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- CONCEPTOS PRELIMINARES

La sanción de una norma es atribución exclusiva del Parlamento1, según los


dictados de un Estado de Derecho; en el caso de la ley penal, la acriminación
de una conducta humana, siempre y cuando sea portadora de una mínima
dosis de lesividad social (principio de «ofensividad2»).

Luego, aparece otra labor estatal, -no de menor relevancia-, que es la


"interpretación normativa", que se encarga a los operadores jurídicos del
sistema penal (jueces, fiscales y abogados); actividad encaminada a delimitar
los alcances del precepto legal en cuestión, desentrañando la ratio de la
misma, fijando el radio de acción de la norma. Importa en otras palabras, fijar
con toda corrección los supuestos de hecho que pueden ser encuadrados bajo
la cobertura de la premisa normativa.

La tarea mencionada se vuelve más delicada en la esfera del Derecho penal


(concretamente en el Proceso Penal), al entrar en juego intereses jurídicos de
primer orden: - las libertades fundamentales de quien se le atribuye la
comisión de un hecho punible (sea como autor y/o partícipe), por otro lado, el
interés general de la colectividad en la persecución y sanción del delito, en
específico del agente delictivo: esto último adquiere una mayor intensidad, en
el contexto actual de las cosas, donde la descripción criminológica del país,
genera percepciones ciudadanas de gran calado; lógicamente, la tarea
interpretativa, esta misión de hermenéutica jurídica en Derecho penal, no
puede desbordar la literalidad normativa, el principio de legalidad – lex
scripta, so pena de ingresar al plano de la analogía, proscrita según lo reglado
en el numeral III del Título Preliminar del CP. Lo que sí es válido –por tanto
legítimo-, es que la intelección interpretativa se realice conforme la teleología
que inspira la intervención del Derecho penal: protección preventiva de bienes

1
. En materia criminal, observamos que muchas de las modificaciones producidas en el
Código Penal (leyes penales especiales) han sido emitidas por el Poder Ejecutivo,
mediando la dación de decretos legislativos, mediando el otorgamiento de facultades por
parte del Poder Legislativo en la lucha contra la inseguridad ciudadana que padece el
Perú.
2
. Numeral IV del Título Preliminar del CP.
jurídicos. Esta función es la que precisamente legitima la descarga punitiva
en el contenido de los derechos fundamentales de los ciudadanos, acorde a
los valores de una real democracia.

La política criminal, por tanto, sus derroteros han de encauzarse según los
fines tuitivos – preventivos de intereses jurídicos dignos y merecedores de
tutela penal; coordenadas de política criminal que son alimentadas por la
situación criminológica de nuestra sociedad, es la realidad social la que debe
auspiciar el direccionamiento de la política penal, en respeto a los principios
limitadores del «ius-puniendi» estatal3.

1.- LA PENALIZACIÓN DEL TIPO PENAL DE TRÁFICO DE INFLUENCIAS -


FUNDAMENTOS DE POLÍTICA CRIMINAL

La corrupción es uno de los flagelos más graves de la sociedad actual; sus


tentáculos se ramifican a todos los estamentos públicos sin excepción. Sus
protagonistas pertenecen a todas las jerarquías de la administración pública
(Ministros de Estado, parlamentarios, alcaldes, jueces, hasta Presidentes), lo
cual enrostra el nivel que ha tomado este fenómeno delictivo en los últimos
tiempos; acá los sujetos púbicos se ven comprometidos en graves actos de
corrupción, en cuanto a la prebenda de la actuación pública, motivados por la
obtención de un beneficio patrimonial o de cualquier índole.

La corrupción hunde sus raíces de forma ramificada y profunda, además de


ser fruto patologías sociales y económicas-institucionalizadas formal o
informal- que dan vida a su capacidad de destrucción; por ello, si se pretende
combatirla cortando sus ramas, lo único que se consigue es que más adelante
vuelvan a surgir con igual o más fuerza4.

3
. De fragmentariedad, subsidiariedad y de última ratio.
4
. Seguró, M. (comp.); Presentación del libro "Hartos de Corrupción", Herder, cit., p. 15.

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