internacional: O Desafio da Dijerenf<l, Bahía.
--- ( 2005) , "Mudando o debate sobre o tráfico de mulheres", Cadernos PAGU, 25: 55-79.
Kempadoo, Kamala y Jo Doezema ( 1 998) , Global sex workers. Rights, resistance, and rede.finition,
Nueva York, Routledge.
Lopes, Maria Margaret y Piscitelli, Adriana ( 2004) "Revistas científicas e a constituii;:ao do
campo dos estudos de genero: um olhar desde as margens", Revista de Estudos Feministas,
12: 1 1 5-1 22.
Mac Rae, Edward ( 1 986) "O Militante Homossexual no Brasil da Abertura", tesis de doctora
do en Ciencias Sociales, Antropología Social, Universidade de Sao Paulo.
Machado, Igor José de Reno ( 2004) , "Afetividade e poder entre os imigrantes brasileiros no
Porto", Cadernos PAGU, 23: 257-279.
Maluf, Sonia Weidner ( 2004) , "Os dossies da REF: Além das fronteiras entre academia e mi
litancia", Revista Estudos Feministas, 1 2: 235-245.
Maluf, Sonia Weidner y Claudia Lima Costa ( 2001 ) , "Feminismo fora do centro, entrevista
com Ella Shohat", Revista Estudos Feministas, 9 ( 1 ) : 1 47-1 63.
McClintock, Anne ( 1 992) , "The angel of pregress: piüalls of the term "post-colonialism",
Social Text, 3 1 /32: 84-98.
--- ( 1 993) "Sex workers and sex work", Social Text, 37: 1-10.
Me inspiro para el título en un libro que recoge artículos de más de cuatro décadas
de Carmen Martín Gaite 1 y que sugería el proceso del recuerdo. En mi caso se trata
de una aproximación minimalista encaminada a descubrir y exponer procesos que
ocurren en la elaboración del conocimiento feminista. Al tratarse de un conocimien
to generado desde marcos diversos y mediante metodologías distintas, la manera de
recogerlo tiene que contemplar la diversidad de formas, que en vez de excluir, su
man. En el contexto anglosajón varios artículos y libros han recogido directamente
avances teóricos, metodológicos y etnográficos vistos de manera procesual. También
se inició en antropología social el proceso en el contexto español a través de ejerci
cios académicos de memorias encaminadas a plazas universitarias (Díez, 1 995; Este
ban, 2002; Gregorio, 2002) así como en publicaciones (Maquieira, 200 1 ; Gregorio,
2006; Del Valle, 2006/2007; Martín Casares, 2006; Méndez, 2000) . Otras más espe
cíficas se centran en avances en el contexto vasco (Femández Rasines y Hemández
García, 1998; Del Valle y Hemández, 2003) .
En el objetivo que compartí con Patricia Castañeda en el Centro de Investiga
ciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional
Autónoma de México, de organizar el Seminario sobre "La antropología feminista
a debate" (México, 2003) , estaba el interés por promover el intercambio entre la
construcción del conocimiento feminista en Latinoamérica y el que se produce en
Europa. Un proyecto que ha tenido su continuidad en el simposio organizado por
Patricia Castañeda y Carmen Gregorio en el Congreso de Americanistas (Sevilla, 1 7-
21 de julio de 2006) y que ha puesto de manifiesto la riqueza que ofrece el abanico
de enfoques y temáticas, que augura continuidad en la reflexión y avances en su pro
fundización. Mi objetivo es una aproximación minimalista encaminada a descubrir y
exponer procesos que ocurren en la elaboración del conocimiento feminista.
l. GENERANDO CONOCIMIENTO
El punto de partida de este texto lo ubico en la reflexión individual dentro del mar
co general de la antropología feminista pero con la intención de ir relacionando lo
2 En Del Valle (20 1 0b) he "tirado del hilo" a través de conceptos relacionados con el esrudio del
medio urbano.
EJEMPLOS DE CRÍTICA FEMINISTA EN ANTROPOLOGÍA 95
que es el tiempo de aunar esfuerzos para insertar el conocimiento feminista, en el
canon general del conocimiento.
Como he señalado en un artículo anterior no es fácil y " [c] ualquier persona
que habiéndose aventurado a entrar en un campo nuevo aspira a que dicho saber
sea reconocido, tiene por lo menos una tarea doble y simultánea: avanzar en la
creación del conocimiento específico que propugna y demostrar su relevancia y
articulación" respecto de disciplinas ya consolidadas. Esto es lo que acontece con
aquellas personas que desarrollamos la crítica feminista. "El punto de partida es
generalmente una disciplina concreta: antropología, historia, filosofía, pedagogía,
sociología por citar algunas, pero su desarrollo proviene de un saber que interactúa
a su vez con elaboraciones críticas de varias disciplinas. " Se trata de un enfoque de
gran actualidad que ofrece el desafio de la interdisciplinariedad, aborda realidades
sociales complejas y problemáticas y descubre aspectos inesperados.
Ello abarca: revisar lo que se ha dicho, cómo se ha dicho, qué metodología se ha utilizado
en la disciplina antropológica; reflexionar simultáneamente sobre cómo la Critica Feminista
innova a la disciplina y situar los resultados en relación a aspectos con�olidados del saber antro
pológico. [ . . . ] Se trata una vez más de una doble tarea porque supone especialización en una
disciplina y al tiempo, ver cómo se articula con lo que se ha considerado el saber ortodoxo de
la disciplina antropológica, generando fisuras desde la práctica. Ello exige conocer un doble
lenguaje, terminologías diferentes. Tienes que convertirte en especialista de cómo percibes,
traduces, interpretas y de cómo estudias la posibilidad de construir puentes conociendo las dos
orillas. Y a pesar de lo costoso que resulta, dicho ejercicio creativo pone en interrelación no
solamente los conocimientos concretos sino distintos niveles de análisis como son lo específico
y lo general así como la articulación entre el fenómeno a analizar y el contexto de donde surge.
Supone analizar los silencios y las razones que los producen (Del Valle, 2006/2007: 36) .
Este proceso que planteo de analizar los distintos estadios de la elaboración del
conocimiento feminista a partir de las propias investigadoras e investigadores de
lo que puedan considerarse avances que sobrepasan las individualidades de donde
surgieron, tiene su aplicación en la transmisión del conocimiento al ser un ejercicio
en el que se descubren los procesos que representan las investigaciones. Al partir de
un conocimiento personalizado y situado, es más fácil transmitirlos como aprendi
zaje dentro de los equipos de investigación así como en cursos teórico-metodológi
• Para los orígenes del desarrollo del concepto véase Del Valle (2002b) .
EJEMPLOS DE CRÍTICA FEMINISTA EN ANTROPOLOGÍA 101
bolos naturales para resumir situaciones que vehiculan realidades sociales protago
nizadas por mujeres con la naturaleza, mientras que las de los hombres se asocian
con la cultura. Esto se verá mejor cuando analice "los espacios que nos negamos"
v su relación con el cronotopo general como es el de las encrucijadas y el miedo.
y en las "encrucijadas" de los dos mundos, donde el adivino recibe los mensajes de
los espíritus.
En las prácticas adivinatorias de los temne existe un terror asociado con los ca
minos como lugares de muerte y de desaparición y este miedo se da con tal inten
sidad que la gente evita transitarlos y buscan el camino alternativo por el bosque.
La creencia y las acciones recuerdan y transmiten el pasado y se actualiza en el pre
sente mediante la relación tiempo-espacio y terror, vivido todo ello en una relación
fuerte con la experiencia que canaliza las emociones con gran fuerza.
Tendré que comenzar a contar que les tengo miedo de noche, cuando estoy en la calle sola,
y que ese sentimiento destroza lo que, de día, estaba ilusionada con haber ganado: eman
cipación, seguridad en mí misma, control sobre mí misma; que la noche es mi viaje en el
tiempo en el que reencuentro el mismo miedo de todas las mujeres que me han precedido;
entonces me doy cuenta de lo terriblemente frágil que es todavía mi historia. Por la noche,
cuando los hombres devienen sólo hombres y las mujeres devienen sólo mujeres, se me re
vela el último sentido, quizá el más profundo, de la relación entre los sexos que pertenece
a nuestra cultura ( 1 996: 94) .
Recojo una reflexión de la escritora Mariasun Landa que habla del miedo latente
que cada mujer transmite a la generación siguiente en una cadena inacabada. Así
dice:
Creo que me cuesta ser consciente de los espacios que me niego. Lo tengo tan asimilado - por
ejemplo pasear por la playa de noche sola- que me resulta dificil mencionarlos aquí. Recuer
do que Simone de Beauvoir comentaba que para ser un artista como Van Gogh o cualquier
otro hombre-artista, las mujeres deberíamos tener la libertad de movimientos que los hombres
secularmente han tenido, la libertad de moverse y perderse por las calles me refiero. Me parece
que en muchos casos, esta limitación está incrustada en nuestro "estar en la vida". Una especie
de miedo atávico transmitido de abuelas a madre y a hijas, algo que en mi fuero interno, lo
denomino como "el síndrome Caperucita Roja". Creo que para una mujer cobarde, como yo,
esta limitación ha sido muy frustrante y dolorosa (citado en Del Valle l 977c: 1 98) .
Este miedo !imitador puede remontarse a la socialización tanto por parte de las
mujeres para con sus hijas como por parte de los varones respecto a ellas. Geógra
fas feministas señalan que muchas veces las mujeres prefieren una calle para que
jueguen los menores por ser un sitio cercano y de fácil acceso en vez de un parque
lejano, aunque pudiera evaluarse como un espacio más saludable y tranquilo (Sa
baté Martínez, Rodríguez Moya y Díaz Muñoz, 1 995: 299) . En mis observaciones en
Donostia he constatado que en muchos casos las mujeres seleccionan lugares para
los juegos de los pequeños que puedan controlar desde las ventanas de sus casas.
Gill Valentine habla también del desajuste respecto de los lugares del miedo y los
de la violencia ya que la agresión sexual ocurre con mucha mayor frecuencia en el
espacio doméstico que fuera de éste (Sabaté Martínez, Rodríguez Moya y Díaz Mu
ñoz, ibid. ) Geógrafas feministas han hablado de una "geografia del miedo". Por ello
me parece importante ahondar en esta interiorización del miedo fuera del espacio
doméstico ya que forma parte de la socialización y de un proceso de transposición al
exterior de la violencia doméstica. En la socialización estaría el abanico amplio que
va desde experiencias propias, ajenas, imaginaciones de lo que podría ser, hasta las
A pesar de las diferencias que presentan los ejemplos anteriores, tienen en común
que en la evocación del espacio y del tiempo (oscuridad, la noche) se expresa la
conciencia de una situación de opresión que nos remite a relaciones asimétricas de
poder. Landa reconoce la necesidad de explorar espacios pero también incide en
la exclusión de antemano de ciertos espacios que no entran en las posibilidades de
experimentarlos, recorrerlos. El origen de todo ello lo sitúa más allá de su expe
riencia en una transmisión ya establecida, acordada por la vivencia de la exclusión
TERESA DEL VALLE MURGA
Se trata de otro hilo conductor de mi investigación que tiene relación con la me
moria y lo hago a través del relato autobiográfico y biográfico definiendo para ello
lo que denomino ejes estructuradores del recuerdo (Del Valle 1 995, 1997a, 1 997b,
2005b) . Responde a mi interés en diseñar una metodología que propiciara la ex
posición libre del recuerdo a través de relatos autobiográficos individuales y grupa
les ya que existen ambos procesos de memoria individual y colectiva (Connerton,
1989) . Me fijo en hitos, encrucijadas y articulaciones que explico muy sucintamente
para pasar a presentar nuevas elaboraciones que tanto otras investigadoras como yo
misma hemos llevado a cabo. Tiene relación con el segundo paso que he descrito
al comienzo.
Reconozco como hitos aquellas decisiones, vivencias, que al recordarlas se cons
tituyen en una referencia significativa. Se asemejan a los mojones que aparecen
a lo largo de un camino, en este caso la vida propia y una de sus caracteristicas
principales es que destacan con nitidez en el recuerdo. Este reconocimiento pudo
darse ya cuando se produjo la experiencia, el acontecimiento digno de selección
pero también puede surgir con la reflexión y el recuerdo del pasado. En general
se reconocen los hitos cuando se toma una mirada longitudinal ya que existe una
relación entre lo acaecido antes y después. Pueden ser decisiones que la persona,
un grupo, una institución toman.
Por encrucijadas me refiero a momentos en los que la persona, el grupo, la insti
tución tuvo que enfrentarse con una elección que ha afectado el curso de su vida, de
su dinámica organizativa, de sus relaciones de una manera significativa. Implica el
enfrentarse a distintas opciones que representan diferentes posibilidades. Nos lleva
a la reflexión acerca de los caminos que se han tomado y los que se dejaron de lado.
Lo definitorio es la sensación de duda en la que no está claro el camino a seguir. Y
ante ello las personas, los grupos, las instituciones tienen reacciones distintas.
1 06 TERESA DEL VALLE MURGA
momentos, eventos, decisiones o vivencias que suceden "de repente " sin ser contextualizados
por ellas como procesos de vida. Las mujeres lésbicas narran como hitos "el día que descu
brieron, supieron, les dijeron, se dieron cuenta que eran diferentes; el día que tuvieron que
confirmar dicha diferencia; el día que deciden buscar a mujeres iguales que ellas; el día que
se autonombran lesbianas; el día que "salen del clóset"; el día de su primera relación erótica
con una mujer; el día que establecen su primera relación de pareja con una mujer; el día que
conocen algún grupo feminista o alguna mujer feminista; el día que conocen o se integran
en algún grupo lésbico (Alfarache 2000: 9) .
En cuanto a las encrucijadas diferencia las que están relacionadas con el deber
ser genérico: la encrucijada heterosexualidad/homosexualidad y la encrucijada ma
ternidad/no-maternidad y aquellas que se relacionan con la construcción de identi
dades específicas afirmativas que comprende la encrucijada entre homosexualidad/
lesbianismo. Para analizar la encrucijada identitaria tomó como punto de partida la
afirmación de Marcela Lagarde que considera que el lesbianismo " [p] uede ser un
hecho subversivo por compulsión, sin conciencia y en este sentido no ser trastoca
dor sino reforzador de la identidad patriarcal como identidad basada en el método
adversativo. Pero si es un hecho de construcción puede transformarse en un hecho
libertario y trastocador de la persona, su mundo y el mundo". En relación con las
articulaciones encuentra una diferencia a favor de cómo las mujeres lesbianas fe
ministas abordan dichos procesos ya que cuentan "con las herramientas y saberes
que les proporciona la cultura feminista y que les permitiría, en principio, tipos de
articulaciones más afirmativas" ( ilnd.: 1 1 ) .
En la aproximación de Alfarache encuentro una aportación metodológica que
yo no había tenido en cuenta ya que en la consideración de cada hito y en cada
encrucijada, recoge los hechos de resistencia, subversión y transgresión, como for
mas de reacción y enfrentamiento con el poder ( ibid. ) . Resalto que esa explicitud
surge desde el mismo objeto de estudio, lo que demuestra la articulación teórico
metodológica e intuyo que también etnográfica.
EJEMPLOS DE CRÍTICA FEMINISTA EN ANTROPOLOGÍA
REFLEXIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
Alfarache Lorenzo, Ángela Guadalupe ( 2000) , Identidades lésbicas y cultura feminista. Una in
vestigación antropológica, tesis de licenciatura en etnología, México, Escuela Nacional de
Antropología e Historia.
-- (2009) , Construyendo la concordancia: alternativasfeministas a la lesbofobia, tesis de maes
Bajtin, Mijail ( 1 981 [ 1 937] ) , "Forms of time and the chronotope in the novel", en Michael
Holquist (comp. ) , The Dialogic Imagination, Austin : University of Texas Press, pp. 84-258.
Bocchetti, A. ( 1 996) , Lo que quiere una mujer, Madrid, Cátedra.
Bullen, Margaret y Ejido, José Antonio ( 2003) , Tristes espectáculos: las mujeres y los alardes de
Irán y Hondarribia, Leioa, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco/Euskal He
rriko Unibertsitatea argitalpen servitzua,
Clifford,James ( 1 995 ) , Dilemas de la cultura. Antropología, literatura y arte en la perspectiva posmo
dema, Barcelona, Gedisa.
Connerton, P. ( 1 989) , How societies remember, Cambridge, Cambridge University Press.
Del Valle, Teresa ( 1 995) , "Metodología para la elaboración de la autobiografia", Actas del
Seminario Internacional "Género y trayectoria del profesorado universitario", Madrid,
Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense, pp. 28 1-289.
-- ( l 997a) , Las mujeres en Euskal Herria. Ayer y hoy, Donostia, Orain.
-- ( 1 997b) , "La memoria del cuerpo", Arenal. Revista de historia de las mujeres, 4 ( 1 ) : 59-74,
enero-junio.
-- ( 1 997c) , Andamios para una nueva ciudad. Lecturas desde la antropología, Madrid, Cátedra.
Del Valle, Teresa, F. Arbe, T. Apaolaza, J. Cucó, C. Díez, M.L. Esteban, F. Etxeberria, V.
Maquieira (2002a) , Modelos emergentes en los sistemas y relaciones de género, Madrid, Narcea.
Del Valle, Teresa (2002b) , "Procesos de la memoria: cronotopos genéricos", en Teresa del
Valle (ed. ) , Perspectivas feministas desde la antropología social, Barcelona, Ariel, pp. 243-265.
Del Valle, Teresa y Jone Miren Hemández ( 2003) , Estudio bibliográfico d las investigaciones sobre
sistemas y relaciones de género en Euskal Herria, manuscrito inédito.
Del Valle, Teresa ( 2005a) , "Hacia nuevas formas de transitar y de habitar", en Díez Carmen
y Carmen Gregorio, Cambios culturales y desiguaUlades de género en el marco local-global actual,
Sevilla, Fundación el Monte, Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Es
pañol, Asociación Andaluza de antropología, pp. 47-64.
-- (2005b) , "Methodology for the elaboration o fan autobiography", en De Sotelo (ed. ) ,
1 10 TERESA DEL VALLE MURGA
New women of Spain: social-political and phiwsophical studies offeminist thought, Münster, LIT
Verlag, pp. 261-270.
Del Valle, Teresa (2006/2007) , "Contribuciones, significatividad y perspectivas futuras de la
Antropología Feminista", Kobie Antropowgía Cultural, 12: 35-70.
--- (20 1 0a) , "El derecho a la movilidad libre y segura", en Virginia Maquieira (dir. ) , Mu·
jeres, g/,obalización y derechos humanos, Madrid, Cátedra, pp. 269-3 1 6.
--- (201 Ob) , "Aproximación teórico-metodológica al estudio de la ciudad", ZAINA[(. Cua
dernos de Antropowgía-Etnogra.fia de Eusko-lkaskuntza, vol. 3 1 . Ciudades globales y culturas
locales, 1 : 329-346.
Díez, Carmen ( 1 995) , Proyecto docente, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibert
sitatea.
--- ( 1 996) , "Deporte y construcción de las relaciones de género", Gaceta de Antropowgía,
1 2 : 93-100.
Clifford, J. ( 1 995) , Diúmtas de la cultura. A ntropowgía, literatura y arte en la perspectiva posmoderna,
Barcelona, Gedisa.
Esteban, Mari Luz ( 2002) , Proyecto docente, Donostia, Universidad del País Vasco/Euskal He
rriko Unibertsitatea.
Fernández Rasines, Paloma y Jone Miren Hernández García ( 1 998 ) , "Crítica feminista en
Ciencias Sociales. Algunas teorizaciones sobre el género en el contexto de Euskal Herria",
Inguruak, 22: 47-60.
Gregorio, Carmen (2002) , Proyecto docente, Granada, Universidad de Granada.
--- ( 2006) , "Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de la disciplina an
tropológica: representación y relaciones de poder", AIBR Revista de Antropowgía ItJe:oame
ricana.
Hernández García, Jone Miren ( 2000/ 1 /2/3) , "Hitos y aniversarios. Hebras que hilvanas la
memoria", KOBIE/serie Antropowgía Cultural, Bilbao, Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación
Foral de Bizkaia, núm_ X, PP- 229-238.
--- ( 2007) , Euskara, comunidad e identidad_ E/,ementos de transmisión, e/,ementos de transgresión.
Madrid, Ministerio de Cultura, Secretaría General Técnica.
Huerta, Fernando (2005) , "La violencia virtual: una experiencia de los jóvenes en las video
salas", Estudios Socia/,es, 23 (23) : 1 75-205, julio-diciembre.
Martín Casares, Aurelia ( 2006) Antropología del género Culturas, Mitos, Estereotipos Sexua
les, Madrid, Cátedra.
Maquieira Virgina, P. Folguera Crespo, M.T. Gallego Méndez, M_ Ortega López y p_ Pérez
Cantó (eds_) ( 2005 ) , Democracia, feminismo y universidad en el sig/,o XXI Universidad Autóno
,
Suárez Egizabal, Maribel (2005) , "Construcción ritual del espacio y negociación de identida
des sexuales", KOBIE (Serie Antropología Cultural), Bilbao, Bizkaiko Foru Aldundia-Diputa
ción de Bizkaia, XI: 31-40.
SEGUNDA PARTE
lAS NUEVAS CARAS DE lA GLOBALIZACI Ó N
LAS CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA: SUN, SEA, SEX Y SAND 1
I�'TRODUCCIÓN
La finalidad de este artículo es mostrar el turismo, a partir del análisis de una rea
lidad concreta, la cubana, como un escenario social en el que indagar acerca de la
(re) producción de las desigualdades de género, raza,2 clase, nacionalidad, desde
una perspectiva donde se articulan lo local y lo global. De esta forma, pretendo
cuestionar el establecimiento de fronteras nítidas entre turismo y turismo sexual, la
identificación automática entre turismo sexual y jineterismo, la identificación entre
prostitución y turismo, en definitiva, una serie de "a prioris" que aparecen cuando
nos acercamos a esta realidad y que la práctica cotidiana se encarga de difuminar,
en la línea de lo planteado por Cabezas (2009) , autora que habla del "uso táctico
del sexo" como una herramienta para subvertir relaciones de dominación. El pro
pósito de este artículo es avanzar en esta línea a partir de trabajo etnográfico reali
zado en Cuba, en dos periodos diferentes, en 2004 y 2005, y de revisiones teóricas
y etnográficas de otras autoras (es) �to en Cuba como en el contexto caribeño.
Mi indagación etnográfica me sitúa en distintos espacios donde mi condición
de turista, mujer, blanca, se pone de manifiesto, haciendo que sean más visibles
aquellos (as) que no comparten ninguna de estas características. Desde mi punto
de vista, la noción de "turista" resalta, por un lado, la temporalidad de la estancia,
en un contexto de movilidad restringida para la población cubana, y, por otro, la
vinculación con una serie de privilegios, en un espacio de carestía generalizada
para los y las cubanas. Esto se debe al hecho de que poseer dólares o ahora cuc3 no
siempre te da acceso a determinados bienes que sólo son permitidos a la población
extranjera o turistas, entre los que se encuentran medicamentos que deben ser
adquiridos en las farmacias internacionales por no cubanos, el acceso a espacios
geográficos concretos, como Los Cayos, reservados a turistas . . . 4 Además, en torno a
1 Una versión anterior de este artículo ha aparecido publicado en Alcázar Campos ( 2009) .
* Universidad de Granada.
2 En esta ocasión y en las siguientes me refiero al término raz� como algo construido culturalmente,
donde los sujetos son racializados.
' Desde noviembre de 2005 no circula el dólar en el interior de la isla. Esta moneda ha sido sustituida
por la "Moneda Libremente Convertible" o cuc que tiene el mismo valor que el dólar en el mercado y
cuya tasa de cambio en el mercado es de 0.80$: 1 cuc y de 1 cuc: 25 pesos cubanos (moneda en la que
se devengan los salarios) .
4 A partir de julio de 2008 se ha permitido, de forma oficiosa, ya que nunca fue oficial la prohibición,
el acceso a determinados bienes que, con anterioridad y mientras yo permanecía en Cuba, eran pre-
1 16 ANA ALCÁZAR CAMPOS
hendas de los y las extranjeros( as) : hospedarse en hoteles, contratar líneas de telefonía móvil o adquirir
reproductores de DVD y computadoras.
• Destacar aquí que esto no es un hecho específico de Cuba ni del Caribe, no obstante, yo me circuns
cribo a esta área geográfica por cuestiones metodológicas.
. L\S CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA 1 17
' Pruitt y Lafo n t ( 1 995) para Jamaica, Ragsdale y Tomiko ( 1 999) para Belice, Cabezas (2004) para
República Dominicana o Piscitelli (2004) para Brasil.
1 18 ANA ALCÁZAR CAM POS
como plantean Cabezas (2004) y Fernández ( 1 999) , si bien una de sus acepciones es
el intercambio de sexo por dinero de población cubana con extranjera, el término
es mucho más amplio.
La bibliografía consultada coincide en relacionarlo con el sustantivo "jinete", en
clara referencia al acto sexual, en el que "se cabalga" al turista. En la práctica nos en
contramos con un término que se reinterpreta por la población, creando espacios
liminales en la interacción nacionales/ extranjeros. Se trata de una categoría "emic"
que resta valor a los significados sexuales y que nos muestra, sobre todo, relaciones
de poder Estado/ ciudadanía. Se produce así, un ocultamiento del comercio sexual,
que es penalizado por el Estado, y una contestación por parte de la ciudadanía,
simbolizada en ese cabalgar al turista, a la construcción de las relaciones turista/na
cional. Así, el jineterismo designa aspectos tan disímiles como relaciones cercanas
entre colegas profesionales cubanos y extranjeros: "jineterismo científico"; prefe
rencias y favores de nacionales a extranjeros, que se tildan de interesadas; comercio
/venta de productos dentro del mercado negro; improvisados y espontáneos guías
de alojamiento, restaurantes y experiencias culturales, como los cultos afrocubanos
"auténticos": "jineterismo religioso";10 y, por supuesto, relaciones afectivo/sexuales
(independientemente de su duración) entre turistas y nacionales.
A partir de los noventa, se ha intentado comprender e investigar el jineterismo
siguiendo diferentes perspectivas. Desde las Ciencias Sociales, los planteamien
tos han sido bastante heterogéneos, con una diferencia clara entre los estudios
realizados por investigadoras que viven en Cuba y aquéllos de quienes residen
en el exterior. Desde "fuera" predomina la influencia de las teorías feministas en
el abordaje del jineterismo, presentando a las jineteras como dotadas de agen
cia, cuestionando la existencia de límites claros entre relaciones por dinero o por
amor (Cabezas, 2004) y reclamando análisis más complejos en los que se reflexio
ne sobre el papel del Estado, de los turistas, del jineterismo masculino (Elinson,
1999) y del contexto social y económico, global y local (O'Connell Davidson, 1996;
Fernández 1996, 1999; Cabezas, 1998, 2004, 2009; Fusco, 1998; Kempadoo, 1999,
200 1 ; O'Connell, Davidson y Sánchez Taylor, 1999; Holgado, 2000; Rundle, 2001 ;
Kummels, 2005;) . Desde "dentro", las investigaciones s e abordan bien desde el
análisis de la juventud y su falta de conciencia revolucionaria, portadora de pautas
de consumo capitalistas y con pérdida de valores, marcando claramente las dife
rencias entre la antigua y la nueva prostitución (Rodríguez Calderón, 1996; Díaz,
Caram y Fernández, 1 996; Díaz Canals y González Olmedo, 1997) ; bien como un
fenómeno patológico, de conductas desviadas, con mujeres acerca de las que se
indaga la subjetividad que las lleva a prostituirse Qiménez Fiol, 2003) . El punto de
vista de los y las investigadoras acerca de este fenómeno da lugar a lo que Haraway
10 Resulta interesante el artículo de Argyriadis (2005) donde apunta el término "jineterismo religio
so", sosteniendo tesis parecidas a las que se van a formular más adelante, sobre todo lo relativo a la pena·
Iización de la aparición de aspectos materiales en cuestiones vinculadas con lo emocional y la flexibilidad
del término, que es resignificado por la población, utilizándolo para referirse a lo "no auténtico" en los
cultos afrocubanos.
L.\S CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA l l9
desterraron con la Revolución: los de la burguesía blanca que emigra a Miami. Las
mujeres y sus cuerpos encarnan esa pérdida de valores, individuales para los parti
darios de la Revolución, colectivos para los detractores. En aspectos relacionados
con el control de las mujeres los extremos parecen aproximarse peligrosamente,
situando la sexualidad y los cuerpos de las mujeres cubanas en el centro del debate,
generando un saber-poder, en términos foucaultianos, sobre ellas.
En este debate, desde mi punto de vista, debe tenerse en cuenta la existencia de
ideologías de género, racializadas e histórico-políticas en las actuales representa
ciones de las relaciones, sexuales o no, entre cubanas y turistas (Fernández 1999;
Cabezas 2004) . Esto determina varias cuestiones:
11
Véase Cabezas (2004) para República Dominicana.
1 20 ANA ALCÁZAR CAMPOS
supuestamente las convertía en presa fácil del apetito sexual de los hombres, pre
ferían la prostitución por encima de una vida honrada de escasez y duro trabajo".
Este residuo atávico que se considera abolido por la Revolución en fecha tan
reciente como los años sesenta, aparece de forma evidente a raíz de la crisis econó
mica de los noventa. En este resurgimiento del racismo juegan un papel importante
los tópicos relativos a las mulatas, plasmados en el viejo dicho colonial de que "las
mujeres blancas son para casarse, las negras para trabajar y las mulatas para hacer
el amor", unido al hecho de que es la población negra la que realiza trabajos de
menor remuneración y la que tiene un acceso limitado a la recepción de remesas
enviadas por familiares que residen en el exterior, ya que, según los estudios dispo
nibles, la comunidad cubana en el exilio es predominantemente blanca. 12 Quienes
no reciben remesas tienen que inventar formas disímiles de conseguir dólares, mu
chas de ellas relacionadas con el jineterismo.
En Cuba existe un mito según el cual la mayoría de las jineteras son negras o mu
latas. 13 Esto determina, por un lado, que si las mujeres negras o mulatas son vistas en
compañía de extraajeros sea interpretado de forma diferente de si son blancas las
que van acompañadas de éstos. De esta forma tal relación es considerada "jineteo"
si existe dimorfismo racial y "romance " si hay isomorfismo (Fernández 1 999; Run
dle, 2001 ) . Llegando incluso a hablar para las jineteras de una identidad mulata
por asociación (Fusco 1998) . Es decir, las imágenes coloniales que asocian negritud
con sexualidad comercial incontrolable, sirven para identificar como "negras" a
mujeres que en situaciones sociales diferentes serían consideradas "mestizas". Por
otro lado, la propia existencia de estas jineteras negras es usada para confirmar las
supuestas deficiencias morales de las mujeres negras y mulatas, racializando aún
más la crisis que afecta a la sociedad cubana (De la Fuente, 2000) .
En este punto también habría que tener en cuenta, varios aspectos.
En primer lugar, como consecuencia de la declaración de la abolición del racis
mo en los sesenta, en tanto que contrario al sentir revolucionario, los datos sobre la
raza en Cuba son escasos (Fernández, 1999; De la Fuente, 2000) . Tal y como expo
ne De la Fuente (2000) , el gobierno revolucionario identifica el racismo con grupos
sociales subordinados a los intereses imperialistas: la burguesía blanca, antinacional
y pro-yanqui que había huido del país. Así, el racismo no sólo era anticomunista o
contrarrevolucionario, era además antinacional y una peligrosa señal de "atraso"
ideológico. Dada la enorme influencia que el Estado y sus organizaciones de ma
sas14 ejercieron en diversas áreas de la vida nacional, la mayoría de la ciudadanía se
sintió obligada a acatar este ideal y a adaptarse al nuevo ambiente. Las autoridades
revolucionarias, por su parte, aceptaron el ideal como un hecho consumado. Esto,
sin embargo, no significa que la raza desapareció de la vida cubana, sino que los
12
Según el censo de Estados Unidos de 1 990, el 83.5% de los inmigrantes cubanos que viven en el
país se identifican a sí mismos como blancos. Citado por De la Fuente (2000 : 437) .
15 Distintos estudios afirman lo contrario, dándole predominio a las mestizas (Díaz et al. 1 996) .
14 Las organizaciones de masas son aquellas que funcionan como "correa de transmisión" de la ideo
logía socialista, en Cuba están organizadas por territorio (Comités de Defensa de la Revolución) , y de
mográficamente (Unión de Pioneros, Federación de Mujeres Cubanas . . . ) .
!AS CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA 121
Hoy he estado en casa de Yaira tomando un café, hacía días que no la veía y me apetecía "darle
una vuelta", anda algo alicaída. Cuando llego, se pone a llover y nos sentamos en el vesu1mlo
de la casa, amplio como en las antiguas casas coloniales, viendo llover. En estos días hemos
coincidido con un chico español que conocimos María y yo en un bar y me dice que le da mie
do que le abran una carta de advertencia si la ven con él y me cuenta lo sucedido a Blanca, con
su marido italiano. Blanca es una mujer negra, de unos treinta años, casada con un italiano
algo m ayo r que ella desde hace unos años pero que no puede salir del país por pertenecer al
Ministerio de Salud Pública (Minsap) . 1 6 En los inicios de su relación Blanca estaba un día ca
minando con Bruno por la calle y llegó un momento que cada uno fue hacia un lado. Cuando
se despidieron y Bruno ya no podía ver lo que sucedía, una pareja de policías se dirigieron a
Blanca y se la llevaron a la estación de policía para levantarle una carta de advertencia. Como
estaba cerca de su cuadra, dieron aviso a los padres y a Bruno y gracias a la presencia de un
alto cargo de la policía, amigo del padre de Blanca, y de Bruno, no le abrieron un acta y la
soltaron. Yaira está convencida de que la detuvieron por ser negra y vestir ropa linda.
15 La antropóloga Silje Lundgren (2010) utiliza esta "categoría" en su etnografia hecha en La Habana.
16
El Ministerio de Salud Pública (Minsap) estipula un plazo de cinco años, desde que se pide la sepa
ración del Ministerio, para que sus trabajadores ( as) puedan salir del país.
1 22 ANA ALCÁZAR CAMPOS
Desde mi punto de vista, en Cuba tiene lugar una asociación automática del térmi
no "jinetera" con "prostituta" y de "jinetero" con "luchador". Es decir, a la hora de
utilizar el término, se realiza una asociación automática entre mujer y relaciones
sexuales, mientras que su uso en masculino puede o no incluirlas. Ambos tienen en
común la referencia a una relación provechosa con un (a) turista. Así, el equivalente
dejinetera no esjinetero, sino "pinguero ", asociado normalmente al turismo homo
sexual y que remarca una característica fisica asociada a la masculinidad, el pene,
pinga, en argot cubano (Hodge, 200 1 ) .
Esta asociación automática del término jinetera con relaciones sexuales implica
una corporización de los saberes de las mujeres, las cuales pareciera que tan sólo
pueden vender su cuerpo en el mercado. Esta situación aparece en la realidad, en
forma de profecía autocumplida, ya que las opciones reales de las mujeres de parti
cipar en la economía informal, con ganancias elevadas, son menores que las de los
hombres. Mientras los hombres realizan trabajos disímiles dentro de la economía
informal, relacionándose con turistas los taxistas, vendedores de cualquier tipo de
producto, guías improvisados, "agentes" de viajes; las mujeres suelen ejercer tra
bajos que son extensiones de sus roles tradicionales de género, que se realizan en
el con texto privado y que están caracterizados por sus bajos ingresos, ninguno en
divisa, excepto el de alquiler de habitaciones . 1 7 No obstante, poseer divisa se torna
central para asegurar la supervivencia en un contexto de escasez, donde determina
dos productos de la vida diaria sólo se venden en esa moneda, y donde los mandatos
de género "obligan " al cuidado de la prole a las mujeres en una sociedad matrifocal
(Safa, 1 997) . En esta realidad las mujeres utilizan los saberes derivados de su rol,
de género, y de su sexo , el cuerpo, para hacer frente a la pérdida generalizada de
poder adquisitivo.
Otro aspecto relevante que se deriva de esta asociación automática a la que alu
día es la presencia del estigma de la prostituta que, en definitiva, se dirige hacia una
mujer que se encuentra en un lugar que no es el suyo, "la calle ". El estigma se puede
relacionar con uno de los dos términos implicados en la relación : el acto sexual o el
dinero Quliano Corregido , 2002) . En Cuba, se entretejen consideraciones políticas
que desprecian lo material y el consumismo, con el que se asocia el jineterismo,
junto con consideraciones morales "heredadas", que penalizan la sexualidad de las
mujeres. Así como la intromisión de cuestiones materiales en una práctica privada
y vinculada con lo emocional, algo similar a lo planteado al hablar de ".jineterismo
religioso " (Argyriadis, 2005) .
Quizás huyendo de este estigma las jineteras se autodenominan "luchadoras"
(Elizalde, 1996; Femández Robaina, 1 998; Holgado, 2000; Valle, 2006) reapropián
dose de un discurso masculino que da cierta legitimidad a los jineteros. É stos son
mirados con condescendencia por el resto de la sociedad, identificándolos con "Ju-
chadores" que realizan múltiples actividades para conseguir dólares de los y las
turistas. Parece que el hecho de que muchas de ellas se basen en el engaño y to
das sean ilegales no genera el mismo rechazo social que una mujer que "anda con
turistas". 18 Una vez más, durante mi estancia se producen situaciones que ejempli
fican esta disparidad.
Ayer estuve hablando con Yaira y me dijo que Rebeca, la mamá de Melissa, anda preocupada
porque estos días hemos estado saliendo mucho con Jennifer, la chica inglesa y su amigo,
Peter. Parece que han tenido una discusión fuerte, en la que Rebeca ha acusado a su hija de
jinetera. Lo que me sorprende de esto no es que a Rebeca le preocupe el qué dirán , esta ciu
dad es pequeña y ellos son una familia conocida, sino que no piense lo mismo de la relación
de su otro hijo con una extranjera.
En este uso del término no podemos dejar de ver, tal y como ha señalado Fou
cault ( 1995) la construcción de discursos específicos sobre el sexo y la sexualidad.
Éstos son construidos por legisladores, intelectuales . . . y configuran el sexo como
un ámbito de políticas específicas. Estos discursos están permeados por la ideología
sexual dominante, según la cual los hombres cubanos basan su reputación en su
rol como amantes, conquistadores y amigos, la solidaridad masculina. Valorándose
el hecho de tener más de una mujer: la de la casa y la o las de la calle, siempre y
cuando la primera no sepa nunca de la existencia de la o las otras o pueda fingir
que no lo sabe, reclamándose que "sea discreto " en sus amoríos, pero no tanto
como para que sus amigos no los conozcan (Rosendahl, 1 997) . Por el contrario, la
sociedad valora que las mujeres cubanas sean principalmente madres y esposas, en
los últimos tiempos trabajadoras y revolucionarias, sin que en el imaginario social se
pueda pensar una mujer como alguien completo sin experimentar la maternidad.
Dentro de esta ideología la habilidad sexual masculina es un signo de virilidad
mientras que la promiscuidad femenina es concebida como una deficiencia en los
valores morales. Dando lugar a que, para el contexto Caribe se acuñen dos términos,
recientemente puestos en cuestión (Kempadoo, 2001 ) , para denominar las interac
ciones turistas mujeres occidentales y hombres caribeños: turismo de romance (Pruitt
y Lafont, 1 995) y turistas varones occidentales y mujeres caribeñas: turismo sexual.
No obstante, debemos tener en cuenta que las relaciones sociales y, en este caso,
lo relativo a las ideologías sexuales, son reinterpretadas por la población, tomándo
las más fluidas. En la actualidad, reinterpretando los patrones de conducta sexual
existentes, algunas mujeres, fundamentalmente jóvenes y profesionales, deciden
que les resulta más rentable "ser la otra" ya que sus parejas cubanas no les aportan
el soporte económico que necesitan, es decir, no cumplen su rol de proveedores,
" En los datos derivados de mi obseivación, si bien en determinadas clases sociales, las más pobres,
no se produce un rechazo frontal hacia el jineterismo, éste sí tiene lugar en las escasas clases medias, así
como un encubrimiento generalizado de la actividad que, normalmente, se ejerce en La Habana o en
los polos turísticos. Por el contrario, la asociación del término jinetera con prostituta sí podemos carac
terizarla como generalizada.
1 24 ANA ALCÁZAR CAMPOS
y, siendo la amante, no tienen que cumplir con los roles de cuidado de la casa y el
marido. No obstante, esta situación se concibe como temporal, mientras aparezca
el compañero adecuado, en ocasiones, sólo un extranjero cumple las exigencias.19
En este contexto de control sexual de las mujeres la "jinetera" supone un desafio
a la ideología patriarcal y revolucionaria, que declara su abolición y que distribuye
y asigna espacios. Al hablar de "desafio" me refiero más a las cuestiones simbólicas,
que al ejercicio consciente de una oposición ni a la Revolución ni a la ideología
machista imperante. Tiene que ver más con la ejemplificación del "fracaso" eviden
te en la tan proclamada igualdad y promoción humanista, y la preocupación del
hecho de que el jineteo constituya, en ocasiones, la alternativa menos mala que se
presenta. Este desafio es menor si se asocia con la supuesta inferioridad y "naturale
za caliente" de la mulata, tal y como veremos a continuación .
19 Mona Rosendhal ( 1 997:69) plantea algo parecido en su etnografia sobre una localidad rural cu
bana en los ochenta y principios de los noventa, aludiendo a "buscar un hombre con PCC " en tanto que
acrónimo de Plata, Casa y Carro, siendo también la abreviatura de: Partido Comunista Cubano.
20 Un análisis de estas representaciones es realizado por K.utzinski ( 1993) .
!AS CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA 1 25
Hoy he subido a casa de Yotuel y Melissa a tomar café y estaba Ricardo allí, nos sentamos en
l a sala, en los balances, enfrente del sempiterno ventilador y empezamos una conversación
donde nos cuenta que tiene un amigo que anda con extranjeras y que le dice que éstas son
menos calientes que las cubanas, para ver qué pienso yo como extranjera. Le digo que no sé,
que eso depende de las personas, no de dónde son y también tiene que ver con si la persona
con la que estás te gusta lo suficiente ( aludiendo de forma velada a si su amigo es un jinete
ro) . Me dice que cree que tengo razón pero que las cubanas "tiemplan " más que las europeas
y que aquí, por el calor, todo es más ardiente.
21 Parafraseando el título del libro editado por Leonore Manderson y Margaret jolly ( 1 997) , Siles o/
dtsire, economies o/pleasure: sexualities in Asia and the Pacific.
ANA ALCÁZAR CAMPOS
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
Alcázar Campos, Ana (2008 ) , Cuentapropismo, economía infurmal y relaciones de género en Cuba,
en Actas del I Congreso Internacional sobre Género, Trabajo y Economía Informal, El
che, Alicante, editado en CD.
-- (2009) , "Turismo sexual,jineterismo, turismo de romance. Fronteras difusas en la inte
racción con el otro en Cuba", Caz.eta de Antropología, 25, <www . ugr.es/-pwlac/G25_1 6Ana_
Alcazar_Campos.html>.
Argyriadis, Kali ( 2005) "El desarrollo del turismo religioso en La Habana y la acusación de
mercantilismo", Desacatos, 18: 29-52
Cabezas, Amalia Lucía ( 1 998) , "Discourses of prostitution: the case of Cuba", en Kamala
Kempadoo y Jo Doezema (eds. ) , Global sex workers. Rights, resistance, and redefinition, Nueva
York, Routledge, pp. 79-86.
-- (2004) , "Between love and money: sex, tourism and citizenship in Cuba and the Do
Caribbean ", en Kamala Kempadoo (ed. ) , Sun, sex and gofá. Tourism and sex work in the Ca·
ribbean, Oxford, Rowman & Littlefield, pp. 3-33.
Kempadoo, Kamala (200 1 ) , "Freelancers, temporary wives, and beach boys: researching sex
work in the Caribbean , Feminist Review, 6 7 : 39-62.
"
Kummels, Ingrid ( 2005 ) , "Love in the time of Diaspora. Global markets and local meanings
in prostitution, marriage and womanhood in Cuba", Revista Iberoamericana, 20: 7-26.
Kutzinski, Vera ( 1 993) , Sugar's secrets: race and the erotic of Cuban nationalism, Charlottesville,
Virginia University Press.
Lundgren, Silje (2010) , Heterosexual Havana: ideals and hierarchies of gender and sexuality in
contemporary Cuba, Uppsala, Uppsala University Press.
Manderson, Leonore y Margaret Jolly ( 1 99 7 ) , Sites of desire, economies of pkasure: sexualities in
Asia and the Paci.fic, Chicago/Londres, University of Chicago Press.
Montero, Susana ( 2003) , La cara oculta de la identidad nacional, Santiago de Cuba, Oriente.
O'Connell Davidson, Julia ( 1 996) , "Sex tourism in Cuba", Race & Class, 38: 39-48.
O'Connell Davidson, Julia y Jacqueline Sánchez Taylor ( 1 999) , "Fantasy islands: exploring
the demand for sex tourism", en Kamala Kempadoo (ed. ) , Sun, sex and gofá. Tourism ami
sex work in the Caribbean, Oxford, Rowman & Littlefield, pp. 37-54.
Piscitelli, Adriana ( 2004) , "On Gringos and Natives, gender and sexuality in the context of
intemational sex tourism", Vibrant Virtual Brazilian Anthropology, <www .vibrant.org.br/por
tugues/artigos2004.htm>, julio de 2008.
--- (s.f. ) , Industria del sexo y mercado matrimonial: La migración brasileña hacia Italia en el mar
co del "turismo sexual" internacional, <www.flacsoandes.org/web/imagesFTP/ 1 2 1 6936707.
Industria_del_sexo_y_mercado_matrimonial_por_Adriana_Piscitelli. pdf>, julio de 2008.
Pruitt, Deborah y Suzanne Lafont ( 1 995) , "For love and money. Romance tourism in Jamai·
ca", Annals o/ Tourism Research, 2 ( 22) : 422-440.
Ragsdale, Katheleen A. y Jessica Tomiko ( 1 999) , "The muchachas of Orange Walk Town,
Belize", en Kamala Kempadoo ( ed. ) , Sun, sex and gofá. Tourism and sex work in the Caribbean,
Oxford, Rowman & Littlefield, pp. 2 1 7-236.
Rodríguez Calderón, Mirta ( 1 996) , ¿Prostitución o jineterismo ' Ni es lo mismo ni se escribe igua�
material mimeografiado, sede Federación Mujeres Cubanas en La Habana, abril de 2005.
Rosendahl, Mona ( 1 997) , Inside the Revolution. Everyday Lije in Socialist Cuba, Ithaca, Nue\-a
York, Comell University Press.
Rundle, Mette L.B. (200 1 ) , "Tourism, social change andjineterismo in contemporary Cuba",
The Society for Caribbean Studies (UK) Annual Conference Papers, vol. 2.
Safa, Heleo ( 1 997) "La mujer y la industrialización en el Caribe: un análisis comparativo de la
feminización global de la mano de obra", en Lo urdes Arizpe ( ed. ) , Las dimensiones cultura
/,es del cambio global: una perspectiva antropowgica, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, pp. 94-1 08.
Schwartz, Rosalie ( 1 997) , Pkasure island. Tourism and temptation in Cuba, Lincoln, Universi�·
of Nebraska Press.
Smith, Louise y Alfred Padula ( 1 996) , Sex and revolution. Women in socialist Cuba, Nueva York,
Oxford University Press.
Stolcke, Verena ( 1 992) , Racismo y sexualidad en la Cuba colonial, Madrid, Alianza Editorial.
Tchak, Sami ( 1 999) , La prostitution a Cuba. Communisme, roses et débrouilk, París, L'Harmattan,
Collection Recherches et Documents-Amériques Latines.
Valle, Amir ( 2006) , Habana Babilonia. Prostitutas en La Habana, Madrid, Planeta.
GÉNERO, PRÁCTICAS MATRIMONIALES Y COMUNIDAD
RETERRITORIALIZADA: TRANSMIGRANTES DE ORIGEN
NAHUA RESIDENTES EN CALIFORNIA
INTRODUCCI Ó N
No deben las muchachas sentarse en las piedras del tenamaz.tl e -se escucha decir
todavía en San Miguel Acuexcomac- pues tendrán la mala fortuna de no encon
trar con quien casarse. Proverbios y malos augurios expresan la valoración del ma
trimonio como esperado horizonte de vida para hombres y mujeres; prescriben ,
en fin, las uniones matrimoniales convenientes o, en su caso, las proscritas, en este
pueblo de raíz nahua asentado en las áridas inmediaciones de la Cordillera del
Tentzo, en el centro del estado de Puebla, México.2
Valiéndose de la economía del símbolo, tales discursos sintetizan el obligado
destino del matrimonio para hombres y mujeres en las sociedades campesinas, pilar
del sistema de parentesco y de un régimen de género (Connell, 1 98 7 , 2005) de mar
cado predominio masculino. Régimen que se reconstruye a medida que el modelo
de familia patriarcal se debilita en el contexto del declive de la agricultura de sub
sistencia, basada en el trabajo familiar,s y en la medida que la migración a Estados
Unidos transforma las vidas de las personas, ahora definidas por una "orientación
dual", informadas en tomo a la que acontece allá y aqu í (Vertovec, 2004) . Tal senti
do de "bifocalidad" compromete la vida cotidiana de los que se van y de los que se
quedan y proyectos de más largo alcance. En el crisol de la expansión de los víncu
los políticos, morales y económicos de reciprocidad y asistencia entre California y
San Miguel, la comunidad se reterritorializa.
Tal como lo ha referido Oehmichen (2005: 3 1 ) al analizar procesos análogos
entre comunidades mazahuas translocales, también esta comunidad ha dejado de
ser pensada por sus integrantes únicamente "como una unidad territorial y jurídi-
[ 1 29]
MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
A finales de los setenta, una decena de hombres solos oriundos de San Miguel
Acuexcomac cruzó la frontera norte, sumados a un flujo migratorio procedente
de la Mixteca profunda, en el sur del estado de Puebla. En nuestros días, hombres
solos o acompañados, mujeres casadas y sus hijos pequeños, solteras y adolescentes
transitan , expuestos a crecientes riesgos y pagando elevados costos, un circuito
migratorio robustecido durante más de tres décadas.
En 1 98 7 estaban registrados en los censos que controlan los "Principales"4 250
'1efes de familias" que ostentaban el estatus de "ciudadanos del pueblo". Desde en
tonces a abril de 2003 el número de "jefes de familia" residentes en San Miguel se
redujo a 1 80. Al mismo tiempo, se registraban 1 65 parejas oriundas de San Miguel
establecidas en Estados Unidos que, pese a la distancia, se mantenían como contri
buyentes de fiestas del calendario religioso y de proyectos comunitarios de mejora
de la infraestructura del pueblo.
Estas cifras revelan no sólo el vigor de los vínculos entre ambos asentamientos,
sino, además, muestran , en particular, el aumento del la migración femenina, el
carácter familiar de estos flujos y el desdoblamiento de la comunidad en el espacio .
Este proceso h a especializado a un sector de mujeres de mayor edad o d e limitada
movilidad espacial, en la generación de subsistencias agrícolas y en la producción
de bienes simbólicos, el honor y buen nombre , la continuada adscripción de sus
hombres al sistema de cargos políticos y religiosos locales ( D 'Aubeterre, 2005) ;
mientras que e n apenas dos décadas, los más jóvenes han devenido e n piezas del
engranaje de la economía sumergida del estado de California, principalmente en
el comercio informal de frutas y alimentos en la ciudad de Los Án geles y conda-
4 Como en otros pueblos del altiplano central mexicano de raigambre indígena, la organización de la
vida ritual y política de esta comunidad descansa en un sistema de cargos. En la cima de esta estructura
jerarquizada se ubican los llamados "principales", varones que han ocupado los distintos peldaños de
este sistema a lo largo de sus trayectorias de servicios prestados al pueblo. En los últimos años se ha pro
curado elegir estos "hombres de respeto", no sólo entre los residentes en el pueblo, sino también entre
avezados migrantes que cuenten con documentación migratoria, que puedan desplazarse sin dificultad
entre ambos países (D'Aubeterre, 2005a) .
GÉNERO, PRÁCTICAS MATRIMONIALES Y COMUNIDAD RETERRITORIALIZADA
; La noción de campo social transnacional, propuesta por Levitt y Glick (2004: 1 009) , remite a la idea
de Bourdieu de que los campos sociales son creados por los participantes involucrados en una disputa
por las posiciones dentro del mismo campo; en consecuencia, se asume que no son homogéneos ni están
libres de conflictos. El poder es una de las dimensiones que estructuran estos nuevos campos sociales
entendidos como una urdimbre de redes de relaciones sociales a través de las cuales ideas, prácticas y
recursos son desigualmente intercambiados, organizados y transformados.
6 Reconocer esta inventiva no implica subestimar el renovado papel de los estados nacionales hege
mónicos, patente, entre otras manifestaciones, en la cobertura que brindan a la movilidad del capital
mediante acuerdos de libre comercio, políticas de inmigración y trabajo {Stephen, 2002) . Cabe insistir
en las resonancias de las políticas neoliberales en la reproducción de la situación de las mujeres como
cuidadoras y mantenedoras de las energías vitales de niños, enfermos, ancianos y dependientes en el
marco del proceso de reducción del Estado.
MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
ción y disolución de estas uniones. Las prácticas del noviazgo, la elección del con
sorte, las negociaciones para ultimar una alianza, las acciones rituales adecuadas
para marcar este tránsito en la vida de los individuos o de los grupos, así como las
modalidades de residencia pos-matrimonial y las formas de disolver estos vínculos,
aparecen articuladas en un sistema que organiza la interpretación del pasado y el
presente vivido (D 'Aubeterre, 2000) .
No atribuyo las transformaciones habidas en las prácticas y las relaciones de gé
nero en el lugar de destino migratorio a un proceso de asimilación de patrones
"modernos" propios de la sociedad postindustrial estadunidense y al consecuente
abandono de una tradición campesina sepultada en el lugar de origen. Más bien
postulo que las prácticas de formación de las uniones y los rituales que los san
cionan aparecen informadas por regímenes de género locales, pero coaligados y
dialogantes. Por eso exploro cómo los actores reaccionan y construyen nuevas res
puestas atenazados por esta orientación dual, definidos por la pertenencia a una
comunidad translocalizada.
Acorde con esta perspectiva analizaré en las siguientes secciones las prácticas
en materia de formación de las uniones y los rituales que las acompañan, tanto en
la localidad de destino migratorio como en la localidad de origen. He seguido la
trayectoria migratoria de grupos domésticos, más que de individuos aislados. Un
trabajo de campo de larga duración me ha permitido reconstruir el curso de vida de
sus integrantes antes y después de cruzar la frontera, incluso una vez que regresan
al pueblo; también recupero la lectura que hacen sus parientes y allegados de los
avatares de los que se desplazan en el circuito migratorio. Distinguiré a los fines del
análisis entre las experiencias y las posiciones que detentan en este campo social
tres grupos de migueleñas:
7 Son integrantes de las llamadas mixed status Jamilies, familias de estatus migratorio mixto, defini
das por el censo estadunidense como aquellos grupos familiares en los cuales hay por lo menos un(a)
hijo (a) que cuenta con la ciudadanía y algunos padres/madres o hennanos(as) no autorizados para
1 34 MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
residir en el país. Según datos del Current Population Survey de marzo de 2004, existían 460 mil familias
con estas características reportadas en el año 2000 por ese conteo. Otros prefieren llamarlas familias
binacionales ( Passel , 2004) .
GÉNERO, PRÁCTICAS MATRIMONIALES Y COMUNIDAD RETERRITORIALIZADA 1 35
Los varones es más fácil que regresen al pueblo, [en cambio] , con las hijas mujeres el padre
o la madre pierde la esperanza de volver a verlas si se casan por ahí [ con alguno que no sea
de la "raza migueleña"] . ¿Cuándo va a venir m ' hija? ¿Yya qué pueden hacer si el hombre no
las deja que vuelvan? ¿Qué pueden hacer? Mi yerno, ése, cada vez que quiere va a ver a sus
p ad res ¿Y m ' hija cuándo 7 (Doña Felicitas, 53 años, San Miguel Acuexcomac, 23 de marzo
.
de 2007) .
Este parecer no es exclusivo de las madres que nunca han migrado; argumen
tos en el mismo sentido son expresados por los padres que han procreado hijos e
hijas en California. Al preguntar a una pareja de migueleños sobre el tema de las
obligaciones que conllevan los cargos políticos y religiosos, respondió don José,
categórico:
-Mi hijo no tiene por qué perder la tradición, la casa que tenemos allí [en el pueblo] , si no
la vendo, se le va a quedar a él, entonces tiene que seguir cooperando con el pueblo. Si yo lo
estoy haciendo él tiene que seguir esa tradición, yo le he platicado lo que es una mayordcr
mía, que tienes que seguir cooperando, trabajar por el pueblo . . .
-¿Y por qué lo hace usted, si ya no vive allí?
-Por la casa que está allí. Orita que van a ser 900 pesos para poner el adoquín, una parte
lo pone el gobierno, pero el 20% lo ponemos nosotros. Es lo que le digo, yo sigo cooperando,
yo nunca me he quedado sin cooperar.
-¿Y las niñas, sus hijas, cómo van a seguir ligadas a su pueblo?
-Pos ya las niñas . . . ya no. Pero si se casan con un migueleño y ella quiere trabajar por
el pueblo, pues sigue, pero si ya se casa _con uno de otro lado se salió eso . . . Ya usted ve que
allá ya ni se casan con migueleños, sino con muchachos de otros lados, menos aquí, ya sería
MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
suerte que se case con un migueleño. (Don José, 48 años, Los Ángeles, Cal . , julio de 2006. Re
side en el este de Los Ángeles desde hace 1 7 años, padre de cuatro hijos nacidos allí y aquí.)
La fuga concertada entre los novios es la ruta seguida por los jóvenes migueleños
avecindados en California para iniciarse a la vida conyugal. También es, hoy día, el
recurso más socorrido entre los que se unen por primera vez en San Miguel. He
documentado en otros trabajos ( D'Aubeterre, 2000) que el proceso de formación
de las uniones conyugales comporta una serie de fases rituales que se reordenan
por un sin fin de circunstancias, a contracorriente de un patrón idealizado al que
pocos pueden ceñirse en la actualidad (véase Anexo I ) .
La migración a Estados Unidos ha trastocado este itinerario; proliferan ahora
arreglos acordes con la dinámica de la organización de la vida social en un espacio
social transnacional. Ritmos de vida y de trabajo asociados a esta dinámica recla
man de la invención que desafia, en los hechos, poderes patriarcales y obliga a sor
tear nuevos dilemas cuando aparecen otros actores y normatividades que regulan
las vidas de las familias y las personas, de manera destacada, el derecho positivo
del país de acogida, instituciones escolares o de salud, trabajadores sociales, etc.
( D 'Aubeterre, 2004) .
"Ajenarse", como designan los migueleños a la acción de unirse con una pareja
e iniciar una vida en común, pasa por un periodo de noviazgo casi siempre breve.
Hirsh (2003) ha documentado el paso de un modelo de conyugalidad basado en
el "respeto" a uno basado en la "confianza" entre migrantes oriundos del occiden
te de México Ualisco y Michoacán ) establecidos en Atlanta. El trasfondo de esta
transición sería un creciente proceso de individuación. En tre los migueleños, por
el contrario, si bien la abierta injerencia paterna en la elección de consorte ha
desaparecido de la experiencia de las jóvenes generaciones, sigue prevaleciendo el
matrimonio a edades tempranas. Asimismo, el noviazgo, lejos de ser un periodo de
cultivo de la confianza y de una dilatada convivencia que permite el conocimiento
mutuo, sigue siendo breve, accidentado y usualmente clandestino. Las muchachas
se valen de mil argucias para ocultar a sus enamorados. Aunque no sea raro que
mantengan más de un pretendiente, de los que tienen noticias sus hermanas, pri
mas y otras confidentes, rara vez son del conocimiento de madres o padres, siempre
GÉNERO, PRÁCTICAS MATRIMONIALES Y COMUNIDAD RETERRITORIALIZADA 1 37
Empezamos a buscar que llegara Sofia y no llegó. Ahí en la casa estábamos las tres, mi tía,
Sofia y yo. Ella iba a hacer los chicharrones que mis tíos salen a vender, y Sofia dice: "orita
vengo". Y ya fue a tardar. Me dice mi tía "¿ya llegó? Ya se fue a quedar, háblale al celular". Ya
le hablé a Sofia y le digo "dice tu mamá que quiere que te vengas, porque ya sabes que vas a
lavar los trastes".
[ . . . ] le estaba yo llama y llama, le digo "tía, ya apagaron el teléfono, ya no responde, ya
nomás se oye que timbra pero no, ya lo apagaron". Ya nunca contestó. Dieron las nueve, las
diez, las once, doce de la noche, y ya no volvió. Y pos . . . no durmió mi tía, sale y entra, sale
y entra a asomarse a ver si ya viene. El papá estaba enojado, "que a dónde se fue", decía. Ya
después nos estaban diciendo que la habían visto de la mano con el muchacho ese.
Pasados dos días, los padres de Erasto llamaron a los afligidos padres de Sofia
para dar cuenta del paradero de la pareja recién conformada. El trámite ritual que
re-establece el orden social perturbado por la acción de la fuga es simple. Tal como
lo he documentado al analizar la fuga concertada de los novios en el lejano San
Miguel (D 'Aubeterre, 2000) , los padres de Sofia, residentes legales en Estados Uni
dos, esperaron la visita de una comitiva integrada por los padres del novio, sus tíos y
otras personas más o menos allegadas, que representan a esos "otros significativos",
cercanos pero lejanos en la geografia: abuelos y padrinos que residen en la loca
lidad de origen. La pareja, contrita, confia en el perdón de los ofendidos padres.
En estas ocasiones rituales es de rigor llevar botellas de licor cerradas y otros
presentes, panes y viandas que expresan la disposición de iniciar la concertación
de una alianza matrimonial y ofrecer disculpas por el arrebato del joven que, sal
tándose "la pedida de la novia", la hace suya doblegando la posible oposición de
los mayores. Gana, así, ventajas en esta negociación siempre dispar entre los dona
dores y los donatarios de una mujer en un orden de género en el que la honra de
los hombres se cifra en la virginidad y el comportamiento sexual de las mujeres de
sus grupos. Es raro que el diálogo entre los concertantes, forzado por la maniobra
del robo, resulte en una negativa: tanto en San Miguel como en California he escu
chado el consabido argumento de que, "aunque no estén conformes los papás, si ya
se fueron las muchachas, ¿qué pueden hacer? Ya ni modo que las regresen , luego
dicen los papás " ¿Ya para qué la quiero? ' "
Aunque don Justo y doña Salustia, los padres d e Sofia, n o bebieron de la botella
para mostrar su enojo, los tíos de la muchacha, invitados también para la ocasión,
hicieron el honor a los pedidores, gesto que comunica que, perdida la virginidad de
la muchacha, sólo cabía restañar la herida con un "buen acuerdo". Y lo era en este
caso. Erasto y Sofia habían compartido su infancia en San Miguel; a la vuelta de los
años se reencontraron en el este de Los Ángeles, donde ambas familias se avecinda
ron una vez que sus padres, en cada caso, obtuvieron sendos permisos migratorios a
mediados de los ochenta, después promovieron la legalización de esposas e hijos y
MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
Fuimos y los limpiamos con el Santo Niño de Huehuetlán . Los encomendamos al Santo
Niño, que los ayude, que los ilumine en su camino a donde van, que los cuide, que los pro
teja. Porque ellos se van lejos, sus deseos es seguir ahora a donde van, que les de esa oportu
nidad allá en el norte.
[La mamá del muchacho] también compró dos veladoras, limpió primero su hijo, luego
a m'hija. Yo también, limpio mi' hija primero y luego el muchacho, a los dos los limpiamos.
Fuimos con los huexes 8 y mi comadrita Chela Camargo, como madrina que es de mi Tere.
Agarraron su vuelo como a las cuatro de la mañana. El jueves volaron, pasó el viernes; el
sábado me habló que ya estaba en Los Ángeles: "Ay mamá -dice- ya estoy aquí". Y empezó
a llorar, le digo: "No llores hija, orita ¿qué haces?" Y sí, se oía como que media rara, le digo
"¿qué te pasa m ' hija? " Dice: "no, nada". Y entonces se empieza a reír: "La emoción mamá,
pero no me pasa nada". "Te oigo como que media rara". "No mamá, estoy requete bien, ya
estoy en Los Ángeles". "Ay qué bueno m ' hija que Dios mío te ayudó". (Doña Elodia, 53 años,
San Miguel Acuexcomac, julio de 2006.)
BIBLIOGRAFÍA
neu-Sotelo y M .A. Messner (eds. ) , Gender through the prism of difference, Oxford, Oxford
University Press.
D'Aubeterre, María Eugenia ( 2000) , El pago de la nuvia. Matrimonio, vida conyugal y prácticas
transnacionales en San Miguel Acuexcomcac, Puebla. México, El Colegio de Michoacán/Bene
mérita Universidad Autónoma de Puebla/Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.
-- (2004) , "Procreando ciudadanos: trabajadoras mexicanas indocumentadas residen
8 Huexes, del nahua weewéhxiwtli, weewehxiw, término con el que se alude a los consuegros.
MARÍA EUGENA D'AUBETERRE BUZNEGO
D'Aubeterre, María Eugenia ( 2005 ) , "Mujeres trabajando por el pueblo: género y ciudadanía
en una comunidad de transmigrantes oriundos del estado de Puebla", Estudios Sociológicru,
México, El Colegio de México, XXXI I I (67) : 1 85-2 1 5 .
--- ( 2005a) , "San Miguel Arcángel, u n santo andariego: trabajo ceremonial e n una co
munidad de transmigran tes del estado de Puebla", Relaciones. Estudios de historia y sociedad.
Pobreza, etnicidad y género, México, El Colegio de Michoacán, XXVI ( l 03) : 1 7-50.
Del Valle, Teresa ( 1 997) , "La memoria del cuerpo", Arenal. Revista de Historia de las mujeres.
España, Universidad de Granada, 4 ( 1 ) , enero-junio.
Durin, Severine ( 2006) , "Indígenas en Monterrey. Redes sociales, capital social e inserción
urbana", en Pablo Yanes Virginia Molina y Óscar González ( coords. ) , El tripk desafio. Dere
chos, instituciones y políticas para la ciudad pluricultura� México, Gobierno del Distrito Fede
ral/UACM, pp. 1 63-197.
Goldring, Luin ( 2003) , "Gender, status, and the state in transnational spaces. the gendering
of political participation and mexican hometown associations", en Pierrette Hondagneu
Sotelo ( ed. ) , Gender and U. S. immigration: contemporary trends, California, University of Ca
lifornia Press, pp. 341-348.
González, Gloria, ( 2003) , "De madres a hijas: genderd lessons on virginity across genera
tions of Mexican immigrant women", en Pierrette Hondagneu-Sotelo (ed. ) , Gender and
U.S, immigration: contemporary trends, California, University of California Press, pp. 2 1 7-
240.
Guamizo, Luis ( 2004) , "Aspectos económicos del vivir transnacional", en A. Escribá y N.
Ribas ( coords. ) , Migración y desarrollo, Córdoba, Consejo Superior de Investigaciones Cien
tíficas, pp. 5&-86.
Harvey, David ( 1 989) , The condition ofposmodemism. An inquiry into the origin of cultural change,
Gran Bretaña, Cambridge University Press.
Hirsch, Jennifer (2003) , A courship after marriage. Sexuality and «roe in Mexican transnationa/
families, California, University of California Press.
INEGI (200 1 ) , Tabulados básicos. Estados Unidos Mexicanos, XII Censo General de Población y
Vivienda, Aguascalientes, Instituto Nacional de Geografia y Estadística.
Levitt, Peggy y N. Glick Schiller ( 2004) , "Conceptualizing simultaneity: a transnational social
field perspective on society", Intemational Migration Review, 38 ( 3 ) : 1 002-1 039.
Monagan, John ( 1 990) , "Reciproty, redistribution and the transaction of value in the Mesoa
merican fiesta", American Ethnologist, 1 7 ( 4) 75S-773.
Oehmichen, Cristina, ( 2005 ) Identidad, género y relaciones interétnicas. Mazahuas en la ciudad de
México, México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.
Passel, Jeffrey ( 2004) , "Unauthorized migrants: number and characterists , Pew Hispanic Cen
"
ANEXO 1
.,..... ,.....,
..... . .. .....
.......,
na.i.. .....
.... .. Nftle -
,. ...... .. ..
,. ....... ...... . ._..
......._, 11a111i..
....... ,. .......
.. ....... . ........ .
...... ., ...... l
_______
...,._ . .. ,...... . ,._.. r Ja. .....
PADRINO DE CASAMIENTO
+
PAREHTELA
Chilw--••+I 1 }
1 C-alva del N8vlo 1 � c-hM de � �
o-r-
2 En palabras de Thome ( 1 982) , los cambios en la familia en las últimas décadas señalan: el cuestio
namiento de la familia nuclear con un marido proveedor, una esposa y madre ama de casa e hijos como
la única forma legítima de familia; la consideración del género como categoría básica de análisis, lo cual
permite visibilizar estructuras subyacentes de la organización familiar (generación, sexualidad, raza y
clase) al incorporar los mecanismos de poder, conflicto y abuso en el interior de la familia; el cuestio
namiento de la dicotomía público-privado; y la inclusión de las diferentes experiencias en las familias y
hogares de mujeres, hombres y niños(as) entre los principales aspectos
' En cuanto a los aportes realizados desde la sociología sobre género y migración consultar Grasmuck
y Pessar ( 1991 ) ; Pedraza ( 199 1 ) ; Tienda y Booth ( 1 991 ) ; Chant ( 1992) ; Hongdagneu-Sotelo ( 1992; 1994;
1999; 2003 ) ; Hondagneu-Sotelo y Cranford ( 1 999) ; Sassen (2003) ; Kibria, ( 1 994) ; Mahler ( 1995) ; Con
stable ( 1997) ; Menjívar (2000 ) .
4 Para una mayor profundización respecto de la literatura sobre género y migración desde la antro
pología leer los siguientes trabajos: Brettel y deBerjois ( 1992) , Gregorio ( 1997; 1998; 2009a) , Pessar
( 1 986; 1999 ) .
• En cuanto a los aportes realizados desde la historia sobre género y migración consultar e l trabajo de
Donato et aL (2006) y también Gabaccia ( 1992) .
6 Carmen Gregorio propone observar la feminización de las migraciones, más allá de cifras y de la
búsqueda de las motivaciones que mueven a las mujeres a emigrar, desde el alcance teórico y político
de sus movimientos, en tanto suponen la visibilización de un fenómeno que sí seria nuevo en la vieja
Europa: la llamada "crisis de los cuidados" (2009b: 34) .
PONER LOS CUIDADOS EN EL CENTRO 1 47
7 El concepto_genefizado es una traducción del inglés engmdering. Para profundizar sobre el mismo
se aconseja la lectura de los trabajos de Acker ( 1990) y Einwoner et aL (2000 ) .
8 Éstos son los criterios de diferenciación social q ue tienen e n cuenta e n sus trabajos Ariz a y Oliveria
Como punto de parúda conceptual para la propuesta concreta que se plantea tengo
en cuenta dos consideraciones. En primer lugar, familia y hogar10 son conceptos
diferentes (Alberdi, l 999; Jelin, 1 998; Rivas, 2007; Yanagisako, 1979) ; "mientras que
las primeras están fundadas en relaciones de parentesco, las segundas se conforman
por grupos residenciales de personas que comparten la vivienda, un presupuesto
común y una serie de acúvidades imprescindibles para la reproducción coúdiana
y que pueden o no estar unidas por lazos de sangre" (Ariza y Oliveira, 2004: 9) . En
esta línea Jelin define familia como "una organización social un microcosmos de
relaciones de producción, de reproducción y de distribución , con una estructura de
poder y con fuertes componentes ideológicos y afecúvos que cementan esa organi-
9Como ejemplo de ello se encuentran los trabajos de Mayer ( 1 961 ) , Lomnitz ( 1 977) y Uzzell (1979) .
10
Moore señala que el hogar, en casi todos los textos de antropología, es la unidad básica que intervie
ne en los procesos de producción, reproducción, consumo y socialización de una sociedad determinada,
y además, aunque su composición se base en vínculos de parentesco y matrimonio, no son necesariarnen·
te unidades familiares (Moore, 1 99 1 : 74) .
PONER LOS CUIDADOS EN EL CENTRO 1 49
11 Siguiendo a Devillard el concepto grupo doméstico, aunque puede ser una expresión útil para la
descripción, es de poca utilidad para el análisis y la comparación ( 1 987: 72) .
12 La expresión "morir de éxito" la utiliza Suárez aplicada al paradigma transnacional en su ponencia
presentada en el V Congreso sobre la Inmigración en España, celebrado en Valencia del 21 al 24 de
marzo de 2007, como su aporte en la mesa 9: Codesarrollo, transacionalismo y redes migratorias cuyas
palabras señalan "En su sentido más general, el concepto transnacional alude a procesos y prácticas
económicas políticas y socioculturales vinculados a y configurados por las lógicas de más de un Estado
nación y que se caracteriza por el cruce constante de sus fronteras. Inicialmente se aplicó a las empresas
y corporaciones financieras [ . . . ], ha sido más dificil convencer del interés de aplicar esta categoría a las
prácticas de los seres humanos, pero una vez superados los recelos, ha alcanzado una popularidad tal
que corre peligro de morir de 'éxito' . . . "
HERMINIA GONZÁLVEZ TORRALBO
Como es sabido el origen de las teorías sobre redes sociales se concentra alrededor
de la influencia de trabajos como los de la antropóloga Elizabeth Bott ( 1 955) y el
antropólogo john Barnes ( 1 954) , entre otros. En concreto, me refiero a una época
en la que John Bames había definido el concepto de red social de la siguiente for-
is La traducción es mía.
PONER LOS CUIDADOS EN EL CENTRO
ma: "cada persona se relaciona con un cierto número de individuos, algunos de los
cuales están en contacto directo entre sí y otros no [ . . . ] . Creo conveniente llamar
red [ network] a un campo social de este tipo. La imagen que tengo es de una serie de
puntos, algunos de los cuales están unidos por líneas. Los puntos representan a las
personas o a veces grupos, y las líneas indican cuáles son los contactos entre unos y
otros. Podemos, por supuesto, pensar que la totalidad de la vida social genera una
red de esta clase ( 1 954: 43) ".
Así mismo, Bott desarrolló un modelo pionero en el procesamiento de análisis
sobre las relaciones familiares en el contexto industrial urbano contemporáneo,
que tuvo continuidad en buena parte de la sociología y la antropología de la segun
da mitad del siglo XX: el estudio de redes sociales (Grau, 2006: 46) . Las redes en este
trabajo también son centrales ya que están ligadas a la familia, y por lo tanto, existen
antes, durante y después de migrar, es decir, existen allí donde están los miembros
de la familia, sólo que en mayor o menor grado de intensidad. En palabras de Mar
tínez Veiga "la red de relaciones es en gran medida un flujo que se establece entre
los individuos, sin embargo, estas relaciones -parentesco, amistad, origen común,
etc.- no se crean con el proceso migratorio sino que son anteriores a él" (Mar
tínez Veiga, 2004: 8 1 ) . No obstante, una vez que se produce el movimiento hacia
otro país de algunos o todos los miembros de la familia, las relaciones sociales que
transitan por las redes sociales se activan o desactivan producto de este movimiento.
En consecuencia, estas redes se convierten en el eje principal de articulación de la
realidad local y transnacional ya que mediante las mismas se sostiene ese espacio
social intangible que los migrantes crean y recrean en la continúa interacción so
cietal, el cual les otorga una suerte de ubicuidad en los lugares de origen y destino
(Ariza 2002: 58) .
Ariza habla de la ubicuidad, idea que refiere a R.K. Merton cuando éste conside
ra que la ubicuidad del actor (entendida como localización) es uno de los elemen
tos básicos de una "estructura de relaciones sociales", permitiendo que los vínculos
de una red se mantengan, para lo cual se hace necesario una cierta proximidad
espacio-temporal de los actores implicados porque si no dificilmente se podrían
consolidar lazos diferentes a los de parentesco ( 1 980: 4 1 ) . Además, las redes socia
les también requieren de ciertas normas de reciprocidad e intercambio de favores,
dones, etc. para su mantenimiento. Para que se dé esa suerte de ubicuidad existen
elementos como el trabajo de cuidado, el trabajo de parentesco, las ideologías de
parentesco generizadas a partir de los cuales cobran especial relevancia las solida
ridades, dependencias y reciprocidades que se crean y(o) reproducen por medio
de las mismas. En estas relaciones de solidaridad, dependencia y reciprocidad las
mujeres son protagonistas.
Ahora bien, en el caso de las redes sociales, en tanto transnacionales --es decir,
redes migratorias14- se encuentra la particularidad de que el intercambio y las
14 Las redes migratorias son un conjunto de relaciones interpersonales que conectan los que migran
de un lugar a otro con los que han emigrado antes y con los que se quedan en el país de origen (Martínez
Veiga, 2004: 83) .
HERMINIA GONZÁLVEZ TORRALBO
conexiones que se dan, en muchos de los casos, generan proximidad a partir de los
nexos que produce el parentesco, la amistad o el origen común, etc., de forma que
a pesar de la distancia reproducen esa suerte de ubicuidad entre los miembros que
la conforman generando también una proximidad en el espacio transnacional. En
este escenario que señalo, lo que interesa es el contenido de lo que se intercambia
para mantener esa proximidad (Martínez Veiga, 2004) o lo que Gielis (2009) deno
mina la "complejidad interna" de las redes sociales, reconociendo también que hay
redes que se debilitan con la distancia.
Para el caso concreto de la migración en un contexto transnacional la proxi
midad temporal se mantiene mediante la frecuencia en la comunicación, pero la
proximidad espacial se presenta con mayor dificultad dependiendo de las posibili
dades de gestionar viajes a los países de origen que faciliten esa presencia fisica. Por
lo tanto, para el caso de las redes sociales de la población migrante, es interesante
el papel que juega el género y el parentesco para que las redes sociales relacionadas
con el cuidado se mantengan o por el contrario se diluyan en el tiempo. Esto es
relevante porque "la estructura de las relaciones entre los actores y la posición (o
localización ) de éstos en la red tienen importantes consecuencias en la conducta,
en la percepción y en las actitudes, tanto para los individuos como unidad como
para el sistema como un todo" (Requena 1 99 1 : 4 1 ) . La posición de éstos en la red
.
vendrá marcada, entre otras cosas, por el género (representación de género, identi
dad de género) , así como también por el parentesco (lugar que ocupan dentro de
la estructura familiar de la que forman parte) .
En concreto, esos intercambios de los que se habla están impactados por el
género y por el parentesco, en tanto que las redes no son indiferentes al género,
--como ya señalara Boyd ( 1 989) - ni tampoco al parentesco. Según Brettell y de
Berjois (2002: 47) las mujeres son los "nodos" que conectan a las personas que mi
gran y a las que no, y generalmente ellas lo hacen tan sutilmente y discretamente
que el significado de sus acciones es apenas reconocido incluso por ellas mismas.
Sin embargo, aunque esto pudiera ser así, es importante matizar ya que en muchos
casos a las mujeres se les asigna el papel de las responsables del contacto trans
nacional, sin hacer un análisis que vaya más allá de pensarlas únicamente como
esos "nodos" mencionados. Una forma más de esencializar el vínculo de cuidado
madre-hijo (a) .
En esta línea argumentativa donde se destacan las conexiones o vínculos, las mu
jeres en relación con las redes sociales han sido representadas como las encargadas
del parentesco o como las que desempeñan lo que Micaela di Leonardo ( 1 987)
llama "Trabajo de parentesco". Sin embargo, observar las redes con unas lentes
de género -y también de parentesco-- implica considerar cuestiones como por
ejemplo el acceso a los recursos sociales para hombres y para mujer migrantes (Ho,
1 993; Hondagneu-Sotelo, 1 994) y la asignación de responsabilidades familiares, y
por lo tanto, de cuidado.
PONER LOS CUIDADOS EN EL CENTRO 1 53
para transformar sus relaciones sociales aunque también para que éstas permanez
can igual. Hoy por hoy, todo esto es muy significativo a estas alturas de los análisis
sobre las llamadas "familias transnacionales", ya que aunque en el discurso teórico
se pretende deconstruir las dicotomías que subyacen muchos análisis como lo pú
blico/ privado, cultura/naturaleza, entre muchas otras, esto todavía está lejos de
lograrse.
Si bien el análisis de la perspectiva de género es cada vez más relevante en el
estudio de las llamadas "familias transnacionales", prefiero el término, familias vin
culadas a la migración (Giménez, 2003) . Pienso que algunos de estos trabajos en su
afán por revelar el papel que juega en estas dinámicas migratorias, sobre todo el
género y en menor medida, o como consecuencia del análisis de género, el paren
tesco, lo que hacen es reproducir estas ideologías donde siempre alguien aparece
subordinado a otro (s) , y donde la agencia sólo se ve en los casos en los que la
mujer, construida socialmente en su papel de madre, tiene que hacer lo imposible
por mantener este papel incluso en la distancia. Una agencia generizada pero que
permanece subordinada por el poder que ejerce el parentesco.
Es por ello, que centrándonos en las prácticas de cuidado se puede ofrecer una
mirada precisa y completa -holista- de la intersección entre género y parentesco,
y por lo tanto del peso de las ideologías de parentesco generizadas, donde se pue
dan mostrar las transformaciones o las permanencias de estas relaciones, las cuales,
debido a la dificultad por desentrañarlas suponen en sí mismas un reto. Es aquí
donde la posibilidad de dilucidar el papel que juega la agencia es fundamental.
Para finalizar, considero relevante que esta propuesta se retroalimente con una
etnografia, la cual permita examinar los conceptos de trabajo de cuidado y trabajo
de parentesco, las prácticas que éstas conllevan y los significados que se les otorgan
en las relaciones entre migrantes, no migrantes, cuidadores y receptores de cuida
do. Todo esto junto al análisis de las transformaciones económicas, demográficas y
socioculturales que se suceden entre los contextos de origen y destino.
Cuando se realiza un trabajo de carácter longitudinal con familias vinculadas a la
migración y además se incluyen en el análisis las redes de parentesco más amplias,
las familias que parecía que habían dejado de ser transnacionales --de acuerdo con
la definición más conocida de Bryceson y Vourela (2002) - porque los miembros
de la unidad familiar nuclear o monoparental se habían unido en un solo contexto,
casi siempre el de recepción, 15 vuelven a movilizarse a sus países de origen, ya sea
para hacer visitas o para permanecer durante un tiempo allí, todo ello producto de
las circunstancias cambiantes de los contextos con los que están relacionados: los
de origen y los de destino. En este punto, y viendo la diversidad de formas familia
res vinculadas a la migración, tengo muy en cuenta en el análisis tanto las redes de
parentesco de carácter extenso, así como también la interpretación de los contextos
implicados en tanto que dinámicos y heterogéneos.
1 5 En la actualidad, debido a la situación de crisis del contexto español cada vez se están produciendo
más situaciones de retomo.
PONER WS CUIDADOS EN EL CENTRO 1 55
BIBLIOGRAFÍA
Acker, Joan ( 1990) , "Hierarchies, jobs, bodies: a theory of gendered organizations", Gender
and Society, 4(2) : 1 39-1 58.
Alberdi, Inés ( 1999) , La nueva familia españolo., Taurus, Madrid.
Ariza, Marina y Orlandina de Oliveira ( 1 999) , "Inequidades de género y clase. Algunas con
sideraciones analíticas", Nueva Sociedad, 1 64: 70-8 1 .
-- (2004) , Imágenes de lo.familia en el cambio de siglo, México, Instituto de Investigaciones
Sociales, UNAM.
Bames, John ( 1954) , "Class and committees in Nmwegian Island parish ", Human Relo.tions,
7(1): 39-58.
Boyd, Mónica ( 1 989) , "Family and personal networks in intemational migration: recent de
velopments and new agendas", International Migration Review, 23(3) : 638-670.
Bott, Elisabeth ( 1 955) , "U rban families: coajugal roles and social networks ", Human Relo.tions,
8: 345-384.
Brettel, Carolina y Patricia Deberjois ( 1992) , "Anthropology and the study of immigrant wo
men ", en Donna Gabaccia ( ed. ) , Seeking common ground, Westport, Praeger.
Bryceson, Deborah y Ulla Vuorela (2002) , The tmnsnationalfamily, Oxford, Berf.
Constable, Nicole ( 1 997) , Maid to order in Hong Kong: stories ofFilipina worlu!rs, Comell Univer
sity Press, Ithaca NY.
-- (2005) , Cross-border marriages: gender and mobility in transnational Asia, University of
Pennsylvania Press, Philadelphia.
Chant, Silvia ( 1992 ) , Gender and migration in devel.oping countries, Londres, Belhaven Press.
Chasrley, Katharine y Alison Shaw (2006) , "South Asian transnational marriages in compara
tive perspective", Global Networks, 6(4) : 331-344.
D'Aubeterre, María Eugenia ( 2000) , El pago de /,a novia. Matrimonio, vida conyugal y prácti
cas tTansnacionales en San Miguel Acuexcomac, Pueblo., Puebla, El Colegio de Michoacán/
Gabaccia, Donna ( 1 992) , Seeking common ground : multidisciplinary studies of immigrant women in
the United Statesb, Westport, Praeger.
García, Brígida y Orlandina de Oliveira (2006) , "La familia y el trabajo: principales enfoques
teóricos e investigaciones sociodemográficas ", en Enrique de la Garza ( ed. ) , Trotado Lati
noamericano de Sociología, México, Anthropos.
Gardner, Katy (2006) , "The transnational work of kinship and caring: Bengali-British marria
ges in historical perspective", Global Networks, (6)4: 373-387.
Gielis, Ruben. (2009) , "A global sense of migrant places: towards a place perspective in the
study of migrant transnationalism", Global Networks, (9)2: 271-287.
Gledhill, John ( 1995) , "The family united and divided: migration, domestic life and gender
HERMINIA GONZÁLVEZ TORRALBO
relations", en jorn Gledhill (ed. ) , Neoliberalism transnationalization and rural puuerty . A case
study of Michoacán, México, Oxford, Westview press
Gonzálvez, Herminia ( 2007) , "Familias y hogares transnacionales: una perspectiva de géne
ro", Puntos de Vista. Cuadernos del observatorio de las migraciones y de la conviviencia intercultural
de la ciudad de Madrid, 1 1 : 7-26.
Grasmuck, Sherry y Patricia Pessar ( 1 99 1 ) , Between two islands: Dominican intemational migra
tion, Berkeley, University of California Press, Berkeley.
Grau, Jordi (2006) , Procreación, género e identidad. Debates actua/,es sobre el parentesco y la familia
en clave transcultura� Barcelona, Bellaterra.
Gregorio, Carmen ( 1 997) , "El estudio de las migraciones internacionales desde una perspec
tiva de género", Migraciones, 1 : 1 45-1 74.
--- ( 1 998) , Migración femen ina. Su impacto en las relaciones de género, Narcea, Madrid.
--- (2009a) , 'Silvia ¿Quizá tenemos que dejar de hablar de género y migraciones? Tansi-
tando por el campo de los estudios migratorios", Cauta de Antropowgía, núm. 25.
--- (2009b) , Género y migracion, Universidad de Castilla-La Mancha, Albacete, material
docente.
Hondagneu-Sotelo, Pierrette ( 1 992) , "Overcoming Patriarchal Constraints: the reconstruc
tion of gender relations among Mexican immigrants women and men ", en Gender and
Society, (6) 3: 393-4 1 5 .
--- ( 1 994) , Gendered transitions. Mexican experiences of immigration, California, U niversity of
California Press,
--- ( 1 999) , "lntroduction. Gender and contemporary U.S. immigration ", American Beha
fornia Press.
Hondagneu-Sotelo, Pierrette y Ernestina Ávila ( 1 997) , "'l'm here, but l'm there': the
meanings of Latina transnational motherhood", Gender and Society, 1 1 (5 ) : 548-5 7 1 .
Hondagneu-Sotelo, Pierrete y Cynthia Cranford ( 1 999) , "Gender and Migration", e n Satz
man Chafetz ( ed. ) , Handbook of the sociowgy ofgender, Nueva York, Kluwer.
Huang, Shirlena y Brenda Yeoh ( 2005) , "Transnational familiaes and their children's educa
tion: China's 'study mother's in Singapore", Gwbal Networks, 5 (4) : 379-400.
Jelin, Elisabeth ( 1 998) , Pan y afectos. La transformación de las familias, España, Fondo de Cul
tura Económica.
Jelin, Eelisabeth y Gustavo Paz ( 1 99 1 ) , Familia/género en América Latina: cuestiones históricas y
rontemporáneas, Buenos Aires, AECID.
Juliano, Dolores y Danielle Provansal ( 2008) , "Conocimiento, migraciones y género", en En
rique Santamaria (ed. ) , en Retos epistemológicos de las migraciones transnaciona/,es, Barcelona
Anthropos.
Kibria, Nazli ( 1 994) , "Household structure and family ideologies: the dynamics of immigrant
economic adaptation among vietnamese refugees", Social Problnns, 41 ( 1 ) : 81-96.
León, Magdalena ( 1 994) , "La identidad se construye ¿en la familia?", en R. Rodríguez (ed.) ,
Familias Siglo XXI, Santiago d e Chile, Isis International,
Lomnitz, Larissa ( 1 977) , Networks of marginality: life in a Mexican shantytown, Nueva York, New
York Academic Press.
Mahler, Sarah ( 1 995) , American Dreaming: Immigrant Life on the Margins, Princeton, Princeton
University Press.
Mahler, Sarah y Patricia Pessar (200 1 ) , "Gendered geographies of power: analyzing gender
across transnational spaces", en ldentities: global studies in culture and power, 7 ( 4) : 441-459.
--- ( 2006) "Gender matters: ethnographers bring gender from the periphery toward the
Martínez Veiga, Ubaldo (2004) , Trabajadores invisibles. Precariedad, rotación y poúrer.a de la inmi
gración en España, Madrid, Catarata.
Mayer, Philip ( 1 961 ) , Towsmen m- tribesmen: Conservation and theprocess ofurbanization in a South
African city, Oxford, Oxford University Press,.
Menjívar, Cecilia (2000) , Fragmented ties: Salvadoran immigrant networks in America, Berkeley,
University of California Press.
Moore, Henrietta ( 1 99 1 ) , Antropowgía y feminismo, Valencia, Universitat de Valencia.
Parre ñas, Rachel (200 1 ) , "Mothering from a distance: emotions, gender and intergeneratio
nal relations in Filipino transnational families", Feminist Studies, 27(2) : 361-390.
Pedraza, Silvia ( 1 99 1 ) , "Women and migration: the social consequences of gender", Annual
Reuiew of Sociowgy, 1 7: 303-325.
Pessar Patricia ( 1 986) , "The role of gender in Dominican settlement in the United Stated",
en June Nash y Heleo Safa ( eds. ) , Women and change in Latin America, Massachussets, Ber
gin & Garvey Publishers.
-- ( 1 999) , "Engendering migration studies. The case of new immigrants in the United
States", American Behavi<fral Scientist, 42 (2) .
Pessar, Patricia y Mahler Sarah (2003) , "Transnational migration: bringing gender in", Inter
national Migration Reuiew, 37 ( 3) : 8 1 2-846.
Pribilsky,Jason (2004) , "Aprendemos a Convivir: conjuga! relations, co-parenting, and family
life among Ecuadorian transnational migrants in New York city and the Ecuadorian An
de s , Gwbal Networks, 4(3) : 299-3 1 1 .
"
-- (2007) , La chulla vida: gender, migration, and the family in Andean Ecuadm- and New Yorli
City, Syracuse, Syracuse University Press.
Puyana, Yolanda (2007) , "El familismo: una crítica desde la perspectiva de género y el femi
nismo", en Yolanda Puyana y María Himelda Ramírez (ed. ) , Familias, caminos y estrategias,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Colección CES.
Rivas, Ana María (2007) , "Transformaciones socioculturales y cambios familiares: continui
dades y rupturas", en Carmelo Lisón (ed. ) , Introducción a la antropowgía social y cultural
Teoría, método y práctica, Madrid, Akal.
Sassen, Saskia ( 2003) , Contrageografias de la gl,obalización. Género y ciudadanía en ws circuitos
transfronteriz.os, Madrid, Traficantes de sueños.
Stacey, Margaret ( 1 986) , "Gender and Stratification", en Rosemary Crompton y Michael
Mann (ed. ) , Gender and Stratiftcation, Cambridge, Polity Press.
Suárez Liliana (2007) , La perspectiva transnacional en ws estudios migrat<frios. Génesis, derroteros, y
surcos metodológicos, V Congreso sobre la inmigración en España: migraciones y desarrollo
humano, Valencia.
Thome, Barrie y Marilim Yalom ( 1 982) , Rethinking the family: some feminist questions, Nueva
York, Longman.
Tienda, Marta y Karen Booth ( 1 99 1 ) , "Gender, migration and social change", Intemational
Sociowgy, 6 ( 1 ) : 5 1 -72.
Uzzel, Douglas ( 1 979) , "Conceptual fallacies in the rural-urban dichotomy", Urban Anthropo
Wgj, 8: 333-350.
Yanagisako, Silvia ( 1 979) , "Family and household: the analysis of domestic groups", Annual
Reuiew ofAnthropowgy, 8: 1 61-205.
Yeoh, Brenda et aL (2005) , "Transnationalizing the 'Asian' family: imaginarles and strategic
intend", Gl.obal Networks, 5 (4) : 337-358.
SOCIEDAD Y PROSTITUCI ÓN DE NIÑ OS, NI ÑAS Y ADOLESCENTES,
¿QU É TIENE PARA DECIR EL FEMINISMO?
SUSANA ROSTAGNOL*
INTRODUCCIÓN
Este artículo se basa en una investigación sobre prostitución de niños, niñas y ado
lescentes realizada en Montevideo y área metropolitana (Rostagnol, 2007a; Rostag·
nol y Grabino, 2008) por convenio UNICEF-RUDA. En dicha oportunidad, se optó por
investigar las situaciones menos extremas, y por lo tanto más comunes e invisibili
zadas, porque ellas guardan mayor relación con los "imponderables de la vida co
tidiana". A partir del análisis de los mecanismos descontinentadores y facilitadores
para el ingreso y permanencia en la situación de prostitución, se discute la manera
en que la sociedad procesa el fenómeno: silenciándolo, reproduciéndolo y colocán
dolo en los márgenes.
* Universidad de la República.
1 Me baso en la Reunión de seguimiento del 11 Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Co
mercial de Niños, Niñas y Adolescentes, América Latina y El Caribe 2004.
2 Compromiso para una estrategia contra la Explotación Sexual Comercial y otras formas de violencia sexual a la
infancia y a la adolescencia en la región de América Latina y Caribe, Montevideo, noviembre de 2001 . Consulta
gubernamental regional sobre Explotación Sexual Infantil, <WWW .derechosdelainfancia.cl/docs/imgs/
imgs_doc/ 1 40.pdf>.
SOCIEDAD Y PROSTITUCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES 1 59
En este artículo no voy a considerar la trata; sin embargo, es necesario dejar cons
tancia del aumento de víctimas de trata entre los y las menores de edad con fines
de explotación sexual.3 Si bien tampoco voy a referirme al acoso por Internet, es
preciso mencionar la magnitud de este problema;4 así como la pornografia infantil
en diversos formatos incluyendo Internet.
Las actividades sexuales eróticas remuneradas no se restringen a las relaciones
coitales, sino que incluyen también cualquier forma de relación sexual o actividad
erótica que implique acercamiento físico-sexual entre la víctima y el explotador.
La Declaración de Estocolmo5 sigue a la Convención sobre los Derechos del
Niño6 , en cuanto a la protección estatal contra todas las formas de explotación
y abuso sexual. Define la Explotación Sexual Comercial de los niños, como "una
violación fundamental de los Derechos del niño. Ésta comprende el abuso sexual
por adultos y la remuneración en metálico o en especie al niño o niña y a una ter
cera persona o varias. El niño es tratado como un objeto sexual y una mercancía.
La explotación sexual comercial de los niños constituye una forma de coerción y
violencia contra los niños, que puede implicar el trabajo forzoso y formas contem
poráneas de esclavitud" (Declaración de Estocolmo, artículo 5: l) .
La Declaración evita esgrimir como excusa para la existencia de la ESCNNA las dis
tintas situaciones de pobreza en que se encuentran amplios sectores de la infancia y
adolescencia. Es importante resaltar que asume que en el fenómeno intervienen dis
tintos agentes de la sociedad. Se destaca, por otra parte, la relación de poder entre
el adulto y el niño previa a la relación de prostitución, que la posibilita. Asimismo,
exonera a las víctimas infantiles de toda culpa. Se trata de un enfoque no punitivo.
El III Congreso Mundial Contra la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adoles
centes llevado a cabo en noviembre de 2008 en Río de Janeiro (Brasil) afirmó que no
obstante el tiempo transcurrido desde el Congreso de Estocolmo y, pese a las obliga
ciones establecidas en el Protocolo Facultativo sobre la Venta de Niños, Prostitución
Infantil y Pornografía Infantil, "muchos estudios señalan que la explotación sexual
de niños y adolescentes aumenta con el creciente tráfico de niños para fines sexua
les, la explotación llevada a cabo por el turismo, la proliferación de la paidofilia, so
bre todo en Internet, así como la explotación sexual en el contexto de catástrofes, en
los conflictos armados y en áreas con alto índice de VIH/ sida" ( III Congreso Mundial
Contra de la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes) .
' El estudio de Azucena Soledispa Toro (2006) para Ecuador muestra Ja complejidad de Ja trata de
niños, niñas y adolescentes tanto con fines de explotación sexual comercial como para mendicidad u
otros fines. Diana González y Andrea Tuana (2007) hacen una breve referencia a Ja población menor
de 18 años en su estudio sobre Ja trata de mujeres con fines de explotación sexual. Se estima en 1 50 000
mujeres adultas latinoamericanas llevadas a Europa por traficantes (Quintanilla, 2003) .
• Un estudio realizado en Estados Unidos da cuenta que uno de cada cinco niños o niñas que entran
a Internet, reciben propuestas de extraños para mantener relaciones sexuales (UNICEF, 2006) .
5 En el año 1 996 se realiza en Estocolmo, Suecia, el Primer Congreso Mundial Contra Ja Explotación
ESCNNA Y PROSTITUCIÓN
LA SITUACIÓN EN URUGUAY
En Uruguay, al igual que en otros países de la región, no existen datos oficiales que
den cuenta del número de niños, niñas y adolescentes en situación de prostitución.
En septiembre de 2005, en el marco del Seminario que tuvo lugar en Montevideo,
realizado por la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y
Cultura junto a la Oficina de OIM-Cono Sur, "el representante de Interpol para la
región destacó que no había ningún dato oficial sobre la trata y tráfico de personas
SOCIEDAD Y PROSTITUCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
7 UNICEF ha realizado un estudio sobre prostitución infantil y adolescente en Uruguay ( UNICEF, 200 1 ) ,
y h a llevado a cabo junto a la Red Uruguaya de Autonomías una investigación centrada e n niños, niñas
y adolescentes en situación de prostitución, "Historias en el silencio" (Rostagnol, 2007a) , cuya segunda
parte se está desarrollando actualmente.
8 Este tema está extensamente tratado en Rostagnol (2007b) .
SUSANA ROSTAGNOL
9 Esto no debe tomarse como una relación causal, ya que son muchos los niños, niñas y adolescentes
que sufren abuso sexual intrafamiliar y no pasan luego a estar en situación de prostitución.
SOCIEDAD Y PROSTifUCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
diferente escala y de diversos modos, más allá de sus vulnerabilidades individuales previas.
Está presente de manera directa en la vida cotidiana de las personas, en el entramado social,
no en los márgenes. Asumir esta premisa implica asumir nuestra cuota de responsabilidad
en la reproducción de estas situaciones que son por demás impunes" (Rostagnol, 2007a: 1 1 ) .
10
El esquema está tomado de Rostagnol y Grabino, 2008: 1 63; y de Rostagnol 2007a.
11
Acá uso de manera genérica el término "cliente", dejando de lado la discusión conceptual en tomo
a su uso, a la vez que acordando en que todo cliente es un explotador.
SUSANA ROSTAGNOL
12
En entrevista a Página12 realizada por Sandra Chaher.
13 En Uruguay el Instituto de Niños y Adolescentes del Uruguay ( INAU ) no tiene registros, ninguna
"entrada" de menor de edad en situación de calle tiene relación con la prostitución, aunque se sabe que
en muchos casos es su medio de vida.
14 Algunas ONG dedicadas al trabajo con infancia y adolescencia con quienes entramos en contacto
durante la investigación referida, negaban que alguno de los chicos o chicas con quienes estaban en
contacto, ejercieran de manera habitual o esporádica, la prostitución. En algunos casos ellos(as) nos lo
contaron, solicitándonos no decirles nada a los educadores.
SOCIEDAD Y PROSTITUCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
ganancias, tantas que es posible "comprar" a agentes de los estados. En una esca
la menor, algunos casos estudiados en la investigación de referencia mostraban
que la familia del menor de edad vivía del dinero proporcionado por el proxe
neta. En otros casos aparecen coirnas pagadas que permiten pensar que algunos
funcionarios pueden llegar a obtener un sobresueldo por esta vía.
- Todo lo relacionado con la prostitución es eminentemente político, tiene que
ver con la política sexual, con relaciones de dominación a través del control de
las sexualidades. La invisibilidad permite continuar con el sistema de domina
ción instituido.
- Los "mandatos" culturales sobre la feminidad y la masculinidad permiten que
ciertas prácticas cercanas a la prostitución pasen inadvertidas, y por lo tanto, con
frecuencia la situación de prostitución es vista corno una "cuestión de grados",
no de derechos.
- La mayoría de los "clientes" necesitan que el fenómeno se mantenga en la invi
sibilidad.
por las mujeres. Esto deviene en que en los noventa algunas feministas hablasen del
derecho a prostituirse. Se superponen los legítimos intereses de las prostitutas a ser
reconocidas como trabajadoras con toda la dignidad correspondiente; y un tipo de
trabajo que trasciende la conceptualización de trabajo y que pone en juego otros
aspectos, especialmente la violencia simbólica intrínseca al acto mismo. En el caso
de los menores de edad, la pregunta que sobrevuela es dónde se coloca la línea
divisoria entre los menores y mayores.
Carole Pateman ( 1 988) afirma que la ley del estatus desigual entre los géneros
instaurada por la violación -como apropiación por la fuerza de todas las hembras
de la horda- es anterior al contrato entre los hombres --derivado del asesinato
del padre como acto fundacional de la cultura-. La regulación por medio del es
tatus precede la regulación contractual. Para ella, el sistema de estatus inherente al
género continúa actuando detrás de la formalidad del contrato, "nunca desaparece
del todo y, en lo concerniente a las relaciones de género, hace que el sistema con·
tractual jamás pueda alcanzar una vigencia plena" (Pateman en Segato, 2003: 28) .
Avanzando e n el análisis feminista de la PNNA, yo diría que l a regulación a través
del estatus coexiste con la contractual. Pueden definirse claramente ambos niveles:
el contrato entre pares (proxeneta y cliente, y de manera más general, sociedad y
cliente) , y la regulación por estatus (cliente y niño, niña o adolescente prostituido,
y de manera más general sociedad y niño, niña o adolescente prostituido) . Es en
tonces que, siguiendo a Pateman, el orden de estatus se restaura y revitaliza cíclica
mente, la estructura derivada de las relaciones de género no permite un régimen
completamente contractual, el orden del estatus permanece subyacente.
En su trabajo sobre la violación, para el cual entrevistó violadores condenados,
Rita Segato (2003) señala que para éstos no era claro que estuvieran cometiendo
un delito en el momento de perpetrar la violación. En investigaciones realizadas
sobre violencia contra las mujeres, tanto en el sistema judicial como entre víctimas
de violencia doméstica (Rostagnol et aL , 2009) 15 ciertas prácticas como amenazas
verbales, con armas, golpes entre otros comportamientos, no eran visualizados -ni
por las mujeres víctimas, ni por jueces y otros operadores judiciales- como parte
de una situación de violencia. Estos ejemplos muestran el grado en que el sistema
de estatus permea los sentidos de prácticas cotidianas.
El orden de estatus que define las relaciones de género y generación presentes
en la organización social tiene en el control de las sexualidades un mecanismo pri
vilegiado de reforzamiento del sistema de dominación masculina. En esta relación
de profunda asimetría, los cuerpos de las mujeres y de las muy jóvenes en especial,
están a disposición de los varones para satisfacer sus deseos sexuales. En la prosti·
tución en general y en la PNNA en particular es donde esta relación se satisface de
manera más plena. Maria das Neves Rodríguez lo dice con elocuencia,
El cuerpo de la mujer equivale, entonces, a una mercadería. Y como mercadería, tiene la pro
piedad de satisfacer necesidades, propiciar gratificación sexual, realizar deseos y fantasías.
Sin embargo, no hay deseo o satisfacción sexual por parte de la prostituta [ . . ] . El hombre,
.
Carole Pateman considera la prostitución como una parte integral del capitalis
mo patriarcal. Los hombres pueden comprar el acceso sexual a los cuerpos de las
mujeres en el mercado capitalista. El derecho patriarcal está explícitamente incor
porado en la "libertad de contrato". Las prostitutas están totalmente disponibles a
todos los niveles del mercado para cualquier hombre que pueda pagar una y ellas
con frecuencia son proporcionadas como parte de transacciones diplomáticas, polí
ticas y de negocios. Sin embargo, las formas públicas de esta empresa capitalista son
menos visibles de lo que podría ser. Como otras formas de empresas capitalistas, la
prostitución es vista como una empresa privada, y el contrato entre cliente y pros
tituta es visto como un arreglo privado entre comprador y vendedora (Pateman,
1988: 1 87) .
Apenas un paso separa esa relación asimétrica donde uno recibe y la otra da, y
una relación mercantil. En su análisis sobre masculinidad y ESCNNA Salas y Calvo
señalan esta percepción del cuerpo/objeto de las mujeres: "el sexo y los cuerpos
adquieren carácter de mercancía y, por lo tanto, los hombres acceden al sexo co
mercial desde una lógica del mercado" (Salas y Calvo, 2004: 1 63) .
La globalización neoliberal que alcanza a toda a región 1 6 conlleva una cultura
de mercado, en la cual todo es mercancía, incluso las personas, todo tiene un
precio, se vende y se compra. Obviamente esta cultura facilita la existencia de la
PNNA. El negocio del sexo se expande. La Organización Internacional del Trabajo
(OIT) ubica este rubro como "sector sexual", que incluye diversos servicios sexua
les, entre ellos turismo sexual, fabricación y comercialización de artículos sexuales,
proxenetismo. El negocio del sexo mueve mucho dinero, la única manera que
tienen los estados de obtener una recaudación a partir de ellos, es legalizando las
prácticas. Y eso ha venido sucediendo con características específicas en distintos
países de la región.
Tanto la postura feminista que argumenta que las prostitutas son trabajadoras
como cualquier otra trabajadora; como la defensa contractual de la prostitución, se
basan en la suposición de que las mujeres son "individuos", con completa propie
dad sobre sus personas. En este aspecto se unen los intereses tanto de prostitutas
organizadas como de los clientes y los empresarios de la industria del sexo. Esta
postura desconoce el orden del estatus.
Es preciso no confundir prostitutas adultas o niños, niñas y adolescentes prosti
tuidos, con prostitución. Las personas merecen ser tratadas como sujetos íntegros,
dignos; pero eso no significa considerar que en la prostitución se intercambian dos
tipos de mercadería, como en una transacción comercial regular. Se entra al con
trato de prostitución con un cliente masculino, no con un empleador. La prostituta
puede ser una empleada pagada o entrar en la clasificación de titular de empresa
16
No desconozco las otras "economías" que en muchos lados conviven con el capitalismo neoliberal,
sean estas economías tribales y campesinas, o economías solidarias del tipo del comercio justo.
1 68 SUSANA ROSfAGNOL
17 Con frecuencia se esgrimen ejemplos sobre todo de deportistas de disciplinas como gimnasia olím
pica.
SOCIEDAD Y PROSTITUCIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES 1 69
BIBLIOGRAFÍA
Barry, Kathleen ( 1 995) , The prostitution of sexuality, Nueva York, New York University Press.
Bourdieu, Pierre ( 1 997) , Rozones prácticas, Barcelona, Anagrama.
Chaer, Sandra ( 2006) , "'El mapa del territorio' , entrevista a Mercedes Assorati", Las 12, pági
na 12, 1 3 de enero, <www.paginal2.com.ar/diario/suplemento/las l / 1 3-2447-2006-02-09.
html>, mayo de 2006.
Chejter, Silvia (coord.) ( 1 999) , La expwtación sexual de niñas, niños y adof.escentes, Informe na
cional, Argentina, mimeo.
Dworkin , Andrea ( 1 992) , "Prostitution and male supremacy", Michican]ournal o/ Gender and
Law, 31 de octubre, <www . igc.org/Womensnet/dworkin/MichLawjournall.html>, marzo
de 1998.
Firestone , Shulamith ( 1 976) , Dial.éctica del sexo, Barcelona, Kairós.
Human Rights Task Force on Cambodia (s.f. ) , Cambodia: prostitution and sex trafficking: a
growing threat to the human rights of women and chiláren in Cambodia, <www . hrsolidarity.net/
mainfile.php/ 1 996vol06no04/21 9/>, noviembre de 2008.
Lamas, Marta ( 1 993) , "El fulgor de la noche: algunos aspectos de la prostitución callejera en
la ciudad de México", Debatefeminista, 4 (8) : 1 03-1 36.
Llp szyc, Cecilia (2003) , "Mujeres en situación de prostitución: ' ¿esclavitud sexual o trabajo
sexual ? ' " , SeriAs para el debate , pp. 55-70 . .
Martínez, Rodolfo ( 2008) , "Explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes. De
la vulneración a la protección de derechos: un camino posible ", Cuadernos del CIE], Centro
de Investigación y Estudios judiciales, Asociación de Funcionarios judiciales del Uruguay,
Montevideo, Af]U , 22 pp.
Millet, Kate ( 1 995) , Política sexua� Madrid, Cátedra.
Navarrete, Margarita, "La trata de personas en Uruguay", en Reunión Latinoamericana y del
Caribe contra la Trata de Personas. Santo Domingo 25-30 de abri� <www .observatoriomercosur.
org.uy/UserFiles/File/conferencia_ trata.pdf>, agosto de 2007.
Organización Internacional del Trabajo, s.f. , The sexual sector, Manila.
Osborne, Raquel ( 1 989) , Las mujeres en la encrucijada de la sexualidad. Barcelona.
Pateman, Carole ( 1 988) , The sexual contract, Stanford, Stanford University Press.
Quintanilla, Tammy (2003) , "Servicios sexuales: locales, exportados e importados", SeriAs
para el debate, pp. 71-78.
Rodríguez, Maria das Neves ( 2003) , "Prostitución: ¿trabajo sexual o esclavitud sexual? ", SeriAs
para el debate, pp. 31-44.
Rostagnol, Susana (2007a) , Historias en el silencio. Prostitución inantil y adof.escente en Montevideo
y área metropolitana, Valeria Grabino, col . , UNICEF/RUDA, Montevideo, UNICEF.
SUSANA ROSTAGNOL
Rostagnol, Susana (2007b) , "Los pobres y las pobres, ¿tienen derecho a los derechos sexuales
y a los derechos reproductivos? ", SeriAs para el debate, núm. 5, Lima.
--- (2006) , "Investigación sobre explotación sexual comercial de niños, niñas y adoles
Romero (comp. ) , Anuario Antropología Social y cultural en Uruguay 2000, Montevideo, Facul
tad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Nordam, pp. 87-97.
Rostagnol, Susana y Valeria Graabino ( 2008 ) , "¿Violencia tolerada? Prostitución de niñas,
niños y adolescentes en Montevideo", en Rafael Paternain y Rafael Sanseviero (comp . ),
Violencia, inseguridad y miedos en Uruguay i. qué tienen para decir las ciencias socia/,es ,, Montevi
deo, Friederich Ebert Stiftung, pp. 1 6 1 - 1 68.
Segato, Rita Laura ( 2003) , Las estructuras e/,ementa/,es de la violencia. Ensayos sobre género entre la
antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmas.
Soledispa Toro, Azucena ( 2006) , Estudio rápido sobre causas, consecuencias, magnitud, mecanis
mos, circuitos, fines y otras importantes características de la trata de niños y niñas y ado/,escentes en
Ecuador, Quito, OIT/Ecuador.
III Congreso Mundial Contra de la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes,
<http:/ / www . iiicongressomundial.net/ index. php?pg=home&inicial=2&id_pg=28&sid=9
e52 1 6dbd556bad90b5346cd62633c l O&id_sistema=2&id_idioma=3>, diciembre de 2008.
UNICEF ( 2006) La situación en el Perú, <www . unicef.org/peru/_files/notas_prensa/ carpetasin
formativas/ explotacion_sexual_comercial_infantil.pdf>, diciembre de. 2008.
Vanee, Carole ( 1 989) , "El placer y el peligro: hacia una política de la sexualidad", en Carole
Vanee (comp. ) , Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina, Madrid, Revolución.
LOS CUERPOS FRAGMENTADOS DE LA GLOBALIZACI ÓN:
D E LA ESTÉTICA A LA MATERNIDAD
INTRODUCCIÓN
tos que se ofrecen para determinadas partes del cuerpo, para ciertas edades y para
mujeres con características específicas es una tendencia altamente lucrativa. El cre
cimiento de las operaciones estéticas y las ofertas de "viajes de salud-transformación
fisica" son una muestra evidente del grado en el que las mujeres estamos interiori
zando esas representaciones y convirtiendo prácticas médicas, antes ocasionales y
ligadas a ciertas clases sociales, en rutinas que afectan a unas más que a otras pero
a todas por igual.
Del mismo modo son cada vez más los sesgos ideológicos que se desarrollan en
tomo a la maternidad. Por un lado, los úteros, el feto, los óvulos o incluso la leche
materna son más valorados que la experiencia femenina. Por otro, ser madre se
está reasignando como una experiencia que hay que vivir desde la "naturalidad"
de nuestros cuerpos en un claro enfrentamiento con la creciente medicalización.
Pero los nuevos mitos de la maternidad, en realidad, contribuyen a crear una fuerte
segmentación entre mujeres de los países más desarrollados y aquellos a los que se
niega el desarrollo.
Para muchas mujeres inmigrantes, el capital familiar recae fundamentalmente
en su responsabilidad y las dificultades para la reunificación con sus parejas e hijos
se incrementan desde la legislación. La posición en la que se encuentran los hom-
* Universidad de Sevilla.
ASSUMPTA SABUCO CANTÓ
bres en los países de origen resulta muy problemática ya que rompe con el modelo
tradicional del "cabeza de familia". Desde una perspectiva relacional, los hombres
se están incorporando como objetos a las industrias de consumo cosmético con
diferencias que hay que señalar igual que resulta necesario analizar los contrastes
que plantean las nuevas paternidades en función de los grupos sociales. Lejos de ser
equiparables las identificaciones que propone el mercado ahondan en la desigual
dad estructural que legitima el dominio de unos frente a otras.
La estructuración de nuestra exposición tendrá como eje los elementos comu
nes de los que se sirve el patriarcado para crear un "nuevo" modelo de mujer en el
que los movimientos feministas se enfrentan con la consiguiente pérdida de poder.
Frente a esta situación consideramos necesario un debate en el que aunar perspec
tivas y medidas alternativas. Las diferentes concepciones sobre la belleza, la salud y
la experiencia corporal siguen siendo uno de los focos más importantes para des
enmascarar los intereses de unas representaciones que se imponen como únicas y
permanentes.
de las mamas, hasta la reconsuucción de los pezones o del aparato genital- y las
mujeres sin los suficientes recursos, propios o familiares, se sienten alejadas de las
opciones que disfrutan los sectores más ricos.
Las formas de dominación se dan a través de la diferencia estética por la edad en
tre unas, las mayores, obligadas a parecer adolescentes a través de las operaciones, el
régimen permanente y los gimnasios caros, mientras las jóvenes, obsesionadas con las
marcas, embellecen sus cuerpos sometidos a la comparación frenética de la compe
tencia. Una competencia que altera las relaciones intra e intersexuales con una gran
incidencia en el caso de las mujeres que pertenecen a los sectores oprimidos.
A finales del siglo XX y durante esta primera década del siglo XXI, la natalidad
ha disminuido como resultado del retraso en la incorporación de los (as) jóvenes
al mercado de trabajo estable, la preferencia por aumentar el tiempo del ciclo vital
sin cargas familiares, el aplazamiento de la gestación hasta edades avanzadas y las
nuevas fórmulas de obtención de descendencia. Para muchas mujeres priorizar el
cuidado propio frente a las responsabilidades del cuidado a los otros, especialmen
te, en lo que se conceptualiza como "cargas familiares" está vinculado al deseo de
"disfrute" y mantenimiento del propio cuerpo. En claro contraste, para otras muje
res, para aquellas que se encuentran fuera del sistema hegemónico, tener hijos si
gue siendo una de las maneras de realización donde el cuerpo actúa como soporte y
límite por sus características particulares. Pero, en ambos casos, las mujeres estamos
sometidas al creciente peso de la medicina occidental y de las políticas estatales que
han modificado las plataformas de planificación familiar por los nuevos modelos
de salud reproductiva, bajo la supervisión de profesionales cualificados. La estrecha
relación entre tendencias demográficas, control de la reproducción e ideologías
estatalistas ha sido un elemento recurrente en las reivindicaciones feministas ya que
es, el cuerpo de las mujeres, el objeto en el que convergen estos tres factores.
Desde que se vindicaran derechos iguales para hombres y mujeres durante el siglo
XIX, la experiencia de parir, la conciencia de ser reproductoras fue uno de los argu
mentos en los que se apoyó la paridad entre los sexos. Hubertine Auclert afirmaba
en su Programme é/,ectoral des Jemmes, en 1 885: "Si se conceden derechos por haber
matado a los hombres, deberían atribuirse más derechos por haber creado la hu
manidad".
La búsqueda de cuidados a los otros como una forma de demostrar el aprecio,
la conformidad con la normativa que modelaba el cuerpo de las mujeres en tanto
que eran entregados a "otros (as) " fue, simultáneamente, un elemento de sumisión
y de resistencia.
La primera ola del movimiento feminista estuvo anclada en las actividades de
mujeres que luchaban por una mejora en las condiciones sociales de los más des
protegidos. El apoyo a los esclavos en Estados Unidos movilizó la lucha por la ciu-
LOS CUERPOS FRAGMENTADOS DE LA GLOBALIZACIÓN
dadanía femenina pese a los obstáculos que las reducían a ser, ante todo, madres
esposas. En aquel momento, el orgullo de lo que se definía como específicamente
femenino tuvo, por parte de algunas asociaciones de mujeres, una traducción polí
tica: el cuidado y la protección eran armas para el progreso de la sociedad. En esta
valoración no se recurría a los fundamentos biológicos que en nuestros días están
tan interiorizados. Hay que tener en cuenta que muchas mujeres pobres se gana
ban el sustento mediante la lactancia a hijos o la educación de la prole de las clases
más ricas. El ama de leche y las institutrices ocupaban un puesto privilegiado entre
la servidumbre de las clases medias. Para muchas burguesas el hecho de parir no
impedía buscar a otras mujeres para que desempeñaran las funciones que ellas no
pretendían asumir por su prestigio social. De ahí que se reivindicara una diferencia
en los modos de comportamiento que separaban a hombres y mujeres pero que se
distanciara este modelo de conducta de la biología o la necesidad de ser madre para
llegar a ser una mujer completa o realizada. La reivindicación sobre "la maternidad
como una función social " estaba muy difundida e interiorizada en países europeos
como Francia, Alemania, Italia o Noruega y se implantó como un modelo mixto en
muchos de los países colonizados.
A diferencia de las leyes de beneficencia contra la pobreza o de asistencia públi
ca, el Estado se consolidó en tomo a la adopción de medidas de seguridad social
que afectaban a la maternidad y a las mujeres en general (Bock y Thane, 1 99 1 ) . Los
temores sobre un aumento de la población se vieron enfrentados a una realidad
drásticamente opuesta: el descenso de la natalidad desde finales del siglo XIX. La
sanidad pública trató de reducir la alta mortalidad infantil difundiendo consejos
sobre el cuidado durante la gestación, aumentando las condiciones higiénicas en
todo el proceso de reproducción y aconsejando unas mejor calidad en la salud de
las mujeres. Muchas mujeres comenzaron a reclamar un salario para las madres,
incluyendo a todas las que realizaban dichas funciones. Sin embargo, la tasa de na
talidad continuó descendiendo durante la primera guerra mundial, el periodo de
entreguerras y la segunda guerra mundial. La crisis económica y las guerras concen
traron las políticas de planificación central, como en el caso español estudiado por
Mary Nash ( 199 1 ) imponiendo una ideología pronatalista que sobrevaloraba a las
familias numerosas mediante incentivos y propaganda. A nivel general, las ayudas
y subsidios otorgados se realizaban para favorecer los intereses estatales o los de los
esposos al potenciar la dependencia de las mujeres hacia sus maridos. La exaltación
del padre trabajador y viril que era capaz de compensar los obstáculos en pro de su
familia demuestran el carácter autoritario con el que los estados y los grupos domés
ticos de un contexto histórico-cultural están relacionados.
El descenso en el número de hijas obedecía a las exigencias de un mercado com
petitivo y a la transformación de unos estados que optaban por la calidad frente a la
cantidad en el número de descendientes. A diferencia de las economías donde los
hijos (as) son una mano de obra indispensable y las mujeres una fuente de alianzas a
través del matrimonio, las exigencias de los años cincuenta y sesenta determinaron
un cambio en las prioridades demográficas. Betty Friedan , como terapeuta desveló
los problemas de salud sin nombre que se derivaban de una exaltación del papel
ASSUMPTA SABUCO CANTÓ
de la mujer como madre y esposa sin posibilidad de desarrollar sus propias necesi
dades o su potencial intelectual. Su obra, La mística de la feminidad, fue un referente
para las demandas de los años sesenta más centradas en el control de la sexualidad,
el derecho al aborto, la libertad en los modos de conducta y la igualdad en el acceso
al empleo. De ahí que se cristalizara una ideología sobre la maternidad como un
aspecto "tradicional", "peligroso" que podía entrañar un fuerte retroceso respecto
a los derechos adquiridos por las mujeres o que se encaminaran las reivindicaciones
feministas hacia las obligaciones que entraña la paternidad y el reparto de las tareas
en el hogar.
En el Estado español, a partir de los setenta el modelo de pureza y castidad que
había impuesto el gobierno franquista empezó a transformarse. La adquisición de
derechos como el divorcio, el aborto y las nuevas técnicas de planificación, ligados
al feminismo, fomentaron una nueva visión de la maternidad frente a los otros paí
ses a medida que el crecimiento económico y el cambio en los modelos de familia
se consolidaron a partir de los años noventa.
La globalización ha provocado un intenso debate en torno a los flujos migra
torios donde las políticas públicas sanitarias y las concernientes a la reproducción
adquieren una gran relevancia. Especialmente en los países de destino es necesario
regular y normalizar la presencia de esta población que cada vez está más feminiza
da y se caracteriza por su transnacionalidad.
Las nuevas investigaciones sobre procesos migratorios han roto supuestos básicos
en la bibliografia clásica. Por un lado, si éstos obviaban la vinculación existente
entre los lugares de origen y los de residencia asistimos a un interés creciente por
los lazos e interdependencias que establecen las personas migrantes entre sus gru
pos domésticos y sus comunidades locales y el lugar en el que trabajan o ubican su
hogar (Martín, 2006; Gregorio, 2002 y 2004) .Por otro, lejos de considerar el proce
so como un aspecto individual o colectivo en términos estatales se ha centrado el
marco de análisis en los grupos domésticos, en las familias desde las que se adoptan
estrategias o medidas de movilización. Por último, el papel de las mujeres en la di
namización de la economía y de la política así como su relevancia en la mayor parte
de los aspectos sociales está adquiriendo un protagonismo que impide la invisibi
lidad de los modelos tradicionales donde las mujeres se definían como "migrantes
pasivas" frente al protagonismo masculino. Esta negación de las mujeres como su
jetos se hacía extensible a su condición de miembros de un grupo doméstico en el
que participaban -con más influencia de la reconocida hasta ahora- en la toma
de decisiones.
Al considerar a las mujeres como agentes ligados a la reproducción y a los cuida
dos, a los trabajos domésticos y a la esfera de lo privado se legitimaba el silencio o la
invisibilidad de las mujeres migrantes. Así se consolida ideológicamente una visión
•.
LOS CUERPOS FRAGMENTADOS DE lA GLOBALIZACIÓN 1 79
sesgada en la que los hombres son los sujetos activos de la historia y los únicos pro
tagonistas de los cambios sociales.
Las relaciones de desigualdad y explotación entre los distintos países tienen unas
profundas raíces históricas (Bessis, 2002) que fundamentan y reproducen los dis
cursos de superioridad de Occidente. Las mujeres están siendo utilizadas en los
discursos y en las prácticas como los signos de la decadencia o inmoralidad de los
otros pueblos. Es a ellas a las que se recurre para ilustrar la opresión, el salvajismo
o el declive económico de otros países; ellas son acusadas como responsables en los
países de destino por mantener tradiciones culturales, incluso castigadas legalmen
te por reproducir en sus hijos e hijas lo que han aprendido de sus antepasados y lo
que les liga a su grupo de procedencia.
Las diferencias que dependen del país de origen, de la posición social, del año
y las condiciones de inserción impiden abordar una cuestión como la maternidad
en los diferentes colectivos de mujeres de un modo sistemático. Debemos tener en
cuenta que, como ha señalado Lila Abu Lughod, históricamente se han producido
intersecciones y cambios complejos en las naciones colonizadas empleando la ma
ternidad y la crianza como argumentos para legitimar el orden establecido o para
crear aspectos de resistencia. Los mecanismos cambiantes por los que se recluta
mano de obra femenina basada en el sistema de cupos marca un gran contraste
frente a las mujeres que llegaron al Estado español en condición de reagrupamien
to familiar. Además la ausencia de una legislación que equipare los distintos tipos
de matrimonio divide a muchos grupos domésticos sustentados por principios di
ferentes a la monogamia. Para muchas de ellas, lograr cuidar a sus hijos mientras
se encuentran trabajando en el exterior implica un mayor sacrificio personal tanto
por el intento de aumentar las remesas recortando sus gastos personales como por
su propia autoafirmación en tanto que madres. Si tenemos en cuenta que el mayor
nicho laboral se inserta en el servicio doméstico resulta fácilmente explicable la
opción a trabajar como interna aunque conlleve una fuerte pérdida del tiempo y
del espacio personal. Las demandas para el cultivo agrícola también se han visto
transformadas por la preferencia de mano de obra femenina. Cada vez son más
numerosos los casos de menores que asumen el riesgo de la migración como una
responsabilidad familiar o debido a la desestructuración de sus núcleos originarios.
La presencia de mujeres jóvenes embarazadas que arriesgan su vida en pateras no
debe separarse del valor que se concede al "nacer en" como un elemento clave en
Ja obtención de la ciudadanía.
La propia ley de extranjería limita las posibilidades de inserción y convierte a las
mujeres inmigrantes en un conjunto dificilmente homogéneo ya que es necesario
distinguir entre categorías legales -extranjeras residentes, extranjeras en situación
irregular-, formas de trabajo -la presencia en el estado a través de cupos, las acti
vidades vinculadas a la etnicidad como una estrategia conjunta- y de inserción so
cioeconómica. Las mujeres que se instalaron en el estado español acogiéndose a los
derechos de agrupación familiar mantienen una posición más estable vinculada a
las condiciones de ingreso y a la mayor regularidad laboral de sus esposos mientras
que la creciente demanda de una mano de obra femenina para los sectores agríco-
1 80 ASSUMPTA SABUCO CANTÓ
las y de servicios, especialmente, conlleva una menor duración en las estancias sin
tener en cuenta las condiciones familiares de los países de origen salvo para garan
_
tizar su reclutamiento. El hecho de tener familia es un requisito para muchos de los
empresarios y de las empleadoras que se aseguran de este modo el cumplimiento
de un contrato durante un tiempo limitado.
A diferencia de las mujeres que pueden optar por una adecuación entre su for
mación y su carrera profesional, la mayoría de las mujeres inmigrantes están em
pleadas en sectores informales de la economía sin que sus capacidades y competen
cias puedan desarrollarse.
El acceso a empleos fuertemente generiuulos como el trabajo doméstico muestran
que la conciliación, entendida tal y como la define la ley, adquiere una significación
distinta. Entre la variedad de actividades es importante subrayar las que se agrupan
bajo el término del cuidado, que incluyen pautas especializadas de entrenamiento,
acicalamiento, alimentación e higiene de niños, y(o) acompañamiento, atención
de ancianos que, en no pocas ocasiones, requieren de medidas y tratamientos que
entran en el ámbito de los trabajos sanitarios profesionalizados: cuidado de perso
nas con algún grado de invalidez, dietas o medicaciones pautadas. Es indudable
que hablamos de un universo amplio de actuaciones protocolarias, que requieren
del conjunto de unas habilidades específicas, claramente profesionales cuando se
desempeñan en el ámbito público. Sin embargo, en el ámbito privado no es la
cualificación , sino el afecto (Narotzky, 1 995) , el que otorga la capacidad para des
empeñarlas. En este ámbito el factor determinante es el vínculo que une a cuida
doras y cuidados; un vínculo contractual en el ámbito informal en el que confluyen
aspectos cualitativos diferenciales de género. El mantenimiento de la "feminidad"
con toda su carga naturalizadora es el factor que otorga no sólo la responsabilidad
del cuidado, sino la obligatoriedad del correcto desempeño. Cariño y conocimiento
se unen mediante una relación de carácter vinculante para ubicar a las mujeres en
una posición de inferioridad respecto a los hombres. Tanto en el caso de aquellas
que alcanzan a través del matrimonio una posición social reconocida y un prestigio
como esposas, como en el de las que trabajan para otras familias, son ellas las que
deben ordenar el ámbito familiar que asumen como propio. Las familias monopa
rentales o las mujeres solteras no escapan a este principio básico de la estructura
ción social. Las mujeres asumen y reproducen un modelo genérico que, pese a los
cambios en la esfera laboral y doméstica, mantiene el "don de la familiaridad" en el
cuerpo femenino.
La separación de espacios y la atribución de roles dicotómicos según el sistema
de sexo-género determinó el acceso diferenciado a la ciudadanía de los hombres
y las mujeres. Al ser el ámbito de lo público el espacio de prestigio, y al correspon
der éste a los varones, la carga simbólica de estas actividades va acompañada de su
alta valoración. Al hombre se le exige capacidad para tomar decisiones, gestionar
o mandar, ya que su función principal es la de proveer al grupo doméstico de los
recursos suficientes para la subsistencia. Un ideal que en el caso de muchas familias
separadas por la demanda de empleo femenino queda anulado para el esposo en
los países de origen.
LOS CUERPOS FRAGMENTADOS DE LA GLOBALIZACIÓN
a las formas idóneas de cuidados infantiles y presiden el momento del parto como
partícipes. La exaltación de la reproducción natural justifica que mujeres entre 40
y 50 años prefieran parir en sus casas, sin mediaciones técnicas ni farmacológicas
como un rechazo explícito a la tecnología. La trascendencia del momento justifica
la grabaciones del mismo en formato digital o la acumulación de "pruebas" sobre
los cambios corporales que experimentan las madres y sus hijos.
Sin embargo, las condiciones económicas y laborales dificultan el cuidado y la
crianza pese a las prestaciones temporales que otorgan los estados tanto por mater
nidad como por paternidad. La incompatibilidad horaria entre las jornadas labora
les y las escolares están generando una búsqueda de tiempo o de redes, institucio
nes específicas o empleos para la conciliación. El aumento en la esperanza de vida,
la disposición de tiempo, el afecto y el ahorro ha convertido a los padres de los y
las progenitoras en encargados de estas funciones. Pero mayoritariamente son las
mujeres de otras clases sociales, de grupos étnicos desfavorecidos o de países pobres
las contratadas para el desempeño de estas funciones. Para unas el ideal de belleza y
el de maternidad resulta alcanzable mientras que para otras se ven con la extrañeza
de lo inalcanzable sin el capital económico necesario. En ambos casos asistimos a
una revaloración de la naturaleza -pese a la artificiosidad tecnológica con la que
se construye- que invade nuestras representaciones corporales y favorece a los
intereses dominantes tanto a nivel político como económico.
Las inversiones y los beneficios monetarios, el crecimiento de profesionales de
la belleza y de la salud --especialmente la reproductiva-, el aumento de técnicas y
expertos en prácticas alternativas para nuestro cuidado así como la confluencia con
los intereses estatales pronatalistas conllevan graves riesgos: reforzar los modelos
desiguales de género, reinventar y apropiarse de la naturaleza cultural de nuestros
cuerpos y fomentar la división entre sectores sociales.
Éstas son algunas de las nuevas condiciones de sumisión a las que cedemos por
"nuestro propio bienestar" y el feminismo, que durante todo el siglo XX hizo de
nuestros cuerpos un arma de resistencia, no puede permanecer pasivo ante las ame
nazas más compulsivas de la globalización.
BIBLIOGRAFÍA
Abu Lughod, Lila ( 2002) , Feminismo y modernidad en Oriente próximo, Madrid, Cátedra.
Bessis, Sophie ( 2002 ) , Occidente y los otros. Historia de una supremacía, Madrid, Editorial.
Blazquez Rodríguez, Maria ( 2005 ) , "Aproximación a la antropología de la reproducción ",
ABRI, Revista de Antropología Iberoamericana, núm. 42, julio-agosto.
Bock, Gisel y Pat Thane ( 1 99 1 ) , Maternidad y políticas de género, Madrid, Cátedra, Colección
feminismos.
Bodoque, Yolanda y Mariajesús Montes ( 2002 ) , "El cuerpo del embarazo: poder, discursos y
representaciones", Barcelona, actas del IX Congreso de Antropología, FAEE.
Boucher, Manuel ( 2000) , Les théuries de l'integration. Entre universalisme et di.fferentiaüsme, París,
Harmattan.
As.SUMPTA SABUCO CANTÓ
[ 1 87]
1 88 JAHEL LÓPEZ GUERRERO
' Uno de los supuestos básicos de la ciencia es que ésta debe estar libre de valores, lo cual implica un
proceso que consiste en distinguir "entre valores objetivos y valores subjetivos, también denominados
valores cognitivos o constitutivos y valores no cognitivos o contextuales. Se considera que los primeros
son los propios de la ciencia y suelen mencionarse como tales la verdad (aproximada o no) , la precisión
o adecuación empírica, la unificación o poder explicativo, la capacidad predictiva, la simplicidad o la
elegancia. Las normas, preferencias e intereses que no tienen que ver con los valores cognitivos se deno
minan 'contextuales' [ . ] ". Desde esta visión de la ciencia, la neutralidad valorativa imprime imparcia·
. .
lidad, autonomía y neutralidad, la suma de estos elementos constituyen la objetividad del conocimiento
científico (Pérez Sedeño, 2005: 565) .
4 Por pensamiento critico entiendo un proceso en el que los paradigmas establecidos son cuestiona
dos debido a que éstos están asociados con formas de dominación, subordinación, opresión, exclusión
y desigualdad. Las feministas han utilizado como herramienta privilegiada del pensamiento critico la
deconstrucción, forma analítica que a través de la reflexividad permite mostrar las contradicciones y
las ambigüedades de un concepto, una categoría o una teoría; el desmontaje y una nueva construcción
conceptual y teórica engloban el procedimiento deconstructivo.
5 Las personas y grupos "considerados y tratados" como indígenas están colocados en una categoría
social que los marca a partir de atributos culturales, como diferentes frente a otras personas y grupos.
Esta diferencia los coloca en la base de una jerarquía que los posiciona, a su vez, como inferiores a los
grupos que los designan como tales. Lo indígena se define en complejas e históricas relaciones de poder,
en las cuales las diferencias culturales han sido convertidas en marcadores de desigualdad social. Desde
otra perspectiva "ser o sentirse indígena" remite a una identidad política que resignifica la categoría para
demandar reconocimiento y derechos específicos. Desde un punto de vista académico, lo indígena es
una categoría analítica que ha permitido a distintas disciplinas enmarcar y caracterizar como sujeto de
investigación a actores y grupos diversos, social y culturalmente, en un continuum histórico marcado por
la desigualdad social. Caracterizar a una persona, a un grupo o a varios grupos como indígenas, propor·
EN DIÁLOGO CON LA ANTROPOLOGÍA FEMINISTA 1 89
de datos en el trabajo de campo previo, entre los cuales, además del género, la edad
y(o) la generación constituían atributos para analizarse e interpretar la experiencia
de los grupos indígenas en contextos de migración.6 A partir de estas dos ideas ini
cié la reelaboración de la propuesta de investigación.
Definitivamente las mujeres jóvenes indígenas residentes en la ZMCM serían des
de entonces el foco de atención. Pero ¿quiénes debían ser el sujeto empírico de la
investigación?, ¿cuál sería el rango de edad para definirlas como jóvenes?, ¿de qué
grupo étnico en particular elegiría a las mujeres? Y, principalmente ¿qué problemá
tica de investigación me plantearía con respecto a ellas?
La respuesta provino en primera instancia de un programa televisivo y del tra
bajo de un fotógrafo documentalista; ambos describían a un conjunto de jóvenes
migrantes rurales, asegurando que la mayoría tenían un origen indígena. Ni en la
televisión, ni en la obra fotográfica de Federico Gama se daban muchos datos sobre
la presencia de mujeres, pero las imágenes mostraban a algunas de ellas, a quienes
decidí a partir de ese momento, convertir en las sujetas de investigación en esta
nueva propuesta, la cual fue tomando forma a partir de la revisión bibliográfica y la
investigación de campo.
ciona por un lado, un marco general para definir características comunes emanadas de un proceso de
heterodesignación de larga historia y complejo alcance, y por otra parte, posibilita ubicar a individuos o
grupos que se constituyen como actores sociales y/o sujetos políticos. Al estudiar a los grupos indígenas
en el contexto de la ciudad, específicamente en la ZMCM, se hace necesario ubicar algunas diferencias
entre los asentamientos existentes. Por un lado, están aquellos grupos denominados como pueblos ori
ginarios, éstos se componen de población con antecedentes históricos anterior al proceso colonial, o
que durante éste sufrieron cambios en su territorio y formas de vida, sin embargo sus sucesores perviven
hasta el día de hoy, quedado dentro de la traza urbana contemporánea, pero a pesar de estos sucesos,
conservando algunas formas de organización y reconstituyendo una historia ancestral. Otro tipo de
población indígena asentada en la ciudad, son los migrantes, que han llegado a la ZMCM en diferentes
contingentes y momentos, por lo menos desde la década de 1940. Su presencia, formas de vida, de orga
nización y la relación de éstos con el Estado, son los temas relevantes de investigación sobre estos grupos
(elaboración propia, desarrollada dentro de los avances de la tesis de doctorado) .
6 La migración es un fenómeno presente en la historia de los grupos indígenas, aun antes del pro
ceso de conquista y colonización, pero su forma se ha transformado, consecuente con el cambio social
e histórico, diversificándose los flujos, destinos, zonas de expulsión y atracción, los tiempos y duración
de la migración, etc. Durante el siglo XX, la migración indígena se dio sobre todo de zonas rurales a
urbanas y aunque siempre el regreso es permanente y el contacto se mantiene con el lugar de origen,
la conformación de asentamientos en los lugares de destino forma parte de los procesos migratorios.
Según datos censales, actualmente uno de cada tres indígenas vive en las ciudades, a pesar de ello la per
cepción general es que la vida indígena es prominentemente rural, y que el paso de las personas y grupos
indígenas por la ciudad tiende a la aculturación debido a un proceso de integración o asimilación a la
1ida urbana o a la marginación en ella al conservar su cultura. Desde esta perspectiva, a diferencia de
otros migrantes, los y las indígenas que migran a la ciudad conservan esta situación, aún residiendo de
manera permanente en ella, la cual suelen heredarla a sus descendientes. De esta manera "ser migrantew
se suma a la condición étnica y, en el caso de las mujeres, a la condición de género, propiciando con ello
una situación de desventaja mayor con respecto al resto de la sociedad citadina, quedando invisibilizados
e invisibilizadas de las políticas públicas por un lado, y por otro, dentro de la cultura urbana. Véase más
acerca de esta discusión en Oemichen (200 1 ) y Molina Ludy (2007) .
1 90 JAHEL LÓPEZ GUERRERO
empleo en la ciudad, aunque no el único. Las mujeres laboran principalmente dentro de la casa y en
tareas vinculadas con la limpieza, la elaboración de alimentos y el cuidado de infantes y adultos mayores;
mientras que los hombres desempeñan trabajos alrededor de este espacio y asociados con labores de
reparación, mantenimiento y vigilancia. Más adelante advertí la participación de estas y estos jóvenes en
otros rubros del área de servicios corno cocineras/ os, rneseras/ os y ayudantes generales en restaurantes,
fondas, mercados y comercios. Aunque no siempre es posible encontrarlos en estos lugares en los que
realicé la investigación de campo porque los días y horarios en que laboran les imposibilita asistir a ellos,
pues en general están dirigidos a personas que no trabajan los fines de semana.
9 Este rango lo establecí con los datos recabados en el trabajo de campo. La edad, junto con el lugar
de procedencia y el tipo de actividad a la que se dedicaban fueron las preguntas que realizaba en las
E.'< DIÁLOGO CON LA ANTROPOLOGÍA FEMINISTA
relevante es que se trata de mujeres y hombres solteros y sin hijos, 10 ellos más que
ellas viven solos o comparten la vivienda con otros muchachos en la misma situa
ción laboral y(o) de migración. Las mujeres, por su ocupación, viven en casa de sus
empleadoras (es) durante la semana y en sus días libres están en la casa de algún
familiar o pariente, en menos casos comparten con otras chicas la vivienda. 1 1
La edad de estas mujeres y hombres m e permitió colocarlas e n primera instancia
dentro del sector joven en el país, 12 pero me preguntaba si este dato sociodemográ
fico ¿contenía también vivencias juveniles en la experiencia de estos chicos y chicas?
Decidí enfocar la pregunta sólo en las mujeres.
En primera instancia, como antropóloga feminista, mi interés de investigación
estaba orientado a conocer específicamente la experiencia de las mujeres. Por otro
lado, resultaba notorio que en el programa de televisión y lo que había revisado
en la obra de Federico Gama, se resaltará sólo a los muchachos en las imágenes y
descripciones, aunque insisto, aparecían también algunas chicas, pero el único dato
que se daba sobre ellas era que se dedicaban al servicio doméstico. La primera pre
gunta que me surgió fue ¿por qué en estos dos medios no describen a las mujeres?,
¿qué es lo que no resulta interesante de ellas?
La invisibilidad o la poca aparición de las mujeres provenía de la conjunción
de varias operaciones, éstas fueron surgiendo en la medida en que avanzaba en la
investigación:
conversaciones que lograba entablar. La resistencia por parte de las jóvenes a hablar conmigo siempre
estuvo presente, pero cuando lograba iniciar una plática trataba de obtener por lo menos estos datos,
por tal motivo la observación tiene gran relevancia en la recopilación de datos de campo y distintas
fuentes estadísticas.
'° En los casos que analizo para la tesis hay una madre soltera, tres mujeres casadas, dos chicas que en
el transcurso de la investigación entablaron una unión conyugal, una de ellas incluso tuvo su primer hijo
durante el transcurso del trabajo de campo.
11
La forma de residencia en la ciudad entre estos y estas jóvenes depende de varios factores, entre
ellos el sexo, los motivos que configuran la presencia en la ciudad; estudiar o trabajar y la procedencia
geográfica y étnica, que conlleva la historia migratoria de la familia y del lugar de origen. Por ejemplo,
hay estudiantes -hombres-- que tienen familiares o paisanos en la ciudad y llegan a vivir con ellos, por
lo menos en el tiempo de adaptación o si no se cuenta con recursos económicos, quienes no tienen esta
posibilidad viven en casas de huéspedes, o rentan de manera compartida, o no, viviendas sencillas y a
bajo costo, o incluso hay quienes viven con familias mestizas. Y no hay que olvidar a hombres jóvenes de
dicados al servicio militar, quienes suelen pasar alguna temporada en la ciudad (desde fines de semana,
hasta semanas o meses) y que rentan viviendas de manera provisional de igual forma, a veces solos o de
manera compartida, o pasan las noches que están en el Distrito Federal en hoteles de paso (Diarios de
campo, 12 de abril y 21 de junio de 2009) .
12
En México se les considera jóvenes a las mujeres y hombres entre 1 4 y 29 años de edad.
JAHEL LÓPEZ GUERRERO
Considero que estos aspectos pueden verse reflejados en la siguiente cita. Dice
de ellos Federico Gama:
los jóvenes de las comunidades indígenas y rurales de los alrededores del Distrito Federal
empezaron a llegar nuevamente en gran escala para trabajar como peones albañiles [ . . . ] .
Dejaron d e ser "chundos", "oaxacos", "indios" o "paisanos" y queriendo identificarlos de
alguna manera los llamé ' mazahuacholoskatopunks, 1 3 pues ya no cabían en ninguna de esas
definiciones, ni tampoco en ninguna de las llamadas culturas [juveniles] , porque además,
sin lugar a dudas, van a la vanguardia de la moda callejera, sin los prejuicios ideológicos y
políticos de las culturas juveniles. Ellos se permiten mezclar cualquier género [cholos, skatos,
punks, darks, emos o rockers] sin importar su origen, el chiste es verse bien, sentirse o ser un
joven urbano ( 2008: 38) .
"Ser un joven urbano", afirma Gama, es el objetivo de las prácticas de este grupo,
pero ¿cuál grupo? Me preguntaba yo ¿hombres y mujeres en conjunto? Aunque por
la manera de describirlos, parecía que el grupo referido más bien se conformaba
sólo por hombres, pero entonces ¿qué ocurría a las mujeres? Tras la recolección
de información de campo y la consulta de bibliografia multivariada de libros sobre
mujeres indígenas, migrantes, juventud, juventud indígena y rural , juventud de
las mujeres, entre otros; me pregunté si estas mujeres podían ser consideradas jóve
nes y qué tipo de jóvenes eran ellas.
La respuesta a estas preguntas no pareció fácil en un principio, pues lo primero
que ubiqué es que la experiencia juvenil no es universal con respecto a la forma
en que se vive en distintos lugares y tiempos, eso por un lado, y por otro, me encon
tré con que la juventud como experiencia humana se había caracterizado bajo los
parámetros de la historia y de la cultura occidental, la cual se sabe, basa su organi
zación en un orden patriarcal. De tal manera que muchos grupos, entre ellos, las
sociedades indígenas y las mujeres, en general no aparecían como sujetos específicos
dentro de la literatura sobre juventud y jóvenes.
" "No se usa este término porque los mazahuacholoskatopunks provengan únicamente de la región
Mazahua o de ese grupo étnico. En esta definición o neologismo, el término maz.ahua (palabra náhuatl
que significa "lugar de venados") se utiliza como un elemento verbo-sonoro, ya que por una parte me
permite generalizar el origen indígena y rural de estos jóvenes, y por otra, ligarlo a las culturas juveniles
urbanas. Las otras tres palabras se agregan necesariamente por las cualidadades similares de la indumen·
taria de cholos, skatos y punks" (Gama, 2008: 40) .
EN DIÁLOGO CO N LA ANfROPOLOGÍA FEMINISTA 1 93
El texto de Florinda Riquer y Ana María Tepichin (2003) Mujeres jóvenes en Mé
xico. De la casa a la escuela del trabajo a ÚJs quehaceres del hogar fue clave en la construc
ción de mi pregunta de investigación. En él analizan "las transiciones de escuela al
trabajo en una visión de género". Las autoras recuperan, por un lado, evidencia em
pírica que demuestra que "un número significativo de jóvenes [ transitan] el paso de
la escuela al trabajo en edades muy tempranas [y que este trayecto] está mediado
por la unión conyugal y la formación de una familia", situación poco analizada en
la literatura especializada. También advierten que en el contexto mexicano la etapa
de lajuventud "tiene connotaciones distintas para varones y mujeres". En el caso de
estas últimas se considera que el destino de género que les corresponde por natu
ralna es "reproducir la especie" y por lo tanto habría una serie de vivencias que las
mujeres no requieren experimentar: "la formación escolar", y yo añadiría la juven
tud, entre tantas (pp. 496-497) . Para definir la juventud encontré una perspectiva
antropológica y me basé en ella para elaborar la problemática planteada con res
pecto a las mujeres indígenas jóvenes migrantes. Antropológicamente lajuventud: 14
Vista de este modo, por lo menos teóricamente, la juventud parecía posible para
las mujeres indígenas migrantes. El siguiente problema consistía en construir una
metodología para abordar la experiencia juvenil en estas mujeres. Lo que podía
encontrarse en la literatura especializada es que la mayoría de los estudio había
descrito las vivencias que conforman la experiencia de los varones en esta transi
ción, caracterizando un modero ideal con un trasfondo androcéntrico y etnocéntrico,
creado en la vida social y recreado en la teoría sobre juventud. El estudio de la epis
temología feminista me dio las claves necesarias para elaborar un cuerpo teórico y
metodológico al respecto, pues para estudiar a las mujeres indígenas como jóvenes
requería de categorías que no me proporcionaba, por sí sola, la metodología con
vencional para estudiar la juventud. Siendo antropóloga, los marcos de la antropo
logía feminista cubrieron finalmente mis objetivos y expectativas, aunque también
me proponía importantes retos.
15 Este proceso se establece "en una relación intragenérica en la que [ . ] se reconoce la especifici
. .
dad de cada una de las mujeres interactuantes [en el proceso de investigación] supone contribuir a un
mutuo fortalecimiento de las capacidades y la autoridad tanto de las mujeres que investigan como de las
mujeres con quienes se investiga" (Catañeda, 2006: 39) .
1 6 La desnaturalización de la cultura, de la diferencia y diversidad cultural no se instala en el debate
sobre la dicotomía naturaleza<ultura, por el contrario, es una alternativa de salida a ella, imprimiendo
"prioridad a la cultura [ . . . ] sobre la biología" (Castañeda, 2006: 41 ) . Encontramos un procedimiento
de mayor complejidad, en el cual la sospecha es la herramienta para abordar los temas sobre las identi
dades, el poder y todo aquello que esté considerado como un fenómeno o acción natural dentro de la
experiencia humana.
i ; "La mujer indígena latinoamericana no constituye una categoría homogénea como para analizar
la como un todo, pero en general experimentan ciertas características discriminatorias, y las mujeres
indígenas poseen demandas y necesidades bastante similares. Es importante advertir las diferentes sub-
1 96 JAHEL LÓPEZ GUERRERO
como sujetos emergentes para la investigación social: las mujeres y el sector juve
nil por mencionar a quienes me interesan. Las mujeres indígenas son construidas
como sujetos de investigación en la intersección entre la perspectiva antropológica
feminista y otras miradas críticas que dudaron que la cultura fuera una entidad ho
mogénea, concibiéndola como dinámica y como un campo de conflictos y contra
dicciones en el cual, más que la armonía, en la cultura encontramos un entramado
de inconsistencias internas que, sin embargo, aparecen como coherentes.
Bajo esta concepción de la cultura es posible sí, ubicar patrones culturales, pero
también procesos de cambio, en los cuales los actores sociales participan desde una
posición diferenciada en términos de sexo y edad, como categorías universales de
organización social (Feixa, 1 996, consulta en línea: 20 de septiembre de 2008) .
Desafortunadamente, esto no fue previsto por largo tiempo dentro de los estudios
sobre pueblos indígenas y las investigaciones al respecto se configuraron simple
mente sobre proyectos androcéntricos y adultocéntricos.
En este sentido, el texto de Carmen Gregorio Gil es pertinente para ubicar los
distintos centrismos en la creación de conocimiento antropológico. Este trabajo en
particular es interesante porque recupera dos "de las aportaciones feministas más
significativas" a la antropología, "relativas a los problemas de representación de ese
'otro' encarnado en un cuerpo que deviene mujer y acerca de la 'generización ' del
conocimiento producido en interacción con otros sujetos en el procesos etnográfi
co a lo largo del saber acumulado, fundamentalmente por las antropólogas, desde
los años treinta del pasado siglo" (2006: 23) .
El androcentrismo en la antropología, señalado por los estudios de la mujer,
problematizó, en primera instancia, "cómo desde el conocimiento antropológico
se representaba a las mujeres -a ese 'otro'- a partir del proceso de trabajo de
campo etnográfico". En este marco el androcentrismo, junto con el etnocentrismo,
el racismo y el clasismo, fue definido como "una mirada particular que contribuía
a reproducir las desigualdades de género". Podemos puntear, siguiendo a Gregorio
(p. 24) algunas formas de representación de las mujeres o de la vida de las mujeres
dentro del trabajo etnográfico y antropológico: tenía menor protagonismo que la
vida de los hombres; no se analizaba con profundidad; se le daba un papel secunda
rio, y se devaluaban las prácticas e interpretaciones de las mujeres.
Esto ocurría por varias razones, pero suelen destacarse las siguientes:
divisiones que existen dentro de este sector, ya sean de tipo étnico-cultural, generacional, de ubicación
geográfica, de estado civil, de grado educativo, etc. De estas diferencias internas en el grupo de las
mujeres indígenas se desencadenan muchas diferencias de relaciones con el sexo opuesto y las mujeres
no indígenas, en el acceso a recursos, y espacios de poder, de comportamiento, etc." (Margarita Calcio
Montalvo y Luisa Femanda Velasco, 2005, consulta en línea: 1 1 de agosto de 2008.)
EN DIÁLOGO CON LA ANTROPOLOGÍA FEMINISTA 1 97
Una respuesta para dirimir los sesgos androcéntricos se orientó al método, pro
poniendo con esto "reescribir la etnografia". Otro camino mucho más complejo
consistió en revisar los puntos de partida teóricos y los procedimientos metodológi
cos. Las categorías de género y poder constituyeron el centro de la crítica a los pro
blemas de representatividad. Edwin Ardener ( 1 975, en Gregorio Gil, 2006:26) pro
pone la teoría de los "grupos silenciados", basándose en el análisis de las relaciones
de poder tanto en el grupo estudiado como en la interacción entre el investigador
y la sociedad estudiada; en ambas partes predomina un sistema de poder en el que
los que dominan acaparan la palabra o sólo permiten que los sectores dominados
se expresen dentro de "las ideologías dominantes", esto influye en definir qué es
válido para estudiarse y qué no lo es, pero también quién es apto para estudiar qué
y a quiénes.
En el camino de los lwmúres estudiando a los homúres y /,as mujeres estudiando a /,as mu
jeres operaba aún "la búsqueda de la "objetividad", lo cual más que reducción de los
"sesgos personales" dentro de la investigación antropológica, promovía una visión
esencialista de las identidades y se olvidó la relación de poder existente también
entre las mujeres, es decir entre la investigadora y las mujeres estudiadas (Gregorio
Gil, 2006:27) .
Junto con el análisis del poder, "el género se convertirá en una categoría analí
tica central tanto en la práctica de la etnografia como en los marcos teóricos de la
disciplina". Desdibujando desde la construcción de una epistemología feminista la
objetividad científica y la neutralidad valorativa, asumiendo que la construcción de
verdad está mediada por el género y las relaciones de poder, "por tanto, el carácter
parcial, histórico y no universal del conocimiento" (Gregorio Gil, 2006: 28) .
Gregorio propone a través de su texto "la importancia de la dialógica discursiva
en la construcción de las diferentes representaciones" sobre las mujeres y muestra
la necesidad de construir un conocimiento situado, cuya característica general es
que reconoce "los aspectos subjetivos implicados en el proceso etnográfico" (p. 29) .
ritario las chicas con un estilo, que al igual que el de los chavos, se va consuuyendo
poco a poco en el tránsito de la vida rural a la urbana, del hogar de los padres a la
casa "de los patrones", de la escuela al trabajo, de lo comunitario a lo metropolita
no, de lo local a lo global.
En contraste con la imagen de la "mujer indígena" consuuida por la historia
oficial, el cine y el arte mexicano, asociada además, casi siempre, con la maternidad
y por lo tanto con una mujer adulta, las mujeres con quienes me topé en el trabajo
de campo contradecían por mucho dicha imagen. Las mujeres con el cabello largo
peinado en trenzas y utilizando un traje tradicional, chocaban de manera intere
sante con la indumentaria que llevaban estas jóvenes en sus paseos por distintos
lugares de la ciudad. Vestían un atuendo singular: el largo del cabello era diferente
y nadie lo peinaba en trenza; suelto hasta los hombros es lo que "se ve bien", una
blusa o playera entallada y casi siempre con escote y los brazos descubiertos, de
colores pastel y si se puede "ser más atrevida" negra o roja, amarilla, anaranjada o
verde brillante va complementado este vestir; pantalones de mezclilla también muy
ajustados en las caderas y amplios en las pantorrillas y nada mejor que con bordados
de flores, piedras e incrustaciones al costado, en las bolsas o en el zipper, aunque
también se podían ver faldas, que según el tiempo de llegada a la ciudad, el avance
en la edad y la experiencia con los amigos y novios iba subiendo el dobladillo desde
la pantorrilla hasta la rodilla y dependiendo del gusto, en distintos niveles del mus
lo. Una bolsa de mano que hace juego con los zapatos, el cinturón del pantalón,
aretes, anillos y a veces alguna medalla en el cuello con la imagen de una virgen, un
santo, un Jesucristo o una flor, un corazón o algún animal, conforman en resumen
el vestir de estas chicas en la ciudad.
Con el avance de la investigación y el análisis corroboré más tarde que estos atuen
dos de mujeres y hombres jóvenes no son producto únicamente de la estancia en la
ciudad. En la actualidad en las comunidades y zonas rurales indígenas esta forma de
vestir está también presente, pero no se puede dejar de señalar que es la combina
ción de varios factores como la migración, mayor tiempo en la escuela, los medios
de comunicación e incluso el racismo, lo que propicia en las y los jóvenes indígenas
nuevas prácticas que se van convirtiendo en atributos específicos de un sector juvenil
indígena que está creando una cultura particular en la que su cuerpo es el territorio
en el que se expresa (Arteaga, 2006, consulta en línea: 1 4 de marzo de 2008) .
En ambos casos, mujeres y-hombres se desplazan por la Alameda o San Ángel, en
la feria del metro Tacubaya, por las plazas de Pino Suárez, Observatorio, Tacuba o
Cuatro Caminos, en pareja o en grupos divididos claramente por sexo más que en
forma mixta, entre parientes o personas del mismo pueblo de origen, conocidas o
compañeros del trabajo. A veces es dificil contar el número de integrantes de estos
grupos diseminados en el entorno, pues se desplazan entre puestos de comida,
ropa, accesorios, enseres de todo tipo y, sin falta, los discos compactos pirata de
moda, que retumban en aparatos con el sonido a todo lo que da, con la música
de banda, duranguense, salsa, cumbia colombiana, mexicana, texana y de vez en
cuando algo de música pop.
Algunas y algunos sólo caminan paseando, es el mismo recorrido cada semana;
EN DIÁLOGO CON LA ANTROPOLOGÍA FEMINISTA 201
otros se sientan donde s e pueda: una banca, l a banqueta, una jardinera. Buena par
te se dirige a bailar o por lo menos a escuchar música, y si el lugar lo permite tomar
una cerveza o si el dinero alcanza ponerse borrachos, hasta "ver quién aguanta más"
o hasta que se acabe el dinero que llevan, ganado durante la semana o la quincena;
ellas siguen siendo más recatadas ante el alcohol o por lo menos no a todas se les
nota si se han excedido.
Así cada domingo, si es que no es la fiesta de su pueblo, el día de las madres, una
boda, o si "la obra [donde trabajan] terminó" o "la señora se fue de vacaciones",
y tienen que regresar a su lugar de origen. Los paseos dominicales, pueden inte
rrumpirse o terminar súbitamente por un embarazo inesperado o si han decidido
"ir a vivir con el novio", casi siempre intempestivamente. Es decir, si la adultez en su
totalidad se instala en sus vidas. No me queda aquí espacio para mostrar todas las
diferencias que encontré entre mujeres y hombres, además de que aún estoy en un
proceso de análisis; aun así tratar de hacer distinciones entre mujeres y hombres fue
una estrategia metodológica que me llevó a situar la especificidad de las mujeres y
de su experiencia.
BIBLIOGRAFÍA
Feixa, Caries ( 1 996) , "Antropología de las edades", en joan Prat Caros y Ángel Martínez Her
naez (eds. ) , Ensayos de Antropología Cultural Homenaje a Cl.audio Esteva-Fabregat, Barcelona,
Ariel, pp. 3 1 9-335, <WWW. cholonautas.edu.pe/modulo/upload/C% 20Feixa.pdf>, 20 de
septiembre de 2008.
-- ( 1998) , El reloj de arena. Culturasjuvenil.es en México, México, Centro de Investigación y
Estudios sobre juventud, Colección jóvenes, núm. 4.
Fox K.eller, Evelyn ( 1 99 1 ) , Reflexiones sobre género y ciencia, Valencia, Alfons El Magna.
Gama, Federico (2008) , Mazahuacholoscatopunks. México, Instituto Mexicano de lajuventud.
Gregorio Gil, Carmen ( 2006) , "Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de
la disciplina antropológica: representación y relaciones de poder", Revista de Antropolo
gía Iberoamericana, 1 ( 1 ) : 22-39, Antropólogos Iberoamericanos en Red, Madrid, España,
enero-febrero.
Harding, Sandra ( 1 996) , Ciencia y feminismo, Nueva York, Comell University Press.
López Guerrero, Jahel ( 2006) , Organizaciones indígenas en /.a ciudad de México. Primer acerca
miento desde una perspectiva de género, tesis de maestría, México, Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social.
Molina Ludy, Virginia ( 2007) , "Integración laboral de los indígenas en la ciudad de México",
en Memorias del Coloquio Internacional Ciudades Multicultura/,es de América. Migraciones y Rel.a
ciones Interétnicas en /.a Ciudad de Monterrey, México, 29-37 de octubre.
Moore, Henrietta L. ( 2004 [ 1 991 ) ) , Antropología y feminismo, Madrid, Cátedra.
Oehimech Bazán, Cristina ( 200 1 ) , "Espacio urbano y segregación étnica en la ciudad de Mé
xico", Papel.es de pobl.ación, 28: 1 8 1-197, México, CIEAP/UAEM, abriljunio, <http:/ /redalyc.
uaemex.mx>, 27 de noviembre de 2009.
Pérez Sedeño, Eulalia ( 2005) , en Norma Blazquez Graf y Javier Flores (eds. ) , Ciencia, tecno
logía y género en Iberoamérica, México, CEIICH-UNAM/UNIFEM/Plaza y Valdés, pp. 561-574.
Riquer, Florinda y Ana María Tepichin ( 2003) , "Mujeres jóvenes en México. De la casa a la
escuela, del trabajo a los quehaceres del hogar", en Enrique Pieck, Los jóvenes y el trabajo.
La educación frente a /.a exclusión socia� México, Instituto de Investigaciones para el Desa
rrollo de la Educación/Universidad Iberoamericana, pp. 493-525, <WWW . uia.mx/ campus/
publicaciones/jovenes/pdf/epieckl 6.pdf>, 25 de marzo de 2008.
Urteaga Castro-Pozo, Maritza ( 2006) , "El cuerpo juvenil como territorio cultural", Revista
comunicología, núm. 2, <http:/ /revistacomunicologia.org/index.php?option=com_conte
nt&task=view&id=69&1temid= l 0 1>, 14 de marzo de 2008.
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACI Ó N DE CUIDADOS
ENTRE LOS NI Ñ OS Y NI ÑAS DE LA CALLE. UNA MIRADA DESDE
LA PERSPECTNA FEMINISTA
El objetivo principal de este trabajo es presentar a partir del estudio etnográfico reali
zado con chavales y chavalas de la calle en la ciudad de México, la banda como hogar
y cómo la misma asume entre sus funciones la de proveer afectos y cuidados a sus
miembros, características atribuidas siempre a la unidad familiar.
Mi acercamiento a esta realidad lo hago desde la disciplina antropológica y por
consiguiente, centrándome en el estudio de las prácticas y discursos de los y las
chavalas para analizarlas en su contexto y lo que ello significa, comprender e inter
pretar desde su mirada, las construcciones y significados de sus acciones. Analizan
do sus vidas desde una perspectiva de género que en la mayoría de los trabajos ha
permanecido olvidada porque se ha considerado como un todo dentro del universo
masculino, dejando fuera, como Espinosa (2006) plantea, la realidad de las niñas y
las relaciones de desigualdad de género al interior de las mismas.
Además, considero que a partir de su análisis no sólo sabremos más sobre sus
vidas y las relaciones entre los géneros que las atraviesan , sino también, en el caso
que nos ocupa, sobre las prácticas de provisión de cuidados, aportando una mirada
distinta que pretende verlos más allá de los prestados exclusivamente por la familia
y, por consiguiente, los basados en el parentesco. Tratando de contribuir de esta
manera tal y como sostiene Gregorio (2008: 5) a la "desnaturalización de la relación
mujer = cuidadora como un hecho dado y enfatizado por los procesos políticos e
históricos que construyen cuerpos generizados, racializados y etnizados en su rela
ción con el cuidado y no como categorías preexistentes".
Tras este primer acercamiento al tema que nos ocupa, en el siguiente apartado
mostraré a partir del análisis de los discursos y prácticas de los chavales y chavalas,
las bandas en las que se agrupan los menores como formas de organización alter
nativas a la familia/hogar, la manera de acceder a la misma y las expresiones que
toman los cuidados que, como se verá, aparecen atravesadas por categorías tales
como el género y la edad.
Por último, presentaré algunos avances de los resultados a los que he llegado tras
el análisis de la información. Sin embargo, antes de concluir este apartado me gus
taría contar cómo surge mi interés por este tema, así como la forma de acercarme a
sus vidas, unas vidas dolorosas que son el fin de mi análisis.
* Universidad de Granada.
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS
en uno de los distintos campos de solidaridad con los que colabora en Latinoamé
rica y la India.
En un principio mi destino era Perú, la comunidad chayagüita y la intención era
participar en un proyecto sobre prevención de la violencia de género en la zona
del Amazonas. Esa idea me entusiasmaba ya que como buena antropóloga iría a
trabajar a una comunidad exótica con ese "otro" "otra" de la misma manera en
la que tantos "viejos antropólogos" lo habían hecho. Sin embargo, mi proyecto se
vino abajo ya que antes del verano la comunidad entró en conflicto por cuestiones
territoriales y se suspendió el campo de solidaridad. El único campo en el que aún
quedaban plazas libres era en el de México, para trabajar con menores en situación
de calle.
Fue, por lo tanto, de manera casual mi acercamiento a esos niños y niñas de vidas
desgarradoras, cuando experimenté lo doloroso que podía llegar a ser conocer la
realidad de los que se "supone" son los más "débiles" y "vulnerables" y por lo tanto,
a los que más debemos proteger, "nuestros niños y niñas".
A partir de este primer contacto, sorprendida y maravillada por su fortaleza y
por la creatividad que tienen a la hora de resolver la cotidianeidad, decidí embar
carme en ese inacabable y duro proceso que es la tesis doctoral. Con esta finalidad
y entusiasmada por la idea, me propuse realizar en los años siguientes estancias de
investigación más prolongadas para conocer mejor la realidad de estos niños y ni
ñas. En total fueron tres las estancias, dos de ellas como educadora en los centros de
acogida para menores que tienen Hogares Providencia IAP2 y una, la última, en San
Felipe IAP como educadora de calle en la zona poniente de la ciudad. En las dos últi
mas estancias, además colaboré con el CIESAS3 de Distrito Federal, bajo la dirección
de la antropóloga e investigadora Elena Azaola, la cual, fundamentalmente, me
ayudó a tomar conciencia del tan necesario "distanciamiento" que necesita "todo
buen antropólogo o antropóloga", especialmente cuando se trabaja con realidades
tan complejas y dificiles.
Los métodos utilizados en la investigación han sido principalmente cualitativos
ya que considero que a partir de los mismos se puede comprender mejor la realidad
de los y las sujetos que están inmersos en ella. Sujetos que tienen una existencia
propia como resultado de un proceso histórico, cultural y social. Creo que de esta
manera es posible rescatar las "voces alternativas".
La metodología empleada ha sido la observación participante y las entrevistas en
profundidad. La observación participante la he usado con la intención de describir
y analizar aquellos aspectos relacionados con las formas en las que viven en la calle,
cómo se relacionan entre ellos y ellas, así como los roles y funciones según el género
en el interior de la banda. Los lugares de observación han sido aquellos en los que
la institución con la que colaboraba como educadora de calle intervenía y eran va
rios. Uno de ellos, el punto de pernocta situado a la salida del Metro Observatorio,
en el parque que se encuentra al final de los puestos que rodean la estación. Allí,
junto a la fuente, los chavales montan sólo por la noche casas con cartones y lonas
de plástico. Por la mañana deben desmontar las casitas y apilar todas sus cosas en
una de las esquinas; es un acuerdo al que llegó San Felipe con la Delegación a la
espera de darles una nueva ubicación. A este lugar acudía con dos educadores más
tres mañanas a la semana para hablar con los chavales, saber cómo les había ido en
el trabajo durante el día, platicar sobre cómo se encontraban, qué iban a hacer o si
habían tenido problemas por la noche. También jugábamos con ellos e intentába
mos convencerlos para que acudiesen al centro de día de esa misma fundación que
se encontraba a unos cien metros del punto. El centro Matlapa, que así se llamaba,
pasó a ser otro de los lugares de observación, dos días a la semana iba para colabo
rar con el resto de educadores en las actividades que ofrecían para los niños y niñas
y que consistía en darles el desayuno, un lugar en el que asearse y lavar sus ropas.
Además realizaban actividades de ocio como malabares, teatro o expresión plástica,
así como de formación: lectura y escritura o capacitación informática. Al centro
acudían también chicos y chicas de otros puntos de pernocta que no vivían con este
grupo, sino que lo hacían en parejas o tríos en las zonas de Tacubaya, Observatorio
y Barranca del Muerto.
El contacto continuo con los niños y niñas tanto en la calle como en el centro
me permitió con el tiempo no sólo conocerlos sino también establecer relaciones
basadas en la confianza y el respeto. Y aunque yo era una figura de autoridad
para ellos, estar sólo un periodo de tiempo determinado, no ser trabajadora sino
voluntaria y ser extranjera, me situaba en una posición privilegiada ya que no me
consideraban como una figura de control sino como alguien ajeno, interesada en
conocer sus vidas, que me preocupaba por su situación y que tenía la intención de
darla a conocer. De esta manera, con el tiempo pasé a ser el referente de algunos
niños y niñas, al menos así me lo explicitaron algunos de ellos en el día a día y en
las entrevistas.
Las entrevistas en profundidad utilizadas han sido principalmente abiertas y semi
estructuradas. Usar este tipo de entrevistas me ha permitido sobre todo obtener
información novedosa a partir de la cual iba estructurando los temas de investiga
ción.
Durante el periodo que realicé mi trabajo de campo me encontré con varias
limitaciones. Una primera, y quizás la más dificil de superar, fue el gran estremeci
miento que experimenté al acercarme a su cotidianeidad y saber sobre su situación,
ver las condiciones de pobreza en las que viven y conocer los problemas que tienen
en la calle. Poner caras y voces a una realidad tan dificil; conocerlos personalmente,
escuchar cómo se sienten y crear lazos afectivos con algunos de ellos y ellas hizo que
en muchas ocasiones me planteara seriamente si continuar o no con mi trabajo.
U na segunda limitación fue ser "mujer" ya que trabajar en la calle ha supuesto intro
ducirme en los barrios más marginales de la ciudad, barrios que se caracterizan por
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS 20 7
ser extremadamente peligrosos y a los que no podía ir sola. Esto me coartó a la hora
de moverme y también me hizo depender de mis compañeros varones. Además, en
el momento que llevé a cabo mi trabajo en la zona de Observatorio y Barranca del
Muerto eran pocas las mujeres que realizaban trabajo de calle, lo cual supuso una
dificultad añadida en los primeros acercamientos a la población porque algunos
chavos creían que por ser mujer y encontrarme sola ya estaba "disponible". Sin
embargo, con el paso del tiempo su actitud cambió llegando al final de mi última
estancia a establecer un vínculo muy cercano y una enorme complicidad con una
gran parte de ellos y ellas.
A partir
de las prácticas observadas y los discursos de los y las menores entrevistados
se pueden distinguir, a mi parecer, cuatro formas de expresión de los cuidados que
aparecen atravesadas por categorías tales como el género y la edad.
Cuando los menores llegan a la calle por primera vez, se sienten perdidos, angus
úados y desprotegidos, son conscientes de su vulnerabilidad por ser menores y no
saber cómo moverse en ese medio. Son niños y niñas que han abandonado sus ho
gares por diversas causas, algunos me cuentan que lo hicieron por la violencia que
sufrían en sus hogares o porque su madre prefería a su padrastro; la calle entonces
aparece como una salida a su situación. Pasan, por lo tanto, de estar "protegidos"
por sus padres a ser ellos y ellas los que deben generar estrategias para sobrevivir en
un medio que desconocen y que está lleno de riesgos y amenazas.
Una práctica generalizada entre los menores en situación de calle es la forma
ción de redes entre aquellos que consideran están en condiciones similares, entre
sus iguales.
Los niños y niñas entrevistados a lo largo de mi investigación señalaron, como
algo habitual en su primer día en la calle, que si se encontraban solos, sin la com
pañía de un adulto, acudiesen a ellos o ellas otros niños de la calle para saber si se
habían salido de sus hogares. En caso de ser así, con frecuencia les ofrecían su com
pañía así como un lugar en el que dormir. Así me lo relataba Jesús en la entrevista:
Cuando llegué a México estaba solito y llorando. De ahí, cuando me quedé llorando pues
estabaen la Central4 y ya de ahí me sacaron ¿no? Los vigilancia me dijieron: no puedes dor
mir aquí y ya me salí fuera. Hasta las cuatro de la mañana se puede quedar uno dentro de la
• Estación.
208 MARÍA ESPINOSA SPÍNOLA
Central. Y ya que me sacan y que afuera pues veo que me llega un chavito y chavas, con su
mona5 acá y empezaron a decirme: ¿tú de dónde eres? ,¿te has salido de tu casa? que no se
qué y acá. Y ya les empecé a contar: no, que soy de tal lado ¿pa dónde vas? Y yo llorando ¿no?
de niño llorando, y no pues vente ¿dónde te vas a quedar? no tengo dónde quedarme ¿no? Le
dije. Entonces ellos y ellas me llevaron a un lugar donde vivían con otros chavos.
Cuando me salí a la calle tenía miedo, porque yo cuando llegué a calle viví . . . , llegué chiquito,
yo tenía miedo que me cortaran, que medio me fueran a violar o cualquier cosa. El primer
día que llegué a calle si ni comí porque sin saber nada, cómo andan y cómo se alojan y por
eso yo tuve mucho miedo. Conocí a un chavo que me preguntó si me había salido de mi casa
y que me llevó a donde estaba toda la banda. Y al día siguiente, cuando me levanté me enseñó
dónde podían darme tacos y cómo conseguir lana. 7
Las redes a su vez, aparecen como la puerta de entrada a las bandas. Es decir,
con frecuencia los menores que hacen uso de las mismas permanecen un tiempo
conviviendo con el grupo. Pero formar parte de una banda, así como "los elemen
tos que la interacción aporta a los distintos sujetos, va a ser diferente en función del
género,8 incidiendo en su constitución identitaria, así como en las diversas formas,
estrategias, acceso, sentido y utilización de los distintos recursos a los cuales acce
den los jóvenes" (Arteaga, 200 1 : 1 ) .
María, una de las chicas que entrevisté, me contaba que para ingresar y perma
necer en las bandas a las chicas se les exigía mantener relaciones con los distintos
miembros. Señalaba además que éste fue uno de los motivos por los que ella nun-
En este sentido Gregario (2006: 18) señala "nos posibilita el estudio de los procesos de construcción de
diferencias y jerarquizaciones sostenidos en la existencia de dos categorías diferenciadas de personas:
"hombres" y "mujeres".
ETNOGRAFlANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS
ca llegó a vivir con un grupo, me decía, porque "tienes que estar ahí y aflojarle a
quien te esté pidiendo".
El sexo, como podemos apreciar a partir del testimonio de María, aparece en
ocasiones como una práctica que se les pide e incluso a veces se les exige a las niñas
para formar parte del grupo y permanecer en él, siendo además una estrategia que
generan las mujeres para estar protegidas en la calle. El "sexo recompensado"9 que
así se le denomina, consiste en intercambiar "sexo" con alguno de los líderes de la
banda, policías, comerciantes o taxistas de la zona a cambio de protección, aunque
es un concepto más amplio ya que se realiza además por drogas, comida y compa
ñía. Marta así me lo contaba en la entrevista: "Había chavos que me decían: ' ¡ ay! si
quieres que te cuide te tienes que aflojar y si quieres monear, igual ' . "
Es interesante observar que cuando e l intercambio s e lleva a cabo dentro del
grupo, es una relación prolongada en el tiempo o con la finalidad de protegerse y
está legitimada por todos sus miembros; sin embargo cuando se realiza fuera, no
es duradera o tiene un valor de cambio, se hace sólo por dinero, es sancionada por
los chavales y denominada por ellos mismos como "prostitución ". En relación con
cido con la finalidad de obtener recursos económicos, pero es interesante señalar
que en las entrevistas pocas chicas lo reconocían aunque sí señalaban a aquellas
que lo habían practicado, resaltando además el "poco valor" de conseguir dinero
mediante esa actividad y la estigmatización de todas aquellas niñas que la ejercían
"perdiendo su valor como mujeres".
Teresa: "Yo he tenido varios, muchos . . . (se queda pensando) puros señores que me han
llegado y que luego me decían: ' ¡Te doy tanto! contando que te vas a acostar conmigo ' . Pero
¡no! prefiero trabajar. Guadalupe sí, ella sí lo hacía, se iba con casi la mayoría de los taxistas
hasta por diez, veinte o treinta pesos. Yo pienso que eso es perder el valor de una mujer ¿no?
de no valorarte. Mira, yo siempre fui drogadicta y siempre trabajé pa' mi vicio, pa' calsarme, 1 0
pa' vestirme . . . Nunca he necesitado de irme a acostar con un cabrón para que me de una
lana. 1 1 Siempre he tenido lo mío por mí, no porque ¡ ay, ya me fui a acostar con él y me dio
tanto! Mira, la mayoría de ellas lo han hecho, yo a lo mejor nunca lo hice porque yo me
reflejaba en ellas y pensaba ¡mira cómo andan! Y uno no sabe ni qué enfermedad traen y
vaya a que me vayan a pegar una enfermedad que ni Dios padre me lo quite. Y no, mejor así
lo dejamos. Y yo veía a ellas que luego se iban y se iban con unos y con otros, y ya cuando
regresaban traían su lana pero de irse a acostar con los señores, no tanto porque lo ganaran
por su sudor. Bueno (se queda pensando y se ríe) pues sí lo ganaban con su sudor, pero con
su cuerpo ¿no? Pero no, pues yo gracias a Dios, no. "
9 Esta práctica no es exclusiva de los menores en situación de calle, también aparece como sugiere
Teodore (2004:2) "en otros contextos culturales, por ejemplo, en Cuemavaca, México, la encontramos
entre mujeres de ámbito rural, casadas y con hijos que intercambian favores sexuales por dinero, alimen
tos o bienes de primera necesidad para sostener a la familia".
1° Calzann e .
1 1 Dinero.
2 10 MARÍA FSPINOSA SPÍNOLA
A partir del testimonio de Teresa se puede observar cómo las niñas de la calle
son estigmatizadas por su vida sexual. En este sentido Lamas (2007: 3 1 3) señala que
"la valoración desigual de algo que deberla ser común a ambos sexos -la actividad
sexual, gratuita o mercantil- es el andamiaje moral que sostiene la vida social. Con
una moral distinta para los hombres que para las mujeres se clasifica a éstas como
decentes o putas".
Esta forma que tienen los menores de percibir a las mujeres en función de su
sexualidad queda manifiesta en las dos imágenes más representativas de las mujeres
en México, me refiero a la Malinche y la Virgen de Guadalupe. Modelos opuestos
con connotaciones morales diversas que han configurado los mandatos de género.
Esta dualidad Malinche/Guadalupe y sus significados opuestos/complementarios
quedan bien reflejados en palabras de González (2002: 1 6 1 ) "Desde su semejanza
como mujeres y madres se articulan las oposiciones. Así, la Virgen de Guadalupe
es la madre espiritual de los mexicanos, depositaria de virtudes y objeto de vene
ración, mientras que la Malinche es la madre fisica, engendradora de conflicto y
receptora de hostilidades".
La vida en la calle está llena de amenazas y riesgos; son por lo tanto numerosas las
situaciones de violencia que los menores deben afrontar, según Lucchini ( 1 999) ;
entre las más usuales encontramos enfrentamientos con l a policía, con otras bandas
y entre los miembros del grupo. En el caso de las niñas además son constantes las
situaciones de violencia sexual a las que están expuestas por vivir en la calle, siendo
al mismo tiempo los sujetos sobre los que recaen las agresiones más violentas como
símbolo de venganza entre las bandas. En este apartado intentaré mostrar mediante
los discursos de los niños y niñas, esas situaciones de violencia y cómo ellos y ellas se
organizan para protegerse y cuidarse.
Respecto de los enfrentamientos con la policía, tanto niños como niñas expre
saron como algo habitual ser detenidos sin causa justificada, además, como señala
Casa Alianza ( 2000) , hay constancia de haber sido golpeados, torturados y amenaza
dos exigiéndoles dinero a cambio de no acusarlos de falsos cargos e incluso les han
obligado a tragarse las bolsas de resistol12 que utilizan para drogarse.
En el caso de la banda estudiada, los menores entrevistados me hablaban de un
cuerpo de policía que los agredían constantemente, ellos los llamaban los "lobos" y
aunque la gran mayoria me contaba que en los últimos años no eran tan violentos,
aún continuaban molestándolos.
El segundo tipo de situaciones a las que los menores deben enfren tarse son las
que se dan entre los miembros del grupo. En el caso de la banda estudiada y según
los testimonios de los y las chavales, los principales motivos por los que se originan
12 Pegamento.
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS 211
los conflictos se debe a que alguno de sus miembros no respeta las normas que entre
todos han establecido.
Los menores en la entrevista señalaron tres normas existentes: la ley del silencio
que consiste en no contar a nadie ajeno al grupo los problemas, episodios puntuales
o situaciones personales de alguno (a) de sus miembros. La ley del respeto que se basa
en respetar a las parejas (principalmente a las mujeres) de los chavos y la ley del robo
que trata de no robarse entre ellos. Tres normas que muestran la manera de regular
las relaciones entre sus miembros para evitar los conflictos, siendo además en el caso
de la "ley del respeto" una forma de garantizar el control de las niñas al considerar
que si anda con alguno de ellos, nadie más puede hacerlo, es de su posesión. Las san
ciones acordadas en el caso de infringirlas eran dos; una golpearlos y otra, expulsarlos
del grupo. Jorge así me lo contaba al explicarme en qué consistía la ley del respeto.
Con las chavas de calle sí hay respeto, por ejemplo si yo tengo mi pareja, mi novia, hay respe
to entre nosotros porque es Jo que tenemos acordado, aparte de que somos unos drogadictos
y alcohólicos tenemos respeto a las mujeres. Si alguien se pasa con una mujer el grupo Jo
golpea, lo corren 13 entre todos porque tiene que haber respeto entre nosotros.
Las situaciones de violencia entre las distintas bandas suelen producirse habitual
mente por cuestiones de territorialidad, es decir, los amenazan para expulsarlos de
las zonas en las que llevan a cabo sus trabajos o actividades y en las que construyen
su identidad como grupo. También para despojarlos de sus bienes, porque los mo
lestan o porque han golpeado a uno de sus miembros anteriormente. Estas situacio
nes van a generar enfrentamientos continuos entre los distintos grupos, siendo en
muchas ocasiones las mujeres las más afectadas ya que son los sujetos sobre los que
se dirigen las formas de violencia más extremas y crueles como signo de venganza
entre bandas. Mario y otros chicos así me lo contaban en la entrevista al preguntar
les por la situación más dificil que habían vivido al enfrentarse con otros grupos:
Hay muchos problemas en la calle, por ejemplo problemas con otra banda que no sea de ahí
del barrio, que son de diferentes lados. Ya nos peleamos con una banda que buscaban de
masacrar al Paya, Ja banda de la "marrana ". Pero últimamente con los que tenemos problemas
es con Jos "mugrosos", esos manchados tienen armas ¿no? A la Guadalupe la violaron. Un día
estaba el Monstruo, el Güero, uno que le decíamos el Greña y yo. Estábamos sólo cuatro, yo
estaba bien crudo14 y empiezo a escuchar ruido, yo pensé que eran caminantes pero de repente
empezaron a patear las casas, entonces entraron y me sacaron de las greñas arrastrando. ¡ Por
un cerillo! (sube el tono de voz) la neta, no estuviéramos platicando ahorita aquí, por un cerillo
que no encontraron porque si no, nos hubieran quemado vivos. Y es que a uno Je quitaron Ja
lata de activo y rociaron todos los cuartos, el activo es como la gasolina en corto, agarra fuego.
Pero no encontraron el cerillo y se fueron. De ahí se bajaron y nosotros con trabajo y pena nos
pudimos desamarrar. ¡Cámara! estábamos todos golpeados y fuimos por el resto de Ja banda.
is Expulsarlo.
1' Borracho.
212 MARÍA ESPINOSA SPÍNOL\
Cuando llegamos les contamos lo que había pasado y cada uno agarró una botella. Entonces se
paró un vocho, 15 un tipo de taxi pero un vocho y bajaron los mugrosos, ahora con metralleta.
Nos gritaron que todos pecho a tierra y empezaron a disparar. En eso que se llevaron a las puras
mujeres; a laJulia, la Maria y una chava que se llama Guadalupe y a las tres las subieron al voc ho
y se
fueron. Como a las tres horas llegaron lajuli y la Mari llorando, y dicen: ¿qué creen? ¡A la
Guadalupe se la están violando! (Se produce un silencio, dirige su mirada al suelo y en un tono
más bajo continua diciendo) . Al otro día llegó Guadalupe llorando.
expuestas sobre todo "si te dejas manejar". El testimonio de Inés así lo muestra, al
mismo tiempo que nos habla de las consecuencias que tiene para las mujeres de la
banda no saber establecer límites, estando éstas relacionadas con las tareas asocia
das tradicionalmente a las mujeres como son lavar, barrer o hacer de comer.
La mujer tiene más riesgos, porque desgraciadamente los hombres cuando se drogan ya no
miden consecuencias ¿no? si son mujer . . . la mujer sufre mucho en la calle ¿por qué? Porque
desde el primer momento en que empiezas a dejarte manejar por todos, bailaste ¿no? ¡Bai
laste! ¡ya te jodiste ! Este, por ejemplo que venga yo y te diga: ¿sabes que María? vas a hacer
esto porque lo vas a hacer. Pero tiene una que tener cuidado [ . . . ] porque es malo, porque
si te dejas manejar por todos ellos, al rato ya te van a tener hasta peor. Y que si tú me lavaste
ahorita, me vas a volver a lavar mañana y si tú me lavas mañana, me vas a volver a lavar pasado.
Entonces te agarran y ahora tú vas a hacer todo, la comida, que si barrer. . . todo, todo.
Inés me decía que "la vida en la calle es mala"; según ella las mujeres corren más
riesgos que los chicos principalmente por los abusos que pueden sufrir, el peor de
todos, me cuenta, la violación: "ser violada por varios hombres o por la policía".
Ante estas situaciones, las niñas van a generar una serie de estrategias para pro
tegerse como el "sexo recompensado" del que hablaba en el apartado anterior.
Otra práctica que llevan a cabo hace referencia al "modelaje de los cuerpos" y a las
formas en las que se expresan, lo que pone de manifiesto como señala Gregorio
(2006: 42) los "procesos de producción de cuerpos heterosexualizados --chicos/
chicas- y generizados -femeninos/masculinos- dicotómicamente". Es decir, las
niñas de la calle son conscientes de la configuración de "un modelo de masculini
dad que potencia el ejercicio del poder mediante el control del cuerpo del otro, de
sus movimientos y expresiones haciendo uso de la fuerza fisica" (Gregorio, 2006:
42) . Po r lo tanto, algunas de ellas van a adoptar, es decir, van a masculinizar sus
cue rp os y comportamientos para poder sobrevivir en la calle y también para revelar
se d e forma consciente o inconsciente ante la imagen de sumisión y subordinación
de la mujer. En relación con esta última idea Valenzuela ( 1 988) en su investigación
sobre las "cholas", señala que "la adscripción identitaria de la mujer al cholismo es
una manera de cuestionar la situación de sumisión y autoridad que se le asigna a la
mujer. Ser cholo es no dejarse" (citado en Arteaga 200 1 : 14) .
Una última estrategia que van a generar consiste en mantener una relación "es
table" con algún chico de la banda, o como señala Susana, una de las chicas entre
vistadas, "tener un novio que te proteja". Sobre estas dos últimas prácticas Susana
me decía lo siguiente:
En la calle hay que ser dura, hay que saber pelear, comportarse como los más machos si hace
falta. É sa es la única forma de hacerse respetar una mujer en la calle, eso o buscarse un chavo
o un novio que te proteja.
en otras palabras, Cerbino plantea que la presencia de las mujeres en las pandillas contribuye de alguna
manera a reproducir el discurso y la consecuente práctica de la masculinidad hegemónica.
214 MARÍA ESPINOSA SPÍNOLA
Si entendemos el hogar como un lugar donde los miembros que lo componen po
nen en común una serie de recursos que van a explotar, en el caso de los menores
de la calle, a veces, en sus formas de "autoorganizarse" comparten los escasos recur
sos que tienen para cubrir algunas de sus necesidades. La solidaridad es, por lo tan
to, una de las características que los define como banda. En el siguiente testimonio
Pedro nos cuenta cómo se organizan y cooperan de forma solidaria, en este caso en
una actividad cotidiana como es comer, donde cada uno aporta lo que puede, ya
sea algo material como puede ser comida o dinero, o colabora en las acciones que
requieren su preparación como "lavar" y "limpiar".
Aquí entre todos cooperamos, no más que un pesito cada quien para una comida; pues va
mos a hacer caldo de pollo. Que uno hace la leña, que otro pues va a hacer la comida, que
el otro se va por las verduras, que el otro se va por las tortillas al mercado, que el otro va a
conseguir sal, que el otro pues . . . va por agua; cada quien se comparte cualquier cosilla. Y
ahora sí, a la grandota empezamos y ahí todos juntos convivimos. Pero cada quien puso su
parte ¿no? El que no puso dinero pone algo de su parte ¿no? que lava los trastes, que . . . que
hay que agarrar esto para hacer el pollo, que necesito lavar esto para [ . . . ] . Entre todos. Sí,
porque aquí no hay jefe ¿no?
17 Según la información etnográfica el consumo también se hace de forma individual, como práctica
de los niños y niñas para olvidar las vivencias negativas, para no pensar y para calmar la sensación de
hambre y frío.
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS 215
Déjame decirte que siempre, bueno cuando tenemos problemas de que llegan otros y se
quieren pasar de listos, pues ahí si hay unidad ¿no? por eso también son banda. Ya que le
están pegando, por ejemplo a Germán, pues ya llegamos y ¡qué pasó! ¿no? ¡cálmate con mi
\'aledor! o luego, luego nos liamos a �cazos, pero . . . como les he dicho a ellos, para po
der seruna banda necesitamos apoyarnos, para estar bien necesitamos no peleamos entre
nosotros, entendemos. Por ejemplo, con Carlos pues siempre he hablado con él ¿sabes qué,
mano? pues es que estás mal en esto y en esto, ¡no! pues tienes razón hija, discúlpame y todo,
no. Germántambién; No Marisa, es que la verdad me siento así, me siento bien sacado de
onda, me siento solo; no, mano, tú no estás solo, siempre que quieras platicar aquí estoy yo.
Pues yo trato de escucharlos ¿no?
También sucede, sobre todo en el caso de los chicos, que cuando se han sen
tido tristes y han necesitado desahogarse, han preferido no contarlo a todos los
miembros del grupo porque cuando lo han hecho, han sido sujetos de burlas. No
comportarse de la forma que se espera según los mandatos de género, por ejemplo,
que un chico llore es motivo de risas y de insultos por parte del resto; le llamaban
"llorica, marica y chillón ". Realidad que nos muestra, una vez más, la conformación
de un tipo de masculinidad basado en la fuerza no sólo fisica, sino también moral
de los hombres, siendo sancionados en el momento que manifiestan "debilidad".18
AVANCE DE RESULTADOS
Las bandas como formas de organización entre los niños y niñas de la calle se con
figuran, tal y como plantea Juliano ( 1998: 1 7 ) como "grupos situados desde la mar
ginalidad que, sin embargo, generan sus propias interpretaciones del mundo y que
a su vez, cuestionan la cultura o sistema dominante. A este tipo de elaboraciones
cuestionadoras por el hecho de existir se las denomina subculturas".
Los menores en situación de calle, desde su posición de marginalidad y desde su
acción cotidiana, cuestionan a mi parecer conceptos muy bien armados y naturali
zados desde la estructura social como son el concepto de menor y el de familia 19 /
hogar, así como los roles de unos y funciones de otras. Cuestionando a su vez, un
18
Anna Berga (2003: 1 3 1 ) señala que Men contextos de grupo, los hombres deben responder a las
expectativas que derivan de su rol masculino y esto significa que expresar sentimientos de inseguridad,
miedo o tristeza, no se considera apropiado por los iguales masculinos".
" Sobre todo si lo entendemos como lugar en el que se prestan los cuidados.
216 MARÍA ESPINOSA SPÍNOLA
sistema que los deja al margen y que, sin embargo, ellos y ellas conscientes de esta
situación y a partir de diversas estrategias, van a lograr permanecer en él. Sus vidas
son, por lo tanto, una lucha constante para sobrevivir en una sociedad que los re
chaza de forma continuada.
Tal y como hemos podido ver a través de mi acercamiento a esta realidad, los
menores son agentes activos creadores de cultura puesto que generan sus propias
prácticas y una manera particular de ver el mundo, así como de moverse en él.
Los niños y niñas entrevistados a lo largo de esta investigación señalaron como
algo habitual de la vida en la calle, el establecimiento de relaciones destinadas a sa
tisfacer una serie de cuidados y afectos que se tornan vitales en un medio tan hostil
como es la calle.
Son , a mi parecer, cuatro las expresiones que aparecen en las prácticas cotidia
nas de los menores con la finalidad de proporcionar bienestar a sus miembros.
Una primera, las redes de apoyo, es decir las formas en las que se organizan para
intercambiar información, entrenamiento, trabajo, cobijo, dinero y apoyo emocio
nal y moral. Redes que se configuran como imprescindibles para su supervivencia y
que en muchas ocasiones les ofrecerán la posibilidad de formar parte de la banda.
Adhesión a la misma que va a ser diferenciada según género, ya que las exigencias
a la hora de acceder y permanecer en el grupo va a ser distinta en función de si son
chicas o chicos los que quieren integrarse.
Una segunda práctica en la configuración de las relaciones para la provisión
de cuidados en este contexto de marginación y subalteridad, la encontramos al
agruparse en bandas para protegerse de una violencia que forma parte de su coti
dianeidad. Es decir, formar parte del grupo significa "cuidarse" no sólo a ellos, sino
a todas y todos sus miembros. Afectos y cuidados que no sólo van a estar atravesados
por categorías tales como el género, sino también por la edad, donde las relaciones
de desigualdad de género, y es lo interesante, no se van a reproducir sin más. Es
decir, hacer de la calle una forma de vida y lo que ello implica, vivir en situaciones
extremas, hace que los roles y funciones diferenciados y atribuidos socialmente a
"hombres" y "mujeres" en ocasiones se difuminen o incluso se transgredan. En este
sentido considero realmente valiosas las diferentes estrategias que las niñas van a
generar para sobrevivir en la calle y por lo tanto, para protegerse. Así como a las
creadas con la finalidad de revelarse ante las distintas formas de dominación, sub
ordinación y violencia que predominan en sus relaciones y que prácticamente las
obligan a "buscarse un hombre que las proteja". De esta manera las bandas se dibu
jan como espacio de interacción en el que las identidades de género se producen,
reproducen y transforman.
La tercera expresión de los cuidados aparece en las diversas formas en las que
los chicos y chicas cooperan y colaboran en las actividades cotidianas y ritualizadas
para cubrir sus necesidades más básicas como son comer o drogarse. Formas de
autoorganizarse donde comparten los escasos recursos que tienen, poniendo así
en marcha el comportamiento solidario. Una última práctica la encontramos en los
significados que subyacen en el concepto "banda" al entenderla como sinónimo de
familia y como lugar de escucha y apoyo. Significados que se muestran en su forma
ETNOGRAFIANDO PRÁCTICAS DE PRESTACIÓN DE CUIDADOS
BIBLIOGRAFÍA
ciones/Doc_La%20_Telarana_de%20_las_Redes_Migratorias.pdf>.
Lamas, Marta (2007) , "Las putas honestas de ayer y hoy", en Miradasfeministas de las mexicanas
del siglo XX, México, FCE, pp. 3 1 0-325.
Lucchini, Ricardo ( 1 999) , Niño de la cal/,e. Identidad, sociabilidad y droga, Barcelona, Libros de
la Frontera.
Teodore ( 2004) , "El sexo recompensado: una práctica en el centro de las. vulnerabilidades
(ITS/VIH/SIDA) de las jóvenes mexicanas", Salud Pública, 46: 1-20.
SEMBRANDO LUCHAS: MUJERES LÍ DERES EN
EL MOVIMIENTO SIN TIERRA DE BRASIL
En este artículo mostraré las experiencias de algunas mujeres líderes del Movimien
to Sin Tierra (MST) de Brasil. El nacimiento "oficial" del MST se sitúa en la celebra
ción del I Encontro Nacional dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, que tuvo lugar en
Cascavel (PR) , en enero de 1 984. En el Encuentro se decidió realizar el I Congreso
Nacional en enero de 1 985 en Curitiba ( PR) , donde se reunieron 1 600 delegados
de los Sin Tierra de todo el país, entre los cuales había 300 mujeres Sin Tierra (Mo
rissawa, 200 1 : 2 1 1 ) .
El MST se considera un movimiento social de masas cuya principal base son los
campesinos sin tierra. Sus principales objetivos son la tierra, la Reforma Agraria y
una sociedad másjusta1 (Stédile y Sérgio, s.f. : 21-23) .
La ocupación de latifundios es la forma de lucha más importante y caracterís
tica del MST. Es una acción dirigida a abrir un espacio de lucha y resistencia para
tener la posibilidad de negociación entre los Sin Tierra y el Instituto Nacional de
Colonización y Reforma Agraria ( INCRA) 2 ( Morissawa, 200 1 : 1 32 ) . Una vez han
ocupado la tierra, las/los Sin Tierra construyen un campamento con barracas de
plástico negro. A la vez, las/los militantes del Movimiento forman la estructura
organizativa del campamento, es decir, constituyen la coordinación encargada
de las negociaciones con los organismos públicos, los núcleos de base formados
por las familias acampadas y los distintos sectores de actuación para gestionar
los problemas y necesidades del campamento, como la salud, la educación o la
seguridad. Un campamento del MST no tiene una duración predeterminada. Las
familias pueden ser desalojadas en horas o pueden estar acampadas años hasta
que son asentadas.
Cuando un latifundio es expropiado, el INCRA, como órgano del gobierno fe
deral responsable de la Reforma Agraria, distribuye las imissao de posse� entre las
[ 2 1 8]
SEMBRANDO LUCHAS 2 19
familias catastradas para ser asentadas en la tierra. Seguidamente, las familias asen
tadas solicitan la subvención gubernamental para la construcción de las casas. Fi
nalmente, las familias que forman el asentamiento constituyen la asociación y(o) la
cooperativa de producción.
Durante todas estas fases, la estructura organizativa del MST formada en el cam
pamento se mantiene. En realidad, las líderes y dirigentes del Movimiento suelen
surgir de las ocupaciones de tierra y campamentos del MST. Es en ese momento
cuando comienzan a formar parte de las instancias deliberativas, representativas y
ejecutivas del Movimiento.
Las instancias representativas y deliberativas del MST son los foros de decisión
del Movimiento que acontecen en los encuentros estatales y nacionales. Fueron
constituidas en el periodo de 1 985 a 1 990, volviéndose espacios políticos donde se
analizan las coyunturas política y socioeconómica nacional e internacional. Tam
bién en estos foros es donde se trazan las líneas políticas generales de actuación.
Se organizan en tres niveles: nacional, estatal y local4 (Morisawa, 200 1 ; Harnecker,
2002) .
Además de las instancias representativas y deliberativas, están las ejecutivas (se
cretarías nacionales y estatales) y las instancias por actividad, que son los sectores
encargados de realizar las tareas concretas. Estos sectores son: frente de masa; for
mación; educación; producción; sistema cooperativista de los asentados; finanzas;
proyectos; comunicación ; relaciones internacionales; derechos humanos; género.
En aquel momento, las mujeres no hacían su propia marcha específica. Eso se va producien
do con el avance del Movimiento, con el crecimiento [ . ] . Entonces van apareciendo esas
. .
otras formas organizativas dentro del propio Movimiento ( Nahia, entrevista, 2005) .5
Nahia, militante del MST del Sector de Educación del Estado de Bahía, hacía
referencia a la génesis y a la fundación del MST, a principios de los años ochenta,
cuando las mujeres formaban parte de la lucha del Movimiento como un miembro
más de la familia. Pero el papel y la participación de las militantes del Movimiento
han ido evolucionando con el tiempo.
Poder Judicial la pose de inmueble expropiado, pudiendo así destinarlo al asentamiento de familias en
el proceso de reforma agraria.
' Instancias nacionales: Congreso Nacional (quinquenal ) ; Encuentro Nacional (bianual) ; Coordina
ción Nacional; Dirección Nacional. Instancias estatales: Encuentros Estatales (anual ) ; Coordinaciones
Estatales;Direcciones Estatales. Instancias locales: Coordinaciones Regionales; Coordinaciones de asen
tamientos y campamentos; Núcleos de Base.
; Las traducciones del brasileño al castellano son de la autora. Los nombres de las entrevistadas son
ficticios.
2 20 MARÍA CARBALLO LÓPEZ
desarrollo es un logro muy reciente, que, en buena medida, se debe al avance científico de los Estudios
de Género, y muy especialmente, a los aportes realizados desde la antropología".
9 Hacen referencia a la participación en la estructura organizativa del MST; en los debates y delibera
ciones del Movimiento; en las luchas por la conquista de la tierra y en las asociaciones y cooperativas de
asentados/asentadas (Setor de Género, 2006: 1 6) .
SEMBRANDO LUCHAS 221
mismo año, el Programa Agrario del MST reconoce la doble jornada de trabajo de
las mujeres y que son ellas quienes sufren las peores condiciones de vida. Además,
se señala, las mujeres deben soportar una "condición generalizada de prejuicios y
10 Fue en este año cuando en las instancias del MST se discute y se acuerda que cada grupo de 10 fa
milias (Núcleos de Base) tengan dos coordinadores, un hombre y una mujer, Mcomo forma de incentivar
la participación de las mujeres en las instancias a partir de la base" (Setor Nacional de Genero, 2004: 3) .
222 MARÍA CARBALLO LÓPEZ
Discutir género es hablar del ser humano femenino y masculino [ . . ] . Es demostrar que es
.
posible garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, tanto en la vida social como en la
personal, respetando las diferencias. Nos preocupa establecer nuevas relaciones de poder y
no apenas un número de mujeres en el poder ( MST, 200 1 : 1 45-146) .
Por lo tanto, la cuestión de género en el MST hace referencia a las relaciones en
tre las mujeres y los hombres. Como indicaba Mabel, 12 "el problema es la relación
hombre/mujer, que no fue detectado por el MST. Cuando creamos el MST eso ya
existía. Entonces vamos intentando cambiar cosas" (entrevista, 200 1 ) .
El concepto "género" es trabajado desde el MST como un modelo social que de
fine cómo son las mujeres y cómo son los hombres. Las desigualdades de género
son "lucrativas" para los burgueses, porque mantener a las mujeres subordinadas
y oprimidas permite disminuir los costes de reproducción de la fuerza de trabajo,
rebajando así los salarios de la clase trabajadora (Godinho, 2003: 34) . Es la llamada
división sexual del trabajo. Según Stolcke ( 1 982: 29) , "La existencia de diferentes
esferas de actividad y de papeles sexuales diferenciados no implica necesariamen
te subordinación o jerarquía. La cuestión es si los papeles diferenciados cumplen
funciones complementarias en beneficio de la colectividad o si son instrumentos
de la perpetuación de desigualdades sociales. Las jerarquías sexuales presuponen
desigualdades sociales. Unas y otras quedan legitimadas del modo más eficaz si son
atribuidas a hechos naturales". En realidad, la división sexual del trabajo también
beneficia a los hombres de la clase trabajadora, ya que las mujeres son las respon
sables de todas las tareas reproductivas, aunque ellas también trabajen fuera del
hogar (Campos, 2003a: 2 1 ) .
No debemos olvidar que históricamente los movimientos sociales y sindicales,
así como las organizaciones de izquierda, han dejado en un segundo plano las lu
chas contra las ciesigualdades específicas como pueden ser contra el machismo y
el racismo. Incluso los países socialistas y comunistas no llegaron nunca a superar
las desigualdades de género o las injusticias (Setor de Genero, 2006: 1 6-1 7) . Según
Molyneux (2003: 1 65-1 66) , "Mientras que el socialismo asignaba prioridad a las
relaciones de clase derivadas del sistema económico y sus relaciones de propiedad,
el feminismo enfatizaba las relaciones de género opresivas, el poder y los privilegios
masculinos materializados en la familia, la sociedad en general y la propia organiza
ción del movimiento socialista".
Tanto la naturalización de la desigualdad de género como la división sexual del
trabajo, provocan que las mujeres tengan menos condiciones reales para participar
en la lucha de clases. Por lo tanto, para ellas es mucho más dificil implicarse en las
instancias del MST, así como asistir a los cursos de formación y capacitación. Para
poder cambiar esta situación, el primer paso es reconocer el hecho de que hay des
igualdades en las relaciones de género en el MST. El segundo, es discutir y buscar
construir nuevas relaciones de género y garantizar que las mujeres participen del
proceso de lucha por la transformación social como protagonistas de la historia
(Campos, 2003a: 22) .
Sobre la participación de las mujeres en las tareas de coordinación y representa
ción en el MST, Nahia indicaba: "Es real que cuando es la época del campamento las
mujeres participan más en el momento de pensar, en el momento de lucha [ . . . ] . Y
cuando es el asentamiento, ahí también es real que las mujeres se retraen. La par
ticipación de ella se va a limitar allí, en las tareas domésticas, en las tareas con los
niños" (entrevista, 2005 ) . 13 En realidad, esta idea de que las mujeres cuando finaliza
el periodo álgido de la lucha14 regresan al hogar es generalizada.
Si nos adentramos en el estudio de estas luchas, podemos encontrar que no siem
pre es así. Esto es posible cuando observamos con más detenimiento otras formas
de resistencias, de militancia o de entender los liderazgos diferentes a los marcados
según los esquemas androcéntricos. Ackelsberg ( 2006 [ 199 1 ] : 255) plantea que "En
muchas ocasiones, tanto los militantes revolucionarios como los estudiosos de los
movimientos sociales son incapaces de reconocer la militancia femenina cuando no
sigue líneas convencionales. Y la militancia femenina con frecuencia no lo hace".
Esta especificidad de la militancia femenina también es así en el caso del MST en
Brasil. Concretamente, sobre la participación de las mujeres Sin Tierra en las luchas
del MST, Silva (2004: 1 00) escribió:
Parece haber una cierta laguna, un lapsus, que impide la cuantificación de sus acciones,
si no, no pondriamos tanto énfasis en los discursos que constituyen su participación como
insuficiente y, por eso, un problema. En realidad, lo que parece ser pequeño es la inversión
en la construcción de esa participación como importante y significativa, lo que no remite a
una poca participación, sino a una participación diferente de aquella que se quiere y se desea
" Una diferencia importante entre el campamento y el asentamiento es que en el primero las familias
1iven en una barraca y en el segundo ya tienen sus casas y trabajan la tierra. Si obselY.IIllos detenidamen
le, las tareas reproductivas generalmente son asumidas por las mujeres tanto en el campamento como
en el asentamiento. Durante mi estancia en el campamento Nova Canaa anoté: "La división sexual del
trabajo se observa fácil y claramente en el campamento. Los hombres que cocinan o lavan es porque su
mujer no está aquí con ellos" (Diario de campo, 2003) .
14 Ya sea una guerra o luchas puntuales, como es en este caso la lucha por la tierra.
2 24 MARÍA CARBAILO LÓPEZ
de las mujeres en el MST. Es evidente que el número de mujeres que ocupan posiciones de
líderes, así como aquellas que forman parte en negociaciones más expresivas en el Movi
miento, es realmente pequeño, pues en el Msr esas posiciones aún tienen fuertes imágenes
de lo masculino.
Nahia continuaba su análisis insistiendo en que las mujeres del MST ocupan car
gos en sectores con tareas más "femeninas" (según la división sexual del trabajo)
y que les permiten cuidar de sus hijos e hijas: "Ella asume otro tipo de liderazgo,
no ese tipo de liderazgo político y tal [ . . . ] es en la educación [ . . . ] . Creo que por la
propia tarea educativa que históricamente fue delegada a la mujer, pero es donde
las mujeres siempre encuentran muchos más espacios [ . . . ] . Que las mujeres dentro
del sector de educación se vuelven grandes líderes allí y de ahí ellas van para otro
sector" (entrevista, 2005) .
La idea generada sobre el retomo de las mujeres al hogar después de una etapa
intensa de lucha social de clase, pasa por tres ejes fundamentales. El primero es el
más obvio. Las mujeres son obligadas, presionadas social y culturalmente a volver
a sus tareas reproductivas. 15 El segundo eje tiene relación con las oportunidades
que ellas puedan tener de continuar en la estructura de la organización debido a
la carga de trabajo y al acceso limitado a la formación y a los puestos de responsa
bilidad. Por último, el tercer eje es la invisibilidad de las mujeres que impide ver su
verdadera implicación y participación en esa lucha.
Las mujeres Sin Tierra están en la lucha por la tierra y por la Reforma Agraria
desde los inicios del MST, pero en muchas ocasiones han sido escamoteadas. Tal
y como escribió De Beauvoir ( 1 998 [ 1 949] : 229) , "La representación del mundo,
como el mismo mundo, es una operación de los hombres; lo describen desde su
propio punto de vista que confunden con la verdad absoluta".
Nosotras primero comenzamos en las CEB, las Comunidades Eclesiales de Base.16 Organi
zándose en todas las comunidades, viviendo la presencia de Dios, porque el sufrimiento
era demasiado. Nadie aguantaba más la masacre de los amos, la gente trabajando para ellos
(Maritxu, entrevista, 2004) .
15 Como ejemplo, lo sucedido después de la segunda guerra mundial en Europa y Estados Unidos.
Los dos bandos enfrentados recurrieron a la mano de obra femenina para fabricar armas para la guerra.
Cuando los combatientes volvieron a sus casas, las mujeres dejaron de ser necesarias para la producción
y tuvieron que regresar a sus obligaciones en los hogares.
16 Creadas en los años setenta por la Iglesia católica. "Fueron los lugares sociales donde se constituye
ron los espacios de reflexión sobre la realidad y donde se desenvolvieron las experiencias para la organi
zación de los trabajadores rurales contra la política agraria del gobierno militar. Son los espacios de con
frontación y el punto de partida para la lucha organizada, y de ahí surgen las personas politizadas que
comienzan un proceso de construcción de nuevas formas de organización social" (Carballo, 2002: 1 8 ) .
SEMBRANDO LUCHAS 2 25
Maritxu explicaba que antes de ser fundado el MST en Ceará, estas mujeres "ya
habían luchado, ya existían hasta casos de fuerza; nosotras entrábamos allá en una
tierra, pero no la teníamos conseguida" (entrevista, 2004) . Mujeres y hombres de la
zona rural de Ceará durante los años ochenta se organizaron, formaron y contaban
con líderes de la CEB y de la Comisión Pastoral de la Tierra ( CPT) . 17 Alicia, Mercedes,
Francesca y Maritxu son algunas de ellas. Maritxu es una líder de su comunidad y
fue uno de los contactos que el Movimiento Sin Tierra tenía en el estado de Ceará,
pues había asistido al 1 Congreso del Movimiento. Participó en la primera ocupa
ción del MST en Ceará que culminó en el asentamiento 25 de Maio, donde vive
desde 1989. Actualmente coordina el grupo de mujeres de su asentamiento.
Francesca continúa siendo una líder reconocida en su comunidad, debido prin
cipalmente a su destacada implicación en la lucha por la tierra en el Asentamiento
Lagoa do Mineiro. Mercedes asumió el liderazgo a partir del asesinato de su mari
do, degollado por pistoleros en un conflicto de tierras en 1 987. Actualmente reside
en el Asentamiento Melancia. Alicia está asentada en el Asentamiento Santana. 18 Es
una líder en su comunidad y en la lucha por la tierra con una amplia implicación
política, lo que le lleva a militar además en el Sindicato de Trabajadores Rurales y
en el Partido de los Trabajadores.En la actualidad ninguna de estas mujeres tiene
una responsabilidad específica en las instancias del MST, aunque todas ellas son un
referente para las militantes Sin Tierra y siguen en la lucha por la tierra desde sus
asentamientos. Posiblemente debido a sus edades (entre los 60 años de Alicia y los
más de 70 de Maritxu) su implicación ha variado de forma, pero no en intensidad.
Todas tienen hijas o hijos dirigentes en el Movimiento Sin Tierra.
Existen tres cuestiones básicas en la historia de la lucha por la tierra en los rela
tos 19 de Alicia, Mercedes, Francesca y Maritxu. Está en primer lugar la participación
en la lucha por la tierra de miembros de la Iglesia católica; 20 en segundo lugar está
la profunda fe de estas mujeres según su creencia religiosa y, por último, está la con
cienciación social generada a través de las reuniones, de la lectura,21 de la necesidad
y de la propia lucha. Estos tres puntos están conectados entre sí.
0 1 7 La Comisión Pastoral de la Tierra nació ligada a la Iglesia católica en junio de 1975, durante el
Encuentro de Pastoral de la Amazonia, convocado por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil
(c."íBB) (CPT, <WWW. cpmac.com.br/?system=news&eid=26>, consultada el 2 de enero de 2009) .
" Los asentamientos Lagoa do Mineiro y Santana son anteriores a la fundación del MST en el estado
de Ceará.
19 Recogidos en las entrevistas realizadas durante mis trabajos de campo en Ceará.
'° El referente doctrinario del sector más progresista del clero de Brasil durante los años setenta fue la
Teología de la Liberación. "La preocupación de la Iglesia de los cincuenta era el avance del comunismo y
protestantismo, al que se le atribuía las causas del desorden social y religioso; a partir de la Teología de la
Liberación se formula un análisis de la problemática socioeconómica, que conlleva un cuestionamiento
del sistema capitalista y de su impacto en los países latinoamericanos" (Carballo López y Salcedo Vereda,
2008 : 8 ) .
2 1 El libro el Éxodo era una de las referencias de las CEB. Durante los estudios bíblicos en las comuni
dades, se establecía una analogía entre el éxodo del pueblo hebreo y el éxodo sufrido por los trabajado
res rurales expulsados de la tierra. A partir de lecturas sobre sus condiciones sociopolíticas, económicas
r culturales, los trabajadores rurales iniciaban el enfrentamiento contra el modelo económico de desa
rrollo de la agricultura en Brasil.
MARÍA CARBALLO LÓPEZ
Por lo tanto, podemos constatar que la lucha por la tierra estaba aconteciendo
en el estado de Ceará antes de la llegada del MST y las mujeres tenían un papel des
tacado dentro de ella. En realidad, el Movimiento les llevó a dar un paso más en la
concienciación iniciada en las CEB al mostrarles una solución para la injusticia que
estaban viviendo en los latifundios. Mercedes consideraba que "nos organizamos,
reconocimos nuestros derechos [ . . . ] , descubrimos que nosotras también éramos
ciudadanos igual que los caronru, igual dueño del poder. A pesar de nuestra pobre
za" (entrevista, 2000) .
Maritxu explicaba que "la situación era precaria cuando se oyó hablar del 1 Con
greso de los Sin Tierra en Curitiba" (entrevista, 2004) . Una religiosa le preguntó
si estaba dispuesta a ir a Curitiba representando a las trabajadoras rurales del nor
deste. Según Maritxu, "fueron tres días o cuatro días de estudio, cómo nosotras
queríamos la tierra [ . . . ] , yo representando aquí el Ceará [ . . . ] , después que regresé
de allá, los conflictos aumentaron " (entrevista 2004) .
El aumento de los conflictos, el conocimiento de la existencia de un movimiento
social de trabajadores rurales sin tierra en Brasil y la necesidad de una mayor orga
nización, llevó a que se pidiese ayuda directamente al MST en la lucha por la tierra
en Ceará y así fundar el Movimiento en el Estado: "ahí fue cuando los compañeros
del sur nos vinieron a ayudar" (Maritxu, entrevista 2004) . Fueron enviados a Ceará
dos hombres y una mujer. Federica fue la que finalmente se quedó allí como repre
sentante de Ceará en la Dirección Nacional del MST desde 1989 hasta 1996.
El principal desencadenante que llevó a Federica a implicarse directamente en la
lucha por la tierra con el Sindicato de los Trabajadores Rurales y con el MST fue una
paliza que recibió su padre, agricultor en un latifundio. El dueño de la hacienda
quería expulsarlo y no podía debido a los derechos que ya había adquirido al llevar
más de cuarenta años viviendo y trabajando en ella. Todos estos acontecimientos
coincidieron en la época en que se estaba invitando a varias personas de su estado
a participar en el 1 Congreso Nacional del MST. A este congreso asistieron algunos
sindicalistas y miembros de la CPT que regresaron con la responsabilidad de llevar a
cabo una ocupación de tierra, de pasar a la acción en el estado. Federica se añadió
a esos compañeros para hacer trabajo de base entre la población de su región .
As í fu e como Federica comenzó a militar y a formarse e n e l llamado Frente de
Masas, movilizando a las personas de los barrios, de los municipios y de las comuni
dades del interior de la región. Poco a poco fue adquiriendo otras responsabilida
des dentro del Movimiento.
Posteriormente Federica fue seleccionada por el MST para continuar su forma
ción durante tres meses en Cuba, en la escuela de mujeres de la Federación de las
Mujeres Cubanas. Cuando regresó a Brasil el Movimiento le asignó la tarea de ir a
ayudar en el nordeste, al estado de Ceará.
Después de organizar la primera ocupación en Ceará, lo primero que hicieron
las dirigentes del MST fue movilizar a los jóvenes de los campamentos y les enviaron
a un curso de formación de militantes a Paraíba. Así comenzó a militar en el Mo
vimiento Bidane, representante de Ceará en la Dirección Nacional del MST desde
1 996 hasta diciembre de 2003.
SEMBRANDO LUCHAS 227
na. Bidane explicaba que "Federica llegó aquí, anduvo a galope de caballo de los
trabajadores, en bicicleta, andaba a pie y se quedaba cada día en un lugar y dormía
gran parte en las estaciones de autobuses" (entrevista, 2004) .
Cuando las militantes del MST organizan una ocupación de tierra lo primero que
hacen es estudiar el área, trazar las tácticas de movilización, reunir a las personas
y desarrollar debates políticos sobre Reforma Agraria (Sales, 2003: 63) . Federica
tardó cuatro meses en escoger un área a ser ocupada con posibilidades de expropia
ción, en reunir a las organizaciones locales y en realizar el levantamiento del mapa
(mapeamento) de los municipios, haciendas y comunidades a ser movilizadas.
Fue entonces cuando fueron para Ceará otros militantes del Movimiento25 para
ayudar a realizar la primera ocupación del MST en el Estado. Cuando llegaron, Fe
derica distribuyó a las personas para realizar trabajo de base por tres municipios:
Quixadá, Quixeramobim y Canindé.
El 25 de mayo de 1989 se produjo la primera ocupación del MST en el estado de
Ceará. Según Bidane, "cuando aconteció la ocupación, ella [Federica] regresa a la ins
tancia [reunión de la Dirección Nacional] y dice que había ocupado un área de 23 000
hectáreas, que era la mayor área en todo el Estado de tierra, que había sido ocupada
por casi 400 familias. Eso fue la moral de ella y todo el mundo [ . . . ] . Que nadie quena
venir para este Ceará bien seco y construir el Movimiento" (entrevista, 2004) .
Cabe destacar que el mérito principal, aunque no exclusivo, de todo lo aconteci
do esos primeros meses en Ceará fue de una mujer joven, 26 lo que produjo sorpresa
entre algunos miembros de las instancias nacionales del MST. Según Bidane uno de
ellos dijo: "Larga vida a las compañeras de Ceará" (entrevista, 2004) .
Tres cuestiones destacan en la creación y consolidación del MST en Ceará. La
primera es el trabajo de base de militantes del Movimiento que acudieron de otros
estados, en el que resalta el papel de Federica, junto a líderes de organizaciones
y movimientos sociales de Ceará. La segunda es la ocupación masiva de grandes
latifundios, tres planeados que se convirtieron en cuatro, con la victoria de los tra
bajadores rurales al conseguir las imissiio de posse de pose y ser asentados en la tierra.
Por último, la formación de las primeras dirigentes cearenses del Movimiento y la
creación de la Coordinación Estatal, con mayoría femenina al menos hasta el año
2004, en que empieza a disminuir en número.
En realidad, género y mujeres en el MST van unidos pues, como hemos visto, fueron
las dirigentes del MST las que comenzaron esta discusión y son las que la continúan.
Por lo tanto, considero que la categoría de género puede ser útil y necesaria en un
25 En el MST existe la llamada "brigada nacional": una brigada formada por militantes de varios esta·
dos que son enviados allí donde requieren ayuda durante un tiempo determinado.
26 Federica había cumplido 23 años en marzo.
SEMBRANDO LUCHAS 2 29
27 La primera parte de la definición, género corno elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos, comprende cuatro elementos interrelacionados:
rimbolos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples; conceptos normativos que
manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos; inclusión de nociones políticas y
referencias a las instituciones y organizaciones sociales, tercer aspecto de las relaciones de género, y por
último, la identidad subjetiva.
'" Scott plantea unas preguntas al final de su artículo, de las cuales destaco dos: "¿Por qué (y desde
cuándo) han sido invisibles las mujeres corno sujetos históricos, si sabernos que participaron en los
grandes y pequeños acontecimientos de la historia humana? [ . . ] ¿Cómo han incorporado el género las
.
BIBLIOGRAFÍA
Ackeslber, Martha ( 2006 [ 1 99 1 ] ) , Mujeres libres. El anarquismo y lo, lucha por lo, emancipación IÚ
las mujeres, Barcelona, Virus.
Beauvoir, Simone de ( 1 998 [ 1 949] ) , El segundo sexo. l. Los hechos y /,os mitos, Madrid, Cátedra.
Campos, Christiane ( 2003a) , "As rela�oes de genero e o MST " , en Setor Nacional de Género
(MST). Construindo novas relaréies de genero. Desafiando relaréies de poder, Sao Paulo, ANCA-Asso
cia�ao Nacional de coopera�ao agrícola, pp. 7-25.
--- ( 2003b) , "Desvendando símbolos e significados", en Setor Nacional de Género (MST).
Construindo novas relaréies de genero. Desafiando relaréies de poder, Sao Paulo, ANCA-Associa�ao
Nacional de coopera�ao agrícola, pp. 85-89.
Carballo López, María (2002) , Mulheres com coragem. Mujeres líderes en el Movimiento de los Tra
bajadores y Trabajadoras Rurales Sin Tierra de Brasil, Bellaterra, Universitat Autónoma de
Barcelona, tesina de máster, policopiado, inédita.
Carballo López, María y Carmen Salcedo Vereda ( 2008) , "La Teología de la Liberación.
Interrogantes sobre lo religioso y los procesos de cambio", en Periferia. Revista de investiga
ción y formación en antropowgía, núm. 8, <http:/ /antropologia.uab.es/Periferia/Articles/
teologia_liberacion.pdf>, 20 de diciembre de 2008.
29 Campos (2003b: 88) escribió que "Cuando se considera que Feminismo es lo contrario de machi�
mo se está intentando desvalorizar el movimiento organizado por mujeres para luchar por sus derechos".
SEMBRANDO LUCHAS
Coletivo Nacional de Mulheres do MST ( 1 996) , A questao da mulher no MST, Sao Paulo, MST.
-- ( 1 998) , Comprender e construir novas relafaes de ginero. Co/,etanea de Textos, sao Paulo,
INCRA/ ANCA.
Femandes, Bernardo Man�ano ( 2000) , A formafao do MST no Brasi� Petrópolis, Vozes.
Godinho, Tatau ( 2003) , "O feminismo e a Juta dos trabalhadores", en Setor Nacional de Genero
(MST). Construindo n()IJas rela{ijes de ginero. Desafiando relafOes de poder, Sao Paulo, ANCA/Asso
cia�ao Nacional de Coopera�ao Agrícola, pp. 33-38.
Hamecker, Marta (2002) , Sin Tierra. Construyendo mooimiento socia� Madrid, Siglo XXI .
Martín Casares, Aurelia ( 2006) , Antropowgía del género. Culturas, mitos y estereotipos sexua/,es,
Madrid, Cátedra.
Molyneux, Maxine ( 2003) , Mooimientos de mujeres en América Latina. Estudio teórico comparado.
Madrid: Cátedra.
Morisawa, Mitsue (200 1 ) , A história da luta pela terra e o MST. Sao Paulo, Expressao Popular.
Moore, Henrietta L. ( 1 99 1 ) , Antropowgía y feminismo, Madrid, Cátedra.
MST ( 1995) , Programa de Reforma Agrária. Caderno de Formafao, núm. 23, Sao Paulo, MST.
--, Normas Gerais do Mooimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra --de caráter nacional, Sao
Paulo, MST.
-- (200 1 ) Construindo o Caminho, Sao Paulo, MST.
Pinto, Céli Regina jardim ( 2003) , Uma história do feminismo no Brasi� Sao Paulo, Funda�ao
Perseu Abramo.
Sales, Celecina de Maria Veras (2003) , Cria�óes coletivas da juventude no campo político:
um olhar sobre os assentamentos do MST, Fortaleza, Universidade Federal do Ceará, tesis
Entrevistas
CONECTÁNDOSE
En este trabajo planteo, desde la antropología feminista, una serie de primeras re
flexiones en relación con el proceso de socialización genérica a través del cual los
jóvenes aprenden, recrean, comparten, introyectan y proyectan las subjetividades,
identidades, sexualidades, imágenes y culturas que los definen en su condición ge
nérica como hombres y jóvenes, a partir de las prácticas y formas como juegan los
videojuegos en las videosalas.
El juego, como posibilidad de ser y estar en el mundo, como pedagogía de la
vida, y como parte del orden social hegemónico de género, se ha constituido, histó
ricamente, como una de las instituciones políticas, prácticas culturales y relaciones
sociales espectaculares de la conformación de la condición genérica y situación vital
de los hombres. Es decir, para éstos, el juego es un ubi1 en el que, como constructo
práctico del patriarcado, se reafirman como grupo juramentado.2
Ja tensión práctica de todos y cada uno de los individuos que lo componen, no puede establecerse sino
sobre Ja base de relación de 'reciprocidad mediada', como diría j.P. Sartre, es decir, del libre pacto
de fidelidad a Ja causa común de cada cual con cada cual en el que se ponen por testigos a todos los
demás (recuérdese que hasta hace relativamente poco, la mujer no podía ser testigo, entre otras cosas).
Cada uno garantiza a cada uno de los demás ante todos los otros su carácter ( 'carácter es juramento',
dice Sartre) de servidor incondicional e insobornable de la causa común, y que el grupo, por lo q u e a
él concierne, quedará inmunizado de toda posible traición, en la misma medida en que él así lo exige
tanto de los demás como de sí mismo, así como exige a Jos otros que se Jo exijan (en la fórmula de todo
[ 232]
SOCIALIZACIÓN GENÉRICA DE LOS JÓVENES 2 33
Desde este ubi, y como grupo juramentado, los hombres acceden a los poderes
de dominio; espectacularmente juegan a asumirse como poderosos, a dominar, a
vencer y derrotar, con base en la ideología justificatoria de la competición y rivali
dad del juego, todo aquello que represente un obstáculo. De ahí que la violencia se
considere como un atributo genérico y sociocultural, asociado, principalmente, con
los hombres, y como un constitutivo esencial de la rivalidad del juego, cuya práctica
valida su conceptualización y uso para la obtención del triunfo.
En este contexto se sitúan los videojuegos y el espacio de su juego: las video
salas, en las que los jóvenes, como parte del proceso de sociabilidad e interacción
genérica, crean y recrean su experiencia cyborg3 y que, como jugadores y grupo
juramento personal o de grupo hay un 'Olvídeme de mí si te olvidare' ) . El juramento, pues, tiene una
esnuctura bifronte denominada por Sartre 'Fraternidad-Terror' , haz y envés del compromiso contraído
según se mire desde el punto de vista de la libertad o de la necesidad. La libertad de cada cual, en tanto
que engendrada libremente a todos los otros es la fraternidad; esta misma libertad, en cuanto se ha
negado a sí misma, bajo el control y la coacción de todos los otros, la posibilidad de que el individuo se
'vuelva otro' para el grupo es el Terror. Dicho de otro modo: es la necesidad de ser lo que libremente se
ha querido ser bajo la amenaza de ser tratado por los propios hermanos como enemigo [ . . . ] . Por otra
parte, el grupo j uram entado por una concentración excesiva de la tensión sintética de todo él, en cada
uno de los agentes prácticos que lo constituyen, encuentra un cierto alivio proyectando su unidad prác
tica -que no es tal sino como esquema regulador de las prácticas individuales de sus miembros-- en
una unidad ontológica que no puede lograr aunque seria su desideratum. Es importante, pues, que esta
unidad ontológica no falle, que aparezca, a la vez, como dotada de estabilidad que la unidad práctica del
grupo no tiene y que sea afin u homologable a la unidad práctica deseada para cumplir satisfactoriamen
te las funciones de mediación requeridas. Pues bien: es fácil ver que estas funciones, en el contexto de la
ideología y las estructuraciones simbólicas patriarcales, la mujer las cumple por antonomasia. "
• E n relación con e l proceso d e l a sociabilidad y l a experiencia e n los espacios virtuales, Belvy Mora
• Entiendo la ritualidad del juego como la acción comunicativa y representacional de lo social, cul
tural, económico, político y genérico que tiene lugar en espacios y tiempos, históricamente asignados
para su realización, en los que, de manera individual y colectiva, mujeres y hombres participan, de forma
desigual y diferenciada, en procesos de socialización, interacción e inmersión definidos por las diversas
características que conforman y constituyen el juego y que, de acuerdo con la condición genérica y
situación vital particular, cada quien se ubica, se reconoce, es ubicado y reconocido en la movilidad de
las estructuras de prestigio, de acuerdo con los conocimientos, habilidades, destrezas, estéticas, estilos y
formas de juego que se poseen, así como por la performancia corporal de sus feminidades y masculinida
des; cómo subjetiva, identitaria y sexualmente se imaginan, crean, simbolizan y proyectan las imágenes,
las representaciones y las sobrerrepresentaciones lúdicas de la experiencia de vida, significadas por el
desideratum de género. La ritualidad del juego escenifica estos procesos en lugares creados y asignados
para la objetivación y subjetivación de su realización: estadios, campos deportivos, clubes, escuelas, ca
lles, casas, videosalas, salones de baile, auditorios musicales, dancísticos y teatrales.
La ritualidad de los videojuegos comprende los procesos de socialización, interacción e inmersión
en lugares pertenecientes al ciberespacio, en los que las identidades y subjetividades se configuran y
constituyen en el simulacro y la representación, que define y caracteriza a los juegos mediados por com
putadora y a los mundos virtuales en los que se sitúa.
SOCIALIZACIÓN GENÉRICA DE LOS JÓVENES 2 35
; Dos de las dimensiones de los videojuegos son el espacio y el tiempo. En ellas se desarrollan todas
las prácticas de socialización e interacción en las que participan las y los jóvenes. En este sentido, si en
el espacio y el tiempo se crean y recrean las construcciones culturales, así como la variabilidad espacial
de los itinerarios reflexivos, se puede considerar a las salas de los videojuegos como cronotopos genéricos,
en tanto que lugares de conjunción dinámica del espacio y el tiempo de socialización de la condición
genérica, la situación vital, de la representación y simbolización de las identidades, las subjetividades y las
sexualidades de las y los jóvenes que navegan lúdicamente en los juegos virtuales. Siguiendo lo planteado
por Teresa del Valle ( 1 997) con respecto a que el espacio social forma parte de la experiencia cotidia
na, encierra poderosos contenidos para la interpretación social y cultural mediante categorizaciones y
acciones simbólicas con los que el espacio se limita, se jerarquiza, se valora; define a las personas que
lo ocupan, y éstas a su vez determinan su naturaleza como sistema de comunicación que contribuye al
conocimiento de los fenómenos sociales, su análisis y expresión de variabilidad, es que considero a las
1ideosalas como cronotopos genéricos. Esta autora define los cronotopos genéricos como "los puntos donde el
tiempo y el espacio imbuidos de género aparecen en una convergencia dinámica. Como nexos podere>
sos cargados de reflexividad y emociones, pueden reconocerse con base en las características siguientes:
actúan de síntesis de significados más amplios; son catárticos, catalizadores; condensan creatividad y
están sujetos a modificaciones y reinterpretaciones continuas" ( 1 999: 1 2 ) . Plantea que los cronotopos �
niricos son enclaves temporales con actividades y significados complejos de negociación de identidades,
en los que se presentan conflictos, cuyas interpretaciones, acciones y símbolos pueden reafirmar la des
igualdad, o convertirse en fisuras incipientes para el proceso de la igualdad que tienda al cambio social y
genérico manifiesto. Por ello, considera que los cronotopos son una estrategia metodológica de búsqueda
de núcleos poderosos, que a pesar de su complejidad, pueden incidir en las estructuras sociales como
sintetizadores y catalizadores de realidades más amplias, abiertas y democráticas.
FERNANDO HUERTA ROJAS
pecto a algo en tanto que, como lo diría Sartre, es el desmarque del otro y de todos
Jos demás, y esa misma recurrencia en serie es lo que configura el topos como lugar
de todos, como ámbito transaccional, en tanto que es la tierra de nadie -luego un
espacio simbólico de indiscemibilidad- y de cualquiera".
La socialización entre los jóvenes comprende el establecimiento de una serie de
relaciones (sociales, afectivas, emocionales, escolares, sexuales, etarias, laborales,
lingüísticas, lúdicas) que forman parte de la interacción, de ahí la importancia de
éstas para ampliar y consolidar la red de las amistades masculinas requeridas por
el grupo juramentado. Esta red incluye a las jóvenes, con las que se establecen,
desde una concepción y práctica masculinas de la complementariedad, relaciones
afectivas, emocionales, escolares, sexuales, lúdicas y competitivas que resultan útiles
y necesarias para el acompañamiento y corroboración de las proezas de las formas
de juego de los jóvenes. Cabe destacar que en la interacción de estas relaciones. al
gunos jóvenes socializan, en el reconocimiento genérico de algunas jóvenes con las
que juegan, sus capacidades, habilidades, destrezas y autoridad que poseen como
videojugadoras, lo cual las posiciona y ubica en los primeros lugares del ranking de
losjuegos virtuales.
Asimismo, la socialización e interacción de género de los jóvenes, comprende las
diferencias y desigualdades sociales, sexuales, etarias, escolares, raciales, urbanas.
Ello se expresa en el nivel y calidad de los conocimientos que se poseen sobre los
videojuegos; la posesión o no de tecnología y máquinas virtuales en el hogar; las
videosalas a las que se acude ( tanto las que se encuentran ubicadas en las plazas
comerciales como las que se encuentran en locales ad doc, así como las de las tiendas
de las esquinas) ; del reconocimiento y jerarquía ocupada en el ranking que se tenga
como videojugador; del tipo de relaciones establecidas en y con el grupo, así como
del lugar asignado en la sociabilidad e interacción de la ritualidad del juego.
De esta manera, el proceso de socialización de los jóvenes comprende diferentes
niveles y matices, los cuales mantienen una relación compleja según sea el contex
to y realidad social en el que cada uno se proyecta.6 Uno de estos niveles es el de
la adaptación al grupo, con lo cual el joven aprende el capital cultural y simbólico
necesario para ser aceptado y reconocido como hombre y como joven, lo que a su
vez puede garantizar su permanencia. Otro de los niveles es el de la búsqueda de
una inclusión y posición en el grupo, lo cual conjunta una serie de características
contenidas en el orden dominante de género, y que define el reconocimiento de la
6 Juan Maestre Alfonso ( 1 974) plantea que en las sociedades urbanas e industrializadas, el proceso de
socialización presenta una mayor continuidad en edades y épocas comprendidas no sólo en la infancia
o la adolescencia, sino que se llega a prolongar en toda la vida de las personas, entre otras cosas por la
gran división del trabajo, la especialización de las funciones y la creciente tecnologización en todos los
ámbitos sociales, lo cual ha conducido a una mayor prolongación del proceso de aprendizaje y de la so
cialización. Considera que en un marco dinámico de la cultura, el proceso de socialización comprende
cuatro niveles: la adopción, la inclusión, el aprendiz.aje y práctica de los papeles sociales, la aceptación de los
valores, el orden cultural, social, político y económico. Si bien su abordaje teórico-antropológico no es
desde un enfoque feminista, retomo estos planteamientos para el análisis del proceso de socialización
genérico de los jóvenes, desde una perspectiva antropológica feminista.
FERNANDO HUERTA ROJAS
7 Al respecto, Daniel Cazés ( 1998: 86) plantea que "a partir del desideratum o mandato cultural de cada
sociedad en torno a la sexualidad, se forman y se estructuran las personas, los géneros y sus relaciO'Tll!s. Con base
en el desideratum se construyen los contenidos del deber ser hombre y del deber ser mujer, del desear ser hombre
y del desear ser mujer, del poder ser homlTre y del poder ser mujer. Sobre la misma base se definen las formas y
estructuras a que deben ceñirse las relaciO'Tll!s entre ellas y ellos. El desideratum constituye el deseo social de que
los individuos sean de una manera y no de otra; al tiempo que el desideratum es culturalmente impuesto
a los sujetos, cada sociedad logra que lo hagan suyo, como impulso y como deseo, las personas, los sujetos
genéricos y las instituciones inventadas en el desideratum mismo".
8 Celia Amorós ( 1 990: 1 1 ) plantea que "desde este punto de vista, lo que hemos llamado 'pactos
seriales' , correspondería al grado de tensión sintética menor; son los más laxos, y la misoginia que les es
correlativa, se expresa como violencia en forma de exclusión de las mujeres no especialmente represiva:
es más bien, como tuvimos ocasión de ver, un 'no tener en cuenta' constituyendo el topos de 'lo-no
pensado' . Pero, en determinadas circunstancias -relacionadas, sobre todo, con relevos históricos del
poder patriarcal: conflictos generacionales fuertes, situaciones revolucionarias-- estos pactos pueden
perder fluidez y estrechar sus mallas: nos encontramos, entonces, ante lo que Sartre ha llamado 'el
grupo juramentado' . n
9 Teresa de Lauretis ( 1992: 93 y 96) señala que "la noción de proyección sugiere un proceso, en mar
cha pero discontinuo, de percepción-representación-significación (quiero llamarlo 'creación de imáge
nes' ) que ni es lingüístico (discreto, lineal, sintagmático, o arbitrario) , ni icónico (analógico, paradig
mático, o motivado) , sino ambas cosas a la vez, o quizás ninguna de ellas. Y en ese proceso de creación,
de imágenes se ven envueltos diferentes códigos y modalidades de producción semiótica, y entre ellas, la
producción semiótica de la diferencia [ . . . ] . La noción de proyección y el puente teórico que establece
entre la percepción y la significación supone, más que una oposición, una interacción compleja y una
implicación mutua entre las esferas de la subjetividad y la sociabilidad. Podría servir de modelo, o al
SOCIALIZACIÓN GENÉRICA DE LOS JÓVENES 2 39
finen . El juego, corno práctica cultural, relación social e institución política, está
contenido y significado por una serie de pactos seriales de y para los hombres, en
los que las mujeres, desde la exclusión/subordinación, forman parte de los objetos
que se negocian en calidad de acompañantes. Para ellos, el juego, por su condición
genérica y representación política, se ha constituido corno uno de los principales
ejes estructuradores del orden sociocultural de las identidades y subjetividades, aso
ciados principalmente con lo masculino y con los hombres.
En la conjunción de la adaptación , la inclusión, la asunción genérica de los pape
les y la aceptación de los valores políticos de la socialización, los jóvenes interactúan
y objetivan, consciente e inconscientemente, una serie de actos en el mateo de estos
pactos: ya sea eligiendo a una de las personajas de los juegos de pelea para, en el
combate contra sus oponentes, reales y virtuales, apropiarse de su cuerpo y sexua
lidad simbolizadas en sus destrezas marciales y concentración de poderes morta
les; yendo con su pareja para demostrarle, entre lucimientos y manifestaciones de
afecto, la calidad que se tiene corno videojugador; compitiendo con las jóvenes que
también juegan y han desarrollado un alto nivel corno videojugadoras; peleando
con otro joven corno una demostración de que sólo entre hombres se reconoce al
par-igual con el que vale la pena jugar. É sta es una de las formas en que los jóvenes,
ante la supuesta amenaza exterior que representan las jóvenes, refrendan los pactos
seriales y se autoconfirrnan corno grupo juramentado.
En este sentido, corno plantean Barreto y Puyana ( 1 996: 2 1 ) "la socialización es
conservadora porque a través de ella se reproducen las normas, los valores, las cos
tumbres y las profundas experiencias ligadas a la vida emocional, se forman iden
tificaciones y se repiten conductas. Mientras el socializador socializa, reproduce su
propia historia plasmada en él por sus padres y por las generaciones anteriores". En
el proceso de socialización, los jóvenes, al refrendar los pactos seriales y autocon
firmarse corno grupo juramentado, perciben, representan y significan la creación
de sus imágenes. É stas están envueltas en un discurso de códigos semióticos que los
identifica y diferencia genéricamente corno hombres, y etariarnente corno jóvenes
que socializan e interactúan en los cronotopos de género, con lo cual proyectan la
complejidad iconológica y su significado de ser Hombre de juego, en el entrecru
zamiento de las esferas de la subjetividad y la sociabilidad. Así, se conforma la expe
riencia virtual en la cultura visual digital de las imágenes de los videojuegos, con las
cuales los jóvenes asocian aquellos atributos y mandatos genéricos masculinos con
los que se identifican, se mimetizan y se virtualizan, en la mediación y proyección
identitaria, subjetiva y sexual de su realidad social.
En esta experiencia simbólica de percepción , representación y significación de
las imágenes, la interactividad es una de las prácticas que gustan mucho a los jó
venes, sobre todo con los videojuegos porque pueden decidir sobre la historia del
juego. Dependiendo de la ruta seguida, la estrategia tornada y la jugada realizada,
menos de concepto guía para comprender las relaciones de la creación de imágenes, la forma en que
el cine articula las imágenes con los significados, así como su papel en la mediación, la asociación o la
proyección de lo social en lo subjetivo".
FERNANDO HUERTA ROJAS
'º En relación con la mimesis, retomo lo planteado por José Jiménez (2004: 68-69) , quien hace re
ferencia al proceso de la mimesis enfocado a la invención cultural del arte, siendo éste el objeto de su
libro. El autor considera la mimesis como un proceso, más que de imitación, de representación y de
producción de imágenes, que en el caso que nos ocupa, tiene que ver con la producción de las imágenes
de las representaciones de género hegemónicas y dominantes que la sociedad produce, y los hombres
aprehendemos, intemalizamos y nos apropiamos como la forma simbólica de visualizamos e interpretar
nos en nuestra condición y situación vital de género, históricamente determinadas. Es ahí donde centro
la atención. KEn último término, lo que mimesis expresa en su sentido más profundo es la idea de repre.
sentación, a la vez dinámica y performativa y objetiva o material, la idea de producción de imágenes. De este
modo, la categoría mimesis, que para los griegos de la época clásica servía para comprender la similitud
y el parentesco de toda una serie de actividades que hoy nosotros llamamos artes [ . . . ] independiente
mente de sus distintos soportes y procedimientos expresivos, indica mejor que ningún otro término la
cristalización de la emancipación formal de la imagen, lo que he llamado arte [ . . . ] . A pesar de su postura
rigurosa, que le convierte en el gran adversario de sus peligros, en Platón se establece de modo explícito
esa identificación de la mimesis con la producción de imágenes, que constituye la clave de toda la cuestión,
de lo que implica la invención cultural del arte. Quiero resaltar dos aspectos: [uno] mimesis es producción
o realización (poíesis) , pero no de entidades materiales, sino de apariencias, de imágenes; [otro] , la mime
sisno supone producir objetos reales, sino tan sólo sus imágenes [es] como una demiurgia de las imágenes".
FERNANDO HUERTA ROJAS
DESCONECTÁN DOSE DEL MUNDO DE LOS JUEGOS VIRTUALES, SIN SALIR DE ELLOS
Los hombres juegan a ser hombres, a divertirse como hombres, a rivalizar, triun
far y perder como hombres, a desplegar conocimientos, habilidades, destrezas, ap
titudes, como hombres. Como práctica cultural y relación social, el juego es una
de las expresiones del proyecto de sí mismo de los hombres por lo que son como
hombres. Por ser un proyecto de sí mismo de los hombres, en el juego, los jóvenes
despliegan, en conjunción, los mandatos y atributos de género masculinos y de ju
ventud en prácticas sustentadas en los juegos virtuales.
En este sentido, los videojuegos, en tanto que parte de los juegos virtuales, del
ciberespacio y proyecto en sí mismo del grupo juramentado, no tienen un principio
ni fin, siempre se juegan , de ahí que la socialización e interacción de género de los
jóvenes, sean el ahí es de su existencia misma y de la experiencia cyborg. La jugabili
dad de los videojuegos articula, en el simulacro, los signos de la vida real con los de
la vida virtual, de ahí que las mentalidades, las concepciones, las convenciones cul
turales y los significados que tienen los jóvenes acerca de lo que son y deben ser los
hombres y los jóvenes se potencian, se dinamizan, tanto para reafirmar el modelo
genérico dominante de masculinidad como para acercar la posibilidad de cambiar
algunos de sus contenidos.
BIBLIOGRAFÍA
Gálvez Mozo, Ana Ma. y Francisco Tirado Serrano ( 2006) , Sociabilidad en pantalla. Un estudio
de la interacción en los entornos virtuaks, Barcelona, Editorial uoc.
Haraway, Donna j. ( 1 995) , Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid,
Cátedra.
Hine, Christine ( 2004) , Etnografía virtua� Barcelona, Editorial uoc.
Jiménez, José, Teuria del arte ( 2004) , Madrid, Tecnos/Alianza.
Kimmell, Michael S. ( 1 998) , "El desarrollo (de género) del subdesarrollo (de género) : la
producción simultánea de masculinidades hegemónicas y dependientes en Europa y Esta
dos Unidos", en Teresa Valdés y José Olavarría (eds. ) , Masculinidades y equidad de género en
América Latina, Chile, FIACSO, pp. 207-229.
Marqués, Josep-Vicent ( 1 997) , "Varón y patriarcado", en Teresa Valdés y José Olavarría,
Masculinidad(es). Poder y crisis, Chile, Isis-Flacso Chile, 24: 1 7-30.
Mayans i Planells, Joan ( 2002) , "Metáforas Ciborg. Narrativas y fábulas de las nuevas tecncr
logías como espacio de reflexión social", en Josep M. Esquirol (ed. ) , Tecnología, ética y
futuro, Actas del I Congreso Internacional de Tecnoética, Bilbao, Desclée, pp. 521-534,
<.www .cibersociedad.net/archivo/articulo>.
Mora Castañeda, Belvy ( 2003) , Rituales de simulación y sociabilidad virtual. Una aproxima
ción a los procesos de construcción de emociones en la red, revista TEXTOS de la CiberSo
ciedad, núm. 2, <.www .cibersociedad.net>.
Lévy, Pierre ( 1 999) , ¿ QJ.té es lo virtual?, Barcelona, Paidós.
Rayan, Marie-Laure ( 2004) , La narración c011W realidad virtua� Barcelona, Paidós.
Sánchez, Antulio ( 1 997) , Territorios virtuales. De Internet hacia un nuevo conapto de la simulación,
México, Taurus.
Turkle, Sherry ( 1 997) , La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la era de Internet,
Barcelona, Paidós.
HABITANDO EN RED: LA CIBERCULTURA LÉ SBICA
INTRODUCCI Ó N
NAVEGAR/HABITAR EL CIBERESPACIO
* Universidad de Granada.
GISELA PÉREZ SANTANA
todo lo que sea movimiento, evolución y cultura de los mundos-red, creada entre
quienes navegamos a través de las pantallas de nuestros ordenadores. En defini
úva, hablamos de un nuevo territorio para la socialización, novedoso porque la
virtualidad posibilita unas estructuras de tiempo simultáneas e instantáneas, la in
terconexión de la información, y el constante estado de flujos de sus espacios. Ca
racterísticas según Gubern ( 1 999: 1 42) que ofrecen ventajas para la comunicación
sentimental y resultan ideales para las personas tímidas, solitarias, y quienes viven
en zonas despobladas. Puesto que además, habitar el territorio descorporeizado del
ciberespacio, supone la posibilidad de escoger quiénes queremos ser, teniendo la
opción de mostrar cómo somos, construir "nuestra" personalidad, liberar una parte
de nosotras { os) , o ser anónimas ( os) e invisibles.
La cibercultura se conforma por lo tanto, a partir de lo que Levis (2005: 27)
define como un gran baile de máscaras donde millones de personas, disfrazados
con los más diversos trajes, intercambian compañía, interpretan roles, dan rienda
suelta a identidades desconocidas o negadas, y construyen con sus fantasías, una
realidad (de ficción ) a través de la desinhibición que proporcionan el teclado y la
pantalla. Así, no es de extrañar que el uso de Internet se haya convertido en una
práctica social cada vez más presente en la cotidianeidad, pues como muestran di
versas investigaciones que han aplicado el método antropológico al análisis de los
entornos y contextos virtuales (Mayans, 2002; Hine, 2004; Ardévol y Grau, 2005;
Gil y Vall-llovera, 2006) , Internet puede ser objeto de estudio en sí misma como
cultura y como artefacto cultural teniendo en cuenta que los entornos virtuales de
interacción, constituyen espacios idóneos para la conformación de comunidades e
identidades colectivas (Generelo, Pichardo y Galofré, 2008: 99-100) .
Pisani y Piotet (2009: 10, 14) hablan de "alquimia de las multitudes" y "webactores"
en relación con la aventura colectiva que supuso el despliegue de la web 2.0, en la
que los usuarios actuales no se contentan con navegar, sino que son los protagonistas
de Internet al proponer servicios, implicarse y generar la mayor parte del contenido
de la web. En relación a la reconceptualización a través de las innovaciones posibles
de este espacio, hablo de navegado/habitado, aunque Gubern años atrás defendie
se (1996: 1 66-1 68) que "el ciberespacio no existe para ser habitado, sino para ser
recorrido como un espacio transitorio y efimero, donde el sujeto se desplaza con su
escenario a cuestas". Desde los flujos y conexiones que generan redes en la Red, y
teniendo en cuenta que la realidad virtual nos posiciona ante sujetos online y ofjline,
la etnografia puede servir para profundizar en las nuevas prácticas y dinámicas que
la tecnología va adquiriendo en las culturas que la alojan, y las resignificaciones que
a su vez se van produciendo en éstas. Como por ejemplo los lenguajes y códigos que
los habitantes/navegantes del ciberespacio generan y que progresivamente se van
trasladando fuera del entorno virtual, o los nuevos estilos de vida y sociabilidades
que tanto nativos digita/,es 1 -haciendo referencia a las generaciones que van nacien
do en la era de Internet e incorporan los avances de última generación con gran
1 Véase M. Prenski (200 1 ) "Digital Natives and Digital Inmigrants", On the Horiz.on ( NCB) núm. 5, vol.
,
facilidad-, como inmigrantes digitales -las generaciones que nos incorporamos pro
gresivamente a los cambios tecnológicos-- estamos construyendo.
Las nuevas formas de concebir y vivir el mundo-red producidas por la tecnología
digital están creando espacios sociales inéditos de relación caracterizados por la
deslocalización. Una de las posibilidades que ha concebido la Red y que más se ha
generalizado, ha sido el contactar con personas desconocidas a lo largo y ancho
del planeta, lo que se conoce como "relaciones mediadas por ordenador". Esta ne
cesidad de establecer contactos online, según Rosalía Winocur ( 200 1 : 89) se puede
entender como "la recuperación ilusoria de los lazos comunitarios, en un formato
light que integre pero no amarre, que escuche pero no juzge, que brinde sentido de
pertenencia pero que no castigue ni margine a quien escoge salirse, por lo que se
presenta como manifestación explícita e implícita del deseo individual y grupal de
lograr una mayor tolerancia y reconocimiento de las diferencias". Por ello, esta au
tora defiende que la importancia fundamental de estas redes y contactos virtuales se
basa en la proyección y validación de las necesidades de sus miembros, en muchos
casos, minorías o sujetos considerados desviados o problemáticos en sus ámbitos de
pertenencia. Para Gil y Vall-llovera ( 2006: 23) "estas voces no escuchadas pertene
cen a quienes están sometidas a categorías como joven, mujer, inmigrantes, gente
mayor, homosexual, etc. Grupos de población que supuestamente se mueven en
los márgenes de la sociedad, aunque tal vez sean en sí mismas sociedades diferen
tes que no participen en la definición de la sociedad dominante, que no pueden
definir objetivos ni celebrar logros, que no pueden participar de la elaboración del
pensamientos colectivo porque cuando hablan, hay quien solamente oye un ruido".
2 Véase Generelo, Jesús; Pichardo, José Ignacio y Galofré, Guillem ( 2008 ) , Adolesancia y sexualidadts
minoritarias: voces desde ÚJ exclusión, Alcalá la Real Qaén) : Alcalá Grupo Editorial.
HABITANDO EN RED: lA CIBERCULTURA LÉSBICA 249
' Las siglas que se utilizaban internacionalmente hasta hace unos años eran LGTB. En España la ma
yoría de los grupos que componen el Movimiento se continúan autodenominando así. En cambio, en el
contexto mexicano se está utilizando Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Travestis, Transgéneros
e Intersexuales ya que a medida que se reconoce la diversidad, se hacen visibles nuevas discriminaciones
múltiples, y el deseo de nombrarse crea nuevas categorías identitarias. Considero que aunque se nombran
y por lo tanto visibilizan, puede conllevar al error de mostrar con un mismo análisis realidades muy dife
rentes, corno ya ha ocurrido para el caso LGTB. Siendo consciente de ello, opto por usar LGBTITI por re
cordar la gran diversidad existente que ofrece resistencias ante la imposición de identidades normativas.
4 Algunos ejemplos son la ciudad de Buenos Aires que cuenta desde 2008 con un plan de políticas
públicas específicas para erradicar la discriminación por orientación sexual e identidad de género, y ga
rantizar el pleno acceso a los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Mientras
que en el Distrito Federal (México) se iniciaron en 2001 políticas a favor de la población homosexual,
HABITANDO EN RED: LA CIBERCULTURA LÉSBICA
a veces nuestros espejismos nos hacen creer, puesto que las personas lesbianas,
gays, bisexuales y transexuales continúan sufriendo la violencia expresada en los
diferentes espacios de la vida social. Una violencia que aún se promociona desde
algunos discursos científicos y religiosos, y que prolongan la consideración de la
homosexualidad como perversión sexual con tratamientos posibles para redirigir su
desvío. Una violencia que comienza en forma de insulto con términos peyorativos
y ofensivos, que agrede, silencia, excluye e impide alcanzar la normalización, pero
que también se convierte en violencia fisica y muerte. Todo ello, debido a que el
estigma que aún prevalece sobre las expresiones sexuales alternativas, imposibili
ta que se reconozca a las personas independientemente de sus deseos afectivos y
sexuales, relegándolos a habitar en entornos hostiles, donde su autoestima queda
dañada por la imposibilidad de establecer modelos de vida positivos.
La ausencia de espacios sociales normalizados, negados e incómodos para la
población LGBTITI, ha promovido que con el auge de Internet las identidades di
sidentes se muestren y ocupen el ciberespacio. En un paseo por la red, podemos
encontrar desde páginas web de asociaciones y federaciones LGBTITI, con sus co
rrespondientes materiales de sensibilización, programa de actividades, etc . ; a por
tales de revistas y agencias de noticias sobre diversidad sexual como es el caso de
<www . enkidumagazine.com>, <http://anodis.com> y <http://deambiente.com>;
webs de contactos como <www. chueca.com>; programas de radio online como
<http://frecuenciagay.diariomadrid.eu>, y un largo etcétera. Pero la mayoría de
estos espacios, aunque mixtos, muestran la realidad de lo que se vende y visibiliza
como homosexualidad, donde el propio mundo "gay", ha dejado en un segundo
plano a las lesbianas.
NO-LUGARES LÉSBICOS
5 Las condiciones geográficas hacen referencia a que tanto los espacios creados por el activismo lé!r
bico, como los espacios de ambiente para lesbianas, por lo general únicamente se encuentran en capitales
y grandes ciudades; además, usualmente estos espacios de ocio se dirigen a un público joven. Por lo
tanto, una mujer que viva en una zona rural, que no se sitúe entre los márgenes que la sociedad consi·
dera como "joven", o que posea una discapacidad, tendrá que soportar una suma de exclusiones en su
identidad como mujer lesbiana.
HABITANDO EN RED: LA CIBERCULTURA LÉSBICA 2 55
Nace en febrero de 2009 con el deseo de ofrecer nuevos espacios de ocio y crecimiento per
sonal orientados a mujeres lesbianas y bisexuales. Cuyas actividades se desarrollan en España,
pero están abiertas a cualquier mujer lesbiana o bisexual del mundo que desee disfrutar y
compartir buenas experiencias con otras mujeres con sus mismas inquietudes. Un proyecto,
en definitiva, que surge de la propia experiencia y que intenta aportar más alternativas a una
nutrida comunidad que sigue siendo una gran desconocida.
Otro ejemplo son las bitácoras o weblogs, un fenómeno que se triplica a diario y
que en el caso de las lesbianas supone una reflexión compartida de experiencias per
sonales, como muestra el libro ¿De otro planeta ?. . . 6 que recoge extractos de 34 blogs
escritos por lesbianas entre 2003 y 2006. Asimismo, redes sociales y comunidades vir
tuales como la mexicana <www. lesmexico.org> y la chilena <www . montedevenus.cl>,
son algunas de las múltiples webs en las que es posible además de informarse, con
tactar con otras mujeres a través de sus foros y canales de chats. Pero otros ejemplos
son comunidades de MSN como <www. mujerxmujer.com> que se han convertido en
revista virtual de cultura lésbica, o webs como <www. orlandocem.org> que actual
mente se ha transformado en soporte real de reivindicación, motor de encuentro y
referente de visibilidad, pero que nació como "canal#orlando" de IRC-hispano,
un espacio chat para la comunicación de mujeres desde el armario, y que ha favorecido el en
cuentro de cientos de mujeres a lo largo y ancho de la geografía española y latinoamericana,
sirviendo a muchas mujeres como punto de partida para aceptar su lesbianismo, encontrarse
a ellas mismas y a otras muchas como ellas, y a que sus vidas, en definitiva, hayan sido más
plenas y felices <http:/ /orlandocem.org/mujeres_lesbianas/node/8 >.
Estos ciberespacios que en palabras de Elisabethjay (2007: 797) , "podrían ser vis
tos como guetos virtuales, para las lesbianas-feministas adquieren un significado de
fortalecimiento de identidades y libertad de expresión, a lo que se suma la posibi
lidad de traspasar las fronteras locales". Mientras que Chandler plantea que la Red
no sólo se emplea para publicar información, sino también para construir activa
mente identidades, hacer y responder a la pregunta ¿quién soy? (Leung, 2008: 83) .
Estos casos, por lo tanto, muestran la importante y necesaria demanda por parte de
la población lésbica, de "espacios vitales afirmativos" (Alfarache, 2003: 1 55) para la
construcción del yo y la vinculación con la comunidad, ya que la identificación ge
nérica positiva para las lesbianas se relaciona con el encuentro con las semejantes
( ibid. : 229) . Pero como veíamos anteriormente, a todo ello se suma el hecho de que
difícilmente alguien puede adscribirse a una identidad si no se siente identificada
6 Nuria Rita Sebastián (ed. ) (2006) , ¿De otro planeta ? Miradas c.otidianas desde el universo bWg, España, Ellas.
HABITANDO EN RED: LA CIBERCULTURA LÉSBICA 2 57
BIBLIOGRAFÍA
Alfarache Lorenzo, Ángela G. ( 2003) , Identidades lésmcas y cultura feminista. Una investigación
antropowgica, México, Plaza y Valdés.
Ardévol Piera, Elisenda y Jorge Grau Rebollo (coords. ) ( 2005) , Antropología de los Media, Con
greso FAAEE, Sevilla, Fundación El Monte.
Camargo Lozano, Ivette del Carmen y Griselda Pérez del Valle ( 2005) , De Mujeres, mitos y
dependencias: hacia una resignificación del amor, México, REDES, Tejiendo la utopía.
Corbacho Valencia, Juan Manuel y Jesús Pérez Seoane ( 2006) , "Saber estar en la red", Co
nocimiento Abierto. Sociedad Libre, III Congreso Online del Observatorio para la Ciber
sociedad.
García Valdés, Antonio ( 1 98 1 ) , Historia y presente de la homosexualidad, Madrid, Akal.
GilJuárez, Adriana y Montse Vall-llovera Llovet ( coords.) ( 2006) ,Jóvenes en cibercafés: la dimen
sión fisica delfuturo virtual, Barcelona, uoc/Sociedad del conocimiento.
GISEJ.A PÉREZ SANTANA
Gimeno, Beatriz ( 2007) , Histuria y análisis político del lesbianismo. La liberación de una generación,
Barcelona, Gedisa.
Guasch Andreu, Ó scar ( 2005) , "Género y sexualidad. Una perspectiva social y política", en
Archipiélago. Cuadernos de Critica de la Cultura, Editorial Archipiélago, 67: 23-3 1 .
Gubem, Román ( 1 996) , Del bisonte a la realidad virtual: la escena y el laberinto, Barcelona, Ana
grama.
--- ( 1 999) , El eros e/,ectrónico, Madrid, Tauros.
Hine, Christine ( 2004) , Etnografia virtual, Barcelona, uoc, Colección Nuevas tecnologías y
Sociedad.
jay Friedman, Elisabeth ( 2007) , "Lesbians in (cyber) , space: the politics of the intemet in
latin America on- and off-line communities"; Media, Culture & Society, Los Ángeles/Lon
dres/New Delhi/Singapore, SAGE Publications, 29 (5) : 790-8 1 1 .
Leung, Linda (2008) , Etnicidad virtual: raz.a, resistencia y World Wide Web, Barcelona, Gedisa.
Levis, Diego (2005) , Amores en red: relaciones afectivas en la era de Internet, Buenos Aires, Pro
meteo Libros.
Lizarraga Cruchaga, Xabier ( 2003) , Una histuria sociocultural de la homosexualidad: notas sobre
un devenir si/,enciado, México, Paidós.
Llamas, Ricardo y Paco Vidarte ( 2000) , Homografia, Madrid, Espasa Calpe.
Mayans i Planells, Joan ( 2002) , Género chal o cómo la etnografia puso pie en el ciberespacio, Barce
lona, Gedisa.
Pascual, Mayte (2006) , En qué mundo vivimos. Conversaciones con Manuel Castells, Madrid, Alianza.
Pereda, Ferrán (2004) , El Cancaneo. Diccionario petardo de argot gay, /,esbi y trans, Barcelona,
laertes.
Pichardo Galán ,José Ignacio ( 2003) , "Migraciones y opción sexual ", en Ó scar Guasch y Oiga
Viñuales ( eds. ) , Sexualidades. Diversidad y control social, Barcelona, Bellaterra.
Pisani, Francis y Dominique Piotet ( 2009) , La alquimia de las multitudes. Cómo la web está cam
biando el mundo, Barcelona, Paidós.
Rich, Adrienne ( 1 999) "la heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana", en Ma_rysa
Navarro y Catherine Stimpson (comps.) , Sexualidad, género y ro/,es sexua/,es, México, Fondo
de Cultura Económica.
Rodríguez González, Félix ( 2008) , Diccionario Gay-Lésbico: vocabulario general y argot de la homo
sexualidad, Madrid, Gredos.
Rubio Herráez, Esther (2006) , El ciberespacio no es la mitad del cielo: sobre mujeres, ciencia y tecno
logías digitales, Alcalá de Henares, Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Rueda Ortiz, Rocío ( 2008) , "Cibercultura: metáforas, prácticas sociales y colectivos en red",
Nómadas, 28: 8-20, Bogotá, Universidad Central-Colombia.
Ruiz Torre, Miguel Ángel (2004) , "la (des) territorialización del ciberespacio: Ja vigencia de
la metodología etnográfica en el entorno virtual ", en ¿Hacia qué sociedad del conocimiento?,
11 Congreso Online del Observatorio para la Cibersociedad.
Sanahuja Yll, Ma. Encama ( 2002) , Cuerpos sexuados, objetos y prehisturia, Madrid, Cátedra.
Winocur, Rosalía (2001 ) , "Redes virtuales y comunidades de internautas: nuevos núcleos de
sociabilidad y reorganización de la esfera pública", Revista Perfi/,es Latinoamericanos, Méxi
co, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 18: 75-92.
Wittig, Monique ( 2005) , El pensamiento helero-sexual y otros ensayos, Barcelona, Egales.
Zafra, Remedios (2007) , "Las mujeres en Internet: ¿inmigrantes, exiliadas, turistas . . . ? " , en
Alicia Gil Gómez (coord.) , ¿ Todas las mujeres podemos ?: Género, desarrollo y multiculturalidad.
Actas del 111 Congreso Estatal sobre igualdad entre mujeres y hombres, Castellón , Funda
ción Isonomía, Universitatjaume l. pp. 48-60.
CUARTA PARTE
NUEVAS PROPUESTAS TE Ó RICO-METODOLÓ GICAS
lAS ORGANIZACIONES DE MUJERES IND Í GENAS:
¿CÓ MO PENSAR l.A PLURALIDAD SOCIAL Y PO ÚTICA?
MARIE:JOSÉ NADAL*
El propósito de este artículo es dar cuenta del componente étnico en las sociedades
complejas contemporáneas insistiendo en la necesidad de enfoques pluridisciplina
rios para analizar las experiencias sociales y políticas de agentes sociales marginados
por pertenecer a minorías raciales dentro de los estados-naciones. En particular,
me detendré en los esfuerzos teóricos para lograr una perspectiva respetuosa de la
diversidad destacando las diferencias sociales que existen entre las mujeres e insis
tiendo en el papel social y político que juegan las mujeres indígenas, a pesar de la
posición subalterna en la cual están arrinconadas.
Para esto, pondré en relación a la antropología con varios enfoques posfeminis
tas con el fin de evidenciar los aportes y los límites de estas prácticas discursivas en
su afán de redefinir los conceptos de género y de ciudadanía en un contexto inte
lectual que, desde la mitad de los años 1 980, promueve la crítica del pensamiento
dual y de los principios modernistas de la Ilustración para evidenciar la heteroge
neidad material e histórica de la vida de las mujeres. Además, enfocaré los estudios
Queer encabezados por Butler ( 1990, 2004) e inspirados por el deconstruccionismo
posmoderno, ya que buscan desnaturalizar el género al evidenciar las discordancias
entre sexo y género, la ambivalencia y la indeterminación de las identidades y de
las sexualidades. También analizaré el feminismo poscolonial iniciado por Mohanty
( 1997, 2008) el cual marcó una ruptura epistemológica y política con su volun
tad de demostrar tanto las relaciones de poder que dividen a las mujeres como la
agencia de las mujeres del 'Tercer Mundo", las cuales habían sido definidas por su
pasividad frente a su condición. Caracterizando a la Mujer del Tercer mundo por
su falta de poder, su pasividad e ineficiencia en la resistencia a la dominación social
y sexual, el feminismo hegemónico ha creado un espacio diferenciado en el cual
la libertad de pensar y de actuar sería característica del Occidente. En el mismo
sentido, Moraga y Anzaldúa( l98 1 ) denunciaron que el racismo se articula con el
sexismo y marca de un modo particular a las mujeres. Por fin, el feminismo antie
sencialista y pluralista de Mouffe (2000, 2003) analiza la variedad de las ideologías
de género sin dejar de buscar las condiciones que pueden unir a las mujeres y a los
hombres de diversas condiciones en la defensa de sus derechos ciudadanos.
Tres problemáticas vividas por mujeres indígenas mexicanas: la violencia intra
familiar, la reconstrucción de las identidades sociales y sexuales en el desarrollo ru-
Desde principios de los años 1990, autoras como Nicholson ( 1990) , Fraser y Nichol
son ( 1990) y revistas como Signs y Feminist Studies (dentro de las cuales se destacan
los artículos de Scott ( 1988) o Flax1 ( 1987) insistieron en el uso erróneo de los con
ceptos de Mujer, de identidad femenina y de género para optar por una concep
ción plural y compleja de las identidades sociales en la cual el género se articula
con la clase, la etnicidad, la raza, la edad, la orientación sexual y las características
personales (Christian, 1988; Bordo, 1 990) . A pesar de que sea justo considerar que
las mujeres son múltiples y que sostienen relaciones de poder entre ellas, es obvio
que una deconstrucción total del género y de la identidad de género nos llevaría a
la idea de que la mujer es una ficción, según la célebre expresión de Julia Kristeva.
Por esta razón, algunas investigadoras como Alcoff ( 1 988) proponen pensar el gé
nero y la identidad de género como una construcción plural y cambiante, constitui
da a partir de un conjunto de elementos que serían las condiciones económicas y
culturales, las instituciones políticas e ideológicas y la experiencia personal. Dentro
de estas relaciones, la posición de la mujer se distingue por la falta de poder. Con
esta propuesta ¿no está rehabilitada la dualidad?
Luego, si es importante luchar contra toda esencializacion de lo femenino, es
necesario resguardarse de un antiesencialismo inoperante ( Malabou, 2009) . El reto
de las ciencias sociales consiste en tomar en cuenta la bicategorización sexual (o sea
la dualidad) pensada en todas las sociedades sin caer en un pensamiento binario
homogeneizador. La antropología simbólica permitió, desde los años 1980, logros
conceptuales estudiando el género en su diversidad y su especificidad cultural.2
1 "Gender relations enter into and are constituent elements in every aspects of human experience. In turn, the
experience ofgender relations for any persons and the structure ofgender relations as social categuries are shaped úy the
interactions ofgender relations and other social relations such as class and race. Gender relations thus have no }Wd
essence: they vary both within and over time" (Flax, 1 987: 624) .
2 Tarnbien la sociologia entró en este debate: el enfoque pluridisciplinario, presentado en la com·
pilación dirigida por Daune-Richard et al. ( 1 989) , demuestra que el sexo/género puede ser definido
como una construcción simbólica de definiciones de lo masculino y de lo femenino y de valor diferen·
cial de los sexos al mismo úempo que una relación entre los sexos, la cual entra y consútuye las demás
LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES INDÍGENAS
relaciones sociales que están en juego en la división sexual del trabajo intra y extradoméstico, en el
control de la sexualidad de las mujeres y en las relaciones de autoridad dentro de la sociedad, la familia
y la pareja.
' "Suppurt majeur des systemes idéowgiques, 1,e rappurt identique/differen t est a la base des systbnes qui oppo
sent deux a deux des val,eurs abstraites ou concretes (chaud/froid, sec/humide, haut/bas, injerieur/supérieur, clair/
sombre, etc.), val,eurs contrastées que l 'on retrouve dans l,es grill,es de classement du masculin et du féminin" (Héri
tier. 1996: 20) .
4 En particular, la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) ;
MARIE-JOSÉ NADAL
Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres (Envim) o la Encuesta sobre Salud y Derechos de
las Mujeres Indígenas (Ensademi) .
LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES INDÍGENAS
de la zona maicera.
MARIE-JOSÉ NADAL
El enfoque queer (Butler, 1990) iniciará esta reflexión. Revelando las relaciones de
dominación que han construido como anormalidades las identidades sexuales y las
sexualidades diferentes, Butler se centra en la deconstrucción de la dualidad del
género y propone inventar identidades sexuales y sociales complejas para trans
gredir la normatividad del género. Entonces, el trabajo científico debe orientarse
hacia el estudio de la ambivalencia y de la indeterminación tanto de las identidades
como de las sexualidades. Trabajos en Cultural Studies y Q:µeer Studies han seguido el
rumbo abierto por Butler: citaremos, por ejemplo, los de Bourcier (200 1 ) y Califia
(2003) entre otros que, en su defensa de las identidades minoritarias, se han opues
to a los universalismos hegemónicos y asimiladores insuficientes para entender la
complejidad de la realidad social. En el mismo sentido, han protagonizado la crítica
del feminismo dominante en tanto que dispositivo heterocentrado de dominación
de los demás tipos de sexualidades e identidades. Dentro del paradigma queer, el
género se vuelve un acto performativo (una perfamtance) que busca desnaturalizar
los géneros ya que las identidades son nómadas (Braidotti, 1 994 y 2002) , inter
cambiables, basadas en la discursividad y en el comportamiento. Tanto las teorías
como los experimentos "trans" buscan sobrepasar las normas binarias de un género
naturalizado para promover identidades sexuales aceptadas según un principio de
equivalencia a pesar de sus rarezas. Luego, el género se vuelve una ficción. A partir
de esta conclusión, preguntaremos hasta qué punto estas experiencias sociales tras
tocan los fundamentos mismos de la dualidad, ya que la antropología demuestra
que a pesar de la existencia del entresijo entre los géneros en diversas sociedades
(ya sean los casos de "tercer sexo", las experiencias socialmente aceptadas corno
el casamiento entre hombres o entre mujeres, el travestismo o las manipulaciones
genitales) , este hecho nunca ha perturbado el fundamento universal de la bica
tegorización sexual y de la heterosexualidad en tanto que sexualidad dominante.
Además, la ambivalencia sólo ha podido ser imaginada a partir de las definiciones
previas de lo masculino y de lo femenino, es decir, sin lograr desnaturalizar el géne
ro a pesar de que ni las definiciones de género ni los límites entre las categorías de
los sexos hayan sido pensadas en términos definitivos.
En el mismo sentido, la antropóloga Mathieu ( 1 99 1 ) abrió caminos pocos explo
rados para demostrar que la diversidad de las identidades y de las prácticas sexuales
no ha acabado con la preeminencia masculina, por lo tanto tampoco con la duali
dad. Basándose en el análisis transcultural de los fenómenos marginales, esta autora
ha demostrado que a pesar de la multiplicidad de las articulaciones entre sexo y
género, las cuales pueden generar sexualidades transgresoras, las experiencias mas
culinas se revelan más aceptadas y dominantes en comparación con las prácticas
femeninas. Por ejemplo, cuando la anatomía se transforma para acordarse a una
identidad construida al nivel mental (caso de los transexuales) o a ciertas normas
culturales (en algunas sociedades no occidentales) , los hombres que adoptan un
cuerpo de mujer o actitudes relacionadas con el género femenino se benefician de
un reconocimiento mayor al de las mujeres que cambian para adoptar un cuerpo o
LAS ORGANIZACIONES DE MUJERES INDÍGENAS
des indígenas, una nueva ideología se está constituyendo privilegiando una visión
pragmática la cual preconiza que todo tipo de comportamiento es válido si permite
a las familias salir de la miseria y del hambre. Este nuevo discurso trastoca las fun
daciones mismas del sistema de género el cual, hasta ahora, había garantizado el
equilibrio social con la existencia de dos esferas complementarias: la masculina y
la femenina. El nuevo modelo propone dos esferas entrecruzadas, en cuya parte
común los roles sexuales son intercambiables: cada individuo, independientemen
te de su sexo, puede tener prácticas y comportamientos característicos del otro
género.7 El espacio, ciertos medios de producción, ciertas actividades económicas,
ciertas partes de la esfera pública perderían sus características masculinas y podrían
ser utilizados por las mujeres y viceversa. Por lo tanto, estos cambios no contradicen
la jerarquía de los géneros. Por ejemplo, los hombres bordadores que han brincado
la frontera entre los géneros al dedicarse a la actividad femenina por excelencia (el
bordado) presentan esta transgresión no como una falta de virilidad sino como un
signo de valentía y de realismo. Otra estrategia para adecuar el sexo con el género
consiste en transformar el nombre de la actividad. En un pueblo, los bordadores
se denominan artesanos8 y las mujeres siguen siendo bordadoras. Esta diferencia
en la denominación restablece la bicategorización sexual, la jerarquía entre los se
xos y reconstruye las normas del género otorgando un valor simbólico superior a
cualquier tipo de trabajo masculino. En otro pueblo, entrevisté a un bordador que
hacía bordados a mano. De joven tuvo que salir de su pueblo porque lo calificaban
de homosexual. Al regresar con un título de diseñador y estilista pudo casarse por
fin y tener un hijo. Su diploma y su paternidad lo restablecieron en su cualidad de
hombre viril. La conclusión se impone: la dualidad de los géneros persiste a pesar
de la pluralidad de los comportamientos.
7 En el mismo sentido, para Collin ( 1 989) , lo masculino y lo femenino se destacan del hombre y de la
mujer para volverse categorias autónomas que los individuos de cada sexo pueden apropiarse.
8 "No hay por qué burlarse de un oficio tan noble como el de artesano. En el pueblo, los hombres
que trabajan en el bordado son artesanos. No hay que despreciarlos porque hacen un oficio muy bonito.
Nadie se burla de un artesano que hace sombreros ¿por qué burlarse de los que hacen bordados en su
máquina?" Así me contestó un comisario ejidal cuando le comenté que unos bordadores se quejaban de
que en el pueblo la gente se burlaba de ellos.
lAS ORGANIZACIONES DE MUJERES INDÍGENAS
9 Por ejemplo en el libro citado de Marcos y Waller, no parece justo referirse solamente a los análisis
de López Austin para explicar las representaciones de los pueblos mayas actuales.
'º He analizado (Nada!, 200 1 ) cómo la presencia de las figuras femeninas que son Ixmucane o Ixquic
en el P<>Jlol Vuh no contradice la idea de la preeminencia masculina en los mayas prehispánicos.
!AS ORGANIZACIONES DE MUJERES INDÍGENAS
11
Para Martha Sánchez Néstor, la autonomía personal significa que es necesario salir de las identi
dades dominadas, es decir, olvidarse del miedo, tomar decisiones, ser independiente. Conferencia en la
ENAH, en 200 1 , citada en Memoria, núm. 1 74, agosto de 2003.
12 "Nosotra� tampoco queremos dividir ni hacer otro pueblo en el interior del pueblo indígena"
(Conami) .
272 MARIE:JOSÉ NADAL
CONCLUSIÓN
articulan las experiencias de los pueblos indígenas con la sociedad global al inventar
sus propias modalidades para solucionar las inconformidades sociales que son la vio
lencia conyugal o la participación de las mujeres en la economía formal y en la vida
política nacional.
En el análisis de los encuentros y desencuentros entre diferentes teorías para
entender el lugar específico que ocupan las mujeres indígenas en la esfera pública,
he podido probar que la deconstrucción de la bicategorización sexual pensada para
subvertir la normatividad genérica no resuelve entender cómo el valor diferencial
de los sexos es patente aún en las experiencias que buscan desnaturalizarlo y trans
gredirlo. Es entonces obligatorio relacionar la dualidad con la pluralidad para dar
cuenta de la opresión de las mujeres a pesar de que puedan estar en relación de
dominación entre ellas. Es importante estudiar las diversidades culturales en lo que
se refiere a las representaciones de la bicategorización sexual tanto para entender
cómo pueden cohabitar varias definiciones de la violencia conyugal dentro de las
sociedades complejas contemporáneas, como para percibir las nuevas definiciones
de lo masculino y de lo femenino que permiten adaptar los comportamientos de los
pueblos subalternos a la modernidad.
Las mujeres indígenas se han constituido en sujeto político resistiendo al proce
so de domesticación forzada derivado de la modernización de la economía y de la
sociedad, afrontando el racismo y el etnicismo de la sociedad global y rebelándose
contra la dominación mascuJina dentro de la sociedad global y dentro de la co
munidad indígena. El análisis de la práctica política plural en las sociedades con
temporáneas requiere teorizar un espacio político interétnico que tome en cuenta
componentes tales como la horizontalidad (opuesta al verticalismo de los partidos
políticos) , la articulación de lo religioso con lo político y las especificidades en la
toma de decisión por parte de grupos excluidos del poder.
BIBLIOGRAFÍA
Alcoff, Linda ( 1988) , "Cultural feminism versus post-structuralism: the identity crisis in feminist
theory", Signs, 3 (3) : 405-437.
Bordo, Susan ( 1 990) , "Feminism, postmodemism and gender scepticism ", en Linda Nicholson
(coord.) , Feminism/postmodemism, Nueva/Londres, Routledge, pp. 1 33-1 56.
Bourcier, Marie-Hélene ( 2001 ) , Queer zones, politique des identities sexuelles, des représentations et des
savoirs, París, Balland "Modemes".
Braidotti, Rosi ( 1994) , Nomadic subjects, Nueva York, Columbia University Press.
-- ( 2002) , Metamorphoses, Cambridge, Polity Press.
Butler, Judith ( 1990) , Gender troubl.e:feminism and the subversion ofidentity, Nueva York/Londres,
Routledge.
-- ( 2004) , Undoing gnder, Nueva York/Londres, Routledge.
Califia Pat, ( 2003) , Sex changes: the politics of transgenderism. Le Mouvement transgenre, changer de
sexe, París, EPEL.
Carver, Terrel et al (2000) , Genre et politique. Débats et perspectives, París, Gallimard, Folio essais.
2 74 MARIE-JOSÉ NADAL
Christian, Barbara ( 1 988) , 'The race for theory", Feminist Studies, 1 4 ( 1 ) : 67-79.
Collin, Fran�oise, ( 1989) , "L'irreprésentable de la différence des sexes", en Anne-Marie Daune
Richard, Marie-Claire Hurtig y Marie-France Pichevin ( coords. ) , Catégorisation de sexe et cons
tructions scienti.fiques, Aix-en-Provence, Université de Provence, Petite collection CEFUP, 27-4 1 .
Daune-Richard, Anne-Marie, Marie-Claire Hurtig y Marie-France Pichevin (coords.) ( 1 989) ,
Catégorisation de sexe et constructions scientifiques, Aix-en-Provence, Université de Provence, Pe
tite collection CEFUP.
Dehouve, Daniele (2006) , Essai sur la ruyauté sacrée en Ripublique mexicaine, Paris, CNRS Editions.
Dietz, Mary (2000) , 'Tout est dans le contexte: féminisme et théories de la citoyenneté", en
Terrel Carver et aL, Genre et politique. Débats et perspectives, Paris, Gallimard, folio essais, pp.
1 22-1 67.
Elmendorf, Mary ( 1973) , La mujer maya y el cambio, México, Sepsetentas.
Esteva, Gustavo (2005) , Cel.ebración del zapatismo, México, Ediciones ! Basta!
Flax,Jane ( 1987) , "Postmodemism and gender relations in feminist theory", Signs, ( 12) 4: 62 1-644.
Fraser, Nancy y Linda Nicholson ( 1 990) , "Social criticism without philosophy: an encounter
between feminism and postmodemism ", Linda Nicholson ( coord. ) , Feminism/postmodemism,
Nueva York/Londres, Routledge, pp. 19-38.
Galinier, Jacques ( 1 997) , La moitié du monde. Le curps et /.e cosmos dans /.e Tituel des lndiens otomi,
Paris, PUF.
González Montes, Soledad y Rosario Valdés Santiago (2008) , "Violencia hacia las mujeres en
ocho regiones indígenas: notas metodológicas en tomo a la Encuesta Nacional sobre Salud
y Derechos de las Mujeres Indígenas (Ensademi) , 2007", Estudios Sociol,ógicos, 77(2) : 435-450.
Héritier, Fran�oise ( 1 977) , "L'identité samo", en Claude Levi-Strauss, L 'identité, Paris, PUF.
-- ( 1 996) , Masculinff em�nin. La Pensée de la difference, Paris, Odile Jacob.
-- (2005) , Hommes, femmes, la construction de la difference, Paris, Le Pommier.
Hemández Castillo, Rosalva Aída ( 1 998) , La otra palabra. Mujeres y viol.encia en Chiapas antes y
después de Acteal, México, CIESAS.
--- (200 1 ) , "Entre el etnocentrismo feminista y el esencialismo étnico. Las mujeres indíge
Moraga, Cherrie y Gloria Anzaldúa ( 1 98 1 ) , This bridge called my bam: unitings by radical women of
color, Nueva York, Kitchen Table, Women of Color Press.
Mouffe, Chantal (2000) , "Féminisme, citoyenneté et démocratie plurielle", en Terrel Caiver et
aL, Genre et politique. Débats et perspectives, Paris, Gallimard, folio essais, pp. 1 67-202.
-- (2001 ) , "Quelquesremarques au sujetd'une politiqueféministe", ActuelMarx, 30: 1 73-1 82.
-- (2003) , "Le politique et la dynamique des passions", Politique et société, 22(3) : 1 43-1 54.
Nadal, Marie-José (200 1 ) , Les Mayas de l'oubli. Genre et pouvoir: /,es limites du déuelnppement rural au
Mexique, Montréal, Éditions Logiques.
-- (2005) "Dix ans de lutte pour l'autonomie indienne au Mexique, 1 994-2004", en &cher
ches amérindiennes du Qµébec, XXXV ( l ) : 1 7-27.
-- (2008) , "Les organisations de femmes autochtones et la violence de genre au Mexique",
en Pierre Beaucage y Martin Hébert (coords. ) , lmages et langage de la viokmce en Amérique
Latine, Québec, PUL, pp. 93-1 1 7.
-- (2010) , "Las acciones de los pueblos autóctonos contra la violencia conyugal y el dispo
sitivo nacional de lucha para la equidad de généro", Revista Estudios Sociowgicos, XXVIII (83) :
503-528.
Neveu, Catherine ( 1997) , "Anthropologie de la citoyenneté", en M. Abéles y H.P. Jeudy ( dirs. ) ,
Anthropowgie du politique, Paris, Armand Colin, Collection U., pp. 69-90.
-- (2004) , "Les enjeux d'une aproche anthropologique de la citoyenneté", Revue Européen
ne des Migrations Intemationales, 20 (3) : 89-1 0 1 .
Nicholson, Linda (coord.) ( 1 990) , Feminism/postmodemism, Nueva York/Londres, Routledge.
Ortner, Sherry y Harriet Whitehead ( coords. ) , ( 1 98 1 ) , Sexual meanings: the cultural construc
tion of gender and sexuality, Cambridge, CUP.
Pateman, Carole ( 2000) , "Féminisme et démocratie", en Terrel Carver et aL, Genre et politique.
Débats et perspectives, Paris, Gallimard, folio essais, pp. 88-1 2 1 .
Redfield, Robert y Alfonso Villa Rojas ( 1 934) , Chan Kom A Maya Vi!Jage, Chicago, University of
Chicago Press.
Rivera Zea, Tarcila (2004) , ponencia en el Encuentro de Mujeres Indígenas con las organiza
ciones del Sistema de las Naciones Unidas, México.
Rovira, Guiomar (2004) , E7LN Documentos y comunicados, tomos N y v, selección de documentos
y notas, México, Ediciones Era.
Sánchez Nestor, Martha (2003) , "Derechos de la mujer indígena", Memoria, núm. 1 74, <www.
memoria.com.mx>.
Scott, Joan ( 1988) , "Deconstructing equality versus difference: or, the uses of postestructuralist
theory for feminism", Feminist Studies, 1 4 ( 1 ) : 33-50.
Spivak, Gayatri ( 1 988) , "Can the subaltem speak?", en Cary Nelson y Lawrence Grossberg
(coords. ) , Marxism and the interpretation o/ Culture, Chicago, University of Illinois Press, pp.
271-313.
Strathem, Marilyn ( 1 980) , "No nature, no culture: the Hagen case", en Carol Mac Cormack
y Marilyn Strathem (coords. ) , Nature, culture and gender, Cambridge, Cambridge University
Press, pp. 1 74-223.
Suárez Navaz, Liliana y Rosalva Aída Hemández Castillo (coords.) ( 2008) , Descolnnizo.ndo el
feminismo. Teurías y prácticas desde ws márgenes, Madrid, Ediciones Cátedra, Universitat de Va
lencia, Instituto de la Mujer.
Terán. Silvia y Christian H. Rasmussen (2004) , El diario del comisario Gaspar Canul Nahualt, Mé
rida, Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Zermeño, Sergio (2001 ) , "De puntos y coma (El zapatismo: presente y futuro) ", Cernos Memo
ria, núm. 1 47, <www. memoria.corn.mx/ 1 47/Zermeño>.
DE UNA HIJA A l.A MUJER PREPARADA. HACIENDO ANTROPOLOGÍA
FEMINISTA EN LAS COLONIAS POPUI.ARES DE M ÉXICO
*Universidad de Varsovia.
DE UNA HIJA A lA MUJER PREPARADA 2 77
Power provenía de los WASP ( White Angkhlaxon Americans) , de una familia repu
blicana, por lo que estaba familiarizada con el ambiente conservador de la Derecha
estadunidense. Empezó sus investigaciones sobre la Derecha chilena enfrentándose
con varias dificultades. Cuando comenzó a entrevistar a las activistas de la Derecha
ya había tenido el conocimiento y la experiencia adquiridos durante su estancia de
unos años en Chile bajo el gobierno de la junta de Pinochet. Durante estos años
fue no sólo un testigo de represiones crueles por parte de la junta sino también
participaba, de una forma activa, apoyando a la oposición democrática chilena. Gra
cias a su observación participante conoció la realidad de la vida en Chile durante la
época de Pinochet y se declaró en favor de la oposición al régimen. Mientras tanto,
queriendo realizar su proyecto de investigación, trabajó con un grupo de personas
cuyas ideas políticas y valores eran totalmente opuestos a los de ella. Además, tenía
que fingir ante sus informantes que su visión sobre el mundo concordaba con la de
ellas. Para entender las motivaciones de las mujeres de la Derecha para involucrarse
en la actividad política, Power realizó entrevistas a profundidad relacionadas con
elementos de las historias de la vida, concediendo "la voz" a las mujeres con quienes
realizó el estudio. Durante las entrevistas --como lo señaló-- no podía expresar ho
nestamente sus propias ideas. Estaba consciente de que, de hacerlo, no sólo habría
podido lastimar a sus interlocutoras, sino que corría el riesgo de invalidar toda su
investigación. El llamado "chisme" podría acrecentarse como una bola de nieve y
destruir una red de contactos con las futuras informadoras. Por lo tanto, siempre ex
perimentaba las frustraciones que dicha actitud traía consigo y tuvo que enfrentarse
con varios dilemas éticos.
Aparte de la ideología política diferente --como lo subrayó la autora- su origen
y posición socio-cultural (positionality) : raza, clase, formación, influían en el carácter
y desarrollo de su estudio. El hecho de ser extranjera, una gringa, le facilitaba el
acceso a sus interlocutoras. En una sociedad heterogénea, Power fue considerada
como una mujer proveniente de la misma clase social que las mujeres de la élite
chilena. Por lo tanto, fue invitada y recibida en sus casas. Para las interlocutoras de
la clase media, el hecho de ser entrevistadas por una estadunidense era un honor
y marcaba su estatus social. Con ello, entrar en el ambiente de las activistas conser
vadoras no era ningún obstáculo para la investigadora. Por el contrario, las inves
tigadoras chilenas desde el inicio tenían que definir sus posturas políticas y contar
las historias de sus familias, por lo que la realización de este tipo de estudios se hizo
imposible para la mayoría de ellas.
La investigadora estadunidense no sólo aplicó la metodología de la etnografia
moderna que incluía las diferentes técnicas de investigación, sino que --como lo
señala el enfoque feminista en las ciencias sociales que acentúa la autorreflexión
en el proceso de investigación- integró a sus estudios la experiencia personal ad
quirida durante la observación participante, incluyéndola en la presentación de las
conclusiones finales de la investigación.
El postulado posmoderno de la reflexividad ( reflexivity) está presente en diferen
tes campos de las ciencias sociales y las humanidades. Los problemas y los dilemas
éticos con los que se enfrentó la historiadora estadunidense son "el pan de cada
RENATA EWA HRYCIUK
día" para los antropólogos casi desde la aparición de esta rama de la ciencia. En
particular, las investigadoras feministas están desde unos años atrás a la vanguardia
en cuanto a experimentar con nuevas técnicas de metodología, y sobre todo, con
formas éticas de estudio (Wolf, 1 996) .
En este artículo pretendo analizar las experiencias adquiridas durante el trabajo
de campo que realicé en la ciudad de México entre 1999 y 2006, en el que tuve
que enfrentar no sólo diferentes problemas metodológicos y éticos, sino también
dilemas personales. Por mi procedencia de una cultura diferente y por el hecho de
ser mujer fui obligada a negociar mi estatus. Además, a menudo tenía problemas
con la comunicación entre culturas diferentes. Durante mis investigaciones en la
metrópoli mexicana nunca escondía mis ideas feministas y siempre era abierta a la
entrevista recíproca. El tema de mi investigación, las experiencias de la maternidad
y de la paternidad, obligaba a mis interlocutores a auto-reflexionar. Con el tiempo,
nuestras entrevistas se convirteron en sesiones casi terapéuticas durante las cuales
actuaba como la doctora. Los dilemas éticos y los problemas provinieron de las más
inesperadas situaciones, por ejemplo, cuando me obligaron a jugar el rol de tera
peuta de los interlocutores-hombres.
1 Sobre el desarrollo de esta subdisciplina véase por ejemplo E. Lewin, lntroduction, en Feminist Anthro
powgy. A Reader, EADEM, Malden/Oxford, 2006.
DE UNA HIJA A LA MUJER PREPARADA 2 79
dra Harding ( 1987) , para quien en principio no había una metodología feminista
como tal. Los métodos aplicados por las antropólogas, en la mayoría de los casos,
tienen carácter ecléctico y dependen más de la pregunta de estudio que de una ma
nera particular de ver la realidad de una sociedad. En este contexto, el feminismo
es una perspectiva de investigación tomando en cuenta el hecho de que existan
varias definiciones del feminismo y por eso varias metodologías de investigación
feministas (Reinharz, 1992) . Por lo tanto, cada situación de trabajo de campo está
marcada por la posición socio-cultural de la investigadora, su opinión individual
sobre el feminismo, su involucramiento personal y, en fin, los métodos aplicados en
el contexto socio-cultural del estudio.
El enfoque feminista en las ciencias sociales pone énfasis en conceder la pala
bra a las mujeres y en estudiar sus experiencias. Por mi parte, decidí realizar mis
investigaciones en el ambiente heterogéneo. Opté por la perspectiva de género
en la antropología que requiere el estudio de las experiencias de las mujeres en
las relaciones con los hombres y con otras mujeres (Bell, Caplan y Karim, 1993;
Visweswaran, 1994) . Por lo tanto, di la voz tanto a las mujeres como a los hombres,
es decir, a los habitantes de Santa María Tomatlán. La inclusión de los hombres en
mis estudios era indispensable para entender los cambios ocurridos en las estrate
gias de la maternidad de las habitantes de la metrópoli mexicana cuando la mater
nidad -en el sentido más amplio de la palabra como, por ejemplo, las obligaciones
paternales- se convierte cada vez más en objeto de negociación en la relación de
pareja y en las familias.
Las investigadoras feministas fueron quienes empezaron a poner más atención a
los problemas relacionados con el género durante el trabajo de campo. Como ad
vierte Diane Bell, "aparece la cuestión de género porque nosotros (los etnógrafos)
hacemos el trabajo de campo estableciendo relaciones, aprendiendo a ver, a pensar
y a ser en otra cultura, y lo hacemos como personas con una edad determinada, con
una orientación sexual, creencias, nivel educativo y una identidad étnica y de clase
particulares [ . . . ] . Lo más importante, lo hacemos como mujeres y como hombres"
( 1993: 1-2) . Hasta los años noventa eran las antropólogas quienes ponían más aten
ción a cómo su propia presencia podría influir en la situación de investigación e in
cluían en la etnografia elementos de sus propias biografias: edad, embarazo, hijos.
Con el tiempo, los hombres empezaron a analizar sus experiencias de la misma ma
nera, principalmente aquellos antropólogos que aplicaron el paradigma feminista
en los estudios sobre la masculinidad. Matthew Guunann (2000) es un ejemplo de
un antropólogo que a los inicios de los noventa realizaba estudios sobre la imagen
contemporánea de hombre, incluyendo la visión de paternidad, en una de las colo
nias populares de la ciudad de México. El antropólogo estadunidense vivió con su
esposa y su hija, de unos meses de edad, en Santo Domingo, lo cual influyó en gran
medida tanto en el desarrollo como en los resultados de su investigación.
En las descripciones de experiencias personales se pone atención principalmen
te al proceso de adaptación al medio de estudio. Por lo tanto, para insertarse en
ese medio, el antropólogo o la antropóloga tiene que demostrar su flexibilidad, es
RENATA EWA HRYCIUK
do realizaba mi trabajo. Hay que señalar que era una etapa dificil porque apenas
empezaba a familiarizarme con la realidad mexicana. Por esta razón, necesitaba el
apoyo y la seguridad. El rol de "hija" coincidía con mis esperanzas emocionales e
intereses relacionados con mi trabajo, lo que me ayudó a entrar en la comunidad
donde iba a hacer mis investigaciones. Con el tiempo, me di cuenta que negociar
este papel resultó ser prácticamente imposible. Para mis amigos mexicanos siem
pre era una joven extranjera sin experiencia que necesitaba protección contra las
dificultades y los peligros de la vida en la ciudad de México. En esta etapa de mi
estancia en México, no era una mujer madura, investigadora, especialista. Además,
en los siguientes años durante mis estancias en la ciudad de México lo que se es
peraba de mí, la "hija" adoptiva, familiarizada con los secretos de la familia, era la
participación en sus conflictos y tomar partido por alguna de las partes. Al final,
mi renuencia a apoyar a una parte del conflicto y no a otra causó la separación de
los viejos amigos.
"
"IA EXPERTA : LOS TRABAJOS DE CAMPO EN SANTA MARÍA TOMATLÁN
2 Uno de los 16 pueblos precolombinos (pueblos originarios) existentes e.n el banio más grande de la
Ciudad de México (Iztapalapa) que hasta hoy día conserva las costumbres y la religiosidad popular.
• La mayordomía es la forma de patrocinar las ceremonias y fiestas relacionadas con el culto de los
santos de barrio y de las representaciones de la Virgen. Según el Diccionario del Español Usual en México:
"Mayurdomía es una institución característica para el catolicismo indígena y mestizo cuyo propósito es
mantener vivo el culto. Además, organizar, administrar y conservar las fiestas religiosas en los barrios de
las ciudades pertenece a estas obligaciones. El patrocinar este tipo de fiestas pueden [hacerlo] las perso
nas consideradas como honestas" ( 1 996: 596) .
RENATA EWA HRYCIUK
jeres, maternidad, machismo, entre ellas) en Santa Maria Tomatlán, lo que puso a
pensar a las mujeres que me invitaron a tomar el tequila a su mesa y empezaron a
examinarme del conocimiento sobre México. Bromeando usaban el doble sentido
(el doble significado de palabras) para revisar mi nivel de conocimiento del idioma.
Me preguntaban sobre las ciudades visitadas por mí, el tipo de platillos preferidos o
los programas de televisión.
Durante el trabajo de campo en un lugar desconocido en cuanto a su cultura,
las investigadoras, por su género, pueden ocupar el segundo estatus. Pero lo que
ganan es autoridad y una posición privilegiada por su raza, clase social o pertenen
cia a la cultura occidental (Warren, 1988) . Por esto, la manera como el padre me
presentó en la fiesta tuvo sus consecuencias para mis futuros trabajos. El padre Jairo
me presentó de una manera espontánea subrayando mi posición privilegiada ante
los futuros intemecultores. Pero el hecho de que era la compatriota del papa pola
co, fallecido unas semanas antes, me ayudó reducir la distancia establecida por mi
posición de ser una antropóloga extranjera. Aunque fuera Juereña y extranjera, no
era una gringa protestante.
Por otro lado, cuando intentaba alquilar un apartamento en Tomatlán , me ofre
cían solamente uno grande, sin muebles, incluso no equipado, al suponer que tenía
una posición privilegiada relacionada con la beca que financiaba mis investigacio
nes, lo cual era algo que no pude aceptar. Después de dos meses de buscar un apar
tamento y de vivir de arrimada en casa de unos amigos, me rendí y decidí alquilar
un apartamento en los alrededores de la universidad, con lo que tuve que pasar
más o menos tres horas diarias en el transporte público para llegar al lugar donde
realizaba mi trabajo de campo.
Las investigadoras enfocadas en la observación participante desde la perspec
tiva feminista subrayan que a las extranjeras, por su otredad, se les permite pasar
las fronteras marcadas por el género. Mientras tanto, pueden sentirse presionadas
para adaptarse a los comportamientos de las mujeres característicos de esa cultura.
Además, las antropólogas extranjeras que realizan los estudios en el ambiente he
terogéneo en cuanto al género están expuestas a ciertos peligros, por ejemplo, el
abuso sexual, las amenazas fisicas, el funcionamiento de estereotipos relacionados
con el género de la cultura en estudio. Durante los estudios en Tomatlán me sentí
protegida por la comunidad, incluso por los mismos hombres. En cambio, durante
mis viajes diarios por la ciudad estaba expuesta a la violencia verbal y fisica. En con
secuencia, esto influyó en mi comportamiento muy reservado, pero que al mismo
tiempo expresaba mi seguridad. La falta de maquillaje, los lentes y la ropa informal
eran unos trucos para no atraer las miradas.
Las estrategias del género en las situaciones de los estudios dependen de la pe
culiaridad del medio de investigación, de la personalidad del investigador/investi
gadora y del carácter de los estudios que se realiza (Scaglion, 1 986) . El cambio de
imagen me dio seguridad durante mis viajes. Desde luego, esta táctica influyó en la
m anera en que los interlocutores me veían cuando realizaba mis investigaciones.
Se sumó el hecho de que en México a los estudiantes de doctorado se les llama
doctor/doctora sin todavía serlo: lo anterior junto con mi imagen seria, la de una
DE UNA HIJA A LA MUJER PREPARADA
sus problemas personales y familiares. Para ilustrar esta cuestión voy a describir bre
vemente el contexto de mis entrevistas con tres hombres que consideraban nuestras
conversaciones como una especie de "terapia".
La entrevista con Daniel,4 un viudo de 38 años, padre de tres hijos, fue planeada
y arreglada por su suegra, doña Martha (mi interlocutora principal) . A doña Mar
tha le inquietaba la manera en que su yerno trataba a sus propios hijos. Antes, me
confesaba que su yerno olvidaba sus obligaciones paternales. En vez de dar el dine
ro a sus hijos, lo gastaba con "otras mujeres". Abusaba del alcohol y, en consecuen
cia, se volvió muy agresivo. Siempre dejaba a los niños con su abuela porque estaba
seguro de que ella los cuidarla bien. Le dejaba toda la responsabilidad a la abuela.
Doña Martha usaba varios medios para recordarle sus obligaciones paternales, por
ejemplo, amenazando con que iba a quitarle la custodia legal de los niños. En esta
situación, ella misma quería adoptarlos legalmente.
Cuando llegué a la casa de la señora Martha para entrevistarlo, Daniel ya me es
peraba "preparado" por su suegra. Al inicio, era muy reservado contándome sobre
lo dificil que era ser un emigrante de la provincia (estado de Michoacán) y acos
tumbrarse a la vida en Tomatlán, el lugar de origen de su mujer. Cuando su esposa
falleció por las complicaciones de posparto de su tercer hijo, pasó por la depresión
y empezó a abusar de alcohol. Me contaba sobre su soledad, su indefensión y sus
intentos de dejar el vicio (hacía más de un año que participaba en las terapias de Al
cohólicos Anónimos) . Llorando aceptó que no era un buen padre, incluso no sabía
cómo serlo. Desde la muerte de su esposa, su obligación se limitaba a mantener a
la familia. Repetía que quería aprender a demostrar los sentimientos a sus hijos, ser
un verdadero ejemplo para ellos, pero esto se encontraba fuera de su alcance. Du
rante la entrevista subrayaba que apreciaba la gran ayuda de la familia de su mujer
(suegra, cuñadas) . Al final dijo que las obligaciones sobre los hijos es cuestión de las
mujeres. Por lo tanto, ¡ su deber es ayudarle a él !
Después de unos días volvimos a encontrarnos en la casa de la señora Martha,
pero ahora por pura casualidad. Daniel dijo que le había gustado la entrevista por
que le hizo recordar sus encuentros en Alcohólicos Anónimos, donde tenía oportu
nidad de hablar abiertamente sobre sus problemas. Lo más importante para él era
que yo no le echaba los sermones inspirados por su suegra. Era lo que temía.
El segundo caso fue el del señor Rodrigo. Antes de entrevistarlo hice amistad
con su esposa Lupe (mi siguiente interlocutora) . También hablé con sus hijos y sus
cuñadas. Conocí bastante bien el ambiente familiar y sus problemas antes de que
el señor Rodrigo me diera el permiso de entrevistarle. Me permitió hacerlo porque
--como me enteré más tarde- yo no era chismosa como "otras mujeres". Resulté
ser una persona seria y digna de confianza. Confesó que tenía necesidad de platicar
con alguien sobre sus problemas, y fue su mujer quien le convenció de que hablara
conmigo. La señora Lupe resultó ser una persona rica en información. Siempre
dispuesta a la conversación, además de contarme la historia de su vida, la de su fa
milia y de su pueblo, revelaba los chismes sobre mi persona. Lupe dominaba en su
familia. Desde hacía mucho tiempo, intentaba convencer a su marido para que él
hablara con la doctora. La verdad esperaba que Rodrigo viera los problemas desde la
"perspectiva justa" y tomara las "decisiones justas". La señora Lupe esperaba que yo
me pusiera de su parte en el conflicto familiar convenciendo a su marido para que
él echara a su madre de la casa. Estaba segura que junto con la desaparición de la
"mala suegra" los problemas familiares se resolverían automáticamente.
Al principio, nos sentíamos muy incómodos porque los dos fuimos obligados
a la conversación por Lupe, que no soportaba la objeción. Su marido, de más de
El señor Hugo, una persona madura, era un obrero no calificado que trabajaba
como ayudante de albañil. Era un padre soltero --como él mismo se definió- que
cuidaba a dos niños. Era emigrante del estado de Guerrero. Cuando le conocí, alqui
laba un pequeño departamento en Tomatlán. Lo que él buscaba en nuestra plática,
era encontrar lástima por su dificil situación y sus problemas. Me habló sobre la
pobreza, el analfabetismo y el estigma social que experimentó siendo un hijo fuera
del matrimonio de un cacique local en las costas del estado de Guerrero. También
me contaba sobre sus intentos de emigrar a ciudad de México y después a los Estados
Unidos para "cambiar su destino". Me confesó que vivió un shock cuando al regresar
a la ciudad de México, se enteró de que su mujer ya había tenido una nueva pareja
y se negó a cuidar a los hijos de ambos. El señor Hugo tuvo que enfrentarse con una
nueva situación, es decir, de repente se convirtió en padre soltero en una ciudad
desconocida donde no podía contar con redes de apoyo: la ayuda de las mujeres de
su familia. Tampoco tenía amigos o compadres. A pesar de lo dificil que se presentó
esta situación, nunca dejaría a sus hijos a las instituciones del DIF,5 como lo subraya
ba. Quería que la familia se quedara intacta y que los hijos terminaran, por lo menos,
la secundaria. Ésta fue una conversación larga y conmovedora. No obstante, esta
entrevista fue una de las más emocionalmente agotadoras que realicé en Tomatlán.
La peculiaridad de esta conversación consistía en que el señor Hugo, siendo
uno de mis interlocutores-hombres, no sólo esperaba mi apoyo emocional sino que
esperaba mi ayuda para resolver sus problemas prácticos, en consecuencia, los re
cibió. Entre los consejos que le di estuvo la información sobre el seguro popular
elaborado por el gobierno de la ciudad de México que entonces entró en vigor.
Además, encontré la información sobre las terapias psicológicas organizadas en
cada delegación.
Cada ambiente de trabajo es peculiar para el investigador y requiere un trato
distinto. Mi investigación en Santa María Tomatlán me obligó a relacionarme per
sonalmente con mis interlocutoras e interlocutores. Mi involucramiento estuvo ba
sado en sentimientos, emociones, empatía e intuición, lo que exigió que jugara el
rol de "terapeuta". Por lo tanto, surgieron dudas y dilemas personales.
A pesar de que se subraye que los problemas morales o éticos y los dilemas son
una parte inseparable del trabajo de campo, no se les puede prever y aparecen
ex post fadum (Fabian, 1 99 1 ) . Cuando empecé mi trabajo en el pueblo, esperaba
sentir más presión para acomodarme a los comportamientos peculiares para esta
comunidad. Estaba preparada para aceptar que estaría obligada a responder varias
preguntas sobre mi vida personal y sobre todo por qué era soltera y sin hijos. Ade
más, esperaba que se me asignara el rol de una extranjera accesible sexualmente
( "una mujer fácil") porque era "una joven sola y lejos de la casa", como se decía. No
obstante, las fronteras del comportamiento marcadas por el género resultaron ser
bastante elásticas. Por el contrario, me asignaron el rol de un "terapeuta" y el estatus
andrógino de una experta. Lo que me facilitó el acceso a los interlocutores, tanto
nes. Pero cuando el problema resultó ser ya muy grave, les ayudaba a encontrar un
especialista en la materia, un psicólogo.
Nita Kumar describe la situación del trabajo de campo como "un choque valien
te pero al mismo tiempo torpe de la sensibilidad de un (a) investigadora contra la
sensibilidad de un (a) investigado (a) ". En consecuencia, lo define como "la huida
del lugar de accidente" ( 1 992: 1 ) . La relación de la investigadora y la comunidad
donde realiza sus trabajos es siempre muy complicada. Es una situación donde dos
partes influyen recíprocamente. Las dos partes ganan o pierden.
Puedo decir que para mí la ganancia podría ser una nueva experiencia de inves
tigación, el material que conseguí (la tercera parte de las entrevistas las realicé con
los hombres) , la falta de conflictos serios en los meses que pasé con los habitantes
de Tomatlán en situaciones muy variadas. Y no sólo esto. Además, hice amistades
con algunas de mis interlocutoras e interlocutores con quienes estoy en contacto
por correo electrónico. Asimismo, la perspectiva de realizar mis investigaciones en
el futuro en el mismo pueblo forma parte de las ventajas.
En cuanto a las pérdidas, sobre todo sentirme obligada a aceptar un rol asignado
por la comunidad, es decir, como lo llaman las feministas estadunidenses de una
manera cursi, pero adecuada, intemational shitwork (Reinharz 1 992: 58) . Además,
el gran agotamiento fisico y emocional relacionado con una larga estancia en la
metrópoli más grande de América Latina.
Los antropólogos que realizan sus trabajos de campo en la ciudad de México
ponen mucha atención a las condiciones dificiles de la vida en esta ciudad y a ex
perimentar diariamente "formas de degradación demográfica" (García Canclini y
Mantecón, 1996) como destrucción del medio ambiente, problemas con el trans
porte público, corrupción, laberintos de la burocracia, amenaza de violencia, entre
otros. En el caso de las antropólogas, que por su género, diferencias raciales y cul
turales, a pesar de ser molestadas por los hombres de una forma verbal, se sentían
no sólo incómodas sino asustadas por llegar a ser molestadas sexualmente en el
espacio público.
En mi caso, lo que en el momento de entrar en la comunidad resultó ser una
ventaja era la piel blanca y los ojos verdes; por el contrario, en el espacio urbano
resultó ser un obstáculo. Durante mis viajes diarios, era lo que atraía la mirada de
los hombres. A pesar de mi comportamiento reservado y la imagen lo más natural
posible, fui expuesta a los comentarios cualitativos. Además, era destinataria de pi
ropos poco agradables. Principalmente, durante mi primera estancia en México
experimenté las pruebas de molestarme sexualmente.
Aquí quisiera regresar a uno de los elementos del trabajo de campo más importantes
y problemáticos para las antropólogas feministas: la relación de poder entre las inves
tigadoras y las sociedades investigadas. Diane L. Wolf ( 1996) reflexiona esta cuestión
DE UNA HIJA A LA MUJER PREPARADA 2 89
principalmente las personas que provienen del Occidente. También sucede con la
preferencia por el color de la piel blanca, ojos y pelo claros. 6
Por lo tanto, fui invitada a las fiestas organizadas por la comunidad del pueblo,
por ejemplo, para cargar la imagen de la patrona del pueblo durante la proce
sión en una de las fiestas. También participé en varias fiestas familiares como una
invitada de honor. El capital simbólico relacionado con mi posición aseguraba el
prestigio para mis amigos y sus familias. Consciente de las consecuencias que mi po
sición podría traer durante mis investigaciones, intentaba comportarme de manera
apropiada para la situación con el fin de reducir la distancia entre los habitantes
de Tomatlán y mi persona. Por ejemplo, participaba en la vida cotidiana de la co
munidad. También estaba abierta a las entrevistas recíprocas. No obstante, tenía
en cuenta que, como lo demostraron las investigadoras feministas, estas formas de
comportamiento pueden resultar problemáticas y nunca funcionan exitosamente
en las relaciones iguales entre el investigador/investigadora y el investigado (Wolf,
1996) . Aunque la posición sociocultural del poder favorece a los investigadores,
sería ilusorio creer que ellos son los que controlan realmente la situación de in
vestigación. En cualquier grado que sea, la resistencia justificada por parte de los
investigados y la negociación de las relaciones del poder entre los antropólogos y
las sociedades estudiadas durante la investigación, influyen de manera significativa
en el desarrollo del estudio.
Durante mi trabajo de investigación en México se me asignaron ciertos roles
que, con mayor o menor intensidad, tuve que aceptar. Además, estos roles evolu
cionaban conforme a mi edad y mi preparación. Por lo tanto, de una "niña-hija"
inmadura pasé a ser la "hija profesional" competente de cuyos éxitos había que
estar orgulloso (así me trata el padre jairo hasta hoy el día) . En la última etapa, ya
me convertí en una especialista. Este último rol asignado por la comunidad estaba
relacionado con las esperanzas que cumplí ante los ojos de mis interlocutoras. Las
habitantes de Tomatlán esperaban que nuestras conversaciones ayudaran a resol
ver sus problemas y los de sus hombres. También aparecieron las esperanzas de los
hombres. Ya al inicio de mi estancia, uno de mis interlocutores preocupado por los
últimos cambios en el estilo de la vida de las mujeres expresó su esperanza de que
las conversaciones conmigo influirían en "quitar la promiscuidad en el pueblo y
las mujeres se darían cuenta cuáles eran sus verdaderas obligaciones". Además, se
esperaba que instruyera a las mujeres acerca de ser "una buena madre".
Los habitantes de Tomatlán a menudo buscaban por sí solos el contacto conmi
go. Al prepararse, ellos mismos fijaban las fechc¡.s y horas de las entrevistas. Tam
bién me invitaban a fiestas. Cuando no podía aceptar la invitación , expresaban su
descontento abiertamente. A veces, sucedía que quienes al principio estaban dis
puestos a ser entrevistados, no llegaban al lugar donde nos habíamos citado. Esto
pasaba sobre todo cuando la entrevista se establecía en las oficinas de la parroquia.
Mientras tanto, "olvidaban " o cambiaban las fechas de citas. Raras veces pasaba que
6 El colorismo es una forma de discriminación por el color de la piel. El color de la piel define el
estatus socioeconómico. También las personas de piel clara reciben un trato diferente.
DE UNA HIJA A LA MUJER PREPARADA
alguien rechazaba la entrevista abiertamente. Tuvo que pasar bastante tiempo para
que pudiera darme cuenta de que no sólo se trataba de la diferencia cultural en
tomo a percibir el tiempo (puntualidad) o las relaciones sociales, sino que fue una
estrategia de resistencia a mi trabajo de campo, los habitantes de Tomatlán empe
zaron a disponer de mi tiempo, lo que era muy frustrante sobre todo porque para
llegar al pueblo tardaba tres horas diarias. A veces, de tres entrevistas ftjadas para el
mismo día, ninguna se realizó. En esta situación no pude demostrar mi desconten
to o desilusión provocados por las diferencias entre las culturas. Por el contrario,
tenía que evitar las situaciones conflictivas, ya que ellas podrían si no destruir, por
Jo menos, dificultar o atrasar mi trabajo.
El grado en el que podemos negociar nuestra posición durante el trabajo de
campo está limitado también por factores exteriores. Raras veces se habla sobre la
presión de la situación bajo la cual el antropólogo/antropóloga trabaja. Conseguir
el financiamiento para realizar el proyecto que requiere una estancia larga en un
país alejado es un proceso complicado y de largo plazo. En caso de ser exitoso, está
limitado por varios requisitos legales, sobre todo presentar los productos de investi
gación en el tiempo previsto.
Mientras la entrevista para la gente de Tomatlán, era una curiosidad, una oca
sión para la autorreflexión o una forma de terapia, para mí era principalmente
el trabajo perfilado para obtener el material de investigación. Además, la reali
zación de varias temporadas de trabajo de campo en la ciudad de México estuvo
condicionada por mis obligaciones académicas, financiamiento y beca (cumplir
con los requisitos del reglamento de becas del gobierno mexicano) .7 Uno de Jos
requisitos era realizar el proyecto exitosamente. Por lo tanto, me limité a negociar
mi rol durante el trabajo en Tomatlán, es decir, fuí obligada a ser muy elástica y
estar dispuesta a llegar a los compromisos con la comunidad de Tomatlán. Lo que
terminaba con los dilemas éticos.
OBSERVACIONES FINALES
Los dilemas éticos y morales que aparecen durante el trabajo de campo nunca pue
den ser previstos o planeados hasta al final. Por lo tanto, hay que tener en cuenta
los riesgos emocionales buscando cada vez más soluciones adecuadas para las situa
ciones concretas que surgen durante el trabajo. ·
7 Las temporadas de trabajo de campo realizadas entre 1999 y 2000 y entre 2005 y 2006 estuvieron
inscritas en mi estancia corno becaria del gobierno mexicano en el Programa Universitario de Estudios
de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (PUEG-UNAM ) , en la ciudad de México.
RENATA EWA HR�IUK
las expectativas que de ellos tienen los demás. Además, es una oportunidad para el
desarrollo de su propia conciencia para que el estudio sea lo más ético que se pueda
tanto para el investigador como para el investigado (De Laine, 2000) .
Para que esto se vuelva posible, el antropólogo debería conseguir un conoci
miento metodológico muy profundo, relacionado con los estudios de caso ( case
studies). El amplio conocimiento sobre la materia surgió a lo largo de las tres últimas
décadas principalmente en los Estados Unidos. Su producto era la publicación de
la literatura enfocada en la metodología de los trabajos de campo (manuales) para
preparar a los futuros antropólogos para que sepan enfrentarse con la situación
de estudio. En la introducción de uno de esos manuales titulado Fieldwork, parti
cipation and practice: ethics and dil.emmas in qualitative research, la autora Marlene de
Laine (2000) define los propósitos del libro: su intención es atraer para analizar y
entender los fenómenos negativos que pueden tener lugar durante el trabajo de
campo. Asimismo, el libro puede ayudar a elaborar los métodos para enfrentar los
problemas prácticos y éticos a través del análisis de los casos del trabajo de campo.
Cuando salí por segunda vez a México, ya había tenido el conocimiento metodo
lógico adquirido de la lectura de varios manuales. Aunque esto no me protegiera
para cometer faltas y no fuera capaz de prever lo que podría suceder durante mis
investigaciones en Tomatlán, me ayudó a permanecer en el "lugar de accidente" y
terminar exitosamente mi trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
Bell, Diane ( 1 993) , "Introduction ", en Diane Bell, Pat Caplan y WazirJahan Karim (coords. ) ,
Gendered jieúls. Women, men and ethnography, Londres/Nueva York, Routledge.
Bell, Diane, Pat Caplan y Wazir Jahan Karim ( coords.) ( 1 993) , Genderedjieúls. Women, men and
ethnography, Londres/Nueva York, Routledge.
De Laine, Marlene (2000) , Fieülwork, participation and practice: ethics and dilemmas in qualitative
research, Londres/Nueva Delhi, Sage.
Diccionario del Español Usual en México ( 1 996) , México, El Colegio de México.
Fabian, Johannes ( 1 99 1 ) , "Dilemmas in critica! anthropology", en Lorraine Nencel y Peter
Pels ( coords. ) , Constructing knowkdge: authority and critique in soeial science, Londres, Sage.
García Canclini, Néstor y Ana Rosa Mantecón ( 1 996) , "Las multiples ciudades de los viaje
ros", en Néstor García Canclini, Alejandro Castellanos y Ana Rosa Montecón (coords.) ,
La ciudad de los viajeros: travesías e imaginarios urbanos: México, 1 994-000, México, Grijalbo.
Matthew C. Gutmann ( 2000) , Ser hombre de verdad en la ciudad de México: ni macho ni mandilón,
México, El Colegio de México.
Harding, Sandra ( 1 987) , "Is there a feminist method?", en Sandra Harding (coord. ) , Femi
nism and methodology, Bloomington & Indianapolis, Indiana University Press.
Jackson, Jean E. ( 1990) , "I am a fieldnote": fieldnotes as a symbol of professional identity", en
Roger Sanjek ( coord. ) : Fieülnotes: the making of anthropology, Nueva York, Cornell U niversity
Press.
Kumar, Nita ( 1 992) , Friends, lnothers, and informants: jieülwork memoirs of banaras, Berkeley,
University of California Press.
DE UNA HIJA A LA MUJER PREPARADA 2 93
Lewin, Ellen ( 2006) , "Introduction ", e n Ellen Lewin ( coord. ) , Feminist Anthropowgy. A Reader,
Malden-Oxford, Blackwell Publishing.
Power Margaret ( 2002) , Right-wing women in Chile: feminine power and the Struggle against Allen
de, The Pennsylvania State University Press.
Power Margaret ( 2004) , "More than mere pawns. Right-wing women in Chile", ]ournal o/
Women s History, 1 6 (3) : 1 38-1 5 1 .
Reinharz Shulamit ( 1 992) , "Feminist ethnography", e n Shulamit Reinharz (con Lynn David
man ) , Feminist methods in social research, Nueva York, Oxford University Press.
Scaglion Richard ( 1 986) , "Sexual segregation and ritual pollution in abelam society", en
Tony Larry Whitehead y Mary Ellen Conaway, Self, sex and gender in cross-cultural jietawork,
Urbana-Chicago, University of Illinois Press.
Visweswaran Kamala ( 1 994) , Fiction o/feminist ethnography, Minneapolis, University of Min
nesota Press.
Warren, Carol A.B. ( 1 988) , Gender issues in fie/4 research, Qualitative Research Methods Series,
núm. 9, Newbury Park.
Whitehead, Tony Larry y Laurie Price ( 1986) , "Summary: sex and the fieldwork experience"
en Tony Larry y Mary Ellen Conaway, Self, sex and gender in cross-cultural jietawork, Urbana
Chicago, University of Illinois Press.
Wolf, Diane L. ( 1 996) , "Situating feminist dilemmas in fieldwork", en Diane L. Wolf (coord. ) ,
Feminist dilemmas in jietawork, Boulder, Westview Press.
ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD. APUNTES PARA
UNA REFLEXI Ó N FEMINISTA
INTRODUCCI Ó N
La preocupación por el espacio y la ciudad irrumpe con fuerza en las últimas dé
cadas para ocupar un lugar privilegiado en las ciencias sociales. Algunos factores
que desde mi perspectiva han contribuido a esta centralidad, son por un lado las
discusiones que se abren a través del debate sobre lo local y lo global, y las formas
en que se reestructuran las relaciones espacio-temporales donde la circulación ace
lerada de mensajes que están en todas partes y en ninguna a la vez, junto con la
desterritorialización de las relaciones y los procesos de producción, plantean una
gran dificultad para definir la idea de espacio con la antigua concepción que lo
ligaba a lo estable y permanente en un mundo globalizado y a la vez fragmentado.
En la antropología, el francés Marc Augé ha sostenido la existencia de los "no lu
gares" que se caracterizan por la circulación acelerada de personas y bienes, donde
las transacciones e interacciones se producen entre individuos anónimos, sin atri
butos sociales. Aeropuertos y centros comerciales son ejemplos privilegiados de "no
lugares". En oposición los lugares antropológicos tienen como rasgos principales
ser identificatorios, relacionales e históricos, por ejemplo el plano de la casa, los
barrios, los altares, las plazas públicas (más que la solidez del concepto, es relevante
en tanto que contribuyó a problematizar la figura del espacio y su organización) .
Los individuos al posicionarse en este escenario sin territorios y sin grandes relatos,
obligan a retrotraer la mirada hacia la producción de sentido individual.
Por otro lado, desde una perspectiva de género las preocupaciones geográficas
y las referencias espaciales están en la base de las nuevas reconceptualizaciones
identitarias ubicando al espacio como escenario estratégico para pensar la alteri
dad, debido al reconocimiento de los dualismos presentes y profundamente inte
riorizados en las relaciones entre lo femenino y lo masculino, y sus consiguientes
repercusiones en la construcción del espacio (Del Valle, 1 997; Me Dowell, 2000) .
Sumado a esto y producto de una fuerte influencia del posmodemismo, el énfasis
para pensar las identidades de género se ha ido espacializando. En especial desde
la geografía feminista la metáfora de la posición es utilizada para capturar tanto la
multiplicidad como la fragmentación de las identidades de clase, edad, nacionali
dad, etnicidad, etcétera.
[ 2 94 ]
ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 2 95
contrario, los hombres serán dueños de la vida pública. "Aunque no todas las cultu
ras articulen una contraposición radical entre lo público y lo doméstico en cuanto
tales, cuesta negar que lo doméstico está simplemente subsumido en lo público"
(Ortner, 1979: 1 2 1 ) .
Para estas autoras la oposición naturaleza-cultura, mujeres-hombres, doméstico
público, son en sí mismas construcciones históricamente producidas por la activi
dad humana y se constituirán en categorías clave para entender y explorar la situa
ción femenina y masculina. Si bien en diferentes sistemas sociales e ideológicos se
presentan con mayor o menor fuerza, este par conceptual nos proporciona una
herramienta para conceptualizar las actividades de los sexos. El par conceptual pú
blico-privado nos entrega un acercamiento topográfico para explorar e identificar
las fronteras de los sistemas de sexo-género, pues es una distinción que frecuente
mente se encuentra en diferentes contextos culturales y de manera semejante. La
división sexual del trabajo es una parte integral de la división de género, debido a
que mientras la vida de los hombres ocurre fuera de la casa, la alimentación y el
cuidado de los hijos ocurre dentro de ésta.
En este tipo de sociedades existe frecuentemente una separación entre hombres
y mujeres dentro del hogar, de esta manera encontraremos referencias en que el es
pacio privado o doméstico tiene divisiones entre derecha e izquierda, lugares feme
ninos y masculinos, con la consiguiente mayor valoración de los espacios masculinos.
En segundo lugar, la frecuente separación que ubica a las mujeres aparte de
los hombres, espacialmente dentro de las formas de habitar de sociedades no oc
cidentales, es descrita y analizada en la Casa Cabil de Bourdieu ( 199 1 ) . Para él, la
disposición de los espacios se puede entender a través de un conjunto de oposicio
nes simbólicas homólogas, que se sostienen a través de la división sexual del trabajo
y la consiguiente distribución estricta de actividades para cada uno de lo sexos, de
espacios y de tiempos, instrumentos y objetos. En este sentido la mayoría de las
actividades asignadas que realizan las mujeres cabileñas, así como los objetos que
utilizan, pertenecen a la parte oscura de la casa, transporte de agua, leña para la
calefacción, cuidado del ganado. De manera que la estructura del espacio, con la
oposición entre la parte baja, oscura y nocturna de la casa, se oponen a la parte alta,
el interior y el exterior, como lo femenino a lo masculino.
Estas oposiciones al mismo tiempo establecen diferencias entre la casa y el uni
verso. De la casa que es el universo de la mujer, el hombre está excluido, por lo
menos durante el día es sagrado y secreto, ocurre en la intimidad, oculto y oscuro.
A diferencia de esto, el hombre está afuera, en el universo exterior, en las labores
del campo, en la asamblea, a plena luz del día; la oposición que se establece entre
la casa de las mujeres y la asamblea de los hombres es una forma de marcar una
división entre vida privada y vida pública. Un conjunto de oposiciones, que constru
yen un sistema simbólico, que se aplica a la estructura del espacio alto/bajo, luz/
sombra, seco/húmedo, abierto/ cerrado, así también a los procesos que estructuran
el tiempo noche/día, mañana/tarde, inviemo/verano. 1
1 Las oposiciones que se establecen entre el mundo exterior e interior de la casa, tienen sentido
ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 2 97
cuando uno de los términos de esta relación, la casa, está a su vez dividido según los mismos principios
que se oponen al otro término. Por ello es al mismo tiempo verdadero y falso que el mundo exterior, el
afuera, el día etc., se oponen a lo interior, adentro y noche como lo masculino a lo femenino, porque el
segundo término de este juego de oposiciones homólogas se divide cada vez en sí mismo y su opuesto.
298 PAULA SOTO VIUAGRÁN
cio que toma cuenta de la forma en la cual éste es constitutivo a través de prácticas
de relaciones y significados sociales.
En cuarto lugar, Shirley Ardener ( 1993) recoge un conjunto de artículos antro
pológicos, cuyo interés central es la relación entre el género y el espacio, así como
la importancia de los arreglos espaciales en diferentes sociedades. La autora plantea
que los grupos sociales han generado sus propias reglas de uso del espacio, los lími
tes, y las divisiones de la vida social dentro de esferas, niveles y territorios específicos
que son determinados culturalmente. Plantea que las divisiones de espacio y las
formationes espaciales están íntimamente relacionadas, pero no en un sentido de
causa y efecto sino que esta interdependencia podría ser pensada como "simultanei
dad", así el espacio refleja la organización social.
Es importante la situación de silenciamiento en la que existen grupos en situa
ción de "mutismo social", es decir existirían en la sociedad grupos silenciados de
bido a que perciben y expresan de manera diferente la realidad en relación con
grupos dominantes que tienen la posibilidad de hablar y con ello de dominar; las
mujeres constituyen un ejemplo de silenciamiento, donde su forma de ver la reali
dad y percepción del mundo no tiene manera de expresión pues no puede mate
rializarse en los mismos términos masculinos dominantes. Estas estructuras domi
nantes impiden cualquier expresión de modelos alternativos, de manera que los
dominados deben asumir las formas del grupo dominante. Por ello, para Shirley
Ardener hombres y mujeres tienen diferentes visiones de la realidad.
Los mapas sociales pueden revelar las relaciones estructurales que ordenan jerar
quías en otro orden de características y sistemas de relaciones, como el parentesco,
los cuales son frecuentemente elaborados pero no necesariamente realizados en el
territorio sino por la ubicación de sujetos en el espacio de las relaciones sociales.
Los miembros de un grupo podrían ser dominantes en relación con miembros de
otro grupo, compartiendo con ellos un universo definido diferente; por ejemplo
podríamos ver la relación entre una esposa y su esposo, donde la mujer está en
situación de mutismo, pero si luego mapeamos a esa misma mujer en sus relaciones
con los hijos de manera de elaborar la figura completa del mapa familiar, ella se
encuentra en una posición dominante en relación con ellos. De esta manera los
mapas sociales son complejos cuando se agregan otras múltiples dimensiones como
la clase, la edad y otras.
En quinto lugar, Daphne Spain ( 1 992) trata explícitamente la relación entre
espacio, género y estatus, afirmando que la distribución, uso y simbolización del
espacio en una sociedad revela las construcciones de los sistemas de género. Para
Spain, son precisamente estas construcciones las que reafirman la desigualdad en
tre hombres y mujeres, que se fundan en los sistemas de prestigio. El espacio sería
entonces un reflejo de las diferencias sociales de género.
En su libro Gendered spaces, la autora propone que las diferencias de estatus entre
hombres y mujeres crean ciertos tipos de espacios generizados que institucionalizan
la segregación espacial y refuerzan el poder y privilegio masculino. La segregación
espacial a lo largo de la historia está ligada a los espacios en los que se transmite el
conocimiento, sean éstos tecnológicos o simbólicos; también la preparación para
ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 2 99
En los últimos 10 años dentro del feminismo se registra un viraje hacia una tenden
cia más interpretativa: un mayor énfasis en los símbolos, significados y representa
ciones junto a la redefinición del concepto de cultura (Geertz, 1991 ) , suscitaron
un movimiento que mostró ser especialmente seductor para las ciencias sociales
y en particular para la investigación feminista. Pero no cabe duda que será con la
influencia del postestructuralismo que la discusión de la identidad y la diferencia
adquiera nuevos y provocativos desafios espaciales. Por un lado las identidades en
general y particularmente las de género son concebidas como una construcción dis
cursiva o juegos interpretativos" en términos de Richards (2005) , y por otro con un
fuerte énfasis geográfico al recurrir a múltiples metáforas espaciales donde el yo se
escenifica. Términos como posicionalidad, ubicación, política del lugar, comienzan
a circular para mostrar cómo el lugar, un concepto de larga tradición geográfica,
se encuentra articulado con la diferencia y la pertenencia de los sujetos. Sin embar
go, ha sido el pensamiento feminista el que ha debido conciliar creativamente la
referencia material a las mujeres como un sujeto político y por otro la critica que
niega toda unidad categorial, en este caso "la mujer", o de otro modo, tal como
lo ha afirmado Nelly Richards, "el desafio que enfrentó el feminismo consistió en
no renunciar a las luchas colectivas movilizadas por una política de identidad que
2 La utilización del término "generizado" utilizado por Spain, se realiza en el sentido de lo planteado
por Sandra Harding ( 1 996) , para quien decir que la vida social así como la ciencia se encuentra gene
rizada, significa que las culturas asignan un género tanto a fenómenos naturales o sociales como a las
personas.
PAUlA SOTO VIU.AGRÁN
los que me ha llevado, así como los lugares a los que no me ha permitido ir"
(Rich, 1999: 37) . Esta autora explícitamente sienta las bases para un análisis
de la ubicación geográfica como papel determinante en la constitución de la
identidad de género, agregando que las opresiones son múltiples y por lo tanto
esas experiencias de ubicación también, "incluso si parto de mi propio cuerpo
es necesario señalar que desde un principio ese cuerpo tuvo más de una identi
dad" ( itnd. } .3
Esta política de la ubicación nos sitúa en el mapa y pone en un primer plano
nuestras ubicaciones conscientes y posiciones estratégicas, en el entendido de
"fronteras históricas, geográficas, culturales, psíquicas y de la imaginación que
proporcionan el terreno de definición política y autodefinición de las feminis
tas contemporáneas" (Mohanty, 2002) .
2] El concepto de posicionalidad de Linda Alcoff. En su propuesta teórica, "la mu
jer" ya no sería considerada como un conjunto de atributos sino como una po
sición específica, dejando la idea de un sujeto esencial, por el contrario emer
giendo en un contexto histórico en movimiento desde donde puede elegir qué
hacer de esta posición, cómo delinearse y cómo transformar el contexto. Para
Alcoff, el género es " una interpretación de nuestra historia dentro de una par
ticular constelación discursiva, una historia en la que somos sujetos de y sujetos
a la construcción social" ( 1 989: 1 5 ) . La posicionalidad incluiría dos puntos:
"primero el concepto de mujer es un término relacional identificable dentro
de un contexto (en constante movimiento) ; segundo que la posición en que se
encuentran las mujeres puede ser activamente utilizada (más que trascendida)
como un sitio para la construcción del significado, un lugar desde donde el sig
nificado se construye, no ya simplemente el lugar donde un significado puede
ser descutnerto (el significado de la feminidad) " ( itnd. ) .
En las propuestas de estas tres autoras, habría que alertar que el cuerpo así como
el lugar o la posición de las políticas de la identidad, deben ser miradas con cuida
do, pues existe el riesgo de escencializar la discusión: "Si las referencias al 'lugar', la
'posición' o la ' ubicación ' apelan de manera encubierta a esencias estables y ftjas,
habremos ganado menos de lo que suponemos" (Bondi, 1 996) . Por lo tanto, las
metáforas geográficas en la política contemporánea deben ser entendidas como
concepciones del espacio que reconozcan que el cuerpo, el lugar, la posición o la
ubicación son construidos socialmente. En términos identitarios esto significa un
PAULA SOTO VILLAGRÁN
aporte de gran relevancia, pues reconoce que existen categorías tanto relacionales
como espaciales y de las acciones que allí acontecen, ya sea privadas, domésticas,
personales, sociales o públicas.
TOPOGRAFÍAS LATINOAMERICANAS
4 Interesante ha sido también la investigación de Tarrés (2002) , quien con tribuyó a visualizar el papel
activo de las mujeres mexicanas de clase media en organizaciones vecinales, religiosas y deportivas, con
lo cual integraba lo ideológico y la división sexual, en cuanto las mujeres mantienen el control en dife
rentes áreas de los espacios cotidianos, considerando también las propias definiciones de las mujeres, se
les reubica a las mujeres como sujetas sociales.
5 La Red Mujer y Hábitat de América Latina adscribe a la Coalición Internacional del Hábitat (HIC)
en cuyo Consejo tiene representación desde el año1 988. Las instituciones miembros de la Red realizan
experiencias tendientes a generar propuestas que promuevan la equidad de género en el marco de las
políticas, particularmente entre los gobiernos locales. Uno de sus principales proyectos a nivel latino-
PAULA SOTO VILLAGRÁN
americano es "Ciudades seguras para las mujeres", en ejecución en Chile, Perú, Bolivia, Guatemala y
México, entre otros países.
F.sPACIO, LUGAR E IDENTIDAD
Si bien la migración femenina constituye uno de los campos relativamente más con
solidados dentro de los estudios sociodemográficos, se pueden distinguir algunas
líneas de investigación en relación con:
La trayectoria seguida en el caso de los flujos migratorios femeninos como in-
6 De acuerdo con la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, los feminicidios son crímenes de odio
contra las mujeres, crímenes misóginos acunados por una enorme tolerancia social y estatal ante la vio
lencia genérica. Esa perversidad está alentada por la impunidad; al feminicidio contribuyen de manera
criminal el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión de autoridades encargadas de prevenir y
erradicar esos crímenes. Hay feminicidio cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no les crea
condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa y en los espacios de trabajo, de
tránsito o de esparcimiento.
3 06 PAULA SOTO VILLAGRÁN
herentes a las transformaciones más globales propias del desarrollo, hasta el es
fuerzo por documentar la heterogeneidad de los movimientos en que se insertan
las mujeres, el impacto diferencial de estos procesos con respecto a las relacio
nes de subordinación/autonomía femenina y el carácter procesual de la relación
migración-género en su interacción dinámica con otras variables sociales. Nuevas
dimensiones adquiere la migración femenina intrarregional que muestra una fe
minización del fenómeno migratorio. Estudios de caso interesantes realizados en
Sudamérica, muestran cómo la migración peruana a Chile, o boliviana a Argentina,
es ampliamente dominada por mujeres que se insertan en el trabajo doméstico,
segmentando el mercado laboral y donde la estigmatización de las peruanas como
trabajadoras domésticas por parte de la población local dificulta aún más sus po
sibilidades de acceso a otros tipos de empleo (Stefoni, 2003) . Sin embargo, como
lo menciona Ariza, "los análisis sobre migración descansan en esquemas interpre
tativos excesivamente economicistas e instrumentales que dificultan visualizar las
interrelaciones entre la migración y otros procesos sociales relevantes. Si bien la
perspectiva de género ha logrado ampliar las dimensiones analíticas implicadas en
el estudio de la relación migración-género" (Ariza, 1 999) . Se observa cómo en este
campo se han puesto en marcha escasos estudios para indagar en la valoración de
los aspectos subjetivos, simbólicos y socioculturales de diferentes dimensiones del
proceso migratorio y su impacto sobre la condición de género.
El análisis literario de prácticas autobiográficas de mujeres es un excelente ejem
plo de lo que nos ofrecen los escritos mestizos y bilingües de escritoras chicanas,
centroamericanas y latinas en general para pensar las fronteras y los procesos iden
titarios. Textos como Border/,ands/La Frontera ( 1 987) , Este puente. Mi espal,da ( 1 981 ) ,
muestran historias de identidad construidas desde la dispersión, los desplazamien
tos y experiencias multilocales o pertenencias múltiples. Despliegan una política
de la localización, donde la especificidad del yo se encuentra en conocimientos y
posiciones situadas en la intersección entre dos culturas, entre dos territorios, se
genera una escritura y una narrativa que toma la diáspora7 y lo "híbrido"8 como
lugar de producción, reconocen el lugar de la historia, la cultura y la lengua en
la construcción de la subjetividad y de la identidad, modificando las ideas sobre la
identidad como narrativas unitarias sobre la etnia, la nación y el género. El cuerpo
en este contexto se convierte en espacio de afirmación y confrontación, como un es
pacio de memoria de cicatrices, de huellas coloniales, un espacio de inestabilidad,
ruptura y transgresión.
Por otro lado y desde una mirada más geográfica también se han iniciado algu
nas aproximaciones que intentan vincular la imagen genérica de las ciudades fron
terizas; por ejemplo la relación de la imagen de Tijuana con lo femenino a partir
da, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas" ( 1 989: 111 ) .
ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD
del trabajo de investigación de Silvia López ( 1998) "Women, urban life and city
images". Reconociendo la complejidad de los escenarios actuales, y cruzando varios
campos como los estudios culturales, los estudios subalternos, los estudios queer,
la crítica literaria, hay preocupaciones por analizar el tránsito de los movimientos
sociales en espacios transnacionales como puentes para pensar las tensiones entre
cultura y poder; así aparecen estudios sobre las formas de representación cultural
y la generación de movimientos sociales en las fronteras norte y sur de México,
desde los zapatistas hasta las lecturas chicanas, que han puesto especial énfasis en
los lugares de enunciación, las marcas históricas y geoculturales de esta producción
(Belausteguiagoitia, 2005) .
PARA TERMINAR
BIBLIOGRAFÍA
pp. 1 4-38.
Bourdieu, Pierre ( 1 99 1 ) , El sentido práctico, Madrid, Tauros.
Del Valle, Teresa ( 1 997) , Andamios para una Nueva Ciudad. Lecturas desde /,a Antropología, Ma
drid, Cátedra.
Falú, Ana y Liliana Rainiero ( 2002) , Ciudad y vida cotidiana. Asimetrías en el uso del tiempo y del
espacio, Córdoba, Unifem.
Feijoó, Maria del Cannen e Hilda Maria Herzer, Las mujeres y /,a vida de las ciudades, Buenos
Aires, Instituto Internacional del Medio Ambiente IIED-América Latina/Grupo Editor La
tinoamericano.
Geertz, Clifford ( 1 99 1 ) , La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa.
Goldsmith, Mary ( 1 999) , "Feminismo e investigación social. Nadando en aguas revueltas", en
Debates en torno a una metodología feminista, México, UAM-Xochimilco.
Klahn, N. ( 2005) , " ( Re) mapeos literarios: desplazamientos autobiográficos de escritoras chi
canas", en M. Belausteguigoitia (ed. ) , Fronteras y cruces: cartografía de escenarios culturales
latinoamericanos, México, PUEG/UNAM.
Laub, Claudia, "Violencia urbana, violencia de género y políticas de seguridad ciudadana",
en A. Falú y O. Segovia (eds.) ( 2007) , Ciudades para convivir sin vio/.encia hacia las mujeres,
Santiago, Red Mujer y Hábitat Chile/Unifem-Oficina Regional Brasil y Cono Sur del fon
do de desarrollo de las naciones unidas para la mujer/AECID-Agencia Española de Coope
ración Internacional para el Desarrollo.
Lindón, Alicia ( 2008) , "Violencia/miedo: espacialidades y ciudad", Casa del Tiempo, 4: 8-1 4.
López, S. ( 1 998) , "Imágenes genéricas de la ciudad: mujeres y vida urbana en Tijuana", en
Cultura y territorio, identidades y modos de vida, México, RNIU.
Macassi, l. (coord.) ( 2005) , El miedo a /,a calle: /,a seguridad de las mujeres en /,a ciudad, Lima,
Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Me Dowell, L. ( 2000) , Género, identidad y lugar. Un estudio de las geografías feministas, Madrid,
Cátedra.
Massolo, A. ( 1 992a) , Mujeres y ciudades. Participación social, vivienda y vida cotidiana, México,
El Co�egio de México.
--- ( l 994b) , Los medios y los modos. Participación política y acción co/,ectiva de las mujeres, Mé
El objetivo de este trabajo será realizar una aportación reflexiva que se centrará
en los trabajos de cuidados a personas en situaciones múltiples de dependencia.
Trataré la revisión y problematización de los propios conceptos de cuidados y de
pendencia para, una vez establecida una propuesta de definición, concluir con el
planteamiento de una serie de interrogantes que afectan de manera transversal a la
forma en que se aborda el tema.
Lo que pretende este acercamiento es realizar una reflexión, breve y acaso in
completa, sobre las formas en que considero que se deben abordar los cuidados,
dado el estado actual de la cuestión, en cuanto a acercamientos teóricos, pero
también en cuanto a condicionantes socioeconómicos que afectan a esta realidad.
Echando una mirada a la situación actual de la llamada "atención a la dependen
cia", deseo desvelar y rescatar interrogantes que aún aparecen sin respuesta (s) , y
proponer temas y formas de abordaje que puedan servir de guía en el camino de la
comprensión de este hecho social fundamental. Se trata por lo tanto, de un tema
que interesa no sólo en su peculiaridad en contextos más concretos, como puede
ser el americano, sino al conjunto de poblaciones que forman esto que últimamen
te se ha tenido a bien llamar "aldea global", y aún más en el marco generalizado
de crisis en el que algunos estados se ven envueltos desde 2008. E interesa, precisa
mente, tanto por las interrelaciones que esos cuidados generan en el interior de un
entorno particular, como por las relaciones transfronterizas y más globales que se
crean en virtud de las estrategias de cuidados que se desarrollan. 1
* Universidad de Granada.
1 Al respecto habla Arlie Russel Hochschild (200 1 ) cuando establece la existencia de las Cadenas
mundiales de afecto, para referirse a la participación, dentro de la panorámica de los cuidados, de mu
jeres con distinta relación con las personas atendidas, y en muchas ocasiones, de diverso origen. Estas
mujeres establecen además toda un red de cuidados a distancia en sus lugares de procedencia.
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO 31 1
la cual sus miembros comparten y ponen en común recursos de todo tipo, y de este
modo se configura como un objeto de análisis central, puesto que se trata de un
espacio de reproducción intra e intergeneracional, pero también de negociación y
conflicto constante, que conforma y define en gran medida los cambios producidos
en un sistema sociocultural. Consecuentemente, mis intereses reflexivos se centran
en las formas de prestación de cuidados que se están gestionando desde los hoga
res para dar respuesta a dichas necesidades, cada vez más tangibles y candentes
en nuestras sociedades, y por lo tanto imposibles de considerar como necesidades
postergables u omisibles.
La mirada antropológica proporciona esa visión dinámica del hogar, pero ade
más, los aportes feministas, partiendo de la concepción constructivista y crítica de los
modelos de género, proporcionan la legitimidad argumentativa para explicitar que
el hogar encierra un enorme potencial para operar cambios en las relaciones de gé
nero, que pueden conducir a la consecución de objetivos igualitarios, pero también
al contrario, conducir a la perpetuación de la segregación sexual, conuibuyendo a la
reproducción de las peores condiciones de los modelos de género vigentes. Además
permite ser conscientes de que las fronteras entre ese hogar y lo que ocurre fuera de
él son flexibles, dinámicas, y que precisamente el trabajo y las actividades derivados
de los cuidados atraviesan esas fronteras constantemente. Esta aportación, desarro
llada por las revisiones a las teorías de la producción y la reproducción, implica
comprender que, situándonos en una línea imaginaria en la que el espacio privado
absoluto fuera un polo (que correspondería a lo que ocurre dentro del hogar) , y
el espacio público absoluto fuera el otro (que entenderíamos como lo que ocurre
en todo lo que es externo a ese hogar) , existen infinitos de puntos intermedios que
suponen diferentes implicaciones de uno y otro sector, pero que en todos los casos
conllevan una participación conjunta (en mayor o menor grado) de ambos polos. Y
es que lo que ocurre en lo público afecta a lo privado, pero también viceversa. En el
caso concreto que nos ocupa, las formas diferenciales de organizar el cuidado desde
la cotidianidad de cada hogar, y las interrelaciones con otros agentes cuidadores
que esas formas implican, van a revelar claves centrales para interpretar qué cambios
materiales y simbólicos se están dando en los modelos que operan en el sistema de
género vigente, y qué elementos permanecen poco alterados.
Del mismo modo que parto de que ambas esferas no son tales, sino que se trata
de un continuum de articulaciones de relaciones de poder, basadas, entre otras va
riables, en el género, también me baso en una idea de trabajo que trasciende lo es
trictamente económico, e incluye la producción de bienes, creados con una inten
cionalidad y un fin determinados. En esta línea, tal y como afirma Comas ( 1995) ,
considero trabajo como un "conjunto de actividades, relaciones sociales, saberes y
representaciones que se ponen en conuibución para producir y disuibuir bienes y
servicios y para reproducir el proceso mismo por el que se crean y distribuyen tales
bienes y servicios [ . . . ] . [Implica] organización, roles y normas, gasto de energía, es
fuerzo, uso de técnica, disuibución del tiempo, intercambios. [ . . . ] Pero trabajo no
es sólo lo que hace la gente, incluye también relaciones sociales, que se concretan
en �ontextos sociales específicos" (33, 34) .
312 ANA RODRÍGUEZ RUANO
Esta noción de trabajo implica reconocer que está formado por actividades, co
nocimientos, reglas sociales, energía personal, tiempo pero también por relaciones
sociales; y lo que es más, el tipo de relaciones sociales en las que se enmarque una
actividad podrá delimitar en muchas ocasiones de qué tipo de trabajo se trata, e in
cluso, si esa actividad es considerada trabajo o no. El análisis del trabajo, o más bien,
de los trabajos, en estrecha relación con las relaciones sociales en que se produce (n)
permite vislumbrar de qué formas "cristalizan tanto las divisiones técnicas del pro
ceso productivo como las relaciones sociales que intervienen en él y que distribuyen
a los trabajadores en distintas actividades" (Comas, imd. : 18) . Permite, por lo tanto,
indagar tanto en la distribución de tareas, como en las valoraciones sociales que se
le atribuyen a éstas, y por extensión, de las personas que las desempeñan.
De este modo, llego a la atención hacia los trabajos de cuidados, como activida
des conceptualizadas tradicionalmente como propias del denominado "trabajo do
méstico" y del "espacio privado", nociones cargadas de connotaciones feminizadas.
Trabajo propio de la esfera reproductiva, oculto en el conjunto de la organización
social, pero sin embargo, actividad básica para que el sistema social se perpetúe, y
además en continua relación dinámica (y conflictual) con el denominado, por con
traposición, ámbito productivo. Las formas y los cambios que se den en las maneras
de entender, prestar y recibir los cuidados, nos hablan de los códigos y normas de
funcionamiento y organización que están operando en una cultura, así como de
aquellos que han dejado de tener validez, y los que han surgido recientemente.
" "
SOBRE LO QUE IMPLICA CUIDAR
2 La llamada "multitarea". Véanse trabajos de Agulló y de García Calvente, 1 999 , para profundizar
en esto.
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO
mayores, discapacitadas, enfermas crónicas y los-las menores son las principales be
neficiarias del cuidado. Estos grupos suelen ser denominados como "población de
pendiente", personas que no tienen capacidades para dar respuestas a sus propias
necesidades "básicas",3 y por lo general, precisan de una atención individualizada y
constante para lograr unos niveles mínimos de bienestar.
Pero si bien es necesario reconocer este punto, también creo importante dar
un paso más y hablar de la configuración de las, llamémoslas, "necesidades básicas
menos materiales". No supone dificultad alguna identificar a una persona como
dependiente cuando no puede alimentarse por sí misma, o asearse, puesto que la
dejación de estas tareas supondría el empeoramiento de la salud fisica, e incluso el
fallecimiento. Sin embargo, hay otro componente en las necesidades humanas me
nos tangible, más difuso, y por lo tanto, más complicado de perfilar. Se trata de las
necesidades emocionales, afectivas, de carácter más psicológico y psicosocial, y que,
además, puede darse el caso de que deban ser respondidas de diferentes maneras
según la persona que las experimente.4 Existen necesidades humanas que son de
bienes y servicios, pero también existen otras de afectos y relaciones, que, desde mi
postura, son igualmente básicas en el mantenimiento de la salud del individuo.5
Éstas requieren algo más que la prestación de un servicio o una ayuda.
Desde una mirada más cercana, es en esta parte del trabajo de satisfacción de ne
cesidades más "subjetivas" (Carrasco, 1 99 1 , 1 999) donde surgen los mayores conflic
tos, porque en este caso, las personas cuidadoras muchas veces pueden no desear
que se las sustituya, puesto que la intimidad, y la relación que suponen esos mo
mentos se valoran por sí mismos; y tampoco las personas receptoras desean que esos
afectos sean transferidos a otras personas. Hasta el punto de que estas actividades
pueden llegar a ser conceptualizadas por las mismas cuidadoras no como trabajo,
ni siquiera como cuidado, sino como tiempo compartido con la persona cuidada,6
una suerte de "tiempo de ocio".7
En esta línea es donde tiene sentido el surgimiento de las críticas a las dicoto
mías sujeto cuidador-objeto cuidado. Son muchas las llamadas de atención que han
alertado del peligro que encierra este binomio, y que entre otros efectos, conlleva
' Son conocidos los debates sobre los niveles mínimos que una persona debe "cumplir" y tener para
considerar que sus necesidades están resueltas. A este respecto, ejemplos claros son las diferentes grada
ciones de necesidades que se han elaborado desde diferentes disciplinas, así como el debate en tomo a la
actual Declaración de Derechos Humanos, que desde algunas posiciones es considerada un claro reflejo
del modelo occidental, que se pretende aplicar a todas las sociedades. Véase Sen ( 1 995) , entre otros.
4 Esta diferenciación tiene un claro componente genérico.
5 Recordemos aquí que la definición de salud elaborada por la OMS en 194 7 establecía que "la salud es
un estado completo de bienestar fisico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad y dolencia"
(texto de constitución de la Organización Mundial de la Salud) .
6 Para profundizar en este tema, véase el trabajo de Gregorio, Veinguer y Rodríguez (2007 ) .
a que los cuidados se aborden como algo esencial m ente vivenciado como negativo.
Aunque, tal y como aportan las autoras no diferencialistas, parto de la premisa de
que considerar los cuidados en sí mismos y en todo momento como actividades
positivas y enriquecedoras supone una amenaza para la integridad del análisis, tam
bién considero igualmente simplista el otro extremo, que es el de cierta tendencia
del discurso cultural, que trata los cuidados como una actividad alienante per sé, de
la que es necesario liberar a las mujeres, para la consecución inmediata de la igual
dad. Subyace la idea de que cuidado equivale a asfixia, y que para lograr la plena
autonomía es importante liberarse de ese "lastre".
Muchos de los abordajes analíticos sobre los cuidados están impregnados de una
concepción reduccionista de éstos, prestándoles sola o principalmente atención al
aspecto más fisico de la situación, en coherencia con esa definición estricta de cui
dados, que si bien es enormemente operativa y ha ayudado a revelar importantes
hallazgos, en el estado actual de la situación se nos antoja algo escasa. En virtud de
ese tipo de concepciones, se suele considerar como una relación de dependencia de
dirección fija y única: la parte cuidadora sólo presta cuidados, la parte cuidada sólo
los recibe. Al respecto, Izquierdo explica que se niega una realidad fundamental de
la condición humana, y es "que todos en toda relación somos a la vez cuidadores y
objeto de cuidados, curadores y objeto de cura" (2003: 3) . La realidad de la omnipre
sencia del cuidado se hace, por lo tanto, evidente.8 Pero no se trata de una relación
libre de las concepciones que impregnan otro tipo de relaciones sociales, y tal y
como afirman Tobío, Agulló, Gómez y Martín Palomo, "la forma de responder a la
necesidad de cuidado está ligada a ciertas estructuras de desigualdad" (2010: 141 ) .
Estas reflexiones ayudan a completar la definición de cuidados. No se trata so
lamente de la atención y satisfacción de las necesidades básicas, por muy amplia
mente que podamos conceptualizarlas. Además, parece que aquellas personas que
no pueden satisfacerlas por sí mismas son más de las que en un primer momento
podría parecer. Hablamos de una actividad más compleja.
Para ilustrar esa complejidad de los cuidados, rescato la definición que realiza
Pérez (2006) de la actividad de cuidar como "hacerse cargo de los cuerpos sexuados
y de las relaciones que los atraviesan ". Aunque a priori pueda parecer algo abstracta,
su contenido implica una serie de elementos que nos permite introducir nuevas
reflexiones. Para el objetivo que planteo, me centraré en algunos de los que con
sidero sus puntos fuertes. Uno de ellos es que no identifica una parte cuidadora
que presta su atención a una parte cuidada, definiendo cuidados como actividad
( "hacerse cargo") relacional de carácter bidireccional. Habla de una relación de
doble sentido, del cuidado dado y recibido.9 Pero también nos habla de la hetero
geneidad que implica ese cuidado, heterogeneidad que viene dada por cuestiones
8 De la forma de gestionar los afectos en las relaciones de cuidado, y la traducción política de éstos,
concretamente en la configuración de la maternidad en una ciudad de Brasil, habla Scheper-Hughes,
configurando lo que ella denomina la Economía Política de las Emociones ( Scheper- Hughes, 1997 ) .
9 Hablar d e doble sentido n o implica entender que e n todo caso l a relación d e cuidados s e da entre
dos personas, sino que entendemos que el cuidado puede ser desempeñado por múltiples personas, en
diferentes situaciones y momentos.
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO
'º Díez-Mintegui desarrolla este trabajo en relación con estrategias emocionales, pero considero su
11
Para ahondar en esta cuestión, véase el trabajo de Juliano (200 1 ) sobre lo que ella denomina
"subculturas".
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO
hombre que trae un salario a casa a su familia" (Beltrán y Sánchez, 1 996: 6 1 ) . Bajo
esta dinámica, se oculta esa realidad fundamental, de que para que alguien logre
ese tipo de "autonomía", para cumplir con ese modelo de ciudadanía, debe tener
sus necesidades "básicas" (en el sentido en que venimos hablando) cubiertas por
otro alguien. Y por supuesto, ese alguien, además, ha sido tradicionalmente mujer.
Por ello, la tradicional distinción dicotómica entre público y privado es un podero
so principio de exclusión. 12 Supone una reducción de lo que conforma la realidad
en dos esferas, que se presentan como estancas e inalterables entre sí. Es así como se
configura ese "ciudadano" por excelencia, que participa en la vida pública de forma
plena e integrada en su cotidianidad, a través principalmente del empleo, elemento
central de la configuración identitaria masculina (Alonso, 2002) .
El cuidado que se realiza en y desde los hogares es por lo tanto dirigido a perso
nas en situación podríamos decir "estable" de dependencia por diferentes motivos.
También, se dirige a situaciones transitorias e inesperadas de dependencia (una
fractura de un miembro, una enfermedad severa, etc.) . Pero lo que es más impor
tante, y no se ha dicho tan a menudo, es que gran parte del cuidado conceptualiza
do dentro del trabajo llamado doméstico está dirigido a esos ciudadanos modélicos
para la Ilustración, esas personas, normalmente hombres,13 de edades medias, con
buenas condiciones psicofisicas, y que simplemente desconocen la forma de rea
lizar las actividades orientadas a su propio mantenimiento y al mantenimiento de
otras personas. 14
Lo que he buscado con este trabajo es realizar una revisión de la situación actual de
los cuidados, así como apuntar algunos cuestionamientos para futuros acercamien
tos a éstos. He querido en primer lugar mostrar que los cambios en los modelos de
género no han supuesto una afectación, o al menos no en gran medida, sobre la
cotidianidad de la organización de los cuidados. Sin embargo, dichos cambios han
provocado el surgimiento de nuevas estrategias para desarrollar la atención hacia
las personas atendidas. Tampoco ha cambiado en gran medida el grado de valora
ción social de estos trabajos, y sobre todo, la plasmación práctica y política de esa
necesaria valoración social. Y lo que es más importante, centrándonos en la concre-
12
Es a lo que hace referencia Pateman ( 1 995) cuando establece su teoría sobre el Contrato Sexual.
" Aunque, dados los cambios sociales de los últimos años, cada vez hay más mujeres jóvenes que re
siden con sus progenitores, que se pueden incluir en este grupo de lo que podríamos llamar "población
dependizada ".
1 4 Así lo demuestra el dato para la Comunidad de Madrid de la Encuesta del CSIC sobre Mujeres y Tra
bajo No Remunerado, del año 2000 , que revelaba que gran parte del tiempo dedicado por las mujeres al
cuidado de otras personas de su hogar lo realizaban no por circunstancias de dependencia más "típicas",
como las relacionadas con los dos primeros grupos mencionados, sino porque dichas personas cuidadas
"están ocupadas en otras actividades la mayor parte del día".
ANA RODRÍGUEZ RUANO
ción de los cuidados prestados en el hogar, aún sigue sin conocerse y reconocerse
la estrecha y fuerte vinculación existente entre el trabajo llamado reproductivo y el
productivo; en otras palabras, no se valora la relevancia del trabajo doméstico en ge
neral, y del trabajo de cuidar en particular, en el sostenimiento y el funcionamiento
del sistema y de sus dinámicas subyacentes.
A pesar de lo dicho, actualmente nos encontramos en un punto del proceso
muy importante, puesto que la necesidad diaria en los hogares de nuevos recursos
para los cuidados ha provocado que se convierta en parte importante del discurso
y la agenda política, porque lo que pasa en los ámbitos público y privado está es
trechamente interrelacionado, en una dirección de doble sentido. Si bien los po
deres fácticos son a menudo "cómplices" de la perpetuación de la desigualdad por
conveniencia propia, precisamente en pro de esta conveniencia pueden "aceptar"
ser modificados, ya que la realidad social cambiante provoca nuevas necesidades y
demandas que "obligan" a su reformulación, o más bien su adaptación a las nuevas
circunstancias.
Así pues, las formas circunstanciales de organizar el cuidado desde la cotidiani
dad de cada hogar pueden revelarnos claves centrales para interpretar qué cambios
materiales y simbólicos se están dando en las manifestaciones de los sistemas de gé
nero vigentes, y qué elementos permanecen menos alterados. La mirada hacia esas
estrategias que de manera más o menos consciente, más o menos cuestionadora,
son desarrolladas en el seno de un modelo cultural, es la que puede desvelarnos
de qué formas el discurso hegemónico es asumido o contestado por los actores y
actoras sociales. Ahí radica el potencial de los cuidados, en su capacidad, incluso
no-consciente, de cuestionar y modificar el modelo desigualitario, y no solamente
de perpetuarlo. De ello deriva la importancia de observar esa variabilidad de formas
concretas de cuidado, tanto de los que se ponen en práctica en los hogares, como
de los que son organizados desde éstos, e incluyen a otros agentes (Estado, merca
do, voluntariado . . . ) . Se trata de abordar la variedad de respuestas que diferentes
personas, especialmente mujeres, que representan y en las que se encarnan distin
tas variables y realidades, acometen una tarea que socialmente se sigue designando
como "propiamente suya", y también en visualizar de qué formas los hombres van
incorporándose a estos procesos de cuidados.
Es claro que las diferentes situaciones de dependencia están imbuidas de in
terpretaciones sociales diferentes, y de experiencias personales y relacionales que
presentan confluencias, pero también grandes divergencias. Existirán situaciones
que impliquen una dependencia más aguda, o si se quiere, palpable, y que por lo
tanto haya que desarrollar estrategias específicas para la cobertura de esa necesi
dad. Otras situaciones de cuidados atajarán dependencias transitorias, y por último,
también hay que incluir en el análisis la atención a lo que he llamado "personas de
pendizadas", personas con todas sus capacidades operativas para responder a situa
ciones de cuidado propio, pero que han interiorizado y participan en un modelo
de atención por el cual son conformadas como objeto de cuidados. Paralelamente
a ello, el reconocimiento de la omnipresencia de los cuidados, revisitarnos a cada
uno-una de nosotros y nosotras como seres que durante toda su vida prestamos
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO
cuidados pero que también somos objetos de cuidados, parece una tarea imposter
gable. Coherente con esta complejización de las situaciones de atención, también
es necesario complejizar el propio concepto de cuidados, y reconocer la multipli
cidad de esferas fisicas, emocionales y simbólicas susceptibles de ser cuidadas. Los
cuidados a una u otra persona requieren diferentes niveles de trabajo material y de
trabajo afectivo; pero lo que es más, ambos niveles no tienen por qué estar presen
tes en todo momento del cuidado. 15 Habrá tareas que por su especificidad y por la
relación interpersonal que impliquen requieran de ambos niveles, pero también
existen otras actividades propias del cuidado que son meramente materiales, y no
requieren la presencia de afecto para desarrollarlas convenientemente. Asimismo,
hay momentos del cuidado que se centran más en la atención afectivo-emocional,
y que no suponen la realización de ninguna tarea material (Díaz Gorfinkiel y Mar
tínez Buján, 2007) .
Del mismo modo, el concepto de trabajo de cuidado no puede tratarse como algo
cerrado, sino como compuesto por continuos entre necesidad-actividad, que se arti
culan en un contexto socioeconómico para dar respuesta a las diferentes situaciones
susceptibles de cuidado, es decir, el cuidado a situaciones más complejas de depen
dencia, el cuidado mutuo dado entre personas autónomas, y por supuesto, también
el autocuidado. Atender cómo las condiciones de esos contextos socioeconómicos
afectan a esa cotidianidad de los cuidados, qué dinámicas cambian, qué factores se
ven cuestionados, es otro elemento importante, especialmente en momentos de
recesión económica.
Así, podemos plantear entre otras cuestiones, las siguientes: ¿qué está significan
do cuidar?, ¿qué dimensiones subjetivas implican las actividades relacionadas con
los cuidados?, ¿comparten todas las situaciones de cuidados algunas peculiaridades?
Es necesario incluir en el abordaje teórico y metodológico una mayor complejidad
de factores constituyentes de la realidad que implica una relación de cuidados.
Factores que participan en una relación entre individuos, que dan respuesta a una
variedad de necesidades de todo tipo (fisicas y materiales, simbólicas, sociales . . . ) .
¿Asistimos, en virtud de nuestras concepciones sobre los cuidados, a una fragmen
tación del sujeto, según esas áreas susceptibles de "ser cuidadas" que constituyen
al mismo? En consecuencia, ¿podemos hablar de este hecho como una realidad
transcultural, mediatizada por nuestros contextos socioeconómicos? En este senti
do, ¿asistimos a una mercantilización de los cuidados en todas sus dimensiones, a la
vez que a una fragmentación del sujeto?, ¿qué respuestas políticas podemos aplicar
y demandar en este contexto?
Creo importante que al abordar este análisis se tenga como horizonte deseable
la redistribución social de trabajos, de modo que acompañe a la necesaria recons
trucción de la valoración de las tareas derivadas de los cuidados, conformando así
un concepto nuevo que sea más integrador de las diferentes actividades y ocupacio
nes. En sí misma, la búsqueda del reconocimiento de las labores tradicionalmente
femeninas, creado a través de políticas afirmativas de reconocimiento, puede ser
BIBLIOGRAFÍA
Agulló Tomás, M. Silveria (200 1 ) , Mujeres, cuidados y bienestar social: el apoyo infurmal a la in
fancia y a la veje;., Madrid, Instituto de la Mujer, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Alonso, Luis Enrique ( 2002) , "Centralidad del trabajo y cohesión social: ¿una relación n ece
saria?", Cuadernos de antropología y bienestar social, núm. 1 0, Granada, Escuela Universitaria
de Trabajo Social, Universidad de Gr.mada.
Beltrán, Elena y Cristina Sánchez ( 1 996) , Las ciudadanas y lo político, Madrid, Universidad
Autónoma de Madrid, Instituto Universitario de Estudios de la Mujer.
Carrasc o, Cristina ( 1 99 1 ) , El trabajo doméstico. Un análisis económico, Madrid, Centro de Publi
caciones Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Carrasco, Cristina, Ed. ( 1 999) , Mujeres y economía. Nuevas perspectivas para viejos y nuevos probk
mas, Barcelona, Icaria.
16
Es más, de hecho puede servir precisamente para legitimar la dedicación exclusiva de las mujeres a
estos trabajos. En esta línea van las críticas a las demandas de salarios para las amas de casa.
CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GÉNERO 32 1
Izquierdo, María Jesús ( 2003) , "Del sexismo y la mercantilización del cuidado a su socializa
ción: Hacia una política democrática del cuidado", Congreso Emakunde Cuidar cuesta:
Costes y beneficios del cuidado, San Sebastián, <www .sare-emakunde.com/pags/programa
General.asp>.
Pérez Orozco, Amaia ( 2006) , "Amenaza tormenta: la crisis de los cuidados y la reorganiza
ción del sistema económico", R.euista de economía crítica, 2 (5) : 7-37.
Russell Hochschild, Arlie (200 1 ) , "Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y la plusvalía
emocional", en Will Hutton y Anthony Giddens, En el límite: la vida en el capitalismo globo.l,
Barcelona, Tusquets.
Tobío, Constanza ( 2005) , Madres que trabo.jan: di/,emas y estrategias, Madrid, Cátedra
Tobío, Constanza, Tomás Agulló, Ma. Silveria, Ma. Victoria Gómez y Ma. Teresa Martín Pa
lomo (2010) , El cuidado de las personas. Un reto para el siglo XXI, Barcelona, Fundación La
Caixa.
GÉNERO Y EMOCIONES EN EL EJERCICIO
DE lA CIUDADANÍA COTIDIANA
Las emociones influyen de forma decisiva en las acciones y reacciones de las per
sonas y en la interacción social; a pesar de ello están devaluadas frente al prestigio
de la razón debido a que se les considera referencias equívocas y perturbadoras del
pensamiento. Probablemente este juicio se basa en la asociación con el cuerpo; son
tan corpóreas que se reflejan en la piel: la vergüenza, por ejemplo, sonroja el rostro,
el miedo acelera los latidos del corazón y hace sudar, la alegría brilla en los ojos. En
la cultura occidental todo aquello que recuerde al ser humano su condición animal
es invisibilizado porque se valora más la virtud de la razón y de la tecnología; en este
contexto las emociones son infravaloradas por su estrecha vinculación a la natura
leza y al cuerpo y, por eso, afirmar que la expresión ciudadana es una expresión
emocional puede percibirse como un absurdo dado que en nuestra cultura pervive
el pensamiento de Rousseau para quien la ciudadanía se origina en la mutación de
ser naturaleza a ser social.
De forma que a través del proceso de la modernidad se construye una estructura
de conocimiento basada en la razón que niega las emociones; con la razón con la
que se interpreta y valora la realidad social, y dentro de ella, el significado de la
masculinidad y de la feminidad que se expresa en el protagonismo de hombres y
mujeres en esa sociedad.
Emoción y feminidad están culturalmente unidas; según nuestra cultura las mu
jeres son emocionales y las emociones nublan la razón; en la asociación de esta
lógica se potencia la devaluación y la descalificación social de la mujer y de las
emociones. Por ello mostrar en público una emoción es un acto de debilidad que
se le atribuye a la mujer y es éste uno de los aspectos que moldea la expresión de
la ciudadanía cotidiana. A pesar de ello, en el intento de comprender el proceso
de construcción de las personas, mujeres y hombres, se descubre que en la base de
estas construcciones existe un poderoso entramado emocional.
Las emociones están presentes en el procesamiento de la información, en la
comunicación , en el sentido de pertenencia que tienen las personas y en la confor
mación de las identidades; a través de la vivencia emocional se interioriza el cono
cimiento de las pautas sociales que son centrales en el desarrollo de los valores que
modelan y ordenan la vida humana. Son ellas las que subyacen a la acción de los
individuos como sujetos sociales que actúan y deciden en el ámbito público y priva-
do. Junto con lo anterior, las emociones muestran la coherencia entre la acción, las
expectativas y los medios para el logro de los objetivos; estimulan y dan energía para
seguir o abandonar, motivan la proximidad o la evasión, y favorecen la búsqueda de
ayuda o el enfrentamiento. Los procesos emocionales son fuertes y en su mayoría
inconscientes y sólo parcialmente susceptibles de ser conscientes, condición nece
saria para ejercer un control voluntario sobre ellas.
Los hechos vividos dejan una huella en la persona, repletos de significados afecti
vos que a su vez modelan los futuros comportamientos; en tanto que las emociones
sentidas se repiten, se refuerzan y se establecen en la interacción social, la persona
aprende la forma de comportarse con base en lo que siente y cómo se siente en esa
situación y con las personas que forman parte de esa relación social. De la vivencia
reiterada de una misma situación, de las personas que intervienen y las emocio
nes asociadas que se experimentan, surgen los sentimientos " [a] diferencia de las
emociones que son reactivas, contingenciales y de intensidad situacional, caracte
riza a los sentimientos en su estabilidad y diacronía como núcleos sustantivos del
yo" (González, 2009) ; por lo tanto los sentimientos son un vínculo afectivo que se
instaura en la identidad y en la percepción de sí mismo en torno a una situación
determinada y a las personas involucradas en dicha situación, de forma que ordena
el comportamiento adecuado.
Las emociones son precursoras de la decisión que favorece la elección de algo
en un momento específico y que permite cambiar de opinión de forma saludable
siempre y cuando exista una sincronía de la emoción sentida con el hecho. En el
caso de los sentimientos éstos se comportan como el apoyo afectivo de las vivencias;
por medio de ellos se justifican y aceptan condiciones sociales que en ausencia de
ellos no sería posible admitir, debido a que a través de ellos se consolida el vínculo
entre la persona y el espacio social, y que es corroborado con el comportamiento el
cual se normaliza y con ello se estabiliza la dinámica social. Es decir, los sentimien
tos generan el vínculo necesario para asimilar los modelos de comportamientos
esperados que ordenan los espacios sociales en torno al prestigio y al poder.
Si bien en la base del comportamiento esperado por la sociedad y aceptado por
la persona existe un sentimiento que favorece el aprendizaje de este ordenamien
to social, la cualidad dinámica y colectiva de la sociedad y del individuo hace que
emerjan emociones a estímulos puntuales que cuestionan el sentimiento que está en
la base de la asimilación de la norma social. Este cuestionamiento se observa en la
influencia que las nuevas socializaciones tienen principalmente en ámbitos ajenos a
la conceptualización tradicional del género; en estas nuevas socializaciones son un
elemento común el reconocimiento intelectual y emocional de la desigualdad ge
nérica. Las mujeres empiezan a hacer lo que nunca habían hecho y siempre habían
deseado y ello supone una toma de conciencia personal que involucra la historia, las
emociones y las experiencias, esto a su vez influye en la lógica racional y lo que antes
era imposible desde la razón en este nuevo escenario resulta razonable. Es necesaria
la socialización continuada de los nuevos patrones de género, debido a que, para
que el proceso de "darse cuenta" derive en e implique la acción que lleve al cambio,
que se puede dar en cualquier momento de la vida, requiere de una experiencia y de
AMAIA PAVEZ LIZÁRRAGA
emociones que otras; éstas son reforzadas en los comportamientos y en los modelos
de género, por ello importa el tipo de emoción socializada y la intensidad permitida
y estimulada socialmente. Las personas del entorno que también las expresan y la
relación de apego que se tenga con dichas personas, intervienen directamente en
la adscripción al comportamiento y a la emoción que le subyace. Por lo tanto esto
implica un aprendizaje de reglas y comportamientos mediados por la expresión
emocional.
Durante la infancia se toma conciencia de las propias emociones y de las causas
de las mismas, y se comprenden las emociones de los demás a lo largo de un proce
so que va desde el reconocimiento de la expresión facial a inferir las emociones de
los otros considerando sus deseos, sus creencias, su experiencia o su personalidad;
todo lo anterior influye en el aprendizaje de género que, como señala Teresa del
Valle _es "diferenciado [para mujeres y hombres y] se limita en último término a la
figura del adulto más poderoso, quién marcará la relación de género y asignará una
escala de valores a lo femenino y a lo masculino" ( 1992/ 1 993: 8) .
La expresión de las emociones positivas por parte de los padres, especialmente
del adulto-autoridad, como lo denomina Teresa del Valle ( 1992/ 1 993: 8) , influye
directamente en la expresividad asertiva y positiva de las emociones en los niños
y niñas; ellos y ellas se sienten más tranquilos y seguros de sí mismos; el poder ex
presar lo que sienten implica una aceptación del medio y de ellos mismos, que a
su vez repercute positivamente en la capacidad de percepción de los niños y de las
niñas respecto de otras personas, esto promueve el desarrollo de la empatía y de la
competencia social.
Por el contrario, una frecuencia elevada de expresiones de tristeza en los pa
dres, especialmente en la madre, se asocia con tristeza y rabia en los niños, que
redunda en dificultades para la regulación de sus emociones y son un obstáculo
para el distanciamiento necesario de las emociones de los demás.
Las emociones tomadas en cuenta en el proceso de socialización facilitan la
comprensión del medio y el equilibrio de la identidad personal. La expresión de
las emociones permite la toma de conciencia del sentir, que se transforma en un
elemento clave en el desarrollo personal. La conciencia tiene un efecto poderoso
sobre los sentimientos negativos intensos, disminuye la sujeción a través de la ob
jetivación de las emociones que se sienten y esto permite a las personas no estar
sometidas a los sentimientos negativos a la vez que favorece la posibilidad de regu
larlos. "Nombrar las emociones transforma un sentimiento amorfo e incomprensi
ble en algo definido, parte de la vida cotidiana, y se ha comprobado que tiene un
efecto de calma del sistema nervioso " (Echebarría y Páez, 1 989: 1 23)
En este proceso el desarrollo de la empatía es fundamental en la afectividad al
estar presente en todas las relaciones socio-afectivas. Félix López ( 2003: 98) dice
que la empatía evoluciona con la edad y se refuerza en la reacción afectiva vicaria
con los sentimientos del otro, de forma que la influencia vicaria puede alterarse en
la medida que aumenta la experiencia emocional, las competencias cognitivas y la
capacidad de regulación emocional.
AMAIA PAVEZ LIZÁRRAGA
EMOCIONES Y GÉNERO
Es una creencia compartida aseverar que las mujeres respecto de los hombres tie
nen un conocimiento más rico de las emociones, son más expresivas de su emoción
en situaciones sociales y se sienten más afectadas o influidas por la activación emo
tiva.
Como he señalado anteriormente, las mujeres han sido infravaloradas por su
percepción emocional, esto con base en la lógica del complemento de la mascu
linidad y de la exclusión social para no restar protagonismo ni ser competencia a
esa misma masculinidad; si las mujeres son emotivas, sus contrarios los hombres
son racionales. Con lo cual se excluye a uno y a otro colectivo del atributo del otro;
según esto, la creencia cultural que impregna el inconsciente colectivo es que el
hombre no puede ser emotivo ni la mujer racional. De forma que lo emotivo es in
fravalorado y lo racional es sobrevalorado social y culturalmente, y por lo tanto un
colectivo, el femenino, es devaluado frente al otro, el masculino, que se revaloriza.
Este juego en los repartos de valor lleva consigo premios de poder que se visualizan
en prestigio y estatus social. En la cultura occidental la razón tiene el sitial de honor,
mientras que la emoción está relegada a espacios de poca relevancia. Aunque en la
actualidad la división es menos drástica, lo cierto es que esta diferencia todavía per
dura tanto en lo social como en la subjetividad de las personas y ordena al colectivo
femenino y al masculino jerárquicamente en el interior de la sociedad.
A pesar de su negación, la emoción no está ausente de la masculinidad como la
razón no lo está de la feminidad. Pero a cada dimensión de género la cultura asocia
y refuerza un tipo de emociones que facilitarán el desempeño de las funciones ads
critas y los comportamientos que conllevan, reforzando con ellas la adscripción a la
razón para los hombres y la emoción para las mujeres.
De este modo la feminidad entrega a las mujeres la capacidad para afrontar la
maternidad y el cuidado, por lo que deben estar preparadas para la empatía, la
compasión y la contención de la afectividad surgida en las relaciones sociales ínti
mas como son las que se generan en el cuidado. Así, la cultura consigue que el cen
tro del sentido de vida de la mujer sean los otros y las otras. No obstante, se aprecia
un matiz importante relativo al género; para las mujeres los hombres significativos
configuran sentido independiente de la edad, en cambio las mujeres significativas
son cuidadas especialmente durante el crecimiento, ya adultas se transforman en
iguales. La feminidad exige a la mujer que invierta su vida en los otros significativos,
como son los integrantes de su familia, y para ello provee a la mujer de las capacida
des que aseguren dicha entrega.
Por su parte, en el caso de los hombres, la exigencia cultural incorpora en la
masculinidad el refuerzo de emociones como el orgullo y el coraje, que favorecen
el liderazgo social y que a veces se desdobla en la multiplicidad de realidades co
tidianas; este liderazgo favorece la toma de decisiones racionales y objetivas en la
base de una emocionalidad reprimida hacia la expresión de aquellas emociones de
fragilidad que actuarían en contra de las expectativas que la sociedad tiene hacia
los hombres.
GÉNERO Y EMOCIONES EN EL EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA COTIDIANA
Las mujeres a pesar de arrastrar una condición supeditada han abierto espacios
para sí mismas. ¿Frente a qué objeto ha emergido el sujeto-femenino? La única
respuesta que tengo en este momento sería: frente a sí mismas se constituyen en
sujetos; en el acto de verse han tomado conciencia de la condición pasiva, se han
visto objeto y en ese reflejo han emergido con conciencia. Ésta les confiere el poder
que les permite observar el entorno, el medio y ver el ordenamiento jerárquico de
la sociedad con actores, objetos y sujetos. Este acto de introspección debe ser hecho
sin la presencia del poder del sujeto que subordina. Su presencia quiebra la emer
gencia de sujeto mujer: frente a una relación de poder que la posiciona subordi
nada, se activa el mecanismo cultural que llama a la "disciplina" y al sometimiento.
Observando el proceso de cambio de las mujeres en el contexto social cultural
y considerando la emergencia del cambio desde lo individual hacia lo colectivo, se
puede inferir que las mujeres son un colectivo resiliente, dado que de una posición
universalmente desfavorecida e infravalorada han podido construir para el conjunto
un espacio social de mayor libertad y autonomía. Resiliente en tanto que vencen la
coerción cultural y se sitúan en espacios de mayor poder que el asignado para ellas.
Sin embargo, con frecuencia el cambio individual es dificil especialmente cuan
do la transgresión es percibida por la persona de mayor autoridad en la familia
como una amenaza a la seguridad de la vida cotidiana y de sí mismo. Hace un tiem
po, para vacaciones de verano del 2008 presté unos libros a una amiga, ella eligió El
segu ndo sexo de Simone de Beauvoir. Al volver a Santiago mi amiga me comentó que
la lectura le había producido rebeldía al verse reflejada en lo que narraba el libro.
Así la perturbación que le había provocado identificarse con lo descrito le había
hecho expresar a viva voz en su casa su rabia sin importarle quien escuchara, sus
hijos o su marido. Protestaba porque le sucedía a ella lo que el libro narraba y por la
rabia que le daba darse cuenta de ello en la edad adulta. Además me comentó que
su marido le había dicho ¿por qué Amaya te presta estos libros?
Un día coincidió que llegó el marido a casa estando yo allí junto a mi madre visi
tando a mi amiga. Sin más, el hombre se sentó a mi lado y empezó suavemente pero
en forma creciente a ofenderme, primero descalificando lo que estaba haciendo y
luego diciéndome que no servían para nada las cosas que estaba estudiando. Fue
una situación incómoda para mi madre y mi amiga que intentó suavizar el momen
to haciendo alguna broma y desviando la atención del marido hacia otra cosa. Al
irnos mi madre me comentó lo extraña que había sido la conversación del hombre,
no entendía por qué había sido agresivo conmigo, se lo expliqué y contestó: "Ahora
entiendo."
1 Digo sujeto pasivo y n o objeto, porque al decir sujeto pasivo m e refiero a la condición de ser sujetos
GÉNERO Y EMOCIONES EN EL EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA COTIDIANA 33 1
en tanto que deciden y actúan, pero estas características están situadas en espacios sociales de subordi
nación y menor prestigio. El sujeto pasivo sirve de con traste y representación de aquello que no debe
ser ni hacer un sujeto activo o con prestigio. Por otro lado, es sujeto en tanto que se piensa a sí misma y
puede cuestionar el contexto al cual se sujeta, modificando su espacio de acción y decisión. El objeto a
mi entender, no tendría la posibilidad de reflexionar y actuar para modificar su condición .
33 2 AMAlA PAVEZ LIZÁRRAGA
BIBLIOGRAFÍA
ALGUNAS CONSIDERACIONES
Las reflexiones que me han suscitado los capítulos que conforman este libro buscan
contribuir de manera limitada y personal a los balances constantes y al trazo de las
perspectivas de la antropología feminista en América Latina y España que hacemos
individual y colectivamente quienes pensamos y analizamos el mundo, y propone
mos alternativas desde esta perspectiva filosófica, científica, académica y política.
El libro, como se mencionó al inicio, es el resultado de un simposio sobre antro
pología feminista celebrado de manera sucesiva en el marco del 52 y 53 Congreso
Internacional de Americanistas, en el cual se continúa el diálogo entablado por las
participantes y mantiene abierto el espacio de análisis feminista en los estudios ame
ricanistas. En ambos momentos se revisaron los recorridos teórico-metodológicos
en las investigaciones y se mostraron las maneras en que los resultados del trabajo
académico contribuyen a consolidar la antropología feminista surgida como crítica
feminista a la antropología hegemónica androcéntrica y supremacista. Desde hace
décadas, además de ser un campo reconocido en las disciplinas sociales, es una
tendencia consciente y sostenida en la antropología y las ciencias sociales y las hu
manidades. Para mí, aunque la antropología feminista es parte imprescindible de
la antropología, se configura como otra antropowgía.
Las coordinadoras del simposio Carmen Gregorio Gil y Martha Patricia Castañe
da Salgado establecieron una guía temática formidable que hace comparables los
trabajos y permite a especialistas, a estudiantes y a feministas en general, conocer
la evolución y la innovación, temática y metodológica, mediante la construcción de
conocimientos de manera genealógica, descubrir las adscripciones teóricas, la ma
nera en cada quien articula su antropología con otras disciplinas afines y los retos
empíricos que se presentan en las investigaciones.
En un arduo proceso, que abarca varias décadas, algunas de las participantes
han creado los espacios académicos universitarios en que florece la antropología
feminista. Han fundado los estudios de género y feministas en publicaciones, cá
tedras, seminarios, diplomados, maestrías, centros e institutos de investigación y
desarrollan un fructífero diálogo local e internacional. Las maestras ejercen un li
derazgo académico y son referentes en sus temas. Las estudiantes ahondan en ellos
y desarrollan su propia personalidad y su perfil académico. La mayoría investiga la
condición y la situación de mujeres diferentes a ellas, y en esa alteridad hay una con-
nación de género, étnica, nacional y etaria. Están presentes las alternativas que las
mujeres mismas construyen al vivir, o las que elaboran con intencionalidad política
para enfrentar las condiciones oprobiosas, tales como las prácticas sociales de cui
dado en las bandas de las chavas que viven en la calle, la vindicación política de las
mujeres indígenas de sus identidades amalgamadas con sus derechos humanos, o el
arduo camino de la conciencia de género y feminista en mujeres luchadoras socia
les de diversos movimientos como las sin tierra y las ciberfeministas.
Varios trabajos exploran específicamente la sexualidad erótica: las jineteras y el
turismo sexual, la prostitución de niñas, niños y adolescentes, línea de investiga
ción nodal para la antropología. La perspectiva de género y la interseccionalidad
con otras categorías crean otra mirada y permiten análisis más complejos desde
una posición política de género. Tres trabajos se aproximan a la construcción de
género de los hombres desde la antropología feminista. En uno se trata de niños y
adolescentes en prostitución, en otro de chavos banda en relación con chavas ban
da, y uno más, cuyos protagonistas son hombres jóvenes. En este caso, se trata de
otros hombres, por su juventud y el investigador es un hombre maduro. Fue el único
antropólogo que participó con una ponencia en el simposio, y por lo tanto con un
capítulo en esta obra. Aunque hay más antropólogos implicados en investigaciones
con perspectiva de género, tal vez no respondieron a la convocatoria por motivos
válidos, pero su escasez es un indicio de la necesidad de su incorporación.
ALGUNAS REFLEXIONES
Es interesante que el trabajo de campo realizado por varias investigadoras las desco
loca de su entorno y, al introducirse como mujeres solas en espacios públicos, en los
que estar solas tiene un significado distinto a sus intenciones, fueron identificadas
como mujeres disponibles sexualmente o prostitutas. Alguna lo vivió como obstácu
lo a su trabajo. Aunque fue temporal, eso muestra que una investigadora, con toda
su biografia, sus derechos, sus títulos, sus conocimientos, al moverse de territorio
y proponerse ocupar un lugar, será hetero-designada de acuerdo con la óptica de
género prevaleciente. Y será quien puede ser ahí. En la globalización, a pesar de los
discursos sobre el fluir, el reconocimiento de los derechos, la ciudadanía, los pode
res sociales y el estatus social moderno son territorializados.
Algunas investigadoras enfrentan la reconstrucción histórica de fenómenos que
cambian enormemente o son actualizaciones de la globalización. Uno que atravie
sa el libro es el de contenidos de la condición de género que en la modernidad
neoliberal giran en tomo a la maternidad, los cuidados en las redes de parentesco
y familiares o en espacios públicos, de madresposas y de putas, como cuerpo para
la vida y el placer de otros, como seres para sostener el desarrollo y el cuidado vital
de otros. Seres subordinados y dependientes cuya realización vital se da a través de
otros, con quienes están en desigualdad.
Sin embargo, su resignificación permite a las mujeres, de manera parcial, la vida
EPÍLOGO 34 1
en primera persona, aunque a través de actividades de género asignadas tradicional
mente. En tanto que unas mujeres se emancipan de esos deberes, la organización
de géneros amplía sus estamentos con otras mujeres: migrantes, indígenas, negras y
mulatas, tanto en su propio país como en otro diferente, para el cuidado en la repro
ducción de la vida cotidiana. O hace también para la satisfacción de las necesidades
vitales sexuales, afectivas, intelectuales de otros, mediadas por el cuerpo a cuerpo y la
intimidad, aunque suceda entre personas extrañas y en relaciones diversas como em
pleadores, patrones, clientes. Ocuparse de los cuidados, las atenciones y los servicios
vitales es una oportunidad de trabajo para mujeres necesitadas de empleo, ingresos
y desarrollo, aunque estén ubicadas en nuevos estamentos de exclusión. En sus es
fuerzos de supervivencia, transitan por fronteras territoriales, fronteras de género,
corporales, legales y fronteras culturales diversas.
Es lamentable constatar que, a pesar de la complejidad de cambios sociales de
género, hay una gran resistencia social y cultural que se manifiesta en la especializa
ción de género de las mujeres para el cuidado, su resignificación y su actualización.
A pesar de la modernización de género de mujeres de países de alto desarrollo, con
el estudio, el trabajo, la formación o la participación social y política, y los avances
del Estado de bienestar, se sigue asignando la responsabilidad de la crianza y los cui
dados vitales en sentido amplio, a las mujeres, aunque no lo hagan. Esa contradic
ción recae en ellas y les genera un sinfin de necesidades no resueltas y de conflictos
personales. La solución social y del mercado es que se apoyen en las migrantes y su
trabajo. Al mismo tiempo, para las trabajadoras migrantes se resignifica la asigna
ción de género tradicional de los cuidados vitales a las mujeres, y se convierten en
una oportunidad de desarrollo y en un trabajo en parte moderno, en parte tradi
cional, que permite la modernización de las trabajadoras en pos de hacerse cargo
de sus vidas y de sus familias, de salir de la precariedad, obtener ingresos y tener
horizontes propios.
Se comprueba también que la maternidad y los cuidados vitales requieren ver
daderos equipos, que aún en sociedades del siglo XXI están integrados por un con
junto de mujeres: son gineco-grupos en red. Al parecer aún sociedades modernas
se actualizan como sociedades de crianza y cuidados femeninos y de deber ser ma
terno. Sus familiares cuidan a la prole de las trabajadoras migrantes internas o in
ternacionales: mamás, hermanas, abuelas, tías, comadres, y ellas a su vez se integran
en los equipos de cuidadoras de la sociedad de destino: conforman, en conjunto, la
madre de cada quien en la modernidad.
Enfrentar la reproducción social desde una perspectiva de género implicaría la
ciudadanía y los derechos para las personas cuidadoras, la socialización de los cui
dados y cambios que conduzcan a resolver la enajenante genericidad y etnicidad pa
triarcal y capitalista, y la separación entre la vida pública y la vida privada. Eliminar
la mutua exclusión entre el mundo de la vida y la esfera pública que incluya cam
bios en las mujeres y los hombres tendientes a la equidad y la diversidad, incluso a
la justicia de género, en el reparto de responsabilidades sociales.
La epistemología compartida y vindicada como una posición desde la que se
investiga implica una perspectiva de género que abarca el género, la sexualidad,
34 2 EPÍLOGO
genealogía, referentes y estado del arte, son de mujeres, porque son sobre todo in
vestigadoras quienes aportan a la antropología feminista y a las ciencias sociales y las
humanidades feministas. Diversos planteamientos feministas a lo largo del siglo XX
se han apoyado en teorías e investigaciones antropológicas sobre la sexualidad, la or
ganización social basada en el sexo, su lugar en las estructuras sociales y en la cultura,
como uno de los aportes centrales del pensamiento antropológico.
Un pilar de la antropología feminista es la dimensión histórica de los procesos y
el dinamismo histórico marcado por las crisis, las contradicciones y los conflictos.
Se trata de una visión constructivista de las condiciones históricas: desde la sexua
lidad hasta la configuración personal. Otro gran aporte es desentrañar lo que es
de género y no atribuirlo a la clase o a otra condición, así como el análisis gene
rizado de las otras categorías sociales. De gran importancia ha sido introducir la
perspectiva y la temática de género en ámbitos donde se conceptualiza desde otras
perspectivas analíticas, que invisibilizan condiciones vitales de mujeres y hombres
o dimensiones de la sociedad y la cultura marcadas por el género. La antropología
feminista se desarrolla en un mar de analfabetismo de género y de androcentrismo
presentes en corrientes contemporáneas de las ciencias sociales y las ciencias de la
vida, las humanidades, la filosofia y las artes. Todas requieren una profunda revolu
ción epistemológica feminista.
Una clave antropológica en los trabajos del Simposio es la interdisciplina. Pro
viene de una resignificación del saber antropológico con la interdisciplina evidente
en el recorrido de las autoras o en su particular formación interdisciplinar. La que
se da entre antropologías: social, cultural, política, simbólica y la etnología. Y la que
se da con ciencias afines entre las que prevalecen disciplinas como la sociología y
la economía, la historia, la filosofia, la ciencia política, el derecho, la psicología y la
geografia.
Una dimensión sólida de la epistemología que da cohesión a la antropología
feminista es la interseccionalidad de categorías, enfoques y teorías sobre diversas
condiciones bio-socio-culturales como sexo-género-edad, raza, clase, etnia, ciuda
danía y legalidad, nacionalidad, discapacidad. Las maneras de ocupar, transitar y
crear espacios, y cualquier otra condición vital del sujeto. Enunciar a las mujeres
o a los hombres lleva consigo precisar cuáles, dónde, cuándo y cómo, y definir
qué les caracteriza específica, individual y colectivamente. Es preciso aplicar el mis
mo entramado categorial para definir sociedades, Estados y culturas, así como las
diversas problemáticas que investigamos: la pobreza, la violencia, la migración, la
interculturalidad, la prostitución, las fronteras y la reterritorialización neoliberal,
la armonización de la vida personal, laboral y familiar, la democratización de la
vida social, la crítica al modelo hegemónico, la creación de alternativas como la
economía solidaria y ecológica, el ciberfeminismo, entre otros, en el marco de la
construcción de los derechos humanos.
Otra dimensión significativa es la que se deriva del sincretismo de género de las
mujeres en una situación de interkgalidad en sociedades modernas. El marco jurídi
co cuya legalidad define al Estado nacional, rige de manera parcial e insuficiente y
está sujeto a interpretaciones y aplicaciones diversas o no es realmente vigente. Es
344 EPÍLOGO
[ 34 7 )
SOBRE lAS AUTORAS Y EL AUTOR
tomo a la infancia, exclusión social, violencia de género y antropología feminista. Entre sus
publicaciones destaca:
• (201 2) , "Discursos, narrativas y percepciones entre los niños y niñas de la calle en tor
no a su huida", Revista Desacatos, núm. 40, septiembre.
MARIE:JOSÉ NADAL
Doctora en antropología. Investigadora en el Groupe de Recherche sur L'Amérique Latine
(UQAM) . Profesora/investigadora invitada en varias universidades de Francia (Paris 1, Tou
louse-Le Mirail) y de México (UADY y UDLA) . Experta en el Grupo Internacional de Trabajo
para los Pueblos Autóctonos (GITPA) . Sus líneas de investigación son la antropología del gé
nero, la etnicidad, la antropología del desarrollo y la antropología política. Ha escrito varios
artículos sobre las cooperativas y organizaciones de mujeres indígenas y sobre los movimien
tos de lucha para la autonomía indígena. Entre sus libros publicados destacan :
• ( 1 994 y 1 995) , A l'om/Jre de 7.apata, vivre et mourir dans Ú! Chiapas, Montréal, É ditions de
la Pleine Lune, París, Le Félin.
• (200 1 ) , Les Mayas de l 'oubli. Genre et pouvoir: /.es limites du dével.oppemen t rural au Mexique,
Montréal, Éditions Logiques.
ADRIANA PISCITELLI
Doctora en ciencias sociales. Coordinadora asociada del Núcleo de Estudos de Genero-PAGU,
da la Universidade Estadual de Campinas, profesora del Departamento de Antropología y
del Doctorado en ciencias sociales de esa universidad, en el que coordina el área de género.
Sus líneas de investigación giran en tomo a género, memoria, parentesco, sexualidad, turis
mo sexual, prostitución, migraciones, tráfico internacional de personas, teoría feminista y
teoría antropológica. Entre sus publicaciones destacan:
• ( 2007) , "Shifting boundaries: sex and money in the North-East of Brazil sexualities",
Londres, 10: 489-500.
• (2008) , "Genero no tráfico de pessoas" (org. en colaboración con Marcia Vasconce
los) , Cadernos PAGU, núm. 3 1 .
• (2008) , "Looking for new worlds: Brazilian women as intemational migrants", Signs,
Chicago, 33: 784-793.
35 2 SOBRE LAS AUTORAS Y EL AUTOR
SUSANA ROSTAGNOL
Doctora en antropología. Investigadora y docente en la Universidad de la República de Uru
guay. Integrante del Grupo Multidisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Hu
manidades y Ciencias de la Educación. Sus líneas de investigación giran en tomo a género,
cuerpo y sexualidad, en especial temáticas relativas a prostitución, aborto, violencia contra
las mujeres, derechos sexuales. Entre sus publicaciones destacan:
• Histurias en el si/.encio: prostitución infantil y adol,escente en Montevideo y área metropolitana,
UNICEF-RUDA.
• ( 2009) , No era un gran amm, cuatro investigaciones sobre vio/.encia doméstica, Uruguay, Ins
tituto Nacional de las Mujeres.
• (201 1 ) , Consumidores de sexo. Un estudio sobre masculinidad y explotación sexual comercial en
Montevideo y área metropolitana, Montevideo, Naciones Unidas.
ANA R. RUANO
Diplomada en estudios avanzados en antropología social, diplomada en trabajo social y ex
perta en género e igualdad de oportunidades. Socia y responsable de proyectos en Evidentis:
Creative Social Approach, empresa consultora especializada en innovación social. Integrante
del grupo de investigación: "Otras. Perspectivas feministas en investigación social" de la Uni
versidad de Granada. Sus líneas de investigación giran en tomo a la diversidad funcional
y su relación con la autonomía-dependencia. Actualmente especializándose en el área de
innovación y diseño social.
PAULA SOTO
Maestra y doctora en ciencias antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM) , campus lztapalapa. Realizó una estancia de investigación posdoctoral en geografía
humana en el Departamento de Sociología de dicha Universidad. Actualmente es profesora
investigadora titular del Departamento de Sociología de la División de Ciencias Sociales y
Humanidades en la UAM-lztapalapa, donde participa en el área de investigación "Espacio y
Sociedad" y es docente en la licenciatura en geografia humana. Su principal línea de investi
gación es la geografia de género. Entre sus publicaciones destacan:
• (2010) , "Los giros de las geografías de género. Re-pensando las diferencias", en Daniel
Hiemaux y Alicia Lindón ( coord.) , Los giros de la geografía humana. Hurizontes y desafíos,
Barcelona, Anthropos-UAM-1, pp. 249-280
• (201 1 ) , "La ciudad pensada, la ciudad vivida, la ciudad imaginada", La Ventana, Centro
de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara, núm. 34, pp 7-38.
• (201 2) , "El miedo de las mujeres a la violencia en la ciudad de México. Una cuestión
de justicia espacial" ( 20 1 2 ) , Revista INVI, 27 ( 75) : 1 45-1 69.
ÍNDICE
PRÓLOGO
Teresa del Valle Murga 7
INTRODUCCIÓN
Martha Patricia Castañeda Salgado y Carmen Oregurio Gil 9
PRIMERA PARTE
TRAZANDO GENEALOGÍAS
SEGUNDA PARTE
l.AS NUEVAS CARAS DE lA GLOBALIZACI Ó N
TERCERA PARTE
ETNOGRAFIANDO EXPERIENCIAS EMERGENTES
CUARTA PARTE
NUEVAS PROPUESTAS TE Ó RICO-METODOLÓ GICAS
EPÍLOGO
Man:e/,a Lagarde y de los Ríos 33 5
SOBRE LAS AUTORAS Y EL AUTOR 34 7