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El Blog de Guido Mendoza Fantinato

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Los nuevos enfoques sobre la formación del urbanismo andino: el caso de


Áspero
Por: Guido Mendoza Fantinato
Publicado el día 30 de marzo de 2013

La arquitectura ceremonial-religiosa, con una antigüedad de más de 6,000 años, destaca a lo largo de la
costa central del Pacífico suramericano como un rasgo esencial de aquellas lejanas épocas de la historia
del continente. Debe tenerse presente que las evidencias parecen demostrar que dicha arquitectura
antecedió a la formación del urbanismo y de los primeros centros administrativos que dieron nacimiento
gradual al notable proceso civilizatorio andino registrado hace cinco milenios. Sin embargo, no olvidemos
que el urbanismo que este largo proceso llegó a forjar tuvo varias diferencias sustanciales con los procesos
urbanos iniciados simultáneamente en otros lugares del planeta, por lo que el concepto de “ciudad
andina” no es necesariamente homologable a la definición de “ciudad” que puede resultar válido en el
contexto de otros procesos civilizatorios1.

Al respecto, las investigaciones arqueológicas en Áspero, en el valle peruano de Supe, en la costa central
suramericana, parecen brindarnos pistas muy interesantes sobre algunos fundamentos particulares que
sustentaron esta particular concepción del urbanismo andino desde sus orígenes. Por ello, resulta
importante revisar con más atención una serie de detalles descubiertos en este lugar que pueden brindar
datos relevantes sobre las primeras etapas de la evolución de la Civilización Andina.

Las “Ciudades Andinas” y sus grandes variaciones regionales en su evolución milenaria.-

Si tomamos como base el notable rasgo del urbanismo andino basado en la arquitectura ceremonial-
religiosa, a partir de la cual se desarrollaron los centros urbanos, administrativos y religiosos que dieron
nacimiento a las “ciudades andinas”, parecen quedar claras las razones por las cuales no existieron

1
Se sugiere revisar el artículo del autor: “¿La Civilización Andina tuvo un urbanismo esencialmente “compulsivo”?” publicado el
día 3 de marzo de 2013 en el blog: www.guidomendozafantinato.com
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condiciones que asegurasen su vida y desarrollo autónomo en el largo plazo2. Así, el tiempo de vigencia
de las “ciudades andinas” y su correspondiente población parece haber estado estrechamente
relacionado con la existencia de los centros ceremoniales que habían servido de base para su nacimiento
y desarrollo. Paralelamente, el grueso de la población siempre vivió en asentamientos dispersos,
localizados fuera de las zonas de cultivo y sin mayor interés por vivir al interior de dichas ciudades3.

Si a ello agregamos los parámetros de la cosmovisión andina de darle un valor sagrado a la existencia de
los centros administrativos-religiosos que sustentaban a las principales “ciudades andinas”, no resulta
difícil entender las razones de esta inestable vida citadina. Así, una vez producido el colapso de algunos
de estos centros administrativos ante la ocurrencia de múltiples acontecimientos políticos, sociales o
climatológicos, las ciudades creadas para asegurar su desarrollo y esplendor (algunas de las cuales
llegaron a convertirse inclusive en las florecientes capitales de Estados, Señoríos o Curacazgos) también
corrían con el mismo destino y se dirigían a su inexorable desaparición4.

Este patrón general para entender el urbanismo andino desarrollado a lo largo de casi cinco milenios, sin
embargo, pudo contar con importantes variaciones regionales. Así, algunas investigaciones demostrarían
que en las zonas costeñas el nacimiento y evolución de las “ciudades andinas” no necesariamente estuvo
vinculado de manera exclusiva con los aspectos administrativos-religiosos. Por ejemplo, a través de la
revisión del funcionamiento de importantes centros urbanos costeños a mediados del siglo XV de nuestra
era como Chan Chan, Pachacamac o las ciudades del Reino de Chincha, Waldemar Espinoza concluye que
se trataban de verdaderas “ciudades comerciales” en contraposición a las “ciudades andinas” que
florecieron en la amplia geografía de las zonas altoandinas. Así, estas “ciudades comerciales” costeñas
contaban con una muchedumbre de artesanos y especialistas trabajando de manera exclusiva en distintos
oficios a través de la conversión de estos centros urbanos en sus principales enclaves de operaciones para
intercambios de corta, mediana y larga distancia5.

Debe tenerse presente que gracias al intercambio comercial, los principales depósitos y almacenes de
estos centros urbanos costeños estaban siempre rebosantes de productos y preciadas mercancías
provenientes de distintas partes, asegurándose certeramente que los principios de reciprocidad en las
relaciones socio políticas con las diferentes naciones andinas les fuesen en todos los casos favorable a los
“yungas”. Sin embargo, este modo de producción era diferente al que coexistía simultáneamente en las
zonas de los valles interandinos y altas mesetas, donde seguía primando el modo de producción basado
en el dominio de los diversos pisos ecológicos. La actividad principal en la sierra era la agricultura y los
campesinos sólo destinaban el excedente de sus cosechas para intercambiarlo con los productos

2
MAKOWSKI HANULA, Krzystof. “El síndrome de Catal Hüyük: observaciones sobre las tendencias aglomerativas tempranas”. En:
Arqueología y Sociedad, No. 13. Lima, Museo de Arqueología y Antropología – Universidad Nacional Mayor de San Marcos, año
2000. Página 109.
3 Por tal razón, algunos autores subrayan que el desarrollo de la Civilización Andina fue esencialmente “anti-urbana”. Ibid., página

109.
4 Ibid., página 110. Esto es lo que se ha dado en llamar un modelo de urbanismo “compulsivo”. Al respecto, Makowski subraya

tres características notables del urbanismo andino sui generis: a) La inestabilidad del sistema de asentamientos y cambios
drásticos cada 500 ó 600 años; b) la predominancia de la arquitectura pública en todos los complejos urbanos; y c) la recurrencia
de las formas de arquitectura ceremonial en los sitios calificados como centros urbanos o administrativos.
5 ESPINOZA SORIANO, Waldemar. “Artesanos, transacciones, monedas y formas de pago en el mundo andino. Siglos XV y XVI”.

Tomo I. Lima, Banco Central de Reserva del Perú, 1987. Página 1.

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elaborados por los artesanos de otras naciones. Por eso, los criterios comerciales desarrollados por los
costeños y reflejados en el funcionamiento de sus principales “ciudades” resultaba muy diferente a los
criterios desarrollados por el funcionamiento de las “ciudades” que florecieron en las zonas altoandinas,
donde el comercio jugaba un papel simplemente marginal6.

En este contexto, Espinoza enfatiza que las “ciudades andinas” o “llactas” serranas (según este autor
prefiere denominarlas), eran principalmente centros administrativos-religiosos y de uso estatal, donde
definitivamente el comercio no tenía un papel prioritario en su existencia. En gran medida, este fue el
patrón que los primeros cronistas occidentales observaron en el Cusco y que, gracias a la difusión de sus
trabajos, fue finalmente el modelo más conocido sobre el urbanismo andino. Sin embargo, esta visión
pudo haber dejado de lado los detalles del funcionamiento de las “ciudades costeñas” cuyo modelo
también existió de manera paralela en territorio andino hasta inicios del siglo XVI.

Áspero y los detalles que aporta sobre los inicios del urbanismo costeño.-

Los estudios que actualmente se adelantan en el valle peruano de Supe, en la costa central del Pacífico
suramericano, siguen arrojando importantes evidencias que ejemplificarían de manera muy concreta los
inicios del extraordinario camino que siguió la gestación de esta particular concepción del urbanismo
andino hace 5,000 años. Allí podrían identificarse, inclusive, los fundamentos que con el transcurrir de los
milenios, terminarían consolidando la diferencia evolutiva de las “ciudades andinas” serranas y costeñas.

Así, los 20 asentamientos urbanos que existían a lo largo de este valle hace 5,000 años parecen haber
actuado como importantes precursores del concepto que, en esta particular cosmovisión andina,
posteriormente estarían presentes en la consolidación de las “grandes” ciudades andinas7. Como lo anota
Ruth Shady, “los 20 asentamientos del valle de Supe varían en extensión y en la complejidad de sus
componentes arquitectónicos; pero todos ellos presentan edificios públicos piramidales, plazas circulares,
conjuntos residenciales y viviendas de élite. Comparten, asimismo, características en el diseño del
asentamiento, el estilo y las técnicas constructivas” 8. Definitivamente el componente religioso parece
destacar nítidamente en estas construcciones y, a la luz de las investigaciones que se realizan, demostraría
que la vida urbana generada a partir del prestigio de los centros administrativos-religiosos, favoreció una
especial disciplina laboral y social9.

6 Se sugiere revisar el artículo del autor “El apogeo de las costas del Pacífico suramericano en el siglo XV”, publicado el día 21 de
mayo de 2011 en el blog: www.guidomendozafantinato.com
7
Se sugiere revisar el artículo del autor: “Urbanismo y Estado en el valle de Supe en los inicios de la Civilización Andina” publicado
el día 10 de marzo de 2012 en el blog: www.guidomendozafantinato.com
8SHADY SOLIS, Ruth y autores varios. “Caral, la civilización más antigua de las Américas. 15 años develando su historia”. Lima,

Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe/INC, 2009. Página 12.


9 Ruth Shady anota que “el primer estado andino buscó implantar, a través de la religión, la disciplina laboral y social: la

producción obligada de la masa a favor de una emergente clase señorial que, de este modo, hace su aparición en la historia. Esta
nueva clase se expandió, prontamente, sobre muchas comunidades de los valles vecinos de costa y sierra, y las sometió a tributo
de trabajo y de especies, sin que hubiera ninguna fuerza que pudiera detenerla pues no existían otros estados”. SHADY SOLIS,
Ruth. “Los orígenes de la civilización y la formación del Estado en el Perú – Las evidencias arqueológicas de Caral – Supe”. Lima,
Museo de Arqueología y Antropología, Boletín 2, año 2000.

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Sin embargo, no debe olvidarse que esta novedosa aglomeración urbana basada en la existencia de un
conjunto de pirámides o plazas que actuaban como centros ceremoniales, administrativos y religiosos,
fue favorecida al mismo tiempo por los magníficos excedentes generados por el activo intercambio
comercial impulsado principalmente por los grupos de pescadores asentados a lo largo de las costas de
esta pequeña cuenca suramericana. En este punto, los descubrimientos arqueológicos en Áspero, el
principal foco urbano de reunión de los pescadores de la época, puede constituirse en un elemento clave
de interpretación en el surgimiento del concepto “ciudad” en el mundo andino.

El concepto de “ciudad andina” presente en Áspero.-

Diversos autores niegan la posibilidad que la planificación y funciones de varios asentamientos urbanos
de esta época a lo largo del valle de Supe, como por ejemplo la Ciudad Sagrada de Caral, puedan ser
entendidos bajo los parámetros de lo que representa una “ciudad andina”, en vista que no alcanzan las
dimensiones cuantitativas o cualitativas que corresponderían a esta categoría de centros urbanos 10 .
Asimismo, se anota que los templos actúan como los únicos centros y sistemas ordenadores pero no hay
claridad sobre la existencia de una red pública de conexión entre personas y cosas, por lo que no se
percibe aquello que hubiese generado entre sus habitantes un modelo de imaginario urbano11.

Es probable que un análisis por separado de cada uno de estos asentamientos urbanos pueda llevarnos a
esa conclusión. Sin embargo, si se revisa de manera conjunta la función urbana y los grandes niveles de
interacción que tuvieron entre sí estos asentamientos urbanos al interior del valle durante centurias,
empiezan a emerger las evidencias de una formación política, económica y social de gran escala. Si a ello
le sumamos los resultados que arrojan las investigaciones sobre la evolución del urbanismo en Áspero,
principal enclave pesquero de la época, resaltan con mayor claridad los elementos característicos del
ancestral concepto de “ciudad andina” presentes a lo largo de esta cuenca suramericana hace cinco
milenios.

Tengamos presente que gracias a los altos niveles de especialización en su trabajo dedicado a la pesca, la
población que residía en Áspero pudo establecer, gradualmente, una eficiente red de intercambio de sus
productos (tales como anchovetas, sardinas y mariscos) con los productos agrícolas provenientes de los
diversos asentamientos urbanos que emergían a lo largo del valle de Supe. Así, por ejemplo, los
pescadores obtenían la fibra de algodón, necesaria para la manufactura de las redes y sedales de pesca,
los mates para los flotadores y los importantes productos vegetales para complementar su alimentación.

De esta forma, mientras en la mayoría de los asentamientos urbanos a lo largo del valle la función
administrativa-religiosa fue el elemento emblemático de sus principales construcciones y a partir de lo
cual se estructuró su posterior desarrollo y consolidación política y económica (como el caso de la Ciudad
Sagrada de Caral que constituye, quizá, el antecedente más remoto de la concepción de las “ciudades

10 CANZIANI AMICO, José. “Ciudad y territorio en los Andes. Contribuciones a la historia del urbanismo prehispánico”. Lima, Fondo
Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, agosto 2009. Página 77.
11 GAVAZZI, Adine. “Arquitectura Andina. Formas e historia de los espacios sagrados”. Lima, Apus Graph Ediciones, Primera

Edición, agosto 2010. Páginas 99-100.

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andinas” durante los siguientes milenos en gran parte del territorio andino), en Áspero se puede observar
más bien que la disponibilidad de los recursos marinos, la participación en las redes de intercambio con
otras poblaciones y el consiguiente fortalecimiento del grupo gobernante diferenciado del resto de grupos
sociales, fueron las bases centrales de su floreciente vida urbana que generó a la larga la construcción de
edificios públicos monumentales y de extensos conjuntos residenciales para albergar a su numerosa
población12.

Así, modernamente pueden identificarse en los restos urbanos de Áspero hasta 22 sectores distintos que,
a través del clásico diseño andino urbano dual en los sectores alto y bajo, contienen grandes templos con
plazas públicas, áreas de administración y almacenamiento de alimentos, producción manufacturera y
áreas residenciales que albergaban a los distintos grupos sociales jerarquizados y especializados de
acuerdo con el desarrollo de sus distintas actividades. “Siete corresponden a edificios piramidales, bajo la
administración de la clase dirigente, dedicados al culto y a la administración de las actividades sociales.
Destacan los edificios piramidales de Huaca Alta, Huaca de los Ídolos y Huaca de los Sacrificios. Tres
sectores presentan almacenes de alimentos, que habrían sido controlados por un grupo especializado,
como lo sugieren los pequeños edificios que los rodean. En dos extensos sectores residenciales habitaban
las familias dedicadas a la producción artesanal y, posiblemente, al comercio, que tuvieron un estatus
medio. Otros ocho sectores contienen plataformas menores, vinculadas con actividades diversas o
complementarias a las ya descritas. Finalmente, en las grandes áreas de conchales o basurales, ubicadas
en las afueras de la zona monumental, habitaron grupos dedicados a las actividades de pesca, recolección
y producción agrícola”13.

Como puede observarse, la complejidad urbana que exhibió Áspero en la época de su apogeo y las
características de este funcionamiento basado en el intercambio comercial con sus vecinos, pueden
convertirse en las piezas claves para entender la estratégica articulación generada con los demás
asentamientos urbanos a lo largo del valle de Supe, lo cual desembocaría finalmente en una exitosa
alianza política y económica que dio nacimiento a las primeras instituciones estatales en territorio
andino14. Al mismo tiempo, significó también uno de los antecedentes más remotos de las “ciudades
comerciales” costeñas que, con gran auge, brillaban en distintos puntos de las costas del Pacífico
suramericano casi 4,500 años después, a inicios del siglo XV de nuestra era15.

A manera de conclusión.-

Es importante recordar que gracias a diversos factores que aseguraron la consolidación de una serie de
prósperos centros urbanos basados no sólo en las construcciones administrativas-religiosas sino también
en algunos casos en un floreciente intercambio comercial (como fue la situación de Áspero), se dio paso
al gradual inicio de una novedosa vida urbana a lo largo del valle de Supe hace 5,000 años. Con ello, en

12 SHADY SOLIS, Ruth y CACEDA GUILLEN, Daniel. “Áspero, la ciudad pesquera de la Civilización Caral”. Lima, Proyecto Especial
Arqueológico Caral-Supe/INC, marzo 2008. Páginas 6-7.
13 Ibid., páginas 6-7.
14 Se sugiere revisar el artículo del autor: “El éxito del “Acuerdo de Supe” en los orígenes de la Civilización Andina” publicado el

día 23 de junio de 2012 en el blog: www.guidomendozafantinato.com


15 Se sugiere revisar el artículo del autor: “Del esplendor de Caral al apogeo de Pachacamac: 4,000 años de continuidad de las

instituciones estatales costeñas” publicado el día 12 de noviembre de 2011 en el blog: www.guidomendozafantinato.com

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los albores de la Civilización Andina, se sentaron las bases conceptuales para el desarrollo de las
posteriores “ciudades andinas” y sus variaciones regionales en costa y sierra16.

No debe olvidarse que ello fue posible en un momento estelar de la historia de la humanidad en América
del Sur, que favoreció el establecimiento de revolucionarias estructuras políticas, económicas, sociales
y jurídicas que permitieron la adaptación de los distintos grupos sociales existentes a lo largo del valle
medio y bajo de Supe hacia un estadio distinto a lo que ocurría ancestralmente al interior de los pequeños
grupos de ayllus dispersos por la zona del litoral y los valles cercanos durante los milenios previos17.

Al mismo tiempo, resulta importante destacar que las características pautas urbanas definidas en ese
tiempo, según los parámetros de la cosmovisión andina, parecen constituir hitos fundamentales para
entender el concepto de “ciudad andina” vigente durante más de 4 milenios en estos extensos territorios
suramericanos, hasta la época de la invasión europea a inicios del siglo XVI.

16 Se sugiere revisar el artículo del autor: “Las especiales características del urbanismo andino y el caso de la Ciudad Sagrada de
Pachacamac” publicado el día 14 de octubre de 2012 en el blog: www.guidomendozafantinato.com
17 Como lo anota Luis Guillermo Lumbreras, “en Caral –y desde luego en otros lugares como Áspero-, se dio paso a la

experimentación tecnológica en varias direcciones, entre las cuales estaba la de la construcción y la de la manufactura de bienes
de consumo, especialmente la textil…” LUMBRERAS, Luis Guillermo. “Jacinto Jijón y Caamaño. Estudios sobre Lima Prehispánica:
Maranga”. Quito, Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL), enero 2011, primera edición. Página 204.

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