El cloro es un elemento químico cuyo símbolo es “Cl”. Industrialmente se conoce como Cl 2,
encontrándose en estado puro. Se produce y comercializa como gas cloro, hipoclorito de calcio (cal clorada) e hipoclorito de sodio (blanqueador). El gas cloro es el Cl2 puro, en condiciones ambientales, es un gas de color amarillo-verde, muy tóxico, de un olor agresivo e irritante, y que se acumula en el piso ya que es 2.5 veces más denso que el aire. Cuando se dosifica en agua, se disuelve en forma ácido hipocloroso (HOCl), que es conocido como “cloro activo”. La cloración es el método más común de desinfección de agua.. El cloro activo es el conjunto de ambas especies. Al adicionarse al agua, primero reacciona con los compuestos inorgánicos presentes en la mayoría de los cuerpos de agua, como el sulfuro de hidrógeno (H2S) y el hierro disuelto (Fe+2). Al seguirse agregando cloro, este reacciona con el amoniaco y la materia orgánica presentes en el agua, para formar compuestos organoclorados, como son las cloraminas, los cuales siguen realizando una acción desinfectante, pero lenta. Las reacciones anteriores forman parte de lo que se conoce como “demanda de cloro” del agua. Una vez que se satisface esta demanda inicial, al agregar mayor cantidad de cloro, se empezará a acumular un residual de cloro que llevará a cabo el proceso de desinfección. El punto en el que se satisface la demanda de cloro inicial, se conoce como “punto de ruptura” de cloro. Existen dos tipos de residuales de cloro que pueden medirse en un agua clorada: el residual de cloro libre y el residual de cloro total. El residual de cloro total es la suma del residual de cloro libre, más el residual de cloro combinado. Para desinfectar agua, el cloro combinado requiere hasta 100 veces el tiempo de contacto, o al menos 25 veces la concentración de cloro, para ser tan efectivo como el cloro libre. Los municipios, para proveer agua potable segura, mantienen un residual de cloro libre superior a 0.2 mg/l en el punto más lejano de su red de tuberías de distribución de agua. La dosis de cloro debe ser suficiente para satisfacer la demanda de cloro y mantener un residual de cloro suficiente para inactivar o eliminar organismos patógenos. Varias propiedades físicas del agua afectan la eficiencia con la que el cloro desinfecta, las cuales son: la temperatura, ya que la viscosidad del agua disminuye al aumentar la temperatura, con lo que se aceleran los procesos de difusión en la misma; el pH, ya que al disminuir el pH, aumenta la eficacia de desinfección del ácido hipocloroso, los mejores resultados ocurren a un pH inferior a 7.5; la turbidez (una medida de la materia suspendida), pues los organismos patógenos pueden encapsularse en ésta y protegerse de la acción del cloro. Para desinfectar agua turbia de manera eficaz, es necesario aumentar la dosis de cloro, extender el tiempo que los patógenos estarán expuestos a este químico, o ambas acciones.