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LA LECHERA

(Adaptación)
Personajes:
 Narrador
 Petrita (la lechera)
 Madre
 Damiana
 Hombre 1
 Hombre 2
 Mujer

PRIMER ACTO
Narrador: Era Petrita una joven que vivía con su madre, un día esta cayó enferma y Petrita como buena
hija a pesar de estar atendiendo a su madre, tuvo que salir a trabajar.
Madre: Muchas gracias hijita por atenderme con mis medicamentos y mis alimentos.
Petrita: No tienes por qué mamá, te vas a mejorar muy pronto.
Madre: Seria tal vez mucho pedirte que me ayudes yendo a casa de la vieja Damiana a trabajar ordeñando
sus vacas, sabes que ya no tenemos mucho dinero y es preciso conseguirlo para nuestra manutención
hasta que me recupere por completo.
Petrita: Por supuesto mamá, cómo… he soñado con ir a trabajar en casa de doña Damiana y ayudarte con
ordeñar las vacas. Desde mañana iré a trabajar con ella.
Narrador: Muy temprano Petrita se presenta en casa de doña Damiana para pedirle le permita trabajar
con ella.
Petrita: ¡Doña Damiana…! ¡Doña Damiana…!
Narrador: Doña Damiana sale lentamente por de su casa y saluda amablemente a Petrita.
Damiana: Hola Petrita, buenos días, dime que fue de tu mamá ya no regresó para el trabajo.
Petrita: Se puso enferma, por esa razón estoy aquí para reemplazarla en el trabajo.
Damiana: Bien Petrita, pasa y hazte cargo de ordeñar a las vacas.
Narrador: Petrita era muy eficiente en ordeñar las vacas, que una vez que su mamá se mejoró y regresó
al trabajo, ella se quedó trabajando para doña Damiana.

SEGUNDO ACTO
Narrador: Petrita, se levantó aquella mañana más alegre que de costumbre, aquel era un día distinto a
los demás, se cumplía una semana que Petrita había empezado a trabajar para la vieja Damiana. Había
llegado el momento de recibir el pago al primer trabajo de su vida.
Damiana: Aquí tienes este cántaro de leche Petrita, llévalo a la ciudad, el dinero que te den por el servirá
de premio a los servicios que me has prestado durante toda la semana.
Petrita: ¿Y podré hacer lo que quiera con todo ese dinero?
Damiana: Claro que sí…, solo te aconsejo que lo emplees en algo provechoso. ¿has pensado ya en que lo
vas a gastar?
Petrita: Todavía no, lo iré pensando por el camino.
Narrador: Y Petrita, la joven lechera con su cántaro sobre la cabeza, calzada con zapatos sin tacón, la falda
ancha y el corazón alegre, iba ligero camino de la ciudad.
Canción: “Con mi cantarito a la ciudad me voy, llevo leche fresca y muy alegre estoy, la reconaré y la
venderé mucho dinerito para mi tendré. Paso el caminito junto aquel pinar, de los pajaritos oigo su
cantar, con mis pensamientos que contenta estoy, hacía la ciudad cantando voy”.
Narrador: Tan grandes eran los deseos de llegar a su destino, era tanto el afán que puso en hacer el
recorrido en el menor tiempo que cuando llevaba media hora caminando se sintió fatigada.
Petrita: ¡Uf…!, colgaré el cántaro en una rama de ese árbol para que no se vierta. ¡Ay…!, si lo dejara en el
suelo podría pasar alguien y echarlo por tierra sin darse cuenta. Mientras descanso pensaré en el dinero
que me den por la leche.
Narrador: Se recostó en el tronco de aquel árbol y allí apoyada rendida por el cansancio e ilusionada con
sus proyectos, se puso no sabemos si a soñar despierta o a planear en sueños lo que haría con el dinero
que esperaba recibir.
Petrita: Por esa leche puedo obtener muy bien siete monedas de plata, con las siete monedas de plata
compraré siete docenas de huevos, de los huevos saldrán siete docenas de hermosos polluelos.
Narrador: Y Petrita soñó que ya tenía una sedosa nube de pollitos que piaban moviéndose a sus pies
mientras ella les daba de comer.
Petrita: Vamos, vamos no os peleéis hay comida para todos.
Hombre 1: Buenos días Petrita tienes unos polluelos que da gloria verlos, ¿qué vas hacer con ellos?
Petrita: Cuando estén crecidos y se hallan convertido en siete docenas de gallos y gallinas, los llevare al
mercado.
Hombre 1: Bueno en vez que los lleves al mercado yo te puedo dar buena paga por ellos, sé que voy a
comprar los mejores gallos y gallinas de la comarca.
Narrador: Petrita soñaba que eran dos hombres que se quitaban los gallos y gallinas.
Hombre 1: Yo vi a estos gallos y gallinas cuando aún eran polluelos, y desde ya me fueron prometidos.
Hombre 2: Pero La joven va a vender al mejor postor así que ella de hecho que me los venderá
Hombre 1: Habría que ver… cuánto estas dispuesto a pagar por ellos.
Hombre 2: Por supuesto que a mí me los venderá por ser el que paga mejor por todo lo que compra.
Narrador: En sueños Petrita se sentía tan alegre por lo que iba a lograr de la venta de los gallos y gallinas
que daba carcajadas de alegría. Sin embargo, seguía soñando
Petrita: y con el producto de la venta de los gallos y gallinas compraré un cerdito de pocas semanas y
cuando este bien cebado tendré el cerdo más grande del pueblo.
Narrador: En sueños imagino que el enorme cerdo era ya realidad.
Mujer: Es el cerdo mayor que he visto en mi vida, ¿qué vas a hacer con él?
Petrita: Mañana he de llevarlo al carnicero del pueblo, estoy segura que me dará por el tanto dinero, que
podré comprarme una vaca con su ternerillo.
Mujer: Yo puedo pagar el doble por él, me gustaría que me lo vendieras a mí, es más puedo darte lo que
estás deseando.
Narrador: Petrita se veía ya dueña de la más rolliza vaca y del más lustroso ternero de la comarca.
Petrita: Ya habéis recorrido bastante en el prado es hora de que volváis al establo, eh tú no te vayas,
vuelve.
Narrador: Y Petrita seguía soñando, soñaba que el ternero crecía, soñaba que la vaca le proporcionaba
todos los días dos cantaros de leche llenos hasta el borde y soñaba que ella con el tiempo, se convertía
en la granjera más rica del contorno. Hasta que los trinos de un pájaro la despertaron.
Petrita: ¡Oh…!, Oh, gracias pajarito por haberme avisado, es hora de que prosiga mi camino. Si me dan
siete monedas de plata por la leche, todo lo que he soñado puede convertirse en realidad, tendré
polluelos, compraré un cerdo, y conseguiré criar la vaca y un ternero.
Narrador: Petrita la joven lechera se levantó de un salto se puso el cántaro sobre la cabeza y empezó a
andar cantando alegremente.
Canción: “Con mi cantarito a la ciudad me voy, llevo leche fresca y muy alegre estoy, la reconaré y la
venderé mucho dinerito para mi tendré. Paso el caminito junto aquel pinar, de los pajaritos oigo su
cantar, con mis pensamientos que contenta estoy...
Petrita: ¡Oh…! se me ha roto el cántaro.
Narrador: Tropezó con una piedra, se rompió el cántaro, se derramo la leche y Petrita vio sus ilusiones
desvanecidas, adiós proyectos de vender la leche, adiós esperanzas de conseguir docenas de polluelos,
adiós en sueños de cebar un cerdo y de criar una vaca y un ternero. Petrita tuvo que volver al pueblo sin
poder realizar lo que había proyectado, pero como era buena y comprensiva pero algo atolondrada,
aquello le sirvió de enseñanza, a partir de aquel día la joven lechera dejo de hacerse vagas ilusiones y con
el tiempo logró conseguir en la realidad, lo que en sueños había imaginado. Su madre se sentía muy
orgullosa de ella
Madre: Petrita tienes todo lo que soñaste gracias al sacrificio y trabajo que le has puesto, me siento muy
orgullosa de ti.
Petrita: Gracias mamá
Narrador: Se dieron un fuerte abrazo
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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