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KRIGER
Tercer Semestre
Camilo Padilla
Docente del Área
IBAGUÉ, TOLIMA
2019
Mientras se realizan las primeras entrevistas con jóvenes sobre “La política”, se
observa como la sola mención de la palabra generaba distancia, era una pregunta
demasiada ajena al mundo en el que vivían, la palabra política atrae un “Mal sabor”
según el texto, aunque no se explica si aquella reacción viene de la pasada
dictadura o de su propio pasado reciente, marcado por el desencanto de los 90 y el
colapso del país en el 2001 (argentina) o quizá ambos. En el tránsito de las décadas
los jóvenes aun tenían la idea, la pasión, el amor, por querer cambiar el mundo, “Me
dio bastante trabajo comprender este complejo modo de ser joven en la argentina
cercana a la crisis” decía juliana, una chica entrevistada en el 2005, se mostraba la
política como algo no interesante para los jóvenes, la política se cursaba en un
rechazo inminente, pero la pasión por la argentina y su historia, los jóvenes querían
recrear, mostrar la verdad, dar la vuelta, contar la versión oficial aprendida en la
escuela, y aunque conociendo los endeudamientos y problemas por los que
argentina, pasaba en esos instantes los jóvenes se mostraban como creyentes de
un futuro mejor, con la privatización de los recursos y el endeudamiento era normal
sentir el Argentinazo.
Se presenta la generación como una nueva y reformada juventud, una nueva noción
cultural la cual estaba ligada a una experiencia de aquella época, de una situación
de la cual se tiene testimonio, Vommaro dice que además en un mismo tiempo
histórico también puede haber formas de romper con las brechas .en los últimos 14
años se ha parido a tres unidades generacionales distintas: la de los hijos de la
democracia, la de los “hijos del Argentinazo” y la tercera, donde se antagonizan las
filiaciones entre los “hijos de la década ganada” y los “hijos del conflicto del campo”.
Hablando de los hijos de la democracia el texto los caracteriza como “Jóvenes de
escarapelas tomar” esto ya que contenían una identidad nacional, estos fueron los
nacidos en plena desilusión democrática, testigos del Argentinazo en plena
adolescencia, las otras dos generaciones son las escolarizadas post-2001 asegura
el texto, la segunda generación es la de los hijos del Argentinazo, es decir aquellos
que hicieron eco entre el 2005 y el 2010 en una etapa importante, la más activa de
reconstrucción y crecimiento del país, los denominados “jóvenes de territorios
tomar” denominados así por la modalidad de reclamar y tener sus acciones
colectivas, tanto en el movimiento estudiantil como en las calles y tomas de escuela
o tierras.
Pasamos a la tercera generación, unos jóvenes con una marca de identidad que se
vincula con la conflictividad agonista, denominados también “jóvenes de bandera
tomar en el sentido de que asumen posiciones ideológicas y partidarias distintas y
en pugna, pero en un tablero común, distribuyéndose en un espectro amplio. vemos
que los activismos juveniles se desplazan desde el ámbito de “lo político” y también
de “lo antipolítico” y/o de lo contra democrático, hacia “la política”, apropiándose de
ella, dándole una nueva legitimidad en las distintas clases sociales, son los jóvenes
de esta generación los que piden techos y paredes, porque el piso ya está
asegurado, poseen una visión constructiva de la política, aunque no de los políticos,
aquellos que buscan darle solución, aquellos que ven al país más allá de la crisis,
o por lo menos de la crisis que Nestor Kirchnner llamo “La salida del infierno” en
resumen se estaba ante un panorama de cambios sustanciales, donde se notaba
un creciente aumento de la participación de la sociedad, Recordemos que no
estamos hablando ahora de quienes en el 2005 tenían entre 17 y 20 años, sino los
que en los 90 tenían esa edad o similar, si bien la mayor parte de esos jóvenes tomó
distancia de la política formal y tradicional, desplazando sus prácticas hacia el
terreno de las culturas alternativas y/o las contraculturas.
Los jóvenes de los 90 perdieron muchas batallas, pero obtuvieron logros, muchos
logros, explica ya que gracias a las movilizaciones obtuvieron la recuperación de la
sociedad, “pero creo que es necesario recordar para entender” asegura aymara
bares, la cual hace un pasional manifiesto en defensa de lo que fue su generación.
Se invita a pensar la política en las sociedades modernas como una dimensión del
proyecto común, al que cada generación se va sumando, un proyecto que quiere
tener un antes y después con cada uno de sus miembros, La política, entendida
como herramienta cultural y no como condición biológica.
Y como tercera invención, ¿en qué consiste esta última, aun en curso? Consiste en
ver a los jóvenes como nuevos protagonistas y legitimadores del regreso del propio
estado, recordando así que el concepto de estado excede al de gobierno e implica
institucionalidad, territorio, cultura discurso… se ve a la juventud como sujeto
colectivo fundamental, pero ¿cómo se logra y se lleva a cabo? Se generan políticas
específicas que formulan la figura del joven en su dimensión social y también
jurídica, se quiere ver a la juventud como un actor político importante en la nueva
historia de la era política y esto sucede al mismo tiempo en diferentes países y
regiones con diferencias específicas, la juventud adquiere centralidad como
categoría social y política, al mismo tiempo que se expande como categoría etaria,
Como se decía a principio del texto la Palabra “Política” era una mala palabra para
la argentina de los 90, es ahora donde se ha hecho una repolitización de la sociedad
argentina tras el estallido del 2001, pues tras una situación de extrema conflictividad,
el “Argentinazo” se configura como punto de viraje que marca un antes y un después
en la historia de aquellas generaciones que convivieron con la situación.