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CAPITULO PRIMERO DE QUÉ VA LA ÉTICA

Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para
aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener
un puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad
de realizar tales estudios, podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los
conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien
para vivir. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y
aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica,
ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres,
pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele
decirse, nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde
el balcón de un sexto piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de
clavos (¡con perdón de los fakires!) y ácido prúsico no permite llegar a viejo.
Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se cruza con el vecino le
atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy desagradables.
Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos
que no dejan vivir. En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos
uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos
convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas
actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos seguir
viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy
adecuado o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles.
Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables
gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que ciertas cosas nos
convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo «bueno» porque nos sienta
bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos
«malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es
un conocimiento que todos intentamos adquirir -todos sin excepción- por la cuenta
que nos trae. Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es
necesario saber lo que debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras
quema, así como el agua puede quitar la sed pero también ahogarnos. Sin embargo,
a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan
nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado puede
ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otros malas: nos convienen y a
la vez no nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas
ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es algo en general
malo, porque destruye la confianza en la palabra -y todos necesitamos hablar para
vivir en sociedad- y enemista a las personas; pero a veces parece que puede ser
útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un
favor a alguien
CAPÍTULO SEGUNDO ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS
A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos
elegido: vamos, que hay ocasiones en que elegimos aunque preferiría no tener que
elegir. Uno de los primeros filósofos que se ocupó de estas cuestiones. Casi siempre
que reflexionamos en situaciones difíciles o importantes sobre lo que vamos a hacer
nos encontramos en una situación parecida a la de ese capitán de barco del que
habla Aristóteles. Pero claro, no siempre las cosas se ponen tan feas. A veces las
circunstancias son menos tormentosas y si me empeño en no ponerte más que
ejemplos con ciclón incorporado puedes rebelarte contra ellos, como hizo aquel
aprendiz de aviador. Su profesor de vuelo le preguntó: «Va usted en un avión, se
declara una tormenta y le inutiliza a usted el motor. ¿Qué debe hacer?» Y el
estudiante contesta: «Seguiré con el otro motor.» «Bueno -dijo el profesor-, pero
llega otra tormenta y le deja sin ese motor. ¿Cómo se las arregla entonces?» «Pues
seguiré con el otro motor.» «También se lo destruye una tormenta. ¿Y entonces?»
«Pues continúo con otro motor.» Vamos a ver -se mosquea el profesor-, ¿se puede
saber de dónde saca usted tantos motores?» Y el alumno, imperturbable: «Del
mismo sitio del que saca usted tantas tormentas.» No, dejemos de lado el tormento
de las tormentas. Veamos qué ocurre cuando hace buen tiempo. Por lo general, uno
no se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer.
Afortunadamente no solemos estar tan achuchados por la vida como el capitán del
dichoso barquito del que hemos hablado. Si vamos a ser sinceros, tendremos que
reconocer que la mayoría de nuestros actos los hacemos casi automáticamente, sin
darle demasiadas vueltas al asunto. Recuerda conmigo, por favor, lo que has hecho
esta mañana, no creo que cada uno de esos actos los hayas realizado tras
angustiosas meditaciones: «¿Me levanto o no me levanto? ¿Me ducho o no me
ducho? ¡Desayunar o no desayunar, ésa es la cuestión!» Has actuado de manera
casi instintiva, sin plantearte muchos problemas. En el fondo resulta lo más cómodo
y lo más eficaz, ¿no? A veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va a hacer
nos paraliza. Es como cuando echas a andar: si te pones a mirarte los pies y a decir
«ahora, el derecho; luego, el izquierdo, etc.», lo más seguro es que Pegues un
tropezón o que acabes parándote. Ya sabes lo que es un, «motivo» en el sentido
que recibe la palabra en este contexto: es la razón que tienes o al menos crees
tener para hacer algo, la explicación más aceptable de tu conducta cuando
reflexionas un poco sobre ella. En una palabra: la mejor respuesta que se te ocurre
a la pregunta «¿por qué hago eso?». Pues bien, uno de los tipos de motivación que
reconoces es el de que yo te mando que hagas tal o cual cosa. A estos motivos les
llamaremos órdenes. En otras ocasiones el motivo es que sueles hacer siempre ese
mismo gesto y ya lo repites casi sin pensar, o también el ver que a tu alrededor todo
el mundo se comporta así habitualmente: llamaremos costumbres a este juego de
motivos. En otros casos -los puntapiés a la lata, por ejemplo- el motivo parece ser
la ausencia de motivo, el que te apetece sin más, la pura gana. ¿Estás de acuerdo
en que llamemos caprichos al por qué de estos comportamientos? Dejo de lado los
motivos más crudamente funcionales, es decir los que te inducen a aquellos gestos
que haces como puro y directo instrumento para conseguir algo. Nos limitaremos a
examinar los tres primeros tipos de motivos, es decir las órdenes, las costumbres y
los caprichos. Cada uno de esos motivos inclina tu conducta en una dirección u otra,
explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a las otras muchas
cosas que podrías hacer. La primera pregunta que se me ocurre plantear sobre ellos
es: ¿de qué modo y con cuánta fuerza te obliga a actuar cada uno? Porque no todos
tienen el mismo peso en cada ocasión. Levantarte para ir al colegio es más
obligatorio que lavarte los dientes o ducharte y creo que bastante más que dar
patadas a la lata de coca-cola; en cambio, ponerte pantalones o al menos
calzoncillos por mucho calor que haga es tan obligatorio como ir al cole, ¿no? Lo
que quiero decirte es que cada tipo de motivos tiene su propio peso y te condiciona
a su modo. Las órdenes, por ejemplo, sacan su fuerza, en parte, del miedo que
puedes tener a las terribles represalias que tomaré contra ti si no me obedeces;
pero también, supongo, al afecto y la confianza que me tienes y que te lleva a pensar
que lo que te mando es para protegerte y mejorarte o, como suele decirse con
expresión que te hace torcer el gesto, por tu bien. También desde luego porque
esperas algún tipo de recompensa si cumples como es debido: paga, regalos, etc.
Las costumbres, en cambio, vienen más bien de la comodidad de seguir la rutina en
ciertas ocasiones y también de tu interés de no contrariar a los otros, es decir de la
presión de los demás. También en las costumbres hay algo así como una
obediencia a ciertos tipos de órdenes: piensa, por poner otro ejemplo, en las modas.
¡La cantidad de cazadoras, zapatillas, chapas, etc., que tienes que ponerte porque
entre tus amigos es costumbre llevarlas y tú no quieres desentonar! Las órdenes y
las costumbres tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera, que se te
imponen sin pedirte permiso. En cambio, los caprichos te salen de dentro, brotan
espontáneamente sin que nadie te los mande ni a nadie en principio creas imitarlos.
Yo supongo que si te pregunto qué cuándo te sientes más libre, al cumplir órdenes,
al seguir la costumbre o al hacer tu capricho, me dirás que eres más libre al hacer
tu capricho, porque es una cosa más tuya y que no depende de nadie más que de
ti. Claro que vete a saber: a lo mejor también el llamado capricho te apetece porque
se lo imitas a alguien o quizá brota de una orden pero al revés, por ganas de llevar
la contraria, unas ganas que no se te hubieran despertado a ti solo sin el mandato
previo que desobedeces... En fin, por el momento vamos a dejar las cosas aquí,
que por hoy ya es lío suficiente. Pero antes de acabar recordemos como despedida
otra vez aquel barco griego en la tormenta al que se refirió Aristóteles. Ya que
empezarnos entre olas y truenos bien podemos acabar lo mismo, para que el
capítulo resulte capicúa. El capitán del barco estaba, cuando lo dejamos, en el
trance de arrojar o no la carga por la borda para evitar el naufragio. Desde luego
tiene orden de llevar las mercancías a puerto, la costumbre no es precisamente
tirarlas al mar y poco le ayudaría seguir sus caprichos dado el berenjenal en que se
encuentra. ¿Seguirá sus órdenes aun a riesgo de perder la vida y la de toda su
tripulación? ¿Tendrá más miedo a la cólera' de sus patronos que al mismo mar
furioso!,;',, En circunstancias normales puede bastar' con hacer lo que le mandan a
uno, pero a veces lo más prudente es plantearse hasta qué punto resulta
aconsejable obedecer... Después de todo, el capitán no es como las termitas, que
tienen que salir en plankamikaze quieran o no porque no les queda otro remedio
que «obedecer» los impulsos de su naturaleza. Y si en la situación en que está las
órdenes no le bastan, la costumbre todavía menos. La costumbre sirve para lo
corriente, para la rutina de todos los días. ¡Francamente, una tempestad en alta mar
no es momento para andarse con rutinas! Tú mismo le pones religiosamente
pantalones y calzoncillos todas las mañanas, pero si en caso de incendio no te diera
tiempo tampoco te sentirías demasiado culpable. Durante el gran terremoto de
México de hace pocos años un amigo mío vio derrumbarse ante sus propios ojos
un elevado edificio; acudió a prestar ayuda e intentó sacar de entre los escombros
a una de las víctimas, que se resistía inexplicablemente a salir de la trampa de
cascotes hasta que confesó: «Es que no llevo nada encima...» ¡Premio especial del
jurado a la defensa intempestiva del taparrabos! Tanto conformismo ante la
costumbre vigente es un poco morboso, ¿no? Podemos suponer que nuestro
capitán griego era un hombre práctico y que la rutina de conservar la carga no era
suficiente para determinar su comportamiento en caso de peligro. Ni tampoco para
arrojarla, claro está, por mucho que en la mayoría de los casos fuese habitual
desprenderse de ella. Cuando las cosas están de veras serias hay que inventar y
no sencillamente limitarse a seguir la moda o el hábito... Tampoco parece que sea
ocasión propicia para entregarse a los caprichos. Si te dijeran que el capitán de ese
barco tiró la carga no porque lo considerase prudente, sino por capricho (o que la
conservó en la bodega por el mismo motivo), ¿qué pensarías? Respondo por ti: que
estaba un poco loco. Arriesgar la fortuna o la vida sin otro móvil que el capricho
tiene mucho de chaladura, y si la extravagancia compromete la fortuna o la vida del
prójimo merece ser calificada aún más duramente. ¿Cómo podría haber llegado a
mandar un barco semejante antojadizo irresponsable? En momentos tempestuosos
a la persona sana se le pasan casi todos los caprichitos y no le queda sino el deseo
intenso de acertar con la línea de conducta más conveniente, o sea: más racional.
¿Se trata entonces de un simple problema funcional, de encontrar el mejor medio
para llegar sanos y salvos a puerto? Vamos a suponer que el capitán llega a la
conclusión de que para salvarse basta con arrojar cierto peso al mar, sea peso en
mercancías o sea peso en tripulación. Podría entonces intentar convencer a los
marineros de que tirasen por la borda a los cuatro o cinco más inútiles de entre ellos
y así de este modo tendrían una buena oportunidad de conservar las ganancias del
flete. Desde un punto de vista funcional, a lo mejor era ésta la mejor solución para
salvar el pellejo y también para asegurar las ganancias... Sin embargo, algo me
resulta repugnante en tal decisión y supongo que a ti también. ¿Será porque me
han dado la orden de que tales cosas no deben hacerse, o porque no tengo
costumbre de hacerlas o simplemente porque no me apetece -tan caprichoso soy-
comportarme de esa manera? Perdona que te deje en un suspense digno de
Hitchcok, pero no voy a decirte para acabar qué es lo que a la postre decidió nuestro
zarandeado capitán.
BIOGRAFIA DE FERNANDO SAVATER

Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 21 de junio de 1947) es


un filósofo e intelectual español. Novelista y autor dramático, destaca en el campo
del ensayo y el artículo periodístico.
Fue profesor de Filosofía en diversas universidades, y más tarde de Ética en la
Universidad del País Vasco, convirtiéndose en un referente imprescindible para toda
una generación de España por su amplia labor de divulgación y de crítica cultural.
Sus comentarios críticos, sus gustos y sus claves de lectura son determinantes para
la configuración del gusto estético y de los hábitos de lectura de su multitud de
seguidores.
En su obra se ha dado, además, el raro fenómeno de que libros cuyo tema central
es la ética se hayan convertido casi en best-sellers, como ha sucedido con su Ética
para Amador (1991) o El contenido de la felicidad (1986). Savater considera a la
filosofía como una actividad de crítica permanente, de expresión inalienable de la
subjetividad e incluso como provocación; tal ideal halla su justa dimensión en la
elaboración de un estilo audaz y expresivo que, a menudo, utiliza el matiz, la ironía
y la paradoja como estructuras de razonamiento. Por otra parte, su estilo ha
buscado una solución más explícitamente literaria a través de un proceso gradual
de acercamiento a la narrativa en el que se pueden detectar varias etapas.
En 1976 publicó el ensayo La infancia recuperada, en cuyas páginas se defienden
la necesidad de la ficción novelada y la pasión de contar por contraposición a la
sofisticación de la narrativa comprometida en la experimentación lingüística y
estructural. Savater retoma y propone con entusiasmo la narración fantástica, la
historia de los contenidos éticos y heroicos a través del análisis de autores y
personajes como Julio Verne, Sherlock Holmes, William Brown, Jack London o H.
P. Lovecraft.
Una etapa posterior de su profundización a lo largo de los itinerarios narrativos se
corresponde con Criaturas del aire (1979), en la que una serie de personajes de la
historia o de la literatura, como Tarzán, la Bella Durmiente, Drácula, Juliano el
Apóstata, Mijaíl Bakunin o el mismo Savater, monologan sobre sus vidas, sobre el
destino, la violencia, el amor o la muerte, y confirman, desmienten y narran
situaciones de su existencia.
El salto definitivo hacia la novela propiamente dicha lo da con Caronte
aguarda (1981), narración policíaca que mezcla una trama personal con una
conspiración política, y que constituye una meditación sobre las formas del mal, el
delito y la venganza. El diario de Job (1983) constituye una introspección más íntima
y profunda, y El dialecto de la vida(1985) trata de la amistad entre un escritor
maduro y un joven fotógrafo durante un triple viaje (geográfico, intelectual y
amoroso), siguiendo las pistas escocesas de Robert Louis Stevenson. Entre sus
obras teatrales cabe citar Juliano en Eleusis (1981) y Vente a Sinapia (1983), una
meditación sobre la utopía, y Guerrero en casa (1992).
Su producción intelectual y cultural compuesta por medio centenar de historias e
innumerables artículos periodísticos, ha sido traducida al inglés, francés, sueco,
italiano, portugués, alemán, japonés y danés. Ha obtenido numerosos premios entre
los que destacan el Nacional de Ensayo 1982, el Anagrama por Invitación a la
ética, el Francisco Cerecedo de periodismo y el Planeta 2008 con La hermandad de
la buena suerte (en 1993 había sido finalista de este galardón con su novela
epistolar El jardín de las dudas, sobre uno de sus autores preferidos, Voltaire; aquel
año el premio se lo llevó Mario Vargas Llosa con Lituma en los Andes).1 De
pensamiento en sus inicios afín al de Friedrich Nietzsche(Panfleto contra el todo),
se le debe la traducción y divulgación en el mundo hispánico de la obra de uno de
los pensadores más notables del nihilismo contemporáneo, Emil Michel Cioran.
Destaca por su interés en acercar la filosofía a los jóvenes, con obras como Ética
para Amador, uno de los libros más leídos de filosofía, Política para Amador o Las
preguntas de la vida; también defiende la cultura popular por expresar la vitalidad
juvenil, desde las novelas de aventuras, los cuentos fantásticos, y los relatos de
terror al cómic y los juegos de rol.
Fernando Savater también se ha preocupado por el tema de la educación: en El
valor de educar (1997) aborda este tema con analogías y un lenguaje rebuscado,
pero que al mismo tiempo lo hace motivador e interesante. Este libro, dirigido
especialmente a los maestros de educación básica y educación media de México,
fue un encargo de la profesora Elba Esther Gordillo para motivar a los profesores a
"hacer del niño una fábrica de conocimientos y no sólo un depósito de basura" 2 y
presenta, además del análisis del autor sobre la educación y los diferentes enfoques
que esta tiene en México, una importante recopilación de fragmentos escritos por
pensadores de todas las épocas sobre la educación.
Savater es un autor prolífico, que se define como un "filósofo de compañía", al estilo
de los philosophes franceses, no como un Filósofo académico y con mayúscula. Su
filosofía es ilustrada y vitalista; su forma de expresión, polémica e iconoclasta; sus
opiniones a menudo navegan contra corriente. El estilo agudo, incisivo e irónico de
Savater se aprecia de manera evidente en sus artículos periodísticos, el género que
más le gusta escribir.
Se confiesa influido por Nietzsche, Cioran y Spinoza, entre otros. En los setenta se
le consideró durante mucho tiempo discípulo de Agustín García Calvo, pero a partir
de 1981 sus caminos se separan ostensiblemente. Como escribe en su
autobiografía Mira por dónde, «fue fundamental en mi devenir intelectual y moral
encontrarle, no menos que luego despegarme de él».
Siguiendo a Spinoza, propugna una ética del querer en contraposición a una ética
del deber. Los seres humanos buscan de manera natural su propia felicidad y la
ética ayuda a clarificar esta voluntad y mostrar las formas de su realización. Por
tanto la ética no debe juzgar las acciones por criterios abstractos y ajenos a la
felicidad propia.
Su filosofía política ha evolucionado desde el pensamiento libertario, que mantuvo
en los setenta al individualismo democrático, socialdemócrata, liberal y universalista
de su etapa posterior. El punto de inflexión del Savater joven al maduro puede
situarse en La tarea del héroe (1981), donde escribe: "He sido un revolucionario sin
ira; espero ser un conservador sin vileza". También ha reflexionado a menudo sobre
el papel de las religiones en las sociedades democráticas actuales, propugnando
un modelo de sociedad laica en su sentido más amplio, que ayude a afrontar no
solo los planteamientos teocráticos, «sino también los sectarismos identitarios de
etnicismos, nacionalismos y cualquier otro que pretenda someter los derechos de la
ciudadanía abstracta e igualitaria a un determinismo segregacionista» 4
Desde coordenadas primero libertarias y luego liberales, se ha opuesto siempre
al nacionalismo en general:
Savater se opone a aquellos partidos que hacen de la exaltación patriótica su seña
principal de identidad. Su evolución ideológica quedó de manifiesto en la polémica
que mantuvo con el también filósofo vasco Javier Sádaba, con quien escribió en
los ochenta el libro titulado Euskadi: pensar el conflicto, a la vez que apoyaba con
su firma la legalización de Herri Batasuna. Su evolución ideológica y filosófica le ha
llevado después a posturas claramente antinacionalistas, que lo han convertido en
uno de los referentes para los ciudadanos del País Vascoque se sienten oprimidos
por el nacionalismo vasco. Savater considera la política del PNV y EA excluyente,
decimonónica y complaciente con el terrorismo etarra. Sin renunciar a su condición
de vasco, se considera antinacionalista y rechaza el vasquismo, postura que califica
de "amable tontería". Es, asimismo, un activo colaborador de la
asociación Ciudadanos de Cataluña.
Solicitó el boicot a las elecciones vascas de 2007 por entender que no eran limpias
ni democráticas, debido a ETA. Savater, defensor de la Constitución Española,
del estatuto de Guernica y de la unidad del Estado, ha expresado en numerosas
ocasiones su oposición a todo tipo de nacionalismos y su deseo de superarlos en
beneficio de un ideal de humanidad universal compartida, traducido en un
organismo gubernamental con autoridad mundial sobre los gobiernos de los estados
nacionales, que sirviese para resolver las disputas y realizar las labores
administrativas de utilidad común.
Ha colaborado activamente con la Plataforma Pro, que nació con el objetivo de crear
un nuevo partido político de carácter nacional capaz de trascender la tradicional
parcelación política izquierdas-derechas.7 Este partido se creó en septiembre de
2007 con el nombre de Unión Progreso y Democracia, y Fernando Savater, junto
con Rosa Díez, Albert Boadella y Mario Vargas Llosa, fue uno de los que
intervinieron en su presentación. Savater llegó a ser cabeza de lista al Senado por
la Circunscripción de Madrid en las Elecciones Generales de 2015, logrando
118.683 votos,8 y posteriormente ocupó el puesto número 5 en la lista al Congreso
por Madrid en las Elecciones Generales de 2016.
En junio de 2009 fue el principal impulsor —junto con otros veinte intelectuales entre
los que destacan Carmen Iglesias, Mario Vargas Llosa, Albert Boadella, Álvaro
Pombo y Arcadi Espada— del llamado Manifiesto por la lengua común, en el que
se defiende que "los ciudadanos son quienes tienen derechos lingüísticos y no los
territorios ni mucho menos las lenguas". El Manifiesto reivindica el derecho de los
ciudadanos de toda España a recibir su educación e interactuar con la
Administración, tanto estatal como autonómica, en lengua castellana("lengua
común" de todos los españoles, según define el manifiesto), cualquiera que sea
su lengua materna. Sostiene que los planes de estudio deben incluir opciones que
contemplen las otras lenguas cooficiales autonómicas, pero nunca como lenguas
vehiculares exclusivas, y critica la situación que, a su juicio, se da en determinadas
comunidades autónomas, en las que el castellano resulta discriminado en la
administración pública y los planes de estudio y se impone a los ciudadanos el uso
de las otras lenguas cooficiales.
En abril de 2013 fue considerado como uno de los 65 pensadores más influyentes
del mundo (puesto 47) por la revista británica Prospect, especializada en política y
economía, como resultado de una votación realizada en más de 100 países con
más de 10.000 votos computados.
Sus críticas al nacionalismo vasco han situado a Savater en medio de frecuentes
polémicas. Fue amenazado de muerte por ETA y vivió protegido por escolta durante
más de una década, hasta finales de 2011. Los nacionalistas periféricos,
especialmente los vascos, lo acusan de ser nacionalista del signo
contrario, españolista y centralista.
Recibió críticas puntuales del Foro de Ermua, organización en la que ha participado
activamente, por su valoración inicial favorable del diálogo con ETA emprendido
por José Luis Rodríguez Zapatero. Más tarde modificó su postura. Su defensa
del laicismo y la libertad de decisión individual en temas como el aborto y
la eutanasia le ha ganado asimismo algunos detractores. El Manifiesto por la lengua
común fue recibido con hostilidad por algunos sectores nacionalistas periféricos,
que lo consideraron de claro "sesgo españolista". También niegan que el castellano
sea en toda España "la lengua común".

Libros y otros escritos


 A caballo entre milenios, Aguilar, 2001
 Pensamientos arriesgados, La Esfera
 Nihilismo y acción, Taurus, Madrid, de los Libros in Madrid, 2002
1970 (antología a cargo de José Sánchez
 La filosofía tachada, Taurus, Madrid, Tortosa)
1972  Jorge Luis Borges, Ediciones Omega,
 Apología del sofista y otros Barcelona,2002
sofismas 1973  Ética y ciudadanía, Montesinos,
 Ensayo sobre Cioran, Espasa, 1974 Barcelona, 2002
 Escritos politeístas, Editora Nacional,  Etnomanía contra ciudadanía, 2002
Madrid, 1975  Palabras cruzadas: Una invitación a la
 De los dioses y del mundo, F. Torres, filosofía, junto con José Luis
Valencia, 1975 Pardo; Editorial Pre-Textos, 2003
 La infancia recuperada, Taurus,  Mira por dónde. Autobiografía
Madrid, 1976 razonada, Taurus, Madrid, 2003
 La filosofía como anhelo de la  Los caminos para la libertad: Ética y
revolución, 1976 educación, Fondo de Cultura
Económica, 2003 (conferencias
 Apóstatas razonables, Madrágora, dictadas para la Cátedra Alfonso
Barcelona, 1976 (Ariel sacó en 2007 Reyes)
una nueva edición ampliada)  El valor de elegir, Ariel, Barcelona,
 Para la anarquía y otros 2003 (en Google Books se puede leer
enfrentamientos, Tusquets, gran parte del libro)
Barcelona, 1977  El gran fraude: sobre terrorismo,
 La piedad apasionada, Ediciones nacionalismo y ¿progresismo?, El
Sígueme, Salamanca, 1977 País-Aguilar, 2004
 Conocer Nietzsche y su obra,  Los diez mandamientos en el siglo
DOPESA, Barcelona, 1977 XXI, Mondadori, 2004
 Panfleto contra el Todo, DOPESA,  La libertad como destino, Fundación
Barcelona, 1978 (Alianza Editorial, José Manuel Lara, Sevilla, 2004
1982)  Los siete pecados capitales,
 El estado y sus criaturas, Ediciones Mondadori, 2005
Libertarias, Madrid, 1979  La vida eterna, Ariel, 2007
 Criaturas del aire, Planeta, Barcelona,  Saliendo al paso, recopilación de
1979 artículos, Espejo de Tinta, Madrid,
 La tarea del héroe, Taurus, Madrid, 2008
1981  La aventura de pensar, Debate, 2008
 Impertinencias y desafíos, Legasa,  Misterio, emoción y riesgo, textos
Madrid, 1981 sobre las novelas y películas de
 Invitación a la ética, Anagrama, 1982 aventuras, Ariel, Barcelona, 2008
 Sobre vivir, Ariel, Barcelona, 1983  Borges: la ironía metafísica, Ariel,
 Las razones del antimilitarismo y otras Barcelona, 2008
razones, Anagrama, 1984  Historia de la filosofía. Sin temor ni
 Contra las patrias, Tusquets, 1985 temblor, Espasa, 2009
 El contenido de la felicidad, Ediciones  Tauroética, Turpial, 2010
El País, 1986  La música de las letras, Sello
 Episodios pasionales, Ediciones Editorial, 2010
Libertarias, Madrid, 1986  Ética de urgencia, Ariel, Barcelona,
 El contenido de la felicidad, Ediciones 2012
El País, 1986  Figuraciones mías, Ariel, 2013
 Euskadi: pensar el conflicto, Ediciones  ¡No te prives! Defensa de la
Libertarias, Madrid, 1987; coescrito ciudadanía, Ariel, 2014
con Javier Sádaba  Aquí viven leones, Debate, 201525
 Ética como amor propio, Mondadori,Novela[editar]
1988
 Humanismo impenitente, Anagrama,  Caronte aguarda, Cátedra, Madrid,
1990 1981
 La escuela de Platón, Anagrama,  Diario de Job, Cátedra, Madrid, 1983
1991  El dialecto de la vida, novela en
 Ética para Amador, Ariel, Barcelona, homenaje a Robert Louis Stevenson,
1991 1985
 Política para Amador, Ariel,  El jardín de las dudas, Planeta, 1993
Barcelona, 1992
 Sin contemplaciones, Ediciones  El gran laberinto, novela fantástica,
Libertarias, Madrid, 1993 Ariel, 2005 (en Google Books se
 Idea de Nietzsche, Ariel, Barcelona, puede leer parte del libro)
1995 (edición ampliada y actualizada  La hermandad de la buena suerte,
en 2000) Planeta, 2008
 La voluntad disculpada, Taurus,  Los invitados de la princesa, Espasa,
Madrid, 1996 2012
 El juego de los caballos, Siruela, 1997Teatro[editar]
 Malos y malditos, Suma de Letras,
1997  Juliano en Eleusis, 1981
 El valor de educar, Ariel, Barcelona,  Vente a Sinapia, 1983 (Espasa, 1988
1997 (en Google Books se puede leer en un volumen junto con Último
parte del libro) desembarco; Ediciones Irreverentes
 Así hablaba Nietzsche, Altera, 1997 las reeditó en 2005)
 Despierta y lee, Alfaguara, 1998  Último desembarco. Vente a Sinapia,
 La aventura africana, Acuarela, 1998 1987 (Espasa, 1988 en un volumen
 Loor a leer (Crisolín), Aguilar, 1998 junto con Vente a Sinapia; Ediciones
 Ética, política, ciudadanía, Grijalbo, Irreverentes las reeditó en 2005)
1998  Un paso en falso, comedia, escrita en
 Diccionario filosófico, Planeta, 1999 1988 para TVE; publicada en 2013
 Las preguntas de la vida, Ariel, por Anagrama bajo el título de El
Barcelona, 1999 traspié. Una tarde con Schopenhauer
 Diccionario del ciudadano sin miedo a  Catón. Un republicano contra César,
saber, Ariel, Barcelona, 2000 1989
 A rienda suelta, Alfaguara, 2000  Guerrero en casa, 1992
 Perdonen las molestias: Crónica de  El traspié, comedia, Anagrama, 2013
una batalla sin armas contra las
armas, El País-Aguilar, 2001

Premios

 Premio Mariano de Cavia de Periodismo 2012 (diario ABC)


 Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz (2012)26
 Premio Primavera de Novela 2012 por Los invitados de la princesa27
 Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural en diciembre de 2010.
 Doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (2010)28
 Doctor honoris causa por la Universidad de Colima (2010)
 Doctor honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (2009)
 Premio Internacional por la Igualdad y contra la Discriminación (2007)29
 Doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid (2006)30
 Doctor honoris causa por la Universidad Metropolitana, Caracas, Venezuela
(2001)
 Doctor honoris causa por la Universidad Simón Bolívar (1998)
 Doctor honoris causa por la Universidad de Panamá, Ciudad de Panamá (2014)
TRABAJO DE ETICA
CAPITULO 1 Y 2 DEL LIBRO ETICA DE AMADOR

PRESENTADO POR
SARMIENTO MERCADO ANGI

PRESENTADO A
EDILBERTO ALTAHONA ROMERO

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO


CIENCIAS ECONÓMICAS
CONTADURÍA PÚBLICA
BARRANQUILLA, OCTUBRE 2018

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