De la Plaza Mayor a la Plaza de Armas:
la politica borbonica y el espacio urbano
de Lima (1740-1820):
Gabriel Romén Jot
Intute RierAgier Poeiies Univenidad Catéica dl Poré
Hizo Plaza de Armas la que antes Armas de Plaza, que eran los pataco:
nes que corrfan en ellaen sus comercios, que no hay hoy con los comer
cios de elas
Drama de los Palanganas Veterano y Bisotio (1776).
1. Interseccién funcional
La Plaza Mayor ha sido el elemento central -espacial y politica-
mente~ de las ciudades coloniales hispanoamericanas. Desde el monu-
mental Zécalo mexicano hasta fa diminuta Plaza Matriz de Monte-
video, guardan una profunda semejanza formal y funcional. Estos atri-
butos las hacen objetos idéneos para la historia urbana comparada’.
Aunque las jerarquias propias del sistema colonial provocaron gran
variabilidad entre estos cuadrilateros, durante los dos primeros siglos
del Virreinato compartieron algunos de los siguientes atributos?
a. Real o ficticiamente, marcaban el espacio donde se habia rea-
lizado la ceremonia de fundacién, lo cual les conferia un alto valor sion-
bolico, Representaban la conexién entre el presente y el origen de la
urbe, Eran un eje politicamente sagrado. En todo sentido, la ciudad
colonial hispanoamericana nacia a partir de este lugar
b. Congregaban a su alrededor inmediato los edificios de las ins
tituciones coloniales rectoras (la Iglesia y el Palacio Episcopal, el
Cabildo, el Palacio del Virrey) y las residencias de los principales veci-
nos. Del mismo modo, las viviendas de los personajes més acaudalados1 ores y torn Noa
de la ciudad estuvieron proximas a la plaza, al menos durante el siglo
XVI
c. Fueron sede de las ceremonias civiles, militares y religiosas. Tal
fue el caso del recibimiento de los virreyes, de la celebracién de victo.
rias militares, de la conmemoracién del nacimiento, la entronizacién 0
las exequias reales. Sirvieron como escenario de eventos del calendario
litrgico, del santoral, de la oratoria sagrada y de ceremonias especiales
durante episodios exiticos (sismos, epidemias) que inclufan desde pro-
cesiones hasta corridas de toros. En sus inmediaciones se realizaron los
ritos de sancién, de la justicia civil y religiosa, La presencia del rollo 0
picota marcé el lugar donde se efectuaban los suplicios y las ejecucio-
nes, En ocasiones, la Santa Inquisicin realize sus actos de fe en este
cuadribitero®,
4. Eran el punto principal del sistema hidréulico urbano. Tenian
por ello una pila ornamental que, ademés de servir para ef abasteci-
miento de agua, fungia como elemento de ostentaci6n,
¢, Funcionaron como centros de difusién informativa, Desde
alli, las campanas de la catedral marcaban el ritmo cotidiano. En oca-
siones se tania especialmente para convocar a la poblacién urbana 0
anunciar determinados acontecimientos. Hasta que no se trazaron
‘otras plazas, fueron ‘el’ sitio donde se colocaba los bandos y se difun-
dia los pregones.
f. Sirvieron como mercado, tanto por la venta de productos en
sus inmediaciones como por la acumulacién de recintos comerciales en
los edificios aledaitos.
Fucton el epicentro de las reformas urbanas. Por su privilegia-
da ubicacién eran el lugar donde se introducian las novedades, las cxa-
les podian ir desde el empedradbo sistemético hasta los diversos tipos de
alumbrado, pasando por la renovacién de las fachacas de los predios.
Imprimir orden en este recinto era el primer paso antes de continuar
con el resto de la ciudad.
Por lo menos en Lima, la interseccién de estas funciones ya esta-
ba plenamente cristalizada antes de concluir el primer siglo desde la
289
fandacién de la ciudad. La plaza fue el espacio piblico limeno por
cexcelencia, calificada a fines del sigho XVIII como “centro universal de
las funciones pablicas, y reunién de todo el vecindario"6. Todo lo indi-
cado tuvo un significative corolario documental: fa Plaza Mayor se
convirti6 en la secci6n urbana con mayor cantidad de referencias’. Esto
permite trazar una cronologfa densa de su historia yla hace un privile
giado elemento de diagndstico para registrar las manifestaciones espa.
ales del programa politico borbénico, Se trata de analizar localmente
el denominado paso de “la polivalencia medieval al uso més restringi-
doy mas estricto de la época moderna”®. Esto puede descomponerse en
las siguientes interrogantes: jcudles eran los usos del centro de la ciu-
dad en el siglo XVIIE, 3e6mo este espacio fue afectado por los precep-
tos urbanisticos propios de las reformas borbénicas? Y_viceversa:
zoomo el sistema urbano del que participaba la plaza interfirié con el
impetu reformista?
Para mediados del setecientos la Plaza Mayor limea ostentaba
ricticamente todos los usos anteriormente resefiados®. Una excepcion
seria le ubicacién del rollo, desplazado a la ribera del Rimac en la déca-
da de 1560", No obstante, debe considerarse que los principales juicios,
sumarios ~como el de seis cabecillas rebeldes de la asonada de 1750.0
€l de los once ladrones en agosto de 1773- continuaron escenificando-
se en este cuadrilatero!,
La indicada variedad funcional habia hecho de la Plaza Mayor el
espacio mds cotizado de la ciudad, consolidando un patrén urbano de
larga duracién: el precio del suelo aumentaba a medida que se aproxi-
‘maba a este recinto, donde alcanzaba su pice (Ramén, 1999: 54, n, 37)
En términos generales, era un lugar que atrafa ala poblacién urbana, al
piiblico y, por tanto, aseguraba la difusibn de todo tipo de informacién.
Especificamente ~desde la perspectiva econémica— garantizaba la
variedad ce oferta para los compradores y viceversa. Por este motivo,
paulatinamente, los edificios aledatios (residenciales ¢ institucionales)
fueron adquiriendo un uso comercial. Incluso la institucién que con-
sgregaba a los mercaderes de la ciudad (el ‘Tribunal del Consulado) se
instal allia fines del siglo XVI. En 1773, la l6gica del proceso de valo-
rizacion de este cuadrilétero fue claramente advertida por tn funciona~
rio colonial con amplia experiencia de viajes por el continente ameri-290 acon Rantery Kaede Noack
cano: “las casas de Ia plaza son las peores que tiene la ciudad, ‘como
sucede en casi todo el mundo’, porque los conquistadores y duciios de
aquellos sitios tiraron a aprovecharlas para que sirvieran a los comer-
ciantes estables, que son los que mejor pagan los arrendamientos”!2,
Pese a que Carrié de Ja Vandera describe el centro cuzquefio, esta obser-
vacién resultaba perfectamente aplicable a Lima, donde también la
temprana ostentacién cedia ante las mundanas exigencias pecuniarias
Bata alteracién funcional de Jos alrededores inmediatos se dejé sentir
en el deteriorado aspecto fisico de la explanada,
Una forma de medir la distancia comercial de la Plaza Mayor res-
ppecto de otros lugares, andlogos pero de menor escala repattidos por la
ciudad (plazueles), es considerar el costo anual de la concesién de los
toldos y asientos. Previo remate, un individuo asumfa la administra-
ci6n del drea no edificada del cuadrilétero y la subarrendaba separada-
mente (asientos), con la potestad de alquilar toldos. En 1756, el asen-
tista de la Plaza Mayor pagaba 4.510 pesos, mientras que el de Santa
‘Ana -el segundo mercado de Lima~ menos de la décinia parte: 410
pesos! En 1774, por la primera se debia pagar 5325 pesos, mientras
que el pago por la segunda habia descendido a 50 pesos en 177214. A
inicios del siglo XIX, los precios eran 5.500 y 300 pesos, respectivamen-
tel5. Cuando, hacia 1815 la Plazuela del Baratillo fue alquilada como
mercado, el asentista pag6 25 pesos. Tres aftos después, se ofrecia 6.100
por la Plaza Mayor!®,
Adems de los toldos y asientos, la Plaza Mayor tenia otros
rubros negociables. En 1803, un postor pagé 125 pesos por utilizar cua-
tro arcos de uno de los portales della plaza. En 1817, Mariano Navarrete
ofrecié 1.000 pesos anuales por colocar una recoba mévil para vender
licor y ottos efectos de badegajel”. El impacto del célebre recinto era tal
que incluso la zona del Puente de Piedra (una cuadra al norte) ingresa-
ba en la jurisdiceién del asentista, debido al privilegiado status comer-
cial que su vecindad a la plaza le conferia™®,
Otra fuente de ingresos que hacia de la Plaza Mayor un Jugar
especialmente cotizado fueron los espectaculos publicos. Entre éstos
destacaban las corridas de toros, frecuentemente realizadas en sus
inmediaciones. Para estas ceremonias, la explanada y los arcos aledahos
Conteatualandolacheid en Antica Laing 21
Cuadro 1
Asentistas de toldos y aslentos de la Plaza Mayor (1730-1818)
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(pesos)
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1818 Aten Gat poser) vetiows
¢ transformaban en un gran escenario, y muchos de los lugares eran
vendidos. De este modo se obtenfa un significativo lucro, generalmen-
te destinado a financiar las ceremonias de recibimiento de virreyes y las
obras ptlicas!®. Cada uso de la plaza puede ofrecer una cronologia
‘specifica, pero ahora es preciso centrarse en uno, el mercado, a fin de
caracterizar la novedad que en términos urbanos significé la coyuntu-
ra borbnica,