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Crónicas bel iSran Capitán

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1905
PRE5ERVAT10N
SERVlCr

DATE,
II
INTRODUCCIÓN

Fuit qiiondam in hac república virtus.


(Cicero: Oratio prima in L. Catilinani.)

El nombre del Gran Capitán evoca en nuestra mente recuerdo del más fecundo y
el

brillante reinado de nuestra historia; el principio de la supremacía política y militar de


España, j las hazañas j proezas, superiores á toda ponderación, de aquel inmortal cau-

dillo que fué asombro de su tiempo, cuya refulgente estela luminosa ha llegado con
todo su esplendor hasta nuestros días y ocupará siempre en la historia patria^ con haber
tantas y tan gloriosas, una de sus más admirables páginas; y, sin embargo, tan excelsa
personalidad más se conoce en nuestros tiempos por tradición y compendios que por
moLumentos históricos dignos de su grandeza y tales como hoy los produce la ciencia
histórica. Las antiguas crónicas que relatan sus insignes hechos son del siglo xvi, de
letra gótica unas, manuscrita otra y de difícil lectura todas, por estar llenas de abre-
viaturas y mal estampadas. A que se agrega la circunstancia de ser todas muy raras
en, el comercio de y por tanto, de muy costosa adquisición. Por esta causa son
libros,
varios los escritores que se han dedicado á hacer resúmenes de la vida de nuestro pro-
tagonista con mayor ó menor acierto. Y si las crónicas son deficientes, á veces fabulo-
sas ó erróneas y escritas á la manera de aquel tiempo, con arengas, frases y alocucio-
nes puestas en boca de los principales personajes, fácil es imaginarse lo que serán los
compendios.
Falta, pues, una historia completa, crítica y digna de la majestuosa figura del Gran
Capitán. Es el primer paso para llegar á ella la publicación de las cuatro Crónicas en
este volumen reunidas. Sería el segundo la de los muchos documentos de aquel tiempo
referentes á su persona y hechos, esparcidos en archivos y bibliotecas públicas y priva-
das. El más importante sin duda sería el coleccionar y publicar, convenientemente ano-
tada, la correspondencia de aquel famoso caudillo, que igualmente se halla diseminada
en varios centros docentes y gabinetes de Grandes y de aficionados. Dificultan en gran
manera éste, que sería inestimable trabajo, la letra garrapatosa y despedazada del caudi-
llo y el estar no pocas de sus cartas en cifra. Con todos estos elementos podría acome-
ter empresa tan magua y tan útil persona dotada de las convenientes
y necesarias
dotes literarias, históricas y militares, que ciertamente no escasean en nuestro país. Es
esta una deuda que la patria tiene contraída con hijo tan preclaro, por haberla ensal-
zado y ennoblecido en tan alto grado.
Crónicas del Gran Capiíán.—a.
. .

II INTRODUCCIÓN
Eütretanto atengámonos á nuestro modesto compromiso y digamos algo acerca de
las crónicas aquí publicadas.
Creemos que la primera edición de la denominada Las dos Conquistas del reino

de Ñapóles^ que insertamos en primer lugar, es la impresa en Zaragoza en 1554, cuya


descripción, dedicatoria y prólogo damos á continuación:
Crónica llamada Las dos \
Conquistas del Reyíio de Ñapóles^ donde se cuentan
las altas y hcroycas virtudes del serenissimo principe Rey don Alonso de Aragón^
\

con los he chos y hazañas marauillosas que en pax y en guerra hizo el gran Capi-
\

tán Qon pa/o Hernández de Aguilar y de Córdoba. Con las claras y notables obras
I

de los Capitanes don Diego de 3Icndora, y don Hugo de Cai'dona, el


I
conde Pedro \

Navarro^ Diego Oarcia de Paredes^ y de otros valerosos Capitanes de su tiempo. J

Sigue el escudo de armas de D. Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, Duque


de Francavila, etc., grabado en madera; y al pie de 61 se lee: «Con priuilegio de su
Magostad por diez años. ]
Yéndose eji (^aragoya en casa de Miguel Capila mercader de
libros. MDUIII».
Al dorso de esta portada, dentro de un óvalo, el busto del protagonista y la leyenda
«El Gran Capitán»
A continuación: «Concede su alteza priuilegio a Miguel Capila merca der de libros |

que ningvma persona de cualquier estado o con dicion que sea por tiempo de diez |

años no puedan imprimir el li bro llamado la Vida y Coronica del gran Capitán ni
] \

traerlo á vender de otros reynos siu licencia |


suya^ y si lo contrario hiziere pierda los
li
I
bros que huuiere imprimido y incur ra en otras penas contenidas en el original
| |

pri ]
vilegio. Dado en Yalladolid a YI de Febrero de MDLIIII. Fue visto y exa-
I
| |

minado el presente libro por el illustrissimo y reuerendissimo Señor don Hernando |

de Ara |
gon Arzobispo de Í,'arag0(,'.a, y con su [
licencia impresso»
En la segunda hoja: «Al Illustrissimo Señor y excelente principe don Diego Hurtado
do Mendoya y de la Cerda, Duque de Franca vila. Marques de Algozilla, Conde de Me-
lito, y señor de las ciudades de Rapolla y Mendolia, y de la villa de Pastrana y de Man-
dayona y su tierra. Del Consejo del estado de su Magostad, y su Presidente del sacro
y supremo Cousejo de los reynos y estados de Ytalia, etc., mi Señor.
» Siendo costumbre muy antigua assi de los que escriuen cosas prouechosas y de
gusto, como de los que se encargan de sacaiias a luz, dedicar sus trabajos ha (sic) prin-
cipes y grandes señores para que con el fauor que de aqui les viene anden entre las
gentes validos y estimados; y siendo á costumbre loable y muy confor- mi juyzio esta
me a toda buena razón, gran yerro fuera querer yo aora en la publicación de la pre-
sente obra apartarme della: assi por ser la obra tal que seria hazello muy grande agra-
uio priualla desta hourra, como porque se me yria de entre las manos una grande oca-
sión de mostrar parte de la mucha afición que al servicio de Y. S. tengo. Que la obra
merezca ser puesta en manos de Y. S., en la frente lo trae escripto, pues se intitula: Las
dos Conquistas del Reyuo de Ñapóles; ha donde por fuerza se ha de dar cuenta del
yalor y prudentia con que estas guerras fueron administradas, j las amistades y ligas,
tratos y intelligencias que aquellos reyes tan valerosos y sabios, y sus ecelentes capita-
nes tuuieran para llegallas con tan gran prosperidad al fin desseado. Pues si passando
mas adelante se mira el orden y fidelidad y diligencia con que el historiador escriue
..

INTRODUCCIÓN lii

todas estas cosas, no puede negarse que es una de las mas perfetas historias que en
este nuestro lei.guage hasta oy se haya escrito, y assi se le deue muy justamente esto
que por ella se hace, que es ponella en poder de V. S. en quien ha puesto el prudenti-
ssimo y catholico rey don Felipe, nuestro Señor, la suma del gouierno de todos los rey-
nos y señoríos que en estas guerras y las otras que antes y después dellas ha tenido
esta nuestra nación en Ytalia se han conquistado. En lo que yo en la dedicación desta
presente obra pretendo hazer á Y. S. algún pequeño seruicio es en presentalle esta fiel

relación del modo del gobierno de paz y de guerra que los que repartido por partes han
tenido lo que V. S. tiene aora junto, han guardado: para que ayudada su prudencia des-
tos auisospueda en muchos casos importantes tener el camino echo llano, por las espe-
rienciasque por tan granes y ecelentes varones fueron prouadas y aprouadas; los quales
pienso yo que si aora viessen cómo Y. S. con tan nueua y singular autoridad goza el
fruto de sus trabajos, estarían dello muy contentos: especialmente el muy illustre señor
don Diego de Mendo9a conde de Melito, padre de Y. S., á quien también y tan deuida-
mente se paga con esto lo mucho que él en estas guerras con su esfuerzo y discreción
hizo, y los otros todos no quedarían muy atrás del eu este contentamiento, assi por la
amistad que con él tuuíeron, y lo que entendía que á sus grandes méritos se deuía,
como por las muchas razones que hay para que todo el mundo alabe la olecion que su
Magestad para este cargo do Y. S. ha hecho. Y assi creo que Y. S. no dexará de admi-
tir en cuenta de seruicio la gran afición de seruir con que yo le consagro esta obra que
le conuiene tanto. Pues los muy grandes señores suelen con la magnanimidad á que
su grandeza los obliga, medir el valor de los seruicios pequeños que les hazen los que
poco pueden con la voluntad que entienden que ha aquello los mueue. Y como yo estoy
seguro de la mía, que es tal que en esta parte nadie me hará ventaja, no me ha emba-
ra9ado la humildad de mi estado, para osar me presentar delante de Y. S. con lo poco
que podía cuya lUustrissíma persona nuestro Señor guarde con acrescenta-
ofrecelle:

miento de mayores estados. Besa las manos de vuestra illustrissima Señoría, Miguel
Capila»
Las cuatro hojas siguientes contienen el Prólogo, que empieza así:
«Coronica llamada las dos conquistas del Reyno de Ñapóles, donde se cuentan los

hechos del esclarecido y valeroso príncipe Rey D. Alonso de Aragón, y de las heroycas
virtudes que en paz y guerra hizo el gran Capitán Gon9alo Hernández de Córdoba y
Aguilar. Escripta a peda90s como acaescierou por Hernando Pérez del Pulgar señor
del Salar. —
Introductíon y argumento de la obra. —
Suelen los Historiadores, para dar
mejor á intender los hechos que escriuen, particularmente la provincia y pueblos adonde
los tales hechos acaecen de que escribir quieren: assi lo hizo Cesar en sus comentarios,
y Sabelico, un bueno y general ystoriador, en sus encadas, queriendo escriuir los hechos
de Francia, comieu90 por la particular creación de aquella región; eso mismo hizo que-
riendo contar los hechos que acaecieron en Ytalia , cuya orden por que mas conuenga
al estilo desta ystoría seguiremos conforme á como ella descriue, porque como los he-
chos desta ystoría sean estrangeros en todos los que la leyeren, ternan noticia de los
pueblos donde acaecieron, por lo que aquí diremos podrán mejor en su conoscímiento
venir »
Sigue una larga descripción geográfica de Italia.
.

IV INTRODUCCIÓN
En la última página del Prólogo se reproduce el busto del Gran Capitán, como en
el dorso de la portada, encerrado en una orla, que en su parte superior ostenta esta
inscripción: ^Sit ñamen Domini benedictus» , y en la inferior «Libro primero de las
dos conquistas del Reyno de Ñapóles» . En la parte superior del anverso del folio pri-
mero hay un grabado que representa un guerrero á caballo con lanza en la mano dere-
cha, acompañado de dos pajes descubiertos y armados.
Consta esta edición de ciento cincuenta y dos folios numerados, más los cinco sin
foliar antes expresados; impresa en letra gótica, en folio, á dos columnas. Termina:

«Fin de la Coronica del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Aguilar y de Córdoba»


Imprimióse también esta Crónica en Zaragoza, en 1559; en Sevilla, en 1580; en Al-
calá de Henares, en 1584, que es la que, por parecemos algo más correcta que las otras,
hemos seguido en este volumen. Posible es que haya todavía alguna otra edición de
ella que no hayamos logrado ver. Acerca de su autor nada positivo, cierto y concreto

hemos podido encontrar.

Es, en nuestra opinión, la Crónica más detallada, interesante y verídica la que de-
nominamos manuscrita^ por no conocerse tampoco á punto fijo su autor. Por algunos
pasajes del texto se viene en conocimiento de que acompañó en Italia y en su última
venid» á España al Gran Gonzalo; refiérese con frecuencia á conversaciones tenidas
con sus más distinguidos capitanes, y por ciertas indicaciones, ejemplos y textos lati-
nos pudiera creerse que acaso fué escrita por uno de sus capellanes ó de sus más ínti-

mos servidores que le siguieron hasta el retiro de Loja. Su estilo es incorrecto, á veces
oscuro y difuso; muy frecuentes sus repeticiones. No pierde ocasión su autor, siguiendo
á los historiadores clásicos, de poner á cada paso en boca de los personajes largos y
eruditos discursos, impregnados de erudición griega y romana. Mas, á pesar de estos
defectos, muy comunes en aquella época, refiere, por lo general, los sucesos que vio,
ó de que oyó relaciones á los más renombrados capitanes, con tal acento de sinceridad,
tal ingenua sencillez y curiosos detalles, que desde luego se echa de ver ser verdad lo
que relata. Debió escribirse esta Crónica en Sevilla, y su autor vivía aún en el año
de 1552, pues en el mismo dice que se trasladó el cuerpo del Gran Capitán de la iglesia
de San Francisco de Granada á la capilla fabricada al intento en San Jerónimo de la
misma ciudad. Es indudable que al escribir su Crónica tuvo á la vista la anteriormente
descrita é inserta, y la de Jovio, á las que hace á veces referencias más ó menos direc-
tas. El único ejemplar que de esta Crónica se conoce es un volumen en folio manus-
crito, de letra de mediados del siglo xvi, encuadernado en pergamino. Tiene todas las

apariencias de ser el original, por las muchas enmiendas, tachaduras y adiciones que
en él se advierten. Su letra ofrece grandes dificultades paleográficas para la lectura, y
acaso por este motivo no ha sido consultado y copiado este códice tanto como debió
serlo. Consta de 296 hojas foliadas y está falto al principio y al fin de una ó dos. Se

conserva en la actualidad en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, con


la signatura R-6*-6.

El Sr. Gallardo vio este códice en la Biblioteca agustiniana de Montilla, donde figu-
raba con la signatura Est. N-caj. 6; copió de él algunos pasajes, formando con los
títulos de los capítulos un Indico para su uso particular. Asegura que ol Gran Capitán
INTRODUCCIÓN V
nació en 1." de septiembre de 1453 en el castillo de Montilla, pasando luego á Córdoba
á recibir su educación, siendo su ayo D. Antonio de Cárcamo, con quien tenía paren-
tesco. La
familia de Gonzalo tenía casa en aquella ciudad y por eso dijo alguna vez
que «se hallaba hijo de aquella muy noble patria» pues que era la capital de la provin-
,

cia y puede decirse que la residencia principal de sus progenitores.

La tercera Crónica que en este volumen publicamos está escrita antes que las dos
precedentes, como puede deducirse de la portada de la primera (?) edición italiana:
Vita di Consalvo Fernando di Coi'dova^ detto II Oran Capiiano^ scritta per Mons.
Paulo Giovio, Yescouo di Nocera et tradotta per M. Lodovico Domenichi. — In Fioren-
za. — 1550.— Un volumen en 8." marquilla, 300 páginas, más de 14 de principios y
una hoja suelta al fin con el nombre de la imprenta.
Tradújola al castellano y la publicó en Zaragoza en 1554 D. Pedro Blas Torrellas,
cuya edición nos ha servido para la reimpresión. Más breve que las dos Crónicas anterio-
res, más deficiente y escrita con más pretensiones literarias, su lectura no
que ellas

satisface ni entusiasma tanto como aquéllas; lo cual no quiere decir que no sea digna

de la fama de su ilustre autor, por más que desde el Saco de Roma no fué gran amigo
de los españoles. La causa fué haber éstos saqueado las arcas en que guardaba Jovio
sus escrituras y libros de historias, depositados en la iglesia de la Minerva: «viniendo
estas escrituras en manos de soldados, rompieron y hicieron pedazos algunas de ellas;
de apaciguadas las cosas, con mandamientos del Papa, con ruegos y dineros del Jovio
volvieron los libros en su poder, aunque en algunas partes faltos y rasgados. Conti-
nuando él su historia ('), fué tanta la importunación y ruegos de sus amigos, que la
hubo de imprimir, y no queriendo dexar imperfectos del todo los años que faltaban,
hizo una Suma ó recopilación de cada libro, pensando, si la muerte no le atajaba, con-
fiando en su memoria, volver de nuevo á poner cumplimiento en la obra; y quiso la
suerte que faltasen aquellos libros donde los españoles más habían mostrado su esfuerzo
y valentía...» Sin duda por esta causa trata siempre del Duque de Borbón con injusta
indignación.
La misma traducción se publicó también en Amberes en 1555, en 8." menor.

La última crónica que figura en este volumen con


el nombre de Breve aparte de

las hazañas nombrado Gran Capitán por Hernán Pérex del Pulgar^ es
del excelente
la primera que se publicó, en Sevilla por Jacobo Cromberger, alemán, en 1527. Es

sumamente rara y la reimprimió el Sr. Martínez de la Rosa al fin de su estudio Her-


nán Pérex del Pulgar^ el de las hazañas^ publicado en Madrid en 1834. «El nombre
del escritor, dice aquel ilustre literato y político, aun prescindiendo de la fama del
héroe que en aquel escrito se ensalza, bastaría para despertar vivísima curiosidad; pero
concurren otras circunstancias particulares que acrecientan hasta lo sumo el interés en
favor de tal obra. Escribióse, al parecer, por los años de 1526, probablemente á tiempo
que el emperador Carlos Y hizo su mansión en Granada, y de cierto por obedecer su

(•) Refiérese al Libro de las historias y cosas acontecidas en Alemana, España, Francia, Italia,
etcétera, desde el tiempo del papa León y venida de Carlos V en España hasta su muerte.
.

VI INTRODUCCIÓN
mandato y satisfacer su deseo. ¡Qué sería ver a un monarca tan poderoso, quizá el

mismo día en que visitara el sepulcro del mayor encomendando


capitán de su siglo,
que escribiese su vida á otro guerrero ilustre, su amigo y compañero, que en un ejér-
cito de héroes mereció que le apellidasen el de las hazañas!» Figurémonos por un ins-

tante á Hernando del Pulgar, á la edad de setenta y cuatro años, recogiendo solícito
en su memoria los recuerdos de sus verdes años, repasando en su mente los lugares
en que había alcanzado tanta gloria, los claros hechos de Gonzalo de Córdoba, de que
él mismo había sido testigo: «é yo de los que vi, me atrevo á escrebir, aunque en
mucha edad é poca habilidad, que causaron poner en borrones vida que tanto merecía
ser de buena tinta escrita, en especial á Príncipe y señor que su grandeza en el mundo
pone espanto, el qual nos quita la benevolencia con que á todos admite» . Exento de
presunción y vanagloria, nos descubre Pulgar su hidalga índole con sólo anunciar la
manera con que se propone escribir su obra: «é queriendo yo seguir ambos bandos,
llano y claro diré lo que en fecho fué, contando las mismas cosas que todos vieron,
apartando la jactancia de decir que fui en ello, en especial las de la guerra de Gra-
nada, do poco della pasó en aquejlos quasi diez años que duró, se me encubrió» . Como
cabalmente en aquella conquista dieron Gonzalo de Córdoba y Hernando del Pulgar
tan señalada muestra de sus personas (habiendo hecho ambos las primeras armas en la
guerra de Portugal), se nota en la relación de los hechos un sabor de verdad, un can-
dor que embelesa por su sencillez misma: debiéndose á la propia causa que sepamos
por esta obra varias proezas de Gonzalo de Córdoba y algunas circunstancias de su
vida, que á no ser por Pulgar yacieran ignoradas. Los demás historiadores y cronistas
se apegaron con mayor ahinco, cual era natural, á los hechos más notables por su gran-

y conquistas en que mandó como caudillo, arrojando de Italia los


deza, á las batallas
pendones de Francia, y disponiendo con su mano de reinos y coronas; sólo por acaso
aludieron á los hechos de su mocedad, que no eran sino las primicias de su valor y
singulares prendas; pero Hernando del Pulgar, que los había presenciado, los refiere
con grata complacencia; pinta los obstáculos, los riesgos que los acompañaron; se
encanta celebrando su buen éxito. No parece sino que se le ensancha el corazón al

referir las proezas del insigne caudillo, y que á pesar de haberse impuesto á sí mismo
callar sus propios hechos, dice en secreto á sus lectores: «este héroe era mi amigo; yo
peleaba á su lado»
Una circunstancia notable, que resulta de la lectura de su obra, es. que en más de
una ocasión se asemejaron no poco uno y otro guerrero en los hechos con que se ilus-
traron, durante la guerra de Granada: no parece sino que á porfía corrían en busca de
los mismos peligros. Abastece Pulgar á la ciudad de Alhama y la salva de su perdi-
ción; Gonzalo de Córdoba la salva á su vez, y Pulgar es quien nos lo refiere. Se mues-
tra indecisa la fortuna, aunque por breve plazo, y el rey Fernando no puede acudir
tan presto cual quisiera: Gonzalo de Córdoba se encierra en la Malaha, y su sola pre-
sencia la preserva; corre Pulgar á Salobreña, y con su arrojo la defiende. Codicioso de
riesgos y aventuras, había llegado el Córdoba una noche hasta la misma puerta de Gra-
nada, prendiendo en ella fuego y causando en los moros gran turbación y escándalo; y
lástima que se le malogró después por culpa ajena el haber entrado en la ciudad, para
libertar á los cautivos, que hubiera sido el más ho7irado hecho que en nuestros tiempos
:

INTRODUCCIÓN Vil

ha acaescido en España^ según las palabras mismas de Pulgar; á este le cabe mejor
suerte, y da gloriosa cima, á la empresa de la mezquita. Entra Pulgar en Málaga,
poniendo á gran riesgo su persona, para ofrecer tratos j conciertos de paz; Gonzalo de
Córdoba se introduce de oculto hasta el palacio mismo de la Alhambra, j arranca al
mudable Boabdil las condiciones del entrego.
Terminada la guerra de Granada, gustó en aquella ciudad brevísimo reposo el ilus-

tre caudillo, j pasó luego á Italia: de cujas empresas j conquistas, ó ya pot más sabi-
das ó por no poder dar dellas tantas señas, sólo hizo Pulgar una leve mención, como
por vía de recuerdo.
Cuando se espacia á placer, cual si en 61 propio reflejaran las alabanzas de su
amigo, es cuando pinta su ademán, su rostro, sus hidalgas prendas, la serenidad en los
peligros, la igualdad constante del ánimo en la buena y en la mala fortuna, la largueza
que le granjeaba hechuras, su clemencia y generosidad que desarmaba á sus contra-
rios. No encuentra palabras Pulgar para encarecerle cual quisiera, y se le ve con
secreta satisfacción deslizarse sin sentir al mismo propósito, repetir los elogios de mil
maneras, buscar acá y allá en anales 6 historias los héroes más famosos de la antigüe-
dad, para colocarlos al lado de su héroe y que éste aparezca más grande...
-Está esmaltada la obra conmáximas morales, expresadas algunas de ellas con sin-
gular acierto, si bien más de una vez se resiente el escritor del gusto de aquel tiempo,
mostrándose recargado de erudición prolija, que, lejos de hermosearle, le afea: como
suele acontecer á joyeles antiguos, que el engaste pesado del oro ofusca el brillo de la
pedrería... El estilo de la obra es en general sencillo, desaliñado á veces, como el de
las antiguas Crónicas; pero á veces también descubre cierto entono y hasta visos de
afectación. No presume de escritor el guerrero: lo repite al principio y al final de su
obra; pero advertimos con cierta sonrisa maligna que no le pesa al buen Pulgar que le

tengamos por entendido. Concluye poniendo su obra bajo amparo del nlonarca; y el

desconfiado de su propio acierto, pero seguro de que de cualquier manera que se pre-
sentase á la vista la imagen de Gonzalo de Córdoba había de aparecer digno de su
renombre, termina de propósito con la misma frase con que dio principio á su escrito:
«Muy gran razón tuvo vuestra persona imperial de desear ver y conocer alnombrado
Gran Capitán» Hasta aquí Martínez de
. la Rosa, cuya autoridad en esta como en otras
materias es tan acatada y competente.
Queda sólo por advertir, respecto á esta Crónica, que, así como las ttes anteriores
tratan más especial y ampliamente de las guerras de Italia, la de Pérez del Pulgar se
ocupa preferentemente de la primera parte de la vida de Golizalo de Córdoba, ó sea de
la guerra de Granada. Be esta suerte se completan y relacionan unas con otras.

Muy lejos de nuestro propósito nos llevaría el dar aquí más ó menos completa una
bibliografía de las obras referentes á la vida del Gran Capitán, pero sí citaremos algu-
nas de las más notables
^Tratado de Re Militarñ . Debajo de este título hay Un escudo de armas, y sigue:
«Tratado de Caualleria hecho á manera de diálogo que passó entre los iUustrissimos
señores Don Gonzalo Fernandez de Cordoiia, llamado Oran Capitán^ Duque de Se-
.95(7, etc., y Don Pedro Manrique de Lara, duque de Najara; en el cual se contienen
. .

VIH INTRODUCCIÓN
muchos exemplos de grandes principes j señores, y excellentes aiiisos j figuras de gue-
rra muj
prouechoso para caballeros, capitanes j soldados; uueuamente impresso con
licencia y priuilegio Eeal por tiempo de diez años. —
Está tassado á quatro reales».
Todo este título de la portada, tirada á dos tintas, está encajado dentro de una orla,

en cuya parte superior se lee el siguiente epígrafe: ^Initium sapieniic timor Dominñ
Vuelve a repetir én el dorso el título, añadiendo que va dirigido «al muy Magní-
fico Señor Diego de Yargas de Caruajal», de quien es el escudo de armas del anverso.

No expresa el autor su nombre en la portada, pero sí en el folio X, al empezar el

«Libro II del arte de la guerra sacado de muchas escripturas y usos antiguos y moder-
nos por el capitán Diego de Salaxan
Es un vol. en foL, con dos hojas preliminares y LXVI foliadas. Al fin:
letra gót.,

«Acabóse la presente obra en casa de Miguel de Eguya, á Xll dias del mes de Mayo.
Año de MDXXXYI años» . Está dividido en siete libros. He aquí el sentido elogio que
hace del Gran Capitán al principio del libro primero:
«Porque creo que después de la muerte cualquier hombre puede ser alabado sin cargo'
ni culpa de adulación de quien lo alaba, no dudaré de alabar la buena memoria del
lUustrissimo don Gon9alo Fernandez de Córdoua, Gran Capitán Despaña, Duque de Sesa
y Terranoua, el nombre del qual no verná jamás á mi memoria, que con lágrimas no sea
por mí recordado, auiendo conocido en él aquellas partes que en un espléndido Señor y
buen amigo de sus parientes y amigos y seruidores se pueden conocer ó desear: porque
yo no sé qué cosa pudiesse tener siendo suya, sin recusar aun la vida, que de buena vo-
luntad por sus amigos no pusiesse; y no sé ninguna gran empresa que le ouiesse espan-
tado de emprenderla, quando en ella ouiesse conoscido servicio de su Eey ó bien de su
patria. Yo digo libremente no auer hallado, entre quantos hombres he conocido y conuer-
sado, otro de más encendido ánimo á las cosas grandes y magníficas: por lo qual á sus
amigos y seruidores no dolió cosa tanto en su muerte, como el ser nacido para morir; ni
á él pesó tanto dello por ella misma como por haberse dispuesto el tiempo de tal condi-
ción que no pudo ayudar á sus amigos conforme á la grandeza de su ánimo, para que
generalmente todos se pudieran alabar de sus magnificencias. Yerdad es que no le fue
la fortuna tanto enemiga que no dexase muchas cosas dignas de memoria, assí en las
larguezas de su magnífico cora9on como en los autos de su militar exercicio: en el qual
junto con gran esfuergo tuvo grandísimo ingenio y estudio. Y como á mí cupiese
el

parte y no pequeña del dolor de su muerte, como á uno de sus seruidores, assí por
auer militado prósperamente debaxo de su vandera, como auer recebido parte de sus
acostumbradas mercedes; y por esto auiendole sido y tenido obligación de particular
seruidor,y auiendome la fortuna con la muerte priuado del uso de tan amado señor,
me parece no poder tomar mejor remedio que gozar con la memoria de las cosas que
por fueron prósperamente hechas y agudamente dichas y sabiamente disputadas.
él Y
porque no hay cosa más fresca de las que del me acuerdo que el razonamiento que
poco tiempo a que pasó con el lUustrissimo don Pedro Manrrique de Lara, Duque de
Najara y Conde de Treuiño, donde largamente en las cosas de la guerra estuuo con él

en disputa; y en todas las cosas aguda y prudentemente por él demandado, y sabia-


mente por el Gran Capitán respondido. Lo qual todo me a parecido reduzir á la memo-
ria y escribirlo, porque leyéndolo sus amigos y seruidores refresquen en sus ánimos la
INTRODUCCIÓN IX

memoria de su virtud; v los otros se duelan por no auer enteruenido en su tiempo para
deprender muchas cosas útiles, no solamente al hábito militar más á la vida politica,

que entiendan las cosas de la guerra por dos tan sapientíssimos hombres preguntadas
j respondidas: porque si con el ver no las alcangaron, con el leer las deprendan. Quiero
dezir que tornando el Gran Capitán de las partes de Italia, donde gran tiempo auia
vitoriosamente militado, como lugartiniente general del catholico Rey Despaña, don
Fernando de Aragón, y estando en Burgos, fue por el Illustrissimo sobredicho duque
á su posada solemnemente conbidado, á donde muchos parientes y amigos del un señor
y del otro conuiuieron: en la qual casa el Gran Capitán por el Duque fue rogado que
por tres ó quatro dias le pluguiesse reposar por tener ocasión de largamente informarse
de algunas cosas que de tal hombre se podian deprender, pareciendole despender
aquellos dias en razonar de aquella materia quemás á sus belicosos ánimos satisfazla*
» Tenido pues el Gran Capitán, y Duque y de otros sus parientes y seruidores
del

recebido, los quales todos amados del Duque y de su mismo estudio desseosos; la vir-
tud de los quales por todos los dias se alaba, no curó de prolixamente explicar, sino que
de todos fue amigable y solemnemente festejado; mas pasado el combite y leuantadas
las mesas y cumplida toda la orden de festejarle, siendo el dia largo y el calor grande,

pareció al Duque por huyr el mucho calor y compañia, reduzirse con el Gran Capitán
y algunos pocos de sus parientes en una secreta y sombrosa parte de una huerta: adon-
de entrados y assentados, quien en sillas, quien en la yerua, como á cada uno le plugo,
hablando de la gentileza de los árboles, y diciendo con quanto estudio los señores
dellos los auian hecho plantar y curar, dixo el Gran Capitán: «Si no pensase offender
á muchos, yo diria la nueva opinión de los que en esto se deleytan; mas hablando aqui
entre nosotros diré, no por increpar á ellos, mas por disputar la cosa, quanto mejor
aurian hecho estos si en el tiempo pasado uniesen procurado de parecer á los antiguos
en las cosas ásperas y honestas, delicadas y floxas; y aquellas que los anti-
y fuertes
guos hazian con la antigüedad verdadera y perfecta, y no con los modos de la falsa y
corrupta; porque después que aquellos vicios y delicaduras siguieron los de Roma,
luego fue destruida su libertad y república»...

«La historia del sefio?' Francisco Guichardin, caballero florentin. En la cual de


más de las cosas que en ella han subcedido desde el año de 1492 hasta nuestros tiem-
pos, se tracta muy en particular de los hechos del Oran Capitán en el reino de Ñapó-
les y de otras muchas cosas notables... Traduzida por Antonio Florez de Bonavides...
— Baega. — 1581.»
Gran Capitán» (Grabado en madera que representa á un guerrero a caballo
«El
A M, que acaso sean las del grabador).
galopando; al pie del grabado hay dos iniciales,
«Lo5 grandes hechos del Gran
\
Capitán Gonzalo Fernandez en la Conquista
\ |

de Ñapóles. Por el Bey Don Fernando el Quinto. Compuesto por Francisco Alfonso
\ \

de Miranda.»
Así dice en la portada. En la segunda hoja se lee:

«Comienza el Tratado de las proezas que hizo Gon^lo Fer^iandez el Gran Capi-
ta?i del Rey de EsjjaTía^ en la conquista de Nápoles>.
.

X INTRODUCCIÓN
A «Cómo partió del Puerto de Malaga, con toda su gente» Y ora-
continuación: .

pieza el texto:«A quatro de Tulio, de mil y quinientos años, partió el Gran Capitán del
Puerto de Málaga, por mandado de sus Altezas, y lleuó trezientos hombres de armas»...
Al fin, de letra mayor que la del texto: «La ciudad de Macedonia dio el primer
Magno, que fue Alexandro. La noble Roma dio al segundo Magno, que fue Pompeyo.
La magnífica Prancia dio al tercero Magno, que fue eí Emperador Carlos, por sobre-
nombre el Magno. La sabia Cordoua, ciudad de España, dio al cuarto Magno, que fue
el Gran Capitán Gonzalo Perpaudez. Pero si queremos cotejar las armas modernas con

las antiguas y los enemigos del tiempo de agora con los del pasado, hallaremos que el

cuarto Magno es el primero, y quedarán atrás Alexandro y Carlos y Pompeyo. Deo j

gratias. Pue impresso en Sevilla, por original impresso, por Bartolomé Gómez, á la
|

esquina de la Cárcel Real. Año de 1615»


Al dorso, grabado con las armas imperiales.
Es un resumen de la vida del Gran Capitán, en veinte hojas en 4.°, sin foliar.

Sobre los autores de la Vida del Gran Capitán hay un manuscrito en la Biblioteca

Nacional, en el que se trata difusamente esta cuestión, sin llegar á un resultado funda-
mentado y concreto. En el mismo Centro se conserva tin manuscrito, que se titula:

«Historia de las proexas de Gonzalo Fernandex de Córdoba^ por Francisco de Herrera,


testigo de ellas» ,
— que contiene apuntes biográficos; y también una Vida del Gran
Capitán^ por D. Juan Alfonso de Guerra y Sandoval, brevísima suma de escaso interés.

«Historia de Don Gonzalo Fernandex de Córdoba^ renombrado el Gran Capitán.


Escrita en francés, por el R. P. Duponcet, de la Compañía de lesus, y traducida en
español por Don Joseph Pernandez de Cordova: quien la dedica al Rey nuestro Señor
D. Pelipe V, el Animoso. — Tomo I. — Lnpreso enlaen por Thomas Copado. Año 1728.»
En 8.", 26 págs. preliminares, 356 de texto y dos hojas más de Tabla.
A la Dedicatoria al Reij siguen el Dictamen de Fr. Andrés de Baena, la Licencia., la

Censíira de Fr. Alonso de San Juan, la Suma del primlegio y las Erratas de los dos

tomos: fechadas éstas en 1729 y aquéllas en 1726-27, la Tassa y el Prólogo. En éste


inserta el traductor la cédula del emperador Carlos Y, concediendo á la viuda del Gran
Capitán el consentimiento para sepultar los restos de este caudillo en el Real Monaste-
riode San Jerónimo, de la ciudad de Granada, y otras noticias curiosas, como la de
haber otorgado el papa Clemente YII grandes indulgencias á los que en la citada capi-
lla encomendasen á Dios el alma del Gran Capitán y sus difuntos. Sigue en general este

autor al de la Crónica impresa en primer lugar en este volumen.

«Le Monsignor Gio. Bta. CantaJicio^ vescovo d'Artri: Delle guerre fatte
istoric di

in Italia da Consalvo Ferrando di J.ylar di Córdoba., detto il Gran Capitano; tra-


dotte in lingua toscana del Sr. Sartorio Quattromani^ ííapoli, 1789.»

Vida de Gonzalo Fernandez de Ágidlar y Córdoba., lla?nado el Gran Capitán^


«

por D. Ignacio López de Ayala. Madrid, 1793. En la oficina de t). Gei-ónimo Ortega y
herederos de Ibarra.»
.

INTRODUCCIÓN xi

Un vol, en 8." menor, de VIII-150 págs. — Al final dice con harto fundamento:
«Todo, como dexamos dicho, fué grande en este ilustro héroe; sólo ha faltado un escri-

tor correspondiente que igualase, si esto puede ser, con su eloqüencia la majestad de
la materia; porque Jovio, que escribió en tres libros la Vida de Gonzalo, no es exacto;
omite muchas noticias verdaderas 7 mezcla algunas fabulosas. Buponcet yerra más que
Paulo Jovio. La Crónica que corre en español es incompleta j huele en muchas partes
á novela. Las historias generales dicen poco, y muchos poetas que exornaron la narra-

ción con los primores j ficciones de su arte, quitaron la credulidad á los hechos verda-
deros; y este compendio es muy pequeño, inferior al mérito de Gonzalo y también á
mis deseos. He procurado, no obstante, seguir por único norte á la verdad, apartado
del odio y de la pasión, que sin duda han cegado á Yarillas, escritor de la Y ida de
Luis XII, y á Dessormeaux, que ha publicado en nuestros dias una Historia de Espa-
ña, ó mejor diré, una atrevida sátira contra muchos de nuestros Beyes. Ambos notan á
Gonzalo como hombre pérfido y tan poco escrupuloso, dicen, en observar su palabra
como el Bey Católico. ¿Y será necesario refutar dignamente sus calumnias? Si ellos
mismos creyesen lo que escriben, tomaríamos el trabajo de desengañarlos. La voluntad
mal dirigida, llena de encono y de venganza, los ha forzado, contra lo que les dictaba
su propio entendimiento, á aglomerar calumnias y dicterios. Son, no obstante, dignos
de disculpa, porque en realidad necesitaban mucha grandeza de ánimo para decir la

verdad, hablando de un Capitán que en todas las ocasiones humilló gloriosamente la

jactancia de su nación, que rehusaba aun entrar en comparación con la española»

El mejor resumen de la vida del Gran Capitán es sin duda el escrito por el emi-
nente literato D. Manuel José Quintana, que forma parte de las Vidnfi de Jos cRpañoles
célebres. Aunque no conoció todas las Crónicas aquí insertas, utilizó muy ventajosa-
mente cuaíitos materiales le fué posible, contribuyendo mucho su notable trabajo á di-
fundir y vulgarizar los heroicos hechos de aquel inmortal caudillo. •

En la Revista Militar publicó el reputado escritor D. Serafín Estébanez Calderón


un estudio sobre la Campaña del Gran Capitán sobre el río Liris y batalla de Gare-
lla?io^ con un croquis para la inteligencia de estas operaciones militares.

^lEstudios históricos milita7'es sobre las campañas del Gran Capitán Gonzalo Fer-
nandez de Córdoba^ por Eugenio de la Iglesia, teniente de la Gllaí-dia civil. Madrid,
1871.»
Un vol. en 8.°, de 210 págs. más dos de índice, y un croquis para comprender la
campaña del Garellano.
«En las campañas de Italia, escribe el autor, vemos perfeccionada la táctica suiza,
reconocido generalmente el predominio de la infantería sobre la caballería, aumentada
la importancia de las armas de fuego; el arte de las minas, elevado á una perfección
hasta entonces desconocida, creada aq^uella terrible infantería española que con sus
hazañas había de asombrar mundo, y por último, operaciones tan bellísimas como
al
las del Garellano, que aun hoy día pudieran servir de modelo á uno de nuestros mo-
dernos Generales...»
.

XII INTRODUCCIÓN
«Trantz Eyquem; Etude sur Gonsalve de Cordoiie^ dit le Gran Capitaine^ suivi
de docnments et d'une lettre autographe inédite de ce General espagnol. Portrait gravó
á l'eau-forte por P. Teyssonniéres. París, H. Champion, libraire éditeur, 15, quai Ma-
laquais, 1880.»
Un vol. en 8." de 176 págs.
El retrato del Gran Capitán está tomado de una medalla perteneciente á Mr. Heiss,
y le j con una leyenda latina alrededor.
representa en busto, mirando á la izquierda
El facsímil reproduce las tres primeras líneas y las tres últimas de una carta ológrafa
del Gran Capitán al Arzobispo de Sevilla; su fecha, 28 de mayo de 1505. Empieza: «Al-
gunas letras e scripto á vra. señoría...»

El autor ha escrito su obra teniendo principalmente presentes las obras de Quin-


tana, Vidas de españoles célebres^ de Perreras, Duponcet, Mariana, y algunas historias
generales francesas.

Acerca de los libros poéticos escritos en honor de Gonzalo de Córdoba, ha dicho


con gran fundamento y verdad un escritor que la fama de aquél está con más dignidad
depositada en los archivos de la historia que en los ecos de la poesía, que no responden
de modo alguno á la alteza del personaje.
Impresa en Ñapóles en 1506, publicó Cantalicio una obra poética escrita en latín,

dedicada á las empresas del Gran Capitán, con el título De bis recepta Partheiiope, que
fué traducida en prosa italiana, bastante desgraciadamente, por Sertorio Quattromani.
Esta obra está ya casi olvidada, mas no por ello pierde gran cosa el conocimiento de la
historia de aquel período. Y porque de ella y de la de Hernández, que á continuación
anotamos, ha publicado el distinguido escritor napolitano Benedetto Croce una detenida

descripción y examen en su interesante folleto Di un poema spagnuolo síncrono in--


torno alie imprese del Gran Capitano nel regno di Napoli (Nápoli, 1894), no diremos
aquí más sobre ellas.

«.Historia Parthenopea^ dirigida al Illustrissimo y muy reverendissimo señor


Don Bernaldino de Caravaial, Cardenal de Santa Crtix., compuesta por el muy elo-
quente varón Alonso Hernández, clérigo hispalensis, prothonotario de la Santa Sede
apostólica, dedicada en loor del Illustrissimo señor don Gonzalo Hernández de Cor-
dova, duque de Terranova, Gran Capitán de los muy altos Eeyes de Spaña»
Fué impresa en Koma en 1516.

«Neapolisea; poema heroyco y panegírico^ al Gran Capitán Gonzalo Fernandez


de Córdova^ dirigido al Excelentísimo señor don Luys Fernández de Córdova y Pigue-
roa, marqués de Priego, duque de Feria, etc. Por don Francisco de Trillo y Figueroa.
— —
Con licencia. En Granada, por Baltasar de Bolívar y Francisco Sánchez, año
de 1651» (<).

Después de la Aprobación^ Licencia y Dedicatoria, sigue la Raxon desta obra,


partes de que se compone, estilo, imitación, intento y erudición. Al que leyere, diser-

(') Un vol. en 4.° de 138 folios.


.

INTRODUCCIÓN Xiil

tación tan indigesta por lo erudito como extravagante por el estilo. El texto está divi-
dido en ocho libros, escrito en octavas reales, y concluye con unas prolijas notas que
en nada aclaran el texto y sólo sirven para demostrar la erudición latina del autor.
Corre aquél parejas en lo enmarañado y extravagante con todo lo demás.

^Corona poética^ que dedican á la memoria del Gran Capitán, Gonzalo Fernández
de Córdova, la Diputación provincial y el Ayuntamiento de Granada, con motivo de la

restitución á su sepulcro, en la iglesia de San Jerónimo, de los restos mortales del

insigne caudillo». — Granada. — Imp. y lib. de F. Beyes y hermano. — 1875. Folleto


en 8." de 59 páginas.

Un libro podría formarse con los elogios tributados al Gran Capitán por escritores
españoles y extranjeros. Llámanle:

«Lucero de España que el Latió ha lumbrado»;

«Pater patria y de Italia salud» ; «Gloria et honor del arte militar» ; «Espejo de
cortesía», etc., etc.
Don Modesto Lafuente, que estudió con singular predilección esta época, hace el

siguiente acertado juicio del vencedor en Garellano:


«Gonzalo no era sólo el capitán enérgico, brioso y esforzado, el soldado de lanza y
el guerrero de empuje; era también el General de cálculo, el caudillo estratégico, el

jefe organizador. El Gran Capitán era al propio tiempo el negociador político. El intré-
pido batallador era también el astuto diplomático. El castigador severo de la indisci-
plina era el hombre y contemporizador que sabía atraerse el cariño del soldado.
afable
El caballero que se distinguía por el magnífico porte y el brillante arreo de su persona,
el remunerador espléndido y generoso, ora también el modelo de sobriedad y el tipo y

ejemplo de la paciencia y del sufrimiento en las escaseces, en las privaciones, en los


trabajos y en las penalidades. Así no sabemos en qué situación admirar más á Gon-
zalo, si venciendo en Atolla y en Ceriñola, si combatiendo á Tarento y á Ruvo, si res-

catando á Ostia y á Cefalonia, si batallando y triunfando en el Garillano, si sufriendo


con inagotable y calculada paciencia en la plaza de Barleta y en los pantanos de Pon-
tecorbo. No había genio que pudiera medirse con el de un General que ganó todas las
batallas que dio en su vida, y que en su larga carrera militar sólo perdió una, la única
que se dio contra su voluntad y contra su dictamen, anunciando anticipadamente el
resultado que no podría menos de tener»

Respecto del título militar de Gran Capitán con que ya en su primera estancia en
Italia se le calificó, dice el historiador alemán J. Bernays, en su obra titulada 7>r Bei-
name Oran Capitán^ que á Gonzalo Fernández lo denominaban así, porque los fran-
ceses, contra quienes hizo principalmente la guerra, no tenían en su lenguaje vocablo
correspondiente á «Mayor» ó «General» que acá tenemos, y en lugar de él dicen «Gran
Maestre» al Mayordomo mayor, y de aquí el apellidar á Gonzalo «Gran Capitán» . No
tenemos esta explicación por verdadera. El título extraordinario y único de Gran Capi-
tán le fué aplicado por sus soldados en Italia, en las primeras campañas, por aclama-
XIV INTRODUCCIÓN
ción, designándolo así, á modo de «el Capitán por excelencia» por sus eminentes dotes
,

militares. Cou este sublime nombrado en su tiempo tanto por sus soldados,
título fué

como en toda Italia, por amigos j enemigos, y en España le nombraban así desde los
Eejes Católicos basta la gente del pueblo.

El Sr. Cánovas del Castillo, en sus Estudios sobre el reinado de Felipe IV^ bablando
de Gonzalo Hernández, dice que fué el primero de los generales que elevó la guerra á
ciencia y arte en la edad moderna, y que en punto á talento estratégico se adelantó
notablemente á su época.

Hay algunos puntos en la vida del Gran Capitán que no esclarecen las Crónicas
cou la suficiente claridad y extensión, ya por ser de suyo escabrosos y delicados y no
atreverse por tanto á referirlos en tiempos en que la libertad de escribir era muy limi-

tada y sujeta á muchas censuras, como también por tratarse de asuntos reservados, de
muy pocos conocidos. En este concepto la Crónica manuscrita es la más explícita, pero
no tanto como fuera do desear. He aquí el motivo por qué acompañamos esta Introduc-
ción de algunos documentos que ilustran y completan las Crónicas que aquí publica-
mos. Todos son del mayor interés histórico.
Gran Capitán y D. Francisco de Kojas, embajador de los
Las relaciones entre el

Beyes Católicos en Eoma; los recelos y suspicacia del Rey D. Fernando respecto de
su Virrey en Ñapóles; los agravios que después le hizo á su regreso final á España; su
manera de pensar y escribir, reflejada en las cartas que de él publicamos, y sobre todo
el juicio que acerca del heroico caudillo escribió el famoso Gonzalo Fernández de
Oviedo, que tan íntimamente le conocía y trataba, siendo su compañero de armas y su
secretario en Italia, asuntos tratados en los adjuntos documentos, son otros tantos focos
luminosos que si no totalmente, al menos en gran parte contribuyen á aclarar la parte
más velada y desconocida de la vida de nuestro personaje.
En nuestro libro Don Beyes Católicos
Francisco de Mojas, embajador de los

(Madrid, 1896) dimos á conocer algunos de estos documentos reservados. El Embaja-


dor, adicto por todo extremo al Rey Católico, aunque mantenía aparente amistad con
Gonzalo, expiaba sigilosamente todos sus actos para dar de ellos cuenta al Rey, insa-
ciable en conocer los menores detalles de su vida. Y no penetrándose bien Rojas de
los elevados móviles que inspiraban los actos del egregio caudillo, le acusaba de in-
miscuirse en asuntos que no le correspondían, de gastar inmoderadamente en premiar
servicios de espías y de hechos militares, y de no ajustarse estrictamente á las órdenes
é instrucciones del monarca aragonés.
Esto no obstante, continuamente consultaba Gonzalo con el embajador Rojas los

más de los asuntos


y recibía de él oportunos avisos
y poderosos auxilios de gente y
dinero. «Ayudó mucho, dice Zurita, al Gran Capitán para la conquista del reino de
Ñapóles con muchos socorros que le hizo de gente y dineros; y se ve por muchas cartas
del Gran Capitán y del Rey Católico, en que le pide socorro y le da las gracias por
ello». «Hubo temporada, escribe D. Pedro de íüojas, conde de Mora (*), de tener más

(*) Discursos ilustres, históricos y genealógicos, por D. Pedro de Rojas. Toledo, 1636.
.

INTRODUCCIÓN XV

de mil soldados pagados á su costa en el reino de Ñapóles, y el Gran Capitán no resol-

vía cosa de importancia sin consultarla con el Embajador, cuyos pareceres ejecutaba
como ley inviolable, así porque sabía era orden de su Rey como por lo que estimaba
su persona y respeto que le tenía» . Y aunque en esta alabanza de su deudo se extremó
y pasó de lo justo el buen Conde, no cabe dudar que el Gran Capitán y Rojas se con-

dujeron siempre en sus relaciones muy amistosa y cortésmente; por más que, como
adelante veremos. Rojas vigilaba y observ9,ba atentamente todas las acciones del
invicto caudillo, dando de ellas cuenta minuciosa Rey, á veces con excesivo rigor y
al

celosa intención, como qujeu sabía que así daba gusto á su señor, y porque le dolía á
veces que el Gran Capitán invadiese sus atribuciones y prerrogativas como embajador.

La gran y constante admiradora de Gonzalo Hernández era la reina


protectora
Católica doña Isabel. Nacido aquél en 1.° de Septiembre de 1453 en el castillo de
Montilla, y habiendo muerto su padre D. Pedro Fernández de Aguilar, rico hombre de
Castilla, muy joven, lo envió su madre, doña Elvira de Herrera, de I9. familia de los
Enríquez, á criar á Córdoba bajo la dirección de un caballero, pariente algo lejano,
llamado Cárcamo. Como su hermano mayor D. Alonso de Aguilar heredó, según cos-
tumbre, los más de los bienes de su padre, no podía Gonzalo aspirar á riquezas y
honores sino utilizando su claro talento y preeminentes dotes en señalados servicios á
los reyes.

Dividida por entonces Castilla en dos partidos, uno que seguía al legítimo rey,
Enrique lY, y otro al infante D. Alonso, la ciudad de Córdoba se inclinó á favor de
éste.«Entonces fué, dice Quintana, cuando Gonzalo, muy joven todavía, se presentó
enviado por su hermano en la Corte de Avila á seguir la fortuna del nuevo rey, á
quien sirvió de paje y ayudó en la guerra»
La prematura muerte de D. Alonso cambió el rumbo de las acciones de Gonzalo,
volviéndose á Córdoba. Llamado desde Segovia por la princesa doña Isabel, que aca-
baba de casarse con D. Fernando de Aragón y se disponía á defender sus derechos
contra los partidarios de la Beltraneja, de tal suerte cautivó el ánimo de aquélla y de
los más de los cortesanos por la gallardía de su persona, la elegancia de sus modales y
la viveza y profundidad de su ingenio, que todos á una le aclamaban Príncipe de la
juventud. Su ostentación, magnificencia y generosidad llamaban poderosamente la aten-
ción general; pero careciendo de medios para sostener aquel boato, sus deudos más
próximos le censuraban aquel proceder, que auguraba desastroso ñn. Mas él, como si
presintiese la gloria, alto estado y trofeos que le esperaban, siguió adelante en su
manera de ser.

La parte principalísima y fecunda en laureles que tomó en la guerra de Granada;


sus gloriosas campañas en Italia, asombro de todo el mundo; su salida de aquella
península, obtenida de una manera solapada ó insidiosa por el rey D. Fernando; la
conducta de todo punto injusta, inmerecida y enconada que siguió con aquel magná-
nimo y fidelísimo vasallo, que tantos y tan señalados servicios le prestó y tan alto puso
el nombre y la bandera de España; su increíble destierro y su cristiana muerte, acele-
rada por agravios y desvíos sin cuento, ocurrida el día 2 de diciembre de 1515, escri-
tos están amplia y detalladamente en las Crónicas ahora dadas á luz.
XVI INTRODUCCIÓN
La Reina Católica, dotada de magnánimo corazón y de grandeza de ánimo, era
toda dulzura y bondad, sin dejar por eso de ostentar, cuando la necesidad lo requería,

inalterable firmeza y energía de carácter. Asociaba con nobleza su alma á los elevados

pensamientos y portentosas acciones de los grandes hombres de su reino: ella alentó,


ayudó y sublimó á Gonzalo Hernández, á Colón, á Cisneros y á muchos otros varones
esclarecidos, que tantos bienes de todo género reportaron á la patria.

El rey D. Fernando, dotado de las más eminentes y preciadas dotes de hombre de


Estado y de esforzado y hábil guerrero, era codicioso, tacaño, y sobre todo tan excesi-
vamente celoso de su autoridad, que miraba siempre con suspicacia y desconfianza á
los que sobresalían por sus grandes hechos y heroicas empresas.
Mientras vivió la excelsa Isabel, estas cualidades, que tanto le perjudicaban en la
opinión general, se mantuvieron, por decirlo así, refrenadas y latentes por las opuestas
de la Reina, á quien en grado sumo veneraba por sus altas virtudes. Pero cuando ella
faltó; cuando la reemplazó con D.* Germana, de
memoria, y cuando se dejó domi-
triste

nar por los cortesanos maldicientes y envidiosos de los prestigios y trofeos de los Cór-
doba, de los Colón y de los Cisneros, dando oído á sus intrigas y rivalidades, todas las
grandes hechuras de la magnánima Reina ó se derrumbaron totalmente ó quedaron
oscurecidas y olvidadas. A dos hombres solamente temió el Rey Católico por su pres-
tigioy por su carácter: al Gran Capitán y á Cisneros; al uno lo derrocó de su grandeza
por arteros medios y al otro no pudo echarlo de su elevado cargo eclesiástico, pero casi
le anonadó hasta que imperiosa necesidad le obligó á nombrarle Regente del reino des-
pués de sus días.

Aquel nunca bien ponderado Gonzalo Hernández, en todo el mundo conocido por
sus excelentes dotes militares con el justo título de Gran Capitán; que una y otra vez
ganó para el monarca aragonés el poder de Francia y
reino de Ñápeles contra todo el

de Italia; que había avasallado y reducido á los moros do Granada, obtenido de los
turcos los más brillantes triunfos y elevado el nombre de España y su prepotencia
militar almás alto grado de reputación y de gloria, fué traído contra su voluntad de
Ñápeles á España por el mismo D. Fernando, usando para ello de mil engañosos pre-
textos, ofreciéndole dádivas y promesas que nunca cumplió, aun estando convenidas y
firmadas, olvidando sus méritos y causándole toda clase de vejaciones y desprecios,
con refinadas y falaces apariencias de estimar en mucho su persona, hasta que, he-
rido en lo más vivo de su alma, arrinconado y olvidado de aquel á quien tantos y
tan grandes servicios había prestado, la entregó á Dios, traspasado de la más negra y
abominable de las penas, la ingratitud. Y todo ello ¿por qué? Porque había llegado á
figurarse, sin tener para ello el menor motivo, que el Gran Capitán, querido de sus sol-

dados, venerado de sus capitanes, aclamado por el pueblo, ensalzado por los Papas y
por los Príncipes y señoríos de admirado hasta de sus mismos enemigos france-
Italia,

ses y turcos, aspiraba á hacerse proclamar rey de Ñápeles; y cuando esto no, porque
administraba las rentas de aquel Estado con despilfarro, no dando cuenta de ellas ni
haciendo entrar en las arcas reales las sumas que anteriormente ingresaban. Como si
un Estado que hubo que conquistar palmo á palmo y en el que combatían con encar-

nizamiento poderosos ejércitos, pudiese producir en la guerra y poco después de ella


pingües y abundantes frutos. Y
en fin, porque se imaginó también el soberano arago-
.

INTRODUCCIÓN xvii

nos que en su contienda con el rey D. Felipe el Hermoso trataba de pasarse, como los

más de los Grandes de Castilla hicieron, al bando de su yerno. La tenaz j continua


desconfianza del Rey Católico hacia la nobilísima y leal persona de Gonzalo Hernán-
dez, causa fué de la sangrienta y vergonzosa derrota de Ravena, donde más que nunca
se echó de menos la presencia y dirección del vencedor de Cerinola y de Garellano.
«Cuando se trató (dice Cánovas) de volver á enviar al Gran Capitán á Italia después
de la batalla de Ravena, exigió Fernando el Católico que se le pagase entre todos los
aliados el sueldo que había de ganar; lo cual indica, ó que el Gran Capitán trabajaba
muy caro para la época ó que sobre todo cuanto se piensa era el Rey económico. A
este propósito escribía el Rey Católico á su embajador en Roma, desde Burgos, á 7 de
mayo de 1512: «Y porque es razón que los de la Liga demos al Gran Capitán salario

para su persona y plato por el dicho cargo de Capitán General de la Liga, diréis al
Papa que me paresce que le debemos dar su Santidad y yo y venecianos treinta mil
ducados cada año para su plato, como he dicho; que los diez mil pague el Papa, y los
diez mil yo, y los diez mil venecianos, y trabajad que así se asiente por escriptura
entre las partes, porque el dicho salario sea cierto durante el dicho cargo»
¿Y qué decir de la conducta que con Cristóbal Colón usó el rey Fernando, muerta
su esposa? ¡Qué desvío, qué desprecio, qué regatearle las concesiones estipuladas al
hombre que había descubierto para la corona de Castilla el más portentoso y vasto terri-
torio hasta entonces conocido! ¡Cómo consintió que gloria tan legítima muriera pobre,

desprestigiado y lleno de amarguras, que le acortaron la vida! Seguramente no hubiera


sido este su fin á haber vivido la reina J)f' Isabel.
Yíctiraa fué también de su suspicacia y avaricia el insigne Cardenal fray Francisco
de Cisneros, á quien, muerta la reina Isabel, quiso desposeer ignominiosamente del
Arzobispado de Toledo para otorgárselo á su hijo natural, el Arzobispo de Zaragoza, so
pretexto de que aquella era dignidad más pingüe y productiva que ésta. Y hubióralo con-
seguido á no tropezar con un carácter tan enérgico y firme como el del fundador de la
Universidad complutense. El cual á sus reiteradas instancias replicó con altiva entereza:
que primero que consentir en deshacer lo que la Reina Católica había hecho, se retira-
'

ría á su celda y renunciaría á todo. Más tarde quiso también arrebatarle la gloria de
la empresa de Oran, atribuyéndose pomposamente su iniciativa y punto menos que su
ejecución. Y en fin, cuando en los postreros días de su vida dictaba su último testa-
mento, no sabiendo á quién encargar la regencia de Castilla, uno de sus consejeros
le propuso al Cardenal Cisneros: «Luego páreselo, escribe Galíndez de Carvajal, que no
había estado bien Rey en su nombramiento, y dijo de presto: «Ya vosotros conosceis
el

su condición» y estuvo un poco sin que ninguno le replicase» y aunque luego recordó
; ;

que era buen hombre, de buenos deseos y sin parientes, y si al fin lo nombró, porque
no recordó otro que reuniera sus condiciones, fué siempre con cierta repugnancia y
apremiado por la necesidad.
Borrones son todos estos que afean la grandiosa figura del Rey Católico, á quien
de todas veras desearíamos ver limpio de toda mancha, por el importantísimo y trans-
cendental papel que en la historia de España tiene.

A. Rodríguez Yilla.
Crónicas del Gran Cap'dán. b
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
Documentos relativos al mismo, notas y aclaraciones
á algunos pasajes de sus Crónicas.

/. El Gran Capitán al Secretario de los Reyes 3. Gonzalo Hernández (') el de Rijoles á los

Católicos, Miguel Pérez de Almazdn (1497). Reyes Católicos (1500).

Muy noble señor: Agora nos podres quexar Muy altos y muy poderosos señores: Ayer
de mis letras, pues veis van tan amenudo; y domingo, que fueron 15 de Noviembre, resce-
de las vuestras, yo señor, quanto sabéis que bí una carta de vuestras altezas, hecha en
no me haveys respondido. Las cosas dacá, por Granada á los treinta de Agosto, en que man-
lo que á sus altezas se escribe, las sabreys; y dan que, vista aquella, me parta para ser don-
no hay más que screviros, señor, salvo que de vuestras altezas estarán, porque de mí se
os pido por merced procuréis cómo se me quieren servir en algunas cosas de nuestra
responda luego á todo lo que scrivo, y se Orden. Las manos beso á vuestras altezas
despache luego á Pedro de Frias, si al recebir por la merced que me hacen en acordarse de
desta no lo fuese. Nuestro Señor guarde mandarme en que les pueda servir, especial-
vuestra muy noble presona y estado acre- mente en cosas de la Orden. A Gonzalo Her-
ciente como desea. De Olivito XXVIIII de nández he escrito para que, si su venida en
Enero. «Estas cartas, señor, os pido por mer- Sicilia no ha de ser tan presta, provea en la

ced, se den á quien se envian y en vuestra gobernación destas tierras como convenga al
merced me encomiendo v. s., Gonzalo Her- servicio de vuestras Altezas, y yo me pueda
• nandez» ('). partir á cumplir su real mandamiento. Vista
su respuesta ó provisión, sin perder tiempo
2. El Gran Capitán al Secretario Pérez de me partiré.

Almazán (1497). Después que Gonzalo Hernández con la ar-


mada de Vuestras Altezas partió de Mesina,
Muy honrado é magnífico señor: Porque de que fue á los veinte y siete de Setiembre, no
mi tardanza y voluntad el señor Pedro Nava- se ha sabido nueva cierta della. Háse dicho
rro dirá, y de lo mas que de acá queréis sa- que tomó una isla de turcos llamada Santa
ber, si llegaré antes que yo; suplicóos le Maura, y que de allí se pasó al ¡abanto, que
creáis, y como á mí, que tan vuestro servi- es otra isla de los venecianos, donde hay
dor soy, le tratéis. Y porque creo, plaziendo buen puerto. Decíase que vernía allí el Capi-
á Dios, que esta no llegará primero que yo, tán General de la armada veneciana, que es-
acabo —
Nuestro Señor vuestra magnífica
. tán en Ñapóles de Romanía. Después se dixo
persona y estado guarde é prospere como, que la dicha armada de V. A. estaba en Gorfo
señor, deseáis, A vuestro servicio, Gonzalo
Hernández, duque de Terranova. (<) Este Gonzalo Hernández no es el Gran Capitán,
Bino vin pariente suyo del mismo nombre, y así para
distinguirlo del otro puso el Secretario de los Keyes al
O Lo entrecomado es de mano del Gran Capitán. dorso: «El que estaba en Hijoles».
XX CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
(Corfú). Esto es lo que aquí se sabe hasta nandez de Córdoba, mi capitán general y del
agora. mi Consejo, escribe sobre el bizcocho que dize
De aquí partirá mañana placiendo á Dios le mandemos dar de Sicilia, y yo no sé porqué

una caravela que Gonzalo Hernández dexó en razón lo pide, porque como sabeys el sueldo
Mesina adereszando, la qual lleva un pliego que se les dá es para todas las cosas que ha-
de cartas de V. A. para Gonzalo Hernández, yan menester; y si por ventura hay algunas
que el Enibaxador de Ñapóles ha enviado á cosas extraordinarias, aquello se ha de cum-
Mecina esta semana pasada. No ha podido plir de aquá, porque aunque yo quisiese man-

partir antes por los tiempos haberle sido con- darlo cumplir, agora no se puede fazer, por-
trarios. Nuestro Señor la vida y Real Estado que, como sabeys, en aquellas fortalezas y
de V. A. cresca con mayor prosperidad como reparos que allá se fazen, se ha gastado y
por V. A. es deseado. De Rijoles. De V. A. Su gasta mucho; y también para estos dineros
humil siervo, que sus pies y reales manos que agora tengo de enviar he habido de to-
besa, Gonzalo Hernández. mar de unos y de otros, de manera que aun
para cumplir estas dos cosas no abastará lo
4. El Gran Capitán al Secretario Miguel Pé- de allá. Dezidlo assi á la Sereníssima Reyna,
rez deAlmazán, recomendándole á Ñuño de mi muy cara e muy amada mujer, para que se
Ocampo (') (1500?). responda al dicho Gonzalo Fernandez lo que
allá pareciere.
Muy magnífico señor: Pues de Ñuño de
(Siguen otros párrafos sobre diversos asun-
Ocampo sabréis lo que de los vuestros que-
tos sin gran interés).
réis entender, no diré más de suplicaros lo
Assimismo dezid á la Serenissima Reyna,
creáis, yque aquí somos venidos para cuanto
que hoy he recebido cartas de Barcelona en
seays servido. De cerca de Genova, hoy miér-
que me escriben que la nao de mossen Ca-
coles XX junio. A vuestro servicio, Gonzalo
rriera está muy bien reparada y que la quie-
Fernandez, duque de Terranova.
ren vender, y que si la quisiéramos comprar
nosotros que nos la darán en buen precio.
5. Doña María, mujer de Gonzalo Hernández, Dezidlo assi á la Reyna para que vea lo que
elGran Capitán, al Secretario Miguel Pérez la parece que se debe fazer. Y porque no
de Almazán (1500). se pierda tiempo, he enviado á mandar que la
tomen á sueldo entretanto que nosotros de-
Muy virtuoso señor: A sus Altezas escribo
liberamos de la comprar ó no; y así la toma-
suplicándoles quieran mandar suspender en
rán luego, y por eso es menester que dé lue-
los pleitos que Gonzalo Hernández, mi señor,
go ahí el tesorero Morales el dinero que para
tiene, pues está en su servicio, y es cosa que
ello fuere menester á Sancho Ruy para que él
se suele facer con otros en caso semejante;
lo faga dar en Barcelona.
en merced, señor, os tendré encaminéis como
se haga, según Diego de Bae^a de mi parte
Con los moros he tomado el asiento que
veréis por la capitulación que va aquí. Dadla
os lo pedirá por merced, el cual sea creído, y
luego á la Reina para que la firme y venga
allende de ser justa la petición, yo recibiré en
volando, porque esta capitulación se acabe
ello mucha merced. Nuestro Señor vuestra
muy virtuosa persona é casa guarde e acre- más presto. De Ronda á XI de Abril de 1501
años.— Vo el Rey (').
ciente, como, señor, deseáis (-). De Ecija 5
de Diciembre (de 1500). En merced de la Se-
ñora me encomiendo, á lo que, señor, manda- 7. Carta del Gran Capitán á D. Francisco de
reis, /. Doña Marya. Rojas, Embajador en Roma de los Reyes
Católicos (Turpia, 27 de Julio de 1501).
6. El Rey Católico al Secretario Miguel Pérez
de Almazán (1501).
Muy magnífico Señor: La galea con vues-
tro dinero y letras me llegó á los IX de Julio
•El Rey.— Miguel Pérez Dalma9an, mi secre- y me hallo toda la armada y gente pasada en
tario y del mi Consejo. Vi lo que Gonzalo Fer- Calabria desde los V; y hallóme en Fumara

(') Es toda de mano del Gran Capitán. Sin feclia.


(S) De mano propia. (') Original.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXI

de Mur pasando por el faro la gente de ca- de propósito; lo haga no me es-


mas aunque
ballo, que por la pestilencia de (la) misma y toruará porque es cosa que con po-
el viaje,

todas aquellas tierras ha sido con grand tra- cos quedará el sitio puesto y yo seguiré mi
bajo.Yo pasé allí primero con mili y quinien- via hasta lo de Pulla, que es donde yo deseo
tos peones, y en tanto que los caballeros más llegar, porque en aquello consiste el pe-
pasaron, se tomaron XV tierras. Como los ligro, si lo hay. No os marauillés. Señor, sino
caballeros fueron pasados con los peones, en soy tan adelante en jornada para satisfazer
t|ue iban los vuestros, los encaminé la via grand debda y de tanto tiempo de mar y de
de Monteleon. Yo me fue (') en las galeas tierra y convenir tanta diversidad. No lo ten-
á Turpia para tomar dalli la gente que se pa- go yo que siento lo que me cuesta y soy
gaba y salir á juntarme con los otros á Mon- á quien menos le paresce esto; mas ya
teleon, y así se ha fecho; y desta salida se que somos puestos en jornada, espero en
han levado las tierras que vereys por este Dios que oyrés cosa que os plega, é que la
memorial. La gente es ya pasada á la llana de parte nuestra no avrá tanta dificultad, ecepto
Nicastro y allí está hoy. Yo vine aquí en Tur- tres fortalezas que con poca gente se pueden
pia por dar recabdo á la armada de mar y re- sitiar y yo quedar libre para obrarme en otra

que ha de yr en Pulla y la que ha


partilla la parte si converná. Y quiero saber de vos, Se-
de quedar en estotra parte y para enviar las ñor, esto: si los franceses hallando el minero
galeas y barchas que son ydas por la Reyna de Capua y Ñapóles duro, como acá se dize,
de Ñapóles, como sus altezas lo mandaron. y considerando que acabado aquello se acabó
Van seys galeas y una carraca y dos barchas en todo, me requieren por ayuda ¿qué haré?
gruesas. Con ellas va Iñigo López de Ayala. Mi propósito es hasta acabar lo que deuo
Es la yda sobre aver certificado el Rey don con ayuda de Dios no dexarlo por otro. Avi-
Fadrique á Clauer que la quería dar, sy no sadme de lo que os paresce que lo deuo
que los electos y jentiles ombres jelo estor- ser (') y así lo seré, Señor. De lo más de lo de
uarian, mas quel lo haría sobre este funda- acá, questas fustas en los pasajes y reducío-
mento; van con requerimientos y otras ha- nes de pueblos, han tenido tanto que hacer
blas al propósito para que la den, y syno que que no nos deveys dar cargo.
tengan sitiada á Ñapóles por la mar y le ha- Mossen Clauer por una letra que de sus
gan la mas estrecha guerra que podrán. Lleua Altezas le envié, se vino, y aun porque sin
ordinacion Iñigo López de hazer saber á lo vergüenga y daño no pudiera estar allí. Hame
que va á mosse de Aubeni y á aquellos capi- ofrescído de parte del Rey que me dará la
tanes. Envíele una carta de sus altezas que gibdad para sus Altezas; y los mesinos de ("-')

para esto me enviaron. Yo le escreuí á y á


él la qibdad me han dicho que leuantarán las

todos los otros capitanes. Va bien instruto de banderas nuestras, ó que yo me interponga
satisfazerles en mucho y no dalles sospecha entreilos y franceses porque syentan alguna
en nada, y que á vos. Señor, os avise de lo mejoría. Digos verdad, que visto que ofresci-
que allí sucederá. Lleua más prouisíones para miento de un Reyno pocas veces se ofresce,
sacar todos los españoles de Capua y Ñapó- que la cosa es á término que al no podría ha-
les y doquier que estovieren. Va para satís- zer; y aunque de la potencia de nuestros ami-

fazelles en todo y ayudalles si lo avrán me- gos somos nosotros buena parte, y que sy la
nester, é sy la reyna le dieren, traella, de que otra vuelta se tomase, no se les haría el jue-
yo tengo poca esperanza. Yo me parto de go tan ligero; y considerando que quando
mañana jueues para el campo con ayuda de esta negociación se hizo, otra disposición se
Dios y lleuo toda la gente pagada y la vues- creya de de la que oy se siente, cierto
Italia

tra se paga otro mes; y luego me parto para me retoga madre y como en escrúpulo de
la

Cosencía el viernes con la gracia de Nuestro conciencia quiero que me satifagays. Mas
Señor. No creo que hallaré más resistencia acordándoseme del amor de la Reyna nuestra
que en lo pasado, sino en el castillo que me señora con Francia, tengome á lo que me es-
dizen que se ha fortificado y proueydo. De cribistes que siguiese y no curase de ofreci-
que seamos más cerca no dubdo que mude mientos; y así se ha fecho y hará; mas quien
(<) Sic.
(') Síc. (-) Sic: por vecinoí?.
XXII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
pregunta no hierra. De los franceses he sa- avreys mensajero. Preguntaisme, Señor, con
bido que han enviado un hijo del Conde de qué gente entré en el Reyno: somos CCXC
Capacha para reboltar las tierras que eran ombres darmas y CCC ginetes e quatro mili
de su padre y que algen sus banderas y son peones.
de nuestra parte. Nuestro Señor vuestra vida y casa guar-
El Principe de Melfa se quiso concertar de é prospere. De Turpia XXVII de Julio
con mose de Aubeni y es de la parte nues- de 1501 ('). A vuestro servicio, Gonzalo Fer-
tra. Pidiéndole la confirmación del Estado nandez.
respondióle que no podia ser, porquel Rey
de Francia lo tenia dado á Juan Jacobo de 8. Párrafos de carta de Juan de Conchillos á
Tiburgio, é así otras cosas desta calidad, los Reyes Católicos (Ñapóles 26 de Sep-
junto que me han dicho que tratan muy mal tiembre de 1501).
todos los espaiíoles que hallan. Ved qué de-
zís á esto, que va camino de ser yo un gran Muy altos y muy poderosos príncipes y
propheta. muy católicos señores: Ya ha ocho días que
^inbron vino, Señor, acá y yo querría y de- no he sabido nada de Gonzalo Fernandez,
seo más españoles; aunque sean más caros que como agora está lexos y los caminos es-
de los que traxe, no me pesa, pues sus Alte- tán peligrosos, vienen muy pocos de allá. La
zas los mandan pagar: querria que se cum- postrera nueva que del se ha sabido es que
número que mandan tener, y para lo
pliese el estaba á seis millas de Taranto, en que se
del Reyno no me penaría mucho no tenellos; cree ha mas de seis días está sobre él; y des-
mas para con vos. Señor, yo querría ordenar- pachado aquel con la ayuda de nuestro Señor,
me que ninguna cosa pueda venir que no me será todo allanado; porque algunas fuerzas
(halle) aper9ebido; pues no me puede hallar que hay en la Pulla y asimismo en tierra de
sin haverlo pensado, y os temía en merced. Otranto, no ha espera sino tomado Taranto
Señor, que sy puede darse camino á Qinbron darse todas, y estas son pocas.
para otros quinientos peones, me hareys mer- Tienen acá al dicho Gonzalo Fernandez en
ced, allende del servicio de sus Altezas, aun- tan buena fama del buen tratamiento que
que se tomen á cambio ay los dineros, pues face, así á los barones y caballeros como á
ay han de venir nuestros cambios; y no dubdo los pueblos, que ruegan aquí todos á Dios por
y no dubdo (*) que ya ay no sean, de lo qual la vida de V. AA., porque saben que procede
ay necesidad, porquesta gente ya pide lo que de su mandamiento. Tiene muy buena gente
han de aver, y no es sin razón, segund todo y muy adrezada; lo qual se sabe muy bien acá
les dura poco; y hágase así. Señor, como esto- todo. Luego que algo supiere de lo que ha
tra vez, que fue bien hecho; y no trayga colu- fecho, lo escribiré á V. AA.
nel de allá, si será posible, porque acá se le
dará, y si no se podiere escusar, sea buen 9. El Gran Capitán á los Reyes Católicos
hombre. Aquí es llegado el despensero ma-
yor: viene tesorero de estas provincias con
otros cargos de tenencias y capitanía. El es Muy altos, muy
(1501).

católicos é
«
muy poderosos
muy hombre de pro syn dubda, mas el cargo príncipes Rey é Reyna é señores: Bien creo
cierto es grande. Al presente no ay mas que vuestras altezas serán avisados de la muerte
dezir. Señor, syno que este correo he deteni- del maestre justicier Conde de Adorno, y que
do acá hasta podelle enviar con lo que ago- por muchos serán suplicados hagan merced
ra va. del oficio, e aun con ofrecimiento de grand
Suplicos le mandeys dar buen avíamiento, servicio, segund la costumbre deste reyno y
porque con scriuo á sus Altezas; y Torralua
él el caso lo requiere: e dequanto V, A. pueden

patrón desta fusta va á estar allá. Señor, y ser servidos por ello, también creo lo saben;
que venga quando le mandareys; y luego esta escusado es que yo alargue en esto, ni aun en
semana os haré otra desde Consengía pla- lo que diré, segund V. A. del todo pienso que
ziendo á Dios, y con todo lo que se ofrescerá sean bien informados. Mas por darles la re-

(*) Sic: repetido. (*) De mano del Gran Capitán.

I
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXIII

lacion cierta del ser de las personas en quien callos, elRey me mandó volver en Calabria,
esto cabría mejor al propósito de vuestro porque con mi absencía la mayor parte della

servicio. Porque en esto se (') querido mirar, se había rebelado... En este viage por gracia
aunque muchos mucho merezcan, de ninguno de nuestro Señor se reduzió toda la provin-
hallo mejor relación que de don Guilermo, ciade la Basilícáta, y se tomó todo el esta-
hijo del dicho Conde, y el Visorrey asi me lo do de Visiñano, sin dexarle una
del Príncipe

ha certificado;, y deste conozco en él tener almena; y lo más


del estado del Príncipe de
mayor contentamiento. E porque aquí me ha- Salerno, y todo lo de los Condes de Capa-
llo, he querido dar esta relación á V. A., aun- chía y Launa y de Melito y de otros barones
que sé que la pudiera escusar, segund las que desta casa de San Severino; y en breves días
de otros ternán. Remitome á aquello que será se reduzió todo lo de Calabria, que era alza-
más su servicio. Nuestro Seííor guarde y do; y desta causa ellos se concertaron con el
acreciente la vida e Real Estado de V. A. Rey y niosse de Aubeni, francés, que era Vi-
como por su real corazón es deseado. De Pa- rrey por el de Francia...
lermo á dos de Junio de 1501 (^). (Sigue á continuación una carta sin firma,
parte en claro, parte en cifra, en que se lee):

10. El Gran Capitán á los Reyes Católicos {^) «A los trece screbí á V. AA. del campo del
Gandelo, cómo los electos de Ñapóles habían
y capítulos de otra carta sin firma sobre la
entrada de éste en Ñapóles (1501). venido á tablar con el Duque de Terranova,
y que se platicaba de los capítulos, y que
Muy altos y muy poderosos Príncipes, Rey dentro dos días seríamos en Ñapóles con la
é Reina, nuestros Señores; Escusarme he de ayuda de Dios. Agora fago saber á V. AA.
culpa con AA. por no haberles escrito
V. cómo con la ayuda de Dios, hoy que son XVI
tanto tiempo, seria más culparme; y por esto del presente, el Duque de Terranova, en
suplico á V. AA. me perdonen, pues mi inten- nombre de V. AA., es entrado en la cibdad
ción no erró, que ha sido en esta jornada ser- de Ñapóles, la cual con la mayor voluntad
viros mucho y enviaros poco; recontando los del mundo se ha reducido á V. AA. Fueron
trabajos que en guerrear los contrarios y su- muchos gentiles hombres antes de acabar
friendo esta gente de V. AA. he sostenido, y los capítulos al campo á visitar al Duque; y
dalles importunidad con demandas hasta dar- alcamino se salieron á recibir quantos había
les cuenta de la cumplida victoria, que no era en Ñapóles, y los electos le sacaron las lla-
en duda, por la gracia de nuestro Señor, juz- ves de la cibdad y gelas dieron; las cuales
gando por razón cuánto más era lo hecho el Duque recibió y les tomó con mucha vo-
que lo por hacer, y los que éramos y eran luntad. Y así entró en cibdad acompañado
la

cuando lo comenzamos, y los que somos y de todos, y fizo la vuelta que se suele por
quedaban en lo que restaba por acabar. Y todos los seges.
porque de las cosas pasadas V. AA. eran in- »Falló la cibdad con todas las ventanas
formados del Virrey de Sicilia y de los emba- llenas de alhombras y paños, y mugeres; y
xadores de Roma y Ñapóles, á quien yo daba todas las calles y plazas llenas de hombres
aviso de las cosas que V. AA. debían saber, en tanta quantidad ques cosa de espanto la
así de lo hecho en Calabria, reduciéndola dos población y gente que parecía, y la amor y
veces á la obediencia del Rey Don Fernando, afición y alegría que grandes y chicos mos-
y así de lo que pasó, yendonos á ayuntar con traban gritando «¡España! ¡España!», y llo-
él, y de lo que se hizo en el cerco de la Tela, rando muchos de alegría, y dando gracias á
con lo cual se había acabado la guerra deste Dios por sacarlos de cautiverio; era cosa
reino. En pena desta soberbia V. AA. tienen despanto. Y así fue el Duque á facer oración
causa de ser de mí mal contentos, y la guerra á la iglesia; y de allí fue acompañado á su
será por quanto V. AA. querrán. Cuando de posada. De forma que pues á Dios ha piad-
Átela partimos con los franceses para embar- do reintegrar á V. AA. desta ciudad y reino,
como espero en Dios serán presto, es razón
{^) Sic. Falta al parecer la palabra «ha». que cuando no fuese por el interese y con-
(2)Tiene coitada la firma. servación de las cosas propias, por solo sa-
(3)Está entre cartas sin fecha; parte en claro y parte
en cifra —Original. tisfacer el amor y afición que los desta cíb-
XXIV CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
dad han mostrado y muestran á V, AA. que darmas y de caballo y los alemanes la vía de
los amparen y defiendan. Plega á nuestro Sessa hacía los franceses con el Duque de
Señor que por muchos años é jus perpetuo Termes, y con orden de se detener allí fasta
gocen V. AA. deste reino como desean y así que el Duque fuese; y el dicho Duque traxo
les faga buena pro. Y luego dende á una hora consigo aquí á Ñapóles todos los peones es-
que!Duque fue allegado á su posada, cabal- pañoles.
gamos él é yo con seis ó siete otros, y fui- »Face cuenta el Duque de estar aquí seis
mos á ver la disposición del castillo y lo que ó ocho días para proveer en lo del cerco del
convenia facer para el cerco; y así se ordenó cosas de la cibdad de Ñapó-
castillo y otras
de empezar de facer ciertas trincheas para les,y en haber dinero para la gente, y em-
pasar á las estancias que se han de facer, las pues dexar aquí los dichos mil y quinientos ó
cuales se empezarán de facer esta noche, y dos mil peones para el cerco, y con él á Pe-
mañana se habrán los gastadores que son dro Navarro y otros capitanes, y con el resto
menester para continuar y apretar el castillo; de nuestros peones irse hacia la otra gente
en el qual por lo que se entiende, dicen hay y los franceses.
en el castillo Nuevo quinientos ó seiscientos »La provisión de artillería que se ha fecho
hombres, y no tanta artillería como seria me- y face cuenta de facer para estos cercos es
nester. De vituallas dicen están bien. Espero que agora solo traxímos con nosotros la ar-
en Dios que presto lo habrán V. AA porque
;
tilleríaque tomamos á los franceses el día
aunque hayan puesto en alguna defensa la de que es dos cañones y una cule-
la batalla,
obra nueva que se fizo en la ciutadela del brina y ocho falconetes. Habemos enviado á
castillo, no falta dispusicion para apretarle y la Cerínola por la artillería que trayamos
haberlo muy presto con ayuda de Dios, y así nosotros, que dexamos ahí; que es cuatro
plega á él cumplirlo. cañones y diez girifaltes; é así facemos cuen-
»Los franceses que quedaron con ciento ta que para este castillo pornemos los dos
treinta lanzas, que dicen les vinieron, é cier- cañones y culebrinas que tenemos aquí, y
tos peones que el rey de Francia tenia con tres cañones y una culebrina que tiene el
Valentines están al Garillano, que poco más Marqués del Gasto en Iscla, y los cuatro ca-
ó menos segund lo que se dice, serán tre- ñones que facemos venir de la Cerínola, que
cientas lanzas y dos mil peones, á las espal- será por todo nueve cañones y dos culebri-
das dellos en Capua; y en lo de Sessa están nas y diez gerifaltos y ocho falconetes; y mas
cuatrocientos de caballo nuestros, y aprie- ha proveído el Duque que traigan por mar
tanlos y acabarán de echar del reino. Y por de Taranto seis ó siete cañones para el cer-
no traer á esta cibdad más gente de la que co de Gayeta, á fin que á un mismo tiempo,
es menester para el cerco del castillo, el Du- si ser podrá, se ponga cerco en los castillos

que acordó deste último campo que tuvimos de aquí y de Gayeta.


al Gandelo de enviar toda la gente darmas y »Otrosí: ha habido el Duque cartas de Ca-
peones, salvo mil y quinientos ó dos mil peo- labria; y por lo que se entiende, parece que

nes, que quiere dexar para el cerco deste no fue verdad que fuese preso mosse de
castillo. Y estando sobre este propósito, la Aubeni en la batalla de Calabria. Es verdad
noche antes los peones españoles, usando de que lo tienen cercado en un castillo que se
su costumbre, empezaron de gridar por el dice la Roca de Angíto, y esperaban de ha-
campo «Paga! Paga!»; y anduvieron amoti- berlo presto. La gente de V. AA. de Calabria
nándose para no ir adelante, como al Duque está en mucha desorden y discorde entre
y á todos parecía, con decir que el Duque ellos por la muerte de Puertocarrero, que-
les prometió de pagar en Ñapóles y que el riendo ser cada uno el capitán, y no tener
Duque se quedaba en Ñapóles y enviaba á por bien ser gobernados los unos de los
ellos adelante por despedirlos y no pagarlos, otros. Roban las tierras y facen tantos des-

y que no querían ir sino donde el Duque fue- órdenes que allende del daño y desfacion de
se. De forma que fue forzado por evitar su los pueblos, facen aborrecer á V. AA. El Du-
desverguenzamiento y mayor inconveniente que trabaja de facerlos venir á juntar con él,
decir el Duque quería que viniesen con él á á fin de evitar los desórdenes é inconvenien-
Ñapóles; y así envió el Duque toda la gente tes que sus malas obras procuran y poderse
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXV
ayudar dellos para el cerco destos castillos esta materia ni otras pudiésemos venir en al-

de Ñápeles y Gayeta y seguir los franceses guna diferencia con vos, nos vos rogamos que
fasta echarlos del reino, dexando en Calabria para apuntar esta materia y fazer las dichas
alguna gente para acabar y recobrar lo de particiones, segund los tratados é artículos
allá, y en esto se da priesa...» concluidos é acordados entre vos é nos, los
quales de nuestra parte queremos entretener

//. El Gran Capitán al Secretario del Rey Ca- y guardar de punto en punto, segund su for-
tólico, Miguel Pérez de Almazán (1501).
ma y tenor, voz querays enviar una ó dos
personas de autoridad, sabios y bien instru-
Muy magnífico Señor: lohanelo de Raymo, ios,que vayan al dicho realme; y de nuestra
gentilhombre napolitano, segund la informa- parte enviamos asimismo otros, los quales
ción tengo, fue servidor del Rey Don Fernan- apuntarán é concluirán juntamente las dichas
do, primero siendo Duque de Calabria é diferencias; de suerte y manera que después
después cuando fue Rey fasta que murió; y no haya en esto más debate ni quistion; ro-
en remuneración de sus servicios le hizo gra- gandovos que nos queráis avertir del tiempo
cia del oficio de credengero de los fundicos e que los enviareys, á fin que nos enviemos
aduana de la provincia de Abrugo con treinta otros, como dicho es... Escrita en Blays
y seis ongas de provisión cada año, por los á XVIII de Enero de quinientos y dos años.
cinco fundicos que son en la dicha provincia. Vuestro bueno y leal hermano, Loys.
El cual dicho Juanelo tuvo é poseyó este ofi-
cio todo el tiempo de su vida fasta que agora 13. El Gran Capitán á los Reyes Católicos.
murió, dexando muchos hijos é hijas, que no {La Tela, /.o de Mayo de 1502) (').
tenia otra cosa de qué los sostener; y porque
en el tiempo que yo conoscí á este Juanelo fue Ya escrebí que el Duque Don Fernando es-
buen servidor del Rey nuestro Señor, yo es- taba en deseo de remitirse á V. AA. é por
cribo á S. A. suplicándole quiera facer merced intervención del Conde y algunos que esta-
deste oficio á sus hijos, con que puedan casar ban cerca de él mudó propósito; visto cuánto
las hijas y ellos sostenerse. Suplico, señor, importa á vuestro servicio que esto no salga
los hayáis recomendados y les queráis favo- de vuestra cuenta y lo mucho que pesa á
rescer é ayudar de manera que hayan buen franceses y lo que procuran estorbarlo, Mal-
enderezo; que lo que en ello se hiciere, yo lo ferite y yo nos metimos á tratar con él y fa-
rescibiré por merced. Nuestro Señor vuestra cerle partido de los veinte mil ducados que
muy magnífica persona y estado guarde y V. AA. mandarán; de aquí sobimos á los vein-
prospere. De Ñapóles XVI de. (No sigue . ticinco mil, y él se puso en que fuesen trein-
más). A
vuestro servicio, Gonzalo Hernández, ta, los cuales yo le concedí, más por dete-
duque de Terranova. nerle que por dárselos y se tomar lugar de
consultar á V. AA., quedando el complimiento
12. El Rey de Francia á los Reyes Católicos (') remitido á la voluntad de V. AA., si lo ovie-
(1502). sen por bien, y por esperar consulta y nueva,
de otra manera se le otorgaban, pues se dete-
Muy altos e muy excelentes y muy podero- nia hasta conocer más de las cosas y del tiem-
sos Príncipe y Princesa, nuestros muy caros po y el cumplir quedaba á la voluntad de
y muy amados hermanos, primo y prima y V. AA. Por buen respeto me creo no haber ca-
aliados: Nos habemos sido avisados que hay bido en ello; pareció á algunos no ser aquello
alguna diferencia entre Gonzalo Fernandez, bien fecho: querían que se disparase y que el
vuestro lugarteniente en vuestros ducados Duque se dexase andar. Considerando yo por
de Apulla y Calabria, y nuestro primo el Du- loque sé deste reino y del ansia de franceses
que de Nemos, también nuestro lugarteniente por llevar á este mozo, no di lugar á aquello;
y visorrey en nuestro reino de Ñapóles, por mas por buena manera entretuve al Duque á
razón de la petición de entre vos y nos, Y su placer por doce días que no se partiese, y
porque nos desplazeria á maravilla que por en tanto recebimos estas postreras letras

(M Copia de la traducción; es de la época. Se refiere


al tratado de partición del reino de Ñapóles. (') En cifra, menos algunas palabras an claro.
XXVI CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
de V. AA., en que mandan se cobre éste para justamente les pertenece; que para lo que se
vuestro servicio. Y así por esto como porque pudiere ofrecer, la quedada del Duque digo
más claramente se ha conocido la mala vo- que es necesaria en nuestro poder, é yo asi
luntad destos franceses de venir en rompi- la entiendo sostener é porfiar cuanto podré
miento, que yo creo que no se podrá escusar, fasta ver mandamiento en contrario de V. AA.
á todos y más á quien antes lo estorbaba, ha El Virrey de Ñapóles envió aquí uno de
parecido que se debe de evitar y no dexarle Don Fadrique con cartas á su fijo, y enviaba
ir en ninguna manera, é sin atrevernos á lo un Rey darmas suyo con él para preguntar al
que le era prometido en los capítulos de Ta- Duque si estaba preso ó de su voluntad, y
ranto no se pudiera facer de otra manera, llevábale ciertas cartas secretas contra nues-
pues la primera éramos más de como agora tro propósito. Yo lo entretuve aquí algún dia,
se hace, que cuesta más como agora suena. y buenamente le desvié del camino y lo hice
Mas en esto no están V. AA., que asila renta retornar al Virrey, á quien escribi que el Du-
como lo del Estado yo lo reduciré á mejor que de su voluntad era acordado en el ser-
conveniencia y aun la voluntad. Otorgóse vicio de V. AA. que no convenia la ida de
esto por gozar deste tiempo, más que por aquel suyo. Halo agraviado mucho, é desto
creerse que esto habrá efecto; porque su pa- me dicen que face grand querella; mas es por
dre por ninguna manera aprobará su que- lo mucho que les pesa de la quedada deste,
dada, aunque la quiera; porque el Rey de porque dicen que ni rennnciacion que Don
Francia hace instancia sobre ello, y estos Fadrique haga ni contrariedad que con él nos
franceses que en este reino son, ya dicen des- pudieran facer, no vale nada. E dicen verdad.
truirán á don Fadrique, si este su fijo allá no Por todas las vias que pudieren trabajan de
va; porque es trama suya que no yendo, ja- haberlo, fasta contratar con él que se fuya,
más se fiarán del ni terna crédito con ellos, que agora entienden en esto: no me creo le^J
ni habrá partido de los que agora tratan, que aprovechará. ^^H
es, según afirman así franceses como italia- La Duquesa de Milán vino de Iscla en (')^^
nos, que el Rey de Francia recibe de Don que por ninguna cosa del mundo quiso ir en
Fadrique docientos mili ducados en esta ma- Sicilia, antes se quería volver ¡en Iscla. Yo,
nera: los cient mili ducados en contante, antes visto que era buena para V. AA. tal prenda,
que parta de Francia, y los cient mili ducados que para el reino, cierto, importa y crédito
para la paga de la gente que terna en este con esta nación, porque no creyera que iba
reino; y el Rey de Francia se retiene Gaeta é sino presa, ó que no les facía el tratamiento
Castilnovo, y ha de haber cada año del Rey qne la intención de V. AA. era que se le haga,
Don Fadrique cient mil ducados; y que los que porque no haciéndose bien con ella, era
Estados que pretienden los señores franceses dar tal exemplo al Duque que lo hiciera mu-
en este reino los hayan é tengan, y que desta dar de propósito, yo no la forcé en la ida de
parte de V. AA. le hace gracia. Sicilia; más antes por no tenerla en... (2)

En esta venida de Don Fadrique en este apartada, donde era agora... ove por mejor
reino han insistido mosse de Aubeni é mosse que se veniese á Barí, que es cosa flaca y en
d' Alegre; el Duque de Nemos y el balio é medio de la provincia; y le di el castillo en
micer Julio e Micael Rizo les han desviado que posase, porque es cosa llana, y satisfacer
por su propio interese. Agora después que á la parte suya y del Duque y aquietar la opi-
nos juntamos y no nos hallan para facer de nión en que eran ya todos, que V. AA. los
nosotros lo que quieren, soy certificado que quedan recibir para tratarlos mal y apartar-
todos juntos han despachado dos estafetas los; que al presente por muchos respetos no

en concordia, para que el Rey de Francia se convenia á vuestro servicio. La Duquesa se


concierte con Don Fadrique é lo envié en ha satisfecho tanto, que ella misma face con
este reino; porque sin él no 'piensan poderse el Duque que esté seguro en vuestro propó-

sostener en él, é con su venida piensan que lo sito, y ha acabado más que todos en esta... (?)

llevarán todo en daño y vergüenza de V. AA. y en su estada. Asi no crean V. AA. que hay
Yo me creo con ayuda de Dios que prove- inconveniente agora que sea bien recibid
yéndose estas cosas que yo escribo á V. AA.,
(') Borrado.
lo cobrarán todo con daño dellos, como más (2) ídem.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXVII

por otra buena manera se podrá negociar su paga, qne ha de ser á su cargo hasta que
ida en Sicilia ó donde V. AA. querrán; si la V. AA. provean; pues mosen Luis conviene
determinan, mándenmelo, que serán servidos, que vaya á Qaragoga, é más cuanto más esta
que bien se prodrá encaminar como querrán. salida del Turco se afirma, y pareceme que
Cuando se capituló con el Duque su salida pagar lo de la mar se le hace grave; mas por
de Taranto, se acordó que en el castillo della lo mucho que desea servir á V. AA. lo hará,

estuviese su alcaide y dos rehenes que yo hasta que manden proveer. Por estas nove-
diese hasta que el Duque fuese fuera de sus dades de franceses yo doy prieáa que el ar-
provincias; y asi quedó con quince hombres mada se ponga en la mejor orden que será
sin ningún bastimento ni cosa que le pudiese posible, y envío la que estaba en Taranto á
sostener una hora; é yo dexé en el castillo á Mecina, para juntarse todas las naos que allí
Don Diego de Arellano y á Diego Hernández, han dado carena; é las que están sobre Lipar
mi sobrino, á nombre de rehenes con XXV para que á la hora si conviene rompiéramos,
hombres y estos señores en la fortaleza lo que Dios no quiera, toda el armada vaya

cuanto convenia para estar ya seguro della' sobre Ñapóles, porque tengo inteligencias
como de lllora, y asi quedó cuando della partí] con gran número de personas que á la hora
El despensero mayor quedó alli por su in- que el armada allí irá con alguna fuerza, ó yo
disposición, é porque él quisiera pasar de por tierra, la ciudad será de V. AA. Espero
aposar al castillo ó mostrar que acababa de en Dios que con poca fatiga. Mi llegar (ó lle-
tomar á Taranto, publicó que aquello queda- gada) por tierra se trabajará con ayuda de
ba peligroso y mal proveído y asi desto, lo Dios, más por lo que más ligero parece la
que no podrá probar. Yo soy obligado á da- llegada del armada se da priesa en enviarla á
ros cuenta de aquello: si mala os la diere Mesina Hay pocas personas de poner en
desta causa, mi vida y honra os es obligado. ella, pues aunque Lazcano es buen hombre

Con ayuda de Dios trabajaré de sacarla con para cuando yo estoy en ella, mas para lexos
bien deste inconveniente. A V. AA. suplico de mí y en tal jornada y caso más persona
piensen en esto de mi lo que deben de perso- conviene. V. AA. deben enviar alguna que
na que desea darles buena cuenta en efecto sea más de buen marinero para todo lo que
y no por vanidad ni mi interese propio. Asi se podrá ofrecer en tal caso, y presto; por-
me han dicho que ha escrito el despensero que en yendo á esta rotura, en diversas par-
mayor, que en lo de la gente hay general des- tes se ha de romper é proveer con personas
orden con los pueblos. Como esto yo dexé que yo como uno, aunque visite á todo, he de
proveído es: en las villas aposentados los ca- estar en lo más, son menester personas; que
pitanes, de manera que los soldados no pue- aunque V. AA. tienen acá mucha gente, no
dan forzar á los pueblos con todas las capi- tienen muchos hombres; para estos son ne-
tanías; alguaciles destos caballeros allende cesarios algunos hombres para encargar; por-
de los capitanes, para que tengan en justicia que lo de Taranto no era acabado, que en
los unos con los otros y escusen escándalos. Manfredonia rogué á Don Diego de Mendoza
Porque, cierto, estos peones no son santos; fuese á estar en aquello, é hízolo cierto bien
é para que si hobiere yerro, que haya cas- é trabajó en ello lo posible; y porque des-
tigo. No dudo se diga algo más desto y se pués cargó toda lagente francesa en la pro-
permita que acaezca algo, porque no dexé vincia y confines en los lugares que ellos te-
poder para determinar en todas las causas, nían, que yo envié más gente y escrebí á Don
porque la clima desta tierra enleva los hom- Diego que aquella se estendiese en las tie-
bres, y alguna vez nos saca de conocernos. rras que teníamos. Recibió desto alguna con-
Y este poder yo no lo di por buen respeto, goxa é quisiera que yo fuera á obrar lo que
segund más largo escribo á Almazan. Ya he él podia; é yo cierto aquello deseaba, mas
escrito á V. AA. la condición del Veedor, é por concluir la cosa del Duque y asentar lo
no dudo que de otrie á quien más crédito de Taranto y proveer lo desta venida á la
tengan sean informados. Hoy he recibido junta, asi lo dejé... que se habia de mostrar
otras cartas de Taranto por do V. AA. verán cómo alguna fuerza se había de traer y dexar
si deben mandar proveer. la gente en sosiego, que toda estaba alboro-
Al despensero mayor he escrito lo de la tada porque no habia una blanca con que de-
XXVIII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
xarla ni moverla para cosa de lo que se ha- metieron en una torre, tan cerca que el arti-
bla de fazer; y los franceses no venían para llería de la tierra los defendía. La torre se

romper ni más de aposentarse, y desto tenia combatió tan bien que los tomaron por fuer-
certinidad, así de su propósito como de nues- za y todos fueron muertos. Gloria sea á Dios;
tra fuerza, que ellos eran en la provincia do- las cosas son á tal término que espero en él
cientas y cincuenta lanzas, y de V. AA. habia que V. A. habrán entera victoria é más presto
seiscientos y dos mili peones; y no habia más de lo que allá se cree ni de aquí se escribe.
porque no habia donde cupiesen. Estuve en Por otras he escrito como Sant Vicente y
Taranto algunos dias, D. Diego queriendo Otaviano Coluna había enviado á Alemana
que salir ficiese á lo que él no compila, ó cre- por dos ó tres mil alemanes con doze mil du-
yendo que la rotura fuera á la hora, daba cados para moverlos. Ayer que fueron XX del
priesa en mi ida, que como por las causas di- presente se ha ávido letra dellos cómo traen
chas me detuve, me envió á decir que habia los dos mil alemanes con voluntad del Empe-
escrito á V. AA. que á mi causa se perdia rador, aunque con gran trabajo los han con-
aquella provincia; que pues lo dice, creo debe duzido; y que eran arribados á Lesina, que
ser cierto. Porque del todo V. AA. se infor- es CXX millas de aquí en Esclavonia; e que
men, doy esta cuenta, que creia yo que aque- traían necesidad de vituallas; é que ya pedían
llo estarla bien proveído para la persona de dinero, porque al mes que fueron pagados,
mose d' Alegre la de Don Diego, con la del se les era pasado en mar, que con tiempos
Prior de Mecina y el Comendador de Trebe- contrarios no habían podido complir el viaje;

jo é IñigoLópez é mosen Peñalosa é Pedro e porque vepian en navios pequeños, no se


de Paz con otros muchos hombres; é los osaban engolfar sino con tiempo fecho. E cre-
franceses docientos e cincuenta hombres de yendo esto, quando por letra de mercaderes
armas sin peones, y de V. AA. eran allí qui- entendí que venían cierto, había enviado tres
nientos hombres darnias é cient ginetes e naos buenas para traerlos. Envío agora otras
dos mil peones con buenos capitanes seña- con vituallas y dos mil ducados, porque el
lados... viaje no se pierda por poco; y con ayuda de
Dios cada hora los espero. Confío en su mer-
14. El Gran Capitán á los Reyes Católicos ced é nuestra justa querella que V. A. con
(1503) (').
poco trabajo habrán grand Vitoria.
OBeso sus reales manos; por duda desta
Muy altos, muy catholicos e muy podero- no dexen de estar en esto como deben y con-
sos Príncipes, Rey e Reyna e Señores: Lo que viene á su servicio y reputación; pero yo
más ha sucedido que vuestras Altezas deben pienso cumplir tan bien lo que vuestras alte-
de saber es que el Visorrey francés ha jun- zas me mandan, que por lo que tocará á mi,
tado en Canosa toda la gente suya e allí se confío en nuestro Señor no dexarán de ser
fortifica; e á los doze de Marzo cincuenta de tan bien servidos en esta jornada como en
caballo franceses venieron á correr en térmi- las otras pocas cosas que se han mostrado
no de Barleta, é levaban algunas vacas. Sali- servidos de mí. Digo esto por lo que me han
mos al rebato y ante las puertas de Canosa dicho que muchos por no hallarme conforme
los alcanzaron algunos ginetes y les tomaron á sus presunciones y otros con sus acciden-
la presa; é prendieron ciertos de los que la tes fablan en lo que nunca se vieron ni se
llevaban, y algunos de los que de la villa sa- obraron; ni cuando el caso lo requiere se ha-
lieron á socorrerlos. llan en principio, ni se ven fasta el fin de las
Alos trece cupo á Don Diego de Mendoza cosas; é quieren más parte dellas de las que
la guarda de nuestros erbajeros que iban les conviene; porque suplico á vuestras alte-
muy cerca de Bisella, donde salieron cincuen- zas que en el cabo del fecho pongan el punto,
ta de caballo con setenta peones á dar en pues Dios me da vida de la pena ó gloria. Y
los sacomanos. Fueron así bien socorridos á vuestras altezas estado, que no querría
del; que los de caballo se encerraron en la perder, según la salida de aquellos podrán
villa, é los peones, porque fueron atajados se desto todo disponer. La paz de Venecianos y

(') Original, escrita parte en claro y parte en cifra,


con descifrado á continuación. (1) En cifra lo que sigue.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXIX

el Turco es fecha; restituyenle á Venecianos mentó poder que envié á vra. md. aquí á
del
las islas de la Chafalonia e Santa Maura, e LOmellinis, que también gele embiarán. Quedo
danle cada año de tributo doce mil ducados; á su mandado. De Ñapóles á XXII de mayo
y de la Velona tengo aviso, y por vía de Ra- de 1503.— Es copia de otra; y hanse dado dos
goga se confirma, que el Turco arma muchas instrumentos del poder aquí á Lomelini, que
galeas y fustas y que amenaza á Sicilia, Nues- se envían por diversas vías y un otro ya en-
tro Señor la vida y reales personas y estado vié ayer á vra. md.-Al servicio de v. m.,
de vuestras altezas guarde y acreciente bien Francisco Sánchez.— (En el sobreescrito): «Al
aventuradamente (')• De Barleta XXIX de muy noble y magnifico señor Don Francisco
Marzo. «De V. A. umil siervo que sus reales de Rojas, embaxador del Rey y Reyna de
pies y manos besa.— Gonzalo Fernandez, Du- Spañ^ n. s. en Roma»,
que de Terranova».
16. El despensero mayor y tesorero general
15. Francisco Sánchez, despensero mayor y Francisco Sánchez al Embajador en Roma
tesorero general del Reino de Ñapóles, al D. Francisco de Rojas (Ñapóles, 3 de Ju-
Embajador D. Francisco de Rojas sobre nio de 1503).
cambios de moneda y remesas de dinero
(Ñapóles, 22 de Mayo de 1503). Muy noble y magnifico Señor. Tan cumpli-
damente y tantas veces replicadas cartas he
Muy noble y muy magnífico Señor: Por otra scripto á vra. md. de las cosas de aqua y res-
fecha este día screuí á vra. md. todo lo que pondido á las suyas que con esta solo res-
cumplía y respondí á sus cartas y le envié ponderé á la junta de su carta ques dada á
poder para recebir los XXX mil ducados de XXIII de Mayo, no habiendo cosa de que es-
Lomellini y Grimaldi, según lo pedió; y por- creuille de nuevo que importe. Téngole en

que el señor Gran Capitán ha acordado en mucha merced la carta (que) membió tenia
toda manera sacar luego sta gente de aquí, y del señor thesorero de XXV de abril de Bar-
no se podía atender hasta venir el dinero, ha celona, que mucho me alegró, e yo no la ten-
seydo necesario buscar entre estos mercade- go ninguna tan fresca.
res quien diese dinero aquí y le tomase allá. Quedo avisado de los VI mil ducados (que)
Y porque esta ciudad sta muy falta de dinero scriue vra. md. el señor Lorengo Suares le
á causa de la guerra, el mejor partido que se había scripto se hauian dado en Venecía para
ha podido hallar ha seydo con Lomellin, que cumplir la parte de los cambios sobre la deu-
nos ha dado XII mil ducados de horo de cá- da de las péñoras, que mucho me ha conten-
mara á cambio de onze carlines y medio por tado y quisiera Dios se quedaran los otros
ducado desta moneda, por otros XII mil du- porque aqua no nos viniesen aquexando los
cados de oro de cámara, que allá ha de pa- mercaderes que en Pulla nos valieron, como
gar vra. md. á Francisco Lomellini et conipa- nos aquexan. En Manfredonia se hallará pro-
nyos, según verá por mis letras de cambio, visto del traer de los III mil llegando según
la una de XIII mil ducados, la otra de IIII mil vra. md. auisa. El poder para cobrar los XXX
deste día. Mandará vra. md. pagarlos y el mil ducados habreys ya señor recebido, que
resto hasta los XXX mil ducados, que son en quatro instrumentos fue dentro tres días
XVIII mil ducados, hará diligencia de reme- y con diversos lleuadores de que ove vues-
terlos acá con la más auantaja y despensa tro aviso.
que pudiera, porque ya vehe la necessidad Gaspar de la Caualleria queda mucho enco-
grande ay; y acá no fallamos entre estos mer- mendado y débelo ser á todos con sus mu-
caderes dinero para poder tomar mas, por- chos y asiduos buenos servicios, y tiene ra-
que los mismos mercaderes buscan dineros á zón vra. md, screuir del, ques tal persona
cambio y los tomarían á este precio para sus que yo deseo se haga alguna releuada mer-
le

necesidades, si los aliaban; pero vos, señor, ced, y vuelvo. Señor, vuestras encomiendas
trobareys allá millor disposición de enviarlos á mí suplicación que le quiera haber por muy
sin danío de la Corte. Yo he dado un instru- encomendado, ques cierto servidor de con-
seruar y de experiencia de pocos.
(M Sigue en claro. Lo entrcconiado de mano del Gran
Capitán. Por los despanoches y de lomelines aquí
XXX CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
haré quanto bien pueda, según vra. md. man- Roma, quinientos y doce ducados de oro y un
da, que los hallo asaz promptos y de buena tercio de lo que se le debe por cierta quan-
voluntad en estas ocurrencias. Hay en sacar tia que entró en la Corte de las rentas de su
dinero gran fatiga, y el que se halla con to- stado; y XXX mil DC y XXXV ducados y un
das industrias es poco, y hasta tener las ren- octavo largos por la valor de XXXI y D du-
tas del Reyno, que se cojan enteramente y cados de Camera en diversos cambios reme-
sin recelos de guerra, es bien menester ven- tyo al señor Lorengo Suares, embaxador de
ga de fuera lo mas de lo que cumple para sus Altezas en Venecia, donde se han envia-
tantos pagamientos. No hay otro que dezir do y cumplido por diuersos modos.
salvo que la gente de pie ya ha salido de aquí, ítem mas, que recebí del dicho señor don
la más que habia de yr para juntarse ccyi los Francisco de Rojas treinta mil ducados de
nuestros en tal Garllano. El Señor Gran Ca- oro de Cámara de dos letras de cambio de la
pitán partirá presto. En la expugnación de Corte de España: la una de XXVIIl mil y D
los castillos se da la prisa que se puede. Ya ducados de oro de cámara de Benedicto Pi-
están para combatir la cibdadela, que spero nello y Martino Centurión hecha en Alcalá de
en nuestro Señor la tomarán y con esto stará Henares á XVIII de Abril próximo pasado,
el Castelnouo en vigilia de su perdimiento. dirigida á Ambrosio y Lázaro de Grimaldi y
Nuestro Señor nos dé en todo cumplida vic- compañía en Roma á pagarse á mi ó á mi pro-
toria y la vida y deseos de vra. md. prospere. curador: los cuales he hobido por diuersos
De Ñapóles á 111 de Junio 1503. cambios de Ñapóles á Roma, y son por todo
(Sigue una larga postdata de mano del des- estas quantias sexenta y dos mil ducados de
pensero Sánchez contestando á otra carta oro de camera, de los quales soy contento y
de Rojas relativa á envió de varias cantida- pagado del dicho señor don Francisco de Ro-
des para gastos de guerra). Servidor de v. m., jas; y por su cautela y certenidad de la Corte
Francisco Sánchez. de sus Altezas hize conocimiento y quitanza
firmada de mi nombre y sellada de mí sello
17. Quitanzas del despensero mayor Francisco segund es acostumbrado. Data en Ñapóles
Sánchez, de cantidades recibidas del Emba- á XVI de Julio de 1503 años.— Francisco Sán-
jador Francisco de Rojas (Ñapóles, 16 de chez.— {Hay un sello).
Julio de 1503)
18. Los Reyes Católicos, á Rojas, su embaja-
Francisco Sánchez, despensero mayor y dor en Roma, sobre la muerte del Papa Ale-
thesorero general del Rey y Reyna de Spaña jandro VI y elección de su sucesor (Barcelo-
nuestros señores en este reyno de Sicilia y na, 13 de Septiembre de 1503).
de Hyerusalen y de sus exércitos de mar y
tierra etc. Por tenor de la presente quitanza Por cartas de Genova de 25 de Agosto es-
conozco y otorgo que recebí de sus Alte- criben que el Papa murió á los 18 de Agosto

zas y por ellas del señor D. Francisco de Ro- á las 22 horas e que el Duque de Valenty-
jas, su embaxador agora existente en Roma, nes (*) estaba en el castillo de Santangelo e
treynta y dos mil ducados de oro de cámara tenia en Roma e cerca de ella su gente dar-
de dos cartas de. cambio de la Corte despaña, mas y de que se habia declarado por
pié, e
la una de veinte mil ducados de cámara de nos e habia escrito a Gonzalo Hernández (^)
Benedicto Pinello y Martino Centurione, he- que le envíase a los Coluneses con parte de
cha en Madrid á XIllI de Enero deste pre- nuestra gente para que se juntasen con él, e
sente año, dirigida á Francisco Lomelin e com- que habia enviado los contrasynos de sus
pañeros en Roma. La otra de XII mil ducados fortalezas y tierras de los Coluneses é gelas
de oro de cámara de Pantaleon y Agustino habia hecho entregar, é que habia fecho ho-
Italiani hecha en Madrid á XIII del mismo menage al Colegio de los Cardenales é á la
mes, dirigida á Ambrosio y Lázaro de Grinial- Iglesia, é otro tanto el castellano de Santan-
dis e compañeros en Roma á pagarse á mí ó gelo trabajaba de tener la plaga segura para
á mi procurador. De los quales el dicho señor que el Colegio de los Cardenales pudiese fa-
don Francisco de Rojas pagó á la señora doña
(') César Borgia.
Sancha de Aragón, princessa de Squilache, en (-) El Gran Capitán.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXXI

zer liberamente como acostumbran la elec- e ayudad á sostener el sumo Pontífice que
ción de nuevo Sumo Pontífice; y que iba gen- fuere criado, poniendo para ello todo lo nues-
te darmas y de pié del Rey de Francia la via tro e de nuestros amigos. E si por aventura
de Roma para estorbar qne la elección de los franceses ovieren tenido ó tovieren tanta

nuevo Pontífice no se ficiese libremente, an- pujanga en Roma que de fecho e contra dere-
tes se ficiese fuera de orden á voluntad del cho por fuerga y con temor ovieren fecho ele-
Rey de Francia. Por ende si cuando (esta) re- gir sumo Pontífice, en tal caso procurareys
cibiéredes, la elección de nuevo Pontífice fue- que los Cardenales que por temor y por
re fecha bien e canónicamente, no hay que fuerza habrán dado su voto para ello, lo con-
decir; pero si no fuere fecha, trabajad quanto fiesen así, e trabajareys que sean puestos en
al mundo pudieredes porque en esta elección su libertad e en lugar seguro, para que nue-
sigan el camino derecho para elegir persona vamente fagan elección de Sumo Pontífice,
de que Nuestro Señor sea servido e qual según Dios e como en los santos cánones
conviene para bien regir e gobernar su ygle- está ordenado; e para cualquier de los casos
sia e para resistir á los infieles, é procurareys susodichos convocareys las comunidades de
elbien y paz de toda la christiandad. E para Italia que se pudieren haber y trabajareys

esto si el Duque de Valentynes se ha decla- que se junten con vos y vos con ellos todos
rado por nos, primeramente gelo agradeced los Embaxadores de los Príncipes y potenta-
mucho de nuestra parte por todas maneras e dos christianos nuestros amigos que ay se
con todas dulces palabras é de manera que él fallaren, e escribireys á Lorenzo Suarez lo

conozca que nos ha obligado e obligará per- que sobre ello ha de procurar con los Vene-
petuamente para todo lo que le toca e ocurre cianos, e á Morlanes lo que sobre ello ha de
e para fazer por él todo lo que pudiéremos procurar con el Rey de Romanos para que
de muy buena voluntad, como lo verá por la favorezcan é ayuden á sostener el Pontífice
obra. mediante; y nos escrebimos á
Dios que fuere elegido según Dios, é contradigan
Gonzalo Hernández que para que la dicha al que fuere elegido por fuerga é contra vo-

elección se faga como avemos dicho, él dé luntad de los Cardenales.


todo el favor y ayuda que menester fuere, é E porque en este negocio va tanto como
que si no lo hobiere fecho envíe de nuestra vedes al servicio de nuestro Señor y bien de
gente con los Coluneses para que se junten la yglesia y de la Christiandad, e también á

con el dicho Duque de Valentynes, e trabajen. nos y á nuestro Real Estado, por servicio de
Dios mediante, de tener el campo seguro e Dios y nuestro que como en cosa tan grande
faga cerca desto todo lo que fuere posible, e en que tanto va, trabajareys quanto las
poniendo para ello todas nuestras fuerzas fuerzas humanas pudieren bastar. E aquí vos
que allá están, principalmente que para otra enviamos cartas nuestras de creencias para
' cosa, e asy lo faced vos. el Colegio de los Cardenales y para el Duque

Trabajad de ganar para ello todos los car- de Valentynes, al cual esforgareys por todas
denales que pudieredes ganar, y procurad lasmaneras para que persevere con nos.
con el Duque que todos los Cardenales de su E así mismo escribimos á Lorenzo Suarez
parte se junten para esto con los otros que que procure con Venecianos lo que vos le
pud'éredes ganar para ello, trabajando que escribiéredes, y lo mismo escribimos al que
no elígan persona que sea parcial al Rey de tenemos con el Rey de Romanos; e tazednos
Francia, porque si tal persona fuese, claros luego saber por diversas vías lo que en la di-
están los grandes inconvenientes que dello se cha elección de Sumo Pontífice se oviere fe-
siguírian en la christiandad y que será mas cho, e el que fuere, siendo elegido, según de-

causa de guerra que no de paz. recho como avemos dicho, procurad que le
E sy quando esta llegare fuere ya elegido ganemos que favorezca e ayude nuestras
sumo según Dios e como por los
Pontífice, cosas.
santos cánones está ordenado, e por aventu- E escrevidnos los poderes e despachos que
ra los franceses quisieren contradecir la elec- serán menester que vos enviemos para el
ción,en tal caso Gonzalo Hernández e vos nuevo Pontífice ó para cualquiera cosa que
juntamente con el Duque e con nuestros ami- suceda.
gos contradecid á los franceses, é favoreced Quanto á lo de la guerra de Ñapóles cree-
XXXII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
mos que gran parte del bien de aquel nego- Por otra parte, el Rey de Francia se justi-

cio ó del contrario está en quien será Papa. ficaba con SS. AA., diciendo que porque no
Nuestro Señor lo faga como mas sea servido. hubiese guerra entre ellos sobre lo de Ñapó-
Escrevid á Gonzalo Hernández que luego pro- les,pues el derecho de aquel reino ó es suyo
veeremos en enviarle dinero e que se esfuer- ó de SS. AA. y no de otrie: que por bien de
(¿e por mar y por tierra á facer lo que deben paz le partiesen por medio y se juntasen para
como quien son y que provea en todas las la guerra contra el Turco, y para bien de la

cosas según la grande confianza que del te- Iglesia.

nemos... ('). Viendo SS. AA. que no habían podido ha-


llar camino, porque el Rey D. Fadrique se
19. Relación del concierto de la partición de concertase con el Rey de Francia, ni para es-
Ñapóles con el Rey de Francia; causas C) torbar ni dilatar la empresa del Rey de Fran-
que tuvieron los Reyes Católicos para acep- cia y que no gelo podían contradecir por la

tarlo (1503). paz que con él tenían, ni habían de tomar em-


presa injusta ni ponerse en tal guerra por
Ya saben todos cuánto SS. AA. trabajaron quien no tiene justicia á aquel reino, ni se ha-
el tiempo pasado por conservar el reino de bían de juntar con quien se ayuda de los Tur-
Ñapóles, y que cuando no pudieron estorbar cos; y viendo que no tenia fecha ninguna es-
con negociación al Rey Charles de Francia critura ni concierto con el dicho Rey D. Fa-
que no lo tomase, se pusieron en ello de fe- drique, ni tenía obligación para le ayudar; y
cho y lo restituyeron con las armas. Después viendo que no se podía conservar la paz de
en tiempo de este Rey de Francia (Luis XII) SS. AA. ni del Rey de Francia sin aceptar di-
que agora reina han trabajado por todos los cho concierto, y pues por lo de los Turcos
medios que para ello podian haber, en concer- SS. AA. se habían de poner en aquello resis-
tar al Rey D. Fadrique con el dicho Rey de tiendo al Rey D. Fadrique y á los Turcos, y
Francia; y para acabar este concierto ninguna haciéndolo ayudarían al Rey de Francia para
cosa de cuantas podian aprovechar han de- que tomase todo aquel reino para sí, quedan-
xado de tentar y trabajar; y por otra parte do con él en enemistad, pareció que era me-
han trabaxado cuanto han podido, así con el jor consejo estar fecho el dicho concierto;
Rey de Francia, porque dexase la empresa de porque si el Rey de Francia dexara aquella
Ñapóles, como con el Papa y Rey de Romanos empresa, no era inconveniente que el dicho
y Venecianos por estorbargela, y en ninguna concierto estuviese fecho, y si no aquello se
manera del mundo pudieron acabar con el había de perder: que era mejor tomar Sus
Rey de Francia el Rey D. Fadri-
concierto del Altezas su parte de ello, por el derecho que
que, ni estorbar que Rey de Francia no to-
el tienen, que es el más claro, quedando en paz
mase la dicha empresa ni que la dilatase. Y con el Rey de Francia, y en unión contra los
como SS. AA. no gelo podían contradecir por Turcos y para bien de la Iglesia, que no de-
la paz que tenían asentada con él desde el co- xarlo perder del todo, quedando en enemis-
mienzo de su reinado, ni habían de tomar em- tad con el Rey de Francia; de que se espera-
presa injusta, pues el Rey D. Fadrique no tie- ba tan gran guerra, pues ambas partes y sus
ne justicia á aquel reino, ni hallaron en él valedores comprehenden la mayor parte de
agrado, aunque de lo que por él ficieron, ni la cristiandad. Y así metiendo el Rey D. Fa-
amistad, ni se habían de juntar con él, pues se drique los Turcos y yendo la gente del Rey
ayudaba de los Turcos, y él mismo fizo saber de Francia á Ñapóles, como es ida, el dicho
á SS. AA. que los quería meter en aquel rei- concierto se ha aceptado y publicado en
no; y ha más de un año que SS. AA. trabaja- Roma.
ban con él porque no los meta, diciendo que La parte que á SS. AA, cabe es la que está
silos metiese, los primeros que serian sus á la frontera de ItaHa y lo que está á la fron-
enemigos serían SS. AA., y nunca pudieron tera del Turco. Y habiendo SS, AA. de la de-
acabar con él que no los metiese. fender de los Turcos, no era razón que lo
defendiesen para darlo á otri, pues su dere-
(1) Dol Registro de cifras del Rey Católico con su em-
bajador D. Francisco de Rojas. cho es el mejor; aunque si no fuera esto de
(») Parece está redactada por el Secretario Pérez de
Almaz&n. los Turcos y vieran que sin tomarlo se pu-
o

CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXXIII

diera conservar la paz de SS. AA. y del Rey presente no se podrá acabar con asiento de
de Francia, ni lo tomaran ni usaran de su de- paz y que con la tregua se hace, habiéndonos
recho. tornado á demandar el Rey de Francia la tre-
gua por tres años por el reino de Ñapóles y
20. Capítulos de carta de los Reyes Católicos por todos los otros nuestros reynos y seño-
á su embajador en Roma D. Francisco de ríos y por los suyos por mar y por tierra, y

Rojas (Medina del Campo, d 3 de Febrero viendo las amonestaciones que SS. por su
de 1504). breve nos hace para la paz, y porque haya
tiempo para entender en ella con más sosie-
Recebimos vuestras letras de XXX de Oc- go, habernos otorgado la dicha tregua de tres
tubre y de XX e XXIII y XXV de Noviembre años, parecíendonos que por todos respetos
e XXVI del dicho mes y de XXX de Deziem- nos viene muy bien, é que es gran cosa que
bre, ydos e tres de Enero, e los breves que el Rey de Francia se aconorterá de no enten-

nos enviastes del Papa julio de su creación e der en cosa del dicho rearme por tiempo de
sobre la paz nuestra con Francia y los de tres años, que es el camino para mas ligera-
nuestras indulgencias y el del capelo del Car- mente acabarle de apartar del todo aquel
denal de Sevilla y las cartas y nuevas que nos pensamiento en este tiempo de la dicha tre-
enviastes del Duque don Gonzalo Hernández, gua. E nos enviamos de aquí firmada la capi-
de la grande vitoria que á nro. Señor ha pla- tulación de la dicha tregua á mosen Gralla y
zido de nos dar de nuestros contrarios en el á micer Agostin nuestros embaxadores, para
reino de Ñapóles y la copia de la capitulación que dándoles otra tal el Rey de Francia, fir-
que el dicho Duque asentó con los franceses mada, jurada e sellada por él, le dé la nues-
quando le entregaron á Gaeta; con todo lo tra, é envíe al Duque don Gonzalo Hernán-

qual habernos habido mucho placer e damos dez la copia della firmada de sus nombres y
infinitas gracias á Señor porque le ha
nro. nuestras letras que sobre ello le escrevímos
placido acabar así de su mano aquella empre- para que haga pregonar la dicha tregua y la
sa, que como vos dezis parece bien haber sido guarde e faga guardar; e el correo que lleva-
obra suya y no de hombres; en lo qual sabe- rá aquello, llevará ésta para vos. Daréis or-
mos bien como dezis quánto vos aveys tra- den que no se tenga ay ni un momento sino
bajado e ayudado, e vos lo tenemos en muy que vaya al dicho Duque á la mayor diligen-
señalado servicio cia que pudiere, al qual escrevímos lo que ha

E porque agora no pueden pasar correos por de facer en lo de la tregua e en lo de la arma-


tierra y luego despachamos por mar una ca- da de tierra e de la mar, é todo esto decimos
ravela, con la qual vos va la mente e respon- para vuestro aviso.
demos á todo lo que nos escrevistes é vos en- Diréis de nuestra parte á nuestro muy San-
.viaremos todos los despachos necesarios, en to Padre que de se haber fecho la elección
ésta que va por tierra solamente diremos de SS. en tanta concordia de todo el Colegio
brevemente lo necesario, como quier que hovimos mucho plazer, e que según su pru-
antes de agora no habíamos querido otorgar dencia e esperíencía e buen zelo, nos espera-
al Rey de Francia por... (') la tregua que nos mos que su Pontificado será para mucho ser-
demandaba por las causas que os avemos es- vicio de nuestroSeñor e bien de la Iglesia y
crito; lo qual á Dios gracias ha salido bien, para remedio de lo pasado, é que para todo
porque si antes de cobrar á Gaeta y echar de esto nos le ayudaremos quanto pudiéremos
Gaeta e del reyno de Ñapóles los franceses de muy buena voluntad; é que le tenemos en
gela otorgamos, remediara con ella lo que mucha gracia e besamos los santos píes e
con las armas no podía; pero pues ya habe- manos de SS. por el mucho amor e muy bue-
rnos cobrado todo aquel reino, viendo que lo na voluntad que tiene á nos é á nuestras
que más agora nos cumple es trabajar de cosas, é por haber otorgado con tanto amor
apartar la guerra del dicho reino de Ñapóles, todas las cosas que escrebístes que nos ha-
e que Rey de Francia comience á apartar
el bía otorgado, é que asi esperamos que lo
su voluntad de las cosas del; y viendo que al hará en todo lo que nos tocare, é que nos se-
remos siempre tan buenos y obedientes fijos
(1) Hay un claro. Parece debía decir en la cifra «tres
añoB». de SS, e de la Iglesia que SS. no se arrepen-
Ci'ónicas del Gran Capitán.—
XXXIV CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
tira de lo que nos ficiere. Y mas le direys que si él quiere, vos procurareis que casemos

recebimos el breve que nos escribió sobre aquá el dicho su sobrino con alguna que ten-
las cosas de la paz é que hobimos mucho ga debdo con nos; y para con vos, pensamos
plazer de ver el mucho celo e fervor é deseo esta podía ser una nieta de don Enrique.
de paz con que SS. lo escribió, y las palabras Asi mismo decid á SS. que á nos place de
del manifiestan bien que sobre todas las co- confirmar al Perfeto todo su estado, é por la

sas del mundo desea la paz de la Christian- mar enviamos recaudo, é agora lo escribimos
dad; e porque como habemos dicho por la mar al dicho Duque don Gonzalo para que gelo

respondemos á esto y á todo mas largo y res- confirme en nuestro nombre; pero porque
pondemos á los dichos breves de SS.no alar- Roca Guillerma está en nuestro poder por
gamos mas aquí en esta parte... (') E que ser de tanta importancia como es é algunos
crea SS. que para la paz nos vernemos á todo pretenden derecho á ella, así como lo preten-
medio justo y razonable, porque ninguna cosa de el Perfeto, decidle que de esto nos le da-
deseamos más que la paz é unión de los Re- remos compensa, y así lo escribimos al dicho
yes é Príncipes christianos para la guerra de Duque
los infieles ó á lo menos estar nosotros libres A lo que decís de los Cardenales de Borja
para entender en la dicha guerra de los infie- y Sorrento que se fueron fuyendo á Ñapóles,
les, é que nos tenemos en Francia nuestros nos escrevimos al Duque Don Gonzalo Her-
Embaxadorcs para esto de la tregua e para nández que sepa del Papa si están allí con
que nos fagan saber los medios de paz que voluntad suya; que sí no están allí con su vo-
allí se platicaren, y que en faciéndonoslo sa- luntad que no consienta que estén allí, é de-
ber nuestros Embaxadores lo haremos saber terminadamente escrevimos á vos, porque
á SS. para que en ello ayude e aproveche como nos queremos que nuestros reinos sean para
buen pastor, e que en qualquiera paz que favorecer las cosas de SS. y no para lo con-
asentaremos comprehenderemos á SS. y á las trario.
cosas de la Iglesia, como es razón, y que la
ayuda que SS. nos pide de alguna gente de la 21. Los Reyes Católicos á su Embajador en
que tenemos en el reino de Ñapóles para re- Roma, D. Francisco de Rojas ('). (Medina
cobrar para la Iglesia Imola, Forli y Sesena, del Campo, á 2 de Marzo de 1504).
que el Duque de Valentines tiene usurpado,
que á nos place de gela dar de mucha buena (Acusan el recibo de cartas del embajador y
voluntad, e que con este correo escribimos al se refieren á la suya anterior de 3 de Febrero,
Duque don Gonzalo Hernández que envié cumpliendo en ésta lo que en aquélla le pro-
luego en ayuda de SS. para recobrar y resti- metieron de escribirle más largo; que espe-
tuir á la Iglesia las dichas tierras y la ayuda ran cartas de sus embajadores en Francia so-
que SS. nos demande para ello, e que asimis- bre la tregua de tres años, y añaden):
mo el dicho Duque dé para ello todo el favor Si los dichos nuestros Embaxadores vos

que necesario fuere, porque las cosas de SS. obieren escrito ó escrevieren que la dicha
y de la Iglesia nos las avemos de mirar e am- tregua está asentada, en este caso faced lo
parar sobre todas las otras del mundo é más que en la dicha cifra de tres de febrero deci-
que las propias nuestras. mos que fagáis habiendo treguas; pero si
E á lo que escrevistes que el Papa quiere por ventura la dicha tregua no se asentase,
enviar para que se crie aquá en nuestro servi- en este caso negociad e procurad todo lo
cio el Perfeto su sobrino, decidleque nos ha- que vieredes que pueda aprovechar para que
bremos mucho placer dello é le mandaremos ganemos amigos, para que si el Rey de Fran-
tratar aquá como á su sobrino, é será bien que cia no quisiere venir á la paz e nos quisiere
procuréis que luego lo envíe en alguno de los ofender, con el ayuda de Nuestro Señor po-
navios que se despedirán agora de nuestra damos mejor resistirle y ofenderle.

armada de mar para venir aquá; é como de El poder que demandáis para lo de la liga
vos, podréis decir al Papa que porque sabéis llevará otra caravela que irá luego tras ésta,
que tenemos mucha voluntad de hacer por él, que por no la detener va agora; mas porque

O Sigue encargándole participe á Su Santidad la tre-


gua hecha con el Bey de Francia por tres aúos. (1) Del Eegistro de cifras.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXXV
s¡ la dicha liga se oviese de hacer sea mucho dar la capitanía general de tan gran fecho
más justa e honesta e santa, fundamento
el sino es al Duque don Gonzalo Fernandez, é
della debe ser que nos juntemos e hagamos siendo él todo en Ñapóles para la paz y
el

ligacon su Santidad e con los Príncipes e po- para la guerra, quedaría desproveído aquel
tentados cristianos que con SS. e con nos se reino e no sin peligro, sí el dicho Duque sa-
quisieren juntar para la guerra contra los in- liese con nuestra gente á fazer otra empresa.
fieles epara defensión de la christiandad e de ítem, que todo quedaría á peligro el dicho
los propios Estados, e que quede lugar para reino por ser rebeldes los más de los Baro-
que, si quisiere, pueda entrar en ella el Rey de nes del, que viendo el reino sin gente podrían
Francia e los otros Príncipes e potentados con solas sus personas hacer algar sus esta-
christianos que én ella quisieren entrar; e si dos y alterar gran parte del reyno, y estando
vos sabéis que hay algunos Príncipes ó po- fuera del nuestra gente, podría el armada de
tentados que tengan voluntad de entrar en la mar de los franceses ir á Ñapóles ó á otra
dicha liga, bien será que desde luego, entre- parte del reino y hacer algar muchas cos-
tanto que va el dicho nuestro poder, comen- tas del.
céis á negociar en ello. ítem, que para salir nuestra gente y exér-
Pero porque para con vos nuestro princi- cito á tal empresa, había de ser teniendo

pal fin y deseo es la paz de Francia, como ve- abundancia de dinero para pagar la gente de
réis por lo que por la otra nuestra responde- mes á mes é copia de mantenimientos e ser
mos al breve del Papa, e porque con aquella la gente bien mandada y seguridad de plagas
paz esperamos que la habrá en toda la cris- donde la gente se pudiese recoger segura-
tiandad, lo que hablaredes y negociaredes en mente; é principalmente había de haber fun-
lo de la liga sea de manera que aproveche damento para la dicha empresa, como seria
para ella; no dañéis ni estorbe ni desvie la juntarse con nos para ella los Principes e
paz de Francia, antes sea de manera que si potentados e personas que se oviesen de
fuere posible aproveche para la dicha paz; y restituir en su primero estado; y faltando
esto se entiende asentándose la dicha tre- todo esto al presente, no se podría esperar
gua, que si la tregua no se asentare, en tal sino que nuestra gente de pura necesidad
caso creemos que para todo aprovechará ficiese robos y fuerzas e otros males indebi-
apretar en lo de la liga, mas sea de manera damente en tierras por donde pasaren, que
que nunca cerreys el camino á la paz de en lugar de ganar amigos, ganásemos contra-
Francia. rios. Y de tal manera podría esto suceder,
Lo que escrevistes para que se viere si que los Estados de Italia se juntasen con los
era bien que nuestra gente saliese del reino franceses y que con esta contrariedad y con
de Ñapóles con nombre de libertar á Italia, la falta de las costas susodichas, nuestra
para que dello se siguiesen los efectos que gente recibiese daño: el qual podría ser tal
dezis, pareciónos bien pensado, porque en los que ella se perdiese, lo que Dios no quiera; e
grandes negocios como este lo más prove- perdiéndose aquella gente, el reino de Ñapó-
choso suele ser aprovecharse de la disposi- les estaría en este mismo peligro. Y demás
ción del tiempo; pero diremos aquí las causas de todo esto se debe mirar que los venecia-
porque al presente esto se debía sobreseer, nos han declarado públicamente que han de
porque visto lo uno y lo otro, nos escribáis ayudar al Rey de Francia contra cualquiera
sobre todo vuestro parecer. Y las dichas cau- para defender á Milán, y no sabemos si todo
sas son éstas: lo del reino de Ñapóles está reducido é asen-
Primeramente, porque haciéndose aquello, tado enteramente, lo qual ante todas cosas se
no se pudiera hacer con Francia la tregua de debe hacer. Por todas estas razones nos pa-
los tres años,que la avemos por gran comien- reció que al presente no debe salir nuestro
do, por trabajar que el Rey de Francia se exército del reino de Ñapóles, é no habiendo
aparte de todas las cosas de Ñapóles; e si de salir, nos pareció que nos venia mucho
allá ficiéramos de fecho, fuera cerrar el cami- bien de asentar la dicha tregua de los tres
no á la tregua y á la paz con Francia. años, ysi está asentada, está bien, é sí no,
ítem, porque al presente no tenemos en escrevidnos en todo vuestro parecer.
Italia persona á quien pudiésemos encomen- El estado del Perfecto ya habernos escrito
XXXVI CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
al Duque don Gonzalo Hernández que gelo sus Altezas, que otro fin ni respeto hay en
confirme en nuestro nombre por virtud de mí; é por ser la materia de tal calidad no me
nuestro poder que para ello tiene; e agora ge alargaré más de certificaros que yo trabajo
lo tornamos á escrebir, é nos así mismo gelo de satisfaceros, y presto sereys mas larga-
confirmaremos, dándole recompensa por lo de mente informado por persona propia que en-
Roca Guillerma, como por la otra decimos, viaré á vos, Señor; é fasta aquella hora, que
A que preguntáis que si el Príncipe de
lo esto poco que agora escribo por reposo de
Bisinano e el conde de Mélito e otros baro- vuestro pensamiento, se guarde como el caso
nes que vinieron ay, se quisieren concertar requiere. Y aunque muchas cosas oyays, nin-
para servirnos, que qué haréis vos. Decimos guna os altere; é quanto á esto, no más.
que si la dicha tregua se asentase, consultéis Escrevistesme, Señor, que no despidiese
con nos todo lo que toca á los dichos Baro- los alemanes. Deseo saber por qué. Porque
nes sin asentar cosa alguna con ellos; e si la si para esto hay causa, á otras cosas convie-
tregua no se asentare, consultad con el Du- ne proveer; y aunque en todas se hace lo po-
que don Gonzalo Hernández, e haced en ello sible, obrarse ha más si ser podrá.

lo que á él pareciere que más cumpla á nues- Al fray Cristoval he hallado en tantas ry-
tro servicio... baldías e liviendades que os espantara saber-
las. Estoy indeterminable sí lo enviaré á sus

22. Capítulo de carta de los Reyes Católicos Altezas ó á vos, Señor, pues para ay venia.
al embajador Rojas (Medina del Campo, 2 De lo que se hará os avisaré.
de Marzo de 1504).
24. El Gran Capitán al embajador Rojas (').
Escrebistes que Bartolomé de Albyano tie- (Ñapóles. 17 de Mayo de 1504).
ne cargo de toda nuestra gente, así españo-
les como alemanes, que fueron contra Luis Señor: Hoy viernes 17 de Mayo á XIII horas
darze, e estando bueno Gonzalo Hernández recebí vuestra letra fecha á los 15 con un
qualquier capitán que él pusiere es bueno; breve de nuestro señor el Papa sobre el feu-
pero estando él doliente e en la disposición do de Forlin, en el qual yo he entendido con
que dezis que ha estado, no querríamos que toda instancia con el Duque (de Valentinois)
estuviese tanto poder en mano de un capitán para le atraer á que lo restituya libremente
aventurero italiano, é siendo él tanto de ve- á SS.; é él no niega que la Roca está por él,
necianos, porque podría ser que por su mano pero no ha bastado ninguna obra para que
trabajasen los venecianos secretamente que de su consentimiento la conservase.
se alargase la cura y podrían seguirse dello E visto que por bien esto no se puede re-
otros inconvenientes; pero esto sea secretí- dimir, porque como, Señor, sabéis el manda-
simo é no lo sepa sino vos e Gonzalo Her- miento de sus Altezas que yo tengo es que
nández para lo proveer como más cumpla á sirva y ayude al Papa en todas cosas de la
nuestro servicio. quietud de Italia é conservación del patrimo-
Otrosí, porque no sabemos después que nio de la Iglesia, é que sobre esto se pongan
murió el Marqués del Basto á qué recaudo todas fuerzas, y he pensado y aun estoy quasi
está Istia, solicitad á Gonzalo Hernández que determinado, tomando á Dios y á la razón
provea en poner en ella el recabdo que con- delante, de lo detener fasta tanto que libre-
viene para que esté segura. mente haya consínado la dicha Roca á su San-
tidad, é enviarlo á sus Altezas para que allá

23. El Gran Capitán al embajador Rojas (').


determinen de lo que mas serán servidos.
(Ñapóles, 14 de Mayo de 1504). Deseo grandemente dos cosas: la una sa-
ber en esto vuestro parecer, y la otra que la
Señor: De Fernando de Baeza he entendido Santidad de nuestro Señor me hiciese un re-
vuestro parecer, y sin errar podéis creer é quirimiento en escritis que yo detuviese al
afirmar que mi propósito en este caso nunca Duque fasta le aver consínado la Roca de
fue ni es sino por mayor bien del servicio de Forlin, por quanto él ha faltado (á) la capitu-

;<) Begistro de cifras. (') Begistro de cifras.


CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXXVII

lacíon, diciendo e afirmando por una parte no aborrecimos por sus grandes maldades y no
ser aquella Roca en su poder é por otra ver- queremos en ninguna manera que tal hombre
se manifiestamente el contrario, porque con estoviese en nuestro servicio, aunque estu-
este requerimiento se pudiera tomar algún viese cargado de fortalezas e gentes e dine-
color, demostrando que se hace por la resti- ros, quanto más agora que no le quedó sino
tución de la Iglesia, como sus Altezas siempre la carga de culpas é infamias de sus obras,

lo han acostumbrado. que aunque fuera servidor del Papa, por ser
E conviene que volando me respondays á deservidor y enemigo de Dios no lo habría-
esto, porque el Duque me da grandísima prie- mos de querer recibir, quanto más siéndolo
sa por partirse á Pisa y Pomblin, donde dice de Dios, del Papa y nuestro.
que tiene trato cierto para lo tomar en lle- Del Cardenal de Santa Cruz no nos mara-
gando, e pídeme las galeas e gente e arti- villamos, porque mucho ha que conocemos la
llería; de lo qual yo no le he desconfiado, por ambición que tiene al Papado y á nuestros
que no tomase obra; é estamos que para el negocios, e por eso le apartamos dellos; pero
lunes primero que viene se quiere partir, e yo del Duque de Terranova estamos mucho ma-
leentretengo diciendo que qué seguridad me ravillados venir en hacer tal cosa. Nos escre-
dará para que no desirva á sus Altezas ni al vimos al dicho Duque de Terranova agravián-
Papa, y asy estamos en esta platica. dole cuanto es razón el guiaje que envió al
Lo que se ha de hacer conviene que sea de Duque de Valentines e haberlo recebido e te-
aquí al dicho día lunes, que no se puede más nerlo en aquel reino de Ñapóles, e todo lo
alargar, y entretanto que viene vuestra res- otro que sobre ello- fizo, e mandárnosle que
puesta, oportunidad se ofreciere, no de-
si la luego en recibiendo nuestras cartas que lieva
xaré con ayuda de Dios de executar lo su-
el este correo nos envié aquá al Duque de Va-
sodicho. Yo escribo al Papa una creencia en lentines en dos galeras, de manera que no se
persona vuestra. Vos le referid á SS. lo que pueda ir á otra parte, ó lo envíe al Rey de
os parecerá de todas estas cosas más con- Romanos ó á Francia, para que se vaya á su
forme al servicio de Sus Altezas; é si acorda- mujer, e que esto ponga luego en obra sin di-
redes de declararle mi propósito de tomar al lación, é que mire que no vaya á Venecia, ni
Duque, á este efecto avisad á SS. que sea á Florencia ni á Ferrara, que seria odioso al
muy secreto, porque según he entendido, es- Papa por lo de Romanía. Decid al Papa quan-
tos Cardenales tienen grande intrinsiquidad to enojo habemos habido de haber sido guia-
dentro de la Cámara de SS. e así son avisa- do y recebido Valentines en Ñapóles, e cómo
dos de todas cosas. enviamos á mandar al Duque de Terranova
que no lo tenga más en aquel reino de Ñapó-
25. Los Reyes Católicos á su Embajador en les ni dé lugar que vaya á parte donde SS. pue-

Roma (En Mejorada, cabe Medina del


la da recebir enojo del. Pero esto no lo digáis
Campo, á 20 de Mayo de 1504). al Papa ni se publique fasta que se ponga en

obra, porque si antes lo supiese Valentines


A los XXX de Abril vos escrivimos con podría irse sin voluntad de Gonzalo á do no
Juan de Yébenes, correo, y respondimos á quisiésemos y hacer otro desconcierto; y en
todas vuestras cartas, e vos enviamos cartas tanto podréis decir al Papa el mucho enojo
nuestras para el Duque de Terranova e para que habemos habido de esto de Valentines é
Lorenzo Suarez. cómo nos lo proveemos como cumple.
Después recebimos vuestras cartas de XXV Al dicho Cardenal escrivimos maravillándo-
e XXX de Abril y del primero del presente, nos mucho de lo que ha fecho en esto de Va-
por las quales vemos lo que el Cardenal de lentines, e que no fable ni entienda en ningún
Santa Cruz ha fecho en lo de la ida del Duque negocio nuestro sin que nos gelo escrivamos
de Valentines á Ñapóles e lo que agora hace ó vos gelo rogueis de nuestra parte.
y trabaja en la venida del Rey de Romanos á Así mismo escrevimos á Gonzalo que sí no
Apulla y de allí á Roma. es ido de ahí Fernando de Bae^a ó otro qual-
De la ida del Duque á Ñapóles habemos quiera mensajero suyo, le envíe luego á man-
habido mucho enojo por todos los respectos dar que se vaya para él e que de aquí ade-
que decis, y porque como sabéis, siempre le lante no envié mensajeros ni negocios núes-
XXXVIII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
tros de aquel reino de Ñapóles á Roma sino que haya justicia y buena
dio de lo qual e en
enderezados y remitidos á vos ó á qualquiera gobernación en aquel reino, encargamos mu-
otro nuestro Embaxador que residiere en cho al dicho Duque que entienda con mucha
Roma y no al dicho Cardenal (de Santa Cruz) porque ciertamente nos pesa mu-
diligencia;
ni á otra persona alguna, diziendole cómo ha cho de oír decir las cosas que los nuestros
mucho que apartamos de nuestros negocios hacen para que los aborrezcan en aquel rei-
al dicho Cardenal é que no queremos que en- no; y aunque agora escrcbimos sobre ello lo
tienda en ellos, é que él rio envié suplicacio- que nos parece que conviene, no dexaremos
nes ni procure provisiones de iglesias ni de de facer para ello todas las otras provisiones
otros patronadgos nuestros de aquel reino, que nos parecerán ser necesarias e conve-
sino que cuando vacaren nos lo faga saber, é nientes para el remedio dello.
no dé la posesión sino proveyéndose á nues-
tra suplicación, e que asimismo vos faga sa-
26. Capitulo de carta de los Reyes Católicos
ber las tales vacaciones para que procuréis
al embajador Rojas (Medina del Campo, 30
que el Papa no las provea fasta que vayan
de Abril de 1504).
nuestras suplicaciones.
También escrevimos al Duque de Terrano-
va agraviándole lo que Santa Cruz procura
A Gonzalo Fernandez escrebimos que no
de la venida en Apulla del Rey de Romanos, é
Roma con nuestros nego-
envíe mensajeros á

diciendole que no solamente no lo procure, mas


cios de aquel reino al Papa
ni á otrie sino á
vos, y que vos en nuestro nom-
los negociéis
que en todo caso lo desvie e estorue, é así
bre como los otros negocios nuestros; é que
lo haced vos, porque traerla muchos y mucho
grandes inconvenientes e estorvaria la nego- no dé lugar que se provea iglesia ninguna,
ni patronadgo de los de aquel reino, sino con
ciación que tenemos con el dicho Rey de Roma-
nuestra suplicación, pues los Reyes pasados
nos; pero esto sea de manera que no lo pueda
están en posesión, e es razón que se nos
sentir ni resabiarse de ello el Rey de Romanos;
guarde á nos como á ellos; e que nos faga
y como quiera que creemos que habrá poco que
saber de las iglesias y patronadgos que vaca-
fazer en estorbar la venida del dicho Rey de
ren en aquel reino para que supliquemos por
Romanos en Apulla, porque así como se pone
las personas que ovieren de ser proveídas y
ligeramente en las cosas, ligeramente las dexa;
pero porque nos mandamos á Gonzalo que re- no dé las posesiones de otra manera. E esto
tenga mil peones alemanes escogidos, porque
mismo procurad vos que se guarde, é escre-
vid cómo lo face de aquí adelante el dicho
son gente bien mandada y provechosa, y en
caso que el Rey de Romanos viniese á Apulla
Gonzalo Fernandez.
seria inconveniente tener nos allí gente alema-
na, vos enviamos aquí una carta nuestra en Gran Capitán á los Reyes Católicos,
27. El
claro para el dicho Duque de Terranova con la presentando su dimisión del alto cargo que
data en blanco, en que le mandamos que des- ejerce en Italia, y las causas en que la fun-
pida luego los alemanes, para que la tengáis da C) (1504).
vos guardada, é sí viniese el dicho caso gela
enviéis para que los despida con tiempo, pero Muy poderosos señores: Bien creo V. AA.
de otra manera no gela enviéis. Tanlbien es- se acordarán cuánto ha que me ficíeron mer-
crevimos al dicho Gonzalo que de más de los ced en quererse servir de mí en este miste-
dichos mil peones alemanes, retenga otros rio (^) de las armas; en lo que por la merced
mil peones españoles escogidos, ó más si vie- de Dios, yo me he trabajado de serviros con-
re que más son menester, y que despida todos tra moros e christianos, como lo he podido
los otros, é que nos envíe aquá dos mil peo- en un tan largo tiempo, que aunque se vivie-
nes españoles de los que tiene en aquel reino se descansado pocas saludes lo pasan sin re-
armados y ordenados á la guiga é que sean cebir encuentro, quanto más juntándose al-
de los más reboltosos que allá hay; y creemos gunos días y noches de poco sosiego, con
que con esto la gente que aUí quedare será
bien pagada y se remediarán los malos trata-
(*) Copia del tiempo.
mientos que facen á los pueblos. En el reme- (-) Sic, por ministerio.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XXXIX

que las carnes y huesos no pueden escusarse Magestades me la concedan; porque no ha-
de facer asiento, que aun las fábricas perpe- ciéndolo, se podrán servir poco
creo que
tuas lo facen. Por estas causas en mi dispo- tiempo de mi persona, é quedarían con gran
sición yo no siento aquella integridad que —
cargo de mí alma. Sus Reales píes y manos
soiia; porque certifico á V. AA. desta enfer- beso.— Brevemente me manden á esto res-
medad, yo quedo con mala dispusicion de es- ponder y con efecto. —
Nuestro Señor la
tómago y cabeza, que pocos dias pasan que vida y reales personas y estado de V. AA.
no la siento, y en la vista y en el oir tanta guarde y acreciente, como vuestras Mages-
diminución que justamente yo no me puedo —
tades desean. De Ñapóles á XX de Julio de
tener por hombre entero. Y considerado que Dllll años.— Go/7f a/o Fernandez.
quien este cargo ha de tener, ha de tener
sentidos doblados y ha menester entera sa-
28. El Gran Capitán á los Reyes Católicos
lud, é que V. A A. no serian muy servidos
congratulándose por la mejoría de la Rei-
que yo aquí perdiese el resto, é que no soy
na (') (1504).
perpetuo, y que la más de la vida por razón
me es ya pasada, é quán poca della se ha
gozado en la compañía que Dios me dio, é Muy altos, muy cathólícos e muy podero-
perdido algún fruto que nos pudiera dar, y
sos Príncipes, Rey é Reyna é señores: A qua-
tro de Setiembre recebí dos letras de vues-
que me dio fija, que es cosa que tanto re-
tras altezas fechas en Medina, á XIII de
quiere remedio, é ya á alguna dellas le con-
vernia, é por mi absencia esto tiene más pe-
Agosto, por donde sentí la enfermedad de
V. A. con todos los sentidos y fuerzas; e doy
ligro que esperanza, é otras muchas causas
ynfínitas gracias á Dios, gloria sea á él e á
que yo creo que V. AA. conocen: yo he deli-
su gloriosa Madre, e infinitamente le rengra-
berado suplicar á Vuestras Magestades, e sus
Reales manos beso por ello, me quieran dar 9Í0 por la salud que ha dado á vuestras ma-
gestades. Plégale, por qual
él es y en su pie-
licencia para volverme á servirles en España
dad, dar á V. A. tanta salud y buena vida
en su Real presencia, pues aquá, bendicho
sea Dios é su Madre, no tienen necesidad de con entero contentamiento, quanto vuestras
aquello en que yo sabria servir; y por esto é
magestades desean y vuestros siervos lo ha-
todo lo otro tienen tantos que mejor que yo bemos menester. Plega á nuestro Señor que

satisfagan á lo que V. AA. aqui deben pro- yo ni mis hijos, de V, A. nunca veamos pesar,
veer. Tengan V. AA. por cierto que desenfo- y nuestros dias se acrecienten en vuestras
reales vidas, aunque en su merced á todos la
gado este reino de los daños de la guerra e
disminuyéndose este número de soldados, puede dar. Torno á regraciar á Dios porque
antes supe la sanidad que la dolencia: é así
V. AA. lo mandarán y sosternan con un palo
que aqui pongan, con tan poca fatiga como á ha acaecido á todos acá; de que ha seido tan
^e9ilia. E pues el servicio de V. AA. se satis-
general y grande el plazer, que no bastaria

face con facerme merced á mí, sus Reales


lengua ni pluma á encarecerlo. Porque hu-
manos beso me quieran otorgar esta licencia, milmente suplico á V. A. que con mensageros
antes me mande avisar de su bienestar. Or-
y se quieran servir de mí algund tiempo en
presencia. También les suplico por complir dene Dios por su pasión y su sagrada madre
con este nombre que por merced suya más que siempre sea (^)... V. A. desean con acre-
que por mis méritos me quisieron poner, si centamiento de mas reinos y señoríos e con-
desta gran merced que en este reyno me han quista e Vitoria de sus contraríos de qual-

fecho, tirando desta el todo ó la parte que quier ley que sean. De Ñapóles á lili de Se-

Vuestras Magestades querrán, y tiembre de 1504 (^). De V. A. muy humil sier-


facerme
merced en esos sus reinos de algún vo, que sus reales pies y manos besa, Gonzalo
asiento
propio, en que justamente pudiese Fernandez, duque de Terranova.
con mi
casa vivir, ó de la Orden,' como á V. AA.
f») Colee. Salazar, A-11.
pluguiere, lo recibiría á grandísima merced. (-) Hay un trozo pequeño, como de una palabra, roto
No pudiéndose, yo me remito é contento de en el original.
(3j Lo quesigue de mano de Gonzalo de Córdoba. En
loque V. AA. serán más servidos. La licencia el sobrescrito: «A los muy altos, muy católicos e muy
poderosos Principes e Señores el Key e la Reina de Es-
una y otra vez vuelvo á suplicar á vuestras paña e de (Jecilia, etc».
XL CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
á mí quel quería ser buen vasallo y servidor
29. El Gran Capitán d Miguel Pérez de Alma-
de V. A., no desposeyéndole; é como esto no
zán, Secretario del Rey y de la Reina, y del
pudo ser por complir con el Marqués, él se
su Consejo (1504).
fué á Roma, porque era pariente del Papa
Muy magnífico Señor: Por lo que á sus al- Alexandre, á procurar su favor; con el cual
tezas se escribe, veréis lo que se ofrece; y V. M. le recibiesen por su servidor restitu-
ésta solo es para acordaros que me mandéis, yéndole. Y esto á mí me consta porquel Papa
y suplicaros que (en cifra lo entrecomado) muchos breves me_ recomenda-
escribió en
«en esta licencia porque suplico á Sus Alte- ción suya, é Cardenal de Santa Cruz mu-
el

zas e con tantas causas, pues tanto me va en cho lo procuró. E como yo no pude venir á
ella, trabajéis que me la concedan», pues no menos al Marqués, la plática se disipó. Y en
menos á su servicio conviene que las otras este medio vino al socorro de franceses á
cosas que allá os parece que les cumple; e Gaeta, con el cual este Barón de Proxita se
pues vuestro «banco no está sano en esta juntó y estuvo con ellos hasta que Gaeta se
causa, suplicóos que no queráis negarme (') tomó por V. A. E entonces se delibró de ser
esta que el mió rompa». Mañana espero aquí vasallo é buen servidor de V. M.; é así por
al embaxador Don Francisco (-) por mar, y al ser él muy honrada persona, como por ruego
señor dotor Pedrosa por tierra: que no he de otros muchos varones é personas princi-
visto exército que tanto me satisfaga ni me pales de su linage, que han muy bien servido
descanse grand tiempo ha. E porque es la á V. A., é habiéndolo él sido siempre é todos
mayor merced que puedo recibir, aver presto los de su casa servidores del Rey Don Alon-
respuesta, os suplico quanto puedo me res- so, é de todos los otros Reyes de vuestro li-
pondáis como es mi esperanza. Nustro Señor naje, é no habiendo fecho otro error, sino se-
vuestra muy magnífica persona y estado guar- guido como buen caballero aquella parte en
de y acreciente, como, señor, deseáis. De que cupo; é siendo cierto 'que en su casa se
Ñapóles á VIII de Setiembre de 15G4 Q). A recibía mayor placer de vuestra victoria que
vuestro servicio, Gonzalo Fernandez, duque pesar de sus pérdidas, yo ove por bien que
de Terranova (*). tornase á repatriar en Ñapóles; porque V. M.
serán más servidos quanto menos deservido-
30. El Gran Capitán á los Reyes Católicos, res desta calidad tovieren. E así ha estado

recomendándoles al Barón de Proxita (Ña- en Ñapóles con toda lealtad, avisando y en-
póles, 19 de Noviembre de 1504). deresgando lo que á vuestro servicio convie-
ne con toda su posibilidad.
Muy altos é muy poderosos e catholicos E entendiendo yo que cuando el Marqués
Príncipes, Reyna nuestros Señores: En
Rey é murió, haciéndosele grand cargo de concien-
la contratación que se hizo con el Marqués cia de tener á Proxita, é á su confesor, é ha-
del Guasto, que Dios haya, para concertarlo ciendo el testamento, delibró de restituilla; y

á vuestro servicio con Iscla, él pidió á Proxi- consta á muchos questa era su delibrada vo-
ta; epor cuanto importaba concluir la nego- luntad, sino que un doctor que no quiere bien
ciación que en aquello consentía, yo gela á este varón, por cuyo acuerdo el Marqués
concedí á vuestro Real beneplácito; porque á hacia el testamento, puso, contra lo quel Mar-
la hora Ñapóles con todo lo otro desta parte qués determinaba, que se viese de justicia si
se tenia por el Rey de Francia. E cuando las la debía restituir. Por la cual cláusula los tes-
Reales banderas de V. A. entraron en esta tamentarios del Marqués se retienen en la
cibdad de Ñapóles, yo requerí á Proxita é se restitución; é conosciendo que haciendo desto
me entregó sin ninguna resistencia, y la en- el Marqués conciencia, V. A. no están fuera de
tregué al Marqués en observancia de lo capi- cargo, pues que por su mano éste ha seido
tulado. Y es verdad que el barón me requirió desposeído, y teniendo muger y muchas hijas
de grand condición é bondad, viendo que pa-
(*) Hay una palabra en esta frase que no se ha podido descian grandísima y vergonzosa necesidad,
descifrar con exactitud; acaso haya algún signo equivo-
cado. por descargo de vuestra Real conciencia y
(-; De Rojas, embajador en Eoma. satisfacción universal de todos los buenos
(3) De mano de Gonzalo lo que sigue.
(-*) Acad. Hist., Col. Salazar, A-11. desta ciudad, que lo han recibido en grand
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XLI

merced de V. M., yo le di para sustentamen- es venido y está aquí aquel Tomas Regulano»

to dos terrecholas del estado del Príncipe de que es arzobispo de Malfa, al qual ha enviado
Vesiñano de poca renta, que con fatiga se aquí Gonzalo Fernandez al Papa con negocios
sostienen, á beneplático de V. A., hasta que de V. A. para que esté aquí estante, y que
le remedien ó manden lo que sea su descar- los negocie en su nombre, etc., y enderezado

Y el barón por más confirmarse en vues- al Cardenal de Santa Cruz. Todo lo cual es
go.
tro servidor y dar razón de sí, va á besar las muy perjudicial al servicio y honra de V. A. y

manos á V. M. á su autoridad, y al bien y pro de sus nego-


Humilmente les suplico lo manden bien res- cios; y por lo mucho que importa á su servi-

cibir é haber recomendado, porque es hom- cio, viendo que cada día crece más su soltura
bre para bien servir é nunca deservió. No en todo lo de aquí, que lo de Ñapóles yo no

tiene otro cargo sino como buen caballero lo veo, y me pesa mucho de oírlo, me ha pa-

sirvió aquella parte en que se halló sin per- recido deber escribirlo, y que no faria lo que
debo servicio de V. A. si lo callase. Supli-
juiciode vuestro servicio, al qual se reduzió al

cuando pudo. E la merced que desto V. A. le cóle muy humilmente que aquesto no se par-

harán, será grata á muchos de vuestros ser- ticipe sino á solo V. A. y que con su mucha
vidores deste su reino. De Ñapóles á XIX de prudencia mande ver y proveer lo que más
Noviembre de DllII. De V. A. muy humil sier- su servicio sea, teniendo por muy cierto V. A.
vo, que sus Reales pies y manos besa, Gon- que es muy necesario proveer muy bien y
zalo Hernández, duque de Terranova. presto en todo.
Espero en nuestro Señor que me llegará
presto la licencia de V. M. para partirme en
31. Párrafo de carta de D. Francisco de Ro-
fin deste mes ó en comienzo de Abril para
jas,Embajador en Roma, al Rey Católico,
referente alGran Capitán {Roma, 20 de poder allá dar más larga información de todo
Marzo de 1505). á V.A.

Segund la manera que Gonzalo Fernandez 32. El Rey Católico al Gran Capitán sobre la
tiene ó quiere tener, es cierto que no se pro- desconfianza que tuvo de él; sus diferencias
veerá aquí de iglesia ni beneficio á ninguno con el Archiduque; mal trato que éste da
de los que V. A. me ha mandado ni mandare; á la Reina su hija, y manifestándole no le
porque quando vaca alguna iglesia ó abadía, preocupe estar en poco afectuosas relacio-
luego él si me escribe á mí es diciéndome que nes con su yerno, porque él siempre le de-
porque vaca tal iglesia y él la quiere para fenderá. Nuevas gestiones del Archiduque
persona que ha seruido muy bien, que me para atraer á su partido al Gran Capitán y
ruega de su parte yo suplique al Papa por agente que para este y otros efectos envió á
y como V. A. me tiene mandado lo
ella, etc.; Roma (1505).
que haya de fazer en esto de las vacantes y
da ya la ley de la qual assimismo V. M. ha (Dificilísima y angustiosa era la situación
escrito á Gonzalo Fernandez, y yo gelo he en que por entonces se hallaba el Gran Ca-
escritomuchas veces, y no obstante aquello pitán, no siendo esta vez enemigos armados
élquiere proveerlo, y así lo escribe al Papa los que le asediaban y combatían, sino prin-
que me escribe á mí para que de su parte cipalmente asechanzas, envidias, halagüeñas
suplique á S. S. que provea de tal iglesia, con tentaciones y hasta el veneno de quien me-
que quiebra y rompe toda la ley que Vuestra nos debía esperarlo. El Rey Católico, movi-
Alteza me tiene mandada, no sé qué me fazer, do de su propia desconfianza y hostigado
sino por no romper con él, obedecerle y pos- por los enemigos personales de Gonzalo de
poner algo ó todo lo que V. M. me manda; y Córdoba, acentuaba cada vez su desvío hacia
aunque lo quiera obrar, no aprovecha, por- él, sufriéndolo aquel insigne héroe con admi-

que él no lo quiere obedecer, rable grandeza de ánimo. Sabía el rey D. Fer-


Y demás desto todas las más veces, lo es- nando que el Rey de Romanos y su hijo don
cribe á otros y envía aquí sus negociadores y Felipe procuraban no sólo excluirle del go-
cartas al Papa, sin que aproveche para esto bierno de Castilla, sino echarle del reino de
lo que V. A. le ha escrito y mandado. Y agora Ñapóles, y temía con sobrada razón que.
XLII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
dada la influencia y autoridad de Gonzalo A que decis que habéis sentido que no
lo

Fernández de Córdoba en este estado, si lle- estáis bien con el Rey Archiduque mi fijo,

gaban á inclinarle á su partido, fácilmente bien veo que en tanto que gobiernen á él é á
conseguirían su intento. Sabía las continuas su casa los franceses, no querrán bien á nin-
instancias y tentadoras promesas que ambos gún buen español; é que los franceses traba-
monarcas le hacían para que les ayudase en jarán quanto pudieren en enemistarlo con-
su propósito; y sabía también que no eran migo é con todos los que han fecho daño é
menores las que se le hacían por parte del contrariedad á franceses, é han seido é son
Papa, ansioso de poner sus manos en las fieles españoles. No me maravillo que los fran-

cosas de este tan codiciado reino. A unos y ceses acaben esto con él, pues han acabado
otros mensajeros contestó el Gran Capitán que no se ha contentado con publicar por
con lanobleza y altivo desdén propios de su loca á la Reyna, mi fija, su mujer, y enviar acá

leal y egregia prosapia; «y fué muy público sobre ello escrituras firmadas de su mano ('),
que un paduano descubrió en Ñapóles que mas he sabido que la tienen en Flandes como
fué enviado porel Papa para que matase con presa é fuera de toda su libertad, é que no
veneno al Gran Capitán» ('). Francas y lea- consienten que la sirva, ni vea, ni fable nin-
les explicaciones dio el Rey Católico á Gon- guno de sus naturales; e que lo que come
zalo de Córdoba de sospechas que acerca
las es por mano de Flamencos, é así su vida no
de su conducta abrigaba. En carta fechada está sin mucho peligro. Guárdela Dios. Ya
en la ciudad de Toro á 24 de Abril de 1505 (^), vos vedes qué debo yo sentir de todo esto;
le decía): é para con vos yo disimulo por no ponerla en
Vimos vuestras cartas de diez de Enero é más peligro fasta traerla, si á nuestro Señor
de XX é XXV de Marzo, é como quier quede pluguiere, lo qual yo procuro agora cuan-
vuestra grande afección é lealtad vuestras to puedo; porque venida ella acá, con el ayu-
obras pasadas facen buen testimonio, é nos da de nuestro Señor todo se remediará, como
lo teníamos así bien creído como lo decís, cumple á mí é á la Reina mi fija, é al bien
pero habemos holgado mucho de ver las pa- destos reinos é de todos los buenos servi-
labras que sobre ello nos aveys escrito, que dores.
son tales que manifiestan bien salir de la ver- Así que no vos pene lo que os dicen que no
dadera y entrañable afición que tenéis á nues- estáis bien con el Rey Archiduque mi fijo; que
tro servicio e de fin de virtud; y esto ha con- lo que á vos toca,tengo por propio
yo lo

firmado é confirma mucho más en nos la bue- mió, é así lo tiene e terna la Reina, mi fija; é
na opinión que de vos teníamos, e vos lo con lo nuestro facemos lo vuestro; que yo
agradecemos mucho é tenemos mucho en ser- creo que al cabo el Rey Archiduque, mi fijo,
vicio. E puesto que los días pasados haya conocerá el daño que face á sí mismo en de-
habido algunas causas por do hayáis sospe- xarse gobernar de franceses, é que me será
chado que poníamos algund escrúpulo en la en todo obediente fijo, como con este su em-
confianza que de vos facemos, tened por muy baxador me lo ha enviado á certificar, que
cierto que aquello no era por desamor ni por lo será é quiere ser siempre. E cuando otra
poca voluntad, que antes los que el hombre cosa los franceses le ficiesea facer, yo no he
más quiere, aquellos corrige; mas era por- de dexar de facer lo que cumple á mí é á la
que habiendo vos ganado tanta honra sir- Reina, mi fija, é al bien de nuestros reinos,

viéndonos en la guerra, deseábamos e desea- para que con el ayuda de nuestro Señor
mos no solamente no la perdiésedes, mas que queden para siempre remediados. E de lo
la acrecentásedes sirviéndonos en la paz. que á vos toca, perded cuidado é dexadme
E no hay hombre en nuestros reinos que más á mí el cargo, que yo é la Reina mi fija no
deseamos que acierte en todo que vos... E por estaremos bien con el Rey Archiduque, mi
esto no quisimos darvos licencia para venir fijo, ó él estará muy bien con vos, como es
acá, sino que nos sirváis en ese cargo... razón.
(Todavía en 5 de Mayo de 1505 intentó don

fi) Zurita.
(2) Está copiada de la original, cifrada, que en su (') Véase sobre este punto mi estudio sobre La Reina
rica colección de papeles históricos poseia el difunto Doña Juana, donde se inserta la carta á que se refiere
conde de Valencia de Don Juan. aqui el rey D. Fernando.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XLIII

Felipe atraer cautelosamente á su partido al ra se le debe buena suma de dinero, como


Gran Capitán, escribiéndole que le contaba por la que mosen Luys
relación de las letras
entre sus servidores y que esperaba hacerle Peixo, que tienela razón de todo ello, escribe

las señaladas mercedes que sus servicios pe- á S. vuestra merced entenderá. E porque
A.,

dían ('); pero estrelláronse todas sus artifi- los servicios de micer Bernardo, allende de
ciosas insinuaciones ante la lealtad y nobleza pagarle lo que prestó en tiempos de tanta ne-
de tan insigne y glorioso caudillo. La audacia cesidad, merecen toda merced é gratificación
del archiduque D. Felipe, ó por mejor decir de S. M.: suplico á v. m. lo mande haber re-
de sus consejeros, llegó hasta el extremo de comendado é le favorezca y enderece en todo
enviar un agente á Roma para prevenir al lo que le converná; de manera que de todo

pontífice Julio II contra el gobierno del Rey sea satisfecho, como es razón; e conozca que
Católico y difamar á los Arzobispos de Tole- mi suplicación le aprovecha, que por ser
do y Sevilla y al Obispo de Falencia, que eran tan buen servidor é haber servido á S. A. de
respectivamente Jiménez de Cisneros, fr. Die- la manera que arriba digo, todo lo que por él

go de Deza y D. Juan de Fonseca, llamándolos se hiciere, recibiré en causa propia. Nuestro


escandalosos y acusándolos de gravísimas Señor la muy magnífica persona de v. m. guar-
por las cuales querían se arrancase al
faltas, de y estado acreciente como desea. De Ña-
Papa, á fuerza de dinero, un breve para em- póles á veinte y quatro de Setiembre de 1505
Roma. Y en verdad que el agen-
plazarlos en años. A su servicio, Gonzalo Hernández, du-
te nombrado para tan escabrosa negociación que de Terranova.
era hombre en sumo grado adecuado para
ella. Nuestros lectores todos le conocen: lla- 34. El Gran Capitán al Rey Católico
mábase Antonio de Acuña; desempeñaba á la en recomendación de Gaspar de Moya (1505).
sazón arcedianato de Valpuesta, y codicio-
el

so por obispar aceptó esta denigrante comi- Muy alto, catholico é muy poderoso princi-
sión. Más adelante fué Obispo de Zamora, pe é Rey nuestro señor: Gaspar de Moya, le-
caudillo el más turbulento de las Comunida- vador de la presente, ha servido á V. M. en
des, y preso por esta causa en el castillo de la guerra pasada de este su reino con su per-

Simancas, murió en él violentamente.) sona bien, en lo que se ha ofrescido, é agora


va en España en el número de los dos mili
hombres que V. M. manda que de acá va-
33. El Gran Capitán
al Secretario Miguel Pé- yan. Beso sus reales manos, le plega mandar-
rez de Almazán, recomendándole á micer lo haber recomendado. Nuestro Señor, etc.
Bernardo Faragón (1505). De Puijol dos de Octubre de 1505.— De V. A.
humil siervo, que sus Reales pies y manos
Muy magnífico señor: Por otra he escrito besa, Gonzalo Fernandez, duque de Terra-
á V. m. lo mucho que micer Bernardo Fara- nova.
gón, de Mecina, ha servido al Rey nuestro se-
ñor con su hacienda é crédito, é con la de sus 35. El Gran Capitán al Rey Católico
parientes é amigos en todas las necesidades (1505).
que se ofrecieron en el armada, desde el día
que llegamos á Mecina, donde socorrió con alto, catholico é muy poderoso prín-
Muy
dinero é ropa é vituallas é otras cosas que cipe,Rey nuestro señor: Aquí vino Obregon
fueron menester, así para el viaje de levan- con las letras de V. A.: lo que se pudo, á la
te como después de la venida de la dicha fa- hora se cumplió, y en lo que nos pareció in-
lonia todo el tiempo que estuvimos en Qegi- conveniente se ha entretenido; e para mejor
lia; e así mesmo para
entrada de Calabria:
la informar á V. A. y no errar, sabiendo su de-
que en cada jornada destas sirvió también termicion sobre ser avisado de toda particu-
quanto mejor no se podría decir, prestando é laridad, él va tan bien informado que no con-
fiando lo suyo é lo ajeno, en todo lo que su viene que yo alargue mas de suplicar á V. A.
facultad é crédito bastaron; de que fasta ago- lo mande oír é creer é despachar presto, con
lo que más servido será. Nuestro Señor
(') Arch. de Simancas. la vida etc. De Ñapóles á XV de Octu-
XLIV CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
bre de 1505. De V. A., etc., Gonzalo Hernán-
38. Sobre la tardanza del Gran Capitán en
dez, duque de Terranova.
volver á España después de ser llamado por
el Rey (1505).
36. El Gran Capitán al Rey Católico (1505).
A fines del año 1505 el Rey Católico recelán-
Muy alto, cathólico etc.: Corrales, leva- dose que en la contienda suscitada entre él y
dor desta, ha servido bien á V. A. en la gue- su yerno D. Felipe, se inclinase al fin el Gran
rra pasada deste vuestro reino, en la parte Capitán del lado del Archiduque, determinó
que se ha hallado, y aun derramado alguna mandarle venir á España, so pretexto «por
sangre en el cerco de Oyra e Conversano por tener necesidad de su persona para cosas
vuestro servicio; é por ser buena persona se muy señaladas y de gran importancia», pro-
le encargó una compañía de gente de pie veyendo el cargo de Lugarteniente general
con la cual él agora va en España por la or- del reino de Ñapóles en su hijo natural don
den que V. A. manda. Lieva cient hombres, y Alonso de Aragón, Arzobispo de Zaragoza;
otros diez y seis que se le llevaron de la com- no llegándose á efectuar este deseo del Rey
pañía del comendador Montolio, que son cien- por el peligroso estado de Italia y haberse,
to y diez y seis; de los cuales lleva copia é al fm, concertado el Rey con D. Felipe. Por
libranza. Suplico á V. A. lo mande aver reco- más que la instrucción secreta que éste dio á
mendado. Nuestro Señor la vida etc. De su agente cerca del Gran Capitán, llamado
Ñapóles, XXll de Noviembre de 1505. De Juan de Hesdin, para exponerle las quejas
V. A G. H duque de Terranova.
, , que del Rey su suegro tenía, hablando del
matrimonio de éste con doña Germana, lo ca-
37. El Gran Capitán al Rey Católico sobre lifica de vituperable (')•

suspender el nombramiento hecho á favor de La tardanza del Gran Capitán en venir á


Galaso de Tarsía, y recomendando á Ñuño España, después de llamado por el Rey Cató-
de Mata para el cargo de Cónsul de fran- lico, tenía á éste por todo extremo receloso

ceses (1505). y alarmado, habiendo sido su constante de-


seo tenerle á su lado en la ceremonia de su
Muy alto, cathólico etc.: A V. A. es ido casamiento con doña Germana y en el acto
un gentil hombre de Cosencia que se dice de recibir á D. Felipe.
Galaso de Tarsia, el qual en tiempo pasado Excusaba Gonzalo su tardanza «con la so-
ha seydo capitán de los casares de Cosencia; bra de mal tiempo, falta de dinero y afán de
y bien que él sea hombre de bien é servidor dejarlo todo proveído». La causa probable
de V. M., á vuestro servicio conviene que era no querer intervenir en estas discordias
aquel servicio se ponga en poder de otra per- entre suegro y yerno, y esperar á que se ajus-
sona, segund V. A. de mi entenderá placiendo tasen ó rompiesen abiertamente, en cuya ac-
á Dios; e asi debe mandar suspender la pro- titud expectante se hallaba también toda Ita-
visión desto hasta que yo le hable; que si Por su parte D. FeUpe no dejaba de im-
lia.

V. M. le querrá hacer merced, en otra cosa portunar al Gran Gonzalo para que perma-
podrá hacer su voluntad. neciese en Ñapóles hasta tanto que él fuese
En esta vuestra cibdat de Ñapóles antigua- jurado Rey de Castilla.
mente suele haber un oficio de Cónsul de
franceses, el qual con las guerras pasadas no 39. Capítulo de carta del Rey Católico á su
ha tenido ni usado persona alguna; y porque Embajador en Roma D. Francisco de Rojas
Ñuño de Mata comienza agora á aprender la (Valladolid, 14 de Abril de 1506).
lengua francesa, le he recomendado el dicho
oficio en nombre de V. A.: á la qual suplico le Lo que escribistes del Duque de Terranova
plega hacerle merced del, porque le certifico vos agradezco y tengo en servicio; como de-
que en esta guerra ni después quel está de cís, no puedo creer del tal cosa, pero no de-

acá, no ha habido cosa alguna sino vestirse xeis de escribirme de contino lo que más su-
de la francesa.— Nuestro Señor etc.— Ña- piéredes, é qué es la causa porque creys que
póles, último de Noviembre 1505. De V. A ,
Vitupereulx. Negotiations diplomatiques entre la
(1)

G. H., duque de Terranova. France et l'Autriche, publiées por Mr. Le Glay.


CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XLV

se detiene, que todo se guardará en secreto;


é si luego no viene, yo proveeré en ello de
42. Capitulo de carta del Rey Católico á Rojas
sobre tener resuelta su ida á Ñapóles (Tor-
manera que habréis placer
desillas, /.» de Julio de 1506).

40. El Rey Católico á su Embajador en Ro- Yo acuerdo de me ir luego á Ñapóles e

ma (') (Valladolid, 24 de Abril de 1506). desde allícon lo de mis reinos trabajaré de


servir á nuestro Señor en la empresa contra
En gran manera esto maravillado de tan los infieles. Mi ida será luego este verano
larga tardanza del Duque de Terranova; é no plaziendo á nuestro Señor. No lo digáis á na-
venir él y los oficiales que mandé que viniesen die, porque nadie lo sabe, ni quiero que lo
con él faze muy grande daño en estos nego- sepan fasta que me vean allá, e quando sea
Barones y princi-
cios de la restitución de los tiempo que publiquéis mi ida á Ñapóles, yo
palmente para el asiento de aquel reino é para vos lo escrebiré.
bien é provecho de los que han servido: que
estas dos cosas es imposible facerlas tan bien
43. Capitulo de carta del Rey Católico á su
como convernia sin su venida dellos. Querría
Embajador en Roma acerca del intento de
saber si es verdad si el Duque de Terranova
apoderarse el Gran Capitán de Ischia (Za-
se ha detenido y detiene por no haber fe-
ragoza, 23 de Julio de 1506).
cho tiempo para venir como él dice, lo qual
me parece imposible en tantos meses, ó si es
Por vuestras cartas de nueve de Julio es-
otra la causa de su tardanza, que ya agora no
crevístes lo que de Istia vos envió á decir la
puede ser mejor el tiempo ni mas seguro en
Duquesa de Francavila sobre el recelo que
la mar para venir. Y si por aventura conocéis
tiene que Gonzalo Hernández se quiere apo-
que se detiene por otro fin, como quier que
derar de Istia. Escrevídle luego secretamente
tan grande maldad no la podría yo creer del
Duque caso con persona fiel e llévelo en creencia, que si
dicho si no la viese; pero en tal
menudo qué provisión vos pa- Gonzalo Hernández quisiere pasar á Istia
escribidme por
para apoderarse della ó quisiere enviar quien
rece que debo facer para el remedio dello,
se apodere della, que con alguna buena color
porque si aquello fuese verdad, todo castigo
dilate é desvie su pasada; y que en fin ella
merecería; é envíadle luego mis letras que
aquí van para él. tenga á muy buen recabdo la fortaleza de
Istia é no consienta que Gonzalo Hernández
ni otra persona se apodere en ella, porque me
41. Capitulo de carta del Rey Católico á Rojas
pueda dar della muy buena cuenta como es
sobre la desconfianza que le inspira la con-
obHgada. E esto proveedlo luego secreta-
ducta del Gran Capitán. (Matilla, 9 de Junio
mente, como he dicho, de manera que no se
de 1506). sienta.
Mi ida á Ñapóles ya vos la he escrito. Yo
El Duque de Terranova veo que no viene,
espero de me embarcar para allá en Barcelo-
é agora no tiene escusa de tiempos ni de ne-
na en mi armada, un dia después de Nuestra
gocios que le impidan la venida; y si quando
Señora de Agosto, é iré costa á costa en las
esta recibiéredes no fuere partido para aquá,
galeras.
de creer es que no verná; y si no viniere, cla-
ra estará su ruindad, la qual yo fasta agora
del Rey Católico, á su
44. Capitulo de carta
nunqua he podido creer del. Querría que me
díxésedes en caso que no viniendo él, yo pro- Embajador en Roma (Barcelona, 30 de
vea en lo de allí, si sentís de qué face funda- Agosto de 1506).
mento, de qué manera, con cuya ayuda en-
tiende remediarse; é esto no lo participéis El casamiento que decis (') me ha pare-

con nadie, porque como he dicho, aun no pue- cido grave facerse sin mi sabiduría e con-

do acabar de creer que faga ruindad.


{*) El casamiento de la hija del Gran Capitán con el
hijo de Fabricio Colona. (Véase el número 73 de estos
(<) Registro de cifras de S. A. documentos.)
XLVI CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
sentimiento, y no ganarán por lo haber fe- tores de Ñapóles, y el estandarte iba delan-

cho así. te con los Reyes de armas, y luego el Gran


Capitán y el Próspero Colona, y luego la guar-
45. Relación de la entrada del Rey Católico en dia de los alabarderos y los Embaxadores

Ñapóles, tomada de la Crónica del renom- del Papa y del Rey de Francia y de los Ve-
brado Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo necianos y Florentinos y de las otras poten-
de los Reyes Católicos (1° de Noviembre de cias de Italia, las quales habían traido á S. A.

1506) ('). grandes presentes; y luego tras de ellos los


principales del Reino y Grandes y Ricoshom-
Fueron á recibir á S. A. áCastilnuovo vein- bres, y el Duque de Términi y los Cardenales
te y dos galeras muy bien ataviadas, en que de Borgia y Trento.
fueron más de dos mil hombres vestidos de Y así fueron por la ciudad con muchas ma-
seda y brocado, los más con cadena de oro al neras de músicas hasta llegar á la iglesia
cuello y con mucha pedrería. Y entró S. A. en mayor, donde salieron en procesión muy so-
su galera con una ropa de brocado aforrada lemne todos quantos frailes habia en la ciu-
en martas con mucha pedrería, en el bonete dad y clérigos; y allí se apearon el Próspe-
un joyel que le dio el Gran Capitán Gonzalo ro y el Conde de Melfa, y llevaron de rienda
Hernandes, que fue de los Reyes de aquel al Rey y á la Reina hasta en casa del Du-

reino, que le habia costado veinte mil duca- que de Términi, á donde todas las honradas
dos; y la Reina salió vestida á la francesa, dueñas del pueblo le hicieron un muy so-
con un brial de oro bordado, tirado y chapa- lemne recibimiento, debaxo de un arco triun-
do con mucha pedrería. Y cuando vinieron á fal muy rico que allí habia hecho. Iban en

vista de Ñapóles las galeras dispararon el el recibimiento muchos géneros de música,

artillería, y Castilnuovo les respondió con la como trompetas y atabales, sacabuches y


suya, que fue cosa de ver, y sus Alteras des- cherimias, dulzainas y otros instrumentos de
embarcaron en una puente artificial, donde el música.
Gran Capitán tomó á la Reina de bra^o has- Llevaba el Gran Capitán una ropa carmesí
ta ponella debaxo de un arco triunfal que en- abierta por los lados, aforrada en rico broca-
traba gran pieza en el mar, que habia cos- do, y el sayo de oro amarillo, y un collar de
tado doce mil ducados y la puente quatro, oro y perlas muy rico, y colgando del un jo-
donde habia gran música de cantores, que yel muy maravilloso. Sus alabarderos vestí-
cantaron Te, Deum, laudamus. Y allí juró el dos de sedas de sus colores. El Próspero Co-
Rey las libertades del Reino, y comió aquel lona y Fabricio y el Duque de Términi iban
día (allí) y la ciudad de Ñapóles le hizo pre- vestidos de ropas rozagantes de brocado afo-
sente de todas las cosas de comer y de mu- rrado en damasco plateado.
chas frescuras y gentilegas que ellos pudie- Y como fuese de noche antes de llegar á
ron haber, y de doce mil ducados de renta en Palacio, se encendieron hachas, que pareció
el aduana de la dicha ciudad, y de trecientos en la mitad del día, y solo el Gran Capitán
mil ducados en dinero; y á este respecto de- sacó treinta pajes de librea con hachas. Y
cían que estaba todo aquel reino y el de Si- entrando el Rey por Palacio fue recebido de
giliadeterminados de servirle. Y S. A. mandó la Reina, su hermana, y de la Reina, su sobri-
á llamar á Próspero. Colona y al Duque de na, y de la Reina de Hungría, hija del Rey Don
Términi, y tomando el estandarte Real en su Fernando, su primo, mujer que habia sido del
mano, lo dio á Fabricio Colona, haciéndole buen rey Matías de Hungría; y el Rey las
su Alférez mayor del reino; y mandó al Prós- abragó á todas con mucho amor; las quales
pero Colona tomase á la mano derecha al estaban acompañadas de muchas damas y
Gran Capitán, y S. A. cabalgando en su ca- hijasdalgo vestidas de oro y brocado y de
ballo muy bien aderegado, fue metido de baxo mucha pedrería; donde se mostró bien la
de un palio muy rico, que llevaban los Elec- grandeza de la ciudad de Ñapóles; y S. A. es-
tuvo hartos días, que todo el tiempo se le
(1) El Eey Católico, navegando hacia Italia, entró en
fue en fiestas y regocijos, hasta que pasado
el puerto de Genova el l.o de Octubre de 1506; desem- esto comengó á entender en los negocios del
barcó en Oaeta el 19 del mismo mes, é hizo su solemne
entrada en Ñapóles el l.o de Noviembre. reino.

CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XLVII

ter habere; sed ómnibus magna cum laude


46. Fragmento de carta del Arzobispo de Se- testari, sane cum Illustri et magnánimo viro
villa al Rey Católico, felicitándole por su Gundisalvo Fernandez de Corduba duci Suae-
regreso á España, donde tanta falta hace, y sse ac Terrenovae, nostro generali Capita-
preguntándole por el Gran Capitán (Sevilla, neo, máxime debeamus ob res tantas, ob eo
21 de Enero de 1507) ('). optime gestas, ut hoc nostrum regnum Sici-
liae citra farum, strenua sui corporis et ani-

En la venida de v. al. deue mandar dar toda mi virtute, acrimarte ac suo singular! con-
la priesa que ser pueda, porque agora todas silio, magnanimitate et constantia, sub Co-

las gentes y ciudades desean á v. al. como á rona nostra, cuius antiquum patrimonium
quien los ha de redemir, y su entrada en es- erat, in exercitu nostro restituerit, in illo quo-
tos reynos serya agora tan llana y pacifica que Regendo aliquot annis, curam Vicem
que no habria contraste, porque allende que gerens, sicut auxiliante Deo armis reduxil;
la mayor parte aman á v. al., sienten todas ita magna cum fide, summa que prudentia
generalmente la falta de gouernacion y de et sagacitate, ac cum omni iustitiae et equi-
y con la dilación ya sabe v. al. que
justicia; tatis laude, gubernauit, semperque inten-
pueden acaecer casos y cosas por do se mu- tus ac ubique solers et abvigilans fuit pro
den corazones y para las faltas y daños se statu et rebus nostris, eoque nomine tot la-
busquen remedios, de manera que no sien- bores, totque difficultates et pericula subiens,
tan tanto la necesidat; y otras muchas co- eamque synceram fidem, semper et in ómni-
sas pueden acaeger que agora no se piensan bus rebus nobis servavit, ut maiora nobis
como á fortaleza cercada, que aunque esté desiderarí non potuisset, eamque operam
bastecida de todas las cosas, el que puede, pro nobis narravit, ut hac tempestate facile
luego á tercero dia la querría socorrer. Las memoriam oninium fortissimorum ducum su-
cosas dése reyno ya v. al. las avrá puesto en peraverit. Officii nostri esse putavimus ut
orden, y de acá se han de conservar mejor debito tante virtuti testimonio prosequamur:
que de allá, como v. al. sabe. Bien creo que harum igitur serie litterarum non presenti-
terna allá mucho trabajo y fatiga en poner bus modo hominibus sed posteris quoque tan
en orden las cosas dése reyno, según su clara et illustria, erga nos obsequia, nostro
desorden, mas como en tiempo del rey Fer- proprio motu, ex cer taque nostra scientia
nando estuuo en tan gran concierto como di- signifícamus ac eius undique et inconcusse
cen, prestamente será reformado. Suplico á nobis fidem servatam fatemur atque testa-
v. al. me mande escrevir qué tal ha hallado mur exaratis his litteris, quas pervenire ad
á Gonzalo Hernández, duque de Terranova, omnes mundi dóminos et universas mundi
que deseo mucho lo haya hallado bueno y partes, et durare in omnen evum cupimus
leal servidor... in suéBconstantissime fidei, et suorum erga
nos meritorum memoriam sempiternam pre-
sentes fieri fecimus cum subscriptione Ma-
47. El Rey Católico á Su Santidad, Reyes gestatis nostre, proprie manus et magno
cristianos y señorías en favor del Gran Ca- nostro pendenti sigilio munitos. Datum in
pitán (1507).
castello nostro Novo civitatis Neapolis, XXV
die mensi» Februarii, anno a Nativitate Do-
Sanctissimo ac beatissimo Domino Sanctae
mini millessimo quinquagessimo séptimo.
Romanee Eclessiae Pontifici Máximo... Sere-
Yo el Rey.— Donúnns Rex mandabit mihi. Mi-
nissimis item et excellentissimis quibuscum-
chael Pérez de Almagan.
que Regibus, Regumque primogenitis, fratri-
bus consanguineis et amicis nostris charissi-
48. El Gran Capitán á Cristóbal de Zamudio
mis: Ferdinandus, Dei gratia Rex Aragonum,
para que entregue la fortaleza de Beste á
Siciliae citra et ultra farum... Magni et grati
mosen de Foces (1507).
animi offitium est, accepta obsequia perpetuo
meminisse, ac illa non oculté aut dissimulan-
El Duque de Sesa y de Terranova y de
Sant Angelo, etc. Don Gonzalo Fernandez de
(1) Ológrafa. Cordova, á vos Christobal de Qamudio, núes-
XLVIII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
tro alcaide de la nuestra fortaleza de Beste,
salud e gracia. Bien sabéis en cómo confia- 49. Sobre el viaje del Rey Católico de Ñapóles
mos de vos esa dicha nuestra fortaleza de á España (1507).
Beste para que la toviésedes por nos en te-
nencia, como nuestro alcaide, tanto cuanto Dispuestos convenientemente los negocios
nuestra voluntad fuese. E agora por algunos que los
del reino de Ñapóles, con noticia de
buenos respectos, y no en defecto vuestro, desórdenes iban creciendo por momento en
habemos acordado de servirnos de vos en el de Castilla y avisado de que se disponía
otra cosa, é proveer de la tenencia desa di- á venir á ella con poderosas fuerzas el rey
cha nuestra fortaleza de Beste al magnífico de Romanos, Maximiliano, resolvió D. Fer-
mosen Pedro de Poces, para que la él tenga nando apresurar su vufelta. Salió del puerto
por nos en tenencia, como nuestro alcaide, de Ñapóles el 4 de Junio de 1507 con una ar-
segund que la vos habéis tenido fasta aqui. mada de diez y seis galeras, habiéndose he-
Por ende, por tenor de la presente, vos hor- cho á la vela ocho días antes la que manda-
denatnos é mandamos que luego que vos ba el conde Pedro Navarro. De lugartenien-
será presentada, sin nos más requerir ni es- te del reino de Ñapóles quedó D. Juan de
perar otro nuestro mandamiento ni segunda Aragón, conde de Ribagorza, sobrino del mo-
jusion, dedes y entreguedes esa dicha nues- narca.
tra fortaleza de Beste al dicho mosen Pedro Detúvose el Rey Católico unos días en
de Poces, ó á la persona quel en su nombre Gaeta á fin de obtener del Papa la investi-
é lugar la enviare á recibir de vos, con toda dura de Ñapóles, pero como le entretuviese
munición é todas las otras co-
el artillcria é con esperanza de alcanzar á trueque de esta
sas con que la recibistes al tiempo que vos concesión otras contra los venecianos, siguió
fue entregada é después acá habéis habido el Rey su camino con propósito de no dete-

en cualquiera manera, apoderándolo en lo nerse hasta Saona, donde tenía concertada


alto é baxo de la dicha fortaleza á toda su una entrevista con el Rey de Francia. Vien-
voluntad ó del que en su nombre la fuere tos contrarios le obligaron á detenerse en la
á recibir, como es dicho. Todo lo cual le ha- playa romana y costa de Toscana algunos
béis de consignar por inventario ante nota- días, llegando el 26 de Junio á Genova, y sa-

rio público en guisa que no le falte cosa al- liendo poco después para Saona, donde ya le
guna. E de cómo le oviéredes entregado la esperaba el rey Luis. Llegó á este punto el

dicha fortaleza en la manera que dicha es, Rey Católico el 27. Recibióle aquél con mu-
tomareis carta de recibo del dicho mosen chos abrazos y placeres, y yendo el Gran
Pedro de Poces ó de la persona que en su Capitán á besarle las manos, el monarca
nombre é lugar enviare á la recibir en las francés lo alzó y abrazó como si fuera otro
espaldas deste nuestro mandamiento por Rey, y por fuerza lo hizo sentar á su mesa
vuestra cávala: ca faciéndolo é compliendolo con el Rey Católico y la reina Doña Germa-
vos así, como de suso es dicho, por esta vos na. Mientras duró la comida, dice un es-
aleamos é quitamos cualquier juramento, con- critor coetáneo, «casi nunca quitó los oj.os

traseguro, pleitohomenaje ó otra seguridad del Gran Capitán, no se hartando de mira-


que de la dicha fortaleza ayays fecho á nos lley dalle mil loores cada rato delante de
ó á otra persona en nuestro nombre; é vos todos».
damos por libre é quito de todo ello á vos fin el 11 de Julio llegó el Rey Católico
Por
é á vuestros herederos para agora é para alpuerto de Cadaques, en Cataluña, y por-
siempre jamás. De lo qual mandamos dar que estaba infestado de pestilencia pasó, sin
la presente firmada de nuestro nombre é detenerse, á desembarcar el 20 del mismo
sellada con el sello de nuestras armas: que mes al Grao de Valencia, en cuya ciudad en-

es fecha en la cibdad de Ñapóles, doze días tró solemnemente con la reina Doña Germa-
del mes de Mayo de mili é quinientos é sie- na al siguiente día.
te años.— Go/íza/o Hernández, duque de Te- Antes de salir de Ñapóles, el Rey para re-
rranova. (Hay un sello con sus armas sobre compensar los servicios que á su causa ha-
un papelito cuadrado pegado con lacre).— bía prestado el arzobispo de Toledo fray
Franco. Francisco Jiménez de Cisneros y para tenerle
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN XLIX

en lo sucesivo por completo á su devoción,


50. El Gran Capitán al Secretario Almazán
le capelo de Cardenal y
había procurado el
en recomendación del Barón Bruneto y del
nombrádole Inquisidor general en los reinos Conde de Matera (1507).
de Castilla y León ('). Por análogas razones
permitió que D. Alonso de Fonseca fuese Muy magnifico Señor: El Barón Bruneto,
proveído en vida de su padre en el Arzobis- levador desta, vino de Ñapóles conmigo por
pado de Santiago, por cesión que de este negociar con el Rey nuestro Señor ciertas
cargo le hizo, renuncia que produjo general cosas del señor Conde de Matera, como más
escándalo en el reino; mas, como refiere un largamente de su relación entendereys, y con
cronista contemporáneo, no le faltó en Roma la desgracia de mi quedada, por no perder

al Arzobispo padre lo que se requería para tiempo aquí, ha acordado de se ir allá. Supli-
acabar tal negociación. A esta causa decía el cóos, señor, lo mandeys aver en especial re-
Rey D.Fernando quede dos cosas le acusaba comendación, é queráis tomar las cosas del
gravemente su conciencia: la una, haber con- señor Conde como las mías propias, porque
sentido esta renuncia de padre á hijo en dig- asi las tengo yo, para dar en ellas toda buena

nidad tan principal, por ser además el hijo en expedición é recabdo; pues sabéis, señor, que
quien recaía la renuncia de poca edad, sin sus cosas merecen ser mejor tratadas que las
letras ni experiencia, y la otra haber nombra- de oíros; é de mas de todo á mí se hará mu-
do obispo de Osma á D. Alonso Enríquez, cha merced. Asi mesmo, señor, os suplico en
hijo bastardo del Almirante de Castilla, que particular, mandéis haber al Barón mucho re-
asimismo era hombre muy profano y sin doc- comendado, que es persona honrra (sic) y
trina alguna. merece bien todo lo que por él se hiciere.
«Hubo este año, escribe Alonso de Santa Nuestro Señor vuestra muy magnífica perso-
Cruz, muy gran pestilencia en toda España, na guarde é prospere. De Saona, VI de Julio
principalmente en Castilla y León, muriendo de 1507.
las gentes por los caminos y montes, huyen- A vuestro servicio, Gonzalo Hernández,
do unos de los otros; murieron muchos
los duque de Terranova.
viejos, clérigos, frailes y monjas; escaparon
muchos heridos; á vista de ojos se pegaba el 51. El Embajador de Venecia al Rey Católico
mal de unos á otros; y también morían mu- previniéndole contra el Gran Capitán, y res-
chos de modorra y de hambre, por haber en puesta de S. M. (1507).
este año mucha carestía de pan; amanecían
en Sevilla por las calles y plazas veinte y Por lo semejante del Duque de Terra-
treinta pobres heridos de pestilencia y muer- nova dicen que le hacen después de la muerte
tos de hambre. Enterrábanlos todos juntos, del Duque de Urbino gran Golfangoner del
de manera que los padres no podían ver á Papa y que le dan sesenta mil ducados, y que
los hijos ni éstos á aquéllos, tanto que ya la Duquesa viene á Roma, aunque desto y de

por hambre, ya por pestilencia, murió en este todo será lo que Dios quiera; pero tengo por
año la mitad de la población de España». grande inconveniente para estos de la estada
de aquella mujer en Italia, fuera de lo suyo
i
También antes de salir del reino de Ñapóles hizo
I
j
y de la jurisdicción y mando de V. A., en de-
merced el Key Católico á Pedro Navarro de la villa de más estando sana. Es cierto que V. A. pasa
Mélito con titulo de Conde. Al Gran Capitán dio la ciu-
dad de Sessa con todo su señorío y titulo de Duque de por todo, mejor que yo no lo sé decir, pero
ella, dándole además un privilegio con relación de to-
dos los servicios prestados por él en el reino de Ñapó- por verdadero deservidor y enemigo no tiene
les. Cuando los Venecianos supieron que Gonzalo hal)ia otro si no este; del cual por amor de Dios no
dejado el gobierno de este reino, le enviaron á decir
«que le darian el partido que quisiese porque fuese su se descuide y no esté con él en medios sino
capitán general». Lo mismo le envió á decir el papa Ju-
lio II,«pensando que con tenello en s ayuda no se les i
en extremos de bien ó de mal, segund sus
liabia de arrebatar cosa en Italia ni fuera della». Algu- merecimientos.
nos dicen que el rey D. Fernando procuró que no reci-
bie-e partido de nadie, iirometiéndole que en llegando Una persona bien cierta me ha dicho, cómo
á España le daria el Maestrazgo do Santiago; lo cierto
es, que el gran Gonzalo supo cumplir como noble y leal
fablando con mosen Luis Pexo en razones de
vasallo, por más que el Rey mantuvo siempre de él amistad, le dixo cómo el Duque de Terranova
hartos temores y desconfianzas, no premiando sus gran-
des y extraordinarios serVicios con la largueza y mag- le dixo un día á la partida, que se concertase
nificencia debidas.
con él; que tan mal lo había fecho V. A. con
Crónicas del Gran Ca¡i/túii. -d
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
élcomo con Luis Pexo, y que tan quexoso se E mando que esta licencia dure y haga efecto
quedaba como él; y le dixo más: que bien ha- por término de treinta días contados de la
bía conocido que si tomara su consejo en al- fecha desta, e non fagades ende al. Fecha en
gunas cosas, como en otras lo habia tomado, Burgos á 14 días del mes de Marzo de 1508
que lo hubiera acertado mejor; pero que no años. -Ko el Rey.- Por mandato de S. A.,
quedaba tan perdido que no pudiese hacer Miguel Pérez de Al mazan.
por él, y que le queria dar la cibdad de Gira- (Lo mismo manda á sus oficiales del
che y la baronía de Sant Jorge por su vida; y Reyno de Aragón, Valencia y Principado de
que el Luis Pexo no quiso aceptar la oferta, Cataluña, Rosellon y Cerdaña).
porque le parecía era dar alguna sospecha
quedando él en este castillo como quedaba, y 53. El Rey Católico (Burgos, 11 de Abril
que le escribe de continuo muchas cosas; y de 1508).
que á su hijo, cuando íué á Valencia, que iba
algo destrozado, le hizo dar muchos vestidos El Rey.— Oficíales de la casa de la moneda
y honras muy señaladas. Díxole más hablan- desta ciudad de Burgos. El Grand Capitán,
do en estas razones, veniendo al caso, que Duque de Sessa y de Terranova, me ha fecho
«lo del Duque de Terranova no había de ser relación quel querría labrar cierto oro en esa
sino un gran trueno un día » casa é que vosotros no lo quereys hacer di-
—A lo que le contestó el Rey Católico: ciendo que no hay tesorero; y que no le ha-
«Cuanto á lo que decís del Gran Capitán en biendo, no lo podéis labrar conforme á las
las cosas pasadas, alguna culpa tuvo; pero Ordenanzas de la casa; é me suplicó vos man-
después acá se ha reconocido y confesado lo dase que lo labrasedes. Por ende yo vos man-
que hubo en lo pasado; y en especial de poco do que no embargante que no haya thesorero
acá se ha determinado á servirnos muy bien y en esa casa de la moneda, labréis todo el oro
fielmente, y poner vida y estado por nuestro que el dicho Grand Capitán vos diese á labrar,
servicio de la manera que gelo mandáremos; segund é de la manera que lo labrariades ha-
y también nos, visto cuan señaladamente ha biendo tesorero é lo habeys acostumbrado
servido á nos y á nuestra Corona Real, le te- labrar, que yo por la presente vos relíevo de
nemos por íntimo y fiel servidor nuestro de cualquier cargo é culpa que por ello vos pueda
aquí adelante, y agora así lo muestra él acá ser opuesto é vos doy por libre é quito dello.
en todas las cosas, y nos le habernos fecho E non fagades ende al. Fecho en Burgos....
merced. Esto decimos porque ya ni tengáis
la sospecha que teníades, ni creáis de lo que 54. Cédula de la Reina Doña Juana dando
vos dixeron contra él, sino lo que viéredes ó al Gran Capitán la tenencia de la fortaleza
vos contare claramente». de Loja (Burgos, 30 de Abril de 1508).

52. El Rey Católico (Burgos, 14 de Marzo Doña Juana, etc. Entendiendo ser así cum-
de 1508). plidero á mi servicio é por facer bien é mer-
ced á vosDon Gonzalo Fernandez de Córdo-
El Rey.— Alcaldes de sacas e cosas veda- ba,Duque de Sessa y de Terranova, nuestro
das, dezmeros, aduaneros e portazgueros e Grand Capitán, acatando los muchos é bue-
otras cualesquier personas que tenéis cargo nos y leales, continos y señalados servicios
de guardar el puerto de Montagudo. Porque que me habéis fecho é hacéis de cada día:
el Duque de Sesa y de Terranova, nuestro tengo por bien y es mí merced é voluntad
Gran Capitán, envia á la Duquesa su muger, que asrora é de aquí adelante, cuanto mí mer-
que está en Genova, á Rodrigo de Aldana e ced é voluntad fuere, tengáis por mí en te-
Antonio de Quintana, sus criados, levadores nencia la fortaleza de la ciudad de Loxa, é
desta, yo vos mando que les dexeys e consin- seáis mi alcalde y tenedor della, é que haya-
táis pasar por ese puerto, libre e desembar- des é tengades en cada un año con la dicha
gadamente con sus cabalgaduras y ropas y tenencia los mrs. que para ella están nombra-
con el dinero que llevan para su camino, sin dos y asentados en los mis libros de las te-
los catar ni escudriñar ni pedir ni llevar de- nencias é las otras cosas á ella anexas é per-
rechos algunos ni poner ningún impedimento. tenecientes. E por esta mí carta mando á
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN Li

Diego López de Ayala, mi aposentador ma- derecho de la seda que á mí pertenece en el'
yor, caballero hijodalgo, que luego que con reino de Granada; porque vos mando que lo
ella fuere requerido tome y reciba de vos el pongáis e asentéis así en los mis libros etc.
dicho Grand Capitán el pleitohomenage y fi- (Firmado por el Rey).
delidad que en tal caso se requiere é debedes
hacer, é á Pedro de Fuenmayor, tenedor de 57. El Rey Católico (Burgos, 2 de Mayo de
la dicha fortaleza, que así por vos fecho el
1508).
dicho pleito homenaje e fidelidad vos entre-
gue luego la dicha fortaleza El Rey.— Contadores mayores... (manda que
por los 2 quentos de mrs. que la Reina Doña
Juana ha hecho merced (v. n.'' 5o) al Gran
55. La Reina Doña Juana nombra al Gran
Capitán en .s sedas de Granada) «no le des-
1
Capitán Gobernador de la ciudad de Loj'a
contéis diezmo ni chancillería de tres ni de
(Burgos, 30 de Abril de 1508).
cuatro años, que según la nuestra ordenanza
Doña Juana, etc. Confiando de vos don Gon- es obligado á pagar»
zanlo Fernandez de Córdoba, duque deSessa —(El Rey á id que tampoco se descuen-
y de Terranova, nuestro Grand Capitán, que te nada de lo que debe haber por la tenencia
sois tal persona que guardareis mi servicio é de Loxa).
bien é fiel é diligentemente haréis lo que por
mí vos fuere mandato é cometido; é enten- 58. El Rey Católico (Burgos, 10 de Mayo
diendo ser así cumplidero á mi servicio é á la de 1508).
buena gobernación, paz é sosiego de la mi
justicia: es mi merced é voluntad que seades
El Rey.— Licenciado Vargas, nuestro theso-
mi gobernador de la cibdad de Loxa e de su
rero e del nuestro Consejo:* yo vos mando
tierra é término e jurisdicción
que de qualesquier libranza, que tengayseste
por el tiempo
año en la cibdad de Córdoba é su partido,
que mi merced é voluntad fuere. Por ende
deys á don Gonzalo Fernandez de Córdoba,
por esta mi carta vos encomiendo é cometo
la dicha gobernación é la administración de
duque de Terranova, nuestro gran capitán,
dos quentos de mrs. de las dichas libranzas
mi justicia de la dicha cibdad é de las villas,
de lo mejor parado dellas ó de la libranza que
c lugares de la dicha tierra y términos y jure-
tenéis en la seda del reino de Granada por-
diccion y vos doy poder amplio etc.
que los ha de haber de cierta merced que yo
le fice... etc.
56. La Reina Doña Juana concede al Gran
Capitán dos cuentos de mrs. anuales de ren-
59. El Rey Católico (Burgos, 14 de Mayo
' ta (Burgos, 2 de Mayo de 1508).
de 1508).
Yo la Reina: Fago saber á vos los mis con- El Rey.— Fernando de Fuenmayor, contino
tadores mayores que yo acatando los muchos é tenedor de la fortaleza de la cibdad de Loxa.
é buenos é muy señalados é continuos servi- Ya sabeys cómo vos mandé tener esa forta-
cios quelGrand Capitán Don Gonzalo Fernan- leza fasta tanto que yo vos enviase mandar
dez de Córdoba, duque de Sessa y de Terra- lo que della oviésedes de facer: é agora la
nova, ha hecho al Rey D. Fernando mi señor Serenísima Reina... mi hija ha fecho merced
e padre, é á la Reina Doña Isabel, mi señora de la tenencia desa dicha fortaleza á Don
madre, que santa gloria haya, é á mí, é á nues- Gonzalo F^''-. de Córdoba, duque de Sesa y de
tras Coronas Reales, é á la grande honra que Terranova, nuestro gran Capitán... Por ende
ha dado á estos mis reinos é toda nuestra na- yo vos mando que... le entreguéis esa dicha
ción d' España, como á todos es público y no- fortaleza... etc.
torio, é en alguna enmienda de tantos y tan
señalados servicios, mi merced é voluntad es
60. El Rey Católico (Burgos, 28 de Mayo
que haya é tenga de mí por merced en cada
de 1508).
un año, cuanto mi merced é voluntad fuere,
dos quentos de mrs. asentados por mi carta El Rey.— Alcaldes de sacas, etc. del puerto
de privilegio señaladamente en la renta del de Fuenterrabia e de Irun. El duque de Sesa
LII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
ydeTerranova, nuestro ürand Capitán, é Don y vosotros después de haberla obedecido dis-
Diego de Mendoza, conde de Mélito, envian á tes cierta respuesta é sobreseistes en dar la
mosior Don Eni con Enrique de Cosencia, posesión de la dicha gobernación fasta con-
levador desta, cinco caballos; por ende yo vos sultar conmigo. Y vista la causa que á ello
mando le dexeis é consintáis pasar... etc. vos movió, que fue principalmente lo que el
Marqués de Pliego, sobrino del dicho Grand
61 El Rey Católico (Arcos, 8 de Julio Capitán ha fecho, tuvistes mucha razón de lo
de 1508). facer así. Pero porque yo soy cierta que el
dicho Grand Capitán no solamente no cupo
El Rey. — Presidente de la audien-
e oidores ni supo en el yerro del dicho Marqués, ni ja-
cia e chancilleria que reside en Granada é más cabria en cosa que fuese deservicio mío,
agora estáis en Loxa. Yo he sabido cómo ha- mas que será el primero que porná la perso-
biendo enviado el Duque de Sesa y de Terra- na y estado por nuestro servicio cada vez
el

nova, mi Grand Capitán, á tomar la posesión que menester fuere, é por su parte me fue
de la la fortaleza y de la gober-
tenencia de suplicado sobre ello le mandase proveer como
nación de ciudad de Loxa, de que la Serma.
la la mi merced fuese, é yo tóvelo por bien; por
Reina mi... hija e yo le proveímos, vosotros ende yo vos mando que veades la dicha pro-
sobreseísteis el dar la dicha posesión hasta visión de que de suso face mención e sin dila-
consultar conmigo; y vista la cabsa que á ello ción alguna la guardéis é cumpláis... etc.
vos movió, que fue lo que el Marqués de Prie- —(La Reina á D. Fernando de Fuentmayor,
go su sobrino ha hecho, tovisteis mucha ra- nuestro contino, hombre darmas y tenedor de
zón de lo facer así; pero porque yo sé cierto la fortaleza de la ciudad de Loxa para quedé
quel dicho Grand Capitán no solamente no posesión de ella al Gran Capitán).
cupo ni supo en el hierro del dicho marqués,
ni jamás cabria en cosa que fuese deservicio 63. El Rey Católico (Arcos, 13 de Julio
de dicha Serma. Reina mi fija... Por ende yo vos de 1508).
mando que cumpliendo lo que en las provisio-
nes que sobre ello se le dieron, le deis... etc.
El Rey.— Presidente é oidores de la audien-
que suele residir en la ciu-
cia y Chancilleria
— (Diose otra tal para el Alcalde de Loxa).
dad de Granada y agora residís en la ciudad
de Loxa. Vi vuestra carta é ya por otras
62. Cédula de la Reina D.^ Juana al Concejo
nuestras antes desta, habéis visto la respues-
de Loja sobre no haber querido éste cumplir
ta que vos enviamos cerca del sobreseimiento
la orden de dar posesión al Gran Capitán
que ficistes en el dar de la posesión de la te-
del cargo de Gobernador de dicha ciudad nencia y gobernación desa dicha ciudad al
por la rebelión del Marqués de Priego, y or-
Duque de Sessa y de Terranova, nuestro
denándole la cumpla ahora (Arcos, 11 de
Grand Capitán, por las cuales habréis enten-
Julio de 1508).
dido cómo viendo la causa que á ello vos mo-
vió, que fue principalmente lo que el Marqués
Doña Juana, etc.— A vos el Concejo, justi-
de Priego ha fecho, nos lo hobimos por bien,
cia, regidores, etc. de la ciudad de Loxa, sa-
porque tovistes mucha razón de lo facer así;
lud é gracia. Bien sabéis cómo yo hobe pro-
pero porque yo soy cierto que el dicho Gran
veído de gobernación desa dicha ciudad y
la
Capitán no solamente, etc. (sigue como en las
su tierra por el tiempo que mi merced y vo-
anteriores vos mando que sin dilación algu-
luntad fuese á Don Gonzalo Fernandez de
na cumpláis las dichas nuestras cartas y so-
Córdoba, duque de Sesa y de Terranova,
brecartas... etc.
nuestro Grand Capitán, segund más larga-
mente se contiene en la provisión patente
64. El Rey Católico (Córdoba, 14 de Septiembre
que dello le mandé dar, con la cual según pa-
de 1508).
rece por testimonio signado de escribano pú-
blico fuistes requeridos le admitiésedes al di- El Rey.— Mossen Soler, capitán de las ga-
cho oficio e usásedes con él e con sus lugares- leras de la costa del Reino de Granada. El
tenientes en los casos e cosas á él anexas é Cristianísimo Rey de Francia mi hermano me
concernientes conforme á la dicha provisión; ha escripto rogándome que mande soltar unos
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LIII

cuatro franceses subditos suyos que diz que uia á la hora hazer un correo que se viniese
están en la galera que se decia del Grand Ca- luego para su y muger y hijos y fortalezas
al.

pitán, que se llaman Francisco de Paris é Gui- todo lo pusiese en su poder, y esto sin tar-
llermo de Bandera e Peti Juan Bretón e Pie- dar, antes que de Tordesíllas su al. se fuese,
rre Ardoyn, para que se puedan ir libremente . porque si de allí su al. se partiese sin fazer
donde quisieren e por bien tovieren. E yo esto, quel no quería entender más en sus co-
helo habido por bien. Por ende yo vos mando sas de ay adelante, etc. y afeándole muy mu-
que si los susodichos son subditos y natura- cho lo que hauia hecho, de manera quel fue

les del dicho cristianísimo Rey de Francia los bien descontento del Cardenal, aunque quedó
soltéis luego de la dicha galera para que se que le haría luego el correo porque se ovíese
puedan ir donde quisieren ó por bien tuvie- respuesta para el dicho tiempo.
ren. E non fagades ende al... etc. Ansí mismo aviso á v. m. para que avise á

su al., si acaso esto no sabe, quel sobredicho


65. El Rey Católico (Córdoba, 19 de Septiembre Grand Capitán trae cierta contratación con

de 1508). su Santidad procurando de ser confalonero y


capitán de la Iglesia, y avrá quarenta días que
El Rey.— Alcaldes de sacas y cosas veda- hizo sobre ello correo y está agora sperando
das, aduaneros, que tenéis cargo de
etc.... cada día la respuesta, y diz que le da el Papa
guardar el puerto de la cibdad de Málaga. El cincuenta mil ducados con el dicho oficio.

duque de Sesa e deTerranova, nuestro Grand Esto supe de persona que está en su misma
Capitán, envia á Roma á micer Agustín Quin- casa, que es mucho mí amigo y me lo dixo en
dia cuatro yeguas; por ende yo vos mando muy grand secreto. Y porque sé que sabe v. m.
que á la persona que la presente llevare de- de la manera que este está, y quanto podría
xeis cargar y llevar por ese dicho puerto las deseruir teniendo el dicho cargo, ansí por su
dichas cuatro yeguas sin le poner en ello im- reputación tan grande como por tener allá
pedimento alguno é sin le pedir ni llevar por estado y saber las cosas de acá, acordé de lo
ellas derechos ni otra cosa alguna. etc. . escreuir á v. m. y hazerselo saber, y aun al
Cardenal le páreselo que lo devia ansí hazer,
66. Carta de fr. Francisco Ruiz, sobrino y se- para que v. m. avise á su al., y quedo besan-
cretario del Cardenal Cisneros, al secretario do las manos de v. m.— (Sin fecha ni nombre,
Pérez de Almazán, sobre la conducta del sigue una rúbrica). -(Sobreescrito): Al señor
Gran Capitán en la rebelión del Marqués de secretario Almagan en su mano propia.
Priego, y sobre sus tratos con elPapa para (A continuación de letra del tiempo): «De
ser nombrado capitán y confalonero de la fray Francisco, sin fecha». La carta tiene el
Iglesia (1508). sello con las armas del Cardenal Cisneros (').

Señor: Hago saber á v. m. cómo hoy allega- 67. Hoja suelta de una Crónica sobre el Rey
mos aquí á Villar de Miro Señor Cardenal
el Católico en que se trata de la rebelión del
y todos muy buenos, aunque con grand pena Marqués de Priego y la parte que en su fa-
por no saber de su al., especialmente dexan- vor hizo su tío el Gran Capitán (Letra del si-
do detrás de sí lo que dexa, y mañana pla- glo XVI).
ziendo á nro. señor nos vamos á dormir á
Torquemada; si mandare, háganos saber las Yendo el Rey Católico de camino para casti-
gar al revelado Marqués, suplicáronle algu-
cosas de y escriualas al Cardenal.
allá

Ayer domingo vino el Grand Capitán á ha- nos Grandes que se acordase de los servicios
blar con el Cardenal y á despedirse, y passa- y muerte de D Alonso de Aguílar, su padre,
ron muchas cosas sobre lo de su sobrino (el y de los que tenía tan presentes del Gran Ca-
Marqués de Priego) y el Cardenal acordó de pitán «Y el Duque de Alba, que era el que
le hablar muy claro, y en fin de muchas pláti-
mas tenía en la gracia del Rey, envió sobre
ello al Marqués de Villafranca, su hijo, ínter-
cas dixole que no deuia favoreger, porque
le

le destruía y echaua á perder, y que le dezia


cediendo en el negocio como lo pudiera hacer
por D. García, su hijo». Estuvo el Rey muy
y certificaua quel hauia de hazer por él y que
le quería y amaua tanto como á él, y que le de- (*) Bibliot. de la R. Acad. de la Hist.
LIV CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
determinado y firme en no dar en este nego- no era de tanto perjuicio. Tras esto se entre-
cio crédito á Grandes, para que se disimulase garon luego las fortalezas á las personas que
el castigo; porque en la disimulación ellos el Rey mandaba, y fue á ponerse en la de

hacian su hecho y no curaban de lo que toca- Priego por su mandado Gonzalo Ruiz de Fi-
ba al Estado del Rey; y por esto iba muy re-, gueroa.
suelto de poner al Marqués en tanto estre- Cuando el Rey salió de Toledo, llevaba
cho que todas las gentes conociesen que era ya consigo seiscientos hombres de armas y
perdonado de pura clemencia, y no suspender cuatrocientos ginetes y tres mil soldados de
antes el rigor. la ordenanza y entre espingarderos y balles-

Antes que el Rey partiese de Valladolid teros y con picas con sus capitanes y coro-
para pasar los puertos, la via de Toledo, es- neles y cabos de escuadras; y cuando llegó á
tando el Cardenal de España en Tordesillas, Córdoba mandó poner al Marqués en prisión
se fue á ver con el Gran Capitán; y no cesaba en el lugar de Trassierra, aldea de aquella
de quexarse del llamamiento de gentes que el ciudad y allí se continuó el proceso contra él
Rey habia mandado hacer, y afirmaba que es- por los del Consejo Real.
taba ya persuadido el Marqués para irse á su Fue acusado de haber cometido crimen de
servicio y que él haria que se fuese á Alcalá lesa Majestad; y respondió que no le conve-
de Henares. Entendiendo el Cardenal que no nía estar á justicia con el fiscal ni litigar con
era aquello bastante satisfacción, le persua- su Señor; antes suplicaba Rey que tuviese
al

día que procurase que su sobrino entregase memoria de los servicios que su padre y
primero sus fortalezas y pusiese todo su es- abuelos habían hecho á la Corona Real y se
tado en manos del Rey; y entendiese que en tuviese consideración á los que él esperaba
ninguna persona, grande ni pequeña, en aquel hacer y se usase con él de clemencia, pues
caso acudiría al Marqués, porque no era ne- reconocido su yerro, se habia ido á poner en
gocio del Rey, sino de la Reina (D.^ Juana) y sus manos y le entregó sus fortalezas.

de todo el reino. Excusábase el Gran Capitán Antes que su causa se determinase, se hi-
con decir que no queria saber sino la volun- cieron diversas execuciones de justicia riguro-
tad del Rey y qué era su fin; porque si qui- sa y exemplarmente contra muchos vecinos
como era
siese destruir á su sobrino, morirla de aquella ciudad; y fueron condenados algu-
razón y como convenia á Grande. Y detenién- nos caballeros capitalmente; y derribóse una
dose en esto, se iba más extragando y enco- casa principal de Alonso de Cárcamo, señor
nando el negocio. Y conociendo el Marqués de Aguilarejo; y otra de Bernardino de Boca-
cuan mala salida tenia, y la determinada vo- negra, que se hallaron en la prisión del alcal-
luntad del Rey, y que no le quedaba otro re- de. Sentenciáronlos los del Consejo Real; en
medio, por consejo y persuasión de su tio, se lo que tocaba al Marqués, que como quiera
vino de su propia voluntad á poner en la que según la gravedad de los delitos y exce-
merced del Rey con toda su casa y estado, sos por él cometidos, por derecho y leyes del
al tiempo que llegaba á Toledo; y sin querer- reino, habia incurrido en pena de muerte y
le el Rey, le mandó que estuviese á cinco
ver perdimiento de todos sus bienes; pero con-
leguas de la Corte, y que entregase sus for- sultado con el Rey y considerado que se ha-
talezas. Entonces envió de Toledo el Gran bia presentado y habia guardado la carcele-
Capitán al Rey, con un Alonso Alvarez, la ría que se le habia señalado y puso su perso-
memoria de todo lo que el Marqués tenia y na y estado en las manos del Rey, usando de
podia entregar; y le envió á decir que aquello clemencia y moderando el rigor del derecho,
se habia fundado con la sangre de los muer- se conmutaban las penas de muerte y confis-
tos, sin los méritos de los vivos; y puesto que cación de bienes en destierro perpetuo de la
el favor por entonces iba por otra medida, él ciudad de Córdoba y su tierra y de la Anda-
seria presto con S. A.; y que de una sola cosa lucia, cuanto fuese la voluntad del Rey, con

le quedaba satisfacción y grande contenta- que todas sus fortalezas y castillos estuvie-
miento, qae cuando los que gozaban de los sen en poder del Rey para que se guardasen
favores y los recebian á menudo, los hubie- y los tuviesen á su costa. Y porque fuese
sen merecido igualmente, ellos no los querían castigo al Marqués y quedase el exemplo, se
de viejos, y que lo que no se hacia por razón, derribase la fortaleza de Montilla, que era
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LV

casa fuerte y de aposento, muy bien labrada bía tenido á D. Bernardíno su hijo y aun
y de las mejores de la Andalucía. otros; y el que fué por ella se dio tal maña
Quedaron deste castigo muy agraviados que, cuando vino, había dos horas que era fa-
todos los Grandes de aquellos reinos y muy llecido y así heredó D. Iñigo (')•

sentidos, y como quiera que al Gran Capitán No eran vanas é infundadas las precaucio-
cupo tanta parte que en
del disfavor y señal nes del Rey Católico arriba enumeradas y el

aquella casa se hizo, que más se agravió


el consiguiente afán de tener cerca de sí al Gran
en todas las demostraciones públicas y se- Capitán; porque sus enemigos, y principal-
cretas fue el Condestable, pareciéndole que mente Don Juan Manuel y Andrea di Borgo,
fue mal aconsejado el Rey. Y como era cosa trabajaban cerca del emperador Maximiliano
justa castigar á los que erraban, asi era gra- para que trajese consigo al príncipe archidu-
ve caso que el castigo fuese tan terrible. Este que D. Carlos y desembarcase con poderosa
sentimiento pasó aun más adelante, y suce- armada en las costas de Galicia, las cuales
dió para mayor desagrado suyo, porque como mandó el Rey guardar con suma vigilancia.
envió á decir al Rey con D. Antonio de Ve- Sosegada Andalucía ('^) y teniendo noticia
lasco que se maravillaba de tanto rigor, y él el Rey Católico de los tratos secretos que al-

le respondiese que más razón daba el Con- gunos Grandes de Castilla traían con el Em-
destable que se maravillasen del en decir que perador, vino al corazón del reino por Extre-
por hacer justicia con tanta misericordia le madura y Salamanca, entrando en Valladolid
parecía cosa grave posponiendo el bien de la por el mes de Febrero de 1509. De allí pasó á
justicia y el servicio de la Reyna y suyo, y la Arcos á visitar á la reina Doña Juana, que
paz y sosiego y bien general del reino, el había permanecido en aquel lugar desde que
Condestable se agravió mucho de esto, en- se separó de ella, llevando en su compañía al
tendiendo que el Rey hablaba en su honra infante D. Fernando.
más largo de lo que debiera. Sentía en extremo el Rey Católico que su
hija se obstinase en permanecer en Arcos, no
68. Sobre sucesos del año 1509. ofreciendo este lugar completa seguridad
para guarda de su persona; porque la ra-
la

Refiere un antiguo manuscrito que el con- zón principal que había tenido para dejarla
destable D. Bernardíno de Velasco tenía tan- en él, consistía en haber encomendado la
ta parte con el Rey Católico por haberle me- guarda de la Reina al Condestable y al Almi-
tido en el reino cuando vino de Ñapóles, que rante, y por este tiempo sospechaba, no sin
dicen solía llevar un memorial de diversos fundamento, el Rey de la lealtad del primero,
negocios, cuando iba á Palacio para despa- por los tratos que con el emperador Maximi-
charlos, y que si alguno de ellos faltaba, liano mantenía.
mostraba Rey mal gesto, aunque todos los
al

demás se hiciesen. Estuvo este Condestable 69. El Rey Católico al Rey de Francia reco-
casado con Doña Juana de Aragón, hija del mendándole mande se asista debidamente en
Rey Católico, y después de fallecida trató de Genova á la mujer del Gran Capitán, que
casarse con una hija del Gran Capitán; y sa- regresa á España (^) (Valladolid, 21 de Mar-
biéndolo la reina Germana, díjole: «Cómo zo de 1509).
auiendoos casado con hija del Rey mi Señor,
Muy alto, muy excelente é muy poderoso
os queréis casar con hija de su vasallo?» El le
príncipe don Luis, por la gracia de Dios Rey
respondió: «Assi S. A. fue primero casado con
de Francia, duque de Milán, señor de Géno-
una muger la mas excellente que huuo en el
mundo ni habrá, y ahora está casado con (')Bibl. de la Acad de la Historia.
(-)No queremos dejar sin consignar el hecho siguien-
una dama de la Reyna de Francia». Sintió te,que prueba cuan difícil le fué al Rey Católico sose-
gar las alteraciones de Andalucía, por las estrechas con-
esto tanto la Reina que dicen que hizo á una
federaciones que unían enire sí á los más de los Gran-
dama, que el Condestable servia, le diese fa- des de aquel reino. En carta cifrada del arzobispo de
Sevilla al rey D. Fernando Sevilla, 4 Agosto de 1-509) le
,

vor y lo echase de su regazo, y le dio una dice aquel prelado que el Duque de Arcos deseaba en-
rosquilla á comer y de ella murió. El dicho trar en confederación con él y que le había respondido
que estaba conforme en ello, si lo hiciese también con
Condestable estando enfermo á la muerte se el Conde de Tendilla y otros caballeros con quienes él
estaba confederado. (Col. Salazar, A. 13, fol. 31.)
quiso casar con una carpintera de quien ha- (3) Al margen está escrito: Grand Capitán.
LVI CARTAS DHL GRAN CAPITÁN
va, etc., nuestromuy caro é muy amado her- de Córdoba, duque de Sesa e de Terranova,
mano Don Fernando, por la misma
é aliado. nuestro Grand Capitán, los mrs. que ha de
gracia Rey de Aragón, etc. Salud é amor con haber y se le deben por las tenencias de Illora
entera fraternal dilección. Ya sabéis cómo la y Castil de fierro del año pasado de 508, sin le

¡Ilustre Duquesa de Terranova é sus hijas descontar el tercio que á los otros alcaydes
quedaron y están en vuestro señorío de Ge- Granada se suele descontar; y asi-
del reino de ;

nova, donde ellas y los suyos por vuestro mismo vos mando que le libréis lo que hobíe-
mandado han seydo muy bien tratados, lo re de haber por la tenencia de la fortaleza de
qual así por el amor que tenemos al íllustre la cíbdad de Loxa, desde el día que le fue en-
Duque de Sesa é de Terranova, nuestro Gran tregada fasta en fin del mes de Diziembre
Capitán, su marido, como por ser ella perso- del dicho año de 508... sin le descontar así j

na de merecimiento, vos agradecemos mucho mismo por ella el dicho tercio, por quanto de
é tenemos en muy singular complacencia. E lo que en lo uno y en lo otro monta, yo le
agora el dicho duque envía al capitán Luis fago merced... etc.
de Herrera, su primo, leñador desta para ve- —(Con la misma fecha).— El Rey. — Por la
nir con la dicha ilustre Duquesa su muger é presente doy ucencia á vos Alonso Alvarez, ju-
hijas á estos reynos de España Por ende muy rado de la cíbdad de Toledo, para que podáis
afectuosamente vos rogamos que os plega venir con el Duque de Terranova, nuestro
mandar que por sus dineros se les den las Grand Capitán, é haber de llevar su quitación ;

naos y otras cosas que para, su viaje é venida sin que por ello incurráis en pena alguna...
ovíeren menester, así en el dicho vuestro se-
ñorío de Ge'nova como en otras qualesquíer 71. El Rey Católico (Valladolid, 28 de Marzo
partes de vuestros reinos donde aportaren, é de 1509).
que en ellas sean acogidos, tratados é proveí-
dos como quien son; lo cual recibiremos de El Rey.— Corregidores y otras qualesquier
vos en muy singular complacencia... etc. justicias del noble y leal condado é señorío

(Cédulas sobre lo mismo): «El rey de Ara- de Vizcaya: El Duque de Terranova, nuestro
gón á los respetables, magníficos, amados y Grand Capitán, ha menester dos naos y una ;

devotos nuestros. Gobernador y Consejo de caravela para enviar por la Duquesa su mu-
los ancianos de la Comunidad de Genova» con ger y por sus fiíjas, que están en Genova.
la misma fecha de la cédula anterior y sobre Por ende yo vos mando que luego que por su
elmismo punto, agradeciéndoles hayan sido parte fuerdes requeridos, le hagáis dar y fle-
tan bien tratados la Duquesa de Terranova, tar las dichas dos naos y una caravela por su
sus hijas y criados durante su estancia en justo flete, y en ello no le pongáis impedi-
Genova, y rogándoles les asistan y favorez- mento alguno, porque así cumple á mí ser-
can ahora de nuevo en cuanto necesitaren vicio etc.

para su viaje á España. —(Otra tal al Corregidor de Guipúzcoa).


-(El Rey de Aragón á los Capitanes, maes-
tres y contramaestres, pilotos y marineros de 72. Carta del Gran Capitán á la ciudad de
qualesquier naos é fustas de mis subditos y Córdoba, encargando regalen y obsequien al
naturales, recomendándoles den favor y ayuda Duque de Trajeto, Próspero Colona.
á la Duquesa y personas que la acompañen, si
para ello fueren requeridos por Luis de Herrera) Muy magníficos y queridos señores: Ha-
—(Doña Juana, reina de Castilla... á los ca- llándome hijo de esa muy notable patria, de
pitanes, maestres y contramaestres, pilotos y donde mi origen y naturaleza procede y ,

marineros, ordenándoles lo mismo). siendo muy cierto servidor de toda la noble-


za con mucha razón sería tenido por
della,

70. El Rey Católico sobre pago de haberes esquivo, en lo que diré, no invocase vues-
si

al Gran Capitán (Valladolid, 21 de Marzo tra grandeza: porque habiendo yo publicado

de 1509). en Italia, no tanto como es, porque mis fuer-


zas no han bastado demás del natural deseo
El Rey. — Contadores mayores: Yo vos que comunmente se suele tener de engran-
mando que libréis á Don Gonzalo Fernandez decer las cosas propias, soi religado de otro
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LVII

mayor que á vuestra magnificencia muestre


74. El Gran Capitán al Rey Católico (1512).
lo que lie dicho; ansi es, muy magníficos se-
ñores, que el illustre señor Prospero Colona, Muy alto é muy poderoso y catholico Rey
duque de Trajeto, conde de Funde, señor de y señor: Ya sabe V. A. cómo Arraeche le ha
Campaña, uno de los dos cabos principales de sido y es buen servidor, y con una marca de
Roma, como muy buen servidor que ha sido represaría que V. A. le hizo merced, embargó
y es del Rey é Reina mis señores, va en Es- en Oran cierta hacienda é bienes de un mer-
paña por besar las manos reales de sus Alte- cader veneciano; y ahora al presente quiere
zas; y por tener yo con él muy estrecha fra- ir en servicio de V. A. en esta jornada,
y para
ternidad en estas guerras pasadas, en las esto desea comprar una muy buena nao, por-
cuales él ha muy bien servido á sus Altezas, que mejor la pueda hacer; y dice que aquellos
hame dicho que deseo de ver
lleva gran bienes que él embargó, están en poder y uso
esa ciudad, tanto por el grande amor que me de muchas personas; de que las otras partes
tiene, cuanto por lo que yo le he dicho de su y él reciben agravio y daño. Suplica á vues-
antigüedad y perfección; suplico á V. S., que tra Magestad mande que sean desembaraza-
si fuere, le plega darle á conocer vuestra dos, porque pueda efectuarse su buen pro-
grandeza y autoridad, haciendo la demostra- pósito. Y pues es persona tan suficiente, toda
ción que pertenece á quien la hace y á quien merced que V. A. le hace es bien empleada
se hace. Porque V. S. debe saber que su per- en él. Guarde y acresciente nuestro Señor
sona es de tanto valor que debe y puede ser su Real persona y muy poderoso estado. De
en gran precio estimada; y pues al fin el honor Medina del Campo á XI de Junio. De V. A.
se atribuye al hacedor, y honrándole vuestra muy humil servidor que sus píes y manos besa,
señoría en general y en particular él se po- Gonzalo Hernández, duque de Terranova.
drá laudar y conocerá ser cierto lo que yo le
he dicho, y para estos señores será mucho á 75. Sobre la muerte del Gran Capitán (1515).
propósito de una tan insigne ciudad y yo
rescibiré dellos más merced y obligación que En Trujillo supo el Rey la noticia de la
si á la propia persona mia se hiciese: que los muerte del Gran Capitán, producida por unas
tales amigos se deben honrar y estimar siem calenturas cuartanas. «Decíase que por tener
pre, por cuanto del hacer bien jamás se per- el Rey Católico algunas sospechas del, lo de-
dió cosa alguna; que para adelante es muy xaba vivir allí pacíficamente sin encomendalle
buena grangeria, y más en parte donde tan cosas de guerra, en que era muy sabio, como
bien lo sabrá agradecer.Y pues de la longitud por experiencia lo había mostrado en la con-
y magnificencia de vuestra señoría puedo es- quista del reino de Ñapóles; é afirmábase que
perar esto que digo y cosas más grandes, no si viviere más que el Rey Católico, alcanzara

más de que si mandan algunas en que yo de á ser Maestre de Santiago, porque decían que
acá les pueda servir, no conviene afirmar que tenía bulas apostólicas para ello; aunque tam-
lo haré, pues está de suyo. Nuestro Señorías bién se decia que el príncipe Don Carlos ha-
vidas y estados de vuestra magnífica señoría bía después habido otra bula por medio del
prospere y conserve como deseo. De Ñapóles Cardenal de Santa Cruz para poder tener los
á 21 de Enero. Servidor obediente de V. S., tales Maestradgos.»
Gonzalo Hernández, duque de Terranova. Murió el Gran Capitán como mUy buen
cristiano, en el hábito de Santiago, dejando
73. Poder de Fabricio Colona para capitular su ánima encomendada á la Duquesa su mu-
el casamiento de su hijo con la hija segunda jer y á otros dos albaceas la restitución de
del Gran Capitán, D.^ Elvira (' ;. los salarios. Mandó decir cincuenta mil misas
á las ánimas del purgatorio. Dejó encomen-
(En
el año 1511 á 11 de Octubre en Ñapó-
dada al Rey Católico su hija Elvira, heredera
les,porque ocupados el Gran Capitán y Co-
de su Estado, y á su mujePuna parte de él.
lona no podían padre é hijo intervenir en los
Después de muerto lo sentaron en una silla y
capítulos deste matrimonio, dan su poder
lo tuvieron así todo el día porque la gente lo
á Camilo Gipcio).
viese. Hubo grande llanto por su muerte en

O El original en el Archivo de Baena. Granada, así de moros como de cristianos»


LVIII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
por todas por donde pasó al llevar-
Jas calles muerte del Gran Capitán. (Sin fecha). Minuta
San Gerónimo. Mandó la Du-
lo á depositar á de carta para la Duquesa, en creencia de
quesa enterrarlo en un monasterio de San Aponte.
Francisco. A los diez dias le hicieron pompo- — Cédula del Rey Católico para que los
sas honras. Sobre su sepultura junto al altar 100.000 maravedís de juro que el Gran Capi-
mayor habia una gran tumba cubierta de paño tán, Gonzalo Fernández de Córdoba, tenía si-
de brocado y una cruz de Santiago encima. tuados en ciertas rentas de la ciudad de Cór-
Colgado de lo alto se veia el estandarte ver- doba, y los renunció en favor del contador
de y pardillo que la Reina le habia entrega- mayor Antonio de Fonseca, se asentasen en
do, y á los lados pendones Reales. Fuera de la cabeza de éste. (Sevilla, 12 de Abril de 1511).
reja, en medio de la iglesia se alzaba un taber- — Memorial de las cosas de que se habían
^
náculo cubierto de seda negra, con las basas de pedir provisiones al Cardenal para la Du-
de las columnas doradas, y en éstas escudos quesa de Terranova, que eran las siguientes:
magníficos con su genealogía y una bandera Los dos cuentos de juro de por vida que el
encima, coronando la techumbre del taber- Gran Capitán tenía en las rentas de la seda
náculo escudo de Córdoba. Habia alrede-
el del Reino de Granada.
dor doce candelabros muy grandes, y dentro 100.000 maravedís de juro de por vida en
otros doce, siendo el peso de cada uno de Córdoba.
ellos quince marcos de plata. Toda la iglesia Las tenencias de lllora y Castil de Ferro.
estaba espléndidamente colgada de tapicería, La tenencia y gobernación de Loja.
y en la reja ondeaban dos guiones del Rey de La encomienda de Valencia del Ventoso.
Francia, el de Cerinola y el de Garellano, los La tenencia de Benamejí.
dos ensangrentados. A la derecha se alzaban La escribanía mayor de Córdoba.
una muy rica bandera con las armas de la Voz mayor de Córdoba.
Iglesia, tomada al Duque de Valentinois, y Y todo en general (Sin fecha).
otras de otros Príncipes y Señores; y á la iz- —Cédula para que en cuanto estuviese sus-
quierda estaban las del Rey Federico, Mar- penso el oficio de la escribanía de la justicia
qués de Mantua y de algunos potentados de de Córdoba, que pertenecía á Gonzalo Fer-
Italia. Ademas toda la iglesia estaba alrede- nández de Córdoba, se le librasen todos los
dor adornada de banderas y estandartes. La años 25.000 maravedís que rentaba (23 de
gente que acudió de la ciudad y de veinte le- Agosto de 1494).
guas á la redonda á sus funerales fue tanta — Documento referente á Gonzalo Fernán-
que no cabía en la iglesia ni en las calles. dez de Córdoba, veinticuatro y alguacil ma-
yor de Córdoba, hijo de Martín Fernández de
76 Documentos relativos al Gran Capitán Córdoba, alcaide de los Donceles.
existentes en el Archivo general de Siman- —Nota de un privilegio de 22.500 marave-
cas {^).
dís para quince lanzas.
—ídem deotrade 20 cahíces de trigo de juro,
Carta autógrafa de Gonzalo Fernández á situados en las tercias del pan, de Córdoba.
los Reyes Católicos, avisándoles de estar la —ídem de 3.000 en la casa y guarda del
armada preparada y del día en que se harían Príncipe.
á la vela, diciendo que era la mejor armada —Primer pliego de una confirmación (mal-
que había salido de España, si se la proveía tratada) de los Reyes Católicos, de marave-
de buenos contadores y veedores, advirtien- dís de juro.
do y suplicando no se descuidase la paga de la —Privilegio de 74.000 maravedís de por
gente. (Puertode Málaga, 1.° de Junio, sin año). vida, por sus servicios. (11 de Abril de 1468).
— Instrucción del Rey Católico á su cape- — Privilegio de 80.000 maravedís de juro
llán Juan de Aponte, fraile de la Orden de por sus servicios (6 de Junio de 1469).
Santiago, para &kv el pésame á la Duquesa — Confirmación de este privilegio en 1470
de Sesa y de Terranova y á su hija por la —Privilegio de 100.000 maravedís de por
vida, por sus servicios. (Granada, 22 de Mayo
O Al celo y buena amistad de mi querido compañe-
ro D. Julián Paz, dignísimo jefe del citado Archivo, de 1492) (Capitán y alcaide de lllora).
debo esta interesante nota, por lo que me complazco
en reiterarle públicamente las más expresivas gracias. —Provisión para que á Doña María Manri-
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LIX

que, mujer de Gonzalo Fernández, mostrando hojas, constituido por libranzas de Gonzalo
poder de su marido, se le acudiese con dichos Fernández al armada de sus
tesorero de la

100.000 maravedís, en atención á que aquél Altezas, Luis Pixon, para pago de la gente
estaba ejerciendo el cargo de Capitán Gene- de guerra de sus capitanías y de toda clase de
ral de la armada contra los turcos. (Granada, gastos de campaña, correos, bastimentos,
26 de Mayo de 1501). municiones, etc.
—Provisión para que se acudiese con ellos
á cualquier persona que presentase poder de 77. Gonzalo Fernández de Oviedo sobre la
Gonzalo Fernández, sin necesidad de presen- vida del Gran Capitán (').
tar fe de vida. (13 de Mayo de 1502).
—Confirmación de dichos 100 000 marave- Casó el Gran Capitán, antes que á este alto

dís. (Madrid, 29 de Marzo de 1514). (En favor titulo subiese, la primera vez con D.^ Isabel
del Duque de Sesa y de Terranova). de Sotomayor, hija de Luis Méndez, señor
—Libranzas de ciertos maravedís que se le del Carpió, de la que tuvo una hija que mu-
debían. rió niña, y después murió la madre. Después,

—Confirmación de los pedidos y monedas estando ya muy bien estimado y capitán de


de su de Baena, con su tierra, y de todos
villa cien lanzas de ginetes y alcaide de llora y de
los lugares que tenia el 20 de Noviembre de Loja, y habiendo tomado el hábito de la Orden
1483, en que los Reyes Católicos hicieron esta de Santiago, y siendo Comendador de Valen-
merced de juro de heredad, con título de Ma- cia delVentoso, casó segunda vez con D.^ Ma-
yorazgo, á don Diego Fernández de Córdoba, ría Manrique, del linage de los Duques de
Conde de Cabra, Vizconde de Iznajar, por el Nájera, hija de D. Fadrique Manrique, co-
señalado servicio que hizo en la prisión del mendador de Azuaga, de la Orden de Santia-
Rey moro de Granada, en compañía de don go, y de D.^ Beatriz de Figueroa, hermana
Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los de D. Lorenzo Suarez de Figueroa, primer
Donceles. (Valladolid, 8 de Mayo de 1548). Conde de Feria. Estos señores tuvieron cua-
— Fragmento de la donación que en 1499 tro hijas: la mayor la citada D.^ María; la se-
hicieron los Reyes Católicos á Gonzalo Fer- gunda, D. Francisca Manrique, mujer de don
nández de Córdoba de Orgiva, el Bacet con Luis Portocarrero Bocanegra, señor de Pal-
algunas caserías, y de los lugares y alquerías ma; la tercera fue la que casó con D. Fran-
de Bayaca, Carataunas, Xabotaya, Quenier, cisco Enriquez, señor de Almansa; la cuarta,
Becenied, Pago, Cañar, Beniesad y Soltis, D.^ Leonor Manrique, mujer de Pero Carrillo,
con otras, entonces pobladas de moros, con hija del señor de Alcaudete.
sus vasallos y rentas. De la citada D.^ Maria tuvo el Gran Capi-
—Provisión de los Reyes Católicos en que tán dos hijas, D.^ Elvira y D.^ Beatriz, así
jiicieron merced de juro á Gonzalo Fernán- nombradas por devoción de sus madres del
dez de Córdoba, Duque de Terranova, Conde Gran Capitán y de la Duquesa, que eran doña
de Sant Angelo, de todas las rentas, pechos y Elvira Herrera y D.'"* La
Beatriz de Figueroa.
derechos que pudiesen pertenecer á sus Al- hija segunda Beatriz murió siendo joven y
tezas en aquellos lugares en equivalencia de doncella. La mayor, D.^ Elvira, que sucedió
los derechos moriscos que pagaban los moros en el Estado del Gran Capitán, estuvo una
antes de convertirse á la fé. (Toledo, 3 de vez á punto de casarse, y ajustado su matri-
Junio de 1502). monio con el Condestable D. Bernardino de
—Carta del Gran Capitán á Hernando de Velasco, viudo por segunda vez; pero no llegó
Zafra en creencia de Diego de Baeza, comu- á efectuarse este enlace por haber fallecido
nicándole que había hecho cuanto había po- aquel magnate. Después de esto quiso su pa-
dido en favor de Lorenzo de Zafra, dándole
(1) El renombrado autor de las Batallas y Qxdnqua-
primero el gobierno de Lipar, que era de lo genas dedicó uno de sus más interesantes Diálogos, en-
mejor que allí se daba y no habiéndole satis- tre Alcaide y Sereno, á la memoria del Gran Capitán, á
quien trató íntimamente en Italia y cuyo Secretario fué
fecho se dio la isla de Capri y 400 ducados
le algún tiempo. De este Diálogo he tomado, ya en extrac-
to, ya en copia literal, lo más esencial, desconocido é
de renta. (Puzol, 13 de Abril, sin año). inédito de cuanto so refiere al ínclito Gonzalo Fernán-
Están además las conocidas cuentas del dez. Cré se que Fernández de Oviedo nació en Madrid
en el año de 1479; que en 1521 pasó de capitán á la Isla
Gran Capitán, que forman un tomo de 924 de Santo Domingo, y que murió en Valladolid en 1557
LX CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
dre casarla con su sobrino D. Pedro Fernan- Gonzalo Hernández por la mar con poderosa
dez de Córdoba, primer marqués de Priego, armada; mas cuando este llegó ya D. Alfonso
y teniendo ya despachado al efecto el breve se habia pasado á Sicilia, donde falleció dejan-
de dispensa apostólica, por ser el Marqués y do su Estado á su hijo D. Fernando, que fue
D.^ Elvira primeros hijos de dos hermanos, en segundo de este nombre. En este tiempo,
ocasión que aquel estaba viudo, también que- estaba todo el reino en poder de franceses,
dó sin llegar á debido efecto este matrimonio habiendo entrado en la capital, Ñapóles, el
por muerte de! de Priego. Sin duda la tenia rey Carlos VIII el 22 de Febrero de 1495.
Dios guardada para mujer de D, Luis de Cór- Cuando llegó Gonzalo Hernández al reino
doba, primogénito del Conde de Cabra, D. Die- de Ñapóles, ya lo encontró punto menos que
go Fernandez de Córdoba, con cuyo D. Luis perdido; el rey Carlos se habia vuelto á Fran
casó al fin, después del fallecimiento del Gran cia, y habia quedado por su Capitán General

Capitán su padre. Llamóse Duquesa de Sesa, Mr. de Montpensier con poderoso ejército en
viviendo su madre la Duquesa de Terranova, guarda del reino. Fue causa del presto regre-
De D.^ Elvira tuvo D. Luis, su marido, á so á Francia de su monarca, el haber éste
D. Gonzalo Fernandez de Córdoba, que reunió sabido la estrecha alianza y liga que contra
los dos Estados de sus abuelos el Gran Capi- él hablan pactado los Reyes Católicos, el em-

tán y el Conde de Cabra, casándose con doña perador Maximiliano, el Papa Alejandro VI,
Mafia, hija del Comendador mayor de León los Venecianos, el Duque de Milán Ludovico
D. Francisco de los Cobos. Sforza y otros potentados de Italia. No pudo,
Cuando el Gran Capitán fue á Ñapóles era sin embargo, pasar á sus dominios «sin rom-
únicamente un secundon de una casa ilustrí- per su lanza y pelear por su persona como
sima de Castilla, y por su persona muy bien príncipe muy animoso en la batalla que dicen
reputado y estimado, habiendo ya adquirido de cerca de Fornovo, á cinco millas de Parma,
con la lanza en la mano alto crédito en la no lexos de Alexandria de la Palla; é por fuer-
guerra de los moros y conquista de Granada. za de armas pasó, pero fue roto y desbara-
Tenia una capitanía de cien ginetes. Habíanle tado y perdió el fardage en virtud de la mala
dado los Reyes Católicos una buena enco- disposición del terreno, y de la prudencia y
mienda de la Orden de Santiago; y como justo esfuerzo del Marqués de Mantua, Francisco
premio á sus grandes hechos militares en de Gonzaga, que era Capitán General de la
aquella memorable guerra de Granada le hi- Señoría de Venecia...» Continuó la guerra en
cieron asimismo merced de la taha (') de Orgi- Ñapóles, y en ella fué una vez desbaratado
ba, que es un gentil señorío, de suerte que Fernando II por no seguir el consejo de Gon-
en todo podría reunir unos seis mil ducados zalo Hernández que con él iba, saliendo éste
de renta al año; poca cantidad para las altas herido en la boca de una lanzada que recibió
aspiraciones de su persona, porque la enco- peleando como valiente caballero cerca de un
mienda, la capitanía y las tenencias de Loja é lugar llamado la Tela. Esta y otras análogas
llora que también tenia, no eran bienes pa- contrariedades quitaron la vida al rey D.Fer-
trimoniales, sino vitalicios. nando, que falleció en Nochera, no sin sospe-
Tojdo lo que ganó el Gran Capitán lo tra- cha de haberle dado yerbas venenosas. Suce-
bajó bien. Sobre la causa de su ida á Ñapó- dióle en el reino su tio el Infante D. Fede-
les, dice el mismo escritor que el año 1494, el rico ('), príncipe de Altamura á la sazón; el
Rey de Francia Carlos VIII entró en Italia cual prosiguió la guerra ayudado del gran
para ir á tomar el reino de Ñapóles, donde Gonzalo, que le puso en breve en posesión
reinaba Alfonso II, llamado
Guercho, so-
el del reino de Ñapóles; y agradecido arlos gran-
brino del Rey Católico, á pesar de la amistad des servicios que le habia prestado, le hizo
y capitulaciones que entre los dos soberanos merced del Ducado de Terranova y del Con-
mediaban. Para resistir y oponerse á los de- dado de Santangelo.
signios del francés, y para socorrer al rey Sucedió el día 4 de Octubre de 1497 la
D. Alfonso, mandaron los Reyes de España á muerte del primogénito de los Reyes Católi-

O
mamos
Vocablo arábigo, al decir del escritor de quien to-
estas noticias, que equivale á señorío con mero (1) Véase mi estudio La Beina D." Juana la Loca

y mixto imperio, ó condado; constaba de doce lugares y (Madrid, 1892), sobre la muerte del Rey D. Fernando y
una fortaleza, con unos mil vasallos. sucesión del Bey D. Federico.
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXI

eos, el Príncipe D.Juan, y constando á aque- habían apoderado de Cefalonia y de otras is-
llos monarcas que el reino de Ñapóles estaba las y fortalezas del Archipiélago.En su con-
ya pacífico y sin franceses, enviaron á llamar secuencia partieron contra los turcos dos ar-
al Gran Capitán; el cual paso á España al año madas poderosas, una del Rey de Francia,
siguiente de 1498, hallando á los Reyes en Luis Xll, y otra de España, cada una indepen-
Zaragoza, donde poco hacia habia también diente de la otra, á pesar de estar concluidas
fallecido su hija mayor la Reina y Princesa ya las paces entre ambos monarcas y de ha-
D.^ Isabel á consecuencia del parto del Prín- berse repartido entre sí el reino de Ñapóles
cipe D. Miguel. Habitaban los Monarcas en el secretamente, como luego se declaró. Fue por
edificio llamado Aljafería, fortaleza y casa Capitán general de la armada francesa un ca-
real sita en los extramuros de Zaragoza; y ballero muy principal llamado Mr. de Rabas-
porque estaba tan reciente su dolor por la tain, vasallo del Rey D. Felipe el hermoso, ar-

pérdida de su hija y heredera, no se hizo al chiduque de Austria, contra la voluntad del


Gran Capitán tan solemne recibimiento como cual se había ¡do á servir al Rey de Francia,
sin los lutos se le hiciera. Asi, pues, entró por cuya razón le privó de la dignidad de la
vestido de luto, y salieron á recibirle todos Orden del Toisón. Esta armada se perdió sin
los prelados, Grandes, señores y caballeros obtener resultado alguno. La española, man-
cortesanos, con todos los que se hallaron en dada por el Gran Capitán, pasó á levante para
aquella ciudad, «como era razón de rescibir recuperar la citada isla de Cefalonia, á pesar
é festejar á tan próspero y venturoso vence- de ser muy fuerte por naturaleza y arte y de
dor, como venia colmado de triunfos y tro- hallarse de guarnición en ellabuenas tropas
feos». Apeado en la Aljaferia salió el Rey de y bien municionadas, habiéndose unido á
su aposento y bajó hasta la mitad de la es- nuestra escuadra otra muy pujante de vene-
calera principal, donde el Gran Capitán le cianos. Después de varios reñidos combates,
besó la mano, y el Rey le abrazó y tomó de la pidieron aquéllos á Gonzalo Hernández les
mano. Asi subieron á una sala, donde la Rei- permitiese á ellos dar solos un asalto; pero
na Católica esperaba; y como entraron, esta los turcos se batieron con tanto coraje, que
magnánima señora se puso de pie y salió fue- los venecianos se vieron obligados á retirar-
ra del estrado cuatro ó cinco pasos á recibir se. Entonces mandó nuestro caudillo á sus
al victorioso Gonzalo. Este, hincada la rodi- tropas que dieran otro asalto á los infieles, y
lla en tierra, le besó la mano; y la Reina le «dieronse tan buena maña que
los españoles
abrazó y mostró alegrarse con su venida, ha- á escala vista y por fuerza de armas se tomó
ciéndole ambos soberanos más demostracio- con mucha sangre de los turcos, los cuales
nes de cortesía y honor que hasta entonces cuasi todos murieron en la defensa; y la vic-
habían hecho á ningún señor de vasallos. Des- toria habida, elGran Capitán la restituyó y
pués que la Reina con dulces palabras le dio entregó á los venecianos. Este fue un fecho
la enhorabuena de su venida, añadió: «Razón de los más señalados que en nuestros tiempos
es que quien tan bien sabe trabajar é tanto algún capitán ó principe haya hecho». Volvió
ha trabajado, que descanse é repose»; y tor- Gonzalo á Sicilia y desembarcó en Mesina,
nándose á levantar, hizo el Rey demostración conservando su armada bien proveída de muy
de querer ir á acompañarle, mas el Gran Ca- buena gente asi de á pie como de caballo.
pitán le detuvo, cuando ya estaba fuera del Llamábanle ya por aquel tiempo Gran Ca-
estrado, y se volvió á él, repitiendo el ilustre pitán, porque desde la primera guerra de Ña-
caudillo su acatamiento y dirigiéndose á su póles, nuestra gente de guerra le intituló así,
posada muy acompañado de todos los que le y amigos y enemigos aceptaron el dictado,
salieron á recibir. confirmándolo el tiempo más y más cada día.
Pocos días después
los Reyes regresaron á «Porque su esfuerzo y prudencia y mucha in-
Castilla para hacer jurar en este reino al dustria en las cosas de la guerra le eran tan
Príncipe Don Miguel, su nieto, jurado ya en naturales como el nombre lo requería; y junto
Zaragoza por los aragoneses. con esto era muy sofrido é venturoso, é so-
Algún tiempo después el Embajador de la bre todo muy catholico cristiano é muy leal
Señoría de Venecia solicitó favor y ayuda de servidor de sus Reyes; é asi por su exemplo
los Reyes Católicos contra los turcos, que se en el exército todos sus milites eran hombres
LXII CARTAS DEL ORAN CAPITÁN
de mucho valor... Viérades al Gran Capitán to fuera de su casa con su mujer é hijos y
tan devoto y honesto y reverenciador de la desheredado. «Yo le serví, añade, en la Cá-
Iglesia, é tan cristiano é limosnero é tan pia- mara hasta que perdió su reino; y por su
doso con los aflijidos, é tan consolador de los mandado fui con la Reina joven, su hermana,
lastimados, é tan acatado é honrador de los muger que habia sido de su sobrino el Rey
religiosos, e tan comedido é bien criado, que Fernando II,
y pasé con S. M. en Sicilia y en
era un espejo de cortesía; tan manso, é llano su servicio fui hasta España, é la serví de
é tan afabil con todos é con cada manera ó guardarropa. E no podría yo decir del serení-
calidad de hombres; et tan señor con señores, simo Rey D. Federique tanto bien cuanto en
é tan de palacio con los caballeros mancebos su real persona cupo; é en eso yo escrebí en
é con las damas, guardando su gravedad é la segunda parte del Catálogo Real de Casti-

medida é buena gracia en sus palabras, que lla (ques precedente á esta destos Coloquios
sin dubda ningún artífice que fuese único en de la Nobleza de España) lo que supe é oí de
su arte no le entendía tan complida y bastan- su perdición del Rey, como testigo de vista, é
temente como el Gran Capitán entendía é sa- no me puedo acordar de su infelicidad sin
bia estos primores, é lo que habla de hacer en darme pasión ni querría hablar en ella. Pero
cada cQsa de las que son dichas ó que pu- para lo que toca al Gran Capitán no se puede
diesen ocurrir. Fue liberalísimo y muy polido dexar de decir esa desventaja del Rey Fede-
en sus atavíos, é muy del Palacio, é galán rico que deciros he lo que aquí hace al caso...
decidor é no lastimador en sus donaires, é Esa perdición del Rey Federique más creo yo
muy quisto de las damas, en las burlas muy que fue por los pecados del reino y de sus
templado é aplacible en las veras, tan varón é subditos que no por su persona, que fue un
prudente é animoso como el tiempo é la oca- muy buen príncipe, é su muger la Reina Isa-
sión lo pedían. Todo cuanto hacia, páresele bel una bendita criatura, y sus hijos é hijas
quel cielo lo aprobaba é la tierra lo consentía todos eran niños é inocentes en aquella edad
é los hombres lo aceptaban. Finalmente él é tiempo que esa guerra é ruina de su casa
nasció para mandar, é súpolo tan bien hacer sobrevino. Y esa partición entre los Reyes de
en paz é en guerra cuanto todos los que le España y Francia en esa hablemos y dexemos
vieron lo sabemos, é los ausentes en sU ma- lo demás, ó que fuese con culpa ó sin culpa
yor é mejor parte del mundo no lo ignoraron. del Rey, ó permisión de Dios, ó por cualquier
Testigos son del valor de su persona é gran causa que ello procediese. Quiero, primero
ser suyo todos los cristianos de Europa; no que pasemos adelante, satisfacer á lo que
lo dexaron de saber los moros é turcos é per- apuntastes de la infamia de no haber el Rey
sianos é otras naciones de la Asia; ni les fue mejor defendido su reino; porque es un caso
oculto á los africanos, ni á todas las potencias notable, y de que al Rey ningún cargo se le
de Italia é Alemania; é mejor que otro lo en- puede dar. Y los que no saben las cosas é
tendieron é con su daño lo experimentaron juzgan de lexos é sin oír las partes, hablan
franceses, ansi en lo ques dicho como en lo vanidades é hácense jueces de lo que no en-
que adelante se dirá. Una cosa quiero deciros tienden... Aquel reino todo sigue dos opinio-
delGran Capitán, que como testigo de vista nes: los unos á la parte francesa, é éstos 11a-
puedo decir, é de innumerables testigos el manlos Anjoinos; é procede su opinión de la
mundo está certificado; y es que era el hom- Casa de Anjeo, de la cual ha habido reyes en
bre desta vida que menos dormía, y el que Ñapóles, é hicieron mercedes é dieron Esta-
más de voluntad velaba é trabajó siempre. dos á quien los sirvió; y desta secta hay mu-
Y que en sus exércitos le seguían imi-
asi los chos hombres principales en aquel reino, asi
tándole, eran para más que otros hombres, y como los Principes de Visimanno é de Saler-
por tal costumbre y uso de las armas, menos no é otros é todo el linage de Sant Severíno.
temían la muerte...» Después el Rey de Aragón, Don Alfonso pri-
A propósito de la segunda conquista del mero de este nombre, que tomó este reino y
reino de Ñapóles por el Gran Capitán, lamén- excluyó la parte francesa é sucedió la arago-
tase el autor de la infelice suerte del rey Don nesa; é después deste Rey, sucedieron sus
Federico de Ñapóles, áe quien dice ha oído hijos é nietos, y por su mano heredáronse en
muchas loores de su persona, habiendo muer- Estados y títulos otros caballeros; é esos son
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXIII

los la Casa de Aragón, é lláman-


adherentes á hermana del ReyCatólico, para procurar de
los Aragoneses Y como las cabezas desas casar su hija Reina joven, muger que ha-
la

dos opiniones son Francia é España, é aque- bia seido del Rey Fernando II joven, é persua-
llos Reyes se partieron el reino, los unos acu- dir á los Reyes Catholícos que la casasen con

dieron á Francia é los otros á España, y que- el serenísimo Duque de Calabria, Don Fer-
dóse el Rey Federique sin tener fuerzas ni ser nando de Aragón, primogénito del Rey Don
parte para resistir á los unos ni á los otros. Federique, cuyos hijos fueron: el Duque y

«Habido esto por fundamento cierto, como los Infantes Don Alonso é Don Cesar, é Do-
lo es en efecto, conviene que sepáis otros ña Isabel é Doña Jullia; de los cuales, como
dos puntos el uno que lo que cupo á Francia, he dicho, el Duque era el mayor, é seria en-
fue donde estaba la mayor parte de los aficio- tonces de once á doce años. A las peticiones
nados á España, é lo que cupo á España, fue de la Reina vieja no fue respondida con obra:
donde estaban heredados los anjoinos. El se- entretovieronla con esperanza.
gundo punto que habéis de entender es que »E1 Rey Federique, viendo aquella armada
aquel reino consiste en seis provincias, cua- de España parada y tan costosa, é seyendo
tro principales é dos que son de tal calidad avisado que los franceses iban, recelándose
que sin ellas no se pueden sostener las de- de los unos é de los otros, basteció á Taran-
más; é aquellos Principes dividieron entre si to, é puso allí al Duque de Calabria; é con él

lascuatro principales en esa partija é no más. á su ayo el Conde de Potencia, Don Iñigo de
Esto es lo que era público é se platicaba é Guevara, é á un caballero de la Orden de
todos decían y la obra lo mostraba (que las Sant Johan de Rodas, llamado frey Leonardo,
capitulaciones yo no las vi ni las lei, pero fue napolitano é famoso hombre de guerra. Et
notorio), y eran Tierra de labor (alias Cam- envió uno de los de su Consejo con una galea
pania); en la cual provincia está la insigne y al Gran Capitán para entender su intención y

muy noble, opulenta y real cibdad de Ñapó- saber si le habia de ayudar ó serle contrario.
cibdad de Capua é otras principales
les, é la Et respondió quél no sabia la voluntad del
cibdades é villas. Esta provincia cupo á la Rey e Reina de España, sus señores; et caso
parte de Francia; é la segunda fue la provin- que la supiese, como prudente dióle palabras
cia de Abruzo, en la cual está la cibdad del equívocas, de que ni bien se colegia esperan-
Águila. Estas dos provincias, Tieira de labor za ni se la quitaba. Pero la galea y el emba-
e Abruzo, que cupieron á Francia, están hacia xador volvió con su fría respuesta.
Roma, é las otras dos que cupieron á España »Ya los franceses que por tierra venían
son la Pulla é Calabria, é están hacia la isla estaban cerca del reino; por lo cual el Rey se
de Secilia. Tened en la memoria lo que ha- fue á bastecer é proveer á Capua, que era
béis ya oído, y sabed que como la armada de adonde los enemigos guiaban. Pocos días an-
Francia, que se dixo de suso que habia lleva- tes habia llegado á Ñapóles un Embaxador
do en levante mosior de Ravastaín, se perdió, del Gran Turco ofrescíendo al Rey Federique
convino al Rey de Francia enviar otra, é asi su favor y ayuda; é algunos del Consejo qui-
lo hizo; é fue con ella el Duque mosior de sieran que el Rey se ayudara del por su ex-
Nemos; é por tierra envió otro exército, é por trema necesidad; pero en las condiciones no
Capitán general del mosior de Obenin (Au- se concertaron, porque el Rey quería poca
begni), et con el Duque de Valentino, Don gente y el Turco queríale dar mucha. E final-
Cesar de Borja, hijo del Papa Alexandro VI, mente no se concertaron, porque el Rey de-
que habia casado en Francia con la hermana terminó de perderse antes que darle entrada
del Rey Don Juan de Navarra, señor de Labrít. al Gran Turco en la cristiandad.
»En tanto que el exército francés no llega- »A1 tiempo que el Rey estaba basteciendo
ba, estúvose el Gran Capitán en Mesina, por- á Capua, donde puso por su Capitán general
que las dos potencias fuesen en un mismo al señor Fabricio Colona con muy buena gen-

tiempo sobre el reino. Sospechándose este te de pie é de caballo, llegó allí un caballero
trabajo, un año é más antes, fue á España la criado del Gran Capitán, llamado mosen Fo-
Reina vieja de Ñapóles doña Johana, muger ces, con el cual envió á decir al Rey quel Rey
que habia seido segunda del Rey Fernando y Reina de España, sus señores, le mandaban
viejo ó primero de tal nombre en Ñapóles, entrar en aquel reino é que tomase á Cala-
LXIV CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
bria y Pulla por España; que le perdonase, se fue á Rodas á servir á su Orden con una
quél no podia faltar al servicio é mandamien- gentil galea que allí tenia muy bien tripulada
to de sus Reyes y señores naturales; é que é á punto de guerra, viendo quel Duque por
Dios sabia cuánto más él holgara de le venir su poca edad seguía la voluntad del Conde
á servir y ayudar, como ya otra vez lo hizo, su ayo é querían rendirse; é frey Leonardo
que no á darle pena ni enojo; et que le supli- lo hizo como caballero Taranto se entregó
caba que le soltase la fidelidad, que como va- y el Duque se puso en las manos del Gran
sallo le debia, é que mandase rescebir á Te- Capitán debaxo de cierta capitulación; pero
rranova é lo que tenia en su reino, de que el si se la guardaron ó no, pues está vivo é en

Rey mismo le habia fecho merced; et quél se Valencia del Cid, informaros de su Excelen-
lo dexaba é desistia dello para que su Ma- cía.No curo de decir los otros discursos que
gestad hiciese de todo ello lo que su servicio de aquí penden del Duque ni del Rey su pa-
fuese; et quél se desnaturaba é apartaba de dre, por llegar á deciros la diferencia entre
su obediencia e obedescimiento en aquella los franceses y españoles, ques lo que aquí
manera que más á su derecho cumplía, é se- hace al caso de los fechos del Gran Capitán.
gún é como lo debia hacer, á ley de buen ca- Y para el fundamento de la rencilla habéis de
ballero, porque no podia faltar á lo que era tener memoria, como os dixe, que el reino de
más obligado. Et diciendo esto, hizo testigos Ñapóles contiene seis provincias, y en la par-
á los caballeros é hidalgos que presentes es- tición no se trató sino de las cuatro.
taban. Desto me podéis haber por testigo, » Sereno. — ¿Qué se hizo el Rey Federique?

porque me hallé presente El Rey respon- Alcaide.


y> —
Como Capua se tomó por los
dió estas palabras: «Decid al Gran Capitán franceses, luego Ñapóles se alzó por ellos; y
que la buena voluntad quél me tiene, yo esto en esos días que Capua se defendió, el Rey
muy certificado della, é quél hace como cava- salvó su artillería y todo lo que tenía de su
llero lo que debe; é que haga lo que el Rey cámara y muebles en el castillo Novo; pasólo
é Reina de España, sus señores, le mandan, á con sus galeas á la isla de Iscla, ques muy
quien él es más obligado. Y en cuanto á res- fuerte cosa y está diez y ocho millas de Ña-
cebir esa tierra é castillos, quél me quiere póles, que son cuatro leguas y medía, é fuese
entregar, yo me doy por entregado deso, é le allí con sus dos hijas, que eran menores quel

hago merced de nuevo de todo ello; é así lo Duque, é el Infante Don Alonso, que habia
digo delante destos caballeros». Ya podéis poco más de tres años, é el Infante Don Ce-
pensar si faltarían lágrimas en los circuns- sar, aun no un año complido, é con ellos la
tantes que oímos lo uno y lo otro; porque ni Reina de Hungría Doña Beatriz, hermana del
dexaron esas palabras de enternecer los ojos Rey Federique, muger que fue del Rey Ma-
al Rey, ni quedó sin llorar el Embaxador thías, é su sobrina la Duquesa de Milán,
mosen Poces. En fin, el Rey, oida esta mala Doña Isabel de Aragón con sus dos hijas,
nueva, que fue un domingo cuatro de Jullio Doña Hipólita que allí murió en Iscla, é la
de 1501, el miércoles adelante se partió de otra llamada Bona, que después fue reina de
Capua y fue á dormir á Aversa, é después se Polonia, é con la señora Escandarbega, Reina
fue á Ñapóles, é dende á muy pocos días los que fue de Albania. Et desde allí se fue el
franceses cercaron á Capua; é por la maldad Rey en Francia, é la Reina joven, su hermana,
del Conde de Palena, que les dio entrada por se pasó en Seguía con cierta armada quel
la parte quél defendía, fue puesta al saco Gran Capitán envió por ella por mandado de
aquella cibdad, y hicieron franceses cuanto los Reyes Cathólicos.
mal pudieron sin dexar género de fuerza é »Los franceses poco tardaron de se entre-
crueldad por hacer, como suelen. Luego el gar de sus dos provincias; pero los españo-
Gran Capitán fue sobre Taranto, donde esta- les no lo píidieron así fácilmente hacer, á
ba el Duque de Calabria y le cercó; pero allí causa que los Anjoinos en Calabria eran afi-
rescibió daño el exército de España, é cada cionados á Francia, y porque quedaron por
día lo rescibiera mayor; é al cabo de algunos partir dos provincias llamadas Basílícata y
meses se entregó Taranto, más por la vo-
le Capítanata, en las cuales están los pastos
luntad del Conde de Potencia que de consen- para los ganados y toda la sal de aquel reino.
timiento ni parecer de frey Leonardo; el tual Los franceses decían que eran suyas é que
e

CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXV


Cabían en su parte, y los españoles decían Otro viernes antes ó después deste vinieron
que eran aquellas provincias de Calabria é á batalla el Visorrey de Ñapóles, Duque de Ne-

Pulla, é que entraban en lo que les pertenes- mos, y el Gran Capitán; é quedó asi mismo la
cia.E á la verdad los unos y los otros las ha victoria por España, é el Duque de Nemos
bian mucho menester. Sobre esta contienda murió en el campo, con muchos franceses que
vinieron á las armas; é como ya había venido allí perdieron las vidas. E juntáronse los dos

la armada de mar á los franceses con su Ví- exércitos victoriosos de España, enriquecidos
sorrey el Duque mosíor de Nemos, é juntán- de muchos despojos, é sin perder tiempo fue-
dose con el primer exército que saqueó á ron á la cibdad de Ñapóles é abriéronle las
Capua, estaba próspero su partido, mucho puertas é entró el Gran Capitán triunphando
más que el del Gran Capitán. E movida esta de la victoria; et finalmente se apoderó de
discordia, al principio los franceses llevaban todo el reino, egepto de algunas fuerzas (')
lo mejor; é convínole á nuestro exército con que eran muy fuertes. E desde allí fue á cer-
el Gran Capitán retirarse y hacerse fuerte en car la cibdad de Gaeta, la cual y Taranto son
la cibdad de Barleta, é desde allí andaba la las dos llaves más importantes del reino.
guerra guerreada. »Pues como el Rey Luís XII de Francia supo
»Y vino la cosa á términos que los Reyes la mucha declinación en que iban sus fechos,

Catholícos tovieron necesidad de rehacer y envió más gente por mar y por tierra, con los
acrescentar su exército é socorrerle con más Marqueses de Mantua, Francisco de Gonza-
gente de pié y de caballo; y enviaron otra ga. .., et con Luis, Marqués de Saluces. Et en-
armada en Italia, que llevó Luis Puertocarre- trados en el reino, el Gran Capitán levantó el
ro, señor de Palma, cuñado del Gran Capitán real que tenia sobre Gaeta y fuelos á atender
(las mugeres hermanas), que era hombre de al paso del Garellano, que es un rio á donde

mucha experiencia é autoridad, é veterano hablan de venir. Et estuvieron los exércitos á


capitán en las cosas de la guerra; et pasó en la vista los unos de los otros, el rio enmedio,

Seqilia é de allí en el reino de Ñapóles; é en haciéndose la vecindad é daño que suelen ha-
llegando á la ciudad de Ríjoles murió, porque cer los enemigos; á causa de lo cual, aunque
en el viaje había adolescido é iba muy enfer- no podian usar de la lanza, como habla mu-
mo por la mar. Et quedó por capitán de cha artillería de ambas partes, jamás cesaba.
aquella gente Don Fernando de Andrada, »Hacíaseles á los españoles muy prolixo é
caballero principal del reino de Galicia. Et importuno el tiempo que se pasaba sin venir
como que era llegada
los franceses supieron á las manos, é con la calor de las victorias po-
la segunda armada de España, dividiéronse co antes habidas, comenzaron á hacer barcas
en dos partes por estorbar que la gente que para pasar á los enemigos; pero los franceses
nuevamente iba no se juntase con la otra que deseaban vengar sus injurias pasaron an-
quel Gran Capitán tenia. E salióles al en- tes á esotra parte por cierta puente de made-
cuentro mosior de Obenni, capitán francés, ra fecha por ellos. Y como el cordobés no dor-
el que tomó á Capua, como se dixo de suso; mía, fueron recebidos de tal manera que mató
et con el resto quedó el Visorrey de Ñapóles, delios más de dos mili y quinientos hombres
mosior de Nemos, contra el Gran Capitán. de pié y de caballo: que no fue menor victoria
»Quiso Dios que dentro de ocho dias todos que la de Ceriñola. Et con mucho trabajo pudo
cuatro exércitos vinieron á las manos, é pe- el Marqués de Mantua recoger á su campo y

learon, é hobieron su batalla cerca de Joya. volver á la otra parte del rio, donde estaba
Los españoles últimos que gobernaba Fernán primero. Dende á pocos dias se tornó á su
Pérez de Andrada y él con ellos quedaron tierra; é decía quél había prometido al Rey de
vencedores; y murieron muchos franceses, y Francia de hacer descercar á Gaeta, é aquél lo
escapó de la batalla huyendo su Capitán Ge- había cumplido é se iba; é pudiera decir asi-
neral mosior de Obenni, é cayéronle en suer- mismo que no volvía bien librado ni contento.
te dos capitanes estremados y valientes por Quedó en el campo de los franceses mosior
sus personas, que le siguieron y prendieron: de la Tramulla y mosíor de Alegre, é por Ge-
que fueron el capitán Valencia de Benavides y neral el dicho Marqués de Saluces.
el capitán Alvarado el mancebo. De manera

que se consiguió una muy gloriosa jornada. (V Sic: quiere decir fortalezas.
Cnnicas del Gran Capitán. —
LXVI CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
»Esta victoria fué un lunes, seis dias de No- lesen su seguimiento mataron muchos dellos
viembre de 1503 años. Verdades que aunquel en aquellas tres leguas que hay de camino
Marqués de Mantua se iba jactando que habia desde Mola hasta ella, é con muy grande agua
muy bien complido lo que prometió de hacer llouiendo. Pero aunque el terreno no estaba
levantar al Gran Capitán de sobre Gaeta, su bueno para huir ni para alcanzar, por priesa
consuelo era á más no poder, buscado con que se dieron á se encerrar en Gaeta, queda-
palabras que eran de poco peso, pues quél ron de los enemigos más de mil y quinientos
no ganó nada en haber ¡do allá y el Rey de muertos. Et el Gran Capitán recogió el cam-
Francia menos en le enviar; é el Gran Capitán po, porque la sobreviniente noche no dio lu-
quedó victorioso é con mayor reputación, y gar á otra cosa; é púsose en Castellón, que es
si el mantuano atendiera, él viera otra cosa á cuatro ó cinco millas de Gaeta; pero en es-
que palabras. Pero por aquel tiento que dio clareciendo, procedió en la victoria y siguió
á la cuenta, conosció que no le convenia fe- adelante para cercar á Gaeta la segunda vez.
nescerla, ni era cosa tanto á su propósito Y como los nuestros iban de buena gana é no
como irse con tiempo. hacian ya caso de la soberbia gálica, dieronse
»E1 Gran Capitán deseaba ver el fin de la tan buen recabdo los delanteros que, cuando
guerra, y diose priesa á hacer una puente se- llegó elGran Capitán, hablan ganado el mon-
creta, é pasó de la otra parte del rio por más te é torreque llaman de Orlando, de lo cual
alto del real francés; é como le sintieron los se quedó espantado, é dio muchas gracias á
contrarios, pusieron toda diligencia en meter Dios, porque ningún juicio humano tal pudie-
toda el artillería gruesa en ciertas barcas, ra sospechar ni creerlo sin lo ver. E mandó
aunque no pudieron embarcarla toda; pero lo que á toda diligencia fuese el artillería, en es-
más della lo enviaban á Gaeta con el señor pecial la quel dia antes habia ganado á los
Johan de Mediéis. El cual, yendo por aquel rio franceses, que eran diez cañones é tres cule-
abaxo del Careliano, á donde él entra en la brinas é falconetes é gerifaltes hasta en núme-
mar, halló en ella tal tiempo é resaca quel ro de treinta é cinco piezas muy hermosas, é
Johan de Mediéis y las barcas y franceses, con ellas mas de dos mili caballos é gran des-
que en ellas iban, se anegaron. El Marqués de pojo. Et así como fué llegado, comenzó luego
Saluces é el exército restante, visto quel Gran á tirar, é en la hora pidieron licencia los de
Capitán estaba del otro cabo del rio y le iba dentro para que el piamontés Marqués de
á buscar, no osó atender y retruxose á un
le Saluces saliese á hablar con el Gran Capitán.
lugar que se dice Mola, enel cual pueblo los E diosele licencia; é salido, se dio asiento en
franceses se comenzaron á hacer fuertes. Mas que Gaeta se entregase con todas sus fuer-
el Gran Capitán llegó sobrellos sin les dar zas é municiones, é asimismo todas las otras
lugar á se reparar, y apeóse del caballo y pú- fuerzas é plazas del reino que estoviesen en
sose á pié con los alemanes. poder de franceses, con tanto que el Gran
^>Ser. —¿Pues porqué con los alemanes y no Capitán hiciese soltar á mosior de Obenni é á
con los españoles y gente de la nación nuestra? todos los principales franceses que estaban
»i4/c.— Porque los españoles más hablan me- presos é algunos en galeas. Et asimismo pi-
nester freno que espuelas, e porque con ellos dieron que fuesen sueltos los italianos presos
andaban Don Diego de Mendoza é Don Fer- que habían seguido la opinión de Francia. Et
nán Pérez de Andrada et el coronel Diego el Gran Capitán dixo que de soltar los fran-
Garcia de Paredes et el Conde Pedro Nava- ceses era contento, porque eran obligados á
rro et el coronel Villalba et el coronel Pizarro servir á su Rey; pero no á los italianos, que
é otros muchos y estremados capitanes; é habían seído desleales é levantaron la obe-
quiso Gran Capitán hacer ese favor á los
el diencia que habían dado en las provincias de
alemanes, que serian hasta dos mili los que Calabria é Pulla á los Reyes de España. Et el
habia á sueldo, muy buenos. marqués y los franceses se contentaron con
»E comenzóse el combate de Mola con tan- esto, é así se concluyeron los capítulos, para
to denuedo que, aunque los franceses se opu- que con salvoconducto se fuesen los contra-
sieron á la resistencia, se les dio tanta priesa rios, que eran más de dos mili de caballo é

é con tan buen ánimo que los pusieron en tres mili peones soldados, que estaban den-
huida é se retruxeron á Gaeta; é los españo- tro en Gaeta, con tanto que diesen todos las
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXVII

banderas que habian quedado por perder é vieron apartados é desparcidos. De manera
á los españoles por ganar á los enemigos que á cuenta del ánima del Rey Luis XII de
la

Sueltos los prisioneros, se embarcaron allí Francia, en aquella empresa ó segunda gue-
mosior de Obenni, el Marqués de Saluces, rra de Ñapóles, más de sesenta mil hombres
Luis é los que cupieron; é otros muchos se de su nación le pueden hacer cargo que per-
fueron por tierra la via de Roma; de los cua- dió Francia é sus señoríos, sin los extranje-
les los más fueron desbalijados é robados, é ros é de otras naciones; que es asaz número
no pocos muertos de los villanos de la tierra. incontable, porque como eran gente peregri-
»Quedó el Gran Capitán en Gaeta con su na é desacaudillada, asi es sin se poder con-
victoria, y acabada una hacienda de tan gran- tar. Finalmente, esta conquista acabó glorio-

de importancia como podes considerar; et lue- samente el Gran Capitán en el año de 1503;
go dio orden en hacer sacar el artillería que et tuvo aquel reino otros tres años pacífico é
se habia anegado con el seíior Johan de Medi- subjeto, hasta que fue allá el Rey Catholico
éis, que ninguna pieza se dexó de cobrar. Don Fernando é se lo entregó en el mes de
»Ser.— Pues otra pieza se os olvida de de- Noviembre de 1506 años. Et como aquel año
cir que cobró, que no era menos bastante habia llevado Dios á su gloria al Rey Don
para el fuego de la guerra que todas juntas Phelipe, volvió el siguiente año á España el
las del artillería, que habéis dicho que hizo Rey Catholico á la gobernar, é truxo consigo
sacar de la mar é boca del rio del Garellano. al Gran Capitán.

>i4/c.— ¿Qué pieza es la que olvido? »Ser. — Así es verdad, que en el mes de
»Ser.—E\ Duque de Valentinois, Don Cesar Jullio del año que decís, llegó á Valencia del
de Borja, que en esos méritos é tiempo desa Cid. E parésceme que en el camino se vieron
guerra vino á las manos del Gran Capitán. él y el Rey de Francia; c fue público quel

»Alc.~r-Asi es la verdad, quél lo envió pre- Gran Capitán comió en esas vistas á la mesa
so á España, é se soltó de la Mota de Me- con ambos Reyes. Pero no acabo de entender
dina del Campo por descuido del alcaide Ga- cómo tras tantas muertes é incendios é gue-
briel de Tapia el año de 1504, pocos dias rras sobre la partición de Ñapóles, como ha-
antes ó después que murió la Católica Reina bian ya pasado, eran amigos esos dos Prínci-
Doña Isabel; é se fué á Navarra á ayudar al pes. ¿Cómo se pudieron hacer esas paces
Rey Don Johan, su cuñado, contra el Condes- que tan desviadas estaban?...
table Conde de Lerin; é allá le mataron espa- »Alc. — Amigos eran ya estos Reyes, por-
ñoles en una escaramuza ó recuentro, cerca que cuando el Rey Don Fernando salió de
de Mendavia, el año de 1507 años. Dexemos Castilla, se había casado el mismo año de
eso é volvamos á nuestra historia del Gran 1506 con madama Germana, su segunda mu-
Capitán; el cual desde Gaeta se fué á la cib- ger, hermana de mosior de Fox; et en aquel
*dad de Ñapóles donde entró con mucho
, casamiento se hicieron esas amistades, aun-
triumpho é prosperidad. E dende á pocos que fueron para poco tiempo, según lo vimos
dias envió gente contra los caballeros é ba- después; é allí venia la Reina de Aragón,
rones anjoinos rebelados en el mismo reino, Germana, con el Rey; é vieronse estos Prin-
asícomo el Príncipe de Visiñano, é el Conde cipes en una cibdad de ginoveses, que estaba
de Mélito su hermano, é el Conde de Capa- en la costa del mar Mediterráneo, que se lla-
cho é otros, los cuales asimismo sojuzgó; maba Saona; et fueron muy festejados é co-
porque las alas en quien se confiaban, ya mieron juntos los Reyes y Reina de Aragón,
eran quebradas é abatidas. é mandaron sentar con ellos al Gran Capitán,
»Fue averiguado é públicamente confesa- por le más .honrar, entre los dos Reyes, é así
do por los mismos franceses que les costó comieron. Fue cosa muy notada, porque la
esta segunda guerra é se perdieron en ella gente que venia de franceses, como á un nue-
en las batallas, escaramuzas é recuentros é vo e gran miraglo á ver al Gran Capitán;
fuera dellos, en la mar y en la tierra, más de como á ver cosa tan admirable é famosa é
treinta mil franceses, que nunca más volvie- tan sonada en sus orejas, era incontable, é
ron en Francia; é otros tantos ó más que con gran atención como á ver la cosa del
murieron de dolencias é fueron desbalijados mundo más espantosa é imposible que se les
é muertos por los caminos é por donde andu- pudiera mostrar. Unos le loaban; otros entre
LXVIII CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
sí le maldecían como á su flagelo; otros en- go de haber mal asentado ó puesto su exér-
mudecían mirándole, y otros no podían aca- cito;de manera que fue muy danificado de la
tarle con su entrañable odio; otros tenían en artillería contraria.

mucho hablar á un hombre tan famoso en el «Para soldar esta pérdida é castigar los
mundo. franceses é desarraigarlos de
Italia, acordó el

»En conclusión: tornado en España el Rey Rey Catholíco de enviar la tercera vez el
Catholíco siempre honró mucho al Gran Ca- Gran Capitán á Italia, como á hombre que
pitán, et ya le había fecho merced del Duca- conoscia bien á franceses. E así partió de la
do de Sesa, é lo habia el Rey comprado al Corte, desde Burgos, para ir á Ñapóles, el

Conde de Alba de Liste, Don Diego Enriquez año de 1512; é fué á Córdoba á se despedir
de Guzman, que lo habia heredado del señor de su patria, en la cual se le juntó mucha
Don Enrique Enriquez, su abuelo, padre de gente de diversas partes de España, y mu-
Doña Teresa Enriquez, madre del dicho Con- chos caballeros nobles, para le servir y acom-
de, para lo dar, como lo dio, al Gran Capitán pañar, muy bien adereszados. Et el Papa Ju-

cuando acabó de ganar el reino de Ñapóles. lio le envió una muy hermosa galeaza, que
Et á Don Diego de Mendoza, hijo segundo estuvo aguardándole en Málaga. Fecha e
del Cardenal Don Pero González de Mendo- adereszada el armada en Málaga, la envidio-
za, el Rey y la Reina Catholicos les hicieron sa fortuna, ó mejor diciendo, porque estaba
merced del Condado de Mélito, porque pasó de Dios así ordenado, rodeó las cosas de
con el Gran Capitán por capitán de gente de manera que cesó la ida del Gran Capitán; de
armas, é se halló en todo, é sirvió muy bien lo cual él é su hacienda rescibieron notable
con su lanza é con su consejo. Et á Don Fer- é grande daño; é los que se habían deter-
nán Pérez de Andrada le hicieron merced de minado á le seguir gastaron mucha parte de
otro Estado en el reino de Ñapóles, et de lo que tenían por ir con él. Certificóos que si
ahí adelante le llamaron el Conde Don Fer- el viaje se hiciera, salieran de España para la

nando... jornada mas de cincuenta mayoi^azgos de ca-


«Habéis de saber que gobernando después balleros é muchos hijos de señores de títulos
(de la muerte de Doña Isabel) el Rey á Cas- é hombres de mucha calidad, é tales que á
tilla, en nombre de la serenísima Reina Doña doquiera se hicieran estimar.
Johana, su hija, cisma quel Carde-
sucedió la »Ser.— Ya me acuerdo bien de lo que de-
nal Don Bernardo de Carvajal, del título de cís; y aun creo que-á vos os cupo parte dése
Sancta Cruz, é ciertos Cardenales formaron desavíamiento, que bien sé que ibades por
contra el Papa Julio II; á los cuales Cardena- su secretario y de los principales.
les cismáticos favoresció el dicho Rey Luis XII »Alc.— Yo le serví en ese tiempo en el
de Francia é el Rey Don Johan de Navarra; et oficio que decís, é iba con el Gran Capitán, et
al opósito el Rey Catholíco favoresció á la gasté eso poco que tenia. Et después que al-
Iglesia de Dios é á su vicario el sumo Pontí- gunos meses estovimos en Córdoba, en tan-
fice. De estas oposiciones y diferencias suce- to que la gente se allegaba, y aun partidos
dió la sangrienta batalla de Ravena, que fue los aposentadores para Málaga, vinieron nue-
tan mala jornada como habréis entendido, et vas de Italia cómo diez y seis mili suizos ha-
quedó la victoria é el campo por Francia; bían baxado los Alpes y estaban ya cerca de
pero con una llorosa victoria, porque muchos Lombardia con el Cardenal de Sion; é que los
más franceses murieron que de los nuestros, franceses habian desamparado el campo é
puesto que hablando con vos lo ques público, repartídose por las fortalezas: et en conti-
allí murieron muy estremados é buenos caba- nente, sin que el Gran Capitán lo supiese,
lleros españoles, é también murieron muchos hizo el Rey Catholíco despedir las naos é
y muy señalados de los contrarios, con su vender los bastimentos, et despidieron la in-
Capitán general mosíor de Fox, hermano de fantería; et tras aquello escribió al Gran Ca-
la Reina de Aragón, madama Germana. Tú- pitán que no habia necesidad de llevar gente,
vose por cierto en voz del vulgo questa pér- sino sola su persona, porque en Italia terniaj
dida fue por culpa del Vísorrey de Ñapóles, toda la que fuese menester. El Gran Capitán,]
Don Ramón de Cardona, que en aquella bata- como era sabio, no quiso que aquel disfavorl
lla era General por España. Et dábasele car- le tomase en Córdoba, é partióse de allí para!
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXIX

Antequera con mucha compañía de caballeros, cantara; pero no quiso descontentar al Rey ni

disimulando lacosa que ellos no sabían, quel salir de su voluntad y mandado.


Gran Capitán no la ignoraba, ni sabian que »Ser.— A la verdad, aunque se fuera á Italia,
los bastimentos eran vendidos, aunque ya la ya poco pudiera hacer; porque don Ramón de
infantería que estaba aposentada en Bujalan- Cardona se habia tornado á soldar en la gra-
ce é en otros lugares de la tierra de Córdoba, cia del Rey, y estaban las cosas de Italia en

lahabían despedido los factores del tesorero otros términos.


licenciado Vargas é los habían pagado el »i4/c.— Aun no eran llegadas esas soldadu-
tiempo entretenido. En esta misma sazón ras, ni pudieran llegar á tiempo, si el Gran

andaba la conquista de Navarra, con el Du- Capitán se pusiera en Italia, porque su repu-
que de Alba, Don Fadrique de Toledo, que tación y autoridad fueran tanta parte que si
era General Capitán por el Rey Católico. en ella pusiera los pies, no le revocara el Rey
->Prosperamente en Italia mudáronse los el poder que le habia dado, ni quedara hom-

tiempos, é aun en España los propósitos, et bre de guerra de nuestra nación sin irse á él,

finalmente no hovo con efecto el camino que ni aun de otras muchas. E como su nombre y
tanto deseábamos muchos. Et así cada uno fama eran sin semejantes entonces en el cré-
tiró por su parte; et el Gran Capitán, como dito de italianos y franceses «á una voce di-
descontento y engañado de su arbitrio, se centes» emproviso la negociación se mudara
fue á Loxa, desde donde repartió cuanta é los propósitos siguieran otros intentos; et
ropa é preseas tenía con aquellos caballeros, los que le fueron contrarios, fueran de otro
é aun se empeñó y vendió muchas joyas para acuerdo. Pero lo que ha de ser, conviene que
les ayudar, como lo hizo; pero ninguno volvió sea, et ninguno sabe cuál fuera mejor. ,

con tanto como gastó, é ninguno con queja »En murió el más honrado señor que
fin, él

del Gran Capitán. E los unos se fueron á sus ha gran tiempo que en España se supo hon-
casas; otros á la guerra de África; otros á la rar por su persona de cuantos capitanes de
de Navarra; otros tiraron á Italia, é otros á ella han salido, en tan grandes é importantes
las Indias, de los cuales yo fui uno por mis coinpetencias como habéis oido. Et murió con
pecados. Et como en exilio é descontento el gran conoscimiento de Dios, recebidos los
Gran Capitán se estuvo en Loxa, hasta que Sacramentos é como buen profeso de su Or-
murió el año de 1515 años; et desde alli fue den militar, tendido en tierra sobre un repos-
llevado á sepultar á Granada, como quien él tero é vestido el hábito de Sanctiago; é de-
era, viviendo la muy ilustre señora Duquesa de xando mucho dolor en toda España, como
Terranova e de Sesa, Doña Maria Manrique, era razón que se sintiese la muerte é falta de
su muger; la cual casó después á la muy ilus- tan lllustrisimo señor é invencible capitán.
tre señora Doña Elvira de Córdoba su hija, en »Ser.— Unas coplas he oido del coronista
quien quedó el estado de su padre, con el muy Gratia Dei, que dicen que venció treinta sal-
ilustre señor Don Luis de Córdoba, primogé- vas, é que ganó dos veces á Ñapóles por su
nito del Conde de Cabra, como tengo dicho, persona, é que ganó treinta é dos pendones
padre é madre que fueron del lllustrisimo se- y más de trecientas banderas.
ñor Duque de Terranova é de Sesa, Conde y> Ale— Ya.
yo os he dicho las dos guerras
de Cabra é de Sant Angelo, Don Gonzalo Fer- de Ñapóles, aunque sumariamente, é también
nandez de Córdoba, nieto del Gran Capitán, he dicho la tomada de la Chafalonía; y Grafía
que es más titulo que todos cuantos tiene. Dei echa corto, porque yo os certifico que sí
»Ser.— Por cierto que me parece que se por estenso se dicen sus victorias é tropheos,
le hizo mucha sin razón al Gran Capitán en ques mucho más de lo que Grafía Dei dice; y
le despedir ó escusar el camino por tal forma aun yo me ofresciera á probar que esas trein-
como habéis dicho; y aun yo le oi culpar de ta salvas son más de ciento, porque pues á
floxo en no se haber ido en aquella galeaza, Ñapóles tomó, .solamente dentro de la cibdad
que dixistes que el Papa le habia enviado. hay cien salvas de Principes, Duques, Mar-
»v4/í:.— Aun no lo sabes bien. Yo soy buen queses, Condes é Vizcondes; pues ved si ha-
testigo, y sé más que otro en ese caso; y sé brá algunas fuera de la cibdad en todo el rei-
que si él se fuera, como pudo muy bien ha- no, demás de las otras salvas extranjeras. Ya
cerlo y le fue consejado, que otro gallo le yo he visto las coplas que decís.
LXX CARTAS DEL GRAN CAPITÁN
y>Ser. -No me paresce que dice Gratia Dei pudiera harto más ensangrentar su espada; é
que son las treinta salvas sino francesas. las veces que lo hizo fue defendiendo la fé y
»i4/c. —
Lo quel dice é lo que yo digo é mu- ó contra los enemigos de su Rey
la iglesia,
cho más pudiera decir. Y certificóos que Gra- por su mandado.
tia Dei se pudiera mucho más estender. E llá- »Ser.— Dixiste desuso que fue llevado á en-
male hijo de la lealtad con mucha razón, por- terrar á Granada.
que asi fue el Gran Capitán muy leal á sus »i4/c.— Sí dixe, y así es la verdad: que en San
Reyes c señores naturales. También le llama Francisco de Granada se puso su cuerpo en
Gratia Dei padre de las victorias. Yo os he depósito; de la cual cibdad fue veintiquatro,
dicho en suma algunas, y más particularmen- ó regidor de los primeros; y allí quedó en
te que ese autor os las dice. Era porque en aquel monasterio hasta que se acabase su
aquel tiempo yo estuve más cerca de esos mausoleo y enterramiento en el monesterio
acaescimientos. Cuanto á los treinta y dos de Sant Jerónimo, extramuros é junto á la
pendones, que dice Gratia Dei, él habla en lo misma cibdad; donde se le ha hecho tal en la
que no vido, é dice lo que no entendió quien capilla principal, que es un mausoleo de los
se lo dixo. Digo, pues, yo que en el castillo más soberbios é sumptuosos que tiene señor
Novo de Ñapóles y en el de Capuana y en el alguno en toda España, ni hay otro su seme-
del Ovo y en la Torre de Sant Vicente, ques- jante. E tiene por defuera en torno de la ca-
tos castillos están en la cibdad de Ñapóles, pilla un hermoso letrero de letras gruesas,
et en Gaeta é otras muchas fuerzas que se que de lexos se pueden leer, é dicen: «Gon-
ganaron, se hobicron más de quinientas ban- zalo Ferdinando, magno duci Hispanorum,
dera^ é pendones, allende de las que se gana- Francorum timori, Turcarum terrori.» El
ron en campo. ¿Quereislo ver? Mirad en
el se llamó de nombre propio Gonzalo Fernan-
veinte mili hombres de guerra cuántos pen- dez, é por excelencia Gran Capitán de Espa-
dones é banderas serán, á respecto de cada ña; é así fue para los franceses temor y para
ciento una bandera ó pendón. los turcos terror espantable, y tal que ningún
«Ser. —Serán decientas. particular capitán que no fuese Rey, ni aun
»/4/c.— Pues las de la mar y
las que se ga- los que lo eran, fue tan discantado de los poe-
naron en las cibdades y villas y castillos que tas y oradores de su tiempo, hasta que Dios
tomó, yo no las sabria contar; pero á mi creer le llevó al Gran Capitán desta vida, la cual
más de quinientas banderas y pendones se le dexó año de 1515.
pueden atribuir á buena cuenta; é en espe- »St'r.— No os quiero preguntar qué armas
cial poniendo en esa generalidad de sus vic- son las del Gran Capitán, pues que son noto-
torias los pendones y banderas de la Chafa- rias las tres faxas sanguinas de Córdoba en
lonía, juntados con las dos conquistas napo- campo de oro; y vos remitirme heis á la casa
litanas. de Don Alonso de Aguilar, su hermano, como
»Ser.— ¿Qué es lo que apunta Gracia Dei á cabeza de su linaje, é yo las sé muy bien;
de Ostia? las de la Duquesa serán las de los Manriques
»y4/c.— Esa es otra victoria señalada del y Figueroas; pero quiero preguntaros qué
Gran Capitán: que estando la cibdad de Os- tuvo de renta en esos ducados é condado de
tia en poder de franceses, se la ganó y la Sant Angelo, é en su encomienda del Ventoso
restituyó al Papa, cuya es; y eso fue en el y en esa taha é señorío de Orgiba que tenía
tiempo de la primera guerra de Ñapóles. en el reino de Granada.
Pues de los anjoinos y rebeldes del reino de »Alc. — Todo era muy poco al respecto de
Ñapóles más banderas é villas é castillos les sus méritos; pero poco más ó menos yo me
tomó, y los puso debaxo de la real obedien- halléalgunas veces platicando con quien lo
cia, que os supiera decir Gratia Dei que no lo podia saber, y lo uno y lo otro se estimaba
vido. Mucho es lo que el Gran Capitán hizo hasta en cuarenta mili ducados. Pero su nieto,
en aquellas partes. En gran fama y estima- como heiedó la casa del Conde de Cabra, su
ción estuvo en el mundo é muy en paz y so- abuelo; e como las rentas han crecido comun-
siego quiso Dios llevarle y darle tiempo y mente en Castilla, é así habrá hecho en los
quietud para confesar sus culpas y discursos Estados que esta casa tiene, dícenme que
de la milicia; en los cuales, si él fuera cruel, pasa agora de septenta mil ducados de renta
CARTAS DEL GRAN CAPITÁN LXXI

en cada un año, puesto que yo puntualmente do la ropa édemás está bien puesto; y en
lo
no lo sé. especial en la naoir la carga descompasada es

» Ser. - Decidme la invención ó timbre del ir mal arrumbada é puesta en peligro é en


Gran Capitán. condición de perderse
»í4/í:.— El traia sus armas é las de la Duque- «Quiero que sepáis del Gran Capitán una
sa'juntas en un escudo; é con razón, pues que gracia especial, y puedola decir como testigo
durante su matrimonio les dio Dios tantas de vista: y es que demás de ser dé alto inge-
buenas venturas é sus títulos é estado; y so- nio y muy prudente y de grandes habilidades
bral y e! escudo un yelmo baúl de torneo, con y partes notables que concurrían en su per-
el rollo é dependencias de oro y de gules; é por sona, que hasta agora yo no he visto hombre
cimera un mundo con una fortuna, como ninfa, que tanto escribiese de su mano é tan sin
navegando en el aire, puesta de pies sobre el sí no era buena
pena, puesto que su letra en
mundo ó pomo; é con la una mano lleva la ni tan legible como era dulcísima, elegante,
vela alta con próspero viento en ella, é la es- graciosa y bien ordenada en todo lo que con-
cota atada al un pié, é en la otra mano una tenia, et muy á proporción é grado de aquel
ampolleta ó relox de arena. con quien hablaba; non obstante que de lo jus-
«Ser.— Invención es que debe de traer con- to é conveniente algo excesiva en cortesía,
sigo misterios, é los que de unas partes á consideradas las personas y el escriptor. Por-
otras se mudan é andan, todos navegan, aun- qué era humanísimo é sobraba en cortesías á
que con diversas fortunas é con muy diver- cuantos señores había en España: lo cual es
sas formas é venturas. muy dificultoso de hacer á otros; que revien-
>»y4/í:.— Figúraseme que consuena esta inven- tan de soberbios é graves é de tan mala gana
ción con lo que Séneca (Epist. 28) escribe á dan palabras como dineros. Pero el Gran Ca-
Lucilo, diciendole que, como algunos lugares pitán con aquella su mala letra é dulces pala-
son enfermos é dañosos á las complexiones, bras, se andaban tras él las gentes é les ga-
y aun á los sanos y fuertes, así son algunos naba como él tenía enten-
las voluntades; et
lugares que empachan los buenos pensamien- dido cuánto importaba el nombre que le dio
tos é son contrarios á la buena voluntad. Y el baptismo en la pila, firmaba é dície su fir-
por tanto digo yo, que quien se guardara de ma «Gonzalo Fernandez duque de Terrano-
lo que ha de ser, en especial los que en el ni «El Du-
nova»; é no decía «Gran Capitán»,
mundo están; al propósito de lo cual decía el que»,como muchos señores al presente acos-
. Gran Capitán muy bien: tumbran firmar «El Duque» é no dicen más.
Ni si os topásedes con una de esas cartas sa-
«Donde hay buena ventura,
«laconstelación no dura». bríades distinguir que la escribió Du-
si es el

que de Alencastre de Milán ó Saboya. E


ni el
. .. También el Gran Capitán usaba cuando así dice otro: «El Marqués» ó «El Conde», é
le placía hacer otra invención: quera una Mar buscad de dónde; pero no es mal ardid para
por María, é una nao mal aparejada é peor que ni le acoten por sabio conocido ni por
marinada, con una letra que decía: * ignorante manifiesto. En fin, con su nombre
de Gonzalo Hernández alcanzó lo que tuvo;
«Poi-que estén bien arrumados,
«no se mudarán los hados». y así tenía mucha razón de preciarse dése
nombre más que de todos los otros; e por
Ser.— ¿Qué quiere decir arrumados?
y esa misma causa es bien que otros le callen.
es de marineros muy usado
»í4/í:.— Vocablo Quiero quesepais que la letra quel Gran
é notorio. Arrumar es poner la carga de la Capitán trahia con el timbre que os he dicho,
nao bien puesta y compasada como vaya la no era ninguna de las dos de susodichas
ropa, como ha de ir; é según la orden en que El habla con aquel mundo sobre que va de
la ponen, así dicen que va la nao bien ó mal píes la fortuna é dice:
arrumada; ó hínchíendo una caxa, ó una casa,
«En este se ha de buscar
se puede decir que está bien arrumada, cuan- »el que más ha de durar».
1

GHRONIGA
DEL

GRAN CAPITÁN
GONZALO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y AGUIIAR

En la cual se contienen las dos conquistas del Reino de Ñapóles,


CON LAS esclarecidas VICTORIAS QUE EN ELLAS ALCA.NZÓ Y LOS HECHOS ILLUSTRES
DE Don Diego de Mendoza, Don Hugo de Cardona, el Conde Pedro Navarro
Y otros caballeros y CAPITANES DE AQUEL TIEMPO. CON LA VIDA DEL FAMOSO CABALLERO
Diego Q-arcía de Paredes, nuevamente añadida á esta historia.
Dirigida al Illustrissimo Señor Don Diego de Córdoba,
caballerizo mayor de su majestad.

(Grabado en madera representando un guerrero á caballo, blandiendo la espada).

Con lieenda. —Impresso en Alcalá de Henares, en casa de Hernán Ramírez, impressor


y mercader de libros. Año 1584. —A cosía del impressor.

DON PPIELIPE. POR LA GRACIA DE DiOS REY DE CASTILLA, DE LEÓN, DE ARAQÓN,


DE LAS DOS SECILIAS, DE HiERUSALEM, DE PORTUGAL, DE NAVARRA, DE GRANADA, DE
Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdenia, de Cór-
doba, DE Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibral-
TAR, DE las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y
tierra firme del mar Océano; Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, Bra-
bante Y Milán, Conde de Hanspurg, Flandes, Tirol y Barcelona, Señor de Viz-
caya Y DE Molina, etc.

POR CUANTO por parte de vos, Hernán Ramírez, librero, vecino de la villa de Alcalá
de Henares, nos fué fecha relación diciendo que con licencia nuestra se había impreso otras
veces un libro intitulado Los hechos del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, con la
vida del Capitán Diego Garda de Paredes, del cual había al presente mucha falta, y porque
era obra muy útil y provechosa, nos pedistes y suplicastes vos mandásemos dar licencia para
lo poder imprimir, ó como la nuestra merced fuese; lo cual visto por los de nuestro Consejo, y
como por su mandado se hicieron las deligencias que la premática por nos nuevamente fecha
sobre la impresión de los libros dispone, fué acordado que debíamos de mandar dar esta
nuestra carta para vos e-n la dicha razón, é nos tuvímoslo por bien, y por la presente vos
damos licencia y facultad para que por esta vez podáis imprimir el dicho libro, que de suso se
hace mención, por el original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado y firmado al
cabo del de Christóbal de León, nuestro escribano de cámara de los que residen en el nuestro
Consejo, y con que antes que se venda le traigáis ante los del nuestro Consejo, juntamente
con el dicho original, para que se vea si la dicha impresión está conforme al original. Y
traigáis fee en pública forma en como por corrector nombrado por nuestro mandado se vio y
copió la dicha impresión por el dicho original y se imprimió conforme á él, y que quedan ansí
mismo impresas las erratas por él apuntadas para cada un libro de los que ansí fueren
impresos y se os tase el precio que por cada volumen habéis de haber y llevar, so pena de
Crónicas del Gran Capitán. —
2 CRÓNICA GENERAL DEL GRAN CAPITÁN
caer é incurrir en las penas contenidas en
la dicha premática y leyes de nuestros reinos, de lo

cual mandamos dary dimos esta nuestra carta, sellada con nuestro sello y librada de los del
nuestro Consejo, en la villa de Madrid á seis días del mes de Junio de mil y quinientos y
ochenta y cuatro años.
El licenciado Juan Thomás.—Chumicero de Sotoniayor.— Francisco de Bera y Aragón.—
El licenciado Rodrigo Vázquez de Arce.— El licenciado Nüñez de Boorques.

Yo Christóbal de León, escribano de cámara de Su Majestad, la fice escribir por su mandado


con acuerdo de los del su Consejo.

Elogio de Paulo Jovio, Obispo de No- De Jorge de Montemayor.


chera, AL retrato de Gonzalo Fernán-
dez DE Córdoba, Gran Capitán. Mis grandes hechos verán
Los que no los han sabido
Con este esclarescido y heroico rostro, dig-'
En que sólo he merescido
nísimo verdaderamente de un gran Capitán,
Nombre de Gran Capitán.
se mostraba á los napolitanos Gonzalo Her-
nández cuando, habiendo ganado muchas vic-
Y tuve tan gran renombre
En nuestras tierras y extrañas,
torias, acabó felicísimamente la guerra de
Francia. Siendo, á juicio de los soldados y
Que se tienen mis hazañas
Por mayores que mi nombre.
clamor del pueblo, tenido por digno de corona
triumphal, si él con gran modestia no la rehu-
sara. Escríbole este breve Elogio porque su Del licenciado Macías Bravo.
vida y hechos he escrito en un particular
libro, no pudiendo justamente caber en poco El Gran Capitán soy, á quien Natura
papel este Capitán, que por mérito, sobre- Dotó de sus virtudes largamente;
nombre y conformidad de casi todas las na- Hízome liberal, manso, clemente,
ciones es llamado Grande, y sin que en ello Y en todo me dio sobra de ventura.
haya contradicción, excedió en grandeza de El talle de mi cuerpo y mi figura
ánimo y valor de guerra y gloria de toda hu- Muestra daban del ánimo excelente;
manidad y prudencia política casi á todos los Fui grande en fortaleza y en valor
capitanes de nuestro tiempo, siendo tan ex- Y de turcos y franceses gran terror.
celente y de nombre tan sublime que el rey
Luis de Francia (que aun en los enemigos
estimaba el verdadero valor) dijo pública- De Pedro Gravina
mente que se lo había envidiado al rey Fer- (traducido en castellano).
nando de España. Porque, comiendo ambos
reyes juntos en Saona, Gonzalo Hernández Primero fuiste grande que la suerte
fué por honra sentado á la mesa, donde el Te renombrase grande y valeroso;
rey Luis, habiéndolo alabado infinito, se quitó No te hizo fortuna victorioso.
una cadena de oro y se la echó al cuello. Tú la heciste á ella en bien valerte.
Sólo le debes que hasta la muerte
De Gregorio Silvestre.
Te acompañó con paso presuroso;
El Gran Capitán soy; si lo has oído, Mas era por seguir un valeroso
¿Qué espantas de mí? ¿qué miras, hombre?
te Y grande capitán, no por hacerte.
De turcos y franceses fui temido De ti solo proceden estos bienes.

Y Gonzalo Hernández es mi nombre; Valor, ardid, consejo y fortaleza,


A mi grandeza sólo fué debido Y todas las virtudes grandes tienes.
Por capitán insigne el gran renombre; Tu nombre es grande por tu gran proeza;
Si quieres saber más de mis victorias, Por ella es gran fortuna la que tienes
Al Jovio lo pregunta en sus historias. Y es más ilustre tu naturaleza.
CHRÓNICA GENERAL
DE

GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA


QOE POR SUS PROEZAS FUÉ LLAMADO

GRAN CAPITÁN
CAPÍTULO I pensando después de sujetar á él y á ella, y
así lo comenzó de hacer como de primero lo
De cómo la Reina doña Juana, siendo heredera había concebido, el cual quitó, á la Reina el
en el reino de Ñapóles, adoptó por hijo al poder que usaba en el regimiento del reino y
Rey Don Alonso de Aragón y de las causas él le gobernaba y regía como Rey y señor del;
que á ello la movieron. el cual mandó así mesmo matar á Pandulfo,

con quien, según dicho es, la Reina vivía mal


Así es que Ladislao, hijo del Rey Carlos de y á quien ella había dado mucho poder en el
Hungría, fué Rey de Ñapóles; el cual, muriendo reino. Gravemente se sintió la Reina de este
sin hijos, dejópor su heredera en el reino á hecho, pero disimuló por algún tiempo la pena
doña Juana, su hermana mayor. La cual, con que de ello tenía, creyendo que la mala vo-
el nuevo señorío, comenzó á usar tan indis- luntad que los del reino tenían á su gobierno
cretamente de la libertad, que en breve tiem- le causaría pesadumbre, para que él de su

po dio señales de sus malos deseos, come- gana dejase la gobernación que por concierto
tiendo toda la administración del reino á un ella para sí había recebido é reservado, é así
Pandulfo Malatesta, con quien ella tenía des- fué que los de la ciudad, forzándoles más la

honesta conversación. De donde sucedió que naturaleza de su Reina y señora que su poca
su nuevo señorío, que por muy estable tenía, honestidad, no tuvieron por bueno que el Rey
comenzase á vacilar, siendo como era fun- Jacobo, que así se llamaba, los mandase, ni
dado sobre tan mal cimiento, atreviéndose que de su mano fuesen en justicia manteni-
muchos á pedirle el reino; lo cual visto por dos; antes holgaban con el gobierno de su
ella, creyendo que esto le venía por estar tan señora, cuya disolución no poca se la aca-
sin sombra de marido, acordó de se casar rreaba asimismo á ellos, lo cual les abría el
con un caballero. Conde que era de la Marca, camino para muchos vicios que de cada día
el cual, aunque pequeño estado tenía, venía nascían en la ciudad. De esto sucedió que,
de los Reyes de Francia. Con el cual se casó levantándose civiles disensiones entre los
con tal pacto que con solo el título de Rey se franceses que el Rey consigo tenía y entre
contentase, llamándose Rey de Ñapóles; pero los ciudadanos de parte de la Reina, llevando
que en todo lo demás que á la gobernación un día en esto lo peor los franceses, no
del reino tocase fuese como cualquiera otro sólo la Reina fué restituida en su primero
privado de la ciudad, dejando en su cabeza gobierno é señorío, pero el Rey fué puesto
el administración de todo. Estas condiciones en peligro de muerte, la cual la Reina le bus-
hicieron más clara la voluntad de la Reina de caba por se pagar de la ingratitud que con
seguir su apetito, teniendo en más la libertad ella había usado rompiendo las condiciones
á que se inclinaba, que no tenía la sujeción que con ella había asentado al tiempo que
que era obligada al marido; aceptó las condi- con ella se casó. Mucho daño rescibieron de
ciones el nuevo Rey por alcanzar el reino, esta vez los franceses, de los cuales muchos
CRÓNICA GENERAL
fueron muertos y muchos metidos en prisión; que teníadel en sus cosas que á la sazón es-
pero en fin la Reina se tornó á reconciliar con taban en no mucho sosiego, determinóse de
el Rey su marido en la amistad pasada, que- le enviar aquellos caballos con los cuales en-
dando el Rey de cumplir las primeras condi- vió por capitán á Francisco Esforcia. El Pon-
ciones. Pero como fuese hombre muy deseo- tífice rescibió muy bien esta gente y al capitán
so de mandar, no pudo sufrir mucho aquel Francisco Esforcia hizo mucha honra y dióle
concierto, antes comenzó como de primero cargo de todo el ejército de la Iglesia, el cual
á la gobernación del reino; pero la Reina do- viniendo á manos con la gente de Brachón
ña Juana, no lo pudiendo disimular, procuró fué del dicho capitán con la gente de la Rei-
por algunas maneras de dar la muerte al Rey na y del Pontífice desbaratado y vencido; lo
Jacobo. Lo cual ella solícitamente procura y cual sabido por la Reina doña Juana y viendo
él temiendo perder la vida según lo mal que cómo las cosas del Pontífice iban muy de caí-
la Reina le quería no lo pudiendo ya sufrir, da, determinó de se inclinar á la parte del
se salió secretamente de Ñapóles y fuese á capitán Brachón, con el cual confederó paz y
Taranto temiendo que las fuerzas y poder juró de le favorescer con todo su poder que-
de Francisco Esforcia, por quien á la sazón la dando el capitán Brachón en la mesma pos-
Reina se regía, no le hiciesen algún daño en su tura y obligado. Esto hizo la Reina doña Jua-
persona, adonde aun no seguro de la Reina na por consejo de un caballero que llamaban
su mujer fué por ella cercado y puesto en Caracholo,con quien, según se decía, la Reina
grande estrecho hasta tanto que viéndose vivía deshonestamente. El Papa Martino que
perdido y que no le quedaba otro remedio, á la sazón estaba en Florencia, descontento
salvo ausentarse del reino, procuró de lo ha- de la variedad é inconstancia de esta Reina
cer como más fuese á su salvo, y así que ven- doña Juana y pesándole en gran manera que
diendo la ciudad de Taranto á un Juan Veci- tan noble reino estuviese tan mal empleado,
no Ursino Romano él se fué huyendo á Fran- determinó de la privar del reino por el poder
cia, á donde acabó sus días santamente en que tenía como feudatario que era á la Igle-
religión. La Reina doña Juana viendo cómo sia Romana. Para lo cual el más expediente y
no pudo hacer nada de lo que con toda breve camino fué hacer Rey de Sicilia á Lu-
diligencia procuró y quisiera, pareciéndole dovico. Duque de Anjo,que venía de la gene-
que tenía necesidad de favor procuró con ración y estirpe de los reyes de Francia y era
toda diligencia de tener en gracia á los del rei- eso mesmo hijo del Rey D. Luís rey de Sici-
no y de les ganar la voluntad, por lo cual al y con este acuerdo, habiendo ya venido el
lia,

sobredicho Juan Vecino cuyo estado á la sa- Papa Martino á Roma, el Duque Ludovico fué
zón no tenía poco nombre declaró por prínci- declarado por con consentimiento
el Pontífice

pe de aquella ciudad de Taranto, con condi- del colegio de los Cardenales por Rey de Si-
ción que en todo aquello que la Reina hubie- cilia; el cual con el ayuda y favor de Esforcia,

se menester su ayuda le hallase bien apare- inducido por el Pontífice, se determinó de to-
jado. Era en este tiempo un caballero en Ita- mará la Reina doña Juana el reino de Ñapóles,
lia hombre de mucha fama en el arte de la y queriendo dar fin á esta empresa y ponerlo
guerra al cual llamaban Brachón; éste á la por obra según lo había pensado, ordenó de
sazón tenía usurpadas algunas tierras de la llevar su ejército contra ella; la cual viéndo-
Iglesia, en cuya defensión el Papa Martino se sola y en necesidad, no teniendo po-
quinto, que tenía en aquel tiempo el pontifi- der para resistir á tantas fuerzas como las
cado, no poco trabajaba en las quitar de po- de Ludovico, no halló mejor remedio á su de-
der de aquel capitán, mas faltándole la gente fensión que fué adoptar por hijo al Rey don
que para aquel hecho había menester dado Alonso de Aragón, cuyos hechos y fama eran
caso que estuviese mal con las cosas de la en aquel tiempo grandes, el cual á la sazón
Reina doña Juana confirmóla en el reino con era venido con su flota de Córcega á Sicilia
condición que como feudatario suyo le en- de conquistar la ciudad de Bonifacio que se
viase en su ayuda contra aquel capitán Bra- le había revelado por los ginoveses. Y pues

chón cuatro mil hombres de á caballo de los éste fué el rey por quien el reino de Ñapóles
suyos. La Reina doña Juana viendo la volun- entró en la casa de Aragón y él fué tal que
tad del Pontífice y asimesmo la necesidad con su mucha virtud le adquirió y coninmen-

Ji
DEL GRAN CAPITÁN
sos trabajos así por mar como por tierra le especialmente los que caen sobre la mar, un
defendió, no debe gravar que aquí se diga dia intentó de echar á la Reina de la ciudad
algo de su genealogía. de Ñapóles, á lo cual forzada con el poder
y gente de su hijo el Rey D. Alonso le con-
vino retraerse al castillo de Capua que es-
CAPÍTULO II
taba en la misma ciudad, adonde se de-
Del origen y nascimiento del Rey D. Alonso y fendió entre tanto que fué socorrida, como
de la manera que tuvo en la adquisición del adelante se dirá; y asimesmo metió en pri-
reino. sión aquel caballero de quien arriba se hizo
mención que se llamaba Caraciolo, con el cual
Fué este noble Rey D. Alonso de la casa de la Reina según era vulgar fama menos ho-
Castilla descendiente, hijo del Rey D. Fer- nestamente usaba, el cual á la sazón regía
nando de Aragón que llamaron Infante de y gobernaba el reino de su mano. Viendo la
Castilla, tío del Rey D.Juan el segundo y her- Reina doña Juana estos casos que muy con-
mano del Rey D. Enrique el tercero. De ma- formes á su vivir de mal en peor cada día
nera que fué el Rey D. Alonso primo del Rey le sucedían, y que aun no estaba segura de

D. Juan el segundo y sobrino del Rey don aquel á quien había cometido su amparo
Enrique el tercero; casó este noble Rey con adoptándole por hijo, por razón que la tenía
doña María, prima suya, hija del Rey D. Enri- estrechamente cercada en aquel castillo de
que el tercero, su tío. Fué esta doña María Capua, determinó de demandar socorro á
muy excelente señora en toda manera de vir- Esforcia, no obstante que hasta entonces se
tud; fué de muy buen seso y entendimiento, le había mostrado contrario teniendo la par-

á lo cual da testimonio que estando el Rey te del Duque de Anjo, el electo Rey de Ña-
D. Alonso, su marido, ausente de la conquis- póles y Sicilia y del Pontífice que malamen-
ta del reino de Ñapóles por treinta años en te quería á la Reina; pero Francisco Esforcia,
veces, ella sola en este medio tiempo rigió y que mucho deseo tenía de ver el fin de tanta
gobernó los reinos de Aragón y los mantuvo variedad, no teniendo poca esperanza de
en más justicia que nunca hasta entonces ha- haber su parte de aquel reino, determinó de
bían sido mantenidos, y todo con muy gran la socorrer; de lo cual sucedió que viniendo
saber y discreción; en esto no se detiene la á las manos con los aragoneses entre Ña-
historia por contar lo que más pertenesce á póles y Capua hubieron una gran batalla, en
su principal propósito. Y fué así que después la cual la gente del Rey D. Alonso fué ven-
que la Reina doña Juana adoptó á este Rey cida y desbaratada por la gente de Francisco
D. Alonso por hijo, según que dicho es, luego Esforcia, el cual yendo á Ñapóles sacó á la
él se movió de Sicilia con toda su gente y Reina doña Juana del castillo adonde el Rey
vino á Ñapóles á donde la Reina doña Juana la tenía cercada y púsola en su libertad en la
estaba. En este tiempo el Duque de Anjo, ciudad de Aversa. En este medio sobrevino
electo Rey de SiciUa, aun no se había movido el armada de Aragón, con cuya venida el Rey
contra la Reina doña Juana, el cual á la sazón se tornó á rehacer, el cual viniendo otra vez
había venido á Roma á rescebir la investidu- á la manos con los de Esforcia llevó él lo
ra y título del reino de Ñapóles á quien el mejor, é á fuerza de armas cobró la ciudad
Pontífice, porque con mayor brevedad quita- de Ñapóles y echó de ella á los de Esforcia
se á la Reina doña Juana el reino de Ñapóles con mucho daño suyo; y apoderado que fué
con las requisitas solemnidades, le declaró en la ciudad mandó echar por el suelo todos
por Rey de SiciHa y Ñapóles. El Rey D. Alon- los edificios que caen sobre la mar y forta-
so, que,según dicho es, estaba en Ñapóles leció mucho todos los castillos de la ciudad,
gustando de las costumbres no buenas de su procurando de ahí adelante de la defender de
madre la Reina doña Juana y viendo su vario la Reina doña Juana; y ella viendo cuan al con-
vivir y inconstante condición, determinó de trario le sucedía todo y cuan al revés de lo
echar la Reina de la ciudad y procuró de que deseaba, y viendo asimesmo la voluntad
traer á sí todo el poder de aquel reino, y así de su adoptado hijo ser de la echar del reino,
fué que fortificando primero con sus arago- parecióle que el mejor remedio de su restitu-
neses las fuerzas y castillos de la ciudad, ción era hacerse amiga de su enemigo, que era
CRÓNICA GENERAL
el Duque deAnjo; y junto con esto con adop- el reino rescibió división, porque la una parte
tarlepor hijo, dar por ninguna la adopción del del reino quería alRey D. Alonso por su Rey
Rey D. Alonso de Aragón. Esto pareció tam- por derecho que tenia como primero adop-
el

bién á Francisco Esforcia que convenía al re- tado, y la otra parte, juntamente con los al-
medio de la Reina, la cual luego hizo saber baceas y testamentarios de la Reina muerta,
al Duque su voluntad en este caso. El Duque querían y defendían la parte de Renato por
fué muy contento de esto, por pensar que razón de la institución que decían la Reina
aquello que deseaba alcanzar poniéndolo en haber hecho en su testamento, el cual que-
aventura de guerra, lo alcanzaría con vo- rían cumplir en expresa forma según que en
luntad de la Reina; pero el Rey D. Alonso él se contenía. Finalmente, los ciudadanos y
sabiendo la declaración que el Pontífice ha- principales de Ñapóles rescibieron á Renato
bía hecho al Duque del reino de Ñapóles y en la ciudad sin le Rey don
poder resistir el
asimismo cómo la Reina doña Juana su Alonso, al el Rey
cual alzaron por Rey. Y
madre le había adoptado por hijo dando por D. Alonso, viendo apoderado á Renato en la
ninguna la adopción que del primero había ciudad, procuró de sostenerse en todas las
hecho, recibió mucho enojo y pena, por lo otras ciudades del reino y de esta manera
cual procuró de ahí adelante de hacer guerra le tuvo cercado en Ñapóles mucho tiempo,

en todas las tierras de la Iglesia y de ser habiendo pasado muertes en este medio en-
contrario al Papa á todo su poder y á la tre los unos y los otros; pero en fin de
Reina doña Juana por la injuria que le hizo muchos dias del cerco, el Rey D. Alonso
adoptando segunda vez al Duque de Anjo. tomó la ciudad metiendo en ella su gente
Todos los dias que ella vivió le dio guerra, por un albañar ó acueducto que salía al
haciéndose de ahí adelante ofensor y no de- campo fuera de la ciudad, y de esta manera
fensor del reino, é por no me detener en contar el Rey D. Alonso cobró la ciudad en el año

particularmente estas cosas cada una según del Señor de 1441 años y Renato, dejando mu-
que acaeció. Dice la historia que el Duque cha parte de gente en guarnición de los casti-
llevó su gente contra el Rey D. Alonso sien- llos, se fué á Francia para traer de allá el so-

do ya hijo y amigo de la Reina doña Juana, corro que convenía.


el cual de aquella vez cobró por la Reina

la ciudad de Ñapóles, é apoderóse en ella


CAPÍTULO III
con toda su gente; pero el Rey D. Alonso
le tuvo cercado bien dos años continuos, has- De la muerte de este noble Rey D. Alonso y
ta tanto que no se pudiendo sufrir más es- de lo que después de su muerte sucedió.
tando cercado, é viendo cuan al revés su-
cedían las cosas de la Reina doña Juana, atri- Habiendo el Rey D. Alonso cobrado la

buyéndolo todo á los justos juicios de Dios ciudad de Ñapóles y echado de ella á Renato,
que no daba lugar que la Reina sucediese el Papa Eugenio III, que entonces tenía la

ni poseyese el reino pacíficamente por sus sede apostólica por muerte de Martino V,
pecados, dende á cuatro años que vino él viendo el derecho que el Rey D. Alonso tenía
á Italia, dejó el reino al Rey D. Alonso y en el reino de Ñapóles y la voluntad de
fuese á Francia. Después de lo cual las cosas todos muy conforme para le rescebir por
del reino tuvieron algún reposo hasta tanto señor, parescióle ser justo que pues á él más
que la Reina doña Juana murió, la cual, según que á otro le convenía de derecho, fuese de-
se decía, había dejado por heredero en el clarado de su parte por Rey de Ñapóles, y á
reino de Ñapóles á Renato, hermano del esta causa el Rey D. Alonso fué confirmado
Duque de Anjo, que en aquel mismo año que por el Pontífice en el reino, el cual por aquel
la Reina doña Juana murió había fallescido beneficio y merced que del Papa había res-
en Francia. Y por esta causa, sabido por Re- cebido siempre le ayudó y favoresció contra

nato la muerte de la Reina y cómo le había Francisco Esforcia; el cual en aquel tiempo des-
dejado por heredero del reino de Ñapóles, pués de la muerte de Philippo María, Duque
pasó en Italia con gran ejército á cobrar el de Milán, se metió por fuerza en Milán y fué
derecho que él tenía, por lo que el Rey don de ahí adelante por los milaneses declarado
Alonso por una parte y Renato por la otra, por Duque de Milán en lugar de Philippo
DEL GRAN CAPITÁN
María, en el año del Señor de 1452 años, y el derecho. Y con esta voluntad que el Papa
este Duque de Milán hacía guerras en al- tenía se aderezó con gente para se lo quitar,
gunas tierras de la Iglesia. Finalmente, des- y el Rey D. Fernando asimesmo de su parte
pués de muchas cosas que, no sólo en el se aderezaba para defender su reino en todo
reino, pero en toda Italia pasaron, el Rey su poder. Pero como en este medio sucediese
D. Alonso de Aragón falleció de edad de la muerte del Pontífice, todo este movi-
sesenta y cuatro años, habiendo poseído el miento se aseguró. Pero no dexó el Rey don
reino de Ñapóles pacíficamente por diez y Fernando por otra parte de gustar el negro
siete años y otros muchos que gastó en le ad- xarope y amargo que en reinar en reinos pa-
quirir con mucho trabajo de su persona. cíficos suelen los reyes gustar. Por razón

Dejó por su heredero en el reino á D, Fer- que muerto el Rey D. Alonso su padre,
nando, su hijo bastardo, llamado en aquellas muchos de los principales varones del reino
partes Fernandín. Murió este noble Rey en de Ñapóles enviaron á [llamar á Juan Renato,
el año del Señor de 1458 años. Fué hombre hijo de Renato y sobrino de Ludovico Duque
de delgado cuerpo y gesto un poco amarillo, de Anjo, para le dar el reino y recibirle por
pero alegre; las narices aguileñas, los ojos su rey y señor; el cual sabida la muerte del
grandes y claros, el cabello negro y largo, el Rey D. Alonso de Aragón y que D. Fernando
cuerpo mediano. Bebía muy pocas veces su hijo había sucedido en el reino de Ña-
vino. Era asimismo muy templado y reglado póles, teniendo en la memoria la institución
en el comer; era dulce y benigno en tanto que la Reina doña Juana había hecho en su
grado que no se halló ninguno quejarse del. padre y la voluntad con que los del reino le
Lo cual fué mucha parte para adtener el llamaban para le dar el reino, determinó de ir
reino. Y si alguno le suplicaba por alguna contra el Rey D. Fernando y de llevar mayor
cosa que no convenía otorgarla, nunca res- ejército que no llevó su padre cuando fué,
pondía de manera que fuese visto clara- según dicho es, contra el rey D. Alonso. El
mente querer negar la tal demanda. Antes lo cual creyendo que de esta vez cobraría lo
que no quería conceder lo traía en dilación por que su padre Renato no había podido cobrar,
no decir de no á persona alguna. Fué muy apH- entró en el reino de Ñapóles con muy gran
cado y estudioso en todo género de letras, poder y el Rey D. Fernando le salió al en-
especialmente en los historiadores y ora- cuentro y junto á un rio que llaman Sarno
dores y no menos en la poesía. Fué asi- vinieron entrambos á las manos, adonde el
mesmo en la dialéctica muy docto: favoreció Rey D. Fernando siendo menor en poder fué
en gran manera á los religiosos. Fué gran por Juan Renato vencido y le hizo con pér-
defensor de la fe y aumentador de ella, y en dida de mucha gente retraerse á Ñapóles. Y
la guerra era áspero y en la paz manso. Era Juan Renato con la victoria que de aquella
asimesmo de muy gran consejo y tenía otras vez alcanzó, trajo á su devoción casi todos los
muchas virtudes en las cuales no se detiene más del reino; pero como el fin y salida de la
la crónica, porque su intento es de seguir guerra sean dudosos, no estuvo mucho tiem-
brevedad en estos principios. po que Juan Renato no se revolviese otra vez
con los fernandinos, los cuales hubieron entre
sí una muy cruda batalla junto á un lugar que
CAPÍTULO IIII
es en la Puglia que llaman Troya. Adonde
De cómo Juan Renato sabiendo la muerte del llevando lo mejor el Rey D. Fernando, Juan
Rey D. Alonso vino con poder muy grande á Renato fué roto y casi toda su gente muerta
cobrar el reino de Ñapóles y de lo que le y destruida, y al fin le fué forzado dejar el
sucedió. reino, quedando apoderado en Rey D. Fer-
él el

nando. El cual de ahí adelante pasó mucho


Después de la muerte del Rey D. Alonso, en la conservación y defensión del reino por-
el Papa Calixto que á la sazón tenía la Sede que aun no después de muchos días el Papa
Apostólica por muerte de Nicolao quinto, Inocencio octavo tentó con todo su poder lo
procuró por muchas maneras de quitar el que algunos Pontífices sus predecesores pro-
reino al Rey D. Fernando, alegando que como curaron intentar enviando sus gentes contra
feudatario á la Iglesia Romana le pertenecía el Rey D. Fernando, con las cuales fué Ru-
8 CRÓNICA GENERAL
berto de S. Severino por capitán general; dióle D. Alonso su hijo, el cual de común con-
pero al fin como el Pontífice no pudiese salir sentimiento de todos los de su reino fué de-
con su propósito, húbose de contentar con clarado por Rey de Ñapóles, y dando con lo
el tributo y reconoscimiento que por el feudo que aquí está dicho en los principios de
fin

se le daba. Y de esta manera el reino de Ña- la crónica, con industria se han


los cuales
póles quedó en su poder de este Rey D. Fer- abreviado, de aquí adelante se escribirá su
nando por mucho tiempo en mayor sosiego y intento y fin principal.

paz que hasta allí había tenido. El cual fué


poseído por estos dos reyes el Rey D. Alon-
so y el Rey D. Fernando, su hijo bastardo,
CAPITULO V
casi sesenta años, muchos en guerra y pocos De cómo el Rey D. Alonso sucediendo por

en paz. En este tiempo los turcos ocuparon muerte de su padre el Rey D. Fernando de
la ciudad de Otranto con voluntad de so- Ñapóles hizo gran aparejo en la defensión
meter debajo de su señorío á toda Italia, y del reino temiendo la venida del Rey de
cierto recibiera mucho daño si Nuestro Señor Francia.
por su clemencia no lo atajara con la muerte
del gran Turco, el cual en aquel medio fá- Ya se ha dicho arriba cómo el Rey D. Fer-
lleselo. Murió asimesmo en este tiempo Juan nando dejó por su heredero en el reino de
Renato, hijo de Renato, por cuya muerte se Ñapóles á D. Alonso, hijo suyo. Y pues es de
apagó mucho el estado del reino de Ñapóles; saber que siendo escarmentado en los tra-
quedó su padre de Renato muy viejo, el cual bajos que sus pasados habían en la conser-
no vivió muchos dias después de la muerte vación y tutela de aquel reino padecido, pro-
de Juan Renato su hijo, y muriendo sin otro curó con diligencia de proveer en todo aquello
heredero descendiente ni ascendiente, Re- que convenía á la munición y fuerza de aquel

nato dejó por su heredero á Cario, su so- reino: principalmente que en toda Italia se
brino hijo de su hermano Ludovico, Duque extendía la fama de la venida del Rey Cario

de Anjo, de la cual institución comenzó á octavo contra el reino de Ñapóles. Y junto


tener nascimiento el derecho que los Reyes con esto para mayor seguridad de todo, pro-
de Francia decían tener al reino de Ñapóles, curó de se hacer muy amigo del Papa Ale-
porque como el susodicho Cario heredero de jandro sexto, que á la sazón tenía el Pontifi-
Renato muriese asimesmo sin hijos ni otro cado por muerte de Inocencio octavo. El cual
heredero, dejó por su universal heredero en por ser de nación español y natural de Va-
todo su estado y bienes al Rey D. Luis de lencia, de cuyo reino descienden los Reyes
Francia, padre del Rey Cario octavo; el Rey de Ñapóles, en todos aquellos movimientos
D. Luis sucedió en Francia. Y de esta ma- le favoresció con todo su poder según que

nera computando la sucesión según que está abajo se dirá; asimesmo hizo mucho por se
dicho y viendo el Rey Carlos octavo el de- confederar con los venecianos, poniéndoles
recho que tenía por esta razón á los bienes delante el daño que á toda Italia se seguía
que habían sido de Renato, así el reino de con la entrada de los franceses en aquella
Ñapóles como de fuera de él, después de ha- tierra y cuánto cumplía que por todos fuesen
ber reinado en Francia nueve años en mucha resistidos, principalmente aquellos que te-
paz y sosiego, aderezóse de venir en Italia á nían principados y señoríos en Italia que
cobrar el reino de Ñapóles con todo aquello guardar y defender. Pero no pudo atraellos
que había sido de Renato, el cual vino con á querer mostrarse claramente por enemigos
muy gran poder según abajo se dirá. En este de franceses, y así quedaron ni amigos ni
tiempo murió en Alemana el Emperador Fede- enemigos. No se concertó con los florentinos
rico, murió de edad de noventa años; al cual por razón que antes de aquel tiempo los
sucedió Maximiliano hijo suyo y fué en lugar tenía por amigos y los había confederado
de su padre por Emperador electo. No mucho consigo, y así lo eran entonces; solamente
tiempo después de Federico murió el Rey temía que le había de faltar el Duque de
D. Fernando en Italia, en el tiempo que más Milán por razón que se mostraba más incli-
se divulgaba la fama de la venida del Rey Car- nado á la parte francesa, y por esto y porque
io octavo contra el reino de Ñapóles, y suce- mejor camino llevasen sus negocios procuró
DEL GRAN CAPITÁN
de se hablar personalmente con el Papa lidad. El Rey D. Alonso comunicó en aquel
Alejandro, con el que tenía puesta mucha consistorio adonde estaban algunos Carde-
amistad, y fué tanta que dende á cuatro nales y embajadores de algunas Señorías de
meses que el Rey D. Fernando, su padre, Italia, á los cuales en general exortó y de-

murió, el Papa Alejandro le envió con el mandó su favor, ofreciendo él asimismo el


Cardenal César Borja, su hijo, la corona con suyo todas las veces que le fuese deman-
las otras insignias del reino de Ñapóles dado de que considerasen
ellos, diciéndoles

según que era de costumbre, no obstante la muy bien que favoresciéndole á él hacían dos
contradicción que en esto ponían los emba- cosas, la una ganarle por amigo y la otra
jadores del Rey de Francia que estaban á la que quedando él vencedor en el reino y pa-
sazón en Roma. Ya en este tiempo se publi- cífico en su estado, lo quedarían asimismo

caba más la venida del Rey Cario octavo y todas las demás tierras de Italia, y que si
el Duque de Milán se aderezaba con gente por el contrario sucedía, que viéndole á él
para ayudar al Rey de Francia. En la cual echado de su reino, procurarían por el seme-
puso por capitán general al Conde Gayazo y jante danificar todas las demás tierras de
mandóle que fuese á asentar real en el Par- aquella región, y que pues tan claramente
mesano para salir de allí al encuentro á la esto se conoscía no deberían consentir servi-
gente del Pontífice y de los aragoneses, los dumbre en tierra de tanta libertad. Antes
cuales, según se decía, habían de venir á unánimes todos de un parecer se debrian
asentar su real á la Romana para desde allí oponer á resistirle la entrada, para lo cual él
salir á resistir el paso á los franceses. Pues enviaría á su hijo el Infante D. Fernando con
pasando estas cosas en esta manera, el Rey alguna parte de su gente en la Romana en
D. Alonso salió de Ñapóles y fué la vía de los términos de Cesena, para que estando
Vicobaro adonde á la sazón estaba el Pontí- en aquel lugar y juntamente con el favor de
fice, y allegando en aquel lugar fué el Rey ellos se opusiesen á los primeros movimien-
D, Alonso del Papa Alejandro amorosa- tos de los franceses si quisiesen intentar de

mente recibido. Y un día estando el Papa en pasar adelante. Estas y otras cosas les dixo
consistorio entró en él el Rey D. Alonso, atrayéndolos á todos á su amor, y parescién-
adonde dio á entender á todos en general y dole bien al Papa Alejandro lo que el Rey
en especial al Pontífice la causa de su venida D. Alonso decía, le respondió con mucho amor
no haber sido á otro efecto más de hacerles y voluntad inclinado su parecer en todo ello;
saber el daño universal que por toda Italia por lo cual le dixo que tuviese buena espe-
se aparejaba con la venida del Rey Cario, ranza de manera que él haría que ni los
diciéndoles asimismo que pues el daño era bienes de la que de su
Iglesia, ni el trabajo
no suyo particularmente, mas de toda Italia, persona ofrescía, no serían necesarios, por-
que cada uno debría juntamente con él de- que él pondría diligencia de manera que ni la
fender su parte y no esperar la experiencia fe de los compañeros viejos ni de los nueva-
probando primero el yugo de franceses, que mente atraídos á su amistad, en manera nin-
era más cierto que no su amigable rescibi- guna faltarían; y porque mejor fundamento
miento, pues de otras muchas veces debe- llevasen aquellos negocios, luego mandó á
rían estar escarmentados. Díjoles asimismo los embajadores que de muchos Príncipes y
que mirasen la cautelosa demanda que de- Señorías de Italia estaban presentes, que lo
lante de sí traían, diciendo que su principal escribiesen á sus señores conforme como en
venida en Italia era pasar por ella para con- aquel consistorio se había propuesto y de-
quistar el reino del turco y tierras por terminado, y no contento con esto, él mesmo
aquella parte de Lepanto y de la Morea, les escribió en particular y en general á
pues muy pocas veces ó ningunas los Reyes todas las provincias de Italia, amonestando
de Francia fueron movidos con tan santo y que todos estuviesen aparejados y muy
justo celo como aquél que decían. De donde sobre aviso á rescibir á los franceses que
se veía claramente su venida no ser á otro tanto se extendía la fama de su venida en
fin sino á le tomar el reino, según que sus Italia, porque no les tomasen incautos sin
pasados con semejante voluntad habían otras ser primero avisados para que aderezasen
muchas veces venido á cosas de esta ca- lo que fuese á la defensión menester de toda
10 CRÓNICA GENERAL
Italia, generalmente publicada guerra
y así fué después de la publicación de su edicto se sa-
contra franceses. Los cuales sin perder liesen de Roma y se recogiesen adonde su
tiempo á muy gran prisa se entraban por los gente estaba, los cuales siendo rebeldes en
términos del Piamonte. Determinados ya este su mandamiento del Rey no queriendo
pues en la forma dicha estos dos Príncipes, ir allá fuesen ciertos que caían é incurrían en

el Rey D. Alonso tuvo mejor esperanza en pena de lese Magestad y por el mismo caso
sus hechos y el Pontífice después de esto se perderían todos sus bienes. Muchos fueron los
tornó á Roma y el Rey á las partes más cer- que obedecieron el mandamiento real y mu-
canas de su reino. chos que no quisieron y quedaron en Roma
sirviendo al Papa en sus oficios, á los cuales
CAPÍTULO VI no dejó de ejecutar la pena ya dicha. Todo
aquel verano pasó sin hacer otra cosa más de
De como los Colorieses tomaron á Ostia y
lo que dicho está, que vino el invierno que se
del edicto que el Rey de Francia hizo pro-
mulgar en comenzó á sentir la venida de los franceses
la ciudad de Roma.

No después de muchos días que el Papa CAPÍTULO


Alejandro fué en Roma, los Coloneses, fa-
De cómo
VII

Rey Cario octavo cautelosamente


el
I
milia muy
señalada y de mucho nombre y
se confederó con los Reyes de España por-
autoridad en la ciudad, viendo estos movi-
que no le estorbasen la pasada, y de lo que
mientos en Italia que á causa de la venida de
sucedió.
los franceses se habían levantado, tomaron
acuerdo entre sí de ocupar la ciudad de El Rey Cario octavo de Francia determinó II
Ostia. Fué fama que se movieron á hacer de dar fin en esta empresa del reino de Ña-
aquella fuerza por inducimiento del Cardenal póles que tan concebida y asentada tenía en
Ascanio Esforcia, hermano que era del Duque su entendimiento, á lo cual se había puesto
de Milán Ludovico Esforcia, el cual viendo no tanto por el título que decían tener,
tanto desasosiego y alboroto como se apare- cuanto por codicia de le haber debajo de su
jaba en Italia, temiendo no le fuese hecha al- corona tenía, por ser tan rico y una de las
guna fuerza de parte de los franceses, se más fértiles provincias de Italia, de cuya
pasó á la parte y bando de los Coloneses, causa fué de muchos principales codiciado y
que en aquel tiempo muy abiertamente te- puesto en conquista. Después que el Rey
nían la parte de Francia, y de esta manera, D. Alonso, hijo del Rey D, Fernando de
movidos con pensar que servían en aquello Aragón, según dicho es, fué por la Reina
al Rey de Francia, muy secretamente se me- doña Juana adoptado por hijo por esta razón,
tieron en la ciudad de Ostia y la ocuparon siendo el Rey Cario octavo de muy grande
por Francia. En este mismo tiempo el ar- ánimo y no menos acompañado de saber y
mada aragonesa estaba á la boca del rio gran discreción, antes que partiese de Fran-
Arno en la mar, en la cual estaba el Car- cia miró muy bien todos los inconvenientes
denal Fregoso y Uguetto Fiesco, caballero que para poner en efecto aquella empresa
principal de Genova. Hizo estar en aquel del reino le podían suceder, porque no falle-
lugar su armada el Rey D. Alonso por razón ciese él en lo que todos sus pasados por
que viendo los ginoveses estar esta armada menos consejo habían fallecido, y por esto
tan cerca de sí por ventura se levantarían hubo temor que el Rey D. Fernando, Rey de
contra el armada francesa que á la sazón se su propósito por razón
Castilla, le estorbaría
aderezaba en aquel puerto de Genova, cuyo que otras muchas veces que algún movi-
capitán general era el Príncipe de Salerno. miento preparatorio de guerra se ordenaba
Después de esto no pasaron muchos días en Francia contra Ñapóles, siempre eran de
que el Rey de Francia mandó promulgar un los Reyes de España impedidos; en especial
edicto en Roma en el cual se contenía que viendo que entonces gozaba de tanta paz y
cualquiera de la clerecía, ora tuviese benefi- sosiego el Rey D. Fernando de Aragón, hijo
cios eclesiásticos, ora no los tuviese, siendo del Rey D. Juan de Aragón, después que casó
naturales de Francia, aunque fuesen oficiales con doña Isabel, Reina de Castilla, de donde
apostólicos, dentro de quince días siguientes le vino con el señorío mayores fuerzas y

á
DEL GRAN CAPITÁN 11

poder; también que los Reyes de Ñapóles Piamonte, donde fué necesario detenerse al-
eran sus parientes; lo cual todo considerado gunos dias en la ciudad de Aste como abajo
por el Rey Cario octavo, que aunque disforme se dirá.
en sus miembros de ánimo era grande y de
CAPÍTULO VIII
entendimiento según dicho es era bien cum-
plido, y porque su deseo hubiese buen efecto Cómo la Duquesa de Milán salió á recibir al

en aquel caso hízose muy amigo con los Rey de Francia y del aparejo que el Rey don
Reyes Católicos, á los cuales restituyó el con- Alonso hizo de guerra.
dado de Ruisellón, Uzardan y Cerdania, las
cuales tierras habían sido empeñadas por el Sabido por la Duquesa de Milán la venida
Rey D. Juan de Aragón, padre del Rey don del Rey de Francia, para mejor atraerle á su
Fernando, al Rey D. Luis de Francia, padre amistad y también porque con la nueva ve-
de este Cario octavo, por los gastos que nida de franceses no rescibiese algún daño su
hizo el Rey D. Luis por el Rey de Aragón en estado, no obstante que el Duque era de su
la rebelión de Cataluña. Junto con esto se parte, siendo el Rey de Francia junto á la
conformó con el Emperador Maximiliano, te- ciudad de Aste le salió á recibir acompañada
miéndose también no fuese en esto impedido de gran número de señoras muy suntuosa-
de su parte, y de esta manera habiéndose mente ataviadas, y cierto si el Rey de Francia
confederado en amistad el Rey de España hubo placer de su visitación y recibimiento en
con el de Francia, no dejó el Rey Carlos de su estado no es cosa de duda. Viendo por
buscar otra calor en aquel hecho; porque aquella vía muy más libre la entrada que no
dado caso que fuese temida su venida en pensó tenerla, si no hallara inclinado á su
Italia, no se sabía de cierto el fin de su movi- parte uno de los mayores príncipes de Italia
miento, aunque se decía ser contra el reino como era el Duque de Milán, y esto le hizo
de Ñapóles, y como en los ánimos dudosos tener más cierta la esperanza de alcanzar el
cualquiera opinión divulgada sea tenida por finde lo que deseaba. De esta manera el
cierta,echó fama que su venida en Italia no Rey de Francia entró en la ciudad de Aste,
era otro fin sino por pasar por ella á conquis- adonde estuvo con unas calenturas, por lo
tar á Jerusalem, y también lo hizo porque el cual le convino detenerse algunos dias en
Rey de España no rescibiese alguna turbación laciudad de Aste hasta que convaleció. En
ó alteración sabiendo que entraba por Italia este tiempo el Rey D. Alonso no dejaba de
con su ejército no sabiendo el fin que llevaba; estar solícito, viendo que el Rey de Francia
y para desarraigar del todo la opinión verda- estaba ya en Italia y que no se sabía de
dera que estaba derramada en Italia, que era cierto el fin de su venida en aquellas tierras,
ser su venida contra el reino de Ñapóles, el cual siempre estaba con temor no viniese á
envió á demandar por sus dineros paso de le quitar el reino de Ñapóles, y por esta
vituallas al Duque de Milán y al Papa Ale- razón no dejaba de se fortalecer lo mejor y
jandro y á todas las señorías de Italia, ha- más secreto que podía; y deseando saber
ciéndoles saber cómo él quería ir á con- más por extenso el fin de aquel hecho del
quistar á Jerusalem y asimismo á visitar con Rey de Francia, envió al Infante D. Fernando,
su poder y fuerzas el señorío de la Morea su hijo, y al Conde Pitiliano, capitán del ejér-
con otras tierras del turco, diciendo que no cito del Pontífice, con la más gente que pudo
recibiesen alteración, que aquella era la ver- para que se alojasen con ella en la Romana,
dad. Los de Italia dando crédito á su cau- por donde se decía que los franceses habían
telosa intención, que muy diversa era de lo de pasar, los cuales con esta orden se par-
que por de fuera mostraba, tuvieron por muy tieron del reino y se vinieron por la Romana
bueno de le dar paso libre y desembargado y por las tierras de Rímino y asentaron su
y de le dar asimismo vituallas todas las que real junto á un rio que llaman Ceruja, que
fuesen necesarias á su ejército, en el cual ve- nace de los Apeninos y corre entre Cesena y
nía entre gente de á pie y de caballo treinta Rávena y viene á se meter en el Adriático.
milhombres y mucha artillería sin la armada Esto hecho en esta manera, no pasaron mu-
de mar, donde venían ocho mil hombres de chos días que la gente que el Duque de
guerra, y por sus jornadas allegaron en el Milán tenía, que estaba, según dicho es, en el
12 CRÓNICA GENERAL
Parmesano aposentada, se allegó más á Duque de Milán, los cuales estaban en cam-
aquel lugar do estaba la gente del Rey don po en Romana, en todo el tiempo que estu-
la
Alonso en el mismo término del rio Ceruja. vieron los unos contra los otros nunca vinie-
Vinieron con la gente del Duque de Milán ron á las manos, ni hicieron entre sí cosa que
cuatro mil caballos franceses y tres mil in- de contar sea; porque el Infante D. Fernando
fantes, con la cual gente el ejército del Du- viendo que el ejército del Duque era mucho
que paresció más pujante que no lo era el mayor que no lo era el suyo y que si daba de
de D. Fernando. En e.sta manera estuvieron su parte causa de guerra ponía en aventura
los dos ejércitos muchos dias sin se mover su gente, se detuvo con los del Duque más
el uno contra el otro ni hacer cosa que digna con industria y arte que con armas, las cua-
sea de contar. En este medio aún no estando les poco pensaba poderle aprovechar por la
el Rey de Francia sano de sus calenturas, en gran desigualdad que, como dicho es, había
aquella ciudad de Aste, un caballero prin- del un ejército al otro. Pero no pudo estar
cipal de Genova, del cual la historia ha hecho tanto la diferente y contraria voluntad de los
mención, dicho por nombre Ogueto Fiesco, unos y los otros, casi en un mismo lugar, que
que estaba con el armada de Aragón en el no diesen á sentir lo que cada cual concebía
rio Corno, saltó en tierra junto á un lugar en su corazón. Porque revolviéndose con al-
que está no muy lejos de Genova, que lla- gunas escaramuzas, más por voluntad de los
man Rápalo. El cual siendo visto de los na- del Duque que no por la del Infante D. Fer-
turales de aquella tierra,que á la sazón es- nando, en ambas partes se hizo daño en la
taban con venida de franceses alboro-
la gente y cada día se acometían los unos con
tado?, salieron á él y antes que se pudiese los otros de muchas maneras. En este tiempo
aprovv^char de su gente cargaron sobre él y los Coloneses, que, como dijo la crónica, ha-
le mataron mucha de su gente y él con la bían ocupado la ciudad de Ostia, de cada día
demás apenas se pudieron salvar en las ga- crecían en gente y fuerzas, los cuales procu-
leras. Estaban tan sobre el aviso todos con rando de mudar su estado y condición de
la venida de franceses, que cada uno tenía en bueno en mejor, en especial siendo como eran
Italia delante de sí ó la muerte ó su defen- amigos de novedades, salían muchas veces
sión. Y con esto los venecianos, temiendo de Ostia y tomaban todas las provisiones y
también su peligro, porque el uso de la mar viandas que llevaban por el Tibre arriba á la
no saliese de su poder, determinaron de ade- ciudad de Roma. De lo cual causaba muy
rezar una muy buena armada en guarda de gran daño en Roma por la falta de los mante-
la mar, en la cual pusieron por general á un nimientos que por esta razón había en ella-
caballero dicho por nombre Antonio Gri- Era esta familia de Coloneses una de las más
mano; el cual con el armada veneciana corría principales familias de Roma, de los cuales
toda la costa y no dejaba correr la mar á gran parte estaban á la sazón dentro en Roma
otra persona que fuese sospechosa á la parte no menos aparejados para acometer cual-
de la señoría Veneciana. Y de esta manera la quiera género de insulto que á la ciudad se hi-
cautela del Rv^y de Francia de que quiso usar ciese que los de fuera. El Papa Alejandro co-
publicando qu3 iba á Jerusalem no hubo tan nociendo este peligro que podía venir á Roma
buen efecto como quisiera por razón que por la grande carestía délos mantenimientos,
cada cual procuraba, según está dicho, su y asimismo viendo el daño que tan eminente
salud y no se descuidaban en lo que cumplía estaba á la Sede Apostólica y viendo la poca
al bien común de Italia. gente que tenía consigo para la defensión de
la ciudad,aunque de parte del Rey D. Alonso
CAPÍTULO IX de Aragón había venido el capitán Virginio
Ursino con una buena parte de caballos y
De lo que se hizo en la guerra de la Romana,
gente de armas en su socorro, no por eso
entre la gente del Duque de Milán y del In-
dejó de enviar á la Romana para que con la
fante Don Fi mando y de lo que Coloneses Conde Pítilano vi-
más gente que pudiese el
quisieron hacer en Roma.
niese á Roma. El cual con la gente del Pon-
Pasando las cosas de Italia en la forma ya tífice estaba en compañía de D. Fernando

dicha,, el Infante D. Fernando y la gente del como dicho está. Esto fué causa á que cum-

á
DEL GRAN CAPITÁN 13

pliendo el mandamiento del Papa, este capi- mataron según dicho es, y era yerno del Rey
tán Nicolás Ursino, que así se llamaba, lle- D. Alonso, casado con hija suya. Ha hecho
vando consigo mucha de la gente que estaba la crónica mención de su genealogía y linaje,

en la Romana, las fuerzas y poder del Infante porque quien la leyere no intente á querer
D. Fernando fuesen de ahí adelante muy me- reprender al cronista arguyendo que un Rey
nores. Y por el consiguiente de cada día reci- de tanto valor como era el Rey de Francia
bían mayores daños de los enemigos, siendo no parecía verisímile ir á una ciudad no á otro
como eran en número desiguales. Adonde se efecto más de ver á un caballero, no se sabien-
detuvo con gran virtud, aunque no con poco do su linaje como agora se sabe por lo arriba
trabajo, hasta que el Rey de Francia se par- dicho. El Rey de Francia después de haber
tió de la ciudad de Aste. hecho las obsequias de Juan Galeazo y viendo
elofrecimiento del Duque de Milán de su per-
sona y estado, para le conservar más en su
CAPÍTULO X amistad le dio el título y la señoría de Milán;
De cómo el Rey de Francia vino á Pavía á ver el cual dado caso que á la sazón se llamase

d Juan Galeaza que estaba enfermo y de lo Duque de Milán, no tenía el título ni investi-
que después sucedió. dura de él, y de esta manera y no embargante
que desde entonces podría llamarse Duque,
En este tiempo que esto pasaba en la Ro- pero nunca quiso usar del en sus cartas ni
mana, el Rey de Francia con voluntad de irse, edictos hasta tanto que del Emperador Maxi-
ya que convaleció de su enfermedad, se par- miliano rescibió las insignias del Ducado, por
tió de la ciudad de Aste con seis mil hombres razón que era feudatario al Imperio, y de esta
de caballo. Y pasando por el Placentino, vino manera Ludovico Esforcia obtuvo el estado
á Pavía, ciudad de Lombardía del Duque de de Milán en nombre y título.
Milán, con propósito de ver á Juan Galeazo, el
cual á la sazón estaba enfermo de una grave
enfermedad de que dende á pocos días que el
CAPÍTULO XI

Rey de Francia llegó á Pavía murió. Por la en- De lo que el Infante D. Fernando hizo en la
fermedad de este caballero, no menos grave Romana y el Rey D. Alonso su padre en el
que no conoscida por razón de muchas opinio- reino.
nes que hubo diversas en el conocimiento de
ella, siendo así que unos afirmaban haber sido Estando las cosas en este estado los del
su muerte con hechizos, otros de una enfer- Duque de Milán con los franceses que consi-
medad incurable de que los médicos no pu- go tenían, se comenzaron á hacer sentir en
dieron alcanzar noticias, y para saber la ver- todas las partes de la Romana, haciendo cada
dad de aquesta variación, el Duque de Milán día cosas nuevas. Y así tomaron un lugar en
Ludovico Esforcia hizo llevar su cuerpo á la Romana que llaman Mudano, en el cual hi-

Milán, adonde puesto en un rico lecho en cieron mucho daño, así en la villa como en los
un lugar público que de todos podía ser vis- moradores de ella. De cuya causa muchas
to,
quiso en aquella manera conoscer su fueron las tierras que de la Romana se dieron
muerte, esperando en aquel medio algún ar- á los franceses. El Infante D. Fernando viendo
gumento ó señal de ello. Finalmente, no se la gran turbación de la Romana y cómo de
hallando en el cuerpo muestra alguna por todos eran temidos los franceses, y viendo
donde parescía haber sido aquel caballero asimismo la ausencia de sus compañeros á
muerto con veneno, después de dos días que causa del movimiento que en Roma había,
estuvo en aquel lugar le dieron sepulcro con- determinó de alzar su real y lo mejor que pudo
veniente á su persona y estado. Fué este se levantó de las tierras de Francia, adonde
Galeazo hijo de Galeazo, un caballero que fué hasta allí había estado aposentado y fuese con
muerto por manos de otro noble caballero su gente á aposentar á Cesena á sus casares.
llamado Micer Andrea Lanpugnano, y era nie- En esto el Rey D. Alonso su padre que estaba
to de Francisco Esforcia y sobrino del que en el reino de Ñapóles no dejaba un punto de
á esta sazón era Duque de Milán Ludovico proveer en todo aquello que le parecía que
Esforcia, que fué hermano de Galeazo, que cumplía á la defensión del reino. Y de esta
14 CRÓNICA GENERAL
causa juntó consigo toda la más gente que para que estuviesen allí en su socorro si me-
pudo haber y fuese la vía de Terrazina con nester fuese contra los coloneses, de los cua-
propósito de cercar un lugar de coloneses les la ciudad se temía, y toda la otra gente
que llaman Maunetuno, y asimismo para de que le quedó, hizo pasar de la otra parte del
llí estorbar el armada de Francia que venía río que llaman el Careliano junto con San Ger-
á se meter en aquel lugar. Pues estando el mán, para que desde aquel lugar estorbasen
Rey D. Alonso sobre Maunetuno vino allí en la pasada de los franceses en el reino de Ña-
su ayuda el capitán Virginio Ursino y el Car- póles. Ya en este tiempo en la Romana se ha-
denal Leonelo Regato, á los cuales envió el bían dado muchas tierras á los franceses, de
Pontífice al Rey D. Alonso por razón que las las cuales eran Faenza y Forli, y los de Cesena
cosas de Roma estaban ya en más sosiego y ya estaban para se dar, forzados por un ca-
porque el Rey fuese de ellos ayudado en con- ballero que decían Guido Guerra, el cual era
sejo y obra y con todo lo que necesario fuese. de voluntad que los de Cesena se diesen á los
Algunos días estuvo el Rey D. Alonso en franceses sin ningún detenimiento, porque
cerco sobre aquel lugar de coloneses, median- temió no les sucediese algún daño por aque-
te los cuales acaesció que estando una noche lla porfía que tenían de no se querer dar, y al

el Rey D. Alonso con todo su ejército en sus fin lo hubieran de hacer, si no por el Infante

tiendas, crecieron tanto las aguas de un río D. Fernando que estaba en Bertonorio con
que corre por aquel lugar, que saliendo, de su gente, un lugar que es cerca de Cesena, el
madre cubrió todo el campo y se entró por cual desde allí envió socorro de gente á los de
las tiendas, tantoque llegaba el agua hasta la Cesena, y con este favor no quisieron por en-
media pierna, y por esta razón convino al Rey tonces darse á los franceses; pero no pasó
mudar el ejército á un otero alto no muy mucho tiempo después de esto que el Infan-
apartado de aquel lugar de coloneses, de te D. Fernando, como supo que los florentines
adonde el Rey mandó batir la tierra con el ar- ya seguían la parte de Francia, se partió de
tillería, la cual fué batida con mucha fortaleza la Romana la vía de Roma, por cuya partida

y después allegó la gente del ejército á la no quedó cosa en la Romana que no se diese
combatir, adonde se pasó mucho trabajo y no á franceses, los cuales luego se comenzaron
menor peligro por tomar la tierra, pero en fin á meter por las tierras de Rabena haciendo
fué de los de dentro con muy mayor fuerza todo el daño que podían en aquella tierra por
defendida. Murieron en aquel combate algu- culpa de los villanos de ella, por razón que
nos hombres de ambas partes y muchos fue- en una revuelta que entre ellos y los france-
ron heridos, de cuya causa el Rey mandó reti- ses locamente hubo, mataron los villanos dos
rar su gente desconfiando poder tomar aquel franceses, lo cual fué causa que encendidos
lugar. Dejándole se partió con su ejército todos los demás en ira, se metieron por las
á Terracina, á donde no muchos días después tierras de Rabena matando é hiriendo toda
de esto le vinieron nuevas de la muerte de su la gente que podían haber y asolando todas
yerno Juan Galeazo, y asimismo de la poca las tierras que hallaron, y de esta manera los
resistencia que los franceses hallaban en los franceses vengaron la muerte de aquellos
florentines por razón que ya casi toda la Tos- dos soldados, con muy mayor daño é injuria
cana se les había dado. Muy pesante fué de de los villanos de aquella tierra.
esto el Rey D. Alonso, en especial cuando
supo que los florentines ya le eran contrarios
CAPÍTULO XII
y que habían rescebido al Rey de Francia en
sus tierras, porque conocía ser aquello prin- De cómo Rey de Francia vino á las tierras
el

cipio de su perdición, y que por el semejante de Florencia y del asiento que los florenti-
todas las demás tierras de Italia le darían li- nes hicieron con él.

bre entrada y sin ninguna contradicción, y


por este recelo determinó de se recoger más En este tiempo el Rey Cario octavo de
adentro de su reino para que de más cerca Francia ya se había partido de Pavía y era ¡do
•ordenase lo que cumplía á su defensión. Des- camino de la Toscana, el cual fué á estar con
de allí envió al capitán Virginio Ursino con su gente en un lugar grueso que está no muy
toda su gente de caballo á la ciudad de Roma lejosde Pisa, el cual llaman Sarzana, por cuya
DEL GRAN CAPITÁN 15

venida en Florencia se comenzaron á mudar nes, creyendo que Pedro de Médicis estaba
todas las cosas, porque la una parte de la ya del todo inclinado á su opinión y parecer
ciudad tenía que pues sus mismas tierras ha- de ellos y así que por esto tendría verdad en
bían rescebido al Rey de Francia, que no era sus palabras, de cuya causa se determinó que
bien que ellos se mostrasen sus enemigos él mismo fuese con sus poderes á confederar

dejándole de rescibir en Florencia. Muy con- la paz entre ellos y el Rey de Francia. Y de

traria de esta opinión era la familia de los esta manera habiendo Pedro de Médicis los
Médicis, que muy inclinada estaba á la parte poderes y comisión en aquel caso de los flo-
del Pontífice y del Rey D. Alonso, Los cuales rentines, se fué al Rey de Francia, con el cual
eran de voluntad que los de Florencia resis- concertó de le dar á Pisa y á Sarzana con
tiesen al Rey de Francia y que no le diesen otros lugares comarcanos, poniéndolos todos
paso por sus tierras. Por cuya contrariedad debajo de su señorío. Todo esto fué hecho en
la otra parte de Florencia que tenía contrario muy gran daño y perjuicio de la república de
parecer, por evitar sediciones en la ciudad, Florencia, como quiera que no se entendiesen
echaron de ella á Pedro de Médicis y á sus los poderes y comisión que llevaba á más de
hermanos, y ellos quedando libres en la ciu- hacer confederación de paces y declarar á Flo-
dad entraron en su consistorio, adonde se rencia de su parte, quedando salva su liber-
determinó de enviar al Rey de Francia sus tad. Después que los florentines despacharon
embajadores con comisión de confederar paz. á Pedro de Médicis para que fuese con aque-
Como Pedro de Médicis supo lo que se había lla embajada al Rey de Francia, sospechando

ordenado con ios florentines, siendo como era lo que después sucedió, quisieron luego qui-
el más antiguo en aquella familia, la cual en tarle la comisión que de ello tenía; pero ya
autoridad y valor era una de las antiguas fa- como Pedro de Médicis fuese partido con
milias y mayores de Italia, en cuya mano está aquella demanda adonde el Rey Cario estaba,
el gobierno y administración de la ciudad de no pudo haber efecto su voluntad y por esta
Florencia, tomó muy gran pesar de aquel he- razón con mucha diligencia criaron otro em-
cho. Pero como viese tan obstinada la volun- bajador de nuevo, dándole nuevos poderes y
tad de los florentines de recibir al Rey de haciendo por esta última comisión de ningún
Francia y como aprovechaba poco ir contra valor todo aquello que Pedro de Médicis, por
aquel parescer que tan asentado tenían en su virtud de los primeros poderes, había apunta-
voluntad los de Florencia, en aquel caso pro- do con el Rey de Francia. Fué con esta última
curó disimular la pena que tenía de ello é ir alegación un fraile dominico, dicho por nom-
con aquella embajada al Rey de Francia. Y bre fray Hierónimo, que era de mucha auto-
por esta razón envió á decir á los de Floren- ridad, el cual en aquellos movimientos que á
cia que bien sabía ser su voluntad rescebir al la sazón eran en Italia, se mezcló más que
.Rey de Francia en sus tierras y de no le con- convenía á hombre de su religión y hábito. En
tradecir la pasada, para ir do era su determi- este medio vino Pedro de Médicis con la con-
nada voluntad, y pues así lo querían, que él tradicción á Florencia que hizo, según que di-
era de ello mucho alegre y se ofrecía de ir él cho ha la historia, de lo cual rescibió tanto
mismo al Rey de Francia de parte de ellos con agravio la república de Florencia, que indig-
aquella embajada y de confederar paz con él. nados por este hecho contra Pedro de Médi-
Y junto con esto les envió á decir que tuvie- cis, siendo como era tan perjudicial al estado
sen memoria cómo su padre Laurencio de de la libertad que ellos demandaban, quisie-
Médicis hubo otra vez cumplido mucho á su ron matar á él y á sus hermanos, á los cuales
honra y autoridad de la ciudad otra semejan- por esta razón fué forzado salir de la ciudad
te embajada que ésta, cuando fué al Rey don con todos los de aquella familia y fuéronles
Alonso, padre del Rey D. Fernando de Ñapó- confiscados y publicados todos sus bienes y
les, que era agora, y que por esta razón no juzgados por traidores y enemigos de la re-
debían quitarle á él aquel oficio, del cual con pública, y de esta manera, siendo la familia de
mucha padre usado, prome-
fidelidad había su los Médicis en poder, riquezas y autoridad
él menor fidelidad en
tiendo su fe de no poner una de las mayores y más principales de Italia,
aquella embajada de la que su padre había cayó en esta desventura por culpa de Pedro
puesto. Mucho plugo de esto á los florenti- de Médicis, siendo en tanto grado como dicho
16 CRÓNICA GENERAL
es sublimada esta familia, desde Cosme de haciendo lo mismo en todos los pueblos de
Mediéis, bisabuelo de este Pedro de Médicis, Florencia por donde pasó, y los florentinos no
el cual fué principio de tanto nombre como teniendo en nada la fe que habían dado al Rey
este linage tiene hasta hoy día en Italia, y pues D. Alonso de Aragón, quebrantando las pos-
viene á propósito, no debe causar pesadum- turas que entre ellos habían puesto, rescibie-
bre que se diga aquí la causa que hizo subir ron al Rey de Francia en Florencia, haciendo
tanto este linage de los Médicis. Debemos sa- por su entrada muchas fiestas en la ciudad,
ber que, según se halla en las crónicas de Ita- lo cual todo dio mejor esperanza al Rey de

lia, hubo en Florencia un caballero que se de- Francia de cobrar el reino de Ñapóles.
cía Cosme de Médicis, el cual á la sazón no
era muy hacendado, porque otros más ricos
había en Florencia que no lo era él. Fué este
CAPÍTULO XIII

Cosme de Médicis muy amigo de Baltasar De cómo el Papa Alejandro envió al Rey de
Casso, que fué Papa y llamáronle Juan vein- Francia sus Embajadores y de cómo el Rey
ticuatro, el cual en el Concilio de Constancia de Francia se partió la vía de Roma.
fué privado del Pontificado y detenido en pri-
sión mucho tiempo por muchas causas crimi- Pues estando el Rey de Francia en Floren-
nales que le opusieron de que le hallaron cul- cia, según dicho es, el Papa Alejandro le en-
pado. Finalmente fué en su lugar elegido por vió un legado á hablar con él de su parte so-
Pontífice después de aquel Concilio Martino bre cosas tocantes al estado universal de Ita-

quinto, de quien la crónica ha hecho mención, lia, el Cardenal de Sena y era el


cual era el

el cual estando en Florencia libró á Baltasar primero en el colegio de los Cardenales, que
Casso de la prisión en que estaba, y viniendo se llama Decano, hombre de mucha prudencia
á Florencia ya puesto en su libertad, con mu- y consejo, el cual había sido muy amigo del
cha humildad echado á los pies del Pontífice Papa Pío segundo, con quien el Rey de Fran-
demandó perdón de sus culpas; al cual el Pon- cia estaba muy mal, como lo habían estado
tífice no sólo perdonó, pero restituyóle en el sus pasados, por razón que en el tiempo que
lugar de los Cardenales, haciéndole del núme- Juan Renato, hijo de Renato, vino contra el
ro de ellos; pero no muchos días después de Rey D. Fernando, según esta historia lo ha
esto el Baltasar Casso falleció de tristeza, en contado, este Pontífice Pío segundo hizo mu-
que siempre mientras vivió estuvo, y como cho por defender el reino de Ñapóles al Rey
fué tan amigo de este Cosme de Médicis, por D. Fernando y mostróse muy enemigo de los
razón del buen tratamiento que en su casa franceses, y por esta razón los Reyes de Fran-
había hallado, no rescibió daño de la buena cia fueron no sólo enemigos de aquel Pontí-
obra y servicio que le había hecho porque le fice, pero de sus amigos, de los cuales había

dejó heredero en todos sus bienes y tesoro. sido uno este Cardenal, á quien el Rey de
El cual fué tanto, que fué juzgado el dicho Francia, como supo que venía á él con emba-
Cosme de Médicis por el más rico hombre de jada del Pontífice Alejandro sexto, quiso oírle,
toda Italia y fuera de ella, y de aquí vino á se no como á embajador del Pontífice, sino como
extender tanto esta familia de los Médicis, á Cardenal de Sena. Pero el Cardenal, temién-
que en riqueza no había quien les fuese igual. dose del Rey de Francia, viendo que no le ha-
Y de esta manera siendo, según dicho es, de bía querido dar audiencia como á legado y
tanta calidad, dio tan gran caída por razón de embajador del Pontífice según lo era, dejando
este Pedro de Médicis. Fray Hierónimo, que la embajada imperfecta, se partió de Luca,

según dicho es fué con los segundos poderes adonde hasta entonces había estado y fuese
al Rey de Francia, hizo tanto con el Rey, que á Roma. En este tiempo, el Rey de Francia
antes que tornase á Florencia dejó apuntada estando en la ciudad de Florencia y viendo
la paz con él, debajo de ciertas condiciones, cuan divulgada estaba su venida y que ya el
sobre todo quedando la república de Floren- color que trajo su entrada, que era no venir
cia debajo de su libertad con todos sus ane- contra el reino de Ñapóles, sino pasar por él
jos; lo cual hecho fué el Rey de Francia á la á Jerusalem por le conquistar, era ya á todos
ciudad de Florencia con todo su ejército y pa- manifiesto ser lo contrario, porque con este
sando por Pissa la dejó en su misma libertad. temor el Rey D. Alonso de Aragón se fortale-
2

DEL GRAN CAPITÁN 1?

cíese en su reino de Ñapóles y que todos te- mismo que en Roma había muy gran cares-
nían por muy cierto ser su venida contra tía de provisiones, y que para tanta gente
aquel reino, mandó que luego fuese promul- como la que él traía con su ejército, no ha-

gado un edicto el cual era declarando su ve- bía cumplimiento ni se podría sustentar dos

nida no haber sido á otro efecto en Italia sino días, por lo cual la ciudad rescibiría muy

por tomar el reino de Ñapóles al Rey D." Alon- gran perjuicio y daño con su venida. Pero
so, el cual era muy cierto pertenecerle más que si todavía deseaba mucho venir á Roma
que no á siguiendo todo derecho, y que por
él, á se ver con él, que dexase su ejército en
esta razón protestaba que siéndole embarga- Florencia ó adonde fuese más su voluntad y
do el paso al reino, y siéndole asimismo con- que se viniese él solo á Roma con algunas
tradicho en este derecho que tenía, dejando de sus compañas y que de esta manera él
la paz, la cual ofrescía dándole libremente el era contento de le rescibir y oír. El Rey de
reino de Ñapóles, él prometía de le dar muy Francia como supo la voluntad del Pontífice
cruel guerra en él hasta tanto que por fuerza no se curó de la obedecer, antes procuró de
de armas le sacase del poder del Rey D. Alon- se partir luego de Florencia é irse con todo
so de Aragón, que á la sazón le poseía. Pero su exército á Roma, lo cual hizo según que
que si en paz le dejase libre aquel reino de la crónica lo dirá y contará.
Ñapóles, prometía á Dios de pasar todo
él le

su ejército contra turcos y enemigos de nues-


CAPÍTULO XIIII
tra santa fe católica, aumentando la religión
cristiana. Este edicto mandó el Rey de Fran- De cómo el Rey de Francia entró en Roma y
cia promulgar por toda Italia, procurando de del espanto que por su entrada mostró la
ahí adelante de hacer sus hechos más abierta- ciudad y lo que sucedió después.
mente que hasta había hecho. Después
allí lo

de esto en este mismo tiempo, estando toda- El Rey de Francia, como supo la voluntad del
vía el Rey en Florencia, los venecianos le en- Pontífice y que mostraba por su respuesta
viaron dos embajadores de su parte, y en- no ser su voluntad que el Rey viniese á Roma,
trambos eran hombres de mucha calidad: al luego se partió de Florencia con todo su ejér-
uno llamaban Micer Ludovico de Treviso y al cito y vino á Sena, de ahí pasó á Viterbo y
otro Micer Antonio Loredano. Estos fueron de ahí vino á un lugar fuerte, cerca de Roma,
con comisión y mandado del Senado Venecia- que se dice Braciano, donde se detuvo algu-
no para que acompañasen al Rey hasta den- nos dias. En aquel tiempo el capitán Virginio
tro en Roma, adonde se decía que el Rey de Ursino, que estaba en Roma en compañía del
Francia se quería ver con el Papa Alejandro, Infante D. Fernando, ambos á dos con sus
el cual porque más á su sabor y del Pontífice ejércitos, viendo la poca resistencia que á los
hiciese sus hechos, envió desde la ciudad de franceses se les hacía en toda Italia y que an-
Florencia sus letras y embajada al Papa Ale- tes todos los pueblos se les daban sin ningu-
jandro, suplicándole por ellas tuviese por bien na contradicción, aconsejó á sus hijos que re-
de dalle licencia para entrar en Roma y se ver cibiesen en sus tierras al dicho Rey de Fran-
y hablar con Su Santidad, por razón que te- cia, y que no mostrasen serle contrarios, por-

nía muchas cosas que comunicar de su perso- que el Rey de Francia tenía ya gran parte en
na á la suya. Pero el Papa Alejandro, que no Italia, y que lo mismo se esperaba tener en el

le plugo mucho con aquella embajada, temién- reino de Ñapóles, y que más valía entregarle
dose de su entrada en Roma, y también no las tierras, teniendo al enemigo pacífico, que
siendo su voluntad habfar ni verse con el Rey no estando airado, y que aquello les cumplía
de Francia, procuró por muchas maneras de hacer, si las querían sacar después de su po-
le desviar de aquel propósito. Y por esta ra- der más fácilmente y más á su salvo. Eran de
zón el Papa Alejandro le respondió diciendo una condición algunos y los más señores de
cuan alterada estaba la ciudad de Roma con Italia, que procuraban seguir la parte del ven-

su venida, y las discordias y sediciones que cedor y no aquella que eran tenidos seguir.
había causado en ella, y que si él viniese á El Papa Alejandro como vido al Rey de Fran-
Roma, rescibiría la ciudad muy mayor altera- cia estar tan cerca de Roma y que todos á una
ción y daño que hasta allí había tenido, y así- voz le daban lugar y paso por sus tierras,
Crónieas del tiran Capitán,—
18 CRÓNICA GENERAL
perdió el ánimo que había mostrado siem- trocientos y noventa y cinco años, último día
pre muy constante por el Rey D. Alonso, y del mes de Diciembre. Cuál fuese la razón
haciendo de Roma al Infante D. Fernan-
salir por que él quiso entrar así de noche no se
do, su hijo, con todo su ejército, y al capitán sabe, mas de que se cree que si entrara de
Virginio Ursino, que estaba según dicho es en día y los romanos vieran la poca gente que
su compañía, aconsejóles diesen lugar al tiem- traía, por ventura todos se metieran en ar-
po y que se fuesen á Ñapóles ó adonde más mas y la ciudad se levantara contra él y re-
voluntad tuviesen, porque él quería saber qué cibiera daño en su gente. Otros dijeron haber
era lo que quería aquél francés, diciendo asi- entrado de noche por razón que como no es-
mismo cuánto le pesaba por la entrada del tuviese en mucha gracia con el Pontífice, y
Rey de Francia en la ciudad, pero que no po- que aquella entrada en Roma antes había sido
día menos hacer por el daño, como ellos vían contra su voluntad y de todos los romanos
que vendría á Roma, si le quisiesen resistir que no de su grado, podría ser que alguno con
con tan poca gente como ellos eran y él tenía. demasiado atrevimiento, por servir al Pontífi-
Luego el Infante D. Fernando y el capitán Vir- ce, se atrevería á pensar desde alguna venta-
ginio Ursino, con toda la gente que tenían en na de herirle ó matarle; pero más verisímile
Roma, se salieron de la ciudad. Y el Papa, cosa es creer que su entrada de noche fué por
salidos que fueron estos capitanes, envió á poner mayor espanto ó admiración en los ro-
decir al Rey de Francia que se viniese á Roma manos, por razón que el sentido del oir es
cuando más le pluguiese, mostrando que se muy más terrible que no el de la vista, y á
holgaba con su venida. Lo cual sabido por el esta causa por poca gente que fuese parecería
Rey Carlos, salió de aquel castillo de Bracia- mucha. Finalmente, como quiera que ello fue-
no do á la sazón estaba y se fué con su ejér- se, no dejó de meter gran espanto en los ro-
cito á Roma. Entraron con el Rey en la ciu- manos. Aquella noche se aposentó el Rey de
dad el Cardenal Ascanio Esforcia, hermano Francia en San Marcos y toda la gente del
de Ludovico Esforcia, Duque de Milán, al cual ejército fué aposentada por las casas de la
antes poco tiempo de la venida del Rey Car- ciudad, según se acostumbran aposentar los
los en Roma el Pontífice había tenido en pri- ejércitos cuando así entran en alguna ciudad.
sión juntamente con Próspero Colona, por No dejó de haber en Roma algún desasosiego
razón del levantamiento que á su causa, se- particular entre los romanos y la gente fran-
gún ha dicho la historia, los coloneses hicie- cesa, de cuya causa alguna gente murió de la
ron de la ciudad de Ostia; asimismo entraron del ejército en diversos lugares de la ciudad.
con él el Cardenal Juan Bautista Sabello y el Algunos días estuvo el Pontífice que no vio al
Cardenal Juliano Ostiense, que después fué Rey de Francia, el cual en todo aquel tiempo
Papa y le llamaron Julio segundo. Entró el Rey que el Rey Carlos estuvo en Roma nunca sa-
de Francia en Roma á tres horas de noche pa- lió del palacio Sacro adonde se había fortale-

sadas y entró con toda su gente en ordenan- cido con mucha y muy buena gente que tenía
za, los cuales serían por todos cuarenta mil en su guarda, y estaban con él todos los de-
hombres de pie y de caballo, adonde había más de los Cardenales, entre los cuales el que
mucha gente italiana de aventureros que pen- más se mostró en su servicio del Pontífice
saban de aquella vez había de ser Roma sa- fué el Cardenal Bautista Ursino, que en todo
queada. Mucho espanto puso el Rey de Fran- aquel tiempo que el Rey de Francia estuvo en
cia por esta entrada en Roma, por razón que Roma nunca se quitó del lado del Pontífice
entró á oscuras sin ninguna luminaria y duró ni visitó al Rey, conjo lo hicieron los otros
siete horas continuas, que no dejó en este me- Cardenales, antes le tuvo por enemigo por
dio tiempo de entrar gente, los cuales con el razón que había entrado en Roma contra la
tropel de los caballos y con el ruido de las ar- voluntad de todos. Díjose que en aquel tiem-
mas en sosiego de la noche causaban muy mu- po se había hablado entre los Cardenales y el
cho espanto y admiración en los romanos, Rey de Francia cómo privasen del Pontificado
porque no parecía sino que todo el mundo al Papa Alejandro y en especial se habló por

junto fuese en armas. Entró de esta manera aquellos Cardenales que más odio y enemis-
que ha contado la historia el Rey Carlos octa- tad tenían con el Pontífice. Finalmente, contra
vo en Roma, en el año del Señor de mil y cua- la voluntad y opinión de todos, no sólo el Rey
DEL GRAN CAPITÁN 19

de Francia no hizo fuerza en Roma, la cual te- quedando de ahí adelante antes amigos que
nía amenazada diciendo que había de tomar enemigos. Yen este tiempo que el Rey de
por fuerza de San Ángel, donde es-
el castillo Francia estuvo en Roma el Embajador de los
taba el pero antes se concertó de se
Pontífice; Reyes Católicos de España que á la sazón es-
ver con el Papa en mucha amistad, el cual taba en Roma, viendo la voluntad del Rey
yendo al palacio Sacro do él estaba, con mu- Carlos octavo ser de ir á tomar el reino de
cha reverencia le visitó. En este tiempo salió Ñapóles al Rey D. Alonso, procuró por mu-
de Roma gran copia de gente francesa y se chas maneras desviar al Rey Carlos de aquel
fueron de Ñapóles, y en el camino toma-
la vía propósito, poniéndole delante los capítulos
ron en su devoción y amistad á los de la ciu- que entre él y el Rey de España fueron pues-
dad del Águila. En este mismo tiempo el Prín- tos y asentados entre ellos pocos días antes
cipe de Salerno y el Conde de Claramonte, que que él pasase en Italia; lo cual todo no apro-
se habían partido de Genova con la flota del vechó cosa ninguna, porque el Rey Carlos es-
Rey de Francia, cuya gobernación ellos tenían, taba tan determinado de seguir aquel hecho,
con voluntad de entrar en el reino de Ñapó- que no miraba apostura que le impidiese ni
les por la parte de la mar, cayeron en tan estorbase á seguir su voluntad. Y por esta
gran tormenta que les convino tomar tierra, razón sin perder tiempo el Rey de Francia se
por lo cual dejando el camino que llevaban partió luego de Roma con todo su ejército y
por la mar se fueron por tierra á Roma, adon- se fué la vía del reino de Ñapóles derecho á
de estaba el Rey de Francia. Capua. El Embajador D. Antonio de Fonseca,
viendo que no habían hecho ningún fruto sus
requerimientos para que por ellos dejase el
CAPÍTULO XV
Rey Carlos de hacer aquello que tenía deter-
De las capitulaciones que se hicieron en Roma minado, siendo como era contra el servicio de
entre el Pontífice y elRey de Francia, y de sus Reyes y señores, salió de Roma en segui-
cómo el embajador del Rey de España le miento del Rey de Francia, al cual alcanzó en
rasgó los capítulos y escrituras y posturas un lugar de esta parte de Roma que dicen Be-
delante que entre él y los Reyes de España litri y allí en presencia de todo su ejército le

habían sido asentadas. tornó segunda vez á requirir de parte de los


Reyes de España para que dejase aquel he-
ComoRey de Francia vino en pláticas con
el cho y guardase los capítulos y confederacio-
deseando su amistad por poder
el Pontífice, nes que entre él y sus Reyes y señores fue-
acabar aquel hecho que comenzado tenía, ron puestos y asentados; pero el Rey de Fran
confederó la paz entre sí y el Pontífice en cia nunca quiso venir en ello ni obedecer
§sta manera y debajo de estas condiciones. La aquellos capítulos con quele requerían, y por

primera fué que la ciudad de Ostia fuese en- esta razón D. Antonio de Fonseca, viendo al
tregada al Cardenal Juliano Ostiense, la cual Rey de Francia tan obstinado y endurecido en
según dicho es habían usurpado los colone- aquel propósito, tomando á Dios por juez,
ses. Asimismo que el Cardenal Valentino, hijo después de haber protestado contra él, le ras-
del Pontífice, dicho por otro nombre César gó los capítulos delante y con muy gran cele-
Borja, sirviese al Rey con su gente cuatro me- ridad se partió delante del Rey. Muy gran
ses y que todo el estado del Pontífice obede- peligro recibió D. Antonio de Fonseca en
ciese al Rey sin ninguna contradicción. Ítem su persona, por razón que la gente que á la

que el Pontífice perdonase todas las ofensas sazón estaba con Rey, teniendo aquello
el
que había recibido de los coloneses. ítem que que el Embajador del Rey de España hizo á
el Rey de Francia, de su parte, perdonase á los muy gran desacato en la persona del Rey,
Ursinos, no les inquietando ni tomando sus le quisieron matar, y el Rey de Francia, vien-
tierras ni ninguna de ellas. ítem que el Pontí- do la celeridad y diligencia que aquel caba-
fice perdonase á todos los Cardenales que se llero había puesto en servir á sus señores,
le habían mostrado enemigos y les conserva- ofreciendo por esta causa á peligro de muer-
se en sus dignidades, según que de antes es- te su persona, le tomó á las ancas de su
taban. Estas y otras muchas cosas se capitu- caballo yle puso en salvo, y el Embajador
laron entre el Rey de Francia y el Pontífice, después de esto se fué á España, adonde á
20 CRÓNICA GENERAL
la sazón estaban los Reyes Católicos, á los Alonso su padre. Finalmente, el Rey D. Alon-
cuales dio entera cuenta de todas las cosas so, haciendo embarcar en cinco galeras todo
del reino de Ñapóles. su mueble y tesoro, dejó al reino de Ñapó-
les y se fué á Sicilia. Fué fama haber sido
su partida de muy gran desesperación, vien-
CAPÍTULO XVI
do que le habían faltado aquellos en quien
De cómo el Rey D. Alonso se fué á Sicilia y la seguridad de su persona y reino tenía
dejó en su lugar en el reino de Ñapóles á su puesta; basta que la razón cierta no se sabe,
hijo el Infante D. Fernando. porque otros quisieron decir que tenía he-
cho voto de religión y que había dejado el
Después que el Embajador de los Reyes reino por le cumplir; finalmente, la causa de
Católicos se partió de la presencia del Rey esto sea la que quisieren, virisímile cosa es
Carlos octavo adonde estaban en Belitri, no haber sido por miedo de los franceses,
luego elRey de Francia se partió de aquel pues que en otras cosas de mayor peligro
lugar la vía de Capua, que es yendo de Roma que no lo era aquella este Rey D. Alonso
la primera ciudad de Ñapóles. Mucho había fué siempre muy fuerte de ánimo y de todas
trabajado el Rey D. Alonso en fortificar el rei- salió mucho á su honra.
no, así en gente como en todo lo demás que á
la fuerza de aquel reino cumplía, teniendo con-
fianza en laayuda y favor de todos los Prín-
CAPITULO XVH
cipes de Italia, que se lo habían prometido; De lo que hizo el Rey D. Fernando después que
pero como ya viese las cosas de Italia ir de comenzó á reinar, y de cómo habló con los
caída y que los florentines y el Papa Alejan- de Ñapóles.
dro, en quien hasta entonces tenía que le ha-
bían de ayudar, ya se le mostraban contra- Después que el Rey D. Alonso fué partido
rios, dando lugar al Rey de Francia para que de Ñapóles, según dicho es, el Infante D. Fer-
pasasen por sus tierras, perdió la esperanza nando su hijo, que á la sazón ya era Rey de
y no halló manera cómo se poder defender en Ñapóles, como supo que el Rey de Francia
el reino con su gente, por ser poca, y por esta venía largas jornadas la vía del reino de Ña-
razón quiso apartarse de tantas guerras y póles, y viendo que el cargo y gobernación de
desasosiegos como se esperaban, y dejado aquel reino le había sido dejado y cometido
el reino de Ñapóles á su hijo el Infante don por su padre, y por consiguiente á él con-
Fernando, el cual á la sazón era de edad de venía defenderle de las fuerzas de sus ene-
veinte y seis años, él se pasó á Sicilia cre- migos, luego sin ningún detenimiento recogió
yendo que de aquella manera alguno de los toda su gente en un lugar que se dice San
Príncipes del reino que habían tomado la Germán, y haciendo muestra de ella halló
parte del Rey de Francia, ansí siendo el In- que tenía cinco mil hombres de armas y qui-
fante D. Fernando Rey de Ñapóles se tor- nientos caballos ligeros y cuatro mil infan-
narían á reconciliar en su amistad y dexarían tes,toda muy buena gente. Estuvo algunos
á la parte del Rey de Francia que habían to- días el Rey D. Fernando en San Germán con
mado. Era el Rey D, Alonso padre del dicho su ejército, pero como ya venía el Rey de
Infante D. Fernando algo desabrido en lo que Francia cerca del reino,mudó su ejército de
tocaba á la gobernación del reino, por lo cual aquel lugar de San Germán y retrajese á la
muchos de los principales del reino de Ñapó- ribera de un río que está cerca de la ciudad
les le dexaron de seguir y se mostraron por de Capua que llaman Balturno, por donde ha-
el Rey de Francia, y en esto el Infante D. Fer- bía de pasar el Rey de Francia. Esto hizo el
nando era muy diferente al padre, por razón Rey D. Fernando por razón que estando junto
que él era muy más manso y benigno de inge- á Capua más presto pudiese socorrer aque-
nio, era más humano y afable con todos los lla ciudad, y asimismo porque aquel era el

que trataba, así con los grandes del reino camino para la ciudad de Ñapóles, y que es-
como con los soldados de su ejército, y de tando en aquel lugar podría venir á las ma-
esta manera el Infante D. Fernando halló nos con el Rey de Francia y probar sus fuer-
más gracia en todos que no halló el Rey don zas antes que se apoderase mucho en el rei-
DEL GRAN CAPITÁN 21

no. Estando, pues, el Rey D. Fernando en debajo de tan solemne juramento les rogó con
aquel lugar de las riberas de Balturno, fué mucha instancia que mirasen cómo el Rey su
sabidor de la poca seguridad que había en la padre, desesperado de tanta variedad, desean-
fe de los napolitanos, por razón que muchos do toda paz y sosiego, le había causado mo-
eran en la ciudad de parecer que se diesen á verse del reino y dejarle del todo, confiando en
los franceses y que no era bueno esperar, y la fey amor suyo, por lo cual no consentiría
que por fuerza ó de necesidad se hubiesen ningún agravio en el reino, antes no mirando
de dar viniendo los franceses á poner cerco ser Rey les guardaría la libertad que siempre
sobre Ñapóles; otros tenían lo contrario, pro- tuvieron. Díjoles otras muchas cosas y con-
poniendo sus vidas y estados por la defen- cluyó diciéndoles que, pues el Rey su padre
sión del reino. Finalmente, cuando el Rey don había á él cometido y dejado aquél reino, que

Fernando supo este movimiento de la ciu- á convenía ó morir en la demanda ó de-


él le

dad y cuan levantados estaban los de Ñapó- fenderle con todas sus fuerzas y poder, pro-
les, dejando con la gente del ejército al Con- curando no ser él de menor condición que los
de Pitiliano Nicolás Ursino y al capitán Virgi- pasados lo habían sido, y que pues tantos
nio Ursino y á Micer Jacobo Tribulcio, que es- años había que el reino de Ñapóles siendo
tuviesen en aquel lugar entretanto que él ve- ofendido de muy continuas guerras, según
nia, él con pocos de los suyos se partió la vía que ellos habían gustado, y de todas ellas por
de Ñapóles, y como llegó á la ciudad halló muy su fuerza y brazo habían los enemigos habido
mayor alteración en los ciudadanos de ella que lo peor, siendo con mucho daño suyo echados

le habían hecho saber qué había; y por esta del reino, que les rogaba juntamente con él
razón el Rey D. Fernando hizo juntar de to- defendiesen aquella vez su libertad contra la
dos los principales de Ñapóles por les quitar cual eran acometidos. Finalmente los napoli-
esta turbación, y por les dejar algo más aso- tanos le respondieron mostrando mucha vo-
segados en su servicio hizo una larga y gra- luntad á su servicio y muy gran deseo de con-
ciosa habla, encargándoles mucho la lealtad servar el estado de la ciudad de Ñapóles, de
que á su propio Rey y señor es debida, d¡- tal manera que sin detrimento de sus perso-
cicndoles asimismo mirasen muy bien cómo nas y haciendas pudiesen hacer que él fuese
la misma defensión de aquel reino por ellos su Rey y señor como verdaderamente lo era
hecha no sólo obraba á sostener á su Rey en y ellos así lo tenían y conocían; pero Junto
él por la obligación que tenían, pero asimis- con esto le dijeron mirase mucho en lo que
mo defendían sus personas propias y sus mu- tocaba á la defensión de aquella ciudad, por-
jeres y hijos, sus [haciendas y lo que más era que bien veía la gran falta de mantenimien-
la libertad en que vivían, lo cual verdadera- tos y de todas las otras provisiones de gue-
mente del todo perderían si con sus fuerzas rra, sin las cuales no sabían cómo se poder
TÍO pugnasen de echar de sí aquel advenedizo oponer á los enemigos, pero con todas estas
y forastero señor que los quería por fuerza necesidades que la ciudad de Ñapóles tenía,
sujetar. Díjoles asimismo que mirasen y tu- ellos prometían de se sustentar muy fielmen-
viesen memoria de la crianza que desde su te si la ciudad de Capua, que estaba en el ca-
niñez en él hicieron y que conociesen el amor mino á la entrada del reino, se sustentaba
que les tenía, no sólo por ser natural suyo, sin se dar á los franceses, por razón que dán-
pero por el conocimiento que desde su crian- dose aquella ciudad, siendo como era puerta
za, por larga conversación y familiaridad con del reino de Ñapóles, ellos no veían manera
ellos, había tratado y comunicado, teniéndolos cómo pudiesen defender su ciudad. A esto les
no en lugar de vasallos del Rey D. Alonso su respondió el Rey D. Fernando diciendo que
padre, más en lugar de hermanos, también él tenía tan buena gente y tan fuertes capita-

por el amor que verdaderamente conocía ellos nes en aquella tierra, que por demás era á
tenerle á su persona, conjurándoles asimismo los franceses querer entrar en el reino por
por Majestad real que acerca de los napo-
la aquella parte, y que en aquello que ellos
litanos tan guardada y honrada es la majes- tenían solamente les rogaba que se defen-
tad de su Rey, porque el mayor vínculo con diesen de la gente francesa que estaba en
que ellos se obUgaban era jurando por la la Puglia, que en la que venía por el Ca-
Majestad real. Así que el Rey D. Fernando puano él haría de manera que no pasase ade-
22 CRÓNICA GENERAL
lante.Estas cosas y muchas más pasó el Rey dieron tener mucho tiempo de seguridad en
D. Fernando con los napolitanos, hasta tan- sus personas, por razón que los franceses los
to que los dejó bien instrutos en lo que se siguieron hasta los meter y cercar en la villa,
había de hacer y más asosegados de lo que adonde les convino de fuerza darse á los
estaban antes que él fuese á la ciudad; de- franceses debajo de su fe que en sus perso-
jando todo esto en la orden que dicha es, nas no recibirían daño alguno. Pero como los
con mucha diligencia se. partió de Ñapóles franceses no tengan en tanto cumplir lo que
para su ejército, que estaba á la ribera del río prometen cuanto tengan (yendo contra su
Balturno junto á Capua. fe) cumplir su voluntad, luego que aquellos
caballeros se les dieron, los tomaron y me-
tieron en prisión, de los cuales los Ursinos
CAPÍTULO XVIII
capitanes no poco enojo hubieron de sí mis-
Del gran movimiento que hubo en la gente del mos, porque tuvieran por mejor morir en el
ejército del Rey Fernando siendo en poder campo á manos de sus enemigos que no
de franceses la ciudad de Capua y de lo que quedar presos y burlados de aquella manera.
el Rey D. Fernando hizo sobre esto. El Rey D. Fernando, que, como dicho es, reci-
bió esta nueva en la ciudad de Aversa, resci-
Partido que fué el Rey D. Fernando de Ña- bió de ello mucha pena, viendo ya claramente
póles para ir al lugar adonde había dejado su la parte que los franceses tenían en su reino

ejército,yendo por el camino junto á la ciu- por ser tomada la ciudad de Capua y que por
dad de Aversa que está entre Ñapóles y esta razón los napolitanos no podrían dejar
Capua, le vino nueva cómo los de Capua ha- de se dar asimismo ellos, ni que él tampoco
bían recibido en la ciudad á los franceses y tenía color ninguna para los poder persuadir
asimismo de cómo toda su gente, que había en su servicio, porque como se dijo más arri-
dejado á las riberas del rio de Balturno, se ba la fe de los napolitanos era mantenida
había amotinado yéndose por una parte los mientras los capuanos no se daban á los
unos y los otros por otra, de lo cual había franceses, pero habiéndose ya dado no sabía
sido causa uno de los capitanas del ejército manera alguna cómo los sustentar en su
que se decía Jacobo Tribuido, e! cual como amor. Estando, pues, el Rey D. Fernando me-
viese á los franceses entrados en Capua fué tido en esta perplejidad y viendo tan eviden-
á ellos con embajada del Rey D. Fernando te eldaño que en su reino se aparejaba, pro-
para hacer y concertar entre ambos los curó de proveer en aquel caso sabiamente
Reyes algún buen apuntamiento de paz: lo todo lo que convenia', y con este acuerdo,
cual el Rey D. Fernando le había dejado en- con alguna poca de gente qfle pudo recoger
cargado antes que se fuese á Ñapóles; pero de aquella que se había desbaratado de su
como los otros capitanes del ejército lo vie- ejército que él había dejado, según dicho es,
sen, alteráronse todos de
tal manera, que en las riberas de Balturno, se tornó la vía de
creyeron que aquella no era embaxada de Ñapóles. Ya en este tiempo los napolitanos
apuntamiento de paz, antes temían que era habían sabido cómo los de Capua habían re-
de desistir y desamparar la guerra, atribu- cibido á los franceses y de cómo la gente del
yéndolo todo á menos esfuerzo del Rey, y Rey D. Fernando se había del todo amotina-
por esta razón el tesoro que tenía el Rey don do, por lo cual, como sea gente amiga de no-
Fernando, de que pagaba su gente, lo distribu- vedades y no sean muy constantes en la fe
yeron los soldados entre sí y se fueron cada que una vez admiten, todos los de Ñapóles
cual por su parte, no aguardando á querer por esta razón se comenzaron de nuevo á
servir más al Rey D. Fernando. El Conde de alborotar teniendo por sí de inclinarse á la
Pitiliano y el capitán Virginio Ursino que parte del vencedor, por lo cual determinaron
más se tuvieron en aquel hecho, viéndose de recibir al Rey de Francia en Ñapóles y de
desamparados de ayuda de su gente y de
la seguir su parte en tanto que durase su me-
los otros capitanes suscompañeros, recogie- joría. Y con esta voluntad, como el Rey don
ron toda su gente de caballo que allí tenían y Fernando se tornase á la ciudad, ¡os napoli-
saliendo del medio de aquel peligro se fue- tanos no le quisieron recibir dentro, antes le
ron á una tierra que dicen Ñola; pero no pu- cerraron las puertas, por lo cual le convino
DEL GRAN CAPITÁN 23

meterse en el castillo Nuevo, lo cual pudo


CAPITULO XIX
hacer con sus galeras por razón que este
castillo caía sobre lámar. Había asimismo de- De cómo el Rey D. Fernando se partió al cas-
jado gente en guarnición de los castillos te- tillo del Ovo para desde allí irse á Iscla y
miendo aquello que lehabía sucedido y me- del gran recibimiento que los de Ñápales hi-
tido dentro toda la otra gente de guerra, la cieron al Rey de Francia.
cual aposentó junto al castillo alrededor de
sí,y desde aquel lugar trabajó mucho el Rey Pasando estas cosas en Ñapóles, no espe-
D. Fernando cómo pudiese tornar á reconci- rando el Rey D. Fernando otra cosa de aquel

liaren su amistad á los de Ñapóles, que muy hecho, salvo la pérdida de su reino, determi-

abiertamente tenían y seguían la parte de nó, no se hallando muy seguro en el castillo


Francia, á lo cual todo hubo muy poco ó nin- Nuevo, pasarse al castillo del Ovo, porque
gún efecto, y por esta razón dentro de tres aquel castillo está más en la mar y todas las
días que tuvo lugar de trabajar en esto el veces que quisiese irse á Iscla lo podía ha-
Rey D. Fernando, viendo la contumacia y re- cer sin trabajo ni peligro de su persona, y
belde voluntad de los de Ñapóles y cuan in- también porque el castillo del Ovo es cosa
clinados estaban á Francia, mandó embarcar muy fuerte y desde aquel lugar, dado caso
con toda diligencia en sus galeras algunas que el Rey de Francia entrase en Ñapóles,
cosas, las que más fácilmente pudieron reco- según que era fama que le querían recibir los
ger y así las tuvo á punto para desque viese napolitanos, en aquel castillo podía defender
del todo perdida su esperanza se fuese á su persona y gente mejor que no lo hiciera
Yscla, una isla que está no muy lejos de Ña- desde el castillo Nuevo. Y con esta determi-
póles, pues estando el estado del reino en la nación hizo derrocar muchos edificios que
forma ya dicha, siendo el Rey D. Fernando de pensó le podrían dañar, queriendo según di-
muy grande esfuerzo y ánimo, por mucho que cho es defenderse en aquel castillo. Pero
veía su estado abatido é ir tan de caída, no como todo el senado de Ñapóles juntamente
perdía por eso aquel real corazón que del con el común tuviesen en voluntad de reci-
señorear sobre los suyos tenía, ni pensaba bir al Rey de Francia en la ciudad, muy poco
que del todo en aquellos movimientos per- le aprovecharon sus apercibimientos, por ra-

día el poder y señorío de su reino. Por lo zón que dende á cuatro días que estuvo el
cual acaeció que un día estando parado á Rey D. Fernando en el castillo del Ovo, el
una ventana de las del castillo por ver las Rey de Francia entró en Ñapóles y fué de los
cosas que en la ciudad pensaban, vido cómo napolitanos con mucha solemnidad y confor-
los ciudadanos de Ñapóles le derrocaban sus midad recibido, haciendo para su entrada de-
caballerizas que tenían mucha gente de armas rribar gran parte del muro por donde los
en su guarda; de lo cual el Rey fué movido á suyos entraron. De esta manera fué el Rey
toda ira, y con este enojo y encendimiento de Francia llevado por las calles más princi-
que llevaba se abajó del castillo con solos pales de Ñapóles, siendo de todos por Rey
cuatro ó cinco soldados que más á mano obedecido y acatado, diciendo grandes y pe-
halló y fuese derecho á aquel lugar do las queños todos á una voz y apellido, Francia.
caballerizas se derribaban, y los napolitanos El Rey D. Fernando que en este medio esta-
como le vieron venir le dejaron pasar, no le ba en el castillo del Ovo, desesperado de su
haciendo fuerza alguna de resistencia, antes remedio, en veinte y dos galeras que á la sa-
dieron lugar á su voluntad ni más ni menos zón estaban aparejadas en el puerto se salió
como la dieron siendo Rey pacífico en el del castillo con su gente y se fué á Iscla, de-
reino, y así dejaron por su venida la obra co- jando alguna buena gente en guarnición de
menzada. Cosa es digna de toda memoria los castillos Nuevo y del Ovo para esperar
que aquel contra quien se habían mostrado desde allí el socorro de los Reyes de España,
claramente por enemigos, inclinándose á la á los cuales ya había enviado su embajada
parte de sus contrarios, por su grande hu- demandándoles ayuda y favor en defensa de
manidad le honraron dándole lugar por do su reino, y asimismo se fué á Iscla por razón
fuese y con la obra le sirvieron apartán- que estando en aquella isla muy mejor y
dose de su comenzado propósito. muy más presto sabrían lo que pasaba en
24 CRÓNICA GENERAL
Ñapóles. Pues acaeció que en llegando el se dieron al Rey de Francia, y los Pontífices
Rey D. Fernando á Iscla y queriéndose meter del reino, viendo cómo todas ciudades de
las
en el castillo, el castellano, como había sa- Italiay las más del reino estaban por Fran-
bido el gran movimiento del reino, no tenien- cia y que no había cosa en él que no fuese de
do en nada la debida obediencia á su Rey y franceses, acordaron cada uno por su parte
señor, no le quiso recibir dentro, por lo cual de le enviar sus Embajadores á le entregar y
el Rey D. Fernando, dado caso que de ello le ofrecer de su parte sus tierras y señoríos; lo
pesase, con mucho sufrimiento y disimula- cual todo hecho según que el Rey de Francia
ción le rogó le diese lugar para que entrase deseaba, todo el reino de Ñapóles quedó
con su gente y no le quisiese en aquel me- muy pacífico en su defensión y devoción. Y
nester en que puesto estaba de negarle la así habiendo sido este reino de Ñapóles por
entrada. El castellano movido de alguna pie- espacio de sesenta y tres años, desde el Rey
dad y constriñéndole la naturaleza de su Rey Don Alonso bisuabuelo de este Rey D. Fer-
y señor, tuvo por bien dele rescibir en el cas- nando hasta agora, debajo del señorío é impe-
tillo, con condición que no entrase más de su rio de Aragón, dio consigo esta tan breve caí-
persona y sin armas, Desto fué contento el da en el tiempo de este Rey D. Fernando hijo
Rey D. Fernando, pensando que estando él del Rey D. Alonso, que se pasó á Sicilia según
una vez dentro en el castillo, por mal ó por dicho es; el cual viendo cómo de común con-
bien él metería su gente dentro, la cual es- sentimiento de todos los del reino el Rey de
taba en las galeras. Y
que entrando
así fué Francia poseía el reino de Ñapóles, determinó
el Rey en el castillo, yendo familiarmente con de partirse de Iscla la vía de Sicilia adonde
el castellano, con un cuchillo que encubierta- estaba el Rey D. Alonso su padre, para que
mente llevaba consigo le mató, de lo cual le juntamente con él ordenase lo que debía ha-
avino no poco peligro en su persona, sino cerse acerca de la recuperación del reino de
que con su grande humanidad venció todo el Ñapóles; por lo cual habiendo salido de Iscla
rigor y fortaleza de la gente que estaba en el se fué á Sicilia, adonde estuvo algunos días
castillo, los cuales viendo á su alcaide muer- entendiendo con el Rey su padre en lo que
to intentaron de se alzar contra el Rey y tocaba á su restitución en el reino de Ña-
poner las manos en él; pero como él les ha- póles. En este medio tiempo el Rey de Fran-
blase y les atrajese con sus humanas pala- cia, no poco alegre y contento por ver cuan

bras á su amor, no sólo le recibieron sin le bien y prósperamente le había sucedido en la


hacer daño, pero tuvieron por muy bueno el conquista de aquel reino de Ñapóles, y cre-
castigo que hizo en el desobediente caste- yendo que de ahí adelante le ternía seguro,
llano. Y
de esta manera siendo reconocido según la conformidad que hallaba de todos
por señor y Rey suyo, mandó subir toda su en su servicio, determinó de se tornar en
gente de las galeras, y allí se refrescaron al- Francia, dejando primero proveído el reino
gunos días, hasta tanto que el tiempo dio de todo lo que convenía para la seguridad y
acuerdo al Rey D. Fernando de lo que había conservación del, y junto con esto parecióle
de hacer. que la llave de todo era tener enteramente la
amistad del Papa Alejandro, para que que-
CAPÍTULO XX dando conforme con él no tuviese tanto temor
ni recelo de le perder, por razón que el reino
Cómo Rey D. Fernando se partió de Iscla
el de Ñapóles era feudatario, según que la cró-
la vía Sicilia, y de la liga que entre vene-
de nica ha dicho, á la Sede Apostólica, y en todos
cianos y Duque de Milán juntamente con sus movimientos siempre seguía la voluntad
el Pontífice y el Emperador Maximiliano y del Pontífice, al cual por sus Embajadores hizo
Reyes de España se concertó. saber el deseo grande que tenía de se tornar
en Francia, pues ya Nuestro Señor con ma-
Estando el Rey D. Fernando en Iscla desde yor paz que él pensó y menos muertes de
á pocos días de la entrada del Rey de Fran- gentes había sido servido de darle el señorío
cia en Ñapóles, todos los castillos que había del reino de Ñapóles, y que para haber de te-
dejado fortalecidos en la ciudad, así de gente ner y poner por obra su viaje tenía en volun-
como de todo lo que convenía á su defensión, tad antes de comunicar con él muchas cosas
DEL GRAN CAPITÁN 25

por donde quedase del todo la paz en Italia, debajo de estos capitulos: Primeramente, que
y que para esto le enviaba á suplicar fuese ellosjuraban en la forma más debida de ser
contento darle licencia para ir á Roma, lo cual en uno amigos. Ítem que se favorecerían con
haría yéndose de camino á Francia. El Papa todo su poder todas las veces que cualquiera
Alejandro, que grande odio y enemistad tenía de los confederados hubiese menester ayuda
con el Rey de Francia, no estuvo en aquel pa- y socorro, y que cada uno contribuiría de sus
recer, antes por todas las vías y maneras que mismos proprios para ayudar á cada uno que
pudo procuró su daño. Y fué así que como
le de los de la liga hubiese menester con diez
los venecianos en aquel tiempo no habían he- mil infantes y cuatro mil hombres de caba-
cho muestra de enemistad ni ^mor con el Rey llo, ítem que había de durar esta confedera-
de Francia, pensó que fácilmente los atraería ción y liga entre ellos por espacio de veinti-
á que viniesen en lo que fuese su voluntad. Y cinco años. Mucho holgó el Pontífice de aques-
por esta razón les envió sus Embajadores di- ta hermandad, por razón que pensó que sien-
ciéndoles cuánta voluntad tenía que los seño- do el Rey de Francia privado de las fuerzas
ríos de Italia estuviesen conservados en toda y ayuda de estas partes confederadas, no le
que le parecía que á la sazón es-
libertad, y sucederían sus hechos tanto á su salvo como
taban puestos en toda servidumbre y que los hasta allí le habían sucedido. De esto plugo

que no lo estaban tenían aparejado el peli- asimismo mucho al turco, el cual hasta enton-
gro, considerada la avara naturaleza de fran- ces no había estado con poco temor pensan-
ceses, que era de extender su señorío por do, según que el rey de Francia había publica-
cualquier manera que pueden, lo cual veía do, que le había de pasar á dar guerra, y como
muy á las manos estando como estaba el Rey supo que en la liga de aquellos Príncipes no
de Francia tan metido y apoderado en el rei- había entrado el Rey de Francia, asosegóse
no de Ñapóles, de lo cual tenía temor no in- más del temor que tenía. Pero después suce-
tentase á hacer lo mismo de todo lo restante dió de otra manera, por razón que no pare-
de Italia, y que allende de esto su parecer era ciendo ser cosa justa la división entre los
que se hermanasen haciendo confederación Príncipes cristianos, y porque el estado de la
y liga entre sí, para que juntamente cada uno cristiana religión estuviese en mayor tranqui-
favoreciendo á sus amigos estuviesen sus se- lidad y sosiego, y también por ser cosa mu-
ñoríos en mayor seguridad puestos, y que asi- cho contra el servicio de Dios haber entre
mismo le parecía que de su parte debrían de los Príncipes cristianos discordias y enemis-
enviar á juntar en esta amistad al Duque de tades, de cuya causa siempre había guerras
JV\iIán, pues él más que otro nirfguno había y mortandades, y por el consiguiente ham-
menester ayuda para se defender de tan ava- bres, pestilencias y otras semejantes adver-
ra vecindad como eran los franceses, y que sidades que á esta causa se siguen, deter-
él de su parte enviaría á los Reyes Católicos minóse entre ellos en esta liga de meter al
de España y al Emperador Maximiliano, para Rey de Francia, y de pasar la guerra contra
que todos juntamente los que algún dominio los infieles enemigos de nuestra santa fe ca-
y señorío tenían en Italia defendiesen su par- tólica con tal que fuese nueva concordia en-
te siendo ayuntados en esta liga, lo cual no tre él y el Rey don Fernando sobre lo del
harían cada uno por sí quisiesen ponerse á
si reino de Ñapóles. Y todos los de la liga sien-
cualquier defensa contra el Rey de Francia y do unánimes en este parecer, lo hicieron sa-
su poder. Esta voluntad del Pontífice pareció ber al Rey de Francia, el cual muy ajeno de
muy bien al Senado veneciano, y así como el aquella voluntad estaba y con mucho enojo
Pontífice lo dijo fué luego puesto por obra, que de este ayuntamiento recibió, dio esta
encomendando el tenor de este negocio cada respuesta: Que él procuraría con todo su po-
cual á sus Embajadores, porque lo mismo hizo der romper aquella cadena aunque fuese más
el Pontífice en despachar los suyos para los fuerte que diamante, y que no esperasen otra
Reyes Católicos y para el Emperador Maxi- respuesta de concordia en lo que tocase en
miliano, los cuales con maduro consejo y to- el reino de Ñapóles. Y por esta razón el Rey
das las cosas bien miradas vinieron en el con- de Francia antes quedó enemigo que no amigo
cierto y liga que el Papa demandó, el cual fué de los de la liga, y lo que después sucedió
apuntado entre ellos en la forma siguiente y abajo se dirá.
26 CRÓNICA GENERAL
CAPITULO XXI viar su venida en Roma con todo su poder. Y
con esta determinación envió á decir que si
Cómo el "Rey de Francia se partió de Ñapóles
algo tenía que comunicar con su persona, que
con voluntad de hablar al Pontífice, y de lo
por letras y embajadas lo podía comunicar
que el Papa Alejandro hizo para no le querer
hablar ni ver. y hacérselo saber, que á todo respondería lo
que conviniese, y que si era tal el negocio
Arriba se dijo cómo el Papa y venecianos y que ni á letras ni embajadores no se debía
todos los demás de la liga enviaron á hablar cometer, y mucho deseo tenía de le hablar
alRey de Francia para dar algún asiento en- personalmente, que si viniese á Roma sola su
Rey D. Fernando sobre lo del reino
tre él y el persona y sin ejército, que de aquella manera
de Ñapóles, y asimismo la respuesta que el él era contento de le oír, pero si quisiese en-

Rey dio sobre ello. Pues dice agora la crónica trar con su ejército supiese de cierto que no
que el Rey de Francia, luego que hubo admi- le esperaría en Roma, porque parecía ser su

tido el reino de Ñapóles en su devoción, de- entrada más con voluntad de guerra que no
terminó de se partir del reino la vía de Fran- de paz y sosiego, y que sin seguir otro pare-
cia, y para hacer esto dejó primero el reino cer era aquella su voluntad. El Rey de Fran-
puesto en toda orden y debajo de toda segu- cia sabida la respuesta del Pontífice sin le ha-
ridad, porque en la ciudad de Ñapóles puso cer más saber cosa alguna se fué la vía de
por su lugarteniente á mosiur de Mompensier, Roma con todo su ejército. El Papa Alejan-
y dejó asimismo las fuerzas de la ciudad bien dro como supo la venida del Rey de Fran-
reparadas de gente y provisiones todas las cia á la ciudad, sin más detenerse salió de
que eran menester para su defensa. En la pro- Roma y se fué á Civitá Vieja. Mucha gente
vincia de Calabria dejó por gobernador á mo- fué la que de todos estados salió á la sazón
siur de Aubegni; asimismo dejó tomados plei- con no se teniendo por seguros
el Pontífice,

tos homenajes á todos los Príncipes del reino, de esperar Rey de Francia estando au-
allí al

para que en su nombre tuviesen sus señoríos sente el Pontífice. Los de la liga Esforcia y
y estados y los defendiesen de toda otra per- y venecianos, como supieron que el Papa era
sona que contra su servicio intentase meter- salido de Roma, acudieron á él todos muy
se en el reino. Y después de esto, saliendo de aderezados de gente para saber de él qué era
Ñapóles para se ir á Francia, envió otra vez lo que determinaba hacer en su ausencia, al
sus Embajadores al Papa Alejandro, hacién- cual hallaron en Civitá Vieja, que como es di-
dole saber cómo él tenía determinado de se cho se había retraído en aquella ciudad por no
tornar en Francia, pues ya dejaba todas las se ver él y el Rey de Francia. En esta sazón
cosas del reino de Ñapóles pacíficas y debajo el Rey llegó á Roma acompañado de toda la

de su corona, y que por esta razón y porque más gente de su ejército, porque todo lo de-
quería con Su Santidad comunicar muchas más había dejado en guarnición en el reino de
cosas importantes al estado del reino y de Ñapóles. Estuvo en Roma cuatro días hacien-
toda Italia, le suplicaba fuese contento de le do su gente no poco daño en la nación espa-
recibir en Roma. El Papa Alejandro, que ya ñola de mucha gente que de ellos se habían
otra vez había recibido del Rey esta embaja- quedado en Roma, y los que salieron con el
da, según que la historia lo ha contado, y do- Pontífice y dejaron bienes en Roma no deja-
liéndole aún la fresca y reciente llaga de la ron de sentir el mismo daño en los bienes que
injuria por él recibida, siendo de ella la causa dejaron que sintieran en las personas si allí se
la entrada que el Rey de Francia hizo en hallaran. En este medio, como el Rey de Fran-
Roma, y en las otras cosas y tierras de Italia cia vido que el Papa se había ausentado por
contra su voluntad y de la de todos, y asi- no le hablar, hubo de ello mucho enojo, pero
mismo viendo los levantamientos de los Prín- no le dejó de enviar á decir á la ciudad de
cipes del reino por su causa contra su debido Civitá Vieja, adonde supo que estaba, el deseo
Rey y señor, asimismo pensando que si le re- que tenía de le ver y hablar, y que le suplica-
cibía en Roma enojaba á sus amigos y com- ba fuese contento de le dar audiencia, dicien-
pañeros confederados por la sospecha que de do cuánto le cumplía verse y hablarse sobre
le hablar podían hacer entre ellos, determinó cosas que no le pesaría haberlas comunicado
de no le dar audiencia, y asimismo de le des- con él. El Pontífice, que muy determinado es-

4
DEL GRAN CAPITÁN 27

taba de no se ver con el Rey de Francia, pen- cosa que sea, los franceses hicieron en el
sando que si abiertamente le negaba su au- Senes todo el daño que pudieron, yéndose
diencia podría venir á tomarle seguro en aque- muy sin temor la vía de su reino.
lla ciudad, acordó para quitar este inconve-

niente darle semejante respuesta, diciendo CAPÍTULO XXII


cómo era contento de cumplir su voluntad,
él
De cómo yendo Rey de Francia camino de
el
y que pues tanto deseo tenía de verle y co- su reino fué en el camino de los de la liga
municar aquello que decía con él, que él esta- salteado, y de lo que después sucedió.
ría y le esperaría en Civitá Vieja, que viniese
cuando quisiese, que él no se iría de aquel lu- Viendo venecianos y Pontífice el daño
los

gar. Los Embajadores del Rey de Francia se que, según dicho es, el Rey de Francia había

tornaron á Roma con esta respuesta del Pon- hecho en el Senes y en algunas tierras de la
tífice, y el Rey creyendo ser así y que no ha- Iglesia, no contento con haber echado del

bría ningún color en las palabras del Pontífice» reino al Rey D. Alonso y al Rey D. Fernando,
se partió de Roma la vía de Civitá Vieja. Pero su hijo, tan injustamente como se conocía, y
el Papa Alexandro, como vido los Embajado- viendo asimismo cuan á su salvo había entra-
res del Rey idos, lo más secretamente que do por las tierras de Italia y se salía haciendo
pudo y con mucha diligencia se partió de Ci- todo 'el daño que era su voluntad, sin temor
vitá Vieja la vía de Perusa, con intención que ninguno de ser resistido, recibieron de esto
si el Rey de Francia procurase de le querer muy gran vergüenza; por lo cual muy indigna-
hablar, embarcándose en el puerto de Ancona dos acordaron de le saltear y de le dar alguna
se partiría á Venecia, para lo cual el Pontífice mala cena y rebate antes que se tornase á su
escribió Senado veneciano haciéndole saber
al reino. Y para este efecto llegaron mucha y
cómo el Rey de Francia trabajaba por le ver muy buena gente y hicieron un muy bueno y
y hablar, y que estaba muy fuera de aquel grueso ejército de los de la liga y dieron el
propósito, que por esta razón él se había sali- cargo de toda la gente á Francisco Gonzaga,
do de Roma, y que fuesen ciertos que si toda- Marqués de Mantua, por razón que era uno
vía porfiase á le querer hablar, él estaba de- de los varones más discretos y sagaces en el
terminado por mar verse muy presto con ellos; arte militar de todos los de ItaUa. El cual, pro-
que se lo hacía saber porque estuviesen aper- curando de dar buen fin en aquello que le ha-
cibidos á le recibir si aquel efecto viniese, bía sido encomendado, y viendo que por sus
porque él en ninguna manera quería venir en jornadas los franceses se acercaban á más an-
plática con el Rey de Francia. El Rey de Fran- dar á su reino y que ya entraban en Lombar-
cia,que, según dicho es, supo por sus Emba- día por aquella parte del Placentino, con mu-
jadores que el Pontífice le esperaba en Civitá cha presteza y saber se aderezó para los es-
Vieja,creyendo ser así como se lo había en- perar á un paso junto á un río que llaman el
viado á decir, se partió de Roma y se fué la Tarro. El Duque de Milán Ludovico Esforcia,
vía de Civitá Vieja, el cual como llegó á la como supo lo que los compañeros de la liga ha-
ciudad no hallando en ella al Pontífice, hubo bían acordado de hacer, luego, según que era
muy grande enojo y pena, agraviándose mu- obligado por lo capitulado entre ellos, vino
cho de aquella burla que el Pontífice le había con una muy buena parte de gente á se jun-
hecho. Y desesperando ya del todo poderle ha- tar con ellos. Y el Rey de Francia, viniendo se-
blar, se salió de Civitá Vieja y se fué la vía de guro de esto, fué avisado por las espías que
Sena haciendo muy gran daño en todas las tie- siempre llevaba delante su ejército de lo que
rras por do iba, especialmente en un lugar que los venecianos hacían y de cómo no podía
dicen Toscanela, que era del Papa, le hizo pasar por la vía que llevaba sin venir á las
asolar y destruir todo por el enojo que con el manos con ellos, por razón que ya le tenían
Pontífice tenía por la burla que le hizo, según tomado el paso por donde había de pasar á su
dicho es. Y bien es verdad que echaron fama reino. Pero el Rey de Francia, que de gran
que si habían destruido aquel lugar no había ánimo era, no por eso dejó de seguir su ca-
sido por otra cosa sino porque la gente de mino hasta que, llegando en aquel lugar, fue-
aquel lugar no les habían querido dar provi- ron por los venecianos vistas las banderas de
siones para la gente. Finalmente, de cualquier los franceses abajar por los Apeninos al llano
28 CRÓNICA GENERAL
de Lombardía adonde ellos los estaban espe- cisco Gonzaga, según dicho es, no era en aquel
rando. El Rey de Francia, como vido presen- menester perezoso, pues que con mucho sa-
te la batalla y que no se podía excusar de se ber é ingenio bien ordenados los suyos, deseo-
rencontrar con ellos, con muy grande esfuer- so de se ver trabado con los franceses quería
zo, no mostrando punto de mudamiento en darles á entender cómo las fuerzas de Italia
su persona, comenzó á hablar con su gente, aún no estaban del todo confundidas ni aca-
animándolos en gran manera y trayéndoles badas como ellos pensaban, sino antes muy
á la memoria el final intento de su venida, el más vivas y fuertes que nunca estuvieron.
cual habían cumplido mucho á su honra, que Luego mandó á Melchior de Treviso, capitán
era haber ganado el reino de Ñapóles, di- de venecianos, que tomase la delantera, el cual
ciéndoles asimismo cómo
la mayor gloria que con la gente de vanguardia comenzó á vadear
los hombres pueden ganar era no sólo sa- el río y tras él toda la otra gente del ejército;
ber adquirir y ganar honra para sus perso- pero como de todo vadear, en especial en ríos
nas, pero saberla conservar, la cual ellos en caudalosos, suceden comúnmente muchos pe-
aquel camino habían ganado perpetuamente, ligros, con el encendimiento y ceguedad que

y que si agora la perdían en aquel peque- llevaban á dar en los enemigos, no mirando
ño trance que estaban, todo se encubría con bien el paso del río, por lo cual y porque en
lapérdida de lo presente, por lo cual les ro- él había muchas simas y regolfos del agua, fué
gaba que hiciesen en aquel hecho lo que los causa que se ahogaron en el río algunos sol-
buenos y leales vasallos deben siempre hacer dados de ia vanguardia, y ciertamente no sin
por su Rey y señor, en especial donde ellos mucha culpa de los capitanes, los cuales sin
no sólo aventuraban la pérdida de sus vidas, experimentar vado y sin el consejo que en se-
pero la de su propio Rey; y lo que más les en- mejantes casos se requiere se metieron tan
comendaba era tener presente la gloria gana- Hbremente por el río, y podemos por esto de-
da y de cómo se perdía con la pérdida que cir que aquel día pelearon los venecianos más

podía sucederles en el presente peligro si no con ánimo y fortaleza de españoles que no


pugnasen defenderla como supieron ganarla y con consejo y prudencia de venecianos; pero
adquirirla. Estas y muchas más cosas les dijo en aunque perdidos muchos en el agua,
fin,

el Rey de Francia sólo para les acrecentar los que se escaparon y salieron á la otra par-
fuerzas y ánimo contra los venecianos. Al te, que fué toda la más gente de caballo, todos

cual su gente oído el razonamiento de su Rey se comenzaron á trabar con los franceses,
y señor y el ánimo que mostraba, no teniendo que traían asimismo ia vanguardia hasta que
en nada á sus enemigos, cobraron dobladas toda la gente de pie acabó de pasar, que ya
fuerzas y no deseaban otra cosa salvo la hora habían hallado buen vado en el río. Los fran-
cuando se viesen en el campo con los enemi- ceses que tenían la delantera, no pudiendo su-
gos; todos á una voz dijeron al Rey que tu- frir la priesa de los venecianos, se comenza-

viese buena esperanza en aquel hecho, que ron á retraer á do estaba el cuerpo de todo el
ellos harían de manera de los vencer, y así se ejército, lo cual visto por el Rey de Francia,
lo prometieron de le tornar en Francia tan á que estaba en medio de todo su campo, que
su salvo y honra como había pasado en Italia, los suyos hacían muestra de retraerse, echó

y que su tornada sería por encima de los de sí una divisa real que traía en el yelmo
cuerpos muertos de sus enemigos, quedando porque no fuese de los enemigos conocido, y
llenos los campos, y que si por el contrario les animando y esforzando su gente volvió sobre
sucediese, siéndoles contraria la fortuna, ellos los venecianos, adonde se igualaron ambas las
harían de manera que les costase más caro la partes, é hiriéndose con mucha fuerza caye-
victoria que de que no les cos-
ellos habrían ron de los unos y de los otros muchos muer-
taría la pérdida de ella. En esto ya los vene- tos y heridos. Fué esta batalla bien reñida de
cianos venían aderezados para la batalla, po- los unos y de los otros, pero al fin, después de
niendo la orden de la gente el capitán Fran- haber peleado bien una hora no conociéndo-
cisco Gonzaga con la mayor diligencia que se victoria de ninguna parte, muertos muchos
pudo, y venían de esta parte del río Tarro á de los franceses y muchos más de los de la
la mano izquierda, y los franceses á la otra liga, se retiraron á fuera Murieron en esta

parte hacia la mano derecha; y el capitán Fran- batalla muchas personas de calidad, de una
DEL GRAN CAPITÁN 29

parte y de otra, entre los cuales murió de los decía la villa, bien cuarenta mil hombres entre

de la liga Rodulfo Gonzaga, tío de Francisco gente de pie y de caballo, los cuales con mucha
Gonzaga, Marqués de Mantua, y murió asi- fortaleza cada día la combatían; pero como la
mismo Ranusio Frenesio, caballero natural villa era fuerte y la gente francesa que en ella

de Roma; y de la parte de Francia, allende de estaba fuese de muy gran virtud y regida por
muchos nobles que murieron, fué preso mo- el Duque de Orliens, varón de mucho ánimo y
siur de Borbón, capitán general del ejército fortaleza y de no menor discreción y consejo
francés. Aquella noche los franceses, después en el arte de la guerra, por mucho que los de
de se haber retirado de la batalla, no les pa- la trabajaron no la pudieron sacar del
villa

reciendo que les iría bien si esperasen segun- poder de los franceses. El Rey de Francia, que
da batalla, estando todos los del ejército re- estaba en Aste, como supo que los de la liga
posando en sus tiendas, en el mayor silencio estaban en cerco sobre Novara, envió á de-
de la noche alzaron su campo, dejando encen- cir á los de dentro que se estuviesen fuertes

didos muchos fuegos y luminarias, porque no y que no se diesen en ninguna manera, que él
fuesen sentidos de los venecianos y con mu- sería presto con ellos con toda la gente que
cho secreto se fueron la vía de Pavía. Fué consigo tenía y haría de manera cómo los
esta batalla entre venecianos y franceses en enemigos los descercasen. Esto hizo publicar
el año del Señor de mil y cuatrocientos y no- el Rey de Francia por meter temor en los con-

venta y cinco años y seis días del mes de Ju- trarios y también para que ellos con este me-
lio.Pues como los venecianos tuvieron vo- dio se levantasen de aquel lugar, pero mucho
luntad de tornar á la batalla, creyendo que los mayor fué la constancia y firmeza de los de
franceses asimismo se aderezaban para se la liga que no fué la falsa ayuda y socorro que

defender, vieron cómo el campo francés se publicó que quería hacer en los suyos. Final-
había levantado y que las luminarias que la mente, el Rey de Francia, viendo cómo del
noche antes habían visto eran cautelosamen- todo perdería aquel lugar si no lo socorriese
te encendidas, por lo cual los venecianos, que por alguna vía y arte, acordó de se hacer ami-
muy ganosos estaban de tornar otra vez á las go del Duque, y así fué, que restituyéndole el
manos é viendo cuan á su salvo se habían ido, Rey de Francia la villa de Novara, el Duque
comenzaron á se armar y tomando el rastro de Milán fué su amigo, pero los venecianos
que llevaban los franceses los siguieron hasta no por eso dejaron de mantener lo jurado y
que no los pudiendo alcanzar se tornaron sin capitulado en la liga con el Pontífice y los
más procurar de aquella vez molestar los fran- otros Príncipes. Después de esto el Rey Car-
ceses. Después de esto, ya que al Rey le pa- io se fué á Francia, no tan á su salvo como
reció tiempo conveniente, se partió de Pavía pensó, y el lugarteniente que había dejado en
la víade Aste adonde más seguro estuvo con Ñapóles, que se decía monsiur de Mompen-
su ejército muchos días. Acaeció asimismo en sier, luego como se partió el Rey de Francia

este tiempo que los ginoveses, que á la sazón se apoderó en todas las fuerzas del reino, no
habían hecho una buena armada en nombre quedando otra cosa por el Rey D. Fernando
de los venecianos, viniendo la armada france- sino Regióles, Turpia y Lomancia; y lo que
sa por la mar con muchas naves cargadas de después sucedió, la crónica lo irá contando.
lo que habían habido en el despojo de Ñapó-
les, vinieron á las manos de los ginoveses, lo CAPÍTULO XXIII
cual todo les fué quitado, que no gozaron cosa
Cómo Rey D. Alonso y el Rey D. Fernando,
el
ninguna de ello. Los venecianos, aun no con-
su enviaron á demandar socorro al Rey
hijo,
tentos de lo hecho, procuraron quitar todos
de España, y de cómo lo envió muy cum-
los agravios que los franceses hacían, pues
plido.
no á otro efecto se había hecho aquella liga y
congregación de aquellos Príncipes. Y fueron Ya se dijo arriba de cómo el Rey D. Fer-
todos con toda la misma gente que había que- nando se partió de Iscla la vía de Sicilia para
dado de la del Tarro á cercar una villa del Du- entender con el Rey D. Alonso su padre lo
que de Milán que la tenían ocupada los fran- que convenia á la restitución del reino de
ceses, y asimismo el Duque allegó mucha más Ñapóles. Pues dice agora la crónica que vien-
gente, en que puso sobre Novara, que así se do ambos los Reyes la poca fuerza que por
30 CRÓNICA GENERAL
su parte tenían para tornar á cobrar el reino un ejército de dos mil infantes y trescientos

de Ñapóles, que enviaron sus embajadores al caballos ligeros, en el cual dio cargo de capi-
Rey D. Fernando de España, en que le hicie- tán general á Gonzalo Fernández de Aguilar,
ron saber el estado en que el reino de Ñapó- natural de Córdoba, descendiente de la casa
lesestaba y de cómo ambos á dos estaban de Aguilar, caballero de mucha virtud y for-
en Sicilia retraídos esperando su ayuda y taleza, al cual por su muy crecida virtud y
favor contra el Rey Cario octavo de Francia, bondad mereció dársele nombre de Gran Ca-
que no á otro efecto había pasado en Italia pitán. Después que este Capitán hubo llega-
con muy grande ejército, sino por les tomar do toda la gente que había de llevar, se par-
el reino y echarlos del como lo había hecho, tió de España tomando la vía de Sicilia. Y lle-

no mirando lo que entre el Rey de Francia y gando en aquella isla fué sabidor de cómo el
el Rey de España había sido asentado antes Rey D. Alonso, padre del Rey D. Fernando, Rey
que en Itaüa pasase. Antes con muy gran de Ñapóles, era pocos días antes que llegase
menosprecio siendo requerido por sus Emba- á Sicilia fallecido y que el Rey D. Fernando no
jadores de los Reyes de España, no teniendo estaba en Sicilia porque después de la muerte
en nada sus requerimientos, vino á Ñapóles del padre se había pasado en Calabria, y que
tomando primero la ciudad de Capua y estaba en uno de aquellos lugares que le ha-
Aversa. Por lo cual le suplicaban que pues bían quedado en el reino de Ñapóles que se
á él, que era de la casa de Aragón, tocaba la decía Regióles para esperar desde allí el so-
defensión del reino de Ñapóles tanto como á corro de los Serenísimos Reyes Católicos de
el que lo poseía, siendo como era de la fami- España. Murió el Rey don Alonso en aquel
lia y linage de los Reyes de Aragón tanto mismo año que dejó el reino, aun no cumpli-
tiempo poseído con tan justo y verdadero tí- do, y lo que después de esto sucedió, abajo
tulo como era notorio tener, tuviese por bien en la prosecución de la historia se contará.
ayudarles con gente para que con su favor
fuese quitado el agravio de tan injusto des- CAPÍTULO XXIIII
pojo y su hijo el Rey D. Fernando, á quien
De cómo Gran Capitán pasó en Calabria y
el
había dejado el reino cuando él se retrajo á
tomó unavilla que estaba por Francia que
Sicilia, fuese restituido en su prístino estado
decían Regio, y de lo que el Rey D. Fernando
y señorío. Con aquesta embajada, que dicho hizo viniendo á las manos con monsiur de
ha la historia, llegaron los Embajadores del Aubegni junto á Semenara.
Rey de Ñapóles á Castilla adonde el Rey
D. Fernando estaba, al cual propusieron su Después que la gente del Gran Capitán
embajada conforme como de sus Reyes y se- D. Gonzalo Fernández de Aguilar hubo re-
ñores venían instructos, y de esta manera, frescado algunos días en Sicilia del trabajo
siendo oída por los Reyes Católicos la emba- de la mar, determinóse que pues el Rey don
jada del Rey D. Alonso y del Rey de Ñapóles, Alonso era muerto y que el Rey D. Fernando
movidos de la una parte á compasión que de Rey de Ñapóles estaba en Regióles, uno de
los desterrados Reyes hubieron y de la otra los lugares que le habían quedado, que eran,
considerando la obligación que de favorecer según dicho es. Regióles, Turpia y Lomancia,
su sangre tenían, por ser asimismo el here- que con mucha diligencia partiesen de Sici-
dero de Aragón, su hijo el Rey D. Juan de pues el intento principal había sido por
lia,

Aragón, á quien pertenecía el reino de Ñapó- cobrar el reino de Ñapóles, á lo cual era ve-
les, no habiendo heredero en él que de dere- nido, y restituirle al Rey D. Fernando Rey de
cho le perteneciese, y por esta razón y por Ñapóles, derecho heredero de aquel reino.
ver el menosprecio que de su corona el Rey Con esta determinación el Capitán D. Gonza-
de Francia había hecho, siendo por su Emba- lo Fernández de Aguilar mandó embarcar en
jador requerido, como dicho es, determinó de las galeras que habían traído de España, á
tomar aquel hecho por suyo propio. De cuya las cuales proveyó de todo lo necesario para
causa el Rey D. Fernando de Castilla y de aquel hecho que entre manos tenía. Y con
Aragón mandó hacer muy buena gente para esto se partieron de Mecina y se fueron la
ir contra el reino de Ñapóles y restituirle á vía de la Calabria, provincia que está no muy
sus debidos Reyes y señores. Y así se hizo lejos de Sicilia, y llegaron á desembarcar
DEL GRAN CAPITÁN 31

sobre una villa que se tenía por Francia que D. Fernando todas las villas y castillos que
se dice Regio. Esta villa está á la costa de en el camino hallaba que estaban por Francia;
Calabria en frontera de quiero decir
Sicilia, y como allegó á Regióles fué recibido del Rey
del faro de Mecina, y como llegaron en aquel D. Fernando como convenía á persona que
el Capitán D. Gonzalo Fernández
lugar luego en tanta necesidad como él estaba le había
de Córdoba hizo saltar en tierra con mucha venido á ayudar. En esto el Rey D. Fernando,
presteza toda su gente, y como aquella cosa que ya con el favor no tenía en nada sus ene-
fuese la primera que hacían en aquel hecho, migos, dejando al Gran Capitán en Regióles

pugnaban cada cual con grande honra ó


salir con toda gente que allí tenía, se fué á apo-
la

del todo perder las vidas en la demanda, y sentar á unas caserías que estaban junto á
con esto el Capitán D. Gonzalo Fernández de Seminara, deseoso de venir á manos con los
Córdoba ordenó su gente para darla batería, franceses que estaban en aquella villa. Mon-
lacual se batió con muy mucha fortaleza, y siur de Aubegni, gobernador de la Calabria,

después de metidos en armas toda la gente, como vido que los españoles ya se habían
se dio la batalla, en la cual claramente se metido en aquella provincia mucho á su salvo
puede conocer haber los españoles aquel y el daño que en su gente habían hecho en la
día peleado no con ánimo de soldados nove- presa de Regio y de cómo muchos lugares y
les, mas con destreza desigual y con corazo- castillos otros forzados de este temor res-
nes etóreos, por razón que de la primera ba- pondían á la parte del Rey D. Fernando de
talla que se dio tomaron la villa, la cual es Ñapóles, determinó de juntar toda su gente
bien fuerte y había dentro mucha y muy bue- juntamente con la de muchos varones y Prín-
na gente francesa y de la villa. Mucho daño cipes de aquella provincia que tenían la voz
recibió en aquel día la gente española y mu- y parcialidad de Francia, allende de muchos
cho mayor los franceses y gente de la villa, villanos rústicos, que por ser toda la más
por razón que todos los más fueron muertos, parte de aquella provincia parcial de Francia
heridos y presos. Finalmente, después de ha- y gente en sí movible y codiciosos de cosas
ber tomado aquella villa y puesto debajo de nuevas, se habían juntado con él. Y puso en
la corona del Rey D. Fernando de Ñapóles, el campo bien cuatro mil hombres de guerra,
Gran Capitán D. Gonzalo Fernández de Cór- esperando lo que haría el Rey D. Fernando.
doba dejó parte de su gente en guarnición Y acaeció que un día corriendo algunos ca-
de aquella villa y con toda la demás se fué la ballos ligeros de los del Rey D. Fernando á
vía de Semenara, que es una buena villa Seminara, adonde monsiur de Aubegni estaba
adonde á la sazón estaba monsiur de Au- aposentado con gente suya, é sintiendo los
begni, gobernador de la provincia de Cala- franceses la gente, lo hicieron saber á monsiur
bria por el Rey de Francia. El Rey D. Fernan- de Aubegni, el cual luego con mucha pres-
do, que estaba, según dicho es, en Regióles, y teza con toda la gente de pie y de caballo
supo el buen socorro que del Rey de España que pudo recoger se fué muy secretamente
le había llegado, desechó de sí todo temor hacia aquellos casares adonde
el Rey D. Fer-

y duda que de tomar el reino de Ñapóles nando estaba aposentado con toda su gente;
tenía, en especial sabiendo el muy buen prin- el cual como fué avisado por sus centinelas
cipio que había hecho con la presa de Regio, que monsiur de Aubegni con su gente venía
que era una de las principales villas de aque- aderezado de guerra contra él, metió su gen-
lla costa. En esto el Gran Capitán Gonzalo te en armas y salióle al encuentro junto á
Fernández, que mucho deseo tenía de mos- aquellas caserías, los cuales como se vieron
trarse en los principios para dar buena espe- corrieron los unos contra los otros con muy
ranza de sí en los fines, dejando, según dicho gran ligereza y muy denodadamente; pero
es, la villa de Regio á buen recaudo de como los franceses eran muchos y todos muy
gente y de otras provisiones de guerra, de- buena gente, mezcláronse entre la gente del
terminó, primero que otra cosa hiciese, de se Rey D. Fernando, haciendo tanto de sus per-
ver con el Rey D. Fernando para saber más sonas que sin ser resistidos se iban tras la
por entero lo que era su voluntad, y dejando gente del Rey D. Fernando llevándolos delante
de ir el camino de Seminara se fué á Regió- como ovejas ante el lobo, especialmente la gen-
les, metiendo debajo de la corona real del Rey te de caballo siciliana, la cual viendo la gente
32 CRÓNICA GENERAL
de armas francesa venir contra ellos, sin mos- tierra aparejada para sostener de invierno
trar contradicción alguna, volvieron las es- mucha gente en se salió y fuese con todo
ella,

paldas, por lo cual toda la otra gente asi- su ejército á tener el invierno en un lugar que
mismo se metió en rota, si no fueron los tres- dicen Castro Villar, adonde estuvo hasta tanto
cientos caballeros españoles y alguna poca que fué necesario partirse de allí como abajo
gente de infantería española, que serían hasta se dirá. En este tiempo el Rey D. Fernando
quinientos hombres, que juntándose con el estando en Sicilia muy penado de aquel caso
Rey D. Fernando afrontaron la gente de ar- tan contrario como le había sucedido y no
mas francesa, y los quinientos infantes se menos solícito en aquello que más le cumplía,
afrontaron con los suizos franceses, que eran que era cobrar el reino que había perdido,
muchos; adonde los españoles hicieron tanto, acaeció que los napolitanos, no les pareciendo
que sin tornar el pie atrás con mucha honra bien sufrir aquel yugo tan pesado de france-
suya peleando muy animosamente contra los ses que cada un día recibían mil agravios de
enemigos, que muy desiguales eran en núme- ellos, y acordándose de la humana conversa-

ro, murieron casi los quinientos infantes; y ción de su Rey y señor y de lo mal que lo ha-
por otra parte el Rey D. Fernando con los bían hecho en no le querer recibir en la ciudad
trescientos caballeros ligeros hizo tanto de cuando se tornó de Aversa, según que la cró-
su persona contra la gente de armas, que le nica lo ha contado, determinaron que muy
mataron dos caballos antes que desesperase secretamente le avisasen en cómo ellos esta-
de su salud. Finalmente, hallándose á pie pe- ban con voluntad de le recibir en la ciudad, y
leando muy animosamente, mostrando bien que así por esta razón, como porque sabían
en aquel estrecho en que estaba la gran for- que el reino de Ñapóles le pertenecía de de-
taleza de su corazón, y viendo del todo per- recho más que á otro alguno que lo deman-
dida su gente y el poco remedio que había de dase, le hacían saber que viniendo con mucho
resistir á los franceses por ser muchos, ca- secreto sin ser sentido por monsiur de Mom-
balgó en un caballo que le dio un su criado, pensier, teniente del Rey de Francia, ni de los
que á la sazón le había la fortuna por allí franceses que estaban dentro, ellos le abrirían
guiado. Partióse de aquel peligro y fuese á laspuertas y alzarían sus banderas por los
Regióles adonde había quedado el Gran Ca- muros de la ciudad, avi-sándole asimismo fue-
pitán, y toda la gente que se escapó se fué á se muy presta su venida, antes que aquel
Regio, adonde estuvieron hasta tanto que el concierto viniese á oídos de los franceses.
Gran Capitán los hizo recoger en Regióles y Con esta embajada se partieron de Ñapóles
repararlos de armas y de todo lo necesario. los Embajadores de los napolitanos, los cua-
Y el Rey D. Fernando, con gran desespera- lesallegando á Sicilia le hicieron saber al Rey
ción que de aquel desbarato hubo, se par- D. Fernando el intento de su venida. Vista la
tió á Sicilia para traer de allá más gente, de- embajada, no poco alegre fué el Rey D. Fer-
jando encargado al Gran Capitán todo aquel nando, viendo de aquella manera muy más
hecho, el cual después de pasado el Rey don breve y fácil su restitución en el reino de Ña-
Fernando á Sicilia hizo muy señaladas cosas, póles que no pensaba él; porque de su parte
según que en el proceso de esta crónica más no dejase de haber efecto aquella embajada,
largamente se dirá. luego con mucha diUgencia y no menos secre-
to hizo aderezar su gente, y embarcándose
CAPÍTULO XXV en las galeras que tenía en el puerto de Me-
cina se fué la vía de Ñapóles. En este medio
Cómo Capitán Gonzalo Fernández se fué á
el
los napolitanos avisaron por otra parte á los
invernar con su gente á Castro Villar, y de
de Capua y Aversa, los cuales asimismo esta-
cómo los de Ñapóles tornaron á recibir al
ban de aquella voluntad y holgaron de la ve-
Rey D Fernando.
nida del Rey D. Fernando. Y todos de un áni-
Como fueron, según dicho es, vencidos y mo y voluntad estaban aparejados de reci-
rotos los aragoneses junto á Ibs casares de birle.Ya en este tiempo, por la buena diUgen-
Seminara, el capitán Gonzalo Fernández, de- ciaque el Rey D. Fernando se había dado, llegó
jando á Regióles bien proveída de gente y una noche á Ñapóles, y haciéndolo saber á los
otra munición de guerra, no siendo aquella napolitanos, con mucho secreto le salieron é
3

DEL GRAN CAPITÁN 33

fecibir con mucho placer y alegría y confor- la villade Castro Villar, luego á la punta del
midad de todos, le metieron en la ciudad y verano aderezó su gente para salir de aquel
llevaron á su aposento. Luego se comenzó á lugar contra Seminara, adonde monsiur de
alborotar la ciudad por razón que los napoli- Aubegni tenía recogida toda su gente; el cual
tanos alzaron las banderas del Rey D. Fernan- como fuese deseoso de honra y considerando
do por los muros, y los franceses sintiendo la que no holgando, mas con trabajo se ganaba,
cosa todos juntamente con el gobernador se en especial los que se ejercitaban en aquel
retrujeron á los castillos de la ciudad por se menester de la guerra, y viendo asimismo que

sostener en ellos entre tanto que lo hacían aquello era lo primero que le había sido co-
saber á monsiur de Aubegni que estaba en metido por sus Reyes y que en aquello había
Calabria, que les enviase socorro. Estando, de mostrarse para que le fuesen cometidos
pues, el Rey D. Fernando apoderado en la otros mayores cargos, procuró con mucha di-
ciudad, aunque no en los castillos, los de la ligencia de dar buen fín en todo lo comenzado,
ciudad de Capua y los de la ciudad de Aver- y con este presupuesto, con mucha diligencia
sa luego alzaron las banderas del Rey don y orden que en su gente puso, salió de Cas-
Fernando por los muros y echaron de ellas á tro Villar y enderezó su camino la vía de Se-
sus gobernadores, é hicieron mucho daño en minara; y como allegase sobre ella, toda la
todos los franceses que dentro estaban en gente francesa que muy sobre el aviso estaba
guarnición de estas ciudades, y todos mostra- se pusieron á la defensa de la villa. El Gran
ban mucho placer por la nueva asumpción del Capitán, que poco temía á la fuerza de los
reino de Ñapóles por el Rey D. Fernando, ha- franceses, que ya los había probado en otros
biendo ya gustado el duro imperio de france- lugares que había tomado, con mucha osadía
ses, estando como estaban usados á libertad, hizo llegar todos los ingenios y artillería que
y asimismo por razón que todos amaban mu- traía, y mandó batir la villa con mucha forta-
cho al Rey D. Fernando por ser uno de los leza, y después de bien batida, cuando le pa-
más afables y humanos señores que nunca reció ser tiempo, metió su gente en armas y
trataron. En este tiempo un capitán de arma- con muy buen concierto allegándose al muro
da veneciano, que se decía por nombre Anto- se comenzó la batalla, que fué muy reñida por
nio Grimano, por razón de la liga que entre razón que aquella villa era muy buena y era
ellos y los Reyes de España en favor del Rey fuerte y estaba en ella mucha gente francesa
D. Fernando había, se movió con su armada muy escogida, por lo cual era de ellos defen-
de Venecia y fué sobre una tierra que llaman dida con mucha fortaleza; pero al fin dado
Manopoli, en la costa de la provincia de Pulla, caso que los españoles recibiesen harto daño
la cual combatió muy fuertemente hasta tanto de aquel combate, los franceses lo recibieron
que con mucho daño de los franceses que es- muy mayor, por razón que no pudiendo más
'taban en la villa y de los vecinos de ella la resistir las fuerzas de los españoles, desam-
tomó y la puso casi por el suelo. Y de allí pasó pararon el muro y cada cual se procuraba de-
adelante y fué sobre otra villa que dicen Pulí- fender, y viéndose tan apremiados se van la
grano, que asimismo estaba por Francia, y la vía de Terranova, y así fué que los que se pu-
tomó, dejándola tan mal parada como la otra dieron escapar de las manos de los españoles
villade Manopoli, y de esta manera tomó se fueron á guarecer á aquella villa que esta-
otros lugares de aquella costa que se tenían ba no muy lejos de Seminara. Los españoles,
por el Rey de Francia, reduciéndolos todos después de haber saqueado aquella villa, si-
debajo de la corona del Rey D. Fernando. guieron la otra gente que dicho habemos
hasta las puertas de Terranova, adonde el
CAPÍTULO XXVI Gran Capitán mandó traer el artillería y ba-
De tióla muy fuertemente; pero como los enemi-
lo que hizo
el Capitán Gonzalo Fernández

de Córdoba en la provincia de Calabria, y gos fuesen ya de vencida, con poca fuerza se


del socorro que vino á Ñapóles en ayuda de
dieron juntamente con la villa, en la cual se
hizo lo mismo que en Seminara. Después de
los castillos y de lo que acaesció.
esto el Gran Capitán, que no cansaba de ex-
Después que hubo pasado aquel invierno, tender su nombre y fama, procuraba de llevar
el cual según dicho es tuvo el Gran Capitán en siempre los enemigos delante y no les dar
Crónicas del Gran Capitán.—
34 CRÓNICA GENERAL
lugar para hacer cosa ninguna de defensa que Capitán por razón que las cosas de la Cala-
por obra quisiesen poner, de cuya causa des- bria las tenía á la sazón en muy buenos tér-
pués de haber tomado de Terranova
la villa minos, y temíase que si él se fuese que todas
llegó su gente contra otro lugar que llaman las tierras que había ganado se le tornarían
Isquilaco, que asimismo estaba por Francia, el á levantar por Francia, y por esta razón, como
cual tomó por fuerza como hizo todos los tenía de costumbre, quiso tomar el parecer
otros. Después fué sobre Crotón, otra villa de los capitanes y gente principal de su ejér-
que está á la costa del mar Jonio, junto á Ta- cito,á los cuales les hizo saber lo que el Rey
ranto, y tomóla con otros muy muchos luga- don Fernando le había enviado á decir, rogán-
res y fuerzas del Calabrés, Asi que en muy doles dijesen en aquel caso lo que á ellos les
poco tiempo, por su muy buen ingenio y sa- parecía que debía hacer, teniendo delante
gacidad, repartiendo de las sobras de su muy aquello que más fuese servicio de sus Reyes
crecido corazón y esfuerzo por su gente, puso y señores y más cumpliese á la restitución
casi todo el Calabrés debajo de la corona del del Rey D. Fernando en el reino de Ñapóles.
serenísimo Rey D. Fernando, si no fué la ciu- Muchos pareceres y opiniones diversas hubo
dad de Taranto, la cual trató de tomar, pero entre ellos, por razón que los unos decían no
como fuese tierra grande y fuerte y tuviese ser cosa justa ni razonable dejar de acabar
mucha y muy buena gente en toda su defensa, aquello que tenían comenzado, quedando su
aprovechó muy poco de aquella vez quererla trabajo del todo sin fruto por el levanta-
tomar estando las cosas de la provincia de la miento que de todas las tierras ganadis se es-
Calabria en este estado que ha dicho la his- peraba partiéndose la gente de aquella provin-
toria. El Rey D. Fernando, que ya había sido cia. A otros les parecía, siguiendo la opinión
metido en Ñapóles, y viendo la poca gente del Gran Capitán, que debían de ir á socorrer
que tenía y la mucha que había menester por al Rey D. Fernando, pues no á otro efecto

razón del socorro que cada día esperaban los habían pasado en Italia sino á éste. Lo que
franceses de los castillos, considerando que si más les atraía á querer seguir aquel parecer
aquella ciudad perdía otra vez, que ya era del era considerar que bien le había sucedido al
todo perdido el reino de Ñapóles, dado caso Rey D. Fernando en haber ganado en gracia
que se le hiciese grave romper los principios la ciudad de Ñapóles, la cual no sin mucho

que el Gran Capitán llevaba tan prósperos en el trabajo podía tener á su poder, y que pues
Calabrés; pero por otra parte pensó que si se aquello era lo principal, no debían de hacer
perdía la cabeza, que era la ciudad de Ñapó- caso de demás, pues veían claramente que
lo
les, por el mismo caso perdería el reino, prin- todas las lugares del reino de Ñapóles
villas y
cipalmente siendo tanto menester su ayuda no hatían más de aquello que veían hacer á
en aquel caso. Finalmente, todas las cosas su cabeza, y con esto este último parecer
bien miradas por el Rey D. Fernando, pare- como por mejor se tuvo y aprobó. Y así de-
cióle que debía enviar á llamar al Gran Capi- jando el Gran Capitán todas las tierras ga-
tán para que con toda su gente le viniese á nadas debajo del mejor seguro que pudo, to-
favorecer en aquel caso en que estaba, y en- mando pleitos homenajes á los gobernadores
vióle su Embajador, que decían micer Bernar- de ellas de no hacer ni cometer aleve ni trai-
do Calabrés, hombre de mucha estima, virtud ción, y las temían y manternían en nombre y
é ingenio, y quien había tenido el mismo oficio voz del Rey D. Fernando de Ñapóles, él se
de Embajador con el Rey D. Alonso, su padre, partió á muy gran priesa de aquella provincia
rogándole que visto lo que por su Embajador de Calabria y se fué con su gente la vía de
le sería dicho, viendo la legítima razón y cau- Ñapóles, como por el Rey D. Fernando le ha-
sa que tenía de demandarle favor, sin más di- bía sido rogado. Ya en este tiempo los fran-
ferirsu voluntad y venida, dejando lo mejor ceses que estaban en la provincia de Puglia,
que pudiese proveído lo de aquella provincia, y los demás que estaban divididos por todas
se viniese á Ñapóles con toda su gente; por- las partes del reino, siendo avisados en cómo
que de otra manera él tenía muy grande temor la ciudad de Ñapóles estaba ya por el Rey

de perder todo el reino perdiendo la ciudad don Fernando, y de cómo los suyos estaban
de Ñapóles, y que con su venida se podría retraídos en los castillos esperando favor y
todo restaurar. Mucho pesó de esto al Gran ayuda, todos se juntaron con gran diligencia
DEL GRAN CAPITÁN 35

para los socorrer, y ansí con este prosupues- fuera un poco de la ciudad, porque allí espe-
to marchaban la vía de Ñapóles esperando de rasen el campo de monsiur de Aubegni, que ya
tornar á tomar por fuerza la ciudad, ó á lo era partido de la Calabria en ayuda de los cas-
menos por otra cualquiera buena manera ó tillos; y lo que después sucedió abajo se dirá.
mala que pudiesen, á lo cual les daba ánimo
pensar que tenían en Ñapóles mucha parte
CAPÍTULO XXVII
de los principales que los favorecían. Pero el
Rey D. Fernando, que siempre entendía en mi- Del espanto que metió en Italia una prodigio-
rar todo aquello que le podía dañar, no se ha- sa piedra que cayó en los términos de Sena,
llando bien seguro en Ñapóles por aquella y de lo que hizo el Gran Capitán, llevando
razón, procuró de quitar aquellos inconvenien- su camino derecho á Ñapóles.
tes que mucho le estorbaban su propósito de
alimpiar la ciudad de toda aquella cizaña que Todas cometas y prodigiosas influencias,
había en por razón de la discordia de los
ella, asíde las cosas superiores como de las de
unos y de los otros. Y con este acuerdo, sien- acá inferiores, traen espanto en las gentes, no
do avisado de aquellos nobles que estaban se sabiendo el fin determinado de las seme-
en la ciudad por Francia, de los cuales se po- jantes cosas, en especial acaeciendo en tiem-
día temer cualquiera traición ó engaño de que pos que verisímilmente se debe creer que la
gran perjuicio se le podía recrecer, determinó Majestad Divina está descontenta de nues-
de poner luego el remedio que más le cum- tras obras. Pero como sea Nuestro Señor ser-
plía, y con esto echó fuera de la ciudad todos vido y más amigo de perdonar que no de con-
los ciudadanos principales y nobles que, se- denar, envíanos mensajeros para que por
gún dicho es, le eran contrarios y que tenían ellos nos enmendemos, apartándonos de lo
y seguían la parte francesa; á unos desterró comenzado ó del todo seamos confundidos no
perpetuamente del reino, y á otros, según las le siendo obedientes. Esto se muestra por el

aficiones é inclinaciones que tenían, los des- asna de Balan, animal mudo que habló siendo
terró por tiempo que fuese su voluntad; y
el castigada del profeta, según se lee en el Tes-
de esta manera dejó la ciudad el Rey D. Fer- tamento Viejo, contra el cual Dios estaba ai-
nando limpia de todos aquellos que le habían rado. Esto se muestra asimismo en la muerte
sido y eran contrarios de su Corona. En esto de Julio César, dictador de Roma, de aquellas
ya los franceses que venían en ayuda de los dos aves que en el Capitolio hizo la una á la
castillos allegaron á Ñapóles y asentaron sus otra pedazos. De esta manera ha acaecido en
reales fuera de la ciudad, junto á una iglesia estos tiempos ver cometas en el cielo de ex-
que dicen la Magdalena, adonde estuvieron traña grandeza; ver asimismo prodigios y
muchos días peleando con los de la ciudad cer- monstruosos nacimientos de criaturas de dos
ca de los jardines del Rey; pero en todos sus cabezas, de cuatro manos y pies y de otras
acometimientos fueron tan bien recibidos de maravillosas maneras, lo cual sin duda no
los de la ciudad, que cada vez se tornaban á viene sin falta de misterios divinos, los cua-
sus estancias con pérdida de su gente sin que les nuestro rudo ingenio no puede alcanzar.
pudiesen sacar ningún fruto de su trabajo. Así en este tiempo, á cinco días del mes de
Bien es verdad que los que estaban en los Febrero, año del Señor de mil y cuatrocientos
castillos por la parte de dentro hacían algún y noventa y seis años, estando, según tiene la
daño con el artillería, pero no era tanto que crónica, toda Italia llena de guerras y mortan-
por él dejasen los de la ciudad de se defender dades, todos los Príncipes divididos en partes
de los de fuera con mucho ánimo y fortaleza. unos contra otros, finalmente, no habiendo
Finalmente, después de haber estado los fran- lugar que no hubiese en él guerras y sedicio-
ceses muchos días sobre la ciudad, y viendo nes, entre la ciudad de Cesena, en un lugar que
la poca ayuda que tenían de los de dentro de dicen Bertonorio, del cual habemos en esta
los castillos, de lo cual era causa la buena crónica hecho mención, cayeron tres piedras
guarda que el Rey tenía puesta en todos ellos de gran cantidad, de color tostado; cayeron á
por que no dejasen salir gente de ellos en fa- las treshoras del día; algunos dijeron no ha.
vor de los franceses de fuera, determinaron ber sido más de una, mas que con el grande
de alzar su real de aquel lugar y se retraer más ímpetu que de caída tan alta traía se hizo tres
36 CRÓNICA GENERAL
pedazos. Como quiera que fuese, fué cosa de del Gran Capitán ponían, no acostumbrados
grande admiración y de mayor espanto que á sentir tan duras fuerzas como las de espa-
en Italia puso, estando, según dicho es, las co- ñoles, y viendo que en el último combate las
sas de aquella tierra tan levantadas y metidas fuerzas de ellos doblaban y que de todo el
en toda confusión, lo cual se dejará para los trabajo de aquel día no se les había disminuido
juicios de los astronómicos que de los tiem- un punto, acordaron no esperar otro comba-
pos y sucesiones tienen algún conocimiento. te, y no pudiendo ya sufrir á los de fuera, se

Pues tornando á la crónica, el Gran Capitán, dieron juntamente con la ciudad, no de volun-
que determinado estaba de obedecer en el tad, pero de fuerza, porque desamparando el
mandamiento del Rey D. Fernando, el cual muro cada uno se retraía á aquel lugar do
era que en todo caso le socorriese, luego se mejor pudiese guardar su vida de aquel pre-
movió con su ejército la vía de Ñapóles, y sente peUgro. Y los españoles viendo desocu-
verdaderamente no pensó en se detener tanto pados los muros de la ciudad se metieron
en el camino como las cosas que le sucedie- dentro, donde hicieron mucho daño en todo lo
ron le estorbaron su viaje, por razón que que pudieron. Finalmente, después de tomada
allende que él se detuviese en la conquista de la ciudad de Cosencio, el Gran Capitán dejó

la ciudad de Cosencio algunos días, muchos en ella alguna gente de la suya en guarnición,
fueron los inconvenientes de enemigos que al por razón que no quedase del todo desnuda
marchar de su gente le recrecieron, como de españoles, á quien ellos más temían, y con
abajo se dirá, y también como hubiese de pa- toda la demás se salió de Cosencio y fué á
sar muchas tierras de los enemigos, no le de- Castro Villar, adonde dejó otra parte de su
jaban paso tan libre y desembargado como
el gente en guarnición, porque pensó que ya que
él quisiera.Pero como en todas las cosas el él se partía de aquella provincia, viendo los

Gran Capitán fuese de gran prudencia y sa- moradores de ella quedar alguna gente de
ber, no se le ponía delante el peligro que lue- guarnición en los lugares, no se atreverían así
go no hallase el remedio para le quitar, y de livianamente á se levantar contra el Rey don
esta manera determinado á cumplir su viaje, Fernando, á quien por fuerza habían confesado
que muy necesario era, sin perder tiempo por su Rey y señor. El Gran Capitán, que no
entendió en apartarse y desembarazar la tie- el número de la gente le causaba vencer sus

rra de aquellos inconvenientes, y de antes enemigos, sino la virtud y fortaleza suya, con
llevar los enemigos delante que no dejallos aquella poca gente que le quedó, que era toda
atrás. Bien es verdad que del ejército francés muy escogida, se partió de Castro Villar, con
no temían, por razón que ya iba adelante, mar- voluntad de no se detener más en el camino
chando la vía de Ñapóles en ayuda del otro en conquista de alguna tierra, y marchando
ejército y de los castillos, con el cual iba mon- con su ejército la vía de Ñapóles, como el
siur de Aubegni, pero temíanse de la gente de Gran Capitán fuese varón de mucha pruden-
las villas que se apellidaban unas á otras y cia y ardid, en especial en el oficio de la gue-
hacían junta de sí para ir contra él, que aun- rra, miraba bien todas las cosas que le po-
que buena fuese la gente que traía, era poca. dían dañar é impedir su camino, por lo cual
Pero como él fuese de gran corazón, quiso de llevando siempre sus espías delante y repo-
camino dejar señalado el rastro de sus pisa- sando de noche debajo de la guarda de sus
das, Y con esta voluntad se vino por los tér- centinelas, fué avisado cómo de una tierra que
minos de Oosencio, adonde muchas villas y se decía Murano y de otras de aquella comar-
lugares junto con la misma ciudad estaban ca habían salido gran copia de gente rústica
por Francia. En aquellos lugares que eran de la gente de las villas y lugares de aquella
de poco momento no se detenían, por razón comarca, y que los habían tomado un paso
que sin mucha fuerza se le dieron, los cuales por donde necesariamente habían de pasar
puestos debajo de la corona real del Rey don para salteallos en el camino y aprovecharse
Fernando pasó adelante á la ciudad de Co- de la gente del ejército que bien segura de
sencio, sobre la cual puso su campo, y tanto este engaño estaba éiría mal apercibida y sin
hizo en la expugnación de ella, que le dio tres ninguna orden. En este aviso el Gran Capitán,
combates en un día, por lo cual viendo los de como hombre de muy prudente consejo, puso
dentro la gran priesa que en pelear la gente I el remedio que más convenía en aquel caso. Y

é
DEL GRAN CAPITÁN 37

como la gente de aquella villa de


fué así que aventuraba las honras y fama, las cuales des-
Murano y de otros lugares comarcanos hu- pués del ánima á todo se habían de antepo-
biesen salido para aquel hecho, quedaron la ner, como verdaderamente en aquel caso las
villay los lugares muy solos y desnudos de posponían, dejando su comenzado propósito
gente. Y por esta razón, considerado esto por sin fruto ninguno, mayormente volviendo las
el Gran Capitán, dejó el camino derecho que espaldas á los peligros que se les mostraban,
llevaba y muy
secretamente, encerrándose por los cuales eran premio de sus honras, y que
caminos y senderos muy extraordinarios por- muy grande vergüenza les sería no hacer su
que no fuesen vistos ni sentidos, se fueron á deber, mayormente no habiendo causa legiti-
meter dentro de aquella villa que se dice Mu- ma ni aun colorada por donde dejasen de se-
rano, la cual, según dicho es, estaba sin gen- guir su camino y designio, no teniendo tan cier-
te, y con mucha facilidad la tomaron. Adonde ta la perdición como algunos pusilánimes pu-
estuvo el Gran Capitán algunos días, aunque blicaban. Y dado caso que viniesen á las manos
pocos. Después de esto, como algunos hom- con los franceses, tenían la victoria de su par-
bres de aquella villa se saliesen con temor de te, y por esta razón, no movidos por el deseo

la venida de los españoles, fuéronse á aquel de ser ayudados y favorecidos de su Rey, tan-
lugar do la gente estaba aparejada para sal- to como por proveer en aquello que podría
tear el ejército del Gran Capitán y avisáron- causarles muy grande menoscabo á sus hon-
los cómo los españoles habían tomado la villa ras, les animaba diciéndoles que para salve-
de Murano y otros lugares y del daño que en dad de todo ello era su parecer (desechado
aquella villa habían hecho. En esto el Gran todo temor) llegasen al fin su designio, el cual
Capitán, muy solícito en todas sus cosas, no tenía por muy cierto acabarían y muy á su
dejaba cada hora de revolver en su corazón honra, considerando que á la muchedumbre
lo que en un camino tan peligroso y lleno de de los enemigos flacos é inhábiles se satisfa-
enemigos debía hacer. Porque consideraba ría con la fortaleza de los pocos animosos y
que dado caso que de aquella gente rústica se valientes y experimentados que allí tenían.
líbrase, de la cual bien pensó ser libre con Muy bien pareció al Gran Capitán este con-
aquel trato doble que les hizo; pero lo que sejo de micer Bernardo Brucio, Embajador, el
más le ponía duda de acabar aquel viaje era cual por ser en sí muy bueno y dado por per-

que le habían dicho cómo el campo de mon- sona tan experimentada en la guerra y de
siur de Aubegni estaba en una ciudad que lla- tanto crédito fué de todos aprobado y ejecu-
man Laurino, y temíase, según la poca gente tado. Y así luego el Gran Capitán partió de
que tenía, poder pasar sin venir á las manos Murano, dejando aquella villa debajo de la
con los franceses, que según eran muchos du- corona del Rey D. Fernando de Ñapóles, y
daba la victoria de su parte, y asimismo pen- muy amigo de los vecinos de ella mandó mar-
só algunao veces de tornar á su conquista de char su ejército por los caminos más escondi-
la provincia de Calabria, aunque esto halla- dos que le pareció ser más convenientes para
ba serle mayor vergüenza, lo uno porque no apartarse de venir á las manos con el enemi-
cumplía el mandamiento del Rey D. Fernando go, el cual muy cerca de donde había de pa-
su señor, que había enviado á llamar, ha-
le sar estaba, lo cual no hizo tanto por temor
biéndolo él enviado á aquella empresa tan im- como por no se detener en su viaje, conside-
portante y escogido á él entre otros muy va- rando la necesidad que el Rey D. Fernando
lerosos. Lo segundo, volver atrás era mos- tenía y lo que obligado le estaba por su afa-
trar un ánimo menor del que él tenía é impor- ble conversación y grande magnificencia. Y
taba á su cargo, que era muy
ajeno de su con- como siempre el invicto Gran Capitán procu-
dición. Finalmente, estando en esta perpleji- rase la destrucción de sus enemigos y la fide-
dad, Embajador micer Bernardo Brucio, por
el Udad y próspero suceso y honra de sus seño-
otro nombre llamado el Calabrés (el cual así res y aliados, y no le estando bien llevar el
por su fideUdad como por ser de muy buen ejército de corrida y apriesa, que más daba
consejo fué del oído), le dijo cuan contrario demostración de huida que de retirarse, se-
fuese á la nación española retraerse de su gún su opinión, determinó lo más secreto que
propósito en aquello que una vez habían con- pudo emboscarse de día y de noche, llevando
cebido en el ánimo, especialmente donde se caminos inciertos y secretos como no fuese
38 CRÓNICA GENERAL
de las espías del enemigo sentido ni entendi- gloria, y así tanto por sustentación de vida
do y así dar sobre el campo de Aubegni, to- como por gloria de fama, nos conviene pe-
mándolo seguro y sin pensamiento que de lear.Agora se nos ofrece causa para dejar la
ellos tuviesen; los cuales estaban, como dicho bondad que heredamos á los que nos han de
es, en la ciudad de Laurino, que es entre las suceder, que malaventurados seríamos si por
provincias de Pulla y Abruzo, que es el dere- flaqueza en nosotros se acabase la honra de

cho camino de Ñapóles. Pues determinado nuestros progenitores. Así, señores, pelead
esto por el Gran Capitán, queriendo ponerlo que libréis de vergüenza nuestra nación y mi
en obra, llamó á todos los capitanes y seño- sangre. En esta jornada se acaba ó confirma
res principales que le seguían y otras perso- nuestra honra y la de nuestro Rey, que por
nas de quien tenía confianza, y á todos en ge- los más escogidos aquí nos ha enviado y
neral dicha su opinión y voluntad y cómo que- esta empresa cometido. Sepamos emplearnos
ría tentar la fortuna en el caso que les había bien y no avergonzarnos, que mayores ga-
propuesto antes que fuese á Ñapóles, trayén- lardones esperamos de la victoria que peli-
doles á la memoria la honra que ganaban si gro se nos puede ofrecer en la honesta
de aquella vez con un solo acometimiento ven- muerte. Esta vida penosa en que vivimos no
ciesen y desbaratasen al enemigo, de donde sé por qué la debamos mucho querer, pues
resultaban muchos provechos. Lo primero la es breve en los días y larga en los trabajos,
honra que para sí perpetuamente ganaban, la cual ni por temor se acrecienta ni por osar

siendo tan pocos en número aunque muchos se acerca, pues cuando nacimos se limita su
en fortaleza y viendo tan grande copia de fran- tiempo, por donde es excusado el miedo y
ceses. Lo segundo, que vencidos aquellos se debida la osadía. No nos pudo, oh caballeros
rendirían los que estaban en los castillos y y compañeros míos, nuestra fortuna poner
desmayarían los que estaban sobre Ñapóles, en mayor estado que en esperanza de honra-
pues no aguardaban sino li gente de monsiur da muerte ó victoria muy señalada como la
Aubegni para combatir la ciudad, como en espero y gloriosa fama, codicia de alabanza
verdad estaba en aventura de ser entrada se- y avaricia de honra, que cualquiera cosa de
gún la gente que el Rey D. Fernando tenía. estas acaba otros hechos mayores que el
Lo tercero, era ganar aquella ciudad de Lau- nuestro. No temamos las otras compañías
rino donde ellos estaban, que no poco pro- allegadas del francés, que en las grandes
vecho les sería. Asimismo les dijo y acordó la afrentas los menos pelean y á los simples
satisfacción de su trabajo que no sería menor espanta la multitud de los muchos y á los
de lo que su esfuerzo y corazón merecía. Y sabios esfuerza la virtud de los pocos. Gran-
asimismo les encomendó mirasen cómo en des aparejos tenemos para osar: la bondad
aquella jornada se acrecentaba ó menoscaba- nos obliga, la justicia que está de nuestra
ba el nombre de la nación española, no po- parte nos esfuerza, la necesidad de socorrer
niendo la fortaleza que en semejante trance este noble Rey y reino y el mandamiento
se requería para perpetua memoria de sus del nuestro nos apremia. No hay
cosa por
hazañas y loor de su nación y sucesores. Y que debamos temer y hay mil para que deba-
para esto les dijo estas palabras: mos osar. Todo lo que he dicho, oh caballe-
ros, era excusado para creceros fortaleza,

ORACIÓN DEL GRAN CAPITÁN A SU GENTE pues con ella nacisteis, mas quíselas hablar
porque en todo tiempo el corazón se debe
«Por cierto, caballeros, si como sois pocos ocupar en nobleza, en el hecho con las ma-
en número no fuésedes muchos en fortaleza, nos, en la soledad con los pensamientos y en
yo ternía alguna duda en nuestro hecho. Pero la compañía con la conversación buena, como

como sea más estimada la virtud que la mu- agora hacemos, y no menos porque recibo
chedumbre, visto ser vosotros tan pocos en igual gloria con la voluntad amorosa que
respecto del enemigo, antes tengo necesidad mostráis como con los hechos fuertes que
de ventura que de caballeros y soldados. Y hacéis».
con esta consideración, después de Dios, en Estas y otras muchas cosas dijo el Gran
solos vosotros tengo confianza, pues está Capitán á sus capitanes y caballeros, con las
puesta en nuestras manos nuestra salud y cuales siendo ellas de sí animosas y pronun-

4
DEL GRAN CAPITÁN 39

ciadas por un tan valeroso y acreditado ca- cuido y desarmados, y así infinitos de ellos
pitán y señor tan bien reputado, todos uná- pasaron por el filo de las espadas de
nimes con una muy alegre y aparejada vo- los españoles. Los franceses que en este
luntad se ofrecieron aparejados de seguirle. trance murieron fueron muchos, y muchos se
Y tomaron el camino de la ciudad de Lau-
así dieron á prisión, entre los cuales murió el
rino, marchando por los más secretos y ás- Conde Ameri, persona de mucha virtud y
peros apartamientos que se hallaban y los como valentísimo gue-
fortaleza, peleando
espías, que fidelísimos eran, los enseñaban. rrero y esforzado caballero en medio del
Finalmente, un día bien de mañana, que sería ejército español. Este antes que muriese en
una hora antes que amaneciese, llegó todo el confesión descubrió al Gran Capitán muchos
ejército á vista de ciudad de Laurino,
la secretos de los franceses, de los cuales no
adonde el francés, como dicho es, estaba poco provecho resultó al Gran Capitán en
aposentado, y metiendo el Gran Capitán Gon- aquel hecho, y después de esto, el Conde,
zalo Fernández su gente en orden, con con mucho arrepentimiento de sus pecados,
mucho sosiego y quietud llegó hasta dar en pesándole cómo había sido contrario al Rey
los enemigos, los cuales estaban muy segu- D. Fernando de Ñapóles, su derecho señor,
ros y descuidados del sobresalto que les dio el ánima á su Criador. De esta manera
vino,porque tenían por muy cierto el enemi- los españoles dejaron desocupada aquella
go estar muy alejado de ellos, que por su ciudad de sus enemigos, siendo, según dicho
poca posibilidad no osaría emprender una es, casitodos muertos y presos. Los que se
cosa tan importante é imposible como aque- pudieron escapar huyeron sin ninguna orden,
lla que á su parecer era. Y como los españo- y sin esperanza de poder tornar sobre sí se
les llegasen con muy grande ánimo y fortale- fueron á juntar con los otros franceses que
za, allende de la que ellos de su natural tie- estaban aposentados por el reino. El Gran
nen y la que el señor Gran Capitán con su Capitán, viendo la suma bondad de sus capi-
tan abundante oración les había puesto, y tanes y soldados y cuan á su salvo habían
hallando que les sucedía como creían y el alcanzado aquella tan impensada victoria,
Gran Capitán les había dicho, y viendo la distribuyó como buen capitán todo el despo-
honra y provecho que se les ofrecía, los unos jo que en aquella batalla hubo, dejándolos á
cargaron sobre el campo del francés con la todos muy contentos y satisfechos de su
presteza y fortaleza que se requería, y los largueza y magnificencia. E yendo de cami-
otros, dividiéndose por consejo de los capi- no adonde era su designio para el Rey, y
tanes, fueron á ponerse en las puertas de la viendo de lejos la villa de Atella, que está
ciudad con dos intenciones: la una, que los no muchas leguas de Ñapóles, sobre la cual
de la ciudad no saliesen á socorrer álos fran- había muchos días que el Rey D. Fernando
ceses del campo, y la otra, que si los france- estaba, porque ya la ciudad de Ñapóles esta-
ses se quisieren retirar á la ciudad y allí va- ba limpia de franceses y no creían poder to-
lerse, les fuese impedida la entrada y aun mar la villa de Atella por la buena gente que
prendidos de los españoles. Grande fué el dentro de ella había dejado, determinó poner
sobresalto que los franceses recibieron en sitio sobre ella y cobrarla y no alzar el cerco
ver al español, el nombre del cual temían hasta haberla tomado, pareciéndole que era
como al fuego, Y así, atónitos y sin orden, menoscabo de la gente española si así no lo
iban descarriados los unos á una parte y los hacía; y así hizo lo que adelante se dirá.
otros á otra, sin tener lugar seguro donde se
pudiesen amparar. De suerte que los que se
querían recoger áciudad por salvarse,
la
CAPÍTULO XXVIII

eran presos y muertos por los españoles De lo que el Gran Capitán hizo sobre la villa
que á la guarda, como dicho es, se habían de Atella y de la muerte del Rey D. Fernan-
puesto, y los del real, como desapercibidos y do de Ñapóles.
salteados de los otros españoles que á ellos
fueron, asimismo eran heridos, muertos, pre- Todos los franceses estaban ya tan albo-
sos y robados, como siendo salteados y rotados y temerosos viendo que no tenían
sin sospecha fuesen tomados en todo des- casi lugar seguro en todo el reino de Nápo-
40 CRÓNICA GENERAL
les,que no sabían qué hacer ni disponer de diversas naciones que allí había el esfuerzo,
sí. Y
lo que más causa les dio á perder la ánimo y destreza de los españoles, envió la
esperanza que tenían del remedio fué que la infantería española con escudos contra los
gente que aguardaban que había de venir gascones y otras gentes que estaban en
en su favor habían sido todos muertos y guarda de los molinos ya dichos, y después
desbaratados sobre la ciudad de Laurino, se- de aquellos otros infantes piqueros que co-
gún dicho es. De manera que ya no les que- rriesen y acometiesen los enemigos, y de la
daba esperanza de salud, especialmente es- caballería hizo dos partes en esta manera: que
tando en tanto estrecho la villa de Atella, la una parte, en la cual había algunos hom-
sobre la cual el Rey D. Fernando había esta- bres de armas, que se pusiesen entre la ciu-
do mucho tiempo y aún estaba; y era aquélla dad y los molinos, opusiéndose á los france-
de sitio muy fuerte y guarnecida de mucha ses si salían á dar socorro á los suyos, y la

y muy buena gente, y entre los otros estaba otra parte, escaramuzando y alargándose por
el capitán Virginio Ursino, el cual, como al toda parte, tomasen en medio á los enemi-
principio vio que los franceses prevalecían, gos. Comenzóse por ambas partes una san-
dejó de seguir alRey D. Fernando su señor grienta escaramuza, y los suizos, que eran
y con sus hijos se pasó al francés. Pues como los primeros, no hicieron rostro sino muy
el Gran Capitán se partiese de Laurino con poco, y los gascones habiendo dos veces dis-
su gente, dejando en ella la seguridad que parado las ballestas, viéndose tan apretados
convenía, tomó el camino de Atella, adonde el de los españoles, se metieron en la huida;
Rey D. Fernando, como dicho es, estaba y los caballos ligeros los siguieron hasta la
había mucho tiempo que la tenía cercada, y villa, matando muchos de ellos; de la otra
llegado á ella en buen tiempo halló que el parte los hombres de armas que dijimos va-
Rey la tenía con el sitio bien apretada, lerosamente sostuvieron el socorro de los
y cierto la hubiera tomado, sino que le es- franceses que salían fuera. En este tiempo
torbó mucho una grande enfermedad que Gonzalo Fernández envió ingenios para de-
tuvo aquel verano, de la cual, según diremos, rribar los molinos, y fueron rotas todas las
murió. Pues como el Gran Capitán allegó al ruedas, quitándoles todo el uso del moler, de
cerco de Atella, después de haber besado donde se les sucedió grandísimo daño, y lue-
las manos al Rey y él haberle recibido con go mandó tañer á recoger antes que los
mucho amor y afabilidad y pasado con él franceses enviasen mayor número de gente á
muchas palabras amorosas, de voluntad del dar socorro á los suyos. Pues acabada esta
Rey tomó cargo de la presa de aquella villa, tan excelente empresa, ganó Gonzalo Fer-
como lo puso por obra, porque recono- nández y los españoles para con todos gran-
ciéndola y dando vista alderredor de ella, de honra y loor de presteza y singular pru-
hallóla por todas partes muy
fuerte; pero dencia, el esfuerzo y valor de los cuales en
como era de muy buen de un enten-
juicio y las cosas de la guerra aun no eran conoci-

dimiento raro, consideró que si en necesidad dos. Tres días después los españoles y los
puesta no se daba á partido, que por fuerza italianos ganaron la tierra de Ribacandida,
sería dificultoso el prenderla, porque allende que está puesta en el camino de Benosa. Los
que ella era muy fuerte y estaba en muy franceses, por la venida de Gonzalo Fer-
buen sitio, dentro, como habemos dicho, ha- nández perdido el ánimo y desconfiados de
bía mucha y muy buena gente de guerra todo buen suceso de su empresa y perdidos
para defenderla. Finalmente, después que el los molinos y el agua, por la cual muchas ve-
Gran Capitán lo consideró todo por menudo ces aunque con harta pérdida habían cabe el
y lo trató con sus capitanes, fué entre ellos río combatido, y viendo que Pablo Ursino y
sacado en limpio que quitasen el uso de los el Vitellio habían salido fuera para querer ir

molinos que tenían los de Atella en un arro- á Benosa y habían sido en el camino desba-
yo que de los montes cercanos, cae en Lo- ratados, comenzaron á tratar de darse, y
santo, que daba á los cercados gran prove- monsiur de Persi habiendo hablado sobre
cho en molelles el trigo y proveelles de agua, ello con el Rey se concertaron de esta mane-

y así por hacer de presto alguna honrada ra: Que todos los franceses sin injuria algu-

hazaña y mostrar delante los capitanes de na se pudiesen ir todos á Francia y se saliesen

I
DEL GRAN CAPITÁN 41

del reino dejando el artillería y los caballos se- y e! Rey D. Alonso, su padre, que fué á Sici-
ñalados con la señal real. Esto hecho, la gente lia,y agora de este Rey D. Fernando, con
del Rey D. Fernando se metieron en la villa y quien todos vivían muy alegres y contentos
el Rey mandó prender al capitán Virginio Ur- y de ellos era muy amado y ellos de él muy
sino y á Jordán Ursino, su hijo, por haberse bien y humanamente tratados.
pasado al francés, siendo traidores á su co-
rona, y así presos los mandó guardar en Ña-
adonde murieron en prisión. Pasa-
CAPÍTULO XXIX
póles, la

dos algunos meses, los franceses, por ser vi- De cómo Ñapóles alzaron por Rey d don
los de

ciosos en el comer y beber, y con el grande Federico ', Rey D. Fernando, y del
tío del

calor del verano y con aire extranjero, des- aparejo que el Rey de Francia hizo para vol-
pués que sucedió un otoño pestilencial, por ver sobre Ñapóles.
lo cual murieron muy muchos de ellos en Cas-
tellamar y en Puzol, entre los cuales murió el Después de la muerte del Rey D. Fernando
Capitán General Gilberto Mompensier, y Le- de Ñapóles, los napolitanos alzarpn por Rey
noncort, llamado por otro nombre el Bayli de á D. Federico, hijo delRey D. 'ernando pri-¡

Bitri, y cuatro capitanes de suizos, y los que mero. Este Rey D. Federico fué hermano de
de aquella contagiosa enfermedad quedaron don Alonso y tío de D. Fernando, el que últi-
libres embarcándose en sus naves se fueron mamente, según dicho es, fué muerto, el cual
la vía de Francia, los cuales padeciendo nau- de común consentimiento y conforme á la vo-
fragio murieron casi todos en la mar. Des- luntad del sobrino fué declarado por Rey de
pués de esto, ya que las cosas del reino es- Ñapóles y jurado con la solemnidad acostum-
taban en todo sosiego y quietud, el Rey don brada. El Gran Capitán, después de ser don
Fernando, aquejándole todavía una calenturi- Federico alzado por Rey, lo fué á visitar y le
lla lenta y con la intemperancia del otoño, dijo el pesar que de la muerte del Rey D. Fer-
como dicho es, fué Nuestro Señor servido de nando tenía y lo mucho que lo había sentido,
llevarle de esta presente vida, y murió en el pero que en recompensa de tanta tristeza
monte de Soma, no habiendo aún gustado de Dios le había consolado con haber sucedido
la alegría de la victoria, dejando por herede- en aquel reino un tan noble Rey, y haber sido
ro del reino á su tío Federico. Muy llorada elegido en tanta y tan universal conformidad
fué la muerte de este nobleRey de todos los de todos los de aquel reino, y, pues conocía
de Ñapóles y de toda la mayor parte del rei- que todo lo pasado y lo presente lo había he-
no, y en extremo pesó al Gran Capitán, el cho Dios, debajo de cuyo poder y amparo son
cual hizo por su muerte mucho sentimiento: todas cosas, conformándose con su volun-
la
por razón que él era muy humano y familiar tad, élprometía que todo aquello que su po-
con todos, y por su grande bondad, magnifi- der y fuerzas bastasen lo serviría como había
cencia y virtud, en lo cual excedía en mucho hecho en vida del Rey D. Fernando su sobrino.
grado á todos sus predecesores, por lo cual El Rey D. Federico, muy alegre y contento de
había hallado más gracia y amor en los suyos las palabras y ofrecimiento del Gran Capitán
que no hallaron sus pasados, y lo que más de ayudarle y favoreceile en todo lo que to-
los juntaba á dolor y tristeza para tener ma- case á la seguridad del reino, agradecióle mu-
yor sentimiento de su muerte era por haber- cho y con muy abundantes palabras su volun-
le salteado muerte en su juvenil edad y
la tad, y díjole muy amorosamente que mucho
floreciente juventud y cuando había de des- tiempo había que de su fe y virtud y de su
cansar, pues tenía pacífico el reino. Y de esta ánimo y esfuerzo tenía entero conocimiento,
manera todo el placer y alegría que tenían y asimismo de la fortaleza y osadía de sus
del triunfo y victoria que habían habido de soldados, por lo cual no dudaba el estado del
sus enemigos se tornó en mucho dolor y tris- reino de Ñapóles, que muy quieto y pacífico y
teza por la muerte de tan noble Rey, y con sosegado estaba, y lo hallaba permanecer en
esto se les acrecentaba muy mucho la pena lo mismo, mayormente siendo él á todo pre-
en ver que en espacio de cuatro año^ habían
sentido la muerte de tres Reyes, que fueron En la Crónica que nos sirve de original Be lee indis-
*

tintamente Fadrique y Federico, siendo éste el que


el Rey D. Fernando abuelo de este noble Rey, debe leerse-
42 CRÓNICA GENERAL
senté, y pues que Dios había sido servido Barleta, Gaeta, Taranto y otras muchas fuer-
darle en su edad y reinado tan buen caudillo tes plazas, y sabiendo que se volvía ya Gon-
y compañero para la defensión de aquel reino, zalo Fernández con estas victorias, del cual
que rogaba muy afectuosamente que algu-
le sabía que le convenía mucho temerse, quiso

nos lugares que quedaban en el reino rebela- antes aprovecharse del beneficio del concierto
dos, y por el francés, que eran Barleta, Roca- que con vano esfuerzo tomar las armas ya
guillerma. Taranto, Gaeta y otros pueblos en vencidas de la fortuna, y sacada la guardia dejó
Calabria, los conquistase y tornase pacíficos desembarazada toda la provincia. No muchos
para su servicio, pues que él mejor que nin- días después Gonzalo Fernández fué llamado
guno sabía castigar semejantes rebeldes, del Rey Federico para que domase á los oli-
prometiéndole junto con esto que si la for- betanos, porque éstos en la tierra de Aquino
tuna, que hasta allí había sido contraria á y Bruzo con grande obstinación persevera-
sus predecesores, mudaba su voluble rueda ban en la fe del francés, y habían muerto en
en consentirle gozar de aquel reino más des- la isla de Bico á D. Rodrigo de Abalos Mon-

cansadamente que á sus pasados, él vería terisio, hermano de D. Alonso, Marqués de


cómo la gratificación de sus servicios no sería Pescara, capitán de grande valor; pero éstos
con menos voluntad hecha que sus grandes oyendo y entendiendo la venida de Gonzalo
trabajos merecían, lo que el Gran Capitán, Fernández y juzgando que el perdón de sus
como deseoso de ejercitar su persona en se- culpas estaba puesto en la humanidad y auto-
mejantes trances, con alegre cara aceptó. Y ridad suya para que los perdonase el Rey, pa-
así luego dende á pocos días se despidió del reciéndoles no esperar la fuerza de un capi-
Rey D. Federico y puso en orden su gente tán tan valeroso, se le rindieron y volvieron
tomando el camino de Barleta, con muy cre- á la obediencia de Federico. Pues habiendo
cido deseo de cumplir lo que el Rey D. Fe- sojuzgado los olibetanos, como dicho está, se
derico le había encomendado; el cual como volvió al Rey que estaba en Ñapóles, siendo
llegó sobre Barleta, sin poner mucho trabajo seguido de una grande multitud de embaja-
en tomarla, la ganó y redució al servicio del dores de aquellos que se habían reducido á
Rey de Ñapóles, con algunas otras fuerzas la obediencia real, teniendo por cierto que

importantes que todavía estaban por el Rey con su intercesión el Rey les perdonaría su
de Francia, y esto causaba que ya las victo- obstinación y rebeldía. En aqueste tiempo el
rias pasadas peleaban por el Rey D. Federico. Rey Cario octavo de Francia, que ya había
Hecho esto, el Gran Capitán se pasó sobre sabido el estado en que estaba el reino de Ña-
Gaeta, la cual por ser fuerte y estar á la costa póles, pesándole en muy grandísima manera
de la mar, por donde de cada día esperaban de tan inconstante y varia fortuna en tanta
socorro de Francia, se estuvieron mucho tiem- brevedad de tiempo, procuró con muy gran-
po sin se querer dar; pero después al fin de dísima diligencia de volver otra vez él mismo
mucho y largo trabajo que en el cerco pasa- en el reino de Ñapóles y dejar tan castigadas

ron, así los cercados como los cercadores, el y domadas todas sus tierras y tan amigas de
Gran Capitán la tomó á partido para el Rey su servicio, que tan sueltamente como hasta
Federico, y lo mismo hizo de la ciudad de Ta- allí no recibiesen ajenos señores. El cual con

ranto, la cual visto que casi todo el reino de este presupuesto hizo un muy grande y cre-
Ñapóles pacíficamente había recibido al Rey cido ejército y pasó con él segunda vez en
don Federico, no pudo dejar de hacerlo mismo; Italia. El Duque de Milán, que bien temía aque-

de suerte que en todo el reino de Ñapóles no lla venida del Rey de Francia en Italia, dado
quedó cosa que no siguiese el nombre y par- caso que al presente fuese su amigo, según

cialidad del Rey D. Federico, y esto en públi- que en la restitución de la villa de Novara
co, porque algunos encubiertamente no deja- quedó asentado; pero considerando que aque-
ron de tener consigo algunos franceses. Entre lla amistad antes había sido hecha por el fran-

los otros estaba monsiur d'Aubegni, el cual cés con necesidad que con voluntad, que no
•por la partida de Gonzalo Fernández hacía sería mucho que de esta vez recibiese algún
guerra contra las ciudades desnudas de defen- daño en su estado. Por lo cual el más seguro
sa, pero habiendo entendido la infidelidad de remedio que halló en aquel caso fué tornarse
sitio de Atella, y la presa de las ciudades de á confederar otra vez con sus amigos y sos-

á
DEL GRAN CAPITÁN 43

tener el concierto y liga pasada con ellos de ma virtud y muy grande fortaleza, que á la
lamanera que de primero estaba. Y con esta sazón se halló en Branchano, al cual caballero
confederación los venecianos enviaron al Con- llamaban micer Bartholomé de Albiano. Este
de de Pitiliano Nicolao Ursino con gente en dio tan excelentísimo recaudo en el dicho cas-
favor del Duque de Milán. Y asimismo envia- tillo, que no fué poderosa en ninguna manera

ron á suplicar al Emperador Maximiliano vinie- la gente del Papa de tomarlo; pero tomaron

se con sus gentes á les ayudar, porque se te- y destruyeron otros muchos lugares y fuerzas
mían del Rey de Francia, que según era fama de los Ursinos. Venía en compañía de la gente
venía con muy grande poder segunda vez del Pontífice por Capitán general de ellos el

contra el reino de Ñapóles. Esto hacía por dos señor Borja, Duque de Gandía, Papa
hijo del
fines: el uno, porque pensaban que viniendo Alejandro y hermano del Cardenal César Va-
el Emperador con su ejército en Italia, el Rey lentino, el cual en una refriega que con los
de Francia mudaría su propósito y no pasaría Ursinos hubo junto á Basano, el Duque de
en Italia y ellos quedarían muy libres y segu- Gandía llevó lo peor, siendo de los Ursinos
ros de aquel temor. El segundo fin por que preso el Duque de Urbino con otros muchos
ellos lo hicieron fué porque dado caso que nobles, por cual convino al Pontífice ser de
el

pasase, teniendo ellos juntos los ejércitos de ahí adelante amigo de los Ursinos. No muchos
la liga, muy mejor se podrían valer contra el días después de esto, andando el Duque de
francés en cualquiera peligro que les viniese. Gandía de noche por Roma con solo un cria-
Finalmente, el Emperador Maximiliano pasó do suyo, fué súbitamente arrebatado y herido
en Italia con muy buena
y escogida gente ale- de muchas puñaladas mortales y fué echado
maña y vino á Milán, y de Milán pasó á la en el río Tiber, el cual después fué hallado,
ciudad de Genova, y de Genova hizo embar- aunque con mucho trabajo. Grande fué el sen-
car su gente en las galeras venecianas y ge- timiento que en Roma se hizo por la muerte
novesas, y fué contra un lugar que se llama del Duque, pero á la fin se asosegó viendo el
Liorno, el cual tenían los florentines; pero daño ser irreparable y que el autor de su
como aquel pueblo de suyo fuese bien fuerte muerte había sido su proprio hermano el Car-
y en aquel tiempo hubiese grandes tempesta- denal César Valentino. La causa de su muerte,
des, así en mar como en tierra, así por las porque no se pudo saber ni alcanzar del todo
inundaciones de las aguas como por los gran- sino por conjeturas, no se escribe aquí.
des hielos y nieves, y aquel pueblo fuese ma-
rítimo, no hubo lugar de poderse tomar. Por
lo cual el Emperador Maximiliano dejada
CAPÍTULO XXX
principiada aquella conquista se volvió en De cómo el Gran Capitán por ruego del Papa
Alemana. El Papa Alejandro como fuese ami- fué sobre Ostia y la tomó de poder del
go de los Reyes de Ñapóles, por ser de su na- francés que la tenía.
ción y tierra, procuró siempre ser enemigo de
los que al Rey Federico eran enemigos, y ansí Estando ya las cosas del reino de Ñapóles
lo fué de los Ursinos, los cuales siendo como en mucho mayor sosiego que nunca hasta
eran de antes tan amigos de los Reyes de Ña- entonces hablan estado, sino era Rocagui-
póles, por la venida del Rey de Francia en llerma,una tierra fuerte y rebelde que mu-
aquel reino, según dicho es, se pasaron á su chas veces, confiándose en su fortaleza, se
bando, y por esta razón Virginio Ursino y Jor- había levantado contra el Rey de Ñapóles, el
dán Ursino, su hijo, fueron presos en la villa Gran Capitán como se había ido á Roma
de Atella, como arriba está dicho. Y por es- para holgarse en ella y ver algunas cosas que
tas razones el Pontífice Alexandro sexto en- deseaba ver, y también por besar los pies
vió su gente contra el castillo de Branchano, al Papa y dar un poco de descanso á su per-
que era de Virginio Ursino, el cual fué con sona, que no poco trabajo había pasado en
muy grandísima fortaleza combatido de la aquella conquista, el Sumo Pontífice, que por
gente del Sumo Pontífice, pero con mucha la fama tenía de él no poca noticia y acordán-
mayor fortaleza fué de la poca gente de den- dose que en aquel tiempo Menaldo Guerra,
tro defendido. De cuya defensión fué la causa vizcaíno, cosario cruel y capitán del castillo
muy principal un caballero de muy grandísi- y puerto de Ostia, estorbaba totalmente la
44 CRÓNICA GENERAL
navegación del Tíber, tanto que el pueblo ro- sino porque como él fuese dotado de más
mano estaba muy apretado por la falta y ca- mansedumbre y humanidad que otro ningu-
restía de las vituallas que no venían á la ciu- no, quería justificar su demanda y procurar
dad como solían, porque los mercaderes sici- de traerlo á su opinión sin lanzada ni sangre
lianos, calabreses, españoles y ginoveses y de sus soldados. Pero como el capitán Me-
otros muchos temían la crueldad del cosario naldo fuese de natura soberbio, no tenía al

y se iban á otra parte, porque cualquiera Gran Capitán ni á su demanda en nada, antes
navio que llegaba á Ostia, si los marineros á luego hizo demostración de defenderse, y
lahora caladas las velas y levantando los re- aun empezó de ofender al enemigo, porque
mos no se juntaban á la ribera que estaba pensó de sostenerse en la ciudad hasta tanto
debajo el castillo á dejarse saquear y pren- que el Rey de Francia viniese y le enviase
der, luego eran con el artillería echados al socorro, y también porque como él tenía la
hondo y abrasados, y había faltado muy ciudad bien proveída de bastimentos y muni-
poco que no prendiesen las galeras del Papa ciones y bien artillada y buena copia de gen-
ó verdaderamente las destrozasen y arruina- te de guerra, no recelaba ningún revés. El
sen, las cuales descuidadamente habían ve- Gran Capitán, que muy enemigo era de los
nido á la boca del río. No se podía la cruel- hombres soberbios, y teniendo por cierto
dad de este tirano por ninguna condición que que donde hay soberbia no puede haber for-
le fuese hecha traer á concierto ni derribarle, taleza, habiendo gastado tres días en apare-
sino con hacelle justa guerra; pues no esti- jar lo necesario para dar el asalto, y habien-
maba su arrogancia y crueldad las excomu- do reconocido todos los pasos y lugares por
niones del Papa, ni se mostraba otro camino donde la ciudad se podía combatir, ajuntó to-
más poderoso y presto que el de Gonzalo dos los capitanes á consejo y con increíble
Fernández para que pudiesen domar este juicio les dijo el lugar por donde se podía
monstruo y librar á Roma del extremo peli- entrar al enemigo, que era plantando el arti-

gro de la hambre. Fué rogado con mucha ins- lleríapor una banda, por tener allí ocupados
tancia fuese contento de hacerle tanta gracia los enemigos, y por la otra banda se pusiesen
que con su gente fuese sobre la ciudad de las escalas al muro. Aparejada, pues, la jor-
Ostia y echase de ella al francés antes que nada y hecha por el Gran Capitán una muy
llegase á ellael Rey Cario, que según era copiosa oración á su gente, por la cual les
fama venía otra vez en Italia. El Gran Capi- persuadió á ser constantes en el combatir
tán oyendo los afectuosos ruegos del Sumo y animosos á la honra española diciendo:
Pontífice, fué contento de hacer este servicio
á Su Santidad, especialmente persuadiéndo-
ORACIÓN DEL GRaN CAPITÁN
selo el Rey Federico, considerando cómo
quedarían del todo libres las cosas del reino «Todos los españoles que aquí estamos
de Ñapóles tomando aquella ciudad. Y así pienso que nos movemos á desear la virtud y
determinó de poner en la expedición de aquel trabajar de haberla, porque veo que todos
hecho no menor diligencia y solicitud que nos ejercitamos el cuerpo y lo contentamos
había hecho en cobrar todo el reino de Ña- con semejante mantenimiento y que todos
póles. Por lo cual saliendo de Roma fué la somos tenidos por dignos de que igualmente
vía de Rocaguillerma, adonde había dejado con las más naciones antiguas y modernas
toda su gente, y dejando sobre la villa el nos igualemos y que lo mismo se pone delan-
ejército del Rey D. Federico, él con toda su te los ojos del entendimiento. Todos tene-
gente se fué la vía de la ciudad de Ostia y se mos por presupuesto de servir en esto al
puso sobre ella en lugar conveniente. Menal- Sumo Pontífice y agradar al Rey Federico y
do con su soberbia no dejaba de hacer males ensalzar nuestra nación y ganar honra y
ni quería escuchar ninguna condición de paz; fama para nosotros y nuestros descendien-
puesto que el Gran Capitán le había enviado tes, mostrando cuan clara deba ser la nación
á decir fuese contento de dejar la ciudad en española entre las otras. Y así seremos esti-
paz y se saliese de ella ó viese lo que deter- mados de los presentes y de los venideros;
minaba de hacer sobre aquel caso, lo cual pues mostrarnos valientes contra el enemigo
el Gran Capitán hizo, no por ser necesario, no sólo conviene á los particulares, sino á

4
DEL GRAN CAPITÁN 45

todos en general, y esto es lo que cada uno se que hacer en la ciudad de Ostia. Y después
debe persuadir á sí mismo y lo que ha de te- de haber todo esto hecho, hizo meter á saco
ner por mejor. Agora se nos allega ya la hora todas las moradas de los ciudadanos que
de haber de pelear y la jornada que los de- habían sido de la parte de los coloneses y
seosos de honra siempre habéis procurado. franceses contra el Pontífice. Y después de
Y esto veo que todos los hombres lo saben esto, dejó mucha, buena y escogida gente en
hacer, no tanto por su industria como porque guarnición de la ciudad de Ostia; y dejándo-

natura se lo enseña, como también lo saben la proveída juntamente con el castillo de


todos los animales, cada cual de su manera, todo lo necesario á su defensa, se volvió á
sin que lo aprendan de otro sino de la natu- Roma á dar cuenta al Sumo Pontífice de lo
raleza. El buey hiere con el cuerno y con él que en su servicio había hecho y por su man-
pelea, el caballo con coces, el perro con los dado y cómo había sujetado á Ostia y sacá-
dientes, el jabalín con el colmillo, el asno con dola de poder del tirano y de los coloneses
los brazos, el unicornio con el solo cuerno, y que tiránicamente la tenían usurpada y opri-
todos los animales saben guardarse del peli- mida. Y asimismo le presentó al capitán Me-
gro. Y yo siendo muchacho á escondidas to- naldo Guerra con otros muchos soldados
maba la espada y esgremía sin que me vie- principales que con él prendió, y le hizo pre-
sen, porque no solamente me era natural sente de muchas joyas y cosas ricas que en
como el andar y correr, sino porque me pare- el saco de aquellos que le habían sido ene-

cía muy suave para el movimiento natural. migos hubo. Entró Gonzalo Fernández en
Mas pues nos espera el combate donde más Roma por la puerta de Ostia á guisa de
es menester el ánimo y osadía, el cual sé que triunfante, acompañado de las voces y ale-
antes podemos perder por sobrado ánimo gría del pueblo romano, las cuales demostra-
que por flaqueza, como ya de vosotros, seño- ban verdaderamente el gran beneficio recibi-
res, tengo experimentado, demos lugar á las do de su mano. Fué reputada aquella alegría
palabras, pues en vosotros, señores, no son por más noble que la de aquel excelente ca-
necesarias y entendamos en lo que conviene pitán Gamillo por muchas razones que para
como tenéis entendido». ello se daban, y así despertaba grandísimo
Y como en todos los de su ejército hallase regocijo en todos los ciudadanos y morado-
un ánimo y deseo conforme al suyo, hizo res de Roma. El capitán Menaldo era llevado
combatir la ciudad por la una parte que le atado encima de un caballo flaco, laso y can-
pareció más conveniente y muy apretada- sado; era su ver espantoso, así por la barba
mente y por la otra parte allegar las escalas blanca, crecida y revuelta como por los ojos
como antes estaba determinado. De cuya terribles y fieros, el cual conun amargo y en-
causa, como la batería fuese tan recia con la fermo mirar demostraba ser del todo abati-
artillería y allí acudiesen la mayor parte de do su ánimo, aunque no del todo domado.
los cercados,por la otra parte de la ciudad Era acompañada la pompa de este apacible
acudieron los escaladores, estando de esto espectáculo por medio de Roma con muchos
bien descuidado el capitán Menaldo, y subie- atambores y trompetas, siguiéndole detrás la
ron con grande presteza en lo alto de la mu- infantería y caballería española. Y llegaron á
ralla y echaron de ella los pocos que la de- San Pedro, donde el Papa en una sala muy
fendían. Y apellidando «España, España», aderezada y asentado en una silla debajo un
mataron mucha parte de los franceses que rico dosel recogió á Gonzalo Fernández, y el
defendían aquella parte del muro, y así fué Colegio de los Cardenales se levantó para
tomada Ostia y junto con el castillo. Menal- recibirle, y él se arrodilló á besarle los sacros
do el capitán, viendo sus cosas perdidas y pies. El Papa se levantó y besó en el rostro
abatida bravosidad de su ánimo, solamen-
la al Gran Capitán, y en un largo y grande ra-
te pidió la vida, dejándose atar vituperosa- zonamiento que hizo le loó y engrandeció
mente para después ser llevado en triunfo y mucho sus hazañas valerosas, y le dio gra-
ser de todos afrentado y escarnecido él y cias por haber libertado á Roma de tanto
otros muchos soldados y gente francesa. trabajo y haber traído consigo el tirano y
Los cuales fueron metidos debajo de estre- sus secuaces con la seguridad de toda la pa-
chas cadenas y guardas hasta que no quedó tria, aunque tenía ya entendido todo lo que
46 CRÓNICA GENERAL
el Gran Capitán en su servicio había hecho jorque podían, persuadiéndose que el Rey de
en la presa de Ostia y los gastos que había Francia no olvidaría su fidelidad, acordaron
sustentado en animar y persuadir á sus sol- defenderse como hasta allí habían hecho. El
dados que no querían ir á la conquista de ejército del Rey D. Federico, viendo al Gran
Ostia por no ser cosa que tocaba al manda- Capitán en su compañía, de las victorias del
miento de sus Reyes y señores, por ser cosa cual el universo estaba lleno y sus enemigos
fuera del reino de Ñapóles. A todas estas co- atemorizados y ellos como amigos hechos ani-
sas Gonzalo Fernández grave y modesta- mosos, no pusieron duda en la victoria y con-
mente respondió no demandando otra cosa quista de aquella villa. Luego que el Gran Ca-
sino, según su costumbre y la clemencia pitán y su gente hubieron descansado del tra-
acostumbrada y cristiana, fuese perdonado bajo del camino, puso su gente en orden y
el capitán Menaldo, el cual humildemente se plantada su artillería hizo batir la villa con
le había echado á los pies, y que los ciudada- grande ánimo, y allegando la gente al muro
nos, los cuales estaban gravemente trabaja- (aunque hacía muy grande resistencia), como
dos de los gravísimos daños, gozasen por pensase de entrarla, no hubo su designo tan
tiempo de diez años de libertad de no pagar buen efecto tan presto como quisiera, porque
derecho ni imposiciones algunas. Todas estas como la villa, como dicho es, fuese muy fuer-
cosas Su Santidad á ruego de Gonzalo Fer- te y bien defendida por los de dentro, aquel
nández las concedió y al capitán Menaldo fué primer acometimiento no surtió el efecto que
dada libertad para irse á Francia. El Gran deseaban. Algunos días estuvo el Gran Ca-
Capitán quedando en Roma por algunos días pitán sobre aquella yilla, dándole cada día
para descansar de los trabajos pasados, de- asaltos, y acometiéndola á horas impensadas
seando dar fin á las alteraciones de Italia, y de diversas maneras, con ingenios exquisi-
pedida licencia al Sumo Pontífice se fué á tos y combatiéndola fuertemente, y todos en
Ñapóles para de allí ir á Rocaguillerma, don- vano; pero los de la villa, considerando que
de había dejado el ejército del Rey Federico. puesto que por algún tiempo se pudiesen de-
fender, á la larga creyeron que de necesidad
habían de venir á las manos del Gran Capi-
capítulo XXXI tán, así porque con el tiempo les faltarían las
De cómo el Gran Capitán se fué con su gente vituallas y no tenían esperanza de socorro,
sobre Rocaguillerma y la tomó. acordaron que el mejor remedio y partido era
dar la villa debajo de condición honesta, que
üespués que el Gran Capitán hubo cumpli- era que no les fuese hecho daño en sus per-
do con el mandamiento del Sumo Pontífice, sonas ni haciendas y que pudiesen salir libre-
según dicho es, y viendo que en todo el reino mente si quisiesen. El Gran Capitán, entendi-
de Ñapóles no había cosa rebelde, sino Roca- do esto y viendo que le era mejor que no gas-
guillerma, sobre la cual había dejado la gente tar en vano el tiempo sobre aquella villa tan
del Rey D. Federico, y aquella no había hecho fuerte, tuvo por bien de los recibir debajo de
cosa ninguna después que él la había dejado, aquel concierto, que no había pasado poco
acordó de poner en la expedición de aquella trabajo en la conquista de aquella villa; pero
empresa mucha diligencia y brevedad, porque la gente del ejército, hostigados de las mu-
ya tenía deseo de tornar en España á dar chas fatigas que habían sustentado en el sitio
cuenta á sus Reyes y señores de lo que había de aquella villa, no quisieron venir bien en
hecho en el reino de Ñapóles después que de ello, antes metidos bien en armas arremetie-

España vino y visitar su mujer y hijos y pa- ron todos contra la villa con muy grande de-
rientes. Y con esto con mucha brevedad con seo de saquearla ó morir en la demanda. El
su gente se puso sobre la villa de Rocagui- Gran Capitán, metiéndose en medio procuró
llerma, con propósito de no levantarse de so- con todo su poder de apartar á los soldados
bre ella si no la tomaba por fuerza ó á parti- de aquella obstinación y fuerza que hacer
do. Grande fué el pesar que los de la villa re- querían; pero viendo que era imposible resis-
cibieron viendo venir al Gran Capitán, con- tir á una furia de gente como era aquella de los

tra cuyas fuerzas y poder no había resisten- soldados, se apartó afuera, dejándolos hacer
cia ninguna; pero en fin, esforzándose lo me- lo que querían, pues no podía más. Los sol-

ú
DEL GRAN CAPITÁN 47

dados, metidas sus personas en toda afrenta, con mucho cuidado y diligencia, con las mis-
hicieron tanto en aquel día en acometer á los mas virtudes pasar adelante á los otros. Y
de Rocaguillerma que tomaron la villa, aunque como los merecimientos y virtudes de Gonza-
con harto daño suyo, y metiéndose dentro la lo Fernández de Aguilar y de Córdoba, ilustre

saquearon, que no dejaron cosa en la villa que y fuerte varón, Gran Capitán de armas de los

no fuese puesta en toda perdición. Finalmente, serenísimos Rey y Reina de España, hayan
la villa de Rocaguillerma, bien castigada de su sido tales, D. Fernando segundo. Rey de Sici-
contumacia y rebeldía, fué de esta manera que lia, nuestro muy caro sobrino, tuvo por bien
dicho es puesta debajo de la corona del Rey de loar singular esfuerzo y excelencia de
el

D. Federico. El Gran Capitán, viendo tomada ánimo del dicho Gonzalo Fernández, y de lo en-
aquella villa y que ya no había cosa que le de- noblecer con ornamentos de honra de fortuna;
tuviese en el reino de Ñapóles, dejando aquella conviene á Nos ciertamente esforzarnos que el
villa á buen recaudo, se fué al reino de Ñapó- resplandor de nuestra liberalidad en este hom-
les á ver al Rey D. Federico, del cual fué muy bre esclarecido resplandezca. De manera que
bien recibido, haciéndose de ahí adelante en pensemos no tanto en acrecentar su hacien-
aquella ciudad y reino muy grandes fiestas y da, cuanto en ganar para Nos la alabanza
regocijos por ver el reino por la virtud de tan de esta virtud de liberalidad; mayormente,
grande capitán puesto en toda libertad y res- como los Príncipes deseen ser estimados por
tituido á su natural señor. En esta su venida tales cuales son aquellos á quien han por bien
el Rey D. Federico le salió á recibir fuera de de hacer merced. Pues qué diremos de este
la ciudad, y los napoUtanos aderezaron las tan gran varón, que lo podemos igualar con
calles y ventanas muy ricamente, y le aposen- sus alabanzas, dejemos su voluntad, amor y
taron en Castel-Novo, y por común consenti- acatamiento que nos ha tenido en los tiempos
miento de todos fué juzgado ser verdadera- de nuestra adversidad, con qué esfuerzo, con
mente merecedor del nombre de Gran Capi- qué consejo, con cuánto peligro de su vida
tán. Pocos días después el Rey D. Federico, en quitó tan presto de las manos de los crueles
recompensa de sus magníficas obras y los ser- franceses toda la Calabria y puso so nuestro
vicios que le había hecho á él y al Rey D. Fer- poderío. Y como quiera que libremente de-
nando, su sobrino y antecesor, como ya se lo bemos confesar que de todo ello somos deu-
había prometido al principio de su reinado, le dores á aquellos invictísimos Rey y Reina, pa-
hizo merced del señorío de Santangel, que es dre y madre nuestros muy católicos, que con
dos ciudades y siete castillos, y de ello le dio su favor esta guerra francesa tan feroz y tan
su patente privilegio, decorándolo de muy ex- dañosa y peligrosa ha sido acabada. Pero el
celentes títulos, como por el proemio del dicho esfuerzo, lealtad, bondad, consejo y gravedad
privilegio se demuestra cómo él de ello era del dicho Gonzalo Fernández, no menos nos
merecedor. El cual proemio es de este tenor: ha ayudado que la grandeza y autoridad de
los dichos Rey y Reina. Tanto, que no sola-

PRIVILEGIO DEL DUCADO DE SANTANGEL, CON- mente con gran razón creemos que nos fué
CEDIDO POR EL REY D. FEDERICO AL GRAN
por ellos enviado, mas que descendió del cielo
CAPITÁN. para Nos. Y como quiera que á sus Majesta-
des (porque una cosa digamos muchas veces)
«D. Federico de Aragón, Rey de Ñapóles y confesamos de muchas cosas y más verdade-
de Jerusalén, etc. Por cuanto la principal de ramente de todas serles en cargo, á las cuales
todas las escogidas virtudes, que es la libera- creemos no podríamos satisfacer con el pre-
lidad, fuésiempre tan necesaria á los Reyes, cio de nuestra vida, pero no podemos afirmar
que en ninguna manera se puede por ellos que Sus Majestades nos hayan hecho mayor
menospreciar y es tan grande que con mucho ni más agradable beneficio, que habernos dado
cuidado se debe abrazar, de donde se sigue manera de mostrar en los buenos hombres el
que Nos, cuyos antepasados sobrepujaron en agradecimiento y buena voluntad de nuestro
bien hacer y liberalidad, no solamente á los ánimo; que cualquiera cosa que en Nos hay
Reyes que hoy son, más aún á toda la anti- de cuidado, de consejo, de trabajo, todo ello
güedad y memoria de los buenos Príncipes y nos parece que se debe emplear en ejercitar
Emperadores, y por ello debemos esforzarnos estas excelentes virtudes. Por ende, aunque
46 CRÓNICA GENERAL
al dicho Gonzalo Fernández no es necesario, que allí estuvo mucho á su contentamiento, y
pero á Nos es cosa muy útil y honestísima viendo que ya era tiempo de volverse á Es-
honrarle de títulos y mercedes y remunerarle paña á dar cuenta á sus Reyes de lo que había
de premios y honras, aunque él por su ver- hecho en el reino de Ñapóles, considerando
güenza y templanza singular no lo pida ni lo que se le pasaba el tiempo en placeres sin bus-
desee, y que así como sus merecimientos y car cosa en que se ejercitase é hiciese algún
servicios hechos por él á Nos era al dicho Rey fruto su fama, para que fuese puesta en ma-
D. Fernando, de que es testigo la Calabria, yor estimación y alteza, determinó, dejando
son testigos las aldeas y casares de Cosencia, sus delicias y al Rey D. Federico en el mayor
es testigo el estrago que hizo en los enemigos sosiego y estado de su reino que jamás había
cabe Murano, es testigo aquella hazaña digna estado, de pasarse en Sicilia para dar orden
de memoria de Laurino, es testigo la victoria en administración del gobierno de aquel
la

que nos dio su venida en Atella, es testigo reino,porque así se lo habían enviado á decir
Barleta, que poco antes se había rebelado con los Reyes de España, y que había entendido
la Calabria, otra vez por él recobradas, es tes- que los sicilianos estaban quejosos del Viso-
tigo esto postrero del Duque de Sora y del rrey D. Juan de Lanuza, que no gobernaba
prefecto, es testigo todo este nuestro reino, aquel reino á su voluntad, y las salidas del tri-
son testigos los enemigos vencidos y desba- go se cobraban con poca diligencia y no muy
ratados, somos en fin testigo Nos mismo del fielmente, en muy grande daño y deservicio
esfuerzo de su corazón y las cosas por él no- del Rey y menoscabo de las haciendas de los
blemente hechas. No las habernos sospechado, del reino. Y queriéndose partir mandó lla-
así
no pensado, mas sabémoslas; no las habemos mar toda su gente que tenía aposentada en
oído, mas visto. Así que de la liberalidad de Rocaguillerma y sus confines, á los cuales dixo
nuestro ánimo y debido agradecimiento, que- que era su intención pasar en Sicilia por lo
remos que dé testimonio este nuestro privi- que convenía á su Rey y á aquel reino, y que
legio, con el cual queda para los venideros en tanto les rogaba sirviesen al Rey D. Fede-
perpetua memoria y demostración de nuestro rico,porque él determinaba dejarlos aposen-
amor, gracia y buena voluntad que tenemos tados en aquel reino en tanto que otra cosa
al dicho Gonzalo Fernández, con soberana ala- no determinaba el Rey de España, su señor, en
banza suya. Sea, pues, á Nos y al dicho Gon- donde podían descansar algún tiempo hasta
zalo Fernández y á sus hijos y á nuestio rei- que en otras cosas su virtud fuese menester
no próspero, favorable, que Nos hacemos Du- emplearse. Y así dejándolos con harta triste-
que de título y nombre y con insignias de Du- za por su partida él se fué á Ñapóles á pedir
que le ennoblecemos y damos el señorío del licencia alRey D. Federico para pasar en Si-
Ducado de Santangelo, con sus tierras, ciu- cilia, como dicho
está, el cual con mucho pe-
dades, villas, lugares y fortalezas, etc.» sar y tristeza se la dio, viendo que no podía
Por donde claro se muestra las cosas del hacer otra cosa. Y de esta manera besándole
Gran Capitán ser tales, que en mucho mayor las manos se despidió y se pasó á Sicilia, don-
volumen que éste no podrían explicar ni ex- de era muy esperado de los sicilianos. Y lla-
primir, no digo todas por menudo, pero aun máronse luego Cortes en Palermo, y en breves
algunas de ellas que por olvido han quedado días, con grande autoridad y moderación con-
sepultadas, pues son tenidas por tan heroicas certados los negocios, proveyó muy sabia-
y alabadas de un tan excelente Rey como el mente en lo que al estado de aquel reino cum-
Rey D. Federico de Ñapóles. plía; y ciertamente todo el tiempo que en Si-

cilia estuvo no pasó hora que no fuese gas-

CAPÍTULO XXXII tada en provecho y utilidad y aumento de


aquella tierra y servicio de su Rey, entrando
Cómo elGran Capitán pasó d Sicilia para irse
cada día en consejo, haciendo fortalecer muy
de alli d España, y de cómo fué necesario
bien las ciudades, villas y castillos de la cos-
tornar en el reino de Ñapóles por razón de
ta. Finalmente, él hizo por entero todo aque-
muchas tierras que se habían rebelado.
llo que un tan valeroso y excelente Capitán

Habiendo el Gran Capitán descansado algu- debía hacer conforme á lo que le había sido
nos días en Ñapóles, pasando todo el tiempo cometido por su Rey, porque era tan univer-

ú
DEL GRAN CAPITÁN 49

sal el Gran Capitán y le dotó Dios de tantas El batir duró algunos días; la largueza de la
y tan extremadas gracias, que no sólo metido fatiga encendía cada día más los ánimos á los

en las cosas de la guerra era para aquello de soldados españoles en la esperanza de la pre-
gran prudencia, ánimo y consejo, pero aun en sa y de la venganza. Los cercados, por el con-
los casos de la gobernación de gente, de rei- trarío, con el temor de la muerte y del casti-

nos y provincias en tiempo de paz era saga- go, aunque cansados del cuerpo y con fatiga
císimo y avisado cuanto convenía. Y así seve- del ánimo se mantenían en la última obstina-
ramente persuadió á D. Juan de Lanuza, Vi- ción y porfía. Mas la humanidad del Gran Ca-
sorrey de Sicilia, que amorosamente y sin ex- pitán mandó poner fín á la batería; porque los
trañeza gobernase aquel reino. Pues habien- dianeses, domados de la hambre y presos, es-
do, como dicho es, sosegado todas las altera- perando como merecedores del último casti-
ciones de aquella tierra, como algunos lugares go, por su intercesión fueron perdonados del
del reino de Ñapóles antes hubiesen obedeci- Rey Federico. Después de esto fué tomada
do Rey D. Federico más con temor del
al otra vilia, que decían Atreví, con otros lu-
Gran Capitán que no de su voluntad, y como gares comarcanos que también se habían re-
viesen ya ser pasado Gonzalo Fernández en belado. Vuelto á Ñapóles con aquella pros-
Sicilia, reveláronse contra el Rey de Ñapóles peridad y estando con el Rey, recibió cartas
y se comenzaron á desasosegar, por lo cual por las cuales le mandaba el Rey D. Fernan-
necesitado el Rey D. Federico envió á llamar do de Aragón que viniese á España para in-
al Gran Capitán, rogándole que diese la vuel- formarse del muy particularmente de la cosas
ta para Ñapóles, porque algunos lugares de acaecidas en el reino de Ñapóles. Entendido
aquel reino se le habían rebelado y temía no lo que pasaba, el Rey D. Federico le dijo que

se alborotasen y causasen alguna sedición


le tomase lo mejor que le pareciese en el reino
contra él en aquel reino. Por donde el Gran por sus trabajos. Pero el Gran Capitán no
Capitán, habiendo ya dado orden en lo que al quiso ninguna más de amonestarle que pro-
reino de Sicilia convenía, volvió en Italia con curase de conservarse en aquel reino tratan-
mucha presteza y Rey en campaña
halló al do á sus vasallos de tal manera que tenién-
allende estando para combatir la
el río Silario, dole el debido amor que como á su Rey y se-
noble ciudad de Diano. El Gran Capitán reco- ñoc deben tener los subditos, no les causase
gió su gente que había dejado aposentada por lo contrario. El cual después de agradecido
el reino de Ñapóles, viendo que los dianeses su buen parecer, comunicó con él muchas co-
vasallos de Antonello, Príncipe de Salerno, de sas muy importantes á aquel reino en mucho
la casa de S. Severino, favorecían la parte An- secreto. Pues habida su licencia, aunque con
estos solos entre todos los otros no
joína, y hartas lágrimas y sollozos, embarcado que fué
habían perdido en nada la esperanza y favor en la armada con la más escogida gente, y en
del francés, porque tenía por cierto que la ar- especial con los capitanes de caballos y infan-
mada francesa había de venir en aquella ribe- tería, los cuales en muchas guerras habían
ra á renovar la guerra, confiados en la forta- hecho grandes hazañas dignas de grande loor
leza del lugar y en la muchedumbre de vitua- y premio, navegó para España. Cosa digna de
llasque aparejadas tenían de antes, Y pensa- memoria es decir con cuánta honra el Rey
ban que les sería tenido á grande honra si don Fernando y la Reina doña Isabel recibie-
habiéndose rendido los otros al Rey vence- ron al Gran Capitán, confesando á boca llena
dor, ellos casi solos entre todos hubiesen el Rey que mucha más gloria había recibido y
mantenido la fe. Probó el Gran Capitán con adquirido la corona de España habiendo tor-
parlamentos de reconciliar á los dianeses con nado á sus parientes en su antiguo reino y
el Rey, mas todo fué en vano para con la loca echado de aquel los franceses enemigos por
multitud de los ánimos obstinados que tenían, medio del Gran Capitán que no él por la pre-
ofreciéndoles él como medianero condiciones sa de Granada y por haber echado los moros
de humanidad grandísima. Pero al fin el nego- de aquel reino. Bien demostró el Rey con
cio se volvió á la fuerza y rigor de la guerra efecto que aquel loor "y honra que le daba no
y armas, y por el mandado del Gran Capitán procedía de lisonja ni adulación, sino de juicio
fué en dos partes plantada la artillería y trin- de ánimo libre y verdadero. Y así dijo el Rey
chea, las cuales cubrían á los que combatían. al Gran Capitán alargándose de la silla y abra-

Crónicas del Gran Capitán.- 4

k
50 CRÓNICA GENERAL DEL GRAN CAPITÁN
zándolo: Gran Capitán, la ventaja que á los reinado, aunque también les dijo cuan dudoso
vuestros lleváis en la guerra, en la paz os lo quedaba de sosiego, porque se decía que el
han tomado hoy, y esto decía porque el Gran Rey de Francia de nuevo hacía gente y se
Capitán acostumbraba ser el primero en la creía que quería volver sobre aquel reino.
lid y el postrero que de Gran Ca-
ella salía. El Pero sobreviniendo la nueva de la muerte del
pitán besando las manos á sus Reyes con el Rey Cario octavo. Rey de Francia, ya nom-
acatamiento debido les dio cuenta y relación brado, estuvo algún tiempo aquel reino pací-
entera de lo que después que pasó en el rei- fico hasta que el Rey Luis, sucesor de Cario,
no de Ñapóles había hecho, diciendo en cuán- pasó segunda vez en el reino de Ñapóles, se-
to sosiego y quietud quedaba á la sazón el gún que en la segunda parte de esta crónica
reino de Ñapóles, y que según creía duraría se dirá. Pero en tanto trataremos otras cosas
muchos años sin tornar á reinar los franceses que en este medio sucedieron en España y
en él tan libremente como otros años habían otras partes.

Fin de la primera conquista del reino de Ñapóles, hecha por el Gran Capitán
Gonzalo Fernández de Aquilar y de Córdoba.
LIBRO SEGUNDO
DE LA

CONQUISTA DEL REINO DE ÑAPÓLES


HECHA POR EL

GRAN CAPITÁN GONZALO FERNÁNDEZ DE AGUILAR Y DE CÓRDOBA

po fueron juntos seis mil hombres de guerra.


CAPÍTULO I
Gon-
Y hizo de su ejército Capitán general á
De cómo los moros de Granada se levantaron zalo Fernández, la cual determinación fué á
con las Alpujarras y el Gran Capitán los la verdad con maduro consejo hecha por no
venció y sujetó. dar desabrimiento á los grandes que no que-
rían que ninguno de su orden y potencia les
Nohabían pasado dos años después de la fuese preferido. Y de su voluntad holgaban
venida del Gran Capitán en España por de seguir á uno que fuese inferior de ellos
mandado de su Rey, como está dicho, creyen- en señorío, el cual se aventajase en esfuerzo
do ya haber hallado reposo en sus tierras y plática en las cosas de guerra á los otros.
de sus tantos trabajos pasados, la fortuna Porque aunque Gonzalo Fernández no se
(la cual le había estado siempre firme y ver- pudiese igualar en el estado y patrimonio
dadera compañera de la virtud) le presentó á con los señores de Castilla, porque todo el
la hora nueva manera de guerra, y fué que estado del padre según las leyes de Castilla
los moros del reino de Granada se amotina- pertenecía por el mayorazgo á su hermano
ron, los cuales no habían querido seguir al D. Alonso, él solo por su merecimiento y va-
Rey Boabdelín, vencido en la batalla, el cual lor era tenido y se trataba como los más
perdido que hubo el reino se partió de Espa- principales. Pues así escogido por Capitán
ña, y ellos habían sido recibidos en fe debajo general, como dicho es, y por todos acepta-
de ciertos capítulos y condiciones. Metiéron- do la elección, con grande diligencia hizo re-
se en armas y dieron señal de una nueva é seña y mandó á su hermano D. Alonso de
importantísima guerra; porque no podían su- Aguilar, que era capitán de una banda de ca-
frirde ser constreñidos á baptizarse, é hicié- ballos, que cerrase la orden y marchase para
ronse fuertes en el Alpujarra á una falda de sus enemigos. Y como llegaron cerca de Lan-
la montaña en un lugar que se dice Lanjarón jarón el Gran Capitán mandó que la gante de
y parece que llamaban de la vecina Berbería caballo por la halda de la montaña, que es
un mozo de sangre real á la esperanza del hacia lo llano, diesen una vista haciendo de-
reino. El cual favorecidode grandes ayudas mostración de querer combatir el fuerte de
de bárbaros parecía que de cada hora se los enemigos. Y en tanto que el enemigo es-
aguardaba en España. El Rey D. Fernando, taba atento mirando la gente de caballo y
desvelado con este tumulto, mandó á todos empezando algunas escaramuzas ligeras en-
los grandes que por el bien y reputación de tre ellos, el Gran Capitán con la infantería
España ajuntasen sus gentes y en breve tiem- muy secretamente subió á lo alto de la mon-
52 CRÓNICA GENERAL
taña, y al tiempo que gente de á caballo
la Rey Luis de Francia, onceno de aquel nom-
andaban envueltos con los moros, que bien bre, sucesor del Rey Cario octavo, pasó se-
descuidados estaban de la sobrevenida de gunda vez en Ñapóles, que fué en el año de
los infantes, llegó Gonzalo Fernández con su mil y cuatrocientos y noventa y nueve, según
gente y dio en ellos de tal manera que si lle- que adelante se dirá. Entre el cual y el Papa
gara al cabo de su designo no quedara moro Alejandro con venecianos y florentines ha-
de ellos á vida, aunque peleaban como hom- bían hecho una liga muy dañosa á Italia con-
bres desesperados y con intención de morir tra Ludovico Esforcia, Duque de Milán y con-
antes que rendirse. Mas Gonzalo Fernández, tra el Rey Federico de Ñapóles. Con estas
como aquel que era más inclinado á piedad y condiciones: que al Rey Luis de Francia se
mansedumbre que no á crueldad y rigor, y adjudicase Milán, á venecianos Cremona, á
como era conocido de losmoros por tantos Césaro Borja, hijo del Papa Alejandro (el
razonamientos que con sus Reyes había te- cual habiendo, como en el primero libro se
nido y siempre había sido entre ellos y su cuenta, muerto cruelmente á su hermano el

Rey benigno arbitro de paz ofreciéndoles ho- Duque de Gandía, había desechado el capelo
nestísimas condiciones, teniendo por ayuda- de Cardenal y había en Francia tomado por
dor á D. Iñigo de Mendoza, Conde de Tendi- mujer á Carlota de Labrit,parienta del Rey de
11a, Alcaide de Alhambra, fueron del Rey per- Navarra) se le diese favor y ayuda con la
donados todos sus errores y rebelión y todo cual aniquilase y desterrase toda la casta
y
el reino de Granada fué pacífico. Ganó en linaje de los antiguos Príncipes y se hiciese

esto Gonzalo Fernández grande loor de hu- señor de la Romanía y de la Marca de Anco-
manidad é industria igual á la gloria de la na y de la Umbría, y el Rey Luis de Francia
guerra pasada, pues con haberse fundado en se tomaría para sí el reino de Ñapóles. Fué
la elocuencia juntamente con el ejercicio mi- con tanta astucia tenida en secreto esta liga,
litar, había traído á una tan buena y breve que jamás llegó á noticia del Rey Federico
conclusión un negocio tan importante y cali- de Ñapóles, el cual en cualquier temor y peli-
ficado, tan provechoso á la Corona real y casi gro, de ninguno esperaba mayor ni más cier-
sin derramamiento de sangre. Y esto causó to socorro que del Rey D. Fernando de Ara-
la reputación en que los moros Gran Capi-
al gón, su pariente y viejo defensor. Ludovico
tán tenían, al cual tenían más temor que á Esforcia, Duque de Milán, viéndose rodeado
todos los otros capitanes. Y así la principal de aquella cruel conjuración de Príncipes y
causa por que tan presto y tan voluntariamen- aguardando en vano el socorro del Empera-

te se dieron á partido fué ésta. dor Maximiliano, el cual estaba necesitado de


dineros y entonces le hacían guerra los sui-
zos y grisones, envió embajadores á Bayace-
CAPÍTULO II
to, Emperador de los turcos, dándole á en-

Del aparejo que el Rey Luis de Francia hizo tender que aquella conjuración se hacía con
para venir sobre el ducado de Milán y el mal fin y con designo que después que estos
turco para venir sobre los venecianos. Príncipes pusiesen fin á la guerra de Italia,

conforme á sus pensamientos, se ajuntarían


Dos estados en Italia han sido siempre de en uno y pasando en Grecia le harían á él la
los Reyes de Francia muy deseados y aun guerra en Constantinopla y en otras partes
procurados con todas sus fuerzas y mañas. muy cruda, así por la mar como por la tierra.
El uno el reino de Ñapóles, de cuya conquista La orden que en la liga se tuvo, según algu-
se ha tratado y tratará, y el otro el ducado nos escritores de aquel tiempo, fué de esta
de Milán, por los derechos que pretenden á manera: que como el Rey Luis de Francia hu-
ellos tener aunque falsa y fingidamente. Y ansí biese, según dicho es, sucedido en el reino
como esta opinión después que el Gran Ca- por muerte de Cario octavo de aquel nom-
pitán pasó en España, como en el primero bre y le trajesen á la memoria el derecho que
libro se recita, que fué en el año del Señor de los Reyes de Francia sus antecesores tenían
mil y cuatrocientos y noventa y siete, el esta- al ducado de Milán y reino de Ñapóles, aun-

do del reino de Ñapóles estuvo en mucho so- que debajo de disimulado título fingían ser
siego y paz por algunos años, hasta que el legítimo y verdadero y así lo pretendían, fué

ú
DEL GRAN CAPITÁN 53

inclinado á conquistar aquellas señorías. Y ría,y esto era con fin que como su Senado, á
como fué por algunos entendida su voluntad, su opinión, lo tuviesen por perpetuo y los
que era recuperar para sí y su corona como Reyes fuesen mortales y no duraderos, á lo

cosa propia aquellos señoríos, viéndole hacer menos tanto como de esta suer-
los Senados,
alguna diligencia para ello juntando ejército te siendo amigos del Rey de Francia y sus

y aparejando otras cosas y municiones á se- confederados compañeros y aliados, el esta-


mejante empresa necesarias y convenientes, do de Milán por discurso de tiempo podría
algunos príncipes y señores de Italia, como venir debajo de su imperio y señorío, y sus
más por necesidad que por voluntad habían límites y confines se extenderían mucho más
en el tiempo que allí estuvo el Gran Capitán y serían y valdrían mucho más de lo que an-

dejado al francés, como no hallaban quien les tiguamente en eltiempo de sus predecesores
amparase y se les habían rendido, compelidos había valido. Otrosí los venecianos envia-
agora teniendo aliento y respiradero por la ron sus embajadores al Papa Alejandro sex-
nueva que se divulgaba, dejaron la amistad to, sin la ayuda del cual tenían por cierto que

que de necesidad habían tomado y allegáron- su pensamiento no vendría en el efecto que


se á la vieja del francés, y tan del todo se mu- deseaban. Al cual los embajadores, entre otras
daron que en una tan temida venida como la cosas que le dijeron, le trajeron á la memoria
del Rey Luis de Francia, rompiendo la liga cómo la dignidad pontifical era transitoria y

que entre ellos había, quisieron ser unos á que por esta razón y otras muchas que el
otros contrarios,como lo fueron los venecia- embajador le dijo, debía en tanto que Dios
nos con el Duque de Milán. Y esto fué por le daba vida procurar de haber algún buen
una diferencia que entre sí tenian sóbrela estado para César Valentino, su hijo, el cual
señoría de Pisa, que fué causa que los vene- si Su Santidad era servido podía en breve

cianos, por ocasión de la enemistad que con adquirir y aquistar las señorías de Imola,
elDuque de Milán tenían, determinaron ha- Forli, Pésaro y Faenza juntándose con el Rey
cer nueva liga como amigos de novedades, de Francia y otros sus aliados contra el Du-
no según á sus antiguos, sino según sus co- que de Milán Francisco Esforza, contra el
sas y obras modernas. Y así enviaron sus cual el Rey de Francia sin duda ninguna pa-
embajadores al Rey Luis de Francia, enten- saba su grueso ejército en Italia, y que esto
diendo que juntándose con el que pretendía debían hacer ajuntándose todos y haciendo
el ducado de Milán, se vengarían de su ene- una masa y hermanándose debajo de capítulos
migo el Duque, lo que por sí solos no se y conciertos útiles y provechosos para todos
atrevían ni sentían suficientes y poderosos, y á su parte y contra el Duque de Milán su
dando al Rey de Francia á entender lo mucho enemigo y hombre solo, sin adjuditorio ni de-
que se habían holgado por la nueva elec- fensión de nadie. Tanto hicieron y supieron
ción suya en el reino de Francia y ofrecién- decir los venecianos, y por tales términos,
dose de favorecerle y ayudarle para que pu- que convencieron al Pontífice, que fué por su
diese tomar el estado de Milán, conociendo industria persuadido á favorecer al Rey de

que de derecho los Reyes de Francia tenían Francia contra el Duque de Milán. Concerta-
justo título de ser señores del. Y los que lo do que fué esto, luego del Papa Alejandro
poseían era tirana é injustamente desde la fué avisado el Rey de Francia, enviándole á
muerte de Filipo María, tercero Duque de decir por sus embajadores la voluntad y
Milán hasta agora. Y esta embajada no tanto amor que tenía á sus cosas y al acrecenta-
la hicieron los venecianos por hacer bien ni miento de su señorío y reino. Y que sabiendo
servicio al Rey Luis de Francia, cuanto por la cómo quería enviar gente contra el ducado
enemistad que como dicho es tenían al Duque de Milán, movido por el derecho que á los
de Milán, considerando que quitaban delante Reyes de Francia en aquel ducado competía
de sí un grande empacho á su desordenada co- y presupuesto que era así verdad como así
dicia quitado de cabe sí al Duque de Milán, el se publicaba, él se ofrecía de le ayudar con
cual á cualquier cosa que injusta emprendie- todo su poder juntamente con los venecia-
sen les podría poner obstáculo é impedimen- nos, que no menor deseo demostraban á su
to, y también porque tenían una secreta co- servicio que sus proprios vasallos y subdi-
dicia y deseo de extender su estado y seño- tos. El Rey de Francia fué de esto muy ale-
54 CRÓNICA GENERAL
gre, y no poniendo de ahí adelante duda en convenientes que de esta empresa se le po-
ganar el ducado de Milán, se dispuso más li- dían seguir, sabiendo cuan obligado fuese el
bremente á su empresa como cosa hecha. Y Emperador Maximiliano á favorecer al Duque
así luego respondió con sus cartas y mensa- de Milán por razón que le era feudatario, pa-
jeros así al Pontífice como á
venecianos y
los recióle que sería bien concertarse con los sui-
otros aliados de quien había en este caso re- zos del Buey y del Grifo, dándoles una grande
cibido embajadas, agradeciéndoles el amor y suma de dinero por que le ayudasen y no le
voluntad que le mostraban. Y también envió fuesen contrarios, y aun inquietasen y moles-
sus embaja,dores para que con aquellos Prín- tasen al Emperador Maximiliano de tal mane-
cipes asentasen sus condiciones y capitula- ra que él no pudiese bajar á dar socorro al
ciones de amistad y confederación, los cuales Duque de Milán, como ya tenemos dicho que
ajuntándose fué entre ellos el concierto en lo hacían (y la causa era ésta). Asimismo se
esta manera: Primeramente, que el Rey de confederó con el Rey D. Fernando de España,
Francia después de haber ganado el ducado haciéndose su amigo, lo cual hizo con color
de Milán fuese obligado á favorecer con su que como nuevo Rey de Francia quería con-
gente al Papa Alejandro para conquistar el federarse y aliarse con todos los Príncipes
estado de Imola, Forli, Pésaro y Faenza para cristianos y hacer una grande armada para ir
César Valentino su hijo. ítem, que después de cont'ael turco. El Rey D. Fernando creyendo

haber ganado estos estados fuese obligado su embajada y no creyendo ser su ánimo tan
el Papa á ayudar al Rey de Francia para doblado é inicuo prometióle amistad. Allende
conquistar el reino de Ñapóles juntamente de esto se concertó y entendió con los seño-
con los venecianos. ítem, que por el trabajo res del estado de Borgoña, haciendo con ellos
y gastos que los venecianos habían en aque- la misma amistad que con los otros. Después

lla liga y socorro, el Rey de Francia fuese de hecho esto, recelando que con la dilación
obligado á dar á los venecianos la ciudad del tiempo alguno de sus aliados podría mu-
de Cremona con todo el Cremonés y Gerada- darse de su opinión y ponerle algún impedi-
da hasta el río á cuarenta brazas Estos, mento á su propósito, con una increíble pres-
pues, fueron los capítulos y condiciones en- teza envió su ejército contra el ducado de
tre el Papa Alejandro y el Rey Luis de Fran- Milán, con el cual envió por Capitán general
cia y los venecianos, los cuales asentados y á monsiur de la Tramulla. Este capitán fran-
jurados por las partes, fueron luego prego- frés vino, como dicho es, sobre el ducado de
nados; lo cual fué á veinticinco días del mes Milán con voluntad y propósito de hacer en
de Marzo del año de nuestra salvación de aquel negocio tales cosas que sirviendo á su
mil y cuatrocientos y noventa y nueve. Y Rey quedase de él entera memoria. Allegado,
luego entendieron cada uno de ellos en gri- pues, que fué monsiur de la Tramulla capitán
tar y sueldo recoger gentes, municiones y en el Piamonte, con toda su gente junto á la
pertrechos para entender primero en ir so- ciudad de Aste, que fué en el mismo año de
bre Milán. mil y cuatrocientos y noventa y nueve, toda
la gente de aquella región se comenzó de al-

borotar y poner en armas, señaladamente los


CAPÍTULO III
milaneses, por la venida suya, mayormente vi-
Del grande el Rey de Francia en-
ejército que niendo con tan superbo ejército; pero el Duque
vió sobre Milán,y de cómo el Duque de de Milán que temía la venida de los franceses
Milán se fué á Alemana por gente de so- sobre él, por razón que cuando fué alzado por
corro. Rey de Francia el Rey Luis escribió cartas á to-
dos los Príncipes de Italia de mucha amistad
Cuanto sean los negocios de mayor calidad para congratularse cOn ellos y á él no le había
tanto más deben ser pensados y medidos con escrito, y en todas sus cartas se intitulaba Rey
el nivel del buen juicio por los discretos, por- de Francia y Duque de Milán, y así el Duque
que no trayan las inadvertencias desusados siempre había recelado que el Rey de Francia
inopinados fines. Y así por esta razón el Rey tenía voluntad de quererle quitar el ducado
de Francia, como hombre sagaz y de buen en- de Milán. Y así con este presupuesto conside-
tendimiento y consejo, considerando los in- ró lo que debía hacer en aquel caso, y halló

é
DEL GRAN CAPITÁN 55

que pensar defenderse á mano armada contra mado Bernardino Cortés, natural de Pavía, él

un tan poderoso enemigo era imposible, y que se fué á Alemana, encargándole primero mi-
se ponía él con su gente y estado en grande rase cómo el crédito y fidelidad que de él te-

riesgo. Señaladamente que llegaba ya á su nía entendidos y conocidos le habían movido


noticia que los venecianos le favorecían y antes á élque á otro dejar tan grande cargo
habían enviado su gente con el Conde Pitilia- como era laguarda de aquel castillo dé .Miláii,
no, y lo mismo había hecho el Pontífice, que el cual era la llave de todo el ducado, y que

le había enviado su ejército con el Duque Va- si aquel se perdía era perdido todo aquel es-

lentino, su hijo, de cuya causa él no se podía tado, por lo cual le encargó mucho mirase que
sustentar. Por lo cual, echados muchos juicios, usase bien del cargo que le cometía, que él le
á la fin se resolvió en procurar algún concier- prometía dentro de tres meses de lo socorrer
to con el francés, pensando que de aquella y darle en su señorío tierras con que viviese
manera apartaría guerras de su señorío, y
las mucho á su honra. Bernardino Cortés viendo
con este acuerdo envió á decir al Rey de Fran- el buen concepto que el Duque su señor tenia

cia que si era su voluntad él se concertaría de su fe, le respondió con mucha gratitud pro-
con él de esta manera: que le dejase en paz en metiéndole de tener el castillo, no sólo tres
el ducado de Milán durante sus días, y des- meses, pero tres años si necesidad hubiese
pués de él sus hijos lo poseyesen por tiempo aunque no fuese socorrido, pues tenía basti-
de dos años, después de los cuales el ducado mento y gente y municiones bien bastantes. A
de Milán viniese á la corona de Francia, ha- lo cual le obligaba no solo ser su criado, pero
biendo hijos legítimos, y que por el mismo el crédito y confianza que de él más que de

caso fuese obligado el Duque de Milán de dar otro ninguno mostraba tener dejándole un tan
al Rey de Francia luego de presente doscien- fuerte é importante castillo en guarda. Con
tos mil ducados. En este partido y concierto esto el Duque de Milán se partió la vía de
viniera el Rey de Francia si el Emperador Alemana, en donde estuvo muchos más días
Maximiliano, entendiendo lo que entre el Rey de los que pensaba haciendo gente la más que
y el Duque pasaba, con sus letras no lo estor- podía y le era menester para defensión de su
bara, enviando á decir al Duque de Milán no estado.
apuntase ninguna cosa con el Rey de Francia,
porque él le favorecería de manera que se CAPÍTULO IIII

pudiese defender en su estado. Y á esta cau- De cómo Bernardino Cortés, castellano del cas-
sa, con la esperanza del Emperador, el Duque tillo de Milán, vendió el castillo á los fran-
retirado de su propósito se puso en armas y ceses.
entendió en defenderse. Verdad es que no
dejó de tener temor viendo el crecido ejérci- Partido, pues, que fué el Duque de Milán,
to del Rey de Francia y tan allegado á él, y así Francisco Esforcia, la Alemana, los
vía de
no se atrevió de aguardalle en campaña, sino franceses desvelados con el deseo de ensan-
por las mejores maneras que pudiese entrete- char su señoría, se empezaron á meter por
nelle á veces con tratos y á veces con escara- las tierras del ducado de tal manera, que las
muzas, en tanto que le venía el socorro del unas por fuerza y las otras de grado en breve
Emperador, y cuando aquel le faltase tenía tiempo se sometieron á su imperio. El caste-
entendido que no podía dejar de venir á poder llano Bernardino Cortés, á quien, según dicho
del Rey de Francia con algún partido. Y así se es, había dejado el cargo de castellano, no
detuvo algunos días, en los cuales como viese mirando los beneficios del Duque recibidos
la tardanza del socorro del Emperador, deter- ni su prometida fe, así como fementido, esti-
minó de ir él en persona por gente á Alemana mando más el dinero que el francés le prome-
dándoles buenos partidos. Y para esto dejan- tía que la fama y honra suya y de sus des-
do el castillo de Milán muy bien proveído de cendientes, y el título tan honrado que de ser
gente, provisiones y municiones y otros per- castellano fiel de un tan honrado castillo po-
trechos á la defensa de aquél necesarias, y día alcanzar, posponiendo la honra por la utili-
asimismo otras fuerzas del estado, y dejando dad, dentro de diez días después de la partida
por castellano del castillo de Milán á un ca- del Duque vendió el castillo á los franceses,
marero suyo de quien él mucho se fiaba, lla- de lo cual redundó grandísimo daño en el
56 CRÓNICA GENERAL
ducado, porque las tierras y castillos que no suma de moneda y luego pagada, y más de
se habían querido dar á los franceses, viendo allí adelante en cada un año treinta mil duca-
el castillo y principal cabeza de aquella seño- dos si lepusiesen al Duque en su poder. Los
ríaen poder de los enemigos, no supieron suizos, como más amigos de dineros que^dc
cómo detenerse ni ampararse, por lo cual to- honra y de paz, aunque deshonrada, que de
dos, aunque contra su voluntad, se dieron á guerra peligrosa invita, prometieron de hacer
los franceses. En este tiempo los milaneses lo que él les pedía, para seguridad de lo cual

que tenían la voluntad del Duque, con mucha monsiur de la Tramulla, Capitán general, les
diligencia le hicieron saber el estado de Milán prometió de dar una buena villa del estado
y en qué términos estaba y lo que después de Milán, llamada Bellizona, y para efectuar
de su partida había sucedido, y cómo el cas- su mal trato y prender al triste Duque, que
tellano Bernardino Cortés había usado de su de todo esto estaba ignorante, ordenaron que
oficio con tanto aleve, y que aquello había sido monsiur de la Tramulla allegaría su gente
la principal parte de la perdición de todo su para dar batalla al Duque, y que saliendo el
estado, el cual casi todo estaba ya en poder Duque de la ciudad para lo mismo, que los sui-
de franceses, y así le suplicaban que lo más zos del Duque se juntasen con los suizos del
presto que pudiese volviese á Milán con la capitán francés y entre todos lo prendiesen.
más gente que haber pudiese, que ellos esta- Este partido aceptaron y juraron los suizos
ban prestos de le recibir como á su señor na- que habían venido con el Duque por medio
tural y servirle como á tal con sus personas de los que esto trataban. Esto hecho, los fran-
y haciendas. El Duque de Milán siendo avisa- ceses muy contentos se determinaron dar la
do como está dicho, y viendo la ruina y per- batalla, y así alzado su campo fueron derecha
dición suya y de su estado por la traición y vía para Alejandría. El Duque como fuese avi-
alevosía de su criado, á quien él había prome- sado de la venida de los franceses, poniendo
tido hacer mercedes por el amparo y guarda su gente en orden salió bien á punto para
del castillo de Milán, y hallando tan firmes afrontarse con ellos, y estando bien cerca los
las voluntades de los milaneses á su servicio unos de los otros, los suizos que tenía el Du-
y tan constantes á lo que le cumpliese, tenien- que, por razón del concierto que con los fran-
do ya una buena banda de suizos y otra de ceses habían hecho, dejaron el camino derecho
alemanes y borgoñones á caballo, se metió en que los otros soldados llevaban y tomaron
camino para su ducado de Milán, aunque ya otro hacia la parte de la montaña, enderezan-
poseído del enemigo. Pues llegado al término do hacia los otros soldados suizos que el fran-
y raya de la señoría de Milán, luego lo hizo cés traía con fin de juntarse con ellos. En esto
saber á los suyos, los cuales entendido que el Duque mandó á su gente que caminase

vieron su venida todos se levantaron contra para afrontarse con el enemigo, que se había
los franceses, aunque una de las ciudades que detenido en unos recuestos, los cuales como
más guardó la fe á su señor fué Alejandría se aderezasen para la batalla, los soldados
de la Palla, la cual recibió con muy grande suizos del Duque comenzaron á tañer los
acatamiento al Duque, y él se fué muy alegre atambores para llegarse á consejo, el cual
á meter en ella con toda su gente. El capitán fué menester que el Duque esperase, bien
monsiur de la TramuUa sabiendo la venida ajeno de la traición que le tenían armada, y
del Duque, hizo retraer su ejército á una villa acabado su consejo enviaron á decir al Du-
llamada Montara, adonde se rehizo llamando que que ellos no querían pelear contra sol-
los que andaban por aquella señoría derrama- dados de su nación, por razón que entre
dos, y tomando á sueldo copia de suizos y otras ellos estaba tal costumbre. El Duque de Mi-
naciones hizo un grueso ejército, y deseando lán viéndose así burlado de la gente en quien
en breve expelir al Duque de Milán perpetua- él tenía toda su esperanza, con mucha pres-
mente de aquel señorío, usó de una cautela teza mandó retirar su campo la vía de Ale-
como los franceses acostumbran cuando ven jandría por donde habían venido. Los fran-
al enemigo tan poderoso y bastante como ceses viendo retirar el campo del Duque lo

ellos, y fué que por sus secretos modos trató siguieron hasta encerrallo dentro de la ciu-
con los soldados suizos que el Duque de Mi- dad, sobre la cual los franceses asentaron
lán había traído que él les daría una buena su real, donde estuvieron muchos días te-

4
DEL GRAN CAPITÁN 57

niendo cercada la ciudad, esperando tomarla ron la parte del llano fueron de los franceses
junto con la persona del Duque. muertos, sin quedar ninguno de ellos vivo.
Los suizos, por encubrir su maldad, disimula-
damente, haciendo muestra de querer salvar
CAPÍTULO V al Duque, lo hicieron apear del caballo, y vis-

De cómo los franceses por la gran traición de tiéndole de su mismo hábito, como suizo, por-
los suizos prendieron Duque de Milán
al que no fuese conocido de los franceses, le
y después fué preso su hermano el Carde- dieron una pica, el cual metido entre ellos en
nal Ascanio Esforcia y los enviaron presos á su escuadrón fué de los franceses conocido ó
Francia. más verdaderamente fueron los franceses avi-
sados y fué de ellos preso. Y así es de creer
Siendo el Duque de Milán retraído con la que fué por industria de los suizos, pues cum-
gente á la ciudad de Alejandría y viendo cuan plieron con el francés lo que le habían prome-
al revés le había sucedido su pensamiento por tido. Finalmente, viendo los franceses al Du-
la gran traición de los suizos que él había que en su poder y cuan prósperamente les
traído de Alemana, no sabía qué hacer de sí había sucedido, lo cual pudiera ser que no se
en tanta calamidad y trabajo como á la sazón hubiera así acabado si no fuera por la acome-
estaba, y el mejor remedio que le pareció que tida traición de los suizos. Pues preso el Du-
para su fatiga podría ser era, posponiendo las que y entendiendo los franceses que no le te-
armas y guerra, procurar algún concierto de nían seguro en Italia, según los continuos mo-
paz, y así empezó á tratar con el capitán fran- vimientos de los Príncipes y señores de aque-
cés, diciendo que él se haría feudatario del lla región, determinaron de enviarlo al Rey de

Rey de Francia si le dejase pacíficamente en la Francia, porque se holgaría mucho y habría


posesión de su estado, con seguro que en su mucho placer de la prisión; así lo hicieron que
persona ni casa no sería hecho daño ni per- á muy buen recaudo lo enviaron. Después de
juicio alguno.En este concierto disimulada- esto pasado, la ciudad de Milán, que estaba
mente vino monsiur de la TramuUa, pensando sin amparo ni esperanza de socorro, se dio
que debajo de aquel concierto podría prender luego á los franceses. El Cardenal Ascanio
al Duque de Milán sin pérdida de su gente, y Esforcia, hermano del Duque de Milán, vien-
así le respondió que él sería de aquel trato do la prisión de su hermano y la caída que
mjy contento y que lo haría, pero que era ne- por esta causa el estado de Milán tendría, se
cesario que se viesen los dos con seguridad determinó de salir de Milán, adonde á la sa-
de ambas partes, y para esto que saliese el zón estaba, y con mucha compañía de amigos
Duque á cierta parte fuera de la ciudad, de- que seguirle quisieron, yéndose por el Pla-
bajo de su fe y seguro, adonde estaba aguar- centino, más en modo de paz que de guerra y
dándole, y allí darían orden en todas las cosas aun con fin de excusarla cuanto pudiese, fué
hacederas. El Duque de Milán, confiado de la su dicha caer en las manos de los venecianos,
palabra de monsiur de Tramulla y no cre-
la con los cuales venían Carolo Ursino y Sosino
yendo que en él hubiese engaño, salió de fue- Bezón, capitanes de aquella gente, y dando
ra de la ciudad para verse con él y hacer su sobre ellos muchos de los del Cardenal fue-
capitulación y concierto y llegó al lugar asig- ron presos y muchos muertos y los demás es-
nado. Los franceses, que sobre aviso estaban, caparon huyendo. El Cardenal Ascanio Esfor-
porque su capitán se lo había advertido, luego cia, viéndose en tanta necesidad, procuró es-

que vieron asegurada la gente del Duque, die- caparse, huyendo con solos tres caballeros
ron sobre ellos con muy grande ímpetu, y ma- que fuese á una villa que dicen
lo siguieron, y
tando y hiriendo muchos de ellos los desba- Ribalte, pensando allí guarecer; pero el capi-
rataron, yéndose los unos por una parte y los tán Bezón con algunos caballos lo siguió hasta
otros por otra. Los alemanes que estaban con tanto que lo prendió en aquella villa, y de allí
el Duque, en quien hubo más fe y constancia, lo llevó á Venecia, en donde fué guardado y
como vieron la traición de los suizos, hechos puesto á mucho recaudo. El Sumo Pontífice
todos un escuadrón se retiraron y salvaron Alejandro, sabida la prisión del Cardenal As-
de aquel peligro, tomando el camino de la canio Esforcia, envió sus embajadores al Se-
montaña, y algunos que desmandados toma- nado veneciano, rogándoles tuviesen por bien
58 CRÓNICA GENERAL
de entregarle la persona del Cardenal, como da, usando en ella de todo género de crueldad
su subdito, para administrar la justicia que y que aquellos crueles carniceros mostraban
era á él debida, y que él les prometía que no hacer en gente ya rendida, metiéndola á fuego
estarían quejosos de lo que á él tocaba hacer. y sangre con muy terrible crueldad. Los ve-
Los venecianos, agora fuesen contentos de necianos, que ya de la venida de los turcos
obedecer al Pontífice, agora congratularse con sobre su ciudad habían sabido, á muy gran
el francés, como quiera que fuese, aunque hay priesa hicieron una buena armada de cuaren-
diversas opiniones como esto pasó, basta que ta velas ó más, y enviáronla contra el armada
enviaron al Cardenal Ascanio Esforcia á los del turco, el cual habiendo pasado los hondos
franceses, que también se lo habían deman- ríos que le estaban en medio, que son la Li-
dado para llevar al Rey de Francia con su her- venza, el Lisonzo, el Tallamento y la Piave,

mano el Duque de Milán. Así que de todo esto habiendo hecho muy grandes daños á la gen-
se infiere que él fué preso y llevado á Francia te de venecianos y llegado al condado de Tri-
con su hermano preso y entregados los dos al vigo, siendo capitán de la gente y flota vene-
Rey Luis. ciana el Grimano, juntando con ellos la arma-

da francesa, porque habían enviado á supli-


CAPÍTULO VI
car al Rey de Francia les proveyese con algu-
De cómo la armada del Gran Turco vino sobre na gente en aquella necesidad, no tanto por
la ciudad de Lepanto y lo que los venecianos la obligación de -la amistad y confederación

hicieron en su defensa. que tenían, cuanto por la justa guerra que


contra infieles tenían, y así el Rey de Francia,
Ya que hubo entendido bárbaro Bayace-
el con buen celo de favorecer á los venecianos
to la ocasión y importancia del peligroque en y socorrerla cristiandad, envió con toda pres-
la confederación del Papa Alejandro y el Rey teza cuatro mil hombres de socorro en siete
Luis de Francia y venecianos se hacía y lo que naos y una carraca. Los cuales partiendo del
de aquello le podría resultar, como dicho es puerto de Marsella y hechos á la vela, en bre-
en el capítulo segundo de este segundo libro, ve llegaron á la isla de Corfú, adonde hallaron
y siendo avisado por el Duque de Milán, man- la armada de los venecianos que los aguar-
dó presto hinchir el arcipiélago de galeras y daba, y de allí, hecho su recibimiento y ha-
dio orden á Scander bajasán laco de la Escla- biendo consultado lo que debían hacer, la ar-
vonia, que con mucha caballería arruinase y mada veneciana y francesa partieron de aquel
saquease las tierras de venecianos hasta las puerto de Corfú y con buen tiempo llegaron
lagunas y llegase á ver las torres de Venecia. á vista dela ciudad de Lepanto, la cual reco-
Con este mandamiento partido Scander, Bajá nocieron estar en poder del turco y que se
de Constantinopla, llevando la vía de Pelopo- habían tardado mucho en el socorro. Pero
neso, que hoy se llama la Morea, adonde lle- Scander Bajá, alegre de la victoria que había
gado mandó aderezar su armada contra una habido de la ciudad, como vio venir la arma-

ciudad que se dice Lepanto, tierra de vene- da de los venecianos, entendió en salir á reci-
cianos. Antes de este movimiento del turco birlos, y saliendo del puerto púsose en el pié-
todos los Príncipes cristianos estaban muy lago de la mar, y como se juntaron y el arma-
sobre el aviso apercibidos para defenderse de da veneciana no fuese tan poderosa como la
aquel peligro, mayormente el Maestre de Ro- de los turcos, en breve fué desbaratada y me-
das, que más cercano estaba, el cual con toda tida en rota. El armada francesa por la otra
diügencia se había proveído para esperarlo si parte hacía todo su poder y deber contra el
contra él tentase de venir. Pero como fué su turco, y en la carraca veneciana estaba un
viaje diverso y contra la común opinión, los capitán veneciano, llamado Oredano, varón de
venecianos no estaban tan apercibidos como mucha virtud, el cual en aquel acometimiento
convenía, por lo cual la armada del turco co- bien demostró su virtud y valor. La otra par-
menzó por mar y por tierra á hacer en aque- te de la armada, que según dicho es había
lla ciudad de Lepanto todo el mal y daño que vuelto las espaldas, desamparando la compa-
leera posible, y así fué que en breve, antes á parar á una isla llamada el Zante, y
ñía, fué

que pudiese ser socorrida, como la ciudad es- estando allí reparando las galeras del daño
tuviese desapercibida fué de los turcos toma- que de los turcos habían recibido, un capitán

é
DEL GRAN CAPITÁN 59

de aquellos, llamado Melchior de Treviso, tiró á su alojamiento, porque el armada fran-

oprimido de una muy grave y peligrosa enfer- cesa bien destrozada y con algunos vasos per-
medad, falleció en aquel lugar, de que mucho didos se fué á juntar con los venecianos á la
pesó á toda la gente de la armada, porque era isla del Zante, donde estaban reparándose del
un hombre muy sabio y de mucho ánimo y daño que en la refriega pasada con los turcos
esfuerzo en las cosas de la guerra, mayor- habían recibido, y los turcos se volvieron á la
mente en las batallas marítimas era muy pro- ciudad de Lepanto, la cual, como dicho es, no
veído. ElSenado veneciano que luego fué avi- pudieron socorrer los cristianos, antes con
sado de la rota de su flota y de la muerte de harto daño se hubieron de retirar. En esto
aquel capitán, en su lugar escogieron un fuer- vino el invierno, por donde el turco hubo de
te y venturoso varón, que se llamaba Benito parar de pasar adelante y aposentó toda su
Pesaro, el cual con toda diligencia fué á to- gente, que serían ciento y cuarenta mil hom-
mar cargo de la armada francesa que queda- bres de todo género, enla comarca de aquella
ba envuelta con los turcos y el capitán Lore- ciudad de Lepanto. Siendo de esto sabidores
dano que con su carraca había aferrado con las dos armadas veneciana y francesa, habién-
otra gruesa carraca. Es así, que pelearon tan- dose ya reparado del daño recibido, determi-
to los unos con los otros, que de ambas partes naron de ir sobre la isla de Chafalonía, pues
había infinitos muertos y heridos; lo cual vis- de la armada del turco por entonces estaban
to por otro capitán francés que estaba en otra seguros, creyendo en aquella se vengarían del
carraca, dicha por nombre Charanda, como daño recibido. Esta tierra así como la ciudad
vio la batalla de las dos carracas, á todas ve- de Lepanto era de venecianos y el turco la
las fué sobre ellas por socorrer á los cristia- había puesto debajo de su señorío. Finalmen-
nos. Las galeras turcas, viendo aquella carra- te,ambas á dos armadas francesa y venecia-
ca en favor de la otra cristiana y contra su na se hicieron á la vela enderezando su cami-
carraca turca, arremetieron contra la carraca no contra la isla de la Chafalonía, sobre la cual
francesa y aferraron con ella cuarenta y ocho en breve se pusieron. Los turcos que estaban
galeras de armada turca. En esto vino en la en guarnición de la villa, que bien serian sin
mar una grande calma, á cuya causa los de las los naturales de ella ochocientos hombres,
galeras turcas se aprovechaban mucho de la como vieron el armada cristiana en el puerto,
carraca francesa, tanto que estuvo á punto luego se pusieron en defensa, juntándose á
de perderse. En esto los turcos que con la estorbar la salida en tierra; pero al fin como
Bretaña combatían, viéndose en todo peligro fuese poca la gente de los turcos y no bas-
y estrecho puestos de los cristianos, echaron tantes á resistirles la salida, recibiendo mucho
fuego á la carraca veneciana, la cual comenzó daño se recogieron á la villa. Y de esta ma-
á arder con tanta fuerza que los cristianos no nera saltaron de las armadas cristianas diez
lo pudieron remediar. Y así les convino ren- mil hombres de guerra, los cuales con muy
dirse, de los cuales unos se dieron á prisión, buena orden cercaron la villa y plantaron el
otros fueron muertos de los turcos, y así fué artillería en el mejor lugar y más acomodado
la carraca desamparada, la cual en breve fué que les pareció, aunque con harta dificultad,
hecha ceniza. Los turcos no pudiendo desafe- por ser la villa de sitio muy fuerte, la cual
rrar su carraca de la de los cristianos que bien asentada batían con ella cada día la villa con
aferradas estaban, como fuese muy grande el mucha fortaleza y le daban asalto las más ve-
fuego de la otra carraca, saltó en la suya y ces que podían; pero siendo como era la villa
sin ningún remedio fué asimismo quemada de sitio fuerte y los turcos de dentro escogi-
como la carraca cristiana. La otra carraca fran- dos y de mucha experiencia, antes recibían
cesa que por la grande calma estaba de los daño los cristianos que lo hacían, porque
turcos muy oprimida, porque los turcos con puesto que habían derribado con el artillería
destrales y otros ingenios la tenían casi rom- dos lienzos del muro de aquélla, con los repa-
pida por junto á la grúa, plugo á Nuestro Se- ros que los de dentro hacían la hallaban más
ñor Dios que refrescó el tiempo, por lo cual fuerte que antes. Y así habiendo estado tres
á los turcos fué forzado con harto daño suyo meses de lo más fuerte del invierno sobre la
desaferrarse de la carraca francesa desampa- Chafalonía y visto que su trabajo salía en
rándola. Y así cada una de las armadas se re- vano y hacía poco efecto, considerando que
60 CRÓNICA GENERAL
venía el verano y el turco podía venir sobre ellos plantar el artillería y asentar su real á
ellos y destrozarlos á todos, determinaron al- la redonda. Finalmente, que fué la roca tan
zarse de y recogerse á sus tierras. Y así
allí varonilmente combatida por todas partes,
recogidos todos á sus fustas dejaron aquella que de la parte de la ciudad derribaron un
islade Chafalonía y los venecianos se fueron lienzo del muro y quitaron las defensas de
á de Corfú y el armada de Francia con
la isla un turrión que estaba delante de las puertas
harta pérdida de gente se volvió á Marsella. del castillo, y hecha esta batería, estando ios
Al tiempo que estas armadas se retiraron, el españoles del Duque puestos á punto, man-
Gran Turco Bajaceto entró por el examilo de dóles que luego diesen asalto; así los espa-
Corintio en la Morea con un grueso ejército y ñoles como de ánimos invencibles lo hicieron
tomó á Modón y ganó al Junco, que fué Pilo también, que, aunque con harto daño suyo,
de Néstor y á Criseo de allá del Acrite, hoy cobraron la roca de poder de los que dentro
llamado cabo de Gallo, y á Corón, habiéndoles se habían recogido, de los cuales fueron
poco antes ganado á Lepanto en el golfo de unos presos y otros muertos y fué ganada
Etolia, como dicho es, y á Durazo en Albania por el Duque. Pasado esto, viéndose el Du-
y otros pueblos que por prolijidad aquí no se que señor de la ciudad de Imola, reconoció
escriben, pero dejémoslo para adelante y di- su gente y reparándola de armas y lo necesa-
remos en tanto lo que en Italia pasaba, rio y dejando parte de aquella gente en
guarnición de la ciudad y roca de Imola, fuese
con el resto del campo la vía de la ciudad de
CAPÍTULO VII
Forli, la cual viendo que la ciudad de Imola
De cómo el Duque César Valentino, hijo del se había rendido de su voluntad al Duque,
Papa Alejandro, vino á conquistar el estado por los mismos respetos determinó de entre-
de Imola, y de lo que le sucedió. garse. Y así recibiendo dentro al Duque Va-
lentino, al cual por esta razón no le fué nece-
En la amistad y confederación del Papa sario detenerse en la expugnación de aquella
Alejandro con el Rey de Francia y venecia- ciudad, la señora de Forli, retrayéndose á la
nos fué concertado, como dicho es, que des- ciudadela llamada Roca, se fortificó lo mejor
pués que el Rey de Francia hubiese ganado que pudo con mucha gente de guerra que
el ducado de Milán para sí, dando su parte á consigo metió en aquella fortaleza. El Duque
los venecianos, habían todos de ayudar á mandó asestar el artillería contra la ciuda-
César Valentino con gente la que menester dela donde la señora, como está dicho, se
fuese para conquistar el estado de Imola con había recogido, la cual se plantó por dos par-
lo demás que arriba está dicho, que son tes, y tan reciamente batieron, que derri-
la

Faenza, Forli, Arimino y Pesaro. Pues agora baron mucha parte de la muralla y un peda-
cuenta la historia que ganado el ducado de zo de un turrión. Después de esto el Duque
Milán, aunque con malas maneras, como dicho mandó dar asalto por donde está el camino
es, y habiendo ido el César Valentino sobre que va á Mendola, donde se detuvieron mu-
Imola con seis mil suizos y seiscientos espa- cho los del Duque en la presa de la ciudadela
ñoles y trescientos hombres de armas, y so- y murieron muchos del Duque hasta que los
bre aquella puesto su campo, los de la ciu- españoles llegaron de refresco é hicieron
dad, recelando de antes el daño que venirles tanto que peleando con mucha fortaleza to-
podía, poniéndose en defensión determinaron maron por fuerza la ciudadela y mataron de
de darse al Duque Valentino voluntariamen- seiscientos soldados que la defendían los
te, teniéndole por muy buen caballero; y así cuatrocientos y los otros se dieron á pri-
contra la voluntad de mucha gente de gue- sión. Los de la Roca viendo tomada la ciuda-
rra que en la ciudad estaba, se rindieron al dela luego se rindieron al Duque Valentino,
Duque y lo recibieron en la ciudad. La gente de el tomando á la señora en prisión la en-
cual
guerra que en la ciudad estaba se recogió en la vió al Papa Alejandro, su padre, para que la
roca, en donde se pusieron animosamente á tuviese á buena guarda en Roma. Y de esta
defender. El Duque Valentino, visto que la manera el Duque Valentino comenzó á seño-
ciudad de Imola se le había entregado y los rear las tierras de la Romana como tenía
de la roca se hacían fuertes, mandó contra pensado.

ú
DEL GRAN CAPITÁN 61

habiendo heredero á la casa de Aragón legí-


CAPÍTULO VIH timo, que viendo la necesidad en que estaba
Del aparejo que el Rey D. Federico de Ñápa- y el peligro que esperaba, si no era socorrido,
les hizo en su reino temiéndose de la veni- le valiesen de la manera que á sus pasados

da de los franceses. ha' ían hecho, pues estaba entera la misma


obligación entre ellos, trayéndoles á la memo-
Después que los franceses hubieron gana- riaque si aquel reino que entonces le poseía
do y sometido debajo de la corona de Fran- era traspasado á los franceses, venía en daño
cia el ducado de Milán, el Rey D. Federico y menoscabo de Sus Altezas y de la casa de
de Ñapóles, que mucho se recelaba de lo que Aragón y les sería muy dificultoso de cobrar
podría suceder á su reino, viendo la casa de de tan poderoso enemigo. Y aun también
Esforcia tan caída de su estado y preso el hecho aquello, con su ambición se atreverían
Duque juntamente con su hermano el Carde- á pasar en Sicilia los franceses y conquistar-
nal Ascanio, considerando la liga y conjura- la. Estas y otras muchas cosas mandó al em-

ción que el Papa y venecianos habían hecho bajador que dijese á los Católicos Reyes de
con el Rey de Francia, de donde conjeturaba España para atraerlos á su opinión y ser de
que acabado el designo del estado de Milán ellos ayudado y socorrido. Con esta embaja-

y el que entonces se trataba con la señora da llegó el embajador del Rey D. Federico en
de aquellas ciudades, que el Duque Valenti- presencia del Rey D. Fernando el Católico, el
no para sí conquistaba, acabado que lo hu- cual besándole las manos y explicada su em-
biesen, todos juntamente enderezarían las ar- bajada, aceptó el Rey D. Fernando el cargo
mas contra su reino de Ñapóles, al cual los de valer al Rey Federico é hizo con mucha
Reyes de Francia tenían mucha codicia. Así diligencia aderezar mucha y muy buena gen-
que con este pensamiento, que por muy cier- te y lo demás que cumplía para la defensa del
to tenía, pensó que como quiera que sucedie- reino de Ñapóles. En tanto que estas cosas
se le sería útil estar apercibido de tal arte pasaban en España, el Rey de Ñapóles, como
que ya que los franceses viniesen contra él á hombre pusilánime, temiendo que antes que
le tomar el reino, no le hallasen descuidado fuese socorrido el ejército francés haría mu-
de lo que conviniese á su defensión, y no cho daño en su reino y gentes, determinó de
confiándose en sus solas fuerzas envió su enviar su embajada al Rey de Francia para
embajada á los Reyes Católicos de España, congratularse con él, la cual después fué oca-
en quien toda su esperanza tenía, diciéndoles sión de su total perdición, por la cual le en-
que el reino de Ñapóles, que por su mano vió á decir el mucho placer que de la alcan-

había sido defendido y amparado de los zada victoria del ducado de Milán había reci-
franceses, agora esperando otro segundo bido y que le pesaba infinito porque no se
azote de ello ceían que enderezaban las ar- había querido servir de su reino y gente para
mas contra él, era de esta manera: que el aquella conquista como se había servido del
Papa Alejandro y la señoría de Venecia se Papa Alejandro y de los venecianos; pero
habían confederado con el Rey de Francia y que aunque no le había sido pedido socorro,
hecho liga para que conquistasen el ducado que él de su parte se lo ofrecía para todo lo
de Milán para el francés, como de hecho que mandase, y para más congregarse con él
lo habían ya conquistado y llevado preso al le envió á decir que si quisiese pasar por su
Duque de Milán á Francia, y agora entendían reino con todos sus soldados y ejército á
en conquerir las señorías de Imola, Faenza, conquistar el reino de Sicilia, él les daría
Forli, Atimino y Pesaro para el Duque Va- paso y vituallas todas las que fuesen menes-
Papa, como entre ellos esta-
lentino, hijo del ter. Estas y otras muchas cosas envió á decir el
ba capitulado, y que concluido esto, luego se Rey D. Federico al Rey de Francia, lo cual no
habían de pasar con sus ejércitos contra él pudo ser tan secreto que no viniese á noticia
para le tomar el reino para sí, por lo cual le del Rey D. Fernando de España. De lo cual
supHcaba, pues aquel reino de Ñapóles era recibió tanta alteración contra el Rey don
una de las mejores cosas de Italia y junto Federico, que pospuesto el amor que le tenía
con esto pertenecía á la casa de Aragón, don- propuso de no le socorrer Pero advertido
de él descendía, y aquel reino pertenecía no que el reino de Ñapóles en defecto de legíti-
62 CRÓNICA GENERAL
mos sucesores pertenecía á él y á la corona aquellos reinos de Ñapóles y Sicilia en toda
de Aragón, y que si el Rey D. Federico lo tranquilidad y sosiego guardados y defendidos
perdía también redundaba en su daño, y que de toda fuerza y violencia. Y por esta razón
si los franceses lo ganaban intentarían de envió otra segunda vez al Gran Capitán Gon-
pasar sobre Sicilia como el Rey D. Federico zalo Fernández de Aguilar, con una muy bue-
había apnntado al francés, luego se deter- na armada de gente y artillería y sesenta ve-
minó de enviar la gente en favor del las ó más, donde venían cuarenta urcas, tres
Rey de Ñapóles, disimulando el enojo que carracas y ocho galeras y otras carabelas y
tenía, aguardando que el tiempo declararía fustas, hasta diez y nueve, y metió en ella
lo que convenía hacer, y también porque se siete mil infantes y trescientos hombres de
recelaba que el Rey D. Federico no hiciese armas, y más de trescientos caballos ligeros;
algo del reino, según que ya lo había intenta- toda esta gente con buenos capitanes, adon-
do con el Rey de Francia, y para esto envió de venía D. Diego de Mendoza por capitán
muy gran priesa un caballero ara-
delante á de gente de armas, el cual mereció por sus
gonés muy entendido, llamado mosén Clave- hechos ser Conde de Melito, una buena villa
ro, para que esforzase al Rey D. Federico y que es en la Calabria. Iba asimismo el Prior
le quitase todo temor que de los franceses de Mecina por capitán de gente de armas.
tenía, avisándole que muy brevemente sería Iban por capitanes de infantería el capitán
socorrido del armada española, la cual venía Pizarro y el capitán Villalba, y el capitán Za-
ya con muy buen ejército. Con esto se partió mudio y el capitán Diego García de Paredes
mosén Clavero la vía de Ñapóles, adonde lle- con otros muchos y muy buenos capitanes.
gó á tiempo que el Rey D. Federico estaba Finalmente, toda esta gente metida en orden,
con harto temor por la venida de los france- el Rey D. Fernando mandó al capitán Gonza-
ses, el cual mosén Clavero embajador esfor- lo Fernández se partiese en aquella armada
zó mucho y dijo lo que los Reyes sus seño- para su reino de Sicilia, con el mismo cargo
res le habían mandado, de que no poco fué de Capitán general, y que allá se estuviese
consolado y esforzado el Rey D. Federico. esperando lo que el ejército francés determi-
naba hacer, y que si se moviese contra el rei-
CAPÍTULO IX no de Ñapóles, luego sin detenimiento se mo-
viese él con su gente en socorro del reino, y
Del socorro que el Rey de España envió en el
que si no hiciese aquello que el sabio tiempo le
reino de Ñapóles, y de lo que la armada del
enseñase. El Gran Capitán habida la licencia
turco hizo en las tierras de venecianos, como
del Rey su señor se fué á Málaga á dar recau-
adelante se dirá.
do en todo lo que para el viaje le sería me-
El muy católico Rey D. Fernando, de glo- nester. Metió treinta piezas de artillería y man-
riosa memoria, sabiendo las cosas de Italia dó embarcar su gente, y un día á cinco de!
en el estado en que estaban y de cómo los mes de Junio del año del Señor de mil y qui-
milaneses eran ya derrocados por razón que nientos se partió de aquel puerto de Málaga.
estaban en poder del Rey de Francia y su Du- Hechos á la vela, allegó en la isla de Sicilia en
que preso, según dicho es, y viendo asimismo el puerto de Mecina primer día del mes de

lo que el turco Bayaceto había hecho en la Agosto del mismo año, donde se detuvo mu-
presa de Lepanto, y asimismo cómo los fran- chos días esperando lo que el ejército francés
ceses estaban al presente ocupados en la pre- determinaba de hacer. En este mismo verano,
sa de aquellos señoríos para el Duque Valen- el turco, que según se ha dicho tenía su gen-

temiendo que el ejérci-


tino, hijo del Pontífice, y te aposentada en las tierras de Lepanto y de
to de Francia procuraría de quererse extender la Morea, mandó mover el armada de aquel

más de lo que estaba tomando el reino de Ña- lugar é ir delante sobre unas ciudades de ve-
póles, y por el consiguiente, cuan peligroso es- necianos que se llaman Modón y Corón. La
taba su reino de Sicilia de recibir el mismo primera ciudad sobre que el armada turca
daño, determinóse de enviar con mucha dili- llegó fué sobre Modón, la cual cercó y puso
gencia el socorro prometido al Rey D. Federi- en muy grande estrecho hasta que la tomó
co, no tanto por cumplir con él cuanto por lo por fuerza. Sabido por los venecianos el pe-
que le tocaba á su reputación y corona, y tener ligroso estado suyo y de cómo la voluntad

Á
DEL GRAN CAPITÁN 63

del turco se enderezaba á les querer tomar movió con la armada de Mecina,
del puerto
sus tierras, y viendo el peligro y necesidad último día del mes de Octubre del sobredicho
que tenían si aquellas ciudades no eran de año, y fuese derecho la vía de la isla de Corfú,
ellos presto socorridas, enviaron sus letras y adonde creyó hallar el armada veneciana, y
embajador al Gran Capitán, que estaba en como llegó en aquella isla supo lo que el ar-
Sicilia,suplicándole fuese contento que, vista mada del turco hacía en aquellas partes de
la voluntad de su Rey y la obligación que te- Ñapóles de Romanía, por lo cual muy deseo-
nía de favorecer á los cristianos, en especial so de se topar de aquella vez con los turcos
á los venecianos, por razón de la primera con- y venir á las manos con ellos, y tomar ven-
federación suya y la necesidad en que esta- ganza por la mano de sus españoles (en se-
ban puestos, que muy extremada era, les vi- mejantes empresas ejercitados) de la injuria
niese á socorrer con su armada y gente con- á los venecianos hecha, movió de aquella isla
tra los turcos, enemigos de nuestra santa fe de Corfú y enderezó su armada camino de
católica, los cuales aumentando su secta per- Ñapóles de Romanía. Los turcos, que de mu-
versa y dañada procuraban someter toda la chas espías eran avisados, supieron cómo el
tierrade cristianos debajo de su señorío en armada de España iba contra ellos, de cuya
disminución grande de la religión cristiana. Y causa se alzaron de sobre aquella ciudad de
que pues á él más que á otro los semejantes Ñapóles de Romanía y se fueron retirando al
casos y afrentas pertenecían, le suplicaban estrecho de Galipoli para invernar. El Gran
no tardase de los socorrer, y antes de esto lo Capitán, no perezoso en todas las cosas que
habían los venecianos enviado á suplicar y emprendía hacer, iba á la mayor priesa que el
hacer saber á los Reyes Católicos, y tardá- tiempo les podía llevar á dar en los turcos,
ronse los embajadores bien dos meses, dentro creyendo que los hallarían ocupados en el cer-
de los cuales Modón se tomó por el turco, y co de la ciudad de Ñapóles de Romanía; pero
asimismo se dieron otras dos ciudades, la una de otra manera sucedió por razón que de cier-
dicen el Junco y la otra Corón, y la comarca tos bergantines que para espiar el armada del
de Modón. De manera que no pudo haber nin- turco fué avisado, los cuales había enviado
gún efecto su embajada para en socorro de adelante por descubridores, en cómo los tur-
aquellas ciudades. Bien es verdad que el ca- cos se habían alzado de sobre aquella ciudad
pitán Benito Pesaro, proveedor de la armada y se habían ido á sus tierras, de que mucho
de venecianos, fué á socorrer aquellas [ciuda- pesar el Gran Capitán hubo; el cual tornando
des con su armada, pero fué ya tarde, aunque atrás se fué á la villa de Losanto para espe-
no tanto que no le convino venir á las manos rar allí el armada de los venecianos, adonde
con algunas fustas turcas, de las cuales tomó estuvo algunos pocos días, dentro de los cua-
dos y otras metió al fondo, de que hubo asaz les el proveedor Benito Pesaro con el armada
ropa y joyas y captivos, con que se fué la vía veneciana allegó, de que muy alegre fué, por
de Losanto. Finalmente, después de esto he- se ver muy pujante con el socorro de España,
cho, el turco se fué á la ciudad de Constanti- y así estuvo allí algunos días dando refresco
nopla, dejando primero un capitán general en y orden con el Gran Capitán en lo que debían
toda su armada para que corriese todas aque- hacer.
llas costas de venecianos, que se dice el mar
CAPÍTULO X
Adriático, y el capitán turco con su armada y
con ocho mil hombres de pelea fué sobre una De una grave tormenta que en la mar hubo
ciudad que dicen Ñapóles de Romanía, y sal- de que las dos armadas estuvieron en punto
tando la gente en tierra corrieron toda aque- de ser perdidas, y de cómo fueron á conquis-
lla campaña de Forjulio hasta las riberas de
tar la isla de la Caphalonia '.

un río que se llama Livenza, adonde los tur-


Estando dos armadas española y vene-
las
mucho daño y destruición, así en
cos hicieron
ciana en puerto de Losanto dando orden
el
hombres como en mujeres y niños, no dejan-
los capitanes de ellas de lo que debían de
do una criatura que no la pusiesen á filo de
hacer, pues siendo la entrada del invierno,
espada. En esto, estando los turcos sobre Ña-
póles de Romanía, el Gran Capitán, habido * Cefalonia, la mayor de las islas jónicas, está escrito

unas veces Chaphalonia y otras Caphalonia. Lo mismo


mandado del Rey D. Fernando, su señor, se sucede con otros muchos nombres geográficos.
64 CRÓNICA GENERAL
sobrevino, como muchas veces acaece, tan decer. Asentada que fué la artillería, los dos
gran tormenta en la mar, que estando las dos capitanes veneciano y español comenzaron á
armadas dentro del puerto, allegaron á pun- dar asiento en las estancias de su gente, y
to de ser perdidas, pero siendo Nuestro Se- el Gran Capitán dio á su gente aposento en

ñor servido de dar bonanza en la mar, la cual la forma siguiente: Delante de la puerta que
si no sobreviniera sin ninguna duda peligra- sale á la isla, en el de un montecico
llano
ran las armadas. Finalmente, después de pa- adonde estaba á tiro de piedra
el artillería
sada aquella gran tormenta de que no poco de la villa, hizo el Gran Capitán hacer mu-
tristes estaban esperando el fin no tan salvo chos reparos en los cuales para seguridad
como sucedió y siendo del todo ciertos de de la artillería puso al capitán Pizarro y al
cómo el armada turca se había levantado de capitán Villalba con seiscientos infantes, y
sobre Ñapóles de Romanía, determináronse treinta y cinco pasos más atrás á la mano
entre si de moverse de aquel lugar é ir sobre izquierda de aquella estancia contra la villa
la isla de Caphalonia, la cual según dicho es estaba asentada toda el artillería, junto á la
era de venecianos y el turco se la había cual el Gran Capitán mandó poner su tienda,
sacado de su poder. Esta isla de Capha- adonde con una parte de gentileshombres y
lonia está puesta entre las islas de Lo- con dos mil y quinientos infantes aposentó
santo y la cuarta en el archipiélago, la cual su persona. Más atrás de la estancia del
es noble por dos puertos y por la fer- Gran Capitán puso sus tiendas y gentes el
tilidad de la tierra y por la grande abundan- proveedor de los venecianos. Más adelante
cia de fuentes de agua dulce. Y á esta causa de la mano derecha de la villa puso el Gran
les sería de grande comodidad para la con- Capitán á D. Diego de Mendoza y al capitán
tratación; de lo cual especialmente habiendo Pedro de Paz con doscientos hombres de
perdido á Modón, que solía dar seguro puer- armas y doscientos caballos ligeros y con mil
to y reposo á los que navegaban en Suria. y quinientos infantes. Alrededor de la villa al
El proveedor de venecianos llevaba diez mil pie del monte, por las riberas de él, repar-
hombres de guerra y treinta galeras y siete tió otra buena parte de infantería debajo de
carracas y provisión de mucha y muy buena sus capitanes, los cuales serian hasta otros
artillería. De manera que muy aderezadas mil y quinientos infantes. De la parte de la
las armadas de todo lo necesario para aque- villa delante de un turrión que llaman el Es-

lla importante empresa, movieron del puerto polón, adonde los turcos tenían una puerta
del Zante y allegaron con muy buen tiempo falsa, puso al Comendador Mendoza y á Pe-
sobre la isla de la Caphalonia, adonde el tur- dro de Hoces con cien hombres de armas y
co tenía ochocientos hombres de guerra á la cien caballos ligeros y mil infantes. Y de esta
continua, toda gente muy escogida, sin los manera fué cercada toda la villa y castillo de
de la tierra. El Gran Capitán, que en aquel la Caphalonia, y el Gran Capitán, que mucho

menester no tenía segundo, luego como llegó deseo tenía en aquel segundo pasaje de ha-
en aquel puerto saltó en tierra con toda su cer muestra de su persona y gente, en espe-
gente y tomando alguna parte de ella se fué cial habiéndolo contra turcos y enemigos de

á reconocer la disposición de la tierra y nuestra santa fe católica, dio toda la mayor


asiento del castillo, adonde se halló ser la priesa que pudo en el batir del artillería,
tierra muy fuerte y áspera, y por el mismo porque aquel era el primero movimiento de
caso halló muy grande dificultad para dar guerra que en aquel caso se debía hacer por
asiento á la por razón que el casti-
artillería, razón de ser fuerte la villa y castillo contra
llo está puesto en muy alto monte, que muy quien era necesario poner todas sus fuerzas
áspero de subir era porque está lleno de mu- y poder. Pues habiendo proveído todas las
chas peñas. Finalmente, no se pudo asentar el cosas necesarias para dar el asalto, determi-
artillería si no fué por la puerta que sale á la nó el Gran Capitán de enviar una embajada
isla, adonde en un pequeño montecico estaba á los turcos, con la cual fueron Aparicio, ca-
un poco de llano, y allí la asentó, aunque con pitán de las galeras, y Solís, valeroso capitán
mucha dificultad, por razón que no había de de infantería, haciéndoles saber cómo los sol-
lo llano más de hasta trescientos pasos al dados viejos del riquísimo Rey de España,
derredor, y así no se podía sufrir ni compa- ejercitados de largo tiempo en la guerra y

á
S .

DEL GRAN CAPITÁN 65

vencedores de los moros, habían venido en heridos y no dejaban los turcos con daño
socorro de los venecianos, y que si ellos que- de los cristianos cada día fortalecerse más.
rían entregar la isla y castillo de Caphalonia, El Gran Capitán, que pesante era de los pe-
que todos se podrían ir salvos y seguros, ligros y daños que los suyos recibían, procu-
pero que si estaban determinados de probar ró de le evitar y asimismo de abreviar aque-
las fuerzas de los españoles y esperar los lla conquista con la mayor diligencia que

golpes del artillería, que después no halla- pudo, y por esta razón mandó hacer por di-
rían lugar de perdón ni misericordia. A estas versas partes de la villa muchas minas, y por
palabras respondió con alegre rostro Cisdar, la parte do él tenía su estancia hizo hacer

de nación albanés, capitán de la guarda de la una muy grande, y por la parte del Espolón
Caphalonia: «Cristianos, agradecemos os mu- hizo hacer otra, las cuales fueron de muy
cho vuestra voluntad, pero hacemos os saber gran copia de pólvora llenas, y después las
que nosotros estamos determinados, ó vivos mandó cerrar de un muy fuerte muro de pie-
ó valerosamente muertos, de ganar grande dra. Y junto con esto mandó meter en orden
gloria de constancia para con Bayaceto, ni su gente, con voluntad de en descargando las
nos espantamos por ningunas amenazas de minas dar el asalto á la villa por aquella par-
hombres, habiéndonos la fortuna á todos es- te. Y con esta determinación un martes á

crito en medio de la frente el fin de la vida. veinte y cinco días del mes de Noviembre del
Decid á vuestro capitán que cada uno de mis sobredicho año de mil y quinientos, el Gran
soldados tiene siete arcos y siete mil saetas, Capitán, después de haber metido en orden
con las cuales valerosamente vengaremos su gente, mandó poner fuego á las minas, las
nuestras muertes, si acaso no pudiéremos re- cuales reventaron con muy gran fortaleza
sistir á vuestro destino ó á vuestro esfuerzo^. derribando dos buenos pedazos del muro;
Dicho esto, mandó enviar un fuerte arco con pero con los grandes reparos que los turcos
un carcax dorado al Gran Capitán. Finalmen- de dentro tenían, la villa quedó tan fuerte
te, la villa se batió con el artillería, mayor- como de antes. Mas los españoles codiciosos
mente con la de venecianos, que tenían algu- de honra, esperando gozar de aquel saco que
nas piezas de bronce muy gruesas que se con la victoria se les aparejaba, arremetieron
llamaban basiliscos, que echaban con ellas al muro con muy grande ímpetu, pero muy

pelotas de hierro colado que pasaban ocho desordenadamente, y poniendo sus escalas
pies de muralla, con la cual derribaron por comenzaron unos á subir por una parte y
aquella parte un buen pedazo del muro, por otros por otra con gran peligro de sus per-
donde los cristianos hacían mucho daño en sonas, por razón que los turcos estaban
los turcos, los cuales aunque tenían gran puestos en la defensa de los muros derriba-
trabajo en reparar los lugares que la artille- dos y tenían consigo todo género de defen-
ría al encuentro mucho
derribaba, los turcos sa, echando contra los cristianos piedras de
más de que se puede creer se defendían
lo mucha grandeza, lanzas, flechas, fuego artifi-
animosamente, que por las espantosas muer- cialy olio ferviente y asimismo mucha y muy
tes de los suyos no se movían un paso atrás, espesa artillería, con que hacían muy gran
tirando contino artillería y tanta furia de daño en los cristianos de abajo. Y de esta
saetas, que el campo y las tiendas cubrían, y manera muchos de los españoles que subían
era la crueldad mayor por estar enerboladas, caían abajo unos muertos y otros heridos;
que por pequeña que fuese la herida morían otros que allegaban de refresco reforzaban
los pobretos soldados, como acaeció á don la batalla, pugnando cada cual por entrar
Sancho de Velasco, mozo nobilísimo y vale- dentro. Tanto hicieron los españoles de aque-
roso, el cual primero que pudiese ser reme- lla vez, que algunos de ellos, contra la resis-
diado en poco rato fué muerto de una bien tencia de los turcos, pudieron entrar encima
pequeña herida. Pero siempre los cristianos los reparos que los turcos tenían por de
los molestaban con continuos combates, pero dentro y desde allí peleaban con muy grande

los turcos no por eso dejaban de día ni de ánimo y fortaleza, procurando de echar á los
noche con escaramuzas alterar el campo de turcos de aquel lugar. Pero por ser poca la
los cristianos, adonde así de la una parte gente que subió y los turcos fuesen muchos,
como de la otra siempre había muertos y no tuvieron tanto poder de se defender de
Crónicas del Gran Capitán.—
66 CÍ^ÓNICA GENERAL
ellos, y con esto los turcos rompieron todas según que la crónica lo ha dicho en lo pasa-
las escalas con que aquellos pocos españoles do, el Gran Capitán, viendo que de aquella
habían subido en los reparos. De manera vez no había podido hacer cosa ninguna y
que ya no les quedaba otro remedio sino de que todo el trabajo de aquella batalla había
morir encima de aquel lugar ó de echarse de salido muy sin fruto, antes con su gente ha-
allí abajo, que no poco alto estaba, y lo que muy grande detrimento, andaba
bía recibido
peor era, que como las escalas fuesen despe- siempre muy solícito en todo aquello que se
dazadas por los turcos, ninguno de los de debía hacer para dar fin en aquella empresa
abajo podía socorrer á los de arriba, y con que entre manos tenía, ó de morir en aquella
esto los turcos reforzando la causa de su demanda; y por esta razón mandó por muchas
peligro hicieron tanto por aquella parte, que partes cortar el muro, y asimismo hacer otras
alanzaron por fuerza de los reparos abajo muchas minas con las cuales mucho daño se
á los españoles que en lo alto. habían subido, hacía en los muros, según que por el efecto
entre los cuales cayó D. Diego de Mendoza, de las otras minas se conocía y con el artille-
varón de mucha virtud y ánimo que al prin- ría. Junto con esto de día y de noche no se

cipio de aquel combate había subido de los hacía otra cosa salvo batir la villa con mucha
primeros; pero siendo de muchos y muy pe- fortaleza; pero los turcos, que de muy grande
sados golpes atormentado, cayó abajo casi ánimo é ingenio son en el arte de la guerra, á
muerto, y los demás muchos heridos y muer- todos los peligros se ponían con muy gran
tos, les convino desamparar aquel lugar por corazón y hacían muy grande resistencia en
razón de la noche que sobrevino, y los turcos todo, defendiéndose de todas las- maneras y
en toda aquella noche no dejaron de rehacer artes que el Gran Capitán buscaba para los
los lugares derribados, que de las minas y ofender. Los turcos muchas veces con la es-
artillería estaba mucha parte del muro por el curidad de la noche (porque en aquella hora
suelo. En este cruel asalto los moros usaban con el beneficio de lo escuro les parecía estar
de un diabólico ingenio, y era que á los espa- seguros del peligro de la artillería) salían del
ñoles procuraban de tirallos de abajo para castillo y tiraban á los cristianos tanta mul-
encima de la muralla echando sobre ellos titud de saetas, qne muchas veces estuvo el
ciertos garficios de hierro que llamaban lo- Gran Capitán en mucho peligro, porque aun
bos, con los cuales los cogían por los hom- hasta su tienda estaba llena de ellas; de tal
bros de la coraza ó por la cinta y los subían manera que con dificultad se podía poner re-
en el castillo, y con estos garfios entre otros medio. Y así el Gran Capitán pensó un muy
con grande peligro de la vida fué preso saludable remedio, y fué que mandó hacer una
Diego García de Paredes, valeroso capitán trinchea muy cerca de la villa en derecho de la

de infantería, el cual después en muchas puerta, rodeada de matones, la cual fortificó


guerras hizo muestra de muy singular forta- con artillería paso por donde los
apuntada al

leza. Y después de subido sobre e¡ muro con turcos habían de salir,manera hecha que
de tal

una espada y rodela que llevaba hizo cosas primero los turcos eran muertos del artillería
tan dignas de memoria defendiéndose varo- casi con golpe cierto, que ellos pudiesen lle-
nilmente que nunca lo pudieron rendir, hasta gar al lugar donde ellos solían meterse á tirar
que de hambre y debilitación de las fuerzas sus saetas. Este aviso rompió el osar de los
lo rindieron, y así fué tenido en tanto de los turcos, porque siendo hombre valeroso á
turcos, que pensando por su medio haber al- quien había sido encomendado el cargo de
gún honesto partido no lo quisieron matar, defender la trinchea, tenía siempre atenta la
pero dende á pocos días fué rescatado y libre. guardia, y saliendo los turcos (según su cos-
tumbre) dos veces afuera, entrambas los co-
CAPÍTULO XI gió tan fácilmente, que de una súbita ruciada

En que de artillería mató grande número de ellos. An-


cuenta un milagroso sueño que el Gran
Capitán soñó, el cual fué causa que mucha dando, pues, el campo cristiano metido entre
tantos contrastes, deseosos todos de vencer
de su gente no se perdiese.
y de tomar aquella villa, una noche siendo de
Después que los españoles se retiraron á guardia el capitán Pizarro y el capitán Villal-
sus estancias con harto daño y pérdida suya, ba, con cuatrocientos hombres, junto á los re-
DELÍGRAN CAPITÁN 67

paros qué estaban dentro de la puerta del daba atormentado un cristiano para le atraer
castillo, acaeció un caso de mucho misterio, y que renegase la fe de Jesucristo, el cual en
fué así: que pasada la media noche á la terce- aquel rebate habían prendido y el cristiano no
ra guarda estaba el Gran Capitán durmiendo lo queriendo hacer, los turcos á vista del cam-

en su tienda, que poco antes cansado de re- po cristiano lo empalaron, dándole aquel gé-
querir las guardas se había recogido á dor- nero cruel de muerte que aquella perra gente
mir. Soñó que por la una parte del muro que acostumbra á dar. Y de esta manera aquel
las minas habían derribado, los turcos salían bienaventurado soldado murió y dio el ánima
fuera de la villa y salteaban la guarda de los á Nuestro Señor confesando la fe católica
españoles que bien segura de este sobresalto como mártir y santo. Los cristianos viendo
estaba. El Gran Capitán, con la gran congoja tan grande género de crueldad como en su
que del sueño recibió, comenzó hablar muy compañero se ejecutó, tomaron á un turco
alto, diciendo á los suyos tomasen las armas, que ellos asimismo habían captivado y á vista
animándolos fuesen á herir en los turcos que de los turcos en medio del campo le quema-
con las guardas andaban revueltos. Estando ron vivo, y así fué vengada la muerte bien-
en este sobresalto metido el Gran Capitán, aventurada del cristiano con la malaventurada
despertó del sueño lleno de mucha alteración vida del turco.
y á muy gran demandó sus armas. Ha-
priesa
ciendo meter en armas toda la más gente que
CAPÍTULO XII
allí se halló, fué á ver aquel lugar de la guar-
dia por donde había soñado que los turcos De cómo el proveedor de los venecianos con su
salían. Ya en este tiempo habían
los turcos gente dio la batalla á la villa, y de lo que le

salido á darles rebate y dieron con muy gran- sucedió.


de ímpetu en guarda de los cristianos, y
la

tan reciamente los acometieron que en breve Toda la cosa bien considerada y con pru-
los desbarataron, por razón que, seguros los dente consejo determinada trae consigo me-
cristianos de aquel rebate, los más dormían, jor efecto que no aquella que inconsiderada-
los cuales despertando á deshora con la veni- mente se ejecuta. Y así acaeció al proveedor
da de los enemigos, unos tomaban las armas, de venecianos, llamado el Pesaro, el cual vien-
otros poniendo la esperanza de su salud en do el mucho y largo tiempo que en la con-
huir, se fueron al campo donde el cuerpo del quista de aquella villa se había gastado, y el
ejército estaba. Unos pocos que estaban des- poco fruto que el Gran Capitán en todos sus
piertos juntamente con los capitanes resis- acometimientos había sacado, determinó con
tieron un rato á los enemigos, pero los más su gente tentar fortuna y desdar la batalla á la
de ellos fueron muertos siendo como eran en villa, y por esta razón habló un día con el Gran

número muy desiguales. En esto el Gran Ca- Capitán, el cual mejor que ninguno otro sabía
pitán, á quien Nuestro Señor milagrosamente vencer, y díjole cómo tenía determinado de él
había dado aquel sueño porque no pereciese con su gente dar la batalla y que quería pro-
aquella gente, allegó de refresco con su gen- bar si por ventura aquella gente descreída se
te que, según dicho es, había puesto en tanta podía defender de sus manos. El Gran Capi-
alteración y comenzó de animar á los que des- tán, que hasta entonces no se había dormido,
amparaban el lugar, al cual como conociesen antes estaba muy trabajado, pensando siem-
los españoles, afirmáronse más contra los ene- pre lo que convenía á la expugnación de aque-
migos que todavía los estaban hiriendo, y los lla villa, recibió pasión de la soberbia del pro-

turcos como sintieron el socorro volvieron veedor, al cual respondió diciendo que no tu-
las espaldas contra la villa y los cristianos los viese á los turcos en tan poco que así ligera-
siguieron, matando é hiriendo en ellos hasta mente pensase vencerlos, en especial viendo
que los encerraron dentro de ella. Y con esto que la villa era en sí muy fuerte y el daño que
los cristianos se volvieron á sus estancias, por esta razón habían los suyos recibido, de-
estando muy sobre el aviso hasta que fué de fendiéndose los turcos con mucho saber y for-
día. Los turcos, que de aquel salto no sacaron taleza, y que se acordase asimismo con cuánto
tanto provecho como pensaron, luego á la ma- daño suyo los de Francia y venecianos el año
ñana habiendo todo lo que de la noche que- pasado se habían levantado de sobre ella sin
CRÓNICA GENERAL
la tomar ni dañar, y que visto esto su parecer otros, no creyendo que los turcos habían de
era que hasta hacer otros aparejos é ingenios prevalecer de tal manera que por eso dejasen
de guerra no se debía tentar la fortuna en de seguir la victoria; pero como los turcos
aquel caso; mas que esto no embargante, si su peleasen por la defensión de sus vidas, y de
parecer era de combatir la tierra con su gente sus mujeres é hijos, y por el estado de su li-
y tan determinado estaba de lo hacer, que él bertad, hicieron tanto de sus personas que
no estorbaría su voluntad. El proveedor de los venecianos no lo pudieron sufrir y fueron
los venecianos, que muy determinado era en lanzados de los reparos abajo, y los que dentro
sus hechos, no quiso tomar el consejo del saltaron pensando que ya del todo era la villa
Gran Capitán, antes pensó con poco trabajo ganada, fueron de los turcos muertos que no
tomar la villa con su gente, deseando ponerlo quedó hombre vivo, y los que abajo habían
por obra. Por razón que ganando él con su quedado, viendo la gran priesa con que los
gente aquella villa, toda la honra de la victo- turcos cargaban en los suyos, no se atrevie-
ria sería á él atribuida. Y así con esta volun- ron á subir más, viendo el daño de los otros.
tad un miércoles á diez y seis días del mes de Finalmente, siendo de los venecianos muchos
Noviembre del sobredicho año de mil y qui- muertos y heridos, los turcos quedaron por
nientos años, hizo meter toda su gente en ar- vencedores encima de sus reparos y los ve-
mas, y haciendo batir la villa con su artillería necianos se retiraron á sus estancias, á los
con muy gran fortaleza, después de la haber cuales los turcos siguieron gran rato fuera
batido arremetió con su gente, los cuales en de haciendo en ellos todo el daño que
la villa,

el principio hicieron muestra de mucha virtud, podían. El Gran Capitán que vido venir á los
porque con aquel deseo que de ganar la glo- venecianos huyendo, socorrió con una parte
ria para sí tenían los venecianos, peleaban de españoles, y entonces viendo los venecia-
con muy grande ánimo y pusieron las escalas no venir el socorro del Gran Capitán, revol-
á muy gran priesa, por las cuales comenza- vieron sobre los turcos, y los turcos conten-
ron á subir mucha gente, no mirando entre sí tos con lo hecho se tornaron á encerrar en la
orden ni concierto de guerra que en aquellos villa, habiendo hecho aquel día gran daño en

casos es muy necesario. Los turcos, que muy los venecianos por su desordenado acometi-
aderezados estaban para los rebibir, viendo miento y mal consejo que en aquel caso el
la priesa con que subían los venecianos y el Pesaro proveedor de los venecianos siguió.
poco concierto que traían, para darles ocasión
á que con más voluntad mucha más gente
CAPÍTULO
subiese por los reparos, escondiéronse para
adentro muchos de ellos y otros á vista de
venecianos iban retrayéndose desamparan-
De cómo el Gran
XIII

i
Capitán, visto el daño que los
venecianos hablan de los turcos recibido, él
dolos reparos; de manera que cuando les pa- con su gente dio otro combate en que tomó
reció ser tiempo, así los turcos que estaban la villa.
escondidos como los que hacían fingidamente
muestra de retraerse, tornaron sobre los ve- Habiendo el proveedor de los venecianos
necianos, los cuales á grandes voces viendo dado, según dicho es, un combate á la villa

que ya tenían ganada la villa gritaban victo- del que recibió mucho daño en su gente,
ria, victoria ganada por los venecianos, y mu- el Gran Capitán muy gran pasión recibió de

chos de ellos con el alegría de la victoria se aquel hecho, por razón que los turcos cobra-
alzaron por los reparos abajo dentro en la ban ánimo y fuerzas; y habiendo en aquellos
villa. Pero como los turcos se descubriesen días el Conde Pedro Navarro (el cual después
de su celada y tornasen sobre los venecianos en la guerra alcanzó suprema honra siendo
con muy grande ánimo, dieron tan reciamente inventor de obras maravillosas) derribado una
en ellos que mataron é hirieron muchos de parte del muro, y haciendo cavar algunas mi-
ellos. Y aunque la repentina venida de los tur- nas en el fundamento donde estaba asentada
cos y el daño que de ellos recibían en los ve- la fortaleza y metiendo en ellas barriles de

necianos metiese mucho miedo, no por eso pólvora para dalles después fuego, que con la
dejaban de resistir con mucho ánimo las fuer- violencia de aquel elemento, cerrado por don-
zas de los turcos, y animándose unos con de pudiese expirar, rompía con grande pres-

ú
DEL GRAN CAPITÁN 69

teza cuanto topaba. El Gran Capitán deter- de esta empresa y así


ellos tenían la victoria

minó de su parte con su gente dar otro tiento lo empezaron de Por cierto muy mala
publicar.
á la fortuna, pero con mejor consejo y pru- cuenta daríamos de nosotros si ello así fuese
dencia que el proveedor en aquel acometi- y pasase en verdad, que una ciudad tan ruin
miento pasado usado había. Y con esta vo- y unos desarmados flecheros se nos ampara-
luntad el Gran Capitán se dio mucha prisa á sen tanto tiempo. ¿Por ventura nosotros no
hacer aparejos é ingenios con que pudiese somos aquellos españoles que domamos la

tomar á los enemigos, y de tal manera andaba soberbia de los franceses echándolos con tan-
diligente en el efecto de aquel negocio, que de to vituperio de todo el reino de Ñapóles y res-
día ni de noche no reposaba, dando en este al Rey D. Fernando, y
tituímos en su señorío
medio muy gran batería con el artillería y asi- después habemos hecho poseer aquel reino
mismo acometiendo á los enemigos cuando era pacíficamente al Rey D. Federico, su sucesor?
menester, no se apartando de aquello que era ¿Pues será verdad que á una gente tan expe-
razón seguir, como hombre que de aquel me- rimentada y valerosa le sea preferida la ve-
nester sabía mejor usar que ningún otro. El neciana con su arrogancia? La cual ha de ser
cual entre otros muchos aparejos é ingenios testigo y pública pregonera de nuestro es-
que mandó hacer hizo tres grandes minas, las fuerzo ó cobardía; si bien lo miráis mejor os

cuales hinchió de mucha pólvora é hízolas ce- será lahonesta muerte que la vida muy vitu-
rrar de un muro muy fuerte. Después de esto, perada, mayormente pues es contra infieles,
muy secretamente, como de los turcos no fue- donde el que pierde el cuerpo perecedero sal-
sen sentidos, mandó hacer una puente con in- va el alma inmortal, y el que queda vivo que-
genio muy sotil, y fué de manera que al tiem- dará rico de fama y joyas que éstos tienen en-
po que los españoles diesen la batalla y lle- cerradas. Pues si pensáis que este cerco pue-
vasen lo mejor de ella, la puente se echase de durar mucho, advertid que estamos en tie-
encima del muro, de manera que pudiese rra de enemigos y con mucha falta de vitua-
subir por ella mucha gente, porque como los llas, las cuales no pueden sernos proveídas

turcos estuviesen ocupados por los lugares sino por la mar, la cual como veis anda tan
de do eran de los cristianos acometidos, no alterada que no se puede navegar ni hay es-
impedirían el efecto de aquel ingenio, con el peranza de bonanza en muchos días. Pues
cual el Gran Capitán pensó del todo tomar la ¿pareceos que será más conveniente morir de
villa, como lo hizo, según que abajo se dirá. hambre sin esperanza de socorro y como co-
Pues después que las minas fueron acabadas bardes que, combatiendo varonilmente como
y los otros ingenios y aparejos fueron hechos acostumbráis, vencer al enemigo y perpetuar
y la puente de madera acabada, el Gran Ca- la honra y fama y ganar la tierra, la cual abun-
pitán un día bien de mañana mandó meter en da de lo que á nosotros nos falta, que es las
armas su gente, los cuales siendo juntos en provisiones y dineros, y poder tomar descan-
uno les dijo: sado sueño, del cual los enemigos nos privan
y sus coníinuos asaltos? Yo os ruego, no como
ORACIÓN DEL GRAN CAPITÁN Á LOS á soldados, sino como á hermanos, que por
ESPAÑOLES tales os tengo y he tenido como sabéis, que
de tal manera empleéis vuestro esfuerzo, que
«Por cierto, señores, si después del auxilio nuestra nación siempre sea tenida en la po-
divino no esperase en vuestro valor y esfuer- sesión que hasta aquí y que nuestras manos
zo de ser vencedor en esta jornada que tan sea nuestra vida y honra y provecho, porque
deseada y á la mano tenemos, acordándome haciéndolo imitaremos á nuestros pasados y
de vuestra sobrada virtud, por mejor tuviera los venecianos conocerán la ventaja que hay
que nos quedáramos en España, aunque con entre ellos y nosotros. Haremos el mandado
honra sepultada, que no haber venido aquí, en de nuestro Rey, castigaremos los soberbios
donde los venecianos han querido concurrir mahometas, vengaremos las injurias pasadas,
con nosotros en la honra, pensando, como ha- ganaremos, en fin, una fuerza que será seguro
béis visto, que se quisieron jactar (estando puerto á los cristianos, de donde tanto bien
sobre el fuerte de los enemigos, donde des- se sigue, y pues^todo lo necesario á este com-
pués con tanto vituperio fueron lanzados) que bate está en buena disposición, no hay para
70 CRÓNICA GENERAL
qué tantas palabras, pues os sobra el esfuer- impedimento se les seguía á los españoles.
zo y ningún género de palabras lo puede acre- Pero el Gran Capitán, reforzando su gente y
centar, pues vuestras obras mostrarán cada la batalla de refresco, y de una y de otra par-

uno quién es y lo que vale y cómo merece ser te con mucha y grande diligencia proveía, de
galardonado según sus obras y virtud». que los españoles tomaron tanto y tan gran
A estas palabras habiendo estado todos ánimo, que los unos por las escalas y los otros
muy atentos, respondieron que no querían haciendo montones de cuerpos muertos arri-
más de licencia de su capitán que por la obra mados á los reparos y ayudándose los unos
conocería su voluntad y buen deseo. Y luego á los otros, subieron encima de los reparos á
el Gran Capitán con tal esperanza ordenó su mal grado de los turcos, de que no poco daño
gente para la batalla, según que el número de hacían á los españoles por se defender de ellos
ellas, el tiempo y lugar demandaban, y como y de sus fuerzas. De los que subieron prime-
fué toda la gente en orden, mandó poner fue- ro en los reparos fué un Martín Gómez, ca-
go á las minas, las cuales no tuvieron efecto pitán de infantería, el cual hizo mucho de su
ninguno, por razón que por la parte de den- persona al subir de los dichos reparos, hacien-
tro los turcos tenían hechas ciertas contrami- do camino á todos sus compañeros para da-
nas por donde todas las fuerzas de las minas lles lugar que subiesen, con harto daño y pe-

fueron causa de se perder, porque expiró por ligro suyo y de su persona, y con esto la voz
las contraminas y quedó el muro tan fuerte fué por todo el campo cómo ya los españoles
como de antes estaba. El Gran Capitán Gon- eran subidos á los reparos. Y con esto todos
zalo Fernández, viendo elpoco ó ningún daño los otros lugares cobraron ánimo y procura-
que las minas hicieron en el muro de la villa, ron con muy gran diligencia de subir en el
dejó una parte de la gente en la guarda de la muro, y de esta manera, cuanto más á los es-
puente de madera que había hecho, dando or- pañoles les crecía el ánimo, tanto más las fuer-
den para que al tiempo que viesen que su gen- zas de los turcos se disminuían, porque en
te estaba encima de los reparos, ellos echa- muy poco espacio los españoles fueron seño-
sen la puente sobre el muro y subiesen por res de los reparos, y los turcos comenzaron á
ella con mucha presteza, y él con toda la otra desmayar y á desamparar los muros y se re-
gente, después que fué muy bien batida con cogieron dentro por las fuertes casas de la
toda la artillería, se allegó al combate, y en villa. En este medio, viendo que era ya tiempo

allegándose comenzó con muy grande ánimo de echarla puente, los españoles que habían

y fortaleza que los españoles por se señalar quedado en guarda de aquel hecho echaron
entre los venecianos ponían, y lo que más les la puente sobre el muro, el cual como estu-

ayudaba era el favor del Gran Capitán, el cual viese más desembarazado de los dichos tur-
proveía con muy gran diligencia en todos los cos, subieron por ella muy muchos españoles,
lugares, animando á los suyos y él de su per- los cuales de refresco comenzaron á cargar
sona combatía como muy valiente soldado. En sobre los turcos matando é hiriendo muchos,
esto el Gran Capitán mandó allegar las escalas tanto que ya no pudiendo sufrir más los turcos
almuro por diversas partes y mandó por ellas á los españoles, volvieron las espaldas. Los
subir á toda la gente, por las cuales comen- españoles, matando é hiriendo en ellos, los

zaron á subir con muy denodado ánimo; pero siguieron hasta metellos por la puerta del
los turcos en esto no dormían, antes con muy castillo, donde el capitán turco Cisdar con
grande saber y fortaleza se defendían, no dan- mucha gente de suya se había recogido y
la

do lugar á que los españoles subiesen, por ra- tomaron cerca de ochenta turcos vivos aun-
zón que desde lo alto les echaban mucho fue- que heridos, y los españoles allegando al cas-
go artificial y olio herviente y piedras y lan- tillo con la matanza comenzáronle á combatir,

zas y todo género de armas que á las manos poniendo en aquel combate no menos fuerzas
podían haber, con que no poco daño hacían que en la presa de la villa. Finalmente, los es-
en los españoles, porque muchos eran abajo pañoles como los viesen como hombres ven-
muertos y otros tullidos y muy mal heridos cidos, muy en breve los tomaron juntamente
por la cruel resistencia que con aquellos mate- con el castillo, al cual tomándole por fuerza
riales hacían, y junto con esto los turcos des- los españoles mataron todos los turcos que
pedazaron muchas escalas, de que no poco dentro se habían recogido con su capitán Cis-


DEL GRAN CAPITÁN 71

dar, los cuales todos fueron muertos que se- extrema necesidad de ham-
del ejército en tan
rían hasta trescientos soldados. De esta ma- bre, que faltándoles los caballos y las otras
nera el Gran Capitán con su gente alcanzó bestias comían los ratones y las yerbas y
esta tan gloriosa victoria, restituyendo la villa otros muchos manjares de esta calidad y be-
á su debido señor, Pero la fortuna le esparció bían agua. Finalmente, el Gran Capitán y el
aquel dulcísimo honor de honrada hazaña
la proveedor se vieron, juntamente con su gen-
con el amargor del doméstico llanto, porque te, en la mayor necesidad que nunca se vie-

casi en aquel tiempo D. Alonso de Aguilar, su ron capitanes, y esto era por no poderse na-
hermano, mayorazgo de su linaje, capitán de vegar la mar; y el Gran Capitán, que de muy
gran autoridad, fué muerto de los moros en gran corazón era y magnánimo, determinó de
la sierra Bermeja; habiéndose aquella gente se partir de aquella isla, queriendo antes
dejado debajo de ciertas condiciones de paz oponerse á la ventura de la mar que no mo-
después de la guerra de Granada en la sierra rir de hambre allí en aquella isla. Bien es

Morena y eran forzados del Arzobispo de To- verdad que en la mar, según el fuerte tiempo
ledo á hacerse cristianos, rebeláronse y pu- del invierno, no estaba bien seguro; pero,
siéronse en armas, fué cometido el cargo á como dicho es, antes se quería el Gran Ca-
D. Alonso para que les hiciese guerra y los pitán cometer á la mar que no esperar allí la
castigase. Y él combatiendo esforzadamente, muerte, que muy cierta les era por la muy
habiéndose metido muy adelante, sobrevinien- grande falta que tenían de todos los mante-
do la noche, dándole encima los moros por nimientos. Finalmente, el Gran Capitán con
todas partes, saliendo de las celadas le mata- su gente se metieron en las galeras con pro-
ron, habiéndole primero muerto el caballo. El pósito de se aventurar y partirse luego de
Conde de Ureña, compañero suyo en aquella aquel lugar; pero como las cosas de la mar
empresa, no tuvo esfuerzo de socorrer á don sean tan dudosas que en un momento se
Alonso, puesto en medio de sus enemigos. truecan del todo, acaeció que sobrevino á
D. Pedro, su hijo, habiendo recibido grandes deshora una grande tormenta y un tan con-
heridas junto á su padre, fué socorrido de don trario tiempo en la mar, que convino á los
Francisco Alvarez de Córdoba, amigo valero- dos ejércitos no partirse de aquel puerto.
sísimo, y echados con grande fuerza los bár- Duró esta tormenta quince días y más, den-
baros le levantó, que estaba en tierra con una tro de los cuales como tomase á la gente de
pierna pasada, le puso en un caballo y con muy las dos armadas con tanta necesidad y ham-
grandísima honra le salvó y le puso en salvo. bre, se caían muchos muertos, y verdadera-
mente perecieran aquellos dos ejércitos si
Dios por su gran misericordia no los soco-
CAPÍTULO XIIII
rriera por una muy grandísima ventura. La
De la gran hambre que los cristianos padecie- cual fué que una nao de ochocientas botas
ron después de ganada la isla de la Capha- yendo á Alejandría cargada de castañas, por
lonia. la muy gran tormenta de la mar se perdió
en el surgidero de aquella isla, de la cual an-
Después que el glorioso vencimiento el tes que fuese á lo hondo, con las barcas y
Gran Capitán hubo en la presa de la Capha- bateles toda la gente del ejército cada uno
lonia sobre la cual puso gran trabajo é in- por su parte con diligencia recogieron todas
dustria, estando en el cerco cincuenta días lascastañas y avellanas y algunas otras vi-
de los más trabajosos del invierno, el cual tuallas que se pudieron salvar de aquella
siendo de muchas aguas y vientos combatido nave perdida. Había en este tiempo en el un
y contino sufriéndolo con paciencia. En este campo y en el otro, guardado de secreto,
medio el Gran Capitán, que mucha pasión alguna cantidad de trigo; lo cual sabido por
tenía á causa del mal tiempo y de su gente el Gran Capitán Gonzalo Fernández, lo man-
que de sola hambre se caían muchos de ellos dó traer y hacer algunos pequeños molinos
muertos, y faltándoles la carne comían las de á brazo, los cuales en cada una galera mo-
como caballos
bestias del ejército, así asnos vidos por los forzados, y faltando cedazos
y otros animales, haciendo de los crudos para sacar el salvado, quitó á las mujeres de
cueros calzado para sus pies, allegó la gente las cabezas algunos velos muy^delicados, los
72 CRÓNICA GENERAL
mejores que entre ellas halló, é hizo hacer que el Duque muy enojado, no se queriendo
hornos pequeños en la ribera de la mar don- detener, pasó adelante la víade la ciudad de
de se cociese el pan, y así con esta provisión Roma. Y de este desacato se temían los de
no solamente se remedió la hambre, mas la villa no se quisiese agora vengar de ellos

ambos campos fueron levantados en espe- recibiéndole dentro su gente, y también pen-
ranza de poderse librar de la muerte que saron que como la vez primera pasó sin les
cruel esperaban. Y esto, juntamente con la hacer daño, también se pasaría aquella vez
presa de la nave ya dicha, fué mucho con- última no haciendo cuenta ninguna de su
suelo y ayuda para aquella gente que casi inobediencia. Pero de otra manera sucedió
del todo pensaron de morir de hambre ypere- que pensaron, porque como el Duque supo
cer en aquella isla. Finalmente, con aquella el gran desacato que aquella tierra mostraba

provisión y bastimento se detuvieron los dos en su servicio, y asimismo tuviese en la me-


ejércitos hasta tanto que la mar se metió en moria de cómo no le quisieron dar aposento
bonanza, que muy alterada había estado en á su persona cuando por allí pasó viniendo
todos aquellos quince días continuos, y des- de Francia, determinó de castigar la obstina-
pués que la mar abonó quedando la villa de da malicia de aquella gente, no pudiendo más
la Caphalonia á muy buen recaudo, las dos tolerar la pasión que de aquel hecho reci-
armadas se partieron ambas de aquel puerto bió. Y con esta determinación, pareciéndole

y el Gran Capitán se fué á Sicilia y el pro- al Duque ser cosa muy á la larga quererlos

veedor á Venecia para enviar de allá gente y tomar á fuerza de armas combatiéndolos
provisión para la villa que en mucha necesi- con el artillería, buscó alguna manera ó arte
dad quedaba, como adelante se dirá. con que los pudiese tomar, y fué así que
acordado que con la infantería española que
estaba con monsiur de Alegre venían dos va-
CAPÍTULO XV lientes soldados que eran cabos de escuadras
De cómo el Duque Valentino fué sobre Faen- de la infantería, al uno llamaban Sancho de
za, y de lo que en la villa de Fosara le Valdoncellas y al otro llamaban Ferrer, estos
acaeció. dos valerosos soldados tomaron una acémila
y con ella se fueron ambos á dos á una de
En este medio tiempo que el Gran Capitán las puertas de la villa, y como llegaron habla-
estuvo sobre la Caphalonia, el Duque Valen- ron con las guardas rogándoles muy mucho
tino, habiendo ya, según dicho es, conquista- que los dejase entrar á cargar aquella acémi-
do el estado de Imola y Forli como en las ca- la de provisión para su escuadra, porque te-

pitulaciones se contenía, determinó de se nían necesidad de ella. Las guardas no los


mover de su aposento con toda la gente que consintieron entrar en ninguna manera, te-
tenía por aquellas tierras de la Romanía apo- miéndose de algún engaño ó traición. Los
sentadas y fué sobre Faenza, otra villa de soldados españoles tornáronlos á importunar
las que en la capitulación se contenía; y como otra vez, haciéndoles seguros de aquel recelo
llegó áSaxo Ferrato, distribuyó el ejército y que las guardas tenían. Finalmente, creyendo
mandólo aposentar por las villas de aquella las guardas que sería así como ellos lo de-
comarca, y siendo aposentados en una villa cían, y también no se temiendo de dos solos

que se dice Fosara, el capitán francés mon- hombres, abrieron las puertas y metiendo el
siur de Alegre, uno de los que venían con el acémila dentro tornáronlas á cerrar. En este
Duque para aquella conquista con cincuenta medio el capitán monsiur de Alegre esta-
hombres de armas y cuatrocientos infantes ba aderezando con los infantes para po-
españoles, los de aquella villa cerraron las ner por obra el trato que tramado les tenia»
puertas y no les quisieron aposentar dentro. que fué éste: Que como los dos soldados hu-
La razón fué, según se dijo, porque cuando el bieron comprado lo que se les antojó, torná-
Duque Valentino tornó de Francia de hacer ronse á salir por aquella misma puerta por
su casamiento, viniendo un día uno á se que- do habían entrado; al tiempo que las guar-
rer aposentar en aquella villa y viéndolo los das abrieron la puerta echaron el acémila de-
vecinos no le quisieron recibir dentro ni dar- lante, y ellos que bien armados iban de malla
le aposento para su persona, ni vituallas; de debajo el vestido, meten mano á sus espadas
DEL GRAN CAPITÁN 73

y comienzan de feriren las guardas,y en esto después de rescatado de los moros de la


llegaron á la puerta otros doce soldados es- Caphalonia había venido con mandado al
pañoles compañeros de los otros dos que ha- Duque Valentino, éste apeándose de su ca-
bían consigo traído, los cuales se quedaron ballo se puso á pie, y entrando en la villa
de fuera, y como el uno de ellos se apoderó vido cómo los de su parte tenían harto que
de la puerta, dio lugar á que los otros doce hacer en se defender, y como esto vido, arre-
soldados entrasen juntos y todos cargaron metió como un león denodado con su espada
sobre las guardas de tal manera, que los y lanzóse por medio de las fuerzas de los
echaron á golpe de espada de aquella puerta. enemigos dando voces, diciendo á los de su
En esto el rumor fué grande por la villa, di- parte, que casi como vencidos estaban: «Ea,
ciendo traición, traición de enemigos, de cuya amigos, no consintáis que os venza gente
causa mucha fué la gente que acudió al lu- vencida; por tanto, apretad con ellos». Con
gar donde los españoles estaban, y con muy esto se lanza por medio de los enemigos ha-
gran ímpetu dieron sobre ellos, y de aquel ciendo cosas dignas de eterna memoria, al
acometimiento hirieron á Sancho de Valdon- cual los otros soldados viendo su denodado
cellas y casi á todos los demás que con él corazón comenzaron de seguir combatien-
le

estaban, los cuales como muy valientes sol- do muy vaUentemente, aunque toda la gente
dados defendieron la puerta pasando mucho no podía pelear por razón de ser la calle es-
peligro de sus personas, por razón que los de trecha, pero los que pelear podían hicieron
la villa peleaban muy fuertemente por todas tanto que los de dentro, aunque pugnaron
maneras defendiendo la villa. En esto los de se defender mucho, pero no les aprovechó
hombres de armas de monsiur de Alegre so- ninguna cosa, antes viéndose perdidos vol-
corrieron y entrando dentro en la villa se vieron las espaldas, y los españoles matando
mezclaron con los enemigos con mucha for- é hiriendo en ellos los siguieron hasta que la
taleza. La infantería no llegó tan presto, por noche los desparció, en la cual mucha gente
razón que del burgo hasta la villa hay una escapó de no morir por razón que se descol-
cuesta muy grande y mala de subir, y por garon muchos del muro abajo, y huíanse á
esta razón se tardó un poco que no acudió otros lugares, y otros se encerraban en el
tan presto como debiera. Finalmente, los de castillo, esperando allí la merced del Duque.
la villa reforzando la causa de su peligro, to- La villa aquel día tomada y saqueada y que-
dos juntos cerraron de tropel y cargaron so- madas algunas casas de las principales, he-
bre los españoles, y tan reciamente los afron- cho en ellas todo el daño que hacerse pudo,
taron, que hiriendo muchos de ellos los lle- muchos fueron muertos y heridos, de manera
varon retrayéndose por una calle abajo más que fué bien vengada el injuria que por dos
de cien pasos, de lo cual fué causa que mu- veces al Duque hicieron, según dicho es.
chos soldados (teniendo ya la villa por toma- Luego otro día siguiente el Duque tomó á
da) se metieron á robar por algunas casas, y merced á todos los hombres y mujeres que
con este desconcierto la gente se desordenó se habían recogido al castillo, y aunque le ha-
y pudiera ser que del todo se perdieran si no bían sido mortales enemigos suyos los perdo-
sobreviniera m.onsiur de Alegre con la infan- nó, y dejando tan mal parada aquella villa, se
tería, que ya había subido la cuesta, porque fué de aquel lugar la vía de Faenza.
los de dentro, casi desesperados de su salud,
todo lo mejor que pudieron se habían ya re-
traído hacia la puerta para salirse afuera; CAPITULO XVI
pero como vieron el socorro que les venía, De cómo el Duque Valentino se partió la vía
afirmáronse más contra los de la villa. En de Faenza y de cómo puso cerco sobre ella.
esto los unos por tomar la villa y los otros
por defenderla peleaban muy fuertemente y Luego otro día que los de la villa y castillo
con harto daño de la una y de la otra parte, de Fosara se dieron á merced al Duque Valen-
y estando la cosa de esta
manera trabada un tino, según dicho es, el Duque se fué aposen-
hombre de armas español de los del Duque, tar con su ejército á una villa que dicen Fano,
varón de muy gran fortaleza y ánimo, al cual y estando en aquella tierra aposentados acae-
llamaban Diego García de Paredes, el cual ció una mañana estando mucha gente así del
74 CRÓNICA GENERAL
ejército del Duqne como de los vecinos de la |
pero mirando el Duque el daño que el artille-
villade Fano en una iglesia oyendo misa, su- ría había hecho, vido que estaba un pedazo
cedió un grande misterio, el cual puso no poco de la torre casi para caer, por lo cual mandó
temor en muchos de la compañía que sin res- que gente no se moviese hasta tanto que
la

peto ninguno ni temor de Dios que nos crió, la artillería acabase de derrocar aquel pedazo
hacían muchos desaguisados, sacrilegios y que aun estaba fuerte y desde aquel lugar los
desafueros, forzando dueñas, corrompiendo de la villa hacían daño en la gente del Duque
vírgenes, robando los templos sagrados y ca- con el artillería. Pero acaeció lo que en seme-
sas de Dios, y finalmente no perdonando ni jantes casos suele acaecer. Los españoles que
aun á que está dedicado á su honra y mi-
lo estaban ya en orden para combatir la villa, al-
nisterio. Fué, pues, asíque un soldado de los gunos de ellos con poco sufrimiento se des-
del Duque que se había hallado el día antes mandaron á querer subir encima de la batería;
en el saco de Fosara, entrando en una iglesia los otros soldados, codiciosos por se ver den-
había robado un cáliz de plata, y porque no tro la villa, se desordenaron, los cuales fueron
fuese de los de la compañía visto, tomó el todos juntos y el alférez con sus banderas, y
cáliz y dando sobre él con una piedra le abolló subieron todos sobre el estanque y pusieron
y metióse aquella plata en la manga del jubón; escalas sobre la otra parte para subir todos
y como aquel mismo soldado se hallase á la sin ninguna orden y sin tiempo, y de esta ma-
sazón entre los otros soldados en aquella nera se comenzó la batalla, adonde los unos
iglesia en misa, al tiempo que el sacerdote alzó por entrar y los otros por defender la villa
el Santo Sacramento del cáliz, el dicho solda- peleaban con mucha fortaleza, de cuya causa
do cayó muerto sin poder hablar cosa ningu- así de una parte como de otra había muchos
na. Los que allí se hallaron de la compañía, do- muertos y heridos. Pero los del Duque, por
liéndose de aquel caso tan desastrado, allega- mucho que trabajaron, no pudieron entrar el
ron á él por le levantar y atentaron la manga, burgo, por razón que los de dentro tenían he-
adonde sacando lo que tenía en ella halláronle cho por la parte de dentro otro gran foso y
el cáliz abollado, de que se conoció claramen- otros muchos reparos, y lo que más daño hizo
te el misterio de que quiso Nuestro Señor en la gente del Duque fué que los contrarios
manifestar su grandeza, por razón que no es tenían toda su artillería asestada por la parte
cosa justa que lo que está al servicio y culto de dentro por la batería contra ella, con que
divino aplicado sea de profanas manos trata- mataban mucha gente de la del Duque. Estan-
do. Finalmente, el soldado sin confesión pasó do, pues, en esta priesa de pelear los del Du-
á la otra vida. Luegoaquel mismo día el Duque que con los de Faenza, el pedazo que de la to-
se partió con todo su ejército y allegó á Forli, rre estaba para caer, según dicho es, siendo del
adonde se detuvo algunos días para entender artillería muy recio atormentado, cayó abajo
en dar orden en lo que debía de hacer en la encima de la batería y mató de caída á los dos
conquista de Faenza, y en fin, después de habi- alférez, con otros muchos soldados que á la
do consejo con sus capitanes se partió de sazón allí se hallaron, y junto con esto el arti-
Forli y fué con todo su ejército á poner cerco llería de los faentinos, que según se ha dicho

sobre la villa de Faenza, adonde estuvo en el hacía daño en la gente del Duque, de un tra-
medio del invierno y en todo lo más fuerte vés á la mano derecha mató á uno de los ca-
del.Y como llegó allí, asentó su campo contra pitanes del Duque, mancebo varón de mucha
laparte del burgo que mira hacia Forli, y des- virtud, al cual llamaban Honorio Sabelio, de li-
pués de asentado dio orden en el asiento del naje de los Sabelios romanos, y cayó en poder
artillería, la cual se asentó contra el burgo en de los faentinos, los cuales nunca le quisieron
frontera de la puerta de y luego comenzó
él, dar para le sepultar hasta tanto que Faenza
con gran fortaleza á batir la muralla y fué tan vino en poder del Duque. Este capitán había
grande la batería y tan recia, que cayó en tie- subido imprudentemente sobre una escala por
rra toda la puerta con un pedazo del muro de se meter en la villa y vino de través una pelo-
la manoderecha, y asimismo una buena parte ta que le llevó de vuelo. Gran prudencia han
de la torre que está sobre la misma puerta. menester los capitanes y gente de guerra en
Luego que la batería cesó, la gente fué toda todos sus acometimientos, porque los peli-
metida en armas para dar el combate al burgo; gros que sin consejo, antes con temeridad, se
DEL GRAN CAPITÁN 75

acometen, siempre suceden de ellos lo que á Francia, el cual según por lo capitulado entre
este capitán conmenos saber avino. Final- ellos era obligado á le enviar. Y con esto, vis-

mente, habiendo aquel día los del ejército del to por el necesidad que el
Rey de Francia la

Duque Valentimo muy desordenadamente pe- Duque tenía de gente, envióle doscientos
leado, sobreviniendo la noche, les convino re- hombres de armas y mil y quinientos gasco-
traerse á fuera con harto daño que recibieron. nes y cuatrocientos archeros, y dio el cargo
de esta gente á monsiur de Alegre. Asimismo
en aquel tiempo que quedaba de pasar del
CAPÍTULO XVII invierno el Duque hizo aderezar toda la ar-
De cómo el Duque Valentino se retiró de tillería y mandó traer más, y la gente se ade-

Faenza por razón del invierno, y de cómo el rezó de armas esperando que el verano apun-
rey de Francia le envió socorro con que tornó tase para ir sobre aquella villa, que muy gran
segunda vez sobre Faenza. vergüenza era detenerse en la conquista de
ella. Después que fué pasado lo más recio del

Otro día siguiente después de aquel com- invierno, y el verano se comenzó á sentir por
bate primero que el Duque dio á los faenti- los mortales, el Duque Valentino mandó re-
nos mandó mudar el artillería para dar la ba- coger toda su gente y artillería en un lugar.
talla por otra parte al burgo, y queriéndola Hecha reseña de ella hallóla toda muy bien
mudar fué tanta elagua y nieve que vino que aderezada, y halló tener mucha más gente en
pensaron todos de perecer, y los caballos no su ejército que no la que llevó la vez primera
podían menearse con el artillería, porque como que fué sobre aquella villa de Faenza. Final-
la tierra es de arcilla y gruesa, hácense lodos mente, el Duque movió todo su campo la vía
en gran manera y acaece muchas veces en de Faenza, la cual era muy fuerte villa, como

semejantes casos quedarse los caballos y muy fuertemente defendida por los
es dicho, y
otras bestias del carruaje estancadas en el de dentro, y como llegaron sobre ella hizo
lodo y no poder salir de ello, y más si los in- asentar su campo junto al camino de Bolonia
viernos son de agua. De esto avino muy gran y aposentó su persona junto á un monesterio
desconcierto en el ejército del Duque, á cuya fuera de la villa, que dicen San Francisco, y lue-
causa pudiera todo el ejército recibir gran go que fué aposentado el campo y aposentada
daño, en especial que á la sazón salieron los la persona del Duque, se dio orden en el asien-

de dentro de la villa á dar en ellos, donde les to del artillería, la cual se asentó contra la roca
hicieron mucho daño. Viendo el Duque cómo de la villa una parte de ella y otra parte man-
no se podrían sostener estando en campaña dó asentar contra un bestión que los de den-
en tiempo de tantas nieves y aguas, y que no tro habían hecho para reparo de su artillería.
se podía aprovechar de la artillería y toda la Y de esta manera asentada, como dicho es, el
pólvora estaba húmeda, determinó de se le- artillería,luego se comenzó á jugar de una
vantar de sobre Faenza y repartir su gente á parte y de otra con ella, de manera que mu-
aposentarla por aquella comarca. La gente es- rió alguna gente de ambas las partes. En esto
pañola aposentó en Forli y al capitán Miguel la gente se metió en armas y acometieron á

Valentino con su gente á dos millas de allí, y tomar el bestión, el cual defendieron los de la
su persona con toda la otra gente del ejército villacon mucha fortaleza; pero como el arti-
se aposentó junto á Cesena, por aquellas lleríaestaba asentada contra el bestión y des-
granjas. Asimismo dejó gente de guarnición cargasen tan á menudo, recibía mucho daño la
en muchos lugares cercanos de Faenza, para gente que estaba en defensa de él. Por mane-
que mediante aquel tiempo del invierno salie- ra que no se pudiendo allí sufrir á causa del
sen de aquellos lugares á dar rebatos y esca- peligro del artillería, les convino á los faenti-
ramuzas á los faentinos y correrles la tierra. nos desamparar el bestión; lo cual visto por
Haba de esta gente en Imola y en Solarola, y el Duque tomaron de aquel bestión, adonde

en Bresiguela y Rojada, adonde cada día sien- asentaron gran parte del artillería, y sobre la
do el campo aparejado salían á correr la tie- boca del foso desde allí batían muy reciamente.
rra de Faenza. Estando el Duque sin hacer De manera que se hizo lugar para que con in-
cosa ninguna por razón del invierno, envió á genio se sacó toda el agua del foso. Gran dili-
demandar más gente de socorro al Rey de gencia y sagacidad mostró tener en aquel
76 CRÓNICA GENERAL
tiempo el Duque en su persona, el cual no fendían sus personas y sus mujeres é hijos,
cesaba de visitar á los unos y á los otros, y asimismo la libertad, peleaban con mucha
mostrando en todo muy gran ánimo y cora- fortaleza y no consentían entrar á los enemi-
zón. Después que fué sacada el agua del foso gos en la villa, antes tenían por mejor morir
mandó batir por todas partes muy reciamen- en defensión de ella que Du-
vivir sujetos al
te con el artillería é hizo estar á punto toda que. De esta manera no llevando los del
Du-
la gente de armas é infantería para dar el que otro provecho en aquel día, salvo el daño
combate cuando fuese tiempo. Finalmente, de mucha gente que fué muerta con el com-
después que fué bien batida la fortaleza y bate, por razón de la noche que sobrevino,
muro de la villa, comenzaron á dar el combate, les convino retirarse de aquel combate, difi-
en el cual así los franceses como españoles riendo el otro combate hasta la mañana veni-
hacían grandes cosas de sus personas pelean- dera.
do muy fuertemente, matando muchos de los
enemigos, aunque á verdad con mucho daño
la
CAPÍTULO XVlll

suyo. En esta priesa de pelear algunos espa- De cómo el Duque Valentino otro día de ma-
ñoles subieron encima de los reparos, entre ñana dio otro combate á la villa y de cómo
los cuales el primero que subió fué Diego Gar- la tomó.
cía de Paredes, haciendo cosas muy señala-
das, dando lugar á que la otra gente subiese, Grande trabajo padecía la gente del Duque
adonde todos los que subieron fuertemente en la conquista de aquella villa y mayor peli-
peleando hicieron muy gran daño en los con- gro, porque según se halló, murió de la gente
trarios, procurando con todo su poder de en- del Duque más de dos mil hombres; de mane-
trar en la villa; pero los que subieron sobre ra que cuanto mayor resistencia hallaban en
los reparos fueron pocos y la subida fué muy los faentinos, tanto mayor voluntad y deseo
dificultosa yno pudieron ser de los de abajo tenía el Duque de tomar aquella villa. Pues
socorridos. Por manera que como los faentinos fué así que pasada aquella noche, luego á la
viesen el peligro tan eminente como les esta- mañana el Duque dio el cargo del primer com-
ba aparejado, cargaron muchos sobre los re- bate á un capitán italiano llamado Vitelo, que
paros para echar á los españoles de aquel con la infantería italiana y con alguna gente
lugar, y tanto hicieron en aquella defensa de de hombres de armas acometiesen la prime-
los reparos, que atormentados los españoles ra batalla, y con esta orden el capitán Vitelo
de muchos y muy pesados golpes, convino á con aquella gente que le fué cometida arre-
muchos dejar las vidas sobre los reparos; metieron con gran ímpetu y pasando el foso
otros mal heridos no esperaban otra cosa comenzaron á subir sobre los reparos, y tanto
salvo morir á manos de sus enemigos. En esto hicieron por entrar dentro, que los faentinos
un capitán de grande ánimo y fortaleza, que que se defendían con gran fortaleza mataron
llamaban Pedro de Murcia, viendo á los de su muchos de ellos, aunque se defendían con har-
parte en tanto peligro, arremetió con alguna to daño suyo; y todavía los italianos pugnan-
gente de armas é infantes españoles á soco- do de entrar fueron por los de la villa apre-
rrer los otros que estaban en peligro muy miados, que convino á los italianos del Duque
grande, el cual subiendo sobre los reparos desamparar aquel lugar, siendo lanzados de allí
fué de un arcabuz muerto por el través. Los abajo á golpe de espada. El Duque, que muy
otros españoles que con él habían subido, no bien mirando estaba lo que los suyos hacían, y
con poco daño suyo recobraron los otros que viendo que los faentinos los lanzaban abajo
estaban en peligro de muerte. Aunque de am- de los reparos, arremetió él con toda su gente
bas las partes, y en especial de la parte del de armas é infantería española é itaüana y so-
Duque, no pocos muertos y heridos hubiese, corrió á los otros italianos que estaban en
no por eso había ningún mudamiento en el aquella priesa, y pasando el foso sobre muchos
Duque, antes como fuerte varón reforzando cuerpos muertos que del combate del otro día
siempre la batalla con grande diligencia, á habían allí quedado, con muy gran fortaleza
todas partes proveía gente de refresco; pero peleando subieron sobre los reparos no con
los de la villa, que muy buena gente y fuer- poco daño. Grande fué la defensión que los
te era, viendo cómo defendiendo la villa de- del Duque hallaron en los faentinos, y muy
DEL GRAN CAPITÁN 77

mayor fortaleza, por donde merecen perpetua tió de San Francisco, donde estaba aposen-
gloria y honra entre todas las otras tierras de tado, y fuese camino de Bolonia con voluntad
Italia, que siendo una villa no muy grande, se de ir sobre micer Juan de Bentebolla, que tirá-
defendió tanto tiempo contra todo el ejército nicamente tenía ocupada la ciudad de Bolonia
del Duque, que de mucha yde muy fuerte gen- que era del Pontífice. Pero viendo micer Juan
te estaba acompañado. Finalmente, los espa- de Bentebolla que la voluntad del Duque era
ñoles hicieron tanto aquel día, que por fuerza ir sobre él, aparejóse para le esperar lo mejor

les hubieron de tomar una sala del castillo que pudo, fortaleciendo las puertas y muros
que estaba á la mano izquierda, debajo de la de Bolonia de mucha y muy buena gente y ar-
cual los enemigos tenían su munición de pól- tilleria, y junto con esto tuvo á los ciudadanos

vora, y como los españoles eran muchos los en gracia no le tratasen algo con el Duque, de
que peleaban en la sala, losfaentinos pusieron que recibiese daño en su persona y estado.
fuego debajo en la pólvora, y como se quemó, Finalmente, el Duque, que muy bien apercibido
derribó con su fortaleza gran parte de la sala, halló á micer Juan de Bentebolla, y viendo que

de cuya causa murieron allí muchos de ellos y era por demás querer intentar de entrar en la
de los de la villa; pero los que quedaron pelea- ciudad, determinó de se concertar con micer
ron tan fuertemente, forzando por entrar en la Juan, y fué el concierto en esta manera: Que el
roca, que convino á los faentinos desamparar micer Juan diese al Duque una escuadra de
aquel lugar. Junto con esto, como el artillería caballos en su servicio y que le diese asimis-
del Duque hubiese derribado un pedazo del mo cierta suma de dinero para pagar á su
pasadizo de la torre, no tuvieron lugar ni pu- gente. Lo cual siendo cumplido por micer Juan,
dieron pasar á defender la batería los de la el Duque se alzó de sobre Bolonia con mucho
tierra, por manera que desamparando del todo enojo que de los bolonieses hubo por razón
la torre convino retraerse á la roca, y cesando que le habían escrito que viniendo con su gen-
la batalla aquel día por la noche que sobrevi- te sobre aquella ciudad, ellos le recibirían den-
no, el Duque se apoderó en todo lo que él se tro levantándose contra micer Juan; y viendo
pudo apoderar y aquella noche metió en la cómo le habían burlado, no haciendo mngún

torremuchos arcabuceros, los cuales hacían movimiento de su parte, con la pasión que de
mucho daño en los que defendían la roca; y los esto hubo de los bolonieses, envió las mismas
faentinos, viendo cómo no se podían defender letrasque de él le habían escrito á micer Juan
y que á un tiempo la villa juntamente con la de Bentebolla, descubriendo por esta causa la
roca se perdería, y junto con esto viéndola traición de bolonieses; por lo cual micer Juan
gran falta que tenían de provisión, y que si de Bentebolla inquiriendo los autores de aque-
mucho ellos pugnaban por se defender mucho lla traición, fueron degollados públicamente.

más el Duque trabajaba de los tomar, deter- Y con esto micer Juan de Bentebolla quedó
minaron de se dar al Duque con condición que por algún tiempo pacífico en Bolonia; y el
en ellos ni en su señor no fuese hecho daño Duque despidiendo los franceses que de par-
alguno; y de esta manera acordado entre el te del Rey en socorro tenía, contada la otra
Duque y faentinos, no sólo les prometió segu- gente atravesó la Toscana y se fué á poner en
ridad en la persona de su señor, que el señor el puerto de Barato, adonde se detuvo algu-

se llamaba Astorge, y á su hermano, pero pro- nos días, dando orden en lo que convenía á la
metióle de le haber del Pontífice un capelo de expugnación de la ciudad de Plumbin.
Cardenal, y de esta manera los faentinos se
dieron al Duque y le entregaron en su poder
al señor Astorge y á su hermano; y el Duque
CAPÍTULO XIX
mandólos llevar á Roma, á los cuales desde á De cómo Rey de Francia se mo-
el ejército del
pocos días los hizo matar, no cumpliendo aque- vió la vía de Ñapóles, y de la división que
llo que á los faentinos había prometido. Final- de aquel reino se hizo entre el Rey de Fran-
mente después de haber con harto daño de los cia y el Rey D. Fernando de España.
unos y de los otros venido la ciudad de Faen-
za en poder del Duque Valentino, y dejando Después que el Rey de Francia, según di-
las cosas de aquella ciudad en toda paz y so- cho es, hubo cumplido con el Duque Valentino
siego, el Duque sin entrar en la ciudad se par- favoreciéndole en la conquista del estado de
78 CRÓNICA GENERAL
laRomana, y asimismo ya de su parte des- su parte, y asimismo se ofrecía de le dar paso
pués de la muerte del Rey Cario octavo, su y vituallas para ir á conquistar el reino de
predecesor, hubiese sometido debajo de su Sicilia, si su voluntad fuese. ítem hallaba el
señoría y corona el ducado de Milán, y que Rey D. Fernando otro inconveniente, y era
en todo la fortuna le había sido favorable, de- que dado caso que el Rey de Francia no qui-
terminó de pasar más adelante, extendiendo siese recibir aquel tributo del Rey D. Federi-
su estado, como de costumbre lo tienen los co, sino llevarle todo por rigor y fuerza de
Reyes de Francia, en especial en aquellas con- armas, tenía elRey de Francia muy gran apa-
quistas que los Reyes sus pasados hubieron rejo, después de haber ganado el reino de Ña-
y movieron contra el reino de Ñapóles. Final- póles, para pasar su ejército contra su reino
mente, no siendo ajena la naturaleza de este de Sicilia. ítem el Rey D. Fernando tenía mu-
Rey D. Luis de la de los otros, determinó, no cho enojo con el Rey D. Federico por razón
quedando ya cosa por hacer en la Lombardía del mal tratamiento y odio que tenía y mos-
ni en la Romana, de enviar su ejército contra traba con su madrastra la Reina, mujer que
el reino de Ñapóles, con el cual envió á mon- fué del Rey D. Fernando, el primero que fué
siur de Aubegni por Capitán general del. El de aquel nombre en aquel reino de Ñapóles y
cual con esta orden y mandamiento de su Rey padre que era de este mismo Rey D. Fede-
se partió de Milán, dejando la ciudad bien rico y del Rey D. Alfonso que murió en Si-
proveída de gente de guarnición y lo mismo cilia. Al Rey D. Fernando le pareció muy mal

el castillo, y comenzó á caminar la vía del rei- este trato, no queriendo que aquel reino fue-
no de Ñapóles. De esta voluntad del Rey de se tributario á gente enemiga, el cual reino el

Francia fué avisado Rey D. Fernando el


el Rey D. Alonso su tío con gran esfuerzo y con
CatóHco de España, teniendo mucho á mal del difícil guerra y muchas veces con dudosas

Rey de Francia que no embargante las confe- victorias lo había ganado, y que él poco antes
deraciones y amistad que entre ellos estaban con los tesoros de España y Sicilia lo había
puestas y asentadas, quería ir á tomar el rei- defendido contra los mismos enemigos. Por
no de Ñapóles, sabiendo cuánto era su deser- manera que muchas razones y causas legíti-
viciopor razón de ser Rey de aquel reino el mas movieron al Rey D. Fernando el CatóUco
Rey D. Federico de Aragón, su pariente y á tener enemistad con el Rey D. Federico, en
descendiente de los Reyes de Aragón, y asi- especial lo que por la carta que enviaba al
mismo porque dado caso que el Rey D. Fe- Rey de Francia le fué manifestado, por lo cual
derico muriera sin heredero, había de derecho determinó de enviar sus embajadores al Rey
y justicia el Rey D. Fernando de ser Rey de D. Luis de Francia para que de nuevo confir-
Ñapóles; y por este efecto determinó de que- mase las confederaciones pasadas. Asimismo
brantar él la fe á quien primero había que- para que visto el daño que llevando gentes
brantádosela, y con esta determinación hizo en el reino de Ñapóles se esperaba á ellos,
hacer en Castilla mucha gente de guerra para entre con muy amorosa paz se confedera-

la enviar al Gran Capitán, que estaba en Sici- sen de nuevo y dividiesen aquel reino de Ña-
lia, para que juntamente con la otra gente que póles como buenos amigos. Con esto se par-
él consigo tenía se moviese contra el Rey de tieron los embajadores del Rey Católico, los
Francia y contra su ejército, sí intentase de cuales alcanzaron del Rey D. Luis de Francia
venir contra el Rey D. Federico de Ñapóles. que hiciesen lo que los embajadores venían á
Pero considerando el Rey D. Fernando mejor concertar con y así se concertó que se par-
él,

aquel negocio, halló muy gran aparejo en el tiese el reino en dos partes y que el Rey don
Rey D. Federico para recibir en el reino de Fernando llevase las provincias de Puglia y
Ñapóles al Rey de Francia, por razón de una Calabria, y que todo lo restante del reino fue-
carta que le fué dada al Rey D. Fernando del se del Rey de Francia. Muy conforme fué esta
Rey D. Federico, la cual había enviado al Rey partición entre ambos los dos Reyes, por ra-
de Francia, en que por ella decía dos cosas: la zón que al Rey D. Fernando estaba mejor te-
una que el Rey D. Federico se obligaba de dar ner aquellas dos provincias que no lo otro,
al Rey de Francia cada un año cierta suma de por la confinidad de vecindad que tienen con
dinero en tributo porque le dejase gozar del su reino de Sicilia. Finalmente, dividido el rei-

Reino de Ñapóles sin ninguna contradición de no de Ñapóles, cada uno de los Reyes envió

á
DEL GRAN CAPITÁN 79

gente en el reino para tomar para su Rey la te y artilleríade las mismas naves que ellas
parte que le tocaba, y con esto el Rey de Fran- en sí mismas venían muy bien artilladas y bas-
cia envió, según dicho es, al capitán monsiur tecidas de todo lo necesario. Era capitán de
de Aubegni y al capitán Francisco de San Se- esta armada monsiur de Rabastayn, el cual
verino. Conde Gayazo, para que con su ejér- traía consigo en aquella armada muchos hom-
cito pasasen á tomar aquella parte del reino bres de calidad, entre los cuales señalada-
de Ñapóles que le tocaba; y el Rey D.Fernando mente venía el Infante de Navarra. Ordenada
el Católico envió asimismo gente al Gran Ca- de esta manera la gente del Rey de Francia
pitán que estaba en Sicilia para que tomase por mar y por tierra, envió el Rey de Francia
aquellas dos provincias de Calabria y Puglia, sus letras al Duque Valentino, el cual estaba
que le habían tocado de su parte en la divi- en el puerto de Barato, y ordenaba de tomar
sión de aquel reino de Ñapóles que entre el á los de Plumbín, rogándole mucho que pues
Rey D. Fernando y el Rey D. Luis de Francia ya tenía noticia de la división que del reino
se había hecho, y de esta manera siendo he- de Ñapóles entre él y el Rey Católico D. Fer-
cha esta partición, según dicho es, cada parte nando de España había hecho, fuese conten-
trabajó con mucha diligencia de tomar para to de le ayudar á tomar y adquirir aquella
su Rey la parte que le había tocado. parte que le habia cabido, pues que para ello
no sólo le obligaba las posturas y amistad que
entre ellos dos había, junto con el parentesco
CAPÍTULO XX que había contraído, pero por la orden de San
Del ejército que el Rey D. Luis de Francia en- Miguel, que de su misma mano recibido había,
vió cont/a el reino de Ñapóles para tomar la debía y era obligado por la confederación que
parte que le había tocado: entre ellos había de le ayudar y favorecer en
todas sus necesidades, y que por tanto le ro-
Habiendo en la manera ya dicha el Rey don gaba en aquello no hubiese falta ninguna de
Fernando partido el reino de Ñapóles con el su parte. El Duque Valentino, viendo la volun-
francés, el Rey de Francia para tomar la par- tad del Rey de Francia y la obligación que á él
te que le había tocado envió su gente con tenía de ayudarle en aquella empresa, deter-
monsiur de Aubegni y con el Conde Gayazo, minó de se aderezar lo mejor que pudo para
para que tomasen aquella parte del reino que le ir á ayudar. Y sabido cómo monsiur de Au-

por división le había tocado, para lo cual envió begni con todo su ejército francés venía ca-
novecientos hombres de armas y mil y dos- mino de Roma, aderezóse para partirse del
cientos caballos ligeros y siete mil infantes y puerto de Barato y se ir á la ciudad de Roma
treinta piezas de artillería, grandes y peque- por dos cosas: la una porque se juntaría con
ñas. Venían por capitanes de este ejército monsiur de Aubegni para ir sobre el reino de
monsiur de Alegre, de la gente de armas, el Ñapóles y de allí darían orden en lo que de-
cual después que se despidió del Duque Va- bían hacer, y la otra porque con la entrada del
lentino se había ido con su gente á la ciudad ejército francés en la ciudad de Roma no in-
de Milán, adonde todo el ejército del Rey de tentasen á hacer ningún desafuero en ella, de
Francia estaba. Venían asimismo monsiur de que el Pontífice su padre recibiese pasión. Y
la Paliza y monsiur de Greni y monsiur de la por estas razones, sabiendo que monsiur de
Laude y Luis Dares Pocodinare, Simonete, Aubegni con el ejército estaba en Florencia,
monsiur de Cátela, D. Luis de Viamonte, mon- embarcando su gente en ciertas naves y ga-
siur de Riso, monsiur de Santa Colonia, mon- leras que tenía en aquel puerto, se metió en
siur de Amo, monsiur de Chandela, éste era la mar con hasta dos mil hombres, y de cami-
el coronel de toda la infantería, el cual era ca- no tomó el vado de Plumbín, adonde dejó una
ballero de mucho valor y estima y muy enten- buena parte de gente en guarnición, con vo-
dido en las cosas de la guerra. Toda esta gen- luntad de en desembarazándose de cumplir
te venía por tierra la vía del reino de Ñapó- con el Rey de Francia tornar sobre Plumbín,
les. Por la mar en el armada francesa venían que gran deseo tenía el Duque Valentino de
cuatro carracas y dieciséis naves gruesas y tomar aquella ciudad para sí, por ser tierra
diez galeras, adonde venían cuatro mil infantes fuerte para en tiempo de guerra y apacible
y treinta piezas de artillería, sin la otra gen- para en tiempo de paz. Desde Barato envió
80 CRÓNICA GENERAL
toda la más parte de su ejército por tierra vidado de todas las mercedes recibidas no le

para que se juntasen con el ejército de mon- pareciese ingrato. Federico, maravillado del
siur de Aubegni, el cual, según dicho es, á más respeto y de la grandeza de ánimo del Gran
andar venía la vía de Roma, y el Duque con Capitán, á la embajada de su parte le respon-
toda la otra gente se fué á Roma por allegar dió que él conocía claramente la virtud y
antes que el ejército francés llegase. bondad suya, aunque le fuese enemigo; que
no se arrepentía de la liberalidad y mercedes
que le había hecho, y así de nuevo con gran-
CAPÍTULO XXI des privilegios las confirmó, habiendo publi-
Del aparejo que el Gran Capitán hizo para cado y dicho muy grandes loores del Gran
haber de ir á tomar las dos provincias que á Capitán, el cual con libre voluntad le había
su Rey hablan tocado. borrado la infamia de la ingratitud y le había
hecho conocer cómo constreñido por los man-
Como el Rey de Francia hubiese, según damientos de su Rey y señor le hacía guerra.
dicho es, enviado su ejército á tomar aquello Junto con esto, el Gran Capitán, para haber
que del reino por división le cabía, y el Rey de ir á tomar aquellas partes que tocaban á
de España, viendo la gran diligencia que el su Rey por la partición, viendo cómo no tenía
Rey de Francia ponía en cobrar su parte, te- harta gente para poder poner por efecto el
míase, según la condición de franceses, no mandado de su Rey en aquel caso, por razón
procurase después de haberse apoderado en la de la mucha gente que perdió en la presa
parte que les tocaba de intentar á tomarle la de la Chafalonía, juzgando que era bien
parte suya, y por esta razón envió con dili- ganar la voluntad á algunos príncipes de Ita-
gencia á avisar al Gran Capitán que estaba lia con aquella liberalidad acostumbrada, por-

en Sicilia para que luego tomase aquellas que alguna vez se olvidasen de la parte an-
provincias que le habían tocado por su parte, joyna, á la cual en la guerra pasada había co-
y asimismo le envió á mandar que luego en- nocido que casi toda la Calabria era muy afi-
viase Rey D. Federico á Ñapóles para que
al cionada, ganó, con grande consejo, por ami-
le diese la Reina joven, su sobrina, y que des- gos á los señores coloneses, hombres nobilí-
pués que se la enviase en España, Y el Gran simos y de singular valor en la guerra, los
Capitán habido el mandamiento de su Rey en cuales él conocía ser no sólo grandes enemi-
laforma susodicha, envió á un caballero prin- gos del Papa, y envió á suplicar al embajador
cipal áÑapóles al Rey D. Federico diciéndole Francisco de Rojas y al Cardenal de Santa
de su parte del Rey de España cómo habían Cruz que ya pues sabían que el Rey de Es-
sabido del mal tratamiento que había hecho paña se había acordado con el Rey de Fran-
y hacía á la Reina, su madrastra, la cual días cia haciendo partición del reino de Ñapóles
había que se le había quejado, y asimismo sa- entre sí, según dicho es, y que por cuanto á
bía otras cosas que intentó hacer y concer- él le era dada comisión de parte de su Rey

tar con el Rey de Francia, todo en su deser- de tomar las provincias de Puglia y Calabria
vicio y en disminución de su corona y estado. que le habían tocado de su parte, y porque
Y que por tantorogaba tuviesen por bien
le en la presa de la Chafalonía había perdido mu-
de le enviar la Reina joven su sobrina en cha y muy buena parte de su gente, les su-
España, y que para este efecto le enviaba plicaba de su parte que toda la gente de
aquel caballero con sus galeras, adonde po- guerra española y de otra nación cualquiera
dría la Reina venir á Sicilia, y que desde Sici- que en Roma se pudiese haber con la mayor
lia le enviaría á España, según que su Rey diligencia que pudiesen se la enviasen, pues
y señor se lo había enviado á mandar. Tam- era muy grande la falta de gente que tenían
bién de su parte con ánimo generoso, antes para aquella empresa, pues por el mismo
que le hiciese guerra, le envió á decir que con caso á ellos convenía y era dado proveer las
solemne contrato le renunciaba las ciudades necesidades de su Rey y señor, como á él era
y castillos en el Abruzo y en el monte de dado el trabajo de los servir en ellas. El
Santángelo, que en la guerra pasada por los Cardenal de Santa Cruz y Francisco de Ro-
servicios que le hizo le había hecho merced, jas, como supieron la necesidad que el Gran
porque aquel que le había de ser enemigo ol- Capitán de gente tenía, determinaron con
Q

DEL GRAN CAPITÁN 81

toda diligencia de lo proveer, y con esto ha- sión y no podía pensar qué se debiese hacer
blaron con Diego García de Paredes, capitán en tanto aprieto y necesidad como se veía.
valeroso, de quien arriba hemos hecho men- Y habido su consejo con los del reino y con
comisión que hiciese gente en
ción, y diéronle los de Ñapóles, acordóse que mejor le era

Roma y que de su parte allegase toda la más defenderse, pues otro remedio no tenía, salvo
gente española que pudiese haber para ayu- de perder el reino, y con esta determinación
da del Gran Capitán que estaba en SiciHa, hizo la más gente que pudo para esperar los
que tenía de ir á tomar por el Rey de España enemigos, en que hizo ochocientos hombres
aquellas provincias Puglia y Calabria que le de armas y mil y quinientos caballos ligeros
habían tocado á su parte. Diego García de y cinco mil infantes, y junto con esto fortificó
Paredes, conforme á la comisión que le fué de el castillo de Ñapóles y el castillo de Capua,

parte del Cardenal de Santa Cruz y embajador y el de Taranto y el de Gaeta, con todas las
Francisco de Rojas dada, echó bando en que otras fuerzas y castillos del reino que eran de
allegó ochocientos hombres de guerra espa- importancia. Y asimismo, acordándosele del
ñoles y de otras naciones, toda muy buena socorro y favor que en la adquisxión del reino
gente y sus capitanes varones de muy grande el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Agui-

virtud y fortaleza, los cuales él muy bien co- lar le había dado, pensó que así lo haría ago-

nocía del tratamiento y prueba que de ellos ra contra el ejército del Rey de Francia, no
había hecho en el tiempo que con el Duque mirando que el Gran Capitán estaba en ser-
Valentino habían andado. Pues asentados sus vicio del Rey de España, contra el cual había
capitanes, el coronel Diego García de Pa- intentado de juntarse con el francés y aliarse,
redes y con el Embajador y Cardenal de y que era hombre que por dádivas y prome-
Santa Cruz habida licencia del Duque Va- sas no había de negar su Rey natural. Con
lentino, al cual Duque Valentino hasta en- esta voluntad envió sus letras y embajador
tonces habían servido, se partió con toda rogándole mucho que, vista su necesidad y el
presteza y diligencia con aquella gente de la estrecho en que la venida de los franceses ¡e

ciudad de Roma y fuese con ella á Ostia, tenían puesto, fuese contento de le socorrer,
adonde embarcó con cinco naves un día á pues la verdadera defensión de aquel reino él

veinticuatro días del mes de Junio del año sólo con su persona había sido, no sólo dán-
de la Encarnación de Nuestro Redentor Je- dole á él el reino libre de manos de franceses,

sucristo de mil y quinientos y uno, y hecho pero también lo había defendido al Rey don
á la vela se fué á Sicilia, adonde llegó á doce Fernando su sobrino, y que pues no sólo él,
días del mes de Julio del dicho año, en una pero todos los grandes del reino con él espe-
muy buena villa que se llama Melazo, y des- raban, no quisiese agora denegarle el favor
de allí se fué el dicho García de Paredes que de costumbre tenía darles, prometiéndole
adonde el Gran Capitán estaba ya en orden junto con esto muy grandes estados y seño-
para se partir á la provincia de Calabria, que ríos en el reino. El Gran Capitán, que muy
aquella provincia era la primera que había bien sabía la voluntad de su Rey y señor, sien-
de recibir. do el mayor varón de fe y constancia de cuan-
tos nacieron, tuvo por menoscabo de honra
CAPÍTULO XXII los ofrecimientos del Rey D. Federico, al cual
por su mismo embajador respondió (que era
Del aparejo d¿ guerra que el Rey D. Federico micer Octaviano, varón de muy buen consejo)
hizo para esperar á los dos Reyes que le ve- diciendo que él hubiera placer que se hubiera
nían á tomar el reino de Ñapóles. habido de tal manera en su reino el Rey don
Federico, que no fuera causa de haber indig-
Muy grande tristeza tenía el Rey D. Fede- nado contra sí al Rey D. Fernando, su Rey y
rico viendo cómo el Rey de Francia enviaba señor; el cual por su inconstancia y poca fe
su ejército contra él para le tomar el reino, había mudado del todo su voluntad, diciendo
y que el Rey de España, en quien tenía espe- que á él le pesaba en gran manera por no lo
ranza que le había de favorecer, se le había poder hacer por cuanto le había sido manda-
hecho asimismo contrario y su enemigo, aun- do de parte del Rey de España, su señor, to-
que justamente, de lo cual tenía mucha pa- mase por él aquellas provincias, Puglia y Ca-
Crónicas del Gran Capitán.—
82 CRÓNICA GENERAL
labria, que le habían de su parte cabido por j
de gente partió de Capua, así para proveer
razón de la división que el Rey de Francia y ! en todo lo que era menester para la defensa
el Rey de España, su señor, habían hecho en- de aquella ciudad, como para dar orden a"l
tre sí de aquel reino, según que lo debía sa- capitán Fabricio Colona de lo que debía ha-
ber como persona á quien principalmente to- cer. Junto con esto, como llegó á Capua, para
caba aquella demanda, y que por esta razón retener á los ciudadanos en su fe y gracia,
él no debía en manera ninguna ir contra el los habló muy amorosamente, encomendán-
mandamiento y voluntad del Rey su señor, y doles mirasen mucho cómo en el hombre no
que así se lo había enviado á decir y mandar. se mira tanto la nobleza suya y alto naci-
Con esta respuesta se partió el Embajador miento como la natural virtud que en él se
micer Octaviano harto triste por no llevar al- puede hallar, y que esta virtud no es cosa que
guna esperanza de socorro. El Rey D. Fede- se puede ganar de los pasados como la no-
rico, habida la respuesta del Gran Capitán y bleza, antes se gana con hacer tan señaladas
viendo cómo ambos los Reyes se habían con- cosas de sus personas que verdaderamente
cordado para le quitar el reino de Ñapóles, y puedan ser loados no ser nobles por nobleza
que ya estaban á punto para se mover con ganada de sus pasados, sino por nobleza ga-
sus ejércitos cada cual con su demanda, de- nada por su propia virtud, fortaleza, ánimo y
terminó de se defender con todo su poder con corazón; porque no ha de esperar un hombre
la gente que tenía. Y con esta determinación á la ganar comD la ganaron los griegos con
el Rey D. Federico envió á decir á Fabricio su saber y doctrina, lo cual no ayuda tanto á
Colona, que estaba á sazón en Mariñano
la sostener la república (bien que mucho ayude)
con trescientos hombres de armas y con tres- como ayuda el bueno y leal ciudadano en de-
cientos caballos ligeros, y con ochocientos fender su patria, servir á su Rey, guardarle
infantes italianos y doscientos españoles y la fe prometida con las armas en la mano y
doscientos alemanes, que se viniese con aque- poner su vida y hacienda á riesgo, por lo cual
lla gente á Capua, que era el paso por donde debe sufrir el importuno invierno y el fatigoso
los franceses habían de pasar á Ñapóles y la verano, y si conviene, pobreza, necesidad,
primera ciudad que habían de conquistar, y hambre, sed y con ánimo invencible echar de
que allí se hiciesen fuertes de tal manera que sí al enemigo, y que haciendo el contrario,

los franceses no la pudiesen haber, por razón daña la fama y honra, no sólo suya, pero aun
que aquella ciudad era llave del reino después de su patria. Trájoles á la memoria de la otra
de la ciudad de Ñapóles por aquella parte. vez que el Rey Cario octavo de Francia vino
Eran los coloneses enemigos de los franceses contra el reino de Ñapóles, cómo, olvidando
y amigos del Rey D. Federico, cuyos vasallos á su propio Rey y señor, recibieron dentro á
eran ellos, los cuales como fueron ciertos de los franceses, lo cual fué principal causa que
la venida de los franceses en el reino de Ña- la misma ciudad de Ñapóles negase á su Rey,

póles, desampararon sus tierras y viniéronse á no le dejando entrar dentro á la vuelta que
servir al Rey D. Federico, y lo contrario fué de tornó, según dicho es, y que si de aquel ami-
los Ursinos, que siendo de la parte de los Re- gable recibimiento que á los franceses hicie-
yes de Ñapóles, dejaron de seguir la parte de ron algo ganaron, que lo niiámo les darían
D. Federico; siendo su Rey y teniendo muchos agora, que fué mal tratamiento, usar mal de
lugares en el reino cuyo vasallaje debían al sus mujeres, servirse de sus hijos como de
Rey de Ñapóles, siguieron á los franceses, y esclavos y lo que peor era, la corrup-
viles,

viniendo en el reino los más lugares de los ción de sus vírgenes, con disminución de sus
coloneses ocuparon y destruyeron, y lo mis- haciendas y honras, por lo cual debían ahora,
mo hicieron en los lugares y castillos de los pues ya la condición de esta gente tenían ex-

sábelos, los cuales siguieron lamisma parte perimentada, no por el daño que de venir á
que los coloneses. Finalmente, el Rey D. Fe- su poder de ellos esperaban, por lo que de-
derico, después de haber enviado á Capua al bían al servicio de su Rey y señor, habían de
capitán Fabricio Colona, dejó por coronel de poner sus personas, haciendas é hijos á todo
la infantería que él tenía con su persona á peligro; pues mayor era el peligro que de ve-
D. Iñigo de Mendoza, y dejándole en Ñapóles nir á las manos de los enemigos se seguiría,
en defensión de la ciudad, él con alguna poca que de esperar cualquier calamidad y daño

d
> DEL GRAN CAPITÁN 83

que de la guerra les podía suceder, como rra muy valerosos, con cien hombres de ar-
quiera que próspera ó adversa la fortuna les mas y con cien caballos ligeros y con qui-
fuese, pues para el bien que venir podía, nientos hombres para que con aquella gente
aquello mismo les era galardón, y para el daño, se tuviesen en tanto que fuesen de más gente
con entenderse que habían hecho su debido, socorridos; y en Aversa, que es una ciudad
quedaba de ellos perpetua fama, y para con que está entre Capua y Ñapóles, puso al Prin-
su Rey una perpetua obligación de gratificar- cipe de Melfa con setecientos caballos ligeros
les. Muchas cosas les dijo de esta calidad, in- para que con aquellos corriesen toda aquella
citándoles en toda fortaleza, ofreciéndoles comarca de Aversa y la Chirinola y reconocie-
asimismo á toda la gente de guerra grandes sen el campo de los franceses y asimismo les
dádivas para que de buena gana le sirviesen. vedasen y estorbasen el uso délas vituallas y
Después de esto hizo reparar la ciudad de provisión para su ejército que de aquella co-
muchos bestiones pdr de dentro y por de marca se les podría llevar, junto con esto el
fuera y alimpiar muy bien el foso, y hacer Rey D. Federico hizo prender al Principe de
otros aparejos que para defender la ciudad de Vesiñano, por razón que según era verdadera
los enemigos les podía aprovechar. Finalmen- fama se quería pasar á los franceses. Después
te, después de haber puesto toda diligencia de esto monsiur de Aubegni que estaba con
que convenía, los capuanos quedaron de ha- el ejército francés en Roma, un día á venticin-

cer todo lo que en sí fuese y más, ofreciéndo- co días del mes de Julio del año de mil y qui-
se de sostener la ciudad en tanto que sus nientos y uno se partió con todo su ejército la
vidas bastasen, poniendo en la defensión la vía del reino de Ñapóles, y el Duque Valentino
mayor fe y amor que en vasallos se podría se quedó en Roma esperando recoger su gente
hallar. Y con esto el Rey D. Federico se y también para proveer otras cosas necesarias
tornó á Ñapóles no poco alegre en dejar para aquella empresa. Y monsiur de Aubegni
tan bien proveída la ciudad de Capua, y los como caminase la vía del reino de Ñapóles
ciudadanos de ella tan conformes á su ser- pasó con el ejército por algunas tierras de los
vicio y mandado. colonieses y sabellos, las cuales hizo asolar y
destruir por razón de ser aquellos linajes
enemigos de franceses, y asimismo pasando
CAPÍTULO XXIII
por muchos lugares que eran de los Ursinos,
De muchos aparejos que el Rey D. Fede-
otros Rey D. Fernando, predecesor del
los cuales el
rico hizo en el reinoy cómo los franceses Rey D. Federico, había quitado al capitán
asentaron su campo contra la ciudad de Virginio Ursino, por razón que le había sido

Capua. enemigo en la primera conquista del Rey Car-


io octavo, predecesor de D. Luis que ahora
Después que el Rey D. Federico hubo, se- era Rey de Francia, se los tornó, entre los
gún dicho es, hablado con los de Capua y de- cuales fueron restituidos álos Ursinos (quiero
jado proveída la ciudad lo mejor que pudo, decir á Jordán Ursino) la villa de Alma y la
fué la vía de Ñapóles por dar orden en las villade Talahoz. Finalmente, después de haber
otras ciudades y provincias del reino, no las discurrido por aquellos lugares su ejército,
tomasen los españoles mal proveídas de soco- vino sobre la ciudad de Capua, y antes que lle-
rro y de gente y de las otras cosas necesarias. gase bien dos millas de la ciudad, envió un
Y como fuese en Ñapóles, envió á la ciudad de trompeta al capitán Fabricio Colona y á los
Taranto al Duque de Calabria, su hijo primo- capitanes haciéndole saber cómo él venía en
génito, para que estuviese en aquella ciudad aquel reino con comisión del Rey de Francia
y la defendiese de sus enemigos si venir qui- para tomar por él la parte que le había tocado
siesen á la tomar, asimismo para que de aque- en aquel reino por razón de la partición que
lla ciudad él proveyese todas las ciudades entre los Reyes de España y Francia se había
y
fortalezas importantes de la provincia de Pu- hecho, y que por esta misma razón los quería
glia y de la Calabria. Juntamente con él envió requerir de parte del Rey de Francia que pa-
á D. Juan de Guevara, Conde de Potencia, y á cíficamente le entregasen la ciudad de Capua
fray Leonardo Alejo, caballero de la Orden de y le dejasen libremente pasar á Ñapóles, don-
San Juan de Jerusalem, hombres en la gue- de no, que tuviesen por cierto que por fuerza
84 CRÓNICA GENERAL
de armas las sacaría de su poder con mucho llos franceses. Y
con esto acaeció que un día
daño, mayor del que ellos pensaban. Esto oído saliendo los españoles como solian de aquel
por el capitán Fabricio Colona lo que el trom- cuartel, dieron sobre la guarda de los fran-
peta de parte de monsiur de Aubegni le dijo ceses que guardaban el artillería, y tan fuer-
y las amenazas y palabras que muy lleno de temente los acometieron que matando é hi-
presunción y soberbia le envió á hablar con riendo algunos franceses, los desbarataron á
aquel trompeta, le respondió que tornase ásu todos ellos y tomaron una pieza de artille-
señor y que no volviese otra vez con semejan- ría, y llevándola los españoles á meter en la
te embajada, si no que á él le ahorcaría de una ciudad, cargó todo el campo sobre ellos, de

almena de la ciudad, y dijese á monsiur de Au- cuya causa les fué forzado, desamparando el
begni que si él venía con aquella demanda de cañón, recogerse á la ciudad porque no pe-
parte del Rey de Francia, su señor, que él es- reciesen allí todos, y de esta manera salván-
taba allí de parte del Rey D. Federico para le dose de la presa de les franceses cerraron
estorbar su propósito é injusta demanda que las puertas, porque no entrasen con ellos á
traía. Y con esto se tornó el trompeta al cam- vueltas los enemigos.
po, y oída por monsiur de Aubegni la respues-
ta de Fabricio Colona, allegó su ejército á la
ciudad y fué asentarse de la otra parte de la
CAPÍTULO XXIIII

ciudad junto al rio de Bultorno, no muy lejos De cómo el Duque Valentino vino de Roma en
de Gayazo, adonde estuvo y dio asiento á su ayuda de monsiur de Aubegni, y de otro se-
campo, lo uno por estrechar la ciudad y lo otro gundo combate que dieron á la ciudad.
porque el Rey D. Federico no la pudiese soco-
rrer por aquella parte. Y asimismo por tener Estando el campo del Rey de Francia sobre
el ejército más abastado de provisión y vitua- Capua, acaeció que padecían gran falta de
llas que no la tuviera estando de la otra parte bastimentos en el ejército, por manera que
a vía de Roma, y para que mayor abundancia casi no podía sustentarse en aquel cerco, y
que de vituallas hubiese en el campo, mandó era la causa que como el Rey D. Federico or-
hacer una puente en el rio para dos efectos, denase al Príncipe de Melfa con los caballos
el uno porque por aquella puente pasase la ligeros para desde la ciudad de Aversa y
gente á combatir la ciudad y el otro para que desde Chirinola corriesen todas aquellas tie-
por allí se pasasen los bastimentos que de las rras vecinas y no consintiesen llevar provi-
tierras de la otra parte del rio estaban á la sión en el campo francés, que era de necesidad
parte del campo, por manera que el asiento que había de haber falta de bastimentos, y de
de su ejército fué muy bien mirado el daño y aquella manera se le pudiera hacer harto daño
el provecho que venirles podía. Aposentó su en el ejército de franceses. Pero como mon-
persona en un monesterio que dicen San Fran- siur Aubegni, que muy sagaz capitán era, supo
cisco, el cual está delante de la roca, camino de la causa de aquella penuria que de bastimen-

Ñapóles, un tiro de ballesta de la ciudad de tomó consigo doscien-


to en su ejército había,
Capua. Después que monsiur de Aubegni tos hombres de armas y quinientos caballos
hubo dado su asiento al ejército, luego ade- ligeros, y partiéndose del campo se fué la
rezó dar la batería á la ciudad y de asentar el vía de Aversa. La gente del Rey D. Federico
artillería en los lugares más convenientes y que en Aversa estaba con el Príncipe de Mel-
más provechosos para haber de combatirla. Y fa, como supieron la venida de monsiur de
un día viernes de mañana, á diez días del mes Aubegni, saliéronse de la ciudad y fuéronse
de Agosto del sobredicho año, puesta en orden huyendo á Ñapóles, y por esta razón monsiur
el artillería, comenzaron á disparar contra un de Aubegni, sin ningún estorbo ni impedimen-
cuarto de la ciudad que guardaban los es- to se metió en la ciudad de Aversa, y desde
pañoles, en el cual hizo mucho daño, y los allílos franceses corrían hasta dentro á las
españoles reparaban el muro lo mejor que puertas de Ñapóles, y así llevaban provisio-
podían y cada día salían de la ciudad' á es- nes de todos aquellos lugares para su campo,
caramuzar los españoles con los franceses, donde son pan y carne y frutas, que hay mu-
adonde siempre con poco daño suyo en la chas en aquella tierra, y dejando monsiur de
gente francesa matando é hiriendo de aque- Aubegni gente de guarnición en Aversa, se

4
DEL GRAN CAPITÁN 85

tornó á su campo, al cual, porque más abasto los de Capua tenían fuera de la ciudad asimis-
viniesen las vituallas de la otra parte del río mo contra la muralla de la dicha ciudad, y con
y no fuesen estorbadas de los de la ciudad de ésta se jugaba contra los dos bestiones y tam-
Capua, mandó hacer una puente de madera, bién contra los muros de la ciudad; por mane-
media milla sobre la ciudad. Pues estando las ra que cuando se diese la batalla á los bestio-
cosas del reino en este estado, no poco apa- nes los de la ciudad no se pudiesen poner á la

sionado el Rey don Federico por ver que ya los defensa, ni asomarse á los muros á socorrer á
franceses le habían entrado en el reino y que los alemanes que estaban en la defensa de
tenían ocupado y en su devoción la ciudad de ellos. La otra parte de la artillería se asentó

Aversa, y asimismo veía el muy grande estre- toda ella de la parte del río en el campo de los
cho en que tenían puesta la dicha ciudad de franceses contra un cuartel de los de la ciudad,
Capua, y que muchas tierras de la Puglia ya que llamaban las caballerizas, el cual dicho
claramente mostraban ser por Francia, de las cuartel guardaban los españoles, según que
cuales era Venosa y Espinactola y Labello y arriba se ha dicho. Así repartida, pues, de
la Chirinola y Andria, con otros muchos luga- aquesta manera que se ha dicho toda el arti-
res de aquella provincia, no sabía qué remedio llería, un viernes á hora de vísperas se comen-

diese á tan grande turbación como del reino zó á bat!r muy fortísimamente aquella ciudad
veía, y junto con esto fué sabidor en cómo el y los bestiones por todas partes, y tan fuerte
Príncipe de Melfa, no teniendo en nada su pro- fué la batería de los bestiones, que deshicie-
metida fe y palabra, por guardar mejor su es- ron un grande pedazo de ellos, y luego el ca-
tado y señorío de Melfa, se había pasado con pitán monsiur de Aubegni y el Duque Valen-
todo su ejército y gente, que consigo traía, á tino metieron en armas toda la gente para dar
la parte del Rey de Francia, por razón que ya la batalla á los bestiones que guardaban los
comenzaba á prevalecer en el reino y tener la alemanes, y los franceses con codicia de ga-
mejor parte, todos los Príncipes por
la cual nar la ciudad arremetieron de recio y pelearon
la mayor parte seguían, y ciertamente esto bien una hora y más. Los alemanes peleaban
puso al Rey D. Federico en muy gran tribula- con mucha fortaleza por defender los bestio-
ción y duda de poder sostenerse en el reino nes que no se los tomasen los franceses, y
de Ñapóles. Después de esto el Duque Valen- todavía los defendieran, sino que los france-
tino que, según dicho es, había puesto cerco ses les mataron su capitán, lo cual fué causa
sobre la ciudad de Capua, vino á se juntar que los alemanes viéndole muerto desmaya-
con ellos con todo su ejército, en el cual traía ron todos y f uéronse huyendo á la ciudad por
quinientos hombres de armas con quinientos una puente que tenían hecha, por donde sa-
caballos ligeros, y así asentó su real de esta lían y entraban en los bestiones, y los france-
otra parte de la ciudad por la vía derecha de ses como vieron que alemanes desampa-
los
Roma, y después que hubo dado orden en el raban el más recio sobre
bestión, cargaron
asiento de su campo y dejándolo todo como ellos, por manera que se apoderaron valero-
convenía para tal caso, él se pasó adonde samente en él. Los otros alemanes que guar-
estaba el ejército francés para comunicar con daban el otro bestión menor, como vieron que
monsiur de Aubegni, capitán de los franceses, los alemanes que guardaban el bestión grande
y con el Conde Gayazo y los otros principales se huían á más andar á la ciudad, dejándolo ya
de aquel ejército todo lo que se había de ha- en poder de franceses, temiéronse en grande
cer cerca de la expugnación de Capua. Final- manera de no poder sustentarse en el que
mente, aquellos señores y capitanes entraron guardaban; por tanto, todos le desampararon
en su consejo, adonde se determinó que, por- como hicieron al otro, y por el mismo lugar
que en la gente del Duque no venía infantería, que los otros alemanes se habían ido se hu-
que se pasasen á su parte dos mil infantes de yeron ellos á la ciudad, y de esta manera los
los del ejército francés, y que asimismo se pa- bestiones vinieron en poder de los franceses,
sase del artillería gruesa alguna parte, y de y así apoderados los unos en los bestiones,
aquella manera la ciudad estaría cercada por los otros los fueron siguiendo hasta entrarse
todas partes. Hecho según dicho es, el artille- con ellos revueltos puertas de la ciu-
por las
ría que se pasó adonde la gente del Duque dad. En esto viendo la poca re-
los españoles
estaba, fué asestada contra dos bestiones que sistencia de los alemanes y la gran priesa que
86 CRÓNICA GENERAL
daban los franceses por tomar la ciudad, francesa, que es ser imperiosos y muy venga-
vinieron con D. Hugo de Moneada hasta tivos contra aquellos que por fuerza vencen,
cien españoles, dejando bien proveído el cuar- y temiéndose asimismo que si la ciudad se
tel que guardaban y dieron de recio sobre tomaba por fuerza, recibirían el mismo daño
los franceses, los cuales porfiaban á entrar que las otras ciudades con semejante fuerza
por puerta de la ciudad, .idonde matando
la suelen recibir, acordaron de su parte muy se-
é hiriendo algunos de ellos los hicieron apar- cretamente, sin dar de este acuerdo ninguna
tar de la puerta un buen trecho hasta tanto parte al capitán Fabricio Colona, enviar á ha-
que la noche sobrevino que los despartió. blar á monsiur de Aubegni con todos los otros
Por manera que los franceses se tornaron á capitanes del ejército del Rey de Francia, di-
su campo, dejando muy buena y lucida gen- ciendo cómo su voluntad era de recibirlos en
te en guarda de los bestiones; los espaiío- la ciudad y de ser vasallos del Rey de Francia,
les se tornaron á la guarda del cuartel que y que así lo hubieran hecho muchos días antes
ellos guardaban, si no lo estorbara Fabricio Colona y D. Hugo

de Moneada, á quien el Rey D. Federico había


CAPÍTULO XXV enviado en guarda de aquella ciudad; pero
que no obstante esto, ellos determinaban con
De cómo los de Capua vinieron en concierto toda su voluntad recibirlos dentro en la ciu-
con monsiurde Aubegni, y de cómo los fran- dad, con condición que de su parte no les fue-
ceses se metieron por fuerza en la ciudad, no se hecho daño ni perjuicio en sus personas y
guardando las posturas que con los capua- haciendas. Con este acuerdo enviaron los de
nas hicieron. Capua al Conde de Potencia, el cual se fué al
campo francés y habló con monsiur de Aubeg-
Después de haber ganado los franceses los ni sobre aquello que la ciudad determinaba

dos bestiones, según dicho es, toda aquella de hacer, de que monsiur de Aubegni fué con-
noche con el día siguiente no cesó de batir el tento, y así se apuntó entre ellos debajo de
artillería por muchas partes de la ciudad, de aquellas mismas condiciones que los capuanos
tal manera que las casas de dentro con la mu- demandaban, que era que se recibiese la ciu-
ralla de fuera recibieron de aquella vez mu- dad por el Rey de Francia, con que no les fue-
cho daño, mayormente la tela del muro que se hecho daño ninguno en sus personas y ha-
estaba entre los bestiones; y luego, el sábado ciendas. Después de esto, el Cnnde Potencia
siguiente por la mañana, monsiur de Aubegni demandó en merced á monsiur de Aubegni
ordenó sus haces para dar el combate á la por la seguridad de su estado; el cual capitán
ciudad; y porque la artillería de la ciudad ha- le respondió que en lo que tocaba á la segu-
cía mucho daño en el campo francés, en espe- ridad de Capua él había respondido otorgan-
cial cuando la gente con gran ánimo se alle- do todo lo que ellos demandaban, pero que
gaba á dar la batalla, hizo monsiur de Aubeg- en lo que decía de su estado y seguridad de
ni hacer muchas trincheras por donde encu- él,tiempo había para hablar sobre ello, que
biertamente toda la gente se podía llegar sin por el presente bastaba recibir la ciudad se-

recibir daño. Y de esta manera, los franceses, gún á ellos cumplía y demandaban se hiciese.
muy en orden, llegaron junto á los muros y Con esta respuesta el Conde de Potencia se
foso de la ciudad, y no quisieron acometer la partió más temeroso y pesante por la mala
batalla hasta que el artillería del todo derri- respuesta que en lo de su estado le dio mon-
base un buen pedazo de la tela del muro que siur de Aubegui, que no por la buena nego-
estaba entre los dos bestiones, lo cual de la ciación que sobre lo que tocaba á la ciudad
recia batería del dia pasado estaba ya casi llevaba. Fabricio Colona, que de la salida de
para se caer, y así estuvieron esperando más aquel hecho no tenía buena esperanza, y ba-
de una hora sin hacer ningún mudamiento de rruntando, según ¡os indicios que sacaban,
sí, ni intentar de subir el muro, antes estaban querer los ciudadanos dar la ciudad á los
en la guarda de los bestiones, porque no los franceses, determinó él de su parte de enten-

tornasen á tomar. En este medio, los capua- der en aquello que á la salud suya y de los
nos, viéndose puestos en un muy grande tra- suyos convenía, y por esta razón, recibiendo
bajo y estrecho, considerando la naturaleza del capitán monsiur de Aubegni segundad
DEL GRAN CAPITÁN 87

para le ir á hablar, un día se salió de la ciu- que estaban en la guarda del portillo que ya el

dad y vino al campo francés


y habló con todos había hecho, y como con el concierto
artillería

los capitanes del ejército, de los cuales de- quese había hechoentrelosunosylosotros es-
mandó que, pues era cierto que la ciudad de taban las armas suspensas, dejaron los italia-
Capua los recibía y se daban por vasallos del nos allegar aquel francés hasta junto al por-
Rey de Francia, él les rogaba fuese de mane- tillo derribado, y tras él se fueron otros mu-

ra recibida que á su persona y gente dejasen chos franceses hablando con los de dentro
primero salir de la ciudad. Los franceses como amigablemente; los cuales como fueron junto
sean más enemigos de los vencidos y más se- al muro y el francés primero conociese que

ñores sobre e!los que otra ninguna nación, no los de dentro tenían miedo, allegóse más á
quisieron en este caso responderle, antes le 'ellos; echando mano á su espada, los acometió

mandaron que sin ningún detenimiento se con muy gran denuedo, y los otros asimismo
saliese del campo, si no que sería tenido por se juntaron con aquel francés y peleaban con
enemigo y que como á tal le castigarían. El los de dentro en aquel portillo, pugnando por
capitán Fabricio Colona, viéndose en medio se meter en la ciudad. En esto, los que es-
de sus enemigos y que ni en el campo francés taban encubiertos en las trincheas todos sa-
ni en la ciudad no podía seguramente estar, lieron afuera y junto con ellos todo el campo
dudoso en lo que debía hacer, por razón que acudió allí, de donde los soldados que guar-
aun para se tornar á la ciudad no le daban lu- daban el portillo, con grande miedo de tanta
gar, sucedió que metido en este peligro se gente que cargó, desampararon el portillo y
encontró en el campo francés con Jordán, hijo fuéronse huyendo por la ciudad dando voces
de Virginio Ursino, el más capital enemigo cómo los franceses estaban dentro parte de
que tenían, por razón que estas dos familias ellos. En esto, el ejército francés, viendo el

siempre fueron contrarias, el cual, dejando saco en las manos, cada cual, aunque con mu-
olvidar las viejas y nuevas enemistades que cho desconcierto, se allegó al muro para su-
entre ellos había, se allegó á Fabricio Colona bir tras los otros compañeros; de manera que
y amigablemsnte le abrazó, y preguntándole dándose los unos á los otros las manos subie-
la causa de su venida en el campo francés, y ron en el portillo, y otros, abriendo las puer-
conociendo el gran temor que tenía no le fue- tas de la ciudad se metieron dentro, matando
se hecho algún daño de los franceses, él le é hiriendo en ellos sin dejar hombre á vida.
dijo desechase de sí la pena juntamente con Fabricio Colona, como vido aquel hecho, ir

el temor que tenía, que él le prometía de ha- tan de caída y derrota y que sin ningún.re-
cer de manera que de ninguno fuese injuriado, medio la ciudad se tomaba por los franceses,
y de esta manera, hablando con Fabricio Co- recogió toda la gente de armas y caballos li-
lona, con mucho amor le sacó del campo y se geros y fuese á salir fuera de la ciudad por la
fué con él hasta le dejar seguro á las puertas parte donde el Duque tenía su campo, cre-
d2 Hecho fué este digno de eterna
la ciudad. yendo por aquella puerta él y los suyos po-
memoria, que aquel que en sumo grado bus- derse salvar. Pero la gente de armas del Du-
caba la perdición total de los coloneses, pu- que, que tenían la guarda de aquel lugar, como
diendo vengarse en aquel tiempo, quiso antes sintieron el rumor y el alboroto de los caba-
vencerse á sí mismo mostrando humanidad llos que salían, acudieron todos juntos de
en el que del todo era vencido, que no dar lu- tropel á la puente, adonde hallaron toda la
gar al rigor con el cual pudiera aprovecharse gente de caballo de Fabricio Colona, que por
de su enemigo. En esto los franceses, que es- aquella puerta salvaban sus vidas, con grande
taban encubiertos en las trincheas, como sin- ímpetu cargaron sobre ellos y mataron é hi-
tieran que monsiur de Aubegni venía en rieron muchos de ellos y algunos prendieron
acuerdo con los de Capua, y viendo cómo y despojaron de todo lo que llevaban. Por
para tomar la ciudad por fuerza de armas es- este rebato, Fabricio Colona, desesperado de
taba lo más y el mayor peligro pasado, co- su salud, viendo que no podía guarecer á los
menzáronse á descubrir de las trincheas, y un suyos, determinó de librarse á sí mismo; el
francés que en aquel día se mostró más que cual, con muy gran peligro de su persona, con
los otros de mayor fortaleza, fué poco á poco solos tres ó cuatro de caballos ligeros se
hablando con los soldados italianos y alemanes huyó de aquel rebato, y siguiéndole los fran-
CRÓNICA GENERAL
ceses, por su contraria dicha, cayó en un foso aquel lugar abajo en el río, adonde en poco
con el caballo, adonde allegando los enemigos espacio se ahogó, y el suizo muy burlado ni
le prendieron. En esto, los españoles que en gozó del un tesoro ¡Oh maravi-
ni del otro.
Capua estaban, viendo asimismo el estado lloso ejemplo de toda virtud para las que de
de la ciudad de Capua ser todo perdido y semejante tesoro é integridad quieren gozar!
que ya no se miraba á ofender los enemigos, Cierto no es desemejante de aquel de la cas-
salvo defender sus vidas, cada uno según po- tísima Lucrecia, que tuvo por mejor darse la
día, determinaron todos juntos de recogerse muerte con sus manos que no vivir con vitu-
á la roca de la ciudad, y así se fortificaron en perio y deshonra de la castidad. Bien es ver-
aquel lugar lo mejor que pudieron, determi- dad que no apruebo el hecho por bueno, por
nando de morir antes que no venir á manos ser más gentílico que no allegado á nuestra
de franceses, y así en la roca estuvieron los cristiana religión, pero apruebo la intención
espaíioles hasta tanto que pasó toda la prie- loable con que se hizo. Finalmente, después de
sa del saco, y después el Duque Valentino los muchas muertes y robos y sacrilegios de tem-
libró; el cual, dado caso que estuviese de la plos y corrompimiento de vírgenes, seglares
parte de Francia, no por eso dejaba de se- y religiosas, y muchos incendios y otros da-
guir y amar su naturaleza. Mucha gente mu- ños, la ciudad de Capua vino en poder de
rió en este combate, porque según se halló, los franceses, y el Rey D. Federico, sabiendo
pasaron de tres mil hombres de toda calidad, la presa de Capua y asimismo la prisión del

así de hombres como de mujeres y niños. Hu- capitán Fabricio Colona, habiéndole dado los
bieron de aquel caso los franceses muchas franceses en fiado á Jordano Ursino, que como
ropas y joyas y dineros, y muchos prisione- supo su prisión, dado que fuese enemigo, le
ros, á los cuales rescataban después por lo quiso en aquella necesidad favorecer, envió
más que podían. Hízose con esto muy gran de Ñapóles dos mil ducados, que fué el pre-
fuerza en las vírgenes doncellas, así monjas cio de su rescate, con que recibió libertad, y
como seglares, de cualquier estado y condi- por el rescate de D. Hugo de Cardona, que
ción que fuese y á sus manos pudieron haber. juntamente fué preso en aquella ciudad, envió
Entre éstas no dejaré de contar un caso digno el Rey D. Federico al Príncipe de Visiñano,

de memoria perpetua, que acaeció á un sol- que según dicho es, por ser de la parte del
dado suizo con una doncella entera llamada Rey de Francia, el Rey D. Federico había pre-
por nombre Galeza de San Severino, y fué así: so. Algunos quisieron decir que el Duque Va-
que teniéndola en prisión aqueste soldado lentino había rescatado en mil ducados á don
suizo, quiso usar con ella deshonestamente y Hugo de Cardona, varón de mucha virtud y
llevarle la flor de su virginidad; la cual, te- nobleza, y que en trueco del Príncipe de Visi-
miéndose en gran manera de perder aquello ñano se había rescatado Fabricio Colona. Fi-
que tanto ella preciaba, le rogó muy humil- nalmente, de la una manera ó de la otra, sea

mente que no la quisiese avergonzar ni hacer de cualquiera, ellos fueron rescatados y saca-
cosa que dañase su honra, que ella le prome- dos del poder de franceses. Mucho trabajó el
tía de llevarle en parte adonde se tuviese Duque Valentino y el Papa Alejandro, su pa-
por más dichoso con los dineros que en aquel dre, por poder haber en su poder al capitán
lugar habría, que no se ternía corrompiendo Fabricio Colona por le dar la muerte, por ra-
su virginidad por un tan breve y feo deleite. zón del mucho odio y enemistad que con él
El suizo, que de la promesa de la doncella no tenía. Sabido esto por los capitanes france-
poca esperanza de ver alguna buena y grande ses, en cuyo poder estaba, no le quisieron dar,
cantidad de moneda recibió, sin hacer daño sabiendo la mala intención dañada de ellos y
ninguno en su honra propuso con mucha ale- que no le querían salvo para le dar la muerte
gría de se ir con ella y no con poca codicia de y vengarse de su familia que ellos mucho
se ver adonde ella decía. La cual, llevándole desamaban. Este principio y presa de esta
al lugar donde decía tener el tesoro escon- ciudad fué causa de que muchas ciudades y
dido, vinieron á dar en un alto que salía lugares del dicho reino de Ñapóles luego se
sobre el río, y como llegase, la dicha don- dieron á los franceses, no se atreviendo á es-
cella le dijo: «Ves aquí el tesoro que te pro- perar su rigor é ira que el castigo de aquella_
metí», y diciendo estas palabras se echó de ciudad en todas partes hacía temer.
DEL GRAN CAPITÁN 89
de salirse de Ñapóles con tal que le diese tér-
CAPITULO XXVI mino de ocho días para poder recoger su casa
De cómo el Rey D. Federico se salió de Ñapó- y otras cosas é irse á Iscla. El capitán mon-
lesy se fué á hela, y cómo los franceses S2 siur de Aubegni le envió á decir con los mis-
apoderaron de Ñapóles y en sus fuerzas. mos embajadores, que le daba el término de
ocho días para poder salir de Ñapóles, pero
los
Ya se dijo arriba cómo los franceses toma- que en lo de la estada en Iscla él decía que si
ron la ciudad de Capua con mucho daño de dentro de seis meses no saliese de Iscla sería
ella. Pues resta decir lo que después sucedió tenido por enemigo y pasaría sus gentes con-
acerca del principal propósito suyo, que era tra él. Finalmente, el Rey D. Federico vino á
tomar aquella parte del reino de Ñapóles que todo que monsiur de Aubegni sacó por con-
lo

por la división susodicha le tocó al Rey de dición. Y con esto el Rey D. Federico, pasados
Francia. Pues como los franceses hubieron los ocho días, se fué á Iscla con toda su casa, y
tomado aquella ciudad, estuvieron en ella dos el capitán monsiur de Aubegni y el Duque Va-

días mucho á su placer, dentro de los cuales lentino se fueron con sus gentes á Marcha-
monsiur de Aubegni, que en aquel hecho de nes, adonde estuvieron esperando que pasa-
su Rey no era nada perezoso, envió un hom- sen los ocho días para se haber de meter en
bre de armas, caballero principal del ejército, Ñapóles. En este mismo tiempo, antes que el
alRey D. Federico, requiriéndole de parte del Rey D. Federico saliese de Ñapóles, el Gran
Rey de Francia que, pues en la partición he- Capitán, que ya por otro caballero había en-
cha entre el Rey de España y el Rey de Fran- viado al Rey D. Federico que le enviase la
cia,su señor, á quien aquella parte del reino Reina joven, porque esta era la voluntad del
lehabía tocado, y el Rey de Francia le había Rey D. Fernando de España, envióle segunda
cometido á él aquel hecho para que por la vez á D. Iñigo López de Ayala, caballero prin-
una parte y la gente del Rey de España por cipal de su ejército, en que le tornó á deman-
la otra, recuperase cada cual sus términos, dar Reina joven, sobrina del Rey D. Fer-
la
jurisdicciones y señoríos, y que pues de la nando Católico; al cual el Rey D. Federico
el

parte de su Rey le cabía aquella ciudad de con sus propias necesidades no podía proveer
Ñapóles, le requería y rogaba que saliéndo- cuanto más oponerse á denegar aquella de-
se de ella se la dejase libre y desembargada; manda, luego se la entregó á D. Iñigo López
donde no, que él fuese cierto que por fuerza de Ayala, el cual recogiéndola en seis galeras
de armas, haciendo el mayor daño que pu- que para este efecto llevaba, se vino á Sicilia
diesen en la ciudad, se la quitarían de po- con ella y de allí el Gran Capitán la envió en
der. El Rey D. Federico por la presa de Ca- España.
pua todo tenía perdido el ánimo, y asimis-
del
mo siendo de los mismos ciudadanos de Ña- CAPÍTULO XXVII
póles constreñido á que se saliese de la ciu- De cómo el Gran Capitán pasó en la Calabria
dad, temiéndose no le sucediese como á los y comenzó de someter toda aquella provincia
capitanes capuanos les había sucedido, debajo de la corona del Rey D. Fernando.
y jun-
to con esto viendo la voluntad de los napoli-
tanos tan pronta y aparejada para recibir al Como los franceses hubiesen, según dicho
Rey de Francia ó á su gente en su nombre, es, ya casi del todo tomado la parte que á su
determinó en lo extrínsico antes ser amigo de Rey tocaba en el reino de Ñapóles, el Gran
franceses que no enemigo, en especial que Capitán, que estaba en Sicilia, teniendo ya el
ni la voluntad de los de Ñapóles era de se aviso de su Rey en lo que por su parte debía
defender ni menos tenía aparejo de gente hacer, no quiso diferir más tiempo aquel ne-
para se oponer á la defensa, antes por todas gocio, temiéndose que, según los franceses
las maneras que buscaba le faltabael reme- son de natura cobdiciosos y soberbios, des-
dio. Con esto tornó á enviar á monsiur de pués de haber tomado la parte de su Rey in-
Aubegni su embajada con dos caballeros de tentarían por el mismo caso de tomar la del
su corte, rogándole mucho que, pues la volun- ajeno. También se temía por razón que mu-
tad del Rey de Francia era de desterrarle de chas tierras, villas y lugares de las provincias
su reino y despojarle de él, que era contento de Puglia y Calabria reconocían y admitían el
90 CRÓNICA GENERAL
nombre y apellido de franceses, sabiendo cla- begni como le recibiesen en Ñapóles. Después
ramente aquéllas haber tocado al Rey D. Fer- que monsiur de Aubegni supo la partida del
nando de España por división. Finalmente, Rey D. Federico de la ciudad de Ñapóles, sin
consideradas todas las cosas y viendo ser con- más se detener se partió de la villa de Maro-
veniente tiempo para hacer aquella empresa, nes con todo su ejército y fuese á Ñapóles,
recogió todo su ejército en la villa de Melazo, adonde fué de los napolitanos recibido con
adonde á la sazón estaba, y en las naves y mucha solemnidad, porque á la verdad el daño
galeras que tenía en la mar hizo embarcar á de la ciudad de Capua había puesto mucho
su gente, metiendo asimismo toda su artille- temor en Ñapóles y en todas las otras ciuda-
ría y todos los otros aparejos de guerra que des y villas del reino, y por esta razón mos-
eran necesarios para aquel viaje. Y con esto traban todos buen amor y voluntad á los fran-
alzando velas en breve se pusieron en la Ca- ceses. Finalmente, recibidos los franceses,
labria, por razón que es poca la distancia de según dicho es, el capitán Próspero Colona
Sicilia á aquella provincia. Allegaron de noche luego entregó los castillos Nuevo y del Ovo
á un lugar despoblado, adonde saltando toda y el de Gaeta á monsiur de Aubegni, según
la gente en tierra se estuvieron todo lo que que por el Rey D. Federico le había sido
de la noche quedaba en el camino junto á la mandado. Después de lo cual él se fué á Is-
marina, y como fué de día el Gran Capitán cla, adonde su Rey y señor se había recogido.
entró en consejo y tomóse por parecer que Estuvo el Rey D. Federico muchos días en
D. Diego de Mendoza se fuese con toda la Iscla muy solícito en pensar lo que debía ha-
gente del ejército á una villa que estaba no cer sobre su destierro, porque halló cerrado
muy lejos de aquel lugar, que llaman Nicas- todo el remedio que podía buscar, y en quien
tro, y él con algunos pocos de soldados se alguna esperanza tenía, que era en los Reyes
fué á Turpia para en aquella villa proveer Católicos, los cuales meritamente habían sido
algunas cosas importantes á aquel hecho. Es- causa de su despojo y destierro de su reino,
tuvo e;i Turpia el Gran Capitán quince días, y por esta razón determinó del todo, pues le
en los cuales entendió en muchas cosas que faltaba el socorro y le convenía dentro de seis
convenían, porque á la verdad no halló en to- meses partirse de Iscla, buscar la mejor ma-
das aquellas dos provincias mejor lu;|ar que nera que pudiese para se recoger en alguna
era ésto, porque tenían la fe de los españoles parte, pensó que sería bueno, y así se lo acon-
y les servían con mucha voluntad. Allí se hol- sejaron, de se pasar en España, por razón que
gaba él más estar y con la gente de aquellos entre sus amigos y parientes hallaría algún
lujares se consejaba en aquel hecho como con remedio y amparo á su triste vivir. Pero por
personas de mucha fe y crédito. otra parte pensó que tenía muy enojados á
los Reyes Católicos, y que por ventura por
buscar bien buscaría mal. Y por esta razón
CAPÍTULO XXVIII
determinó de se pasará Francia, adonde él ha-
De cómo los franceses se metieron en Ñápales bía sido criado y gastado todo lo más de su
y el Rey D. Federico se fué de Iscla á Fran- vida y tenía mucho conocimiento con todos.
cia, y de lo que acaeció. Finalmente, con este acuerdo el Rey D. Fede-
rico se partió de Iscla y dejó en su lugarte-
Dicho se ha ya arriba cómo el capitán mon- niente de aquella ciudad de Iscla al Marqués
siur de Aubegni y el Duque Valentino con todo del Gasto, y con sus galeras se pasó en Fran-
el ejército francés se fueron á una villa que cia, á quien el Rey de Francia recibió muy bien
llaman Marones para esperar allí en aquel lu- y dióle un muy honrado estado en Francia,
gar que se pasasen los ocho días que dio de con que vivió mucho á su contentamiento.
término al Rey D. Federico para se salir de Algunos que esto escribieron, quisieron decir
Ñapóles. Pues dice agora la crónica que como que el Rey de Francia le había recibido muy
fueron pasados los ocho días, el Rey D. Fe- desabridamente. Bien es verdad que esta opi-
derico se fué á Iscla y dejó en tenencia de los nión, por ser escrita peculiarmcnte y en aquel
castillos Castel-Novo y Castel del Ovo al ca- tiempo, debe ser más probada, y así yo la ten-
pitán Próspero Colona, para que con el casti- go por más verdadera, porque me parece con-
llo de Oaeta los entregase á monsiur de Au- forme á la naturaleza de franceses, que es

ú
DEL GRAN CAPITÁN 91

mostrarse rigurosos y soberbios contra los neración de su trabajo. Y así se ve cada día
vencidos. Pero cualquiera de estas que sea en los ejércitos por culpa de los capitanes le-
verdadera, basta saber que después que el vantarse y amotinarse los soldados y aun pa-
Rey D. Federico se partió de Iscla se fué á sarse á servir la parte de los enemigos. Por

vivir á Francia, y allí estuvo hasta que murió. esta razón elGran Capitán, que de gran pru-
dencia era, considerando que no su persona
sola más las fuerzas de su gente habían de
CAPÍTULO XXIX haber los vencimientos, teníalos á todos en
De lo que el Gran Capitán hizo en la conquista sumo grado contentos y destribuía los des-
de Puglia y de Calabria. pojos todas las veces que los hacían mucho
á favor y contentamiento de los suyos. El
Después de la partida del Rey D. Federico Gran Capitán después que hubo pagado á su
y del rescebimiento de Ñapóles á los france- gente se partió de Turpia y se fué é Nicas-
ses, monsiur de Aubegni, que era general de tro, adonde D. Diego de Mendoza estaba con

ellos, sabiendo cómo el Rey D. Federico había ejército que en aquel lugar los había pagado,
dejado á Iscla, y que estaba en tenencia de y detúvose en aquel lugar bien ocho días,
ella el Maques del Gasto, envió un caballero, por razón que en aquel tiempo rescibió mu-
requiriéndole con grandes partidos al Mar- chas villas y lugares que se le daban de su
qués le entregase á Iscla como todas las otras voluntad. Como llegó á Nicastro ahora, des-
tierras del reino de Ñapóles se habían dado y pachó á Diego García de Paredes, coronel
entregado. Pero el Marqués del Gasto, que que según dicho es había pasado de Roma con
muy buen caballero era, teniendo en más su ochocientos hombres de guerra en ayuda del
honra que no por ningún interese dejar de Gran Capitán, y ansimismo mosén Mudarra
guardar lo que prometió á su Rey, embió á de- llevaba cien caballos ligeros, y mandóles el
cir á monsiur de Aubegni que el Rey D Fede- Gran Capitán que con aquella gente fuesen
rico su señor le había dejado á él en aquella sobre Cosencia, una ciudad que está en la Ca-
tenencia, que hasta que supiese su voluntad labria, la cual se tenía por el Rey D. Federico
acerca de aquel caso él no haría ninguna mu- y estaba en ella un gran capitán que se lla-
danza en su fe, y que antes pensaba tener maba micer Antonelo del Noble con doscien-
aquella isla con todo su poder, de manera que tos hombres de guerra, y habiendo sido re-
hasta que otra cosa se acordase por el Rey querido por el Gran Capitán le diese la ciudad,
D. Federico no fuese de su poder y mano ena- no había querido, antes con mucha diligencia
jenada, teniéndole asimismo en gran merced y se aderezaba para se defenderyguardar aque-
gracia los ofrecimientos que le hacía, lo cual lla ciudad que no viniese en poder de los es-

dejará ahora la crónica de contar por decir lo pañoles. Finalmente, con la orden y comisión
que acaeció al Gran Capitán queriendo tomar del Gran Capitán, Diego García de Paredes y
la parte que á su Rey tocaba. En esta sazón mosén Mudarra con la dicha infantería y ca-
estaba el Gran Capitán en Turpia, dando or- ballos ligeros se partieron de Nicastro á nueve
den en lo que debía hacer en aquel negocio que días del mes de Agosto de aquel mismo año
se le había cometido, el cual por tener más de mil y quinientos y dos. Y en allegando á la
contenta á su gente y porque de mejor gana ciudad de Cosencia hallaron cómo los ciudada-
le sirviese les pagó nueve meses que les de- nos (temiéndose de las fuerzas de los españo-
bía, hasta el último día de aquel mes de julio les, y ansimismo temerosos en ver el hecho

del año sobredicho. Mucho contento pone en del Rey D. Federico ir tan de caída) se habían
los soldados la paga, y muchas fuerzas y áni- dado al Gran Capitán por el Rey de España.
mo juntamente con el deseo
les acrescienta, Micer Antonelo del Noble, su capitán, que de
que de servir á sus señores tienen; y por el aquella voluntad había sido contrario, se ha-
contrario, de no ser pagados suceden á las bía con su gente recogido al castillo, y desta
veces, por el descontento que tienen, desam- manera el castillo se tenía por del Rey D. Fe-
parar sus capitanes en las mayores necesida- derico y la ciudad se tenía por el Rey de Es-
des, y perderse de su .parte las acometidas paña. Pues los capitanes españoles se metie-
afrentas, teniendo por mejor el guardar sus ron en la ciudad sin ningún impedimento, y en
vidas que no ponerlas en condición sin remu- llegando tomáronla Mota, que no era tan fuer-
92 CRÓNICA GENERAL
te como y luego se puso diligencia
el castillo, chos, y tanto hicieron que á fuerza de armas
en laexpugnación del castillo, al cual por le los desbarataron y los encerraron en el casti-
poner en mayor estrecho, Diego García de llo. Murió en este rebate un alférez español y
Paredes con toda la infantería se aposentó fueron algunos heridos de su parte, y Diego
junto al castillo por de dentro de la ciudad, y García de Paredes habiendo por su socorro
puso sus guardas por en derredor del, y mosén reforzado la gente del capitán Mudarra, dejó-
Mudarra con sus caballos hizo lo mismo, y or- los en las mismas estancias adonde antes es-
denadas las guardas en los lugares que más taban, y él con toda la otra gente con que so-
convenía, pusieron en una iglesia que está fue- corrió se tornó al lugar do hacía su guardia,
ra junto á una viña un capitán para que estu- y por razón que la noche sobrevino, no dio
viese en aquel lugar en guarda de las guardas lugar á que por aquel día se hiciese otra cosa
que estaban a! derredor del castillo, con tre- sobre aquel caso. Otro día siguiente el capitán
cientos hombres de noche y ciento y cincuen- micer Antonelo del Noble, habiendo en aquella
ta de día, y con esto hicieron otros muchos noche vuelto en su pensamiento lo que acerca
aparejos para combatir el castillo, dando an- de aquel cerco en que los españoles le tenían
simismo asiento con el artillería. Finalmente, debía de hacer, y viendo el poco remedio que
después de haber hecho todos estos aderezos, tenía, por razón que le faltaba gente y vitua-
el capitán micer Antonelo del Noble, viendo llas, y temiendo asimismo no quisiesen los es-

como los españoles habían puesto sus estan- pañoles dar el combate al castillo, del cual
cias tan cerca de los muros del castillo, y que tenía duda según su fuerza de aquella gente
si perseveraban tanto tiempo en el cerco de poderle sostener, determinó de hablar con
aquel castillo de necesidad se perdería á falta Diego García de Paredes, al cual envió á decir
de provisiones, de las cuales tenían gran penu- que él tenía aquel castillo por el Rey D. Fe-
ria, determinó de morir ó hacer de manera derico, el cual había hasta entonces tenido
cómo echase á los españoles de aquellas es- juntamente con la ciudad con aquella gente
tancias, y con esta voluntad salió un dia fuera que el Rey D. Federico había puesto en guar-
del castillo con ciento y cincuenta hombres de nición de ella, y los ciudadanos le habían sido
guerra, y dio sobre la guarda de los españoles, contrarios, dándola contra su voluntad y en
la cual tenía mosén Mudarra con sus caballos, deservicio de su Rey y señor al Gran Capitán
entre los cuales se mezcló una muy grande y por el Rey de España; y que pues así era, por
reñida escaramuza, por razón que como los es- la obligación que tenía á quien le había pues-
pañoles fueron tomados á deshora y de sobre- to, le rogaba mucho le diese quince días de
salto comenzaron á rescebir gran daño de los término, en los cuales el esperaba socorro de
enemigos y casi fueron desbaratados, sino que algunos lugares y villas comarcanas que se
los españoles porfiando con mucha fortaleza detenían por el Rey D. Federico, y que si por
por no perder la estancia, se detuvieron con el contrario no fuese socorrido según pensa-

los enemigos un buen rato, pero al fin no pu- ba, él le prometía debajo de algún conve-
diendo ya más sufrir la fuerza de los enemi- niente partido de rendirle el castillo al Gran
gos les convino retirarse á fuera y desmam- Capitán. Diego García de Paredes, que en
parar la estancia. En este mismo tiempo Diego aquel hecho tenía mucha seguridad, no le

García de Paredes que estaba en otro lugar, quiso responder cosa ninguna hasta tanto
siendo avisado en cómo la guarda que tenía que diese aviso de aquel partido al Gran
mosén Mudarra era del todo retirada de su Capitán, demandándole su parecer. Pero el

estancia por la fuerza de los contrarios que Gran Capitán, temiéndose que si el castillo

del castillo habían salido, socorrió con mucha era socorrido se perdería la ciudad, la cual es-
diligencia con docientos hombres que consigo taba según dicho es por el Rey de España, de-
tenía, y por su venida los otros que ya habían terminó de no dar aquel lugar al capitán micer
desmamparado su estancia cobraron ánimo, y Antonelo del Noble, y por esta razón luego á
afirmáronse contra los enemigos, no dando pie la hora se partió con todo su ejército de Ni-

atrás, antes con la ayuda y favor de Diego castro y vínose la vía de Cosencia con deter-
García de Paredes reforzaron la batalla y tor- minación de en llegando combatir el castillo
naron sobre los contrarios tan de recio que les y no dar lugar á que entrase socorro en él. Y
mataron siete hombres é hirieron otros mu- micer Antonelo del Noble, como supo que el

ú
DEL GRAN CAPITÁN 93

Gran Capitán en persona venía sobre el cas- ciudad de Ñapóles, determinó sin consultar
desesperado del socorro y constreñido
tillo, cosa ninguna con el Gran Capitán, y sin tener
del temor, tuvo por "bueno de darse al Gran respeto alguno á los capítulos y asientos que
Capitán. Luego como llegó, rescibió el castillo entre el Rey de España y el Rey de Francia
y dióle en tenencia á moscn Mudarra y él es- estaban hechos sobre la división de aquel rei-
tuvo allí algunos dias. no, acordó de enviar algunas compañías de su
ejército para que se apoderasen en algunas
villasde aquella provincia de Puglia. Envió
CAPÍTULO XXX asimismo sus comisarios con sus patentes
De cómo el capitán de la armada española para que en todas las villas y lugares de aque-
tomó una nave del Rey D. Federico, y de cómo llaprovincia los rescibiesen y diesen todas las
los franceses comenzaron á usurpar algunos provisiones necesarias, diciendo cómo en Ña-
lugares que tocaban al Rey de España. póles y en los otros lugares no se podía sus-
tentar el ejército francés. Esto no lo hacía
Rey D. Federico se partió de Iscla y dejó
El monsiur de Aubegni con voluntad sana, sino
cargada una nave para que la cargasen de ar- con propósito que tenía de venir por aquella
tillería y munición, para que se la enviasen á razón á manos con los españoles, y sacarles
su hijo el Duque de Calabria que estaba en si pudiese aquellas dos provincias que de la

Taranto; lo cual ponéndolo por obra y vinien- parte del Rey de España les había tocado.
do nave su camino derecho á la ciudad de
la El Gran Capitán que estaba en Cosencia,
Taranto, vino á ser vista por el capitán de la como fué sabidor que gente francesa por co-
armada española, que se llamaba Juan Lezca- misión de monsiur de Aubegni ocupaban las
no, el cual había quedado en Turpía al tiempo tierras de Basilicatay Capitanata, que era de
que el Gran Capitán se partió á Nicastro, se- su pertenencia, envió á un caballero de su
gún dicho es; y el capitán Juan Lezcano, como ejército á monsiur de Aubegni, á le decir que
vido la nave, enderezó sus galeras contra ella, bien sabía en cómo por la división de entram-
y alcanzóla muy lejos de allí cerca del estre- bos los Reyes de España y Francia habían ca-
cho, y allegando á ella y reconosciendo que bido las dos provincias de Puglia y de Cala-
era de enemigos, aferraron sus galeras en la bria al Rey de España, y que junto con esto
nave, y comenzaron por una parte y por otra habían sido por los reyes jurados los capítu-
á combatir, y tanto hicieron que por fuerza los que acerca desta partición se celebraron
de armas entraron la nave y la tomaron y entre ellos, los cuales debían ser guardados y
prendieron todos cuantos en ella venían. Des- mantenidos conforme á como de su parte se
pués de esto monsiur de Aubegni habiendo guardaban y mantenían; y que él había sido
ya tomado la parte del reino de Ñapóles que informado en cómo la gente de su ejército se
pertenescia al Rey de Francia, siendo amigos había metido y aposentado en las tierras del
los franceses de novedades, deseosos de ex- Rey de España, yendo contra el asiento y ca-
tender su señorío de cualquier manera que pítulos que entre ambos los Reyes se cele-
pudiesen, como está dicho, determinaron de braron, que le hiciese saber cuál era la causa
tomar algunos lugares pertenescientes al Rey que á hacer esto les movía, y que le rogaba
de España, y junto con esto fué avisado mon- que revocando su mandamiento y comisión
siur de Aubegni de los mesmos de Ñapóles que sobre este caso había dado, hiciese luego
cómo si la provincia de Puglia venía en poder levantar aquellas gentes de aquellos lugares
de los españoles, y la ciudad de Ñapóles con del Rey de España. Y con esto, el embajador
los otros pueblos no participaban de los tri- del Gran Capitán se despidió para ir á poner
gos y cebadas de aquella provincia, no po- por obra su embajada, y luego envió el Gran
dían vivir ni sustentarse sin muy gran daño Capitán á Pedro de Paz con mil infantes á
y detrimento de aquella parte del reino que Manfredonia, para que trabajase de tomar el
ya era de los franceses, y que por esta razón castillo, el cual se tenía por el Rey D. Federi-
cumplía mucho buscar alguna manera para co. Y ansimismo puso mucha gente de armas
poder aprovecharse de ello. El capitán mon- en todas aquellas tierras que estaban en la ri-
siur de Aubegni viendo la legítima causa, y el bera de Sipantua, por razón que los franceses
daño evidente que por esto podía venir á la no se metiesen en ellas primero, como habían
94 CRÓNICA GENERAL
hecho en muy muchas otras de Basilicata y que otra cosa se acordase sobre ello, como
Capitanata. El embajador del Gran Capitán arriba se cuenta. Y pues dende algunos días,
como fué ante monsiur de Aubegni, reíirió su habiendo el Gran Capitán sometido casi toda
embajada conforme á como venía instruido la provincia de la Calabria debajo de la Co-

de su capitán, al cual monsiur de Aubegni rona de los Reyes Católicos, partióse de la


respondió, que por cuanto las tierras de Ba- ciudad de Cosencia, donde á la sazón estaba,
silicata y Capitanata no habían sido nombra- y fué á Turpia, donde el armada española se
das en de la partición de aquel
las escrituras surgió. Y como ¡legó en aquella villa, deter-
reino, había sido informado que al Rey de minó con brevedad de ir á tomar la ciudad de
Francia tocaba también en ellas su parte, y Taranto, por razón que aquélla es una de las
le había mandado tomar en ellas la parte que más principales ciudades de Calabria, y estaba
á su rey tocaba, y por esta razón lo había he- hecho fuerte dentro el Príncipe de Calabria.
cho, y que así lo pensaba hacer hasta tanto Es maravilloso el asiento de aquella ciudad,
que la verdad de ello se liquidase por los mes- que por todas partes es bañada de! mar, que
mos Reyes de Espatía y Francia; y que por D. Alonso de Aragón, el mozo, y por sobre-
esta razón á él le parecía que porque no es- nombre el Guercho, la había cortado de tierra
tuviese largo tiempo en esta diferencia, la firme, cuando los turcos tomaron á Otranto,
cual nacía de esta causa, que enviase cada uno entre las otras ciudades de tierra de Otranto,
por su parte á hacerlo saber á su rey, para por la grande comodidad de aquel puerto de-
que entre ellos se determinase por justicia signaban de tomar á Taranto. La ciudad está
y derecho, y que entretanto que la resolu- agora puesta en aquel lugar donde antigua-
ción de esto venía de ambos los Reyes, le mente estuvo la grandísima roca de Taranto,
páresela ser justo que en cada una de estas ennoblecida por el cerco, no menos largo que
tierras se pudiesen aposentar ansí franceses vano, de Aníbal; pero adonde estaba el viejo
como españoles, y que ansimismo hubiese en Taranto son ahora grandes ruinas, y por todo
cada lugar dos banderas, una de España y él se muestran maravillosos vestigios de la

otra de Francia, por razón que las sobredi- ciudad deshecha. Es, en fin, Taranto ciudad
chas villas y lugares no reconocían mediante nueva, y toda traspasada en aquella isla y ce-
esta difinición particular señor entre ellos. Y ñida en derredor del mar, y por dos puentes
con esta respuesta se despidió el embajador de madera se pasa á ella, puestos el uno al
del Gran Capitán, el cual como por la respues- Levante y el otro al Poniente, en las cabezas
ta viese este hecho puesto en caso dudoso, de las cuales están edificadas dos hermosas
ansimismo que monsiur de Aubegni se justifi- fortalezas, que por medio de la una y de la
caba por lo que decía, determinó de sobreseer otra tierra firme corren dos canales, y así,
en aquel hecho, y de seguir su parescer en- con grande dificultad se puede combatir de
viando á su Rey el caso de aquella duda, y la parte del abierto mar. No se pueden alle-

monsiur de Aubegni por el mesmo tenor lo gar las naos, porque aquel lado de la ciudad
hizo saber al Rey de Francia, para que entre está fortificado de unos bravos peñascos, y
ambos los Reyes se determinase aquel hecho. por esta razón, luego envió al capitán Juan de
Lezcano con el armada para que por la mar
tuviese cercada aquella ciudad, que no dejase
CAPÍTULO XXXI meter provisiones de otra parte. Y luego, el
De cómo el Gran Capitán vino sobre la ciudad último día del mes de Agosto del año sobre-
de Taranto, y de lo que el Príncipe de Cala- dicho, el Gran Capitán se partió de Turpia y
bria hizo sobre ello. vino á poner cerco á Taranto; pero vista la
fuerza determinó, aunque con trabajo, igua-
En el tiempo que los franceses entraron en lar los bestiones y fosos á la alteza de Ta-
el reino de Ñapóles, el Rey D. Federico, entre ranto á golpe de artillería, y cerró las salidas
otras cosas que proveyó acerca de la defen- de puentes haciendo dos castillos de tie-
las
sión del reino, fué enviar al Príncipe de Cala- rra y encima la artillería con propósito de in-
bria, su hijo primogénito, para que se metiese vernar allí. Juan de Lezcano, que según dicho
en Taranto y la defendiese; de manera que es había partido con el armada de Turpia,
no viniese en poder de los españoles, hasta pasó por la Roca Imperial, la cual se tenía por

ú
DEL GRAN CAPITÁN 95

el Rey Federico, y tomándola, dejó al capitán guna cosa por donde se viese ser su voluntad
Carlos de Paz con quinientos infantes de de se defender. Finalmente, con esta respues-
guarnición, y él se fué á poner en la Roca. En ta micer Octaviano se despidió del Gran Capi-
esto, el Gran Capitán, como hubo cercado á tán. Habíanse por este tiempo de dar rehe-

Taranto, envío al Duque de Calabria un su nes, en seguridad de una parte á otra, por lo

capitán que llamaban el capitán Olivan, á le cual elDuque envió al campo español al hijo
decir cómo él había venido en aquellas par- del Duque de Potencia, y de la parte del Gran
tes por tomar provincia de Puglia y Cala-
la Capitán se pasó en la ciudad el capitán Oli-
bria, provincias tocantes al Rey Católico su van por razón que los españoles no intenta-
señor, por la división y partición que entre el sen á querer hacer alguna fuerza en la ciudad.
Rey de Francia y él se hizo del reino de Ña- Luego el Gran Capitán hizo allegar su ejér-
póles, y que por esta razón le requería de cito más á la ciudad, adonde le tuvo desde 16
parte del Rey de España fuese contento de de Septiembre del sobredicho año hasta que
dejar aquella ciudad como cosa que pertene- viniese la respuesta del Rey D. Federico. El
cía ásu Rey, donde no que protestaba y se ex- Duque de Calabria envió luego su despacho
cusaba para con Dios del daño y muertes que con sus letras para el Rey D. Federico, su pa-
por el contradecir este derecho podría suce- dre, que estaba en Francia, haciéndole saber
der. El Duque de Calabria, oyendo lo que el el estado en que estaba su ciudad de Taranto,

Gran Capitán le envió á decir, suspendió su y de lo que estaba con el Gran Capitán apun-
respuesta, no sabiendo en ninguna manera lo tado, que era dos meses de treguas, den-
que en aquel caso debía de hacer, á razón que tro de los cuales, por ser breve el tér-
quererse oponer y defender del Gran Capitán mino, él esperaba breve resolución de lo que
y de su poder teníalo por cosa grave y du- era servido se hiciese en aquel caso, y ansi-
dosa, porque él tenía muy poca gente consigo mismo le hacía saber cómo ni por mar ni por
en defensión de la ciudad, y lo otro, porque tierra él no podía meter gente ni vituallas, no
toda aquella provincia casi habían rescibido ai sólo porque ansí estaba capitulado y jurado
Rey de España, por donde él tenía muy poca entre ellos, pero por razón que de la parte de
esperanza de ningún socorro, y ansimismo, la mar estaba el armada bien cerca de la ciu-
viendo cómo el Rey D. Federico, su padre, se dad de Taranto y por tierra estaba todo el
había ausentado del reino, en quien tenía ejército aposentado en derredor déla ciudad,
puesta toda la confianza de aquel hecho, Y por manera que no podían entrar por parte
por estas razones que he dicho á la crónica, ninguna. Esto fué lo que el Duque de Cala-
el Duque de Calabria envió por su respuesta bria escribió á su padre.
al Gran Capitán con su embajador, al cual lla-

maban micer Octaviano, que bien sabía cómo


CAPÍTULO XXXII
el Rey D. Federico, su padre, le había hecho

merced de aquella ciudad y de otras algunas De lo que intentó hacer monsiur de Aubegni en
villas de aquel a provincia, por lo cual él es- deservicio del Rey de España, y cómo algu-
taba con determinación de la tener hasta nos principes y señores de aquellas dos pro-
tanto que el Rey su padre, que se lo dio, se vincias se vinieron á reconciliar con el Gran
lo mandase dejar, y por esto le rogaba mucho Capitán.
fuese contento de le dar algún término con-
veniente, dentro del cual él pudiese avisar á Entre los españoles y franceses, el principio
su padre de lo que pasaba y que según la or- de las discordias y guerra fué, según dicho
den y mandado que de él hubiese, ansí de su es, por razón que al tiempo de la primera
parte se cumpliría. Desto fué muy contento conquista del reino de Ñapóles, cuando el
el Gran Capitán, y dio al Duque de término Rey Cario Octavo pasó en el reino de Ñapóles,
dos meses, en los cuales, ora el Rey D. Fede- el Conde de Corata y Reinaldo Barbina si-
rico respondiese, ora no respondiese, el Du- guieron la parte de franceses, por lo cual, des-
que fuese obligado á le entregar la ciudad, y pués que el Rey D. Fernando fué restituido,
ansimismo se sacó por condición, que dentro según dicho es, se ausentaron del reino y se
del dicho término el Duque no pudiese forti- fueron á la ciudad de Trana, tierra de vene-
ficar la ciudad, ni meter gente, ni hacer nin- cianos, y allí se estuvieron escondidos hasta
96 CRÓNICA GENERAL
que vino otra vez el ejército de franceses con- '
que la resolución de ello venía innovar de su
tra el reino de Ñapóles, en el tiempo que rei- parte cosa alguna, porque si ansí intentaba
naba el Rey D. Federico, los cuales, debajo de hacer, como le era por sus embajadores di-
este favor, muy secretamente salieron de cho, él se excusaba protestando primero toda

Trana y se fueron á Corata, el cual lugar es- paz y concordia para con Dios nuestro señor,
taba por el Rey D. Federico, juntamente que ni el Rey de España, ni él, ni sus capita-
con otros lugares comarcanos, adonde se me- nes, no tenían en ello culpa, ni eran autores
tieron y ocuparon aquel lugar, y se hicieron de aquella defensión de la jurisdicción y dere-
fuertes en él, y los recibieron con mucha vo- cho de su reino, sin haber ofendido en parte
luntad. Hubo el Rey D. Federico en dote este alguna el derecho del suyo. Con esta res-
condado de Corata con otros lugares circuns- puesta del Gran Capitán se tornaron los em-
tantes, por razón que se casó con una herma- bajadores de monsiur de Aubegni, el cual,
na del Príncipe de Altamura. Como aquestos como tuviese voluntad de extender, ora con
lugares no estén metidos dentro de las dos justicia, ora contra justicia, los señoríos de su
provincias Puglia ni Calabria, sino en la fron- Rey, sin atender ley ni derecho, se comenzó á
tera de Puglia, y ansimismo el Rey de Francia meter del todo en aquellos lugares. En este
pensaba que por razón de aquel casamiento tiempo los Príncipes de Melfa, y Visiñano, y
y bienes dótales del Rey D. Federico que á de Salerno, viendo el principio de las alterca-
él solo pertenescía el derecho de aquellos lu- ciones de entre españoles y franceses, que
gares, intentó monsiur de Aubegni, por comi- esperaban sangriento y dudoso fin, conside-
sión de su Rey, y persuadido por el Rey don rando que en todas las cosas que el Gran Ca-
Federico, que ya estaba en Francia, el cual pitán había emprendido había alcanzado vic-
en excesivo grado aborrescía el nombre de Es- toria, como la alcanzó con muy grandísima
paña, de tomar aquellos lugares juntamente honra suya en la primera conquista deste rei-
con la otra parte del reino que ya había to- no de Ñapóles contra el Rey Cario octavo, se-
mado el nombre del Rey de Francia. Y para gún en los capítulos pasados se ha dicho, y
este efecto, el capitán monsiur de Aubegni que ansí se esperaba alcanzaría en todos sus
envió Gran Capitán tres caballeros de su
al hechos, según su grandísima virtud, determi-
ejército, al uno llamaban monsiur de Greni, y naron de venir juntamente con el Marqués de
al otro monsiur de la Mata, y al otro Luis Da- Bitonto á Taranto, adonde el Gran Capitán
rlas, con los cuales le dijo que por cuanto estaba, los cuales fueron del Gran Capitán
aquellas tierras que dudaban de Basilicata y con mucho amor y buena voluntad recibidos,
Capitanata, eran tierras distintas de las quQ y ellos ofrescieron sus personas y estados en
se entendieron de la partición que de aquel servicio del serenísimo Rey D. Fernando de
reino hicieron, y hallaban por algunos avisos España, y hicieron también pleito homenajeen
que el Rey de España no tenía en ellas nin- la forma acostumbrada de guardar y mante-

guna parte, por razón que estaban muy apar- ner todo aquello que debían hacer en servicio
tadas de las dichas dos provincias Puglia y del Rey Católico. Por lo cual, el Gran Capitán
Calabria que á él tocaban, y él tenía determi- D. Gonzalo Fernández de Aguilar y de Cór-
nado de tomar aquellas tierras solamente en doba les confirmó sus estados, y de ahí ade-
nombre del Rey de Francia, hasta tanto que lante fueron habidos por vasallos del Rey de
de ello viniese la determinación, según que se España, é hizolos el Gran Capitán muy bien
había enviado á demandar á los Reyes sus aposentar en su campo á sus personas y á
señores. El Gran Capitán, como hombre pru- los suyos.
dente y sabio, siempre procuró de usar con
los franceses toda la mejor manera de paz que CAPÍTULO XXXIII
pudo, y con esto envió á decir á monsiur de Del aparejo que el Duque de Calabria hizo en
Aubegni mirase cuánto cumplía al servicio de Taranto, y de lo que el Gran Capitán hizo
Dios y de los Reyes, en cuyo nombre allí ha- sobre esto.
bían venido, la paz que con suma justicia se
puede mantener, y que pues aquella duda ya Ya se dijo arriba cómo los franceses no
se había enviado á consultar con los Reyes aguardando respuesta y determinada volun-
la
de España y Francia, no quisiese entretanto tad de su Rey, en lo que tocaba á la duda de

á
DEL GRAN CAPITÁN 97
a:]U2lla3 tierras, ell js mesin
habían metido
js se á modo de un grande estanco ó laguna, y en
en ellas, queriendo del todo usar de rigor para el derredor había diez y ocho millas ó más. Y
as traer debajo del servicio del Rey de Francia. aunque hay muy grandes tormentas, tienen allí
Pues, no contentos con esto, procurando por las naves un reposado y seguro acogimiento
todas las vías y maneras que podían hacer daño y de pescado es abundantísimo. Pues habien-
en los españoles,env¡aron muy secretamente al do llevado las naves á aquel instante los sol-
Duque de Calabria á le decir que bien sabían dados españoles con fiestas y cantares muy
cómo el Gran Capitán estaba sobre Taranto, y alegres corrían toda aquella marina, los ta-
ansimismo el término que le había dado para rantinos concibieron grande temor, aunque á
entregar la ciudad, y que por esta razón, no la verdad aquel negocio más era espantoso
embargante que el término pasase, le rogaban que dañoso. Habiendo, pues, de esta manera
mucho de su parte se sufriese por algunos días dado orden el Gran Capitán á lo que tocaba
en la ciudad, que ellos le prometían de le soco- á la expugnación de Taranto, los de la ciudad
rrer con brevedad, porque ellos tenían aviso juntamente con el Duque, viendo la guerra
del Rey D. Federico su padre ser aquella su puesta en las manos y el daño que de esta
voluntad. Esto mismo enviaron á decir al Cas- causa se les aparejaba, enviaron á decir al
tellano de Manfredonia, que se tenía por el Gran Capitán cómo ellos estaban prestos y apa-
Rey D. Federico, sobre el cual estaba el capi- rejados para entregar la ciudad pasado el tér-
tán Pedro de Paz con mil infantes según dicho mino de los dos meses, y que por cuanto se te-
es. El Duque de Calabria, que del todo tenía mían según el largo camino que hay desde
perdida la esperanza de ser socorrido por ra-
aquella ciudad á Francia, donde estaba el Rey
zón de la ausencia del Rey D. Federico su pa- D. Federico, dentro de aquel término no po-
dre, viendo el ofrescimiento del socorro que
dían haber respuesta, le rogaban encarecida-
los franceses le hacían, determinó de estar mente que apartando el rigor y sospecha que
quedo y no dar la ciudad al Gran Capitán, dado en su campo contra ellos había nascido, les di-
caso que pasase el término de los dos meses
término de otros tres meses, dentro
firiese el
que le había dado. Y con esta voluntad luego del cual creían sin ninguna duda que les ver-
comenzó muy secretamente de meter aparejos nía la respuesta del Rey D. Federico de lo que
dentro de la ciudad, ansí de gente y vituallas
debían hacer; y que si dentro de este término
como de otras cosas necesarias para defen- no viniese, que ellos le prometían de le entre-
derse. Y
ansimismo comenzó de reparar algu- gar la ciudad sin ninguna dilación y echar de
nas partes en el castillo que estaban mal pa-
ella al Duque. El Gran Capitán, que de natura
radas. El capitán Olivan que estaba dentro en era humanísimo é inclinado á otorgar cualquier
Taranto, en rehenes, barruntó, no embargante partido que le demandasen, en especial ha-
que aquellos aparejos se hicieron con mucho biéndolo con el Duque de Calabria, que no lo
secreto, lo que el Duque determinaba de ha-
tenía por enemigo, tuvo por bueno de les pro-
cer, de lo cual todo dio aviso al Gran Capitán,
rrogar el término otros dos meses, con condi-
y él viendo el estado de aquella ciudad dudo- ción que pasados aquellos sin hacer innova-
so para la haber de rescibir, con mucha dili- ción de cosa le entregasen la dudad de Taran-
gencia mandó hacer muy grandes reparos con- to. Quedando las cosas de Taranto en este es-
tra la ciudad de Taranto,
y junto con esto tado, Próspero Colona y Fabricio Colona que
mandó asentar mucha artillería por lugares di- hasta en aquel tiempo habían servido al Rey
versos contra la ciudad, y con muchos bergan- D. Federico con gran diligencia y fe, como vie-
tines y otros vasos ligeros armados de gente y ron las cosas del reino de Ñapóles del todo
de artillería, mandó ocupar el mar Pechuno, estar en el suelo, y que el Rey D. Federico su
por razón que por allí no viniese á la ciudad Rey y señor había sido despojado de su reino,
provisión ninguna ni gente de socorro. El Gran
y que á esta causa se pasó en Francia, deter-
Capitán allende de esto, con maravillosa minaron de salirse de Iscla adonde á la sazón
y
extraña manera, á imitación del cartaginés estaban, é ir á servir hl Rey de España, por
Aníbal, hizo poner hasta veinte navios encima
razón que ya habían mudado su voluntad; y si
de carros, y del abierto mar Jonio los hizo hasta entonces habían seguido al Rey de Fran-
traspasar en aquel mar cerrado, el cual tiene cia,ya le aborrecían y tenían aquella nasción
de largo cerca de cuatro millas y está hecho por enemiga capital, y por contrario amaban
Crónicas del Gran Capitán.—!
98 CRÓNICA GENERAL
á los españoles. Ansí pensaban, según la vir- Benito de Pesaro, proveedor de venecianos,
tud del Gran Capitán, tornarse en su estado fué avisado cómo el armada de turcos había
de que por los franceses habían sido despoja- de en breve de Lepanto en favor de aque-
salir
dos. Con esta determinación y voluntad Prós- lla ciudad, y por esta razón dejó al capitán

pero Colona y Fabricio Colona se fueron á francés en aquel lugar, y por su teniente dejó
presentar al Gran Capitán, ofresciéndose por á un caballero que llamaban micer Paulo, con
vasallos y servidores del Rey de España. Y el solas tres galeras de gente y de artillería bien
Gran Capitán teniendo noticia de la fe y cons- proveídas, y se fué á la isla de Tenedo por es-
tancia que aquellos caballeros tuvieron y man- perar allí el armada del turco y dar aviso á
tuvieron al Rey D. Federico, y ansimismo el los suyos á su tiempo. Y como el capitán fran-
amor que ya tenían con las cosas de España, cés vido ido al proveedor, porque toda la hon-
los rescibió muy bien y alegremente, estimán- ra de la presa de aquella ciudad se atribuyese
dolos mucho por sus personas,
y ansimismo á él, y como son franceses de natura avaros,
ellosde ahí adelante hicieron en servicio de soberbios y codiciosos, dio orden con su gen-
los Reyes de España cosas muy dignas de te de combatir la ciudad, del cual del teniente
grande memoria, según que más adelante en la del proveedor fué muchas veces rogado difi-
prosecución de la Crónica se relatará. riesen aquel combate hasta la venida de mi-
cer Benito, y que en ello rescibiría muy gran
merced y gracia. Pero el capitán francés mon-
CAPÍTULO XXXIIII
siur de Rabastayn, incitado de la codicia y am-
De cómo el armada francesa se partió de Ña- bición, creyendo que con poco trabajo se to-
póles para ir a conquistar algunas tierras maría la ciudad, metiendo en orden toda su
del Turco, y de lo que les acaesció. gente después de haber muy fuertemente ba-
tido la ciudad con su artillería, con la cual de-
A este mismo tiempo que el Gran Capitán rribó un muy grande pedazo del muro, arre-
estaba en Taranto, monsiur de Rabastayn, ca- metió con su gente con muy mucho denuedo
pitán general de la armada francesa, de nación y fortaleza, á los cuales los turcos rescibieron
flamenco, como llegase á la sazón en Ñapóles muy bien no con menor ánimo y fortaleza de
y viese que la parte de su Rey era ya tomada, aquel con que fueron acometidos. Tenían los
y que no era menester su ayuda, determinó turcos por de dentro hechos muchos reparos,
de salir de allí é ir la vía de Levante para con- de manera que la ciudad se quedaba tan fuer-
quistar algunas tierras de los turcos en ayuda te como de antes que el muro se derrocase,

y favor de venecianos, cuya armada ansimes- y de tal manera y con tanta presteza fué de
mo estaba en aquellas partes con semejante los turcos la ciudad defendida, que muriendo
expedición. Y con esta voluntad movido mon- de aquella vez muchos de la gente francesa
siur de Rabastayn, salió con el armada de Ña- y no pocos de los turcos, convino á mon-
póles, y pasando por el mar Jonio cerca de siur de Rabastayn dejar el combate hallándo-
Taranto, fué á dar á una isla que llamaban se burlado de su mala esperanza, por lo cual
Mitilene, adonde Benito Pesaro, proveedor de mandó embarcar su gente, y quiso alzarse de
venecianos, se juntó con el armada francesa, aquella ciudad y partirse luego á Francia. En
y dende aquel lugar acordando entre sí en lo esto sobrevino Benedito Pesaro, de cuyos
que debían hacer, salieron en tierra, y fueron ruegos el capitán francés se hubo de quedar
á combatir una ciudad que se llamaba del mis- no más de para que con su gente estuviese
mo nombre Mitilene, donde como llegaron, cerca de la ciudad, y que no saliesen á ningún
dieron orden entre sí de cercarla. Venían en combate. Habíase sabido por algunos turcos
el armada francesa cuatro carracas gruesas, de los que se habían captivado que dentro
y diez y seis navios y diez galeras, adonde en la ciudad no había más de ciento y veinte
iban cinco mil hombres y treinta piezas grue- turcos de guarnición y trecientos turcos de
sas de artillería. Con este aparejo el coronel la misma ciudad. Por manera que de gente
de los venecianos y monsiur de Rabastayn de guerra no había más de cuatrocientos y
con su gente, asentaron su campo y artillería veinte hombres, de los cuales los trecien-
sobre aquella ciudad, dejando muy buena gen- tos eran renegados. Estuvieron algunos días^
te de guerra en las armadas. En esto micer los dos ejércitos sobre aquella ciudad, no
DEL GRAN CAPITÁN 99

jando cada día de batir con mucha fortaleza maravillosamente demostrarnos que aquellos
elmuro, del cual rescebían mucho daño, ha- que habían rehusado el peligro y daño que les
biendo derrocado la artülería gran parte del. podía venir en defensión de su fe y nombre,
En esto vino aviso al proveedor cómo venía no queriendo ayudar á los venecianos, no se
una buena armada de turcos de socorro á la pudiesen guarecer de pasar el peligro de la
ciudad, por lo cual aconsejándose con monsiur mar, debajo de cuyo poder y mando son todas
de Rabastayn, determinó de irse con su ar- las cosas. Finalmente, viniendo en aquellas
mada en un lugar secreto, por manera que partes de Puglia y de Calabria, el Gran Capitán
diesen sobre los enemigos antes qne fuesen ya tenía muchas de aquellas tierras de las dos
de ellos sentidos. Y así se hizo, que viniendo provincias sometidas debajo de la Corona del
á manos el armada veneciana y los turcos, el Rey de España. No teniendo en la memoria la
socorro de los turcos no hubo ningún efecto, enemistad que con él tenían los franceses, y
porque unos fueron muertos y otros presos lo que agora de refresco contra el servicio de

y los demás anegados. Algunos de ellos que se su Rey intentaban de hacer en los lugares y
escaparon escondiéndose en algunos lugares castillosde Basilicata y Capitanata, envió en
desiertos de aquella isla, los venecianos tu- todas aquellas villas y puertos adonde los
vieron mejor lugar de tomar la ciudad. Y así franceses habían llegado tan mal parados
un día micer Benedito Pesaro metiendo su mensajeros, rogándoles que les hiciesen muy
gente dio una batalla en la ciudad muy san- buen rescebimiento, y los tratasen como á su
grienta, porque los turcos defendiéndose muy misma persona lo harían, porque aquello sería
fuertemente y los venecianos pugnando por servicio de su Rey y de su señor. Y junto con
los entrar, perdieron allí muchos sus vidas, y esto, á monsiur de Rabastayn, que era capitán
tanto hicieron los venecianos que dos veces general de la armada francesa y muy buen ca-

por fuerza de armas subieron encima de los ballero, le envió un presente de setenta ca-
muros, y tantas veces los turcos los hicieron ballos y muchos brocados y sedas y otras
retirar, por manera que aquel día sin tomarla cosas, y telas de lienzo para su vestido y ade-
ciudad los venecianos se retiraron afuera; y rezo de su persona y de los suyos. Envióle
en este medio vino una fusta del maestre de asimismo gran copia de dinero para su gasto,
Rodas, la cual dio aviso á los capitanes de las porque venían en su compañía el señor Es-
dos armadas de cómo el Maestre venía con tuardo Duque de Albania y otros principales
su armada á les ayudar, y por aquella razón franceses. Envióle junto con esto muy buena
les rogaba mucho que tuviesen cercada la ciu- copia de caballeros y hijosdalgo que le acom-
dad hasta que llegasen. No poco placer cierto pañasen hasta le poner en el lugar donde fue-
rescibieron desta vez el proveedor y el capi- se más su voluntad. Y monsiur de Rabastayn
tán francés, creyendo que de su socorro y ve- lo rescibió siendo de aquel hecho del Gran
nida no podría estarla ciudad sin ser tomada, Capitán muy pagado, teniendo en mucho su
y así se derminó monsiur de Rabastayn de es- humanidad y clemencia, y agradesciéndole la
perar al Maestre. Pero como los franceses cortesía y buen tratamiento que en el halló,
sean del todo mudables é inconstantes, que lo se fué á Ñapóles, adonde dando muchas dá-
que una vez determinan de hacer luego se divas y otros dones á los caballeros que le
mudan de parescer, y así lo hizo éste, que acompañaron, se despidió de ellos, enviándo-
sin consideración se levantó otro día con su los al Gran Capitáh, confesando no ser en
armada dejando al proveedor de venecianos cosa alguna igual al Gran Capitán, porque
solo con su armada en aquel lugar, y fuese á poco antes movido de la codicia de la gloria,
una isla que llaman Achios, adonde estuvo al- persuadido para ello de venecianos, había na-
gunos días. Después de los cuales queriendo vegado contra turcos á fin que tomada la isla
ir en Ñapóles, sucedió una tan gran tormenta de Mitilene, como ciudad é isla más noble, so-
yendo á la vela, que rompidas velas y jarcias, brepujase en la honra al Gran Capitán, el cual
y hechos pedazos los mástiles, desparcidos los felizmente había adquirido ganando la Cha-
unos de los otros se perdieron todos los más lafonia; pero aquella conquista de Mitilene
vasos de la armada, y los que escaparon vi- fué con más temeridad que con valeroso es-
nieron á dar en diversas partes de la Puglia y fuerzo de franceses emprendida, y así tuvo
Calabria. De manera que quiso nuestro Señor muy deshonrado fin. No faltaron soldados es-
100 CRÓNICA GENERAL
pañoles que teniendo grande envidia de aque- propria no la teníades según vuestra sober-
llas dádivas hechas á los franceses, que por bia. Esta liberalidad debiera bastar para con-
las tiendas y públicas conversaciones decían vertir vuestro duro corazón, pues que con
que el Gran Capitán con real mano derrama- vosotros siendo sus enemigos este excelente
ba con los extranjeros, que fuera
las riquezas capitán usó, para que vuestra naturaleza pu-
más justo proveer á
la necesidad de sus sol- siésedes en la imitación de éste y hiciésedes
dados, así como aquellos que se les debían trueco de costumbre mudando vuestra inhu-
pagas de muchos meses; por donde la envidia manidad y clemencia, que son dos cosas las
de aquella malvada furia prendió de tal ma- más preciadas que en un caballero se pueden
nera ios ánimos de los enojados soldados, que hallar, porque no os inclináis á serle gratos
todos de una voluntad y súbito consentimien- de tan grande beneficio. Pero como los fran-
to se amotinaron, y tocando al arma se me- ceses tuviesen ya gana de romper con los es-
tieron en orden y comenzaron á demandar al pañoles, disimularon esta virtud por dar lu-
Gran Capitán sus pagas. Había pasado tan gar á su condición, y con esto no dejaban de
adelante este furor, que estando el Gran Ca- se extender ocupando siempre las villas y lu-
pitán desarmado, lemetieron las picas en los gares, no sólo sobre aquellos que tenían duda,
pechos, y ninguna cosa tanto le defendió en pero los que verdaderamente sabían perte-
tan crecido peligro cuanto su maravillosa nescer al Rey de España.
constancia y majestad de sus palabras, porque
un soldado privado que con terrible vista le CAPITULO XXXV
amenazaba con la punta de la pica, le metió la
De cómo por manera
los franceses intentaron
mano debajo de ella y con un rostro apacible
y arte de haber en su poder el castillo de
medio riendo le dijo: «Levanta para arriba esta
Manfredonia, y de cómo el Gran Capitán
punta, necio, que burlando no me pases de
envió sus gentes y le tomaron juntamente
parte á parte». Decía esto con tanta alegría
con la villa.
como si aquel soldado que con el enojo apre-
taba los dientes se estuviera burlando. Fué Pues como el Gran Capitán hubiese prome-
allende de esto increpado con vituperio y feí- tido en el motin pasado dar paga á sus solda-
simas palabras; porque excusándose de le ha- dos, y como no tuviese orden ninguna de ser
ber tardado la paga y jurando cómo se halla- de presente proveído de dineros, estando en
ba en extrema necesidad de dineros, un capi- grande perplejidad con gana de cumplir su pa-
tán vizcaíno, llamado Isciar, le respondió so- labra, la fortuna que en las cosas difíciles ja-
berbiosamente diciéndole: «Si tú no tienes di- más le desamparó, le socorrió de tal manera
neros, mete á tus hijas en el burdel». De la que en un punto le enriquesció con la mercan-
cual palabra, aunque por entonces no mostra- cía de una nave de Genova, la cual navegando
se ningún sentimiento en su persona de haber para Levante había venido al golfo de Taranto.
tomado enojo por ello, pero llególe á lo intrín- El cual mandó á Pricio, capitán, que con las ga-.
sico del corazón, porque habiéndose asose- leras de Lezcano la rodease yla metiese á saco
gado aquel motín con ciertos prometimientos estando la nave bien descuidada de semejante
de dineros, la noche siguiente mandó ahorcar rebato. Mandó el Gran Capitán hacer esto por
á Isciar de una ventana abajo, adonde el ejér- algunas causas justas que á ello le movían, y
cito le podía ver. Donde el Gran Capitán con señaladamente porque llevaba hierro á lo3
aquella severidad cobró no solamente su au- turcos. Estimóse el valor de la nao en más de
toridad y reputación, la cual el reciente motín cien mil ducados, aunque esto hizo hacer el
de los soldados había escurecido, pero en lo Gran Capitán compelido de la gran necesidad;
de porvenir con aquella terribilidad del sú- pero decía que un capitán general, á tuerto ó
bito castigo atemorizó á los sediciosos solda- á derecho, siempre había de procurar de ven-
dos, que deallí adelante no tuvieron atrevi- cer, aunque fuese con daño de algunos ino-
miento de ofenderle. Pues mirad, ó franceses, centes, porque ganada la victoria, los daños
y humanidad de los pasados ro-
la cleiTiencia que se habían hecho á los miserables pobre-
manos, por cuyo ejemplo debemos todos vi- tes después se podía recompensar con mucha
vir. No ha tenido como fuerza para poner al- cortesía y cumplimiento. Pues en este tiempo
guna en vosotros, á lo menos fingida, pues los franceses, que no se olvidaban en sus co-

ú
DEL ORAN CAPITÁN 101

sas, llevándolas mal gobernadasyno fundadas en el castillo y aUrt á la gente que á la defen-

sobre buen cimiento, comenzaron de nuevo á sa estaba. En esto teniendo los capitanes es-
tramar con el castellano de Manfrfedonia per- pañoles la gente aderezada para dar la bata-

suadiéndole que les entregase á ellos aquella lla, el capitán de Manfredonia, desconfiando
villa y castillo, y prometiéndole por esta razón de socorroy viendo cómo los franceses se tar-
muchas dádivas y diciéndole que si él quería daban en venir á rescibii- el castillo por el Rey
que elloá la tendrían por el Rey D. Federico y D. Federico según que estaba acordado, de-
ni más ni menos comb hasta entonces había terminó de sedarálosespañolesdebajodepar-
sido por él tenido, y que en aquello ellos ser- tido, el cual fué que le dejasen sacar su mujer
vían al Rey D. Federico, del cual tenían sus le- é hijos, y los bienes que tenia junto con la gen-
tras y su signo y comisión bastante para tener te de dentro, de manera que no rescibiesen
aquel castillo en su nombre, el cual se temía daño alguno, y que les entregaría el castillo.
de perder por ser muy fuerte y le pesaría en De esto fué avisado el Gran Capitán, el cual
gran manera que viniese á manos y podef de luego envió á mandar qué sin ningún deteni-
españoles. Y ansí le enviaron al castellano miento le recibiesen debajo de aquellas condi-
para que diese más fe de lo que decían ciertos ciones que el Pues querién-
castellano ofrecía.
contrasignos y falsos seguros, lo cual obró doles dar acónteselo que una noche,
el castillo,

tanto que el capitán se determinó de entregar como el castellano hubiese hecho concierto
el castillo á los franceses. Pero esto no se con los franceses, según dicho es, de les dar el
pudo hacer tan secreto ni tan presto que el castillo para que en nombre del Rey D. Fede-
capitán Pedro de Paz, que estaba sobre aquel rico lo rescibiesen, vino por esta razón un lo-
castillo, no con mucha pres-
lo sintiese; el cual eotertiente de monsiur de Alegre que llama-
teza lliégo avisó al Gran Capitán de tOdo lo ban Fonte Ralas á se meter dentro del castillo,
qué se trataba entre los franceses y el caste- el cual partido de Ronda en un bergantín con

llano de Manfredonia. Demandóle le enviase solos veinte hombres, creyendo que no hubie-
luego gente de socorro para combatir el cas- sen venido españoles sobre Manfredonia se
tillo, porque de aquella manera vernía el cas- fué muy descuidado á meter dentro en el cas-
tillo antes á su poder qué no dilatando el cer- tillo; y como las guardas de españoles lo sin-

co. El Oran Capitán Gonzalo Fernández de tieron, vinieron sobre Fónte Ralas y la gente
Aguilar y de Córdoba, que muy bien conosció que llevaba, y prendiéronlos á todos, ló cual
en lo que aquellos movimientos habían de pa- fué causa que el castellana otro día siguiente
rar, determinó de socorrer al capitán Pedro de entregase el castillo á los españoles debajo de
Paz con gente. Y con esto ot-denó á D. Diego las condiciones y seguros que contado ha la
de Mendoza para que fuese á Manfredonia, crónica. Y dando al Gran Capi-
aquel castillo
ai cual dio cien Hombres de armas, y á Diego mosén Rocas, y que-
tán, dióle en tenencia á
García de Paredes, y á Pedro Navarfo; y á dando del todo seguro el lugar por el Rey de
Pedro Pizarro envió con dos mil infanteSj y á España, D. Diego de Mendoza con los otros
Diego de Vera capitán del artillería envió coh capitanes se partieron de allí por comisión del
diez piezas entre cañones gruesos y faltones Gran Capitán y se fueron cada uno de ellos
teSj y con esta orden y comisión del Gran Ca- á aposentar á los lugares siguientes y tierras
pitán los sobredichos capitanes y gente se comarcanas de Manfredonia. Primeramente
partieron la vía de Manfredonia con voluntad quedó el capitán Pedro Navarro en guarnición
de luego como llegasen dar el cortibate al cas- de Manfredonia con cuatrocientos infantes^ y
tillo. Y partidos de Taranto para Manfredonia D. Diego de Mendoza con ciento y cincuenta
á veinte y tres dias del mes de Febrero de mil hombres de armas y cuatrocientos infantes fee
y quinientos y ti-es años, llegaron primero día fué á Nochera; y en Santanger y en Esquítela
de Marzo del mesmo año, y luego comenzaron se aposentó Diego García de Paredes coh
á dar asiento al artillería contra el castillo, y seiscientos infantes, y en Isoja el prior de Me-
aposentar ía gente en los lugares más conve- cina con cien caballos ligeros y quinientos in-
nientes que les páreselo, y sin ningún deteni- fantes. Y se estuvieron los capitanes y gente
miento comenzaron á batir con el artilíería el de arnias é infantes hasta tanto que vino la
castillo, el cual se batió con mucha fortaleza respuesta de los Reyes sobre la duda de aque-
tfes dUá continuos, de que se hi¿b mUfchb Üáñb llas tiefras,
102 CRÓNICA GENERAL
CAPÍTULO XXXVI á dar orden en su partida para Átela, que era
el lugar do había de estar con su gente el
De cómo vino la respuesta de los Reyes de Es-
Gran Capitán, en el cual tiempo de los tres
paña y Francia, y del lugar que asignó para
meses que el Gran Capitán había dado al Du-
la determinación de ella.
que de Calabria para que le entregase la ciu-
Pasando la cosas de entre los españoles y dad y castillo de Taranto, ya habían corrido
franceses en manera sobredicha, deseando
la y pasado. A cuya causa antes que el Gran Ca-
el Gran Capitán que aquellas diferencias se pitán se partiese de sobre la ciudad, sin espe-
determinasen antes por paz y amigablemen- rar más dilaciones, el Duque entregó la ciu-
te que no por guerra y enemistad, vino la dad al Gran Capitán, y envió al Duque de

definitiva respuesta de los Reyes de España Calabria á Bitonto con cien caballeros de guar-
y Francia, la cual fué de esta manera: que por da,con quien iba un caballero que tenía cargo
cuanto convenía mucho al estado del reino de del,por mandado del Gran Capitán, que lla-
Ñapóles, y á la pacificación dé!, y de ello resci- maban Luis de Herrera, adonde había de estar
bían servicio los Reyes de España y Francia, entretanto que aquella diferencia se determí-
les mandaba que amigablemente españoles y nase entre españoles y franceses. Y luego el
franceses partiesen entre sí aquellas dos pro- Gran Capitán determinó de alojar toda la gen-
vincias de Basilicata y Capitanata, sobre que te suya por aquellos lugares comarcanos, y él
tenían diferencias. Para lo cual ellos enviaban con solos cuatrocientos caballos se partió de
personas tales para que conforme á justicia y Taranto la vía de Átela, adonde había de aten-
conciencia harían la partición. Envió el Rey de der para tratar con el Visorrey, que estaba en
España para este efecto un caballero y doctor Melfa, el lugar adonde se había de ver, el día
que se llamaba micer Tomás Malferit, hom- y la hora. Ordenóse que la vista del lugar
bre de muy buen consejo y temeroso de su fuese entre los dos pueblos, para lo cual ha-
conciencia, á quien con razón justa el Rey de bía muy buen aparejo, por razón que entre
España cometió aquel hecho. Y el Rey de Melfa y Átela está una hermita que llaman
Francia ansimismo envió de su parte un buen San Antón. En aquella iglesia concertaron de
caballero á quien hizo Visorrey de Ñapóles, se ver. Un día que fué el primero de su vis-
que llamaban monsiur de Nemos [Nemours], ta, el Gran Capitán, doctor y caballeros de su

varón de mucha virtud y fortaleza, que en es- parte y el Visorrey y doctor y caballeros de la
tos rebatos y guerra mostró bien su gran co- suya vinieron á aquel lugar de ia hermita de
razón y ánimo, según que abajo se dirá, el cual San Antón, de aquella vez no hicie-
los cuales
por no ser letrado cometió en la disfínición de ron otra cosa salvo cometer cada cual la de-

aquel caso todas sus veces á un doctor que lla- claración de aquella diferencia en manos de
maban micer Julio Escrociato. Con los cuales los doctores y caballeros señalados. Quedan-
doctores se juntaban doce caballeros de una do este negocio por vía de compromiso en
parte y doce de la otra, para que entre ellos quien lo había de determinar, según dicho es,
se determinase con más facilidad y menos di- el Gran Capitán y monsiur de Nemos con sus

ferencia. Pues estando las cosas en esta or- gentes se tornaron á sus aposentos.
den puestas, el Visorrey monsiur de Nemos Grandes fueron las fiestas y placeres que
hizo saber Gran Capitán su venida y la co-
al aquel día pasaron entre españoles y france-
misión que traía del Rey de Francia. El Gran ses, creyendo que del todo se habían de apa-
Capitán á la sazón estaba sobre Taranto, y de ciguar aquellas diferencias; pero de otra suer-
allí envió su embajador para concertar con te sucedió, como abajo se dirá.
él lugar y día, dónde y cuándo se habían de

juntar para averiguar la diferencia de aquellas


tierras, y el embajador llevó respuesta al Vi-
sorrey para que se viesen los unos en Melfa
De
CAPITULO XXXVII
que los doctores y caballeros en quién
lo
I
estaba comprometida la duda de las dos pro-
y los otros en Átela, y que desde aquellos lu- vincias hicieron, y de lo que pasó en una vi-
gares se comunicaría aquel negocio, y se ave-
lla que llaman Tripalda.
riguaría del todo por los doctores y caballe-
ros aquellas diferencias. Con esta respuesta Los doctores y caballeros en cuyas manos
del Visorrey y del Gran Capitán comenzaron estaba aquella duda de Basilicata y Capita-

ú
DEL GRAN CAPITÁN 103

nata, para haber de determinar aquella dife- dentro, y les requería pacíficamente los aco-
rencia, cada día entraban en consistorio, por giesen en la villa, donde no que él haría de

manera que tardaron doce días en la defini- manera que entraría con daño y perjuicio de
ción de aquella causa. Dentro de los cuales el los franceses que estaban dentro. Dando por
Visorrey y el Gran Capitán se tornaron á ver ninguna la comisión y patente que llevaba del
en la hermita de San Antón, y los doctores Gran Capitán, no les quisieron dar entrada en
queriendo dar la sentencia en la averiguación la villa, de lo cual muy enojado el capitán Es-
de aquella diferencia, juntáronse otro día to- calada procuró de intentar con armas lo que
dos en la dicha hermita, adonde habiendo sen- por paz y buenas palabras no pudo acabar, y
tenciado y determinado aquel negocio, y que- con esta voluntad comenzó de meter en orden
riendo partir las dichas tierras conforme á su gente para combatir la villa. Pero los de la
justicia y derecho, los Príncipes de Salerno, Tripalda temiéndose del daño que de aquel he-
de Melfa y Vesiñano, que ya se habían vuelto cho les podría venir si á manos viniesen espa-
á la parte francesa, metieron tal discordia en ñoles y franceses, ansimismo considerando
ello que favoreciendo la parte de Francia casi que por las dos banderas de España y Francia
hubieron de venir franceses y españoles á las que ellos tenían podían acoger así á los unos
manos, por lo cual quedando de aquella vez como á los otros, hablaron con los franceses
del todo discordes españoles y franceses, se diciéndoles la gran sinrazón que les hacían á
tornaron los capitanes y caballeros y gente los españoles en les perturbar la entrada, y
de guerra á sus aposentos. Pero como la da- que por esta causa ellos determinaban, por
ñada voluntad de franceses no se pudiese en- quitarlas revueltas y ansimismo por evitar el
cubrir, y ansimismo les durase el deseo de daño que á la villa le podría venir, de les abrir
usurpar aquellas provincias y meterlas en la las puertas,pues que con derecho lo podían y
parte de su Rey, un día después de aquella debían hacer; y que ellos viesen lo que deter-
discordia fué el Gran Capitán avisado cómo minaban hacer en aquel caso, que aquella era
venían cincuenta hombres de armas y cin- su postrera y última voluntad. Los franceses
cuenta archeros á se meter en la villa que lla- viendo á los de la Tripalda muy aparejados de
man Tripalda, por lo cual con mucha diligen- rescebir en la villa á los españoles y viendo
cia el Gran Capitán envió al capitán Escala- que ellos eran pocos para se oponer contra los
da con trescientos infantes para que con aque- españoles, y ansimismo considerando que si
lla gente se metiese en la tierra primero que quisiesen intentar á les estorbar la entrada
los franceses allegasen. Luego el capitán Es- tenían al enemigo doméstico que eran los de
calada movió con aquella gente la vía de la la Tripalda, los cuales eran de contraria vo-

Tripalda un día, diez días andados del mes de luntad, determinaron de salirse de la villa, y
Junio del sobredicho año de mil y quinientos y ansí lo hicieron, que un día antes que fuese
tres. Pero este capitán se detuve tanto en el claro se salieron por una parte contraria á los
camino por impedimentos que le sucedieron, españoles y fuéronse á Avelino y á Monte
que cuando llegaron á la Tripalda ya los fran- Fosculo, y luego los de la Tripalda abrieron las
ceses estaban dentro, á los cuales los de la puertas á los españoles, y entráronse dentro
villa habían rescebido so color de las dos ban- con la voluntad y amor de los de la villa, y allí

deras que tenían, por donde podían recibir estuvieron muchos días, dentro de los cuales
ansí españoles como franceses, y debajo de los franceses de Avelino y Monte Fosculo
este color los franceses ocupaban y habían cada día salían y venían á correr la Tripalda,
ocupado algunas villas de aquellas dos pro- y los españoles asimismo los salían á recibir;
vincias de Basiiicata y Capitanata. El capitán y junto á una iglesia que está dos tiros de
Escalada viendo que los franceses estaban ballesta de la Tripalda, que llaman San Lá-
dentro y que no los dejaban entrar, hizo re- zaro, allí se encontraban unos con otros,

querimiento á los de la villa, diciendo que por adonde de una parte y de la otra siempre ha-
cuanto aún no estaba determinada la duda y bía muertos y heridos. Este fué principio de
diferencia que acerca de aquellas tierras en- los franceses no poco deseado, por razón que
tre españoles y franceses había, él traía una de allí adelante pensaban dar mejor fin en
patente comisión, de la cual hacía una presen- aquellos hechos poniéndole á esta causa en
tación para que le acogiesen á él y á su gente condición de las armas.
104 CRÓNICA GENERAL
ñada voluntad, más que no á ponerse en lo
CAPÍTULO XXXVIII que según derecho y justicia debían seguir.
De córtió después de ser rompida la paz entre Determinó él de su parte mostrar defensión
españoles y franceses se allegó miichi gente sin tener voluntad ninguna de ser principio de
de Una parte y de otra, y Vo que le acaesció ofender los franceses. Y con esto viendo la
ú ún capitán español en ana villa que llaman gente que en Monte Fosculo y Avelino se ha-
Montelone. bían recogido de la parte francesa, por orden
de monsiur de Aubegni, y conjeturando que
Después que, según dicho es, pol- In discor- su intención era destruir á los españoles que
diaque los Príncipes de Melfa, Salerno y Ve- estaban en la Tripalda, hizo recoger toda la
siñatio encendieron entre los doctores y caba- gente que estaba aposentada por aquella co-
lleros, favoreciendo
el partido de los france- marca, y mandóla que se fuese á meter en la
ses, no teniendo en la memoria el gran bene- Tripalda, y que estuviesen en aquel lugar, no
ficio que pocos días antes habían del Gran para otro efecto, salvo para se defender, si los
Capitán recebido, fen les haber restituido en franceses viniesen contra y que no vi-
ellos,
sus estados que por el Rey D. Federico les niendo no hiciesen al, salvo estarse quedos.
habían sido quitados, quedando como queda- Con esta orden y decreto del Gran Capitán los
ron de ahí adelante franceses y españoles me- españoles que estaban distribuidos y aposen-
tidos en toda discordia y enemistad, cada cual tados por aquella comarca, se comenzaron á
por su parte procurando lo que más les con- recoger y venir linos y otros á se meter en la

venía. Y desta manera, como los franceses fue- Tripalda, entre los cuales viniendo un día el

sen, según dicho es, echados de la Tripalda capitán Villalva con su gente á se meter en la

adonde espaííoles se iban á aposentar, y se hu- Tripalda hubo de pasar por un lugar que se
biesen los franceses ¡do á los lugares vecinos, llama Montelone, y queriendo entrar dentro á
como era Monte Fosculo y Avelino, no cesaban se aposentar con su gente, los de Montelone
cada día de se afrontar con escaramuzas y co- cerraron las puertas; de lo cual muy enojado
rrerías los unos y los otros, defendiéndose los el capitán Villalva cometió el hecho á las ar-
españoles en la Tripalda con muy grande áni- mas, pues por bien no pudo alcanzar nada. Y
mo y fortaleza. Y por esta razón viendo los dando orden en el combate de la villa, viendo
franceses que de ahí adelante con causa más los de Montelone el daño que de contradecir-
justa podían tener á los españoles por enemi- les la entrada á los españoles se les podía se-
gos, lo uno porque de la lid y diferencia de guir, entendiendo la determinada voluntad de
aquellas tierras de Basilicata y Capitanáta no se querer meter en la villa por fuerza, tuvie-
había habido averiguación ninguna, antes ha- ron por bueno de abrir las puertas y de los
bían quedado más discordes que de antes, y rescebir dentro, y de esta manera entrando
ansimismo por lo que en la Tripalda habían los españoles en Montelone se aposentaron
pasado y pasaban cada día, lo cual todo de- contra la voluntad délos de la villa. Los fran-
clinaba antes á guerra y odio que no á amdr ceses que estaban en Monte Fosculo habían
y conservación de treguas y confederaciones sido primero avisados ds los de Montelone
que entre los Reyes había, por lo cual mon- cómo los españoles querían por fuerza apo-
siur de Aubegni, que era uno de los generales sentarse en aquella villa, y luego con mucha

del ejército francés, con mucha diligencia re- diligencia enviaron sesenta hombres de armas
cogió todos los franceses que estaban aposen- y cincuenta ballesteros para que se metiesen
tados por aquella comarca, y metióse con en Montelone y no dejasen entrar á los espa-
ellos por aquellos lugares de Avelino y Mohte ñoles dentro. Pero como ya los españoles es-
Fosculo para destruir del todo á los españo- tuviesen en Montelone, no tuvieron lugar los
lesque estaban en la Tripalda, y con voluntad franceses de entrar dentro como quisieran, y
de les ir á combatir aquel lugar y de lo sacar como los franceses llegaron al burgo, todos
por fuerza de armas de su poder. En esto el apearon de sus caballos con
los ballesteros se
Gran Capitán con todo su poder procuró de sus ballestas armadas y se faeron á la villa
terminar aquella diferencia por paz, viendo adonde los españoles estaban, y ansimismo la
la poca razón de franceses, y conoscíendo gente de armas se fué tras los ballesteros de-
c lán amigos eran de seguir su injusta y da- jando todos sus caballos en el burgo, y como
DEL GRAN CAPITÁN 105

allegaron junto á la puerta de la villa comen- viaron solos veinte caballos ligeros para que
zaron los ballesteros á tirar á los españoles corriesen hasta la Tripalda, y los convidasen

que estaban en la defensa de la puerta. Como á querer con pensar que no era más
salir,

vieron tirar, todos salieron de tropel y carga- gente. Con esta orden los caballos llegarorl
ron de recio en los franceseSi y de tal manera hasta junto á los muros de la Tripalda, y los
se revolvieron con ellos que en poco espacio españoles que bien barruntaron aquel ardid
fueron todos los ballesteros desbaratados, de guerra de los franceses, salieron contra
siendo de ellos muertos tres franceses y heri- ello3 ochocientos infantes y los llevaron has-
dos muchos, y de los españoles murió sólo un ta los meter por la emboscada de los otros
soldado de una saeta y hubo algunos heri- franceses que habían quedado junto á San
dos. La gente de armas que habían ansimismo Lázaro, y luego se descubrieron todos y co-
descabalgado, viendo venir á los ballesteros menzaron á se mezclar con los españoles con
de rota, tomaron atrás, y los que pudieron mucha unos como los otros
fortaleza, y así los
tornaron á cabalgar y los otros perdían sus procurando de se hacer el mayor daño que
caballos juntamente con sus personas, por podían, hiriéndose por todas partes con gran-
razón que por la gran priesa que los espa- de ánimo y voluntad, y lo que ayudó aquel
ñoles les daban no podían ansí libremente día á los infantes españoles que no rescibiesen
cabalgar; de cuya causa les convino perder mayor daño, fué que los caballos franceses se
en aquel rebato veinte caballos, y fueron al- aprovechaban muy poco, por razón que todo
gunos deilos presos, y los demás que esca- el tiempo que pelearon, que fué más de una
parse pudieron se tornaron á Avelino y los hora, no salieron de entre unas calles de vi-
españoles á Montelone, adonde estuvieron ñas que hay en aquel lugar; de cuya causa los
aquella noche, y otro día de mañana se par- españoles se aprovechaban más de los caba-
tieron de allí y se fueron á la Tripalda, adon- llos franceses y gente de armas que no ellos
de se recogió toda la otra gente española, de los españoles. Finalmente, después de ha-
según que el Gran Capitán lo había manda- ber una hora peleado, viendo los franceses el
do y ordenado, grande inconveniente que les era la incomo-
didad del lugar, se comenzaron á retraer á
Avelino, habiendo de aquella vez algunos
CAPÍTULO XXXIX
muertos de la una parte y de la otra, y muchos
De cómo los franceses salieron de Avelino y heridos, y otros presos. Y otro día siguiente
se emboscaron junto a, la Tripalda, y de lo después de esto, acaescio que viniendo á la
que se hizo en aquel día. al uno lla-
Tripalda dos capitanes españoles,
maban iVlartín Gómez y al otro Muñoz, y
Después que fueron desbaratados los fran- traían cuatrocientos infantes, fué menester
ceses en aquel lugar de Montelone, según di- aposentarse en una villa que llaman Altavi-
cho es, viendo cómo cada día venían españo- 11a; y como los franceses que estaban en Ave-
les á meterse en Tripalda, y no podían saber el lino yen iVlonte Fosculo supiesen su venida,
número de la gente que dentro estaba, porque determinaron de los salir al encuentro, y es-
según la voluntad de monsiur de Aubegni qui- torbarles el aposento, no los dejando entrar
siera mucho tomar aquella villa á los españoles en Altavilla; y así salieron de Avelino y de
y destruirlos á todos dentro, sinqne quedase Monte Fosculo cien hombres de armas y cien
hombre á vida, por esta razón determinó un archeros y algunos infantes, los cuales como
día de enviar gente para ver si podría tomar llegasen junto á la villa para se meter dentro
lengua de la gente que dentro estaba, toman- y estorbar la entrada á los españoles, los fran-
do algún español en prisión. Y ansí un día sa- ceses como los vieron arremetieron de. recio
lieron de Avelino cien hombres de armas, entre unas calles de viñas, y allí pelearon los
y
docientos archeros, y docientos infantes, y unos y los otros una pieza, y de los franceses
faéronse lo más encubiertamente que pudie- hubo cien hombres muertos, adonde murió un
ron hasta llegar junto á la hermita de San capitán francés que llamaban monsiur de Cor-
LázarOj que está, según dicho es, dos tiros de natO; y de los españoles murió sólo un solda-
ballesta de la Tripalda. Y como allí llegaron, do; y después siendo los franceses desbara-
todos se metieron en una emboscada^ y en- tados les convino volver las espaldas é irse á
105 CRÓNICA GENERAL
Avelino y á Monte Fosculo, á los cuales los perder aquella villa, envió á Gómez de Solís
y
españoles siguieron más de dos tiros de ba- á otros capitanes con hasta mil y quinientos
llesta, y en aquel alcance murieron algunos infantes para que se metiesen con aquella
franceses, y prendieron otros, y tomáronles gente en la Tripalda y alH esperasen lo que
cinco caballos, y al fin no los queriendo más monsiur de Aubegni quisiese hacer. No dejaba
seguir los españoles, se tornaron á Altavi- monsiur de Aubegni de enviar cada día gente
11a,adonde se aposentaron aquella noche, y de Avelino y de Monte Fosculo á correr la
luego otro día siguiente saliendo de Altavi- Tripalda, adonde junto á la hermita de San
11a se fueron á meter en la Tripalda con la Lázaro españoles y franceses se hacían mu-
otra gente española. cho daño, habiendo cada día muertos y heri-
dos de una y de otra parte. Pues estando las
cosas en este estado, un día que era sábado,
CAPÍTULO XL
diez y ocho días del mes de Junio del año so-
De cómo monsiur de Aubegni vino á poner cer- bredicho, monsiur de Aubegni, deseoso de
co sobre la Tripalda, y lo que pasó en aquel romper con los españoles, salió de Avelino
día abajo se dirá. con toda su gente de armas é infantería y con
catorce piezas de artillería, y vino á poner
Pasando estas cosas entre españoles y fran- cerco sobre la Tripalda, con pensamiento de
ceses en la Tripalda, monsiur de Nemos, que aquella vez la tomar á los españoles por fuer-
era Visorrey de Ñapóles, como hubiese tanta za de armas. Pero los españoles que dentro
turbación entre su gente y españoles, fué avi- de la villa y arrabales estaban aposentados,
sado del gran daño que cada día rescibían los siendo avisados cómo monsiur de Aubegni en
que estaban en Avelino y en Monte Fosculo persona venía sobre ellos, y del aparejo que
en todos sus acometimientos, envió á mon- traía de guerra, todos se recogieron en muy
siur de Aubegni su mandado para que con buena orden, y saliéronle á rescibir fuera buen
toda la más gente que pudiese recoger fuese rato de la villa, en el camino adonde los fran-
en Monte Fosculo y en Avelino, y de allí hicie- ceses se encontraron con los españoles, y allí
se guerra á los españoles que estaban en la todos se mezclaron y trabaron entre sí una
Tripalda. El cual capitán con esta orden reco- muy reñida escaramuza. Y acaesció que an-
gió bien dos mil infantes, y hasta cuatrocien- dando de esta manera revueltos españoles y
tos hombres de armas, y quinientos caballos franceses, descubrieron por la montaña á las
ligeros; y fuesecon esta gente á Avelino, des- espaldas de la Tripalda una gran copia de
de donde cada día molestaban con escaramu- gente española, creyendo que eran franceses
zas y correrías los españoles que estaban en que les venían á tomar las espaldas, dejando
laTripalda. El Gran Capitán, que en todo era la batalla se comenzaron lo mejor que pudie-
advertido y de gran virtud, siempre procuró la villa. Entonces como los
ron á retraer hacia
de se justificar con los franceses, y de los franceses vieroncómo los españoles se reti-
ofrecer la paz y buena concordia entre ellos, raban, cargaron más de recio sobre ellos, y
queriendo antes perder su derecho que no que matando é hiriendo en ellos los siguieron has-
su Rey y señor pensase que del nacía el acome- ta entrar con ellos por las puertas del arra-
timiento de las afrentas y diferencias contra bal. Murieron de este retirar veinte españo-
los franceses. Y como ya viese aquel negocio les, y fueron muchos heridos. Pero no quedó
ir muy de que ya los franceses procu-
rota, y en esto aquel hecho, por razón que como la
raban de no sólo ocupar aquellas tierras de gente que venía por la montaña se descubrie-
Basilicata y Capitanata, pero también le que- se más claramente, reconosciese que era un
rían tomar la parte que á su Rey tocaba, de- caballero del ejército español, que llamaban el
terminó de no se mostrar tan blando, pues Duque de Terms, el cual venía con cien hom-
que de ello se podría esperar la pérdida déla bres de armas, y el capitán Pedro Navarro con
parte de su Rey. Y por esta razón viendo asi- los cuatrocientos infantes que tenía en Man-
mismo que monsiur de Aubegni en persona fredonia y se venía á meter en la Tripalda. De
estaba en Avelino con comisión del Visorrey cuya causa los españoles se afirmaron y tor-
de Ñapóles para dar guerra á los españoles naron á dar vuelta en los franceses, y como
que estaban en la Tripalda, temiendo de no asimismo los franceses reconosciesen que la
DEL GRAN CAPITÁN 107

gente que venía por la montaña era española, que llaman Troya, para ir contra otra villa de
tornáronse retirando, pesándoles en gran ma- aquellas provincias que llamaban Nochera,
nera, por se haber metido tanto en los es- adonde D. Diego de Mendoza, D. Iñigo López
pañoles, los llevaron matando é hiriendo en de Ayala y el capitán Pizarro estaban apo-
ellos más de media milla, adonde murieron sentados con ciento y cincuenta hombres de
cuarenta de los franceses y fueron heridos armas y trescientos infantes, y los sobredi-
más de doscientos de ellos, y ciertamente los chos capitanes franceses, puesta en orden su
franceses recibieron en aquel día mucho daño, gente y dado consejo y parescer en lo que.se
sino que vino en el mayor rebato y priesa en debía hacer, salieron de Troya y fuéronse la
que estaban gran tempestad de agua y en vía de Nochera, y como allegaron hasta dos
tanta abundancia que los franceses ni se pu- millas de aquella villa, emboscáronse en un lu-
dieron aprovechar del artillería, ni los espa- gar bien encubierto y desde allí enviaron cien
ñoles tuvieron lugar de acabar aquel venci- caballos ligeros á correr la tierra, y también
miento, el cual sin duda ninguna alcanzaran para combatir á los españoles que saliesen
con grande honra suya y daño universal de contraellos, para que hubiese efecto su celada.

los franceses, sino por la gran tempestad que D. Diego de Mendoza y los otros capitanes,
vino á deshora. Era tan grande la priesa con como sintieron que gente francesa les corría
que los franceses iban huyendo, que desmam- la tierra, enviaron hasta veinte caballos lige-
paraban del todo el artillería, y convino á ros para tomar lengua del m'imero de la gen-
monsiur de Aubegni, que muy buen caballero te que venía, y ellos con toda la otra gente de
era, viendo ir tan de rota su gente, y que del armas se pusieron junto á la puerta de la villa
todo se perderían, á pesar de su caballo, y con aparejados para salir cuando fuese menester.
la espada en la mano, á grandes voces los ame- En esto como los corredores españoles llegaron
nazaba para que se refirmasen y no desampa- bien cerca de los otros corredores que venían
rasen el campo. Entonces los franceses, como de los franceses, reconociendo la emboscada
vieron á su capitán á pie, constreñidos de ver- los españoles lo mejor que pudieron se comen-
güenza se detuvieron algún tanto; pero en zaron á retirar hacia la villa para dar aviso á
conclusión fué tan recia el agua y revuelta de D. Diego de Mendoza de la emboscada que
tanto granizo que sobrevino, que cresciendo habían descubierto, y los corredores franceses
cada rato más les convino á los españoles des- viendo que ya los españoles habían visto la
partirse de aquel seguimiento y alcance tan emboscada de ellos, entendiendo que darían
vitorioso, como de aquella vez hubieran en los aviso en Nochera, procuraron con mucha dili-
franceses, y así mal parados y rotos se tor- gencia de tomarlos á todos, y ansí los llevaron
naron á Avelino, y los españoles á muy gran escaramuzando hasta bien cerca de la villa.
priesa, por la tempestuosa agua que caía, se Monsiur de Alegre y los otros capitanes fran-
tornaron á la Tripalda. ceses, viendo que eran sentidos de los españo-
les y que ya no podrían dar el fin que desea-
ban en aquel hecho, salieron de la emboscada
CAPÍTULO XLI
y comenzaron de seguir los corredores suyos
De cómo capitanes franceses se Juntaron
tres que tras los corredores españoles iban, y ya
en Troya con su gente y fueron contra No- en esto D. Diego de Mendoza había sido avi-
chera, adonde D. Diego de Mendoza v Piza- sado de la emboscada de los franceses, por
rra estaban con su gente aposentados, y lo lo cual luego movió del lugar con presteza
que les acaesció. adonde estaba y arremetió contra los corre-
dores franceses, y revuelto con ellos se trabó
Ya estaban españoles y franceses determi- una recia y bien reñida escaramuza, el cual ansí
nados y puestos en ofenderse, en especial los de la una parte como de la otra murió alguna
franceses, que no pensaban en otra cosa salvo gente y fueron algunos heridos. Pero como
en dañar con todo su poder á los españoles. estando en el calor de aquella pelea llegase
Por lo cual monsiur de Alegre, y monsiur de monsiur de Alegre con los otros franceses de
Formento, y monsiur Pocodinare, capitanes la emboscada, no se pudieron sufrir, porque
franceses todos tres, se juntaron en un lugar eran pocos y el número de los franceses gran-
de las provincias de Basilicata y Capitanata de, de cuya causa D. Diego de Mendoza con
108 CRÓNICA GENERAL
los caballos se comenzaron á retraer hacia la Capitán, que por razón del mandamiento de su
villa, y los franceses los siguieron hasta los Rey no era otra su voluntad sino por las me-
meter por las puertas de Nochera, adonde en jores maneras que pudiese concertarse con los
aquel seguimiento los franceses matarorl é hi- franceses, y así tuvo por bueno lo que le fué
rieron algunos españoles. En esta priesa el dicho de parte del Visorrey de Ñapóles, y pro-
capitán Pizarro, como vido los caballos espa- curó que la guerra no pasase más adelante.
ñoles venir todos de caída á se meter en No- Con esta voluntad de ambos capitanes sé tomó
chera, saltó con sus infantes y dio dfe recio en apuntamiento que entre españoles y franceses
los franceses, los cuales como vieron el sbco- hubiese paces pbr espacio de un año, las cua-
rro que les venía á los caballos españoles de- les se pregortarOn por todo el reino dé Ñapó-
járonlos de seguir, y con trtuy buena orden se les, y junto con esto el Gran Capitán y Virrey

comenzaron á retraer camino de Troya, de de Nápolés enviaron á la Tripalda adonde los


donde habían Salido, y los españoles con al- españoles estaban) y á Avelino y á Mohte
gún daño que en aquel día rescibieron se vol- Fosculo, adonde los franceses Hacían guerra, á^HI
vieron á Nochera. dos personas, al uno llamaban ftay Juan Pey-^||
ñero, de la parte del Gran Capitán, y al otro
llamaban monsiur Pateoveri, que iba de parte
CAPÍTULO XLII
del Visorrey de Ñapóles, pát-a que ambos á dos
Del apuntamiento de paces que entre el Gran y cada uno á los suyos avisase, haciéndoles
Capitán y el Visorrey de Ñapóles se hizo por saber la voluntad de sus capitanes, lo cual es-
españoles y franceses, y de lo que después taba entre ellos asentado ansimismo para que
sucedió. luego cesasen las guerras pasadas de entram-
bas partes, y sé dividiesen todos fJara suá
Mediante aquel tiempo que esto acaesció aposentos, según que de antes estaban por
entre franceses y españoles en la Tripalda y aquella comarca. Cbn esta orden se partieron
en las otras tierras de Basilicata y de Capita- los sobredichos comisarios á la Tripalda y á
nata, monsiur de Nenios, Visorrey de Ñapóles, Avelino y á Monte Fosculo, adortde allegaron
estando en Melfa, adonde había ido para se á veinticuatro días del mes dejünio del sobre-
hablar con el Gran Capitán sobre la diferencia dicho año,ydía de San Juaru Hallaron las faceS
de aquellas dos provi.icias, según dicho esj el de España y Francia puestas en orden para
cual viendo las cosas que entre españoles y darse la batalla; y como allegaron, luego pre-
franceses habían pasado y pasaban en la Tri- sentaron sus comisioHes á los capitanes de los
palda, y ansimismo en algunos otros lugares, dos ejércitos, por rtianera que Vinieron á tiem-
y la grande resistencia que en los españoles po que no hubo quien rompiese ehtre los unos
habían hallado, aunque no fueSfen iguales eh la paz que entre
y los otros, siendo ciertos de
número, de cuya causa sucedía mayor daño en el Gran Capitán y Visorrey estaba apuntada,

su gente que no ganar honra y provecho en por lo cual cesaron de dar la batalla y torná-
sus acometimientos, y que todo le sucedía muy ronse los unos á la Tripalda y los otros á
al revés de lo que él pensaba, determinó con Avelino y Mohte Fosculo, de donde á cier-
mucha diligencia de apaciguar aquellas dife- tos días salieron según que les fué mandado
rencias, por lo cual envió alGran Gapitán á le pof sus capitanes, y se fueroh á aposentar
decir que rogaba mucho que, pues de aque-
le por diversas partes, y quedaron en la Tl-ipal-
llas revueltas de entre españoles y franceses da y en Avelino dos honrados hidalgos muy
no se seguía ningún provecho á una ni á otra buenos soldados, y en la Tripalda de parte
parte, antes gran daño de muertes y prisiones, de España, Martín de Tuesta; en Avelino de
y ansimismo el desasosiego del reino y parcia- parte de Francia, Juan Gallote, adonde ha-
lidades que en él se levantaban, y que de ello bían de estar y recoger en las dichas tie-
no tenía él culpa alguna, antes él lo había pro- rras ansí españoles como frartceses, y asi-
curado de atajar y no había podido, él de su mismo para que hiciesen saber á los solda-
parte mandase á su gente estar queda y re- dos que viniesen á las dichas villas todo lo
conciliarse, que toda amistad y amor con los que estaba apuntado entre españoles y fran-
españoles queh'a y que aquella era su volun- ceses, para que cesase entre ellos toda gue-
tad, siendo asimismo d$ ello contento. El Grah rt-a y-énethjstad,
DEL GRAN CAPITÁN 100

poder, capitulación y comisión para que los


CAPITULO XLIII
echase del reino, juntando la parte que había
De cómo el Visorrey de Ñapóles dende á treinta tocado á su Rey con todo lo que á su corona
dias de la publicación de las paces ordenó de pertenescía, y que para haber de ponerlo por
prender al Gran Capitán, y de matar á todos obra convenía mucho saber sus voluntades,
los españoles que estaban en el reino, y de lo si eran todos conformes con su parescer. Los

que sucedió. príncipes que dicho hala crónica, oyendo loque


elVisorrey les dijo en aquel caso, respondieron
Como el avaricia sea servidumbre de los todos diciendo que no era ni sería su voluntad
ídolos, y tenga tanta fuerza este deseo de se- contraria de lo que fuese servicio del Rey de
ñorear que con razón diga el poeta y llame á Francia su señor. Y que pues su parescer to-
este deseo hambre abominable que atormenta maba de ellos, luego debía el Visorrey poner
los corazones de la humana natura, no debe- en obra aquel hecho, que de su favor no espe-
mos culpar á los franceses por lo que rom- rase menos de aquel que con las vidas pudie-
piendo la tregua y paz con los españoles pues- sen dar; las cuales no sólo en aquel caso de que
ta hicieron, siguiendo el parecer de aquel Julio á ellos se les podrían seguir todo provecho y
César dictador de Roma, el cual tenía por co- honra, por tener ellos sus señoríos y estados
mún decir que las leyes y derecho no era in- en aquellas provincias tocantes al Rey de Es-
justo romperse cuando se rompían por razón paña, pero en otras cosas donde no se aven-
de señorear, porque en las otras cosas se turase sino solamente el servicio de su Rey,
debía guardar la fe y en ésta no. Pues así se prometiéndole servir hasta la muerte, y no
puede decir que acaesció en estos tiempos á pusiese duda ninguna. El Visorrey agradeció
los franceses, que después de haber publicado mucho la voluntad que al servicio del Rey de
un apuntamiento de la paz, entre españoles y Francia mostraban, por lo cual y por más los
franceses, estuvo el estado del reino de Ña- obligará que debiesen hacer lo que prometían,
póles en toda paz y amor solos treinta dias, les dio á todos ellos el hábito de la Orden de
mediante los cuales, como la naturaleza de San Miguel, que no á otro efecto el Rey de
franceses sea hacer sus cosas más á su salvo Francia había enviado comisión y poder al
que no guardando razón ni derecho, de lo cual Visorrey para los hacer Comendadores de San
sucede muchas veces por tener buena justicia Miguel, sino por los obligar más en su servicio
no salir con su demanda; pues el Visorrey de y confirmarlos y á ganarlos más en su amor.
Ñapóles no mirando lo que debía guardar, Muy alegres y contentos fueron los príncipes
acerca de la tregua que entre él y el Gran con el hábito, los cuales de ahí adelante que-
Capitán se había jurado, determinó de romper daron muy alegres y muy más conformes y
aquellos capítulos dando lugar á su codicia, deseosos del servicio del Rey de Francia. Des-
que era de haber todo el reino de Ñapóles en pués que el Visorrey hubo dado este principio
su poder, á convidaron los consor-
lo cual le en aquel hecho, comunicó con los principales
tes de su misma que eran los prín-
infidelidad, muy secretamente la manera que debía tener-
cipes de Melfa'y Visiñano, Salerno y Rosa- se para tomar aquellas dos provincias, y de-
no y Marqués de Bitonto, que no mirando en terminóse, para que con más facilidad vinie-
cómo pocos días había que, siendo privados de sen á su poder, prendiese al Gran Capitán, y
sus estados, el Gran Capitán se los restituyó, ansimismo al Duque de Calabria, y que des-
y juraron en sus manos de servir al Rey de pués matarían todos los españoles que esta-
España, se le tornaron sus contrarios, siguien- ban en el reino, lo cual podían hacer en aquel
do la parte de los franceses. Pues por esta tiempo por razón que el Gran Capitán estaba
razón el Visorrey de Ñapóles entró en consejo bien seguro por la tregua y paz que entre
con ellos, y les dio parte de su voluntad sobre ellos había y estaba en la villa de Átela, adon-
aquel hecho, diciéndoles falsamente como él de le podrían tomar sin sospecha. En esta
Rey de Francia, para que
tenía aviso cierto del determinación quedó el concierto de aquel he-
de nuevo hiciese guerra á los españoles, por- cho, y sin dar parte ninguna á otros, salvo á
que el Rey D. Federico le había renunciado los que eran partícipes en la conjuración, el
el reino de Ñapóles, y héchole señor del,
y Visorrey hizo muy secretamente venir su gen-
que de esta causa le había venido nuevamente te á Melfa para que desde allí saliesen á pren-
lio CRÓNICA GENERAL
der Gran Capitán. El cual engaño y traición
al gente; lo uno porque desde allí podían dar
no pudo ser tan secreto que el Gran Capitán aviso en Barleta, y ansimismo enviar provisio-
no supiese y fuese avisado de todo aquello nes de vino y pan al ejército quehabía deestar
que pasaba entre los franceses contra su en Barleta de asiento. Quedaron en la Chiri-
persona y contra el asiento de la tregua. Y nola Diego García de Paredes y el Prior de
así queriendo luego dar el remedio que conve- Mecina con cincuenta caballos ligeros y cin-
nía á tanto mal y no pudiendo así prestamen- cuenta infantes.
te recoger su gente por razón que, por la tre-

gua que había, estaba toda distribuida y apo-


CAPITULO XLIIII
sentada por diversas partes de toda la tierra
de Basilicata, hubo su consejo en lo que de- Cómo los franceses, viendo que no habían po\
bía hacer en aquel caso. Algunos le aconseja- dido prender al Gran Capitán, pusieron er

ron que se retirase á la marina de Salerno y condición de las armas lo que por engaño
ocupase todo aquello hasta Rijoles, pues no no pudieron hacer, y de lo que les sucedió en
tenía gente para esperar en campo á los fran- la Chirinola.

ceses, y otros le aconsejaron que se retirase


á la marina de Barleta, porque allí había fuer- Como las cosas que injustamente se inten
tes villas y se podría tener en ellas hasta tan- tan nunca sale de ellas buenfin, en especial

to que fuese secorrido. Y así al Gran Capitán cuando maliciosamente se cometen, así suce-
le páreselo que lo debía hacer, y luego con dió á los francesesmuy al revés el final intento
mucha diligencia dio aviso á todos los capita- de su deseo, por razón que no hay cosa que el
nes españoles para que secretamente juntasen tiempo no la descubra y saque á la luz. Dicho
toda la gente de armas y caballos ligeros y ha la crónica cómo el Gran Capitán sabiendo
toda la infantería, y todos juntos se fuesen á en cómo los franceses sin tener algún respec-
meter en Barleta, porque así convenía á la sa- to á la tregua que con los españoles tenían,
lud universal de todos.Después de haber el quisieron prender al Gran Capitán y matar á
Gran Capitán proveído en dar aviso á sus ca- todos los españoles que estaban en el reino
pitanes, no se hallando él muy seguro en aque- de Ñapóles, y apoderarse en la parte que al
de Átela, una noche á la media noche
lla villa Católico Rey D. Fernando pertenecía. Pues
á veintitrés días del mes de Julio se partió de dice ahora que después que se hubo recogido
Átela con docientos caballos ligeros, que no el Gran Capitán con su gente á Barleta con

tenía más gente consigo, y fué derecho á Bi- temor de aquella traición y engaño que contra
tonto, adonde tenía el Duque de Calabria en su persona y á los suyos querían los france-
compañía de aquel caballero Luis de Herrera, ses acometer, el Visorrey de Ñapóles y mon-
y le envió á Taranto, porque allí estaría más siur de Aubegni siendo muy pensantes del
seguro de franceses. Pero no pasaron muchos ruin fin que en aquel caso su voluntad hubo,
días que le hizo pasar en España, el cual hoy por razón del aviso que dieron al Gran Capi-
día de la fecha está en Valencia. Después de tán, determinóse de poner por armas lo que
esto el Gran Capitán se salió de Bitonto y no pudieron alcanzar por engaño, en especial
fuese á la ciudad de Barleta, adonde halló mu- viendo la poca gente que el Gran Capitán te-
cha de su gente que ya estaba dentro, y cada nía á la sazón consigo, y que si esperase á
día venía gente española á se meter en la ciu- que le viniese socorro, no lo podrían hacer tan
dad; el cual luego mandó proveer todos los fácilmente como en aquel tiempo; y por esta
castillos y tierras fuertes que estaban en la causa el Visorrey y monsiur de Aubegni hi-
marina de Barleta que eran de importancia, y cieron muy grandes aparejos de guerra con
él mismo en persona los anduvo visitando to- determinación de mover contra el Gran Capi-
dos, y fué á una villa que dicen la Chirinola, tán que estaba en Barleta, y luego monsiur
adonde estaba por gobernador un caballero de Aubegni con aquella orden que del Viso-
que llaman D. Tristán, por ver si era lugar rrey hubo, el cual estaba, según dicho es, en
para se poder defender gente en ella. Halló Avelino con mucha parte de gente francesa,
que era de poca defensa para se defender, y hizo mandado á todos los capitanes franceses
dejándole se tornó á Barleta, dado caso que que estaban distribuidos y aposentados por
no dejó de proveer la Chirinola de alguna aquellas villas y lugares comarcanos para que
DEL GRAN CAPITÁN 111

todos se recogiesen con su gente en Avelino. los llevaron retrayendo hasta los meter en
Y con esto todos los capitanes con su gente la emboscada. En aquel alcance hirieron los
vinieron á Avelino, y se allegaron de los que españoles algunos franceses, y verdadera-
estaban aposentados en aquella provincia mil mente se perdieran allí todos si no fuera por
hombres de armas, y dos mil y quinientos ca- monsiur de Formento, que viendo venir á los
ballos ligeros y cinco mil infantes, y veinte suyos perdidos, salió con toda la otra gente
piezas de artillería, con que monsiur de Au- de la emboscada y arremetió con toda su
begni salió de Avelino y fué á Melfa, donde gente contra los españoles, los cuales como
estaba el Visorrey de Ñapóles; y como allegó, conoscieron el engaño, comenzaron á retraer-
juntando toda la gente con la que estaba con se lo mejor que pudieron hacia la villa, y los
el Visorrey se salieron todos de Melfa, y franceses los siguieron hasta los alcanzar bien
puestos en camino con muy lucida gente co- junto de la villa entre unas calles de unas vi-

menzaron de caminar la vía de Barleta, y de ñas, adonde se tornaron á trabar de nuevo


la primera jornada vinieron á aposentar una franceses y españoles, y allí hizo mucho de su
noche en un bosque que está entre una villa persona Diego García de Paredes, y no menos
que dicen Foja y la torre de Lemano, el cual trabajo pasó aquel día el prior de Mecina, los
se llama Leonesa; y desde aquel lugar el
la cuales como los franceses fuesen muchos
y
Visorrey envió á monsiur de Formento y al ellos muy menores en número, conveníales
Marqués del Ochito con doscientos hombres suplir con sus fuerzas la falta de su gente.
de armas y cuatrocientos caballos ligeros á Y lo que más
ayudó, fué que como la gen-
les

correr la Chirinola, adonde estaba Diego Gar- te francesa estuviese toda á caballo y no se
cíade Paredes y el prior de Mecina con algu- pudiesen bien revolver por las viñas, resce-
nos caballos é infantes españoles. Y como los bían muy gran daño y perjuicio de los infan-
capitanes franceses llegaron cerca de media tes españoles, por razón que les herían los
milla de la villa todos se metieron en una caballos y les mataban
gente toda á su
la

emboscada, y dende allí salieron ciento y cin- salvo. Y por esta causa, viendo que ya no lo
cuenta caballos ligeros, y hasta cincuenta podían sufrir y que mientras más pugnaban
hombres de armas para reconocer la tierra, é por dañar á los españoles mayor daño resce-
informáronse si el ejército español estaba del bían ellos, determinaron de se salir de las vi-
todo recogido en Barleta, y para que si algu- ñas á un llano creyendo que los españoles los
nos españoles estuviesen en la Chirinola sa- seguirían; pero como eran pocos en respecto
liesen á escaramuzar con ellos y los llevasen de los franceses no los quisieron seguir, antes
hasta los meter en la emboscada. Iba con es- se encerraron en la Chirinola sin perder tan
tos corredores franceses el Marqués del Ochi- sólo un hombre, y los franceses se tornaron á
to, y monsiur de Formento se quedó en la em- su ejército con harto daño suyo. Después de
boscada, y el Marqués con los caballos llegó esto, otro día siguiente Diego García de Pa-
corriendo hasta las puertas de la villa, y Die- redes y el prior de Mecina fueron á Barleta á
go García de Paredes y el prior de Mecina, dar aviso al Gran Capitán de lo que le había
como vieron á los franceses tan cerca de la acaecido con los franceses, y de cómo sabían
villa, salieron con los caballos é infantes
que de cierto que venían á le cercar á Barleta.
allí que eran bien pocos, y arremetie-
tenían,
ron con mucha fortaleza y ánimo contra la
gente francesa, que eran todos hombres de
CAPÍTULO XLV
armas y caballos ligeros, adonde se trabó en- De los aparejos que el Gran Capitán hizo sa-
tre las viñas una escaramuza no poco reñida, biendo que los franceses le venían á cercar á
en que murieron veinte franceses y muchos Barleta.
heridos que hubo; y los españoles todavía re-
forzando su causa, aunque con peligro, apre- Como el Gran Capitán fué avisado por los
taron muy de recio en los franceses, y traba- capitanes que habían quedado en la Chiri-
jaron tanto en aquel rebato, que los fran- nola, que eran Diego García de Paredes y el
ceses no pudiendo sufrir se comenzaron
lo
¡
prior de Mecina, cómo los franceses le venían
á retraer hacia la emboscada con la otra gen- ¡
á buscar en Barleta, determinó de se apare-
te y los españoles no los dejando de seguir. jar lo mejor que pudo para esperar á los fran-
112 CRÓNICA GENERAL
ceses; y con esto, habiendo ya recogido en te por que debía á su servicio. El Emperador
lo
aquella ciudad toda la gente española que es- Maximiliano, sabida la necesidad que el Gran
taba aposentada en Basilicata, hizo reseña Capitán tenía de gente y asimismo el estre-
de ella y halló que tenía muy poca gente para cho en que estaba, si no era con diligencia so-
haber de esperar en campo á los franceses, y corrido, hizo luego dos mil infantes alemanes
por esta razón determinó de fortalecer todas y enviólos en Italia donde el Gran Capitán
las villas comarcanas con gente, y que allí se estaba. El cual no dejaba de día ni de noche
hiciesen fuertes entretanto que les venía so- de entender en lo que convenía á su defensión
corro del Rey de España, al cual habían hecho y de su gente, por lo cual mirando muy bien
saber el estado del reino y de lo que los fran- todo lo que dañar le podía, halló que no po-
ceses procuraban hacer en su deservicio, y di- día tener otra falta sino de provisiones, y ansí
ciendo la poca gente que tenía para se poner procuró de quitar este inconveniente en esta
en campo con los franceses, y que á esta causa manera: que mandó salir de Barleta todos los
se había hecho fuerte en Barleta, en tanto que hombres que no eran para traer armas, y asi-
el número de la gente le aconsejase lo que mismo todas las mujeres y niños, y que sola-
debía hacer; y que considerada esta necesi- mente quedasen los que por sus personas pu-
dad, convenía mucho que sin ningún deteni- diesen defender la ciudad, y mandólos llevar
miento su Alteza los socorriese, donde no, que á Trana, una villa que es de venecianos y está
se aventuraba la pérdida de aquellas dos pro- junto á la mar. Gran compasión puso en los
vincias, que no poco daño redundaría á su corazones de los soldados ver salir entre ni-
reino de Sicilia de aquella causa, juntamente ños y mujeres y viejos cinco mil ánimas, los
con la pérdida de aquellas partes que tenía en cuales todos iban llorando con mucha lástima
el reino de Ñapóles. Estas y otras muchas y pasión, viéndose apartar de su naturaleza
cosas hizo saber al Rey de España el Gran y que quedaban sus haciendas en poder de
Capitán, demandándole con mucha instancia soldados. Pero como aquel daño era pequeño
socorro y favor de gente. Después de esto según el que causaran quedando en la ciudad
distribuyó alguna parte de su gente en algu- solamente á comer, húbose de disimular hasta
nos lugares de aquella comarca, porque en la tanto que el estado del reino de Ñapóles tu-
villa de Andria puso á D. Diego de Arellano viese algún determinado fin. Los venecianos
con mil y quinientos infantes para defensión que, según dicho es, supieron como la gente
de aquella villa, que es fuerte, y en Canosa de Barleta estaba en Trana, movidos á com-
puso al capitán Pedro Navarro y al capitán pasión enviaron por ellos á aquel lugar, y re-
Cuello con cuatrocientos infantes, y toda la cibidos en las naves los tuvieron en Venecia
otra gente de armas y caballos ligeros é in- hasta que fué tiempo de se tornar á su desea-
fantería se quedó con él en Barleta juntamen- do solar y dulce posesión y tierra.
te con el artillería. Dada esta orden en estas
villas despachó á un caballero, con el mismo
aviso que al Rey de España dio, para el Empe-
CAPITULO XLVI
rador Maximiliano, suplicándole fuese conten- De cómo el ejército del Rey de Francia partió
to de le enviar dos mil alemanes muy escogi- de la Leonesa y vino á poner cerco sobre Ca-
dos, porque tenía de ellos mucha necesidad, nosa, adonde el capitán Pedro Navarro y
por razón que los franceses contra todo de- Cuello estaban.
recho, rompiendo su fe y tregua que entre sí
tenían, le querían cercar en Barleta con volun- El Visorrey de Ñapóles que, según dicho es,
tad de le tomar las dos provincias de Puglia estaba con todo su ejército en la Leonesa,
y Calabria, que al Rey de España pertenecían como vio los aparejos que el Gran Capitán ha-
por virtud de la partición del reino que ambos cía, y asimismo el mal recibimiento que los de

los Reyes de España y Francia habían hecho de la Chirinola habían hecho á la gente que había

aquel reino de Ñapóles, y que para comenzar enviado, como arriba se dijo, determinó de se
á pagar la gente, aquel caballero llevaba los partir de allí, del aposento del bosque, é ir

más dineros que se habían podido haber, y que sobre Canosa, una buena villa que está no
en todo lo demás habiendo llegado adonde el muy lejos de Barleta, adonde estaban el capi-
estaba, él los pagaría y contentaría largamen- tán Pedro Navarro y el capitán Cuello con su

I
8

DEL GRAN CAPITÁN 113

gente, y con esta determinación e) Visorrey de la villa y derrocado alguna parte del, me-
partió del bosque de la Leonesa, y por sus tiéronse en armas todos y arremetieron á dar
jornadas vino sobre Canosa, adonde allegó á el combate á la villa, adonde los españoles hi-

quince días del mes de Agosto, día de la Asun- cieron tanto en aquel día, que durando el com-
ción de Nuestra Señora del sobredicho año, y bate más de dos buenas horas, nunca los fran-
queriendo luego poner por obra la expugna- ceses pudieron entrar, aunque muchos llega-
ción de aquella villa, hízola cercar toda alre- ron á poner las escalas y á subir por ellas
dedor, porque por la parte del río Lopanto, almuro. Por lo cual desesperados de tomar
que pasa junto á la villa, el Visorrey se apo- aquel día la villa, con harto daño suyo les con-
sentó con todos los hombres de armas y ca- vino retirarse á su campo, y verdaderamente
ballos ligeros, y por la otra parte de la villa los franceses no tomaran aquella villa si no
en contrario del Visorrey, junto á unas igle- fuera que aquella noche, después del combate
sias que estaban no muy lejos de la villa, se del día pasado, un villano de Canosa se salió
aposentaron monsiur de Aubegni y mon- de la villa y se fué adonde estaba el Visorrey,
siur Chandela con toda la infantería y ar- al cual demandándole mercedes le dijo que le

tillería. Asentado en esta manera el campo daría por donde pudiese tomar la villa con
francés, el capitán Pedro Navarro y el ca- menor trabajo. Al cual el Visorrey gratificán-
pitán Cuello con cuatrocientos infantes que dole su peligro y buena voluntad, el villano le

en la defensión de la villa estaban, se partie- dijo que mandase pasar el artillería contra
ron por las estancias del muro en esta ma- aquel cuartel adonde Pedro Navarro estaba,
nera: el capitán Cuello con ciento y cincuenta y que según la poca fortaleza que por allí te-
infantes se puso en el cuartel que cae á las nía el muro, no dudaba que breve se tomaría
iglesias,adonde monsiur de Aubegni estaba la villa. Y luego el Visorrey entendiendo el
con la infantería y artillería; y el capitán Pe- buen parecer y consejo del villano, mandó que
dro Navarro con otros ciento y cincuenta in- así se hiciese, y pasando el artillería en aquel
fantes muy bien aderezados tomó el otro lugar la asentaron contra aquel cuartel, que
cuartel de hacia el río, adonde estaba el Viso- verdaderamente estaba el más flaco de la vi-
rrey de Ñapóles con toda la gente de armas, lla, y batieron con ella el muro un día y una

y los otros cien soldados que quedaban fue- noche, y la batería fué hecha con tanta forta-
ron puestos en el castillo, los cuales estaban leza que echaron por tierra una gran parte
como sobresalientes para qne de allí señorea- del muro que le hicieron llano con el suelo. El
sen campo francés y saliesen á socorrer la
el capitán Pedro Navarro con su gente repara-
parte que más necesidad tuviese de los dos ron lo mejor que pudieron; pero por mucho
cuarteles. Después de esto, los franceses que que hicieron en reparar aquel pedazo derro-
estaban en el cuartel de las iglesias luego cado, no dejaron de estando ala defensa reci-
aderezaron de batir la villa con el artillería, y bir gran daño en sus personas. Los franceses
asentáronla en los lugares que mejor les pa- como vieron el muro en el suelo y la entrada
reció por aquella parte que era más fuerte, en la villa más fácil que por el otro cuartel la
no pensando ellos que había más flaqueza en tenían, metiéronse todos en armas y dieron
otra parte del muro. Después de asentada, la el combate á la villa por aquel lugar derriba-

batieron con el artillería con mucha fortaleza do, el cual duró más de hora y media, adonde
dos días y dos noches, sin que cesasen de hubo muchos heridos y algunos muertos de
quebrantar el muro por donde acertaba, pero una y de otra parte; por razón que como los
mayor daño hacían en las casas de dentro, españoles viesen su perdición si los france-
porque allende de derribar algún poco del ses les entraban, pugnaban con dobladas fuer-
muro, derrocó muchos tejados y paredes de zas y poder por no venir á sus manos; y los
las casas, de que se siguió gran daño. El capi- franceses, por el contrario, por entrar en la
tán Cuello con su gente no dejaban de pasar villa,que gran vergüenza les era viendo el
mucho trabajo en reparar lo que la artillería muro por el suelo y hecho tan gran portillo,
derrocaba. De manera que solamente aprove- por donde no habían de bastar las fuerzas de
chaban los reparos para se defender en ellos los españoles que les estorbasen la entrada,
y estar encubiertos en la defensa del muro, y pelearon con mucho ánimo y fortaleza; pero
después de haber batido los franceses el muro en fin, los españoles con muy mayor ánimo y
Crónieas del Gran Capitán.—
114 CRÓNICA GENERAL
fortaleza, dado caso que lo hubieron con todo le aconsejasen lo que en aquel caso era mejor
él ejércitofrancés y fuesen veinte franceses seguir. Finalmente todos los más eran de opi-
para un español, los cuales después de mu- nión que no saliesen á dar socorro á los espa-
cho trabajo y daño de su gente, así de muer- ñoles, por razón que el Gran Gapitán no efa
tos como de heridos, viendo que por enton- taripujante en fuerzas y poder de gente cohlo
ces no podían entrar á los espáñolesj se reti- los franceses, y que si saliesen en campo no
raron á su campo, dejando la batalla para el podrían remediar á los cercados, antes per-
otro día siguiente. diéndose ellos también se perdería el ejército
español, y juntamente con se perder la gente»
se perdería el servicio que debían á su Rey en
CAPÍTULO XLVII perder la parte del reino que le pertenecía;
De cómo Gran Capitán queriendo socorrer
el por lo cual el más seguro consejo era que, pues
los españoles que estaban en Canosa forza- en breve esperaban el socorro del Rey de Es-
dos de los muchos combates que los france- paña y del Emperador Maximiliano se estuvie-
ses les hablan dado, dieron la villa con un se quedo en Barleta hasta que tuviese gente
buen partido. con que con razón saliese en campo contra los
franceses y no queriéndoles agora acometet- y
Estando en este trabajo y peligro los espa- esperar tan dudosa y peligrosa salida de ello.
ñoles que estaban en Canosa, dándoles cada Finalmente, no obstante los dichos y pareceres
día la batalla, adonde por ser tan flaca la villa de todos los príncipes del ejército, Diego Gar-
y muros pasaron mucho trabajo en la defen- cía de Paredes, que gran deseo tenía de dar el I

sión della, fueron avisados los españoles que socorro á Canosa, dijo al Gran Capitán y á to-
estaban en Barleta de lo que pasaba en Cano- dos los demás que muy feo parescía á tan no-
sa, y del peligro que tenían los españoles que ble gente como eran los españoles dejar por
estaban dentro si no eran socorridos. "De cuya ningún temor de acometer aquello que con
causa los soldados españoles tomaron riíüy justicia y obligación debían acometer y poner
gran sentimiento y enojo de ver cómo los fran- por la obra, en especial en aquel caso que tan
ceses les mataban su gente y estaban tan cer- aparejadas estaban las voluntades de los sol-
ca para ser socorridos, y que por negligencia dados á dar aquel socorro á los de Canosa, di-
se dejaba de hacer aquel socorro. Por lo cual ciendo que si aquella gente de aquella vez se
todos juntos determinaron de ir ál Gran Ca- perdía, no era otra cosa salvo dar ánimo álos
pitán ále decir que por qué razón consentía, enemigos pata que teniendo en poco álos es-
sabiendo el estrecho en que el capitán Pedro pañoles emprendiesen cosas de mayot canti-
Navarro estaba y los españoles en Canosa, y dad, de que por el mismo caso los españoles
que no fuesen socorridos de los suyos, que efa viendo perder aquella villa perdiesen mucho de
cosa muyfueta de razón sufrir 10 contrario, y sus fuerzas, y aun los que estaban en guarni-
que viese que no solániente por lo qUe tocaba ción de otros lugares y villas de aquella pro-
al servicio de su Rey se les debía dar socorro, vincia, si fuesen cercados de los franceses de-
pero por lo que debían á la honra de España, jarían de mejor gana las villas, que no defen-
qué muy gran menoscabo de honra recibían diéndolas, esperar el mismo daño que á los de
sufHendo delante de sus ojos ofensa y daño Canosa vitílésé por no sel* socorridos, y que
hecha en los suyos mismos. Por lo cual ellos por esta razóri su parecer era que muriendo ó
estaban determinados de los socorrer ó morir viviendo se debían de socorrer, por lo cual se
en la demanda. El Gran Capitán, que muy bien obligaba con los españoles que allí estaban
conoció el ánimo y fortaleza que había en los hacer alzar el campo de los franceses de sobre
suyos, y asimismo la razón que éri lo qué de- Canosa y desbaratarlos coino otras muchas
cían tenían, tuvo por bueno su parecer, pero veces le había á él acaescido con muy poca
no quiso determinarse en ello hasta tartto que gente romper gran copia de enemigos france-
lo comunicase con algunas personas de su ses, que no tienen otra cosa salvo estar acom-
ejército que eran de muy buen consejo; á los pañados de soberbia y presunción. El Grati
cuales luego sin detenimiento hizo llamar, y Capitán y todos los demás que allí estaban,
delante los capitanes y principales del ejército oyendo lo qUe Diego García de Paredes dijo,
español hizo saber aquel hecho y les demandó les pareció á todos muy bien, por lo cual luego

I
DEL ORAN CAPITÁN 1Í5

con fnüchá diligencia se díó oi-dérl conforme y baratado y metido por por mucho que
tierra,
cómo sé Había de dar aquel Sotorro á los de los españoles se quisieran defender, no lo pu-
Canosa, y para que esto hubiese buen efecto dierari hacer sin que Se perdieran todos eri

el Gran Capitán envió aquella misma noche al aquella villa, y por esta razón no pudiendo los
capitán Oliva con cien caballos ligeros para españoles sufrir tanto trabajo y daño como
que reconociese el campo de lofe enemigos y en otras batallas y en aquella habían padeci-
viese dónde y por qUé parte tenían su campo do, muriendo muchos de una parte y de Otra,
repartido sobre Canosa, y asimismo tomase determinó el capitán Pedro Navarro y el ca-
lengua del numero de la gente y qué era su pitán Cuello de dar la villa á los franceses; la
voluntad, y supiese el estado en que los espa- cual dieron debajo de un muy honroso parti-
ñoles cercados estaban. Con esta orden y gen- do, y fué, que dejándolos á todos salir á ban-
te el capitán Oliva sé partió aquella noche de deras tendidas sin daño ni perjuicio de ningu-
Barleta y allegó á la punta del día cuando que- na de su gente, y pof el mismo caso aseguran-.-,
ría amanecer al lugar adonde los franceses do los bienes y personas de los de la villa de
tenían puestas sus centinelas. Y los caballos Canosa, ellos se saldrían de la villa y la deja-
españoles viendo las guaMas francesas arre- rían Ubre y desembargada en su poder. No se
metieron contra ellos y de siete franceses que pueden llamar por esto los españoles venci-
eran mataron los tres y prendieron los dos, y dos, pues que haciendo todo su deber, solos
los otros se escaparon á uña de caballo. Los cuatrocientos hombres metidos en un vivar
caballeros españoles no quisieron pasar más se defendieron tantos días de todo el campo
adelante, por razón que de los prisioneros francés, y al fin se salvaron las vidas honrosa-
franceses pensaban sacar todo el aviso que mente, saliendo delante de todo el ejército sin
ellos pensaban y iban á saber, y ansimismo que les fuese hecho daño en cosa ninguna, me-
porque los franceses serían avisados de los tidos en orden á banderas desplegadas se fue-
dos que se escaparon y podría ser que peligra- ron á Barleta, donde el Gran Capitán estaba
sen todos cien caballeros españoles pasando aderezando para los socorrer. Los franceses
más adelante, y por esto el capitán Oliva con como fueron idos los españoles, todos se me-
aquella gente se tornaron á Barleta; adonde tieron en Canosa, y allí estuvieron mucho
presentando aquellos dos prisioneros, el Oran tiempo, según que la crónica lo irá contando,
Capitán fué de ellos avisados de lo que se ha- mediante el cual franceses y españoles hicie-
bía hecho en Canosa, y del estado en que es- ron cosas hazañosas, visitándose cada día con
taba aquel negocio, y asimismo del asiento y escaramuzas adonde siempre de una y de otra
disposición del ejército francés. Muy pesante parte había muertos y heridos.
fué el Gran Capitán por saber el peUgro en
que SU gente estaba, y de cómo se había tar-
CAPÍTULO XLVIII
dado en les enviar socoíro, por lo cual con
mucha diligencia mandó á todos los capitanes De cómo los franceses salieron de Canosa para
y gente Se aderezasen y estuviesen á punto irá cercar al Gran Capitán, y de cómo en el

para la noche siguiente, por lo cual tenía de- camino tomaron la villa de Éítonto, y de lo

terminado de ir á socorrer á los españoles de (¡ue más les sucedió.


Canosa. Estando, pues, en esta voluntad eí
Gran Capitán víriole nueva cómo aquel día Después que los franceses hubieron toma-
que el capitán Oliva tomó las guardas, los do la villa de Canosa en la manera que dicho

franceses habían apresurado la batalla de tal ha la Crónica, estuvieron en ella algunos días,

manera que desecha la muralla, mano á mano rehaciéndose de lo que tenían necesidad para
se combatían los de dentro con los de fuera, J3asar adelante, y al fin de algunos días el Vi-
y en aquel combate los españoles lo habían sorrey con todo su ejército salió de Canosa
hecho muy valerosamente, por razón que de C9n voluntad de ir sobre Barleta á cercar al
todo el ejército francés se defendía, no sola- Gran Capitán, en lo cual ponía mucha diligen-
mente con armas defensiv^.s, pero con otros cia,pensando poderle prender antes qUe le
ingenios ofensivos, como eran piedras y olio viniese el socorro que esperaba; y por está
hirviendo, con lo cual quemaron muchos fran- razón ya qtíe fueron loS franceses salidos de
ceses; pero comd eí muro estuviese todo des- Canosa, fueron su camino la vía de Bitonto y
116 CRÓNICA GENERAL
de Barí, por ocupar primero algunas villas que por razón que ellos eran pocos y los
la villa,
estaban en aquella comarca, y así recibió al- franceses comenzaban á cargar sobre ellos de
gunos lugares que se le dieron de su volun- recio. Finalmente, los españoles hicieron una
tad, y allegando á Bitonto los de aquella villa, sabrosa arremetida mucho á su salvo, y los
dado caso que estuviesen por el Rey de Es- franceses no se queriendo detener en Andria,
paña, no por eso dejaron sin ninguna contra- siguieron su camino la vía de Barleta; de los
dición de recibir dentro á los franceses, y así cuales como fuesen algunos corriendo la tie-
se aposentó el ejército dentro en Bitonto. Y rra, y adelantándose del cuerpo del ejército,
como todas las villas y lugares que estaban para dar aviso de alguna gente si se descu-
por el Rey de España tuviesen un gobernador bría que los quisiese de sobresalto dañar, vie-
ó teniente en ellas para que las conservase ron ir por el camino de Barleta seis infantes
en toda justicia, y de aquella causa reconocie- españoles y una mujer, y arremetieron contra
sen al Rey que servían, estaba por castellano ellos. Los españoles como vieron los caballos
en aquella ciudad un esforzado español, el franceses, temiendo de no ser de ellos presos
cual como viese que los ciudadanos de Biton- ó muertos, recogiéronse todos en dos torres
to habían recibido á los franceses dentro, con que allí había, de que en las viñas de aquella
temor que hubo no le fuese hecho algún daño tierra hay mucha abundancia, y comúnmente
en su persona, él solo con doce soldados se en toda Italia hay de estas torres, y otras ca-
recogió al castillo, y allí se defendió algunos sas de placer fuertes, que allá llaman posesio-
días de los franceses, con muy grande ánimo nes, y en la una de las torres se metieron los
y fortaleza. Pero como los franceses hubiesen cuatro soldados y en la otra los dos con la mu-
recibido aquella ciudad, y viesen que si el cas- jer, y los caballos franceses ligeros que todavía

tillo no se tomaba era no haber tomado nada, los siguieron, llegaron á las torres adonde los
determinaron de le combatir y sacarle por españoles estaban retraídos, y tras ellos desde
fuerza de armas del poder de aquel español. á poco llegó todo el campo y comenzaron de
Y con esta voluntad llegaron contra la torre no poner menor diligencia en prender aque-
del castillo toda la artillería, y con ella batie- llos seis infantesque si lo hubieran de haber
ron la torre toda una noche y un día, de cuya con igual número de gente como la suya; los
causa le fueron quitadas y metidas por el sue- cuales luego comenzaron á lombardear las
lo todas las defensas que tenía, de manera torres, y hacer otras cosas para tomar los
que la gente de dentro no se podían defender seis infantes españoles. Los de una torre que
porque estaban descubiertas y el artillería les era la más flaca y de menor defensa, adonde
hacía muy gran daño. Después de bien batida los cuatro españoles se habían recogido, vién-
la torre, los franceses se metieron en armas, dose tan duramente combatir y que el artille-
y dieron combate en el castillo, el cual dieron ría había casi metido por el suelo todo lo de-
con mucha fortaleza; pero como lo hubiesen más de la torre, y que no tenían ningún re-
con solos doce hombres ó trece, no pudieron medio, determinaron de se dar á los franceses
los españoles tanto resistir á los franceses con condición que no los matasen. Los otros
que al fin no fuesen entrados por fuerza, adon- dos soldados, que con la mujer estaban en
de siendo tomado el castillo prendieron al la otra torre, aunque fueron con el artillé-
castellano y á los otros soldados que con él ría bien lombardeados, no hicieron muestra
estaban. Después de esto dejando los fran- de se dar, por razón que la torre era fuerte
ceses aquella ciudad libre y desembargada y ellos no de menor ánimo, en especial que
por el Rey de Francia, se salieron de allí y en aquel día mostró bien el uno de ellos su
fueron el camino derecho de Barleta, y pasa- valor, porque dándose el compañero á los sui-
dos por cerca de Andria, D. Diego de Arellano zos que aquella torre combatían, le hirieron
con la gente española que allí tenía, como malamente, dándole muchos golpes en todas
vido pasar á los franceses tan cerca de An- las partes del cuerpo, de lo cual escarmentado
dria, no los quiso dejar ir tan á su favor, an- el otro soldado que sólo quedó en la torre
tes saliendo de Andria con aquella gente dio determinó de morir antes que darse en poder
sobre la vanguardia tan recio, que sacando de de los franceses, esperando que lo mismo ha-
ellos un repelón de muertos y heridos que de rían de él que del compañero que se dio ha-
aquel salto hubieron, les convino tornarse á bían hecho, y con determinación de morir se
DEL GRAN CAPITÁN 117

estuvo solo en la torre, adonde hizo maravi- esto el Visorrey, que ya había sabido el daño de
llosas cosas de su persona; hasta tanto que los de la retaguardia, vuelve á socorrer á los
no le pudiendo entrar los franceses siguieron suyos con toda la gente y artillería de la van-
su camino, y el soldado español por su buen guardia, lo cual fué causa que no se perdiese
corazón y ánimo que en aquel día mostró, toda la gente de la rezaga, porque según los
quedó libre juntamente con la mujer, no reci- españoles los traían á mal traer, no se esca-
biendo el vituperio ni el captiverio y afrenta para hombre de ellos, y todavía no dejara el
que loscompañeros con menos ánimo recibie- Gran Capitán el campo y de pasar adelante
ron, el cual después que vido en campo segu- con el alcance, sino que se recelaba de un ca-
ro se salió de la torre y se tornó con la mujer pitán italiano que se llamaba Alfonso de San
á Andria, que estaba cuanto á una milla de Severino, que, según era fama, tenía lengua
aquel lugar do aquello había pasado. con los franceses, y era capitán de cien hom-
bres de armas y de cincuenta ballesteros á
caballo, y temíase no recibiese de aquella par-
CAPÍTULO XLIX te algún daño en su gente. Por esta razón,
De cómo el Vhorrey de Ñapóles vino á cercar dando el Gran Capitán vuelta con su gen-
á Barleía, y de lo que le acaescíó en el viaje te, se tornó á meter en Barleta, y los fran-

con los españoles. ceses todos juntos, así los de la rezaga como
los de la vanguardia, pasaron el río y vinieron
Pues como los franceses se hubieron parti- á asentar el campo de la otra parte de la puen-
do de aquel lugar de las viñas, adonde habían te del río de Losanto, donde á la boca de la
combatido á los seis infantes españoles, se- misma puente asentaron su artillería y pusie-
gún dicho es, comenzaron á seguir el camino ron sus guardas de la otra parte de la puen-
de Barleta. Ya que estaban no muy lejos de la te, media milla contra Barleta, y el Gran Ca-
ciudad, el Visorrey, que muy buen caballero pitán tenía sus guardas tres millas de Barleta
era, metió en ordenanza su gente, y metién- entre unas viñas, no muy lejos de donde la
dola en escuadrones dio la rezaga á monsiur guarda de los franceses estaba. Y desde allí
de Aubegni, con trescientos hombres de ar- escaramuzaban cada día españoles y france-
mas y con quinientos caballos ligeros, y con ses, y se hacían todo el daño que hacerse po-
el otro batallón de quinientos hombres de ar- dían.
mas, y mil caballos ligeros, y toda el artillería
é infantería repartida en dos escuadrones,
CAPÍTULO L
tomó el avanguardia. Y de esta manera que De cómo los franceses fueron salteados de los
dicho ha la Crónica, los franceses caminaron españoles, y cómo por razón del daño que
hasta llegar á la puente del río Losanto, has- hubieron de aquella vez, el Visorrey alzó su
ta llegar cuatro millas de Barleta. El Gran real y se fué á Canosa.
Capitán, que muy
bien había sabido que los
franceses venían contra él, determinó de los Estando los franceses en aquel lugar de la
aguardar á la pasada del río, y de los saltear puente de Losanto, viniéronles de socorro mil
con su gente, y de les dar un rebato antes y quinientos suizos, con los cuales, dado caso
que asentasen su real. Y con este acuerdo el que el campo francés fuese en desigual núme-
Gran Capitán salió con toda su gente de ar- ro mayor que no el de españoles, con aquella
mas y caballos ligeros é infantería, y púsose gente que era buena y venía de refresco se
en el camino por donde los franceses habían multiplicó en fuerzas, ánimo, poder; y así de
de pasar, y no queriendo acometer á la van- ahí adelante no ponían duda los franceses en
guardia, fuese encubiertamente y cargó en la tomar á Barleta juntamente con el Gran Ca-
rezaga que traía monsiur de Aubegni; y los pitán, sino que como los franceses sean gente
españoles dieron en la gente francesa con de no mucha razón y prudencia, y por el con-
tanta fortaleza, que gran deseo tenían de les siguiente sean muy desordenados, acaescíó
hacer mal y daño, que perdiendo muchos las que muchas veces los infantes franceses se
vidas les convino retraerse hacia donde esta- desmandaban de su campo y pasaban al lugar
ba la vanguardia, en los cuales fueron dando do los suyos tenían su guarda, y todos juntos
y matando una buena milla los españoles. En unos por una parte y otros por otra se des-
118 CRÓNICA GENERAL
mandaban á comer uvas de las viñas, que mu- bre su camino de Barleta sin perder tan sola-
chas hay en aquella tierra, y esto tenían cada mente un hombre, y de los franceses fueron
día de costumbre. La guarda española viendo muertos en aquel rebate ciento y cincuenta
esto muchas veces, y viendo el desconcierto hombres, y gran parte de ellos presos y heri-
que en andar por las viñas tenían, determinó dos. El Visorrey de Ñapóles viendo el gran
de avisar de ello al Gran Capitán, el cual po- daño que de estar en aquella estancia de la
niendo sus espías sobre ellos, un día siendo puente cada día se les recrecía, en especial
el comendador Mendoza de guardia con cien aquel de que muy pesante fué, haciendo los es-
caballos ligeros en el mismo lugar donde los pañoles sus hechos tan á su salvo, determjnó
españoles acostumbraban tener su guarda, de se alzar de aquel lugar, y que pues por aque-
envió á Diego García de Paredes y al prior lla parte no podían dar á los españoles, ir con

de Mecina con doscientos caballos ligeros y muy gran secreto sobre la ciudad de Taranto
con cincuenta hombres de armas para que sal- que estaba sin gente y muy mal proveída, don-
teasen la guardia de los franceses, cuando se de estaba Luis de Herrera, que ya había envia-
desmandasen como solían á comer uvas por do el Duque en España, según dicho es. Y con
las viñas. Había en la guardia de los franceses esta determinación el Visorrey se movió de
cincuenta hombres de armas, y ciento y cin- aquel lugar de la puente de Losanto, y fuese
cuenta caballos ligeros, y cuatrocientos infan- con su ejército á Canosa; y como fué en aque-
tes. Los sobredichos capitanes y gente de ca- lla villa, luego con mucha diligencia dio orden

ballo salieron de Barleta, y muy secretamente cómo pusiese por obra su voluntad para ir
caminaron hasta dar consigo en el lugar adon- sobre Taranto, y ansí porque el Gran Capitán
de la guarda de los españoles estaba; y como quedase cercado en Barleta, como porque no
los reconociesen, dieron orden con el comen- barruntase que su voluntad era ir sobre aque-
dador Mendoza para que todos juntos saliesen lla ciudad de Taranto, repartió su ejército por

á la guarda francesa, que á esta sazón anda- aposentos en esta manera: al capitán mon-
ban muy desmandados por las viñas comiendo siur de la Paliza con doscientos hombres de
uvas, y para este efecto los capitanes espa- armas y con doscientos caballos ligeros man-
ñoles hicieron dos partes de su gente, porque dó que aposentasen en Rubo; el capitán mon-
la una tomó Diego García de Paredes y la siur Pocodinare con cien hombres de armas
otra tomó el prior de Mecina; y Diego García y cien caballos ligeros mandó aposentar en
de Paredes con toda su gente dio tan de re- Terlique, y á monsiur de Chandela con cien
cio en los de la guardia francesa por la una hombres de armas y cien caballos ligeros man-
parte, y el prior de Mecina por la otra, que dó aposentar en la Chirinola, y su persona
como los franceses anduviesen tan desbarata- con monsiur de Aubegni con toda la otra gen-
dos sin concierto, comiendo y cogiendo uvas te de armas é infantería y caballos ligeros se
por las viñas, hicieron de aquel tropel muy quedó en Canosa. Siendo de esta manera
gran mortandad en los franceses, los cuales aposentado el campo francés por las tierras
viéndose salteados, no esperando otra cosa comarcanas de Barleta, teniendo medio cerca-
salvo la muerte según su desorden, cada uno dos á los españoles, el Gran Capitán que ni de
como mejor podía procuraba huir y desviarse día ni de noche no pensaba sino en la manera
de aquel peligro y salvarse. Los españoles, que había de tener para se defender de los
que no por bien parecer habían acometido franceses, porque aquellas dos provincias Pu-
aquel hecho, sino por vengarse de los france- glia y Calabria no viniesen á su poder, y ansí-
ses, los siguieronmatando y hiriendo en ellos, mismo procurando por otra parte cómo los
hasta los meter por las puertas de la puente dañase, supo del repartimiento que de su gen-
adelante, adonde el Visorrey con todo su ejér- te el Visorrey había hecho por aquellos luga-
grande fué el miedo que los
cito estaba; y tan res comarcanos, y pensó que aquella distri-
españoles metieron en el campo francés, que bución no se había hecho sin misterio, y no
todos se tenían "por perdidos, creyendo que asegurándose de aquello, que según su gran
todo el ejército español venía sobre ellos. Por prudencia pensó no tener buen fin, determinó
lo cual todos alborotados se metieron en armas de enviar luego al capitán Pedro Navarro á
con voluntad de salir á los españoles, los cua- Taranto, para que juntándose con Luis de
les bien contentos con lo hecho tornaron so- Herrera diesen entre sí orden de defender
DEL GRAN CAPITÁN 119

aquella ciudad si franceses fuesen á poner les proveyesen algunas cosas en la villa;
y si
cerco sobre ella, al cual dio trescientos infan- viniesen los franceses, avisasen en Taranto, y
tes y dos galeras en que fuese por mar y más quedaron con ellos sesenta hombres de armas
prestamente cumpliese aquel viaje. y sesenta infantes, y ceii caballos ligeros; y
ordenado esto el capitán Pedro Navarro con
sus infantes se tornó á Taranto para proveer
CAPÍTULO LI élpor su parte lo que cumplía á la ciudad. Ya
De cómo monsiur de Nemos se partió de Ca- en este medio el Visorrey estaba en una villa
nosa para ir sobre la ciudad de Taranto, y que dicen Linterno, adonde fué avisado que
de lo que le acaeció con los españoles en el los españoles que estaban en Taranto que-
camino. daban en Castellaneta, y que en breve se ha-
bían de tornar á la ciudad, de cuya causa lue-
Ya dijimos arriba cómo el Visorrey de Ña- go el Visorrey despachera Luis de Haste y á
póles después que se alzó de sobre la ciudad monsiur de Formento, que por otro nombre
de Barleta se fué á Canosa, el cual con volun- se decía Castilione, que con cien hombres de
tad que tenía de ir sobre la ciudad de Taran- armas y con cuatrocientos caballos ligeros
to repartió su gente por aposentos por aque- tomándoles la delantera los esperase en el
lla comarca de Barleta. Pues dice ahora la paso por donde habían de pasar y los saltea-
crónica que dejando el Visorrey de Ñapóles sen en el camino. Con esta orden los sobre-
al capitán monsiur de Aubegni en Canosa con dichos capitanes franceses se partieron de
mil y quinientos infantes con la mayor parte Linterno, y pasaron muy secretamente de no-
de gente de armas y caballos ligeros, él con che por la Castellaneta y fueron á un paso
trescientos hombres de armas y otros tantos junto á unas lagunas que están cinco millas
caballos ligeros, y con cinco mil infantes y de Taranto en el mismo camino de Castella-
nueve piezas de artillería se partió de Cano- neta.Y en esto el conde Matera, y el Arzo-
sa y se fué á la ciudad de Taranto, según que bispo de Mazarra y Luis de Herrera saliendo
el Gran Capitán lo había sentido, para cercar ya bien tarde de Castellaneta, para irse á Ta-
aquella ciudad y hacer por aquella parte daño, ranto á avisar á Pedro Navarro de cómo te-
pues no lo habían podido hacer en Barleta. El nían nueva de los franceses, yendo por el ca-
capitán Pedro Navarro que, según dicho es, mino bien descuidados de lo que sucedió,
elGran Capitán había enviado á Taranto para allegaron ya bien noche á aquellas lagunas
socorro de aquella ciudad, allegó con muy donde los franceses estaban esperando, y de-
gran diligencia en ella, adonde halló á Luis de jándolos pasar un poco adelante para los to-
Herrera que tenía cien caballos ligeros en mar por las espaldas, salieron todos de tro-
guarnición de aquella ciudad, y aderezando pel y dieron de recio en la gente italiana que
con él todo lo que convenía para defensión aquellos capitanes llevaban, y como los toma-
de aquella tierra, supieron cómo los franceses sen por las espaldas y pensasen con la oscu-
á más andar se acercaban á aquella parte; por ridad de la noche que venía todo el campo
lo cual saliendo ambos estos dos capitanes francés sobre ellos, debaratáronse todos sin
de Taranto se fueron á una villa que está no hacer muestra de resistencia, y mataron de
muy lejos de Taranto, que llaman Castella- aquel salto los franceses treinta hombres y
neta, adonde estaba el Arzobispo de Mazarra prendieron al Conde de Matera. Hubieron
y el Conde de Matera, los cuales tenían la en este rebate ansímismo cerca de cien ca^-

parte de España, y tenían consigo sesenta ballos, yverdaderamente no quedara tan solo
hombres de armas italianos y otros sesenta un hombre que no fuera muerto ó preso,
caballos ligeros, y fueron á aquella villa por salvo que con la oscuridad de la noche se sal-
ver si era fuerte y se podía defender; y ha- varon los más y se fueron á Taranto bien
llando que no era suficiente para esperar en mal parados de lo que les sucedió aquella
ella al campo francés y comunicando las cosas noche. El Conde de Matera, como dicho es,
que convenían con aquellos príncipes, deter- siendo preso por monsiur de Formento, hizo
minóse Luis de Herrera y el Arzobispo de pacto de se rescatar en diez mil ducados, el
Mazarra y el Conde de Matera se quedasen cual como de presente no tuviese aquella
dos días en la Castellaneta, dentro 4elos cua- suma para podella pagar, alcanzó de monsiur
120 CRÓNICA GENERAL
de Formento facultad para ir á buscar aque- con otros lugares de aquella provincia, el Vi-
llosdineros á Barleta, dejando en rehenes en sorrey fué á Lichea, unas villas que estaban
lugar suyo á un sobrino. por el Rey de España, y como fué sobre ellas
luego se le rindieron, y reposando en aque-
CAPÍTULO LII lla villa algunos días se fué á Canosa.

De cómo el Visorrey de Ñapóles se movió de


Linterno y vino á cercar á la ciudad de Ta-
CAPÍTULO Lili

ranto, y de lo que sucedió después con los De un reñido campo y desafío que entre once
franceses, como adelante se dirá. caballeros franceses y once españoles se hizo
en Taranto, y de lo que sucedió.
Después que los franceses hubieron roto la
gente que iba á Taranto de Castellaneta, lue- Grandes cosas acaecían cada día entre es-
go se tornaron adonde el Visorrey de Ñapó- pañoles y franceses, de las cuales solamente
les estaba, el cual había quedado con todo su cuenta la crónica las que por ser dignas de
ejército en aquella villa de Linterno, y como memoria merecen perpetuidad. Acaeció, pues,
fueron todos juntos, muy alegre el Visorrey que al tiempo que los franceses tenían su real
de lo bien que á los suyos había sucedido cerca de Barleta hubo entre los franceses
aquella noche entre Castellaneta y Taranto» quien dijo que los españoles no sabían pelear
determinó de se mover la vía de Taranto y á á caballo, y que todo su hecho era acometer á
dar aquello que determinado tenía, y ansí
fin los enemigos á pie, y que en aquella manera
se partió de Linterno, y llevando su camino de pelear era buena gente y se sabían bien
derecho, pasó por Castellaneta y tomóla en valer, pero que á caballo ellos les tenían muy
su devoción; y saliendo de aquel lugar llevó gran ventaja, como hombres que todo el ejer-
su camino derecho á Taranto, y allegando cicio de la guerra de ellos era lo más á caballo,
cuanto á una milla de la ciudad, puso allí el y como má^ experimentados les tenían muy
asiento de su real junto á un río que entra en excesiva ventaja. Los españoles defendían lo
el mar Rechino, y estuvo en aquel lugar al- contrario, diciendo que ellos no sólo sabían
gunos días informándose de la manera que pelear á pie pero aun á caballo, de lo cual ellos
habían de tener para tomar la ciudad; pero el se alababan, poniéndoles por ejemplo la expe-
tiempo que allí estuvo recibió mayor daño en riencia que de ello había, porque en todos sus
la gente que no sacó provecho. Y al fin vien- acometimientos y escaramuzas siempre espa-
do la fortaleza de la ciudad y la buena orden ñoles llevaban lo mejor. Finalmente, tanto se
que tenían los de dentro en se defender, de- altercó sobre esta materia, que hubo de resul-
terminó de se alzar de allí é irse á Canosa, taren sangriento fin, por razón que los espa-
adonde, según dicho es, había quedado el ca- ñoles son no poco suntuosos y ambiciosos de
pitán monsiur de Aubegni, y antes que fuese la honra; porque afrentados de lo que los

á Canosa fue con todo su ejército al cabo de franceses días había que decían, queriendo los
Taranto, y en el camino tomó una villa que españoles tornar por sí, desafiaron á los fran-
llaman Oirá, juntamente con el castillo, adon- ceses, porque á caballo como
ellos habían di-
de estaba por castellano un capitán que de- cho sabían poco, saliesen en campo once ca-
cían Moreno, y antes que se partiese de so- balleros franceses contra otros once caballe-
bre Taranto dejó en las villas y lugares de ros españoles, y que allí se vería el verdadero
aquella comarca sus guarniciones, porque en testimonio de aquelloque decían. Los franceses,
Castellaneta dejó el capitán Grimoneto con no poniendo duda en el vencimiento, aceptaron
cincuenta hombres de armas y cien caballos el desafío, y así se atreguaron los unos á los

ligeros, y en las grutallas dejó á monsiur de otros hasta tanto que el campo fuese hecho.
la Candela con cien hombres de armas, y en Enviábanse de una á otra parte personas que
Panosa y en Leporana, que son dos lugares diesen orden en el desafío, ansí para concer-
cercanos uno de otro, dejó al capitán Fabricio, tar el lugar adonde se había de hacer como
hijo del Conde de Gonza, con el cual dejó para dar á cada parte las armas que habían de
doscientos hombres de armas y sesenta ca- llevar. Finalmente el lugar para el combate se

ballos ligeros. Aposentada, pues, la gente en señaló junto -á la ciudad de Taranto en una
esta forma que dije, habiendo tomado á Oirá tierra de venecianos, y las armas que habían
DEL GRAN CAPITÁN 121

de llevareran á guisa de hombres de armas combatientes españoles salieron del real y lle-
con hachas y espadas, y estoques y dagas, y garon al lugar del campo, y allegaron antes
asimismo para seguridad del campo se dieron que los franceses; los cuales no menor diligen-
rehenes de una parte á otra, según que se cia habían puesto en se aderezar de su parte
acostumbra hacer en semejantes desafíos. Y para aquel día que aplazado tenían. Fueron los
después de todo aderezado, allegado el día del combatientes franceses no poco escogidos en
combate, que fué á veinte y siete días del mes todo el ejército, aunque á la verdad según su
de Septiembre del sobredicho año de mil y qui- soberbia, no pensaban que era menester tan
nientos y tres, los españoles salieron de Bar- fuerte gente como ella era para haber de com-
leta, los cuales por entrar en campo tan seña- batir con españoles. Los nombres de los com-
lado es justo decir los nombres de los unos y batientes franceses son los siguientes: Mon-
de los otros. Fueron de la parte de España siur de Rosón, la Ribiera, Pedro de Bayarte,
once caballeros soldados muy escogidos: el Mondragón, Velabra, Simonete, Ynovate, To-
primero fué Diego García de Paredes, el cual rrellas, Nampón y Lisisco; todos capitanes y

así por su fortaleza como por entrar aquel día varones nobles de mucha virtud. Puestos jun-
herido de tres heridas en la cabeza que tres tos españoles y franceses en el lugar señala-
días antes le habían dado en Barleta departien- do del combate, los jueces que para aquel he-
do un ruido que entre los soldados hubo, don- cho habían sido nombrados metieron en el
de si no se hallara murieran más de mil solda- campo los combatientes, y poniéndolos á cada
dos, es razón le nombre la crónica primero; el una de las partes en su lugar, apartáronse á
segundo Diego de Vera, capitán del artillería, fueraypartiéndolesel sol vinieron unos contra
varón de muy gran virtud, y el tercero fué otro los otros con mucha fortaleza. Pararon sus
muy buen soldado que llamaban Jorge Díaz golpes de tal manera que del primer encuen-
Aragonés, y el cuarto fué Martín de Tuesta, tro cayeron á tierra dos franceses y dos es-
aquel buen capitán que al tiempo de las tre- pañoles; dejando las hachas metieron mano á
guas entre franceses y españoles había queda- las espadas, y de ahí cada uno se aprovecha-
do en la Tripalda; el quinto se llamaba Moreno, ba de las otras armas según les parecía que las
de quien yalacrónicahahechomenciónque es- había menester. Grandes fueron los golpes
taba en Oirá antes que viniese en poder del Vi- que se daban, y verdaderamente fué muy re-
sorrey de Ñapóles, según dicho es; el sexto se ñido combate, ansí por los unos como por los
llamaba Olivan; el séptimo se llamaba Segura; otros, porque los españoles procuraban ganar
el octavo se llamaba Arévalo; el noveno. Agui- honra porque no quedasen los franceses por
lera; el penúltimo, Pivar; el último, Oñate; to- verdaderos de lo que habían dicho; los fran-
dos varones de mucho ánimo, en quien con ra- ceses por el contrario pugnaban por sacar
zón se cometió la honra de España como en verdadera su opinión, por razón que si sa-
aquel desafío se altercaba. Antes que estos sol- lían victoriosos de ahí adelante serían teni-
dados combatientes saliesen del real y asiento, dos por mejores cabalgantes y más diestros y
el Gran Capitán los habló encomendándoles esforzados; y con esto cada uno hacía muy
mucho procurasen sustentar la honra de Espa- grandísimas cosas de su persona, y dábanse
ña y mantenerla con las armas, como habían muy recios y pesados golpes; de manera que
sabido tornar por ella con palabras que cues- muy mucha sangre les salía por entre las ar-
tan muy poco y menos valen si no se hacen mas, y aun el campo se teñía de la sangre que
verdaderas con el hecho, y que supiesen cier- de las heridas salía, aunque muy mayor abun-
tamente que en aquel día ganaban particular dancia era la que de los caballos salía, que
honra para sí y su tierra haciend) su deber si casi todos los más fueron muertos y heridos.
salían vencedores del campo, porque todas Andando, pues, en la mayor priesa del pelear,
aquellas otras afrentas y acometimientos, dado todos los caballeros franceses vinieron al
caso que ellos hubiesen salido victoriosos, no suelo, si no fueron tres de ellos, que fueron
se atribuya á ninguno la honra en particular Pedro de Bayarte y otros dos. De los españo-
sino en general á los españoles; pero en aquel les asimismo quedaron á pie otros tres, que
desafío solamente sus personas la ganaban, fué Jorge Díaz y Diego de Vera y Olivan; to-
como ganada y merecida por sus propias obras. dos los demás perdieron los caballos, aunque
Y con esto encomendándolos á Dios, los dichos á esta sazón ansí las hachas como las espada»
122 CRÓNICA GENERAL
y estoques y lanzas, todas las demás estaban dando en él los españoles; los cuales fueron

por el suelo hechas pedazos, y ansí no tenían de voto y opinión que ansí se hiciese, dicien-
armas con qué poder pelear. Los franceses los do, que pues los franceses habían sido los re-
más de todos estaban en el suelo no
ellos ó queridores, de cualquier manera que saliesen,
se pudiendo defender de los españoles que sería suya vergüenza, y la honra y prez de
la

quedaron á caballo, que eran seis. Convínoles los españoles, yque por esta razón no debían
retraerse á un lugar, adonde en un mismo hacer más en aquel caso. Pero Diego García
círculo y compás estaban cuatro caballos
muer- de Paredes, que muy recatado era en todos
tomando siete lanzas de las que es-
tos, y ansí los puntos de honra, no quiso pasar por aque-
taban en el suelo, comenzáronse á se defen- llas condiciones, diciendo que no satisfacía
der de los españoles, con harto trabajo suyo, cosa alguna con lo que eran obligados, ni

porque ya no se podían resistir ni amparar en cumplían de aquella manera con su honra, por
el campo contra ellos. Pero Diego García de lo cual él se determinaba que lo que de aquel

Paredes, que había la victoria en las manos, lugar los había de sacar, había de ser la muer-
como vido que aquellos franceses se defen- te de los unos ó de los otros. Por estas pala-
dían en aquel lugar y que los compañeros no bras de Diego García de Paredes vino la cosa
los entraban, comenzó á decir en alta voz, á tanta discordia entre los españoles que fué
pues que la victoria habían alcanzado, ó á lo causa de no acabar del todo aquel hecho ni
menos la mayor parte de ella, procurasen dar alcanzar cumplidamente la victoria, que sin
el fin que en aquel combate deseaban, dicién- ninguna duda hubieran, si todos ellos se con-
doles que por estar él tan atormentado de cordaran en un mismo parecer. Y así con todo
las heridas que en
cabeza tenía, no se apea-
la su daño y heridas de cabeza se apeó después
ba de su caballo, pero que bien vían que si no de rompida su lanza, y habiéndosele por des-
era á pie no se podían de otra manera entrar gracia caído la espada de la mano y perdida
aquellos franceses que estaban reparados con la maza, obstinadamente se valió de tirar pie-

los caballos. Y así Diego García de Paredes, dras, con las cuales por orden el espacio del
con muy grande enojo que de ver cómo tanto campo estaba señalado, de que hizo mucho
tiempo les duraban aquellos vencidos france- daño é impedimento á losenemigos. Finalmen-
ses en campo, y por dar ánimo á los compa- te, los franceses salieron del campo y los es-
ñeros, arremetió con su caballo muy denoda- pañoles se quedaron en él con la mayor parte

damente contra ellos, y peleó solo con aque- de la victoria. Duró este combate de once por
llos siete franceses un buen rato; pero al fin, once cinco horas y más, las cuatro horas de
como por razón de los caballos que estaban día y lo demás de noche. Fué el más reñido y
en el campo muertos no pudiese revolver el duro combate que nunca se vido ni se leyó
suyo á su placer, ni aprovecharse de los ene- jamás. Los jueces en el tribunal sentenciaron
migos á su voluntad, hubo de retirarse afuera que la victoria era incierta, con tal que á los
muy cargada su persona de muy pesados gol- españoles les fué dado el nombre de valero-
pes y el caballo muy lleno de heridas que ape- sos y esforzados, y á los franceses el loor de
nas se podía tener. En este medio los otros una grande constancia. Pero bien es aquí apli-
españoles se habían apeado de sus caballos car un agudo y muy sotil dicho del Gran Capi-
y venían á feriren los francesas con voluntad tán Gonzalo Fernández de Aguilar y de Cór-
de dar fin en aquel combate, que la noche es- doba acerca de esto, porque habiendo vuelto
taba ya muy oscura y érales muy gran ver- los caballeros españoles del combate, loando
güenza que gente vencida les durase tanto en Alarcón en presencia del Gran Capitán á
campo. Pero los franceses, que ya estaban más Diego García de Paredes, y en su propia pre-
acompañados de miedo que no de soberbia, sencia, sus excelentes obras que había hecho
viendo venir á los españoles á dar en ellos, de- en este trance, que faltándole las armas se ha-
terminaron de los requerir diciéndoles que bía ayudado de las dichas piedras, el Gran
ellos habían hecho como buenos caballeros, y Capitán respondió: «No tienes por qué mara-
que no procurasen de llegar al cabo aquel com- villarte en ninguna manera tanto de esto, por-

bate, porque era ya pasada gran parte de la que Diego García de Paredes en todo es muy
noche y que se contentasen con sólo el hecho valeroso y muy animoso soldado, y más que
y que los dejasen salir á ellos del campo, que- confiado en sus naturales armas se ha habido

i
DEL GRAN CAPITÁN 123

más esforzada y gallardamente que los otros». D Diego de Mendoza con algunos otros ca-
Todos aquellos caballeros ygentiles hombres balleros é infantes, porque toda la más gente
que estaban presentes se rieron y holgaron era ida con el Gran Capitán al combate, para
mucho, porque por vía de palacio y pasatiem- favorecer y ayudar á los suyos, si por caso
po tachaba á Diego García de Paredes un fuesen délos dichos franceses contra la segu-
humor malancónico que le tomaba muchas ve- ridad acometidos. Y por esta causa sabiendo
ces y venía á salir de sí. Y tenía el dicho García el capitán monsiur de la Mota la muy poca

de Paredes por costumbre dar de puñadas á gente que en Barleta había quedado, vínose
los que estaban más cerca, así como hacen los según se ha dichg arriba sobre ella- Pero don
furiosos cuando echan piedras á la multitud Diego de Mendoza, qu? muy buen caballero y
de la gente. De allí adelante los franceses y esforzado era, no quiso en ninguna manera
españoles encendidos por la gloria de la honra, esperar á los enemigos dentro en la ciudad
con mayor orden y esfuerzo peleaban, de ma- cerradas las puertas, sino con muy grande
nera que parecía que más combatían por la ánimo, varonil corazón, saUr á los recibir con
gloria que por el derecho del reino. Por lo cual su gente aunque era poca, mas animosa; el
se hacían muchas veces emboscadas, y otras cual con aquellos pocos españoles y italianos
veces combatían en abierta campaña, pero en que allí tenía, y los sobredichos franceses
el rescatar y trocar los soldados prisioneros (que hasta las puertas de Barleta corrían por
hubo muchas contiendas de la una y de la otra todos los caminos y heredamientos y atalaban
parte, porque eran muy afligidos y molesta- loque podían en ellas) se trabó una tan reñi-
dos los soldados y capitanes, y era la causa da escaramuza que muchos franceses perdie-
que ponían mayor tasa en el rescate de los ron allí las vidas y muchos fueron heridos y
prisioneros de lo que era justo, y así no podía presos, y al fin no pudiendo más sufrir la fuer-
sufrirse. El Gran Capitán queriendo poner en za de los italianos, que en aquel día lo hicie-
esto remedio, se concertó con monsiur de ron muy valerosamente, se comenzaron á des-
Nemos, Visorrey de Ñapóles, de esta manera: baratar unos por una parte y otros por otra.
que un soldado privado por su rescate diese Y D. Diego de Mendoza, que en aquella esca-
la paga de un mes; un hombre de armas de ramuza mostró muy bien su valor y la forta-
tres meses; un capitán de una compañía ó un leza de su corazón, con pérdida de muy pocos
alférez la paga de seis meses; el capitán de de los suyos y con mucha honra de la alcanza-
una banda de caballos el sueldo de un año; da victoria, se tornó á Barleta, adonde otro
los otros capitanes de la orden de los nobles, día vino el Gran Capitán con la otra gente y
cuando fuesen presos, pagasen de tasa á ar- caballeros combatientes muy alegres, no tan-
bitrio del capitán general cuyos prisioneros to por la victoria tan crecida y afamada que
fuesen. Mandó después de esto el Gran Capi- de los once caballeros franceses alcanzaron,
tán un bando por su campo, el cual mandó se- cuanto por la buena victoria que el capitán
veramente guardar, que con los prisioneros D. Diego de Mendoza hubo tan á su salvo y
usasen liberalidad y magniflcencia, y esto fué honra. El cual contó al Gran Capitán muy lar-
por dar honra y fama á la nación española, gamente todo lo que le había acaecido des-
porque los españoles no sólo de esfuerzo, mas pués que de la ciudad de Barleta se partió al
aun de humanidad y cortesía, quería que hi- combate, alabando muy mucho á la nación
ciesen ventaja á los franceses. Pero como los italiana, que en aquel día lo habían hecho muy
franceses estuviesen muy airados del mal su- virilmente, usando de muy gran corazón, vir-
ceso de la lite de once por once, viendo cuan tud, fortaleza y ánimo contra los franceses.
mal había sucedido á los suyos en aquel com-
bate y desafío, determinaron de se vengar de CAPÍTULO LIIII
otro modo
y manera, y ganar por otra parte
De cómo un capitán francés, que se llamaba
lo que por aquella habían perdido. Y con esta
monsiur de Alegre, fué sobre una villa que di-
determinación y voluntad monsiur de la Mota,
cen San Juan Redondo, y lo que sucedió.
que á la sazón estaba en Rubo, salió con toda
la gente de caballo que en aquella villa de Después de aquel famoso combate de once
Rubo estaban y fué á dar un tiento en Barle- por once, que entre españoles y franceses
ta, en la cual tan solamente habían quedado hubo, según dicho es, el Visorrey de Ñapóles,
124 CRÓNICA GENERAL
que no entendía otra cosa salvo en destruir tomasen. Y de tal manera la batieron y con
á los españoles, supo cómo en una villa que tanta fortaleza, que en poco espacio metieron
es la montaña de Sanctángelo, que dicen San llano por el suelo una gran parte del muro,
Juan Redondo, estaba un capitán español con por lo cual convenía á los de dentro de la vi-
ciento y cincuenta españoles en guarnición de lla combatirse con los franceses á lanza pare-
aquella villa, y que si se pusiese diligencia, se ja. Finalmente, el Gobernador español viendo
podría muy fácilmente tomar junto con otros la poca gente que tenía y la mucha de los ene-
lugares y villas de aquella montaña; el cual migos, y que era imposible los de dentro de
luego envió contra aquella villa de San Juan la villa combatirse con los franceses y poder
Redondo uno de sus capitanes, que llamaban sostener la villa á causa del muro derribado,
monsiur de Alegre, con trescientos hombres determinó de venir en concierto con monsiur
de armas y quinientos caballos ligeros y mil de Alegre, al cual envió á decir que si le hiciese
y quinientos infantes, con siete piezas de ar- seguro á él y á los suyos juntamente con los de
Y con esta orden y mandamiento se
tillería. la villa, de sus personas y haciendas, de mane-
partió monsiur de Alegre de Canosa, y por ra que no recibiese daño de alguna persona,
sus jornadas allegó á San Juan Redondo, adon- que ellos le entregarían la villa, donde no, que
de con mucha diligencia asentó su campo y ellos determinaban de morircomo les convenía,
hizo todos los aparejos que convenía para la de morir en prisión ó de morir en libertad, de-
expugnación de aquella villa y asentó el arti- fendiendo la villa con todo su poder y fuerzas.
llería contra el muro, el cual hizo batir con Monsiur de Alegre, que como era francés de
mucha fortaleza dos días continuos, de cuya naturaleza ansí lo era en sus malas maneras,
causa vino á tierra una buena parte del muro. mostró que era contento de pasar por aquel
Pues como en los semejantes combates suele, partido con condición que los de la villa pudie-
acaeció luego que se hubo dado la batería, sen hacer lo mismo, y ansí lo prometió sobre su
monsiur de Alegre hizo meter en armas su fe de hacer, y con esto el capitán español, no
gente, y en allegándola al muro dióse la bata- creyendo que monsiur de Alegre haría otra
llaá la villa, adonde como los franceses fue- cosa, le recibió á él y á su gente en San Juan Re-
sen muchos en número y los españoles po- dondo; y queriéndose partir aquel capitán, mon-
cos, conveníales cumplir con fuerzas y ánimo siur de Alegre, yendo contra su fe y palabra,
la falta de la gente, por manera que hicieron hizo prender al capitán español y á todos los
tanto aquel día de sus personas, que dado suyos, á los cuales hizo despojar de sus armas
caso que gran parte del muro hubiese el arti- y caballos y todo lo que tenían. Junto con esto
llería de los franceses echado por tierra, re- hizo saquear la villa y hacer otros agravios
botaron aquel día á los franceses y les mata- que no debiera, por solo cumplir su palabra y
ron é hirieron más de veinte soldados con fe. En esto Diego García de Paredes era ya

harto poco daño suyo. El Gran Capitán que bien cerca de Manfredonia, el cual siendo vis-
estaba en Barleta, luego que monsiur de Ale- to por monsiur de Alegre, no quiso esperar
gre se partió de Canosa para ir contra San en San Juan Redondo, por razón que por la
Juan Redondo, fué luego avisado, por lo cual batería que ellos habían antes dado en aque-
con mucha presteza despachó á Diego García lla villa estaba el muro muy mal parado y no

de Paredes con ochocientos infantes, para que era posible poderse defender de los españo-
metidos con aquella gente en dos galeras y les en aquel lugar. De cuya causa luego se
otros siete navios fuese á la mayor priesa que partió con toda su gente de aquella villa y
pudiese á socorrer aquella villa por la vía vínose la montaña abajo á San Juan Leonardo,
de la mar. Diego García de Paredes, que no con voluntad de irse á meter en otra villa que
era perezoso en lo que tocaba al servicio de estaba la marina arriba, que llaman Veste,
su rey, luego se movió de Barleta la vía de porque monsiur de Alegre tenía habla con al-
San Juan Redondo, y tanto anduvo que llegó á gunos ciudadanos de Veste, en que le habían
vista de la villa. Los franceses, como vieron enviado á decir, cuando estaba sobre San Juan
venir aquellas velas, reconocieron que eran Redondo, que queriendo venir con su gente
españoles, y por esta causa monsiur de Ale- sobre aquella ciudad, ellos le prometían de le
gre mandó apresurar la batería, por razón que abrir las puertas y de le recibir dentro; y por
antes que los españoles socorriesen la villa, la esta razón monsiur de Alegre luego se movió

d
DEL GRAN CAPITÁN 125

de San Juan Leonardo con toda el artillería y ses, no se hallando bien seguros en la ciudad,
gente, y vino á una villa que llaman Ronda, por razón que si el capitán español lo supiese
que es asimismo en la sobredicha montaña de los castigaría por su traición y menos fe, tu-
Santángel; y porque desde aquel lugar ade- vieron por bueno y más seguro partido ausen-
lante camino de Veste no se podían llevar los tarse de allí y irse adonde monsiur de Alegre
carros del artillería, por la aspereza de la tie- estaba, en Ronda, Luego Di^go García de Pa-
rra, hízola monsiur de Alegre embarcar en redes, como llegó sobre Veste, saltó en tierra
cuatro galeras que el capitán Peri Juan, del con toda su gente, que eran cuatrocientos
armada francesa, al presente tenía en aquel hombres, y sin ninguna contradicción ni resis-
puerto de Ronda, adonde juntamente con el tencia que en los de Veste hallase se metió
artillería mandó embarcar quinientos suizos dentro, y allí habló con los ciudadanos, confir-
para guardar el artillería y para que se metie- mándolos en el amor del Rey de España y re-
sen en Veste antes que ellos, y con esto el prendiéndolos amorosamente lo mal que lo
capitán monsiur de Alegre por tierra y el ar- habían hecho en se cartear con los franceses
tillería y la otra gente por mar, cada cual en- y mostrarles voluntad de los recibir en la ciu-
derezó su camino la vía de Veste. En esto dad, en que mucho habían deservido á su
Diego García de Paredes, que ya había llega- Rey, lo cual todo se les perdonaba, queriendo
do á Manfredonia, fué avisado de lo que mon- de ahí adelante mudar la condición y fielmen-
siur de Alegre hizo en San Juan Redondo, y te, junto con él, mostrar sus fuerzas contra
ansimismo de cómo por razón de la habla que los franceses. Los de Veste se disculparon,
con los ciudadanos de Veste tenía, con inten- echando toda la traición en los ausentes, di-
ción de se meter en aquella ciudad, había mo- ciendo cómo ellos habían sido los levantado-
vido de San Juan Redondo la montaña abajo, res de aquel trato y que ellos no habían te-
la vía de aquella ciudad. nido conformidad ninguna con ellos en deser-
vicio de su Rey. Finalmente, quedando los de
Veste en mucho amor con el capitán español,
CAPÍTULO LV hiciéronse luego con gran diligencia todos los
De cómo Diego García de Paredes salió de aparejos que para esperar los franceses eran
Manfredonia de noche v allegó á Veste antes necesarios, esperando si por ventura los fran-
que los franceses y se metieron dentro. ceses todavía procurarían de venir sobre
aquella ciudad. Monsiur de Alegre, como supo
Pasando estas cosas según la orden que que la ciudad de Veste había sido de los es-
monsiur de Alegre había dado en aquel hecho, pañoles ocupada por razón de su tardanza,
Diego García de Paredes, que bien había sido pesóle mucho de ello, pero no dejó todavía
de todo lo que pasaba avisado, estando como tentar con su gente lo que hacerse podía. El
estaba en Manfredonia, se partió aquella no- cual, enviando primero delante cincuenta hom-
che de la villa á las tres horas de noche, y bres de armas y cien caballos ligeros y tres-
dándose la mayor priesa que pudo vino so- cientos infantes, él se quedó en Ronda con
bre Veste á la punta del día, ya que quería voluntad de luego otro día siguiente moverse
amanecer; y los de Veste, como reconocieron de aquel lugar la vía de la ciudad de Veste.
las galeras que venían por la mar ser españo- Aquella gente francesa que monsiur de Ale-
les, teniendo ya concertado, según dicho es, gre envió á saber el estado de la ciudad, á fin
con monsiur de Alegre de lo recibir dentro de de tomar lengua del número de la gente espa-
la ciudad, diéronle luego aviso, diciendo cómo ñola que dentro estaba, partiéndose de Ron-
galeras españolas habían llegado con gente da allegaron hasta milla y media de Veste an-
por mar á se meter en la ciudad, y pues él se tes que fuese de día, y allí se emboscaron to-
había estado en venir, como se había concer- dos hasta que fué el día claro, desde donde
tado, no podían hacer otra cosa sino darles la enviaron veinte hombres de armas y cincuen-
ciudad y estar como estaban en obediencia, ta caballos ligeros para correr la tierra é in-
porque de otra manera, haciendo lo contrario, formarse de lo que en Veste se hacía. Y los
ellos no tenían aparejo para se defender tan corredores franceses con esta orden se par-
solamente una hora. Los principales que de tieron de la emboscada y llegaron junto á la
este caso habían sido autores con los france- ciudad, en un monasterio que se dice San
126 CRÓNICA GENERAL
Francisco; y Diego Oat-cía de Paredes, c}Ué fué artillería la vía de Visela y la cercase y la to-
avisado de los corredores franceses y cuan mase por el Rey de Francia, y que rio quisiese
junto estaban de la ciudad, salió á ellos con pasar adelante por razón que no había ningún
ciento y cincuenta españoles de los suyos y efecto en aquel caso, antes recibiría daño en
dio sobre ellos con mucha fortaleza, y los fran- la gente. La barca se partió de Ronda para
ceses, por el contrario, se comenzaron á de- dar aviso al capitán Peri Juan; pero como las
fender no teniendo en nada á los españoles; cosas de la mar no suceden todas veces con-
pero al fin los españoles hicieron tanto aquel forme al querer y voluntad de los navegantes,

día,que eh muy poco espacio desbarataron á sucedió aquel mismo día que el capitán Peri
los franceses y mataron y hirieron de ellos Juan se partió de Ronda para ir sobre Veste,
más de treinta. Y los franceses, que todavía la mar mudó su sosiego y, tornado en tiempo

eran de los españoles seguidos, retrajéronse contrario, dio al través con el armada, por ma-
hasta el lugar do los otros franceses estaban nera que, á cabo de mucho peligro, habiendo
emboscados, los cuales, recogiendo á los su- de ir el armada francesa la vía de Veste, fué
yos y viendo ir los españoles todavía en su á parar en un puerto de Esclavonia, de cUya
alcance, partieron de allí todos de aquel lugar causa ni la barca cumplió el mandado de mon-
y muy con gran priesa se recogieron á un lugar siur de Alegre ni el capitán Peri Juan fué avi-
cercano de allí, que llaman Viqo; y desde allí sado de ella de lo que había de hacer, ni me-
se fueron á Ronda á dar aviso de todo lo que nos acabó aquello que le fué mandado por
alcanzaban del estado de la ciudad á monsiur monsiur de Alegre, que era que fuese sobre
de Alegre; y los españoles se tornaron muy Veste. Finalmente, el capitán Peri Juan, como
alegres á Veste, habiendo hecho aquel aco- vido tiempo metido en bonanza, deseando
el

metimiento muy á su salvo y sin daño de los cumplir lo que por monsiur de Alegre le había
suyos. sido mandado, partióse cOri sus galeras de
aquel puerto, de do había parado, creyendo
CAPÍTULO LVI que ya habría monsiur de_ Alegre tomado la
De lo que acaeció al capitán Peri Juan en el ciudad de Veste y que allí le hallaría sin nin-
puerto de Veste, y de cómo partiéndose de guna duda, según el concierto que con los de

allí fué sobre Visela. Veste tenía, y Viniendo con muy buen viento,
allegó cerca del puerto de Veste un día de
Hase dicho arriba cómo monsiur de Alegre mañana. A la sazón acaeció que salió del puer-
desde Ronda había enviado gente para infor- to una fusta de españoles, y el capitán Peri
marse de lo que se hacía en Veste. Dice ago- Juan,como la vio venir, encaró contra ella con
ra la crónica que después que aquellos corre- sus galeras con voluntad de la tomar, y los
dores franceses fueron por los españoles des- que venían en la fusta, como reconocieroh las
baratados, según dicho es, y tornando toda galeras francesas, tornaron á muy gran priesa
la gente que había enviado á Ronda, adonde á se meter en puerto, y los franceses toda-
el

él había quedado con voluntad de ese mismo vía la fueron siguiendo hasta tanto que dos
día partir con la otra gente la vía de Veste, galeras de las francesas se adelantaron más
dijéronle el mal recibimiento que en los espa- y le tomaron el camino, por manera que con-
ñoles habían hallado; y asimismo que como los vino á los de la fusta, antes que los franceses
de Veste ya habían mudado del propósito y aferrasen con ella, allegar la proa en tierra
voluntad que habían mostrado de los recibir, junto aquel lugar do estaba el monasterio de
por manera que monsiur de Alegre, que muy San Francisco. Como allegaron los de la fusta,
bien conocía lo que su gente le decía, princi- saltaron afuera desmanparándola por ampa-
palmente viéndolos venir tan mal parados rar sus vidas. Entonces el capitán de las ga-
como los vido, determinó de no seguir aque- leras se metió en un bergantín y en los esqui-
lla empresa, antes luego se partió de Ronda fes de las galeras metió doscientos hombres,
y fuese con su gente á Canosa para dar aviso y con aquel aparejo, dejando las galeras más
de su voluntad al capitán Peri Juan, que lle- metidas en la mar, se fué al lugar donde esta-
vaba por mar el artllleria. Despachó de presto ba la fusta española para la tomar. En esto,
ufla barca para le decir que, dejada la empre- aquellos hombres que iban en la fusta espa-
sa_de Veste, se tornase con aquella gente y ñola, que eratl tan solamente diez hombres,
DEL GRAN CAPITÁN 127

habiendo ya dado aviso á Diego García de que salió de aquella villa para venir sobre
Paredes de lo que en la mar pasaba, pusié- Veste (al cual llamaban él capitán Senón), de-
ronse á defender la fusta y hicieron mucho terminó una noche de salir de aquel lugar é
contra los franceses; pero en fin, como ellos ir á correr á Santángelo, una buena villa que

uesen pocos, los franceses tomaron tierra é es en la montaña, de cuyo nombre se llamó la
hicieron retirar á los españoles la montaría montaña de Santángelo, adonde estaba en
arriba. En este tiempo Diego García de Pare- guarnición un capitán español que llamaban
des salió de Veste con ciento y cincuenta el capitán Villalba, de quien en otro lugar la

hombres y vino á aquel lugar do los france- crónica ha hecho mención, con trescientos in-
ses pugnaban por tomar aquella fusta espa- fantes españoles. Y como el dicho capitán
ñola, y contó gran parte de los suizos que el francés saliese de noche. Vino hasta hiilla y

capitán Peri Juan traía estuviesen en tierra, media de Santángelo y allí se metió en un
la gente española de Diego García de Paredes bosque espeso esperando á que viniese el día,
dio de recio en ellos, y tanto hicieron aquel y como ya fuese claro, envió desde allí cien
día que, peleando muy fuertemente, mataron infantes adelante á correr la tierra, á que to-
los españoles más de
hombres de la par-
cien masen alguna buena presa de ganado, de qué
te francesa, y de los que procuraban de se hay mucho en aquella montaña; y los infantes
meter en los esquifes para se salvar fueron franceses hiciéronlo así cómo por el capitán
en la mar anegados más de veinte de ellos; les había sido mandado, y comenzando á co-
los demás, con gran dificultad y daño suyo, se rrer por aquellos términos y rededores de
pudieron recoger á las galeras. Y verdadera- aquel lugar, robaron hasta trescientas cabe-
mente aquel día muriera mucha gente, si no zas de ganado que hallaron fuera dé la villa. Y
fuera que en todo^el tiempo que los españo- los pastores que guardaban él ganado, cómo
les escaramuzaban con los franceses no deja- vieron los franceses, desmamparáronlo y fué-
ban el artillería de las galeras de soltar muy ronse á la villa de Santángelo á dar aviso al
á menudo su acostumbrada colación, de que capitán Villalba, que allí estaba, de todo lo
no poco daño y mayor estorbo hacía en los es- que pasaba, diciendo en cómo franceses ha-
pañoles en no los dejar dar el fin de aquella es- bían subido la montaña y les habían robado
caramuza, muy más sangrienta que no lo fué. todo el ganado que tenían fuera en los pastos
En esto el capitán Peri Juan, habiéndose reco- y que habían procurado de captivarlos á ellos,
gido con su gente en las galeras, viendo el daño y hacían otros daños y desaguisados en aque-
que había recibido y el poco que en los con- lla comarca. De cuya causa el capitán Vi-

trarios habían hecho, determinó de se mover llalba, muy enojado de lo que oía, salió fuera
de aquel lugar con las galeras é irse á Ronda, de Santángelo con doscientos hombres, co-
creyendo que hallarían allí á monsiur de Ale- rriendo á grande prisa, y alcanzaron á los
gre, el cual, como fué en Ronda, supo cómo franceses, que llevaban aquella cabalgada de
le había dejado mandado monsiur de Alegre ganado, á media milla de aquel lugar, y dando
que dejase la empresa de Veste y se tornase con mucha fortaleza en ellos los desbarataron
la vía de Vísela á la cercar y tomar, según en poco espacio y mataron y prendieron los
que la crónica lo ha contado, y hízolo así. Y españoles hasta más de veinte franceses y,
Diego García de Paredes, muy contento del junto con esto, les toncaron la cabalgada, que
daño que había en los franceses hecho tan á no se perdió de ella tan solariiente una cabeza
su salvo, se tornó á Veste, quedando de los de ganado; y los franceses, ansí desbarata-
suyos sólo uno muerto y quince heridos. dos, escaparon por la aspereza de la monta-
ña y se fueron donde habían dejado su capitán
CAPÍTULO LVII emboscado. El cual como supo que los españo-
les venían en pos de ellos y del mal recibimien-
De cómo el capitán Senón salió de San Juan
to que habían habido sus soldados de los espa-
Redondo y vino á correr d Santángelo, y de
lo que le sucedió.
ñoles (diciéndose muy propiamente por ellos
que fueron por lana y vinieron trasquilados),
En este mismo tiempo qué pasó en Veste lo levantóse á gran priesa del bosque y retrájose
contado, un capitán qué rtionsiur de Alegre con su gente al lugar adonde habían venido,
había dejado en San Juan Redondo al tiempo que era San Juan Redondo. Y los españoles,
128 CRÓNICA GENERAL
viendo ya en su poder la cabalgada que los ñola. El Conde de Matera, como hubo leído
franceses llevaban, se tornaron asaz alegres la carta de monsiur de Formento, enojado de
á Santángelo, no queriendo más seguir á los sus deshonestas palabras, la mostró al Gran
franceses. Capitán; y como la hubo leído en secreto, la
tornó á leer otra vez en altas voces delante
de todos sus capitanes, acriminando en gran
CAPÍTULO LVIII
manera aquellas palabras, diciendo el gran
De un desafio que Diego García de Paredes cargo en que monsiur de Formento infamaba,
hizo contra monsiur de Formento, y de cómo no sólo á la nación italiana, contra quien prin-
Diego García de Paredes salió del campo cipalmente venían dirigidas, pero también á la
con mucha honra. nación española, queriendo por ellas notar la
poca fe que en las dos naciones había, y de su
La crónica ha ya contado cómo cuando el parecer era que se debía de volver por la
Visorrey de Ñapóles fué sobre Taranto, des- honra de los españoles é italianos, pues en
de Barleta envió á Luis de Aste y á monsiur aquella cartamuy gran detrimento padescían
de Formento para que aguardasen á Luis de sus honras. Pero como todas las cosas que
Herrera y al Conde de Matera y Arzobispo de de voluntad se emprenden y con temeridad,
Mazarra y ios destruyesen juntamente con la como hizo monsiur de Formento, por la ma-
gente que llevaban. Pues dice agora la cróni- yor parte tienen tristes y dudosos fines, y,
ca que, habiendo ya monsiur de Formento to- por el que de necesidad y com-
contrario, las
mado en prisión en aquel rebate al Conde de pelidos, acostumbran tener prósperos suce-
Matera y dádole libertad, quedándole un so- sos, así acaeció en la respuesta de esta carta.
brino suyo en rehenes, para que fuese á Bar- Porque aquel animoso Diego García de Pare-
leta por los dineros de su rescate, y no los des, que al presente se halló en Barleta, por
hallando dentro el término que era tenido de su gran virtud quiso ganar para sí aquella
los enviar, á lo menos todos ellos, el Conde de honra y prez, así por las palabras del Gran
Matera escribió una letra al capitán monsiur Capitán como por lo que en la carta de mon-
de Formento, que era el que, según dicho es, siur de Formento venía, y movido con enojo
había tomado en prisión al Conde, haciéndole de aquello y por el celo de la honra de Espa-

saber cómo él había trabajado mucho y pues- ña, suplicó al Gran Capitán tuviese por bien
to diligencia en buscar la suma de diez mil darle á él licencia para retar sobre aquel caso
ducados de su rescate que le debía, y que, se- á monsiur de Formento, que aquella letra te-
gún la gran penuria y falta en que aquellas gue- nía atrevimiento de enviar en denuesto de la
rras tenían puesto aquella tierra, en especial á nación italiana y española, á do tan buena
Barleta, él no había podido hallar tanta canti- gente hallaba de ambas aquellas naciones, y
dad, y que por esta razón le rogaba que, pues por esta razón él prometía como caballero de
entre caballeros es uso y costumbre hacerse, le hacer confesar por su misma boca que todo
le diese término más competente dentro del lo que, así contra italianos como españoles,
cual pudiese buscar toda aquella suma de diez había dicho, era mentira y gran falsedad, y que
mil ducados, y que él le daba su fe y palabra había escrito como malo y mentiroso caballe-
de se los enviar en hallando cumplimiento de ro. El Gran Capitán, que no menor enojo de
todo. Como monsiur de Formento leyó la car- lo dicho tenía que cualquiera otro particular
ta del Conde de Matera, apartándose de aque- de la compañía, hubo muy gran placer de ver la
llo que á ley y gentileza de caballeros se debe, voluntad que Diego García de Paredes mos-
con muy grande enojo y soberbia le respon- traba en querer defender la honra de su na-
dió por otra carta, por la cual le decía cuan ción y de los italianos, el cual, confiando en la
conocido tenía mucho antes de aquello la poca virtud de Diego García de Paredes y cono-
fe de italianos y españoles, y cuan mal la sa- ciendo cuan buenas salidas daba en todo
bían mantener, y que muy peor hacía quien en aquello que pretendía de hacer, fué contento
ellos se fiaba, jurando que aquello le escar- de le dar aquella licencia. Luego Diego García
mentaría para todas las cosas de adelante, y de Paredes, que muy ganoso estaba de verse
otras cosas muchas que la carta decía en des- metido en el campo con aquel francés, le en-
acato de ambas las naciones italiana y espa- vió un trompeta con un cartel de desafío, en
9

DEL GRAN CAPITÁN 129

que leretaba y daba por mentira todo lo que pre; por causa de lo cual los jueces que por
contra la nación española é italiana había es- las partes eran nombrados, todos conformes
crito al conde de Matera, y que por esta ra- sentenciaron y declararon á monsiur de For-
zón le desafiaba y ofrecía su persona en cam- mento ser falso caballero, y así procedieron
po, adonde pensaba hacerle desdecir por su contra su honra y fama según que contra los
propia boca de todo aquello que contra su tales, según orden de caballería, se acostum-

nación y contra la nación italiana había osado bra proceder. Y esto hecho, los jueces y ca-
decir como malo y falso caballero. Con este balleros que allí se hallaron, sacaron á Diego
desafío fué trompeta á monsiur de Formen-
el García de Paredes con muy gran honra del
to, á Canosa, el cual, viendo lo que le era di- campo y tornáronse á Barleta, adonde el
cho de parte de Diego García de Paredes, Gran Capitán había quedado, del cual fué con
cuya fama y fortaleza estaba muy bien cono- mucho placer y honra recibido.
cida en el campo francés, pesóle de lo que le
había enviado á decir, viendo que no podía
hacer menos, por lo que debía á su honra, de
CAPÍTULO LIX
le responder, y que lo había de haber con De cómo vino socorro de gente de Sicilia á la
Diego García de Paredes, á quien los france- Calabria, y de cómo vino el Conde de Melito
ses cada uno en particular temían por haza- contra ellos en Terranova, y de cómo por la
ñas y grandes cosas que hacía y acometía. venida de D. Yugo de Cardona fueron libra-
Pero no pudiendo hacer otra cosa, aceptó el dos los que estaban en el castillo de Terra-
combate, respondiendo de cómo él era muy nova.
contento de sustentar aquellas palabras, que
con mucha verdad había dicho y que, pues del Era tan grande la hambre y falta de basti-
salieron, él era caballero para las hacer ver- mentos que en este tiempo tenían los del
daderas, así en lo uno como en lo otro. Pusie- campo español que estaban en Barleta, por lo
ron para este combate todas las cosas nece- cual padecía mucho trabajo, á los cuales de-
sarias, así de jueces como de personas que jará la crónica por agora, y dirá lo que en la
estuviesen en rehenes para seguridad del Calabria acaeció en aquel mismo tiempo. Pues
campo; señalóse el día del combate y el lugar dice agora que un día, andados diez y nueve
adonde había de hacerse, que era entre Tra- días del mes de Octubre del sobredicho año
na y Vísela, según que otros combates y de- de mil y quinientos y tres, habiendo el Gran
safíos hacerse suelen. Y allegado el día del Capitán enviado por gente á Sicilia para guar-
combate, Diego García de Paredes salió de nición de la Calabria, vino en aquella provin-
Barleta con los jueces que de su parte habían cia gran copia de gente siciliana y española,
de ser y con mucha gente que para ver el toda muy buena gente; y como allegaron en
combate había salido, el cual para aquel día, la Calabria luego se fueron á meter en una
por parecer y consejo de algunos amigos su- villa que se dice Terranova, y estando allí
yos, salió muy galán y muy bien devisado, con dando orden en lo que debían de hacer, el
muchos penachos, así sobre su almete como Conde de Melito, que tenía la parte de Francia
en la cabeza y gropa de su caballo, tal que junto con el Príncipe de Salerno, como supo
parecía que ponía envidia á los miradores por que españoles tenían tomada aquella villa por
no ser cada uno de ellos el requeridor como el Rey de España, estando á la sazón en la
lo era Diego García de Paredes. Y hechas las llana de Terranova allegó sesenta hombres
ceremonias acostumbradas, paseó el caballo, de armas y ciento cincuenta caballos ligeros
que español y muy bueno era, por el campo y cuatrocientos infantes, y con aquella gente
con mucha destreza, dando contentamiento á vino sobre Terranova con voluntad de des-
todos los que lo miraban, y después de aso- truir á losque estaban dentro de la parte de
segado, se puso á una parte del campo, aguar- España. Y como allegó á aquella villa, dio or-
dando á monsiur de Formento, al cual aguar- den de dar la batalla, la cual comenzó á dar por
dó todo el día solar, en el cual monsiur de una parte que dicen la puerta de la Judaica,
Formento no salió ni osó salir ni parecer en y la gente que de la parte de España estaba
todo el campo, queriendo anteponer la vida hizo mucho en la defensión de la villa, y ansí
á la honra, la cual aquel día perdió para siem- se defendieron algunos días con mucha for-
Crónicas del Gran Capitán,—
130 CRÓNICA GENERAL
como no hubiese mucha
taleza; pero al fin, ó abajo de un casar que dicen San Martín, para
ninguna fe en los villanos de Terranova, tra- los esperar allí, los cuales á más andar ya ve-
maron muy secretamente de meter dentro al nían su camino derecho de Terranova; y al
Conde de Melito y á su gente, y con esta vo- pasar de un río que corre por aquel lugar, la
|
luntad, un día los de Terranova los metieron gente del Conde de Melito y de don Yugo de
por una puerta que ellos mismos guardaban, Cardona se encontraron, y allí comenzó á tra-
que dicen la puerta de Santa Catalina; y los barse entre ellos una muy brava escaramuza
españoles como conocieron la traición de los y reñida, adonde la gente de don Yugo de
de Terranova, no tuvieron otro remedio sal- Cardona hicieron tanto que con mucho daño
vo recogerse todos en el castillo, los cuales de la gente del Conde le desbarataron, mu-
el Conde y su gente siguieron hasta los meter riendo en aquella pelea veinte hombres del
en el castillo. En este alcance murieron dos conde y catorce que fueron presos. Y después
soldados de la parte de España y otros mu- de mucho daño que de aquella vez hubo en la
chos hirieron, pero al fin retraídos todos al gente del Conde, recogióse él con la otra gen-
castillo hiciéronse fuertes en él muchos días, te y se salvó con ella en Melito; y don Yugo
por razón que el Conde los tuvo cercados más de Cardona, muy alegre con la victoria que del
de veinticuatro días, dentro de los cuales los Conde hubo, prosiguió su camino la vía de
españoles padecieron muy gran trabajo de Terranova, adonde saliendo la gente que el
hambre y otras necesidades. De manera que Conde de Melito había dejado sobre el casti-
faltándoles del todo el mantenimiento comían llo, supieron lo mal que al Conde le había su-

carne de algunos caballos que dentro tenían, cedido, y de cómo don Yugo de Cardona se
que les fué no poca ayuda y consolación, que venía á meter en Terranova á descercar los
de otra manera sin ningún remedio perecieran españoles y otras gentes del castillo; por lo
de hambre; y bebían agua de unos pozos que cual los del Conde se levantaron de aquel lu-
en el castillo había de no muy buena agua, y gar y se salieron á muy gran priesa y se f uei on,
verdaderamente no pudieran sufrirse cuatro á MeHto, adonde el Conde estaba, y don Yugo

días más que no vinieran en poder del Conde de Cardona allegando á Terranova destruyó
y de los suyos. Pero como todas las cosas que aquel lugar y la saqueó, sacando del castillo
están en peligro y necesidad Dios sea el que la gente que en él se había retraído, según di-
da el remedio al mejor tiempo, acaeció que cho es, lo cual mandó hacer por se vengar de
sabiendo D. Yugo de Cardona, que después la traición que los de aquella villa cometieron,
de la partida del Rey D. Federico de Ñapóles, contra su rey y señor y contra su gente. De
se había ido á Roma, la necesidad que el esta manera fueron descercados aquellos que
Gran Capitán tenía de gente, salió de Roma por el Conde de Melito en el castillo de Te-
con seiscientos infantes y fué á Sicilia, y de rranova estaban cercados.
ahí con muy gran diligencia pasó á la Calabria
con aquella gente en aquel mismo tiempo que
los españoles estaban en el castillo de Te-
CAPÍTULO LX
rranova estrechamente cercados. Y estando De cómo los Príncipes de Calabria se movieron
en una villa de aquella provincia, que dicen contra don Yugo de Cardona, y de lo que al
Semenara, supo la gran necesidad en que el Príncipe de Rosana acaeció con el capitán
Conde de Melito tenía á los españoles, de cuya Peynero.
causa, metiendo en orden su gente, don Yugo
de Cardona se movió de Semenara endere- Después que Condef ué roto en lo de Te-
el

zando su camino la vía de Terranova. En esto rranova en de aquel mes de Octubre del
fin

el Conde de Melito, como supo la venida de dicho año, los Príncipes de Vesiñano y Saler-
aquel capitán español contra su persona y los no con otros muchos varones y principales de
suyos, dejando alguna de su gente en guarda aquella provincia de la Calabria se allegaron
del castillo, él mismo con ciento y cincuenta juntos en uno con doscientos hombres de ar-
caballos ligeros y con cien hombres de armas mas y con cuatrocientos infantes y con dos-
y algunos infantes salió de Terranova para cientos caballos ligeros franceses, y con otra
saltear en el camino á don Yugo de Cardona mucha gente de la tierra, y determinaron de
y á su gente. Y con esta voluntad se vino venir contra don Yugo de Cardona, que esta-
DEL GRAN CAPITÁN 131

ba en Terranova con su gente. El cual como tró en la mitad del con el Príncipe de Rosano
supiese que los Príncipes de Calabria le ve- y su gente, con el cual le convino de fuerza
nían á buscar con todo su poder, y viendo que venir á las manos, y hubo con el Príncipe una
aquella villa no era nada fuerte para los po- muy recia y reñida escaramuza, y murieron
der allí esperar, en especial temiéndose de los muchos soldados de una y de otra parte; pero
de la villa no le hiciesen otra semejante trai- al fincomo la gente del Príncipe fuese en des-
ción como la pasada, según dicho es, salióse igual número mayor que la del capitán Pey-
de allí con toda su gente y fuese á otra villa nero, hubo el Príncipe lo mejor de la batalla, y
que se llama San Jorge. Los Príncipes de la siendo los infantes del capitán Juan Peynero
Calabria, después que se hubieron partido de desbaratados, y por el mismo caso toda la
Melito vinieron por Semenara, que estaba por otra gente de caballojy hombres de armas, no
el Rey de España, y tomáronla por fuerza de pudo hacer menos de desamparar el campo y
armas, y después la saquearon y quemaron retraerse con toda la gente que pudo recoger
muchas casas de los principales. Finalmente, en Cotrón, adonde estuvo retraído algunos
dejándola muy mal parada siguieron su cami- días hasta tanto que el Comendador Aguilera
no para Terranova, y viniendo sobre ella su- le socorrió, según abajo más largamente se
pieron cómo don Yugo de Cardona, siendo dirá.
avisado de su venida, se había salido de aque-
lla villa y ídose con su gente á San Jorge, y
CAPÍTULO LXI
por esta razón los Príncipes se metieron en Del socorro que el Rey de España envió en la
Terranova y estuvieron dentro más de quince Calabria, y de cómo el Comendador Aguilera
días sin hacer cosa que de contar sea. Pero vino con gente de Roma ansimismo en so-
en este tiempo el Príncipe de Rosano, que era corro, y de lo que sucedió á los unos y á los
de los Príncipes de la junta, trató con los ciu- otros.
dadanos de Rosano muy secretamente para
que tomasen al capitán Peynero, que estaba Cállase al lo que en la Puglia acae-
presente
dentro de aquella ciudad, que la tenía en cía, adonde cuerpo de los dos ejércitos es-
el

guarnición por el Rey de España, adonde te- taba, y dícese lo que pasó en la Calabria con los
nía aposentados quinientos infantes y dos- Príncipes de ella, que todos eran enemigos de
cientos caballos ligeros. Y el Príncipe para España. Había mediante este tiempo muchas
haber de poner por obra este hecho, aperci- escaramuzas, rebates y otros recuentros en-
bió primero todas las tierras de la comarca, tre españoles y la gente de los Príncipes de
para que si el capitán Juan Peynero saliese de la junta,en los cuales ansí de los unos como
Rosano, no se pudiese escapar por ningún de los otros había muertos y heridos y presos.
arte sin que fuese preso. Y dada esta orden, Acaecían otros daños semejantes que en gue-
según dicho es, el Príncipe de Rosano vino á rra acaecer suele, por lo cual el Rey Católico
Rosano, y venía con mil y quinientos infantes de España, que muy gran cuidado tenía, vien-
de la provincia y ochenta hombres de armas do la necesidad que los españoles que esta-
y doscientos caballos ligeros, con voluntad de ban en la Calabria tenían de gente y que el
prender á Juan Peynero y á su gente. Pero Gran Capitán no se podía sin gran daño des-
como este capitán fuese avisado de la venida hacer de la gente que tenía en Barleta y en
del Príncipe y por conjeturas hubiese sacado sus confines, que en defensa de aquellas tie-
el trato que contra él había sido concertado, rras estaba, envió en la Calabria un caballero
determinó de no esperar más allí, y una noche que llamaban Manuel de Benavides, con dos-
muy secretamente se salió de Rosano con su cientos hombres de armas y doscientos jine-
gente y fuese la vía de Cotrone. Como la gen- tes y con cuatrocientos infantes para en so-
te del capitán Juan Peynero fuese la más de la corro de los otros españoles que en la Cala-
provincia, como sintieron que el príncipe de bria estaban. Y el sobredicho capitán con esta
Rosano venía contra Juan Peynero, amotiná- gente vino á una villa que dicen Rijoles, que
ronse los más de sus soldados, en especial de está en la costa de la Calabria, adonde desem-
la gente de infantería, y con toda esta falta barcó un día, andados quince días del mes de
que al capitán Juan Peynero se recreció, vi- Noviembre del sobredicho año, y después de
niendo su camino la vía de Cotrón se encon- esto estuvo algunos días en Rijoles dando-
132 CRÓNICA GENERAL
orden en lo que debían hacer, y partiéndose em-
sobre aquella ciudad, por razón que al tiem-
m
de Rijoles vínose la vía de una villa que dicen po que los principales se fueron á meter en
Yrache, adonde allegó á veintitrés días del di- Melito enviaron desde allí al capitán Gre-
cho mes. Los Príncipes de la Calabria, que se- mino con mucha y muy buena gente á tomar
gún se ha contado estaban en Terranova con la ciudad de Cosencia por el Rey de Francia.
su gente, como fueron avisados del socorro Y de esta causa avino que los españoles que
de gente que había pasado en la Calabria con estaban en guarnición de aquella ciudad se
Manuel de Benavides, luego desmayaron y retrajeron al castillo y allí estaban cercados de
dejaron lo que tenían determinado de hacer los franceses. Finalmente, el Comendador Gó-
contra D. Yugo de Cardona, que estaba en mez de Solís vino una noche á Cosencia y de
San Jorge; y no osando esperar á los españo- la media noche abajo se metió muy secreta-
les en aquella villa que era asaz flaca de de- mente dentro en la ciudad y dio á deshora en
fensa, según dicho es, salieron todos juntos los enemigos que estaban descuidados y te-
de Terranova y fuéronse á Melito. En Terra- nían el cerco sobre el castillo, y de tal manera
nova dejaron un capitán que llamaban Maler- los acometió que en muy breve las guardas
ma, con cien hombres de armas y con tres- de los enemigos rompiendo, se metieron den-
cientos infantes gascones en defensa de aque- tro en el castillo y le proveyó de más gente y
lla villa, si españoles viniesen sobre ella. El de vituallas y de todo lo necesario para su
capitán Manuel de Benavides, siendo sabidor defensión. En este mismo tiempo, el Comen-
que los Príncipes de la Calabria se habían re- dador Aguilera, que estaba en Roma, movido
tirado á Melito, vino con toda su gente sobre de la fama de la necesidad que sabía que te-
el capitán Malerma, y allegando á Terranova nía el Gran Capitán, en especial la gente que
comenzó á combatir el muro, y los de la tie- estaba en la Calabria, y viendo que no tenían
rra por el mismo caso se defendían con mucha ni podían venir á mejor tiempo para servir al
fortaleza. Y al fin no pudiendo tomarlos con Rey Católico su señor, que en este tiempo te-
las armas, los tuvo cercados más de quince nía determinado de salir de Roma en el soco-
días, en los cuales el capitán Malerma hizo sa- rro de aquella provincia. Y con esta voluntad
ber á los Príncipes el estrecho en que estaba allegó cuatrocientos españoles, gente bien
y de cómo no podía hacer menos de se dar, si escogida, y con aquella gente se vino á Sicilia.
de ellos no fuese socorrido. Y por esta razónlos Dende allí, sin se detener cosa alguna, pasó
Príncipes salieron de noche con toda su gente en la Calabria y se aposentó en la ciudad de
de Melito y vinieron muy secretamente sin Cotrón, donde tenían cercado al capitán Juan
ser sentidos aquella noche á Terranova, y por Peynero, al cual socorrió y descercó, y dende
una parte de la villa sacaron al capitán Ma- algunos días que el Comendador Aguilera es-
lerma con toda su gente y tornáronse con tuvo en aquella ciudad con su gente y con al-
ellos á Melito. Y luego como fué de día, supo guna otra parte de gente que sacó de los cas-
el capitán Manuel de Benavides lo que los tillos, salió de Cotrón dejando proveído con el

Príncipes habían hecho, por lo cual sin más capitán Juan Peynero lo que habían de hacer.
detener se movió de allí y fué en su alcance Se fué sobre una villa que se dice Belcastro,
hasta dentro de Melito; y como no los pudie- adonde estaba un capitán francés que decían
sen haber á las manos tornáronse de allí á un 01o, con cien franceses y con alguna otra
lugar que se dice Burelo, adonde aposentó su gente allegada de las tierras y lugares comar-
persona y gente hasta que fué tiempo de sa- canos que ansimismo estaban de la parte de
lir de allí, según se dirá en su lugar. Estaba en Francia; y como Comendador Aguilera alle-
el

este mismo tiempo el Comendador Gómez de gó sobre la villa de Belcastro, comenzó á


Solís en la Mantra con toda su gente, el cual combatirla muy fuertemente, y duró el comba-
como viese que los españoles ya comenzaban te más de una hora, en el cual combate de la
alzar cabeza y que era tiempo que se mo- una parte y de la otra fueron asaz muertos y
viesen de aquel lugar en su ayuda y favor, heridos; pero al fín el Comendador Aguilera,
aderezó toda su gente, que eran los que sacó como fuese aquella la primera cosa que en
de la Mantra ciento y cincuenta hombres jun- aquel reino hacía, pugnó mucho de ganar allí
tamente con otra alguna gente de aquellos honra, por manera que al cabo de su trabajo
que se habían ausentado de Cosencia y vino la villa vino á su poder, la cual tomó por fuer-
DEL GRAN CAPITÁN 133

za, y tomó ansimismo en prisión todos los Cotrón, y como llegó junto al río en el lugar
franceses juntamente con el capitán 01o. Y do estaban los enemigos, fué de ellos sal-
después de esto el Comendador Aguilera teado con mucha fortaleza; pero no con menor
mandó saquear aquella villa y hizo quemar fueron de los españoles recibidos, adonde el
muchos edificios, de manera que de aquella capitán Juan Peynero hizo de su persona y
vez quedó la villa de Belcastro muy mal pa- tanto trabajaron los suyos aquel día, que á
rada y arruinada de los españoles, donde se pura fuerza peleando muy reciamente los unos
hicieron otros muchos daños ansí de los veci- con los otros convino á los enemigos dejar el
nos como de los soldados que estaban pues- campo, por razón que después de haber pelea-
tos en su defensa. Finalmente, el Comendador do un gran rato los españoles llevaron lo me-
Aguilera se salió de aquella villa y vínose con jor, habiendo de ambas partes muchos muer-

su gente á otra villa que se llama Mesuraca, y tos y heridos, y el capitán Antón Barranca
allíestuvo algunos días, mediante los cuales con su gente fué metido en rota; el cual con
el capitán Juan Peynero, que juntamente con bien poca de su gente se salvó de la batalla y
el Comendador se había hallado en lo de Bel- se fué adonde el Príncipe estaba, según dicho
castro, dejando en Mesuraca al Comendador como vido á su capitán venir
es. El Príncipe

con cien caballos ligeros y ciento y cincuenta perdido y desbaratado con gran disminución
infantes, salió de Mesuraca y vino á socorrer de la gente que había llevado, hubo de ello
la ciudad de gente que había dejado en Co- muy gran pesar; pero creyendo que todavía el
irón. Y viniendo por su camino el Príncipe de capitán Juan Peynero les venía en el alcance,
Rosano, que estaba en Santa Severina, como temiendo no sucediese á su gente lo que de
fué avisado de la partida de Juan Peynero la otra había sucedido, tornóse atrás su cami-
y de su gente la vía de Cotrón, salió de San- no á San Severino, de donde había salido con
ta Severina con la gente que ende tenía y fué poder de gente que no tornó. El capitán Juan
en pos de Juan Peynero que le llevaba mucha Peynero, glorioso con su victoria, se metió en
ventaja. Y temiéndose de esta causa de no le Cotrón, no teniendo de ahí adelante en tanto
poder alcanzar, envió adelante con su capitán, á sus enemigos.
el cualse decía Antón Barranca, con ciento y

cincuenta caballos ligeros y con doscientos


infantes para que le tomasen la delantera y se
CAPÍTULO LXII

tuviesen con él, entretanto que llegaba con la De cómo un capitán salió de Manfredonia y
otra gente. El capitán Barranca llegó y puso tomó una villaque llaman Toja, y de cómo
por la obra lo que el Príncipe le mandó, y tan- el Visorrey dividió su ejército en ayuda de la
to anduvo con su gente que tomó la delante- Calabria, y de que sucedió al Conde de Me-
lo
ra al capitán Juan Peynero, y pasando con su lito y otros dos capitanes franceses.
gente el capitán Antón Barranca se puso á
esperar á los españoles junto á un río que Mucho se ocupa el cronista en contar las
por aquel lugar corre. Como estuviese allí es- cosas que en la provincia de Calabria acaecían,
perándolos y viese que se detenían más de lo por manera que casi parecía querer del todo
que pensaba que se podían detener, temién- olvidar los hechos que en la provincia de la
dose no se pudiesen ir por algún otro lugar, Puglia, adonde los dos ejércitos estaban,
envióles de allí hasta veinticuatro caballos li- acaecieron. Pero como, ala verdad, ansí de la
geros, para que entretanto corriesen una villa una parte como de la otra sucedían cada día
que llaman las Castelas, y ansimismo mirase cosas nuevas, no las puede el cronista contar
que tomasen lengua si el capitán Juan Peyne- sin hacer división de una ó de otra provincia,
ro era pasado á Cotrón. Los veinte caballos y en especial agora las hará más á menudo,
se partieron de su capitán de junto al río de por razón que el ejército francés se dividió en
Tasila y vinieron á correr toda aquella tierra dos partes: la una parte quedó en Canosa con
de las Castelas, donde tomaron asaz ganado el Visorrey, y la otra vino en favor de la Ca-

y otras cosas, y con ello se vinieron á aquel labria con monsiur de Aubegni, según que
lugar do el capitán Antón Barranca había que- abajo se dirá. Pues dice ahora la crónica, ha-
dado esperando. Y en este punto el capitán blando de la provincia de Puglia, que todo el
Juan Peynero asomaba con su gente la vía de tiempo que el Gran Capitán estuvo en Bar-
Í34 CRÓNICA GENERAL
leta, siemprs entre españoles y franceses ha- suyos. En mismo tiempo, ségúh ditho es,
esté
bía recuentros y escaramuzas, haciéndose en- los Príncipesde la Calabria, habiendo recibi-
tré los unos y los otros el mayor daño qué ha- do grandes daños, así en su gente como én
cerse podían, en que había muertos y heridos, sus personas y señoríos, por razón que el es-
robos y otros daños de esta calidad, y de cada tado de España estaba ya más próspero y én
día procuraban hacerse más. Y con esto un mejor condición por la venida de aquéllos ca-
día fué avisado el Gran Capitán cómo en una balleros españoles que habían pasado con sÜ
villa que llamaban por nombre Toja, estaba gente en favor del Calabrés, qiie casi poi" la
un gobernador con solos quince soldados mayor parte estaba por el Rey de Francia,
franceses, los cuales tenían aquella villa por determinaron de enviar al Vlsorrey de Ñapó-
Francia. De cuya cátisa, viendo el dañó que les,que estaba en Canosa, á le decit la mucha
allí se podía hacer, aunque en la verdad era necesidad que tenían de su favor y ayuda por
bien pequeño según otros que cada día hacían razón de los daños que cada día recibían de
los unos á los otros, envió á mandar á un ca- los españoles, que muy pujantes estaban y
pitán que estaba en Manfredonia, llamado habían reducido muchas villas y lugares á sü
Arlarán, que luego con sü gente fuese sobre devoción, estando por el suelo las banderas
aquella villa y la tomase. El capitán AHarán de Francia menospreciando su nombre. Y que
luego movió de Manfredonia con cuatrocien- pues hasta entonces habían procurado con
tos infantes españoles é italianos y salió de todo su poder de sostener aquella provin-
allí á dos horas de noche y con mucho secre- cia, juntamente con sus estados, por el nom-

to; camirlando toda la noche llegó sobre aque- bre y servició del Rey de Francia, qué ho
lla villa cuatro horas antes del día, porque rio era justo que ahora, que no podían á las fuer-
son más de diez y ocho millas de Manf tédonia zas de los españoles resistir, los dejasen salir
á Toja, y antes que llegasen con buen trecho con aqüelia empresa por falta de gente. Y que
el capitán Arlarán metió en orden su gente pues que ellos estaban determinados á seguir
y aderezó sus escaladores. Después de todo cOn su áyÜdá y mandado la guerra, lé supli-
hecho, con mucho secreto, porque no fuesert caban cuan encarecidamente podían que en-
de las guardas sentidos, se allegaron al muro viase gente á la Calabria, porque ellos pudie-
y echaron las escalas, y pocos á pocos subie- sen tener manera de tornar alzar cabeza y
ron todos, sin que fuesen sentidos de parte confundir del todo á los españoles, que muy
ninguna; y bajando la muralla abajo, comen- arraigados estaban en aquella tierra. El Visó-
zaron á discurrir los unos por unas partes, rrey de Ñapóles, qué persona muy sagaz y
los otros por las otras, y pusieron las bande- prudente éi'a, viendo la encarecida petición
ras de España por eí muro de la villa; por de los Príncipes de Calabria ser muy justa y
manera que como la gente estuviese inüy des- muy allegada al servicio del Rey, y asimismo
cuidada en sus camas durmiendo, no procu- viendo el celo y voluntad de lo que tocaba á
raban de se defender, antes como ovejas la sustentación de la provincia por el Rey de

consentían hacer de si y dé su hacienda lo Francia, hubo su consejo de lo que én aqüeí


que era la voluntad de los españoles, y fueron caso debían hacer, adonde, así él cómo todos
presos algunos franceses y toda la villa me- los Príncipes del ejército, de quien él Visorrey
tida á saco; y el gobernador, con algunos fran- tuvo parecer, fueron de opinión que les en-
ceses que consigo tenía, se salvó de ellos viase socorro. Y con esta determinación, el
colgándose del muro abajo de la villa y los Visorrey dividió el ejéi-cito en dos partes: lá
otros por otras partes. Lo cual pudo hacerse una dejó con su persona en Canosa contra el
sin ser vistos por la oscuridad de la noche. Gran Capitán, y la otra parte envió con mon-
Finalmente, los españoles hubieron dé aquel siüi- de Aübégni á la Calabria, en defensión déí

sacó asaz joyas, ropas y dineros, lo cual les aquella provincia contra D. Yugo de Cardona^
dio ánimo para mayores cosas. Y dejando de y Manuel de Benavides y los Comendadores
esta manei^a que dicho ha la ci^óriica la villa de Gómez dé Solís y Aguilera, los cuales, segúii
Toja, el capitán Arlarán se torno á Manfredo- dicho es, habían pasado en Calabria y habíait
nia muy alegre porbuen suceso y victoria
el hecho grandes cosas contra los Príncipes dé
que había habido en toma de aquélla villa,
la la Calabtia, que eran enemigos del Rey de Es

sin perder tan solamente un hombre dé los paña. Pués con está orden se pai'tió él capí
DEL GRAN CAPITÁN 135

tan monsiur de Aubegni de Canosa, y traía villa y metiéndose dentro comenzaron muy
en su ejército doscientos hombres de armas animosamente á dar en los franceses, que
y quinientos caballos ligeros y mil y quinien- bien descuidados estaban de aquel hecho; y
tos infantes y más nueve piezas de artillería, tanto hicieron de sus personas, que matando
y salió de Canosa último día del mes de No- y hiriendo rnuchos de ellos y tomando en pri-
viembre del sobredicho año de mil y quinien- sión muchos, al Conde convino, con la gente
tos y tres. Endefezó su camino la vía de Me- que pudo recoger, meterse en el castillo.
lito, adohde el Conde de Melito con todos los Grandes fueron las cosas que en esta jornada
otros capitanes estaban recogidos de miedo los españoles hicieron contra la gente del
de los españoles. En este tiempo los españo- Conde, y bien se mostró no haber estado dur-
les que estaban en Buruello en sus casares miendo, según los muertos, hei^idos y pre-
aposentados, que eran el capitán Manuel de sos que hubo de la parte del Conde, adonde
Benavides y el capitán Yugo de Cardona con fué muerto el capitán Espiritulamar y el ca-
su gente, como fueron avisados de la venida pitán Bescorte preso, juntamente con más
de monsiur de Aubegni eh socorro de la Ca- de trescientos hombres con él. La villa fué
labria,juntáronse ambos á dos estos capita- tomada y saqueada y hechos otros daños de
nes y saliéronse de los lugares donde hasta mucha calidad, y no se quisieron los capita-
entonces habían estado, que eran asaz flacos nes españoles detener en el combate del cas-

y de poca defensa para esperar el campo fran- tillo adonde el Conde de Melito se había re-
cés, y fuéronse á meter en Rosano por estar cocido, antes, contentos con lo hecho, que
alií más Después de esto, como mon-
fuertes. niUy á su hohra y salvo había sido, dando
siur de Aubegni hubo llegado á Melito con de ello á Nuestro Señor Dios infinitas gra-
todo su ejército, dio orden con los principales cias,porque no permitió que contra justicia
cómo más á su salvo dañasen los españoles; los franceses usui-pasen yseñoreasen las tie-
el cual, sabiendo córho se habían ido á la ciu- rras y señoríos ajenos, se tornaron á Rosa-
dad de Rosano, determinó les hacer guerra no, y de allí fueron muy alegres á una villa
por todas partes. Y con esta voluntad envió que dicen Polistra.
al Conde de Melito con otros dos capitanes

que se llamaban Bescoí-te y Espiritulamar con


setecientos infantes y gente de caballo con-
CAPÍTULO LXIII

tra D. Yugo de Cardona y Manuel de Benavi- De cómo monsiur de Aubegni fué d buscar los
des, que estaban en Rosano, según dicho es. españoles para se ver con ellos en batalla, y
El Conde, yendo su camino, hubo de tener de lo que hizo yéndose los españoles de Te~
noche en una villa que está no muy iejos de rranova á Condexame.
la ciudad de Rosano, que la llaman Calamera.
Y como los capitanes españoles supieron que Monsiur de Aubegni, que, según dicho es,
el Conde estaba con su gente en aquel lugar, había quedado en Melito cuando envió al Cort-
sáiiet-on aquella noche de la ciudad de Rosano de Rosaho contra los españoles, viendo lo
muy secretamente con toda su gente y fueron mal que había sucedido al Conde y á su gente,
á dar sobre aquella villa, donde el Conde de y cuan destrozados habíart salido del poder
Melito estaba aposentado; y como llegaron de los españoles, hubo de ello mucho pesar y
junto á lá villa los capitanes españoles, envia- enojo, y determinó de los ir á buscar á do
ton adelante sus espías para qUe reconociesen quiera que estuviesen y de se afrontar con
la tierra y viesen la manera que tenían aquella ellos en batalla. Y con esta voluntad, sabiendo
gente del Conde en su guarnición. Finalmente, mortsiur de Aubegni cónio después de la rota
las espías reconocieron el estado y descuido de Calamera los españoles se habían ido á
que la gente del Conde de Melito tenía. Y con una villa que dicen Polistra, con toda su gen-
esto tornaron á D. Yugo de Cardorta y á Ma- te se salió de Melito y enderezó su camino la
nuel de Benavides, que estaban aguardando vía de Polistra, donde creyó hallar los enemi-
Con su gente, y haciéndoles saber lo que pa- gos; pero D. Yugo de Cardona y Manuel de
saba en Cálartiera, se partieron muy callada- Benavides, como supieron la venida de niórt-
mente de aquel lugar con su gente muy bien siUr de Aubegni y la intención que traía, vien-
aderezada; virtiéronse pasó á paso hasta la do el gran poder suyo y la poca gente qUe
136 CRÓNICA GENERAL
ellos tenían para esperar en campo contra y ánimo suyo de los españoles. Muy gran co-
tan pujante ejército como aquel capitán fran- pia de gente francesa fué herida y muerta en
cés traía, determinaron de se recoger en par- aquel rebate, y muchos de los españoles tam-
te donde de aquella gente no fuesen daña- bién; lo cual fué por causa de la poca gente
dos ni Y con esto, dejando en
perjudicados. de los de España y la mucha de Francia. An-
una buena que se dice San Jorge, tres-
villa, dando, pues, la pelea en grande manera muy
cientos infantes y proveyendo muy bien aque- reñida, brava y sangrienta, los españoles ma-
lla villa de todo lo necesario para sustenta- taron á un capitán francés que llamaban mon-
ción, y asimismo dejando en Pinto, otra buena siur de Grivino; de cuya causa monsiur de
otros doscientos soldados de guarnición,
villa, Aubegni, encendido en muy grandísima ira,
con toda la otra gente se partieron diligente- que tan poca gente se les defendiese tanto
mente de Polistra y se vinieron á Terranova, tiempo en campo, cargó de recio en los espa-
adonde llegaron un domingo de Natividad, y ñoles, por manera que siendo de aquella vez
estuvieron en aquella tierra tan solamente muertos más de veinte soldados españoles y
una noche, por razón que por ser de muy poca presos más de cuatrocientos, les convino á los
defensa aquella villa, no se hallaron seguros que quedaron volver prestamente las espal-
en ella. Por tanto, luego el lunes de mañana das atrás. Grandes fueron las cosas que de
determinaron estos capitanes de se ir la vuel- sus personas en esta batalla hicieron don
ta de Rotamarina á una villa que dicen Con- Yugo de Cardona y Manuel de Benavides, y
dexame. En esto monsiur de Aubegni, como Antonio de Leiva y Juan de Alvarado y Gon-
allegó con su gente á Polistra y fué sabedor zalo de Avalos, y asimismo toda la otra gente,
en cómo los españoles se habían partido de pero la mucha gente de los franceses sobre-
aquella villa, y asimismo el camino que lleva- pujó la fortaleza de los pocos españoles. Y
ban, que había sido el de Terranova, partió verdaderamente estos capitanes fueron causa
de allí con mucha prisa caminando de noche y que no se perdiesen todos en aquella batalla,
vino á Terranova, y allí supo cómo se habían en especial D. Yugo de Cardona, que viendo
ya de allí partido y se iban la vía de Rotama- ir su gente rota y de vencida, airado contra la

rina, de cuya causa á la mayor prisa que pudo, fortuna que tan enemiga y contraria se les ha-
sabiendo cómo le llevaban poca ventaja, los bía mostrado aquel día, descendió del caballo
fué siguiendo con su gente, hasta tanto que en que peleaba y cortándole las piernas se
los alcanzó á una subida que hay en aquel ca- puso á pie en un lugar ó calle estrecha de
mino de Terranova á Condexame, y monsiur aquellas viñas, por donde los franceses, en es-
de Aubegni, muy alegre de ver á los enemigos pecial los caballos, necesariamente habían de
en lugar do muy bien se podían aprovechar, pasar en alcance de los españoles que iban de
arremetió con una parte de su gente y dio rota, y allí como muy valiente y valeroso ca-
muy de recio en la rezaga de los españoles. ballero, con la espada en la mano y con una
Los cuales como se vieron salteados de los pica á veces defendió aquel paso una gran
franceses cobraron algún temor, porque á la pieza, tanto que los españoles tuvieron lugar
verdad era muy desigual el número de los de se retraer con el bagaje á unos lugares
unos y de los otros; pero todavía los españo- que dicen Yrache y la Rochela, Castrovetere
les comenzaron á defenderse con muy grande y al castillo de Condexame, y esto causó la
ánimo y discreción. Y en esto Manuel de Be- gran fortaleza y ánimo de este valeroso capi-
navides y D. Yugo de Cardona, que iban en el tán. No desemejante en este hecho á aquel
avanguardia, socorrieron con ella á los de re- famoso capitán Oracio Romano, que de todo
zaga, que bien vieron que lo habían menester; el ejército se defendió hasta tanto que los

y los primeros que allegaron fueron hasta se- suyos cortaron un pedazo de la puente do á
senta hombres de armas españoles, los cuales la sazón peleaban, de cuya causa echándose

se encontraron con los franceses entre unas él después de la puente abajo con grande co-

calles de viñas que ende había y pelearon con razón, salió nadando á la parte de su gente y
ellos muy valerosamente, y tanto y de tal ma- los enemigos no tuvieron poder para pasar,
nera se reforzaban los unos á los otros, viendo según se cuenta en las crónicas romanas, y
su daño y peligro delante de los ojos, que especialmente Tito Livio en sus Décadas; por
bien hacían sentir á los enemigos la fortaleza la virtud y grande fortaleza del cual los ro-
DEL GRAN CAPITÁN 137

manos se salvaron de no venir á las manos de cisco Sánchez, despensero mayor, y el capitán
sus enemigos, que verdaderamente, según el Pizarro con cien hombres de armas y cien ca-
mucho número de ellos, no dejaran todos los ballos ligeros y cuatrocientos infantes para
romanos de perecer aquel día. Pues ¿quién que corriesen aquella tierra de Canosa y de
pone duda que lo mismo no acaeciera en este la Chirinola y trajesen algún ganado para pro-
día por los españoles, si aquel valeroso áni- visión de la gente. Y ansí con este mandamien-
mo y hectóreo corazón de D. Yugo de Cardo- to y orden del Gran Capitán, los sobredichos
na no se pusiera á muy gran peligro de muer- capitanes Francisco Sánchez y Pizarro salie-
te por salvar á los suyos? El cual viendo ya la ron de Barleta y llegaron con su gente aque-
gente española puesta en toda seguridad y lla mañana á un lugar desecho que está seis
recogido el bagaje en aquellos castillos y lu- millas de Barleta, que dicen Canosa, adonde
gares que ha contado la crónica, él á ratos los cónsules romanos fueron muertos con
cayendo, á ratos levantando, tuvo lugar de po- toda su gente, según Tito Livio cuenta en sus
derse salvar por las malezas de aquella sierra, Décadas, y allí en aquel lugar mismo se em-
metiéndose hartas veces por entre la nieve que boscaron con toda la gente y enviaron tan
le llegaba á la media pierna. Finalmente, los solamente los caballos ligeros, para que co-
franceses muy alegres de la alcanzada victoria, rriesen aquellos campos de la Chirinola y Ca-
se tornaron atrás á Melito; dende ahí adere- nosa. Y los caballos con el mandado y orden
zaron de ir para la vía de la ciudad llamada Co- de sus capitanes comenzaron á correr la tie-
sencia, adonde el Comendador Gómez de Solís rra, en que hicieron muy gran presa de gana-
estaba, y los españoles se fueron á la Mota de dos de los que pacían el Aduana, y los pasto-
Bonalima, y desde allí se partieron por otros res algunos fueron presos y otros se escon-
lugares, hasta tanto que se tornaron á reha- dieron, de manera que no vinieron en poder de
cer de la pérdida pasada. Y Gómez de Solís, los españoles. Y éstos sintiendo el campo se-
como fuese sabidor de la ida de monsiur de guro, se fueron cada cual de ellos á sus lugares
Aubegni contra él, teniendo á la sazón muy de donde ellos eran y dieron aviso los unos
poca gente consigo, no tuvo atrevimiento de pastores en Canosa y los otros en la Chiri-
le esperar en aquel lugar, y por esta razón nola de la gran cabalgada que la gente espa-
saliéndose de allí se fué á la Mantra, adonde ñola había hecho del ganado que ellos guar-
ansí Gómez de Solís como D. Yugo de Car- daban y pacían en el Aduana; de cuya causa
dona y Manuel de Benavides con sus gentes de los franceses que estaban en la Chirinola
estuvieron todo lo que quedaba del invierno, salieron hasta obra de doscientos hombre de
que fueron Enero y Febrero y Marzo del año armas y cien caballos ligeros, que fueron en
del Señor de mil y quinientos y cuatro^ apo- seguimiento de los españoles que llevaban el
sentados en aquellos lugares, hasta que, se- ganado por se lo quitar. Pero monsiur de San-
gún la crónica lo irá contando, fué tiempo de ta Colonia por mandado del Visorrey salió de
salir de allí. Canosa por estar más cerca de los españo-
les que llevaban la cabalgada, y fué tras ellos

CAPÍTULO LXIIII
con cien hombres de armas. Tanto anduvo y
tanta diligencia puso en los alcanzar, que bien
De cómo por mandado del Gran Capitán Fran- poca ventaja les llevaban; pero los españoles
cisco Sánchez, despensero mayor, y el ca- que venir los vieron, poco á poco se comen-
pitán Pizarra salieron de Barleta á correr zaron á retirar á aquel lugar do estaba la otra
á Canosa y la Chirinola, y lo que les gente emboscada, y los franceses los siguie-
acaeció. ron en tanta manera hasta que los metieron
á los españoles en su emboscada. En esto el
En este tiempo, que, según dicho es, estos capitán Pizarro y el despensero mayor á muy
capitanes estaban invernando en aquellas tie- gran prisa se descubrieron con toda la gente
rras del Calabrés, en aquel mes de Enero, en de armas y infantería, y dieron muy de recio
elaño sobredicho de mil y quinientos y cuatro en los franceses, los cuales como vieron salir
años, el Gran Capitán, que no solo por dañar aquella gente de la emboscada dieron vuelta
á los franceses, cuanto por la necesidad que sobre sí y comenzaron lo mejor que pudieron
tenían de hambre en Barleta, envió á Fran- á retraerse la vía de Canosa; pero los espa-
138 CRÓNICA GENERAL
ñoles los siguiferon con tah gran prisa que
antes que llegasen los franceses á Canosa los
CAPITULO LXV
alcanzaron y pelearon tan fuertemente con De cómo el Visorrey de Ñapóles vino á derri-
ellos, que mataron de aquella vez algunos bar la puente de Losanto, y de la muerte de
franceses y muchos más murieran si se refir- monsiur de Laude sobre Taranto.
maran más en el campo; pero como viesen la
fuerza de los españoles, no siendo bastante á Según de la manera ya dicha los españoles
los esperar en el campó, cdttlo itlejor pudie- tenían de costumbre de salir de Bárleta y pro-
ron volvieron las espialdas y se metieron en veer la gran necesidad que tenían con pi-esas
huida la vía de Canosa. Entonces los españo- de mucha calidad, así de ganados como de
'escargaron de recio en los franceses y mata- todas las otras cosas necesarias, y por está
ron en el alcance ocho f i^anceses y prendieron razón los pastores de los ganados que pas-
más de treinta. En esto los infantes y gente cían en el Aduana, viendo el gran daño que los
de artriás española se detuviet-on y no los qui- españoles hacían y la gran péi-dida que eh su
sieron más si no fueron algunos caba-
seguir, hacienda aventuraban teniendo cada día tan-
llos ligeros, que viendo á los franceses ir de ta y tan grande diminución, fueron todos jun-
huida, con codicia de llevar por más entero la tos á se quejar al Visorrey, y á le suplicar que
victoria se desmandaron de en el
los sliyos pues él era á quien principalmente tocaba la
alcance de los franceses, de cuya causa se guarda y toda seguridad dé toda aquella tie-
alejai-on de la infantería una gran pieza de rra, por ser de su voluntad y parcialidad ellos,
tierra. En este medio monsiur de Formento y y estaban allí porque no hubiese falta de car-
monsiur de Charteía, que habían salido con la nes en sU ejército y asimismo otras muchas
gente de la Chirinola, allegaron á aquel lugar provisiones necesarias de que ellos le pro-
con cien hombres de armas y cien cadállos li- veían,, de lo cual todo gozaban los españoles
geros, y atajaron en el camino á los caballos con sus cotidianos rebatos, él pusiese el re-
ligeros españoles, que, según dicho es, habían medio que más conveniente les fuese, de ma-
ido en el alcance de los franceses, que iban nera que ellos rto recibiesen tanto daño y me-
de rota; y tornándose los caballos ligeros noscabo en sus haciendas, donde no que. ellos
adonde habían dejado el cuerpo de su gente, buscarían su pi-ovecho y se irían á otros lu-
cayeron en las máhos de los franceses, y dan- gares con sus ganados, donde tuviesen más
do de recio sobre ellos mataron cuatro ca- seguro pastó. El Visorrey de Ñapóles, oída la
ballos españoles y prehdierOn quince, y los justa querella de los pastores, respondióles
demás se escaparon á uña de caballo. Y que- rogándoles no curasen de hacer mudamiento
riendo ir eri su alcance vieron venir á más ninguno de pastos para su ganado, que él les
andar la gente de armas y infantería espa- prometía de poner mucha diligencia y reme-
ñola, qué vertíah en socorro de los caballos dio en aquel caso, asegurándoles y juntamen-
ligeros; de cuya causa monsiur de Santa Co- te con esto de les pagar todo lo que hasta
lonia y monsiur de Charteía mandaron de- allíhabían perdido y de lo que de ahí adelan-
tener su gente y que dejasen el alcance, y te perdiesen. De esta respuesta del Visorrey
con esto los franceses se retrajeron la vía fueron los pastores algo más contentos de lo
de la Chirinola. Pero los caballos ligeros y que estaban; peto no por eso dejaban los es-
gente de arrtias española ni por esto los de- pañoles, muy á su salvó, de diezmarles el ga-
jaron de seguir, antes corriendo á rtiuy gran nado. Finaimehte, el Visorrey de Nápoíes, mi-
pHesa tras los franceses alcanzaron hasta rando muy bien lo que en aquel casó se debía
diez ó once hombres de armas en el carrii- de hacer para quitar el inconveniente grande
no, los cuales franceses pt-endieron y con que á los pastores dañaba, hizo juntar muy
eilbs se tornaron adonde el cuerpo de su secretamente todas sus gentes de armas y ca-
gente había quedado, y todos juntos muy ballos ligeros é infantería en Canosa, y to-
alegres con la victoria en la cual si no hu- rnando consigo toda la at-tlllería, se salió una
biera sido por el desconcierto de los caballos noche á la media noche ábájo de Canosa y
ligeros, no habi-ía habido ningún desmán, se vino á se poHer contra la puente del río Lo-
tornaron con los presos y con la cabalgada la santo, qiíe va á Barleta, para la derribar con
vía de Bai"leta. el artillería, poí- razón que por allí pasabah
DEL GRAN CAPITÁN 139

los espafidles á Hacer los t-obbS y jiresas que trtítttpeta cdrrió tddd Id más que piído cdrl-ér
hacer solían, creyertdo qué derrdcártdo aque- y alcanzó al Visdi^rey bien cérea dé Candsa, y
lla puente los españoles no podrían pasar por allí ié el Gran Capitán le mandó
ndtificó lo qué
el río y por el consiguiente no harían tanto Visorrey de Ñapóles respon-
decir. Al cual el
daflo en el ganado del Aduana, t'inalmente, el dió diciendo de esta manera: que él y su gen-
Visdrréy salió (con aquél apiaréjb qué dicho té estaban éh Canosa y qué, así por aquéllo
ha la crónica) dé Canosa y allegó á la punta cdriid Í30i-qüe ya era tarde y lo más del día
del día sobre la puente, la cual está cuatro pasadd, no sé determinaba á darle la bata-
él

millas dé Barleta, y coh mucha diligencia él lla; pero que si mucha gaha lá téhía, que otros
Visdrréy mandó encarar él artillería contra la muchos días había en los cuales sé encontra-
ptiéhte y con eliá lá lothbardéaron fuet-té- rían en el campo; pero porque viese cuánto
ménte, de tal rilanéra que cayó eii la agua tín la deseaba de su parte y que no tenía razón
gran pedazo de ella. Pues estando eh este de le juzgar á cobardía lo que en aquel día
lombardear con el artillería, según que dicho había hecho, él lé aplazaba la batalla para
es, e! Gran Capitán y la gente de Barleta sin- otro día siguiente con tal que entrase él y su
tieron y estrUéhdd dé la artillería
el ruttior gente otra tanta tierra en el tér-riiino de Ca-
francesa, eí cual se podía muy bien sentir se- nosa cuánta él había entrado áqUel día en el
gún el pdcd trecho que hay de la puente á término de Barleta, y que de aquella martéra
Barleta; de cuya causa, aunque á la verdad no ellos se verían y cumplirían de su parte con
supiese de cierto Id que podía ser, pero ima- la voluntad que dé batalla de campo tenían,
ginaron la misma verdad, con la cual junta- Y coh ésta respuesta se tornó el trompeta al
mente con ser de ello avisados y á rtiuy gran Gran Capitán, él cual hubo de ello mucho pla-
prisa hizo meter el Gran Capitán en armas su cer, y disimuló en sí lo que tenía en pensa-
gente y salió de Barleta así caballos ligeros y miento de hacer en aquel caso y tornóse con
hombres de armas cdmd infantería, y al más este concierto á Barleta con su gente. Des-
andar vino caminó derecho á la puente. En pués dé esto, en este mismo tiempo el capitán
esto las guardas francesas que contra la ciu- monsiur de la Laude, que, según dicho es, el
dad de Barleta estaban puestas, viendo venir Visorrey dejó én las grutallas cuando vino la
á los españoles aderezados de guerra en de- vez primera sobre Taranto, hacía con su per-
fensa de la puente, dieron aviso al Visorrey, sona y gente muchas correrías y daba otros
el cual como lo supo, temiéndose del Gran rebatos en Taranto, procurando por su parte
Capitán, á muy grande prisa se alzó de aquel de hacer todo el daño en españoles que podía
lugar con toda su gente y artillería y se re- hacer. Y durándole esta voluntad, acaeció que
trajo á Canosa. En este medio él Gran Capi- un día hizo juntar toda la gente y capitanes
tán allegó á la puente, y como vido que los que estaban aposentados en Castelaneta, Pu-
franceses se habían retirado, hubo de ello muy záno, Élepuraho y dio orden con ellos como
grande pesar y enojo, por razón que quisiera fuesen á correr hasta Taranto toda aquella
mucho venir á los manos con ellos, antes que tierra; y así movidos con esta voluntad todos
sé tornara á Barleta; y á esta causa, envió á aquellos capitanes, juntándose todos, fueron
muy grande prisa tras el Visorrey de Ñapóles á dar un tiento en Taranto por la parte del
un trompeta diciendo que él se maravillaba castillo, y con buena orden vinieron hasta jun-
mucho en cómo persona qué tan gran gente y to á los muros de la ciudad; y el capitán Pe-
ejército regía y gobernaba, tuviese tan poco dro Navarro y Luis de Herrera, que estaban en
ánimo que al tiempo que debía esperar las guarnición de aquella ciudad, como vieron los
afrentas, entonces las desviaba y huía, y que franceses tan cerca de sí, salieron fuera con
le hacía saber en corno él venía á se ver con toda su gente y dieron con gran ímpetu eñ
el campo y con su gente, y qué por ésta razón ellos, y de tal manei-a los recibieron que án-
ie rogaba rid se retirase tan aprésui-adamen- duvief"on un gran rato escaramuzando, hacién-
te, sino que le esperase Un poco en el campo dose todo el daño que podían, de cuya causa,
para que con la poca de su gente diese la ba- así de los unos como de los otros, hubo algu-
talla, y que donde no quisiese hacer lo que lé nos muertos y heridos, en especial de la
enviaba á decir, le desafiaba para la batalla parte írancesa. Y conio en esta escaramuza
cada y cUahdo qtié íuesé su volütitad. Y él hubiese dé la párté dé España algunas esco-
140 CRÓNICA GENERAL
petas y ballestas, un soldado escopetero hirió ligeros, y fuéronse á gran prisa la vía de Ca-
á tnonsiur de la Laude de un tiro de través, nosa para tomar la delantera á los españoles
de que cayó luego de su caballo muerto; de que llevaban el ganado; y llegando más acá
cuya causa los otros franceses, viendo á su de los términos de Canosa pasaron junto á la
capitán muerto, aflojaron en fuerzas y poder, emboscada adonde estaba el Gran Capitán con
y dejando el campo conrenzaron de se reti- su gente. El Gran Capitán, aunque vido los
rar á fuera á sus aposentos. En este retirar caballos franceses ir en pos de la cabalgada,
murieron diez franceses y muchos que hubo no quiso moverse de allí hasta tanto que el
heridos, y de los españoles murieron dos y Visorrey saliese de Canosa con toda su gente
fueron heridos cinco. para pelear con él. El capitán monsiur de For-
mento y monsiur de Chandela, que según di-
cho es salieron en pos de la cabalgada, pasa-
CAPITULO LXVI ron á muy gran prisa en seguimiento de los
De cómo el Gran Capitán salió de Barleta á españoles sin sentir la emboscada del Gran
buscar en campo al Visorrey, y de lo que su- Capitán, y siguieron cabalgada de los caba-
la

cedió; y de cómo el capitán Arlarán, que es- llosespañoles hasta Losanto, y los es-
el río

taba en Manfredonia, fué sobre San Juan pañoles ya tenían puesto el ganado de la otra
Redondo y la tomó. parte del río, de cuya causa mucho menos te-
mían á los franceses. En esto el Gran Capitán,
Según arriba se dijo, el Gran Capitán envió que muy gran pieza del día había estado es-
á desafiar Visorrey de Ñapóles para que
al perando al Visorrey de Ñapóles que saliese
ambos á dos con sus gentes se viesen en el de Canosa, viendo cómo se tardabr, no quiso
campo. Pues dice ahora la crónica que habien- más esperar, porque á la verdad fuera de muy
do quedado aplazada la batalla para el día si- poco fruto su estada, por razón que el Viso-
como dicho es, el Gran Capitán, que
guiente, rrey había sentido la emboscada y no estaba
mucha gana tenía de venir á las manos con en voluntad de salir de Canosa; y así en esta
los franceses, aquella noche hizo recoger toda manera á muy gran prisa fué contra monsiur
su gente de armas y caballos ligeros y infan- de Formento y contra monsiur de Chande-
tería, y salió de Barleta ya que era pasado la,que ya comenzaban á pasar el río para
una buena parte de la noche, y caminó toda dar en los españoles. Los cuales como vie-
la noche la vía de Canosa para buscar al Vi- ron venir detrás de sí á los caballos ligeros
sorrey, según que entre ellos había quedado y gente de armas española cayeron en el en-
ordenado, y antes que amaneciese allegó á gaño de la emboscada, y por esta razón mon-
milla y media de Canosa y envió desde aquel siur de Chandela, que aun no había pasado
lugar á do estaba emboscado hasta doscien- el río,con cincuenta hombres de armas dio
tos caballos ligeros para que corriesen toda la la vía de la Chirinola á más no po-
vuelta
aquella campaña de la Chirinola y Caba, y ro- der huyendo; pero monsiur de Formento, que
basen elganado que haber pudiesen. Los ca- con toda la gente ya había pasado el río, no
ballos ligeros y españoles con aquella orden tuvo lugar de se salvar tan presto como mon-
del Gran Capitán comenzaron á correr todos siur de Chandela, y por la otra parte del río
aquellos términos, en que hicieron presa de con toda la otra gente de armas y caballos
más de treinta mil cabezas de ganado de aque- ligeros se comenzó á retirar á grande prisa la
llo que pascía en el Aduana, y con aquella ca- vía de Canosa. Pero no le avino como él que-
balgada se tornaron la vía de Barleta. Los pas- ría,por razón que el Gran Capitán, que muy
tores que guardaban el ganado, algunos de bien sabía hacer sus cosas, alcanzó los fran-
ellos fueron presos y otros se escaparon, y és- ceses bien antes que llegasen á Canosa, y dio
tos dieron luego aviso en aquellos lugares don- en ellos con tanto ánimo y fortaleza, que en
de franceses estaban, de donde salieron gran muy breve tiempo los desbarató á todos y
copia de caballos ligeros y gente de armas, mató y prendió más de treinta franceses; y
con voluntad de les quitar la cabalgada, entre monsiur de Formento con muy grande trabajo
los cuales de la Chirinola salieron monsiur de apenas se pudo escapar, y con alguna gente
Formento y monsiur de Chandela, con cien que recogió se fué á Canosa. El Gran Capitán
hombres de armas y con doscientos caballos hizo en esta escaramuza peleando con su muy
DEL GRAN CAPITÁN 141

fuerte brazo y animando á los suyos á veces mas con mucho sosiego y descuido de sí; de
cosas muy señaladas, por manera que hacía los cuales los españoles mataron algunos y
maravillas á quien lo veía. Asimismo D. Die- todos los otros prendieron juntamente con el
go de Mendoza y el Duque de Termes, y el capitán Senón, dejando aquella villa por el
capitán Pizarro, Diego García de Paredes y Rey de España, debajo de pleitos y homena-
el prior de Mecina, y Pedro de Paz y Villalva, jes de los de la villa. El capitán Arriarán dejó

y Escalada y Cuello, todos varones de muy algunos soldados ende en guarnición, y con
gran virtud y los demás hicieron aquel día toda la otra gente y prisioneros sin perder
obras de memoria y prez, Y después que no tan solo uno de los suyos, se tornó á Manfre-
tuvieron más en qué se ocupar, porque los donia muy alegre.
franceses habían dejado el campo, el Gran
Capitán los hizo esperar todo lo que de aquel
CAPÍTULO LXVII
día les quedaba, por ver si el Visorrey salía á
ellos con su gente; pero no estaba el Visorrey De un trato doble que un falso soldado tramó
de aquella voluntad, y así se estuvo, que no contra los españoles que estaban en Taran-
quiso salir de Canosa; y por esta razón el Gran to, y de lo que le sucedió, y de cómo fué pre-
Capitán habiendo cumplido la postura del so el capitán Fabricio, hijo del Conde Conce,
desafio, y viendo el día pasado y que la noche y muerta toda la más de su gente.
se acercaba, sin perder tan solo un hombre de
la escaramuza pasada se comenzó á venir la Según las cosas que acaecían en ambas las
vía de Barleta, y como allegó luego otro día dos provincias, adonde franceses estaban con-
siguiente envió su mandado al capitán Arria- tra españoles, así la crónica las va contan-
rán, que estaba en Manfredonia, para que con do, y dice que en la ciudad de Taranto, adon-
la gente que tenía fuese sobre San Juan Re- de Luis de Herrera y Pedro Navarro estaban,
dondo, que es una villa, según dicho es, en la un día un soldado de los de aquella provincia,
montaña de Santángelo, y que la tomase por el que era de la compañía de Luis de Herrera,
Rey de España. Estaba en esta villa un capitán se salló de la ciudad y se pasó al campo de
que se decía el capitán Senón, á quien dejó los franceses, de que muy gran pasión hubie-
monsiur de Alegre en guarnición después que ron los capitanes españoles, por razón de mu-
aquella vez la saqueó y destruyó, según que chos avisos que podía dar á los franceses de
está ya dicho, y este capitán desde aquel lu- que les podía á ellos suceder daño. Finalmen-
gar hacía muy gran daño en algunas villas y te, aquel soldado aconsejó á los franceses un

lugares comarcanas de aquella montaña que trato doble contra los españoles, de que se les
estaban por España. Finalmente, que el capi- podía hacer gran daño y suceder detrimento,
tán Arriarán, que era varón de muy gran vir- si Nuestro Señor por su clemencia no lo reme-

tud, una noche muy secretamente metió en diara, y fué así. En el campo francés había un
armas su gente y salió de Manfredonia, y me- soldado muy entendido en la lengua españo-
tido en camino anduvo toda la noche hasta la, de tal manera que muy bien podía explicar

que se halló á la punta del día junto á San cualquier cosa en aquel lenguaje, y este sol-
Juan Redondo, y con muy grande silencio hizo dado por orden de los capitanes franceses
llegar la gente almuro de la villa, y como las vino un día á Taranto, como que de su volun-
guardas hubiesen velado toda la noche, ha- tad procedía y habló con los capitanes Luis
bíanse adormecido la madrugada; y así por de Herrera y Pedro Navarro, y díjoles la gran-
esto como por el gran sosiego de la gente es- de amistad y familiaridad que él tenía con
pañola, hubo lugar de echar las escalas al aquel soldado que se les había huido del cam-
muro sin ser sentidos de los franceses, y así po francés, y que él sabía de cierto que aquel
poco á poco por las escalas subieron todos en soldado había dado muchos avisos á los fran-
el muro, y lo más presto que pudieron se aba- ceses de que se les podría recrecer algún daño,
jaron al cuerpo de la villa, y con muy buena si no estuviesen sobre todo cuidado, ofrecién-
orden, teniendo en la boca el apellido de Espa- doles asimismo que si ellos querían, porque
ña, comenzaron á discurrir por las casas de la tan gran aleve y traición no pasase sin casti-
villa, y quebrantando las puertas hallaban á go, él haría de manera cómo se les entregase
los franceses desnudos durmiendo en sus ca- en su poder para que hiciesen del todo lo que
142 CRÓNICA GENERAL
fuese su voluntad. El capitán Luis de Herrera 4el día.Y al cabo de una buena pieza, andan-
y Pedro Navarro, que mucho deseo tenían de do corriendo hasta veinte caballos españoles
castigar aquel soldado, para que la pena de aquella tierra, no muy apartados de la em-
uno fuese ejemplo de muchos, que semejante boscada, vieron venir á Fabricio con su gente
traición procurasen hacer, agradecieron mu- que se venía á su estancia. El capitán Fabricio,
cho al soldado la buena voluntad que en ello como vido aquellos caballos españoles, cre-
mostraba, y dijéronle que viese lo que era yendo que sería gente que había venido á co-
necesario se hiciese de su parte en aquel caso, rrer la tierra, y que no sería más de la que pa-
que así se haría. El soldado les dijo que con- reció, arremetieron con mucha prisa con sus
venía que ellos y su gente saliesen la noche caballos para tomar los españoles, los cuales
siguiente milla y media de la ciudad, y que él haciendo vista de huir viniéronse á meter por
les traería al soldado á aquel lugar por enga- su emboscada. El capitán Fabricio los siguió
ño y se lo pornía en sus manos. Pues quedan- hasta tanto que descubrió la infantería espa-
do aplazada la cosa, según dicho es, el soldado ñola, de que conoció que eran perdidos todos
francés se salió de Taranto, dejando los capi- aquel día; conoció su daño, pero como mejor
tanes espaííoles muy contentos, no sabiendo el pudo se comenzó á retirar hacia Puzano; mas
engaño que se les urdía, y yéndose al campo los españoles que muy gran voluntad tenían
francés dio aviso de lo que quedaba concer- de destruir aquella gente, no les dieron tanto
tado, y la noche y hora que los españoles ha- lugar, antes salieron todos de la emboscada
bían de salir de aquel lugar. Los cuales muy y dieron en el capitán Fabricio y su gente con
descuidados de traición y de engaño se salieron tanta fortaleza que, peleando con él un gran
aquella noche de aquel lugar que concertaron rato, hicieron tanto de sus personas que de
con el faraute que había de vender al soldado sesenta franceses que ellos eran, mataron cin-
su amigo. Estando esperando gran parte de cuenta y prendieron casi todos los otros, en-
la noche, ya que quería amanecer, descubrie- tre los cuales fué preso el capitán Fabricio,
ron toda la gente francesa que venía por los hijo que era, según dicho es, del Conde de
prender y matar á todos, y verdaderamente Conce. Y de esta manera se les trató á los
recibieran los españoles muy gran daño, si no franceses trato doble que contra los espa-
el

fueran de ellos los franceses sentidos, los fíoles habían ordenado, y llevando consigo al
cuales conociendo el engaño del soldado, co- capitán y á.los otros prisioneros muy alegres
menzaron á retirarse á muy gran prisa á la de la victoria que con tanto daño de sus ene-
ciudad; y los franceses como los vieron, co- migos alcanzaron, se tornaron á Taranto.
rrieron en pos de ellos hasta las puertas de
Taranto; y no los pudiendo alcanzar, los es-
pañoles se quedaron dentro en la ciudad, y
CAPÍTULO LXVIII

los franceses se tornaron cada capitán á sus Del arte que tuvo el Gran Capitán para hacer
estancias, enojados de lo mal que les había daño á los franceses, y de la prisión del ca-
sucedido con aquel trato que ordenado ha- pitán monsiurde la Mota, juntamente con la
bían. En esto el capitán Pedro Navarro y Luis muerte y prisión de los suyos.
de Herrera, que muy bien sabían, los lugares
do los capitanes franceses se habían de aco- Muygrande era el cuidado y solicitud que
ger con su gente, y viendo cómo se tornaban elGran Capitán ponía acerca de lo que toca-
á sus aposentos, determinaron de les pagar el ba al servicio de su Rey y señor, y asimismo
trato doble, antes que se guareciesen en sus en dañar á sus enemigos en todas las mane-
estancias. Con este acuerdo salieron muy se- ras que podía, y con esto no se ocupaba en
cretamente con toda su gente de la ciudad otras cosas salvo en buscar su total destruc-
por la puerta que va á Puzano, adonde esta- ción. Pues dice agora la crónica que el Gran
ba aposentado con su gente el capitán Pabri- Capitán se determinó un día de hacer á los
cio, hijo del Conde de Conce, y caminando franceses una burla, con que les costase caro
muy aprisa se pusieron muy encubiertamente el deseo que de matarlo ó prenderlo junta-

en una emboscada, á dos millas de Puzano, mente con su gente tenían, y fué así que echó
junto á una iglesia que llaman Santa María de fama por todas aquellas villas comarcanas de
Tesano, y allí estuvieron esperando gran rato Barleta cómo en Trana, una villa que está en
DEL GRAN CAPITÁN 143

la la mar junto á Rubo, tenía veinte


costa de Trana, siendo cuatro horas entrado el día, se
mil ducados y que ordenaba lo más presto salió con los cincuenta caballos para se tor-
que ser pudiese de enviar por ellos. Pues nar á Barleta; y como monsiur de la Mota tu-
acaeció que esta fama se divulgó tanto entre viese puestas sus espías para que le avisasen
franceses, que no deseaban ni esperaban otra cuando el Comendador saliese, por razón que

cosa salvo el día cuando habían de salir de si por aventura quisiese irse por otro camino
Barleta é ir por ellos, y así tenían sus espías no se le fuese sin venir, con él á las manos,
puestas en el camino de Trana, para que fue- fué sabidor en cómo los españoles habían ya
sen los franceses que estaban en Rubo avi- salido de Trana y que se venían á Barleta por
sados de su venida. Finalmente, después que el mismo camino, de cuya causa, ya que los

el Gran Capitán sintió que sería ya publicada españoles llegaban cerca de donde los france-
y divulgada la fama de aquel engaño, cuando ses estaban, monsiur de la Mota con su gente
le pareció tiempo, envió al Comendador Men- salió á ellos. El Comendador Mendoza como
doza con cincuenta caballos ligeros á Trana; los vido, desvióse delcamino y á muy gran pri-
bien instructo en lo que debía hacer, por que sa se fué retirando de Barleta, adonde
la vía

no se errase aquel trato que contra los france- creyó que los suyos le estaban aguardando.
ses ordenaba; y porque más lugar tuviesen los Finalmente, los franceses apresuraron tanto
franceses de ser avisados de su ida, mandó que alcanzaron los caballos españoles, y es-
que se estuviese en Trana tres días, para que caramuzando con ellos los franceses, como
en este tiempo los franceses de Rubo lo sa- eran muchos, los fueron apretando y prendie-
brían y saldrían al camino á les tomar los di- ron más de veinte hombres. En esto D. Diego
neros como gente que no es poco codiciosa de Mendoza y Diego García de Paredes, que
de semejante fruta. Pues con esta orden el estaban emboscados en aquellas grutas, como
Comendador Mendoza con los cincuenta ca- sintieron la escaramuza de franceses con los
ballos salió de Barleta y fuese á Trana, y allí españoles, salieron á muy gran prisa de la em-
estuvo tres días, según que el Gran Capitán boscada y dieron muy de recio en los france-
se lo había mandado; mediante los cuales ses, que fuertemente peleaban con los caba-
monsiur de la Mota, que estaba en Rubo, sien- llos españoles, y de su venida fueron de los

do avisado cómo ya eran los españoles veni- franceses muertos y heridos más de veinte.
dos por el dinero á Trana, salió con sesenta El Gran Capitán, que estaba, según dicho es,
hombres de armas y cincuenta caballos ligeros dos millas y media de Barleta en el camino de
de Rubo y fuese á poner en una emboscada Trana, esperando lo que sucedería de los su-
junto á una ermita que está milla y media de yos, fué avisado cómo ya los franceses anda-
Trana, y allí estuvo esperando al Comenda- ban revueltos con los españoles y que les ha-
dor Mendoza hasta que dio la vuelta, aunque bían herido y muerto algunos franceses, aun-
sin dineros. El Gran Capitán otro día siguien- que todavía los españoles llevaban lo mejor.
te después de partido el Comendador, envió El cual, con el deseo que tenía que no se le
al capitán Diego García de Paredes y á don escapase ningún francés, se movió de aquel
Diego de Mendoza con cien hombres de ar- lugar y á la mayor prisa que pudo vino con
mas y cincuenta caballos ligeros y con tres- su gente adonde la batalla se hacía, y como
cientos infantes, y saliendo de noche de Bar- allegó, halló que los españoles traían á muy
leta se fuesen á poner en unas grutas que mal traer á los franceses y que les tenían
están milla y media de Trana, apartados del muertos y presos muchos de ellos, á gran sal-
camino, adonde monsiur de la Mota eran avi- vamento de los españoles. Adonde halló más
sados que estaba, y allí llegaron media hora encendida la batalla, allí se metió con su gen-
antes que viniese el día; y junto con esto el te por el un costado del escuadrón, y de tal
Gran Capitán con ciento y cincuenta caballos manera los acometió que los franceses no los
ligeros se salió de Barleta y se puso dos mi- pudieron más sufrir y metiéronse todos en
llas y media de Barleta en el mismo camino de rota, y los españoles los siguieron más de
Trana para esperar allí lo que sucedería de una milla, adonde monsiur de la Mota fué pre-
los suyos y para socorrerlos si necesidad hu- so y muertos más de sesenta franceses y to-
biese de socorro. En esto, pasados los tres dos los demás presos, que no escaparon de
días que el Comendador Mendoza estuvo en todos los que llevó el capitán monsiur de la
144 CRÓNICA GENERAL
Mota para aquel hecho sino sólo tres caba- tanta honra que la sabrían do quiera que fue-
lleros;y de esta manera los franceses halla- se menester defender. Monsiur de la Mota
ron que la moneda que se usa entre españo- tornó á replicar diciendo que lo que él había
les no es sino armas, con las cuales se compra dicho tenía por opinión verdadera, y él la haría
el vencimiento de sus enemigos, como aquí buena donde le fuese pedido dándole libertad.
acaeció. Y
después de todo acabado, el Gran A esto D. Iñigo López de Ayala respondió:
Capitán con toda su gente, sin perder tan so- «Señor monsiur de la Mota, si tanta gana te-
lamente un hombre, se tornó á Barleta muy néis de decir mal de la nación italiana, prestos
alegre de la victoria que de aquella vez alcan- estamos de ver la prueba, para lo cual yo ten-
zó, llevando consigo al capitán monsiur de la go en mi compañía italianos, en quien conozco
Mota preso juntamente con todos los otros tanta virtud que sin duda creo que sabrán sa-
franceses. car mis palabras á salvo; por ende', dad vos
tantos franceses de vuestra parte para que se
CAPÍTULO LXIX combatan ó otros tantos italianos como los
De cómo por ciertas palabras feas, que monsiur que yo metiere en campo, y allí veremos la
de la Mota dijo contra la nación italiana, se experiencia de todo lo que decíais». Monsiur
combatieron trece soldados franceses contra de la Mota dijo que era de ello muy contento,
otros trece italianos, y lo que sucedió. y ordenóse que fuesen trece franceses de la
parte de monsiur de la Mota contra otros tre-
Después que monsiur de la Mota fué preso ce italianos de la parte de D. Iñigo López de
y su gente toda muerta y presa, según suele Ayala, diciendo que aunque entrasen más en
acaecer entre caballeros y gente de guerra, campo no los estimarían los franceses en
estando monsiur de la Mota en Barleta en nada. Finalmente, el combate se concertó en
compañía de todos aquellos caballeros, más esta manera: que el vencido perdiese las ar-
preso en el nombre que en el tratamiento, mas y caballo y diese al vencedor cien duca-
acaeció que hablando con él D. Iñigo López dos, y que el campo fuese entre Andria y Cua-
de Ayala, un caballero soldado español, en las drata, y había de ser el estacada señalada en
cosas de guerra y lo que cada día acaecía en- un círculo ó término labrado, dentro del cual
tre españoles y franceses, diciendo la virtud se habían de combatir; y cualquiera de los
que había en los españoles y cuan bien sabían combatientes que saliesen de aquel término
defender su derecho, y lo mismo de la nación no pudiese más entrar ayudar á los compa-
italiana, que muy por entero había mostrado ñeros, sino como vencido perdiese el caba-
su virtud en el servicio del Rey de España los llo y armas y fuese condenado en los cien

que en Barleta se habían hallado, respondió ducados que había de haber el vencedor. Y
monsiur de la Mota aprobando lo que decía asimismo se dieron para seguridad del campo
de los españoles y reprobando lo que D. Iñigo entre los unos y los otros rehenes ó ostages,
López de Ayala decía de la virtud de los ita- que allá llaman así, y junto con esto señala-
lianos, y diciendo cuan de poca estima fuesen ron por jueces de la parte de los italianos á
en el oficio de la guerra, en especial no te- Diego de Vera, capitán del artillería, y de la
niendo en su compañía gente que les colorase parte de los franceses al capitán monsiur Po-
y cumpliese sus faltas, como se había visto codinare. Los nombres de los combatientes
nunca venir ellos solos á las manos con los italianos son los siguientes (y porque fuese
franceses, sino mezclados con españoles. Por la ciudad acostumbrada á siempre vencer pre-

manera que en lo que en su alabanza traía ferida á las otras): fueron tres romanos los
D. Iñigo López, no se podía evidentemente primeros, que fueron: Juan Bracalone, Juan
probar, y que por aquella razón, según lo que Capocha y Héctor Peracio; de Ñapóles, Mar-
él concebía en sí, él tenía á los italianos por co Carolario; de Capua, Héctor Ferramusca,
gente muy para poco y de menos saber y va- nacido de bellicosísima sangre; de Teana, Lu-
ler. A esto D. Iñigo respondió diciendo que dovico Beabolin; de Sauro, Mariano Aventi; de
mirase lo que decía, porque allí tenía el Gran Toscana, Meyale Romanella; de Sicilia fueron
Capitán gente que era de tanta virtud y for- dos nombrados, porque esta isla violentamen-
taleza que poca necesidad tenía de la ayuda te partida por la mar no pareciese haber per-

y favor de los españoles, y que era gente de dido el derecho de las ciudades de Italia, los
DEL GRAN CAPITÁN 145

cuales sicilianos fueron Francisco Salomoni, de los caballos. Fuéronles demás de esto aña-
que después fué claro en muchas batallas, y didos dos venablos, los cuales estaban plan-
Guillermo Albamonte; de las ciudades que es- tados en el suelo, así que aquellos que fuesen
tán junto al Pou fueron nombrados los que derribados en tierra, tomando en las manos
faltaban, que fueron el Ricio de Parma y Tito aquellos venablos, pudiesen combatir. Fueron
por la ciudad de Lodi, llamado por sobrenom- estos venablos, según se entendió de Próspe-
bre el Franfrulla. Verdaderamente eran todos ro, y para aquellos que combatieron, muy pro-
varones de muy gran virtud, ánimo y fortaleza vechosos para ganar la victoria. No con me-
y amigos de tornar por su honra en gran ma- nor cuidado monsiur de Nemos instruyó á
nera. Los nombres de los franceses eran los los suyos, los cuales salieron al campo con
siguientes: Marco de Enfrena, Siran de Forsis, riquísimos sayos de brocado y terciopelo car-
Grajan de Aste, Martellin de Sugre, Pierre mesí. Monsiur de la Paliza había escogido
de Alie, Jacobo de la Fonte, Lionte de Baran- entre muchos á estos, los cuales deseaban
te, Juan de Landes Sánchez, Francisco de Pin- aquella honra, y enseñando á cada uno el arte
ses, Jacobo de Guntibun, Marin de la Francia de combatir, los había grandemente inflamado
y Cares de Togues, varones de muy grande á que mostrasen testimonio del valor de los
ánimo y virtud de fuerza, tan abundantes de franceses. Fué señalado el campo con un sur-
soberbia como lo eran de fuerzas y esfuerzo. co, cuasi la octava parte de una milla, en el
Todos estos combatientes, asi italianos como medio de Cuadrata y Andria, como está di-
franceses, salieron de sus aposentos para es- cho, y hicieron un cadalso en el cual debajo
tar en el campo el día señalado del combate, de un dosel estaban los jueces, los cuales or-
los cuales fueron bien acompañados de caba- denaron que aquellos que fuesen sacados de
lleros ygente de guerra, que sólo por ver el fuera de aquel espacio fuesen habidos por
combate se allegaron. El Próspero Colona, vencidos, y que el premio de aquel vencedor
capitán de los italianos, con palabras graves, fuese las "armas y el caballo y cien ducados
aunque con alegre semblante, animó á los su- por cada uno de los vencidos. Demandaron
yos, los cuales cuasi todos eran de su capita- los jueces que les asegurasen el campo; mon-
nía y de la de Fabricio su hermano, acordán- siur de la Paliza lo excusó, así como en im-
doles cómo la honra de estaba puesta
Italia portante y peligroso negocio de querer en
en su valor y esfuerzo, que hiciesen todo su esto obligarse. El Gran Capitán protestó, di-
deber porque no los engañase su opinión. El ciendo que aseguraría el campo y toda cosa,
cual habiendo puesto aparte tantos caballe- y sacó toda la gente fuera de Barí, y con muy
ros había particularmente escogido á ellos buen concierto los metió en orden de batalla,
como á muy buenos y fuertes defensores del que parecía que estaban á punto para com-
nombre italiano. No hubo ninguno de ellos batir, y metiéndoles un cierto y dudoso temor
que no se moviese por el loor de la gloria y tenía suspensos los ánimos de los franceses,
que no jurase de volver del campo vencedor. habiéndose hecho venir delante los italianos,
Después de uno en uno los advirtió muy en no con otras palabras los esforzó, sino que
particular que guardasen las armas y los ca- con generosa determinación de ánimo cons-
ballos, y dio á cada uno lanzas muy fuertes y tante tuviesen en poco los hombres de aque-
casi una brazada más largas que las de los lla nación y sangre, así como aquellos que se

franceses y sendos estoques colgados de los acordaban cómo sojuzgada la Francia mu-
arzones á la parte izquierda y sendas espa- chas veces habían sido vencidos, muertos y
das cortas y anchas ceñidas para herir de domados de sus antepasados, y que tuviesen
tajo. Púsoles á la parte derecha de los arzo- esperanza cómo Dios daría ciertamente la
nes, en trueque de maza de hierro, una hacha victoria á aquellos que combatían con tan
de estas de labradores de gran peso con un buena querella contra hombres insolentes,
mango de media braza colgada con una cade- locos y soberbios. Pues esto así pasando, fue-
nilla. Los caballos llevaban sus testeras de ron los jueces de ambas las partes á ponerse
hierro lucidas y sus armaduras de pescuezo, en su lugar. Y Diego de Vera, que era juez
las cubiertas doradas de cuero cocido, que de los italianos, llevaba en su poder los mil y
los antiguos las llamaban clivani, las cuales trescientos ducados para dar á los franceses,
comodísimamente cubrían los pechos y ancas si los italianos fuesen vencidos. Los cuales

Crónicas del Gran Capitán.— 10


146 CRÓNICA GENERAL
monsiur de Pocodinare, ó porque conforme á sino sólo un francés, que bien mostró aquel
su nombre él tenía pocos dineros ó porque día su valor, el cual fué Grajan Daste. Este
según su soberbia, que es más verdadera, él francés hizo tanto de S14 persona y tan fuer-

no ponía duda en el vencimiento de los suyos, temente se defendió de los italianos, que ver- :

no quiso llevar aquella suma ni ponerse en daderamente si todos los otros fueran de su
aquel trabajo. Finalmente, allegados los com- virtud, no dudaran en el vencimiento de su
batientes al lugar del combate fueron por los parte. Este fué cargado de muy pesados gol-
jueces metidos en el estacada dentro del tér- pes de los italianos, y él todavía hacía su po-
mino donde habían de combatir. Puestos cada der dando así á los unos como á los otros, y
uno en el lugar que le fué señalado, fuéles al fin nunca se quiso rendir. Los italianos,

partido el sol por los jueces. Los franceses viendo que no les quedaba otra cosa que ha-
antes que entrasen en el campo tenían entre cer, salvovencer aquel francés, en quien esta-
sí acordado que en el primer encuentro car- ba la honra y el cumplimiento de la victoria,
gasen tan de recio en los italianos que los hi- comenzáronle de nuevo á cargar de muchos
ciesen perder el campo y salir de la raya y y muy pesados golpes y heridas, diciéndole
término señalado; pero no les avino así como que se rindiese, si no que le matarían. El cual
pensaron, antes los italianos, que muy bien nunca lo quiso hacer hasta tanto que no pu-
sabidos y ejercitados eran en aquel menester, diendo más sufrir los duros golpes de los
tuvieron buen aviso en que hecha la señal italianos cayó en tierra como desacordado, y
dieron y recibieron tan fuertemente los en- luego cargaron sobre él para le matar, y con
cuentros de las lanzas que las quebraron to- todo esto nunca se quiso rendir, hasta que
dos sin se mover ninguno de las filas; y pasa- los jueces, viendo su voluntad y que de allí
ron adelante mirando cada uno la raya, no no podía escapar sin la muerte, se metieron
saliese de ella. Después echaron mano á las en medio y dieron por vencedores á los ita-
otras armas, de las cuales se aprovechaban lianos de aquella demanda. Y el capitán Diego
los italianos muy sabiamente con muy buen de Vera, después de haber hecho tomar las
tiento, dando y recibiendo muy pesados y armas y caballos de los franceses, demandó
fuertes golpes, así de las hachas como de las al capitán monsiur Pocodinare mil y trescien-

espadas, de que así de ellos como de los ca- tos ducados que se debían á los italianos por
ballos andaban heridos y de que el campo se la postura; los cuales el capitán francés, que
teñía de sangre. Pues andando de esta mane- no pensó que los suyos fueran vencidos, no
ra revueltos los unos contra los otros, cuatro los había llevado. Y por esto el capitán Diego
caballeros franceses y un italiano tocaron la de Vera, como vido que los franceses no cum-
raya, los cuales luego fueron por los jueces plían según la postura que habían puesto en-
sacados de allí como hombres que, según la tre ellos, llevó consigo á los combatientes
postura, no podían entrar más á ayudará los franceses vencidos en rehenes de los mil y
compañeros, de que los italianos muy alegres trescientos ducados, y fuese con ellos á An-
se reforzaron más y cargaron muy más de dria,adonde el Gran Capitán había quedado
recio en los franceses todos juntos de un tro- con su gente de armas y cabaUos Hgeros y
pel; y tanto hicieron que echaron á otros dos con dos mil infantes; el cual había salido de
caballeros franceses del campo, de que más Barleta con voluntad de favorecer los italia-
los italianos cobraron fuerzas y poder, y tanto nos, si los franceses no les quisiesen guardar
más á los otros franceses que quedaban se su seguro y lo pactado. El capitán Pocodina-
les disminuía, viendo que seis de sus compa- re, como vido al capitán español tan determi-
ñeros habían tocado en la raya y perdido el nado en llevar aqueUa cosa al cabo, rogó pri-
campo. Los italianos, conociendo la flaqueza mero al capitán Diego de Vera le hiciese tan-
de los franceses, procuraron de darse mucha ta gracia de le dejar consigo llevar aquellos
prisa por vencer los que quedaban, y así car- franceses, que él le daba su fe como caballero
garon tan de recio en los siete franceses, que de en allegando á Rubo enviar aquellos du-
harto tenían que hacer en se defender, de tal cados, y que asi lo prometía de hacer sin falta
manera que á fuerza de armas hicieron rendir ninguna. El capitán Diego de Vera, que de la
á los tres de ellos; y de los otros cuatro los promesa de franceses tenía muchas veces he-
tres tocaron la raya y no quedó en el campo cha experiencia, dijo que él no era en aquel
DEL GRAN CAPITÁN 147

caso sino juez, y que no tenía más poder en grado, no sólo la gente, pero los caballos, que
ello de cuanto los italianos vencedores lo muchos días había que por falta de cebada y
quisiesen hacer, y que pues ellos no querían, paja, que es su provisión, comían sarmientos
no podía hacer ende al. Finalmente, el capitán y otros ramos verdes de árboles de las viñas
Pocodinare, viendo que no podía alcanzar del de Barleta, adonde ya no se podía hallar una
capitán español lo que quería, se partió eno- vid y sarmiento, sino á muy gran pena. Por
jado y fuese á Rubo. Diego de Vera como lle- esta razón convenía ir á buscar á otras par-
gó á Andria con los combatientes italianos y tes, por lo cual el Gran Capitán ordenó que
franceses, el Gran Capitán lo salió á recibir D. Diego de Mendoza y Diego García de Pa-
con mucho placer de la victoria, que tan á su redes fuesen con sacomanos para traer los
honra los italianos habían alcanzado, alaban- sarmientos de las viñas de Visela, una villa
do mucho su virtud, ánimo y fortaleza, y con que es distante de Barleta trece millas, á los
esto muy contentos todos se estuvieron todo cuales dio treinta hombres de armas y cin-
aquel día en Andria. Otro día siguiente se cuenta caballos ligeros y doscientos infantes
partió el Gran Capitán de Andria con su gen- para que con aquella gente, entre tanto que
te y fuese á Barleta. Después de esto mon- los sacomanos sacaban y cogían los sarmien-
siur Pocodinare dende á cuatro días que se tos, que ellos hiciesen la escolta. Finalmente,
tuvo en Rubo, habiendo los mil y trescientos los sobredichos capitanes y gente, juntamen-
ducados de la tasa de los franceses vencidos, te con los sacomanos, se partieron de Bar-
los envió á Barleta al capitán Diego de Vera, leta la vía de Visela, para poner en efecto el
el cual recibiendo la dicha suma de dinero, dio mandado de su capitán. Estaba en Visela en
libertad á los trece franceses para que se fue- guarnición un capitán francés que llamaban la
sen á Rubo, siendo primero satisfechos los Crota, con cuatrocientos infantes; con el cual
italianos vencedores de todo aquello que en el capitán Pocodinare, que estaba entre Lica,

el asiento y postura se habían concertado. siendo avisado la noche antes de la venida de


los españoles, salió con cien caballos ligeros
y cincuenta hombres de armas y fuese á jun-
CAPÍTULO LXX tarse con él para que ambos á dos saliesen á
De cómo el capitán Diego García de Paredes dar en los españoles. Los capitanes D. Diego
y D. Diego de Mendoza, por mandado del de Mendoza y García de Paredes, después
Gran Capitán, salieron de Barleta d coger que salieron de Barleta, porque la infantería
sarmientos de las viñas de Visela, y de lo que no fuese vista de los franceses, mandáronlos
les aconteció con los franceses que estaban subir en los sacomanos, y de esta manera pa-
en aquella villa. reció que todos venían á caballo y que no ve-
nían infantes. Allegando los españoles á milla
Costumbre es de guerras, que doquiera que y media de Visela, enviaron delante los caba-
los tales movimientos hay, haya hambres y llos ligeros para que se informasen del esta-
pestilencias y otras muchas necesidades, es- do en que estaban los de Visela y viesen si
pecial cuando las tales guerras y discordias había algún movimiento de franceses y los
duran mucho tiempo. Así acaeció en este tiem- avisasen con tiempo. Los franceses, como es-
po en Barleta y sus confines, adonde españo- taban sobre aviso, luego como sintieron ve-
les estaban aposentados. Y com.o el Comen- nir á los españoles, enviaron cien infantes de-
dador Peri Juan, capitán de la armada france- lante para que peleasen con los españoles y
sa, estuviese en Brindes (ciudad que está en se entretuviesen con ellos, entretanto que con
el paso de Sicilia para venir á Barleta por mar) toda la otra gente de caballo y infantes ellos
todas las provisiones que venían de Sicilia al acudían, por razón que pensaron que si todos
campo español, todo lo tomaba el sobredicho salían de un golpe, los españoles no osarían
capitán francés con sus galeras, y por esta esperar y volverían las espaldas, y de aquella
razón si algún bastimento había de venir, no manera como se cebasen en pelear con aque-
venía con temor de las galeras francesas que llos infantes, no mirarían tanto sobre sí, cre-
estaban, según dicho es, en Brindes, y de esta yendo que no vernía más gente. En conclusión,
causa necesariamente había de haber necesi- los caballos ligeros españoles, como vieron
dad de hambre; la cual padecían en extremo los infantes, arremetieron con ellos y del pri-
148 CRÓNICA GENERAL
mero encuentro los franceses fueron rotos en de armas se pusiesen al camino, que es entre
dos partes, de manera que los sesenta de unas viñas, por donde los franceses habían de
ellos se retrajeron á una torre fuerte de aque- venir, y que allí se estuviese quedo, encarado
llas viñas y los cuarenta se tornaron á muy contra ellos sin se mover de allí con su gente.
gran prisa á Vísela á dar aviso á los capitanes Muy bien pareció á todos lo que Diego García
franceses del estrecho en que los otros infan- de Paredes dijo, y así lo pusieron por obra,
tes quedaban en la torre. Por manera que el porque entretanto que Diego García de Pa-
capitán Pocodinare con el otro capitán fran- redes combatía la torre, D. Diego de Mendoza
cés luego salió de Visela con toda la gente de con la gente de armas y caballos Ugeros se
caballo y infantería para socorrer los france- puso á la boca de una calle de las viñas, que
ses que estaban en la torre; y los españoles era el camino por donde los franceses habían
como vieron salir de tropel toda la gente de venir, según dicho es. Entretanto Diego
francesa de Visela y que eran tres para uno García de Paredes se puso á pie con la infan-
de los españoles, determinaron lo que sería tería y instruyéndolos en lo que debían hacer,
bien hacerse en aquel caso, ó si combatirían todos juntos por todas partes comenzaron á
la torre do los sesenta franceses estaban, ó combatir la torre con grande ánimo y fortale-
si considerando la mucha gente que venía za, á la cual los franceses defendían con gran
contra ellos sería bueno retirarse hacia Bar- corazón, en que mataron de lo alto algunos
leta. D. Diego de Mendoza y otros muchos españoles é hirieron muchos, de que no poco
con él fueron de opinión que sería más segu- enojo recibió Diego García de Paredes, viendo
ro retirarse á Barleta, como mejor pudiesen, el daño que en su gente se hacía y lo mucho

que no perecer allí todos sin ningún remedio, que estaban en tomar aquella torre, porque
esperando con temeridad tan pocos que ellos tenía gana de socorrer á D. Diego de Men-
eran á combatir con tantos de los franceses doza, si menester lo hubiese. Por esta razón,
como parecían venir, en especial viendo que animando su gente y haciendo él por su per-
estaban metidos entre todas las guarniciones sona cosas de muy gran valor hizo apresurar
de los franceses y que ellos estaban lejos de el combate por todas partes, poniendo fuego

Barleta, donde no podrían ser socorridos, y á la torre con los sarmientos de las viñas, que
los franceses el socorro que más lejos tenían ende había asaz hechos en manojos; por ma-
era á seis millas de Visela, Diego García de nera que con ellos quemó la puerta de la to-
Paredes fué de este parecer muy contrario, rre, por donde algunos soldados con gran co-
el cual dijo que muy mejor sería que la torre razón se comenzaron á meter, y los españoles
se combatiese, por razón que, si la comba- que combatían por la otra parte de la torre ya
tían, los franceses que venían de Visela cree- habían en esta sazón con las picas deshecho
rían que había en ellos muy gran engaño de una parte de la muralla de lo alto de la torre
celada de gente encubierta y no osarían pa- por donde todos los franceses se descubrían
sar adelante, viendo que sin ningún temor los queriéndose poner á la defensa, de cuya causa
españoles acometían la torre y que no hacían recibían de los españoles muy gran daño, los
caso de ellos y que retirarse les era muy ma- cuales debajo con las picas y piedras y balles-
yor peligro, por razón que los franceses co- tas habían muerto más de un tercio de la gen-
brarían ánimo y por el contrario los españo- te que estaba en la torre. Después de esto
les lo perderían; y que allende que los fran- Diego García de Paredes, andando con muy
ceses por se retirar conocerían en ellos fla- gran diligencia y ánimo proveyendo en todos
queza y no dejarían por eso de los alcanzar y los lugares y reforzando su gente cuanto po-
dañar con todo su poder, por lo cual á él le día para que tomasen la torre, porque se te-
parecía que entre dos peligros el menor se- mía que los franceses acometerían á D. Diego
ría combatir la torre y mostrar ánimo contra de Mendoza y á su gente de caballo, y conve-
los franceses, de lo cual resultaría creer ellos nía que él le socorriese después de haber to-
que había mucha más gente española de la mado la torre, y que sin la tomar le era muy
que parecía, diciendo que en el combatir de mal caso apartarse de allí, apresuró mucho
la torre él tomaba á cargo con los infantes más el combate, por manera que los unos en-
de la rendir bien presto, y que en lo demás trando por la puerta y los otros subiendo por
D. Diego de Mendoza con los caballos y gente las picas á lo alto de la torre, ayudándose los
DEL GRAN CAPITÁN 149

unos á los otros, con grande ánimo tomaron


CAPITULO LXXI
la torre y mataron á todos los franceses que

ende se habían acogido, excepto uno, el cual De cómo Lezcano, capitán de la armada espa-
se dio á conocer á Diego García de Paredes, ñola, desfruyó el armada francesa que estaba
que había sido su criado un poco de tiempo, en Bríndez, y de cómo el Gran Capitán se
concertó con los villanos de Castellaneta
y por esta obligación que le tenía Diego Gar-
cía de Paredes le salvó que no muriese como porque se levantasen contra los franceses.
los otros. En este combate Diego García de
Paredes lo hizo tan valerosamente y trabajó Ya se dijo arriba cómo el capitán Peri Juan,
tanto de su persona, que ningún otro en el que estaba en Brindez, impedía el venir de las
mundo pudiera hacer tanto, y asimismo los provisiones que se traían desde Sicilia á Barle-
infantes españoles hicieron maravillosas co- ta, y que á esta causa había en aquella ciudad

sas en aquel día. Pues, tornando á los fran- muy grande penuria y falta de bastimentos
ceses que habían salido de Vísela para soco- para la gente del ejército español. Pues dice
rrer á los infantes que se habían retirado á agora la crónica que pensando el Gran Capi-
la torre, como vieron la determinación y osa- tán de poner remedio en este caso, mandó al
día con que habían acometido la torre los capitán Lezcano que se moviese con el armada
españoles, y viendo la otra gente de caballo española y que fuese á deshacer el inconve-
que estaba en el paso aguardándolos, no osa- niente que á causa de estar aquel capitán
ron pasar adelante, pensando que, según el francés en el paso seguía á su gente y ejér-
poco temor que en los españoles conocían, cito, Y con esta orden el capitán Lezcano, to-

sería mucha más gente de la que parecía, y mando dos navios de dos galeras y dos cara-
por esta razón sin socorrer á los infantes se belas bien aderezadas, las cuales llevaban cua-
tornaron á Vísela; y D. Diego de Mendoza trocientoshombres de guerra, sin la otra gen-
que, según es dicho, estaba en el camino es- te de lasmismas naves, se metió en el camino
perando á los franceses, como vido que no de Brindez, adonde en el puerto de aquella
habían osado pasar adelante, antes volvie- ciudad estaba el capitán Peri Juan con sus ga-
ron las espaldas, túvose de ello por bien con- leras.Pues es de saber que andando por sus
tento; porque si los franceses intentaran á jornadas, vino el capitán Lezcano á vista de
venir á las manos, no dejaran los españoles Brindez y hizo enderezar el armada contra el
de recibir gran daño; y con esta buena salida puerto de aquella ciudad. El capitán Peri Juan,
con toda la gente se tornó á do había dejado como vio el armada que por la mar venía que
á García de Paredes, que ya había tomado se enderezaba hacia aquel puerto, reconoció
la torre y muerto á los franceses. Y Diego ser de españoles, y por esta razón mandó re-
García de Paredes, á aquel francés que ha- coger con mucha presteza dentro en el puer-
mandóle que se fuese á Vísela y
bía librado, to todas sus galeras y fustas, que no estuvie-
que contase al capitán Pocodinare y al capi- sen unas de otras apartadas, y asimismo man-
tán la Crota toda la manera de que habían dó se apercibiesen todos para esperar el ar-
usado para los esperar y la poca gente que mada que contra ellos hacía vista de venir.
tenían, y les hiciese saber la muerte y daño En esto el capitán Lezcano apresuró más su
de los de la torre, para que así por esta pér- camino, y tanto anduvo que antes que el ar-
dida como por la confusión que tendrían en mada francesa se recogiese al puerto la al-

se ver engañados de tan poca gente, recibie- canzó, y aferrando sus galeras con las gale-
sen mayor pena, viendo y considerando ha- ras francesas, pelearon una pieza con mucha
ber perdido toda aquella gente por su grande fortaleza; por manera que como el capitán
flojedad y demasiada cobardía y poco ánimo. Lezcano fuese varón de mucha virtud por la
Finalmente, después de todo esto acabado, mar, y aun por la tierra, y la gente que lleva-
los sacomanos cargaron con gran diligencia ba fuese escogida y de muy buen hecho, en
todos los sarmientos que hubieron menes- muy poco tiempo rompieron todas las galeras
ter,y de ahí todos juntos muy alegres se tor- de Peri Juan, haciendo asimismo grande daño
naron á Barleta y dieron cuenta al Gran Ca- en la gente de ellas. Finalmente, viendo el ca-
pitán de todo lo que les había acaescido con pitán Peri Juan el daño de su gente, juntamente
los franceses. con el de sus galeras, fué constreñido de ne-
150 CRÓNICA GENERAL
cesidad lo mejor que pudo en una galera re- pitán Luis de Herrera y el capitán Pedro Na-

cogerse á Brindez por salvar su persona, que varro, aquella misma noche aderezaron muy
ya del armada poca cuenta hacía, como á la bien su gente y salieron de Taranto para ir á
sazón quedase toda perdida y muy mal para- Castellaneta; y los villanos por su parte aque-
da; el capitán Lezcano le fué siguiendo; pero llamisma noche, después que todos los fran-
al fin no pudiendo alcanzar, le dejó, siendo
le ceses se hubieron recogido á dormir, se me-
asaz alegre y contento de lo bien que 1(2 había tieron todos en armas y se pusieron á esperar
sucedido con las galeras francesas, quedando los españoles hasta cerca del día, los cuales á
por esta causa el paso de Sicilia más libre y esta hora estaban siete millas de Castellane-
exento que no lo había estado hasta allí. Des- ta. Pero los de la villa, como ya se hubiesen
pués de este mismo tiempo, el Gran Capitán, metido en armas y viesen que los españoles
que no se ocupaba en otra cosa salvo en qui- se tardaban en su venida, y que si el día se
tar y apartar tantos movimientos y guerras allegase, el trato se descubriría y no podrían
como á la sazón había entre españoles y fran- hacer que deseaban, siendo avisados cómo
lo

ceses, no deseando por eso perder su dere- los españoles venían no muy lejos de la villa,
cho, trató con los villanos de Castellaneta, que tomaron por sí el principio de aquel hecho y
es una villa junto á Taranto, adonde estaba en comenzaron á dar por las casas donde los
guarnición un capitán francés que llamaban franceses estaban seguros, de los cuales acae-
Símonet con mucha gente francesa, que se le- ció que dormían en sus camas á sueño suelto.
vantase y se tornase á la devoción y parte del El primero aposento adonde ellos fueron, fué
Rey de España, como buenos y leales vasallos, al del capitán Simonet, al cual tomaron en

para ejecución de lo cual dio esta orden que prisión y pusieron á muy buen recaudo, y de
se sigue, para que más á su salvo y sin daño ahí prendieron á todos los franceses sin que
suyo pusiesen en efecto aquel hecho. Y así dejasen ninguno á libertad. Y en este tiempo
que tomasen primeramente y principal en pri- los españoles que habían apresurado su cami-
sión al capitán Simonet, y después á todos no, estaban bien cerca de la villa, por manera
los franceses que ende tenía, y que para esto que si los de la villa se hubieran hallado en
él daría aviso al capitán Luis de Herrera y al peligro, pudieran ser de los españoles ligera-
capitán Pedro Navarro, que eran sus capitanes mente socorridos. Los cuales como llegaron á
que estaban en Taranto, para que el día que Castellaneta, hallaron las banderas de Espa-
ellos señalasen, estos capitanes juntamente ña puestas por la villa, y preso el capitán Si-
con su gente socorriesen á tiempo. Esto ha- monet juntamente con sus soldados. Y los de
cía el Gran Capitán por matar de un tiro dos Castellaneta luego entregaron al capitán y
pájaros, por razón que no solamente de aque- á los otros franceses en poder de los capi-
lla manera ganaba la villa, pero también ha- tanes españoles; y así, quedando la villa de
cía menos de sus enemigos. Finalmente, los Castellaneta por el Rey de España, se tor-
villanos de Castellaneta, habida la orden y naron con los prisioneros á Taranto, de lo
mandamiento del Gran Capitán, como deseo- cual todo fué avisado el Gran Capitán, de
sos de hacer su mandado, viendo que el capi- cuyo hecho mucho fueron agradecidos los
tán Simonet había en muchas refriegas que de Castellaneta.
con los españoles hubo perdido mucha gente,
y que á la sazón no estaba tan poderoso que CAPÍTULO LXXII
ellos no lo fuesen mucho más, en especial ha-
biendo de ser de los capitanes de Taranto so- De cómo el Visorrey de Ñapóles fué sobre Cas-
corridos. En conclusión, los de Castellaneta tellaneta por vengarse de la injuria que le
avisaron á los capitanes españoles un día an- hablan hecho los de aquella villa, y de cómo
tes, diciéndoles que otro día siguiente antes el Gran Capitán tomó á Rabo y prendió al
que fuese de día, viniesen allí con mucha dili- capitán monsiur de la Paliza con muchos de
gencia y muy grande secreto, y que ellos los los suyos.
meterían en la villa, sin que ninguno de los
franceses lo sintiese, por manera que muy La crónica haciendo su continuación y or-
bien podrían hacer de los franceses á su vo- den debida, dice que después que los de Cas-
luntad. Y con este aviso que les dieron, el ca- tellaneta prendieron al capitán Simonet y los
DEL GRAN CAPITÁN 151

otros franceses, según dicho es, el Visorrey echando muchas piedras y flechas, y con las pi-
de Ñapóles, que de este hecho fué sabidor, cas y alabardas cortaban las escalas y echa-
hubo de ello muy gran enojo, y por esta ra- ban abajo los españoles que querían subir, en
zón, indignado contra los villanos de aquella que recibían gran daño, y mataron algunos de
de Castellaneta, que de este caso
tierra y villa los españoles y hirieron á muchos. En esto el
habían sido principales autores, quiso casti- Gran Capitán se metió con toda su gente en
garlos, según merecía su inobediente malicia. el combate, por manera que así con su esfuer-
Y así con esta determinación y parecer se par- zo como con su prudente consejo daba dobla-
tió de Canosa con toda la más parte de gente do ánimo y fuerzas á los suyos; y los españo-
de armas y caballos ligeros, y con toda la in- les, viendo que peleaban delante de su capitán,
fantería y artillería vínose camino derecho de cada uno procuraba ganar para sí toda la hon-
Castellaneta, con intención de meter á fuego ra y prez que podía para que ganase junta-
y á sangre aquella villa, por la grande y fea mente la voluntad de su capitán y fuese cono-
traición de que habían usado con su gente cido por muy buen soldado; y así hicieron en
que allí tenía en guarnición. Y andando por tan poco tiempo tanto de sus personas que,
sus jornadas el dicho Visorrey vino con su matando y hiriendo mucha parte de los que
gente y llegó á una villa que está á cuatro mi- estaban puestos en defensa del muro, tuvie-
llas de Castellaneta, que dicen Baterna, y allí ron lugar de subir, entre los cuales el primero
se detuvo algunos días dando orden en lo que que subió encima del muro fué el Capitán
debía hacer en la presa de Castellaneta. El Francisco Sánchez, despensero mayor, que
Gran Capitán, que de todo lo que pasaba en puso la primera bandera en el muro. De ahí
el campo francés era muy bien avisado, como sabiendo otros muchos, los franceses perdie-
supo la partida del Visorrey contra Castella- ron mucho ánimo, y dejando los franceses el
neta y la intención que llevaban de poner en muro en poder de los españoles, todos se re-
efecto su perdición, determinó él por otra par- tiraron al cuerpo de la ciudad, y haciéndose
te de se vengar del daño que esperaba que le fuertes en las casas principales dela ciudad y
había de ser hecho por el Visorrey en Cas- en algunas calles. Pero muy poco les aprove-
tellaneta, y así muy secretamente hizo un día chó, por razón que subiendo en el muro todos
poner en orden su gente, y siendo de noche á los españoles abajaron abajo con ánimo vic-
dos horas pasadas salió con su gente y arti- torioso diciendo: «España, España». Comen-
llería de Barleta, y fuese muy secretamente la záronse á mezclar entre los franceses comba-
vía de Rubo, adonde estaba monsiur de la tiéndoles las casas fuertes adonde se habían
Paliza, un capitán francés, con toda su gente metido, y lo mismo hacían en muchas calles
de armas é infantes en guarnición de aquella adonde se habían hecho fuertes. De cuya cau-
villa. Eran en número de doscientos hombres sa les hacían perder mucha gente, haciendo
de armas y doscientos archeros, toda muy en los franceses todo el daño que podían, por
buena gente y escogida. Y andando el Gran manera que por fuerza les tomaban muchas
Capitán, como está dicho, toda la noche, alle- casas y los prendían y mataban, queriéndose
gó sobre la villa de Rubo bien cerca del día, oponer á se defender dentro en ellas. Final-
el cual con mucha diligencia y presteza puso mente, los españoles hicieron tanto, que echa-
su gente en orden, y primero dio asiento al ron á los franceses fuera délos lugares donde
artillería para batir la muralla, y así asenta- se habían recogido y prendieron á monsiur de
da batióse la dicha villa bien hora y media, la Paliza juntamente con el Duque de Saboya,
en que vino á tierra una gran parte del muro y con otros muchos franceses, y los demás
de lo alto, y después de esto mandó el Gran que salvarse pudieron se recogieron á un cas-
Capitán á su gente que diesen la batalla con viejo que estaba en Rubo y á una muy
tillo

muy buena orden y concierto, y la primera fué buena torre y muy fuerte que estaba sobre
encomendada al capitán Diego García de Pa- laspuertas de la ciudad. De allí se defendieron
redes, y él con toda su gente arremetió al valerosamente algún tanto, pero el Gran Ca-
muro. Y allegados al pie del, pusieron las es- pitán hizo meter el artillería contra aquella
calas, y los franceses, por el contrario, ofen- torre y castillo viejo para los tomar por fuer-
dían con todas sus fuerzas á los españoles todo za de armas como lo habían hecho á la ciudad.
lo que podían. Estando de lo alto del muro Y los franceses como se vieron amenazar con
152 CRÓNICA GENERAL
el artillería y viendo que era imposible poder- de clemencia y humanidad usó el Gran Capi-
se sustentar más de un día contra las fuerzas tán cuando trajo gente sobre Gaeta, y ganado
del Gran Capitán, tomaron su consejo y de- el monte de aquella, y el arrabal entrado,
terminaron de se dar debajo de su merced y viendo que las vírgenes de la Anunciada, que
amparo, y el Gran Capitán los recibió y les son unas criaturas hijas de padres y madres
dio libertad. Todo lo demás vino en poder de inciertos, porque, por cubrir su infamia, en na-
los españoles, porque á la verdad, dejando ciendo las echan á las puertas de las iglesias,
aparte los prisioneros, pero todas las otras las cuales estaban en un ayuntamiento de re-
cosas, así de joyas como de dineros, ropas y ligión, do se crían grande número de mozas,
caballos, fueron todos muy cargados y bien y en aquella observancia están hasta que la
contentos, y con todo muy alegres se fueron á misma casa de la religión donde están las
Barleta. Y porque dije de caballos, es razón casa. La cual religión ó casa entrada por la
decir número de ellos, que fué, según ver-
el gente del Gran Capitán, ellas sin pensamiento
dad, más de mil caballos los que de aquella de tan súbito peligro huyeron á los tejados y
presa hubieron los españoles. Muy grandes azoteas, por ser antes de allí despeñadas que
fueron las cosas que en este combate de Rubo forzadas. El Gran Capitán, que vio tanta mul-
hizo la persona del Gran Capitán, y dignas de titud de mujeres angustiadas, y sabida la cau-
memoria las que toda su gente y capitanes hi- sa, que era que mucha parte de su infantería
cieron, donde fué el capitán don Diego de las quería meter á saco, como hacían de todos
Mendoza, Diego García de Paredes, el prior los otros bienes, para usar mal de ellas, con
de Mecina, el capitán Pedro de Paz Escalada, mucha presteza y muy grande diligencia las
el coronel Villalba, el Duque de Termes, el ca- socorrió, diciendo estas palabras como hom-
pitán Pizarro y los dos fuertes Colona, Prós- bre piadoso: ser aquellas antes dignas de ayu-
pero y Fabrico Colona, y juntamente con otros da que de injuria, y descendiéndolas de allí,
dos caballeros napolitanos, con otros algunos talcobro les puso y en tanta manera miró por
italianos de grande estima que en aquel día ellas,que tan limpias en su contento queda-
hicieron maravillosas cosas de sí; y verdade- ron como las hallaron, y siendo forzado de ir
ramente eran bastantes estos valerosos capi- á proveer en lo que convenía á la presa de la
tanes que dicho tengo á tomar otra Rodas en ciudad, sustituyó para guarda de éstas á un
fortaleza, cuanto más una ciudad tan pequeña caballero de su casa, llamado Martín de Tues-
y no muy fuerte, como era Rubo. El Gran Ca- ta, el cual, los que muy bien lo conocieron,
pitán, en tanto ruido y revuelta de la tierra afirmaron que entró tan virgen en la tierra

saqueada, todas las mujeres que en las igle- como de su madre. AI cual,
salió del vientre
sias halló, llenas de lágrimas y temor, hizo que con gente que le dejó, le mandó que las guar-
fuesen tan guardadas, cuanto convenía á la dase, diciéndole de esta manera: «Martín de
limpieza de no ser violadas, antes como supo Tuesta, mirad que si me voy de aquí, es por-
que toda aquella gente militar las halagaba y que dejo otro yo». Pues si el hecho de Scipión
festejaba con lengua y manos para mal usar Africano Romano, es tan alabado por los es-
con ellas, aquello castigó muy reciamente, y critores romanos, por la muy grande y exce-
todo cuanto les tomaron hizo luego á la hora lente virtud que usó con la desposada de Lu-
restituirles, y ellas puestas todas en libertad cio, Príncipe de los Celtiberios, que sabido

les mandó dar muy grande y cumplida abun- quien era lo envió á llamar al desposado y se la
dancia de mantenimientos, de que estaban en restituyó tan entera cuanto vino á su poder,
mengua, y así libres de aquel infortunio, la juntamente con el rescate que por ella sus
mayor en edad y principal en dignidad de padres le enviaron, como lo cuenta Tito Livio
aquellas, le dijo: «No sin causa, magnánimo en sus Décadas. Y si asimismo el dicho Sci-
señor, la natura os otorgó forma de cuerpo y pión es alabado del mismo Tito Livio, porque
gesto tal que resplandece más vuestro oficio la anciana dueña de los rehenes de Híspanla,

y dignidad, y pues las gentes no bastan á dar mujer de Mandonio, que fué tomada en Car-
tanto loor cuanto merece vuestra magnanimi- tagena, echándose á sus pies del Africano, le
dad, plegué á Dios otorgaros la gloria que de suplicó que todas las mujeres que allí había ha-
derecho todos deben á vuestra piadosa per- bido fuesen encomendadas á buena guarda por
sona y grande humanidad». No menos virtud el peligro que de comunicar con la gente suel-

I
DEL GRAN CAPITÁN 153

ta les podía suceder. El cual Scipión las encar- siendo aún del todo saqueada la tierra, usan-
gó á un hombre honrado, casto y virtuoso, do la misma presteza volvió á Barleta, habien-
mandándole que las guardase como á propias do llevado las mujeres de Rubo consigo, y
madre y hija. Y si, como escribe Justino, ha- luego les dio muy cumplida libertad, sin llevar
biendo Alejandro llamado el Magno, en la gue- cosa alguna por su rescate, habiéndolas guar-
rra de Darío, prendido á Gisisbamba, madre dado con tanta honestidad como si de cada
que fué del mismo Darío, y á su mujer y hijas, una de ellas fuera padre. Pero no quiso que
de contino las trató con tanta reverencia y los hombres de armas franceses se rescata-
honestidad como si fueran sus propias hijas, sen, porque monsiur de Nemos no les había
madre y hermanas, cuánto más puede y debe guardado las condiciones puestas entre ellos;
ser alabada en nuestro Gran Capitán una tan todo el resto de la infantería puso en las ga-
soberana virtud y clemencia usada con estas leras de Lezcano hasta que la guerra fuese
mujeres; porque si Scipión usó de aquella li- acabada, dándoles algo más dura pena de lo
beralidad con la mujer de aquel Príncipe Cel- que en la milicia se acostumbra. Lo cual ha-
tiberano, aquéllo hizo más con fin de ser ayu- cía con muy gran razón, pues en nada guar-
dado de aquél para la guerra que con los car- daban con él y con su gente lo que prome-
tagineses tenía que por otros fines, porque tían los franceses.
no menos era hostigado de su amor que otro
cualquiera de sus soldados; y asimismo por-
CAPÍTULO LXXIII
que le faltaba gente y amigos en España, y
para atraerlos á su devoción y amistad le De cómo el Visorrey, sabida la presa de Rubo,
convenía más con virtud y buenas obras atraer mudó su propósito en lo de Castellaneta y se

á los españoles á su amistad, siendo tan vale- tornó á Canosa, y cómo vinieron á los espa-
rosos, que con rigor de armas y asperezas, de ñoles siete naves á Barleta cargadas de tri-

que no le podía suceder ningún provecho, y go de Sicilia, con que se remedió la hambre
asimismo porque los capitanes romanos si ha- que el ejército español padecía.
cían alguna cosa indigna de tan grandes va-
rones, eran después por el Senado gravemen- Después que el Gran Capitán hubo tomado
te castigados. Pues si decimos de la benigni- á Rubo y preso á monsiur de la Paliza con
dad de Alejandro para con la madre, mujer y otros muchos de los suyos, como dicho es,
hijas de Darío, no por esto había ni debe ser vino á saberse aqueste hecho por el Visorrey

preferido al Gran Capitán, porque si lo usó, de Ñapóles, que estaba en Baterna, cuatro
lo que de cierto no se sabe, fué por tener su millas de Castellaneta, el cual queriendo ir so-

amor puesto en su Rosana, y aun por codicia bre la villa de Castellaneta, según que había
salido con esta intención de Canosa, y viendo
y ambición de fama, que no constancia de áni-
mo que del se publicase con aquella modera- el daño que por su ausencia el Gran Capitán

ción, pues es cierto que no fué tan continente había hecho en los suyos, temiéndose que si
que no se puede creer lo contrario de lo que mucho estaba ausente lo mismo haría el Gran
se escribe. Pero lo del Gran Capitán procedía Capitán en todas las otras guarniciones, mudó
de ánimo modesto, continente y moderado, propósito, proveyendo primero lo más y no
porque no solamente después de haber entra- dejar lo más por lo menos. Y así determinó de

do los pueblos, pero antes de dar el asalto, se tornar á Canosa, y antes que se partiese
con público pregón mandaba que á las muje- de Baterna envió á decir á monsiur de Bra-
res que en las iglesias y monasterios se ha- monte, que estaba en las Grutallas, que luego
llasen, no tocasen ni afrontasen con manos ni visto su mandado se moviese de allí con su
lengua, y no satisfecho con esto, él en perso- gente y se fuese á Canosa por el camino que
na las iba á amparar y defender de cualquier él llevaba, porque así convenía hacerse. Lue-

daño y afrenta que hacerles quisiesen, como go sin ningún detenimiento monsiur de Bra-
arriba se ha contado. Pues volviendo al pro- monte se partió con su gente de las Grutallas
pósito, el Gran Capitán, después de haber ga- una noche, bien pasadas tres horas de ella, y
nado á Rubo y prendido á monsiur de la Pa- vínose la vía de Canosa, según la orden que
liza y á oíros caballeros principales que con el Visorrey tenía dada. Los capitanes Luis de

él estaban, como dicho es, el día siguiente, no Herrera y Pedro Navarro, como supieron la
154 CRÓNICA GENERAL
partida de monsiur de Bramonte de las Gru- ciudad fueron de esta enfermedad muchos to-
tallasy que aquel lugar estaba desocupado cados y muertos, y milagrosamente Nuestro j
de franceses, salieron de Taranto con su Señor guardaba la gente de guerra que no
gente y fuéronse derechos á aquella villa, muriese, porque de otra manera no se pudie-
donde fueron muy bien recibidos, y alii se ra el Gran Capitán sustentar una semana que
estuvieron algunos días, mediante los cua- no dejara la ciudad. Pero con todas estas fa-
les determinaron ir sobre algunas villas de tigas y trabajos, y lo que más les tenía pues-
aquella comarca que se tenían por Francia; y tos en necesidad era la hambre, la cual sintie-
un día saliendo de las Grutallas se fueron á ron en mayor grado después de la presa de
otro lugar que llaman la Chera, adonde asi- Rubo, de que se acrecentó el gasto de las
mismo se detuvieron algunos días. De ahí se provisiones por razón de los muchos prisio-
fueron sobre una villa que dicen Aste, dejan- neros y gran copia de caballos que ende hu-
do primero todas las tierras que dicho tengo bieron. Y bien se pudiera desembarazar el
conformes á la devoción y parte de España. Gran Capitán de todos los prisioneros fran-
El capitán Lezcano, que, como dicho tiene la ceses si quisiera, porque el Visorrey después
crónica, había roto el armada francesa, corrió que llegó á Canosa, le envió muy gran suma
por aquella costa de la Pulla por la parte del de dinero de rescate á monsiur de la Paliza y
Adriático, el cual como supo que españoles de monsiur de la Mota y de los otros capita-
estaban sobre Aste y que no habían podido nes y gente francesa que tenían en prisión en '

tomar aquella villa, saltó en tierra con cuatro- Barleta; pero no los queriendo dar por ningún
cientos infantes y vínose derecho á Aste, don- precio de dinero, respondió que él no tenía en
de halló los otros españoles, con la venida del voluntad señorear el oro, sino las personas
cual, alegres por se ver más crecidos en nú- que lo mandaban y daban, y con esto quiso
mero de gente, comenzaron de nuevo á com- antes estar sujeto á la hambre que no á sus
batir aquella villa, que muy contraria se les enemigos, porque en fin hacía de sus enemi-
había mostrado. Pero al fin, como las fuerzas gos los menos. Pues dejado esto, dice la cró-
españolas no sean en poco tenidas en aque- nica que á la sazón le vinieron de Sicilia siete
llas partes, avino que por fuerza de armas naos cargadas de trigo y tomaron puerto en
hubieron los españoles de la tomar y la sa- Barleta, de que muy alegres fueron todos
quearon, por razón que se les había procura- por el remedio que á la hambre les había ve-
do muy valerosamente defender con todo su nido. Desembarcaron todo el trigo de las na-
poder, según dicho es. Luego después de esto ves, y asi los unos como los otros fueron
los españoles salieron de Aste y fuéronse á con este socorro remediados. El Gran Capitán
otra villa que llaman Francavilla, adonde sin hizo tres partes de todo aquel trigo: la una
ninguna resistencia se metieron en ella. Está parte repartió entre su gente, y la otra repar-
esta villa hasta cuatro millas de Oirá, adonde tió á los ciudadanos de Barleta, y la tercera
el capitán Luis de Aste estaba en guarnición parte repartió á sus guarniciones que tenía
con cuatrocientos infantes y cuatrocientos ca- por aquella comarca, y quedando todos de
ballos Hgeros y hombres de armas; y dende este repartimiento contentos estuvieron de
allí los españoles que estaban en Francavilla ahí adelante más aparejados en el servicio
con los franceses de Oirá siempre se visita- de su capitán.
ban con correrías y escaramuzas, por manera
que se hacían los unos á los otros todo el
CAPÍTULO LXXIIII
daño que podían; á los cuales dejará ahora la
crónica por contar lo que en Barleta aconte- De cómo el Visorrey de Ñapóles, queriendo ve-
ció en este tiempo. Y fué así que, según en nir á las manos con los españoles, envió á
otros lugares ha contado la crónica, en Bar- llamar á todos los capitanes que estaban en
leta había muy gran falta de bastimentos para las guarniciones de Pulla, y de cómo el Gran
la gente y para los caballos, lo cual les duró Capitán hizo asimismo llamamiento del ca-
muchos días, que padecían la mayor hambre pitán Luis de Herrera y Pedro Navarro.
que ejército de gentes jamás pudo padecer, y
junto con esto había en Barleta muy gran pes- En este tiempo, estando el Visorrey de Ña-
tilencia, de que en especial los de la misma póles en Canosa temeroso no le viniese el
DEL GRAN CAPITÁN 155

Gran Capitán á cercar allí, el cual á la verdad, día allegando entre Conversano y Rodillana
por razón que dividió su ejército, no le tenía se encontraron con el Marqués de Bitonto,
tan pujante como de antes, y por esta causa el cual había salido de Conversano para ir
envió á llamar al capitán Luis de Aste, que con su gente á Canosa al llamamiento del
estaba en Oirá, para que con toda la gente de Visorrey, de cuya parte él era, y llevaba cin-
armas y caballos ligeros é infantes se viniese cuenta hombres de armas y cincuenta caba-
á Canosa. Lo mismo hizo á todos los otros ca- llos ligeros y trescientos hombres de la co-
pitanes franceses é italianos que estaban por marca, toda gente vil y para poco. Y como
Francia, mandándoles que luego que viesen los capitanes españoles los vieron, enviaron
su mandado, se viniesen á Canosa con la gen- á muy gran prisa los caballos ligeros ade-
te que tenían, y entre los otros escribió á An- lante para que detuviesen los del Marqués,
drea Matheo Acuaviva, quede Conversano entretanto que llegaba la infantería, los cua-
fuese á Altamura, adonde estaba Luis de Arce, les aguijaron tanto que se alejaron de la in-
y de allí ambos á dos juntas las fuerzas vinie- fantería bien dos tiros de ballesta, y los in-
sen á Canosa, donde le hallarían, porque mon- fantes no se parecían; por razón que con
siur de Nemos ponía grande esperanza en el las matas de un bosque que estaba en aquel
consejo de aquel hombre para gobierno de
el lugar iban cubiertos, pormanera que el Mar-
la empresa y no le parecía tentar ninguna cosa qués de Bitonto, como vio los caballos es-
sin el Luis de Arce, capitán valiente y animo- pañoles, no pensó que había más gente de
so. Ciertamente, según el tiempo que este la que parecía, y por esto con toda su gen-
llamamiento se hacía, no dejaba de ser pro- te arremetió de recio contra ellos, y mezclán-
nóstico de grandes movimientos. El Gran Ca- dose los unos con los otros se herían con
pitán, viendo cómo el Visorrey llamaba su mucho ánimo. En esto el capitán Pedro Na-
gente á Canosa y que no sabía para qué, re- varro y Luis de Herrera allegaron con la in-
celóse de ello, por lo cual él asimismo de su fantería y dieron muy recio en la gente del
parte envió á llamar al capitán Pedro Nava- Marqués, y tanto hicieron que en breve fue-
rro y á Luis de Herrera, que, según dicho está, ron los bitontinos desbaratados y presos y
estaban en Francavilla, para que con toda muertos más de treinta de ellos, y todos los
su gente viniesen á Barleta, dejando á buen demás y su capitán se salvaron en Rodillana
recaudo la ciudad de Taranto mientras el y Conversano. Aquí fué preso el Marqués de
Arce y Acuaviva concertaban el día de su Bitonto y hubieron los españoles muy gran
partida. Pedro Navarro tomó las cartas de despojo de dineros, ropas y joyas juntamente
Arce junto á Taranto, y como avisado, ha- con todo el recuaje y recámara del Marqués,
biendo entendido el designio de los france- adonde venía toda su plata y otras muchas
ses, hizo una emboscada al Acuaviva, cuan- cosas de calidad. Y después de esto el capi-
do había de pasar, y así rodeado de un no tán Luis de Herrera y el capitán Pedro Nava-
pensado mal, defendiéndose animosamente» rro, que así como lo sabían ganar lo sabían
habiéndole muerto el caballo y herido gra- conservar, temiendo que si llevaban consigo
vemente, fué preso. Juan Acuaviva, su her- al Marqués hasta Barleta podría ser que sal-
mano, peleando valerosamente fué muerto; dría gente de las guarniciones francesas y se
la caballería fué rompida y casi toda ella vino lo quitarían de poder, y por esta razón le en-
en mano de los enemigos. Habiendo, pues, viaron á Varina, donde en el castillo fué te-
felizmente sucedido esta empresa, Pedro Na- nido á muy buen recaudo y debajo de muy
varro y Luis de Herrera partieron para Bar- buenas guardas; y los españoles luego se
leta con trescientos infantes y con cuaren- movieron de allí y se fueron á Barleta, adon-
ta hombres de armas y cincuenta caballos de dieron cuenta al Gran Capitán de lo que
ligeros, y llegaron un sábado á Castellane- en el camino habían hecho y de la prisión del
ta, y allí estuvieron holgando el domingo si- Marqués de Bitonto, de que mucho se hol-
guiente por razón de la festividad que era. gó el Gran Capitán, y luego mandó llevar el
Luego otro día lunes siguiente, de mañana, Marqués al castillo de Manfredonia, por ra-
después de haber oído misa, salieron de Cas- zón que aquel castillo es más fuerte que el
tellaneta y tomaron el camino de Barleta, y de Varina y estaría allí muy más seguro y
andando por sus jornadas acaeció que un bien guardado.
156 CRÓNICA GENERAL
con todo su ejército lo esperaba en campo
CAPÍTULO LXXV
junto á Canosa, un jueves á veintiséis días
De cómo vinieron al Gran Capitán los dos mil del mes de Abril del dicho año de mil quinien-
alemanes de socorro, y de cómo salió de Bar- tos tres con toda su gente de armas y caba-
leía á buscar en campo al Visorrey de Ñapó- llos ligerosy infantería salió de Barleta con
les, y del gran trabajo que su gente pasó en aquella voluntad encendida que de venir á las
el camino de la Chirinola. manos con los franceses tenía. Y aquel día
que de Barleta, vínose á aposentar con
salió
Después que el Gran Capitán mandó venir su gente á un lugar deshecho por su antigüe-
sus capitanes y gente de guerra á Barleta, vi- dad, de que en esta crónica se ha hecho men-
niéronle de socorro los dos mil alemanes que ción,que llaman Canas, que está á seis millas
había enviado á pedir al Emperador Maximi- de Canosa, y allí se estuvo toda aquella noche
liano, según dicho es, los cuales se desembar- en aquel lugar bajo de la guarda de sus cen-
caron en Manf redonia y de ahí por mandado del tinelas. Y otro día de mañana entró en conse-
Gran Capitán se vinieron á Barleta. No poco jo con los principales de su ejército para to-
contento y alegre estaba el Gran Capitán vien- mar de en lo que debían ha-
ellos su parecer
do ya que sus cosas iban de mejor arte y condi- cer. Era Gran Capitán de tan humana con-
el

ción, por razón que así en gente como en otros dición y tan amigo de consejo, que el más mí-
casos de guerra, de que así como los suyos nimo de todo su ejército que le quisiese dar
habían salido victoriosos, se iban acrecentan- parecer y consejo en alguna cosa lo recibía de
do, y por esta causa que ya veía su ejército más muy buena voluntad, como si fuera dado de
crecido y animoso, porque sin temor se podía hombre muy experimentado en guerra, de los
oponer á esperar todo el ejército del Rey de muertos y nacidos ejemplo grande de la hu-
Francia, dado que fuese mucho mayor en nú- manidad en un tan supremo capitán como lo
mero de gente que no lo era el suyo; y así por era; y así tenía de costumbre en todas sus
lo uno como por lo otro, confiando en su jus- hazañas y hechos que acometer quería, tomar
ticia,con que las fuerzas de sus enemigos pen- primero el consejo y parecer de los suyos.
saba confundir, determinó de salir en campo Finalmente, el Gran Capitán se aconsejó si

al Visorrey á buscarle y no estar encerrado, sería bueno ir sobre los franceses, los cuales
difiriendo aquel hecho tanto tiempo en Barle- á la sazón estaban en su campo bien fuertes
ta, que hasta allí por no haber tenido gente con proveídos aparejos, ó si irían sobre la
para salir lo había disimulado. Y con esta vo- Chirinola, una buena villa que está diez y sie-
luntad, después de tener allegada en Barleta te millas del sobredicho aposentamiento de
toda su gente y puesta en buena orden, así Canas. En conclusión, después de altercada
de armas como de caballos como de todo lo entre todos esta duda, el último parecer como
demás que para la guerra es menester, hizo mejor se siguió: que era ir sobre la Chirino-
saber al Visorrey la gana y deseo que él te- la. Y así el mismo día, que fué viernes veinti-
nía de dar fin á sus hechos de una vez, y que siete días del mes de Abril, el Gran Capitán
esto se podía hacer encomendándolo á una se partió de aquel aposento, y antes que se
batalla de campo, viéndose ambos á dos con moviese, aderezó su gente y ordenóla en la
su gente, y que le hacía saber cómo él saldría forma siguiente, porque así en orden y por
otro día á le buscar con su ejército á Canosa, sus escuadrones fuesen por el camino. De los
y que de aquella vez concluirían tantas dife- infantes españoles y italianos, que serían-seis
rencias como hasta allí tanto tiempo habían mil, hizo un escuadrón, en el cual puso á Die-
tenido. El Visorrey de Ñapóles, como supo que go García de Paredes y á Pedro Navarro con
el Gran Capitán estaba determinado de salir otros nobles capitanes; de los dos mil alema-
á le buscar en campo, salió de Canosa con nes hizo otro escuadrón y dióles capitanes de
toda su gente de armas y caballos ligeros y su misma nación; de la gente de armas hizo
infantería y con el artillería de campo, vínose tres escuadrones, dándoles personas de gran-
á esperar al Gran Capitán media milla de Ca- de gobierno y saber que asistiesen en cada
nosa junto al río Losante; allí estuvo hasta uno de los escuadrones. Ordenada, pues, la
que el Gran Capitán salió de Barleta. En esto, gente en la forma susodicha, el Gran Capitán
como el Gran Capitán supo que el Visorrey dio la avanguardia á Diego García de Paredes'
DEL GRAN CAPITÁN 157

y á D. Diego de Mendoza y á Pedro Navarro caras, y asimismo con el cansancio del camino
con los infantes españoles y con trescientos y con el gran calor de las armas, la sed vino
hombres de armas, y su misma persona con tan extrema en la gente que era verla gran
los alemanes y con doscientos hombres de compasión, quedando muchos soldados en el
armas tomó la batalla, y mandó quedar consi- camino muertos, no pudiendo de sed ir atrás
go al capitán Próspero Colona con otros va- ni adelante, y asimismo las bestias de carrua-

rones del reino, y en la rezaga puso al Duque je muchas se caían muertas y no podían llevar
de Termes y á Francisco Sánchez, despense- adelante las cargas de pura sed. El Gran Ca-
ro mayor del Rey, con doscientos hombres de pitán, que muy grande conmiseración hubo de
armas y con doscientos caballos ligeros. Junto este caso de tanta desaventura, sin tener re-
con esto, mandó al capitán Fabricio Colona medio ni podelle poner, mandó á los hombres
que con cuatrocientos caballos ligeros fuese á de armas y caballos ligeros tomasen á las an-
un lado del ejército, desviado cuanto una milla, cas de los caballos suyos á los infantes, por-
para ir descubriendo el campo y mirasen cuán- que ellos eran los que mayor peligro pasaban
do se movían del lugar donde estaban para y más daño recibían. Y porque hubo quien re-
venir contra ellos y los avisase con gran dili- zongó y murmuró de ello diciendo que tam-
gencia, porque no los tomasen de sobresalto. bién eran ellos obligados á mirar por sus ca-
Ordenado, pues, el ejército del Gran Capitán ballos que les servían en las guerras, el mis-
en la forma sobredicha, cada uno con su car- mo Gran Capitán primero que otro ninguno
go, luego se movió de Canas caminando la vía tomó un infante á las ancas de su caballo para
de la Chirinola por una muy rasa campaña, que por su ejemplo no se desdeñasen los
donde aquel día pasó la gente del ejército del otros de los tomar á las ancas. Ejemplo de
Gran Capitán muy grande trabajo, por razón humildad para todos los capitanes del mundo,
que como fuese verano y aquella tierra sea de que él fué el que primero se abajó á llevar un
natura seca y la más estéril del mundo, adonde infante de los suyos á las ancas de su caballo,
un árbol no se halla de ninguna manera, por y él, que era el primero que en todos los peli-
ser una de las más cálidas provincias que hay, gros, no le parecía que había hecho ninguna
adonde no había sino unas cañaveras y ga- cosa, si no participaba de los trabajos de
mones bien altos, de los cuales hay tanta que los suyos habían parte. Finalmente, por
abundancia que es cosa maravillosa de ver, lo ejemplo del Gran Capitán, todos los caballos
cual todo se acrecentaba en daño de la gente tomaron á los infantes á las ancas y llevában-
del ejército con el muy gran calor. Y como el los á ratos, y de esta manera fueron remedia-
remedio del fuego sea el agua para se apa- dos algún tanto del trabajo del camino. Mu-
gar y este contrario no se hallase ni una gota rieron en este camino de sed más de cuarenta
de agua, vino la gente á tanta necesidad de hombres y muchos caballos y otras bestias de
sed que pensó toda perecer en aquel raso de carruaje; y muchas más murieran, sino que,
aquella campaña, que andaban unos de otros según dicho es, de algunos pozos que hallaron
apartados y sin orden buscando agua para remediaron algún tanto la sed, porque, á la
beber; y es verdad que en aquella tierra es- verdad, los pozos eran pocos y tenían poca
pecial por donde el ejército del Gran Capitán agua, y la gente era mucha y no hubo cumpli-
caminó aquel día, no se halla otra natura de miento para todo el ejército. Con este cruel
agua sino es de algunos pozos que hay por trabajo y peligro la gente llegó á las viñas de
el campo y por el camino, adonde cuando el la Chirinola, adonde la gente de armas, fati-
invierno llueve se recoge en ellos, más para gados del camino, no se pudiendo tener en
que los ganados que por allí andan se puedan sus caballos, se echaban de ellos abajo y se
sustentar que no para que gente humana la iban á buscar agua, que ya allí estaban en
pueda beber; los cuales en verano, como la tierra de promisión donde había agua, aunque
tierra sea seca, los más de ellos se ago- no mucha en demasía. Estas viñas estaban
tan, y de esto avino que como era principio cercadas de un pequeño foso, dentro del cual
del verano y el ejército caminase por aquel Próspero y Fabricio Colona, considerando y
páramo en el fervor del medio día y con el mirando el lugar, se alojaron. Y habiendo de
polvo y con las cañaveras y gamones que her- presto limpiado y ensanchado y alzado á la
vían y ardían como fuego y les daban por las parte de dentro una margen á manera de re-
158 CRÓNICA GENERAL
belín, cuanto la brevedad del tiempo sufría que si en el camino los alcanzaba, lo uno por
poderse hacer, se fortificaron contra la caba- ir cansados los españoles y lo otro por el tra-
llería de los enemigos, persuadiendo al Gran bajo y fatiga que de sed tenían, podía muy fá-
Capitán los nuevos soldados que en este día cilmente vencer al Gran Capitán y desbaráta-
se fenecía el trabajo de una tan larga y mo- nos á todos, y así á muy gran prisa mandó
lesta guerra, en tanto por otra parte planta- mover su ejército en seguimiento de los es-
ban el artillería enfrente de los enemigos por pañoles; y verdaderamente, según arriba se
donde habían de venir á los lugares que pa- dijo, que esta fuera la última perdición de los

recía ser más decentes y necesarios. También españoles, si al tiempo que el ejército que el
el Gran Capitán mandó asentar su campo en Gran Capitán llevaba, yendo tan trabajado,
aquellas viñas, y entretanto que unos enten- dieran los franceses sobre ellos. Pero Nuestro
dían en dar asiento en el ejército, otros torna- Señor, que en todo hacía por el Gran Capitán
ban por sus caballos y traían á los infantes y por el derecho que por su Rey mantenía, no
que se habían muchos quedado en el camino, permitió que hubiese efecto la voluntad del
que no podían ir atrás ni adelante, como di- Visorrey de Ñapóles, antes por donde pensó
cho es; unos yendo, otros viniendo, hubo lu- vencer, por esa misma causa fué vencido y
gar de recogerse toda la gente en el lugar do confundido, según dirá la crónica. Y así llegó
el campo se había asentado, aunque no con el Visorrey á tiempo que muy bien fué de los

poco trabajo de los caballos y suyo. Gran sed españoles recibido, estando ya del trabajo
padeció el ejército español, especial la gente pasado algo refrescados. Pues cuenta la cró-
alemana, porque como sea gente usada á be- nica ahora muy largamente que el Visorrey
ber, fué maravilla poder escapar hombres de después que se partió de junto á Canosa,
ellos. Finalmente, después de todos recogidos adonde tenía su campo, como dicho es, cami-
en el campo, el Gran Capitán, después de se nó á gran prisa todo aquel día con voluntad
haber refrescado la gente del trabajo y can- de alcanzar los españoles en medio de aquel
sancio del camino, comenzó á dar orden en el raso, adonde creyó que irían más sedientos y
combate de la Chirinola, adonde contra el fatigados, y como no pudo alcanzallos, hubo
muro por la parte de las viñas hizo asentar de ello grande enojo y pasión; pero no por eso
algunos cañones de los gruesos del artillería, dejó de los seguir hasta que los halló junto á
y con ellos se comenzó á batir el muro con la Chirinola. Llevaba el Visorrey su gente en

mucha fortaleza y ánimo. esta orden: su misma persona tomó el avan-


guardia con cuatrocientos y cincuenta hom-
bres de armas y quinientos caballos ligeros y
CAPÍTULO LXXVI con cinco mil infantes, de los cuales tenía la
De cómo el Visorrey de Ñapóles movió con su gobernación monsiur de Chandela. En la ba-
ejército en pos del Gran Capitán, y de la talla puso á monsiur de Salerno y de Visifla-

mortal batalla que franceses y españoles hu- no, y en la rezaga puso á monsiur de Alegre
bieron en las viñas de la Chirinola, de lo y á Luis de Aste con doscientos y cincuenta
cual el Gran Capitán hubo la victoria, con hombres de armas y con trescientos caballos
muerte del Visorrey de Ñapóles y de otros ligeros y todos los demás infantes. Y con esta
muchos capitanes. determinación y orden venían, cuando el ca-
pitán Fabricio Colona allegó con los caballos
Aquel mismo día que el Gran Capitán se ligeros al Gran Capitán, diciendo en cómo
partió de Canas la vía de la Chirinola, el Viso- ellos habían descubierto el ejército francés,
rrey de Ñapóles, monsiur de Nemos, que que- que venía á más andar contra ellos en su se-
daba esperando junto al río Losanto al Gran guimiento. Luego el Gran Capitán comenzó
Capitán, según dicho es, fué el Visorrey de Ña- con gran diligencia á poner su gente en orden
póles avisado de ciertos caballos ligeros, que para recibir á los franceses, no mostrando por
los franceses habían preso aquel día, que el su venida ninguna turbación, aunque á la ver-
Gran Capitán iba sobre la Chirinola y el gran dad tenía pasión, por razón que muchos sol-
peligro que la gente llevaba de sed, la cual dados de los suyos no estaban para tomar ar-
padecía en el camino con muy gran daño de mas aquel día por el trabajo pasado. Asimismo
todos ellos. El Visorrey de Ñapóles, viendo sabía que el ejército francés era en gran can-
DEL GRAN CAPITÁN 159

tidad mayor que no era el suyo, de que, aunque á éstos puso en las bocas de unas calles dé
su virtud no lo mostrase, todavía, según veía viñas.De los caballos ligeros hizo otro escua-
su gente mal parada, temía la batalla. En esta drón, en el cual puso á Fabricio Colona y al
confusión y augustia estaba el Gran Capitán capitán Pedro de Paz. A estos mandó estar
puesto, cuando Diego García de Paredes se fuera de las viñas en un campo raso, para se
encontró con él, y conociendo su descontento, poder de los caballos mejor aprovechar. Ya
que á laverdad era mucha razón tenerle en los franceses se comenzaban á descubrir de
aquel trance que esperaba á los suyos tan in- las cañaveras y estaban bien cerca unos de
hábiles para pelear, le dijo: «Mostrad, señor, el otros. Esto sería á hora que el sol se iba á po-
camino de firmeza de corazón que mostrar ner. Luego secomenzaron á saludar con el ar-
soléis en semejantes aprietos; porque los fa- tillería, la cual traían los franceses buena y bien

mosos y valientes caballeros y capitanes como aderezada. De que así en la una parte como
vos, siempre los halla la fortuna aparejados á en la otra se hizo algún daño, y tirábanse tan
la resistir,mostrándose enemiga y contraria á menudo y con tan grande fortaleza, que el
en sus cosas, cuanto más que aquí no vemos rumor y sonido de ella sonaba treinta millas
claramente adversidad alguna, ni tal confian- alrededor en aquella comarca. Pues estando
za tenga que veremos, por lo cual yo os cer- en este tirar de artillería, quiso Nuestro Señor
tifico, señor, que con estos pocos españoles mostrar un gran misterio en aquel día por los
que aquí somos, mediante la misericordia de españoles, y fué con acaecimiento de un gran
Dios, será la victoria de nuestra parte». El desastre al parecer en el ejército español, que
Gran Capitán tenía necesidad muy poca de por ser digno de memoria se escribe, por ra-
consolación y consejo, porque tenía todo lo zón del peligro en que á esta causa el campo
que á buen capitán pertenecía, ánimo y forta- español creía ser puesto, y fué así. Que un lom-
leza, prudencia y consejo, ardid de guerra y bardero queriendo cargar un cañón, se le cayó
toda felicidad en sus hechos, que no todas ve- de una bota, en el suelo, un rastro de pólvora
ces concurren las sobredichas cosas en un ca- de las carretas do venía la munición. Allegó el
pitán, aunque más diligente sea y que más vi- rastro hasta donde el cañón se había de cebar,
gilancia ponga en la guerra. Finalmente, puso y queriendo el artillero poner fuego al cañón
la gente en orden para esperar los franceses, sopló la mecha y saltó una centella en el sue-
que bien cerca de allí venían encubiertos con lo, donde desde el rastro de la pólvora fué el

las cañaveras y gamones, de tal manera que fuego adelante hasta dar en la bota. Encendi-
no se parecían, y hizo de su infantería un ba- da la bota saltó de ella en los carros de mu-
tallón y púsolo en una calle de aquellas viñas, nición, por manera que en el tiempo de la ma-
de la cual hizo tres escuadrones; de los ale- yor necesidad que tenían de la artillería fué
manes hizo un escuadrón y púsolos en una Nuestro Señor servido de se la quitar, para
viña ala parte de Barleta; de los otros infantes les dar cumplidamente el triunfo y victoria, y
españoles hizo otros dos escuadrones; en el uno de esta manera se quemó toda la pólvora y
de ellos puso al capitán Pizarro y á Zamudio munición que en el ejército español había, que
y al coronel Villalba y al capitán Escalada y al no quedó tan solamente un polvo de ella.
capitán Cuello con otros capitanes, y puso Gran tristeza puso en los españoles este he-
este otro escuadrón ala parte de la Chirinola, cho, porque á la verdad siendo ellos tan des-
y en el otro escuadrón puso á Diego García iguales en número con los franceses, hacíales
de Paredes y á Pedro Navarro, y púsolos en muy gran falta la artillería, y los franceses co-
otra viña junto á la artillería, la cual estaba braban ánimo y, por el contrario, los españo-
contra aquella parte por donde los franceses les lo perdían. A esta sazón el Gran Capitán
venían. Eran trece piezas de artillería, y Diego que enlas mayores necesidades siempre halla-
García de Paredes con aquella gente había de ron su ánimo y corazón muy entero y lleno de
guardar la artillería y dar el recaudo necesa- todo esfuerzo, como vido la pólvora quemada
rio, y asimismo estaba para ayudar la parte y que su gente perdía el ánimo y enflaquecía
que mayor necesidad tuviese, como sobresa- en fuerzas, las cuales á la sazón eran bien ne-
liente; y de la gente de armas hizo un escua- cesarias, comenzólos de animar diciendo: «Ea,
drón, en el cual puso á D. Diego de Mendoza amigos y compañeros míos, no os alteréis por
y al Duque de Termes y á Próspero Colona, y lo que habéis visto, que sed ciertos que estas
160 CRÓNICA GENERAL
son las luminarias y mensajeros de nuestra entre los cuales en este primero acometimien-
victoria; por tanto, cúmplase la falta de la ar- to murieron el Visorrey de Ñapóles, monsiur
tillería con el poder de nuestro corazón y áni- de Nemos, de un arcabuzazo que estando en
mo invencible». Cuando esto decía el Gran Ca- el foso sin poder pasar adelante le dieron, y

pitán ya se comenzaba á oscurecer el día y á monsiur de Chandela, que, según dicho es, te-
se venir la noche, y los franceses se comenza- nía el avanguardia; los cuales murieron como
ban á gran prisa á aderezar para la batalla, á muy esforzados y valientes caballeros y capi-
la cual iban muy alegres, por razónque no tanes en el campo peleando. En esto los fran-

ponían duda alguna en el vencimiento de ella, ceses desmayaron viendo muertos á sus capi-
viendo quemada la pólvora del ejército espa- tanes y caudillos, y no pudiendo sufrir más á
ñol y que no había de aquella causa ningún los españoles volvieron las espaldas, y toda
estorbo en su acometer. En esto el capitán la otra gente de aquel escuadrón de Diego
Fabricio Colona, como vido venir á los france- García de Paredes, que serían mil y quinientos
ses con muy grande orden á dar en ellos y hombres, saltó luego fuera de las viñas, y jun-
viendo quemada toda la pólvora de su artille- tándose con la otra gente que primero había
ría, como hombre que ya poca esperanza te- salido, siguieron la victo; ia por aquella parte.
nía que los españoles habían de vencer aquel Y de tal manera los siguieron, que la gente de
día la batalla, comenzó á decir: «Esto es he- armas francesa, que por se salvar de los espa- j
cho, no hay quien provea cómo el artillería ñoles á gran prisa huía, rompiendo por un cos-
tire;digan al Gran Capitán que saiga al en- tado su propia infantería, que ya combatía por
cuentro contra la gente de armas contraria, y la otra parte con el escuadrón de la infantería

que ya los franceses son junto á nosotros y española, adonde estaba el capitán Pizarro y
nos quieren acometer». Y Diego García de Pa- el coronel Villalba y el capitán Zamudio, los

redes, que por estar cerca de Fabricio Colo- cuales con los franceses y los franceses con
na bien oyó estas palabras, respondió muy ellos peleando los desbarataron. Diego García
enojado: «Señor Fabricio, proveed vos lo que de Paredes y Pedro Navarro, siguiendo, según
mejor os pareciere, que para estos franceses dicho es, la victoria, llegaron tras la gente de
yo solo basto, cuanto más que aquí son tan armas francesa y los apremiaron hasta los me-
nobles españoles y valientes caballeros que ter por su infantería, adonde infantes con in-
bastarán á se combatir con todo el mundo». fantes se habían mezclado, como es dicho, con
A esta sazón el Visorrey y monsiur de Chan- tanta fortaleza que era cosa maravillosa de
dela, que tenían el avanguardia, arremetieron ver. El suelo estaba lleno de espadas, picas,
con grande ímpetu contra los españoles con alabardas, muchas jinetas quebradas, mucha ;

toda su gente de armas y infantes, los cuales gente de una parte y de la otra muerta, el
la

dieron por aquella parte donde Diego García campo teñido de la mucha sangre que se de-
de Paredes estaba; y como estaban bien segu- rramaba, así de la una parte como de la otra,
ros los franceses que la artillería no les es- en especial de los franceses, que muchos es-
torbaría el paso, no dudaron el acometer. En taban en el suelo muertos. En esto los espa-
esto los capitanes Diego García de Paredes ñoles llevaban lo mejor, cuando el Gran Capi-
y Pedro Navarro, que estaban en aquella par- tán, viendo á los franceses ir de vencida, arre-
te, como vieron venir contra sí á los france- metió con toda restante gente de armas y
la

ses, salieron de las viñas á fuera á los recibir caballos ligeros y dio tan recio en los france-
con quinientos infantes españoles de los su- ses, que por su venida todos fueron en muy
yos, y mezcláronse los unos con los otros muy poco espacio desbaratados y metidos en rota.
reciamente, haciéndose entre ellos una muy ¡Quién viera en esta sazón el gran placer y
reñida y peligrosa batalla, adonde, allende las alegría del Gran Capitán y cuan mezclada era
espadas, andaban tantas escopetas y balles- su alegría con la tristeza y sangriento fin de
tas, que mucha gente de una y otra parte caía los franceses! Los que se escaparon de aquel
en el campo muerta. Pero los dos capitanes peligroso cuchillo fueron Luis de Aste y mon-
con su gente hicieron tanto de sus personas y siur de Alegre con los principales de Melfa y
tan valerosamente trabajaron, que en bien de Salerno, con toda la otra gente de armas
poco tiempo rompieron toda el avanguardia y caballos ligeros, los cuales con la infantería
francesa y mataron más de treinta franceses. que pudieron recoger se metieron en huida,
DEL GRAN CAPITÁN 161

no les siendo provechosa para su salvación la pero Colona y Fabricio Colona y Marco An-
oscuridad de la noche, y tornáronse la vía de tonio Colona y Héctor Ferramusca, Conde de
Canosa. El Gran Capitán con toda su gente Montorio, y aquellos excelentes capitanes na-
siguió la victoria más de seis millas, matando politanos Margaritón Lofreda y Antonio Mo-
y hiriendo siempre en los franceses, hasta que nino y Torenglas y el capitán Cario y el Prín-
no hallaron con quien pelear. Los franceses cipe de Noya, todos varones de muy gran
que salvarse pudieron se tornaron aquella hecho y ánimo y amigos de su Rey español
noche al campo que, según dicho es, tenían hicieron tanto que no lo cuenta la crónica
junto al río Losanto á media milla de Canosa. por menudo porque sería nunca acabar. Lo
Aquí perdieron los franceses toda su artille- que la gente particular hizo no se puede de-
ría, que no les quedó cosa de todo cuanto te- cir, pero el fin tan glorioso de aquella batalla

nían sino solamente sus personas. Murieron da verdadero testimonio de lo que hicieron.
en esta batalla de la Chirinola más de tres mil Todo lo que les quedó de la noche, que fué
y quinientos franceses y fueron presos más bien poco, dieron descanso y reposo á sus
de quinientos. Duró esta batalla desde pues- cuerpos, que del trabajo del día y de la noche
to el sol hasta hora y media de noche. Muy se puede creer que estarían bien cansados
pocos fueron los que de la parte del Gran Ca- y fatigados, y luego á la mañana el Gran Ca-
pitán murieron, porque en todo quiso Nuestro pitán cabalgó y rodeó todo el campo donde
Señor guardarles y darles victoria, dando por había sido la batalla, y mirando los muertos
aquella razón á conocer á todos su justicia y á una y otra parte, conocieron el cuerpo del
derecho que el Rey Católico tenía en el reino Visorrey de Ñapóles, el cual estaba desnudo,
de Ñapóles. El capitán monsiur de Alegre y que los soldados españoles le habían á vuel-
los Príncipes de Melfa y Salerno dejaron el ta de otros despojado, y detúvose un rato
camino que llevaban de Canosa forzados del mirándole con suspiros llenos de conmisera-
peligro que por el alcance de los españoles se ción, viendo aquel buen capitán vencido por
les podía seguir, y con muy grande trabajo se él, dando gracias infinitas á Dios que había

pasaron en Melfa; de lo cual fué causa acae- sido servido darle la victoria contra los fran-
cer aquella victoria de noche, que de otra ceses, y ver la batalla que tan dudoso fin te-
manera no se salvara tan solamente un fran- nía y principios tan contrarios, como fueron
cés. El capitán Luis de Aste desde Melfa con á los españoles de quemarse la pólvora y to-
doscientos caballos ligeros se fué á Canosa, marlos aquel día, en el cual tanto trabajo ha-
adonde estuvo muchos días hasta tanto que, bían pasado en camino, según dicho es, y
el
según abajo se dirá, Bartolomé de Alviano le haberles tan prósperamente sucedido, pare-
echó; y el capitán monsiur de Alegre, asimismo ciéndole sueño y no verdadera victoria. Dije-
no se hallando bien seguro en Melfa, con toda se que el Visorrey tenía hecho voto solemne
su gente de armas y caballos ligeros y con á los suyos de ir á comer á Barleta un día

mil infantes de los que pudo recoger se fué á de los de Pascua de Espíritu Santo, primero
Ñapóles. El Gran Capitán, después de haber que vendría; pero como las cosas de la gue-
saqueado su gente todo el campo francés, ha- rra sean dudosas y sus salidas inciertas, no
biendo ende muchas joyas, ropas y otras mu- debe nadie fiar en ellas, especial siendo su-
chas cosas de oro y plata, tomando las mis- jeto todo á nuestro Criador, el cual da (en
mas tiendas, se tornó con toda su gente á la lo que los hombres piensan hacer) contra-
Chirinola con voluntad de otro día siguiente rias disposiciones, en especial siendo contra
combatir la villa de la Chirinola. En esta ba- razón y justicia. Y por esta razón, donde
capitán Pizarro y Zamudio y Cuello,
talla el elVisorrey pensó ir á comer Barleta, fué á
Escalada y D. Diego de Mendoza y el Duque ser consumido y comido de la tierra. El Gran
de Termes y Diego García de Paredes, y don Capitán que en todo era muy cumpHdo y
Iñigo López de Ayala y Pedro de Paz y Carlos abastado de virtud, le mandó llevar á Barle-
de Paz y Pedro Navarro y el Prior de Mecina ta con aquella honra que á su estado con-
y Francisco Sánchez, despensero mayor del venía, y allí le dio un muy suntuoso sepulcro,
Rey, lo hicieron muy valerosamente y mos- donde está hoy día un epitafio bien escrito en
traron ende la gran fortaleza y ánimo que en lengua latina, que contiene la manera de su
ellos había. De los capitanes italianos Prós- acabamiento.
Crónicas del Gran Capiíán.- il
162 CRÓNICA GENERAL
siguieron con tanta prisa que los metieron por
CAPÍTULO LXXVII
las puertas del castillo. En este alcance mata-
De cómo Diego García de Paredes, hallándose ron diez franceses, y el capitán Pierres den-
á la punta del día siguiente en el campo tro en el castillo mandó luego cerrar las puer-
francés junto d Canosa, fué sobre aquella tas muy fuertemente; y desde lo alto hacían
villa, donde se había recogido un capitán lomismo en defensa de la puerta de la villa,
francés con alguna gente, y cómo la tomó. desde donde largaron muy grandes piedras
y otros ingenios para aventar los españoles
Cuenta la crónica que otro día siguiente, que no combatiesen el castillo. Pero los espa-
sábado, á veintiocho días de Abril del año ñoles arremetieron muy fuertes contra el cas-
sobredicho, Diego García de Paredes, que con con las hachas y alabardas y comenza-
tillo

el alcance había hasta el campo de los fran- ron de romper las puertas del castillo, ni más
ceses llegado, donde aquella noche holgó en ni menos como lo hicieron á la entrada de la
las estancias en que los mismos franceses villa. Bien hicieron los franceses todo su po-
estaban y cenó él y su gente bien abasto de der, pero al fin no habiendo aún del todo des-
lo que los franceses tenían para cenar, como pedido el miedo de la batalla del día pasado,
fué de día, hallándose junto á Canosa, fué no les pareció oponer sus fuerzas contra las
avisado cómo un capitán francés, llamado por de los españoles; y de esta causa, viendo que
nombre Pierres de Arambur, se había reco- si mucho porfiaban en la defensión del cas-

gido con algunos franceses dentro en Canosa tillo era encender más la ira de los españo-

y se había ende hecho fuerte con aquella gen- les y al cabo no harían nada en la defensión
te. Y Diego García de Paredes, viendo aquel del, determinó el capitán Pierres de Arambur
inconveniente que en Canosa quedase fran- de dar el castillo á partido y con condición
cés, por razón del daño que desde allí se po- que les diese un salvoconducto del Gran Ca-
día hacer en la provincia, determinó con la pitán para, en saliéndose de allí, todos jun-
gente que allí tenía, que eran cien caballos y tos los franceses se pudiesen ir á Melfa, sin
trescientos infantes, de ir sobre Canosa, pues que les fuese hecho daño ninguno. Entonces
había buena disposición y aparejo para lo ha- Diego García de Paredes mandó apartar la
cer y echar de allí á los franceses. Pues así gente española que dejasen el combate; res-
como lo pensó, lo puso por obra, y así me- pondieron que les placía de lo así hacer, así
tiendo en orden su gente, fuese derecho la para traer el salvoconducto como para dar
vía de Canosa; y como llegó, halló que los cuenta al Gran Capitán de lo que había he-
franceses tenían las puertas cerradas y ellos cho en Canosa, y despachó luego un hombre
en el muro cargados de muchos ingenios para con sus letras. En este mismo tiempo que el
se defender. Diego García de Paredes, que salvoconducto venía, tenía Diego García de
no era nada perezoso, luego como llegó, hizo Paredes voluntad de entrar en el castillo, y así
apear los de á caballo, porque en aquel lugar lo hizo saber á Pierres de Arambur, el cual

se podían poco aprovechar de ellos, y con las fué de ello contento, con que primero le diese
hachas y alabardas 'comenzaron á batir las seguridad y le prometiese su fe de no hacer
puertas; y los franceses, en número de cien cosa que en su daño fuese ni de su gente,
hombres, desde el muro se comenzaron á yendo contra el asiento que entre ellos fué
combatir muy fuertemente echando de lo alto hecho, y asimismo que no había de entrar
piedras y con ballestas y otros ingenios tiran- dentro sino con solos tres soldados suyos»
do, hirieron á algunos de los españoles de lo los que stí voluntad fuese meter. En todo
alto. Pero los españoles, encendidos de enojo vino Diego García de Paredes, el cual tomó
en ver cómo aquellos pocos franceses se les asimismo seguro que en su entrada no hu-
defendían y los herían y maltrataban, dié- biese traición alguna ni aleve, y el capitán
ronse tanta prisa con sus alabardas y hachas, Pierres de Arambur así lo prometió. Luego
que á pesar de los franceses hicieron peda- Diego García de Paredes con su seguro de
zos la puerta y la echaron por el suelo, y los una parte y de otra se metió con aquellos
españoles entraron en la villa, y yendo en se- tres soldados en el castillo bien descuidados
guimiento de los franceses hallaron que se de traición alguna; y la otra gente española
recogían en el castillo; pero los españolea los que había quedado fuera del castillo cada

I
DEL GRAN CAPITÁN 163

uno se aposentó lo mejor que pudo entre los tos vinieron sobre el castillo y con mucha
vecinos de Canosa, los cuales así por el tra- fortaleza echaron las puertas en tierra y en-
bajo de la noche pasada como por el de traron dentro en el castillo por fuerza, aun-
aquel día, tüvietort por bueno dat reposo á que los franceses les defendieron la entrada
Sus miembros, porque ya no tenían qUe hacer. muy animosamente. Pero los españoles como
En este tiempo vino la noche y el despacho leones sueltos á pesar de los franceses, se
del salvoconducto no había venido, y los sol- metieron dentro matando primero á la entrada
dados con su capitán Diego García de Pare- más de veinte franceses, y discurriendo por el
des, c|üe estaba dentro en el caátillo, siendo castillo prendieron al capitán Pierres y á to-
hora Se retrajeron en sus aposentos, siendo dos los otros franceses con él, á los cuales los
de los franceses muy amigablemente trata- españoles querían ahorcar de las almenas del
dos, los cuales dormían en una misma cuadra. castillo, por les pagar la traición que habían
Y estando ya reposados, que del trabajo pa- acometido contra su capitán; pero Diego Gar-
sado lo habían bien menester, el capitán Pie- cía de Paredes no lo consintió jamás, tenien-
rres de Arambur, sintiendo sosegada la gente do en menos el peligro de su vida que poco
de fuera, dio orden en poner en efecto su antes había tenido, que no el peligro de su
traición, y fué que aquella noche matasen á honra y vergonzosa venganza, yendo contra
Diego García de Paredes con los otros tres la fe que les había dado y prometido. Y por
soldados españoles que consigo tenía, y que esta razón siéndoles perdonadas las Vidas,
después muy secretamente se saliesen por por aquel á quien se la habían ellos procu-
un postigo ó puerta falsa del castillo y se rado quitar, se partió con ellos al Gran Capi-
fuesen á Venosa cort Luis de Aste. Y con esta tán, quedando Canosa amiga de españoles y
voluntad el capitán y los franceses que ende dejando en ella gente de guarnición. Es ver-
tenían se armaron, siendo ya de la noche pa- dad que después de aquel glorioso venci-
sada buena pieza; se fueron deí-echos con miento de la Chirinola, muchas tierras de
muy gran silencio á la estancia donde Diego aquella provincia se tornaron en la devoción
García de Paredes estaba con los tres solda- del Rey de España, todos de su voluntad, que
dos sus compañeros, y dando de recio en las ya casi lo más del reino se reconcilió en el
puertas, luego fueron de los españoles senti- amor del Gran Capitán y seguía la parte del
dos, en que conocieron haber traición de los Rey de España. Los franceses que estaban en
franceses, por manera que saltando de sus la Chirinola, como vieron ir de vencida á los
camas á gran prisa se armaron y se comen- suyos, todos se salieron de
allí y se fueron á

zaron á defender con mucho ánimo y forta- Melfa, adonde se juntaron, según dicho es,
leza. Los franceses como todos estaban en con el capitán monsiur de Alegre, y este ca-
una cuadra del castillo, hubieron lugar de to- pitán no teniendo ya que hacer, con toda su
mar á los tres soldados apartados de su capi- gente se partió de la Chirinola, lunes á trein-
tán y cargaron sobre ellos de tal manera que ta días del mes de Abril del sobredicho año, y
no se pudiendo juntar los tres soldados con fuese la vía de Ñapóles. Y el día que el Gran
Diego García los tomaron en prisión. Diego Capitán se partió para la Chirinola, se fué
Gai-cía de Paredes, que dudo sería hallar otro aposentar tres millas de Melfa en un bosque
su par, crugendo los dientes de enojo, hecho cabe un río adonde hay muchas lagunas de
un león en su braveza, tuvo lugar de se re- agua. El Príncipe de Melfa, como supo que el
traer á un torreón del castillo que tenía pe- Gran Capitán estaba en su tierra, de temor
queña la entrada, y allí se refirmó y hizo fuerte no le quisiese castigar por lá fe que le que-
con muy gran virtud y ánimo, el cual con la brantó dos ó tres veces, dejando el servicio
espada en la mano por más de media hora de de su Rey por servir al Rey de Francia, en-
todos los franceses se defendió é hizo cosas vióle á decir le perdonase, que le daba su fe
hazañosas y de grande memoria, en que nun- y palabra, debajo de cualquier pleito y home-
ca le pudieron ni osaron entrar. En esto la naje que de él quisiese tomar, de servir y se-
gente española que estaba fuera en sus es- guir con todo su poder al Rey de España y
tancias, oyendo el rumor y alboroto del cas- que nunca directe ni indirecte no le sería con-
tillo, luego vieron lo que podía ser, y saltando trario; pero el Gran Capitán, que muy bien
todos afuera tomaron sus armas y todos jun- conocía la poca fe de este Príncipe y cuan
164 CRÓNICA GENERAL
mudable fuese en sus cosas, no le quiso per- Ñapóles. Allegó don Pedro Puertocarrero con
donar, y por esta razón el Príncipe de Melfa toda su gente á veinticuatro días del mes de
dejó su estado y fuese á Francia, no osando Marzo de aqueste año, y estuvo en Rijoles
quedar en el reino de Ñapóles. donde estuvo refrescándose su gente, que del
trabajo de la mar venían fatigados, diez días,-
mediante los cuales se dio orden en el soco-
CAPÍTULO LXXVIll rro que se había de dar á los españoles, que
De cómo el Rey Católico envió socorro en la estaban suspensos sin hacer cosa ninguna con-
provincia de la Calabria, y de cómo monsiur tra los franceses, que estaban en Rotamarina
de Aubegnifué sobre Terranova. y por la ve- En este medio monsiur de Aubegni, que, se-
nida de los españoles se levantó de allí, y de gún dicho es, estaba en la Mota Bufalina, como
la muerte de don Pedro Puertocarrero , á fué sabidor del socorro que á los españoles
quien el Rey de España había dado cargo de era llegado, determinó de los acometer antes
aquella gente. que los socorriesen, y con esta voluntad se
partió con su gente de la Mota Bufalina con
Ha contado la crónica de cómo el Visorrey doscientos hombres de armas y ochocientos
de Ñapóles, enviándole á pedir gente de soco- infantes, y fué á poner cerco sobre Terrano-
rro los Príncipes de la Calabria, hizo dos par- va, adonde estaba de guarnición de aquella
tes su ejército y envió la una con monsiur de villa el capitán Alvarado con cien hombres
Aubegni á la Calabria, y de cómo vinieron á de armas y con trescientos infantes. Bien
las manos franceses y españoles entre Terra- pensó monsiur de Aubegni deshacer aquella
nova y Condexame, y los capitanes españoles gente antes que fuesen socorridos. El capitán
fueron rotos y recogidos por muchas villas y Alvarado como vido que monsiur de Aubegni
lugares de aquella provincia, do pasaron el venía contra él, y que traía gran poder contra
invierno, y que monsiur de Aubegni invernó tan poca gente como él tenía para se defen-
en la Mota Bufalina con su gente, esperando der, en especial siendo aquella villa no fuerte,
aparejado tiempo para romper con los espa- quiso salirse y desamparar aquella villa; pero
ñoles. Dice ahora la crónica que sabiendo el haciéndosele vergüenza, acordó esperar, avi-
Rey Católico la necesidad que tenía Manuel sando primero á don Pedro Puertocarrero le
de Benavides y don Yugo de Cardona con la enviase socorro sin ningún detenimiento. Hizo
otra gente española que estaba en la Cala- de esta manera, que en la mitad más fuerte de
bria, determinó de les enviar socorro, porque la villa se recogiese toda su gente, por ra-
por aquella parte no se perdiese su derecho; zón que por aquella parte había buena dispo-
y haciendo trescientos y cincuenta hombres sición para la defender, y atajáronla con bue-
de armas y cuatrocientos caballos ligeros y nos y fuertes reparos y fortaleciéronse lo me-
dos mil infantes gallegos y castellanos, de los jor que pudieron. En esto los franceses alle-
cuales era capitán un noble caballero, que lla- garon sobre Terranova, á los cuales como los
maban don Fernando de Andrada, asimismo de la villa viesen que eran más poderosos que
gallego. Conde Villalva, y de los caballos lige- los españoles, metiéronlos dentro, abriéndo-
ros era capitán don Alonso de Carvajal, con les una puerta de la villa, y los franceses vien-
otros caballeros y capitanes cuyos nombres do la voluntad de los de Terranova metiéron-
en la prosecución de la crónica se dirán. En- se dentro y pusiéronse en aquella parte que
vió con toda esta gente á don Pedro Puerto- había quedado desembargada, que llaman el
carrero por General, por ser casado con una Burgo de Santa Catalina, y se puso Aubegni
hermana de la mujer del Gran Capitán, y este adonde tuvieron cercados á los españoles
descendía de la noble familia de los Bocane- ocho días continuos, en los cuales cada día,
gra de Genova; el cual se embarcó en Carta- los franceses por les tomarla otra parte de la
gena con cuarenta naos á tres días del mes villa y los españoles por la defender, siempre
de Febrero del dicho año, y hechos á la vela, había muertos y heridos y peleaban muy fuer-
por sus jornadas vino áRijoles, puerto de Ca- temente, haciendo los españoles en defensión
labria, de quien la crónica ha hecho mucha de aquella parte, donde estaban, cosas de
mención, por haber tenido ésta la fe de su se- grande virtud. Don Pedro Puertocarrero, que
ñor más que ningún otro lugar del reino de estaba en Rijoles, habiendo enviado á llamar
DEL GRAN CAPITÁN 165

todos los capitanes de la Calabria y recogido nara, y dende Semenara españoles y france-
toda la gente española, para desde allí salir á ses, losque estaban en San Martín, cada día
acometer á los franceses, como supo el estre- se visitaban con corredores y se hacían dende
cho en que el capitán Alvarado y su gente aquellos lugares el daño que podían los unos
estaba en Terranova, envió á Manuel de Be- á los otros.
navides en su socorro con trescientos caba-
llos ligeros y seiscientos infantes muy bien
CAPÍTULO LXXIX
aderezados, el cual á muy grande prisa se
partió de Rijoles y fuese camino de Terrano- De cómo Juan de Metieses y Pablo Marganio
va.Monsiur de Aubegni, como supo la veni- vinieron de Roma á servir al Rey de España
da de Manuel de Benavides en socorro de en lo del reino de Ñapóles, y de cómo meti-
los españoles, no quiso esperar allí, antes sa- dos en una villa que dicen Pichoncabal vi-
liéndose de Terranova se fué á otra villa que nieron los Ursinos sobre ellos con su gente,
dicen San Martín. Allí estuvo algunos días de- y de lo que les acaeció.
seando de venir á las manos con los espa-
ñoles en campo y dar fin á una batalla y á Habemos de saber, según cuenta la crónica,
tantos movimientos, y asi determinó de los ir que al tiempo que el Gran Capitán estaba en
á buscar do quiera que estuviesen. En estos Barleta necesitado de gente y de las otras
días don Pedro Puertocarrero, que estaba en cosas á la guerra pertenecientes, viendo que
Rijoles, cayó enfermo de una mala enferme- tardaban los alemanes que había enviado á
dad, de que en pocos días murió. Gran pesar lasazón á pedir al Emperador Maximiliano,
y tristeza mostraron los españoles con la determinó el Gran Capitán de buscar gente
muerte de su capitán, que era muy buen ca- por todas las maneras que pudo, y con esta
ballero, pero al fin disimularon el sentimien- voluntad envió á Roma una patente de parte
to conformándose con la ordenación de Dios del Rey que mandaba á todos
Católico, en
que fué servido llevarle, y con esto de con- los españoles caballeros y del pueblo que en
sentimiento de todos los capitanes eligieron Roma hubiese, después de la notificación de
por general de aquel ejercito á don Fernando aquel edito saliesen de Roma aderezados de
Andrada, por ser varón de mucha virtud y guerra en servicio del Rey Católico, so pena
bondad en el arte de la guerra. Después de del que lo contrario hiciese se procediese
todo esto monsiur de Aubegni, que con volun- contra él, como se procede contra los que son
tad de venir á las manos con los españoles desleales y cometen crimen contra su Rey. Y
había recogido en San Martín toda su gente un caballero español llamado Juan de Mene-
que estaba en la Calabria, teniendo gran de- ses, y otro caballero que llaman Paulo Marga-
seo de se ver en campo con los españoles, no Romano, oída la patente del Gran Capitán
envió un su'trompeta llamado Ferragut al ca- y la voluntad del Rey de España para aquel
pitán don Fernando Andrada, en que lo desa- caso, con sesenta caballeros españoles é ita-
fiaba á él y á todos sus capitanes y gente de lianos salieron de Roma y enderezaron
su ca-
guerra para la batalla, la cual él tenía en vo- mino por Abruzo, provincia que era
la vía del
luntad de se la dar en campo; y que si no qui- de la parte del Rey de Francia; y andando por
siese, él los iría á buscar adonde quiera que sus jornadas allegaron al Condado de Arbe-
estuviesen. Don Fernando de Andrada, oyen- ques, en aquella provincia, y fueron sobre una
do el desafío de monsiur de Aubegni, respon- vi41a que dicen Pichoncabal, y entraron sin
dió que él era de ello muy contento y la acep- ningún impedimento y se estuvieron en aque-
taba para cuando fuese su voluntad, y dio al treinta días, dentro de los cuales tra-
lla villa

rey de armas Ferragut dos vasos de plata jeron á su devoción algunos lugares de la co-
muy ricos, y para esto hizo venir al capitán marca, unos por fuerza, otros por voluntad,
Alvarado con su gente á Rijoles, adonde me- en especial los que eran de los Ursinos, cuyo
tiendo en orden su gente y capitanes, que contrario era aquel caballero Paulo Margano,
eran Manuel Benavides y don Yugo de Car- por ser de la sangre y familia de los Colone-
dona y don Alonso de Carvajal y Antonio de ses, enemigos capitales de los Ursinos. Pues
Leiva, y Alvarado y Gonzalo de Avalos y Fi- en este tiempo Jordano Ursino y Paulo Ursi-
gueroa, se partió de Rijoles y vino á Seme- no, como supieron lo que aquellos capitanes
166 CRÓNICA GENERAL
habían hecho en sus tierras, vinieron sobre sieron las escalas á la roca y comenzaron á
ellos con ciento y cincuenta caballos ligeros subir por ellas. Y
siendo ya en lo alto de la
y con tres mil peones de la gente de aquella roca, fueron discurriendo por los aposentos
provincia, los cuales allegando á Pichonca- adonde las guardas estaban, y tomaron al cas-
bal, adonde los españoles estaban, repartie- tellano del castillo en prisión juntamente con
ron la gente por sus estancias en derredor todas las guardas y gente que ende estaban.
de la villa y fortalecieron muy bien su cam- Luego alzaron en el muro de la roca las ban-
po, teniendo de esta causa los capitanes Juan deras de España, y apellidando «España, Es-
de Meneses y Paulo Margano estrechamente paña» como fué de día, Juan de Meneses con
cercados. Estuvieron los Ursinos en este cer- aquellos cien soldados salió fuera de la ciu-
co cinco días, en fin de los cuales Margano y dad y comenzaron á discurrir por ella. Paulo
Juan de Meneses no se hallando bien cerca- Margano con los otros ciento arremetió por
dos, salieron una noche muy secretamente otra parte áe la villa. Viendo los de Catalahoz
con grande furor y dieron en las estancias que la ciudad era en poder de los españoles
de los Ursinos, que bien seguros estaban, y y que sería gran vanidad resistirlos, determi-
del primer acometimiento echaron fuego á naron de se dar sin defender cosa ninguna, y
una de las estancias de los Ursinos, y como allí hicieron pleito homenaje en las manos de

los Ursinos sintieron el fuego dentro en la los capitanes de tener aquella villa por los Re-
estancia á gran prisa la desampararon, pero yes Católicos de España. Los capitanes Ursi-
no pudieron de ella salir tan presto que pri- nos que estaban retirados en Roca Devota y
mero no se quemasen cinco hombres. En esto, en Uricula, como supieron que los españoles
como los Ursinos se vieron acometer tan de estaban en Catalahoz, salieron el mismo día
improviso y como fuese de noche, en la cual que Catalahoz vino en poder de los españo-
no se determina el número de la gente, antes les á hora de vísperas, trayendo ciento y cin-
poca gente parecía mucha, creyendo que aque- cuenta hombres de á caballo, y vinieron por la
lla gente que les había acometido no era la parte de la villa por que no fuesen vistos; y
que estaba cercada, sino alguna otra gente como los de Catalahoz vieron el socorro de
que les había venido de socorro, alzáronse de los Ursinos, dado caso que hubiesen hecho
Pichoncabal y se comenzaron á muy gran pri- pleito homenaje á los españoles, les abrieron
sa á retirar. En esto los españoles y los Colo- las puertas y se tornaron á rebelar y á meter

neses cargaron más sobre los Ursinos, y tanto contra los capitanes y contra la gente espa-
hicieron que desbarataron toda aquella gente ñola. Paulo Margano yjuan de Meneses, vien-

y los mataron siete hombres. Y Paulo Ursino do la gran maldad y poca fe de los de Cata-
y Jordano Ursino, viéndose perdidos y desba- lahoz, y de cómo habían metido á los Ursinos,
ratados, con toda la gente de caballo y con lo mejor que pudieron se retiraron al palacio,

los infantes que pudieron recoger, dejaron el y en lo más alto de la villa se hicieron fuertes
campo y se recogieron á unas villas confines, combatiendo con mucha fortaleza, y los Ursi-
que se dicen Roca de Bota y Uricula, y los ca- nos los siguieron y pelearon con los Colone-
pitanes españoles y coloneses se tornaron á ses y españoles todo lo que quedaba del día
Pichoncabal muy alegres con la victoria. Y un y de toda la noche. Y como otro día siguiente
día salieron de Pichoncabal con doscientos yendo con voluntad los Ursinos de tomar por
hombres y fueron á acometer una villa que es fuerza de armas á los Coloneses y españoles
en aquella provincia, que llaman Catalahozj y (lo cual pudieran muy bien hacer con el favor

salieron de noche de Pichoncabal, y allegaron de los de la villa), pero en aquella sazón ví-
tres horas de noche á Catalahoz, con muy noles nueva de la rota de los franceses en la
gran secreto, porque no fuesen sentidos de Chirinola y de la muerte del Visorrey de Ña-
los de la villa, y repartieron su gente en esta póles, y de cómo ya casi todo el reino de Ña-
manera: los cien hombres, que era la mitad de póles estaba por España. De manera que, tur-
la gente, tomó Juan de Meneses consigo, y bados los Ursinos con semejantes nuevas y
poniendo las escalas en el muro de la villa, las no se teniendo por seguros en aquel lugar, se
subieron todos sin ser de nadie sentidos, y levantaron y se fueron á un lugar muy bueno
estuviéronse quedos una gran pieza de la no- que dicen Corvaron, y los capitanes Paulo
che, y dos horas antes que fuese de día pu- Margano y Juan de Meneses, alegres con la

é
DEL GRAN CAPITÁN 167

buena nueva de lo de la Chirinola, tornaron había enviado á decir y de los españoles ha-
de nuevo á tomar á Catalahoz y castigaron á bía sido aceptado, determinó de se lo hacer
todos aquellos que fueron en quebrantamien- saber segunda vez, enviándoles á decir que
to del pleito homenaje que hicieron, y de ahí ellos estaban prestos y aparejados de salir
adelante dejaron aquella villa pacífica por Es- donde quiera que viniesen. Después de aques-
paña. En aqueste mismo tiempo el Sumo Pon- to,sabido por monsiur de Aubegni la volun-
tífice Alejandro sexto no había hecho cosa por tad de los españoles, salió con toda su gente
donde mostrase amor á españoles ni enemis- de San Martín y fuese á poner junto á Seme-
tad á franceses; el cual como supo lo que pa- nara, bien instruidos los franceses de lo que
saba en la provincia de Abruzo, que hasta en- debían hacer. Dende allí envió monsiur de
tonces había estado en nombre de Francia, Aubegni un trompeta á Semenara haciendo
halló aparejo á la sazón de reducir la ciudad saber á los españoles en cómo él había alle-
del Águila á laSede Apostólica, como perte- gado allí con su gente ordenada para la bata-
necía de derecho, adonde estaba uno que lla- lla y que allí los esperaba, diciéndoles no re-

maban Hierónimo Calloso, dicho cabo de par- husasen la batalla ni pusiesen excusas algu-
te. Para esto envió el Sumo Pontífice á Fra- nas, porque él no se quitaría de su palabra
caso de Verino, de la familia de los Severinos si no fuese por muerte ó por vencimiento de

de Roma, muy buen caballero, con cien hom- los unos ó de los otros. D. Fernando de An-
bres de armas franceses é italianos, y este drada y los otros capitanes españoles res-
capitán con esta gente se partió de Roma y pondieron al trompeta que por aquel día no
vino al Águila, y metiéndose dentro se juntó podían salir á cumplir su voluntad, pero que
con aquel cabo de parte que estaba en la ciu- ahí estaba otro día, en que se podía hacer
dad, que era de parte de los franceses. Muy todo lo que él quería. Esta respuesta dieron
sospechoso fué el Gran Capitán de la venida los capitanes españoles por razón que la in-
de aquel capitán de parte del Sumo Pontífice fantería de D. Yugo de Cardona no quería
en el Águila, creyendo principalmete venía en salir á pelear hasta que les pagasen las pa-
favor de los franceses, siendo el Pontífice más gas que les debían, lo cual al presente no po-
inclinado á los españoles con justo título que dían cumplir, porque tenían muy grande falta
á los franceses; pero quieren algunos decir, de dineros y cada día los esperaban para les
que como la ciudad del Águila perteneciese á pagar. Monsiur de Aubegni, oída la respuesta
la Sede Apostólica y hasta entonces estaba de los capitanes españoles, se levantó de
tiránicamente ocupada, que era su voluntad aquel lugar y fuese á Joya, adonde estuvo
en aquellos movimientos reducirla á su silla, hasta otro día siguiente. En esto los infantes
como con derecho debía, y por esta razón no españoles algo aplacados, salieron de Seme-
se debe imputar culpa en lo del Pontífice. nara con cuatrocientos hombres de armas y
con quinientos jinetes y con tres mil y qui-
nientos infantes y fuéronse á aposentar á un
CAPÍTULO LXXX
casar que llaman Palma, adonde estuvieron
De cómo los franceses y los españoles, que es- dos días, dando orden en lo que se debía de
taban en la Calabria, se desafiaron en campo, hacer y congraciando á los infantes de don
y de la sangrienta batalla que ambas las Yugo de Cardona para que mostrasen volun-
haces hubieron, adonde los españoles fueron tad en la batalla que esperaban de haber con
vencedores. los franceses, porque á la verdad los infantes
se tornaron á levantar otra vez y no querer
Ya se dijo arriba cómo monsiur de Aubeg- pelear, si primero no les pagaban. D. Yugo de
ni,que estaba en San iVlartín de la Calabria, Cardona, que muy triste y apasionado estaba
había enviado un su trompeta á desafiar á los por lo que veía, especialmente estando á pun-
españoles que estaban á la sazón en Rijoles. tos los franceses con voluntad de dar la ba-
Pues dice ahora la crónica, que después que talla el día siguiente, y viendo que sin muy
los españoles hubieron allegado á Semenara, gran vergüenza y con peligro suyo no podía
con voluntad de se juntar con los franceses, dejar de darla, con muchas lágrimas habló á
que monsiur de Aubegni, viendo ya aparejado sus soldados diciéndoles: «Oh, amigos y muy
tiempo para salir contra ellos, como ya les fuertes compañeros míos, cómo es posible
168 CRÓNICA GENERAL
que queráis así oscurecer vuestros clarísimos Andrada de los caballos hizo un escuadrón, en
hechos con estimar una cosa tan poca y su- el cual venía D. Alonso de Carvajal y Manuel
cia como es el dinero, con deseo y codicia de Benavides y Gonzalo de Avalos y el Al-
que del tenéis. No queráis, hermanos míos, caide Figueredo. De la gente de armas hizo
ahora perder esta tan manifiesta victoria de otro escuadrón, en el cual venía su misma
hoy, esperando con ella grande honra y per- persona y el capitán Juan de Alvarado y Anto-
petua memoria y fama por cosa tan vil y pa- nio de Leiva y Juan Martínez Pardo. De toda
sadera como es el dinero, especialmente no la infantería hizo otro escuadrón, adonde ve-

siendo lo que se os debe los tesoros de Salo- nia D. Yugo de Cardona y D. Juan de Car-

món ni el oro índico. Ya veis, amigos y com- dona con otros capitanes. De la parte de los
pañeros míos, que al presente no puedo sa- franceses monsiur de Aubegni de la gente de
tisfacer vuestro deseo, hasta que salgamos armas hizo dos escuadrones. En el uno venía
con la victoria y vencimiento de aquesta ba- el capitán Belcorte y Alonso Severino. De los

talla que en este día se nos ofrece, en el cual caballos ligeros hizo otro escuadrón, en el
vencimiento yo no pongo duda por vuestra cual venía el capitán Pacheco y monsiur de
virtud. Yo os ruego que de esto poco que Venoes. De toda la infantería (que sería hasta
tengo, hagáis como de cosa vuestra, distribu- dos mil infantes) hizo otro escuadrón, adonde
yéndolo entre vosotros como mejor os pare- venía el capitán Malerma y el capitán Rosa
ciere». Entonces el capitán D. Yugo de Car- Roja con otros capitanes. Venían delante de
dona quitóse una cadena de oro al cuello y toda la gente francesa siete piezas de artille-
fuésela á dar á sus soldados, prometiéndoles ría entre falconetes y medios falconetes. El

á pagar en saliendo de aquella afrenta que avanguardia de toda esta gente tomó mon-
esperaban. Los infantes españoles, viendo que siur de Aubegni con el escuadrón de los esco-
no se podían por ninguna vía excusar de ve- ceses, que eran cien hombres de armas. Pues
nir á las manos con los franceses, y que asi- como en esta orden que dicho ha la crónica,
mismo les sería gran vergüenza dejar de ayu- venían ambas las haces españolas y francesas
dar á los suyos en aquella batalla, mudaron á se herir, y juntándose los unos con los otros
todos de parecer, tornándose á reconciliar cuanto un tiro grande de arco, comenzó á
con su capitán; y donde hasta allí rehusaban descargar el artillería en los españoles, por
la batalla, de allí adelante eran ellos los que manera que arrebató algunos, y monsiur de
principalmente la deseaban; y dijeron que mi- Aubegni que traía el avanguardia con la gen-
rando más su honra que no el interés, aun- te de armas escocesa, arremetió contra la
que muy mucho fuera, ellos estaban apareja- gente de armas española que asimismo traía
dos de muy entera voluntad para se hallar el avanguardia, y el otro escuadrón adonde

en la batalla los primeros y que por su causa venía el capitán Belcorte afrontó con la infan-

no la dilatasen más tiempo; y con esto no qui- tería española. El capitán Malerma y el capi-
sieron recibir cosa alguna de lo que les daba tán Pacheco, con los caballos ligeros y con
su capitán. Y entonces D. Fernando de An- la infantería francesa quedaron en la rezaga,

drada y D. Yugo de Cardona, muy contentos por manera que toda la batalla el primer aco-
y alegres por ver cómo Nuestro Señor había metimiento se. hubo con la avanguardia fran-
mudado en bien la voluntad de sus infantes, cesa. Los españoles peleaban tan viril y ani-
se movieron de aquel casar de Palma y fué- mosamente, que era cosa maravillosa de ver;
ronse la vía de Joya á buscar los franceses. y los franceses en aquella batalla ponían toda
Y monsiur de Aubegni sabiendo la venida de la esperanza de los hechos de su Rey, y refor-

los españoles, salió de Joya con toda su gen- zando la causa procuraban alcanzar el fin glo-
te para los encontrar en el camino y darles rioso de aquella batalla; y con esto así de los
la batalla. Y andando por su camino encon- franceses como de los españoles estaba el
tráronse ambas las haces junto á un río que campo lleno de cuerpos muertos. En esta pri-
está dos millas de Joya, camino de Semenara. sa que todos estaban, socorrió de refresco el
Los franceses como vieron á los españoles en capitán D. Alonso de Carvajal con el escua- |

orden, lo mejor que pudieron los salieron á drón de los caballos ligeros y dio tan de recio
recibir, y la orden que llevaban ambas las ha- en el ejército de los franceses por las espaldas
ces es la siguiente: El capitán D. Fernando de que de su allegada se hizo no poco daño en j

H
DEL GRAN CAPITÁN 169

los enemigos.Luego movió D. Yugo de Car- sabiendo que estaba allí monsiur de Aubegni
dona y D. Fernando de Andrada con toda la con aquella gente, fueron contra él con todo
infantería y los otros capitanes con la gente su ejército y tuviéronle cercado en la Roca
de armas y caballos ligeros, y cargaron tan de Anguito treinta días, hasta tanto que un
de recio y con tanto furor en los franceses, día, metiendo en armas toda su gente, D. Fer-

que les hicieron perder el campo; porque nando de Andrada hizo dar el combate á la
monsiur de Aubegni con toda la gente de ar- villa, en que tanto trabajaron los españoles

mas, no pudiendo sufrir más el poder de los que á fuerza de armas tomaron la villa y pren-
españoles, con muerte de muchos de sus fran- dieron á monsiur de Aubegni y á todos los
ceses, fué desbaratado y metido en rota, y franceses que con él estaban, con los cuales,
retirándose al lugar adonde venían los capi- muy alegres de tan sublimada victoria (que
tanes Malerma y Rosa Roja en la rezaga, pen- Nuestro Señor fué servido darles con muy
só de se rehacer allí y tornar á dar sobre los grandes cosas que ende hubieron de joyas y
españoles. Pero de otra manera le avino, por ropas y con gran copia de captivos) y sabien-
razón que los españoles, viendo ya la victoria do el vencimiento del Gran Capitán en la Chi-
en las manos, siguieron de tal manera que rinola, dejaron aquella provincia libre y fué-
no les dieron aquel lugar, antes todos revuel- ronse adonde el Gran Capitán estaba.
la vía

tos, matando y hiriendo en los franceses, ani-


mosamente allegaron con el alcance hasta
donde venía la infantería
CAPÍTULO LXXXI
y caballos ligeros
franceses, los cuales viendo venir á los suyos De cómo el Gran Capitán siguió su camino la
desbaratados huyendo, perdieron todo el co- vía de Ñapóles, y de cómo monsiur de Ale-
razón, y más cuando así se vieron tan fuerte- gre, dejando los castillos á buen recaudo, se
mente afrentar de los españoles. Es verdad salió de Ñápales y se fué á Gaeta, y de cómo
que los franceses se refirmaron un poco en el capitán Luis de Herrera y Pedro de Paz
aquel lugar, procurando de tornar sobre sí; recibieron por el Rey de España las ciudades
pero los españoles les dieron tanta prisa y de Capua y Avcrsa.
tan fuerte y valerosamente pelearon, que se
hacían temer de los franceses y por todas Ya se ha dicho arriba cómo después que el
partes les hacían lugar. Finalmente, no se pu- Gran Capitán hubo vencido á en
los franceses
diendo más los franceses sufrir en campo con- la Chirinola, que se partió luego de allí con su
tra los españoles, volvieron otra vez las es- ejército para venir á la ciudad de Ñapóles, y
paldas, siendo de todo punto desbaratados y que en aquella jornada había tomado en su
rotos la vía de Joya. Los españoles, matando devoción al Príncipe de Melfa. Pues dice aho-
y hiriendo en el ejército de los franceses, los ra la crónica que yendo el Gran Capitán su
siguieron hasta los encerrar por las puertas camino la vía de Ñapóles con su ejército á un
de Joya. Fué tan sangriento y crudo este al- lugar debajo de Santa Ágata, cabe un río que
cance, que los que murieron en pelea, como pasa junto á una ermita que dicen San Antón,
los que murieron en el alcance, fueron más y allí cabe aquel lugar se estuvo refrescando
de ochocientos franceses, y fueron presos los él y su gente un rato; adonde sabiendo que
demás de los que quedaron. Los españoles, monsiur de Alegre se había partido de Ñapó-
deseando dar fin cumplidamente á aquella les con su gente y que llevaba la vía de Ca-
gloriosa batalla, se metieron todos en Joya, pua, envió á muy gran prisa al capitán Luis
adonde el capitán Malerma y el capitán Alonso de Herrera y á Pedro de Paz con los caballos
Severino se habían recogido, y allí los pren- ligeros á Capua, para que le tomasen á mon-
dieron con toda otra la gente que con ellos siur de Alegre la delantera y le impidiesen el
se habían encerrado enjoya. Monsiur de Au- paso en tanto que llegaba con todo el ejérci-
begni se salvó con hasta treinta caballos Uge- to. Este capitán monsiur de Alegre, después
ros y se fué huyendo á la Roca de Anguito, que se escapó de la Chirinola vino, según di-
y
allíse recogió con hasta doscientos france- cho es, con toda la gente de armas y caballos
ses, los cuales sehabían salvado de la bata- ligeros y infantes que pudo recoger á Ñapó-
y hízose fuerte en aquella tierra. Mas Fer-
lla, les, y allí estuvo algunos días, mediante los
nando de Andrada y D. Yugo de Cardona, cuales hizo proveer los castillos del Ovo y
170 CRÓNICA GENERAL
Nuevo y otras fuerzas de la ciudad de lo ne- lióde Gaeta y se puso en el Garellano, según
cesario para su defensión, adonde dejó seis- que la crónica lo contará bien extensamente.
cientos hombres de guerra sin la gente que los Los capitanes Luis de Herrera y Pedro de Paz,
castellanos tenían consigo antes y sin otros por mucho que apresuraron su viaje por al-
muchos mercadantes franceses, que como su- canzar á monsiur de Alegre, cuando llegaron
pieron la rota de los suyos y que el Gran Ca- á Capua era ya pasado, por manera que no
pitán venía á !a ciudad, se metieron todos en hubo fruto alguno en aquel caso su venida,
los castillos. Pues con esta nueva de la venida más que de camino recibieron aquella ciudad
del Gran Capitán á Ñapóles, monsiur de Ale- juntamente con la ciudad de Aversa por Es-
gre, hecha la dicha provisión de los castillos, paña, y allí se tuvieron algunos días hasta que
se partió de Ñapóles enderezando su camino el Gran Capitán les mandó hacer otra cosa,

á la ciudad de Gaeta, que por ser muy fuerte según abajo se dirá.
ciudad y la llave del reino de Ñapóles, en ella
pensaban estar más seguros y por pensar que
allí recogería el socorro que el Rey de Fran-
CAPÍTULO LXXXII
cia había prometido de enviarle. Los capita- De lo que monsiur de Alegre hizo después que
nes Luis de Herrera y Pedro de Paz con los se fué de Gaeta, y de cómo el Gran Capitán
caballos ligeros, según la orden del Gran Ca- siguiendo su camino vino al bosque de Gan-
pitán, se partieron á muy gran prisa de aquel gelo, doce millas de Ñapóles, adonde los
lugar y fuéronse la vía de la ciudad de Capua. napolitanos enviaron al Gran Capitán doce
De esta venida de los españoles fué monsiur caballeros para que les confirmase los privi-
de Alegre avisado, por lo cual, temiendo no legios de la ciudad,y de cómo entró en Ña-
le estorbasen el paso, según que era aquella póles, y de otras cosas.
su voluntad, aseguró el camino lo más que
pudo, de tal manera que allegó á la ciudad de Después que monsiur de Alegre llegó, se-
Capua bien antes que los caballos españoles; gún dicho es, á Gaeta y anduvo muy bien
y queriendo pasar por medio de la ciudad con toda la ciudad, en que la halló muy fuerte, así
toda su gente, los de Capua cerraron las puer- de muros como de voluntad y conformidad
tas y enviaron á decir á monsiur de Alegre en los gaetanos por el Rey de Francia, que no
que no tenían por bueno que pasasen todos en poco lo tuvo, y allí estuvo algunas días, en
juntos, y que si voluntad tenían de pasar, que los cuales proveyó la ciudad de todo lo nece-
fuesen de treinta en treinta ó de cincuenta en sario para la guerra. Junto con esto atrajo
cincuenta hombres, de manera que no entra- algunas villas y lugares que estaban indife-
sen unos hasta que hubiesen salido los otros. rentes en lo que habían de seguir, para que
Esto hacían los caputanos por razón que como tuviesen la devoción de Francia, y para con-
los franceses venían tan mal parados, temié- firmar los ánimos de algunos que, viendo la
ronse no hiciesen algún daño en la ciudad, lo mejoría que los españoles tenían en el reino,
cual podían muy bien hacer pasando todos vacilaban en su servicio. Los cuales hasta allí,
juntos de tropel. Finalm.ente, monsiur de Ale- por ser la parte que al Rey de Francia había
gre, que cualquiera cosa hiciera por no se de- tocado, señalaban como habían señalado por
tener, que tenía en los oídos los caballos li- sus valles; ahora al presente, viendo la incli-

geros españoles que venían en pos de él, fué nación general de los pueblos por España, no
contento pasar en aquella manera que los ca- se sabían determinar y estaban suspensos, y
putanos decían, y sin más detenerse comen- para que éstos no le fallesciesen del todo, de-
zaron á pasar unos en pos de otros, y cuando terminó, más por jactancia y 'presunción que
los unos habían salido, cerraban las puertas y no por pensar que él era tan poderoso que á
abrían las primeras para que entrasen los los españoles osase esperar en campo con
otros. De esta manera acabó de pasar toda la toda su gente, que eran cuatrocientos hom-
gente de monsiur de Alegre, y siguiendo su bres de armas y trescientos caballos ligeros
camino por no se detener se fueron á Gaeta y con dos mil infantes, sin otra mucha gente
por el Garellano Emola, y allí estuvo monsiur de la comarca, á se poner en campo junto al
de Alegre muchos días, mediante los cuales se Garellano, un río que pasa por aquella pro-
rehizo de mucha y buena gente, con la cual sa- vincia de Campania, enviando sus cartas á tí
DEL GRAN CAPITÁN 171

dos los pueblos que eran y se mostraban por ciudad, y donde no, que antes se ofrecerían á
Francia, llenas de presunción, en que les de- la muerte que perder el menor privilegio de
cía: que no les causase alteración ni causase los que tenían. Finalmente, los doce caballe-
inconstancia en su ánimo ver que los france- ros diputados allegaron con este mandado al

ses fueron vencidos, pues las cosas de la gue- bosque del Gangelo, adonde estaba el Gran
rra son de calidad que trueca sus veces dan- Capitán ya para se partir, y hiciéronle rela-
do vencimiento una vez á unos, otra á otros; ción á lo que venían; á los cuales, siendo pri-
por manera que de aquello no se había de mero del Gran Capitán muy honrados y cum-
hacer cuenta, pues podía acaecer lo mismo plidamente recibidos, les confirmó sus privi-
por los españoles; cuanto más que no habían legios nimás ni menos que como hasta en-
quedado los franceses tan confundidos que tonces habían sido por los Reyes de Aragón
no estaban allí y él con su persona para resu- pasados confirmados. Los diputados, habida
citar á la fortuna en su favor y mudar su con- la confirmación de sus privilegios, le besa-
dición en mejor estado que no había hasta ron la mano en lugar del Rey D. Fernando de
entonces, tenido, diciéndoles otras muchas Castilla y de Aragón y le entregaron las llaves
cosas para sustentarlos por su Rey, más de de ciudad como en reconocimiento de su
la

presunción que no de verdadera consolación. vasallaje, y con esto los diputados se partie-
Después de esto, habiendo, como dicho es, ron del Gran Capitán y se tornaron en Ñapó-
salido de Gaeta, vínose á poner en campo les. ElGran Capitán después de esto se es-
junto al Careliano, abajo de un lugar que di- tuvo en aposento del bosque tres días, en los
cen Trajeto, y allí se puso más por la repu- cuales fué avisado en cómo el capitán mon-
tación y por dar á entender á los pueblos que siur de Alegre se había rehecho de gente y
se querían mantener contra el ejército espa- que había salido de Gaeta y que se había
ñol y esperar en aquel lugar, que no porque puesto en campo en el Garellano, y que tenía
por verdad que hubiera en los franceses osa- hecho una puente de madera en el río del Ga-
día para lo hacer. El Gran Capitán, que desde rellano, para que los de Cieza y sus casares
el aposento de San Antón había enviado á los pudiesen pasar vituallas y provisiones al cam-
capitanes Luis de Herrera y Pedro de Paz po francés. Mucho le pesó al Gran Capitán de
para tomar el paso á los franceses, sabiendo esto, porque pensó que de esta manera los
que ya eran pasados sin ser impedidos de los franceses tornarían á alzar cabeza, y para
suyos, movióse de allí con su gente, pasó ade- quitar que de la parte de la ciudad de Cieza
lante cuatro millas de aquella ciudad, riberas y de sus casares no les enviasen provisiones,
abajo del río, y vínose á aposentar junto á una y asimismo para que los suyos rebotasen á
villa que dicen Piche, y allí se detuvo dos días; los francesesde aquel lugar ó le comiesen la
y luego en cabo de estos dos días, el Gran gente con escaramuzas, envió á Cieza al Du-
Capitán se levantó de aquel aposento del río que de Termes y al capitán Próspero Colona
junto á Piche y vínose con su gente á aposen- con cuatrocientos hombres de armas y con
tar doce millas de Ñapóles en un bosque que cuatrocientos caballos ligeros y con los dos
dicen el bosque de Gangelo, y estuvo allí mil alemanes á hacer guerra á monsiur de
aquella noche y otro día siguiente. Querién- Alegre, según dicho es. Los capitanes y gente
dose mover el Gran Capitán de allí para se ya dicha se partieron con este mandado del
meter aquel día en Ñapóles, los napolitanos, Gran Capitán y allegaron aquel día mismo á
que sabían su venida, enviaron doce embaja- Cieza y metiéronse todos en la ciudad, y fue-
dores, caballeros principales de la ciudad, ra en el burgo y en los casares (porque no
porque en nombre de todos los ciudadanos le cabían todos dentro) se aposentaron todos
saludasen y suplicasen que no quisiese entrar los caballos ligeros, y allí estuvieron muchos
en Ñapóles hasta que primero les confirmase días, mediante los cuales españoles y france-
sus privilegios y jurase de guardar conforme ses se hacían muy cruda guerra, saliendo cada
como los Reyes pasados los habían confirma- día los caballos ligeros y gente de armas es-
do y guardado y mantenido; que haciéndolo pañoles y pasaban la puente que los france-
así la ciudad de Ñapóles estaba aparejada á ses habían hecho, y siempre le herían y mata-
le recibir dentro y poner las banderas de Es- ban mucha de su gente. El Gran Capitán
paña por los muros y lugares públicos de la aquel mismo día que él envió sus capitanes y
172 CRÓNICA GENERAL
su gente á Cieza, se partió con su ejército del sobre él al Marqués del Gasto con quinien-
bosque de Gangelo y vino á Ñapóles, adonde tos infantes españoles y con cien caballos
llegó ya tarde, y hiciéronle los de Ñapóles un ligeros, y el Marqués con aquella gente se
muy solemne recibimiento, adonde salieron partió de Ñapóles y fué á Salerno; y en lle-
todos los caballeros y gentileshombres de la gando metióse en la ciudad con su gente, sin

ciudad y el Senado y regidores de ella, todos ninguna contradicción de los ciudadanos; y


en muy buena ordenanza con el pendón de luego como allegó, miró muy bien la disposi-
Aragón delante, y salieron tres millas fuera ción del castillo y halló que era fuerte y que
de ciudad á le recibir, haciéndose en este
la por fuerza de armas era dificultoso tomarle,
recibimiento muy grandes fiestas y danzas, y por esta razón determinó de tenerlo cer-
y con orden de mucha gente á la manera de cado y cercólo en esta manera. En un monte
soldados, todos muy bien aderezados y muy que está sobre el castillo, que llaman la Bas-
lucidos, y con muy grande alegría y placer de tida, puso toda la infantería, y á la parte de

todos allegó á la ciudad. Entró por la puerta abajo por dentro de la ciudad puso su per-
de Capua, adonde le esperaban muy grande sona con todos los caballos; y así tuvo el
número de señoras y damas de Ñapóles muy Marqués del Gasto cercado bien estrecha-
ataviadas, de las cuales fué el Gran Capitán mente aquel castillo, de adonde cada día sa-
muy bien recibido, y él, saludando á todos lían los de dentro á escaramuzar con los de
con muy alegre rostro, le llevaron por todos fuera, en que se hacían harto daño los unos
los barrios de la ciudad y después le dejaron á los otros. Estando en este estrecho cercado
en aposentamiento; el cual fué las casas del el castillo de Salerno, el Conde de Capacho,

Príncipe de Salerno, y así pasó el Gran Capi- que asimismo tenía la parte del Rey de Fran-
tán aquella noche, aunque no con tanto pla- cia, siendo de ello avisado, vínole á socorrer

cer como la noche de la rota de los franceses. con doscientos caballos ligeros y con ocho-
cientos infantes soldados viejos de la tierra.
Y como llegó á Salerno, metióse dentro con
CAPITULO LXXXIII toda su gente y dióse tal manera en el so-
De cómo el Gran Capitán envió al Marqués corro, que antes que de allí partiese hizo
del Gasto sobre el castillo de Salerno, adon- por fuerza de armas alzar al Marqués del
de estaba un castellano con mucha gente de Gasto de sobre el castillo, y después proveyó
guerra y tenía aquel castillo por Francia, y el castillo de gente francesa y de las vituallas

de lo que sucedió. que eran menester y pudo haber, y saqueó


las casas de aquellos que supo que se tenían
Como gente y Príncipes de Italia confor-
la por España, y con esto se salió de Salerno y
mes sus voluntades con la del vencedor tu- se volvió adonde había salido. El Marqués
viesen (después de aquellas dos crecidas vic- del Gasto, como supo que el Conde de Capa-
torias que casi en un mismo tiempo hubieron cho era ya salido de aquella ciudad, tornó á
los españoles, que fué la de la Chirinola en Salerno con su gente á cercar de nuevo el
la Pulla y la de Semenara en la Calabria, se- castillo, y así le tuvo estrechísimamente cer-

gún dicho es) todas las demás villas y luga- cado más de treinta días, mediante los cuales
res del reino de Ñapóles se tornaron á la par- procuraron de muchas maneras de le tomar
te de España. Pero como suele acaecer de por fuerza, haciendo ingenios y usando de
una roñosa oveja que ensucia y daña todas muchas maneras de le tomar por fuerza con
las otras, determinó el Gran Capitán desarrai- que le pudiesen atraer á su poder. Pero como
gar del todo á aquella roña y parcialidades el castillo era tan fuerte, ningún fruto se sa-

que aun estaban en el reino por franceses; y caba de todo lo que se hacía, y por tanto
entre otras muchas villas y castillos que se- acordó el Marqués del Gasto de hacerle una
guían esta parte, era uno el castillo de Saler- mina muy grande, en la cual se trabajó mu-
no, donde, estando la misma ciudad por Es- cho y se puso muy gran diligencia, y así se
paña, el castellano se había recogido y con hizo al fin bien grande y bien fuerte y en muy
mucha y muy buena gente hízose fuerte en buen lugar; y hinchándola de muchos barriles
el castillo, el cual era bien fuerte para aquel de pólvora, según que conviene á semejante
propósito. Y para esto el Gran Capitán envió muro de
ingenio, hízola cerrar de un fuerte

i
DEL GRAN CAPITÁN 173

piedra y junto con esto mandó meter gente asentóla en el burgo en Sanctí Spíritus en
en armas y dar el combate fuertemente al una huerta al Parco, la cual está junto á la

castillo. Primero se descargó la mina, la cual cindadela, foso en medio, y después de


el

reventó con tal fortaleza que cayó en el sue- asentada comenzóse á batir el castillo por
lo una gran parte del muro del castillo, y lue- aquella parte con mucha fortaleza. Los fran-
go la gente española arremetió con muy gran- ceses que estaban en la torre de Sant Vicente,
de ánimo á combatir el castillo, adonde el viendo el lugar donde la artillería española

Marqués del Gasto mostró enteramente su estaba y cómo desde allí tiraban al castillo,
mucha virtud y grande ánimo. Finalmente, de comenzaron desde lo alto de la torre, que bien
aquella vez, después de ser muertos en aquel señoreaba aquel lugar, de tirar con su arti-
combate muchos de la una parte y de la otra, llería á la artillería española, que muy bien se
el castillo vino á poder del Marqués, el cual descubría; por manera que se hacían ende
prendió al castellano y á todos los suyos y muy grande daño; de cuya causa los capita-
hizo saquear el castillo, que hasta allí había nes españoles, viendo el gran inconveniente
estado por Francia, y de ahí adelante junta- que les era aquella torre de Sant Vicente, y
mente con la misma ciudad tornó por España. que tomada la torre no podían ser dañados

ni impedidos al tomar y batir del castillo, y


para este efecto en un canto que está en-
CAPÍTULO LXXXIIII frente de la puerta de la ciudad que sale al
De cómo el Gran Capitán dio cargo de com- burgo de la puerta de Sanctí Spíritus, asen-
batir el castilloNuevo al capitán Pedro Na- taron ciertas piezas de artillería, y á la otra
varro y á Diego de Vera, capitán del artille- parte del Parco', contra
el castillo y contra la

ría,y de cómo se hubo de combatir primero ciudadela y contra un jardín que llaman el
la torre de Sant Vicente. Paraíso, asentaron otras tantas piezas de
artillería; y más abajo del Parco, junto á la
Habiendo el Gran Capitán con toda su gen- marina contra la torre de Sant Vicente, asen-
te dado ya algún descanso á sus fatigados taron otras tantas y en un jardín encima de
cuerpos, que de los trabajos pasados estaban la Trinidad, contra la misma torre de Sant
con mucha necesidad, determinó de nuevo Vicente, asentaron otras tantas piezas, por
ofrecer su gente á nuevos peligros, porque manera que ansí se repartió toda el artillería

no era cosa razonable que, estando la ciudad contra el castillo Nuevo y contra la torre de
de Ñapóles por el Rey de España, sus fuer- Sant Vicente. Después de esto luego ordena-
zas y castillos estuviesen en poder de ajeno ron por sus estancias la gente que era me-
señor, como lo estaban á la sazón en poder nester para el combate de las dichas fuerzas,
de los franceses que, según dicho es, se ha- y luego se comenzó á batir primero la torre;
bían ende hecho fuertes esperando cada día la cual se batió tan fuertemente, que derriba-
socorro de su Rey. Pues para haber de quitar ron gran parte de un rebelín que está más
Cite inconveniente, que no pequeño le pare- alto que la torre, y ansimesmo se derribaron
cía, dio orden cómo el castillo Nuevo, que era de las defensas de lo alto de la torre un gran
lo principal y lo más fuerte de Ñapóles, se pedazo de ellas, y de la muralla del patio
combatiese primero, y dio el cargo en el com- abajo de la torre á la parte de la capilla de
batir y tomar este castillo al capitán Pedro Sant Vicente derribaron grande parte del
Navarro con los otros capitanes y al capitán muro. Pues con tanta fortaleza el artillería
Diego de Vera con el artillería, para que lo española batió la torre por aquellas dos par-
uno con el poder de la gente y lo otro con el tes, que los franceses que estaban dentro en
buen orden del artillería, aquel castillo fuese el rebelín, nien el patio de abajo ni en lo alto
más en breve quitado del poder de los fran- de no podían estar por estar descu-
la torre
ceses. Pues con esta orden y comisión del biertos á la defensa del artillería, porque no
Gran Capitán, Pedro Navarro y Diego de les llevase y hiciese gran daño. En este tiem-
Vera comenzaron á poner por obra aquel he- po los capitanes españoles, que según la recia
cho. El capitán Diego de Vera vido muy bien batería que se había dado en la torre, les pa-
la disposición del castillo y el lugar adonde recía tiempo de dar el combate, ordenaron
mejor podía estar el artillería asentada, y que se diese más por arte y manera que no
174 CRÓNICA GENERAL
por fuerza de atmas, y con esto el capitán adonde se repafasen de la artillería; y así se
Pedro Navarro hizo hacer un ingenio en una hizo con mucha desde aquella
diligencia, y
barca por la mar en esta forma. Hizo toldar trinchea, muy á su salVo, podían los españo-
la barca y cubrir por encima con un muy fuer- les con las ballestas y escopetas titar á los
te maderamiento, por respeto que la gente franceses de la torre que se asomaban, de que
que por ella había de ir no recibiese daño de se les hacía algún daño. Al tiempo qUe los
los franceses desde lo alto de la torre; y des- españoles hacían la trinchea, los franceses,
pués de reparada con este pertrecho, metió que muy bien oían él golpear de los picos y
dentro su persona y con él cuarenta solda- azadones, que en aquel menester traían, pen-
dos, los veinte ballesteros y los otros veinte saron que les minaban la torre, de que muy
escopeteros, y junto con esta en otro barca gran temor y extraña alteración hobieron, por-
descubierta hizo meter con el capitán Martín que veían claramente que. Si les minaban la
Gómez otros cuarenta soldados muy bien ar- torre, no podían dejar de recibir gran daño y
mados. Concertado esto en esta manera, un peligro y muerte en sus personas, y de esta
día, una hora antes que anocheciese, salieron causa estaban suspensos y dudosos en lo que
del puerto y con mucha disimulación se fue- debían hacer; porque Unos tenían por mejor
ron por la mar abajo hacia una iglesia que se que diesen la torre á los españoles, otros te-
llamaba la Magdalena; y como fué noche os- nían lo contrario, por manera que no sabían lo
cura volvieron sobre la torre de Sant Vicente, que se debiese hacer. Finalmente, determina-
y como ya fueron cerca, el capitán Redro Na- ron de venir en partido, y fué que enviaron á
varro enderezó su barca hacia la parte de la decir al capitán Pedro Navarro que si del cas-
capilla adonde el artillería había derribado un tillo Nuevo no fuesen socorridos aquella no-

gran pedazo de muro del patio, y allegado en che y al día siguiente hasta medio día, que
aquél con mucho silencio comenzó á subir ellos rendirían la torre, con tal que los deja-
ende con su gente. Eran, según dicho es, vein- sen salir sin les hacer daño alguno en sus per-
te escopeteros y veinte ballesteros, y como sonas; y que para seguridad de esto ellos
la subida estaba algo alta y dificultosa, caye- enviarían en rehenes un francés, y para que
ron algunos soldados en la mar, en que se mo- ellos fuesen ciertos que ansí se cumpliría de
jaron muy bien. La otra barca en que iba Mar- su parte, les enviasen ellos un español. El
tín Gómez enderezó á aquel lugar, adonde capitán Pedro Navarro fué de aquesto muy
estaba puerta del patio de la misma
la otra contento, y ansí, enviando los franceses abajo
torre, y allí tenían los franceses atravesada un soldado francés, los españoles enviaron
una gruesa y fuerte cadena, pof que por aque- otro soldado español. En esto cesaron las
llaparte no pudiese con barca pasar. Pero armas, y los franceses de Sant Vicente luego
con la gran fuerza que llevaba y á poder de lo hicieron saber al castellano del castillo
remos pasaron por la cadena, rompiéndola, de Nuevo, lo que habían apuntado con los espa-
laotra parte; y como allegaron al lugar de la ñoles, diciéndole que si dentro de aquel tér-
otra puerta del patio, el capitán Martín Gó- mino no les enviaba socorro, no podían dejar
mez de
saltó fuera y metiéronse en el patio de pasar por la postura y entregar la torre á
la torre,adonde halló que ya habían entrado los españoles; pero que si les enviaba soco-
el capitán Pedro Navarro con su gente. No rro, ellos harían hasta la muerte todo su po-

dejaban en este medio los franceses de la der. El castellano del castillo Nuevo, que bien
torre de se defender, haciendo con el artille- conocía el estrecho en que los de la torre de
ría daño en que estaban abajo,
los españoles Sant Vicente estaban, ora fuese por ser ne-
y lo mismo hacían los del castillo Nuevo, que gligente, ora pot-qUe no pudo más, el término
como estaba en lo alto señoreaba el patio y pasó y el socorro no vino á los de la torre,
tiraba en descubierto á los españoles. El ca- por manera que luego á la hora de vísperas
pitán Martín Gómez y Pedro Navarro, viendo los franceses de la torre de Sant Vicente la
el daño que hacían á la gente española y que entregaron á los españoles según la postura
rio podían hacer nada de sus personas, deter- y concierto, y los franceses se fueron al cas-
minaron de aquella noche buscar el mejor re- tillo Nuevo. De esta manera el capitán Pedro

medio á su salud que pudiesen hallar, y con Navarro tomó la torre de Sant Vicente, de
esto mandaron hacer en el patio una trinchea, adonde no poco daño y perjuicio resultaba
DEL GRAN CAPITÁN 175

en combate del castillo Nuevo á los espa-


el batos en el campo francés, en que siempre ha-
ñoles. Luego como fué tomada la torre de cían algún daño, y lo mismo hacían los fran-

Sant Vicente, el Gran Capitán mandó, al ca- ceses por su parte contra los españoles, visi-
pitán Pedro Navarro que aderezase la gente tándose los unos á los otros, en esta manera.
para tornar á combatir la cindadela} el cual Un capitán que se llamaba Luis de Viamonte
para aquel hecho hizo subir á lo alto de la salió una noche de su campo con cien caballos

torre de Sant Vicente cuatro piezas de arti- ligeros y con cien infantes, y pasada la puen-
llería que los franceses habían perdido, la te vino muy secretamente á Cieza, y porque

cual asentó en contra de la cindadela y por la más quedo y con mayor silencio pudiese pa-
parte del Parco, contra la ciudadela misma, y sar, hizo á los caballos ligeros tomasen á las
por muchas partes asentó más artillería. An- ancas los infantes. De esta manera pasó á la
simismo hizo minar la ciudadela por muchas otra parte de la puente sin ser sentido; y como
partes, y después de hechos todos estos apa- llegó junto á Cieza, dio sobre unos hombres

rejos, el capitán Pedro Navarro hizo poner de armas, los cuales estaban aposentados
mucha gente en el foso de la ciudadela junto fuera de la ciudad en un jardín, de los cuales
á la puerta de la ciudad que sale al burgo de mató cien hombres y prendió ocho, y tomó
Sancti Spíritus, donde mandó hacer muchos diez ó doce caballos, y con esto muy á su sal-
pertrechos en defensa de lo alto y mandó vo, se tornó á su campo sin perder tan solo

que picasen muy fuertemente el rtlüro por un hombre. No poco contento estaba monsiur
muchas y diversas partes, de manera que sin de Alegre viendo su ejército, con la venida de
recibir ningún daño de las ofensas de lo alto, aquel caballero monsiur de Naves, más pujan-
á causa de los pertrechos, estuvo aquella te en fuerzas y en poder que no lo había es-

gente más de treinta días, en que hicieron dos tado hasta allí, teniendo por muy cierto que
minas, según que se dirá en su lugar. había de resucitar aquella tan mala caída como
el estado de Francia había dado; y con esta

CAPÍTULO LXXXV nueva ayuda, monsiur de Alegre comenzó á


extenderse en nuevos deseos y cosas de ma-
De cómo vino al campo francés monsiur de
yor calidad, por lo cual, como viese que el Gran
Naves con mucha y muy buena gente, y de
Capitán estaba en Ñapóles ocupado en la pre-
cómo queriéndose el capitán monsiur de Ale-
sa de las fuerzas de la ciudad, se determinó
gre meter en Sant Germán fué echado ende
que en desembarcándose de allí, él mismo con
por el capitán Diego García de Paredes
monsiur de Naves quería mover contra el
Contado ha la crónica cómo monsiur de Ale- Gran Capitán. Pero no se hallando con todo
gre salió con toda su gente de Qaeta, y que esto tan poderoso que al Gran Capitán osase
se había puesto ert campo junto al río del Ga- esperar en campo, determinó de se recogef
rellano. Pues dice ahora que estando en aquel en Sant Germán y hacerse fuerte en aquella
lugar haciéndose daño los dos campos de villa, lo uno por esperar el ejército del Rey

franceses y españoles, que sabido por mon- de Francia, que según por nueva cierta tenían
siur de Naves (que muy bien había sabido el había de venir por allí, y porque el Rey de
estrago y rota de los franceses, y ansimismo Francia en su gracia y servicio tenía la seño-
sabía la necesidad que de gente tenía, á cau- ría de Florencia, y el Duque de Ferrara y de
sa de la tardanza que en enviar socorro ponía Mantua, juntamente con los Bentivollos de
elRey de Francia), determinó con toda la de- Bolonia, todos se aderezaban de enviar, se-
más gente que pudo venirse á juntar con gún se dirá en su lugar, su ejército contra
monsiur de Alegre. Y
con esta voluntad un el Gran Capitán, y lo otro por se proveer

día se salió de Roma, adonde á la sazón esta- de allí de todos los bastimentos necesarios
ba, con doscientos hombres <íe armas y con para sustentación del ejército. Y con aquesta
dos mil infantes, y por sus jornadas vino al determinación para guarnición de gente dejó
Garellano, adonde estaba el ejército francés mil hombres de guerra juntamente con el ar-
con monsiur de Alegre. El Duque de Termes mada de mar que le pareció que bastaría para
y el capitán Próspero Colona, que, según arri- en defensión del monte y de la ciudad. Y ésto
ba es dicho, estaban en Cieza, cada día salían hecho, aderezó su partida para se meter en
con su gente de caballo y daban algunos re- Sant Germán. Y estaba en esta villa un Italia-
176 CRÓNICA GENERAL
no que se dice Pedro de Médicis, el cual te- mán, porque él se quería adelantar á se meter
nía el castillo del Abadía por el Rey de Fran- con los caballos dentro antes que los france-
cia, y tenía gran voluntad monsiur de Alegre ses. Aun no estaba Diego García de Paredes
de recogerse con toda su gente en aquella vi- á una milla de Sant Germán, cuando halló que
lla, porque tenía muy grandes provisiones de los franceses ya estaban dentro solamente
trigo y cebada y vino de su cosecha y de to- doscientos hombres de armas y doscientos
dos los otros lugares y heredamientos comar- caballos ligeros que habían venido adelan-
canos, por razón que entonces los labradores te, los cuales habían entrado en Sant Germán

de la provincia tenían el grano en las eras y por aquella parte del Coliseo. En esto Diego
lo comenzaban á encerrar en sus casas. Deter- García de Paredes con los caballos apresuró
minó de fortificar muy bien la torre y casti- su camino, y allegando cerca de Sant Germán,
llo y Abadía, haciéndose en ellos fuerte con los francesesque los vieron venir á muy gran-
todas las maneras de defensión que podían, y de andar, temiéndose no viniese todo el cam-
ansí por la reputación de los pueblos, porque po español sobre ellos, se salieron de Sant
no conociesen en él flaqueza alguna, como por Germán y no osaron ende esperar, y fuéronse
tener seguro aquel paso para cuando le vinie- á Roca Guillerma y á Trajeto, adonde todo el

se socorro del Duque de Mantua y de los campo francés quedaba para haber de venir
otros Príncipes y señoría de Florencia, que, á Sant Germán; y como monsiur de Alegre y los
según dicho es, en gracia y amor del Rey de otros capitanes fueron avisados de la venida

Francia aderezaban un grande ejército para de los españoles en Sant Germán, hubieron de
le venir á ayudar, como abajo se dirá. El Gran ello muy gran placer, con voluntad que tenían
Capitán, siendo avisado por las espías que te- de luego mover de allí con todo el ejército y
nía en el campo francés que monsiur de
lo tomarlos á todos dentro en Sant Germán. Pe-
Alegre determinaba de hacer, con muy grande dro de Médicis, que, según dicho es, era cas-
diligencia, viendo el daño que de nnevo por tellano en el castillo de Sant Germán, como
aqueste hecho se le recrecía, llamó á Diego vido salir á los franceses y que los españoles
García de Paredes, y díjole ansí: «Vos, Diego se venían á meter en aquella villa, no se quiso
García de Paredes, que para sufrir trabajos ir con los franceses, antes saliéndose del cas-
nacisteis, conviene que entre los otros mu- tillose fué á proveer la Roca, y allí dejó ochen-
chos pasados toméis este á vuestro cargo; y ta [hombres en su defensa, y con esto él se
es que con la mayor presteza del mundo os salió de la Roca y fuese al Abadía con toda
metáis en Sant Germán primero que los fran- la otra gente. Diego García de Paredes, que

ceses entren dentro, porque si ellos toman muy gran prisa se había dado á caminar con
aquella villa primero, sería ponernos en muy los caballos ligeros, allegó á Sant Germán, y
mayor cuidado que hasta aquí habernos teni- como halló desocupada la villa y supo que los
do, y comenzar de nuevo á entrar en la con- franceses que allí habían allegado se tornaron
quista de este reino». Al cual luego dio la or- atrás, metióse dentro de la villa con todos los
den que en aquel negocio convenía, y Diego caballos ligeros, y toda aquella noche estuvo
García de Paredes con muy grande celeridad debajo de muy buena guardia Diego García
con mil y quinientos infantes y con trescientos de Paredes. Y otro día de mañana, allegó á
caballos ligeros se partió de Ñapóles y vino á Sant Germán una compañía de hasta cuatro-
una villa que dicen Galacho á la hora del Ave cientos infantes españoles de los que habían
María, y allí se estuvo toda aquella noche re- quedado en Galacho, con los cuales y con la
partiendo de su gente por otros castillos de otra gente de caballos ordenó luego comba-
alrededor, porque no cabía toda en Galacho. tir fuertemente el castillo, de manera que sin

Y pasada que fué la noche, luego otro día de más se detener con aquella gente, que él allí
mañana queriéndose partir de Galacho le vino tenía, se subió al llano del monte que está
nueva en cómo los franceses allegaban y ha- entre el Abadía y el castillo, y de la gente de
bían cercado á Sant Germán, y por esta razón la misma villa allegó hasta ciento y cincuenta
Diego García de Paredes con los doscientos hombres muy bien aderezados, con los cuales
caballos ligeros se partió de Galacho y dejó puso un cabo de escuadra español, para que
á toda la infantería atrás, para que al mayor ellos por aquella parte de la misma villa die-
andar que pudiesen se viniesen en Sant Ger- sen asimismo el combate al castillo. Y luego
DEL GRAN CAPITÁN 177

se comenzó por la parte de lo alto, donde Die- mente con el castillo, determinaron entre to-
go García de Paredes con la gente españo- dos de se dar á merced y les entregar el cas-
la estaba, y por la parte de abajo adonde la tillo. Ya en aqueste medio toda la infantería

gente de la villa estaba, con mucha fortaleza que había quedado en Galucho y en los otros
á combatir, y duró este combate tres horas, lugares comarcanos allegaron á Sant Germán,
hasta que la noche fué muy cercana; y los del adonde hallaron que el castillo se había to-
castillo se defendieron muy fuertemente y mado aquel día, y que el capitán Pedro de Me-
mataron tres hombres de los de la tierra, que diéis se había ido y salido del Abadía con su
los combatían por lo bajo, y de los españoles gente, donde el campo francés estaba en el
mataron uno y muchos que fueron heridos castellano, y desta causa sin más armas vino
aquel día. Diego García de Paredes, enojado la villa de Sant Germán con el castillo y aba-

viendo muertos cuatro hombres de los suyos, día en poder de los españoles, que de ahí ade-
y que no había podido tomar el castillo, co- lante por la parte de los Reyes de Castilla, al-
menzó de nuevo á dar tanta»prisa en el com- gunos lugares comarcanos, como fueron éstos
bate y tan reciamente se hubo en la expug- Roca Seca y Ponte Corvo y otros muchos de
nación del castillo, que por fuerza de armas alrededor, viendo que Sant Germán estaba
les ganaron un rebelín del castillo, adonde es- á la parte del Rey de España, determinaron
taban treinta soldados, los cuales viendo que ellos de hacer por el mismo caso lo semejante;
no podían más resistir los españoles, se co- de manera que de ahí adelante quedaron muy
menzaron á retraer al cuerpo del castillo; y conformes con los españoles. En este tiempo
como la entrada fuese angosta, no pudieron el Duque de Termes y el capitán Próspero
todos entrar, de cuya causa los soldados es- Colona, como supieron que Sant Germán es-
pañoles mataron al entrar trece hombres del taba por España, salieron de Cieza con toda
castillo y tomáronles el rebelín y más un to- su gente y vinieron á Santángelo, y de allí se
rreón del cuerpo del castillo, que llaman el es- juntó Diego García de Paredes con ellos,
polón, el cual cae hacia la parte de la villa adonde todos juntos se vinieron á Ponte Cor-
adonde estaba la iglesia de San Elian. A esta vo, y en aquella villa y en su comarca estuvié-
hora, era bien ya hora y media de noche, y ronse ajuntados hasta quel Gran Capitán vino
Diego García de Paredes, después de haber de Ñapóles, según la crónica irá contando.
los del castillo retirádose á la torre del cas-
tillo maestra, dejando muy buena guardia en CAPÍTULO LXXXVI
el rebelín y en el torreón del castillo, y ansi-
De cómo el Gran Capitán hizo dar priesa en la
mismo en el rededor del castillo, porque nin-
presa de la cindadela y castillo Nuevo, y de
guno de los de dentro no se salvase aquella
cómo le tomaron los españoles.
noche, él se recogió con toda su gente á sus
estancias, y dejó mandado que aquella noche Contado ha la crónica cómo el capitán Pe-
se hiciesen ciertos pertrechos para que con dro Navarro hizo hacer muchas minas y otros
picos cortasen dende abajo una torre, sin que muchos aparejos contra la ciudadela y casti-
lo alto recibieseningún daño, y en todo cuan- lloNuevo de la ciudad de Ñapóles. Pues dice
to fué aquella noche no se entendió en otra ahora que después que hubo acabado de ha-
cosa salvo en hacer los pertrechos para el di- cer las minas, hízolas henchir, según es de cos-
cho combate. Como fué de día, siendo ya del tumbre, de muchos barriles de pólvora, y jun-
todo acabados los tres reparos, comenzóse á to con esto las hizo cerrar de un fuerte muro
cortar el muro de la torre por muchas partes, y pared gruesa, y después de todo esto he-
y los de lo alto hacían muy grandísima resis- cho, el Gran Capitán, que en todo estaba pre-
tencia y grande daño en los que picaban, ti- sente y proveía en lo que debía hacerse, man-
rando piedras y con ballestas y otras defen- dó que toda la gente estuviese en orden para
siones que hicieron á los españoles; pero no dar el combate. Y el capitán Diego de Vera y
por eso dejaron los españoles de cortar la to- Pedro Navarro y Ñuño Decampo y Martín
rre á muy gran priesa; y los del castillo, vien- Gómez aderezaron el artillería para que por
do que no aprovechaban diligencias para se muchas partes encarada estuviese contra la
defender, sino que sin falta ninguna les con- ciudadela y contra el castillo. Y todo proveído
venía venir á poder de los españoles, junta- como mejor convenía, el Gran Capitán mandó
C roñicas del Gran Capitán.- 12
178 CRÓNICA GENERAL
poner fuego á las minas, las cuales reventa- la misma puer-
peleando con los franceses por
ron con tanta fortaleza que derribaron por adonde como él fuese solo y
ta del castillo,
aquel lugar un pedazo del muro de la eluda- -
los franceses muchos, por muy aína que los
déla, y fué tanto que hinchó el foso que por españoles que quedaban fuera le quisieron
aquella parte le ceñía, que casi quedó llana la socorrer, los franceses le mataron, y allí aca-

subida. Luego Pedro Navarro y los otros ca- bó como valiente hombre y esforzado soldado
pitanes arremetieron con toda la gente y co- digno de toda memoria. En esto los españo-
menzaron los españoles á subir á la cindade- les, ansí por la una puente como por la otra,

la y á se meter dentro; pero los franceses, cargaron de recio con gran fortaleza y se me-
como los vieron entrar con tanto ímpetu, de- tieron en el rebelín; y desde allí comenzaron
fendiéronse algún tanto, pero no lo pudieron á combatir reciamente el castillo por las cá-
más sufrir y por esta razón desampararon la maras abajo que salen al rebelín, y los fran-
cindadela y fuéronse todos huyendo al casti- ceses, como vieron á los españoles que esta-
llo y quedáronse en la puerta hasta doce hom- ban ya dentro, dasde las torres se comenzaron
bres de armas para alzar la puente levadiza, á defender con piedras y ballestas y con mu-
que ende estaba. Y á la sazón que estaban al- cha artillería por todas partes, echando mucho
zando la puente, allegaron el capitán Pedro fuego artificial y pólvora ardiendo sobre los
Navarro y Ñuño Docampo con los otros ca- españoles que andaban en el rebelín, de que
pitanes y dieron sobre ellos, que no les deja- mataron algunos de ellos. En esto, como aún
ron alzar la puente, la cual dejando desampa^ no dejase de entrar gente por la puente en el
rada les convino retraerse al rebelín, adonde, rebelín en favor de los españoles que estaban
juntamente con los franceses, los españoles dentro, cargaron los franceses un cañón y en-
entraron revueltos," y antes que se recogesen caráronlo contra la puente desde una reja del
los franceses, fueron muertos todos doce. En castillo, y como al tiempo que le pusieron fue-
esto cargaron muchos soldados españoles en go estuviese la puente llenade españoles, mató
la puente por entrar con los otros en el rebe- quince hombres é hirió á algunos, por manera
lín, de manera que toda la puente estaba llena que por temor de aquella pelota y del daño
de gente, y los franceses que estaban dentro que había hecho en los soldados compañeros,
en el patio del castillo cargaron ciertas pie- todos se retiraron afuera y no osaron entrar
zas de artillería, y entre estos cañones des- dentro ni pasar la puente. En esto aquel va-
cargaron una culebrina y dio la pelota en la leroso y muy gran capitán Gonzalo Hernández
misma puerta del castillo, la cual era de bron- de Aguilar allegó vestido de unas corazas y
ce, y no la pasó, antes quedó fijada en la mis- una celada borgoñona y una espada y una ro-
ma puerta, como hoy se ve fijada. Luego por la dela que en la mano traía, y animando á su
otra puente del castillo, que estaba á la parte gente los hizo, entrar consigo la puente ade-
del jardín que llamaban Paraíso, cargó ansi- lante. Porque como vieron á su General tan
mismo mucha gente para entrar dentro en el fuertemente peleando, todos á una le iban si-
castillo por aquella parte, por razón que los guiendo y cobrando dobladas fuerzas y no
franceses la habían desamparado é iban hu- mostrando cobardía en acometimiento, no te-
yendo, y los españoles intentaban de se en- niendo en nada cualquier peligro que suele en
trar á vueltas de ellos; y por esta razón que semejantes casos acaecer. El Gran Capitán
los españoles no entrasen, comenzaron los iba delante haciendo maravillosas cosas de su
franceses á alzar la puente. A la sazón que la persona. Finalmente, los españoles dieron so-
alzaron, llegó un soldado, el cual bien mostró bre el castillo por todas partes con tanta for-
aquel día su corazón y ánimo (que era paje taleza y tanto trabajaron aquel día, que los
del Gran Capitán, llamado Peláez Berrio), y franceses, viendo la gran prisa que los espa-
asióse con la una mano de las cuerdas de la ñoles daban y la grande diligencia que ponían
puente y con la otra mano con la misma espa- por los tomar, no los pudiendo más sufrir tu-
da que traía, estando colgado con la una mano vieron por más seguro darse á merced. El
de la puente, cortó las cuerdas de ambos ca- Gran Capitán, que no quería venganza de los
bos, por manera que juntamente con la puen- enemigos, mas de cobrarles aquello que con
te cayó abajo á la puerta del castillo, y luego justicia se le debía, usando de aquella huma-
con muy gran fortaleza se levantó y metióse nidad con los enemigos que con los amigos,

a
DEL GRAN CAPITÁN 179

no queriendo esperar el fin de su mala fortu- el trabajo que ende pasaron los españoles; á
na, fué muy
alegre y contento tomar el casti- esta causa, pues, dice ahora que el mismo día
llo con todo lo que tenía y librar la gente de de presa del castillo, á hora de vísperas,
la

manera que en sus personas no les fuese he- allegaron al puerto tres carrozas y cuatro ga-
cho daño alguno de los españoles. Y así vino leras y otras naos y fustas que venían en so-
el castillo Nuevo en poder del Gran Capitán corro del castillo, y traían mil y quinientos
y todo lo que ende había. Cosas dignas de franceses de guerra. Allegaron á surgir cerca
gloria y perpetua memoria hizo el Gran Ca- del castillo del Ovo, y desde el surgidero en-
pitán aquel día, las cuales particularmente re- viaron una fusta al castillo del Ovo los mis-
volumen ma-
feridas sería escribir otro tanto mos de armada para se informar del estado
la

yor que éste, que ansí en fuerzas y poder de de los del castillo. La fusta llegó al castillo del
su persona como en acometerá los enemigos Ovo y supo cómo el castillo Nuevo y torre
con prudencia y consejo no se halló otro su de Sant Vicente era en poder de los españo-
igual. Las cuales todas estas virtudes mien- les;y los de la fusta, no contentos con esta
tras más ira tenía con sus enemigos, tanto información, pasaron más adelante con su
más la reprimía y moderaba cuando convenía. fusta y llegaron cerca de la torre de Sant Vi-
Pues de los otros capitanes Pedro Navarro y cente. Y como los españoles que estaban en
Qareta, Martín Gómez, Ñuño Docampo y de la torre los reconocieron, descargaron contra
los otros soldados y capitanes españoles, ver- la fusta francesa unas piezas de artillería, en
daderamente se gastaría mucho tiempo en que tan á menudo les tiraban, que los france-
hablar de su virtud y fortaleza; pero porque la ses, viendo el mal recaudo que tenían y te-
fln y salida de todas aquellas cosas que in- miendo su daño propio y conosciendo que to-
tentaron de hacer dan testimonio verdadero das las fuerzas de Ñapóles (excepto el casti-
de sus obras, según la crónica cuenta, no es llo del Ovo) eran ya tomadas, tornáronse

menester decir más en su alabanza. Grandes atrás con sus fustas á se recoger con su ar-
riquezas se hallaron en aquel castillo, adonde mada, informando á los suyos de todo lo que
todas las cosas que en aquellos dos años que pasaba. Los cuales entendiéndolo, se levanta-
poseían franceses en la ciudad de Ñapóles pu- ron de allí y se fueron á Capri, que es una isla
dieron recoger y haber, todo lo tenían ende, y bien cercana de Ñapóles, donde estuvieron
también muchos mercaderes y banqueros, y algunos días, y de allí se levantaron y se fue-
así se hallaron cosas de mucha calidad y cuan- ron á Iscla, adonde en el puerto de aquella
tidad y muchas cajas llenas de cosas de gran- isla estaba el capitán Juan de Lezcano con el
de valor, aunque hubo muchos soldados que armada española; y como los franceses llega-
no les alcanzó parte de aquella rica presa, y ron á vista del puerto reconocieron el arma-
blasfemando mucho se lamentaban de su mala da de España, por lo cual, como su armada
suerte; á los cuales volviéndose el Gran Ca- fuese más crecida y más pujante que no lo
pitán les dijo: «Andad, porque con mi liberali- era la de los españoles, tomaron atrevimiento
dad venzáis vuestra fortuna, dad saco á mi para la haber de acometer; y ansí la comen-
casa». Pues habiéndoles hecho aquella mer- zaron de cercar por todas partes, por donde
ced, todos de presto y con mucha alegría co- la tuvieron en harto estrecho puesta, porque
rrieron para su casa con tanta codicia que de ambas partes se lombardeaban con mucha
descolgaron la tapicería y hasta la botillería fortaleza y se hacían gran daño. Venía en el
dieron saco. armada española un capitán que se decía Vi-
Uamarín, el cual, ansí para se meter en el cas-
CAPÍTULO LXXXVil tillo como para asegurar la tierra por aquella

parte, por razón que por la parte de la mar


Del socorro que vino á los castillos por mar,
bien segura estaba con el armada de Juan de
y de cómo viendo la armada francesa en cómo
Lezcano, saltó en tierra con alguna gente de
los castillos eran en poder de españoles se
armas, y el capitán Juan de Lezcano se quedó
levantaron de allí y se fueron á Iscla, y lo
en la mar con el armada, el cual hizo algunos
que allí pasaron.
acometimientos contra la armada francesa, en
Contado ha la crónica la manera que se tuvo que hizo en ella no poco daño; por razón que
para tomar la ciudadela y el castillo Nuevo y junto al puerto echó á fondo dos naos fran-
180 CRÓNICA GENERAL
cesas, porque era tan bien afortunado que solamente el castillo del Ovo, veníanles en
siempre salía en todas sus refriegas victorio- este tiempo muchas nuevas y continuas que-
so, haciendo no poco daño en el armada de jas de algunos capitanes franceses que se ha-
los franceses; y lo que más le perjudcaba era bían hecho fuertes en algunos lugares del rei-
el continuo tirar del artillería, para que sin no y hacían desde allí muchos agravios y
tanto daño se pudiese con su armada conser- desaguisados en las tierras y villas comarca-
var en el puerto. Y con esta voluntad hizo nas que estaban por España, reduciéndolas
hacer unos reparos en esta manera, los cua- por fuerza á la parte de Francia. Entre los cua-
les defendían que las pelotas no pasasen á les entre la provincia de Pulla y una villa que
herir en las galeras ni en los otros vasos de dicen Venosa, estaba un capitán francés que
su armada. Y fué que mandó sacar todas las llamaban Luis de Aste, que, según dicho es,
botas que para agua dulce y para vino tenían entre otros capitanes franceces éste había es-
en las galeras y en las otras naos, y hízolas capado de la batalla de la Chirinola, y se ha-
poner delante de su armada todas entretra- bía retirado en aquella villa y allí había reco-
badas unas con otras muy fuertemente á la gido mucha gente, con que hizo mucho daño
boca del puerto, y solamente hizo dejar una en aquella provincia. Tenía entre caballos y in-
puerta por donde cupiese un navio en pos de fantes mil hombres y más, y con aquella gente
otro, y no más; por manera que si los france- tenía ya reducidos á su devoción algunos lu-
ses quisiesen entrar con su armada no pudie- gares de la comarca y extendía la parte de su
sen sino solamente una galera en pos de otra. Rey cuanto más podía; y por esta razón el
Este reparo se hizo con mucho artificio é in- Gran Capitán proveyó en aquel caso de esta I

genio, el cual verdaderamente causó mucho manera. Que envió contra aquel francés á don
provecho en la armada española, porque de Diego de Arellano con cien caballos ligeros y
ahí adelante los franceses no los pudieron ti- á más comisión que recogiese de la gente es-
rar ni hacer daño alguno. Después de hecho pañola que había quedado en aquella provin-
el reparo el capitán Lezcano con los esquifes cia toda la que le fuese necesaria, y que diese

y barcas de las naos y de las galeras no hacía muy continua guerra á aquel capitán francés,
sino salir del puerto por aquella boca del re- hasta tanto que le echase de aquella provin-
paro y lombardear el armada de los franceses, cia. Ansimismo envió al capitán Fabricio Co-
y los franceses por el mismo caso lombar- lona en la provincia de Abruzo en socorro de
deaban á los españoles; de adonde siempre Juan de Meneses y de Paulo Marganio, que
salían muertos y heridos algunos de la una estaban en Catalahoz, para que juntándose
parte y de la otra. Finalmente, á cabo de ocho con ellos no dejasen en aquella provincia nin-
días, el armada francesa, viendo ser mayor el guna simiente de franceses, reduciendo todos
daño que recibían que no lo era el que ellos los pueblos contrarios al servicio del Rey de
hacían en los españoles, por razón del reparo España. Y después de esto en Ñapóles dejó
de las botas que habían hecho, determinaron al capitán Pedro Navarro con orden y man-
descalar y irse de aquel cerco á Gaeta. dado que tomase el Ovo, con el
castillo del
cual dejó al capitán Diego de Vera con el ar-
tillería, en cargo de batir el castillo por aque-
CAPÍTULO LXXXVIII llas partes que más conviniese. Y para haber

De lo que hizo el Gran Capitán después de ha- de combatir aquel castillo y darle la batalla á
ber tomado el castillo Nuevo y las otras su tiempo, dejó al capitán Pedro Navarro mil
fuerzas, y de cómo se salió de Ñapóles para infantes, y dejó por castellano en el castillo
venir de Ponte Corvo con su gente y dejó en- Nuevo á Ñuño Docampo, hombre valeroso.
comendado al capitán Pedro Navarro la pre- Después de todo ordenado en la forma sobre-
sa del castillo del Ovo, y otras cosas que dicha, el Gran Capitán con toda la gente de
acaecieron en diversas partes. su ejército se salió de Ñapóles y vínose la vía
de Ponte Corvo, adonde, según está dicho, el
Habiendo contado la crónica la presa del Duque de Termes y Diego García de Paredes
castillo Nuevo y torre de Sant Vicente, y des- y el capitán Próspero Colona estaban con la
arraigado del todo los enemigos de lo inte- otra parte del ejército español. El capitán Fa-
rior de la ciudad, no quedando que tomar sino bricio Colona, que con el mandado del Gran

d
DEL GRAN CAPITÁN 181

Capitán se había partido contra la provincia cio Colona aderezó su gente para dar la ba-
de Abruzo, juntamente con los Condes de no poca resisten-
talla á la villa, el cual halló

Montoro y de Pópulo, allegó á Barleta y allí cia en la gente de Roca de Caña, por manera
recogió más gente, y embarcándose en dos que convino á Fabricio Colona tentar con su
galeras comenzaron á caminar, y de camino gente todas las maneras de fuerza para haber
llegaron al Guasto, que estaba por el Rey de tomar aquella villa, porque allegando la
de Francia; pero como vieron venir los espa- gente al muro combatieron la villa una gran
ñoles, sin contradición se dieron y los reci- pieza, y los de dentro se defendían con gran-
bieron en la misma villa. En este medio Juan de ánimo y voluntad. En esta sazón que los
de Meneses y Paulo Marganio, que estaban de Fabricio combatían la villa, salió de dentro
en Catalahoz, trataron con los de la villa de el gobernador con hasta cincuenta ó sesenta

Roca de Medio que se declarasen por Espa- hombres con intención de apartar los de Fa-
ña y alzasen sus banderas, que ellos les fa- bricio Colona del muro, y peleando con ellos
vorecían y sacarían á salvo, si de parte de los convino al gobernador juntamente con los su-
franceses les fuere hecho daño ó intentasen yos de quedar en poder de los españoles pre-
de lo hacer. Eran en estas partes los que te- so; y todavía, no obstante la prisión del go-
nían parte de Francia, y sostenían á mu-
la bernador, los de Roca de Caña persistían en
chos pueblos de esta provincia, en esta de- dureza y no se querían dar por España. Y por
voción, Fabio Ursino. Jordano Ursino y Pau- esta razón, viendo la gran dificultad que había
lo Ursino, familia de mucho nombre y en mu- en tomar aquella villa con armas, acordó Fa-
cho grado enemigos de españoles. Muchos de bricio Colona de la tomar por arte, y fué ansí:
los pueblos de aquella provincia de Abru- que mandó atar las manos atrás al goberna-
zo tenían voluntad de seguir la parte de Es- dor que estaba preso, y ansí atado le mandó
paña, salvo que no osaban en ninguna mane- traer ante las puertas de la villa, y con gran
ra por los Ursinos. Y porque Juan de Meneses disimulación fingió que le quería ende ante
y Paulo Marganio conocían esto y la volun- todo el pueblo degollar, amenazando á los de
tad de los de Roca del Medio de se querer dentro que si no se rendían que le degolla-
tornar por España, salieron de Catalahoz y ría, pero que si se daban ellos le darían liber-

fuéronse á meter en Roca de Medio, y allí es- tad juntamente con todos los demás que te-
tuvieron algunos días haciendo siempre gue- nía presos. Los de Roca de Caña, como vieron
rra á los Ursinos, fuera caso Severino, que á su gobernador en peligro de muerte, tuvie-
estaba en el Águila con Hierónimo Galloso, se- ron por bueno de le redimir la vida dando la
gún que ha contado la crónica. En este tiem- villa á Fabricio Colona, y de esta manera Roca
po el capitán Fabricio Colona y los Condes de de Caña vino en poder de los españoles, y de
Montoro y de Pópulo, salieron del Guasto y ahí adelante siguieron el servicio del Rey de
fueron á Veste, y de allí á Salmona y todos España, según que las otras villas y lugares
estos pueblos recibieron sin ninguna contra- de la comarca lo seguían. Después de esto así
diciónque mostrasen, y estuvieron en Salmo- acabado el capitán Fabricio Colona y los Con-

na algunos días, después de los cuales salie- des de Montoro y Pópulo comenzaron á dis-
ron ende y fuéronse á juntar con Juan de Me- currir por el condado de Albiypor las tierras
neses y Paulo Marganio, que estaban en Roca del Águila, reduciendo muchas tierras á la de-
de Medio. Y como fueron todos juntos, estu- voción de España. Ya casi toda aquella pro-
viéronse en aquella villa de Roca de Medio vincia se había vuelto por España, y de cada
cuarenta días, y mediante aquéllos siempre día la gente española crecía en fuerzas y po-
hacían guerra ursinos y españoles, y ansimis- der, y por esta razón Fracaso Severino, que
mo se la hacían españoles á Fracaso Seve- estaba en el Águila juntamente con Hieróni-
rino y á su gente. Y
un dia Fabricio Colona mo Galloso, viendo la parte que tenían espa-
con la gente que tenia, salió de Roca de Me- ñoles en la provincia, y asimismo la gran pes-
dio y fué á correr á otra villa que estaba tilencia y mortandad que en ciudad del Águi-
la
por Francia, la cual llamaban Roca de Caña; y la, do ellos estaban, había, cercados de uno y

como llegó á las puertas de la villa, hallaron otro temor hallaron más seguridad en sus co-
las puertas cerradas y la gente de dentro en sas dando la ciudad, y así se salieron del Aguí-
orden de se defender, y por esta razón Fabri- lacon su gente y se fueron á Roma. Los de la
182 CRÓNICA GENERAL
ciudad, como vieron idos aquellos dos capita- Como el ca
trocientos villanos de la comarca.
nes en cuyas manos y poder estaba toda su de- pitan allegó con su gente á la
Roca de Polena,
fensión y amparo, enviaron á decir á Fabricio ordenó su campo en derredor de la villa y no
Colona y á los Condes de Montero y de Pó- quiso por entonces combatirla hasta otro día
pulo que viniesen á la ciudad, que ellos esta- siguiente.Y luego el segundo día que tuvo
ban aparejados de los recibir por España y cercada la villa, el capitán Juan María, viendo
de se dar á ellos por esta parte, alzando sus que con aquella poca gente no podía susten-
banderas por los muros de la ciudad. Los tarse contra los españoles, determinó de venir
Condes habido este aviso de los del Águila, en concierto con Alonso de Valladolid. Des-
luego fueron derechos á la ciudad, pero no pués que Alonso de Valladolid supo la volun-
osaron entrar dentro por razón de la mortan- tad de Juan María de los recibir en la villa,
dad que había en ella. Enviáronlo á decir á los quiso el capitán Valladolid meterse dentro en
ciudadanos del Águila, los cuales salieron los el castillo para asentar con el castellano los

que para ello tenían comisión y poder á fue- capítulos y condiciones que sacaron por par-
ra, y juntamente con los Condes hicieron su tido; y con esto el capitán Alonso de Vallado-
concierto y compusieron sus capítulos, de lid fué asegurado con que no metiese ende

manera que de ahí adelante la ciudad del Águi- consigo sino sólo seis hombres, el cual lo hizo
la fué amiga de España, y metióse debajo de así, y llevando consigo seis solos soldados de
la seguridad y amparo del Rey Católico. Mu- los suyos se metió en la Roca. Ya en este tiem-
chas villas y lugares se reconciliaron á la par- po el capitán Juan María tenía en orden su
te y bando de España, viendo la ciudad del gente y puesta en el lugar secreto para haber
Águila asimismo ser de aquella opinión, de de prender á Alonso de Valladolid y á los que
manera que ya casi no había que hacer en toda con él venían; y como Juan María vido dentro
aquella provincia. en la Roca á Alonso de Valladolid, por le poder
más á su salvo prender, apartólo amorosa-
mente de los compañeros y fuese con él ha-
CAPÍTULO LXXXIX blando hasta le meter por la cámara de su
De cómo capitán Fabricio Colona fué sobre
el aposento. Descuidado el capitán español de
una que se dice Chiíelino, y envió al ca-
villa la traición que le estaba ordenada, tenía el
pitán Alonso de Valladolid sobre la Roca de castellano Juan María dos hombres armados
Polena, y lo que sucedió. en la cámara para que como Alonso de Va-
lladohd entrase, luego le echasen mano y lo
Habiendo reducido el capitán Fabricio Co- prendiesen sin que de los compañeros que
lona la ciudad del Águila y casi todas las más afuera quedaban fuese sentido. Finalmente,
villas y lugares de aquella provincia del Abru- allegado á la cámara, hablando Juan María di-
zo á la parte de España, según que dicho es, simuladamente con el Alonso de Valladolid,
con aquel celo que tenía de extender el esta- se allegó á prender, y como el Alonso de
le

do de España, movióse luego con su gente y Valladolid conoció la traición, saltó fuera y
vino contra una villa que dicen Chitelino, adon- echó mano á su espada, y de los primeros gol-
de estaba retraída la Marquesa de Bitonto, pes batió por el suelo al castellano muerto.
después que el Marqués de Bitonto fué preso Los otros dos hombres que ya habían salido,
en la de Altavilla, según que dicho es. Estuvo cargaban á Alonso de Valladolid de muchos
algunos días sobre esta villa, teniéndola Fa- golpes, y él se defendía de ellos con mucho
bricio Colona mediante este tiempo cercada saber y arte, por manera que retirándose poco
en mucho estrecho, y desde allí envió Fabricio á poco, vino al lugar do habían quedado los
Colona á un capitán que llamaban Alonso de seis soldados sus compañeros; y los compa-
Valladolid sobre una villa que se dice Roca ñeros como le vieron tan mal parado, juntá-
de Polena, adonde estaba un capitán que era ronse con él, que ya ellos habían sido de los
italiano que decían Juan María, que tenía de la Roca acometidos, y allí en aquella cáma-
aquella villa por el Rey de Francia y tenía con- ra todos siete se hicieron fuertes. Verdadera-
sigo cuarenta hombres. La gente que el capi- mente hicieronlos siete españoles muy gran-
tán Alonso de Valladolid llevó para aquel he- des cosas en aquel día, porque se defendie-
cho fueron cien infantes españoles y más cua- ron de todos los de la Roca sin que ninguno
DEL GRAN CAPITÁN 183

osase allegar ni entrar. Era tan grande el es- la villapor no ser descubierto, sino fuese el río
truendo y rumor que á esta causa había en la abajo cuanto ocho millas con voluntad de pa-
Roca, que la gente que estaba fuera en el sar el rio con una barca que está frontero de
campo lo sintieron. Luego conocieron la trai- Sant Jorge. Y como Diego García de Paredes
ción, por lo cual todos juntos puestos en ar- llegó con su gente en aquel lugar, serían pa-
mas allegaron á la Roca, combatiéndola con sadas cinco horas de la noche y no halló la bar-
tanta fortaleza que á fuerza de armas hubie- ca en aquel lugar donde pensó hallarla, adon-
ron los españoles de tomar la Roca; y en me- de solía estar de antes. Era la causa que los
tiéndose dentro, hicieron tantas bravezas de franceses que estaban en los Fratres con
sus personas que verdaderamente bien su- aquel mismo temor que los españoles pasa-
pieron vengar la injuria hecha á su capitán y rían por ella, la habían pasado de la otra par-
el peligro que en su vida recibió, por razón te del río y la habían anegado en el agua en
que todos más que estaban en la Roca
los un regolfo que ende hace el río, de manera que
fueron á sus manos muertos y algunos presos, no podía subir á lo alto por el grande peso y
que debajo de merced se dieron; por manera carga que tenía de piedras. Pero Diego García
que así vino la Roca á la devoción de España, de Paredes, que toda cosa dificultosa hacía
y el capitán Alonso de Valladolid con sus seis hacer fácil su buena diligencia, luego buscó el
compañeros puestos en seguro, el cual, según remedio para haber de pasar, y buscando por
dicho es, muy bien lo habían menester sus vi- el río hallaron un londre pequeño en que po-

das y personas. dían caber tres hombres y no más; y Diego


García de Paredes tomando el londre junta-
CAPITULO XC mente con otros dos de sus compañeros y sol-
De cómo el Gran Capitán, queriendo ir sobre dados se metieron dentro y todos tres pasaron
Roca Güillerma, una villa fuerte que estaba de la otra parte del río, y tornando con el
por el Rey de Francia, envió delante al capi- mismo londre en cinco veces pasaron quince
tán Diego Garda de Paredes, para tomar hombres, y todos quince con harto trabajo pu-
un paso que dicen los Fratres, adonde es- sieron por obra de sacar la barca encima del
taban quinientos franceses entre infantes y agua, y tanto hicieron ellos que á pura fuerza
caballos, y de lo que sucedió. de brazos la sacaron á lo seco y la descargaron
del peso que tenía de las piedras y luego la
Yase dijo arriba cómo el Gran Capitán sa- lanzaron en el agua, por manera que en veces
lió de Ñapóles con todo su ejército y se vino pasó de la otra parte del río toda la gente que
á Pontecorvo, adonde Diego García de Pare- había quedado. Y á esta sazón cuando acabó
des y el Duque de Termes y Próspero Colona toda la gente de pasar quería amanecer^ y los
estaban con su gente. Pues dice ahora la cró- franceses que estaban en ios Fratres, siendo
nica que como el Gran Capitán llegó á Ponte- avisados por sus centinelas como españoles
corvo, estuvo ende cuatro dias dando orden habían pasado el río, que les venían á tomar
de ir á tomar una villa muy fuerte que estaba aquel lugar, creyendo que fuese todo el ejér-
por Francia, que se llama Roca Güillerma; y cito español salieron de los Fratres y fuéronse
porque, según la execución de aquel negocio, adonde monsiur de Alegre estaba con el ejér-
era menester proveer á quitar muchos incon- cito. El cual como supola venida del Gran Ca-

venientes que había, entre los cuales era el pitán contra no osó aguardalle en el campo
él,

paso de los Fratres, que es un paso muy fuer- y por esta razón se partió del Garellano con
te por donde de necesidad se había de pasar su ejército y se retrajo en Gaeta. Diego Gar-
con el ejército español, adonde en defensa del cía de Paredes, luego como su gente acabó de
estaban quinientos franceses entre caballos y pasar, movió de allí y fuese á meter en los
infantes. Por esta razón envió el Gran Capi- Fratres, adonde allegando halló desembaraza-
tán adelante á Diego García de Paredes con da la villa de los franceses y supo cómo de te-
quinientos infantes para que tomase los Fra- mor de su venida se habían aquel día salido. Y
tres y echase dende los franceses. Diego Gar- por esta razón, metido que fué con su gente
cía de Paredes con aquellos quinientos infan- en los Fratres, luego lo hizo saber al Gran Ca-
tes salió una noche de Pontecorvo á una hora pitán, que según dicho es estaba en Pontecor-
de la noche y no quiso pasar por la puente de vo; el cual sabiendo lo que había acaecido en
184 CRÓNICA GENERAL
cómo Diego García de Paredes
los Fratres, y manera muy en breve creía que Roca Guiller-
estaba apoderado en ellos, se movió luego de ma vendría en su poder. Diego García de Pa-
Pontecorvo llevando la vía de Roca Guillerma, redes, como fué avisado de lo que había de
y no fué por la vía que llevó Diego García de hacer en aquel caso, partióse á media noche
Paredes, sino por la misma puente de Ponte- con toda su gente de los Fratres, y tanto an-
corvo se fué el río abajo y llegó aquel día dos duvieron, que antes que fuese de día allega-
millas de Roca Guillerma, adonde estuvo todo ron á una montaña, adonde con mucho traba-
lo que quedaba de aquel día y la noche. Los jo todos los españoles subieron, por razón
de Roca Guillerma como supieron la venida que es la subida de aquella montaña la más
del Gran Capitán en persona á aquella villa, áspera que jamás se vido, por cuya aspereza
sabiendo que los franceses habían desampa- ni los habitantes del castillo ni moradores de

rado los Fratres y viendo el poco remedio que las tierras comarcanas, si no es á muy gran
tenían de defenderse, determinaron de sedar necesidad, pocas veces acostumbran subir. Fi-
al Gran Capitán por el Rey de España, y así nalmente, como los españoles subieron en lo
en esta manera se lo enviaron á decir. En que alto de aquella montaña, hallaron el paso por
el Gran Capitán, sabida la voluntad de los de donde habían de pasar á dar el combate á la
Roca Guillerma, hubo por bueno de los reci- villa tomado de los franceses y gente de la

bir, según y con las condiciones que ellos de- villa, los cuales viendo venir á los españoles
mandaron, en que hicieron voto y pleitesía de por montaña todos se metieron en huida,
la

se mantener por el Rey de España todo el sin haber muestra de alguna resistencia fué-
tiempo que la tuviesen, sin hacer de sí algún ronse camino de la villa. Pero el capitán Diego
mudamiento. Pero poco duró aquella gente en García de Paredes como los vido ir ansí de
su voluntad, por razón que aquel mismo día huida, comenzó á muy gran prisa de los se-
que se dieron al Gran Capitán les vinieron de guir con su gente, y verdaderamente si no

socorro cuatrocientos franceses, los cuales vi- fuera por aspereza de la montaña no les
la

nieron por la parte de la montaña. Y por esta quedara hombre á vida. Pero como ellos no
causa los de Roca Guillerma (que muy rebel- supiesen la tierra y por el contrario los ene-
des y de poca fe fueron), según abajo se dirá, migos estuviesen en ella tan cursados, sabían
viéndose favorecidos, se tornaron á rebelar bien los atajos, á cuya causa todos se esca-
contra el Gran Capitán, no guardando el ho- paron sin que los hiciesen daño alguno. En
menaje y pleitesía que en mano del Gran Capi- esto los españoles pasaron el paso de !a mon-
tán aquel día habían hecho. Por esta razón el taña y abajáronse por ella hasta se poner ha-
Gran Capitán, enojado con ver la poca fe de cia la parte del castillo junto á una hermita
los de Roca Guillerma, propuso de ir contra que está en sobre la misma villa. El
lo alto
ellos con toda su gente y de los asolar y me- Gran Capitán á esta sazón ya se había movi-
ter á fuego y á sangre, como se suele hacer do del aposento y venía con toda su gente, y
de las villas y lugares que, quebrantando la fe allegando sobre la villa á la parte de abajo,
á su Rey y señor, se le muestran claramente Diego García de Paredes por la parte de lo
contraríos. Finalmente, luego aquella noche altocomenzaron aderezarse para dar el com-
el Gran Capitán envió un hombre á Diego bate á los de Roca Guillerma. Los cuales vien-
García de Paredes, en que le hacía saber cómo do todo el ejército español sobre sí y que de
Roca Guillerma habiéndose una vez dado por allíno se les podía seguir sino su total perdi-
el Rey de España y jurando de se mantener ción, no siendo bastantes los franceses que
en aquella voz y parte, se había en aquel mis- les eran allegados de socorro para se poder
mo día venido á rebelar contra España por ra- oponer al Gran Capitán, determinaron de se
zón de cierta gente de socorro que del campo dar otra vez por España, de manera que de
francés le había venido, y que por esta razón los franceses no les fuese hecho daño ningu-
él tenía determinado de destruir aquel pueblo, no. Y así encubiertamente sacaron por una
por donde cumplía que en todas maneras con puerta de la villa á los franceses que dentro
la gente que tenía tomase la montaña y que estaban, sin que de los españoles fuesen sen-
diese por aquella parte el combate al castillo tidos. Y después que fueron en salvo, los de
y á la villa, y que él iría por la parte de abajo Roca Guillerma enviaron al Gran Capitán cua-
con toda la gente á se lo dar, y que de esta tro hombres de los principales á le pedir de
DEL GRAN CAPITÁN 185

su parte les perdonase por el yerro que con- nientos infantes, por manera que ya tenía
tra él habían cometido, excusándose que si al doscientos caballos con los ciento que él tra-
tiempo que los franceses venían en su favor jo de Ñapóles. Y después que hubo recogido
hubiera venido á se meter alguna gente de su aquella gente movióse de aquel lugar y fuese
parte, ellos se sustentaran en el servicio del á una villa que dicen Átela, adonde llegó día
Rey de España; pero que como los hallasen de la Ascensión de Nuestra Señora, que es á

tan desamparados del favor de los españoles, quince días andados del mes de Agosto, y allí
no tuvieron atrevimiento de contradecir á los estuvo algunos días haciendo correrías y en-
franceses la entrada de la villa; pero que aho- viando siempre gente contra Venosa, donde
ra podían hacer lo que fuese su voluntad de según dicho es estaba Luis de Aste. Con es-
ellos, y por eso le enviaban la segunda vez á tas correrías se hacían muchas presas de ga-
ofrecer y entregar la villa juntamente con sus nados y prendieron asimismo alguna gente, de
personas, las cuales ponían debajo de su am- que Luis de Aste mucho se sentía. El cual un
paro y seguridad. El Gran Capitán, aunque día á diez y nueve del dicho mes de Agosto
estaba en determinación de los asolar y des- salió de Venosa con toda su gente y con arti-
truir, viendo su colorada excusación tuvo por llería, y fuese á poner tres millas de Átela, y

bien de les perdonar y tomar debajo de su en aquel lugar se quedó emboscado con ,1a
merced, y así se metió con toda la gente den- gente y envió adelante hasta cien caballos li-
tro y compuso con los de Roca Guillerma mu- geros á correr un casar de griegos que se
chas cosas para confirmación de su vasallaje, llama Barina, y los caballos con esta orden se
y junto con esto les dejó por gobernador un partieron de donde Luis de Aste se quedaba
caballero que se decía Tristán de Acuña con emboscado y allegaron á Barina, adonde los
algunos españoles de guarnición, el cual que- griegos estaban bien descuidados. Finalmente,
dó allí con este cargo. Hecho esto, el Gran los caballos franceses se metieron en la tierra

Capitán se salió de Roca Guillerma para ir y metiéronse todos en saquear los casares; los
sobre Gaeta, según que abajo se dirá. cuales con la codicia del saco se comenzaron
á desmandar los unos de los otros repartién-
CAPÍTULO XCI dose por las casas, robando cuanto ende ha-
llaban. En esto los griegos juntáronse hasta
De cómo D. Diego de Avellano después de ha-
ciento, y viendo el daño que los franceses les
ber partido de Ñapóles con la orden que el
hacían, como hombres perdidos arremetieron
Gran Capitán le dio, fué sobre Luis de Aste,
á ellos; y como los tomaron apartados unos
y de lo que con él sucedió.
de otros, mataron y hirieron algunos france-
Contado ha la crónica cómo antes que el ses; pero como conocieron el daño que los
Gran Capitán se partiese de Ñapóles, según griegos les hacían, salieron todos de las ca-
dicho es, despachó al capitán Fabricio Colona sas y dieron sobre los griegos por el un lado,
y á los Condes de Montoro y de Pópulo, para por manera que hiriendo y matando algunos
ir contra la provincia de Abruzo, adonde los griegos, los franceses comenzaron á retirarse
Ursinos tenían muchas villas y lugares con- no muy vacíos de lo que habían robado, y así
formes con la parte del Rey de Francia á mismo llevando una grande cabalgada de ga-
quien ellos servían, y que junto con ello en- nado que en aquel término pacía, con que
vió á D. Diego de Arellano contra un capitán comenzaron á ir camino de donde estaba la
francés que llaman Luis de Aste, que desde emboscada. A la sazón que los griegos fue-
una villa que dicen Venosa hacía mucho daño ron acometidos, D. Diego de Arellano, que
en las villas y lugares de la comarca que te- estaba en Átela, fué avisado, el cual con mu-
nían la voz y parte de España. Pues dice aho- cha diligencia envió en pos de los franceses
ra que siendo D. Diego de Arellano partido al capitán Fernando de Quesada para que al-
de Ñapóles con la orden que el Gran Capitán canzase á los franceses y les quitase lo que
le dio, allegó con su gente á una villa que di- llevaban robado de los casares y la cabal-
cen Repola, primero día del mes de Agosto gada del ganado. Finalmente, Fernando de
de mil y quinientos y tres años, y allí en aque- Quesada con cien caballos y con trescientos
lla villa recogió de gente española que es- infantes se partió de Átela, y al más andar
taba en la Pulla cien caballos ligeros y qui- que llevar pudo comenzó de seguir á los fran-
186 CRÓNICA GENERAL
ceses; pero como llevasen en su seguimiento el grano que había en la Chirinola y en Bar-
tan grande prisa hubo gente de se desor-
la leta, salieron muy secretamente de Andria
denar corriendo cada uno á todo su poder, con toda su gente y con el artillería y vínose
por manera que unos se quedaban atrás y á poner al pie del paso en el camino que va
otros iban adelante. Los cuales con este des- de Barleta á la Chirinola, y allí estuvo hasta
orden llegaron á una villa que se dice Riva -
que los cincuenta caballos llegaron, que ha-
candía, y los franceses al pasar reconocieron bían ido á la Chirinola y dieron la vuelta con
el desorden que llevaban los españoles, y por el trigo; y como allegaron al lugar donde Luis

esta razón cuando fué tiempo, Luis de Aste de Aste estaba esperando, fueron dellos aco-
con toda su gente y artillería salió de la em- metidos, por manera que como los franceses
boscada y dio sobre los españoles. Y como es- eran muchos y los españoles no más de cin-
taban unos de otros apartados y sin ningún or- cuenta caballos, según dicho es, no pudieron
den no se pudiendo tan presto recoger, con- sufrir el gran poder con que los franceses
vino morir á las manos de los franceses más muy cruelmente los cargaron, y por esta ra-
de cincuenta de ellos, y fueron presos más de zón les convino siendo desbaratados dejar en
veinte, y todos los demás fueron desbarata- poder de los franceses el trigo, y algunos de
dos y metidos en huida, salvándose por estar ellos asimismo fueron presos. Y con esto
Átela tan cerca que se salvaron en ella. De lo Luis de Aste con su gente se comenzó á ve-
cual fué causa la gran desorden de la gente nir la vía de Andria. Los caballos que se sal-
que en el seguimiento de los franceses iba. varon á muy gran prisa avisaron á D. Diego
de Arellano y á Pedro Hernández de Nicuesa,
CAPÍTULO XCII los cuales viendo cómo Luis de Aste llevaba
el trigo y que se recogía con ellos á Andria,
De muchas cosas que entre D. Diego de Are-
con muy gran diligencia salieron con quinien-
llano y Luis de Aste acaescieron en aquella
tos infantes y con trescientos caballos lige-
provincia de Pulla.
ros, y al mayor andar que pudieron fueron
Después que el capitán Luis de Aste hubo en seguimiento de los franceses, á los cuales
roto los españoles en lo de Rivacandía, reco- alcanzaron á una milla de Andria ya pasado
gióse con su gente á Venosa, que era lugar el día y entrada la noche cuanto una hora, y

adonde él tenía su aposento, y un día que dieron sobre la rezaga francesa; y con mucha
eran diez días del mes de Septiembre salió fortaleza de tal manera se vinieron con los
otra vez de Venosa con toda su gente y arti- franceses que iban en la rezaga, que los des-
lleríay fué á poner cerco sobre una villa que barataron á todos y les mataron quince hom-
dicen Andria, de que en esta crónica asaz bres y les tomaron cuatro piezas de artillería,
mención se ha hecho. Y teniéndola muchos y asimismo todo el trigo que les habían to-
días cercada muy estrechamente, los de An- mado, según dicho es. Y Luis de Aste, que iba
dria no pudieron hacer otra cosa salvo sino en la vanguardia no quiso tornar atrás en fa-
darse por el Rey de Francia, y después con vor de la rezaga, antes á muy gran prisa con
toda su gente se metió dentro. D. Diego de la gente que recogía (que toda fué desbara-
Arellano, siendo avisado en cómo Luis de tada) se retrajo á Andria, y los españoles se
Aste había tomado á Andria, salió de Átela tornaron á Barleta y Corata. En este tiempo
con su gente y fuese á meter en Barleta y en habiendo estado Luis de Aste con su gente
Corata, adonde estaban el capitán Pedro Her- en Andria seis días, sintió ende muy grande
nández de Nicuesa y fray Leonardo con tres- falta de mantenimientos para sustentación de
cientos caballos ligeros griegos y españoles. su ejército, y por esta razón, no pudiendo su-
Y como D. Diego de Arellano llegó á Barleta, frir aquel lugar, convínole salir de Andria y

halló que había ende muy gran falta de pan y irse con su gente á una otra villa que dicen
otras provisiones, por lo cual luego envió á Vísela, adonde había alguna más disposición
la Chirinola cincuenta caballos para traer de para se sustentar. Y allegó la nueva de esto
allí ciertos carros de trigo para sustentación al capitán D. Diego de Arellano, que sobre los

de la gente. El capitán Luis de Aste que es- franceses tenía puestas sus espías; y como
taba en Andria, siendo avisado de lo que los supo el movimiento de los franceses y el lu-
españoles ordenaban hacer, que era recoger gar para donde se aderezaban, con muy gran

i
DEL ORAN CAPITÁN 187

diligencia tomó cuatrocientos caballos lige- hacer un engaño á los españoles, con que hizo
ros y en su compañía á Pedro Hernández de no poco daño en ellos, y fué que ordenó de
Nicuesa y salieron de Barleta y Corata y fue- hacer en la forma siguiente: Echó fama cuan-

ron en seguimiento de los franceses, á los do salió de Rubo que quería ir sobre un lugar
cuales alcanzaron á dos millas de Visela cien- que se dice Altamira, y siendo de Altamira
to y cincuenta caballos griegos que se ade- cuanto una milla, dejó el camino que llevaba
lantaron de los otros para los detener antes y dio la vuelta sobre Corata, adonde Pedro
que se metiesen en Visela. Y como allegaron Hernández de Nicuesa estaba; y siendo á dos
adonde los franceses iban en la rezaga, car- millas de Corata, Luis de Aste se metió con
garon sobre ellos y comenzáronles de herir su gente en una emboscada con voluntad de
muy fuertemente; pero Luis de Aste que lle- esperar allí á los españoles, que por cierto
vaba la vanguardia, como sintió que los de su tenía que habían de salir á le acometer cre-^
rezaga habían sido de los españoles acometi- yendo que llevaba el camino de Altamira. Y
dos, tornó con la gente de la vanguardia y con así fué que siendo avisado D. Diego de Are-
el artillería cargada. El cual como allegó cer- llano en cómo Luis de Aste iba sobre Alta^
ca de los griegos, mandó descargar el artille- mira con cien caballos ligeros y con trescien-
ría,en que de una pelota murió un griego de tos infantes, salieron de Corata y de Bitonto
los que venían delante, y junto con el tirar juntamente con Pedro Hernández de Nicuesa,
cargó sobre ellos sus gentes, de manera que y con esta gente á muy gran prisa dieron tras
dado caso que los caballeros peleasen una de Luis de Aste, que llevaba el camino de Al-
breve pieza, al fin no pudieron sufrir á los tamira, según que se había publicado. Y como
franceses, por lo cual todos se metieron en los españoles fueron junto á la emboscada
huida, y los franceses se fueron entre los otros adonde los franceses estaban, Luis de Aste
caballos que atrás venían, y así se mezclaron con toda su gente se descubrió y dio sobre
losunos con los otros y pelearon un grande los españoles con mucha fortaleza. En que los
rato,adonde hubo heridos de ambas partes españoles, turbados del asalto que tan de re-
y uno muerto de la parte de los españoles, pente se les había hecho, comenzaron de se
y fin siendo los españoles desbaratados,
al defender lo mejor que podían, en que murie-
lo mejor que pudieron se tornaron á Corata ron veinte hombres, y de la una y de la otra
y á Barleta. El capitán Luis de Aste no quiso parte fueron muchos heridos. Pero al fin, como
ir en su alcance, pensando meterse en Visela los franceses fueran muchos más que no los
aquel día; pero no le avino como pensó, por- españoles, cargaron tan de recio sobre ellos
que como los de Visela supieron la venida de que no los pudieron sufrir, por manera que
franceses contra ellos, cerraron las puertas y como mejor pudieron se comenzaron á reti-
pusiéronse en la defensa, y por esta razón rar la vía de Corata y de Bitonto, y los fran-
puso cerco sobre ella y túvola así cercada una ceses los fueron siguiendo hasta los meter
noche y un día; y así por la gran falta que de casi dentro de la villa. Mataron los franceses
mantenimientos tenían, no se pudo ende sufrir en este alcance treinta españoles y hirieron
más tiempo y alzándose de sobre Visela se fué otros muchos. Hecho esto, Luis de Aste se
al Rubo, adonde estuvo con su gente algunos retiró con esta victoria, que muy á su salvo
días, mediante los cuales D. Diego de Arellano había habido por haber usado aquel engaño;
se salió de Barleta y se fué á Bitonto, y de allí y fué desde allí con su gente á un lugar que
franceses y españoles se visitaban con esca- dicen Espinazolla, que estaba por el Rey de
ramuzas y se hacían todo el daño que podían. España, y como allegó puso su gente alrede-
dor y con el artillería puesta por lugares di-
CAPÍTULO XCIII versos la combatió muchos días hasta tanto
De cómo Luis de Aste salteó d los españoles que un día metiendo en orden su gente la tomó
por un engaño, en que les hizo harto daño, y á fuerza de armas, adonde hizo muy gran daño

de otras cosas que entre los unos y los otros en los bienes de los moradores de aquella
villa, saqueándoles y robándoles todo cuan-
acaescieron.
to tenían. Finalmente, Luis de Aste estuvo en
Luego otro día siguiente, como Luis de aquella villa tres días, y á cabo de este tér-
Aste vino á Rubo, según dicho es, determinó mino se salió de Espinazolla y se fué á Ve-
188 CRÓNICA GENERAL
nosa. D. Diego de Arellano y Pedro Hernán- cosa; el cual sabida la voluntad del Gran Ca-
dez de Nicuesa y fray Leonardo luego se pitán se movió de Corata y se fué á Taranto.
movieron de Corata y Bitonto y vinieron á Como el Conde de Condexame supo su ve-

una villa que dicen Monarvino, y allí se estu- nida, sahó dende y vínose á Venosa con Luis
vieron dos días, en fin de los cuales D. Diego de Aste.
se partió de Monarvino y se pasó á otra villa
que llaman Labelo, que estaba á cinco millas CAPÍTULO XCIIII

de Venosa, y allí en Labelo D. Diego de Are- De cómo el capitán Pedro Navarro aderezó de
llano dejó al capitán Nicuesa y á fray Leonar- combatir el castillo del Ovo, y de cómo lo
do con trescientos caballos ligeros, y él con tomó y dejó la ciudad de Ñapóles limpia de
doscientos caballos y con quinientos infantes franceses y se fué adonde el Gran Capitán
se partió de Labelo y se f ué á Melfa, una villa estaba.
que es ocho millas de Venosa, que ya estaba
por España, después que, según ya dicho es, Entre todas las cosas que el Gran Capitán
el Príncipe de Melfa se pasó en Francia. De ordenó antes que de Ñapóles se partiese, se-
todas estas villas y lugares, franceses y es- gún dicho es, fué que dio cargo al capitán Pe-
pañoles se hacían todo el daño que podían, dro Navarro para que tomase el castillo de
habiendo así de una parte como dé otra pre- Ovo, y dejó en su compañía con el artillería
sos, muertos y heridos, y de esta manera se al capitán Diego de Vera. Pues dice ahora la
visitaban cada día con escaramuzas. Y entre crónica que queriendo el capitán Pedro Nava-
estos días un día que fueron veintinueve del rro dar fin en aquella empresa, aderezó de
dicho mes de Septiembre, el capitán Luis de poner el artillería contra el castillo en la for-
Aste se partió de Venosa siendo de noche y ma siguiente: en el monte de Pitifalcón se pu-
fué sobre Átela, la cual tomó por fuerza de sieron ciertas piezas de artillería, por razón
armas, y de ahí fué sobre Repola, y hizo lo que desde aquel lugar, por ser alto, señorea-
mismo; por manera que muchas eran las villas ban mucho el castillo y con ella se hacía mu-
y lugares que este capitán tenía puestas bajo cho daño. Toda la otra artillería que quedó, se
la corona de Francia, y allí en Repola se es- repartió por muchas partes y lugares de don-
tuvo algunos días, mediante los cuales espa- de mayor daño se podía hacer, y después de
ñoles y franceses, de unos y otros lugares, se asentada se comenzó á batir el castillo con
hacían muy cruda guerra. Después de esto tanta fortaleza y tan á menudo que por razón
Luis de Aste salió de Repola con toda su del asiento que tenía, tiraban tan á su gusto
gente y vino á correr á Melfa, adonde estaba que con muy gran daño se podían los france-
D. Diego de Arellano, y allegó con su gente ses asomar á la defensa del castillo. Entre
hasta dentro de los términos; y como D. Die- tanto que se batía la gente, que metida esta-
go de Arellano vido á los franceses tan cer- ba en armas, comenzó por otra parte á com-
canos de sí, salió de Melfa con su gente y dio batir una casamata que estaba en cabo de la
de recio en los franceses, y tan fuertemente puente de piedra, que está en la mar por don-
peleó, que murieron veinte franceses y mu- de se va al castillo junto á la timpa del casti-
chos más murieran sino que Luis de Aste, no llo; y trabajando mucho en la presa de aquella

pudiendo sufrir á los españoles, á la mayor casamata no la pudieron al fin tomar hasta
prisa que pudo se comenzó á retirar la vía que el capitán Pedro Navarro arremetió con
de Repola, y allí se estuvo aquel día con la cincuenta hombres á la casamata, adonde en
noche, y D. Diego de Arellano con su gente la defensa estaba una buena parte de gente

se tornó á Melfa. Luego otro día siguiente el francesa. Los cuales defendían la casamata
capitán Luis de Aste, no se hallando seguro con mucha fortaleza; pero como el artillería
en Repola, se salió de allí y se fué á Venosa, que tiraba de Pitifalcón señorease tanto aquel
adonde estuvo muchos días, hasta que, según lugar, no consentía á los franceses ponerse
que la crónica dirá, Bartolomé de Alviano lo tan liberamente á la defensa de aquella casa-
echó de la provincia. Después de esto el Gran mata. Y en esto el capitán Pedro Navarro con
Capitán envió á mandar al capitán Pedro aquellos cincuenta hombres allegó de recio y
Hernández Nicuesa se fuese con su gente á no dejaron por esto los franceses de defender
Taranto y se estuviese allí hasta saber otra la casamata, dado caso que de la artillería de
DEL GRAN CAPITÁN 189

Pitifalcón recibiesen daño, antes hacían en la ra que á golpes de espada los encerraron á
defensa muchas cosas de gran virtud y forta- todos en y llegaron los españoles
el castillo,

leza. Pero el capitán Pedro Navarro hizo tan- junto á puerta por se meter con ellos jun-
la
to con aquella gente por les tomar la casama- tos y revueltos. Pero los franceses que esta-
ta, que así por fuerza como por el daño que ban en lo alto, como vieron á los españoles
los franceses recibían del artillería del monte, tan cerca de la puerta que forzaban por en-
no pudieron hacer menos de desamparar la trar, comenzaron de arriba de defender la en-
casamata y retraerse al castillo, por lo cual los trada echando mucho fuego artificial y pie-
españoles que habían trabajado metiéronse dras, con que hicieron daño en algunos espa-
dentro todos como la vieron desamparar de ñoles. En esto el capitán Pedro Navarro hizo
los franceses, y allí estuvieron en guarda de retirar su gente alemana y dejó de los seguir
la casamata mucha y muy buena gente espa- más. Tanto se trabajó en el hacer de la mina
ñola. Después que los españoles fueron apo- que en espacio de nueve días hicieron dos hor-
derados en la casamata, el capitán Pedro Na- nos bien grandes, los cuales el capitán Pedro
varro hizo hacer una mina al castillo para de- Navarro mandó henchir de pólvora, y después
rrocar el muro por donde hiciese entrada en cerráronlos con un muy fuerte muro. Hecho
él, porque de otra manera, si no era á muy esto en esta manera, el capitán Pedro Nava-
gran daño suyo, no podía meterse dentro por rro y los otros capitanes aderezaron la gente
su fortaleza ó si no se acercaba de manera para dar la batalla, y metidos los españoles
que por falta de bastimentos se diesen. En este en armas púsose fuego á las minas, cuya for-
caso no se debía diferir la toma del castillo, taleza fué tan grande que derrocó en tierra
por razón que de cada día esperaban socorro un pedazo del castillo con una parte de la
los franceses que dentro estaban, y cuanto se iglesia que dentro del castillo está; junto con
dilataba, tanto más duda se ponía en la presa esto mató de su caída muchos franceses, los
del. Finalmente, según orden que el capitán
la cuales cayeron á vueltas del muro y á otros
Pedro Navarro dio en el hacer de la mina, lue- mató debajo. Finalmente, los españoles, vien-
go comenzó la gente de picar en el lugar do do el muro en tierra, arremetieron y comen-
la mina había de ser hecha, adonde pasó muy zaron de le combatir, y los franceses se de-
grande y pesado trabajo; por razón que como fendían en todo su poder; pero como viesen
el castillo del Ovo estaba sobre la mar, su gran parte del muro caído y muchos franceses
edificación sobre una muy fuerte y grande muertos á esta causa, según dicho es, y junto
peña de piedra viva, y de esta causa no se con esto viesen daño que el artillería de
el
podía cavar sino poco y con mucho trabajo. Pitifalcón les hacía, que apenas y sin muy
Los franceses que estaban en el castillo, como gran daño suyo no se podían tener ni poner
sintieron el rumor de los picos y vieron que á la defensa de aquel castillo al portillo, que
les cavaban aquéllos el muro, salieron de no les llevase á pedazos de vuelo, determina-
aquel castillo hasta veinte franceses con vo- ron de esperar el mejor y más seguro partido
luntad de rebotar de aquel lugar á los espa- con que sus vidas pudiesen amparar, y así, á
ñoles que picaban la mina, y el capitán Pedro ejemplo de los otros castillos de la ciudad,
Navarro y el capitán Martín Gómez, que es- determinaron de se dar asimismo á merced, á
taban dentro de la obra de la mina solicitan- quien el capitán Pedro Navarro, juntamente
do la gente que tenía cargo de cavar, salieron con el consentimiento de los otros capitanes
con hasta treinta hombres y arremetieron españoles, los recibieron dando seguridad en
contra los franceses con grande ímpetu y for- sus vidas, aunque no en sus personas; y así
taleza, y así ellos como el artillería que esta- los tomaron en prisión para los llevar al
ba en Pitifalcón, que no cesaba de tirar, hi- Gran Capitán, de quien, siendo su voluntad,
cieron daño en los franceses, en especial una debían de recibir Ubertad. Luego como el cas-
culebrina que entre los otros cañones se des- tillo del Ovo se dio al capitán Pedro Nava-
cargó, la cual, andando los franceses escara- rro, le mandó meter á saco, en que hallaron
muzando con los españoles, mató de un cami- cosas de muy gran calidad, así en ropas, joyas
no dos franceses, de que los franceses cobra- y dineros como de otras muchas cosas que
ron miedo, y los españoles con grande ánimo ende hallaron; y con esto, dejando primero
cargaron más de recio sobre ellos, por mane- proveído todo lo que convenía acerca de la
190 CRÓNICA GENERAL
defensa de los castillos, el capitán Pedro Na- la parte de y tuvo cercada la ciudad
la tierra,
varro con la otra gente que le quedó se par- muchos mediante los cuales se tentó por
días,
tió de Ñapóles para donde el Gran Capitán fuerza de armas de tomar la ciudad, en que
estaba, quedando de ahí adelante la ciudad así por ser fuerte la ciudad como por ser la
de Ñapóles muy conforme con el Rey Católi- gente que dentro estaba toda escogida y bue-
co de España y la ciudad limpia de franceses, na, que muy bien la sabían defender, no pudo
los cuales ya del todo habían sido echados el Gran Capitán de aquella vez entrarla por
con mucho daño suyo y de sus haciendas, se- esta razón, porque el artillería que ende á la
gún dicho es; y lo que después de esto suce- sazón tenía, era poca, y para batir la ciudad
dió, la crónica lo irá contando cada cosa en su envió á Ñapóles por la artillería de los casti-
lugar. llos y la que había quedado en las galeras, de
manera que como la artillería fué venida á
CAPÍTULO XCV Gaeta luego la hizo poner en los lugares más
De cómo el Gran Capitán se partió de Roca necesarios y donde mayor daño se pudiese
Güillerma con todo su ejército y fué sobre hacer con ella. Para mayor seguridad del ar-
la ciudad de Gaeta, adonde monsiur de Ale- tillería, el Gran Capitán repartió su gente en

gre con el ejército francés se habla recogido, esta manera: en el jardín adonde se hacía la
y de lo que sucedió, y de la muerte de aquel guardia, frontero de un torreón que sale á la
famoso capitán D. Yugo de Cardona. marina, el cual cubre la puerta de la ciudad,
mandó estar á Diego García de Paredes con
Después que el capitán Pedro Navarro (se- otros capitanes con una parte de la infantería;
gún dicho es) hubo tomado el castillo del Ovo en otro jardín más alto que estaba á la mano
y echado de la ciudad de Ñapóles los france- derecha mandó el Gran Capitán estar á Pedro
ses, fuese á Roca Güillerma, adonde estaba el Navarro con otros capitanes con mil y qui-
Gran Capitán con el ejército, el cual con vo- nientos soldados; en otro jardín que estaba
luntad que tenía de dar fin en aquellos nego- en lo alto un tiro de piedra más atrás de don-
cios del reino, echando de todo punto del á de Pedro Navarro estaba, mandó estar á los
los franceses, envió desde allí á llamar al ca- alemanes, y en las otras casas y jardines den-
pitán Fabricio Colona para que luego con la de allí atrás mandó estar á toda la otra gente
gente que consigo tenía se viniese donde él del campo. Por manera que los españoles es-
estaba, y después de esto tomó parecer con taban tan cerca de la ciudad que con una pie-
los suyos para se determinar contra qué par- dra desde el muro ó del monte hasta las es-
te se debían mover con el ejército ó si irían tancias del campo español muy fácilmente se
contra Gaeta, donde monsiur de Alegre esta- allegaba. En otro jardín que está delante de
ba con el ejército francés hecho fuerte, para los otros, el Gran Capitán mandó hacer mu-
conquistarla con otras muchas villas y luga- chos reparos, y en aquel jardín contra el mon-
res que en aquella provincia tenían la parte te hizo asentar mucha artillería de cañones
de Francia. Finalmente, después de muchas gruesos y culebrinas y falconetes, la cual se
cosas que ende se alteraron, se determinó ser asentó por lugares diversos contra el muro
mejor comenzar aquel negocio por la cabeza del monte, según dicho es. Después que el
y ir sobre la ciudad de Gaeta; por razón que Gran Capitán hubo repartido su gente y arti-
si aquella ciudad se tomaba, todas las otras llería en la forma que dicho tengo, dio orden
villas y lugares que tenían la parte de los que el muro se batiese desde uno de los re-
franceses no podrían hacer otra cosa salvo paros que los franceses tenían hechos con una
recibir á los españoles y darse por el Rey de trinchea fuera del monte, adonde estaban dos-
España, según lo habían hecho las otras tie- cientos franceses en guardia, los cuales asi-
rras del reino de Ñapóles. En conclusión de mismo tenían mucha artillería repartida por
todo, quedando en este acuerdo, el Gran Capi- los costados, para que cuando los españoles
tán hizo aderezar su gente con el mejor apa- se llegasen á dar la batalla, les tirasen desde
rejo de artillería y de todas las otras cosas á allí y desde los reparos, de que se les pudiese

la guerra convenientes, se partió de Roca Güi- seguir gran daño. Finalmente, desde aquel re-
llerma y por sus jornadas vino á Gaeta, adon- paro para abajo hacia la puerta del burgo el
de puso la gente en derredor de la ciudad por Gran Capitán mandó que se diese la batería.
DEL GRAN CAPITÁN 191

y sin más determinarse los artilleros comen- así por la parte de la marina al burgo como
zaron á batir el muro del monte, el cual se por otras partes al monte hiciesen muchas
batió ocho días continuos, en que murió de arremetidas y acometimientos, de manera que
una parte y de otra alguna gente. Era tanta los franceses que estaban dentro de la ciudad
la artillería que de ambas partes se descarga- en la defensa del muro, siendo tantos en nú-
ba unos contra otros, que verdaderamente mero como los españoles, después se repar-
parecía que allí estaba junto todo el ejército tiesen por partes diversas á defender el muro
y rumor del infierno. Los españoles se dieron y no cargasen todos por aquella parte donde
tanta prisa en batir en aquel lugar desde los el Gran Capitán tenía pensado dar la batalla.

bestiones que los franceses tenían fuera del Después de esto con toda la otra gente el Gran
muro abajo hacia la puerta del burgo que los Capitán tomó la segunda batalla y fuese en pos
franceses tenían cerrada, la cual está hacia de aquellos capitanes que para darla primera
otra puerta del burgo que cae al torreón de batalla estaban ordenados, y púsose así en un
la marina, que derribaron por tierra ciento y jardín cerca del muro, yallí dio á toda la gen-

cincuenta cañas de muro. En esto monsiur de te este orden: que como se tocase una trom-
Alegre había hecho hacer dentro del muro peta como á manera de mudar la guarda, así
muchos reparos, tan grandes y tan fuertes la gente que para hacer los rebatos estaba

que después del muro caído, según dicho es, ordenada como los que habían de acometer
quedaron los franceses tan defendidos como la primera batalla todos arremetiesen al muro

de antes. Había nueva en este tiempo que ve- y hiciesen lo que debían. De este concierto y
nía á los franceses socorro por mar, el cual orden que el Gran Capitán había dado fueron
enviaba el Rey de Francia con el marqués de los franceses avisados, de cuya causa todos
Saluces, según abajo se dirá, y por esta razón en particular estaban bien prevenidos y apa-
el Gran Capitán se daba muy grande prisa rejados á los recibir, por lo cual tenían por
por tomar la ciudad antes que el socorro lle- diversas partes mucha artillería con otras de-
gase á Gaeta; y con esto se determinó dar fensas, como agua hirviente, fuego artificial
una batalla en que los españoles, esforzados para echarles, si llegar quiesiesen á darles la
con un razonamiento y habla del Gran Capi- juntamente disparar el artillería, con
batalla, y
tán, añadiendo en su propia virtud mayor co- que recibiesen los españoles en aquel día
razón y ánimo, deliberaron en sí de morir to- gran daño. Estando ya los españoles esperan-
dos de aquella vez y no vivir con tanto tra- do el son de la trompeta para haber de arre-
bajo como en las dilaciones de aquella con- meter, oyóse una voz por todo el ejército, no
quista del reino habían padecido y padecían. se determinó ser mortal ó de persona aparta-
Y con esta voluntad, poniendo en aquella ba- da de nuestra conversación y vida, en que
talla el fin de tantas guerras, todos se confe- dijo: «Dejad la batalla y tornad atrás todas
saron, y los que tenían de qué, hicieron sus vuestras banderas». Grande temor y admira-
testamentos y ordenaron sus almas en la for- ción puso esta prodigiosa voz, por lo cual,
ma que todo fiel cristiano debe ordenarla en queriendo el Gran Capitán investigar la cau-
el término y fin de sus días, porque ésta era sa por donde asiles era mandado por aquella
la voluntad de los españoles de morir todos voz de tornar atrás, bien fué avisado de los
en aquella batalla en servicio de su Rey y se- grandes aparejos que muy secretamente los
ñor, según que cada uno lo debe hacer. Pues franceses tenían aparejados para se defender,
dice la crónica que el Gran Capitán aquel día así de mucha artillería como de muchas cosas
que se había de dar la batalla á la ciudad por de munición, con que muy gran daño podían
la parte del monte, que era lo más fuerte, hizo hacer á su gente. Y por esta razón, conside-
meter toda su gente en armas, así á los unos rando el Gran Capitán que la gente de dentro
como á los otros, hora y media antes que fue- era tanta como la suya y que tenían muy gran-
se de día, y lo más secretamente que ser pudo des reparos y otras defensas, donde no se
la hizo llegar junto al muro y mandó que Die- podía seguir sino perder en aquella batalla
go García de Paredes y D. Diego de Mendoza los mejores de su ejército, determinó por
y Zamudio y Pizarro y otros capitanes con aquella vez dejar la batalla y mandar traer su
dos mil soldados diesen la primera batalla, y gente á sus estancias, los cuales como se co-
unto con esto ordenó hasta mil hombres que menzaron á retirar á la hora, los franceses se
192 CRÓNICA GENERAL
descubrieron de sus asechanzas y comenza- el puerto con una galeaza y cuatro navios,

ron á una á disparar el artillería, la cual hizo adonde venían cinco mil infantes, y luego
algún daño en los españoles, en especial mu- como llegó saltó en tierra para se meter en
riendo en aquel retirar la flor de los capitanes Gaeta. Otro día siguiente, como el Gran Ca-
del ejército español, que fué D. Yugo de Car- pitán hubo acabado de tirar el artillería fuera
dona, muy valeroso caballero y esforzado ca- de aquel burgo, mandó caminar la vía de Cas-
pitán, á quien Nuestro Redentor Jesucristo tellón todo el ejército, en que tomando él la
fué servido de llevar para le dar gloria en el avanguardia encomendó la rezaga del campo
cielo, la cual merecía en la tierra. Murió este á García de Paredes y á Pedro Navarro y al
buen capitán de una pelota que llegó de tra- capitán Pizarro y al coronel Villalba con hasta
vés. Muy grande dolor y extremado senti- mil y quinientos españoles. Estos capitanes
miento causó en el ejército, porque allende de con aquella gente se estuvieron quedos en
ser extremado en fuerzas y ánimo y ardid de sus estancias hasta que toda la gente de la
guerra, según que la crónica bien y extensa- avanguardia con el artillería era ya salida del
mente ha contado, era afable y de buena con- burgo ó arrabal según nuestro romance. En
versación, dotado de todo género de virtud. este medio los franceses, viendo cómo los es-
En el ánima sintió su muerte el Gran Capitán, pañoles se alzaban, salieron de la ciudad con
según lo manifestaron las lágrimas que por todas sus banderas, así de gente de armas
su muerte derramó. Finalmente, dejando los como de infantería, y pusiéronlas sobre los
españoles de dar la batalla por aquel día, re- reparos de la batería que los españoles habían
trajéronse á sus estancias, adonde estuvo el hecho, y con gran prisa, unos por cima de los
Gran Capitán algunos días, mediante los cua- reparos y otros por la puerta de la marina,
les el artillería de los franceses no dejaba de salieron con grande ímpetu á dar en la reza-
tirar y hacer daño en los nuestros. ga de los españoles, que ya se habían movido
en seguimiento de la otra gente que iba ade-
lante; y lo que mayor daño hacía era el tirar
CAPÍTULO XCVI de la artillería, que muy á menudo les tiraban
De cómo el Gran Capitán se levantó de so- desde las galeras. En esto los franceses que
bre Gaeta y se retiró á Mola, y de lo que habían salido por la puerta del arrabal, car-
al retirar le acaeció con los franceses, que garon más de recio sobre los españoles, de
con la venida del marqués de Saluzes con que se les hizo gran daño. Diego García de
el socorro habían cobrado más ánimo y so- Paredes y los otros capitanes que llevaban
berbia. la rezaga revolvieron sobre los franceses, y

junto con esto los llevaron hasta los meter


El Gran Capitán después de haber estado en la ciudad todos desbaratados. Diego Gar-
sobre la ciudad de Gaeta muchos días, en los cía de Paredes, contento con lo hecho, man-
cuales los franceses estaban puestos en gran- dó retirar su gente para que saliese del arra-
de estrecho, que si mucho más estuvieran sin bal, que no les convenía seguir más el alcan-
ser socorridos no pasaran de aquella vez sin ce, por lo cual al retirar el artillería les hizo
venir á su poder, viendo el daño que el arti- mucho daño. Ya el Gran Capitán, que llevaba
llería hacía en su gente y viendo asimismo la avanguardia, con toda su gente y artillería

que cada día esperaban el socorro del Rey de era ya salido del burgo ó arrabal y estaba
Francia los de la ciudad, determinó de así para aposentado fuera en unos jardines que esta-
excusar su gente de peligro y daño, como para ban junto á la marina, cabe una iglesia que
dar orden en qué lugar sería mejor esperar á se dice Santiago, y allí se detuvo toda aquella
los franceses, porque por muy averiguado te- noche, y luego como fué de día dio orden
nía que en les venir socorro los saldrían á para se mover de aquel lugar de Mola, y es-
buscar, determinó de se retirar á Mola y Cas- tando para de allí partir fué avisado cómo
tellón, cuatro millas de Gaeta. Y con esta de- los franceses habían salido de la ciudad y que
terminación, un día estando los españoles re- estaban esperando en el arrabal para dar so-
tirando el artillería para se ir á Mola con vo- bre la gente del Gran Capitán, enconienzán-
luntad de otro día alzar todo el campo de so- dose á mover de aquel lugar. Y por esta cau-
bre Gaeta, el Marqués de Saluzes allegó en sa el Gran Capitán, temiendo el peligro que

J
DEL GRAN CAPITÁN 193

de aquella causa podría recrescer en su gen- cosas de su persona, y lo mismo hicieron to-
te, determinó de lo remediar como mejor con- dos los demás capitanes españoles.
venía. Y con esto el Gran Capitán se quedó en
la misma rezaga con Diego García de Paredes
CAPÍTULO XCVII
y Pedro Navarro y con los demás capitanes
que primero había señalado que quedasen en De cómo estando el Gran Capitán en Caste-
la rezaga, ycon ellos señaló otros quinientos fué avisado cómo de Gaeta salían mu-
llón,

infantes más de la gente que en la rezaga ve- chos días franceses á comer uvas de unas
nía primero. Y después de esto hecho el Gran viñas que estaban entre Asperlonga y Gaeta,
Capitán hizo mover la gente de la vanguardia y de cómo envió gente contra ellos, y de lo
la vía de Mola. Luego los franceses, viendo que hicieron.
mover á los españoles de aquel lugar de la ma-
rina, salieron del arrabal con gran furor y die- Después que Gran Capitán con todo su
el

ron en rezaga con grandísimo corazón y áni-


la ejército vino á Mola y á Castellón, según di-
mo. Los españoles, como vieron á los france- cho es, estando no menos solícito en las cosas
ses contra sí, tornaron atrás y comenzaron de del reino (siendo como era debajo de su mano)
se defender con mucha virtud y corazón, por- que cuando era en poder de franceses él y su
que mezclándose con los franceses, así de las gente recogidos á Barleta, según extensamen-
lanzas como de las ballestas y picas, hacían te la crónica lo ha contado, procuró junto con
muy bien conocer sus fuerzas. Por manera que esto deshacer á los franceses y echarlos del
muchos fueron presos y heridos, así de la una todo del reino de Ñapóles, los cuales aun no
parte como de la otra. Andando, pues, en esta tenían perdida la esperanza de se tornar á
manera los unos con los otros revueltos, como poder en él, fué avisado cómo los más días los
los franceses que estaban enciudad viesen
la franceses salían en cuadrilla de Gaeta á comer
ir de vencida á los otros franceses que habían uvas de las viñas que estaban entre Asper-
salido primero, salieron de socorro quinientos longa y Gaeta; y con mucho descuido de sus
de refresco, los cuales, como venían descan- personas y no menor desconcierto que en la
sados, cargaron tan recio sobre los españoles orden de la guerra se debe guardar, andaban
que verdaderamente pensó el Gran Capitán comiendo de viña en viña unos de otros apar-
perder muchos de los suyos en aquel día, se- tados. El Gran Capitán por esta razón, vien-
gún el grande estrecho en que los tenían do el daño que se les podría hacer, que no se-
puestos. Porque, á la verdad, fué tan grande, ría menor que aquel que el año pasado se les
que andaban unos tan cerca de otros que se hizo en la misma manera cuando estaban so-
llegaban á herir con las espadas. En este bre la villa de Barleta en la puente de Losan-
aprieto tan grande Diego García de Paredes to, adonde fueron muertos y heridos muchos

y Pedro Navarro arremetieron recio con una franceses, envió al capitán Pizarro y á Tris-
parte de gente en aquel lugar que más lo ha- tán de Huarte y al coronel Villalba con dos-
bían menester, y tan recio dieron sobre ellos cientos hombres de armas, para que con aque-
que en muy breve los desbarataron y los me- lla gente, informados del paso por donde sa-
tieron en huida, y siguiéronlos hasta los me- lían, allí y los esperasen hasta que
se pusiesen
ter por las puertas del arrabal, y á golpe de saliesen. Los sobredichos capitanes y gente
espada entraron revueltos con ellos hasta la española con aquel mando de su capitán se
mitad del arrabal, donde mataron más de partieron de Castellón y viniéronse á poner
ciento y cincuenta franceses, y todavía si- en el mismo paso, encubiertos, por donde los
guiéndolos con mucho corazón los encerraron franceses acostumbraban venir. Y como lle-
por los reparos del monte. En esto el Gran garon en aquel lugar los españoles se embos-
Capitán, viendo que no era tiempo más de se- caron en un valle que está entre las viñas
guirlos, hizo señal de se y recogién-
retirar, y la marina, y porque por falta de diligencia
dose todos con mucho concierto se fueron no viniese aquel negocio á ruin fin pusieron
muy alegres la vía de Mola, viendo el daño en diversas partes centinelas para descubrir
que aquel día se había hecho sin haber perdi- los franceses cuando viniesen. Pues estando
do tan solamente un hombre de su parte. El los españoles en esta espera, vieron venir por
Gran Capitán hizo en esta batalla grandes el camino de Gaeta hasta doscientos france-

Crónicas del Gran Capitán.— 13


194 CRÓNICA OENERAL
ses, y venían desordenados metiéndose por en Qaeta, y que venía por General un muy
las viñas cogiendo de las uvas de todas aque- buen caballero, que era el Marqués de Salu-
llas heredades. Como los españoles los vieron ces; viendo asimismo que el Gran Capitán y
venir, no poco alegres, estuviéronse quedos su ejército estaba algo lejos y apartado de
hasta que llegasen á se meter en las otras vi- Roca Guillerma, y que por esta razón no ven-
ñas que estaban más cercanas adonde ellos dría así de presto á su noticia lo que por
estaban. Finalmente, los franceses allegaron ellos acerca de su rebelión se ordenaba hacer,
en aquel lugar y con muy gran desorden y determinaron dar aviso al Marqués de Salu-
desconcierto se comenzaron á meter dentro ces, en que le hicieron saber con dos principa-
en las viñas y desmandarse unos de otros con les de la villa cómo ellos estaban en voluntad
mucho descuido de sí. En esto los españoles, dése tornar á la parte del Rey de Francia, y
que no poco deseo tenían de los acometer y que en aquello mismo habían estado, dado
destruir, cuando les pareció ser tiempo, sal- caso que al presente se habían mostrado de la
taron de la emboscada y dieron sobre los parte de España, lo cual había sido por fuer-
franceses, los cuales como se viesen saltea- za más que no de voluntad; pero que si él era
dos cobraron gran temor, por razón que según servido de tener aquella villa en nombre del
estaban unos de otros divididos no se pudie- Rey de Francia, á quien ellos se inclinaban con
ron así fácilmente favorecer y recoger, y de su deseo que tenían de le servir, que les enviase
desconcierto fué causa que estaban bien se- gente la que menester fuese de socorro, que
guros de los enemigos; de cuya causa viendo ellos prometían de se levantar contra España
suceder lo contrario, cada uno lo mejor que y echar dende á su gobernador. Esta embaja-
podía procuraba de se poner en salvo con huir. da fué hecha con mucho secreto, por razón
Pero muy poco les aprovechó, por razón que que no viniese á oídos del gobernador, que
los españoles hicieron en tanto aquel día, que era, según dicho es, Tristán de Acuña, á quien
antes que los franceses se pudiesen poner en el Gran Capitán cuando se partió para Gae-

salvo, los mataron y prendieron á todos, que ta había dado la gobernación y tenencia de
no escaparon de ellos sino diez hombres, y aquella villa, y había dejado asimismo con
con esta victoria los españoles viendo que no su persona cierta gente en guarda. El Mar-
les quedaba otra cosa que hacer y conside- qués de Saluces, como supo la voluntad de los
rando que los diez franceses que se escapa- de Roca Guillerma, hubo consejo de lo que
ron podrían dar aviso á los que estaban en sobre aquel caso debía hacer, en el cual de las
Gaeta y lo que les había acaecido, determina- personas que bien sabían la disposición de la
ron de se tornar á Castellón á gran prisa an- villa y el provecho que redundaba si á la par-

tes que los franceses que' estaban en Gaeta te de su Rey fuese reducida, fué aconsejado la
los saliesen á acometer. socorriese. En esta determinación quedó por
razón que se pensó que siendo aquella villa
lamás fuerte de aquella provincia, y viniendo
CAPÍTULO xcvm en el poder de los franceses, lo mismo harían

De cómo Roca Guillerma se tornaron d


los de todas las demás de aquella comarca, y con
rebelar por Francia y del socorro que el
,
este acuerdo y buen parecer el Marqués de
Marqués de Salaces les envió, y de lo que el Saluces envió un capitán, dicho por nombre
Gran Capitán hizo en aquel caso. Famillo, con cuatrocientos infantes para que
se metiese en Roca Guillerma y defendiese
Pasando estas cosas entre franceses y es- aquella villa de los españoles, si quisiesen ve-
pañoles, según que la crónica ha contado, los nir sobre ella, como otras veces lo habían he-
de Roca Guillerma, que era una de las rebel- cho. El capitán Famillo con la sobredicha gen-
des villas y la más fuerte de aquella provincia, te francesa conorden del Marqués de Sa-
la
habiéndolos el Gran Capitán reducido por dos luces se partió de Gaeta y vino á Roca Gui-
veces al servicio de los Reyes Católicos de llerma por la parte de la montaña hasta cerca
España, y en aquella voluntad los dejó cuan- de la roca. Después que los de la Roca Gui-
do vino á Gaeta, según que dicho es, como su- llerma fueron avisados del socorro que les
pieron el gran socorro que el Rey de Francia venía de Gaeta, y que ya estaban los france-
había enviado á los franceses que estaban ses bien cerca de la roca, determinaron de

i
DEL ORAN CAPITÁN 193

prender al gobernador Trlstán de Acuña y á dor y de toda la otra gente que consigo te-
su gente, por razón que más fácilmente se nía, y viendo el estrecho en que aquellos seis

concluyese la entrada de los franceses. Y con españoles que estaban en la roca retraídos
esta voluntad, estando el gobernador Trlstán quedaban, determinó de le ir á socorrer con
de Acuña aquel día, que era por la mañana, en mucha diligencia, y para esto envió á muy gran
la iglesia en misa con todos los más de los prisa al capitán Pedro Navarro y al capitán
españoles que estaban en la villa, juntáronse Zamudio con ochocientos hombres para que
todos y con mano armada se metieron en la se metiesen en la roca de la villa de Roca
iglesia y prendieron al gobernador y á todos Guillerma, y de ahí procurasen de tomar la
los suyos, que bien seguros estaban de trai- villa y castigar malamente á los que fueron

ción, y luego comenzaron á apellidar el nombre principalmente en aquella traición y levanta-


de Francia, y de poner por los muros la ban- miento. Y con esta orden los^sobredichos capi-
dera del Rey de Francia. En este tiempo lle- tanes y gente española se partieron de Cas-
gaban ya los franceses á la villa, y metidos tellón, adonde quedaba el Gran Capitán, un
dentro fueron avisados cómo el gobernador domingo á hora de medio día, y caminaron á
estaba ya en prisión, y que algunos españoles gran prisa la vía de Roca Guillerma; y siendo
que no se habían hallado con él en la iglesia á puesta de sol allegaron á la montaña adon-
á la sazón que le prendieron se habían reco- de la roca estaba, y allí en la montaña se es-
gido á la roca, atento lo cual hallaban los tuvieron quedos toda la noche recogiendo la
franceses serles conveniente, pues los espa- gente, que la más de ella, por ser áspera la
ñoles se habían hecho fuertes en la roca, de montaña de subir, se había quedado rezaga-
darles la batalla, porque por cosa grave te- da. Aquel mismo día que los españoles salie-
nían ser la villa en su poder y la roca que era ron de Castellón en socorro de la roca, según
la mayor fuerza estar en poder de los espa- dicho es, el Marqués de Saluces fué avisado
ñoles; y así con mucha diligencia antes que cómo el Gran Capitán los enviaba, y por esta
del Gran Capitán fuesen socorridos, procura- razón con mucha diligencia envió al capitán
ron de los tomar. Eran los españoles que se Casanova con mil y quinientos infantes para
habían recogido á la roca siete soldados, por- rehacer la otra gente francesa que estaba en
qu« todos los demás habían sido juntamente Roca Guillerma y para tomar á los españoles
con el gobernador presos, según dicho es, y que eran idos de socorro á la roca. El Gran
de éstos eligieron entre sí uno que de lo que Capitán (que por sus espías no pasaba cosa
había acaecido en Roca Guillerma fuese á dar en el campo francés de dentro ni de fuera que
aviso al Gran Capitán, para que vista su ne- de todo no fuese avisado) supo cómo el Mar-
cesidad les enviase socorro de gente, de ma- qués de Saluces enviaba de nuevo aquella
nera que aquella villa se tornase á cobrar y gente que él de primero había enviado más
fuesen castigados los autores de aquella trai- socorro, por lo cual lo más presto que pudo
ción, y quedaron en la roca sólo seis hom- dio orden cómo se les diese un mal rebato an-
bres. Los franceses con muy gran diligencia tes que llegasen á Roca Guillerma erif favor de
comenzaron á combatir la roca, y los espa- los otros, y fué determinado en esta manera:
ñoles, teniéndose por perdidos, quisieron an- que Diego García de Paredes fuese en pos de
tes vender bien caras sus vidas que dar la ellos con quinientos hombres, y que los espe-
roca á los franceses, esperando que primero rase entre Trento y Castellón, por donde ne-
serían socorridos que los franceses la saca- cesariamente aquella gente francesa había de
sen de su poder. Y con esto todo aquel día se pasar, y que allí los acometiesen y hiciesen
defendieron con mucha fortaleza, y hicieron según convenía y el tiempo y la razón les mos-
tales cosas que los franceses no les pudieron trase. Diego García de Paredes con aquesta
entrar de aquella vez ni tomarles la roca orden que el Gran Capitán le dio, se partió
como ellos lo pensaron, y dejando por aquel con aquella gente de Castellón á hora y media
día el combate se retiraron á sus estancias. de la noche y allegó al paso, que era en un
El Gran Capitán, como fué avisado de la mal- bosque muy espeso, y púsose en una celada,
dad y traición que los de Roca Guillerma ha- dejando primero sus centinelas en aquellos
bían contra el Rey su señor y voto que tenían lugares donde más convenía para que descu-
hecho cometido, con prisión de su goberna- briendo á los franceses le avisasen de su ve-
196 CRÓNICA GENERAL
nida. En esto los franceses, que todoquelo gente con el capitán Zamudio, con otra parte
había quedado del dia con parte de noche
la de su gente salió de Roca Guillerma en segui-
no habían dejado de caminar, siendo ya pa- miento de los franceses, y tanto anduvo que
sada la media noche, viniendo por el camino alcanzó hasta ciento de los que se habían tar-
muy descuidados de lo que sucedió, como alle- dado algo más, y dando en ellos mató y pren-
garon al paso donde Diego García de Paredes dió los más de ellos,y los otros que se esca-
estaba esperándolos con su gente, sin que paron por la aspereza de la tierra se pudie-
sintiesen cosa alguna, pasaron su camino ade- ron salvar aunque con mucho trabajo y peli-
lante, y los españoles como conocieron ser gro de sus vidas. El capitán Pedro Navarro,
tiempo descubriéronse de su emboscada, y dejando de seguir los demás, se tornó á Roca
con grande ímpetu y fortaleza dieron sobre Guillerma, adonde haciendo saquear la villa y
ellos, y pelearon tan reciamente con los fran- juntamente haciendo justicia de aquellos que
ceses que en muy breve espacio los desbara- fueron autores de aquel levantamiento y trai-
taron todos y mataron y prendieron todos los ción, dejó la villa más domada y castigada
más de ellos. Los que pudieron escapar reco- que no lo era de antes, y quedando todo á
giéronse todos con el capitán Casanova, que buen recado de gente y de las otras cosas ne-
fueron hasta doscientos ballesteros, el cual cesarias, se tornó á Castellón, donde el Gran
con aquella gente se escondió en aquellas Capitán estaba.
montañas hasta que pasó toda la noche, y ati-
nando el camino que iba á Gaeta vinieron á
CAPÍTULO XCIX
otro lugar que es en aquella comarca, llamado
¡tro, y allí se detuvieron á hacer colación y De cómo el Rey de Francia hizo un muy buen
á beber, que era por la mañana. Y estando gente contra el castillo de Salsas,
ejército de
bebiendo y teniendo más en memoria lo pre- y de cómo en gracia suya. los principales de
sente que no lo que les había acaecido la no- Italia hicieron otro ejército en socorro de
che pasada con los españoles, estando así Gaeta.
muy descuidados fueron en Itro todos ellos
presos de los mismos de aquel lugar; los cua- Contado ha la crónica cómo el Rey de Fran-
les sabiendo que iban rotos, se juntaron todos cia envió al Marqués de Saluzes con cinco mil
los de Itro y los tomaron en prisión, sin que hombres de guerra en socorro de Gaeta, adon-
les fuese dado lugar, y así presos viniendo de el capitán monsiur de Alegre se había re-
Diego García de Paredes á Itro se los entre- cogido con la gente de la rota de la Chirinola
garon á todos; el cual con los prisioneros y que pudo haber, y asimismo de aquellos que
con la gente que había sido muerta y herida en su socorro y en servicio del Rey de Francia
en aquella noche antes, según dicho es, se habían venido á ayudar, según que bien ex-
tornó á Castellón sin perder tan solamente tensamente se ha en lo de arriba dicho. Pues
un hombre de los suyos. El capitán Pedro Na- dice la crónica, que no contento el Rey de
varro y el capitán Zamudio, que toda aque- Francia con esto, procuró por una ó otra parte
lla noche habían estado en Roca Guillerma, á el daño de los españoles, y no mirando los

cuatro horas del día, estando los franceses varios casos de fortuna y cuan contrario le
dando el combate á la roca, abajaron de la había sido muchas veces en la conquista de
montaña abajo con muy buena orden y hicié- aquel reino de Ñapóles, adonde allende de se-
ronse ver de los franceses; y los franceses senta y más recuentros que habían habido los
como vieron venir los españoles á más andar, franceses con los españoles, en los cuales casi
dejaron de dar la batalla y todos juntos sin siempre habían perdido lo mejor, según que
más ende esperar se salieron de Roca Guiller- en el proceso de esta crónica se ha dicho, se-
ma y fuéronse la vía de Ponte Corvo. Eií esto ñaladamente en aquellas dos famosísimas ba-
el capitán Pedro Navarro llegó con su gente tallas de la Chirinola en la Pulla y de Seme-
á Roca Guillerma, y como vido desocupada la nara en la Calabria, adonde perdido todo el
villa metióse dentro, adonde supo cómo los ejército fueron rotos y muertos más de mil y
franceses se habían de allí salido y se iban á quinientos franceses, siendo asimismo muerto
más andar la vía de Ponte Corvo. En esto el su Capitán general y Visorrey de Ñapóles
capitán Pedro Navarro, dejando ende toda su monsiur de Nemos, con otros muchos nobles
DEL GRAN CAPITÁN 197

capitanes franceses, quiso poner en aventura que convenía á la expugnación del castillo. Pasó
su condición mostrando su grandeza y cons- su ejército detrás de un cerro, adonde anti-
tancia de ánimo en resistir los adversos y con- guamente solía estar la villa de Salsas, y des-
trarios casos de la fortuna y no tener en nada de allí en derredor del castillo repartió por
su ser. Y
por esta razón, confiando en la for- sus estancias toda la infantería. A la parte de
taleza de su gente, quiso porfiar en la presa Perpiñán, en aquel llano, puso toda la más
de aquel reino de Ñapóles, enviando á los gente de armas y caballos ligeros, y contra
Principes de Italia favoreciesen con gente el castillo por diversas partes asentó mucha
contra aquel reino de Ñapóles, pues conocía artillería, y en un monte que está sobre el
la necesidad que tenía de su ayuda y socorro; castillo, á la parte de la montaña que sojuzga
los cuales estaban en aquella misma voluntad mucho el castillo, puso siete piezas de artille-
según se dirá, porque con el Duque de Mantua ría, y en mismo monte puso hasta mil y
el

D. Francisco Gonzaga envió veinte mil hom- quinientos hombres, y junto con esto mandó
bres de guerra y otros muchos aparejos de hacer en derredor del castillo muchas trincheas
guerra. Por esto lo dejará ahora la crónica y reparos, por razón que la gente que vi-
para su tiempo, por contar lo que en España niese allí pudiese andar cubierta sin recibir
sobre el castillo de Salsas acaeció, aunque pa- daño del artillería del castillo y se pudiesen
rece cosa impertinente entremeter casos ex- amparar y defender de ella. Repartido, pues,
traordinarios y romper á esta causa la conti- su gente, el mariscal de Bretaña en la forma
nuación de la crónica, decirse ha por razón que sobredicha, luego con muy gran diligencia co-
en este mismo tiempo la guerra fué fundada menzó á batir por todas partes, y
el castillo
por una misma persona, que fué el Rey Luis de fué tan grande y recia la batería, que aunque
Francia. El cual en todas las maneras que po- el muro era en cuantidad grueso, no dejó de

día, procuraba dañar al Rey de España, y así recibir gran daño, por razón que era de poco
lo quiso hacer según que en este capítulo se tiempo fabricado y con la continua batería fué
trata. Dice pues la crónica que en aquel mis- derribado en el suelo un gran pedazo del,
mo año que su ejército fué destruido en la Chi- en especial de las defensas de lo alto; porque
rinola, el Rey de Francia, que de grande áni- como la artillería estaba en lo alto del monte
mo era, allende de haber enviado al socorro de batióle tan á su pie el castillo y teníale tan
Gaeta al Marqués de Saluzes con la gente que sojuzgado, que aun la gente de dentro no po-
tengo dicho, hizo hacer otro ejército contra el dían asomarse ni poner á la defensa dél sin
castillo de Salsas, que es en la frontera de recibir gran daño de ella. En este medio los
Francia del Rey de España junto á tres leguas franceses que estaban puestos con cargo de
de Perpiñán. Venían en este ejercito diez mil hacer las trincheas en rededor del castillo,
infantes y mil hombres de armas y dos mil ca- porque encubiertos más sin peligro llegasen
ballos ligeros y mucha y muy buena artillería, al combate, no cesaban de día ni de noche

adonde venía por general el mariscal de Bre- de trabajar en ellas, por manera que con el
taña. Este caballero con la sobredicha gente continuo trabajo las tenían ya llegadas hasta
delRey de Francia se vino camino de Salsas bien cerca del foso, y allí asentaron mucha ar-
para tomar aquel castillo, que era la cosa más tillería contra el castillo por los lugares que
fuerte de toda aquella frontera, y con determi- mejor les pareció, y con ella se comenzó de
nación de en tomando aquel castillo irse por nuevo á batir el castillo por la parte de abajo.
Cataluña adelante la vía de Perpiñán y tomar Los españoles como eran pocos, no se podían
asimismo todas las tierras que pudiese del ocupar en defender en tantos lugares; por
Rey de España. Estaba en el castillo de Salsas esta razón, viendo la recia batería que contra
á la sazón en la tenencia y en guarnición un aquella parte del castillo descargaba y no pu-
caballero castellano dicho por nombre D, San- diendo sin mucho trabajo y peligro de sus vi-
cho de Castilla, el cual tenía consigo é guarda das ponerse en defensa del foso, que por aquel
de aquel castillo quinientos hombres de gue- lugar era más aquejado el castillo, determina-
rra. Finalmente, el mariscal de Bretaña vino ron todos de le desamparar, y así se retraje-
por sus jornadas aponer cerco sobre aquel cas- ron á un torreón grueso que estaba en el mis-
tillo de Salsas, y allegó ende con toda su gente, mo foso, y allí se hicieron fuertes y defendían
y luego con mucha diligencia dio orden en lo el foso desde aquel lugar, según mejor podían»
198 CRÓNICA GENERAL
Los franceses viendo desamparadas de los gaño de los españoles, retiráronse afuera fal-
españoles las defensas, arremetieron recio y tándoles la esperanza que de tomar el casti-
apoderáronse en él, y desde allí comenzaron á llode aquella vez tenían. Los cuales no poco
pelear de nuevo con los españoles que se ha- indignados por la muerte de los suyos, que á
bían hecho fuertes en el torreón. Estaba este causa de aquel engaño fueron muertos, según
torreón á la parte de Perpiñán y salían á él dicho es más de trescientos, para más presto
del cuerpo del castillo con una puente leva- tomar el castillo apresuraron la batería por

diza que caía encima del foso, de que los todas partes, haciendo muy gran daño en la
franceses se habían apoderado; por manera muralla así por la parte del foso como por la
que según eran los franceses muchos y la ba- parte del monte, en que se hacía daño en las
tería mejor y más fuerte que antes, temieron defensas de lo alto. Estaba á esta sazón el
los españoles que no dejaría de venir aquel Duque de Alba en Perpiñán, que era general
torreón á poder de los franceses. Y por esta del ejército español, el cual viendo el estrecho
razón determinaron de les hacer un engaño en que el castillo estaba, recogiólo más pres-
con que les hiciesen mucho daño, y ordenáron- to que pudo todos los caballos ligeros y hom-
se en esta forma: que dado caso que el torreón bres de armas qne en aquella comarca esta-
se pudiese defender por ellos por razón de ban aposentados y dio asimismo aviso á los
estar apartado del cuerpo del castillo, según Reyes Católicos, dlciéndoles lo que pasaba
la fuerza con que eran combatidos, hicieron sobre el castillo de Salsas y la necesidad que
vista de lo querer defender. Con esta demos- tenían de ser socorridos, y que este socorro
tración á muy gran prisa y no con menor di- él no lo podía dar cumplidamente según con-

ligencia y secreto hincheron el torreón de ba- venía, por razón que el ejército francés era
rrilesde pólvora y cerraron ende todos los muy pujante y él no tenía allí sino unos pocos
lugares por donde la fortaleza de la pólvora de caballos ligeros y hombres de armas en
podía espirar, porque su voluntad era que por guarnición de aquella ciudad, con los cuales si

aquel arte y ingenio cayese el torreón sobre Sus Altezas enviaban con brevedad gente, él
los franceses que estaban en el foso y pugna- se ternía con ellos dándoles algunos sinsabo-
ban de tomar. Nunca en este medio los
lo res de noche y de día. Lo cual el Duque de Alba
franceses dejaron de batir el torreón con el ar- trabajó por su parte de hacer, por razón que
tillería,en que hicieron algún daño, y después los del castillode Salsas, viendo su favor se
cuando les pareció tiempo le dieron la batalla, sostendrían de mejor voluntad, y así él los
poniendo todo su poder y fuerzas por tomar avisó diciendo que muy presto sería el soco-
el torreón. Pero los españoles, que ya habían rro de Castilla, porque él había ya hecho saber
hecho lo que convenía para que el torreón ca- á los Reyes Católicos el estrecho que tenía el

yese según dicho es, dejándole en buena dis- castillo. Y junto con esto de noche salía el Du-
posición sin que quedase lugar abierto sino el que de Perpiñán, con la gente de armas y ca-
cebadero por donde el fuego entrase á los ba- ballos ligeros y daba algunos asaltos á los
rriles, comenzáronse todos á salir del torreón franceses por la parte de lo llano que es con-
como que le desamparaban y huían todos por tra Perpiñán, de que hacía algún daño en ellos.
la puente adelante al cuerpo del castillo. En En este medio los franceses por aquella parte
esto los franceses, muy alegres viendo desam- de la montaña que más sojuzgaba el castillo
parar el torreón, de recio subieron más de pusieron toda la más de la artillería, la cual se
quinientos franceses con voluntad de se me- juntó á una boca del raso y desde allí comen-
ter á vueltas con los españoles en el castillo zaron de nuevo á batir el castillo con mucha
por la puente levadiza. Pero de otra manera fortaleza, y tan reciamente le batieron que
sucedió, porque viendo los españoles que era echaron por el suelo un gran pedazo del muro,
tiempo de poner por la obra el engaño que á y junto con esto hicieron muchos pertrechos
los franceses tenían urdido, pusieron fuego en con voluntad de cortar la tela del muro, por-
las botas, y fué tangrande la fuerza del inge- que de lo alto no hiciesen daño con piedras y
nio, que cayó todo el torreón en el suelo y con otros ingenios á los cortadores. Y hechos
mató de la caída más de trescientos france- los pertrechos luego se comenzó á cortar el
ses de los que se habían apresurado á subir, y muro por abajo, y como iban cortando el-muro
los demás que les seguían, como vieron el en- ponían muy fuertes reparos por que se sus-
DEL GRAN CAPITÁN 199

tentase y no cayese sino todo junto. Pero los


españoles tanto trabajaron en la defensión del
CAPÍTULO C
castillo, que matando é hiriendo muchos fran- De la muerte del Papa Alejandro sexto, y de
ceses los rebotaron muchas veces del foso, la creación que los Cardenales hicieron en
pero los franceses pugnaron tanto de derri- su lugar, y de o ti as cosas que acaecieron en
bar el muro que con mucho trabajo derroca- Roma, siendo de ellas autor el Duque Va-
ron un pedazo de la tela. A esta causa los es- lentino.
pañoles fueron puestos en muy extrema nece-
sidad, y sin duda ninguna se tomara el castillo Pasadas estas cosas en España, según di-
si no los socorriera Nuestro Señor con la ve- cho es, como las cosas de este mundo no sean
nida del Rey D. Fernando, el cual siendo avi- permanecederas en un estado y esta vida no
sado e! estrecho en que su castillo de Salsas sea más que un poco de viento, esperándose
estaba y viendo el gran daño que viniendo el fin de ella cuando más olvidados de morir

aquel castillo en poder de franceses se le se- estamos, acaeció que estando el Papa Alejan-
guiría en su reino de Cataluña, por ser aquel dro sexto y su hijo el Duque Valentino junta-
castillo la llave de todo él, á muy gran prisa mente con el Cardenal Adriano cenando una
se aderezó para venir en su socorro, y de esta noche en el palacio del Belveder en el Vati-
manera hizo hacer muy buena gente y se vino cano, fueron atosigados sin se saber el autor
la vía de Perpiñán, adonde junto con el Duque de aquel maleficio. Por manera que como el
de Alba ambos dieron orden de ir en el soco- Pontífice fuese viejo, no tuvo virtud para re-
rro del castillo. Los franceses como fueron fuerza del veneno, y así sin le apro-
sistir la

avisados que el Rey de España venía en per- vechar ninguno de los remedios que se le hi-
sona sobre ellos en favor del castillo no osa- cieron murió en breve. El Duque Valentino,
ron esperar, antes dejando asaz mal parado como era mancebo, siéndole hechos con muy
el castillo y á punto de le tomar se levanta- gran diligencia remedios, recibió salud, aun-
ron de allí, enviando primero adelante á todos que quedó tan deshecho en sus miembros
los enfermos y heridos y á todo el carruaje y que de ninguno de ellos se podía aprovechar
artillería gruesa; y toda la más gente con el ni ayudar. Y lo mismo acaeció del Cardenal
artillería de campo quedó en la retaguardia Adriano, el cual como fuese mancebo, tuvo
con el capitán general, y á gran prisa comen- virtud para deshechar con buena cura la for-
zaron á caminar la vía de Narbona. Y el Rey taleza del veneno. El Duque Valentino, luego
de España y el Duque de Alba con toda su como murió el Pontífice, recogió todo el te-
gente allegaron á Salsas, y como vieron á los soro que su padre dejó, y junto con esto se
franceses que se habían levantado, aguijaron estuvo en el Vaticano con doce mil hombres
en pos de ellosyfuéronlos siguiendo hasta la de guerra, y dende allí, dado caso que se estu-
ciudad de Narbona, adonde los franceses se viese enfermo, no dejó de entender con los
retiraron. Y como no los alcanzaron, á la vuel- Cardenales en la creación del nuevo Pas-
ta tomaron un lugar que dicen la Cota, con tor, por razón que su voluntad era que cria-
otros dos ó tres lugares comarcanos, y con sen por Pontífice al Cardenal de Ruán, al
esto se tornó el Rey de España á Salsas, de- cual luego que el Papa Alejandro sexto fué
jando los sobredichos lugares saqueados y muerto, el Rey de Francia lo envió á Roma; y
mal parados. Y llegando á Salsas luego man- esto hizo y procuró con mucha instancia, por
dó de nuevo hacer lo que los franceses ha- razón que siendo aquel Cardenal Pontífice,
bían deshecho con el artillería y con otros in- las cosas del reino de Ñapóles se harían de
genios, según dicho es, y hizo reparar todas ahí adelante más salvamente y con más pros-
las defensas, por manera que en no mucho peridad de su parte. Y pues hace tanta me-
tiempo quedó el 'castillo bien, más fuerte que moria la crónica de Cesaro Borja, hijo del
de antes; y después de esto, dejando ende Papa Alejandro, bien será decir su nacimien-
la gente que le pareció en guarnición, se vino to, costumbres, vida y muerte, como por au-
á Perpiñán y allí dejó asimismo más gente, ténticos y aprobados escritores se halla. Y
según que de antes estaba, y dejando todo es así: que fué el Duque Cesaro Borja hijo
lo que dicho es en mucha orden, se vino á de una 'señora de los de Vañoti romana, en
Barcelona. lo demás mujcir honrada, la cual yo conocí.
200 CRÓNICA GENERAL
Después de ya crecido, por diligencia de su tes, habiendo sido de la misma muerte muer-
padre, Cardenal poderoso y rico, fué enviado tos Vitelloci, de la ciudad de Castella, y Oli-
al estudio á Pisa, adonde entonces florecían veroto de Fermo, en Senegalia, y en el con-
de las buenas letras. Aquí apro-
los estudios dado de Perosa á Pablo Ursino, hijo del Car-
vechó mucho, tanto que con ingenio ardiente, denal Latino, y Francisco Ursino, Duque de
propuestas algunas cuestiones en derecho Gravina, y á los señores de casa Gaetana,
civily canónico, las disputó doctamente. El los cuales poseían la tierra de Sermoneta en
padre, alegrándose grandemente de la espe- campaña de Roma junto á Piperno. Jacobo
ranza que tenía de este mozo, después que Nicolao y Bernardino, muertos por diversas
con el favor de la fortuna fué creado Papa, vías, dejaron las fortalezas y los estados al
hizo Cardenal á Cesaro Borja, porque quería Borja; los señores de Camerino, de antigua
á D. Francisco Borja Su hijo el mayor para nobleza, Julio César. Venancio, Aníbal y Pirro,
Duque de Gandía y para levantar la familia y fueron despojados del principado y fueron
gozar de las riquezas y el estado. Pero Ce- ahogados. Astor Manfredo, señor de Faenza,
saro, pareciéndole la dignidad del capelo in- rendido sobre la fe, fué cruelmente muerto y
ferior á la grandeza de su ánimo y esperanza, echado en el Tíber. Catalina Esforza, señora
una noche hizo ahogar á su hermano el Du- de Forli y de Imola, combatida con el arti-
que de Gandía (con el cual había cenado con llería, fué presa y llevada á Roma como en

grande regocijo) y echado en el Tiber á la triunfo. Pandolfo 'Malatesta, Juan Esforza y


ajuga del campo Marcio, donde buscándole Guido Ubaldo de Monte Feltro quisieron más
dos días los pescadores lo sacaron. Por lo presto huyendo dejalle sus ciudades á Ari-
cual no muchos días después renunció Ce- minio, Pesaro, Urbino, que ser muertos. Ja-
saro el capelo y puesto el vestido de soldado cobo Apiano dejó asimismo al insolente la
fué hecho Príncipe y capitán de la gente, que- tierra de Poblín en Toscana. Y mientras que
dando el padre grandemente atribulado por la con este sangriento suceso ocupaba los esta-
crueldad y grande traición. Pero pues el Du- dos ajenos, hizo matar á un mozo de la casa
que de Gandía no había de resucitar, le per- de Aragón, Príncipe de Beselí, hijo del Rey
donó con grande amor todas sus culpas. Poco D. Alonso, y lo que más me afrento de decir,
tiempo después, considerando el Papa con el que era marido de Lucrecia, su hermana, hi-
Rey Luis de Francia á la ruina de toda Italia, riéndole andándose paseando por la lonja de
con la autoridad del Rey Luis, hubo por mu- Sant Pedro. Y porque se tenía alguna espe-
jer á Carlota de la Brit, parienta del Rey don ranza de poder sanar de las heridas, lo hizo
Juan de Navarra. Tras este concierto comen- matar en su cámara y en la cama de su mis-
zó Cesaro á descubrir sus designios, y con ma hermana. Había atosigado al mozo Car-
ánimo desordenado y cruel aspiraba á la se- denal Borja porque favorecía al Duque de
ñoría de una gran parte de Italia, con tan Gandía. Mató cruelmente volviendo una no-
grande codicia, que en sus banderas puso che de cenar á D.Juan de Cervellón, hombre
este título: Aut Cesar, aut nihil, como que no noble en la guerra y en la paz, porque seve-
deseaba cosas medianas, donde ante todas ramente guardaba la honra de una señora de
cosas determinó acabar á los señores Ursinos la casa de Borja. Mandó cortar la cabeza á

y Coloneses, después que en valde hubo en- Jacobo de Santa Cruz, nobilísimo ciudadano
tre ellos mantenido un poco de tiempo la romano, el cual era el mayor amigo y más fa-
guerra, á fin que la una parte y la otra con las miliar que él tenía, no por otra ocasión sino
armas se arruinasen. Ellos después de estas porque era poderoso para juntar de presto un
guerras civiles (entendidos los engaños de escuadrón de hombres del bando Ursino, y
Borja) hicieron paces y ayuntáronse en una persuadilles para emprender cualquiera em-
voluntad. Los Coloneses, no hallando mejor presa. Pero en tan terrible sed y codicia de
camino para seguridad, dejaron al Borja sus acrecentar el estado, así como lo habemos di-
tierras. Los Ursinos, mantenidos con el sueldo cho, bebía elveneno juntamente con su padre,
y estando con sospecha de la fe del tirano, y habiendo vuelto de Nepi á Roma y las cosas
fueron casi todos cruelísimamente muertos. del cónclave habían salido de otra manera de
El Cardenal Bautista Ursino, en el castillo de aquella que él pensaba, fué metido en prisión
Sant Angelo, previno la muerte á sus parien- por mandado del PapaJulio, porque le deman-
DEL GRAN CAPITÁN 201

daba de Roma, y esto porque los


las fortalezas póles juntamente con los Cardenales y con
venecianos, movidos de no menos ciego que los capitanes españoles sus viejos amigos,
dañoso deseo, marchando de Rávena su gente comenzó á aconsejarse para intentar algunas
para adelante, habían ocupado á Ariminio y á novedades: que no había perdido ninguna
Faenza. Cesaro Borja entretenía al Papa con parte del ánimo con la mudanza de la fortu-

palabras, y cada día procuraba echar á lo lar- na, sino fundado en la antigua esperanza bus-
go el concierto con la esperanza de poderse caba en todas partes capitanes y soldados
ir á Romanía, porque tenía por cierto que sus antiguos amigos y proveído navios para
aquí no ayuda y favor, en especial
le faltaría que le llevasen á Pisa, porque se decía entre
con tener cabe en mucha honra los dos
sí la gente del pueblo que quería ir á dar soco-
principales caudillos de los bandos, que el rro á los písanos, los cuales había nueve años
uno era Juan Sasatello y el otro Guido Vayno, que defendían su libertad constantísimamente
teniéndolos obligados con liberales pagas y contra los florentines. Pero su secreto de-
grandes mercedes, y con esta confianza es- signo era pasar por la ribera de Pisa y por
cribía á los castellanos de las fortalezas va- el condado de Luca y por la Carnianada el

nas y fingidas cartas. Por lo cual acaeció, que Apenino y por los confines de Módena ca-
habiendo sido enviado por el Papa á Cesena mino derecho arribar á las ciudades de Ro-
Pedro Ovedio con cartas, fué derribado de manía acrecentado de gente y favor de don
las murallas abajo por Diego de Quiñones. Alonso de Este, Duque de Ferrara, el cual
Enojado elPapa grandemente por aquel in- era casado con Lucrecia su hermana, adonde
sulto, amenazó al Duque Valentino, si á la esperaba que sus aficionados y amigos le fa-
hora los castellanos españoles no le entrega- vorecerían, y en toda parte sería con grande
ban las fortalezas. Espantados de esta cólera placer recibido. Lo cual habiéndolo enten-
los Cardenales Borja y Remolins, parientes y dido el Papa, no le pareció poner más tar-
hechura de la casa de Borja, se fueron hu- danza en medio y escribió secretamente al
yendo á Ñapóles. Pero después entre la una Gran Capitán Gonzalo Hernández, avisándole
parte y la otra fué concertado en esta ma- que no dejase de ir de Ñapóles á este Cesaro
nera: que si Cesaro Borja fuese libre, prome- Borja, Duque Valentino, hombre osado, de
tiese de enviar á los castellanos de las forta- condición cruel, nacido para grandísimo mal
lezas las secretas señas para que rindiesen de Italia, el cual procuraba una brava tiranía
los castillos, y entró por fianza de esto el Car- á los pueblos de su estado. Pues habiendo el
denal Bernardino Caravajal con esta condi- Papa muchas veces gravísimamente tratado
ción:que en aquel medio el Duque Valentino este negocio con los embajadores del Rey que
le fué dado en guarda en
el castillo de Ostia estaban en Roma, y por los suyos que se-
hasta tanto que cumpliese con lo prome-
él guían en España la Corte del Rey D. Fer-
tido. En este medio los dos Cardenales que nando, vinieron cartas del Rey de España al
estaban en Ñapóles (deseándolo el Valenti- Gran Capitán, mandándole que detuviese al
no), obtuvieron de Gonzalo Hernández que Duque Valentino, porque se decía que con
Cesaro Borja sobre su fe pudiese venir á grave daño y sospecha de todos los Príncipes
Ñapóles y pudiese irse libremente del cuando tentaba nuevas cosas y designaba nueva gue-
se le antojase. Gonzalo Hernández concedió rra contra el Papa. Y así el Duque Valentino,
esto muy fácilmente á aquellos dos Cardena- estando ocupado en aparejar el armada y en
les, y le envió á Ostia una patente firmada de hacer soldados, iba muchas veces (así como
su mano y sellada con su propio sello. Ha- era ello necesario) al Castel Novo por ha-
biendo poco después Diego de Quiñones y blar con el Gran Capitán, y queriendo 'salir
Gonzalo de Mirafuentes visto las contrase- fué inhumanamente detenido por Ñuño Do-
ñas, entregáronlos castillos de Cesana y de campo y puesto en prisión. No hubo ninguno
Forli al presidio del Papa. Cesaro Borja, lue- de los suyos que (mientras él dio un muy
go á la hora que libró al Cardenal Caravajal, grande y muy crecido suspiro maldiciendo
puesto en una fragata se fué á Ñapóles muy muy fuertemente cuanto podía á la fortuna y
alegre, porque fuera de toda espereza le pa- lamentándose muy congojosa y angustiada-
recía haberse librado de las manos de su an- mente que debajo de la fe le había sido hecha
tiguo enemigo. Luego que fué llegado á Ña- muy grandísima traición) le pudiese dar so-
202 CRÓNICA GENERAL
corro. Muy pocos días después, por manda- que llamaban Micheloto quiso perturbarlos
miento del Rey D. Fernando, fué llevado en llevando la cosa por armas; pero al fin el Du-
España por el capitán Lezcano, adonde un que Valentino, viendo que no saldría con lo
poco de tiempo estuvo en la villa de Chinchilla, que comenzado tenía, que era los Cardenales
y después fué llevado el dicho Duque Valenti- elegir Pontífice según él quería y deseaba,
no á Medina del Campo, adonde estuvo preso siendo requerido muchas veces del Colegio
cerca de dos años en una muy fuerte forta- de los Cardenales para que saliese de Roma,
leza, la cual tiene por propio nombre la Mota. el cual estaba enfermo en el Palacio de Bel-
Y tuvo tal suerte, que engañando á las guar- veder y toda su gente de armas y caballos
dias se descolgó por una soga y proveyén- ligeros aposentados en la villa de Belveder,
dole de caballo D. Rodrigo Pimentel, Con- tuvo por bueno de se salir de Roma, y así lo
de de Benavente, se fué huyendo al Rey don hizo como adelante se dirá. En esto el Duque
Juan de Navarra, que por entonces tenía gue- de Mantua con su gente vino por sus jorna-
rra con el Conde de Lerín, que se le había re- das hasta cerca de Roma, con voluntad de
belado. En este movimiento de armas sir- poner por la obra y trabajar cómo el Carde-
viendo á su Rey murió vencedor en una ba- nal de Ruán fuese Pontífice, según que era la
talla que se dio junto á Viana; el cual no voluntad del Rey de Francia. Finalmente, el
siendo conocido le quitaron las armas y lo Duque vino á una villa junto á Roma, que di-
dejaron desnudo, y un escudero suyo tomó el cen Era la gente que llevaba en soco-
la Isla.

cuerpo y atravesándolo encima un caballo lo rro de Gaeta mil y trescientos hombres de


llevó á Pamplona, permitiéndolo sin duda el armas y cuatro mil caballos ligeros y once mil
fatal destino de aquella ciudad, de la cual infantes con otra mucha gente de aventure-
había sido Obispo, porque no he hallado ja- ros. Y desde aquel lugar, el Marqués enten-
más alguno que renunciase los sacramentos día con los otros Cardenales y les encargaba
que en su vida hiciese buen fin. Pues vol- mucho la elección del Cardenal de Ruán; pero
viendo á lo que, según dicho es, trataba Ce- como el oficio sea de tal calidad, permitió
saro Borja en lo del Pontificado, de que atrás Nuestro Señor que todo se hizo al revés de
hicimos memoria, con fin de que su deseo hu- lo que aquellos Príncipes querían; y por esta

biese mejor efecto envió sus letras al Duque razón, habiendo otra vez requerido al Duque
de Mantua, llamado Francisco Gonzaga, que Valentino se saliese de Roma, y viendo cuan
en aquel tiempo estaba en la Toscana con inclinados estaban los Cardenales de que-
ejército que en gracia del Rey de Francia los rerle echar de Roma por aquella causa y no
Príncipes de la Lombardía enviaban á Gaeta, se sabiendo lo que debiese hacer por razón
para que trabajasen mucho cómo el Cardenal que de todos en común era mal quisto por
de Ruán fuese Pontífice, y asimismo para dar muchos desafueros que había hecho y agra-
mejor fin á su deseo puso en su libertad al vios que hacía, en especial contra los Ursinos,
Cardenal Ascanio Esforcia, hermano que era cuyo capital enemigo era, acordó de se salir
del Duque de Milán, el cual, según la crónica de Roma y de ahí irse á servir al Rey de Es-
ha contado los años pasados, el Rey Carlos paña en compañía del Gran Capitán, por ra-
octavo su predecesor había preso y hecho zón que teniendo por amigo al Gran Capitán
llevar á Francia con voluntad que su voto en y al Rey de España por señor no tendría te-
la creación no se perdería. En este tiempo, mor alguno aunque toda Italia lo quisiese mal.
queriendo los Cardenales entrar en cónclave, Y con esta voluntad envió un mensajero al
según tienen de costumbre para criar nuevo Gran Capitán, haciéndole saber en cómo te-
Pontífice, procuraron de hacer semejante ne- nía determinado de irse adonde él estaba con
gocio con paz y tranquilidad, apartando de sí toda su gente para servirle con ella y con su
todas y cualesquier aficiones y inclinaciones persona al Rey Católico en aquella guerra, y
que de muchos sobre aquel caso había. En que así lo haría en breve en sintiéndose algo
especial el Duque Valentino estando enfermo más dispuesto en su enfermedad que no es-
y queriendo los Cardenales recogerse en la taba. El Gran Capitán, como supo la voluntad
Minerva para criar al Pontífice fuera de las del Duque Valentino y cuánto le cumplía, se-
costumbres que tenían en la creación, la cual gún la poca gente que tenía, el favor que el
hacerse solía en el Vaticano, y un su capitán Duque Valentino le ofreció, envió con mucha
DEL GRAN CAPITÁN 203

düigencia á Roma al capitán Próspero Colona, causa les viniese algún daño. Pero la gente
para que juntos ambos diesen orden á la ve- del Duque Valentino, dado que tuviera por
nida del Duque; y luego envió á Diego Gar- mejor de ir á servir al Rey de España, los que
cía de Paredes y á D. Diego de Mendoza, con de esta voluntad eran, conociendo el deseo
trescientos hombres de armas y con trescien- de su señor, todos se ofrecieron de no le de-
tos caballos ligeros y con doscientos infan- jar entre tanto que otra cosa acordase; y con
tes, para que recibiesen al Duque Valentino esto todos juntos con su capitán, que según
á de Roma y se viniesen todos jun-
la salida dicho es, iba no muy sano en la litera, movie-
tos con él en su compaíiía. Con esta orden, ron de aquel lugar de la Cruz de Montemar
después de ser ya ido adelante Próspero Co- y fuéronse la vía de Civita Castellana y de
lona, los sobredichos capitanes españoles y Nepe, unos lugares suyos. Después de esto, el
gente se fueron la vía de Roma y por sus Colegio de los Cardenales procuraron echar
jornadas vinieron á dos villas que son doce de aquel lugar de la Isla al Marqués de Man-
millas de Roma, que se llaman Marino y Fres- tua y á su ejército, diciendo que hasta que
cada, tierras que son aparejadas para estar en de allí fuese partido la vía que llevaba de
ellas gente, sin que reciban daño alguno para Gaeta, no habían de elegir Pontífice; y por
ser bien proveídos de todos aquellos luga- esta razón, y porque así se lo envió á rogar
res. Estuvieron todos aquellos capitanes es- el mismo Cardenal de Ruán, á quien segi'in

perando algunos días al Duque, mediante los dicho es trataba el Marqués de hacer Pontí-
cuales los Cardenales tornaron última vez á fice, no pudo hacer otra cosa salvo partirse

requerir al Duque Valentino se saliese de dende. Y luego los Cardenales viendo aparta-
Roma, echándole á cargo los daños que en la dos todos los inconvenientes que acerca de
Iglesia de Dios por aquella razón podían su- la creación del Pontífice se les podría seguir,
ceder, no queriendo dar puntada en la elec- se juntaron todos en el Vaticano y allí en-

ción del Pontífice hasta tanto que saliese de trando en cónclave, según que es de costum-
la ciudad. Finalmente, el Duque Valentino, no bre, con las solemnidades requisitas, eligieron
pudiendo en manera ninguna excusarse sin por Pontífice al Cardenal de Sena, varón de
salir fuera de Roma, siendo ya llegado á la mucha autoridad y discreción, el cual debajo
sazón Próspero Colona y dando orden en su de muchos Pontífices por su gran prudencia
salida, hizo juntar la gente que tenía en la y saber usó de oficio de Legado, y asimismo
ciudad, los cuales de muy buena gana en su éste era Decano, que es el primero en anti-
servicio iban, creyendo que se quería ir á jun- güedad en el Colegio de los Cardenales. Fué
tar con el Gran Capitán. Pero de otra manera sobrino del Papa Pío segundo, y por esta ra-
sucedió, porque el día que salió de Roma, aun zón se puso del mismo nombre Pío tercio,
no del todo sano de su enfermedad, yendo en porque de aquella manera refrescase la me-
unas andas con harto trabajo suyo, vino á la moria de su tío Pontífice. Pío tercio dejó más
Cruz de Montemar y allí hizo un razonamien- memoria de su nombre, que no dejó en sus
to á su gente, cuya sustancia fué decirles que hechos y fama, por razón que dentro de trein-
ellos bien sabían cómo él había recibido el há- ta días que fué por Pontífice elegido, falleció
bito de San Miguel del Rey de Francia, de de unas llagas viejas que en las piernas tenía.
cuya causa de manera ninguna no podía ser El Duque Valentino, que á la sazón estaba en
contrario de franceses, por lo cual les rogaba Nepe y en Civita Castellana con toda su gen-
que en aquel camino que hacer quería no le te, sabiendo la muerte de Pío tercio, pocos
dejasen, que era irse á Nepe, una villa suya, días antes elegido, partióse de aquellas villas
y que después, por el amor que tenía á la y vínose á Roma, y los Cardenales, no obs-
nación española, él habría en mucho placer tante la venida del Duque á la ciudad, se con-
(aunque no en su nombre, porque sería ir gregaron todos á elegir nuevo Pontífice. Los
contra la religión que de San Miguel tenía), cuales con las mismas ceremonias y solemni-
que cada uno siendo su voluntad fuese á ser- dades, de común consentimiento de todos,
vir al Rey de España y se juntasen con el eligieron por Pontífice al Cardenaljuliano Os-
Gran Capitán en Mola, diciendo asimismo el tiense, del título de San Pedro Advíncula, el
Duque Valentino cuánto le pesaría si de ha- cual tomó por nombre Julio segundo. Mucho
ber negado su favor á los españoles á esta trabajó el Duque Valentino en la creación de
204 CRÓNICA GENERAL
este Pontífice, por razón que le era mucho nían, si elMarqués de Mantua viniera á la
amigo, aunque según se dirá, le fué después sazón, se dieran por el Rey de Francia. Por

de Papa muy enemigo. Finalmente, después esta razón, como Diego García de Paredes
que Julio Ostiense fué electo por Pontífice, el caminase con su gente camino del condado
Duque Valentino, que muy conforme con él y de Oliveto, acaeció que quedándose un día
muy allegado en su amor era, no pensó tener con veinte soldados al pasar de un paso ás-

más necesidad de su gente, y por esta razón pero de aquella tierra, fué salteado de una
dio licencia al capitán Próspero Colona para junta de ladrones, los cuales atalayaban aque-
se ir al Gran Capitán, y asimismo dio licencia llos caminos y robaban y mataban á cuantos

á su gente para que yéndose con Próspero españoles podían haber, y debajo de este co-
Colona se juntase con el Gran Capitán en lor á los mismos naturales no perdonaban
Mola, adonde á la sazón estaba. Finalmente, así en personas como en bienes. Diego Gar-
Próspero Colona se partió de Roma, y con cía de Paredes, como se vio acometer de aque-
esta orden vínose á Marino y á Frescado, lla gente, así animando los soldados que con-
adonde D. Diego de Mendoza y Diego García sigo traía, dio recio en ellos y peleó una gran
de Paredes estaban, según dicho es. Y como pieza, haciendo gran daño en aquellos ladro-
se juntaron, sabiendo los capitanes españoles nes, de los cuales mataron muchos y los de-
la voluntad del Duque Valentino, luego se más se escaparon por la maleza de aquella
movieron de ahí con toda la gente y se fue- tierra, que muy áspera era, porque según es

ron á su real al Gran Capitán, que estaba en verdad los que de semejante oficio viven, pro-
Mola y en Castellón. Yendo por el camino, curan de buscar los lugares más ásperos que
allegaron á una villa que llaman Chiprano, que hallar pueden. Finalmente, después que Diego
es de la Iglesia, donde el río del Garellano García de Paredes hubo hecho muy grande
aparta los términos de la Iglesia y del reino estrago en los ladrones, no hallando más con
de Ñapóles, y allí se encontraron con el capi- quien pelear, con los veinte soldados (que
tán Fabricio Colona que venía de la provincia ninguno de ellos perdió) se fué á aposentar
de Abruzo por mandado del Gran Capitán, y á unas viñas que llaman Esclavia, alcanzando
por su mismo mandado había ido sobre aque- primero el cuerpo de su gente, que iba ade-
lla provincia á la reducir por el Rey de Es- lante, en la Posta y en Casaliber y en OHveto,
paña; que muchas villas y lugares de ella es- todas villas y lugares del condado de OHveto,
taban por Francia, según que la crónica lo ha do estuvo Diego García de Paredes hasta
contado, y de allí todos juntos se fueron á que el Marqués vino con su ejército á Roca
Roca Seca y á Aquino. Y yendo por el camino Seca, según la crónica lo dirá.
vino tan grande lluvia y tempestad de agua
sobre ellos, que estuvieron en peligro de se
CAPÍTULO CI
perder, y tanto crecieron los arroyos, que no
los pudiendo pasar se quedaron aquella no- De cómo el Gran Capitán, sabida la venida del

che en el campo sin comer ni beber cosa al- Marqués de Mantua en favor de los france-
guna. Muchos hombres y bestias del carruaje ses, se alzó de Mola y Castellón y se vino á

se ahogaron por la grande agua que todo el Sant Germán, y de lo que los franceses hi-
día y la noche cayó; pero como fué de día, cieron sobre aquel caso, y de la gente que
habiéndose algo menguado los arroyos, se vino al real del Gran Capitán á servir en
movieron de aquel lugar y se fueron á Roca aquella guerra al Rey de España.
Seca y Aquino, y allí se apartó Diego García
de Paredes de los otros capitanes con dos Contado ha la crónica cómo después de la
mil infantes y fuese al condado de Oliveto, muerte del Papa Alejandro sexto, el Duque
por razón que el Conde de Oliveto y toda su Valentino, forzado por el convento y colegio
tierra estaban temerosos con la esperanza de los Cardenales, se salió de Roma y se fué
que decían que había de venir el Marqués con su gente, que mucha, muy buena y noble
con el ejército por allí, y esperábanle cada era, á Nepe y á Civita Castellana, y que asi

día. Y verdaderamente si Diego García de Pa- mismo cómo después de la creación y muer-
redes no fuera con aquella gente á les con- te de Pío tercio, sucesor de Alejandro sexto,
fortar sus ánimos, que muy alterados los te- se tornó á Roma y allí despidió al capitán
DEL GRAN CAPITÁN 205

Próspero Colona y á muchos de los suyos, y al capitán Escalada, todos muy buenos, va-
quedando con muy gran parte de gente de lerosos y esforzados capitanes con otra bue-
muchos nobles caballeros italianos y españo- na parte de sus infantes, y con toda la demás
les, á quien él les daba en buenos hechos de gente de su ejército se pasó el Gran Capitán á
guerra buenos cargos y partidos muy excesi- Sant Germán, adonde se rehizo de vituallas y
vos, y de esta manera era el Duque Valentino de todo lo que era necesario para su ejército, y
de muy noble gente servido en el menester de estuvo allí especando hasta que salió de allí,
la guerra. Pues, tornando ahora la crónica al según que se contará en su lugar. Monsiur de
Gran Capitán y á su campo que en Castellón Alegre, que estaba en Gaeta con el ejército
y Mola tenía, dice que después que supo la francés, sabiendo asimismo la venida del Mar-
venida del Marqués de Mantua con el ejército qués de Mantua en su favor, juntamente con
de las señorías en servicio del Rey de Fran- ver el Gran Capitán y el ejército español le-
cia, según que era verdad, no le pareciendo vantado de Mola y Castellón, adonde hasta
aquel lugar donde á la sazón estaba seguro entonces había estado, y que ya de su parte
para esperar ende tan grande poder, deter- no le vendría daño á la ciudad de Gaeta, por
minó de se levantar de allí y se retraer á Sant estar más apartado de aquel lugar, determinó
Germán, por razón que aquella villa era bien con el Marqués de Saluces de saür de Gaeta
fuerte y asimismo proveída de todo aquello y irse al Garellano y esperar allí al Marqués

que para sustentación de su ejército había de Mantua y juntarse ambos en aquel lugar,
menester. Y por esta razón luego se movió de y que entretanto pasarían por aquella puente
Castellón y de Mola, y viniendo por el cami- á Cieza, y harían todo el daño que pudiesen
no la vía de Sant Germán á Castellón y á en los españoles, que ende á la sazón estaban
Monte Casino, adonde hay un monasterio de con el Duque de Termes. Finalmente, con esta
monjes Benitos, adonde estaban muchos re- voluntad el Marqués de Saluces y monsiur de
ligiosos de santísima vida. Este lugar tenían Alegre, dejando bien proveída la ciudad de
los franceses como segurísima fortaleza, los todo lo necesario á su defensión, así de gente
cuales poco antes se habían concertado de como de todas las otras cosas, con todo el
salir de dentro de ciertos días no les ve-
allí si ejército se partieron la vía del Garellano, y
nía socorro, y siendo cumplido el término alar- como allegaron al lugar de la puente de Cieza,
gaban el querer rendirse. El Gran Capitán, no asentaron su real de esta otra parte del río, y
le pareciendo sufrir aquella tardanza, allegóse desde aquel lugar cada día pasaban la puente
con el ejército animando á los soldados con á hacer daño en los españoles que estaban en
la esperanza de la presa. Fué muy grande la Cieza; los cuales por el mismo caso salían á
fuerza y diligencia de ellos en subir en lo alto defender el paso á los franceses, y nunca de-
del monte y en guindar arriba la artillería, con jaban cada día de se rencontrar, en que había
la cual después de batida y haberle dado un así de la una parte como de la otra muchos
recio asalto dos valerosos capitanes llamados muertos, heridos y presos. En este medio
por nombre Ochoa yjordán de Artiaga, subie- tiempo el Duque Valentino, que, según dicho
ron el uno por una soga puesta por encima es, se había tornado á Roma después de la
de la muralla y el otro muy osado y animosa- Papa Pío tercio, había trabaja-
creación del
mente entró por una estrecha abertura del do en muy gran manera por que criasen por
muro, siguiéndolos los alférez, mataron al ca- Pontífice al Cardenal Juliano Ostiense, del tí-
pitán de los franceses y tomaron aquella pla- tulo de San Pedro ad vinculam, que por ser
za del monasterio, y de allí se fué á la torre mucho su amigo lo deseó con mucha afición y
del Garellano, que es un paso fuerte y por hubo efecto, y así se llamó Julio segundo. Pero
donde los franceses habían de venir y donde como las cosas el tiempo las rueda, y así traen
él les podía hacer mucho daño. Dejó el Gran diversos efectos y fines, la mucha familiaridad
Capitán á D. Alonso de Carbajal y al capitán y conjunta amistad del Pontífice y del Duque
Pedro de Paz con cincuenta hombres de ar- Valentino vino á se trocar en muy grande
mas y trescientos caballos ligeros y con qui- enemistad y odio, de tal manera que fueron
nientos infantes, y fuese más adelante á Roca en sumo grado contrarios y muy enemigos. Y
Seca, que es una muy buena y fortificada villa. como el Duque Valentino estuviese muy en-
Dejó al capitán Pizarro y al capitán Zamudio fermo, procuraba todas cuantas maneras él
200 CRÓNICA GENERAL
podía para toda paz y concordia, para que no qués de la Isla con su ejército, que vino la vfa
hubiese lugar de ejecutar el enojo y enemis- de-Gaeta, adonde creía hallar el campo fran-
tad que con el Pontífice tenia, teniendo su cés según que hasta allí había estado, pasó
gente á su salvo, por lo cual determinó de los el monte Molle y de jornada en jornada venía
despedir á todos y de les dar licencia que se á Ponte Corvo. El capitán monsiur de Alegre,
fuesen adonde más su voluntad fuese. Y con como supo la buena venida del Marqués en
este acuerdo del Duque Valentino todos los su favor, levantóse del lugar de la puente de
capitanes y gente de guerra que tenía en Cieza y fuese á la torre de Campo Latro, y
Roma se juntaron en uno y determinaron de allí se juntaron ambos á dos ejércitos y estu-

irse en compañía del Gran Capitán á servir vieron en la torre de Campo Latro tres días,

al Rey D. Fernando de España, en aquella en los cuales dieron orden en lo que debían
guerra contra franceses, y así fueron todos de hacer acerca de la expugnación de aquel
unánimes y conformes. Y porque la nobleza reino, dando de nuevo nueva expedición y
y lealtad de los Príncipes que al campo es- consejo. Finalmente, en el último de Octubre
pañol fueron, convida por su valor y virtud del sobredicho año de mil y quinientos y tres
decir sus nombres, la crónica los pone aquí. años, el Marqués de Mantua
se movió de la to-
El primero fué D. Yugo de Moneada y don rre de Campo Latro juntamente con monsiur
erónimo de Roma, el Carde-
Lloriz, Corollano de Alegre, y vinieron con su ejército á Roca
nal Borja, D. Pedro de Castro y Francisco Seca, adonde, como arriba dijimos, estaban el
Masa, con otros nobles capitanes, asi espa- capitán Zamudio y el capitán Pizarro y el coro-
ñoles como italianos, caballeros y hombres nel Villalba y el capitán Escalada con su gente.
de armas muy escogidos. Y como iban en or- Y como los franceses fueron á cinco millas de
denanza salieron de Roma y fuéronse la vía Roca Seca, mandó el Marqués á algunos ca-
de Sant Germán, adonde el Gran Capitán con balleros adelantarse para reconocer el estado

el ejército español estaba; y con aquella hon- de la villa y ver su disposición adonde más
ra como tan nobles caballeros merecían, el convenía asentar el campo. Con esta orden y
Gran Capitán con todo su ejército los salió á mandado del Marqués de Mantua los caballos
recibir y los preció mucho por la gran nece- ligeros se adelantaron, y visto el asiento de
sidad que á la sazón de ellos tenía, y asimis- la villa se tornaron á informar de todo al Mar-

mo porque ellos por sus personas y linaje qués. El cual como fuese cerca de Roca Seca,
merecían toda honra y buen acogimiento. envió delante un trompeta á requerir á los
españoles que en todas maneras y sin tardan-
za alguna se saliesen de Roca Seca y dejasen
CAPÍTULO CU aquella villa libre y desembargada, donde no
De cómo el Marqués de Mantua se partió de que ellos tuviesen por muy cierto y averigua-
la Isla y se vino á juntar con el ejército fran- do que con más daño suyo del que pensaban
cés, que estaba en el Garellano, y de cómo se les sacaría de su poder, ejecutando en ellos
siendo juntos vinieron sobre Roca Seca, y 4^ todo el rigor que se pudiese ejecutar. Habían
lo que sucedió. á esta sazón salido de Roca Seca el capitán
Zamudio y el capitán Pizarro con alguna
Contado ha la crónica cómo
el Marqués de gente ñor reconocerá los franceses, que bien
Mantua con todo de las señorías
el ejército sabían que venían contra ellos sobre aquella
estaba en la Isla, cerca de Roma, trabajando villa; y como allegasen cerca, vieron venir al

en la creación del Cardenal de Ruán por Pon- trompeta á muy grande priesa tocando la
tífice. Pues dice ahora la crónica que viendo trompeta, que bien se hacía sentir por todos
el muy poco fruto que en aquel caso su dili- aquellos términos. Y como llegó adonde aque-
gencia había obrado, por razón que los Car- llos capitanes españoles estaban, explicóles
denales no quisieron dar ninguna puntada en su embajada, que, según dicho es, muy llena
la creación hasta que de allí se partiese, de- de amenazas venía. Los cuales, enojados de
terminó de lo así hacer, y también porque, tanta soberbia como con ellos los franceses
como dicho ha la crónica, el mismo Cardenal mostraban, tomaron el trompeta y sin ningún
de Ruán se lo envió así á rogar. Pues dice detenimiento le ahorcaron de un árbol, que-
ahora la crónica que partido que fué el Mar- riendo de aquel arte usar para que conociese
DEL ORAN CAPITÁN 207
el Marqués el poco temor de sus amenazas muro en esforzaron á subir ayudán-
tierra, se
que los españoles tenían, dado que viniesen dose los unos á los otros, aprovechándose de
muy rigurosos con el nuevo socorro. Gran pe- las escalas que traían, y de esta manera lle-
sar hubo el Marqués viendo que los españoles garon junto al muro. Pero los españoles con
habían ahorcado á su trompeta, y por esta muy grande ánimo defendían á los franceses
razón pugnó con todo su poder de los tomar la entrada, comenzándose de mezclar unos
á todos en aquella villa y no dejar hombre de con otros, de manera que duró el combate tres
ellos á vida, y así, hizo allegar su gente junto horas, en que murieron muchos franceses y
á Roca Seca, donde asentó su campo en la algunos españoles hubo heridos y pocos muer-
forma siguiente. En el arrabal, desde el prin- tos, y éstos murieron á causa del artillería,
cipio de él hasta un monasterio de frailes, por razón que como el muro de aquel cuartel
mandó estar la más gente de infantería de su estuviese todo derrocado y el artillería de los
ejército; de la otra parte del arrabal, en lo alto franceses no dejase continuamente de les ti-
hacia la montaña el camino de Cuelo, mandó rar, no podían estar seguros á la defensa; por-
que se asentasen muchas piezas de artillería, que como se descubrían, el artillería luego los
y en aquel mismo lugar con hasta cuatro mil llevaba de vuelo y los hacía muy gran daño.
hombres aposentó su persona. Desde allí aba- Pero el capitán Zamudio, que muy buen capi-
jo hasta el cabo del otro arrabal camino de tán y esforzado soldado era, con aquella gen-
Sant Germán mandó estar toda la gente de te que consigo tenía, trabajó tanto aquel día
armas y caballos ligeros con una parte de la que los franceses no les pudieron entrar, y
infantería. Y por todas las otras partes del así les convino dejar la batalla y retirarse á
arrabal mandó el Marqués con mucha diligen- su campo. Pues como los franceses se reti-
cia y presteza asentar toda la mayor parte raban, el capitán Escalada salió con veinte
del artillería que había quedado. Y todo su buenos soldados por el mismo muro derriba-
campo repartido en la forma que arriba se ha do y dio de improviso en ellos, y de su aco-
dicho, mandó luego por todas partes batir la metimiento mató é hirió algunos franceses; y
villa, y tan animosa y fuertemente se batió no pudiendo por alguna aspereza de la mon-
que vino á tierra una gran parte del muro y taña seguirlos más, se tornó á la villa, no osán-
derribó muchas casas y tejados, que por ser dose mucho desmandar por ser pocos los
el sitio de la villa en alto los edificios de ella hombres que consigo tenía. Como los fran-
estaban señoreados del artillería, de manera ceses fueron retirados de esta manera y de
que no disparaban tiro que no llevase delante esta batalla, descubrieron por muy averigua-
de sí todo cuanto topaba en las casas. Final- do que tomaran la villa, según la poca defensa
mente, después de haber batido muy bien la del muro, y tornaron de nuevo á dar priesa en
villa, el Marqués mandó meter en armas su la batería por todas partes de la villa, y tan
gente, y diéronle en un mismo tiempo tres espesa andaba y tan gran daño hacía, que así
combates, adonde los españoles mataron é en la defensa del muro, que (como dicho es)
hirieron muchos franceses, no sin harto daño todo estaba en tierra, como por las calles de
suyo. Todo esto pasó dentro de un día; luego dentro de la villa, no había hombre que osase
otro día siguiente el Marqués mandó batir la parecer que no fuese muerto del artillería. De
villapor otro cuartel de la parte del castilio cuya causa fueron los españoles puestos en
abajo, adonde estaba el capitán Zamudio, y grandísimo estrecho y extremo trabajo, que
tan fuertemente le batieron, que en dos días ya no esperaban otra cosa salvo la muerte,
que duró la batería no dejaron en todo aquel según tenían por cierta su perdición. Estan-
cuartel pedazo de muro que todo no fuese do, pues, en esto, ya los franceses se adere-
metido por el suelo, derribando asimismo mu- zaban para el combate, el cual sin ninguna
chas casas de las de dentro de la villa, aunque duda fuera el último en aquella demanda, pero
la muralla había muy poca ó ninguna defensa vieron venir por la montaña gente de guerra
por razón de lo dicho, aunque muy indispues- española. Este era Diego García de Paredes,
ta era la entrada á los franceses por aquel como supo la venida del Marqués en
el cual,
lugar, porque tenían de subir una muy gran socorro de los franceses y que estaba sobre
cuesta y áspera. Pero los franceses, conocien- Roca Seca, luego se movió de las tierras de
do todavía su ventaja, porque estaba todo el Oliveto juntamente con el capitán Pedro Na-
208 CRÓNICA GENERAL
varro, que traía dos mil hombres de guerra. Gran Capitán se partió de Sant Germán con
Y como fueron encima de lamontaña, á muy mucho secreto y fué á la mayor prisa que
gran priesa se comenzaron á bajar para se me- pudo en pos de los franceses. Por el camino
ter en la villa y de camino dar un mal rebato que llevaban estaba la vía de Aquino en me-
en el campo francés. Pero como los franceses dio del camino, entre Sant Germán y Ponte
vieron venir aquella gente á la sazón, perdie- Corvo, y como llegó á Aquino halló muy gran
ron la esperanza que de tomar la villa tenían, copia de franceses en la misma villa, los cua-
á los cuales sin perder tiempo el Marqués les habían quedado enfermos, que no habían
mandó levantar de sobre aquel cerco; y hecho podido caminar ni seguir su capitán. Y por
así, el Marqués de Mantua, juntamente con esta razón estos franceses con gran miedo
todo su campo, pasó el río á la otra parte á que de españoles habían, creyendo que allí
los
un llano que está cuatro millas de Roca Seca, los habían de matar, todos se metieron dentro
y se quedó lo que quedaba del día y la noche en una iglesia esperando la muerte, que por
toda. Y luego otro día siguiente por la maña- muy cierta tenían. Pero el Gran Capitán, que
na se alzó de aquel lugar y se fué la vía de en semejantes casos de mucha humanidad y
Aquino, no sin muy gran trabajo y peligro del mansedumbre siempre se señalaba, mandó
ejército, por razón de la gran tempestad de expresamente á toda su gente que no fuese
agua que en aquel día caía, como de los días ninguno osado de hacer mal á los franceses
pasados estuviese la tierra muy harta de agua que allí estaban, lo cual así se cumplió según
á causa de las grandes pluvias que habían que el Gran Capitán mandó; y no contento
caído, porque, según verdad, aquel año fué el con esto, viendo la necesidad de aquella gen-
más mojado y tempestuoso de aguas que nun- te, les mandó dar de comer y de beber y los

ca los vivos tal vieron. Estaba la tierra tan favoreció en todo lo que había menester; y
llena de lodos y atolladeros, que muchas bes- luego con mucha diligencia, habiendo estado
tias del carruaje y caballos que llevaban el ar- un poco en aquella villa detenido, así en re-
tillería perecieron ende sin poder ir atrás ni parar á los franceses como en recoger su gen-
adelante ni sacar la carga de los grandes char- te, que algo venía desordenada por la in-

cos y lodos que había. Finalmente, pasando comodidad de los caminos, movió de Aquino
muy gran trabajo en aquel día el ejército fran- á muy gran priesa en seguimiento de los fran-
cés, vinieron á Aquino, adonde el Marqués es- ceses que llevaban la vía de Ponte Corvo; y
tuvo todo lo que quedaba del dia descansan- tanto anduvo que los descubrió que iban de-
do con su gente. lante de él tres millas, todos en muy buena
orden, aunque á la verdad muy trabajados del
camino, que, como arriba dijimos, las aguas
CAPÍTULO CIII
habían sido tan excesivas en aquella entrada
De cómo el Marqués de Mantua con todo su del invierno, que la tierra con muy gran fatiga
ejército se partió de Aquino la vía de Ponte se podía caminar. Pero el Gran Capitán con
Corvo, y de cómo el Gran Capitán salió de su gente (que también participaba de aquel
Sant Germán en pos de él, y de lo que en el trabajo) no dejaba de los seguir á muy gran
camino le sucedió con los franceses. priesa; y para que mejor pudiesen reconocer
el orden que los franceses llevaban, y asimis-

Luego á la mañana siguiente el Marqués de mo para los entretener entretanto que la in-

Mantua con todo su ejército se movió de fantería llegaba, envió al capitán Fabricio Co-
Aquino y fuese la vía de Ponte Corvo, por lona con los caballos ligeros adelante, el cual,

razón que aquella villa era más fuerte y no según la crónica ha contado, era venido de
había gente española que le estorbase su pro- la provincia de Abruzo, adonde el Gran Ca-
pósito para se fortificar en ella. El Gran Ca- pitán estaba. Los franceses como se sintieron
pitán, que no entendía en otra cosa salvo en seguir de los españoles, aceleraron su camino,
dañjir á los franceses, como supo que se ha- y á más andar lo mejor que pudieron se me-
bian levantado de Roca Seca y el camino que tieron en Ponte Corvo, no se teniendo por
llevaban, que era con voluntad de se meter en bien seguros si esperaban á los españoles en
Ponte Corvo, luego la misma mañana que el campo. Y con la misma orden que llevaban en
Marqués de Mantua se partió de Aquino, el el marchar, se metieron por Ponte Corvo y
H

DEL GRAN CAPITÁN 209

después pasaron la puente y arrabal, y allí el Aragón su señor, y viendo que la dilación en
Marqués de Mantua asentó su real haciéndo- aquel caso era muy gran daño y perjuicio para
se fuerte para esperar ende el Gran Capitán, el reino, por razón que los franceses se ha-
si todavía quisiese ir contra él. Y para mayor cían más fuertes con los socorros que les ve-
seguridad suya y de los suyos, el Marqués nían cada día, determinó de poner gran dili-
mandó asestar toda el artillería á la boca de gencia por salir del con aquel hecho; y con
la puente por donde de necesidad había de esto, sabiendo que una villa fuerte que llaman
pasar el ejército muchos
español, y hizo otros Roca de Andria estaba por Francia, y que asi-
aparejos creyendo que Gran Capitán que-
el mismo en el río del Garellano estaba un capi-
ría seguirle hasta dentro de aquel lugar. Pero tán francés, dicho por nombre Monleón, con
no fué así, por razón que como el capitán Fa- treinta hombres de armas y cien caballos li-
bricio Colona era, según dicho es, ido adelan- geros y cincuenta infantes, con comisión de
te con los caballos á tomar lengua del ejérci- hacer una puente por donde el ejército fran-
to francés y su disposición, y supo la gran for- cés pasase de la otra parte del río, porque
taleza que tenían y de cómo era muy dificulto- estaban los franceses determinados de venir
so á esta causa entrarlos; por lo cual tornán- á las manos con los españoles; porque verda-
dose con sus caballos avisó de todo al Gran deramente pensaban que si pasasen el Gare-
Capitán, el cual luego mandó tornar la gente llano, en breve los españoles serían rotos en
á Sant Germán de donde habían salido. Y tor- campo y el reino vendría luego en su poder,
nándose la gente su camino, en este retraer, y por esta razón habían los franceses enviado
después de pasada gran parte del día, ya que aquel capitán con la sobredicha comisión. Y
quería anochecer, entre Aquino y Sant Ger- por esta causa el Gran Capitán, viendo el daño
mán, vino tan grande tempestad de agua que que en pasar los franceses de esta otra parte
todo el ejército fué metido en mucho trabajo del río se le podía seguir en el reino, deter-

y peligro de sus personas, y lo que más les minó estorbarles con todo su poder, y así con
causaba pasión era que la noche sobrevino mucha diligencia el Gran Capitán envió sobre
con muchas tinieblas y oscuridad increíble, Roca de Andria al capitán Fabricio Colona y
que apenas veían el camino; y de esta manera á Diego García de Paredes, para que trabaja-
esforzándose los unos á los otros, viendo que sen de tomar aquella villa, adonde estaba un
era mayor el daño que les podía suceder que- capitán llamado Federico de Mont Fort con
dándose en el campo que no el que les cau- guarnición francesa, y no consintiendo echar
saba caminar, aunque con harto trabajo, alle- la pueate al capitán Monleón, que según di-
garon á Sant Germán bien fatigados, y de cho es, para ello llevaba comisión. Llevaban
esta manera el Gran Capitán y gente del ejér- estos capitanes españoles dos mil infantes y
cito se retrajeron á sus estancias, dando des- cuatrocientos caballos y cinco piezas de arti-
canso á sus miembros, que bien lo habían me- llería, con lo cual se partieron una mañana de

nester, según el gran trabajo que pasaron. Sant Germán, y la noche bien tarde llegaron
sobre Roca de Andria, adonde se concertó
que Fabricio Colona con los caballos estuvie-
CAPÍTULO CIIII
se en el paso del río y no dejase echar la
De cómo el Gran Capitán envió á Diego Gar- puente en ninguna manera á los franceses, y
cía de Paredes y al capitán Fabricio Colona Diego García de Paredes con la infantería y
sobre Roca de Andria, que se tenia por Fran- artillería combatiese la villa. Y con esta orden
cia, adonde en el rio del Garellano estaba cada uno de los sobredichos capitanes puso
un capitán francés con comisión de hacer por obra lo que debían de hacer aquella no-
aria puente por donde el ejército francés pa- che que llegaron sobre Roca de Andria. Diego
sase, y de lo que sobre ello sucedió. García de Paredes dio orden en el asiento del
artillería para que luego en la mañana se com-
Después que el Gran Capitán se tornó, se- batiese la villa, según que se hizo, y asimismo
gún dicho es, á Sant Germán, luego como fué ordenó su gente por sus estancias para que
de día, aquella mañana siguiente, procurando diesen la batalla por partes diversas, cuando
de todo punto la reducción de aquel reino en menester fuese. Finalmente, siendo de día,
merced del Rey D. Fernando de Castilla y de Diego García de Paredes mandó batir la villa
Crónicas del Gran Capitán.—
210 CRÓNICA GENERAL
con el artillería, la cual se batió con mucha for- mos, se había quedado con la gente de caballo
taleza, de tal manera que hizo un gran portillo de esta otra parte del río para vedar al capi-
en el muro, por donde Diego García de Pare- tán Monleón que no hiciese por allí paso, sa-
des metiendo en armas su gente comenzó á biendo en cómo ya era partido y que llevaban
batir la villa y dar la batalla; adonde se pasó el camino adonde todo el campo francés esta-

muy gran trabajo, por razón que la villa es ba, hízolo luego saber á Diego García de Pa-
muy fuerte y tiene un castillo de muy grande redes, y por esta razón lo más aína que pudo
defensión. Pero en fin de mucho daño, así en se desembarazó de la Roca de Andria, y de-
una parte como en la otra, Diego García de jando allí gente de guarnición se fué con toda
Paredes tomó la villa por el Rey de España la más gente que tenía á juntar con Fabricio

por fuerza de armas. Los que la defendían, Colona. Y ambos á dos capitanes con los in-
viendo los españoles dentro, todos se retra- fantes y caballos que llevaban se fueron por
geron á la Roca. Pero no les fué aquel lugar la otra parte del río abajo, porque se decía

tan seguro como pensaron tenerle, por razón que los franceses querían pasar por la otra
que Diego García de Paredes los amenazó parte del río abajo, pues por aquella parte ha-
con batalla, y tanto hizo de su persona con bían sido estorbados. Y así los españoles pro-
su gente, que sin detenimiento convino á los curaban en todas las maneras del mundo de
de la Roca darse por el Rey de España, y de irles á la mano en aquel hecho, y con esta vo-

esta manera la Roca de Andria vino en mer- luntad apresuraron su camino á tiempo que
ced del Rey Católico de España. En este me- los franceses aderezaban de hacer el paso á
dio, á la sazón que la Roca se combatía, el ca- la otra parte del río del Garellano. Es este
pitán Monleón, viendo la gente que contra él río en la provincia de Campania y va á entrar
eran venidos y de cómo la Roca de Andria es- en el mar Mediterráneo. Por la otra parte de
taba ya por España, dejó aquel hecho de la Mola corre entre Sant Germán y Ponte Corvo
puente imperfecto y fuese á Roca Guillerma, y nace del lugar del lago de Celano, junto á
donde el ejército francés era ido para la to- Celano y Ortuchia. Es muy grande río y muy
mar. Y como no pudieron hacer lo que quisie- hondo, por manera que no se halla en él vado
ron, por razón de la guarnición española que ninguno, en especial en aquel tiempo que era
ende estaba, la cual se retrajo á las fuerzas año de muchas aguas y era en el principio del
de la villa, adonde hechos fuertes por demás invierno. Por esta razón los franceses te-
trabajaron los franceses de los querer tomar, nían voluntad de pasar el Garellano á se ver
y así se hubieron de retirar y se fueron al Ga- con los españoles á las manos. Diego García
rellano, dejando á los españoles de Roca Gui- de Paredes y Fabricio Colona, llegando lue-
llerma como de antes estaban en guarnición; y go, asentaron su real contra los franceses por
luego como llegaron en aquel lugar del río del la otra parte del río y no los dejaron hacer
Garellano ordenaron de pasar de esta otra el paso para pasar la otra parte del río como
parte del río, que á la verdad no era otro su deseaban, y los franceses no hacían sino pa-
deseo, salvo venir á las manos con los espa- sar en barcas de la otra parte del río á es-
ñoles. caramuzar con los españoles por darles reba-
tos en aquel lugar donde se habían alojado.
CAPÍTULO CV En las cuales escaramuzas los españoles por
De cómo Diego García de Paredes después que se defender entre los unos y los otros había
hubo tomado la Roca de Andria. juntamen- siempre muertos y heridos de la una y de la
te con el capitán Fabricio Colona, se fueron otra parte. De esta manera aquellos capitanes
el ríoabajo del Garellano, adonde hallaron españoles detuvieron á los franceses, que
el campo francés ordenando de echar la nunca pudieron echar la puente hasta que tu-
puente abajo para pasar, y de cómo el Gran vieron lugar, según que abajo se dirá. En este
Capitán se vino á juntar con ellos en aquel tiempo el Gran Capitán, que estaba, según
lugar. dicho es, en Sant Germán, como supo la nece-
sidad que de su persona y gente había en el
Después que Diego García de Paredes hubo Garellano y lo que los franceses trabajaban
tomado la Roca de Andria, según que dicho en querer pasar de la otra parte del río echan-
es, el capitán Fabricio Colona, que, como diji- do su puente, y el trabajo con que"de aquellos

á
DEL GRAN CAPITÁN 2U
dos capitanes era defendido aquel paso, luego de aquel lugar. Y de esta manera otro día si-

á muy gran priesa se partió de Sant Germán guiente, siendo de guardia el capitán Pedro
con todo su ejército y fuese á juntar con Fa- de Paz y Alonso de Carvajal, fueron avisados
bricio Colona y con Diego García de Paredes cómo otro día habían los franceses de echar
en el Garellano. Y como allegó en el lugar con- la puente, porque ya la tenían acabada y no

trario de los franceses, viendo la disposición les faltaba otra cosa salvo de echarla en el
de la ribera y asimismo el ejército francés y río para pasar de la otra parte. Y los capita-
su asiento, con muy gran diligencia ordenó nes españoles que eran de guardia, no se ha-
como convenía la guardia de la ribera que llando muy seguros en aquel hecho, enviáron-
está junto á la torre, adonde Pedro de Paz y lo á decir al Gran Capitán, diciéndole asimis-
Alonso de Carvajal habían quedado, cuando mo que mandase poner recaudo en la guardia
el Gran Capitán se partió de Sant Germán, del paso, porque
ellos cumplían aquella no-
según dicho es. Y luego más abajo en la ribe- che con su guardia y habían sabido que la
ra junto á la marina, adonde estaba una torre mañana siguiente habían los franceses de
fuerte, envió al capitán Pedro Navarro y á echar la puente, y que ellos no tenían aderezo
otros capitanes con seiscientos hombres de suficiente para les defender el paso. Luego á
guerra para que estuviesen allí en guardia de la noche que cumplieron la guardia Pedro de

aquella ribera, y llevaron asimismo cuatro fal- Paz y Alonso de Carvajal, el Gran Capitán en-
cor.etes y otra artillería menuda. Y hecho esto vió á Diego García de Paredes con la gente
el Gran Capitán, viendo cómo los franceses que le pareció ser bastante para la guardia
querían echar en el río la puente, ordenó de del paso, y Diego García de Paredes con
no poner guardia en la ribera del río, por cuya aquella gente tomó la guardia y estuvo ende
defensión y seguridad del Gran Capitán man- todo lo demás del día que los franceses no
dó hacer una trinchea, para que los españoles echaron la puente; y siendo á hora de víspe-
que estuviesen de guardia en aquel paso es- ras los franceses comenzaron á echar la puen-
tuviesen cubiertos sin que recibiesen algún te, la cual era con grande ingenio de barcas

daño de la artillería francesa que desde la ri- encadenadas y entretravadas unas con otras,
bera les tiraba. Después de esto un día, sien- y encima de ellas enclavadas unas tablas muy
do de guardia en el paso de la ribera el coro- gruesas, por manera que se puede decir ser
nel Villalba y el capitán Zamudio y el capitán aquella puente hecha con no menor ingenio
Pizarro, pasaron en barcas de esta otra parte que las que Julio César, dictador de Roma,
adonde la guardia española estaba hasta hizo para que su ejército pasase el río contra
ochenta franceses, y atravesando el río vinie- los sicambros, según que se lee en sus mis-
ron á dar junto aquel lugar, donde hallaron mos comentarios. Después que fué la puente
que hacían la guardia los españoles. Y el capi- echada, según dicho es, pasaron por ella hasta
tán Zamudio y los otros capitanes, como los cuatrocientos franceses; y todos juntos, con
vieron venir, salieron á ellos con cuarenta buena orden y grande ímpetu, dieron en la
hombres y pelearon un gran rato con ellos; y guardia española que Diego García de Pare-
de tal manera los recibieron que á fuerza de des tenía, el cual los recibió con no menor
brazos los levantaron hasta dar con ellos en ánimo que fortaleza; porque siendo Diego
el río en aquel lugar donde las barcas habían García de Paredes hombre de gran hecho en
quedado, adonde en su seguimiento mataron la guerra, procuró á la sazón con todas sus
é hirieron algunos franceses; los cuales, sien- fuerzas dar buena cuenta de sí y de la guar-
do en barca metidos, se pasaron á su cam-
la dia del paso que le había sido cometida; y por
po de otra banda del río; los españoles se
la esta razón arremetió con toda su gente á los
tornaron al lugar donde hacían la guardia. franceses, y de tal manera se hubo con ellos
Muchos días estuvieron españoles y france- que en muy breve tiempo los desbarató á to-
ses en aquella ribera, en que no dejaban cada dos y por fuerza de armas los hizo retraer á
día de visitar con escaramuzas, por razón la puente. Y en tanto aprieto los puso y tan
que los franceses nunca hacían sino pasar en de recio cargó sobre ellos, que no pudiendo
barcas el río y atravesar de una y de otra todos entrar en la puente, los que de fuera
parte á se ver con los de la guardia española, quedaron cumpüeron con sus vidas, siendo
forzando siempre los franceses de los echar ende todos muertos á golpes de espada. Hubo
212 CRÓNICA GENERAL
muchos ahogados en el río, los cuales fueron ron, perdieron la guardia y por poco no se
por todos más de cincuenta franceses. El perdieron todos. Y causa de la desor-
fué la

Gran Capitán, que ya había sabido cómo los den consentir salir los capitanes á su gente
franceses se habían pasado con la gente de toda de tropel, de donde sucedió que estando
la guardia y que Diego García de Paredes an- el artillería francesa asentada contra la punta

daba peleando con ellos, envió á gran prie- del bestión de la guardia española y la gente
sa un soldado que dijese á Diego García de saliese á escaramuzar con los franceses toda
Paredes que hiciese como quien él era y que de tropel, descargáronla toda junta contra los
si hubiese menester socorro de gente que soldados de la guardia, de lo cual murieron á
se lo hiciese saber y que luego le socorre- esta causa muchos hombres llevados con el
ría con gente. Diego García de Paredes, que artillería. Y en esto los soldados italianos, que

grandes cosas había hecho aquel día, vien- mezclados con el escuadrón de los españoles
do que los franceses iban ya de vencida y andaban, como vieron el daño que el artille-
que no le podían durar mucho tiempo en el ría les hacía, no quisieron pelear, antes desam-
campo, envió á decir al Gran Capitán con el parando el bestión por su parte, se comenza-
mismo soldado: «Decid al Gran Capitán que ron todos de retraer al cuerpo de su campo.
en tanto que yo fuere de guardia que yo le Los alemanes, viendo que los italianos se re-
aseguraré el campo de los franceses, y que traían, comenzaron ellos asimismo á los se-
al presente no tengo necesidad de su ayuda guir, por manera que no quedaron en el cam-
ni de otro ninguno, y que no tenga temor po sino algunos españoles, los cuales, dado
que la guardia se perderá». Con esto se fué caso que se detuvieron un buen rato defen-
aquel soldado al Gran Capitán, y Diego Gar- diendo á los franceses no tomasen el bestión
cía de Paredes, forzando todavía á los fran- de la guardia, no pudieron tanto hacer que al
ceses, los hizo retraer á su campo, que de la fin no prevaleciese más el número desigual de

otra parte del río estaba, y él, dejándolos de los franceses; por donde convino á los espa-
seguir más, se tornó con su gente á su es- ñoles retirarse ásu campo como lo habían he-
tancia, adonde se estuvo hasta que pasó el cho los otros primeros, y de esta manera los
día de su guardia. franceses ganaron el bestión de la guardia,
con harto daño que el artillería hizo en los
españoles, el cual se perdió aquel día por el
CAPÍTULO CVl
mal orden de los capitanes que en él cargo te-
De cómo siendo de guardia en el paso de la nían. Y á esta sazón se había yacomenzado á
ribera D. Rodrigo Manrique y Alonso de la sentir en el campo español este desbarato
Rosa perdieron aquel dia á la guardia, y lo de los de la guarda, por lo cual todos alboro-
que después de esto sucedió. tados tomando las armas á muy gran prisa, el
que más aína podía iba á echar los franceses
Después que Diego García de Paredes, se- de aquel lugar que los suyos habían perdido.
gún dicho es, cumplió su guardia, otro día si- Pero viendo venirátodo el ejér-
los franceses,
guiente el Gran Capitán señaló que fuese de cito español sobresí, lo mejor que pudieron

guardia D. Rodrigo Manrique y Alonso de la se comenzaron á retirar á su campo, no se


Rosa, con cien españoles y con doscientos atreviendo á esperará los españoles que eran
alemanes y con doscientos caballos italianos. muchos más sin comparación que ellos y no se
Y estando que estaban haciendo aquel día la pudieran sustentar en la guardia de aquel
guardia, procurando en todas maneras los bestión que habían ganado. De los primeros
franceses apartar si pudiesen los españoles que socorrieron fué Diego García de Paredes
de aquella guardia, que aquello les era muy y el capitán Zamudio y el capitán Pizarro y el
grande impedimento á su propósito, que era coronel Villalba con mil y quinientos hombres,
pasar de esta otra parte del río, según dicho y fueron ala mayor prisa que pudieron en se-
es, pues este día determinaron pasar la puen- guimiento de los franceses, que ya se habían
te; y como fueron de esta parte de la puente comenzado á retraerse muy á su salvo. En
arremetieron recio contra la guardia españo- esto, luego tras ellos allegaron el Gran Capi-
la, y los capitanes españoles, por mala orden tán con toda la demás gente del ejército, al

que en el recibimiento de los enemigos tuvie- cual como Diego García de Paredes fuese y

i
DEL GRAN CAPITÁN 213

viese al Gran Capitán díjole: «Señor, qué ha- morrión, tomó una espada de dos manos en el
bernos hecho, pues que nuestros enemigos sin hombro y se metió por la puente del Garella-
temor nuestro se metieron por los términos de no que los franceses habían echado poco an-
vuestro campo haciendo el daño que, señor, tes. Los franceses como le conocían, viendo

veis que han hecho? Gran vergüenza es nues- que venía solo y con un continente que pare-
tra». Entonces el Gran Capitán, creyendo que cía venir de paz, se allegaron pacíficamente á

los franceses habían quedado apoderados en hablarle; el cual en llegando á ellos los saludó
el bestión de la guardia, mandó que todos con mucha cortesía, y los franceses asimismo,
juntos arremetiesen contra ellos y los echasen y llegado que fué, los franceses le dijeron:
de la guardia y que cobrasen el bestión. Diego «¿Qué manda el valeroso capitán Diego Gar-

García de Paredes, que muy bien sabía el es- cía de Paredes?» El cual les respondió: «Yo
tado de los franceses, de cómo dejado el bes- querría hablar al capitán general y álos otros
tión se retiraban á la puente, dijo alGran Ca- capitanes cosa que á todos conviene; por esto
pitán: «Señor, lo que los franceses deseaban haced que todos se ayunten aquí». Lo cual
hacer ya me parece que lo han hecho, que ha hacía con fin que como el artillería francesa
sido quitar nuestra guarda del paso con el estaba toda casi las bocas de los cañones á
daño y muerte de vuestra gente; ya ellos se la puente, por donde ningún español podía pa-

retiran á su campo, desamparando vuestra sar sin ser muerto, llegados allí los franceses
guarda y no hay al presente casi con quien tenían á sus espaldas el artillería, de tal ma-
pelear; por tanto, señor, mi parecer es que no nera que no podía jugarse sin matar primero
pasemos más adelante, y pues de esta otra á los mismos franceses que habían venido á
parte no hay ningún francés con quien pelear y hablar con Diego García de Paredes. Pues
no tenemos otros enemigos con quien comba- pidiendo Diego García de Paredes por el ca-
tir sino es con su artillería, que muy peligro- pitán general y otros capitanes para que allí

sa se muestra contra nosotros, según que ha- se juntasen, que les quería hablar, según
bernos visto, para haber de aventurar la gente dicho es, y venidos todos, Diego García
allí

de esta manera mejor sería que esperásemos de Paredes «Ya sabéis todos cómo
les dijo:
áque pasasen mil ó dos mil francesesyque en- el Gran Capitán Gonzalo Hernández y otros

tonces diésemos todos sobre ellos, adonde sin muchos y entre ellos yo habemos venido aquí
ninguna duda teníamos cierta la victoria y po- por servir al Rey D. Fernando, nuestro se-
díamos ganar todo su campo». El Gran Capi- ñor, acerca de la conquista de este reino de
tán le respondió fuera de todo buen propó- Ñapóles, y vosotros como servidores del po-
sito diciéndole: «Diego García, pues no puso deroso Rey Luis de Francia, para oponeros
Dios en vos miedo, no lo pongáis vos en mí». contra nosotros, y pues por esta razón aquí
Entonces Diego García de Paredes, con muy nos habemos juntado, bien será hacer prueba
grande enojo que de aquellas palabras que de nuestras personas». Y diciendo esto, con
el Gran Capitán le dijo recibió, le tornó á res- la espada de dos manos que tenía se metió
ponder: «Señor, lo que yo tengo dicho no son entre ellos, y peleando como un bravo león,
palabras de miedo, que si hoy no hay quien empezó de hacer tales pruebas de su perso-
meta mayor miedo en vuestro campo que yo na, que nunca las hicieron mayores en su tiem-
meteré, seguro está; pero yo haré que de po Héctor y Julio César, Alejandro Magno ni
aquí á veinte días, si quisiéredes caminar, nos otros antiguos valerosos capitanes, parecien-
metamos dentro en Francia, quedando venci- do verdaderamente otro Horacio en su denue-
dos y rotos los franceses». Y en diciendo estas do y animosidad. Los españoles que él había de-
palabras muy airado descendió de su caballo jado aparte, viendo lo que pasaba, todos hechos
y púsose á pie con la infantería y á muy gran una cuña arremetieron á la puente, así para
priesa comenzó á caminar hacia la puente con socorrerle como para pelear con los franceses,
voluntad de pasar de la otra parte á pelear los cuales, viendo venir á los españoles tan de-
con el campo francés. Y para esto usó de un terminados á se meter por la puente, saliéron-
ardiz muy de sabio, y fué que mandó parar su les al encuentro y mezclados con ellos comen-
gente algo apartados de la puente y fingiendo zaron á pelear con mucha fortaleza, y como
que iba á hablar con los franceses, así como Diego García de Paredes estuviese tan encen-
estaba armado, quitado el almete y puesto un dido en ira, por lo que poco antes había pa-
214 CRÓNICA GENERAL
sado él y el Gran Capitán, hacía tanto de su

persona, que sin duda ninguna si la otra gen- CAPÍTULO CVII


te española fuera igual en número con los fran- De cómo el Gran Capitán, pareciéndole bien lo
ceses, aquel día se perdiera todo el campo que Diego García de Paredes había dicho,
francés.Y así se mostró tanto que con aque- quitó la guardia del paso de la puente; y
llagente que traía consigo entre muertos á cómo un capitán gallego que estaba en la
golpe de espada y anegados en el río fueron torre del Garellano la vendió á los franceses
aquel día más de quinientos franceses. Y ver- por dinero, y de lo que sucedió.
daderamente todavía pasaran los españoles la
puente sino por razón del artillería que anda- Retirado que fué Diego García de Paredes
ba muy espesa entre los españoles y morían á laestancia donde los españoles tenían la
muchos de aquella causa, por haberse retraí- guardia, y los franceses tornados á su campo
do los franceses de tal manera que podían con gran pérdida que aquel día hubieron en
jugar su artillería contra los españoles que su gente, según dicho es, el Gran Capitán
estaban en la puente. Y lo que más les dañaba pesó muy bien lo que Diego García de Pare-
era que puente y sitio de ella era llano y
la des el día antes le había hablado aconseján-
no había ende reparo alguno do se pudiesen dole. Al cual pareciéndole muy bien el consejo
defender del artillería y muy gran daño reci- y buen aviso, determinó de lo así hacer y po-
bían; determinaron todos juntos de se retirar ner por la obra, y por esta razón luego mandó
al bestión de su guardia. Y como Diego Gar- á los españoles que tenían aquel día la guar-
cía de Paredes anduviese en tanto peleando dia del paso de la ribera que la dejasen y se
con los franceses, creyendo que, según las recogiesen todos á su campo, pensando que de
palabras pasadas del Gran Capitán, tenía vo- aquella manera, viendo los franceses desam-
luntad de pasar la puente á pelear de la otra parada la guardia que los españoles solían
parte con todo el campo francés, no miran- tener, pasaban contra los españoles poco á
do cómo toda la gente suya se retiraba, que- poco; y así de aquella manera pensaban des-
dó él solo en la puente como valeroso ca- hacerlos en muy poco tiempo, según que Die-
pitán peleando con todo el cuerpo de los fran- go Garcia de Paredes lo había pensado. Fi-
ceses, pugnando con todo su poder de pasar nalmente, dende ahí adelante no se curaba el
adelante. Pero como él no fuese sino uno Gran Capitán de poner guarda en el paso de
solo, dado que grandes cosas hacía en armas, la puente, esperando que los franceses pasa-
no pudo tanto sufrir que no sintiese bien la sen. Pero no avino así como el Gran Capitán
fuerza de los franceses, la cual por le traer á deseaba, antes espantados los franceses de
la muerte ponían. Y por esta razón, siendo lo que el día pasado habían con los españoles
amonestado de sus amigos que mirase su no- habido, adonde murieron, según dicho es,
torio peligro, le convino lo mejor que pudo muchos, viendo con cuánta osadía y atrevi-
recogerse adonde su gente estaba, y así, aun- miento los españoles les habían acometido, no
que bien cargado de golpes, por su fuerza y teniendo en nada el peligro de sus vidas, y
valor, salió del poder de los franceses, que en menos el artillería, que muy gran daño les
aquel día le pusieron en muy gran peligro la hacía, como habéis oído en el capítulo antes
vida; y cierto Nuestro Señor le quiso favo- de éste, determinaron de no pasar más por la
recer y guardar aquel día en particular, por- puente, sino que con mucho secreto se partie-
que allende del daño que de la gente con sen de ahí la vía de Gaeta, adonde pensaban
quien se combatía podía recibir, descargaron tener aquel invierno, con voluntad que aque-
contra él algunos cañones de artillería menu- lla punta del verano venidero saldrían por

da y gruesa, ninguno de ellos le perjudicó en otra parte á conquistar aquel reino, y que asi-
cosa alguna, aunque de verdad fué mucha la mismo mediante aquel tiempo el Rey de Fran-
gente española que murió á manos de los fran- cia les socorrería con más gente, con que re-
ceses. Finalmente, librándole Dios su persona harían muy mejor su ejército que á la sazón
de peligro, se retrajo adonde la demás gente tenía. Estando, pues, los franceses en esta
española estaba en el bestión de la guardia, voluntad, no dejaban, ya que por la puente no
donde lo recogieron alegremente viéndole pasaban, de atravesar el río con barcas y es-
sano. caramuzar con los españoles y tornarse á su
DEL GRAN CAPITÁN 215

campo lo más á su salvo que podían. Y con aquellos soldados la causa que hubo en la
esto un día acaeció que pasando doscientos pérdida de aquella torre, y la diligencia que
franceses en barcas el río abajo, vinieron á los gallegos en la defensa pusieron, que ver-
dar en la torre del Careliano, adonde, según daderamente le pareció ser así verdad, les per-
arriba dijimos, el capitán Alonso de Carvajal donó, como aquel que erael más humano y

y Pedro de Paz con su gente de guarnición manso de corazón de los nacidos. Pero al fin
habían quedado cuando vino de Mola á Sant como las cosas de semejante calidad no duren
Germán, y después que vino de Sant Germán mucho tiempo encubiertas, dende algunos días
á se poner en aquella ribera en contra de los que esto pasó, se supo en el campo español
franceses, el Gran Capitán les había mandado la traicióny fea contratación de los gallegos,
juntar consigo, dejando ende un capitán galle- de cómo habían vendido á los franceses la
go con diez hombres de guerra con todo lo ne- torre por dos mil coronas, según dicho es; y
cesario para sustentación de la torre, para por esta razón, indignados contra los gallegos
que no solamente la defendiesen con todo su no embargante al perdón del Gran Capitán,
poder y fuerzas, que según la fortaleza de la entre sí mismos los hicieron á todos pedazos,
torre era solos ellos bastaban para la defen- no dejando hombre de ellos á vida, por ma-
der; empero que avisasen al Gran Capitán de nera que los gallegos acabaron con el castigo
todo lo que en el campo francés pasaba, de que su dañada codicia mereció.
donde muy bien señoreaba y atalayaba el
asiento de los franceses. Los cuales como vi-
CAPÍTULO CVIII
nieron sobre la torre, con gran diligencia in-
tentaron de tomar por fuerza de armas, y
la De cómo el Gran Capitán ordenó quemar la

así le dieron algunos combates. Pero según puente de los franceses con un ingenio de
la torre era fuerte por demás, les era á los fuego artificial, y de la gran hambre y pesti-
franceses pugnar de la tomar contra la vo- lencia que á la sazón habla en el ejército es-

luntad de los de dentro, y por esta razón de- pañol y francés.


terminaron de contratar secretamente con los
gallegos que les diesen la torre, que ellos les Mucho tiempo estuvieron españoles y fran-
prometían de dar dos mil coronas de oro.
les ceses en el río del Garellano debajo de los
Los gallegos luego de presente no querían más fortunosos días que nunca fueron de
aceptar tan feo partido; pero al fin, como es- aguas y nieves, que, según en muchos lugares
timasen más la codicia del dinero que no la de esta historia está dicho, fué aquel invierno
honra que les debiera constreñir á no hacer elmás recio que nunca los nacidos se acuer-
cosa de tanta infidelidad y menoscabo, cre- dan haber visto; y junto con esto los ator-
yendo que ya que vendiesen la torre no se mentaba mucho gran penuria que de bas-
la

sabría, poniendo alguna colorada excusa en timentos tenían, de cuya causa con muy gran
aquel caso, determinaron de tomar las dos trabajo la gente se sostenía, y verdaderamen-
mil coronas y de dar la torre á los franceses. te si no cayera en nación aparejada para tra-
Finalmente, los franceses trajeron las dos mil bajos más que cuantos hoy son, no se pudie-
coronas y los gallegos las recibieron, dejando ran sufrir que de aquel lugar no se levanta-
á los franceses apoderados en la torre, y yén- ran. Pero contra todos los trabajos se ponían
dose á su campo se presentaron ante el Gran los españoles por no perder un tan solo pun-
Capitán pidiéndole perdón debajo de una fal- to de su honra, que es de ellos muy estimada.
sa relación que le hicieron; y fué diciendo ha- Asimismo les allegó con la hambre la pestilen-
bían trabajado en la defensa de aquella torre cia que fué Nuestro Señor servido dar en el
muchos días, en los cuales habían pasado gran campo español, de que muchos soldados fue-
hambre y no menor temor de ser ende toma- ron tocados y muertos. Por lo cual viendo
dos y ser todos muertos, y viendo cómo no cómo duraba tanto tiempo en el ejército la
habían podido ni pudieran sustentarse más hambre, que gran pasión sentían, y asimismo
tiempo en la torre, á esta causa sacaron por el temor que de la justicia divina contra ellos

mejor partido de se la dejar á los franceses se mostraba tenían á causa de aquella conta-
con sus vidas que perecer sin sacar fruto de giosa enfermedad, comenzaron todos á decir
su pertinancia. El Gran Capitán, oyendo á al Gran Capitán se levantase de aquel lugar,
216 CRÓNICA GENERAL
pues que veía el gran trabajo que padecían, lo fué así, que en una barca grande hizo meter
uñó de hambre, lo otro de enfermedades de mucha mucha composición de fuego ar-
leña y
que se moría mucha de^u gente, y que place- y en otras barcas hizo meter mucha
tificial,

ría á Nuestro Señor que mudando el lugar, gente de guerra en conserva de la otra barca
todo se repararía y la enfermedad cesaría. que llevaba el fuego; y había de ser que un
Esto todo decían al Gran Capitán cada día, y poco antes que llegasen á la puente habían de
entre ellos andaba un murmurar, casi dando pegar el fuego y poner la boca debajo de la
á mostrar que si el Gran Capitán no se alzaba puente, por manera que, como la puente fuese
de aquel lugar, ellos se levantarían contra su sobre barcas edificada, fácilmente se quemase.
voluntad. Pero el Gran Capitán, que en pru- Finalmente, con esta orden, siendo á boca de
dencia y sagacidad de las cosas de la guerra noche la sobredicha gente en las barcas, se
no hallaran otro su igual, con palabras llenas partieron tomando un trecho bueno el río arri-
de toda mansedumbre comenzó de decir á sus ba de la puente, y viniendo el río abajo pusie-
soldados: que bien conocido tenía el gran sa- ron fuego á la barca en que venía la com-
ber suyo y el buen consejo que en muchas posición, mucho antes que debieran; por ma-
cosas le habían dado, el cual había seguido nera que, comenzando á arder con mucha for-
conforme á sus voluntades de ellos; pero el taleza, como allegó á la puente no llevaba
que al presente le daban, que era que se le- fuerza ninguna, y así por no lo saber hacer
vantase de aquel lugar, no cabía en su cora- aquellos á quien aquel caso fué cometido, no
zón; que por esta razón no estaba determina- hubo efecto ninguno, el cual se siguiera muy
do de le seguir; lo uno porque si se levantase cumplido si á tiempo conveniente se pusiera
de aquel lugar los franceses que no se osaban el fuego, y todavía pudiera ser que aprove-
determinar de hacer de sí cosa, á la hora li- chara, sino que á la sazón que comenzó de
bremente harían á su voluntad de se ir á Gae- arder la barca, vino muy fuerte agua del cielo,
ta, adonde se reharían aquel invierno, que por manera que en breve mató el fuego. Y por
sería no haber hecho nada en todo lo pasado está razón, dejando los de las barcas aquel
y perder todo aquello que hasta allí habían hecho imperfecto, se tornaron á sus estancias
trabajado. Lo otro era que los franceses no enojados y mal parados del agua que en muy
estarían tan á su sabor que no sintiesen ellos gran cantidad cayó aquella noche, y con gran
lo mismp, y aun por ventura mucho más que pasión que tenían del poco fruto que de aquel
en su ejército se sentía, porque clara cosa es hecho habían sacado, que por muy cierto te-
que siendo una misma tierra y no adonde los nían que hubiera buen fin si se supiera hacer.
franceses estaban tan abundante como la que
ellos tenían, le sería asimismo comunal el mal
CAPÍTULO CIX
y falta de bastimentos que tenían, y por tan-
to, él determinaba de no se mover de aquel De cómo el Gran Capitán ordenó de hacer otra

lugar, diciendo que de mejor voluntad iría puente por la parte de arriba del río del Ca-
tres pasadas adelante á buscar la muerte que reliano, y de cómo vinieron á su real Barto-
no dar tan solo un paso atrás buscando la lomé de Alviano y otros muchos caballeros
vida. Con esto que el Gran Capitán dijo á los Ursinos á le ayudar en aquella guerra.
suyos, sabiendo su voluntad cuan firme fuese
de corazón, determinaron de seguir su conse- Contado ha la historia que el Gran Capi-
jo, deseando morir donde su capitán muriese tán, siguiendo elconsejo y parecer de Diego
y vivir donde viviese, y así se detuvieron que García de Paredes, mandó retirar á su campo
de ahí adelante no entendían en pensar en la los que hacían la guardia en el paso de la
hambre y enfermedad que tenían, sino en bus- puente de los franceses, pensando que los
car nuevas artes y maneras para echar los franceses, siendo desembargados del paso de
enemigos de allí y quitarles del todo la parte la guardia de la ribera, más libremente tenta-
que del reino tenían. Pues entre muchas cosas que de aquella
rían á pasar de la otra parte, y
que se hacían, el Gran Capitán ordenó de ha- manera se podrían los españoles aprovechar
cer un ingenio con el cual de todo punto ani- mejor de los franceses. Pues dice ahora la
quilarían lo que de la puente los franceses ha- historia que después de la refriega de aquel
bían hecho, metiéndola toda por el suelo. Y día en que, con muerte de más de quinientos
DEL GRAN CAPITÁN 217

franceses, los españoles se señalaron sobre contrarios les habían sido, daban verdadero
la puente del Careliano, nunca más quisieron testimonio. Finalmente, después de la muerte
los franceses pasar la puente como solían, an- del Papa Alejandro sexto, habiendo hecho
tes determinaban de se querer levantar de cosas señaladas en la ciudad de Ariminio y

allí y irse á tener aquel invierno á Gaeta, lo en otras tierras de la Iglesia, y asimismo con
cual verdaderamente causara muy gran dila- el Duque Valentino y su estado, según que

ción en aquel negocio si de otra manera no en muchas escrituras auténticas se halla, Bar-
sucediera, según que abajo se dirá. Pues vien- tolomé de Alviano con estos capitanes y ca-
do el Gran Capitán cómo ya los franceses no balleros que he dicho en la historia, se vi-
pasaban como solían, andaba muy solícito nieron á serviral Rey de España contra aque-

buscando todas las maneras que podía para llosque hasta allí habían tenido por muy ami-
dañar á los franceses; y así acordó de hacer gos. Pero á la verdad, según que otras mu-
el río del Garellano arriba, encima de la puen- chas veces habernos dicho, nadie no debe fiar
te de los franceses dos millas, otra puente en la fe de aquellos Príncipes de Italia, por-
por do pasase la gente de su ejército de la que allí vive aquel que vence, y de esta ma-
otra parte del Garellano á dar en los france- nera, como acaece entre los perros, allégan-
ses por sus estancias, que de aquel hecho es- se vencedor y tórnanse del vencido. Pues
al

tarían bien descuidados. Pues estando el Gran el Gran Capitán, con la venida de estos caba-

Capitán en esta voluntad inclinado, vino al lleros, considerando la necesidad que de gen-
real Bartolomé de Alviano, que fue capitán te tenían y el buen socorro que le había lle-
mucho tiempo de venecianos y era varón de gado, húbolo á gran placer y así los recibió
muy excelente y sutil ingenio y en el oficio de con muy grande honra, según que á tales hom-
la guerra muy avisado, con el cual vinieron bres convenía; y en especial se holgó con el
muchos nobles caballeros y todas las cabezas capitán Bartolomé de Alviano, que, como di-
de los Ursinos, y allí vino Fabio Ursino y Pa- cho es, era varón de muy gran saber y discre-
blo Ursino. Fabio Ursino murió en esto del ción, y con el Gran Capitán comunicaba todos
Garellano de una saeta que le hirió en la ca- los hechos de aquella guerra, y así le dio par-
beza. Vino asimismo el hijo del Conde Pitila- te de lo que tenía determinado de hacer acerca
no, Nicolao Ursino y Firmato Ursino, un buen de la puente para pasar á los franceses, dán-
caballero, y con ellos venían el Príncipe de dole asimismo cuenta de lo que hasta allí le
Agilina y el capitán Vitiloso y Julio Vitilio su había acaecido con los franceses, diciendo
hermano con otros muy buenos caballeros, y cómo ya no pasaban como solían por la puen-
traían consigo cien hombres de armas y dos- te á escaramuzar con ellos, y que le pesaba
cientos caballos ligeros y mucha y buena in- mucho según la necesidad que en su ejército
fantería. Bien es de creer que estos caballe- había y la enfermedad tan cruel como entre
ros y capitanes, siendo hasta este tiempo ene- ellos estaba sembrada, y de esta causa tenía
migos del Rey de España, que no le vinieron voluntad de una vez dar fin en aquel hecho
á ayudar en esta guerra tanto por le servir del río y no diferirlo tanto tiempo. Díjole asi-
principalmente cuanto por su propio interés, mismo la gana que su gente en general tenía
que era ver á los españoles apoderarse de que el ejército se retrajese á otro lugar para
todo punto ó al menos en lo más y en lo me- que se reformase de provisiones y de salud,
jor del reino de Ñapóles, que según hasta que mucho les era menester, y que hasta en-
allí habían llevado lo peor los franceses y no tonces los había detenido amorosamente con
se esperaba que alzarían más cabeza; por voluntad que tenía de hacer aquella puente y
donde si los franceses perdían aquello poco de ir á dar en los franceses antes que ellos se
que tenían en el reino, sin ninguna duda á retirasen á Gaeta, según que lo tenían en vo-
ellos les convenía (quedando en desgracia del luntad de hacer. Otras cosas le dijo el Gran
Rey Católico) perder sus estados que en aquel Capitán, pidiéndole su parecer en todo. El
reino ellos tenían. Y por esta razón acorda- capitán Bartolomé de Alviano, que muy aten-
ron con buen seso de se reconciliar con el to estuvo á todo lo que el Gran Capitán le
Rey Católico y servirlo en aquella guerra y dijo, con deseo que tenía de le ayudar en
no esperar lo que sucedería por los franceses, aquella guerra, con gran fe y amor respondió
de cuyo fin los principios, que hasta allí muy al Gran Capitán diciendo: cuan grande incon-
218 CRÓNICA GENERAL
veniente era en un negocio de la calidad de aunque en el hacer de la puente se dio toda
aquel hecho poner dilación, y en especial vien- la brevedad que ser pudo, hízose un edi-
do lo poco que los franceses á la sazón tenían ficio no poco sutil y digno de ser igualado á
en el reino de Ñapóles y lo mucho que podían aquel de Jerges en el río Daño. Finalmente,
tener si les diese de holgura hasta
el verano puesta la puente, el Gran Capitán, que esta-
venidero; por donde muy
gran daño venía al ba con el ejército español en el paso, según
reino y á su ejército pujando en gente y fuer- que arriba es dicho, luego como supo que la
zas los franceses, y que pues ahora tenían puente era acabada y echada en el río, á la
tiempo aparejado para dar el fin en esta em- hora aderezó á se mover de aquel lugar y de
presa, que no esperase más ni largas dilacio- se ir á juntar con Bartolomé de Alviano en
nes, sino que se aprovechase del tiempo se- el lugar de la puente. Y un día, levantándose

gún que se podía, considerando asimismo la todo el ejército de allí con muy buena orden,
voluntad y deseo que su gente tenía de mo- acaeció que vino tan gran tempestad de agua
verse de aquel lugar; y que así lo haciendo, que los soldados y gente, que hasta allí iban
que á cualquier parte que los llevasen irían de en muy buena orden, no pudieron aguardar
muy buena gana, cuanto más que con aquel sus escuadrones, por manera que les convino
deseo, aunque les pareciese dificultoso al pre- á todos, unos por una parte, otros por otra,
sente, ellos irían contra los franceses, según ir á buscar lugares donde de tan gran tor-

que estaban mal parados con el tiempo y ham- menta de agua se pudiesen guarecer. Unos se
bre y enfermedades, de muy buena gana; ma- fueron así desordenados á Sant Germán y los
yormente viendo que lo mismo había en el demás tornaron con el Gran Capitán atrás á
campo de los enemigos, en especial no siendo la ciudad de Cieza y sus casares. Finalmente,

los franceses gente tan dura y aparejada para fué tan grande la desorden que aquel día hubo
sufrir trabajos como lo eran los españoles; en el ejército español, á causa de esto del
que de esta causa clara cosa era que el tiem- tiempo tan contrario, que luego se divulgó por
po que, así como era común, así lo sería en to- toda aquella provincia que los franceses ha-
das las otras cosas en necesidades que ellos bían desbaratado á los españoles y que los
tenían, por donde con mayor diligencia se de- habían hecho retirar con mucho daño á los
biese hartar su voluntad, que era hacer la sobredichos lugares, atribuyendo el desbara-
puente para pasar á los enemigos, y que ha- te de aquel ejército, no al tiempo, según que
ciendo ellos lo que debían en todo su poder de verdad se podía atribuir, sino á los fran-
que lo demás lo encomendasen á Dios, que lo ceses; los cuales podemos creer, según en
hiciese como él mejor fuese servido. Muy ale- aquel tiempo estaban de mal parados, que
gre fué el Gran Capitán con la respuesta de mayor deseo tendrían de paz que de guerra.
Bartolomé de Alviano, siendo como era alle- De esta causa se levantaron algunos lugares
gado á lo que él tenía de antes en voluntad por Francia que de antes eran de España,
de hacer, para lo cual en especial dio autori- como fué Oliveto y todo su condado y otros
dad ser aquel capitán hombre de muy gran lugares; pero al fin fueron reducidos á la Co-

consejo y bien experimentado en aquel me- rona de España, según que se dirá en su lu-
nester. Por lo cual luego sin más tardanza gar. Estuvo el Gran Capitán en Cieza doce
(dado caso que la gente del ejército quisiera días, en los cuales recogió su gente en uno,
antes que se retrajeran aquel invierno á Cie- que, como dicho es, todos se habían dividido
za ó á Ñapóles el Gran Capitán no quiso), por lugares diversos. Después que hubo lle-
dando muy gran priesa en el hacer de la puen- gado su gente, una tarde se partió de Cieza
te, la cual encomendó que la hiciese Bar- llevando el camino donde Bartolomé de Al-
tolomé de Alviano. Y con gran diligencia viano estaba con la puente, y fué á dormir
este capitán hizo llegar muchas barcas en aquella noche á un casar que está cuatro mi-
un lugar dos millas sobre la puente en esta llas del río, y luego otro día de mañana puso

manera: juntáronse tantas ruedas de ca- su gente por escuadrones y partióse de aquel
rretas cuantas era capaz lo ancho del río. lugar la vía del río. Y como llegó donde Bar-
Sobre estas ruedas se pusieron las barcas tolomé de Alviano estaba y vido la puente
que eran menester, y después sobre las echada hubo muy gran placer de ello, y exhor-
barcas se labró la puente; de manera que tando primero su gente con buenas y animo-
DEL GRAN CAPITÁN 219

sas palabras antes que pasasen la puente, de ran aquella noche que durmieron en los casa-
la manera que hizo Julio César pasando el Ru- res de Castelforte. Y con este temor luego
bicón, diciendo: /ccfúf est alea, dio la vanguar- aquella noche á la media noche se levantaron
dia al capitán Alviano y á Diego García de del Garellano haciendo meter en barcas todo
Paredes y á Pedro Navarro y al capitán P¡- el gruesa para que la llevasen el
artillería
zarro y á Leonardo Villalba con seiscientos Garellano abajo á la marina. Y hecho esto así,
españoles escogidos, los cuales pasaban pri- á muy gran prisa comenzaron á caminar la vía
mero la puente, y luego tras él pasó el Gran de Gaeta. En esto Bartolomé de Alviano y
Capitán con la retaguardia con los alemanes los otros capitanes y gente que llevaban en

y gente del ejército. Y caminando los españo- la vanguardia, no sabiendo que los franceses
les que llevaban la vanguardia la vía donde los eran levantados del lugar donde estaban, se
franceses tenían su real, allegaron á una villa estuvieron quedos en un llano que está á dos
que llaman Castelforte, que era en el camino, millas de Trayeto, y queriéndose mover de
y estaba por Francia con otros dos castillos allí para dar en los franceses, viniéronles nue-

comarcanos, los cuales tomaron á fuerza de va cómo los franceses se habían levantado del
armas y los dejaron por España. Luego pasa- Garellano y de cómo se iban á gran prisa ca-
ron adelante y fueron aquella noche á dormir mino de Gaeta y que se habían partido aque-
á unos casares que están abajo de Castelfor- lla noche á la media noche. Bartolomé de Al-

te, y allí estuvo el ejército aquella noche es- viano, que estaba para se mover en segui-
perando para luego á la mañana ir á dar en el miento de los franceses, allegó el Gran Capi-
real de los franceses que no muy lejos de tán con trescientos caballos y con dos mil
aquel lugar estaba. alemanes, y como fué sabedor del levanta-
miento de los franceses y la prisa que lleva-
ban para se meter en Gaeta, hubo de ello
CAPÍTULO ex gran pesar. Por lo cual sin ningún deteni-
De cómo se venció la batalla del Careliano y miento dio prisa en el caminar de su gente
el Gran Capitán fué en seguimiento de los en seguimiento de ellos por el mismo camino
franceses, los cuales se habían levantado del que los franceses llevaban, y envió adelante
Careliano á se retirar á Caeta, y de cómo á Bartolomé de Alviano y á Próspero Colona
les tomó el artillería y los encerraron en con doscientos caballos para detener á los
Mola y después en Caeta. franceses, en tanto que él llegaba con la otra
gente del ejército. Pues como el Gran Capi-
Luego, á la mañana siguiente, el ejército tán llegó al asiento donde habían tenido el
español se movió de los casares de Castel- real los franceses, junto á la puente halló que
forte y comenzó á caminar la vía del Gare- las barcas que llevaban el artillería, por la
llano, adonde tenían su real los franceses, lle- gran fortuna del tiempo, no habían podido
vando la vanguardia Bartolomé de Alviano caminar el río abajo, por lo cual convino al
con aquellos capitanes y gente que dicho ha Gran Capitán detenerse allí un rato por las
la historia. Los franceses aquella noche que el tomar. Y así fué que el Gran Capitán tomó
ejército español estaba en los casares de Cas- toda el artillería francesa, sin que se salvase
telforte fueron avisados cómo habían los es- cosa ninguna de ella, y luego á muy gran pri-
pañoles pasado el río y cómo venían de vo- sa, dejando gente en la guardia de ella, y asi-
luntad de se juntar con ellos en batalla, y asi- mismo personas que tuviesen cargo de la lle-
mismo cómo habían recibido algunos lugares var la vía de Gaeta por donde ellos iban, el
en su devoción de los que se mostraban por Gran Capitán se movió de allí en pos de los
Francia, tomando algunos de ellos á fuerza franceses. Bartolomé de Alviano y Próspero
de armas, de que muy gran pesar recibieron. Colona, que, según dicho es, se habían adelan-
Por esta razón el Marqués de Mantua y el tado con doscientos caballos ligeros en se-
Marqués de Saluces y monsiur de Alegre, con guimiento de los franceses, allegaron á un
todos los otros caballeros y capitanes fran- paso de una puente de piedra que está cua-
ceses, á muy gran prisa mandaron alzar su tro millas de Mola, y como los franceses que
realde aquel lugar y irse camino de Gaeta, iban á más andar la vía de Gaeta vieron ve-
temiéndose que los españoles los acometie- nir aquellos caballos ligeros españoles, tor-
220 CRÓNICA GENERAL
naron sobre ellos hasta cien hombres de ar- nos quiere». Ciertamente se puede creer que
mas creyendo que no había más gente de la aquel gran dictador de Roma, Julio César, á
que parecía, y dieron tan de recio en los fran- este Gran Capitán no hizo ventaja así en
ceses y los franceses en ellos, que sin hacer fuerzas como en corazón, prudencia y con-
muestra de resistencia volvieron las espaldas, sejo, porque de él se lee que yendo á con-
aunque los capitanes Bartolomé de Alviano quistar á África, allegando en un puerto con
y Próspero Colona trabajaron mucho por los su flota cerca de Alejandría, mandó á toda su
detener. Pero al fin no los pudiendo tener, gente salir á tierra, y en saltando él de la
convino á Bartolomé de Alviano y á Próspero barca á tierra, dio una gran caída y dijo estas
Colona con solos veinte caballos españoles palabras: «Aquí tengo á África», como dando
detener en el paso de la puente, entre los á entender que no se le podía ir de su poder,
cuales quedaban Carlos de Paz y Escalada, tomando de aquella caída favorable pronósti-
varones de muy gran virtud y ánimo; y así co en los hechos que emprendía. Pues tornan-
hicieron tanto estos españoles, que aunque do á nuestro propósito, el Gran Capitán, que
eran pocos, aquel día juntamente con Prós- ya había cabalgado, comenzó á seguir el alcan-
pero Colona y Bartolomé de Alviano defen- ce de los franceses. A esta hora era casi el sol
diendo á los franceses que no pasasen la puesto, y los franceses, quedando muertos
puente, adonde ya habían acudido más de dos- muchos en el campo, con gran temor se reco-
cientos hombres de armas que fueron dignos gieron en Mola, no osando aquella noche pa-
de memoria. En esto el Gran Capitán, que sar á Gaeta, y haciéndose fuertes comenza-
venía detrás, obra de tres tiros de ballesta, ron á defender la entrada de los españoles en
allegó con la infantería que Diego García de aquella ciudad. Aesta sazón llegó el Gran
Paredes y el capitán Pedro Navarro traían y Capitán á Mola con trescientos hombres de
con muy grandísimo ímpetu dieron en los caballo y con dos mil infantes españoles y ale-
franceses que con aquellos veinte caballos manes; y como vio que los franceses no ha-
españoles peleaban en la puente. Pero los bían pasado adelante de Mola, antes se ha-
franceses como vieron venir la infantería, bían hecho fuertes, mandó á Diego García de
luego conocieron que era todo el ejército
allí Paredes y á Pedro Navarro que con aquellos
español, y por esta razón todos á muy gran dos mil infantes tomasen la batalla y que aco-
prisa dejaron la puente y volvieron las espal- metiesen á los franceses por la parte de la
das á se juntar con su campo, que iba ade- montaña, y él se puso á pie con los alemanes
lante la vía de Mola. En esto el Gran Capi- y se puso en lo bajo á la puerta de la ciudad
tán, esforzando á los suyos, que muy cansa- para acometer á los franceses por aquel lu-
dos venían del camino, según que habían ca- gar. Diego García de Paredes y el capitán
minado aquel día bien tempestuoso de aguas Pedro Navarro, con la gente y orden que el
que había hecho y hacía, aunque con gran Gran Capitán les dio, comenzaron á dar en
trabajo, viendo la victoria en las manos, cre- los franceses por lo alto de la montaña y pe-
cieron en fuerzas y corazón y con muy gran learon con ellos un gran rato, en el cual ma-
prisa fueron en pos de los franceses, donde taron é hirieron muchos de ellos. En el mismo
mataron muchos de que ya los habían
ellos tiempo el Gran Capitán, que se había que-
alcanzado. En este seguimiento de los france- dado en la parte de lo bajo de la ciudad, asi-
ses, el Gran Capitán, con la mucha prisa que mismo acometió á los franceses con los ale-
llevaba en el como la tierra estaba
alcance, y manes, y luego tras él los caballeros y gente
llena de resbaladeros, de los lodos que las de armas comenzaron á combatir. El capitán
grandes aguas de aquel año habían causado, Fabricio Colona y Próspero Colona y el Du-
cayó con el caballo en el suelo; el cual levan- que de Termoli y Bartolomé de Alviano y el
tándose con mucha diligencia sin recibir nin- Prior de Mecina, de tal manera cargaron so-
gún daño, vio cómo muchos de los suyos ha- bre los franceses, los unos por la una parte,
bían acudido á le cobrar y ver lo que había los otros por la otra, que en muy breve tiem-
recrecido de la caída que el Gran Capitán po los pusieron en muy gran estrecho; los
había dado, y tornado á cabalgar muy ligera- cuales asimismo eran combatidos y no con
mente, dijo á su gente con alegre rostro: «Ea, menor fuerza de Diego García de Paredes y
amigos, que pues la tierra nos abraza, bien de Pedro Navarro, que, como es dicho, tenían
DEL GRAN CAPITÁN 221

el combate de la parte de la montaña. Final- ron los infantes, que nunca dejaron los caba-
mente, los franceses se sintieron tan aqueja- llos en todo el camino, antes con muy gran

dos por los españoles, que no lo pudiendo orden los fueron siguiendo; y verdaderamente
más sufrir les convino desamparar á Mola y bien mostró allí la gente española ser para

ponerse en huida la vía de Gaeta, que está mayores trabajos que otra ninguna nación del
cuatro millas de Mola, pensando de se poder mundo, segi'in lo que aquel día pasaron y por
salvar en aquella ciudad por ser más fuer- sus personas hicieron. Finalmente, el Gran
te, creyendo que los españoles no les segui- Capitán, dejando recogidos en Gaeta á los
rían más por aquel día, por razón que la no- franceses que de aquel desbarato quedaron,
che era muy cercana. Pero el Gran Capitán, juntamente con el Marqués de Mantua, el
que bien sabía usar de la victoria y buena Marqués de Saluces y monsiur de Alegre, sus
ventura que Dios le daba, salió de Mola tras capitanes, todo lo que quedó de aquella no-
los franceses, y matando é hiriendo siempre che dieron descanso á sus cuerpos, porque
en ellos los fué siguiendo hasta los meter del trabajo pasado bien lo habían menester.
por las puertas de Gaeta, donde perdieron El Gran Capitán recogió toda la gente que
aquel día los franceses la guarnición de Mon- con la victoria andaban unos de otros apar-
te, que es en aquella ciudad de Mola la forta- tados, y allí en Castellón se estuvo hasta la
leza y castillo de ella y de otras. Muchos de mañana.
los franceses, dejando la ciudad con temor
que así se tomaría Gaeta como Mola, se re- CAPÍTULO CXI
cogieron á las naves y galeras que estaban De cómo el Gran Capitán luego de mañana fué
en el puerto, adonde cargó tanta gente que sobre Gaeta y la tomó, y lo que allí le acon-
por se meter en las galeras se anegaron en teció.
la mar muchos de ellos, entre los cuales se-
ñaladamente se ahogó Pedro de Médicis, que Otro día de mañana, después de la rota de
según la historia ha contado tenía la parte de los franceses entreMola y Gaeta, según que
los franceses y tenía la villa y castillo y Aba- dicho es, habiéndose recogido á la ciudad el
día de Guillerma por ellos. Fué este Pedro de Marqués de Mantua y el Marqués de Saluces
Médicis aquel que fué con la embajada de con la gente que les quedó, el Gran Capitán
parte de la señoría de Florencia al Rey Car- se movió de Castellón con todo su ejército
io octavo, predecesor de este Don Luis do- para ir sobre Gaeta, que había sido avisado

ceno, que dio mala cuenta de sí y fué á esta que los franceses á muy gran prisa se embar-
causa desterrado de Florencia y sus bienes caban para se partir la vía de Francia por mar
confiscados y publicados como en el principio en las galeras y naves que allí en el puerto es-
de esta historia se dijo asaz largamente. De taban. Y así era la verdad, que aquella noche
esta manera, pues, haciendo los españoles que los franceses se recogieron á Gaeta el
muy gran daño en los franceses, vino la no- Marqués de Mantua y el Marqués de Saluces
che que los despartió y fué causa que aquel se juntaron haciendo llamamiento de monsiur
día no viniese la ciudad de Gaeta á su poder, de Alegre y de monsiur de Sandicor y de otros
por donde les convino partirse de allí y tor- capitanes y nobles caballeros franceses é ita-
narse aquella noche á Castellón. Murieron en lianos,adonde delante de todos el Marqués
este alcance más de Gran
tres mil franceses. de Saluces habló diciendo: que ya habían visto
trabajo pasó en aquel día Gran Capitán con
el el daño y muertes que aquel día habían hecho
su gente, y verdaderamente se puede decir y los españoles en los suyos y el poco fruto que
debe creer que capitán ni gente del mundo estando en campo con los españoles habían
padecieron tanto trabajo cuanto padecieron sacado, dado caso que fuesen tan pujantes
aquel día los españoles, por razón que todo en gente y fuerzas como ellos lo habían sido
aquel día y la noche que sobrevino nunca y lo eran de presente; que menos provecho
cesó de llover con muy gran tempestad de pensaban esperar si ahora quisiesen salir en
agua, y con toda aquella adversidad de tiem- campo contra los españoles, antes tenían el
po habían andado con las armas á cuestas daño y peligro en las manos, y que estarse
más de diez y siete millas sin comer ni des- aquel invierno encerrados en Gaeta querién-
cansar y andando á la mayor prisa que pudie- dose ende hacer fuertes y esperar socorro
222 CRÓNICA GENERAL
del Rey de Francia no lo podían hacer por dos mero había, comenzaron á subir al monte, te-
cosas, la una por la falta que tenían del arti- niendo todavía presente la fuerza de los es-
llería, la cual era muy necesaria, que los es- pañoles, acordándose el daño que el día pasa-
pañoles se habían aquel día tomado, así la
la do habían hecho en los suyos, determinaron
que venía por el río como la que venía por de no les esperar ni de experimentar su po-
tierra, y que este era gran inconveniente para deroso brazo, y por esta razón toda la gente
no se poder defender en aquella ciudad. La que estaba en el monte, desconfiando de su
otra era que para haberse de poner á defen- salud, le desmampararon y se retiraron á la
der la ciudad que había mucha gente en de- ciudad y castillo. En esto Diego García de
masía y provisión muy poca, de cuya causa Paredes y Pedro Navarro y Ñuño de Ocampo
era imposible poderse sustentar la gente cer- acabaron de subir el monte con toda la gente
cada mucho tiempo, y que pues dejar la ciu- de la vanguardia, los cuales antes que el Gran
dad sin la defender no lo habían ni debían ha- Capitán llegase habían hecho grandes cosas
cer, á él le parecía que se deshiciesen de toda por ganar el monte; y luego tras ellos allegó
la gente, dejando solamente para defensión de el Gran Capitán con todo el ejército, por ma-
la ciudad aquella que les pareciese que sería nera que se apoderaron del monte de todo
menester, que de aquella manera él creía que punto. Luego aderezó el Gran Capitán de
la ciudad por ser fuerte se podría defender y combatir la ciudad, que era lo menos, por-
que de otra manera no hallaba cómo se pudie- que aunque la ciudad de Gaeta sea en sí fuer-
se hacer aquella defensión. Muy bien pareció te, no tiene que hacer con la fortaleza del

á todos aquellos señores y capitanes loque el monte, en el cual consiste toda la fortaleza de
Marqués de Saluces dijo, por lo cual pusieron la ciudad; y por esta razón tomando el monte
en el monte Orlando, que así se llamaba en poco caso se hacía de lo demás, porque se te-
Gaeta, la gente que era menester en su guar- nía por muy cierto que se ganaría aquel día.
da y asimismo de las otras partes de la ciu- Como fué Gran Capitán, luego mandó com-
el

dad. Luego como fué de mañana aquel día, batir la ciudad por muchas partes, adonde
hicieron embarcar en las galeras dos mil hom- unos por una parte y otros por otra pusieron
bres que les pareció ser demasiados de aque- en tanto estrecho á los franceses que estaban
lla gente que habían menester y mandábanles á la defensión, que viéndose perdidos y que
que se fuesen á Francia para venir con el so- no tenían ende ningún remedio en su salud,
corro que creían que el Rey de Francia les por razón de estar el monte fuera de su po-
enviaría el verano venidero. Así que, estando der, determinaron de desamparar del todo la
los franceses embarcándose para pasar á ciudad de Gaeta, y así á muy gran prisa unos
Francia, allegó á Gaeta el Gran Capitán, que se iban á las naves y los otros se retiraban
de todo había sido avisado aquel día, y los donde el Marqués de Mantua y el
al castillo,

primeros que allegaron fué Diego García de Marqués de Saluces con monsiur de Alegre y
Paredes y Pedro Navarro y Ñuño de Ocampo, otros capitanes y gente francesa se retiraron.
que llevaban la vanguardia con hasta cien ca- Y desde allí, viendo del todo perdida la ciu-
balleros y cuatrocientos infantes. Los cuales dad y que ellos asimismo se perderían si qui-
como allegaron al arrabal de Gaeta, vieron siesen ende hacerse fuertes en aquel castillo,
cómo los franceses se embarcaban á muy determinaron de venir en concierto con el
gran prisa con gran miedo. Por lo cual los es- Gran Capitán en esta manera: Que diesen li-
pañoles les comenzaron de tirar con el arti- bertad á todos los que en aquella guerra ha-
llería que tenían en las galeras, estorbándoles bían sido presos de su gente y que les diesen
la subida al monte, que ya los españoles co- paso en las galeras francesas que estaban
menzaban de subir por tomar aquello que era en el puerto para que se fuesen adonde más
lo más fuerte de la ciudad. Es verdad que el fuese su voluntad, embarcando asimismo to-
artillería les hacía mucho daño, pero no fué dos los bienes que tenían los franceses en
tanto que por ella no dejasen los españoles aquella ciudad, y que fuesen eso mismo en lo
de subir. A esta sazón allegó el Gran Capitán que tocaba á sus personas y los que estaban
con todo el ejército, al cual como vieron me- retraídos en el castillo libres, y que de esta
terse tan determinadamente en el arrabal que manera darían luego el castillo al Gran Capi-
seguía la gente de la vanguardia que de pri- tán y se saldrían de él y de la ciudad; y que
DEL GRAN CAPITÁN 223

donde no, que la más honrosa muerte suya se- de los bienes que los franceses tenían reco-
ría aquella, pues la emplearían en defensión gidos en aquella ciudad. Al tiempo que la ciu-
de su libertad. El Gran Capitán, como era hu- dad de Gaeta fué tomada y entrada, según
manísimo de corazón, no mirando que tenían dicho es, habiendo venido un caballero cata-
la victoria en las manos y que muy cumplida- lán, llamado Cerbellón, al combate algo más
mente pudiera recibir venganza de aquella tarde de lo que fuera necesario si se hubiera
gente que tan injustamente y con tanto daño de dar el combate, armado con muchos pena-
de los españoles habían procurado oprimir el chos y muy galán en una barca, dando gran
reino de Ñapóles y hacerse señores de todo, priesa á los remadores que se allegasen á los
hubo por bien de dar libertad á los prisione- compañeros vencedores, mientras muchos es-
ros y á ellos facultad, pero en lo que decían taban á la orilla del agua para ver lo que era,
de los bienes dijo que no se consentiría sacar llegó don Diego de Mendoza preguntando
cosa ninguna. Esto hizo el Gran Capitán á quién era aquel que venía tan bien armado,
instancia de su gente, los cuales no quisieron aunque tarde. Gonzalo Hernández le respon-
venir en aquel partido, queriendo p^gar sus dió: «Como sois corto de vista, no conocéis
trabajos que hasta allí habían en la conquista que es San Telmo», y es porque llaman los
del aquel reino padecido con el despojo de marineros la estrella de San Telmo aquella
sus enemigos. En esto se pasó aquel día, y que se muestra encima de la entena después
aquella noche durmió el Gran Capitán en lo de una oscura y grande tormenta prometien-
alto del monte Orlando, esperando á que la do bonanza. Entendieron, pues, los que esta-
mañana siguiente le entregasen los franceses ban presentes la delicadeza del decir del Gran
el castillo. Los cuales, tornando otra vez á su- Capitán, porque reprendía al Cerbellón por no
pHcar al Gran Capitán la libertad de sus bie- haber llegado al tiempo del haber de combatir,
nes, pues que de las personas ya la tenían, y sino en tiempo de paz. Los que presentes es-
viendo cuan puesto y determinado estuviese taban rieron tanto que en desembarcando el
el Gran Capitán en no les dejar ir con sus bie- Cerbellón le saludaron por San Telmo, el cual
nes y viendo que no podían hacer ende otra sobrenombre le quedó entre los soldados para
cosa, entregaron el castillo al Gran Capitán, siempre. Pues, volviendo al caso, muy gran
habiendo primero dado libertad de su parte á daño recibieron los franceses en el camino
los prisioneros franceses.Pues saliendo los sus personas, porque según iban perdidos y
franceses después de haber entregado á Gae- destrozados, unos de hambre y otros de frío,
ta, Gonzalo Hernández á muchos que se iban por ser en lo más fuerte del invierno, y otros
por tierra les mandó proveer de caballos. á manos de villanos, y muchos fueron muer-
Monsiur de Aubegni, Capitán General de los tos por los caminos; y los que quedaron, algu-
franceses, le dijo con un gesto medio riendo: nos se fueron á Roma y otros quedaron en
«Gonzalo Hernández, ruégoos mucho que nos las tierras dejordano Ursino, el cual los repa-
mandéis proveer de caballos gallardos y fuer- ró lo mejor que pudo y los hizo muy gran
tes, porque nos sirvan para el ir y para vol- honra y merced. Gran compasión fué de ver á
ver», casi prometiendo de renovar la guerra. los franceses entrar por Roma, no con aquella
Gonzalo Hernández, entendiendo bien el fin soberbia que trajeron cuando el Rey Cario
por que lo decía, respondió: «Torna mucho en octavo entró en ella dos veces, según dicho
buen hora cuando os placiere, que las mismas es, mas muy al contrario trocada la soberbia
cosas que ahora os doy de mi voluntad, que en muygran humildad; venían todos rotos,
son vestidos, caballos y salvoconductos, fá- llenos de lodo, flacos y del todo perdidos, que
cilmente á la vuelta lo alcanzaréis de mi cle- aunque á la verdad, á la mayor parte de Italia
mencia y liberalidad», dándoles á entender fuese la nueva del vencimiento de los espa-
que si volviesen, correrían la misma fortuna. ñoles alegre y regocijada, por todas partes,
Pues de esta manera todos juntos se partie- viendo aquella miserable gente que en la en-
ron de Gaeta para Francia, llevando unos el trada del reino con tanto orgullo y presun-
camino de tierra y otros por mar en las gale- ción habían pasado, ahora tornar con las ca-
ras, y así quedó la ciudad de Gaeta en poder bezas bajas, los más de ellos á pie y puestos
del Gran Capitán y en devoción del Rey Ca- en lo último de su perdición, no había nadie
tólico, y los soldados ende hubieron gran saco que de ellos no hubiese compasión. Pero vien-
224 CRÓNICA GENERAL
do que recibían el castigo merecido querien- les algunas y lugares que no estaban
villas
do ir contra los juicios divinos en justa sen- firmes por el Rey
Católico, y otros que de
tencia y querer quitar las dos partes de aquel todo punto estaban por el Rey de Francia,
reino que por división y partición de los Re- adonde estaba un capitán francés, el cual la
yes de España y Francia, según dicho es, le historia en lo de arriba
ha hecho mención, que
tocaban, fué la voluntad de Dios que así como llamaban Luis de Aste. Este capitán estaba
todo lo quisieron, por ser contra justicia y en Venosa, una villa que es en la Puglia, y te-
razón, así lo perdiesen, y así la gente que nía trescientos hombres de armas y doscien-
venir los vía tan mal parados, sin compasión tos caballos ligeros y muchos infantes, y des-
mostraban placer y alegría escarneciéndolos de allí hacía muy gran daño en los lugares co-
todos á una voz. De esta manera, que conta- marcanos, procurando de traer aquella pro-
do ha la historia, el Gran Capitán acabó de vincia á la parte de Francia. Y por esta razón,
ganar el reino de Ñapóles, no quedando los así en lo uno como en lo otro el Gran Capitán
rebelados en él sino en algunos lugares parti- quiso hacer y proveer, quitando de aquellos
culares, los cuales después de esto acabó de lugares aquel impedimento, y asimismo de-
ganar, según que la historia lo dirá en su lu- jando limpio aquel reino de aquella carcoma
gar. Acaeció esto, que dicho es, en el mes de de franceses, y luego dio esta orden en aquel
Enero de mil y quinientos y cuatro años, caso repartiendo su gente y capitanes en esta
forma: contra Luis de Aste envió al capitán
Bartolomé de Alviano con los dos mil ale-
CAPÍTULO CXII
manes y con doscientos hombres de armas y
De cómo el Gran Capitán envió á muchos de con ciento y cincuenta caballos ligeros; con-
sus capitanes y gente contra algunos lugares tra el Conde de Capachón envió al capitán
que aun todavía estaban por Francia, y de Pedro Navarro con mil y quinientos infantes;
cómo se partió de Gaela para la ciudad de contra el Conde Conversano envió al capitán
Ñapóles. Pedro de Paz con mil infantes y con doscien-
tos caballos ligeros y con sesenta hombres de
Después que el Gran Capitán hubo tomado armas; contra Gonfredo Borja, Conde de Oli-
laciudad de Gaeta tanto á su honra y con tan- veto, envió al capitán Fabricio Colona y Alon-
to daño de los franceses, que siendo partidos so de la Rosa con la gente que hubieron me-
de allí el Marqués de Saluces y monsiur de nester. Repartida, pues, la gente en esta ma-
Alegre con todos los demás capitanes y gen- nera, el Gran Capitán salió de Gaeta con toda
te francesa, según que en el capítulo antes aquella gente que le quedó, dejando la ciudad
dicho es, se estuvo descansando en aquella á buen recaudo y en el castillo artillería, gen-
ciudad quince días con muy gran placer que te y provisión la que pareció que convenía, y
de la alcanzada victoria era razón tener, ha- fuese la vía de la ciudad de Ñapóles, adonde
ciéndose mediante estos días muy grandes se le hizo muy solemne recibimiento, el cual
fiestas y regocijos en la ciudad, no solamente si particularmente se hubiese de escribir sería

por los mismos soldados, que en muy grandes comenzar obra de nuevo; bastará saber que
placeres y descanso de sus personas aquellos entró en Ñapóles de esta manera. Todo el
quince días estuvieron, pero los mismos ciu- despojo -de los franceses, como fueron armas
dadanos, que ya veían el estado del reino de de todo género y toda el artillería y banderas
Ñapóles juntamente con el de aquella ciudad y otras cosas manuales que se hubieron, ve-
á causa del Gran Capitán en toda paz y so- nían en carros delante, cosa digna de mara-
siego puesto. Y por esta razón así los unos villar la cantidad de todos. Luego venían en
como los otros, con nuevas invenciones y con sus escuadrones los infantes, tras ellos los
nuevos trajes, regocijaban cada cual según su caballos ligeros y en medio venía el Gran Ca-
^condición aquel tan deseado y alegre triunfo. pitán cercado de los capitanes y de los más
En este medio el Gran Capitán, que nunca go- principales de Ñapóles que le salieron á reci-
zaba de alegría y placer, si no los gozaba y bir. Más atrás venía la gente de armas, todas

mezclaba con nuevos cuidados, para dar de en muy buena ordenanza. Saliéronle á recibir
sí y sus hechos cumplida y entera cuenta, sa- con muy grandes invenciones de juegos y fies-
biendo cómo aun había en el reino de Ñapó- tas y grande compañía de damas y señores, las
DEL GRAN CAPITÁN 225

principales de Ñapóles, las cuales traían entre una villa del ducado de Sora que se dice Ar-
sí un carro triunfal más rico y bien labrado que tomó por fuerza de armas; y
piño, la cual villa
aquel en que Julio César entró en Roma, cuan- dejando allí aposentada una parte de su gen-
do puso á Francia debajo del imperio de los te con el capitán Pizarro y otros capitanes,
romanos, según que Tranquillo en la vida de él pasó adelante á otro lugar que dicen Casa

los emperadores lo escribe. Pero ei Gran Ca- Oliver, adonde estaba un capitán italiano que
pitán, con aquella humanidad de que natura- tenía aquel lugar por fuerza, al cual llamaban
leza le dotó, desechando de sí toda soberbia, micer Bautista de Sora, con cincuenta caba-
dando la honra á Dios, mediante quien había llos de guarnición. Y como Diego García de

alcanzado tan grandes victorias de los fran- Paredes allegó sobre aquel lugar, aderezó lue-
ceses, no quiso entrar en el carro triunfal que go de le combatir, cercándole primero muy es-
aparejado le tenían, sino que quiso entrar así trechamente; al fin la hubo de tomar como ha-
como venció, encima de su caballo y armado bía hecho á Arpiño, y dejando allí aposentados
de sus armas. Y metido en Ñapóles, fué á po- tres compañías de gente, luego envió desde
sar en los Palacios del Rey, adonde estuvo allí dos capitanes con sus compañías sobre

muchos días en gran descanso y haciendo los otra villa que llaman Esclaví, la cual luego se
de la ciudad muy grandes fiestas, juegos y rindió sin hacer muestra de defensión. Luego
máscaras, que en aquel tiempo se celebraban envió su comisario á una buena villa que dicen
los carnavales que llaman en Italia, y acá lla- Santo Padre, con comisión que en aquella vi-
mamos las carnestolendas, y tómase un mes lla permitiesen aposentar toda la gente que

antes, en el cual tiempo se regocijan mucho había quedado de aposento de Arpiño y de


las ciudades, villas y lugares de toda Italia, Casa Oliver y los de Santo Padre. Pero como
según que tienen de costumbre y los que en fuese una gente indómita y belicosa, y asimis-
aquellas partes han estado sabrán mejor el mo la villa fuese así fuerte, pensando que se
estilo de estas fiestas, adonde dejaremos al defenderían de los españoles, no quisieron re-
Gran Capitán, y contará la historia todos los cibir ninguno dentro de la villa, antes ponién-
capitanes que despachó para las villas y lu- dose en armas mostraron que no era su volun-
gares rebeldes del reino de Francia. tad que entrasen á se aposentar. Habíanse re-
cogido en esta villa de Santo Padre mucha
gente de las otras villas y lugares de la comar-
CAPÍTULO CXIII
ca, por razón que era aquella villa mucho más
De cómo el capitán Diego García de Paredes, fuerte que no lo era ninguna otra de las de
por mandado del Gran Capitán, fué sobre aquel término, adonde se pensaron fortalecer
Sora, y el capitán Fabricio Colona sobre Oli- y oponerse contra los españoles, si quisiesen
veto, y de lo que hicieron. venir á les tomar la villa como hacían en to-
das las otras villas y lugares. Y asimismo con
Contado ha la historia cómo el Gran Capi- el favor de esta gente los de Santo Padre es-

tán Gonzalo Hernández, después que recibió taban más duros y fuertes para no querer
laciudad de Gaeta y hubo de. ella echado á venir en ningún partido con los españoles, y
dado á su cuerpo algunos días
los franceses y por esta razón y por se mostrar ellos aficio-
de descanso, que envió á los más capitanes nados á franceses y defensores de su opinión,
del ejército con gente en conquista de muchas determinaron de no les recibir dentro. Diego
villasy lugares del reino de Ñapóles que se te- García de Paredes, enojado con los de Santo
nían por Francia, y que entre estos capitanes Padre por ver el orgullo y osadía con que se
envió á Diego García de Paredes con dos mil oponían á los españoles teniéndolos en poco,
infantes y con doscientos caballos ligeros hizo venir allí toda la gente que había dejado
contra una villa que dicen Sora, cabeza del du- aposentada en Arpiño y en Casa Oliver y en
cado, que así se nombra al ducado de Sora. otros lugares de la comarca, y siendo juntqs
Pues dice ahora la hisforia que Diego García en Santo Padre, puso su cerco sobre aquella
de Paredes con esta orden del Gran Capitán villa y túvola bien estrechamente cercada una
se partió de Gaeta á diez días andados del noche y un día, y después metida toda la gen-
mes de Febrero del año de mil y quinientos y te en armas, otro día dieron el combate á la
cuatro, y andando por sus jornadas allegó á villa. Hicieron tanto los españoles con el eno-
Crónicas del Gran Capitán.- iS
228 CRÓNICA GENERAL
jo que contra de la villa tenían, que de
los
aquel combate tomaron por fuerza de ar-
la
CAPITULO CXIV
mas, adonde mataron y prendieron muchos De lo que hizo el capitán Pedro Navarro acer-
hombres, así de los de Santo Padre como de ca de la empresa que el Gran Capitán te co-
los que allí se habían venido á defendella de metió, que era ir contra el condado de Ca-
la comarca de Sora y de Archea, entre los pachón.
cuales prendieron á un pariente del Duque de
Sora. Y entre el despojo que le fué hecho, le Entre los capitanes que, según dicho es, el
tomaron una sortija, la cual queriéndola resca- Gran Capitán escogió para en conquista de
tar de un peón que se la quitó, diciéndole que muchas villas y lugares que tenían la parte de
cuánto quería por ella y que se lo pagaría, el Francia contra España, fué uno de ellos el ca-
peón como en burla le pidió por la sortija mil pitán Pedro Navarro con su gente, el cual
ducados, el cual fué contento dárselos, y para poniendo en efecto aquel negocio allegó á
estar cierto de la paga daba en rehenes un
le una villa que se llamaba Altavilla, y detúvose
su criado muy acepto. Lo cual referido al Gran ende tres días, mediante los cuales se adere-
Capitán, porque ya habían llevado los presos zó lo mejor que pudo para comenzar á enten-
á Ñapóles donde él á la sazón estaba, y vista der en aquello que tenía entre las manos. Y al
por él la sortija, preguntó á aquel caballero fin de los tres días con muy buena orden se

que cuál era la causa que daba tanta cantidad partió con su gente de Altavilla y vino sobre
por aquella sortija, no teniendo piedra que lo otra villa ó lugar que se llamaba Roca del
valiese, respondióle aquel caballero: «Ningún Áspero, que se tenía por Francia. Este lugar
precio iguala á su valor porque es empresa de y su fortaleza son conformes al nombre, por-
la más linda y preciada dama que hay en Pa- que es fuerte y áspero por manera, que con
rís, en la cual están sus armas». Oído esto por razón los mismos moradores intentaron déla
el Gran Capitán y vista la afición con que defender de los españoles, y se sustentaron
aquel caballero lo decía, mandó que de su cá- con todo su poder á la opinión de Francia.
mara fuesen al soldado dados los mil ducados, Pues allegando Pedro Navarro sobre aquel
y la sortija con otras muy ricas joyas dio á lugar, luego le cercó con mucha fortaleza y la
este caballero y lo libertó sin pagar ningún puso con el cerco en muy gran estrecho. Pero
rescate. Pues, volviendo al propósito, todas los de la villa, no teniendo en nada el cerco
las otras villas del ducado, como supieron lo de los españoles, no querían venir en ningún
que los españoles habíanhecho en Santo Pa- partido; por lo cual enojado el capitán Pedro
dre, no osaron insistir más ni se poner contra Navarro, mandó meter la gente en armas y
ellos, temiendo que lo mismo acaecería por combatióla muy fuertemente, por manera que
ellos que de los que de las villas y lugares to- aunque la villa era asaz fuerte y de los de
mados por fuerza suelen acaecer; y por esta dentro bien defendida, hubo de venir en po-
razón luego alzaron en aquellos lugares y vi- der de los españoles, los cuales bien ejecuta-
llas del ducado de Sora las banderas de Ara- ron en ella todo el rigor que la pertinaz rebel-
gón por el Rey de España, siguiendo de ahí día suya merecía, en especial siendo cometida
adelante su opinión y parte. Y lo que des- contra su mismo Rey y señor; porque después
pués de esto sucedió, contarlo ha la crónica que por fuerza de armas la tomaron, mataron
en su lugar, y dejará ahora á Diego García ende muchos hombres y saquearon la villa,
de Paredes en el Ducado de Sora, y dirá lo que no quedó cosa que no viniese á manos y
que Fabricio Colona y Alonso de la Rosa poder de los españoles. Después que la Roca
hicieron en el condado de Oliveto, porque del Áspero vino en devoción, aunque forzo-
aquellos capitanes no hicieron cosa que de sa, del Rey Católico, el capitán Pedro Nava-
contar sea más de acabar la presa que les fué rro movió de allí con su gente la vía de Cheli-
cometida, tomando á Oliveto y á su castillo, no, adonde estaba el Conde de Capachón re-
metiendo á saco la villa y dejando todo el traído con toda su gente. Y como el capitán
condado pacífico por España, no dice de ellos Pedro Navarro allegó sobre Chelino, luego le
más y pasa su estilo á lo que el capitán cercó por todas partes estrechísimamente, por
Pedro Navarro hizo yendo contra el Conde de manera que el Conde no tuvo osadía de opo-
Capachón. nerse contra las fuerzas y poder de los espa-

4
DEL GRAN CAPITÁN 227

ñoles, y también porque vio que no había lu- bianse de juntar los alemanes con D. Diego de
gar de donde fuese socorrido, por razón que Arellano, que estaba en frontera de Luis de
la gente que en los lugares y villas estaba, Aste en Melfa. A este D. Diego de Arellano
que tenían la parte de Francia, harto tenían había el Gran Capitán enviado adelante antes

que hacer cada cual de defender su partido que se partiese de Ñapóles para Sant Germán,
sin salir á socorrer á los aliados de su opi- según que la historia lo ha contado, para que
nión. Y así por una cosa comopor otra el Con- echase de Venosa á aquel francés Luis de
de de Capachón, no se hallando seguro en Aste, y en todo aquel tiempo, por mucho que
Chelino, determinó de se venir á la merced D. Diego de Arellano trabajó, nunca pudo ha-
del Gran Capitán por el Rey de España, y de cer cosa ninguna. Pues dice ahora la historia
esta manera el Conde se salió de Chelino sin que como el capitán Luis de Aste supo la ve-
tentar las armas contra los españoles, y de- nida del capitán Bartolomé de Alviano contra
jando sus estados se fué á Ñapóles por al- él, en socorro de D. Diego de Arellano, luego

canzar perdón del Gran Capitán. Pero como con mucha diligencia se aderezó para los es-
no haya lugar perdón ni misericordia en aque- perar, proveyéndose de todo lo necesario para
llos que muchas veces hayan en un mismo de- aquella guerra, como fué recogiendo en Veno-
lito incurrido, así el Gran Capitán, sabiendo sa todas las vituallas que pudo haber de las
que este Conde de Capachón fué siempre villas y lugares de aquella comarca; y, porque

en deservicio del Rey Católico, con el cual algunos lugares eran sus contrarios, porque
muchas veces se reconcilió viniendo á la su tenían la parte de España, salió antes que la
merced y otras tantas se había levantado con- gente de Bartolomé de Alviano allegase de
tra él, no le quiso perdonar, y por esta razón, Venosa, y fué sobre una villa que llaman La-
dejando perdido su estado, se fué á Francia, y belo por razón que aquella villa estaba por
el capitán Pedro Navarro metiéndose en Che- España, y asimismo porque era fama que ha-
lino y en todas las otras villas y lugares del bía ende gran copia de bastimentos; y así lle-
condado se tornó á Ñapóles, donde el Gran gando á la villa luego puso su cerco al derre-
Capitán estaba. dor de ella, poniéndola en todo estrecho, pero
los moradores se defendían con todo su po-
der. Después que la hubo cercado, mandó
CAPÍTULO CXV
asestar con el artillería contra los muros de la
De lo que hizo el capitán Bartolomé de Alvia- villa por muchas partes, con la cual se batió

no, á quien el Gran Capitán había cometido muy fuertemente, y derribando con el artille-
la empresa de Venosa contra Luis de Aste. ría una parte del muro y de las defensas de lo
alto, hizo meter su gente en armas, y allegán-
Habiendo los sobredichos capitanes Diego dola á aquellos lugares que más malparados
García de Paredes y Pedro Navarro dado estaban del artillería, dio el combate á la villa
buena cuenta de aquello que el Gran Capitán con mucha fortaleza, por manera que aunque
les había encomendado, que fué, según dicho los moradores de Labelo pugnaron por se de-
es, tornar el ducado de Sora y
estado del
el fender con grande ánimo y fortaleza, no pu-
Conde de Capachón en Rey Cató-
servicio del dieron tanto que al fin no viniese la villa en
lico de España, de quien la crónica en los dos poder de Luis de Aste, la cual saquearon y to-
capítulos antes de éste ha tratado, quiere maron ende todas las vituallas de pan y vino
ahora contarlo que Bartolomé de Alviano hizo y cebada y otras muchas provisiones que ha-
en lo de Venosa, adonde estaba el capitán llaron en asaz cantidad, y cargándolo todo en
Luis de Aste haciendo todo mal y daño, en carretas se vinieron todos con ello á Venosa,
aquellos lugares y villas de aquella comarca. haciendo esto mismo en otros lugares comar-
Pues dice ahora que partido que fué Bartolo- canos. Aquesto hacía Luis de Aste no sin ar-
mé de Alviano de donde estaba el Gran Capi- did, por razón que su voluntad era, no sólo
tán con los dos mil alemanes y trescientos rehacerse en Venosa de grandes provisiones,
hombres de armas y ciento cincuenta caballos pero asimismo que se las quitaba á los ene-
ligeros, que luego se metió en el camino de migos, por manera que sacando las provisio-
Venosa, y envió adelante á los dos mil alema- mes todas de los lugares y villas comarcanas,
nes y él se quedó con los caballos atrás. Ha- no tendrían los enemigos con qué sustentar el

k
;

228 CRÓNICA GENERAL


cerco, y de esta manera pensaba aventarlos estaba por Francia, que se llama Monarvino, y
de aquel lugar. En este medio los dos mil ale- allegando sobre aquélla, asentaron su real
manes llegaron á Melfa, adonde Diego de Are- alrededor de ella, adonde en los lugares más
llano estaba, el cual fué muy alegre con su ve- convenientes se dio asiento al artillería, y ba-
nida, en especial cuando supo que Bartolomé tíanla cada día muy fuertemente. Al fin se dio
de Alviano le venía á ayudar, porque bien la batalla, adonde los españoles hicieron tanto
creyó que de aquella vez no se excusaría Luis de sus personas, que tomaron á fuerza de ar-
de Aste no dejar de todo punto á Venosa. Lue- mas la villa de Monarvino y la metieron á saco,
go D. Diego de Arellano con aquellos alema- adonde hubieron los españoles muchas cosas
nes y con la gente que tenía, salió de Melfa y ricas. Después de esto Bartolomé de Alviano
fué sobre una villa que dicen Repola, que se y D. Diego de Arellano se partieron de Mo- ]

tenía por Francia, y asentaron su real contra narvino con su gente y vinieron á una villa que
aquella villa, y aderezó luego de la combatir; dicen Espina Sola, y allí estuvieron sin hacer
j

por manera que de aquel combate la villa de cosa que de contar sea, hasta que vinieron j

Repola fué tomada y metida á saco, con asaz sobre la villa de Venosa.
daño y muertes de los moradores de ella. Lue-
go que fué tomada Repola, D. Diego de Are-
llano fué sobre otra villa que se dice Átela,
adonde el Gran Capitán estuvo el tiempo de De cómo Bartolomé de
CAPÍTULO CXVI
Alviano y D. Diego de
d
la partición del reino, según que dicho es. Arellano fueron sobre Venosa y de lo que
Allegando D. Diego de Arellano sobre aquella ende hicieron contra Luis de Aste.
villa, púsole su cerco por todas partes y cada

día le daba batalla, pugnando D. Diego de la Bartolomé de Alviano y D. Diego de Are-


tomar por fuerza de armas; pero como la villa llano después que hubieron reposado algunos
fuese en sí fuerte y vigorosamente de los de días en Espina Sola, según que dicho es, en los
dentro defendida, no la pudo D. Diego de Are- cuales concertaron de venir sobre Venosa, y
llano tomar de aquella vez. Por esta razón se así un día con toda la gente y artillería que
levantó D. Diego de Átela y tornó con su tenían se partieron de Espina Sola y vinieron
gente á Melfa. Luego llegó Bartolomé de Al- sobre Venosa á cercar ende á Luis de Aste.
viano con la gente de armas y caballos ligeros, Y como llegaron á Venosa, luego asentaron
adonde halló á los alemanes que ya se habían su real junto á un monasterio de frailes que
juntado con D. Diego de Arellano, y siendo llaman la Trinidad; y después de asentado el
juntos ambos á dos capitanes comunicaron real, encararon el artillería contra los muros

entre sí todo lo que sobre la expedición de de la villa por aquellos lugares que más da-
aquel negocio convenía, y hallaron que para ños les podían hacer. Por manera que todo
haber de ir sobre Venosa, y asimismo sobre el tiempo que sobre Venosa estuvieron, no

las otras villas que estaban al presente por dejó el artillería de tirar con mucha fortaleza,
Francia, que tenían muy grande necesidad del de que se hizo asaz daño en la muralla. En
artillería, por razón que todos aquellos luga- éste medio no dejaban los franceses que den-
res eran bien murados; y por esta causa luego tro de Venosa estaban de tirar asimismo con
enviaron al castellano de Manfredonia, para el artillería á las estancias del campo espa-
que vista su necesidad, les enviase el artille- ñol, con la cual se hacía no menor daño que
ría, porque sin ella no podrían hacer cosa al- ellos recibían; y los franceses asimismo salían
guna en la conquista de aquellas villas y lu- muchas veces de Venosa y escaramuzaban
gares rebelados. El castellano de Manfredonia con los españoles, adonde se hacían unos á
como supo la necesidad que aquellos capita- otros todo el daño que podían. Pues estando

nes tenían del artillería, luego les envió tres los españoles en Venosa, según dicho es, el
cañones reforzados y una culebrina y cuatro artillería con que de dentro les tiraban les
falconetes. Y como esta artillería llegó á Mel- hacía mucho daño; y por esta razón y porque
fa, á la hora Bartolomé de Alviano y D. Diego más seguros, or-
estuviesen en sus estancias
de Arellano con los caballos y infantes salie- denaron de reparar su campo de muchas trin-
ron de Melfa llevando consigo el artillería, y cheas para haber de llegar el artillería á la
aderezando su camino contra una villa que muralla, lo cual hicieron de tal manera que
DEL GRAN CAPITÁN 229

allegaron con las trincheas al muro, lo cual de Venosa de toda la gente y vituallas y de
pudieron muy bien hacer, porque cubiertos todas las cosas necesarias á su defensión, y
con la una hacían luego la otra trinchea tan dejando la más gente que para defensión de
cautamente, hasta que las Hegaron al muro la villa y castillo fué menester, se salió de
junto á los fosos de la villa; y siendo tan cer- Venosa y fuese á Trana, tierra de venecianos
ca de la muralla y fosos, luego hicieron otros donde dende algunos días que allí estuvo se
reparos en el asiento del artillería, y fué de fué á Francia. El capitán Pedro de Paz, que
esta manera. Los españoles asentaron el ar- estaba sobre la villa de Conversano, asimismo
tillería muy á su salvo junto al muro, con que viendo el mandado
del Gran Capitán (dado
tiraban á las defensas de lo alto con tanta que tuviese á la sazón la villa de Conversano
fortaleza y tan á menudo, que los franceses en punto de la tomar), obedeciendo su man-
no se osaban asomar á la defensa por recibir dado, se levantó de sobre Conversano y se
muy gran daño del artillería. Estando, pues, retiró á Orvino y otras tierras de aquella co-
en este estado las cosas del reino de Ñapó- marca; y eso mismo hizo el capitán Gómez de
les, no quedando ya que hacer acerca de la Solís, que se retiró con su gente á Curillano,
recuperación del reino, salvo tomar algunas adonde en estos lugares que dicho ha la cró-
villas y lugares que aun estaban por Francia, nica estuvieron aposentados hasta tanto que
como era Venosa y Conversano y Rosano, vino al Gran Capitán la claridad de las tre-

con otros lugares de menor calidad, según guas entre los dos Reyes, como se debía tener
que en la prosecución de esta crónica se dirá, y guardar.
vino nueva al Gran Capitán cómo entre el
Rey Católico D. Fernando de España y el Rey CAPÍTULO CXVII
D. Luis de Francia se habían puesto treguas De cómo vino la declaración de las treguas al
por tres años, siendo el Gran Capitán avi- Gran Capitán, y de cómo los capitanes que
sado y sabiendo que aquella era la voluntad hasta entonces hablan estado suspensos en
de su Rey, aunque no determinada, acordó de la guerra, comenzaron de nuevo á acabar el
suspender aquel hecho de guerra hasta tanto hecho comenzado, según que en la declara-
que le viniesen los capítulos de las treguas, ción se contenia.
según que habían de ser guardados y mante-
nidos. Y luego el Gran Capitán Gonzalo Fer- Estando, pues, todos los campos de España
nández de Córdoba envió su mandado á los suspensos todo el tiempo que la declaración
capitanes que estaban en la villa de Venosa de las treguas tardó, no haciendo cosa de que
y al capitán Pedro de Paz, que estaba en Con- daño ni perjuicio á los franceses redundase,
versano, y al capitán Gómez de Solís, que es- mirando mucho que por su parte las treguas
taba sobre la ciudad de Rosano, para que to- no se quebrantasen, vino al Gran Capitán la
dos dejasen el cerco que cada cual tenía en declaración de todo ello. Y era que bien era
las villas y lugares, así de la Pulla como de verdad que los Reyes de España y Francia
Calabria, y se estuviesen quedos en sus ante- estaban atreguados; pero que las treguas no
riores aposentamientos, dejando las sobredi- quitaban que todas las villas y lugares ó ciu-
chas villas y lugares en su primera libertad, dades, que cualquier Príncipe tuviese por
hasta tanto que hubiesen otro su mandado Francia ocupadas, no se pudiesen conquistar,
de nuevo. El capitán Bartolomé de Alviano y antes "expresamente se mandó que las deja-
D. Diego de Arellano que estaban sobre la sen al Gran Capitán por el Rey Católico don
villa de Venosa (según dicho es), luego sin Fernando de España y no intentasen de las
más detener se alzaron de sobre Venosa y se defender en manera ninguna. El Gran Capitán,
retiraron á la villa de Labelo, adonde estuvie- habida esta relación y declaración, luego avi-
ron hasta que otra cosa se acordó. El capi- só á todos sus capitanes diciéndoles que sin
tán Luis de Aste, que no con poco temor ha- ningún detenimiento acabasen de todo punto
bía estado hasta allí, viendo el estrecho y pe- aquellos hechos de aquel reino, los cuales
ligro en que el capitán Bartolomé de Alviano verdaderamente sin esperar declaración nin-
y D. Diego de Arellano con su gente espa- guna debieran de hacer guerra en aquellas
ñola le tenían puesto, como vio alzado el real tierras, por razón que en aquel tiempo de las
de sobre Venosa, fortificó la villa y castillo treguas el Barón de Marzano y el Príncipe
230 CRÓNICA GENERAL
de Rosano, sin las guardar según debían, sa- franceses de salir cada día á visitar el campo
lían de los lugares adonde estaban y hacían de los españoles con continuas escaramuzas,
daño en los españoles que con el capitán Gó- rebotándolos de sus estancias, adonde así de
mez de Solís y con el capitán Pedro de Paz la una parte como de la otra había siempre

estaban; pero ellos no querían ir contra las muertos, heridos y presos. Y como el capitán
decisiones y treguas de su Rey, porque así les Pedro de Paz tuviese por menoscabo de su
era mandado por el Gran Capitán Gonzalo honra haber estado tanto tiempo sobre aque-
Fernández de Córdoba. El capitán Bartolomé lla villa sin la poder tomar, recibiendo mayor

de Alviano, que estaba en Labelo, y el capitán daño en su gente del que hacían á los de den-
D. Diego de Arellano, luego como supieron tro, determinó buscar todas las maneras y ar-
el mandado del Gran Capitán, se movieron tes que pudo para haber de tomar aquella villa.
de Labelo y con toda su gente fueron sobre Y para esto hizo hacer una mina bien grande
la villa de Venosa, y de donde según dicho contra de los muros de la villa, en que pasó
es el capitán Luis de Aste se había salido y muy gran trabajo. Los de Oyra, como sintie-
ido huyendo á Francia, y por esta razón sin ron hacer la mina al muro, hicieron por de
muchas armas ni resistencia los de Venosa se dentro por aquella parte grandes reparos y un
rindieron y recibieron dentro en la villa á los foso muy alto y ancho, por manera que aun-
españoles, quedando de allí adelante aquella que la mina derribase el muro, quedase la
villa con todos los lugares de aquella comarca villa tan fuerte como de antes, y también se
en toda paz y amor y reconciliados por el Rey hizo el foso para ver si la mina que los espa-
Católico D. Fernando de España. Después de ñoles hacían, se pudiera descubrir por donde
esto, el capitán Bartolomé de Alviano y don su fortaleza expirase. El capitán Pedro de
Diego de Arellano con los capitanes Ursinos Paz, después que la mina fué acabada, hízola
que en aquel hecho les habían ayudado y fa- enchir demucha pólvora y cerrarla muy fuer-
vorecido con toda su gente, se tornaron á la temente, según que hacerse suele en los se-
ciudad de Ñapóles á dar cuenta al Gran Ca- mejantes ingenios; y hecho esto mandó me-
pitán Gonzalo Fernández de Córdoba de lo ter en armas su gente, y como fueron todos
que habían hecho. El capitán Pedro de Paz, aderezados para dar la batalla, á la hora se
que se había retirado, según arriba dicho es, puso fuego á la mina, la cual reventó con
sabiendo la voluntad del Gran Capitán, se tanta fortaleza, que metió por el suelo una
movió de aquel lugar y fué sobre una buena buena parte del muro. Según dijimos, como
villa que dicen Oyra, que estaba por el Rey los de dentro se hubiesen fortificado con el
Luis de Francia; y por razón que no tenía toda foso y otros reparos del muro, dado caso que
la gente que había menester, envió al capitán viniese á tierra, quedó la villa tan fuerte
Bartolomé de Alviano, antes que se partiese como de antes. Los españoles como vieron el
de Venosa, para que le enviase mil hombres muro caído, no viendo los reparos que los de
de guerra, de los cuales tenía muy gran nece- dentro habían hecho, por razón del mucho
sidad. El cual luego se los envió porque ya no polvo que la caída del muro causó, arreme-
tenía necesidad de ellos, y luego el capitán Pe- tieron como ciegos á entrar por allí, y los de
dro de Paz con aquella gente y con la otra que que bien en orden estaban en los re-
la villa,
de antes tenía, tuvo muchos días cercada la vi- paros, los recibieron de tal manera que mu-
lla, mediante los cuales se trabajó mucho por chos de los españoles perdieron allí las vidas,
la tomar, pero no lo pudo hacer tan fácilmente con poco daño que en ellos se hizo, á causa
por ser la villa muy fuerte en sí y asimismo de quedar fuertes con los reparos con que
muy bien defendida de los moradores de ella. se apercibieron. Los españoles, sintiendo el
daño, retiráronse afuera, no pudiendo de
CAPÍTULO CXVIII aquel combate tomar la villa, y así se sosega-
ron en sus estancias aquella noche. Y luego
De cómo el capitán Pedro de Paz, haciendo
otro día de mañana el capitán Pedro de Paz
muchos ingenios y minas contra la villa de
mandó aderezar su gente para dar otra vez
Oyra, la tomó.
el combate con voluntad de hacer de aquella

En todo el tiempo que los españoles estu- batalla venir la villa en merced del Rey Cató-
vieron sobre la villa de Oyra, no dejaron los lico ó morir en aquella demanda. Estando los
DEL GRAN CAPITÁN 231

españoles para dar la batalla, los de Oyra, infantes, y vinieron á saltear las estancias de
viendo que los españoles habían de poner los españoles. Y como los españoles los vie-
todas sus fuerzas para los tomar y que les ron venir, luego con gran diligencia se ade-
era dañoso intentar de los resistir con armas, rezaron para salir á recibirlos, y revueltos
determinaron de darse á partido, y así envia- unos con otros, trabóse entre ellos una muy
ron personas al capitán Pedro de Paz, que brava y peligrosa escaramuza, adonde fueron
lehiciesen saber su voluntad y compusiesen muchos muertos y heridos de ambas partes,
con él que dejándolos libres en la villa sin Pero al fin los españoles cargaron en los de
recibir daño en sus personas, ellos le entre- Conversano con tanta fortaleza, que metién-
garían la villa y castillo de Oyra. El capitán dolos en huida, los fueron siguiendo hasta
Pedro de Paz, habido aquel mandado de los junto á los fosos de la villa. En este alcance
de la villa, luego mandó apartar su gente que murieron algunos soldados de los de Con-
ya estaba para dar el combate, y vino en versano, y los españoles dejándolos de se-
aquello que le demandaban; y de esta manera guir más, se comenzaron á retraer á su cam-
los de la villa quedaron en merced del Rey po; y al tiempo de retraerse los de Conver-
Católico juntamente con el castillo, adonde sano cargaron sobre ellos toda su artillería,
dejó gente de guarnición. De ahí el capitán la que por los muros y torres tenían contra

Pedro de Paz se fué á poner cerco sobre Con- el campo español asestada, en que mataron

versano. é hirieron algunos españoles. En este tiempo


el artillería española no dejaba de tirar á los
CAPÍTULO CXIX que estaban en el muro de Conversano, y en
De cómo el capitán Pedro de Paz, después que esto acaeció un gran desastre en aquel lugar,
hubo tomado á Oyra, fué á poner cerco so- de que por poco muriera el capitán Pedro de
bre Conversano,y de lo que sobre ello acaeció. Paz, y fué así. Que poniendo un artillero fue-
go á un cañón que. estaba cargado contra el
Habiendo ya tomado el capitán Pedro de muro, reventó y saltó el fuego en veinte ba-
Paz la villa y el castillo de Oyra, según dicho rriles de pólvora que estaban en el lugar de
es, luego se movió de allí con toda su gente la munición, que no quedó pólvora que no

y fué á cercar á Conversano, que asimismo fuese consumida. El capitán Pedro de Paz,
se tenía por Francia, adonde el Conde de que á esta sazón se halló cerca de la muni-
Conversano cuando se fué á Francia había ción, quemósele malamente el rostro y parte
dejado un capitán, dicho por nombre micer del cuerpo, de que estaba tan malo que to-
Aníbal, con trescientos soldados italianos y dos creyeron que muriera. Quemáronse asi-
franceses, sin la gente de la misma villa, que mismo algunos hombres, que ende se halla-
no era poca, toda gente determinada de mo- ron, y murieron con aquel rebato y triste in-
rir por la opinión de Francia, en la cual el fortunio. De este hecho fué luego la nueva al
Conde su señor les había dejado cuando den- Gran Capitán, con la cual hubo muy gran pe-
de se partió. Pues allegado que fué Pedro sar, en especial sabiendo el peligro del capi-
de Paz sobre Conversano, puso su campo tán Pedro de Paz, á quien él mucho quería,
junto á un monasterio de frailes que está á por ser uno de los fuertes y animosos capi-
media milla de la villa, y sentó el artillería tanes que nunca en Italia pasaron, y por esta
en un lugar contra al muro que más apare- razón luego envió con sus veces al capitán
jado le pareció ser, con la cual cada día se Alonso de Carvajal, para que con aquella
batía el muro con mucha fortaleza, de que se gente que sobre Conversano estaba, acabase
hacía algún daño. Eso mismo acaeció, que aquel hecho que en muy buenos términos lo
los de Conversano salían y daban rebatos en tenía el capitán Pedro de Paz, antes que le
las estancias del campo español, y asimismo sucediera aquel desastre. Con este manda-
los españoles los recibían, en que mezclados miento del Gran Capitán se partió Alonso de
los unos con los otros no poco daño y peli- Carvajal de Ñapóles, y por sus jornadas vino
gro padecían así de muertos como de heri- sobre Conversano, adonde halló el campo es-
dos. Pues visitándose de esta manera que pañol próspero, aunque el capitán Pedro de
dicho es, un día salieron de Conversano has- Paz enfermó gravemente, y luego como llegó
ta ciento y cincuenta de caballo y doscientos allí dio orden en el combatir de la villa como
232 CRÓNICA GENERAL
convenía. Y de manera les hizo la guerra
tal Capitán contra el Príncipe de Rosano (que
y tan á menudo les daba la batalla, que los mantenía juntamente con el Barón de Mar-
de la ciudad no pudieron más sufrir el tra- zano y otros señores y barones de aquella
bajo que cada día padecían y habían pade- provincia el nombre de Francia, y haciendo

cido en aquel cerco, y así determinaron de grande junta de gentes salían de Rosano á
dar la villa y castillo á los españoles, con par- correr todas las villas y lugares de aquella
tido que en sus personas ni haciendas no re- provincia que se tenían por España hasta lle-
cibiesen detrimento ninguno. El capitán Alon- gar á Curillano, donde estaba en frontera con
so de Carvajal, comunicándolo con el capitán alguna gente el comendador Gómez de Solís)
Pedro de Paz, que aunque estaba en la cama, envió á Diego García de Paredes y al capitán
con su consejo se hacía mucho en el campo, Pizarro con dos mil infantes para que se jun-
acordaron entre sí que así se hiciese. Pero tasen con el comendador Gómez de Solís, que
como los españoles hubiesen en aquel cerco á la sazón estaba en Curillano y tenía consigo
pasado mucho trabajo, con pérdida y daño cien caballos ligeros y otros tantos hombres
harto suyo y de los amigos y compañeros, de armas, y que todos juntos fuesen contra
viendo como la villa se tomaba á partido, to- Rosano, adonde el Príncipe con todos los prin-
dos se metieron en armas y corrieron contra cipales señores y caballeros de aquella pro-
Conversano con voluntad de morir ó tomar vincia se habían hecho fuertes. Porque era
la villa para la saquear. El capitán Alonso de aquella ciudad en sí fuerte, de la cual todo el
Carvajal, que ya tenía afirmado con los de Principado dependía, y lo mismo habían for-
Conversano su seguro, hubo de esto muy tificado otros lugares comarcanos, que son
grande enojo y trabajó mucho desviarlos de éstos: Santa Severina, Longo, Buco y la Es-
aquella fuerza. Pero la cosa, que muy incli- calada. Finalmente, los sobredichos capitanes
nada estaba, no pudo resistirla, de manera españoles partieron de Ñapóles mediado el
que los españoles con gran osadía dieron la mes de Mayo de aquel año de mil y quinien-
batalla á la villa, en que hicieron tanto de sus tos y cuatro, y en fin del sobredicho mes lle-
personas, que añadiendo en su virtud mayo- garon á una villa que dicen Terranova de Tar-
res fuerzas con la codicia del saco, toma- sia, adonde estuvieron un día y una noche, y

ron la villa, haciendo gran daño en los mora- mediante este tiempo los capitanes españoles |
dores y gente de guerra que ende estaba, y se juntaron y ordenaron entre sí lo que de-
metidos en Conversano saquearon la villa, bían hacer cerca de aquel hecho de Rosano,
que no quedó cosa que no viniese á su po- adonde se acordó que, pues el Príncipe de
der: lo cual fué hecho contra la voluntad de Rosano se había hecho fuerte en aquella ciu-
sus capitanes, porque merecían muy gran dad, adonde esperaba ser cercado de ellos,
pena y castigo, si la multitud no los excusara. que clara cosa sería que tod.is las provisiones
Finalmente, la villa y castillo de Conversano de pan y vino de aquel año y de todas las
vino en poder de los españoles, dejando la otras cosas necesarias para su mantenimiento
villa y todo lo demás muy mal parado. procurarían meter en Rosano para poderse
sustentar en el cerco, y por esta razón á ellos
CAPÍTULO CXX les parecía que sería bien acordado, para que
mejor principio llevasen sus hechos, que se
De cómo el Gran Capitán envió d Diego Gar-
fuesen á juntar con el comendador Gómez
da de Paredes y al capitán Pizarra para que
Solís en Curillano, y que desde allí se partie-
se juntasen con Gómez de Solís, que estaba
sen á hacer el gasto y talas en lo*^ trigos,
en Careliano, y fuesen contra el Principe de
cebadas y viñas de aquellas tierras, porque
Rosana y contra el Barón de Marzano, que
los de Rosano no se aprovechasen aquel
se fiablan flecho fuertes en Rosana, y de lo
año de ello, que según la gente que dentro
que ende sucedió.
había (que sería entre soldados italianos y
Siendo en la devoción del Rey Católico casi franceses y la gente de guerra de la misma
todo el reino de Ñapóles, y no quedando cosa ciudad, sin la otra gente que no era para to-
que no le reconociese por señor, según es di- mar armas, más de tres mil hombres) grande
cho, empero había algunos que antes recono- falta les harían las provisiones en aquella
cían al francés que á él, y para esto el Gran tala, y este acuerdo que los capitanes hubie-

é
DEL GRAN CAPITÁN 233

ron, á todos pareció muy bueno. Luego otro


Diego García
CAPITULO CXXI
día siguiente á la punta del día
de Paredes y el capitán Pizarro con toda la De cómo mismo día que los saco-
saliendo el
otra gente se partieron deTerranova de Tar- manos españoles falavan los trigos, el Barón
sia, y el capitán Gómez de Solís con la gente de Marzano con gente d hacer la escolta á
de caballo, que ende tenía, salió fuera de aque- sus taladores, fué roto por Diego García de
lla villa y juntóse con los otros capitanes Paredes y muerta mucha gente de la suya.
españoles que dicho habernos, y así todos
juntos, comunicando cou el comendador Gó- Luego que los españoles, según dicho es,
mez de Solís lo que habían determinado de allegaron al bosque junto á la marina, envia-

hacer, se fueron á aposentar con el ejército ron los sacomanos con veinte caballos que
á cinco millas de la ciudad de Rosano, en un hiciesen la escolta, para que segasen para los
bosque y matas muy espeso, que es junto á caballos del ejército todas las cebadas y tri-
unas lagunas cabe la marina, adonde por gos y otras hierbas que hallasen. Pues dice
aquella parte se podría hacer muy gran mal y ahora la crónica que como el Príncipe hubie-
tala, por razón que los de Rosano tenían en se mandado segar panes y meterlos en la
los
aquel lugar grande abundancia de sembra- ciudad, que cada día salían de Rosano gentes
das, así de trigos como de cebadas, estando que no entendían en otra cosa sino en segar
en el ejército los taladores y gente que ha- todos los panes y cebadas y hierbas que en
bían de hacer el gasto, no se apartarían mu- aquel término había; y que este día que los
cho de ellos y podrían hacer aquella tala más sacomanos españoles salieron, sucedió que
á su salvo. Pues como los españoles fueron asimismo salieron los de la ciudad á segar
aposentados en aquel lugar, y hechas sus es- según lo tenían de costumbre, con los cuales
tancias, según que se suele hacer en seme- salió el Barón de Marzano con cuatrocientos
jantes aposentos de campo, luego sin más infantes y cien caballos ligeros y treinta hom-
detener enviaron los sacomanos á correr y bres de armas á hacer la escolta, en tanto que
cortar los trigos y cebadas que estaban aún los sacomanos segaban y cargaban. Pues
verdes en el campo, y toda otra hierba para acaeció que estando el Barón de Marzano

los caballos y bestias de carruaje del campo; haciendo la escolta, vieron cómo los sacoma-
y la guarda de los sacomanos fueron veinte nos españoles talaban y gastaban aquellos
caballos á hacerles la escolta mientras ellos panes y cebadas, y hacían muy gran daño en
talaban y cortaban las sembradas, así de tri- todo, por lo cual dejando á su infantería en
go como de cebadas y otras legumbres que una viña, él con los cien caballos ligeros y los
muchas había en aquellas partes, las cuales treinta hombres de armas corrió hacia aquel
estaban ya cortadas y taladas de manera que lugar donde los sacomanos españoles anda-
no podían los españoles hacer mayor daño ni ban segando, y los veinte caballos como vie-
tala de lo que ende estaba hecho. Y la razón ron venir tanta gente contra ellos volvieron
de ello fué que, como el Príncipe de Rosano las espaldas y fuéronse retirando hacia donde
hubiese sido avisado de la venida de los es- estaba su campo, y el Barón de Marzano los
pañoles contra él, usó de un ardid de guerra fué siguiendo á la mayor prisa que pudo has-
con el cual hizo daño á los españoles, y fué ta tanto que tomó todos los sacomanos, hi-
que hizo cortar y talar todas las sembradas riendo primero algunos de ellos, y uno de los
que más pudo, así de trigo como de ceba- sacomanos herido de dos lanzadas se escapó
das, así verdes como estaban, y habíalo todo de entre ellos, y al mayor correr que pudo
hecho meter en la ciudad porque no faltasen llevar entró por el campo dando muy gran-
para los caballos que estaban dentro en Ro- des voces diciendo lo que les había acae-
sano provisión, y por esta razón no hallaron cido con los de Rosano, y de cómo llevaban
mucho los españoles que talar por aquella todos los sacomanos presos. En esto Diego
parte, y aquel oficio de talar así era común á García de Paredes, que á la sazón estaba á
los de Rosano como á los españoles, salvo caballo y se había hallado en la delantera del
que se aprovechaban mucho los de la ciudad campo, como supo lo que los de Rosano ha-
de las talas que se hacían, porque lo metían bían hecho, y cómo llevaban presos á sus sa-
todo en la ciudad de Rosano. comanos, recogió hasta sesenta caballos lige-
234 CRÓNICA GENERAL
ros y veinte hombres de armas, y fué en pos toria con tanto daño de sus enemigos alcan-
del Barón de Marzano, el cual con los saco- zada se tornó Diego García de Paredes á su
manos españoles se tornaba á la ciudad. Y campo.
tanto anduvo Diego García de Paredes con
los caballos, que alcanzó al Barón y á su
CAPÍTULO CXXII
gente junto á una ermita derribada que lla- De cómo Diego García de Paredes se metió en
man Santo Sodor, que está en las viñas de la ciudad de Rosano para haber de saber si
Rosano. El Barón de Marzano, como vio que había provisión en la ciudad para aquel año,
no se podía excusar de no venir á las manos y del peligro que á esta causa recibió.
con los españoles, que ya lo habían alcanzado,
tornó sobre ellos, y en una calle de viñas que Roto el Barón de Marzano en las viñas de
ende estaba, se afrontaron los unos con los Rosano, según que la crónica ha contado, los
otros, adonde así revueltos pelearon bien españoles hicieron muy grandes talas y gas-
más de una hora, haciéndose mucho daño, tos en las sembradas de aquella comarca, por
así de muertos como de heridos. Pues estan- manera que así con la tala que ellos habían
do así trabados, Diego García de Paredes, hecho como la tala y gasto que los de la ciu-
que peleaba en la batalla delantera, viendo dad eso mismo hacían, ya no había por aque-
que por la disposición del lugar adonde pe- lla parte cosa ninguna que no estuviese me-

leaban no se podía aprovechar bien de toda la tida toda á destrucción; y por esta razón los
gente, hizo saltar en las viñas hasta cuarenta capitanes españoles luego dieron orden de
caballos de los suyos para que diesen por el se levantar de aquel lugar, y haciéndolo así
costado en los enemigos, porque bien vio que fuéronse á poner cuatro millas más adelante
de aquella manera más brevemente los des- la marina arriba, con voluntad de talar asi-

baratarían. Pues así fué que los caballos espa- mismo por aquella parte todos los trigos y
ñoles, según el mandado de su capitán, salta- cebadas que eran sembrados en aquel lugar.
ron en las viñas y dieron en los enemigos por Adonde estuvieron ocho días haciendo muy
el costado tan fuertemente, que el Barón de gran tala, no solamente en los trigos y ceba-
Marzano por aquella causa no pudo sufrir das, pero en las viñas, no dejando cosa en el
más á los españoles, y así juntamente con los campo que no destruyesen, á lo menos de
suyos fué desbaratado y metido en huida lle- aquellas que creían que los de la ciudad de
vando el camino á donde había quedado su Rosano se podían aprovechar; de manera que
infantería, pensando que con ella se reharía bien tenían averiguado que por el año veni-
y tornaría á los españoles otra vez. Pero no dero los de la ciudad de Rosano no tendrían
sucedió así, antes los españoles los fueron provisiones, á lo menos de pan y vino, según
siguiendo de tal manera que revueltos con la tala que se había hecho en todos los tér-
los caballos se metieron entre los infantes minos de la ciudad de Rosano. Pero con esto
del Barón de Marzano, los cuales pensaron hallaban muy gran inconveniente si se hubie-
de hacerse fuertes en aquella viña adonde se de diferir aquel cerco hasta el año venide-
estaban; pero como los caballos de Rosano ro, por razón que esperando ellos hasta otro
fueron desbaratados, mataron é hirieron los año no se podrían sustentar en ninguna ma-
españoles muchos de ellos. En esto el Barón nera, porque aún estaban por pasar cinco me-
de Marzano, viendo la cosa perdida, con so- ses del verano, que tenían pensamiento de
los veinte caballos de los suyos se salvó estar sobre aquella ciudad, y en aquel tiempo
con harto trabajo en Rosano. Toda la demás ellos no tenían demasiadas provisiones; lo cual
gente que quedó fué presa y muerta de los pensaban sería contrario en los de la ciudad,
españoles, y fueron los muertos ochenta hom- los cuales estarían bien proveídos para aquel
bres y presos ciento y cincuenta, y librados año, aunque á la verdad no lo sabían de
asimismo los sacomanos españoles que les cierto. Eso mismo hallaban por grandes in-
había preso el Barón de Marzano. Y des- convenientes si el invierno venidero hubiesen
pués de esto Diego García de Paredes man- de estar sobre la ciudad de Rosano por la in-
dó hacer grande tala en las sembradas y disposición del lugar de aquella tierra, que de
cargar grandes cebadas y trigos verdes y muchas aguas y nieves y de otros trabajos
otras hierbas, y con todo esto y con la vic- de invierno serían oprimidos y metidos
DEL GRAN CAPITÁN 235

muy grande afán y peligro, según que lo ha- les dijese la razón de su venida, no por eso
bía sido el invierno pasado en el Careliano, dejaron de le cargar de muchos y pesados
especialmente que en aquella tierra, por cau- golpes, y sin duda ninguna, si no fuera por la
sa de las muchas aguas, corren muchos arro- fortaleza de las armas y por su buen corazón,
yos y ríos y hácense muy grandes lagunas, y peligrara aquel día. Pero Diego García de
el ejército vendría en muy grande detrimen- Paredes hizo tanto de su persona que hirien-
to, que verdaderamente sería muy dificultoso do algunos de los enemigos se libró de sus
poderse sustentar, principalmente esperando manos huyendo la vía de la ciudad. Verdade-
faltarle bastimentos, como lo esperaban, si ramente se debe creer, según que él mismo
hasta el invierno estuviesen en cerco. Y lo muchas veces dijo, que en cuantos peligros
que mayor pasión les daba, era no saber si pasó en esta vida ninguno le puso tan cerca-
en la ciudad de Rosano había provisión para no á la muerte como aquel en que de su mis-
lo que quedada de pasar de aquel aíío, y eso ma voluntad se metió; por razón que habién-
mismo en el estado que la ciudad de Rosano dose salvado de la guardia de los trescientos
estaba, lo cual no habían podido saber. Final- soldados, viniese á meter en otro mayor peli-
mente, los capitanes españoles y toda la otra gro. Porque como llegó á Rosano, la gente
gente principal del ejército se juntaron y co- que estaba en guardia de las puertas por
municaron entre sí estas cosas, hallando muy donde se entró, turbados en ver aquel espa-
cerrada la salida de todo ello, si del estado ñol entrar corriendo, pensaron que todo el
de la ciudad de Rosano no se sabía, por razón ejército español venía allí, cerrando todas las
que así como hallasen los enemigos aperci- puertas y tomando sus armas se pusieron
bidos, así ellos harían y ordenarían lo que delante de Diego García de Paredes, que ya
más conviniese hacer sobre aquel cerco. Es- estaba dentro, el cual no se quiso detener
tando los capitanes en esta duda, teniendo entre ellos, antes, dando de espuelas á su ca-
muy gran deseo de saber las provisiones que ballo, pasó de recio adelante. Luego fué toca-
había y para qué tanto tiempo, el capitán do alarma por la ciudad, y todos corrían con-
Diego García de Paredes, á quien por su osa- tra él, procurando cada uno darle muerte. Y
día y valeroso ánimo en todo le fué favorable Diego García de Paredes, que no había veni-
la fortuna, dijo á sus compañeros que él que- do á Rosano por pelear, sino por tomar len-
ría meterse en Rosano y sabría muy bien, si gua del estado de bastimentos que en la ciu-
con la vida quedase, todo lo que en la ciudad dad había, pasaba por todos sufriendo muy
se hacía; pero que tenían necesidad, según lo grandes golpes, hasta tanto que vino á los
que en aquel caso tenía pensado hacer, que palacios del Principe, que sintiendo el albo-
todos publicasen cómo él había muerto un roto de la ciudad, había salido fuera para ver
lugarteniente suyo de capitán, por razón que lo que era, y luego corrió allí toda la ciudad
se le había querido alzar con su compañía y sobre él. Pero el Príncipe le hizo seguro has-
que todo el campo se había levantado contra ta tanto que Diego García de Paredes, des-
él para le matar, porque con aquel achaque cendiendo de su caballo, se puso ante el Prín-
pudiese estar seguro en Rosano como que se cipe diciéndole la causa de su venida, que era
había ido á meter en la ciudad con temor de cómo había él muerto un lugarteniente de ca-
no ser muerto. Finalmente, con este aviso pitán suyo por razón que se había rebelado
Diego García de Paredes se armó como hom- y levantado con su compañía, y que por aque-
bre de armas y su caballo eso mismo, y ca- llacausa se había levantado todo el campo
balgando en él se encomendó á Dios con muy contra él por le matar; y que él, viéndose en
gran devoción y fué cuanto el caballo le pudo peligro de muerte, no había hallado mejor
llevar á se meter dentro en Rosano. Pues remedio á su salud que era venirse á poner
acaso antes que llegase á la ciudad se encon- debajo de su amparo, confiando en la grande-
tró con una guardia de doscientos hombres, za y valor de su persona que le haría seguro
los cuales como le viesen venir, luego cono- de todo mal y daño que venirle podría, por
cieron ser de los enemigos, y todos á una razón que haber venido ante su presencia lo
arremetieron contra él, y de tal manera le tenía más por ventura que por peligro, lo
recibieron que le convino haber con ellos una cual todo le había dado atrevimiento de ve-
peligrosa escaramuza; el cual, dado caso que nir ante él, y que por esto le suplicaba tuvie-
236 CRÓNICA GENERAL
se por bien servirse de su persona algunos se llegaron más cerca de Rosano para poner
días hasta tanto que se asegurase la gente en mayor estrecho la ciudad.
de su ejército y él pudiese irse sin recibir al-
gún daño en su persona á España, de donde
era natural. El Principe, que era buen caba-
CAPÍTULO CXXIII
llero y muy leal en sus hechos, maravillándo- De cómo el ejército español se levantó de aquet

se de lo que aquel capitán español había pa- lugar de la marina y se vino á poner junto á
sado aquel día, preciólo mucho y dióle algún Rosano, y cómo el coronel Villalba hizo una
crédito, aunque no quedó satisfecho y hizo cabalgada del ganado de la ciudad.
recibir información de ello, y hallando ser
verdad, según en el campo había quedado Como Diego García de Paredes allegó al
ordenado que se dijese, el Príncipe le tuvo campo de los españoles bien instruido del
en su casa tres días. En los cuales el capitán estado de la ciudad de Rosano, habiendo á
Diego García de Paredes se informó de todo los capitanes sus compañeros avisado, luego
cuanto pasaba en la ciudad y supo eso mis- otro día en la mañana se levantaron de aquel
mo cómo tenía provisiones para se sufrir lugar donde hasta entonces habían estado
aquel verano estando cercados; el cual, sien- aposentados y vinieron á poner cerco más
do muy alegre de lo sucedido en aquel hecho, junto á la ciudad. Los cuales como llegaron á
pasados los tres días que en Rosano estuvo, Rosano, para tenerla en mayor estrecho por
habló con el Príncipe diciéndole cómo él te- todas partes, hicieron dos partes de su ejér-
nía voluntad de irse á España y que ya no cito: en la una quedó el Comendador Gómez
tenía temor de los españoles que le harían de Solís y el capitán Pizarro, y se pusieron
mal alguno, yéndose por camino que hubiese junto á una iglesia que llaman San Andrés.
de venir á sus manos, y que si fuese servido En la otra parte quedó Diego García de Pa-
él recibiría muy gran merced si le diese un redes y el coronel Villalba junto á otra igle-
salvoconducto con que él pudiese ir seguro sia que llaman San Francisco, adonde ambos
por sus tierras, de que se temía. El Príncipe los aposentos en cuatro meses que estuvie-
de Rosano (según dicho es) era buen caba- ron sobre Rosano nunca dejaron de hacer
llero, dado que holgara que se quedara en su todo el daño que pudieron en la ciudad. Eso
servicio; pero como vio que aquella era su mismo los de Rosano, así del muro como sa-
voluntad, no sólo le dio el salvoconducto, liendo á saltear el campo con rebatos y esca-
pero dióle asimismo un soldado para que se ramuzas, no dejando de hacer todo el daño
fuese con él hasta le poner en salvo. Diego que podían. Pues acaeció que estando en
García de Paredes se salió de Rosano y fuese este estado la ciudad, una noche el coronel
con el soldado italiano por el mejor camino Villalba se apartó de su campo con cien hom-
que le pareció, y cuando sintió que era tiem- bres y metióse en una emboscada por aquella
po túvole en merced su compañía y despidió- parte por donde los de la ciudad sacaban el
se de él, diciendo que no le quería poner en ganado á pacer al campo, según que lo tenían

más trabajo, que se tornase, que de allí ade- de costumbre, y estúvose toda aquella noche
lante él se iría seguro con sólo el salvocon- emboscado hasta que fué de día; y siendo la
ducto. Y despedido el soldado italiano, se punta del día los pastores sacaron el ganado
tornó Diego García á su campo, adonde dio bien descuidados de lo que sucedió, y traían
cuenta á sus compañeros de lo que había en su guardia cien hombres de guerra, y
hecho y del estado de la ciudad, según que como el coronel Villalba los vio venir, dejólos

arriba es dicho. Finalmente, obró tanto aquel pasar adelante esperando que se desviasen
hecho que hizo Diego García de Paredes, más de la ciudad, y cuando le pareció buen
aunque algunos lo juzgaban por temerario, tiempo descubrióse de su emboscada y arre-
que fué causa que la ciudad de Rosano vino metió contra la gente de guerra, por manera
en más breve tiempo en servicio del Rey Ca- que matando é hiriendo muchos de ellos, les
tólico, como adelante se dirá. Luego otro día tomó mucha parte del ganado, y con ellos,
de mañana que Diego García de Paredes sin perder un hombre solo de los suyos, se
llegó al campo, los capitanes aderezaron de tornó á su campo en el aposento de Diego
36 levantar de aquel lugar donde estaban y García de Paredes.
DEL GRAN CAPITÁN 237

les murieron asimismo aquel día veinte, sin


CAPÍTULO CXXllII
algunos heridos. Después de esto, estando los
De cómo los de la ciudad de Rosana salieron de la ciudad muy lastimados viendo el daño
dos veces á pelear con los españoles que te- que cada día recibían de los españoles, espe-
nían la parte de San Francisco, en que los cialmente el de aquel día en aquella batalla,
de la ciudad recibieron muy gran daño y determinaron en sí de salir todos juntos un
Diego García de Paredes fué herido de un día y dar en una de las guardas del campo
escopeta, de que por poco muriera. español, por razón que, como ya arriba dicho
es, los aquejaban mucho. Y un día con esta
Aquejados los de la ciudad de Rosano de voluntad los de la ciudad de Rosano salieron
los soldados españoles que tenían el cuartel con tanta determinación, que traían delante
de San Francisco, pensaron que si ellos no se de sí ó la muerte ó la vergüenza de sus ene-
trabajaban de echar los españoles de aquella migos, y arremetieron contra la estancia de
estancia no podrían dejar de recibir de ellos aquella guardia. Pero los españoles, que no
gran daño cada día. Y por esta razón luego se descuidaban, recibiéronlos muy bien, y con
otro día siguiente después de lo que pasó el mucho ánimo pelearon los unos contra los
día antes, los de la ciudad de Rosano salieron otros más de hora y media, con tanta forta-
hasta doscientos hombres de guerra, y con leza que como los de la ciudad de Rosano
muy grande ímpetu dieron en una de las es- hubiesen salido con determinación de morir
tancias de aquel aposento de San Francisco, ó de desbaratar aquella gente, eso mismo lo

adonde ciudad mayor daño recibía, y allí


la hubiesen con hombres que sabían bien de-
estaban cien soldados españoles que por fenderse, fué causa de ser mucho más san-
aquella parte guardaban el campo. Los cuales grienta la pelea entre los unos y los otros;
como sintieron venir á los enemigos se mez- murieron ende muchos hombres de una y
claron los unos con los otros y hubieron en- otra parte. Diego García de Paredes, que no
tre sí una muy reñida y peligrosa batalla, en era usado á desamparar sus soldados, viendo
la cual la la ciudad de Rosano lle-
gente de el peligro y trabajo en que los de la ciudad

vaban por razón que como vieron


lo mejor, de Rosano los tenían puestos, á causa de ser
andar aquellos doscientos soldados que pri- mucha más gente en comparación que no
mero salieron con los españoles revueltos, ellos, arremetió en su socorro con toda la
toda la demás gente salió con voluntad de demás gente de su campo, y con tanto áni-
echar de todo punto de aquella estancia á los mo y fortaleza que después de mucha gente
españoles. Y verdaderamente recibieran muy de una y de otra parte muerta, á fuerza de
gran daño y perdieran aquella estancia, si no armas los metieron por las puertas de la ciu-
que el capitán Diego García de Paredes, dad. En este rebato fué herido Diego García
viendo el manifiesto peligro de los suyos y de de Paredes de una escopeta de través, que
cómo eran acometidos de toda la mayor parte por poco no fué muerto; pero saliendo de
de la gente que guardaba aquel cuartel, so- aquella prisa maltrecho de la herida, hubo de
corrió con doscientos soldados españoles y estar en la cama muchos días hasta tanto que
dio tan de recio y con tan grande fortaleza fué Nuestro Señor Dios servido que cobrase
en los de la ciudad de Rosano, que de su entera sanidad. Murieron en este combate de
venida muchos fueron muertos y heridos; y una y de otra parte más de cien hombres, y
tanto hizo de su persona con su gente que á verdaderamente murieran muchos más, si no
golpe de espada los hizo retraer á la ciudad, lo estorbara la herida del capitán Diego Gar-

y los españoles todavía los iban siguiendo cía de Paredes, que fué causa que la gente
matando é hiriendo en ellos hasta los meter del ejército, viendo herido á su capitán, de-
por la puerta de la ciudad. Y como fueron jaron de seguir más á los de la ciudad de
dentro en la ciudad, luego el capitán Diego Rosano. Todo aquel tiempo que Diego García
García de Paredes mandó retraer toda su de Paredes estuvo malo, los de Rosano no
gente á sus estancias del campo y halló que dejaban de salir de la ciudad para hacer reba-
habían sido muertos aquel día cien hombres tos en el cuartel, y los españoles los recibían
de los de la ciudad de Rosano, sin muchos pri- como mejor podían, siéndoles muy gran falta
sioneros y heridos, y de los soldados españo- la enfermedad de su capitán, con cuya forta-
238 CRÓNICA GENERAL
leza las suyas se doblaban; y por esta causa unos con los otros hubieron entre sí uno de
el coronel Villalba trabajaba mucho en que losmás bravos y reñidos combates que nun-
por la enfermedad de Diego García de Pa- ca hicieron en Italia infantes contra infantes.
redes no hubiese falta en el recibimiento de Finalmente, porque es cosa demasiada que-
los enemigos, y así se sustentaron todos rer contar particularmente lo que acaecid
aquellos días hasta tanto que el capitán Die- cada cosa por sí en los combates, en especial
go García de Paredes recibió entera sanidad. no siendo ni acaeciendo cosas notables ni
dignas de cuenta, dice la crónica que los tres
soldados españoles, habiendo pasado muy.
CAPÍTULO CXXV gran trabajo y peligro de sus vidas dentro en
De un desafío que hicieron tres infantes ita- la estacada, hicieron tanto de sus personas
lianos de la ciudad de Rosano con otros es- aquel día que por fuerza hicieron rendir á los
pañoles, y de lo que del desafío sucedió. tres soldados italianos, quedando por sus
prisioneros. Y siendo así declarado y dado
En todo aquel tiempo que Diego García de por sentencia de los jueces, los soldados es-
Paredes estuvo enfermo, muy negligentes es- pañoles salieron con la honra del desafio y
taban los soldados españoles y muy tibios en campo y fuéronse cada cual adonde salieron.
todo, porque ciertamente la enfermedad de Y es cierto que en esto puede la nación es-
su buen capitán Diego García de Paredes pañola dar muchos loores y gracias infinitas
era muy grande parte de su tristeza, y no á Nuestro Redentor Jesucristo, pues en todos
por eso dejaban de hacer en su defensión los peligros siempre les quiere ayudar á que
contra los de la ciudad de Rosano todo lo salgan con su honra de ellos. Aunque muy al
que ellos podían, los cuales muy más á me- contrario de esto sucedió á Sotomayor, es-
nudo salían y visitaban á los españoles con pañol, con el capitán Pedro Bayarte, que era
muy continuos rebatos; en los cuales, por la francés; porque el dicho capitán Pedro Ba-
mala orden con que recibían á los enemigos, yarte en los días pasados poco después de
se les hacía muy gran daño, y verdadera- los once por once, de que arriba se hace men-
mente andaban tan descuidados todos los ción, desafió á combatir en batalla de toda
españoles, que si Nuestro Señor Dios por su ultranza al sobredicho Sotomayor, queján-
infinita bondad y clemencia no les enviara dose el capitán francés de haber sido grave-
sanidad á su capitán, no fuera mucho perder- mente ultrajado del español, teniéndole preso
se el ejército. Pues estando la cosa en este en más áspera y descortés prisión de lo que
estado acaeció que demandaron tres solda- debía tenerle. Y el Gran Capitán Gonzalo
dos de la ciudad de Rosano campo y desafío Hernández de Córdoba, entendida la causa
á otros tres soldados españoles; y los espa- de la querella, reprendió muy severamente á
ñoles, como no sean perezosos en semejan- Sotomayor por lo hecho y le mandó que sa-
tes afrentas, en especialadonde alguna hon- liese al campo, porque con el juicio de las
ra se puede ganar, salieron al puesto y de- armas se purgase la infamia del mal trata-
manda de los italianos otros tres soldados miento ó quedando vencido méritamente fue-
españoles, y dada entre ellos la orden que se castigado con deshonrado fin por haber
debían de tener y señalado el lugar del com- ensuciado con palabras y obras descorteses
bate y los jueces y el día que se habían de la honra de la nación española y á su linaje.
combatir, los tres soldados italianos salieron Y así salieron los dos al campo, adonde la
de Rosano con muy grande solemnidad acom- fortuna sentenció en aquel combate y desafío
pañados de mucha gente de guerra y con su un triste fin, y fué que el capitán francés en
juez de su parte que tuviesen seguro el cam- poco espacio de tiempo metió al Sotomayor
po, y otros tres soldados españoles asimismo la punta de la espada por la escotadura de la
salieron con la misma solemnidad y orden, y coraza y le hirió mortalmente en la garganta,
llegados al lugar de la estacada metiéronlos de la cual herida murió con harta vergüenza
dentro los jueces y pusiéronlos asimismo en y confusión suya; y porque ya se va cansan-
sus puestos. Y hecha la señal los unos se vi- do mi pluma quiero solamente decir de qué
nieron contra los otros (traían picas y espa- manera la ciudad de Rosano vino en servicio
das á guisa de infantes), y mezclados los del Rey Católico de España.
DEL GRAN CAPITÁN 239

deseando la perdición de los españoles que


CAPÍTULO CXXVI en las grutas estaban, ordenaron un ardid
De cómo capitán Pizarro y el coronel Vi-
el con el cual los rompiesen y echasen de allí
llalba se juntaron y fueron á tomar unas con mucho daño suyo, escaramuzándolos de
grutas que estaban fuera de Rosano, adonde tal manera que aun redundase en daño y te-

eran veinte hombres de guarda, y lo que ende mor de los restantes que en el real estaban. Y
hicieron. para esto trataron que el Barón de Marzano
con hasta doscientos soldados los más esco-
Estando las cosas de la ciudad de Rosano gidos, á la primera vela de la noche, cuando
en este estado, el capitán Pizarro, que estaba la gente estuviese más descuidada, saliesen

en compañía del Comendador Gómez de So- de la ciudad y por unos lugares que hay muy
lís, y el coronel Villalba y Diego García de asperísimos en la subida de las grutas, donde
Paredes ordenaron ambos á dos (es á saber), los españoles estaban, por ser lugar muy alto
Pizarro y Villalba, de ir á tomar unas grutas para ponerse gente, se emboscase, y al alba
que son fuera de la ciudad, adonde los del del día saliese repartiendo su gente en tres
Príncipe hacían la guardia. Los capitanes es- partes, y que cada un soldado llevase en la
pañoles, tomando de sus compañías hasta mano una alcancía llena de pólvora con una
cien hombres, un día en medio del día en la mecha encendida cuanto un dedo de largo
siesta salieron de su campo y fueron á dar atravesada en la misma alcancía, y como lle-
sobre aquella guardia de las grutas, adonde gasen á la guarda de los españoles, los aco-
estaban veinte hombres de guarda. Y los ca- metiesen muy animosamente con las armas
pitanes españoles con aquellos cien soldados en la mano, guardando las alcancías para me-
con buena orden y con gran secreto comen- jor oportunidad; y rotos aquellos, como sería
zaron de subir á aquel lugar, el cual, por ser poca gente, losque guardaban las grutas
áspero de subir, con mucha dificultad se tar- vendrían á socorrerles, cargasen sobre ellos
daron algún tanto. Y como los españoles alle-^ por tres partes y juntando con ellos echán-
garon á las grutas, dieron de recio sin ser doles las alcancías, las cuales quebrándose
sentidos en los veinte hombres que las guar- como las mechas iban encendidas, prenderían
daban, adonde mataron algunos de ellos y el fuego en la pólvora y chamuscarían, no sólo

todos los demás se escaparon con mucho tra- á los que anduviesen con ellas, pero aun á
bajo metiéndose en la ciudad huyendo. Y los los que anduviesen cerca, y con el temor de
españoles habiendo echado las guardas de esto y la turbación, de presto serían desba-
aquellas grutas se apoderaron ende en ellas ratados y echados de aquel lugar, el cual á
y se hicieron ende fuertes, y así las tuvieron los de la ciudad de Rosano era muy impor-
todo el tiempo que sobre Rosano estuvieron, tante, como dicho es, y el resto de la ciudad
adonde en su defensa los españoles con otros se pusiese en elpaso por donde los del cam-
que con ellos pusieron en guarda, hicieron po habían de socorrer á los que estaban en
cosas maravillosas; porque como estaban en las grutas, el cual era muy angosto y áspero,
de la sierra que señoreaban la ciudad,
lo alto por donde si subían no podían sino recibir
de adonde al Príncipe y á los demás les venía notable daño, por ser unas cuestas de unos
mucho daño y por donde se les podía causar riscos, hechas de tal manera que muy poca
su total perdición, cada día procuraban con gente les podía defender el paso á los que
escaramuzas y continuos asaltos echar de por allí subiesen y hacerles mucho daño. Y
allíá los españoles. Pero como ellos eran ta- así pensaron escarmentarlos de manera que
les que temían más el perjuicio de las honras otro día más atentadamente se pusiesen á
que la falta de las vidas, de tal manera se emprender otra semejante cosa, y aun como
sustentaban, que ningún acometimiento que desconfiados dejarían el sitio de Rosano. Pues
les hiciesen les ponían temor, antes aquello ordenado esto por los de Rosano y puesto
tenían por gloria, obrando de sus personas por obra, salió como dicho es de aquella em-
de tal manera que su valor era manifiesta boscada al alba del día conforme á lo concer-
muerte y ruina á los enemigos. En esto acae- tado, y envió la tercera parte de su gente á
ció que un día el Príncipe de Rosano con los los españoles que hacían la guardia hacia
demás caballeros y gente que con él estaban, aquella parte, que sería hasta veinte hom-
240 CRÓNICA GENERAL
bres; y como aquellos del Príncipe eran más
de ochenta hombres, aunque los españoles
CAPÍTULO CXXVII
pelearon como leones, á la postre fueron por De cómo Diego García de Paredes, estando ya
los de Rosano rotos y se empezaron de reti- bueno de su herida, acordó con los otros
rar. En esto al ruido acudieron los españoles capitanes sus compañeros hacer una mina
que estaban con el capitán Pizarro en las á la ciudad, por lo cual el Príncipe de Ro-
grutas en socorro de los suyos, quedando en sano les entregó la ciudad.
guardia de las grutas el coronel Villalba y
con hasta cincuenta soldados; y como Pizarro Pues visto por el Príncipe Rosano el triste
vio maltratar la guardia de los españoles, y desastrado fin que su designo y del Barón de
socorrióles con tanto ánimo y presteza, que Marzano había habido, determinó de probar
aunque los que venían con el Barón de Mar- ventura otra vez. Y fué que llamó á un capi-
zano se quisieran socorrer de las alcancías, tán que él tenía por hombre muy escogido en
no pudieron sino muy pocos, porque los apre- valor, y mandóle que en la mañana siguiente
taron de tal manera que se les cayeron entre antes que fuese de día, por la puerta que sa-
los pies por ayudarse de las armas, de que re- lía al real, con quinientos soldados, todos con

dundó que el daño que habían de hacer en los sus propias camisas vestidas sobre las ar-
enemigos lo hicieron en sí mismos. En esto mas, diesen en el real de los enemigos más
llegaron las otras dos partes que traía el Ba- con voces que con armas, á fin que los del
rón de Marzano, y como el coronel Villalba real acudiesen á ellos; y como los del real
los vio, salió á socorrer á los suyos con el moviesen tras de ellos, se retrajesen con
resto de la gente, haciendo señal al capitán buen concierto hacia la ciudad y se pusiesen
Pizarro que se recogiese, porque los enemi- debajo los muros, porque los que estarían
gos no le ganasen las espaldas, y él por le sobre los muros los defenderían, y él por
socorrer no desamparase las grutas, y así lo otra parte saldría con el resto de la gente, y

hizo el capitán Pizarro, que vuelta la cara á como que era á la parte donde
hallaría el real
los enemigos, se juntó con el coronel Villalba. estaba Diego García de Paredes desocupado,
En esto ya llegaban los del Barón de Mar- haría en ellos mucho daño y los tomaría por
zano á ellos, y empezaron de arrojar las al- las espaldas, donde creía desbaratarlos; por-
cancías que les habían quedado á los espa- que la otra gente que estaba en la otra parte
ñoles; pero quiso Nuestro Señor Dios que de la ciudad en guarnición no los tenía en
como hacía un viento contrario á los italia- tanto como aquellos que estaban con Diego
nos, así como arrojaban las alcancías, con el García de Paredes. Pues dada esta orden, el
viento las mechas encendían las alcancías; de capitán del Príncipe de Rosano salió tan quie-
suerte que antes que llegasen á los españo- tamente, que no fué sentido de las guardas del
les, en el aire eran quemadas, y así los espa- cuartel del capitán Diego García de Paredes,
ñoles no recibieron daño alguno; y como los y así los tomó de sobresalto y hirió en ellos de
españoles fuesen con las armas en las manos, tal manera, que antes que fuese entendido el

y los italianos (después de echadas las alcan- hecho mató algunos soldados é hirió muchos
cías) echasen mano á las suyas, antes que se y los puso en muy grande alteración. Pero
pudiesen valer de ellas fueron acometidos de tornados sobre sí se juntaron y reforzaron
los españoles de tal manera, que sin poder de tal manera, que los rósanos se entretuvie-
hacer armas fueron de ellos muchos muertos y ron, y como algunos de la compañía del capi-
presos, entre los cuales fué preso el Barón de tán Diego García de Paredes le sintiesen y
Marzano, aunque herido muy mal, y así los es- lo avisasen de ello, envióles doscientos in-

pañoles tuvieron de ellos la victoria. Los capi- fantes de socorro, los cuales llegados los de
tanes españoles Diego García de Paredes y Rosano con el concierto, se comenzaron á re-
Gómez de Solís y Pedro de Paz, como enten- tirar á la ciudad, yendo en seguimiento los j

dían en mirar por dónde podrían combatir la españoles. Pues como el Príncipe de Rosano
ciudad y querían labrar ciertas minas, no su- sintiese el ruido, creyó que todo el campo
pieron ni oyeron lo que pasó, y así se estuvie- iba en seguimiento de los suyos, salió con
ron quedos en su real, y así no hubo efecto el toda su gente para tomarlos por las espal-
designio del Príncipe de Rosano por aquel día. das, pensando que no le había de quedar hom-

4
DEL GRAN CAPITÁN 241

brc á vida; pero no le sucedió así, porque ron, cerrando muy bien sus puertas. De esta
como el ruido y las voces de los heridos eran manera pensando hacer mucho daño en los
tan grandes, Diego García de Paredes, que españoles, el Príncipe de Rosano lo recibió él
ya se podía vestir las armas, se levantó y se y su gente, de la cual murieron más de dos-
armó y mandó poner á toda su gente en ar- cientos hombres, y fueron presos pasados de
mas, hechos escuadrón, para ir á socorrer á seiscientos. De los españoles murieron dos
los suyos, enviando delante algunos caballos infantes y fueron heridos catorce soldados.
ligeros para tomar lengua de lo que pasaba. Pues entrado que fué el Príncipe de Rosano

Y estando así aguardando la respuesta y avi- en ciudad y vista la perdición de los suyos
la

so, llegó el Príncipe de Rosano con toda su y cuan solo de gente se hallaba, temió de al-
gente, y pensando hallar el campo desemba- gún revés, lo cual hasta entonces no había
razado, no en muy buena orden, empezaron creído, pero todavía determinó llegar al cabo
de entrar por él, que como aun no era de día de su determinación creyendo que sería so-
no podían ver lo que pasaba. Pero Diego corrido de franceses. Pero como Diego Gar-
García de Paredes, que fué avisado de la ve- cía de Paredes, con parecer de los otros capi-
nida del Príncipe de Rosano, volvió con toda tanes, deseaba dar fin á aquella guerra, de-

su gente hacia aquella parte, y topándose terminó hacer una mina á la ciudad, por la
con los rósanos que andaban desmandados, cual pensó que la tomaría y daría fin á aquel
matando y robando cuanto hallaban, pensan- efecto. Y así empezaron con mucha diligencia
do que no había nadie en las tiendas, fué su á hacerla, la cual hecha como convenía y
fatiga burlada, porque viniendo los españo- puéstole fuego, derribó un gran pedazo del
les todos en orden y tomando á los italianos muro, por donde, como tuviese su gente aper-
desordenados y desmandados, como dicho es, cibida, dieron el asalto y entraron en la ciu-
en poco rato hicieron tanto estrago en ellos dad. El Príncipe de Rosano, vista su perdi-
y mataron y prendieron tantos, que no se vio con los más que
ción, se retrajo al castillo
en una jornada de tan poco espacio tantas pudo haber, pero viendo que plantaban los
muertes y heridas. Y fué la causa que allende españoles la artillería para batirla y hallán-
de su desconcierto, todos los italianos traían dose sin provisión ni gente que le ayudase,
camisas sobre las armas, y así se diferencia- sin esperanza de socorro, determinó de ten-
ban los unos de los otros. Finalmente, fué tal tar la misericordia delGran Capitán, y así
aquella escaramuza, que convino al Príncipe envió á Diego García de Paredes por seguro
de Rosano, con la mayor prisa que pudo, vol- porque quería hablarle, y así entre ellos (por
verse á la ciudad con los pocos que seguirle medio de algunos hombres principales de la
pudieron, siguiéndole siempre los españoles; y ciudad) se trató que dejaría la ciudad y cas-
si no procurara que cerraran luego las puertas tillo y las demás fuerzas que tenía pacífica-

de la ciudad, de aquella hecha la entraran los mente, con que él y los suyos se pudiesen ir
españoles; porque al ruido acudieron los es- adonde les pareciese, libres sus personas y
pañoles que á la otra parte de la ciudad esta- bienes de los españoles, lo cual consultado
ban, y todos hechos un cuerpo procuraban en- con Gran Capitán fué contento; y así se
el

trar dentro. Pero como está dicho, el Príncipe fué el Príncipe de Rosano con los suyos á
mandó cerrar las puertas, las cuales cerra- Francia, quedando de todo punto aquello de
das,quedaron muchos de los suyos fuera, que aquella provincia por España pacíficamente,
no pudieron entrar en la ciudad, los cuales de que no poco contentamiento recibió el
fueron muertos y presos por los españoles. Gran Capitán, y luego despachó al Rey Cató-
Los quinientos soldados que á la otra parte lico haciéndoselo saber;
el cual hizo hacer

estaban, no pudiendo sufrir el recio acometi- por ello muchas en España y muchas
fiestas
miento de los soldados españoles, tuvieron y muy devotas procesiones, dando por ello
por mejor meterse en la ciudad que no aguar- muchos loores y gracias á Nuestro Señor Je-
dar allí la muerte, la cual tenían por muy sucristo, por cuya voluntad la victoria se al-
cierta, si allí más se detenían, y así lo hicie- canzó.

Crónicas del Gran Capitán, — 16


LIBRO TERCERO
DE LA

VIDA Y FIN DEL GRAN CAPITÁN


GONZALO HERNÁNDEZ DE AGUILAR Y DE CÓRDOBA

siones, tenencias de fortalezas y había dado


CAPÍTULO 1
comúnmente á soldados. También había con-
Grave enfermedad del Gran Capitán, y elogio signado promisiones ordinarias, particular-
de sus grandes virtudes y cualidades (')• mente á aquellos que habían sido valerosos,
teniendo grande memoria en reconocer los
Pues como está dicho en el segundo libro merecimientos de cada uno con tanto juicio
de esta Crónica, Gonzalo Hernández el Gran en el hacer las mercedes, que con justa esti-
Capitán, desde Gaeta se fué á Ñapóles, adon- mación los envidiosos atestiguaban que no
de le tenían aparejado el merecido triunfo, y había dejado un solo soldado sin hacerle lar-
por la grande fatiga de la guerra, como es de ga merced. Entre los otros dio á D. Diego de
creer, adoleció de una enfermedad grave y pe- Mendoza á Melito; á Bartolomé de Alviano,
ligrosa, la cual por la gran furia que traía le en la Calabria, le dio la ciudad de San Marco;
apretó tanto que si no fiubiera sido socorrido al Conde Pedro Navarro, en Abruzo, á Oliveto;

de las suplicaciones devotamente hechas por á p. Juan de Cardona, hermano de D. Yugo,


las iglesias, así por sacerdotes y frailes como en el ducado de Benavente, á Avelino; y de
por las sagradas monjas, los remedios huma- estos á D. Fernando de Andrada, á D. Alonso
nos fueran pocos para su salud. Pero después de Carvajal, á Alvarado, á Diego García de
de recobradas las fuerzas y saliendo mejora- Paredes, á Manuel de Benavides, á Antonio
do de Capuana, donde había estado doliente, de Leyva, á Andrea de Capua, Duque de Ter-
se fué á Castel Novo como habitación más moh, dio muy grandes lugares. A los Colone-
sana y apacible, donde apenas en siete días ses Próspero y Fabricio Colona hizo recobrar
pudo dar cumplimiento á las muchas visitas. los castillos quehabían perdidoen la guerra de
La nobleza y todo el pueblo lo veneraban y franceses y recibieron de él muy grandes pre-
cada uno según su opinión lo loaba: los unos mios. En este hombre lleno de exquisita virtud
la bella presencia del cuerpo y hermosura de florecían el juicio y la razón que era cosa de
rostro, otros de la gravedad de capitán, otros maravillar, especialmente no siendo ensenado .

se admiraban de su excelentísima justicia con en letras latinas, porque en aquel tiempo eran |
una maravillosa templanza de severidad y tenidas en poco de los caballeros nacidos para
clemencia, pero todos se espantaban de su li- la guerra. Pero honraba mucho á aquellos que

beralidad merecedora de igualarse con la Ma- eran doctos en ellas y deseaba de ellos que
jestad Real. Porque él había dado á capitanes con sus obras le diesen eterna memoria. Jamás
ciudades y villas; y entre capitanes de caballos dio causa para poderse ofender la honra de
y infantes había repartido casas, villas, pose- las matronas de Ñapóles, aunque con grande
familiaridad y alegría tuviese entretenimiento
(M En el original no hay epígrafe al frente de este ca-
pítulo. con las señoras generosas, porque solía decir

d
CRÓNICA GENERAL DEL GRAN CAPITÁN 243

que era locura muy grande de un Príncipe, que te atadura) se viniese á confirmar que el Rey
por un pequeño y fugitivo placer, procurase D. Fernando, aunque viejo, tomase por mu-
un continuo y gravísimo enojo. Pero en el jer á Germana, hija de la hermana del Rey
Gran Capitán, allende del admirable concepto Luis. Era esta Princesa nacida de nobilísima
de las otras virtudes, relucía un resplandor sangre paternal en Gascuña, de la antiquísima
de verdadera piedad, porque en todos los ne- casa de Fox. De esta Reina Germana era her-
gocios, así de guerracomo de paz, su mayor mano D. Gastón de Fox, el cual representan-
cuidado era anteponer la honra de la religión do la virtud del tío, habiendo hecho gravísi-
á todos los otros y defender la jurisdición de mas cosas en breve tiempo, murió vencedor
la Iglesia, castigar malhechores y finalmente en la memorable batalla de Rávena. En el con-
hacer todas sus obras tales, que los soldados, cluirse esta paz renunció el Rey Luis el dere-
persuadidos por su ejemplo, pensasen la utili- cho que tenía al reino de Ñapóles, con que á
dad de la hacienda y las victorias haberles los Barones que habían seguido la parte de
venido de la disciplina cristiana. Por lo cual Francia les fuesen restituidos sus estados, los
nadie se debe maravillar si, manejando las cuales poseían antes de la guerra. Entre los
armas con esta costumbre, Nuestro Señor otros fué el Príncipe de Salerno y Visiñano,
Dios y todos los Santos tuvieron cuidado á Trajano, Caraciolo y Honorato Gaetano, y
levantalle y hacelle grande. Y ciertamente de entre estos otros muchos recobraron la liber-
esto fué muy evidente milagro que habiéndose tad, los patrimonios y las honras. Pero des-
hallado en tan grandes batallas y recuentros, pués que fueron celebrados los desposorios
nunca nadie le hirió ni le prendió. Casi en reales, no faltaron algunos de los Grandes de
aquellos mismos días que los franceses fueron Castilla que llamaron á Felipo, hijo del Empe-
echados del reino de Ñapóles, Cesaro Borja, rador iVLaximiliano (el cual era señor en Flan-
llamado por sobrenombre el Duque Valentino, des) que viniese en España á tomar el reino.
hijo delPapa Alejandro (de quien arriba se ha El Rey D. Fernando por recibir al yerno, se
hecho mención) vino á Ñapóles y fué puesto fué para allá donde se hallaron casi todos los
en prisión para ser llevado con las galeras en señores de Castilla. De estos recibió Felipo
España por mandado del Rey D. Fernando, muy grandes servicios, mucho mayores de lo
así como poco antes había acaecido á D. Fer- que él esperaba, tanto que le vino un deseo
nando de Aragón, hijo de Federico. En aquel de gobernar el reino, no pareciéndole del todo
tiempo que el Duque Valentino fué llevado injusto ni deshonesto, si él excluía al Rey su
prisionero en España, la Reina doña Isabel suegro y tomaba aquellos reinos que volun-
estaba doliente con poca esperanza de salud, tariamente le eran dados de toda la nobleza y
la cual murió pocos días después, con increí- con razón hereditaria de la madre le pertene-
ble dolor y llanto de Gonzalo Hernández, el cían, corrompiendo el ánimo de Felipo más que
cual confesaba que de su Alteza, como crecido todos los otros D.Juan Manuel, el cual había
y criado en su Corte, había recibido toda la estado muchos años por Embajador en Flan-
grandeza de virtud y dignidad que desearse des. La cosa se redujo á término que el Felipo
pueden. no venía con su voluntad á la presencia del
suegro y ambos á dos á caballo se vieron poco
CAPÍTULO H rato el Rey en español y Felipo en francés con
En el cual se trata de la paz de los Reyes don harto pocas palabras, y aquéllas no muy bien
Fernando de Aragón y Luis de Francia, y de entendidas. El uno y el otro se saludaron, par-
la venida del Rey D. Felipe en España. tiendo de presto D.Juan Manuel el razona-
miento, á fin que el rey mozo, poco práctico en

El Rey D. Fernando hizo paz y concluyó el las cosas del mundo, no fuese prendado de los
concierto con el Rey Lui-s de Francia y á la artificios del astutísimo viejo y dentro de poco
verdad por muchas causas, las cuales no son rato (la cual cosa es apenas de creer) casi to-
necesarias contarlas en este lugar, siendo di- dos los Grandes desampararon al Rey D. Fer-
ligentemente en nuestra crónica escritas. Fué nando, que inclinados cada uno y puestos en
tan bien ayuntado el parentádo á fin que la sus esperanzas, decían que se habían de ser-
concordia (la cual con dificultad se podía es- vir á lo provechoso; y que muy más presto se
perar después de tantos enojos con más fuer- había de adorar el sol cuando nacía que cuan
244 CRÓNICA GENERAL
do se ponía. Sólo entre todos D. Fadrique de CAPÍTULO III

Toledo, Duque de Alba, constantísimamente


De cómo el Rey D. Fernando fué á la ciudad
perseveró en la su antigua fe, que por ningu-
de Ñápales, y del recibimiento que se le hizo.
nos prometimientos se pudo jamás mover ni
atraelle á que con gran fe y singular virtud le Gonzalo Hernández, después que supo la
quitasen del servicio de su Rey y señor. Pero nueva que el Rey había pasado al promonto-
el Rey (como á la verdad convenía á hombre rio de Misano, metióse en un bergantín y fué-
de grande prudencia, pareciéndole que la furia le á recibir y saltó en la galera real con tanta
de aquella obscura tempestad se había de huir demostraba que
alegría de rostro, que bien
con el artificio de la disimulación con grave y nunca hacía dudado de buena voluntad del
la
oportuno consejo) determinó de irse de Espa- Rey para consigo. Al Rey le fué hecha en el
ña y pasar á Ñapóles, y esto por no ver ni oír muelle una puente y con solemne ceremonia
los hechos ni las palabras de Felipo alterado fué recibido de los napolitanos, y con singu-
contra él, las cuales luego que viniesen á sus lar modestia desechó muchas cosas que le
oídos ofendiendo el nombre de la Majestad y estaban aparejadas, como convenía á la veni-
la disimulase se le volverían en vituperio, da de un nuevo Rey, y vestido de negro ce-
pues tantos Grandes siguiendo al nuevo Rey lebró las exequias de su yerno por salir des-
ó por enojo ó por liviandad se le habían rebe- pués fuera en hábito real á los embajadores
lado. Pues habiendo dejado á D. Fadrique de de los Príncipes y á los barones del reino.
Toledo, Duque de Alba, hombre de singular Gonzalo Hernández fué siempre visto en hon-
gravedad y prudencia (el cual poco antes ha- rado y merecido lugar, y si algún soldado ó
bía mostrado señales de entera fe) para el go- ciudadano (aunque fuese de baja condición)
bierno del reino y llevando consigo á la Reina, deseaba ser presentado y conocido del Rey,
con veinte galeras partió de Barcelona. Fué Gonzalo Hernández era el medio y singular
en su compañía D. Bernardo de Rojas, Mar- demostrador de su fe y servicio, el cual nun-
qués de Denia, y los ilustres caballeros de los ca á nadie faltó de su sabor. Porque en nin-
reinos de Aragón, pasando en pocos días las guna cosa sentía tanto contentamiento cuan-
riberas de Francia y Genova. Llegado que fué to en hacer placer y buena obra para ganar
á Portofín supo la nueva cierta de la muerte las voluntades de muchos; y muchas veces
de Felipo su yerno, por la cual aunque al pa- sin ser rogado voluntariamente llamaba á al-
recer en lo intrínseco del corazón se había de gunos por sus propios nombres que veía es-
alegrar, pero no dio muestras el Rey gravísi- tar de vergüenza detenidos esperando algu-
mo de cosa alguna digna de aquel parentesco, na cosa difícil, los traía á besar las manos del
el cual miraba el dolor de la hija y de tantos Rey, y encomendábale sus negocios de tal
nietos quedando huérfanos de padre. Y quita- manera que de la merced recibida quedaba
dos los aderezos reales (pero no cubierta de la obligación en sólo Gonzalo Hernández, con

luto la galera capitana) en el principio del in- el medio del cual prestísimamente se quitaba

vierno allegó á la ciudad de Ñapóles. Había- toda la tardanza del ánimo del Rey, y Gonza-
se visto pocos días antes en los catorce del lo Hernández aspiraba á la gloria adquirida

mes de Setiembre una cometa á maravilla en con singular virtud, la cual largo tiempo no
aquella parte del cielo que miraba hacia el podría durar ni pasar á sus descendientes, si
viento Maestro, tal que se decía que amena- ella no iba fundada con hondas raíces de áni-
zaba á Flandes, porque no habiendo aún Feli- mo grato y liberal. Por lo cual el Rey entre sí
po cumplido los veinte y cinco años de su mismo, considerando que habiéndose habido
edad, banqueteando al uso de Flandes y dán- un tan gran reino ganado y defendido por
dose á grandes ejercicios y debajo de un aire esfuerzo y valor de Gonzalo Hernández, te-
diverso, adoleció de una cruel enfermedad nía sufrimiento que todo lo que le pudiese se
que le quitó la vida, habiendo dejado, allende le debía de conceder, aunque las rentas del

los otros hijos, un hijo casi de siete años lla- reino por la nueva guerra y por las muchas
mado Carlos, al cual hoy honramos por Em- disensiones y mercedes estaban menosca-
perador por la virtud de su ánimo y por la badas y de hecho se venían del todo á per-
felicidad de sus hechos dignísimos del nombre der, pero el Rey no quería que le tuviese por
de Augusto. ingrato. Había Gonzalo Hernández en aque
DEL GRAN CAPITÁN 245

líos días burlado de la diligencia y curiosi- «Nos D. Fernando por la gracia de Dios,
dad de los tesoreros envidiosos, y á él eno- Rey de Aragón y de Sicilia, de aquende y de
jados y pesados y al Rey poco honrosos, que allende Faro, de Jerusalem, de Valencia, de
siendo llamado como á juicio, para que diese Mallorca, de Cerdeña, de Córcega, Conde de
cuenta de lo gastado en la guerra y del re- Barcelona, Duque de Atenas y de Neopatria,
cibo asentado en la tesorería, y mostrando Conde de Marqués de Oristan y de
Ruisellón,
ser muy mayor la entrada que no era lo gas- Gociano, Como los años pasados, vos el
etc.
tado, respondió muy severamente que él trae- ilustre D.Gonzalo Hernández de Córdoba,
ría otra escritura muy más auténtica que nin- Duque de Terranova, Marqués de Santángelo
guna de aquellas, por lo cual mostraría clara y Bitonto, y mi condestable del reino de Ña-
y patentemente que había mucho más gasta- póles, nuestro muy caro y muy amado primo y
do que recibido, y que quería que le pagasen uno del nuestro secreto Consejo, siendo ven-
todo el alcance de aquella cuenta como deuda cedor hicisteis guerra muy bienaventurada-
que le debía la Cámara Real. El día siguiente mente y grandes cosas en ella contra los fran-
presentó un librillo y con un título muy arro- ceses, y mayores que los hombres esperaban
gante con que puso silencio á los tesoreros por ladureza de ella. Y asimismo por nues-
y al Rey y á todos mucha risa. En el primer tro consentimiento como por apellidamiento
capítulo asentó que había gastado en frailes del de muchas naciones juntamente para
y sacerdotes, religiosos, en pobres y monjas, siempre nombre de Gran Capitán alcanzaste
los cualescontinuamente estaban en oración en Italia, donde por nuestro Capitán General
rogando á Nuestro Señor Jesucristo, y á to- vos enviamos. Por ende, pareciéndonos que
dos los santos y santas que le diesen victo- era cosa justa y digna de Rey, para memoria
ria,doscientos mil y setecientos y treinta y perdurable de los venideros, dar testimonio
seis ducados y nueve reales. En la segunda de vuestras virtudes; y con tanto el agrade-
partida asentó setecientos mil y cuatrocien- cimiento que vos tenemos, daros y escribiros
tos y noventa y cuatro ducados, á las espías ésta, aunque confesamos de buena gana que
de los cuales había entendido los designos tanta gloria y estado nos acrecentaste que
de los enemigos y ganado muchas victorias, parece cosa recia poderos dar digno galardón,
y finalmente, la libre posesión de un tan gran de manera que aunque grandes mercedes vos
reino. Entendida del Rey la argucia, mandó hiciésemos, parecernosya ser muy menos que
poner silencio al infame negocio, porque vuestro merecimiento. Y acordándonos otrosí
quién sería aquél si no fuese algún ingrato ó cómo enviado por nos por socorro en breve
verdaderamente de baja ó vil condición, que tiempo restituísteis en el reino de Ñapóles
buscase los deudores y quisiese saber el nú- al Rey D. Fernando, casado con nuestra so-
mero de los dineros dados secretamente de brina, echado del dicho reino de Ñapóles, el
un tan excelente capitán. El Rey determinó cual fué muerto; después el Rey Federico,
que viniese consigo en España el Gran Capi- su tío y sucesor en el dicho reino, vos dio el
tán, y dejando un nuevo gobernador gozar señorío del monte Gargano y de muchos lu-
enteramente de todo el fruto y posesión del gares que están cerca del, por lo cual vol-
nuevo reino, pues que libre de la concurren- viendo en España honradamente vos recibi-
cia de Felipo, su yerno (con el cual había es- mos. Y, acordándonos otrosí cómo envián-
tado algo diferente) pensaba muy pronto vol- doos otra vez en Italia (requiriéndolo la nece-
verse á los reinos de España, habiendo aco- sidad y el tiempo) ganaste muy diestramente
modado los negocios y restituido sus tierras la Chafalonía, que es isla del Mar Jonio, ocu-

á los angoinos, los cuales habían perdido por pada mucho tiempo de los turcos, de la cual
la guerra pasada y por el beneficio de la paz, volviendo ganaste la Pulla y la Calabria. Por
siendo libres de la prisión y recibidos todos lo cual vos confirmamos y ratificamos é hici-

en su merced y servicio. Y hecho Visorrey al mos Duque de Terranova y Santángelo. Y


Conde de Ribagorza, después de haber esta- finalmente, después de la discordia nacida
do en Ñapóles cinco meses, subió juntamente entre nos y D. Luis Rey de Francia sobre la
con la Reina en el armada, llevando consigo á partición del dicho reino de Ñapóles, estuvis-
Gonzalo Hernández, al cual hizo merced del teis mucho tiempo con todo el ejército con
ducado de Sesa con este privilegio: mucho seso en Barleta, donde venciste las
246 CRÓNICA GENERAL
galeras de los franceses, sufriendo con mu- mente con el Rey, porque quiso primero con
cha paciencia y constancia hambre y pesti- muy mucha cortesía y crecido cumplimiento
lencia asaz, y de ahí tomaste á Rubo, do muy despedirse de sus amigos y de todos los ciu-
grande ejército de franceses estaba, dentro dadanos, y especialmente de todas aquellas
de veinticuatro hofas. Y saliendo de la dicha señoras generosas y satisfacer á su honra,
Barleta diste batalla á vuestros enemigos los porque en ninguna manera ninguno quedase
franceses cuasi en aquel mismo lugar adonde quejoso. Mandó pregonar públicamente con
venció Aníbal á los romanos. Y de lo que es trompetas que del mayor al menor viniese á
muy más de maravillar, que estando cercado, cobrar sus dineros si alguna cosa se les de-
saliste á los que vos tenían cercado, en la bía, y á sus capitanes y soldados les rogó y
cual dicha batalla mataste al Capitán Gene- exortó que pagasen á los mercaderes y á
ral, y fuiste en el alcance desbaratando é hi- otras gentes, si de algo eran deudores, dando
riendo los franceses hasta el Garellano, adon- á muchos de ellos dineros para que esto se
de los venciste y despojaste de mucha y bue- cumpliese y para comprarse aderezos de sus >

na artillería, señas y banderas con aquel su- personas con que volviesen bien tratados y
frimiento de Fabio, dictador romano, y con la en orden á sus tierras. Traía en su servicio
destreza de Marcelo y la presteza de César. una compañía de gente la mayor y más bien
Y acordándonos asimismo cómo tomaste la aderezada que la casa real. Dejaba en Ñapó-
ciudad de Ñapóles con increíble sabiduría y les tanto deseo de sí, que estando para em-
esfuerzo, y ganaste dos castillos muy fuertes barcarse en la galera vinieron al muelle mu-
hasta entonces invencibles, y de qué manera chas señoras y con muchas lágrimas hacién-
después asentaste real en medio del invierno dose á la vela, rogaron á Nuestro Señor
con grandes aguas cerca del río Garellano, y Dios le diese feliz navegación y la vuelta que
estando los enemigos con grande gente de la fuese presta. Pocos días después el Rey don
otra parte del dicho río, los cuales pasados ya Fernando siguiéndole Gonzalo Hernández,
por una puente de manera sobre barcas que allegó á Genova, y los genoveses le presen-
hicieron contra vos y los vuestros, no so- taron dos fuentes de oro y muchas vitua-
lamente vos retraísteis, pero, hecha por vos y llas frescas para gente de mar, y aunque se

los vuestros otra puente, pasaste de la otra diese prisa de ir á Saona, quiso primero ver
parte del río, y dándoles batalla los venciste y tocar el santo Catino. Este es un vaso que
metiéndolos por fuerza por las puertas de religiosamente se guarda en la sacristía de
Gaeta, la cual dada le fué á su capitán para la iglesia mayor. Es una esmeralda de seis

que se pudiese ir por la mar, luego se vos ángulos cebada á modo de un plato de vian-
rindió Gaeta con el castillo. Pues qué se dirá da; fué ganada antiguamente esta joya de
de vuestras hazañas, sino que de ellas perpe- la victoria de Suria, y á pública honra de la

tua memoria quedará, con la sagacidad y es- ciudad consagrada á San Lorencio. Había ve-
fuerzo con que ganaste á Ostia, tan fuerte nido á Saona el Rey Luis de Francia por ver
proveída de gentes y artillería de que tanto al Rey D. Fernando y á la Reina hija de su

daño los franceses á Roma hacían. Los cuales hermana, habiendo pocos años antes sojuz-
por vos echados de Italia con los naturales gado á los genoveses, los cuales echando
de ella que los seguían, sometiste al reino de fuera los nobles se le habían revelado, y qui-
Ñapóles á nuestro señorío donde mucho tiem- tándoles la libertad los metió encima de la
po fuiste nuestro Visorrey, por ende, acatan- cerviz una fortaleza junto al Faro. En aquel
do lo susodicho, vos hacemos merced del es- ayuntamiento ninguna cosa fué más ilustre
tado y señorío del ducado de Sesa, etc....^) ni al ver más notable que Gonzalo Hernán-
dez (al cual mandaron los Reyes que se asen-
CAPÍTULO IIII tase á su mesa). El Rey de Francia se mara-
villó y le loó mucho que con su grave aspec-
De cómo se vieron en Saona los Reyes de Ara-
to, de la gentil disposición y con un rostro
gón y de Francia, y de cómo hicieron liga
bellísimo representaba la semejanza de un
contra venecianos.
varón antiguo; y confesó que, pues en él se
Gonzalo Hernández de Aguilar y de Córdo- mostraba tanto valor de ánimo y cuerpo, que
ba venía de Ñapóles y no se partió junta- méritamcnte era merecedor del nombre de
DEL GRAN CAPITÁN 247

Grande. Dícese por cierto, que en este ayun-


CAPITULO V
tamiento ambos a dos los Reyes se lamenta-
ron de la codicia de los venecianos, y deter- En que Rey D. Fernan-
trata de la vuelta del
minaron de cobrar con las armas todas aque- do y Reina Germana en España, y de la
la

llas tierras que les habían tomado y las que venida del Gran Capitán, y de los recibimien-
contra su voluntad les habían concedido. No tos que le fueron hechos al Gran Capitán.
faltó Antonio Palavicino, genovés, embaja-
dor del Papa Julio, el cual persuadía su opi- Estas palabras, amorosamente dichas y re-
nión á los Reyes, encendidos en aquel deseo, cogidas con placer de los que estaban alre-
porque no podía con buen ánimo sufrir el dedor, referidas á los otros, fácilmente quita-
Papa que las ciudades del estado de la Igle- ron á muchos la vergüenza y el temor. El Rey
sia, que eran Arimino y Faenza, vacante la siempre en la próspera y adversa fortuna se
Sede Apostólica, hubiesen sido ocupadas por mostró grave, y como acostumbrado á reco-
venecianos. El Rey de Francia estaba enoja- ger y gobernar los ánimos de los suyos, per-
do que Cremona, Bergamo, Crema y Bresa donó humanísimameníe á todos, y al Duque
hubiesen sido quitados del estado de Milán. de Nájera y á D.Juan Manuel, el cual le había
El Rey de España tenía á mucho mal que las sido grande deservidor y enemigo. Partiéndo-
ciudades de la Pulla y de tierra de Otran- se del Rey iban todos á recibir al Gran Capi-
to fuesen sujetas á venecianos. Fué partido tán, que por la pesadumbre de una febrezuela
este ayuntamiento cerca los primeros días se había detenido en el camino y había llegado
del mes de Julio. El Rey Luis, encaminado en Valencia, adonde estaba la Reina Germana,
para los Alpes por tornarse en Francia, y que la gobernación de ella tenía; y mandó á
el Rey D. Fernando con buenísimo tiempo todos los estados de aquella insigne ciudad
allegó á Barcelona. Los Grandes de Casti- de Valencia le saliesen á recibir, enviándoles
llay de Aragón fueron á la hora con gran- los nobles de allí muías y caballos bien ade-
de prisa á recibillo, que pequeñas jornadas rezados para que desde el puerto á la ciudad
caminaba, alegrándose de su feliz y presta él y los suyos viniesen. Muchos afirman, que

vuelta en estos reinos, mirándole á los ojos allí se hallaron, que sólo palio (para ser reci-
como á testigos del ánimo pacífico ó enoja- bimiento de un gran Príncipe) faltó, porque
do. El Rey, con profundísima disimulación y allende de la gente eclesiástica, que muy ri-
grande artificio, mostraba haber olvidado to- cos y ataviados salieron con los grandes y
das las ofensas, y con grande alegría y de- caballeros, aquel día fueron vistas todas las
mostración de ánimo clemente abrazaba á señoras, damas y doncellas de la ciudad y
los unos y á los otros, tanto que quitaba tierra, estando las calles, plazas y ventanas
la sospecha y el temor á muchos que mere- tan llenas de todo género de hombres y mu-
cían ser castigados. D. Antonio de la Cue- jeres, que decían había muchos tiempos que
va, caballero generoso y gentil cortesano, ha- igual ni tanta gente fué junta enfiesta. Vinie-
biéndole venido á recibir con mucha risa y ron con él á las casas del Conde de Oliva, que
placer le dijo: «Y tú también, D. Antonio, me le dejó libres, en que posase muy rica y linda-
desamparaste en la Coruña». Este D. Antonio mente ataviadas, en las cuales en cinco cua-
con apresurada lisonja fué á recibir á Felipo, dras hubo cinco camas de seda y brocado,
el cual con mucha desenvoltura, porque el y las salas de muy rica tapicería, entoldadas
Rey le perdonase, respondió: «Así es, oh Rey con mucha abundancia de olores, frutas y
mío, yo no lo niego, porque ¿quién habría creí- conservas, que los oficiales de este Conde
do jamás que un mozo de veinticuatro años, proveyeron. Aquí el Gran Capitán, dende al-
gallardísimo de cuerpo, el rostro fresco y co- gunos días que había tomado de reposo,
lorado como una rosa, se había de morir en mandó á los suyos que se aderezasen para
tres días?». El Rey, holgándose de su libre ir á la Corte, y mandóles dar cinco mil varas

respuesta, con semblante alegre le dijo: «No de seda así á sus caballeros y gente como
te habría engañado el suceso del ligero con- á otros que con él desembarcaron. Salido el
sejo, sí tú pensaras que un Rey elemente y le- Gran Capitán de Valencia con no menos
gítimo pudiera muchos años vivir y felizmente acompañamiento que le fué hecho recibimien-
reinar». to, llegó á Burgos, do estaba el Católico Rey,
248 CRÓNICA GENERAL
que mandó le fuese hecho solemne recibi- necesario de lejos y de cerca traído, que ha-
miento, en que lejos de la ciudad salió en bía para proveer mucho número de gentes. Y i

orden toda la copia de la Corte, Prelados, á sus oficiales tanta diligencia ponían en éste
Grandes y Caballeros, Capellán mayor, Cape- como si fuese su propio señor el enfermo.
Consejo real, é Inquisi-
llanes, Presidente y Tengo sabido de persona bien digna de fe que
ción yOrdenes y Contadores mayores, y Co- muchas personas extranjeras que allí en San-
mendadores mayores de las Ordenes de San- tiago se hallaron con tomar nombre ser del
tiago, Calatrava y Alcántara, y los Comenda- Gran Capitán, á las vueltas tomaban de aque-
dores de ellos y la Justicia real de la ciudad, llos montones muy otorgadas raciones, y los

y regidores y caballeros de ella, llegados á mismos mayordomos los conocían ser ex-
palacio. Do primero todos los suyos por or- tranjeros, y holgaban ser engañados de ellos.
den besaron las manos al Rey, que alegre- Puesto en mejoría el Gran Capitán para po-
mente los recibió, y al Gran Capitán para lo der caminar, al tiempo que se quiso partir,
abrazar de la largo se apartó, y así le
silla después de los ofrecimientos que entre él y
dijo: «Gran Capitán, la ventaja que á los el Arzobispo pasaron (según costumbre de

vuestros lleváis en la guerra, en la paz vos la grandes y uso de señores) le dijo: «Aquí, se-
han tomado hoy». Con otras palabras muchas ñor, me parece que no menos vuestra casa
de placer; y en aquella orden que llegó á Pa- sana el cuerpo que vuestra iglesia el alma;
lacio por el mismo mandamiento real le fue- así es por cierto, mediante Dios, la diligencia
ron á dejaren su posada, que fué las casas que en mi dolencia han puesto vuestros cria-
de Covarrubias principales de aquella ciudad dos y su gran solicitud me ha dado la salud».
excelente. Morando muchos días el Gran Ca-
pitán en la Corte, tuvo cargo de procurar con
entera voluntad por los que en el reino ha-
CAPÍTULO VI

bían hecho atrevimientos de los que sue- En el cual trata de cómo el Rey D. Fernando
len acaecer en ausencia del Rey, en el cual mandó derribar á Montilla y en recompensa
oficio aprovechó á muchos, á los unos que de ella le dio al Gran Capitán á la ciudad
el Rey los perdonase y á los otros que les de Loja.
hiciese merced, en lo cual tardó más que él
quisiera para ir á Santiago, que era jornada En aquel tiempo la fortuna, la cual luego
por él prometida y muy deseada; y antes que que ha abierto la puerta á la envidia siempre
otros estorbos de ajenos negocios le ocupa- se acrecienta mucho y amenaza con la causa de
sen entró en aquel reino. El Arzobispo, que los males, con grandes ofensas hirió á Gon-
su venida supo, de improviso le hizo tal reci- zalo Hernández, porque había venido á la
bimiento cual á su persona convenía, salien- Corte D. Pedro de Córdoba, hijo de su her-
do él y sus Cardenales, clérigos y caballeros mano D. Alonso, á visitar al tío, que enton-
á lo recibir, y llegado á Santiago aposentóle ces venía de Italia. Este, habiendo hablado al
en sus casas, ricamente aderezadas y entol- Gran Capitán (muy enojado porque el Rey
dadas. Y aquí dende algunos días el Gran no quería hacelle Maestre de Santiago, que
Capitán adoleció. Este Arzobispo de Santia- se lo había prometido, como era de ánimo li-
go, D. Alonso de Fonseca, usando de su áni- bre é impaciente á sufrir las injurias) desde-
mo liberal, proveyó tan abundantemente de ñado contra el Rey, se volvió á Córdoba,
de todo lo necesario á sus dolencias, que no donde contra la voluntad real, con una cierta
sólo de la ciudad más de Portugal y Castilla y perpetua autoridad heredada del abuelo y
mandó traer cosas necesarias para su cura, del padre, era tenido como príncipe y señor
con más mandando en la ciudad y tierra que de la ciudad. Era D. Pedro por este grande
ninguna cosa se vendiese ni se diese para la favor de los cordobeses y por aquella ilustre
casa y despensa del Gran Capitán, ni para grandeza al Rey grave y enojoso, y envió á
ningún caballero ni persona dé las suyas, ca mandar con Herrera, alcalde de Corte, á los
era tan abundantemente lo que de la despen- Veinticuatros, que se deserviría si D. Pedro
sa y casa del Arzobispo se daba de todo linaje viviese en Córdoba, sino que se fuese á su
de pescados de mar y río, carnes, aves, vinos, casa, así como lo habían acostumbrado los
conservas, frutas, con todo el mantenimiento otros señores de lacasa de Córdoba. Este
DEL GRAN CAPITÁN 249

mandato los Veinticuatros lo hicieron saber á merced una esperanza de ánimo muy benigno
D. Pedro, cual recibió grande enojo y pena;
el que Loja pasase á sus herederos.
y sin tardanza ninguna, movido de una preci-
pitosa ira, mandó á sus criados prender á
CAPÍTULO VII
Herrera, y atado de manos y pies fuertemen-
te, puesto encima de una acémila, lo dio á sus En el cómo Gonzalo Hernández
cual se trata
caballeros para que lo llevasen á Montilla: se retrajo á Loja,donde por orden suya el
Era Montilla una villa de D. Pedro de Córdo- Arzobispo de Toledo hizo una armada con-
ba, su abuelo, cercada de fuerte muro con tra moros.
una hermosa fortaleza, la cual estaba adere-
zada de muchos ornamentos de mármol y era Tornando adonde nos partimos, Gonzalo
la mayor y más polida del Andalucía. El Rey, Hernández, enojado y desabrido, se retiró á
enojado grandemente, no dejando sin castigo Loja, buscando un ocio reposado de tantas
el delito cometido porque tocaba á la Majes- repulsas y ofensas, hasta tanto que la envidia
tad Real, después que D. Pedro fué declarado diese lugar y el ánimo del Rey, alterado con-
por rebelde, determinó de castigalle con las tra él, se amansase. Estando así retirado (y
armas y mandó proveer de lo necesario para con la memoria de los servicios se volviese á
el castigo. Gonzalo Hernández y el Condes- unos honestos pensamientos), pues habién-
table le suplicaron por D. Pedro con esta dose procurado un justo reposo estuviese dos
condición: que prometían á Su Alteza de años, cuándo en Loja, cuándo en Granada,
traelle puesto de rodillas delante de sus pies contento con sus riquezas, que eran muchas
á pedirle perdón, pues como mozo con ánimo de su gloria. No faltó en aquel tiempo de
ardiente había caído en aquel delito. D. Pe- aquel reposo á fray Francisco Jiménez, Arzo-
dro, traído del autoridad del tío y del Condes- bispo de Toledo, de ayudarle en consejo y
table, vino á Corte y llegó á pedir perdón de con capitanes y soldados, el cual, con ánimo
sus atrevimientos. El Rey no quiso perdonar- religioso y noble pensamiento, por matar la
le, antes le desterró cuatro leguas apartado envidia de las muchas riquezas que tenía, que
de la Corte y que no se pudiese alargar más aparejada una armada de doscientos navios
de una jornada para poder ser llamado y vol- para pasar á Berbería, habiendo asolado con
verse. Mandó con grave decreto que Monti- sus dineros catorce mil hombres entre caba-
lla fuese asolada hasta los fundamentos para llos y peones, de los cuales era Capitán Ge-
que sirviese de testimonio de la severidad neral el Conde Pedro Navarro, dado del Gran
reai con los sediciosos caballeros. No pudien- Capitán al Arzobispo. El Conde, con venturo-
do Gonzalo Hernández obtener con grandes so suceso, habiendo tomado el gran puerto de
suplicaciones que una memoria de la virtud Mazalquivir, tomó por fuerza de armas á Oran,
paterna, edificada con tan graves gastos, y tierra noble que ya se llamó Barbaria, y con
siendo la tierra donde él había nacido, dejase la misma furia echó del reino al Rey de Tre-

de ser arruinada, aunque para esto se valiese mecén, habiéndole vencido en batalla. Des-
del medio de los Embajadores del Rey de pués de haber vuelto el Conde Pedro Nava-
Francia, á los cuales les parecía justa cosa rro en España con la corona de la victoria,
que aquel que había ganado para el Rey cien tomó á Bujía, antiguamente llamada Vzicata,
ciudades é infinitas villas y castillos, en true- puesta en el golfo Holechachite, ciudad de Nu-
que de este servicio se le hiciese merced de midia, famosísima así por las riquezas como
un castillo. El Rey siempre estuvo firme en por el estudio de la disciplina liberal, siendo
su mandato, pero con esta moderación: que vencedor en dos batallas rompió á los mo-
en el lugar de Montilla, la cual con el Ayun- ros, y habiéndola combatido valerosamente
tamiento del Andalucía en breves días había ganó la gran Lepti, hoy llamada Trípol. Las
sido arruinada, á Gonzalo Hernández se le cuales cosas acabadas honradamente y con
hiciese merced de ciudad de Loja por mi-
la grande presteza del capitán y de los soldados,
tigar con aquella dádiva el rigor de aquel acostumbrados á la milicia de Gonzalo Her-
castigo. Está apartada Loja de Granada cua- nández, adquirieron grandísimo loor y fama
tro leguas, puesta en un valle apacible, cir- al capitán de la felice milicia. Estando en Loja
cuida de altísimos montes, ayuntando á esta en este reposo (que, á la verdad, tenía mués-
250 CRÓNICA GENERAL
tra de un honesto destierro), no faltando en pitán, que les enviaba en él otro Fulvio. Sa-
él jamás la grandeza de su consejo ni aquella bido que animoso capitán Gonzalo Her-
el

excelente virtud, con la cual se había adqui- nández volvía á Italia, la Corte se resonaba
rido tanta gloria, con un naismo modo de un para ir con él, poniéndose en nóminas, en
indómito valor medía las cosas prósperas y que en ellas se escribieron el Duque de Villa
adversas. Ei Conde de Ureiía preguntó á un Hermosa y el Conde D Fernando de Andra-
gentilhombre de Gonzalo Hernández, que ha- da y otros muchos caballeros amadores de
bía venido á la Corte, diciendo cuan gran hon- guerras peligrosas y muchos valerosos va-
do tiene el agua de Loja aquella gran nave, rones é hijos de señores de estado y número
igualándola (como arriba dijimos) á la gran- de otras gentes sin número de muchas ciu-
deza de Gonzalo Hernández. Siéndole referi- dades y villas que enviaron y otros que vi-
do á Gonzalo Hernández, respondió: «Decidle nieron ansiosos de mudanzas de tiempos por
al Conde que la nave con muy buenos lados verse hartos de bienes, que con la paz no les
espera que la mar crezca para poderse levan- sobran. Ido á Palacio á besar las manos al
tar y dar las velas á los vientos, los cuales no Rey y despedirse para se ir, fué tan acompa-
suelen ser siempre contrarios». No faltó su- ñado de grandes que en la Cor-
los señores y
ceso á aquella apacible respuesta, pues antes te se hallaron, cuanto á su persona convenía.
de fenecer el año, estando el Rey en Burgos, La misma compañía salió de la ciudad hasta
le llegó certeza de la batalla que sus gentes la fin del día, y algunos Grandes hubo que esa
y el Papa y venecianos y los más de la liga noche vinieron á aposentarse con él. Aquellos
hubieron con los franceses cerca de Rávena; vueltos, con muchos caballeros y gente se
donde de la una parte y de la otra murieron vino á Antequera por estar cerca del embar-
la mayor parte de las dos huestes, en espe- car en Málaga, y como las cosas de Italia fue-
cial de los franceses, y fué necesario enviar ron mudadas en mejor estado, cesó su pasada;
gente nueva y capitán experimentado en Ita- y muchos de los caballeros, y otros que ven-
lia. Los descarriados, que eran la parte ma- dieron parte de sus rentas y patrimonios
yor, daban las voces por el Gran Capitán para ir con él, fiándose de ellos larga y cum-
que en Roma cuando llamaban á Camillo, y plidamente cumplió con ellos, y hecho escrito
con esta nueva vinieron cartas del Papa y de de lo que lesmandaba dar, un su criado, vis-
la Liga para el Rey que enviase áGran
ella al to aquel ser en mucha cantidad: «Vuestra
Capitán, en cuya ida estaba el remedio: que señoría lo vea (dijo él) que más monta de se-
ir sólo de gente el nombre, yendo el Gran senta mil ducados lo que á estos señores se
Capitán allá, sería tanto terror y espanto á les da». «Dadlo, que para usar de ello lo
los enemigos cuanto ánimo y placer tomarían quiero, que el gozar de la hacienda es repar-
los suyos. El Rey, que del Gran Capitán co- tirla».
nocía ser diestro en el arte de las armas y
muy diligente en el proveer de asentar la CAPÍTULO VIII

hueste donde menor daño recibiese y más Del razonamiento que el Oran Capitán hizo á
proveído el real de mantenimientos y aguas los caballeros que querían pasar con él en

y de las asechanzas y peligros de los enemi- Italia.


gos estuviese seguro, y el que primero se
lanzaba en ellos, afectuosamente se lo rogó. «Bien es, caballeros, que sepáis cómo el
«Yo, señor (dijo él), deseo tanto servir á Rey nuestro señor me envió á mandar que
Vuestra Alteza que á la más pequeña cosa esta nuestra pasada en Italia sobresea hasta
de vuestro servicio porné mi persona, aun- Marzo, porque así cumple á su servicio, y
que pierda la salud de aquélla. Lo que supli- que los que aquí conmigo estáis, sus conti-
co á Vuestra Alteza es me mande dar tanta nuos y criados, vais á su Corte y que de los
y tal gente cuanto al negocio conviene y con otros caballeros le envié copia, porque de
ellos mande breve y largo cumplir». Acepta- todos se tiene por muy bien servido y quiere
da la ida por el Gran Capitán á Italia, luego haber memoria para vos lo galardonar y ha-
el Rey D. Fernando lo envió á denunciar allá, cer mercedes. De mi parte vos tengo en mer-
escribiendo al Papa y capitanes de la Liga ced la voluntad con que, señores, habéis veni-
que de improviso sería con ellos el Gran Ca- do á servir á Su Alteza en esta justa jornada-
DEL GRAN CAPITÁN 251

porque con tal compañía esperaba en Dios tro Señor, á él se le Y pues las cosas
dé loor.
le diéramos buena cuenta dé nuestras almas van cada día mejoran-
de la Iglesia y de Italia
y al Rey de su encomienda y á los enemigos do, mediante las fuerzas y esfuerzo de la gen-
de de vuestra virtud resplandecien-
la Iglesia te que allá está, á los cuales bien así como
te en maravillosa memoria, según la santa por ello les será otorgado honra, no menos á
y
honrada empresa que tomasteis. De donde os vosotros merecimiento de gloria, pues para
quedo, señores, tan obligado que á todos les ayudar llegasteis á este lugar donde de
tiempos que menester sea poner mi persona vosotros, señores, se há conocido, no por
y casa por cada uno de vos, lo haré de tan premia, más por premio de virtud habéis que-
alegre voluntad como pesar siento de vues- rido tomar trabajo loable. Al Rey nuestro se-
tro apartamiento. Bien quisiera que fuéramos ñor he escrito suplicándole vos mande á to-
en esta guerra para que viérades las maravi- dos satisfacer y pagar los gastos y expensas
llas de Dios con la soberbia de los enemigos
grandes que para este camino habéis hecho;
que allá nos llevaban enredadores de ella; bien espero así los que sois de Ordenes en
los cuales franceses, aunque asaz valientes, aquéllas, y á los otros en sus naturalezas,
varones no iguales de vuestra dureza y es- seréis de Su Alteza bien y largamente grati-
fuerzo, porque caso que se ayudan del saber, ficados. En lo que á mí toca, es que no vos
vosotros de aquél y más de la osadía, que pagaré ni podré dar á todos lo que debo á
estimo en mayor precio que su grande hues- uno en especial, considerando cuan señores
te, la cual no es cosa ligera de sois y de quién venís y cómo venís; pero sé
ordenar, por-
que más estorbos reciben de sí mismos que que más miráis á lo que puedo que á lo que
de los enemigos, por ser como es la multitud debo y tomaréis aquello con aquella gana
de los franceses gente desordenada para pe- dado, que el dinero que ofreció la buena y
lear con los pocos bien regidos. Cuanto santa mujer, que será lo que acaece cuando
más
que de vosotros, señores, conozco que estáis misa encargáis, que dais un real y es de pre-
en carrera de bondad, con la cual ayuntáis el cio infinito». Acabado este razonamiento, mu-
amor que tenéis á los trabajos peligros de chos de aquellos caballeros, no pudiendo te-
y
las armas. Una cosa es bien, señores, ner el lagrimar ni disimular el pesar, á cabo
que se-
páis: que si fuérades en Italia al tiempo de alguna distancia de tiempo pidieron á Ro-
que
se escribían los romanos para ir en hueste, drigo de Viveros por todos respondiese al
sus caudillos no os pidieran los votos que sentimiento grande que de la nueva hubieron,
juraban los que iban en ella, ni menos en el cual así dijo:
vuestro tiempo Celandio no pregonara en su «No será necesario decir á vuestra señoría
hueste que el caballero que desamparase su la tristeza que estos caballeros han tomado
estancia fuese público enemigo del Empera- con la habla que les ha dado, pues su misma
dor. Casos he visto de improviso tan tristes alteración lo muestra; de que nos pesa tanto,
con esta no pasada, que da razón la cara de que otra ninguna nueva nos hubiera alterado
loque tenéis en el alma, y, señores, no lo de- más. Porque se alegraban cuanto se alegrar
béis hacer, porque si esto no fuese en nues- podían en ir á Italia con Cónsul resplande-
tro favor, ni Dios lo querría ni Su Alteza ciente en dignidad y gloria y experiencia de
lo
mandaría, antes aquell ) es por más mejor guerra, que es parte principal de la empresa;
nuestro, pues más seguro es que á un punto porque presente vuestra virtud poco temor
peligroso que de muchas partes viene se em- tenía á toda multitud, pues otro Salinator
peora la guerra. Bien veo, señores llevábamos por avanguardia, en especial yen-
y honra-
dos caballeros, que la saña, de toda razón do á empresa de la defensión de la Iglesia y
enemiga, ha engendrado en vuestros ánimos, con capitán que su uso es ayudar lo perse-
con esta nueva, nueva ira, porque más quisié- guido, á cuyo ejemplo deseamos vivir. Bien
rades allegamiento de batalla que alargamien- quisiéramos, señor ilustrísimo, que pues no
to de tiempo por arrebatar la victoria con gran
han valido amonestamientos con los franceses
fama de virtud, do dejárades tan gran memo- en Italia, vieran vuestras fuerzas en Francia,
ria de gloriosa fama á vuestros descendien-
porque de aquéllas, en Dios fíándonos, resul-
tes, como laque heredasteis de vuestros ma- tarán dignidades, riquezas y honores que son
yores; pero como todo esto procede de Nues- debidas á los vuestros por el gran poderío y
252 CRÓNICA GENERAL
gloria de vuestra excelente persona, porque cargo de gente no menos la franqueza que el
ante los ojos teníamos esta pasada nos fuera honroso ejercicio de la guerra, la cual como
honor increíble, pues que íbamos con caudillo el capitán ha de punir corto debe repartir
que sus bienaventuradas hazañas y loables largo, pues no menos es de culparle ser ven-
vencimientos de batallas dan claridad en el cido por liberalidad que por armas. Mira que
mundo, de que toda sana boca habla. El pesar estos caballeros ven y yo lo siento cuan gas-
que estos caballeros tienen, melecina es con tados están, así en el ornamento de sus per-
que salen que vuestra señoría ilustre los tie- sonas como en el gasto que los suyos cada
ne por perpetuos servidores y por tales hu- día les hacen, y si volviesen á sus tierras po-
milmente pedíamos haya memoria de nos man- bres, sus vecinos aborrecerían el oficio mili-
dar, pues aquella misma retenemos para obe- tar, que es más noble. Acuérdate de aquella

decer y agradecer la benevolencia con que palabra que decía ese Scipión, que más que-
nos ha tratado». ría conservar un caballero que destruir mil

Idos estos caballeros á sus posadas, este enemigos. Ca bien ves que sí nos faltare cau-
Gran Capitán se fué á su cámara, do les man- dal, no nos faltarán amigos de verdad, que el

dó enviar dineros y caballos, plata, oro, bro- varón no se ha de someter á bajos pensa-
cado y sedas y ropas y perlas á cada uno, se- mientos, pues la razón á lo más bueno nos
gún quien era y costa traía, y no menos á los lleva».
que estaban en Córdoba, Málaga y en otras
partes aposentados, y aquella misma cura
CAPÍTULO IX

tuvo de los alabarderos de la guardia del Rey De cómo el Gran Capitán vino á la ciudad de
y gente de caballo de aquélla y de otros ofi- Loja, donde adoleció, y fué á Granada, do
ciales,personas que de grandes y de otros feneció.
señores se habían despedido para con él en
ir

esta jornada, á lo cual todo, como fuese pre- Esta fama derramada de la liberalidad y
sente un su criado: «Estos caballeros y gen- alegre conversación que con estos caballeros
tes (dijo aquél) á serviros, señor, vinieron, y y gentes el Gran Capitán hizo, creció en los
para que repartiésedes de lo ajeno y conser- corazones de los hombres tenerle tanto amor,
var lo vuestro, hoy veo lo que dice Fectora, que todos unánimes deseaban servirle y se-
que naturalmente nacen los hombres libera- guirle; y así con él y con la Duquesa su mu-
rales. O, señor, como esta vuestra cámara jer vinieron acompañándolos hasta la ciudad
tiene suelo y en vuestra casa no lo de Craso; de Loja, que le fué dado con la justicia y te-
ca en este repartir debe vuestra señoría ilus- nencia de ella para su aposentamiento. Aquí
tre seguir lo que dice Valerio, que así como tornó á hacer nóminas de segundo reparti-
hombre no ha de dar más poco de lo que miento tan colmadas como la otra vez, y en
debe, menos debe dar más de lo [que puede; estas liberalidades se conoció del, que tanto
que si Scipión y otros Príncipes daban dádi- se realegraba en el dar, cuanto penas, gemi-
vas crecidas á los guerreros, era del despojo dos y cuidados tienen los avarientos en el
de los enemigos. No sé yo, señor, qué exceso guardar. Quedaron con él cincuenta caballe-
hicieron estos vuestros bienes, con tanto pol- ros de sus continos y criados, con otra mu-
vo y peligro ganados, que así los metéis á cha gente, á los cuales tenía en uso de vivir
saco, que por cierto no se lee en un día dar sin bullicios, limpios de reniegos, juegos, adul-
uno de lo suyo propio lo que habéis dado á terios, y en esta observancia moraron allí casi
muchos de lo vuestro. ¿Qué más haría vues- tres años, usando marido y mujer de aquel su
tra señoría al enemigo en su propia casa de oficio de liberalidad y caridad, do dieron testi-
lo que hacéis hoy en la vuestra?» Al cual res- monio hacían vida conforme la voluntad del
pondió: «Anda, vete, amigo, ca las leyes de la que da la vida. En aquel reposo estuvo cerca
guerra son ser el capitán clemente y tener de dos años, siempre ocupado en un honrado
mano larga y boca prudente. Ese consejo que ejercicio, pensando en cosas altas y grandes
me das, serme ha de mala digestión, por no lo conformes á la grandeza de su ánimo. Había
haber acostumbrado en ninguna de mis eda- enviado con grande gasto y diligencia por to-
des, ni sería bien aconsejado si de nuevo lo das las ciudades que tienen nombre de Princi-
principiase. E cosa convenible es al que tiene pado, no solamente en Europa, más en Asia y

ú
DEL GRAN CAPITÁN 253

en África, hombres muy bastantes para que Rutheno, capitán de Segismundo, Rey de Po-
con grande diligencia y cuidado le hiciesen sa- lonia, en Sinolencho, encima al Boristene, en

ber lo que se hacía en tiempo de paz y de gue- una grande batalla había vencido una infini-
rra. Tanto que cada día acaecía, que siendo dad de moscovitas. En Levante, Selin, de tur-
avisado de cosas maravillosas y de grande cos, y Sofi Ismael, de persianos. Reyes gran-
importancia, las contaba á los que se hallaban dísimos y poderosos, teniendo ambos guerra,
presentes, y con grande artificio las escribía á tal fué el suceso, que habiéndose dado una

los ausentes. En el término de estos dos años sangrienta batalla en Artajersa, ciudad de la

que su vida se acabó, acontecieron maravillo- Armenia, en la campaña de Calderan, fué ven-
sos acaescimientos, muy al contrario de los cedor Selín, y el Sofi se retiró dentro de la
que muchos tiempos antes habían sucedido. Media. Pero muy más honradas y apacibles
El mundo todo estaba revuelto en guerra, que se mostraban las cosas que en este medio
muerto que fué el Papa Julio, el cual ninguno eran escritas de las victorias de los portu-
fué mayor ni más valeroso en defender y acre- gueses, habiendo venido nueva muy cierta
centar la reputación de la Iglesia, le sucedió cómo con grande armada habían pasado el
León décimo, grande favorecedor de hombres postrer cabo de la Etiopía hacia el polo An-
letrados, y procuraba volver al mundo la edad tartico y habían sojuzgado casi todos los Re-
dorada. Coronóse aquel mismo día que hizo yes de largo del Arábico y el Pér-
la India al

un año, y encima el mismo caballo que fué sico, mares muy grandes y extendidos, y ha-
preso en la sangrienta batalla de Rávena, en- bían llegado á Malaca del Chersoneso y has-
tró triunfando debajo el palio. Pocos días ta la isla de Samotrán, hallando asimismo la
después entendió que monsiur de la Trimolla tierra donde nace la especería, y por todas
y el Triultio, ilustres capitanes de franceses, partes habían atemorizado innumerables ejér-
habían sido desbaratados en Novara por citos de aquella nación con solo disparar el
unos pocos de suizos que les dieron encima. artillería de bronce. Con el mismo contenta-
Y que Enrique, Rey de Inglaterra, habiendo miento y mayor gloria de castellanos, se pla-
hecho liga con el Emperador Maximiliano, ticaba del Nuevo Mundo y de los desapia-
había pasado en Picardía con un grueso ejér- dados pueblos de los caribes, habiendo el
cito, y en pocos días, rompida la caballería de armada del Rey D. Fernando descubierto la
Francia, había tomado dos nobilísimas ciuda- Nueva España, adonde se hallaba tanta can-
des, á Terovana y Tornay. En aquel mismo tidad de oro, perlas y joyas, que bastaban
tiempo Jacobo cuarto. Rey de Escocia, rom- enriquecer en España, no solamente la facul-
pió su ejército de escoceses por Habardo tad pública, más aun las privadas. Pues mien-
Surejo en Tuedo, y fué en batalla vencido y tras Gonzalo Hernández en estos ejercicios
muerto. No habiéndose cumpHdo un mes des- (no con natural sino con una forzada alegría)
pués de este suceso, fueron los venecianos pasaba su vida, adoleció de enfermedad de
vencidos en Vicencia en una sangrienta bata- cuartanas en el mes de Agosto, de la cual
lla por D. Ramón de Cardona y Próspero Co- dolencia sus días fenecieron en Granada, de
lona. Con estos sucesos, muy conformes á los edad de sesenta y dos años y dos meses, á
deseos del Rey D. Fernando, se mezclaban dos días del mes de Diciembre de mil y qui-
con mayor contentamiento las batallas ex- nientos y quince años; estando rodeado de
tranjeras de los nuestros con los Reyes bár- su mujer é hija, criados y servidores y sabios
baros. Hecha que fué la paz entre franceses y claros religiosos, á arbitrio y parecer de
é ingleses, el Rey Luis se casó con la her- los cuales repasó y corrigió su testamento y
mana del Rey Enrique de Inglaterra, y siendo comunicó su vida pasada; y recibió con tiem-
viejo y flaco, murió en el medio de las fiestas po los Santos Sacramentos de la Santa Igle-
y regocijos de sus bodas, y había sido decla- sia con tantas lágrimas y devoción, que die-
rado por el Rey Francisco de Valois su yer- ron fe de su buen fin. Hizo de nuevo grandes
no. A Ladislao, Rey de Hungría, se le habían mandas y limosnas, allende de las hechas, con
levantado los villanos, y puestos en armas más cincuenta mil misas que le dijesen en
(de los cuales era su capitán Bornamisa), ha- aquellos monasterios é iglesias que más ne-
bía tenido una peligrosa guerra, y siendo ven- cesidad tuviesen. Fué depositado su cuerpo
cedor, los castigó meritamente. Constantino en la capilla mayor de San Francisco de aque-
254 CRÓNICA GENERAL DEL GRAN CAPITÁN
liasolemne, nombrada y gran ciudad, con tra salud. Y tened por cierto que lo que á
grandes llantos y gemidos del pueblo y tierra vos y á la Duquesa vuestra hija y á vuestra
que concurrió á las honras, donde todas las casa tocare, terne siempre presente la me-
dignidades y beneficiados, del cabildo, de la moria de los servicios señalados que el Gran
iglesia mayor y capilla mayor y capellanes de Capitán nos hizo. Por ellos y por el amor que
de las iglesias y reli-
la capilla real y clérigos yo os tengo, miraré y favoreceré siempre mu-
giosos de los monasterios de la dicha ciudad, cho vuestras cosas en todo lo que pudiere,
vinieron los nueve días de sus honras, en que como lo veréis por experiencia, placiendo á
se hallaron Presidente y Oidores de nuestra Dios Nuestro Señor, según más largamente
Audiencia Real, y Marqués de Mondéjar, Con- vos lo dirá de mi parte la persona que envío
de de Tendilla con los Veinticuatros, y los á visitaros. De Trujillo á tres de Enero de mil
otros caballeros de ella, con más los señores y quinientos y diez y seis años. Yo el Rey.
de Baena y Aguilar y Alcaudete y Palma, con Por mandado de S. A., Pedro de Quintana.
sns hermanos, hijos y deudos y muchos otros Por el Rey, á la Duquesa de Sesa y Terra-
caballeros que del Andalucía vinieron. Esta- nova su prima».
ban puestas en la iglesia y alrededor de la
tumba, que representaba su busto, doscien- LETRA DEL PRÍNCIPE REY Y EMPERADOR Y
tos estandartes y banderas, y dos pendones SEÑOR NUESTRO Á LA DUQUESA DE SESA
reales que había ganado en batallas á los Y TERRANOVA
franceses y sus secuaces, con las señas que
tomó á los turcos cuando la Chafalonía les «Duquesa prima: Yo he sabido el falleci-
ganó. Al Católico Rey llegada la nueva de miento del nombrado Gonzalo Hernández,
esto, á la buena y clara vida ser trasladado Gran Capitán, Duque de Terranova, vuestro
el Gran Capitán, hizo mucha demostración marido, al cual (por lo mucho que merecía y
de dolor y sentimiento con derramamiento de por el valor de su persona y por los muchos
lágrimas, y tomó loba negra, y los Grandes y y señalados servicios que á los Católicos Rey
caballeros de la Corte tomaron luto. S. A. y Reina, mis señores en honra, conserva-
dijo palabras que daban á entender el gran- ción, aumentación de sus reinos y de su Co-
de amor que le tenía, y mandó que le fuesen rona real y de los naturales de ellos hizo),
hechas solemnes honras en su capilla y corte. yo le deseaba ver y conocer para me ayudar
y servir de su consejo y gozar con su per-
LETRA DEL REY CATÓLICO Á LA DUQUESA DE sona. Y pues ha placido á Dios que yo no
TERRANOVA, MUJER DEL GRAN CAPITÁN pueda cumplir tan justo deseo, él le ponga
en su gloria, y debemos haber por bueno lo
«Duquesa prima: Vi la letra en que me hi- que hace y conformarnos con su voluntad, y
ciste saber el fallecimiento del Gran Capitán, así os ruego que lo hagáis y que os conso-
y no solamente tenéis vos muy gran razón de léis, pues hay razón para ello, así por el nom-
sentir mucho su muerte, porque perdiste el bre y gloria de sus obras y fama como por
marido, pero téngola yo de haber perdido tan la obligación que para siempre queda á todos

grande y señalado servidor y á quien yo tenía los Príncipes de España, para tener en me-
tanto amor, y por cuyo medio con el ayuda moria y honrar sus huesos y conservar y
de Nuestro Señor se acrecentó á nuestra Co- acrecentar su sucesión. Y si para consolación
rona real el nuevo reino de Ñapóles, y por to- de vuestra viudez y de vuestra persona y
das estas causas, que son grandes (y princi- casa deseáis que se haga algo, en tanto que
palmente por la que toca á vos), me ha pesado me aderezo para ir á esos reinos, que será
mucho su muerte y con razón. Pero, pues, á presto, placiendo á Dios, hacérmelo saber. De
Dios Nuestro Señor así le plugo, debéis con- la villa de Bruselas á quince de Febrero de
formaros con su voluntad y darle gracias por mil y quinientos y diez y seis años. El Prín-
ello y no fatiguéis el espíritu por aquello en cipe. Por mandado del Príncipe, Gonzalo de
que no hay otro remedio, porq.ue daña á vues- Segovia, por el Príncipe.

FIN
BREVE SUMA DE LA VIDA Y HECHOS

DE

Diego García de Paredes


LA CUAL EL MISMO ESCRIBIÓ Y LA DEJO FIRMADA DE SU NOMBRE
COMO AL FIN DE ELLA APARECE

En el año de mil y quinientos y siete hube otros como yo, que no era su honra tirar
una diferencia con Ruy Sánchez de Vargas conmigo. Yo le dije que mentía, y sus compa-
sobre un caballo de Coraxo, nuestro sobrino, ñeros y criados echaron mano á las espadas
que yo le tome para venir en Italia. Vino tras y yo á la barra que él había dejado, y con ella
mi el Ruy Sánchez con tres de caballo y dímo- nos defendimos á su daño, que matamos á
nos tantas de cuchilladas, hasta que cayó Ruy cinco de ellos y más de diez heridos. Por
Sánchez, é luego sus escuderos me acome- donde se revolvió la Corte de tal suerte, que
tieron de tal manera, que me vi en grande mandó el Papa que prendiesen á los roma-
aprieto, pero al fin los descalabré á todos y nos por el poco respeto que tuvieron y nos-
fui mi camino. En el mismo año llegué á otros fuimos dados por libres.
Roma con gran necesidad yo y mi hermano A ocho de Marzo del dicho año se vieron
Alvaro de Paredes, en la cual ciudad no ha- mis compañeros y yo más necesitados que
llamos quien nos diese de comer; y estando solíamos, y andábamos tan alcanzados con el
pensando cómo se podría salir de tal fatiga, poco partido, que era forzado ir de noche á
acordamos de asentar por alabarderos en la buscar ventura de enemigos, y lo que se ga-
guarda del Papa, queriendo más poner los naba íbamos á vender á Ñapóles, y así tenía-
cuerpos á la servidumbre que darnos á cono- mos también mozos ganando el vestido. Pa-
cer al Cardenal de Santa Cruz, que era nues- reciéndome mal esta vida, determiné de me
tro primo. Pues pasando algunos meses en dar á conocer al Cardenal de Santa Cruz por
esta vida con otros españoles amigos nues- salir de tal caso, y no pasando Abril, se rebeló
tros, cuyos nombres son: Juan de Urbina, Juan Montefrascon y otra tierra que confinaban con
de Vargas, Pizarro, Zamudio, Villalba, é po- tierra del Próspero Colona, para lo cual se
sando todos juntos, nos topó un día la guarda hicieron seis banderas, cuatro de infantería y
del Papa donde estábamos tirando á la barra dos de caballo, y allí me dieron la primera
unos con otros, de lo cual el Papa holgaba. compañía que tuve. Fué mi alférez Juan de
Llegaron algunos caballeros á tirar, y entre Urbina, y mi hermano sargento, y Pizarro y
ellos había uno que se tenía por gran tirador Villalba y Zamudio cabos de escuadra; fué
y éste dijo á mi hermano si sabía quién General de esta gente un sobrino del Papa.
tirase cien escudos, que él se los tiraría. Mi Hicimos nuestro viaje caminando de noche
hermano dijo que sí, y éste se desnudó en cal- por no ser sentidos y llegamos á la media
zas y en camisa y puso los cien ducados y noche al burgo de la tierra. Buscamos esca-
demandó del tirador que había de tirar y las, palancas, boycones y otras cosas conve-
tomó la barra. Yo, no teniendo los dineros, nientes; yo tomé cuerdas que bastaban á la
le por gentileza; y éste,
dije si quería tirar muralla y atamos dos leños á los cabos, y con
enojado de mí, dijo que me fuese á tirar con picas las atravesé en las almenas, por donde
256 CRÓNICA GENERAL
subí tan presto y tan á paso que no fui sen- aislamos, porque los enemigos supieron quién
tido de los enemigos; y el General ordenó venían de socorro, y eran venecianos y toma-
saltear la tierra por otra parte, más con ron las barcas; y por la otra parte el campo
ruido que con obra, por que cargase la gen- del Papa nos tomó una puente que estaba
te allí. Yo hice subir mis compañeros por las al otro brazo del de que hubimos temor
río,
cuerdas y mataron á la guarda y pelearon de hambre. Y como yo fui la causa de este
con ella. Yo fui á la puerta que estaba con cerco, procuré el remedio, porque no había
llave y así del cerrojo, y arranqué las arme- vitualla para dos días, y dije al Duque que
llas y abrí las puertas, por donde metí los quería probar ventura, y tomé un caballo en
nuestros y fuimos á la plaza donde se reco calzas y camisa y hice explanar la puente de
gieron los enemigos para pelear con nos- arriba do se partían los brazos del río, y con
tros. Eran por todos ocho banderas de infan- una lanza entré el río entre las dos aguas.
tería; fueron rompidos yla tierra saqueada, y Guióme Dios tan bien, que tentando allí vado
la otra tierra se nos rindió de miedo. pero alta la salida fué menester allanalla y
De allí se despidió la gente, salvo mi com- tornando al Duque le demandé quinientos ca-
pañía, que vuelta á Roma me metieron en balleros y quinientos arcabuceros, y tomán-
Santo Ángel y estuve allí todo el año, hasta dolos á las ancas con las trompetas y atambo-
la guerra del Papa y del Duque de Urbino, res del campo, me partí diciendo al Duque
que favoreció el Gran Capitán por mandado que reposase hasta una hora antes del día y
del Emperador Maximiliano por la liga que aquella hora se pusiese acerca de la puente,
se hizo contra él. Saltamos en compañía, sien- que yo quería romper los enemigos y tomar-
do yo de guardia, los enemigos me acometie- les el artillería. Y así fué que pasados de la
ron por dos partes; dímonos tan buena maña otra parte, el Duque les tocó alarma toda la
con ellos, que se perdieron los más muertos noche, y estando de vela y cansados, manda-
y heridos; y porque peleando con ellos dije ron una carta á los venecianos, la cual yo
«España, España» fui reprendido del capitán tomé, y venida la hora pasé en cinco partes
Cesaro Romano, diciendo que yo era traidor. la gente y comencé de templar las cajas de

Yo le dije que mentía, y fué necesario comba- los atambores, y los enemigos pensaron que
tir y Dios me dio victoria y le corté la cabeza, eran venecianos, y así pude llegar sin albo-
no queriendo entendelle que se rendía. Sa- roto al campo, el cual acometimos todos á
bido por el Papa, mandóme quitar la compa- un tiempo bravamente, entrando por él ma-
ñía porque me prendiesen, y así se hizo y fui tando y quemando de tal suerte, que no era
preso en la tienda del General; y á media bien de día cuando eran .desbaratados y
noche aventuré á salirme, tomando de la rotos sin saber quién los rompía y tomé el
guardia una alabarda y con ella maté la cen- artillería haciendo volver las bocas á ellos, y

tinela y salí fuera, y la guarda tras mí hasta salido el Duque acabamos la jornada, do re-
la guarda del campo y allí reparé por la posamos cuatro horas y tuvimos modo de
mucha gente que venía. El capitán, alboro- enviar la carta á los venecianos y que pasa-
tado, detuvo la gente con mano armada, no sen el rio, y asi lo hicieron, y pasaron todos,
sabiendo por qué fuese yo así á la centinela, que eran seis mil. Yo fui á ellos con dos mil
demandándome el nombre; yo no se lo supe arcabuceros á un foso donde los puse en se-
dar y acometióme y mátelo, y así salí fuera creto, y el Duque vino como á recibillos, y
del fuerte y fuíme al campo del Duque, donde ellosno sabiendo cosa de la pasada, salvo el
fui bien recibido, aunque la noche pasada ruido del artillería, pasaron sin sospecha, y
había hecho daño en ellos. queriendo ponerse en orden, acometíles con
Fui llevado á la tienda del Duque, el cual la escopetería, donde murieron más de dos

mostró conmigo mucho placer y dióme una mil y los otros fueron presos y muchos aho-
compañía de arcabuceros de un capitán que gados. Fenecieron estas dos batallas por la
fué muerto la noche pasada, y ofrecióme más voluntad de Dios en aquel día, y el Duque co-
mercedes; y estando de día en día para dar bró lo que tenía perdido y asosegó su es-
la batalla, supliquéle al Duque que nos llegá- tado. De allí fuimos al campo de Próspero
semos más, y así lo hizo, que pasamos el río Colona, y el Gran Capitán me recibió muy
por barcas y entramos en una isleta, y allí nos bien y el Próspero me llevó consigo y me dio

J
DEL GRAN CAPITÁN 257

una compañía de caballos y dos de arcabuce- combatir. Fué mi padrino Juan de Gomado,
ros. Fui su coronel. Sucedió la guerra del maestre de campo; fué suyo Perucho de Ga-
Rey de Francia por la parte del reino de Ña- rro; fueron señores del campo el Próspero y

póles. Fuese á dar la batalla á Rávena, do el Gran Capitán; combatímonos con espadas

la perdimos por mucha gente, porque eran solas en calzas y en camisa.


los enemigos sesenta mil y nosotros quince Dióme una cuchillada en el brazo izquierdo
mil; pero quedaron de ellos tan pocos como desde el codo hasta la uña del dedo; dile yo
nosotros éramos. Escaparon dos mil y qui- otra que le corté el brazo y la guarnición y
nientos españoles y recogímonos al Duque la mano. Arremetió á tomar la espada con

de Urbino, y rehizo el campo y fuimos tras los la izquierda y dile otra cuchillada en el muslo

enemigos y alcanzárnoslos en el Ferrares; de que di con él en el suelo, y teniéndole para


Venecia les tornaron con socorro y el Papa cortar la cabeza, llegó Gran Capitán; pidió-
el

también y el Duque de Ferrara fueron en melo por hombre muerto, y dísele. Cumplida
favor de Francia. Duro la guerra algunos días la tregua hubo concierto entre los dos cam-

escaramuzando unos con otros. pos con mandado de los Reyes que comba-
Iba nuestro bagaje por sacomano, y los tiesen doce por doce; al efecto, de nuestra
enemigos fueron avisados y nos dieron una parte fueron el coronel Villalba, el coronel
emboscada de dos mil hombres. Yo fui por Andana, el coronel Pizarro, el coronel Santa
escolta con mis tres banderas, dos de esco- Cruz, el capitán Juan de Haro, el capitán
peteros y una de caballos. Juan de Gomado, el capitán Alvarado, dos
Hízose el sacomano, dejé la infantería, pasé capitanes de gentes de armas y los demás
adelante con los caballos, fui acometido de eran italianos y yo. Quiso Dios mostrar su
laemboscada y tomáronme el paso; fui forza- justicia. Sobre este combate se revolvió un
do de pelear y romper por medio, lo cual se capitán francés conmigo porque le maté dos

hizo á su pesar. hermanos suyos en el campo, y combatimos


Pasados de ellos, salió la escopetería en en medio de los dos campos armados de
nuestro socorro y tomáronnos en medio y hombres de armas con unas porras de hierro
peleamos tanto los unos con los otros, que que yo saqué. En viendo el francés la pesa-
de los nuestros quedamos doscientos vivos dumbre de ellas, hecho la suya en el campo
y de los suyos cuatrocientos. Todos los otros no pudiéndola bien mandar y echó mano á un
murieron, y me prendieron con tres heridas estoque y vino á mi, pensando que tampoco
de escopeta y mi caballo quedó muerto. To- pudiera mandar la porra. Dióme una estocada
máronme cuatro hombres de armas y lleván- por entre la escarcela é hirióme, y yo le di lue-
dome preso á pie, tomamos una puente sin go con la porra sobre el almete y se le hundí
bordos; y pasando por ella abráceme bien en la cabeza, de que cayó muerto. Por estas
con los que me llevaban asido, y trabado con cuatro cosas que me acaecieron casi juntas
ellos, me arrojé de la puente abajo con me vinieron muchos reveses, así de amigos
ellos en el río, donde todos ellos se ahogaron como de enemigos, porque en espacio de
y yo escapé por buen nadador y por la vo- otros dos meses combatí otras dos veces y
luntad de Dios, que si me llevaran al campo quiso Dios darme victoria por la razón que
me dieran mil muertes; y así me volví á nues- tenía.
tro campo armado de todas armas, á pie y De á pocos días fué la batalla de Vicen-
allí

mojado y herido y de camino. Con


seis millas cia y ganámosla aunque pensaron los ene-
todo, fui bien recibido del Próspero Colona. migos que nos tenían en la red.
Los enemigos tomaron tanto miedo de esta De allí fui á España con el Gran Capitán,
vez, que pidieron treguas por dos meses. El que iba á dar cuenta y alcanzó al Rey en cien
coronel Palomino se dejó decir que había mil ducados. Estando un día en la sala del
ganado poca honra yo con los enemigos, Rey muchos caballeros del Rey, entre ellos
pues perdí mi gente, que era más locura que hubo dos que dijeron que el Gran Capitán
valentía lo que yo hacía. Yo lo supe y le en- no daría buena cuenta de sí. Yo respondí alto,
vié un cartel en que le decía que yo había que lo oyó el Rey, que cualquiera que dijese
hecho más en aquel día que él en toda su que el Gran Capitán no era el mejor criado
vida; él respondió secamente, por do convino suyo y de mejores obras, que se tomase un
Crónicas del Gran Capitán.— 17
258 CRÓNICA GENERAL
guante que yo puse en una mesa. El Rey me ¡
vino el Obispo, que era mi deudo, y sosegóse
lo volvió, que no lo tomó nadie, y me dijo que todo.
era verdad todo lo que yo decía, y dende allí Dende á poco tiempo me mandaron ir

el Gran Capitán estuvo bien conmigo, que á Navarra en una coronelía de nueve bande-
hasta allí no podía verme porque serví al ras. Tomamos á Maya, un castillo fuerte, y
Próspero. fuimos á Pamplona y dimos y per-
la batalla

De allí fui á mi tierra, y llegué á Coria un diéronla los franceses. Fuimos á Fuenterrabía
día tarde, que no pude llegar más adelante, y y tomóse por hambre y despidióse la gen-
llegó conmigo solo un paje. Hallé en la posa- te, que no fué menester. Sucedieron las Co-

da dos rufianes con dos putas y unos burdele- munidades y pararon en lo que ya sabéis.
ros que querían cenar; y como me vieron de Volvimos luego á Navarra con el Príncipe de
pardillo y con un papahigo debieron de pen- Orange y con el Condestable. Ganamos de
sar que era mercader de puercos, y dijéronme los franceses á Urdabia, á Monleón de Sola
si los iba á comprar que allí los había buenos. y á Salvatierra. De allí fuimos á Tariz y fué
Yo no les respondí, y debieron de pensar que quemada por los alemanes y saqueada; mas
era judío ó sordo, y llegó uno de los rufianes á del vino quedaron tales, que los enemigos
tirarme del papahigo diciéndome si era sordo; les tomaron el artillería que llevaban, y yo
y estuve quedo pensando lo que haría, y un iba de retaguarda con mis escopeteros y
burdelero que parecía buen hombre le dijo atravesé un monte y tómeles el paso, donde
quedito que no se burlase conmigo, que no venían con la presa cinco mil, y tómeles des-
sabía quién era y que se me parecían armas cuidados y rompímosles y quitámosles el ar-
debajo del sayo. Los rufianes se llegaron á mí tillería y matáronse de ellos mil y prendié-

por ver las armas, y de que me vieron arma- ronse muchos. Acabada esta jornada se des-
do, los judíos no hicieron más escarnio; las pidió la gente que no fué menester. Queda-
putas me dijeron si había escapado del sepul- mos Gutierre', Quijada y yo, con nuestras
cro huyendo. En esto sentí que llegaba m¡ coronelías; vino el campo de franceses. To-
gente, que de Italia traía veinticinco arcabu- mamos el camino de Fuenterrabía, que era el
ceros. Envié secreto el paje á ellos, avisán- paso; defendímoselo.
doles que hiciesen que no me conocían, por Tornáronse todos, salvo cinco mil esguiza-
ver en qué paraba la fiesta. Ellos, tornados al ros escogidos entre doce mil. Despidióse
tema, uno de los rufianes me tornó á tirar nuestra gente, quedaron seiscientos españo-
del papahigo recio, diciendo que le mostrase les; vinieron los esguizaros á ellos por una

las armas que traía, que eran doradas, y dijé- montaña arriba tan derecha, que subían
ronme si las había hurtado; y pareciéndome asiéndose con las manos por desollarnos.
que un cabo de escuadra mío, no pudiendo Cuando fueron en lo alto arremetieron á
sufrir lo que veía, quería poner mano á la ellos y rompímoslos. Murieron despeñados
espada, me levanté de un banco en que es- de nuestras manos y ahogados en un río más
taba sentado y tomé el banco y di con él al de cuatro mil, y los demás prendimos y envia-
rufián y abríle la cabeza, y al otro rufián y á mos á los gobernadores de España á Vitoria.
lasputas y á los burdeleros eché en el fuego Luego vino S. M. de Flandes, fui á besalle
unos sobre otros. La una puta que cayó de- las manos; hizo Cortes, fué luego á Hungría y
bajo murió; los otros escaparon quemadas retiróse el turco. Tornamos á Italia; llegados
las caras y las manos, y salieron dando voces al real, una jornada más atrás me quedé en
á la justicia y el mesonero con ellos. Nos- una casa en la campaña por ser tarde, á una
otros nos asentamos á tomar su cena, hasta milla del campo. Iban conmigo unos criados
que todo el pueblo se juntó á la puerta y co- del Emperador con sus mujeres y carros de
menzó un alcalde á quebrar las puertas, y yo pan y seis criados míos y Sancho de Pare-
las hice abrir, y de golpe entraron algunos des. A media noche sentí ruido alrededor de
porquerones, y con la tranca de la puerta de- la casa; levánteme de un banco en que esta-
rroqué los primeros, que fueron dos ó tres, y ba y ármeme é hice armar mis criados. Vino
así no osaron entrar más. Por de fuera me á mí una lengua que yo tenía é dijo: «Señor,
requerían que me diese á prisión, si no que quemarnos quieren la casa y el dueño no
me quemarían la casa. Al ruido y alboroto consiente, y ellos dicen que se Ja pagarán»; y
DEL GRAN CAPITÁN 259

yo por no ser quemado salí fuera y en salien- perador y á su mujer; diéronme á mí seis
do me dieron cuatro escopetazos: quiso Dios heridas pequeñas y á Sancho de Paredes
que todos me hicieron poco mal, y tomáron- tres y á algunos dos, de manera que á to-
nos en medio á todos y con alabardas y pie- dos nos señalaron. ¡Sea Dios loado pues nos
dras comenzaron á pelear. Diéronnos tantas libró!

pedradas que nos descalabraron á todos, y Fuimos á Bolonia, y parece que le place á
convino retraernos hasta poner las espaldas Dios que por una liviana ocasión se acaben
á la casa, y allí nos defendimos como mejor mis días. Dejo esta memoria á Sancho de Pa-
se pudo hasta que fuimos socorridos. Y fué redes, mi hijo, para que en las cosas que se
el socorro que un soldado se había quedado ofrecieren en defensa de su persona y honra,
aquella noche fuera de la casa, y como vio lo haga lo que debe como caballero, poniendo á
que pasaba, fué al campo diciendo: «Que ma- Dios siempre delante de sus ojos y procu-
tan á Diego García de Paredes». Volvieron en rando tener razón para que le ayude.
nuestro socorro el alférez Diego de Avila
Diego García de Paredes.
con cincuenta arcabuceros todos á caballo, y
si tardaran más éramos todos hechos peda-

zos, porque estábamos todos mal heridos y Falleció Diego García de Paredes en Bolo-
yo de rodillas en tierra entre algunos de los nia de achaque de que unos caballeros man-
enemigos muertos, donde me podían herir cebos derrocaban con el pie derecho una
en las piernas, y así llegó el socorro y mata- paja de la pared, poniendo de corrida en ella
mos tantos que escaparon pocos. Prometo el izquierdo; él quiso probar también y cayó

á Dios que este día fué más cruel que me y murió de achaque de la caída.
acuerdo haber sido en mi vida, porque maté
más de diez. Matáronnos un criado del Em- FIN

En casa de Hernán Ramírez, impresor y mercader de libros.

Año de 1586.
HISTORIA
DEL

GRAN CAPITÁN
GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA

Y DE LAS GUERRAS QUE HIZO EN ITALIA (*)

tratada su persona y de los suyos, y muy


RESUMEN DE LA OBRA
bien quisto así de la Princesa como de todos
...
O Su padre dióle por ayo para !que tu- los señores que frecuentaban la Corte, por-
viese cargo de su crianza á Diego de Cárca- que desde entonces parecían en él señales de
mo, un caballero de aquella ciudad de Córdo- las grandes cosas que por él habían de pasar.
ba, hombre de noble sangre y muy virtuoso En las fiestas, justas, torneos y juegos de ca-
en las costumbres, muy prudente en todo lo ñas que en la Corte se hacían, y en cual-
que á caballero pertenecía. Seyendo de edad quiera otro auto de caballería, siempre pre-
de doce años, lo envió don Alfonso, su her- cedió á todos los de su tiempo. Muerto el
mano, á don Juan Pacheco, Marqués de Vi- Rey don Enrique, que fué el año de nuestra
llena, su suegro, que á la sazón gobernaba salud de mil cuatrocientos setenta y cuatro,
todo el reino, para que lo asentase en el ser- laInfanta doña Isabel, Reina heredera y pro-
vicio del Príncipe don Alfonso, hermano del pietaria de los reinos de Castilla, casó con
Rey don Enrique, á quien los Grandes de Cas- don Fernando, Rey de Sicilia y Príncipe de
tilla de la parcialidad de don Juan Pacheco, Aragón, que después fué llamado el Católico,
enemigo del Rey don Enrique, habían alzado los cuales sucedieron en este reino. En el cual
por Rey en Avila, seyendo vivo su hermano tiempo el Rey don Alonso de Portugal entró
mayor el Rey don Enrique. Al cual el nuevo en Castilla muy poderoso con mucha gente
Rey recibió para paje, y se sirvió del ese poco de á caballo y de á pie, diciendo pertenecerle
de tiempo que vivió, que fué poco más de dos los reinos de Castilla por ser de su sobrina
años. Muerto, pues, el Rey don Alonso de edad la Excelente, que llamaban, hija del Rey don

de catorce años y medio, la princesa doña Enrique, con la cual se había casado pública-

Isabel, que después fué Reina de Castilla, lo mente en la ciudad de Plasencia; al cual Rey
recibió en su servicio, adonde anduvo siem- de Portugal muchos Grandes y señores des-
pre muy acompañado de criados y muy bien tos reinos, procurando más sus intereses
particulares que no el bien común del reino,
(O Faltan una ó dos hojas primeras de este Resumen, siguieron la parte del Rey de Portugal. Otros
denominación que nosotros hemos dado á esta parte
anterior al Libro primero. siguían la parte de los Reyes don Fernando y

() Tiste título, que se lee en la primera hoja del manuscrito, es de letra moderna, casi contemporánea.
A continuación se lee de la misma letra: «Obra cuyo autor se ignora, si bien se deduce de la misma que fué
contemporáneo de los hechos que cuenta y trató á las personas que los ejecataron, pero muy apreciable y
rara, porque contiene noticias curiosas que no se hallan en otras obras, délas muchas que se han e->crito del
Cxran Capitán y de las guerras que hizo».
CRÓNICA MANUSCRITA DEL GRAN CAPITÁN 261

doña Isabel, y entre los Grandes que esta tra los moros, que jamás el miedo le turbaba
más verdadera opinión seguían era don Al- el seso para el consejo ni el esfuerzo se le

fonso de Córdoba, señor de la Casa de Agui- enflaquecía para pelear con los enemigos.
lar; con cuya gente fué por capitán Gonzalo Visto, pues, por los Reyes Católicos la va-

Hernández, su hermano. En la cual guerra lentía que mostraba en el osar y la sagacidad


hizo cosas muy señaladas, principalmente en que tenía en las cosas en que se hallaba, le
la don Alonso de Cárdenas, Maes-
batalla que encomendaron la fortaleza de Alora, para que
tre de Santiago, hubo con el Obispo de Evora, desde allí hiciese guerra á Granada, porque se
capitán del Rey de Portugal, cerca de Mérida, hubo en el combate de aquella villa y de las
que llaman la batalla de! Albuera, que fué pri- otras, donde se halló, como muy esforzado y
mero día de Cuaresma del año de nuestra sa- prudente capitán. Desde la cual villa hizo
lud de mil y cuatrocientos y setenta y nueve muy cruda guerra á los moros, porque mu-
años; en la cual Gonzalo Hernández se mos- chas veces llegó con su gente hasta las puer-
tró varón muy esforzado en el acometer á sus tas de Granada, y puso á los moros en gran
enemigos y muy constante en perseverar en turbación. Porque le aconteció llegar á la ciu-
la batalla. Hizo allí muy buenas cosas, de que dad y poner fuego á las puertas sin que los
los Reyes Católicos fueron muy servidos; y moros osasen salir, como muy largamente se
escribieron ádon Alfonso Hernández, su her- cuenta en la historia que Hernando del Pul-
mano, dándole las gracias por les haber en- gar y Antonio de Librija escribieron de la
viado á %u hermano Gonzalo Hernández, que guerra de Granada, y el mesmo Hernando del
tan buena cuenta había dado de su cargo Pulgar hizo una relación muy verdadera de
y tan bien había peleado contra sus enemi- las cosas que el Gran Capitán hizo en la gue-
gos, y á él enviaron á dar muchas gracias rra de Granada. De la cual conquista mereció
por ello. Gonzalo Hernández el que luego adelante en
Después quel Rey de Portugal perdió esta el año de mil y cuatrocientos y noventa y

batalla, en que tenía puesta toda su esperan- cuatro de nuestra salud, visto y sabido por
za, no entendió más en la empresa que había los Reyes Católicos que el Rey Carlos octavo
tomado, y los que aquella tan siniestra opi- de Francia, que fué llamado el Cabezudo por
nión tenían, unos fueron ó presos por fuerza -tener muy gran cabeza, un mozo bárbaro en
de armas, otros de su voluntad, otros por di- las costumbres y que entonces cumplía veinte
versas vías. Al fin todos vinieron al servicio años de su edad, con cincuenta mil hombres,
de los Reyes y fueron perdonados. los veinte y cinco mil de caballo y los otros
Fué casado el Gran Capitán con doña Ma- veinte y cinco mil de infantes, sin la gente de
ría Manrique, hija de don Fadrique Manri- las señorías de Florencia, Bolonia y los Colo-
que, hijo del Adelantado Pero Manrique, el neses y otras potestades que le ayudaban.
mayor señor que hubo en estos reinos, que El cual Carlos ocupó todo aquel reino y echó
dejó á su hijo mayor el condado de Trivíño y del al Rey Alfonso y su hijo, el Rey Fernando,
ducado de Nájera, y al segundo el condado y tuvo todo el reino pacífico, porque llevó
de Paredes; de la cual hubo dos hijas, la ma- cien tiros gruesos de artillería, que no se ha-
yor doña Elvira Córdoba y doña Beatriz de bía visto jamás tan grande ejército en Italia.
Figueroa. Luego que los Reyes Católicos supieron
Tras esto luego adelante, en el año del Se- cómo el Rey Carlos había ocupado aquel rei-
ñor de mil y cuatrocientos y ochenta y dos, no, que de derecho era de la Casa de Aragón
se comenzó la guerra de Granada; y como el muchos años había, y había un Gonzalo Her-
Marqués de Cádiz, don Rodrigo Ponce de nández con una armada y gente de guerra
León, tomó á los moros la ciudad de Alha- para que lo echase de aquel reino, que tan
ma, y como los Reyes Católicos determinaron señor estaba del y sin quedar almena que no
de proseguir aquella guerra, conociendo en estuviese por Francia. Y el Gran Capitán par-
Gonzalo Hernández la calidad y esfuerzo de tió del puerto de Cartagena y llegó á Sicilia,
su persona, le hicieron capitán de cien lan- y desembarcó en Mecina, y luego pasó el
zas, que era el que más en aquel reino tenía. Faro, que son tres leguas de mar, y desem-
Dio tan buena cuenta de sí mostrando mucha barcó en Rijoles, y después de haber peleado
industria en el gobernar y mucho ánimo con- con sus ejércitos con tanta desigualdad, que
262 CRÓNICA MANUSCRITA
había diez franceses para un español y toda turcos, y les ganó la isla de Chafalonía, que
Italia por el Rey de Francia y los señores del los turcos les habían tomado á la boca del
reino de Ñapóles lo mismo, le hizo muy cruel mar de Venecia, y se la entregó á los vene-
guerra; de tal manera, quel francés con toda cianos y se volvió á Sicilia.
aquella pujanza le desamparar
fué forzado á Sabido por el Rey de Francia quel Gran Ca-
el reino y se volver más que de paso á Fran- pitán estaba en Sicilia, perdió la esperanza de
cia, roto y desbaratado, los más de aquel su cobrar por fuerza de armas aquel reino, y co-
gran campo vencidos, muertos y presos. menzó de tratar con los Reyes de España por
Después que el Gran Capitán dejó aquel tratos que sus capitanes de entrambos toma-
reino pacífico y echados á todos los franceses sen aquel reino al Rey Federico de Ñapóles y
no solamente del reino de Ñapóles, mas aún lo partiesen entre sí. Rehusando los Reyes
de toda Italia, y dejó al Rey Federico señor Católicos de quitar al pariente y cuñado el
de aquel reino sin haber contradición alguna; reino, el Rey de Francia les envió un porta-

y vuelto á España, adonde estuvo desde el cartas del Rey Federico á él, en que decía que
año de mil y cuatrocientos y noventa y seis les daría en cada un año tantos mil ducados de
años. En el cual tiempo halló que los moros parias y les daría paso por aquel reino, si qui-
del Albaicín de Granada se habían rebelado siese conquistar la isla de Sicilia, ques de los
contra los' Reyes de España y estaban muy Reyes de España, y les ayudaría, con otras
fuertes. Mas desque vieron quel Gran Capi- cosas que bastaron para poner en furia á los
tán iba sobre ellos, parte por sus persuasio- Reyes Católicos para le tomar el reino y lo
nes y parte por guerra, los redujo al servicio partir con el Rey de Francia. E aunque otros
de los Reyes Católicos. quieren decir que este concierto estaba hecho
En este tiempo murió el Rey de Francia, antes entre ellos de aquesta partición, mas
Carlos octavo, de edad de veinte y tres años, yo sigo lo más verisímile. Fué el concierto
y sucedióle en el reino Luis duodécimo, que entre ellos que Ñapóles y Gaeta cupiesen
era antes Duque de Uriiens; el cual hizo al Rey de Francia; Pulla y Calabria á los Re-

grande ayuntamiento de gentes para pasar yes de España, y que las otras provincias
en Italia á cobrar el reino de Nápolés, que su fuesen para igualar las rentas, que fuesen
predecesor había perdido. Y porque el Du- iguales á los dos Reyes. Hecho este con-
que de Milán, Francisco Sforza, había dado cierto, el Gran Capitán por una parte, y Ro-
paso por Milán á Carlos su predecesor, y á berto Stewart, llamado por otro nombre mos
la vuelta que el dicho Charles volvió á Fran- de Aubigny, por la otra, ocuparon el reino y
cia le fué contrario y se juntó con los dé la echaron del al Rey Federico; el cual los Reyes
Liga contra él y le dieron la batalla, el nuevo de España quisieran mucho que se viniera en
Rey Luis duodécimo hizo guerra al Duque de España, para le dar en aquel reino una parte
Milán, y le tomó aquel estado por poder pa- con que conservara su dignidad real. Mas él
sar á Ñapóles y volver seguro. no quiso sino irse á Francia, como hombre
Los Reyes Católicos, sabido el grueso ejér- que tenía ofendidos á los Reyes de España;
cito quel Rey Luis tenía hecho en Francia, no fué tratado como merescía, y dende á po-
en Borgoña, en Bretaña y en todas las más cos días murió.
provincias de los reinos y señoríos, manda- Luego quel Rey de Francia supo que su ca-
ron y rogaron al Gran Capitán volviese á Ña- pitán tenía la mitad de aquel reino, determinó
póles, pues que Dios lo había criado para do- de tomar por fuerza de armas la otra mitad
mar aquella nación tan insolente y brava, y que había cabido á los Reyes de España, lo
de su natural belicosa, para que si el francés cual tuvo por cosa muy fácil de hacer, veyen-
allá pasase, hallase allá al Gran Capitán para do la mucha pujanza que tenía de gente de
que le resistiese. El cual partió de la ciudad y armas de caballo y de pie para lo poder efec-
puerto de Málaga con buena flota y gente de tuar. El Gran Capitán con la gente que tenía,
guerra, y se puso en Mecina de Sicilia á es- no solamente defendió la parte que á los Re-
perar el suceso de las cosas. Fué esta partida yes Católicos había cabido, mas aun le tomó
de Málaga para Ñapóles á los cuatro días de la suya y los echó del reino y de toda Italia y

julio de mil y quinientos años; en el cual tiem- pacificó aquel reino y lo puso todo en bajo de
po fué á ayudar á los venecianos contra los la obediencia de los Reyes de España.
DEL GRAN CAPITÁN 263

Duraron aquellas guerras hasta cinco años, su hija doña Juana, de lo cual decía ser avi-
pues el año de mil y quinientos y seis el Rey sado, y que llevando á su persona consigo
don Fernando, que ya era segunda vez casa- tenía por cierto todo aquello cesaría. El Gran
do con la Reina Germana, sobrina del Rey de Capitán le respondió que ya Su Alteza sabía

Francia, porque la Reina doña Isabel había que él en España no tenía ni aun una casa en
fallecido en el año de mil y quinientos y cua- que se meter, y que pues Su Alteza había sido
tro años en la villa de Medina del Campo; el servido de le dar de comer en aquel reino, lo
Rey don Fernando pasó en Ñapóles. Quisie- dejase en él. El Rey le ofreció el maestradgo
ron decir que el Rey don Fernando, deseando de Santiago, con que le dejase los diez mil
quel Gran Capitán viviese en estos reinos, ducados de renta que á la postre le había
pensando que la codicia de señorear, que to- dado, sobre lo cual le dio su cédula y bula del
das las cosas mortales rompe, no corrompie- Papa Julio muy cumplida. El Papa Julio co-
se y mudase al Gran Capitán, de cuya causa menzó á tratar con el Gran Capitán que fuese
no viniese, aceleró la partida para aquel reino, confaloner de la Iglesia y le daría cien mil du-

llevando consigo á la Reina Germana, su mu- cados de partido, y más le entregaría todas
jer; y junto á islas de Hieres, cerca de Marse- las fuerzas de la Iglesia, y con ellas á Santán-
lla, alcanzó la flota en que iba la Duquesa de gelo, para lo cual el Rey habla dado licencia
Sesa y sus hijas. Quisiera mucho el Rey que y consentimiento, de que después arrepentido
la Duquesa y sus hijas se pasaran á su galera revocó la licencia y no quiso que el Gran Ca-
y que fueran en su conserva; lo cual la Du- pitán quedase en Italia.
quesa no aceptó por ir mal dispuesta de la Visto por el Papa quel Rey había mudado
mar; antes se fué á Genova, adonde fué muy el parecer, comenzó á tratar con el Gran Ca-

solenemente recibida por aquella Señoría y pitán que le daría la investidura del reino de
por mos de Rabastaín, Gobernador de aquella Ñapóles, la cual pertenecía á la Sede Apostó-
ciudad por el Rey de Francia, á quien aquella lica, y se la daría á él y le alzaría la obedien-

ciudad á la sazón estaba encomendada. cia que al Rey de Aragón, como á Maestre de
Sabido por el Gran Capitán quel Rey venía, Santiago, debía, con otras muchas cosas que
lo salió á recibir en tres galeras, en que venía le ofreció. El Gran Capitán respondió al Papa

muy acompañado de muchos grandes y seño- que se espantaba mucho de Su Santidad que-
res de aquel reino, y topóse con él junto á rer poner en disputa su honra y fidelidad que
Portefín, adonde fué muy bien recibido de los á su Rey debía; de cuya causa nacieron las
Reyes. A esta sazón le alcanzó allí la nueva discordias entre el Rey y el Papa; de cuya
cómo el Rey don Felipe era fallecido en la causa se estorbaron las vistas que estaban
ciudad de Burgos; de que el Rey se admiró concertadas entre el Rey y el Papa en Civita-
mucho, porque si después de sabida la muer- vieja, y se efectuaron las que estaban entre
te del Rey don Felipe fuera la venida del Gran el Rey Luis de Francia y el de España en Sao-

Capitán, no se tuviera en tanto, antes se sos- na. Allí le hizo el Rey de Francia muchos fa-
pechara otra cosa, que la muerte del lo había vores al Gran Capitán, así como asentándolo
hecho quel Gran Capitán con tan grande obe- á la mesa entre los dos Reyes. De allí se par-
diencia lo había salido á recibir, lo fué que tió el Rey y el Gran Capitán para España,
muchos envidiosos habían hecho entender al adonde le fué hecho en Valencia y después
Rey, no sólo que no saldría á lo recibir, mas en Burgos, adondel Rey estaba, muy grande
aun no lo admitir en el reino, según la envidia recibimiento, como se podía hacer al Rey. De
tiene ocupados los corazones de los mortales. ahí el Gran Capitán se partió para Santiago
De lo cual el Rey tuvo muy gran contenta- de Galicia, adonde estaba prometido, adonde
miento. Así fueron hasta aquel reino, adonde hizo muchas limosnas y dejó allí en aquel
el Rey fué muy bien recibido. Después quel templo renta para que se celebrasen los di-
Rey entendió en las cosas de aquel reino y lo vinos oficios. Compró mil maravedís de renta
tuvo todo ordenado, como aquel reino cum- para que rogasen á Dios por él, y dejó allí
plía y á su servicio, comenzó á tratar con el una lámpara de plata dorada, que es la mejor
Gran Capitán de lo llevar á España, dándole que hoy está allí.
á entender que en España creía tener contra- Venido, comenzó á suplicar al Rey le diese
dición sobre la formación de aquel reino de el Maestradgo de Santiago, que le había pro-
264 CRÓNICA MANUSCRITA
metido, y cuya escritura traía firmada de su Rey mandó al coronel Villalva y
la prisión, el
mano y de! Papa Julio. El Rey no sólo no lo Alcalde Cornejo para que aparejasen las co-
daba, antes comenzaba cada día á entibiarse sas necesarias para ir á derribar la fortaleza
más y más, veyendo que y don Bernardino
él de Montilla áMontilla. El Marqués determinó
de Velasco, Condestable de Castilla, que á la de se defender como varón, y envió el Rey á
sazón estaba viudo por muerte de doña Juana llamar al Marqués con intención, según yo oí

de Aragón, hija del Rey Católico, que se ha- decir á personas que lo sabían, que si el Mar-
bían ayuntado para favorescer á don frey qués no fuese á su llamamiento quél iría so-
Francisco Ximénez, Arzobispo de Toledo; al brél, y sino que se le perdonaría. El Gran Ca-
cual ahincaba mucho el Rey que renunciase el pitán y el Condestable trataron con el Mar-
Arzobispado de Toledo en su hijo el Arzobis- qués que fuese y se echase á los pies del Rey.
po de Zaragoza, y tomase él el de Zaragoza, El contra su voluntad lo hizo. Visto por el
lo cual él no quería ayudado por los dos. Con- Rey que venía y no se ponía en defensa, le
destable y Gran Capitán; y más que concer- derribó á Montilla y no quiso hacer nada por
taba el Condestable de casar con doíía Bea- el Gran Capitán, antes creyeron que le había

triz de Fígueroa, hija del Gran Capitán, Des- dañado en le persuadir que fuese á la Corte,
tas dos cosas concibió muy grande enojo el y más no teniendo ya buena voluntad al Gran
Rey Católico, y la fortuna comenzó á mostrar Capitán; y puesta la fortaleza por el suelo,
su gesto muy adverso al Gran Capitán, en lo mandó al dicho Marqués que anduviese tan-
que ahora diremos. tas leguas de la Corte. El Gran Capitán com-
Don Pedro de Córdoba, Marqués de Prie- pró y hizo las casas que en Córdoba mandó
go, su sobrino, hijo mayor de don Alfonso, se- derribar el Rey, y compró las haciendas que
ñor de la Casa de Aguilar, vino á ver á su mandó tomar de los caballeros que se hallaron
tío á la Corte y á besar las manos al Rey, con el Marqués el día de la prisión. El Rey,
que después que vino de Ñapóles no le había para en pago del gasto y daño que le había
visto; y este Marqués vio cómo su tío había hecho el Gran Capitán, mandó dar la villa de
sido engañado por el Rey en no le dar el Loja al Gran Capitán, en que viviese, y des-
Maestradgo de Santiago, con cuya promesa pués trató con él que se la daría de juro y de
lo había traído de Ñapóles; y veyendo que ya heredad para sus descendientes y para su
el Rey no le mostraba el gesto alegre á su tío patrimonio, y que renunciase el derecho del
como solía, se volvió á Córdoba muy descon- Maestradgo de Santiago. Lo cual el Gran Ca-
tento del Rey. Este Marqués tenía mucha pitán no quiso, diciendo que nunca Dios qui-
parte en aquella ciudad de Córdoba, como siese que él gozase la fe y palabra real por
sus pasados siempre la habían tenido, princi- ningún interés, y se fué á Loja, adonde estu-
palmente don Alfonso de Aguilar, su padre. vo tres años con aquella reputación, casa y
El Rey envió al Alcalde Herrera, de Corte, caballeros, que parecía una gran Corte, muy
que mandase de su parte que el Marqués y contento con acordarse en no haber hecho
los otros señores de la Casa de Córdoba que cosa de que tuviese arrepentimiento. Lo cual
han salido de aquella casa, así como el Conde visto por don Juan Téllez Girón, Conde de
de Alcaudete y Marqués de Comares y el Urueña, dijo á un criado suyo del Gran Capi-
Conde de Cabra, se saliesen de la ciudad y la tán y le preguntó: «¿Decid qué hondo tiene el
dejasen libre y su fuesen á sus tierras. El Al- agua de Loja para esa gran carraca?» Sabido
calde Herrera, llamados aquellos Grandes en por el Gran Capitán, respondió: «Diréis al se-
el cabildo de aquella ciudad, todos obedecie- ñor Conde, que la carraca tiene muy buenos
ron el mandamiento real, sino fué el Marqués lados y todo lo que es necesario para nave-
que no quiso. Al cual apartó el Alcalde Herre- gar, que no le falta sino vientos, que no sue-
ra aparte y le prometió que se saliese por len ser siempre contrarios». Y luego la fortu-
espacio de dos días y se fuese á San Jerónimo, na le ofreció maravillosa y felicísima ocasión:
que es una legua de aquella ciudad, que él le que habiendo perdido el Papa Julio y el ejér-
mandaría volver. Jamás qui$o el Marqués, an- cito del Rey don Fernando, seyendo capitán
tes prendió al Alcalde y lo envió preso á la don Remón de Cardona, Virrey de Ñapóles,
fortaleza de Montilla,aunque después lo soltó. aquella memorable batalla de Rávena, que fué
Sabido por el Rey, y contándole el Herrera la mayor que en nuestros tiempos se ha dado

á
DEL GRAN CAPITÁN 265

en calidad; visto quel Rey de Francia con los para en que estuviese, y que si quisiese renun-
de su liga quedaban muy insolentes y sober- ciar el derecho del Maestradgo de Santiago,

bios por haber vencido aquella batalla, te- como dijimos, la hubiese de juro y de here-
mieron el Papa y venecianos, y enviaron á dad para él y sus descendientes; lo cual él no
gran prisa al Rey Católico á Burgos, á do es- quiso aceptar por no quebrantar la palabra
taba á la sazón, á que volviese el Gran Capi- de un tan gran Rey y Príncipe como el Rey
tán á Italia, pues Dios lo había criado para don Fernando. Quedaron allí con él cincuenta
abajar soberbia francesa, y pedían el Papa
la caballeros de sus continos y criados con otra
y los de la Liga que en todo caso el Gran Ca- mucha gente, así de servicio como de otros
pitán pasase á Italia. sin Avisado un día por Franco, su conta-
él.

Esta nueva vino al Rey estando en Burgos. que no tenéis


dor, diciéndole: «Mirad, Señor,
El Rey lo trabajó con el Gran Capitán que pa- necesidad de muchas personas qne en vues-
sase. El Gran Capitán
lo aceptó y se fué á tra casa están». Al cual respondió: «¿No veis,
Antequera, para desde allí estar más cerca de Francisco, que si yo no tengo necesidad dellos
Málaga para hacer aparejar la flota, y estaba que ellos la tienen de mí?» No había entre
en buen sitio para todo lo necesario á la jor- la gente de su casa, así caballeros como sol-
nada, adonde concurrieron muchas gentes de dados y toda la otra gente, blasfemias, ni ju-

caballeros y soldados, y entre ellos señores ramentos, ni bollicios, ni juegos, ni adulterios,


de título, como el Duque de Villahcrmosa y el sino en tanta observancia como en religión.
Conde don Fernando de Andrada y otros al- Así estuvo casi tres años, usando de liberali-
gunos. Estando ya muy á punto todo en Italia, dad y caridad con todos los que le pedían, y
sabido quel Gran Capitán estaba ya señalado haciendo grandes limosnas á todos los que á
por los de la Liga para pasar en Italia, todo se él venían, que jamás ninguno volvió sin llevar
allanó; y los franceses y los de su liga se apa- lo que pedía.
ciguaron y vinieron á la obediencia del Papa, Muchas cosas acontecieron al Gran Capi-
así que desde acá, de Antequera, hizo la gue- tán en aquellos días que en Loja estuvo, que
rra.Asimismo sus enemigos del Gran Capitán, por no ser prolijo no lo escribo. Aquí le dio
los que la envidia le habían movido, persua- una cuartana doble, en el mes de Agosto; de
dían al Rey quel Gran Capitán no pasase, aquí se fué á Granada, adonde le agravó la
porque como hombre lastimado cobraría lo enfermedad.
que se le había prometido. Murió de edad de sesenta y dos años y
Luego el Rey escribió al Gran Capitán ce- tres meses y once días, á dos días de Diciem-
sase la ida de Italia, de lo cual recibió mucha bre de mil y quinientos y quince años; un do-
pena, que no la pudo disimular, con aquella mingo antes del día, estando cercado de su
su gran prudencia, y hizo un largo razona- mujer y hija y criados y religiosos, con cuyo
miento á los caballeros y soldados que allí se parecer vio, examinó y corrigió su testamen-
habían ayuntado, con los cuales partió de su to, recibidos con tiempo los Santos Sacra-
hacienda más de ciento y cincuenta mil duca- mentos, con tantas lágrimas, que dieron muy
dos, en valor en diversos brocados, telas de claro testimonio de su vida pasada. Mandó
oro, sedas y granas, caballos, jaezes, camas decir cincuenta mil misas en los monasterios
de campo, que allí habían traído mercaderes y iglesias que más necesidad tuviesen. Fué
á la fama de la pasada á Italia. Las cuales to- depositado su cuerpo en la capilla mayor de
das compró y repartió, y dio saco á su casa, San Francisco de Granada, adonde concu-
con que todos fueron muy contentos, que no rrieron los señores Marqués de Priego, Con-
se sabe que ningún Príncipe ni Rey diese en de de Cabra, Señor de Alcaudete, Conde de
algunos días lo que el Gran Capitán dio en Palma, Conde de Tendilla, los cuales todos
sólo un día, de que todos fueron muy conten- vinieron á sus obsequias. Estaban puestas
Rey suplicándole por
tos; y escribió cartas al en la capilla alderredor de su tumba dos-
muchos caballeros y gente de guerra que para cientos estandartes y banderas, y dos pendo-
ir aquella jornada habían vendido haciendas nes estandartes reales que había ganado al
y bienes para que les hiciese mercedes. Rey de Francia, con las banderas que había
Despachado esto se volvió á Loja, que le ganado á los turcos en Chafalonía, adonde
había dado el Rey con la tenencia y justicia, estuvo hasta que le fuese hecha una muy so-
266 CRÓNICA MANUSCRITA
lemne capilla en la iglesia de San Jerónimo rar, lo cual así fué hecho; y esto pareció ser
de Granada. Lo cual acabado, su cuerpo fué así, porque pasando por Milán el Charles y
á ella trasladado, en el año de quinientos y hallando puestos en armas á los milaneses,
cincuenta y dos años. Doña Maria Manrique, los apaciguó y hizo que obedeciesen al Lu-
su mujer, falleció después del Gran Capitán, dovico, tío del mozo muerto, y así quedó por
en el año de quinientos y veinte y cuatro Duque de Milán el mismo Ludovico Esforza,
años, á lo cuales ponga Dios en su santa glo- con favor del dicho Rey de Francia.
ria. Amén. Pues el Rey Charles de Francia pretendía
pertenecerle aquel reino de Ñapóles por ha-
ber seído Rey del Carlos, hermano del Rey
San Luis de Francia (y agora poco había por
LIBRO PRIMERO renunciación de Reiner, Duque de Augens, ma-
rido que fué de Juana, Reina de Ñapóles por
COMIENZA LA PRIMERA PARTE DE LAS GUE- muerte de su hermano Ladislao, había renun-
RRAS QUE GONZALO HERNÁNDEZ, ORAN CA- ciado el derecho del reino que tenía á la Casa
PITÁN, HIZO CONTRA LOS REYES DE FRAN- de Francia). Pues teniendo el Rey Carlos jun-
CIA EN EL REINO DE ÑAPÓLES. tas todas sus gentes de guerra, por no dejar
en sus reinos y fuera dellos algún estorbo
que aquella jornada tan deseada por él y que
CAPÍTULO I
tanto había codiciado de acabar, hizo paz por
Cómo el Rey Carlos de Francia, octavo deste veinte y cinco años con Maximiliano, con
nombre, hizo grande ayuntamiento de gentes quien tenía guerra por haberle dejado á su
de guerra asi de pie como de caballo en to- hija madama Margarita, con quien estaba con-
dos sus reinos y señoríos para pasar á Ita- certado de casar; y asimismo hizo paces con
lia á ocupar el reino de Ñápales, que decía Enrique octavo. Rey de Inglaterra, otorgando
pertenecerle por cierto derecho antiguo. á todos ellos todos los partidos que le pidie-
ron. Hizo asimismo paces por otros veinte y
Fué asíque en el año del nacimiento de mil cinco años con el Rey don Fernando, quinto
cuatrocientos noventa y cuatro años, reinaba deste nombre de España. Y porque esta his-
en Francia Carlos, octavo deste nombre, un toria es muy mal sabida entre muchas gentes
mozo de veinte años de edad. Fué llamado el que juzgan sin saber muchas veces la ver-
Cabezudo, por tener muy gran cabeza. Tenía dad, quise ponerla aquí para librar al Rey
los pies tan disformes, que fué inventado Católico de las lenguas maldicientes. La his-
cierto género de zapatos tan romos de la toria fué así:
punta, que hasta hoy se usan en aquel reino. En el año del nacimiento de mil y cuatro-
A todos los que á él venían, recibía con alegre cientos y setenta y nueve años, hacíase muy
cara; y á los que del se despedían, no les mi- cruda guerra entre el Rey donjuán de Aragón,
raba al gesto. Este Rey Carlos hizo grande padre del Rey don Fernando, de España, y su
ayuntamiento de gentes en Francia, Borgoña, hijodon Carlos, Príncipe de Cataluña, al cual
Bretaña y en todos los otros sus señoríos, así favorescían los catalanes contra el dicho Rey
de franceses como de suizos, en que ayuntó su padre; y el dicho Rey don Juan, hallándose
veinte y cinco mil hombres de caballo, hom- en necesidad, empeñó á Ludovico undécimo.
bres de armas, y otros veinte y cinco mil in- Rey de Francia, por cierta suma de coronas
fantes. Convidóle á hacer esta jornada Ludo- cuatro cibdades y fortalezas del condado de
vico Esforza, Duque de Milán, diciendo que Ruisellón que fueron: Perpiñán, Sabella, Guar-
le daría lugar que pasase a Italia por su es- dia, Roca y Colibre, con el cual dinero cobró
tado de Milán; el cual, teniendo en su poder el condado de Barcelona y á toda Cataluña,
á su sobrino Galeazo Esforza, Duque de y dende á poco murió su hijo don Carlos. El
aquel Estado por muerte del sobrino; todos Rey de Francia llevó mucho tiempo las rentas
sospechaban que Ludovico,"tío y gobernador destas ciudades. Murió el mismo Rey donjuán
suyo, lo había toxicado y estaban puestos en de Aragón el mesmo año sin quitar el empe-
armas contra él. Y el Ludovico, por asegurar ño, porque no pudo, y tuyo el dicho Rey Luis
su Estado, dio paso al Charles por lo asegu- de Francia estas cibdades, que nunca las qui-
DEL ORAN CAPITÁN 267

so restituir, aunque fué requerido muchas do por descargar el ánima de su padre, por-
veces, hasta quel mesmo Rey murió, que fué que había hecho muchos daños en aquel con-
en el año de mil y cuatrocientos y ochenta y dado de Ruisellón, porque dejó muchas vill?.s
un años. Dejó mandado en su testamento á y lugares de aquel condado totalmente des-
su sucesor Carlos octavo que pagando el truidas, que nunca jamás se pudieron poblar
Rey don Fernando de Castilla y Aragón el em- y estuvo en poder de los Reyes de Francia
peño que el Rey su padre había recebido, que aquel condado treinta años.
le volviese á Perpiñán é las otras tres plazas Llegado, pues, él Rey de Francia á Milán,
que había recebido por descargo de su con- envió á requerir á venecianos que fuesen sus
ciencia, y que no hiciese otra cosa; lo cual el amigos y le ayudasen en esta guerra que que-
Rey Carlos octavo y sus tutores jamás qui- ría hacer contra el reino de Ñapóles; los cua-
sieron hacer, asaz veces requeridos por los les le respondieron que suplicaban á su alteza
Reyes Católicos. Pues estando los Reyes de no bajase á inquietar aquella nación de Italia
Castilla ocupados en la guerra de Granada, que á la sazón estaba algún tanto sosegada de
envían sus embajadores al Rey Carlos de las muchas y muy continuas guerras pasadas;
Francia, rogándole y requiriéndole les entre- que ya sabía su alteza, y si no lo sabía por su
gase aquellas cuatro ciudades, enviándole poca edad lo supiese, que aquella Señoría de
juntamente el dinero; lo cual él prometió de Venecia siempre se había desvelado y tenía
hacer como fuese acabada la guerra de Gra- continuo cuidado en la paz, quietud y sosie-
nada. La cual acabada tampoco lo quiso ha- go de y que suplicaban á su alteza mi-
Italia,

cer. Los Reyes Católicos fueron á Barcelona, rase los desasosiegos y trabajos que de la
y visto que no quería entregalles aquellas guerra suelen suceder y recrecerse, y cuan
ciudades, demandaron su justicia antel Papa, inciertas suelen ser las salidas de la guerra;
el cual mandó al Rey de Francia so grandes y que si todavía su alteza determinase de em-

penas, que entregase aquellas ciudades pa- prender guerra tan trabajosa, que ellos á
gándoles su dinero, en lo cual se dilató un ninguna de las partes acudirían y que serían
año en demandas y respuestas, hasta el año neutrales en esta jornada.
de mil y cuatrocientos y noventa y tres años
que murió el Rey Fernando de Ñapóles. Lo
cual sabido por el Rey Carlos de Francia, con
CAPÍTULO II

la gran codicia que tenía de señorear aquel De lo queRey Alfonso de Ñapóles hizo, sa-
el
reino, determinó dentregar á los Reyes Ca- bido grande ejército quel francés traía
el

tólicos el condado de Ruisellón, diciendo que contra él para le tomar el reino, y lo que ve-
lo hacía por descargar el ánima de su pa- necianos hicieron.
dre; y recibió los dineros del empeño, y sobrel
amistad y paz hicieron cierta capitulación El Rey Alfonso de Ñapóles, que á la sazón
que fuesen amigos y hermanos, amigos de era recién heredado, como supo el grande
amigos y enemigos de enemigos, salvo si el ejército que el francés traía contra él, trató
dicho Rey de Francia fuese contra la santa paz y liga con venecianos para los tener de
madre Iglesia de Roma, que entonces la tal su parte; lo cual ellos no quisieron hacer por-
capitulación fuese en sí ninguna y de ningún que así lo habían prometido al francés de ser
valor y efecto. Hecho esto, los Reyes Católi- neutral en aquella jornada. Visto por el Rey
cos enviaron el dinero del empeño y cobraron Alfonso que ningún fruto de aquel trato ha-
el condado de Ruisellón. Luego que el Rey de bía sacado, envió un embajador á Bajacid,
Francia supo que el condado de Ruisellón era gran turco, que á la sazón estaba en la Velo-
entregado á los Reyes Católicos, envió todos na, puerto suyo, á le rogar inviaseun embaja-
los dineros que del empeño había recebido á dor á venecianos á les rogar se confederasen
la Reina doña Isabel, diciendo que con aque- con el dicho Rey Alfonso, dándole á entender
llos dineros servía para ayuda y parte de los que el francés quería ganar aquel reino y des-
gastos que había hecho en la guerra contra pués á toda Italia, para desde allí le hacer
los moros. Otros dijeron que mucho antes guerra por la parte de la Velona, la cual está
que aquello se debía, así de las rentas quel veinte leguas escasas de aquel reino de Ña-
Rey de Francia de aquel condado había lleva- póles. Bajacid, así por la amistad que con
268 CRÓNICA MANUSCRITA
los reyes de Ñapóles había siempre tenido, desordenada de aquella nación, que no para-
como por la sospecha que tenía del francés, rían hasta ocupar todo cuanto podiesen, sin
envió un embajador á venecianos rogándoles acatar derecho divino ni humano. Los Reyes
muy afectuosamente quen ninguna manera le respondieron que se volviese á su Rey y

hubiesen amistad ni liga con el francés, y que le dijese que él defendiese como varón y hijo

si todavía en ello se determinasen, que por de tales padres aquel reino, que ellos no le
ello perderían la que con él tenían. Los vene- faltarían y le enviarían tal socorro, con que
cianos, por complacer al gran turco y por ver haciendo él su deber echasen al francés de
quera cosa muy complidera á toda Italia, se- aquel reino. Y luego mandaron á Gonzalo
gún que muchos años había que conocían la Hernández de Córdoba, hermano segundo de
insolencia y soberbia de los franceses, respon- don Alfonso Hernández de Córdoba, señor de
dieron al gran turco quen ninguna manera ha- la casa de Aguilar, que hiciese un muy buen

rían paz ni liga con el francés, de lo cual el ejército, así de pie como de caballo, y quen
Rey don Alfonso quedó algo satisfecho. Y an- una gruesa armada fuese al reino de Ñapóles y
tes desto tenía el Rey Alfonso hecha liga con se juntase con el Rey Alfonso su sobrino, y
el Papa Alejandro sexto, que á la sazón era echasen al francés de aquel reino; quel tenía
Vicario en la Iglesia de Dios. Era este Sumo esperanza en Dios y después en su persona
Pontífice español, natural de Játiva, en Ara- que los echarían de aquel reino. Lo cual Gon-
gón, llamado antes don Rodrigo de Borja. zalo Hernández hizo con mucha presteza, del
Tenía asimesmo hecha liga con florentines; cual diremos adelante.
solamente tenía por contrario á Ludovico Es- Los venecianos, no se fiando del francés
forcia. Duque de Milán, que tenía la goberna- por la muncha expiriencia que de aquella pro-
ción de aquel Estado por Juan Galeazo su vincia se tiene, y más teniendo vestidas las
sobrino. Duque de Milán, y le daba paso por armas, echaron en la mar una muy gruesa flo-
aquel Estado para ir á hacer guerra al reino ta y la pusieron muy á punto, y un muy grue-
de Nápol^s. El Rey Alfonso trató con el Papa so ejército, y lo alojaron cerca de Venecia,
le diese las insinias del reino de Ñapóles, porque si el francés quisiese hacer alguna
por cuanto aquel reino es feudo de la Iglesia; ruindad de las que suele, teniendo aparejo
á lo cual reclamaron los embajadores de los hallase apercebidos.
Francia, diciendo que aquel reino estaba tira-
nizado de muchos años á esta parte en la
casa de Aragón, siendo de justicia de la casa
CAPÍTULO III

de Francia; mas al fin el Papa envió á su hijo Cómo el Rey Carlos de Francia partió de su
el Cardenal César Borgia con la Corona y reino y comenzó d bajarlos Alpes para Ita-
otras insinias á Ñapóles, adonde el Rey Al- lia, y de lo que el Rey Alfonso hizo.
fonso las tomó con aquella solenidad quen
tal caso se requiere. Asimismo el Rey Alfon- Entrando el mes de octubre del dicho año
so envió un embajador á los Reyes de Espa- de mil cuatrocientos noventa y cuatro años,
ña, sus tíos, llamado Bernardo de Bornardis, comenzó á bajar el Rey Carlos de Francia á Ita-
el cual llegado en España avisó á los Reyes lia, y llevaba veinticinco mil de caballo y otros

Católicos del estado en que las cosas estaban veinte y cinco mil soldados, la mejor gente que
de aquel reino, y que se acordasen con cuán- de Francia jamás había salido. Iban con el
tos trabajos y fatigas el Rey don Alonso de Rey los más principales señores que en aquel
Aragón, su tío, de gloriosa memoria, había reino había. Iba el Duque de Saboya, su tío;
ganado aquel reino, y con mucha pérdida, así el Duque Luis de Urliens, que después suce-

de la casa de Aragón como de sus súditos; dió en el reino, que fué llamado Luis duodéci-
y quel Rey Alfonso su sobrino no tenía des- mo, al cual dejó con gente de guerra en Aste,
pués de Dios otro pariente ni amparo que para que aquel paso estuviese seguro para ir
lo socorriese en sus necesidades sino á sus y volver á Francia. Llevaba asimismo cien ti-
altezas, y que sino, lo que Dios no permitiese, ros de artillería, cañones, culebrinas, basilis-
quel francés ganase aquel reino, no descan- cos y otros nombres que hasta allí eran poco
saría hasta ocupar el reino de Sicilia, ques de sabidos. Esto era lo que el Rey sólo llevaba
sus altezas. Porque era tan grande la codicia sin las gentes de los señores, que era mucha.
DEL GRAN CAPITÁN 269

y otras muchas gentes aventureras que iban oyeren, cómo antes había sabido lo que ha-
con aquel campo. bía de suceder, con todas nuestras fuerzas
si

Puso tanto temor á Italia la nueva de su no fuésemos contra este tirano. Bien sé el
ejército que bajara los Alpes, que nunca fué poco crédito que se me ha de dar, y el poco
tanto temida la guerra que Atila Rey de los fruto que tengo de hacer por la fama del
Hunos, de Aladeo, Rey de los godos, ni
ni la grande ejército quel francés de industria ha
Breno, capitán de los franceses, ni Aníbal, ca- publicado que trae solamente contra el Rey
pitán de los cartagineses, como ésta. Todos Alfonso y su reino, y que no ha de hacer mal
pensaban no tener cosa segura de la gente á otro alguno. Quiero, Santísimo Padre, decir
de aquella nación, según la mucha destem- lo que siento; y así libre como verdadero, ó
planza en guerra t'enen y la mucha codicia
la yo conozco mal á los franceses, ó toda Italia
de lo ajeno. Estaba toda Italia alborotada, ha de ser conquistada por ellos. Bien sé que
bajando en ella un tan grueso ejército con un comenzarán de mi reino, porque éste dicen
Rey mozo, que entonces cumplía veinte y un que les pertenece de derecho antiguo. ¡Quién
años de su edad, y en algunas cosas muy bár- no sabe, como la cosa que más se sabe, la
baro. Ponía muchas veces en plática que por avaricia de los franceses y sed de enseñorear
qué no sería mayor conquistador que Alexan- tierras ajenas y roballas, sin poner delante
dre el Magno; que por tres causas había de ni derecho divino ni humano! Conocido está

conquistar más tierras que él: la primera, el odio y grande enemistad que aquella na-

porque comenzaba de más mozo; la otra era ción tiene contra Italia, qué causa hubo para
señor de mayor reino y de mejor gente, y lo que los pasados tantas veces bajasen los Al-
tercero que tenía más ánimo que no él. pes á hacer guerra á Italia, y hicieron en ella
tantos daños y siempre volvieron rotos, des-
baratados y perdidos. No en balde la natu-
CAPÍTULO IIII
raleza, proveedora de todas las cosas, por el
De lo que el Rey Alfonso hizo sabida la veni- bien de Italia, adonde Dios había de dejar á
da del francés con tan grueso ejército con- su Vicario en la tierra, cuyo lugar, Santísimo
tra él. Padre, tú tienes, puso entre aquel reino y
Italia los Alpes, sierras tan altas y tan áspe-

El Rey Alfonso, sabida la venida del fran- ras para refrenar la tiranía y codicia desen-
cés con tanta gente de armas y tantos y tan frenada de aquesta bárbara gente; mas ha
diestros capitanes, fuese á Roma y halló al seído tanta la codicia de señorear lo ajeno,
Papa con once Cardenales en una tierra de que pasaron los Alpes por sujetar á esta pro-
Virginio Ursino, el principal de aquel bando vincia. Qué otra fué la intinción de Breno, de
de los Ursinos, que era general del Rey Al- los boyes, los penomanos, los insubres, los
fonso, por cuya industria el mesmo Rey se celtas, los senones; no se contentando con
gobernaba. Estaban allí á la sazón con el ocupar la parte de Italia que está entre el
Papa los embajadores de los más Príncipes monte Apenino y los Alpes, mas pasando el
cristianos y señorías y potestades de Italia. Apenino ocuparon la parte de Italia y junta-
Llegado el Rey Alfonso, estando el Papa con mente áRoma, cabeza de Italia, y la saquea-
aquel Sacro Colegio de los Cardenales, les ron metiéndola á cuchillo, y no dejaran piedra
habló desta manera: sobre piedra, si el capitolio no se les defen-
«Santísimo Padre, reverendísimos señores: diera, y poco á poco los tornaron á echar de
Mucho quisiera que así como en este peque- Italia. Tanta deseo tiene esta gente de des-
ño ayuntamiento, que según la calidad de las truir á Italia, y más de diminuir el nombre
personas que en él están, vale por la mayor romano. Qué otra cosa quiere decir ocupará
parte de Italia, que así estuviéramos en par- Calabria, Pulla y Ñapóles, el postrero rincón
te que se pudiera oir en toda Italia, para que de Italia, que es meterse en una red de don-
pudiera certificar las cosas que han de suce- de no pueden salir, donde esté de toda Italia
der, si este tan gran mal y á toda ItaUa tan da- cerrado, si no tuviesen por cierto que toda
ñoso no se atajase. Y si en persuadir no apro- Italia se les ha de rendir? Vos, Santísimo Pa-
vechase, á lo menos dejaré certificado y to- dre, Sacro Collegio, como la cosa que más cla-
mado por testimonio ante todos los que me ramente se puede ver, que si con común con-
270 CRÓNICA MANUSCRITA
sentimiento de todos no se resiste la codicia tre el río Poo y el monte Apenino para resis-
desta bárbara gente, que presto toda Italia tir los primeros encuentros de aquella gente.
se ha de encender deste fuego, cuando no Y, que Dios no quiera, no fuéremos soco-
si lo

haya el aparejo que agora se podría haber. rridos, verán todos el mal consejo que toma-
Los ejércitos de Francia suelen poner más ron, cuando querrán remediarlo y no podrán.
temor que el de las otras gentes por ser más Yo he enviado á mis tíos los Reyes Católicos
súbitos y más rebatados, y porque con ellos de España á los pedir socorro contra el fran-
no se ha de pelear sobre las haciendas sola- cés, de los cuales tuve agora cartas cómo apa-
mente, mas sobre las vidas, según la crueldad rejan con gran presteza un muy grueso ejér-
bárbara de aquella gente. No son los france- cito por mar y por tierra, con un muy nombra-

ses gentes que hacen treguas, no trueque de do capitán y muy experto en la guerra, para
prisioneros; en costumbres, en conversación, inviar contra ellos. Lo que yo, Santísimo Pa-
fuera de toda razón, difieren de todas las dre, entiendo hacer será esto: salirlos á reci-
otras gentes; así que con ellos sobre la vida bir antes que lleguen á la raya de mi reino y
ha de ser la batalla primera y postrera, por- darles muy animosamente la batalla, y si
que cuanto más la manera bárbara suya de prósperamente me suceda, apartar al fran-
pelear es más apartada de la de Italia, así se cés de mi reino y de toda Italia, y cuando
ha de temer más su guerra». de otra manera me aviniese, allí acabará mi
vida en ella».

CAPÍTULO V
CAPITULO VI
En que prosigue el Rey Alfonso su oración al
Papa y Cardenales. De lo que el Papa respondió al Rey Alfonso
y lo que los Coluneses en este tiempo hi-
«A ti toca, Beatísimo Padre, como Vicario cieron.
de Dios y cabeza de Italia y de todos los prín-
cipes y señoríos de esta provincia, de os jun- El Papa respondió al Rey Alfonso que todo

tar y apartar de Italia esta tan dañosa pesti- cuanto había dicho era la mesma verdad y que
lencia, esta tan cruel y tirana gente; y si algu- harto ciego sería el que no conociese ser así;

nos hay que con el francés consientan en esta quél tuviese buena esperanza; quél con todas
perdición de Italia, que tu Santidad tenga for- las fuerzas y riquezas de la Iglesia no le falta-

ma de los convertir á la defensión común de ríay íernía forma que no le faltasen sus ami-
esta provincia, y para que todos se esfuercen gos, y que luego él con sus Legados los con-
á cosa tan complidera á Italia, á sus estados y firmaría y le buscaría nuevos amigos, y que
casas, y sus mujeres, hijos y haciendas, es ne- de todo provería, según el tiempo lo requería.
cesario que tú ¡oh Alejandro, Pontífice máxi- Mandó luego á los embajadores de los Reyes
mo! comiences porque así como tienes más au- cristianos que luego escribiesen á sus Prínci-
toridad y poder así por tus amonestamientos, pes de su parte para que diesen socorro y
ruegos y mandos, les muevas para un bien tan ayuda al Rey Alfonso de Ñapóles, porque era

común como éste es; y si esto haces seremos socorrer á toda Italia, principalmente á la
vencedores y los bárbaros vencidos, con que Sede Apostólica, contra la cual se decía venir
mejor fin han de pelear éstos que sus pasados el Rey de Francia; y juntamente envió sus Le-

si somos á una, que cuando los Alpes bajaban gados á todos ellos exhortándoles por el bien
venían muy bravos, robando templos, forzan- común de toda Italia, principalmente de Roma,
do vírgines, usando de todo género de cruel- adonde Dios principalmente había puesto su
dad; y bajando al llano eran rotos y muertos, Vicario, y trabajó con todas sus fuerzas de

y los que vivos quedaban, volvían desnudos y mover á toda Italia contra el francés.
pocos y destrozados. Pocos lugares hay en A esta sazón los Coluneses, quen este tiem-
Italia que no los hayan ennoblecido con las po eran amigos y aliados de la Casa de Fran-
Vitorias que de ellos han habido; por lo cual, cia, tomaron por fuerza de armas la fortaleza

Santísimo Padre, es menester presteza para de Ostia, quera del Papa, por ardid de Scaño
le resistir. Entre tanto, mi hijo Fernando con Esforza, Cardenal, hermano del Duque de Mi-
mi ejército y de florentinos y tuyo estará en- lán: en el cual fué puesto un vizcaíno llamado
DEL GRAN CAPITÁN 271

Menaldo Guerra, crudelísimo cosario, para bos queriendo el francés ocupar lo ajeno con
que de aquel castillo estorbase el trato y na- tanta furia y soberbia.
vegación que á Roma se hacía por el Tíber, y Llegado, pues, el francés á Aste, le salió á
impidiese las vituallas con que Roma se bas- recebir la Duquesa de Milán, mujer del Duque
tecía; y aunque el Papa Alejandro invió algu- Ludovico, muy acompañada, que fué cosa muy
nas veces contra este tirano ejército, jamás le de ver los atavíos yadereszos. Entre las otras
pudo tomar aquella fuerza, del cual diremos cosas, llevaba la Duquesa cien señoras, las
adelante. más principales de aquel Estado, muy rica-
mente ataviadas; á las cuales el francés reci-
CAPÍTULO VII
bió muy alegremente y con muy gran fiesta.
De lo quel Rey Charles hizo comenzando á bajar Dejó el francés allí en Aste al Duque de Ur-
los Alpes, y lo quel ejército del Rey Alfonso liens,que después le sucedió en el reino, lla-
hizo. mado Luis duodécimo; se fué para Milán,
adonde fué muy bien recebido por el señor
El Rey Charles, desde que comenzó á ba- Ludovico, tío del Duque mozo, que tenía la
jar losAlpes invió á Roma á publicar y fijar un gobernación, como atrás hemos dicho, por
edito:que todos los Cardenales, Obispos, Ar- Galeazo el sobrino; por cuya muerte con fa-
zobispos y otras cualesquier personas que vor del francés quedó por Duque de Milán el
tuviesen dinidades ó beneficios en Francia, se Ludovico.
saliesen de Roma
dentro de quince días, don-
de no, que pasado este término hubiesen per-
CAPÍTULO VIII

dido todas las temporalidades y aun las pro- De lo que los dos ejércitos hicieron, con lo que
piedades de ellas. Algunos lo hicieron y otros más sucedió.
con temor del Papa no lo osaron hacer. El
ejército del Rey Alfonso, llevando por General Los ejércitos del Rey Alfonso y Duque de
al Duque de Calabria, Fernando, su hijo, y Milán y del francés hobieron muchos rencuen-
capitanes el Conde de Petillán y Carolo Ursi- tros, en que los franceses fueron algunas ve-
no, se fué á poner cerca de Rávena, junto Ce- ces rotos y otras veces vencedores. Mas como
sena, para se topar con el francés y le dar la ba- los Coloneses tenían ocupada por fuerza de
talla. Al cual salió recebir el ejército del Duque armas la fortaleza de Ostia, no dejaban entrar
de Milán, Ludovico Esforza, con cuatro mil ca- en Roma mantenimientos; antes desde aquella
ballos ligeros y tres mil soldados suyos. Los fuerza hacían guerra á la parte del Papa. Fué
ejércitos del Rey Alfonso y el de los franceses necesario quel Papa mandase quel exército
estuvieron muy cerca uno de otro sin pelear, se viniese á Roma á defendella de la guerra
esperando cada uno que el otro comenzase la que los Coluneses le hacían. A esta sazón el
batalla, aunque había mucha desigualdad del Rey Charles se fué derecho á Pavía con doce
uno al otro, porque eran los franceses muchos mil caballos. Lo que en aquel ejército más es-
más en número que los otros. Los astrólogos panto puso, fueron los muchos y muy bravos
judiciarios, veyendo al francés descender con ingenios de artillería de nuevas formas y nom-
tan poderoso ejército y con tantas bocas de bres, así como basiliscos y culebrinas, gerifal-
fuego tan inusitadas y ellos venir tan bravo- tes, serpinos, cañones y otros nombres muy
sos y soberbios, echaron juicio sobre aquel inusitados. Estos, como dijimos, eran ciento
año, y todos hallaron por curso de astrología entre grandes y pequeños. Llegado el Rey á
que sucederían en aquel año muchas muertes Pavía fué á visitar al señor Juan Galeazo, que
y robos, sacos de cibdades, muchas fuerzas de era el Duque de
Milán, hijo del señor Juan Ga-
mujeres, con todas las otras vanidades que leazo,que había sido Duque de Milán, cuya
los naturales de aquella nación suelen espe- gobernación tenía el señor Ludovico Sforcia.
cular, seyendo cosa averiguada que las más Por ser aquel mozo de poca edad, le había el
veces es cosa inconstante. Son los italianos Duque su hermano encomendado la goberna-
naturalmente agoreros y creen ligeramente ción de aquel Estado. El Juan Esforcia enco-
aquella incertidumbre; aunque fácilmente, sin mendó al Rey un niño chiquito que allí tenía,
curso de astrología, ni planetas, ni influencias diciéndole que no podía escapar, y luego
él
se podía creer que no faltarían muertes y ro- murió. Creyóse que le habían dado yerbas, y
272 CRÓNICA MANUSCRITA
algunos pusieron sospecha que el señor Lu- Duque Fernando, su hijo, estuvo algu-
cés. El
dovico su tío se las había hecho dar. El fran- nos días en Cesena, adonde peleó algunas
cés tuvo forma que aquel estado se pacificase, veces con los que seguían la parcialidad del
que se había puesto en armas contra el tío y francés. Mas oída la rebelión de los floren-
que tomasen por señor al dicho Ludovico; lo tines, y que se habían pasado al francés, se
cual así fué hecho; aunque nunca se osó lla- tornó al reino de Ñapóles. Retraídos los dos
mar Duque de Milán hasta que Maximilia- ejércitos de padre y hijo á su reino, todos
no, Rey de Romanos, le invio la investidura sus amigos y aun los que eran neutrales,
y le invió á decir tomase el título ('); por- sinponerse en defensa, se pasaron al fran-
que estaba el dicho Maximiliano casado con cés, salvo el Papa, que siempre perseveró
hermana de su sobrino Juan Galeazo. Este en su amistad. El ejército del francés se ex-
Juan Galeazo que allí murió, estaba casado tendió hasta Rávena y sus comarcas, adonde
con hija del Rey Alfonso de Ñapóles. Los flo- hicieron muchos daños.
rentinos y otros aliados asi del Papa como
del Rey Alfonso, luego se dieron al francés,
porque no osaron hacer otra cosa. CAPÍTULO X
De lo que los florentines hicieron sabido quel
francés venia á Florencia.
CAPÍTULO IX

De lo Rey Alfonso y el Duque


que hicieron el En la cibdad de Florencia hubo diversos
de Calabria, su hijo, don Fernando, y lo que pareceres sobre si perseverarían en la amis-
avino á los florentinos con el francés. tad del Rey Alfonso ó se rindirían al francés.
Los del bando de Médices persuadían á su
El Duque Fernando se retrajo con su ejér- cibdad que perseverasen en la amistad del Rey
cito á Cesena, y el Rey Alfonso su padre se Alfonso, por la antigua amistad que siempre
fué á Tarrachina para combatir y ocupar á Ne- habían tenido con la Casa de Aragón y por la
tuno. El Duque Fernando, después que algu- buena y fiel amistad que en ellos habían halla-
nos rencuentros pasó con sus contrarios, se do, así contra los franceses como contra los
recogió á Cesena, para allí esperar lo que el Duques de Milán, en diversos tiempos, y que
tiempo descubriese. El Rey Alfonso su padre, mirasen que aquella avenida tan grande de
tuvo nueva que la armada del francés se iba los franceses que había de avadar muy pres-
á surgir á un puerto de Netuno, lugar de Co- to,teniendo por muy cierto quel Rey don
loneses. Sabido esto por el Rey Alfonso, fue- Fernando de España inviaba socorro con un
se para Tarrachina para el cual se vino Vir- muy valeroso capitán y muy buena gente de
ginio Ursino desde Roma con la gente de ca- guerra en socorro del Rey Alfonso, y que la
ballo que allí estaba, y lo mismo hizo Eregato armada estaba ya en Cartagena, puerto prin-
Leonelo con la gente del Papa, y combatieron cipal de España; pues los venecianos no con-
á Netuno; mas fueron tantas las aguas, y el sintirían ser vencedores en Italia una gente
tiempo tan fortunoso, que no pudo haber tan amiga de tomar lo ajeno, tan cruel en la
efeto aquel cerco. Estando el Rey Alfonso en guerra y tan destemplada en la paz. Traba-
este cerco, supo por sus mensajeros cómo jaron los deste bando de Médices cuanto pu-
Juan Galeazo su yerno era muerto y su tío dieron que aquella cibdad conservase la amis-
Ludovico Sforcia había, con favor del francés, tad del Rey Alfonso y del Papa.
ocupado aquel Estado. También supo que los Los del bando contrario, que son los de Pa-
florentines se habían pasado al francés. Sabi- zis, persuadieron al contrario diciendo que

do esto por el Rey y que ningún efeto conse- aquella amistad se debía guardar cuando cla-
guía sobre aquel cerco, mandó á Virginio Ur- ramente se viese el fruto que della se pudiese
sino á Roma con la gente de á caballo para el sacar; mas cuando, al contrario, ninguna cosa
socorro de aquella cibdad, y-él se retrujo á su había tan saludable á la república como la mu-
reino, y asentó su campo junto al río del Care- danza, principalmente estando el enemigo tan
liano para estorbar desde allí el pasaje al fran- cerca y tan poderoso, y que quebrantarían
todo su orgullo en Florencia, principalmente
(*) Nota marginal: Porque el estado de Milán es feudo
del Imperio. no les pudiendo socorrer ni el Papa ni el Rey
DEL GRAN CAPITÁN 273

Alfonso. Con este parecer se juntó todo el sus enemigos, y que aquel era el partido más
común de la cibdad. Visto por los de Pazis que provechoso que había podido hacer, y que él
tan buena voluntad hallaban en aquella gente como hijo de aquella cibdad había tratado
popular, persuadieron al pueblo que echasen aquel partido y aquella paz la más segura que
de la cibdad á los del bando de Médices, como pudo.
á gente enemiga de la patria; lo cual ellos pu- El pueblo estaba muy indinado contra él, así
sieron luego por obra. Era entonces el princi- los del bando contrario como de su bando.
los
pal de aquel bando Pedro de Médices ('), hijo Fuéle luego mandado al dicho Pedro de Médi-
del magnífico Lorenzo de Médices y nieto de ces que dentro de una hora saliese de la cib-
aquel muy rico Cosme de Médices. Era este dad y no volviese á ella jamás en su vida; y
Pedro de Médices hermano del Papa León (-) luego fué hecho público decreto sobre ello, y
que fué después. El cual Pedro de Médices, asentado en los libros del senado por enemi-
por dar lugar al tiempo y por huir de aquella go de la cibdad, y fué su hacienda confiscada,
tempestad del pueblo, se salió de la cibdad y y luego inviaron nuevos embajadores al fran-
desde allí comenzó á contratar así con los del cés, en que le pidían que la cibdad y todo su
bando contrario por vía de amistad como con Estado quedase libre. El Rey los recibió muy
el otro de su parte le inviasen poder bastan- bien y se fué derecho á Florencia, entrando el
te para ir al Rey de Francia y tratar con él mes deNoviembre del año de mil cuatrocientos
sobre el buen tratamiento que se hiciese en noventa y cuatro años. Y el día que el Rey en-
la cibdad. Lo cual le fué otorgado é inviados tró en Florencia murió en ella Juan Francisco
muy bastantes poderes. Como su padre el Pico, Conde de Concordia y señor de Miran-
magnífico Lorenzo en semejante jornada nada dula, el más señalado de su tiempo, y aun de
había hecho é había conservado la cibdad, los muchos años atrás, en todo género de letras,
poderes fueron que el dicho Pedro de Médi- así humanas como divinas, y en todo género
ces con dos personas principales de su par- de virtudes que en un hombre se pudieren
cialidad, cuales ellos le señalaron, fuesen al hallar. Luego los astrólogos judiciarios pre-
Rey y contratasen la pacificación de aquella nosticaron quel francés volvería desdicha-
señoría. Aunque luego otro día que estos po- damente de aquella jornada, y roto y desba-
deres fueron inviados, los revocaron y deter- ratado y el mal suceso que habría así él
minaron de inviar otros, conviene á saber á como su ejército. Los florentinos hicieron
Fray Jerónimo Fiare, dominico, con dos per- muy solene recibimiento al francés, y con
sonas principales del bando de Pazis; y entre muy grandes fiestas, y le hicieron muy gran-
tanto que éstos aparejaban la ida, aquel Pe- des servicios y presentes.
dro de Médices con el poder que tenía de la
cibdad, trató con el Rey de Francia que la
cibdad de Pisa y Sarzana y otros algunos lu-
CAPÍTULO XI

gares de aquella señoría quedasen en poder De lo que hizo Papa Alejandro sabido quel
el
del Rey de Francia, con que la cibdad queda- Rey de Francia quería Ir por Roma, con lo
se libre. Cuando los del bando de Pazis supie- que más avino.
ron aquel partido que Pedro de Médices había
hecho con el Rey de Francia, caluniáronlo tan- Estando el Rey Charles en Florencia, vino á
to y indinaron tanto al pueblo, que luego á la él de parte del Papa Francisco Picolomeneo,
hora inviaron á llamar aquel Pedro de Médi- Cardenal de Sena, el principal del Collegio de
ces para que viniese al senado á dar cuenta de los Cardenales, al cual halló ya partido, y al-
lo que con el Rey de Francia había tratado. Yel canzólo en Luca, al cual hizo saber cómo venía
dicho Pedro de Médices vino luego, y les dijo de parte de Su Santidad. El Rey leinvióádecir
que él había hallado muy indinado al Rey de que lo recibiría como á Cardenal de Sena, y
Francia contra ellos y contra la cibdad, por la no como á Legado del Papa. El Cardenal le re-
amistad en que hasta allí habían estado con plicó que como Cardenal no tenía que con-
sultar con él, y se despidió y se volvió para

{') Nota marginal: Pedro de Médices, hijo de Lorenzo


Roma. Estando el francés aquí en Luca, llega-
de Médices. ron dos embajadores venecianos. El uno se
(^1 Nota marginal: Papa León, hermano de Pedro de
Médices. llamaba Dominico de Treviso y el otro Anto-
Cri'micas del Gran Capitán.— Í.B
274 CRÓNICA MANUSCRITA
nio Lauretano, los más más no-
principales y
bles de aquella Señoría, á los cuales manda-
CAPITULO XII

ron los venecianos que acompañasen al Rey De cómo el Rey de Francia entró en Roma y
hasta Roma
y trabajasen con él entrase pa- de que hizo el Papa, y asimismo el Rey
lo
cíficamente en ella. El Rey escribió al Papa Alfonso de Ndpoles.
diciendo cómo él quería ir por Roma á tomar
el reino de Ñapóles, que de derecho le perte- El Rey de Francia entró en Roma á los trein-
necía, y que pasaría por Roma sin hacer en ta días de Deciembre del di:ho año de mil cua-
ella perjuicio alguno, ni á la Sede Apostólica trocientos noventa y cuatro años. Entraron
ni á otra persona particular. El Papa le repli- con él cuarenta mil hombres, aunque cuando
có pluguiese dejar el camino de ir á Roma,
le bajó los Alpes venían cincuenta mil. Entraron
así por la falta de mantenimientos que en ella con señor Ascanio Esforcia, Cardenal her-
él el

había á la sazón, como porque entrando él en mano del señor


Ludovico Esforcia y el Prós-
la cibdad habría algunos movimientos, por pero Colona, yJuUan, Cardenal de Sant Pedro
las parcialidades que en ella hay, y que toma- Advíncula, que después fué Papa julio. Entró
se ejemplo en el Emperador Cario Magno, de el Rey en Roma de noche. Qué causa fuese,
quien él descendía, que habiendo venido des- hubo diversos pareceres; los más decían por-
de Francia á Italia y habiéndola librado de que pareciese más la gente que traía de noche
los enemigos y tiranos que la tenían opresa más que de día. Otros decían, porque no le
y tiranizada, y dejándola puesta en toda li- fuese hecho algún mal de los muchos que en
bertad por no dar pesadumbre á la cibdad aquella cibdad por diversas vías se suelen ha-
dejó todo 8u campo junto á Pavía, y él solo cer,por hacer algún servicio al Papa. Otros
y sin armas vino á Roma
Papa. Al á ver al decían, y fué lomás cierto, por poner espanto
cual replicó el Rey que todavía determinaba á toda la ciudad, porque mucho más temible
de ir por Roma, y fué por Sena y Viterbo de- es el sentido del oído que no el de la vista.
recho á Roma. El Rey se fué á aposentar á Sant Marcos y
Virginio Ursino, aquel capitán que dijimos toda la gente se fué á aposentar por las casas
del Rey Alfonso, y el principal de aquella par- de la cibdad.
cialidad de los Ursinos, visto que todas las Había cada día alborotos y muertes por la
tierras por donde el francés pasaba se le da- poca paciencia de los franceses. El Papa tenía
ban, aconsejó ásus hijos entregasen sus tie- muy proveído y fortalecido el palacio sacro, y
rras al francés, porque era muy mejor recebir á Sant Angelo, con el cual estaban los princi-
al enemigo pacífico que airado, y él estuvo en pales Cardenales; principalmente estaba, que
Roma con el ejército. El Papa, sabida la deter- nunca se quitó de su lado, el Cardenal Bap-
minación del francés y que él no tenía caudal tista Ursino, que nunca jamás quiso ir á ver
para le defender la entrada, persuadió al Du- al Rey, como todos los otros hicieron. Decía

que de Calabria, Fernando, y á Virginio Ursi- públicamente que nunca quisiese Dios que
no que se saliesen de Roma y se conformasen él seyendo cristiano viniese á Roma estando

con el tiempo, y lo dejasen pasar, esperando mal con el Vicario de Dios, que él bien podría
otro tiempo, que no podría mucho tardar; por- perder la vida, mas nunca haría cosa tan aje-
que al presente aquello era lo que más les na de cristiano. Todos los otros Cardenales
cumplía. El Duque Fernando, que allí era veni- estaban ordinariamente en casa del Rey, y al-
do para defender la ciudad, quisiera mucho es- gunos de aquel Colegio aconsejaban al Rey
perar allí á los franceses, mas por obedecer al que quitase el pontificado al Papa, que ellos
Papa, y ellos porfiaron que les diese su San- darían muy bastantes causas y razones para
tidad licencia para esperar allí al francés. El haberlo de descomponer. El Rey no se puso
Papa les dijo que á él y á ellos les cumplía en ello; Verdad sea.que algunas veces bravo-
dar lugar al tiempo, y que él esperaba en Dios seando dijo que él haría allanar por tierra al
que presto verían tal mudanza que todo su- palacio sacro y á Sant Angelo; mas al fin no le
cediese en bien; y que pues otra cosa no po- plugo aquel medio. Al fin se concertaron me-
día hacer al presente, lo quería dejar pasar diante personas de buen celo que entrevinie-
por Roma, hasta que Dios proveyese de re- ron entre ellos. El Rey se fué al palacio sacro
jTiedio, cual él fuese servido. y besó los pies al Papa, según católico Rey, y
DEL GRAN CAPITÁN 275

fué muy bien recebido del Papa, y se conver- que Fernando su hijo era muy quisto, así de
saron con mucho amor, á lo que de fuera pa- grandes como de pequeños, y muy amado de
reció; y quedaron grandes amigos, pensando todos. Era á la sazón de veinte y seis años de
cada uno de engañar al otro. Hizo allí dos su edad, muy sabio en las cosas de la guerra
Cardenales criados del Rey, entrambos breto- y muy sufrido, muy liberal, que hace á los
nes: Guillermo, obispo deNarbona, y Philippo, príncipes ser amados de todos, y para con-
otro perlado. Hicieron entrambos tratos y ca- servar la gente muy bastante. Al cual el Rey
pitulaciones en esta manera. El Rey que le Alfonso su padre habló desta manera: «Yo sé
entregase al castillo de Sant Angelo para que por cosa muy averiguada, hijo Hernando, que
dejase allí puesto un castellano y le diese en no habrán llegado los franceses á este mi rei-
rehenes á su hijo César Borja, Cardenal de no cuando lo ocuparán, porque ninguna resis-
Valencia, que estuviese con él cuatro meses; tencia hallarán en mis súditos, por el odio
y más le diese á Giugimi, hermano del gran que siempre me han tenido, por el mal trata-
turco Bajaceto, para lo llevar consigo, para miento que yo siempre les he hecho, y por la
desde Calabria hacer guerra al gran turco su gran codicia y gran soberbia que con ellos en
hermano. El Papa le entregó á su hijo Duque los tiempos pasados he usado. Asimesmo sé
de Valentinois (') y al hermano del turco. Fué cuan amado has sido siempre de todos ellos,
hecha esta concordia á los quince días de por las buenas y grandes partes que tienes,
Enero del aflo del Señor de mil cuatrocientos y aunque el reinar, hijo Hernando, es cosa
noventa y cinco años, y luego dende á seis que nadie la debe dejar, aunque sea por sólo
días partió de Roma. un día no más, yo te renuncio este reino,
que después de mis días había de ser tuyo, y
desde agora te lo paso con todo el imperio y
CAPÍTULO Xlll
mando del, y para que tú lo tengas, gobier-
De lo que aconteció al Rey de Francia después nes y lo defiendas de los franceses. Yo sé que
que partió de Roma, y lo quel Rey Alfonso todos los del reino te lo ayudarán á defender
de Ñápales hizo. por el grande amor que siempre te han teni-
do. Yo me retraeré á Sicilia y pasaré allí lo
Partido que el francés fué de Roma, Giugi- que me resta de la vida, como hombre particu-
mi murió en camino, quisieron decir que
el lary privado». Luego tomó todas las joyas y
iba toxicado, porque su hermano Bajazeto, tesoros que tenía, y las hizo poner en cinco
gran turco, teniendo del gran temor por ser galeras y las invió á Sicilia, y él se fué allá; y
muy quisto en toda Turquía, había enviado el Rey Alfonso tomó hábito de clérigo, abierta

al Papa, ó á su hijo el cardenal de Valencia, la corona, y favoresció á su hijo Hernando no


César Borja, gran suma de dineros y ciertas sólo con consejos y avisos,mas aun con to-
reliquias porque lo toxicasen; mas yo no dos sus tesoros y joyas, como hemos dicho.
puedo creer quel Papa hiciese tal cosa, se- Algunos veyendo tan gran mudanza en un
yendo tan cristiano (^). Mas al fin él murió Príncipe tan magnánimo como lo éste era,
de yerbas según se creyó. César Borja se vol- sospechando que viéndose desesperado del
vió del camino dende á cuatro días. Papa y de sus amigos de Italia, en cuya ayu-
Entretanto quel Rey de Francia estaba en da tenía toda su confianza, y más seyendo
Roma, considerando el Rey Alfonso que se- tan mal quisto, por la dura y áspera goberna-
gún su mala condición y soberbia, avaricia y ción suya, que con una desesperación en que
mal tratamiento, con que aquel reino había cayó había dejado el reino; mas esto parece
gobernado y señoreado, él estaba en odio de muy diverso del gran corazón que para todas
todos, así grandes como pequeños, lo cual él las prósperas y adversas fortunas, porque
sabía de cierto, y que no habría llegado el había pasado, siempre tuvo.
Rey de Francia á la raya de aquel reino cuan- Otros quisieron decir que había prometido
do todos se le darían por desechar de sí de ser religioso; mas esto parece no haber
aquel señorío. Sabía asimismo cómo el Du- lugar á tal sazón ni á tal coyuntura; mas ello

sea uno ó lo otro, él dejó el reino el mismo


lo
(*) Nota marginal: Al castillo de Santo Angelo no lo
día que cumplía un año que el Rey Ferrando
quiso entregar.
(2) Nota marginal destruida por la humedad. su padre era muerto, y él alzado por Rey.
276 CRÓNICA MANUSCRITA
ningún tiempo ser contra la Iglesia Romana
CAPÍTULO XIV
y contra su patrimonio?». Y le puso los capí-
De lo que hizo elnuevo Rey don Fernando en tulos en sus manos, firmados de su mesma
tomando la posesiónde su reino, y asimesmo mano. El Rey se los volvió y le mandó que los
lo que el Rey de Francia. leyese, los cuales estaban en latín. Y leyén-
dolos Antonio de Fonseca, los que estaban
Todos los de aquel reino se holgaron ex- bien al Rey decía: «Está bien fecho»; los
trañamente en se ver libres de la tiránica que no le agradaban, él mesmo con una plu-
sujeción del Rey Alfonso, y se ver en el seño- ma los borraba y rayaba; y así borró y can-
río del Rey Fernando, á quien, como hemos más necesarios á la
celó siete capítulos, los
dicho, amaban mucho, porque no vían en él honra, autoridad y provecho de los Reyes
cosa que fuese de mozo y vían en él una gran de España, y de sus reinos, y de la Sede
muestra del Rey Alfonso su bisagüelo. Pues el ApostóHca, y del Sancto Padre, y del patri-
nuevo Rey Fernando juntó su ejército, en que monio de la Iglesia.
había cinco mil hombres de armas y quinien- Visto por Antonio de Fonseca cómo el Rey
tos caballos ligeros y cuatro mil soldados, y quebrantaba su palabra y no la quería cumplir,
con este campo se puso junto á Sant Germán. dijo al Rey: «Pues Vuestra Alteza ha que-
Como el Rey de Francia supo el sitio que el brantado su palabra y borrado los (') capítu-
Rey Fernando tenía cabe Sant Germán, man- los, yo doy todos los otros por ningunos». Y

dó que parte de su ejército fuese por la Pulla con ambas manos, como caballero esforzado y
para le tomar las espaldas; y con la otra par- leal á su Rey, los rasgó y hizo pedazos. Y así

te comenzó á caminar derecho á Sant Ger- resgados, los echó á los pies del Rey y se in-
mán. Salió de Roma con sus batallas concer- clinó antél. El Rey, espantado de tal osadía, le
tadas, y fué camino de aquel reino, á buscar echó mano de los cabezones y le dijo: «No te
al Rey Fernando. partas de mí, porque los míos, visto el desa-
cato que has tenido contra mi, no te maten».
Venía en servicio del Rey Salazar el mozo, hijo
CAPÍTULO XV de Salazar, que había casado en Francia, al
De lo que pasó d Antonio de Fonseca, embaja- cual mandó que con doscientos hombres de
dor de los Reyes de España, con el Rey Car- armas le pusiese en salvo en Roma; que nun-
los en Marino, una villa de Coloneses. ca Dios quisiese que un hombre de tanto es-
fuerzo y valor como él no sacase el fruto de
Pues salido el francés de Roma, olvidadas su ánimo y corazón. Lo cual así fué hecho,
laspromesas y capitulaciones que con los Re- que se metió con Garcilaso de la Vega en el
yes de España dejaba hechas de no ser con- castillo de Santángelo. Luego esa noche huyó
tra la Iglesia ni contra su patrimonio, habien- el Cardenal de Valencia, César Borja, que iba

do dado su fe real y firmado los capítulos, como dijimos en rehenes, visto como el Rey
comenzó á tomar los lugares de Coloneses trataba el patrimonio de la Iglesia.
por do pasaba, y los de la Iglesia, que tomó á
Marino, que es de Coloneses, y á Pelitre y á
Tarrachina, que son de la Iglesia. Iba con el
CAPÍTULO XVI
Rey de Francia don Juan Rodríguez de Fonse- En que autor da cuenta de las causas que
el

ca, Obispo de Córdoba, el cual suplicó al Rey movieron al Rey Charles á entregará los
se acordase de guardar lo que con el Rey don Reyes Católicos el condado de Ruisellón,
Fernando de España había capitulado, lo que que el Rey Charles les entregó cuando pasó
el francés no quiso guardar. Y á esta sazón á Ñapóles.
llegó Antonio de Fonseca, señor de Coca y
Alaejos, hermano Obispo de Córdo-
del dicho Porque algunos han culpado á los Reyes
ba que allí venía, y después de haber dado su Católicos de España sobre los capítulo's que
creencia, el francés le dijo que dijese lo que Antonio de Fonseca rasgó, quise poner aquí
le era mandado. Antonio de Fonseca le dijo: la historia verdadera de cómo pasó, y fué
«Sire, ¿por qué no guardas las capitulaciones
que con los Reyes de España capitulaste en (') Nota marginal: Heroico atrevimiento.
DEL GRAN CAPITÁN 277

desta manera: Haciéndose muy cruel guerra nada lo entregaría. Acabadaguerra el Rey
la

el Rey donjuán de Aragón, padre del Rey don y la Reina se fueron á Barcelona, y desde allí
Fernando ('), y su hijo don Carlas, de la pri- le enviaron á requerir que les entregase aquel

mera mujer, con el cual se habían rebelado condado, y tampoco quiso, hasta que luego
los catalanes contra el Rey, y le hacían guerra adelante en el año de mil y cuatrocientos y

á fuego y á sangre. Visto el Rey don Juan el noventa y tres murió el Rey don Fernando de
poco fruto que hacía, veyéndose con necesi- Ñapóles, y sucedióle en el reino el Rey Alfon-
dad de dineros, rogó al Rey de Francia Luis so, de quien atrás hemos dicho, que llamaron
undécimo, al cual empeñó cuatro castillos con el Guercho, de su primera mujer. El cual
hijo
las cibdades en que están en el condado de como muy mal quisto por su mala
dijimos era
Ruysellón, que son Perpiñán, la Bellaguardia, condición y mal tratamiento que hacía á sus
Roca y Colibre, por cierta suma de coronas vasallos. El Rey de Francia tenía muy gran
de oro, con la cual suma de dinero tomó y codicia de adquirir aquel reino de Ñapóles,
sojudgó á Barcelona, y á todo el condado de que le decía pertenecer por cierto derecho
Barcelona. Las cuales cuatro piezas llevó mu- antiguo del Duque de Angiers y de otros pre-
cho tiempo las rentas de ellas; las cuales tuvo decesores suyos; y por ir más seguro de no
hasta que murió el Rey don Juan de Aragón, dejar cosa que le pudiese estorbar su jorna-
que fué en el año de mil y cuatrocientos y se- da hizo paces perpetuas con Maximiliano,
tenta y nueve del nacimiento de Cristo. El Rey de romanos, con quien tenía grandes ene-
cual ni en vida ni en muerte pudo pagar el mistades y guerras por haber dejado á ma-
empeño, y tuvo aquellas plazas hasta que el dama Margarita, su hija, con quien estuvo
dicho Rey Luis de Francia murió, que fué en el otorgado para se casar, por casar con mada-
año del Señor de mil y cuatrocientos y ochen- ma Ana, Duquesa de Bretaña, con quien casó;
ta y uno años; y mandó en su testamento, y desde entonces se metió aquel estado en la
que pagando el Rey don Fernando de España Casa de Francia, y vino á todo lo que Maxi-
la suma del empeño quel Rey su padre don miliano Asimismo hizo paz con Enri-
le pidió.

Juan había recebido, que le entregase aque- que octavo. Rey de Inglaterra, y le dio todo
llas cuatro plazas; y esto dejó mandado en su lo que le pidió, y juntamente envió á decir á
testamento al Rey Carlos su hijo, que le su- los Reyes Católicos que enviasen á tomar el
cedía en el reino; al cual le dejó muy encar- condado de Ruisillón enviando los dineros
,

gado, so pena de su maldición, que lo cum- del empeño, y hicieron paces y amistad per-
pliese. El Rey Charles y sus tutores jamás petua de ser amigos de amigos y enemigos
quisieron recebir los dineros del empeño, aun- de enemigos, sin sacar á persona alguna, sal-
que por muchas veces fueron requeridos por vo que los Reyes Católicos nunca quisieron
el ;;Rey de España; nunca deliberaron de les otorgar menos que si fuese contra la Iglesia,
entregar aquellos castillos, hasta que Dios lo ó su patrimonio, que en tal cosa que no
proveyó como él fué servido. valiesen nada las capitulaciones. Lo cual el
francés otorgó y lo firmó de su mano, con
aquellas solenidades que se requerían en tal
CAPÍTULO XVII
caso. Otorgadas y firmadas las capitulacio-
De cómo el Rey de Francia entregó el condado nes, los Reyes de España inviaron los dineros
de Rüisellón á los Reyes de España, y en qué del empeño, y el Rey Charles les mandó en-
manera. tregar el Condado de Rüisellón libre y desem-
barazado, y los dineros del empeño. El Char-
El Rey de Francia jamás quiso entregar el les invió á la Reina doña Isabel diciendo que
condado de Rüisellón á los Reyes de España, fuesen para ayuda de los gastos que en la
aunque le fué mandado por el Papa, y res- guerra de Granada había hecho, por mostrar
pondió que en acabándose la guerra de Gra- su munificencia y liberalidad. Otros decían
que lo hacía por descargo de su conciencia, y
(') Nota marginal: Este Rey don Fernando de Aragón por descargar el ánima de su padre y la suya,
fué casado primera voz coa hija de don Carlos Key de
Navarra, de la cual hubo un hijo llamado don Carlos. por muchos males que en aquel Estado había
Muerta esta primera mujer, casó con doña Juana hija hecho, porque destruyó y asoló muchos luga-
del Almii-ante de Castilla, de quien hubo al Rey don
Fernando V el Católico. res de aquel condado, una vez que Perpiñán
278 CRÓNICA MANUSCRITA
se rebeló contra él, que jamás hasta hoy se á los principales de aquella cibdad, y hablóles
pudieron restituir ni poblar. También el Papa desta manera.
le había mandado muchas veces les restitu-

yese los daños y pérdidas que en aquel Esta-


CAPÍTULO XIX
do había hecho. Luego Reyes de España
los
fueron allá y lo cobraron, á los treinta años De un razonamiento quel Rey Fernando hizo
que había que estaba enajenado. á los vecinos de la cibdad de Ñapóles.

«Bien sé yo, y no se puede negar, nobles


CAPÍTULO XVIII
que ninguna
caballeros, honrados cibdadanos,
De lo que el Rey de Francia hizo después que defensa cierta y firme puede haber en cual-
Fonseca le resgó los capítulos, y el Cardenal quiera reino mayor que la voluntad, amor y
hijo del Papa se volvió á Roma, y asimismo deseo de los naturales de aquel mesmo reino.
lo quel Rey Fernando de Ñapóles hizo. Ningunos muros, ningunas armas, ningunas
defensas y fuerzas, ningunas fortalezas, tie-
Rey de Francia volvió á Roma porque
El nen los Reyes más fuertes que las voluntades
quedó muy enojado de lo que pasaba, y pasó de sus súditos, más que los grandes ejér-
el Tíber por Pontesisto, y tomó á Civitavieja citos de gentes. Lo cual pluguiera á Dios
y á Viterbo, y á Monteros y á Monterocano, hubiera hecho el Rey Alfonso, mi padre, y el
y á la fortaleza de Ostia, de quien adelante Rey Fernando, mi agüelo, que así como en las
diremos, que se la entregó el Cardenal Asca- otras virtudes sobrepujaron á todos los Prin-
nio Sforcia; en la cual dejó puesto un alcaide cipes, así los quisieran vencer en este género
llamado Menaldo Guerra, vizcaíno, un gran de alabanza, y pluguiera á Dios que se des-
tirano, de quien diremos adelante; y el Rey velaran en esto, para que fueran amados y
volvió por allí á pasar el Tíber, y se tornó queridos de todos aquellos á quienes seño-
para el camino de Ñapóles, y fué camino de rearon. Mas yo os ruego, mis grandes ami-
Sant Germán á buscar al Rey Fernando, que gos, que á esta sazón no trayáis á la memo-
sabía que lo estaba allí esperando. ria lo que ellos hicieron, aunque según las
El Rey Fernando, considerando el grueso muchas guerras hicieron y el poco sosiego de
ejército que por Pulla le venía y el que delan- aquel tiempo, merecen en alguna manera ser
te esperaba, y que la gente no estaba tan ga- perdonados. Muchas cosas hicieron de sabi-
nosa de pelear como él quisiera, asimismo le das, y que parecieron injustas con las rebe-
comenzaban á faltar los mantenimientos, de- liones y levantamientos del reino, que no las
terminó de se retraer á Ñapóles y á Capua, hicieran estando pacíficos en él. Lo que ago-
para defender aquellas plazas á los franceses ra, mis grandes amigos, os ruego, que no mi-

que llegaban á Corbión, y les convidó con la réis lo que ellos hicieron, ni cómo se hobie-

batalla, Los cuales no la aceptaron hasta que ron con vosotros, mas mirad á la esperanza
todo el campo fuese junto, y luego se juntó que siempre de mí habéis tenido, así en lo
más cerca dellos. público como en lo secreto. Aquella poned
Estando aquí recibió cartas de Ñapóles, de hoy delante los ojos, y si en algún tiempo
la cibdad, cómo habían sentido algunos des- en mí habéis visto alguna buena señal de lo
lealesque temían se querían alborotar y to- porvenir, aquello mirad hoy. En esta cibdad
mar la voz por Francia. Visto el gran poder nací; entre vosotros me criastes y doctrinas-
que traían, que le suplicaban que en todo caso tes; aquí deprendí las letras y costumbres
se retrajese á la cibdad, porque no hobiese que en mí habéis visto, y los primeros ejerci-
alguna rebelión. El Rey dejó junto á Capua cios de guerra. Aquí me amastes siendo mo-
su campo con aquellos capitanes muy seña- chacho, y después me aprobastes de más
lados, que en aquel tiempo eran los más prin- edad, y según yo pienso, si no estoy engaña-
cipales, conviene á saber; Nicolao Ursino, do, después que fui mayor, ni hice, ni dije, ni
Conde de Petillán, Virginio Ursino y Jacobo pensé cosa que no fuese provechosa al pueblo
Triulcio, y él se fué á la mayor priesa que y á su quietud y descanso, muy ajeno de toda
pudo á la cibdad, á la cual halló más sose- cosa deshonesta. Todas estas cosas que he
gada de lo que pensó. Mandó luego juntar dicho pueden dar señal de mi templanza, ele-
DEL GRAN CAPITÁN 279

mencia y buena gobernación; esto mesmo os premia ninguna, que quisieran más haber
ruego por aquella dignidad que á los Reyes muerto defendiéndolas que no ver delante
se debe, el cual nombre siempre ha sido gra- de sus ojos cosas tan enormes y feas. Los
to á esta cibdad. Os ruego, amigos míos, que huéspedes quedan destruidos y sus casas
la fidelidad que á la Casa de Aragón siempre deshonradas. Yo me vine de Saint Germán,
habéis tenido de cuarenta y seis años á esta adonde tenía mi ejército, no por miedo de-
parte, hasta el día de hoy, esa mesma que- llos, sino porque supe que eran entrados en

ráis guardar en esta novedad, en esta guerra Pulla, y por veniros á defender. Yo tengo
que al presente tenemos entre las manos, y agora mi ejército en Valtierra con muy bue-
me ayudéis á defender esta cibdad y á toda nos capitanes y muy fieles, con muy escogida
Italia juntamente con ella de unos tan crue- gente; de donde espero, con la ayuda de Dios
les y bárbaros enemigos como son los fran- y vuestra fidelidad, que los haremos volver
ceses. Yo no sé cuál vicio es mayor en ellos, atrás, como muchas veces han hecho sus pa-
ó la crueldad ó la avaricia. No queda lugar sados. A todos es manifiesta la poca cons-
en toda Italia que á esta gente se haya ren- tancia de aquella gente, y cuan poco sufrido-
dido con poco ánimo, donde no hayan for- res son de los trabajos: que no tienen de
zado las doncellas y las casadas, tomado las hombres sino aquel primero ímpetu, y luego
haciendas, robado las iglesias con todos los aquel pasado, son menos que mujeres. Mu-
otros males que aun hasta los enemigos infie- chas veces en los tiempos pasados vinieron á
les jamás se halla haber hecho. Porque si ago- Italia y la alborotaron, como agora han he-

ra que tienen la victoria incierta hacen eso, cho. Parecieron al principio temibles y luego
¿qué os parece harán cuando sean señores fueron rotos, desbaratados y muertos, y muy
dello? Porque agora cuando habían de mos- pocos volvieron á Francia. No son gente de
trar toda templanza, toda castidad, son tan industria, sufrimiento y templanza con ami-
destemplados, tan deshonestos, ¿qué creéis gos ni enemigos. De una cosa os hago cier-
ejecutarán cuando alcancen lo que desean? tos: que si con ánimos de varones los que-
Ningún género de crueldad ni de avaricia brantásemos la loca soberbia que traen, que
dejan de hacer en las gentes extranjeras que luego toda Italia se ha de juntar con nosotros
señorean. ¿Pensáis que porque alguna parte contra ellos. Ruégoos, amigos y hermanos
de Italia se les haya dado, por eso se ha de míos, me ayudéis á defender esta cibdad y á
desesperar de la victoria? Ellos vienen por quebrantar la loca soberbia de aquestos bo-
Italia, no como gente de guerra, sino como rrachos. Una cosa sabréis de cierto, que si en
gente bárbara, haciendo insultos y deshones- esta necesidad en que estoy, como varones
tidades. Yo les salí al encuentro cerca de Rá- me ayudáis á defendella, que lo que yo tuviere
vena y les convidé con la batalla, y no sola- así en ella como en todo el reino será para
mente no osaron, mas aun dejaron el camino lo repartir por vosotros, y tenello de vuestra

que llevaban, y se volvieron la vuelta de mano, y si, lo que Dios no quiera, este socorro
Florencia. Otra vez los salí á recibir junto á no me ayudardes á hacer, después, cuando
Roma, y tampoco osaron ni llegar á Roma, no lo podáis remediar, veréis el mal consejo
hasta que el Papa les dio licencia para ello. que tomastes. Yo cumpliré lo que debo así á
Estotro día junto al Careliano les convidé la dignidad real como lo que debo á quien
con la batalla, y jamás la quisieron acetar. soy, ó vencer peleando ó morir en la batalla,
Ningún lugar han tomado por fuerza de ar- así que el mesmo día que comience á reinar
mas, sino por trato y por la falta de los ene- sea el postrero de mi vida».
migos». Los vecinos de la le respondieron
cibdad
más tibiamente de que él quisiera, dicien-
lo
CAPÍTULO XX do que ellos quisieran que aquella cibdad tu-
En que Rey Fernando prosigue su razona-
el viera más fuertes muros y puesta en más
miento á los vecinos de la cibdad de Ñá- fuerte sitio, para la poder defender del furor
pales. de aquella gente; mas bien vja su Alteza de
la manera en que estaba, que él trabajase que
«Dejan los franceses tan destruidas las tie- los franceses no llegasen á la cibdad, que
rrasque se les han dado de su voluntad, sin ellos perseverarían en ¡a fidelidad que á la
280 CRÓNICA MANUSCRITA
Casa de Aragón debían, y que entre tanto lla cibdad. Mas la fortuna, por usar de lo que
que Capua se defendiese que ellos perseve- ella suele hacer, todos sus pensamientos des-
rarían en hacer lo que debían; mas que si los barató, que tres días después de su vuelta á
de Capua no se podían defender de los fran- Ñapóles se entregó al Rey de Francia. En los

ceses, ni ellos tampoco podrían, y que sería cuales tres días Rey sacó todo lo que pudo
el

muy mejor que recibiesen al enemigo pací- sacar de la fortaleza, y lo hizo meter en las
fico, esperando otro tiempo, en que pudiesen naos. Estándolo haciendo pasar á las naos,
mostrar la voluntad fiel que tenían, que ésta vio desde una torre cómo los vecinos de la

jamás se mudaría de la Casa de Aragón, como cibdad robaban la caballeriza del Rey; mas
ellos viesen tiempo para ello. El Rey les res- como Rey lo vido, encendido en ira, sin
el más
pondió que les agradecía su buena voluntad, mirar que de allí se le podía recrecer, es-
lo

y que lo que ellos decían era lo más seguro. tando todos armados y esperando á los fran-
ceses, el Rey solo sin llamar á nadie, como se
halló, fué allá á lo estorbar y á castigar aquel
CAPÍTULO XXI insulto.
De lo quel Rey Fernando fizo vista la voluntad Aquí aconteció una cosa de maravillar: que
de los naturales de la cibdad de Ñapóles, y estando todos puestos en armas, y toda la
lo que el francés hizo llegando á Ñapóles. cibdad esperando que viniese el francés, vis-
to el Rey, aunque venía solo, todos le obe-
El Rey Fernando se salió de la cibdad y se decieron y le tuvieron aquella mesma obi-
fué derecho á Capua á se juntar con sus ca- diencia y reverencia como cuando más en su
pitanes, determinando de defender á Capua prosperidad podía estar. ¡Tanto es el acata-
á los franceses; y en llegando á Aversa le miento que allí se tiene al Rey! Vuelto el Rey
llegó nueva cómo los franceses habían toma- á la fortaleza, soltó de las prisiones á los prin-
do á Capua, y su ejército roto y desbaratado. cipales caballeros que tenía presos, y mandó
Y la causa fué que Triulcio, uno de los tres poner fuego á la casa de las armas y á otros
capitanes que el Rey Fernando allí había de- edificios de que los franceses se podían apro-
jado, se pasó al Rey de Francia. Verdad sea vechar, y tomando consigo á su tío Federico y
que él publicó que lo había hecho por man- á su madrastra y criados, se pasó á Castil del
dado del Rey de Ñapóles Fernando, para tra- Ovo. Esto fué en fin de Enero del año de mil
tar con él de paz, mas esto fué por color cuatrocientos noventa y cinco años.
que Triulcio dio, mas no porque fuese ver-
dad. Visto por la gente de guerra la ¡da de
CAPÍTULO XXII
Triulcio, comenzáronse á motinar y desam-
pararon las banderas y robaron lo que el Rey De cómo otro día entró el Rey de Francia en
allí tenía, y todo lo que más pudieron y deja- la cibdad, y de lo que le aconteció al Rey
ron á sus capitanes, porque les pareció de Fernando con el alcaide de la isla de Ischia.
andar con el tiempo y seguir al vencedor. El
Conde de Petillán y Virginio Ursino, con la Luego otro día que el Rey Fernando se fué
gente leal que les quedó, se fueron á Ñola á de la cibdad, entró el francés en la cibdad de
esperar allí á los franceses, como hombres Ñapóles. Rompieron un lienzo del muro, por
que querían antes morir haciendo lo que de- do entrase, la cual honra solían hacer los grie-
bían, que no mudarse con la fortuna como gos á los varones insignes, que eran vence-
Triulcio había hecho. Los franceses los cer- dores en los juegos olímpicos que se hacían
caron en Ñola, y ellos como varones pelearon al pie del monte Olimpo, de cuatro en cua-

con grande ánimo; mas viendo que los con- tro años. Desdel Castil del Ovo el Rey Fer-
trarios eran muchos y ellos "pocos, y que no nando se fué con veinte y dos galeras á la
se podían defender mucho, conformándose isla de Ischia en frente de la cibdad de Ñapó-

con el tiempo, se dieron. El Rey de Francia les, adonde hay una fuerza la más fuerte de

los mandó echar en prisiones. El Rey Fer- toda la cristiandad, y es inexpugnable, para
nando se volvió á Ñapóles y se metió en la desde allí esperar el suceso de las cosas. El
fortaleza y la fortaleció lo mejor que pudo, alcaide que allí tenía puesto el Rey, no se
pensando de conservar á los vecinos de aque- acordando de la lealtad que á su Rey y señor
DEL GRAN CAPITÁN 281

debía, veyendo la fortuna habérsele mudado, no se le entregase. Desta manera fué el Rey
hizo él otro tanto. No le quiso recibir en la Fernando despojado de aquel reino, á los se-
isla, antes que la quería entregar al
le dijo senta y seis años que su bisagüelo el Rey
Rey de que ni bastaron ruegos, ni
Francia; Alfonso primero lo había ganado, echando dél
dádivas que le ofreció para que allí lo reci- al Duque de Angiers y á la Casa de Francia

biese. El Rey le dijo, que pues así lo quería, que le favorecía. El Rey Fernando se pasó á
que él se pasaría á Sicilia con sus galeras, que Sicilia, á se ver con el Rey Alfonso su padre.

le rogaba que á él solo y desarmado le dejase

subir arriba á consultar con él ciertas cosas


que eran en provecho suyo y del mesmo que
CAPÍTULO XXIII

tratase con el Rey de Francia, y ofrecióle De cómo Gonzalo Hernández de Córdoba, que
cierta suma de dinero y muy gran cantidad por sus grandes hazañas alcanzó nombre de
que sola su persona y
dél. El alcaide, visto Grande, aportó con su armada en Mecina de
desarmado había de subir, y la codicia del di- Sicilia, y de la guerra que hizo al Rey de
nero que le ofrecía, dejólo subir á él sólo Francia.
hasta la puerta de la fortaleza, allá arriba en
lo alto; y entró él solo y en cuerpo con inten- Ya dijimos en uno de los capítulos pasa-
ción de le mandar volver que abajo á la flota dos cómo el Rey Alfonso, antes que dejase el
dejaba, para lo cual tenía el alcaide muy buen reino á su hijo, había enviado á aquel su se-
recaudo que nadie en ninguna manera pudie- cretario Bernardo de Bernardis á los Reyes
se subir. Estando el alcaide armado, y todos de España, sus tíos, á les pedir socorro y
los de la fortaleza asimismo, arrededor del ayuda para defender aquel reino, pues que
mesmo armados, desque vido el Rey que nin- perdiéndose aquél, el francés no reposaría sin
guna cosa aprovechaba con él ni con ellos, que hiciese guerra á la isla de Sicilia, Los
sacó muy presto un puñal pequeño que lle- Reyes de España, con toda la presteza que
vaba en la manga del jubón metido, y juntóse pudieron, escogieron en todos sifs reinos y
con él, y díóle de puñaladas; y luego tomó señoríos á Gonzalo Hernández de Córdoba
una arma con que se comenzó á defender de para ir á aquel reino á hacer guerra al Rey de
la gente que allí estaba, y les habló desta Francia y lo echar dél. El cual llegó á Mecina,
manera: «¿No os está mejor á vosotros, ami- cibdad de Sicilia. Llevaba cinco mil infantes
gos y hermanos míos, seguir á vuestro Rey españoles y seiscientos hombres de caballo,
natural, de quien recibistes buen tratamiento, á la usanza de España jinetes, y llegó á Me-
y recibiréis de aquí adelante mejor, y muchas cina al mesmo tiempo que el francés había
mercedes, que no seguir á un traidor desleal? entrado en la cibdad de Ñapóles y el Rey
Sosegaos y reposad, y ayudadme á defender Fernando en Ischia. El Gonzalo Hernández,
esta islade los franceses, que presto veréis luego en llegando, desembarcó á Sicilia, á se
con la ayuda de Dios mudada la fortuna y ver con el Rey Fernando, el cual les fué á
ellos echados del reino». Estas y otras pala- besar las manos, así al padre como al hijo
bras les dijo, y él entre ellos como un león, y les dijo cómo él era allí venido por manda-
con sola una alabarda. Ellos vista la determi- do de los Reyes de España, sus tíos, para
nación del Rey y la razón grande que había, les servir. Les suplicaba que le diesen licen-
y conocida la persona del Rey, se aplacaron cia para luego otro día entrar en aquel reino,

y pusieron las armas á los pies del Rey, y por el Faro á Calabria, porque los franceses
todos le besaron las manos y le ofrecieron no estuviesen tan de reposo en aquel reino;
de morir en su servicio; y echaron al alcaide que él esperaba en Dios y en la mucha justi-
muerto de allí abajo á la mar. Luego subie- cia que tenían á aquel reino, que presto los
ron todos los de las galeras, y lo que en ellas echarían dél. El Rey Fernando lo recibió muy
traía á la fortaleza, y allí recogieron todo lo bien, y le dijo: «Sin duda, señor Gonzalo Her-
que había sacado de Castil del Ovo. Luego nández, puede V, m. veer que en mis adver-
vinieron todos los del Reino y las cibdades á sidades ninguna buena ventura me podía ve-
dar la obidiencia al francés, el cual tomó la nir como en ver á vuestra persona, y tengo
fortaleza que luego se le entregó, de manera tanta esperanza, que aunque sólo vos vinié-
que en todo el reino no quedó una almena que rades sin más gente de guerra, tuviera por
282 CRÓNICA MANUSCRITA
cierta la victoria. En lo que dice que comen- Pues, dejada aquella plaza proveída y á muy
cemos la guerra, lo mesmo me parece á mí. buen recaudo, comenzó el ejército á entrar

Yo, señor, seguiré á v. m. con los que á mí por Calabria y Abruzo. Sabido por toda Italia
me seguirán, así en esto como en todo lo que el socorro de España, y en lo poco quel capi-
á V. m. pareciere». Gonzalo Hernández man- tán español tenía á los franceses, y la cruel
dó que todos estuviesen á punto para otro guerra que les hacía, comenzáronse todos á
día pasar el Faro, y combatir en Calabria á alterar y á tomar nuevos ánimos contra ellos,
Ríjoles, que es la primera plaza que allí hay. y á tenellos en poco, y más acordándose de
Iba con el Rey Fernando don Iñigo de Car- los insultos y malas obras que les habían he-
dona, el mucho crédito en aquella
cual tenía cho y hacían. El Rey de Francia estaba muy
isla de Era cuñado de don Alonso de
Sicilia. corrido quel capitán español con tan poca
Avalos, capitán del Rey Fernando. Gonzalo gente, así la quel trajocomo la quel Rey Fer-
Hernández mandó que todos madrugasen, nando que muchas plazas se le ha-
traía, y
porque cuando amaneciese estuviesen com- bían rebelado, y que desta causa los más se-
batiendo á Ríjoles. Allí les dijo que se acorda- ñores y potestades de Italia se apartaban de
sen de ayudar aquel Rey desheredado, á quien su amistad, concibió muy grande enojo y per-
los franceses con su sobrada codicia habían dió muy gran parte de su orgullo. El Rey Fer-
quitado el reino; natural del reino de España, nando y Gonzalo Hernández fueron ganando
sobrino de los Reyes de España, con otras pa- hasta que llegaron á Semenara. Gonzalo Her-
labras con que los puso nuevos corazones. nández habló á los vecinos de Semenara di-
Las más cibdades de Calabria, visto el so- ciendo que estaba muy espantado dellos en
corro que de España al Rey Fernando había no tener en más al Rey Fernando que allí es-
venido, tomaron la voz del Rey Fernando. To- taba que á los franceses; que se acordasen
dos los más franceses se recogeron de Au- los bienes y mercedes que de la Casa de Ara-
beri, que era Gobernador de Calabria, y á gón siempre habían recibido, y de la insolen-
muchos delíos robaban y mataban los cala- cia y deshonestidad de los franceses, y que
breses, acordándose del mal tratamiento que el Rey era allí venido con cierta confianza que

dellos recibían. En este tiempo una compañía le abrirían las puertas y echarían por otra

de franceses que se retiraban á Seminara se parte á los franceses. Lo cual así fué hecho:
encontraron con una compañía de caballos que abrieron las puertas al Rey Fernando yá
españoles y pelearon, á los cuales los cala- los españoles.
breses ayudaron con mucho ánimo, y los fran-
ceses fueron muertos y rotos sin pérdida de CAPÍTULO XXV
ningún español. De que Ebrardo de Aubery, Gobernador de
lo
Calabria, hizo desque supo que el Rey Fer-
CAPÍTULO XXIV nando y los españoles estaban en Semenara.
De lo quel Rey Fernando y Gonzalo Hirnán-
Era á la sazón Gobernador de Calabria
dez hicieron después que pasaron á Cala-
Ebrardo de Aubery, un capitán escocense, muy
bria.
sabio y muy experto en las cosas de la guerra.
Venida, pues, el alba del día, desembarcó el Sabida la toma de Ríjoles y las otras plazas y
ejército, yluego comenzaron á combatir á Rí- Semenara, ayuntó la más gente que pudo de
joles.Los franceses estaban tan seguros, que Basilicata y la Tela y de las otras partes co-
les parecía que en todo el mundo había gente marcanas, llevando consigo á mos de Alegre y
tan fuera de razón que les quisiese enojar, y á mos de Persy y á mos de Xaude, capitán de
más estando su Rey con tan pujante ejército suizos, y sacó la genteque tenía en guarnición
en la cibdad de Ñapóles. El asalto se dio con en las otras plazas, y hizo un muy buen ejér-
tanto ánimo é ímpetu, que les entraron á pe- cito y de muy buena gente y muy animosa, y
sar de su grado, aunque allí tenía el Rey de fuese camino de Semenara con el mayor secre-
Francia puesta muy buena guarda y de mu- to que pudo, teniendo por cierta la vitoria si
cha gente de guerra muy escogida. Allí les de Semenara osasen salir el Rey Fernando y
mataron á todos los franceses que se pusie- Gonzalo Hernández que los desbarataría, y
ron en defensa; á los otros captivaron. que si de Semenara no osasen salir, lo que él
DEL GRAN CAPITÁN 283

más creía, publicar por todo el reino como no «Yo, señor Gonzalo Hernández, estoy deter-
habían osado salir de Semenara, y hacelles minado de dar á los franceses la batalla, como
perder la reputación que habían comenzado á ellos la piden, aunque quede tendido en aquel

ganar. También esperaba gente de socorro, campo». Por ende, que le rogaba se aperci-
con la cual y con la que tenía, tenia por muy biese para la batalla. Gonzalo Hernández, vis-
cierta la Vitoria, ta la determinación del Rey, dijo: «Que nunca

Estaban con Gonzalo Hernández y el Rey Dios quisiese que queriendo el Rey pelear él
Fernando Manuel de Benavides y Valencia de se lo estorbase». Pues, concertada la batalla,
Bcnavides, su hermano, don Hugo de Cardo- Gonzalo Hernández habló á sus soldados es-
na, Triulcio, Pedro de Paz, Carlos de Paz su pañoles desta manera:
primo, los dos Alvarados, padre y hijo, mosén «Compañeros y señores, la verdadera Vito-
Peñalosa, mosén Hozes, con otros capitanes ria es la que se gana de los pocos á los mu-

españoles. El Rey don Fernando determinó de chos. Verdad sea que en esfuerzo, perseve-
salir de Semenara, porque mos de Aubery le rancia y vergüenza les hacemos mucha venta-
invió un trompeta convidándole con la batalla ja. Nunca Dios quiera que se diga que el ca-

si fuera de Semenara saliesen. El Rey Fernan- pitán italiano acepta la batalla y que el capitán
do rogó muy ahincadamente á Gonzalo Her- español se queda en el real. Peleemos hoy
nández tuviese por bien de salir y de los dar como varones, y demos á entender á los fran-
la batalla, que tenía esperanza en Dios y en ceses la ventaja que hay de nuestra nación á
su buena ventura que vencerían. Gonzalo Her- la suya». Luego suplicó al Rey le dejase en
nández dijo que á él le parecía muy al revés aquella batalla llevar la avanguardia, porque
de lo que su Alteza quería, con tan desigual élquería quebrantar el ímpetu de los france-
número de gente de armas, porque estaba allí ses con sus españoles, y que él le daba su fe
lo más del ejército francés y todo su principal de les quebrantar la furia que traían. El Rey
caudal. «Ninguna necesidad nos obliga á pe- jamás quiso, sino que él la quería llevar con

lear, dijo Gonzalo Hernández; esto que vues- los italianos; y así, fué la primera lanza que se
tra Alteza quiere, se debe hacer cuando la ne- rompió la del Rey. Y como los franceses ten-
cesidad nos obligare á ello y estuviésemos en gan el primer ímpetu y furia muy recia y los
estado de ser ó muertos ó vencidos. En tal italianos no perseveren tanto como sería ra-
caso debe el hombre pelear; mas agora, ha- zón, comenzaron á se retraer. El Rey Fernando
biendo tanta ventaja del un campo al otro, es andaba con los que le siguían animándolos»
tentar á Dios, y al fin no conseguir el fruto y metíase por las batallas buscando á mos de
que deseamos. Tomemos ejemplo de Quinto Aubery. Allí le mataron el caballo, y tomó otro
Fabio Máximo, que con pocos, sin venir á las á pesar de los franceses. A esta hora socorrió
manos, fué gastando á Aníbal cada cjía, hasta Gonzalo Hernández con los españoles, yarran-
que le fué apocando su gente y le hizo perder có á los franceses del campo y les hizo volver
la jornada. Nunca se debe pelear con el ene- atrás una muy gran pieza. De suerte que si
migo cuando lo desea mucho, y más teniendo los italianos fueran aquel día los que debían,
tan demasiada ventaja. Dios es testigo, que ni ellosfueran vencedores y los franceses rotos
por temor que tenga, ni por conservar la y desbaratados. Los españoles pelearon muy
gente rehuso esta batalla, sino porque todo lo gran rato, adonde se hicieron muy grandes
tienen á su salvo los franceses. Gastémoslos hechos en armas. Los italianos nunca más
poco á poco, y con la ayuda de Dios cobrare- volvieron á la batalla, aunque el Rey lo traba-
mos las plazas que restan, y consulte V. A. con jó mucho y siempre peleó como varón.
la razón y verá la mucha que tengo en lo que
á V. A. aconsejo». CAPÍTULO XXVII
De lo que aconteció al Rey Fernando, visto
CAPÍTULO XXVI que sus italianos no quisieron volver á la ba-
De cómo pasó la batalla de entrambos ejercitas talla, y asimesmo Gonzalo Hernández.
Junto á Semenara.
El Rey Fernando, habiendo peleado valero-
ElRey Fernando, después de haber oído lo sísimamente, habiendo rompido su lanza en un
que Gonzalo Hernández le persuadió, dijo; capitán francés, persona muy principal de
284 CRÓNICA MANUSCRITA
aquel ejército, veyéndosemuy apretado de sus ñores y potestades de Italia, embajadores de
enemigos, fuéle forzado retraerse y fué segui- cinco reyes cristianos. Al fin se hizo la liga
do de muchos franceses, porque iba muy se- entre Papa, Venecianos, Maximiliano, Rey
el

ñalado, así en las armas ricas que llevabacomo de España, Duque de Milán. Fué la liga desta
en los penachos que en el yelmo tenía. Y yen- manera y con estas condiciones entre estos
do así, siguiéndole sus enemigos, en un paso cinco príncipes: que si algunos dellos hiciése-
angosto cayó el caballo con él, y con gran di- den guerra á otro de su voluntad, la hiciese á
ficultad salió de la silla en que iba hombre de sus expensas, sin que fuesen los de la liga obli-
armas. Allí fué socorrido de un caballero lla- gados á le ayudar, y si á cualquiera de los de la
mado el señor Juan de Altavila, el cual quedó liga les fuese movida guerra por otra cualquie-
á pie, y luego fué muerto de los franceses. ra persona, fuesen todos obligados á le ayudar
Gonzalo Hernández peleó con los franceses, cada uno con cuatro mil de caballo y dos mil
él y todos los suyos; mas visto que no era so- soldados, hasta que fuese la guerra acabada,
corrido y la grande desigualdad que de unos y esta liga durase veinte y cinco años. A todos
á otros había, se volvió á Semenara y recogió fué esta liga muy aplacible, principalmente á
el bagax, y de allí se fué á Ríjoles, que los Bajacid, gran turco, porque pensaba que los
franceses no osaron seguille; porque Gonzalo franceses por aquella provincia moverían
le

Hernández y los otros caballeros iban en la guerra, por la parte de la Velona, que,como ya
rezaga, volviendo á los enemigos y peleando dijimos, está de Otranto, en el reino de Ñapó-
con ellos, que los franceses tuvieron por bien les, diez y nueve leguas de mar, que llaman de

de los dejar ir en paz. De allí se volvió Gonzalo Venecia, porque tenía en su reino grandes
Hernández á Ríjoles, y el Rey Fernando para turbaciones por los bajaes que favorescían á
Sicilia, adonde su padre estaba. Giugimi, su hermano, que era recién muerto, y
no lo sabía Bajaceto, sino que el Papa se lo
había entregado cuando por Roma pasó; y esta
CAPÍTULO XXVIII
era la causa que tanto temía la estada de los
De lo que Gonzalo Hernández hizo después franceses en Ñapóles. Estos cinco príncipes,
que se retrajo á Ríjoles que esta liga hicieron, no avisaron de ella al
Rey de Francia, que estaba en Ñapóles; de
Aquí aconteció á Gonzalo Hernández lo que que el francés concibió mucho enojo, y dijo
pocas veces suele acontecerá ningún capitán: que él sabía con qué quebrantar aquella cade-
que habiéndole sucedido tan mal aquella jor- na aunque fuese de diamantes: ni decía que
nada, por la temeridad del Rey Fernando, no era amigo ni enemigo de venecianos. Luego
perdió el ánimo, antes lo cobró mayor y tuvo Maximiliano invió al señor Ludovico las insi-
más confianza de cobrar lo perdido y lo de- nias de Duque de Milán, y hizo que tomase tí-
más; y el Rey Fernando tuvo la mesma con- tulo de Duque, que hasta allí nunca se lo ha-
fianza de cobrar el reino, confiando en Dios y bía llamado Duque de Milán.
en el gobierno de Gonzalo Hernández.
Gonzalo Hernández vuelto á Ríjoles tornó á
salir con su campo, y comenzó hacer guerra á
CAPÍTULO XXIX
los franceses muy cruel, y á ninguna plaza lle- De lo que el Rey de Francia hizo desde que
gaba que no se le rindía. Visto por los seño- supo la liga destos príncipes, y lo que el Rey
res y potestades de Italia que el capitán espa- Fernando asimismo hizo.
ñol hacía la guerra á fuego y á sangre á los
franceses, estaban muy arrepentidos por así Como el Rey de Francia supo la liga de
haber dejado pasar á los franceses por sus aquestos príncipes y que nada le habían hecho
tierras y casas sin les haber resistido. Tuvie- saber, y vio la guerra que Gonzalo Hernández
ron desto muy gran sentimiento; principal- le hacía sin la poder remediar, y como todas

mente venecianos tenían desto muy gran cui- las fuerzas de Calabria y plazas se le daban
dado, como personas principales en aquella por fuerza de armas y de voluntad, y que to-
provincia, á los cuales inviaron todos sus em- dos los príncipes de la liga hacían ejércitos,
bajadores. Halláronse en aquella sazón en no tuvo segura su estada en Ñapóles. Deter-
Venecia, sin los embajadores del Papa y se- minó de se volver á su reino, con intinción de
DEL GRAN CAPITÁN 285

hacer dos muy gruesos ejércitos, el uno para Cumplideras á la cristiandad y Sede Apostóli-

volver á Ñapóles y el otro contra el Rey de ca, que no se podían tratar por carta ni por
España, por la guerra que su capitán Gonzalo tercera persona; que tuviese por bien de lo
Hernández le hacía, en que le había hecho per- esperar allí, porque de la vista redundaría
der todo su crédito y autoridad. Publicaba él gran provecho á los unos y á los otros, prin-
que habían hecho paz y amistad, y aquello fué cipalmente á la cristiandad. El Papa no lo qui-
sacando si fuese contraía Iglesia y Sede Apos- so aceptar, ora porque después que pasó por
tólica. Roma no le había sido amigo, ó por ser de la
Pues partido el Rey de Ñapóles con la ma- liga de sus enemigos, ó porque se temió no
yor parte de su ejército, dejando en aquel rei- pusiese agora por obra su mala intinción, lo
no el mejor recaudo que él pudo, se fué de- cual no osó hacer á la ida, ó por hacer placer
recho á Roma. Pues á esta sazón, sabiendo el á los de la liga, de los cuales era importunado
Rey Fernando desde Mecina, adonde estaba, no se viese con él, temiendo no se mudase de
que el Rey de Francia era ya partido de Ña- su amistad y se juntase con el francés, ó por-
póles, recogiómás de cincuenta navios, en los que se tuvo por cierto que aquella ida suya
cuales recogió la más gente que pudo, y ha- tan violenta y arrebatada, teniendo la guerra
ciéndole muy buen tiempo llegó á Ñapóles, en el reino, donde vía irse apoderando del
adonde fué muy bien recebido de todos, gran- Gonzalo Hernández, no era sino por apartar
des y chicos, que lo salían á ver y á besalle las al Papa de aquella liga y amistad. Y desta

manos. Luego fueron cercados los franceses y causa los de la liga tuvieron forma de apartar
rindidos y hechos los tratos y conciertos para el Papa de aquella vista. El Papa respondió al

los dejar ir, aunque mos de Aubery había in- Rey le hiciese saber, ó por carta ó por alguna
viado con mos de Persy cierta gente á soco- persona muy acepta á su servicio, lo que le
rrer á los cercados en Ñapóles; ni Persy llegó quería comunicar, y si esto no podía ser que
ni podía, porque los conciertos estaban ya fir- viniese ahorrado y no acompañado con gente
mados dados rehenes sobrello. Pues sabido,
y de guerra, que la razón y derecho lo reque-
partió Monpensier de Ñapóles, el cual había rían: que á Papa que estaba en su silla, pací-
quedado por el Rey de Francia por General de fico y sin gente de armas, viniese asimismo el
la gobernación de su gente. Movió en Pulla Rey cristiano pacífico; porque venir á Roma
guerra, ayudado de los Príncipes de Salerno» cercado de gente de guerra no parecía venir
con el cual se le llegaron de la Casa Ursina como huésped amigo, sino como enemigo, y
Bartolomé de Alviano, Virginio Ursino y Pau- que si todavía perseverase de venir á Roma
lo Vitelio. Traía en su compañía tres mil hom- con mano armada, él se iría á alguna parte
bres de armas y caballos ligeros. Esta ayuda adonde la majestad del Sumo Pontífice estu-
hacían estos Ursinos, porque sabían que el viese del segura.
Próspero Colona y Fabricio Colona y Marco El Rey aunque recibió esta respuesta del
Antonio Colona tenían gran reputación con el Papa, no por eso dejó de seguir su camino
Rey don Fernando. derecho á Roma; lo cual sabido por el Papa se
fué á Civita Vieja, y todos los Cardenales y
clerecía; y todos los que podían seguir la gue-
CAPÍTULO XXX
rra se fueron tras el Pontífice, sin la gente de
De lo qiiel Rey de Francia hizo después que venecianos y Duque do Milán, que estaban
partió de Ñapóles para su reino, y de lo que allí junto, que eran diez mil de caballo. El Rey

en el camino le aconteció. de Francia se fué derecho á Roma y estuvo


en ella tres días, adonde se hicieron muchos
El Rey de Francia partió de Ñapóles á los males y insultos; principalmente afrontaron y
veinte y cuatro días d§ Mayo del dicho año de mataron y tomaron las haciendas á todos los
mil cuatrocientos noventa y cinco años con la españoles que allí en la cibdad hallaron, ma-
mayor parte de su ejército, y tomó el camino tándolos y saqueándoles las casas. Entró el
de Roma. Invió delante á hacer saber al Papa francés en Roma primero día de junio, así que
cómo él se volvía por Roma y muy pacífico, estuvo en aquel reino cuatro meses. El Rey
que tenía necesidad de comunicar con su San- invió á decir al Papa que allí le espearse en
tidad algunas cosas muy importantes y muy Civita Vieja, que en todo caso cumplía se vie-
286 CRÓNICA MANUSCRITA
sen, yque le daba su fe real que de la vista y riquezas para ello, cuando los tesoros del
redundaría gran provecho á su Santidad; por Senado y pueblo veneciano faltasen. Sacaron
ende que no rehusase de lo hacer. El Santo luego los venecianos mucho oro y plata y pó-
Padre le rescribió diciendo que no lo entendía nenlo en cambios, eligen capitanes y hacen
hacer, salvo si viniese como la primera vez le un muy grueso ejército; eligen por su Gene-
había escrito, ahorrado y sin gente de guerra. ral á Francisco de Qonzaga, Marqués de Man-

Y porque el francés no le atajase el camino, se tua.Aquí se vio en aquel Senado, que jamás
fué más que de paso á Perusa, con intinción desdel principio que aquella cibdad se pobló,
que si allí le siguiese el francés irse desde allí aconteció que en muy pocos días, que aun
á Ancona y desde allí se pasar á Veñecia, á en pensarlo no había lugar, estaba un muy
donde había escrito había de ir, pudiéndolo grueso ejército en campo, y todos con muy
hacer. Visto por el francés que no podía gran gana de venir á las manos con los fran-

haber efeto lo que quería, dio la vuelta y fue- ceses. Al Marqués de Mantua le mandaron
se á Sena y mandó saquear á Costanilla por fuese General de aquel ejército, porque era
enojar al Papa, aunque él se disculpase des- en aquella sazón el capitán más señalado que

pués que porque no quisieron dar á sus gen- había en y mandáronle que no llevase
Italia,

tes mantenimientos habían saqueado aquel lu- nombre de general, sino de capitán. Y este
gar y otros. En este tiempo la cibdad de No- ejercito muy en orden se fué á poner junto á
vara, del ducado de Milán, rebeló al Duque y Parma á esperar allí á los franceses junto al

se dio á los franceses. ríode Taro, y luego llegó allí el ejército del
Duque de Milán y se juntó con el campo de
los venecianos.
CAPÍTULO XXXI
Estaban en este ejército por mandado de
De que hicieron los venecianos vistas las
lo venecianos dos legados, Melchior de Treviso
afrentas que los franceses hacían d los de la y Lucas de Pisa, á los cuales y al capitán man-
Liga, y cómo ellos y el duque de Milán le daron que si los franceses pasasen sin hacer
dieron la batalla. mal á tierra suya ni de sus confederados, en
ninguna manera peleasen con ellos; mas si

A venecianos les pareció que ya no era


los alcontrario hiciesen, les diesen la batalla, y
tiempo de sufrir las injurias que á los de su que se acordasen que en aquella batalla esta-
Liga se hacían, y quel Santo Padre, que era ba puesta la salud y libertad de toda Italia y
uno de ellos, andaba huyendo del y al Duque que vengasen las afrentas que aquella bárba-
de Milán le habían tomado á Novara. El Rey ra nación había hecho y hacía á toda aquella
Alfonso y Fernando su hijo andaban desterra- provincia y á sus am'gos y aliados.
dos de su reino; los florentines, los seneses,
los de Luca, aliados con el francés. Fué con-
sultado en el Senado y pueblo veneciano que CAPÍTULO XXXII
si al francés dejaban salir en ésta que queda- De cómo pasó la batalla entre venecianos
ría tan soberbio que intentaría cosas mayo- y los franceses.
res y más dañosas, y que la libertad de Ita-
lia estaría en punto de se perder y que á El visto que no pudo haber
Rey de Francia,
solos ellos miraban todas las gentes como efeto de poderse comunicar con el Papa
á defensores en aquel tiempo de Italia, y que tomó su camino para Aste, adonde había de-
era bien dar á entender al francés que aún jado á su tío el Duque de Urliens, y siguiendo
Italia no había perdido todas sus fuerzas ni su camino llegó á Pontano, en el monte Ape-
aquel ánimo de romanos que de sus pasados nino, y mandóla asolar y quemar. Y bajando
habían heredado, como él pensaba, y que la la sierra del dicho monte Apenino mandó que
Liga que se había hecho efectuaría lo que allí á doquiera que llegasen hiciesen camino con
se había concertado. las armas, si por bien no les diesen pasaje.
Concertado esto, luego mandaron abrir sus Los venecianos tenían determinado de les
tesoros sin haber en toda aquella señoría per- dar la batalla si los franceses no fuesen por
sona que lo contradijese, antes, con muy donde tenían determinado que fuesen. Como
grande ánimo, todos ofrecían sus haciendas el Rey de Francia bajó á lo llano y vio el ejér-
DEL GRAN CAPITÁN 287

cito de los venecianos, paró y liizo un razo- comenzaron á pasar el río por tres partes.
namiento á los suyos. Decíame mos de La- Aquí hubo un desconcierto muy grande, de
xao, que iba allí en servicio del Rey de Francia los que suelen acontecer en las batallas, y

y era mozo de su cámara, de edad de catorce fué de parte de los venecianos, porque el río
años, que dijo á grandes voces: «¿Cómo no era hondo, y sí algún vado había no lo sabían,
están aquí conmigo los mis gentileshombres y la ribera por do habían de salir estaba llena
de Francia?» Todos dijeron que sí. El les dijo de sauces y otros árboles y m.uy honda, que
que les rogaba y mandaba se acordasen que no podían salir, y los más salían nadando,
peleaban delante de su Rey, y por la honra y que muy pocos toparon con el vado; y esta
vida suya y de su reino; que él les daba su fe fué la causa que muchos no se hallaron en la
real ó de ser vencedor aquel día ó quedar batalla. No faltó quien dijo que aquel día la
tendido en aquel campo como buen Rey fran- gente se había desmandado á pasar el río
cés. A todos habló muy familiarmente; todos antes que se bascase por dónde pasasen y
los capitanes y gentileshombres le suplicaron sin esperar el mandamiento del capitán; y pa-
no pelease y que se guardase para cosas ma- rece verisímile, porque si eso no fuera, ha-
yores, que ellos le daban su fe y palabra que biendo allí tantos capitanes y tan sabios en
dada la batalla él pasase sobre los cuerpos las cosas de la guerra y el Marqués tan diestro
muertos de sus enemigos, y no había quien en todo género de la disciplina militar, no pa-
los pudiese detener, sino acometer á los ve- saran el temeraria y tan locamente
río tan
necianos. Los italianos tenían el mesmo de- sin mirar la hondura del río y sin buscar los
seo, acordándose de los males y robos que á vados y salidas y sin esperar las banderas,
la ida habían hecho, y aun agora en la venida sino como gente desordenada. Andando el
en toda la tierra. El Marqués de Mantua ha- ejército por el río buscando vados y salida,
bía prometido al Senado y pueblo venecianos alguna gente de caballo y soldados que salie-
y al Duque de Venecia con la ayuda de Dios ron con ellos sin esperar las otras banderas,
de dar á entender á los franceses cómo aún y el Marqués siempre delante de todos ellos,
no era perdido del todo, como decía el fran- que á nado y con gran trabajo había salido,
cés, el esfuerzo y ánimo de los italianos, y acometieron con grande esfuerzo á los fran-
que él esperaba en Dios que él llevaría el ceses, diciendo á grandes voces el Marqués:
pago de la locura. «Suplicóos, compañeros y señores, conozcan
El francés tomó la mano derecha del río hoy los franceses que aún dura en nosotros
Taro; iban los franceses muy sosegados, sin el esfuerzo de nuestros pasados y no quede
hacer alboroto alguno de los que otras veces ninguno de ellos á vida, que los que pasamos
suelen hacer. El Marqués estuvo con su cam- bastamos para estos locos soberbios». Y di-
po quedo. Los franceses, orgullosos de ver ciendo esto arremetieron contra ellos, seyen-
estar á los venecianos quedos, pensaron que do primera lanza la del Marqués. Acome-
la
temían y comenzaron de asestar contra ellos tiéronlos con tan grande ímpetu que los arran-
la artilleríay tirar á su ejército, ó por no los caron del campo hasta les retraer á la tienda
tener en poco, ó porque viendo que los aco- á do el Rey estaba asido de una cuerda della,
metían les hiciesen perder parte de su orgu- con muerte de muchos dellos. El Marqués,
llo, pensando que no pasarían e! río, que les como fué la primera lanza que rompió, salió á
pareció tener muy malos vados y peores sa- él un caballero muy principal que venía de-
lidas. Viendo esto el Marqués dijo á los lega- lante, al cual elMarqués derribó y comenzó
dos:«¿Qué hacemos? Aquello no es de gente á apellidar y animar á los suyos. El Rey, como
que va su camino, sino de enemigos, pues nos vio huir los suyos y venirse retrayendo hacia
acometen». Al cual respondió Melchior Tre- su tienda, ágran priesa se desnudó sus paños
visano, uno y el principal de los legados: reales y los trocó con los de un soldado pobre
«Pues el francés comienza la batalla, la fuer- por no ser conocido si del todo fuesen venci-
za con otra semejante se ha de resistir. Tú dos, y cabalgó en un caballo y comenzó á de-
usa de tu cargo de capitán y dales la batalla, cir á sus hombres de armas palabras muy

y sea Dios el juez y nosotros los ministros feas, diciendo:«Cómo, mis gentileshombres
de su justicia». El Marqués ordenó sus haces de Francia, ¿es estolo que me prometisteis
y escuadrones y con apellido de Sant Marco con tanto ánimo y tan poco ha peleando de-
288 CRÓNICA MANUSCRITA
lante de vuestro Rey por su vida y por la de que sola una parte de tres peleó, y no la ma-
todos vosotros y por la honra y reputación yor; y la parte que peleó, tornó á pasar el río
de Francia? ¿A tal tiempo os falta el esfuerzo y se volvió para los que de la otra parte ha-
que solos estos pocos que han pasado el río bían quedado, que estaban tan turbados y co-
os hacen volver las espaldas? ¿Cómo á tal rridos que no los podían tener, sino que se
tiempo desamparáis á vuestro Rey? Volved, habían de ir.

mis caballeros, á la batalla, que más vale mo- ElMarqués, los legados y los otros capita-
rir peleando que vivir mil años. Vengad tan nes que habían peleado, los animaban dete-
grande afrenta y injuria como habéis recibi- niéndolos. A esta sazón llegaron allí el Conde
do». Y tomó una lanza y comenzó á decir á de Petillán y Virginio Ursino, que el Rey de
grandes voces: «¡Vuelta! ¡vuelta! mis france- Francia había preso y los dejaba á buen re-
ses, con aquestos á la batalla y gocemos des- caudo, y se habían soltado y por la posta ha-
ta honra». bían venido á se hallar en la batalla, y per-
suadieron á los venecianos que volviesen á
la batalla contra los franceses, que de suyo
CAPÍTULO XXXIII
estaban vencidos; que si la mitad de los que
De cómo los franceses volvieron á la batalla, no habían peleado diesen en ellos, estaba muy
V el fin que hubo. cierta la vitoria, y que ellos serían los delan-
teros en la batalla. Los venecianos, teniendo
Los hombres de armas franceses, afrenta- á aquellos dos capitanes ursinos por sospe-
dos por aquellas palabras del Rey, volvieron chosos, no se osaron fiar dellos, y así era la

con grande esfuerzo á la batalla, teniendo verdad loque estos dos capitanes decían, que
muy mejor lugar que los contrarios para pe- los franceses estaban rotos y casi vencidos.
lear, porque los venecianos tenían muy mal Los franceses comenzaron poco á poco á
sitio, así para ofender como para se defender, se retirar hacia otra parte. El Marqués con
mas volvieron con grande ánimo y los torna- algunos de caballo les fueron alcanzando por
ron á llevar por una cuesta abajo buen tre- las espaldas, y aquí fué preso el bastardo de
cho. Aquí murieron algunos varones señala- Borbón, y así se fueron los franceses por
dos de ambas partes. Los caballos ligeros de otro camino y dejaron el que antes llevaban.
venecianos, que tenían mandato de dar en las No se pudo saber el número de los muertos:
espaldas del Rey, que estaba ya casi vencido, más murieron de los venecianos que de los
teniendo por muy cierta la vitoria, dieron en franceses. Los venecianos decían haber sido
el bagax y robáronlo, y detenidos en esto no vencedores, pues les tomaron el carruaje y
ayudaron á los suyos. Fué esta codicia causa les hicieron ir por otro camino y dejar el que
de perder de las manos otra tan gran vitoria, antes llevaban. El francés decía que había
porque había mucho que robar. Pelearon una llevado la victoria, porque había apartado de
hora y cuarto; murieron muchos de ambas sí á los enemigos con muerte de muchos dellos

partes; otros fueron cautivos, y entre ellos el y había seguido su camino sin podérselo estor-
bastardo de Borbón. Los Esforcianos pelea- bar sus enemigos. Murieron de ambas partes
ron por otra parte, adonde murieron muchos, muchos caballeros y muy principales, princi-
y fueron hacia Parma, y sobre robar el ca- palmente de la parte de Francia. Aquella no-
rruaje del francés hubo entre los caballos li- che los franceses estuvieron con mucha guar-
geros gran pelea y entre los soldados, y aquí da y temor de sus enemigos. Otro día hicie-
murieron más que en la batalla. De la otra ron treguas por un día para enterrar los cuer-
parte del río había quedado la mayor parte pos de los muertos de la una parte y de la
del ejército veneciano, ó porque no quiso pa- otra. Pasada la tregua los franceses se pasa-
sar ó porque no pudo en tanta priesa como ron á un cerro alto, adonde se hicieron fuer-
pasaron los primeros. Las dos batallas se tes tres cuartos de legua de donde fué la ba-
apartaron las unas de las otras, digo las que talla. Desde allí comenzó el francés á enten-
pelearon, que las otras dos partes, como he- der en tratos fingidos por dos días, entre
mos dicho, la una estuvo peleando los unos tanto que se aparejaba para la ida, y esa no^-
con los otros sobre robar el bagax y la otra che mandó hacer muchos fuegos en el real, y
y mayor se quedó de la otra parte del río, así pasada la media noche comenzó su ejército á
DEL GRAN CAPITÁN 289

marchar camino de Pavía, con muy gran si- dióle una grave enfermedad de una fiebre con-
lencio por no ser sentidos. Como otro día vie- tinua, de que murió en pocos días.
ron los venecianos partidos los franceses y El Rey Fernando fué, como dijimos, muy
que llevaban gran paso, soltaron los caballos bien recibido, con muy grandes alegrías y
ligeros y tras ellos la infantería y les comen- fiestas. Salían las mujeres y doncellas en dan-
zaron á alcanzar, mas poco daño les hicieron, zas y corros á besalle las manos y llorando
ó porque no quisieron ó porque no pudieron. de placer, que por mal afortunado se tenía el
El Rey de Francia aportó á Aste, adonde ha- que no le besaba las manos, ó pies, ó la ropa
bía dejado con cierta gente de guerra á su como gente que salían de tinieblas y vían
tío Luis, Duque de Urüens, adonde pasó al- agora nuevamente el sol; estaban todos fue-
gún Fué esta batalla postrero día de Ju-
día. ra de sí de placer, como gentes que salían de
nio de mil y cuatrocientos y noventa y cinco tan gran servidumbre. El Rey Fernando los
años. abrazaba como si hobiera mucho tiempo que
no los hobiera visto. Todos aquellos días se
gastaban en fiestas y en lo visitar de noche y
de día.

COMIENZA. EL SEGUNDO LIBRO CAPÍTULO II

DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ HIZO De lo que Gonzalo Hernández hizo después
que sujetó las provincias de Calabria y
Á LOS REYES DE FRANCIA HASTA GANARLES
Pulla.
AQUEL REINO DE ÑAPÓLES Y AL GRAN TUR-
CO LA ISLA DE chafalonía, CON OTRAS
COSAS QUE MÁS PASARON EN EL REINO DE En este tiempo Gonzalo Hernández, des-
pués que puso á la obidiencia del Rey Fer-
GRANADA.
nando las provincias de Calabria y Pulla, fue-
se á invernar á Neocastro, adonde el Rey Fer-
CAPÍTULO I
nando lo envió á llamar, rogándole por aquel
Cómo el Rey don Fernando volvió á Ñapóles, Bernardo, su secretario, de quien atrás diji-
donde fué acogido con grande alegría (')• mos, se fuese á juntar con él, porque el Rey
Alfonso, su padre, cuando se vio ya cer-
En uno de los capítulos del primero libro cano á la muerte lo envió á llamar y le dijo
se dijocómo el Rey Fernando, vista la volun- ninguna cosa hiciese, así en la paz como en la
tad de los de la cibdad de Ñapóles, se partió guerra, entre tanto que Gonzalo Hernández
con gran presteza á la cibdad, como atrás diji- en aquel reino estuviese, sin su parecer; y
mos, adonde fué muy bien recibido de grandes que ninguna cosa hiciese sin su voluntad, y
y pequeños, porque se acordaban de las mu- que se acordase de le pagar por obra las
chas y grandes mercedes que habían recibido obras y voluntad á los Reyes Católicos, sus
de la Casa de Aragón. Entretanto que esto tíos, este tan gran beneficio, y á Gonzalo Her-
pasaba, Gonzalo Hernández acabó de ganar nández diese muy gran parte de aquel reino.
las provincias de Pulla y Calabria, que que- Oído por Gonzalo Hernández lo que el Rey
daban pocas plazas por ganar. El Rey Alfon- mandaba, determinó de lo hacer, dejando co-
so, que atrás dijimos que había renunciado el bradas las ciudades de Calabria y á Cotron,
reino á Fernando su hijo y aun había tomado á Esguilazo, y Abeni y á Semenara, adonde el
hábito de clérigo, visto que la mayor parte del Rey Fernando había sido roto, y á Terranova,
reino había ganado Gonzalo Hernández, de- con otras muchas plazas. Estuvo dudoso qué
terminó de ir á Ñapóles y tornar á tomar el haría, ó si iría contra mosiur de Alegre, que
reino. Tanta es la humana codicia que los había quedado con mosiur de Auberi con po-
hombres tienen por señorear, que ninguna cas fuerzas, porque todo el otro ejército ha-
cosa se les pone delante. Estando el Rey Al- bía enviado con mosiur de Persi, que eran los
fonso ya aparejadas todas las cosas que cum- suizos y los hombres de armas viejos y plá-
plían para pasar á Ñapóles á cobrar su reino, ticos, ó se iría á juntar con el Rey Fernando
á Ñapóles, que lo llamaba y le pedía socorro.
O Eu el original uo tieno epígrafe esto capitulo. Al fin se determinó de ir á socorrer al Rey Fer-
Crónicas de! Gran Capitán.- 19
290 CRÓNICA MANUSCRITA
nando á la cibdad de Nápoks, y habiéndo- te había un muy mal paso, adonde los france-
se determinado en este último parecer, el ses y señores de aquel reino y personas par-
Rey le envió á decir que viniese por la parte ticulares habían puesto grandes defensas,
de Pulla, que estaba en su obediencia, y no puestas en ella, y ellos estaban en Laino, una
por el camino derecho, adonde había mucho villa muy fuerte.
estorbo.

CAPÍTULO IV
CAPÍTULO III
De lo que aconteció á Gonzalo Hernández so-
De loque Gonzalo Hernández hizo, visto lo bre la villa de Laino y contra los señares
que los contrarios tenían aparejado para le que en ella estaban.
estorbar el camino, si por alli quisiese ir á
se juntar con el Rey Fernando en la cibdad El parecer de los capitanes y gente de gue-
de Ñapóles. rra eraque se volviesen atrás y tomasen otro
camino, pues había tanta dificultad para po-
Gonzalo Hernández, sabida esta nueva, der tomar por fuerza de armas á Laino, seyen-
puso su gente en orden y llevó su camino do la villa tan fuerte y tan fortalecida de to-
derecho, y de camino combatió á Cosencia y das las cosas perteríecientes á la guerra, y
la.tomó, y juntamente á la fortaleza, que era tantos caballeros tan sabios en las cosas de
muy fuerte y estaba muy bastecida. Los fran- la guerra, que les parecía que no haría efec-

ceses la defendían con grande esfuerzo, por- to su ¡da por allí, y que los hombres habrían
que era la más principal de Calabria, mas los de acometer las cosas que parecían posibles
españoles de tal manera apretaron el cerco y que lo demás era tentar á Dios. Y lo mismo
que la tomaron y la fortaleza, como dijimos; y persuadía aquel Bernardo de Bernardis, em-
asimesmo combatieron á Valcrate, y á Pan- bajador del Rey Fernando, que allí venía, un
dosa, y Trévcris, y Castro Vilar y otros algu- hombre, como dijimos, muy prudente en la
tíos lugares, y todos aquellos lugares que es- guerra y en la paz. A los cuales respondió
taban en el valle del río Crate, el cual va á en- Gonzalo Hernández: «Bien sé que todos me
trar en el mar Yonio. Tomó asimesmo á Cas- aconsejáis lo que os parece que es lo más se-
tilfranco, adonde murió aquel Rey Alejandro, guro; mas yo os digo, y lo haré, que iré ade-
Rey de los Epirotas, y pasó el río Campana, lante, aunque no sea para más de para ganar
y fué adelante con su ejército hasta Castro- tres pasos |>ara mi sepultura, antes que vol-
Vilar. AHÍ sentido de los espías, Gonzalo Her- ver atrás para ser señor del mundo». Luego
nández salió con algunos de caballo á ver el ca- mandó á los capitanes que moviesen camino
mino por do habían de ir, porque todo estaba de Laino, que está puesto sobre el río Lao, que
ocupado con franceses y villanos de la tierra, parte á la provincia de Calabria de Basilicata;
los cuales se juntaron unos con otros en gran adonde estaban señores de la Casa de
los
número, y se pusieron «en celadas muy secre- Sant Severino, es de la Casa del Prínci-
•qu'e

tas dentrambas partes en el camino, que era pe de Salerno, que habían seguido siempre la
muy fragoso. De lo cual avisado Gonzalo Her- parte francesa, con algunos caballeros france-
nández sacó su gente y fué por donde supo ses y infantería. Estaba allí el Conde Améri-
que estaban las celadas, y arremetió por tres go, hijo mayor del Conde de Capacho, y con
paftes, por allí á do supo que estaban, y fué 'él diez y seis caballeros muy principales de

la primera lanza que arremetió con maravi- aquel reino. Gonzalo Hernández llegando muy
lloso ánimo; y no pudiendo sufrir los villanos cerca de la villa comenzó á animar á los es-
•las fuerzas de los españoles, fueron muertos pañoles, diciéndotes: «Si cada uno de vosotros
con tal suceso, que dijo Gonzalo Hernández hace hoy lo que debe, sin duda es nuestra la
que nunca jamás había hecho caza tan apaci- •Vitoria, y si ésta no ganamos, todo lo que
ble. A los que vivos quedaron, ningún mal les atrás dejamos ganado se rebelará y perdere-
fué hecho. mos el crédito que hasta aquí tenemos gana-
Luego otro día los de Mirano se rindieron do. Yo os confieso que son muchos más en
por fuerza de armas. Allí se hizo gran mor- número que nosotros, mas así les hacemos
tandad en los franceses; y caminando adelan- mucha ventaja en la justicia, en el esfuerzo,
DEL GRAN CAPITÁN 291

en perseverancia». Los capitanes y solda-


la mándolos en medio los... ('). Fué esta rota de
dos le dijeron que moviese contra sus enemi- tanta importancia, que todos aquellos luga-
gos, que ellos harían su deber y que no era res se le rindieron. Pues llegando al campo
menester tan largo razonamiento. del Rey puso la caballería y infantería, según
Los franceses y italianos que estaban en costumbre de guerra y en orden de batalla.
Laíno estaban muy descuidados, pensando El Rey Fernando, con el Marqués de Mantua
que los españoles no osarían ir á Laino, así y el Cardenal Borja, legado del Papa, le sa-
por ser tan pocos y ellos muchos, y por estar lieron á recibir con muy grande alegría.
tan bastecidos de todo lo que habían menes-
ter para la defensión de aquella plaza y la
CAPÍTULO V
villa, que era tan fuerte de su sitio y defensa.

Gonzalo Hernández anduvo toda la noche, y De lo que el Rey Fernando y Gonzalo Hernán-

en siendo el alba, dio sobre ellos con tan dez hicieron después que se juntaron junto
grande sobresalto y furia, que no fueron sen- á la Tela.
tidos, y muchos recordaron al «Santiago» y á
«España, España». Fué tanta la priesa que les En este tiempo, que era ya el año de mil y
dieron, que no tuvieron lugar de se armar y cuatrocientos y noventa y seis años del naci-
de pelear. Todos se rindieron. No murió allí miento de nuestro Redentor Jesucristo, el
persona principal sino el señor Amérigo, hijo, Cardenal Borja, hijo (^) del Papa Alejandro,
como dijimos, del Conde de Capacho, y el llegó alRey y le acompañó y sirvió en todas
mayor, que era muy buen caballero y muy es- las guerras que después hizo, como aquel
forzado, aunque mancebo; y si todos pelea- que era muy sabio en todo. Llegado Gonzalo
ran como él, fuera bien ensangrentada la vito- Hernández al Rey, que lo salió á recebir, le
ría. Fueron presos los diez y seis caballeros dió las gracias por lo que había hecho, di-
que allí estaban, á los cuales dijo Gonzalo ciéndole que de su mano recebía aquel reino,
Hernández: «Muy espantado estoy, señores, y que todo era para él, y que de su mano to-
de vosotros, sabiendo los grandes beneficios maría la parte que del le quisiese dar. Gon-
que siempre habéis recibido, a^í vosotros zalo Hernández se le hornillo, y le respon-
como todos los deste reino, de la Casa de dió: que él era allí venido por mandado de
Aragón, y el mal tratamiento que de los fran- los Reyes Católicos á le servir, y que Dios,
ceses amigos y enemigos recibís siempre, y en cuya mano están los reinos y señoríos,
la mucha justicia que á estos reinos tiene la viendo su mucha justicia se lo había vuelto.
Casa de Aragón y la ninguna que los france- Estaban allí en la Tela todos los caballe-
ses. ¿Cómo, señores, seguís tan errada opi- ros principales que el Rey de Francia había
nión y tan sin ningún fundamento sabiendo dejado en aquel reino, y con ellos aquel Vir-
que Dios es justo juez y da siempre el pago ginio Ursino, que dijimos quel Rey francés
que los tiranos merecen?» El Conde Amérigo había preso, y después suelto se había ido
estaba muy herido, y viéndose muy cercano á al campo de venecianos. Goazalo Hernández
la muerte llamó aquel Bernardo de Bernardis deseaba mucho que se viese en aquella pro-
y le dijo: «Yo me muero, y antes que el alma vincia de Italia el esfuerzo y ánimo de los
se me salga del cuerpo, me oíd de confesión». españoles, que hasta entonces aún no era
Y comenzóle á confesar sus pecados. Bernar- bien conocido en aquella nación, porque no
do le respondió: «Señor Amérigo, los peca- habían conversado en aquella provincia de-
dos, faltando sacerdote, confesadlos á Dios, lante de aquellos capitanes de diversas nacio-
que es Él el que suele y puede perdonar, que nes que allí estaban. Estaba esta gente en
en su lugar os oya y os absuelva y perdone, y guarda de unos molinos, de que recebíari gran
á nosotros nos avisad de lo que sabéis de los provecho así en molerles el trigo como de la
franceses, en que podamos ser avisados, y agua que de aquel arroyo corría, de que se
aprovechará mucho así á vos como á la Casa aprovechaban mucho los cercados. Gonzalo
de vuestro padre». Lo cual él hizo luego y dió Hernández hizo dos partes de su campo: los
la alma á Dios. Tras esto mandó combatir á unos contra los gascones ballesteros, los pi-
los villanos calabreses, que se habían hecho
(') Sic: parece falta una palabra, acaso «desbarató».
fuertes en los valles de aquel camino, y to- (*) Nieto, dice el original equivocadamente.
292 CRÓNICA MANUSCRITA
queros contra la caballería; mandó que algu- presteza tratase las cosas de la guerra, antes
nos hombres darmas se metiesen entre la que enemigos tuviesen lugar de se aper-
los
clbdad, para resistir á los franceses que sa- cebir y fortalecer con nuevas fuerzas. Pare-
liesen de la villa á socorrer á los suyos. La cíase mucho á Julio César, ditador romano,
otra parte escaramuzando tomase en medio en presteza y celeridad. Llegado á Calabria,
á los enemigos. Comenzóse una muy brava y los domó y castigó á los culpados y á los que
muy sangrienta escaramuza. Los suizos lue- habían sido causa de aquella rebelión. A los
go volvieron las espaldas. Los gascones ha- unos mandó cortar las cabezas y á los otros
biendo disparado sus ballestas se metieron echó en prisión; dejándolo todo allanado, ha-
en huida. Los caballos ligeros españoles, biendo hecho mucha justicia de los culpa-
mezclados entre ellos, los rompieron y hu- dos. Acabado esto, le llegó nueva cómo el
yendo para la ciudad fue muerto gran número Rey Fernando, que él había dejado de camino
de ellos. De la otra parte los hombres dar- para la cibdad de Ñapóles, era muerto de
mas sostuvieron el socorro de los franceses cierta enfermedad que le había mucho apre-
que salían fuera. En el cual tiempo Gonzalo tado, de que murió. Hubo cierta sospecha
Hernández invió ingenios para derribar que le habían dado yerbas. Gonzalo Her-
los molinos y de presto recogió la gente, nández sintió tanto su muerte, que no se
antes que los capitanes franceses inviasen puede escrebir el gran sentimiento que de su
mayor número de gente á socorrer á los muerte hubo.
suyos. Luego Gonzalo Hernández los comen- Los franceses que quedaban en el reino,
zó á combatir, y aunque por los de dentro habiendo hecho su partido, como dijimos, de-
hubo gran resistencia, los españoles los jando la artillería y sus caballos señalados con
apretaron con tanto ánimo, que los franceses las señales reales de Francia; mas como los
hablaron en partido; y fué que les diesen li- franceses sean tan amigos del vino y de
bertad para se volver á Francia, así por mar comer, principalmente de todas maneras de
como por tierra, como más quisiesen, y entre- frutas y de estrujar las uvas y beber el
gasen todas las fortalezas y plazas que en mosto, juntamente con el calor del verano,
aquel reino tuviesen. Lo cual les fué otorga- que comían con desorden cuanto hallaban, y
do, y ellos lo cumplieron. De los franceses más con aires contrarios, y sucediendo luego
muchos se embarcaron y corrieron tormenta el otoño muy enfermo y dañoso, murieron

en la mar, y los más se ahogaron; y á los que muchos en Castelamar y en Puzol y en otras
fueron por tierra, los villanos y los que no lo algunas plazas. Entre los cuales murió el ca-
eran, teniendo frescas las injurias y afrentas pitán general Gilberto Monpensier, que lla-
que dellos habían recebido, cuando por allí maban el Baylí de Vitri, y más cuatro capita-
pasaron, los despojaban y mataban, que muy nes suizos ('). Fué tan destemplado y tan en-
pocos aportaron á Francia, y esos en carnes fermo aquel otoño, que por su grande des-
vivas y pidiendo por Dios. templaza se creyó que fué muerto, porque le
dio una febrezuela de que murió en el monte
de Soma, no habiendo aún sabido ni gustado
CAPÍTULO VI
de la alegría de la vitoria que Gonzalo Her-
De lo que Gonzalo Hernández hizo después nández había ganado. Dejó por heredero á
que acabó esta jornada de la Tela; cómo Federico, su tío, Duque de Calabria, el cual
volvió á Calabria á castigar ciertos prínci- vino muy prestamente á Ñapóles, y desde
pes y señores de aquella provincia que se allí invió á llamar prestamente á Gonzalo
habían rebelado, y de la muerte del Rey Fer- Hernández se viniese para él, que ya había
nando. tomado las insinnias del reino, y todos le obe-
decieron luego por Rey, aunque tenían muy
Acabada esta jornada de la Tela, fué Gon- gran sentimiento por el Rey Fernando. Acaba-
zaloHernández avisado que ciertos príncipes das que fueron las obsequias del Rey Fernan-
y señores de aquella provincia se habían re- do, los de la fortaleza de Gaeta, no osando
belado. Partió luego con su campo para allá,
porque fué este Gonzalo Hernández un capi- (') Aqui siguen tachadas dos lineas, que decii>n: «Virgi-
nio Ursino fué metido en prisión, el cual pasados algu-
tán, de cuantos yo he leído, que con más nos meses murió preso en NApoles».
DEL GRAN CAPITÁN 293
esperar que Gonzalo Hernández fuese sobre buena gente de guerra. Gonzalo Hernández
ellos, se entregaron al Rey Federico. la mandó combatir. Los de dentro la defen-
dían como varones. Duró el combate grande
CAPÍTULO VII espacio, porque los unos por entrar y los
otros por la defender peleaban muy varonil-
De loque Gonzalo Hernández y el Rey Fede-
rico, recién heredado, hicieion, y cómo Gon-
mente; mas veyéndose muy aquejados y que
los españoles estaban determinados de les en-
zalo Hernández fué sobre Oliveto, y lo que
trar ó morir, oída la beninidad de Gonzalo
allí le avino.
Hernández, abrieron las puertas y se le echa-
Pues viendo Gonzalo Hernández el manda- ron á los pies, y prometieron de ser de y
do del Rey Federico que se viniese para él á adelante muy á la Casa de Aragón.
fieles

la cibdad de Ñapóles, dejando todo allanado Acabado que ya no quedaba en todo


esto,

y pacífico y puesto en bajo de su obediencia, el reino lugar alguno que no estuviese en la


venido, se le humilló y que á él le ha-
le dijo: obidiencia del Rey Federico, y los franceses
bía mucho pesado de la muerte del Rey Fer- presos, muertos y vueltos para Francia, aun-
nando, su sobrino, mas pues Dios así lo ha- que éstos fueron los menos, Gonzalo Hernán-
bía guiado, que aquello debían tener por dez se volvió á la cibdad de Ñapóles con
mejor; que viese su Alteza qué era en lo que todo su campo, pues que ya no había en qué
él podía servir, que aquello mandase, que entender.
luego lo pornía por obra. El Rey le respondió:
que ningunas palabras podrían bastar para
CAPÍTULO VIII

le dar las gracias que él merecía, que á él De cómo Gonzalo Hernández tomó por com-
sólo debía Casa de Aragón aquel reino,
la bate la fortaleza de Ostia que un cosario
que él lo partiría con él, pues él solo lo había tenia ocupada.
ganado del poder del tirano; que le rogaba
fuese sobre algunas tierras de Calabria que En uno de pasados dijimos
los capítulos
se habían rebelado, porque aunque á todos cómo los Coloneses,que entonces seguían la
los otros habéis rendido, sólo este persevera parte francesa y estaban mal con el Papa
en seguir la opinión francesa, y más que los de Alejandro, habían tomado por industria del
Oliveto estaban así menos rebeldes en la pro- Cardenal Ascanio Esforcia, hermano del señor
vincia de Abruzo y Aquino. Gonzalo Hernán- Ludovico Esforcia, Duque de Milán, y la ha-
dez dio luego con su campo la vuelta á Cala- bían entregado á un cosario vizcaíno llamado
bria, adonde nios de Auberi había tomado Menaldo Guerra, un hombre muy cruel y
algunas tierras descercadas y hacíales mucho criado del Rey de Francia, mal cristiano. Roba-
daño. Mas desque vio lo que pasó á Gonza- ba desde allí todos los mantenimientos que
lo Hernández en la Tela,
y que venía muy por el río venían á Roma desde el puerto y
cerca de adonde él estaba, quiso antes apro- castillo de Ostia. Estorbaba la navegación
vecharse del partido que Gonzalo Hernández del Tibre, tanto que el pueblo romano estaba
le haría,que no de la infelicidad de la guerra apretado de la carestía de muchas vituallas,
contra un capitán tan valeroso, que traía á principalmente del pan y vino, que los merca-
la fortuna á su mandar. Y antes que llegase deres sicilianos y calabreses y otros extran-
le dejó desembarazada la provincia. jeros españoles, temiendo la crueldad del co-
Pues dejando toda aquella provincia pací- sario, se iban á otra parte. Porque cualquier
fica, y castigados los culpados, con su campo navio que llegaba á Ostia, si los marineros á
fué sobre Oliveto, los cuales estaban muy re- la hora, caladas las velas y los remos levanta-
beldes y obstinados, perseverando en la fe dos, no se juntaban y se rindían y se deja-
de los franceses, y habían muerto en la isla ban saquear y prender, eran con la artillería
del Vico á don Rodrigo de Avalos, hermano de echados á fondo, y había faltado muy poco
don Alonso de Avalos, Marqués de Pescara, que no prendiese las galeras del Papa, que
un capitán de gran valor. Pues llegado Gon- habían llegado á la boca del rio. No se puede
zalo Hernández sobre la villa, que era muy escrebir la maldad deste cruel tirano, que por
fuerte, así de sitio como de muros, teníanla ningún partido que se le hizo quiso dejar de
muy bastecida de grandes fosos y de muy hacer cruel guerra, porque con su soberbia
294 CRÓNICA MANUSCRITA
no temía á persona desta vida. Hacía mucha CAPÍTULO IX
guerra á las cosas del Papa y de la cibdad,
De cómo Gonzalo Hernández combatió la for-
y á sus aliados y amigos del Papa en tanto
taleza de Ostia y latomó por fuerza de ar-
grado que muchas veces había en la cibdad
mas, y prendió á Menaldo Guerra, y entregó
mucha hambre, y aunque el Papa había invia-
al Papa así á él como al castillo.
do sobrél ejército con muy buenos capita-
nes, él tenía aquella fuerza tan proveída,que Oído esto por Gonzalo Hernández, habló
ninguna gente de guerra bastaba para lo con los capitanes y soldados y les dijo lo
conquistar. Había el Papa descomulgádolo que parecía que se debía hacer, y que todos
muchas veces á él y á los otros que con se aparejasen para la mañana y que se diese
él esíaban. Visto por el Papa el poco fruto el asalto, y dijo á la hora que se había de dar

que de la guerra y descomuniones se sacaba, y por dónde, y les avisó de todo lo que en él
y los muchos daños que á aquella cibdad ha- pasaría, Y estando todos escuchando lo que
cía, invita un legado á Gonzalo Hernández, se había de hacer, miró á un soldado llamado
que pues Dios lo había criado para deshacer Londoño, que era alférez, y díjole: «Londoño,
los agravios y injusticias que los tiranos ha- yo sé quién porná mañana primero la bande-
cían, como á otro Hércoles, que le rogaba ra en el muro del castillo». Y luego volvió la
con cuanta instancia podía fuese á castigar plática á don Alonso de Sotomayor, hijo de
aquel tirano, que él tenía por cierto que lo la Condesa de Caminos, que era hombre de

prendería y restituiría aquella fuerza á la armas, y díjole: «Señor don Alonso, yo sé


Iglesia y Sede apostólica, pues en aquel reino quién prenderá mañana á Menaldo». Pues
no había ya que hacer. Gonzalo Hernández habiendo estado allí Gonzalo Hernández tres
fué muy contento de hacer aquel servicio al días, proveído todo con aquella su grande
Papa, principalmente por servir á Dios, cuyo providencia, mandó plantar la artillería de la
vicario era el Pap¿\ Alejandro sexto, y más una banda por tener por aquella parte ocu-
seyendo español y rogándoselo el Rey Fede- pados los enemigos; por la otra hizo tener
rico. Del cual despedido, con su campo de es- aparejadas las escalas para subir por encima
pañoles caminó para Ostia, y llegado, miró del muro. No pensando cosadestas Menaldo,
el sitio de aquella fuerza y vio que era inex- acometieron los españoles por ambas partes,
puñable, así por su sitio como por muros y más flojamente por la parte de la batería; y
industria humana. Gonzalo Hernández le in- por la otra, puestas las escalas, subieron los
vió un trompeta rogándole y requiriéndole españoles con gran presteza en lo alto de la
dejase aquella plaza al Papa, cuya era, Ubre muralla, y mataron los que allí estaban, que
y desembarazada, y que él trabajaría con su eran los menos, y mataron la mayor parte de
Santidad le perdonase y le absolviese de los los franceses que defendían la parte del muro
males que le había hecho, y que esto era lo derribado. Fué todo hecho con tan gran dili-
que más le convenía, y le era muy más sano gencia y presteza, que veyendo Menaldo las
que no perder aquel castillo y fuerza y la cosas perdidas y quebrada su braveza y so-
vida con ella, y la alma en condición, y que berbia tan presto y con tanta ventaja, aun-
estaba espantado, seyendo español, ser tan que él y los franceses que allí estaban ha-
mal cristiano y tan tirano en seguir una cosa bían peleado como varones, Londoño, aquel
tan ajena de hombre de su nación. Menaldo alférez que dijimos, fué el primero que puso
hasta allí jamás quiso hablar en partido con la bandera en el muro, y don Alonso de So-
nadie, ni los oír, aunque fué muchas veces tomayor el primero que se juntó peleando
requerido; mas agora respondió y dijo: «De- con Menaldo, el cual suplicó á don Alonso le
cid á Gonzalo Hernández que otros tan bra- otorgase la vida, y se dejó atar las manos
vosos como él han venido con el desino que como un hombre fuera de sentido. Fué luego
él viene y no les aprovechó nada; que le cer- traído Menaldo atado ante Gonzalo Hernán-
tifico que cuando hobiere hecho todo su po- dez, al cual habló desta manera, mandándolo
der, que no habrá hecho nada, y decilde que desatar: «Muy espantado estoy de vos, señor
se acuerde que todos somos españoles y que Menaldo Guerra, que tantas cosas han pasa-
no lo ha con franceses, sino con español, y do por vos querer defender una cosa tan
no castellano, sino vizcaíno». errada y fuera de razón de hombre cristiano,
DEL GRAN CAPITÁN 295

y fuera de todo buen juicio, sin temor de la y las mujeres mostrando la alegría que tenían
sentencia del Vicario de Dios, cuya esta for- en sus corazones. Iba Menaldo con tan terri-
taleza es, y temer la muerte del cuerpo ni del ble catadura y gesto tan temible y feroz,que
alma, que tan cierta os estaba, y perseverar daba á entender que, aunque era vencido, no
en cosa tan fuera de capitán ni de hombre de del todo era domada su saña y crueldad. Tras
guerra, ni de cristiano, y más seyendo espa- éste iba Gonzalo Hernández con la gente de
ñol, que nunca los de vuestra nación han sido guerra. Fué llevado este tan deseado triunfo
traidores ni malos cristianos, y sobre todo por medio de Roma, con todos los géneros
ser tan confiado que ni temíades á los hom- de instrumentos y ministriles, y géneros de
bres ni á Dios, pues á su Vicario teníades en placer que se pudieron hallar para mostrar
tan poco». Menaldo le respondió: «Señor la alegría que los cibdadanos romanos reci-

Gonzalo Hernández, los hombres en esta vida bían en ver aquel tirano. Como iba luego la
sola una opinión han de tener, y servir con infantería española, y tras ellos la caballe-
fidelidad á su señor, como yo he hecho. Yo he ría, por todas las calles adonde pasaban los
hecho lo que debía, de cuya causa no soy echaban todos muchas bendiciones, alabán-
vencido, pues hice todo mi poder». Luego doles y ensalzando á España que tales hom-
mandó soltar á todos los franceses é italianos bres había criado. Fueron derechos al palacio
que con él estaban que se fuesen libres ,sacro, adonde el Papa los estaba esperando
adonde quisiesen, sin que les fuese hecho en una silla. Estaba sentado en bajo de un
mal alguno, y escribió al Papa enviase Su dosel, á do estaba todo el CoUegio de los Car-
Santidad á quién se entregase aquella forta- denales. El Papa se levantó á recebir á Gon-
leza; lo cual así fué hecho, quel Papa invió zalo Hernández, el cual se le humilló y le besó
un caballero español, á quien se entregó, y los pies. Luego el Papa se levantó y lo abra-
latuvo por el Papa como antes estaba. zó y le besó en el carrillo, y le hizo un grande
razonamiento, en que le loó mucho por ha-
ber traído á Roma aquel tirano y haber traído
CAPÍTULO X tanta abundancia de todas las cosas á la cib-

De lo que Gonzalo Hernández hizo después dad. A todas las cosas que el Papa en su loor
que se entregó aquella fortaleza de Ostia á dijo,ninguna cosa respondió, sino que le su-
la persona que su Santidad mandó. plicaba que, según la religión cristiana, fuese
Menaldo perdonado. El cual con tanta humil-
Dejado esto á muy buen recaudo, Gon- dad pedía perdón, el cual estaba echado á
zalo Hernández se partió derecho á Roma á sus pies, y que le hiciese merced que los ve-
besar los pies Papa, llevando consigo á
al cinos de Ostia por los trabajos y sacos pasa-
Menaldo. El Papa mandó que todos los del dos gozasen de diez años de libertad y que
estado seglar, como del eclesiástico, le salie- no pagasen pechos ni imposiciones. Lo cual
sen á recibir. Salíaii todos, hombres y muje- todo fué otorgado, y á Menaldo dio Gonzalo
res, que ninguna persona quedó en la cibdad: Hernández con que se fuese adonde quisiese.
lo uno por ver á Gonzalo Hernández, de quien Habiendo dado Menaldo á Gonzalo Hernán-
tantas cosas habían oído decir, y por ver dez muchas gracias, le dijo: «Sólo un consuelo
aquel tirano cruel, de quien tanto mal y daño llevo que alivia en alguna manera mi contraria
habían recibido. Iban todos, hombres y muje- fortuna: ser vencido por vuestra excelencia,
res, dando grandes voces publicando la gran- que merece vencer á todo el mundo, y no
de alegría, beneficio y provecho que de aquel quiero decir más, porque no piense que quie-
triunfo recebían. Fué reputado aquel triunfo ro ganar con él gracias». Gonzalo Hernández
por mayor quel que el gran Pompeyo de Mitrí- respondió á las buenas palabras quel Papa
dates Rey de Ponto, y que el de Scipión de la le dijo: «Para tan pequeño servicio, Santísi-
gran Cartago; porque aquéllos triunfaban de mo Padre, muy grande es la satisfacción que
las provincias y reinos lejos de Roma, á quien Vuestra Santidad hace conmigo». El Papa le
los romanos conquistaban; mas este era muy ofreció todo lo que pudo, y le daba mucho
mayor, que triunfaban del enemigo que á más; mas él ninguna cosa quiso tomar. Supli-
ellos en su misma cibdad les hacía cruel gue- cóle se acordase de le inviar á mandar las
rra. Salieron todos los romanos por su orden cosas de su servicio.
296 CRÓNICA MANUSCRITA
nuestra nación les hace. Yo os doy mi fe que
CAPÍTULO XI
hasta que Rocaguillerma se tome, con la ayu-
De cómo Gonzalo Hernández se partió de da de Dios, que ni yo, ni persona de todo
Roma y se volvió para el Rey Federico, que este campo, ha de comer bocado, ni beber
lo había enviado á llamar. gota de agua ni vino; y allá dentro hemos
dentrar á comer». Mas visto por los de den-
Estando en Roma Gonzalo Hernández, re- tro, que se les aparejaba de les dar otro asal-
cibió cartas delRey Federico, en que le hacía to, y que la misma persona de Gonzalo Her-

saber cómo los de Rocaguillerma se habían nández iba en los delanteros, con una espada
rebelado por Francia; que le rogaba, pues ya y una rodela, y cada un soldado pensaba de
era concluido lo de Ostia, se viniese para él le pasar delante, atemorizados los de dentro,

á la cibdad de Ñapóles. El cual vistas las car- todos de común consentimiento hablaron en
tas y recebida licencia del Papa, se fué dere- partido, en que los dejasen estar seguros en
cho á Rocaguillerma. Aquella villa está pues- sus casas sin les hacer mal alguno. Gonzalo
ta en una cuchilla de una sierra, entre Vena- Hernández lo quisiera mucho, mas los solda-
fro y Pontecorvo. Ninguna cosa se daban, dos estaban muy afrontados de las palabras
aunque vían la pérdida y muerte de los fran- soberbias que habían dicho y el mal trata-
ceses. Gonzalo Hernández era tenido y que- miento que desdel muro les habían hecho de
rido mucho por su clemencia, humanidad y palabra. Por los cuales respondió un soldado,
piedad, de amigos y enemigos, y con los re- y dijo: «Ilustrísimo señor, alguna vez os ha-
beldes quería antes probar su clemencia que bíamos de salir de obediencia, y sea ésta,
el rigorde las armas, y para este efecto ponía seyendo tan justa, que tan bien dañg á los
mucho cuidado y muchas más cosas hacía con malos y rebeldes la mucha clemencia como la
esta virtud que no por las armas, y desta causa poca á los buenos». Y dijo á grandes voces:
tomaban todos por partido de probar antes su «Ea, compañeros, conozcan estos rebeldes
clemencia, que no el rigor de las armas de un qué son españoles». Y juntamente les dieron
capitán invencible. Llegado á Rocaguillerma el asalto, y con tanto ímpetu j esfuerzo, que

Gonzalo Hernández, les envió á decir que se los entraron. A éstos los saquearon, sin de-
diesen,que él sería muy buen tercero para jarles hacienda, ni soberbia, de la que antes
quel Rey los perdonase. Ellos le respondieron tenían. Gonzalo Hernández mandó castigar á
con gran soberbia que ellos le quitarían de los culpados, así franceses como á los de la
aquel trabajo de rogar nada al Rey; que hicie- villa, y dejando aquella villa á buen recaudo,

se todo lo que pudiese, y vería que no eran y los soldados en sus alojamientos, se fué
como los otros pueblos apocados y cobardes, para el Rey á la cibdad de Ñapóles, del cual
que se le habían rendido; que ellos solos ha- y de toda la cibdad fué recebido con tanta
bían de quedar en la amistad y fe francesa, y alegría como si de nuevo les hobiera dado la
jamás en la de la Casa de Aragón. vida. El Rey lo abrazó y besó en el carrillo, y
Era aquella villa muy fuerte, y estaba muy después de le haber hecho gran recebimiento,
proveída de todas las cosas necesarias para le hizo merced del ducado de Terranova y

la guerra y muy buena gente en ella, así los Santángelo, con el monte Gargano y sus tie-
de la tierra como los franceses. Desmandá- rras, con un privilegio que decía así.
ronse en algunas palabras soberbias que con-
tra los españoles dijeron. Gonzalo Hernández
mandó darles un asalto, el cual se les dio y con
CAPÍTULO XII

mucho ánimo, y hubo de dentro tanta resis- Del privilegio quel Rey Federico dio á Gonzalo
tencia, que no les pudieron entrar de aquel Hernández.
asalto, aunque quedaron tan espantados que
perdieron la mayor parte de su soberbia. «Don Fadrique de Aragón, Rey de Ñapóles y
Gonzalo Hernández les habló á los soldados, dejerusalen, por cuanto la principal y más es-
y les dijo: «Bien sé yo, compañeros, que no cogida de todas las virtudes es la liberalidad, y
hay necesidad de os decir palabras, á quien fué siempre necesaria á los reyes, que en nin-
tan bien sabe mostrar las obras. Yo os rue- guna manera se puede por ellos menospreciar,
go que vean estos franceses la ventaja que yes tan grande que con mucho cuidado sedebe
DEL GRAN CAPITÁN 297

buscar, de donde se sigue que nos, cuyos an- por su vergüenza y templanza singular no lo
tepasados sobrepujaron en hacer bien y mer- pida ni lo desvíe de los servicios y Vitorias á
ced, no solamente á los Reyes que hoy son, nos fechos. Son tantos; la Calabria, la Pulla y
mas á toda la antigüedad y memoria de los todo el otro reino; tantos son las villas yluga-
buenos príncipes y emperadores, y por, ello res de Cosencia; tanto es el estrago que hizo
debemos esforzarnos con mucho cuidado y di- cabe Murano; tanto es aquella hazaña dina de
ligencia con las mesmas virtudes pasar ade- inmortal memoria de Laino; tanto es la vitoria

lante á los otros, si como los merecimientos y que nos dio su venida en la Tela; tanto es
virtudes de Gonzalo Hernández de Aguilar é otra vez la Calabria y Basilicata, que poco
de Córdoba, illustre y fortisimo varón, gran antes se había tornado á revelar; tanto es lo
capitán de armas délos Serenísimos Reyes de delduque de Sora; tanto es todo este nuestro
España hayan seído tales á nos é á don Fer- reino; tantos son los enemigos vencidos y
nando, Rey de Sicilia segundo, nuestro muy desbaratados, muertos y echados de todo el
caro sobrino, hobimos por bien de loar el sin- reino; son tan notables Vitorias; tantos somos
gular esfuerzo y excelencia de ánimo del di- nos mesmos del esfuerzo de su corazón y las
cho Gonzalo Hernández y de lo enoblecer con cosas por él noblemente hechas, no las habe-
soberanos ornamentos de honra y de fortuna; mos sospechado mas experimentado; no pen-
y desta causa convie'ne de esforzarnos que el sado, mas las sabemos; no las habemos oído,
resplandor de nuestra liberalidad en este hom- más visto, así que de la liberalidad de nuestro
bre esclarecido resplandezca de manera que ánimo y debido gradecimiento queremos que
pensemos no en tanto acrecentar su hacienda, dé testimonio este nuestro privilegio, con el
cuanto en ganar para nos la alabanza desta cual queda para los venideros perpetua me-
virtud de la liberalidad; mayormente como los moria y demostración de nuestro amor, gracia
príncipes por todos son estimados por tales y buena voluntad que tenemos al dicho Gon-
cuales son aquellos á quien ellos han por bien zalo Hernández y á sus hijos y á nuestro rei-
de hacer mercedes y beneficios, pues ¿qué po- no próspero y favorable, lo acrecentamos y
demos decir deste tan gran varón que lo po- facemos Duque de Terranova é Duque de
demos igualar con sus alabanzas, dejemos su Santángelo, con todas sus tierras, cibdades é
buena voluntad, amor y acatamiento que nos villas é lugares é fortalezas».
ha tenido en el tiempo de nuestra adversidad?
¡Con qué grandeza de esfuerzo, con qué saber
de guerra, con qué consejo, con cuánta pro-
CAPÍTULO XIII

videncia, con cuánto peligro de su vida quitó De lo que Gonzalo Hernández hizo después que
tan presto de las manos de los crueles france- volvió á la cibdad de Ñapóles para el Rey
ses todo este reino, y lo puso so nuestro pode- Federico.
río, como quier que libremente debemos con-

fesar que de todo ello somos deudores á aque- Vuelto que fué Gonzalo Hernández á Ñapó-
llos invitíssimos Rey y Reina, padre y madre les recibió cartas del Rey don Fernando y de
nuestros, que con su favor esta guerra france- la Reina doña Isabel, que pues ya aquel reino
sa tan feroz, dañosa y peligrosa ha seido aca- por su buen esfuerzo y por la voluntad de
bada; mas el esfuerzo, lealtad y bondad, con- Dios estaba pacífico, que le rogaban se vinie-
sejo, gravedad del dicho Gonzalo Hernández se en España para ellos; porque tenían nece-
no menos nos ha ayudado que la grandeza y sidad de comunicar con él algunas cosas, y
autoridad de los dichos Rey y Reina.Tanto que para que les diese cuenta muy particular de
no solamente con gran razón creemos que nos las cosas acaecidas, y para gozar y ver su
fué por ellos inviado, mas que descendió del persona, que tanto deseaban ver. Gonzalo
cielo para nos; y como sean tantos los méritos Hernández se despidió del Rey para se partir
deste tan excelente varón, á los cuales cree- á Sicilia y de allí se ir á España, quedando to-
mos no poder satisfacer con el precio de nues- dos los de aquel reino muy tristes como si
tra vida, por ende, aunque al dicho Gonzalo se vieran ya en poder de sus enemigos, ha-
Hernández no es necesario, á nos es útil y ho- ciendo todos muchos llantos, y principalmen-
nestísimo honrarle de títulos y mercedes, re- te las mujeres, porque se apartaba de aquel
munerándole de premios y honras, aunque él reino un tan valeroso capitán que tanto cui-
298 CRÓNICA MANUSCRITA
dado tenía de la honestidad y limpieza de las nidad, quisieron aceptar.Tanto que fué nece-
mujeres. Hacían en todo el reino muy gran sariotomar las armas. Fueron los soldados y
sentimiento. gente de caballo repartidos en dos partes por
Pues llegado á Sicilia, vinieron á él de todo mandado de Gonzalo Hernández, y plantóse la
aquel reino á se quejar del Virrey Juan de artillería y hiciéronse las trincheas y los fosos
Lanuza, porque gobernaba aquel reino muya que cubrían á los que daban el asalto. Duraron
su voluntad, y las sacadas del trigo se sacaban estos combates algunos días. Cada día crecía
con mucha negligencia y con pérdida del Rey más la furia y codicia de los españoles por go-
y provecho ajeno, y con gran pérdida de las zar de la presa de los de dentro, yestabanmuy
rentas reales. Los sicilianos se holgaron ex- afrentados, que delante del Rey Federico les
trañamente con Gonzalo Hernández, porque haber resistido tanto los enemigos. Los cerca-
los desagraviase de los malos tratamientos dos, con esperanza del socorro que cada día
que del Virrey recebían. Oído esto por Gon- esperaban, porque así se lo habían hecho sa-
zalo Hernández mandó llamar á Cortes en la ber, y con temor del castigo y saco, peleaban
cibdad de Palermo, y en breves días, con aque- y defendían aquella plaza con grande ánimo;
lla su grande autoridad y providencia y tem- mas los soldados los apretaron de tal manera
planza tan moderada, acabó y remedió todas que ya estaban más mansos y más confiados
las cosas de aquel reino cumplideras al rei- de la humanidad y clemencia de Gonzalo Her-
no; y con mucha gravedad y severidad per- nández, le suplicaron que usase con ellos de
suadió ájuan de Lanuza que amorosamente su acostumbrada clemencia y de su antigua
gobernase aquel reino, de que todos queda- humanidad con que era tan loado sobre todos
ron muy contentos. Pues dejado aquel reino los capitanes antiguos y presentes. Gonzalo
muy pacífico y contento, según cumplía al ser- Hernández trabajó con el Rey Federico los
vicio de los Reyes de España, estando para se perdonase, lo cual él hizo por ruego de Gon-
embarcar, fué llamado por el Rey Federico zalo Hernández, aunque tenía mucha gana de
con grandes ruegos, y visto esto, luego se les castigar.
partió para allá. Al cual halló en campaña de Los soldados estaban muy afrentados, así
aquella parte del río Silano, con su ejército de la soberbia de los de Diano como de las
que tenía cercado á Diano; porque aquellos vanas palabras que habían dicho; estaban de-
eran vasallos del príncipe de Salerno, de la terminados de los saquear y castigar á los dia-
Casa de San Severino, y favorecían la parte neses, mas Gonzalo Hernández se lo rogó mu-
francesa. Estos solos entre todos los otros cho y les prometió de les satisfacer gran par-
aún no tenían perdida la esperanza que ha- te de lo que allí habían de haber; y con esto
bían de ser socorridos de las armas france- cesaron de los saquear y castigar, que tan
sas, que- los esperaban que habían de venir á bien lo merecían.
renovar guerra, y esforzábanse en la mucha
la

y buena gente que tenían y en las muchas vi- CAPÍTULO XIV


tuallas y municiones y aparejos de guerra que
tenían, y el sitio de Diano, que era muy fuerte, De cómo Gonzalo Hernández se partió para
así de su natura como de muy fuertes muros; España, cm lo que más aconteció.
y más pensando que Gonzalo Hernández era
ya vuelto en España, y pensaban ganar honra Pues vuelto Gonzalo Hernández á su arma-
en ser solos ellos los que perseverasen en la da y embarcado, llevando consigo los capita-
fe y lealtad de la Casa de Francia, y que ha- nes así de caballo como de infantería que ha-
biéndose todos los otros rendido al Rey ven- bían hecho cosas muy señaladas en la guerra,
cedor, ellos solos hobiesen mantenido la fide- para que en España gozasen del fruto de sus
lidad que á Francia tenían. hazañas tan señaladas que habían hecho, se
Llegado el Gran Capitán trabajó con cuan- partió para España, y llegado en ella fuese de-
tas maneras pudo de convertir álos de Diano recho á la Corte. Sabido por los Reyes, man-
con el Rey Federico; mas todo fué por demás, daron á todos los grandes y señores de la
porque estaban tan locos y tan obstinados Corte le saliesen á recebir; y apeado en pa-
que ninguna condición que Gonzalo Hernán- lacio el Rey bajó al patio á lo recebir y Id

dez les ofreció, llenas de muy grande huma- abrazó y besó en el carrillo y le dijo: «Duque,
DEL GRAN CAPITÁN 299.

debemos os tanto que jamás lo podremos pa- los venecianos cabe el río Taro, cerca de Par-
gar por la grande honra que á nosotros y á ma, aportó á Aste, á do había dejado á su pri-
nuestros reinos habéis dado». El Duque se le mo Luis, Duque Urliens, que como dijimos es-
humilló y le quiso besar las manos, mas el taba allí para tener aquel paso seguro para
Rey nunca se las quiso dar y le dijo: «Vamos cuando el Rey volviese-. El cual había tomado
á la Reina, que os está esperando con gran á Novara, una cibdad del ducado de Milán,
deseo de os ver, y se le hace muy tarde». Su- con parte del ejército, la cual los franceses
bidos arriba, la Reina salió de la sala hasta la habían tom.ado al Duque Esforcia. Tenía esta
escalera, y jamás consintió que le besase la cibdad el Duque de Urliens muy fortificada,

mano, antes lo abrazó y le dijo:- «Vos seáis asíde gente de guerra como de todas las otras
muy bien venido, Gran Capitán». El cual nom- cosas necesarias. El ejército de venecianos,
bre de grande jamás se le quitó, porque en después de dada la batalla al Rey de Francia
todas partes y en todas las naciones, así de junto á Parma, se fueron á juntar con los es-
cristianos como de turcos é infieles, es llama- forcianos para cobrar á Novara de poder de
do por este nombre. El cual renombre los grie- los franceses, por ser su confederado. Allí
gos dieron á Alejandro, hijo de Filipo, Rey inviaron venecianos poderes y provisiones á
de Macedonia, que fué llamado Alejandro Francisco de Gonzaga, Marqués de Mantua,
Magno, que quiere decir Grande; y los roma- que se intitulase su General. Lo cual como
nos á Neyo Pompeyo, que fué llamado el Gran dijimos, hasta allí nunca le habían consentido
Pompeyo; y los franceses á Carolo, hijo de tomar. Inviáronle las insinias y cetros que
Pipino, que le llamaron Carolo Magno; y por suelen llevar delante del los Capitanes gene-
las letras divinas y humanas de que fué dota- rales con toda aquella majestad acostumbra-
do Alberto, maestro de Santo Thomás, fué da que aquella Señoría suele dar á sus Gene-
llamado Alberto Magno. Cada uno destos ca- rales. Tenía en aquella sazón el ejército de
pitanes alcanzaron este nombre por los gran- venecianos y esforcianos más de cuarenta mil
des hechos que en armas hicieron. Alejandro hombres en campaña. Estos dos ejércitos fue-
conquistó la Asia y gran parte de África y ron sobre Novara y la combatieron con mucho
mucha parte de Europa al setentrión. Pompe- ánimo y perseverancia; mas el Duque de Ur-
yo sujetó al pueblo romano muchos reinos y liens la defendióde manera que los dos ejér-
triunfó de aquel gran Rey Mitrídates; Carolo citos se retiraron con mucho daño; porque
Magno por las grandes victorias que hubo el Duque de Urliens Luis era uno de los
contra los infieles en favor de la Iglesia roma- buenos capitanes que había en aquella sazón,
na, y los españoles y romanos dieron este re- y el mejor que había en Francia. Gonzaga te-
nombre á Gonzalo Hernández, que le llamaron nía tan apretados á los franceses, que pasa-
Gran Capitán ('). Gonzalo Hernández, aunque ban mucho trabajo.
en aquella sazón no tenía tanta renta como El Rey de Francia inviaba muchas veces á
algunos Grandes de España, porque de su pa- decir al Duque de Urliens que él le socorrería
dre don Pedro Fernández de Córdoba había con la más gente que pudiese, y echaba mu-
heredado el mayoradgo don Alonso de Agui- chos que publicasen cómo venía grande ejér-
lar, su hermano mayor, mas él por sus gran- cito de Francia, por hacer á Gonzaga aflojar
des virtudes y valor de su personase trataba el cerco; más Gonzaga estaba siempre firme

como el mayor señor del reino y era de todos en el cerco, y ya los tenía puestos en tanto
querido y amado como si fuera el mayor en aprieto, que comenzaron á tra-
los franceses
renta. tar condiciones que á Novara restituirían al
Duque Esforcia, y que venecianos y el Rey de
CAPÍTULO XV Francia fuesen amigos. Este trato se concluyó
De lo que en este tiempo hizo el Rey de Fran- á los dos meses que Novara fué cercada por
cia, después que llegó á Aste. Gonzaga, que fué por Noviembre del año de
nuestra salvación de mil cuatrocientos noven-
Entre tanto que esto pasaba, el Rey de ta y seis años. En este mesmo año nació en-
Francia, después que hubo aquella batalla con tre los franceses una muy grave* enfermedad,
que son las bubas, y de aquí vino á llamarse
Desdo aquí hasta
(') el Andel capítulo está escrito en
la margen. el mal francés, porque los franceses lo pega-r
300 CRÓNICA MANUSCRITA
ron en Italia, y de allí manó á otras provincias Este mesmo año murió en la cibdad de Sa-
y reinos, que después de muchos y graves lamanca don Juan, Príncipe de Castilla. Luego
dolores nacían unas pústulas. Creyóse haber fué alzado por Rey el Duque de Urliens, Luis
venido este mal de las Indias de España. su primo, que dijimos haber quedado en Aste
Asentado esto de Novara, los franceses se cuando el Rej^ Charles pasó á Ñapóles.
fueron á Francia.

CAPÍTULO XVI CAPÍTULO XVII


De lo que Luis duodécimo, nuevo Rey de Fran-
De que el Rey de Francia hizo después que
lo
cia, hizo después que fué alzado por Rey.
supo cómo Gonzalo Hernández había cobra-
do todo el reino de Ñapóles y vencido y
Luego que el nuevo Rey de Francia fué alza-
muerto á los franceses, que en aquel reino no
do por Rey, Luis duodécimo, que fué entrando
habían quedado ninguno dellos ni en toda
el año del Señor de mil cuatrocientos noventa
Italia.
y siete años,losvenecianos hicieron liga con él
Sabido por Rey de Francia que Gonzalo
el y amistad, de lo cual pesó mucho á Ludovico,
Hernández había cobrado por fuerza de armas Duque de Milán, y tuvo gran temor de lo que
y vencido y muerto á los franceses que en después sucedió. El Rey Luis invió cartas á
aquel reino habían quedado, y cómo los otros todos los señores de Italia haciéndoles saber
que se habían embarcado habían corrido tor- su eleción y sucesión en aquel reino, salvo al
menta, y que muy pocos, rotos y mal aventu- Duque de Milán, que nunca le escribió; y en
rados, habían vuelto á Francia, estaba muy in- todas las cartas y provisiones que escrebía se
dinado contra Rey don Fernando de Espa-
el ponía é intitulaba Rey de Francia y Duque de
ña, así por los capítulos que Antonio de Fon- Milán. Esta liga fué hecha contra Ludovico,
seca le había recitado por su mandado, como Duque de Milán. Entraban en esta liga el Papa
por haber Gonzalo Hernández ocupado el rei- Alejandro, venecianos y florentinos, con las
na de Ñapóles y entregádolo al Rey Federico, condiciones siguientes: que al Rey de Francia
sobrino del Rey Fernando, y echado de aquel se adjudicase el Ducado de Milán; á venecia-
reino á todos los franceses, y muertos como nos, la cibdad de Cremona; á César Borja, hijo
arriba se ha contado. También tenía muy del Papa Alejandro, se adjudicase la Romanía
grande indinación contra los de la Liga. Co- y Marca de Ancona y la Umbría que es (').
menzó luego á aparejar grandes aparatos de El cual habiendo muerto cruelmente á su
guerra en todos sus reinos y señoríos, así en hermano el Duque de Gandía, había desecha-
Francia, Bretaña, como en Borgoña, para ha- do capelo de Cardenal y se había casado en
el

cer dos muy gruesos ejércitos: el uno para Francia con madama Carlota, hija de mos de
entrar por Perpiñán en Cataluña, y el otro Labrit, un gran señor de Gascuña, parienta
para volver á Italia para cobrar aquel reino muy cercana del Rey de Navarra, y le diesen
de Ñapóles y hacer guerra á los de la Liga. ayuda y favor con el cual desterrasen toda la
Estando aquel verano y parte del invierno casta de los antiguos Príncipes de Romanía y
ocupado en estas jornadas de guerra, estan- Ancona y de la Umbría, y él se hiciese Prínci-
do un día en su palacio mirando cómo dos ca- pe y señor de aquellas tres provincias.
balleros jugaban á la pelota, se le comenzó á Entendido esto por el Duque de Milán, se
desvanecer la cabeza, y llevado á su aposen- confederó con Maximiliano, Rey de Romanos,
to y hechos algunos remedios, estuvo bueno para que por la parte de Alemana hiciese gue-
y tornó á ver el juego antes comenzado. Y rra al Rey de Francia, y despachó luego un
estando allí tornóle á crecer aquel desvane- embajador á Bajazeto, gran turco, haciéndole
cimiento del celebro y fué á caer á una parte saber cómo el nuevo Rey de Francia Luis
de aquella sala, adonde dende á poco dio la duodécimo se había confederado con venecia-
alma á Dios. Esto fué entrando el año de mil nos y otros Príncipes y señores, y estaba el
cuatrocientos noventa y siete años. Murió de dicho Rey determinado de pasar á Italia con
edad de veinte y cuatro años y á los quince ayuda de los de la Liga, para desde allí hacer-
años de su reinado, y á los tres años que
había ocupado el reino de Ñapóles. (' Faltan algunas palabras.
DEL GRAN CAPITÁN 301

le guerra por la banda de la Velona. Tras este SU predecesor. El ejército del francés fué
embajador vino otro al mesmo turco de parte derecho á Aste, que estaba por los franceses
de los florentines, avisándole cómo los vene- desde la otra jornada, y de allí á Alejandría
cianos estaban con el Rey de Francia confe- de la Pulla sin hallar resistencia alguna, y to-
derados en hacerle la guerra; porque á esta maron algunas otras plazas.
sazón estaban muy mal los florentines con ve-
necianos sobre la cibdad de Pisa, que los flo-
CAPÍTULO XIX
rentines habían ocupado y metido en su se-
ñorío. Asimesmo fueron otros embajadores De cómo el Rey Luis de Francia tomó al Du-
al turco de otros señores y potestades de que Ludovifo de Milán todo su estado y á él

Italia que estaban mal con el francés y vene- le llevó preso á Francia,

cianos, avisándole de lo mesmo, y trabajaban


de lo indinar con ellos, porque teniendo vene- El Duque de Milán, que no tenía caudal para
cianos la guerra en casa dejasen la de fuera. resistir al francés, ó sea porque no halló en
Milán tan buenas voluntades como quisiera y
el tiempo lopídía, y más viendo tan cerca de
CAPÍTULO XVIII
sí á dos ejércitos tan pujantes como el de los

De lo que Bajazeío, gran turco, hizo después franceses y venecianos, tomó todas las rique-
que fué avisado de lo que el francés y vene- zas y tesoros que tenía y pudo haber, y lle-
cianos querían hacer. vando consigo á Ascanio Esforcia, su herma-
no, Sk^. fueron á Alemana, llevando consigo á
Bajazeto mandó luego hacer una muy grue- su mujer y hijos. Se fueron para Maximiliano
sa armada, mayor que ninguno de sus pasados dejando la fortaleza á muy buen recaudo, y
jamás había hecho y (') hiciesen muy cruda por alcaide della á Bernardo Curcio, natural
guerra á venecianos; y hinchó el arcipiélago de Pavía. Y viendo que los dos ejércitos lle-
de galeras y inviaron otra armada con Anto- gaban cerca, habló á los de Milán diciéndoles
nio Grimaldo, que porque no toca á la histo- que él iba á Alemana á traer un muy grueso
ria se queda. Pues Bajazeto mandó á Escan- ejército contra los franceses y sus aliados;
der, bajá Sanjaro de Esclavonia, entrase por que no perdiesen la esperanza, que él volve-
tierrade venecianos y les hiciese todo el daño ríapresto y los socorrería, y fuese á Alemana.
que pudiese y no parase hasta ver las lagunas Los franceses tomaron la cibdad de Milán y
y torres de Venecia. Luego que Luis Rey de las otras plazas en derredor, y dende á pocos
Francia hobo el reino, dejó á su mujer, que días el alcaide dio la fortaleza á los venecia-
era hermana del Rey Carlos su predecesor y nos, seyendo su capitán Nicolao Ursino, Con-
su primo, diciendo que era estéril y no podía de de Petillán. Ocuparon á Cremona y otras
empreñar por defetos que para ello tenía, y algunas tierras de aquel estado de Milán, por-
casó con madama Ana, mujer del mesmo Rey que así estaba concertado entre ellos y los
Carlos su primo y predecesor, que era única franceses. Maximiliano tenía entonces muy
heredera de aquel estado del ducado de Bre- cruda guerra con los suizos, en la cual no pe-
taña, de donde aquel ducado quedó en la Casa leaban sobre hacienda ni señorío, sino sobre
de Francia hasta hoy. las vidas; en la cual guerra murieron muchos
Luego adelante en el año de mil cuatrocien- de ambas partes. Algunos quisieron decir, y
tos noventa y nueve años, el Rey de Francia aun se tuvo por cosa muy cierta, quel Rey de
hizo en sus reinos y señoríos un muy grueso Francia había tenido formas de revolverá los
ejército y lo invió sobre el ducado de Milán, suizos con Maximiliano; porque ocupado en
diciendo que le pertenecía por parte de su aquella guerra no socorriese al Duque de Mi-
madre, que fué hija del señor Juan Galeazo, lán, ni hiciese guerra á Francia. Bajazeto
Duque de Milán, aunque era por parte de mu- mandó á sus bajaes que una armada fuese
jer; mas el cierto desino era por tener las es- contra la Morea á conquistar tierra de vene-
paldas seguras para ir á conquistar el reino cianos y otra á Italia por deshacer aquella liga
de Ñapóles, no le aconteciese como á Carlos dentre ellos y el francés. Adonde saquearon
los turcos muchos lugares de aquella señoría
(I) Parece faltan palabias. y captivaron muchos cristianos; mas ellos ja-
302 CRÓNICA MANUSCRITA
más dejaron comenzado, tanta era la codi-
lo inviado á llamar, así franceses como de los
cia de acrecentar su estado cabe casa. Había- confederados, se tardaban y cada hora se m
les tomado el turco la isla de Chafalonia á la acrecentaban los del bando de Sforcia, según 9
entrada del mar de Venecía, y aunque algu- vio la cibdad pifesta en armas, y fuese á po-
nas veces venecianos habían ido sobre ella y ner junto á la fortaleza con cuatro mil hom-
la habían combatido, jamás la habían podido bres de guerra que allí tenía, Y aun viendo
cobrar. que allí no estaba seguro se fué camino de
En este tiempo César Borja, Duque de Va- Novara, para que desde allí, llamados los fran-
de quien antes dijimos que había
lentinois, ceses y confederados que estaba en Italia,
dejado mucha renta que tenía por la Iglesia volviesen á sujetar á Milán. Los de la cibdad
siendo Cardenal y había casado en Francia y inviaron á gran priesa á tornar á llamar al

era capitán dela Iglesia, y queriéndose hacer Duque su señor que tomara su Estado, que
señor de Romanía y la Marca de Ancona, hacía ellos morirían todos hasta que lo acabase de
muy cruel guerra á aquellas tierras, encendió tomar. Sabido por el Duque
estado en que
el

en Italia un fuego que se prendió en Italia, que estaba el negocio, invió delante al Cardenal
duró muchos años, seyendo ministro del este Ascanio Esforcia, su hemano. Los de Milán lo
César Borja, hijo del Papa. salieron á recebir con grande alegría y lo mes-
mo hicieron los de Parnia y Pavía, que echa-
ron á los franceses de sus tierras.
CAPÍTULO XX
Cómo el Duque de Milán tornó á cobrar su
estado y echó á los franceses del.
Capítulo xxi
De cómo el Duque Ludovico Sforcia cobró su
Cuando el Rey de Francia ocupó ducado
el estado y dio la batalla á los franceses.
de Milán dejó allí por gobernador á jacobo
Triulcio, aquel que arriba dijimos que se pasó Los venecianos inviaron á gran priesa á
para él cerca de Ñapóles. Este Triulcio era Carolo Ursino, hijo de Virginio Ursino, con
vecino de Milán y capitán del Rey de Francia. ejército, y éstos hicieron guerra á algunos
Este siempre trabajaba que los franceses se lugares de aquel estado. Luego tres días
templasen en las cosas de la castidad de las adelante quel Cardenal Ascanio Esforcia en-
mujeres, y en el tratamiento de los huespedes tró en Milán, vino el Duque, el cual fué rece-
y en los malos tratamientos que aquella na- bido con grandes alegrías y fiestas de gran-
ción siempre acostumbra á hacer. Mas no les des y pequeños, ofreciéndole sus haciendas y
pudo poner tanta regla que los franceses no personas y las vidas. Trujo consigo un buen
hiciesen muchos desaguisados y afrentas á los ejército de suizos é italianos, y con este cam-
de aquella cibdad y muchas fuerzas, porque po llegó á Pavía, ytomó algunos lugares que
son gentes que en las cosas de su apetito y los franceses habían tomado con partidos que
contentamiento no miran lo de adelante ni lo hacía.Aquel gobernador Triulcio juntó la gen-
que les puede venir sobre ello. Pues no pu- te que pudo de franceses y confederados, y
diendo los milaneses sufrir la tiranía de los caminando desde Plasencia para Aste saqueó
franceses, comenzaron de se poner en armas algunos lugares; y pareciéndole que no tenía
é inviaron á llamar al Duque Ludovico que caudal de gente para pelear con el campa de
viniese á tomar su estado, que antes querían esforcianos, porque en pocos días se había
morir sobre ello que no sufrirla tiránica ser- engrosado su ejército de mucha gente de gue-
vidumbre de los franceses-. Visto por Triulcio, rra, y juntamente se le dio Novara. Los ve-
aquel capitán y gobernador de aquel estado, necianos inviaron otro ejército con Nicolao
trabajó cuanto pudo; mas nunca les pudo Ursino, Conde de Petillán, á socorrer á los
aplacar con cuantas maneras tuvo para ello. franceses, y que si acaso no se pudiese jun-
Los de la cibdad perseveraron en su deter- tar con ellos hiciesen guerra á los esforcianos
minación. Triulcio quisiera mucho sujetarlos por la parte que pudiesen. Los franceses y
y castigar los principales causadores de aquel esforcianos pelearon junto á Novara. Fué la
motín, mas vio que eran pocos los que tenía batalla muy reñida por ambas partes. Los
para tan gran negocio, porque los quél "había franceses llevaron alguna mejoría.

I
DEL GRAN CAPITÁN 303

El Duque esperaba cada día más soldados Los de cibdad viendo á su Duque preso,
la

que le habían de venir de Milán; los franceses luego dieron la cibdad. El ejército del Duque
convidaron al Duque con la batalla tantas y el otro que venía en su socorro, visto preso
veces, hasta que el Duque se la presentó. alDuque, cada uno se fué á su casa por su
Eran los más de su ejército suizos, como arri- parte, y los más fueron robados y muertos
ba dijimos; los que habían hecho la guerra á por los franceses. El Duque fué luego llevado
Maximiliano, Rey de romanos, que el Duque á Francia y entregado al Rey Luis.
había traído á sueldo. Trabada la batalla en- Al tiempo que el Duque fué preso cerca de
tre los franceses y esforc¡anos,los suizos lleva- Novara, estaba su hermano Ascanio Esforcia
ban la retaguarda; los italianos, aunque pocos, en Milán. Sabida la nueva quel Duque su her-
llevaban la avanguardia, y acometieron á los mano era preso y su ejército desbaratado,
franceses con gran corazón. Los capitanes de con algunos de caballo que pudo recoger de
los suizos mandaron á su gente que no pelea- sus amigos, yéndose á poner en salvo, fué to-
sen y se saliesen afuera, porque asi cumplían pado junto á Plasencia por Carolo Ursino y
á su nación. Ellos se apartaron todos afuera. Soncino, capitanes de venecianos, los cuales
La causa fué porque los franceses les habían vinieron contra el Cardenal. El, aunque vido
dado ciertas pagas adelantadas, porque en la gran desigualdad, porque había más de
comenzándose la batalla se retirasen afuera cincuenta para uno, esperó como fuerte varón
y desamparasen al Duque, Los italianos pe- y peleó con ellos, y seyendo vencido con tres
learon muy esforzadamente hasta que vieron de caballo se escapó de la batalla y se acogió
la traición que que se co-
los suizos hacían, á un castillo que cerca de allí estaba en la
menzaron á retraer con buena orden y vol- ribera del río Trebia. El castillo se llama Ri-
verse á Novara. En el cual retraimiento mu- palta; era de un caballero grande amigo del
rieron muchos italianos. Los suizos comenza- Cardenal, llamado Conrado Lamba, pensando
ron á se volver á su tierra. El Duque Esforcia, valerse ó esconderse allí. Banzonio, aquel ca-
vista la traición que los suizos le habían hecho, pitán que dijimos, lo siguió; y luego vino Ca-
y s« gente retraída á Novara, parecióle que rolo Ursino, y el Conrado entregó á aquellos
si allí se retraía que lo cercarían, y no temía dos capitanes y ellos lo llevaron y entregaron
socorros tan presto. El con un criado suyo, á venecianos, y ellos al Rey de Francia, que
mudados los hábitos, tomaron el camino 4e había inviado por él. Desta manera el Rey de
los suizos, y entre ellos comenzaron á ca- Francia ocupó todo el estado de Milán, por

minar. tener seguro camino para ir á conquistar


el
el reino de Ñapóles, para lo cual aparejaba
CAPÍTULO XXII muy grande ejército por mar y por tierra en
De cámo el Duque fué hallado enire los suizos toda Francia, Borgoña y Bretaña, para pasar
y preso y llevado á Francia^ y el Cardenal en Italia, como su predecesor había hecho.
Ascanio Esforcia con él, y tomado todo el Esto era ya en el año de rail y quinientos años.
estado de Milán.

Los franceses se pusieron de una parte y


CAPÍTULO xxni
de otra, y mandaron á los suizos pasasen por De lo que el Gtan Capitán hizo después que
medio de uno en uno, y entre los postreros vino en España.
echaron mano del Duque y lo llevaron preso.
Otros dicen que se levantó entre los suizos y Pues llegado Gran Capitán en España,,
el

franceses de&pués de la batalla una cuestión, como puede decir la alegría


dijimos, no se
y que los alemanes tenían consigo al Duque, con que los Reyes Católicos lo recibieron; que
y que después tratada entre ellos la paz fué sabido por el Rey don Fernando que era des-
con condición les entregasen al Duque, y les embarcado, dijo el Rey públicaníente delante
dejarían ir en salvo á su tierra; y esto se tuvo de muchos grandes y señores: «Mucha más
por cosa más cierta. De la una manera ó de la gloria ha adquirido el Gonzalo Hernández ala
otra, el Duque vino en poder de los franceses, corona de España, habiendo ganado el remo
al cual pusieron en un caballo y lo llevaron á de Ñapóles y dado á aquel su sobrino el JRey
Milán á la fortaleza, que aún estaba por él. Federico, que nosotros en haber ganado el
304 CRÓNICA MANUSCRITA
reino de Granada y en haber echado á los
moros de aquel reino y judíos, porque nos-
CAPITULO XXIV
otros teníamos guerra en nuestros reinos
la De lo que Rey don Fernando hizo y enco-
el

y cabe casa, y éramos socorridos de los gran- mendó Gran Capitán el castigo de aque-
al
des y vasallos de nuestros reinos, y en diez llos moros rebeldes.
años que duró la guerra de Granada; y Gon-
zalo Hernández en tierra extraña, lejos de El Rey don Fernando tuvo mucho cuidado
nuestros reinos; y los franceses eran tan na- pensando en qué pararía aquella rebelión y
turales en Italia como en su mesmo reino, y alboroto, y hizo llamamiento de los grandes
los más Príncipes y potestades de Italia eran así de Castilla como del Andalucía, que todos
en favor del Rey de Francia, y siempre muy viniesen con la gente de caballo y de pie que
proveídos de todas las cosas necesarias y pudiesen. Con que vinieron de Castilla el con-
socorridos de gente de guerra, la cual tenían destable. Marqués de Viüena, Conde de Be-
junto á Italia. El Gran Capitán mal proveído navente. Almirante, Duque del Infantadgo, y
y tarde socorrido, y pocos contra muchos, y otros muchos señores y caballeros, y de la
hubo la victoria dellos y los echó de todo el Andalucía vinieron el Duque de Cádiz y Conde
reino, y lo dejó pacífico al Rey Federico nues- de Ureña, don Alfonso de Aguilar, su herma-
tro sobrino». no, elConde de Cabra, el Alcaide de los Don-
Otros muchos loores dijo del que bien pa- celes y otros muchos caballeros que concu-
reció salir de entrañas muy fuera de lisonja. rrieron á aquel llamamiento. Adonde concu-
No tenía en este tiempo, que el Gran Capitán rrieron gran número de gente de caballo y de
estuvo en España, tanta renta para que pu- pie. Fué dado el cargo por común consenti-
diese igualarse con algunos señores principa- miento de todos al Gran Capitán, porque to-
les de España, porque no había heredado de dos le obedecían como á la mesma persona
su padre sino poco, por ser don Alfonso Fer- del Rey.
nández de Córdoba y de Aguilar, su hermano El Gran Capitán comenzó á entender en el
mayor, el que había heredado el mayoradgo, orden que se debía tener, y mandó á su her-
mas con su estimación y valor se trataba mano don Alfonso de Aguilar que llevase la
como el mayor señor de España, así en el avanguardia. Con palabras tan graves se lo
trato de su persona, casa y criados, como en mandó, que ni se acordaba ser su hermano,
las mercedes que siempre Porque en-
hacía. por usar del cargo que tenía. Tenía el Gran
tonces estaba contento y muy alegre cuando Capitán una virtud muy singular: que cuanto
hacía merced á alguno. Pues habiendo algún más le trataban y conversaban, en más le aca-
día reposado, quiso la fortuna darle ocasión taban y tenían; cosa á muy pocos concedida.
para que viesen en España su esfuerzo y pru- Los moros, espantados y atemorizados de ver
dencia; y fué que á los moros del reino de al Gran Capitán por caudillo de aquel ejército,
Granada les otorgaron los Reyes, cuando los al cual conocían mucho antes que fuese á lo
sujetaron, ciertos capítulos, los cuales ellos de Ñapóles, porque él había sido muy grande
de común consentimiento obedecieron; mas y la principal parte para que se ganase aquel
como son mudables y sin fundamento algu- reino de Granada, y juntamente ver el gran
no, levantáronse y rebelaron poniéndose en caudal de gente que traía; y aunque en aquel
armas en el Albaizín, que es en aquella cib- campo había muchos capitanes y muy sabios
dad una cosa y sitio muy fuerte y en él hasta en las cosas de la guerra, tomaron tan gran

diez mil vecinos. Tenían tratado en África con temor de ver por General al Gran Capitán,
un Rey que esperaban que vernía de Berbe- que perdieron la vana esperanza de conseguir
ría, el cual los había puesto' en una vana es- el suceso que de África esperaban. A los cua-

peranza de los socorrer y traer gente para les fué el Gran Capitán, y los moros hubieron
renovar la guerra, y tornar como él les escre- dello mucho placer, porque siempre habían
bía á ganar el reino de Granada; lo cual ellos conocido del ser tan bueno y piadoso, aun
tenían por muy cierto que vernía y los torna- con los enemigos en la paz cuanto ninguno
ría á su estado que antes tenían, porque ha- y bravo en la batalla. El Gran Capitán les
bían desechado al Rey Muley-Bande-Hal- habló y les dio á entender el poco fundamen-
boazen. to y vana esperanza sobre que fundaba^ su
DEL GRAN CAPITÁN 305

rebelión. Pues como ellos conociesen á este rra la isla de Sicilia, que por derecho antiguo
tan claro varón y oyeron su razonamiento, dicen ser del reino de Francia, el cual está
todos se le echaron á los pies y se le enco- tres leguas de mar solamente de agua, que
mendaron que él hiciese con los Reyes las hay de Mesina en Sicilia áRijoles en Calabria,
condiciones que fuese servido; y luego se rin- con otros, partidos que dijeron que le movía
dieron y vinieron á pedir perdón á los Reyes, para conseguir su efeto; no mirando que si el
y se entregaron á su servicio, y toda la cib- francés ocupara la isla de Sicilia, que es de los
dad quedó muy pacífica y sosegada como Reyes de España, luego quisiera asimismo to-
cuando más estuvo. Entonces vieron todos y marle aquel reino de Ñapóles. Y juntamente
los Reyes que igualmente ganaba los corazo- invió otro embajador á los Reyes de España,
nes de los enemigos con su humanidad y cle- sus tíos, á les hacer saber la guerra quel Rey
mencia como con las armas, pues con sus pa- Luis de Francia duodécimo quería hacer á
labras y razonamiento había atraído aquella aquel reino de Ñapóles, el cual si, lo que Dios
gente bárbara á lo que gustó sin ningún de- no quisiese, él ganase, no se podría abstener
rramamiento de sangre y de otros gastos que sin que quisiese ocupar el reino de Sicilia, se-
en las guerras suelen seguirse. gún la gran codicia desordenada de aquella
gente; rogándoles muy afectuosamente le qui-
siesen ayudar, pues á ellos solos debía aquel
reino, con otras palabras para les persuadir
su intinción. Esto hacía él para después esco-
COMIENZA EL TERCERO LIDRO ger el mejor partido que le contentase de los
dos; mas sobre todo deseaba mucho quel Rey
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ,
de Francia aceptase el partido que le movía, lo
GRAN CAPITÁN, HIZO Á LOS REYES DE ÑAPÓ-
cual los dos Reyes Hernando y Luis luego su-
LES Y FRANCIA.
pieron.

CAPÍTULO I capítulo II

De lo Rey Federico de Ñapóles hizo, sa-


que el De lo que los Reyes de España hicieron des-

bida la armada que


el Rey Luis de Francia pués que supieron la toma de Milán y la pri-
tenía aparejada para ir á conquistar el Reino sión del Duque Ludovico, y el ejercito quel
de Ñapóles. Rey Luis de Francia tenia hecho para pasar
á ganar el Reino de Ñapóles.
Pues sabido por el Rey Federico de Ñapó-
les cómo el Rey de Francia Luis XII había pre- Llamaron al Gran Capitán, al cual rogaron y
so al Duque de Milán y tomádole todo aquel mandaron aparejase luego el ejército que le
Estado, y tenia aparejado un muy grueso ejer- paresciese en una muy buena armada, y se
cito para ir á tomar el Reino de Ñapóles, que fuese con él á poner en Sicilia, para que si el
su predecesor había perdido; visto también la ejército del Rey de Francia allá pasase, le hi-
ligay amistad que con venecianos había he- ciese la guerra, pues él solo había nacido para
cho, tuvo gran temor de perder su reino; y domar la soberbia de los franceses; que te-
como hombre ingrato á los grandes beneficios nían por muy cierto, seyendo Dios servido
que de los Reyes de España había recebido, y la mucha justicia que la Casa de Aragón
que mediante el Gran Capitán le habían resti- á aquel reino tenía, y más yendo su persona,
tuido en su reino, como la historia lo ha con- que los franceses si allá fuesen serían rotos,
tado atrás, invió un embajador al Rey de Fran- vencidos y muertos; cuanto más que ellos te-
cia para que tratase con él que cesase de la nían por cierto que sabido por el francés que
jornada que quería hacer contra su reino y le él estaba en Sicilia, que no pasaría allá. El
moviese grandes partidos. Quieren decir que Gran Capitán les respondió: que él esperaba
el partido era que le daría en cada un año tan- en Dios y en su divina justicia y en la buena
tos mil ducados de parias. Para ello le daría ventura de sus Altezas, de echar á los fran-
muy buenas plazas en aquel reino, de que es- ceses de Italia, cuanto más del reino de Ña-
tuviese seguro de la paga; y más le daría paso póles. El Gran Capitán puso luego por obra
por su reino para si quisiese ocupar por gue- lo que le fué mandado, y con aquella su gran
C) únicas del Gran Capitán.— 20
306 CRÓNICA MANUSCRITA
providencia mandó aparejar una flota caal lo dejó al Gran Capitán y se pasó á otro apo-
para aquella jornada convenía en el puerto de sento en la cibdad.
Málaga. Pues estando ya todo á punto, se des-
pidió de los Reyes y se fué á embarcar á los CAPÍTULO III

cuatro días de Julio. Llevaba trescientos hom-


De cómo Pedro Navarro, que andaba cosario
bres de armas, trescientos jinetes, ocho mil
por la mar, con tormenta, aportó á Ríjoles, y
infantes muy escogidos, mil y ducientos de ca-
lo trajeron preso antel Gran Capitán.
ballo. Había en esta armada cuatro carracas
de ginoveses bastecidas de todas las cosas Estando el Gran Capitán en Mecina le tra-
necesarias para la guerra. La mayor dellas, jeron los vecinos de allí á Pedro Navarro, un

que se llamaba la Camilla, era la capitana. cosario que con tormenta había allí aportado;
Iban más treinta y cinco naos de carga, siete el que después fué Conde de Olíveto, que an-
bergantines armados, más ocho galeras y cua- dando cosario por la mar con tormenta había
tro fustas. Iban con el Gran Capitán muchos dado al través y había perdido toda su ropa.
caballeros y muy generosos, de los cuales Solamente escaparon con él diez ó doce com-
adelante se hará mención. Pues partido el pañeros, por lo que todo lo otro con la cara-
Gran Capitán de la cibdad de Málaga, llegaron bela se había perdido. Sabido por el Gran
á la isla de Ibiza, adonde tomaron refresco, Capitán la desgracia que le había sucedido,
quel Virrey les dio por espacio de tres horas. mandó que viniese adonde él estaba, y venido
Están cerca de allí dos islas llamadas el Toro vio en él lo que adelante fué; y llegó á do el
y la Vaca, adonde se había recogido un cosa, Gran Capitán lo recibió con mucho amor, ha-
rio vizcaíno llamado Artache, que andaba cos- ciéndole muy buen tratamiento, diciéndole no
sario á toda ropa. Fué descubierto por Machi- tuviese pena de lo pasado, que ninguna cosa
nico, que iba delante de la armada descubrien- había en el mundo más continua que aquellas
do. Sobresté cosario fué Martín de Santpedro mudanzas que vía y que por ventura era por
con dos naos y lo rindió y lo trajo preso antel mejor lo que había sucedido. Luego le mandó
Gran Capitán. Al cual el Gran Capitán lo hizo proveer de dinero, ropa, bestias y de todas
capitán de infantería; el cual dio muy buena las cosas necesarias, y dende á pocos días le
cuenta de aquel cargo con mucho ánimo y in- hizo capitán de quinientos hombres infantes;
dustria, y la gente que consigo traía hizo ala- en el cual cargo dio tan buena cuenta que fué
barderos para guarda de su persona, y sirvie- promovido á mayores cargos, hasta que á su-
ron muy bien su cargo. plicación del Gran Capitán los Reyes Católicos
De aquí se partieron y llegaron á Mallorca le hicieron Conde de Olíveto. En este tan fuer-

á los seis del dicho mes, víspera de Corpus te varón y de tanta industria ensayó la fortu-
Gran Capitán y anduvo
Christi. Allí surgió el na su acostumbrada mudanza cuando ella
otro día en procesión con mucha devoción,
la quiere. Parecióse mucho este Pedro Navarro
y acabada se tornó á embarcar. Da allí fué la á Gayo Mario, capitán romano, porque en-
armada á Callar, en Cerdeña. Allí tomaron re- trambos fueron de oscuro linaje; que Pedro
fresco que les dio el Virrey de Callar; toma- Navarro fué peraile en su mocedad, y Gayo
ron la derrota de Mecina, en Sicilia, en el cual Mario hijo de un carpintero, que andaba en
camino les sobrevino una gran calma, en la los reales con su padre ayudándole á hacer y
cual tardaron diez días, hasta que llegaron labrar la madera para el real. Pedro Navarro
al paraje del volcán Lipari, adonde tomaron venció algunas batallas y tomó villas, cibda-
agua. Luego les vino muy buen temporal. Lle- des y fortalezas, y vino á ser Conde de Olí-
gados á Sicilia desembarcaron en Mecina, vete. Después fué capitán del Rey de Fran-
cibdad principal de aquella isla, que, coniv^ cia y hizocosas dinas de notar, y al fin murió ;

dijimos, está tres leguas de Ríjoles, en Cala- viejo y preso en la fortaleza de Castilnovo,
bria.Tiene Mecina muy buen puerto y muy en Ñapóles, y dado un garrote. Gayo Mario
hondable, adonde llegan las carracas á tierra. tuvo guerras civiles con Lucio S la; fué siete
Estaba en el aposento real el Conde de Go- veces cónsul, triunfó de los suizos y tudescos,
tisomo ('), que lo tenía en tenencia, el cual prendió á lugurta y triunfó del, y al fin murió
pobre y desterrado. En su lugar haremos mu-
(ij Este nombre est¿ enmendado y se lee mal. cha mención deste Pedro Navarro.
DEL GRAN CAPITÁN 307

dia ha de haber gran tormenta. La armada se


CAPÍTULO IV
volvió al puerto á esperar la tempestad que
Cómo estando el Gran Capitán en Mecina fu¿ aquel piloto prenosticaba. Vueltos al puerto,
en ayuda de venecianos que iban á socorrerá aquella noche hubo tan gran tempestad que
Modón, en la Marea, que la tenían cercada todos pensaron de perecer, que parecía que
turcos. todo el mundo se hundía; porque no solamen-
te era la tempestad de la mar, mas aun del
Estuvo el Gran Capitán en esta cibdad de cielo; porque cayeron muchos rayos, y algu-
Mecina dos meses, que fueron Agosto y Se- nos dellos dentro de la armada, y hicieron
tiembre, proveyendo todas las cosas necesa- pedazos dos mástiles.
rias para la guerra, en cabo de los cuales el Otro día por la mañana tornáronse á partir
Papa Alexandre que, como atrás dijimos, era de Corfú y llegaron á la isla deLepanto, adon-
Vicario en la Iglesia de Dios, invió al Gran de estuvo la armada con muy gran tempestad
Capitán una bula con muchas indulgencias, ro- que hubo. Fueron allí muy bien recebidos de
gándole muy afectuosamente fuese en ayuda los griegos de Lepanto. Fueron á la isla de Ya-
y socorro de venecianos, que batían ido en el canto, que es asimesmo de venecianos. Aquí
socorro de Modón, una cibdad y fortaleza muy se casan los clérigos. Partido desta isla vino
fuertes que aquella Señoría tenía en la Morea, un bergantín en que le avisaban cómo la ar-
que fué llamada antiguamente Peloponeso, mada veneciana se volvía á Yacanto, porque
que es en Grecia cosa muy importante á la los turcos les habían ganado á Modón.
cristiandad; á la cual tenían cercada los tur-
cos, y la tenían puesta en mucho aprieto, por CAPÍTULO VI
los desinos que atrás dijimos, que Bajaceto,
De cómo los turcos tomaron á Modón, y lo que
gran turco, hacía por apartar al francés de la
el Gran Capitán hizo sabido esto.
liga de venecianos. Y á este mesmo tiempo
tuvo el Gran Capitán ruego y mandato de los Ya hemos dicho atrás cómo avisado Baja-
Reyes Católicos para que fuese á hacer aquel ceto, gran turco, por Ludovico Sforcia, Du-
socorro con venecianos en aquella jornada. que de Milán, y por florentines, mandó hacer
un ejército por tierra de ciento y cuarenta
CAPÍTULO V mil hombres, á los cuales mandó que por mar

Cómo elGran Capitán partió de Mecina en fin y por tierra cercasen á Modón en la Morea.
Diéronle muchos combates y fué defendido
del mes de Setiembre del dicho año de mil y
con grande esfuerzo, porque muchas veces le
quinientos años.
batieron el muro con la artillería y les entra-
Dejó en Sicilia mucha gente de guerra y los ron; y tantas veces fueron lanzados fuera con
más caballos que había traído. Iban por pilo- muerte de muchos turcos, y eran tantos los
tos Juan de Lezcano, Riarán, Martín de Sant turcos muertos en los combates, que estaban
Pedro, aunque en esta armada iba por princi- los fosos llenos dellos. La flota de los vene-
pal piloto un s¡:iIiano llamado Juan de Valda- cianos que allá estaba no era parte para con
ya, que pasaba de ochenta años, los cuales la de los turcos, porque era muy menor en
había gastado en aquellas mares de Levante. gran desigualdad. Sabido esto por los vene-
Partido, pues, que fué el Gran Capitán, la cianos inviaron muy gruesa armada para los
primera escala fué á una isla que aquella Se- socorrer, y tras ellos el Gran Capitán, como
ñoría á la entrada del mar de Venecia tienen, hemos dicho. Habían ido delante Valerio Mar-
que se llama Corfú, adonde estuvieron un día cello y BaptistaPolano con provisiones y so-
y una noche. Otro día partidos de Corfú, es- corro. Tras estos fué la otra armada, con la
tando el liempo muy sosegado, dijo á grandes cual iban Juanes Mary Petro y Alexandre Ro-
voces Juan de Valdaya que volviese la arma- ció, natural de Corfú. Estos que á la postre
da al puerto de Corfú, porque una tormenta llegaron con las velas tendidas teniendo el
que vernía presto no los tomase fuera del viento en popa entraron por medio de la ar-
puerto, porque la tempestad que aquella noche mada del turco á su pesar á meter manteni-
había de venir los anegaría á todos; porque yo miento á los suyos, y munición y gente; mas
he visto tales señales que si Dios no lo reme- no pudieron tomar puerto porque los 'de la
308 CRÓNICA MANUSCRITA
cibdad lo habían cegado por que los turcos Estando en este puerto, Juan de Lezcano
no ocupasen. Los de dentro, viendo el so-
lo descubrió una carraca que andaba muy mal
corro que tanto deseaban, y de que tanta ne- tratada de la mar, y fué allá Diego de Vera
cesidad tenían, y visto que estaban junto á la á saber quién venía en ella; y vuelto dijo
muralla, porque lo tomasen antes que la ar- cómo venía en ella el Conde de Ruán, capitán
mada de los turcos los estorbasen, acudieron del Rey de Francia, que yendo con tres carra-
allí no solamente de la cibdad, mas los más, cas en socorro de venecianos, con el tiempo
dejadas las estancias adonde estaban en el contrario, habían perdido las dos, y aun aque-
muro, acudieron allí con tan grande alegría y lla en que él venía no estaba muy lejos de ha-
codicia del socorro, que dejaron las más par- cer lo mesmo. Gran Capitán le invió á ro-
El
tes el muro sin guarda ni defensa. gar se viniese á aquel puerto, que allí se re-
Los turcos, conociendo la ocasión que la mediaría de todo lo necesario que hobiese
fortuna les ofrecía, supiéronse aprovechar menester, lo cual el Conde hizo. Y venido, el
della: subieron al muro y entráronles la cib- Gran Capitán lo recibió muy bien, porque fué
dad. Fué entre ellos y los de la cibdad gran el Gran Capitán el hombre del mundo que

pelea; mas como los turcos eran muchos más, mejor sabía hacer honra á todos; porque cuan-
venciéronlos y mataron á los más, así griegos to era bravo en las batallas, tanto manso, su-
como venecianos, saquearon la cibdad y la pu- frido yhonrado de todos fuera dellas, y man-
sieron en su obediencia. Luego viendo la oca- dó poner la carraca francesa en el mejor lu-
sión fueron sobre Corrón, y aunque los de den- gar del puerto. Mandó el Gran Capitán que á
tro pelearon como varones, no siendo socorri- todos los franceses con el Conde se les hicie-
dos se rindieron y los turcos la ocuparon. se un gran banquete; y fué tal que, acabado
la cena, fué necesario llevar al Conde y á los
CAPÍTULO VII suyos en brazos á su carraca, muy sin cuida-
do de la tormenta pasada.
Lo que venecianos y Gran Capitán hicieron
sabido la toma de Modón y Corrón.
CAPÍTULO VIII
En este tiempo murió de su muerte natural
Cómo los venecianos se vinieron para el Gran
Melchior de Treviso, que era capitán general
Capitán al puerto de Yacanto, y lo que allí
de la armada veneciana; en lugar del cual fué
concertaron.
proveído Benedito de Pesaro, el cual fué pen-
sando hacer algún mal á los turcos. Los cua- Llegados, pues, los venecianos al puerto de
les sabido quel Benedito iba sobre ellos, y el Yacanto, adonde habían inviado á suplicar al
Gran Capitán, dejando aquellas plazas bien Gran Capitán les esperase, juntáronse allí las
proveídas alzaron el cerco que tenían sobre dos armadas española y veneciana, á los vein-
Ñapóles de Valmasia, en la mesma Morea, y te y siete días de Octubre del dicho año de
fuéronse en gran priesa á Negro Ponte. El mil y quinientos años. Llegados los venecia-
Pesaro fué tras pensando les hacer al-
ellos nos al puerto, como su armada viese la carra-
gún daño; metieron en el arcipiélago,
ellos se ca del (Conde) tener el mejor lugar del puer-
y Pesaro les fué dando caza y les tomó veinte to, hicieron á sola ella la salva, y sola ella

y tantos navios. Los turcos, con los que pu- respondió. Visto por los vizcaínos que la ar-
dieron, se fueron á Constantinopla. Visto esto mada veneciana á sola la carraca francesa ha-
por el General de venecianos se volvió á la bía hecho la salva, y no á la Camila, que era la

isla de Yacanto á se ver con el Gran Capi- capitana, atacaron la artillería con pelotas de
tán, que lo estaba allí esperando, porque el hierro y pusiéronse á punto para pelear con
Pesaro se lo había inviado á suplicar le espe- venecianos, por la mala crianza que habían
rase allí. Pues yendo el Gran Capitán camino tenido. Sabido esto por el Gran Capitán tra-
de Modón á se hallar en el socorro, como bajó por los aplacar, mas ninguna cosa con
atrás dijimos, fué avisado de cómo ya aque- ellos aprovechaba, principalmente con Juan |

llas plazas eran perdidas, que su señoría se de Lezcano y Riarán, que estaban muy senti-
volviese á Yacanto y que allí los esperase. dos. Visto por los venecianos lo mal que lo
El Gran Capitán se volvió al puerto de Ya- habían hecho, aunque se excusaban que por-
canto y allí esperó á los venecianos. que habían visto aquella carraca estar en el

i
DEL GRAN CAPITÁN 309

mejor lugar del puerto, se tornaron á salir tencia alguna. Es un puerto desta es muy
isla,

fuera y tornaron á entrar en el puerto, y hi- bueno, porque entran á él por una canal y es-
cieron la salva á la Camila y fueron con mu- tán las naos muy seguras. Está la fortaleza
cha artillería respondidos. algún trecho del puerto. Proveyó el Gran Ca-
Otro día se juntaron en la Camila los vene- pitán que su armada guardase aqueste puer-
cianos con su general Benedito de Pesaro, y to,porque á los turcos no pudiese venir so-
después de les haber dado muy suntuosa corro. Luego otro día descubrió la armada
colación, les dijo cómo él tenía mandato de española ocho fustas, que traían á los turcos
los Reyes de España, don Fernando y doña provisiones y municiones, y otras muchas co-
Isabel, para que su persona y de toda su gen- sas para sostener el cerco. Fué contra ellos
te se empleasen en servicio de aquella Se- Riarán y Astroguiga. Fueron luego tomadas y
ñoría; que él quisiera mucho llegar á tiempo traídas al puerto. Pues llegadas las dos ar-
para poder venir á las manos con los turcos; madas, cada una tomó su sitio y aparejaron
mas, pues, á Dios así le había placido, que todas las cosas necesarias para dar el asalto;
aquello tuviesen por mejor; y pues aquello mas antes quiso el Gran Capitán inviar dos
no se pudo efectuar, viesen lo que más les embajadores de su campo al' capitán de los
les contentase, que aquello haría. El Pesaro turcos, que se llamaba Cisdar. Era de nación
contó al Gran Capitán todo lo pasado, según albanés; un hombre de grande esfuerzo y mu-
que arriba lo contó la historia. Asimesmo le cha industria, y mucha expiriencia en la gue-
contó como Bajaceto les había ganado á la isla rra. El un embajador fué el capitán Gómez de

de Chafalonía, que está en la entrada del mar Solís, comendador que fué de la Orden de
de Venecia, una cosa la más importante á Santiago, muy valiente y de grande ánimo, y
aquella Señoría, y que tenían la principal fuer- en las cosas de la guerra muy diestro, que
za muy fortalecida así de bastimentos, muni- después mostró bien en la guerra de adelante
ciones y todas las cosas tocantes á la guerra su esfuerzo y grandeza de ánimo. El otro fué
como de setecientos geníceros, que son el micer Pucio, italiano, capitán de las galeras.
principal caudal del turco, escogidos en su Por los cuales les avisaba que los soldados
guarda; y la fortaleza está puesta en una viejos de España, ejercitados en las guerras
peña viva y por industria muy fuerte. La isla pasadas, que habían vencido á los moros de
es muy fértil y muy abundosa de todas las su seta, así en España como en África,' habían
cosas, principalmente de aguas muy buenas y venido allí en socorro de venecianos, y que
muchas. Tiene dos puertos muy buenos y es les aconsejaban entregasen luego aquella
muy necesaria para sus tratos, y más habien- fuerza y isla; que les daban licencia para se
do perdido á Modón y Corrón. En este tiem- poder ir salvos y seguros adonde quisiesen;
po la armada turquesa se fué para Calípulo, y mas que si querían todavía probar las fuer-
de allí á Costantinópoli, pues como los vene- zas, esfuerzo de los fuertes españoles y es-
cianos deseasen cobrar aquella isla por la ne- perar la muy espantosa artillería, que después
cesidad de las armadas que aquella Señoría hallarían cerrada la puerta á perdón y á pie-
invió cada año á Jerusalen y Siria, recibirían dad alguna. Cisdar aquel capitán los recibió
mucho daño de aquella isla si en poder de los con muy buenas palabras y mucha cortesía, y
turcos quedase, y más desde allí harían muy les respondió desta manera: «Señores cristia-
gran daño á las provincias de Pulla y Calabria, nos, yo y todos los turcos que en esta guar-
por estar tan cerca. De aquesta isla fué rey da estamos, os tenemos en gran merced el
y señor Ulises, aquel astuto capitán de los comedimiento y voluntad con que nos avisáis,
griegos y de Ática, que agora llaman Sancta y que harto oscuro y de poco saber sería
Maura. quien no supiere las guerras que los españo-
CAPÍTULO IX les han hecho y su grande esfuerzo en las ar-

De cómo las dos armadas española y venecia-


mas en servicio de su Rey, y en las guerras
na fueron sobre la isla Chafalonia, y lo que de Ñapóles contra franceses. Mas nosotros
hicieron.
estamos determinados, no sólo de defender
aquesta isla y fortaleza, mas de ganar más
Partidas las dos armadas fueron á desem- adelante en servicio de Bajaceto; y cuando la
barcar á la dicha isla sin que hallasen resis- fortuna otra cosa quisiere hacer, nosotros
310 CRÓNICA MANUSCRITA
vengaremos tan bien nuestras muertes, que lotas de hierro que pasaban más de ocho
el que la victoria llevare, la lleve bien san- pies de muralla y desbarataban todo lo que
grienta, y ganaremos gloria de varones cons- los turcos tenían reparado detrás del muro.
tantes y que supimos bien emplear nuestras Pues dos armadas partieron del puerto y
las
fuerzas. A lo menos no seremos vencidos ja- fueron sobre la fortaleza. El Gran Capitán
más, porque muriendo, habiendo hecho nues- llevaba la avanguardia, en la cual iba un ca-
tro deber, no nos podremos llamar vencidos, ballero húngaro, á quien el Gran Capitán
cuanto más trayendo cada uno de los mor- mandó dar quinientos infantes. Era un caba-
tales escrita su suerte en la frente buena ó llero de grande esfuerzo y él había suplicado
mala la que ha de haber; y desta causa no nos al Gran Capitán le dejase ir en la delantera.
espantamos de las amenazas que vuestro Pues subiendo este caballero con su gente,
Gran Capitán nos hace. Mas le decid que yo así húngaros que consigo había traído como
tengo aquí de la guarda de Bajaceto setecien- los otros que le habían dado, salieron de la
tos geníceros que ninguno dellos tiene la vida fortaleza hasta cuatrocientos geníceros, que
en nada en comparación de la gloria que gana estaban puestos en celada y salieron de tra-
haciendo su deber. Decid á vuestro capitán vés; y fué entre ellos una gran batalla y muy
que cada uno de mis soldados tiene siete ar- reñida. Porque como los turcos eran gení-
cos y siete mil flechas, con las cuales pelean- ceros, que son cristianos renegados, y áon,
do animosamente ó mataremos á nuestros como dijimos, todo el caudal del turco, los
enemigos ó vengaremos nuestra muerte, si cuales mostrando alguna flaqueza, por pe-
acaso no pudiéremos hacer más». Al cual res- queña que sea, tienen muy más cierta la
pondió el Solís, y le dijo: «Cisdar, no está la muerte y más cruel que la que allí pudie-
valentía de los hombres valientes en empren- sen recebir de sus enemigos, peleaban con
der las cosas que parecen ir fuera de toda grande ánimo, y más quel gran turco Baja-,
razón, porque esto antes á temeridad que no ceto los había escogido en toda su milicia, y
á esfuerzo se ha de atribuir; porque otra cosa así en general como en particular les había
es pelear con. hombres valientes y animosos, encomendado aquella plaza. Los quinientos^
que no con gente bárbara y desarmada de españoles, por ser aquella la primera cosa y
suyo vencida, como son las gentes que vos- á vista del Gran Capitán y de los venecianos 1

otros por armas habéis sujetado. Aun no sa- y ser contra infieles, peleaban con tanto es-
béis el ánimo con que los españoles acome- fuerzo que los turcos estaban espantados,
ten á sus enemigos, y la constancia con que que les parecía que eran más que hombres.
perseveran en la batalla, y cómo siempre les Estuvo en peso gran rato la batalla, adonde
van creciendo las fuerzas hasta acabar de se hicieron grandes hechos en armas. Aquel]
vencer á sus enemigos, y cómo no saben vol- caballero húngaro hizo aquel día grandes]
ver atrás jamás. Si tú, Cisdar, tienes ganas de cosas en la batalla por su persona, soco-|
morir, lleva adelante esta empresa, que sin rriendo á las mayores necesidades. Tanto se!
duda cumplirás tu deseo». Cisdar le replicó: metió entre los turcos que peleando como
«Señor capitán, de una cosa seréis cierto: que varón fué muerto. Visto por sus criados á]
si Dios os diere la victoria, que pocos de mis su señor muerto, lo tomaron y ataron á dos]
geníceros llevaréis vivos». Y dicho esto, invió picas por los brazos y por los pies, y lo to-i
por el capitán Gómez de Solís un muy fuerte marón en los hombros y lo trajeron en la!
arco dorado al Gran Capitán y un carcax do- batalla, y en la delantera, y junto con él su!
rado lleno de saetas. seña. Los españoles apretaron con tanto;
ánimo y constancia á los turcos, que, conj
muerte de entrambas partes, por fuerza los'
CAPÍTULO X embarraron hasta el rebellín de la fortaleza,
De lo que las dos armadas hicieron contra los y pusieron las banderas en el sitio que antes
turcos, y como los combatieron. habían señalado, adonde aquel caballero hún-
garo había mandado que vivo ó muerto leí
Los venecianos traían mucha y muy bue- pusiesen. Los turcos se recogeron con pér-
na artillería en que había muy buenas pie- dida de algunos muertos y otros heridos y no]
zas de bronzo; basiliscos que echaban pe- tan bravos como antes estaban.
DEL GRAN CAPITÁN 311

se libró y á ellos hizo mucho daño y mató


CAPITULO XI
muchos que ya á los turcos les había
dellos,
De cómo otro día les dieron asalto, y lo que pesado por lo haber subido arriba. Sa-
ellos hicieron. lían muchas veces los turcos de noche, por-
que con la escuridad estaban seguros de la
Luego otro día les dieron la batería ambos artillería, y tiraban tanta lluvia de saetas al

ejércitos con la artillería, en que se tiraron real, que hacían mucho daño, y estuvo en
aquel día mil y quinientos tiros. Mas los tur- harto peligro el Gran Capitán, que todo el
cos tenían hechos tantos reparos y tan fuer- real estaba lleno dellas.
tes, que se les hizo poco daño, aunque les de-
rribaron algún lienzo del muro; mas ellos lo
tenían tan reparado que no le pudieron en-
CAPITULO XII

trar.Traían los venecianos entre otros tiros Del remedio que el Gran Capitán hizo contra
gruesos uno que llamaban basilisco, hecho los turcos, con lo que más sucedió en aquel
en tres piezas. Tiraba al diados ó tres veces; combate.
no llegaba á poste que no lo horadaba. Este
les derribó gran parte del muro; mas los tur- Visto por el Gran Capitán este peligro,
cos lo rehicieron con tanta presteza, que proveyó con aquella su gran providencia un
apartaron á los españoles y venecianos afue- remedio muy provechoso y fué éste. Mandó
ra. Tenían los turcos puestas y repartidas hacer una trinchea muy cerca en derecho de
las estancias por sus cuarteles. Fué puesta la puerta, y la rodeó de artillería, que estaba

pena de muerte al que se mudase del cuartel asestada al paso por donde habían de salir;
ó hablase con otro. Tiraban de continuo los de suerte que los turcos eran antes muer-
turcos mucha y tanta furia de saetas,
artillería, tos de la artillería que llegasen al lugar adon-
que el campo y tiendas estaban llenos dellas, de solían tirar las saetas. Con este remedio
y era la crueldad mayor porque estaban se atajó aquel daño que los turcos solían ha-
enerboladas de una pequeña herida que por cer. De esta trinchea hizo capitán á Pinelo,
poca sangre que saliese morían los solda- un muy valiente soldado, el cual dio muy
dos. De la cual murió don Sancho de Velas- buena cuenta dello. Los turcos probaron á
co, un valeroso mancebo pariente del Con- salir dos ó tres veces, según otras veces
destable don Bernardino de Velasco, capitán acostumbraban; á los cuales la artillería con
de infantería. Luego los venecianos hallaron una muy grande ruciada castigó de arte que
remedio para aquellas heridas. todos los que salieron, no volvieron más á la
La fortaleza de Chafalonía, como dijimos, fortaleza.
está hecha sobre una peña viva, y así por El Gran Capitán otro día les dio á los tur-
la aspereza como por todo lo que se había cos otro asalto y fué desta manera. La infan-
derribado de los muros, con gran trabajo se tería española llevaba la avanguardia y tras
podía subir á ella. Mas los españoles con ella los caballos ligeros, asimismo españoles
grande ánimo subían, y llegados arriba, con- á pie, y Gran Capitán llevaba la retaguar-
el

tra turcos peleaban con ellos valerosamente. da con los hombres darmas de España asi-
Los turcos los echaban aceite herviendo y mismo á pie. Llegó nuestra gente á pelear
fuego, saetas y piedras. Tenían hecho un ar- con los turcos por aquel muro que la artille-
tificio los turcos que se llaman lupos, que ría había derribado, con la artillería venecia-
era un garfio de hierro muy recio, que echán- na y española, que nunca dejaban de tirar.
dolo abajo, al soldado que cogían por embajo Pelearon gran pieza valerosísimamente de
de las corazas ó del arnés ó de la ropa, lo ambas partes, los unos por les entrar, los
subían arriba sin lo poder remediar los com- otros por los defender. Fué tanta la resisten-
pañeros, ni con algún artificio; con el cual su- cia de los geníceros que aquel día en ninguna
bieron algunos soldados, y entre ellos pudie- manera les pudieron entrar. Visto por el
ron coger á don García de Paredes, aquel Gran Capitán lo poco que en aquel combate
que después fué uno de los más valerosos aprovechaban, mandó que se retirasen afuera
soldados que en todo el campo hubo. Y lle- y que se volviesen al real. Fueron heridos
gado sobre el muro, peleando con los turcos aquel día con cantos y flechas y otras machi-
312 CRÓNICA MANUSCRITA
ñas y ingenios seiscientos soldados españo- días que no comían sino raíces y carne de
les.En este tiempo los venecianos no pelea- bestias, que habían quedado en la isla y
ron, porque así estaba concertado. El Gran otras sabandijas del campo; y á la mesa del
Capitán quería gastallos poco á poco, porque Gran Capitán y de aquellos caballeros se
más quería conservar la vida de un soldado comía bizcocho muy vellaco, de lo que es-
que matar cien turcos. taba dañado y desechado en las naos, y yer-
bas. Había tanta necesidad, que murieron
CAPÍTULO XIII cuatrocientos hombres de hambre en el real;
porque Riarán y Herrera, que habían ido á
De cómo los venecianos solos con su gente
Calabria por mantenimientos, habían tenido
combatieron á los turcos, y lo que con ellos
tormenta y no habían podido venir. En todo
pasaron.
este tiempo jamás el Gran Capitán quiso
Los venecianos entraron otro día en con- que se descubriese su necesidad al campo
sejo sobre lo que se debía hacer, y todos de los venecianos, antes quiso que se su-
fueron de voto y parecer que ellos sin los es- friese cualquiera necesidad que no mostrar
pañoles diesen el otro asalto. Lo cual notifi- tenerla ellos.
cado al Gran Capitán él trabajó de lo estor- Pasados, pues, dos diasque los venecianos
bar cuanto pudo, mas nunca aprovechó nada; habíanse ido rotos y maltratados de los tur-
lo primero, por estar determinados, como cos, mandó el Gran Capitán á sus españoles
porque tuvieron por cierto que con aquel que para otro día todos estuviesen á punto,
asalto los conquistarían. Pues determinados que les quería él combatillos, que era vís-
en su desino, otro día por la mañana tocaron pera de Navidad. Ordenó de los dar el asal-
á el arma y comenzaron muy bue-
á subir en to por tres partes: el uno por la estancia
na ordenanza para con muy grande
el castillo que sobre ellos tenía, el otro por el espo-
ánimo y voluntad. Visto por los turcos desde lón que llaman, el otro por otra banda que
la fortaleza que solos los venecianos los su- le pareció muy importante. Para ello, en

bían á combatir, salieron fuera del rebellín á el espolón mandó poner á Juan de Lezcano

los recebir, con tan buena voluntad como con una escuadra de vizcaínos; en la otra
ellos traían.Los unos y los otros pelearon estaba mosén Hoces con otra escuadra
valerosísimamente. Los venecianos que en de soldados. El Gran Capitán les hizo un
este combate se hallaron, fueron dos mil ardid y fué éste: que los desveló toda la
hombres. Pelearon con tanto ímpetu y es- noche desta manera, Hizo poner cerca del
fuerzo, que muchas veces los metieron por el muro quinientos arcabuceros en hileras de
rebeUín, y otras tantas los lanzaron los tur- ciento en ciento, y que los ciento arremetie-
cos fuera, hasta tanto que los venecianos, sen al muro acometiéndolos como que les
con muerte de muchos y heridos, no pu- querían dar asalto; á los cuales acudían los
diendo más sufrir, se retiraron del combate turcos, y pareciéndoles que estaban libres de
mal de su grado, y así se volvieron al real aquel rebato, acudían los otros ciento y dá-
tratando muy mal de palabra á Sant Marco banles otra refriega que les hacían tornar á
su patrón, cuyo cuerpo está todo entero en defender su cuartel. Desta manera los tuvo
Venecia, porque así los había olvidado en toda la noche desvelados. Venida, pues, la
tan gran necesidad, y con decir mal del mañana, había hecho poner un tiro grueso
santo les parecía que quedaban satisfechos. en un cerro que señoreaba la fortaleza; y
como descubriese que la gente estaba sose-
CAPÍTULO XIV gada del trabajo de toda la noche, para que
tirando aquel tiro fuese señal del reposo de
De la firande necesidad qucl ejército del Gran
los turcos, había mandado el Gran Capitán
Capitán padeció en este tiempo, y de cómo
que cuando aquel tiro oyesen, todos acu-
fueron socorridos por voluntad de Dios.
diesen al asalto y que ó morir todos ó tomar

En este tiempo padeció el ejército del la fortaleza había de ser uno. Pues estando
Gran Capitán muy gran necesidad de mante- todos esperando la señal, aquel que tenía
nimientos, que no habían podido venir por el aquel cargo, como vio que todos los más se
tiempo contrario; que había más de quince habían retraído á descansar, soltó aquel tiro.
DEL GRAN CAPITÁN 313

gún yo oí decir á Diego García de Paredes,


CAPÍTULO XV que su persona del Gran Capitán fué aquella
De cómo los españoles pelearon con tos turcos hora causa para que los turcos perdiesen todo
y tes tomaron la fortaleza con muerte dellos. el ánimo que tenían, aunque trabajaron más

que hombres; mas ni las fuertes murallas, ni


Los españoles, oída la señal, acudieron tan los grandes reparos que tenían hechos, ni las
de presto y con tanta furia á sus reparos, y grandes y muy fuertes trincheas hechas por
con tanta fuerza y esfuerzo, que, sin podérse- de dentro, ni la constancia de los bárbaros,
lo estorbar los turcos, echaron un puente des- pudieron ser parte para estorbar la furia ni
de sus reparos á los de los tarcos, así por la valentía de la infantería española, que con
parte que iba el Gran Capitán como por la del grande presteza no pusiese las banderas en
espolón, adonde dijimos estar Lezcano con lo alto de las murallas y no dejasen á vida á
cierta escuadra de vizcaínos, y asimismo por todos los turcos, que fortísimamente pelea-
la que estaba mosén Hoces. Aquí pasó la más ban. Ya no había más de ochenta turcos, que
brava batalla que jamás se oyó ni vio de tan- los trecientos que habían quedado, todos mu-
tos por tantos; porque los turcos sabían de rieron en el combate, sin quedar ninguno de
cierto que los que vivos quedasen habían de aquellos trecientos.
ser muertos de más cruel muerte que la Pues visto por los españoles que tan pocos
que los enemigos les podían dar, perdiendo turcos se les defendían tanto, y al Gran Ca-
aquella fuerza que tanto le importaba en sos- pitán tan determinado de acabar aquella jor-
tenella y que con tantos ruegos se la había nada y á su persona tan adelante en aquel pe-
encomendado el gran turco. Peleaban más que ligro, apretándolos con tanto esfuerzo queso-
hombres humanos. Los españoles habían de- Ios, como dije, quedaron ochenta de los heri-
seado mucho aquel día, que los acometieron dos y enfermos, que ninguno quedó que pu-
con mucho ánimo y presteza; y fué tanta la diese tomar armas, y pesándoles por que vi-
constancia con que perseveraron en la pelea, vían; no se puede creer lo que Cisdar, capitán
que los geníceros no los pudiendo sufrir se de los turcos, hizo aquel día. Sin duda vendió
retrajeron dentro de la fortaleza, y juntamen- bien cara su muerte, como al Solís lo había
te entraron envueltos con ellos los españoles. prometido; que delante de sus turcos hizo co-
El primero que subió por el escala fué don sas dinas de memoria. El Gran Capitán quisie-
Alonso de Sotomayor, hijo del Conde de Ca- ra mucho lo tomaran vivo, mas él peleó de
mina, á quien rogó muy ahincadamente don manera que no se pudo hacer.
Diego de Mendoza, que después fué Conde
de Melito, hijo del Cardenal don Pedro Gon-
zález de Mendoza, que después hizo cosas
CAí^ÍTULO XVI
muy señaladas en armas, le dejase subir de- De dos milagros que Dios nuestro Señor fiizo
lante. El cual le dio aquel lugar, y subiendo por el Gran Capitán estando en el cerco de
y sufriendo mucho trabajo, le dieron un es- la isla de Cíiafaloma.
guinazo que le quebraron los dientes; mas al
fin, él y don Alonso y el Comendador Solís Estando el Gran Capitán en la tienda, antes
y
otros caballeros delanteros hicieron aquel día de dar la batalla, de rodillas, arrimado á su
cosas muy señaladas en armas. Pues de don cama, rezando sus devociones y encomendan-
García de Paredes no se puede decir lo que do á Dios los hechos de la guerra, durmióse
aquel día hizo. Hicieron aquel día cosas muy un poco, y aparecióle una cosa sancta y le
señaladas en aquella batallad coronel Villal- dijo: «Recuerda, Gran Capitán, y pon luego
ba, que después alcanzó nombre de valeroso remedio; porque los turcos tienen hecha una
soldado, y Pizarro y Carlos de Paz y su pri- mina que viene á dar á tu real tienda; porque
mo Pedro de Paz. Duró grande espacio la pe- traen mucha pólvora para lo efetuar». El Gran
lea. ElGran Capitán, sin consultar con la ra- Capitán se hincó de rodillas y hizo su oración,
zón aquella hora, andaba con los turcos en- y quedó aquella tienda con gran suavidad de
vuelto, haciendo de lo que suele; que fué cau- olor; y luego invió á llamar á micer Antonelo
sa que muchos hiciesen más de lo que sus y á Pedro Navarro, que de aquello sabían mu-
fuerzas y ánimo bastaban. Puédese creer, se- cho. Y sabido del Gran Capitán adonde aque-
314 CRÓNICA MANUSCRITA
liacosa santa le había señalado, fueron y hi- con los barcos y esquifes comenzaron á
flota,
cieron una contramina, y atajaron ciertos tur- coger dellas y trajeron al real, de que todos
cos que traían muchos barriles de pólvora, comieron muy abundantemente y les sobró
que si se tardara un cuarto de hora que no para otros días, hasta que llegaron con los
fueran avisados, á todos pusieran fuego. El mantenimientos que traían de Calabria y An-
Gran Capitán mandó hacer grandes plegarias, tioquía, con otra nao cargada asimesmo de
dando gracias á Dios por la merced que les mantenimientos de Sicilia. Súpose, por cosa
había hecho por su gran misericordia, diciendo cierta, que yendo una nao cargada de avella-
que aunque eran pecadores que tenían su nas de Genova á Alejandría, con tormenta,
verdadera creencia y fe, con otras palabras fué á dar al través á la isla de Lepanto, y sal-

de gran cristiano. En tiempo deste valerosí- vóse la gente que en ella iba; y las avellanas
simo Gran Capitán el nombre de Dios y de su aportaron al puerto de Chafalonía á do estaba
bendita Madre y de los Santos era siempre la armada del Gran Capitán. Luego que vinie-
alabado y no blasfemado como en otras gue- roh los mantenimientos se partieron para Si-
rras se solía hacer; en tanto grado, que daba cilia; y llegando la armada obra de veinte le-

cada día á Coello, capitán de infantería, un guas de Sicilia vino un temporal tan contra-
ducado por que no dijese mal á Dios, porque rio que todas las naos fueron esparcidas, que

era muy buen soldado. ninguna pudo seguir á otra. La capitana, adon-
El otro milagro fué que habiendo el Gran de el Gran Capitán iba, aportó á Zaragoza,
Capitán ganado la fortaleza y cibdad de la otras á diversos puertos y otras á Ríjoles, en
Chafolonia, mandó poner en la torre más alta Calabria.
della la semejanza de la Cruz de nuestro Re-
dentor y el guión del Rey de España con las
CAPÍTULO XVII

armas reales de aquel reino, que eran de da- De lo que el Gran Capitán hizo en llegando á
masco blanco. Luego mandó llamar al Pesaro Sicilia, y de un presente que la Seíioria de
y mandó entregar aquella plaza y la forta-
le Venecia invió al Gran Capitán.
leza, y luego mandó quitar las armas reales y
poner las armas de Sant Marco. Allí les ofre- Llegó el Gran Capitán á Zaragoza á los
ció su persona y todo su ejército, cada que la veinte y dos días de Enero, que fué en el
Señoría y pueblo veneciano lo hubiese menes- año de mil y quinientos y un años. Tomó lue-
ter; porque así tenía mandato de los Reyes de go residencia á mosén Margarite y dio el car-
España. Ellos le dieron las gracias de parte de go á Luis Pixón y detúvose en aquella cibdad,
aquella Señoría, agradeciéndole mucho el gran porque la gente refrescase del trabajo pasado,
trabajo que en aquella jornada habían pasado, así del que en Chafalonía habían sufrido
con otros muchos loores en que lo ensalzaban como en la tormenta pasada; porque fué el
hasta el cielo. Gran Capitán el que más de cuantos hemos
Despachado esto, el Gran Capitán se volvió leído y visto que más trabajó de conservar á
al puerto á do había dejado su armada. Ya ha- los soldados y conténtanos cuando se ofrecía
bía quince días que en todo su campo no se tiempo, y que mejor los ariscase y ofrecía al
comía pan ni bizcocho, bueno ni malo, sino peligro cuando el tiempo lo pedía.
raíces y algunas habas y ajos, y la carne que Estando el Gran Capitán en la cibdad de
pudiera haber de los asnos que en la isla ha- Zaragoza, vino allí Gabriel Mora, un venecia-
bían quedado. No menos hambre sintió en no de las principales personas de aquella Se-
este tiempo el ejército del Gran Capitán, que ñoría. Venía de parte del senado y pueblo
sufrieron los vecinos de aquella gran cibdad venecianoádar las gracias al Gran Capitán del
de Sagunto, que agora es Monviedro, estando gran beneficio y merced que del habían rece-
cercados por Aníbal, capitán de los cartagi- bido en les haber restituido de poder de los
neses; sino que aquellos los acabó la hambre, bárbaros aquella cibdad y fortaleza de Cha-
y á los españoles les proveyó Dios del reme- falonía. Trujóle de parte de aquella Señoría
dio que él suele. Y fué desta manera. En la un muy rico presente, en que, entre otras co-
banda adonde estaba la armada del Gran Ca- sas, había muchas piezas de oro y plata muy
pitán amaneció otro día de mañana buena labradas, que la labor era de muy gran precio;
parte de la mar cubierta de avellanas: ios de la las cuales habían sacado de su tesoro, y en
DEL GRAN CAPITÁN 315

cada pieza venían figuradas las armas de Sant del Gran Capitán. De Mecina se fué el Gran
Marco; más una arca de pieles de martas Capitán á Palermo, y llegó á aquella cibdad á
y con aforro de martas blancas de gran valor, los veinte y siete días de Mayo del dicho año
que hasta entonces no se había visto otro tal; de mil y quinientos y un años. Fué por agua;
más dos arcas de cera blanca labradas con no quiso surgir en la cibdad ni entrar en ella
oro, que fué estimada en gran precio; más una porque venía de donde morían de pestilencia,
caja de olores y confeciones traídas de Ale- aunque fué muy importunado por Juan de
jandría y Cairo; más muchas piedras y perlas Lanuza, gobernador de aquella cibdad. Fuese
de gran valor; más le inviaron muchas telas á aposentar á un jardín que estaba junto á la
de brocado y sedas de diversas maneras y marina.
muy ricas. Más le inviaron carta de gentil- Antes quel Gran Capitán partiese de Zara-
hombre de Venecia, que es una dinidad ia cual goza para Mecina se amotinaron y alzaron
aquella Señoría suele dar á las personas que con la armada los vizcaínos y guipuzcoanos,
le hacen algún servicio ó honra; y es que que la tenían toda en su poder, porque tan
cuando reciben de alguna persona la tal obra presto no venía la paga, salvo algunos capi-
que merece ser galardonada, asiéntanle en sus tanes y otros en que hobo miramiento, como
libros en cada un año tanto salario cuanto Juan de Lezcano, Riarán, Herrera, Artieta y
él tenía de estado y costa al tiempo que les otros algunos. El Gran Capitán trabajó lo po-
hizo aquel servicio; porque la fortuna en sible con las mejores palabras que pudo, ofre-
ningún tiempo pueda abajarlos á peor estado ciéndoles que la paga se haría muy presto y
y más bajo que estaba cuando les hizo el tal socorriéndoles al presente con ayuda de costa.
servicio. Así le fué situado al Gran Capitán, Mas ninguna cosa aprovechaba, porque toda-
aunque jamás lo quiso llevar, seyendo siem-
él vía perseveraban en su rebelión, y se querían
pre requerido con él. Más le señalaron sitio alzar con la armada y se ir adonde más les
y lugar para le hacer una casa que tuviese en pluguiese. Visto por el Gran Capitán que nin-
aquella cibdad, en lugar adonde no acostum- gunas palabras, ni ofertas, ni ayuda de costa
bra aquella Señoría dar un palmo de tierra por bastaba para los reducir, mandó hacer proce-
diez mil ducados; hiciéronlo de su Consejo, y so contra ellos, asinándoles término dentro
la principal dinidad de aquel Senado. del cual se redujesen al servicio de sus Alte-
El Gran Capitán lo recibió y les invió las zas. Y visto que no aprovechaba, los mandó
gracias dello. Inviaron diez mil ducados para dar por traidores, así ellos como los que de
repartir por los soldados españoles, lo cual ellos descendiesen, aunque, como dijimos, te-
así fué hecho; más le inviaron diez caballos nían en su poder toda la armada; y así lo man-
turcos muy excelentes. Luego el Gran Capitán dó pregonar en la marina en altas voces, que
invió todo aquel presente á la Reina doña Isa- todos lo oyeron. Oida por los vizcaínos y gui-
bel, que solas cuatro piezas de oro y plata puzcoanos la rigurosa sentencia y lo mal que
tomó para sí, porque estuviesen en su apara- en aquellas provincias de Vizcaya y Guipúz-
dor por memoria de se las haber dado aque- coa sonaría tan grande ultraje, y más lo poco
lla Señoría. que el Gran Capitán se daba por ellos ni por
su armada, saltaron en tierra los más dellos y
se redujeron al servicio de sus Altezas. Por-
CAPÍTULO xvn
que siempre vemos que los que de ligero se
Dz lo que el Gran Capitán hizo en Sicilia en mueven á alguna opinión, de necesario han de
lacibdad de Palermo y de cómo estando el perseverar poco en ella; porque esto mesmo
Gran Capitán en Zaragoza se amotinaron acontece á todos los hombres que son arreba-
los vizcaínos con la armada, y lo que sobre tados en sus consejos, que tan presto se arre-
ello hizo el Gran Capitán. pienten de lo que hacen cuanto fueron acele-
rados en lo que se determinaron. El Gran Ca-
La Reina doña Isabel, después que recibió pitán no los quería admitir ni perdonallos.
aquel presente que el Gran Capitán le invió, Visto por ellos vinieron adonde el Gran Capi-
túvolo en mucho y solamente tomó del las dos tán estaba, llorando con muy gran sentimiento
arcas de cosas de cera y algunas martas; todo que era muy gran compasión de los ver; su-
lo otro invió á doña María Manrique, mujer plicando al Gran Capitán les perdonase lo que
316 CRÓNICA MANUSCRITA
habían hecho; porque nunca entre ellos había de lo poder cobrar por guerra, porque en este
habido traidor, antes aquellos de quien ellos tiempo el nombre del Gran Capitán era muy
descendían habían ganado renombre de hi- temido en Francia y los infantes españoles
josdalgo por ser siempre fieles y leales álos asimcsmo. Luego pensó que el Gran Capitán
Reyes de Castilla; y que aunque todos los ve- querría favorescerá Federico, Rey de Ñapóles,
cinos y moradores de aquel reino habían sido como la otra vez había hecho contra el Rey
conquistados y vencidos por los moros y alá- Charles; pues por guerra no podía que su dc-
rabes, cuando el Rey don Rodrigo perdió las sino viniese en efeto, buscó tratos y maneras
Españas, que sus antecesores nunca fueron para efetuar sus pensamientos. Y el trato fué
vencidos ni conquistados por ellos, y que si éste: que pues ellos decían tener derecho á
con tal renombre de traidores volviesen á sus aquel reino por la vía del Rey Alfonso el pri-

provincias serían muertosydespedazados por mero su aunque este no era tan justo ni
tío,

sus mesmos padres y hijos y parientes. El tan firme como el que la Casa de Francia te-
Gran Capitán, movido por los ruegos de los nía á aquel reino, que por no tener guerra con
leales que no habían consentido en aquella re- la Casa de Castilla y de Aragón sino mucha
belión y de compasión dellos, los perdonó y paz y concordia, como aquellos dos reinos
dio por ninguno el proceso hecho contra ellos siempre habían tenido, que aunque él pudiera
y fueron restituidos en su lealtad y dende ade- por guerra ocupar aquel reino según que los
lante sirvieron muy bien. grandes aparejos de guerra tenía para aquella
jornada, quería hacer un partido que cumplía
mucho á la Casa de Aragón; y era que los ca-
CAPÍTULO XIX pitanes de entrambos Reyes ocupasen aquel
De lo que elRey Luis de Francia hizo, sabido reino y echasen del al Rey Federico, que tirá-
que el Gran Capitán estaba en Sicilia para nicamente le poseía, y lo partiesen igualmente,
le resistir, si algo quisiese intentar contra y hiciesen paz perpetua entre la Casa de Ara-
Ñapóles. gón y la de Francia y con los Reyes Católicos.
El Rey Federico estaba muy alegre y con-
Estando el Gran Capitán en esta cibdad de tento, porque sabía que el Gran Capitán le
Palermo proveyéndolas cosas necesarias para ayudaría á defender aquel reino como la otra
la guerra, así por mar como por tierra, con vez había hecho, aunque no fuese por más de
aquella su gran providencia, vino á aquella los apartar del reino de Sicilia, y escrebía mu-
cibdad Sant Vicente el aposentador, inviado chas veces al Gran Capitán avisándole cómo
por sus Altezas, y trajo los capítulos que es- venecianos, florentinos y el Papa Alejandro
taban hechos entre el Rey de Francia y los habían hecho liga y amistad contra el dicho
Reyes de España. Lo cual pasó desta manera. Federico para le tomar el reino.
EIRey de Francia Luis duodécimo teniendo he-
cho en Francia, Borgoña y Bretaña muy grue-
so ejército así de pie como de caballo para ir
CAPÍTULO XX
á cobrar por guerra el reino de Ñapóles que De lo quel francés hizo con los Reyes de Espa-
su predecesor Carlos el Cabezudo había per- ña para que hubiese efeto el trato y partido
dido, por tener el paso seguro, tomó, como he- que les movió, y cómo los Reyes de España lo
mos contado, el estado de Milán y prendió al aceptaron.
señor Ludovico, Duque de Milán, como atrás
contamos; porque cuando su predecesor vol- El francés, para que hobiese efeto su trato,
vió de Ñapóles se había el dicho Duque confe- y para los traer á los Reyes de España á lo que
derado con venecianos, y le dieron la batalla deseaba, les invió muchas cartas y conciertos,
junto á Parma, como atrás contamos. También quel rey Federico le había movido, harto en
decía el dicho Rey pertenecerle aquel estado perjuicio de la honra, autoridad y hacienda
por ser su madre hija del señor Juan Galeazo, dellos, como
atrás dijimos, que bastaron para
Duque de Milán. Pues entendido por el fran- que concierto y liga hubiese efeto. El con-
el

cés quela estadadcl GranCapitánen Siciliano cierto fué de la partición que Pulla y Calabria,
era para otro efeto, sino para le resistir si á que están cerca de Sicilia, cupiesen en la parte
Ñápeles fuese su ejército, perdió la esperanza de los Reyes de España; Ñapóles y Gaeta en
DEL GRAN CAPITÁN 317

la parte del Rey de Francia, y que tierra de ros sí. El Conde fué de voto que luego subie-
Abruzo y de Lavor y Basilicata, y en las otras sen por que los moros viesen en lo poco que
tierras que quedaban fuera de la partija estu- los tenían. Don Alonso replicó que á él le pare-
viesen personas españoles y franceses para cía lo contrario,porque luego habían de tor-
que de las rentas de aquellas tierras igualasen narse á volver abajo; porque los moros tenían
á entrambas partes y hiciesen, como dijimos, lo alto de la sierra y ellos no la sabían. Mas
paces perpetuas. visto que el Conde lo porfiaba tanto, le dijo:

El Gran Capitán estaba muy triste y per- «Señor Conde, si después le pareciese á vues-
plejo, deteniendo al rey Federico con vanas tra merced volver atrás, yo no lo tengo de ha-
esperanzas, lo cual era muy contra su natura! cer, porque la seña de la Casa de Aguilar ja-
bondad y verdad, y muy contrario á su natu- más ha vuelto atrás un solo paso, y asi lo hará
ral costumbre y de su vida pasada, de entre- agora». AI fin subieron. Visto que
la noche so-

tener á Federico, un tan noble y valeroso rey, brevino y muy oscura, y que era el parecer de
y más seyéndole obligado por mercedes y be- todos volverse al pie de la sierra, y otro día
neficios del recebidos y que deseaba mucho por la mañana subir, persuadiólo á don Alon-
su servicio y que á la fin fuese un tan buen so de Aguilar el Conde el volverse. Don Alon-
Rey engañado y entregado á sus enemigos, so le dijo: «Ya dije á vuestra merced mi pa-
gente tan cruel y tan enemigos suyos por la recer». El Conde y todas las otras gentes se
guerra pasada. Esto le era á él pasar por la volvieron, y quedó solo don Alonso con los
mesma muerte; mas no podía hacer menos sino caballeros y gente de su Casa, y comenzaron
obedecer y cumplir los mandamientos de los á pelear con los moros muy animosamente. A
Reyes de España, ios cuales estaban, como don Pedro, su hijo mayor, dieron una pedrada
dijimos, muy ofendidos del; porque les parecía en la boca que le quebrantaron los dientes; al
que un Rey como Federico su pariente y agna- cual dijo su padre: «Hijo, vaite; no se ponga
do, y que tantos beneficios dellos había rece- toda la carne en un asador; haced como buen
bido en la guerra pasada, querer hacer aquel cristiano y honra mucho á tu madre». Don Pe-
reino tributario á la Casa de Francia, que su dro jamás se quiso ir, hasta que su padre le
tío el Rey Alfonso el primero con tantos tra- mandó tornar por fuerza y lo bajaron abajo;
bajos y fatigas, asi del espíritu como del cuer- que nunca pudo volver á se hallar con su
po, y gastos muy excesivos de su reino había padre ('). Yo vi después las corazas que tenía
ganado. vestidas don Alonso pasadas siete veces; allí
Todas estas causas juntas bastaron para murieron él y todos sus criados, sin volver un
que se concertase con el francés para tomar- paso atrás, muy gloriosamente.
le el reino. Asimesmo hicieron los Reyes de

España saber al Gran Capitán con cartas con-


solatorias cómo don Alfonso de Aguilar, su
CAPÍTULO XXI
hermano mayor, señor de la Casa de Aguilar, Z)j cómo el Gran Capitán recibió la partición
había seído muerto en un recuentro que hubo del reino, y supo la muerte de don Alonso,
con los moros, que se habían alzado en Sierra su hermano.
Bermeja; porque aquellos moros se habían su-
jetado debajo de ciertas condiciones de paz, y E! Gran Capitán recibió los capítulos hechos
entonces el Arzobispo de Toledo les forzaba y firmados entre los Reyes de España y Fran-
á que fuesen cristianos. Ellos se rebelaron y cia, y leyó asimismo las cartas consolatorias
se pusieron en armas y ocuparon la sierra, y que Reyes Católicos le escrebían conso-
los
se fortalecieron en ella. Encomendaron los lándole dela gloriosa muerte de don Alfonso,

Reyes el cargo de los reducir y castigar al di- su hermano. Leídas por el Gran Capitán, él se
cho don Alfonso y á don Rodrigo Girón, Conde hincó de rodillas y alzó las manos al cielo y
de Urueña, con la gente de sus casas y ciertas dijo: «Bendito seáis. Señor, por siempre ja-
guardas del Rey que fueron con ellos. Llegaron más, amén, por la gran merced que á don
una tarde al pie de la sierra, y el parecer de Alonso, mi señor, y á todos nosotros por vues-
don Alonso fué que refrescase la gente y otro tra gran misericordia habéis hecho, en que tu-
día por la mañana subiesen lasierra; porque se
(•) Al margen: Estaba don Pedro herido en una pier-
venía la noche y no sabían los pasos y los mo- na y otras heridas, caldo junto á bu padre.
313 CRÓNICA MANUSCRITA
vistes por bien que don Alfonso, mi hermano, Traía para esto, como dije, este embaja-
acabase sus días en servicio de vuestra san- dor cartas y cédulas en blanco firmadas del
tísima ley y de los Reyes nuestros señores y mesmo Rey y para todos los alcaides de
de sus Reinos, haciendo lo que caballero cris- todas las fortalezas y fuerzas y cibdades del
tiano debía hacer». Y dicho esto, mostró tan- Reino, para que luego entregasen todas las
to contentamiento como con la cosa del mun- plazas á quien el Gran Capitán mandase. Al
do de que más lo pudiera recebir. Luego se embajador respondió el Gran Capitán desta
retrajo á su cámara y hizo muy gran senti- manera: «Lo que vos, Bernardo, diréis á su
miento, cuanto la razón lo requería. Retrajese Alteza es que ha hecho muy grande injuria á
á Sant Francisco y allí hizo las obsequias con mi lealtad, y que me espanto de su Alteza
mucha solemnidad. Allí se juntaron todos los tener creído de mí, aunque de todo el mundo
señores y caballeros de aquel reino, todos me hicieran señor, que había yo de hacer
cubiertos de luto, que no quedó en toda la cosa tan fea y de tan mal nombre, y que no
cibdad persona chica ni grande que no se pu- quiero aquí relatar las causas que tengo para
siese vestidos negros. Tras esto mandó tomar me quejar de su Alteza, por ser cosa que tan
alarde á los señores, y barones de aquella isla, mal suena, ni aun pensarla. Diréis asimesmo
mandándoles que diesen caballos y armas, con á su Alteza que es verdad, y yo así lo confie-
todas las otras cosas necesarias para encabal- so, que yo recebí de su manificencia en la
gar los españoles, porque de la gente de aque- jornada pasada, que por mandado de sus Al-
lla isla tenía poco contentamiento para la tezas los Reyes Católicos hice en su servicio,
guerra. el ducado de Santángelo y otras tierras de

que su Alteza me hizo merced; que yo desde


CAPITULO XXII
aquí lo renuncio y lo torno á su Alteza; que
De lo que el Rey Federico hizo, sabida la par- yo me desposeo de ello y se io torno para
tición que los dos Reyes hablan hecho de su que haga dello lo que fuere su voluntad». Y
reino. luego invió á mandar á sus alcaides y gober-
nadores fuesen á entregar las llaves de las
El Rey Federico después que fué avisado fortalezas y plazas que él tenía y se despose-
que los dos Reyes de España y Francia se yesen de ellas, así ellos como los gobernado-
habían concertado de lo echar del reino y res de aquellas tierras al dicho rey Federico.
lo partir entre en iguales partes, invió
sí Lo cual ellos hicieron, visto el mandamiento
aquel Bernardo de Bernardis al Gran Capitán del Gran Capitán; lo cual el Rey no aceptó,
con cartas cédulas en blanco con los capítu- antes les mandó que las tuviesen como antes
los y tratos que se siguen. Que pues ya él las tenían por el mesmo Gran Capitán. Asi-
era avisado de lo que los Reyes querían y te- mesmo le invió á suplicar se pasase en Es-

nían determinado de tomar su reino, que


le paña y confiase en la beninidad de los Reyes
tuviese por bien de le ayudar á se lo defen- Católicos, y que esto era lo que más le cum-
der del poder de entrambos Reyes, que él plía; porque ellos le darían tanta parte en

tenía esperanza en Dios y en su persona que aquel reino con que su Alteza fuese satisfe-
se lo defendería á entrambos Reyes, y que cho, y que si otra cosa su Alteza hiciese, no
tomase de aquel reino la meitad cual él esco- acertaría. Lo cual le aconsejó y con muchas
giese, y que luego á la hora le entregaría palabras le persuadió aquel embajador Ber-
todas las fuerzas y fortalezas de aquel reino. nardo. Asimismo le dijo á aquel embajador:
Y que si esto no quisiese, que tomase las «Diréis, señor Bernardo, al Rey, que los
dos partes de aquel reino, y que le dejase hombres de su calidad á una vida no habían
una parte del, cual él escógese, adonde él se de tener más de un parecer, no habiendo
pudiese recoger, trayéndole á la memoria causa para hacer mudanza tan fuera de
cuan gran fama y inmortalidad ganaría en sos- razón; que meta la mano en su seno y halla-
tener á un Rey contra quien tan injustamen- rá que es justo juicio de Dios que habiendo
te dos Reyes tan poderosos querían echar recebido de su tío tantas mercedes y benefi-
de su reino, con otras muchas palabras y cios, se confederase con el Rey de Francia
ofertas que bastaban para enternecer un co- para le dar parias de aquel reino y le dar
razón por recio que fuera. paso para ganar á Sicilia y le ayudar, con
DEL GRAN CAPITÁN 319

otras cosas que su Alteza sabe que no son pre era aficionado á ganar las voluntades á
para relatar aquí». Vuelto aquel embajador y todos los señores y principales de Calabria,
oída la respuesta del Gran Capitán, hallóse porque todos casi eran aficionados á Francia
desamparado y sin ningún remedio, porque y porque con las buenas obras olvidasen la

no tenía caudal para se defender de ninguno opinión de los franceses.


de los Reyes, cuanto más de entrambos ejér- Asimesmo trabajó de ganar la voluntad y
citos de los dos Reyes, y más veyendo la obras de los Coluneses y les honró mucho y
grande alteración que en todo el reino había los trató muy humanamente, y dio á Fabricio
y la poca parte que en él tenía. El con algu- Colona, que era persona principal de aque-
la

nos criados suyos se fué á la isla de Ischía y lla parcialidad, una capitanía de caballos y

desde allí se pasó á Francia, adonde no fué otra al Próspero su hermano, y otra á Marco
recebido del Rey como su dínidad lo reque- Antonio su hermano. Fabricio, que había sido
ría, adonde feneció sus días pobre y deshere- preso en Capua por los franceses, habíase
dado, donde dio á entender á todos que rescatado por dineros; el Próspero, que era
tenía ofendidos á los Reyes Católicos, pues capitán del Rey Federico, y siempre había
no se quiso pasar en España, adonde los Re- sido de parecer que Federico dejase las va-
yes Católicos le dieran una parte en que nas esperanzas del Rey de Francia y siguiese
viviera contento. á la Casa de Aragón, pues era hijo della, y
había sido restituido en su reino por ella, y
jamás pudo con él que se apartase de aque-
CAPÍTULO XXIII
lla falsa opinión. Estaba asimesmo en Sicilia

Cómo el Gran Capitán pasó á la provincia de el Cardenal Colona, hermano de Fabricio, por-

Calabria y ocupó las tierras que en la parti- que vino huyendo del Papa Alejandro por-
ción cabian al Rey de España. que había favorescido á los Ursinos, que es
la otra parcialidad que hay en Roma contra-

El Gran Capitán partió de Palermo para ria de los Coloneses; y los concertó y hizo
Melazo y de allí vino á Mecina, adonde despa- amigos y capitanes de César Borja, su hijo,
chó todas las cosas necesarias á aquel reino, y les hizo mucha merced y usó con ellos de
y con su casa y ejército se pasó á Calabria y gran liberalidad y echó á los Coloneses de
desembarcó en Turpia. Llegado á esta cib- Roma y de sus estados.
dad proveyó y dio cargo destas tenencias y
gobernación de Rijoles, Turpia, el Silo, la
Mantia y Cotron á Gonzalo Hernández de
CAPÍTULO XXIV
Córdoba, su sobrino, hijo de don Alonso, se- De lo que el Gran Capitán hizo después que
ñor de Casa de Aguijar, su hermano, Co-
la pasó á Calabria.
mendador que fué de Calatrava de las enco-
miendas de Manzanares y Argamasilla, El El Gran Capitán con aquella su gran pru-
Rey Federico entregó á los generales de dencia parecía que tenia espíritu de prenos-
Francia las fortalezas de Ñapóles y Gaeta, y ticar las cosas antes que viniesen. Era de tan
concertó con los generales de se ir á Francia claro ingenio y de tanta providencia, que pa-
para el Rey Luis, pues había quedado en la recía adevínar las cosas antes que fuesen, y
partición del reino que tierra de labor y el para esto proveía las cosas necesarias á lo
ducado de Benevento y Abruzo con la cibdad por venir. Tenía á los franceses por tan sober-
de Ñapóles y Gaeta cupiesen al Rey de Fran- bios y tan amigos de tomar lo ajeno por habér-
cia; Calabria, Pulla y Basilicata con tierra de seles dado todo lo que en su parte les venia,
Otranto, cupiesen al Rey de España. Tras que luego habían de querer ocupar la otra
esto restituyó él Gran Capitán en sus esta- parte de los Reyes de España; y con la gran-
dos á los señores de la Casa de Sant Scve- deza de su ánimo le parecía que si quisiesen
ríno, principalmente al Príncipe de Visíñano, los franceses ocuparle la otra parte, que ad-
que le restituyó todos los castillos y tierras quiriría grande honra y fama en les tomar la
que le había tomado, porque siempre había suya y echarlos de toda ItaUa. Y no le engañó
seguido la parte francesa, y era muy enemigo su pensamiento, que en lo uno y en lo otro
de la Casa de Aragón. El Gran Capitán siem- salió verdadero, como adelante se verá, en el
320 CRÓNICA MANUSCRITA
discurso de la historia. Y para este desino por mejor la muerte del cuerpo que no per-
trajo á sí á ios Coloneses, hombres que, allen- der la castidad. De lo cual aquel francés y los
de de ser caballeros tan valerosos, sabía que otros que le favorescían quedaron muy es-
eran enemigos de franceses y del Papa Ale- pantados á la orilla del río, de hecho tan gran-
jandro, que tenía hecha liga y amistad con el de de mujer. Mucho más es de alabar Seve-
Rey de Francia, y asimesmo trujo á sí á todos rina, capuana, que no Lucrecia, romana; por-
aquellos quél sabía ser aficionados á la Casa que Lucrecia, con temor que hubo de Sexto
de Aragón, Tarquino, consintió en el adulterio del primo
Habían venido por generales de Francia el de su marido, y después se mató delante de
Duque de Nemos ('), de la principal sangre y Junio Bruto su tío y de Collatino su marido, ó
nobleza de' aquel reino, mozo de veinte y doá porque se arrepintió de lo que había hecho,
años, muy valiente y de mucho consejo para por ventura pensando no viniese por alguna
su edad, y muy bravo y belicoso en la guerra, vía á se descubrir al fin, ella mesma se mató
y muy benigno y templado en la paz. Venía con un cuchillo delante de quien hemos dicho.
juntamente con él Ebrardo Estuardo ('), lla- Mas Severina, armas del francés, ni las
ni las
mado por otro nombre mos de Aubeni, de olas del temor de la muerte le pusie-
río, ni el

quien atrás dijimos, natural del reino de ron temor para perder su castidad, ni quiso
Escocia, hombre muy sabio en las cosas de tener vida sin ella. Mas los de Capua tuvieron
la guerra, sino que era cruel y era en mu- la culpa,que dieron entrada y lugar á los fran-
chas cosas bárbaro. Pasaron por Roma los ceses, estando dentro Fabricio Colona con es-
dos generales, mos de Aubeni y el Duque pañoles y coloneses. Aquí se averigua el di-
de Nemos, con muy grueso campo, seyendo, cho antiguo que nunca el traidor carece del
como hemos dicho, el Papa Alejandro ami- castigo que su traición merece, como aconte-
go y aliado con franceses. Entraron por aquel ció á aquellos de Capua, que fueron saquea-
reino en su parte, robando y destruyendo, dos, robados, deshonrados y destruidos como
que ni perdonaban á las haciendas, ni á las merecía su traición.
doncellas y á las casadas, como lo hicieron
los bárbaros que en aquella provincia en-
traron. Llegando Capua
saquearon y
á la
CAPITULO XXVI
robaron las iglesias; ningún género de mal- De lo que el Rey Federico dejó ordenado en el
dad dejaron de ejecutar en los napolitanos, reino de Ñapóles cuando del se partió.
porque les parecía que se vengaban dcllos
por la guerra pasada. Ya dijimos en uno de los capítulos pasados
cómo el Rey Federico, confiado de las vanas
esperanzas del Rey de Francia, se pasó á
CAPÍTULO XXV aquel reino. Dejó á su hijo mayor, que se lla-
De un hecho muy denotar que aconteció á una maba don Hernando, Duque que era de Ca-
doncella de Capua llamada Severina. labria, en la ciudad de Taranto, que es la
más fuerte de todo aquel reino, con este de-
Entre otras crueldades que en el saco de sino: que él seguiría la parte francesa y el
Capua hicieron los franceses, aconteció que á hijo siguiese la parte española, así por el gran
un francés le pareció bien una doncella noble, deudo que con los Reyes de España tenía
llamada Severina, muy hermosa y muy hones- como aquel que era sobrino del Rey don Fer-
ta, que ni bastaron lágrimas ni ruegos de los nando de España, como porque siguiendo
padres ni de la doncella para que no la forzase. cada uno á uno de los Reyes, quedase con la
Ella como pudo se desasió del y fué huyendo parte vencedora, y este fué su desino. Lo cual
por la calle, que ninguno bastó para se la qui- le pareció bien al Duque de Calabria, aunque

tar. Pasa por medio de la cibdad un rio lla- era muy mozo y estaban con él fray Leonar-
mado Vulturno. Faltándole á Severina ya las do Alejo, comendador de la caballería de Ro-
fuerzas corporales, corrió al río y se lanzó en das, y don Juan de Guevara, Conde de Poten-
él, adonde se ahogó, pareciéndole y teniendo cia. El Duque estaba determinado de seguir

á los Reyes de España sus tíos con la fideli-


{') TiUiB de Armagnac. Duque de Nemours.
(') Roberto Btewart, señor de Aubigny. dad que se requiría; mas los franceses, como
DEL GRAN CAPITÁN 321

tenían intinción de romper la guerra y de ocu- determinación del Gran Capitán hizo su par-
par la otra parte que á los Reyes de España tido y la entregó. De allí fué el Gran Capitán
en la partición había cabido, trataron de se- la vuelta de Calabria para ir sobre la cib-

creto con Duque, que era de poca edad, ha-


el dad de Taranto, adonde dijimos estar rebe-
ciéndole entender que era cosa muy ligera y lado el Duque don Fernando; y llegado, puso
de poco trabajo ocupar la otra parte del rei- sitio sobre ella á los veinte y ocho días de

no, según la gente de guerra que tenían, y que Octubre del dicho año de mil y quinientos y
tomarían á los españoles descuidados sin uno años.
pensar tal cosa; y lo mesmo trataron con fray Esta cibdad de Taranto está junto á la
Leonardo Alejo, aquel comendador de Sant mar; es muy fuerte así de sitio como por mu-
Juan que era su ayo, y lo había siempre cria- chas y muy fuertes torres y muros que tie-
do y lo tenía en su poder y gobernación. Fué ne; las torres cerca el agua y de una á otra
el trato que se alzase con la cibdad de Taran- hay puente levadiza; luego hay una que lla-
to, que cabía en la parte de los Reyes Católi- man la cibdadela, muy fuerte; y adelante la
cos, ofreciéndoles muchas vanas esperanzas. cibdad de muy fuerte muro, y tras éste un
Lo cual el Duque aceptó por persuasión de muy fuerte castillo. Esta fué aquella gran
aquel su ayo. Los franceses, teniendo como cibdad de Taranto que hizo tantos años gue-
dijimos la intinción de quebrar la capitulación, rra al pueblo romano, trayendo por caudillo
hacían muy malos tratamientos en todos los y valedor á Pirro, Rey de los Epirotas, el
lugares que ocupaban para poner miedo á to- cual les hizo muy ruda contra. Al cual invia-
dos, porque se les rindiesen de temor. Los ron los romanos á Fabricio, aquel capitán tan
señores y personas principales que seguían nombrado, que lo venció y desbarató su ejér-
la parte francesa son los siguientes: el Prín- cito, después de haber pasado entre ellos
cipe de Visiñano, el Príncipe de Salerno y el muchas guerras.
Príncipe de Cosano, el Príncipe de Melfa, el

Conde de Capacho, el Conde de Melito, el


CAPÍTULO XXVIII
Marqués de Bitonto, el Duque de Atre, Al-
fonso Carachulo, Luis de Aste y otros algu- De lo que aconteció á un capitán de infan-
nos varones y personas principales. Los que tería llamado Juan de la Iqu con el Gran Ca-
seguían la Casa de Aragón eran éstos: el pitán.
Duque de Termoli, Marqués del Vasto, Con-
de de Potencia, Conde de Muro, Conde de Yendo el Gran Capitán la vuelta de Taran-
Sant Severino, Conde de Montesarcho, Con- to, un capitán de infantería llamado Juan de
de de Matera, con otros varones y perso- la Iga llegó á aposentarse á un lugar llamado
nas principales. Restigo; y porque no le quisieron abrir de
buena gana en el pueblo, con buenas razo-
nes que les persuadió le abrieron las puer-
CAPÍTULO XXVII
tas y le aposentaron en el lugar. Y entrado
De cómo el Gran Capitán partió de Turpía una noche mandó tocar alarma, y saquearon
para ocupur la parte que le^cabla en la par- el pueblo, en que murieron algunos vecinos de

tición, y cómo pasó cerca sobre Taranto, los que se quisieron defender; y salido de
adonde el Duque de Calabria estaba rebe- aquel lugar se vino al campo del Gran Capi-
lado. tán. Sabido por el Gran Capitán este caso, y
hecha la información, mandó á un capitán de
El Gran Capitán partió de Turpia y fué á caballos que llevasen preso al dicho Juan de
Monteleón, adonde juntó todo su campo, y de la Iqa á de Restigo y hiciesen justicia
la villa
allí fué sobre Cosencia. Luego se le entregó la del, en medio de la plaza de aquella villa, lo
cibdad, aunque la fortaleza no se le entregó, cual así fué hecho, que en medio de la dicha
porque estaba en ella un caballero italiano plaza fué descabezado. A todos pesó mucho
criado del Rey Federico, sobre la cual mandó de aquella muerte, y más al Gran Capitán,
poner sitio el Gran Capitán. Estaría un mes porque era un muy valiente soldado y muy
cercada; al fin, visto por el alcaide los com- diestro en cosas de la guerra.
bates que cada día le daban y conocida la Los de aquella villa, veyendo la gran justi-
Crónicas de' Gran Cap'lán.- 2i
322 CRÓNICA MANUSCRITA
cia que de aquel capitán se había hecho, vi- CAPÍTULO XXX
nieron á dar las gracias al Gran Capitán. Puso
De lo que el Gran Capitán hizo con Filipo
este castigo gran temor á toda la gente de
de Rabastain, capitán del Rey de Francia,
guerra para hacer lo que debían con los ami-
que aportó perdido y desbaratado con tor-
gos y enemigos.
menta á Calabria.

Visto por el Rey de Francia y venecianos


CAPÍTULO XXIX
que el Gran Capitán con tanta honra había
De cómo el Gran Capitán asentó el cerco so- ganado la isla de Chafalonía, parecióles que
bre la cibdad de Taranto, con lo que sobre sería cosa muy honrosa que Filipo de Rabas-
aquel cerco aconteció. tain, flamenco, un valeroso capitán del Rey de
Francia, fuese con una muy buena armada y
Tiene cibdad de Taranto un asiento y
la conquistase la isla de Mitilene, en el archipié-
sitio muy que por todas partes es cer-
fuerte, lago, dentro en Turquía; y que ganaría
muy
cada de agua de la mar. El Rey don Alonso, muy gran gloria para el Rey de Francia y para
nieto del Rey don Alonso el primero, de quien él, á fin que tomada aquella cibdad y isla

atrás dijimos que había dejado el reino á su abajase la soberbia de los turcos y la gloria

hijo el Rey Fernando, cuando los turcos to- del Gran Capitán. Y asi como aquella jornada
maron á Otranto y la tuvieron por espacio de fué con loca osadía y invidioso desvío, así fué
un año, hizo cortar la tierra firme y cercarla su suceso temerario y deshonrado. Porque
de agua, porque los turcos trabajaban de to- llegados á la dicha isla,y comenzando á com-
mar aquella cibdad por el buen puerto que batir el muro de la cibdad, los turcos la de-
tiene y otras partes muy bien acomodadas fendieron de arte que los franceses se dejaron
para sus desinos. No está agora la cibdad de del combate, y afrentosamente se tornaron
Taranto asentada en el sitio antiguo, sino en por donde habían venido; y saliendo del archi-
la altura y fuerte fuera de Taranto, que Aníbal, piélago, les tomó gran tempestad que perdió
capitán de los cartagineses, tuvo cercada tan- las naos de su armada, unas que se anegaron
tos días sin conseguir el efecto que deseó de por la furiosa tempestad, otras con los vientos
aquella cibdad. Agora se parecen las grandes que las echaron á partes adonde todas se per-
minas adonde antiguamente fué edificada la dieron, así ellas como la gente que en ellas
cibdad antigua de Taranto y las grandes se- venía; y la nao en que venía Filipo de Rabas-
ñales de la nobleza de aquella cibdad. Está tain con la tempestad aportó á Calabria á Ri-
esta cibdad de Taranto como isla, porque está, joles, adonde fué preso. Y avisado el Gran Ca-
como dijimos, toda cercada de mar. Entrase pitán dello, quiso usar con él de su natural con-
á ella por dos puentes levadizas de madera: dición y tan bien adquirida con grande artificio.
la una está al nacimiento del sol y la otra al po- Siempre el Gran Capitán trabajó de ser te-
niente. Están á las entradas destas puentes nido en todos sus hechos, así en la paz como
dos hermosas fortalezas, que por medio de la en la guerra, de franceses y italianos por muy
una y de la otra corren ríos de agua; de cuya señalado en la liberalidad y manificencia; en
causa es muy difícil y trabajoso combatir lacual virtud tenía hecho hábito y costumbre,
aquella cibdad, pues por la parte de la mar en porque ésta es una tan gran virtud con que
ninguna manera pueden llegar navios por es- ganó siempre los ánimos, corazones y volun-
tar unas rocas y peñascos que lo estorban; de tades de los soldados; porque así como en las
manera que es inexpugnable aquella cibdad. otras virtudes hizo mucha ventaja á todos los
Visto por el Gran Capitán la dificultad de otros capitanes, así pasados como presentes,
tomar pof combate aquella cibdad, porque así ninguno hubo que mejor á tiempo y sazón
allende del sitio natural y artificial de Taran- usase de esta virtud. Entonces estaba muy
to, como los del Duque don Hernando espe- contento, cuando usaba de liberalidad.
rasen el cerco, habían bastecido aquella cib- Como mos de Rabastain aportase á Rijoles
dad de todas las cosas necesarias y de mu- tan destrozado, porque su nao había embes-
chos mantenimientos y vituallas de toda la tido con la violencia del viento en una de las
comarca, y allende desto la cibdad es muy islas del mar Jónico, el Gran Capitán, veyén-
abundante de todas las cosas. dole tan trabajado, así por haber perdido 11
DEL GRAN CAPITÁN 323

aquella jornada y haberle sucedido tan mal metió entre ellos desarmado, y con aquella
aquella empresa, invióle cosas muy importan- constancia maravillosa y la majestad de sus
tes para la necesidad en que estaba, que sin palabras; y un soldado con muy gran furia le
duda quien quisiere mirar el gran valor del puso la pica en los pechos, determinado de lo
presente que el Gran Capitán invió á Filipo pasar con ella, según las palabras desacata-
de Rabastain, le parecerá, y con justa razón, das que decían, y el Gran Capitán metió la
pasar los límites y término de la liberalidad, mano en bajo de la pica y se la alzó, y con
aunque fuera con un grande amigo á quien él gran risa le dijo: «Alza esa pica, necio, ¿no ves
mucho debiera, y le fuera en grande obliga- que burlando me podías pasar el cuerpo?». Y
ción. Invióle una nao muy bastecida de mu- esto con gesto tan alegre, como si aquel sol-
chas vituallas y todas las cosas necesarias, y dado se estuviera burlando con él.
una muy gran vajilla de vasos de oro y plata, Pues llegó á tal estado la desvergüenza,
muchas ropas de seda y brocados, forrados que diciéndoles el Gran Capitán que la paga
en martas zebellinas y lobos cervales de gran vernía presto, de que todos quedarían con-
precio, y muy buenos caballos y muy bien tentos, respondió un capitán vizcaíno, llama-
aderezados, y muchas conservas y regalos. do Isciar, con gran furia y soberbia le dijo:
Fué en tanta cuantidad todo, que á todos sus «Pues que no tienes dineros, pon á tus hijas
compañeros les alcanzó parte. en el burdel, que ganen su pan, que nos pa-
Venían en la compañía de mos de Rabastain gues». El Gran Capitán le respondió con ale-
muchos caballeros y muy principales, entre gre cara: «¿No ves que son mis hijas feas?». Y
los cuales venía Estuardo, Duque de Albania, aunque allí al presente páreselo no lo sentir,
muy pariente y de la sangre real de los Re- mas llególe á la ánima, y lo sintió en lo secre-
yes de Escocia, que después ha sido capitán to como la razón lo pidía.
muy valeroso del Rey de Francia. El Rabas- Pues sosegado aquel motín con promesas
tain confesaba á do quiera que se hallaba, y que dentro de ciertos días serían pagados,
delante de su Rey, que ninguno de cuantos amaneció una mañana ahorcado el capitán Is-
capitanes él había conocido ni oído llegaba al ciar de una ventana, adonde todo el ejército lo
valor y ánimo del Gran Capitán. vio. De lo cual el Gran Capitán ganó mucho
Fué estimado lo que el Gran Capitán invió crédito y reputación con la severidad de aquel
al Rabastain en doce mil ducados, sin la nao castigo, que dende adelante cobró la reputa-
y todas las cosas necesarias á ella. Fué tan in- ción que cuasi tenía perdida.
vidiada esta merced que el Gran Capitán hizo
al francés, que los soldados, no pudiendo su- CAPÍTULO XXXI
frircon paciencia esta dádiva, se amotinaron, [

De cómo estando ios soldados para se ir del


y casi todos de común consentimiento toca-
campo porque no pagaban, sin haber de
les
ron al arma, con determinación de no quedar
qué, Dios proveyó milagrosamente de que
con el Gran Capitán; y decían públicamente
fueron pagados y sobró mucho.
que el Gran Capitán repartía
la hacienda con
Jos extranjeros, yaun enemigos, por adquirir Los soldados muchas veces pedían con gran
nombre de liberal y real ánimo, derramaba furia laspagas que les eran debidas, y decían á
las riquezas y dejaba á ellos pobres; que fue- voces que, ó les pagasen ó les diesen licencia,
ra muy más justo proveerles á ellos, pues se porque se querían ir á otra guerra adonde se-
Íes debían muchos meses, los cuales habían rían pagados á su voluntad, con esperanza de
esperado detenidos con sus promesas y dul- grandes sacos y militarían en otra milicia más
ces palabras. libertada y no tan estrecha. Y era que el Du-
Fué tan grande el enojo y furia que los que de Valentinois, hijo del Papa Alejandro,
soldados de aquella invidia concibieron, y de César Borja, tenía intención de hacer gue-
tal manera aquella malvada ponzoña prendió rras y hacerse señor de la Toscana y Roma-
sus ánimos muy obstinados, que comenzando nía, y conquistar á los señores dellos, y pro-
á marchar puestos en orden, llegando á ellos metía de secreto á los soldados muy gruesas
el Gran Capitán, le pusieron las picas á los pagas y grandes sacos y presas de muchas
pechos muy desacatadamente, pidiéndole to- cibdades ricas, y los soldados estaban deter-
das las pagas que se Jes eran debidas. £1 se minados de dejar Jas banderas y irse para el
324 CRÓNICA MANUSCRITA
Borja, por ver el mal aparejo que había para élse le puso el cerco á los veinte y ocho días
haber dineros. de Octubre hasta principio de Marzo, que
Estando las cosas en este estado, le soco fueron más de cuatro meses. El Duque invió
rrió Dios á tan grande necesidad como tenía, á suplicar al Gran Capitán que le esperase
porque la fortuna, guiada por la divina Provi- cierto tiempo, yque si dentro de él no fuese
dencia, que jamás le faltó, le proveyó de la socorrido de su padre ó de otro alguno, que
manera que agora oiréis. él se entregaría, así á su persona como á la
Iba una nao de ginoveses á Levante, carga- cibdad y fortaleza. Lo cual el Gran Capitán se
da de muchas y muy ricas mercadurías, y en- lo otorgó; y pasado aquel tiempo no cumplía

tre otras cosas llevaba hierro y otras cosas la palabra que había dado, y no por su volun-
vedadas; la cual con tormenta había arribado tad, sino porque los franceses, de secreto,
al golfo de Taranto. trataban con un Juan de Guevara, que tenía
Sabido por el Gran Capitán lo que la fortu- cargo de la persona y gobernación del Duque,
na le ofrecía, y á tal tiempo, mandó á Juan de y frey Leonardo, Comendador de Sant Juan,
Lezcano que con sus galeras la rodease y la que era capitán de su guarda, que les entre-
metiese á saco. Lo cual luego fué hecho; de gase á la cibdad y fortaleza de Taranto, di-
que los ginoveses estaban bien sin pensa- ciéndole que los Reyes de España habían he-
miento de lo que les sobrevino. Y aunque el cho muy ruindad al Rey Federico, su padre,
Gran Capitán estaba en tan grande y extre- seyendo al revés, que el Rey Federico, su pa-
ma necesidad, no lo mandara saquear si no dre, la hubiese hecho á los Reyes de España,
llevara lo que hemos dicho á turcos. como atrás dijimos. Y para mejor efectuar
Fué estimado lo que allí se tomó en más de esto, mos de Alegre, un capitán astuto y muy
cien mil ducados; y con todo lo que hemos di- sagaz, so color de religión había pedido licen-
cho, fué forzado á lo hacer contra su natural cia al general Duque de Nenios para ir á vi-
condición, porque en la verdad, ninguna avari- sitar la iglesia de San Cataldo, un santo muy
cia le movió, sino la mucha necesidad por con- célebre y en quien todos los de aquella pro-
servar los soldados sediciosos y ya determi- vincia tienen mucha devoción, á quien él decía j

nados de se partir para el Borja. haberse prometido en las guerras pasadas, y^


Solía muchas veces decir que los Capitanes era con designio de no fiar aquel negocio de
generales, aunque algunas veces quebranta- alguna espía, sino ser él en persona. Llevó á
sen la razón por conservar los soldados y la iglesia de San Cataldo muchos dones y pro-
vencer á sus enemigos, no se les podía atri- mesas que había á la iglesia del Santo pro-
buir á tanto mal, porque venciendo podía sa- metido, por persuadir al Guevara y á Leonar-
tisfacer á las personas agraviadas y restau- do que entregasen á Taranto y al Duque á los
rarles sus pérdidas, lo cual era menos daño franceses, y juntamente habían prometido al
que el que se podía seguir si sus enemigos alcaide y gobernador de Manfredonia les en-
venciesen; y más seyendo franceses los ven- tregase la fortaleza y cibdad.
cedores, que con la victoria no tienen mucha El Gran Capitán, con su diligencia maravi-j
cuenta la razón y justicia, según por expe- llosa, conoció los designios de los franceses,
riencia lo vían cada hora. así en lo de Manfredonia como en lo de Ta-
De lo que allí se hubo fueron los soldados ranto, porque es cosa muy averiguada que
pagados muy á su voluntad y cumplidas algu- jamás al Gran Capitán se le encubrió traición
nas otras necesidades en que estaban; y pa- ni ardid alguno de los contrarios. Parecióle
rece que lo permitió Dios, porque llevaba lo que no era tiempo de pues no
dilatar más,
que atrás dijimos á los infieles, que de dere- cumplía el Duque ni el Guevara
Leonar- ni el

cho divino y humano es vedado y perdido. do lo que habían prometido. El Gran Capitán
le pareció seguir lo que Aníbal en el cerco de

CAPÍTULO XXXII aquella cibdad había hecho cuando la tuvo


sitiada. Hizo con gran presteza y maravilloso
De cómo se entregó la cibdad y fortaleza de
artificio veinte navios encima de carros, y
Taranto y el Duque don Fernando con ella.
pasádolos de la mar á aquel mar que está
El Gran Capitán tuvo cercada la cibdad de allí cerrado, que tiene de largo cuatro millas,

Taranto poco más de cuatro meses, porque á que es como un grande estanco y tiene vein-
DEL GRAN CAPITÁN 325

te millas en derredor, adonde están los na- ,


nánimo y tan benino, que fácilmente daría
vios muy seguros aunque haya gran tormenta. al Duque para se ir adonde más qui-
libertad
Pues metidas las naos en el puerto, los sol- siese.

dados les dieron á entender que no se les Persuadido el Duque ¡nvió al Gran Capitán
podían defender. al Guevara, el cual concertó la tregua por
seis días. Luego entraron dentro Pedro de
Paz y Luis de Herrera; fué concertado de
CAPÍTULO XXXIII
rendir á Taranto, cibdad y fortaleza, y la per-
De cómo se acabó de tomar la fortaleza y cib- sona del Duque. De aqueste concierto que-
dad de Taranto, y se entregó el Duque don daron en no buena reputación el Guevara y
Fernando, el Leonardo y los principales que allí con el

Duque estaban.
Gran Capitán mandó apretarles el cerco,
El Luego fueron las puertas abiertas. El Gran
y porque supo que ciertos caballeros italia- Capitán fué adonde el Duque estaba, y le pi-
nos, personas principales, que dentro se ha- dió las manos para se las besar, y le dijo:
bían metido con el Duque, estorbaban que «Perdone Vuestra Excelencia, que lo pasado
Taranto no se entregase, mandó á Ñuño de no ha podido dejar de se hacer». Con otras
Ocampo y á otro cierto capitán que trujesen muy dulces palabras, que Su Excelencia se
allí al cerco á sus mujeres y hijos de aquellos consolase, que los Reyes Católicos, sus tios,
caballeros que en Taranto estaban allí al le temían en lugar de verdadero hijo, y le

cerco, y mandó combatir


la cibdad, y que pu- darían tanta parte en sus reinos que le pa-
siesen en la delantera á las mujeres y hijos, y reciese no le haber faltado aquel reino.
invióles á avisar que si contra el real tirasen, El Duque le respondió: «A Vuestra Merced,
que mirasen y verían puestas delante á sus señor Gran Capitán, tengo yo por verdadero
mujeres y hijos, en quien los tiros primero padre, y tengo por cierto que se acordará de
topasen. Estuvieron alií aquellas señoras tra- favorecer á un hombre desheredado como lo
tadas con tanta honra y honestidad como yo soy».
cuando más estuvieran en sus casas. Visto El Gran Capitán le hizo muy buen trata-
por los caballeros que en la fortaleza esta- miento, dándole muías, caballos, ropas, dine-
ban el llanto de sus mujeres y hijos, que lle- ros y muchos aderezos de casa, y le envió
gaban al cielo, movidos de compasión, trata- entre otras muchas cosas un caballo que se
ron de entreg'ar la fortaleza. Todos de común llamaba Mudarra, el mejor que á la sazón se
consentimiento inviaron á suplicar al Gran sabía en toda Europa y en África, con un
Capitán mandase volver aquellas mujeres y jaez de oro muy rico que el Rey de Granada
hijos á sus casas, que luego entregarían la le habla dado, de que el Duque fué muy con-

fortaleza y cibdad y la persona del Duque á tento. Luego mandó á Luis de Herrera tovie-
su señoría. Lo cual así fué hecho, porque se cargo de la persona del Duque, el cual
persuadieron al Duque que se quisiese guar- quisiera salir del reino, según los consejos
dar para esperar mejor fortuna, y que si to- del Rey Federico, su padre.
davía quería perseverar en aquel cerco, él se ElGran Capitán tuvo por cierto que el
ponía á manifiesto peligro de su persona y Duque se pasaría á Francia para su padre,
vida, pues tenía por enemigos á dos Reyes y porque no procurase con los de la parte
tan poderosos, y á todos los otros Príncipes francesa levantallos con esperanza de tor-
y señores que con ellos estaban ligados, nar á cobrar el reino y quitallo á los espa-
pues esperar socorro parecía cosa vana y de ñoles, desta causa lo mandó tener á buen re-
ningún efecto. Demás desto, los tarentinos caudo.
estaban muy fatigados y afligidos por los Luego adelante, visto por el Duque que no
muchos daños y pérdidas y fatigas que en le ponían en la libertad que él pensaba y los
aquel cerco habían recibido y recibían del caballeros que con él estaban le hacían en-
largo sitio que habían padecido, persuadían tender, quejábase mucho lamentando su for-
al Duque y á aquellos caballeros que pu- tuna contra aquellos que así lo habían enga-
siesen fin á tan grande adversidad como pa- ñado y le habían puesto por prisionero. El
decían, y que el Gran Capitán era tan mag- Duque no fué engañado por el Gran Capitán,
326 CRÓNICA MANUSCRITA
que nunca él tal fe ni palabra le dio ('), sino que que es en los confines de Pulla con Ñapóles,
de los Reyes Católicos, sus tíos, sería trata- porque los generales de Francia estaban en
do como hijo y heredado en España. otro lugar que se llamaba Melfa, en los confines
De
allí fué el Duque llevado á Ríjoles, y de de Ñapóles y Pulla. La intinción del Rey de
á España, adonde fué tratado de los Re-
allí Francia siempre fué que, ocupada la parte
yes Católicos según su persona merecía, y que le cabía, después, ó por armas ó por al-
parecía ir olvidando la adversa fortuna pasa- guna cautela, preso el Gran Capitán, tomasen
da. Después, estando la Corte cerca de Fran- la otra parte del reino, y así se hiciese señor
cia, trató de se soltar y se pasar en Francia de todo él
con un ardid de franceses: que puesto fuego El principio de quebrantar la paz fué que
al lugar adonde estaba, por tantas partes con en la parte que estaba diputada para igualar
otros dos acudiesen al fuego, él se pudiese las rentas de entrambas partes, estaba un lu-
¡r á Francia, lo cual fué descubierto. gar que se llama la Tripalda, con otros luga-
Sabido por los Reyes, y vista su ingrati- res comarcanos. Los franceses comenzaron á
tud, lo mandaron llevar á Játiva en Aragón, echar de allí á los que estaban diputados para
con muy buen tratamiento y servicio, como cobrar aquellas rentas, sobre lo cual fué el
su persona merecía, y estuvo allí hasta que Duque de Termoli, con ciertos caballos y in-
reinando el Emperador vino á reinar y lo fantería española, y los franceses asimismo se
mandó soltar y lo casó con la reina Germana, pusieron en armas. Y estando entrambos cam-
mujer del Rey don Fernando, su agüelo, so- pos para pelear, el Duque de Nemos, que era
brina del Rey Luis duodécimo de Francia, y un buen caballero, aunque mozo, estorbó que
muerta aquélla le casaron con la Marquesa no peleasen, y fué acordado que aquellas tie-
del Zenete, y le hicieron gobernador de Va- rras quedasen como antes estaban, hasta que
lencia hasta que murió. por justicia se determinase.
El Gran Capitán dejó por alcaide Los franceses inviaron un caballero francés
y gober-
nador de la fortaleza y cibdad de Taranto á á decir al Gran Capitán que le hacían saber
un caballero de su casa, llamado Pero Her- que en la provincia de Pulla estaba la provin-
nández de Nicuesa, que dio muy buena cuen- cia de Capitanata, sin la cual la cibdad de Ña-
ta de aquel cargo. póles no podía vivir, porque de allí se proveía
de todas las cosas necesarias é importantes á
aquella cibdad, y que luego les entregasen
aquella provincia, aunque hubiese cabido en
la partición de los Reyes de España. El Gran
Capitán replicó que Capitanata estaba, como
COMIENZA EL CUARTO LIBRO
ellos sabían, en la Pulla, y que, conforme á la

DE LA GUERRA QUE EL GRAN CAPITÁN HIZO capitulación, no tenía lugar lo que pedían; mas
CONTRA LOS REYES DE FRANCIA Y ÑAPÓLES que de todo lo que de aquella provincia tu-
viesen necesidad, así se serviría Ñapóles de
ella como si en su partición hobiera cabido.
CAPÍTULO I
Los franceses insistieron que en todo caso
De cómo los franceses buscaron cautelas para se les había de entregar, y sobre esto pasa-
quebrantar la paz y echar al Gran Capitán ron muchas alteraciones de la una parte á la
de la otra parte que á los Reyes de España otra. Al fin el Gran Capitán les replicó que se

habla cabido. viese por justicia, y que ellos nombrasen los


que les pareciese, hombres de letras y con-
Despachado, pues, lo de Taranto, y invlado ciencia, y él nombraría otros tantos de la suya,

el Duque don Fernando á España, el Gran Ca- y que si ellos lo determinasen, que él estaba
pitán se fué á un lugar que se llama la Tela, aparejado para se la restituir.
Lo cual todo fué así concertado, porque los
Adición maridnal: Porque si se la diera, él la cnm-
(*)
franceses esperaban un grande ejército y otras
pliera, aunque Paulo Jovio, en una suma que del Gran cosas para romper la guerra, y entre tanto-
CapitÁn oflcriVjíó, dico que le dio su palabra, no dijo lo
cierto. Deciame Carlos de Paz, que se halló cuando el dilataban el negocio por estos medios. Con-
Duque fué entregado, que nunca se trató de tal cosa,
y lo mesme decia Diego Garcia de Paredes.
certóse que los capitanes, así el español como
DEL GRAN CAPITÁN 327

mos de Aubeny y Duque de Nemos y Gran pitanata, nombre nuevamente puesto, apar-
Capitán con los letrados, se juntasen en una tadas de laLucania, cuya cabeza, como diji-
ermita que está entre Melfa y la Tela, que mos, es Ñapóles.
se llama Santo Antonio, adonde se hacen mu-
chos milagros, y vienen de toda aquella tierra CAPÍTULO II

á la visitar, por la gran devoción que allí tie-


Cómo los franceses no quisieron pasar por
nen. Pues juntos en aquella ermita los capita- parecer de los letrados, y rompieron la
el
nes y letrados, diéronles allí pintado todo el guerra.
reino como los geógrafos lo suelen hacer ('),
que en poca distancia suelen pintar las tierras Los dos capitanes Gonzalo Hernández y
para poder juzgar claramente, y juntamente Duque de Nemos se juntaron en Santo An-
trajeron las historias de aquel reino, porque tonio como dijimos. Todos los letrados, así
por la mucha antigüedad estaban mudadas las los de su parte como los de la parte del Gran
particiones antiguas de aquel reino y troca- Capitán, fué su parecer que aquellas provin-
das, y las más con palabras bárbaras, porque cias no saliesen de donde estaban, y que con-
en nuestro tiempo todo aquel reino estaba di- forme á la partición no tenían justicia ningu-
vidido en cuatro provincias ó gobernaciones, na, y así lo dieron firmado de su nombre. Ellos,
porque la provincia de Abruzzo, que antigua- como dije, dilataban estos conciertos hasta
mente se llamó por vocablo general Precu- que les viniese lo que esperaban. Principal-
tium populi y Vestini, y toma todo lo que hay mente pensaban tomar al Gran Capitán des-
desde el monte Apenino hasta el mar Adriáti- cuidado y prenderlo. Venido, pues, á los fran-
co, es la principal cibdad hoy el Águila, cerca ceses 3U ejército y todo lo que esperaban, no
de Amiterno, ciudad antigua, y va á lo largo quisieron esperar más. El Gran Capitán tra-
por los Peliguos y ducado de Benevento. Lue- bajaba porque no viniesen á las armas, por-
go comienza la Pulla desde Manfredonia ó que tenía muy poca gente y mucha falta de
Monte Gargano y va hasta el cabo de Otranto. todas las cosas necesarias; lo cual sabían muy
La tercera región es la Calabria, que se lla- bien los franceses, de cuya causa tenían por
ma Burjios propiamente. La cabeza de esta muy cierta la Vitoria por las causas siguientes.
provincia es Cosencia, y esta provincia se ex- La primera, como hemos dicho, por saber la
tiende por el mar Jonio hasta el mar de Sici- extrema necesidad que en el campo de los es-
lia,y en esta parte está la Basilicata, desde el pañoles había, y en el suyo todas las cosas
río Laino, que se llama Lao, y va hasta el sobradas y el gran socorro de gente de gue-
mar Tirreno. La otra provincia y más princi- rraque les era llegado.
pal es Tierra de Labor, llamada la Campania, La segunda, porque tenían trato con mu-
y ésta se extiende no lejos de Tarrachina, por chos pueblos y tierras de Pulla y Calabria y
Fiuni y Sesa y el Careliano, todo lo largo del con muchos Príncipes y Señores de ella, que
mar Tirreno hasta el río Laino, que fué Lao, rompida la paz se rebelarían por Francia.
que parte á la Basilicata de
la Calabria, y de La tercera, porque toda la gente tenía el
aquesta provincia, que se llamó antiguamente Gran Capitán repartida en diversas partes; la
Lucania, es la principal cibdad Ñapóles, llama- otra, porque tenían mucha parte en aquel rei-
da Partenope. Es cibdad, y su vecindad pue- no, y lo postrero, creyendo que el Gran Capi-
de competir con todas las cibdades que sabe- tán estaría descuidado. Por todas estas causas
mos en toda Europa y aun en Asia y África, tenían por cierto de conseguir su designio.
así en abundancia de todas las cosas necesa-
rias para la vida humana como en frescura y CAPÍTULO III

vista, así de la mar como de la tierra. Pues de


De cómo fué quebrantada la paz y rota la gue-
aquestas cuatro provincias las dos, que son
rra, y lo que los unos y los otros hicieron.
Pulla y Calabria, en su partición habían cabido
á los Reyes de Espaiía, y toda la tierra de La- Pues como los franceses tuvieron su campo
bor con el Abruzzo al Rey de Francia. Que- junto, inviaron un trompeta al Gran Capitán
daban por sí y en medio la Basilicata y Ca- á le hacer saber que en todas maneras les en-
tregase á Capitanata, aunque los letrados
(*) Al margen: Fueron estas vistas lunes h cuatro
dias de Abril de mil quinientos dos aúos. otra cosa hobiesen determinado. Pues llegado
328 CRÓNICA MANUSCRITA
el trompeta y dicha su embajada, antes que el campo sea adonde él lo señalare y las armas
elGran Capitán respondiese, sacó del seno las que él escogiere, y que yo me confio del
un requirimiento y lo dio al Gran Capitán, en señor Duque de Nemos que nos asegure el
elcual le inviaban á decir que si luego no les campo, porque lo tengo por tan buen caballero
entregaba á Capitanata, que se la tomarían que nos terna la plaza segura, y que de nin-
por fuerza, con otras palabras muy soberbias. guna cosa desta vida terne mayor contenta-
Oído esto, y leído el requirimiento por el miento que por muerte ó vencimiento de uno
Gran Capitán, como católico cristiano, como de nosotros se aclare la justicia sobre que es
aquel que todas las cosas encomienda á Dios el debate».
y á su bendita Madre, delante de todos los Y
con esta respuesta despidió al trompeta,
que presentes se hallaron y de aquel trompe- al merced de un vestido de terciope-
cual hizo
ta francés, tomó el postrero requirimiento, y lo y dineros, y le prometió muy grandes mer-

hincado de rodillas alzó los ojos al cielo y dijo cedes si le trújese respuesta de mos de Au-
estas palabras: «Señor mío Jesucristo, en cuyo beny que aceptaba el desafío.
poder es el cielo y la tierra, con todo lo cria- Estando aquí en la Tela, le vinieron á servir
do, yo presento esta escritura delante tu micer Teodoro y micer Lázaro, hermanos, con
juicio,porque eres verdadero juez y sabidor, trescientas lanzas de albaneses griegos, de
que ninguna cosa se te esconde, y sabes la los cuales fué muy servido en toda la guerra,
mucha justicia que los Reyes Católicos á este porque servían de espías á caballo y corrían
reino tienen, y la mucha soberbia que el Rey veinte y veinte y dos leguas á caballo, que los
de Francia y sus Ministros ejecutan, sin que- caballos de aquella su provincia de Albania
rer mirar la justicia de que muchas veces les servían estos albaneses con mucha fidelidad.
he requerido. Yo te suplico. Señor, por quien Los franceses, cuando á este trompeta in-
tú eres, que tú muestres en este caso tu di- viaron, quisieran mucho prender al Gran Ca-
vina justicia». pitán, porque marcharon á gran priesa con su
Y al trompeta y le
dicho esto, respondió campo para adonde él estaba. El Gran Capi-
dijo: «Andad, hermano, con la gracia de Dios, tán, como aquel que gastaba gran suma de

y decid de mi parte á los señores Duque de dineros en espías, luego supo su ruindad; de
Nemos y mosiur de Aubeny que pues tantas lo cual avisado, partió de la Tela con la gente
veces les he requerido que esta diferencia, so- que tenía la vía de Barleta, que es una cibdad
bre que tratamos, se determinase por justicia, en Pulla, puerto de mar, adonde se recojo
la cual se determinó por parte de los Reyes con la más gente que pudo, que es una cibdad
de España, y ellos no mirando el derecho, me aunque no muy fuerte, mas por ser puerto
amenazan que me la tomarán por fuerza de de mar y tener el rostro á los enemigos y á la
armas, que yo espero en Dios y en su ben- mar á las espaldas, para ser socorrido de allí
dita Madre de no tan solamente les defender de mantenimiento. Está en medio de la pro-
esta parte, mas aun de los echar de la suya vincia sobre que es el debate, tiene mucho
y de ver á los Reyes de España señores de pan y vino. Entró el Gran Capitán en Barleta
todo el reino, pues es suyo de justicia. Por á diez días de Julio de quinientos y dos años.
ende les decid que vengan cuando quisieren,
que me hallarán en el campo oque me esperen, CAPÍTULO IV
que yo seré con ellos lo más presto que pu- Gran Capitán hizo después que
De lo que el
diere. Más diréis al señor mos de Aubeny que
se recojo á Barleta, y lo que los franceses
excuse palabras demasiadas y soberbias, por-
hicieron después que abiertamente rompie-
que los hombres de su calidad y cargo más
ron la paz.
pertenece mostrar obras que no palabras. De-
cidle más de mi parte, que si tanta confianza Esto que el Gran Capitán hizo en recoger-
tiene en la valentía de su persona, como todo se á Barleta y esperar allí para ofender á los
el mundo sabe que tiene, y yo soy cierto dello, enemigos y se defender dellos fué contra el
si querrá que de su persona á la mía esto se parecer de todos, así de los capitanes como
determine, que recibiré yo en ello gran mer- de la otra gente de guerra, principalmente
ced, porque se excusarán muertes de muchos del Próspero y sus hermanos Fabricio y Mar-
que no merecen ni tienen culpa en ello, y que co Antonio, y aun de todos los aficionados á
DEL GRAN CAPITÁN 329

la Casa de Aragón, y más


Rey don Fer-
del y luego vino Pedro Navarro con mil infantes
nando después que lo supo, y de los Grandes y la llevó á Barleta.
y otras personas de España que tenían noti- Cida España de sus
día recibía cartas de
cia de la tierra, y él mesmo oía á sus oídos amigos de la mala estimación en que en todo
murmurar del, diciendo que ya se le había el reino estaba por se haber retraído á Bar-

acabado su buena fortuna ('). leta y recogido allí su gente, y más cuando
Todos los del Consejo de guerra murmura- fué sabido que los más señores de aquel rei-
ban O
y más cuando vieron que allí había re- no se habían rebelado por Francia teniendo
cogido á la gente de guerra, sino fué algunas por cierta la victoria de los franceses, y como
plazas muy importantes que había dejado dije fué aquello lo que dio á ganar todo el
presidio en ellas. Los franceses, llegados con reino. Determinó de no responder á ninguna
su campo á la Tela, pensando de hallar muy persona, ni presente ni ausente, con palabras,
descuidado al Gran Capitán, no lo hallando, sino al fin con las obras. Acordábase que lo
quedaron muy corridos, por haber perdido mismo había acontecido á aquel muy famoso
tan buen lance, porque el Gran Capitán había capitán de los romanos Q. Fabio Máximo
partido de allí de la Tela con trescientos ca- cuando los romanos le enviaron contra Aní-
ballos, y anduvieron aquella noche hasta que bal,capitán tan señalado de los cartagineses,
salió el sol que llegaron á Barleta, catorce le- viniendo contra Roma, con la victoria que
guas sin parar, que todos los caballos se hubo en Cannas contra los mesmos romanos,
aguaron, que de ninguno fué más provecho adonde mató cuarenta mil romanos; el cual
les
adelante; y por desmentir las espías, no fué contra voluntad de los mesmos romanos y
la

por camino derecho, sino por muy desviado de su compañero Terencio Varrón dilató la
camino, que fué por Adria y Bitonto hasta batalla, no se hallando igual con gente ni las
Barleta. otras cosas necesarias para pelear con él; an-
Gran Capitán callaba á todas las pláti-
El tes salteándolo y dando de súbito muchas ve-
cas que oía y de España le escribían. Sólo ces en su real lo gastó y detuvo, por cuya cau-
la Reina doña Isabel defendía su partido di- sa lo llamaron Cunctator, que quiere decir tar-
ciendo que no juzgasen hasta ver el suceso dón, y después conocieron haber sido aquella
de la guerra en qué paraba, y á él le escribía la vida del ejército y del pueblo romano.

que acá se había tenido por cosa no acertada Estuvo el Gran Capitán en Barleta cerca
elrecogerse á Barleta. de nueve meses, y lo que desde allí hizo se
El respondió á Su Alteza que él daba al contará delante. Esta ciudad de Barleta, según
tiempo por testigo de lo que se había acerta- hallamos en sus crónicas, fué edificada por
do. Y lo que el Gran Capitán hizo, fué lo me- el Emperador (') Heraclio, y hoy día está en la

jor que se podía elegir en aquello, porque era plaza de esta cibdad una estatua de bronce
el hombre del mundo que mejor providencia del dicho Emperador puesta á pie. Tiene esta
tenía en lo porvenir y que mejor sabía con- cibdad un puerto no muy grande, mas hecho
servar los soldados cuando el tiempo lo su- á mano, y solo del Nordeste recibe daño
fría, mejor lo sabía arriscar cuando la necesi- cuando aquél corre y sopla, mas bien acomo-
dad lo pedía. dado para galeras y otras naos de mercade-
Mosén Peñalosa y el teniente del despen- res y cargas.
sero mayor don Francisco Fernández con
trescientas lanzas llevaron la casa del
CAPÍTULO V
Gran
Capitán y cierta munición que quedaba en la De lo que los franceses hicieron contra los es-
Tela á Miro, un lugar del Conde de Muzo, pañoles, y lo que el Gran Capitán hizo desde
Barleta.
(') Al margen: Decían los Grandes de España
y aun
el mesmo Rey que la buena fortuna se le habia acaba,
do al Gran Capitán, porque nunca hombre había he- El Gran Capitán salió de Barleta á los vein-
cho tal disparate como él había hecho en recogerse á
Barleta. te días de Julio, y fué á la villa de Canosa, y
('ij Al
margen: Visto y oído por la Reina doña Isabel,
dijo al Rey y A los Grandes que del Gran CapitAn mur-
(') Al margen: Este Heraclio. Emperador de Constan-
muraban: «Al fln veréis cómo ninguna cosa pudo hacer tinopla. fué el que venció á Cosdro, Rey de Persia,
más acertada que recogerse A Bar eta, y yo espero en y
trajo A .Terusalén la cruz en que padeció el Redentor
Dios que así será». Con otras palabras con que onfun-
c del mundo, cuya fiesta la Iglesia Romana celebra á ca-
dio los temerarios juicioa de los que en ello hablaban. torce días do Septiembre.
330 CRÓNICA MANUSCRITA
Pedro Navarro, capitán de in-
llevó consigo á Al Comendador de Trebejo, Pedro Pinero,
«Los franceses han de
fantería, al cual le dijo: invió á Potrón. Al Comendador Gómez de So-
querer comenzar la guerra y quebrantar su fu- lís, invió á Turpia; á Duarte, un capitán viz-
riasobre esta villa. Yo querría defendérsela. caíno, invió á San Jorge; á Ñuño de Ocampo
Vos quedaréis aquí con seiscientos soldados. invió á Ríjoles; áHernando de Alarcón invió
Escogí á vos, más que á otro, porque tengo á Nochera; á Diego de Ayala invió á la Man-
por cierto que la defenderéis á toda Francia tia; á Vargas invió á Terranova, y de la mes-

que sobre ella venga toda junta, y quiero que ma manera proveyó á Joya y otras algunas
por esta muestra vean lo que han de hallar en plazas, y él se quedó con muy poca gente en
lo restante de la guerra. Yo os dejo en la pla- Barleta, porque con todos estos capitanes ya
za más mentada de toda Europa y aun de las dichos repartió la más gente que tenía.
otras partes de la tierra. Esta es aquella cib-
dad de Canas, adonde Aníbal, aquel tan seña-
lado capitán de los cartagineses, mató en una
CAPÍTULO VI

batalla cuarenta mil romanos; y la más gente De los diversos pareceres que los franceses tu-
que hicieron el hecho, eran españoles; así que vieron sobre el comenzar de la guerra contra
la tierra os conoce como á sus descendientes. el Gran Capitán.
A Canosa escogí para que resistáis á los fran-
ceses ó para vuestra sepultura». El mosiur de Aubeny se partió de la Pulla
Pedro Navarro le respondió que besaba las llevando consigo la tercera parte del ejército
manos á Su Señoría por tan gran merced como que allí estaba y se fué á Calabria, porque en
le hacía en le encomendar aquella plaza; que aquella provincia tenía mucha reputación, que
él le prometía, con la ayuda de Dios y su bue- había cobrado en la guerra pasada, habiendo
na ventura, que aunque los muros de Canosa sido, como dijimos. Gobernador en aquella
eran flacos, que ellos los harían [fuertes] con provincia, y se había dado buena maña á go-
sus ánimos y corazones. El Gran Capitán ha- bernar aquella provincia de Calabria. Princi-
bló á todos los soldados, rogándoles mucho palmente había ganado mucha fama por haber
que todos hiciesen su deber, por ser aquella vencido al Rey Fernando
Gonzalo Hernán-
y á
la primera plaza que los franceses habían de dez en la batalla la primera
de Semenara, en
combatir. Fué de todos muy bien respondido. guerra, y sin duda era en más tenido en aque-
A Pedro Navarro dijo: «Super hanc petram lla provincia que todos los otros capitanes

tengo de fundar toda la guerra por venir»; y franceses. Y así por esto como porque todos
dejado esto así con este recabdo se volvió los de aquella provincia eran aficionados á los
para Barleta. Y luego en llegando invió á me- franceses; y visto por los Príncipes y señores
sen Hozes con ciertas capitanías á Manf redo- de aquella provincia la mucha parte que los
nia para que la defendiese á los franceses, y franceses parecían tener, se rebelaron por
á su tío don Diego de Arellano invió con mil Francia, y entre ellos fueron los señores de
infantes á la cibdad de Andria, y á su tío Luis la Casa de San Severino, que fueron el Prín-
de Herrera á la cibdad de Taranto. A la forta- cipe de Visiñano, el Príncipe de Salerno, el

leza de Bitonto invió á Gatica, el cual entregó Conde de Melito, los cuales tenían mucha gen-
la fortaleza á los franceses; al cual invió el te de guerra, y cada día era llamado Aube-
Gran Capitán á mandar que no viniese á su ny por cartas y mensajeros que llevase las
campo, ni pareciese antes, y que no le casti- banderas de Francia, que tanto eran desea-
gaba acordándose de los méritos pasados, das en aquella provincia; y ninguna cibdad
y que no había de vivir en el mundo un hom- ni villa le faltó que no se rebelase por los
bre que tuvo en más su vida que su honra; franceses, y se pasaron á ellos sin quedar
que él había hecho conforme á su nombre, ninguno Pues llegado allá mos de Aubeny,
por donde los hombres habían de escoger á ningún lugar llegó que no le abriesen las
buenos nombres ('). puertas con grande alegría, y con ellas la cib-
dad de Cosencia y todos los otros pueblos y
gente; y echadas algunas guardas de espa-
O Al margen: ¿Qué podría hacer Qatica, sino cosa
baja y de poco sor? De aqui sn averigua lo que un doctor ñoles, llegó sin ver lanza enhiesta hasta el
que al loa uoiubreí ho vendiesen se liabian
l<rgi8ta dice, .

dü comprar con grandes precios. faro de Mesina.

I
DEL GRAN CAPITÁN 331

sas, y entre otrasporque en un mesmo tiem-


CAPITULO VII
po le habían quitado á su tío Federico el rei-
De los diversos y varios consejos que ios fran- no de Ñapóles y á su marido y hijo el estado
ceses tuvieron entre sí, los que quedaron en de Milán. Tenía el ánimo del padre, y estaba
Pulla con el Duque de Nemos. determinada de antes morir que entregar
aquelja cibdad á los franceses, y por todas
Ido, pues, mos de Aubeny á Calabria, el Du- estas causas favoresc a á los españoles, de
que de Nemos llamó aconsejo á los capitanes los cuales ella descendía, principalmente al
de su ejército, demandándoles su parecer de Gran Capitán, el cual muchas veces la iba á
la manera que tratarían la guerra, ó por dón- visitar y era del muy
servida y acatada. Nin-
de la comenzarían No se podían concertar, gún consejo pudo ser más provechoso para
porque entre ellos había diversos pareceres y elpropósito y fin que deseaban como éste de
en cosa ninguna se podían resolver en cosa Aquaviva, mas cególos Dios de arte que á to-
que les pareciese ser provechosa para la vic- dos les pareció cosa muy fuera de razón para
toria. hombres de guerra.
Estaba en este ayuntamiento el Duque de
Adria, Mateo de Aquaviva, un gran señor en
CAPÍTULO VIII
la provincia de Abruzo y el más principal y
más aficionado á los franceses, un hombre Del parecer que los otros capitanes franceses
muy sabio en las letras y muy diestro y expe- dijeron, lo cual siguieron.
rimentado en las cosas de las armas. El cual
había tenido forma que los más de aquellas El parecer de los otros capitanes fué muy
provincias de Abruzo y Calabria se pasasen al contrario, porque entre ellos estaban dos
de los españoles á los franceses. Este Duque capitanes muy célebres en aquel tiempo, que
de Adria tomó la mano y dijo que ninguna eran mos de Alegre y mos de la Paliza. Estos
cosa había tan provechosa ni tan necesaria dos condenaron el parecer de Aquaviva por
para conseguir la victoria, y sin sangre, como bajo y no de hombres de guerra y no de va-
juntar de presto el ejército y ir sobre la cib- rones animosos como lo ellos eran: ir á cercar
dad de Barí y tomalla, por estar tan cerca de á una mujer y combatilla; que muy mejor era
Barleta, y ser tan amiga de los enemigos y ayuntar todo el ejército y ir á cercar á Barle-
ser tan principal cosa, y porque tiene un mer- ta, adonde estaba el Capitán general de los
cado adonde concurren de todo el mar Adriá- enemigos y todo el caudal y flor de la gente
tico; de la cual cibdad se podían aprovechar española, y en un mesmo tiempo se hará gue-
y hacer daño á los enemigos, y si ellos salie- rra á los Coluneses, tan aficionados á los es-
sen á le querer dar socorro, pelear con ellos, pañoles, porque los muros de Barleta son muy
pues son tan pocos; aunque desto podemos flacos,que de bestiones ni de otra cosa im-
estar seguros que no saldrán; y de allí se po- portante puedan por de dentro ser fortaleci-
drá luego tomar la cibdad de Bitonto yjove- dos, y desta causa luego serán derribados de
zano, que en otro tiempo se llamó Enactia, y los primeros golpes de la artillería, y ellos
los otros lugares comarcanos. Esta cibdad de muertos y presos, ó el Gran Capitán hará
Barí era de doña Isabel de Aragón, hija del condiciones no honestas, según la reputación
Rey Alfonso de Ñapóles, el segundo deste que hasta aquí ha tenido, y la gloria y fama
nombre, que fué casada con Juan Galeazo, de los franceses acrecentada, pues en todo el
Duque de Milán, que fué despojado de su tío mundo se sabe su loor y fama, no sólo en
Ludovico con favor del Rey de Francia Carlos vencer á sus enemigos, mas aun en la manera
octavo, como atrás contamos, y muerto con y autoridad del vencer á sus contrarios. Así
sospecha de yerbas, y á su hijo tenían en que tomada la cibdad y muertos y presos los
Francia criándose en un monesterio de flai- españoles con su capitán será acabada la
res, porque no aspirase algún tiempo al esta- guerra con tan felicísimo suceso; y esto ha de
do, que de derecho le pertenecía, de Milán. ser luego, antes que los de dentro hagan al-
Esta señora, así por ser española y tan ge- gunos reparos ni les venga algún socorro, y
nerosa, no podía sufrir que los franceses fue- lo que más aquí ganaremos, que estimaremos
sen señores de aquella tierra por muchas cau- en más que á todo el reino, en despachar á
332 CRÓNICA MANUSCRITA
uno que ha sido tan valeroso capitán como dentro de seis horas no ser¡ndían,que, aque-
Gonzalo Hernández, y pasar en nosotros aque- llas pasadas, á ninguno tomaría á vida. Al

lla su antigua reputación que siempre en la cual respondió Pedro Navarro que ellos cono-
paz y en la guerra ha tenido. cían mal á los que dentro estaban, pues les in-
A respondió el Duque de Nemos:
los cuales viaban á decir palabras tan soberbias; y que
«Ciertamente todo lo que, señores, habéis di- no les querían responder con palabras sino
cho me parecen cosas muy llenas de hgnra y con obras, y que les daban su fe de no se ren-
fama, y de ánimos tan generosos y tan valien- dir hasta que no quedase sino uno solo, y que

tes como son los vuestros; mas no sé yo cuál aquel les defendería la villa; y que si los mu-
hombre de guerra y que conozca al enemigo y ros de la villa eran flacos, que sus ánimos eran
á los que consigo tiene, podrá acabar consigo muy como lo verían por la obra. Y
fuertes,
de tomar ese parecer, porque yo no puedo dijo al trompeta que si más volvía á les mo-
acabar conmigo de me persuadir que un tan ver partido que lo colgaría de una almena.
valeroso enemigo como es Gonzalo Hernán- Oída por los Generales la respuesta, les
dez, que pelea por la honra, por la salud y por mandó combatir, y uno tras otro les dieron
la vida suya y de los que tiene consigo, que catorce combates, refrescando de continuo
así tan fácil ó se rinda ó no espere acabar allí nueva gente, agora de franceses y otros de
sus días cuando la fortúnale fuese contraria, suizos, otro de gascones, y con grande ánimo,
y dejar de hacer todo aquello que según su pareciéndoles ser aquella la primera cosa en
gran reputación pide. ¡Cuántas veces,señores, que comenzaban y más seyendo los de dentro
en los tiempos pasadosse hicieron estas cuen- tan pocos y ellos muchos. Pues con los mu-
tas y después salieron muy al contrario! Y no chos combates les allanaron un lienzo del mu-
trayo para ello otros testigos sino á vosotros, ro, y jamás les pudieron entrar por la gran re-

señores, y á los otros capitanes que aquí es- sistencia que en los de dentro hubo. Fué tan
tán en este ayuntamiento, y por esto á mí me grande la porfía de los unos y de los otros, que
parece que cerquemos á Barleta y no la com- de los franceses murieron mil dellos y hartos
batamos, porque los enemigos tienen carestía de los españoles y muchos heridos. Fué tanto
de vituallas y de dineros, que es lo principal el ánimo de los españoles en la defensión de

de todo, y de todas las cosas necesarias para aquella plaza, que los franceses, visto el poco
la guerra». fruto que de los combates sacaban, consulta-
Todoslos otros capitanes que allí estaban ron de alzar el cerco y pasar á lo de Barleta,
fueron de aquel parecer, así como Luis de y hiciéranlo si no fuera por Tramolla y Alegre,
Arce, mos de Fórmente y Ziandeto, capitán que dijeron que mirase Su Excelencia el mu-
de suizos, y todos los otros más, y en esto se cho crédito que perdían si aquella plaza y tan
determinaron. flaca no tomaban, seyendo ellos tantos y los
españoles tan pocos. Los franceses siempre
tuvieron por averiguado que los españoles
capítulo IX
que dentro estaban eran más de tres mil. Tras
Cómo los franceses fueron con todo su campo esto les dieron un combate los suizos, que
á cercar á Canosa, adonde Pedro Navarro prometieron de les entrar ó morir en el com-
estaba. bate.
El Gran Capitán invíó á avisar á Pedro Na-
Pues siguiendo todos el parecer del Duque varro por secretos mensajeros que él no le
de Nemos, que fué el menos provechoso para podía socorrer, que mirase por su vida y sa-
el efecto que deseaban, con su campo y con el lud, la cual él prefería y la de los que con él
que nuevamente le había venido, fué sobre la estaban alas mejores cibdades del reino.cuan-
villa de Canosa, adonde dijimos que estaba to más á Canosa; que hiciese un partido con
Pedro Navarro, y con toda su artillería fueron honestas condiciones. Los franceses desde la
á cercar la villa de Canosa. Esto fué á los hora que asentaron el cerco sobre Canosa
quince días de Agosto del dicho año de qui- siempre requirían á Pedro Navarro con par-
nientos dos años. Llegados los francesest tido, y que fuese el que él señalase. Visto por
plantaron la artillería, y invióle el Duque de Pedro Navarro que los soldados que le que-
Nemos á Pedro Navarro un trompeta que si daban eran solos ciento cincuenta, y éstos
DEL GRAN CAPITÁN 333
visto que ya los mantenimientos,
les faltaban ninguno hallarían vivo. Cuando los franceses
dijo á los soldados que se acordasen que el vieron que tan pocos les habían hecho tanta
Gran Capitán los había escogido en todo su resistencia, estuvieron muy corridos y es-
campo por más valientes y esforzados, y más pantados, y aun perdieron muy gran parte
ser primera cosa que á los franceses defen-
la de su soberbia; principalmente lo estaban
dían, y que este trance había de ser el juicio Paliza, Tramolla y Alegre.
para lo de adelante, y que cuando la fortuna Cuando el Gran Capitán supo la venida de
otra cosa quisiese hacer, que él escogía aque- Pedro Navarro, los salió á recibir con su
lla estancia para su sepultura, y que lo mesmo campo y lo abrazó y besó en el rostro ala-
hiciesen todos; que diesen muchas gracias á bándole mucho su esfuerzo y la buena cuen-
Dios que les había puesto en lugar donde tan ta que había dado del cargo que le había en-
bien acabasen sus vidas en servicio del Rey y comendado, de que Pedro Navarro se tuvo
de su justicia y dejarían para siempre inmor- por muy satisfecho. Asimesmo alabó á los
tal fama; que les rogaba empleasen bien sus soldados y capitanes con muy dulces pala-
vidas. bras, y mandó decir muchas misas y sacrifi-
cios por los soldados muertos. Llegados á
CAPÍTULO X
Barleta, Pedro Navarro se curó de algunas
Cómo pasó lo de Canosa y lo que Pedro Na- heridas que traía y los otros capitanes y sol-
varro hizo defendiendo la villa. dados. Luego dende á ciertos días invió á
Pedro Navarro con sus quinientos soldados
Visto, por Pedro Navarro que la
pues, á la cibdad de Taranto para que allí estuvie-
gente le faltaba y los mantenimientos, y que se con Luis de Herrera, su primo, porque
el Gran Capitán le avisaba que hiciese el tuvo aviso que ciertos caballeros y señores
mejor partido que pudiese, hizo el más hon- de aquella provincia iban sobre la cibdad con
rado partido que jamás se ha hecho; y fué grande ejército.
que el dicho Pedro Navarro se pudiese vol-
ver seguro á Barleta él y los que con él esta-
ban, las banderas tendidas con son de trom-
CAPÍTULO XI

petas, pífanos y atambores, salvas las hacien- De cómo en este tiempo pasó el desafio de los
das y las personas y que les dieren caballos once españoles con los once franceses, y el
para llevar los heridos, y que el Duque de Ne- suceso que aquel desafío tuvo.
mos asegurase sobre su fe que no fuese he-
cho daño ni perjuicio á los de la villa ni algu- En este tiempo que mos de Nemos, si-
na injuria. Hecho este partido con tan hones- guiendo el parecer que para
guerra había
la

Pedro Navarro y sus


tas condiciones, salió dado, repartió la gente en derredor de Bar-
soldados, que aun no eran ciento cincuenta, leta para cercar de lejos á los enemigos que,
por medio de su real diciendo «¡España, Es- como dijimos, estaban aposentados en Bar-
paña!», no como vencidos, sino como vence- leta, por les refrenar sus salidas y quitalles
dores, con aquella braveza y orgullo como si las vituallas, y desde allí tentar la más flaca
hubieran vencido una gran batalla, según el guarda dellas, y así se mostraría el valor de
ánimo y braveza llevaban. Saliendo fuera de los cercadores contra los cercados. El Duque
la villa se quebró un eje de un carretón de de Nemos, vista la falta que el Gran Capitán
un tiro. El Duque de Nemos les dio su fe que tenía así de gente como de mantenimientos
él se lo mandaría luego llevar á Barleta; mas y de todas las otras cosas, y él y su campo
Pedro Navarro jamás quiso, sino que los sol- tan pujante, envió un caballero, su deudo, de
dados lo llevasen delante de si, y así fué he- quien él mucho fiaba, que en gran secreto di-
cho. Pues habiendo andado cuanto una milla jese al Gran Capitán que él lo tenía en mu-
pequeña, los franceses ¡nviaron á decir á cho, así por el valor de su persona como por
Pedro Navarro que por qué no cumplía las todas las otras de que Dios le había dotado,
condiciones, que luego mandase salir todos y que agora le tenía gran lástima de lo ver
los soldados que en Canosa quedaban. Pedro allí encerrado, adonde muy presto ó sería
Navarro les respondió que no se temiesen de ó muerto ó preso, y que él lo vía aunque lo
los que dentro quedaban enterrados, que quisiese disimular, y que por tenerle en mu-
334 Crónica manuscrita
cho le daría licencia que se fuese adonde nían; y estando todos á punto, inviaron un
quisiese con cuatrocientos hombres, cuales él trompeta á responder al desafío que fuese
escogiese y señalase, y que dejase á todos para tercero día y de once por once hombres
los otros, yque esto se le tuviese en mu- de armas. El desafío fué junto á la villa de
cho. El Gran Capitán respondió á aquel ca- Trane, que era una cibdad que el rey Fer-
ballero que dijese al señor Duque de Nemos nando había empeñado á venecianos, y el
que aun no estaba en estado de recebir proveedor y gobernador de aquella cibdad,
del aquella honra que le ofrecía, mas que le como aquel que de ningunas de las partes
hacía saber que él tenía esperanza en Dios y era enemigo, les aseguró el campo y en bajo

en su divina justicia de no sólo los vencer de la palabra del Duque de Nemos, que era
mas aun los echar de toda Italia. muy buen caballero aunque de muy poca
edad.
El partido fué que el vencido pagase cien
CAPÍTULO XII
ducados y armas y el caballo al vencedor.
las
De cómo se concertó un desafío de once espa- El Gran Capitán nombró los once que habían
ñoles contra otros once franceses. de pelear, y fueron los siguientes: Diego de
Vera, capitán de la artillería; Diego García
Los franceses muchas veces burlaban de de Paredes, coronel de infantería; el tercero
los hombres de armas españoles. Decían que fué Gonzalo de AUer; el cuarto fué Martín de
los peones eran razonables; mas querer ser Tuesta, que después fué mayordomo del
tenidos por hombres de armas, que era cosa Gran Capitán; el quinto, Segura; el sexto y
que no se podía sufrir. Sobre esta materia séptimo fueron dos hermanos llamados Mo-
altercaban muchas veces. Los españoles de- renos; el octavo fué Ali-Vera; el nono Gon-
cían que no solamente eran buenos hombres zalo de Aller ('); el deceno fué jorge Diez,
de armas, mas aun mejores que ellos, porque portogués, natural de Santarén; el onceno
los franceses, pasado aquel primero ímpetu, fué Oñate Piñán. Diego García de Paredes
no perseveran en la batalla y siempre van estaba en la cama, que despartiendo un ruido
enflaqueciendo, y á los españoles siempre les de españoles que peleaban unos contra otros,
crecía el esfuerzo y se les doblaban las fuer- le habían dado un picazo en un muslo que le

zas y perseveraban hasta el fin. Y porque había hecho una muy mala herida. El Gran
viesen las obras juntamente con las pala- Capitán lo fué á ver y le dijo que se apareja-
bras, los inviaron á desafiar de tantos hom- se para ser uno de los once que se habían de
bres de armas por un trompeta con su pa- combatir con los franceses. El dijo que ya Su
tente. Los franceses recibieron el desafío con Señoría vía cómo su cuerpo no obedecía á
muy alegre gesto y respondieron que les su voluntad. El Gran Capitán le replicó que
placía de lo aceptar, y que ellos lo hobieran así como estaba había de ser uno dellos.
tentado, sino que tuvieron por cierto que no Oyendo esto Diego García saltó de la cama
fueran los españoles tan locos que los osa- y comenzó á pedir sus armas. Todos estos
ran aceptar. Mas pues agora eran tan enemi- once españoles eran casi de una edad, de
gos de sí mismos que querían tomar la muer- cuarenta años poco más ó menos. El que
te con sus manos, que debían de estar deses- más edad había era Diego de Vera. Todos
perados, y que los españoles de cualquiera eran altos y de buenos cuerpos, sino eran los
manera ganaban honra en aquel desafío, por- dos Morenos hermanos. Fué Diego de Vera
que para ellos no podía ser mayor que, se- por capitán de los once. A los cuales dijo el
yendo vencidos, decir que osaron entrar en Gran Capitán se acordasen que los había es-
campo con los franceses hombres de armas. cogido en todo su campo por más valientes
Respondieron los franceses al desafío que y que en sus brazos ponía toda la honra de
ellos responderían para día señalado. la nación de España y de Italia, y que mirasen

Los franceses dilataron el tiempo y invia- en aquella batalla estaba el suceso de la vic-
ron á una villa cercana ciento cincuenta toria de adelante, y que el que no fuese ven-
hombres de armas á se ensayar, y después cedor que en fuerte hora lo había parido su
de ejercitados escogeron entre ellos once,
los mejores y de quien más cxpiriencia te- (<) Tachado: de Arévalo.
DEL GRAN CAPITÁN 335

madre, y que se acordasen de la honra que ceses salieron al campo ya los españoles les

gana el que vence á su enemigo, ó la grande estaban esperando. Llegados los franceses,
afrenta del vencido, y que el que aquí fuese los jueces les partieron el sol y tocaron una
vencido quedaba su cuerpo y honra muertos trompeta, al sonido de la cual arremetieron
para siempre jamás y los que dél descendían. los unos contra los otros, que los que lo vían
AHÍ les dijo tres palabras que bastaron de no tenían en mucho la mentira de Amadís y
hacer de ciervos leones; abrazólos y besólos Esplandián. Encontráronse con tal furia y con
en el rostro, y les dijo que los encomendaba ánimos tan obstinados, que jamás se vio ni
á Dios y á su bendita Madre. con mayores fuerzas ni ánimos. Cayeron mu-
chos dellos de los encuentros de las lanzas y
murieron muchos caballos dellos.
CAPÍTULO XIII
Del primer encuentro cayeron cuatro fran-
De cómo pasó el desafio de los once por once. ceses y un español, que se llamaba Gonzalo
de AUer, que era uno de los mejores hombres
Los franceses asimismo se aparejaron para de armas de entrambos ejércitos. De los caí-
Todos eran muy grandes de cuer-
la batalla. dos murió uno, á quien encontró Diego García
po y de grandes fuerzas y muy bien tallados, de Paredes. Tornaron otra vez á se encon-
y en muy excelentes caballos y muy ricas ar- trar, y desta vez cayó el caballo de Diego Gar-
mas, que los que dellas tanto no sabían tenían cía de Paredes, y de los franceses cayeron los
la batalla. Mos de Nemos les dijo: «Acordaos, siete; y los cuatro, visto que sus compañeros
señores, de la honra de nuestra nación, que estaban á pie, se apearon y jarretaron los
en todas las provincias y reinos del mundo se caballos, y de los muertos y jarretados hicie-
sabe la grande fortaleza y destreza de los ron un palenque y allí se amparaban de los
hombres de armas franceses. Los libros, las españoles, y allí dentro metieron consigo á
memorias están llenos de ellos. Asimismo os Gonzalo de Aller, sobre el cual cuatro hom-
acordad que peleáis con gente bárbara, y más bres de armas cargaron, cuando de los prime-
en el pelear, que poco ha que ni sabían pelear ros cayó el caballo sobre él. De los franceses
ni vestir las armas ni los nombres dellas; que fué un caballero rendido, uno por un español
no ha dos años que no sabían qué cosa era solo, y todo el tiempo que duró aquel trance
hombre de armas, que si algún rastro dellas estuvo este preso, cuanto Gonzalo de Aller
tienen, lo han deprendido de nosotros. Su dentro de aquel parque. Cuando los españoles
hecho es jinetes, con que peleaban con los que á caballo quedaron querían confrontar
morillos de Granada, gente desnuda y desar- con Ibs franceses, espantábanse los caballos
mada, y d€ suyo vencida, con los cuales aco- vivos de los muertos, que no bastaban á los
metiendo y huyendo hacen su guerra que ellos hacer llegar á aquel reparo. Diego García y
llaman escaramuzar, y que hemos visto que Jorge Diez y Alí-Vera eran de voto que todos
escaramuzando y huyendo temían de se en- sus compañeros se apeasen y entrasen allí
contrar con las fuertes lanzas de los fran- dentro á pelear con ellos. Vera y de los otros
ceses». algunos dellos decían que no, porque así les
Pues asegurados por el gobernador vene- tenían ventaja y casi rendidos, y podría ser
ciano y asegurado el campo con la guarda de que á pie se les trocase la suerte. Diego Gar-
venecianos, mos de Nemos salió con ellos di- cía, entrando allí á pelear con ellos, por gran-

ciéndoles que pues ellos tantas veces habían de desgracia se le cayó el espada de la mano,
burlado de los hombres de armas españoles, y no la pudiendo tornar á cobrar se valió de
agora tenían tiempo de lo mostrar por la obra, les arrojar piedras con que el campo estaba

y que se acordasen que el que no viniese ven- señalado por su orden, y eran tan grandes
cedor que ni allí, ni á ellos, ni á Francia vol- que les hacía mucho daño, que tenían gran
viese, porque muy más cruda muerte sería la trabajo en se defender dellas. En este con-
que allí les darían que no la que de su enemi- flicto estuvieron cinco horas, los franceses
go en el campo podía recibir. defendiéndose, los españoles ofendiéndoles,
Así se despidió dellos y se volvió á su apo- hasta que se puso el sol. De los españoles
sento. Fué este desafío á trece días de Hebre- todos pelearon valcrosísimamente; de los
ro de quinientos y tres años. Cuando los fran- franceses asimismo, y sobre todos Torque-
336 CRÓNICA MANUSCRITA
cío, teniente de nios de la Paliza, y Mondra- otros no pudimos ser vencidos, pues hicimos
gón, vizcaíno, capitán de gascones que des- todo cuanto debíamos. Sí, que cosa es muy
pués en Milán seyendo él allí teniente de cas- sabida entre hombres de guerra así antiguos
tellano un rayo derribó una torre y cayó como de los de nuestro tiempo, el soldado
sobre él y sobre una compañía, de que todos que haciendo todo lo que es obligado, aunque
murieron. cayendo á los pies de su enemigo, no por
Puesto el sol, los jueces dieron por senten- ende es vencido. Aquel me parece á mi que
cia que ninguno dellos quedaba por vencido, es vencido y merece muy gran pena que deja
y que á los españoles daban por muy esfor- de hacer algo de lo que es obligado. Yo pien-
zados y valerosos, y á los franceses por hom- so que, acatado lo que en este trance pasó,
bres de gran constancia, y que Gonzalo de que los jueces nos debieran dar la honra de
AUer fuese trocado por el otro francés ren- la batalla, considerando bien el trance della».
dido, y que á todos daban por buenos. Los El Gran Capitán le respondió que para él

españoles se apartaron muy afrontados, aun- ninguna satisfacción ni disculpa bastaba, y


que cierto pareció que el proveedor venecia- más yendo él allí.

no tuvo en aquello afición á los franceses, Gonzalo de Aller se quedó en su posada,


pues en todo llevaron la mejoría los españo- que ni osaba parecer ante el Gran Capitán ni
les, pues fueron cercadores y los franceses ante los otros caballeros del ejército, tan
los cercados; todos rompieron sus lanzas, y desesperado que me decía Diego García de
de los franceses quedaron muchas sanas; los Paredes que sospecharon del que se quería
españoles los ofendedores, los franceses siem- matar, diciendo él que muchos nobles roma-
pre trabajaron en se defender. nos lo habían hecho; y que él había hecho que
estuviesen con él, y tuviesen gran recaudo
con él, y que él avisó al Gran Capitán dello.
CAPÍTULO XIV Halláronse á mirar el desafío muchos caba-
De lo que el Gran Capitán hizo después que lleros y personas particulares, y contando
supo el suceso del desafío. uno dellos al Gran Capitán cómo después que
Diego García perdió la espada hizo mucho
Cuando el Gran Capitán vio que era tiempo daño con las piedras que allí dentro les tira-
de venida de los españoles, salió con su
la ba, el Gran Capitán le dijo que no se espan-
campo á los recibir, pensando que venían con tase, que Diego García era en todo muy va-
la victoria; mas cuando supo que á todos los leroso, mas que en lo de las piedras se había
habían dado por buenos y que no traían la ayudado de sus naturales armas. Tenía Diego
muy turbado en gran manera, por-
victoria fué García un humor de melancolía, y cuando
que tuvo por muy cierto que habían de venir aquel le acudía, muchas veces daba de puña-
vencedores; volvióse muy enojado á Barleta, das al que más cerca de sí hallaba; y como
sin querer aquella noche hablar á ninguno. todos sabían lo de este humor, se apartaban
Los once españoles llegaron á Barleta ya gran del, porque fuera deste humor era el hombre

rato de la noche y se fueron á sus posadas del mundo más manso, más cortés y bien
para dar cuenta otro día de su jornada. Esta- criado de todos los del ejército y aun fuera
ban tan desesperados que no osaban parecer del. Dijo el Gran Capitán que se había ayu-

ante el Gran Capitán, aunque todos habían dadoode sus armas naturales, porque los me-
hecho su deber. Pues acabado con el Gran lancólicos con su locura echan piedras. To-
Capitán, á ruego del Próspero y de Hernando dos rieron mucho del dicho, porque los locos
de Alarcón, que se halló á ver el desafío, y de echan piedras á la gente.
otros algunos señores caballeros, les oyese,
pues venidos ante el Gran Capitán no les CAPÍTULO XV
quiso oir disculpa alguna. Diego García le
De cómo pasó el desafio de Gonzalo de Aller
dijo: «Vuestra señoría no tiene por qué te-
con el francés rendido.
ner enojo de nosotros, porque todos hicimos
nuestro poder y deber, y lo mesmu hicieron El Gran Capitán mandó llamar á Gonzalo
los franceses. Si la fortuna no quiso, ó Dios, de Aller y allí delante de muchos le dijo: «Gon-
por quien todas las cosas se gobiernan, nos- zalo de Aller, mucho me ha pesado de la des-
DEL GRAN CAPITÁN 337

gracia que ayer os acaeció, y para satisfacción á visitar á su posada, y con él Próspero y
el

della y de vuestra honra, sólo un remedio os Fabricio y don Diego de Mendoza. Gonzalo de
queda, y es que luego inviéis á desafiar al Aller fuéel primero que salió al campo, y como

francés rendido que por vos fué trocado, di- era alto de cuerpo y muy bien tallado y muy
ciendo que vos tuvisteis razón de ser rendido buen hombre de á caballo y muy ricas armas,
y él no; porque vos, estando caído, cargaron pareció muy bien á todos. Comenzó en el cam-
sobre vos tres hombres de armas y os rindie- po á contornear su caballo, y hallólo como lo
ron, y á éluno solo, y más estando ambos á ca- quería. Llevaba una daga y un estoque, el
ballo, y que lo hizo como hombre cobarde y de cual pareció muy bien á los jueces. Visto por
poco ánimo, que no merecía traer vestidas las algunos franceses que á mirar el español vi-
armas y pelear con él, de manera que, ó vol- nieron, dijeron unos á otros: «A fe que aquel
váis ante mí vencedor, muerto ó rendido vues- español no ha de querer para sí lo peor, se-
tro contrario, ó os me trayan ese vuestro gún está orgulloso».
cuerpo muerto, como de varón que hizo su de- A esta hora venía el francés al plazo señala-
ber en la batalla contra su enemigo: que muy do, muy bien armado y en un muy buen caba-
mayor honra es para vos morir á mano de llo. Estos franceses que dijimos que lo habían

vuestro enemigo que no oir cada día viviendo visto, le dijeron:«A vuestro contrario hemos
como oísteis: Aquel es Gonzalo de AUer, el visto en campo, que os está esperando, y á
el

que faé rendido tal día». Gonzalo de Aller se nuestro parecer parece que ha de llevar lo
le hincó de rodillas y le quiso besar las ma- mejor, según el continente que tiene. Cree-
nos, diciendo que aquella era la mayor mer- mos que te ha de despachar. Si estás deses-
ced que en esta vida él podría recibir de su perado vaite á combatir con él, y si deseas la
señoría, porque le avisaba de qué manera po- vida, vuélvete, porque estos locos españoles
dría remediar la desgracia pasada. tienen en más una poca de honra que mil vi-
Todos habían gran lástima de Gonzalo de das, que no saben gozar de esta vida á su pla-
Aller, conociéndole como le conocían por hom- cer, y más éste, que está afrontado de la des-
bre muy valiente y muy virtuoso, y agora le gracia de ayer».
vían tan triste y congojado, que era gran pe- Oído esto por aquel francés, y aun con me-
sar de lo ver. Luego Gonzalo de Aller invió un nos palabras que oyera, se volvió á su apo-
trompeta á aquel francés rendido, desafiándo- sento. Visto por los jueces que el francés des-
le sobre lo que arriba dijimos, diciéndole que afiado no venía, le inviaron á llamar con el
le haría conocer en el campo quél tuvo justa mismo trompeta, el cual le dijo de parte de los
razón de ser rendido de tres hombres de ar- jueces cómo su enemigo había gran rato que
mas, y más estando caído en el suelo con su lo esperaba en el campo, que fuese luego. El
caballo, y él no la tuvo en ser rendido uno por francés se tornó á informar del trompeta lo
uno y estando ambos á caballo, y que le haría que le parecía de su contrario. El trompeta le
conocer que lo había hecho como hombre co- respondió que á lo que todos decían, que pa-
barde y que no merecía traer armas vestidas. recía señor del campo: «Aquel español, á lo
Esto le notificó el trompeta delante el Du- que parece, tiene mucho deseo de esa tu ca-
que de Nemos, su general. El francés, oído el beza».
desafío, lo aceptó de muy buena voluntad y le Con esta segunda información se acabó el

respondió: «Vos diréis á Gonzalo de Aller que francés de determinar del todo de no ir, y dijo
yo acepto el desafío, y que entiendo de le ma- al trompeta que se fuese, que él haría lo mejor
tar ó rendir en el campo por las locuras que que le pareciese. Gonzalo de Aller y los jue-
en su patente dice; y porque vea la gana que ces estuvieron esperando al francés hasta la
tengo de lo hacer y de le dar el pago que me- tarde, y visto que su contrario no venía, man-
rece, que sea para mañana, junto á Trana, daron hacer un bulto vestido á semejanza de
donde fué el desafío pasado. Lo cual escri- aquel francés y un rétulo en la frente que de-
bieron al Gobernador de Trana, que para cía su nombre, y lo pusieron allí en el campo,
aquel día les asegurase aquel campo; lo cual y Gonzalo Aller lo encontró tantas veces, has-
se aceptó de buena voluntad. El Gran Capitán ta que lo deshizo todo. A esta hora se ponía
invió á Gonzalo de Aller dos caballos y unas el sol. Los jueces sentenciaron que Gonzalo

muy ricas y muy provechosas armas, y lo fué de Aller era vencedor y le dieron á su contra-
Crónicas del Gran CapUún.— 22
338 CRÓNICA MANUSCRITA
rio por muerto, y le sacaron con mucha honra porque en el rescatar los prisioneros había
delcampo. muy mal orden y desigual talla, fué tratado
Sabido por el Gran Capitán la venida de entre el Gran Capitán y mos de Nemos que
Gonzalo de AUer, lo salió á recibir con su se diese un medio porque no hobiese los des-
campo, y como llegó lo abrazó y besó en el conciertos y desigualdades pasadas; así que
carrillo, y otros muchos señores y capitanes, y se dio este concierto y orden en el rescatar
disparó la artilleríapor espacio de una hora. de los prisioneros de la una parte y de la otra.
El Gran Capitán le dijo: «El día de hoy, señor Fué el orden éste firmado por los Generales
Gonzalo de AUer, habéis honrado á toda nues- de ambos ejércitos españoles y franceses, y
tra nación, habéis cobrado vos solo lo que to- sobre ello hecho capitulación, porque muchas
dos vuestros compañeros perdieron juntos. veces pedían más de lo que el soldado podía
Los Reyes, nuestros señores, os harán mucha pagar, y pasaban de una parte á la otra gran-
merced por la honra que vos habéis dado á de inhumanidad y mal tratamiento.
nuestra nación, y la fama os dará inmortalidad Fué, pues, dada esta orden: que un particu-
para siempre jamás». lar soldado pagase por su rescate la paga que
A este Gonzalo de Aller hizo el Gran Capi- suele haber en un mes; un hombre de armas
tán gran merced, y muchos de aquellos seño- pagase lapaga de tres meses; un capitán ó
res que allí estaban con él en el ejército, de alférez, paga de sueldo de un mes. Los capi-
que vino á España rico. tanes de gente noble, al arbitrio del Capitán
¿Qué diremos aquí de la mudanza de la for- general. Mandó luego echar un bando con
tuna, que ayer estaba este Gonzalo de Aller gran severidad, que todos tratasen muy bieiii

afrontado, que no osaba salir de su posada, á los prisioneros, y les hiciesen muy buen
tratando de se matar, según á mí me afirmó tratamiento. Esto hacía el Gran Capitán por-
Diego García de Paredes, que desa causa avi- que quería que los españoles no sólo vencie
só al Gran Capitán, como dijimos, lo inviase á sen á las demás naciones, mas en la humani
llamar y le diese orden para satisfacer su hon- dad, en el tratamiento, en la liberalidad, en 1

ra; otro día está tan ufano, tan favorido que manificencia, en la cortesía y crianza, que sin;

ninguno quedó en el ejército que no lo abra- el esfuerzo les hacían tanta ventaja.
zase, como si hobiera mucho tiempo que no lo Esto de los prisioneros hizo el Gran Capí
hobieran visto? Y trujo, cuando vino con el tan porque sucedió en aquel tiempo lo que
Gran Capitán en España, muchas joyas, de que agora contaremos.
vino muy próspero en España, que allí le die- Un caballero español, de la ilustre sangre de
ron, así el Gran Capitán como los otros seño- Sotomayor, llamado don Alonso de Sotoma
res; porque fué el Gran Capitán, sin perjuicio yor, en Galicia, hijo de don Pedro de Sotoma
de todos los capitanes pasados y presentes, yor. Conde de Camina, en cierto rencuentro
que más supo honrar á los soldados que ha- tomó á prisión á otro hombre de armas fran
cían su deber y que más merced les hacía. cés, llamado Bayarte, al cual no le había hecho
Sabido por el Duque de Nemos lo que aquel buen tratamiento en su prisión, y sabiendo laj
francés había hecho, le invió á mandar que persona que era, y asimismo en el rescate no
luego se saliese del ejército y que á él ni á se había habido bien con él. Después que el
Francia volviese so pena de muerte, y que no Bayarte fué libre y rescatado, pidió al Sotoma
le mandaba matar porque cada día la padecie- yor que le diese satisfacción de le haber ul
se en cualquiera parte que se hallase. trajado, pues un caballero de sangre ilustre,
como él era, le había, teniéndolo en su poder,
CAPÍTULO XVI no bien tratado. El Sotomayor no quiso. Ba-
yarte lo desafió. El Gran Capitán trató con el
De lo que el Gran Capitán, pasado este desa-
Sotomayor, pues tenía la culpa, le diese una
fio hizo, y de cómo pasó el desafio de Soto-
muy honesta satisfacción, pues con justa cau-
mayor y del capitán Bayatie.
sa lo podía hacer de no lo haber conocido, lo
Del desafío pasado quedaron encendidos cual se creyó ser así. Salieron al campo, allí
los soldados contra los franceses, que pare- junto á Trana, asegurados por el proveedor
cía que ya no peleaban por el derecho del rei- veneciano. Era el Sotomayor uno de los más
no, sino por la gloria y honra de la nación; y valientes soldados que de España habían sa-
DEL GRAN CAPITÁN 339

lido,hombre sin ningún pavor, que jamás te- tan cerca pasaban, salió su persona con cier-
mía cosa desta vida, según su grande esfuer- tos de caballo, y dieron en la retaguardia y
zo y valentía. Este fué el que en la tomada y les hicieronmucho daño y mataron muchos, y
combate de Ostia prendió á Menaldo Guerra, á otros alancearon. Los franceses se pusieron
aquel tirano que la tenía ocupada al Papa, y en huida y se acogeron á su real, y desde allí
había entrado en una cueva que estaba junto iban á comer uvas á las viñas de Barleta. El
á Roma, adonde ninguno ni ningunos, aunque Gran Capitán invió á un Pedro de Acuña,
fuesen seis juntos, habían osado entrar. El prior de Mesina, y á mosén Peñalosa con cier-
cual, á ruego del Papa Alejandro, entró y vio tos soldados y atajaron doscientos suizos y
cosas muy monstruosas, y sacó de allí la ima- pelearon con ellos con tanto ánimo que ningu-
gen de la diosa Venus, antiquísima, cosa que no escapó de ellos; porque el Gran Capitán
se creyó ser la que Eneas trajo de Troya. siempre les avisaba que se acordasen que de
El Gran Capitán dijo á don Alonso que, ningún precio era el enemigo vivo y que no
pues no le quería dar una honesta satisfac- hay precio que se ¡guale con el enemigo muer-
ción, saliese alcampo con él; y salidos, la for- to. Visto por los Generales de Francia que por
tuna juzgó tener más justa causa el Bayarte, un puente que estaba en aquel río Lepanto
porque le metió la punta de la espada por la pasaban muchas veces los españoles y les ha-
garganta, de que murió. cían mucho daño en su real, salieron con todo
Tuvo el Sotomayor en muy poco á su ene- su campo á derribar aquel puente. Sabido
migo, y guiado por un caballero gallego que esto por el Gran Capitán, salió de Barleta su
le aconsejó que ninguna satisfacción honesta persona con cierta gente de caballo y de infan-
le diese, Dios, que en todas las cosas princi- tería á se lo defender.Los franceses les tira-
palmente se muestra, en la de las armas juzgó ron algunos tiros de artillería, con que les hi-
este trance de la manera que' hemos dicho. cieron algún daño, y se comenzaron á retraer.
El Gran Capitán pasó el puente y les invió un
CAPÍTULO XVII trompeta á les decir que le esperasen y no hu-
yesen, que él esperaba en Dios que, aunque
De las cosas que pasaron los españoles desde
en la cantidad les tenían tanta ventaja, de les
Barleta, adonde estaban recogidos, con los
dar á conocer, si osasen esperar, la ventaja
franceses, que estaban en sus alojamientos
que había de la una nación á la otra y de la
cerca de allí.
justicia del Rey su señor al suyo, y los comen-
Después desto, álos veinte días de Agosto zó á seguir. El Duque de Nemos era de voto
del dicho año de quinientos y dos años, visto y parecer que volviesen y peleasen, porque
por los franceses que el Gran Capitán se ha- era muy grande afrenta, habiéndolos venido
bía recogido á Barleta y había desamparado á buscar y haciéndoles tanta ventaja en la
á Pulla y Calabria, salvo, como dijimos, algu- gente de guerra, no volver á ellos, veniéndo-
nas plazas muy importantes, á las cuales, como les siguiendo. Los otros capitanes no quisie-
dijimos, había inviado algunos capitanes con ron, diciendo que los españoles venían des-
parte de la gente de guerra que tenía; visto, esperados, que vencidos estaban. Mos de San-
pues, por los franceses que las más villas y deyo, capitán de los suizos, era de parecer
cibdades de aquellas provincias se habían re- que volviesen á ellos y no padeciesen tan
belado por Francia, así por tener por vencido grande afrenta. Al fin se recogieron á su real
al Gran Capitán, como porque los más seño- y se hicieron fuertes.
res de aquel reino seguían la parte francesa, y
más veyendo á los franceses señores del cam- CAPÍTULO XVIII
po; visto, asimismo, cómo ni mantenimientos
De lo que Francisco Sánchez, despensero ma-
gente de ninguna parte le venían, pues, te-
ni
yor, hizo,yendo á correr á los enemigos que
niendo á los españoles por vencidos, movie-
estaban en Canosa.
ron su campo con designio de ir á cercar al
Gran Capitán allí en Barleta, á do estaba, y A mes de Septiembre
los treinta días del
pasó el campo de los franceses por ante las del dicho año salió Francisco Sánchez, des-
I
puertas de Barleta, y asentaron su real cerca pensero mayor, con cierta gente de guerra á
I
de unas viñas. Visto por el Gran Capitán que correr á Canosa, por un aviso que tuvo de mi-
340 CRÓNICA MANUSCRITA
cer Teodoro, capiitán de albaneses, el cual fué jores que había en su campo, habían salido á |
y peleó con los franceses y les trajo noventa correr el campo, salió don Diego de Mendoza
prisioneros y gran suma de ganado. Los fran- á los buscar, y por malos espías los erró. El
ceses se juntaron muchos de ellos y siguieron Gran Capitán salió con doce jinetes á ver lo
el alcance; los españoles volvieron á ellos y que don Diego hacia, y topóse con ellos y pre-
pelearon, y en tanta desigualdad, fueron pre- guntó á los doce jinetes qué harían. Ellos di-
sos Francisco Sánchez y Diego de Vera y otros jeron que con tanta desigualdad que no los
gentiles hombres ('). Concertóse otro dia el debían acometer, porque todos los que lo su-
rescate de los unos y los otros que delante piesen lo temían á loca osadía y temeridad,
habían inviado; quedaron los franceses á de- porque las cosas de la guerra no guiadas por
ber ciertos dineros, los cuales quedaron de discreción comúnmente tienen malos sucesos.
dar á cierto tiempo en Trana, y que inviasen El Gran Capitán les replicó: «Decidme, ¿si
por ellos á cierto día, que luego los inviarían. estos fueran trece, qué hiciéramos?» Ellos re-
plicaron:«Aunque había diferencia y grande,
CAPÍTULO XIX todavía entráramosysaliéramos dellosánues-
De loque el Gran Capitán hizo un día que sa- tra voluntad;mas estando lapersonade Vues-
lióde Barleta su persona con cierta gente de tra Señoría no se debe acometellos; úsela-
guerra. razón de su oficio». «Pues cada uno tenga
cargo del suyo, dijo el Gran Capitán, y dejad-
El Rey de Francia tenía asegurados á los
me á mí los veinte y ocho, que yo espero en
herbajeros que pastaban las muy frescas y
Dios y en su bendita Madre que los vencere-
muy herbosas dehesas de Abruzo, que son mos». Y luego arremetió á ellos con muy gran-
como en Castilla las del campo de Alcudia ó
de ánimo. Los jinetes veyendo al Gran Capi-
de la Serena y muy mayores, de dar por cada tán revuelto con ellos, con aquel su grande
cabeza de ganado que los españoles les to- ánimo, sin consultar con la razón, los acome-
masen á medio ducado por cada res, y tenía tieron con tan grande ímpetu que los fran-
los dineros prestos en banco en Roma.
ceses estaban muy espantados. Pensaron al|
A los diez y nueve días de Diciembre (') del principio que venían detrás muchos otros, y
dicho año de quinientos y dos salió el Gran que los
que ellos los querían detener hasta
Capitán su mesma persona á les correr el cam-
otros llegasen; mas veyendo que no eran so-
po, y por medio de toda la furia de los france-
corridos, pelearon valerosísimamente. Quien
ses que estaban en guarda de las dehesas, les
aquel día vio al Gran Capitán pelear y matar
trajo treinta mil cabezas de ganado ovejuno,
á los franceses á quien llegaba, en poco tu-
y de los franceses mataron algunos y otros viera las fábulas de Amadís y don Tristán»
muchos prendieron, de que tuvieron que co- que así huían del como las ovejas de los lobos,
mer algunos días, y otras treinta mil cabezas
y todos los otros jinetes, veyendo al Gran
de ganado que el despensero mayor había traí-
Capitán en tanto peligro, hacían más de lo que ^

do. Pagó á sus dueños el Rey de Francia trein-


sus fuerzas y ánimo bastaban. Al fin mataronj
ta mil ducados, á medio ducado por cabeza.
los treinta y nueve dellos, y estando hiriendo,
á un francés, llegó el Gran Capitán y les dijo:
CAPITULO XX «Dejad ese prisionero que Alcalá lleve la nue-
De un Gran Capitán hubo lle-
recuentro que el va». Las cuales palabras á su agüelo Pedro
vando él doce jinetes con cuarenta hombres Fernández de Córdoba le habían dicho los
de armas. moros de Motril cuando fueron á correr á
Alcalá (')•
SeyendoavisadoelGranCapitánquecua-
(')
Volvieron á Barleta con los más caballos y.
renta hombres de armas franceses, de los me-
treinta y nueve arneses. '

í') EninarRen superior, cortada la primera linea,


el
Aquí no podemos negar sino que el Gran]
continúa... «ilo catalán, capitán de una coinpaúía, que
después andando á sueldo de los franceses de la conii)a- Capitán pasó los límites de la cordura en aquel
fiia de Lotrey lo defendió y lo dio la vida, estando en
Iba muy herido, y sus enemigos, estando caido. que- recuentro, y que fué locura y osadía temera-
riéndole quitar la vida, junto á iiinsiur de Foxan en la
batalla de liávena, que lo hablan niuarto españoles».
(-1 Al margen: á diez de Diciembre.
(I) Al margen: Yo no puedo acabar conmigo sino que

(') Al luarnen: D. Diego de Mendoza los erró por ma- fué cosa fuera de toda razón, porque las cosas no se han
los espías y Meneses los topó. do juzgar por loB fines, sino por los principios.
DEL GRAN CAPITÁN 341

ria; y aunque algunas veces sucedan bien, co •


respondió, sino dijo: «Ea, señores, acordaos
múnmente se yerran. Verdad sea que el Gran de hacer cada uno su deber», y envolviéronse
Capitán con aquel su ánimo invencible, no con los franceses y pelearon con tanto ánimo
pudo acabar consigo mesmo. que los franceses estaban espantados del ím-
petu con que los acometieron y de la constan-
cia que tenían en la batalla, que ninguna ven-
CAPÍTULO XXI taja se conocía de la una parte á la otra. A
De lo que aconteció al Comendador Mendoza, esta hora llegó don Diego de Mendoza, guia-
entrando el año de mil quinientos y tres, á do por micer Teodoro, y como vio envueltos
los diez y nueve días de Enero, con quince de al Comendador, y los suyos con los franceses,

caballo contra cincuenta y seis hombres de dijo á los suyos: «Ea, señores, socorramos al
armas franceses. Comendador, que ha menester nuestra ayu-
da». Y arremetieron á ellos nombrando: «¡Es-
En uno de los capítulos pasados dijimos paña! ¡Santiago!» El Comendador, como se vio
que del trueco que hicieron con los franceses socorrido, peleaba él y los suyos con grande
cuando Francisco Sánchez, despensero mayor, esfuerzo.
y Diego de Vera fueron presos, habiendo in- Los franceses, veyendo que los primeros y
viado á Barleta noventa prisioneros, fueron postreros no eran tantos como
ellos, peleaban
trocados los unos por los otros; y porque los animosamente, que no se podía conocer la
franceses eran muchos más, obligáronse los Vitoria.
franceses á pagar ciertos dineros en la cibdad A esta hora llegó el Gran Capitán guiado
de Trana, para ciertos días. Pues cumplido el por micer Lazan, hermano de micer Teodoro,
término en que se habían de dar los dineros, y llegó diciendo: «¡Santiago!» Los españo-
invió el Gran Capitán al Comendador Mendo- les, veyéndose socorridos de la persona del

za á cobrar aquellos dineros. Llevaba consigo Gran Capitán, hacían maravillas en armas,
quince de caballo, y ya que se volvía á Barle- porque tenían por cierto, y era así, que en la
ta salieron del campo de los franceses cin- batalla que el Gran Capitán entraba tenían
cuenta y seis de caballo para les tomar los di- por cierta la Vitoria. Pelearon todos, unos y
neros, y pusiéronse en una celada cerca del otros, tan como varones, que de los franceses
camino por do el Comendador Mendoza había murieron cincuenta y de los españoles algu-
de pasar. Luego fué avisado desto el Gran nos, aunque pocos. Los cinco se salvaron á
Capitán por micer Teodoro, aquel capitán al- mano de caballo, y con esta Vitoria se volvie-
banés que atrás dijimos. Luego proveyó que ron á Barleta.
don Diego de Mendoza fuese á ponerse por
sobrecelada para socorrer al Comendador
CAPÍTULO XXII
Mendoza con ciertos jinetes, y el mesmo Gran
Capitán tomó siete de caballo y dijo: «Vamos De lo que Luis de Herrera y Pedro Navarro pa-
á verlo que el Comendador y don Diego de saron con los franceses en una villa llamada
Mendoza hacen». Castellaneta.
Entretanto que esto pasaba, el Comendador
descubrió los cincuenta y seis franceses, y A doce días de Hebrero de quinientos y tres
dijo á los sus quince: «Estos ladrones nos es- años, estaban cien lanzas francesas aposenta-
peran para nos tomar el dinero y nos matar das en una villa llamada Castellaneta, y sobre
sobre ello. Yo espero en Dios que si hacemos una bota de vino mataron los franceses un
lo que debemos que libraremos el dinero y á clérigo, y asimismo los vecinos de aquella villa
nuestras personas de aquestos bellacos. Su- no podían sufrir las vejaciones y malos trata-
plicóos, señores y compañeros, que hagáis hoy mientos de los franceses, y usaban con ellos
lo que á mí me viéredes hacer, y tened espe- todo género de deshonestidades. Acordaron
ranza en Dios que lo hemos de tener con los de esta villa de inviar ciertos mensajeros
nuestra parte». á Luis de Herrera y á Pedro Navarro que es-
A esta hora salieron los franceses de la ce- taban seis millas de allí, que viniesen, que
lada diciendo que no huyesen, que no querían ellos les abrirían las puertas. Ellos loacepta-
más de tomar los dineros. El Comendador no ron, y en anocheciendo marcharon y llegaron
842 CRÓNICA MANUSCRITA
allá en amaneciendo. No pudo esto ser tan se- liano había otorgado al Archiduque de Aus-
creto que los franceses no lo sintiesen, y pu- tria, su yerno de los Reyes de España,
hijo,

siéronse en defensa. Los de la villa abrieron ciertas compañías de infantería de tudescos,


las puertas; los españoles entraron y comen- como aquel que había de heredar los reinos
zaron á pelear con los franceses; los unos de España y las Dos Sicilias, aquende y allen-
apellidando «¡Francia!» y los otros «¡España!» de el Faro, para los oponer á los suizos que
y «¡Santiago!». andaban á sueldo con el Rey de Francia.
Pelearon los unos y los otros con mucho También esperaba que el Virrey micer Juan
ánimo hasta que los franceses, no pudiendo de Lanuza desde Sicilia le inviase trigo, de
sufrir el ímpetu y ánimo de los españoles, se que había muy gran carestía.
retrujeron á las casas. Quedaron muertos Decía muchas veces á los soldados que
cuarenta que pelearon muy valientemente; los aguardaba una gran suma de dineros que los
sesenta recogidos fueron luego sacados y pre- mercaderes le habían de dar por ciertas cé-
sos y tomados cien caballos y cien arneses, y dulas de cambio que de España estaban ya
queriendo salir de la villa, supieron por los aceptadas en Venecia. Daba siempre grande
espías cómo el campo de los franceses venía esperanza á la gente de guerra con aquel su
á socorrer á Castellaneta. Ellos se pusieron rostro apacible, y algunas veces les decía:
como hombres y determinaron de defender la «Tened esperanza, mis soldados, que aún yo
villa. El campo de los franceses llegó, y luego no he abierto aquellas arcas que tengo llenas
plantaron la artillería y les dieron dos asaltos de dineros para satisfacer vuestros deseos»
con mucha furia y luego otro asalto. Estos dos de que' estaréis contentos».
capitanes españoles se dieron tan buen recau- Con estas esperanzas y con aquel su rostro
do en la defensa, que en los asaltos les mata- y con la gran majestad de sus palabras, hacía
ron cincuenta franceses, que los hicieron apar- á los soldados sufrir los desabrimientos y
tar delmuro. hambre, y andar desnudos y rotos, y que
Sabido por el Gran Capitán que Luis de presto los vestiría y remediaría sus necesida-
Herrera y Pedro Navarro estaban cercados, des. Dábanle los soldados tanto crédito, que
mandó tocar al arma y salió de Barleta á le tenían por hombre que adevinaba muchas
socórrenos. Los franceses fueron avisados veces las cosas por venir con aquella exce-
cómo los españoles venían á socorrellos, al- lencia de su grande ingenio, é confirmaron
zaron con gran presteza el campo y se vol- aquesta opinión con lo que en aquella sazón
vieron á su aposento. Los españoles se fue- avino. Y fué que vino de Sicilia un navio con
ron á Barleta, adonde toparon al Gran Capi- temporal contrario, con cuantidad de trigo, y
tán que venía con su ejército. Llevaron de una nao llena de mercaduría que un merca-
Castellaneta sesenta prisioneros y otros tan- der veneciano había traído á Barleta, en que
tos caballos y arneses y el despojo, que no traía muchos millares de calzas y millares de
fué poco. Dejando proveída aquella villa, se zapatos; muchas armas de diversas mane-
volvieron á Barleta. ras; muchos arneses, celadas y almetes, con
otras muchas cosas de que los soldados te-
nían necesidad. El Gran Capitán compró to-
CAPÍTULO XXIII
das aquellas mercadurías buscando los dine-
De cómo se concertó el desafio de los trece ita- ros de sus familiares y amigos y capitanes,
lianos con los trece franceses. los cuales obligaron su fe por él; y doña Isa-
bel de Aragón, que, como atrás dijimos, era,
En uno de los capítulos pasados dijimos allende de ser española, muy aficicionada al
cómo el Gran Capitán tuvo siempre designo Gran Capitán y á los Reyes de España, sus
de gastar los enemigos poco á poco, y soste- tíos, dio forma cómo algunos vecinos de la
ner con paciencia la furia de los enemigos su villa de Barí se obligasen y fuesen fiado-
hasta que llegase el socorro que esperaba, res al veneciano mercader. Luego el Gran
porque había escrito á los Reyes de España Capitán con aquella gran liberalidad repar-
le inviasen suplemento de gente y le fuesen tió por los soldados aquella ropa y cosas ne-

inviados en Calabria alguna gente de caballo. cesarias, de que todos quedaron contentos y
Esperaba también que el Emperador Maximi- lozanos.
DEL GRAN CAPITÁN 343

Íes á pelearcon ellos, volvíanse tan soberbios


CAPITULO XXIV para Canosa que pensaban que ya tenían á
De lo que los franceses hicieron, y cómo fue- los españoles por vencidos.
ron á dar vista á Barleta, y lo que les acon-
teció con los españoles. CAPÍTULO XXV
De cómo pasó la batalla de los españoles y
El Duque de Nemos y los otros capitanes
franceses retirándose de sobre Barleta.
franceses pareciéndoles que eran señores del
campo y que no era parte el Gran Capitán Pues partidos de Barleta con
los franceses
para salir de Barleta contra ellos, si allí lo aquella soberbia é insolencia que dijimos,
cerrasen, habiendo tomado algunas tierras iban el Duque de Nemos, Bayarte y mos de
en aquella comarca con todo su campo, pasó la Paliza, Formento, mos de Sandeyo, capitán

el río Lepanto, y con sus banderas y escua- de suizos, y mos de Alegre y otros algunos
drqnes muy ordenados pasó el río Lepanto (') capitanes bravoseando é denostando de pa-
por la puente de Canosa, y fuese camino de labra á los españoles, cuando por mandado
la Barleta, y pasó junto á Barleta; y invió un del Gran Capitán salió de Barleta don Diego
trompeta al Gran Capitán á le decir que si de Mendoza, hombre de grande ánimo y va-
los españoles eran hombres según ellos pu- lor, y con él los capitanes que se siguen: Vi-

blicaban, que saliesen de allí, adonde estaban Ilalba, Espes, Pizarro, Zarate, Escalada y
encerrados, en campaña, adonde se diese ba- Coello y otros algunos; y alcanzaron que iban
talla, y allí se vería la valentía y esfuerzo de muy cerca á los franceses, y acometiéronlos
la nación francesa á la española, aunque en con la caballería española en la retaguardia,
todo el mundo se sabía; porque por esta y comenzaron á pelear valerosísimamente. El
muestra de hoy se muestre el juicio de lo de orden que llevaban fué que dos escuadras de
adelante, con otras palabras muy soberbias infantería diesen por los lados, y éstos rocia-
guiadas por Tramolla, Paliza y Alegre y los ban con su arcabucería. Los franceses, veyén-
otros capitanes. El Gran Capitán como bur- dose acometidos, volvieron con igual ánimo á
lando del le respondió que él no solía pelear los españoles y pelearon con grandísimo áni-
á la voluntad del enemigo que le requería, mo, porque había entre ellos grandes capita-
sino cuando era su voluntad ó se le ofrecía nes y muy diestros en la guerra. Ylos hombres
bastante ocasión para ello; y más le invió á de armas franceses con aquel su primero ím-
decir que le agradecía que con tanto ánimo le petu, que es muy fuerte, pelearon de manera
ofrecía la batalla; mas que más le agradece- que los españoles se vieron en gran trabajo;
ría, si no recibía pena, de les esperar mientras y llevando los españoles orden de se retirar
que se hierran los caballos y los soldados atrás deshecha la orden, los franceses sin
amolaban las espadas y enlucían sus armas. llevar cerrado su escuadrón, desordenados,
A los soldados no había quien los pudiese apretaron á los españoles y con grande furia
tener en la cibdad, sino que habían de salir á los seguían. A esta hora la infantería mar-
pelear con los franceses y darles el pago de chando á gran priesa para adelante por un
haberse llegado tan cerca de Barleta, que rodeo que tomaron de un gran trecho, aco-
no los podían tener, y bramaban y murmura- metieron á los dos costados de los enemigos,
ban del Gran Capitán que los dejaban ir sin los cuales desordenados andaban esparcidos
castigo. Pues veyéndolos el Gran Capitán tan de una á otra parte. A esta hora el Próspero
encendidos y con deseo de combatir y pelear Colona é Antonio su hermano con la banda
con los franceses, los alababa, y con grandes de los hombres de armas coloneses, cerrados
ruegos les decía guardasen aquel ánimo para en escuadrón, acometieron á los franceses.
otro día de más cierta ventura, y que sería Pelearon de entrambas partes muy valerosa-
tiempo que se holgasen de aquella breve tar- mente; mas los franceses, tomados en medio
danza. Pues veyendo el Gran Capitán que los y heridos por todas partes, fué cosa de ver
franceses se volvían muy ufanos de haber es- pelear á los españoles por vengar la injuria
tado allí y no haber salido á ellos los españo- de haber llegado á Barleta. Heridos los fran-
ceses por todas partes, no pudieron resistir
(') 81c: repetido- á tanta furia como los españoles tenían y que
344 CRÓNICA MANUSCRITA
CDii tanto ánimo los apretaban, y así se me- suntuoso banquete á sus amigos y caballe-
tieron en huida. El Duque de Nemos, que lle- ros italianos y españoles; y á los franceses
vaba la avanguardia, iba muy lejos de pensar prisioneros, por honrallos, los hizo sentar
lo que pasó; porque habia inviado delante entre los otros caballeros españoles. Andan-
la artillería; iba su camino para Canosa, y do ya el banquete por sus puntos, los fran-

con él Paliza y Formento, para que ellos y los ceses estaban tan regocijados en la mesa
que detrás venían se fuesen á sus aposentos- que no parecía haber perdido la batalla. El
Pues don Diego no perdió tiempo en seguir á vino era muy bueno y muy bien servido. Co-
los franceses y el Próspero y Coloneses y menzóse á tratar de la batalla del otro día
los otros capitanes españoles que iban. Ya anterior. Don Diego de Mendoza dijo que
todos los franceses rotos y desbaratados, otro día antes los franceses se habían habido
perdida la soberbia que llevaban, fueron mu- en la batalla valerosísimamente, mostrando
chos de los franceses muertos y presos antes bien su esfuerzo; mas que sin duda ninguna
que mos de Nemos supiese del todo el ven- se había de dar la honra principal á los ita-
cimiento y muerte de los suyos ni pudiese lianos,porque los hombres de armas de los
socórrenos; antes él y los que en la avanguar- Coloneses, como todos habían visto, se habían
dia se hallaron alargaron el paso sin parar habido esforzada y valerosamente. Estaba
para Canosa, que aun allí pensaban no se po- asentado á la mesa entre otros prisioneros
der valer. Cario Anojeto, que por otro nombre se lla-
Vuelto que fué don Diego de Mendoza con maba el señor de la Mota. Con ánimo sober-
los prisioneros y despojo, halló que el Gran bio y fiero y algo caliente del vino, respondió
Capitán había salido fuera de Barleta con la con gesto feroz y dijo: «Señor don Diego de
gente que quedaba, la cual él había sacado Mendoza, nunca Dios quiera que tal cosa se
para ir á socorrer á don Diego, si hobiese diga entre hombres que saben las cosas de
menester su ayuda. El Gran Capitán lo recibió la guerra: que los italianos sean preferidos
con muy alegre cara, y lo abrazó y besó en en las cosas de la guerra á los franceses.
el rostro, y le dijo: (cVuestra merced, señor Confesamos que los españoles nos son igua-
don Diego, ha abajado hoy la soberbia gran- les algunas veces, mas no los italianos, como
de de los franceses, y habéis mostrado un aquellos que con poco saber y ninguna fideli-

juicio de lo que está por venir, y habéis sido dad tratan las cosas de las armas; porque
la causa que Jos españoles no tengan en nada ellos han seido muchas y muchas veces de
la bravosidad de los franceses». Y asimismo nosotros vencidos en más de muchos luga-
alabó en gran manera á los capitanes que se res de Italia, y hemos llevado la honra de la
habían habido muy valerosamente contra sus guerra».
enemigos; y les prometió de les dar luego Estaba sentado junto al Mota en la mesa
paga; y luego la buscó y les pagó un mes. Iñigo López de Ayala, un caballero español;
y dábale del brazo que callase y no dijese
mal de los itaUanos, porque no podían dejar
de saber aquellas pláticas, y como son tan
amigos de la honra y de su patria, que si lo
COMIENZA EL QUINTO LIBRO supiesen sin duda ninguna, por vengar aque-
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ, lla injuria, dicha tan públicamente, le desafia-

GRAN CAPITÁN, HIZO AL REY DE FRANCIA Entonces el Mota alzó


rían á pública batalla.

EN EL REINO DE ÑAPÓLES algo más la voz: «Pues desafíen cuando ellos


quisieren, porque yo ninguna cosa deseo

CAPÍTULO I
tanto como hacelles conocer ser verdad lo
que digo; y nunca tan en mi seso estuve ja-
De lo que sucedió después de la batalla y lo
más, como agora estoy; porque no digan que
que pasó entre los franceses y italianos que
hablo demasiado por estar en el banquete
seguían la parte española.
habiendo bebido mucho». Estas palabras de
Pasada, pues, la batalla en que los france- Mota, ni más ni menos, como fueron dichas,
ces fueron rotos, muertos y presos, luego otro fueron recitadas en el aposento del Próspero
día el Gran Capitán mandó hacer un muy y de los otros caballeros Coloneses, y esta-
DEL GRAN CAPITÁN 345

ban allí muchos caballeros italianos, los cua- los de esta manera: de Roma, que fué la ca-
les fueron avisados cómo el nombre de los beza en esfuerzo y valentía de todo el mun-
italianos había sido afrontado y ultrajado do, fuesen tres, Juan Bracalone yjuan Capo-
por aquel caballero francés; yá todos les pa- chía y Héctor Parachio; de Capua fué Héctor
reció que aquella injuria no se podía satisfa- Ferramosca, de muy alta sangre, hermano
cer tan bien como con las armas. Y el Pi es- mayor de César Ferramosca, caballerizo ma-
pero y Fabricio entendiendo el negocio pare- yor que fué del Emperador Carlos de Espa-
cióles que con juicio y madureza se debía to- ña; de Ñapóles, Marco Corolario; de Theano,
mar aquel negocio, en que iba la reputación Ludovico Beavoli; de Sarno, Marco Abineti;
de Italia. romanos muy
Invió á dos caballeros de Toscana, Meyali; de Sicilia vinieron dos,
cuerdos, llamados Juan Bracalone y Juan Ca- porque esta isla antiguamente fué parte de
pochia, que fuesen y desapasionadamente Italia, como los geógrafos y historiadores es-

supiesen si era verdad lo que el señor de la criben, aunque aquel golfo del Faro la apartó
Mota en deshonor de los italianos había di- de Italia. Y porque no pareciese haber perdi-
cho, y si así fuese, que el francés fuera de la do el derecho de Italia nombró á dos, que fue-
mesa, ya libre del banquete, confesase ser ron Francisco Salomoni y Guillelmo Albamon-
verdad lo que había dicho; y si en ello se te. |De la Lombardía fueron] (') Ricio de Par-

afirmase, le dijesen que mintía tantas cuan- mayTíto de Lodi, llamado por sobrenombre el
tas veces lo dijese, y le desafiasen para la Fanfulla, porque en entrando en la batalla
batalla tantos á tantos cuantos ellos esco- ningún peligro tenía que se le ofreciese; el
giesen. No se retractó el francés de lo que Barón de San Lorenzo y Ronquillo.
había dicho, sino aceptó la batalla con ánimo La orden de la batalla fué que peleasen
valeroso. hombres de armas á caballo en una villa que
Este Cario Anojeto era de la casa de mos se llama Corata, que es de la Orden de Sant
de Borbón en Francia, y cuando el Rey Fran- Juan, entre Cuadrata y Andria. Fué el con-
cisco echó del reino á Borbón, fué asimismo cierto que el caballero vencido, muerto ó
desterrado el Mota y anduvo en servicio de rendido pagase cien ducados y las armas y el
Borbón; y cuando el saco de Roma era maes- caballo al vencedor. El Gran Capitán dio á
tro de campo, y allí hubo gran despojo de lo los trece italianos caballos y armas y todo lo
que allí hubo, así de lugares profanos como que habían menester muy cumplidamente,
sagrados; y recogida la presa se vino en Es- Dióles á todos sayos, sobre las armas, de
paña, y en el camino adoleció en la mar, y, raso, la meitad blanco y la meitad morado;
permitiéndolo Dios, antes que muriese los y entretanto que el concierto pasaba, los
marineros le echaron en la mar y repartieron hizo ensayar. Y porque el Gran Capitán no
la rica presa que llevaba. se fiaba en la fe y seguro de los franceses,
sacó todo su campo para asegurar aquel
campo, por si quisiesen hacer alguna ruindad
CAPÍTULO II
de las que suelen, no los hallasen desaperce-
Cómo se concertó la batalla entre los france- bidos. Hizo á los italianos un razonamiento
ses y italianos. desta manera: «Acordaos, dijo, señores, que
en la tierra adonde estáis vuestros padres
El Mota fué con licencia del Gran Capitán desde ella sujetaron á la mayor parte del
á Canosa al campo de los franceses y les dio mundo por solo su esfuerzo y gran corazón.
cuenta de lo que había pasado. El Nemos Con solas dos legiones sujetó Julio César, de
aprobó el mismo Tramolla, Pali-
desafío y lo quien vosotros descendéis, á Francia toda,
za, Alegre y Fórmente, de donde son nuestros enemigos. Peleáis
Fué concertado que fuesen trece italianos por la honra de Italia vuestra nación y vues-
contra trece franceses; los cuales por honra tra madre. Peleáis en la plaza de todo el
de la nación se ofrecieron de entrar en el de- mundo, adonde serán vuestros nombres y
safío. El Próspero nombró los trece italianos, fama ó subidos hasta el cielo ó abajados
y fueron los más valientes que en toda la hasta el profundo de la tierra. Si hoy, seño-
provincia se hallaron. Y porque á todos cu-
piese parte de la esperada victoria, nombró- (') Tachado lo que está, entre corchetes.
346 CRÓNICA MANUSCRITA
res, no hacéis lo que debéis, vuestros pasa- ensayar y animar para la batalla, aunque no
dos ternán en la otra vida muy gran pena, si quiso asegurar el campo.
allí se puede tener, por haber engendrado Los italianos entraron en el campo y se
hijos que tan mala cuenta dieron del esfuer- pusieron todos en hilera, esperando á los
zo que dellos heredaron Toda la honra de franceses, los cuales vinieron luego con gran-
Italia, que es la más bienaventurada provin- de ímpetu de los encontrar. Los italianos,
cia del mundo, está hoy puesta en vuestros contra la costumbre de pelear, estuvieron
brazos. Peleáis con gente bárbara, que pasa- quedos, las lanzas abajadas, esperaron á los
do aquel primer ímpetu son menos que enemigos, que al son de la trompeta habían
mujeres. Tened en la memoria que sois hijos de se encontrar. Los franceses arremetieron
de aquellos Metellos, Marcellos, Fabios, á los italianos con muy gran furia; los italia-
Pompeyos, Césares, Fabricios, cuyos esfuer- nos los esperaron, y como sus lanzas eran,
zos hoy están en vuestros corazones, si por como dijimos, una braza mayor cada una que
vuestra culpa no le perdéis. Ninguna vez pa- las de los otros, antes que las de los france-
saron los franceses á Italia, asi en los tiempos ses llegasen á ellos fueron envestidos de las
pasados como en los presentes, que no vol- más largas lanzas de los enemigos. Cinco
viesen vencidos, destrozados y rotos, y los italianos soltaron las lanzas y tomaron las
más quedaron muertos en esta vuestra pro- porras que traían colgadas de los arzones y
vincia». Todos cuasi estos trece italianos comenzaron á herir á los franceses de tan
eran de capitanía de Próspero y de la de
la pesados golpes que hicieron gran susto y
Fabricio su hermano, á los cuales el Próspe- fueron muy gran parte del vencimiento. Los
ro con muy alegre semblante les dijo cómo italianos se aprovechaban en gran manera
había dejado á muchos caballeros y capitanes de las mazas y hachetas, rompiéndoles con
descontentos por no los haber nombrado en- muy pesados golpes las vistas de los almetes
tre los trece, por los haber á ellos escogido y otras armas. Estuvo la batalla en duda, y
por más valientes; que hiciesen su deber por- empezó porque todos peleaban valerosísima-
que él no quedase engañado en su opinión, mente, según la enemiga con que se comba-
pues que á ellos como á fuertes defensores tían; y como todos eran muy valientes y

de la nación de Italia los había escogido. hombres de vergüenza, no mostraban punto


Ninguno hubo de los trece que no prome- de cobardía. A esto Albamonte y ...(') no
tiese de ó ser vencedor ó quedar muerto en pudieron tenerlos los caballos, y sin los poder
el campo. Dio á cada uno lanzas muy fuertes tener, los llevaron fuera del parque adonde
y más largas que las de los franceses casi peleaban. Más Bracalone y el Fanfulla les
una braza y sendos estoques colgados de los faltaron sus caballos, y hallándose á pie to-
arzones á la parte izquierda y sendas es- maron los venablos y con grande esfuerzo
padas cortas y anchas ceñidas para herir de comenzaron á desbarrigar los caballos de los
tajo y revés; y á la mano derecha una hacha contrarios. Y fué de tanta importancia esto
de labradores de cortar leña, con un astil de que comenzó la batalla á inclinar algún tanto.
media braza colgada con una cadenilla. Los Murió allí un francés llamado micer Claudio,
caballos con sus testeras de hierro y los ca- natural de Este, de la nación de Italia en el
ballos (sic) armados los pescuezos. Más fue- Piamonte. Un italiano le hendió con una
ron echados en el campo dos venablos, los hacha el almete y le hendió la cabeza por
cuales estaban echados en el suelo á fin que medio, que le saltaron los sesos. Los italia-
aquellos que fuesen derribados en tierra se nos creyeron ser, porque seyendo italiano,
pudiesen combatir con ellos. Desto se apro- había sido contra los de su nación, por favo-
vecharon después el Bracalone y el Fanfulla. recer á la nación extranjera
Mos de Nemos instruyó á los suyos di- Estuvo la batalla muy gran rato en peso;
.
ciéndoles: que ya sabían cómo á ellos habia mas los italianos, les faltaban los dos
aunque
escogido como á más valientes y esforzados que por culpa de sus caballos habían salido
en todo su campo; que acordasen de honrar fuera del estacado, apretaron con tanto áni-
la nación francesa. Llevaban vestidos sayos mo á los franceses, que habiendo durado
de brocado y terciopelo carmesí. Destos
había tomado á cargo mos de la Paliza de los (<) En blanco.
DEL GRAN CAPITÁN 347

muy rato la batalla comenzaron á aflojar. Co- franceses y muy amiga


de españoles. Otro
nocido por los italianos su flaqueza, se les día que estaban más en su jui-
los franceses
doblaron las fuerzas hasta que los franceses cio, el Gran Capitán les rogó que otro día

soltaron las armas y se rindieron y se dieron templasen más sus lenguas y las refrenasen;
por vencidos. Los jueces que en el cadahalso porque los caballeros y hombres de honra y
estaban, habiendo visto el suceso de la bata- merecedores de la orden de la caballería no
lla, con muchas trompetas y música de otros deben menospreciar á nadie sino en la bata-
instrumentos sentenciaron ser los italianos lla con las obras, y nunca se deben los hom-

vencedores. Tardaron en la batalla cuatro bres de guerra alabarse con palabras dema-
horas y algo más; y porque ninguno de los siadas sino las obras en la batalla, y así ga-
franceses había traído los cien ducados, fue- nan la fama que los fuertes varones sue-
ron todos, vencidos y vencedores, á Barleta; len ganar. El Gran Capitán por honrar á
porque antes que en la batalla entrasen ha- los italianos los armó caballeros y les dio
bían enviado á requerir á los italianos que por armas con las que ellos tenían, en señal
llevasen cada uno sus cien ducados, porque de la victoria, les dio trece cadenas á cada
pasada la batalla no les estuviesen esperan- uno en campo de oro, cada una con trece es-
do que inviasen por ellos; porque decían que labones.
eran gallinas los italianos, y que sin mezcla
de españoles no valían por sí nada, diciendo
CAPÍTULO III
públicamente que así como en el vicio de con-
tranatura eran menos que hombres, así lo De cómo Juan de Lezcano, capitán de dos ga-
eran en las armas, deque los italianos tenían fué á buscar á un corsario francés lla-
leras,

concebido dellos grande enojo. mado Peri Juan, y lo que con él pasó.
El Gran Capitán estaba de allí un tercio de
legua, y sabía por momentos lo que pasaba. Estando el Gran Capitán en esta villa de
Sabido que venían con la victoria, los salió á Barleta, supo cómo andaba por aquella costa
recibir á unos y á otros: á los unos alabando de la mar un corsario francés llamado Peri
por valientes, y á los otros diciéndoles que no Juan, y hacía mucho daño en aquel mar de
se espantasen, que aquellas eran vueltas de la Venecia, desde Barleta por toda aquella costa,
fortuna, que ella hace cuando le place. Y así con cuatro galeras muy bien fornidas y de
todos fueron aquella noche á Barleta. Aque- muy buena gente, y con otros ciertos cascos;
lla noche les mandó dar el Gran Capitán á y hacía muchos robos á toda la gente de aque-
vencedores y á vencidos una muy suntuosí- lla costa de Calabria y Pulla, que no eran se-

sima cena; y las tazas anduvieron tan espe- ñores de salir ninguna persona del puerto, ni
sas que los franceses estuvieron tan regoci- dejaban venir mantenimientos ningunos á Bar-
jados en la cena y tan sin cuidado de lo pa- leta. Visto esto por el Gran Capitán, mandó
sado como si hobieran habido la victoria, y llamar á Juan de Lezcano, y le dijo: «Lezcano,
ninguno quedó de todos doce que no se em- no será deciros muchas palabras quien tan
borrachase y aun buscaron mujeres para bien sabe dar tan buena cuenta de lo que ha
aquella noche, muy sin cuidado del trance de hacer. Ya sabéis los daños que de Peri
pasado. Al Barón de San Lorenzo y al Barón Juan recebimos. Aparejad dos galeras y me-
Ronquillo mandó luego el Gran Capitán res- ted en ellas la gente que os pareciere, y id á
tituir sus tierras, porque en la batalla habían buscar aquel cosario; y topándolo, ó le matad
peleado valerosamente. Pagaron los france- ó prended ó le echad á fondo, y haced lo que
ses mil y trescientas coronas, y al Claudio los hombres tan valientes como vos y de tan
muerto no lo consintieron enterrar hasta que buena nación suelen hacer. Yo quedo con
del campo de los franceses trajesen las cien gran confianza, según la que de vos tengo. Id
coronas. con la gracia de Nuestro Señor y á él os en-
En Roma y en Ñapóles y en todas las cib- comiendo y á su bendita madre». Al cual res-
dades de Italia hicieron grandes alegrías pondió Lezcano: «Señor, yo os prometo que
por la victoria que los italianos habían gana- topando con él Lezcano ó le prenda ó le mate,
do de los franceses. De esta jornada quedó ó Lezcano quede muerto, porque no digan en
muy enemistada la nación de Italia con los Vizcaya que Lezcano fué vencido por france-
348 CRÓNICA MANUSCRITA
ses; mal viaje hagan ellos». Y entrando en sus por no quebrantar la liga con venecianos, acá
dos galeras fué á buscar á Peri Juan. viniera Peri Juan y los otros franceses».
Supo cómo á la sazón estaba en el puerto
de Otranto, que es una cibdad de Calabria,
adonde hay un muy buen puerto; y era una CAPÍTULO IV

de las que el Rey don Fernando había empe- De lo que aconteció á Luis de Herrera y á
ñado á venecianos. Sabido por Lezcano que Pedro Navarro con el señor Juan, italiano,
aquel cosario estaba con sus galeras en aquel y don Luis de Beamonte, capitanes de gente
puerto, invió á avisar al alcaide de la fortale- de armas francesas, cerca de la cibdad de
za, que era un veneciano, que se estuviese Taranto.
en su fortaleza quedo, porque él determinaba
de entrar á pelear con aquel cosario francés, En este tiempo que el Gran Capitán estaba
porque del había recebido el Gran Capitán en Barleta, Luis de Herrera, su primo, á quien
muchos enojos, que le rogaba no le favore- dijimos que el Gran Capitán encomendó la
ciese. El alcaide le respondió que con la ben- fortaleza y cibdad de Taranto, tuvo nueva á
dición de Dios hiciese lo que le pluguiese, que los trece días de Marzo del dicho año de qui-
él tenía mandato de la señoría de Venecia que nientos y tres años, cómo el señor Juan, de
ni favoreciese á unos ni á otros; mas que le nación italiano, y don Luis de Beamonte, capi-
avisaba que tenía allí cuatro galeras muy bien tanes de caballos, con cien hombres de armas
bastecidas, y no sabía otros cuantos cascos. y caballos ligeros y cien ballesteros á caballo»
El Lezcano le dijo que él hiciese lo que decía, salieron á dar vista á Taranto y corrieron por
que sólo Dios lo podía amparar de sus dos la una parte de la cibdad, y no les salió nadie
galeras, y que él le daba el tiempo por testigo. á ellos. Visto por ellos, pensando que no ha-
Pues Lezcano esperó, y otro día en amane- bían osado salir á ellos, se volvieron á sus
ciendo, entró por el puerto con muy grande aposentos muy contentos de la jornada. Sabi-
ímpetu, diciendo: «¡España, España, Santia- do por Luis de Hernera y Pedro Navarro, Luis
go!», y la artillería disparó contra las cuatro de Herrera con cien jinetes y Pedro Navarro
galeras, que las dos fueron luego echadas á con trecientos soldados, esperáronlos en el
fondo Los franceses, en se ver tan súpitamen- camino entre la cibdad y sus aposentos. Como
te combatidos, tomaron grande turbación, que los franceses, que iban algo descuidados, vie-
los más con su capitán Peri Juan huyeron á ron á los enemigos, y conocidos como hom-
tierra y otros se echaron al agua. Los vizcaí- bres de valor, los acometieron y pelearon ani-
nos saltaron de presto en sus dos galeras y mosamente. Fué la batalla muy reñida por am-
los otros cascis, y sacaron dellos toda la jar- bas partes. En aquel encuentro hizo Luis de
cia y chusma, sin dejar en el puerto más de Herrera con su gente de caballo y Pedro Na-
los cascos vacíos. Sacó de all. muchos espa- varro con sus trescientos soldados grande
ñoles que allí halló aherrojados, que los fran- destrozo, y pelearon [tanto] que los contra-
ceses traían al remo. Eran los cascos de los rios que vivos quedaron afirmaban no haber
franceses cuatro galeras, dos bergantines y visto jamás ni oído más esfuerzo en hombres,
dos fustas; y si no fuera por no quebrantar la así en los capitanes como en la gente de caba-
liga que con venecianos tenían, saltaran los llo y soldados. Fué muy reñida aquella bata-
españoles en tierra y no quedara ningún fran- y porque los unos y los otros peleaban
lla;

cés que no prendieran. Mas Lezcano no lo osó con grande obstinación; hasta que al fin no pu-
hacer, porque así le era mandado. diendo sufrir los franceses y peleando como
Fué este encuentro muy importante paralo hombres, de trec entos de caballo que eran,
de adelante. Con esto se volvió Lezcano á Bar- quedaron solos trece, que prendieron, que no
leta y dijo al Gran Capitán: «Yo, señor, hallé hubo quien la nueva llevase á sus aposentos.
á los franceses en puerto de Otranto y pe-
el Los capitanes franceses murieron peleando
leé con ellos y eché á fondo las dos galeras; y delante de los suyos como valientes soldados,
de las otras dos galeras y fustas y berganti- sin dejarde hacer cosa de lo que debían, así
nes saqué todo lo que había, y más á los es- ellos los que con ellos venían. Luis de
como
pañoles que traían al remo. Mal viaje haga Herrera hizo aquel día cosas muy señaladas
Peri Juan que se huyó á tierra; que si no fuera porque en esfuerzo y industria [hizo] cuanto
DEL GRAN CAPITÁN 349

la razón Es uno de los buenos capi-


lo pidia. joría alguna; mas como los franceses eran mu-
tanes que de España han salido. Pues Pedro chos, porque había seis para cada un español,
Navarro hizo lo que suele. desbarataron á los caballos ligeros de Luis
de Herrera, que hizo aquel día más de lo que
fuerzas humanas podían hacer, socorriendo
CAPÍTULO V Pues como los hombres de ar-
á todas partes.
De otro rencuentro que el mismo Luis de He- mas pasaron por Luis de Herrera, habiéndolo
rrera y Pedro Navarro hubieron, viniendo á desbaratado, pensaron hacer lo mismo por la
Barleta, con el Conde de Bitonto y el señor infantería. Como Pedro Navarro y los solda-
Juan, su sobrino, que se iban á juntar con los dos vieron desbaratada la caballería, tomaron
franceses. tanto coraje que cada uno estaba hecho un
león. Pelearon con tanto coraje que arreme-
A los diez y siete días de Marzo del dicho tieron con los hombres de armas y los desba-
año de mil y quinientos y tres el Gran Ca- rataron y mataron á los más, y pelearon con
pitán había inviado á llamar á Luis de Herre- la infantería con tanto esfuerzo y fuerzas que

ra, que dejando la cibdad de Taranto y for- los desbarataron y mataron. De los primeros
taleza á buen recaudo, y Pedro Navarro se murió peleando el señor Juan, habiendo hecho
viniesen con él allí á Barleta á do estaba. cosas que parecían imposibles en armas. Luis
Ellos, visto este mandamiento, lo pusieron de Herrera tornó á ayudar á la infantería, y
luego por obra; y yendo ambos á dos por su todos juntos, de manera qne todos los caba-
camino á Barleta, llevaba Pedro Navarro tre- lleros hombres de armas, peleando como
cientos soldados y Luis de Herrera ciento cin- hombres de vergüenza, murieron todos, y po-
cuenta de caballo. A esta sazón iba el Conde cos dellos y de los quinientos infantes que-
de Bitonto á se juntar con los franceses, por- daron pocos, bs cuales fueron presos. El
que seguía la parte francesa. Llevaba consigo Conde habiendo peleado valerosísimamente,
docientos cincuenta hombres de armas grue- estando muy herido, no se quería rendir sino
sas y muchos caballos ligeros, y quinientos á Luis de Herrera, al cual llamaba á grandes
soldados muy bien armados y escogidos to- voces; y entretanto que venía le dieron diez
dos, así los de caballo como los de pie. Iba con y siete picazos y el caballo jarretado; y arri-
el dicho Conde el señor Juan, su sobrino, por mado á una peña se defendió hasta que vino
capitán de los infantes, que era el mejor sol- Luis de Herrera, á quien se rindió.
dado que se hallaba á aquella sazón en toda Luis de Herrera y Pedro Navarro partieron
Italia, así de caballo como á pie. de allí llevando presos al dicho Conde y á al-

Conocidos por el Conde y su sobrino los gunos que vivos quedaron, y muchos caballos
españoles, y vista la demasiada ventaja que y arneses. Llevaba el Conde, sin otras muchas
les tenían y tan conocida, dijo al señor Juan heridas que llevaba por el cuerpo, desde la
su sobrino: «Dios nos ha puesto en las manos frente hasta la barba, ocho heridas. Pues lle-
aque-*ta tan buena presa. Peleemos con estos gados á Barleta, el Gran Capitán mandó al
españoles, y al primer encuentro son nues- Conde curar con mucho cuidado, y lo visitaba
tros, y llevaremos á los franceses esta cana- cada mandándole proveer de todo lo ne-
día,
lla, con que seremos bien recebidos». El le cesario. Quedó sano de las heridas, aunque
respondió que le placía y que así se hiciese, muy señalado. Húbose de aquella rota gran
que á su parecer eran suyos. Y luego el Con- despojo que el Conde y los suyos llevaban.
de dijo á los suyos que á ninguno tomasen á Así quedó el Conde en Barleta preso en po-
vida y que á ninguno dejasen con ella y hicie- der del Gran Capitán. Después que el Conde
sen su deber. fué sano, lo mandó el Gran Capitán llevar á
Luis de Herrera dijo á Pedro Navarro que Manfredonia, adonde estaba preso hasta que
él quería ser el primero contra aquellos hom- vino el Rey don Fernando de España á Ñapó-
bres de arm is, y él se pusiese en la retaguar- les, que fueron cuatro años. Un día antes que
dia contra la infantería, y esperaba en Dios partiese de Ñapóles, lo mandó soltar y volver
de los vencer. su estado; y también mandó dar libertad al
Los unos y los otros se encontraron con Duque de Atre, á suplicación del Gran Ca-
grande ánimo y no se conocía entre ellos me- pitán.
350 CRÓNICA MANUSCRITA
de lo que con su maestresala se le había he-
CAPITULO VI
cho; y díjole más, cómo le había tomado la
De cómo el Gran Capitán salió de Barleta y palabra al Albornoz que se fuese á holgar
fué sobre la cibdad de Rabo, y los hechos con á Rubo. Luego el Paliza invió á supli-
él

grandes de armas que allí se hicieron. car Gran Capitán diese licencia á su maes-
al

tresala Albornoz para que se fuese á holgar


En este mismo tiempo,'estandoel Gran Ca- á Rubo, porque lo deseaba conocer. Pues
pitán en Barleta, en un rencuentro que ho- dada la licencia, el Gran Capitán dijo á Al-
bieron con los franceses los españoles, fué bornoz: «Todo lo pasado es para lo que ago-
rescatado por otro capitán francés micer ra os diré. Vos id con la gracia de Dios á
Teodoro, albanés, de quien dijimos atrás; y Rubo y holgaos allí con mos de la Paliza y
porque sirvió muy bien en la guerra, el Gran con su maestresala, y ninguna cosa tomáis
Capitán le hizo merced de quinientos duca- de él ni del Paliza, y mirad con mucho cuida-
dos de renta en aquel reino, conforme á una do qué tales son los muros de Rubo y por
capitulación que con los Reyes Católicos te- qué parte se podrá combatir y qué gente hay
nía hecha, que conforme á los servicios que dentro y quién son y qué cuidado hay en la
hiciesen en la guerra las personas señaladas guarda de aquella villa, con todo lo que es
en ella [recibiesen] hasta cierta cantidad. necesario saber para lo que ya me debéis de
Y porque este micer Teodoro había mucho entender. De todo me traed muy buena cuen-
servido, le hizo el Gran Capitán merced de ta y razón». Albornoz le dijo: «Yo tengo en-
aquellos quinientos ducados de renta, los tendido á V. S. Yo traeré cuenta de todo
cuales el Rey don Fernando de España, cuan- y traeré el despacho que V. S. quiere». Lle-
do fué á Ñapóles, se los quitó, porque le pa- gado, pues. Albornoz á Rubo, fué muy bien
reció muy demasiada dádiva. Los cuales el recebido del Paliza y de aquel maestresala; y
Gran Capitán le dio en la su villa de Teano le festejó y mostró todo su campo y todo lo

por su vida, é este micer Teodoro dio aviso que en la villa había. Pues queriéndose des-
al Gran Capitán cómo se podría haber y con- pedir Albornoz, Paliza le daba paño y seda y
quistar aquella villa de Nibo, como hombre otras joyas, las cuales él no quiso recibir de
que había estado en ella. ninguna manera, diciendo: «Si yo con alguna
En un rencuentro que se hubo con los de cosa serví al señor maestresala fué por la
Nibo fué preso un maestresala de mos de la amistad que con él tomé de servir á v. m. del
Paliza, que estaba en aquella villa, al cual el oficio que yo (') al Gran Capitán, y no lo hice
Paliza quería mucho, porque era su pariente por ser luego pagado. Harta paga es para mi
y hermano de leche. El Gran Capitán lo res- que V. m. se haya servido de ello». Y así se
cató del que lo tenía por prisionero, y lo despidió, saliendo con él hasta una legua
puso en su libertad, y mandó á Albornoz su aquel maestresala.
maestresala que lo llevase á su posada y le Pues llegado Albornoz á Barleta, dijo al
hiciese muy buen acogimiento, que él le diría Gran Capitán que, aunque la villa no era muy
después para qué efecto se hacía todo aque- fuerte, mas que estaba muy fortificada, y
llo. Mandó que le diesen un cuartago muy hechos fosos y tríncheas, y que tenia allí
bueno de su caballeriza con una muy buena mos de Paliza doscientos hombres de armas
guarnición de oro, y un manteo de grana gruesos y una capitanía de caballos ligeros;
bordado y otras ropas, y que quedasen muy y que estaba allí con él un capitán del Duque
amigos, y que le dijese que él se iba á holgar de Saboya en la conserva del Paliza con tres-
algún día con él. El maestresala francés se cientos hombres de armas asimismo gruesos,
holgó mucho dello, y le tomó la palabra que y otra capitanía de caballos ligeros, los mejo-
lo haría así, y Albornoz se lo prometió. res que había en todo el campo de Francia.
Pues llegado aquel maestresala á Rubo á E sin éstos otra gente de guerra, que serían
mos de Paliza, su señor, y contado la honra todos hasta novecientas lanzas. Los cuales
que aquel maestresala del Gran Capitán le estaban tan orgullosos y bravos que pensa-
había hecho y lo que le había dado, no ba- ban bastar ellos solos para tomar por com-
rruntando nada de lo que había pasado y por
dónde aquello venía, el Paliza holgó mucho (') Sio; faltan algunas palabras.
DEL GRAN CAPITÁN 351

bate á Barleta; y así lo platicaban y tenían ba Diego de Vera once piezas de artillería.
por perdido y casi vencido al Gran Capitán Pues con esta ordenanza y desinio partió de
y á todos los que con él estaban. Estos ve- Barleta á puesta de sol; anduvo toda la no-
nían muchas veces hasta las puertas de Bar- che y amaneció sobre Rubo sin ser sentido,
leta,que como este lugar estaba tan cerca porque los Generales de Francia estaban
de Barleta, habían los Generales puesto allí muy cerca y no les socorriesen.
los mejores hombres de armas y mejor gente En llegando mandó el Gran Capitán plan-
de todo su campo, con Paliza, que á la sazón tar la artillería y despetrilar parte del muro;
era el mejor capitán y más platico y de más y estando una parte del muro batida, los sol-
expiriencia de todos los franceses. dados comenzaron á subir por las picas. Los
franceses, aunque fueron sobresaltados y
tomados con algún descuido, comenzaron á
CAPÍTULO VII
se defer^der como gente muy animosa. El
De cómo el Gran Capitán combatió la cibdad Gran Capitán se apeó y embrazó una rodela
de Rabo y la entró por fuerza de armas, y y fué de los primeros que entraron. Los se-
lo que en aquella jornada aconteció. ñores y soldados que allí se hallaron, vista la
persona del General entrar delante sin temer
Este lugar de Rubo era del Conde de Tre- armas ni otro género de muerte que delante
bento, que seguía la parte francesa, al cual se le pusiese, que decían después los france-
el Gran Capitán determinó de combatir; y ses que no les parecían los españoles que
para lo mejor poder hacer y sin pérdida de entraron en Rubo hombres sino diablos. El
gente hizo un ardid, y fué de esta manera. Gran Capitán los animaba y llamaba por sus
El Gran Capitán salió con todo su campo y nombres. Fué tan cruda esta pelea y tan va-
artillería fuera de Barleta, camino de Rubo, y lerosamente reñida, que sin descansar mata-
andando cuanto media legua en esta orde- ron mil y quinientos franceses. Los que que-
nanza luego se volvía á Barleta. Otro día daban, visto el estrago que se hacía dentro
hacía lo mismo; y como los franceses eran en la villa, se comenzaron á descolgar por
avisados por áus espías, que es la gente del el muro, y entre ellos el General mos de la
mundo que más en ella gasta, luego en la vi- Paliza, los cuales fueron luego tomados. Y
lla tocaban al arma y se ponían en sus estan- porque mos de la Paliza no se quería rendir,
cias, y el Gran Capitán se volvía como el pri- un alabardero le partió la cara con una ala-
mero día había hecho. Hizo esto tantas veces barda, y así fué traído al Gran Capitán, el
hasta que los españoles murmuraban del cual lo hizo llevar á su tienda y le curar con
Gran Capitán, culpándole de poco ánimo y gran cuidado. Fué también allí preso Amideo,
teníanle por temeroso. Los franceses, enoja- capitán de hombres darmas del Duque de
dos del sobresalto que tantas veces les ha- Saboya, y Hernando de Peralta, español, que
bían dado, se habían descuidado, pensando antes que la guerra se comenzase servía al
que ni tenía caudal para ello ni osaba ir á Rey de Francia, y parecióle que no era aquel
Rubo, y que haría como los otros días pasa- tiempo de le dejar en aquella sazón. Y [man-
dos había hecho; y aunque la espía les avisaba dó] que tomasen á prisión á todos los otros; y
lo que veían, ninguna alteración ni movimien- mandó poner en mucho cobro á las mujeres y
to había en la villa. Pues sabido por el Gran iglesias. A las mujeres mandó recoger en cier-
Capitán que los de Rubo estaban descuida- ta parte, y las otras rescató de los soldados,
dos, partió un día en anocheciendo, iban con pagándoles luego su rescate en dineros, paño
él el Duque de Termoli, el Próspero Colona y seda. Y mandó á Pedro Gómez de Medina,
y sus hermanos Fabricio y Marco Antonio, su mayordomo, tuviese cargo de ellas; de ma-
don Diego de Mendoza, el coronel Villalba, nera que ninguna de ellas recibiese deshonra
que fué en las guerras hombre de gran es- alguna, sino muy buen tratamiento; y mandó
fuerzo, Zamudio, Pizarro, Escalada, Espés, al dicho Medina que hiciese sacar las muje-
mosén Peñalosa, el comendador Mendoza, res y bastimentos fuera de la villa, y que cuan-
Pedro de Paz y su primo Carlos de Paz y do se volviesen á Barleta se quedase en ios
otros muchos capitanes, llevando tres mil in- traseros, volviéndose las mujeres y basti-
fantes y hasta seiscientos de caballo. Lleva- mentos á la dicha villa; lo cuaLasí fué hecho.
352 CRÓNICA MANUSCRITA
Tomáronse novecientos caballos, que fue- de Paz, Carlos de Paz, mosén Hozes, Zamudio,
ron en aquella sazón muy provechosos. Fue- Villalba, Espés, Hernán Suárez, Escalada y
ron llevados todos los capitanes y la otra Pedro Navarro, con esotras trescientas lanzas
gente y todo el despojo que allí se tomó de dareisles por un costado, y con la infantería
los franceses para Barleta, y estuvieron allí no dejéis hombre dellos á vida. Acordaos de
hasta la puesta del sol, pensando que los Ge- hacer hoy vuestro deber, como yo espero y
nerales vinieran á socorrer á Rubo, porque soy cierto de vuestro esfuerzo». A mosén
lo pudieran hacer, porque estaban muy cer- Hozes mandó con una capitanía guardare el
ca; los cuales luego fueron avisados, porque bagaje, «aunque, dijo, no puedo persuadirme
pían la artillería cuando batían el muro. que los franceses sean tan locos que de noche
nos acometan)^.
Estuvo todo el campo en esta ordenanza
CAPÍTULO VIII
gran parte de la noche, hasta que las espías
De lo que pasó después deste vencimiento volvieron y dijeron que los franceses entra-
de Rubo. ron en consulta junto á Rubo si siguirían ó no
á los españoles; y al fin todos fueron de co-
Acabado este vencimiento el Gran Capitán mún parecer que no, y así se volvieron á sus
partió de Rubo á puesta del sol á la mesma aposentos. Sabido esto por el Gran Capitán,
hora que otro día antes había venido á Rubo se volvió á Barleta, adonde llegó pasada gran
desde Barleta. El Medina se quedó una pieza parte de la noche, adonde tomaran algún fres-
atrás con las mujeres y bastimentos, y alon- co si lo hallaran.
gado algo el campo se volvió á Rubo y tornó Esta noche aconteció uno de los desconcier-
á la villa todas las mujeres y los bastimentos tos que suelen acontecer en las guerras; y fué
que habían sacado. que mandó el Gran Capitán á don Diego de
Los Generales de Francia, avisados del cer- Mendoza que fuese con la artillería y llevase
co de Rubo, estaban muy descuidados que el el cargo della hasta la poner en Barleta, y él

Gran Capitán había de acometer aquel nego- se descuidó y la encomendó á los artilleros y
cio. Sacaron su campo y un gran rato, dos ó á cierta persona de poco recaudo; y erraron
tres horas después que el Gran Capitán par- el camino y íbanse adonde los franceses esta-
tió de Rubo, llegaron con todo su campo á ban. Y llegando cerca del lugar, aquel Medina
Rubo á socorrer aquella plaza y dar la batalla que quedó en Rubo á meter en la cibdad las
al Gran Capitán, al cual vino la espía diciendo mujeres y bastimentos supo cómo la artille-
cómo los franceses venían determinados de ría iba perdida, y fué tras ella y alcanzóla jun-
los seguir hasta Barleta y les dar la batalla y to á la villa adonde los franceses estaban, y
tomalles la Como esto oyó el Gran Ca-
presa. hízola volver á tiempo que ya el Gran Capi-
pitán, paró, que ya era noche cerrada, y orde- tán inviaba á la buscar, culpando mucho el

nó sus batallas; y puestos en orden les dijo: descuido de don Diego de Mendoza.
«Bien sé yo, compañeros y señores, la poca
necesidad que tengo de os decir lo que habéis
de hacer en este trance en que estamos. Apa-
CAPÍTULO IX

rejad las manos y el corazón, y haced todos lo De cómo la gente de guerra, no pudiendo sufrir
que viéredes hacer á estos caballeros y á mí, la gran necesidad que padecían, se amotina-
que queremos ser los primeros en quien los ron,)/ lo que sobre ello hizo el Gran Capitán.
franceses descarguen su ira; que yo espero en
Dios y en su divina justicia que habremos la En esta villa de Barleta sufrió el ejército
victoria». Entonces llamó al Duque de Termoli muy grande necesidad, que no se hallaba tri-

y al Próspero, Fabricio y Marco Antonio, sus go ni cebada ni otro mantenimiento alguno, ni

hermanos, y á Fernando de Alarcón y á los dos dinero para comprar, ni de dónde se com-
lo

Alvarados y á Luis de Herrera, y les dijo: prase, porque Lezcano, Martón yjuan de Sant
«Ea, señores, demos á entender á estos fran- Pedro, que eran idos por bastimentos, no ha-
ceses la poca justicia que tienen y la diferen- bían, con la tormenta que en la mar les tomó,,'
cia que nuestra nación y la de ellos les tiene; podido venir. Pues en esta tan grande neccsi
y v. m., señor don Diego de Mendoza, Pedro dad los españoles se comenzaron á amotina
DEL GRAN CAPITÁN 353

y persuadieron á los italianos y á las otras CAPÍTULO X


naciones que hiciesen lo mismo, y fuesen á De cómo al ejército del Gran Capitán vinieron
buscar de comer; y todos se concertaron que muchos mantenimientos y otras cosas nece-
otro día por la mañana tocasen los atambores
sarias, de que los soldados fueron muy pro-
y pífanos, y á toda ropa buscasen manteni- veídos y remediados.
mientos, que era muy mejor que no morir allí
de hambre. De lo cual avisado el Gran Capi- En este tiempo y en estos mismos días
tán cómo los españoles eran los principales Juan de Lezcano con sus galeras había toma-
movedores de aquella rebelión, mandóles jun- do junto á Manfredonia un navio veneciano
tar á todos y hízoles este razonamiento: «Sa- con muy grande cuantidad de trigo, y que el
bido he, compañeros, cómo estáis determina- capitán mos de Alegre, habiendo entrado por
dos de os ir de aquesta cibdad y desamparar fuerza de armas á Soja, halló allí gran canti-
á vuestro capitán y á las banderas que de Es- dad del, y lo tomó como cosa por él ganada;
paña sacasteis, y dejarme solo en esta cibdad lo cual quiso antes vender á un mercader
en medio de sus enemigos. Vosotros os po- veneciano que no vendello á los napolitanos,
déis ir con la gracia de Dios; que muy cierto porque lo tomaban fiado, dándole seguridad
soy que con los mis españoles, con los mis de se lo pagar acierto tiempo. El cual navio,
leones, entiendo de cobrar este reino; que es- cargado de trigo, tomó Lezcano y lo trajo á
tos bien sé que no me desamparan ni á las Barleta, que lo halló junto á Manfredonia. El
banderas de España, aunque nunca les dé pa- Gran Capitán dio al veneciano mucho más de
ga y aunque yo los eche por fuerza. Y no so- lo que él lo había comprado del Alegre.
lamente con ellos entiendo de ganar este rei- Ya dijimos atrás cómo Juan de Lezcano
no, mas aun entiendo, si necesario fuese, de había desbaratado á Peri Juan en el puerto de
ganar por armas todo el reino de Francia con Otranto y echádole dos galeras á fondo, con
su valentía, fidelidad y lealtad, que de ellos lo demás que atrás contamos. Pues como
siempre he conocido». Acabado su razona- aquella costa quedó libre de aquel cosario,
miento, los españoles le respondieron: que arribaron á Barleta siete navios cargados
aquello podía tener su Señoría por muy averi- de trigo, con la venida de los cuales abaja-
guado y cierto, y que le daban muchas gracias ron las vituallas su valor, que valía todo la
por así haber conocido su fidelidad y constan- mitad menos que antes, de que había en Bar-
cia, y que le daban su fe como verdaderos es- leta tantos mantenimientos que sobraban á
pañoles de ahí adelante de no pedir paga ni todos. Luego proveyó el Gran Capitán que en
comer ni beber hasta que su Señoría se lo aquellos navios trujesen de Sicilia muy gran
diese de su voluntad; y que serían como cuer- copia de vino, carne salada, tocinos, quesos y
pos encantados, y que ellos trabajarían con otras muchas cosas de legumbres y cosas
las otras naciones que no hiciesen aquel mo- necesarias para el ejército.

tín; y que cuando otra cosa quisiesen hacer,

ellos les harían un camino por do fuesen, y CAPÍTULO XI


que ellos solos bastarían para hacer la guerra;
De lo que mos de Nemos hizo, sabido lo cual de
mas que le suplicaban los sacase de allí á
Castellaneta, habían llamado á Luis de Herre-
buscar á sus enemigos, y allí vería si se con-
ra y á Pedro Navarro y se les habían dado.
formaban las obras con las palabras que ha-
bían ofrecido. En uno de los capítulos pasados dijimos
Las otras naciones quedaron muy espanta- cómo los de Castellaneta no pudiendo sufrir
das, así de la mañosa cautela con que el Gran las injuriasque los franceses les hacían, así
Capitán los prendó y la súbita mudanza de en honra y honestidad de las mujeres como
la
los españoles, habiendo ellos sido, como diji- en las otras insolencias que les hacían, llama-
mos, los principales movedores de aquella re- ron á Luis de Herrera y á Pedro Navarro,
belión, y dijeron que ellos quedarían asimismo como en el capítulo pasado contamos. Sabido
con aquella misma voluntad para le servir por el Duque de Nemos, que estaba, como
hasta el fin de la guerra; y luego determinó dijimos en Canosa, y tenía algunas villas al-
buscar manera para remediarlas necesidades derredor, como á Altamira y la fortaleza de
que allí se padecían. la Chirinola, Cuadrata, Rubo, Soja y Man-
Cr nicas del Gran Capitán. —23
354 CRÓNICA MANUSCRITA
fredonia, sabida la rebelión de Castellane- Pues caminando con su campo á gran
ta, levantó de presto el campo y fué á cas- priesa llegó sobre Castellaneta. Los morado-
tigar aquel insulto y rebelión de los de aque- res de aquellavilla, espantados de la súbi-

lla villapor haber llamado á Luis de Herrera ta venidade mosiur de Nemos, y sabida la
que estaba en Taranto y á Pedro Navarro ira y enojo que contra ellos tenía, y tenien-

y haber echado de aquella villa á los france- do pocos españoles para les ayudar á defen-
ses con tan mal tratamiento. Fué la causa der y no apercebidos contra la artillería, y
que en los días pasados, cuando él fué á co- más veyendo los llantos de las mujeres y ni-
rrer y conquistar la Pulla hasta Oíranto, en- ños, privados de consejo de se defender, mo-
tre otras cibdades de Pulla había tomado vieron partido á mosiur de Nemos que se
lacibdad de Leze, que los antiguos llamaban rescatarían dando cierta talla de dineros, con
Lupia, y á Sant Pietro, que los griegos veni- que personas y haciendas fuesen salvas.
las
dos de Tesalia habían poblado, llamada Ca- Mas el enojo del Nemos, que les
era tanto
talana y habiendo también colona de grie- pidió cuatro veces más de lo que los vecinos
gos, y á la cibdad de Rudia, por haber nacido le podían dar, y mandóles decir que si luego

en ella el poeta Enio, la cual se llama hoy Ro- á la hora no le daban todo lo que les pedía,
deya, y otros lugares de aquella provincia, sin ninguna piedad los mandaría degollar sin
como á Oria, Motula y los comarcanos. Ha- quedar persona dellos. Los vecinos de Cas-
biendo sitiado á Calipuli y no pudiendo hacer tellaneta, animados por algunos españoles,
nada contra aquella cibdad, pasó por junto aunque muy pocos, diciendo que muertos por
á Taranto y dio un combate á Conversano y mano del enemigo ó peleando como varones
forzó al. barón della de seguir la parte fran- defendiendo su tierra, viesen cuál era mejor^
cesa; y entonces tomó á partido á Castella- y que entretanto Dios los remediaría, com«
neta, el cual está en el medio camino, casi muchas veces él suele hacer. Los vecinos c
entre Taranto y Brindez; y fué con condi- menzaron á hacer algunos reparos, y c
ción que pudiese meter en la villa en guardia grande esfuerzo aguardaron á esperar
dos capitanías francesas, con las cuales se golpes de ;a artillería y los asaltos de I
pudiesen defender de los españoles que es- franceses; y echando del muro piedras y p
taban en Taranto; á lo cual daba -favor y dazos de maderos y otras cosas contra I
ayuda el Barón Andrea Aquaviva y Fabricio franceses, atemorizaron y fustigaron á alg
jesualdo, aficionados á la parte francesa. Y nos que comenzaban á subir por las escala
porque estos vecinos de Castellaneta, como que comenzaban á subir por la muralla. L
dijimos, no pudiendo sufrir sus injurias, ha- pocos españoles que dentro estaban defe
bían dádose á Luis de Herrera y á Pedro dían el muro con tanto ánimo, y los vecinos
Navarro, según antes está contado, princi- hasta las mujeres, que los franceses estab
palmente porque habían violado la honra de espantados, estando el francés muy perplej
las docellas y casadas y les gastaban las vi- que no sabía qué se hacer, ó si les daría
tuallas y habían apaleado á algunos vecinos muy recio asalto, el cual le parecía muy peí
deaquellugar, concibió mosiurde Nemos tan- groso, según los de dentro se defendían,
to enojo contra estos de Castellaneta, que no pensando que los españoles eran más, ó t

se pudo detener sin ir con todo su campo mar el dinero que le ofrecían, lo cual le pare-
sobre los de Castellaneta. cía que perdía muy gran reputación en ello,
Andrea de Aquaviva le persuadió no lo hi- Estando en esto llególe una posta á tod,
ciese, porque entre que él desamparaba aque- furia que le avisaba cómo el Gran Capitár
llas plazas, el Gran Capitán le tomaría ó á la había salido de Barleta con su campo y qu
Chirinola ó á Rubo ó á Canosa; porque en iba sobre Rubo por tomar allí á la Paliza, sa-
apartando su campo de aquellas. plazas, los biendo que él estaba sobre Castellaneta.
españoles á su salvo las saltearían, como vía Mosiur de Nemos levantó de presto el campo
que los españoles lo hacían. Mas mosiur de de sobre Castellaneta. tomando de los cas-
Nemos estaba tan enojado que ningún pare- tellanetos lo que le ofrecían, y fué marchan-
cer tomó, diciendo que en llegando los casti- do á socorrer á Paliza á Rubo. Ayuntáronse
garía y se volvería antes que los españoles le en el camino los suizos y muy gran cab
intentasen cosa alguna. Hería. En el camino supo nueva de la rotadei
DEL GRAN CAPITÁN 355

Paliza. Venido Nemos invió un trompeta á cados en contado, porque así estaba concer-
tratar con el Gran Capitán del rescate de Pa- tado y dadas fianzas en Roma.
liza y de Amideo, capitán de los hombres de
armas de Saboya y de toda la caballería que CAPÍTULO Xlll
á Barleta había llevado presa; porque supo
De un desafío que pasó entre un caballero ita-
que mosiur de Nemos no había guardado las liano y otro español, que se llamaba Voz-
condiciones capituladas entre ellos, antes llevó
mediano.
tres y cuatro veces más de talla por el resca-
te de los prisioneros. Y el Gran Capitán man- En este mismo tiempo un caballero italiano
dó consinar la infantería que de Rubo había de los que andaban en el campo de los fran-
habido en las galeras de Lezeano y en las ceses invió á desafiar á un español, hombre
otras hasta que la guerra fuese acabada, de armas de la compañía de don Diego de
dándole la más dura prisión de lo que la gue- Mendoza, que se llamaba Vozmediano; en-
rra sufre, y como el Gran Capitán hasta allí trambos eran muy buenos hombres darmas.
había usado. El Gran Capitán quisiera mucho que este
desafío no pasara adelante, por no se ene-
CAPÍTULO XII mistar con la nación de Italia, y trabajólo mu-
cho; y el italiano cuanto más vía al español
De lo que aconteció al Gran Capitán con los
rehusar, tanto más bravoso estaba y más in-
señores de ganados de Abruzo, que estaban
solente y orgulloso, publicando que no osaba
asegurados por los franceses.
salir con él al campo, y más carteles y más
Estando el Gran Capitán en esta villa de soberbiosas palabras le inviaba; hasta que
Barleta, vinieron á él los señores de ganados Vozmediano dijo al Gran Capitán: «Si vues-
que los tenían en Abruzo, que pasaban de un tra señoría no me da licencia para combatir
cuento y trescientas mil ovejas. Estos seño- con este italiano, yo me despido desde aquí
res destos ganados vinieron al Gran Capitán de mi capitán y iré á buscar quien nos ase-
á le suplicar fuese servido de tomar dellos gure el campo; y cuando no lo hallare, yo me
para ayuda de los gastos de la guerra cien iré á su campo y ante su General combatiré
mil ducados, porque estuviesen seguros sus con él. No sé yo, dijo Vozmediano, por qué
ganados, aunque el Rey de Francia los tenía vuestra señoría quiere menoscabar y escure-
asegurados, y para ello tenía puesto en Roma cer mi honra, no habiendo hecho yo por qué
en cambio gran suma de ducados para les lo merezca. Suplico á vuestra señoría tenga
pagar por cada oveja medio ducado que les por bien de me dar licencia; si no, yo me parto
faltase, y los franceses tenían gran cuidado y á la hora y lo voy á buscar». El Gran Capitán
recaudo y guardas para los defender. El le respondió: «Vozmediano, no estorbaba yo
Gran Capitán les respondió muy graciosa- esta batalla por menoscabar vuestra honra;
mente diciéndoles que les gradéela la volun- que si como es italiano fuera francés, yo lo
tad y obra que le ofrecían; que á ellos les hi- deseara, conociendo vuestra persona y es-
ciese buena pro sus ducados, y que no podía fuerzo, más hacíalo por no enemistar la na-
hacer lo que le rogaban, por dos cosas: la ción de los italianos, que tan amigos tenemos;
una por la gran necesidad que tenían, y la quisiera mucho estorbarlo».
otra y más principal por ver si eran parte los A esta hora llegaronmuchos señores y ca-
franceses para se lo estorbar. Gran Capi-
balleros italianos, y suplicaron al
Luego invió como dijimos á don Francisco tán que diese licencia á que Vozmediano pe-
Sánchez, el cual trajo cuarenta mil ovejas, é lease con aquel italiano, porque no lo tenían
luego adelante fué don Diego de Mendoza y sino por francés; y á su suplicación dellos y
trajo veinte mil ovejas á pesar de los france- de don Diego de Mendoza, su capitán, le dio
ses; y luego diez días adelante el Gran Capi- la licencia,y le dijo: «Vozmediano, mirad que
tán, porque le cupiese parte del despojo, trajo ya que hacéis esta batalla, que peleéis como
treinta mil ovejas- Así que fueron por todas varón, y le matéis ó echéis del campo, ó mu-
las ovejas que les trujeron noventa mi! ove- ráis vos en la batalla; aunque yo tengo
jas, por las cuales pagó el Rey de Francia en confianza en la bondad de vuestra persona,
cambios en Roma cuarenta y cinco mil du- que con la ayuda de Dios haréiá lo que de-
356 CRÓNICA MANUSCRITA
béis». El Gran Capitán le mandó proveer de como si en aquella milicia hubieran siempr^

todo lo necesario. El Duque de Nemos ase- seguido las armas.


guró el campo, porque era hombre de mucha En estos mismos días vinieron al real
verdad, aunque mancebo. los franceses gran número de suizos, y ví
Venido, pues, al campo, Vozmediano tenía nían tan bravos que prometieron al Virrey df
muy grande enojo del italiano porque se ha- ir á vendimiar las viñas de Barleta y cogerles
bía desmesurado mucho en sus carteles y el mosto y traerlo al real á pesar de toda Es-
palabras, poniendo muchos defectos en la paña que allí estuviese junta en Barleta, lo
persona de Vozmediano. Pues llegados al cual pusieron por obra.Lo cual sabido por el
campo y partídoles el sol las personas que el Gran Capitán, mandó poner en celada dos
Duque de Nemos para aquello tenía señala- compañías de caballos ligeros y una de hom-
das, encontráronse con grande esfuerzo que bres de armas, de los cuales fueron capitanes
ninguno faltó de su encuentro, y anduvieron Alonso de Carvajal y mosén Peñalosa, y e
un rato sin parecer en ninguno dellos mejo- Gran Capitán salió con la infantería á les hü
ría. Vozmediano le cargó de tantos golpes y cer espaldas. Todos éstos se pusieron mu
con tanta fuerza y presteza que lo hizo andar secretos hasta que los suizos se extendiese
de acá para allá, que ya no entendía sino en por las viñas. Los suizos estrujaban los raci
se defender. Al fin, andando ya los caballos mos de uvas y ponían las bocas en que (

axo3 y cansados, á un mesmo tiempo se mosto cayese, y hinchian los cuerpos com
apearon, y venidos á brazos, Vozmediano era calabazas y barriles de aquel mosto, dejand
de grandes fuerzas, y lo derribó en el suelo y atrás su retaguardia. El Gran Capitán mand
le dio una gran herida, de que el francés es- poner en un alto una espía para cuando vies
tuvo muy desatentado. Vozmediano cargó á los suizos esparramados y derramados pe
sobre él y le desenlazó el yelmo y le cortó la las viñas y llenos de mosto; y avisados por i

cabeza, por el grande enojo que del tenía. espía entraron á ellos y pelearon con ellos,
El Duque de Nemos lo sacó del campo con quedaron allí muertos trecientos dellos, qiJ
grande regocijo; y con esta victoria se volvió les salía del cuerpo sangre y mosto todo jur
Vozmediano al Gran Capitán, el cual le salió to; á los demás prendieron, aunque alguna

á recebir y le hizo mucha honra y merced. se salvaron huyendo. Dende adelante no es


Fué de todos muy bien recebido, y principal- taban estos suizos tan bravos como antej
mente de don Diego de Mendoza, que con su antes tenían gran temor de los españoles.
compañía lo salió á recebir por haberlo hecho
tan bien lo que debía, porque el italiano era CAPÍTULO XV
hombre de grande esfuerzo. De loque aconteció á un capitán de infanfi
ría española con un escuadrón de franceses.
CAPÍTULO XIV
En este mismo tiempo un capitán de infan
De lo que el Gran Capitán hizo en este tiempo
tería,que se llamaba Bernardino de Valmase
allí en Barleta.
da, estaba aposentado en una villa cerca d
Cl Gran Capitán habiendo tomado en Rubo donde los franceses tenían su campo; y mu'
muchos caballos y arneses y con los que de chas veces salían y los salteaba y prendía a
Castellaneta habían traído Luis de Herrera y muchos dellos y les hacía mucho daño. Un
Pedro Navarro, y otros que de otros rencuen- día fué avisado que por cierto paso muy
tros se habían habido, viendo claramente que malo habían de pasar cuatrocientos francM
h gente de caballo franceses faltaban, enca- ees, que se iban á juntar con el otro campo"
balgó hasta novecientos soldados, á los cua- El se fué á poner en aquel paso con solos
les dio caballos y armas de aquellos que á él treinta y tres españoles soldados; y venida la

le pareció más hábiles y acomodados para la noche peleó con ellos, y se dio tan buena
caballería, y hizo una muy hermosa banda de maña y se supo aprovechar así del lugar
gente de caballo; de manera que vino á estar como de la noche que los desbarató y mató
igual en la caballería con los franceses, y aun los cincuenta dellos, y prendió otros tantos,
parecía ser más en número; y los soldados se y los otros escaparon huyendo. Otras veces
daban tan buena maña y con tanta destreza les hizo mucho daño y siempre á su salvo.
DEL GRAN CAPITÁN
CAPITULO XVI «Riarán, en ir vos á aquesa jornada !a tuve
por hecha, según la confianza que de vos
De lo qw2 en este tiempo aconteció á un capi-
tuve siempre».
tán vizcaíno llamado Riarán con los fran-
ceses.
CAPÍTULO XVII
En este mismo tiempo los vecinos de Sant
De un rencuentro que tuvo don Diego de Men-
Juan el Redondo ¡nviaron secretamente á de-
doza con ciertos franceses hombres de ar-
cir al Gran Capitán que ya ellos no podían
mas, y lo que alli sucedió.
soportar la tiranía y mal tratamiento y suje-
ción que de los franceses recibían; porque En este mismo tiempo salió don Diego de
lesforzaban las mujeres y hijas, y les roba- Mendoza con ciertos hombres de armas y
ban las iglesias, con otras injurias muchas cien ginetes y se pusieron en una celada
que dellos que si su señoría les in-
recibían; contra gente que salía de una villa que se
la
viase algún capitán, que le abrirían las puer- llamaba Vísela á hacer el herbaje. Pues sali-
tas y se levantarían contra ellos y se darían dos los franceses, salieron los españoles de
aldicho capitán que su señoría inviase. El la celada y alancearon á todos cuantos pu-
Gran Capitán les dijo que les agradescía mu- dieron alcanzar; y atajaron un escuadrón de
cho su buena voluntad para efectuar aquel suizos bien armados, y destos captivaron y
negocio, y concertó con ellos el día y la hora mataron muchos, y setenta se metieron en
á punto, que él inviaría allá quien despachase una torre, Don Diego de Mendoza llegó á
el negocio. Y
con esto se volvieron aquellos ellos y les invió á requerir que se diesen y
mensajeros á lo poner por obra. El Gran Ca- les daría la vida. Ellos jamás se quisieron
pitán" llamó á un capitán de soldados, vizcaí- dar. Visto por los españoles que nunca se
no,que se llamaba Riarán, y le dijo: «Riarán, quisieron rendir, los combatieron y les entra-
tomad trescientos soldados y id á Sant Juan ron por fuerza y á todos los prendieron, y á
Redondo; y habéis de llegar tal día y á tal todos setenta los echaron de la torre abajo,
hora de la noche, que por esta seña os abri- uno á uno, porque cuando los combatían ha-
rán las puertas; y mirad la gran ventaja que bían dicho palabras muy deshonestas; y de
hace el francés muerto al vivo». Riarán le todos éstos solo uno escapó con dos muy
respondió: «Ninguna necesidad tienes, Gran fieras cuchilladas por la cara para que lleva-
Capitán, de decir palabras á Riarán; yo haré se la nueva.
lo que, Gran Capitán, verás». Estaba al pie de la torre cuando echaban
Dicho esto partió y llegó á la hora que es- estos franceses Pedro de Paz, teniendo una
taba el concierto hecho, que era á media no- pica hincada el recatón en el suelo, y decía á
che; y luego le abrieron las puertas como es- los de arriba: «Echad otro cabrón». Y dábase
taba asentado; y entrados, comenzaron á de- tan buena maña, que lo recibía en la pica; y
cir: «¡España, España!». Los franceses estaban así los recibió casi todos.
muy de pensar lo que avino; mas con
lejos
gran presteza se levantaron y comenzaron á CAPÍTULO XVIII
defenderse. Mas
Riarán y los suyos los apre-
De cómo invió el Emperador Maximiliano á
taron tan valerosamente, que aunque eran
ruego de don Felipe, su hijo, dos mil y tan-
doblados que ellos, los desbarataron. Los de
tos alemanes.
la villa pelearon con grande esfuerzo contra

los franceses, vengándose de las injurias que El Archiduque de Austria don Felipe, yer-
de ellos habían recebido. A esta hora comen- no de los Reyes Católicos, como quien había
zaba ya á amanecer. Los franceses peleaban de suceder en las dos Sicilias, que son el rei-
con mucho ánimo; mas cuando el día fué bien no de Ñapóles y Sicilia, porque era casado
claro, halláronse muertos así por los españo- con doña Juana, hija mayor y propietaria de
les como por los de la villa trescientos ochen- los Reyes de España y de los del Reame, hizo
ta franceses, y los demás se rindieron, que que el Emperador Maximiliano inviase dos
fueron ciento. Y con esto se volvió Riarán al mil y tantos tudescos al Gran Capitán, por
Gran Capitán á Barleta, y le dio cuenta de lo los cuales había ido el señor Octavio Colona,
que se había hecho. El Gran Capitán le dijo: sobrino del Próspero Colona, y los trajo por
CRÓNICA MANUSCRITA
las montañas de Carnia al puerto de Trieste grandes vueltas y mudanzas, porque m
en Esclavonia, y allí embarcados fueron á príncipes y señores de aquel Estado los más
surgir á Manfredonia. Venían entre ellos eran de la opinión francesa; porque tuvieron
trescientos caballeros y personas muy no- siempre por averiguado que al fin los france-
bles de sangre y de mucho esfuerzo y muy ses habían de ganar aquel reino, según la
sabios en la guerra, los cuales se vinieron en mucha parte y autoridad que la casa de Fran-
su ordenanza para Barleta. cia en aquel reino tenía, y aun en toda Italia.
El Gran Capitán los salió á recebir con Y las potestades y señores della y las seño-
todo su campo; y llegados, los recibió con rías de las cibdades libres eran de la Liga de
mucho amor, haciéndoles muy buen acogi- Francia; y la poca parte que la Casa de Ara-
miento, de que ellos estuvieron muy con- gón en aquel reino tenía, y más la mucha ex-
tentos, y les mandó aposentar y dalles to- piriencia que en las armas tenía la nación
das las cosas necesarias que se pudieron ha- francesa, y la poca que los españoles, y el
ber; y lo mismo hacían todos los caballeros grueso ejército que los franceses tenían, y el
españoles y italianos. pequeño que los españoles v mal pagado,
de cuya causa muchas veces se amotinaban,
con otras muchas ventajas que de la una na-
ción á la otra había; y más agora visto el
Gran Capitán retraído á Barleta y haber des-
COMIENZA EL SEXTO LIBRO amparado la mayor parte de Calabria, y más
viendo á los franceses señores del campo."
DE LA GUERRA QUE EL GRAN CAPITÁN HIZO A! real de los franceses venía cada día gente
CONTRA EL REY LUIS DE FRANCIA EN ÑA- de refresco y nuevos capitanes con gente de
PÓLES, V DE LOS HECHOS FAMOSOS QUE caballo y de pie, y en el ejército de los espa-
ALLÍ PASARON. ñoles cada día faltaban los soldados y ios
mantenimientos y todas las otras cosas ne-
cesarias á la guerra.
CAPITULO I
Por estas cosas y otras muchas los más
De lo que pasó en la provincia de Calabria señores y pueblos de aquellas provincias se-
entre los capitanes franceses y españoles, guían la parte francesa y se habían levanta-
entretanto que el Gran Capitán estuvo en do por ellos y hacían guerra á los que se-
Barleta. guían á la parte de Aragón.

En uno de los capítulos pasados dijimos CAPÍTULO II

cómo al tiempo que el Gran Capitán se re-


De lo que aconteció al capitán Gómez de So-
trajo á Barleta invió á monsén Hoces á Man-
lis, que,como dijimos, estaba en la cibdad de
fredonia, y á su tic don Diego de Arellano á
la Mantia, contra los Príncipes de Salcrno,
Andria, y á Luis de Herrera á Taranto, y á
Visiñano y Rosano.
Pedro Pinero, comendador de Trebojo, á Co-
tron, y al Comendador Gómez de Solís á la Estando el capitán Gómez de Solís en
Mantia; á Duarte, un vizcaíno, á Sant Jorge, la Mantia, adonde el Gran^ Capitán le había
y á Ñuño de Ocampo á Rijoles, y á Hernando inviado para defender aquella cibdad y forta-
de Alarcón á Boche, y á don Diego de Ayala leza, supo cómo los príncipes de Salcrno,
á Turpia, y á Vargas á Terranova; y así pro- Rosano y Visiñano habían tomado la villa de
veyó todas las otras plazas importantes de Cosencia, y estaban todos tres con muy bue-
capitanes y de soldados y gente de caballo. na gente, así suya como de franceses, y cada'
Agora dejaremos de hablar del Gran Capitán día combatían la fortaleza, en la cual estaba
que está en Barleta, y diremos lo que en Sebastián de Vargas, un muy buen capitán
este tiempo hicieron los capitanes que esta- y muy
animoso, que se la defendía con mu-
ban en Calabria contra los franceses y seño- cho ánimo. Pues sabido por el Comendador
res que seguían la parte francesa. En este Gómez de Solís lo que estos tres Príncipes
tiempo que el Gran Capitán estuvo en Bar- hacían, que cada día combatían la fortaleza,
leta, hubo en la provincia de Calabria muy partió muy secretamente de la Mantia con
DEL GRAN CAPITÁN 359

cincuenta de caballo' y tuvo forma cómo sen hecho huir y quemado aquellos lugares.
entró en cibdad antes que amaneciese, y
la Recogió la más gente que pudo y volvió á los
se puso en la plaza de Cosencia, diciendo: españoles y les dio la batalla. Los españo-
«¡España, Españaí». Los Príncipes, aunque les acometieron, aunque eran tres veces más
fueron turbados tan de súbito, comenzaron que ellos; el Pinero y el Aguilera animaron
á armarse y pelear; mas Gómez de Solís y á los suyos y pelearon un rato, mas al fin
sus hombres de caballo pelearon tan valien- comenzaron á huir y el Prín-
los del Príncipe
temente que los Príncipes no tuvieron ánimo cipe se salvó á uña de caballo, que no paró
para pelear sino para se salvar, y echábanse hasta Rosano, y aun allí no pensó de estar
por el muro, donde muchos dellos murieron, salvo, dejando muertos en el campo muchos
y los que se pusieron en defensa fueron y otros presos.
muertos y presos.
El Vargas, veyendo el socorro, salió de la CAPÍTULO IV
fortaíeza y ayudó su parte. Húbose de allí
De la provisión y socorro que hizo en Calabria
mucho despojo y prisioneros y caballos y desde Barleía.
arneses; porque los Príncipes fueron tan
turbados que aun no llevaron todos los ves- Visto por el Gran Capitán que no podía so-
tidos de sus personas', y aun deüos cayeron correr á las provincias de Calabria, invió á
del muro y fueron maltratados. Fué cosa muy mandar á Luis Pixón, Virrey de que ha-
Sicilia,

de ver en cuan poco tiempo aquel negocio bía sucedido á Juan de Lanuza, que con la
fué comenzado y acabado por el gran valor gente que más pudiese fuese á socorrer á los
de Gómez de Solís. españoles que estaban en Calabria.
El Pixón, visto el mandamiento del Gran
CAPÍTULO III Capitán, luego lo puso por obra. Partió de Pa-
lermo y fué á Mecina, pensando poner algún
De lo que pasó al Comendador de Trebejo
remedio; mas no pudo, porque la gente natu-
Pedro Pinero con el Príncipe de Rosano.
ral de aquel reino de Sicilia no es hábil para
En este mismo tiempo el Príncipe de Rosa- la guerra; pues hacer gente extranjera ni á la
no, juntos los suyos y los franceses, ayuntó sazón la había ni de dónde se pudiese hacer.
muy buena gente de caballo y de infantería y Con todo esto hizo doscientos cincuenta sol-
fué á cercar la fortaleza y villa de Cotron, la dados de la tierra y ciento de caballo.
cual tenía aquel Comendador de San Juan A esta sazón llegó allí don Hugo de Cardo-
Pedro Pinero, y combatieron la villa con mu- na, que venía de Roma con hasta trescientos
chos pertrechos, y el Comendador se la de- cincuenta soldados, y con estos quinientos
fendió con mucho ánimo y les mató algunos soldados y los ciento de caballo pasaron es-
soldados; porque pensó el Príncipe de Rosano tos dos capitanes á Calabria. Este don Hugo
de emendar en este combate la afrenta rece- de Cardona vino á servir al Gran Capitán en
bida delComendador Gómez de Solís, esta necesidad por esta causa. Estando César
Sabido por el Comendador Aguilera, que Borja, Duque de Valentín, hijo del Papa Ale-
estaba muy cerca de que tenía una plaza
allí, xandre, conquistando Romanía, de que se
la
por mandado del Gran Capitán, salió con quería hacer señor, conquistaba el ducado de
ciertos soldados y fué á socorrer al dicho Co- Urbino, diciendo que el Papa Alexandre, su
mendador. El Aguilera acometió al Visiñano padre, le había dado la investidura de aquel
con muy grande ímpetu y esfuerzo. El Pinero Estado, á quien pertenecía, porque pertene-
salió de la villa y les dio en las espaldas, en cía á la Sede apostólica, y hacíale muy cruda
que les mataron mucha de su gente, y siguien- guerra el Valentínal Duque de Urbino. El cual
do el alcance les tomaron á Belcastro y le pu- se fué al Rey de Francia á suplicalle hiciese
sieron fuego. Este Belcastro era del dicho con el Valentín se dejase de le hacer guerra;
Príncipe de Rosano; y lo mismo hicieron á porque este Duque, aunque era español, era
otros lugares del dicho Príncipe. El Príncipe, francés en la opinión, porque era casado en
yendo huyendo, iba muy corrido y afrontado aquel reino con Carlota, hija de mos de La-
que tan pocos soldados le hubiesen hecho brit, en Gascuña.
alzar el real de sobre Coirón y aun les hubie- Pues como el Rey de Francia inviase á lia-
360 CRÓNICA MANUSCRITA
mar al Duque César Borja, él se fué á Fran- lia, se fueron á aposentar á la villa de Semi-
cia al llamamiento del francés y dejó enco- nara, que es ocho millas de Terranova, á
mendado su ejército á don Migelote. Visto do estaba don Diego Fíamírez, y también se
por los españoles que en aquel ejército de vino á juntar con ellos Ñuño de Ocampo
Valentín [estaba] sobre la cibdad de Cama- dende Ríjoles, y trajo algunos soldados. Pues
rino que el Duque se había pasado á Francia, juntos estos cuatro capitanes con hasta no-
y más vista la necesidad que en Calabria ha- vecientos hombres entre infantes y de ca-
bía de gente, dejaron aquella milicia y se fue- ballo, determinaron de ir á descercar la for-
ron á Roma, y allí se juntaron y tomaron por taleza de Terranova, que los franceses te-
capitán á don Hugo de Cardona, estando allí nían cercada, seyendo su capitán el Conde
con él el capitán Juan Miguel de Alcaraz, Avi- de Mélito C).
la, Espinóla y Ortega. Estaban el Conde y los franceses aposenta-
dos en la villa. Los españoles que en la villa
CAPÍTULO V estaban defendían la fortaleza con grande
ánimo y hacían mucho daño á los de fuera.
De que Francisco de Rojas, embajador de
lo
Sabido por el conde de Mélito que los espa-
los Reyes Católicos en Roma, hizo vista esta
ñoles venían á descercar la fortaleza, salióles
necesidad que habla en Calabria
al camino con trescientas lanzas y muchos
Visto por Francisco de Rojas, embajador en peones. Cuando aquellos capitanes vieron á
Roma por los Reyes de España, la necesidad sus enemigos, comenzaron á animará los su-
que había de gente en Calabria, mandó pre- yos, principalmente á los sicilianos, en quien
gonar en Roma que todos los españoles que no había tanto esfuerzo. A éstos entremetie-
en aquella cibdad había á la sazón se fuesen ron entre los españoles, diciéndoles que mi-
á Calabria para se juntar con don Hugo de rasen los grandes hechos de armas que los
Cardona y con los otros capitanes españoles españoles hacían desde Barleta y que no eran
que allí estaban, y que luego viniesen á tomar ellos menos que aquéllos. A esta hora llega-
paga á casa de dicho embajador; y que si así ron los italianos y franceses. Los cuatro ca-
lo hiciesen que allende de les pagar luego su pitanes fueron los primeros que rompieron
sueldo, se les harían mercedes, que si no se- sus lanzas; pelearon muy animosamente los
rían dados por traidores: porque de todos unos con los otros; fué grande la porfía de
había mandado el embajador hacer lista de los unos y de los otros; los sicilianos se pu-
quién eran y de dónde en España, y de cómo sieron en huida y dieron mucho ánimo al Con-
se llamaban, y que si dentro de tantos días de y á los franceses; mas al fin, no pudiendo
no saliesen para ir á Calabria, se haría contra sufrir la furia de los españoles, se retrujeron
ellosproceso de traidores á su Rey; y por las y comenzaron á huir, y quedaron muertos en
cartas firmadas en blanco que de los Reyes el campo muchos italianos y franceses. En

Católicos tenía, lo mandó luego poner por este rencuentro pelearon muy animosamente
obra, que ellos y los que dellos descendiesen los cuatro capitanes que dijimos, socorriendo-
fuesen tenidos por tales. De los que por esta á todas partes.
providencia se juntaron se hicieron doscien-
tos cincuenta soldados, de los cuales fué por CAPÍTULO Vil
capitán García Alvarez Osorio, sobrino del
Cómo en este tiempo llegó á Calabria Manuel
dicho embajador Francisco de Rojas. Este
de Benavides con gente de caballo y de píe á
García Alvarez se partió dos días después
la provincia de Calabria.
que don Hugo. .

Luego siete días adelante llegó Manuel de


CAPÍTULO VI Benavides, natural de Baeza y muy principal
en aquella cibdad, enviado por los Reyes Ca-
De lo que estos capitanes españoles hicieron
tólicos para socorrer á la provincia de Cala-
después que todos tres se juntaron contra
bria.Traía en su armada, en once navios,
los franceses.
doscientos hombres de armas y doscientos
Estos dos capitanes, don Hugo y García
(<) A] tu argén, de la niisma letra del texto: «Llamá-
Alvarez Osorio, y Luis Pixón, Virrey de Sici- base este Conde de Mélito Jacobo de Sautsevorino».
DEL GRAN CAPITÁN 361

jinetes y trescientos soldados. De los hom- mas y con muy buenos capitanes, se fué á
bres de armas eran capitanes Antonio de Le¡- buscar á los enemigos que se iban de Terra-
va, mozo de veinte y un años, teniente de su nova á ciertos lugares más fuertes, adonde
padre Sancho Martínez de Leiva, que después esperasen á los enemigos, porque los muros
le vimos ser el mejor capitán de industria y de Terranova eran muy flacos. Mos de Aube-
valentía de su persona, que en ningún tiempo ry dio muy gran priesa de seguir á los espa-
se vio en Italia ni en otra nación alguna, y que ñoles, porque los tenía ya por vencidos, así
fué el principal de la prisión de Francisco, Rey por la gran ventaja que les tenían, que había
de Francia, en el cerco de Pavía, y el otro era seis franceses para un español, y confiando
Alvarado. De los jinetes eran capitanes el en la fortuna que le había sido muy favorable
mismo Manuel de Benavides y Gonzalo de y felicísima siempre en aquella provincia; y
Avalos, teniente de Bernal Francés. Iba tam- porque venían con él los Príncipes de Saler-
bién por capitán Valencia de Benavides, un no y Rosano, y los dos Condes de Capacho y
hombre de gran esfuerzo, según en las gue- Mélito, con otros muchos varones que se-
rras de Italia conocimos, hermano del dicho guían la parte francesa, y otros que se habían
Manuel de Benavides. Con esta gente llegó á pasado de los españoles á los franceses ve-
Mecina á los quince días de octubre. Luego yendo tantas ventajas. ,

dende átres días se desembarcó en Fríjoles. Venía con mos de Aubery, por capitán de
Muriéronsele en el camino en la mar ochenta los ballesteros gascones y de tres banderas
caballos. de suizos, el Griñi, y venía asimismo Malaher-
Con esta gente que Manuel de Benavides ba, por capitán de los caballos ligeros. Mas
llevó se juntó la que Luis Pixón, Virrey de Si- toda la fuerza en quien el Aubery tenía toda su
cilia, había traído de aquella provincia, y la esperanza era en el escuadrón de los hombres
de los otros tres capitanes, don Hugo de Car- de armas escoceses, que habían siempre se-
dona y Garci Alvarez Osorio y Ñuño de Ocam- guido su milicia, y los tenía en mucho por la
po, con la gente que trajo de Ríjoles, que se- gran fidelidad que dellos siempre había co-
rían por todos hasta novecientos soldados y nocido.
cuatrocientos hombres de caballo. Fuéronse
todos derechos á Sant Jorge, adonde estaba CAPÍTULO IX

por capitán Duarte, un vizcaíno de quien Del rencuentro que pasó entre los franceses y
atrás dijimos. Luego adelante á los veinti- españoles.
cinco días del dicho mes salieron en campaña
y se comenzaron á apoderar de algunos luga- El Cardona, sabido que los enemigos ve-
res de Calabria. nían cerca y tan pujantes c^mo sabían, rogó
á Manuel de Benavides y á los otros capita-
nes que mirasen bien á dónde se habían de
CAPÍTULO VIII
recoger; que áél le parecía se fuesen á la roca

De cómo mos de Aubery, sabida la nueva de la de Sant Jorge, porque era tierra más apare-
venida de Manuel de Benavides, y cómo él y jada para se defender de sus enemigos y para
los otros capitanes se habían juntado y ha- los ofender cuando el tiempo lo pidiese. Mas
cían guerra á los que tenían la voz por Fran- los nuevos capitanes que nuevamente de Es-
cia, los fué á socorrer. paña habían venido estorbaron que no se to-
mase aquel consejo, porque les pareció que
Los Príncipes y señores de Calabria, visto la perdían gran reputación y ser cosa muy ver-
guerra que Manuel de Benavides y los otros gonzosa retirarse antes que viesen á los ene-
capitanes hacían en Calabria, inviaron á lla- migos y antes que supiesen qué tan cerca es-
mar á mos de Aubery para que los socorrie- taban y se les representasen, y hasta saber
se, ymás habiendo sabido cómo habían des- cuánta gente y de qué calidad eran.
baratado á Morgaño, Conde de Mélito. Oído Habíalos engañado una espía de un cala-
por mos de Aubery, así con la gente que an- brés que había venido del campo de los fran-
tes tenía,como con la que nuevamente había ceses y les había certificado que los france-
venido, con seis mil infantes y con muy gran- ses no llegarían en aquellos tres días. El de
de copia de gente de caballo, hombres de ar- Aubery, como soldado viejo y capitán de mu-
362 CRÓNICA MANUSCRITA
cha expiriencia, aprovechó de la presteza pasada, peleó con grande ánimo, y fué toma-
para tomar á los españoles antes que se re- do en medio de ciertos caballos ligeros espa-
cogiesen á alguna tierra. Marchó toda la no- ñoles, y llevándole preso, queriéndole quitar
che por desviados caininos sin un punto pa- elyelmo para le cortar la cabeza, fué socorri-
rar, por donde ios calabreses le guiaron; y do por el Duque de Salernocon su escuadrón
llegado cerca, comenzaron á tocar las trom- cerrado, y lo tomó de las manos de los espa-
petas. Venían en laavanguardia los Príncipes ñoles.
de Visiñano y Salerno, con muy buena gente, Todos los que aquel día vieron á Manuel
así de pie como de caballo, y estos dos Prín- de Benavides dicen no haber visto y leído
cipes venían al lado derecho, y al izquierdo más esfuerzo en un hombre. Daba golpes á
venía el Griñi, que, como dijimos, guiaba la sus contrarios cuales se cuentan en los libros
gente de caballos ligeros. En la batalla venía de Tristán y Amadís. Pues de su hermano Va-
el de Aubery con los hombres de armas es- lencia de Benavides y del Cardona, con todos
coceses y franceses en escuadrón cerrado. El los otros capitanes, estaban los franceses es-
Malherba mezcló con los balleste-
los suizos pantados. Todos aquellos capitanes eran am-
ros gascones, á los cuales juntó con el Gri- paro de los suyos. Los Al varados, padre y hijo,
ñi, que venía al lado derecho de la avanguar- hacían maravillas con las armas, y lo mismo
dia, y éstos hacían mucho daño á los españo- todos los otros. Pues Antonio de Leiva, que
les. Los españoles, como descubrieron á sus entonces le apuntaba la barba, como un bravo
enemigos, aunque eran muchos menos en nú- león, cuando se encarna en las animalias que
mero, comenzaron á poner en orden su gente topa, habiendo gran hambre, se adelantaba
y esforzar á los suyos. Manuel de Benavides entre todos, que bien dio alH á entender lo que
y el Cardona les dijeron que se acordasen ia después le vimos, seyendo de más edad.
honra grande que ganan con vencer los po- Entre esíos caballeros franceses venía uno,
cos á los muchos, y que meneasen las manos llamado mos de Xatenbsrg, capitán de hom-
con grande esfuerzo, y lo mismo hacían los bres de armas: éste se adelantó de los suyos
otros capitanes. A esta hora llegaron los fran- y se fué para Manuel de Benavides, pK)rque
ceses. Mos de Aubery les dijo que no dejasen vio las maravillas que en armas hacía y el
ni un solo español á vida, que toda aquella daño que en sus compañeros había hecho, y
canalla era suya; y que aquella era la tierra le hirió, de que Manuel de Benavides se sintió
adonde la fortuna le tenía guardada siempre mal; mas luego llevó el pago, dándole una cu-
la victoria; por ende que se desenvolviesen chillada, enhestado en los estribos, sobre el
y no quedase quien pudiese llevar la nueva a 1 yelmo, que aunque era muy fuerte se lo hen-
Gran Capitán á Pulla. A los italianos mandó, dió y pasó la espada y le partió la cabeza por
so pena de la vida, el que tomase á español medio; y la espada prendió de tal manera en-
vivo, sino que á todos los matasen como vie- tre el almete y el casco que, no la pudiendo
sen hacer á los franceses. sacar, tiró tan recio por ella que lo derribó
Lx>s capitanes españoles se juntaron en la del caballo, y así tuvo lugar de sacalla: ya iba
retaguardia: el Benavides, el Cardona, Valen- muerto cuando cayó. Los que después vieron
cia de Benavides, el de Ocampo, los dos Alva- esta cuchillada no se espantaban de las haza-
rados, padre y hijo, Salazar, el Osorio, el Pi- ñas de los griegos y romanos. Decíame Die-
xón y Antonio de Leiva. Estos esperaron á los go de Trillo, que vio el almete y cabeza del
enemigos con muy grande esfuerzo y sufrieron Xatenberg hechas dos partes la una y la
el ímpetu de los contrarios; y deste primer en- otra. El de Aubery, que venía en la reta-
cuentro los mataron hasta veinte hombres de guardia, antes que le aconteciese la desgracia
armas, yentre dios al Griñi, muy buen caballe- pasada daba grandes voces y les inviaba á
ro y muy valiente, que iba, como dijimos, en la decir que cómo no acababan de vencer á
avanguarda, que, como vio á los españoles se aquel los pocos españoles de suyo vencidos.
retraer, como cosa que tenía por vencida, alzó Ellos le inviaron á decir que no eran hom-
la vista del almete, y un soldado español le bres, sino ocho ó nueve diablos. Aqui fué pre-
metió por un ojo la punta de una pica, que lo so Gonzalo de Avalos, que se metió entre
pasó de la otra parte, de que luego cayó sus enemigos, peleando como muy valeroso
mtterto. El Aubery, confiando en la fortuna capitán. Los espafk>les se iban retrayendo y
DEL GRAN CAPITÁN 363

volvían á ellos, que ya no les pegaban tanto; gueredo y Hernando Quijada. Desde Mecina
hasta tanto que los franceses se vplvieron y pasó toda la armada en Ríjoles, y desembar-
los dejaron y se volvieron á Terranova. Los cados allí, adoleció Puertocarrero y murió,
españoles se fueron á poner en una villa lla- de que á todos pesó mucho, porque era muy
mada Tura; y aunque el Cardona traía á su buen caballero, y murió muy católicamente.
cargo la gente que dijimos, y el Pixón la de Enterrado Puertocarrero y hechas sus ob-
Sicilia y el Osorio
que trajo de Roma, y así
la sequias, ordenaron la gente de guerra que
los otros capitanes,todos obedecieron por su allí estaba de elegir capitán en lugar de
General al Benavides, visto su esfuerzo y Puertocarrero. Todos los más elegían á Ma-
buen tratamiento que á todos hacía y le de- nuel de Benavides, por haber visto las cosas
seaban servir y complacer. que en armas había hecho, y vista la calidad
Así estuvieron en aquella villa de Tura, de de su persona, y todos los otros capitanes
donde hicieron cosas dinas de notarse. Des- eran de este parecer; mas el mesmo Benavi-
pués de aquesta rota, tomó mos de Aubery des trabajó y tuvo forma que todos eHgiesen
sin herida ninguna la A-lota Bufalina y otros y nombrasen por capitán en lugar de Puerto-
lugares en aquella comarca, y la Pocella: que carrero al Conde don Fernando de Andrada,
pocos lugares quedaron que no se dieron á los un caballero gallego y de mucha calidad en
franceses, como á gente que tenían por ven- aquel reino y de mucho ánimo, según des-
cedora. pués pareció. Así fué este Conde don Fer-
nando de Andrada nombrado por General de
CAPÍTULO X lagente de guerra que estaba en Calabria,
De cómo don Luis Portocarrero, señor de Pal- asíde la que Puertocarrero llevó como de la
ma, inviado por los Reyes Católicos, aportó que allá estaba, hasta que los entregase al
en Sicilia, y cómo en llegando murió, y lo Gran Capitán, adonde los dejaremos ahora,
que el ejercito hizo después de su muerte. que estaban dereszándose para ir á dar la
mos de Auberi y á los otros prínci-
batalla á
Sabido por los Reyes de España la pujanza pes de aquella provincia, que casi todos,
que en Calabria tenía mos de Auberi, y como hemos dicho, seguían la parte francesa,
cómo el Gran Capitán no los podía socorrer, y contaremos lo que el Gran Capitán hizo en
mandaron aparejar con muy gran diligencia Barleta, que salió de aquella villa á buscar á
una armada de once navios en el puerto de sus enemigos en campaña.
Cartagena, y en ella muy buena gente de pie
y de caballo; y aunque muchos señores y ca-
balleros deseaban ir y llevar á su cargo
CAPÍTULO XI
aquella gente, á todos fué preferido don Luis De cómo el Gran Capitán, que estaba en Bar-
Portocarrero ('), señor de Palma, porque leta, salió de aquella villa en campaña y fué
allende de ser casado con hermana de doña á buscar á sus enemigos.
María Manrique, mujer del Gran Capitán,
eran ambos á dos muy amigos. Don Luis E! Gran Capitán, habiendo estado sitiado
Portocarrero partió del puerto de Cartage- siete meses en Barleta de la manera que ha-
naa, y con buen tiempo llegó á Mecina, cib- béis oído, con sólo aquel grande esfuerzo suyo
dad de Sicilia, que fué á los cinco días de y grandeza de ánimo nunca vencido, con que
Marzo. Llevaba trescientos hombres de ar- todos aquellos tiempos había sufrido los tra-
mas y trescientos jinetes y dos mil y qui- bajos que hemos contado y los pareceres y
nientos soldados. Iban con él por capitanes murmuraciones de todos generalmente, así de
don Fernando de Andrada; don García de los de su campo y amistad como de los Re-
Ayala, que murió en Cerdeña; Alonso Niño, yes Católicos y de todos los de España, sal-
teniente del Adelantado de Granada. De los vo el de la Reina doña Isabel, que siempre
jinetes iban por capitanes Alonso de Carva- había dicho en público y en privado que sus-
jal, natural de Baeza, señor de Xodar, y Fi- pendiesen la murmuración en lo que tocaba
al Gran Capitán hasta el fin de los negocios,
(<) Al margen, do la misma letra del texto: «Kra esto porque había de ser muy al contrario de
don Luis Puortocarroro do nación gínovés, de noble
a&ngre de aquella cibdad». los pareceres que daban, principalmente de
364 CRÓNICA MANUSCRITA
los parientes del rey don Fernando, que más Andrea Mateo Aquaviva, un varón muy vale-
en ello insistían, respondió públicamente de- roso y de gran industria en las cosas de la
lante de muchos Grandes que allí estaban, y guerra, que de Conversano adonde él esta-
dijo: «¿Sabéis en qué estoy resolvida?Que lo ba, se fuese adonde estaba aquel Luis de
que el Gran Capitán no pudiere hacer, nin- Arce, de quien atrás dijimos, capitán del Rey
gún otro de todos nuestros reinos y seño- de Francia, aunque de nación español; y que
ríos lo hará; y los que en las cosas del Gran entrambos juntasen sus fuerzas y se viniesen
Capitán hablan siniestramente, es de pura para él, porque tenía gran confianza en estos
envidia». A esta hora hallóse allí don Bernar- dos capitanes, y que allí en Canosa los es-
dino de Velasco, condestable de Castilla, un peraba. Tenia mosiur de Auberi en mucho
Grande de más crédito que en aquel tiempo la persona del de Arce, así en el esfuerzo de

en este reino había, y de más reputación, y su persona como en la industria de las cosas
dijo: «Yo defenderé por mi persona ó de su que tocaban á la guerra, y sin él no quería
casa á casa á quien lo contrario dijere». El intentar cosa alguna, porque le parecía el
Rey mandó que no se hablase en ello, porque Arce muy acomodado para hacer jornada.
ninguno era nacido que mejor supiese las Pues mientra el Arce y el Aquaviva con-
cosas que tocaban á un capitán muy valeroso certaban su partida, Pedro Navarro tomó las
y de grande esfuerzo y providencia como era cartas del Nemos para el Arce junto á Taran-
el Duque de Sesa. to. Avisado del designo destos capitanes,
Pues determinado el Gran Capitán de salir hizo una emboscada en cierto lugar por don-
de Barleta, mandó á todos los capitanes que de el Aquaviva había de pasar á se juntar
se aparejasen para salir en campaña á bus- con el Arce. Pues pasando el Aquaviva, salió
car á sus enemigos. Y porque tenía gran Pedro Navarro y le acometió con tan grande
confianza en Luis de Herrera y Pedro Nava- ánimo que el Aquaviva fué salteado; mas él
rro, inviólos á llamar á Taranto que viniesen como animoso capitán animó á los suyos y
con la más gente que pudiesen allí á Barleta. señor Juan Aquaviva, su hermano, y pelearon
Pues determinado de salir de Barleta fué su valerosamente. Mas muerto el caballo y he-
designio de ir á tomar la Cherinola, que era rido el Andrea Aquaviva, fué preso. El her-
una villa muy importante, y un paso para pa- mano Juan Aquaviva, pensando de renovar
sar adelante, la cual y la fortaleza estaban la batalla, peleó con grande ánimo hasta que

por los franceses; y el Conde, que era muy fué muerto, habiendo hecho su deber como
mochacho, y su madre por sus cartas secre- hombre de gran valor. La gente de caballo
tas avisaban cada hora al Gran Capitán que fué rompida y los soldados asimesmo, y casi
fuese luego, que le abrirían las puertas. todos vinieron en poder de Pedro Navarro.
Las causas que al Gran Capitán movieron Esta empresa fué con mucha felicidad en
para salir de Barleta fueron las siguientes: muy poco tiempo comenzada y acabada. Des-
la primera, las grandes necesidades que allí pachado esto, el Pedro Navarro y el Herrera
padecían, la otra, que no podían tener á los se fueron con esta presa á Barleta. El Gran
tudescos en tanto aprieto; la otra, que ya to- Capitán )s salió á recebir con aquel gesto
1

dos los españoles estaban para se ir á bus- alegre que suele, y les dijo que debían darse
car á sus enemigos; también comenzaban ya muchas gracias á Dios por haber preso á un
los soldados á morir de landres. tan valeroso capitán como el Aquaviva, y
más tener las personas de tanto valor y es-
CAPÍTULO XII fuerzo como eran ellos dos para la jornada
que querían hacer.
De un rencuentro' que hubieron Luis de Herre-
ra y Pedro Navarro con Andrea Aquaviva,
CAPÍTULO XIII
un capitán que se iba á juntar con los fran-
ceses. De cómo el Gran Capitán salió de Barleta

camino de la Chirinola, y lo que en aquella


El Duque de Nemos tuvo por cierto y
jornada aconteció.
también fué certificado por sus espías que el
Gran Capitán saldría de Barleta en campaña, El Gran Capitán hizo alarde de su gente y
y que no podían dejar de pelear. Escribió á halló que tenía cinco mil españoles, así de
DEL GRAN CAPITÁN 365
pie como de caballo, de esta manera: seis- acometieren, en nuestra defensa de ley divi-
cientos hombres de armas; setecientos jine- na y humana somos obligados á nos defen-
tes, el restode soldados, y más los dos mil der. Y esta es mi determinada voluntad; por
alemanes. El Nemos estaba en Canosa cin- lamañana, con la ayuda de Dios y de Nues-
co leguas de la Chirinola. Pues determinada tra Señora, todos estén á punto para caminar
la salida, mandó á Ñuño de Ocampo, que era derechos á la Chirinola; porque en llegando
venido entonces de Calabria, que fuese un nos abrirán las puertas, que nos están espe-
jueves, que se contaron veinte y seis días rando. Todos aquellos señores y capitanes
de Abril del dicho año de quinientos y tres se fueron á se aparejar para otro día se par-
años, que fuese y asentase el real en aquel tir en amaneciendo.
punto que Aníbal, el capitán de los cartagi-
neses, tuvo su suerte cuando venció á los
CAPÍTULO XIV
romanos y les mató cincuenta mil hombres,
que aun entonces estaban allí las señales y Del consejo que aquella noche tuvo el Virrey
antigüedad dé!. El Gran Capitán dejó en Bar- de Francia Nemos en su real con los señores
leta á Francisco Sánchez, despensero mayor, capitanes de su ejército sobre lo que otro
con su capitanía para en guarda de Barleta; día harían.
y á Juan de Lezcano dejó en guarda délas
galeras en el puerto, y él salió de Barleta y mesma noche, que fué á veinte y
Aquella
llegó á su fuerte ese día á la noche; y mandó seis de Abril, tuvo el Nemos su consejo con
luego llamar á consejo á todos los señores los señores y capitanes de su ejército sobre

y capitanes, y á los del Consejo de la guerra, lo que otro día harían, y fué á la mesma hora
para que diesen sus pareceres sobre lo que que lo tuvo el Gran Capitán. El de Nemos
otro día se debía hacer. Los que allí se halla- les pidió su parecer de lo que otro día de-
ron eran los siguientes: Duque de Termo-
el bían de hacer, pues que sabían que el Gran
ly, Fabricio Colona y sus dos hermanos me- Capitán salía otro día de Barleta hacia la
nores, el Próspero y Marco Antonio; el Con- Cherinola. A todos les pareció que debían
de de Sant Severino, el Conde de Nochito, otro día de ir á buscar al Gran Capitán y pe-
Héctor Ferramosca, don Pedro de Cicura, lear con él, que sin duda habrían la victoria.
prior de Mecina; don García de Paredes, co- De este voto era el mos de Tramolla, el
ronel; el coronel Villalba, don Diego de Men- mejor capitán que en aquella sazón había en
doza, Pedro de Paz, su primo Carlos de Paz, Francia, y Bayarte, y mos de la Paliza, y mos
Luis de Herrera, Pedro Navarro, Pizarro, Es- de Alegre, mos de Cicute, San Pol, mos de
pés y otros muchos capitanes. Los del Con- Formento, y Cardeyo, capitán de suizos, Per-
sejo de la guerra eran: mosén Malferite, mo- sy y otros muchos capitanes. El de Nemos
sén Hozes y mosén Claver, Iñigo López de les dijo: «A mí me parece muy al revés de
Ayala, á los cuales preguntó el Gran Capitán aquesto; porque los españoles vienen muy
qué les parecía que debían hacer otro día, ganosos de pelear y muy desesperados; y ja-
aunque él estaba determinado en lo que des- más había de pelear nadie con su enemigo
pués hizo. A todos les pareció, sin faltar uno cuando desea mucho la batalla, principalmen-
solo, que se debían otro día ir á buscar á sus te con españoles». Mos de Alegre le respon-
enemigos y darles la batalla; que esperaban dió: «Bien parece que vuestra señoría es
en Dios que habrían la victoria, según la bue- mozo y sin expiriencia de la guerra; si hubie-
na voluntad que la gente de guerra llevaba. ra seguido la milicia dijera muy al revés. Por
Oído este parecer por el Gran Capitán, les ende yo requiero á v. s. de parte del Rey
dijo: «Pues yo estoy de parecer contrario; nuestro señor y de la nuestra que mañana
porque nunca Dios quiera que vamos á bus- dé á los españoles la batalla, que yo espero
car á los franceses para pelear con ellos y en Dios que venceremos; y si no el Gran Ca-
derramar sangre de cristianos, redemida por pitán con su astucia nos gastará, como ha
la de Nuestro Redentor, cosa tan contraria hecho desde Barleta, como hizo Quinto Fa-
á la religión cristiana; sino vamonos dere- bio Máximo á Aníbal, y esta falta será causa
chos á la villa de Chirinola con nuestro cam- de otras muchas». A este parecer del Alegre
po, nuestro camino derecho, y si ellos nos se tuvieron todos los otros capitanes. Visto
366 CRÓNICA MANUSCRITA
por el Virrey su determinación, les dijo: «Decid, ¿quedan en Barleta algunas alhajas
«Pues que, señores, á todos os parece, yo lo mías?». El le respondió que sí, que quedaban
haré así. Yo iré mañana á la Chirinola, adon- diez y ocho arcas con joyas de oro y plata, y
de los españoles van determinados y allí se ropas de seda y brocados. El Gran Capitán
dará la batalla; y yo os prometo, á fe de gen- le dijo: «Pues luego á la hora las haced traer,
tilhombre, que mañana ó yo sea vencedor y pasen por la fortuna que nosotros pasáre-
ó quede muerto en el campo; y plega á Dios mos. No se diga que saqué los hombres á
que hagan los que aquí dan su pare-
así lo pelear al campo y dejé mis andrajos so te-
cer». Tramolla dijo entonces al Nemos: «No chado. Luego á hora inviad por ello y se
la
va mañana el Gran Capitán á vencer, que ya traiga aquí, sin que quede cosa alguna». El
sabemos que no lo ha de hacer, sino á morir Medina fué luego con ciertos jinetes y los
en ese campo raso, como había de morir en trajo, y venido le dijo: «Si no halláredes en
el cerro de Barleta». «Pues yo, dijo el Nemos, qué llevar esa pobreza, dejalda en ese campo
ipo
le hiré á tomar el paso por donde ha de ir y mirad no quede so techado».
mañana; por ende todos se aparejen y estén
á punto por la mañana. Comience luego la
gente á caminar, y vos, mos de Alegre, to-
mad cargo de llevar la avanguarda con mos De coma el
CAPÍTULO XV
campo de los españoles partió del

de la Paliza; y vos, Sant Pol, madrugad y id fuerte de Canosa, y se fué derecho á la Che-
á descubrir el campo ds los españoles, y avi- rinola, y lo que en el camino les aconteció.
sadme del camino que llevan, con mucho cui-
dado de lo que los españoles hacen y qué Otro día por la mañana partió todo el cam-
camino llevan, aunque yo sé que van á la Chi- po camino de la Cherinola y hay tres leguas
rinola. Llegaremos mañana antes que ellos, sin agua -alguna; y el Medina sabiendo aque-

y tomarémosles el paso». lla necesidad, mandó llevar cuatro carretas


El Gran Capitán llamó á Luis de Pernia, cargadas de cueros de vino y bizcocho; y fué
sobrino de Luís de Pernia, alcaide que fué de tanto el calor y la falta de agua, que los sol-
Osma, y le dijo: «Pernia, id y amaneced sobre dados chupaban unas canalejas, que había mu-
el campo de los franceses, y avisadme de lo chas en aquel camino y que les hacían mucho
que hacen y qué camino llevan, y llevad con mal. Y á esta hora vieron el campo de los fran-
vos los jinetes que os pareciere». El Gran ceses ir muy en orden, muy concertados sus
Capitán se levantó muy de mañana y oyó batallones. Visto por algunos de los españo-
misa con muy grande devoción; y oyéndola les el poderoso campo de los franceses, bobo
derramó muchas lágrimas, que á todos aque- en algunos dellos tanta turbación que á esa
llos señores y capitanes hizo enternecer en hora desaparecieron y otro día fueron halla-
ver con la devoción y lágrimas que oyó la dos unos en Manfredonia y otros en otras
misa. Luego mandó partir el ejército camino partes, teniendo por cierto que el campo de
de la Cherinola y que fuesen muy á punto, los españoles no era parte para se defender
porque si fuesen acometidos los hallasen del de los franceses, aunque fueran dos tan-
apercebídos. tos más, y aun entre éstos, algunos del Conse-
campo de los
El Pernia amaneció sobre el jo de la guerra que no quisieron hallarse pre-
franceses. Luego un jinete á avisar al
invió sentes á la batalla, aunque la noche antes
Gran Capitán cómo el campo de los france- habían sido de parecer que fuesen á buscar
ses comenzaba á caminar, aunque el real á los franceses para pelear con ellos.
quedaba asentado. Luego invió otro jinete A esta hora el ejército iba tan fatigado de
cómo todo el campo comenzaba á mover con- la gran calor y sed, que murieron de sed

tra la Cherinola, adonde su señoría iba. cuarenta y siete alemanes, y una mujer asi-
Tras éste vino el mesmo Pernia, diciendo mesmo alemana. Los soldados no podían ca-
cómo todos iban de arrancada derechos á la minar del gran calor y sed; y el Gran Capitán
Cherinola. los hacia tomar á las ancas, y principalmente
Cuando el Gran Capitán, jueves á la noche, los que iban armados, lo cual los de caballo
otro día antes, determinó de partir de aquel hacían de muy grande voluntad; y todos lo
parque de Canosa, llamó al Medina y díjole: hacíai», visto que él llevaba, él mesmo, á un

I
DEL GRAN CAPITÁN 367

tudesco alférez. Vino el negocio á tal estado, de Nemos y Arce y Fórmente y Paliza y otros
que los alemanes determinaron de no pasar daban muchas causas para que la batalla se
adelante, sino de volverse atrás. Estando en debía diferir hasta otro día; mas mosiur de
este conflicto, llegó el Medina, y dijo: «¿Qué Alegre y Cardeyo, capitán de los suizos, y
es esto?» Y sabido cómo pasaba, dijo al Gran los otrosfueron de parecer que luego die-
Capitán: «Señor, barruntando esto, traigo sen la batalla á los españoles sin perder
allícuatro carretas cargadas de cuero de tiempo alguno; y que si esto no se hacía,
muy buen vino y de bizcocho». El Gran Capi- perderían gran reputación y les sería cosa
tán )e dijo: «Medina, vos sois hoy el vence- muy vergonzosa, seyendo tres ó cuatro veces
dor desta batalla». Llegadas tas carretas y mas, dilatar la batalla para otro día, sino que
habiendo los alemanes bebido á su placer, con aquel ánimo de franceses con que la for-
dijeron que fuesen adelante y que les pusie- tuna suele ayudar á los osados y que tan di-
sen á toda Francia delante, que á todos los chosamente les suele favorescer, los acome-
vencerían. El Gran Capitán mandó que par tiesen, como á gente de suyo vencida y can-
escuadras fuesen al escancio de aquel río sada y desesperada. El Nemos bien vía,
que habían pasado y trajesen agua. aunque mozo, que no era aquello lo que cum-
Al fin llegaron los españoles antes que los plía hacer; mas había sido informado que el
franceses á la villa de Cherinola. Esta villa Paliza había hablado mal en su honra del
de la Cherinola está puesta en un alto. Fué Nemos, culpándole de remiso y de capitán que
llamada antiguamente Castillo de Geryón no quería hacer jornada, y que hacía perder
y fué muy mentado por haber si¿o com- á la nación francesa gran reputación. Por
batida por aquel Aníbal, capitán de los car- esta causa el Nemos les dijo: «Pues que, se-
tagineses, y no hubo efecto su cerco. Está ñores, os place que combatiendo hoy ponga-
toda cercada de viñas y olivares. Las vi- mos fin á la guerra, peleemos; y si hoy no sa-
ñas como en otras partes estaban cercadas tisfaciere al servicio del Rey, mi señor, á lo
de vallados, dentro de los cuales los capita- menos cumpliré con mi honra particular mu-
nes se alojaron y hicieron fosos y alzaron con riendo en ella».
la tierra que sacaban dellos los vallados y A esta hora asentaron su real y plantaron
fuertes cuanto la brevedad del tiempo lo pe- la artillería en un lugar alto, y comenzaron á

día. Y fué este reparo muy provechoso con- refrescar. Estarían hasta cuatrocientos pasos
tra la caballería francesa, que no podían en- de los españoles. Decía cada uno, cuando
trar por allí. A estos reparos dieron gran veían que lo oían los españoles: «Yo bebo
priesa Pedro Navarro, don Diego de Mendo- treinta marranos». Otro decía: «Yo veinte».
za, el Próspero y Fabricio y Marco Antonio El menor número era diez de los que enten-
sus hermanos, y el Gran Capitán con muy dían matar en aquella batalla.
dulces palabras persuadía á los soldados á El número de la gente que el Gran Capitán
aquel trabajo de los reparos. Mandó plantar en aquella jornada llevaba eran los siguien-
la artillería en los lugares que le pareció más tes: cinco mil soldados, dos mil alemanes, se-
necesarios. El Conde de Nochito y Diego de tecientos hombres de armas, mil caballos
Vera llevaban cargo de la artillería. ligeros; de manera que eran por todos ocho
mil y setecientos, y diez y ocho bocas de ar-
tillería. En el campo de los franceses había:
CAPÍTULO XVI dos mil lanzas gruesas, cuatro mil caballos
De lo que los franceses hicieron en llegando ligeros, cuatro mil suizos y veinte mil solda-
cerca de la Cherinola. dos franceses; así que pasaban de treinta y
dos mil hombres, y cuarenta bocas de fuego,
Llegados los franceses cerca de la Cherinola culebrinas, cañones y tirifaltes Iban el Virrey
pararon, y mos de Nemos les dijo á los capi- en la avanguardia y mos de Picarte y mos de
tanes que dijesen su parecer en el medio que Rayarte; Lautreque, aunque mancebo de poca
se temía en el presente negocio que delante edad, al cual vimos después con gran reputa-
sí tenían, y que se resolviesen de presto en ción de un muy buen capitán, y mos de Ru-
ello; y gastaron muy gran parte del día en carte, el Fórmente y la Paliza y Alegre lleva-
una contradicción que tuvieron, porque mos ban la retaguardia. Mandó el Gran Capitán
368 CRÓNICA MANUSCRITA
fuese el apellido «¡Santiago!» Dijeron las es- ras de nuestra victoria, la cual tengo agora
pías que lo traían los contrarios «San Jac». por más cierta; porque habéis de saber que
El Gran Capitán respondió: «¿Pues no les Dios, sabidor de todas las cosas, muestra
basta querernos tomar la tierra sino el san- muchas dellas antes que vengan, y con fuego
to? Sea Santiago, que cierto lo tememos en muestra cuando han de ser prósperas. El fue-
nuestra ayuda». A esta sazón llamó el Gran go siempre significa victoria».
Capitán á don García de Paredes y díjole: A esta hora llegó don Diego de Arellano,
«Don García, hoy ó seamos vencedores ó que- tío del Gran Capitán, de quien dijimos arriba,
demos en este campo muertos como buenos y dijo: «Señor, hallaos en este mi caballo
soldados, que un buen morir honra la vida». blanco, que tiene mucha furia y es muy re-
Don García respondió: «Ellos morirán y
le vuelto y se llama Santiago». «Aunque no sea
nosotros viviremos». En esto vino volando más de por el nombre, dijo el Gran Capitán,
una cogujada y se le asentó en los pechos al lo tomaré»; y cabalgó en él y hallólo muy bue-
Gran Capitán. El la tomó y la quebrantó to- no. Era muy crecido. Iba el Gran Capitán á la
dos los huesos, y las liebres que se levanta- estradiota, vestidas unas corazas españolas
ban las mandaba traer ante sí, y lo mesmo de carmesí y un peto que le cubría los pe-
las hacía así vivas como las traían y las des- chos. Llevaba cruces coloradas en los pechos
coyuntaba con la mayor alegría del mundo. y espaldas, quijotes, brazales y manoplas, un
Ya los dos ejércitos estaban á tiro de ar- estoque y una daga. Llevaba la cara descu-
cabuz. bierta. El de Arellano le dijo: «Señor, cubrios
la cara porque vais muy señalado», porque
CAPÍTULO XVII
llevaba encima de las armas unsayete de da-
De cómo pasó la batalla entre los dos ejérci- masco blanco con fajas de brocado; así que
tos junto á la villa de la Chirinola. todo iba de blanco. El Gran Capitán respon-
dió: «Señor tío, los que tienen el cargo que
El Gran Capitán mandó al capitán de los yo y tal día como hoy, no han de cubrir el
alemanes que estuviesen con la artillería en rostro»; y así lo trujo descubierto en toda la
la retaguarda, para que si fuesen rotos tu- batalla. Dio luego una vuelta á todo su cam-
viesen en ellos espaldas, y que de allí no se po animándolos y nombrándolos por sus nom-
moviesen junto á unos olivares. Aquel capi- bres, dicicndoles palabras que les ponía nue-
tán alemán le respondió que se lo diese fir- vos corazones. A los alemanes dijo que no
mado de su nombre. El Gran Capitán le daba desamparasen la artillería; y porque entre
su anillo, y jamás aprovechó hasta que lleva- ellos había ochocientos arcabuceros, mandó-
ron escribanías y se lo mandaron por escrito les que de ducientos en ducientos rociasen
y guardó la cédula. La artillería francesa no á los enemigos. A esta hora llegó al Gran
podía coger nuestra gente, porque toda iba Capitán Héctor Ferramosca y le dijo: «He
por alto, que la que más bajo iba era una aquí Agustino Bimfo que viene á ver cómo
vara de medir encima, porque los nuestros V. S. vence». Este era un grande astrólogo
estaban en bajo y ellos en un alto. Encomen- judiciario, con el cual el Gran Capitán holgó
zando el Conde de Nochito y Diego de Vera en extremo; el cual dijo al Gran Capitán:
á jugar con nuestra artillería y hacelles mu- «O toda la astrología es burla, ó V. S. ha de
cho daño, se aprendió, que solo un cañón pe- ser vencedor; porque todos los planetas,
drero quedó atacado, que toda la otra pólvo- signos y influencias muestran vuesa victoria.
ra se quemó. Allegó luego al Gran Capitán Id á los enemigos, porque sois vencedor con
Leonardo Alejo muy espantado y dijo: «Ah, la ayuda de Dios».
señor, y qué gran mal nos ha venido, que la El Nemos hizo tres escuadrones y comen-
pólvora se ha prendido y se ha quemado to- zó á marchar contra los enemigos, sin igualar
da». Esto decía con gran sentimiento. Al cual y ordenar la gente, sino que fuesen para ade-
respondió el Gran Capitán con cara muy ale- lante, porque tuvo por muy cierta la victoria.
gre: «¡Oh qué buenas nuevas! Ninguna cosa Llevaba muy torcida la orden de la avan-
pudiera oir á esta sazón con que más me ale- guardia, de la cual el capitán Arce tenía car-
grara, porque el día se acaba y nos ha de go, y tras él algo desviado Candeyo con los
alumbrar la pólvora. Sabed que son lumbre- suizos; y junto, aunque algo detrás, iba Ale-
DEL GRAN CAPITÁN 369

grc y Bayarte y Lautreque con todo el ejér- mirar inconvenientes ni consultar con la ra-

cito, muy desiguales. zón; y no paró hasta llegar al alférez, y dióle


De la otra parte el Gran Capitán hizo seis tan gran cuchillada que le cortó el brazo por
escuadrones en derecha frente contra los la muñeca y parte de la asta, y tomó la ban-

enemigos. A los* cuernos fueron dos escua- dera y la dio á uno de los caballeros que le
drones de caballos y uno detrás de los tu- seguían, que se llamaba Alonso López de Ce-
descos, junto al cual iba la infantería españo- lada. Los españoles, veyendo la persona del
la, para que si necesidad hubiese pudiesen Gran Capitán en tanto peligro y haciendo las
arremeter. Adelante con estos infantes iban maravillas que solía, hacían más que sus
Villalba, Pizarro, Coello, Espés, Diego Gar- fuerzas humanas bastaban.
cía. Mandó asimismo que don Diego de Men- Pues, sabido por los capitanes franceses la
doza y Fabricio Colona fuesen con los otros muerte del Nemos y de Candeyo, el Arce y
caballos de fuera, los cuales detuviesen á los mos de Alegre y Paliza con los otros capita-
enemigos escaramuzando. A esta hora se nes todos tomaron un mesmo consejo, como
juntaban los campos. A esta sazón se levan- si entre sí lo consultasen, de huir. El Arce se

tó muy grande escuridad de polvo y del fué al ducado de Benavento y el Alegre á


humo de la artillería, que del todo quitó á los Venosa, y todos los otros cada uno por su
franceses la vista, y se fué aquella niebla parte. Los españoles les seguían el alcance y
mayor con el humo de la artillería. les mataron muchos, y otros trajeron presos
El Nemos arremetió con grande ánimo, es- con mos de Formento. Apenas quedaba me-
forzando su gente contra los tudescos de la dia hora de claridad, que dio ocasión á que
caballería del cuerno izquierdo; y hallaron los capitanes franceses se salvasen con la
un foso, de que dijimos atrás, y allí pararon; escuridad de la noche.
de donde fueron echados con muerte de mu-
chos; y andando con su batalla buscando en- CAPÍTULO XVllI
trada, fué herido de un arcabuzazo, de que
De lo que el Gran Capitán hizo, pasada la
murió. Candeyo, capitán de suizos, corrió la
batalla.
mesma tormenta, que topó con el mesmo
foso; y con todo eso se topó con dos mil es- El Próspero y Fabricio y Marco Antonio
pañoles y pelearon con grande ánimo; que fueron los delanteros, y fuéronse derechos al
cierto quien esta batalla viera, y el esfuerzo real de los franceses, y hallaron en la tienda
con que los unos y los otros peleaban, no del Nemos un gran aparador de plata dorada
tuviera en mucho otras batallas. y muy rica, y una muy suntuosa cena, como
Aquel día el Próspero y sus hermanos, Pe- aquellos que esperaban de cenar á su placer
dro de Paz y Carlos de Paz, y don Diego de con la alegría de la victoria. Allí cenaron muy
Mendoza, y el capitán Hernán Suárez, Ñuño á su placer y durmieron en la mesma cama del
de Ocampo, Diego de Vera, don Jerónimo Nemos. Gran Capitán tuvo mucho cuidado
El
Lloriz, Mercado, Espés, el capitán Alonso del Próspero y de sus hermanos, pensando
Gallego, el capitán Coello, el capitán Made- no hubiese acaecido algún revés, y tenía
les
riaga,Hernando de Alarcón, los dos Alvara- muy gran pena dello; y habíalos mandado á
dos, Diego García de Paredes, Gil Nieto, buscar y aun los habían llorado, hasta que
Gonzalo de Aller, Olivera, el comendador otro día por la mañana vinieron con mucha
Rosa y mosén Hoces hicieron cosas muy se- alegría y muertos de risa, diciendo: «Mejor
ñaladas en armas. Los cuatro mil suizos, supimos nosotros gozar de la victoria que
muerto su capitán Candeyo de un arcabuza- V. S., que cenamos muy espléndidamente y
zo, no volvieron un solo pie atrás, todos mu- dormimos en muy buena cama»; de que el
rieron peleando como fuertes varones. El Gran Capitán holgó mucho.
Gran Capitán andaba socorriendo á todas Hallaron los que fueron al real damas á
partes adonde vía que cumplía; y hallóse quien festejaron, muchos mercaderes con mu-
entre un escuadrón de picardos y borgoñe- chas y muy ricas mercadurías para vender á
ses, y entró por elloscomo un león, diciendo los victoriosos franceses, mucho bastimento
«¡España! ¡Victoria! ¡Santiago!» á voces, que y hecho el repartimiento de los prisioneros;
todos lo oían, con su espada en la mano, sin principalmente una muy buena tienda para el
Crónicas del Gran Capitán. 24
370 CRÓNICA MANUSCRITA
Gran Capitán, en que tuviese una honesta pri- habían robado los caballos ligeros, en que se
sión. Esto tenía el Virrey por muy cierto por halló gran despojo. Y entre las damas que allí
un sueño que la noche antes había soñado, el fueron traídas, una pedía que le trujesen á
cual diremos adelante. Pedro de Paz, porque se quería rendir á él
Esta noche se sentó el Gran Capitán á ce- solo; porque el Gran Capitán les había dado
nar con los caballeros y capitanes del ejér- libertad y les mandó hacer muy grande aloji-
cito, y estaba á la mesa mos de Formento. El miento y que les guardasen su honestad. Pues
Gran Capitán tenía mucho cuidado de saber llamado Pedro de Paz, pareció ante ella gallar-
qué había sido del Virrey, que aunque era ene- do y festejándola mucho. Ella dijo que no era
migo, era, como muchas veces hemos dicho, aquel Pedro de Paz por quien ella pedía. Fue-
muy sosegado y benigno en la paz, cuanto era le jurado ser él. Ella dijo que no podía ser,

bravo y valiente vestidas las armas; y no ha- que á quien Dios había dado tanto esfuerzo y
bía podido saber qué había sido del, porque valor de su persona, no le había de negar la
sabía que no había de huir; temía no fuese buena disposición; porque Pedro de Paz era
muerto. Estando cenando, servía á la mesa un pequeño de cuerpo y muy mal tallado, y
paje del Gran Capitán, que se llamaba Var- tenía una corcoba delante y otra detrás; y era
gas. Este traía vestida una jornea del Virrey, tan feo de su persona cuanto era valiente en
la cual conoció nios de Formento, y dijo al las armas. Luego mandó el Gran Capitán po-
Gran Capitán: «Aquella jornea traía sobre las ner en salvo á las mujeres y mercaderes.
armas el Virrey». Preguntado de dónde había Visto por el alcaide de la fortaleza el rom-
habido aquella ropa, respondió el Vargas: pimiento, desamparó la fortaleza y se fué. Al-
«Yendo un caballero, cuya esta ropa era, he- gunos españoles y italianos en quien no había
rido caído sobre el arzón del caballo, llegué tanto esfuerzo, estando la batalla trabada,
yo y le derribé del caballo y le desenlacé el huyeron; dellos aportaron á Manfredonia y
yelmo y le acabé de matar, y desnudándole otros á Barleta, y dijeron cómo los españoles
aquella ropa que me pareció buena, estándo- habían sido desbaratados, muertos y presos.
sela desnudando allegó un soldado y asió de Oída esta nueva por el capitán Francisco Sán-
ella y me llevó lo que della falta. «¿Sabrás, chez, que, como dijimos, había quedado por
dijo el Gran Capitán, amostrarnos el lugar mandado del Gran Capitán en la villa, puso
adonde cayó?» «Sí», dijo Vargas. Luego se muy gran recaudo en ella, determinado de la

levantó de la mesa el Gran Capitán y todos defender y los que con él estaban. El Lez-
él

los señores y capitanes, así españoles como cano, que había quedado con las galeras para
franceses, y fueron adonde les amostró Var- guarda de la mar, oída esta nueva, dijo á los
gas con hachas; y hallaron el cuerpo del Virrey que la trujeron: «Mal viaje hagáis, judíos, que
en aquel mesmo lugar, desnudo en carnes y el Gran Capitán no puede ser vencido de fran-

una teja puesta sobre sus vergüenzas. Fué ceses. Ahorcaldos, señor capitán, porque hu-
conocido por un su paje por un lunar muy yeron. Sobre mi alma, ya que fuera verdad,!
notable que sobre la espalda tenía. Al cual el ¿cómo huistes, donde tan buenos murieronl
Gran Capitán mandó traer luego y ponerlo mejores que vosotros?» Dende á tres horasj
muy honradamente, cubierto con un paño de vino la nueva de la victoria; y si el capitán no]
brocado encima y muchas hachas que estuvie- lo estorbara, el Lezcano ya había sacado del

sen ardiendo; porque este Nemos era de la las galeras una compañía de vizcaínos para losj
sangre real de Francia, de los Condes de Ar- ahorcar.
meñaque, de la cual algunas veces habían sido Entonces cumplía el Virrey veintidós años!
los Reyes de Francia, y era una de las casas de su edad. Murió el Virrey de un arcabuza-j
que suelen heredar el reino faltando hijo he- zo, que aunque tenía otras heridas, ninguna]
redero que la herede. era mortal. Fué luego llevado el cuerpo á]
Nuestra Señora de la Cherinola, á quien díój
CAPÍTULO XIX el Oran Capitán las ropas de.su recámara paral

ornamentos. Luego proveyó que le fuesettj


De lo que el Gran Capitán hizo venido el día.
dichas muchas misas, entretanto que le ha-|
Venida pues lamañana y traídos los prisio- cían un ataúd forrado en terciopelo negro.
neros ante el Gran Capitán, que todo lo otro Metido el cuerpo del Nemos en el ataúd,)
DEL GRAN CAPITÁN 371

mandó el Gran Capitán á don Tristán de Acu- rados con diligencia y cuidado; y después
ña que con cien lanzas y con el mos de For- de sanos, les mandó dar á cada uno un do-
mento fuesen á llevar el cuerpo del Virrey á blón y que se fuesen adonde por bien tuvie-
Barlcta. Dio el Gran Capitán un paño de bro- sen. A las personas principales y capitanes
cado para que llevasen sobre el cuerpo. Fue- mandó enterrar muy suntuosamente. Mandó
ron con él los clérigos que pudieron ser ha- asimismo venir de los lugares comarcanos
bidos con hachas encendidas hasta Barleta. muchos clérigos, que dijesen misas y vigilias
Invió adelante el Gran Capitán á mandar que sobre los muertos, y se trajo toda la cera que
saliesen de Barleta todos los clérigos y flayres se pudo haber.
á recebir cuerpo una legua. Antes que de
el Luego otro día vinieron los síndicos de to-
allí partiese el cuerpo lloró el Gran Capitán das las villas y cibdades comarcanas á dar la
sobre él en tanta manera y con tanto senti- obediencia al Gran Capitán, á los cuales él
miento, que movió á todos los presentes á recibió con muy alegre cara, ofreciéndoles
enternecerse; de manera que á todos puso muchas mercedes. Vuelto mos de Formento
en gran admiración. Invió el Gran Capitán á de dejar el cuerpo del Virrey en Barleta, dijo
San Francisco de Barleta renta para que cada al Gran Capitán: «Bien es que V. S. sepa lo
día le dijesen muchas misas y los divinos ofi- que el Virrey nos contó ayer viernes por la
cios. mañana con mucha alegría, diciendo que esa
Hízosele en Barleta tan gran recibimiento; noche había soñado que ayer daban la bata-
que fué mos de Formento muy espantado, lla; y que pasada la batalla, de donde él había

Alli estuvo el cuerpo del Virrey depositado quedado muy herido, mas que luego había
tres años, y después fué llevado á la capilla sanado; y que el sábado de mañana vía á
de sus pasados. V. S. muy triste y llorando y haciendo allí

delante del muy gran


sentimiento, y que él
entraba triunfando en Barleta cubierto de
CAPÍTULO XX un paño de brocado, y que le salían á recibir
De las cosas que el Gran Capitán proveyó clérigos y flaires, como á vencedor, con las
este día. cruces, mas que no había ninguno de los
suyos, con otras cosas, que todas salieron
Cuando Rey Luis de Francia supo la hon-
el verdad».
ra y el sentimiento que el Gran Capitán había Hobiéronse de aquesta rota muchas joyas y
hecho al cuerpo del Nemos, y las obsequias y mucho despojo, sin lo que los soldados roba-
enterramiento con todo lo demás, y el buen ron. El Gran Capitán lo mandó todo repartir
tratamiento á sus capitanes, dijo pública- por gente de guerra y todo lo que él
la
mente: «No tengo por afrenta ser vencido por tenía le quedar cosa alguna. El Gran
sin
el Gran Capitán de España; porque merece Capitán proveyó luego que Diego García de
que le dé Dios aun lo que no fuere suyo, por- Paredes fuese á gran priesa tras los soldados
que merece haber; porque nunca se ha oído
lo de Arce, que se iban para Venosa; y á Pedro
ni haga más
visto capitán que la victoria lo de Paz que fuese siguiendo al Alegre, el
humilde y piadoso». Dijo muchas palabras en cual acompañado de Trajano, Príncipe de
su loor y le invió á rendir muchas gracias por Melfi, no los queriendo acoger en ninguna
ello, ofreciéndole su persona y estado. tierra, porque la fama del vencimiento iba
Esta batalla fué viernes, á veintisiete días volando delante de ellos, dábanles de los
de Abril. Luego sábado por la mañana mandó lugares por do pasaban vituallas por el muro,
que de los lugares cercanos viniesen muchos así á éstos como á los de Arce, con unos cor-
azadoneros; y venidos les mandó hacer gran- deles con cestos y inviándolos primero los
des fosos para en ellos enterrar los muertos, dineros y joyas por los mantenimientos; llegó
y mandó darles á medio real por cada cuer- á la Tripalda y de allí no pasaron en Ñapóles,
po: fuéronlcs pagados poco más de tres mil porque fueron avisados cómo todos los ofi-
reales. Púsose mucha diligencia para que se ciales del Rey de Francia se habían recogido
buscasen los cuerpos que no eran aún muer- á la fortaleza, no osando estar en la ciudad.
tos, y halláronse solos treinta y cinco. Estos Al fin se fueron á Gaeta.
fueron luego llevados á la Chirinola y cu- Otro día después de la batalla luego se
372 CRÓNICA MANUSCRITA
partió Fabricio Colona con Ristaño Cantel- tián de Vargas estaba en la fortaleza y se
mo, Conde del Pópulo, á ocupar allá Gíla, que, la defendía de manera que no le podían hacer
como hemos dicho, es cabeza de Abruzo; y el daño; y con el Auberi estaban los Príncipes
Próspero y Andrea, Duque de Termoly se fue- de Rosano, Salerno y Visiñano, y el Príncipe
ron á Capua, y echaron de allí los franceses; de Melfa y el Conde de Mélito y otras perso-
porque el Duque de Termoli era natural desta nas principales y varones de aquella provin-
ciudad; á los cuales recibieron los vecinos cia. Mas el Andrada con aquellos capitanes,
della con grande alegría y echaron della á que eran Manuel de Benavides, Alonso de
los franceses, y determinaron de quedarse Carvajal, don Hugo de Cardona, Luis Pyxon,
allí hasta tanto que el Gran Capitán les man- Virrey de Sicilia; Garci Alvarez Osorio, Anto-
dase lo que habían de hacer. nio de Leiva, Alvarado, padre y hijo; Hernan-
Agora dejaremos de contar del Gran Capi- do de Alarcón y Valencia de Benavides y
tán por contar lo que pasó en Calabria. otros muchos capitanes, determináronse de
salir de Tura y se acercar al Auberi á Terra-
nova Inviáronle un trompeta á Terranova,
haciéndole saber que ellos le querían ir á
cercar á Terranova, adonde estaba; que le
rogaban, pues era un capitán tan sabio en la
COMIENZA EL SÉPTIMO LIBRO
guerra y tenía consigo tan gran caudal así de
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ, franceses como de italianos y de los Príncipes
GRAN CAPITÁN DE ESPAÑA, HIZO A LOS RE- de Calabria, y tenían más de cuatro tanta
YES DE FRANCIA. gente como ellos, que saliese de la villa y los
esperase fuera della, que ellos le vernían allí
á buscar y le darían la batalla. Y pues la
CAPÍTULO I
fortuna tantas veces le había sido tan favo-
De lo que los españoles que estaban en rable en aquella misma tierra, que no lo re-
Calabria hicieron. husase de lo aceptar, porque él había dicho
muchas veces que los españoles no habían
En uno de los capítulos pasados dijimos de osar venir con ellos en jornada.
cómo Puertocarrero, señor de Palma, desem- Mos de Auberi recibió muy graciosamente
barcó en Ríjoles á los cinco días de Marzo al trompeta y le hizo mucha honra y aceptó

del dicho año de mil quinientos y tres años, y la batalla. Fué concertado que fuese la bata-

que había fallecido; y cómo en su lugar


allí lla un viernes á veinte y un días de Abril,

fué elegido por Capitán general don Fernan- ocho días antes que la de Chirinola. Esto
do de Andrada, y cómo se fué á aposentar á concertado, el Auberi con todo su campo se
una villa que se llama Tura; y mos de Auberi vino á una villa que se llama Joya, seis millas
estaba en Terranova, aunque en la fortaleza de donde estaban los españoles, que se llama
estaba el capitán Sebastián de Vargas, y la Palma, y allí se concertó la batalla para el
defendía con gran esfuerzo. Ya el Gran Capi- viernes venidero.
tán sabía de la muerte de don Luis Puerto-
carrero, su cuñado, que le había pesado mu-
cho, y le había hecho muy solemnes obsequias
CAPITULO II i
porque tenían muy grande amistad, allende De cómo pasó la batalla entre los franceses y
de ser casados con dos hermanas. Sabía tam- españoles.
bién cómo habían elegido por capitán á don
Fernando de Andrada, y que estaban los cam- Llegado pues el viernes por la mañana, el
pos muy cerca para pelear; tenía muy gran Andrada mandó que la gente pasase un río
cuidado que no sabía lo que les había suce- que estaba en medio, y que de la gente de
dido. Pues estando aquí en la Chirinola le caballo y de pie se hiciese un escuadrón y
vi.no nueva en que el Andrada le hacía saber que todos juntos peleasen. Y subieron un
cómo él con su ejército estaba en una villa poco arriba por el río á buscar el vado, y
que se llamaba Tura y en otros aposentos; comenzaron á pasar. A los franceses se les
y el Auberi en Terronova, aunque Sebas- antojó que huían y fueron á dar en ellos.
DEL GRAN CAPITÁN 373

Cuando los franceses llegaron ya los espa- asimismo; mas tenían cogido tanto temor á
ñoles habían pasado el río, y estaban en su los caballeros y soldados, que no quisieron
escuadrón muy ordenados. El de Andrada y volver.
los otros capitanes,como aquellos que tanto Visto por el de Auberi y los Príncipes cómo
sabían de la guerra, animaban á los suyos, todos iban huyendo, comenzaron á enfla-
diciéndoles que tuviesen por cierta la victo- quecer y poner toda su salud y vida en la
ria si peleasen como varones; y que supiesen huida, y volviéronse ájoya, de donde habían
que ningún otro remedio tenían sino el de salido; mas Valencia de Benavides y los dos
Dios, o vencer ó morir; y que muy peor suer- Alvarados los siguieron. Quedaron muertos
te sería quedar vivo, conociendo la insolencia de los franceses y italianos que seguían la
y maldad de los franceses, que morir como parte francesa dos mil y docientos hombres,
buenos soldados, y más habiendo siempre y fueron presos seiscientos dellos, entre los
llevado lo mejor dellos; que se acordasen que cuales fueron Malherba y micer Alfonso
los que vencidos quedasen que no osarían Sanseverino y su hermano, con otros seis
parecer ante el Gran Capitán ni delante la capitanes principales; y de allí fueron llevados
gente de guerra que con él estaba en su mi- á Manfrevlonia, y estando en la fortaleza se
licia, que siempre ha sido vencedora dellos, quisieron soltar, y tenían ordenada una trai-
pues ellos no eran menos en calidad y esfuer- ción en la fortaleza. Fué descubierta y invió
zo que los otros. el Gran Capitán á Medina y les cortó las

A este punto se llegaban las haces. Arre- cabezas á seis dellos con el Malherba y á
metieron los unos á los otros con tan gran ciertos soldados españoles que eran en la
furia, ánimo y con tanta enemistad, que en mesma traición con ellos, que los tenían en
ninguna batalla jamás se vio. El de Auberi y guarda. A estos que se acogieron á Joya les
los Príncipes, Señores y Barones por vengar entraron por fuerza de armas y los despoja-
las injurias que de los españoles habían rece- ron y prendieron.
bido, sabiendo la muerte que delante tenían
no venciendo, todos peleaban como fuertes
varones. Pelearon gran espacio, adonde se
CAPÍTULO III

hicieron grandes hechos de armas por los De lo que el de Auberi y los otros Príncipes y
unos y los otros, porque en entrambas par- señores lucieron, desde que fluyeron de la
tes había hombres muy diestros en las cosas batalla.
de la guerra.
En esta batalla se mostraron dos caballeros El Auberi y otros capitanes con él pelearon
españoles, el uno Manuel de Benavides, señor como hemos dicho; mas visto que todos lle-
de Javalquinto, y el otro Alonso de Carvajal, vaban el camino de Joya y de otras partes, él
señor de Xódar, personas de mucha calidad tomó el camino de Melito; mas viendo que el
y ambos naturales de Baeza, y ambos ban- Valencia y los Alvarados lo seguían, él se
dos contrarios en aquella cibdad, aunque metió en una villa que se llama Roca de An-
en aquella milicia se trataban con grande gito. El Andrada invió ciertos soldados á
amistad y conversación. Estos dos caballeros estos capitanes para que apretasen y prose-
hicieron aquel día tanto en armas, que los guiesen el cerco, y despachó luego á Mecina
unos les habían invidia y los contrarios mu- por artillería para lo combatir.
cho temor. Pues el Andrada y Antonio de Oídas estas nuevas que el Andrada invió
Leiva y los Alvarados, padre y hijo, por al Gran Capitán, él se hincó de rodillas y

otra parte, y Luis Pixon y don Hugo y Gar- alzó las manos al cielo y dijo: «Bendito sea,
cía Osorio pelearon tan animosamente, que Señor, tu santísimo nombre, porque has mos-
los franceses, no los pudiendo sufrir, comen- trado tu justicia y ejecutádola en los france-
zaron á aflojar. Los capitanes y Príncipes ses, así en Pulla como en Calabria. Muchos
tornaron á la batalla pensando de los po- loores y alabanzas te sean dadas por siem-
der tener, diciéndoles palabras de grande es- pre jamás». Escribió luego al Andrada y á
fuerzo; mas jamás pudieron Parfín y Bayar- todos aquellos capitanes alabando su esfuer-
te hicieron más de lo que hombres podían zo, valentía y industria, y rogándoles muy
hacer por sostener la batalla, y el de Auberi afectuosamente apretasen el cerco al Auberi
374 CRÓNICA MANUSCRITA
hasta prenderlo á él y á los que con él estaban lo que más pasó en Calabria por contar lo
y les pusiesen á muy buen recabdo. Asimismo que el Gran Capitán hizo después de la rota
les escribió muy particularmente la merced de la Cherinola.
que Dios les había hecho tan grande ocho
días después, junto á la villa de la Chirinola,
como ha contado; de que todos
la historia lo

aquellos capitanes se holgaron mucho y die-


Cómo dende
CAPÍTULO IV

á tres días que pasó la batalla


la Chirinola se amoiinaron cuatro mil y
4
a de 11
,;/ .. «I
ron gracias á Nuestro Señor por ello. Y lue-
quinientos soldados españoles, y lo que so-
go venida la artillería comenaaron á batir
bre ello pasó.
la fortaleza de Roca de Angito; y á cabo de
treinta días quel Auberi allí se había ence- Dende á tres días que la batalla pasó,
rrado, pidió habla con el Andrada, y le dijo mandó, como dijimos, el Gran Capitán á Pe-
asomado al muro: «Señor don Fernando, no dro de Paz que fuese siguiendo á los france- ;

tengáis á mal lo que agora dijere. Yo antes ses que iban huyendo, entretanto que él lle-
consentiré ser hecho mil piezas que me ren- gaba. El de Paz se partió luego y fué á la
dir á persona alguna, si no fuera al Gran Ca- mayor priesa que pudo; y otro día se le aparta-
pitán ó á persona de su linaje é sangre, aun- ron del ejército cuatro mil y quinientos sol-
que sé que no me puedo defender dos horas». dados españoles, de los más prácticos, que
El Andrada le respondió que á él y á todos pocos más quedaban, y dijeron que no ¡rían
aquellos señores que allí estaban les hacía adelante si no les dejaban saquear á Melfa,
muy gran merced en lo que decía, y que su- que es una muy buena cibdad, ó que les hicie-
piese que entonces había llegado allí un ca- sen paga de todo lo que les debían. Decían
ballero, sobrino del Gran Capitán, hijo de aquellos soldados amotinados que era uso
don Alonso su hermano, señor de la casa de en Italia desde ab inicio acá, que cuando al-
Aguilar, llamado don Diego Fernández de guna batalla se vencía de campo á campo,
Córdova ('), á quien todos los que allí esta- que otro día era costumbre de pagar á los
ban tenían muy grande acatamiento, así por- soldados vencedores todo lo que les era
que su persona lo merecía, como por ser so- debido y más una paga muerta, y que nunca
brino del Gran Capitán. Y
venido don Diego Dios quisiese que ellos fuesen en quebran-
Hernández, mos de Auberi le dijo: «Señor, yo tar tan loable costumbre y de tan buena
me rindo á vos, como á sobrino del mejor ca- memoria y hecha por los soldados pasados;
ballero y capitán que yo sé que haya en el y que antes serían en la acrecentar que no
mundo». Donde lo recibió con muy alegre ges- en la dejar perder. Por ende que se buscasen
to y muy buenas palabras, y le hizo muy buen dineros para todo lo debido y más para la
tratamiento hasta que fué llevado á Castilno- paga muerta, y que de otra manera excusado
vo con los otros prisioneros que allí estaban. era de hablar en que se redujesen; y que si
Verdad sea que antes que el Auberi se luego no se hacía, que ellos buscarían su re-
rindiese, pidió le amostrasen la carta quel medio. Pues pagarles era imposible y mucho
Gran Capitán había inviado al Andrada y á más reconciliarlos, el Gran Capitán les invió á
los otros capitanes, en que les contaba el su- decir muy buenas palabras, y que les daba su
ceso de la batalla de la Cherinola. El pidió le fe de les pagar todo cuanto se les debía con la
diesen licencia para ¡nviar á saber la verdad, y paga muerta. Ellos respondieron que ya no les
que sabida se rendiría, como lo hizo después engañaría con más dulces palabras, y que jura-
que fué avisado della y supo cómo el Nemos ban á fe de buenos soldados de pasar por las
era muerto y Candeyo y sus suizos asimismo picas al que viniese á contratar con ellos, si
con todos los otros. Decía después de rendi- delante no traía la paga. El Gran Capitán les
do que ya veía que la fortuna les era contra- invió al Próspero y al Duque de Termoli á;
ria y que no se podía contrariar ni ir contra les afirmar que él inviaba á vender toda su
ella, que tantas veces les había sido ad- plata y la de aquellos señores y todas sus
versa. Mas agora deja la historia de contar joyas para les dar socorro, entretanto que
buscaba todo lo que les era debido. Los sol-
(<) Al margen hay una apostilla de letra del sírIo xvii dados amotinados le respondieron que se
que dice: «Este se llamó Pedro Fernández de Córdova,
no don Diego*. volviesen por donde habían venido; y visto
DEL GRAN CAPITÁN 375

que ninguna cosa aprovechaba, ni pudieron hermanos y señores míos, la mucha razón y
mellar en ellos, se volvieron. que tenéis en lo que pedís; y harto
justicia
Ellos se fueron á aposentar á la cibdad de ciego sería quien lo contradijese, así en lo
Melfa. Los franceses que en ella estaban hu- que, señores, se os debe,como en la paga
yeron de y se fueron. Los espaiíoles se
ella muerta que pedís, y que vosotros, señores,
entraron en ella sin haber resistencia alguna. tan bien tenéis merecida, venciendo á toda la
El mesmo Gran Capitán fué á ellos y les pujanza de Francia y de Italia con tanto es-
habló, asomados al muro, y les afirmó cómo fuerzo y valentía, sufriendo tantos trabajos,
él había inviado á los Reyes Católicos por hambres, fríos y tantas necesidades, de lo
una posta, y á sus estados y de aquellos se- cual yo soy buen testigo, y he pasado mi par-
ñores que seguían su parte á buscar dineros, te, como, señores, sabéis. Verdad sea que
de que serían pagados muy á su contento, todos los hombres cuerdos se han de confor-
contándoles las grandes mercedes que mere- mar con el tiempo en todas las cosas que tra-
cían; que les rogaba no perdiesen tan gran taren y fueren posibles á los hombres. Bien
coyuntura como se perdía si al presente no teméis conocido que si posibilidad hobiera
fuesen tras sus enemigos. Ellos respondieron: en lo que pedís, que ni yo os rogara que es-
«Mas si no conociéramos, Gonzalo, vuestras perarais este poco de tiempo que se os pide
dulces palabras ¡cómo nos engañárades esta ni de cosa tan injusta fuera yo el mensajero;

vez! A la verdad, no nos quejamos de vos, mas no se pudiendo al presente haber de


porque nos dais de vuestra hacienda y nos donde se os pueda pagar, ruégoos qué reme-
pagáis cuando lo tenéis; mas pesar de tal con dio dais para ser pagados. Los hombres se
el O que acá os invió, piensa que se ha de han de conformar con las cosas posibles.
hacer la guerra sin diliero. Volveos, que nin- Todas las diligencias que los hombres huma-
guna cosa os ha de aprovechar vuestro predi- namente pueden hacer se han hecho y hacen
car». Aquí se descomedieron algunos muy para haber dineros. Entretanto, me decid,
descomedidamente, así contra él como contra ¿qué os aprovecha haber vencido á los fran-
los Reyes Católicos; principalmente aquellos ceses, si no sabéis ó no queréis gozar de la
que eran los principales en aquella rebelión. victoria ni del fruto que della se espera?
Visto por el Gran Capitán el poco comedi- ¿Queréis, señores, que se diga en España y
miento que aquellos amotinados habían teni- en todo el mundo que supisteis vencer á los
do, y las malas palabras que en perjuicio de enemigos y que en la mayor necesidad des-
los Reyes Católicos habían tenido, si tuviera amparastes á vuestro capitán; desamparas-
caudal de gente para ello, allí los cercara y tes las banderas que de España sacastes y
les castigara como merecían. Mas no lo hizo, tan encomendadas, sabiendo que todo aquel
parte por no ser parte para ello y por el mal reino de España, de donde somos hijos natu-
ejemplo y lo que dello sucediera. rales, tienen puestos los ojos en vosotros; y
Con el Gran Capitán habían quedado los que se diga en las otras naciones que los
alemanes y italianos y los más capitanes es- tudescos, los italianos y de otras naciones
pañoles y los caballeros; pues con los que le no desampararon al capitán español, y tal
quedaron se fué á Fiumara, adonde tenía capitán, tan valeroso, tan amigo de Dios, ni
asentado su real. A esta hora llegó Diego á las banderas de España, aunque de tierra
García de Paredes, y sabido el poco fruto que ajena y entre sus crueles enemigos, y que
se sacaba dellos, él se fué á Melfa y entró los sus españoles lo desampararon? ¡Oh, qué
en ella, diciendo que si le pasasen por las afrenta y oprobio para nuestra nación! ¡Por
picas que más quería morir á sus manos que la pasión de Jesucristo y por los méritos de

no á las de los franceses; que bien sabía que su gloriosa Madre! No seáis causa de que
todos los que allí estaban eran sus amigos; quede nuestra nación tan afeada con tan mal
que les rogaba le oyesen, y que luego se vol- renombre. Mirad que lo hacéis en la plaza
vería á Fiumara: (-) «Ninguno puede negar, del mundo. Mirad que no se podrá después
restaurar con la vida». Estas y otras muchas
(•) Hay un claro como para una ó dos palabraa. Pare-
palabras les dijo, y jamás dudó mellar en ellos,
06 referirse al Bey Católico. que eran para hacer sentimiento en corazo-
(2) Al margen, de letra do la del texto: «Razonamiento
de Diego García de Paredea á, los soldados amotinados». nes de acero. La respuesta que le dieron
376 CRÓNICA MANUSCRITA
fué ('): «Decid, Diego García, ¿ese sermón

enseñóslo aquel cordobés? No solíades vos


CAPITULO V
ser predicador, que tanto habéis tardado en De lo que el Gran Capitán hizo después quT
lo deprender. Mirad, Diego García, agrade- los soldados amotinados fueron reducidos, y
ced que no fenecéis aquí vuestros días, por- cómo se fué derecho á la cibdad de Ñapóles.
que así lo teníamos jurado». Aquí le dijeron
muy malas palabras en su perjuicio y del Luego en los primeros días de Mayo del
Gran Capitán y de los Reyes Católicos. Visto dicho año de mil quinientos tres años que los
por Diego García lo poco que aprovechaba, soldados vinieron, fué el ejército sobre el es-
les dijo: «Yo me quiero volver; mas antes que tado del Príncipe de Melfa, el cual entregó
me vaya os quiero avisar como á compañe- todo su estado con condición que le dejasen
ros y amigos cosa que os cumple tanto y estar á él y á su mujer é hijos en una cibdad

aun más que la vida, según vosotros en suya llamada Trana, hasta esperar lo que los
tanto tenéis la honra de vuestras personas; Reyes Católicos del determinasen y de su es-
que si perseveráis en esta rebelión, todos tado. Lo cual el Gran Capitán hizo de muy
cuantos aquí estáis seréis dados por alevo- buena voluntad; y pasado el ejército, luego se
sos y traidores, vosotros y vuestros hijos y fué para los franceses.
cuantos de vosotros descendieren, como á Estando aquellos soldados amotinados en
hombres que desampararon á su Rey natu- Melfa, túvose gran cuidado de los principa-
ral en el tiempo que más necesidad de vos- les causadores de aquella rebelión, y de los
otros tuvo. Está hecha muy gran pesquisa que se habían desmandado en palabras con-
y memoria, señores, de vosotros, así de tra los Reyes Católicos y Gran Capitán; y
vuestros nombres como de la tierra de don- hecha la pesquisa, túvose gran memoria
de sois naturales, para que allá se vaya á dellos. Pues caminando el campo desde Fiu-
ejecutar esta tan gran fealdad y esta tan te- mara para una villa que se llama Gandebo,
rrible sentencia. Así que donde agora sois que es á ocho millas de Ñapóles, hallaban
llamados vencedores y defensores de los Re- ahorcados de cuatro en cuatro, de cinco en
yes de España, cuyos vasallos sois y lo fue- cinco, aquellos causadores de aquella rebe-
ron vuestros pasados, de aquí adelante se- lión, y á otros empalados. Así que ningún cul-
réis llamados los traidores, y con este re- pado quedó que no fuese castigado de aque-
nombre serán llamados vuestros hijos y des- lla manera, de que los soldados se espanta-

cendientes». ban. Decían algunos dellos: «¿Habéis mirado


Entre estos soldados había algunos que es- cuan secretamente han ahorcado á estos
taban arrepentidos de aquella rebelión y les gentileshombres? Mi ánima con la suya; bien
parecía mal lo que hacían. Diego García les aventurados ellos, pues murieron por cobrar
rogó le dejasen estar entre ellos allí; que más la paga y por guardar la muy loable costum-

quería vivir entre ellos que no ver la cruel bre de los soldados pasadoo de gloriosa me-
sentencia que contra ellos se daba, ni quería moria. Este es el pago que les prometieron;
ver lo que allá hacían sin ellos. Ellos lo tu- bien se pueden contar por mártires, y por ta-
vieron por bien, porque los había movido, á les los podemos tener».
lo menos á los más dellos; y él ofreciendo de Pasó el campo por Benevento; el Gran
parte del Gran Capitán mercedes á los prin- Capitán no quiso entrar dentro, por ser de la

cipales causadores de aquella rebelión, tuvo Iglesia.


tal forma que á los cinco días que allí entre Salieron los síndicos y gobernadores á su-
ellos moró, los redujo al servicio del Gran plicar al Gran Capitán se aposentase dentro
Capitán y se fué con ellos al real que tenían del, ysu casa y los señores, y toda la gente
en Fiumara. de guerra que mandase, porque así lo había
El Gran Capitán los salió á recebir y los mandado Su Santidad.
recibió con grande alegría, mostrándoles muy Era en aquella sazón, como atrás dijimos,
buena voluntad y ofreciéndoles muchas mer- vicario en la Iglesia de Dios el Papa Alejan-
cedes y toda la paga muy presto. dro sexto, de nación español, llamado antes
don Rodrigo de Borja, natural de Játiva, de
(I) AI margen: «Respuesta de los amotinados». noble sangre. El Gran Capitán les agradeció
DEL GRAN CAPITÁN 377

mucho, y les dijo que no les quería dar eno- para la cibdad de Ñapóles; en la cual entró
jo por ser vasallos del Papa. Ellos le traje- debajo de un palio con muy grandes fiestas y
ron un presente de muchas cosas y muy alegrías de todos, chicos y grandes, y fuese á
Gran Capitán con su ejército se
diversas. El aposentar á las casas del Príncipe de Salerno,
fué á Gandolfo, antiguamente los Samites. que son las mejores que hay en aquella cib-
Aquí vinieron los embajadores de la cibdad dad; y ayuntados todos los estados, le jura-
de Ñapóles, los más principales de aquella ron en nombre del Rey de España. Mandó
cibdad, y besaron las manos al Gran Capitán echar un bando que ningún soldado, so pena
con el mayor acatamiento que pudo ser, dán- de la vida, tomase alguna cosa y hiciese des-
dole las gracias por las victorias pasadas, honestidad ni injuria á persona alguna. Man-
suplicándole quisiese sin ninguna sangre rece- dó luego traer la artillería que había ganado
bir aquella cibdad; la cual por las mercedes á los franceses, principalmente la que se ha-
antiguas que de la Casa de Aragón siempre bía ganado en Chirinola. Luego mandó á Pe-
había recebido era muy obligada á perseve- dro Navarro diese orden en combatirlos cas-
rar en la fe que debían, y lo mismo hobieran tillos y mandó poner estancias sobre Castil-
hecho si el tiempo les hobiese dado lugar; novo, porque de ninguna parte fuesen soco-
que le suplicaban les confirmase los privile- rridos. Mandó subir luego la artillería á Sant
gios y inmunidades que los Reyes pasados Thelmo, que está en un cerro frontero de
les habían otorgado y confirmado, y pues su Castilnovo encorporado en la cibdad; mas
fe antigua lo merecía, se los ampliase con los que en Sant Thelmo estaban, visto que
nuevos honores. El Gran Capitán se los con- subían la artillería, luego se rindieron y en-
firmó y les prometió de ser muy grande pro- tregaron la fuerza, y lo mismo hizo Castello
curador suyo con el Rey su señor que les Capuano.
hiciese grandes mercedes. Sabido por el capitán mos de Alegre que
Los franceses que de la rota de la Chiri- aunque la cibdad estaba dada y entregada á
nola escaparon se fueron á diversas partes, los españoles, que la fortaleza se defendía
adonde les pareció que podían hallar mejor con mucho esfuerzo, invió luego gente de
remedio á sus necesidades. Parte de ellos guerra y muchos mantenimientos y vituallas
aportó á Calabria, parte de ellos á Aversa, en las carracas Charanta y la Negrona y en
parte á Capua y otros á otras partes. otras galeras y naos. Eran estas dos carra-
El Gran Capitán luego que llegó á Bande- cas las mayores que en el agua se habían
lo, invió con ciertos caballos ligeros á ocupar visto hasta aquella sazón; mas los españoles
áAversa con Pedro de Paz; el cual en llegan- nunca las dejaron llegar, aunque lo porfiaron
do le abrieron las puertas, y lo mismo hicie- mucho; y así se volvieron sin poder socorrer-
ron los otros lugares de la comarca. Tam- les con cosa alguna á los de la fortaleza, y
bién invió á don García de Paredes y al capi- así se volvieron para Gaeta. Los del castillo,
tán Zamudio con mil y quinientos infantes á sabiendo que el Gran Capitán posaba en las
ocupar á Sant Germán, los cuales en llegan- casas del Príncipe de Salerno, asestaron allí

do lo combatieron sin que hobiese en ellos muchos tiros de artillería y tiraron á la casa.
resistencia; porque los franceses que dentro Vista mala obra que desde la fortaleza ha-
la
estaban, visto el furioso combate que les die- cían, diéronles tan recios combates que los
ron, sin les dar algún espacio, se fueron por de dentro tuvieron harto que hacer en se de-
la parte que va á la sierra y dejaron la villa. fender, y dejaron de tirar.
Fueron muertos y presos hartos, que como
hombres de vergüenza esperaron á sus ene-
migos. CAPÍTULO Vil

De cómo fué combatido por los españoles y al


CAPÍTULO VI
fin fué tomado por combate Castilnovo, y
Cómo el Gran Capitán partió de Bandelo para de los grandes hechos en armas que en aquel
la cibdad de Ñapóles con todo su campo. combate se hicieron.

A los veinticinco días de Mayo partió el Castilnovo fué combatido con mucha y muy
Gran Capitán de aquesta villa de Bandelo buena artillería y por personas que de aquel
378 CRÓNICA MANUSCRITA
oficio sabían mucho, y con muy recios cáno- te se hallaron. Iba delante de todos así por-
nes, culebrinas y grifaltes; mas ninguna cosa que le viesen y se animasen á pelear. Nom-
aprovechaba por ser el muro recio y las pe- braba á todos por sus nombres, y por gozar
lotas resurtían del, que ninguna mella hacían del fruto de la virtud de la fortaleza. Los
en él. Así que les pareció ser aquella fortale- franceses, espantados de la súbita ruina y del
za inexpugnable por asaltos. Ordenó que se presuroso ímpetu con que fueron acometidos,
le hiciesen minas por la parte de la mar y de los que pudieron huir se retiraron á la forta-
los jardines porque fuesen más secretas, sin leza y quisieron alzar el puente, mas no pu-

ser sentidas de los franceses; para lo cual ha- dieron con peso de los soldados que en
el

bía un micer Antonelo muy sabio en aquella ella ya estaban; y luego echaron los cerrojos
arte, de quien Pedro Navarro fué instruido por de dentro, que eran muy fuertes, de
en aquella industria. Las minas se hacían tan bronzo, y asestaron una culebrina por de
secretas que aun los del campo de los espa- dentro muy gruesa. Luego los españoles con
ñoles no lo sabían, sino muy pocos y estos las alabardas quebrantaron las cadenas con
con gran secreto. que se solía alzar el puente. Pues asestada
Castilnovo tiene al derredor una que lla- la culebrina, pusiéronla fuego, para que pa-
man cibdadela muy medio está la
fuerte, y en sando la puerta matase á los españoles que
fortaleza. Avisado, pues, el Gran Capitán que en el puente estaban, principalmente al Gran
las minas estaban á punto, mandó un lunes, Capitán, que estaba delante junto á la puer-
día de Sant Bartolomé, á once días de Junio, ta; que era de hierro colado, dio
y la pelota,
se comenzasen á encender las mechas, y des- en la la parte de fuera de
puerta que era por
de la mañana secomenzó la batería, porque bronzo, y allí paró; y hoy está allí señalada, la
los franceses, como ello fué, se bajaron á la cual van á ver los extranjeros que á aquella
cibdadela, porque la artillería jugaba á la cibdad van, por ver un tan maravilloso caso.
fortaleza, y abajaron las puentes y bajaron á
la cibdadela muy seguros de lo que acon-
teció.
CAPÍTULO VIII

Mandó Gran Capitán que á las doce


el Cómo se tomó por combate el castillo, y lo que
horas de medio día, que sería al reventar de en aquel asalto aconteció.
la mina, estuviesen á punto trescientos de
caballo muy valientes escuderos á pie, y con Los españoles asestaron otra culebrina á
ellos cuatrocientos soldados, y con ellos el la puerta, que sería la meytad menor que la
Gran Capitán espada y una ro-
á pie con una otra, y pasó de claro la puerta y mató á los
dela; y pusiéronse á la partede las minas muy franceses que dentro estaban enfrente. Por
cubiertos, que no podían ser vistos de la for- el agujero que esta pelota hizo se lanzó, aun-

taleza. Pues estando esperando que diese el que con gran dificultad, un soldado español
reloj las doce horas, venida aquella hora, re- llamado Alonso el Corzo.. Entró solo, que
ventó la mina y derribó un lienzo de la cibda- ningún otro pudo entrar, aunque lo probaron;
dela de hasta quince varas de luengo. Fué y puesto en medio del patio diciendo «¡Es-
tanta la priesa de los españoles á subir por paña, España!» andaba como un toro en el
aquel lienzo derribado, que antes que del coso, de una parte á otra peleando, haciendo
todo acabase de caer ya estaban dentro en maravillas en armas, todo cubierto de lanzas
la cibdadela; que los franceses no tuvieron que le lo alto y desde lo
arrojaban desde
lugar de alzar las puentes levadizas de la for- bajo, porque no seosaban acercar. Nunca
le

taleza, porque luego fueron tomados los hue- pudo ser socorrido, aunque se trabajó harto
cos della y muertos todos los franceses de sobre ello; y fueron tantas las heridas que de
la cibdadela, que ninguno escapó. todas partes le dieron, que le pasaban el
El Gran Capitán no quiso aquel día dar la cuerpo con las lanzas arrojadizas, hasta que
gloria de hallarse allí á otro ninguno, por- dio la alma á Dios, y dejó allí su cuerpo, en
que su persona fué de primeros que arre-
los el cual había poca parte sana. Los que vieron
metieron, como dijimos, en calzas y jubón elcuerpo de Alonso el Corzo no tuvieron en
con una espada y rodela, y hizo aquel día mucho lo que Julio César alaba á un capitán
más que ninguno de los que en aquel comba- suyo llamado Qeva, que le trujeron su escu-

á
DEL GRAN CAPITÁN 379

do, en que le habían dado sus enemigos dos- Dentato que desbarató á Pirro, rey de los
cientas y veinte saetadas. Mucho más sin epirotas, y le forzó dejar á Italia y volverse á

comparación fué lo de Alonso el Corzo, que su tierra. No es de loar menos el esfuerzo de


por muchas partes fué pasado su cuerpo de aqueste Dentato, de su nombre, ó quizá de
muchas lanzadas y saetadas, y andando atra- su linaje, su descendiente, que viendo huir á
vesado el cuerpo de lanzas y saetas, peleó los franceses de donde ningún fruto se podía
hasta que cayó muerto. sacar sino morir, por hacer lo que debía y no
Tras este Alonso el Corzo entraron cuatro vivir dejando de gozar del fruto de la forta-
españoles con el mismo deseo y esfuerzo que leza, peleó hasta que fué muerto.
Alonso el Corzo, aunque cuando entraron Pues los españoles por entrar al castillo, y
ya Alonso el Corzo estaba muerto, hecho un los franceses por le defender la entrada, se
erizo de las saetas y lanzas que le atrave- hicieron grandes hechos en armas. Este día
saban el cuerpo. Estos comenzaron en medio sufrieron los capitanes españoles mucho tra-
del patio á gritar: «¡España, España!» y á bajo, porque ningunas palabras bastarían de
pelear con grande ánimo con todos los fran- decir: lo que allí pasó lo dejo de escribir. Era
ceses, como Alonso el Corzo había hecho; y cosa de gran admiración ver subir los sóida •

como se guardaban, hacían en los franceses dos por las picas. Echaban dende arriba so-
muy grande estrago. Mas como cargaron bre ellos mucha pólvora y piedras, y ningún
sobre ellos doscientos hombres de armas de estorbo bastaba para los estorbar. Mandó
los mejores de todo su campo y con muchos el Gran Capitán que ochenta hombres de

géneros de armas, y nunca pudieron ser so- armas á pie peleasen con los de dentro, lo
corridos, murieron los tres. El otro, visto cual hicieron con mucho ánimo; mas como los
muertos á sus compañeros, peleó tan valien- de dentro estaban en lo alto y todos á su
temente por vengar la muerte dellos, que los salvo, mataron con pólvora más de los cua-
franceses le dejaban el lugar y le abrieron renta de ellos; mas los vivos que quedaron
camino por donde salió con seis heridas muy vinieron con ellos á las manos, y por fuerza
grandes, y los franceses quedaron los más y con gran dificultad los entraron. Los fran-
contentos del mundo de lo ver fuera del cas- ceses viendo á los españoles dentro en la
tillo. Este era paje del Gran Capitán y se lla- fortaleza, con el alcaide se recogieron á una
maba Juan Peláez de Berrio. torre principal y otros á otras, pensando de
se defender Los españoles les comba-
allí.

CAPÍTULO IX tieron en las mismas torres donde estaban,


De las cosas que en este asalto acontecieron, y bajaron y abrieron las puertas por do to-
dos entraron; en lo cual murieron algunos
principalmente á un caballero napolitano que
soldados, porque se entretuvieron á hacer
seguía la parte francesa.
más de lo que las fuerzas humanas bastaban.
Cuando los españoles metieron á los fran- Porque unos subían y se metían por las ven-
ceses por el puente levadizo, hallóse allí un tanas dentro en las torres; otros se lanzaban
caballero neapolitano llamado Dentato, que por los agujeros que hacían las pelotas, y
seguía la parte francesa, y hallóse aquel día dentro peleaban con ellos y los mataban y
en la cindadela con los franceses; y como los los echaban por las mismas ventanas. Fueron
franceses se recogieron al castillo, trabajó los franceses tan turbados, que no se pudie-
con ellos mucho animándolos para que defen- ron más defender; así los españoles fueron
diesen el puente, mas nunca pudo con ellos. señores de todo el castillo, que no quedó
Pues visto que ninguno quedaba fuera, él francés que no fuese muerto ó preso.
solo quedó en la puente y sufrió el primer
ímpetu de los españoles y peleó con muy CAPÍTULO X
grande esfuerzo. El Gran Capitán quisiera
De lo que el Gran Capitán mandó hacer des-
mucho que se diera, mas él jamás quiso, has-
pués que fué tomada la fortaleza.
ta que peleando sin volver un punto atrás,
fué muerto como muy valiente caballero, si- Pues tomada la fortaleza mandó el Gran
guiendo la opinión que una vez había elegi- Capitán que los soldados la saqueasen, por-
do. Ensalzan mucho los historiadores á Curio que había en ella mucho oro y plata, muchas
380 CRÓNICA MANUSCRITA
joyas y de mucho valor, mucha moneda y mu- nía. Mas no puedo creer que un caballero
chas riquezas, así de los franceses como de de tan noble sangre y que tantas mercedes
los mercaderes ricos que allí las tenían se- del Gran Capitán había recibido hiciese tal
guras. Todo fué saqueado por los soldados, cosa, por ser tan ajeno de su condición. En-
de donde quedaron muchos de ellos ricos. tre todos aquellos que á este Ñuño de Ocam-
Hasta unos órganos que allí había de plata po conocieron por haber sido hombre de tan-
saquearon, los cuales el Gran Capitán com- ta verdad y muy aficionado á las cosas del
pró de los soldados y los mandó volver allí Gran Capitán, jo por ninguna manera puedo
A los prisioneros con el alcaide mandó poner sospechar de él tal cosa; porque en todas las
á buen recaudo; y porque algunos soldados se jornadas que se halló, como en la de Terra-
quejaban que no les había cabido parte de la nova, en Calabria y en el desbarato y rota de
presa, porque aquel día ninguno quedase Mélito, y en reducir los soldados que se ha-
descontento, mandó que fuesen á su posada bían amotinado, con gastar parte de su ha-
y la saqueasen sin quedar cosa alguna en cienda los redujo, y en la jornada de Pisa se
ella. Fueron todos aquéllos y hasta gente de hubo como buen capitán. El Rey le hizo mer-
la misma ciudad y no dejaron en su casa cosa ced en aquel reino de las villas de Petrela,
que no robaron; y descolgaron toda la tapi- Carpotacio y Lucinta.
cería y arcas, que ninguna alhaja ni cosa de- La ocasión que tuvieron los invidiosos y
jaron que no robaron. Fué estimado lo que maldicientes contra Ñuño de Ocampo fué que,
allí se robó en grandísima suma de ducados, partido Ñuño de Ocampo del Rey Católico, lue-
porque á todos les cupiese parte del despojo go el Rey publicó que no podía dejar de ir á
suyo y ajeno. Ñapóles, como lo hizo. Llegado que fué á Ña-
Hallóse en aquella fortaleza mucha muni- póles, el Gran Capitán lo envió á recibirá la
ción y vituallas, lo cual todo fué comprado á Duquesa de Sesa su mujer; el cual viniendo con
los soldados y vuelto á la fortaleza; y luego ella, adolesció enGaeta, y llegando á Sesa mu-

mandó limpiar la casa de los muertos y la rió á los veinte y tres días de Noviembre, año
plaza, y pasar allá una cama, que en la posada de mil quinientos seis años.
no se halló, y una cuna en que se echase, por-
que todo como dijimos fué robado; porque
con su liberalidad venciesen su fortuna, no
CAPÍTULO XI

les habiendo cabido parte del saco, que has- De lo que después de ganada la fortaleza y
ta la bodega del vino le robaron sin le dejar apaciguada toda la cibdad aconteció.
cosa.
Hizo alcaide de Castilnovoá Ñuño de Ocam- Castilnovo se ganó á los once días de Junio
po, hombre de mucho valor y esfuerzo y muy como dijimos, y luego invió el Gran Capitán á
familiar suyo, á quien había hecho maestre de reducir algunos lugares de aquella comarca
campo, natural de Zamora, de noble sangre, que aún estaban por los franceses, y todos se
que en la tomada de Castilnovo sufrió mucho redujeron si no fué Luis de Arce, que tenía á
trabajo con grande valor y esfuerzo y estuvo Venosa por el Rey de Francia. Había inviado
siempre á la puerta del castillo peleando Era á suplicar al Gran Capitán que no le manda-
hombre de mucho ánimo y industria y fué se cercar hasta que le viniese cierta respues-
muy privado del Gran Capitán, aunque des- ta del Rey de Francia que sobre ello le había
pués quisieron decir que habiéndole enviado escrito. El Gran Capitán sobreseyó aquel
el Gran Capitán á España al Rey don Fernan- cerco por muchas causas: la una porque la
do para le informar de las cosas del reino de tierra estaba por el Gran Capitán, aunque la
Ñapóles, y para que averiguase la verdad fortaleza estaba rebelde; la otra, porque no
contra las mentiras y falsedades que micer le importaba mucho, y porque había otras

Baptista Pynelo había dicho al Rey don Fer- partes más importantes y de más necesidad
nando contra el Gran Capitán, como hombre de socorro, y también porque la fortaleza era
que sabía las entrañas y los secretos desig- muy fuerte y muy
proveída y se deternían al-
nios del Gran Capitán, había, por intereses gún día en ella, y porque Luis de Arze hacía
que el Rey le había prometido, dicho co- lo que debía mejor que todos los otros capi-

sas bien contra la opinión q.ic de él se te- tanes del Rey de Francia, y también por ir
DEL GRAN CAPITÁN 381

sobre Gaeta, adonde se habían retirado todos Castilnovo. Y visto por los franceses cómo
los más franceses del reino con mos de Ale- les apretaban el cerco del castillo, cesaron de
'
gre, Paliza y los otros capitanes que de la tirar á la torre de Sant Vicente.
Chirinola escaparon. Pues proveyendo Pedro Navarro la torre
de Sant Vicente de alcaide y gente y vituallas
y á buen recaudo, se vino al Gran Capitán que
CAPÍTULO XII se adereszaban de combatir á Castilnovo. El
Cómo Pedro Navarro conquistó la fortaleza de Gran Capitán lo recibió con grande alegría y
Sant Vicente. le besó en el rostro, diciéndole muy buenas
palabras así á él como á los que con él se ha-
Cuando Gran Capitán entró en la cibdad
el bían hallado.
de Ñapóles, mandó á Pedro Navarro tomase
á cargo de combatir la torre de Sant Vicente,
CAPÍTULO XIII
que es una torre en el agua enfrente de Cas-
tilnovo con un muy fuerte rebelh'n y muy fuer- De cómo partió el Gran Capitán de la cibdad
tes torres y reparos. Pedro Navarro, encarga- de Ñapóles y fué á cercar á la cibdad de
do de aquella empresa, tomó treinta compa- Gaeta.
ñeros en una barca y pasó allá de noche y
habló en francés nombrándose quién era, á A los diez y ocho días de Junio del mesmo
quien los franceses estaban esperando; y año de quinientos y tres años partió el Gran
díjoles que abriesen de presto, diciéndoles Capitán de la cibdad de Ñapóles para ir á cer-
con que los pudo engañar. Las guardas lo car á Gaeta, y dejó mandado á Pedro Navarro
hicieron saber al alcaide. Luego les mandaron que pusiese sitio y combatiese á Castil del
subir, y subiendo, dejó en el rebellín diez sol- Ovo, que es una fortaleza en el agua cerca de
dados, y él con los veinte subió arriba á la la cibdad de Ñapóles, la cual fué llamada en
torre. Como el alcaide y los que con él esta- otro tiempo Megaris, de una de las sirenas, y
ban sintieron ser españoles, comenzaron á se pasa á ella por un puente que hay á tierra
llamar alarma y pelearon con ellos los veinte firme. El Navarro tomó la gente que le pareció
españoles, y los diez con los que estaban en y se quedó, y lo que hizo adelante se dirá.
el rebellín. Fué cosa muy reñida; mas los espa- Pues dejado proveído esto y la cibdad y
ñoles los unos y los otros pelearon con tanto todo lo demás con el recaudo que convenía,
ánimo, que en poca de hora los despacharon, partió con su campo sobre Gaeta, que está
as á los de la torre como á los del rebellín. A de cibdad de Ñapóles veinte leguas, por-
la
esta hora venía la mañana. Luego pusieron en que, como arriba dijimos, todos los franceses
lo alto de la torre las banderas de España, y que escaparon de pasadas se ha-
las rotas
comenzaron á decir: «¡España, España!». bían acogido allí, por General á
teniendo allí

Echaron á los franceses uno á uno de la mos de Alegre. Pues determinado el Gran
torre abajo en el agua, sin quedar uno solo. Capitán de ir sobre Gaeta, escribió á don
Los franceses de cuando aquel
la fortaleza, Fernando de Andrada que luego se viniese á
apellido oyeron, fueron muy
espantados, y Ñapóles contándole sus designios, y trajese
asomados, vieron las banderas de España en su campo y á mos de Auberi muy benignísi-
lo alto de la torre, porque estaban muy sin mamente, y le regalase mucho, porque en todo
pensamiento de lo que pasó, y vieron los caso quería ir á cercar á Gaeta, en la cual se
cuerpos de los franceses andar en el agua, habían recogido los franceses que se habían
que las olas los traían de acá para allá. Luego escapado; porque esperaban el socorro que
asestaron muchas piezas de artillería contra por mar les había de venir, trayendo por ca-
la torre, y cada día la lombardeaban; mas pitán á Ludovico, Marqués de Saluces, al cual
Pedro Navarro tenía tan buen recaudo en ella, el Rey de Francia había hecho General de su

que ningún inconveniente recebían, y dejando ejército y de toda la guerra.


Pedro Navarro en ella el recaudo que era Luego el Andrada con los otros capitanes y
menester, se vino á entender en las minas de ejército, dejando proveído todo como cumplía,
Castilnovo, porque esto fué luego que el Gran dejando proveídas las fortalezas de Calabria
Capitán llegó á Ñapóles, antes que tomasen á y puesto en ellas los alcaides y soldados que
382 CRÓNICA MANUSCRITA
le pareció convenir, se partió; pasó por Pesto, quedando estos dos señores huérfanos de
que hoy ha mudado el nombre y se llama Ca- sus padres, encomendados á su tía la dicha
pacho, y por Velia, que se llama hoy Buca, y doña Constanza de Avalos, que sin duda
porBuxento,que es Policastro. También escri- puede igualarse con todos los capitanes anti-
bió á su tío don Diego de Arellano, que había guos en valor y esfuerzo de su persona, y
tomado á Melfa, que estuviese por frontero y con todas aquellas matronas romanas, como
refrenase á Luis de Arce, que desde Venosa Cornelia, Sulpicia y todas las otras notables
salía muchas veces y hacía daíio en la comar" mujeres. La cual crió á estos dos tortísimos
ca. Asimesmo invio al Próspero y á sus her- capitanes, al Marqués, como dijimos, de Pes-
manos y al Duque de Termolí que se viniesen cara, y al Marqués del Vasto, que después
luego con su escuadrón á Pontecorvo. Este conocimos en Italia sobrepujar á los demás
Pontecorvo se llamó antiguamente Freguellas, capitanes de su tiempo en el esfuerzo y va-
y él se fué derecho á Sant Germán, que fué lor de sus personas. Esta doña Constanza

llamado Casino, adonde hay un gran trato, y los crió desde su pequeña niñez, que no les

derecho por Carínula hizo su camino, y tomó hicieron falta sus hermanos, padres de los
de camino á Roca Guillermo sin guerra sobre dichos Marqueses, con inmortal gloria y tan
su fe. próspera fortuna, habiéndolos ella criado así
La gente que los franceses tenían eran los en la virtud y cristiandad y ejercicio de las
siguientes: cuatrocientos hombres de armas armas, que fué tenida por la más valerosa

gruesos, mil caballos ligeros, cinco mil infan- mujer de su tiempo.


tes, sin los que estaban en Gaeta y en otras Pues como doña Constanza vio las galeras
partes. PasóGran Capitán por Aversa y no
el de Francia querer embestir con las galeras
entró en ella; por Capua entró en ella por de España, acordándose de la fe y lealtad
pasar por la puente. En todos estos lugares que á la casa de Aragón tenía y debía, mandó
fué recibido el Gran Capitán con mucha ale- desde el castillo disparar la artillería de los
gría,porque estaban por España, que, como reparos de la fortaleza y pelear con la arma-
dijimos, los había reducido Diego García de da francesa, y los alejó de la fortaleza, de
Paredes, el coronel, y Cristóbal Zamudio. manera que ningún daño hicieron con las
Llegó á Sant Germán, que estaban reducidos, galeras ni en la isla, defendiendo muy valero-
porque los habían allanado los mesmos Diego samente á los españoles, alzando en el casti-
García y Zamudio. llo las banderas de España, dando á entender

cómo ella y los que con ella estaban y casti-


llo y toda la isla, adonde hay siete pueblos,
CAPÍTULO XIV estaban en la fidelidad de los Reyes de Espa-
De cómo la armada francesa vino á proveer de ña, de donde ella era natural, de la noble san-
gente y vituallas á las fortalezas que esta- gre de los Avalos, naturales de la cibdad de
ban por ellos. Toledo.

La armada francesa vino ya tarde, y como


CAPÍTULO XV
vio que ninguna cosa aprovechaba su venida, De lo que el Gran Capitán hizo yendo á cercar
volvió contra la isla Ciraria, la cual hoy lla- á Gaeta.
mamos Izcla, por hacer el daño que pudiese á
las galeras de España, que estaban muy des- Llegó el Gran Capitán á Sant Germán, jun-
cuidadas debajo de la fortaleza. Mas cuando una ladera de una sierra un
to al cual está en
el Rey Federico se fué de aquel reino á Fran- monesterio de monjes de San Benito, adon-
cia, dejó en la fortaleza de Izcla á doña Cons- de está su mesmo cuerpo y de otros muchos
tanza de Avalos, tía hermana de su padre, santos, adonde se había acogido Pedro de
del Marqués de Pescara, don Hernando de Médicis, hijo mayor del magno Lorenzo de
Avalos, y de don Alonso de Avalos, Marqués Médicis, principales hombres en la cibdad de
del Vasto, hijos de don Alonso de Avalos y Florencia. Era este Pedro de Médicis herma-
don Hernando de Avalos, nietos del Condes- no del Papa León décimo, que después fué.
table de Castilla don Ruy López de Avalos, Era capitán del Rey de Francia y habíase me-
muy gran señor de los reinos de España. V tido en aquella abadía, que era del Cardenal

á
DEL GRAN CAPITÁN 383

su hermano, que fué después, como dijimos, trero, y comenzando á combatir la villa y
León décimo. Llámase aquella abadía Monte- subir todo fué uno. Los franceses en vién-
casino. doles subir el muro desampararon la villa, y
El Gran Capitán no quiso combatir aquella por una cuchilla de una sierra, que se confi-
abadía por reverencia del cuerpo de Sant Beni- na con la villa, se acogeron sin quedar uno
to y de los otros santos que allí están. El Gran solo y desampararon también la fortaleza.
Capitán le invió un trompeta al dicho Pedro Como los de la villa se vieron desampara-
de Médicis que se rindiese él y hasta ducien- dos de los franceses y á los españoles subir
tos soldados que consigo tenía, si no que al muro con tanta presteza, salieron al Gran
combatiría la abadía y la entraría por fuerza Capitán á le supHcar les tomase en su defen-
de armas. El Pedro de Médicis prometió y sa y le darían cinco mil ducados para ayuda
dio su fe que la entregaría dentro de doce de pagar los soldados; y le darían todos los
días, y se daría así él como los que con él es- bastimentos que fuesen menester y serían
taban. Y con esto los dejó el Gran Capitán y muy fieles á la casa de Aragón, porque ya
no les hizo daño alguno. Cumplido el término vían la mucha justicia que aquel reino tenía
de los doce días, visto por el Pedro de Médi- y la poca parte que eran los franceses para
cis el grueso ejército que de Francia venía la conservar, y cómo Dios les ayudaba á ven-
con el capitán Ludovico, marqués de Saluces, cer, y que le suplicaban no permitiese fuesen
quebrantó la palabra y se pasó á los france- saqueados. Lo cual el Gran Capitán les otor-
ses. Cuando el Gran Capitán lo supo, dijo: gó, y quedó allí por capitán, alcaide y gober-
«No es de maravillar que Pedro de Médicis nador Tristán de Acuña, y el ejército pasó
quebrantase la palabra como capitán, pues adelante.
nunca la quebrantó como mercader. Yo soy
fiador que nunca la quebrantara el magnífico
CAPÍTULO XVI
Lorenzo, su padre». De cómo se asentó el cerco sobre Gaeta, y de
El Gran Capitán de allí de Sant Germán cómo llegó allí Pedro Navarro, que venia de
partió con su ejército á los veinte y seis días conquistar á Castil del Ovo.
de Junio del dicho año, junto á Pontecorvo,
ribera del río del Careliano; este río se llamó El Gran Capitán con su ejército llegó á
antiguamente Lires, víspera de Sant Pedro y Gaeta y asentó sobre ella el cerco, en la cual,
Sant Pablo; y este mismo día pasó el río del como dijimos, estaban las reliquias de Sant
Garellano, y fué sobre un lugar que se llamaba Benito. Pues llegado el Gran Capitán, asentó
Roca Guillermo, que estaba por los franceses el sitio sobre la cibdad, que fué primero día
y está puesto en un alto, y es muy fuerte, así de Julio de dicho año de quinientos tres años.
por su natural sitio como por los muros y Había en el campo del Gran Capitán tres mil
fuertes torres que tiene, y por muchos fran- y quinientos soldados, mil y quinientos hom-
ceses que estaban dentro, y todos muy aficio- bres de armas, algunos caballos ligeros. En
nados á la casa de Francia. El Gran Capitán el campo de los franceses había, como diji-
les invió á requerir que se diesen, porque le mos, dentro de la cibdad cuatrocientos hom-
pesaría de les hacer mal. Ellos respondieron bres de armas, mil caballos ligeros, cinco mil
que hiciese todo su poder y que no habría infantes y más de cinco mil otros soldados
hecho nada; que no eran ellos como los otros que les habían venido de socorro; y más les
cobardes y de poco ánimo que se les habían habían venido mil y .quinientos hombres de
rendido. El Gran Capitán mandó que se com- armas; porque en esta sazón los franceses
batiese la villa y que ninguno volviese al real eran señores de la mar y traían en el agua
ni habían de comer bocado hasta que se to- muy gruesa armada, en que había las dos ca-
mase. Y porque viesen que quería guardar la rracas que dijimos, la Charanta y la Negrona,
condición, él iba de los primeros en calzas y y cuatro galeones muy buenos, y más cinco
jubón, con una espada y una rodela, llamán- carracas sin las dos ya dichas, y más veinte
dolos á todos por sus nombres y animán- galeras y otros muchos cascos, con que
dolos. Los soldados, viendo tan adelante la siempre eran socorridos así de gente como
persona del Gran Capitán, pasaban unos de todas las cosas necesarias á la guerra.
por los otros teniéndose por apocado el pos- En esta sazón llegó allí Pedro Navarro, á
384 CRÓNICA MANUSCRITA
quien el Gran Capitán, como arriba dijimos,
dejó sobre Castii del Ovo; y llegado al Gran
CAPÍTULO XVII
Capitán le contó cómo había tomado á Castii De cómo el Gran Capitán envió á don Diego de
del Ovo, que fué de esta manera. Quedaron Mendoza con Emente de armas d Roma á traer
para aquella empresa Pedro Navarro, micer á la Princesa de Squilache, nieta del Papa
Antonelo y Riarán con su compañía. Una no- Alexandre.
che Pedro Navarro y micer Antonelo se me-
tieron en una solapa de aquella peña sobre Los franceses habían desposeído de su
que estaba la fortaleza y hicieron una mina; y principado á esta señora, y el Gran Capitán
con el embate de las olas, que allí á la contina siempre deseó tener contento al Papa Ale-
herían, no oían los de arriba los golpes que xandre; porque desde que le cobró la fortale-
con los picos daban. Pues hecha la mina y za de Ostia de poder del tirano Menaldo
todo concertado, dejó Pedro Navarro puesta Guerra, le tenía el Papa por muy gran servi-
la mecha que había de ir á encender la pólvo- dor Pues estando el Gran Capitán sobre esta
ra; y salieron de debajo de la solapa, y comen- cibdad de Gaeta, supo cómo un capitán fran-
záronse á aparejar en barcos, para en ca- cés venía con gente de armas á Roma á to-
yendo el muro que estaba minado subiesen mar por fuerza á la Princesa de Squilache,
los españoles á escala vista al castillo. Los nieta del Papa Alexandre. Envió luego á don
franceses que dentro estaban, visto que los Diego de Mendoza con cierta gente de armas
españoles se aparejaban para los combatir y y caballos ligeros á Roma, y que trújese con
entralles, no sabiendo el ardid, acudieron to- mucha guarda y muy servida á la Princesa de
dos allí á defenderles el combate que pensa- Squilache para le entregar su principado; y
ron que les querían dar, y todos estaban en- partiéndose don Diego, le dijo el Gran Capi-
cima de donde estaba minado. Estando en tán: «Señor don Diego, si los franceses os
esto cebó la mecha de la pólvora y todo lo quisieren tomar á la Princesa, y fuere Dios

alzó por alto y fueron volando los franceses servido que la tomen, mirad, señor, no quede
por alto y por el aire; porque á la sazón el vivo quien me lo haga saber, y que sola ella

alcaide había allí llamado á todos los princi- y las mujeres queden vivas». Don Diego le
pales que allí había, que ellos y los santos de respondió: «Yo, señor, espero en Dios y en
la iglesia fueron volando y muertos casi to- vuestros méritos y ventura que latrairemos
dos y sepultados en el agua; que como iban á pesar de todos los franceses». Pues don
armados, luego fueron ahogados. Los que Diego por sus jornadas llegó á Roma y tomó á
quedaron vivos, espantados de aquella súbi- laPrincesa, y saliendo por la puerta de Roma
ta mina, sin más consultar se rindieron luego. que llaman de Sant Pablo, los franceses que
Caído este muro, quedó el castillo tan fuerte, habían entrado por otra puerta y sabido que
que si dentro hobiera quien lo defendiera, don Diego la llevaba, sin se detener más, lo
aunque livianamente, no se pudiera tomar alcanzaron, que no les llevaban de ventaja
sino con gran dificultad. Lusgo subió Pedro una hora. Luego don Diego proveyó que la
Navarro y se apoderó del castillo y dejó en Princesa fuese siempre media legua adelante
él á Riarán por alcaide con el recaudo que con cierta gente de guarda, y á las veces iba
era menester, y fuese para el Gran Capitán una legua; y él con la gente quedó en la re-
al cerco de Gaeta. Y cuando el Gran Capitán taguarda.
supo que venía, saliólo á recebir, y túvolo Los franceses alcanzaron á don Diego sa-
abrazado con mucha alegría y díjole: «Señor Don Diego
liendo por la puerta de la cibdad.
Pedro Navarro, no será menester alabar volvió á ellos y pelearon deambas partes,
vuestro esfuerzo; mas v. m. es desde hoy adonde hubo algunos muertos de ambas par-
más Conde y yo sé de dónde». Y dende ade- tes, y comenzaron á andar, y los franceses á
lante así le trató como á Conde, y mandó que seguirlos. Volvían á ellos y peleaban, y otras
todos así lo tratasen, hasta que vino la con- veces se apartaban á caminar. Pocos días ha-
firmación de los Reyes Católicos del condado bía que los franceses no los acometían, y los
de Oliveto, el cual poseyó diez años, hasta españoles volvían á ellos y los acometían y
que se declaró por capitán y servidor del rey peleaban con ellos y les ofrecían la batalla, y
de Francia. jamás los franceses la quisieron aceptar, sal-

i
DEL GRAN CAPITÁN 385

vo ir tras ellos dándoles en la retaguarda al con amigos ni enemigos. Y aun sus


ligión, ni

tiempo que les parecía poderse aprovechar amigos del bando ursino se holgaban, y todos
de ellos. Los unos y los otros dormían siem- decían ser aquel justo juicio de Dios, por ser
pre en el campo y con mucho recaudo. Mas aquel tirano tan inhumano y cruel que á
el mayor trabajo que llevaban era la falta de ningún género de hombres perdonaba. Por-
mantenimientos, porque no se los querían dar, que con veneno había muerto algunos Carde-
y no iban en tiempo de los tomar por fuerza. nales, porque eran poderosos y ricos. Y no
De esta manera, pasando mucho trabajo y su- bastaron las muchas plegarias y oraciones de
friendo mucha necesidad, llegaron á tierras del todo el pueblo y de toda Italia para que Dios
señor Próspero Colona, donde les dieron to- lo llevase y les quitase una persona tan per-
dos los mantenimientos que hobieron me- judicial á toda aquella nación. Con todos los
nester. remedios que le hicieron quedó tan malo que
Los franceses, visto el poco fruto que saca- estuvo muy al cabo de tanta flaqueza y tan
ban y la gente que perdían, se volvieron, y hedionda, que no había quien entrase á do él
don Diego llegó con la Princesa á Castellón, estaba. Y el mesmo Cardenal de Corneto,
adonde halló al Gran Capitán que salió á re- aunque le fueron hechos muchos remedios,
cebir á la Princesa con todo su campo, y le quedando vivo, fué tan abrasado de aquel
hizo muy buen recibimiento. De allí se fué la maldito veneno que mudó todos los cueros y
Princesa á la cibdad de Ñapóles, y luego el pellejo del cuerpo, y nunca fué bien sano
Gran Capitán le invió á entregar su princi- mientras vivió. El Papa quedó tal que se puso
pado. tan negro y tan hediondo que aun para lo en-
terrar con gran dificultad podían.
CAPÍTULO XVllI

De cómo á esta sazón murió el Papa Alcxan-


dte y porqué ocasión. CAPÍTULO XIX
De muerte del Papa
las cosas que después de la
En esta sazón supo el Gran Capitán por Alexandre acontecieron en Roma.
cartas del embajador Francisco de Rojas
cómo á los trece días de Agosto del dicho año Oída muerte del Papa Alexandre, los co-
la
de quinientos y tres años murió el Papa Ale- luneses Próspero, Fabricio Colona con An-
el

jandro, que, como hemos dicho, era de nación tonio Colona y sus parientes, tomando licen-
español, natural de Játiva, en Aragón, llama- cia y favor del Gran Capitán, se partieron á
do antes don Rodrigo de Borja. Y la ocasión gran priesa para Roma para cobrar con las
que hubo de que se causó su muerte fué que armas las tierras que el Papa y su hijo Césaro
Césaro Borja, su hijo, hizo un banquete á Borja les habían quitado contra toda razón y
ciertos Cardenales en casa del Cardenal justicia. Llegados con grande presteza á
Adriano de Corneto, en cuyo jardín cenaban; Roma, el Césaro, no pudiendo hacer otra cosa,
y avisando el Césaro al botyller del frasco se las entregó, así por su grave enfermedad
que había de dar de beber á los Cardenales, como por no se enemistar con los coloneses,
adonde estaba el tósigo, erró el frasco y dio porque tenía por enemigos á los ursinos, á
al Papa y á Césaro del frasco toxicado y al quien tenía enojados por les haber muerto
Cardenal de Corneto, y á los otros á quien el muchos de casa ursina.
Césaro quería toxicar dio del que no tenía Los coloneses recibieron esta liberalidad,
ponzoña. Luego sintieron el daño, y los médi- aunque hecha por fuerza y contra su volun-
cos hicieron todos los remedios que humana- tad; con que recobraron á Chinarano y á Nep-
mente pudieron hacer; mas como el Papa era tuno y á Herculano y á Roca de Papa, forta-
viejo, no pudo naturaleza ayudarle, como lo lecidas y proveídas por el Papa y su hijo de
hizo al Césaro, que era mozo, y aunque con torres, muros y grandes edificios.
todos los remedios que le hicieron, quedó Como el Borja César se vio tan enfermo y
muy malo y pensaron que no viviera. A toda tan sin amigos, se recogió al Palacio sacro
Italia fué muy aplacible el mal del Césaro por con buen ejército de españoles, de quien él
quitar de aquella provincia un tan perjudicial siempre se había fiado; en tanta manera que
hombre, que ninguna cuenta tenía con la re- los Cardenales queriendo criar nuevo Pontí-
Cvónicax del Gran Capitán. 25
386 CRÓNICA MANUSCRITA
fice no tuvieron por lugar seguro el Palacio naturales; porque tenía nueva que el Rey Luis
sacro, antes se recogieron en la Minerva, que de Francia inviaba á cobrar el reino de Ña-
es un monasterio de dominicos muy insigne y póles con un muy grueso ejército, y por capi-
fuerte. Fué cosa muy nueva y no vista que tán á Francisco de Gonzaga, Marqués de
los Cardenales con tan grande infamia no Mantua, para que se juntase con el de Saluces
osasen elegir Pontífice en su ayuntamiento del que acá estaba, y venía con él mos de Tramo-
Sacro Palacio y que se perdía toda la repu- lia, un capitán de mucha autoridad y muy dies-

tación de los magistrados romanos si aqué- tro en las cosas de la guerra.


llo no remediasen. Por lo cual todos los mis- Pues requeridos estos capitanes y la infan-
mos magistrados ayuntados en Campodolio tería que en su milicia estaban con el César
consultaron y se resolvieron y determinaron Borja, tuvieron por más principal cosa la hon-
que tocaba á su oficio y reputación dar lugar ra de la nación y patria que los intereses par-
seguro y libre al Sacro Colegio de los Carde- ticularesque del Borja recibían. Estos capita-
nales para que libremente según Dios orde- nes fueron don Hugo de Moneada, don Pedro
na criasen nuevo Pontífice; y que primero lo de Castro, don Hierónimo Lloriz, Consiscet,
tentasen pacíficamente, y cuando no, con las Diego de Quiñones, de ilustre sangre del reino
armas en las manos; porque á ellos tocaba te- de León y muy diestro en las cosas de la gue-
ner segura á Roma, así para los extranjeros rra. Estos capitanes con su gente muy diestra

como para los naturales ciudadanos. Trata- y valiente llegaron al campo del Gran Capi-
ron este negocio de manera que acabaron con tán, de quien fueron muy bien recebidos, y
el Borja que él se fuese á Nepi, una villa y dadas sus pagas, de que quedaron muy con-
castillo suyo muy fuerte fuera de Roma; lo tentos.
cual hizo y sacó su gente y la llevó consigo,
él Tras esto tentó el Gran Capitán á los Ursi-
porque no pudo hacer otra cosa. nos, prometiéndoles grandes premios si qui-
En este tiempo los Ursinos, seyendo su ca- siesen seguir la parte de los Reyes de España.
beza y capitán Bartolomé de Albino, entró en Pareció esta cosa al principio muy dificultosa,
Roma con muchos de Casa Ursina y mató al- porque no cabía en entendimiento humano
gunos españoles y quemó la puerta del Bel- que los Ursinos y Coluneses, discordes entre
veder, ó del Turión que llaman, y quiso entrar sí con tan antiguas enemistades de contrario

en Sant Pedro, de donde se siguió un gran bando, se ayuntasen en una milicia y en una
ruido y alboroto. voluntad y en un mismo campo. Los Ursinos
tuvieron ocasión de buscar nueva manera de
remedio para sus estados y deseaban tomar
CAPÍTULO XX venganza de aquél en el tirano, porque había
De lo que. en este tiempo hizo el Oran Capitán. muerto muchos caballeros y muy principales
de los Ursinos, con no creída crueldad por les
Estando Roma pacificada, los Cardenales en tomar sus tierras, y también porque Trancio,
8u cónclave, según lo han de costumbre, fué embajador del Rey de Francia, hacía poca es-
criado Pío tercio, llamado antes Picolomeneo, tima dellos, porque sabía que, quisiesen ó no,
Cardenal de Sena, sobrino del PapaPío segun- airados y pagados^ aunque fuese contra su
do, hijo de su hermana, á los treinta días des- voluntad habían de seguir la Casa de Francia,
pués de la muerte del Papa Alexandre. Que- y más veniendo un tan grueso ejército como
riendo los Ursinos hacer guerra y vengar las venía de Francia, que pasaba de treinta mil
injurias pasadas que la Casa Ursina del Cé- hombres con Francisco de Gonzaga, como
sar había recebido, el Pío tercio nuevamente dijimos; y el mos de Trancio los desdeñaba
criado lo trajo y lo aposentó en Santángelo. teniéndolos en poco, porque juntos un día,
El Gran Capitán, hallando bastante ocasión, ofreciendo al dicho Trancio sus estados y ser-

tentó á los capitanes españoles, los cuales vicio con todo lo que más podían, les respon-
estaban á sueldo por el César Borja, que le dió muy tibiamente y no comomerecían los pe-
pidiesen licencia y se viniesen para él, porque ligros y trabajos que de la guerra suelenrecre-|
él les daría muy buenas pagas así á ellos como cerse, y teniendo en casa la guerra que se
la infantería y soldados que tenían, y sirviesen esperaba. Porque el Trancio tenía por muy
á los Reyes de España, de donde eran hijos cierto que los Ursinos sin premio alguno
DEL GRAN CAPITÁN 387

habían de servir al Rey de Francia, no pen- culebrina y llevó la cabeza á un paje que
sando que bastase ningún agravio, por mayor tenía un plato de manjar junto á la mesa. Este
que fuese, que les hiciese apartar de aquella paje era hijo de Luis de Pernia, y estaba
antigua opinión y enemistad que con los con- comiendo á la mesma mesa del Gran Capitán
trarios tenían. su padre, y como algunos se alterasen, dijo
Bartolomé de Alviano, que, como dijimos, el Gran Capitán: «Sosegaos y haced ente-

era el principal de la Casa Ursina, y los otros rrar ese paje muy honradamente», y á su pa-
de su bando, no pudiendo sufrir la soberbia dre le dijo: «Luis de Pernia, Dios Nuestro
é insolencia del Trancio, que les daba á enten- Señor lleva al cielo á los buenos de muerte
der que Rey de Francia tenía la victoria en
el arrebatada, como ésta de vuestro hijo, para
la mano y que no estaba en más de llegar el les dar descanso, y á los de la edad de vues-
grueso ejército que esperaban, y que á esta tro hijo, cuando son tales como él era, por-
causa ninguna necesidad tenía de los Ursinos. que la malicia no les mudase con la edad sus
Pues juntos todos los Ursinos en una confor- buenas costumbres y corazón». Luis de Per-
midad, salvo Jordán Ursino, hijo de Virginio nia le respondió sin ninguna alteración: «Yo,
Ursino, que no se quiso juntar con ellos, sien- señor, cuando á mi hijo engendré, bien sabia
do todos conformes, trataron con el Oran que era mortal y que lo tenía emprestado
Capitán que, dándoles muy gruesas pagas, hasta que fuese la voluntad de Dios de me
viniesen á él á le servir con dos mil hombres lo pedir. Agora que fué su voluntad de me
entre caballos ligeros y hombres de armas, y lo llevar, bendito sea su santísimo nombre,
más cuatro banderas de infantería. Pues de- y más llevándolo en vuestro servicio». El
terminados de seguir la Casa de España, el Gran Capitán acabó de comer, y todos en
Próspero y Fabricio Colona, con los o+ros el lugar que antes estaban, sin que hobie-

señores coloneses, con grandes persuasiones se mudanza ninguna.


y muy amicísimas palabras los trujeron á que
se hallasen en la guerra que se esperaba y en
la victoria presente, ofreciéndoles tuviesen
Reyes de Es-
cierta confianza de recebir de los
paña aquellos premios que de un capitán tan
excelente, como era el Gran Capitán y de tan- COMIENZA EL OCTAVO LIBRO
ta fe y palabra. Los Coloneses quedaron por
fiadores de que todo se cumpliría al pie de la
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ,
letra como les era ofrecido; y lo mismo ofre-
GRAN CAPITÁN DE ESPAÑA, HIZO Á LOS
ció don Diego de Mendoza, que presente esta- REYES DE FRANCIA EN EL REINO DE ÑA-
PÓLES.
ba, de quien los Ursinos tenían mucho crédito.
Los caballeros Ursinos que fueron á esta
CAPÍTULO I
jornada eran: Bartolomé de Alviano,Ludov¡co,
hijo del Conde de Rienzo de Chcri,
Petillán; De las cosas que pasaron estando en el cerco
Julio Vitelio, de Paulo Ursino,
Fabio, hijo de Gaeta.
aquel que fué muerto por mandado del César
Borja; Francisco Ursino, que después le vimos Estando en aquel cerco de Gaeta hablando
Cardenal. En este tiempo, visto que se le aca- el Gran Capitán con don Antonio de Cardo-
baba la vida al Papa Pío tercio de su grave na, capitán de infantería muy valiente, miran-
enfermedad, tratabaCésarde Borja de favore- do unos reparos que se hacían, vino del mon-
cer al Cardenal de Rohan para que fuese Papa. te de Gaeta una pelota de culebrina, y dio
en un mármol, del cual saltó una brizna ta-
maña como medio dedo, y clavóscle á don
CAPÍTULO XXI Antonio por el muslo, de que murió dentro
De lo que aconteció al Gran Capitán estando de dos horas; y dio tan gran golpe en el már-
sobre Gaeta. mol, al cual estaba arrimado el Gran Capitán,
que le hizo dar muy gran caída en el suelo, de
Estando un día el Gran Capitán sobre Gae- la cual se levantó sin lesión alguna ni turba-
ta, comiendo en su tienda, vino un tiro de ción.
388 CRÓNICA MANUSCRITA
CAPITULO II se fué derecho Próspero y á los otros ca-
al

De un milagro que Dios hizo por el Gran Ca-


balleros, y les dijo:«Por amor de Dios, seño-
res, no trabajéis de entrar por aquella parte;
pitán en aquel mesmo cerco.
que sed ciertos que ninguno de vosotros es-
Estando una noche el Gran Capitán echado capará; porque tienen los franceses tan repa-
de bruces sobre una cama, rezando sus devo- rada aquella entrada, así de pólvora como de
ciones, vino de Gaeta un tiro de culebrina y abrojos de herró y todo el suelo sembrado,
pasó la pared y dio en la cama adonde el Gran que ninguno de los que entraren quedará vivo.
Capitán estaba, y llevó á ella y á él un trecho Entretanto que esto pasaba en la avanguar-
sin le hacer mal alguno; de donde se levantó dia, en la retaguardia á do iba el Gran Capitán
el Gran Capitán sin lesión ni alteración, como se oyó sobre la gente de guerra una voz muy
si ninguna cosa le hobiera acontecido. Este clara en el aire, enfrente del Gran Capitán
tiro que mató al Cardona y había hecho los que dijo: «Gonzalo Hernández, no combatas á
daños pasados estaba asestado entre dos Gaeta por aquella parte que lo quieres hacer,
peñas en el monte de Gaeta, y hacía mucho que te vendrá muy gran daño y muerte de
daño, porque alzaban una gran compuerta que muchos». Todos los que allí iban oyeron la voz
cubría la concavidad de aquellas dos grandes muy clara, y no parecía de persona mortal. El
peñas mientras lo quitaban para lo cebar, y Gran Capitán estuvo espantado y preguntó
después que lo traían cebado alzaban aque- quién había dicho aquella voz. Todos respon-
llas compuertas. Esto se vía muy claro del dieron que no sabían. Un soldado dijo á vo-
campo de los españoles. ces: «Quién ha de ser sino Dios, que os avisa;
El Gran Capitán llamó á los artilleros y les dello, y yo lo creo así; todos lo crean así».;
dijo que alque aquel tiro desbaratase le El Gran Capitán se apeó y se hincó de rodi
haría mucha merced. Todos los artilleros lias,y alzadas las manos al cielo dijo: «Tú,
asestaron el tiro, y el primero que tiró, al Señor, eres justo juez y siempre usas de justi-
tercer tiro, fué á tiempo que los franceses, cia y de misericordia. Tú nos muestras el ca-
teniéndolo ya cebado, acabábanlo de asentar. mino con que tu Divina Majestad sea servida».
A esta hora llegó la pelota y entró por la A esta hora llegó un jinete del Próspero
boca del tiro y reventó el tiro y mató á todos avisándole de lo que aquel artillero había di-
los que allí estaban. El Gran Capitán hizo cho: cómo él era navarro y muy aficionado á la
gran merced á este artillero. casa de Francia y enemigo de la de Aragón,
y teniendo en la mano la mecha para cebar
CAPÍTULO III los tiros y la pólvora con que fuesen los es-
pañoles quemados, si por alli combatiesen,
De un milagro que Dios Nuestro Señor hizo
por el Gran Capitán en este cerco de Gaeta.
fué tomado en el aire y bajado del muro aba-
jo y que avisase dello á los de la avanguar-
Todo el tiempo que el Gran Capitán estu- dia. El Gran Capitán invió á decir al Próspe-
vo sobre Gaeta, siempre su artillería jugaba ro y á los otros caballeros que venían en la
contra Gaeta y teníale ya derribado un lien- avanguardia que no combatiesen por allí,
zo del muro, aunque de dentro estaba muy sino que guiasen el campo hacia el burgo.
reparado, y dende acá fuera parecía haber al- Visto por los franceses que los españoles
guna disposición para les poder entrar. Y un habían sido avisados del engaño que les te-
día determinó el Gran Capitán que otro día nían aparejado, pusieron fuego á la pólvora
en amaneciendo se combatiese la cibdad y y ardió por grande espacio y con grande
les entrasen por allí. Luego el día siguiente ría y alzó mucha llama.
por la mañana comenzó el ejército de ir dere-
cho á aquella parte por do dijimos que esta- CAPÍTULO IV
ba derribado el muro, llevando la avanguar-
De una embajada que Juliano de Saona,
dia el Próspero Colona y Duque de Termoli
denal de Sant Pedro ad Vincula, invió al
y Pedro de Paz, y no estaban de aquel muro
Gran Capitán en este tiempo.
derribado más de cincuenta pasos. Queriendo
ya la avanguardia arremeter, se echó del muro Estando aquí el Gran Capitán, le vino un
abajo un artillero y abajó sin lesión alguna, y criado de Juliano de Saona, Cardenal de Sant
DEL GRAN CAPITÁN 389

Pedro ad Vincula, con letras de creencia y mos en uno de los capítulos precedentes que
instrucción del mismo Cardenal, avisándole se habían entregado alGran Capitán con la
cómo el Papa Pío tercero, que había sido villa y fortaleza y le habían dado cinco mil
criado por Vicario' de Dios en Roma, estaba ducados porque no les saqueasen el pueblo,
ya desahuciado de los médicos, que no podía y cómo el Gran Capitán aceptó el partido y
vivir dos días; en que suplicaba al Gran Ca- dejó allí por alcaide y gobernador á don Tris-
pitán que, porque él sabía la mucha parte tán de Acuña. Estos de Roca Guillermo eran
que en Roma tenía en el Collegio de los Car- aficionados á la Casa de Francia y enemigos
denales, así españoles como italianos, le su- de la Casa de Aiagón. Víspera de Nuestra
plicaba les escribiese lo criasen por Pontífice, Señora de Agosto, que fué á los catorce días
que todo sería para servicio de los Reyes de del dicho mes, bajando don Tristán á oir misa
España y suyo, con quien él siempre había á la villa, inviaron á decir á mos de Alegre,
sido aficionado, y que él vería cuan grato le que estaba, como d jimos, en Gaeta, que tenían
sería si de su mano recibiese aquel beneficio. sabido quel alcaide había de bajar á la villa
Este Cardenal era ginovés, natural de Sao- víspera de Nuestra Señora, que si les inviase
na, sobrino que fué del Papa Sixto, hijo de algún capitán con gente, que ellos se alzarían
su hermana, flaire que fué el Sixto de la Or- con la villa y prenderían al dicho alcaide en la
den de San Francisco. El Gran Capitán luego iglesia, y que preso el alcaide, sería muy fácil
á la hora invió á Roma á su secretario Her- cosa tomar la fortaleza, que no es fuerte, que
nando de Baeza á los Cardenales españoles no podía quedar dentro sino poca gente. Mos
y á Francisco de Rojas, embajador. También de Alegre no quiso encomendar aquella jor-
invió en compañía de su secretario á un ca- nada á persona alguna, sino fué él mismo.
ballero neapolitano, persona principal de la Vino con ochocientos hombres de armas á la
casa de Sant Severino, con quien escribió á hora que tenía concertado, y bajado el alcaide
los Cardenales italianos. Llegados estos dos don Tristán de Acuña, le prendieron y toma-
embajadores en Roma, se dieron tan buena ron luego los franceses y los de la villa al
maña y pusieron tan buena diligencia que alcaide con muy mal tratamiento, y lo lleva-
fueron parte que el Sacro Collegio criase por ron á la vista de la fortaleza, y dijeron á los
Pontífice al dicho Juliano, y fué llamado Julio que en ella habían quedado que rindiesen lue-
segundo. El cual dio al caballero italiano el go la fortaleza, si no que allí le degollarían su
arzobispado de Melfa, y al Hernando de Bae- alcaide, y atados pies y manos lo tendieron
za le invió por su hijo, el chantre de Sevi- en aquel suelo, haciéndole allí muchos vitu-
lla ('), y lo hizo su camarero y le dio los be- perios, y un francés sacó su espada y se la
neficios y dignidades que sus hijos hoy tienen. puso á la garganta.
Fué este Julio muy buen Pontífice, muy ce- En la fortaleza habían quedado solos tres
loso de conservar el patrimonio de la Iglesia hombres, porque todos los otros habían baja-
y sobre ello pasó muchos trabajos. Tomó por do con el alcaide y eran alabarderos del Gran
fuerza de armas á Bolonia, que la tenía ocu- Capitán, y porque allí hicieron tan bien su de-
pada y tiranizada un tirano llamado micer Juan ber y con tanto esfuerzo, diremos sus nom-
de Bentivolla con favor del Rey de Francia, de bres, porque sus hijos gocen de la gloria de
quien los Pontífices pasados no habían podido sus padres. Al uno llamaban Pero Mellado,
Sede Apostólica. Verdad sea
restituirla á la vecino de Loja; al otro Francisco Bravo, veci-
que como hombre tuvo algunos afectos. no de Illora, y al otro llamaban Francisco
Monge, natural de Jaén. Estos tres solos que-
CAPÍTULO V daron en la fortaleza. Visto por ellos el reque-
De cómo rimiento y cómo tenían puesto el cuchillo á
los de Roca Guillermo se alzaron por
Francia á don Tristón de la garganta al alcaide, el uno de los tres arro-
y prendieron
Acuña. jó desde el muro una espada muy buena y dijo;
«Mirad, si esa espada que tenéis puesta á la
A los catorce días de Agosto de este mes- garganta á nuestro alcaide no es buena, veis
mo año los de Roca Guillermo, de quien diji- ahí una que os doy mí fe que tiene mejores
filos que otra, y cortalde la cabeza, que por
0\ Al margen: «Llamóse eite chantre donjuán Ro-
dríguez de Baeza». cien mil vidas de otros tantos alcaides no os
390 CRÓNICA MANUSCRITA
rendiremos y más les dijeron:
la fortaleza»; con la gente que llevaba hacia la fortaleza, y
«y porque sepáis en qué os tenemos y que él muy secreto se fué que estáfuera
al rebellín,
tenemos bastimento para muchos días», arro- de la villa hacia la parte que vio velar uno de
járonles un gran costal de pan y les dijeron: aquellos alabarderos, y díjole: «¿Quién vive?»
Mirad, borrachos, sabed que solos tres que- El alabardero respondió: «¿Quién ha de vivir
damos aquí y que somos alabarderos del sino España y el Gran Capitán?» Pedro Nava-
Gran Capitán, y porque veáis que tenemos rro ledijo:«¿Conoceisme?» El alabardero repli-
vituallas, tomad ese pan que ahí va, y sabed voz no me engaña, vos sois el Conde
có: «Si la
que diez años os defenderemos esta plaza, y Pedro Navarro. ¿Qué mandáis que se haga?»
antes de muchos días os hemos de cortar las «¿Hay, dijo Pedro Navarro, algún postigo por
cabezas á cuantos ahí estáis». donde podamos entrar secretamente?» «Sí»
Los franceses y aun los de la villa tomaron dijo aquel alabardero. Y entraron por allí to-
desto tanto enojo, que les dieron un asalto dos los quinientos soldados que allí iban, «y
muy recio con muchos ingenios; mas los tres los otros se vayan á la puerta de la villa, y
la defendieron de arte que los franceses esta- los primeros que entraren acudan á matar
ban espantados del ánimo de aquellos y del las guardas que están á las puertas y abrir-
trabajo que sufrían, y tuvieron por cierto que las para que todos entren». A Pedro Navarro
les había venido socorro. le pareció aquel consejo muy bueno y túvolo
por hombre de buen juicio.
Pues vuelto Pedro Navarro, los medios
CAPÍTULO VI
entraron por aquel postigo y los otros se fue-
De lo que el Gran Capitán proveyó, sabida la ron á la puerta de la villa, y muertas las guar-
rebelión de los áe Roca Guillermo y la pri- das, abrieron las puertas y entraron todos, y
sión del alcaide. los unos y los otros comenzaron á decir «¡Es-
paña, España!» Los franceses estaban muy
Luego otro día, que fué día de Nuestra Se- reposados y muy seguros de lo que les avino,
ñora, supo Gran Capitán esta nueva, aun-
el y fueron tan turbados que no se pusieron en
que no supo si habían tomado los franceses defensa. Fueron todos presos y mos de Ale-
la fortaleza. Llamó á Pedro Navarro y díjole: gre con ellos. Fué saqueado el lugar por los
«Tomad mil soldados y id á Roca Guillermo y soldados. Húbose de allí mucho despojo, y
Dios vaya con vos y su bendita Madre». Pe- entre otras cosas se hubieron ochocientos ca-
dro Navarro tomó su camino y llegó cerca de ballos y otros tantos arneses, que fueron muy
la villa de noche; iban hablando francés, por necesarios para la guerra que se esperaba, y
las centinelas. Oído por una dellas, salió al muchos cativos. Fué la fortaleza muy baste-
camino á los españoles; dijeron á la espía que cida y rescatado don Tristán por mos de Ale-
iban á se meter dentro, inviados desde Gaeta, gre, el cual la defendió y sostuvo como muy
que les contase cómo habían tomado la villa. buen capitán.
Aquel francés lo contó todo y cómo en la for-
taleza habían quedado solos tres españoles
CAPÍTULO Vil
como tres diablos, y cómo habían sido com-
batidos y no les habían podido entrar. Asi- De lo que aconteció á seiscientos soldados fran^
mismo les comenzó á contar lo del alcaide, y ceses que venían en socorro de los de Roca
cuando esto decía estaba saltando de placer, Guillermo, pasando por un lugar que se lla-
de que un alabardero español se enojó, alzó ma Atre.
la alabarda y le hizo la cabeza dos partes; de
que Pedro Navarro se enojó mucho de él por A la sazón que mos de Alegre entró en Roca
loque había hecho, que ya que aquello quería Guillermo, invió luego á Gaeta por seiscien-
hacer fuera [mejor] cuando les hobiera conta- tos soldados para que viniesen luego á Roca
do todo lo que pasaba. El soldado le replicó: Guillermo, y pasando por un lugar que se lla-
«Pesar de tal, que mientras os estáis infor- ma Atre, que está en un paso por donde los.
mando de aquel borracho, les hubiéramos te- franceses habían de pasar, sabiendo ya los de
mado la villa». Atre cómo Roca Guillermo estaba por los es-
Pues sabido por Pedro Navarro, acercóse pañoles y todos los franceses presos con su
DEL GRAN CAPITÁN 391

capitán mos de Alegre, y este lugar era muy ni obras tuviese cada que eran menester. Fué
aficionado á Casa de Aragón, pusiéronse
la en quien decir y hacer siempre anduvieron
los villanos en aquel lugar y mataron muy juntos. También les dijo que agora con su
gran parte de los franceses, y á los que vivos venida no tenía en nada á toda Francia que
quedaron les prendieron y ataron con sogas, bajase á Italia; y que no le pesaba sino por-

cordeles y coyundas; y ellos y sus mujeres, que los franceses que venían no eran sino
hijos y hijas los llevaban atados como á bes- treinta mil hombres, y los que acá estaban
tias,dándoles de palos, hasta que los presen- serían hasta diez mil; así que serían hasta
taron al Gran Capitán en Castellón. Porque cuarenta mil hombres, y que llegaban cerca
no había tantos hombres en el lugar los lle- de Roma,
vaban las mujeres, y ellos iban con harta Aquellos capitanes se le humillaron y le
paciencia^ Mujer hubo que llevaba cuatro dieron las gracias por la honra que les daba,
franceses atados con una soga, las manos diciéndole que creyese su señoría que en
atrás, que su marido se los había atado. todo lo que se habían hallado y les había
Cuando el Gran Capitán lo supo, convidó á bien sucedido que había sido porque siempre
todos aquellos señores para que viesen el que en
traían á su señoría delante los ojos, y
más triste espectáculo del mundo, y les dijo: sus méritos y buenaventura les había suce-
«Yo os agradezco tan buen presente, mas dido también el próspero suceso suyo. Luego
hágoos saber que ninguna cosa hay de tanto les mandó aposentar, y comunicaba con ellos
precio como el enemigo muerto, porque el todo lo que se había de hacer, y les hacía el
vivo ninguna cosa vale». Luego mandó des- tratamiento que sus personas merecían; de
atar á los franceses y soltallos. A los de Atre que ellos estaban muy contentos y deseosos
hizo mucha merced y les dio muchas joyas y de emplearse en su servicio y en las mayo-
vituallasy bastimentos de lo que habían res afrentas que se ofreciesen,
saqueado en Roca Guillermo, y á los soldados
compró muchas joyas para las mujeres y les
mandó dar de vestir y á las mozas; con que CAPÍTULO IX
se volvieron ricos ellos y ellas, y muy alegres De una batalla naval de ciertas galeras de
de buena ventura, España contra la carraca Charenta, de los
franceses.

CAPÍTULO VIII
Estandoel Gran Capitán y su campo en

De cómo vino aquí á Castellón el ejército que esta de Castellón, venía cada mañana la
villa

estaba en Calabria. carraca Charenta, de quien atrás dijimos en


los postreros días de Agosto, á visitar el
Estando Gran Capitán aquí en Castellón,
el campo de los españoles, y echábales por
vino allí el que estaba en Calabria con
ejército proa una rociada de pelotas con que mataba
el Andrada y todos los otros capitanes que muchos dellos; y cuando se volvía por popa
allá estaban. No venían muchos, porque los hacía otro tanto, y volvíase á su salvo, sin
más quedaban repartidos en las fortalezas y que se lo pudiesen estorbar ni guardarse
lugares, porque no hubiese en aquella pro- della.
vincia alguna rebelión. Pues llegados, el Gran Había llegado á esta sazón don Remón de
Capitán los recibió con muy alegre gesto, y Cardona, catalán, que fué después Virrey de
los abrazó y besó en el carrillo al Andrada, al Ñapóles, con dos galeras, en que traía muy
Carvajal, al Benavides, al Leiva, á los dos buena gente; y también vino Villamarin, que
Alvarados, padre y hijo, al Alarcón y á todos era capitán de otras dos galeras. El Gran
los otros capitanes, ensalzando sus hechos Capitán encomendó á don Remón que toma-
hasta el cielo, diciéndoles que con su venida le se consigo á Villamarin y á Juan de Lezcano
habían á él sucedido las cosas tan bien, que y juntase las más galeras que pudiese, y en
acá había sentido el calor de su victoria, con viniendo la Charanta peleasen con ella- El
otras muy buenas palabras; porque sinduda Remón juntó diez y seis galeras y se puso á
fué este claro varón elhombre de todos cuan- punto para acometer á la Charanta cuando
tos hemos visto ni oído que mejores palabras viniese, y se pusieron en parte que no pudie-
392 CRÓNICA MANUSCRITA
ron ser vistos. La Charanta vino á sus horas pañoles muy principales huyeron de la ba-
acostumbradas y comenzó á visitar el campo talla con hombres darmas, sin
trescientos
de los españoles, como solía. A esta hora sa- ver por qué, se recogió á Ancona para ir des-
lió don Remón con sus diez y seis galeras y de allí á poner en cobro el reino de Ñapóles.
comenzáronla á lombardear por todas par- Y después sacó su ejército y vino sobre ve-
tes; mas ella se comenzó á defender de ma- necianos con muy justa causa que para ello
nera que á la que una vez alcanzaba no te- tuvo y lombardeó á Venecia, y les hizo reco-
nía necesidad de volver más al agua, y así ger en sus lagunas, y les holló y destruyó la
andaba entre ellascomo una gran sierpe tierra. Lo cual de inmortal memoria de hom-
entre gozques. Don Remón mandó que se pe- bres no había Rey ni Emperador hecho jamás
gasen con ella y la entrasen; y él fué el pri- semejante cosa, si no fué Federico segundo
mero que se llegó á ella, y lo mismo hicieron Emperador de Alemania; y fué la mayor jor-
las otras y Juan de Lezcano; y los de sus ga- nada que de muchas victorias que hubo al-
leras la apretaban mucho, de manera que canzó. Este Virrey don Remón venció en la
ya andaban pegados con ella, de arte que ya batalla de Vicencia á Bartolomé de Alviano,
le parecía mal la conversación de las galeras, que era capitán de venecianos, trayendo en
que á doquiera que se meneaba las llevaba su campo cuarenta mil hombres y en el de
colgadas de sí. A esta hora ya Juan de Lez- Remón no llegaban á diez mil; la cual batalla

cano y don Remón la entraban peleando con en calidad hace ventaja á todas las batallas
ella y la subían por todas partes. A esta hora que Alejandro y César y Pompeyo vencieron-
le vino un viento de tierra, como ella lo desea-
ba, y con éste se salió dentre las galeras bien CAPÍTULO X
fatigada y muy espantada de la afrenta en
De cómo el Gran Capitán mandó degollar á
que se había visto. Las galeras quedaron un soldado pariente del Condestable de Cas-
muy maltratadas y dellas se perdieron. Fué
tilla.
cosa de ver la gran priesa que las galeras se
dieron en aquel poco de tiempo de la carraca, Estando el Gran Capitán en esta villa de
y en lo poco que ella las tuvo al principio y Castellón, fué avisado que un soldado pa-
en lo mucho que las estimó al fin; que si un riente de! Condestable de Castilla, don Ber-
cuarto de hora se tardara el viento, la rindie- nardino de Velasco, que se llamaba Reincso,
ran. Con todo esto quedó tan lastimada, que muy hidalgo y muy valiente, andaba en aquel
en burlas ni en veras volvió á visitar el cam- ejército aventurero con veinte compañías, y
po de los españoles. amotinaba á los soldados que pidiesen paga,
Las galeras que sanas quedaron para siem- si no que se amotinasen, agora quel campo

pre se acordaron de la Charanta. Pelearon de los franceses venía tan cerca que la bus-
allícon mucho ánimo los capitanes, principal- carían y se la darían; y si no se la diesen, que
mente Juan de Lezcano y don Remón de Car- se amotinasen, que él sería su capitán y an-
dona, que después le vimos Virrey de Ñapó- darían á toda ropa.
les. Fué este don Remón hombre de mucha El Gran Capitán lo llamó y le dijo lo que

industria y de grande esfuerzo. Fué después del había sabido, y que él le perdonaba aque-
por sus méritos y valor Virrey de Ñapóles, llavez, así por ser pariente del Condestable,
que es la mayor dignidad que los Reyes de con quien tenía tan estrecha amistad, como
España suelen proveer. Después en el año porque creía que se enmendaría; y que mirase
del Señor de mil y quinientos y doce años, cuan ajeno era aquel oficio de los hombres de
que fué á diez y seis días de Abril, día de su calidad, con otras muchas buenas palabras.
Pascua florida, fué este Virrey en favor y Mas este Reinoso perseveró en su mal pro-
socorro del Papa Julio contra el ejército del pósito, y tuvo muchas maneras para persua-
Rey de Francia que tenía cercado á Rávena. dir á los soldados hiciesen aquella rebelión.
Estando la batalla casi vencida por los es- Sabido por el Gran Capitán su dañada vo-
pañoles y la gente del Papa, fué certificado luntad, y en lo poco que tuvo sus consejos,
el Virrey por personas á quien se hubo de lo mandó prender; y hecho proceso contra él,
dar crédito que los españoles eran rotos y lo degollaron en medio de la plaza de aque-

desbaratados; y visto que dos caballeros es- lla villa de Castellón.


DEL GRAN CAPITÁN 393

de treinta y seis mil hombres de guerra. Ve-


CAPITULO XI
nía ganando sueldo con los franceses el
De lo que el Gran Capitán hizo, sabido el Maestresala del Gran Capitán, Carrillo de
grueso ejército que de Francia venía ya tan Albornoz, de quien atrás dijimos que fué
cerca. causa de tomar á Rubo de la Marina; y con él
venían asimismo doce españoles á sueldo de
El Rey de Francia Luis duodécimo, de los franceses, los cuales avisaban cada día,
quien hemos dicho fué avisado de muchos, y más que Medina había ido á Roma y los
así de su reino como de señores y potesta- había contado pasando por los puentes; y to-
des de Italia aficionados á la casa de Francia, dos se conformaban que pasaban de treinta
que lo que S. A. había perdido en Italia no y seis mil hombres. Y porque el Rey Luis
había sido por la gente de guerra suya, así sentía mucho la pérdida que sus capitanes
en hombres de armas como ligeros é infante- pasados habían hecho de más de ciento y
ría, sino por falta de capitanes, lo cual el Rey cincuenta piezas de artillería, la mejor que
creyó ser así, llamó á Francisco de Gonzaga, en Francia ni en Italia se había visto, escogió
Marqués de Mantua, que á la sazón era teni- en todo su reino seiscientos hombres de ar-
do por el mejor y más animoso y de más in- mas, los trescientos hijos de señores, de muy
dustria que se hallaba; aquel que dijimos que noble sangre, y los otros trescientos muy
desbarató á Charles octavo, su predecesor, expertos en la guerra, á los cuales mandó

junto á Parma, cabe el rio Turo, seyendo ca- dar arneses dorados; y que estos seiscientos
pitán de venecianos; y á este Marqués hizo no tuviesen otro cargo sino de la artillería,
General de su ejército; y asimismo le dio por la cual les recomendó con muy grandes rue-
compañero á Juan, Marqués de Saluce'S, un gos que mirasen por ella como por su mesma
muy buen capitán, y muy cuerdo y sabio en persona que allí estuviese, lo cual ellos le
lascosas de la guerra. Dióle asimismo á mos prometieron ó perder las vidas sobre ello.
de Tramolla, uno de los mejores capitanes El Marqués de Mantua llevaba solos para
que había en Francia, aunque dende á poco su persona cincuenta caballos muy escogi-
adolesció de una grave enfermedad que le dos, los mejores que á la sazón había en Ita-
duró mucho tiempo. lia; otras tantas tiendas y muchos aderezos

Este Marqués de Mantua llevaba treinta de su persona, porque tuvo por tan cierta
mil hombres de guerra, diez mil hombres de la victoria como si la tuviera en la manga,

armas, diez mil caballos ligeros y diez mil veyendo que había seis franceses para un
infantes suizos, sin borgoñones y gascones, español, y los señores y potestades de Italia
que no eran pocos, y más muchos tudescos. en su favor, y más seyendo señores de la
Llevaba más de treinta y seis bocas de arti- mar.
llería gruesa, cañones, culebrinas y grifaltes. Pues el Gran Capitán llamó á consejo á to-
Venían con esta gente los que inviaba Man- dos aquellos señores y caballeros capitanes
tua, Ferrara, micer Juan de Bentivolla, un tira- y hombres de guerra, á los cuales avisó de
no de Bolonia que había mucho tiempo que te- cómo ya los franceses venían, y habían ya
nía opresa y tiranizada aquella cibdad, que era pasado de Roma y dijesen su parecer. A to-
del patrimonio de la Iglesia; y aunque los Pon- dos les pareció que se fuese el Gran Capi-
tífices pasados tentaron muchas veces de la tán con su ejército á Sant Germán, porque
poner en libertad, jamás pudieron, por ser está en la raya de aquel reino junto con tie-
aquel Bentivolla tan poderoso, hasta que el rras de la Iglesia. Pues acordado esto, el
Papa Julio fué con grande ejército sobre él Gran Capitán con todo su campo se partió
y lo echó de la cibdad, y le derribó unas para Sant Germán, y dejó allí en Castellón á
muy suntuosas cosas que allí había hecho, y Luís de Herrera, su primo, de quien dijimos
redujo aquella cibdad al patrimonio de la atrás; porque este era un caballero de gran-
Iglesia, cuya hoy es; y otras señorías y po- de ánimo, que ni la adversidad le ponía punto
testades de Italia venían con ellos. de alteración ni la victoria le causaba sober-
El Cardenal Juan Colona, el Cardenal Borja bia. Fué uno de ios pilares sobre que se ro-
y Francisco de Rojas y las espías que con los deó la guerra de aquel reino.
franceses venían, todos afirmaban venir más Partió el Gran Capitán de Castellón vier-
394 CRÓNICA MANUSCRITA
nes á seis días de Octubre del mesmo año, y muy gran desvarío y tan gran mudanza,
fué á asentar aquella noche su campo junto habiendo entregado su estado al Gran Capi-
al río del Careliano; y otro día sábado pasó tán irse al campo de Francia, que así queda-
el mesmo rio y fué á Roca de Vanda, que es- ría mal con los unos y los otros. El Duque
taba por los franceses, y dejóla sitiada; y otro les respondió que él era español y no había
día domingo entró en Sant Germán, porque de dejar de seguir á los españoles.
allí estaba en mejor sitio para ofender á los Con estas palabras, diciendo que iba á
franceses y se defender cuando el tiempo lo cosa que le importaba, los llevó hasta los
requiriese. meter en el campo de los franceses. El Prós-
pero y don Diego, visto el engaño, se comen-
CAPÍTULO XII
zaron á volver. Los franceses determinaron
De cómo el Duque Valentín entregó todo su de los prender. Los españoles se pusieron en
estado al Gran Capitán, y después se pasó orden para les dar la batalla, aunque vían la
á los franceses. gran desigualdad que había de los unos á los
otros. El Próspero y don Diego dijeron á los
Pocos días antes desto el Duque Valentín, españoles que se acordasen que aquellos
hijo del Papa Alejandro, muerto su padre, eran los primeros españoles que los france-
escribió al Gran Capitán ofreciendo su per- ses vían en Italia y que por esta muestra
sona y estado al servicio de los Reyes de habían de juzgar los que en el reino hallarían;
España, diciendo que le inviase al señor que les rogaban peleasen como verdaderos
Próspero Colona para que le entregaría su españoles; que entrambos á dos, el Próspero
estado, porque estuviese seguro que segui- y el Mendoza, les daban su palabra, como
ría á la Casa de Aragón, de donde él era na- quien eran, de ser los primeros que rompie-
tural. Luego el Gran Capitán invió al Prós- sen sus lanzas en ellos, y lo mismo ofrecieron
pero Colona y á don Diego de Mendoza con- los otros capitanes, y que ya que la fortuna
muy buena gente de guerra y muy escogida, les otorgase la victoria, que les vendiesen
así de caballería como de infantería, á los bien sus vidas, y no las llevasen tan á su sal-
cuales entregó todo su estado, como lo había vo como ellos pensaban; que se acordasen
prometido por sus cartas; en el cual dejaron los que vivos quedasen que en ninguna parte
alcaides y el recaudo que para ello cumplía. podían escapar á los franceses y menos al
Luego que el Duque entregó su estado, Gran Capitán, y que ellos esperaban en Dios,
como lo había prometido por sus cartas, se si hacían lo que debían, que saldrían con la

pasó al campo de los franceses, ora porque victoria. Los españoles les respondieron que
los vio venir tan pujantes y tuvo por cierto en aquella batalla que los france-
ellos harían
que señorearían el campo y ganarían el reino, ses perdiesen la soberbia que traían, y que
ora que el Rey de Francia le ofreció mayores vencerían ó morirían; y pusiéronse muy en
esperanzas. Mas lo que se creyó fué que, orden para darles la batalla, con tanto ánimo
visto el grande ejército que los franceses y alegría, que los capitanes lo tuvieron por
traían, no pensó que los franceses dejaran de muy buen agüero.
ganar el reino, y que los españoles no fueran el Borja la maldad que había he-
Visto por
parte para les resistir; y los más de Italia se cho y mal que sonaría en todo el mundo,
lo
engañaron en ello, porque, como hemos di- así entre los unos como entre los otros, se
cho, pasaban los franceses que venían, con puso en medio y tuvo forma con los Genera-
los que en Gaeta estaban, de cuarenta y seis les de Francia que no peleasen con los espa-
mil hombres, y muchos y muy sabios capita- acabó con ellos» y más vista
ñoles; lo cual se
nes con ellos. Todos, como digo, se engaña- la determinación de los españoles. El Duque
ron, como hizo el Duque Valentín. dijo á aquellos capitanes que se volviesen
Pues visto por el Próspero y don Diego de para el Gran Capitán, que él por cierto res-

Mendoza que el Duque Valentín se iba para peto se quedaba en el campo, de lo cual él
el campo de ios franceses, le dijeron que mi- daría después cuenta al Gran Capitán. El
rase lo que hacía, que aquel camino no era Próspero y don Diego se volvieron y halla-
para el campo de los españoles, sino para el ron al Gran Capitán en Sant Germán, donde
de los franceses; mirase lo que hacía, que era le contaron lo que había sucedido.
DEL GRAN CAPITÁN 395

todo de plata, y colgados de las ramas el


CAPÍTULO XIII
cuerpo de Sant Benito y Santo Acacio y mu-
Cómo el Gran Capitán mandó combatir la Aba- chas y muy diversas reliquias de muchos san-
día de Monte Casino, adonde se había recogi- tos. Los soldados robaron cálices y cruces y

do Pedro de Médicis, aquel capitán de quien ornamentos y frontales, casullas y almáticas


dijimos atrás. con los candeleros de plata; lo cual todo lo
compró el Gran Capitán á los soldados y lo
En uno de los capítulos pasados dijimos volvió sin quedar cosa alguna y todo lo resti-
cómo Pedro de Médicis, hijo del magno Lo- tuyó al monasterio. El Medina tomó de aque-
renzo de Médicis, capitán del Rey de Francia, llas reliquias un dedo de Sant Sebastián para

se había recogido á Monte Casino, una abadía traer á Montilla, y lo dio á D. Pedro de Cór-
de monjes benitos, la cual abadía era de Lo- doba, Marqués de Priego, y está hoy en Sant
renzo de Médicis, su hermano, que después Sebastián de Montilla, y los monjes lo tuvie-
fué Papa León décimo; y el Gran Capitán, por ron por bien, y el Papa le dio licencia para
reverencia del cuerpo de Sant Benito y Santo que lo llevase por haber tan bien guardado
Acacio y de once mil mártires y de otras mu- todas las otras reliquias.
chas reliquias, cuando la otra vez por allí Todas aquellas reliquias tomó el Medina y
pasó no la combatió por la causa dicha, antes las puso por inventario, y las entregó á los
le movió partido que se diese, y el Pedro de monjes delante del Próspero y del Duque de
Médicis prometió que dentro de seis días se Termoli. Tomó también aquel Medina un pe-
saldría de allí. Mas visto el grande ejército de dazo del lienzo que Nuestro Señor tuvo ceñi-
franceses que venía y tan poderoso, no quiso do cuando lavó los pies á sus discípulos, los
salirse, pensando de se poder sostener hasta cuales le fueron dados por la fiel guarda
que el campo de los franceses llegase, que que hizo de las reliquias, como hemos dicho.
venía ya cerca; estúvose quedo y hízose En dos cajitas de oro las tiene hoy doña Cata-
fuerte. lina Hernández de Córdoba, Marquesa de

El Gran Capitán requirió á este Pedro de Priego, y el Papa dio al Medina, como dijimos,
Médicis que se entregase, porque aquello era la licencia para las dar al dicho Marqués, con

lo que más le cumplía. Vista su determinación, condición que ningún interese recibiese por
mandó á ciertos capitanes que combatiesen la ellas.

abadía y que la artillería les batiese el muro, y


CAPÍTULO XIV
que no llegasen á la iglesia, y mandó á Medi-
na, aquel su privado, que ocupase la iglesia, De cómo estando el Gran Capitán en esta
para que no la saqueasen los soldados; lo villa de Sant Germán llegaron allí los Ursi"
cual así fué hecho. Los franceses se comenza- nos á le servir.

ron á defender; mas visto el poco fruto que


de ello sacaban, y visto que los espaííoles se Víspera de Navidad deste presente año lle-
subían á lo alto del monte y que jugaban ya garon á servir al Gran Capitán los caballeros
la artillería, habiéndoles dado un recio com- Ursinos, de los cuales queremos dar alguna
bate, los capitanes de infantería llamados sumaria relación para los que no tuvieren tan
Ochoa y Arteaga, vizcaínos, subieron por
una entera noticia dellos. En la cibdad de Roma

soga puesta por cima de la muralla, y el Artea- hay dos parcialidades, los unos se llaman Ur-
ga entró por una pequeiía abertura que en el sinos y los otros Coluneses, á las cuales acu-
muro había hecho una pelota; al cual siguie- den no solamente los de aquella cibdad mas
ron sus alféfezy compañeros de bandera. Fué aún todos los señores y príncipes de Italia y
tanta la priesa que los soldados se dieron á aun de toda la cristiandad. Tienen á los unos
los entrar en aquella abadía, que fué cosa ma- por amigos y á los otros por contrarios. En-
ravillosa. El Medina (') con ciertos soldados, trambas estas dos Casas son de noble genera'
á quien el Gran Capitán encomendó aquella ción y muy antigua en Roma; porque los Co^
guarda, defendieron las reliquias de los san- loneses comenzaron habrá cuatrocientos y
tos, que estaban puestas en un grande árbol cincuenta años, poco más ó menos, de un
caballero muy principal llamado Odón, muy
(*) Al mareen de letra del sírIo xvu: «Esto Medina so
llamó Pc.ro Gómez de Mediua». rico y de muy noble sangre. Los Ursinos ha
393 CRÓNICA MANUSCRITA
novecientos y veinte y dos faiíosj, poco más que yo tengo por defendida la villa yendo vos
ó menos, y descienden de dos hermanos, muy á ella».
principales caballeros, llamados Urso y Pri- Los capitanes y soldados se metieron en
miero, hijos de un caballero muy principal Rocaseca, como hombres que de la guerra sa-
llamado C. Ursino, los cuales han sucedido de bían mucho. Esto fué á los ocho días de Oc-
padres á hijos hasta los que hoy viven; que tubre.
si quisiésemos relatar por extenso las haza- Luego el Gran Capitán por su persona dio
ñas que los pasados destas dos muy ilustres una vuelta á los lugares comarcanos, animán-
Casas, así en la paz como en la guerra, han dolos y ofreciéndoles su socorro si hacían lo
hecho y en favor de la religión cristiana, sería que debían, y que cuando no tuviese con
muy grande historia. quién, él por persona les vernía á socorrer, y
Ha habido en estas dos Casas muchos y que tuviesen por cierto, confiando en Dios y
muy valientes capitanes, así en los tiempos en su divina justicia, que los franceses volve-
pasados como en los presentes. Hay de aques- rían rotos y destrozados como los otros pasa-
tas dos Casas grandes señores en Italia y de dos habían hecho. Mandó que las espías que
mucha renta. Entre estas dos Casas de mucho cada día venían del campo de los franceses
tiempo acá ha habido grandes enemistades y publicasen que venían desarmados y gente de
muchas muertes de una parte á la otra, y las poco ánimo, que los más eran gascones y nor-
más veces los Sumos Pontífices á los unos mandos, y ya cansados y gente de suyo ven-
han favorecido, teniéndolos por amigos, y á cida, y otras faltas que dellos mandó publicar
los otros por el contrario. Los Ursinos en los por amor de los italianos y la otra gente en
tiempos pasados fueron siempre amigos y quien no había tanto esfuerzo. Pues habiendo
servidores de la Casa de Aragón. proveído y reparado todo lo que en tal caso
y á tal sazón convenía, se volvió á Sant Ger-
mán, á esperar lo que les pasaba á los de Ro-
CAPITULO XV
caseca con los franceses, para socorrer aque-
De lo que el Gran Capitán proveyó, sabido que lla plaza si menester fuese.

los franceses venían muy cerca del reino y


con tanta pujanza.

Visto por el Gran Capitán que los franceses De lo que el


CAPITULO XVI
Marqués de Mantua y el
*
de Salu
venían muy cerca del reino, y que por banda ees hicieron sobre Rocaseca, y lo que los
que venían había de ser la primera cosa en de dentro hicieron.
que habían de topar una villa que se llama
Rocaseca, que es del Marqués de Pescara, Pasando Roma,
los franceses por cerca de
don Hernando de Avalos, llamó al coronel el Papa les que no hiciesen cosa
invió á avisar
Villalba y á Zamudio y á Pizarro y á Mercado desaguisada por do pasasen; si no, que lo
y Espés, á los cuales habló desta manera: temían por enemigo; lo cual hicieron así. Pues
«Los franceses han de querer quebrantar su á los quince días de Octubre los franceses lle-
furia y la braveza que traen en Rocaseca. garon con todo su campo á Rocaseca, que,
Tomaréis mil soldados de los que en todo el como dijimos, con los señores y potestades
campo os pareciere, y meterlos heis en ella. de Italia pasaban de treinta y seis mil hom-
"Mirad que invío á vosotros cinco porque sé bres. Esta villa está puesta en un alto y tie-
que en calidad, esfuerzo y valentía valéis más ne muy ruin muro. El Marqués de Mantua
que todos cuantos franceses vienen de Fran- invió un trompeta, que era su criado á quien
cia. Tengo creído que si á vosotros solos in- él quería mucho, á Rocaseca; el cual dijo á los

viara, les defendiérades aquella plaza. Quiero españoles que decía el de Mantua que si lue-
que sepan los franceses por esa muestra lo go á la hora sin más responder no rendían
que acá han de hallar. A Rocaseca he elegido aquella villa y la entregaban á los franceses y
ó para vuestra victoria ó para vuestra sepul- tardaban algo en salir della, que los mandaría
tura. Id con la gracia de Nuestro Señor y de hacer piezas sin ninguna piedad, y sobre esto
su bendita Madre, á quien os encomiendo». A les tratómuy mal de palabra. Villalba y Piza-
los soldados dijo: «Dios os guíe, mis leones, rro salieron fuera de la villa en la cuesta, y
DEL GRAN CAPITÁN 397

tomaron al trompeta á vista de todo el cam- otros que á nosotros viéredes hacer». A esta
lo

po de los franceses y ahorcáronlo de un acei- hora los franceses se vinieron á la villa en


tuno, y la trompeta colgada del pescuezo. muy buena ordenanza. Los españoles les sa-
Esto hicieron parte por las malas palabras que lieron á recebir, y pelearon los unos y los
les dijo, y lomás principal temiendo quel de otros con mucho esfuerzo, y sufrieron mucho
Mantua pasaría adelante sin pelear con ellos. trabajo. Duró la porfía gran rato, hasta que
Cuando el Marqués vio ahorcado al trom- ios franceses se comenzaron á retraer, y de-
peta, concibió tanto enojo como si le hubie- jaron aquella plaza y alrededor de ella su ar-
ran ahorcado á su propio hijo, y mandó que tillería llena de muertos, y los franceses se

luego se combatiese la villa. Mandó plantar la retrujeron hasta su real.


artillería y juró delante de todos de no se ir
de allí hasta que la villa asolase y á los espa-
ñoles despedazase, sin le quedar uno solo
CAPÍTULO XVII
vivo. La artillería era mucha y muy buena, la De lo que más aconteció en este cerco de
cual, nunca cesando de tirar, les allanó un Rocaseca.
lienzo de la muralla. Los franceses arremetie-
ron pensando de les entrar por aquello derri- La artillería dos veces había quedado en
bado, y comenzaron á entrar dentro. Los es- poder de los españoles, sin que la pudieran
pañoles salieron por aquello batido con tanta meter dentro por ser menester mucha gente
furiaque ninguno de los que delante hallaron para ello, y por el tiempo tan furioso que ha-
dejaron vivo. Allí hubo una recia batalla, los cía de muchas aguas, que los carretones esta-
unos por entrar y los otros por se lo estor- ban sumidos en el lodo; y porque, como atrás
bar, hasta] que al fin no pudiendo sufrirlo
I
dijimos, con la artillería venían seiscientos
los franceses se retrujeron con pérdida de hombres de armas, todos con arneses dorados,
muchos dellos. Murieron en esta entrada á quien el Rey Luis había encomendado la
quinientos franceses detrás de su artillería, artillería, en general como en particular,
así
adonde se retrujeron, y la artillería [quedó] con grandes promesas; y éstos lo hicieron así
en poder de los españoles, que si la pudieran como lo habían prometido, que nunca des-
meter de aquella vez fuera suya. Los Marque- ampararon la Verdad sea que si
artillería.

ses trataban mal de palabra á los franceses, los españoles en dos veces la pudieran me-
diciendo que tan pocos españoles habían de ter, no se lo estorbaran los de los arneses
osar salir del muro y matar tantos dellos y dorados.
llevarlos hasta los poner de aquella parte de En este tiempo cargaron tanto las aguas y
la artillería, y no la habían querido meter den- fué el tiempo tan trabajoso que jamás dejaba

tro de la villa por no se ocupar en ella, y á los de llover de día ni de noche; de manera que,
Generales como á la otra gente se les había aunque no quisieron, se volvió todo el campo
abajado harta parte de su soberbia de la de los franceses para Gaeta, esperando tiem-
que de Francia traían. po para salir en campaña, y dejaron la artille-
Otro día determinaron que los suizos y ría, teniendo porimposible poderllevarla. So-

hombres de armas franceses á pie les diesen los aquellos seiscientos caballeros nunca
un recio asalto, porque estaban muy corridos desampararon la artillería, y como las aguas
e.T ser aquella la primera cosa que conquista- eran tantas, los carretones estaban atollados
ban y ser los contrarios tan pocos y haberles y sumidos, que en ninguna manera los podían
sucedido tan mal. Los españoles se apareja- arrancar. Pues como todo el campo de los
ron para los salir á recebir fuera de la villa y franceses se fueron para Gaeta, tuvieron por
darles la batalla. Comenzaron los capitanes cierto que la artillería y su guarda se habían
de animar á los soldados diciéndoles se acor- perdido y muerto. Los seiscientos franceses
dasen de las palabras que el Gran Capitán les estuvieron con la artillería todo el día y la
había dicho cuando allí los invió. Respondió noche, sin se apear ni comer ni beber, como
un soldado en nombre de todos: «Animad y hombres que tenían en más la honra que la
pesa á tal á vosotros mismos, que nosotros vida; que si el Gran Capitán pudiera ser avisa-
no somos hombres que hoy y en esta necesi- do, la artillería y aun los de los arneses dora-
dad hemos de ser animados, y haced vos- dos se tomaran. Mas fueron tantas las aguas
398 CRÓNICA MANUSCRITA
que nunca las espías pudieron ir á avisar al mán, y en ninguna manera los vaya á soco-
campo de los españoles de lo que pasaba. rrer; antes le hacen saber los muy valientes
Pues habiendo estado aquellos seiscientos capitanes que de mil soldados que V. S. les
franceses dos días así y dos noches sin se dio les sobran los quinientos, según lo que
apear ni comer ni beber sino de la agua que con los franceses hemos pasado en los com-
del cielo caía, lloviendo siempre muy recio, y bates que nos han dado. Bien sabíamos, dijo
todo el otro ejército ya puesto en salvo, ellos este soldado teniendo empuñada la espada,
se apearon y echaban veinte y treinta pares los muyesforzados varones que en aquella
de caballos á cada tiro y ellos á pie ayudán- villaestamos, que fuimos escogidos por muy
doles, arrancaron la artillería y la llevaron con animosos para sufrir los peligros y para pa-
grandísimo trabajo, yendo todos ellos en lugar sar los trabajos que en la guarda de Rocaseca
de caballos tirando con las bestias, sin dejar se requerían, por alcanzar en esta vida hon-
una sola pieza de la artillería, que llevaron ra y gloria en la otra, haciendo nuestro de-
con el mayor trabajo que jamás se vio, que ber como buenos soldados. No somos los
ninguno faltó aquel día de servir con el lodo que en Rocaseca estamos que habíamos de
encima de la rodilla, por cumplir lo que á su mostrar esfuerzo fingido cuando no era me-
Rey habían prometido. nester, si cuando era necesario nos había de

Pues estos seiscientos caballeros se fueron faltar, y por acortar palabras, illustrísimo

el río del Careliano abajo por su ribera, muy señor, de parte de los capitanes y soldados
en orden y con mucho concierto. Cuando los que en Rocaseca estamos, le suplicamos ni
franceses vieron la artillería y los seiscientos vaya ni invíe á socorrernos, porque lo teme-
hombres de armas en salvo, teniéndolos á ellos mos por mayor afrenta que la que de los
por muertos y á la artillería por perdida, franceses podríamos recebir si fuésemos por
hicieron muy grandes alegrías con ellos, como ellos vencidos». El Gran Capitán le alabó su
si los vieran resucitados. Luego los proveye- razonamiento y le hizo merced, y le dijo que
ron de comer y beber á ellos y á los caballos, se volviese con la gracia de Dios, que él lo
que lo habían bien menester, que había tres haría como él lo decía.
días que no habían comido, sino fué, como Otro día mandó tocar alarma y dijo á aque-
dijimos, alguna agua que de la lluvia del cielo llos señores y capitanes: «Vamos á ver lo que

cogían. hacen nuestros leones; no á los socorrer, sino


á ser testigos de su esfuerzo; y podrá ser que
CAPÍTULO XVIII
viéndonos, les tome gana de pelear y presen-
De lo que el Gran Capitán hizo sabido que los tarle hemos la batalla, confiando en Dios y en

franceses querían dar el segundo asalto á los su justicia». Cuando el Gran Capitán llegó cer-
españoles que estaban en Rocaseca. ca de Rocaseca supo cómo retirados los fran-
ceses á Gaeta habían quedado con la artille-
Después que el Gran Capitán fué avisado ría los seiscientos hombres de armas y el tra-

que los franceses querían tornar á dar más bajo que allí habían pasado; y como nunca
asaltos á los de Rocaseca, determinó de los ir fué avisado de no lo haber sabido y de los de
á socorrer. Sabido por los capitanes que en Rocaseca ni de otras espías, que aunque era
Rocaseca estaban, y los soldados asimis- el hombre del mundo más sufrido y más tem-

mo, inviaron un soldado al Gran Capitán, el plado en la ira de todos los del mundo, este
cual le dijo delante de todos aquellos capita- día ninguna paciencia tuvo, diciendo que le
nes y en presencia de todos los señores y había faltado la ventura; porque tomaran
hombres ^e guerra. que en Sant Germán esta- aquella artillería, y que aquel día se podía
ban, de esta manera: «Los muy valientes ca- comer carne sin la poner en el asador ni lle-
pitanes y esforzados soldados que están en gar á fuego. Alababa mucho á los de Rocase-
Rocaseca me invídn á V. S. á le hacer saber ca y á los seiscientos hombres de armas que
cómo han sido informados que V. S. les quie- habían guardado la artillería; á sí solo culpaba
re ir á socorrer, y debe ser no sabiendo que se había estado descansando en Sant
V. S. lo que c^.i los franceses hemos pasado. Germán y holgando en tal tiempo, y luego del
Estamos todos muy afrontados por ello, y camino se volvió para Sant Germán muy des-
suplican á V. S. se esté quedo en Sant Ger- contento y enojado.

d
DEL GRAN CAPITÁN 399

adolescló de una muy grave enfermedad, que


CAPÍTULO XIX le duró mucho, y mos de Alegre, mos de la
De lo que aconteció á Pedro de Médicls, aquel Paliza, mos de Auberi, Montpensicr, mos de
capitán que dijimos que se había acogido á Isy, Bayardo, mos de Sant Pol, Baseyo, capi-

Monte Casino. tán de suizos; mos de Xaude, mos de Picarte,


Bernardino Adorno y otros muchos y buenos
Cuando se combatió Monte Casino y se en- capitanes; venían asimismo capitán de Flo-
tró por fuerza de armas, ya dijimos cómo rencia, del Duque de Ferrara, del Mantua,
aquel Pedro de Médicis, florentín, hijo del micer Juan BentivoUo y otros muchos; y más
magnífico Lorenzo de Médicis, se salió de considerando haber cuatro franceses para un
aquella abadía para se á Qaeta, que andaba
ir español, y estando á la mira toda Italia, Fran-
desterrado de aquella señoría y era capitán cia y España y toda Europa, acordaron desde
del Rey de Francia. Fué este Pedro de Médi- á dos días de pasar el río del Gareliano é irse
cis hermano del Papa León décimo. Pues derecho la vía adonde estaba el Gran Capi-
¡nviaron los Generales de Francia por la arti- tán y darle la batalla, y fuéronse aposentar á
llería ansí la suya como la que las señorías una villa llamada Aquino, que está seis millas
y potestades de Italia habían traído al campo de Sant Germán, donde nuestro campo esta-
de los franceses; y toda júntala tenían carga- ba De esta villa de Aquino fué natural San-
da en navios, y entre otros capitanes y gente to Tomás de Aquino, de la Orden del bien-
de guerra iba allí este Pedro de Médicis. Y aventurado Santo Domingo, que en letras
llegando cerca de Gaeta, adonde el rio entra divinas, sólidas y católicas y en santidad
en la mar, embravecióse en tanta manera la alumbró mucho á la Iglesia de Dios. El Mar-
mar, que en la boca del río se hundieron los qués de Mantua venía muy bravo y había pro-
navios con la artillería, y capitanes y solda- metido al Rey de Francia de matar ó prender
dos, y municiones que allíllevaban Murie- al Gran Capitán ó lo ser él muerto ó preso, y

ron allí con este Pedro de Médicis trecientos de le dejar el reino de Ñapóles pacífico y en
soldados, y pilotos y marineros, que ninguno su servicio, sin quedar una sola almena por
se salvó; y entre ellos aquel Pedro de Médicis, españoles, con otras palabras bien soberbias.
con todos los que con él iban. Y este fué jus- El Gran Capitán.sabida la determinación del
to juicio de Dios; porque estando el gran Gonzaga, holgóse extrañamente y invió luego
Lorenzo su padre en una casa que tenía jun- á M. Antonio Colona á los Generales de Fran-
to á Florencia, llamada Caregla, estando malo, cia que estaban en Aquino, los cuales lo reci-

y teniendo consigo á un médico el más insig- bieron muy bien, asi por ser quien era como
ne de toda Italia, ofreciéndose el médico, que por ser inviado por el Gran Capitán. M. An-
se llamaba micer Petro Leonés, Pedro de al tonio les dijo de parte del Gran Capitán que
Médicis pesó en tanta manera, pensando
le sus señorías fuesen muy bien venidos á aquel
que su padre había de vivir, que lo hizo echar reino, y que él se había holgado mucho dello,
en un pozo al dicho médico, porque no curase así por ser personas tan señaladas en la paz
á su padre, que había sido el más valeroso y en la guerra como por traer consigo tantos
cibdadano que en Florencia hubo jamás, padre y tan buenos caballeros con tan buena gente
del Pontífice León. de guerra, adonde habría lugar de mostrar
sus grandes ánimos y valor de sus personas,
CAPÍTULO XX de que en todo el mundo eran conocidos, co-

De cómo sé concertó la batalla entre los espa-


mo él sabía que lo eran; que les rogaba muy
afectuosamente, porque la gente de la tierra,
ñoles y franceses, y por qué causa se des-
barató.
que ninguna culpa tenía y eran gente que
vivían por su trabajo, no lo pasasen mal, y
Los Marqueses Generales de Francia y á por otros muchos trabajos que con la dilación
todos sus capitanes les pareció que, pues se suelen acometer; y también porque sabía
traían consigo á toda la flor de Francia, así que lo venían á buscar, que en todo caso
en las armas como en nobleza, y todos los aceptasen la batalla y fuese adonde ellos qui-
más diestros y sabios capitanes, como eran siesen, y como lo ellos eligiesen, que él los
mos de Tramolla, aunque pasando por Roma iría allí á buscar, porque no tomasen trabajo,
400 CRÓNICA MANUSCRITA
y que verían una muy hermosa batalla, donde
CAPÍTULO XXI
se haría una beUísima jornada. Los Marque-
ses respondieron que él habia hablado á su De cómo venido el jueves todos se aparejaron
gusto y voluntad de ellos, y que ellos le hubie- para la batalla y el viernes fueron á dar la
ran requerido lo mesmo; mas que tuvieron batalla.
por cosa muy cierta que no querría persona
tan cuerda como el Gran Capitán era tentar Pues venido el jueves, todos se aparejaron
I
tantas veces á la fortuna, que tan favorable le para otro día dar la batalla, y esa noche toda
había sido; au^ique todo el mundo sabía, y el se gastó en confesar y comulgar y hacer tes-
Cristianísimo Rey estaba de ello bien infor- tamentos, y á media noche tocaron alarma
mado, que las desgracias pasadas más habían y todos estuvieron muy á punto y se pusieron
sido por falta de los capitanes que no de la en orden. Pues todo concertado, el Gran
gente de guerra, más que no por el esfuerzo y Capitán iba en la avanguardia ordenándolos
industria de los españoles; pues todo el mun- y animándolos, que les ponía nuevos cora-
do sabíala ventaja que los franceses hacían á zones.
los españoles en la paz y principalmente en la Pues con esta orden llegaron al lugar seña-
guerra, con otras muy soberbias palabras. Y lado parala batalla cuando arrayaba el sol,

concertóse que fuese la batalla de campo á teniendo por muy cierto que los hallarían allí;

campo para el viernes venidero, que era á y llegados, ningún francés hallaron, que esa
veinte y uno de Octubre. M. Antonio les res- noche habían pasado el Garellano y tornado
pondió: «Lo que antes dije fué de parte del adonde habían venido por el puente de Pon-
Gran Capitán. Lo que agora dijere será de la tecorvo: que si aquella noche el Gran Capitán
mía. No está (dijo M. Antonio) sujeto á la for- no fuera engañado por los descubridores, que
tuna el Gran Capitán para que la haya de ten- eran italianos, él hacía esa noche jornada con
tar, porque la trae á su mandar y en su mano ellos.
está tomarla ó dejarla Lo que los capitanes Este lugar de Pontecorvo solía ser del rei-
franceses han hecho en las guerras pasadas no de Ñapóles y agora es déla Iglesia. Llega-
todo el mundo lo sabe, que no les faltó indus- do, pues, el Gran Capitán al sitio donde es-
tria ni esfuerzo para pelear; mas sobró á los taba señalado que había de ser la batalla, lo
españoles para los vencer, según la mucha holló con su ejército, y luego tornó á inviar al
justicia tienen los Reyes de España á este mesmo M Antonio Colona á les decir cómo
reino, sobre que es el debate, y presto vere- estaba muy espantado dellos, á ver si que-
mos lo que vuestras señorías hacen; y pues brantaban la palabra que así habían dado per-
tan buena respuesta llevo, que para tercero sonas tan señaladas en la guerra y que habían
día será la jornada, allí verá la mejoría de los perdido tanta reputación. Los franceses res-
nuevos capitanes á los pasados». El de Gon- pondieron que ellos se habían retirado y tor-
zaga le respondió: «Asaz habéis dicho, señor nado á pasar el Garellano por cosas que les
M. Antonio, de palabras soberbias y aun aje- importaban; que cuando fuese tiempo que
nas de las que los mensajeros suelen decir». ellos los buscarían, y aunque no les pluguiese
M. Antonio le replicó: «La verdad á do quie- mucho con ellos. Vuelto, pues, M. Antonio, el
ra y delante de quien quiera se debe decir». Gran Capitán se volvió aquella noche á Sant
Y con esto se despidió. Los Marqueses que- Germán con todo su campo. El señor Fabricio
daron muy cansados de la plática pasada. Colona fué con ciertos caballos desde el Soto
Vuelto, pues, M.Antonio, dijo lo que queda- de Aquino á provocar á los franceses que es-
ba concertado, que la batalla fuese de campo á taban de aquella parte del río, mas ellos les
campo para tercero día viernes, que se con- tiraron con su artillería y se estuvieron que-
taron veinte y un días de Octubre. El Gran dos en su real. Este río del Garellano va lo
Capitán le abrazó y le dijo: «Bien sabía yo, más del tiempo ahojinado como Tajo en mu-
señor M. Antonio, que donde vuestra merced chas partes, y desta causa no se puede pasar
se hallase, que llevara adelante nuestras hon- sino por barcas.
ras».Hubo tanta alegría en el ejército, así Luego á los veinticinco días de Octubre s<í
en particular como en gener.íl, que no se dioRoca de Vanda, que dijimos que el Gran
podría por ningunas palabras decir. Capitán dejó cercada. Quedó en aquel cerco

á
DEL GRAN CAPITÁN 401

el capitán Zarate con su compañía, el cual bando ursino, en quien tanta esperanza tenían,
combatió la villa y les entró por fuerza de con tan gran confianza, haberse pasado á los
armas, y fué él de los primeros que entraron, enemigos por la insolencia y temeridad del
y fué herido á la entrada, de que luego murió Trancio, embajador, que en tan poco los tuvo;
peleando como valiente capitán que era. La y con grande agüero pronosticaban un suceso
villa y fortaleza fué tomada y saqueada por muy contrario. Con todo esto, el Gonzaga
la gente de guerra. Fué muy sentida la muerte llamó á consejo al de Saluces y al Alegre y á
de este capitán Zarate, porque era muy vir- Baseyo con los otros capitanes, [y acordaron]
tuoso y muy valiente. Tomaron los soldados no haber cosa más provechosa para la nece-
tanto pesar y coraje en ver muerto á su capi- sidad en que estaban que llegar á la villa de
tán, que mataron muchas personas de la villa Traeto y echar un puente al Garellano, pasar
sin haber de ellos piedad alguna. el río por la Campania que va á las aguas

Cuando el Gran Capitán fué con todo su del Sesa y Moiidragón. Este Mondragón lla-
campo á la villa de Aquino, pensando de hallar maron los antiguos Petrino. Y de ahí ir por
allí á los franceses, como estaba concertado, la campaña de Mazoni é irse derechos á Ca-

supo que en ciertos mojones y en un hospital pua, y vadeando el río por la vía de Carinóla
estaban muchos franceses y suizos enfermos, pasar el río Vultreno.
que se morían de hambre y de frío. Mandóles El Gran Capitán con su gran prudencia,
proveer de todo lo necesario y curarlos, y les conocido el desino y discurso de los enemi-
dejó con que se volviesen, y usó con ellos de gos y con tan grande expiriencia de las cosas
grandísima piedad. Muy al revés de lo que de la guerra, luego conoció lo que los enemi-
aconteció á Peri Juan, aquel cosario de quien gos determinaban de hacer. Invió á Pedro de
atrás dijimos; que topando cerca de Cunas Paz con su capitanía de caballos ligeros para
un navio donde iban muchos españoles y ita- que corriese la ribera del río y les defendiese
lianos enfermos y heridos á se curar en la cib- y siempre fuese en frente de los ene-
la salida,

dad de Ñapóles, que los había mandado ir el migos, que él les siguiría de cerca. El de Paz
Gran Capitán desde Castellón y los otros por la parte que le pareció que podrían los

lugares de los aposentos, topó con ellos aquel enemigos pasar, que estaba el río más apare-
cosario, y tomó el navio y todo lo echó á fon- jado para se vadear, hizo hacer una larga trin-
do, pareciéndole que era gran valentía matar chea y bien honda,adonde parecía que podrían
á todos los enfermos, y aun á los que los lle- echar el puente, y metió en ella infantería de
vaban, porque á todos los echó á fondo. arcabuceros para que los rociasen cuando
quisiesen echar el puente.
Estando dos campos uno de una parte
los
CAPÍTULO XXII
del Garellano y el otro de la otra, Fabio Ursi-
De lo que los franceses hicieron teniendo su no, un caballero muy mancebo y muy esforza-
campo de aquella parte del Careliano. do, hijo que fué de Paulo Ursino, á quien
mató César Borja, llevando abierto el almete,
El Gonzaga y Saluces con los otros capita- un gascón le tiró y le metió por un ojo una
nes estuvieron seis ó siete días consultando saeta. En esta sazón el Gran Capitán invió á
lo que harían, porque la fortuna les había Fabricio Colona sobre la Roca de Evandria,
sido muy contraria al principio; porque el el cual la cercó y la dio un recio asalto. Está

Papa Alejandro, que estaba ligado con el esta Roca de Evandria sobre el Garellano.
Rey de Francia, era muerto, y mos de Tra- Fué tanta la turbación de los de dentro, que
molla en quien ellos tenían grande esperan- tomaron tanto espanto, que Federico de Mon-
za, había adolescido, como dijimos, de una forte, un capitán que estaba por el Rey de
grave enfermedad. Las primeras cosas que en Francia, se concertó con el Fabricio que si
principio habían tentado les habían sucedido dentro de cinco días no le socorriesen los
infeliccmente, y no habían podido pasar á franceses, se daría. Para ello dio un hijo suyo
Carinóla por el estrecho de Casino para ir á en rehenes.
tierra de labor; y habían sido echados de El Gonzaga, ocupado en el puente que que-
Rocaseca con gran vergüenza, y más los ría echar, tuvo en poco la pérdida de aquella
tiempos tan contrarios; y los caballeros del fortaleza, y el Monforte, pasado el término,
Clónicas del Gran Capiíán.-2B
402 CRÓNICA MANUSCRITA
la rindió ycobró sus rehenes. Pues asentado Los gallegos luego hablaron en partido
el realpor los franceses de aquella parte del que entregarían la torre, si los dejasen ir
Careliano, en medio de la vía que viene de con las vidas; lo cual luego les fué otorgado.
Gaeta á Ñapóles, junto á una torre donde En el campo de los españoles fué sabido fl
anda una barca en que pasan aquel río, dije- cómo los gallegos estaban cercados, y luego
ron que por allí harían sus puentes y pasa- fué una escuadra á los socorrer; que si sola
rían á dar la batalla á los españoles. una hora se defendieran, llegaba el socorro.
Gran Capitán, postrero día de Octubre^
El Los gallegos comenzaron á se ir al real de
asentó su campo de la otra parte del Garella- los españoles, á los cuales los que venían al
no, enfrente del campo de los franceses, que socorro los encontraron no un tiro de arca-
no había sino el río en medio; que su artillería buz de la torre y aun mucho más cerca; y sa-
daba en el campo de los españoles, y la de bido que habían entregado la torre, sin les
los españoles en el de los franceses. Estuvie- oír más, los pasaron por las picas á todos
ron estos dos campos el uno de la una parte diez y seis sin dejar á alguno dellos. Los
y el otro de la otra desde postrero día de franceses, que á vista dellos estaban, así en
Octubre hasta vispra de Navidad, que fueron la torre como en el real de la otra parte, que-
cerca de dos meses, en el cual tiempo acon- daron muy espantados de la gran crueldad
tecieron cosas muy señaladas en armas, así que aquellos españoles usaron con sus mes-
de una parte como de la otra. El Gran Ca-
la mos compañeros, á los cuales dijo un solda-
pitán siempre les requirió ó que pasasen do: «Mirad, borrachos, este es el pago que
adonde él estaba y se diese la batalla, y que damos á estos cobardes, porque quedando
les daba su fe y palabra que hasta que todos vivos entregaron la torre; y el mesmo pago
hubiesen pasado y ordenado sus haces, de os debemos á todos vosotros», que no hay
no menear su real, ó que si esto no les placía, cosa que pueda ser más afrentosa que rinda
que él pasaría á ellos y se fiaría en su pala- el español ninguna plaza al enemigo, quedan-

bra. Los franceses respondieron que ellos do vivo.


pasarían lo más presto que pudiesen y les Al Gran Capitán le pareció gran crueldad
darían el pago que merecían. la que con aquellos gallegos se había usado,

que tan miserablemente muriesen aquellos


CAPÍTULO XXIII diez y seis soldados; mas no lo quiso casti-
gar, porque escarmentasen y tomasen ejem-
De lo que aconteció á un capitán gallego que
plo, que los que estuviesen en defensa de al-
guardaba una torre allí ribera del Gare-
guna plaza, antes eligiesen de morir que no se
llano.
rendir al enemigo; y que supiesen que tenían
Estaba en el río del Garellano hacia la parte más cierta la muerte no haciendo lo que de-
de abajo una torre de la parte del campo de bían que no la quel enemigo le podía dar; y
los españoles, en la que se metió Pedro Na- que supiese el soldado español que su vida
varro, al cual el Gran Capitán invió á llamar estaba en la fortaleza y valentía del ánimo,
y que dejase la torre á buen recabdo. El Pe- y que era muy ajeno del nombre español en-
dro Navarro dejó encomendada la torre á un tregar al enemigo ninguna fuerza por flaca
gallego, persona de calidad, y le dejó quince que fuese. Porque este clarísimo varón no
gallegos,buenos soldados al parecer y que tenía en nada que le tuviesen por cruel en
parecía que la sabrían defender, porque no los casos que tocaban á la reputación y hon-
cabían más en ella, y les dejó todo lo nece- ra, aunque de su natural era muy benigno y

sario para la defensa de aquella torre; y les piadoso. Los franceses quedaron muy orgu-
dijo que si los franceses pasasen á ellos que llosos por les haber ganado aquella torre.
se la defendiesen hasta no quedar sino solo Acontecía muchas veces echar los fran-
uno, y que aquel !a defendiese hasta que se ceses los caballos á pacer por la isla del
la echasen encima; y que si se viesen en gran río y pasar los españoles y traerlos á nado.
necesidad, inviasen uno á avisar al real. Pues Decían los franceses que los españoles no
ido Pedro Navarro, los franceses pasaron en eran como las otras gentes, porque tan se-
barcas, llevando en ellas artillería, y comen- guramente andaban por el agua como por la
zaron á batir la torr&. tierra.
DEL GRAN CAPITÁN 403

guerra fué, sin faltar uno solo, que se retru-


CAPÍTULO XXIV campo á la cibdad de Capua, porque es
jese el
De un rencuentro que pasó de cuatro espartó- muy fuerte y muy abastecida de todas las
les y cuatro franceses de la otra parte del cosas necesarias, y en muy buena comarca
río, cerca del real de los franceses. que allí esperarían á los franceses, y entre

tanto pasaría aquel tiempo tan lluvioso, y por-


En este tiempo pasaban muchas veces á que en aquella cibdad se podrían muy bien
nado los españoles y tomaban descuidados á Estas y otras muchas causas dijeron
sufrir.

los franceses y les hacían mucho daño y mata- para persuadir al Gran Capitán para probar
ban muchos dellos, y se tornaban á echar al su intención; y sin duda aquello parecía lo
aguaá su salvo. Pues desde el real de los es- más razonable para el tiempo en que esta-
pañoles vieron cuatro gentileshombres fran- ban. El Gran Capitán les oyó á todos, y aca-
ceses andaban cazando con unos esmerojones bado de oir su parecer les dijo: «Señores, lo
entre unos taraches el río arriba, desviados que á mí me parece es lo que tengo de hacer,
algún trecho del real, y cuatro soldados es- y es que nunca Dios quiera que baste ningu-
pañoles determinaron de pasar á ellos. Hicie- na fortuna adversidad para me hacer vol-
ni
ron de los sayos unos envoltorios y pusiéron- ver atrás. Yo
determino, señores, de ganar
lossobre las cabezas y las espadas atrave- antes tres pasos adelante, aunque sean para
sadas en las bocas; y pasaron á nado el río mi sepultura, que tornar dos solos atrás para
enfrente de donde andaban cazando aque- mi salvación y remedio. Ninguna cosa de mu-
llos cuatro franceses, sin ser vistos dellos, cha honra se ganó jamás sino aventurando la
porque en aquella ribera hay muchos árbo- vida y sufriendo muchas necesidades, como
les, y salidos de la otra parte se vistieron
y hacen los constantes varones. De mí os sé
se fueron cada uno para su francés. Los fran- decir que cuando todos os fuésedes y me de-
ceses se les rindieron, y los ataron y los lle- jásedes sola mi persona, quedaría en este
varon á la ribera y los tomaron á cuestas y lugar do estoy hasta acabar esta jornada ó
los pasaron el río, asidos dellos y temblan- acabar aquí la vida con tan glorioso fin, y ya
do y gritando; y cuando de la otra parte lle- yo veo los que conmigo entonces quedarían.
garon, el uno iba muerto. Ya que me hobiese de retraer, no había de ser
Pues llegados ante Gran Capitán, fué
el á Capua, porque no se sufre perderse en una
muy espantado de unos y de los otros;
los cibdad más de un capitán, Aníbal, aquel muy
y preguntando para qué los habían pasa- astuto y sabio capitán de los cartagineses,
do el río, respondieron que les habían pa- Capua fué su total perdición por se reco-
recido personas de rescate. El Gran Capi- ger allí.

tán hizo mucha merced á los soldados, á


CAPÍTULO XXVI
los cuales dio á cada uno ducientos ducados
De cómo los franceses echaron un puente y
y un vestido de su persona, y mandó ente-
pasaron destotra parte del ríoá pelear con
rrar al francés muerto.
los españoles y lo que sucedió de la batalla.

CAPÍTULO XXV Los franceses, como les venía tanta gen-


De lo que los franceses y españoles hicieron te de Francia sin la que acá tenían y también
estando en este sitio del Careliano. les venía de las señorías y potestades de Ita-
lia, que como tenían por cierto que habían de
Un domingo que se contaron cinco días de ganar el reino, todos, como dijimos, les ayu-
Noviembre, entró el Gran Capitán en consejo daban con gente y con todas las cosas nece-
con los señores y capitanes que allí estaban sarias á la guerra, por tener al Rey de Fran-
sobre lo que se debía hacer veyendo las gran- cia propicio en aquel reino. Pues hallándose
des necesidades qne padecían y la hambre tan pujantes y con tanto orgullo y con mucha
que en el real había, de cuya causa se iban artillería que de Francia y de Italia les había
muchos soldados, y sobre todo las muchas venido, determinaron de pasar el río por
aguas y tempestades que de noche ni de día puentes y dar la batalla á los españoles, si les
cesaban. El voto y parecer de todos los seño- osasen esperar, como ellos decían; porque
res y capitanes y de los del consejo de la tuvieron por cierto que si les viesen pasar
J

404 CRÓNICA MANUSCRITA


que no les osarían esperar. Y para ello man- armados y el río es hondo porir ahocinado y

daron traer quince barcas grandes con sus tiene muy malas todos se ahogaban.
salidas,
anclas, y sobre ellas echaron un puente de El Gran Capitán iba en la delantera por el
madera bien ancho y bien firme, haciéndole puente adelante diciendo á voces: «O los fal-
gran guarda de día y de noche, y lo mesmo conetes han de volver luego acá ó todos
hacían los españoles; así que nunca puente hemos de quedar allá con ellos muertos».
fué mas guardada en el mundo de una parte Todos, visto lo que el Gran Capitán decía y
y de otra. lo que hacía, todos pelearon con tanto ánimo

El Gran Capitán puso cuatrocientos italia- que salieron de la otra parte del puente y
nos entre su real y la entrada al puente, y el entraron por el real de los franceses. Los
Marqués de Mantua luego que llegó á Gaeta cuales, visto á los españoles en su real, tuvie-
que se vio con los capitanes franceses que ron tan gran turbación que comenzaron á
allí estaban, siempre burló dellos, diciendo huir. El Gran Capitán decía á voces: «O
que el Rey Luis había perdido su reino, cré- líbrense los falconetes ó sea nuestra sepul-
dito y reputación más por falta de los capita- tura cabe ellos». Diego García, Villalba, Alón-"
nes que por defecto de la gente de guerra. so Gallego el tuerto y el Comendador Rosas
Principalmente tenía muy corrido al de la y Alonso López de Escalada trabaron de los
Paliza y á los otros capitanes. El Alegre le falconetes y los inviaron por el puente pe-
respondió: «Señor, el tiempo es largo, y agora leando con los franceses. Los Coloneses, Pe
veremos lo que hace V. S.», y más cuando vio dro Navarro, Hernán Suárez, Carlos de Paz,
el Marqués que habían ganado la torre de los Maderiaga, Espés y Martín Gómez, vizcaíno,'
gallegos; así que los nuevamente venidos pelearon en el puente [de tal suerte] que los
tenían en muy poco á los que acá hallaban- franceses no fueron parte para estorbar que
los tiros no volviesen al campo de los es-
CAPÍTULO XXVII pañoles.
El Duque de Termoli, Andrea de Altavilla,
Cómo ¡os franceses pasaron el puente y pelea-
don Pedro de Acuña, don Jerónimo Lloriz^
ron con los españoles, y lo que en la batalla
hicieron este día cosas muy señaladas. Lo
sucedió.
que aquel día hizo el capitán Hernán Suárez
Acaeció, pues, así: estando el Gran Capitán de Sevilla puso á todos en admiración, su
y su campo teniendo la guarda del puente friendo mucho trabajo y peleando con el real
cuatrocientos soldados italianos con su capi- de los franceses.
tán asimismo italiano, los franceses asesta- Cobrados los falconetes, todos se volvieron
ron toda su artillería á unos llanos de panta- por el puente, porque así lo mandó el Gran
nos por do podía venir el campo de los espa- Capitán. Murieron en este rebato algunos
ñoles, que aves no podían pasar por allí sin españoles y algunos italianos; de los france
recebir daño. Luego arremetió por el puente ses murieron dos mil hombres, sin los qué
toda la más gente de los franceses que pudo, cayeron en el río. Iba todo el Garcllano, des
y imbistieron en la guarda de los italianos, que de el puente abajo, cubierto de franceses, lo
dijimos que guardaban el puente, y mataron cual era de ver gran lástima; y el Gran Capí
muchos dellos y los otros huyeron. Tomáron- tan no pudo tener las lágrimas que no llora
les los franceses dos falconetes que tenían allí se, acordándose que aunque eran enemigos
en guarda del puente.
la eran cristianos, redemidos por la sangre de
Visto por el Gran Capitán la mala guarda Jesucristo, y hacía enternecer á muchos.
que los italianos habían hecho, salió su per- El Marqués de Gonzaga quedó muy espan
sona en la delantera y fué derecho al puente, tado de la presteza de los españoles y la
y con él todos los caballeros y capitanes que furia con que pasaron el puente, y de la cons
le vieron ir. Fué su persona la primera que tancia con que pelearon hasta cobrar los fal
aquel día llegó á los franceses. Allí fué una coñetes. Los franceses como pasaron el puen
muy brava batalla, en que les mataron á todos te desordenados, aun no habían tenido lugarj
los que hallaron que habían pasado desta de cerrarse en escuadrón. En ninguna mane
parte del puente. Los otros comenzaron á ra tuvieron lugar ni ánimo para sufrirla furiaj
huir, y los más caían en el río; y como iban de los españoles, que los acometieron muy]
DEL GRAN CAPITÁN 405

denodadamente; veyendo, como dijimos, ir pasasen de la una y de la otra parte; y


delante la persona del Gran Capitán. Aquella tomando una larga trecha al cabo de las
hora viera menear las manos á los españoles, puentes, hiciesen una trinchea contra los ene-
porque los franceses que venían á socorrer migos, en la cual los más valerosos soldados
á los suyos eran forzados á volver atrás con asegurasen á los que los seguían pudiesen
la vuelta y huida de sus compañeros. hacer rostro á los enemigos y salir fuera, de-
En esta batalla, un alférez llamado Hernan- fendiéndoles la artillería, de la cual tenían
do de Illescas ('), alférez español, al cual grande copia y muchas y muy buenas piezas,
habiéndole llevado una pelota de un cañón la que podían hinchir la ribera de abajo y de
mano derecha con gran parte de! brazo, y él arriba y defendellas fácilmente.
con la mano izquierda y el brazo manco se Estando los franceses tratando estas cosas
ayudó de arte que siempre tuvo su bandera como tan valeroso capitán y tan sabio en la
enarbolada con gran ánimo. Al cual díó el guerra, según en las cosas en que se había
Gran Capitán en las rentas reales quinientos hallado, comenzaron los franceses á aborre-
ducados de renta para él y para sus descen- cer al Marqués de Mantua
y á desacatarle,
dientes; lo cual el Rey don Fernando confirmó diciendo que en todo lo que había comenza-
después. Yo oí decir á don Diego García de do se había errado y tod© lo hacía muy al
Paredes que jamás vio ni esperaba de ver contrario de lo que ellos tenían ordenado; y
cosa como aquélla; que en todas las guerras toda la culpa echaban al Gonzaga, y que era
en que se había hallado nunca vio cosa como muy tardío en lo que había de hacer y no na-
ésta, porque no pudiendo pasar sino por da diligente, y que con poca presteza trataba
sobre hombres muertos y caballos, no temían las cosas de la guerra. Tiene esta falta la
de se ir contra la artillería sabiendo que iban guerra: que cuando alguna jornada no suce-
á morir; que ninguno vio volver atrás, sino ir de felicemente, fácilmente murmuran del capi-
todos adelante, como á sabida muerte. Mos tán y le quitan la honra y reputación que
de la Paliza á grandes voces dijo al Marqués: hasta allí ha ganado, aunque haya hecho cosas

«Magnífico señor, paréceme que estos espa- muy señaladas en las pasadas jornadas y
ñoles comienzan á burlar con vuestra seño- haya sido muy venturoso en lo pasado. Cuan-
ría. Sospecho que antes de mucho hemos de do alguna jornada no sucede felicemente,
ser todos iguales». luego culpan al capitán, no se acordando de
las cosas pasadas, aunque hayan sido prós-

CAPÍTULO XXVIII peras. Los franceses de su natural arrebata-


dos en todo lo que hacen y deseosos de con-
De un ardid que el Gran Capitán hizo para
cluir de presto los negocios, aunque sean
dar á entender á los franceses que les tenía
contrarios; porque de su natural no pueden
temor, y lo que los franceses hicieron C^).
sufrir luenga tardanza ni larga fatiga ni tra-

Como los franceses vieron


que sus desig- bajos, quisieran quel Gonzaga de presto com-
nios no les habían sucedido bien, no por ende batiera y viniera á las manos con los enemi-

perdieron la esperanza de dejar de llevar gos por poner fin á la guerra y á los trabajos
adelante su propósito comenzado;como aque- que padecían; y desta causa muchos dellos
llos que eran tan diestros en la guerra murmuraban del Gonzaga, diciendo que si
y que
tanto sabían de ella, quedáronse en su mes-
trujeran á mos de Tramolla por capitán, que

mo con pensamiento de hacer otro puen-


real ya hobieran ganado el reino y echado á los
te, mandando traer todos los bateles de las españoles dé Italia y alcanzado la victoria,
naos de carga, á fin que en un mismo tiempo porque Tramolla con su grande industria y
los caballos y infantería, cada uno por cabeza no hobiera esperado á la tardanza del
sí,
Gonzaga y hobiera obtenido la victoria.
(') Al margen, de letra del texto: «De la compañía de Entre los otros capitanes que de Francia
Morellón. A este Hernando de Illescas mandó llevar el
Gran Capitíln k bu tienda y lo hizo curar, y cuando habían venido con musiur de la Tramolla era
sanó [quedó] sin el brazo». Sandrycurto, hombre bien experimentado en
Así en el original; pero no se trata en este capítulo
('-')

de esta materia, sino en el siguiente que lleva el mismo las armas y de grande ánimo; mas era bas-
epígrafe.Kn este se ocupa principalmente de las umr- tardo y muy suelto en hablar, y muy bravo y
muraciones que en el ejército francés producía la con-
ducta militar y la persona del Marqués de Mantua. maldiciente. Hallándose este Sandrycurto'en
406 CRÓNICA MANUSCRITA
cierto alojamiento de soldados les dijo desta franceses, determinó de esperar á su tiempo
manera: «Sabed, señores franceses, que nos- para les dejar General, cuando viese que
otros somos con justa causa castigados de la cómodamente lo podía hacer.
fortuna,que venga el nombre francés á térmi-
no y á tanta poquedad que vengamos á ser CAPÍTULO XXIX
sujetos y que obedezcamos á un capitán ex-
tranjero, y más italiano bujarrón, como si de
De un ardid que el Gran Capitán hizo para \
dar á entender á los franceses que tenia
nuestra nación no hubiera capitanes más
temor de ellos, y de lo que los franceses so-
valerosos que en todas las otras naciones
bre ello hicieron.
juntas; si no véase en los tiempos pasados y
presentes, hay en nuestra nación muchos me- El Gran Capitán consultó con el Conde
jores que él, los cuales con
su esfuerzo y Pedro Navarro y con micer Antonelo cómo se
valor nos hobieran sacado destos trabajos y haría un ardid para que los franceses pensa-
ganado la victoria de los españoles y los sen que los tenían temor y pasasen el puen-
hubiéramos buscado y muerto y preso todos te. Los cuales hicieron un ardid, y fué éste:

ellos».Estas y otras muchas palabras dijo que aparejaron una barca con pólvora y bota-
este Sandrycurto, lo cual luego fué referido al fuegos, y metido dentro un soldado de noche
mesmo Marqués, y cómo los más franceses en cueros; y la barca comenzó de ir el río
decían lo mesmo. Gonzaga sintió mucho
El abajo hacia el puente, y cuando llegó la bar-
aquellas palabras, y las sintió como era razón, ca cerca del puente, púsola fuego y saltó en
porque es costumbre entre soldados y los el río, y á nado salió á la orilla. La barca

gente de guerra y en la paz asimesmo des- comenzó á arder muy bravamente y fué á
honrarse unos á otros é injuriarlos de pala- topar con el puente. Mas los franceses que
bras. A los italianos llaman los franceses y estaban en la guarda del puente, como vieron
aun españoles bujarrones, que quiere decir venir el fuego á dar en el puente, aunque no
que se echan con muchachos. A los españoles pudieron imaginar qué sería, porque no vían
llaman marranos y ladrones; los alemanes lla- sino aquel fuego venir á quemar el puente,
man á los suizos vaqueros y ordeñadores de con lanzas y cuentos detuvieron que no lle-
vacas, y los suizos llaman á los tudescos gase la barca al puente, aunque estuvo bien
puercos sucios; á los ingleses, bestiales irra- cerca, y allí se acabó de quemar. Los france-
cionales; á los portugueses, locos enlevados; ses de aquel ardid creyeron que los españo-
á los franceses, borrachos, cueros de vino, y les temían que los franceses pasarían de la
asimismo á los flamencos. otra parte, y que deste temor habían hecho
Al Marqués le pareció que perdía toda su aquel fuego, para que les quemase el puente,
reputación en tener más el imperio y mando tuvieron por cierto que el Gran Capitán le
sobre los franceses, gente tan insolente y pesaba ver allí el puente.
soberbia, cuya reputación y fama con sus
vanas palabras habían maltratado y ofendi-
do; determinó dejar lomás presto que pudie-
se la potestad y gobierno de los franceses,
porque él desde que llegó al reino de Ñapóles
siempre fué devoto y parecer, y lo demostró
con muchas razones muy bastantes, que el
COMIENZ.A EL NONO LIBRO
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ,
GRAN CAPITÁN, HIZO CONTRA LOS REYES DE,
i
ejército se pasase en Pulla; mas los menos FRANCIA EN EL REINO DE ÑAPÓLES.
obedecíanlos mandamientos y murmuraban
de los pagadores que hurtaban los dineros CAPÍTULO I

con que se habían de proveer los soldados y


De cómo los franceses pasaron otra vez el
gente de guerra, y que daban falsa relación
puente, y lo que sobre esto pasó.
de los soldados por hurtar las pagas.
Pues veyendo esto el Marqués, cómo entre Pues un día por la mañana amaneció todo]

ellos se iba perdiendo su honra, y vía ya el el realde los franceses levantado y comen-
suceso que aquel campo había de] haber, zaron á pasar el puente. Aquel día se halló etj
según la insolencia y poca obidicncia de los Gran Capitán con solas quinientas lanzas!
DEL GRAN CAPITÁN 407

ligeras y quinientos soldados y los alemanes; «Mirad que no vais á escaramuzar, sino á les
porque toda la otra gente estaba repartida matar ó morir, y haced lo que hoy viéredes
por los aposentos, á causa de ser el tiempo, hacer á don García de Paredes y á Pedro de
como hemos dicho, tan trabajoso de aguas, y Paz y á Carlos de Paz y á Morellón y Mer-
estaban muy desesperados por no se hallar cado, Espés, Hernán Suárez, Escalada y Coe-
allí en el ejército. lo, Viciana y Espinosa», que vio que iban en

El Gran Capitán les inviaba siempre á de- la avanguardia, y nombró por sus nombres

cir que holgasen, que él les avisaría cuando á otros muchos. Un sjldado le respondió:
viese que era tiempo para dar la batalla á los «Pesar de tal con Diego García! Voto á Dios,
franceses, y que á ellos guardaba para mayo- más de dos Garcías veréis hoy que hombres
res cosas. Visto, pues, por el Gran Capitán vamos aquí».
que pasaban, mandó que los dejasen pasar Cuando, [como dijimos] en el capítulo pasa-
sin les estorbar su pasada. Pues viendo pasa- do, pasaron la primera vez que huyeron los
dos mil y quinientos franceses, invió contra cuatrocientos italianos que guardaban el
ellos quinientos infantes y quinientos caba- puente, y los franceses les tomaron los dos
llos ligeros, y díjoles: «Id con la gracia de falconetes, dijo elMarqués á mos de Alegre:
Dios y de su bendita madre y pelead con «¿Estos marranos son los que osvencieron en
ellos, que yo quedo aquí, adonde me dejáis la Chirinola y los que os han echado del rei-
con los alemanes, para si hobierdes menes- no?» con otras palabras afrentosas. Pues
ter ayuda, os pueda socorrer. Y juróos por veyendo mos de Alegre venir á los españoles
Dios eterno de no me mudar de donde me á pelear con los que habían pasado, dijo al
un paso atrás, sino que muerto ó
dejáis solo Marqués: «Magnífico señor, aquellos que vie-
vivo aquí me hallaréis». Y luego invió á lla- nen á pelear con los que han pasado sospe-
mar á gran priesa á la gente de guerra á los cho que son los que á mí me desbarataron.
aposentos por la posta; aunque cuando vinie- De aquéllos os guardad y veamos cómo lo
ron con toda la presteza que pudo ser, ya el hacéis». Pues estos españoles arremetieron
negocio estaba despachado, y al camino les con grande ímpetu contra los franceses. Ellos
tornó á inviar á mandar que se volviesen, lo los recibieron con otros tales ánimos y esfuer-
cual ellos no hicieron, antes vinieron allí al zo, porque aquellos primeros que habían
real y se quejaron muy gravemente al Gran pasado eran los mejores de todo su campo,
Capitán porque no les mandaba estar allí; y pasaban por el puente todos cuantos
que los debía tener en tan poco que no de- podían. Estuvo la batalla por gran rato bien
bían de ser para pelear; que le suplicaban les reñida; mas los españoles pelearon tan varo-
mandase estar allí, y que verían para lo que nilmente, y más sabiendo que los miraba el

eran. El Gran Capitán mandó á personas que Gran Capitán, que los franceses quisieran
para ello señaló, que si allí muriese, así arma- poder tornar á pasar el puente. Los españo-
do como estaba, lo tuviesen allí, como estaba, lesocuparon el puente y hicieron tan grande
hasta que aquella batalla se acabase, y des- estrago en ellos, que de mil y quinientos que
pués lo trujesen en el campo armado hasta pasaron, ninguno quedó vivo que no fuera
que los Reyes Católicos proveyesen de suce- muerto á ahogado.
sor. Esta diligencia hizo el Gran Capitán por-
que los franceses, sabido y visto á donde el
Gran Capitán estaba, asestaron hacia allí
CAPÍTULO II

muchas bocas de fuego y tiraban hacia allí á De lo que hicieron los españoles después de
do vían estar el Gran Capitán. Pasaban las muertos los mil y quinientos franceses.
más pelotas cabe él. Una pelota mató á un
Barón de Sicilia que estaba hablando con él, Como los franceses vieron muertos los
al cual mandó el Gran Capitán enterrar sin mil y quinientos franceses que habían pasa-
hablar en su muerte ni recibir alteración. Otra do el puente, asestaron seis bocas de artille-
pelota pasó entre las manos del caballo y ría, principalmente dos cañones que eran los

otras junto á su cabeza y cuerpo. mejores que había en Francia, llamados el


Cuando el Gran Capitán invió los quinien- «Gran cañón de Bretaña» y «Madama de
ros soldados y quinientas lanzas, les dijo: Forlin», y con estos les pareció que defende-
408 CRÓNICA MANUSCRITA
rían el puente que los españoles no pasasen él,que jamás hizo mudanza alguna en el ros-
allá, que las pajas del puente llevaban los ca- Decían que debía
tro ni habló en las pelotas.
ñones. ser cuerpo encantado, y que tal hombre
Los españoles, no contentos con haber como aquel no había de haber nacido en Es-
muerto los mil y quinientos franceses que el paña, sino en Alemania.
puente habian pasado, comenzaron con gran El Gran Capitán recibió á los capitanes y
I
presteza á pasar el puente. Las maravillas soldados con grande alegría, alabando sus
que en armas se hicieron aquel día en el hechos hasta el cielo. Faltaron hasta veinte
puente y fuera de ella por los capitanes y soldados. Llevó un tiro de artillería entre-
soldados es cierto que los que las vieron te- ambas piernas á un capitán de infantería que
nían en poco lo que Plutarco en sus Vidas y se llamabaGuzmán, que había sido paje de don
Tito Livio en sus Décadas escribieron. De Alfonso, señor de la Casa de Aguilar; quedó
Diego García de Paredes ni palabras bastan allí sin piernas. Era muy gentil hombre y había

para lo contar ni razones para lo dar á en- hecho cosas muy señaladas en armas; al cual
tender. Traía una grande alabarda que par- mandó llevar á su tienda el Príncipe de Nava-
tía por medio al francés que una vez alcanza- rra y lo hizo curar, pensando que sanaría, y al
ba, y todos le dejaban desembarazado el ca- fin murió; y el Príncipe lo mandó llevar á Gae-
mino. Daba voces á todos que pasasen al ta, y lo hizo enterrar muy honradamente, con
real de los franceses, y él y otros algunos un título sobre su sepultura que contaba su
pasaron de aquella parte, y fuéronse dere- muerte. Este Príncipe no había hecho tantos
chos á los artilleros que estaban con las me- fieros como el Gonzaga, y peleó aquel día
chas cebando los tiros. A dos artilleros par- mejor que él.
tió por medio Diego García hasta los dien- Había en el de los franceses un caba-
real
tes, de que el Marqués estaba espantado. Y de Sesa; era del Conse-
llero italiano, natural
visto que los españoles habían pasado el jo de Guerra de los franceses; tenía allí con-
puente, comenzó á huir en uno de los cin- sigo un hermano, el cual cada noche llevaba
cuenta caballos que de Mantua habían traí- una carta de cifras avisando de todo lo que
do; y mos de Alegre y el Paliza iban tras él pasaba. Este su hermano se iba el río arriba,
diciendo: «Volved, señor, á ver los que nos y con una piedra, atada la carta á ella, la
desbarataron en la Chirinola y en las otras echaba de la otra parte de! río; para lo cual
plazas. Volved y amosaros los hemos». Y si estaba un soldado esperando, y la tomaba y
esperara, lo trataran como á un señor fran- le traía la respuesta, y la echaba de la misma
cés que estaba hablando con el mesmo Mar- manera. Cada noche sabía el Gran Capitán el
qués, que visto que el Marqués huía y que los estado de los franceses por esta vía.
españoles pasaban el puente, se puso allí á la
defender; y Diego García le prendió, que no
le quiso matar por ver que lo había hecho
CAPÍTULO III

mejor que todos; y porque los soldados lo De cómo iodos los señores y capiianes del
querían matar, él lo dejó ir libre, el cual fué ejército y los del Consejo de la Guerra re-
muerto de risa para sus compañeros y alaba- quirieron al Gran Capitán se retrajese en
ba la merced quel gran diablo le había hecho, los alojamientos y alzase en todo caso el

que así llamaba á Diego García. real, y lo que respondió y hizo.


Aquel día hicieron Morellón, Spes, Coello,
Busto, el coronel Víllalba y los Alvarados, Juntáronse un día los señores y capitanes
padre y hijo, y todos los que allí se hallaron, y los del Consejo de la Guerra y suplicaron
cosas increíbles en armas. El Gran Capitán alGran Capitán que se retrajese á algunos
les mandó que se volviesen á estotra parte alojamientos hasta que aquel tiempo tan tra-
de la puente, y no podían pasar sino sobre bajoso de aguas pasase; diciendo que ya no
cuerpos muertos. Cuando volvieron los espa- se podían sufrir las necesidades que allí pa-
ñoles, hallaron al Gran Capitán en el mesmo decían y los trabajos insoportables que allí
lugar que le habían dejado. Los alemanes es- pasaban. Pusieron al Gran Capitán delante
taban espantados de ver que jamás por las todos los inconvenientes que había; que
muchas pelotas que le pasaban alderredor de cualquiera dellos era bastante para que se
DEL GRAN CAPITÁN 409

recogiese el campo á los alojamientos, di- mas, de que los libros están llenos, si no pa-
ciéndole que bien sabía Su Señoría que los saran muchos trabajos y padecieran grandes
hombres no eran obligados á las cosas impo- necesidades, como en sus historias podéis
sibles, como lo era aquélla. Principalmente ver y leer. Pues vosotros, señores, ¡cuánta
insistían en esto los del Consejo de la Gue- ventaja hacéis á todos los pasados en el es-
rra. El Gran Capitán oyó con mucha aten-
les fuerzo, destreza y en todas las otras virtu-
ción hasta el cabo, y les dijo: «Señores, no des, así en la paz como en la guerra, no es
me aconsejéis que vuelva atrás en ninguna menester decillo yo!» Toda la gente de gue-
manera á los alojamientos; que yo entiendo rra respondió que, si era menester, no come-
de os llevar á aquel real de los franceses que rían sino de ocho en ocho días.
está bien bastecido de todas las cosas nece-
sarias». Ellos le tornaron á replicar y apretar
CAPÍTULO IV
tanto, que les dijo: «Oíd, señores, y será esta
la postrera respuesta que, señores, os daré, De cómo se fué del ejército el Marqués de Man-
sin que más me repliquéis. Yo bien tengo por tua, General, como hemos dicho, é se fuéá
cierto que todos cuantos aquí estáis deseáis Roma y de allí á su casa, y las causas por
el servicio de los Reyes nuestros señores qué.
tanto como yo, y que sabéis muy bien lo que
decís y hacéis cada uno de vosotros mucho El Marqués de Mantua, vista la insolen-
mejor que yo; mas quiero que sepáis que si cia de los franceses y cómo en sus alojamien-
volvemos atrás, perdemos todo el crédito y tos murmuraban del y era muy odiado, así
reputación que hemos cobrado; y la mayor de los capitanes como de los soldados, y vis-
parte de Italia está esperando que haya al- to que los españoles les mataron los mil y
guna quiebra, como será está, para que así quinientos hombres que pasaron el puente,
hagan ellos su mudanza. Y los franceses to- y con un juicio cual lo tenía muy vivo, pare-
marán tanto orgullo de nos ver volver atrás» cíale que por lo quél había visto y la valentía
que cobrarán nuevas fuerzas. Cosa es de dellos y la soberbia de los franceses y otros
gran poquedad que sufran los franceses es- defectos que de ellos vía, tuvo cuasi por
tar en el campo, treinta pasos de nosotros, y campo, y que había de
cierta la ruina de su
que nosotros no podamos sufrir otro tanto y haber aquella jornada infelicísimo suceso. Lo
estar como ellos están; ya que todo esto cual él vía por muchas causas que en su pecho
cese, yo no puedo acabar conmigo de volver tenía entendidas, y también estaba tan espan-
un paso atrás, y si, como me decís, que la tado de ver el ánimo y presteza de los espa-
gente, no lo pudiendo sufrir, se irá y me de- ñoles El determinó de se volver, y se partió
jará, de aquí os digo, por vida de los Reyes á los siete días de noviembre del dicho año
Católicos y á fe de cristiano, que si solos de quinientos y tres. Dijo y publicó que le
diez quedaren conmigo, que con solos ellos habían apretado unas calenturas y que allí
quede hasta pasar el río y les dar la batalla no podía ser curado de ellas; las cuales decía
y los vencer ó quedar allí muerto. Por ende, le. haber sobrevenido por el destemplamiento

sígame quien quisiere, y el que no, vayase de dormir algunas noches al sereno. De la
con la gracia de Dios; y pues vosotros, seño- soberbia con que vino iba muy curado. El se
res, sois tan esforzados, por qué me queréis fué derecho á Roma, diciendo que á se curar.
poner á mi temor? Y ya que todos se vayan, Todos los cincuenta caballos y sus ricos ade-
ya yo veo los que conmigo han de quedar. A rezos volvieron sanos y salvos, y los arneses
lo que, señores, decís de la falta de los man- sin faltar pieza ni llevar un encuentro chico
tenimientos, yo acabaré con los españoles, así ni grande. Las tiendas fueron sanas con todo
capitanes como soldados, que no coman sino el repuesto.
de cuatro en cuatro días, y yo les temé com- Decía este Marqués en los familiares colo-
pañía; pues á vosotros, señores, no os ha de quios y á las personas aceptas á su servicio
faltar de comer Sabed, señores, que las y amistad: «Cuando yo acepté el cargo de
grandes cosas con grandes trabajos se alcan- General, pensé que los españoles eran como
zan. Los persas, los griegos, los romanos, no las otras gentes, que osan cuando el tiempo
hicieran las grandes hazañas y hechos en ar- lo requiere y temen cuando la razón lo pide,
410 CRÓNICA MANUSCRITA
y que los españoles no temían, porque se otro día viernes, que era el día que tenia su
iban derechos á la artillería, y nadie debe de devoción de pelear, y jamás dejó de vencer
pelear con el enemigo cuando no tienen en aquel día.
nada la vida, ni se da nada porque venga la Andaban en aquella sazón quinientos sol-
muerte. Ni temen los españoles las necesida- dados amotinados del ejército, á toda ropa
des y la hambre, ni los trabajos ni el frío, ni robando, y no los habían podido reducir, así
los otros infortunios que suelen acontecer; por las grandes necesidades que padecían,
ni les disminuye el ánimo, ni les enflaquece como por muchas bellaquerías que habían
el cuando en más necesidades se
osar; antes cometido. Aquel día halláronse en la sierra y
ven, entonces parece que se les dobla el áni- vieron echar el puente al Garellano, y pensa-
mo; y sobre todo, que tienen un capitán el ron que se echaba para pasar luego por ella
más venturoso que creo que haya habido ja- de la otra parte; y todos así como estaban se
más; que si no fuera español, creyera que bajaron á gran priesa en su ordenanza y se
Dios hacía sus cosas, según hemos visto su- fueron derechos adonde el Gran Capitán es-
cederle, como él las pide y traza». Estas y taba, y le dijeron desta manera: «Perdonad-
otras cosas decía el Marqués en las' pláticas nos, señor, por servicio de Dios y de su ben-
particulares; porque tiene tanta fuerza la dita Madre, y acordaos de algunos servicios
verdad, que hasta los enemigos hace que la que os hemos hecho, y de cuántas necesida-
confiesen. Y así quedó el Marqués de Salu- des, hambres y trabajos hemos sufrido en
ces por General de todo el campo de los vuestro servicio. No ponemos por nuestra
franceses. parte excusa alguna, sino que la causa fué
nuestros pecados y ceguedad y error del en-
CAPÍTULO V tendimiento. Nunca quiera Dios que hoy deis
De cómo el Gran Capitán se reírujo á Sesa la batalla á los franceses sin que nosotros
para engañar á los franceses, y cómo aquel nos hallemos en ella, ni que vuestra perso-
ardid hubo efecto. na se ponga hoy en peligro donde nosotros
no seamos los primeros; y en pago de nues-
Pues víspera de Navidad el Gran Capi- tro maleficio nos dad licencia para que vamos
tán con su ejército se retrajo á Sesa, á en avanguardia y ser los primeros, porque
la
Teano y Carinóla, porque los franceses pen- veáis la enmienda que hacemos de nuestro
sasen que tenía su gente repartida en las delito. No se cierre para nosotros aquella
aldeas de Sesa, que son muchas, y estos apo- loable virtud de la clemencia, que en vuestra
sentos son hacia la banda adonde entendía señoría siempre tanto ha resplandecido, que
echar el puente. Fué este día muy trabajoso os ha hecho ser de todos amado, y si amado
de aguas. Los franceses no salían de su par- de todos temido. Porque cierto es que ningu-
que cabe su puente. no quiere enojar á quien ama. Verdad sea
Pues á los veinte y seis días de Diciembre, que Dios nuestro Señor algunas veces usa
que fué día de Santo Esteban, después de de justicia, mas cada día, cada hora, cada
haber oído misa y comido él y toda su gente, momento usa de misericordia y clemencia;
se fueron donde habían de echar el puente. porque si siempre usase de justicia, según
Dio el Gran Capitán cargo de echar el puen- todos somos inclinados al mal, en un instante
te á Bartolomé de Alviano, aquel capitán ur- perecería el mundo- Mirad, señor, que el ri-
sino, porque era muy ingenioso y muy hábil, gor de la justicia es muy vecino de la cruel-
cómo arriba dijimos, y estaban allí puestos dad, cosa tan ajena de la condición de vues-
todos los materiales juntos. tra señoría, por la cual en todo el mundo
Pues echado el puente, sin que los france- sois loado». Esto decían estos amotinados
ses supiesen nada desto, para lo cual tuvo el con el mayor sentimiento del mundo, que era
Gran Capitán mucho recaudo, así en tomar muy gran lástima de los ver y oir.
las espías como en hacerse en tiempo que na- El Gran Capitán los abrazó con muy alegre
die salía del real ni de los aposentos, y para gesto, y les dijo: «Bien sabía yo, hermanos
los engañar más estaba parte del campo en- míos, que cuando yo tuviese necesidad, que
frente del suyo. La intención del Gran Capi- no me habiades de faltar. Muy mayor es la

tán no fué de pasar aquel día el puente, sino satisfacción que agora me habéis hecho que
DEL GRAN CAPITÁN 411

laculpaque cometistes, y aunque no fuera sino


CAPITULO VII
la confianza con que os pusisteis en mi poder
y os veni.stes para mi, me obligaba á os per- De un hecho muy de notar que aconteció
donar y á hacer merced, como yo os la haré». aquella noche á un capitán de peones lla-
mado Gómez Coello con los franceses.
CAPÍTULO VI
Aquella noche luego en anocheciendo lla-
De lo que los alemanes hicieron, visto bajar de
mó el Gran Capitán á aquel Gómez Coello á
la sierra los amotinados, pensando que que-
quien dijimos que había dado un coleto, y le
rían pasar el puente.
dijoque le había de encargar una cosa muy
Los alemanes como vieron bajar de la sie- importante. «Agora en anocheciendo, le dijo,

rra los amotinados hacia el puente, pensaron Coello, vos sabéis que cerca de aquí, en un
que luego querían pasar y viniéronse sin ser lugar que se llama Los Fratres, están cuatro-
llamados. El Gran Capitán no quería pasar el cientos hombres de armas franceses aposen-
puente hasta otro día, y para aquel efecto tados, y esta noche se han de ir á juntarse
había hecho llamar á toda la gente que esta- con el campo de los franceses; y hay en el
ba en los aposentos. Pues como el Gran Ca- camino una rambla honda, que es un mal
pitán vio á los alemanes y amotinados allí paso, y han de pasar por allí por fuerza. Vos
juntos, dijo á aquellos señores y capitanes: tomáis de aquí trescientos peones, y con vos
«Paréceme, señores, que Dios quiere que irán quien os guíe, y cuando los viéredes en
hoy pasemos el puente, pues lagente se vie- aquel mal paso, la gracia de Dios nuestro
ne sin ser llamada». A esta hora Bernabé de Señor y de su bendita Madre sea con vos.
Alviano con gran diligencia y trabajo acabó Y mirad, Coello, lo que más valen los muer-
de echar el puente. En aquel echar del puen- tos más que los vivos». Coello le respondió:
te trabajó el Gran Capitán mucho, y dábale «Descreo de tal si hombre de ellos me esca-
pena un coleto de damasco pardillo, y quitólo pa». El Gran Capitán le riñó por haber rene-
y diólo á Gómez Coello, un capitán de peones. gado y estuvo por no le enviar, porque tenía
«Por señas [le dijo] deste coleto, os aparejad aquella falta de siempre renegar, aunque era
que os tengo de encomendar un negocio; que muy valiente, y el Gran Capitán le daba
si hijo tuviera, á él solo lo encomendara, y no [pena] cada que hobiese de renegar tanto
diera la gloria del á otro ninguno». y jamás le podía quitar aquel mal uso. Luego
Pues acabado de echar el puente por la se partió con sus trescientos soldados y sus
grande industria y presteza de Bartolomé de guías; y una hora antes que amaneciese vino
Alviano, sin esperar para otro día la gente un peón de los que fueron con el Coello en
que había de venir de los aposentos, que un muy hermoso caballo, y le dijo al Gran
había enviado á llamar, comenzaron á pasar Capitán delante de todos aquellos señores
los alemanes y dos mil españoles y ciento de y capitanes: «El capitán Gómez Coello hace
caballo; se hundió un pedazo del puente, de saber á V. S. cómo él peleó con los franceses
manera que no pudieron pasar más. A esta y que ningún peón de los que llevó le ha
hora llegó un soldado al Gran Capitán y le quedado; y él queda muy bueno y sano y sin
dijo: «Señor, perdidos somos, que se hundió ninguna herida, que habiendo peleado Coello
un pedazo del puente». El Gran Capitán le con los trescientos peones que llevó, quedó
respondió: «Señor fulano, ¿cómo seyendo vos él vivo sin le quedar ninguno». «Andad, ami-

tan valiente me queréis poner temor? Que- go, que eso es cosa que yo no creeré jamás,
brarse el puente tengo yo á mejor dicha; que es cosa imposible que habiendo perdido
porque los nuestros que destotra parte están los peones quedase él sano. Mejor nueva es-
y quedan, irán á pasar por su puente y los pero yo de Coello que no esa». «No digo yo,
acometerán, y nosotros les daremos en sus señor, que murieron los trescientos peones,
espaldas y los desbarataremos». Aquella no- sino que no le quedaron ningunos». «¿Y de
che estuvo el Gran Capitán pasado el puente los franceses, dijo el Gran Capitán, cuántos
hasta la mañana de aquella parte del río murieron?» «Los trescientos y ochenta, dijo
adonde estaba el ejército de los franceses, el aquel soldado; y los veinte quedaron muy
río abajo. heridos y presos». «¿Pues cómo no quedó
412 CRÓNICA MANUSCRITA
ningún peón?» Respondió aquel soldado: ^Por- cuatrocientos hombres de armas que estaban
que todos vienen hechos hombres de armas, en los Fratres y los ochenta que fueron desba-
y aun también nuestros mozos también todos ratados por Escalada. Tras éstos llegó otra
á caballo y con sus arneses vestidos». El espía que habían hecho un puente el río aba-
Gran Capitán lo abrazó y le dijo: «Asi lo creo jo y venían marchando los unos por la una
yo de Coello». Y el Gran Capitán hizo muy parte y los otros por la otra parte del río. Los
gran merced á este soldado. «Pues más sepa franceses se turbaron en gran manera, y más
V. S. que quisimos ir esta noche á pelear con viéndolos asomar, que ni acertaban á enfre-
los franceses y hacerles un recado falso por nar los caballos ni á cabalgar, y comenzaron á
los tomar seguros; sino que nuestro capitán arrancar todo lo que más pudie-
la artillería y

no quiso pelear con ellos con engaño, sino de ron, y comenzaron orden ninguna á mar-
sin
día y seyendo conocido dellos». El Gran Ca- char hacia Gaeta; y fuéronse á una villa que
pitán salió á recebir á Coello, y asomó una se llama Mola, que está en el camino, para se
compañía de trescientos y tantos hombres hacer allí fuertes. A esta hora como el Mar-

de armas muy hermosa y muy gallarda. El qués de Saluces vio huir la gente de temor
Gran Capitán abrazó á Coello y lo besó en el del ejército de los españoles que venía, co-
rostro, y le dijo muy buenas palabras de las menzó de animar á los franceses, rogándoles
que suele. que peleasen y esperasen en Dios que les
Al tiempo que el Gran Capitán invió á daría la victoria, y que hobiesen vergüenza de
Coello, invió también á otro capitán llamado huir, habiendo esperado allí tantos días, y que
Escalada, que era del Próspero Colona, [á un tuviesen buena guarda en el puente, para que
lugarj en que estaban aposentados ochenta no pasasen los españoles que por aquella
hombres de armas franceses; y llegó á la banda iban; que él les daba su fe, con la ayu-
hora que Coello á los Fratres, y peleó con da de Dios, de los romper, y que aunque
ellos y mató los más dellos y los otros huye- todos hubiesen pasado, les debían de dar la
ron. Mataron sesenta y trajeron sesenta ca- batalla.
ballos y sesenta arneses. No saquearon el Los franceses nunca quisieron oir al Mar-
lugar por ser del Próspero; antes dieron á qués ni volver á hacer rostro, sino en huir el
los vecinos parte del despojo que tomaron á que más podía, y más veyendo la furia con
los franceses. Y tras Coello vino Escalada que los españoles marchaban. Con el Marqués
asimismo sin ningún peón, porque todos vi- se juntaron algunos caballeros y capitanes, y
nieron asimismo hechos hombres de armas. hombres de honra, que comenzaron á animar
Eran tantas las aguas y acequias que no po- á los franceses y á los poner en orden. Mas
dían caminar. los franceses comenzaron á marchar; ni espe-
raban bandera ni capitán, y tomaron el cami-
CAPÍTULO VIII no para Mola. El Marqués y los capitanes
Seyendo ya movió el Gran Capitán
el día claro, quisieron mucho hacer rostro á los enemigos;
todos los que habían pasado el puente y mas viendo que se quedaban solos, comenza-
peleó con los franceses. ron á caminar tras ellos hacia la Mola, para
allí se hacer fuertes y animar la gente para

El viernes por la mañana, que se contaron que otro día peleasen con los españoles.
diez y nueve días de Diciembre, el Gran Ca- El Gran Capitán aquella noche comenzó á
pitán desde la otra parte del río dijo á los de marchar tras los franceses, sus batallas orde-
su ejército que no habían podido pasar: «Idos nadas, y pensó de pelear, porque tenía al .Mar-
á pasar por su puente; id en frente de nos- qués de Saluces por hombre de mucha honra
otros, que yo os doy mi fe de los acometer y y muy sabio en las cosas de la guerra, aunque
desviar del puente y os la dejarán desemba- no había bravoseado tanto como los otros
razada por donde paséis». Y así comenzó á Generales, y si los franceses le siguieran, él
caminar camino del real de los franceses, el los diera á los españoles la batalla. Mas los
río abajo. descubridores volvieron diciendo cómo los
El Marqués de Saluces, el General, supo franceses habían alzado su real y se iban el
aquella mañana de una espía cómo un capi- río abajo sin orden ninguna camino de Gaeta.
tán español, que fué Coello, había muerto los El Gran Capitán con hasta treinta de caballo,
DEL GRAN CAPITÁN 413

señores y capitanes, se adelantaron y los vie- vieron salir de la celada los ochenta france-
ron ir. El Gran Capitán se apeó y se hincó de ses y ser tantos, revolvieron al puente, y
rodillas y alzó las manos y dijo: «Ben-
al cielo aunque se pudieran salvar tornándose para
dito seáis vos, Señor, que fuisteis servido que su campo, no quisieron, sino pararon en el

hoy no se derramase sangre de cristianos, puente, y todos cuatro comenzaron á pelear


pues fuimos redemidos por vuestra preciosa con todos los ochenta franceses, determina-
sangre; porque aunque somos malos, segui- dos de morir antes allí que volver atrás á dar
mos vuestra verdadera fe. En vuestras manos en la avanguardia de los españoles, sus com-
está la victoria y ésta dais vos á quien tiene pañeros, principalmente viniendo allí el Gran
justicia. En vuestra mano está la vida y la Capitán. Pues veyendo los franceses no ser
muerte». Con otras muchas palabras que más de cuatro y la avanguardia venir tan tra-
como muy católico cristiano dijo. sera, pelearon con ellos. Los españoles se
Ya no había de la retaguarda de ios france- defendían y ofendían á sus enemigos como si
ses á la avanguardia de los españoles más de fueran veinte, que nunca jamás volvieron un
una milla. El Gran Capitán llamó á Medina y pie atrás.Diego López de Ángulo animaba á
le dijo, llegando ya adonde llaman los Coli- sus compañeros, como aquel que era uno de
seos: «Tomad los que os pareciere y mirad los valientes soldados de todo el campo, y
aquesa ribera del río si por ventura dejaron vendió bien cara su muerte, y lo mesmo hicie-
los franceses algo escondido». Pues yendo el ron García de Busto y Bernardino. Los fran-
Medina buscando la ribera, adonde otro río ceses sucedían de refresco, hasta que los tres
entra en el Garellano, vio un villano de la tie- habiendo hecho más que hombres y muerto
rra que se echaba al agua; al cual llamó y le mucha parte dellos, cayeron tendidos en el
dio su fe y seguro que no le sería hecha algu- mesmo lugar que primero habían puesto los
na ofensa. Pues salido este villano y asegura- pies.
do, dijo que él mostrarla dónde los franceses Aquel Paz, visto que sus compañeros eran
dejaban ascondidos doce tiros de artillería; muertos y él mal herido, se echó desde la
los cuales luego se cobraron, que ninguno se puente en el río; y á dicha estaba una higue-
perdió, porque no estaba la agua muy honda ra nacida en un arco, y asióse con un brazo
adonde quedaban; los cuales luego fueron lle- de ella, y allí quedó colgado hasta que llegó
vados al campo de los españoles. la avanguardia, que hallaron á los tres espa-

ñoles tendidos en el suelo, hechos muchas


piezas, y vieron al Paz colgado de la higuera.
CAPÍTULO IX
Los franceses cuando vieron al Paz colga-
De lo que acaeció á cuatro espailoícs que se do de la higuera quedaron muy espantados,
adelantaron á herir en la retaguardia de ¡os y decían: «Tan bien andan estos diablos por
franceses. el aire y agua como por la tierra», y se fueron

riendo de lo ver colgado. El Gran Capitán


El Gran Capitán mandó que ninguno se mandó enterrar aquellos tres españoles, y
desmandase; verdad sea que sin su voluntad, después los llevaron á Gaeta y los enterraron
sin que ninguno los viese, se adelantaron muy honradamente. Estaban cabe los espa-
cuatro españoles que se llamaban Paz, Bus- ñoles más de doce franceses muertos, por
to, Diego López de Ángulo y Bernardino, mano de ellos.
paje del Gran Capitán. Los franceses acaba- Al Gran Capitán le pesó mucho por la
'
ron de pasar un puente que entra en el Gare- muerte destos que eran muy valientes
tres,
llano y vieron venir al más correr de sus soldados, principalmente por el Diego López
caballos cuatro españoles, y emboscáronse de Ángulo, porque era natural de Córdoba y
ochenta caballeros franceses entre unos sotos era muy deudo de la Casa de don Alonso de
sin que los pudiesen descubrir los cuatro Aguilar, su hermano, y era caballero muy
españoles. esforzado y muy quisto de todos.
El campo de los españoles quedaba bien Cuando el Marqués aquella mañana supo
trasero Pues habiendo salido estos cuatro que el Gran Capitán había pasado el puente,
de caballo al puente, salieron los ochenta luego proveyó que todas las barcas se junta-
hombres de armas á ellos. Cuando los cuatro sen y metieron en ellas los mercaderes y tiros
414 CRÓNICA MANUSCRITA
gruesos y todo el más carruaje que se pudo ello. Y decía este italiano gran verdad; por-
meter, y todas las mercadurías que allí esta- que la artillería estaba plantada en el mesmo
ban en aquel ejército, que era en mucha can- camino por do iban; con que se hiciera muy
tidad. Estas barcas fueron el río abajo á Gae- grande daño en la avanguardia, adonde iba
ta, y antes que llegasen se levantó un tempo- el Gran Capitán y todos aquellos señores. El

ral, con que todas se hundieron y los merca- Gran Capitán se lo agradeció mucho y le
deres y cuanto en ellas iba, sin salvarse hizo una gran merced, Y luego mandó á Pe-
cosa alguna. Después mandó el Gran Capitán dro Navarro que con la infantería española
que se buscase en aquel lugar la artillería, y fuese por la mano izquierda por una falda de
se cobró sin quedar nada que no se cobrase. una sierra, y que por allí bajarían á la villa, y
el mesmo Gran Capitán se apeó y se puso

junto á la bandera de los alemanes. Llevaba


CAPÍTULO X un morrión y una coraza y una espada y ro-
De cómo el Gran Capitán siguió á los france- dela, y tomó la mano derecha, dejando en
ses hasta una villa que se llama Mola, y lo medio aquel sitio adonde habían asentado
que allí sucedió. aquella artillería; y dijo á los alemanes: «Her-
manos, no me dejéis; que yo os doy mi fe de
Sabido por el Gran Capitán que venía la no os dejar, ó vencer ó morir aquí juntos
gente que estaba en los aposentos, á quien cabe vuestra bandera». Y con esta determi-
había inviado á llamar, pensando que otro nación fué á pie, pensando, como dijimos, que
día había de echar el puente, que venían, les allí se pararían; porque luego quería el Gran

invió á decir que se volviesen, que ya no Capitán combatir el lugar. Pareció mucho
eran menester; y por los contentar, les invió este Gran Capitán en la presteza y celeridad
á decir que aunque no se habían hallado en y gozar de la victoria á Julio César, perpetuo
aquel negocio, desde allá habían vencido; dictador de Roma, en combatir á sus enemi-
porque sabido por los franceses que ellos gos, sin temer ningún peligro que delante se
eran llamados, que de aquel temor habían al- le ofreciese.

zado su real y se habían ido, y que los fran- Los franceses, conociendo la determinación
ceses habían tenido en más á ellos en sus y presteza del Gran Capitán, no osaron pa-
aposentos; sabido que querían venir, les te- rar allí, antes tomaron el camino de Gaeta,
mieron más que á los que acá estaban, con desamparando allí diez y ocho piezas de arti-
otras muy dulces razones con que quedaron llería,que hasta allí habían traído y sosteni-
contentos. do con gran trabajo. Pues como el Gran Ca-
Pues siendo el Gran Capitán en seguimien- pitán vio que no paraban allí, cabalgó en un
to de los franceses, llegaron á una vüla que caballo que se llamaba Lupo, y comenzó él y
se llama Mola, que está tres millas de Gaeta, otros caballeros un galope. Yendo así, cayó
y pensó que allí se harían fuertes y pasarían el Lupo de un lado, y dio tan gran caída, que

allí aquella noche. Dióse muy gran priesa por el estribo que tomó en bajo se hizo una torta

los cercar; y yendo así hacia la villa, vieron y machucó el pie de manera que no se podía
venir por la cuesta abajo corriendo un italia- sacar del estribo, ni bastaba arte ninguna
no artillero hacia la avanguardia ('), diciendo para lo sacar del pie, porque estaba hecho
que no fuese á la villa por do iban encamina- una pasta, aunque se quebrantaron allí har-
dos, porque los franceses tenían plantada la tas dagas y puñales. Al fin con mucho traba-
artillería en el camino, que no se parecía, jo se sacó el pie del estribo muy maltratado,*
con que les harían mucho mal, y que él era y aunque el pie dolía mucho, nunca mostró
uno de los que tenían la mecha en la mano sentimiento alguno. Algunos prenosticaron
para cebar las diez y ocho bocas de los tiros; ser aquel agüero, y que desta causa no debía
y que no sabe en qué manera, sin lo él que- ir á Mola. El Gran Capitán les respondió lo

rer ni poder hacer otra cosa, fué forzado á lo que suele, y les dijo que ninguna señal ni
hacer, seyendo capital enemigo de la Casa de agüero le podía venir con que más holgara;
Aragón; que milagrosamente fué movido á que pues la tierra lo abrazaba, suyo que-
ría ser.
(>) Al mareen: lUn milagro que Dios hizo con el Gran
Capitán». Visto esto, mandó que los caballos y la in-
DEL GRAN CAPITÁN 415

faiitería marchasen y siguiesen el alcance á les les diese licencia,pues cómodamente se


rienda suelta, y él se fué con los alemanes á la podía dar y había lugar para ello, que dos

su acostumbrado paso Los españoles se días querían gastar en los aposentos para
dieron tan buena priesa que los aLcanzaron celebrar la fiesta de la Navidad en alguna
y fueron matando en ellos, sin que uno dellos iglesia y no en el campo; que nunca Dios qui-
pudiese resistir, y así los fueron matando siese que tan gran fiesta pasase sin que la
hasta los meter por las puertas de Gaeta. celebrasen con honrar el nacimiento de Cris-
Todo el fardaje tomaron, que ninguna cosa to y regocijarse ellos en aquellos dos días.
faltó que no perdieron. Murieron en aquel El Gran Capitán les concedió aquellos días
alcance hasta dos mil franceses; y fueran para se regocijar y festejar la fiesta del Sal-
muchos más, sino que los españoles no que- vador del mundo, y también porque hiciese
rían matar á los rendidos y vencidos que no hacer el puente más á su salvo, para les pa-
se ponían en defensa; que si quisieran, más sar á dar la batalla.

de cuatro mil mataran; de que los franceses Los franceses veyéndolos irse á los apo-
quedaron espantados en no matar todos los sentos, comenzaron á decir que los españo-
que podían, porque elloS tenían hecho voto'y les eran cobardes y pusilánimes y de poco
promesa de no dejar á vida á ningún español ánimo; que eran gentes que no podían sufrir
que toman: asaz santo voto para que Dios las lluvias y los trabajos de estar en el cam-

les ayude; y si lo han prometido, muy mejor po cabe aquel río, y que aquello era por no
lo cumplen, hasta adonde entran á visitar los venir con ellos á batalla, aunque por otra
hospitales y enfermerías y matar á todos los parte lamentaban su infortunio, diciendo que
españoles que hallan, aunque sepan que den- no sabían cómo Dios había querido darles
tro de una hora habían de morir. tanta tormenta de aguas, habiendo dado po-
Luego desde el burgo de Gaeta se volvie- cos años había al Rey Carlos octavo, prede-
ron los españoles á dormir á Castellón, y cesor del Rey Luis, un año tan sereno, tan
ninguna cosa cenaron porque no lo tuvieron. próspero y tan felicísimo, y á ellos tantos
Luego el sábado por la mañana vinieron man- trabajos. Mas agora veyendo al Gran Capi-
tenimientos y vituallas, de que la gente co- tán retraerse aquellos dos días, decían que
mieron y reposaron. Hallaban los franceses los españoles, cansados de la guerra y teme-
por su cuenta que desde que el Marqués de rosos de hacer con ellos jornada, se iban como
Mantua se había ¡do les habían muerto quin- gente apocada; de que Dios les dio luego el
ce mil franceses, sin los que se habían ahoga- infelice suceso que hemos dicho y diremos.
do en el Garellano y se habían muerto de Morían muchos de los franceses por falta
otros infortunios y enfermedades. de vestidos y otras cosas necesarias; porque
Sabido por toda la provincia y comarca que aunque el Rey Luis en grande abundancia
el Gran Capitán había pasado el Garellano y proveía todas las cosas sin faltar ninguna, el
seguido á los franceses hasta los encerrar en tesorero mos de Corcon y el bailín mos de
Gaeta con tanto derramamiento de sangre, Cadouyo eran notados y con mucha verdad
alzaron luego banderas por la Casa de Ara- por ser avarientos y hurtarles á los soldados
gón, sin quedar lugar alguno que por los las pagas y venderles las vituallas por muy
franceses se rebelasen, los cuales en sus tie- excesivos precios.
rras tenían aposentados algunos íranceses; Pues, como dijimos, que Bartolomé de Al-
á los unos mataban y á los otros despojaban viano por mandamiento del Gran Capitán les
y prendían. echó el puente y pasó á ellos y los halló es-
Es cierto y cosa muy averiguada de todos parcidos y sin ningún ánimo, y pasados los
los que en este desbarato se hallaron, perso- españoles desbarataron luego muy vituperio-
nas dignas de fe, dicen que jamás en memo- samente á los franceses normandos, que sin
ria de hombres se ha visto ni en las historias mirar atrás ni tomar armas comenzaron á
pasadas se ha leído tan miserable, tan des- huir tan desacordadamente que las voces y
honrada y abatida jornada como ésta, desde grita suya fué oída en el real, á do el Saluces
que el puente pasaron, y aun después quel estaba con toda la otra gente; y el Marqués
Marqués se partió del ejército; porque al mandó embarcar, como dijimos, toda la arti-
Gran Capitán pidieron los soldados españo- llería, y toda se perdió con la gente y municio-
416 CRÓNICA MANUSCRITA
nes que iban con ella. Y fué tan grande su ad- CAPITULO XI
versa fortuna, que no hobo soldado ni capitán
De cómo el Gran Capitán mandó combatir á
que obedeciese bandera, ni otro pensamiento
Gaeta, y de cómo los franceses pidieron par-
tuviese sino en huir. Pasaron por el camino
tido, y lo que sobre ello se hizo.
que llaman los Estanzos. Aquí, vista esta tan
deshonrada y afrontosa huida, un capitán de A los treinta días de Diciembre, en fin del
caballos ginovés, llamado Bernardino Adorno, dicho año de mil quinientos tres, puso el cer-
con hasta cien hombes de armas cerrados en co sobre Gaeta. Los franceses todos los que
escuadrón, se pararon en una puente de piedra podían se embarcaban. Pues aparejado ya
por do pasa agua formiana. Con mucho va-
la para les dar un asalto, vino un trompeta á
lor y esfuerzo hicieron rostro á los enemigos pedir seguro; y dado, el Marqués de Saluces
y animaron á sus compañeros para que vol- habló á los franceses y les dijo de esta
viesen á la batalla. Tuvo esta batalla al prin- manera: «Dios nuestro Señor y redentor, por
cipiobuena fortuna para los franceses, por- cuya divina providencia se gobierna todo el
que el Adorno peleó como varón, y mataron universo, y aun todos los santos, siempre
algunos españoles, y entre ellos á un Bernar- favorecen á los hombres que hacen su deber
dino de Tordesillas, camarero del Gran Capi- conforme á justicia y equidad y que tienen
tán y muy su privado y muy fiel criado del conocimiento de conocer lo que más les está

Gran Capitán; y fué muy herido Gonzalo de bien, yno resistir á la fortuna, cuando clara
Avalos, capitán y pariente del de Avalos. mente veen que les es contraria; porque la
Pues avisando Gran Capitán cómo habían
al discreción está en dar lugar al tiempo y á la
reparado los franceses y que habían hecho fortuna cuando se muestran contrarias, y con
rostro, Gonzalo Hernández con grandes vo- tiempo provean lo que más les cumple, y no
ces decía á todos que marchasen á gran prie- contradecir á los hados y fortuna, cuando
sa y peleasen como hombres y meneasen las vieren que les vuelve su rostro. Yo, señores,
manos; y él á toda furia puso las espuelas á he revolvido en mi ánimo y comunicado con
su caballo Mudarra, que fué el mejor que personas prácticas en los negocios en que
hasta aUí había nacido de las yeguas. Pues estamos, y estoy determinado de no tentar
llegado el Gran Capitán, fué el Adorno tan más á Dios y aguardar más á la adversidad, y
apretado, de modo que no pudiendo sufrir estoy resolvido en no ver más tan triste suer-
comenzó de retraerse, y allí fué muerto por te como es la de la guerra que nos está guar
los tudescos. Al cual viendo los franceses dada, y quiero conservar á muchos y no los
que habían reparado, todos volvieron con ver despedazar delante de mí. Lo cual yo creo
muy desordenada huida para Gaeta. Allí la que alcanzaremos si de presto nos rendimos,
compañía de Pedro Navarro ocupó el monte porque será gran locura de tomar tantas veces
Orlando que está puesto sobre Gaeta. Es las armas condenadas á tantas calamidades,
este monte muy mentado por un sepulcro para que después, condenados de la postrera
que está en lo alto del, á do están las cenizas necesidad, seamos sojuzgados y miserable-
de Munacio Plango, que fué discípulo de Ci- mente muertos, y seamos sacrificados por las
cerón, al cual el mismo Tulio escribe muchas ruinas del Cardona, del Guzmán, del Manri-
epístolas. Este fundó en Francia á León de que, del Basto, del Paz, del Fabio Ursino y de
Saona Roña y en Alemania á Basilea. Está en otros muchos capitanes que fueron muertos
aquel monte en la sepultura del Munacio con infelice suceso. Ya el Rey Luis sabe nues-
Plango: tra voluntad y cuántas veces hemos comba-
tido, aunque infelicemente,con ánimo de varo-
L. MVNATIVS PLANCVS
L. F. L. PRON-PLACVS CONS.
N. l: nes valientes y esforzados. Mas así como la
IMP. Vil. ITER. Vil. VIR. EPVL. TRIVMPH. fortuna está obstinada en acarrearnos males
y en arruinar todos nuestros designios, así
Estas letras están en su sepultura, las cua- ella, aunque más contraria nos sea, no podrá

les puse aquí para los hombres curiosos. En quitarnos aquella que en nuestro poder nos
la cual torre mandó subir el Conde Pedro queda, y es que libremente proveamos en lo
Navarro ciertas piezas de artillería, que los que cumple á nuestra vida y remedio; y éste,
soldados subieron á brazo- señores, es mi parecer, siá vosotros os paré-
DEL GRAN CAPITÁN 417

ce tentar el ánimo del enemigo vencedor. El Alegre dijo al Gran Capitán: «Por demás es,

cual quiere tenerse por contento con una


si señor, pensar nadie de vencer á V. S., sino
victoria moderada: y es que entregándole á que todos en todas las cosas han de ser por
Gaeta y á nosotros, nos deje ir de aquí por V. S. vencidos». El Gran Capitán le atajó la
tierra ó por mar á Francia». plática y le dijo: «Señor mos de Alegre, aun-
Habiendo, pues, el Marqués dado fin á su que en todas las cosas, así generales como
razonamiento, ninguno hubo tan feroz ni tan particulares, se muestre Dios, mas se mues-
osado que no le rindiese muchas gracias por tra en la justicia, mediante la cual este uni-
ello como á verdadero padre, por les haber verso se gobierna, y así ha hecho en ésta, mi-
buscado el más sano consejo de todos los rando la mucha que los Reyes de España tie-
otros, con que conservasen las vidas, y les nen á este reino, que si por industria, esfuer-
había dado remedio con que pusiesen fin á zo y saber de las cosas de la guerra se hobie-
tantas desventurasy trabajos y miserias. Pues ra de librar, una sola persona bastaba para
llevado, como dijimos, el trompeta el seguro, nos vencer á todos juntos y aun más que
vino Santa Colomba, lugarteniente de mosiur fuéramos». Mos de Alegre se le humilló por
de Alegre. Este vino allí al burgo á do estaba aquel favor que le daba, diciendo que él solo
el Gran Capitán aposentado junto á una igle- merecía vencer, pues él solo era querido de
sia llamada Santiago, y dijo al Gran Capitán: Dios y de las gentes, y á él solo ayudaba
que los capitanes franceses estaban prestos Dios y los hombres, y todos los elementos le
y aparejados de le entregar á Gaeta, que su obedecían. Otras muchas réplicas pasaron
señoría tuviese por bien que se tratase el allí, que por no ser prolijo dejo de contar.

concierto con capítulos razonables., Y así al Ellos todavía quisieran poder alcanzar es-
siguiente día vinieron al campo del Gran pacio de ciertos días para se entregar. El
Capitán mosiur de Alegre por los franceses y Gran Capitán les dijo que sola una hora no
Antonio Baseyo por los suizos y micer Tri- les daría de plazo, y que si luego cumplían lo
bulcio por los italianos. Estos tres capitanes capitulado, usaría con ellos de toda piedad
concluyeron y asentaron el negocio desta y misericordia, y no de crueldad.
manera: que los franceses entregasen á Gae- Aun no era salido mos de Alegre, cuando
ta y dejasen en la fortaleza la artillería y mandó [tocar] alarma, con tanta presteza
vitualla, que era de munición pública; y
la que cuando mos de Alegre volvió, ya los
ellos como más fuese su voluntad, ó por mar españoles tenían ocupado el burgo y subie-
ó por tierra, se pudiesen ir libremente á ron el monte y ocuparon la Anunciada, que es
Francia, con condición que los caballeros un monesterio muy solemne y muy rico,
pudiesen llevar los caballos y no más, y los adonde se crían las mujeres que no les cono-
peones sus espadas solas y las picas sin hie- cen padres. Y como las monjas y doncellas
rros, y los prisioneros de ambas partes fue- temieron que los españoles les harían lo que
sen restituidos por ambas partes. los franceses hicieron cuando ocuparon á
Mas por ningunos ruegos se pudo acabar Gaeta, pensando ser forzadas y saqueadas,
con el Gran Capitán que los barones italianos, comenzaron á dar muy grandes voces y mal-
los cuales habían sido presos en las batallas, decir su triste hado, porque tenían en más
entrasen en este concierto y gozasen deste perder sus vidas que no las honras. Sabido
beneficio, por cuanto no eran merecedores del, por el Gran Capitán, corrió allá y consolólas;
porque habiendo sido libertados debajo de y mandó poner allí guardas muy honestas
buena fe, la habían quebrantado. Cuando es- para que no pudiesen recebir alguna desho-
tos capitanes franceses llegaron al real del nestidad ni daño en sus personas ni hacien-
Gran Capitán, él los salió á recebir con gesto da. Lo cual fué hecho, que fueron más guar-
muy alegre y con grande amor, y les hizo muy dadas como cuando más lo fueron; de que
grande acogimiento, y se les dio una muy ellas daban muchas gracias á Dios por haber
grande y suntuosa comida; á los cuales vi- dado la victoria á persona que tanto cuidado
nieron á oir hablar todos los caballeros que había tenido de su honestidad y hacienda. El
allí estaban, así españoles como los Colone- Gran Capitán les hizo mucha merced, así á
ses y Ursinos, y les recibieron muy bien, y ellascomo á la casa, de que ellas siempre
holgaron mucho de los ver y conocer. Mos de ruegan á Dios por él,

Cnmirax del (Irun Capitán. — 27


418 CRÓNICA MANUSCRITA
CAPITULO XII galeras á Ñapóles, y trajo á mos de Auberi
allíá Gaeta. Sabido que venía, lo salió á rece-
De cómo estando el Gran Capitán aquí en la
bir con los señores y capitanes que allí esta-
Anunciada, volvieron los franceses y acaba-
ban, y le hizo gran recibimiento. Mos de Au-
ron de hacer el partido y entiegaron á Gae-
beri le dijo: «Señor Gran Capitán, yo soy
ta y se fueron de Italia.
vuestro prisionero, pues la fortuna usando
Estando el Gran Capitán en la Anunciada, de su acostumbrada mudanza ha traído á mfi
volvieron ciertos caballeros franceses y ca- y á todos los otros franceses y á los que
pitularon con el Gran Capitán, primero día de siguían nuestra opinión al estado en que es-*
Enero del año del Señor de mil quinientos tamos. No puedo alcanzar de dónde se nos
cuatro años, para quel Gran Capitán les diese han seguido tantas miserias, no habiendo
seguro y entregarían á Gaeta. El Gran Capi- causa para ello; y porque esto está muy cía
tán los recibió muy bien y les mandó dar ro, no lo quiero poner en plática. Sola una
muy bien de comer, y les otorgó el seguro y cosa diré: que la mayor mala ventura que á
que se fuesen libres, y les dio más su arma- mí y aun á todos nos ha venido, es quedar
da en que se fuesen, y que les entregasen á con las vidas; y en esto ha usado V. S. con
mos de Alegre, mos de la Paliza, mos de For- nosotros de grande crueldad, principalmente
mento, Tornon y á los otros capitanes fran- conmigo, que si la ley lo permitiera, ninguno
ceses; y Andrea Mateo Aquaviva, Honorato tuvo jamás tanta razón para la acabar él
y Alonso Sant Severino fueron llevados á mesmo la vida como yo». Esto decía Auberi
Castiinovo y metidos en una muy cruel y con muchas lágrimas; quel Gran Capitán le
honda prisión que está en Castiinovo, que la atajó la plática y le dijo: «Señor mos de Au-
llaman «fosa miliaria», la más mala prisión de beri, estas cosas y las otras, todas hace
toda Italia. Dios, por cuya providencia todas las cosa»
Gran Capitán, aunque les había tomado
El del mundo se gobiernan, principalmente las
toda su armada en su poder, entre la cual es- de las armas; y no piense v. m. que me ha
taban las dos carracas, la Negrona y la Cha- placido á mí de lo hecho, pues ha seido con
ranta, y muchas y muy buenas galeras y na- derramamiento de sangre. A ninguno le ha
vios, por usar de piedad con ellos en tan pesado tanto como á mi, y v. m. es muy|
grande calamidad y infortunio, les concedió buen testigo. ¡Cuántas veces lo requerí, es-
que llevasen toda su armada; mas que su- tando en la Tela, que estas cosas se llevasen
piesen que no por otra cosa se lo dejaba por justicia y no por el rigor de las armas!
sino por les hacer merced y piedad; lo cual Vosotros, señores, pusisteis el derecho de)
ellos recibieron así y le dieron muchas gra- este reino en las armas; los Reyes Católicos,
cias por ello.Los oficiales del Rey y los del en la justicia, la cual Dios, como Supremo
Consejo de la Guerra le suplicaron no les Juez,mandó ejecutar. Y porque no es tiempo
diese las galeras, que eran muchas y muy de platicar en estas cosas, pues Dios las
buenas, y dejase algunas carracas, entre las guió conforme á su divina just'cia, v. m. re-
cuales estaban, como dijimos, la Negrona y pose y huelgue». Luego le mandó hacer muy:
la Charanta. A los cuales respondió el Gran gran banquete y dio muchas y muy ricas
Capitán: «Si nuestras fueran, se las diéra- joyas á los caballeros franceses; y mos de
mos, cuanto más habiendo sido suyas. Hemos Auberi jamás quiso tomar nada, aunque el
de imitar á Dios, que aunque algunas veces Gran Capitán se lo porfió mucho. Vista por
usa del rigor de la justicia, las más veces usa mos de Auberi esta tan gran liberalidad, dijo
de misericordia, y pues tuvo por bien de nos al Gran Capitán estas palabras: «Muy contra
dar la victoria, usemos con ellos de piedad». mi condición es decir lo que de V. S. siento;

y es, que no se cuál virtud más alabe en


CAPÍTULO XIII vuestra Señoría: la dearmas ó la de la
las
liberalidad; porque con una ganáis los rei-
la
De lo que el Gran Capitán hizo después que
nos y vencéis á las gentes y á los hombres,
cobró á Gaeta.
y con la otra ganáis las voluntades, que tan
Luego que la cibdad fué entregada, invió libres las dejó Dios á los mesmos hombres.
el Gran Capitán á Ñuño de Ocampo con dos Yo nunca oí decir ni vi de ningún capitán de
DEL GRAN CAPITÁN 419

cualquier nación que sea, ni en los tiempos


presentes, que siendo vencedor
capítulo XIV
pasados ni
hiciese á los vencidos quedalles obligados y Del suceso que hobieron los franceses, asi los
deudores y alaballos más que á sus mismos que fueron por mar como por tierra y los que
capitanes. Bienaventurado fué el Duque de á Francia aportaron.
Nemos y los otros capitanes que con la
muerte pagaron la deuda que á su Rey y á sí El Gran Capitán no dio licencia á italiano
debían. Un solo consuelo llevamos los mal- alguno de los que seguían la opinión francesa
aventurados que á Francia volvemos vivos: para que se fuese á Francia, antes mandó que
que fuimos vencidos de un capitán que su fuesen detenidos hasta que los Reyes Cató-
gente de guerra tiene por mejor buenaventu- licos mandasen lo que dellos se había de ha-
ra morir que desplacelle sin les dar paga, ni cer. Los franceses que se embarcaron fueron
com2r, ni vestir. Pues que digamos qué ven- poco más de dos mil y quinientos, y mil y
ció en virtud de la justicia que la Casa de quinientos suizos. Los más franceses fueron
Aragón tiene á este reino, todo el mundo por mar, y también la fortuna les fué contra-
lo sabe, y aun V. S. en lo secreto de su pe- ria; porque el Marqués de Saluces yendo

cho, que sobra al cristianísimo Rey confor- navegando, le vino una calentura pequeña,
me á todo derecho humano; nosotros tres causada de la pena que llevaba, y muy gran
veces más en número; más diestros en el uso congoja, que jamás de sí la podía apartar,
y ejercicio de la guerra; mejores armas; me- causada de la fortuna contraria, de que en
jor artillería; la gente mejor pagada, y todo Genova murió; adonde aquella cibdad le
lo necesario tocante á las cosas de la guerra; hizo un muy solemne enterramiento. Sandi-
lasmás señorías, potestades de Italia y los curto, como era tan soberbio y de ánimo tan
más señores della en nuestro favor; pues la insolente, habiendo ya pasado los Alpes, en
más principal gente deste reino y la común la Provenza, no tuvo en nada la vida, antes

todos nuestros aficionados teníamos de nues- dicen que de su voluntad quiso morir y se
tra parte; y con todas estas ventajas siempre dio priesa á perder la vida. El Bailín y mos
fuimos perdiendo hasta venir en el estado de Corcón llegados á Francia fueron tan mal
en que la fortuna nos ha querido poner. Nos- tratados, así de palabras y disfavores del Rey
otros hemos de ser juzgados á la medida de y de todos los demás, deshonrados y priva-
todos cada día,cada h3ra y cada momento dos de los oficios, que los tuvieron para les
muy mayor y más cruelmente que la que pu- cortar las cabezas. Pues á Antonio Baseyo,
diéramos en la batalla recebir». El Gran Capi- capitán de los suizos, mandóle el Rey quitar
tán le atajó diciendo que no le quería respon- su capitanía, que era de caballos, y pasóla á
der á muchas cosas de las que había dicho. mos de Cruer, su hermano. Sintió tanto aque-
El Marqués de Saluces se despidió del l'a afrenta que, como era melancólico y pen-

Gran Capitán sin querer comer ni recebir sando tanto en esto, se tornó loco, y tornan-
cosa alguna de cuantas el Gran Capitán le do en sí suplicó al Rey que le oyese por de-
ofreció, y detenerse en pláticas algunas, como fender su honra, con testigos dignos de fe.
hombre que le parecía estar muy afrontado Nunca el Rey le quiso oír, y le dio un frenesí
de las cosas pasadas. Pues habiendo comido, de que murió. Otros capitanes y gentiles
luego se comenzaron de ir á la marina á em- hombres fueron maltratados y desfavoreci-
barcar. Llevaba el Gran Capitán una caña en dos del Rey y de todos los del reino.
la mano; allí les hizo embarcar, y era tanta la El Gran Capitán mandó buscar á todos los
prisa para se meter en las naos, que no se franceses que no se pudieron embarcar, 'y á
podían valer con ellos; que los alguaciles, todos mandó proveer muy bastantemente
porque unos diesen lugar á otros, les daban para el camino de las cosas necesarias; y
de palos, que ni les bastaban varas ni peda- salió con ellos, animándolos y regalándolos.
zos de picas. Allí se cumplió aquella profecía El Gran Capitán, de aquesta liberalidad y
de muchos años sabida, quel bastón de Ara- merced que á los franceses hizo, así á los que
gón heriría la flor de lis. Muchos de los fran- fueron por mar en darles las carracas y gale-
ceses, por no ser los postreros que se embar- ras y todas las cosas necesarias para su
casen, se echaban al agua. viaje, como á los que iban por tierra, ganó
420 CRÓNICA MANUSCRITA
muy grande loor de cristiandad, de pruden- Maximiliano, y amigos y confederados de
cia y de gran templaza y de ánimo muy libe- Francia. Sabido por el Gran Capitán invió á
ral, porque teniéndolos cercados allí en Gae- gran priesa al Próspero y á Bartolomé de
ta y que no se le podían defender dos días, Alviano á les estorbar que no lo hiciesen, y
los quiso recebir á partido y después les dar jamás se pudo acabar con ellos. Decían que
libertad para se ir,y les dar como hemos los dejasen, que entre ellos hay muy antigua
dicho todo lo necesario para su ¡da, por enemistad; pero estos dos capitanes trabaja-
conocer la merced que Dios le había hecho y ron con ellos tanto hasta que los estorbaron,
no le ser ingrato. Y desta manera todos estos y fueron con ellos dos compañías hasta los
franceses, por do quiera que iban, celebra- poner en salvo.
ban el nombre del Gran Capitán. Tuvo tanto

cuidado de que no se les hiciese enojo algu-


CAPÍTULO XV
no á los franceses, que sabiendo que un sol-
dado español quería quitar una cadena de De lo que el Gran Capitán hizo después que.
oro á un suizo, el Gran Capitán viéndolo los franceses fueron echados del reino.
arremetió y él le huyó, y el Gran Capitán fué
tras él y lo alcanzó y lo hirió malamente, de Pues idos los franceses, los alguaciles del
que los suizos le dieron muchas gracias. ejército Esquinas, Peñaranda, Diego de Ma
Vuelto Gran Capitán, sin lo él saber, se
el tas hicieron echar en la mar los muertos que
desmandaron sin los poder tener ni sin lo en el alcance habían muerto, y los que de
saber el Gran Capitán, los despojaron y roba- dolencia se habían despachado, y limpiaron
ron y los dejaron en cueros sin matar ni la cibdad, la tenencia de la cual y fortaleza y

herir alguno dellos, porque en el tiempo de la gobernación dio el Gran Capitán á su prima
guerra ordinariamente los trataban muy mal Luis de Herrera. Tras esto mandó llamar á
de palabra, y como esto [era] entrando el los principales de aquella cibdad y les dijo:
Enero y hacía grandísimo frío, murieron mu- «Muy gozoso estoy porque esta cibdad se h
chos dellos; otros hacían sayos de heno, y cobrado sin más pérdida para el servicio de
iban pidiendo por Dios. Aportaron muchos sus Altezas, porque ahora se remediarán
de ellos á Roma, aquellos mesmos que cuan- vuestras pérdidas y daños, que creo haber
do por allí pasaron no tenían al resto del sido muchos». Ellos se le humillaron y dijeron
mundo en nada, haciendo muchos robos y in- que le besaban las manos por ello, y que
sultos por donde iban. Dios era testigo cuánto habían siempre desea
Decían los romanos cuando los vían pedir do salir de aquella tiránica opresión en que
por Dios á sus puertas, que Dios era muy jus- los franceses los habían tenido, no dejando
to juez; que no es servido que la soberbia cualquiera género de injuria que no ejecuta
dure mucho tiempo, como se vio claro en sen en sus casas y personas; y que muchas
estos franceses. Estaban en Roma los hospi- veces habían consultado de se alzar contra
tales, adonde reciben los pobres, todos lle- ellos y jamás había podido haber efecto su
nos destos miserables franceses, y los Carde- voluntad por la mucha gente y recabdo que
nales los mandaban aposentar en sus caballe- allí habían tenido, y que de allí adelante elloa

rizas por se defender allí del gran frío que servirían como leales vasallos debían; y que
hacía. Sabida esta miseria destos pobres ellos tenían á muy buena ventura todas su3
franceses, el Papa les mandó proveer de lo pérdidas y daños que habían recibido por
necesario, y que los buscasen y los curasen haber salido de la sujeción de los franceses,
coi>gran cuidado, mandándoles dar de vestir, y haber venido al señorío de la Casa de Ara
y los proveyó en que fuesen así por mar como gón, á quien ellos siempre habían seido afielo
por tierra con gran piedad y liberalidad. Los nados, acordándose del buen tratamiento ;

mil y quinientos suizos se fueron por tierra; muchas mercedes que de los Reyes pasados,
los alemanes del campo del Gran Capitán de la Casa de Aragón habían recebido. Et,
tocaron alarma y saliéronles al camino y á Gran Capitán se lo agradeció mucho, prome-^
les dar la batalla y los matar á todos, porque tiéndoles de lo escrebir á SS. AA., para que
aquellos suizos eran de ciertos cantones ene- les hiciese merced. Luego invió á Pulla á Bar
migos de los alemanes y de su Emperador |
tolomé de Alviano y á Pedro de Paz para que
DEL GRAN CAPITÁN 421

hiciesen guerra al capitán Arce, que tenía á de Enero; y llegando á Capua, la cibdad le

Venosa y laCela y á Altamira. Diego de Are- invió á suplicar se detuviese en Aversa, has-
llano tenía sitiado á Malfa. ta que la cibdad le hiciese saber cuándo en-
Pues este Arce esperaba que los Marque- traría. El Gran Capitán invió un caballero de
ses harían la guerra de arte que llevase la su casa á saber causa de su detenida; y
la

guerra desde aquellas villas, porque había vuelto, le dijo cómo


la cibdad le tenía apare-

desde allí tomado algunas tierras y levanta- jado un gran recibimiento con muchos arcos
ba algunos aficionados á los franceses y espe- triunfales, como los romanos solían recebir á
raba de renovar mayor guerra en Pulla. Mas sus capitanes cuando venían de haber vencí-
Bartolomé de Alviano y Pedro de Paz hicie- do á los enemigos y adquirido para el pueblo
ron muy cruel guerra al Arce y le hicieron romano algún reino: de la mesma manera
mucho daño, de manera que desconfiando de recibían á sus Emperadores.
ser socorrido, hubo de entregar la cibdad y Estaban entre otros arcos triunfales ocho
tierras que tenía y se fué fuera del reino. principales, hechos al modo antiguo, con mu-
El de Paz fué á tierra de Otranto y echó y chas invenciones y con letras de oro, en las
castigó á todos aquellos que aun esperaban cuales contaban sus victorias, que jamás en
que los franceses habían de inovar la guerra. Italia tales se habían visto, y con versos en

Don Iñigo de Avalos y doña Costanza su latín y en italiano, comparándolo con los ca-
hermana, que, como atrás dijimos, había pitanes y emperadores antiguos, y probando
hecho apartar la armada de los franceses de á todos les haber hecho ventaja en calidad,
Izcla, con la artillería tomó la fortaleza de en esfuerzo, en industria, en presteza, com-
Salerno; aunque poco tiempo pudo gozar del parándolo con Augusto en la felicidad y con
placer de aquella victoria, porque luego le César en la presteza, liberalidad y perdonará
dio una calentura pestilencial y luego murió todos aquellos que se le rindían; con Trajano
en toda la flor de su edad, dejando un solo en la rectitud y justicia; con Antonino Pío, con
hijo, niño de muy poca edad, que fué don Tito, Vespasiano y con todos aquellos Empe-
Alonso de Avalos, Marqués del Vasto, el radores en quien florescieron las virtudes así
cual en disposición y gentileza del cuerpo, y de la paz como de la guerra; y asimismo con-
en grandes pensamientos, hizo ventaja á taban los milagros que visiblemente Dios
todos los capitanes de su edad; y en las cosas había hecho por él: que si por extenso se
de la guerra ninguno se le igualó, como hobiesen de contar, sería gran prolijidad.
podrán ser testigos todos aquellos que mili- Sabido por el Gran Capitán, les invió á
taron con él, si sin pasión quisieren hablar en agradecer su voluntad; mas que aquel tal re-
las guerras que hizo. cibimiento no cumplía sino al Rey don Fer-
nando su señor; que les rogaba lo deshiciesen,
porque él en ninguna manera entraría en la
cibdad si no se deshacía. La cibdad porfió con
el Gran Capitán de no los deshacer y le tor-

COMIENZA EL DECENO LIBRO naron á suplicar lo tuviese por bien; para lo


cual vinieron todos cuatro sexos y le suplica-
DE LA GUERRA QUE GONZALO HERNÁNDEZ,
ron muy afectuosamente tuviese por bien que
GRAN CAPITÁN DE ESPAÑA, HIZO Á LOS
se prosiguiese y no se deshiciesen por dos
REYES DE FRANCIA EN EL REINO DE ÑA-
cosas: lo uno por hacer merced á aquella cib-
PÓLES.
dad, y lo otro porque les había costado gran
capítulo i
suma de dinero. El Gran Capitán porfió de no
entrar de aquella manera. Ellos pensando de
Entrada del Gran Capitán en Capua y entu-
lo engañar dijeron que así lo harían; que bien
siasta recibimiento que allí se le hizo (').
podía su señoría entrar, y así lo publicaron, y
echaron personas que así lo dijeron al Gran
Puestas todas las cosas en concierto, el
Capitán. Mas él sospechando lo que era, invió
Gran Capitán se partió para la cibdad de
Ñapóles, que fué á los dos días del dicho mes á aquel Medina, de quien tanto fiaba, con
veinte alabarderos á rogar á la cibdad que en
O En el original no tiene epígrafe este capítulo. todo caso deshiciesen aquellos arcos, y que
422 CRÓNICA MANUSCRITA
aquellos alabarderos les ayudarían álos des- que vino la Duquesa de Milán, mujer de
hacer; si no, que se ¡ría á entrar por otra Francisco Sforcia, Duque de aquel estado de
puerta y solo. Ellos, vista su determinación, Milán, que estaba en Barí, y siempre habíaj
deshicieron aquellos arcos y todas las inven- seguido la parte de la Casa de Aragón. El]
ciones que tenían hechas para aquella entra- Gran Capitán, sabido que venía, la salió á re-
da. Sabido por el Gran Capitán que todo es- cebir y le dejó laCasa de Capuana, y él sej
taba deshecho, entró, inviando á rogar á la pasó á Castilnovo. Tras esto despachó un]
cibdad que no le recibiesen con cerimonia capitán contra el Conde de Capacho, que esj
alguna. Al fin en ninguna manera se pudo en Basilicata, que siempre había seguido eli

estorbar que no saliese toda la cibdad, obis- partido de Francia, y otro sobre el Príncipe
pos y arzobispos de aquel reino, y los sexos de Rosano. Llegados estos capitanes, luego
que son la principal dignidad de aquel reino y se rindióel de Capacho y el de Rosano; y

cibdad, que tienen cada uno en su collación; (') dejaron aquellas plazas desembarazadas yi
sírvense con salva, y el Gran Capitán lo tor- entregaron á aquellos capitanes todas las]

nó á ¡nviar á rogar cesase aquel recibimien- fuerzas que tenían. El Gran Capitán mandóJ
to, diciendo que sólo á Dios se han de atri- no fuesen maltratados, porque como buenos]
buir las victorias; que Dios las da según su habían seido constantes en la opinión que]
infinita justicia, y en los méritos y buenas una vez habían elegido, y habían hecho sobre!
venturas de los Reyes Católicos. ello todo su poder. Tras esto proveyó de]

Pues así entrando en aquella cibdad, todos gobernaciones, lo cual adelante diremos.
los hombres y mujeres á voces daban gracias
á Dios por los haber sacado de la tiránica
CAPÍTULO II
sujeción de los franceses, y hacían grandes
plegarias á Dios por aquella causa, y ensal- De cómo el Gran Capitán mandó aparejar

zaban á los Reyes de España hasta el cielo una grande armada para ir á combatir ei
por les haber inviado para su redención de puerto y cibdad de ¡a Belona, en Esclavonia.
aquella servidumbre á persona tan señalada y por qué causa se dejó.
en el mundo, siervo y amigo de Dios, muy
prudente en la paz y muy sabio en la guerra; Está de la otra parte del mar de Venecia,
conservador de los pueblos, amparador del enfrente de la cibdad de Otranto, en el reino
culto divino y de la honestad de las mujeres; de Ñapóles, diez y nueve leguas de aquella
muy benigno y piadoso aun á los enemigos; cibdad de Otranto, una cibdad y muy buea
tan constante en la virtud que ni la victoria y puerto del turco que se llama la Belona
prosperidad le ponían vanagloria, ni la adver- adonde el Gran Turco tiene siempre su ar-<
sidad le enflaquecía en alguna manera su mada para las cosas de Poniente y tierra de
grandeza de ánimo. No quedó aquel día en cristianos, muy importante en su Estado.
toda la cibdad hombre ni mujer, así casadas Tiene muy buenos surgideros y muy buen
como doncellas, que todas no se pusiesen por puerto y muy seguro. El Gran Capitán invió
los lugares y calles por donde el Gran Capi- á saber por sus espías el estado en que
tán había de pasar: que lo suelen hacer pocas aquella cibdad y puerto estaban; y supo
veces. Todas las gentes se holgaban en vello cómo estaban varadas en él cincuenta gale-
y lo alababan y echaban muchas bendiciones. ras. Sabido esto, mandó á Pedro Navarro
Fuese á apear á la iglesia, y no consintió que aparejase la armada que le pareciese necesa-
saliese la cruz á lo recebir, como lo tenían r¡a»y que entrase en aquel puerto y que pu
ordenado, ni otra cerimonia alguna. siese fuego á las galeras, y que si ocasió
Entrado en la iglesia, hincado de rodillas, hobiese, usase del tiempo como á él le pare
dio muchas gracias á Dios por las muchas cíese.
mercedes que con su divina justicia le había Pues estando el Conde Pedro Navarro'
hecho. De allí se fué á aposentar á Capuana, con su flota y gente de guerra á punto, con;
que es una casa que los Reyes de Ñapóles todas las cosas necesarias para aquella jor
tienen en aquella ciudad, y allí posó hasta nada y toda la gente embarcada para partí
en anocheciendo, aquel mismo día, acaband
(<) Faltan sin duda algunas palabras. de comer, le vino nueva cómo un embajado
DEL GRAN CAPITÁN 423

del Gran Turco, llamado Bajaceto, estaba en El primero señor y tirano que los turcos
el puerto de Manfredonia, que le traía una tuvieron fué llamado Otomano, al cual suce-
embajada del Gran Turco, que tuviese por dió Orcano su hijo; á Orcano sucedió su hijo
bien de la oir. El Gran Capitán invio allá á Amurates, y á éste sucedió Bajaceto; á Baja-
Pero Hernández de Nicuesa para que los re- ceto Mahoma, el que ganó á Constantinopla;
cibiese y los trújese hasta la cibdad de Ña- á este Mahoma sucedió este Bajaceto, se-
póles, y á Pedro Navarro mandó no se par- gundo deste nombre, de quien ahora habla-
tiese hasta ver lo que el Gran Turco quería; mos. Había una profecía entre estos turcos
que, á tardarse medio día, se hiciera la jorna- por cosa muy cierta: que el primero cristiano
da de la Belona. que le ganase algún reino, ó isla, ó cibdad,
que aquel tal le había de ganar todas sus tie-
rras. Pues viendo agora cómo el Gran Capi-
CAPÍTULO III
tán le había ganado la isla de Chafalonía y
Lo que contenía la embajada que el Gran había conquistado el reino de Ñapóles, con
Turco invíú al Gran Capitán. otras cosas que la fama allá había llevado,
temió este Gran Turco no fuese este Gran
Reinaba en aquel tiempo en Turquía y en Capitán á quien señalaba la profecía. Esto le
el imperio de Trapisonda, y en el de Grecia y movió á este Gran Turco á inviar esta emba-
en otros muchos reinos y señoríos, Bajaceto, jada al Gran Capitán, y á otra cosa que ade-
gran turco, hijo de Mahoma, aquel que en el lante diremos, que aquel embajador dijo del
año del Señor de cuatrocientos y cincuenta y á él solo, y por saber si era verdad todo lo
tres ganó á Constantinopla. Este Bajaceto que deste Gran Capitán se decía.
invió un bajá genízaro, muy su privado, que
era cristiano renegado, con otros treinta ge-
nízaros, asimismo cristianos renegados, que
CAPÍTULO IV

eran todos aquellos de la guarda del Gran De cómo aquellos turcos llegaron á la cibdad
Turco, todos de una edad y muy bien dis- de Ñapóles, y el recibimiento que les fué
puestos. La fama de su embajada fué que el hecho.
Gran Turco había oído la buena cuenta que
había dado delo quel Rey de España le había Pues aquel caballero Pero Fernández de
encomendado, y que había sabido que con Nicuesa llegó á Manfredonia á recebir aque-
pocos había vencido á muchos, y que su per- llos turcos. Traían por lengua un judío que
sona, aunque en todos los peligros era el pri- vivía en la cibdad de Salónica, que era natu-
mero que entraba en las batallas, y el pos- ral de la cibdad de Sevilla. Desde Manfredo-
trero que salía dellas, nunca había sido heri- nia hasta la cibdad de Ñapóles, les vinieron
do; que creía que era grande amigo de Dios, festejando y haciendo muy buen tratamiento.
pues El es el que vence y da la victoria á Pues llegados á dos leguas de Ñapóles, allí
quien El vee que la merece; que él quería co- les mandó el Gran Capitán inviar muchas co-
nocer y saludar á un tan honrado cristiano y sas de comer. Todas las carnes les inviaban
tan valiente, y lo tomar en lugar de sus gran- vivas. Otro día salieron aquellos señores á
des amigos; y que para esto le ofrecía su los recebir, para que los acompañasen hasta
persona y estados, como al hombre que en- la cibdad. El Gran Capitán los esperó en
tre los cristianos más valía. Y que le hacía Castilnovo. Estaba vestido á la española: un
saber que sus predecesores, de quien él des- sayo de carmesí, una capa de paño, una me-
cendía, siempre habían tenido y guardado dia gorra con una medalla; su espada ceñida.
amistad y amor con los Reyes de Ñapóles, Llegado el embajador, lo abrazó y besó en
principalmente con los Reyes que en aquel la ropa; el Gran Capitán lo abrazó y quitó la
reino habían reinado de la Casa de Aragón; gorra; todos los otros treinta genízaros lle-
y quél quería continuar aquella paz, amor y garon á hacer la misma cortesía que el em-
amistad con el Rey de España, y más seyen- bajador había hecho. Venían todos vestidos
do señor de tal vasallo y bajá. Esta fué la de aljubas rozagantes y tocas blancas, y ce-
fama con que este Gran Turco invió esta ñidas sus cimitarras. El Gran Capitán dijo á
embajada; mas el ardid y la verdad era otra. la lengua les dijese le hiciesen saber cómo
424 CRÓNICA MANUSCRITA
les había ido el camino y qué jornadas
en que mientras él viviese, ternía paz y perpe-
habían traído; y que él había holgado mucho tua amistad con él, como si fueran de una
de su venida, así por ser embajador del más mesma creencia; y que esto vería en lo que
poderoso príncipe de los paganos como por de sus estados se quisiese aprovechar.
verlos á ellos; que holgasen y descansasen, Gran Capitán respondió al embajador
El

y que ninguna cosa dejasen de pedir de lo que tenía á muy buena ventura que el
él

que menester hobiesen muy á su contento. Y Gran Turco tuviese del aquel concepto; que
porque él y sus compañeros venían cansados de ningún bien conocía, sino deseo de ser-

del camino, se fuesen á descansar á sus po- vir á su Rey; porque Dios como justo juez
sadas, y que otro día ó dende á dos días, ó había dado aquel reino al Rey de España, su
cuando ellos quisiesen y tuviesen por bien, señor, por la mucha justicia que á él tenía. En
darían su embajada. El embajador respondió lo de amistad y concordia, que él despacharía

mediante la lengua: que no habían traído luego al Rey su señor sobre ello, de lo cual él

grandes jornadas y que les había ido muy holgaría y recibiría muy gran contenta-
mucho
bien; y que aunque no les hobiera ido bien, miento de ello. Entretanto, que holgasen y
lo tuvieran por bien empleado por venir á que viesen todo aquello que más les conten-
ver una persona tan señalada como lo él era, tase, que de aquello ternía él gran placer.

y que era mucho más de lo que en Turquía


había oído á todos decir. Y luego se fueron á CAPÍTULO V
sus posadas á descansar. Fueron aposenta- De pasaron estando
las cosas que allí los tur-
dos junto á Castilnovo en casa de un señor cos en aquella cibdad, y de las fiestas que
principal. Teníanle puestos sus oficiales y
allí se hicieron.
sus posadas muy aderezadas. Todas las
cosas les llevaban vivas, salvo azúcar, espe- Aquel caballo que el Gran Turco invió al
cias y huevos. Eran tantos y tan diversos los Gran Capitán era todo blanco, tenía las nari-

manjares, que ellos y los de la cibdad esta- ces hendidas y era crecido. Era tan ligero que
ban espantados. para ver su ligereza ponían en una carrera
Otro día vino el embajador y dio por escri- cuatro caballos, los más ligeros que en todo
to un memorial, que fué lo que antes había aquel reino había, puestos en carrera á tre-
dicho: que el Gran Turco su señor, Bajaceto, chos, á todos los pasaba con mucha ventaja.
había oído decir que era de muy noble san- Resollaba muy poco. Este caballo invió des-
gre, y que siempre había sido vencedor sin pués el Gran Capitán con otros muy buenos
ser vencido, lo cual no podía ser sin ser ami- al Papa Julio.
go de Dios; y que por muchas cosas deseaba Todo
el tiempo que estos turcos estuvie-

conocelle y tenelle en el número de sus ami- ron en esta cibdad, hacía el Gran Capitán
gos. Y que en señal desto, le inviaba su caba- pasar por su posada la gente de guerra así de
llo, lo cual nunca acostumbraba á hacer á caballo como de infantería. Jugaban muchas
algún Rey ni Emperador, aunque fuesen de veces á las cañas muy excelentes jinetes, así
su creencia; y que aquella era la mejor señal andaluces como castellanos, enfrente de su
de amistad que en su ley podía hacer; y que posada. Otras veces justaban de real y de
ninguna cosa habría en sus imperios y reinos guerra, de que los turcos estaban muy es-
de que él se quisiese aprovechar que no lo pantados de lo uno y de lo otro.
tuviese por suyo; y que les hacía saber que Venía entre estos turcos uno muy grande
desde Otomano acá habían pasado (') años, dibujador y pintor, el cual mandó el Gran
nunca los turcos pidieron paz á los Reyes de Turco que se lo llevasen dibujado [al Gran
Ñapóles; antes ellos la pedían sempre, dando Capitán! muy al propio y pintado del tamaño
grandes dádivas á los turcos; mas ahora por que era sin que él lo supiese. Era este dibu-
su causa él la quería pedir al Rey de Ñapóles, jador tan diestro en su arte, que debajo de la
por lo tener á él por su vasallo, y que escri- capa, estando delante del, lo retrataba y
biese al Rey don Fernando sobre ello, que lo secretamente lo pintaba. Pues como un día
tuviese por su grande amigo y servidor; y llevase retratada alguna parte del, cuando
otro día venía estaba vestido de otra ropa, y
(<) En claro en el original. tornaba otro día á desbaratar lo que tenía
DEL GRAN CAPITÁN 425

hecho, y dibujábalo de la manera que estaba Estuvieron estos turcos en Ñapóles cua-
vestido. Pues descubrírselo era imposible, renta días, en el cual tiempo vino la confirma-

porque así lo había mandado el Gran Turco. ción de la paz firmada y sellada de los Reyes
Visto, pues, por aquel judío, vino una noche Católicos. Venida esta concordia se despidie-
muy secretamente sin que nadie lo pudo ron; y antes que se despidiesen, aquel capi-
saber, y le dijo cómo el Gran Turco había tán dijo que quería hablar á su señoría sin
mandado buscar el mayor pintor que en sus que ninguno estoviese presente á la plática,
reinos y señoríos se había podido hallar, para sino sola la lengua. El Gran Capitán mandó que
que lo llevase pintado al propio, y como su fuese así. Estando así solos, el embajador dio
señoría cada día se vestía de diferentes al Gran Capitán una carta escrita en lengua

ropas, no podía aquel pintor hacer lo que española, firmada y sellada de la propia mano
deseaba; de que los turcos estaban muy del Gran Turco, que aquel judío la había
penados: que suplicaba á su señoría que tres puesto en aquella lengua; en que le decía el
días se vistiese del vestido que más le con- Gran Turco que si quisiese vivir con él, que
tentase, porque lo llevasen pintado, ques la le haría Gran Bajá de sus imperios, adonde

cosa que Gran Turco desea más, y que le


el él escogiese un reino, cual él escógese, en el

suplicaba esto fuese muy secreto, porque los imperio de Grecia ó en otro imperio adonde
turcos no lo supiesen. El Gran Capitán se lo él más holgase; y que para cumplir esto, él

prometió y se vistió tres días arreo de una pornía rehenes tales y adonde él quisiese de
capa española y un sayo de terciopelo negro que quedase satisfecho; y que por su causa
y media gorra con una medalla y su espada haría muy buen tratamiento á los cristianos
ceñida, y en aquellos tres días lo sacó aquel que viven en sus reinos, con otras muchas
pintor de los pies á la cabeza. ofertas que allí escrebía. El Gran Capitán le
El Gran Capitán preguntó á aquel judío qué respondió que él agradecía á Dios y después
cosa p^día enviar al Gran Turco que allá se á él que S. M. hiciese tanto caso de un hom-
tuviese en algo. Aquel judío le dijo que algu- bre que tan poco merecía; que él le sería en
na muía de cola larga, que son tenidas allá en cargo mientras viviese, y que él en ninguna
gran precio; porque en la cab illeriza del Gran manera podía cumplir aquello que le mandaba
Turco está una que de vieja está toda pelada por muchas causas; porque él nunca dejaría
y por ende la tienen en gran precio. Y aquel de servir al Rey su señor, de quien había re-
judío volvió á su posada sin que fuese visto cebido mucho bien. Y que ya que esto cesase,
ni sentido de los turcos. Luego invió el Gran que no podría acabar consigo de servir á
Capitán á Roma y compraron una muía de un príncipe que no fuese cristiano, porque los
arzobispo y otra de un perlado, las mejores cristianos sin duda ninguna siguen la creen-
que en Roma había: la una era pardilla y la cia veí-dadera, que es la que Dios criador del
otra negra. Mandólas hacer dos guarniciones universo manda que se guarde; que el Rey su
de oro y plata muy galanas y muy costosas y señor le había dado en aquel reino con que
palios de grana muy aderezados. Al capitán viviese honradamente; mas que le ofrecía su
de aquellos genízaros dio un caballo muy persona y voluntad cada que la hobiese me-
bueno con un jaez de oro muy rico y un capa- nester contra sus enemigos que cristianos no
razón de brocado y una adarga d'ante, que las fuesen, permitiéndolo el Rey su señor. Des-
chapas valían ducientos ducados. Dióle asi- pedido el embajador, todos los otros turcos
mesmo muy buenas ballestas y otras cosas se despidieron, y cuando se despidieron sa-
muy buenas para allá; y les dio ropas así para lieron con ellos aquellos señores, regociján-
de camino como para allá, de asiento de raso dolos hasta Manfredonia, hasta los dejar
blanco leonado colchado, y una capa de lo embarcados.
mesmo y un jubón de oro tirado. A los trein- Cuando aquel embajador se fué, despedido
ta genízaros dio treinta marlotas á meitades del Gran Capitán en la cibdad, le dijo, median-
de damasco pardillo y verde con botones has- te la lengua, que después que lo había visto y
ta abajo, y bonetes de grana y borceguíes. Al conversado y había sabido sus cosas, creía
judío mandó dar muy buenas ropas así de verdaderamente que la fee y creencia de los
camino como de asiento y ducientos ducados, cristianos debía ser la más verdadera; porque
de que el judío quedó muy contento. tal hombre como él no podía tener sino la ver-
426 CRÓNICA MANUSCRITA
dadera ley y creencia, pues Dios le había hecho salud,que pasó la furia de aquel día, de que
tan acabado en todas las cosas, asi haría en los médicos dijeron que milagrosamente le
la ley que había de seguir. El Gran Capitán había dado Dios mejoría. Decían los romanos
lo abrazó y á todos con muy grande alegría. que Dios lo quería llevar acabado de ganar
tantas victorias, antes que la fortuna usase
capítulo VI con de su acostumbrada mudanza. Porque
él

es cosa muy cierta, si no nos engañan los his-


De una grave enfermedad que sobrevino al
Oran Capitán y de muchas plegarias que
toriadores, que los más claros capitanes, así
las
antiguos como modernos, no escaparon desta
I
sobre ello hubo.
cruel invidia. Decían que si hobiera muerto
Después de embarcados los turcos, dende á aquel muy excelente Capitán de los romanos
pocos días plugo á Nuestro Señor traer al Gayo Mario, que fué siete veces cónsul,
Gran Capitán á la memoria y acordalle que cuando vino de triunfar de los tudescos y ale-
aunque se venzan los hombres, los reinos y manes, no viniera después á ser preso y
los reyes, que El no puede ser vencido, y muerto tan aviltadamente como lo fué. Si el
también por le apartar alguna vanagloria que Gran Pompeyo, cuando vino de triunfar de
de las victorias pasadas le había quedado; y Asia y de Mitrídates, Rey de Ponto, muriera,
porque los italianos así le adoraban como sus no le cortara después la cabeza Ptolomeo,
pasados á sus ídolos, seyendo cierto que Rey de Egipto, con tanto vituperio. Si Julio
todo género de adoración se debe sólo á César, cuando vino de vencer y triunfó de
Dios, y desta causa quiso Nuestro Señor que Francia y Alemania, no le dieran después tan
viesen todos que, aunque le ayudó á vencer, cruel muerte Bruto y Casio y los otros con-
era hombre y mortal. Y la memoria que le jurados, y los más capitanes así griegos como
trujo para se lo acordar fueron unas muy romanos. Si Scipión, cuando vino de triunfar
grandes calenturas que día ni noche no le de Cartago, no muriera echado de su patria»
dejaban. Pusiéronle en tanto peligro que desterrado. Si Aníbal cuando venció la batalla
todos los médicos lo desahuciaron. de Canas muriera, no se matara él mesmo con
El Papa Julio le invió por la posta dos veneno, como se mató. Y lo mesmo decían
médicos suyos muy grandes, y todos los del Gran Capitán, que á tan grandes victorias
señores de Italia le inviaron asimesmo, que no se podía creer sino que había de respon-
hubo un ayuntamiento de médicos que basta- der algún revés, de los que el mundo suele dar
ban para matar á un hombre de acero. Veni- á los que en tan alta cumbre ensalza, como á
do el onceno día, todos los médicos en con- él había hecho. Mas plugo á Dios que por los

formidad dijeron que no podía escapar de muchos sacrificios y plegarias y procesiones,


aquel día. Sabido en la cibdad y en su comar- no quiso sacar del mundo una tan excelente
ca fueron tantas las plegarias y procesiones persona. Para lo cual ayudó mucho la buena
que en aquella cibdad y sus comarcas hicie- ventura de los Reyes Católicos; porque les
ron que no se puede relatar. fuera muy grande pérdida y en tal sazón, y
Iban todas las mujeres y doncellas de todos fuera la mayor que les pudiera venir después
estados descalzas por todas las iglesias de la de sus Reales personas. A los veinte
rogando á Dios Nuestro Señor se acordase días estaba levantado, y apenas en ocho días
de dar la vida al Gran Capitán; porque Italia, pudo dar lugar á las visitaciones que con
adonde él tuvo por bien de poner la silla á su grande alegría todos le hacían. Dio el Gran
Vicario, gozase de paz y de sosiego; y que se Capitán á los médicos enjoyas y dineros más
acordase que entre todas las guerras pasa- que vale todo su Aviccna y aun Galeno, de
das siempre tuvp gran cuidado del culto divi- que fueron muy contentos.
no y de las monjas dedicadas á Dios; muy
grande amparador de la honra de las mujeres CAPÍTULO VII

y de su honestidad, y que no se robasen las De las cosas que sucedieron después que c!
iglesias. Eran grandes los llantos que en
Gran Capitán recobró su salud.
todos los templos se hacían; fueron muchas
las procesiones que de noche y de día se Visto por los neapolitanos sano al Gran
hicieron, que le plugo al Señor, dador de la Capitán, todos se ocupaban en regocijos y

*
DEL GRAN CAPITÁN 427

en loores del Gran Capitán. Unos alababan nes de caballos y de infantería y á los solda-
su disposición del cuerpo, imitando á js sci- 1 dos dio tenencias, oficios, gobernaciones; re-
tas, que hoy son tártaros, que ponían la feli- partió casas y posesiones de forajidos que
cidad en la buena disposición; otros en el habían seguido la parte francesa, y á otros,
buen gesto, que era señal de buena comple- provisiones ordinarias y pensiones, principal-
xión y condición; otros en la benignidad y mente á aquellos que habían sido en la gue-
mansedumbre y afabilidad con que á todos, rra valientes. Tuvo muy gran memoria de
chicos y grandes, sobrepujaba. Otros alaba- conocer los méritos de cada uno, y así les
ban la gravedad y severidad de capitán, gratificó. Fué tanto, que todos decían que no
cuando el tiempo lo pedía. Otros ensalzaban le faltaba más de la corona para Rey. Fué

hasta el cielo su excelentísima justicia, con muy gradecido; finalmente, que los detracto-
tanta equidad y templanza; otros su severi- res é individuos decían públicamente que á
dad, su clemencia; otros alababan en gran ningún soldado había dejado sin le dar
manera su valentía, su esfuerzo con que en- premio.
traba en las batallas y la perseverancia con Florecieron en este clarísimo varón la ra-
que seguía á sus enemigos. Mas sobre todo zón, la templanza, que sin estudiar
el juicio;

encarecían su grande liberalidad, con que sa- sabía todas aquellas cosas que en los hom-
soldados y señores y capitanes,
tisfizo á los bres muy leídos resplandecían, y porque
no tomando para sí más de la gloria del ven- nunca estudió letras latinas, porque pensa-
cimiento. ban los españoles que las letras apocaban á
Fué tan grato á los capitanes y soldados los hombres, cosa tan ajena dellos. Fué muy
que en el tiempo de la guerra sirvieron que amigo de letrados y de los poetas y historia-
á todos dio premios y grandes dádivas, tan- dores, porque con sus obras hacían inmortal
to que los individuos hallaban lugar para de- la vida de los hombres tan corta y tan breve.
tractar de su grande liberalidad; porque es Dábales y hacíales muchas mercedes, porque
averiguado por los que saben, que ninguna tenían cargo de escrebir sus hechos; así
buena obra hay hecha que carezca de invidia. como Carmelita, Mantuano y el obispo Can-
Es verdad que el Gran Capitán dio á don talício, y otros algunos que escribieron mu-
Diego de Mendoza, que fué uno de los que chos /ersos en su loor. Sanazaro pudiera es-
más sirvieron en la guerra, el condado de crebir muy buenas cosas con aquella tan po-
Melito, que hoy poseen sus nietos; el conda- lida musa y fecunda, sino que dejó aquel rei-
do de Avellino á don Juan de Cardona ('), en no por seguir á Federico cuando se fué á
el ducado de Benevento; á Pedro Navarro el Francia, adonde murió, habiendo seguido
condado de Oliveto, que en aquel tiempo tan tan errado camino é infelice como siguió;
bien mereció, hasta que después desmereció, porque como el Gran Capitán era de hábito
por cuya causa murió muerte ruin ignominio- tan delicado y vivo, que conocía cuánta glo-
sa; á Bartolomé de Alviano dio la cibdad de ria le podían dar los poetas y escritores y
Sant Marco en Calabria, la cual él mereció cuánta fama para adelante adquiría, porque
muy bien; á Manuel de Benavides, á Alonso los maldicientes y envidiosos jamás hallaban
de Carvajal, á Antonio de Leiva, á Alvarado cosa que tachar, porque dejó de hacer gran
padre y hijo, á don Hernando de Andrada, guardar la honestad de ias mujeres,
justicia y
al Duque de Termoli y á Alarcón y á los aunque muchas veces hjiblaba con ellas en
otros capitanes dio muchos y muy buenos cosas de palacio, porque fué el mejor corte-
lugares y villas. A los Coloneses hizo que co- sano que en su tiempo hubo. Solía decir que
brasen sus tierras y castillos que los france- era muy gran locura de cualquiera persona
ses les habían tomado, de que quedaron muy del mundo, que por un pequeño y fugitivo
contentos y pagados, principalmente el Prós- placer procurase un gravísimo y contino des-
pero y Fabricio, con todos los otros. abrimiento y enojo. Fué el primero capitán
Pues los ínfimos asimismo quedaron muy cristiano que juntó la disciplina militar con la
contentos y muy obligados al servicio de los piedad cristiana; de donde no se deben de
Reyes de España y del Gran Capitán. A capita- admirar los invidiosos y maldicientes, si con
Al margen: «Este don
santas y católicas costumbres, principalmen-
f<) Juan fué hermano do don
lAi(;o de Cardona». te con la castidad, que siempre guardó al
428 CRÓNICA MANUSCRITA
yugo del matrimonio, Dios nuestro Señor le habían menester, sin robar iglesias ni tocar
ayudó á vencer y permitió que jamás fuese en la honra de las mujeres. Solamente toma-
herido, aunque era el que más se ponía á to- ban para comer, sin matar ni herir á nadie.
dos los peligros, así de artillería como de to- Acabado aquello iban á otro lugar y hacían
das las otras armas. lo mesmo.
Decíame muchas veces del García de Pare- El Gran Capitán les invió muchas veces á
des que, veyéndole entre los enemigos, que decir que se redujesen, y jamás lo quisieron
cada hora pensaba que ó muerto ó herido no hacer.Pues sabido por el Gran Capitán que
podía escapar, principalmente en la batalla pasaban seis leguas de Ñapóles, la cibdad,
que se dio junto á la Chirinola, y en otras mandó tocar allarma y aparejar todas las
muchas partes; que como digo ni herido ni cosas necesarias para les dar la batalla, di-
preso ni otro desastre que suelen en las ba- ciendo á todos que poco les había aprove-
tallas acontecer; por cuya causa los italianos, chado echar á los franceses del reino, si cua-
que son inclinados á supersticiones y adora- tro mil y quinientos españoles les robasen y
ciones prepostreras, decían que era de aque- saqueasen lo que con tanto derramamiento
llos dioses pasados, á no ser español, sino de sangre habían ganado, y que ningún ruego
italiano. ni promesa bastaba para los reducir; que les

rogaba peleasen contra ellos como contra


CAPÍTULO VIII
traidores y infieles á su patria y capitán y á -

De cómo acabada guerra se amotinaron


la lasbanderas de España, y que por tales los
cuatro mil quinientos soldados; y cómo no había mandado apregonar. Con toda la gente
los pudiendo el Gran Capitán reducir, les que pudo y artillería se puso en un lugar que
fué á dar la batalla con su ejército, y de lo se dice Marellano.
que pasó. Los amotinados, sabido que el Gran Capi-
tán los esperaba, no torcieron un paso de
Después de esto sucedió que, como el Gran donde iban, y con su ordenanza, muy en or-
Capitán con buenas palabras conservaba á los den, se fueron derechos á Marellano. El Gran
soldados diciendo que en volviendo á la cib- Capitán mandó que no matasen al que se
dad de Ñapóles les pagarían lo que les era rindiese y no rompiesen hasta que él se lo
debido, agora, llegados á la cibdad, fueles mandase, porque quería excusar, si podía, la
dada ayuda de costa; y no se podía más ha- batalla, por el mal ejemplo que darían. Entre
cer por los grandes gastos que se habían he- tanto que esto se ordenaba, como los amoti-
cho. Y como estaban ociosos, comenzáronse á nados descubriesen el campo del Gran Capi-
amotinar, y fueron presos nueve caporales y tán, comenzó uno de los veinte á hacelles un
ahorcados; y con esto pareció sosegarse algo razonamiento á los soldados, que decía así.
aquella rebelión. Mas como no les acabasen
de pagar, y ellos, como dije, estaban ociosos,
amotináronse cuatro mil y quinientos solda-
CAPÍTULO IX

dos. Y porque á todos cupiese parte del Del razonamiento que los veinte hicieron ásus
mando y de la pena, si mal les sucediese, hi- amotinados, estando los ejércitos de en-
cieron esta ordenanza: que elegían cada día trambas partes d vista.
veinte soldados que aquel día mandasen, y
guardaban tanta justicia que no podía ser «Bien veis, señores y compañeros, delante
mayor; que estando un día en una cibdad de vosotros la una muerte, si no vencemos, y
aposentados, atravesó de una casa á otra laotra y mayor si nos rendimos, aunque sea al
una mujercilla de poca manera; tomáronla Gran Capitán. Este cordobés nos ha de querer
ciertos soldados y contra su voluntad tuvie- [atraer J hoy con buenas palabras, y después
ron parte con ella. Ella se quejó á los veinte, de veinte en veinte nos ha de ahorcar, por-
y hecha su información, los tomaron y ahor- que se lo tenemos merecido. Pues no pode-
caron de la ventana de la casa donde come- mos huir; y aunque pudiéramos, no lo había-
tieronel delito, y á ella le dieron lo que aque- mos de hacer. Pues ¿queréis que se diga en
llossoldados tenían y aun le dieron de sus Italia y en España que teníamos ánimo para
haciendas. Iban á un lugar y tomaban lo que saquear la gente pacífica y desarmada, y que
DEL GRAN CAPITÁN 429

cuando se ofreció la necesidad de las armas hablado por boca del Spíritu Santo. Hincá-
nos corazón?
faltó el De derecho divino y hu- ronse todos luego de rodillas y hicieron su
mano escrito á todas las naciones del mundo oración muy devotamente, y luego comenza-
y de ley natural somos obligados en nuestra ron á caminar muy en orden. Llegando á do el
defensa y ofender á cualquiera persona que Gran Capitán estaba, pararon. El Gran Capi-
nos quiera ofender. Hasta á los brutos anima- tán les invió á decir que se redujesen al ser-
les les dio naturaleza armas nacidas en ellos viciode SS. AA., y que se les perdonaba todo
mismos para defensa suya, como cuernos. Pe- lo hecho hasta aquel punto, y que presto

leemos hoy como varones, que esperemos en serían pagados, con otras muy buenas pala-
Dios que venceremos. No piense este cordo- bras. Los veinte inviaron á decir al Gran
bés que lo ha con los borrachos de los france- Capitán que suplicaban á su señoría no les
ses, sino con muy honrados y muy valientes acometiese, porque, ya hecha su oración, no
españoles. Sabed, señores, quel que vivo que- podían dejar de pelear, porque estaban deter-
dare, si vencidos fuéremos, ha de ser peor li- minados de pelear y morir ó vencer; que le
brado; por ende, mirad cual es mejor, morir suplicaban muy hu.milmente no permitiese que
armado en el campo como valiente soldado, ó dsrramasen la sangre que les había quedado
cuarteado por mano de un sucio verdugo de- de la mucha que en su servicio habían derra-
lante de tantos señores y capitanes. Sabed, mado, y que le daban su fe como buenos sol-
señores, que Dios, cuyo es el cielo y tierra dados españoles de vender tan cara su vida
con todo lo criado, dejó la tierra á los hijos que los que les venciesen no las llevasen muy
de Adán, nuestro primero padre, para que la á su salvo; que se acordase de los muchos
habitasen y morasen y gozasen de los frutos servicios que le habían hecho; las muchas
della, con todo lo en ella criado. Pues, pesar necesidades que habían pasado y sufrido, que
de tal, que tan hijos somos de Adán los que le suplicaban no llegase las cosas al cabo,

aquí estamos como el Rey de Francia y de porque podría trocarse la suerte; y que mira-
España; si no, muéstrennos la cláusula del se su señoría que ni forzaban mujeres, ni
testamento de Adán en que les deja los reinos robaban iglesias, sino solamente buscaban de
que tienen ('), y que sea esta tierra más suya comer, y los más dellos les amostraron las
que nuestra, y dejársela hemos Hasta aquí heridas que en su servicio habían recebido.
han gozado ellos de ella; déjennos gozar otro El Gran Capitán, oída su plática, se enter-
tanto tiempo de ella. Todos los que saben neció tanto que por más que disimuló, no
afirman que el derecho de las cosas está en pudo dejar de le venir á los ojos las lágrimas,
las armas. Pesar de tal, que entre estos Reyes acordándose cuan bien habían servido y el
quien más puede tomar al otro sin mirar más mal ejemplo que daría. Estuvo quedo. Ellos,
derecho ni ley, se lo toma sin más esperar visto que el ejército del Gran Capitán no les
justicia; ¿y que los pobres soldados no pue- acometía, comenzaron á alargar el paso, no
dan hacer lo mesmo? Tomémosles lo que como gente que huía, sino como soldados
injustamente tienen usurpado; encomendé- que caminaban de una parte á otra; y que-
monos á Dios y peleemos como constan- riéndose volver el Gran Capitán, fué avisado
tes varones, y cuando Dios de otra cosa que iban á entrar en una cibdad que se llama
fuere servido, vamos todos juntos á la otra Ñola, porque ya no tenían que comer. El Gran
vida, adonde son bien que recebidos los Capitán fué tras ^llos con toda su ordenanza.
hacen su deber. Hagamos oración, y si nos Los amotinados se fueron derechos á Ñola y
acometieren, hagamos como fuertes soldados la comenzaron á combatir. La cibdad es muy
españoles». fuerte, así de muro como de foso lleno de
Cuando los soldados oyeron aquel razona- agua y muy hondo. Ellos comenzaron á com-
miento de los veinte, dijeron que en su vida batir con tanto ánimo que se echaban á nado
habían oído á ningún sabio ni predicador ha- por el muro subían por las
foso, y llegados al
blar tan sabia ni tan altamente, y que había picas. El Gran Capitán no quiso pelear con
ellos, porque le habían movido á gran com-
(') Al inartien, de la misma letra del texto: «Dicon lan pasión. Mandó á ciento y cincuenta de caba-
sagradas Esoripturas: Terrnm dfídit filiia hoviinum; qua llo que por la otra parte se entrasen en la
quien; decir: Uñ. tierra dio Dios í los hijos de los
hombres." villa y les ayudasen á defendella. Entrados
430 CRÓNICA MANUSCRITA
estos escuderos, soltaron los caballos por la venida era á le pedir socorro de gente y ar-
cibdad, cerradas las puertas y acudieron al mada para ir á conquistar l.i cibdad de Pisa,
muro que más necesidad ayudáronla
tenía, y que la tenía oprimida la cibdad de Florencia;
á defender. Visto esto por los amotinados, y él decía que tenía trato en aquella cibdad

tocaron SKS pífanos y atambores y comenza- que luego se le daría, y que todo esto sería
ron á caminar. Durmieron aquella noche en un para servicio de los Reyes Católicos. Y por-
lugar pequeño y hicieron muy grande guar- que en esta historia, así en los capítulos pa-
dia. El Gran Capitán les invió á decir que él sados como en los porvenir, se hace mención
se volvía á la cibdad para buscar dineros y de este Duque Valentín, me pareció ser cosa
les pagar todo lo que les era debido. Ellos necesaria escribir el discurso de la vida des-
respondieron que ellos dispararían para cuan- te Duque.
do su señoría fuese servido de se los inviar; Don Rodrigo de Borja, Cardenal de Valen-
y así era verdad, que los comenzó á buscar. cia, hubo en Roma á una señora de las de Va-

Los amotinados respondieron que ellos espe- ñoty, en quien hubo al Duque de Gandía y á
rarían todo el tiempo que su señoría fuese este César Borja, y dos hijas, madama Lucre-
servido. Los rebeldes se fueron aquella noche cia,que fué casada con el Duque de Ferrara, y á
á un lugar que se llama Castellamar.muy rico, otra señora que casó con don Alonso de Ara-
y lo entraron por fuerza y lo saquearon. Allí gón, hijo del Rey don Alonso de Ñapóles, su
les dijeron los veinte: «No es más tiempo, cuñado. Fué esta señora de muy buena parte
señores, de burlar con el Gran Capitán. Bien y calidad, y fuera desto en toda la otra vida
conocéis cuan astuto es y prudente; si más fué muy buena mujer. A este César Borja in-
proseguimos nuestro propósito, él nos ha de vió el Cardenal su padre al estudio de Pisa,
coger y ahorcarnos á todos si no determina- donde las letras florecían en aquel tiempo, y
mos de nos esparcir y nos ir adonde por bien el se dio tan buena maña en ellas que apro-

tuviéremos; y plega á Dios que lo podamos vechó mucho; y disputaba y trataba cuestio-
hacer á nuestro salvo, pues sabéis que nin- nes arduas en el derecho civil y canónico, y
guna cosa se le encubre y todo se hace como como muy docto en ellas las trató; de lo cual
quiere. Pues reducirnos, que era lo más sano, el padre se holgaba m.ucho. Y como después

yo lo aconsejaría, dijo uno de aquellos vein- fué criado Sumo Pontífice, hizolo Cardenal, y
te; mas sabe ya cuáles han sido los veinte,
él al hijo mayor llamado don Francisco de Bor-
y pocos á pocos nos ha de castigar, y pues ja, agüelo de don Francisco de Borja, que
hasta aquí nos hemos escapado, demos gra- hoy es, que dejando su estado, es religioso
cias á Dios». en Compañía de Jesús, para que este Du-
la

Desde allí se desparcieron, y unos se fue- que de Gandía fuese el sucesor de la Casa
ron á España, otros la vía de Roma. Luego de Borja. Mas el César Borja, teniendo los
fué avisado el Gran Capitán y mandó poner pensamientos puestos en la cumbre de seño-
muchas guardas por los lugares por do rear, parecióle para el capello, aunque con él
habían de pasar, y allí los prendieron y luego tuviese toda la renta que pudiese haber, muy
eran ahorcados y echaban en la mar con pie- inferior á las esperanzas y grandeza de su
dras al pescuezo; así que muchos dellos mu- ánimo ('); y visto que el Papa tenía puestos
rieron de aquel motín, que hicieron y pagaron los ojos en el Duque de Gandía, su hijo ma-
justamente aquella rebelión que habían hecho. yor, acabando una noche de cenar, lo mató y
Otros se escaparon. lo hizo echar en el Tíber; lo cual acaso vio un
barquero cómo echaron aquel hombre en el
río. Otro día, andándolo buscando, se supo y
CAPÍTULO X dende á dos días lo sacaron unos pescadores
De cómo el Duque Valentín vino allí á la cib- y con ciertas puñaladas; y luego fué sabido
dad de Ñapóles con ciertos designios que haber sido por mandado del Borja. El Papa su
traía, y de lo que sucedió. padre recibió de aquesto muy gran pena; mas
visto que el Duque ya no podía resucitar,
En este tiempo vino el Duque Valentín, perdonó al César Borja, y él dejó el capello,
llamado César Borja, á la cibdad de Ñapóles
en achaque de ver al Gran Capitán, mas su |
(i) ai niargeu: «Las i)orsona8 cjue ei Valentín mató».
DEL GRAN CAPITÁN 431

teniendo en el pensamiento de tomar los Es- versas maneras, y les tomó sus tierras y for-
tados de Romanía y se hacer señor della, talezas. Pues á los señores Duques de Cama-
porque ponía todo el derecho de las cosas en rino, de muy antiguo linaje. Pirro, Aníbal, Ju-
las armas; y por señorear no ponía delante lio César, Venafro y otros de aquella casa,
derecho divino ni humano, y traía por divisa fueron despojados y tomados sus Estados, y
aut Cesar, aut nihil. con darles garrotes fueron ahogados. Pues
Pues como el Papa hizo liga y amistad con Astor Manfredo, señor de Freuga en Roma-
el Rey de Francia, Luis, duodécimo de este nía, rendido sobre su fe, fué muerto crudelí-

nombre, porque entre los Papas y Rey se simamente y echado en el Tíber. Pandulfo
habían confederado para echar los españoles Malatesta yjuan Sforza y Gido Ubaldo, se-
de Italia y arruinarla toda con sus designios ñores de Arimino, Pesaro y Urbino, quisieron
que tenían capitulados; y el Rey Luis, para y tuvieron por mejor dejalles sus tierras que
más obligar al Papa y al Borja, lo casó con ser de aquel cruel tirano muertos. De la mes-
madama Carlota, hija del señor de Labrid, un ma manera Jacobo Apiano dejó á Pomblín
gran señor de Gascuña, prima de don Juan, al Borja, sangriento tirano en la Toscana;

que decía ser Rey de Navarra. Luego comen- y sin causa ninguna mandó ahogar á Tro-
zó á descubrir sus desordenados pensamien- che Espanoii, que así á él como al Papa ha-
tos y cruel tiranía de señorear una parte de bía hecho muchos servicios. Y á vueltas des-
Italia con muy infernal codicia; y para que tas crudelísimas muertes mató al bellísimo
hobiese efecto su diabólica tiranía determinó mozo llamado don Alonso de Aragón, hijo del
de matar, de cualquiera manera que pudiese, Rey don Alonso de Ñapóles, casado con su
ajos señores de Casa Colona y álos Ursinos; hermana, andándose paseando en la plaza de
para que no hobiese en Roma, ni en su tér- Sant Pedro; y porque de las heridas se tenía
mino, ni en mucha parte, quien le pudiese ha- alguna esperanza que viviría, entró un día en
cer contradicción, y algunos días les hizo gue- la siesta con otros con máscara á lo matar,

rra; y como eran poderosos enemigos, trató con el cual estaba su mujer y hermana del
entre ellos enemistades para que ellos se tirano, al cual luego conoció la hermana, y
acabasen. Luego ellos entendieron los enga- llorando, hincada de rodillas, le suplicó no
ños del cruel tirano, y se confederaron y se matase á su marido y que á ella hiciese lo
hicieron amigos y dejaron aparte las guerras mismo. Era este don Alonso de Aragón,
civiles. Los Coloneses, pareciéndoles mejor príncipe de Buseli, indigno de aquella tan
castigo, para conservar sus vidas determina- infelice muerte. Asimismo había toxicado al
ron de dejar al Borja sus tierras y estados, y Cardenal Borja, muchacho de muy poca
dar lugar á desenfrenada furia del tirano; á
la edad, porque favorescía justamente al Duque
los Ursinos ofreciéndoles grandes partidos y de Gandía; y esperó una noche que venía de
muy crecidos sueldos por los asegurar, ha- cenar á donjuán de Cervellón, muy principal
biéndoles dado su fe y palabra muchas veces hombre en la paz y en la guerra, y no por
de los tener por amigos, hermanos y compa- otra cosa sino porque favorescía y guardaba
ñeros, aunque ellos nunca jamás tuvieron del la honestidad y honra de una señora de la
Borja entera seguridad. Al fin descubrieron casa y familia de Borja.
sus designios crueles, cuando no lo pudieron Tenía un grande amigo y familiar y muy
remediar; porque mató en Perosa á Paulo acepto en su amistad, á quien él quería mu-
Ursino, hijo del Cardenal latino Ursino, y á cho extrañamente; y fiándose de él como
todos los Ursinos de la casa de Gaeta. Y asi- de tan grande amigo, le mandó cortar la
mismo mató al Cardenal Baptista Ursino, que cabeza. Llamábase éste Jacobo de Santa
estaba preso en el castillo de Santángelo, y á Cruce, de la más noble sangre de Roma; y
Olivero de Sermo en Senegalia; y asimismo no hubo otra ocasión sino que era mucha
mató á Vitelocio Ursino, señor de la cibdad parte y poderoso para ayuntar cada que
de Castella; y al señor Francisco Ursino, Du- quisiese un buen escuadrón de gente de ar-
que de Oravina; y á los Ursinos señores de mas, así de caballo como de infantería, de
Sermoneta, en el circuito de Roma. También su bando Ursino, y era hombre determina-
mató á Jacobo Ursino y á Bernardino Ursino. do para acabar cualquiera jornada que qui-
Todos estos Ursinos fueron muertos por di- siese.
432 CRÓNICA MANUSCRITA

CAPÍTULO XI CAPÍTULO XII

En que se prosigue la vida del Duque De cómo dos Cardenales huyeron de Roma y
Valentín. se fueron á Ñápales para el Gran Capitán.

A otros muchos mató este Duque Valen- En este tiempo


el Cardenal Borja, y Remo-

tín,y en este tiempo, como atrás dijimos, lio,Cardenal de Sorrento, que era hechura de
quiso matar á ciertos Cardenales con aquella la Casa de Borja, veyendo al Papa tan indig-

maldita sed de señorear, y que no hubiese nado contra los de Borja por causa del Duque
ninguna persona poderosa ni rica ni que tu- Valentín, porque tenía sospecha de todos los
viese ánimo de hombre; y bebiendo el y el de la Casa de Borja, inviaron estos dos Car-
Papa su padre de aquel toxicado brebaje denales á suplicar al Gran Capitán que hasta
que para ciertos Cardenales tenía aparejado, que Su Santidad estuviese informado de la

y como fué Dios servido que ellos lo bebie- verdad, les inviase algún capitán que los pu-
sen y los otros quedasen libres del tóxico, siese en salvo en aquel reino. El Gran Capi-
como mozo y de más virtud quel padre, es- tán invió luego al capitán Carvajal, hijo del
tando en mejor disposición; y halló quel cón- capitán Mendoza, con cien lanzas y á aquel
clavi había criado Papa muy al revés de lo Medina su criado con cartas de creencia para
quél pensó y tenía tramado, el Papa Julio se- los dichos Cardenales. El capitán esperó fue-
gundo, que fué un Pontífice muy entero y ra en cierto lugar secreto, y elMedina entró
muy celador del patrimonio de la Iglesia, lo en cibdad y dio las creencias y avisó á los
la

mandó prender á este Duque Valentín y Cardenales de lo que habían de hacer. Al


poner á muy buen recaudo hasta que entre- capitán le anocheció á media legua de Roma,
gase las fortalezas que de Roma tenía. Y y á media noche llegó junto al muro y allí
porque á esta sazón venían los venecianos esperó á los dichos Cardenales. Ellos salie-
con aquella sed de codicia de lo ajeno que- ron con su aparato, diciendo que iban á caza
rían también ocupar la Romanía y partiendo como otras veces acostumbraban; y allí se
de Rávena habían aquistado por armas á juntaron con aquel capitán, que los puso
Arimino, la Católica y Faenga y Fano, y el sanos y salvos en Ñapóles.
Borja engañaba al Papa cada día con falsas El Gran Capitán los recibió muy bien y les
y engañosas palabras, enviando señas á los hizo muy buen
tratamiento; y luego invió un
alcaides que en ellas tenía falsas y fingidas, caballero de su casa al Papa Julio sobre ello;
pensando volver á Roma y revolver los ne- y los redujo á su servicio y gracia, y fueron
gocios de arte que pensaba volver al crédito del Papa muy bien recebidos y muy bien tra-
pasado y revolver á Roma con las cimeras tados dende adelante á requesta del Gran
que tenía fantaseadas; porque tenía por cier- Capitán.
to que tenía favor y ayuda, y más teniendo
CAPÍTULO XIII
las cabezas y principales capitanes de los
bandos, que eran el señor Juan Sasatelo y el En que el autor torna á contar lo que el Papa
otro Gido Vaino, que le debían mucho al hizo con el Duque Valentín.
Borja, según le estaban obligados con bene-
ficios y buenas obras que del habían recebido; Espantado y atemorizado el Duque Valen-
y con este designio había escrito cartas fin- tínde lo que el Papa le invió á decir: que si
gidas á los castellanos dellas. Avisado de luego no le entregaba todas las fortalezas
aquesto el Papa, invió luego al Borja á un que tenía de Roma le mandaría cortar la
criado suyo, de quien se fiaba, Pedro Avedro, cabeza, á la hora invió á los castillanos espa-
con cartas, que fué derribado de las murallas ñoles las contraseñas verdaderas para que
abajo por Diego de Quiñones. Enojado el entregasen las fortalezas. Fué tratado que el

Papa por este desacato que se le había Duque Valentín fuese entregado á Bernardi-
hecho, invió al César que si luego no entre- no de Carvajal, Cardenal de Santa Cruz, espa-
gaba las fortalezas, que le haría cortar la ca- ñol, natural de Plasencia, para que lo tuviese
beza, y que sería excusar que hiciese más en guardia en la fortaleza de Ostia, hasta en
males. tanto que cumpliese lo prometido. Visto por
DEL GRAN CAPITÁN 433

Diego de Quiñones y Gonzalo de Cifuentes de su persona, y quería mucho á su marido,


las contraseñas, entregaron á los criados del Bartolomé de Alviano. El Duque muy secre-
Papa á Ceseria y á Forlino. tamente entró un día en su casa, estando
Luego que se vio libre el Borja, se fué á fuera de Roma el Alviano, y llevó consigo el
Ñapóles para el Gran Capitán, pensando de Borja muchos y muy buenos criados, y subió
lo engañar, como otra vez había hecho. Y por- adonde esta señora estaba; y á los criados
que Paulo Jovio, obispo de Nocera, que escri- della mandaron que callasen so pena de la
bió una suma de las cosas del Gran Capitán, vida. Y llegado á do ella estaba, le dijo que se
dice en este lugar que el Gran Capitán le dio había de echar con él ó matalla. Ella le res-
su carta de seguro, que podía ir y volver pondió que muy mayor merced le haría en
seguro al Gran Capitán, y que después lo matalla que no en deshonralla; y se le hincó
había preso sobre su palabra, no solamente de rodillas suplicándoselo, y que no hiciese
á él mas aun al Duque don Fernando de Ca- cosa tan fea para quien él era. El la tomó y
labria, cuando se le entregó en Taranto, en anduvo con ella á brazos, defendiéndose como
entrambas cosas se engañó y no dijo verdad; buena mujer; y él la trató muy mal. Visto esto
porque yo oí á Diego García de Paredes y á por el Duque, mandó á sus criados que se la
aquel Medina, que se hallaron en todo, y á tuviesen, y teniéndola por fuerza la forzó y
García de Aldana y á Diego de Trillo el tuer- dejó toda mesada y muy mal tratada.
to, que fueron los ministros de lo uno y de lo Ido el Duque, luego aquella señora invió á
otro, que nunca tal seguro pidió el Duque llamar á su marido que luego viniese, que
Valentín, ni el Gran Capitán se lo dio. Porque cumplía mucho á su honra y á su vida; lo cual
si se lo diera, por ninguna cosa lo quebrara; y él hizo, que vino por la posta; y encontrándo-

lo del Duque don Hernando de


Calabria nun- le, ledijo su mujer: «Sacad, señor, la espada y
ca él, ni que con él estaban, hablaron en
los cortadme la cabeza por la traición y maldad
tal condición, sino que el Paulo Jovio fué mal que contra vos he cometido». Esto decía con
informado y tuvo falsa relación. grandes llantos. El Alviano la apaciguó, y ella
Luego que cumplió con el Papa y se vio se lo contó. El le dijo: «Veamos, ¿esto fué por
libre, lo cual él nunca pensó, con los capitanes vuestra voluntad ó no?» Eila le dijo: «Estos
españoles que tenía, se fué derecho á Ña- cabellos y cardenales por todo mi cuerpo y
póles. Fué muy bien recibido del Gran Capi- aun estas heridas serán testigos dello». El
tán, y luego comenzó á tratar y intentar nove- laasosegó, y dende á siete ó ocho días, una
dades; y porque no había perdido punto del noche á media noche, con sus criados muy
ánimo ni tiranía con la mudanza de la fortuna; bien armados, quebradas las puertas entró en
pues como allí estaba Bartolomé de Alviano, su casa del Borja, y á todos cuantos topaban
su grande enemigo, cada uno andaba muy mataban. Oído esto por el Borja, en camisa
acompañado con cien arcabuceros de á pie: á saltó por unos tejados y se alejó. El Alviano
los cuales avisó el Gran Capitán que estando después de le haber muerto todos los criados
allí tuviesen tregua y sobreseyesen sus ene- que en casa se hallaron, le saqueó la casa y le
mistades, lo cual ellos prometieron en las ma- robó, que valía más de veinte mil ducados, y
nos del Gran Capitán, y así las guardaron. lo buscaron por toda Roma, puesta en armas
la Casa Ursina, y aun los de Casa Colona, vis-

to la maldad de aquel tirano, hasta que el


CAPÍTULO XIV Papa apaciguó aquel insulto y él fué como
En que el autor da cuenta de dónde nacieron hemos dicho preso.
estas enemistades entre estos dos capitanes,
el Duque Valentín y Bartolomé de Alviano.
CAPÍTULO XV
el más prin-
Este Bartolomé de Alviano era En que se prosiguen los secretos designios del
cipal bando y casa Ursina, y tenía en
del Duque Valentín.
aquella cibdad muchos parientes y deudos, y
una casa muy principal. Tenía una mujer la El Duque Valentín pidió al Gran Capitán
más hermosa que á la sazón había en Roma y gente de guerra y galeras para ir sobre Pisa,
aun en toda Italia, muy honesta y muy buena como hechos dicho; mas él, como era muy
< riiiiiras drl Gran ('.((¡i'ilt'tn. 28
434 CRÓNICA MANUSCRITA
cruel y mal cristiano, ni tenía temor á Dios V. S que yo aquí le tengo de acompañar esta
,

ni á las gentes, era muy mudable; no tenía fe noche y no tengo de dormir». Cuando el Du-
ni constancia en las cosas que había de hacer, que oyó esto, dio una gran voz, y dijo: «San-
y era muy liberal de lo que tomaba y robaba ta María, cómo soy engañado. Conmigo sólo
á aquellos que mataba y les ocupaba sus tie- ha usado el señor Gran Capitán de crueldad,
rras, dándoselo á los hombres de guerra, prin- habiendo usado con todo el mundo de pie-
cipalmente á los españoles, de quien se ser- dad». A esta hora llegó Ñuño de Ocampo,que,
y desta causa era muy quisto dellos. Pues
vía, como atrás dijimos,era alcaide de Castilnovo,
comenzó de aparejar su armada y meter en y le puso gente de guarda.
ella munición y todas las cosas necesarias
para la guerra. Lo público era ir á socorrer á
Pisa; mas su secreto designio era ir por la CAPÍTULO XVI
costa del mar Tirreno y pasar por Pisa y De lo que sucedió al Duque Valentín después
Luca, y de allí por junto á Modana, y toman- de su prisión hasta que murió.
do allí más gente y favor de don Alonso de
Este, Duque de Ferrara, porque era casado Queriéndose despedir el Conde Pedro Na
con madama Lucrecia su hermana, hija del varro del Duque, le «Señor, no tien(
dijo:
Papa Alejandre su padre, y con esta gente V. 8. razón de se quejar de nadie, sino da
ocupar la Romanía. Lo cual entendido por el sí mesmo; porque los hombres de su calidad
Papa, escribió al Gran Capitán que no con- á una vida no han de tener más de una
sintiese que un hombre como éste, tan desal- opinión. Pues bien sabe v. s., y aun todo el
mado y que tan poca cuenta tenía con Dios mundo lo conoce, la grande afición que v. s,
ni con su Iglesia, lo dejase salir de Ñapóles, tiene á la Casa de Francia y el grande odio
y lo mesmo escribió á los Reyes Católicos á la de Aragón, seyendo v. s. aragonés y
para que lo mandasen prender, porque todo habiendo recebido tantos bienes y buenas
lo demás que de ahí adelante hiciese sería obras de los Reyes de España. Justo juicia
sobre sus conciencias; y que se lo rogaba, y es de Dios de estorbar á v. s. de hacer
si menester era, se lo mandaba en virtud de más mudanzas y males. Aunque no hobiera
santa obediencia y so pena de excomunión, otra cosa sino ser el Gran Capitán el qua
porque así cumplía al bien de la cristiandad y esto hace, había de creer v. s. que es justq
pacificación de Italia, porque él había nacido cosa lo que se hace. Meta la mano en su
para mal de Italia adonde Dios tuvo por bien seno y verá que esto viene por mano da
de dejar á su Vicario. El Papa trató este ne- Dios y de su Vicario, á quien v. s. tiena
gocio muy gravemente y con grande instan- tan ofendido». Y despidióse de él, quedando
cia con los embajadores del Rey de España, y el Duque en poder de Ñuño de Ocampo y á

mandó á sus legados que en España tenía muy buen recaudo. Luego fueron á su posa
que lo concluyesen con el Rey de España. Lo da y le tomaron sus escrituras, adonde halla-
cual entendido por el Rey de España, y más ron cosas muy varias, y toda la ropa y lo de
ser casado en Francia y que intentaba asi- más entregaron á su camarero. |
mismo cosas nuevas contra el Papa y cumu- Allí fué en la prisión mejor servido que en'

lando las cosas pasadas y las que de nuevo toda su vida lo fué, hasta que se entregó á
intentaba, y por estorbar que no ofendiese Juan de Lezcano y lo llevó en sus galeras y
más á Dios ni á la Sede apostólica, invió á desembarcó en Cartagena. Dende allí fué lle-
mandar al Gran Capitán que lo prendiese. vado á Chinchilla y fué entregado al Adelan-
Posaba el Duque en Castilnovo, y teniendo tado de Granada. De allí fué llevado á la
ya todo aparejado para se partir, fuese á des- Mota de Medina, adonde estuvo algún tiem-
pedir del Gran Capitán para se ir á dormir, po, que serían dos años. Y allí tuvo tal forma
porque había de madrugar. Fuese con él por medio de un paje del alcaide, que se des-
Pedro Navarro hasta lo dejar en su aposento colgó por una soga, proveyéndole de caba-
como otras veces solía, y estúvose con él en llos don Rodrigo Alonso Pimentel, Conde de
su aposento gran rato. El Duque le dijo: «Se- Benavente, padre del que hoy es, y se fué
ñor Conde, vayase v. m. á dormir, que es ya hasta Navarra, para el Rey don Juan de Na-
hora». El Conde le respondió: «Huelgue varra, que á la sazón traía guerra con el
DEL GRAN CAPITÁN 435

Conde de Lerín; y en un rencuentro que el do en sus galeras al Duque Valentín, vino


Rey y el Conde de Lerín hobieron, salió el juntamente en aquella conserva el Próspero
Duque á la pelea con una lanza de dos hie- Colona por ver á los Reyes Católicos, princi-
rros, y peleó tan valientemente que fué parte palmente á la Reina doña Isabel, á quien de-
para que los enemigos volviesen las espal- seaba ver por las grandes partes y singula-
matando y hiriendo,
das, y fué en el alcance res virtudes que sabía que tenía, y siempre
pensando que navarros le seguían, y to^
los había tenido aquel deseo; y agora acabada la
dos se habían quedado. El Duque fué siem- guerra determinó de venir en España, y más
pre siguiendo á sus enemigos, que nunca fué rogado por el Gran Capitán, porque
vio que iba solo; y un criado del Conde,que como el Rey Luis de Francia tenía á este
se llamaba Acevedo, le pasó
cuerpo de
el Duque por Ministro de las alteraciones que
través con una lanza, adonde murió junto á el Rey intentaba y sabía ser tan aficionado
una hermita que estaba allí cerca, donde fué á la Casa de Francia y enemigo de la de Ara-
enterrado, permitiéndolo Dios que muriese gón, y en la condición y mudanzas pareciese
junto á Pamplona, de donde había seído mucho al dicho Rey, y podía desde Marsella
obispo. Porque vemos ser regla infalible, los ó de otro algún puerto de Francia salir algu-
que dejan el hábito de la Iglesia y sus Santos na armada pensando cobrar al Duque, llevó
Sacramentos jamás haber habido buen fin, el Próspero muy buena armada de muy bue-

sino morir desastradamente en aquesta vida. na y muy escogida gente de guerra para re-
Cuando el Gran Capitán invió preso al sistir á cualquiera flota por más pujante que
Duque á España, todas las gentes inviaron á viniese.
rendir muchas gracias al Gran Capitán por Pues desembarcado el Duque, como diji-

haber quitado de Italia aquel público tirano mos, en Cartagena y entregado al Adelanta-
y tan cruel, principalmente los Ursinos y Co- do de Granada, el Próspero se fué á Medina
luneses, y los señores de la Romanía y todas del Campo, y aunque halló á la Reina [enfer-
las señorías ypotestades de Italia. ma] que murió, que fué de una fisto-
del mal
Pues enterrado el Duque en aquella her- la y cáncer que se le engendró en su natura,

mita junto á Viana, un soldado, que había lo recibió muy bien y se holgó con él todo

seguido su milicia, le puso un epitafio sobre aquello que la enfermedad le dio lugar, di-
su sepultura, que decía desta manera: ciéndole muy buenas palabras, que holgaba
que antes que Dios la llevase desta vida le
Aquijaze en poca tierra
á quien toda le temía: había cumplido el deseo que siempre había
en esto imco se encierra tenido de lo ver; con otras muchas palabras,
e' que la pa:? y la guerra
de que el Próspero quedó muy contento y
drí mundo todo [lo] hacia
con gran deseo de la servir.
Oh que vas á buscar

cosas dignas de loar; Cuando el Próspero vino en la conserva
si lo mejor es máfi dlno, del Lezcano, trayendo al Duque, jamás lo
oqui acaba tucamitw, quiso ver; con aquella reputación y gravedad
no cures df nuis andar.
romana no pudo acabar consigo de lo ver,
Así acabó el Duque Valentín su vida en porque no pareciese mostrar alegría de la
concordia de todo el mundo; varón sin duda miseria y calamidad de un tan cruel enemigo
muy valiente en las cosas de las Tuvo
armas. suyo y de su linaje y de toda Italia. Trajo
muy grandes pensamientos. Pareció mucho este Próspero en España dos cosas, el uso de
este Duque á lugurta, Rey de Numidia, por- las cuales nunca en este reino se habían vis-
que en las cosas que emprendía nunca mira- to: que fué poner á las muías y caballos de la

ba lo de adelante; todo lo posponía por seño- estradiota gruperas, porque las sillas no se
rear, que ni guardaba justicia ni derecho di- fuesen adelante, y gualdrapas para excusar
vino ni humano, ni parentesco, ni deudo, ni el lodo de invierno y el polvo de verano. No

amistad. Todo el derecho de las cosas ponía solamente fueron estas dos cosas necesarias,
en las armas. Ocurrieron á este Duque cosas más aun fué un atavío grande.
tantas y tan varias que si se hobieran de es- Luego en este tiempo murió la Reina, de
crebir fuera una grande historia. que todo este reino sintió la muerte, como
Cuando Lezcano partió de Ñapóles llevan- era de razón, principalmente Gonzalo Her-
436 CRÓNICA MANUSCRITA
nández, porque desde catorce años de su Dijeron que el Próspero Colona, seyendo
edad que la fué á servir de paje, siempre se preguntado por el Rey don Fernando de las
había criado en su Corte; siempre había rece- costumbres públicas y privadas de los Reyes
bido della mucho favor y merced y todo de Ñapóles y de sus ingenios y condiciones,!
aquello que se podía desear. Porque aunque como á hombre que siempre había seguido la
el Rey don Fernando de su natural fuese muy guerra de todos ellos, desde el Rey Fernanda
contrario de la condición de la Reina, así en y Alfonso el segundo y Federico, le dijo cosas
la liberalidad como en amor que á los cria-
el del Gran Capitán tan graves y astutas y con
dos se tenía, principalmente al Gran Capitán, tales entendimientos, que dieron á entender
nunca había mostrado ni aun osado ir contra al Rey sospechas no nada vanas, de que el

la voluntad de la Reina en lo que tocaba Rey tuvo grande sospecha que le penetró:
al Gran Capitán, según era cada día comba- dentro de su pecho, aunque no lo dio á enten-
tido de los envidiosos contra las virtudes der. Decía el Próspero que sin duda alguna el
singulares del Gran Capitán. Gran Capitán hacía ventaja á todos los capi
tañes pasados en prudencia, en autoridad, eid
valentía, en vida de un gran cristiano, de
donde claramente le ayudaba Dios; en ser
amado de la gente de guerra; en ser querido
de los pueblos, de manera que todo lo gober-i
LIBRO ONCENO
naba y regía á su voluntad; y lo mandaba con
DE LOS HECHOS Y HAZAÑAS DE GONZALO HER- pompa y mandamiento real, y que solamente
NÁNDEZ, GRAN CAPITÁN DE ESPAÑA, CON- le faltaba el título, el cual si él lo hubiera que

TRA LOS REYES DE FRANCIA, EN EL CUAL rido no le faltaran muchos, que le eran aficio
SE CONTIENEN LAS COSAS QUE DESPUÉS DE nados por beneficios que de él habían recibí
ACABADA LA GUERRA Y PACIFICADO EL do, que le pusieran la corona de Rey en 1

REINO SUCEDIERON AL GRAN CAPITÁN. cabeza. Estas cosas dichas por el Próspero,
así como tocaban tan delicadamente en 1

Majestad Real, así daban á entender al Re


CAPÍTULO I
que debía proveer con tiempo en lo que cum
Cómo Rey don Fernando, muerta la Reina
el plía, no le concediendo más ni le dejando en

Isabel,comenzó á dar oídos á los envidiosos aquel reino. Esto y otras cosas dijo el Prós-
de las glorias del Gran Capitán, y de los pero al Rey, tan grave y delicadamente dichas,
graves juicios que emitió sobre este punto al que penetraron al Rey hasta el corazón. Des-
Rey Próspero Colona ()• pués de partido el Próspero, habiéndole dado
don Pedro de Córdova, Marqués de Priego,
Muerta que fué Reina doña Isabel, que
la sobrino del Gran Capitán, muchos y muy
con justo muy evidente favo-
título y razón buenos caballos y muchos buenos aderezos
rescía y defendía de los invidiosos los hechos dellos, y otras cosas de las que en Córdoba

y virtudes y resplandor del Gran Capitán, se pudieron haber, vuelto á Italia no halló en
luego Rey don Fernando comenzó á dar
el el Gran Capitán aquella gran voluntad que
oídos á los invidiosos y á las murmuraciones solía, como hombre que ninguna cosa se le
que contra el Gran Capitán le decían, al cual encubría de lo que se decía.
imputaban grandes y graves culpas; porque
la regla es infalible y averiguada por todos los
que saben: que ninguna buena virtud, por más
CAPITULO II

encumbrada que sea, que carezca de invidia, De cómo Gran Capitán en Esoaña al
invió el
según nuestra naturaleza está inclinada á Rey don Fernando ájuan Baptista Pinelo,y
mal. El Rey, aunque oía y holgaba de saber el de lo que sucedió en su embajada.
parecer de cada uno, nunca en público ni en
privado habló mal de los hechos del Gran En aquella cibdad de Ñapóles había un
Capitán. caballero y letrado en derechos llamado Juan
Baptista Pinelo, hombre docto en su facultad
(<> No tiene en el ori(;inal epit^afe este capítulo. de leyes y prudente, el cual había siempre
DEL GRAN CAPITÁN 437

recebido muy buen tratamiento Gran


del levantar tan grande testimonio al Gran Capi-

Capitán y sabía las cosas de aquel reino me- tán. Pues este Baptista, veyendo lo que se le
jor que otro ninguno del. A este Juan Baptis- ofrecía, si dijese lo que del Gran Capitán sabía,
ta invió el Gran Capitán á dar cuenta al Rey la codicia, que ninguna cosa hay por dura que

don Fernando de la manera que el Gran Ca- sea que no quebrante, á la cual todos los
pitán se había habido en la gobernación de corazones de los mortales son sujetos, princi-
aquel reino, después que del había echado á palmente aquellos que no miran á lo que son
los franceses; y á quién había remunerado de obligados, al fin dijo al Rey todo aquello quél
los servicios pasados, y á cuáles había des- tenía concebido en su pecho, y lo que él yió
pojado de sus estados por haber seguido la quel Rey deseaba saber, cegado con el inte-

parte francesa, y á otros castigado según lo rese que le fué ofrecido; y fueron cosas que
habían merecido sus delitos; y á quién había nunca al Gran Capitán le pasaron por el pen-
proveído de tenencias y gobernaciones, con samiento. Y porque este Pínelo vio haber
todas las otras cosas que eran necesarias, errado á Dios y al Gran Capitán, no quiso
para que S. A. supiese, para que en ello man- volver á Ñapóles hasta poder volver á su sal-
dase proveer como soberano señor. Invió asi- vo,acusado de su consciencia, la cual siem-
mismo la relación de lo que aquel reino renta- pre está mordiendo en el corazón al malo.
ba y los estados que se habían tomado á los Pues como el Gran Capitán supo lo que
que habían seguido la parte francesa, para este Pínelo había dicho, porque ninguna cosa
que S. A. proveyese de todo á su voluntad, se le encubría de las que por industria huma-

inviándole su parecer y lo que en ello sintía na se podían saber, y que aquel Pinelo no
se debiese hacer. Y para que de todo fuese volvía, ni le había escrito jamás después que
informado, como de hombre que mejor que fué en España, invió á otra persona españo-
otro lo sabía, había inviado, como atrás diji- la, de quien diremos en el capítulo siguiente.

mos, á este Juan Baptista Pínelo,


Llevó este Baptista la instrucción de todo
CAPÍTULO III
y más remitiéndose á él como á persona que
lo sabía mejor que otro. Pues llegado este De cómo el Gran Capitán invió al Rey don
Pínelo en España, informó al Rey de todo Fernando á Ñuño de Ocampo, y de lo que en
aquello que había en el reino, como hombre su camino sucedió.
que tan bien lo sabía. El Rey tenía en lo se-
creto de su corazón grandes sospechas que el Tuvo el Gran Capitán en su ejército y en
Gran Capitán hacía en aquel reino alguna su casa un caballero natural de Zamora, en
novedad, ó para sí ó para entregar aquel rei- Castilla, de noble sangre, que se llamó Ñuño
no al Rey don Felipe, que á la sazón era Rey de Ocampo, de quien atrás dijimos que sirvió
natural y legítimo heredero de los reinos de así en la paz como en la guerra, en lo uno
España; y algunas personas en quien tenía con mucha industria y en lo otro con mucho
más fuerza la invidia de los hechos tan famo- esfuerzo y valentía. A este Ñuño de Ocampo,
sos del Gran Capitán que no la virtud y ver- mediante sus méritos, le hizo el Gran Capitán
dad, así como Juan de Lanuza, Virrey de Sici- maestre de campo del después que
ejército, y
lia, á quien el Gran Capitán había hecho se ganó la cibdad, le hizo alcaide de Castil-
tomar residencia en aquel reino, y Francisco novo, que es la principal fuerza de todo aquel
Sánchez, despensero mayor, á quien él había reino. Fué el hombre de cuantos en aquellas
hecho capitán de infantería, catalanes, y Va- partes pasaron de quien más fió. Pues visto
lencia de Benavides, hermano de Manuel de por el Gran Capitán que aquel Pinelo le había
Benavides, y otros algunos cuyos nombres no sido tan ingrato, mintiendo tan malamente,
quiero aquí expresar, porque sus hijos no invió á este Ñuño de Ocampo, como á hombre
sean infamados de padres ingratísimos y no que sabía sus entrañas y designios y lo secre-
verdaderos; mas sobre todos Ñuño deOcam- to de su corazón á despachar con el Rey
po ganó nombre de ingratísimo, aunque yo no negocios que no sufrían dilación, y para pro-
puedo creer, como dije atrás, de un tal hom- véenos como el tiempo lo requería. Porque
bre, de tan buenas partes y obligado al Gran este Ñuño de Ocampo era hombre de muy
Capitán con muchosy muy grandes beneficios, buen entendimiento y sabía las cosas ^e aquel
j

438 CRÓNICA MANUSCRITA


reino como aquel que la mayor parte dellas cargo de los dineros y joyas del Gran Capi-
habían pasado por su mano. tán, como hombre de quien tanto fiaba, y lo
Llegado en España, el Rey se holgó mu- mesino me testificó Diego García de Paredes,
cho con él, como con hombre que le había que era el hombre de más verdad de cuantos
muy bien servido, y para se informar del de yo traté, que Paulo de Tolosa, un mercader
todo que deseaba saber. Quieren decir quel
lo muy rico de aquel reino español, le dio una
Rey lepreguntó muchas cosas que en su pólice de sesenta mil ducados para Valencia y
pecho tenía concebidas que hiciera otro hom- otras pólices en blanco para donde quisiese
bre que no fuera el Gran Capitán, según la pedir más dineros: tanta era la confianza que
parte que en aquel reino y voluntad de todos de su palabra se tenía (').

los subditos así grandes como pequeños. Pues vuelto este Ñuño de Ocampo de Espa-
Dicen que el Rey le ofreció grandes cosas. Lo ña á Italia, según dicen fué tosicado en Sesa,
que se pudo saber fué que despedido del Rey yendo de camino para Ñapóles, por un solda-
aquel Ñuño de Ocampo, luego el Rey deliberó do á quien él había hecho una grande injuria.
de ir á Ñapóles, pensando quel Gran Capitán Todos decían que había seído justo juicio de
no vernía de allá si él allí no pasaba. A este Dios por haber sido tan ingratísimo al Gran
Ñuño de Ocampo dio el Rey en aquel reino las Capitán, que le había dado toda la honra y
villas de Petrela, Carpotacio y Lícita. reputación que tenía. Mas yo, como atrás he
En las relaciones más verdaderas que yo dicho, no puedo creer tal cosa de Ñuño de
tuve, afirmaban que, ayudando á este Ñuño de Ocampo, seyendo cosa tan contra la verdad
Ocampo aquel Pinelo, había perseguido en lo que se dice haber dicho. Murió este Ñuño

gran manera al Gran Capitán, dando relación de Ocampo á los veinte y tres días de No-
de las cuentas de lo gastado y de todo lo rece- viembre de quinientos y seis años, adonde
bido, mostrando no haber dejado nada al fis- fué enterrado con mucha solemnidad en Sesa.
co, porque dando liberalísimamente ganase
nombre de muy liberal; con lo cual encubrie- '

CAPÍTULO IV
se muchas y muy grandes riquezas de tantos
De algunas cosas que pasaron en este tiempo
despojos, de tantas dádivas, de tanto oro y
entre el Rey don Fernando y el Gran Q
plata, de joyas de tanto valor, de tantos bro-
cados y sedas allegados con mucha diligencia
pitan.
ii
y tan astutamente guardadas que debía de Como algunos invidiosos vieron el lugar y
tener. Pues, según dicen, recitadas por este oido quel Rey daba á los que decían cosas
Ñuño de Ocampo con interese de haber del que tocaban al Gran Capitán, y aun vían las
Rey la merced que le había prometido y des- mercedes que á los tales se les hacían, cada
pués le dio, de que gozan agora sus hijos, uno por su camino decían unos que el Gran
todas estas cosas turbaban en gran manera Capitán había ganado aquel reino con grande
el ánimo del Rey, aunque él en lo público lo esfuerzo y prudencia y' con grandes trabajos
tenía por mentira y así lo platicaba; y otras de su persona y peligro de su vida, mas que
veces decía que aunque esto fuese verdad y con las mercedes grandes y liberalidades que
mucho más, todo se había de sufrir á un tan había hecho, lo había disminuido y mengua-
excelente hombre y tan valeroso capitán, que do, porque habían sido excesivas. Otros de-
tantas y tales hazañas había hecho y vencido cían que el Gran Capitán estaba soberbio
á Reyes tan poderosos, y á tantos millares de por pasadas y rico por las gran-
las victorias
franceses había echado de y ganado
Italia, des rentas de aquel reino, y que había esco-
para España tanta honra y reputación, como gido para sí y para sus amigos y favoritos
él había ganado. Mas como el Rey tenía nece- las más y mejores tierras de aquel reino, y
sidad, y desta causano era tan liberal, encen- que al le había dejado más que el
Rey no
díase algunas veces con el deseo de tantas título de Corona. Otros por otras vías de-
la

riquezas como el Pinelo y Ñuño de Ocampo cían siniestras inf jrmaciones para le quitar
decían que debía tener guardadas. Lo cual toda su fama y honra. Todas estas cosas
después pareció, que para ir con el Rey Cató- contadas al Rey con tanta invidia y malicia,
lico en España no se halló en su casa con qué
C) Al tniirgen, de lehra del texto: iMsto na sobr»
poder ir. A mí me afirmó Medina, que tenía
DEL ORAN CAPITÁN 439

aunque el Rey por la mayor parte las tenía su reino, concluyó el casamiento, aunque vie-
por mentira, no dejaban de turbar en alguna jo, por asegurar las cosas que hemos dicho.
manera al Rey; y lo que más le afligía era Fué capitulado en el casamiento que el
que á la sazón el Rey tenía necesidad y no Rey Luis renunciase el derecho que tenía al
era tan liberal, porque no se ofrecía de que reino de Ñapóles, con que el Rey don Fernan-
lo fuese. No dejaba de pensar si aquéllos le do restituyese sus estados y tierras á los
decían verdad en tener guardadas tantas ri- barones y señores que habían seguido la
quezas, tanto oro y plata, como le daban á parte francesa, principalmente al Príncipe de
entender que tenía. Mas el Rey, con la gran Salerno y de Visiñano y á otros algunos,
al

prudencia y virtud y otras partes que en él como á Honorato


Gayetano y á Trayano Ca-
florecían, no daba á entender lo que sintía, raciolo y al Conde de Capacho y á otros al-
antes decía muchas veces en público y en gunos que les fueran vueltas sus tierras y
privado que muchas cosas se habían de su- estados y les fueran vueltos sus patrimonios
frir, aunque fuesen injustas, y conceder á la y honras que en aquel reino solían tener. Lue-
singular virtud y grandes hazaíias de un tan go que fueron celebrados los casamientos
acabado hombre como era Gonzalo Hernán- reales y venida la reina Germana en estos
dez; y que el Gran Capitán había adquirido y reinos, los Grandes de Castilla dieron gran
acabado con tanta felicidad y hecho tantas priesa al Rey don Felipe que viniese á cobrar
hazañas y adquirido aquel reino contra todo su reino de España, teniendo por cierto que
el poder de Francia y de la mayor parte de temían más libertad y gozarían de más licen-
Italia, y haber ganado tanta honra al reino cia con un Rey mozo, que aún no había cum-
de España. En lo secreto consentía y en lo plido veinte y cinco años, muy liberal, que no
público siempre hablaba muy maravillosa- debajo de un Rey viejo, y como ellos decían,
mente y con mucha honra en las cosas del poco liberal y para los de Castilla más austero.
Gran Capitán y en sus obras.
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO V De cómo el Rey don Felipe vino en estos reinos
Cómo el Rey don Fernando casó en segunda y de lo que sucedió con su venida.
vez con madama Germana, sobrina del Rey
El Rey don Felipe se dio gran priesa y
de Francia.
vino en estos reinos. Traía consigo para que
El Rey don Fernando, teniendo concebido le gobernase, dado y encomendado por su
en su pecho de pasar en Ñapóles y traer con- padre Maximiliano, Rey de Romanos, á don
sigo al Gran Capitán, y adevinando lo que el Juan Manuel, hombre de muy ilustre sangre
Rey don Felipe [haria], que era llamado,por destos reinos, muy sabio y astuto y de gran
losGrandes de España que viniese á tomar valor en todas las cosas que emprendía, al cual
su reino de España, que le pertenecía por la Maximiliano había encomendado la goberna-
parte de su mujer "doña Juana, heredera y ción destos reinos, porque era un muy raro
propietaria destos reinos, pareciéndole que hombre. Vino á desembarcar al puerto de la
venido el Gran Capitán en España, el Rey Coruña en Galicia, adonde concurrieron los
Luis de Francia, como hombre afrontado de más señores y caballeros de España. De allí
lasguerras pasadas, volvería á intentar nue- vino á Benavente, trayendo consigo á su mu-
va guerra contra Ñapóles, determinó de tra- jer 1^ Reina doña Juana, adonde le fueron
tar casamiento con madama Germana, sobri- hechos muchos servicios y flestas por don
na del Rey Luis de Francia, hija de su herma- Rodrigo Pimentel, Conde de Benavente.
na y del Conde de Fox en Gascuña, de muy El Rey don Fernando fué á recebir al yer-
ilustre sangre y muy antigua, hermana de no, el cual, llegado, no fué recebido como él
don Gastón de Fox, que después, seyendo pensaba, y fué sin razón, estando allí aque-
General del gjército del Rey de Francia, ven- llosá quien él tantas y tan grandes mercedes
ció en la memorable batalla de Ravena, adon- había hecho. Solo don Fadrique de Toledo,
de murió; y también si el Rey don Felipe, su Duque de Alba, muy deudo suyo y muy su
yerno, quisiese intentar algunas cosas nue- servidor, nunca lo dejó; que siempre él y su
vas, tener al Rey Luis como deudo y vecino de casa le acompañó, posponiendo todo su es-
440 CRÓNICA MANUSCRITA
tado y persona; y muchos en aquellas vistas miento que la alcanzar allí, porque irían en
ganaron nombre de ingratísimos; aunque don una conserva, y esto le rogó muy ahincada-
Antonio de la Cueva, hermano del Duque de mente; y porque fuese más á su placer se
Alburquerque, decia allí que se había de re- pasase á su galera, adonde sería muy servida,
verenciar el sol cuando nacía y no cuando se que él y todos le buscarían todo el contenta-
ponía. Concertadas las vistas del suegro y miento que se pudiese haber. La Duquesa le
del yerno en el campo y á caballo, el Rey Fili- besó las manos por tan gran merced y favor;
po no venía de buena voluntad á las vistas mas que ella iba de la mar mal dispuesta y se
con el suegro; y así llegados se hablaron, el quería ir de su espacio y tomar tierra hasta
Rey Filipo en francés y el Rey Fernando en que se sintiese mejor. El Rey, después que se
español, pocas palabras; porque los despartió volvió de visitaila de su galera y vuelto á la
donjuán Manuel, que apenas el uno entendió suya, le tornó á inviar á don Bernardo de
lo del otro; y así se partieron sin haber en- Rojas, Marqués de Denia, y á Miguel Pérez de
tendido el uno al otro. Fué cosa que no se Almazán, para que le importunasen y rogasen
puede creer: que todos los Grandes y caba- se pasase á su galera, y la Reina se lo rogó;
lleros de Castilla desampararon al Rey don mas jamás se pudo acabar con ella, porque en
Fernando, si no fué, como dijimos, el Duque la verdad venía mala y más para descansar en

de Alba, el cual, como hemos dicho, con mu- tierra que para navegar por mar. El Rey, vis-
cha constancia le acompañó y sirvió, como ta su voluntad y la razón que para ello tenía,
cuando más estaba en su prosperidad, y por la volvió á visitar y se despidió de ella, y lo
ningunos prometimientos ni otras cosas le mismo hizo la Reina Germana.
pudieron mover á que le dejase de servir Había parecido pocos días antes en el aire
con muy entera fe. una cometa, que duró algunos días, que ame-
El Rey Fernando, pareciéndole que aquella nazaba á las partes de Flandes. El Rey don
tempestad con ninguna otra cosa se podía Felipe, haciéndole muchos banquetes y co-
desechar sino con disimulación, parecióle con miendo al uso de España, y ejercitándose
su gran prudencia que aquella tan gran fu- principalmente en el juego de la pelota y otros
ria con ninguna otra cosa se podía des- ejercicios embajo de tan diverso aire y cons-
echar sino con no lo tener en nada, y con telación, adoleció de una grave enfermedad
consejo determinó de dejar á España é irse que le quitó la vida, dejando dos hijos, el
á Ñapóles, por no ver ni oir las palabras y mayor llamado Carlos, de siete años, el cual
murmuraciones que contra él se dirían, y hoy reina, y es Emperador de Alemania y Rey
desacatos que se hablarían y harían; y tam- de Romanos, que en felicidad merece el nom-
bién por traer consigo, como hemos dicho, bre de Augusto mejor que todos los que han
al Gran Capitán, que le habían hecho enten- precedido, en todo género de virtud y valor, y
der que, si su mesnia persona no iba, no ver- en la paz y en la guerra, principalmente en las
nía en España jamás. cosas que tocan al culto divino y á la Je con-
tra los herejes luteranos, adonde pasó mu-
capítulo Vil chos trabajos, así en el cuerpo como en el
espíritu; y otro segundo llámase don Fernan-
De cómo el Gran Capitán invió en España por
do, que hoy es Rey de Romanos y de Hungría
su mujer y hijas y casa, y lo que en el cami-
y Bohemia. Hijas dejó cuatro: á Isabel, Reina
no le sucedió.
de Navarra; á María, Reina de Hungría; á Leo-
En este tiempo había el Gran Capitán in- nor, Reina de Portogal y después de Francia,
viado á España por la Duquesa su mujer y y á Catalina, que hoy es Reina de PortogaL
hijas y toda su casa; y navegando por la mar
de España y de Francia junto á islas de Ras, CAPÍTULO VIII
la alcanzó la armada del Rey don Fernando,
De cómo el Gran Capitán salió á recebir al Rey
que con veinte galeras se había partido á Ñá- que en
don Fernando, sabido que venía, y lo
peles á la en que iba la Duquesa, mujer del
el recebimientopasó.
Oran Capitán, de que el Rey holgó extraña-
mente, y la visitó y dijo que al presente no Sabido por el Gran Capitán que el Rey
podía topar cos.^ que le diese más contenta- venía cerca de aquellos reinos, se partió de
DEL GRAN CAPITÁN 441

Ñapóles á lo recebir. Llevaba tres galeras; á él en su servicio, con otras muchas y muy
iba muy acompañado de todos los señores y buenas palabras.
Grandes de aquel reino y de España que allá Luego Gran Capitán se hincó de rodillas
el

estaban; y topóse con la armada del Rey jun- ante la le tomó por fuerza las manos
Reina y
to á Portofln en la costa de Roma. El Gran y se las besó; al cual ella le dijo: «Gran Capi-
Capitán se fue derecho á la galera del Rey y tán, dejemos para más espacio de averiguar
se metió dentro con muy grande alegría, que quién os quiere más, ó el Rey mi señor ó yo;
bien pareció nunca haber dudado de la buena pero tened por cierto que no hay en esta
voluntad del Rey para consigo: porque algu- vida quien tanto amor os tenga como yo, por
nos invidiosos habían hecho entender al Rey lo mucho que vos merecéis». El Gran Capitán

que el Gran Capitán no se osaría meter en la se le tornó á humillar. Allí le dijo el Rey cómo
galera real confiándose de su fe Real. Decían habían alcanzado á la Duquesa cabe Frejus; y
también que en ninguna parte correría tanto aunque le habían mucho rogado que se pasa-
peligro como en la galera, porque en tierra se á su galera, no lo habían podido acabar
estaba siempre rodeado de gente de guerra, y con ella, porque venía mal dispuesta de la

que allí no tenía cosa que temer en cosa que mar; que él holgara mucho de la traer consi-
se pudiese hacer fuerza. go y á sus hijas. El Gran Capitán se le humi-
Pues entrado el Gran Capitán en la galera, llópor aquella merced que á su mujer que-
se fué para el Rey y se hincó de rodillas y le rían hacer.
fué á tomar las manos; mas el Rey las tiró Rey estaba el más alegre y contento de
El
afuera y lo tuvo un rato abrazado y le besó en todo el mundo, veyendo la grande humildad y

el rostro. Luego se fué á besar las manos á la obidiencia que el Gran Capitán le tenía; que
Reina, y el Rey lo levantó y le dijo: tcAgora me no era cosa fingida, según los malinos y invi-
ha cumplido Dios uno de los deseos que tenía diosos le habían hecho entender. Aquí estan-
de ver vuestra persona, que tanto lo he de- do en este recebimiento con tanta alegría, le
seado; y si os hobiese de pagar lo mucho que llegó nueva cómo el Rey don Felipe era muer-
os debo, había de ser señor de todo el mundo, to, de que el Rey, aunque en lo secreto reci-
así por lo que en nuestros reinos y señoríos biese alguna alegría, todavía en lo público
habéis hecho y acrecentado, que es lo menos, mostró gran sentimiento, acordándose que su
como por la mucha honra y fama inmortal hija quedaba viuda y sus nietos huérfanos; y
que á los reinos de España habéis dado, de de lo que más holgó fué en haber venido el
donde habéis ganado á los reinos de España Gran Capitán con tanta obidiencia á lo rece-
inmortal fama yá vos perpetua inmortalidad. bir sin saber la muerte del Rey don Felipe; lo
Y porque sé cuan ajeno es de vuestra condi- cual si hiciera sabiendo antes la muerte del
ción oír vuestros loores, no los diré aquí. De Rey, no parecía que lo hacía con la lealtad
mí os sé decir que seáis cierto que todo aque- que lo hizo sin saberla antes. Desde allí fué la
llo que yo pueda satisfacer á tan grandes ser- primera escala á Gaeta, y desde allí se fueron
vicios y honras, que lo haré; de que todos derechos á Ñapóles.
sepan que hice con vuestra persona todo lo
que pude». El Gran Capitán se humilló y le
tomó por fuerza las manos, y le respondió: CAPÍTULO IX
«Yo, señor, soy vuestra hechura, y el ser que De cómo el Rey y la Reina fueran recebldos en
después de Dios tengo, V. A. me lo ha dado. Ñapóles y del solemne recebimiento que allí
Las palabras que V. A. me ha dicho, las tengo les fué hecho.
por la mayor satisfacción de mis servicios, si
algunos son, más que si de todo el mundo me El Gran Capitán suplicó al Rey se fuesen á
hubieran hecho señor. Una sola cosa me debe Castil del Ovo y allí estuviesen hasta que se
V. A.: el gran deseo que á su servicio he teni- aparejase su entrada, y le suplicó entrase ves-
do y tengo hasta que la alma me salga del tido al uso de aquel reino, porque todos los
cuerpo. Lo que yo, señor, he hecho, hízolo de aquella cibdad y del reino se holgarían
Dios en virtud y buena ventura de V. A.» El extrañamente. El Rey se lo otorgó. Luego que
Rey atajó la plática con decirle que en una el Gran Capitán dejó al Rey en Castil del
cosa sólo conocía su gran felicidad, en tenello Ovo y entrado en la cibdad, invió á Castil
442 CRÓNICA MANUSCRITA
del Ovo sus sastres y muchas sedas y broca- ra que no pudo dejar de lo hacer. Entonces
dos de muchas maneras, y muchas piedras y llegó alRey y le presentó los capítulos y le
joyeles muy ricos, con todos cuantos adere- tomó el juramento, lo cual el Rey lo juró y
zos se pudieron haber, así para el Rey como confirmó todo lo que le fué pedido. Luego en
para la Reina. Hizo luego aparejar un palio de nombre de la cibdad le presentó trescientos
brocado tan rico que nunca en Italia se había mil ducados con que la cibdad le sirvía. El Rey
visto otro tal, así en riqueza como en la obra los recibió y se lo agradeció mucho y les con-
que llevaba, adereszado todo como convenía. firmó cierta merced que le pidieron. Tras
Mandó que los señores principales de aquel esto comenzó el Rey de entender en cosas to-
reino tomasen las varas, que eran doce. Fue- cantes al reino y á confirmar mercedes quel
ron todas las galeras á Castil del Ovo por el QranCapitán había hecho yá quitarotras. Qui-
Rey y la Reina: desembarcaron en el muelle tó á micer Teodoro, capitán de albaneses, qui-
grande. Los señores, como dijimos, tomaron nientos ducados de renta que el Gran Capitán

las varas del palio, embajo del cual entraron le había dado, porque había muy bien servi-

el Rey y la Reina. El Gran Capitán miró á los do en la guerra. Visto por el Gran Capitán,
Principes que tenían las varas, y vio al de se los dio por todo el tiempo de su vida en
Salerno, Visiñano y Rosano, que cada uno su villa de Venosa.
tenía su vara, y dijo en alta voz: «Príncipes de
Salerno, de Visiñano y de Rosano, dejad las
varas que tenéis, porque en los tiempos pasa-
dos las habéis tenido siempre tuertas y con De cómo la
CAPÍTULO XI

Duquesa de Sesa, sintiéndose mal


n
deslealtad, y tomadla vos, Conde del Popoli, de la mar, desembarcó en Genova, y el gran
Duque de Termoli y Duque de Atre», los cua- recibimiento que en aquella Señoría se le
les se las tomaron de las manos. Puestos el hizo.
Rey y la Reina embajo del palio, el Gran Capi-
tán se salió fuera de él. El Rey le llamó y le La Duquesa de Sesa desembarcó en Geno-
dijo: «Duque, pasaos desotra parte y tomad á va, y estaba aquella Señoría encomendada al
la Reina de la mano»; y asi fueron todos tres Rey de Francia; y tenía allí por Gobernador
embajo del palio hasta Castil del Ovo. de aquella cibdad á aquel mos de Ravastain,
de quien atrás dijimos quel Gran Capitán ha-
bía dado libertad y le había hecho mucha
CAPÍTULO X merced y liberalidad. Pues como este mos de
De cómo el Rey fué jurado en Sant Severino, Ravastain supo que la Duquesa de Sesa,
adonde los Reyes de Ñapóles lo suelen mujer del Gran Capitán, estaba en el puerto
hacer. de aquella cibdad, luego él y la Señoría le
aparejaron muy grande recibimiento. Este mos
Luego el Rey fué jurado en Sant Severino, de Ravastain fué á la Duquesa y se le humi-
adonde se juntaron todos los Príncipes y se- lló y porfió por le tomar las manos, y le dijo

ñores de aquel reino, y estando todos juntos estando de rodillas: «Déme V. E. las manos».
suplicaron al Gran Capitán que, porque en La Duquesa lo levantó y le hizo muy grande
aquel reino es uso y costumbre muy anti- acogimiento. El le dijo: «Yo debo al Gran
gua quel mayor señor de aquel reino tome el Capitán, mi señor, todo cuanto soy después
juramento al Rey y haga lo que en tal caso de Dios, porque él me dio la vida y todo lo
se suele hacer y decir para la confirmación que tengo á tiempo que me la pudiera muy
de los privilegios y libertades de aquel reino justamente quitar y me pudiera echar en
y libertad, y que su Señoría era el que más prisión con muy justa causa, teniendo S. E.
heredado estaba en aquel reino y el más muy cruda guerra con el Cristianísimo Rey de
preeminente de todos ellos, y por todas es- Francia mi señor. Así que con lo que á V. E.
tas causas le suplicaban tomase el juramento aquí sirviere, con lo suyo le sirvo». Cada que
al Rey. El Gran Capitán se e.xcusó diciendo este mos de Ravastain oía nombrar el Gran
que allí había personas muy principales que Capitán, quitaba el bonete, por cuya causa
le hacían mucha ventaja para hacer aquel ganó nombre de gratísimo. Decía él que á
auto. Ellos se lo tornaron á suplicar, de mane> quien le dio la vida y hacienda, cuando se la

J
DEL ORAN CAPITÁN 443

podía quitar justamente, que con ninguna diese aprovechar, y le suplicaba por ellos,

cosa se le podía pagar. Fué aposentada en la contando sus servicios; así que de la merced
más principal casa de aquella cibdad. Allí se que aquellos recebían, quedaban tanto en
le hizo mucho servicio, así por parte del Ra- cargo al Gran Capitán como al Rey que hacía
vastain como por parte de la cibdad; de lo la merced.
cual nunca quiso tomar nada. Después que Al Rey le parecía que un tan valeroso ca-
se sintió mejor, se partió de aquella cibdad, pitán, que le había adquirido un tan grande
y llegada á Roma, no quiso parar en ella; y reino y con tanta honra y fama, se le debía
pasó por medio de ella á dormir á un lugar otorgar todo lo que le pdiese, aunque vía cla-
adelante. Cuando el Santo Padre lo supo, in- ramente que las rentas del reino estaban dimi-
vió tras ella dos Cardenales á quejarse mu- nuidas por las muchas exenciones, dádivas y
cho della en haber pasado por aquella cibdad, mercedes hechas por el Gran Capitán; por-
sin lo haber él sabido, sabiendo ella lo mucho que el Rey no quería ser tenido por ingrato
que él debía á su marido, y cómo él los tenía contra un tan valeroso capitán y tan querido
por hijos muy queridos. Los otros Cardena- de todos, grandes y pequeños, aunque algu-
les y caballerosde Casa Ursina y Casa Colo- nas veces revolvía en su pensamiento si po-
na todos tomaron las postas y la alcanzaron, día ser verdad lo que los invidiosos le decían
excusándose en no haber sabido que su se- de aspirar al reino.
ñoría pasaba por aquella cibdad. La Duquesa Aconteció en aquellos días que los tesore-
les daba bastantes excusas, y á los Embaja- ros del Rey trataron de pedir cuenta al Gran
dores del Papa dijo que suplicaba á Su San- Capitán de las rentas de aquel reino. Fué ne-
tidad la perdonase, porque venía mal dis- gocio tan pesado, que el Gran Capitán estuvo
puesta y porque tenía nueva que S. A. se en poco de se enojar de aquel negocio; mas
quería volver á España, por le tomar ante recibió con alegre cara las cuentas del recibo
que de aquel reino se partiese. y del gasto, y respondióles que él mostraría
Pues llegada á la cibdad, fuele hecho muy las cuentas del gasto y del recibo; y que les
grande recebimiento. Luego el Rey la fué á apercebía que le habían de pagar el alcance
visitar á su posada y á sus hijas, y se holgó quél gastó que igualase al recibo, como deu-
mucho con ellas, y lo mismo hicieron todos da que la Cámara Real le debía. Otro día pre-
los señores y señoras de aquel reino y cibdad. sentó un libro pequeño de memoria, en que
puso muy gran silencio á los tesoreros, y al
Rey muy grande afrenta, y á todos muy gran
CAPÍTULO XII
ocasión para reír y burlar del negocio. Y fué
De algunas cosas que sucedieron estando el que asentó en la primera partida, que había
Rey en aquella cibdad. gastado en flaires y en sacerdotes y en mon-
jas y pobres, personas aceptas á Dios, los
El Rey celebró las obsequias del yerno, cuales continuamente estaban en oración ro-
vestido de luto, por después en otro hábito gando á Dios y á todos los santos y santas
poder salir vestido á recebir las embajadas del cielo que le diesen victoria: ducientos mil
de los Príncipes y Barones de aquel reino. El y setecientos treinta y seis ducados y nueve
Gran Capitán siempre guardó cerca del Rey reales. En la segunda partida asentó sete-
8u lugar y reputación merecida; y si alguna cientos mil y cuatrocientos y noventa y cua-
persona quería hablar ó presentarse ante el tro ducados, secretamente dados á las es-
Rey, ora fuese grande ó pequeño, él lo pre- pías, por cuya diligencia había entendido los
sentaba hablando en todos muy bien. Así desinios y acuerdos de los enemigos y gana-
que jamás su favor faltó á nadie. El era el do muchas victorias, y finalmente un tan gran
medio para que de todos tuviese noticia; reino como era aquél.
porque fué el Gran Capitán el hombre de todo Como el Rey vio las partidas y la respues-
el mundo que más contentamiento recebía ta del gasto, mandó que no se hablase más
cuando daba algo y cuando hacía alguna bue- en ello, porque era muy infame al Rey. Por-
na obra; y muchas veces veyendo estar á al- que ¿quién sería aquel que quisiese averi-
gunos, los llamaba por sus propios nombres, guar y saber el número de los dineros dados
y les preguntaba si había algo en que les pu- y á quién, y como dados por mano de un tan
444 CRÓNICA MANUSCRITA
excelente capitán, no fuese ingratísimo?
si Gran Capitán le respondió que le suplicaba

Visto por el Rey, mandó que no se hablase le perdonase, que él no era hombre que ha-
más en ello, antes mandó confirmar todas las bía de poner en disputa su honra, si lo pudo
mercedes dadas por el Gran Capitán y repar- hacer ó no; que aunque de todo el mundo le
timientos, y verdaderamente desarraigó de hiciesen señor, no haría tal cosa sin expreso
su pecho la sospecha que había tenido del consentimiento del Rey su señor; de que el
aspirar el Gran Capitán al reino, lo cual le Papa quedó muy enojado del Rey don Fer-
era opuesto de los que le acusaban. nando, y dijo sobre ello palabras muy aje-
nas de su profesión.

CAPÍTULO XIII

De cómo el Papa Julio trataba con el Gran CAPÍTULO XIV


Capitán de le hacer Capitán general de la De cóm > el Rey trató con el Gran Capitán de
Iglesia, y de lo que sobre ello avino. llevarlo á España, y de lo que él respondió,
con el medio que se tomó en su ida.
Entretanto que estas cosas pasaban, el
Papa Julio invió una embajada al Gran Capi- Ya en este tiempo tenía el Rey cartas de
tán rogándole que, pues en aquel reino ya no España, así de la Reina doña Juana su hija
había que hacer, tuviese por bien de ser ca- como de otros muchos señores de Castilla y
pitán de la Iglesia, y que le entregaría todas de muchas cibdades, para que viniese en Es-
las fuerzas del patrimonio de la Sede apostó- paña á tomar la gobernación della. Luego el
lica y el castillo de Sant Angelo para que el Rey comenzó á tratar con el Gran Capitán que
castellano estuviese por él, con muy excesivo se fuese con él, porque según las sospechas
partido y muy grandes intereses que le ofre- que le habían puesto personas no de buenas
cía. El Gran Capitán le respondió: que le be- intinciones, y agora veyendo la grande afi-
saba muy humilmente los pies de Su Santi- ción que todos le tenían, fué movido á lo lle-
dad por se querer servir del, y que á él le var consigo. El Gran Capitán le dijo: «Ya
placía con condición que el Rey su señor le V. A. sabe que yo en España no tengo nada,
diese licencia para ello, no lo habiendo me- ni una casa en que me meta. Y pues á V. A. le
nester, y que si estando en su servicio el Rey plugo de me dar de comer en este reino, le
su señor tuviese del necesidad, pudiese dejar suplico me deje en él y gozar de esta hacien-
el cargo y ir á servir al Rey su señor; y que da de que me hizo merced». El Rey le dijo:
si en algún tiempo Su Santidad tuviese [gue- que en hacienda no parase, que él le daría en
rral ó fuese contra los Reyes de España, él España hacienda con que no hobiese envidia
se pudiese despedir de Su Santidad y acudir al que más tenía después de él. El Gran Ca-

al Rey su señor. El Papa lo otorgó, ni más ni pitán se le excusaba cuanto podía, diciendo
menos como él lo pidió; y dijo que cuanto á que tanto tocaba á S. A. lo que él pidía como
la licencia, él la cobraría del Rey. Quisieron á él, que habiendo sido servido de le dar aque-
decir, y el Papa que el Rey Ca-
así lo publicó, llosEstados en Italia, fuese agora á España,
tólico le había dado la licencia, porque esto adonde no tenía cosa alguna. El Rey le tornó
fué antes que el Rey viniese á Ñapóles, y que á importunar tanto que hasta el Gran Capi-
después de venido revocó aquella licencia tán no iba ya tantas veces á Palacio como
por justas causas y bastantes que para ello solía, de andar muy descontento de lo que el

hubo. De cuya causa el Papa trató vistas con Rey mandaba; hasta que el Rey le dijo un
le
el Rey en Civitavieja, para cuando en Espa- día: «Duque (por este nombre le solía llamar
ña volviese, adonde le esperó el Papa, por- siempre) yo os quiero llevar conmigo á Espa-
que allí creyó que lo acabaría con él. Mas ña por sola una cosa, y es porque tengo en-
estas vistas no hobieron efecto por lo que tendido que tengo de tener contradicción en
adelante se dirá. la gobernación del reino; porque así me lo
Visto por el Papa lo que el Gran Capitán le han dado á entender los que desean mi ser-
escrebía, le escribió que él le absolvía de cual- vicio; y tengo por averiguado que llevando
quiera fidelidad, vasallaje y homenaje que tu- vuestra persona, ninguna novedad ni contra-
viese hecho é debiese al Rey don Fernando. El dicción tendré que á la hora no la oprima»

d
DEL GRAN CAPITÁN 445

Esto era lo público que él decía; mas lo secre- Real. Fué instituida esta Orden para pelear
to era que el Rey no pensaba tener más parte contra los moros que vivían en estas Espa-
en aquel reino de la que el Gran Capitán qui- ñas en el año del Señor de (').

siese y fuese su voluntad; y esta no la tenía


el Rey tan á su mandar hasta que cumpliese
CAPÍTULO XV
con que le había prometido por una cé-
él lo

dula suya muy bastante de le dar el maes- De algunas cosas que acontecieron en aquellos
trazgo de Santiago. El Rey le dijo: «Si otro cinco meses que el Rey don Fernando estuvo
inconveniente no ponéis de vuestra parte en Ñápales; y primeramente lo que al Gran
sino no tener en España ningún Estado, yo Capitán pasó con aquel Baptista Pinelo, de
os doy mi fe Real y esta cédula, tan bastante quien atrás dijimos.
como veis, de os dar el maestrazgo de San-
tiago, con condición que me dejéis libres los En uno de los capítulos pasados dijimos
diez mil ducados de renta que á la postre os cómo el Gran Capitán había inviado á Juan
di, y que seáis obligado de volver á este Baptista Pinelo, un doctor en leyes y caba-
reino de Ñapóles ofreciéndose necesidad en llero muy práctico en las cosas de aquella

servicio de la Corona Real de España, dejan- cibdad, á dar cuenta á S. A. de todos los ne-
do vuestro maestrazgo á buen recaudo, y gocios del reino; y preguntado por el Rey por
que después de vuestros días vuelva á la Co- las cosas de sospecha que tenía concebidas

rona Real». Y sobre esto dicen que se hizo en su pecho, de que algunos invidiosos le ha-
nueva provisión y bula del Papajulio en con- bían siniestramente informado, ofreciéndole
Yo oí decir á aquel Medina
firmación dello. grandes mercedes si lo decía, como hombre
que tuvo muchas veces en la mano la pro-
la que tuvo en más el interese que la verdad,
visión y confirmación del Papa, y después dijo todo aquello que le fué preguntado; de
por qué causa el Rey no se la dio, yo no pude que el Rey le dio en aquella cibdad renta muy
saber para la poner aquí. bastante, de que él quedó rico. Y como vio
Es esta dignidad de Maestre de Santiago que había ofendido al Gran Capitán, no osó
la más preeminente y rica de todo el reino, ir á Ñapóles hasta ir con el Rey por asegurar

porque allende de lo mucho que renta, pro- su persona. Pues estando un día el Gran Ca-
vee muchos cuentos de renta en las enco- pitán en la plaza de Castilnovo hablando con
miendas á personas particulares, á quien el muchos señores y caballeros, así españoles
Maestre quiere; y es tan grande esta digni- como neapolitanos, pasó por delante del
dad, que muchas veces en los tiempos pasa- aquel Baptista Pinelo sin hacerle acatamien-
dos competía con la dignidad Real; y visto to, de manera que todos lo notaron, y el

por los Reyes don Fernando y doña Isabel Gran Capitán vio que él lo había hecho adre-
que era esjta dignidad, allende de sus gran- de. Y aunque el Gran Capitán era el hombre
des riquezas y renta, no tenían con qué del mundo más sufrido y que de mejor vo-
pagar á los caballeros y capitanes que habían luntad perdonaba las injurias, visto que to-
servido en las guerras, con licencia y bula del dos aquellos caballeros habían mirado en ello
Papa, se hicieron administradores perpetuos y á él, dijo: «Venid acá, Juan Baptista. ¿Solía-
de aquella Orden de Santiago y de las otras des vos pasar por delante de mí con tanto
dos de Alcántara y Calatrava, y desde enton- desacato?» Y antes que respondiese, le tomó
ces se metieron en la Corona Real. Traen por por los cabellos y le dio de bofetadas, de
insignia una espada colorada en el pecho. manera que le hinchó la boca de sangre; y
Eran tan señores los Maestres, que don Alva- queriendo muchos de los que allí estaban
ro de Luna, Maestre que fué de Santiago, go- poner las manos en él, principalmente Juan
bernó estos reinos, así en lo temporal y espi- de Bustilio, les dijo el Gran Capitán: «Dejad
ritual, hasta que le fué cortada la cabeza, y á este bellaco; no le matéis». El Pinelo co-
luego don Juan Pacheco, en tiempo del Rey rriendo sangre y sin bonete se volvió á Cas-
don Enrique, mandó estos reinos muy absolu- tilnovo, de donde había descendido de ha-
tamente, como todos saben; y después fué blar con el Rey. El Gran Capitán se apeó y
persona muy principal don Alonso de Cárde-
nas, por cuya muerte se metió en la Corona Cj En blanco la fecha. Kntre los artos de 1170 á 117.5.
446 CRÓNICA MANUSCRITA
llamó á Luis de Herrera, y dijole al oído cier- de naos en tierra mil de ellos, y sacaron
las
tas palabras, y subió tras el Pinedo. El cual tirosde artillería y fuéronse derechos á Cas-
dijo al Rey: «Vea V. A. loque el Gran Capitán tilnovo con mano armada, diciendo á grandeí
me ha hecho por lo que yo serví á V. A.». A voces: «Mal viaje hagas, Rey don Fernando'^
esta hora llegó Gran Capitán y dijo: «Yo
el que prendiste al mejor hombre del mundo»|
lo hice y es muy bien hecho; y aunque este Los porteros, visto aquel alboroto, cerraroi
vellaco merecía mayor castigo que aqueste, las puertas y alzaron la puente levadiza, has^
por amor de V. A. no se lo quise dar». El Rey ta saber lo que era, y más estando sospecho*
se levantó diciendo: «Maten á este vellaco, sos del ruido de la cibdad. No se podía sabel
traidor mentiroso»; y el Pinelo, visto esto, lo que era. Los capitanes y gente de guerrí
bajó por la escalera con más priesa que ha- acudió, y visto aquella furia de los vizcaínoí
bía subido. El Rey Gran Capitán muy
dijo al y queriéndose informar, oyeron el apellida
buenas palabras, de que quedó muy conten- contra el Rey, diciendo: «Mal viaje hagas^
to. El Gran Capitán se le humilló y le quiso Rey don Fernando. Danos al Gran Capitán».
tomar las manos para se las besar; mas el De las ventanas les decían que escuchasen, y
Rey las tiró fuera; y cuando el Gran Capitán no había medio, hasta que fué al rebato el
bajó, estaban con Luis de Herrera dos mil Gran Capitán y le dijeron cómo los vizcaínos
soldados á punto de guerra. tenían cercadas las puertas de Castilnovo,
diciendo que les diesen al Gran Capitán, que
les han dado á entender que le tienen preso.
CAPÍTULO XVI El Gran Capitán vino luego á toda furia y
De un alboroto que en aquella cibdad pasó, halló aquel alboroto y les preguntó qué era
estando el Gran Capitán en Castilnovo aquello. Ellos se fueron todos á le abrazar,
hablando con el Rey, diciéndole que algún vellaco les había dicho
quel Rey le tenía preso; y luego sosegados se
Estando una noche el Rey en Castilnovo y volvieron á sus naos. El Gran Capitán se fué
con él el Gran Capitán, hiciéronle saber cómo para el Rey, dándole cuenta déla quistión que
hacia Castello Capiaro había una gran quis- era entre los criados del Duque de Termoli y
tión, y adonde peleaban unos con otros entre del Príncipe de Visiñano, y que ya quedaban
los criados de ciertos señores de aquella cib- apaciguados. «Pues no hemos estado acá sin
dad. Pues como el rebato vino á Castilnovo, mayor alboroto que ese», dijo el Rey. Allí rie-
dijo el Rey: «Duque, id vos á ver qué cosa ron mucho del «Mal viaje hagas, Rey don
es esa». Fernando». El Rey le dijo: «Duque, si todos
El cual fué á gran priesa. Salido el Gran vuestros amigos os acuden como los vizcaínos,
Capitán, mandó el Rey cerrar las puertas, seguro estaréis que los hallaréis cuando los
temiéndose de alguna traición. El Gran Capi- hayáis menester».
tán fué adonde el ruido estaba muy trabado,
y visto que el Gran Capitán venía, unos
huyeron á una parte y otros á otra.
CAPÍTULO XVII

Entretanto que esto pasaba, vino esta nue- De que ducientos y cincuenta hombres de
lo
va de aquel alboroto á la flota, que estaba en armas con el Rev Católico allí en Ñapóles
poder de mil y quinientos vizcaínos, los cuales pasaron.
preguntando desde la mar á los de tierra la
causa de aquel alboroto, fuéles respondido Había en el ejército del Gran Capitán du-
por alguno que no deseaba la paz entre el cientos y cincuenta hombres de armas de los
Rey Católico y Gran Capitán, antes deseaba más escogidos soldados viejos, y no habían
guerra y desasosiego; pues éste con dañada recebido paga muchos días había, y el Gran
intinción dijo: «La quistión es porque el Rey Capitán con darles algunas ayudas de costa y
ha preso al Gran Capitán, y la gente de gue- con muy buenas palabras los entretenía. Ago-
rra lo quiere sacar de la prisión en que lo tie- ra venido el Rey á Ñapóles, diéronle un me-
ne el Rey preso en Castilnovo», Creyeron los morial de lo que se les debía, y averiguáron-
vizcaínos esto como sí lo vieran por los ojos, lo los contadores; y como r^o les pagasen ni
y sin más averiguar el negocio, luego salieron librasen, tanto importunaron hasta que el Rey
DEL GRAN CAPITÁN 447

se enojaba habiéndole de ello; y un día por la que los paguéis de los dineros que más á
mañana, dejando fuera de la cibdad sus du- mano hallardes». ElGran Capitán les dijo:
cientos y cincuenta caballos con sus criados y «Yo os doy mi de os pagar hoy en este día
fe

sus lanzas, ellos muy bien armados, secreta- sin falta alguna, aunque habéis sido mal cria-

mente vinieron á la puerta de Castilnovo y dos y desacatados». Ellos callaron y se apar-


esperaron que el Rey saliese á misa y el Gran taron- El Rey se fué á oir misa y sermón á
Capitán estuviese ocupado en su posada, que Santo Agustino.
era lejos de Castilnovo. Y salido el Rey, ellos El Gran Capitán, dejando al Rey en misa, se
se metieron entre él y la guarda y le dieron fué con aquellos hombres de armas y ocupó
un memorial de lo que se les debía, averigua- todos los bancos y les mandó pagar hasta el
do por los contadores de SS. AA., en que le postrero cornado; y hecho esto, se fué á Pala-
suplicaban muy humilmente que pues sus cio, habiendo mandado á aquellos hombres de

contadores les habían hecho cuenta de lo que armas que se fuesen luego de la cibdad por el
habían ganado, les mandase pagar ó librar, desacato que habían hecho á S. A.
porque no tenían qué comer si no vendían sus En entrando el Gran Capitán, le dijo el Rey:
armas y caballos; y que no eran hombres que «Duque, por vida de la Reina que mandéis
habían de hurtar ni amotinarse, diciéndole las tocar allarma contra aquellos vellacos des-
muchasheridas que en su serviciohabían rece- acatados como contra enemigos,y que pelean-
bido. S. A. les respondió que se haría. Uno de do á ninguno dejen á vida». El Gran Capitán
ellos respondió: «Otras veces hemos oído á le respondió: «Ya, señor, están pagados, y

V. A. esa respuesta. Suplicámosle nos res- idos adonde quisieren; que no han de pa-
ponda agora con efecto. Hasta aquí hemos rar aquí». Y el Rey se enojó de manera que
sufrido porque víamos quel Gran Capitán nos no lo pudo disimular; y culpó mucho la so-
daba alguna ayuda de costa de su mesnia brada diligencia del Gran Capitán en aque-
hacienda, y cuando no tenía qué nos dar y lla paga, y así estuvo con él enojado sin lo
socorrernos, nos decía muy buenas palabras. poder encubrir.
De V. A., después que á este reino vino, ni
hemos visto obras ni palabras. Suplicamos á
CAPÍTULO XVIII
V. A. que desde aquí nos mande pagar, por-
que no enojemos más á V. A. y bastará esta De algunas cosas varias que en aquella cibdad
importunidad por todas las que le hemos de acontecieron antes que el Rey partiíse de
dar, y que no podían más esperar, sino que Ñapóles.
desde allí lo mandase proveer».
El secretario Miguel Pérez de Almazán En aquel poco de tiempo que el Rey estuvo
dijo: «Ese es desacato y merece castigo». Uno en aquella cibdad, vio la grande afición que
de aquéllos dijo: «Callad, secretario, y no todo el pueblo tenía al Gran Capitán. Yendo

habléis en esto que no entendéis». un día por una calle principal de aquella cib-
Visto por el Rey, mandó que llamasen al dad, vivía allí un barbero y cirujano muy sabio
Gran Capitán, el cual vino á muy gran priesa; en su oficio y muy conocido; y yendo el Rey
y el Rey le dijo: «Duque, mandad pagar á esta por aquella calle, de la una parte iba el Duque
gente su sueldo». Uno de aquellos hombres de Termoli y de la otra el Gran Capitán. Este
de armas replicó y dijo: «Sefior, no somos barbero tenía dos hijas mozas, de edad de
gente, sino hombres, y muy valientes, y que trece y catorce años, y paróse con ellas de-
hemos sido mucha parte para ganar este rei- lante del Rey; tomándolas por los caballos y
no». El G.'an Capitán les dijo: «Yo quedo por revolviéndolos con la mano izquierda, y con
fiador de os hacer pagar hoy en este día sin la derecha sacó un gran cuchillo y amenazán-
falta alguna». Al cual replicó uno de aquéllos dolas encaminó la plática al Gran Capitán y
y dijo: «Señor Gran Capitán, bien tenemos díjole: «Gran Capitán, si para ser tú Rey es
conocido que si V. S. pudiera, ya estuviéra- necesario, cortaré las cabezas á estas dos
mos pagados; mas tan pobre sois como cual- hijas solas que tengo, poniéndoles el cuchillo
quiera de nosotros. La paga ha de ser desde á la garganta». El Gran Capitán lo mandó
aquí». Visto por el Rey la determinación de tomar y llevar preso para hacer justicia de él,
aquellos hombres, dijo: «Duque, por mi vida y dejó al Rey y fué á hacer ahorcar aquel bar-
448 CRÓNICA MANUSCRITA
bero. Y fué tan de verdad la justicia, que
fué el Duque de Termoli de parte del Rey
CAPÍTULO XX
á le rogar que no le ajusticiasen, porque De cómo desafió Diego García de Paredes, de-
debía estar fuera de su juicio; y fué á hora lante del Rey don Fernando, á cualquiera
que ya estaba en el asno para lo llevar á que del Gran Capitán liobiese dicho alguna
ahorcar; y mandólo el Gran Capitán desterrar cosa en deservicio del Rey y de su reino.
de todo el reino.

Acaeció, pues, que Diego García de Paredes


supo por cosa cierta que dos capitanes que
CAPÍTULO XIX
estaban allí con el Rey habían dicho cosas
De lo que aconteció á un pexo de aquella que tocaban en la honra del Gran Capitán al
cibdad con un presente que llevó al Rey Rey; y un día, estando el Rey en Castilnovo
en nombre de los pescadores de aquella en su sala, rezando sus devociones, estando
cibdad. allí todos los señores y capitanes y Colone-

ses y Ursinos, y aquellos dos capitanes con


Los pescadores de aquella cibdad determi- ellos y los más del ejército para acompañar
naron de hacer un presente al Rey de mu- al Rey que había de ir á misa, entró Diego

chos pescados hechos de oro y plata, y de García de Paredes. Estaban allí los Duques
gran suma de ducados; y rogaron á un pexo, de Termoli, y los otros que ya eran perdona-
que es en aquella cibdad una dignidad muy dos, el de Salerno, Visiniano y el de Rosano,
preeminente sobre todas y tiene grandes Fabricio, el Próspero y M. Antonio Colona,
esenciones. Este pexo y pescadores suplica- Bartolomé de Alviano y los de la Casa Ursi-
ron al Gran Capitán fuese con ellos al Rey na; de los españoles, el Conde don Fernando
para que fuesen bien recebidos; lo cual él de Andrada y Manuel de Benavides, don
hizo de muy buena voluntad; y quedando Alonso de Carvajal, los Alvarados, Alarcón,
ellos de fuera, entró el Gran Capitán y le Pedro de Paz, Carlos de Paz, Hernán Suárez
dijo: «Los pescadores desta cibdad traen á el de Sevilla, el Conde Pedro Navarro, Villal-

V. A. un gran presente. Suplico á V. A. los ba el coronel y todos los demás de aquel


reciba con mucho amor y alegría, y al pexo ejército.
que con ellos viene, que es la más principal Pues estando todos arrimados á las pare-
persona desta cibdad, haga buen acogimien- des,esperando que el Rey acabase de rezar
to; y con palabras graciosas irán muy con- sus devociones, entró Diegj García de Pare-
tentos, ofreciéndoles mercedes cuando se des y hincado de rodillas, dijo: «Suplico á V. A.
ofrezca tiempo». El Rey le dijo qu3 así lo ha- deje de rezar y me oya delante destos seño-
ría; y entrados con el presente, dijo el pexo res, caballeros y capitanes que aquí están, y

que los pescadores, muy fieles vasallos de hasta que acabe mi razonamiento no me im-
aquella cibdad, le ofrecían aquel presente, pida». Estaban entre ellos los que estaban
con las mejores palabras que pudo encarecer culpados en aquella ruindad. «Yo, señor (dijo
su embajada. El Rey les respondió que se Diego García), he seído informado que en
lo agradecía, sin más respuesta ni palabra. esta sala están dos personas que han dicho á
El pexo, vista la tibia y desagradecida res- V. A. mal del Gran Capitán, mi señor, en per-
puesta, allí delante del Rey dijo al Gran Ca- juicio de su honra. Yo digo así: que si hobie-
pitán:«Mejor eras tú para Rey»; y sin más re persona que afirme ó dijere que el Gran
hablar se volvió muy descontento y espan- Capitán, mi señor, ha jamás dicho ni hecho,
tado del Rey y de su sequedad. El Gran ni le ha pasado por pensamiento de hacer

Capitán trató muy mal de palabra á aquel cosa en vuestro deservicio, que me batiré de
pexo, diciéndole palabras muy feas, y que le mi persona á la suya, y si fueren dos ó tres
mandaría castigar como á hombre desati- hasta cuatro, me batiré con todos cuatro, ó
nado. El pexo le replicó: «Gran Capitán, más uno á uno tras otro, á su elección; porque
quiero morir por tu mandado que no oir lo nunca Dios quiera que viva en el mundo
que oyó ni ver lo que veo. De cualquier cas- hombre de tan malina intinción contra la
tigo que me mandes dar, quedóme muy con- mesma verdad; y desde aquí lo desafío, á t(
tento». dos ó á cualquiera dellos». Y echó un chapí
DEL GRAN CAPITÁN 449

en el suelo. El Rey, á lo que pareció, holgó quellosquisieran ver y traían fantaseado.


dello, y dijo: «Esperad, señor Diego García, Pues llegados ante el Rey, aquel veneciano
que poco me falta para acabar de rezar lo principal dio al Rey su embajada diciendo lo

que soy obligado». Creyóse que el Rey se de- mucho quel Senado y pueblo veneciano se ha-
tuvo para dar lugar á la persona ó personas bían holgado desque supo que S. A. era veni-
que eran culpados en aquella trama, y des- do á aquel reino, de que ellos daban muchas
pués que un ralo hubo rezado, se vino el gracias á Dios por haber hecho tantas y tan
Rey á Diego García y le puso las manos so- grandes mercedes á aquellos reinos y á toda
bre los hombros, y le dijo: «Bien sé yo, señor Italia en haber traído á S. M. á aquellas par-

Diego García, que donde vos estuviéredes y tes; que supiese S. A. de cierto que en nin-

el Gran Capitán, vuestro señor, que terne yo gún reino de los suyos tenía cosa tan cierta
seguras las espaldas. Toma vuestro chapeo, y aparejada á su servicio como eran el Sena-
pues habéis hecho el deber que los amigos do y pueblo veneciano; que así le ofrecían
de vuestra calidad suelen hacer». Entonces todo lo que ellos eran para su servicio, con
habló el Próspero y dijo: «Señor Diego García, otras muy buenas palabras que de parte de
nunca v. m. y yo sobre este caso pelearemos: aquella Señoría le dijeron. El Rey los recibió
antes digo que si entraren otros dos en el muy bien y les dijo muy buenas palabras, y
campo sobre esta razón, que por el señor les ofreció de la mesma manera todos sus
Bartolomé de Albiano y por mí le aseguro que reinos y señoríos; pues traían mandato del
le tememos compañía contra cualesquier per- Senado veneciano que después que hubiesen
sonas, y no nos mataríamos porque fuesen visitado al Rey visitasen de su parte al Gran
cuatro». Bartolomé de Albiano rindió muchas Capitán, como á aquel á quien eran en tanto
gracias al Próspero por le meter en tan buen cargo. Lo cual ellos determinaron de hacer.
lugar y tan honroso, y otros muchos se ofre- Cuando estos embajadores desembarcaron
cieron á ello, de que el Rey holgó mucho. en Ñapóles, luego á la hora el Gran Capitán
De una cosa sé yo cierto las personas de les mandó proveer de todas las cosas nece-
quien se tuvo sospecha: murieron muertes sarias, así de todas las posadas y aderezos
desastradas ambos á dos. Cuando el Gran para ellas y para ellos y sus criados tan cum-
Capitán lo supo, recibió gran pena dello, y plidamente como él lo solía hacer, y invió á
dijo después: «Señor Diego García, si yo su- la armada que traían todas las cosas en muy
piera lo que V. m. hizo, no lo hiciera por me grande abundancia. Despachados del Rey, se
hacer á mí merced». Diego García le respon- fueron á visitar al Gran Capitán á Castello
dió: «Señor, lo que el hombre debe de hacer Capuano, adonde estaba la casa tan adereza-
y es obligado por su señor ó amigo, no lo da que ningún Rey ni Príncipe la podía tener
ha de poner en parecer de muchos juicios, mejor, y su persona y criados y capitanes muy
por ser sus pareceres tan diversos». aderezados. Pues llegados aquellos Embaja-
dores ante el Gran Capitán, halláronlo muy
acompañado de señores y Príncipes, así espa-
CAPÍTULO XXI
ñoles como italianos; y como aquel Embaja-
De una embajada que la Señoría de Venecia dor principal viese la persona del Gran Ca-
invió al Rey don Fernando, y de lo que en pitán, pasó nada y mirólo desde
sin decirle
ella aconteció. los pies á la cabeza, de que todos esperaron
por ver lo que diría. El estuvo un rato mi-
La Señoría de Venecia, sabido que el Rey rándolo y al fin dijo: «Tuti grandi Gran Capi-
don Fernando estaba en Ñapóles, inviaron á tán»; y tornándole á mirar, se despidió del y
le dar el parabién de su venida; y fueron de aquellos caballeros. Iban admirados de los
cuatro personas muy principales de aquel aderezos de casa de aquellos caballeros y
Senado, y entre ellas una persona muy princi- criados, tan ataviados de tantas cadenas de
pal entre todas por la autoridad de su per- oro y de tanta majestad como vieron en
sona. Desembarcados en Ñapóles, luego otro aquella casa.
día fueron á dar su embajada al Rey. Y como Pues vueltos estos Embajadores á Venecia
el Rey y todos sus criados estaban de luto, y dada la respuesta de su Embajada, les con-
no había en el Palacio Real aquel aderezo tó todo lo que les había acontecido, así con
Crónicas drt Gran Cnjiilán. 29
450 CRÓNICA MANUSCRITA
el Rey como con el Gran Capitán. Pues ad- muy buena voluntad, y también por saber
mirados del callar del Embajador, respondió algunas cosas del suceso y vuelta á España.
desta manera: «Yo vi, muy magníficos seño- El licenciado Basurto «Me moví á
dijo al Rey:
res, en el Gran Capitán tan heroica majes- venir desde Roma aquí, asípor besar los pies
tad, que contemplada su persona y sabido el á V. A. como por le mostrar un prenóstico
valor de ella, toda plática y razonamento que eché sobre de V. A. con el Papa
las vistas
me pareció menor para le hablar, y sin duda en Civitavieja y con el Rey de Francia en
conocí en mí que el mi ángel reconoció supe- Saona. Yo hallo (dijo el Basurto) por curso
rioridad que él vio en el que estaba en la
al de astrología, que en ninguna manera cumple
compañía del Gran Capitán y le temió. Las á su vida verse con el Papa en Civitavieja ni
cosas grandes, Ilustrísimo Senado, con gran- en otra parte, porque se siguiría peligro á su
des palabras se han de alabar; y si éstas no vida, y que las vistascon el Rey de Francia
se pueden igualar, más vale callarlas. Pare- sería cosa muy provechosa, porque se sigui-
cióme el Gran Capitán hacer ventaja á todos ría mucha paz y concordia así á entrambos

los hombres». Allí dijo muchos loores del, de como á la cristiandad, y que en todo caso se
que aquel Senado quedó muy espantado, sobreseyesen las del Papa». Y veyendo el pa
porque le tenían por muy prudente y sabio. recer que el Gran Capitán le había dado sobre
ello, fácilmente lo concluyó que Su Santidad loj

perdonase, que no se podía detener para le ver


CAPÍTULO XXII
aunque al principio lo había otorgado de ver
De cómo se trataron vistas entre el Papa Julio se con él. El Gran Capitán siempre persuadió
y Rey Fernando en Civitaviej'a, á la vuelta
el [al Rey] se viese con el Rey de Francia, y mási

quel Rey volviese á España, y con el Rey Luis seyendo tío de la Reina su mujer. El Rey rehur
de Francia en Saona. saba aquellas vistas y traía para ello muchas
causas; y todas se reducían cómo se fiar del
En este tiempo el Papa Julio por sus men- Rey de Francia, aunque más deudo hobiese;
sajeros trató con el Rey don Fernando que se porque aquella cibdad de Saona, ella y Geno-
viesen en Civitavieja, un lugar de la Iglesia, va, cuya es Saona, estaban encomendadas al
quince leguas de Roma, porque tenía cosas Rey de Francia; y el Rey de España tenía al
muy importantes que le comunicar para bien Rey Luis por muy mudable, y temía no hicie
y paz de la cristiandad. Lo que se creía era se alguna ruindad, porque en las cosas que
para rogar al Rey le dejase al Gran Capitán con este Rey había tratado, le había quebran-i
para le hacer Capitán de la Iglesia; porque tado muchas veces la palabra, firmas y capítu->
tenía este Pontífice pensadas grandes cosas, los y escrituras que entre ellos habían pasado.
que después puso por obra. Lo cual el Gran El Gran Capitán dijo al Rey: «Muy admirado
Capitán aconsejaba al Rey no se viese con el estoy de V. A. por haber dicho tal cosa. No
Papa, si no entendía de le dar licencia, por- sólo el Rey Luis no osará intentar tal cosa ea
que era aquello lo que le quería, y si no que- Saona adonde agora está, mas aun en París,
darían enemigos. no le pasaría por pensamiento de lo hacerJ
También trató vistas el Rey de Francia con Muy ajeno es de mi condición decir palabras]
el Rey para que se viesen en Saona, donde él que parezcan soberbias; mas no puedo de-
estaba á la sazón esperándole por le ver y á jar de decir lo que siento, porque es ver-
á la Reina Germana su sobrina. Estando los dad. Si V. A. fuese servido de le entrar por su
Embajadores del Papa y del Rey de Francia reino y pasar por Francia á España, yo me
eh Ñapóles, ll?gó allí el licenciado Basurto, hallo asaz bastante, con la ayuda de Dios y de
aquel grande astrólogo judiciario, el mayor su bendita Madre; porque dejando aparte la
que en aquellos tiempos se hallaba en todos persona de V. A., en cuya virtud, méritos y
los reinoi de cristianos. Estando en aquella felicidad ningún Príncipe del mundo le puede
sazón en Roma oyendo tratar destas vistas resistir, acuérdese que vamos aquí sus servi-
echó un pronóstico judiciario sobre este caso; dores y criados, que en la ventura de V. A. le
y echado se partió desde Roma, y llegado á haremos en su mesmo reino toda la ventaja
Ñapóles fué á besar las manos al Rey, con el que V. A. fuere servido; y como digo, soy muy
cual se holgó extrañamente, porque le tenía enemigo de decir palabras adonde son menes-
DEL GRAN CAPITÁN 451

ter obras. Muy corrido estoy que llevando rogando á Dios le diese muy felice viaje y
consigo aquí á sus vasallos, tema á nadie. El que la vuelta fuese presto. Y fué tanto el llan-
teme más á V. A. de lo que piensa. ¿No es muy to de las mujeres y aun de algunas personas,
gran poquedad acabarlo de vencer con todo que rompían el cielo; que les parecía que no
el resto quepudo juntar, y que el vencedor él amparo ni seguridad. En tanta
tenían sin
no vea al vencido deseándolo él? Vaya manera fué tan universal el llanto, como si
V. A., que allí ó donde él quisiere le vence- turcos hobieran entrado en la cibdad y sa-
remos y nos hallará apercebidos. Cuanto más queádola.
que yo espero en Dios que destas vistas Pues partido Gonzalo Hernández tras el
redundará mucha paz y concordia y bien á la Rey, llegaron á Genova. Los ginoveses les
cristiandad». hicieron muy grande recibimiento y le pre-
sentaron dos fuentes muy ricas de oro, y
muchas vituallas y muy frescas para la mar;
CAPÍTULO XXIII
aunque llevaban gran priesa para ir á Saona,
De cómo el Rey Fernando y Gran Capitán se
el quisieron antes ver aquella grande reliquia
partieron de Ñapóles para España y se fue- que aquella Señoría tiene, que es el cratino
ron por Saona y se vieron con el Rey de santo, que es un vaso de una esmeralda de
Francia. seis ángulos ochavada, la cual tienen en la
iglesia mayor en gran veneración, que dicen
Gran Capitán mandó aparejar una muy
El ser aquel vaso en el que Cristo nuestro
buena galera en que fuese el Rey, porque la Redentor cenó con sus discípulos. Fué gana-
galera en que había venido era muy ruin A da esta tan rica y santa reliquia en Siria por
éstamandó entoldar de brocados y sedas, y los ginoveses.
mandó poner en la proa un león rampante. Y El Rey Luis de Francia había poco tiempo
fueron con el Rey otras diez y seis galeras que había por fuerza de armas sujetado á los
muy bien aderezadas, así de caballeros, ca- ginoveses, los cuales se habían revelado
pitanes y gente de guerra como de todas las echando de fuera de cibdad á los de la par-
la

cosas necesarias. El Gran Capitán llevaba cialidad francesa, y por tenerlos más sujetos
tres galeras muy en orden. No se partió jun- les había hecho una fortaleza y ampliado el
tamente con el Rey, porque quiso prime- puerto junto al faro.
ro despedirse con mucha cortesía y cumpli-
miento de sus amigos y caballeros y cibdada-
nos, especialmente de las seiioras generosas
CAPÍTULO XXIV
de aquella cibdad. Y porque nadie quedase De cómo el Rev y el Gran Capitán llegaron á
quejoso mandó apregonar con trompetas y Saona, y del gran recibimiento que allí les
solemnidad que cualquiera persona, de cual- fué hecho.
quiera calidad que fuese, grande ó pequeña,
á quien se debiese algo, lo viniese á cobrar, y El Gran Capitán no llevaba dineros. Decía-
á sus capitanes y soldados les rogó pagasen me Medina que llevaba una cédula que le
á los mercaderes y á otras gentes lo que les había dado Paulo de Tolosa para que en lle-
fuese debido. Dio á muchos dellos dineros gando á Valencia le diesen treinta mil duca-
para que esto se cumpliese y para comprar dos, de que pagaba tributo sobre su estado
aderezos para sus personas, con que volvie- de Santángelo. En llegando á Valencia, vendió
sen en orden á sus tierras. Traía en su ser- este Medina por mandado del Gran Capitán
vicio compaiiía de criados y capitanes mejor ochocientos marcos de plata labrada, fuera de
aderezados que los de la Casa Real. Estando la vajilla con que ordinariamente se sirvía;

en aquella cibdad hizo muy grandes gastos porque según las mercedes que hizo á la par-
d" su hacienda en servicio del Rey para encu- tida y limosnas públicas y secretas, no le
brir lapoca liberalidad del Rey; quiso ilustrar podía quedar nada. Verdad sea que llevaba
con mucha familia y casa y conservar el nom- una muy rica recámara de joyas, piedras y
bre de Grande. Estándose para embarcar perlas.
vinieron allí muchas seiioras y de mucha cali- Llegados, pues, una mañana á vista de Sao-
dad y otras, llorando, á se despedirse del y na al puerto, como el Rey de Francia lo supo
452 CRÓNICA MANUSCRITA
y vido la flota, bajó á la marina acompañado agora están». El de España se aposentó en la
de los más señores de su reino, con cuatro- fortaleza, á do estaba todo adereszado como
cientos alabarderos, y metióse en una barca, á tal Príncipe convenía; y el de Francia se
adonde vio que venía el Rey; y llegando el aposentó en la cibdad, y jamás se pudo aca-
Rey de España le dio la mano y el de Francia bar con el Rey de Francia si no que acompa-
entró en su galera, y allí se recibieron con ñó al Gran Capitán hasta dejarlo en su posa-
mucho amor. A esta hora llegó el Gran Capi- da: que aunque el Gran Capitán se lo suplicó
tán en una barca desde su galera á donde los muchas veces, nunca se pudo acabar con él
Reyes estaban, y hallólos sentados en proa y sino que lo acompañó y lo dejó en su posada
tenían en medio á la Reina. y de allí se fué á la suya. Cuando el Gran
Estaba á esta hora el Rey preguntando por Capitán suplicaba al de Francia que se vol-
el Gran Capitán; y entrado le dijo el Rey al de viese y no le acompañase, le respondió: «Muy
Francia: «Veis ahí al Gran Capitán». Esta vez poca honra es ésta según lo mucho que vos
fué la primera que lo llamó por aquel nombre, merecéis y yo os debo».
porque siempre lo llamó Duque y la Reina Dende á tres días convidó el de Francia á
Gran Capitán. El se hincó de rodillas y porfió cenar al de España en la mesma fortaleza, y
por le besar las manos al de Francia. Mas el mandó que en aquella cena sirviesen los mis-
de Francia con el bonete en la mano se le mos oficiales del Rey Católico, y á cada uno
humilló de la mesma manera que él se abaja- pusiesen su servicio y con sus cerimonias.
ba á él, y le dijo: «Gran Capitán, dejad algo Aquel día sirvieron todos los señores de
en que os podamos vencer, aunque veo que Francia de sus oficios. Llegados los Reyes á la
excusado es á ningún hombre mortal de os mesa, llevaba el de Francia asido al Gran
poder vencer en ninguna cosa». Y á su supli- Capitán por la ropa. Estaban á la mesa dos
cación se puso el bonete y lo abrazó y besó sillas para los Reyes, y á las espaldas del Gran
en el carrillo; y volvióse al Rey de España y Capitán venía un gran señor de Francia con
le dijo: «Hoy se me han cumplido tres cosas una silla. El Rey de Francia dijo al Gran
que deseaba ver: á vuestra señoría, y á mi Capitán que se sentase á la mesa. El Gran
sobrina la Reina y ver y conocer al Gran Ca- Capitán se le humilló y le dijo que aquella era
pitán; porque si aquí no lo viera, había de tan gran merced que él no la merecía, y se le
buscar manera cómo lo ver, adonde V. S. !o humilló hasta el suelo. El Rey de Francia dijo
señalara y él quisiera». Hecho, salieron á tie- al de España: «Mande V. S. al Gran Capitán

rra, adonde hallaron cabalgaduras para todos que se siente: que quien á Reyes vence, con
como convenía. Mos de Auberi tenía para Reyes merece sentarse, y es tan honrado
el Gran Capitán una muía muy aderezada, en como cualquier Rey. Es tan lleno de ley el
que entró el Gran Capitán. El de Francia rogó Gran Capitán que no lo quiere hacer sin man-
al de España fuese delante, y así se hizo, y damiento de V. S.» El de España le dijo: «Sen-
detrás fueron el de Francia y el Gran Capitán taos, Gran Capitán, pues que su señoría lo
llevando en medio á la Reina; y con esta or- manda»: y luego se sentó, y el de Francia cabe
den llegaron á la cibdad. él. Entonces tomó el Rey de Francia un pan y

Estaba encima de la puerta una cierta partiólo por medio, y la meitad puso al Gran
invención, cómo aquella cibdad, á quien repre- Capitán y la meitad puso á él. El primero pla-
sentaba una doncella, daba muchas gracias á to fué de ensalada, y el Rey de Francia comió
Dios por haberse ayuntado en ella los dos solo un bocado, y luego pasó el plato al Gran
mayores príncipes de la cristiandad, y quede Capitán, y á él le trujeron otro. Mandó asi-
aquellas vistas redundaría mucha paz y con- mesmo el Rey que á los otros serricios sir-
cordia á toda la cristiandad, de que Dios viesen sal, salvo Gran Capitán, y man-
al del
nuestro Señor sería servido y los enemigos dó que le pusiesen un salero; y á cada plato
de nuestra fe abatidos. Llegados á la puerta del Gran Capitán echaba sal con su mesma
de la fortaleza, salió el alcaide della con un mano. Hízole allí en la mesa mucho favor. El
gran manojo de llaves, y dijo al Rey de Espa- Rey de Francia le quisiera hacer merced al
ña: «¿A quién manda V. A. que dé aquestas Gran Capitán, de su vajilla de oro y plata que
llaves desta fortaleza?» El Rey respondió: allí tenía, que era muy buena y muy rica. Mos

«No pueden estar en mejor poder del que de Auberi y otros capitanes y señoress dij^H
le di
DEL GRAN CAPITÁN 453

ron que se acordase S. A. queGran Capi-


el Despachado Rey de España se par-
esto, el
tán era el más liberal de aquel tiempo, y que tió para España, rogando al Gran Capitán que

de una vez sola había dado á mos de Ravas- si alguna mejoría tuviese la Duquesa que la

tain, capitán suyo, más de doce mil ducados trújese consigo, y si no que él se viniese lue-
de valor, sin otros grandes servicios que en go á España. Partido el Rey para España, el
diversas veces á V. A. ha hecho; y pues Gran Capitán hizo un banquete á los señores
S. A. allí no tenía más que su plata, más valía y Grandes de Francia, muy costoso, y aca-
no le dar nada, pues no llegaba á lo que al bando de cenar vino el Rey de Francia y pre-
otro le había dado; y así se sobreseyó aqué- guntó qué hacía el Gran Capitán. El salió y le
llo. Verdad sea que él no lo tomara en ningu- dijo que acababan de cenar; y cabalgó el Gran

na manera. Capitán y fuéronse él y el Rey á la marina, y


El Rey de Francia iba muchas veces á visi- anduvieron paseándose toda la noche, porque
tar á la Duquesa de Sesa, y otras veces por era en principio de Julio, hasta que el sol
algunos grandes señores de Francia. El Rey salió, y allí se partieron entrambos: el Rey

de Francia, viendo la persona del Gran Capi- para Francia y el Gran Capitán á España.
tán y su gentil dispusición y su rostro, dijo
que bien merecía haber alcanzado nombre de
Grande, y que se podía comparar á cualquie-
ra varón antiguo. Tiénese por cosa muy cier-
ta que en estas vistas á estos dos Reyes les
COMIENZA EL DUODÉCIMO
pareció cosa muy fuera de razón que los
venecianos hobiesen tomado á los Reyes y Y POSTRERO LIBRO DE LAS COSAS QUE ACON-
señores de Italia tierras y estados y se las TECIERON AL REY Y Á GONZALO HERNÁN-
tuviesen ocupadas; así las que tenían por DEZ, GRAN CAPITÁN, DESPUÉS QUE VINO DE
fuerza como las que les habían permitido ÑAPÓLES.
tener por causas que para ello tuvieron.
Hallóse en aquella sazón Antonio Palavici- CAPÍTULO I

no, embajador del Papa Julio, que no sola- De cómo el Rey fué recebido en estos reinos, y
mente había movido á los Reyes, mas los asimismo el Gran Capitán, con lo que más
encendió y mostró por razones muy eviden- sucedió.
tes pertenecer enmedar una tal tiranía como
los venecianos habían hecho, en tener muchas El Rey se partió de Saona, como atrás diji-
tierras ajenas sin mirar más derecho, trayén- mos, encargando mucho al Gran Capitán se
doles á la memoria cómo los venecianos ha- fuese luego tras él; y que si la Duquesa se
bían tiránicamente ocupado en Sede vacante hallase en mejor disposición la trajese consi-
las cibdades de Arímino y Faenza, que eran go; y si no la inviase á Genova á cobrar su
del patrimonio de la Iglesia. El Rey de Fran- salud. Pues Rey partido fué á desembar-
el

cia se quejaba de los venecianos, que habían car á Valencia. Sabido en España quel Rey
quitado y usurpado del Estado de Milán á era desembarcado, todos los más Grandes y
Bresa, Bergamo, Cremona y Nema. El Rey de señores destos reinos fueron á recebir con
lo
España asimismo se quejaba que tuviesen muy grande asimismo los Grandes
alegría, y
venecianos las cibdades de Pulla y de tierra de Aragón, dándole á entender la común ale-
de Otranto, hecho este concierto de entender gría qué á todos alcanzaba de la próspera
en deshacer estos agravios. La Duquesa de vuelta y tan presta en estos reinos, aunque
Sesa se halló allí mal dispuesta; parecióle al los más estaban recatados de lo haber des-
Gran Capitán y á los Reyes se volviese á Ge- amparado en las vistas que se vio con el Rey
nova, adonde se pudiese curar. El Rey de don Felipe y fuera dellas. Mas el Rey con una
Francia le dio su litera en que fuese por tie- grande disimulación y alegre rostro no mos-
rra, é inviaron con ella muchos caballeros y traba tener enojo ni queja de alguno; antes
señores que la acompañaron hasta Genova, los recibía con grande alegría, que parecía
adonde le fué hecho muy solemne recibimien- haber olvidado del todo las injurias pasadas.
to, y todos entendían en su salud y en ser- Abrazaba á los unos y á los otros en tanta
villa. manera que quitaba la sospecha á muchos
454 CRÓNICA MANUSCRITA
que le habían ofendido, habiendo recebido hiciesen muy solene recibimiento al Gran Ca-
de beneficios y mercedes en tanta manera, pitán como á su mesma persona, porque se-
que Garcilaso de la Vega y don Antonio de ría muy servido dello. Sabido por el Gran
la Cueva, caballeros de muy buena sangre de Capitán las fiestas que en la cibdad le esta-
estos reinos, llegándole á le besar las manos, ban aparejadas, invió á decir á la cibdad que
les dijo: «Hasta vosotros me desamparastes, en ninguna manera entraría en la cibdad si
no habiendo recebido de mí malas obras». El aquel recibimiento no cesase. Vista la volun-
don Antonio le respondió, que era muy cor- tad del Gran Capitán, le prometió la cibdad
tesano y libre: «Señor, el sol más se ha de ado- de lo hacer así, y quitaron muy gran parte
rar cuando sale que cuando se pone. ¡Quién del; y entrado, no se pudo acabar con la cib-
creyera que un Rey de veinte y cuatro años, dad que todos los estados, así eclesiásticos
mozo y para vivir, muy liberal y dadivoso y como seglar, no saliesen, y todas las señoras
natural destos reinos, no se había de preferir por las ventanas, calles y tejados; que no se
á un Rey de la edad de V. A. y que en tres acuerdan haberse ayuntado en aquella cib-
días se había de morir!» Garcilaso le respon- dad tanta gente ni con tanta alegría. Venían
dió: «Señor, todos caímos en este yerro». El todos á le ver con grande admiración, por
Rey se rió de la libre respuesta de don Anto- ver aquel varón de quien tantas y tan famo-
nio y les dijo: «Vosotros seguisteis el más sas hazañas habían oído. El Conde de Oliva,
acertado consejo, de cuya causa ninguna cul- don Serafín Centellas, lo aposentó en su
pa se os puede atribuir». Todos tomaron casa, teniéndola tan aderezada como si el
con aquellas palabras tan alegremente di- Rey en ella se hobiese de aposentar. Invióle

chas osadía y atrevimiento de le llegar á á lamarina muchos caballos muy enjaezados


besar las manos y perder el temor y la ver- y muías muy aderezadas, y fueron tantos,
güenza. que ninguno vino á la cibdad á pie. Allí fué
El Rey con aquella su gran prudencia y visitado de todos los caballeros y de toda la
gravedad perdonó á todos humanísimamente cibdad con muchos regocijos y fiestas que le
los desacatos y poco miramiento que con él fueron hechas.
tuvieron en aquellas vistas, y asimismo per- Allí estuvo pocos días, y de allí se partió

donó á don Pedro Manrique, Duque de Náje- para Burgos, donde el Rey le estaba espe-
ra, que había recebido en su tierra á don rando. Llegado que fué á Burgos, iba tanta
Juan Manuel, de quien el Rey tanto enojo te- gente con él, así de sus criados como de la
nía, porque solo éste había sido parte para multitud y frecuencia de la gente que le
quél se fuese del reino; y pareció perder el acompañaba, que no cabían por los caminos.
enojo contra don Juan Manuel, aunque él se Parecía á las gentes que salían á mirar una
fué á Flandes para el Príncipe don Carlos, semejanza de algún grande ejército, viendo
heredero y propietario Rey destos reinos; y tantos soldados viejos y de tanta autoridad»
de ninguno tenía el Rey tanto enojo como de quien tantas valentías habían oído, como
deste don Juan Manuel, porque le fué gran de personas tan señaladas en las armas. Iban
deservidor y enemigo. allí muchos caballeros con ropas de diversas

Fué este don Juan Manuel un caballero de maneras de sedas y brocados y telas, y las
muy ilustre sangre deste reino, y de mucho robas con tantos cabos de oro y muchos pe-
valor, que se puede comparar á cualquiera de nachos de diversas maneras, con cadenas de
aquellos romanos antiguos, según las partes oro echadas del hombro por bajo del brazo
buenas que de caballero generoso tenía. izquierdo. Los caballeros á la brida con sillas
de acero al uso de Francia y de Italia y de
otras naciones. Iban entre ellos capitanes
CAPÍTULO II
que por sus esfuerzos habían adquirido fama
De cómo el Rey se fué á Burgos y el Gran y gran loor; así como, el Conde don Fernando
Capitán desembarcó en Valencia. de Andrada, Antonio de Leiva, que después
adquirió nombre de valerosísimo capitán,
El Gran Capitán llegó á Valencia y halló Manuel de Benavides, señor de Javalquinto,
quel Rey había dejado proveído que todos y Valencia de Benavides su hermano, Alonso
los grandes y pequeños de aquella cibdad de Carvajal, señor de Xodar, Diego García
DEL GRAN CAPITÁN 455

de Paredes, el cofonel, un hombre muy raro muy grande recibimiento, como á un gran
en las armas, Hernando de Alarcón, el Co- príncipe, de todos, grandes y pequeños.
mendador Rosa, Conde de la Torela, el Conde Llegados á Palacio, iba él el postrero de
Pedro Navarro, el coronel Cristóbal de Villal- todos; y apeándose á besar las manos al Rey,
ba, Cristóbal Zamudio, don Iñigo de Monea- que había salido al cabo de la sala á lo rece-
da, el capitán Pizarro, Espés, don Jerónimo bir, mostrando con el dedo una compañía de

Lloriz, Pedro de Paz y Carlos de Paz su pri- soldados, le dijo: «Por lo que agora veo,
mo, don Diego de Mendoza, Conde de Melito, Gran Capitán, que tú has muy bien pagado
Alarcón, los Alvarados padre é hijo, don Pe- lo que á estos soldados les debías, pues que

dro de Acuña, prior de Mecina, Iñigo López habiéndote seguido tantas veces en las bata-
de Ayala, don Hugo de Cardona, mosén Ho- llas y rencuentros, quisiste ser siempre el

ces, don Rodrigo Manrique, Diego de Vera, primero. Agora que es hecha la paz, mudan-
capitán de la artillería, el Comendador Gó- do la costumbre, con mucha razón les per-
mez de Solís, Hernán Suárez el de Sevilla, Gil mites que vayan delante de ti, adonde lo
Nieto, Alonso Montañés, Juan Coello capitán. alabo con mucho amor». Y dijo la verdad de
Escalada, el capitán Aguilera, el Comenda- lo que pasaba. Sábese de éste muy claro va-

dor de Trevejo, Sebastián de Vargas, Luis rón, que en las batallas y rencuentros que
de Herrera su primo, Martin de Tiesta, Gon- se halló, siempre su lanza fué la primera que
zalo de Aller, Olivera, Jorge Díaz, Oñate, Ri- acometiese á los enemigos y la postrera que
ñan, el Medina, los dos Morenos hermanos della salía. Teníale el Condestable muy ade-
y otros muchos, todos estos capitanes y rezada su casa, adonde posó. El Rey lo re-
soldados viejos; el capitán Mendoza y el ca- cibió con grandísima alegría y placer y le
pitán Carvajal, todos de grande esfuerzo y tuvo abrazado una pieza, y le besó en el ca-
fama; todos estos y otros muchos, que por rrillo, mostrando el mayor contentamiento

evitar prolijidad dejo de contar, iban tan del mundo. Allí le detuvo algunos días, don-
aderezados, que representaban una grande- de se hicieron muchas fiestas, y fué muy vi-
za de sus personas y con una gravedad, que sitado de todos, grandes y pequeños, con
á muchos ofendió la invidia de la entrada grandes alegrías, hasta que fué á Santiago
destos caballeros. de Galicia, adonde estaba prometido. Y lle-
gado allí, hizo muchas y muy grandes limos-
nas á la iglesia de Santiago, y dio allí una
CAPITULO III
lámpara de plata, que es la mayor y mejor
De cómo el Gran Capitán llegó á Burgos, y del que hoy allí está.
recibimiento que le fué hecho, asi por el Rey De allí volvió á la Corte. Veyendo don
como por los Grandes del Reino. Juan Téllez Girón, Conde de Ureña, las cosas
y corte que el Gran Capitán consigo traía y
El Gran Capitán llegó muy cerca de la cib- la sospecha grande que tenía quel Rey no le
dad de Burgos. El Rey mandó que todos los daría el Maestrazgo de Santiago, según por
Grandes señores y caballeros y el estado ecle- grandes conjeturas lo vía, dijo que le parecía
siástico y los Comendadores de Santiago, Ca- el Gran Capitán semejante á una gran carraca,

latrava y Alcántara le saliesen á recibir á cier- la cual tiene gran necesidad de mucha agua y

ta distancia fuera de la cibdad. Estando to- mucho hondo para poder navegar, porque de
dos los Grandes que en la Corte se hallaron otra manera serále forzado encallar adonde
para salir al recibimiento, dijo don Fadrique hobiere poca hondura: queriendo claramente
de Toledo, Duque de Alba, á los otros Gran- decirque el Rey don Fernando no daría lugar
des: «¿Cómo llamaremos al Gran Capitán?» para que aquella carraca tuviese hondura en
Respondió don Bernardino de Velasco, Con- que navegar; como si dijese que quedaría en-
destable de Castilla: «Llámele cada uno como gañado de sus esperanzas, con las cuales el
le pareciere; qué en sangre es tan bueno Rey lo trajo de Ñapóles, como después lo
como el mejor de España, pues en valor, en vimos que se hizo con él. Decía el mismo
fama y en la honra, así de la que ha ganado Conde que se había anegado aquella tan
por su persona como de la que ha dado á gran carraca en las grandes rocas y arenas
estos reinos, ya lo veis». Allí le fué hecho de la invidia.
456 CRÓNICA MANUSCRITA
zas como en autoridad en este reino. Trata-
CAPITULO IV ban entre sí como aquellos que posaban den-
tro de una misma casa. Hicieron sus amista-
De lo que Gonzalo Hernández, Gran Capitán, des en gran secreto. Había pocos días que el
hizo después que de la romería de Santiago Condestable estaba viudo, que se había falle-
volvió á la Corte. cido doña Juana de Aragón, hija del Rey, aun-
que bastarda. Concertaban quel Condestable
Vuelto, pues,el Gran Capitán de Santiago á casase con su hija doña Elvira de Córdoba; y
la Corte y estando en ella algunos días, al Condestable se le había entibiado y aun en-

pidiendo muchas veces al Rey cumpliese con friado el amor que al Rey tenía, y entre cosas
él lo que con tantas promesas y juramentos en que del Rey fué desfavorecido, fué porque
le había prometido, mostrándole su cédula fir- el Alcalde Mercado, por pasión particular que

mada de su nombre, que le diese el maes- contra el Condestable tenía, buscando en los
trazgo de Santiago, y juntamente con la cédu- procesos de todos los escribanos, halló haber
la mostraba la suplicación que S. A. había en los tiempos pasados, más de veinte años
hecho al Papa y la confirmación á las espal- atrás, un mayordomo (') deste Condestable
das della del Papa, con todas las solemnida- de la su Casa de la Vega, que á la sazón esta-
des que para ello se requerían, el Rey no sólo ba en la Corte, que había venido llamado por
no se lo quiso dar, mas antes se comenzó á no el Condestable. Este Mercado lo prendió y
le mostrar el calor y favor que le solía hacer. sin haber parte quejosa lo condenó á muerte.
Así que el Gran Capitán, en lugar de obtener El Condestable fué á suplicar al Rey por aquel
aquella merced tantas veces prometida del su mayordomo, dando causas bastantes para
maestrazgo de Santiago, cobró en la Corte que se le perdonase la vida, y más no queján-
enojo, pesadumbre, disfavor del Rey, el cual dose nadie; y ya que S. A. aquello mandaba,
con dilaciones y esperanzas vanas trabajaba le diesen otra pena de las que el derecho per-

de lo entretener y dábale á entender que no mite. El Rey no quiso, sino que le cortasen la
le quería dar lo que le había prometido. cabeza, y así se hizo; de que el Condestable
Veyendo el Gran Capitán quel Rey le daba quedó muy afrontado y con mucho enojo,
á entender que no le daría el maestrazgo de porque le pareció ser hecha aquella muerte
Santiago, y aun mostrándole gran disfavor, con pasión. El Rey alcanzó á saber el trato
que consultando el Rey sobre inviar capitán y del casamiento y hubo grande enojo dello,
gente á la batalla de Rávena, como invió al porque tenía pensado de casar á esta doña
Comendador Gómez de Solíscon su gente de Elvira con su nieto don Juan de Aragón, hijo
guerra, entraban en este Consejo otros Gran- del Arzobispo de Zaragoza; y la Reina doña
des y señores de la Corte que nunca se Germana dijo un día al Condestable: «Muy
habían hallado en la guerra, y jamás fué maravillada estoy de vos. Condestable, ha-
llamado Gonzalo Hernández, estando allí, y biendo sido casado con hija del Rey mi señor,
nunca le fué pedido parecer ni fué hablado en querer agora casar con hija del Gran Capitán,
ello, y más seyendo guerra contra franceses. aunque él merezca tanto». A lo cual el Con-
Visto esto por el Gran Capitán, que el Rey no destable respondiómuy libre y avisadamente:
cumplía con él, comenzó á quejarse á sus ami- «Yo, señora, en este caso tengo muy buen
gos de la sinrazón y injuria que el Rey le ejemplo entre las manos y sin ir á buscarlo
hacía y á les descubrir el gran descontenta- fuera de casa. También el Rey mi señor,
miento que del Rey tenía; y esto hacía con habiendo sido casado con Reina doña Isa-
la

gran dolor que tenía de haberle faltado á la bel, la más valerosa y más rica de todas las
palabra el Rey. Y entre otros á quien se que- mujeres, casó después como V. A. sabe, aun-
jó fué á don Bernardino de Velasco, Condes- que en sangre sea tan principal». Creyóse que
table de Castilla, que era grande amigo suyo desta respuesta quedaron el Rey y la Reina
y muy aficionado al Gran Capitán por su per- tan enojados, que no lo pudiendo disimular, lo
sona y grandes hechos, á quien la invidia no mostraron claramente contra el Condestable
había hallado algún lugar para le ser contra-
rio. Era este Condestable el principal Grande O Al margen: «Este
cierta persona, cosa
mayordomo habia muerto á
que estaba ya olvidada <in haber
y señor destos reinos, así en estado de rique- parte quejosa*.
DEL ÜRAN CAPITÁN 457

y el Gran Capitán, y luego lo mostraron en lequerer hacer ni hablar en ello. La intinción


algunas cosas. Y entre otras fue que el Rey y delRey era hacer al hijo Arzobispo de Tole-
la Reina habían mandado, y así se había hecho do para se ayudar del, así de las rentas como
siempre, que cuando la Reina salía, el Gran del favor,cuando la necesidad se ofreciese;
Capitán la llevaba de la rienda; y dende ahí porque teniendo aquel Arzobispado de su
adelante mandó el Rey que el Gran Capitán mano, como tenía los maestrazgos, no te-
no la llevase de rienda, sino don Fadrique de mería la fortuna por más adversa que se le
Toledo, Duque de Alba; y así fué hecho. mostrase.
Aconteció llegar en Palacio á ver al Rey y El Rey, sabido quel Jiménez con el favor del
mandarle que esperase, y entrar otros que Condestable y Gran Capitán había rehusado
podían entrar después del. Y esto vi yo algu- la permutación de los arzobispados, concibió

nas veces año de mil quinientos y once años, muy grande enojo contra ellos por favorescer
estando en esta cibdad de Sevilla. al Jiménez, y esperaba tiempo y lugar para se

lo dar á entender á cada uno dellos. En este


mesmo tiempo comenzó la fortuna á mostrar
CAPÍTULO V su cara contraria Gran Capitán,
al y fué la
De lo que al Condestable y al Gran Capitán ocasión lo que aquí diremos.
pasó con el Rey.

En este tiempo el Rey comenzó á tratar con


CAPÍTULO VI

don Frey Francisco Jiménez, arzobispo de De lo quel Gran Capitán pasó con el Rey
Toledo, de orden de Sant Francisco, al
flaire sobre los negocios de don Pedro de Córdo-
cual la Reina (') lo había elegido por confesor ba, Marqués de Priego, su sobrino, á quien
seyendo de muy buena vida, y le había dado derribaron á Montilla.
ella y el Rey el arzobispado de Toledo, y des-
pués fué Cardenal de España, hombre de En este tiempo don Pedro de Córdoba,
grandes méritos y valor, así en la religión Marqués de Priego, hijo mayor y heredero de
cristiana como en las cosas que tocaban á la don Alfonso de Aguilar, hermano mayor del
gobernación del reino. El á sus expensas Gran Capitán, vino á la Corte á ver á su tío
ganó la cibdad de Oran, hallándose presente á y por besar las manos al Rey, que después
la conquista y toma della; y hizo aquella Uni- que vino de Italia no lo había visto ni venido
versidad que es hoy tan célebre en estos rei- á le besar las manos. Vino muy bien acompa-
nos, de Alcalá de Henares, con otras muchas y ñado y trujo consigo muchos caballeros de
muy buenas cosas, que por no tocar á la his- Córdoba y muchos caballos y aderezos dellos
toria dejo aquí de relatar. que dio y repartió por la Corte. Y estando en
Pues como el Rey tratase con el Jiménez la Corte halló á su tío el Gran Capitán muy
que permutase el arzobispado de Toledo con enojado, porque el Rey no le guardaba la fe
el arzobispo de Zaragoza, su hijo, lo cual prometida; y habiendo visto la cédula y con-
el Jiménez rehusaba de no lo hacer, antes firmación della del Papa Julio del maestrazgo
seyendo apretado decía que se volvería á su de Santiago, como este don Pedro era caba-
monasterio á vivir vida privada en su celda y llero animoso y muy libre, mal contento del
refitorio antes que hacer tal permutación, Rey y enojado, se volvió á Córdoba, adonde,
trató y rogó al Condestable y Gran Capitán con la autoridad que de su abuelo y padre
le ayudasen y favoresciesen para que él no había heredado, era muy señor en aquella
recibiese aquella afrenta. Al Condestable y cibdad y tenía en ella gran reputación. Por-
Gran Capitán pareciéndoles aquello grande que la casa de Aguilar descendía de aquellos
infamia que se hacía á la Reina doña Isabel caballeros que por servir á Dios y á su Rey
muerta, retractar y deshacer aquello que la habían sido los principales de echar de ella á
Reina había dejado hecho fundado en religión, losmoros y servir al Rey don Fernando el
comenzaron á favorescer [lej. Con este favor, Santo para que la ganase; y así se había per-
comenzó el Jiménez con ánimo constante á no petuado el valor y poder destos caballeros
en aquella cibdad. Y también habían ganado
(«) Dona Isabel. mucha autoridad y reputación estos hijos
458 CRÓNICA MANUSCRITA
desta muy ilustre Casa de Aguilar, así como
el Conde don Martin de Alcaudete, y don
CAPITULO VII

Diego de Córdoba, alcaide de los Donceles, De lo quel Rey hizo, vista y sabida la prisión
que agora es su sucesor don Luis de Córdoba, del alcalde Herrera en la villa de Montilla.
Marqués de Comares; y don Diego de Cór-
doba, Conde de Cabra, cuyo nieto es el Du- El Rey, visto aquel desacato, mandó que se
que de Sesa don Gonzalo Hernández de Cór- aparejasen las cosas necesarias para castigar
doba, y don Francisco Pacheco. Todos estos aquel insulto, y encomendó aquella jornada
j

caballeros hm sido en los tiempos pasados y al coronel Cristóbal de Villalba y al alcalde

agora en los presentes de gran valor, así en Cornejo; y el Rey mismo en persona determi-
la paz como en la guerra, de quien las his- nó de ir á Córdoba. El Marqués, sabida la vo-
torias pasadas y la memoria y vista de los luntad del Rey, determinó de se defender
hombres están llenas. como varón, porque quieren decir que tenía
Pues este don Pedro, Marqués de Priego, hecha liga y amistad con algunos señores de
por este gran favor que en aquella cibdad la Andalucía, que tenían sus descontentos
tenía, algunas veces era enojoso al Rey; y del Rey. El Gran Capitán y el Condestable y
más agora que iba muy enojado por lo del otros algunos señores le suplicaron al Rey,
tío. El Rey invió un alcalde de Corte, llamado sin lo saber don Pedro, que le trairían al
el

el licenciado Herrera, á Córdoba, mandando don Pedro para que de rodillas pidiese per-
aldicho don Pedro que se saliese de Córdo- dón á S. A. del yerro que como mozo había
ba y se fuese á una de las villas, como ha- hecho; y juntamente le escribió al don Pedro
cían los otros caballeros de aquella cibdad; y que no curase de defenderse ni hacer alguna
invió á mandar á los Veinte y cuatro de la mes- alteración; que si viniese á la Corte, quel Rey
ma cibdad que diesen favor y ayuda al alcal- lo perdonaría; lo cual por los muchos ruegos
de Herrera para que el Marqués de Priego se é importunidades determinó de ir. El Rey es-
saliese de Córdoba y se fuese á su casa. Lle- taba esperando en lo que paraba la deter-
gado el alcalde Herrera á Córdoba y habien- minación del don Pedro. Sabido que iba á
do llamado á los "Veinte y cuatro caballeros Castilla á lo que el Gran Capitán le mandaba,
de la cibdad enel cabildo y ayuntamiento, y luego el Rey se partió para Córdoba. Yo oí
notificado á aquellos caballeros el manda- decir á Gonzalo Hernández de Córdoba, co-
miento del Rey, de todos fué obedecido si no mendador de Manzanares, hijo de don Alfon-
fué del Marqués don Pedro, que con una sú- so de Aguilar, que vio una cédula en poder
bita ira y acelerado enojo mandó prender al del secretario, que perdonaba al Marqués,
alcalde Herrera y llevarle preso á la su villa con que por espacio de tantos años (') si el|
de Montilla, y ponerlo á buen recaudo en la Marqués respondiese que no quería venir á
fortaleza. la Corte, y otros algunos lo afirmaban haber
Era esta villa de Montilla una villa de sus visto el perdón. Mas atraído, pues, el don

pasados, cerrada y con una fortaleza muy Pedro por las promesas del Gran Capitán y
fuerte y muy grande, la mejor que había en del Condestable y otros señores de la Anda-
toda la Andalucía; que ya fué tiempo que es- lucía, sus consortes y aliados, y llegado an-
tuvieron aposentados en ella el Rey y la Rei- te el Rey y habiéndole demandado perdón
na doña Isabel, y las Reinas de Ñapóles vieja con toda la humildad que fué posible, no lo
y moza y los señores della y sobrado apo- quiso perdonar, antes lo desterró cuatro le-
sento en ella El Alcalde dijo al Marqués: guas desterrado de la Corte y que allí an-
«Vayase V. S. á Sant Jerónimo, que es una duviese so ciertas penas. Mandó luego por
legua de la cibdad, que yo inviaré luego á su decreto que la fortaleza de Montilla fuese
llamar á V. S. que se vuelva á Córdoba, sola- derribada hasta los postreros fundamentos
mente que se cumpla el mandamiento del de ella, para que fuese testimonio este casti-
Rey, que V. S. salió de la cibdad»; lo cual el go contra los caballeros que contra los man-
don Pedro no quiso obedecer. Verdad sea damientos reales se opusiesen. De donde
que dende á tres ó cuatro días lo mandó sol- don Pedro quedó muy quejoso del Gran Ca-
tar y que se volviese á la Corte, lo cual él
(0 Todo este páirafo está obscuro y falto de algunas
hizo. palabras.
DEL GRAN CAPITÁN 459

pitan por haberle mandado ir á la Corte sin que renunciase el derecho que tenía al Maes-
tener seguro del Rey; porque él hiciera, como trazgo de Santiago y al Rey diese por quito
solía decir, que se lo dieran, como pareció, si de la promesa hecha y la escritura fuese ras-
él se estuviese quedo. gada y dada por ninguna. A esto respondió
Gonzalo Hernández nunca pudo alcanzar el Gran Capitán que no quería ser tan mal

con el Rey que aquella fortaleza edificada, de mirado que él renunciase el derecho de la
sus pasados, adonde él había nacido ('), edifi- promesa Real; porque antes quería mostrar
cada con tan grandes gastos y expensas, fuese la causa de una muy justa querella que no

agora derribada por el suelo. Los embajadores aceptar una recompensa tan desigual. Al
de Francia y el mismo Rey Luís le escribió Condestable se le acrecentó el enojo por ver
que era razón, en cuenta de ducientas cibda- el odio del Rey y no poder hacer en ello lo

des y setecientas y tantas villas y castillos que deseaba y tenía concebido en su pecho;
quel Gran Capitán había ganado para la Co- odiado por su grandeza, se le causó un des-
rona real de España, se diese en recompensa contento y desabrimiento; murió antes de
la ruina de un solo castillo, en el cual el Gran tiempo. No faltó quien dijo haber sido ayuda-
Capitán había nacido. Ninguna cosa le apro- do para se ir al cielo.
vechó á don Pedro los ruegos del Gran Ca-
pitán y del Condestable, antes quieren decir
CAPÍTULO VIII
que le dañó mucho, por el descontento que
el Rey tenía dellos por haber favorescido al De lo que el Gran Capitán hizo veyendo el odio
Jiménez, arzobispo de Toledo. y voluntad contra él del Rey.
El coronel Villalba y alcalde Cornejo con
gente de guerra llegaron á Montilla y traje- El Gran Capitán, visto lo poco que á su
ron de la tierra de Córdoba muchos azadone- sobrino aprovechó, antes quieren decir que le
ros, y en breves días la arruinaron hasta los dañó, muy enojado y mal contento de las
cimientos. Y estando gran pieza de labradores afrentas que del Rey recebía cada día y cada
de la tierra derribando un gran lienzo de un como dijimos, está
hora, se retrujo á Loja, que,
largo muro, para que todo junto cayese, ocho leguas de Granada, huyendo de las ofen-
cuando cayó tomó en bajo gran número de sas que en la Corte le eran hechas por la
aquellos azadoneros y de aquellos que la de- voluntad del Rey, y esperar allí que aquella
rribaban. Venida la nueva á Gonzalo Hernán- invidia diese algún lugar y el Rey se amansa-
dez, dijo claramente ser muestra que se de- se y se acordase de no dar lugar á invidiosos
fendiera Montilla, seyendo viva, pues con y á sus enemigos, que ofendidos del resplan-
su ruina ha muerto á tantos. dor de sus hazañas siempre le dañaban con
El Rey don Fernando siempre estuvo firme el Rey.
y recio en el derribar á Montilla y otras casas Pues estando allí en Loja en aquel reposo,
de caballeros de aquella cibdad y tomadas estuvo dos años, unas veces allí en Loja,
las haciendas y afrontando á personas della otras veces en Granada, donde vivía al pare-
culpadas en la prisión del Herrera. Lo cual cer contento, conservando siempre su repu-
todo restauró el Gran Capitán comprando tación y casa; que nunca faltó su plato y cria-
las haciendas y edificando las casas y satis- dos con aquel aderezo de casa y aparato de
faciendo á los hijos de los muertos. El Rey, oficiales y caballeros que acompañaban á su
queriendo templar el rigor del mandamiento casa, que era una Corte. Gozaba y gastaba de
y su ejecución mandó que al Gran Capitán, sus riquezas, que no eran pocas sino muchas,
en lugar de Montilla, se le hiciese merced de y de su gloria, aunque era opresa antel Rey
lacibdad de Loja, la cual está de Granada de la invidia de sus enemigos. Hacía poco
ocho leguas en una vega muy apacible y cer- ejercicio y desde allí socorría á muchos, así
cada de grandes sierras alderredor, y trató criados como otras personas necesitadas, con
con él que le daría aquella cibdad de Loja, de les dar gran parte de su hacienda. Ningún gé-
juro y heredad para él y sus sucesores, con nero de hombres hubo á quien no socorriese
en sus necesidades, los que le pedían suayuda
O
Al margen de letra moderna: «No es cierto». Y más
adelante: «Nació el Gran Capitán en Montilla», y aña-
y favor. Tenía tanto crédito y reputación, que
dido de lápiz: «Esta es equivocación». jamás pareció faltar en su casa aquella abun-
460 CRÓNICA MANUSCRITA
dancia de criados de servicio de Corte muy en Saona, como atrás hemos dicho, dentro de
principal, como de un gran príncipe. dos años que allí se vieron, entre otras cosas
En este tiempo frey Francisco Jiménez que allí trataron y hicieron sobre ellas ligas y

pidió alGran Capitán consejo y manera para conspiración, fué una que venecianos tenían
poder conquistar lacibdad de Oran en África, ocupadas tierras y estados al Emperador
porque quería apaciguar la invidia de los Maximiliano y al Rey de Francia y al Rey don
aragoneses y de los invidiosos de sus rentas Fernando de España y al Papa Julio, los cua-
con hacer aquella jornada de ir á conquistar tro mayores Príncipes de la cristiandad. Y el
la cibdad de Oran en la costa de Berbería; y Rey de Francia, que entonces tenía el ducado
el Gran Capitán le encaminó y le dio á Pedro de Milán tiranizado, por cobrar ciertas cibda-
Navarro, Conde de Oliveto; y aparejó una des que venecianos tenían ocupadas del dicho
gran flota y catorce mil hombres. Y dada por estado de Milán, les había dado una batalla
el Gran Capitán la industria y designios, lle- junto al río Ada, cerca del Pó, en que perdie-
garon á Berbería, yendo en la niesma armada ron las cibdades que de Lombardia tenían,que
el Arzobispo. Tomaron por fuerza de armas á eran Bresa y Crema y Bergamo y Cremona, y
Mazalquivir, un puerto el mejor que hay en les tomó Maximiliano á la ciudad de Verona,
toda la costa de África, que los antiguos lla- Vicencia, Padua y el Frívoli y Feltro. El Papa
maron Puerto grande; y una legua del hacia Julio con una banda de suizos había cobrado
levante tomaron á escala vista la cibdad de á Arímino, á Faenza y á Cervia y á Rávena y
Oran, y hicieron recogerse hacia dentro al Rey á otras tres del patrimonio de la Iglesia, y el
de Tremecén. Después desto el Pedro Nava- Rey don Fernando había cobrado sin batalla
rro, acostumbrado á la dichosa milicia del Gran las tierras que venecianos tenían en Pulla en
Capitán, tomó á Bugía y á Tripol de Berbería el reino de Ñapóles. Venecianos, aunque se
y hizo muy gran guerra á la costa de África, vieron guerreados de todos cuatro Príncipes
llevando consigo aquellos valientes soldados cristianos,no por ende perdieron el ánimo,
y gente de guerra acostumbrados (') siempre porque á todos respondieron y lo más torna-
vencedora. ron á cobrar, si no fué las tierras que tenían
en Calabria y la del ducado de Milán. El
CAPÍTULO IX
Duque de Ferrara, Alfonso de Este, en estas
En que prosigue la estada del Gran Capitán en guerras, con favor y ayuda del Rey de Francia,
Loja, con el discurso de su vida. había tomado á Rovigo, y el Papa Julio pedía
al de Ferrara las salinas, que eran del feudo

Estando, pues, el Gran Capitán en esta cib- de la Iglesia, lo cual el Duque no quiso, antes
dad de Loja, que á algunos les parecía estar las defendió por guerra y fué vencedor contra
como en un destierro honesto; y en la verdad la gente del Papa, porque le importaban
nunca jamás le faltó aquella grandeza de áni- mucho.
mo adquirida con tanta gloria, con la cual
medía las cosas prósperas
y adversas; el
CAPÍTULO X
Conde de Ureña preguntó á un caballero cria- De lo quel Papa y el Rey de Francia hicieron
do del Gran Capitán qué tan grande hondo después desto.
tenía en eWaguade Loja aquella gran carraca.
Lo cual sabido por el Gran Capitán, le dijo: El Papa, vista la rebelión del de Ferrara, lo
«Diréis al señor Conde que la carraca tiene descomulgó y escribió al Rey de Francia que
muy buenos lados y toda ella está bien forni- si no le favorescía que lo tenía por enemigo

da; que no espera sino que crezca e! agua y que no le faltarían amigos contra él y los de
para darlas velas al viento, que no suelen ser su liga. Enojado desto el de Francia, no le dio
siempre contrarios; y si la invidia y sus gran- nada por las descomuniones y censuras y fué
des victorias habidas en los tiempos pasados con muy grueso campo y echó al Papa de
no la estorbaran, habíasele ofrecido una muy Bolonia y trató de celebrar Concilio en Pisa
aplacible fortuna» ('). Y fué que de las vistas para descomponer á Julio, y no le faltaron
que los Reyes de Francia y España se vieron Cardenales para ello, diciendo, aunque falsa-
mente, que no había seído elegido canónica-
O Slc.
*) Signen cnatro lineas tachadas. mente, contra el cual los Reyes de España don

é
DEL ÜRAN CAPITÁN 461

Fernando, y don Enrique octavo, su yerno. Rey sen por elun costado en los franceses; y así
de Inglaterra, que en aquella ocasión era muy lo hicieron, y diéronse los españoles tan buen
católico y se llamaba Defensor de la Iglesia recaudo, que desbarataron la avanguardía
Romana, hasta que él comenzó á dejar y apar- francesa, aunque eran muchos. Visto por los
tarse de Dios y lo dejó Dios de su mano, y franceses que los españoles no acudían en
fué después muy mal hereje. Este Rey de In- favor de los suyos, entró un escuadrón de los
glaterra comenzó á hacer guerra á las cibda- franceses y dio en medio de los españoles;
des de Normandía por favorecer á la Iglesia como eran muchos y entraron de refresco,
romana. El Rey don Fernando, seyendo reque- diéronles muy gran priesa. Los españoles
rido del Papa para que le ayudase, lo hizo, iuviaron á decir al Virrey que les inviase dos
porque no podía dejar de favorecer á la Igle- escuadrones de infantería El Virrey tardó
sia romana, aunque fuese contra el Rey Luis, tanto en esto, que á la mesma sazón batió la
tío de su mujer, con quien se había confede- artillería francesa sobre la retaguarda de
rado en Saona. El Papa, visto cómo el Rey armas española. El Virrey pensó que todo era
don Fernando hacía un grueso ejército en perdido y comenzó á dudar qué haría. El
favor de la Iglesia, le dio la investidura del Conde Pedro Navarro y el capitán Zamudio,
reino de Ñapóles, á quien pertenece darla por veyendo la necesidad, tomaron dos escuadro-
ser aquel reino feudo de la Iglesia. Asimesmo nes de infantería, en que había cuatro mil
el Papa descomulgó al Rey don Juan de Nava- españoles y dos mil italianos, y fueron en
rra por estar ligado en la mesma cisma con socorro de sus compañeros; y dieron tan
el Rey de Francia y defender la rebelión con- recio y con tanto ánimo en la infantería de los
tra la Iglesia, y le privó del reino y lo otorgó franceses, que déla primera refriega mataron
al Rey de España, por ser defensor de la Igle- cinco mil alemanes con su capitán Jacobo, y
sia contra los herejes cismáticos, que hacía tras esto mataron cuatro mil gascones. Visto
división en la vestidura de Cristo, de donde por los franceses que no acudía la gente de
le fué quitado el reino de Navarra justísima- armas española, abrióse la retaguarda y toda
mente. Luego el Papa hizo liga con venecia- la gente de armas que no peleaba, y tomaron
nos y con el Rey don Fernando de España en medio hecho un cerco á nuestra infantería,
contra franceses, que estaban muy pujantes. digo á la que fué á pelear.
El Rey don Fernando mandó á don Ramón Visto por' el Virrey, pensando que los
de Cardona, Virrey de Ñapóles, aparejase un habían sumido y veyendo que de su avan-
muy grueso ejército para que se juntase con guardía quedaban pocos, túvose por perdido,
el del Papa, que tenía asoldados una gran ban- y fué huyendo con todos los que le quisieron
da de suizos y italianos. El Rey de Francia seguir; y aun dicen que no esperó mucho, que
tenía cercada á Rávena: el ejército del Papa y pocos le pudieron aguardar. Dos capitanes
el de España fuéronla á descercar. Llevaba el españoles caballeros huyeron con trescientos
Virrey de Ñapóles el mejor ejército que antes hombres de armas, cuyos nombres no quiero
ni después se ha visto en Italia; iban muchos decir, porque á sus hijos no alcance mal
señores y Grandes con él. Llegados á Ráve- nombre: el uno era castellano y el otro anda-
na, en la cual estaba Fabricio Colona, dióse la luz. El Sr. Fabricio Colona con otros caballe-
batalla, día de Pascua florida, que fué á diez ros que tenían la retaguarda quisieron ir en
y seis días de Abril en el mesmo año de qui- socorro de los suyos, y como los franceses
nientos y doce años. Aquella mañana llegó habían dejado la artillería en un cierto lugar,
M. Antonio Colona con tres mil infantes al lanoche que les tomó el paso, hizo mucho mal
campo de los españoles. en ellos, con la gente francesa que acudió,
fueron destrozados. Los infantes españoles
CAPÍTULO XI que habían quedado cercados de la gente de
armas francesa diéronse tan buen recaudo
De cómo pasó la batalla de Rávena entre el
que mataron setecientos hombres de armas
ejército del Rey de Francia y del de España
franceses.
y el del Papa Julio.
Estaban á esta hora los franceses tan per-
El Virrey mandó que la avanguardía, que didos, que no digo acudir el Virrey en socorro
eran los caballos ligeros, más de dos mil, die- de sus españoles, mas en no se menear, ó los
462 CRÓNICA MANUSCRITA
capitanes de gente de armas no iiiiir con los Ferrara; Zamudio, muerto; el Conde Estor, el
trecientos que dijimos, sino estar quedos, señor Juan, Conde romano, muertos; el Mar-
todos afirman y conciertan en esto, que los qués de Pescara, don Juan de Cardona, el
franceses fueran rotos y del todo vencidos; Marqués de la Padula y su hermano el Mar-
mas con la huida del Virrey y de los hombres qués de Bitonto; el Marqués de Fronte Petra,
de armas vieron todo el cuerpo del campo el Marqués de la Cela, el Duque de Gravina,

vacío, y así todos fueron desbaratados, muer- dellos muertos y dellos presos. Otros muchos
tos y presos. Los franceses tomaron mucha capitanes españoles, presos, y Alonso de Val-
armas y robaron el campo, que no
artillería y dés, capitán de la guarda del Rey don Fernan-
tuvieron fuerza para seguirla victoria. do, escapó con tres heridas. Otros muchos,
Los franceses tornaron sobre Rávcna y así del campo de los franceses como de los
platicaron de la tomar á partido; y estando españoles, murieron y fueron presos. Pedro de
haciendo la capitulación, entraron los france- Paz se fué la vuelta de Ancona con cierta
ses por otra puerta y dieron saco á fuego y á gente de caballo, y en el camino, en un mesón,
sangre. El señor M. Antonio Colona se retra- le mató un villano. Murieron de los españoles

con mil españo-


jo á la fortaleza y cibdadela y fueron presos hasta ocho mil infantes y
les y la defendió. del campo de
La pólvora hombres de armas.
los españoles á los primeros tiros se acabó
sin aprovechar nada. Todos los que en aque-
lla batalla se hallaron, sin faltar uno, afirman
CAPÍTULO XII Jll
que Virrey y la gente de armas españo-
si el De lo que el Papa hizo, habiéndose perdido
la no huyeran, aunque no pelearan, que los esta batalla con el Rey don Fernando, para
españoles hobieran la mayor victoria que que el Gran Capitán volviese á Italia. ^^
jamás habían visto; porque los franceses eran
dos mil lanzas gruesas, que son cinco mil lan- El Papa Julio quedó muy congojado t^
zas, y veinte y tres mil infantes. Los españo- haber perdido esta batalla por el descuido
les eran mil y quinientos hombres de armas y que hemos dicho y desorden. Hizo liga con ve-
dos mil caballos ligeros y jinetes, y catorce necianos, ya que con el Rey don Fernando la
mil infantes, los ocho mil españoles. tenía hecha, como hemos dicho. El de la Pali-
Visto por los franceses que el Virrey y gen- za comenzó á poner su gente en orden. El Rey
te de armas huía, cobraron ánimo y tuviéron- de Francia, quedando muy ufano con el suce-
se por vencedores; aunque Pedro Navarro so de la batalla, tenía concebidas en su pecho
tuvo por sí la victoria, desmayaron y hubo el grandes cosas. El Papa y venecianos escri-
suceso que decimos. Mos de Fox ('), capitán bieron al Rey don Fernando suplicándole muy

general, hermano de la Reina Germana, fué afectuosamente, y el Julio le ofreciendo gran-


muerto de la infantería española, y mos de des cosas, que inviase al Gran Capitán á Ita-
Alegre y un hijo suyo; el barón de Curano y lia, pues Dios le había criado para abajar la

el de Agramonte, muertos; mosén déla Gy.'-te, soberbia francesa, que cumplía á la salud de
muerto; Mulando, capitán de dos mil gascones, Italia y principalmente de la Sede apostólica,
muerto; el capitán Nóvete, sobrino del Carde- de sus dos Sicilias, que en todo caso pasase

nal de Nantes, muerto; Jacobo, capitán de dos el Gran Capitán á Italia. Al Rey don Fernan-
mil tudescos, muerto; Mojerón, capitán de do le pareció ser cosa muy acertada que la
hombres de armas, muerto; el capitán mos de ida del Gran Capitán no cesase, por el bien
Sones, capitán de gascones, muerto; el señor común de toda Italiacomo dijimos, de la
y, ]
de Unote, capitán, muerto. Murieron del cam- Iglesia y Ñapóles. Luego mandó y rogó muy
po de los franceses trece mil hombres, antes ahincadamente al Gran Capitán tomase este
más que menos. De los españoles é italianos, trabajo de volver á Italia y echar á los fran-
Fabricio Colona, preso y inviado á Ferrara; el ceses de aquella provincia, en lo cual haría á
Cardenal de Médicis, legado, que después Dios muy gran servicio y á su Vicario y á
fué Papa León, preso, inviado á Milán; Pedro toda aquella provincia y al reino de Ñapóles.
Navarro, herido á muerte, preso y inviado á Porque el Rey de Francia y sus aliados que-

rían inquietar aquella nación, y más seyendo


O En el mareen: »\ ésf sucedió en
la Paliza, capitán viejo».
el cargo moa de
herejes cismáticos contra el Santo Padre, tan

i
DEL GRAN CAPITÁN 463

canónica y santamente elegido. El Gran Capi- sa. Eran tantos los caballeros y gente de gue-
tán, con aquella obediencia que al Rey siem- rra, que no cabían en la cibdad.
pre tuvo, lo aceptó, y comenzó á poner en Con esta nueva que se divulgó en Italia de
orden la partida, porque la nueva del Papa y la ida del Gran Capitán, comenzaron los fran-
los de llamaban á voces desde Italia al
la liga ceses y enemigos á temer y no estar tan bra-
Gran Capitán, y los venecianos daban muy vos como antes. En sólo oír quel Gran Capi-
gran priesa; como cuando los romanos estan- tán pasaba, cesaron de tentar cosas que
do cercados de los franceses llamaban al antes tenían comenzadas, y los invidiosos
capitán Camilo para que los socorriese, escri- tuvieron lugar de aconsejar al Rey que el
biendo todos al Gran Capitán que aceptase Gran Capitán no pasase en Italia, porque
aquella empresa, en cuya venida estaba el desde allá cobraría lo que quisiese y po-
remedio de Italia y Ñapóles; y al Rey escre- dría mudar la fidelidad que debía y siem-
bían que el bien de la Sede apostólica y de pre había guardado. Mas lo principal fué que
toda Italia estaba en la ¡da del Gran Capitán, sólo, como hemos dicho, que fué sabido en

que sólo saber que persona del Gran Capi-


la Italia y Francia que la persona del Gran Capi-

tán era vuelta á Italia sería grande espanto á tán pasaba en Italia, el Duque de Ferrara se
los enemigos. El Rey, que aquello tenía por fué á echar á los pies del Papa, y el Rey de
muy averiguado, y el Papa, venecianos y los Francia y los de la liga temieron de intentar
de la Liga, pedían razón, y más creyendo que cosas nuevas.
los franceses y los de su liga tentarían algo,
así contra la Sede apostólica como contra el
CAPÍTULO XIII
reino de Ñapóles. Con mucho ruego y impor-
tunaciones, acabó con el Gran Capitán que De cómo el Rey don Fernando invió á mandar

tomase aquel trabajo de volver á Italia, en la al Gran Capitán que cesase la ida de Italia.
cual jornada serviría á Dios y á su Vicario y
á toda aquella provincia, donde él era tan Pues llegada la nueva al Gran Capitán en
querido y estimado. que le decía que la ida á Italia ya no era ne-
El Gran Capitán le respondió: «Yo, señor, cesaria, porque sabido en Italia que su per-
soy vuestra hechura y nací para os servir. Yo sona pasaba en aquella provincia todo se
acepto la jornada, aunque en ella pierda la había allanado, así que él desde acá, con sola
vida. Lo que á V. A. suplico es mande con su fama, había vencido los enemigos; así que
brevedad despachar lo que conviene para la despidiese la armada que ya estaba apareja-
armada y gente de guerra, porque muchas da en Málaga; y asimismo despidiese á los
cosas hay que con la dilación se mudan y soldados y gente de guerra, y mandó hacer
empeoran». Luego el Rey escribió al Papa y grandes procisiones y suplicaciones á Dios,
venecianos cómo el Gran Capitán sería muy que había sido servido de vencer á sus ene-
en breve en Italia. migos y apaciguar á Italia, para que la Sede
Sabido en la Corte y en todo el reino que apostólica y el Vicario de Dios estuviesen li-
el Gran Capitán volvía á Italia, muchos caba- bres de guerra. Fué cosa muy averiguada
lleroá y señores se aparejaron para ir con él, que el Gran Capitán jamás, en cuantos días
y entre ellos el Duque de Villahermosa, don vivió, le llegó nueva tan adversa, ni que tanto
Fernandode Andrada, don Diego de Mendoza quebrantase aquella su grandeza de ánimo,
y muchos caballeros y muy principales, y mu- nunca vencida, como ésta, ni á sus caballe-
chos hijos de señores, codiciosos de emplear ros, soldados y gente de guerra. Aquel varón
sus personas en servicio del Rey y del Papa y que jamás golpe de fortuna ni adversidad
para ganar honra. Despedido el Gran Capitán pudo mellar en él cosa alguna, hizo tanta im-
del Rey y de toda la Corte, se fué á la cibdad presión en él, que nunca lo pudo disimular,
de Antequera, que estaba en buen comedio y que así le derribó aquella gran fortaleza de
siete leguas de Málaga. Muchos caballeros su ánimo; porque pensaba con aquella gue-
vendieron sus haciendas y patrimonios para rra, en la cual determinaba mostrar su gran-
ir con el Gran Capitán. Pues el Gran Capitán de ánimo, esfuerzo y valentía, sojuzgar la
comenzó á aparejar todas las cosas que para envidia y quebrantar la maldad de sus ene-
tal jornada convenía y á darse muy gran prie- i niigos. Entonces dijo delante de todos: «El
464 CRÓNICA MANUSCRITA
señor Conde de Ureña ha salido muy cierto Fué estimado el valor de lo que los mercade-
y ha sido grande adevino contra lo que yo res tuvieron en más de cien mil ducados; lo
pensaba; pues que mi carraca, movida de cual todo y lo que el Gran Capitán tenía, que
la corriente del agua, llevando las velas hin- era mucha más cantidad, fué repartido por
chadas del viento le ha faltado en medio de los caballeros y soldados. Y allende desto,
su viaje. ¡Tanta fuerza ha tenido la invidia!». porque ninguno quedase sin que le cupiese
Pues llegada la nueva en que el Rey man- parte, metió á saco todos los aderezos y jo-
daba que la ida cesase, hizo un razonamiento yas de su mesma casa. Visto esto por un
á los soldados y gente de guerra con mucha criado suyo del Gran Capitán, le dijo: «No sé
prudencia y gravedad, consolándolos y ro- yo, señor, qué exceso hicieron estos vuestros
gándoles tuviesen sufrimiento, pues, burlados bienes, ganados con tantos trabajos y peli-
de la inconstante fortuna, habían perdido la gros de vuestra persona, que por cierto no
ocasión de mostrar su esfuerzo y valentía se lee dar ningún Príncipe en muchos días lo
para ganar muy grande honra y gloria; y que que vos en un solo día de vuestra hacienda
él con sus privadas riquezas les satisfaría de habéis dado. ¿Que más podría V. S. hacer en
manera que no se arrepintiesen de la voluntad casa del enemigo que hoy habéis hecho en
con que se movieron á le servir; y lo restante vuestra propia casa?».
esperasen de la liberalidad del Rey, al cual él Quedaron con el Gran Capitán hasta cin-
los encomendaría con sus cartas; y que desto cuenta caballeros de sus continos y criados, de
no tuviesen ninguna duda, que á todos haría muy buen lastre, sin los otros oficiales y cria-
muy largas mercedes. «En lo que á mí toca, yo dos de casa, con otra mucha gente que sin
repartiré con vosotros de lo que yo tuviere». servir estaban en casa. Lo cual veyendo el

Acabada la plática, don Rodrigo de Vivero, contador Franco, le dijo: «Señor, en esta casa
un caballero muy principal de Castilla, en hay muchos de que V. S. ninguna necesidad
nombre de todos respondió al Gran Capitán: tiene dellos». El Gran Capitán le respondió:
«Excusado será decir á V. S. la pena que «Amigo, si yo no tengo necesidad dellos,
estos caballeros han tomado en les faltar la ellos la tienen de mí».
ocasión que se les ofrecía para servir á V. S. En la casa del Gran Capitán todos los ca-
y mostrarla por la obra; porque tenían por balleros y criados no juraban, no jugaban, no
muy buena ventura de acompañar la persona andaban en disoluciones ni adulterios; no ha-
de V. S. y seguir su milicia, de donde sacasen bía bullicios; todos vivían en grande obser-
el fruto que de tal jornada se les podía se- vancia, ocupados en ejercicios de guerra,
guir. Lo que suplican estos caballeros, seño- muy contentos con haber pasado la vida en

res y soldados es que V. S. I. los tenga por servicio delRey y del Gran Capitán, sin ha-
perpetuos servidores, y por tales tenga siem- ber hecho las cosas que los otros en las gue-
pre memoria de nos mandar; porque todos la rras suelen hacer. En este estado estuvieron
tememos cada que supiéremos que nos haya marido y mujer y hija, usando siempre del
menester sin ser llamados». El Gran Capitán oficio de la liberalidad y muy gran caridad
les dijo que dentro de tres días les hablaría con todas las gentes que á gllos venían, que
para les dar á todos lo que pudiese haber en eran muchas, y ninguna iba sin llevar lo que
su casa; y al tiempo que prometió, les dio á pidía: que claramente se vía acrecentalles
todos parte en dineros repartidos entre los Dios los bienes y riquezas para usar dellas
soldados, parte en plata labrada, parte en para lo que fueron criadas, que es para las
piezas de brocado, telas de oro, muchas pie- distribuir, como este clarísimo varón lo hacía.
zas de sedas y rasos, damascos y paños de Decíame Juan López de Horna, aposenta-
grana, caballos ríiuy hermosos, tiendas labra- dor mayor suyo, que eran tantos los Grandes,
das,muchas armas muy ricas y doradas, ca- caballeros y otras gentes que ordinariamente
mas de campo de brocado, de carmesí y de venían á visitar al Gran Capitán en este tiem-
seda y de tafetán de colores, que los merca- po que en Loja estuvo, que ningún día hubo
deres de Valencia, de Córdoba, de Toledo, que él ni otros tres aposentadores pudiesen
de Medina del Campo, de Sevilla, de Gra- reposar, á los cuales les daban todas las cosas
nada y de otras muchas partes por ganar en en tanta abundancia como en casa de un gran
ellas como ganaron, las habían allí traído. Príncipe, que parecía una gran Corte.
DEL GRAN CAPITÁN 465
CAPITULO XIV mucho en saber lo que en aquella sazón en
mundo pasaba, de donde podía
las partes del
De lo que sucedió al Gran Capitán después de
ser avisado. Y ciertamente en aquel tiempo,
los negocios pasados.
que serían dos años, pasaron cosas así en la
Todos los más del reino tenían por cierto cristiandad como en las tierras de los infieles
que quedaba el Gran Capitán tan gastado de que sería luenga historia de todas
relatarlas;
las grandes dádivas y liberalidades que á to- las cuales el Gran Capitán fué avisado y se
dos había dado, y que teniendo empeñadas recreaba de oirías y tratar dellas. En estos
muchas villas de su estado, que no podría dos años con una aparente alegría pasaba la
cumplir con los intereses, de cuya causa era vida, mostrando gran contentamiento de nun-
imposible no quebrar y faltarle aquella gran ca haber hecho cosa contra su honor ni honra.
corriente de su reputación y crédito tan En este tiempo adoleció de una cuartana
grande; y sus enemigos, aquellos que la invi- doble, muy mala de curar, porque concurrie-
dia de sus hazañas los tenía ciegos, se reían ron en ella la mala digestión de sus negocios,
mucho dél, publicando serle forzoso venir en haber venido en España con la esperanza del
pobreza y quiebra grande, espantados de ha- maestrazgo de Santiago, y por verle suceder
ber dado tan gran saco á su casa por cum- las cosas al contrario de sus pensamientos, y
plir con todos cuantos dél se despidieron, más seyendo ya de sesenta y dos años. Fué
que sin duda parecía una real riqueza. Díce- llevado á Granada en el año climatérico de
se que un poeta siciliano en esta sazón dio al su edad, en el cual la edad hace un curso muy
Rey don Fernando un libro de versos en latín dificultoso y muy pernicioso á la vida, en el
porque eran en su loor, y el Rey le mandó cual se ayuntan siete veces nueve y nueve
dar cincuenta ducados. El poeta se fué á veces siete, en la cual edad mueren los más
Loja y hizo hasta trecientos versos en ala- hombres de los mortales. Crecióle tanto la
banza del Gran Capitán, al cual mandó dar cuartana con el humor melancólico que se le
dos mil ducados. Sabida por el Rey la libera- había accidentalmente adquirido, que des-
lidad que el Gran Capitán con el poeta había pués de haber recebido todos los Sacramen-
usado, dicen que dijo: «Si algún día vivimos, tos como muy gran cristiano, pidiendo á Dios
veremos avadar la liberalidad del Gran Capi- perdón de su vida pasada, y conociendo
tán». Y allí en Loja, adonde se retiró, tenía á Dios, murió en los brazos de doña María
muy gran contentamiento, porque á nadie Manrique y de doña Elvira Manrique, su hija,
había faltado de los que á él se encomenda- que fué un domingo á dos días de Diciembre
ban con su hacienda, que parecía que Dios se del año de nuestra reparación de mil y qui-
la acrecentaba milagrosamente. Tenía él allí nientos y quince años. Vivió sesenta y dos
en aquel reposo mucha alegría, así por las años y tres meses y once días. Fué deposita-
cosas pasadas, de que tanta gloria había gana- do en la iglesia de San Francisco de aquella
do, como por haber siempre socorrido á sus cibdad de Granada, hasta que se hiciese una
amigos y criados con su persona y hacienda. capilla en Sant Jerónimo de aquella cibdad; á
En este reposo estuvo en Loja dos años con la cual fué después trasladado en el año de
aquella grandeza de ánimo y reputación, pen- mil y quinientos y cincuenta y dos años.
sando siempre y hablando en cosas altas y Murió el Gran Capitán cincuenta y dos
grandes con los caballeros y señores de que días antes que el Rey don Fernando murie-
allí era visitado, aquellos en quien la invidia se; porque el Gran Capitán murió, como he-
no había hallado aposento ni lugar, los cuales mos dicho, á los dos días de Diciembre del
se admiraban de ver en Loja una Corte de año de quince, y el Rey luego adelante á
caballeros y criados de tan buen lustre y tan veinte y tres días de Enero entrando el año
bien y ricamente tratados, que parecía no de diez y seis; así que son cincuenta y dos
haber expendido nada de sus riquezas pasa- días antes; en lo cual le hizo Dios gran mer-
das, con aquella grandeza de su ánimo, por- ced, porque si el Rey muriera antes, no lo
que de aquello tomaba contentamiento. dejaran sin que quisiera ocupar lo que le era
Había inviado con grandes expensas y gas- debido y otras novedades, que aunque eran
tos á personas acomodadas para aquello en ajenas de su condición, suelen los tiempos
África, Asia y Europa; porque se deleitaba mover estos humores.
Ciúnlcax dfl. (Irán Ca¡i/tán.— 30
466 CRÓNICA MANUSCRITA
Decíame doña Francisca de Córdoba, Mar- causas, que son grandes, principalmente por
quesa de Gibraleón, su nieta, que doña Ma- loque toca á vos, me ha pesado mucho de su
ría Manrique su abuela deseó siempre saber muerte; y con razón espero, pues, en Dios
de una llave que tenía de un cofre que jamás nuestro Señor que así le plugo, debéis de
lo fió de persona alguna; y muerto el Gran conformaros con su divina voluntad y darle,
Capitán, tomó la llave, y abierto el cofre, gracias por ello. No fatiguéis el espíritu por
halló dentro un cilicio muy áspero y una dis- aquello en que no hay otro remedio, porque
ciplina llena de sangre, que jamás persona dañará vuestra salud; y tened por cierto que
alguna, ni su mujer, habían sabido ni barrun- lo que á vos y á la Duquesa vuestra hija y á
tado tal cosa. Dicen que estando una noche vuestra casa tocare, yo terne siempre la me-
despierto, oyó una voz que le dijo: «De aquí moria de los servicios señalados quel Gran
á dos días morirá Duque». Respondió el
el Capitán nos hizo; y por ellos y por el amor
Gran Capitán: «El de Alba». La voz no repli- que yo vos tengo, miraré y favoresceré siem-
có más. Fué, pues, depositado en Sant Fran- pre mucho vuestras cosas en todo lo que pu-
cisco, yencima de su enterramiento muchas diere, como lo veréis por experiencia, placien-
banderas, más de ciento, así de cristianos do á Dios nuestro Señor, según más larga-
como de turcos, y muchos estandartes entre mente vos lo dirá de mi parte la persona que
ellos. F,uéacompañado su mortuorio de mu- yo invío á visitaros. De Trujillo á tres días de
chos grandes y señores que allí se hallaron, Enero de mil y quinientos y dieciséis años.—
así del linaje y cepa de Córdoba como de Yo el Rey.— Por mandado del Rey, Pedro de
otros linajes del reino. Fué toda la Audiencia Quintana».
Real de aquella cibdad y todos los caballeros Sabida la muerte del Gran Capitán por el
y todos los oficiales, y la otra gente, dejando Príncipe don Carlos, escribió á la Duquesa de
sus oficios le fueron á acompañar, como si Sesa esta carta siguiente: «Duquesa prima:
fuera el mismo Rey, y porque así suele Dios Yo he sabido el fallecimiento del nombrado
honrar á los buenos. Gonzalo Hernández, Gran Capitán, Duque de
Terranova, vuestro marido, al cual por lo mu-
cho que merecía y por el valor de su persona
CAPITULO XV
y por los muchos y muy señalados servicios
De las cartas que el Rey don Fernando y el que á los Católicos Rey y Reina, mis señores,
Príncipe don Carlos escribieron á la Duque- en honra y conservación y aumentación de
sa de Sesa, sabida la muerte del Gran sus reinos y de su Corona Real y de los natu-
Capitán. rales de él les hizo. Yo le deseaba ver y cono-
cer para me ayudar é servir de su consejo y
El Rey don Fernando, estando enPlasencia, gozar con su persona; mas pues ha placido á
yendo á Trujillo en las bodas de su nieta Dios que yo no pudiese gozar de tan justo
doña Ana de Aragón con don Alonso Pérez deseo y cumplillo, él le ponga en su gloria, y
de Guzmán, Duque de Medinasidonia, le debemos haber por bueno lo quél face, é con-
vinieron nuevas cómo el Gran Capitán era formarnos con su divina voluntad. E así yo
muerto. El hizo muy gran sentimiento, en que os ruego que lo hagáis vos é que vos conso-
dio á entender el grande amor que le tenía; y léis, pues hay razón para ello, así por el

se vistió de luto él y toda la Corte; y escribió renombre y gloria de sus obras y fama, como
esta carta á la Duquesa de Sesa, que decía por la obligación que para siempre queda á
así: «Duquesa prima: Vi la letra en que me todos los Príncipes de España para tener en
hiciste saber el fallecimiento del Gran Capi- memoria y honrar y conservar y aumentar su
tán, vuestro marido; y no solamente tenéis sucesión. Si para consolación de vuestra viu-
vos mucha razón de sentir mucho su muer- dez y persona y casa deseáis que se haga
te, porque perdiste tal marido, mas téngola algo en tanto que yo me aderezo para ir en
yo por haber perdido tan grande y tan seña- esos reinos, que será presto, placiendo á
lado servidor y á quien yo tenía tanto amor, Dios, hacédmelo saber. De Bruselas, á quin-

y por cuyo medio con la ayuda de Dios nues- ce días de Hebrero de quinientos é deciséis
tro Señor se acrecentó á nuestra Corona el —
añoj. El Príncipe.— Por su mandado, Goii-
nuestro reino de Ñápeles; é por todas estas zalo de Segovia».
DEL GRAN CAPITÁN 467

Roma á una casería suya y allí murió, y man-


CAPÍTULO XVI dó en su testamento que sus huesos no los
«
De algunas cosas que el autor toca, que perte- llevasen á Roma, cibdad tan ingrata.
necen á la historia del Gran Capitán. Pues si quisiéramos contar los capitanes
que por invidia de sus enemigos fueron des-
Algunos invidiosos, por deshacerla gloria terrados y presos, no dejáramos á Rodrigo
del Gran Capitán, dijeron que en el término de Vivar, llamado el Cid, y al Conde Hernán
postrero de su vida había estado en Loja González, con otros muchos. Pedro Navarro,
como desterrado y apretado de necesidad; muerto con un garrote que le dieron en Cas-
mas ya á esto hemos respondido en los capí- tilnovo. Villalba murió en el acto venéreo, etc.
tulos precedentes, en que hemos dicho que Mas el Gran Capitán, contra la ley fat ti de
hasta el día en que Dios fué servido de lo lle- los más capitanes pasados, murió, como diji-

var al cielo, guardó y conservó su reputación mos, en su cama, conociendo á Dios, cercado
de casa y criados con grande esplendor de de su mujer y hija, de sus parientes y cria-
su persona. Mas si á algunos les pareciere no dos. Murió como vivió; y en todas las partes
haber tanto respondido lo postrero de su adonde fué conocido su nombre fué llorado y
vida al curso pasado, no se maravillarán si sentida su muerte, por haber faltado una lum-
consideraren ser cosa fatal á los capitanes bre que á todos alumbraba.
clarísimos, que apretados en los postreros
días de su vida de la invidia y menoscabados
CAPÍTULO XVII
de su honra, mueran desfavorecidos; que si
los historiadores no nos mienten, principal- De algunos estratagemas y dichos que en la
mente Suidas, aquel Themistocles, capitán de paz y én la guerra dijo el Gran Capitán (').
los atenienses, que hizo cosas tan señaladas
y venció á Jerjes cabe Salamina, que trajo En el desafío que pasó de los once españo-

contra Grecia noventa mil hombres, por invi- les con los once franceses, habiéndosele que-
dia fué desterrado, y al fin bebiendo sangre de brantado á Diego García de Paredes la espa-
un toro se mató. Alcebiades, capitán de los da, se ayudó de una gran piedra y otras algu-
mesmos atenienses, que cosas tan nobles nas de que se valió en aquel desafío. Referi-
hizo, fué por invidia de sus enemigos acusa- do después al Gran Capitán esto, dijo: «Hizo
do y condenado, y al fin murió, como escribe muy valerosamente Diego García, porque se
Trogo Pompeyo, cercado en una casa y que- ayudó de sus naturales armas». Y esto era
mado. A Pirro, Rey de los epirotas, le mató algunas veces con un humor melancólico, que
una mujer tirándole una teja desde una ven- le tomaba un género de locura, y los locos

tana. A Philipo, Rey de Macedonia, padre de echan piedras.


Alejandre el Magno, le mató Pausanias estan- Estando otra vez Diego García cabe la
do entre dos Alejandres hijo y yerno. Al mis- puente del Careliano, y queriendo pasar el
mo Alejandro le mató Yolas, su primo, con Gran Capitán el puente adonde estaban ases-
ponzoña, ordenada, según dicen los historia- tados nueve tiros gruesos, díjole Diego Gar-
dores, por Aristotil, su maestro. cía: «Señor, no paséis; apartaos de aquí».
Entre los Romanos, al Gran Pompeyo le Respondióle el Gran Capitán: «Pues Dios no
mandó cortar la cabeza Ptolemeo, Rey de os puso temor en vuestro corazón, ¿porqué
Egipto. A César le matáronlos conjurados, lo queréis vos poner en mí?»
seyendo capitanes Bruto y Casio y le dieron Estando junto á la Chirinola, encomenzan-
A Craso le mató muy
veinte y tres puñaladas. do la batalla se prendió la pólvora y se que-
ignominiosamente Orodes, Rey de Partya. mó; y llegando un caballero español al Gran
Aníbal, capitán de los cartagineses, se mató Capitán diiendo: «Oh, señor, y cómo somos
de ponzoña por no venir vivo en poder de perdidos porque se ha prendido la pólvora»;
los romanos. Pues aquel Scipión Africano, que respondió el Gran Capitán: «No me podíades
después de haber hecho tantas cosas y tan
notables, venció á Aníbal y hizo á Cartago
(M Filó liecho tanto llanto on Ñapóles por hombros y
tributaria, venció á Antioco, Rey de Asia, mujores y doncellaB, que parecía que el reino había
sido ocupado por los inñeles y les duraron muchos dlaa
enojado de tan grande ingratitud, se salió de sus llantos y tristezas.
468 CRÓNICA MANUSCRITA
traer nueva con que más me holgase, por- table que no le faltaba nada á la dama sino
que veis ponerse el sol y son lumbreras de tener más^arnes, porque era moza y flaca; y
nuestra victoria». por favorecer al Condestable le dio una pre-
Estando un día en el burgo de Gaeta pe- sea verde, y el Condestable se vistió de ver-
leando con los franceses hasta que los metie- de y á sus mozos de espuelas y pajes; y
ron por las puertas, quedando muchos muer- topándole el Gran Capitán le dijo: «Señor
tos y heridos de los franceses, un caballero Condestable, si la dama no hace con este ver-
catalán, llamado Juan Cervellós, vino más tar- de, véndala».
de de lo que la necesidad lo requería, seyen- Dijéronle un día que un señor de la Anda-
do ya los enemigos vencidos y habida la vic- lucía mandaba servir á una cierta persona
toria. Venía tan á priesa armado y dando gran con plato cubierto. Respondió el Gran Capi-
prisa á los remadores que se allegasen hacia tán: «El Duque, por cubrir á fulano, se descu-
donde el Gran Capitán estaba y la otra gen- bre á sí».

te de guerra; estando todos á la orilla para Cuando el Gran Capitán echó á los france-
saber quién era, llegó don Diego de Mendoza ses del reino, proveyéndoles de las cosas ne-
preguntando quién era. El Gran Capitán le cesarias, díjole mos de Auberi: «Señor Gran
respondió: «¿Cómo sois, señor don Diego, Capitán, mandad darnos caballos para ir y
tan corto de vista? ¿No conocéis que es San volver». Dando á entender que volverían á
Telmo?» Llaman los marineros cristianos renovar la guerra. El Gran Capitán le dijo:
San Telmo á una exhalación que parece es- «Señor mos de Auberi, id con Dios y volved,
trella, cuando viene bonanza después de al- que la mesma liberalidad que agora uso con
guna tempestad. Todos los que estaban pre- vosotros usaré entonces de os tornar, dado
sentes entendieron el dicho; y cuando des- que tornéis á volver».
embarcó todos le saludaron por San Telmo, Dijéronle un día que Pedro de Médicis,
el cual nombre se le quedó hasta hoy entre hijo del magníficoLorenzo, había quebranta-
la gente de guerra. do palabra que dio de se rendir dentro de
la
Yendo ribera del Careliano, cabalgó para tantos días si no fuese socorrido, y no la
alcanzar á los franceses, y cayó el caballo con cumplió. Respondió el Gran Capitán: «No es

él, y algunos le dijeron que era mal agüero; mucho que como capitán la quebrante, pues
á los cuales él respondió: «Pues la tierra nos no la quebrantó jamás como mercader».
abraza, nuestra quiere ser»; aunque César lo Estando aposentado en cierta parte deste
hubiese antes dicho, hízolo suyo el Gran reino en casa de un caballero cuya mujer no
Capitán. tenía muy buena fama, estando el Conde de
Dijeron al Gran Capitán que estando el Cabra hablando con él, había un mal olor.
coronel Villalba y Cornejo haciendo derribar Preguntóle el Conde: «¿Qué es esto que hue-
á Montilla, trabajando muchos soldados y le mal?» Fuele dicho que calentaban el hor

azadoneros derribando un lienzo muy alto y


muy largo, cayó y tomó en bajo y mató gran
número de aquellos que la derribaban y nin-
guno escapó; y respondió Gran Capitán:
el
no con cuernos. Dijo el Gran Capitán: «Qu
man la dehesa porque nazca hierba».
Estando en Barleta sufriendo muchas nec
sidades, los soldados españoles persuadie-
»
«Mejor se defendiera Montilla y más valero- ron á los otros italianos y alemanes que otro
samente estando viva y sana, pues muerta y día tocasen alarma y se fuesen y amotinasen
condenada ha muerto á tantos». para se ir á buscar de comer á toda ropa. Sa-
Estando un día sentado á la mesa en Cas- bido por el Gran Capitán, los mandó llamar á
tilnovo, estaban treinta capitanes y caballe- todos, y les hizo un parlamento en que les
ros á la mesa, vinieron dos caballeros muy dijo:«Sabido he, señores y compañeros, que
valerosos y no cabían. Levantóse el Gran estáis determinados de os ir y desamparar á

Capitán y dijo: «Señores, hagamos lugar á vuestro capitán. Id con la gracia de Dios,
estos dos caballeros, porque si no fuera por que con los mis castellanos, con mis leones,
ellos no tuviéramos hoy que comer á esta haré la guerra á toda Francia; que estos es-
mesa». toy muy seguro que no se irán, aunque
Servía el Condestable don Bernardino de jamás los paguen, ni coman, ni beban, según
Velasco á una dama, y solía decir el Condes- su fidelidad y lealtad que en ser español
DEL GRAN CAPITÁN 469

ipnen». Ellos respon«i:'>ron que besaban las trambos con poca gento vpno;prnn á muchos
manos á su señoría por haber cuiiuv.ido He- contrarios; entrambos por sus famosos he-
lios su lealtad; que daban su fe dende ade- chos alcanzaron renombres señalados. César
lante ser cuerpos encantados, y no comer fué llamado dictador perpetuo, que fué la
ni beber». Los italianos y alemanes y de mayor dignidad que había entre los romanos;
otras naciones, veyendo á los mesmos que y por ser tan suprema no duraba más de me-
causaban la rebelión, se sosegaron y no ha- dio año, la cual usurparon después los Empe-
blaron más en aquel motín. radores, que no se diferenció más que en el
Estandoel Gran Capitán en el cerco de vocablo del nombre de Emperador, la cual
Taranto, mandó ahorcar á un soldado muy tuvo toda la vida. Gonzalo Hernández fué lla-
sedicioso, que había cometido muchos deli- mado Grande, la cual dignidad los griegos
tos; el cual llevándolo á hacer justicia del, de- dieron á su Rey Alejandre, que lo llamaron
cía grandes querellas y emplazaba al Gran Magno, que quiere decir Grande. Los roma-
Capitán para delante de Dios. Sabido por el nos áPompeyo lo llamaron el Gran Pompeyo.
Gran Capitán dijo: «Dicilde á ese soldado que Entre los franceses á Carolo, hijo de Pipino,
vaya á la otra vida, que allá hallará á don Al- que lo llamaron Carolo Magno, y á Gonzalo
fonso de Aguilar, mi hermano, que responde- Hernández, Gonzalo el Grande. Entrambos
rá por mí», que era entonces recién muerto estos dos capitanes Julio César y Gonzalo
y le había venido la nueva de su muerte. Hernández fueron de claro linaje y muy ilus-
Estando para pasar el puente del Garella- tre. Julio César fué hijo de Lucio César, noble

no, á do estaban de la otra parte, como atrás romano, que fué en aquella cibdad pretor,
dijimos, nueve tiros gruesos de artillería, que fué una dignidad muy preeminente, lo
queriendo pasar el mesmo Gran Capitán con cual afirma Plinio en el séptimo libro de la
los soldados por el puente, le fué dicho por Natural Historia, en el capítulo cincuenta y
un gran señor: «No se puede pasar, porque cuatro. El Gran Capitán fué hijo de don Pe-
morirán todos». El Gran Capitán respondió: dro Fernández de Córdoba y de doña Elvira
«Cumple pasar el puente y no cumple vivir de Herrera, cuya fué la Casa de Pedraza y
hasta que se cobre» un tiro de campo que Villalba, con otras muchas villas y lugares
habían llevado; lo cual así fué hecho. deste reino. Fué nieto de don Gonzalo Her-
Díjole un día el contador: «En esta vuestra nández de Córdoba, de muy antigua y noble
casa hay muchos de quien V. S. no tiene ne- sangre, que descendía de aquellos caballeros
cesidad». Respondió el Gran Capitán: «¿No los primeros que ganaron á Córdoba de po-
veis, amigo, que si yo no tengo necesidad de- der de los moros y los echaron de aquella
Uos, ellos la tienen de mí?» cibdad, de donde tomaron el apellido y linaje
de Córdoba, que es uno de los principales de
CAPÍTULO XVIII Castilla y con tan buen título ganado.

En el cual el autor pone ciertas comparacio-


Estos dos capitanes tuvieron mucho ánimo
nes, comparándole con algunos capitanes en el acometer aun las cosas que parecían
griegos y romanos y españoles.
imposibles á los hombres. Ambos tuvieron
gran presteza en el obrar y mucha constan-
Si queremos comparar al Gran Capitán con cia en el perseverar. Ambos sabían gozar la
algún capitán romano, luego y de los prime- victoria. Ambos fueron muy piadosos aun
ros se ofrece Julio César, perpetuo dictador, con los enemigos: perdonaban muy fácilmen-
varón sin duda de mucho esfuerzo y muy sa- te aun á los que les habían injuriado, porque
bio en las cosas de la guerra. En muchas co- les parecía gran bajeza de ánimo acordarse
sas fueron estos dos capitanes Gonzalo Her- de las injurias. Ambos fueron muy sufridores
nández, Gran Capitán, y Julio César, dictador de trabajos; ambos fueron muy quistos de la
perpetuo de Roma, semejantes; porque am- gente de guerra; ambos gozaron de la virtud
bos hicieron guerra á los franceses, y ambos de la liberalidad, que es la principal virtud del
triunfaron dellos, entrambos con ejércitos buen capitán, que jamás sintían mayor placer
extranjeros, Julio César con gente de guerra que cuando daban; en tanta manera quel
del Senado y pueblo romano; el Gran Capi- Gran Capitán decía muchas veces que era en
tán con ejército de los Reyes de España. En- cargo á aquellos á quien daba, por ser causa
470 CRÓNICA MANUSCRITA DEL GRAN CAPITÁN
que él fuese liHí^mi Ambos comenzaron en zón era Rey de Araeró», con aquella obedien-
un mesmo tiempo de su edad y acabaron en cin o"<= oícmpre le había teniao. César fué
un mesmo tiempo de una edad. Mas tueron muy liberal de lo que robó, quebrantando el
en los afectos del mundo muy diferentes, tesoro que los romanos habían ayuntado en
tanto que en ninguna cosa fueron conformes; tiempo de los Reyes y Cónsules, que era muy
porque César fué notado del vicio contra na- excesivo todo el tiempo que habían señorea-
tura, según lo atestigua Suetonio Tranquilo do, que fueron más de mil años; y esto repar-
y los historiadores que de su vida hablan, y tió por los soldados.
elGran Capitán fué muy casto y guardó la fide- El Gran Capitán sostuvo á los soldados y
lidad que al matrimonio se debe guardar, gente de guerra lo más del tiempo dándoles
ofreciéndosele muchas veces muchas y gran- su hacienda y empeñando sus estados. César
des ocasiones; que afirman algunos que en ha- daba mucho de lo que por fuerza robaba, y el
ber guardado tan bien aquel Sacramento le Gran Capitán de su propia hacienda, que es
ayudó Dios, como se verá muy claramente en el el efecto de la liberalidad; porque le parecía
discurso de la historia. César ni dejaba casa- que entonces gozaba de las riquezas, cuando
das, viudas ni doncellas, en tanto grado que las daba. Nunca dio á truhanes ni á choca-
cuando entraba triunfando de Roma, su mis- rreros, cosa muy aneja á los señores y Gran-
ma patria, los soldadossuyos entraban can- des, sino á personas religiosas y que tenían
tando delante del que traían un capitán de necesidad, y quedaba en obligación de les
quien debían guardar sus mujeres. El Gran dar. A César le mataron los mesmos romanos
Capitán tenía muy gran recabdo en entrando en el Senado y dieron veinte y tres cuchi-
le

en cada pueblo que las mujeres se guardasen lladas y puñaladas, y la más peligrosa, de que
juntamente con las iglesias; y para esto te- murió, fué la que le dio Marco Bruto, á quien
nía personas castas señaladas; y no digo en él tenía por hijo nacido de adulterio, según
los lugares que esto se hizo, porque seria decía Filipo zurujano que le quiso curar; y
el

más historia que comparación. César, seyen- el Gran Capitánfué querido de todos los
do inviado por el Senado y pueblo romano á amigos y enemigos y de su gente de guerra,
conquistar la Francia, con la misma gente de que antes escogían la muerte que hacer cosa
guerra que le dio su misma patria, volvió con- de que él recibiese enojo. Fué muy quisto de
tra ella y la sujetó, robó y tiranizó, destru- aquellos á quien conquistó y venció. Testigo
yéndola y quebrantando sus libertades, y se es el Rey Luis de Francia, á quien él ganó la
hizo tirano y señor della. Gonzalo Hernández parte que en aquel reino tenía, y le mató y
ganó aquel reino dos veces, la una del Rey prendió y echó del reino y de toda Italia á
Carlos y de Federico, y la otra del Rey Luis; sus capitanes y muchos millares de france-
y ofreciéndole la primera vez el Rey Federico ses; que después, en las vistas en que se vie-
todo el reino y entregándoselo y todas las ron el Rey Fernando y el Rey de Francia en
fuerzas dél y que le diese alguna parte en Saona, le dijo el Rey Luis al Gran Capitán
que viviese, jamás lo quiso, no sólo acep- delante del Rey Fernando, que ya sus deseos
tarlo, mas aún estuvo muy quejoso del mes- eran cumplidos, pues había visto al Gran Ca-
mo Rey Federico; y después de haber ganado pitán, que era la cosa del mundo más desea-
el reino todo, el Rey Luis, queriéndole todo el da por él. Murió el Gran Capitán en su
reino y el Papa Julio alzándole la fidelidad cama, cercado de sus criados y deudos, en
que á su maestre debía, que como á Rey de las manos de su mujer y hija, conociendo á
Aragón ninguna le debía, nunca lo quiso Dios con tanto conocimiento de él como lo
aceptar y lo dejó todo y se vino en España, tuvo en su vida; cosa muy rara y concedida
con el mesmo Rey don Fernando, que á la sa- solo á tres capitanes.

FIN
LA VIDA Y CHRÓNICA
DE

GONZALO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA


LLAMADO POR SOBRENOMBRE

EL GRAN CAPITÁN
POR

PABLO lOVIO, Obispo de Nocera.

AGORA TRADUCIDA EN NUESTRO VULGAR

1554

Con prÍL'ileg:o de Su Alteza por diez años (^).

(Al dorso de la portada hay ua escudo grabado en madera con las armas imperiales, y debajo se leen lag
signietiteg licencias de imprimir):

Concede Su Alteza privilegio á Miguel de Capila^ mercader de libros^ que ninguna


persona^ de qualquier estado ó condición que sea^ por tiempo de diez años, pueda
imprimir el libro llamado la Vida y Chronica del Oran Capitán, ni traerlo á vender
de otros reinos sin licencia suya; y si lo contrario hiciere, pierda los libros que hubiere

imprimido y incurra en otras penas contenidas en el original privilegio. Dado en


Valladolid á VI de Hebrero de 1554.

(Aquí un espacio como de dos líneas y sigue):

Fue visto y examinado el presente libro por los Muy Reverendos y Muy Magnífi-
cos Señores Licenciados Moya de Contreras y Arias Gallego, inquisidores del lieyno
de Aragón.

(Espacio de otras dos líneas.)

Quédase imprimiendo la Vida del Marqués de Pescara.

(') Un volumen en folio, de do» hojas preliminares y setenta y nueve de texto. En el centro de la portada
hay un grabado en madera que representa el busto del Gran Capitán, encerrado en un óvalo, con la leyenda
El Gran Capitán. Al pie de ól está el titulo de la obra, impreso á dos tintas, arriba inserto; cercado todo de
una orla con grabados en madera que representan asuntos religioscs.
Al Muy Reverendo y Muy Magnífico Señor el Li-
cenciado Moya de Contreras, Inquisidor en el reino
de Aragón.
Muy Reverendo y Muy Magnífico Señor:

Haber de loar tales y tan raros y excelentes varones como son los que se igualaron con
Gonzalo Hernández de Córdoba, Gran Capitán, fué siempre obra y trabajo de un grandíssimo
cuidado y fatiga, porque no puede emparejar la invención y la dotrina ó el estilo con la gran-
deza de sus loores y merescimientos, ni por mucho que se alborocen los muy aventajados
ingenios bastan á llegar á poner sus virtudes en aquel grado que ellas merescen. No embar-
gante que puede tanto la memoria de hechos de semejantes príncipes, assentada y
los

puesta en obra condecente (sic) al valor que tuvieron, que como el mundo, cuando tiene tales

hombres, aunque algunas veces los reconosce, pero las más no les tiene aquel respeto y
reverencia que á sus maravillosas obras se debe, y muchas los persigue y maltrata. Por la

scriptura y obras de un excelente y alto entendimiento, se consigue que sea su memoria tan
esclarecida é ilustre que sobrepuja al favor que el mundo les dio en el mayor sucesso de sus
hazañas y recompense con grande cúmulo á la invidia que les tuvieron. Gloriossísimo y
valerosíssimo príncipe fué el Gran Capitán, tal que su fama inmortal y eterna da por muy
diversas vías ocasión que sea celebrado su nombre con perpetuos escritos. Y la dotrina y

suma elocuencia del Jovio es tan eminente que mereció encargarse de ilustrar su nombre, lo

cual él hizo con tanto sucesso que, aunque por otras obras sea muy estimado como uno de
los muy señalados historiadores de nuestros tiempos; pero por estos libros que ha com-
puesto de la vida del Gran Capitán, no solamente ha ganado renombre de elocuentíssimo y
prudentíssimo escritor, pero, lo que no es de tener en menos en autor extranjero, de muy
diligente y fiel. El nombre del Gran Capitán me aficionó á leer esta obra más de una vez, y el

deseo que conocí en v. m. que se leyese en nuestra lengua, á traducirla, cosa muy ajena de

mi condición y de mi pereza. Poca necessidad hay en este lugar de acordar cuan rendida
tengo mi voluntad al servicio de v. m.; pero todavía quise que se entendiese que, de cual-

quiera fatiga mía, muchos días ha que le tenía en mi pensamiento dedicadas las primicias.

Bien sé que otras pudiera haber en que tuviera más parte mi trabajo, siendo de mi propio
caudal, si le hubiese; pero como me aseguré que éstas habían de ser más aceptas, todo lo

pospuse por obedecer en esto, confiado que lo rudo y grosero no se echará tanto de ver,

porque llevarán á v. m. elevado las maravillas y hazañas de este hombre, y quedaré yo con
alguna excusación relevado de ocuparme de aquí adelante en obra de esta calidad, porque no
se hallará otro Gran Capitán con cuyos hechos pueda yo á v. m. entretenerle sin aventurar
de ser descubierto que de mi casa pusiesse. Guarde Nuestro Señor y prospere la
el daño en lo

muy reverenda y muy magnífica persona de v. m. con acrescentamiento de estado. De


Zaragoza á seis de Febrero de 1554.
Señor: besa las manos de v. m. su muy cierto servidor,

Pedro Blas Torrellas.


LIBRO PRIMERO
DE LA

mk DE GOfiLO
LLAMADO POR SOBBENOMBRE

EL GRAN CAPITÁN
Por pablo JOVIO, Obispo de Nocera.

Yo quisiera que la fortuna hubiera conce- habido muchos hombres que con sus esfuer-
dido á la afligida y casi arruinada Italia lo zos y claras hazañas se han querido igualar
que verdaderamente fuera mediano consue- con los triunfos de los antiguos. Que si el Im-
lo, en especial en estos tristes y llorosos perio romano estuviera en pie y firme y la
tiempos, que acaesciera á nascer en ella este disciplina militar unida y no corrompida, hasta
hombre, el cual fué tan excelente y capitán el día de hoy, y los bárbaros crueles enemigos

nunca vencido entre los otros de nuestra no nos hubieran sembrado discordia y ban-
edad; porque después que por nuestras locas dos que con ellos nos han quitado el enten-
discordias habemos perdido toda la reputa- dimiento, es cierto que ninguna edad se igua-
ción y gloria de la antigua guerra, sin duda laría á esta nuestra en ser abundante de
que el cruel dolor de esta perdida libertad, valientes soldados y valerosos capitanes. Por-
recibiendo este bien, fuera menor. La vida de que la invencible fortaleza de la floresciente
un hombre extranjero entre las otras vidas república con las fuerzas de los emperadores
he determinado escribir porque cansado de y aquel siempre felice y saludable consenti-
la continua y larga fatiga, tuviese alguna miento de Italia, de la cual fueron sojuzgadas
recreación y descanso, y también porque el todas las cosas, hombres medianos que aca-
ejemplo de una clara y perfecta virtud, que en so habían seído hechos capitanes, nos procu-
la historia no ha seído lícito engeriría, la raron grandes victorias y alcanzaron grandes
sepan todos para podella imitar. Aunque no triunfos. Mas la fortuna en este enojoso tiem-
creo que Italia esté tan desierta de valerosos po ha mostrado otra semejanza de cosas á
hombres en paz y en guerra dignos de todo los capitanes de nuestra edad, los cuales mu-
loor, por lo cual se pueda pensar que en ella chas veces han tenido mayor trabajo en tener
se haya del todo perdido la casta de los capi- á los soldados sojuzgados y en obediencia
tanes antiguos, los cuales con la verdadera que en vencer á los enemigos en las peligro-
virtud y esfuerzo, han seído vencedores de sas empresas y dudosas batallas; porque
todas las otras edades y naciones. Porque si vemos del todo perdida y muerta la discipli-
queremos considerar las grandes pérdidas y na militar, ó por la flaqueza de las fuerzas de
calamidades de la guerra, que no sólo en Ita- Italia, la cual está opressa de la multitud de
lia, mas aún en todo el universo mundo han los señores, ó por la larga enfermedad de la
sucedido, y de ellas se ha seguido una dolo- negligencia. Y ansí, permitiéndolo nuestro
rosa mudanza en todas las cosas, confesare- hado, es necesario que la busquemos, con
mos que en estos trabajosos tiempos ha poca honra nuestra, en las naciones extranje-
474 PABLO JOVIO
ras, las cuales la recibieron de nuestros ante- ron igualmente muchos ilustres capitanes
pasados con mucha gloria. Porque si consi- cuyas hazañas habemos extendidamente es-
deramos con qué obediencia de soldados, cripto en nuestra historia, ansí italianos como
con cuánta religión de capitanes y maestros extranjeros, los cuales por diversos caminos
de campo, con qué severidad de capitán gene- alcanzaron grandísimos títulos y renombres.
ral la guerra estaba fundada, juzgaremos El primero es el Triultio, el Conde Pitiliano,
ciertamente ser muy pocos los que son me- Francisco Gonzaga, Pablo Vitelio, Bartolo-
rescedores del nombre de buenos soldados. mé de Albiano, don Gastón de Fox, el Con-
Y también por un antiguo vicio tienen á des- de Pedro Navarro, el Próspero Colonna y
honra y menos valor algunos caballeros ó don Hernando de Avalos, que en el medio de
hijosdalgo, los cuales tienen esfuerzo y des- su edad la muerte nos le llevó. Porque ¿quién
treza para la guerra, ser soldados á pie, lo con mayor consejo y artificio ha tratado la
que en nuestros antepasados fué muy honro- guerra que el Triultio, que desde su niñez
so, y de aquí viene que la infantería se hace hasta la edad decrépita se ha ejercitado en
de hombres serviles y bajos, los cuales todos los oficios de la milicia gloriosamente?
pelean más con un ímpetu temerario que con El cual siendo lleno de todo loor y honra, en
cierta razón de guerra, y á veces ó por vileza esto fué clarísimo, que muchas veces sin
de ánimo y vergonzosa alevosía están á pun- muerte ni herida de los suyos rompió y des-
to de hacer traición al capitán, en la mano del barató grandes ejércitos de enemigos. ¿Quién
cual está puesto el consejo, peso y gobierno podrá igualarse en la constancia, en el juicio
de la guerra. No es de maravillar que los sol- y vigilancia con el Conde Pitiliano, capitán
dados desemejantes en lengua y costumbres gravísimo y muy reposado? ¿Quién se igua-
no tengan todos un fin en el guerrear ni pue- lará con el Gonzaga, Marqués de Mantua, en
den tener una voluntad en ser gobernados de autoridad y en esplendor, en el amor de los
capitanes, si primero no prueban la fuerza soldados, en los aderezos de los caballos y
del imperio con crueles ejemplos de justicia, armas, en la animosidad, en un ardor y esfuer-
manchando muchas veces la majestad del zo de corazón valeroso? ¿De qué loor no será
nombre, el cual fué siempre más poderoso por merescedor el Vitelio, el cual, movido de un
reverencia que por severidad.Pues ¿cuál será encendido deseo del amor militar, en especial
aquel capitán general, si no fuere como por de la disciplina doméstica, de la cual fué
milagro, que con razón gobierne la guerra, siempre muy curioso, trató y manejó las armas
viendo que muchas veces los soldados, rece- que si la muerte no le hubiera arrebatado en
bida la paga, se le pasan al campo del enemi- medio de la vida, el sólo se creía que bastaba
go, en las obras ordinarias no quieren traba- para recobrar y defender la perdida libertad
jar, estando en la orden roban, no pueden de Italia? No dejarán de loar grandemente
sufrir que un punto en el campo falten vino ó los que vendrán después de nosotros la
vituallas, y finalmente, no se avergüenzan al siempre pronta y presta industria de Barto-
tiempo de dar alarma, teniendo el enemigo lomé de Albiano, hombre ejercitado, agudo y
delante, de demandar la paga? Pues ¿qué terrible. ¿A qué edad no pondrá espanto y

general habrá que quiera perdonará los sol- maravilla el mozo y tan mozo don Gastón de
dados que por una ligera ocasión muchas Fox, el cual primero fué capitán general que
veces se amotinan? ¿ó que sean obstinados, soldado, primero clarísimo vencedor que rece-
sediciosos y fugitivos? ¿Quién jamás podrá bido por general, que con una increíble pres-
corregir con ingenio y prudencia estos erro- teza en pocos días ganó muchas más victo-
res, que verdaderamente son mensajeros de rias y más nobles que ningún otro capitán
la calamidad y de la pérdida? Pues en el viejo en el término de su larga vida? El Con-
medio de estas dificultades, de esta deprava- de Pedro Navarro fundado en todos sus
da disciplina, los capitanes de nuestro tiem- hechos en un verdadero valor y esfuerzo, no
po con grandísima fatiga han combatido. E siendo de ilustre linaje, fué famosísimo, así
ninguno tiene duda que estas cosas no les en la adversa como en próspera fortuna. Y
la

hayan seído muy grande estorbo á su esfor- ciertamente hubiera ganado el renombre de
zado valor, el cual indubitadamente caminaba excelente capitán si la insolente fortuna no le
á la cima de la gloria de la guerra. Florescie- hubiera derribado en esta miserable y última
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 475

prisión. Próspero Colona fué de una ilustre y las letras arábigas y florescieron en ella con
firme prudencia, un ánimo templado, una singular abundancia de maestros. Hallamos
grande é increíble autoridad en la disciplina que los antecesores del Gran Capitán fueron
militar,más manso que severo, con un conti- nobilísimos y valerosos guerreros, por lo cual
nuo concierto de vida delicada, y aunque por se llamaron de Aguilar. Porque, como se pue-
otro no meresciese loor, por esto sólo le con- de pensar, con privilegio de una ilustre vir-
viene como á capitán de sangre romana, que tud solían llevar el águila, insignia noble déla
con un instinto severo y piadoso, especial- legión romana, tal que es de creer que de la
mente con los soldados extranjeros, como honra de aquel honrado cargo, la familia tomó
amador de su patria, ha tenido siempre apar- aquel apellido, no faltando jamás en aquel
tados los inconvenientes y daños que de la generoso linaje hombres esforzados y vale-
guerra le pudieran suceder. Pues don Her- rosos, bastantes para ganar gloriosas empre-
nando de Avalos, Marqués de Pescara, suce- sas, y ansí la tierra que ellos habitaron se lla-
sor en la misma guerra y en el imperio, ¿qué mó de Aguilar. Los godos usaban que de una
pregón de gloria le será bastante para dalle gloriosa hazaña tomase el nombre todo el
loor á su merescimiento, el cual en todas las linaje, lo que se debe de tener á vergüenza

guerras que trató se hizo admirable con tan que en España la claridad del linaje no pro-
nobles é incomparables victorias ganadas con ceda de otra parte que de la sangre de los
sólo su divino consejo y con su fortísimo y godos. No afirmaré por cosa cierta esto del
valeroso brazo, que lo han ensalzado encima águila de la legión romana, aunque es grande
de la cumbre de la verdadera gloria militar? rastro de la verdad, porque los de Aguilar,
Mas de todos estos excelentes capitanes de antes que se llamasen de Córdoba, trajeron
que poco ha habernos hecho memoria, en nin- el águila por sus antiguas arn-¡as, y ansí es

guno de ellos se hallará que hayan cabido lícito á los escriptores, con licencia de los lec-

juntamente todas las virtudes militares. Por- tores, traer los principios de los hombres ge-
que á los unos en las grandes empresas les ha nerosos, de los ¡lustres, y de aquí viene que
faltado el verdadero esfuerzo, ó á los otros el con razón nos maravillamos que algunos poe-
maduro consejo, ó á los otros la clara fama tas y escriptores de historias, que podiéndo-
de entera fidelidad y á muchos la misma
la le derechamente, sin mudar una sola letra,
fortuna, la cual en los sucesos de la guerra se llamarle Gonzalo con su certísimo nombre de
ha usurpado el gobierno y se ha hecho seño- Aguilar, le hayan llamado gofamente una
ra, de suerte que ni nosotros ni los que ven- vez Agidario, otra Agelario, como yo creo
drán osarán esperar de ver con los ojos un de la corrupta voz de la tierra de Aguilar,
perfecto capitán general. Porque si nosotros donde según la costumbre de aquella nación,
queremos ajuntar todas las virtudes
de todos como se pued2 ver en España y en Francia,
en uno, quitados aparte los vicios, y formar que muchos linajes han tomado el nombre de
en el ánimo y proponer de vello, para iguala- la señoría y posesión de la tierra. Pero Gon-
lle y aventajalle á todos los otros, es cierto zalo Hernández, según tengo entendido del
que el Gran Capitán Gonzalo Hernández, así Duque don Luis, su yerno, decía que él era na-
por merescido y felice renombre como por la cido de la familia de los de Córdoba, aunque
virtud del ánimo y por la alta y gentil dispu- en sus cartas familiares dejase atrás el nom-
sición, hace muy grande ventaja á todos los bre de la ciudad y de la familia, por ser cono-
capitanes de nuestro tiempo. cidos de todos sus parientes del nombre de
Nació en Córdoba, ciudad antiquísima del la tierra.
Andalucía, madre clarísima de singulares Pues como el Rey don Hernando, después
ingenios; y si queremos buscar testimonio del de muchos trabajos y largo sitio, hubiese ga-
tiempo del Imperio Romano, hallaremos que nado la ciudad de Córdoba y en él los de
salieron los nobilísimos poetas Lucano y dos Aguilar haberle bien servido, por honra de la
Sénecas, ó si queremos las cosas más recien- ciudad ganada tomaron el sobrenombre de
tes, del tiempo de los moros, después de Córdoba, como más noble; y aunque el linaje
echados los godos y vándalos, cuando cuasi de los de Córdoba deciende de muy alta cepa
toda la España fué sojuzgada de las armas y está extendida en muchos ramos, por dis-
africanas, á Córdoba fué traída la escuela de tinguir los parentados, muchas veces recibe
476 PABLO JOVIO
muchos renombres ó de las tierras que seño- del mozuelo Rey don Alonso, acompañado de
rean ó tomando el apellido de las madres. Diego de Cárcamo, sabio y honrado caballe-
Don Pedro de Córdoba, padre de Gonzalo ro. Este, haciendo el oficio de ayo y maestro,
Hernández, fué en su mocedad muy ejercita- adestraba á este mozo enseñándole costum-
do en la guerra de los moros antes que el rei- bres muy excelentes. El cual con ánimo
no de Granada fuese ganado, y siendo así por encendido y con la dispusición de un tortísi-
gravedad de consejo como por fortaleza, mi- mo cuerpo, aspiraba á hacerse valeroso y
litar muy reputado entre los principales gran- esforzado. Fué encomendado al Rey don
des, murió en el medio de su edad en Toledo Alonso de algunos amigos de su padre, hom-
de mal de costado, dejando de su mujer doña bres de suma dignidad y grandeza, los cuales
Elvira de Herrera, señora de nobilísima san- fueron don Alonso Carrillo, Arzobispo de
gre y de grande hermosura, á don Alonso de Toledo, y don Juan Pacheco, Maestre de San-
Aguilar y á Gonzalo Hernández sus hijos, tiago, A pocos días que asentó en su servi-
mozos de poca edad, los cuales después se cio murió de enfermedad el Rey don Alonso,
mostraron de gran fortuna y gloria en muchas y pocos meses después, habiendo quedado
guerras. huérfano del Rey su señor y siendo ambos de
Florescían entonces en Córdoba dos par- una edad, la Reina doña Isabel, estando en
cialidades, y ambas á dos de la casa de Cór- Segovia, le envió á mandar que con las mis-
doba: una se llamaba del Conde de Cabra,
la mas condiciones le viniese á servir. Era esta
la otra de Aguilar; de ésta había seído esfor- Princesa hija de don Juan, Rey de Castilla,
zado capitán don Pedro. Después que fué hermana y heredera del Rey don Enrique y
muerto, los del bando de Aguilar, en sus del mozuelo Rey don Alonso, casada con el
escaramuzas y contiendas, no querían por Rey don Hernando de Aragón, la cual por
capitán sino á los dos hermanos huérfanos del razón de la dote ajuntó los reinos de la una
padre, aunque muy mozos; y muchas veces en y otra Castilla con los reinos de Aragón y
sus batallas los llevaban delante, teniendo por Valencia; Princesa así por la grandeza de
cierto que con tales capitanes no podían ser ánimo generoso y prudente como por el loor
vencidos de sus enemigos. E siendo ya ellos de la pudicia y religión merecedora de ser
hombres hechos, siguióse luego la conquista igualada con las antiguas. Estando Gonzalo
de Granada, los cuales, como nacidos y cria- Hernández en la Corte de estos Reyes, cuan-
dos en medio las armas civiles, florescieron en do se hacían torneos, justas ó juegos de
ella, con próspera y gloriosa fama, y desde cañas, siempre en estos ejercicios se llevó el
Antequera, tierra vecina á Granada, hicieron precio á todos los generosos de su edad, y
á los moros grandes y crecidos daños. El don era llamado de la multitud del pueblo Prínci-
Alonso era mayor de tres años que Gonzalo pe de los caballeros, porque les hacía grande
Hernández, y por ley y costumbre de España ventaja así en la grandeza de la fuerza como
heredó el mayorazgo, de manera que á Gon- en la alta y gentil dispusición y hermosura
zalo no le quedó más que una poca hacienda de rostro y en la muy buena conversación, la
y sola la esperanza que le prometían la for- cual, ajuntada con las otras virtudes, señorea
tuna y su valor. Porque en este modo sus grandemente los ánimos de los hombres.
antiguos padres tienen por cierto que la Tenía en compañía de éstas aquella que sue-
noble juventud, después que encada linaje al le ganar las voluntades del pueblo, que es la
primer hijo le toca toda la hacienda por ma- espléndida liberalidad, el cual con la grande-
yorazgo,los otros hijos, apretados de la mise- za de ánimo no ponía término en el gasto y
ria y pobreza, deben aspirar á nuevas espe- procuraba en caballos, armas y aderezos de
ranzas y á los ejercicios de la guerra, donde gala y en grande y honrado plato adelantar-
se alcanzan grandes premios, como es averi- se de todos los hijos de los grandes señoríos.
guado que los mozos generosos se suelen Eran quizá estos gastos un poco mayores que
despertar de un ocio infame y dejando el sus rentas, mas eran tan grandes que pasa-
regalo ganar en la guerra grande honor. ban el término de toda esperanza, la cual
Gonzalo Hernández, mozo sin barbas, ayu- páresela que le prometía grandes señoríos.
dado de la liberalidad de don Alonso de E ansí un día que no era muy solemne se vis-
Aguilar su hermano, le trajeron al servicio tió una ropa de carmesí aforrada en martas,
martas

é
I
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 477

cebellinas, que le había hecho de costa dos el cargo de dar el asalto á


dola ganar, dieron
mil ducados. Su ayo Cárcamo, de que la vido, Gonzalo Hernández. No dudó nada el animo-
no supo qué decille. Don Alonso de Aguilar so mozo el allegarse á las murallas, y como el
severamente le persuadió, y en parte como lugar era áspero y pedregoso, ni tenía terre-
hermano le rogó, que se dejase de tan excesi- no para poder hacerse reparos, mandó hacer
vos gastos. Porque á la fin del año, si no se algunos ingenios en los cuales había puertas
ponía en ellos remedio conveniente, con ver- y ventanas y hízolos cubrir de mucha rama
güenza de ambos y con placer de sus enemi- que de aquellos huertos había grande abun-
gos les sería forzado de fallir. A esta carta dancia, porque los soldados estuviesen muy
Gonzalo Hernández respondió casi en estas guardados y firmes en el combate y batería
palabras: contra las saetas y armas de los enemigos. Y
«Verdaderamente, señor y hermano, que él animosamente se metía delante todos en

vos no seréis parte para quitarme aquella los peligros del combate, sin jamás fatigarse,
grandeza de ánimo que Dios me ha dado con renovando siempre en todas partes el asalto,
el meterme delante este vano temor de la de manera que los moros, grandemente
pobreza que ha de venir, porque no tengo espantados de la novedad de los ingenios y
ninguna duda que dejaréis de favorescer con de la animosidad y esfuerzo de Gonzalo Her-
vuestra hacienda al vuestro querido herma- nández, demandaron parlamento, y siendo él
no, ni aun Dios, el cual con cierta providencia el medianero se rindieron con ciertos parti-

siempre suele favorescer á aquellos que ca- dos. Habiéndose por esta manera Talara
minan á la honra, ni menos me faltará la fe ganado, Gonzalo Hernández ganó fama de
dada del secreto de las estrellas». valeroso soldado y hombre de grande indus-
Ya se iba pronosticando grandes riquezas tria y elocuencia en procurar que el capitán
con las cuales pudiese satisfacer á los deseos de los moros aceptase las condiciones que él
de su liberalidad y magnificencia. Con esta le dio. El campo se levantó de Talara para
arte y medios procuraba de hacerse bien Illora. Illora es una ciudad fuerte vecina de
quisto de todos los cortesanos. Y como era Granada casi cuatro leguas, muy provechosa
muy ardiente y deseoso de la guerra, acaes- á los moros para traer las vituallas, y ellos en
ció que luego sucedió la guerra contra portu- todas sus empresas la tenían por un seguro
gueses, y la Reina doña Isabel le envió á don acogimiento.
Alonso de Cárdenas, el cual á la hora estaba El Rey, maravillado de lo que en Talara
en Trujillo, capitán general del ejército, y había visto, la grande presteza é industria, el
obtuvo licencia de ir por lugarteniente de la nuevo y súbito reparo, á solo Gonzalo Her-
capitanía de su hermano don Alonso, la cual nández dio la empresa de combatilla, donde
era de ciento y veinte hombres de armas. Es- con tanta furia las murallas fueron batidas del
te fué el principio de su militía, el cual fué con artillería, que en algunos lugares la muralla
tan próspero suceso, que habiendo dado una fué echada por el suelo. Los moros, cansados
batalla junto á Albohera y el capitán general de los continuos combates y por la mayor
ajuntados los caballeros y soldados por da- parte heridos de los escopeteros, perdieron
lles gracias y loalles cómo en la batalla se el esfuerzo y ánimo. Halatar, su capitán, lla-
habían habido tan esforzadamente, al que mó á Gonzalo Hernández á parlamento y en
entre los otros dio más honra y con más su poder y manos dejó todo el negocio del
aventajadas palabras fué á Gonzalo Hernán- rendir á Illora, y ansí con voluntad del Rey, la
dez, así como aquel que en lo recio de la tierra se rindió con aquellos capítulos y con-
batalla le había visto bravosamente pelear diciones que Gonzalo Hernández concertó, la
y le había conoscido por las armas y devisa. cual presa fué después muy grandísimo daño
Pasados pocos días después el Rey don á los moros. El Rey dio la tenencia á Gonza-
Hernando y la Reina doña Isabel movieron lo Hernández. Entonces fué la primera vez
una gran guerra contra los moros, y desean- que por su merecimiento le hizo capitán de
do poner temor y espanto á la ciudad de Gra- ciento y veinte hombres de armas, como lo
nada, habiendo ya ganado áAlhama, pusieron había sido su hermano don Alonso. La Reina
cerco á Talara. Este es un lugar de grande doña Isabel en esto le favorecía mucho por
comodidad yniuy fuerte, talmente quedeseán- animalle á las cosas de la guerra, y ansí para
478 PABLO JOVIO
la defensa de Illora le mandaron proveer dad y el otro la popa. Está la ciudad partida
de muchas armas, artillería, municiones, por medio de una valle muy poblada de casas.
abundancia de vituallas, hombres de armas El pueblo estaba diviso en dos partes de
y soldados escogidos, y para la paga de sus calle en calle. Primero habían tenido muy
soldados le fueron consignadas ciertas rentas. grandes contiendas sobre la sucesión del
Habiéndose sin duda adquirido nombre de reino, después metieron mano á las armas y
Grande, desde illora como él lo deseaba, á la guerra intrínseca. Tenían las salidas de
mostró valor de un indómito cuerpo y de un cerradas con grandes maderos para
las calles
ánimo valeroso para ganar renombre de ilus- estorbar las correrías y eran defendidas y
tre. Porque como estaba más allegado al guardadas de hombres armados. Porque los
enemigo que ningún otro frontalero, cada hombres sediciosos y avaros más de lo que
día se ejercitaba en continuas escaramuzas, y se puede creer naturalmente sospechosos y
á vista de los de Granada hacía á los lugares tras esto de poca fe con todo esfuerzo man-
circunvecinos muy grandes daños. Y ajunta- tenían las discordias de los Reyes por tener
da su gente con la de Alarcón, con el cual entonces lugar de hacer grandes robos, tales
estaba á la guardia de Moclin, corrió hasta que de la una parte y de la otra por el intere-
la puerta de Granada, la cual se llama Biba- se del reino, siendo ellos corrompidos y apar-
taubin; aquí arruinó los molinos, mató moli- tados de la verdad y justicia y temiendo cada
neros y quemóles las puertas. El Rey de Gra- uno de ellos de la traición de los suyos, los
nada despertado de este temor y la ciudad incitaban y persuadían al robo y á la^ muer-
espantada del tumulto, teniendo sospecha tes, por las cuales causas estaba la ciudad

que Gonzalo Hernández no sería tan osado alborotada y partida en dos parcelidades. El
de así á la ventura emprender una empresa Rey Chiquito era inferior en fuerzas y ansí
tan grande sino con engaíío y asechanzas de con grande trabajo mantenía su partido,
quien con traición le había asegurado. Reina- sobrepujándole el más viejo, el cual estaba
ban entonces dos Reyes en Granada, y entre platico en gobernar y en templar con mayor
ellos había grande discordia. Porque muerto astucia y constancia los ánimos de los suyos,
Buluacen, su hermano Baudelin, habiendo y procuraba con todo artificio y maña que no
atraído á su favor y devoción la metad del hubiese en Granada más de un solo Rey, el
reino, habíase usurpado el nombre de Rey, y cual en las guerras de fuera pudiese con
así en obra como en nombre él era Alzagal, enteras fuerzas defender el estado de los mo-
que en lengua morisca significa la fuerza de ros de la injuria de los españoles y conservar
un hombre valeroso y esforzado. Había un la cabeza del reino y la tierra de Granada. Al

otro hijo de Buluacen, del mismo nombre lla- Rey Chiquito le acrescentaban el temor los
mado así del padre cuando vivía, por una ciu- importunos y avaros soldados demandándole
dad que le había dado el Rey Gaudicem. Este la paga, señalándole la rebelión, la cual fal-
era llamado de los españoles el Rey Chiqui- tando la entrada de las rentas, con gran tra-
to, porque en edad é dispusición era menor bajo se podía cumplir con ellos, y á la clara
que el tío. Estaba en el alcázar del Albaicín y decían que se querían pasar á Alzagal, amigo
el otro en el Alhambra. La ciudad de Grana- de la multitud y liberal como Rey legítimo,
da cresció de las ruinas de la antigua Illiberi; tanto que el Rey Chiquito, desesperado y

está hecha como una granada, que siendo temiendo de alguna traición, había determina-
madura se viene á abrir el casco. Estos dos do antes de llamar en su ayuda y favor á los
alcázares están asentados en dos collados, el españoles que no obedecer al tío.
uno en derecho del otro, edificados de los Gonzalo Hernández hecho cierto de esto
delicados Reyes con mayor estudio de rega- por las espías y por algunos prisioneros,
lo que de fortaleza, y á la verdad con mucha determinó por el medio de algunos hombres
razón son juzgados por muy excelentes y bastantes de procurar con el Rey que dándo-
maravillosos, ansí por los odoríferos jardines le rehenes que él entraría en la ciudad y se

de cedros y naranjos y fuentes vivas como podría servir en su favor de los españoles
por los hermosos pavimentos, labrados y do- contra el Rey su tío y enemigo. Concertadas
rados, tal que tiene una cierta semejanza de sus cosas secretamente y dado el Rey á sus
nave que el un alcázar tiene la proa de la ciu- hermanos en rehenes, Gonzalo Hernández,

di
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 479

juntamente con Martín de Alarcón, hombre Alhama, hacia Alendín, robando y saqueando
valerosísimo y su grande amigo, el cual en toda cosa, sabido esto por Alzagal de los que
algunas cosas de grande importancia le había venían huyendo, por no ver delante sus ojos
seído muy fiel y esforzado, entró en Granada aquella llorosa calamidad, determinó salir
llevando una valerosa compañía de balleste- fuera por dalles socorro. Ya estaba junto al
ros y escopeteros y dos capitanías de gente campo del Almoraba, cuando le vinieron los
de á caballo, con los cuales de improviso fue- principales Alfaquís, que son de muy grande
sen los moros acometidos por las estrechas autoridad y veneración para con el Rey, por-
calles y cantones de la ciudad. Llevó también que creen que tienen la ciencia del saber las
consigo dineros para dar la paga álos soldados cosas por venir, con muy grandes conjuros y
moros, muchas piezas de paños finos y de ruegos, persuadiéndole que no saliese fuera
sedas para dallas á caballeros de la corte, á en ninguna manera, porque él salido el ene-
fin de mantenellos en la fe y servicio del Rey, migo intrínseco le cerraría las puertas de la
porque andaban algo dudosos y solevanta- ciudad, y no fuese por los españoles hecho
dos. Esforzado el Rey Chiquito con esta ayu- pedazos. La sospecha que le ponía el aviso de
da y favor peleó muchas veces en la plaza y los Alfaquís no pudo parescer vana, porque
por las calles haciendo muy grandes daños á luego que el Rey paró en no ir adelante, á la
su tío, y en todas partes apretó mucho los hora se le pusieron al encuentro Gonzalo
tumultos de su bando. Porque por la libera- Hernández y Alarcón metidos en orden deba-
lidad de Gonzalo Hernández y por el amistad jo de sus banderas. Alzagal habiendo hecho
délos españoles, todo el pueblo, generalmen- alto en el campo de Almoraba, con grande
te de una contína tristeza, se había levantado esfuerzo comenzó una escaramuza, donde los
en una grande alegría y descanso, parescién- españoles apretaron y metieron en desorden
doles estar aliviados de la pesadumbre de la la gente de Alzagal y mataron en aquel ren-

guerra y levantados en una cierta esperanza cuentro muchos de sus familiares y amigos y
de grande ganancia y comodidad, porque los los hicieron retirar á más andar para la ciu-
moros que estaban en servicio del Rey Chi- dad, habiendo concebido por esto grande
quito podían seguramente en todo lugar temor, y en especial por habérselo dicho los
comprar y vender, y los españoles les guarda- Alfaquís, antes que el caso sucediese y haber-
ban la fe, y en Illora eran amorosamente se tenido tan poco lugar para recogerse y
recebidos y pasaban por todas las otras villas verse libre de un tan grande peligro.
y lugares, hasta en Córdoba y en Sevilla. So- Pocos días después Gonzalo Hernández
lamente las armas de los cristianos se em- mandó á Alarcón que se volviese á Modín y
pleaban contra Alzagal y sus vasallos. él se fué para Illora, no dejando jamás pasar

Entretanto que Gonzalo Hernández hacía oportunidad por la cual pudiese hacer daño á
estas cosas al derredor de Granada metió los enemigos moros, procurando con grande
toda su fuerza é industria en procurar de diligencia de hacerse amigo de los caballeros
echar fuera de la ciudad á Alzagal, y cuando de la una parte y de la otra, los cuales esta-
él se hubiese algo alejado cercalle de fuera y ban en Granada ó en guardia de los castillos,
apretalle. Está muy cerca de Granada el cas- haciéndoles muchos presentes y á veces
tillo de Alendín, fortaleza de grande comodi- enviándoles los prisioneros sin ningún res-
dad, la cual se guardaba por Alzagal. Gonza- cate. Procuróla con mayor diligencia y artifi-
lo Hernández dio aviso á los capitanes que cio la de Halatar, el cual había estado capitán
estaban en guardia en los lugares vecinos en Illora y ahora estaba con gente á la
que viniesen á combatir este castillo, dándo- guardia de una villa que se dice Mondéjar; y
les orden del cómo y cuándo se viniese á dar tuvo tales formas que hubo del aquel casti-
el combate, á fin que el Rey moro fuese apre- llo, que después que le tuvo á su mano
y pues-
tado á socorrer á los suyos puestos en tanta to en él guardia de cristianos, fué causa de
necesidad y trabajo y forzalle á que viniese á grande temor y espanto á los de Granada,
batalla. La fortuna enderezó en este modo el paresciéndoles que Mondéjar, vecino del cas-
suceso del comenzado consejo: que corrien- tillo de Alendín, y Gonzalo Hernández me-

do, según el orden dado, Alonso de Peña Ve- tiéndose para adelante podría hacer muy con-
la, de la tierra de Loja, y Sancho López, de tinuas correrías y grandes daños. Movido de
480 PABLO JOVIO
este peligro, Manphot, hombre valeroso y honra en un cabello. El tiempo en estas cosas
buen capitán, el cual estaba á la guardia de se consumió en vano, y en este medio allega-
Alendín, con una parte de su gente se fué á ron los Condes de Tendilla y de Cifuentes
Nihula, la cual tierra está apartada un tercio con mucha caballería é infantes, viniéndoles
de legua de Mondéjar, por refrenar y meter muy cerca elRey don Hernando con el resto
estorbo en las correrías que harían los cris- del ejército. BabdeHn habiendo entendido la
tianos, atajándoles los caminos de un conve- venida del Rey y de su ejército, por desusa-
niente y cómodo lugar. Pero Gonzalo Her- dos caminos, por junto á la Sierra Nevada, se
nández estorbóle sus designos con la preste- retiró para Granada con tanto desorden, que
za, porque antes que se hubiese Manphot for- perdiendo el bagaje murieron muchos hom-
tificado, fué cercado é vivo le vino á las ma- bres honrados de la retaguarda. Y querien-
nos. Este pocos días después, siendo tratado do la fortuna castigar un hombre ingrato y
humanísimamente, así como aquel que desea- traidor le derribó en las asechanzas y cela-
ba mucho la libertad, vino á partido que da- das, que habiendo llegado á Lucena y comen-
ría el castillo de Alendín con que le dejasen zando una escaramuza fué desbaratado y
ir libre sin pagar rescate. Cierto que fué preso por don Diego de Córdoba, Conde de
hecho con menor deshonra que lo de Halatar, Cabra, pariente de Gonzalo Hernández. Este
pues paresce que lo hizo por su libertad. fué agüelo paterno de don Luis de Córdoba,
E siguiendo Abenmelech el ejemplo de estos yerno del Gran Capitán, el cual murió emba-
dos capitanes (porque estando los Reyes dis- jador en Roma. Aquí Babdelín, diciendo que
cordes había perdido la esperanza de las co- era capitán y no Rey, fué descubierto por
sas de los moros y también Gonzalo Hernán- un caballero moro que era prisionero, el cual
dez le había dado á entender que muy pres- llorando se había derribado á besalle los pies.
to vendría el Rey don Hernando con un grue- E á la hora el Conde de Cabra le llevó al Rey
so ejército) entregó, salva la hacienda, á don Hernando. Y por honrada memoria de
Mahala, la cual debajo de su fe le había seído aquella gloriosa hazaña le dio que perpetua-
encomendada. Puso tanto espanto esta nue- mente en el escudo de sus armas pudiese
va y tanto lloro en Granada, que los Alfaquíes traer la figura de un Rey encadenado y vein-
iban corriendo de acá para acullá persuadien- te y cuatro estandartes moriscos que había
do á ambos los Reyes, por causa del bien ganado en la batalla.
universal del estado y por amor de la reli- Pocos días después el Rey mandó combatir
gión, puestos los enojos aparte, hiciesen tre- el castillo de Montefrío. Gonzalo Hernández

gua por cierto tiempo, y así se concertaron. ganó la honra de la corona mura!, porque ha-
El Rey Chiquito, olvidado de sus hermanos biendo los soldados dado algunos asaltos y
que estaban en rehenes, se dio priesa de ir en vano, y á esta causa peleaban debajo de
á combatir el castillo de Alendín, antes que la muralla perezosamente, donde les yacían á

los cristianos le fortificasen, donde con una los pies los heridos y algunos muertos que
grande presteza venció la guardia, lo reco- caían de lo alto, Gonzalo Hernández, animo-
bró é sin poner tardanza quiso poner sitio samente esforzando á los otros que ganasen
á Mahala, donde estaba Gonzalo Hernández, honra, subió por una escala que estaba arri-
teniendo por cierto que siendo preso, fácil- mada al muro echándose á las espaldas un

mente cobraría á sus hermanos, los cuales escudo largo de peón y un capacete por am-
tenía en guarda Alarcón en el castillo de Por- pararse de las piedras y de las armas que le
cuna. Pero una nueva no pensada le quitó á echaban, asióse de una almena y, muerto los
Babdelín aquel pensamiento, dándole á enten- que la defendían, hizo huir á los moros que
der que los cristianos cercados en Salobreña estaban por allí alrededor.
les faltaba el agua y desesperados por la sed Mas dejemos aparte estas sus infinitas
de poder tener el castillo si él fuese allá sin hazañas, las cuales fueron hechas en la guerra
ninguna duda se le entregarían. Mientras de Granada, cuando era soldado ó capitán de
Babdelín amenazaba á los cercados con gran- sola una banda de caballos, merescedoras de
des crueldades si no se le rendían, los cristia- ser imitadas de los muy valerosos, las cuales
nos estaban determinados de pasar por todos en Crónica de España están celebradas,
la

los males y trabajos antes que faltar á su porque parte de ellas hizo debajo del mando
CRÓNICA DEL ÜRAN CAPITÁN 481

de otro, ó estando presente el Rey teniendo asechanzas y procurarse en breve tiempo la


por compañera á su mujer doña Isabel, Reina muerte del uno de ellos. Entretanto que en
de ánimo varonil en los ejercicios de la mili- esta manera la ciudad estaba divisa en sus
cia, y cuando los Reyes estaban ausentes, de viejas contiendas, privada de buen consejo,
don Iñigo de Mendoza, Conde de Tendilla, pobre y desamparada de todo lo necesario,
hombre grandísimo, el cual quedaba gober- casi en diversos trabajos era trabajada de las
nador del campo de este excelente capitán en ondas del extremo peligro. El Rey Boabdelín
todas las empresas ansí de paz como de gue- el mozo, temiendo el castigo que él tenía bien

rra, y también de don Alonso de Cárdenas merescido, creyendo de no hallar otra vez
primero, muy maravilloso capitán, confesaba lugar de clemencia con el Rey don Hernando,
haber rescibido los documentos y preceptos deüberó dé tentar el ánimo de Su Alteza
con que él había adquirido el sobrenombre ofresciéndole de rendírsele por ver si con
de grande; y esto decía él tan gratamente y este ofrescimiento se podía alcanzar perdón
con tanta afición, que los obedescía al pares- de sus faltas. Porque tenía en memoria cómo
cer como si le hubieran seído padres. Mas pocos años antes, cuando fué preso y venci-
Gonzalo Hernández, el cual desde el principio do en la batalla de Lucena por don Diego de
de la guerra como le era bien conveniente, Córdoba, con cuánta benignidad el Rey don
encendido de !a esperanza de la honra, indó- Hernando le había dado libertad, tomándole
mito contra todas las asperezas y fatigas, debajo de su amparo y protección contra Al-
jamás se había partido del campo, venido zagal su tío, y él con ánimo ingrato metió en
que fué el fin de la fatiga, ganó suprema hon- olvido la libertad y la merced recebida y tra-
ra de la guerra fenescida, que por un no bó de nuevo amistad con el tío, enemigo
esperado don de la fortuna le fué favorable, común. Pues estando Boabdelín lleno de tan-
que fuese él el que abrió el camino de la tos trabajos y de estos continuos pensamien-
impensada victoria Había el Rey don Hernan- tos, paresciéndole no hallar ningún remedio
do alojado el ejército á la vista de Granada, mejor que Gonzalo Hernández, ni quien con
fortificado al derredor con un suntuoso mu- más fidelidad y diligencia tratase el secreto
ro que puso á los moros grande espanto, por- de cosa tan importante, determinó de enviar-
que representaba una nueva ciudad, y el cer- le uno de sus más fieles moros, el cual con

co de aquella muralla era religiosamente lla- muchos ruegos le rogase que debajo de su
mado Santa Fe, porque verdaderamente los fe quisiese secretamente entrar en Granada y
moros conoscían (los cuales con ninguna cosa venir con á parlamento sobre la resolución
él

se sostenían sino con una loca obstinación de un importantísimo negocio, certificándole


de ánimo) que el Rey no se levantaría de que jamás se arrepentiría de aquella buena
aquí si primero no diese fin á la guerra, obra que le hacía, pues llevaría grande con-
recompensando las fatigas de diez años con tentamiento de lo que allí se platicase. Luego
la ruina de Granada. Porque los moros ya á la hora Gonzalo Hernández hizo entender
habían perdido todas las ciudades y villas á Sus Altezas todo aquello que imaginaba
del reino, habiendo los cristianos echado de que se había de tratar. Al Rey plugo grande-
ellas y muerto á la gente de guardia que en mente la ocasión de esta esperanza; pero con
ellas estaban, talmente que, rodeados de infi- muchas palabras le advirtió que tuviese gran-
nitas miserias y trabajos y de un largo y de recato, que temerariamente no se confíase
apretado cerco, no poseían sino solamente en la fe morisca. Gonzalo Hernández le res-
una bien pequeña parte de su tierra, y aqué- pondió: «No dude en esto Vuestra Alteza,
lla arruinada de las continuas correrías. No porque me asegura el grande temor que tie-
habían aún parado los enojos entre los Reyes ne nuestro enemigo, y verdaderamente Dios
moros, y claramente se conoscía que el Rey nuestro Señor ha de tener cuidado de mi
Chiquito no de su voluntad se había aparta- salud, pues peleamos en su servicio, allende
do de la amistad de los cristianos, sino por que el maravilloso esfuerzo de Vuestra Alte-
honra de la religión y por la persuación de za y de este campo, el ruido del cual resuena
los caballeros, y que si se había concertado en la ciudad de los espantados y temerosos
con el tío no con entera fe, aguardando clara- moros, me defenderán, y ansí tengo osadía
mente de la una parte ó de la otra nuevas de tentar cosas honradas y grandes». Gonza-
Crónicas del Gran Capitán. -31
482 PABLO JOVIO
loHernández sin más tardar á la media noche, Gonzalo Hernández con la capitulación, luego
por no ser sentido, llevando consigo al men- á la hora el Rey don Hernando las firmó y
sajero moro, fué recibido en la ciudad, trayen- mandó fuesen selladas con el sello real. Pero
do larga comisión para tratar la paz. Lo que Alzagal, de ánimo á natura feroz y obstinado,
en suma era esto: Que si él quería salir luego nunca quiso aceptar el beneficio de la condi-
á la horade Granada y entregalla con buena ción, sino antes que Boabdelín (el cual no ha-
fe antes de probar el último peligro, que Su bía de reinar mucho tiempo en Almería) se
Alteza le perdonaría la fe rompida y todas saliese de Granada, habidos algunos navios,
sus pasadas crueldades y obstinación y que se pasó en África, condenando y maldiciendo
como á su tributario le dejarían reinar en públicamente la liviandad de Boabdelín, como
Almería la del Andalucía en su ley. Y á los hombre pernicioso á la sangre real y al nom-
moros, que les guardarían sus haciendas y á bre morisco y por haberle hecho tan grande
aquellos que quisiesen quedarse en el Anda- traición. Y decía que para con los moros era
lucía y no pasar en África no serían constre- más de doler la pérdida de su antigua honra
ñidos á dejar su religión, y si algunos volun- que la posesión del reino.
tariamente quisiesen dejar la seta mahometa- El Rey don Hernando mandó hacer con
na y volverse cristianos, con tal condición de grande regocijo y con intérpretes un pregón
vida serían guardados en protección de los en el cual les otorgaba á todos los ciudada-
clementísimos Reyes, que más felice ni más nos una honrada condición de vida los cuales
seguro estado de vida jamás habrían tenido. jurasen de guardarla fe, pleitos y homenajes,
Eran estas palabras dichas de Gonzalo Her- y el pueblo, dando grandes voces de placer
nández con tanta elocuencia, que aun á los que luengamente reinase y fuese felice triun-
muy esforzados ponían espanto, y decía que fante, entró en la ciudad de Granada á dos
el peligro de una grandísima pérdida amena- días de Enero año del nascimiento de Nues-
zaba á aquellos que desechaban las condicio- tro Señor Jesucristo de mil cuatrocientos no-
nes de la paz ofrescida, averiguándoles que venta y dos, cuando eran pasados cerca de
los soldados cristianos, como aquellos que se setecientos años que el Miramamolín, belli-
habían hecho crueles por la larga fatiga de cosísimo Príncipe de los moros, los cuales
la guerra y despertados de no dudosa espe- son hacia la parte del monte Atlante, doma-
ranza de un riquísimo saco, habían jurado de dor casi de toda España, había en Granada
no volver jamás á sus tierras si primero no fundado aquel reino. No faltó aquesta victo-
hubiesen arruinado y tomado á Granada. ria de un notable y grande prodigio: que po-
Estando el Rey Boabdelín inclinado á acep- cos días antes que Granada se ganase, de
tar estas últimas condiciones y conciertos una centella que faltó de la lumbre de una
de paz, un pensamiento sólo le fatigaba á vela, soplando el viento poco á poco que-
que luego con el juramento no los confirmase: mando unas tocas se encendió la cama de
que no podía con maldad y traición entregar Sus Altezas y se quemó la tienda real, que
á 8u tío en mano de sus enemigos. Es de no- era muy grande, antes que con agua le pu-
tar que aun en la adversa fortuna en los rea- diesen amatar. La Reina medio desnuda hubo
les ánimos siempre se halla una honrada ge- de salir á otra tienda, no quedándole que no
nerosidad, tal que las más veces el temor de fuese abrasado casi todas las alhajas de ropa
la infamia vence todo peligro y miedo. Gon- blanca de su servicio. El Rey tuvo luego de
zalo Hernández, paresciéndole de no poner esto grande espanto, pero entendiendo el ac-
en esto tardanza porque luego se viniese al cidente letuvo por agüero de la victoria.
concierto dijo á Boabdelín, así como aquel Gonzalo Hernández, ofreciéndose esta oca-
que pedía cosaí justas y no graves ni des- sión en que podía hacer este servicio á Su
honradas, que él tuviese confianza cierta en Alteza, hízolo saber á su mujer doña María
la liberalidad del Rey don Hernando, que le Manrique, que estaba en el castillo de Illora,
otorgaría todo aquello que pertenescía á la para que proveyese á Su Alteza de todo lo
salud y dignidad del Rey su tío y al cómodo y necesario. La generosa señora, con grande
provecho de los moros que seguían su opi- presteza y liberalidad, envió á Su Alteza mu-
nión y voluntad. No se le faltó ninguna cosa á chos aderezos de ropa blanca, muchos para-
lo que se le había ofrescido, porque volviendo mentos de oro y seda labrados con grande
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 483

en fin, que fueron tales y tantos, que


artificio; la orilla. Los marineros demandaban cuerdas
soldaron en la recámara la falta que en ella y cables y por toda parte les proveían de lo
el fuego había hecho. La Reina se tuvo por necesario. Gonzalo Hernández, paresciéndole
muy servida y mostró de ello grande conten- desacato que la Reina fuese tratada por ma-
tamiento, por ser ello mucho y bueno y gran- nos de marineros, como él estaba en cuerpo
demente costoso. Pero de lo que más se ma- vestido de un sayo de brocado y terciopelo
ravilló fuéde la grande diligencia, porque carmesí, sin ninguna tardanza se metió en el
parescía que de muchos años antes estaba agua hasta los pechos y tomó en los hombros
aparejándose para suplir á la necesidad del á Su Alteza, y con muchas voces y regocijo
incendio. Y viniendo Gonzalo Hernández á la la sacó á la tierra. La Reina mostró mucho
tienda de Sus Altezas, la Reina le dijo: «Gon- contentamiento con el servicio hecho á tal
zalo Hernández, el daño y mal que el fuego tiempo y deseaba mucho hacelle mercedes, y
hizo nos ha sido muy provechoso, pues de como era de ánimo varonil y trataba nego-
nuestra tienda ha faltado en tu casa». Donde cios gravísimos de grande importancia, el
por aquel servicio no aguardado, á tal punto Rey, como considerado y prudente, las más
se aficionó Su Alteza en hacelle mercedes y veces en la resolución de ellos los comunica-
en todas las conversaciones le loaba de muy ba con ella, como aquélla que en dote le tra-
valeroso. Pues desque el Rey hubo con- jo los reinos de Castilla. Ofrescióse que se
certado todos los negocios de Granada, y hubo de aparejar una armada y enviarla á
encomendada la ciudad juntamente con el y con ella un valeroso capitán en las
Sicilia,

Alcázar del Alhambra á don Iñigo de Mendo- cosas de guerra. Gonzalo Hernández, favores-
za,Conde de Tendilla, y á Gonzalo Hernán- cido de la Reina, fué preferido á muchos vale-
dez hizo merced de una casa muy principal, rosos caballeros de España. Porque en aquel
con una cierta renta de lo que se saca del tiempo, Carlos octavo, Rey de Francia, llama-
derecho de la seda. Acabada que fué la gue- do de Ludovico Sforcia (el cual teniendo pre-
rra, después de haber reposado algunos días so al hijo de su hermano se había hecho Du-

en siguió á Sus Altezas que andaban


Illora, que de Milán), con un poderoso ejército pa-
visitando las ciudades de España, donde con sando por toda la largueza de Italia iba con-
tanta polideza de excelentes costumbres se tra don Alonso de Aragón, Rey de Ñapóles,
trataba, que era bien querido y grato á todos por lo cual los Príncipes de Italia, espantados
los cortesanos. Porque aunque muchos seño- de la felicidad de aquel gran viaje, como
res de España le hiciesen ventaja por la edad, aquellos que estaban muy sospechosos de
por riquezas y por honrados títulos de haza- las armas del mozo victorioso y de grande
ñas, Gonzalo Hernández era en mucho más ánimo, habían mudado de pensamiento, sien-
tenido, parte por la gloria de su propio valor do autor de esto el Papa Alejandro, y por la

y parte por ser bien querido de Sus Altezas. salud común hicieron liga entre ellos. El Papa,
Era muy gentil cortesano, entendía bien lo viendo á Roma ocupada con la súbita venida
que se había de hacer, porque había acompa- de franceses, se retiró al castillo de Santán-
ñado los ejercicios militares con los de la gelo y fué apretado, por librarse del peligro
cortesanía; en su conversación y trato muy presente, de aceptar injustas condiciones de
apacible, tal que cuando se trataban cosas paz y de dar en rehenes al Cardenal Césaro
de palacio todos estaban agradados de su Borja, su hijo. El Rey Carlos, con una increí-
burlar y plática. ble presteza, por la campaña de Roma mar-
Había Reina doña Isabel llevado á su
la chó para adelante, y habiendo echado de
hija doña Juana, madre de Carlos que es Ñapóles á los Reyes y tomados los castillos,
ahora Emperador, á un puerto de Vizcaya, sin herida de ninguno de los suyos, se hizo
que por mar fuese llevada á Flandes á Felipo señor de todo el reino, hasta el mar de Sici-
su marido. Al tiempo del embarcar, con el lia; tanto que se tenía por cierto que había
amor de madre, no pudiendo desasirse délos de pasar á Mecina, porque aquel reino, como
brazos de la amada hija, mandóse llevar en á Rey de Francia, le pertenescía por un anti-
un batel á la armada; al tiempo de la vuelta guo derecho, por las cuales causas el Rey
para la tierra, cresció tanto la marea, que el don Hernando de España, queriendo fortales-
barco con grande dificultad se podía llegar á cer de buena guardia la Sicilia, dio el gobier-
484 PABLO JOVIO
no á Gonzalo Hernández, por librarse de la Hernando, no solamente con consejo, pero
importunidad que tendría de los grandes con todos los tesoros y dineros que le habían
señores que deseaban aquel cargo, y ansí le quedado de aquel miserable y último caso.
mandó que haciendo buen tiempo hiciese E ansí sin tardanza alguna fueron hechas
vela de Cartagena, porque aunque el Rey don algunas compañías de infantería, empleándose
Hernando poco antes hubiese recibido del en esto don Hugo de Cardona, siciliano, el
Rey de Francia benignamente á Perpiñán con cual tenía con los de aquella isla grande auto-
esta condición: que ni por tierra ni por mar ridad y crédito, y al Rey le era muy aficiona-
no diese ayuda ni favor alguno á los Reyes do servidor; y esto tanto porque había casa-
de Ñapóles; pero temeroso del público peli- do una hermana suya con don Alonso de
gro y mucho más del propio, había entrado Avalos, que entre los capitanes del Rey era
en la liga que el Papa, el Emperador Maximi- el más principal, ansí por ser muy favorido

liano, venecianos y Ludovico Esforcia habían como por su valor. Pues habiendo dado el
hecho por defender la libertad de Italia. Por Rey orden á sus designios y llena la armada
lo cual hizo saber al Rey Carlos, por medio de muchas vituallas y con maravilloso orden
de su embajador don Antonio de Fonseca, la infantería repartida por las naves, y Gon-
que, salva el amistad, no quería sufrir que el zalo Hernández esforzándolos, quitada toda
Papa, Príncipe de la Iglesia, fuese injuriado. tardanza y estorbo, partieron del puerto de
Don Alonso de Aragón, Rey de Ñapóles, el Mecina y pasando el faro desembarcaron en
cual, como espantado, dejando el reino á su Ríjoles. No dudaron los de Ríjoles de tomar
hijo Fernando, se había pasado en Sicilia, des- las armas y con singular valor y esfuerzo
pués que entendió que los ánimos de los recibir á su Rey tan deseado. Los franceses,
Príncipes se habían mudado y que se apareja- espantados de una tan grande armada, casi J
ba grande guerra contra franceses, demandó todos se metieron en el castillo. Gonzalo Her-
ayuda y favor á don Hernando, Rey de Espa- nández mandó plantar el artillería yencomen-
ña, dándole muy á menudo avisos que tuvie- zándoles á batir, apretólos de tal manera,
se grande cuidado de las cosas de Sicilia; que demandaron tregua, por tratar después
porque Carlos, despertado del favor de la más cómodamente en los conciertos de ren-
fortuna, por el deseo natural que los france- dirse. Los franceses pidiéronla con astucia
ses tienen de haber aquella isla, no pararían maliciosa, por fabricar en aquel tiempo los
hasta que toda la tuviesen á su mano. Gon- reparos necesarios de la parte de dentro y
zalo Hernández llegó á salvamento á Mecina para que los franceses que estaban en guar- J
con cinco mil infantes y seiscientos caballos día de las ciudades vecinas de Calabria fue-
armados á la usanza de España, casi en aquel sen sabidores del peligro en que estaban
tiempo que el Rey Carlos había puesto la Conoscido su engaño, Gonzalo Hernández, y I

guardia por todo el reino. Venido á Roma en especial que los franceses, contra lo con-
desde Ñapóles con la más escogida parte de certado, habían poco antes herido mortal-
su ejército, el Papa se fué de Roma de temor mente con los arcabuces á algunos españoles
y el Rey siguió su camino para Francia. |En que con poco recato y consideración se
esta mudanza de cosas el Rey Fernando de paseaban delante el castillo, mandó sacar
Ñapóles, con igual desesperación siguiendo fuera el artillería para conibatille, y los solda-
al padre don Alonso, de Iscla se había pasado dos, inflamados con la esperanza de la presa, \
á Mecina, juntamente con Federico su tío y dieron el asalto con grande ardor y esfuerzo.
con los capitanes amigos, los cuales habían El castillo se tomó, adonde murieron muchos
seguido la calamidad real, tenían consulta de franceses. Los que se retiraron al homenaje se

renovar la guerra y de volver á Ñapóles. rindieron salvas las vidas. Recobróse Ríjoles;
Había venido también á Mecina, el cual esta- los franceses se retiraron en las ciudades más
ba en Mazara, el Rey don Alonso, dejada fuertes. La mayor parte de Calabria tornó á
aparte la pompa real y cuasi en hábito de la obediencia de los Reyes de Ñapóles.
clérigo hecha la corona, por ver al hijo y al El Rey alojó su campo en la tierra de Santa
hermano y más á Gonzalo Hernández, mos- Ágata; los vecinos de ella, visto al Rey, no
trando haber dejado los pensamientos y pla- tardaron en abrille las puertas. Los franceses
ceres del mundo, favoresció á su hijo don en aquellos días, como aquellos que no tenían
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 485

ningún temor, estaban por las villas y lugares to más


fuerte que grande, y acabando de ajun-
derramados, los unos acá, los otros por acu- tar la gente, no metiendo tardanza en su ca-
llá; y á la fama y venida más presta que pen- mino, mas antes que los enemigos entendie-
saban del presto enemigo, por diversos cami- sen la venida de Persi marchó para Seminara,
nos y desordenadamente se ajuntaban á la con pensamiento de venir de presto á batalla
insignia de monsiur Daubegni, gobernador de con el Rey Fernando, y si el Rey no quisiese
Calabria; eran robados de los villanos cala- salir de los muros de Seminara y no tuviese
breses, los cuales con mano armada tenían osadía ni esfuerzo de meterse en campaña ni
tomados los pasos. Gonzalo Hernández, por de venir á batalla, volverse como vencedor
espiar la tierra y descubrilla, había enviado mofando de su vileza á los pueblos, la cual
algunas compañías de espaiioles á hacei- co- cosa juzgaba serle muy provechosa para man-
rrerías. Fué una compañía de franceses que se tener las tierras en la fe, especialmente que
retiraba á Seminara en una profunda valle ro- dentro pocos días le había de venir socorro
deada y desbaratada, y los calabreses alzando de tierra de labor, de Abruzo y Pulla. El Rey
un grande alarido, acrescentó á los franceses Fernando no había entendido la venida de
mayor temor al peligro y casi todos fueron Persi, sino solam.ente por las espías había
presos sin herida ninguna. Después de aques- seído avisado de la gente de monsiur Daube-
te suceso Gonzalo Hernández con toda la ca- gni, la cual era harto poca, no dudó de sacar
ballería, siguiéndole el Rey con la infantería, la gente de fuera la tierra y ir contra el ene-
allegó á las puertas de Seminara y hizo enten- migo que venía, porque le parescía serle ver-
der á los vecinos de ella que quisiesen ante- gonzoso y reputado á cobardía dejarle sitiar,
poner el Rey Fernando, Principe de grande que sería parte para perder toda la nueva re-
humanidad y valor, el cual, aun cuando el pa- putación y gloria, la cual poco antes tentando
dre reinaba, le había conocido por señor libe- la fortuna con el valor y esfuerzo había gana-
ral y amorosísimo, á los franceses, hombres do. Gonzalo Hernández con su valor y pru-
extranjeros insolentes y crueles. Y que él ha- dencia, con la cual se aventajó á todos los ca-
bía allí venido con ejército con muy cierta es- pitanes de nuestro tiempo, comenzó á persua-
peranza que los de Seminara no se olvidarían dir al Rey Fernando, muy deseoso de ganar
de la antigua afición que tenían con el nombre honra y de recobrar el reino, y aun de protes-
de Aragón, y que á la hora abrirían las puer- talle que en ninguna manera no hubiese de
tas para volver á la obediencia y sujeción. Ya salir de Seminara si primero no entendía me-
comenzaban á oirse los atambores del ejérci- jor el designo y las fuerzas de los enemigos,

to que se allegaba y á mostrarse las bande- porque harto más honrosos consejos eran
ras. Gonzalo Hernández les hacía mostrar los aquellos que en las cosas dudosas prometían
hombres de armas franceses, los cuales an- seguridad, y por el contrario, infelices y vitu-
dando en la guardia, que era débil y flaca, ha- periosos aquellos que con temeridad y vano vi-
bían seído desbaratados y presos en el cami- gor de ánimo suelen poner de arriba abajo to-
no. Los de Seminara tenían en aborrescimien- dos los designos de la empresa, y finalmente la
to á los franceses y el nombre de Aragón concebida victoria. El Rey Fernando le respon-
amaban. Recibieron al Rey con grande volun- dió: «¿Cómo, con aquella vileza y cobardía
tad, echando por otra puerta los franceses- con que perdimos el reino, con aquella queréis
Metía entonces gente de toda parte en Te- que le cobremos? ¿No probaremos ahora en
rranova (la cual algunos se les antoja que estos felices principios con el valor y esfuer-
fuese la antigua Terina) Ebrardo Stuardo, lla- zo aquella fortuna que en Romanía y en tie-
mado por sobrenombre monsiur Daubegni, rra de labor, estándonos aposentados y que-
de nación escocés. A este hombre, animoso y dos, sin querer combatirnos fué contraria?
esforzado, el Rey Carlos de Francia dio el go- Aunque los principios de la guerra no sean de
bierno de la Calabria. Entendida que hubo la grandísima importancia, ni los otros sucesos,
rebelión de Rijoles, había llamado de la Basi- aquellas cosas que esforzadamente ti'i has
licata á monsiur de Persi y á monsiur de Ale- comenzado, si tú no continas de valerosa-
gre, su hermano, con la infantería de suizos y mente acaballas ¿no tienen después vitupe-
con gruesa caballería, y sacadas las guardias rioso fin? La fortuna favorescerá á los osa-
de los lugares vecinos, había hecho un ejérci- dos, ¡oh Gonzalo Hernández! la cual hasta
486 PABLO JOVIO
ahora ha favorecido á los franceses, y pues Y partieron entre sí los hombres de armas,
comienza á dar favor á nuestras empresas, que eran poco menos de cuatrocientos, á la
ella no desamparará jamás á aquellos que vo- usanza francesa, dos tantos caballos ligeros,
luntariamente llama ala victoria, salvo si nos- y así cerrados en un batallón cuadrado pasan-
otros con grande vergüenza no la abandona- do el río fueron á buscar á los enemigos. Los
mos. Procuremos de ver una vez el rostro á caballos españoles arremetieron y animosa-
los franceses, los cuales de la fama y verda- mente los encontraron; pero siendo desigua-
deramente vana se han hecho terribles, y pro- les en armas y fuerzas, no fueron poderosos
baremos rostro á rostro nuestras fuerzas con para hacer retirar el escuadrón de los hom-
las suyas, que nosotros les somos superiores bres de armas, y alzando un grito comenza-
de infanteria y caballería y de la afición de ron á volver los caballos, y volteando áegún
los hombres, y finalmente del favor de la for- la costumbre española se recogieron á los

tuna; y con estas causas no hay de qué dudar suyos. Este retirarse rompió mucho el ánimo
de vuestro esfuerzo. Porque ¿cuál será de de la infantería aragonesa, creyendo que los
vosotros que si hubiere de combatir de hom- suyos huían echados de los enemigos, y los
bre á hombre animosamente no acepte á su franceses tomaron grande esfuerzo para pa- |
enemigo, ó francés ó tudesco, y valerosamen- sar adelante. Monsiur Daubegni de la parte
te no le rinda ó le mate? De mí yo os certifico derecha y Persi de la izquierda fueron de so-
delante de todos ser el primero de quebrar corro entrando valerosamente con su banda
mi lanza en quien viere armado suntuosa- en la infantería: cuasi toda la rompieron. An-
mente y con fuerte esfuerzo dar ejemplo á tes que los suizos de la frente abajasen las pi-
vosotros, porque con el mismo ardor y ánimo cas, el Rey Fernando, habiendo en balde esfor-
alcancemos presta victoria de estos borra- zado á los suyos que volviesen á la batalla,
chos de enemigos». Halláronse en aquel con- con sus hombres de armas, valerosamente se
sejo muchos hombres ilustres, los cuales des- metió en medio de los enemigos, rompiendo
pués adquirieron en la guerra grandísima su lanza en un caballero francés muy princi-
honra y reputación: Andrea de Altavilla, de la pal; pero siendo apretado de la multitud de
nobilísima familia de Capuana; don Hugo de los enemigos, le fué forzado meterse en huida.
Cardona, Teodoro Triultio; de los españo- Fué seguido y mirado de muchos, por los pe-
les, Manuel de Benavides, Pedro de Paz, Al- nachos y armas doradas que llevaba. El caba-
varado y Peñalosa; los cuales deseando gran- llo en un paso estrecho que hacía el camino

demente venir á batalla, suplicaban á Gonza- cayó, no estando muy apartados los enemigos.
lo Hernández que no quisiese desconfiar déla El Rey se halló muy embarazado en los estri-
virtud y esfuerzo de los soldados, prometien- bos y en los cuernos lunados de la silla. Ha-
do de pelear valerosamente, y persuadían al llándose en tan grande peligro de la vida, le
Rey Fernando que mandase sacar lasbanderas socorrió el señor Iván, hermano de Andrea de
fuera de las puertas de la tierra. Está Semi- Altavilla (este fué aquel que después en la
nara puesta en un lugar alto, y de aquella tie- guerra fué clarísimo y honró mucho á su no-
rra se extienden unos collados auna pequeña ble linaje) y con grande amor le dio su caballo
valle, en la cual con humil vado corre un río y que él tenía guardado (para salvarse) grandí-
de allí toman principio unos llanos abiertos, simo corredor. El Rey Fernando, como aquel
en los cuales habían venido los franceses de que era muy diestro y suelto de la persona,
Terranova. El Rey Fernando llevó el ejército aunque estuviese armado de pesadas armas»
por los collados. Andado que hubo tres millas con un salto se metió encima y se libró de las
llegó al río y metió á la parte izquierda la in- manos de los enemigos. El Altavilla quedó á
fantería en la ribera del agua y extendida pie; poco rato después fué muerto de los
toda la caballería en la derecha en forma de franceses. Monsiur Daubegni. habiendo muer-
una ala, y esperaba que los enemigos pasa- to mucha gente de la infantería, hizo alto un
sen el agua. De la otra parte monsiur Dau- poco apartado del lugar de la batalla, habien-
begni y monsiur de Persi pusieron los suizos do perdido la ocasión de fenescer la guerra,
en un escuadrón cerrado al encuentro de la tanto que todos decían que no había s.ibido
infantería de los enemigos, y en la retaguar- usar de la victoria, pues no había ido en el al-
dia la infantería del socorro de los calabreses. cance de tantos varones ilustres, entre los
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 487

cuales estaba el Cardenal don Luis de Aragón, Gonzalo Hernández estuvo aquel verano en
y como de presto no había llevado el ejército Ríjoles defendiendo valerosamente las tierras
vencedor á Seminara, en el cual tiempo, ellos del extremct canto de la Calabria. Monsiur
juntamente con el Rey por diversos caminos Daubegni, soberbio por la fresca victoria, lla-
allegaron á la armada. mado del Rey en campo se vino á la Tela en el
Gonzalo Hernández, el cual valerosamente Abruzo; en esta tierra se retiraron los capita-
combatiendo en más de una parte había re- nes franceses después de haber recibido mu-
novado la batalla y había salvado á muchos, chos daños, y cercados de los aragoneses,
entrado que fué en Seminara se llevó todo el con flaca esperanza aguardaban el fin del su-
bagaje; los franceses siguiéndole en vano, se premo consejo de ellos.
retiró en Ríjoles. Pues habiendo infelicemente El Rey Fernando, habiendo sido desbarata-

sucedido el suceso de esta batalla, Gonzalo do el verano pasado en Seminara, mostrando


Hernández, diversamente de aquello que avie- ánimo invencible, no de otra manera que si
ne á los otros capitanes, ganó nombre de sin- fuera vencedor, subió en la armada y con las
gular prudencia; porque habiendo bien medi- reliquias del ejército rompido, con felice osa-
do sus fuerzas con las de los enemigos, juzgó día habíanavegado para Ñapóles, y recibido
que temerariamente no se debía de innovar en ciudad había constreñido ál >s franceses
la

cosa alguna, porque se conoscía la ventaja cercados en Castelnovo á rendirse por la


que había de los hombres de armas de Fran- hambre. Aunque Persi fué enviado de mon-
cia á los caballos jinetes de España, y de la siur Daubegni en socorro de los cercados, ha-
infantería española y siciliana á la infantería biendo en el camino junto á Eboli desbarata-
de suizos. El Rey Fernando, recibido tan gran do el campo del Rey Fernando, bravo por la
rompimiento y aunque en un punto de tiempo doblada victoria, se presentó en vista del cas-
se viese derribado de una grande esperanza tillo. Los cercados en la Roca, habiendo ya

en una extrema desesperación, no por esto dado los rehenes, según los conciertos de la
perdió nada de esfuerzo, antes bien tenía tregua no se podían mover en ninguna cosa,
aquel mismo valor que tuviera siendo vence- ni Persi había tenido esfuerzo de entrar den-

dor. Sólo se lamentaba de haber s do engaña- tro los reparos del monte Eccia, ni en los bur-
do de su misma opinión; ni por esto dudaba gos defendidos por el Próspero Colona. Pues
que la fortuna no le fuese favorable, la cual habiéndole salido vano su designo, volvió á su
con muchas señales le había prometido de vol- gente por la gruta del monte Pusilipo y reti-
verle presto en el reino y en la patria; tenía róse para atrás al principado de donde era
fundada en el ánimo una confianza, puesta venido. Después de aqueste deshonrado su-
más en el destino que en alguna humana ra- ceso, Gilberto Borbón, llamado por sobrenom-
zón, tal que despreciaba todos los peligros bre Monpensier, al cual pertenescía la supre-
que ponían delante, y tenía creído por muy
le ma autoridad del gobierno de la guerra, salido
cierto que no solamente los ciudadanos le fa- que fué de Castelnovo con toda la otra gente,
vorecerían, mas aun Dios, que por tierra y por renovó una guerra en Pulla mucho mayor que
mar había de ser siempre con él. No le enga- la primera, ayudado del Príncipe de Salerno.
ñó en nada su esperanza, aunque á la verdad Allegáronseles Virginio Orsino con Pablo Vi-
concebida temerariamente, porque tuvo osa- telio y Pablo Orsino con Bartolomé de Albia-
día de tentar una empresa loca y de grande no. Virginio Orsino traía consigo tres mil
dificultad. Porque pasando el faro y recogi- hombres de armas y caballos ligeros. Este,
das en Mecina cerca de setenta naves, en las desabrido que dos capitanes coloneses, Prós-
cuales había menos soldados que marine- pero y Fabricio, de contrario bando, fuesen
ros, haciéndole un tiempo bonísimo allegó á estimados y tenidos en reputación cerca del
Ñapóles antes que en la ciudad se dijese la Rey Fernando y haberle ocupado sus tierras
nueva de la batalla hecha en Seminara. Fué que tenía en Abruzo, seguía la parte francesa.
recibido de los ciudadanos con grande alegría, Partido de la campaña de Roma, había venido
y habiéndole sucedido algunas escaramuzas, en Pulla á hallar á Monpensier y á Persi, ha-
felizmente echó á los franceses de la ciudad biéndose ajuntado tres clarísimos capitanes y
y del castillo, ansí como más largamente lo ha- allegado en uno un grande ejército, iba la es-
bernos escripto en la historia. peranza de la fortuna entre ellos; y Fernando
488 PABLO JOVIO
alternando, ora de acá, ora de acullá, hacién- podía fenescer la guerra. Fue'le enviado por
dose entre sícruda guerra. El Rey Fernando, embajador doctor miccr Bernardo Brutio,
al

fortificado del nuevo socorro de»venecianos, el cual ansí por su fidelidad como por consejo
sus confederados, valerosamente resistía á la tenía con el Rey grande autoridad. Este le hizo
furia de los enemigos, especialmente después su embajada y !e dijo que un valeroso y fuer-
de la venida de Francisco Gonzaga, Marqués te capitán no debía dejar perder una ocasión
de Mantua, el cual habiéndose adquirido en de grande loor é importancia, que era el ganar
la batalla del Tarro nombre de valerosísimo la victoria.
guerrero y recobrado á Novara y echado álos Había Gonzalo Hernández invernado con
franceses de Italia, los venecianos le habían su ejército en Neocastro, y habiendo sabido
hecho su capitán general. Fueron con él algu- la nueva de haberse ganado Ñapóles, saHó de
nas capitanías de griegos muy especiales, los Ríjoles y en diversas expediciones había reco-
cuales páresela que con mayor ventaja por la brado las ciudades de Calabria, echando de
abierta campaña de Pulla acometiendo y
la ellas á los franceses, entre las cuales fueron
retirando guerreasen contra la gente de armas Squilaco, Crotón, Sambarri, que están puestas
francesa. Viéronse los ejércitos con la gente hacia el mar Jonio, y con ellas á Seminara,
puesta en orden rostro á rostro muchas veces; adonde el Rey había recibido aquella rota,
mas nunca se vino á batalla universal, lo cual y Terranova y muchas otras villas y lugares
era muy provechoso á los franceses, porque grandes, y esto con tanto favor, que en la par-
todos claramente veían cómo ellos en la tie- te de la Calabria superior, al largo ribera del
rra de Frengeto habían perdido la ocasión mar Tirreno, con gran presteza se levantaban
de una cierta victoria, y esto por la maldad de las insignias del Rey Fernando. Mos Daubeg-
Persi, el cual más presto había querido tener ni había quedado en aquella provincia con

por compañeros á monsiur de Monpensier y á pocas fuerzas, no teniendo más del medio del
Virginio, del rompimiento y de la infamia que ejército, y á esta causa se iba reparando en
le sobrevino, que por partícipes de la victoria. los lugares más Porque monsiur de
fuertes.
Este era hombre de ánimo obstinado y super- Persi, cuando fué á Ñapóles á socorrer á aque-
bo, y había procurado con los suizos que en llos que estaban cercados en el castillo, había

ninguna manera no entrasen en batalla si pri- llevado consigo la fuerza de la gente francesa,
mero no les diesen las pagas que les debían. la infantería suiza, los hombres de armas vie-

Los capitanes franceses, desnudos de su an- jos, y con singular esfuerzo de ellos había |
tigua reputación y apretados del Rey y délos ganado una noble victoria en Eboli. Gonzalo
griegos por las espaldas, se retiraron en la Hernández por estas causas estaba perplejo
Tela, por lo cual teniendo el Rey esperanza de y diligentemente consideraba si era bien he-
haber la victoria, deliberó con todas sus fuer- cho y provechoso ala importancia de la guerra
zas cercar y combatir los enemigos, los cua- ó perseguir á mos Daubegni en aquella in-
les sin ningún propósito se habían puesto en clinación de pueblos ó castigar de presto á
aquella tierra, donde no podían salir de ella los varones que seguían la parte anjoína y
sin muy crescido daño. Porque de toda parte enriquescerá sus soldados con sus despojos,
estaban cercados y ceñidos como de una per- ó si era cosa más honrada y ilustre obedecer
petua corona; pero para quererse hacer esto sin tardanza al Rey Fernando, que le deman-
habíase de crescer el ejército de más gente, á daba socorro y hallarse e'n la victoria y abrir
fin que, separados los alojamientos, segura- la puerta para tratar mayores empresas. Ha-

mente se pudiesen oponer á los enemigos en biéndose determinado en este último partido,
las diversas salidas de los caminos, porque te- metió su gente en orden y marchó para el
nían fuerzas de no tenellos en poco, muy bue- condado de Cosenza; combatió y metió á saco
nos soldados viejos, capitanes de diversas los arrabales, combatió la ciudad, la cual es la
naciones esforzados y pláticos. Estas eran las más principal de Calabria; los franceses la de-
causas que parescían que á Gonzalo Hernán- fendían del castillo, aunque vanamente; á la
dez se procurase de hacclle venir de Calabria. fin la tomó por fuerza. Partiéndose de aquí

Porque cuando estuviese junto con él en su tomó de acordio todos aquellos pueblos que |
ejército, florescía tanto la militar industria en habitan en la valle del río Crate, el cual con
él, que juzgaban que presto y felizmente se grandes rodeos va á meterse en el mar Jonio;
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 489

tomó á Castelfranco, el cual se cree que ha ja, legado del Papa, le salieron á recibir con
crescido de las ruinas de la antigua ciudad de muy grande honra y alegría. Gonzalo Hernán-
Pandosia, noble por la muerte de Alejandro dez, habiendo visto de lejos la ciudad de
Epirota, por esta conjetura: que de la otra Átela y mirado bien y entendido el sitio de los
parte de allá pasa el río Acheronte, hoy llama- collados, l3s cuales á modo de teatro la ro-
do de los habitadores Campano. Allegóse con dean y ciñen en el llano de abajo, alojó su
su campo á la noble ciudad deCastrovilari; allí campo en un lugar acomodado y provechoso,
entendió de las espías de la parte aragonesa y deseando de hacer al Rey algún servicio, de-
que una grande multitud de villanos anjoínos terminó de acometer la guardia de los france-
habían tomado los pasos del bosque de Mu- ses; porque haciendo de presto alguna hon-
ran, por acometer con engaño á los españoles rada hazaña, demostrase delante los capita-
que habían de pasar por un camino, y aquél nes de diversas naciones el osar y esfuerzo
muy estrecho. Gonzalo Hernández, habiendo de los españoles. Estaba esta gente fuera de
considerado el asiento del bosque, con un no la Átela en guardia de unos molinos, donde

esperado y maravilloso orden acometió por un arroyo que viene de aquellos montes cer-
tres partes aquellos que estaban emboscados, canos y cae en Losanto daba á los cercados
y habiéndolos encerrado como en una gavia, gran provecho en molelles el trigo y provée-
no sosteniendo ellos la fuerza ni el grito de nos de agua, envió la infantería española con
los soldados, mataron muy gran parte de los escudos contra los ballesteros gascones,
aquella canalla, con tal suceso, que dijo que y después de aquéllos los otros con las picas
jamás había hecho caza tan buena ni tan apa- que corriesen y acometiesen les enemigos. De
cible. El día siguiente los muraneses, atemo- la caballería hizo dos partes, con este orden:
rizados se le rindieron. Después de castigados que la una parte, en la cual había algunos
aquellos villanos y desembarazados los cami- hombres de armas, se metiesen entre la ciu-
nos se fué á la tierra de Laino, puesta sobre dad y los molinos, opusiéndose á los france-
el río Lao, el cual parte la Basilicata de la Ca- ses cuando saliesen á dar socorro á los suyos;
labria. Aquí estaban alojados los señores de la otra parte, escaramuzando y alargándose

la casa de San Severino, que habían seguido por toda parte, tomasen en medio á los ene-
la parte anjoína con algunas bandas de caba- migos. Comenzóse de ambas partes á pelear;
llos franceses y con la infantería de sus vasa- levantóse una grande vocería y una sangrien-
llos, con mayor negligencia que convenía á la ta escaramuza; los suizos apenas hicieron tes-
disciplina militar, estando muy descuidados de ta; los gascones, no habiendo aún dos veces
la venida de Gonzalo Hernández, el cual, aco- disparado, se metieron en huida; los caballos
metiéndolos de noche al improviso medio ligeros españoles, mezclados entre ellos, los
adormidos, tomó la tierra sin ninguna herida rompieron y huyendo para la ciudad mataron
de los suyos, con tanta felicidad que, muerto grande número. De la otra parte los hombres
el Principe Amérigo San Severino, que medio de armas que yo dije valerosamente sostuvie-
desarmado había venido corriendo al ruido, ron el socorro de los franceses que salía fue-
prendió más de veinte caballeros de aquella ra. En el cual tiempo Gonzalo Hernández en-
familia, con los moradores y con todos los vió ingenios para derribar los molinos y de
franceses, y enriquesció de muy grande presa presto mandó llamar á recoger antes que los
á los españoles. Poco después con la misma capitanes franceses enviasen mayor número
furia acometió á los villanos calabreses, los de gente á dar socorro á los suyos. Habiendo
cuales se habían hecho fuertes en los valles aquel mismo día que era venido acabado tan
de aquellos caminos quebrados, y tomados valerosamente esta empresa, ganó Gonzalo
en medio los hicieron pedazos; tal que á la Hernández para con todos grande honra y
fama de su venida los enemigos huían por to- loor de presteza, y de singular prudencia, y
das partes de temor y en todo cabo se le ha- ansí la ganaron los españoles, el esfuerzo y
cía el camino llano y abierto. valor de los cuales en las cosas de la guerra
Allegándose al campo del Rey puso la infan- aún no era conocido. Los españoles mezclados
tería y la caballería según la costumbre de con los italianos tres días después ganaron
guerra en orden de batalla. El Rey Fernando, valerosamente la tierra de Rivacándida, pues-
con el Marqués de Mantua y el Cardenal Bor- ta en el camino de Venosa. Los franceses, por
490 PABLO JOVIO
la venida de Gonzalo Hernández, perdido el raban en de los franceses y habían muer-
la fe

ánimo y desconfiados del fin de la empresa y to en la isla del Vico á


don Rodrigo de Avalos
privados del agua, por la cual muchas veces, Monterisio, hermano de don Alonso, Marqués
aunque con pérdida, habían cabe el río com- de Pescara, capitán de grande valor. Pero
batido, y que Pablo Orsino y el Vitelio, ha- oyendo el nombre de Gonzalo Hernández y
biendo salido fuera para querer ir á Venosa, juzgando que el perdón de sus culpas estu-
habían sido en el camino desbaratados y reti- viese puesto en la humanidad y autoridad
rados para atrás en la ciudad, comenzaron á suya para que el Rey los perdonase, pares-
tratar del concierto. Y monsiur de Persi, ha- ciéndoles no esperar la fuerza de un capitán
biendo hablado con el Rey, el acordio se con- tan valeroso, se le rindieron y volvieron á la
certó en esta manera: que todos los franceses obediencia de Federico. Habiendo ya acorda-
sin injuria ninguna fuesen enviados en Fran- do los olivetanos, se volvió al Rey, que estaba
cia, y que saliendo del reino dejasen el artille- en Ñapóles, siendo seguido de una muche-
ría y los caballos señalados con la señal real. dumbre de embajadores de aquellos que se
Pero siendo esta nación francesa muy amiga habían reducido á obediencia real, teniendo
del vino y de todas maneras de frutas, en es- por cierto que con su intercesión el Rey les
pecial con el calor del verano, que las comían perdonaría su obstinación y rebeldía.
con desorden y debajo de aire extranjero, su- En este medio fué llamado con grandes rue-
cediendo después un pestilencial otoño, mu- gos del Papa Alejandro, porque en aquel tiem-
rieron muy muchos en Castellamary en Puzol, po Menaldo Guerra, vizcaíno, cosario cruelí-
entre los cuales murió el capitán general Gil- simo del castillo y puerto de Ostia, estorbaba
berto Monpensier y Lenoncort, llamado por totalmente la navegación del Tibre, tanto que
sobrenombre el Bailí de Bitri, y cuatro capi- el pueblo romano estaba apretado de la ca-

tanes de suizos. Virginio Orsino fué contra la restía de muchas vituallas, en especial del vino,
fe metido en prisión, el cual pasados algunos porque los mercaderes sicilianos y calabre-
meses murió preso en Ñapóles. El Rey Fer- ses y otros extranjeros españoles y genove-
nando, por la intemperanza del mismo otoño, ses, temiendo la crueldad del cosario, se iban
adolesció de una febrezuela y murió en el á otra parte. Porque cualquiera navio que
monte de Soma, no habiendo aún gustado el allegaba á Ostia, si los marineros á la hora,
alegría de la victoria, dejando heredero del caladas las velas y los remos levantados, no
reino á su tío Federico. Este, abrazando es- se ajuntaban á la riba puesta debajo el casti-
trechamente á Gonzalo Hernández, le rogó llo á dejarse saquear y prender, eran con el
quisiese tomar la empresa de fenescer la gue- artillería echados al hondo, y había faltado
rra en Calabria. Gonzalo Hernández no rehu- muy poco que no prendiesen las galeras del
só el cargo que el nuevo Rey le rogaba, que Papa, ó verdaderamente las frondasen, las
vuelto que fué en Calabria, acrescentado de cuales descuidadamente habían venido á la
nueva gente, tomó muchas ciudades de la boca del río. No se podía la crueldad de este
parte anjoína y quería volver las armas con- espantoso asasino por ninguna condición que
tra monsiur Daubegni, el cual por la partida le fuese hecha traer á concierto, ni derribarle,

de Gonzalo Hernández hacía guerra contra sino con hacelle justa guerra, pues no estima-
las ciudades desnudas de defensa. Pero mon- ba con su arrogancia y crueldad excomu-
las
siur Daubegni, habiendo entendido la infelici- niones del Sumo Pontífice. No se demostraba
dad del sitio de Átela y sabida la vuelta de otro caminomás poderoso ni presto que el de
Gonzalo Hernández, del cual sabía que le Gonzalo Hernández, el cual á la hora pudiese
convenía mucho temerse, quiso antes aprove- domar este espantoso monstruo y librar á
charse del benefjcio del concierto de Átela que Roma del extremo peligro de la hambre. Gon-
con vano esfuerzo tomar las armas, ya venci- zalo Hernández fué contento á hacer á Su
das de la fortuna, y sacada la guardia dejó Santidad este servicio, especialmente persua-
desembarazada la provincia. No muchos días diéndoselo el Rey Federico. Caminó para Roma
después Gonzalo Hernández fué llamado del con sus españoles y pocos días después se
Rey Federico para que domase á los oliveta- aposentó en Ostia, en un lugar conveniente.
nos, porque éstos, en la tierra de Aquino y Menaldo con su soberbia no dejaba de hacer
del Abruzo, con grande obstinación perseve- males, ni quería escuchar ninguna condición
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 491

de la paz que se le ofrecía. Habiendo Gonzalo á Roma de tanto trabajo y haber traído consi-
Hernández gastado ya tres días en aparejar go abundancia de todas las cosas. A todas
la

todo lo necesario para dar el asalto y habien- estas cosas, Gonzalo Hernández grave y mo-
do considerado todos los pasos, ajuntados to- destamente respondió, no demandando otra
dos los capitanes á consejo, con increíble jui- cosa sino, según la costumbre de la clemencia
cio les dijo el lugar por donde se les había de cristiana, que fuese perdonado Menaldo, el
entrar, que plantada el artillería de una banda, cual humildemente se le había echado á los
por tener ocupados los enemigos por la otra, pies, é que los ciudadanos de Ostia, los cua-
hizo las escalas tener aparejadas para subir les estaban grandemente trabajados é afligi-
encima el muro, no pensando ninguna cosa de dos de los grandísimos daños, que gozasen
estas Menaldo. Acometieron los españoles por diez años de la libertad de no pagar dere-
animosamente por ambas partes, pero algo chos ni imposiciones algunas Todas estas co-
más flojamente por la parte de la batería; por sas Su Santidad, á ruego de Gonzalo Hernán-
la otra, puestaslas escalas, subieron con gran- Menaldo fué dada liber-
dez, las concedió, é á
de presteza en lo alto de la muralla y echaron No muchos días des-
tad para irse en Francia.
de allí abajo los pocos que la defendían, y pués, habiendo recibido del Papa y pueblo
dando grande vocería mataron la mayor parte romano muchas mercedes, se volvió á Ñapó-
de los franceses que defendían la parte del les al Rey Federico, haciendo su camino por
muro derribado. Fué tomada Ostia juntamen- la campaña de Roma. Y siendo salido de ella
te con el castillo. Menaldo, viendo sus cosas con su autoridad tomó de acordio á Roca Gui-
perdidas y abatida la bravosidad de su ánimo, Uerma, puesta entre Venafro y Pontecorbo,
solamente pidió la vida, dejándose atar vitu- la cual muy obstinadamente tenía la parte
perosamente, para después ser llevado en francesa, ni en un punto se movía por la au-
triunfo y ser de todos afrontado y escarnido. sencia y pérdida de los franceses.
Gonzalo Hernández tres días después entró Era Gonzalo Hernández estimado de tanta
en Roma por la puerta de Ostia á guisa de virtud y clemencia, que muchas más cosas
triunfante, acompañado de las voces y alegría hacía persuadiendo y atemorizando que con
del pueblo romano, las cuales voces demos- fuerza y combatiendo con las armas, tal que
traban verdaderamente el gran beneficio reci- no había ningún rebelde que no quisiese antes
bido de su mano. Fué reputada aquella ale- rendirse con una incierta esperanza de hones-
gría por más noble que la gloría de un justo tas condiciones que con un no dudoso fin de
triunfo, porque esta victoria fué adquirida cierta ruina probar la fuerza de este invenci-
para grandísima utilidad y provecho de la re- ble capitán. Siendo vuelto á Ñapóles fué reci-
pública romana, y ansí despertaba grandísi- bido con mucha honra y alegría. El Rey le sa-
mo regocijo para con todas las órdenes de lió á recibir fuera de la ciudad. Los napolita-
ciudadanos y moradores. Menaldo era llevado nos aderezaron las calles y le aposentaron en
ligado encima de un caballo flaco é triste; era Castelnovo, y por común consentimiento de
al ver espantoso, ansí por la barba blanca todos fué juzgado ser verdaderamente meres-
crescida y revuelta como por los ojos terri- cedor del nomhre de Gran Capitán. Pocos
bles y fieros. El cual con un amargo y enfermo días después, habiéndole hecho por su valor
mirar demostraba ser del todo abatido su áni- el Rey merced de dos ciudades y siete casti-
mo, mas no del todo domado. Era guiada la llos,navegó para Sicilia, porque había enten-
pompa de aqueste apacible espectáculo por dido que los sicilianos estaban querellosos del
medio de Roma con muchos atambores y Virrey donjuán de Lanuza, porque gobernaba
trompetas, siguiéndole detrás la infantería y aquel reino nada á sus voluntades, y las sali-
caballería. Vinieron á San Pedro, adonde el das del trigo se cobraban con poca diligencia
Papa en una sala muy aderezada, asentado en y no muy fielmente, en grande daño y deser-
una silla debajo un dosel, recojo á Gonzalo vicio del Rey. Fué su venida muy esperada de
Hernández. El colegio de los Cardenales se le- los sicilianos. Llamáronse luego Cortes para
vantó para recibille y él se arrodilló á besar Palermo, y en breves días, con autoridad y
los sagrados pies. El Papa le levantó y besó grande moderación, concertó todos los nego-
en el roltro y en un grande razonamiento que cios y severamente persuadió á donjuán de
hizo le loó y le dio gracias por haber librado Lanuza que amorosamente y sin extrañeza
492 PABLO JOVIO
gobernase aquel reino; y habiendo sosegado de Granada y por haber echado los moros de
los negocios de la isla, según el deseo del Rey aquel reino. Bien demostró el Rey con efecto
don Hernando, volvió en Italia llamado otra que aquella loor y honra que le daba no pro-
vez de Federico, al cual le halló en campaña cedía de lisonja, sino de juicio de ánimo, ha-
allende el río Silaro, estando para combatir la ciéndole con liberalidad real muchas y grandes
noble ciudad de Diano, porque los dianeses, mercedes. Mas aunque Gonzalo Hernández no
vasallos de Antonello, Príncipe de Salerno y se pudiese igualar en el estado y patrimonio
de la casa San Severina, favorescían la parte con los señores de Castilla, porque todo el
anjoína. Estos solos entre todos los otros no estado del padre, según la ley de España, to-
habían perdido en nada la esperanza, porque caba por mayorazgo á su hermano don Alon-
tenían por cierto que la armada francesa ha- so, sólo con su merecimiento y valor se trata-
bía de venir en aquella ribera á renovar la ba como los más principales. Y no habiendo
guerra; confiados en la fortaleza del lugar y en aún pasado dos años, creyendo haber hallado
la muchedumbre de vituallas aparejadas de reposo en sus tierras á sus tantos trabajos,
antes pensaban que les sería tenido agrande la fortuna, la cual no había estado un punto

honra si, habiéndose rendido los otros al Rey firme, más verdadera compañera de la virtud,
vencedor, ellos casi solos entre todos hubie- le presentó á la hora nueva materia de guerra.

sen mantenidolafe. Probó el Gran Capitán con Los moros del reino de Granada se amotina-
parlamentos de reconciliar á los dianeses con ron, los cuales no habían querido seguir al
el Rey, mas todo fué en vano para con la loca Rey Boabdelín, vencido en batalla, perdido
multitud de ánimos obstinados, ofreciéndoles que hubo el reino se partió de España, é ha-
él como medianero condiciones de humanidad bían sido recibidos en fe debajo de ciertos
grandísimas. El negocio se volvió á la fuerza y capítulos é condiciones, metiéronse en armas
á guerra, y por mandado del Gran Capitán
la é dieron señal de una nueva é importantísima
fué en dos partes plantada el artillería y trin- guerra; porque no podían sufrir de ser cons-
cheas, las cuales cubrían aquellos que com- treñidos á baptizarse, y rebellados paresce
batían. El batirla duró algunos días. La largue- que llamaban de la vecina Berbería un mozo
za de la fatiga encendía cada día más á los de sangre real á la esperanza del reino, el
soldados en la esperanza de la presa y de la cual, favorescido de grandes ayudas de bár-
venganza. Los cercados, por el contrario, con baros, páresela que cada rato se aguardaba
temor de la muerte y del castigo, aunque can- en España. El Rey don Hernando, desvelado
sados del cuerpo y con fatiga grande, se man- de este tumulto, mandó á todos los Grandes
tenían de ánimo en la última obstinación y que por la salud y reputación de España ayun-
porfía. Mas la humanidad Gran Capitán
del tasen las más gentes que pudiesen. Hicieron
mandó poner fin á que domados de
la batería, su deber y ajuntáronse gentes á pie y á caba-
la hambre y presos, esperando como meres- llo un número cuasi innumerable. Hizo capitán

cedorcs el último castigo, fueron perdonados de este ejército á Gonzalo Hernández, la cual
del Rey Federico por el medio é intercesión determinación fué á la verdad con maduro
de Gonzalo Hernández. Vuelto á Ñapóles con consejo determinada, por no dar desabrimien-
elRey, recibió cartas por las cuales le manda- to á los Grandes, que no querían que ninguno
ba el Rey don Hernando que viniese á España, de su orden y potencia les fuese preferido y
por informarse del muy en particular de las voluntariamente seguirían á uno que fuese in-
cosas acaecidas. Embarcado que fué en el ar- ferior de ellos en señorío, el cual por común
mada con la más escogida gente y en especial consentimiento de todos se aventajase en es-
con los capitanes de caballos é infantería, los fuerzo y plática de las cosas de la guerra.
cuales en muchas guerras habían hecho haza- Habiendo recibido el cargo del gobierno, con
ñas merecedoras de grande loor y premio, na- grande diligencia hizo la reseña del ejército
vegó en España. Cosa increíble es decir con por bandas y compañías, y paresciéndole ha-
cuánta honra el Rey y la Reina doña Isabel le ber de apartar los soldados nuevos de los
recibieron, confesando el Rey á boca llena que viejos é enviallos á sus tierras, mandó á su
mucha más gloria había adquirido á la Corona hermano don Alonso, el cual era capitán de
de España habiendo tornado á sus parientes una banda de caballos, que de presto cerrase
en el su antiguo reino, que no él por la presa la orden y marchase para adelante, con tan
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 493

graves y severas palabras, que mostró bien y entonces le hacían guerra los suizos y gri-
claro haberse olvidado del hermano y tener sones, envió embajadores á Bayaceto, Empe-
en memoria el cargo que regía y gobernaba. rador de turcos, para darle á entender que
Y grandes señores le honraron y le
así los aquella conjuración se hacía con este designo:
obedecieron. Los moros, engañados de la vana que después que se pusiese fin á la guerra de
esperanza de los favores ultramarinos, espan- Italia, conforme á sus designos, se ajuntarían

tados de ver tanta gente spedida y presta, y en uno é pasando en Grecia le harían la gue-
atemorizados del capitán general, á quien te- rra por mar y por tierra. Entendió el bárbaro
nían más temor que á todos los otros capita- la ocasión y la importancia del peligro y man-

nes, perdieron el ánimo. Por lo cual Gonzalo dó de presto henchir el arcipiélago de galeras
Hernández, como era conocido de los moros y dio orden á Scander Bajá, Sanjaco de la
por tantos razonamientos que con los Reyes Sclavonia, que con mucha caballería arruina-
había tenido y siempre había sido un benigno se é saquease las tierras de venecianos hasta
arbitro de paz, oíresciéndoles una honestísi- as lagunas y llegase á ver las torres de la

ma condición, ten endo por ayudador á don ciudad de Venecia. Las armas francesas salie-
Iñigo de Mendoza, Conde de Tendilla, alcai- ron con mucha furia contra el Sforza, y siendo
de de la Alhambra, y el Rey, perdonándoles apretado por las espaldas de venecianos é
todos sus errores y rebelión, toda Granada miserablemente desamparado de todos y de
fué pacificada. Ganó entonces Gonzalo Her- los suyos vendido, é Milán perdido, fué nece-
nández grande loor de humanidad y de in- sitado de irse en Alemana; y esto sucedió po-
dustria igual á la gloria de la guerra, pues con cos días antes que los turcos pasasen los
sólo haberse fundado en la elocuencia había muy hondos ríos que les estaban puestos de-
traído á conclusión negocio tan importante, lante al encuentro, que son la Livenza, el Li-

sinningún derramamiento de sangre, tan pro- sonzo, elTaliamento y la Piave, habiendo he-
vechoso al nombre real. cho muy grandes daños á la gente de la tierra
En este tiempo Rey Luis de Francia, el
el que de esto estaban bien descuidados y alle-
cual había sucedido Rey Carlos, muerto de
al garon hasta el condado de Trivigo. Recibie-
una súbita muerte, el Papa Alejandro, con ve- ron los venecianos otro daño con muy grande
necianos y florentines, habían hecho una liga vergüenza en Proto, entre las islas junto á
muy dañosa á Italia contra Ludovico Sforza y Candía, en la partida de la Morea, que el Gri-
el Rey Federico, con estas condiciones: que al mano, con mayor y más fuerte armada que la
Rey Luis de Francia se adjudicase Milán; á turquesca, combatiendo con ella, había vergon-
venecianos, Cremona; á Césaro Borja, hijo del zosamente perdido algunas galeras y dos na-
Papa, el cual habiendo cruelmente muerto á ves grandes que le quemaron, y finalmente la
su hermano el Duque de Gandía, había des- ocasión de una cierta victoria. Pero antes que
echado el capello de Cardenal y había en Fran- se cumpliese un año, Ludovico Sforza, habién-
ciatomado por mujer á Carlota de La Brit, pa- dose fortificado del favor y ayuda de los sui-
rienta del Rey de Navarra, se le diese ayuda zos y de la caballería borgoñona, echó á los
é favor, con la cual hiciese piezas y desterra- franceses y recobró á Milán y á Novara. Taj
se toda la casta de los antiguos príncipes y se fué, finalmente, el suceso de la guerra, que con
hiciese señor de laRomanía, de la Marca de grande traición fué de los suizos puesto en
Ancona y de la Umbría, y el Rey Fernando de manosde monsiur de laTramolIa, capitán fran-
España y el Rey Luis de Francia se partiesen cés, y los venecianos prendieron al Cardenal
el reino de Ñapóles. Fué con tanta astucia te- Ascanio Sforza, su hermano, que se había ido
nido en secreto en la liga el nombre del Rey huyendo al Placentino, y le entregaron afran-
don Hernando, que Federico en aquel gran ceses.
temor y peligro de ninguno esperaba mayor El Gran turco Bayaceto entró por el Exa-
ni más cierto socorro que del Rey don Her- mino de Corintio en la Morea con un grue-
nando, su pariente y su viejo defensor. Lu- so ejército y tomó á Modón, ganó al Gunco,
dovico Sforza, viéndose rodeado de aquella que fué Pileo de Néstor, y á Criseo de allá del
cruel conjuración de príncipes, aguardando en Acrite, hoy llamado Cabo de Gallo; ganó á
vano el socorro del Emperador Maximiliano, Corro, habiéndoles poco antes ganado á ve-
el cual siempre estaba necesitado de dineros necianos á Lepanto en el golfo de Etolia y á
494 PABLO JOVIO
Durazo en Albania. Los venecianos, espanta- Losanto. Allegado que fué Gonzalo Hernán-
dos de estos prósperos sucesos de los turcos, dez, los venecianos le recibieron con grandí-
demandaron ayuda á todos los Reyes de la sima honra y alegría, y habiendo conferido
Cristiandad. El Rey don Hernando primero con él sus designos, deliberó de combatir á la
que todos los otros respondió benigna ylibe- Chefalonia. En aquel tiempo, por allegarse el
ralmente á sus ruegos, así como aquel que, otoño, la armada turquesca se había retirado
allendeel nombre de la reciente gloria, en ha- al estrecho de Galipoli, y Bayaceto tuvo nue-
ber echado con singular esfuerzo y devoción va cómo se aparejaba grande armada contra
los Reyes moros del reino de Granada, procu- él en España y en Francia y en Italia, y ha-

raba de ganar nueva honra. Y aunque fuese biendo tomado á Modón y de paso tentado
debajo de causas de secretos designos, á fin en vano á Ñapóles de Romanía, se había vuel-
de ocupar con la aparejada gente la mitad del to en Tracia. La isla de la Chefalonia está
reino de Ñapóles, dividido con el Rey de Fran- puesta entre Losanto y el golfo de la Larta,
cia según los conciertos hechos, mandó apa- en el Archipiélago; es noble por dos puertos
rejar en Málaga una gruesa armada, porque y por la fertilidad de la tierra y por la grande
páresela ser una obra muy honrada, si por res- abundancia de fuentes de agua dulce, y á esta
pecto de la religión él daba socorro á la Cris- causa les sería de grande comodidad para la
tiandad, puesta en tanta necesidad y trabajo, contratación de la mar, en especial habiendo
y en un mismo tiempo proveer á las cosas de perdido á Modón, que solía dar seguro puerto
y porque con tiempo se acomodasen
Sicilia, y reposo á aquellos que navegaban en Suria.
sus secretos designos, los cuales por enton- Pues habiendo proveído todas las cosas ne-
ces no le parescía que se publicasen, fué cesarias para dar el asalto, determinó el Gran
nombrado por capitán general Gonzalo Her- Capitán, antes de mostrarse, enviar un emba-
nández, con público juicio y favor de todos, el jador á los turcos, que fueron Puccio, capitán
cual navegase en Sicilia y de aquí se juntase de las galeras, y Solís, valeroso capitán de in-
conel armada veneciana y fuese contra turcos. fantería, haciéndoles saber cómo los soldados
Los soldados y el armada se juntó en Málaga, viejos del riquísimo Rey de España, ejercita-
y favorescido de la liberalidad y riquezas de dos de largo tiempo en la guerra y vencedo-
don Alonso de Aguilar, su hermano, con buen res de los moros de su seta, habían venido en
tiempo se hizo á la vela de Málaga en Mecina socorro de venecianos, y si ellos querían en-
y de allí á Losanto. Había en esta armada tregar la isla y el castillo, que todos se podrían
cuatro carracas de genoveses bastecidas de ir salvos y seguros; pero si estaban determi-

toda munición de guerra; la mayor de ellas, nados de querer probar la fuerza de los espa-
llamada la Camilla, era la capitana; allende ñoles y esperar los golpes del artillería, que
de éstas, fueron otras treinta y cinco naves de no hallarían después lugar ninguno de perdón
carga, siete bergantines armados, ocho gale- ni de remedio. A estas palabras respondió con

ras y cuatro fustas. Llevaron en estas naves alegre rostro Cisdar, de nación albanés, capi-
cerca de ocho mil infantes escogidos y mil y tán de la guardia: «Cristianos: agradecemos
doscientos caballos. Muchos caballeros gene- os mucho vuestra voluntad; hacemos os sa-
rosos siguieron á Gonzalo Hernández, entre ber que nosotros estamos determinados ó
los cuales fué don Diego de Mendoza, hijo del vivos ó valerosamente muertos ganar grande
Cardenal don Pedro González, hombre muy gloria de constancia para con Bayaceto; ni
excelente ansí por la grandeza de ánimo como nos espantamos por ningunas amenazas de
por la disposición corporal. Los turcos habían hombres, habiéndonos la fortuna á todos es-
tomado poco antes la isla de la Chefalonia, la crito en medio de la frente el fin de la vida.
cual después Mekhor Trivisiano, sucediendo Decid á vuestro capitán que cada uno de mis
al Grimano, el cual por haber mal peleado ha- soldados tiene siete arcos y siete mil saetas,
bía sido confinado del Senado en Osoro, isla con las cuales valerosamente vengaremos
de las absirtas, en balde la había combatido. nuestra muerte, si acaso no pudiéremos resis-
Era esta isla de grande comodidad para los tir á nuestro destino ó á vuestro esfuerzo».

negocios de la mar, y los venecianos tenían Dicho esto, mandó enviar un fuerte arco con
temor que los turcos con igual osadía y suce- un carcax dorado al Gran Capitán, y rompió el
so no se enseñoreasen de la isla vecina de razonamiento. El Gran Capitán y el Pésaro,
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 495

proveedor de venecianos, haciéndoles el tiem- ligro apenas se le podía poner remedio, pensó
po bueno, partieron de Losanto y entraron un muy provechoso reparo: mandó hacer una
en ambos á dos puertos de la Chefalonia, y trinchea muy cerca en el enderecho de la puer-
metida la gente en tierra, los venecianos de ta y rodeada al derredor de matones, y aque-
la una parte y los españoles de la otra se alo- lla parte la fortificó con artillería apuntada al
jaron y plantaron el artillería. Tenía el Pésaro paso por donde los turcos tenían de salir. De
algunas piezas de artillería de bronce muy manera que los turcos eran primero muertos
gruesas, las cuales se llamaban basiliscos, del artillería casi con golpe cierto que ellos
que la pelota de hierro que echaban pasaba arribasen al lugar adonde solían echar las sae-
ocho pies de muralla, y con espantoso rompi- tas. Este ardid rompió el osar y atrevimiento
miento desbarataban todo aquello que estri- á los turcos; porque Pinedo, hombre valero-
baba de la otra parte del muro. Los turcos, so, á quien había sido encomendado el cargo
al encuentro, mucho más de lo que se puede de defender la trinchea, tenía siempre en esto
creer se defendían esforzada y animosamente, atenta la guardia.
ni por las espantosas muertes de los suyos Los turcos, según su costumbre, se salie-
no se movían un paso atrás, haciendo de par ron dos veces fuera y ambas los cogió tan fe-
de dentro reparos de tierra, madera y otras licemente, que de una súbita ruciada de arti-
cosas, tirando de contino artillería y tanta fu- llería murieron un grande número de ellos. Por
ria de saetas, que el campoy las tiendas esta- la otra parte los turcos hicieron una mina, por

ban llenas de ellas; y era la crueldad mayor la cual salían de noche, y allegaron á la tien-
por estar enerboladas, que de una pequeñita da del Gran Capitán; pero él, siendo avisado
herida morían los pobretos de soldados, así en sueños por gracia divina, la cual tenía es-
como acaeció á don Sancho de Velasco, mozo pecial cuidado de su salud, le guardó de tan
nobilísimo y valeroso, el cual primero que los grande peligro, y ansí mandó hacer una con-
físicos venecianos hallasen para su herida tramina, donde puestos algunos barriles de
cierto remedio, en poco rato fué muerto de pólvora y dándole á fuego, les salió al encuen-
una bien pequeña herida. La fortaleza de la tro con terrible matanza de bárbaros.
Chefalonia está puesta sobre una peña, y por Había en este medio la carestía de la vi-
elaspereza del sitio con dificultad se podía su- tualla afligido más que medianamente á los
bir á ella, y también
lo estorbaban las ruinas españoles, parte por la negligencia y pereza de
del muro que pero por estos estorbos
caían; algunos mercantes que tenían cargo de pro-
los españoles animosamente no dejaban de veer el campo, los cuales le proveían las vi-
subir, y á todas las horas con sangrienta por- tuallas con grande escaseza, y parte por la di-
fía combatían. Los turcos, no faltando á su ficultad de la navegación; porque como era in-
deber, porque allí donde estaban los enemi- vierno, el mar era combatido de crueles vien-
gos más ajuntados les echaban fuego, saetas tos, y con esto se tardaban los continos pasa-
y piedras y algunos que subían por las esca- jes que todos días se hacían en Corfú y de
las procuraban de tirallos encima la muralla, Losanto; talmente que muchos fueron cons-
habiendo echado para abajo ciertos garfios de treñidos á vivir de yerbas y de raíces no co-
hierro, que ellos llaman lobos, con los cuales nocidas, de lo cual adolescieron de enferme-
los cogían por lo hondo de la coraza ó por la dad de cámaras. Había en el un campo y en el
cintura.Con estos garfios, entre otros, con otro guardado alguna cantidad de trigo; el
grande peligro de la vida, fué preso Diego Gran Capitán mandó hacer algunos pequeños
García de Paredes, el cual después en muchas molinos de á brazo, los cuales en cada una ga-
guerras ganó loor de singular fortaleza. Salían lera eran movidos por los forzados. Faltando
los turcos muchas veces con la oscuridad de cedazos para sacar el salvado, quitó á las mu-
la noche, porque en aquella hora con el bene- jeres de las cabezas algunos velos muy delica-
ficio de lo escuro les parecía segura del peli- dos. Hicieron algunos hornos pequeños en la
gro del artillería, y tiraban entonces tanta mul- ribera para donde se cociese el pan. Con esta
titud de saetas por todo el campo, que mu- provisión no solamente se remedió la hambre,
chas veces estuvo el Gran Capitán en mucho mas ambos campos fueron llenos de nueva es-
peligro, que hasta su tienda estaba llena de peranza de victoria. En aquellos mismos días
ellas. El Gran Capitán, viendo que á este pe- el Conde Pedro Navarro, el cual después en la
496 PABLO JOVIO
guerra alcanzó suprema honra, inventor de gruesa armada y á la primavera habían de ha-
obras maravillosas, había derribado una parte cer guerra por mar y por tierra al Rey Fede-
del muro haciendo cavar algunas minas en el rico. El Pésaro, en nombre del Senado vene-
fundamento donde estaba asentada la forta- ciano, agradesció mucho al Gran Capitán la
leza y metiendo barriles de pólvora para da- obra recibida, y en premio del servicio le dio
llesdespués á fuego; y con la violencia de vasos de oro y de plata entallados, paños pa-
aquel elemento, cerrado por donde podía espi- vonados de lana, piezas de carmesí y broca-
rar, rompía con grande presteza cuanto topa- dos, diez caballos turcos y diez mil ducados,
ba. Ya
se comenzaba á oir la murmuración de los cuales á la hora con grande liberalidad
los soldados, enojados por haber tantos días los repartió en el ejército y particularmente
consumido en el combatir de una tierra ó ciu- entre los más valerosos soldados y amigos
dad tan ruin contra unos desarmados fleche- suyos, no habiéndose querido tener para sí

ros. El Gran Capitán, aunque confiado del sin- sino cuatro tazas para honrar su aparador
gular esfuerzo de sus soldados, comunicó sus en tiempo de paz en testimonio de su valor
designos con el Pésaro, el cual había tomado y de la cortesía veneciana, porque él con
cargo de combatir la otra parte de la ciudad, grande grandeza de ánimo posponía á todas
y deliberaron de dar á la hora juntamente por aquellas dádivas la honra ganada con grande
ambas partes el asalto,habiendo públicamente fatiga de la presa de la Chefalonia. Pero la
mandado grandes premios á aquellos que fue- fortuna le esparció aquel dulcísimo honor de
sen los primeros al entrar de la tierra. la honrada hazaña con el amargor del domés-

Después que hubo diligentemente y con in- tico llanto, porque cuasi en aquel mismo tiem-
dustria proveído lo necesario para dar el últi- po don Alonso de Aguilar, su hermano, mayo-
mo combate, fué dada la señal con las trompe- razgo de su linaje, capitán de grande autori-
tas y á un tiempo descargada el artillería, ha- dad, fué muerto de los moros en la Sierra
ciendo tanto rumor que toda la isla tembló y se Bermeja. Habiéndose aquella gente dejado
creyó que se hundía. No las murallas ni las trin- debajo de ciertas condiciones de paz, después
cheas hechas de por de dentro ni la constancia de la guerra de Granada, en la Sierra Morena
de los bárbaros pudieron ser parte de estorbar y eran forzados del Arzobispo de Toledo á
á la infantería española que con grande pres- hacerse cristianos, rebeláronse y pusiéronse
teza no plantasen las banderas en lo alto de en armas. Fué cometido el cargo á don Alonso
la muralla, y en el entrar de la tierra fueron para que los hiciese guerra y los castigase, y
los fortísímos turcos muertos y la ciudad ga- él combatiendo esforzadamente, habiéndose
nada. Fueron tomados vivos cerca ochenta, metido muy adelante, sobreviniendo la noche
especialmente de aquellos que estaban enfer- dándole encima los moros por todas partes,
mos de las pasadas batallas y no habían podido saliendo de las celadas le mataron, habiéndo-

tomar los principales lugares de la defensa le primero muerto el caballo. El Conde de

del muro. Los otros todos cerca trescientos, Urueña, compañero suyo en aquella empresa,
defendiéndose en el último combate de la no tuvo esfuerzo de socorrer á don Alonso,
muerte, fueron muertos con Cisdar su capi- puesto en el medio de sus enemigos. Don Pe-
tán. Los españoles, que de antes desprecia- dro su hijo, habiendo recibido grandes heridas
ban y tenían en poco las armas de los turcos y junto á su padre, fué socorrido de don Fran-
la grosera calidad de su milicia, juzgaban que cisco Alvarezde Córdoba, amigo valerosísimo,
de la fuerza de ellos se había de tener gran- y echados con grande fuerza los bárbaros le
dísimo temor, si se hubiese de combatir con levantó, que estaba en tierra con una pierna
una grande multitud. pasada, le puso en un caballo y con grandísi-

Tomada que íué la Chefalonía, el Gran Ca- ma honra le salvó.


pitán por muchas causas le convenía volverse Pero tornando adonde nos partimos, des-
en Sicilia, aunque los venecianos habían de- pués que fué entendido que el Gran Capitán
signado de querer combatir á Santa Maura; era arribado á Mecina con el armada no so-
había entendido poco antes por cartas del Rey lamente salva, pero victoriosa, le vinieron em-
don Hernando que los capitanes franceses que bajadores de muchas partes y de todas las
estaban en Milán habían asoldado algunas ciudades de Sicilia con presentes á alegrar-
bandas de suizos y en Genova proveído una se con él de la victoria. Pero su vuelta fué
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 497

al Rey Federico más apacible que á todos, tomada sobre concierto y cruel-
rra de labor,
porque estando puesto en grande afán y tra- mente saqueada Capua y rompida la gente de
bajo por la guerra francesa que le venía á Federico, el como desesperado de sus
Rey,
cuestas por el antigua amistad, había puesto cosas, se fué huyendo con la mujer y los hijos
toda su esperanza en los españoles y en el es- al castillo de Iscla; y enojado con el Rey de

fuerzo del Gran Capitán, porque venecianos y España, del cual se querellaba que con mal-
florentines habían hecho liga con franceses. vada desimulación le había hecho traición, se
El Papa Alejandro con el Rey de Francia ha- concertó con monsiur de Nemos y monsiur
bían conjurado contra Federico. Y por esta Daubegni, capitanes del Rey de Francia, entre-
causa Federico le envió muchas veces emba- gándoles las fortalezas de Ñapóles y de po-
jadores en Sicilia y en parte con continas car- der con seguridad navegar en Francia y ha-
tas le hacía saber cuan grande aparejo por cer prueba de la clemencia del Rey Luis, al
tierra y por mar hacían los franceses por aco- cual muy humilmente quería ir á hallar, ha-
meter á Sicilia, si él insuficientemente á tan biendo sido en esta manera derribadas de un
grande furia de guerra que le amenazaba y súbito las cosas de Federico.
abandonado de todos sus antiguos amigos El Gran Capitán, así como de antes estaba
fuese constreñido á partirse de Ñapóles y del concertado por sus conciertos secretos, pa-
reino. El Gran Capitán, sabiendo que el Rey sando de Mecina á Ríjoles, en poco espacio de
don Hernando y el Rey Luis de Francia se ha- tiempo tomó todas las ciudades de Calabria,
bían secretamente concertado y partido entre porque los Reyes con estas capitulaciones se
ellos igualmente el reino entretenía á Federi- habían ajuntado en una amistad: que en la di-
co con la esperanza del socorro, aunque esto visión del reino toda la tierra de labor, el duca-
él lo hacía muy contra á su voluntad, porque do de Benevento y el Abruzo, juntamente con
le parecía muy ajeno de la noble costumbre de la ciudad de Ñapóles, fuesen del Rey de Fran-
su pasada vida y de aquella (por la cual él era cia; la Calabria, Basilicata é toda la Pulla con
muy loado) inviolada bondad y limpieza de tierra de Otranto tocasen al Rey de España.
ánimo entretener con engañosas promesas un El Gran Capitán ante todas cosas, con ánimo
Rey tan bueno, y siéndole obligado con mer- generoso, antes que hiciese guerra al Rey Fe-
cedes hechas de su mano y muy su allegado derico, le envió un embajador que con solemne
en amistad y servicio, y á la fin que fuese en- contrato le renunciase las ciudades é castillos
gañado y con traición puesto en las manos de en el Abruzo y en el monte de Santo Angelo
sus enemigos á natura crueles y enojados por que el Rey en la guerra pasada, por los servi-
el rompimiento de la pasada guerra. Pero él cios que le hizo, le había hecho mercedes de
tenía de obedescer á los mandamientos de ellas, porque aquel que le había de ser enemi-
quien le podía mandar, porque mientras tenía go por mandamiento del Rey don Hernando su
cuidado de su honra no paresciese que falta- señor, olvidada del todo la memoria de las
se en la fe á su rey y señor, el ánimo del cual mercedes recibidas, no le pareciese ingrato.
por ciertas ofensas estaba ajenado de Fede- Federico, maravillado del respeto y de la gran-
rico y le tenía por enemigo, porque se decía deza de ánimo del Gran Capitán, le respondió:
que él había tratado con el Rey Luis una paz Que él conocía claramente la virtud y bondad
y perpetua concordia, la cual se esforzaba de suya, aunque le fuese enemigo, y que no se
confirmar con pagalle cada un año cierta can- arrepentía de la liberalidad y mercedes que le
tidad de ducados de tributo. Al Rey don Her- había hecho; pero de nuevo con grandes privi-
nando le parecía muy mal este trato, no que- legios las confirmó, habiendo publicado y dicho
riendo que aquel reino fuese tributario agen- muy grandes loores del Gran Capitán, el cual
te enemiga, el cual reino el Rey don Alonso su con libre voluntad le había borrado la infamia
tío con grande esfuerzo y con difícil guerra y de la ingratitud y echóle conocer cómo cons-
muchas veces con dudosas victorias lo había treñido por los mandamientos del Rey su se-
ganado, y que él poco antes con los tesoros ñor le hacía guerra. Después de aquesto á los
de España y de Sicilia lo había defendido con- señores de la casa San Severino, especial-
tra los mismos enemigos. No mucho después, mente á Bernardino, Príncipe de Visiñano, le
habiendo los capitanes franceses formado un restituyó el estado y castillos, al cual tres años
grueso ejército, venidos de Lombardíaen tie- antes se los había quitado como á rebelde y
Crónica» del Gran Capitán. 32
498 PABLO JOVIO
enemigo, el cual obstinadamente favorescíala Federico, partiéndose del reino, había de-
parte francesa. El Gran Capitán juzgaba que jado en Taranto á don Hernando de Aragón,
era muy bien ganarles la voluntad con aque- el mayor de sus hijos, el cual se llamaba Du-
lla liberalidad, porque alguna vez se olvida- que de Calabria, para que estuviese en guar-
sen de la parte anjoína, á la cual en la guerra dia de la ciudad más fuerte de todo el reino.
pasada había conocido que casi toda la Cala- Estaban con el Duque don Hernando, don
bria era muy aficionada. Después con grande Juan de Guevara, Conde de Potencia, y Leo-
consejo ganó por amigos á los señores Colo- nardo Alejo, caballero de la militia de Rodas,
neses y con grande honra y humanidad les dio hombre en la guerra muy valeroso. Teníase
á cada uno de ellos una banda de caballos. debajo el presidio de Federico Manfredonia,
Fabricio Colona había sido preso en Capua y puesta adonde fué la antigua ciudad de Sipon-
habíase rescatado con dineros de las manos to al monte de Santo Angelo; las otras ciu-
de franceses. El Próspero había dejado á Fede- dades y castillos habían venido en las manos
rico ya muy trabajado de la cruel tempestad de franceses ó españoles. El Gran Capitán,
de la inicua fortuna, habiendo muchas veces ajuntada toda su gente y habido de monsiur
condenado el consejo calamitoso y desdicha- de Nemos, el cual era capitán general de fran-
do de Federico, según se mostró en efecto ceses, dos compañías de gascones balleste-
cuando, movido del enojo que tenía del Rey ros y otras tantas bandas de caballos, asentó
de España y de la vana esperanza francesa, cerco á Taranto. Vinieron á él Próspero y Fa-
humilde é miserable había navegado en Fran- bricio, y comenzóse á hacer guerra, porque
cia á buscar al Rey Luis. muchas veces salían los del Duque y en la
Estaba en Sicilia el Cardenal Juan Colonna, campaña puesta debajo la ciudad escaramu-
hermano del Próspero, el cual cuando el Papa zaban á pie y á caballo. El Gran Capitán, des-
Alejandro había comenzado á favorescer á los confiado de poder tomar á Taranto ni por
señores Orsinos é con liberales gajes escríp- fuerza ni con artillería, determinó de apreta-
tolos á la milicia de Césaro Borja, su hijo, y lle con un fuerte cerco y domalle con la ham-

echado á los Coloneses de Roma y de sus es- bre. Porque aunque él hubiese edificado re-
tados, él se había huido de Roma. El Gran paros á la alteza de un castillo contra la puer-
Capitán, como aquel que era lleno de una rara ta y de allí la batiesen con artillería, la natu-
grandeza de ánimo é de singular ingenio, cla- raleza del lugar era tal que los del Duque se
ramente adivinando, proveía á lo necesario, defendían valerosamente, asentada su artille-
porque los franceses, parte por su naturaleza ría contra los bestiones, y no se atemorizaban
ser muy fogosos, parte insolentes, bravos en un punto por la fuerza de los enemigos.
por las victorias ganadas sin ninguna fatiga, Es maravilloso el asiento de aquella ciudad,
creía que no quedarían nada contentos con que por todas partes es bañada del mar. Que
los confines concertados de la división del don Alonso de Aragón el mozo, que por so-
reino, y por esto sin duda alguna algún tiem- brenombre fué llamado el Guercho, la había
po se movería la guerra. Por lo cual con gran- cortado de tierra firme, cuando los turcos to-
de honra suya, echando los franceses, habría maron á Otranto, entre las otras ciudades de
adquirido un reino nobilísimo á don Hernando, tierra de Otranto, por la gran comodidad de
Rey de España, y á sus sucesores; por don- aquel puerto, designaban dehaberá Taranto.
de juzgaba que sería de grande importancia La ciudad está ahora puesta en aquel lugar
aquellas cosas que con la esperanza y gran- donde antiguamente estuvo la grandísima
deza de ánimo designaba. Allegando á sí y al Roca de Taranto, ennoblecida por el cerco no
servicio del Rey de España á los señores Co- menos largo que vano de Aníbal. Pero adon-
loneses, hombres nobilísimos y de singular de estaba el viejo Taranto son agora grandes
valor en la guerra, los cuales él conocía no ruinas y por todo él se muestran maravillo-

solamente grandísimos enemigos del Papa, sos vestigios de la ciudad deshecha. F£s, en
amigo de franceses, y allende de esto les qui- fin.Taranto ciudad nueva y toda traspasac
taría de su parte los soldados viejos italianos en aquella isla y ceñida en derredor del mj
y todos los aficionados al nombre de Aragón y por dos puentes de madera se pasa á e\
y un grande número de parientes y servido- puestos el uno á levante y el otroá'ponienl
res suyos. en las cabezas de ellos están edificadas d<
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 499

hermosas fortalezas, que por medio de la una los más principales de su compañía, se había
y de la otra tierra firme corren dos canales, y salvado. El Gran Capitán, viéndole tan traba-
ansí con grande dificultad se pueden comba- jado, ansí por el enojo delmar como por el es-
tir. De la parte del abierto mar no se pueden panto de la imaginación del reciente peligro y
allegar las naves, porque aquel costado de la por el dolor de la empresa que mal le sucedió,
ciudad está fortificado de unos perpetuos es- desnudo de aderezos de su persona y casa, le
collos ó peñascos. envió un presente de algunas cosas que le
El Gran Capitán, espantado de estas difi- eran muy convenientes para el remedio de la
cultades, determinó con exquisito modo de necesidad presente; y quien quisiere conside-
trabajo de igualar los bestiones y los fosos á rar el grande valor dé!, paresce que avanza
la justa alteza de Taranto á golpe de artillería al término de la liberalidad. Entre otras co-

y cerró las dos salidas de las puentes, hacien- sas, demás de una gran suma de vituallas, le
do dos castillos de tierra y encima el artille- envió ropas de seda aforradas en martas ce-
ría,y deliberó de invernar allí. La armada de bellinas, de lobos cervales, camas de seda,
españoles y sicilianos corrían todo aquel mar cobertores, tapetes, vasos de beber de plata
y con contina guarda guardaban ambas á dos maravillosos, algunos muy buenos, caballos
las entradas de aquella isla que hace el puerto, bien aderezados, y fué tan grande el número
que por ellas ningún navio pudiese salir ni en- de aquellas cosas, que cuasi á todos sus com-
Fué aquel cerco el
trar en él ni en la ciudad. pañeros les tocó parte de aquella liberalidad.
más largo de cuantos se han visto en Italia, Con los cuales dones obligó grandemente el
según él era perezoso y reposado. Porque ánimo de los franceses, y ansí con toda cali-
como Duque hubiesen bastecido la ciu-
los del dad de loor decían que hombre tan grande y
dad de misma abundantísima, ansí por la
si magnífico era merescedor del reino que gober-
fertilidad del territorio vecino como por la co- naba. Estaban en compañía de monsiur de
modidad de una facilísima navegación, ha- Rabastain muchos caballeros franceses, entre
biendo á más de esto traído de la comarca mu- los otros el señor Juan Estuardo, Duque de Al-
chas vituallas, tenían á grande temeridad pro- bania, caballero mozo y de la sangre real de
vocar á los enemigos y meter en peligro las Escocia, al cual después le habemos visto en
fuerzas de ellos, que eran pocas y flacas. Italia capitán d? grande nombradla. Monsiur de
Entretanto que el Gran Capitán tenía pues- Rabastain con ánimo más quieto sufría la ini-
to el sitio sobre Taranto, procuraba, como en quidad de la fortuna, confesando no ser en
todos sus hechos, ansí de guerra como de cosa alguna igual al Gran Capitán, porque
paz, fuese tenido y reputado de italianos y poco antes, movido de la cobdicia de la glo-
más de franceses por illustre, en obras de ria, persuadido para ello de venecianos, ha-
magnificencia y grandeza. Que entre las vir- bía navegado contra turcos á la isla de Miti-
tudes de ánimo que tenía, que eran muchas lén á fin que tomada aquélla, como ciudad y

y grandes, adquiridas ansí por naturaleza isla más noble, sobrepujase en la honra al
como por artificio, en la de la liberalidad fué Gran Capitán, la cual felizmente se había ad-
un raro hombre, con la cual se ganan los áni- quirido ganando la Chefalonia. Pero aquella
mos de los soldados, porque ninguno jamás conquista fué con más temeridad que con va-
más exquisitamente ni más á tiempo ni con leroso esfuerzo de franceses emprendida, y
más alegre semblante que el Gran Capitán así tuvo muy deshonrado fin. Porque habien-
usó el esplendor de
magnificencia, no sola-
la do con el artillería derribado casi á tierra la
mente con pero con sus enemigos.
los suyos, muralla y sido echados de la ciudad, la cual
Había acaso allegado entonces de la isla de los turcos la defendieron con maravilloso es-
Mitilén á las vecinas riberas de Calabria, echa- fuerzo, partiéndose de la isla les tomó en el
do de la cruelísima fortuna, Filipo Rabastain, arcipiélago una cruel y terrible fortuna; tal
flamenco, capitán de la armada de Francia, que apartó y rompió aquellas naves que que-
habiendo perdido las naves parte por naufra- daron, de tal manera que la una no pudo ha-
gio, parte rompidas por la furia de los vien- cer el viaje de la otra. No faltaron soldados es-
tos, y la nave capitana hecha mil pedazos por pañoles que, teniendo grande envidia de aque-
haber violentamente encontrado en unas pe- llas dádivas hechas á los franceses, que por
ñas de la isla de Citera, y él medio desnudo con las tiendas y públicas conversaciones decían
500 PABLO JOVIO
que el Gran Capitán con real mano derrama- de la Romanía y de la Toscana, dándoles

ba las riquezas con los extranjeros; que fuera gruesas pagas y prometiéndoles grandes pre-
más justo proveer á la necesidad de sus sol- sas de las ciudades ricas, llamaba á si los sol-
dados, así como á aquellos que se les debían dados viejos y especialmente á los españoles,
las pagas de muchos meses; donde la envidia de manera que páresela que poco á poco se
de aquella malvada furia prendió de tal ma- querían partir y desamparar las banderas.
nera los ánimos de los enojados soldados, Pero la fortuna, que en las cosas difíciles ja-
que todos de una voluntad y súbito consen- más le desamparó, habiéndosele casi amotina-
timiento se amotinaron, tocando al arma se do el ejército y no aguardando dineros ni de
metieron en orden y comenzaron á demandar España ni de Sicilia, le socorrió en una gran-
las pagas al capitán. Había pasado tan ade- dísima necesidad, que en un punto le enri-
lante el furor, que estando el Gran Capitán quesció, con la mercancía de una nave de Ge-
desarmado le metieron las picas á los pechos, nova, la cual navegando para Levante había
y ninguna cosa tanto le defendió en tan cres- venido al golfo de Taranto. Mandó á Puccio,
cido peligro cuanto su maravillosa constancia capitán, que con las galeras de Lezcano la
y la majestad de sus palabras. Porque un sol- rodease y la metiese á saco, estando la nave
dado privado que con terrible vista le amena- bien descuidada de cosa semejante. Mandó el
zaba con la punta de la pica, le metió la mano Gran Capitán hacer esto por ciertas causas,
debajo de ella y con un rostro apacible, me- y la principal porque llevaba hierro á los tur-
dio riendo, le dije: «Levanta para arriba esa cos. Estimóse el valor de ella en más de cien
punta, necio, que burla burlando no me pases mil ducados, aunque á la verdad fué forzado
de parte á parte». Decía esto con tanta ale- á hacer esto contra su voluntad y no movido
gría como si aquel soldado, que con el enojo de avaricia, sino de extrema necesidad, á fin
apretaba !os dientes, se estuviera burlando. de tener á sus soldados asosegados y' en obe-
Fué allende de esto inculpado con vitupero- diencia, en el esfuerzo de los cuales confiaba
sísimas palabras, porque excusándose del ha- de poder traer á fin felicemente la empresa.
ber tardado la paga y jurando cómo él se ha- Solía decir el Gran Capitán, cuando violaba
llaba en extrema necesidad de dineros, His- la razón humana, que un Capitán general á

ciar, vizcaíno, capitán, le respondió sorberbia- tuerto ó á derecho había de procurar de ven-
mente diciéndole: «Si tú no tienes dineros, cer, porque ganada la victoria los daños que
mete á tus hijas en el burdel»; la cual pala- se habrían hecho á los miserables pobretos
bra, aunque por entonces no mostrase ningún se recompensasen con mucha cortesía y cum-
sentimiento de haber tomado algún enojo, plimiento.
pero allególe á lo íntimo del corazón. Porque Había ya consumido algunos meses en
habiéndose asosegado aquel motin con cier- aquel perezoso sitio, cuando por conjeturas

tos prometimientos de dineros, la noche si- vino á entender cómo los franceses, no con-
guiente mandó ahorcar á Hisciar de una ven- tentándose de aquella división del reino, en
tana abajo, adonde todo el ejército le podía secreto se trataban como enemigos, solicitan-
ver. Donde el Gran Capitán con aquella seve- do con cartas á donjuán de Guevara, que te-
ridad cobró no solamente su autoridad y re- nía el gobierno del Duque don Hernando, y á
putación, la cual por el reciente amotinamien- Leonardo, capitán de la guardia, que quisie-
to de los soldados la tenía casi perdida; pero sen antes entregar á Taranto á los franceses
en lo de por venir con aquella terribilidad del que al Rey de España, el cual había hecho trai-
súbito castigo atemorizó á los sediciosos sol- ción al Rey Federico su padre. Había acresccn-
dados, que después no tuvieron atrevimiento tado la sospecha monsiur de Alegre, capitán
de ofenderle. La infantería muchas veces daba deligente y despierto entre franceses, que
voces diciendo que, ó luego les diesen las pa- poco antes debajo especie de religión había
gas que se les debían ó los licenciase del ju- demandado licencia de poder ir á visitar la
ramento, porque con deseosos ánimos habían iglesia de Sant Cataldo, al cual como su adbo-
puesto los ojos á otra fortuna y más liberta- gado es de los tarentinos religiosamente re-
da milicia. Que Cesare Borja, hijo del Papa verenciado, con fin de cumplir cierto voto y
Alejandro, habiendo puesto el ánimo á los es- llevar ciertos dones y ofrescimientos. Habían
tados de todos los señores de la Humbría, los franceses en aquel mismo tiempo con
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 501

grandes prometimientos persuadido al capi- pitán de poder ir libremente en aquella parte


tán de Manfredonia que á ellos primero que que él más quisiese con el aparato real é con

á los españoles les entregase la ciudad y el sus. domésticos servidores. El Duque de Ca-
castillo. labria, persuadido de estos consejos, envió

El Gran Capitán, con maravilloso artificio fuera á don Juan de Guevara, el cual concertó
y diligencia, venció los designos de france- la tregua por seis días. Y entraron dentro de

ses en tomar primero á Manfredonia y trató la ciudad los capitanes Luis de Herrera é Pe-

con don Juan de Guevara y con Leonardo Ale- dro de Paz. Fué hecho el acordio de rendir á
jo, loscuales de su condición eran enemigos Taranto, y de aqueste tan apresurado con-
de franceses, que con honestas condiciones cierto fueron mal quistos y juzgados el Gue-
persuadiesen al Duque don Hernando á que- vara y Leonardo y los principales de Taranto.
rer presto rendirse. El Gran Capitán con ma- El Duque de Calabria fué con grande honra
ravillosa y extraña manera, siguiendo el ejem- é singular humanidad recibido, é dándose gran
plo de Aníbal, había puesto cerca veinte na- priesa, según los conciertos, de salir del reino,
vios encima de carros, y del abierto mar los é seguir los consejos del padre. Poco después
había trasportado en aquel mar cerrado. Tiene fué vuelto de Bitonto á Taranto, en balde la-
de largo este mar cerca de cuatro millas y mentándose é llorando que había sido enga-
está hecho á modo de un grande estanque ó ñado de los suyos é que debajo la fe real le
laguna, y en el enderredor abraza diciocho habían hecho traición y hecho prisionero. Po-
millas, y aunque haya muy grandes tormen- cos meses después (la cual cosa acrescentó
tas tienen allí las naves un reposado y seguro más su pasión y trabajo) fué traído en Espa-
acogimiento, y de pescado es abundantísimo. ña, donde en una libre é honrada prisión con
No es Taranto de aquella parte ninguna cosa ánimo reposado se acostumbrase á sufrir en
fuerte, porque está cerrado de casamuro é no un mismo tiempo el caso de la fortuna del pa-
tienen temor ninguno por aquella parte los dre é de su malvada suerte. Tenía por cierto
tarentinos. el Gran Capitán que el Duque don Hernando

Habiendo, pues, llevado las naves al puer- seguiría el consejo del Rey Federico su pa-
to con grande fiesta y regocijo de los solda- dre, é temía no se pasase á los franceses é
dos, con mucha música de atambores y trom- procurase con los que seguían su opinión de
petas, corrían por toda aquella marina. Los levantailos á esperanza de recobrar el reino
del Duque de Calabria concibieron grande é quitallo á los españoles. Era de parecer el
temor, aunque á verdad aquel negocio era
la Gran Capitán que aun con loor de su digni-
más terrible y espantoso en apariencia que dad había de obedecer al Rey su señor, el cual
por daño que les pudiesen hacer. Pasados al- le mandaba é requería cosas poco honestas.

gunos días, viendo las cosas perdidas é con Porque, aunque él no guardase aquello que
poca esperanza de remedio, don Juan de Gue- con juramento había prometido, todo ello se
vara y Leonardo persuadieron á don Hernan- refería á la voluntad del Rey, que se lo man-
do de Aragón, Duque de Calabria, que se qui- daba, el cual así como ausente no era obliga-
siese guardar sano y salvo y esperar á mejor do á cumplir ningunos prometimientos que el
suerte de fortuna; porque si determinaba de Gran Capitán había hecho.
envejescer en la ciudad sitiada,él se ponía á En este medio nasció diferencia entre es-
manifiesto peligro de ¡a pues le eran
vida, pañoles é franceses sobre los confines de la
enemigos dos grandísimos Reyes, y los otros tierra. Primeramente el negocio se trató por
Príncipes estaban allegados en liga con ellos, doctores, y después, por la insolencia de los
de los cuales les páresela cosa loca é mísera soldados, vino á sangriento contraste, habién-
de creer por suceso aguardar ningún socorro; dose producido por ambas partes públicas
é allende de esto los tarentinos estaban muy memorias é tablas pintadas de la tierra, se-
afligidos por los infinitos fastidios y daños del gún la fe de los geógrafos y de las historias,
largo sitio, y que de hoy adelante deseaban por hacer conjeturas de ellas en juicio; pues
toda el adversidad, porque libres del cerco y que ya por la mucha antigüedad, los nombres
de la guerra hallanse fin á tantos trabajos y antiguos de las ciudades y de la tierra se ha-
fatigas. Y que si él rendía la ciudad y el casti- bían perdido, ó malamente trasportados y co-
llo, que fácilmente se alcanzaría del Gran Ca- rrompidos con palabras medio bárbaras, dan-
502 PABLO JOVIO
do escuridad á aquellos que escriben ó leen, el falsonombre de Calabria se extienden des-
que por ellas se conocía elxeino de Ñapóles, de el río Silaro hasta el mar Siciliano, com-
el cual casi con igual estimación el Rey de prendiendo el mar Jonio la partida de la baja
España y de Francia se habían partido, di- Calabria, y semejantemente se encierra en
vidiéndolo así los Reyes antiguos, haberse aquella parte la Basilicata, la cual entre el río
hecho cuatro gobernaciones, que la una es Lao, hoy llamado Layno, y el Silaro toca la
la Campaña, la cual por la mayor parte se ribera del mar Tirreno.
llama tierra de labor y se extiende con un Pues la Calabria y la Pulla habían tocado al
nuevo término del reino desde el paso de Rey de España; toda tierra de labor con el
Fundi, allende el rio Sarno y el Sile, últimos Abruzo al Rey de Francia. Estaban en medio
ríos del principado, hasta el río Lao, que parte puestas dos pequeñas partidas y de nuevo
la Basilicata de la Calabria, de la cual provincia nombre llamadas la una la Capitanata, la otra
es cabeza la real ciudad de Ñapóles, con
la la Basilicata, separadas sin duda ninguna de

una increíble abundancia de todas las cosas la Pulla y de la Lucania, habiéndose siempre
y con una bellísima vista de mar, la cual á los holgado los Reyes antiguos de hacer nueva
ánimos aunque tristes siempre á placer, con división, por poder dar gobiernos en nombre
una perpetua verdura de jardines. Después de mercedes á los barones que las merescían
de la Campaña comienza la tierra de Abruzo, por servicios, el cual gobierno se le daba ma-
que ya se llamó Precutina. Esta se extiende yor que el servicio. La Capitanata es abraza-
del Apenino por el ducado de Benevento al da de dos ríos, que son el Frontone, el cuai
largo ribera del mar Adriático; la cabeza de hoy se llama Fortore, y el otro Losanto, noble
ella es el Águila, ciudad nueva edificada de en la sedienta Pulla. Pero la Basilicata está
las antiguas ruinas de Amiterno y Forcona. encerrada en los confines de los Hirpinos y de
Las otras dos partes son, á mano izquierda, la Lucania, allá donde es la Tripalda, la cual es
la Pulla y tierra de Otranto; esto es del monte una ciudad en que
los Hirpinos, y fué aquella
Sant Angelo al cabo de Otranto y Santa Ma- abrió la guerra aparejada aunque
puerta á la

ría de Leuca, adonde fenesce la Italia. La cuar- no comenzada. Porque habiéndola ocupado
ta región se atribuye á los Brutius, á los cua- franceses y sobreviniendo los españoles, los
les hoy día falsamente les es puesto el nom- cuales la demandaban como de su señoría, tra-
bre la Calabria, siendo, por el contrario, ca- bada una sangrienta batalla fueron rompidos.
labreses aquellos que habitan la Pulla cerca Los cuales de aqueste próspero suceso, aun-
de Brindiz al mar de arriba. La cabeza de los que á la verdad de ligera batalla, tomaron cier-
Brutius es Cosenza, y ansí los Brutius debajo to agüero de obtener la victoria de las otras.
LIBRO SEGUNDO
DE LA

VIDA DEL GRAN CAPITÁN


POR PABLO JOVÍO (•)

Habiendo sucedido estas cosas en el Abru- ta división les habían cabido las más fértiles
zo, ios franceses queriendo vengar la injuria provincias y más abundantes de trigo, habien-
recibida y cuasi ya turbada la paz, salieron do dejado á los franceses (que por razón he-
fuera de las cercanas guardias y dieron enci- reditaria son anteriores en aquel reino) los
ma á los españoles; y con muchas muertes de estériles y ásperos montes del Abruzo. Dis-
ambas partes fué combatido sobre la pose- putándose en esta manera con las armas apa-
sión de la tierra, la cual parescía que estaba rejadas de la una parte y de la otra, por la
en duda El Gran Capitán hallábase inferiora declaración del concierto y de la equidad del
los enemigos, fuertes y apercibidos, teniendo reino, el Gran Capitán y monsiur de Nemos se
sus gentes derramadas por los alojamientos, ajuntaron á parlamento en la iglesia de Sant
y quería disputar antes con razones y con le- Antonio, la cual es muy visitada por devoción,
yes que no con las armas. Y protestaba, ha- que está entre la Tela y Melfi. Halláronse
biendo enviado embajadores á monsiur de ambos á dos capitanes en aquel lugar sagra-
Nemos, que en ninguna manera quería rom- do en el altar mayor, adonde fué dicha la misa,
per en cosa alguna los conciertos hechos en- y dicha la pretensión de la una y de la otra
tre los Reyes, salvo si no le fuese hecha fuerza parte, fué debatido un rato, del modo de los
con grande injuria, por no suscitar de presto confines y de la declaración del acordio. Tuvo
temerariamente las armas en la no esperada aquella contienda este fin: que las tierras la
guerra, la cual después no se podría fenescer posesión de las cuales aún estaba en duda
sino con lloroso suceso de las cosas, siendo fuesen en aquel medio de imperio comunes, á
verdaderamente tardíos los remedios en ha- saber es, que se alzasen los estandartes de
llar especialmente cuando la fortuna
la paz, ambos á dos los Reyes, hasta que con legíti-
una vez, aunque con ligera inclinación de las ma interpretación fuese referido de España y
cosas, hubiese comenzado á favorescer las de Francia, sabiendo la voluntad de los Reyes,
causas de la una de las partes. A estas pala- cuál había sido el parescer de ellos y cómo
bras respondía monsiur de Nemos que él no querían que fuese entendido, por dar conclu-
demandaba ninguna cosa de aquella tierra que sión en los conciertos y capitulaciones.
en el contracto del acordio habían sido atri- No mucho después los soldados, á los cua-
buidas al Rey de España; pero que le pares- les por cierta esperanza de presa la guerra fué
cíaque la Capitanata y la Basilicata, las cua- grandemente provechosa, y la concordia vana
leshabían quedado fuera de la división, de ra- y estéril, é también los capitanes con ingenio
zón justísima más presto le pertenescían á él astuto é ambicioso, deseosos de honra é po-
que á aquellos los cuales por grosera ó astu- tencia de guerra, echaron aparte la mal co-

{') A la cabeza de Cíte libro hay un grabado en madera con el bui^to del Gran Capitán, y alrededor de él
ana inscripción que dice: «El Gran Capitán».
504 PABLO JOVIO
menzada tregua; y esto con tanto, desorden, modada para vituallar los soldados y para
que el Gran Capitán no temía sin grande cau- entretener la guerra, y también por ser más
sa. E así se partió de noche de la Tela, é por fuerte. El Gran Capitán propuso á todas las
desusados caminos, por desmentir las espías otras la Pulla y la ciudad de Barleta, porque
de la gente sospechosa, hizo su camino por aquí se serviría de la oportunidad de la mar,
Bitonto é por Andria, é fuese derecho á Bar- é más ciertamente é con mayor comodidad
leta á dar orden en las cosas de la guerra. aguardaría las vituallas y el socorro, y esto
Porque los Reyes, intrincados en el artificio á fin que la grande furia del principio de los
de la disimulación, con igual cobdicia aspira- franceses viniese á romper con el esperar
ban grandemente á todo aquello que se podía y con la provechosa tai danza. Dícese que la
ganar por fortuna de guerra, respondiendo es- ciudad de Barleta fué edificada por el Em-
cura y dudosamente, que como ignorantes de perador Heraclio, y esto fácilmente lo demues-
aquella tierra, confesaban de no haber consi- tra una estatua suya de bronce que está á
derado las condiciones en el contrato, para ve derecha en la plaza. Tiene
pie, la cual se
hacer diligente división, y con astuta disimu- esta ciudad un puerto hecho á mano, no muy
lación daban entera facultad al arbitrio de los capaz para mediana armada ni del todo muy
capitanes de tratar y confirmar la concordia, seguro cuandf) sopla el viento maestro ó grie-
á los cuales secretamente habían escripto, go, pero cómodo para algunas galeras y na-
como se entendió después, que no concluye- vios de mercancía.
sen cosa alguna de la diferencia, si no sólo De la otra parte monsiur de Nemos, ha-
considerasen lo provechoso, aunque fuese biendo llamado á consejo los capitanes,- les
contra razón y contra lo honesto, y tomasen demandó su parecer del modo del tratar la
aquella ocasión de hacer guerra que mejor les guerra. Los más de ellos estaban suspensos y
estuviese. no se podían resolver ni concertar en ningu-
Siguiendo en esta manera, de la una parte y na cosa que les paresciese provechosa para
de la otra, tratada la causa de la guerra de Estaba en este ajuntamiento An-
la victoria.

ingenios astutos, no así como ellos querían drea Mateo Aquaviva, Duque de Adria, en el
que se creyese, pudiendo andar al largo la Abruzo, el más principal entre los caballeros
disimulación de la equidad y de la justicia de- anjoínos, hombre excelente ansí por las le-
clarados los ánimos se descubriese la guerra, tras como por la guerra, y por él cuasi todos
y cierto con más grave furia de franceses, los losde aquel bando se habían pasado de los
cuales estando más prevenidos acometían no españoles á los franceses. Este mostraba
sólo aquellas tierras que podían parescer de cómo no había cosa mejor ni más útil ni segu-
dudosa razón, mas aun las ciudades y casti- ra, á no dudosa esperanza de la victoria y
llos de la Pulla, ya atribuidos al Rey de Espa- cuasi sin sangre, que de preso ajuntadas las
ña. Las guardias de españoles se defendían fuerzas combatir á Barí é tomalla, estando esta
valerosamente y algunas veces saliendo fuera, ciudad muy cerca y ser amiga de los enemigos
tanto que cada día escaramuzaban, y la ha- y un noble mercado de todo el mar Adriático,
cienda y facultad de los pobretos habitadores de donde por tierra y por mar se podrían ha-
era presa de los unos y de los otros soldados. cer grandes daños al Gran Capitán, y de aquí

Las rentas de los pastos de Pulla, metiendo nascería comodidad de tomar la abundante
en huida los pastores, robando el ganado, an- ciudad de Bitonto y á Jovenazo, que ya se
daban de mal en peor. Porque una grande llamó Giovento Egnatia. Tenía entonces áBari
multitud de ganados, traídos de la fría valle doña Isabel de Aragón, hija del Rey don Alon-
del Apenino, invernaba cada un año en la ca- so, señora de ánimo enemigo contra franceses,
lientecampaña de la Pulla, y esto era de gran- porque siendo arruinado el principado de la
de utilidad para el Rey, porque de ellos se sa- casa Sforcesca y habiendo llevado á Francia
caban de entrada en cada un año más de cien su hijo y de Juan Galeazo, le tenían en hábito
mil ducados. de fraile y cuasi emprisionado fuera de la es-
El Gran Capitán, consultando donde se hu- peranza de haber el imperio de su padre y
biese de poner el asiento de la guerra, juz- constreñido á envejecerse en los claustros de
gaban algunos capitanes, y entre ellos el Prós- los religiosos. Esta señora, así como convenía
pero Colona, que la Basilicata era más aco- á persona generosa, tenía el ánimo del padre y
CRÓNICA DHL GRAN CAPITÁN 505

no podía sufrir que los franceses fuesen los se- de dineros y aquello que es de grande impor-
ñores, los cuales en un mismo tiempo habían tancia para la victoria de toda la guerra. Que
arruinado dos estados que eran el del marido y los calabreses, rebellándose voluntariamente,
el del padre. Y por esta causa favorescía ma- levanten en todas las ciudades las banderas
ravillosamente á los españoles, de los cuales francesas». Fueron ala horadeste parescer Luis
ella descendía, especialmente al Gran Capitán, de Arce y Castilione, llamado por sobrenom-
el muchas veces le iba á visitar y era del
cual bre Forment, y Ciandeio, capitán de la infan-
grandemente servida y acatada. Era este con- tería de suizos.
sejo del Aquaviva muy útil y al propósito; mas Monsiur Daubigni, el cual en el campo era
ello estaba de Dios ordenado que los france- en autoridad el más principal después de
ses fuesen echados de toda Italia. Eran de monsiur de Nemos, se partió de la Pulla cua-
contrario parescer dos viejos y animosos ca- si con la tercera parte del ejército y se fué en
pitanes, juntos en voluntad y parentesco; el Calabria, allá donde era el nombre suyo muy
uno era monsiur de Alegre y el otro la Paliza, famoso, porque en guerra pasada habien-
la
condenando aquel consejo por cosa vil y baja do sido gobernador de esta provincia, había
á hombres fuertes ir á combatir una mujer; moderadamente y con gran destreza gober-
que muy mejor era ajuntar todas las fuerzas nado estos pueblos medio griegos. Y en las
y allegarse á Barleta, adonde estaba el capi- cosas de la guerra tenía grande reputación y
tán de los enemigos y la cabeza de la guerra fama, por haber vencido al Rey Fernando y
y toda la flor de la gente española. Y que á Gonzalo Hernández en la memorable bataUa
allende de esto desde allí se podían apretar de Seminara; y por parescer de todos era pre-
los Coloneses capitanes muy principales y de ferido á todos los capitanes franceses, y á esta
grande nombradla, porque los muros de Bar- causa tenía muchas amistades en aquella tie-
leta eran flacos, ediflcados según la costumbre rra y era por el antiguo favor de la parte an-
antigua, y por de dentro no fortificados de joína que entonces acaso y muy á tiempo los
ningún bestión, y á esta causa no podrían re- Príncipes de la casa San Severina, entendi-
sistir los primeros golpes de la artillería. Por da la discordia de los Reyes, se habían rebe-
lo cual podría suceder, queriendo ellos usar de Uado de los españoles. Eran entre éstos Ber-
aquella noble y honrada furia con la cual siem- nardino, Príncipe de Visiñano; Roberto, Prín-
pre fué en crescimiento la reputación de Fran- cipe de Salerno, y Honorato, Conde de Meli-
cia y felicemente encumbrándose sobre las to, los cuales tenían grandísimas fuerzas para
otras naciones, que tomada la ciudad y muer- favorescer la guerra. Entretanto que mon-
to los enemigos habrían puesto fin á la gue- siur Daubegni se daba priesa de caminar para
rra apenas aun comenzada, ó verdaderamente Calabria, así como aquel que era llamado por
traerían á Gonzalo Hernández á condiciones cartas y mensajeros de muchos, y presentase
poco honestas, despojándole del todo de su las banderas de Francia de largo tiempo de-
antigua reputación, yesto primero que de por seadas á los pueblos inclinados á rebellión, la
de dentro se fortificasen de nuevos reparos opinión que él tenia cencebida del favor de los
é le pudiese venir socorro de mayor gente. calabreses no le engañó en ninguna cosa; por-
Monsiur de Nemos entonces dijo así: «Cierta- que no quedó ningún lugar, juntamente con la
mente estas cosas me parecen honradas y con- ciudad de Cosenza, que á su venida no le
formes á mi gusto; mas ninguno que tenga abriesen las puertas. Y él en aquel suceso,
buen juicio hará en ellas hincapié, siendo cosas habiendo echado de todas partes las guardias
muy difíciles y ásperas de hacerse, porque yo de españoles, cuasi sin ninguna herida arribó
no me puedo persuadir que un valerosísimo vencedor hasta el golfo de Mecina. En este
enemigo, el cual pelea por la salud y por la medio monsiur de Nemos, siguiendo la orden
honra, que de presto se aparte y no espere del consejo mediano y á la verdad poco pro-
los golpes de nuestra artillería, ó por color de vechoso, repartió la gente por las tierras de
querer rendirse deje de hacer ninguna cosa enrededor y deliberó de cercar de lejos á los
que no sea conforme á su primera reputación. enemigos, los cuales estaban aposentados en
Y por esto yo creo que será muy mejor cer- Barleta, por quitalles las vituallas y refrena-
car á Barleta que combatilla; porque los ene- lles sus correrías, y tentar la más flaca guar-
migos tienen carestía de vituallas, necesidad dia de ellos y combatilla á Hn que algunos días
506 PABLO JOVIO
de ambas partes, tomando la ocasión según el del olor de los caballos muertos, apartaban á
suceso, se hiciesen escaramuzas y se mostra- sus dueños que les estaban encima de la en-
se el valor y esfuerzo de los soldados. trada de la victoria. De los franceses combatie-
Decían los franceses, buscando en balde ron valerosísimamente Torseio, lugarteniente
ocasión de venir con ellos á las manos, que de la banda de monsiur de la Paliza, y Mon-
los infantes españoles les parescían muy es- dragón, el cual siendo castellano del castillo de
forzados, pero no los hombres de á caballo, así Milán, ardiendo un turrión del golpe de un ra-
como aquellos que burlando y vo! tejando los yo, fué muerto con casi una compañía de solda-
caballos tenían temor de las fuertes lanzas de dos. De los españoles ganó grande honra Die-
los franceses, ycon vergonzosa huida excu- go García de Paredes, el cual después de rom-
saban de encontrarse con ellos. No sufrieron, pida la lanza y caída de la mano por desgracia
con ánimos alterados, la villanía de las pala- la espada, obstinadamente se valió de tirar

bras algunos caballeros españoles, antes les piedras, con las cuales por orden el espacio
respondieron qne si fueran iguales'en número del campo estaba señalado, y Diego de Vera,
y en armas de aquellas que ellos traían, que que poco después fué claro por la infelicidad
combatirían por la honra y saldrían en cam- del ejército perdido en Argel en África. Los
paña abierta, á fin que hecho un noble con- jueces en el tribunal sentenciaron que la vic-
traste fuese conocido cuáles fuesen más vale- toria era incierta, con este testimonio: que á
rosos guerreros, los franceses ó los españo- los españoles les fuese dado el nombre de va-
les. No denegaron los franceses la condición, lerosos y esforzados y á los franceses el loor
y un día d2terminado, el Proveedor veneciano de una grande constancia. No me paresce
de Trani, así como aquel que hacía profesión aquí de callar un agudo dicho del Gran Capi-
de neutral y con igual favor era amigo y aco- tán, que habiendo vuelto los caballeros del
gía á la una parte y á la otra, dio el campo combate, loando Alarcón, el cual había estado
franco debajo los muros de la ciudad, asegu- mirando la pelea, con maravillosos loores el
rado de la guardia veneciana. Holgóse mucho esfuerzo y valor de Diego García de Paredes
el Gran Capitán de aquel que
desafío, viendo sobre todos los otros, que habiendo casi por
los soldados se encendían de deseo de ganar un caso, cuando por otro, perdido la lanza, la
honra y con un noble combate se afinaba el espada y la maza, tomando súbito consejo de
esfuerzo de ellos. Vinieron al campo once ca- aquella necesidad, recojo y echó obstinada-
balleros franceses, á los cuales salieron'otros mente infinitas piedras contra los enemigos y
once españoles, habiéndose hecho escribir había esforzadamente peleado. El Gran Capi-
con ambicioso concurso más de ciento. En- tán le respondió: «No tienes por qué maravi-
contráronse de la una parte y de la otra con llarte, Alarcón, tanto de esto, porque Diego

tanta furia, que jamás se combatió con más García en todo es un valeroso soldado, pero
ardientes ánimos ni con mayores fuerzas. Ca- confiado en sus naturales armas, por eso se
yeron muchos en tierra de los encuentros de ha habido más esforzado y gallardamente que
las lanzas, y muertos los caballos debajo de todos los otros». Todos los que estaban pre-
ellos quedaron á pie. Combatieron con mucha sentes se tomaron á reír, porque por vía de
obstinación, tanto que habiendo combatido palacio y con argutia se tachaba en Diego
seis horas continas bañados de la sangre pro- García un grande humor malencónico, el cual
pia y ajena, ni por esto cansados, debajo tan- le tomaba muchas veces y venía á salir de sí,

to peso de armas, alargaron la pelea hasta teniendo por costumbre de dar de puñazos á
que fué puesto el sol. Y teniendo ya los espa- aquellos que le estaban más cerca, así como
ñoles la victoria por cierta, si cuatro france- hacen los locos cuando echan piedras á la
ses con un maravilloso caso no se les hubie- multitud de la gente.
ran del todo quitado, porque rodeados de los De adelante los franceses y españoles,
allí

cuerpos de los caballos muertos, con mara- encendidos de la gloria de la honra, con ma-
villosa constancia y felice esfuer/.o combatie- yor ardor y esfuerzo peleaban. De manera
ron, ansí como si estuvieran dentro de una que páresela que más presto combatían por
trinchea, procurando en balde los españoles la gloria que por el reino; por lo cual era for-

de hacer pasar adelante sus caballos, porque zado que cada día muchos se prendiesen y
como los caballQS se espantaban de la vista y matasen. Porque se hacían muchas veces em-
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 507

boscadas y otras en la abierta campaña ve- pués, por opinión de todos, fué reputado por
nían á combatir casi á justa batalla. Pero en valentísimo, merescedor que el Rey Francisco

el rescatar y trocar los soldados prisioneros de Francia, delante de todos los otros, le es-
hubo muchas contiendas y querellas de la una cógese, que siendo vencedor en Milán des-
y de la otra parte, trabajando los ánimos de pués de la rota de los suizos, recibiese de su
los soldados y capitanes. Porque ponían mu- mano la orden de caballería, la cual por me-
chas veces mayor talla de lo justo á los pri- rescimiento de singular esfuerzo es aún á los
sioneros y la avaricia de los soldados, ofres- Reyes de mucha honra, porque la gloria gana-
ciéndose cambio, nunca se hallaba igualdad. da en una noble batalla adquiere de nuevo
A las cuales contiendas queriendo el Gran dignidad y propio loor á un Emperador ó á
Capitán poner remedio, se concertó con mon- un Rey, allende aquella reputación y majestad
siur de Nemos y hicieron capitulación: que que en ellos les honramos.
un soldado privado, siendo prisionero, pa- Monsieur de Nemos, con la mucha caballe-
gase por su rescate la paga de un mes; un ría que tenía, corría la Pulla más largamente
hombre de armas, de tres; un capitán de una que no los españoles, y esto con tanta licen-
compañía y con alférez, la paga de seis me- cia y osadía, que mandó á los pastores que
ses; el capitán de una banda de caballos, el llevasen á pacer todos los ganados en los
sueldo de un año; los otros capitanes de la herbosos y verdes campos de la Cherinola,
orden de los nobles, cuando fuesen presos, porque él metería guardas que defendiesen
pagasen de talla al arbitrio del Capitán gene- los pastos de aquella tierra de la injuria de
Mandó después echar un bando y severa-
ral. los enemigos. Este mandato ansí como salió
mente avisó á todos que con los prisioneros de la boca del trompeta, tan presto fué por
usasen liberalidad y magnificencia, y esto lo las espías hecho saber á los españoles. Des-
procuraba por dar honra á su fama, porque piertos por la presa, muchos de ellos salieron
los españoles, no sólo dé esfuerzo, más aun de las guardias que estaban más cerca, los
de humanidad y cortesía quería que hiciesen cuales fueron con esta orden: que la tercera
ventaja á los franceses. Porque en aquellos parte armados de armas ligeras acometiesen
días el capitán Bayart, francés, había desafia- á un tiempo los ganados y los pastores; las
do á combatir en batalla de toda ultranza á otras dos partes se metiesen en emboscada y
un caballero español del noble linaje de Soto- acometiesen la guardia de los franceses, los
mayor, quejándose el francés de haber sido cuales vendrían encima á aquellos que roba-
gravemente ultrajado del español, teniéndole ban. No faltó de efecto este ordenado enga-
en más áspera y descortés prisión de lo que ño, porque los franceses, luego que vieron los
fuera necesario. El Gran Capitán, entendida la primeros enemigos acometer y meter en des-
causa de la querella, reprendió severamente orden los rebaños de los ganados y los pasto-
al Sotomayor y le mandó que saliese al cam- res puestos en huida; con grande presteza les
po, porque con el juicio de las armas se pur- dieron encima. Los españoles con furia grande
gase la infamia del mal tratamiento, ó que- mostraron huir y los franceses los seguían,
dando vencido, méritamente fuese castigado hasta que dieron en medio de la emboscada,
con deshonrado fin, por haber ensuciado con adonde muchos de ellos fueron muertos y mu-
obras descorteses la honra de la nación y de chos más presos. Pero aquella empresa que
su linaje. La fortuna sentenció en aquel desa- les había salido próspera y alegre conforme á
fio con este suceso: que el francés en poco su deseo, la fortuna, que voluntariamente se va
espacio de tiempo le metió la punta de la es- jugando con engaños, la quitó de presto á los
pada por la escotadura de la coraza y le hirió españoles, porque una gruesa banda de fran-
en garganta. El español moría confuso de
la ceses, la cual á ventura había salido de Cano-
mucha vergüenza, el cual con poca destreza sa con incierta esperanza de presa, vino á en-
se ponía á tirarlos golpes contra su enemigo. contrarse con los españoles, cansados y em-
Los españoles méritamente con graves culpas barazados en llevar la presa de los ganados,
inculpaban al muerto, así como aquel que con viéndose al improviso encima los franceses y
obravergonzosay descortés, con muerte igno- procurando en balde de meter mano á las ar-
miniosa había deshonrado el nombre de la pa- mas y ponerse en orden y defenderse, dejada
tria. Este es aquel capitán Bayart, el cual des- toda la presa y los prisioneros se metieron
508 PABLO JOVIO
en huida. En este trueque de fortuna, habien- se hallaba, salvo si no quisiese con grande
do la caballería tomado la campaña, fueron desventaja suya meterse en arrisco de venir
muertos y heridos algunos españoles. Fué he- á batalla, la cual cosa le páresela muy ajena
cho prisionero Diego de Vera, uno, así como de razón de guerra. Porque ya con el mismo
lo habemos dicho, de aquellos once que com- consejo, á que de nuevo no se metiesen en
fin

batieron, y Teodoro Bocalo, caballero griego, peligro de la vida, había hecho salir á Acuña
natural de Macedonia, el cual era capitán de y á Zarate de la Chirinola y venir al campo,
caballos ligeros, y Luis Gordo, capitán de una juzgando por conjeturas que los enemigos,
compañía de gente de Aragón. Este es aquel después que hubiesen tomado á Canosa, se
que en la batalla de Rávena con su cuerpo volverían allí por vengarse del daño recibido.
defendió y salvó la vida á Odeto Lotreque, El Conde Pedro Navarro, con todo el artificio
capitán muy principal de franceses, todo san- que fué posible, habiendo demostrado una
griento y echado en tierra por muchas heridas grande obstinación de ánimo alterado, dio
que había recibido, porque no fuese muerto oreja á los franceses que le ofrecían justas
de los soldados, los cuales junto á él habían condiciones, y esto con un rostro enojado y
muerto á don Gastón de Fox, capitán general feroz, que en él demostraba que no aceptaría
de franceses. Pues habiéndoles salido fuera condiciones, sino que fuesen muy honradas,
de esperanza bien esta empresa, ajuntada su aunque apenas le quedaban la tercera parte
gente pasaron junto á las puertas de Barleta, de los soldados, siendo muchos de ellos muer-
presentáronse solamente puestos en orden y tos y casi todos los otros heridos. No perdió
dando las banderas vuelta se fueron á la Chi- tiempo monsiur de Nemos, que luego vino á
rinola. Fué antiguamente la Chirinola el cas- concierto, paresciéndole que las condiciones,
tillo de Gerión, muy noble por el vano esfuer- aunque injustas y no acostumbradas, se de-
zo de Aníbal, cartaginés, el cual en balde le bían en todo caso conceder á hombres deses-
dio el asalto. perados, los cuales dejarían sus muertes bien
Habiendo los franceses pasado por debajo vengadas. Así el Conde Pedro Navarro obtu-
los muros de esta tierra, defendiéndola es- vo todas aquellas condiciones que con certísi-
forzadamente Acuña, capitán de caballos, y ma honra honraban un necesario rendimiento.
Zarate, de arcabuceros, fueron echados de Fueron las condiciones: que pudiese volver-
allícon daño. No mucho después, acrescen- se seguro á Barleta con las banderas tendi-
tados de nueva gente y llevando consigo al- das y á son de trompetas y atambores, salvas
guna parte de artillería, fueron á combatir la las haciendas y las personas; y que le diesen
Canosa. Estaba á la guardia de Canosa Pe- caballos para llevar los heridos, y monsiur de
dro Navarro con su compañía de navarros, Nemos sobre su fe asegurase los de Canosa
al cual Coll había traído cerca docientos ar- de toda injuria que les pudiese ser hecha. Ha-
cabuceros. Con estos valerosos soldados, con biéndose hecho los conciertos en esta manera,
increíble esfuerzo, Pedro Navarro se defen- los españoles salieron fuera de la puerta de la
dió tres días de monsiur de Nemos, el cual, tierra, que páresela en su meneo que ellos no
sacando fuera el artillería, arruinaba las mu- hubiesen sido vencidos, sino vencedores. Los
rallas y de continuo refrescando nueva gen- franceses se maravillaron mucho que tan pocos
te, ahora una compañía de franceses, aho- soldados hubiesen tenido atrevimiento y osa-
ra otra de gascones, con grande ardor de to- día para resistir á sus fuerzas y haber podido
dos renovaba la batalla, y sin duda ninguna sostener tantos daños y desabrimientos como
con honrada muerte estaba determinado de la guerra trae consigo. El Gran Capitán salió

satisfacer á la fama de su nombre en las mis- á recibir á Pedro Navarro, dándole grandes
mas ruinas de la tierra en balde defendida, si gracias y loándole públicamente que usando
él no hubiera de obcsdescer al Gran Capitán, una oportuna prudencia había conservado á
que por secretos mensajeros le hizo saber símismo y á tantos valerosos soldados, á los
que tuviese cuidado de sí y salvase sus muy cuales en breve tiempo esperaba de ver par-
esforzados soldados, porque la salud suya y tícipesde una grande victoria.
la de ellos le era muy más cara que la pose- Era el Gran Capitán muy loado con un no
sión de una tierra, pues él no la podía soco- acostumbrado loor de singular sufrimiento
rrer á tiempo, en aquel grande peligro en que y de un ánimo invencible, con el cual se mos-
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 509

traba haber rompido el coraje de aquella ar- los cuales faltándoles las vituallas compradas
diente nación, pues había hecho prueba de á grandes precios y medio desnudos, con los
las fuerzas y de los ánimos, y mostrando vestidos rasgados, con malísimo ánimo sufrían
claramente que la grandísima furia de los tantos desabrimientos, pero con su honrado
franceses se podía vencer con la constancia rostro y con la majestad de sus palabras y
y sufrimiento. Envió luego á Pedro Navarro aquella grande y gentil disposición y sem-
á Taranto, habiendo con poco reposo refres- blante alegre la gente de guerra daba muy
cado la infantería, juzgando que aquella ciu- gran crédito á lo que decía y prometía, y aun
dad fuese de grande importancia para man- á los muy avisados
soldados, los cuales mu-
tener la guerra, é finalmente para ganar la chas de aquellas cosas las juzgaban por in-
victoria, á la cual los enemigos ponían de ciertas y vanas, como ásperas y difíciles de
cerca asechanzas, y que aquí se debía meter hacerse.
una fiel y valerosa guardia. Acrescentó con Allende de esto, tenían por averiguado que
la misma diligencia la guardia de Andría, en- por una escondida fuerza de excelente in-
viando una compañía de soldados, á fin que genio adivinaba muchas veces las cosas que
aquella ciudad, vecina siete millas de Barleta, estaban por venir, por esto que vino en aque-
fuese un reparo de cierta comodidad contra llos días un navio de Sicilia con viento con-

los enemigos. Porque su designo era, sobre trario con alguna cantidad de trigo y una nave
todo, sostener con paciencia el insulto de los llena de mercancía que un mercader veneciano
enemigos, hasta que allegase el socorro que había traído á Barleta. Esta acrescentó el ale-
desde el principio que la paz se rompió había gría de los soldados, porque de
traia, allende
enviado á demandar al Rey don Hernando que losarneses y almetes, algunos millares de pa-
mandase hacer nuevos soldados en España y res de calzas de paño y mucho número de
le fuesen enviados en Calabria con algunos pares de zapatos. El Gran Capitán los com-
caballos. Aguardaba también del Emperador pró, buscando los dineros en secreto de sus
Maximiliano siete compañías de infantería de familiares yamigos y de los más ricos capita-
tudescos de á quinientos hombres por com- nes, los cuales obligaron su fe por él, y doña
pañía, para oponer igual esfuerzo é disciplina Isabel de Aragón, prontísima á toda buena
á la orden de los suizos, habiéndolas fácil- obra, procuró que algunos ciudadanos de
mente el Emperador concedido á Filipo, su Bari entrasen por fiadores al mercader. El
hijo, que se las había demandado, que como Gran Capitán con alegre semblante y grande
era yerno del Rey don Hernando esperaba de liberalidad hizo repartimiento de todas estas
heredar el uno y el otro reino, el de España y cosas entre los infantes y caballos, aderezan-
Sicilia. Allende de esto había demandado tri- do con nuevo hábito la lozanía de todo el ejér-
go de habiendo de ello carestía, y ma-
Sicilia, que estaba bien roto y destrozado. Dá-
cito,
ravillábase mucho cómo no venía, enviándolo base la gente de guerra á entender que el

á demandar y severamente requerido al Vi- Gran Capitán tuviese guardada alguna gran-
rrey Lanuza y á Lezcano que con las galeras de suma de dineros, la cual opinión él era
guardaba la ribera de Otranto, por defender acostumbrado dárseles á entender, porque
los navios sicilianos del comendador Peri Juan, razonando algunas veces con ellos (los cuales
francés, muy principal cosario, del cual se de- se lamentaban que las pagas se tardaban mu-
cía que estaba escondido en el cabo de Otran- cho más de lo que ellos lo podían sufrir) les
to por saltealles cuando fuesen pasados. De- solía decir: «Estad de buen ánimo, soldados
cíase también que aguardaba una grande suma míos, que yo no he aún metido la mano en
de dineros que los mercaderes le habían de aquella grande arca llena y sellada, fuera de
dar por ciertas cédulas de cambio que de Es- la cual, cuando será necesario, por la grande
paña habían venido á Venecia, é con estos di- victoria se sacará aquel grande tesoro de du-
neros pagaría cortésmente á sus soldados. cados para hartar á todos el deseo».
Habiendo con este razonamiento dado grande Monsiur de Nemos, habiendo tomado á Ca-
esperanza á gente de guerra y cubierto con
la nosa y á la Chirinola, constriñó á todos los
él el de muchas cosas, sustentaba
fastidio otros castillos que se le rindiesen, pues en
maravillosamente con la esperanza á los hom- ellos no había gente que los defendiese, y ha-
bres, por tener en obediencia sus soldados, biendo pasado Losanto por la puente de Ca-
510 PABLO JOVIO
nosa, hizo alto con su campo junto á Barleta ses, no cerrados en escuadrón, sino desorde-
y envió un trompeta, el cual desafiase á los nados, acosaban á los españoles revueltos
y
españoles, si eran hombres, á igual batalla en con grande furia los perseguían. Entonces la
la abierta campaña, porque se mostrase el infantería, con un rodeo á modo de luna,
esfuerzo y valor de la una o de la otra nación, marchando para adelante la octava parte de
y de aquella victoria con el juicio de las ar- una milla, acometieron el uno y otro costado
mas se pusiese fin á la guerra. El Gran Capi- de los enemigos, los cuales corrían por toda
tán, queriendo burlar, con el estarse á la mira, parte. La banda de los hombres de armas co-
del ímpetu de los enemigos prevenidos y fu- loneses, cerrados en escuadrón, entraron en
riosos, le respondió: que él no era acostum- fué combatido un poco de tiempo
la batalla;
brado de combatir á la voluntad del enemigo de ambas partes gallardamente, pero los fran-
que lo requería, sino cuando se le antojaba ó ceses, tomados casi en medio y heridos por
cuando se le mostraba la ocasión. Allende todas partes, no pudieron resistir á tanta fu-
esto, le dijo que agradescía á monsiur de Ne- ria de enemigos como los apretaba, y así se
mos que tan animosamente se le ofrescía, metieron en huida. Monsiur de Nemos, no
pero que mucho más se lo agradesciera, si no pensando cosa semejante, apartadas las es-
le fuera enojoso el esperar, hasta tanto que cuadras, según la costumbre francesa, hacía
los caballos de los suyos estuviesen herrados su camino, habiendo enviado adelante la infan-
y sus soldados hubiesen amolado sus espadas tería con el artillería y licenciados para vol-
y lucido sus armas. Bramaban entonces los es- ver á su alojamientos al Paliza y al Forment,
pañoles, y terriblemente demandaban licencia éste á Cuadrata y el otro á Rubí. Persiguien-
de venir á la batalla, porque tenían grande do don Diego en esta manera los franceses
enojo que los enemigos fuesen osados de ha- rompidos y desbaratados, muchos de ellos
ber venido tan cerca los muros de Barleta y fueron muertos y muchos más presos, y esto
haber estado allí tanto rato sin castigo algu- primero que monsiur de Nemos supiese el
no. El Gran Capitán, viéndolos encendidos de rompimiento y la huida de los suyos ni pudie-
deseo de combatir, los loaba y con grandes se socórrenos. Vuelto don Diego á Barleta
ruegos les refrenaba su ardor y les decía: que con los prisioneros y con el despojo, halló al
conservasen aquel mismo ánimo para otro día Gran Capitán fuera de la puerta de la tierra,
de más cierta ventura, porque ya él adivinaba el cual con grande prudencia había sacado la
el dar de la batalla, que vendría tiempo en gente y puéstola debajo las banderas, por si
que se alegrarían de aquella breve tardanza. alguna desgracia acaesciese á don Diego, pre-
No faltó su palabra de efecto, que poco des- sentando nueva gente de socorro pudiese él
pués, habiendo entendido que monsiur de Ne- entrar en la batalla. Abrazando á don Diego
mos, creyendo haber ganado muy grande le loó marav liosamente por aquella honrada
honra de aquel desafio, levantado el campo hazaña que había hecho, pues había sido el
se había retirado para Canosa, á la hora man- que había abajado la bravosidad á los sober-
dó salir fuera á don Diego de Mendoza, capi- bios enemigos y hecho prueba del esfuerzo,
tán de grande valor, con toda la caballería, y con cierto agüero de la victoria, tratándose
acometió la retaguardia de franceses que se de manera que los españoles habían aprendi-
partía, habiendo con esta orden ordenado la do á tener en poco la audacia de los franceses
batalla: que dos banderas de infantería ha- y aquella natural furia de ellos, con la cual
ciendo ala del uno y del otro costado, iguala- quieren parescer muy valientes. Después loTi

ban con la caballería que salía, y entonces á los capitanes, los cuales se habían hab do
rociaban de muchos arcabuzazos. Fueron valerosamente, y les prometió de dir sus ,'i

guiados éstos de algunos valentísimos capi- compañías la paga de un mes.


tanes, que fueron Pizarro, Escalada, Spes y El día siguiente banqueteó á sus amigos,
Zarate. Los franceses volvieron animosamen- con esta orden: que los gentiles hombres fran-
te y con grande furia comenzaron la batalla, ceses prisioneros, por honralles, se asenta-
tal que con grande fatiga los españoles sos- ron á la mesa entre los otros caballeros es-
tuvieron la fuerza de los hombres de armas, pañoles. Mientras el banquete se comenza-
y ansí como habían sido enseñados, desecha ba á regocijar por el andar de las tazas en el
la orden, se retiraron para atrás. Los france- derredor de la mesa y tratar libremente de
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 511

la batallahecha el día de antes, don Diego Y si el francés libremente y fuera de la mesa

de Mendoza dijo que los franceses se habían confesase esto ser verdad, que le dijesen que
habido en ella valerosamente, mostrando bien mentía, y por mostrar su valor desafiasen
su esfuerzo en todos los peligros; pero que tantos cuantos los mismos franceses quisie-
en aquella batalla, sin duda ninguna, se ha- sen salir á batalla, tantos por tantos. No se
bla de dar la honra á los italianos, porque afrontó el francés, sino que con ánimo esfor-
los hombres de armas de la banda colonesa, zado aceptó la condición. Este es aquel Mota
habiéndolo él bien visto, habían combatido es- que habiendo sido condenado por la traición
forzadísimamente. Estaba asentado entre los de Borbón, y por esto andaba de Francia des-
otros á la mesa Cario Anoiero, llamado por terrado, le vimos en la ruina del saco de
sobrenombre el Mota, de ánimo alterado y Roma, usurpándose el nombre de maestro de
feroz, yaun por ventura entonces caliente campo, hacer justicia cuando habla alguna di-
algo del vino. Este respondió y dijo: «No lo ferencia entre aquellos que habían puesto de
quiera Dios, señor don Diego, que nosotros arriba abajo las cosas sacras y humanas. El
lo podamos sufrir con pací.icas orejas que cual enriquescido de una rica presa navegan-
los italianos nos sean preferidos en el valor do para España, habiendo en la mar adolesci-
de la guerra. Confesamos que los españo- do, fué medio vivo de los avaros marineros
les nos son iguales, pero no los italianos, así echado en la mar, pagando la talla.

como aquellos que con ignorancia y poca fide- El Mota volvió á monsiur de Nemos, el cual,

lidad tratan las armas. E si á los prisioneros informado de lo que había acaescido, aprobó á
es lícito loarse, ellos han sido muchas ve- persuasión de todos los suyos la causa de
ces vencidos de nosotros en más de un lugar la batalla y las palabras y prometimientos

por Italia, y nos han dejado entera la honra del Mota. Fueron nombrados trece caballeros
de la guerra». Estaba asentado junto al fran- franceses, los cuales por honra de la nación
cés Iñigo López de Ayala, caballero espa- se ofrescieron de entrar en aquel desafío. El
ñol. Este le daba con el brazo, advirtiendo al Próspero Colona escogió otros tantos; fueron
Mota que dejase de decir mal de los italia- los más valientes de todas las provincias de
nos, porque ellos, queriendo mantener la hon- Italia, porque ninguna no se pudiese quejar

ra de la patria, así como aquellos que ni quie- que por todas no se esparciese la honra de la
ren ni suelen sufrir ninguna villanía, si lo vi- esperada victoria. Había tres romanos, porque
niesen á saber sin duda ninguna, por vengar tuviese la dignidad la ciudad vencedora del
la pública injuria, le desafiarían á singular ba- universo, que fueron el Bracalone, el Capochia
talla. Entonces el Mota, alzando más la voz, y Héctor, llamado por sobrenombre Peracio.
dijo: «Pues desafíen cuando ellos quisieren, Ñapóles dio á Marco Corolario; Capua, á
que yo ninguna cosa deseo tanto como ha- Héctor Ferramosca, nascido de bellicosísima
celles conoscer con las armas en la mano ser sangre. Ludovico Beauboli, de Theano, y Ma-
verdad lo que yo digo, y cómo no digo esto riano Abinentí, de Sarno, yMeiale, nascido en
porque esté borracho». Estas palabras, así Toscana. La Sicilia envió dos, porque esta is-
como fueron dichas, de la misma manera fue- la, violentamente partida por la mar, no pa-

ron recitadas por el Ayala en el alojamien- reciese haber pedido el derecho de las ciuda-
to del Próspero Colonna, adonde, según lo des de Italia, los cuales fueron Francisco Sa-
acostubrado, estaban muchos caballeros ita- lomoni, que después fué claro en muchas ba-
lianos. Habíase entre ellos esparcido el rumor tallas, y Guillermo Albamonte. De las ciuda-
cómo el nombre italiano había sido afrontado des junto al Po suplieron el número el Ricio,
de un arrogante francés, y les páresela que se de Parma, y Tito, de Lodi, llamado por sober-
debíasatisfacer aquella injuria con las armas. bio nombre el Fanfulla, porque en las bata-
El Próspero, habiendo entendido este nego- llas tenía en poco los peligros, y el valeroso
cio,queriendo maduramente hacer sus cosas, Romanello, de Forli, de la Romanía. Los nom-
especialmente en aquella querella, donde iba la bres de los franceses yo los supe del mismo
reputación de Italia, envió ádos caballeros de Mota. Hame parescido callarlos en este lugar,
sangre romana, que fueron Juan Bracalone y porque en trueque de la esperada loor, pues
luán Capochia, á saber si era verdad aquello fueron perdidosos, no pasase á sus descen-
que se decía haber dicho en la mesa el Mota* dientes la deshonra de la pérdida con infamia
512 PABLO JOVIO
de sus nobles linajes. El Próspero, con pala- y que el premio de aquel vencedor fuesen

bras graves, aunque con alegre semblante, las armas y el caballo y clent ducados por
animó á los suyos, los cuales casi todos eran cada uno. Demandaron los jueces que les ase-
de su capitanía ó de la de Fabricio su herma- gurasen el campo. Monsiur de la Paliza lo ex-
no, acordándoles cómo la honra de Italia es- cusó ansí como en importante y peligroso
taba puesta en su valor y valentía; que hicie- negocio, de querer en esto obligar su fe. El
sen todo su deber por que no le engañase Gran Capitán protestó; dixendo que asegura-
su opinión, el cual, habiendo puesto aparte ría el campo y toda cosa, sacó toda la gente

tantos caballeros, había particularmente esco- fuera de Bari y con muy buen concierto los
gido á ellos como á muy buenos y fuertes de- metió en orden de batalla, que parescían que
fensores del nombre italiano. No hubo ningu- estaban para combatir, y metiéndoles un cier-
no de ellos que no se conmoviese por el loor to y dudoso temor tenía suspensos los áni-
de la adquirida gloria y que no jurase de vol- mos de los franceses. Habiéndose hecho ve-
ver del campo sino vencedor. Después de uno nir delante los italianos, no con otras pala-
en uno los advirtió muy en particular que bras los esforzó, sino que con generosa de-
guardasen las armas y los caballos, y dio á terminación de ánimo constante tuviesen en
cada uno lanzas muy fuertes y casi más lar- poco hombres de aquella nación y sangre,
los
gas de una braza que las de los franceses, y así como aquellos que se acordaban cómo so-
sendos estoques colgados de los arzones á la juzgada la Francia muchas veces, habían sido
parte izquierda, y sendas espadas cortas y vencidos, muertos y domados de sus antepa-
anchas ceñidas para herir de tajo. Púsoles á sados, y que tuviesen esperanza cómo Dios
la parte derecha de los arzones, en trueque daría ciertamente la victoria á aquellos que
de maza de hierro, una hacha de estas de la- combatían con tan buena querella contra
bradores de gran peso, con un mango de me- hombres insolentes, locos y soberbios. Los
dia braza colgada con una cadenilla. Los ca- italianos, habida licencia se fueron al campo;
ballos llevaban sus testeras de hierro lucidas y puestos en hilera se metieron en batalla
y sus armaduras de pescuezo, las cubiertas contra los franceses. Los cuales venían para
doradas de cuero cocido que los antiguos las acométenos, porque sin tardanza al tercero
llamaban clibani, las cuales comodísimamente son de la trompeta con un mandado silencio
cubrían los pechos y ancas de los caballos. se fueron á encontrar. Los italianos, otramen-
Fuéronles demás de esto añadidos dos vena- te de aquello que todos tenían creído, según
blos, los cuales estaban plantados en el sue- la costumbre de la milicia, sin mover punto

lo, afín que aquellos que fuesen derribados en los caballos, sino sólo abajadas las lanzas,
tierra tomando en la mano estos venablos animosamente esperaron á los franceses, los
pudiesen combatir. Fueron estos venablos, cuales con grande furia los vinieron á encon-
según yo entendí del Próspero y de aquellos trar. Los franceses primero que las puntas de

que combatieron, muy provechosos para ga- sus lanzas allegasen á los arneses de los ene-
nar la victoria migos fueron embestidos de las lanzas más
No con menor cuidado monsiur de Nemos largas de los italianos y algunos de ellos pa-
instruyó á los suyos, los cuales salieron al saron el estacado. De aquel encuentro ha-
campo con bellísimos sayos de brocado y ter- biendo sido derribados algunos y rompidas
ciopelo carmesí. Monsiur de la Paliza había las lanzas, fué hecha una grande riza y muer-
escogido entre muchos á éstos, los cuales te de caballos, y algunos metieron mano á las
deseaban aquella honra, y enseñado á cada mazas y á los estoques; pero los italianos
uno el arte de combatir, los había grande- maravillosamente se trataron con las hache-
mente inflamado á que mostrasen testimonio tas, rompiéndoles con pesados y grandes gol-
del valor francés. Fué señalado el campo con pes las vistas de los almetes y los espaldares,
un surco cuasi la octava parte de una milla, y aun les sacaron las espadas de las manos.
en el medio de Quadrata y de Andria. Hicie- Parescía allende de esto que la batalla iba

ron un cadahalso en el cual debajo de un do- igual,porque Albamontc y el Sidicino, siendo


sel estaban tres jueces, los cuales ordenaron llevados de los caballos y apretados de los
que aquellos que fuesen sacados de fuera de enemigos, no se pudieron detener dentro del
aquel espacio fuesen habidos por vencidos, estacado. El Bracalone y el Fanfulla están-
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 513

do á pie por haberles faltado sus caballos, pañero viejo, lo cantó en muy excelente verso
echaron mano á los venablos y valerosísima- heroico.
mente desbarrigando caballos y hombres hi- En aquellos días el Gran Capitán, por des-
cieron inclinar la victoria. Uno solo de los encarescer la carestía de la vitualla, que era
franceses, que se llamaba Claudio, habiéndo- grandísima, se alegró mucho de una nueva y
le esforzadamente sido rompido el almete no esperada ventura Que Lezcano, con sus
(tal que los sesos con mucha sangre le salían galeras, había tomado junto á Manfredonia un
por las narices) fué muerto. El cual siendo navio veneciano con una grande cantidad de
natural de Aste, colonia de Italia, paresce que trigo. Que habiendo el capitán monsiur de

méritamente muriese, pues á gran tuerto ha- Alegre tomado á Foja (esta tierra antiguamen-
bía tomado las armas por la gloria de una na- te se llamó Ecana) y habiendo hallado gran-
ción extranjera contra la honra de la patria. de cantidad de trigo, metióle todo en venta
Los otros, heridos ó desacordados por los como de su despojo y habíalo querido antes
grandes golpes de las hachetas, confesando vender al dinero de contado á un veneciano
ser vencidos echaron las armas en tierra. Los que á los napolitanos, apretados de lahambre,
jueces, habiendo visto desde el cadahalso el los cuales lo habían querido comprar al fiado.
suceso de la batalla, con mucha música de Algunos decían que era bien guardallo para
trompetas sentenciaron ser vencedores los las necesidades del ejército. Talmente que el
italianos. Easí los franceses, porque ninguno Gran Capitán hubo aquel singular beneficio
de ellos, según el concierto hecho, no habían de la avaricia del enemigo, y sin infamia nin-
traído consigo los cient ducados de rescate, guna suya, porque pagó más dineros al vene-
fueron llevados á Barleta, porque ellos ningu- ciano que no él había dado al francés. Acres-
na duda habían tenido que la victoria no ha- centó el placer la nueva de la victoria naval,
bía de ser suya. El Gran Capitán los recibió porque Lezcano, habiendo alcanzado al cabo
con alegre rostro y consolándoles con apaci- de Otranto al cosario Peri Juan y venido con
bles palabras les avisó que tomasen en paz él á batalla, le había totalmente rompido, por-

aquello que combatiendo ellos valerosamente que le prendió y echó á lo hondo algunos na-
por juicio de la fortuna les había sucedido. vios y metido en huida, y sin duda habría to-
Pero en lo de por venir aprendiesen á refre- mado la nave capitana si de presto no se hu-
nar la lengua, porque los hombres honrados biera metido en el puerto de Otranto, adonde
y valerosos, los cuales quieren ser tenidos el proveedor veneciano, así como amigo de

por merecedores de la honra de la caballería, ambos á dos Reyes, tenía por costumbre de
no menosprecian á nadie sino en la batalla, y dar seguro recogimiento á la una y á la otra
sin loarsejamás en lugar alguno, no con bra- parte. Por esta rota que recibió el Peri Juan,
veza de palabras sino con valerosas pruebas, siete naves sicilianas cargadas de trigo, te-
son acostumbrados á adquirirse fama. Mandó niendo libre y seguro el pasaje, arribaron á
después proveerlos de lo necesario. El Prós- Barleta, con la venida de las cuales abajó
pero y Fabricio los recogieron con la misma tanto el valor de las vituallas, que casi los
liberalidad y cortesía, tanto que aunque los precios de todas las cosas menguaron medio
franceses estaban turbados y con los rostros por medio. Mandó el Gran Capitán traer con
humildes, desecharon de sí todo aquel enojo. aquellos navios grande copia de vino, queso
Y á algunos de ellos les
pesaba poco el afren- siciliano y carne salada.
ta y vergüenza recibida, después que habían En este medio monsiur de Nemos, el cual
recibido la humanidad y cortesía de aquellos de Canosa, Altamura, Chirinola, Quadrata,
que fueron vencedores. El Gran Capitán, des- Rubí, Foja y Manfredonia alargando su gen-
pués que hubo honradísimamente loado á te, había determinado de apretar al Gran
los italianos, los ennobleció armándolos de Capitán con un sitio lento, despierto por la
su mano caballeros, y en testimonio de su súbita rebellión de Castellaneto, levantó el
virtud y de la victoria les ajuntó trece ca- campo de presto y deliberó de ir á castigar
denas en los scudos de sus armas. Y por- aquella traición. Porque en los días pasados,
que la historia de este celebérrimo desafío habiendo corrido la Pulla y el cabo de Otran-
quedase en memoria para en lo de por ve- to, y entre otras la noble ciudad de Lece, lla-
nir, micer Hierónimo Vida, cremonés, mi com- mada antiguamente Lupia, y á Calatana, an-
Ct únicas del Gran Capitán. 33
514 PABLO JOVIO
tiquísima colonia de Tesalia, la cual hoy se rer ir luego y con presteza castigar la trai-
llama San Pietro, y á Nardo, ansí llamado ción y volverse, caminando noche y día allegó
de Nerito lencadián, la cual tierra edificaron á Castellaneto. Los moradores, espantados
los griegos. Tomó también á Rudia, famosa por la súbita venida del enojado enemigo y
por haber nascido en ella Ennio, poeta, la cual teniendo pocos españoles para se defender,
hoy se llama Rodela, y á Oria Motula; tentó y esos no prevenidos contra la furia del ar-
en balde á Gallipoli y asentó el ejército junto tillería, allende que los lloros de las muje-

á Taranto, y la guardia y los tarentinos no res y de los muchachos privaban de consejo


se movieron en cosa alguna. Dio el asalto á á los hombres dudosos, vinieron á tomar este
Conbcrsano y forzó al señor de aquella tierra consejo de redimir con dinero la pena del de-
á mudar de fe. Finalmente, tomó á partido la licto, con que las personas fuesen salvas; pero

ciudad de Castellaneto, la cual está puesta en el enojado capitán demandó tres veces más

medio el camino algo de través entre Taranto dineros de los que le podían dar, y amenaza-
y Brindiz, cun estas condiciones: que pudie- ba que les mandaría degollar si á la hora no
sen meter de guardia dos capitanías de fran- se les pagaban. Los ciudadanos de Castellane-
ceses, con las cuales ellos se pudiesen defen- to, espantados de este temor, volviéronse á la

der contra los españoles que estaban en Ta- desesperación, haciendo de por de dentro al-
ranto. gunos reparos, y con grande esfuerzo aguar-
Habiendo en esta manera dado fin á muchas daron algunos golpes de artillería, y echando
empresas y la mayor parte de ellas con el algunas piedras y pedazos de maderos ate-
temor del ejército y con palabras y prometi- morizaron á algunos que habían tenido osadía
mientos, sirviéndose del singular favor de An- de subir por las escalas encima la muralla.
drea Aquaviva y de Fabricio Jesualdo, barones Mientras monsiur de Nemos estaba suspen-
de la parte anjoína, parescía que por estos su- so en aquella fuerza, no se resolvía si castiga-
cesos hubiese venido en grande esperanza de se aquella injuria dándoles un recio asalto, el
la victoria. Acaesció entonces que los caste- cual era muy peligroso, ó recibiendo los dine-
llanetanos, desdeñados por las injurias que ros que le ofrecían, la cual cosa era al pare-
los franceses les hacían, se conjuraron, por- recer vergonzosa, allególe un mensajero que
que algunos de ellos, con más licencia que no le quitó de aquel pensamiento. Trájole nueva
sufría la costumbre de Pulla, habían tentado cómo el Gran Capitán había salido de Barleta
la honra de las matronas; otros pródigamente y había marchado para Rubi por poner en es-
les gastaban las vituallas y algunos con gran- trecho á la Paliza; porque habiendo sido avi-
de atrevimiento habían dado de p .los á sus sado de la partida de monsiur de Nemos, pen-
huéspedes por no haber querido obedescer á sando un nuevo pensamiento y según la oca-
sus injustos mandamientos. Prendieron en la sión ejecutándolo de presto, sacó de noche
noche cuando dormía la guardia en los aloja- toda la gente y el artillería, llevando consigo
mientos y con una contraseña entregaron la los hombres ancianos de Barleta por tenellos
ciudad á los españoles, llamados de Taranto, como en rehene^; marchó con grande presteza
con aquesta condición: que los franceses fue- para Rubi y plantada el artillería comenzó con
sen enviados desnudos de armas y caballos, tanta furia á batir la tierra, que derribó con
con que no fuesen injuriados hasta que llega- grande ruina mucha parte del muro. Comba-
sen á lugar seguro. tíase casi en ordenanza, y en más de una par-
á tanto enojo á monsiur de Nemos
Movió te los españoles, puestas las escalas, procu-
elinopinado delicto de aquella traición, que raron de subir á la muralla. Duró el asalto
no se pudo detener, aunque lo persuadiese á siete horas, con grandísimo contraste, porque
ello el señor Aquaviva, que no levantase de la Paliza, con ánimo invencible, allá donde es-
súbito el campo, porque como era práctico taba el peligro, animando y combatiendo, no
de la guerra é informado del ser de los ene- faltaba á los suyos, habiendo puesto por repa-
migos, decía cómo se debía temer que se per- ro los hombres de armas, los cuales combalLm
dería la Chirinola ó Rubi ó finalmente Cano- á pie contra aquellos que subían en la mur^j
sa, porque apartándose ellos, los españoles
tendrían oportunidad de hacer sus hechos.
lia, y los gascones ballesteros puestos en

gares donde daban muchas heridas á los 6


»i
Pero monsiur de Nemos, braveando de que- pañoles. Pero siendo la Paliza herido y derri
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 515

bados más presto que muertos los hombres difícilempresa, y esto con grande ánimo y va-
de armas de la furia y del peso de los enemi- lor, por ser reputados merescedores de aque-

gos que les daban la carga, los españoles en- lla honra y merced que se les hacía.

traron en la tierra habiendo ya de los otros Mientras estas cosas se hacían en laF^ulIa,
casi en aquel mismo tiempo subido por las es- don Hugo de Cardona, habiendo metido en
calas en lo alto de la muralla. La primera ban- orden en Siciha tres mil infantes y trescientos
dera que se plantó, echados los franceses, fué caballos, pasó con ellos el faro, desembarcó
la de Francisco Sánchez, despensero mayor en Ríjoles, rompió en una scaramuza á Jacobo
del Rey de España, y la corona mural fué dada San Severino, señor de Mileto, el cual levan-
á Traiano Morminio, gentilhombre napolitano, taba los calabreses á rebelión; libró á don Die-
el cual fué el primero que tomó una almena go Ramírez, sitiado en el castillo de Terrano-
de la muralla. Pues habiendo en la primera va; saqueó y quemó la tierra; después volvió
furia muerto muchos franceses, todos los para la baja Calabria y metió en huida á Mar-
otros fueron tomados á prisión, juntamente zano, Príncipe de Rosano. Entendido estas
con los ciudadanos de Rubí. Fué también pre- cosas los Príncipes Sanseverinos, el de Saler-
so el Paliza y Amideo, capitán de los hombres no y el de Visiñano, los cuales como habernos
de armas de Saboya, y Peralta, español, el dicho se habían pasado de los españoles á los
cual estando al sueldo del Rey de Francia an- franceses, habiendo hecho por toda parte
tes que se turbase la paz, cumplió con-su fe. soldados y armado sus vasallos, se ajuntaron
El Gran Capitán en tanto ruido y revuelta de con monsiur Daubegni, el cual venía Este, ha-
la tierra saqueada, teniendo grande cuidado, biendo dejado una pequeña compañía de fran-
guardó lahonra de las mujeres puestas en la ceses en Cosenza, con la cual tuviesen sitiados
iglesia invioladas de toda injuria. al capitán Solls y á Gómez, con la mayor pres-

El día siguiente, no siendo aún del todo sa- teza que pudo fué á buscar á don Hugo, por
queada la tierra, usando misma presteza,
la combatir de presto con él. Estaban con mon-
volvió para Barleta, cuasi primero que mon- sieur Daubegni el Grini y el Malherba; éste
siur de Nemos, el cual habiéndosele ajuntado era capitán de los ballesteros gascones y de
en camino los suizos y haber cogido mayor
el tres banderas de suizos, y el otro gobernaba
caballería, caminando con grande diligencia tu- todos los caballos ligeros; pero la mayor fuer-
viese nueva de la rota del Paliza. El Gran Ca- za era la de los hombres de armas, entre los
pitán habiéndose llevado las mujeres robusta- cuales había una compañía de soldados viejos
nas á Barleta, las dejó en salvo, salva su ho- escoceses familiares y fieles á monsiur Dau-
nor, sin ninguna talla, pero no quiso que los begni.
hombres de armas franceses se rescatasen, Estaba entonces alojado don Hugo en aquel
porque monsiur de Nemos no les había guar- llano que del castillo de Terranova se ex-
dado las condiciones puestas entre ellos. Con- tiende hacia mediodía. Avisado de la venida
finó el resto de la infantería en las galeras de de los enemigos metió la cosa en consejo, y
Lezcano hasta que la guerra fuese acabada, aunque él hubiese acrescentado de más gente,
dándoles al cuanto más dura pena que no su- todavía le paresció deber de huir la campaña
fre la costumbre de la milicia cristiana, con la y retirarse á la rocha de San Jorge, la cual
cual orden el capitán alguna vez, aunque con- mira hacia el monte Apenino; pero los nuevos
tra su voluntad, con ánimo severo y astuto, y capitanes estorbaron que no se tomase este
esto por el útil de la guerra, tenía en poco camino, los cuales habían venido nuevamente
las palabras que contra él se decían. Conoscía de España, que fueron Manuel de Benavides,
claramente que las bandas y capitanías de Antonio de Leiva, que después fué muy exce-
enemigos venían á faltar, y ansí en pocos días lente capitán, y los Alvarados, padre é hijo,
vino á ser igual en la caballería con los enemi- que habían traído de España cuatrocientos
gos, donde ellos tenían todas sus fuerzas, ha- hombres de armas y caballos ligeros y cuatro
biendo dado á I9S más escogidos soldados compañías de infantería, porque les páresela
más de setecientos caballos tomados en di- ser cosa deshonrada y vergonzosa levantar
versos rencuentros, en especial en Castella- los alojamientos y retirarse antes que los ene-
neto y en Rubi, tanto que los infantes pues- migos se presentasen y más claramente se su-
tos á caballo eran suficientes á toda áspera y piese cuánta gente y de qué calidad era, es-
516 PABLO JOVIO
pecialmente que una espía calabrés, algo sos- desbaratada En aquella rota de enemigos el
pechosa, les había dado á entender que los Grini, corriendo muy desordenadamente en el
franceses no allegarían allí en aquellos dos alcance de aquellos que huían, habiéndose al-
días Pero monsíur Daubegni, capitán viejo, zado la vista del almete, fué herido en un ojo
gentilmente engañó la opinión de los enemi- con la punta de una lanza y fué muerto. Mon-
gos con usar de la presteza francesa, habiendo siur Daubegni corrió el mismo peligro, por-
caminado la noche y por desusados caminos, que los caballos españoles (ansí como des-
enseñándole los calabreses el camino, pre- pués yo lo entendí de Antonio de Leiva), to-
sentó la gente en batalla y mandó tocar las mándole en medio y cuasi preso, procuraban
trompetas. Venían delante el derecho cuerno de quitalle el almete, y sin duda le hirieran en
los dos Príncipes de Salerno y Vísiñano, tra- la garganta si no fuera socorrido de la banda
yendo cogida su gente á modo de luna; en el del Príncipe de Salerno, la cual sobrevino en
izquierdo venía el Grini, el cual, así como ha- escuadrón cerrado y los había rompido. Pues
bemos dicho, guiaba todos los caballos lige- habiéndose salvado muchos caballeros por los
ros. En la batalla de medio se había pues- montes, don Hugo el postrero de todos, deja-
to monsiur Daubegni, ajuntado casi con los do el caballo, al cual había cortado las piernas
Príncipes con una estrecha ordenanza de porque no viniese en manos de sus enemigos,
hombres de armas. El Malherba había mez- por ciertos valles nevados se retiró ala Mota
clado á los suizos con los gascones, los cuales Bufalina, y aquí, recogidos y refrescados un
por estaren ordenanza más abiertos y espar- poco los soldados, los cuales habían quedado
cidos, disparaban las ballestas cómodamente de la batalla, descenció en la Rocella á la ciu-
y allegáronse á los caballos del Grini. dad de Gieración. El bagaje, los soldados y los
De la otra parte los españoles, habiendo villanos le robaron; las banderas, con muy her-
descubierto á los enemigos, aunque fuesen mosos caballos de España, vinieron á manos
menos en número, engañados de su pensa- de monsiur Daubegni. El número de los prisio-
miento, esforzadamente se metieron en orden neros fué muy mayor que el de los muertos;
y se esforzaron en menear las manos, soste- la victoria no pudo parecer muy alegre á mon-
niendo valerosamente la furia de los franceses siur Daubegni, habiéndole costado la vida de
que venía delante, donde se comenzó una cruel Grini, amicísimo suyo y valerosísima persona.
batalla, no habiendo lugar ni de la una parte Después de la batallamonsiur Daubegni tomó
ni de la otra de poder jugar el artillería An- sin herida la Mota Bufalina, adonde los ene-
dando la batalla encendida, mientra don Hugo migos huyendo se habían recogido; tomó tam-
con maravillosa constancia hacía el oficio de bién por fuerza á Pentadactilo, en la Rocella;
capitán y de soldado, el Grini haciendo un no quedó en toda la Calabria casi ninguna
largo rodeo, extendiendo su banda, entró por tierra que á la hora no se volviese á la vence-
el costado en la infantería de los enemigos, dora parte francesa, retirándose los españoles
que los desordenó y rompió, porque á la hora en los castillos fuertes, los cuales parescían
arremetieron los suizos y gascones con tanta que aquel invierno con dificultadlos franceses
fuerza, que echados de las picas y heridos de los pudiesen combatir.
las saetas fueron puestos en huida. De la otra Habiendo hecho saber estas cosas que ha-
parte toda la caballería cerrada en un escua- bían sido hechas en Calabria y en Pulla al
drón, por consejo de don Hugo, sin ninguna Rey don Hernando, á la hora fué puesta en
desaventaja sostenían á los calabreses; pero orden una armada muy grande en el puerto de
cuando monsiur Daubegni arremetió con su Cartagena, la cual fuese á Mecina, y el capi-
escuadrón, ni los caballos sicilianos ni menos tán general de ella fué Puertocarrero, des-
los españoles pudieron resistir á la furia de los cendiente de la noble familia de los Bocane- i

hombres de armas escoceses, antes volvieron gra de Genova. Este había sido preferido á I

de presto las espaldas y á más andar se fue- muchos caballeros de España que aspiraban
ron á los montes, aunque el Cardona los re- á la honra de este cargo por ser Puertoca-
prehendiese y les rogase que poco á poco rrerro casado con una hermana de la mujer
volviesen rostro y se retirasen. Habiendo
el del Gran Capitán, por donde se entendía que '

sido en esta manera rota la caballería, la in- entre ellos habría grande conformidad. Obe-
fantería que estaba en medio fué rompida y descían á Puertocarrero don Alonso Carvajal,
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 517

que después fué claro en las guerras de Ita- de aceptar las condiciones de la batalla. Dio á
capitán de seiscientos caballos, y don Her-
lia, Ferragut dos vasos ricos de plata, mandando
nando de Andrada, Conde de Villalba, el cual á don Juan de Cardona, su hermano, que iba
de Galicia, Asturias, Vizcaya y en la costa de un poco adelante con la infantería, que se de-
la mar había traído cinco mil hombres. Nave- tuviese; pero los soldados no querían pasar
gando Portocarrero para Sicilia, hízole con- adelante si primero no les daban la paga tan-
trario tiempo, que habiendo sido echado de tas veces prometida. Fácilmente don Hugo
una grande fortuna junto á Lipari y Strango- les quitó aquella obstinación, dándoles cuan-
li,al quinto más tarde de loque hubiera que- to oro y plata tenía, y allende de esto obliga-
rido (aunque con el armada salva) allegó á da la fe de sus amigos. Con estos prometi-
Mecina. Desque hubo pasado el faro y des- mientos la infantería se metió en campaña.
embarcada la gente en Ríjoles adolesció, de Monsiur Daubegni, habiendo hecho algunas
la cual enfermedad murió, y viéndose cercano escaramuzas y vadeado el rio Petrace, cami-
á la hora del morir, aconsejado con don Juan nó para la tierra de Joya. El Andrada y don
de Lanuza, Virrey de Sicilia, encomendó el Hugo, llevando el campo con presteza, le si-
cargo á don Hernando de Andrada, aunque á guieron y vadearon por el mismo paso el rio,
Manuel de Benavides é á don Alonso de Car- teniendo orden que cada caballo pasase en
vajal, caballeros generosos y pláticos en la grupa un infante. Al otro día siguiente mon-
guerra, paresce que lo merescían mejor. Pero siur Daubegni salió de Joya y se metió en or-
había entre el Benavides y Carvajal antiguas den. Los españoles, visto las banderas de los
enemistades, por ser de bandos contrarios, enemigos, se aderezaron para la batalla.
las cuales eran tan grandes, que el uno hacía Estaban en la avanguardia Manuel de Bena-
profesión de no obedescer al otro; pero am- vides y Carvajal; en la batalla iban don Hugo,
bos le tuvieron á bien y lo consintieron á cau- Antonio de Leiva y el padre de Alvarado con
sa del bien público. Muerto que fué Portoca- la vieja caballería y infantería. Seguían este
rrero hiciéronle muy honrado enterramiento, escuadrón, apartado poco espacio, don Her-
y dada la paga á los soldados de las rentas nando de Andrada con la caballería nuevamen-
de Sicilia, don Hernando de Andrada comuni- te traída de España y la infantería de gallegos
có sus designos con don Hugo, y desde Ríjo- y asturianos. Usaba esta gente, según el anti-
les en tres alojamientos allegó á la campaña guo costumbre de la milicia romana, escudos
de Terranova, y en aquel mismo día arribó á largos y recogidos y dardos para arrojar.
ella monsiur Daubegni, de la Mota Bufalina, Monsiur Daubegni, deseoso de comenzar la
por tomar á Terranova; pero previniéndolo batalla, se metió en el primer escuadrón, en
Alvarado que, con una escaramuza tentó las el segundo Alonso San Severino y en el ter-

fuerzas del enemigo, allegó al castillo de San cero Honorato San Severino, que capitaneaba
Juan, apartado poco trecho de Seminara, don- la banda de los caballeros de su linaje. El Mal-

de ^iete años antes había rompido en batalla herba guiaba un escuadrón cuadrado de infan-
al Rey Fernando y al Gran Capitán. Estaban tería, junto al cual estaba el artillería, y des-
no muy apartados de la campaña ennoblesci- pués que de la una parte y de la otra fué des-
da por el fresco rompimiento de don Hugo, parada, la caballería arremetió para adelan-
talmente que monsiur Daubegni, feroz por la te. Mientra monsiur Daubegni procuraba de

doblada victoria, aunque tuviese menor nú- apartarse de los rayos del sol que le herían
mero de gente, reconosciendo los campos en la vista, una banda de caballos ligeros es-
desdichados á los enemigos y á él felices, pañoles le tomó el lugar, talmente que él vol-
tomó cierto agüero de querer meterse en el vió las banderas y arremetió contra el escua-
arrisco de la tercera batalla, para lo cual en- drón de Manuel de Benavides. La batalla an-
vió á Ferragut, rey de armas, el cual con so- daba ya encendida y con dificultad el Benavi-
berbias palabras desafió á batalla á los espa- des sostenía la furia de los escoceses. Don
ñoles, asícomo hombres poco valerosos y Hugo, Antonio y Alvarado le socorrieron, y
acostumbrados á dejarse vencer. De las cua- con tanto vigor y ánimo se apretó la batalla,
les palabrasdon Hugo, encendido en sí mis- que los franceses y españoles, combatiendo
mo con un cierto ardor de ánimo enojado, con las espadas, se mezclaron en uno, y am-
por recobrar la honra perdida, se determinó bas á dos las partes tenían por cierta la vic-
518 PABLO JOVIO
toria. Don Alonso
Carvajal, con spedido con- dad de Barleta. Monsiur de Nemos, habiendo
derredor el izquierdo cuerno, y
sejo, llevó al tomado todas las tierras vecinas de Barleta,
entrando por las espaldas de la avanguardia fuera de Andria, el Gran Capitán con sola la

de los enemigos metió tanto temor y espanto grandeza de ánimo invencible, había sufrido
á aquellos que estaban ocupados en la dudo- todos los incómodos de la guerra, y en aquel
sa batalla, que monsiur Daubegni, puesto en medio la fortuna muchas veces le había le-
desorden su escuadrón, se puso en huida. vantado la esperanza enferma á favorecelle
Don Hernando de Andrada, con su caballería, en los extremos casos de su sitio, de suerte
rompió á Alonso San Severino, que venía á que se tuvo por cierto que él no dudó jamás
socorrer con el segundo escuadrón. Por la de ser muy presto vencedor. Resolvido en
misma suerte fué rompido el tercero escua- este partido, mandó á los capitanes de caba-
drón, y Honorato se puso en huida, tal que en llos y de infantes que se proveyesen de lo

espacio de media hora (lo cual es apenas de necesario para el camino. Parescióle bien de
creer) fué hecha piezas cuasi toda la infante- llamar de Taranto á Pedro Navarro y á Luis
ría francesa y ganóse una singular victoria. de Herrera, su pariente, con la más gente que
Fueron presos Alonso y. Honorato San Seve- pudiesen, porque tenía grande confianza en
rino; un escuadrón de scoceses libró á mon- sus personas.
siur Daubegni de las manos de sus enemigos, Con el mismo designo monsiur de Nemos,
y habiéndose ajuntado con Maiherba, sin de- juzgando por conjeturas que habiéndole al
tenerse un punto, corrieron hasta Joya, y ha- enemigo venido el socorro de los tudescos,
biéndose aquí detenido poco rato, les fué di- tentaría alguna cosa de nuevo y á la hora
cho cómo los caballos españoles les seguían saldría de Barleta, escribió á Andrea Mateo
por los mismos pasos y que ya estaban muy Aquaviva que de Conversano fuese á Alta-
cerca. Apresuraron su camino con la noche mura, adonde estaba Luis de Arce, y de allí
scura y se recogieron en el castillo de Angi- ambos á dos, juntas las fuerzas, viniesen á
tula, quejándose monsiur Daubegni de la for- Canosa, donde le hallarían, porque monsiur
tuna, que habiendo sido hasta en aquella hora de Nemos ponía grande esperanza en el con-
invencible, y habiendo en las guerras de Fran- sejo de aquel hombre para el gobierno de la
ciay Inglaterra en docebatallas sido vencedor, empresa, y no le parescía tentar ninguna cosa
le hubiese en esta escarnecido y deshonrado. sin el Arce, capitán valiente y animoso. Mien-
Al otro día siguiente,el primero de todos tra el Arce y el Aquaviva concertaban entre
Valentía de Benavides, hermano de Manuel, ellos el día de la partida, Pedro Navarro

y después del el Carvajal y el hijo de Alvara- tomó las cartas del Arce junto á Taranto, é
do, y luego Antonio de Leiva, con grande como avisado y entendido su designo, hizo
presteza allegaron á Angitula. Tomada la tie- una emboscada al Aquaviva cuando tenía de
rra, determinaron de sitiar á monsiur Dau- pasar, é ansí rodeado de un impensado mal,
begni en la fortaleza. Poco tiempo después defendiéndose esforzadamente, habiéndole
allegó el Andrada con toda la gente, y hechas muerto el caballo y herido gravemente, fué
las trincheas,metida por alderredor la guar- preso. Juan Aquaviva, su hermano, peleando
dia de la infantería, áfin que el capitán de los valerosamente fué muerto; la caballería fué
enemigos no se fuese, se alojó á la vista de la rompida y casi toda ella vino en manos de los
tierra, apartado casi un tiro de artillería. enemigos. Habiendo felizmente sucedido esta
En aquellos mesmos días, la infantería de empresa, Pedro Navarro y Luis de Herrera
tudescos, la cual Octavio Coiona, enviado del allegaron á Barleta, donde Gonzalo Hernán-
Próspero, su tío, al Emperador, la había obte- dez, doblándosele el alegría, riendo muy á
nido y traído por las montañas de Carnia al boca llena, dijo cómo se tenía de dar gracias
puerto de Trieste, embarcados allí habían á la fortuna que tanto le favorescía, pues en
allegado á Barleta. La venida de los cuales dio tan grande necesidad habían prendido un
tanta alegría al Gran Capitán, que muy cier- prudentísimo capitán de enemigos y habían
tamente confirmó esperanza de ganar la
la venido á su campo dos capitanes de grande
victoria, y así no le paresció aguardar más valor y fe, los cuales le serían de mucha uti-
tiempo, sino salir á combatir, pues había ya lidad y provecho.
estado siete meses sitiado en la pequeña ciu- Ya la primavera vestía de flores la caml
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 519

ña y los panes crescían y el Mayo se mostraba, la batalla hasta el otro día. Cándelo, que era
cuando por aventura en aquel día, como de capitán de los suizos, y monsiur de Alegre,
buen agüero y grandemente felice, que des- eran de contrario parescer, que sin perder
baratados los franceses en Joya se aparejaba tiempo en balde y vergonzosamente, sino con
la victoria. El Gran Capitán, habiendo sacado ligero y esforzado ímpetu, como siempre feli-
toda la gente de Barleta, pasado Losanto, se cemente á los franceses les había sucedido,
alojó en la Chirinola, con pensamiento de plan- se debía en todo caso dar la batalla. Por la
tar el artillería y tomar aquella tierra, y si los cual determinación conocía monsiur de Nemos
franceses la quisiesen socorrer venir con ellos que se ofendía mucho su honra, porque pocos
á batalla. Allegó el Gran Capitán á este lugar días antes había entendido que monsiur de
con un ardiente sol y calor terrible y el cami- Alegre había hablado algunas palabras mali-
no muy lleno de polvo, y con tanto cansancio ciosas, que como capitán mal práctico y poco
de todo el ejército, que algunos soldados mu- valeroso tenía temor de venir á jornada, y que
rieron de sed y fatiga, y con deseo de refres- dejaba con infamia de la reputación francesa
car la boca eran constreñidos á chupar unas y con grande daño de las fuerzas de ellos
cañahejas que las llaman ferias, las cuales na- poco á poco de aquella astuta nación consu-
cen en aquella caliente campaña, como si ellas mirse y faltarle las gentes. Y sin un punto de-
estuvieran mojadas del rocío. A esta necesidad tenerse, enojado de la culpa que le daban, dijo:
y miseria proveyó el Gran Capitán mandando «Pues que así os place que combatiendo hoy
traer por las escuadras odres llenos de agua, pongamos fin á la guerra, en aquella manera
que para este efecto había hecho traer de Lo- que placerá á la fortuna, si yo no satisfaciere
santo. Mandó á todos los caballos que cada al deseo del Rey de Francia, al menos con
uio de ellostomase á un peón en gropa, es- honrada muerte cumpliré con mi particular
pecialmente de los que estaban armados. H¡- honra». Y permitiéndolo el destino, mandó dar
ciéronlo-los caballos con muy grande voluntad, la señal de la batalla, aunque á gran trabajo
por un ejemplo de grande humanidad que en el podía haber media hora hasta ponerse el sol.
Oran Capitán vieron, el cual había tomado en Y hechos tres escuadrones marchó contra
gropa de su caballo un alférez tudesco. los enemigos, no habiendo igualado la frente
Gerión, así como dije antes, noble más por el sino echando la gente para adelante con orden
vano esfuerzo de Aníbal que por grandeza de torcido por grados, porque cuando se ponía
edificios, está puesto sobre un collado y por para adelante el cuerno derecho, adonde esta-
toJas partes rodeado de viñas. Estas viñas ba el capitán Arce, Candeio, del escuadrón de
están cercadas de un pequeño foso, dentro del medio, donde estaba puesta toda la infantería,
cual Próspero y Fabricio, habiendo conside- disparase el artillería y siguiese á los prime-
rado y mirado el lugar, se alojaron en él. Y ros no muy apartado, y con semejante suceso
habiendo el foso de presto limpiado y ensan- monsiur de Alegre, arremetiendo los caballos
chado y alzado á la parte de dentro una mar- se ajuntase con el tercero escuadrón, cuando
gen de tierra, cuanto la brevedad del tiempo fuese necesidad, al izquierdo lado del batallón
sufría poder hacerse, se fortificaron contra la de los suizos; de manera que los tres escua-
caballería de los enemigos, persuadiendo el drones en su proceder, por la desigual largue-
Gran Capitán alas nuevos soldados á fenescer za parcscían que tenían semejanza á los tres
este trabajo, plantando en aquel tiempo el últimos dedos de la mano.
artillería en en los lugares más ne-
la frente, De la otra parte el Gran Capitán opuso
cesarios. En este medio nionsiur de Nemos, seis escuadrones en derecha frente á los ene-
partido que fué de Canosa, hizo alto un poco migos, y en los cuernos fueron dos escuadro-
apartado de la Chirinola para tomar el univer- nes de caballos y uno de socorro detrás de los
sal consejo de todos los capitanes, si se pu- tudescos, al cual se allegaba la infantería es-
diesen resolver en querer combatir. Pero es- pañola, apartada con poco espacio, que de le-
tando ellos fuera de tie¡npo porfiando entre sí, jos páresela solamente un escuadrón de infan-
acaesció que en la contienda y porfía se con- tes, aunque habia abastadamente lugar para
sumió la mayor parte del día, siendo de pares- la caballería, puesta en medio, para sí fuese
cer monsiur de Nemos y Forment y Arce, por necesidad pudiesen arremeter para adelante.
causas muy importantes, que se debía diferir Después envió de fuera todos los caballos li-
520 PABLO JOVIO
geros, siendo su capitán Fabricio Colona y aparador de plata dorada y aparejada una
don Diego de Mendoza, los cuales escaramu- sumptuosa cena, donde cenó delicatisimamen-
zando detuviesen á los enemigos que ya ve- te y dormió en la cama del capitán de los ene-
nían. Levantóse entonces tanta escuridad del migos. Habiéndole en aquel medio el Gran Ca-
polvo que quitó á los franceses del todo la pitán y Fabricio toda la noche buscado y llo-
vista, y después aquella niebla fué acrescen- rado por muerto, después que fué salido el sol,
tada del humo del artillería; pero las pelotas el Próspero con mucha alegría y risa de los

de ella pasaron por lo alto, no desordenan- suyos se volvió al campo. Monsiur de Nemos
do ni la una batalla ni la otra. fué hallado entre los muertos y conoscido de
El Gran Capitán mandó que se cargase y se un paje de cámara suyo por un lunar que te-
disparase otra vez Leonardo Aleo le dijo con nía encima la espalda. Al cual el Gran Capitán,
un espanto temeroso: «Todos los barriles de celebrando el mortuorio, hizo grandes honras,
la pólvora, acaso ó á traición se han encendi- porque él era de la casa de los Condes de Ar-
do». El Gran Capitán, no mostrando espanto mañac, muy ilustre entre las nobilísimas de
por tal nueva, le respondió: «Yo tengo este Francia, la más de una vez se había ajun-
cual
por buen agüero, que ninguno me pudiera ve- tado con sangre real y él era verdadera-
la
nir mejor, pues he visto la lumbre de la vic- mente noble. Fué combatido en la Chririnola á
toria que viene>. No fué vano este agüero. veintiocho de Abril, habiendo el Gran Capi-
Monsiur de Nemos, habiendo arremetido con- tán con doblada alegría siete días antes en-
tra los tudescos con la caballería de la banda tendido por los prisioneros que monsiur de
izquierda, hallando un foso, á la hora se pa- Aubegni había sido desbaratado por don Her-
raron, y echados de allí, mientras volvía la ba- nando de Andrada en Joya, de tal suerte que
talla buscando nueva entrada para pasar ade- se decía que monsiur de Nemos, movido de
lante, herido de un arcabuzazo cayó muerto, arrojada y desesperada temeridad y no de
casi primaro que Cándelo acometiese á los oportuno consejo, había venido á hacer jorna-
tudescos. El cual hallándose él también meti- da; y esto á fin que si se publicaba la rota
do en el foso con la misma fortuna, esforzán- nuevamente recibida, los ánimos de los fran-
dose con obstinado esfuerzo de un lugar des- ceses no viniesen á desmayar y que el enemi-
igual y hondo pasar la margen de tierra, los go,fundándose en el esperar mayores fuerzas,
tudescos con las picas bajas y por otra parte con todos los artificios de la guerra no huye-
los arcabuceros españoles, muertos y ro;np¡- se de meterse en el arrisco de la batalla. Mu-
dos los suizos, le mataron en una fosa bien rieron aquí hasta cuatro mil franceses, con
honda. Porque Cándelo había vuelto sobre sí tanta facilida 1
y presteza, que habiéndose co-
los ojos y las manos de los enemigos, comba- menzado y fenescido la batalla en espacio de
tiendo á pie y siendo por los altos penachos media hora, no murieron ciento de los vence-
blancos que traía muy mirado. Pues siendo dores. Yo oí decir á Fabricio Colona, cuando
muerto monsiur de Nemos, el capitán Arce y él contaba el suceso de esta batalla, que la
monsiur de Alegre, aunque en diversos luga- victoria de aquel día no había sido por otra
res, tomaron un mismo consejo de huir. Pero importancia ni industria de soldados, ni valor
la fortuna quiso que monsiur de Alegre se de capitán general, sino sólo en el espacio de
fuese al ducado de Benevento y el Arce co- una margen de tierra y de un hondo foso; con
rriendo sin parar allegó á Venosa. La caballe- el cual ejemplo después habemos visto que los

ría española, habiéndoles ido al cuanto en el capitanes que después han sucedido han pues-
alcance, muertos y presos muchos, juntamen- to particular cuidado y diligencia en fortificar
te con Forment, se volvieron al campo, ha- su campo, renovando como muy buena la ma-
biendo el sol, que ya iba muy bajo, dado ape- nera del fuerte de los antiguos. El cual modo
nas lugar de media hora de lumbre para fe- en el tiempo de nuestros padres se había vitu-
nescer la batalla, la cual cosa sin ningunaduda perosamente perdido, con toda la disciplina
fué causa que con la escuridad de la noche se de la milicia.
salvasen el Arce y monsiur de Alegre. El En aquel mismo día el Gran Capitán, no
Próspero, delantero de todos los otros, co- queriendo dar ningún espacio de tardanza á
rriendo el campo de los enemigos tomó la los franceses, los cuales huían muy espanta-
tienda de monsiur de Nemos, adonde halló un dos, envió á Diego García de Paredes para que
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 521

fuese en el alcance de los soldados de Arce, tada, lo dijeron á monsiur Daubegni, el cual
que se iban para Venosa, y mandó á Pedro de salió de la fortaleza vestido un sayo de bro-
Paz y á Teodoro B jcalo que fuesen detrás de cado, y con rostro alegre se rindió, con condi-
monsiur de Alegre Pero el monsiur de Alegre, ción que todos los otros fuesen libres y él solo
siendo acompañado de Trajano Caraciolo, fuese detenido en una libre prisión. Dicese
Príncipe de Melfi, no queriéndole acoger en que monsiur Daubegni con severísimas pala-
ninguna tierra, yéndole siempre delante la bras reprehendió á dos caballeros mozos pa-
fama del vencimiento y apenas pudiendo con rientes suyos, los cuales en la guerra salieron
grande trabajo y ruego, por donde quiera que muy famosos, porque más delicadamente de lo
pasaba, alcanzar que á gran precio le diesen que convenía á hombres especialmente de na-
vitualla, se la daban colgada en unos algui- ción escoceses y nascidos de sangre real, ha-
ños, allegó á la Tripalda, y habiendo reposado bían sospirado el contrario fin de la guerra,
en ella un día, continuando su viaje, no que- como si no se acordasen que los hombres ge-
riendo entrar en Ñapóles, se fué á Aversa. nerosos no tienen jamás de perder el ánimo,
Aquí le dieron nueva cómo el maestro racio- sino siempre con nuevo esfuerzo de viva é
nal y los tesoreros, atemorizados, habiéndose invencible virtud se ha de probar la fortuna.
levantado un ruido en Ñapóles, se habían reti- En este medio Gonzalo Hernández,habiendo
rado en Castelnovo. Desesperado de sus co- tomado á Melfi y abriéndole las puertas por
sas, pasando por Capua y por Sesa, vadeando el camino los pueblos, no queriendo detenerse

el río del Careliano, allegó á Fundí y de ahí á en ningún lugar, sino de contino ir en el al-
Traeto, y finalmente á Gaeta. cance de franceses, pasando de la Pulla en el
Al otro día, que fué el segundo después de ducado de Benevento y por tierra de labor,
la batalla, Fabricio Colona fué con Rístaño vino á la Cerra, adonde los embajadores na-
Cantelmo, Conde de Pópuli, á tomar el Águi- politanos de los más principales y nobles, be-
la,cabeza del Abruzo, y el Próspero y Andrea sando lavencedora mano y alegrándose con él
de Capua, Duque de Térmoli, echándolos ofi- de la victoria tan sin ninguna sangre, le supli-
ciales franceses, tomaron en fe la ciudad de caron quisiese su ciudad recibilla debajo de su
Capua, la cual era patria del Duque de Tér- fe, la memoria de las mercedes an-
cual por la
moli. Sesa les abrió las puertas y echados los tiguas era muy obligada al nombre de Aragón
franceses allende del Careliano, pensaron de y les confirmase sus privilegios y leyes de la
quedarse en aquella ciudad hasta tanto que antigua inmunidad de ellos, y amorosamente
el Gran Capitán les enviase á mandar más la quisiese conservar y por merescimientos de
ciertamente aquello que se había de hacer. su fela ampliase con nuevos honores. Gonzalo

En este medio los capitanes espaííoles que Hernández les confirmó los privilegios que los
estaban en Calabria tenían cercado á mon- Reyes pasados les había concedido,pronietién-
siur Daubegni en el Angítula. Recibieron car- doles que les sería buen procurador para con
tas de Gonzalo Hernández de la victoria que el Rey don Hernando que les escribiese con
él había habido, las cuales siendo enviadas mucha clemencia y que concediese á todas sus
al castillo y leídas por monsiur Daubegni, demandas.
les respondió que
él conoscía que la fortu- No muchos días después con aparejo real
na era muy enemiga á los franceses. Y por debajo de un palio entró en la ciudad, ha-
esto, juzgando que era de ánimo obstinado biéndole sido aderezada muy sumptuosamen-
y loco contrastar largo tiempo á la malvada te la casa del Príncipe de Salerno, la cual
suerte, prometió que á la hora se rendiría si es lamejor que hay en Ñapóles, y ajunta-
fuese verdadera aquella nueva, y para esto dos todos los estados, á los quince de Mayo
envió afuera el Malherba, para que estuvie- le juraron fidelidad en nombre del Rey de Es-
se en rehenes de lo prometido, y le fué con- paña, y mandó á los soldados, los cuales esta-
cedida tregua por doce días, en el cual tiem- ban privadamente alojados por la ciudad, que,
po volviesen tres caballeros franceses envia- so pena de la vida, avara ni deshonestamente
dos á saber el suceso de la batalla. Estos, no hiciesen injuria á persona ninguna. Mandó
informados de los prisioneros de lo que era luego traer el artillería, que la mayor parte de
acaescido, haciéndoles saber cómo monsiur ella había ganado de franceses en la Chirinola;
de Nemos era muerto y su gente desbara- deliberó de combatir los castillos, prometién-
522 PABLO JOVIO
dolé el Conde Pedro Navarro que en breve desvergüenza de los soldados con la majestad
tiempo los habría tomado. La primera que fué de un tan grande hombre. Pero él con la gran-
combatida fué la torre de San Vicente, puesta de alegría de todos, habiéndose efectuado una
encima de un pequeño peñasco, donde aque- empresa de tanta importancia, paresciólc bien
llos que la guardaban se rindieron luego, no de perdonares su osadía y mala crianza. El
pudiendo sufrir la furia del artillería. De aqui trigo, vituallas y munición se las vendieron
Pedro Navarro volvió todas las fuerzas al con poca liberalidad; porque decían con pala-
Castelnovo. De día batía las almenas y los bras soberbias, que todas aquellas cosas que
altos techos de las torres, y de noche enten- eran adquiridas con grande peligro eran méri-
día en cavar minas, donde con el trabajo de tamente suyas, pues con tanto trabajo y difi-
pocos días hizo lo que deseaba su designo. cultad les pagaban las pagas que se le debían.
Habiendo puesto algunos barriles de pólvora Hallóse por pública estimación que el valor
en los fundamentos, por la fuerza del fuego de lo que saquearon era muy grande, porque
que le fué puesto por abajo, todo aquel ba- los ciudadanos del bando anjoíno habían lleva-
luarte que mira hacia los jardines con espan- do á Castelnovo, como á lugar segurísimo (y
toso ruido se arruinó y cayó. Los españoles también mercaderes y banqueros) muchas ca-
por lo caído de la muralla con armas expedi- xas llenas de cosas de grande valor, aunque
das entraron dentro, y ansí se tomó todo hubo muchos soldados que no les alcanzó par-
aquel cerco de fuera el castillo, habiendo te de aquella rica presa, y blasfemando mucho
muerto muchos franceses. Apretaron talmen- se lamentaban de su malvada suerte. A los
te los otros, los cuales así como espantados cuales volviéndose el Gran Capitán les dijo:
del improviso mal se retiraron por la puerta «Anda, porque con mi liberalidad venzáis
triunfal en la plaza de dentro el castillo, y vuestra fortuna, dad saco ámi casa». Habién-
cargando la puente ocupada con el peso, no doles hecho aquella merced, todos de presto
la dejaron alzar á los soldados franceses. En con mucha alegría corrieron para su casa, con
aquel tumulto, echados los cerrojos de las tanta avaricia de los del pueblo que iban mez-
puertas de bronce entalladas, cerráronlas clados con ellos, que descolgaron la tapicería
prestamente á la multitud de los que querían de las paredes y no perdonaron la bodega del
entrar dentro, y metieron una culebrina á la vino.
puerta, á fin que disparándola matasen á los El Gran Capitán, habiendo hecho limpiar
españoles que estaban en la puente y en la laplaza de los muertos y sacado afuera los
plaza. Pero por un caso maravilloso la, pelota prisioneros y traídas todas las vituallas, hizo
se quedó en lo espeso de la puerta, no habien- Ñuño Docampo,
castellano del Castelnovo á
do podido pasar el bronce, la cual hoy día por hombre valeroso y muy su familiar, y mandó
grande maravilla se muestra á los extranjeros á Pedro Navarro que volviese la artillería
que van á ver el castillo. El Gran Capitán, contra Castel del Ovo, Este castillo está
oyendo una grande vocería de los soldados, puesto en una isla, la cual antiguamente fué
le fué dicho que se tomaba Castelnovo, y él llamada Megara, del nombre de una de las
no creyéndolo tomó una rodela y fué para sirenas, la cual mira al monte Echia y se pasa
allá, maravillándose de lo hecho. Fué ganada á tierra firme por una puente. Pasó el Conde
la plaza subiendo un español con maravilloso Pedro Navarro debajo de aquella peña, y ha-
esfuerzo, donde los franceses que se habían biendo minado en la peña, veinte y un día des-
retirado en las torres con grande temor se pués que hubo tomado á Castelnovo, á los
rindieron. Ganó la Jionra de la corona mural once de Junio, le dio á fuego, el cual queman-
un mancebillo paje del Gran Capitán, llamado do poco á poco la mecha allegó adonde esta-
Juan Peláez Berrio, el cual animosamente ha- ban los barriles de la pólvora. Toda aquella
bía tomado una almena, donde un francés le altísima muralla de la extrema parte de la
cortó la mano. Los soldados saquearon casi roca, entre el espantoso ruido de la Hamaque
todo cuanto había en el castillo, y esto con saltó fuera, la arruinó toda ella; y acaesció
tanto desorden, que no dejaron nada, que esto al tiempo que por aventura el castellano
hasta las vituallas se llevaron, y faltó muy había llamado á consejo los más principales
poco que con palabras soberbias no maltra- soldados y estaban ayuntados en la iglesia, y
tasen al Gran Capitán, queriéndose igualar la elsanto de aquella capilla no favorescló en
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 523

nada á aquellos pobretos, habiendo la súbita por el principado. Escribió también á don
ruina de aquel castillo muerto casi á todos. Diego de Arellano, el cual habiendo tomado á
Pues siendo enterrado en aquel miserable se- Melfi le había dejado presidio que refrenase á
pulcro el castellano juntamente con los otros Luis de Arce, el cual salía muchas veces fue-
capitanes, aquellos que habían quedado, es- ra de Venosa á hacer daño á los amigos.
pantados del infortunio, no metieron tiempo Después mandó al Próspero Colonna y á An-

en medio á resolverse, sino luego rindieron drea, Duque de Termoli, qne viniesen delante
el castillo. con el primer escuadrón de la gente que
En estos días el armada francesa, trayendo estaba en Sesa á Ponte Corvo, el cual se
tarde socorro para estas fortalezas, habién-
el llamó Fregellas, y él se fué á San Germán,
dose puesto delante de Ñapóles, visto roto su que fué ya Casino, pueblo noble por un tea-
designo, volvió las velas y fuese á Enaria por tro. Por el campo de Carinula hizo su camino

tentar ciudad de Pithecusa, la cual hoy se


la y tomó en fe á Rocha Guillerma, echados de
llama Iscla, por hacer algún daíío á las gale- ella los franceses, y hecha la paga en Ponte-

ras de España que estaban muy seguras y en corvo á los soldados, bajando por el condado
su reposo debajo de Pero doña
la fortaleza. de Fundí, se alojó junto á Gaeta y le plantó el

Costanza de Avalos, señora de grande valor artillería.

y fe, á la cual el Rey Federico había dejado Ya había traído aquí el Conde Pedro Na-
en el castillo, disparando el artillería de un varro tres mil infantes y las municiones para
alto reparo defendió muy honradamente á los .combatir la ciudad, y con el mismo artifi-
españoles y sacó fuera las banderas de Ara- cio que felicísimamente había hecho en Ña-
gón, mostrando cómo ella, el castillo, la ciu- póles mandaba hacer trincheas, cavar mi-
dad y la isla, la cual tiene siete pueblos, esta- nas y limpiar las almenas de la muralla. El
ban á la devoción del rey de España. Esta es Marqués de Saluces y monsiur de Alegre,
Costanza de Avalos, la cual por nombre de confiados en el presidio de los franceses y
piedad y gloria memorable felicemente crió los gascones, disparando continuamente el arti-
hijos de sus dos hermanos el Marqués de Pes- hacían con ella mucho daño al Conde
llería,
cara y el Marqués del Vasto, los cuales en la Navarro, el cual emprendía cosas difíciles en
loor de la guerra se igualaron con los grandí- lugares mal seguros; y esto hacíanlo ellos con
simos capitanes del tiempo antiguo, habién- tanta violencia, que no sólo aquellos que es-
dolos ella, como generosa maestra de un^ ex- taban trabajando junto al artillería y en los
celentísima vida, quedando ellos en su tierna reparos, mas aun los que estaban apartados
niñez huérfanos de sus charísimos padres, en el campo estaban en mucho peligro; por-
derechíáimamente guiado por aquella vía, la que los artilleros franceses jugaban muy dies-
cual con la verdadera virtud lleva al cielo. tramente con el artillería, habiendo muerto á
Habiendo Gonzalo Hernández con mucha muchos con golpes casi ciertos. Acrescentá-
alegríaganado las tres fortalezas, escribió á banse los daños á los españoles por estar alo-
don Hernando de Andrada que, haciendo de- jados en lugares rasos y descubiertos. Las
recho su camino, se diese priesa de venir á galeras de Francia, que habían echado de Is-
Ñapóles con el ejército, trayendo seguro y cla y de Progita, habíanse recogido entre
humanamente á monsiur Daubegni, porque Mola y Gaeta, disparaban el artillería donde
en todo caso le páresela de combatir á Gae- querían y andaban corriendo la costa con
ta, en la cual se habían retirado las reliquias muerte y daño de muchos. Por estas corre-
de los franceses, fundados en la esperanza de rías y por el mal alojamiento fueron muertos
los socorros de por mar, siendo su capitán muchos españoles, y á esta causa fué necesi-
Ludovico, Marqués- de Saluces, en el cual ha- tado el Gran Capitán de proveer á la necesi-
bía recaído el gobierno de la capitanía gene- dad de los soldados que morían sin vengan-
ral, con pensamiento de renovar la guerra. za Retiró el campo y el artillería á Formia-
El Andrada habiendo tomado las fortalezas no, pequeño castillo, que fué ya la delicia de
de Calabria y puesto presidio en ellas confor- Cicerón, el cual hoy se llama Castellón, reti-
me á la necesidad, pasando junto á Pesto, rándose con más presteza de lo que quisiera,
Velia y Buxento, las cuales hoy se llaman Ca- porque allende de más de trescientos solda-
pacho, Bucea y Policastro, hacía su camino dos muy buenos que le mataron con el arti-
524 PABLO JOVIO
lería, murieron don Rodrigo Manrique, her- riendo dar lugar á la fortuna, así como aquel
mano Duque de Nájera, y algunos honra-
del que era de ánimo indómito y constante, re-
dos capitanes de infantería, que fueron Juan novaba la guerra, hal)¡endo asoldado doce
Espes, Alonso López y Sancho Armentales, mil suizos y puesto en orden en Genova una
Navarro y cuatro alférez, el cual había sido gruesa armada, y había habido socorro de
llamado de Ñapóles, dejando el armada con caballos del Marqués de Mantua, del de Fe-
solos los compañeros de las naves, y última- rrara y del Bentivolla, señor de Boloña, de
mente Antío Litestanio, capitán de tudescos, Florentines y de Césaro Borja, hi o del Papa
con una pelota de un falconete, y don Hugo Alejandro. De aquestas gentes había hecho
de Cardona, capitán de grande valor, el cual capitán general á Ludovico de la Tramolla,
había venido con la nueva de la victoria de capitán de grande autoridad, dándole por
Calabria, fué herido en una rodilla con un pe- compañero á Francisco Gonzaga, Marqués
dazo de un muro rompido de un golpe de ar- de Mantua, que ningún otro parescía más al
tillería y fué muerto. propósito para el trato de la guerra, así por
El Gran Capitán, con aquel gravísimo dolor el natural esfuerzo del militar ánimo, como
y público llanto de soldados, se alojó en Cas- por grande plática que tenía de todas
la

tellone por más seguro y más largamente si- aquellas provincias del reino de Ñapóles y
tiar á los enemigos encerrados en una ciudad por ser él reputado por muy clarísimo por la
estéril. Hacíase esto con poco trabajo, con fama de las empresas felizmente en aquella
haber acrecentado el campo de más gente tierra por él acabadas. Con éstos venía Anto-
con la venida de don Hernando de Andrada nio Baseio, borgoñón, el cual era capitán de
y con los capitanes de la victoria calabre- los suizos, y por el conocimiento de la lengua
sa, los cuales habían encomendado á Hugo era capitán viejo y gobernador de aquella
d'Ocampo á monsiur Daubegni y otros pri- nación.
sioneros ilustres para que los tuviesen en Ya se decía que la gente de franceses ve-
guarda en Castelnovo. Mientras estaba en nían por Toscana, cuando de Roma, por car-
aquel lugar sano y honrado por las vivas tas embajador
del del Rey, vino nueva al
fuentes, fué avisado por cartas de Fabricio Gran Capitán que el Papa Alejandro, cerca
Colona y de Restañón Cantelmo que Civita de los trece de Agosto, había adolescido del mal
Cheri, en el Abruzo, con algunas otras tierras, de la muerte y en cuatro días había sido
habían venido á la obediencia, y no por fuer- muerto, habiendo dejado gravemente enfer-
za, sino de su voluntad, y siguiendo el ejem- mo de la misma enfermedad á César Borja,
plo de estas tierras, Sulmona, Andria, Terra- su hijo, talmente que el pueblo teiu'a por cosa
mo, Civita de Peña y Celamo, que está al en- cierta que el padre y el hijo habían bebido de
torno del lago Fucino, y finalmente todas las un mismo flasco aquel veneno que ellos ha-
tierras del Abruzo y Taliacozo, Alba, Marsi y bían aparejado para los convidados, y esto
el Águila, lacual cresció de las ruinas de Ami- por error fatal del botellero, que con descui-
terno, cabeza de toda la provincia, eran veni- do había trocado los fiascos en aquella cena;
das á la odediencia del Rey don Hernando, la cual á la fuente en el palacio á ambos á dos

echando de ella por fuerza á Jerónimo Galla- había sido muy apacible, pero después tuvo
zo.Este era la cabeza del bando francés, y doloroso suceso. Los médicos no pudieron
echados de presto todos los Orsinos, los cua- escapar al viejo por no tener sujeto para po-
les teniendo por capitán á Fabio, hijo de Pa- der resistir la malicia del tóxico. A Césaro
blo, habían procurado de ocupar los castillos Borja su hijo, mozo y gallardo, con-
como era
dados á los señores de casa Colona, los cua- serváronle la vida con muchos remedios que
les fueron quitados á Virginio Orsino. Ha- le hicieron. Yo entendí del Cardenal Adriano

biendo demás de esto hecho en balde su de- de Corneto (en el cual jardín se cenaba) que
signo contra los aquilanos. Fracaso Sanseve- habiendo él bebido de aquelfa mortífera be-
rino, el cual enviado del Papa con una banda bida se había talmente inflamado por el súbi-
de caballos había tentado los ánimos de los to encendimiento de las entrañas, que nasci-
ciudadanos. do aquel ardor, opresos los sentimientos, le
En este medio el Gran Capitán fué avi- quitaron el ente;idim¡ento y fué apretado á
sado que el Rey Luis de Francia, no que- bañarse en un vaso grande lleno de agua fría.
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 525

y no volvió en sí, habiéndosele abrasado las dad, se volvió á Roma, por hallarse en la se-
entrañas, hasta que el pellejo le fué caído de gunda electión del papato, porque se había
todo el cuerpo. Pero aquel maldito y á toda determinado de favorescer á los franceses
Italia dañosa cabeza, quitada la causa de la que venían, tanto que ya les habían prometi-
religión, fué de todo el pueblo con ojos codi- do su ayuda y favor y el de sus amigos. Y los
ciosos muy mirado, gastado de una hedionda Cardenales de casa de Borja estaban deter-
flaqueza, talmente que muchos, y en especial minados dar sus votos á George Ambuesa,
sus amigos los Orsinos, tenían por averigua- Cardenal de Roán, el cual procuraba ser Papa.
do que Dios con merecida pena del contra- En esta ocasión Gonzalo Hernández, juzgan-
cambio hubiese castigado la crueldad de aquel do haber necesidad de diligencia y presteza,
desapiadado hombre Porque con el mismo oportunamente se concertó con los capitanes
veneno había hecho morir algunos Cardenales ,
españoles, los cuales estaban al sueldo de
que eran poderosos y ricos. César Borja que, pidiéndole licencia, con sus
Oída la muerte del Papa, el Próspero y Fa- bandas y infantería se viniesen para él, ansí
Gran Capitán, fueron á
bricio, licenciados del como la razón y justicia lo quería, que ayuda-
Roma con grande presteza por recobrar con sen al Rey don Hernando y á la nación espa-
las armas aquellas tierras, las cuales contra ñola contra franceses, en especial porque ellos
toda razón les habían sido quitadas. No le al improviso habían hecho la guerra á Salsas,

penó mucho á César Borja, hallándose enfer- en los confines de España. Pasáronse con este
mo de un gravísimo y terrible mal y de la en- color y con la voluntad de César, teniendo en
vidia, á restituirles aquello, porque siendo ellos mucha más fuerza el cuidado de la hon-
enemigo de los Orsinos, no viniese también á ra pública que no el respeto del privado inte-
serlo de los Coloneses. Fué aquella liberali- rese. Entre los otros, don Hugo de Moneada,
dad, aunque hecha por fuerza, muy grata á don Hierónimo Lloriz, Luis Hiscet, don Pedro
los Coloneses, porque sin ninguna fatiga re- de Castro, y con ellos Diego de Quiñones,
cobraron á Castelneptuno; Chinazano, en la nascido de generoso linaje y claro en la gue-
campaña de Roma, y á Rocha de Papa á la rra. Estos capitanes fueron bien recibidos de
selva del Aglio, bastecidas del Papa de sump- Gonzalo Hernández y muy liberalmente les
tuosos ediíicios y torres. dieron susgajes. Tentó después á los señores
César Borja se había retirado en el palacio Orsinos, prometiéndoles grandes condiciones
con un fuerte y fiel ejército; tanto que los Car- si quisiesen seguir la enseña del Rey don Her-

denales, de temor, queriendo crear nuevo Pon nando. No faltó este consejo de felice suceso,
tífice, se habían ajuntado en la Minerva. Cosa aunque á la verdad al parecer difícil. Porque
era infame llena de una nueva envidia que, ¿quien habría jamás creído que los Orsinos y
allende del antiguo enojo, se tuviese por fuer- los Coloneses, discordes entre sí por el anti-
za al Colegio de los Cardenales el sacrosanc- gua enemistad del contrario bando, se ajunta-
to templo y el sacro palacio, por la cual cosa sen en una voluntad y en un campo? Había
los magistrados romanos, ajuntados en Cam- dado ocasión á los Orsinos, que alterados de
pidoglio, determinaron tocar á su reputación, ánimo buscasen nueva fortuna á su estado y
dar lugar libre y seguro al conclavio y tener á en todo muy ajena de su antigua costumbre.
Roma segura de todo te;iior ansí á los extran- El Cardenal de Roán hacía muy grandes ca-
jeros como á los ciudadanos, con graves pro- ricias á César Borja, por causa de los votos,
testos pudieron alcanzar del que sacando la porque habiendo traído consigo y sacádole de
gente fuera de Roma se fuese á Nepi. En la prisión en que estaba en Francia al Carde-

aquellos días los Orsinos, siendo su capitán nal Ascanio Sforza, tenía esperanza de obte-
Bartolomé de Albiano, habían entrado en ner el Papato, mayormente ayudándole para
Roma y muerto algunos españoles, y queman- esto César Borja, á la vida del cual, como
do la puerta del torrión habían procurado hombre acelerado y sangriento, páresela que
entrar en San Pedro, por lo cual se había se- los Orsinos metían asechanzas, por vengar la
guido ui grand3 ruido. Habiéndose Roma pa- muerte de sus parientes, que pocos años an-
cificado, fué publicado Papa Pío tertio Vivió tes aquel tirano con espantosa crueldad había
muy pocos días en el pontificado. muerto tantos caballeros de su linaje, y tam-
César Borja, ya convalecido de su enferme- bién porque les parecía no ser estimados, y
526 PABLO JOVIO
con esto fácilmente se desdeñaban. Porque do por el camino á Rocha Guillerma, porque
Trantio, embajador del Rey de Francia, al cual IOS moradores de ella con popular ligereza
ellos le habían ofrecido el estado y su servi- habían prendido á Tristán de Acuña, el cual
cio, les respondió un poco más tibiamente de con poco recato bajaba de la fortaleza á la
lo que requerían los peligros de la guerra que iglesia á oir misa.

se apretaba. Porque el francés, con astucia y Ya habían llamado á los franceses y mos-
engañosa razón, pensaba que los Orsinos sin traban quererse defender, por lo cual Pedro
ningún premio ni sueldo habían de servir al Navarro los atemorizó, y echado fuera el pre-
Rey de Francia, no creyendo jamás que se sidio de franceses, les dio el castigo que me-
apartasen de la antigua voluntad. Bartolomé rescía su liviandad y rebeldía. Encima del
de Albiano, no pudiendo sufrir, entre los otros, Monte Casino hay un monasterio de la orden
la vanidad y soberbia del Trantio, acompaña- de San Benito, adonde están muchos religio-
da de manifiesta avaricia, casi dándose á en- sos de santísima vida. Este lugar tenían los
tender que la victoria la tenía él en la manga franceses como segurísima fortaleza, los cua-
y que no tenía necesidad del ayuda y favor de les poco antes se habían concertado y dado
los O.-sinos. rehenes de salir del presidio, si dentro ciertos
Pues habiéndose todos los Orsinos resol- días no les venía socorro. Era ya cumplido el
vido, excepto Jordán, hijo de Virginio, sin tar- término concertado, y los franceses (teniendo
danza ninguna se allegaron á Gonzalo Her- esperanza en el nuevo ejército que venía)
nández, con esta condición: que dándoles alargaban el querer rendirse. Gonzalo Hernán-
gruesas pagas viniesen á él por la tierra de dez, no le paresciendo de sufrir esta tardanza,
los Orsinos, entre Spoleto y Roma, con dos allegóse con el ejército, animando á los solda-
mil entre hombres de armas y caballos lige- dos con la esperanza de la presa. Fué muy
ros y cuatro banderas de infantería. Sien- grande la fuerza y diligencia de ellos en subir
do ellos firmes en este parecer y voluntad, el en monte y enguindar arriba el ar-
lo alto del

Próspero y Fabricio con amicísimas persua- tillería,que después de haberle dado un recio
siones los trujeron á que quisiesen hallarse asalto, dos valerosos capitanes, Ochoa y Jor-
en la tan vecina victoria y que tuviesen cier- dán de Artiaga, subieron el uno por una soga
ta confianza de recibir aquellos premios que puesta por encima de la muralla y el otro osa-
se podían esperar de un capitán tan excelen- damente entró por una estrecha abertura del
te y de tanta fe y de un Rey tan agradescido- muro, siguiéndoles los alférez. Muerto el pre-
A estas promesas se ofrecieron por fianzas sidio de franceses tomaron toda aquella plaza
los Coloneses, obligándose por el todo don del monasterio. Fué la codicia de los soldados
Diego de Mendoza, el cual hallándose presen- tanta en el ganar de la presa, que rompiendo
te daba grande autoridad al negocio. Fueron los armarios no tuvieron miramiento á la sa-
entre los otros Bartolomé de Albiano, Ludo- cristía, sino que robaron hasta los cálices y
vico, hijo del Conde Pitiliano; Fabio, mozo de las vestiduras sacras dedicadas á los altares;
grande esperanza, hijo de Pablo, que fué y si no fuera por García Luzón, el cual con
muerto de César Borja; Francioto, el cual fué singular piedad había defendido en Rubí la
después Cardenal; Rencio de Cheri; el Angui- honra délas mujeres, metiendo mano al espa-
lara y Julio Vitelli, de la ciudad de Castello. da refrenó á aquellos que entendían en hur-
En este medio el ejército francés, guiado tar, es cierto que hasta las venerables reli-
por el Marqués de Mantua, porque monsiur quias de los santos guardadas en los taber-
de la Tramolla había adolescido de una gran- náculos de plata se habrían llevado.
de enfermedad, pasando por Roma apartado En aquel mismo tiempo el Marqués de Man-
de los muros, sin hacer ningún daño, por la vía tua se alojó en Roca Seca, el cual es un cas-
de Campania, vino á los confines del reino. tillode los de Abalos, vecino á las tierras
El Papa Julio hizo saber á los franceses que le del Papa. Envió un trompeta amenazando de
tendrían por enemigo si ellos lo hicieran de muerte al presidio, si no se rendían antes
otra manera. Gonzalo Hernández, entendido de disparar el artillería plantada contra la
que hu'^o la venida de los franceses, se vino muralla. Era capitán del presidio Villalba,
de Castellone á Monte Casino, monasterio de hombre feroz y terrible. Mandó prender al
monjes Benitos, habiendo segunda vez toma- trompeta, el cual hablaba muy libremente, y
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 527

mostrólo á los enemigos ahorcado de la mu- piedad les mandó proveer de lo necesario,
ralla. Los franceses, ofendidos por esta cruel- otramente de aquello que hizo el comendador
dad, plantaron el artillería contra él y dando Peri Juan, francés, que poco antes, con rabia
dos asaltos y valcrosisimamente se defen- de cosario, junto á Cumas, echó un navio á
diendo, en la noche levantaron el alojamien- fondo donde iban algunos españoles dolien-
to, porque tenían nueva cierta que venían tes y heridos de Mola y Castellón á ser me-
los enemigos, y de allí se fueron derechamen- dicados á Ñapóles. Gonzalo Hernández se de-
te á Aquino. Gonzalo Hernández había en- tuvo poco en Aquino por ser tierra pobre y
viado al Próspero, á don Diego de Mendoza desierta y se volvió á Casino.
y á Pedro Navarro que con una parte de la En este medio habían consumido siete días
infantería fuesen á socorrer á Roca Seca, y junto á Pontecorvo en determinar lo que se
había escripto á Villalba que saliendo con el había de hacer, porque la fortuna no les fué
presidio se ajuntase con ellos, y él marchaba favorable en sus primeros designos, así como
por el mismo camino con los tudescos y el ellos lopensaban, y habían sido echados con
resto del ejército, por hacer jornada con los vergüenza de la primera tierra de los enemi-
enemigos; pero por la partida que hicieron en gos y no hablan podido pasar por el estrecho
la noche acaesció que no se pudo combatir de Casino á Carinulla, ni en la campaíia de la
aquel día. Después de esto cesó la guerra de tierra de labor, estorbándoles esto los crue-
ambas partes por las continuas lluvias, muy les tiempos y haciéndoles resistencia el capi-
contrarias á franceses, los cuales confesaban tán de los enemigos, el cual se había puesto
que jamás habían sentido tan grandes y crue- en orden de batalla por combatir en lugares
les fríos, y por este estorbo con diacultad se llanísimos. Había algunos caballeros france-
podían traer las vituallas, por estar los cami- ses que, con enferma esperanza juzgando el
nos llenos de lodos, y muy peores para sacar suceso de la guerra, interpretaban con cierto
fuera la caballería, donde ellos tenían sus ma- agüero haber de llevar lo peor de ella, porque
yores fuerzas, y asimismo el artillería. Por lo apenas la guerra era comenzada que luego
cual páreselo á Gonzalo Hernández, no tenien- fué muerto el Papa Alejandro, el cual sin nin-
do estos impedimentos, de querer darles el guna duda les fueramuy buen amigo. Mon-
asalto. siur de la TramoUa (en la singular virtud y
Envió á mandar á Fabricio Colona y á los autoridad suya los soldados franceses tenían
capitanes Orsinos, los cuales eran ya veni- grande esperanza) había adolescido de una
dos al campo, que fuesen á Aquino, por en- grande y difícil enfermedad. Los señores Or-
tender claramente qué movimiento hacían los sinos, que habían ofrescido de favorescerles
enemigos. Encontróse Fabricio con los france- con la fe y con el valor, por un cierto fatal
ses, los cuales levantaban su alojamiento, y error de Trantio (del cual se arrepentía) como
comenzó una sangrienta escaramuza con la desechados se habían pasado á los enemigos.
retaguardia, adonde iba monsiurde Alegre, el El Marqués de Mantua, llamados á consejo
cual valerosamente apretando la cosa vino á al Marqués de Saluces y á monsiur de Alegre

términos que Fabricio, siendo inferior al ene- y á Baseio y á los otros capitanes, por modo
migo, fuá necesitado á retirarse. Gonzalo de discurso les mostró cómo no había cosa
Hernández, avisado del movimiento de los más cómoda ni más útil á su necesidad que lle-
enemigos, marchó para adelante con sus es- gar á Traeto y hecha una puente encima el
cuadrones, á fin que cresciendo la batalla, si Garellano pasar por la campaña que va al agua
los franceses hubiesen intentado alguna cosa, de Sesa y á la de Mondragón, la cual antigua-
se hallase presente á ella con todo el ejército. mente se llamó Petrino, y de ahí por la cam-
Pero la noche, que era muy vecina, apartó al paña de la Estrella, la cual hoy se llama Ma-
uno y al otro capitán, los cuales de cerca an- zoni, irse á Capua; ó sí por aventura se les
daban en su sangrienta porfía. Los franceses hiciese mejor camino, según el proceder de
se retiraron á Pontecorvo, y Gonzalo Hernán- los enemigos, vadeado el río y dejándole á
des se alojó en Aquino, de donde había sali- mano izquierda, por la tierra de Cascano, pa-
do el enemigo, y habiendo hallado muchos sando el estrecho de Mondragón, haciendo el
franceses y suizos enfermos en un mesón que camino derecho por la tierra de labor y por
se morían de hambre y de frío, con singular Carinulla, descender al rio Vulturno. Gonzalo
528 PABLO JOVIO
Hernández, como grandísimo conoscedor de lo estimaba en un pelo el ser estimado severo
las cosas de la guerra, del camino que hacían y cruel por mantener su reputación.
los enemigos adivinando lo que ellos habían Ya habían pasado algunos días cuando co-
determinado de hacer, envió á Pedro de Paz rriendo Garellano por en medio de los dos
el

con los caballos ligeros al largo del río, el cual ejírcitos,por mandamiento del Marqués de
corriendo y guardando defendiese la ribera al Mantua fueron llevadas á la ribera algunas
encuentro de los enemigos y después él les barcas y con maderos ajuntados de través con
seguía de cerca, y alojándose en un lugar al ingenio y grande industria del arte se comen-
propósito mandó hacer una larga trinchea en zó á hacer la puente sobre el río, estorbán-
la parte de su ribera, por donde parescía que dolo en vano los españoles que estaban en la
los enemigos podían pasar el vado, á propósi- trinchea, donde con tanta diligencia el Mar-
to para echar la puente, metiendo en ella la qués de Mantua con los otros capitanes en-
guardia de infantería á fin que con los arcabu- tendieron en fenecer esta obra, que siendo he-
ces trabajasen á los enemigos cuando hiciesen cha la puente firme y larga, los franceses de
la puente. presto metidos en ordenanza los caballos y
Mientra los españoles y franceses de la una los infantes cerrados juntamente, con un ím-
parte y de la otra de la ribera atentamen- petu terrible pasaron y hicieron piezas á
'

la
te miraban estas cosas y que de aquende y los primeros españoles que combatían en su
de allende se tiraban de arcabuzazos y con lugar; los otros del temor del artillería fueron
ballestas, Fabio Orsino, con grande dolor de rotos.
sus parientes, fué muerto por un gascón, que Ya hablan muy esforzadamente pasado más
llevando abierto el almete, por el un ojo le de mil en la ribera de la otra parte, cuando se
metió una gruesa saeta. En este medio Fabri- levantó un grande ruido de los soldados, que
cio Colona, habiendo dado el asalto á Roca gritaban al arma y se retiraban á los más cer-
Evandria, la cual está puesta sobre el Gare- canos alojamientos. Fué sabidor de e-lo Gon^
Uano, con su súbita venida metió tanto es- zalo Hernández cómo los enemigos pasaban y
panto al presidio que en ella estaba que Fede- que ya habían tomado la ribera, y echado de
rico de Monforte le dio en rehenes á su hijo y allí la guardia, marchaban para adelante; el

se concertó de entregarle la Roca si en tér- cual como en todos los peligros era animoso
mino de cinco días los franceses llevando el y valiente, mandó tocar
al arma, los capitanes

ejército no le socorrían. Pero el Marqués de con grande diligencia se metieron en orden.


Mantua, ocupado grandemente en proveer la El Conde Pedro Navarro y don Hernando de
puente, estimó poco la pérdida de aquella for- Andrada movieron con la infantería y des-
taleza y el Monforte fué forzado á rendirse. plegaron las banderas. Gonzalo Hernández
En aquel mismo tiempo los franceses to- salió al campo armado á la ligera en un caba-
maron la torre que está sobre la mar á la llode los de España, y delantero de todos los
garganta del Careliano, con esta condición: otros animó á Fabricio, el cual daba voces
que algunos pocos españoles que estaban den- diciendo que no era de perder tiempo, tenien-
tro se fuesen, salvas las vidas y las hacien- do grande deseo de combatir, que fuese á
das. Este acordio, como infame, paresció tan acometer á los enemigos que pasaban. Fué
mal al nombre español, que aquellos que por luego obedecido y marchó para adelante; y
temor de la muerte habían salvado las vidas aunque el artillería de los enemigos jugaba
de la furia de los enojados soldados, así como sin jamás parar, de la ribera de bajo y por
si fueran condenados por público juicio, fue- encima la puente volando las pelotas, y mu-
ron pasados por las picas y muertos misera- riesen muchos, no por esto dejó de acometer
blemente. Gonzalo Hernández no quiso casti- animosamente. Los franceses como habían
gar este atrevimiento, aunque era fuera de pasado desordenados y con presteza, no ha-
modo cruel, y esto porque los que estaban en biéndose aún cerrado en escuadrón, con gran-
presidio se escarmentasen con este terrible de fatiga podían sostener la furia de aquellos
ejemplo y pensasen que su salud y honra es- que los acometían. Pero la banda de Fabricio,
taba en sola la fortaleza del ánimo. Porque así como aquella que estaba mezclada con los
Gonzalo Hernández, con un firme propósito, franceses, con menos peligro del artillería
era de su natural muy amigo de la honra y no manejó las manos, y los franceses se retira-
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 529

ron y muchos de ellos fueron muertos y mu- de aquellos que les seguían, con seguridad
chos echados en el río, habiendo concebido pudiesen hacer testa y salir fuera defendién-
tanto temor, que metidos en huida por la dolos el artillería, de la cual ellos tenían gran-
puente, hicieron volver atrás á sus compañe- de abundancia, que las riberas de abajo y de
ros que les venían en socorro y muchos ca- arriba y la trinchea ordenada en la ribera de
yendo de la puente se ahogaron en el río. la otra parte las podían fácilmente hinchir.
En aquel grande trabajo los capitanes fran- Pues mientra los franceses contra la vo-
ceses, los cuales aparejados para pasar suce- luntad de Dios tramaban estas cosas, el Mar-
dían á los primeros, no pudieron socorrer á qués de Mantua comenzó á ser odiado y des-
aquellos que habían sido rotos. Porque con acatado de franceses, porque todas las cosas
igual diligencia el enemigo sacó afuera el arti- se comenzaban con ruines principios, contra
llería y les tiraba. Muchos capitanes de caba- aquello que ellos habían pensado, y ansí sa-
llos y con infantes se habían ya ajuntado con lían duras de tratar y ásperas de suceder, y
Fabricio, el cual habiendo hecho una tan haza- la culpa de los errores atribuíanlos á la tar-
ñosa empresa, que la mitad de los franceses de danza del capitán, el cual era valeroso y fuer-
aquellos que habían pasado los habían hecho te. Muchas veces acaesce en la guerra que

pedazos ó ahogados en el río, ganó á dicho cuando las cosas tentadas no tienen felice
de todo el ejército loor de un excelentísimo y suceso quitan fácilmente la reputación al ca-
raro esfuerzo. Fué también públicamente loa- pitán, aunque primero haya sido venturoso;
do Hernando de Illescas, alférez español, el de manera que los franceses, de su natura
cual habiéndole llevado la mano derecha una deseosos de combatir y impacientes de toda
pelota de artillería, sinturbarse, con
temor ni tardanza y larga fatiga, deseaban de venir á
la mano izquierda levantóbandera y arre-
la batalla, aunque fuese con desaventaja, la cual
metió contra los enemigos; al cual después batalla, aunque sucediese infelicemente, al me-
Gonzalo Hernández, y para sus hijos, le con- nos pondríase algún fin á la guerra y á tantos
sinó en las rentas reales quinientos ducados trabajos. Y á esta causa razonando algunos
en cada un año. Yo oí decir á don Hugo de por los alojamientos, buscaban con el pensa-
Moneada, que se halló en esta y en otras mu- miento y con los ojos á monsiur de la Tramo-
chas batallas, ansí de tierra como de mar, lia, el cual no habiendo aún convalescido de

que jamás se había visto en tan grande y te- su grande enfermedad, de la cual estaba fa-
rrible peligro como en esta batalla, porque tigado en Roma, con la cual felice conducta si
siendo por toda parte muertos los hombres y él hubiera estado presente, tenían por averi-

los caballos, no se tenía ningún temor de ir guado que ya habrían habido la victoria y fe-
contra el casi á muerte sabida.
artillería, nescido la guerra y recobrado á Ñapóles.
Decía también que Fabricio Colona, el cual Porque la Tramolla con su pronto y noble
muy moderadamente solía hablar conmigo en juicio habría desterrado las tinieblas de la
su loor, con no menos necesario que felice osar tardanza, ansí como en lo de antes siempre
se había tratado de capitán animoso y verda- 10 había hecho, y hubiera abierto la derecha y
deramente de gran corazón. Habiéndoles sa- desembarazada vía á la victoria.
lido á los franceses mal su designo y haber Estaba entre los otros capitanes que ha-
con grave daño delante sus ojos recibido tan- bían venido de Francia con monsiur de la
to mal, no por esto, como bien se convenía á Tramolla, Sandricurto, hombre en guerra va-
capitanes generosos y pláticos, se quedaron leroso; pero como era bastardo, muy tur-
en el mismo alojamiento, con pensamiento de bulento en su hablar y de ánimo insolente y
hacer otra puente, mandando traer de la mar bravo. Este, parlando en un ajuntamiento de
los bateles de las naves de carga á fin que en soldados, dijo: «Sabed, señores franceses,
un mismo tiempo los caballas y los infantes, que nosotros méritamente somos castigados
separadas la una y la otra parte, con su pro- de la fortuna, pues que habemos venido á tér-
pia y desembarazada puente pasasen á la ri- mino que no nos avergonzamos de obedes-
bera de la otra parte, y tomando un largo ro- cer á un italiano bujarrón, como si de nues-
deo hiciesen una trinchea lunada al cabo de tra nación y de nuestro orden no haya mu-
las puentes contra los enemigos, en la cual la chos mejores que no él, los cuales llenos de
escuadra más valerosa, esperando el pasar valor y esfuerzo nos sacarían fuera de aques-
CnJiticcu del Gran Cap'dán. 34
530 PABLO JOVIO
tas dificultades y á la hora en todo lugar más el autoridad y imperio sobre franceses,

buscaríamos á los enemigos por haber de la majestad del cual era ofendida y casi per-
ellos en todo caso la cierta victoria». Es- dida, volvió el ánimo suyo, movido del enojo
tas palabras, así como aquellas que fueron y de la injuria, á dejar el gobierno lo más
oidas de muchos, luego fueron referidas al presto que fuese posible, y en especial por-
Marqués de Mantua, las cuales le llegaron que desde el principio había demostrado con
hasta lo íntimo del corazón, aunque la culpa gravísimas razones, aunque en balde, que se
y villanía que daban le reputase por nada.
le debía de pasar en Pulla. Pero pocos obedes-
Porque hay una costumbre entre soldados, la cían á sus mandamientos, porque se tenía por
cual no me parece de callar, y á la verdad con averiguado que muchos capitanes de infante-
burla y mala crianza, en trueque, según la vul- ría daban falsa relación del número de los
gar infamia de la nación, se provocan é inju- soldados, y que los que tenían el cuidado de
rian cuando los escuadrones vienen á escara- proveer las vituallas se detenían los dine-
muzar. Los españoles llaman á los franceses ros. Pues para hallarse con pérdida de su
borrachos y pixavines. Los franceses llaman á reputación en la ruina, la cual ya se demos-
los españoles ladrones ahorcados. Los tudes- traba, deliberó de partirse del infelice cam-
cos tienen por costumbre de llamar á los sui- po y volverse á su casa, habiendo primero
zos, por decir la vileza de su nación, covame- hecho hacer escripturas, y aquellas confir-
li, que quiere decir ordeñadores de vacas en madas con fiel testimonio de muchos, las
los establos. Los suizos á los tudescos, smo- cuales contenían las causas de todo lo suce-
caros, la cual palabra, en tudesco, quiere de- dido, para enviarlas al Rey Luis; y así, en-
cir puercos gallosos; pero los italianos eran tregado el generalado al Marqués de Salucés,
llamados de los otros bujarrones, que quiere que por honra de la edad y por la experien-
decir amadores de muchachos. El Marqués de cia de la guerra era el más principal, se vol-
Mantua, no le paresciendo de querer usar vió á Mantua.

FIN DEL SEGUNDO LIBRO


MDLIII

LIBRO TERCERO
DE LA

VIDA DEL GRAN CAPITÁN


Por MICER PABLO JOVIO, Obispo de Nocera {').

Partido que fué el Marqués de Mantua, no abrasalla, habiéndole ansí como lo quiso el
usando los otros capitanes de franceses, en- caso salido en vano el uno y el otro desig-
fermos del ánimo y cansados del cuerpo, dili- no, porque el alquitrán echado de lejos de
gencia ninguna, ni en el fabricar las dos puen- la parte de arriba, á fin que traído de la fu-
tes ni en hacer la trinchea, y haciéndose estas ria del violento río volase en la puente, par-
cosas muy perezosamente y con dificultad, te del se quedó por la ribera y parte deteni-
por ser los días los más pequeños de todo el do por losenemigos no pudo allegar á la
año, haciendo la mayor parte del invierno un puente. Allende de esto cargaron un navio de
viento xáloque que se resolvía en una escura madera seca mezclando mucha pólvora de ar-
y continua lluvia, con una recia tempestad de tillería, resina y pegunta, para ser encendi-

aire cruel. El Garellano iba crescido entre los do de fuego cuando- le dejasen ir para abajo;
dos ejércitos, de la una y de la otra ribera fué talmente abrasado del fuego, el cual se
inundaba la campaña; las tiendas de tela no encendió al cuanto más presto de lo que fue-
podían sostener la furia del agua que caía; los ra necesario, que todo ardió hasta la carena,
hombres y las bestias, en la tierra llena de primero que allegase á la puente; por lo cual
lodos, padescían grandísimos daños. Pero los Gonzalo Hernández, con mayor seguridad y
españoles en aquel común mal estaban en aquello que era de mayor importancia, le-
mucho peor condición, porque todo aquel vantó el campo salva su reputación, porque
llano que se extiende hacia los baños de Sesa él sabía que los enemigos estaban trabajados

estaba sitiado y sucio de las aguas del invier- de los mismos desabrimientos y no podían
no, tanto que se creía que todo él se había de vadear el río, ni aunque le hubiesen pasado
volver una laguna. De las cuales cosas movi- no podían marchar para adelante un paso ni
do Gonzalo Hernández delibero, por consuelo estar quedos en aquellos húmedos campos.
de todos los suyos, de invernar en Sesa, aun- Allegóse la fiesta de la Natividad de Nues-
que esto se alcanzase con mucha dificultad, tro Señor Jesucristo, en la cual reclamaban
porque habla mandado de secreto que en la los soldados que hablan padescido muchos
fortaleza de Mondragón se hiciesen navios trabajos, desde las tiendas á las casas veci-
para fabricar una puente, para pasar con nas, que querían, así como convenía á hom-
igual esfuerzo ó con mayor que ellos ó por bres católicos, celebrar la Navidad, no en una
espantar y entretener á los enemigos y hacer tienda en la campaña, sino con mucha soleni-
muestra de ir á la otra parte. dad en una iglesia, así como creían que los
Había procurado en aquellos mismos días enemigos lo harían, los cuales eran acostum-
de romper la puente, ó metiéndole fuego de brados de celebrar las fiestas solennes, y en

(') Hay un grabado e» madera que representa ol busto del Gran Capitán.
532 PABLO JOVIO
aquellos días alegremente, así como saturna- Los proveedores de la vitualla y tesoreros no
les,recrear y darse á placeres haciendo true- procurábanlas municiones ni los dineros para
que de la guerra, á recrearse los cuerpos y los la paga con aquella fe é deligencia necesaria,

ánimos. Gonzalo Hernández, habiendo conce- aunque hubiese dineros en abundancia, los
dido dos días á las cosas sacras, se volvió á cuales eran proveídos con grande prudencia
los mismos pensamientos en qué modo él pu- é cuidado del Rey Luis é inviados al tesorero
diese vadear el río y apretar á los enemigos, Corcón y al bailíu Cadomio, los cuales en
los cuales por las continuas lluvias, dejados aquel cargo tenían la suprema autoridad y
los alojamientos, se habían recogido á las ca- eran infamados de avaricia, porque los incul-
sas. Por lo cual los franceses, levantando paban de hacer engaño en las pagas y en en-
Gonzalo Hernández el campo, decían que los carecer malamente las vituallas. Los soldados
españoles con ánimos flacos no habían podido no podían en ninguna manera tener sufri-
sufrir las lluvias, y que dejando la ribera del miento que por su privada ribaldería la salud
río se habían retirado para atrás por huir de pública fuese vituperiosamente engañada.
no venir á batalla con ellos, los cuales esta- Pues espiando todas estas cosas Bartolomé
ban á la guardia de la puente. Y á la verdad de Albiano, y á ello persuadiéndolo Gonzalo
los franceses, aunque estaban en mal lugar, Hernández, se resolvió en hacer una nueva
siempre habían valerosamente defendido la puente, adevinando de haber cierta victoria
puente y con perseverancia militar habían sa- de los enemigos esparcidos y torpes. Pues
lido siempre superiores á la batalla. Pero que Bartolomé de Albiano, práctico en la
aquella braveza de palabras se rompía con la guerra y acostumbrado de acometer empre-
tempestad y aspereza del invierno, y entre sí sas difíciles y grandes, prometía de ser el pri-
les remordía la consciencia por haberse deja- mero á pasalla. Por lo cual, habiéndole sido
do caer encima un invierno tan cruel, muñén- cometido el cargo, mandó traer de noche las
dose miserablemente todos de frío, y veían barcas y metellas en uno, y entre ellas algu-
con pensamiento poco alegre los presentes nos toneles de vino. Hizo una puente seis mi-
daños y los desabrimientos que los amenaza- llas encima del de los franceses, y pasado
ban. Tenían por averiguado que era voluntad con su gente acometió al improviso la infan-
de Dios que tantas lluvias viniesen y que tería de los normandos, los cuales estaban
ellas hubiesen de ser la ruina de ellos. Muchos alojados en la tierra de Sugio. Tras Albiano
soldados viejos y casi todos los capitanes se pasó Pedro Navarro; siguiéronle luego el
acordaban qué cielo hubiese sido aquel y Próspero y don Diego de Mendoza con los
cómo con grande serenidad pocos años antes hombres de armas; después Gonzalo Hernán-
había recogido al Rey Carlos cuando pasó dez, llevando consigo el resto de los caballos
por toda la largueza de Italia á ganar aquel y la infantería tudesca. Había mandado á don
mismo campo por todo él se mostra-
reino. El Hernando de Andrada, el cual venía en la reta-
ban flores, como si fuera primavera, del cual guardia, que viniese de cerca. Pues siendo
reino después ellos eran echados, mudándose- aquí los caballos franceses y los infantes nor-
les la fortuna de todas las cosas, y sin duda mandos acometidos al improviso de los ene-
ninguna Dios estaba enojado contra ellos. migos, rotos y desbaratados, se metieron en
Fué contento el Marqués de Saluces y los huida. El grito y la vocería allegó á los aloja-
otros capitanes que sin mover los alojamien- mientos de franceses; los capitanes metieron
tos, gran parte de la caballería, á fin que los mano á las armas y recogieron su gente de-
caballos mejores, los cuales estaban enfermos rramada por todo el campo, pero por esto no
é muy flacos, no se muriesen, fuese llevada en se ajuntó ningún escuadrón que hiciese testa
las tierras vecinas y en las villas del condado contra los enemigos.
de Tracto y de Fundi, y que los suizos é los En este desorden de cosas, el Marqués de
otros infantes, partiéndose entre ellos la guar- Saluces embarcó el artillería gruesa, porque
dia, frecuentasen los alojamientos. Pero ya no había caballos para tiralla, y los franceses,
muchos de ellos, faltándoles el dinero é por las reputando á grande deshonra desamparar el
continuas lluvias gastado el vestido con el artillería y huyendo todos con grande furia, se
cual desterraban el frío, afligidos de tantos fueron á Gaeta. Poco rato después los ca-
trabajos, morían en la mal cubierta campaña. ballos ligeros y la infantería de Pedro
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 533

varro entraron en los alojamientos abando- y algunas bandas de caballos, viniendo de una
nados, y no hallando en ellos casi ningún villa que se llama Itri, en la vía Apia, y de las

hombre armado fueron tomados muchos pri- villas de Fundí, estando cerrados de fuera de

sioneros y las tiendas saqueadas. Algunos laciudad, no sabiendo de temor qué hacerse,
medio muertos y ateridos del frío, de la terri- voluntariamente se rindieron. Alojó aquella
ble crueldad de los navarros fueron hechos noche Gonzalo Hernández en Castellón y pro-
piezas. No se vido jamás, ni memoria de hom- curó que al amanescer del día los soldados de

bres se acuerdan de tan deshonrada, vitu- Pedro Navarro tomasen los burgos y el monte
perable y misera huida como
ésta, porque Orlando. Este monte está puesto sobre Gaeta
los caballos y los infantes mezclados junta- y es notable por un sepulcro de mármol de
mente se derribaban con el correr y con el Munacio Planeo, al cual Pedro Navarro tomó
ímpetu, no conosciendo ni bandera ni man- fácilmente, habiéndole hallado de otra manera
damiento de capitán, ni aun osar volver el de aquella que él pensaba, sin ninguna guardia
rostro contra los enemigos que les iban en y del todo desamparado, y en lo alto del plan-
el alcance, caminando por la vía Apia á los tó algunas piezas de artillería subidas á brazo
Escauros y de allí á Castellón. No se pudo de soldados.
primero parar la huida hasta que Bernar- Entonces el Marqués de Saluces, viéndose
do Adorno, genovés, capitán de caballos, con rodeado de tanta calamidad, vuelto á los ca-
más de cien hombres de valor, cerrados en pitanes, les dijo: «El Omnipotente Dios y to-
escuadrón, se pararon encima la puente de dos sus santos á la hora claramente ayudan á
piedra del agua Formiana, aquí valerosamen- los hombres fuertes, cuando ellos, aunque
te deteniendo los enemigos y dando esfuer- tarde, tienen en fin algún conocimiento, por-
zo á sus compañeros, los cuales de todas que en la adversidad no desmayen, ni menos
aquellas tierras vecinas venían huyendo para aguarden las postreras heridas de la cruel
aquella tierra. fortuna. Yo me he resolvido dentro del áni-
el socorro, de la una y de
Cresciendo, pues, mo mío de no tentar ni probar cosa alguna
la otra parte secomenzó una escaramuza, al más adelante, ni llegar á ver la última suerte
principio contraria á los espaiíoles, porque en de la guerra. Sino de tan grande calamidad
ella mataron á Bernardino de Tordesillas, ca- conservar á muy muchos, la cual cosa espero
marero de Gonzalo Hernández, muy fiel y mu- que la alcanzaremos si de presto queremos
cho su privado. Fué también derribado y he- rendirnos. Porque sería locura y muy grande
rido Gonzalo de Avalos, capitán de caballos li- tomar tantas veces las armas condenadas del
geros. Pero habiendo llegado la nueva á los de destino, para que después míseramente, so-
detrás que los capitanes franceses se habían juzgados de la necesidad, la cual rompidas
reparado en Mola y parada la huida de los nuestras fuerzas nos amenaza, seamos sacri-
suyos se defendían en la tierra y en la puente ficados de los airados enemigos por las al-
y que aquí habían deliberado de hacer testa, mas de Cardona, del Manrique y de los otros
Gonzalo Hernández daba voces que todos se capitanes, los cuales muertos del artillería
diesen priesa de andar contra los enemigos. fenescieron delante estas murallas. Nosotros
Tanta furia de infantes y de caballos envió á ciertamente habemos muchas veces demos-
la puente, que el Adorno, el cual un poco de trado al Rey (combatiendo esforzadamente,
tiempo había fortísimamente la puente defen- aunque nuestra voluntad. Pero así
infelice)
dido, de presto fué echado de ella y muerto como la fortuna, obstinada en presentarnos

de los tudescos, y cayendo él, no paró hom- males y en arruinar todos nuestros designos,
bre, que á la hora todos volvieron las espal- así ella no podrá quitarnos aquella que nos
das enderezando su camino para Gaeta, don- queda en nuestro poder, y es que libremente
de Pedro Navarro y Pedro de Paz, persiguién- proveamos en lo que conviene á nuestra sa-
doles, tomando el camino más breve por los lud y remedio, y así es mi parescer, si á vos-
montes Fornianos, por atajarles los pasos, otros os parece provechoso, de probar el áni-
prestamente allegaron allá donde el camino mo del enemigo vencedor, el cual si querrá
hace una encrucijada que va de la vía Apia á tenerse por contento con una templada vic-
Gaeta y se parte en dos caminos, talmente toria, fácilmente se le otorgará, que entre-
que muchos franceses quedaron prisioneros gándole á Gaeta, á nosotros nos deje ir de
534 PABLO JOVIO
aquí por tierra ó por mar á Francia». Habien- miniaría, en lo hondo de una torre de Castel-
do Marqués de Saluces dado fin á su razo-
el novo.
namiento, no hubo ninguno tan feroz ni tan La mayor parte de franceses se fué por
osado que no le diese gracias por ello como á mar en el armada; los otros, caminando hacia
padre, por haber propuesto el más sano con- Roma, probaron la crueldad del áspero in-
sejo de todos los otros, pues había pensado vierno, con todos los otros trabajos de fortu-
cómo con el común remedio se pusiese fin á na. Los hospitales, en los cuales reciben en
tantos trabajos y miserias. Habíale atemori- Roma los pobres de todas las naciones, esta-
zado grandemente el aviso de una nueva des- ban llenos de la multitud de los enfermos, y
gracia: que los navios cargados del artillería, muchos pobretos ateridos de frío murieron
la braveza de la mar se los había sorbido á la en las caballerizas de los Cardenales, aunque
entrada del río con toda la multitud de los sol- el Papa Julio, con singular piedad y cuidado,

dados y marineros. Ahogóse entre los otros haciéndolos buscar, los mandaba proveer de
Pedro de Médicis, hijo del gran Lorenzo, que vestir y de comer y los hacía embarcar. Los
diez años antes había sido echado de Floren- capitanes probaron casi la igual villanía de la
cia, verdaderamente indigno de aquella vitu- fortuna, porque al Marqués de Saluces, an-
perosa muerte, si él no hubiera echado en el dando navegando, le recresció una febrezue-
pozo de Carregi á Pier Leoni, médico de gran la lenta y tisiga, causada del dolor del mal su-

doctrina y fama, el cual con infelice suceso ceso de la empresa; murió en Genova, adonde
había prometido de librar de la muerte á Lo- fué magníficamente sepultado. Sandricurto,,
renzo su padre. teniendo la pena de un ánimo superbo, des-
Fué enviado afuera el lugarteniente de la preció talmente la vida, que habiendo enfer-
banda de monsiur de Alegre, que se llamaba mado de allá de los Alpes, se dice que vo-
Santa Colomba. Este fué á buscar á Gonzalo luntariamente se apresuró la muerte, Pero
Hernández, el cual se había alojado entre dos Corcón y el bailíu Cadomio, perseguidos de
iglesias las cuales están en los burgos, y ha- mayor envidia, fueron de tal manera deshon-
biéndole dicho que los capitanes franceses rados y privados de los oficios, que faltó poco
estaban aparejados de entregalle á Gaeta, que no les fuesen quitadas las cabezas. A Ba-
fácilmente alcanzó que se viniese á concierto seio, habiéndole el Rey quitado la capitanía
con capítulos suaves. Y ansí el siguiente día de caballos, aunque la diese á Cruer su her-
vinieron al campo monsiur de Alegre por los mano, sintió tanto enojo de esto, qqe cres-
franceses, Antonio Baseio por los suizos y ciendo humor malencónico se tornó loco, y
el

Teodoro Triultio por los italianos. Estos, con- demandando en vano que el Rey le oyese por
cluyendo el negocio en pocas palabras, se defender su razón, no lo pudiendo haber, se
concertaron que los franceses, dando á Gae- murió frenético.
ta, dejasen en la fortaleza el artillería y la vi- Gonzalo Hernández de aquel acordio adqui-
tualla, que eran de la pública munición, y ellos rió loor de grande prudencia y de singular
como más les pluguiese, ó por tierra ó por templanza; así como aquel que tenía cierta
mar, se pudiesen ir á Francia con esta condi- esperanza de una grande victoria, no quiso
ción: que los caballeros se pudiesen llevar sus derramar la sangre de sus soldados, pares-
caballos y los peones no llevasen otras armas ciéndole que en todo caso se había de perdo-
sino sus espadas y las picas sin hierros, y los nar á aquellos que se habían rendido, los cua-
prisioneros fuesen dejados por ambas partes. les en testimonio de la virtud y de su clemen-
Pero no se pudo obtener del Gran Capitán cia celebrarían el nombre de Gonzalo Hernán-
que los barones napolitanos, los cuales habían dez por todas las provincias. Y demás de esto
sido presos en las batallas, sintiesen el be- tuvo tanto cuidado é diligencia, que inviola-
neficio de Porque habiendo sido liber-
la paz. dos y tratados benignamente fuesen dejados
tados debajo de buena fe, monsiur Daubegni, ir su viaje. Y porque procuraba un soldado

la Paliza, Forment y Tomón y los otros capi- español quitar por fuerza una cadena de oro
tanes franceses, Andrea Mateo Aquaviva, no á un suizo, Gonzalo Hernández, habiendo en-
merescedor de aquella cruel miseria, y Hono- tendido esto, arremetió para él y persiguió
rato con Alonso San Sevcrino, fueron puestos al español que huía, y de su mano le dejó he-

en una escurísima prisión, la cual se llama fosa rido malamente.


CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 535
Después que Gonzalo Hernández hubo ga- plimiento alas muchas visitaciones. La noble-
nado á Gaeta, dio la guardia del castillo y za y todo el pueblo lo veneraban, y cada uno
de la ciudad á Luis de Herrera, su parien- según su opinión le loaban, los unos la bella
te,y metió en su lugar en Taranto á Pedro presencia del cuerpo y hermosura del rostro,
Nicosa. Después envió en Pulla á Bartolo- otros la gravedad de capitán, otros se admi-
mé de Albiano y á Pedro de Paz para que hi- raban de su excelentísima justicia con una
ciesen guerra al capitán Arce. Este, habien- maravillosa templanza de severidad y clemen-
do puesto fuerte presidio, tenía á Venosa, la cia. Pero todos se espantaban de su liberali-

Tela, Altamura. Diego de Arellano tenía sitia- dad, merescedora de igualarse con la sober-
da á Melfi; y habiendo tomado algunas tierras, bia real. Porque él había dado á capitanes
esperaba el suceso de las cosas del Marqués ciudades y villas, y entre capitanes de caba-
de Mantua y del de Saluces en Casino y en el llos y de infantes había repartido casas, vi-
Garellano, á fin que acrescentado de gente y llas, posesiones, tenencias de fortalezas y ha-
levantados los anjoínos á rebellión, se reno- bía dado comúnmente á soldados; también
vase en Pulla mayor guerra que la primera. había consignado provisiones ordinarias, par-
Pero por el esfuerzo y valor de Bartolomé de ticularmente á aquellos que habían sido vale-
Albiano, dentro de pocos meses el capitán rosos, teniendo grande memoria en reconos-
Arce, habiendo recibido muchos daños, bien cer los merecimientos, tanto juicio en el ha-
que negase las condiciones de Gaeta, fué cer las mercedes, que con justísima estima-
traído á términos que, desconfiado del soco- ción los envidiosos atestiguaban que no había
rro, hubo de entregar la ciudad y salir del dejado un solo soldado sin habelle hecho lar-
reino. Pedro de Paz, usando la misma diligen- ga merced. Entre los otros dio á don Diego
cia, echó de tierra de Otranto todo aquello de Mendoza Bartolomé de Albia-
á Melito; á
que había quedado en favor de los franceses. no, la ciudad de San Marco, en Calabria; al
Don Iñigo de Avalos, el cual con doña Cos- Conde Pedro Navarro, á Oliveto, en Abruzo;
tanza, su hermana, como ya dije, había hecho á don Juan de Cardona, hermano de don
apartar armada de franceses de Iscla, plan-
la Hugo, á Avellino, en el ducado de Benevento,
tándole tomó la fortaleza de Sa-
el artillería, y demás de éstos á don Hernando de Andra-
lerno, aunque no pudo mucho tiempo gozar da, á don Alonso Carvajal, á Alvarado, á Ma-
del alegría de aquella victoria, porque en es- nuel de Benavides, á Antonio de Leiva, á An-
pacio de pocos días, siendo salteado de una drea de Capua, Duque de Termoli. Dio muy
fiebre pestilencial, murió en la flor de su mo- grandes lugares á los Coloneses; el Próspero
cedad, dejando un solo hijo niño, que fué don y Fabricio recobraron los castillos que habían
Alonso de Avalos, Marqués del Vasto, el cual perdido en la guerra de franceses y recibie-
de belleza de cuerpo y de grandeza de ánimo ron de él muy grandes premios.
y finalmente de valor de guerra, fué
liberal, En este hombre de exquisita virtud
lleno
superior á todos los capitanes de su edad. florescían el juicio que era para
y la razón
Gonzalo Hernández de Gaeta se fué á Ña- maravillar, especialmente no siendo enseñado
póles, adonde le tenían aparejado el meresci- en letras latinas, porque en aquel tiempo en
do triunfo. Y por la grande fatiga de la gue- España eran tenidas en poco de los caballe-
rra, como ello es de creer, adolesció de una ros nascidos para la guerra. Pero honraba
enfermedad grave y,peligrosa, la cual por la muy mucho á aquellos que eran doctos en
grande furia que ella traía le apretó tanto, ellas y deseaba de ellos que con sus obras le
que si no hubiera sido socorrido de las supli- diesen perpetua gloria. Hacía á los poetas
caciones devotamente hechas por todas las grandes mercedes, los cuales tenían cargo de
Iglesias, ansí por los sacerdotes como por las escribir sus hechos en verso heroico; fueron
sagradas monjas, los remedios humanos fue- entre éstos el Cantalitio y el Carmelita, man-
ran todos muy tarde para su salud. Pero des- tuano, hombres religiosos, los cuales con áni-
pués de recobradas las fuerzas y salido mejo- mo aunque con grosera musa, pu-
voluntario,
rado de Capuana, donde había estado dolien- blicaban algunos poemas groseros álos inge-
te, se fué á Castelnovo como habitación más nios delicados. Persuadieron en Ñapóles á
sana y apacible, y dispensando á ello su hu- Pedro Gravina, poeta de gran excelencia, á
manidad, apenas en siete días pudo dar cum- hicer algunos versos muy nobles y dignos de
536 PABLO JOVIO
tal hombre/ Porque Juan Joviniano Pontano, menzaron á mancillar su fama y para con
poco antes, mientras combatía á Gaeta, era el Rey cargalle de mucho enojo y culpa. Aun-
muerto siendo ya muy viejo, yjacobo Sana- que el Rey libremente aprobase todo aque-
zaro había seguido al Rey Federico echado del llo que Gonzalo Hernández había dado á
reino. Este, amargo del dolor de la ruina de la los soldados, habiéndole enviado de España
casa de Aragón y por el enojo contra extran- los privilegios según la forma de los feudos»
jeros, estaba más aparejado para escribir así como Gonzalo Hernández los había envia-
sátiras que para cantar versos. do á demandar, á fin que con presto testimo-
Porque como el Gran Capitán era de áni- nio se confirmase la opinión del Rey ser tan
mo grandísimo y delicado, fácilmente conos- agradecido, aunque en lo secreto se podía
cía cuánta gloria le podían dar los escrip- creer que tenía algún sentimiento, el cual
tores tenidos por amigos y con cortesía aca- ocultamente le punzaba en el ánimo, porque
riciados, la cual loor por este respecto más de su condición no era muy inclinado á hacer
claramente y más cierta se la adquiría. Por- mercedes y se mostraba serle quitada casi
que ninguno, aunque fuese maligno y austero toda la loor de la benignidad, ó á lo menos
censor, no le podía tachar en su vida cosa al- menguada del juicio y decreto ajeno; y por
guna que fuese grosera ni cruel, porque jamás estas causas páresela estar el Rey algo des-
dio ninguna deshonra á la honra de las ma- abrido y que sólo Gonzalo Hernández fuese
tronas de Ñapóles, aunque con grande fami- el agradescido de todos, el cual era pródigo
liaridad y alegría tuviese entretenimientos con de la hacienda del Rey y había determinado
las señoras generosas. Porque solía decir que con solamente prevenir á su Rey dar toda cosa
era locura muy grande de un príncipe que conforme á su voluntad á aquellos que nunca
por un pequeño y fugitivo placer procurase el Rey los vido ni conosció, por lo cual se dice
un continuo y gravísimo enojo, que á un hom- que el Rey respondió á ciertos caballeros que
bre que no fuese casto, el mismo principado le traían para que les hiciese
suplicaciones
sin injuria de algunos no le podía dar vanos mercedes: «Yo no sé ni veo porqué me tenga
contentamientos en aquel deleite. Pero en el de alegrar de haber ganado un reino tan gran-
Gran Capitán, allende el admirable concepto de, pues no puedo gastar más de lo que solía;
de las otras virtudes, relucía en una esplen- que aquel que ha ganado el reino en mi nom-
dor de verdadera piedad, porque en todos los bre no me parece que lo ha ganado para mí,
negocios, ansí de guerra como de paz, su ma- sino parasí y para quien se le antoja; pues las

yor cuidado era anteponer la honra de la reli- cosas con virtud singular adquiridas, se van á
gión á todos los otros cómodos, y defender la mal por una inconsiderada liberalidad».
jurisdición de la Iglesia, castigar malhechores Cuasi en aquellos mismos días que los fran-
y finalmente hacer todas sus obras tales que ceses fueron echados del reino de Ñapóles,
los soldados, persuadidos con su ejemplo, pen- César Borja, llamado por sobrenombre el Du-
sasen la utilidad de la hacienda y las victorias que Valentino, hijo del Papa Alejandro, vino
haberles venido de la disciplina cristiana Por á Ñapóles debajo de la fe de Gonzalo Hernán-
lo cual nadie no se debe de maravillar si ma- dez, y poco después fué puesto en prisión,
nejando las armas con esta costumbre nues- para ser llevado con las galeras en España,
tro Señor Dios y todos los santos tuvieron así como poco antes había acaescido á don
cuidado á levantalle y á hacelle grande, y cier- Hernando de Aragón, hijo de Federico. Pero
tamente de esto fué muy evidente milagro porque á algunos paresce que la honra de
que habiéndose hallado en tan grandes bata- Gonzalo Hernández, la cual en alguna parte
llas y rencuentros, nunca nadie le hirió ni le podría ser culpada por la fe rompida, hame
prendió. Pero porque no tuviese la entera
él parescido ser necesario contar algunas cosas
felicidad en todas las cosas, no pudo huir el brevemente de los hechos y consejos del Du-
inevitable mal de la malvada envidia, aunque que Valentino, así como yo los entendí de
con increíble grandeza y constancia de ánimo aquellos que se hallaron presentes á ellos,
la venciese. aunque estas cosas más entendidamente se
Fenescida que fué la guerra y hecha la paz platicarán en nuestra historia. Fué el Duque
llena de alegría y abundancia, volviendo mu- César Borja hijo de una señora de los de Va-
chos en España, como diremos después, co- ñoti, romana, en lo demás mujer honrada, la
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 537

cual yo conoscí. Después de ya crescido, por previno muerte á sus parientes, habiendo
la

diligencia de su padre, Cardenal poderoso y sido de la misma muerte muertos


Vitelh)ci, de

rico, fué enviado al estudio á Pisa, adonde en- la cita de Castello, y Oliveroto da Fermo, en

tonces florescían los estudios de las buenas Senagalia, y en el condado de Perosaá Pablo
letras. Aquí aprovechó mucho, tanto que con Orsino, hijo del Cardenal Latino, y Francisco
ingenio ardiente, propuestas algunas cuestio- Orsino, Duque de Gravina, y á los señores de
nes en derecho civil y canónico, las disputó casa gaetana, los cuales poseían la tierra de
doctamente. El padre alegrándose grandemen- Sermoneta, en campaña de Roma, junto á
te de la esperanza que tenía de este mozo, Piperno. Jacobo Nicolao y Bernardino, muer-
después que con el favor de la fortuna fué tos por diversas vías, dejaron las fortalezas
creado Papa, hizo Cardenal á César Borja, y los estados al Borja. Los señores de Came-
porque quería á don Francisco de Borja, su rino de antigua nobleza,Julio César, Venantio,
hijo el mayor, para Duque de Gandía y para Aníbal y Pirro, fueron despojados del princi-
levantar la familia y gozar de las riquezas y pado y fueron ahogados. Astor Manfredo, se-
el estado. Pero César, paresciéndole la digni- ñor de Faenza, rendido sobre la fe, fué cruel-
dad del capello inferior á la grandeza de su mente muerto y echado en el Tíber. Catalina
ánimo y esperanza, una noche hizo ahogar á su Sforza, señora de Forli y de Imola, combati-
hermano el Duque de Gandía, con el cual ha- da con el artillería, fué presa y llevada á Roma
bía cenado con grande regocijo y echado en como en triunfo Pandolfo Malatesta, Juan
el Tíber á la Aguja del campo Marcio, donde Sforza y Guido Ubaldo de Montefeltro qui-
buscándole dos días los pescadores lo saca- sieron más presto, huyendo, dejalle sus ciu-
ron. Por lo cual no muchos días después, César dades á Arimiño, Pesaro, Urbino, que ser
renunció al capello, é puéstose el vestido de muertos. Jacobo Apiano dejóansimismo al in-
soldado, fué hecho Príncipe y capitán de la solente tirano la tierra de Pomblin, en Tos-
gente, quedando el padre grandemente atri- cana. Y mientras que con este sangriento su-
bulado por la crueldad y grande traición. Pero ceso ocupaba los estados ajenos, hizo matar
pues el Duque de Gandía no podía resucitar, á un mozo de la casa de Aragón, Príncipe de
con grande amor le perdonó todas sus culpas. Beseli, hijo del Rey don Alonso, y, lo que más
Poco tiempo después, conspirando el Papa me afrento de decir, que era marido de Lu-
con el Rey Luis de Francia á la ruina de toda crecia su hermana. Hiriéronle andando pa-
Italia, con el autoridad del Rey Luis hubo por seando por la lonja de San Pedro, y porque
mujer á Carlota de La Brit, parienta del Rey se tenía alguna esperanza de poder sanar de
don Juan de Navarra. Tras este acordio co- las heridas, lo hizo matar en su cámara y en la
menzó César Borja á descubrir sus designos, cama de su misma hermana. Había intoxicado
é con ánimo desordenado é cruel aspiraba á al mozo Cardenal Borja, porque favorescía al

la señoría de una gran parte de Italia, con tan Duque de Gandía. Mató cruelmente, volviendo
terrible codicia, que en sus banderas puso una noche de cenar, á donjuán de Cerbellón,
este título: Avf Ccesar, avt nichil, como que hombre noble en la guerra y en la paz, porque
no deseaba cosas medianas, sino inmoderadas severamente guardaba la honra de una seño-
y grandes, donde ante todas cosas determinó ra de la casa de Borja. Mandó cortar la cabeza
de acabar á los señores ursinos é Coloneses. á Jacobo de Santa Cruz, nobilísimo ciudadano
Después que en bafde hubo entre ellos man- romano, el cual era el mayor amigo y el más
tenido un poco de tiempo la guerra, á fin que familiar que él tenía, no por otra ocasión sino
la una parte y la otra con las armas se arrui- porque era poderoso para ajuntar de presto
nasen; ellos, después de estas guerras civiles, un escuadrón de hombres del bando orsino
entendidos los engaños del Borja, hicieron y persuadilles para emprender cualquier em-
paces é ajuntáronse en una voluntad. Los Co- presa.
loneses, no hallando mejor camino para su Pero en tan terrible sed y codicia de acres-
seguridad, dejaron al Borja sus tierras. Los centar el estado, así como lo habemos dicho,
Orsinos, mantenidos con el sueldo y estando bebió veneno juntamente con su padre, y
el
con sospecha de la fe del tirano, fueron casi habiendo vuelto de Nepi á Roma y las cosas
todos cruelísimamente muertos. El Cardenal del conclavio habían salido de otra manera
Baptista Orsino, en el castillo de Sant Angelo de aquella que él pensaba, fué metido en pri-
538 PABLO JOVIO
sión por mandado del Papa Julio, porque le toda esperanza le parescía haberse librado
¡

demandaba las fortalezas de Roma, y esto de las manos de su antiguo enemigo.


porque los venecianos, movidos de no menos Luego que fué allegado á Ñapóles, junta-
ciego que dañoso deseo, marchando de Ráve- mente con los Cardenales y con los capitanes
na su gente para adelante, habían ocupado á españoles, sus viejos amigos, comenzó á acon-
Ariminio y á Faenza. César Borja entretenía sejarse para intentar algunas novedades, que
al Papa con palabras y cada día procuraba no había perdido ninguna parte del ánimo con
echar á lo largo el acordio con la esperanza la mudanza de la fortuna, sino, fundado en la
de poderse ir á Romanía, porque tenía por antigua esperanza, buscaba en toda parte ca-
cierto que aquí no le faltaría ayuda y favor, pitanes y soldados sus antiguos amigos y pro-
en especial con tener cabe sí en mucha honra veía de navios para que le llevasen á Pisa.
los dos principales caudillos de los bandos, Porque se decía entre la gente del pueblo que
que el uno era Juan Sasatello y el otro GuiJo quería ir á dar socorro á los Písanos, los cua-
Vaino, teniéndolos obligados con liberales les había nueve años que defendían su libertad
pagas y grandes mercedes, y con esta con- constantísimamente contra florentines; pero
fianza escribía á los castellanos de las forta- su secreto designo era de pasar por la ribera j

lezas vanas y fingidas cartas. Por lo cual de Pisa y por el condado de Luca y por la
acaesció que habiendo sido enviado por el Carsanaña el Apenino y por los confines de
Papa á Cesena Petro Ovcdio con cartas, fué Módena camino derecho arribar á las ciuda-
derribado de las murallas abajo por Diego de des de Romanía, acrescentado de gente y fa-
Quiñones. Enojado el Papa grandemente por vor de don Alonso de Este, Duque de Ferrara,
aquel insulto, amenazó al Duque Valentino, el cual era casado con Lucrecia su hermana,

si á la hora los castellanos españoles no le donde esperaba que sus aficionados y amigos
entregaban las fortalezas. Espantados de esta le favorescerían y en toda parte sería con

cólera los Cardenales Borja y Remolins, pa- grande placer recibido. Lo cual habiéndolo en-
rientes y hechura de casa de Borja, se fiiei-on tendido el Papa, no le páreselo de poner más
huyendo á Ñapóles. Pero después entre la una tardanza en medio y escribió severamente al
parte y la otra fué concertado en esta mane- Gran Capitán avisándole que no dejase ir de
ra: que si César Borja fuese dejado libre, pro- Ñapóles á este hombre osado y de condición
metiese de enviar á los castellanos de las for- cruel, nascido para grandísimo mal de Italia,
talezas las secretas señales para que rindie- el cual procuraba una brava tiranía á los pue-

sen los castillos, y entró por seguridad y fian- blos de su estado. Pues habiendo el Papa mu-
za de esto el Cardenal Bernardino de Carva- chas veces gravísimamente tratado este ne-
jal con esta condición: que en aquel medio el gocio con los embajadores del Rey, que esta-
Duque Valentino le fuese dado en guardia ban en Roma, y por los suyos que seguían en
en el castillo de Ostia, hasta en tanto que él España la Corte del Rey don Hernando, vinie-
cumpliese con lo prometido. En este medio ron cartas del Rey de España al Gran Capi-
los dos Cardenales que estaban en Ñapóles, tán mandándole que detuviese al Duque Va-
deseándolo el Valentino, obtuvieron de Gon- lentino, porque se decía que con grave daño
zalo Hernández que César Borja sobre su fe y sospecha de todos los Príncipes tentaba
pudiese venir á Ñapóles y pudiese irse libre- nuevas cosas y designaba nueva guerra con-
mente del cuando se le antojase. Gonzalo tra el Papa Y ansí el Duque Valentino, estan-
Hernández concedió esto muy fácilmente á do ocupado en aparejar el armada y en hacer
aquellos dos Cardenales y le envió á Ostia soldados, iba muchas veces (así como era ello
una patente firmada de su mano y sellada necesario) al Castelnovo por hablar con el
con su propio sello. Habiendo poco después Gran Capitán, y queriendo salir fué humana-
Diego de Quiñones y Gonzalo de Mirafuen- mente detenido por Ñuño do Campo y puesto
tes visto las contraseñas, entregaron los cas- en prisión. No hubo ninguno de los suyos (que
tillos de Cesena y de Forli al presidio del mientra él dio un grande sospiro, maldiciendo
Papa, á la fortuna y lamentándose que debajo de la
César Borja luego á la hora que le libró el fe le había sido hecha traición) le pudiese dar
Cardenal Carvajal, puesto en una fragata se socorro, j^

fué á Ñapóles, muy alegre, porque fuera de Pocos días después por mandado del Rey
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 539

fué llevado en España por Lezcano, donde que el ejemplo de los grandísimos capitanes
un poco de tiempo estuvo en Chinchilla y le había alcanzado, pues en el extremo punto

después fué llevado á Medina del Campo y de medio desterrado moría poco
la vida, casi
estuvo preso cerca de dos años en la forta- felice. Aunque el Gran Capitán muchas veces
leza que se llama la Mota, y tuvo tal suerte decía que, no ofendido de la penitencia de al-
que, engañando á los guardias, se descolgó gún delito, alegremente se partiría de esta
por una soga y proveyéndole de caballos don vida si no hubiera dado su fe descuidada-
Rodrigo Pimsntel, Conde de Benaventc, se fué mente á don Fernando de Aragón, Duque de
huyendo al Rey don Juan de Navarra, que por Calabria, hijo del Rey Federico de Ñapóles, y
entonces tenia guerra con el Conde de Lerín, á César Borja, Duque Valentino, para que ella
que se le hahía rebelado. En este movimiento después fuese rompida con infamia de su
de armas, sirviendo valerosamente á su Rey, nombre. Ajuntaba el Gran Capitán á estas
murió vencedor en una batalla que se hizo dos cosas la tercera, de la cual como mayor
junto á Viana, el cual no siendo conocido le y más grave más se arrepentía, no la querien-
quitaron las armas y le dejaron desnudo; y un do publicar. Don Diego y el señor Antonio con
escudero suyo tomó el cuerpo y atravesán- cierta conjetura la interpretaban pensando
dole encima un caballo le llevó á Pamplona, que fuese que con los prometimientos que el
permitié:idolo sin duda el fatal destino de Rey le había hecho se había venido de Ñapó-
aquella ciudad de la cual él había sido obispo, les en España, en el cual muchos, deseosos de
porque no he hallado jamás alguno que renun- cosas nuevas, procuraban de detenello con
ciase los sacramentos que en su vida haya esperanza de nuevo señorío y de hacer cosas
hecho buena fin. Pues ¿quién no tendrá por en la guerra grandísimas.
disculpado á Gonzalo Hernández, el cual fué En aquel tiempo que el Duque Valentino fué
constreñido á hacer esto por el mandamiento llevado prisionero en España, la Reina doña
de su Rey y señor y por complacer al Papa Isabel estaba doliente con poca esperanza de
que le pedía cosas honestas, y fuera desacato salud por una fístula que se te había hecho en
y mal caso no obedecerle y pecado grave y las partes vergonzosas, la cual le comía poco
cruel ser enemigo de Su Santidad, especial- á poco la vida, de suerte que no pudo ale-
mente en cosa que tocaba 'á los homenajes grarse de una tan grande victoria; pero aun-
que él tenía dados, y finalmente parece que que estuviese muy al cabo de la vida, no por
contenía en sí la humana razón y la divina, y eso dejó de recibir muy humanísimamente al
también por honesta causa y razón evidentí- Próspero Colona, el cual con algunos navios
sima parece que él debía de faltar á la fe que armados de guerra, aconsejado por el Gran
dio, por no dejar meter de sota á sobra la Ita- Capitán, iba con conserva del armada de Lez-
lia, la cual, echadas á una parte las guerras, es- cano á fin que el Duque Valentino, así como
taba para gozar de una sosegada paz y no ser podía acaescer en una larga navegación, no
revuelta de la cruel osadía de un tirano, y por fuese tomado de franceses ó cosarios, y con
hacer placer y buena obra á los Orsinos y Co- gravedad romana nunca pudo sufrir de habla-
loneses, que le habían muy bien servido, los lle ni velle, porque no pareciese que mostraba

cuales de aquel pestilencial hombre habían alegrarse de la miseria y trabajo de un cruelí-


recibido grandes injurias de crueldad y de simo enemigo. La Reina murió pocos días des-
avaricia. Pero yo no quiero callar, por defen- pués con increíble dolor y llanto de Gonzalo
der la honra del Gran Capitán, lo que yo en- Hernández, el cual confesaba que de Su Alteza,
tendí de dos clarísimos capitanes, que fueron como crecido y criado en su Corte, había reci-
don Diego de Mendoza y Antonio de Leiva, bido toda la grandeza de virtud y dignidad
que habiendo sido convidado en Boloña á ce- que desear se pueden, no habiendo antes el
nar con ellos, en aquel tiempo que el Empe- Rey (aunque desamorado y poco liberal) teni-
rador Carlos fué coronado del Papa Clemente, do osadía descomplacer á la voluntad de la
y platicando entre nosotros de la virtud yes- Reina, y esto mostróse después muy claro,
fuerzo del Gran Capitán, el cual había sido que muerta que fué la Reina, luego comenzó
general y maestro de la disciplina militar, de á dar'oído á la murmuración que contra Gon-
ambos á dos afirmaban que había sido en la zalo Hernández se hacía; que no faltaron mur-
guerra y en la paz un rarísimo hombre; pero muradores que de graves y grandes culpas le
540 PABLO JOVIO
inculparon para con el Rey. el cual con muy ni concediéndole toda cosa, porque de capi-
grande esplendor de gloria ofendía á los ojos tán y gobernador no lo hiciese compañero del
de los envidiosos. Porque muchos decían ha- reino. Pero Ñuño do Campo, ayudándole en
ber sido el reino de Ñapóles ganado de la sin- esto Juan Baptista Spinelo, napolitano, persi-
gular virtud y esfuerzo suyo; decían allende guió grandemente á Gonzalo Hernández, así
de esto que con muy larga y astuta liberali- como aquel que sagacísimamente buscaba las
dad había sido partido y menguado por él. cuentas de gastado y de todo lo recibido, y
lo
Porque dejada aparte la benignidad del Rey, mostró cómo no había dejado ninguna cosa al
si Su Alteza no hubiera firmado los privile- fisco, á fin que dando desordenadamente vi-
gios, el Rey se habría adquirido infamia de niese á ganar nombre de liberalísimo; con la
desagradecido y poco liberal, y Gonzalo Her- cual demostración se cubriese la facultad pri-
nández no por esto de los suyos, á quien ha- vada y especialmente aquellas riquezas de
bía designado de hacer mercedes, no como de tantos despojos y de tantas dádivas, así de
sí, sino menospreciados del Rey, se habría oro batido como de plata labrada y de muy
adquirido benevolencia y amor con odio y muchas joyas de grande valor, piezas de bro-
aborrecimiento del Rey. Otros decían que es- cado y sedas, allegadas con diligencia y astu-
taba soberbio por la victoria y rico por las tamente guardadas, porque no fuesen vistas
grandes rentas del reino, y que había escogi- de algunos curiosos y envidiosos y no se acre-
do para sí y para sus amigos y favoridos las centase el odio, ya razonablemente crescido.
más illustres y ricas tierras del reino, y que Pues estas cosas recitadas con singular
al Rey no había dejado otro de bueno ni de malicia, aunque por la mayor parte tenidas
entero sino la honra de traer la corona y el por mentira, turbaban grandemente el ánimo
vano nombre del nuevo título. Otros camina- del Rey, y esto tanto y con más dolor le pun-
ban por otros senderos para quitalle del todo zaba el corazón porque como no era muy di-
la reputación. De los españoles, don Juan de neroso, ni sumptuoso en su vivir y servicio,
Lanuza, Virrey de Sicilia; Valencia Benavides encendíase en un deseo de tanto oro é rique-
y Francisco Sánchez, despensero mayor del za, pero con la grande equidad y prudencia
Rey; pero con mayor maldad é más cruelmen- que florescían en él, no se mostró apresurado
te, Ñuño do Campo, el cual por esta acusa- ni ingrato fuera d'e propósito, que aquel deseo
ción ganó renombre de ingratísimo. Dicen fácilmente no le amatase.

también que el Próspero Colona, demandán- Era el Rey de parescer que muchas y gran-
dole el Rey del ingenio é disciplina, de las des cosas se habían de conceder á la singular
costumbres públicas é privadas de los Reyes virtud y condición liberalísima de Gonzalo
de Ñapóles, así como aquel que después del Hernández, el cual había felicemente acabado
primer Alfonso había militado con todos ellos, tantas hazañas y con grande loor ganado
le dijo palabras de Gonzalo Hernández tan aquel reino y haberle defendido con mayor y
agudas y graves, que metiendo sospechas no finalmente adquirido tanta reputación de gue-
nada vanas penetraron muy adentro en el rra al nombre de España. Todas estas cosas
ánimo del Rey; porque confesaba muy á la le pasaban por lo profundo del corazón, y con

clara que Gonzalo Hernández hacía ventaja á tanta disimulación las encubría, que á Gonza-
todos en autoridad y prudencia, en esplendor lo Hernández nunca dio señal ninguna de ser
de vida y en afición para con los soldados y ofendido del, sino en secreto á los reporta-
del amor del pueblo; de manera que á él, que dores les daba gracias por sus avisos, y en
toda cosa regía á su vpluntad y con pompa público platicaba muy honradamente en las
real lo mandaba, no le faltaba otra cosa sino obras de Gonzalo Hernández. Siendo el Prós-
solamente el título, al cual si hubiera querido pero vuelto á Ñapóles, con muy buenos ca-
aspirar se podría creer que no le habría fal- ballos que don Pedro de Córdoba, Marqués
tado algunos, que le eran obligados por las de Pliego (de su condición liberalísimo y tam-
mercedes recibidas de su mano, que le ha- bién en memoria de su tío) le había dado, no
brían puesto la corona en la cabeza. halló en Gonzalo Hernández el amistad de
Estas cosas tocaban á la majestad y en antes. Ñuño do Campo, habiendo de España
parte hacían advertir al Rey que proveyese vuelto en Italia (según se dice) fué entoxicado
con tiempo lo necesario, no complaciéndole por un cierto soldado al cual le había hecho
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 541

una grande injuria, y verdaderamente con nando, por recibir al yerno, se fué para allá,

merecida pena, si queremos mirar la fuerza donde se hallaron casi todos los señores de
del juicio de Dios, pues que él con un otro Castilla. De éstos recibió Filipo muy grandes
delito vituperosísimo y de ánimo ingrato ha- servicios y mucho mayores de los que él es-
bía sembrado el veneno contra un hombre peraba, tanto que le vino un deseo muy gran-
valeroso, capitán suyo y autor de toda su re- de de gobernar el reino, no pareciéndole de
putación. todo injusto ni deshonesto si él excluía al Rey
En este medio, mientra Gonzalo Hernández su suegro é tomaba aquellos reinos que vo-
gobernaba á Ñapóles con el mismo favor y luntariamente le eran dados de toda la noble-
acrecentada la reputación, el Rey don Her- za y con razón hereditaria de la madre le per-
nando hizo paz y concluyó el concierto con el tenecían, corrompiendo el ánimo de Filipo

Rey Luis de Francia, y á la verdad por mu- más que todos don Juan Manuel, el
los otros
chas causas, las cuales no son necesarias re- cual había estado muchos años embajador en
contarlas en este lugar, siendo diligentemen- Flandes. La cosa se redujo á término que el
te escriptas en nuestra historia. Fué también Filipo no venía con su voluntad á la presen-
ayuntado el parentado á fin que la concordia, cia del suegro, y ambos á dos á caballo
la cual con dificultad se podía esperar des- se vieron poco rato; el Rey en español é Fili-
pués de tantos enojos, con más fuerte atadu- po en francés, con harto pocas palabras, y
ra se viniese á confirmar, que el Rey don Her- aquéllas no muy bien entendidas, el uno y el
nando, aunque viejo, tomase por mujer á Ger- otro se saludaron, partiendo de presto don
mana, hija de la hermana del Rey Luis. Era Juan Manuel el razonamiento, á fin que el Rey
esta princesa nascida de nobilísima sangre mozo y poco platico de las cosas del mundo
paterna, en Gascuña, de la antiquísima casa no fuese prendado de los artificios del astutí-
de Fox. De esta Reina Germana era hermano simo viejo, é dentro poco rato (la cual cosa
don Gastón de Fox, el cual representando la es apenas de creer), casi todos los Grandes
virtud del tío, habiendo hecho grandísimas desampararon al Rey don Hernando, que
cosas en breve tiempo, murió vencedor en la inclinados cada uno é puestos en sus espe-
memorable batalla de Rávena. En el concluir- ranzas, decían que se había de servir á lo
se esta paz renunció el Rey Luis el derecho provechoso, y que más presto se había de
que tenía al reino de Ñapóles, con que á los adorar el sol cuando nacía que cuando se po-
barones que habían seguido la parte de Fran- nía. Sólo entre todos don Fadrique de Tole-
cia les fuesen restituidos sus estados, los cua- do, Duque de Alba, constantísimamente per-
les poseían antes de la guerra. Entre los otros severó en la su antigua fe, que por ningunos
fueron los Príncipes de Salerno y Visiñano, prometimientos se pudo jamás mover ni
Trajano Caraciolo y Honorato Gaetano, y atraelle á que con gran fe y singular virtud
entre éstos, otros muchos recobraron la li- le quitasen del servicio de su Rey y señor.
bertad, los patrimonios y las honras. Pero el Rey, como á la verdad convenía á
Pero después que fueron celebrados los hombre de gran prudencia, pareciéndole que
desposorios reales no faltaron algunos de los la furiade aquella oscura tempestad se debía
mayores Grandes de Castilla que llamaron á de huir con el artificio.de la disimulación, con
Filipo, hijo del Emperador Maximiliano, el grave y oportuno consejo determinó de irse
cual era señor en Flandes, que viniese en Es- de España é pasar á Ñapóles, y esto por no
paña á tomar el pensando que con más
reino, ver ni oír los hechos ni las palabras de Filipo,
libertad y licencia gozarían su grandeza de- alterado contra él, las cuales luego que hubie-
bajo de un floresciente Rey mozo que debajo sen ofendido el nombre de la majestad y las
de un austero y (como ellos decían) poco li- disimulase, se le volverían en vituperio. Pues
beral viejo catalán. Que los ulteriores espa- tantos Grandes siguiendo ai nuevo Rey, ó por
ñoles, el cual reino es grandísimo, aborrecen enojo ó por liviandad se le habían rebelado,
y desprecian al Rey de Aragón como pobre pues que habiendo dejado á don Fadrique de
de riquezas, el cual casi como en gracia reina Toledo, Duque de Alba, hombre de singular
en las ciudades libres. Filipo, no deteniéndo- gravedad y prudencia, el cual poco antes ha-
se mudio tiempo, vino á desembarcar en Ga- bía demostrado señales de entera fe, para el
licia al puerto de la Coruña. El Rey don Her- gobierno del reino, y llevando consigo á la
542 PABLO JOVIO
Reina, con veintp galeras partió de Barce- la venida de un nuevo Rey. Y vestido de ne-
lona. gro celebró las obsequias del yerno, por sa-
Fué en su compañia don Bernardo de Ro- lir después fuera en hábito real á los embaja-

jas, Marqués de Denia, y los ¡lustres y caba- dores de los Principes y á los barones del
lleros de los reinos de Aragón, pasando en reino.
pocos días las riberas de Francia y Genova. Gonzalo Hernández fué siempre visto cer-
Llegado que fué á Portofin supo la nueva ca del Rey en honrado y merecido lugar, y
cierta de la muerte de Filipo su yerno, la cual si algún soldado ó ciudadano, aunque fuese

al parecer en lo intrínseco del corazón se ha- de baja condición, deseaba ser presentado y
bía de alegrar, pero no dió muestras el Rey conocido del Rey, Gonzalo Hernández era el
gravísimo de cosa alguna indigna de aquel medio y singular demostrador de su fe y ser-
parentesco, el cual miraba al dolor de la hija vicio, el cual nunca á nadie faltó de su favor,

y de tantos nietos quedando huérfanos del porque ninguna cosa sentía tanto contenta-
padre; y quitados los aderezos reales, pero miento cuanto en hacer placer y buena obra
no cubierta de luto la galera capitana, en el para ganar las voluntades de muchos; y mu-
principio del invierno allegó á Ñapóles. chas veces sin ser rogado voluntariamente lla-
Habíase visto pocos días antes cerca los maba por sus propios nombres á algunos que
trece de Septiembre una cometa amarilla en veía estar de vergüenza detenidos, ó espe-
aquella parte del cielo que mira hacia el viento rando alguna cosa difícil, los traía á besar las
maestro, tal que se decía que amenazaba á manos del Rey y encomendalle sus negocios,
Flandes, porque no habiendo Filipo cumplidos talmente que de la merced recibida quedaba
aún los veinticinco años de su edad, banque- la obligación en sólo Gonzalo Hernández, con

teando al uso de Flandes y dándose á grandes el medio del cual prestísimamente se quitaba

ejercicios y debajo de un aire diverso, adole- toda la tardanza del ánimo del Rey, el cual no
ció de una cruel enfermedad, que le quitó la era nada amigo de hacer mercedes. Porque el
vida, habiendo dejado, allende los otros hijos, Rey procuraba de adquirirse fama con la equi-
un hijo casi de siete años, llamado Carlos, al dad y justicia y Gonzalo Hernández aspiraba
cual hoy honramos por Emperador, por virtud á la gloria adquirida con singular virtud, la
de ánimo y por la felicidad de sus hechos dig- cual largo tiempo no podría durar, ni pasar á
nísimo del renombre de Augusto. sus descendientes, si ella no iba fundada con
Gonzalo Hernández, después que supo la hondas raíces de ánimo grato y liberal. Por lo
nueva que el Rey había pasado el promonto- cual el Rey entre sí mismo considerando que
rio de Miseno, metióse en un bergantín y fué- habiéndole cabido un tan gran reino, ganado
le á recibir, y saltó en la galera real con tan- y defendido por esfuerzo y valor de Gonzalo
ta alegría de rostro, que bien demostró que Hernández, tenia sufrimiento que todo lo que
nunca había dudado de la buena voluntad del le pidiese se le debía de conceder, aunque las

Rey para consigo. Porque algunos envidiosos rentas del reino por la nueva guerra y por las
poco antes habían dicho que Gonzalo Hernán- muchas exenciones y mercedes estaban me-
dez nunca se arriscaría tanto que metiéndose noscabadas y de hecho se venían del todo á
en la galera real se confiase de la incierta fe perder; pero el Rey no quería que le tuviesen
del Rey, como quiera que sabía bien disimu- por ingrato, porque aquellas cosas que Gon-
lar y había bien aprendido á tener cubiertos zalo Hernández había hecho ó pensado en el
los secretos de su ánimo y también á descu- aspirar al reino, guardábalas en su secreto;
brillos cuando se ofrescía la ocasión. Decían mas sus merecimientos por tantas victorias á
también que en ninguna parte corría tanto todo el mundo eran manifiestos y en la fama
peligro como en la galera, porque en tierra de los hombres se mostraban.
estaba siempre rodeado de gente de guerra, Había Gonzalo Hernández en aquellos días
que no tenía de qué temer cosa ninguna en burlado de la diligencia y curiosidad de los

que se le pudiese hacer fuerza. Al Rey le fué tesoreros envidiosos, á él enojosos y pesa-
hecha en el muelle una puente y con solemne dos y al Rey poco honrosos, que siendo lla-
ceremonia fué recibido de los napolitanos, y mado como ajuicio para que diese cuenta de
con singular modestia desechó muchas cosas lo gastado en la guerra y del recibo de las

que le estaban aparejadas, como convenia á rentas del reino, lo cual estaba asentado en.
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 543

la tesorería, y mostrando ser muy mayor la con la Reina en el armada, llevando consigo á

entrada que no era lo gastado, respondió se- Gonzalo Hernández, traído de aquella espe-
veramente que él traería otra escritura muy ranza que cuando fuese en España le haría
más auténtica que ninguna de aquéllas, por Maestre de Santiago.
la cual mostraría claramente que había mu- Es esta dignidad (después de la del Rey) la
cho más gastado que recibido, y que quería más principal de cuantas hay en ella, ajunta-
que se le pagase todo el alcance de aquella da con grande potencia, porque la caballería
cuenta, como deuda que le debía la Cámara de las dos Españas, honrada con la honra de
real. El día siguiente presentó un librillo con este hábito y enriquecidas de grandes y per-
un título muy arrogante, con que puso silen- petuas rentas, obedecen al Maestre. Traen
cio á los tesoreros y vergüenza al Rey y á por hábito en la guerra y en la paz una cruz
todos mucha risa. En el primero capítulo asen- colorada delante los pechos hecha á modo de
tó que había gastado en frailes y en sacerdo- una espada. Este hábito es reverenciado re-
tes y religiosos, en pobres y en monjas, los ligiosamente y tenido en grande manera y
cuales continuamente estaban en oración ro- no se alcanza del Maestre ó del Rey sino
gando á nuestro señor Dios y á todos los san- por honrado merecimiento, y de las rentas
tos y santas que le diesen victoria, doscientos de sus encomiendas pagan el sueldo á los
mil setecientos treinta y seis ducados y nue- soldados que por la religión cristiana pelean
ve reales. En la segunda partida asentó sete- contra los moros. Pero de pocos años á esta
cientos mil cuatrocientos noventa y cuatro parte don Hernando y doña Isabel, Reyes de
ducados secretamente dados á los espías, por España, complaciéndoles el Papa, quitaron el
diligencia de los cuales había entendido los nombre y el autoridad al maestrazgo. Por-
designos de los enemigos é ganado muchas que solían los Maestres de esta Orden, con
victorias, é finalmente la libre posesión de un su grande grandeza, igualarse con los Re-
tan gran reino. yes, y á esta causa parecían temerosos, como
Entendida del Rey la argutia, mandó po- pocos años antes lo había parecido don Al-
ner silentio al infame negocio. Porque ¿quién varo de Luna, el cual por la mucha gran-
sería aquél, si no fuese algún ingrato ó ver- deza y soberbia suya meresció que le fue-
daderamente de baja é vil condición, que bus- se cortada la cabeza. Y vacando el maes-
case los deudores y quisiese saber el núme- trazgo por no ser ninguno promovido en él,
ro de los dineros dados secretamente de un toda la renta, juntamente con la libre fa-
tan excelente capitán? El Rey determinó de cultad de hacer caballeros y dar encomien-
perdonar á Gonzalo Hernández todas las co- das, vino en el arbitrio del Rey. Por la misma
sas pasadas y confirmar todo lo que había manera los maestrazgos de Calatrava y Al-
dado y repartido y de olvidar toda la sos- cántara Era esta dignidad siempre proveída
pecha que había tenido en lo del aspirar al al hombre más principal que había en Casti-
reino, lo cual le era opuesto de los que le lla, y así Gonzalo Hernández la prefirió á mu-

acusaban, por poder amorosamente persua- chas ciudades é villas que tenía en el reino de
dille (pero con malicia), ofreciéndole gran- Ñapóles; que el Rey Fernando de Ñapóles el
des cosas, á que viniese consigo en Espa- mozo le dio á Terranova en Calabria, y el Rey
ña, y dejando un nuevo Gobernador gozar Federico la ciudad de Bestia, al Monte Gar-
enteramente de todo el fruto y posesión del gano, hoy llamada Sant Angelo, y últimamen-
nuevo reino; pues que libre de la concurren- te el Rey don Hernando de España á Sesa y
cia de Filipo su yerno, con el cual había esta- Arunca, nobilísimas ciudades de tierra de la-
do algo diferente, pensaba muy presto vol- bor, ajuntando á estas mercedes cuatorce
verse á los reinos de España. Habiendo aco- tierras ricas, allende otros pequeños casti-
modado los negocios y restituidas sus tierras llos y lugares.
á los anjoínos, las cuales habían perdido por Gonzalo Hernández, como acutísimo y gra-
la guerra pasada, y por el beneficio de la paz, ve, no se podía dar á entender que un rey
siendo libres de la prisión y recibidos á todos poco liberal libremente le diese lo que le ha-
en su merced y servicio y hecho Virrey al bía prometido, aunque añadiese á los muchos
Conde de Ribagorza, después de haber esta- prometimientos una cédula de la mano real,
do en Ñapóles cinco meses, subió juntamente la cual había hecho con fin de traelle con su
544 PABLO JOVIO
voluntad en España. Más Gonzalo Hernández cia se maravilló y le loó mucho, que con su
venía de Ñapóles mucho por fuerza; no se par- grave aspecto de la gentil disposición, é con
tió juntamente con el Rey, porque quiso pri- un rostro bellísimo, representaba la semejan-
mero con mucha cortesía y cumplimiento des- za de un varón antiguo, y confesó que pues
pedirse de sus amigos y de todos los ciuda- en él se mostraba tanto valor de ánimo
y
danos, y especialmente de las señoras gene- cuerpo, que méritamente era merecedor del
rosas y satisfacer á su honra. Porque nadie renombre de Grande. Dícese por cierto que
quedase quejoso, mandó pregonar con trom- en este ajuntamiento ambos á dos los Reyes
petas que del mayor al menor viniesen á co- se lamentaron de la codicia de los venecianos
brar sus dineros,si algo se les debía, y á sus y determinaron de recobrar con las armas
capitanes y soldados les rogó que pagasen á todas aquellas tierras que les habían tomado
los mercaderes ó á otras gentes, si de algo y las que contra su voluntad les habían con-
eran deudores, dando á muchos de ellos di- cedido. No faltó Antonio Palavicino, genovés,
neros para que esto se cumpliese y para com- embajador del Papa Julio, el cual persuadía
prarse aderezos de sus personas con que vol- en su opinión á los Reyes, encendidos en
viesen bien en orden á sus tierras. Traía en aquel deseo. Porque no podía con buen áni-
su servicio una compañía de gente mayor y mo sufrir el Papa que las ciudades del Estado
más bien aderezada que la Casa real. Mientra de la Iglesia, que eran Ariminio y Faenza,
el Rey estuvo en Ñapóles había hecho gran- vacante la sede apostólica, hubiesen sido
des gastos, con los cuales encubríala escase- ocupadas por venecianos. El Rey de Francia
za del Rey, queriendo en todo caso conservar estaba enojado que Cremona, Bergamo, Cre-
con mucha familia y casa ilustre el sobrenom- ma y Bresa hubiesen sido quitadas del Estado
bre de Grande, ganado con singular valor y de Milán. El Rey de España tenía á mucho
esfuerzo. Dejaba en Ñapóles tanto deseo de rnal que las ciudades de Pulla y de tierra de
si, que estando para embarcarse en la galera, Otranto fuesen sujetas á venecianos. Fué
vinieron al muelle muchas señoras y con mu- partido este ajuntamiento cerca los primeros
chas lágrimas, haciéndose á la vela, rogaron á días de Julio, el Rey Luis caminando para los
Nuestro Señor Dios le diese felice navegación Alpes por tornarse en Francia y el Rey don
y la vuelta que fuese presta. Hernando con bonísimo tiempo llegó á Bar-
Pocos días después el Rey don Hernando, celona.
siguiéndole Gonzalo Hernández, allegó á Ge- Los Grandes de Castilla y Aragón fueron á
nova. Los genoveses le presentaron dos fuen- la hora con grande priesa á recibillo, que
tes de oro y muchas vituallas frescas para la á pequeñas jornadas caminaba, alegrándose
gente de mar, y aunque se diese priesa de ir de su felice y presta vuelta en estos reinos,
á Saona, quiso primero ver y tocar el santo mirándole á los ojos como á testigos del áni-
Catino. Este es un vaso que religiosamente se mo pacífico ó enojado. El Rey con profundísi-
guarda en la sacristía de la iglesia mayor. Es ma disimulación y grande artificio mostraba
una smeralda de seis ángulos, cavado á modo haber olvidado todas las ofensas, y con gran-
de un plato de vianda. Fué ganada antigua- de alegría y demostración de ánimo clemente
mente esta joya de la victoria de Suria y á abrazaba á los unos y á los otros, tanto que
pública honra de la ciudad consagrada á San quitaba la sospecha y el temor á muchos que
Lorenzo. merecían ser castigados, don Antonio de la
Había venido el Rey Luis de Francia á Cueva, caballero generoso y gentil cortesano,
Saona, por ver al Rey don Hernando y á la habiéndole venido á recibir, con mucha risa y
Reina, hija de su hermana, habiendo pocos regocijo le dijo: « Y tú también, don Antonio,
años antes sojuzgado á los genoveses, los me desamparaste en la Coruña». Este don
cuales echando de fuera á los nobles se le Antonio con apresurada lisonja fué recibir á
habían revelado, y quitándoles la libertad les Filipo; el cual con mucha desenvoltura, por-
metió encima la cerviz una fortaleza junto al que el Rey le perdonase, respondió: «Ansí es,
faro. En aquel ajuntamiento ninguna cosa fué ¡oh Rey y señor mío! y no lo niego, porque
más ¡Ilustre ni más notable al ver que Gon- ¿qu én habría creído jamás que un mozo de
zalo Hernández, al cual mandaron los Reyes veinte y cuatro años, gallardísimo de cuerpo,
que se asentase á su mesa. El Rey de Fran- el rostro fresco y colorado como una rosa, se
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 545

había de morir en tres días?» El Rey, holgán- no solamente del renombre de grande, mas
dose de su libre respuesta, con semblante de grandísimo.
alegre le dijo: «No te habría engañado el su- El Conde de Ureña, maravillado de todas

ceso del ligero consejo, si tú pensaras que un estas cosas, como aquel que era de ingenio
Rey clemente y legítimo pudiera muchos años delicado, dijo que Gonzalo Hernández le pa-

vivir y felicemente reinar». Estas palabras, rescía muy semejante á una nave muy gran-
amorosamente dichas y recogidas con placer de, la cual tiene necesidad de mucha agua
de los que estaban al derredor, referidas á los para poder navegar; de otra suerte le sería

otros, fácilmente quitaron á muchos la ver- forzado quedar encallada donde hay poca
güenza y el temor. El Rey siempre en la prós- hondura; queriendo decir que en España, rei-
pera y en adversa fortuna se mostró gra-
la nando don Hernando, no se podía sostener
ve, y como acostumbrado á recoger y gober- tanta machina, como después se mostró en
nar los ánimos de los suyos, perdonó huma- efecto, que Gonzalo Hernández, no solamen-

nísimamente á todos y al Duque de Nájera y te se paró en la corrida, mas casi se anegó

á don Juan Manuel, el cual le había sido gran- en las pesadas rocas de la envidia. Llegando
de deservidor y enemigo. á Burgos, el Rey por honralle le salió á reci-
Partiéndose del Rey, iban todos á recibir bir y mirando los soldados que le venían de-

al Gran Capitán, que por la pesadumbre de lante, vestidos con diversos y pulidos ves-
una febrezuela se había detenido en el ca- tidos, viniendo Gonzalo Hernández el último
mino y había allegado á Valencia y sido re- de todos, apeándose á besar las manos á Su
cibido de toda la ciudad con mucha fiesta y Alteza, le dijo el Rey mostrando con el dedo
regocijo, saliendo toda la gente de ella á la una grande compañía de soldados: «Gonzalo
mar por solamente velle. Don Serafín de Cen- Hernández, por lo que ahora veo, me parece
tellas, Conde de Oliva, lo recibió y le aposentó que tú has muy bien pagado lo que á estos
en su casa, teniéndola tan aderezada como soldados les debías, pues que habiéndote se-
si el Rey se hubiera de aposentar en ella. guido tantas veces en las batallas y rencuen-
Envióle al armada muchos caballos y muías; tros, cuando en ellas eras el primero, ahora
fueron tantas, que ninguno entró á pie en la que es hecha la paz, mudando la costumbre
ciudad. con mucha razón les permites que te vayan
Habiéndose detenido en Valencia algunos delante». Donde con palabras de mucho amor
días por aderezarse y tomar algún reposo le loó que siendo capitán animoso muchas ve-

del fastidio de la navegación, se fué para ces se había puesto delante los suyos en los
Burgos, donde el Rey había entonces allega- peligros de la guerra.
do, con tanta multitud y frecuencia de gente, Después de haber estado Gonzalo Hernán-
que los caminos no los podían recoger, pa- dez en la Corte algunos días ocupándose en

resciendo á los miradores una semejanza de los oficios privados y pidiendo en balde mu-
ejército, con ver tanta gente, tantos soldados chas veces que el Rey le hiciese Maestre de
viejos de Italia, tantos adherentes y amigos, Santiago, demandándolo con mucha instancia
obligados de la voluntad y servicio que ve- como cosa prometida debajo la fe y con cé-
nían á recibille y á besalle las vencedoras dula de la mano Real, y enfriándose poco á
manos. De suerte que ni las casas, ni los te- poco el calor de la gracia y favor, llevó de la
chos, ni las vituallas de ante aparejadas, no Corte en trueque de una grandísima merced
bastaban para tanta muchedumbre. Maravi- mucho enojo y pesadumbre, porque el Rey
llábanse los habitadores de los sayos pavo- con vanas causas de tardanza y con palabras
nados de nueva y extraña manera, las ropas procurando de entretenelle, mostraba clara-
de encima de seda, las gorras aderezadas de mente no querer usar con él de aquella libe-
puntas de oro y penachos, los valerosos ca- ralidad prometida. A Gonzalo Hernández le
pitanes con cadenas de oro, los caballos muy fué forzado descubrir á sus amigos el dolor
bien enjaezados con sillas aceradas al uso de de la injuria y el descontentamiento del ánimo
Italia y Francia, y de esta grandeza muchos y quejarse á velas tendidas de haber sido en-
fueron los que se ofendieron de la envidia. gañado, en especial á don Bernaldino de Ve-
Adquirióse mucha fiesta de la gente popular lasco, Condestable de Castilla, el cual era de
que le hacían versos llamándole merecedor autoridad y de riquezas muy grande en Bur-
Crónicas del Gran Capitán.— 3S
546 PABLO JOVIO
gos é muy amigo de Gonzalo Hernández, por Arzobispo de Zaragoza, lo cual, como infame
tenelle aposentado y por ser de un mismo y insolentemente procurado, el Condestable y
bando y voluntad. Trataban su amistad con Gonzalo Hernández, rogados del Ximénez que
mucho secreto y comunicaban sus pensamien- no le desamparasen ni le dejasen hacer aque-
tos con grande libertad, dando Gonzalo Her- lla afrenta, habían grandemente blasfemado
nández y recibiendo la fe de dar á su hija dofia de ello, porque les parecía que aquella iniquí-
Elvira por mujer al Condestable, que poco an- sima permutación se hacía por ofender el jui-
tes se le había muerto doña Juana de Aragón, cio deReina doña Isabel, fundado en una
la

su mujer, la cual era hija bastarda del Rey, y sincera religión.Y así el Ximénez con este fa-
en breve tiempo se había enfriado el amor del vor, con ánimo constante respondió que si á
yerno para con el suegro. La causa fué por no él le apretaban un poco más, que á la hora

haber podido impetrar del Rey la vida de un renunciaría la mitra y el báculo y se volvería
su familiar y criado condenado á muerte. El á ser fraile. Eran los pensamientos del Rey

Rey recibió enojo de la promesa de este casa- enderezados á hacer muy rico al hijo, por po-
miento, porque tenía pensamiento de dar á der valerse de las rentas de la Iglesia cuando
doña Elvira por mujer á su nieto don Juan de le apretaban las necesidades de la guerra, así

Aragón, hijo del Arzobispo de Zaragoza, á fin como lo había hecho de los maestrazgos de
que las riquezas y estado de Gonzalo Hernán- Santiago, Alcántara y Calatrava, suprimidos
dez cayesen en la casa real. La Reina Germa- en la persona real. El Rey dejó de entender
na, con un rostro enojado, volviéndose para en el negocio, teniendo grande enojo contra
el Condestable, le dijo: «¿Tú no tienes ver- elCondestable y Gonzalo Hernández, los cua-
güenza, pues no eres bastardo ni grosero, de leshabían estorbado con el Ximénez, el cual
tomar por mujer la hija de Gonzalo Hernán- había tenido contienda por su dignidad y r
dez, habiendo sido casado con la hija del putación.
Rey?» El Condestable le respondió: «En este En aquel mismo tiempo la fortuna, la cualaP
caso tengo un muy honrado ejemplo que se- luego que ha abierto la puerta á la envidia
guir, tal que no tendré vergüenza de mi pen- siempre se acrecienta y amenaza con la causa
samiento, donde claramente toco á la Reina, de los males, con grandes ofensas hirió á Gon-
la cual no siendo hija de Rey meresció ser zalo Hernández; porque había venido á la Cor-
mujer de un Rey tan grande y poderoso». Dí- te don Pedro de Córdoba, hijo de su hermano
cese que de aquella respuesta quedaron el don Alonso, á visitar al tío que entonces ve-
Rey y la Reina muy enojados. nía de Italia. Este, habiendo hallado al Gran
Tenía por costumbre Gonzalo Hernández, Capitán muy enojado porque el Rey no le
cuando la Reina salía de casa, llevalla de bra- guardaba la fe en hacelle Maestre de Santia-
zo, y cuando iba cabalgando, ir á su costado go, como era de ánimo libre y impaciente á
llevándola de rienda. Sucedió en este cargo sufrir las injurias, desdeñado contra el Rey se
don Fadrique de Toledo, Duque de Alba, é volvió á Córdoba, donde, contra la voluntad
Gonzalo Hernández fué del todo privado de real, con una cierta y perpetua autoridad he-

aquella honra y oficio. El Condestable, acres- redada del agüelo y del padre, era tenido
centándosele el enojo, perdió todo el favor como príncipe y señor de la ciudad. Era don
del parentesco real, y no mucho después, Pedro por este grande favor de los cordobe-
como era de ingenio vano y libre, sospecho- ses y por aquella ilustre grandeza al Rey
so y odiado por la mucha grandeza, murió grave y enojoso, y envió á mandar con H
antes de tiempo, habiendo poco antes con- rrera, alcalde de Corte, á los Veinticuat
tra la voluntad del Rey favorescido á fray que se deserviría si don Pedro viviese
'«I
Francisco Ximénez, Arzobispo de Toledo. Córdoba, sino que se fuese á su casa, así
Este, por opinión de religión, de humilde frai como lo habían acostumbrado los otros seño-
lecillo, con el favor de la Reina doña Isabel, res de la casa de Córdoba. Este mandato los
había obtenido el arzobispado; gastaba á su Veinticuatro lo hicieron saber á don Pedro,
voluntad, según la disciplina cristiana, infini- el cual recibió grande enojo y pena, y sin tar-

tas riquezas, y de esto el Rey lo envidiaba; y danza ninguna, movido de una precipitosa
procurando con mucha instancia que permu- ira, mandó á sus criados prender á Herrera,
tase el arzobispado de Toledo con su hijo el y atado de manos y pies, puesto encima de un
la ^e u
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 547

caballo, lo dio á sus caballeros para que le ta respondió que no quería ser tan mal mira-
llevasen á Montilla. do que inconsideradamente renunciase el de-
Era Montilla una villa de don Pedro de recho de la promesa real, porque quería más
Córdoba su agüelo, cercada de fuerte muro, mostrar la causa de una justísima querella
con una hermosa fortaleza, la cual estaba que aceptando una desigual recompensa re-
aderezada de muchos ornamentos de mármol nunciar al maestrazgo. Mostraba en el pre-
y era la mejor y más polida de toda el Anda- guntar y responder una cierta gravedad, mez-
lucía. El Rey, enojado grandemente, no de- clada con una apacible alegría, y con improvi-
jando sin castigo el delito cometido, porque so y delicado burlar, motejaba de lo sabroso
tocaba á la majestad real, después que don y amargo. Mas la simplicidad de la lengua la-
Pedro fué declarado por rebelde, determinó tina no allega al argutia del hablar español,
de castigalle con las armas, y mandando pro- el cual fácilmente nace de lo incierto, y á esta
veer de lo necesario para el castigo, Gonzalo causa me es forzado dejar infinitos motes muy
Hernández y el Condestable le suplicaron por graciosos, los cuales, aunque puedan pare-
don Pedro con esta condición: que prometían cer maravillosos y mover á risa á los despier-
á Su Alteza de traelle puesto de rodillas de- tos ingenios de esta aguda nación, pero cuan-
lante sus pies á pedirle perdón, pues como do son traducidos, como desnudos de su gra-
mozo, con ánimo ardiente había caído en. aquel cia y sabor, parecen fríos y groseros, y en fin,
delito. Don Pedro, traído del autoridad del tío no son agradables á los oídos de los latinos.
y del Condestable, vino á la Corte y llegó á No me parece que todos los hayamos de dejar,
pedir perdón de sus atrevimientos. El Rey no así como aquel que dijo á Diego García de Pa-
quiso perdonalle, antes lo desterró cuatro le- redes, caballero valeroso, cuando los france-
guas apartado de la Corte, y que no se pu- ses se esforzaban de pasar el Garellano por
diese alargar más de una jornada, para poder la puente, y las pelotas del artillería de los

ser llamado y volverse. Mandó con grave de- enemigos volaban muy espesas por toda
creto que Montilla fuese asolada hasta los parte, con muerte de hombres y de caballos.
fundamentos, para que sirviese de testimonio Gonzalo Hernández, con corazón valeroso,
de la severidad real con los sediciosos caba- puesto en medio el peligro, esforzaba al uno
lleros. No pudiendo Gonzalo Hernández obte- y al otro. Diego García le persuadía que se
ner con grandes suplicaciones que una me- quisiese quitar de aquel lugar peligrosísimo.
moria de la virtud paterna, edificada con tan Gonzalo Hernández le respondió: «Diego
grandes gastos, y siendo la tierra adonde él García, pues Dios no ha puesto miedo en
había nacido, dejase de ser arruinada, aunque vuestro corazón, no curéis vos agora de po-
para esto se valiese del medio de los embaja- nelle en el mío».
dores del Rey de Francia, á los cuales les pa- Derribándose Montilla (así como lo habe-
recía ser justa cosa que aquel que había ga- mos dicho) por mandamiento del Rey y ro-
nado para el Rey ciudades y infinitas
cien gando en balde los embajadores de Francia
villas y castillos, en trueque de este servicio que quisiese perdonar aquella tierra, por ser
se le hiciese merced de un castillo. El Rey en ella nacido Gonzalo Hernández, el cual ha-
siempre estuvo firme en su mandato, pero bía ajuntado á los reinos de España cerca
con esta moderación: que en lugar de Monti- doscientas ciudades y más de setecientas vi-
lla, la cual con el ajuntamiento del Andalucía llas y castillos, y siendo venida la nueva que
en breves días había sido arruinada, á Gon- de los que se habían ajuntado á derriballa
zaloHernández se le hiciese merced de la ciu- eran miserablemente muertos más de ciento
dad de Loja, por mitigar con aquella dádiva de ellos por un pedazo de muro que les cayó
el rigor del castigo Está apartada Loja de encima, dijo Gonzalo Hernández: «Muy claro
Granada cuatro leguas, puesta en un valle se muestra cuan valerosamente viva y sana
apacible, ceñida de altísimos montes; ajun- se defendiera Montilla, pues condenada y casi
tando á esta merced una esperanza de ánimo muerta ha muerto á muchos de los que pro-
muy benigno que Loja pasase á sus herede- curaban su ruina y destrucción».
ros, con que Gonzalo Hernández renunciase En aquel día que en la ribera de Gaeta fue-
la cédula del Maestrazgo. ron en una larga y dificultosa batalla los fran-
Gonzalo Hernández con generosa respues- ceses vencidos y puestos por las puertas de
548 PABLO JOVIO
Gaeta adentro, habiéndose presentado un Gonzalo Hernández, topándole, loando la in-
caballero catalán, llamado Cerbellón, al com- vención, le dijo: «Señor Condestable, si la
batir algo más tarde de lo que fuera necesa- dama no hace con este verde, mandalda ven-
rio, siendo la batalla fenecida y ganada la vic- der». A toda la Corte apachó el mote, por ser
toria, armado y puesto en una barca dando agudo y sabroso.
grande priesa á los remadores que se allega- Estando en Taranto mandó que á un sol-
sen á los compañeros vencedores, mientras dado, por ser malhechor y sedicioso, lo lle-
muchos estaban al orilla para ver lo que era, vasen fuera á ajusticialle. El soldado hacía
llegó preguntando don Diego de Mendoza grandes extremos y dando voces, diciendo
quién era aquel que venía tan bien armado, que le hacían sinjusticia, citaba á Gonzalo
Gonzalo Hernández le respondió: «Como sois Hernández para delante el juicio divino. Gon-
corto de vista no conocéis que es San Telmo». zalo Hernández dijo: «Vete, en fin, y vete
Llaman los marineros cristianos la estrella de presto, confiándote en el alto juez, y infórma-
San Telmo aquella que se muestra encima de le de tu justicia, que allí estará don Alonso
la entena después de una oscura
y grande mi hermano que responderá por mí». El cual
tormenta, prometiendo bonanza, ansí como pocos días antes había sido muerto en la Sie-
las antiguos creían de los fuegos de Castor y rra Bermeja, y entonces acaso había venido
Pollux. Entendieron los que estaban presen- la nueva cómo los moros tomándole en medio

tes la delicadeza del mote, porque rehepren- lo habían muerto, muerte verdaderamente
día al Cerbellón por haber venido tan tarde. merecedora de un capitán religioso y esfa
Los del enderredor rieron tanto, que en des- zado.
embarcando el Cerbellón le saludaron por Tornando adonde nos partimos, Gonzalo
San Telmo, el cual sobrenombre le quedó en- Hernández, enojado y desabrido, se retiró á
tre soldados para siempre. Loja buscando un ocio reposado de tantas
Saliendo los franceses (después de haber repulsas y ofensas, hasta tanto que la envi-
entregado á Gaeta) del reino, Gonzalo Her- dia diese lugar y el ánimo del Rey, alterado
nández á muchos de ellos que se iban por contra él, se amansase, estando así retirado
tierra les mandó proveer de caballos. Mon- y con la memoria de los servicios se volviese
siur Daubegni, su capitán general, le dijo con á más honestos pensamientos. Pues habién-
un gesto medio riendo: «Gonzalo Hernández, dose procurado un justo reposo, estúvose
ruégoos mucho que nos mandéis proveer de dos años cuándo en Loja, cuándo en Granada,
caballos gallardos y fuertes, porque nos sir- contento con sus riquezas, que eran muchas,
van para el ir y para el volver», casi prome- y de su gloria, sino que ella, como las más
tiendo de renovar la guerra. Gonzalo Hernán- veces acaece, era opresa de la mucha envidia
dez, entendida la agudeza del mote, le respon- de sus enemigos. En aquella reposada vida
dió: «Torna mucho en buen hora, cuando os con el cuerpo se ejercitaba poco y el ánimo
placiere, que las mismas cosas que ahora os procuraba recrealle con favorescer á muchos
doy de mi voluntad, vestidos, caballos y sal- que estaban apretados de la pobreza ó revuel-
voconducto, fácilmente á la vuelta lo alcanza- tos en pleitos ó puestos en otros peligros,
réis de la clemencia y liberalidad mía». Mos- los cuales pedían su ayuda y favor. Con estos
trándoles claramente, que si volviesen, corre- ejercicios mantenía su reputación por toda la
rían la misma fortuna de guerra. \ provincia, y se adquiría por todas las mane-
Don Bernaldino de Velasco, Condestable de ras de gentes singular gracia y voluntad, en
Castilla, era muy galán y gran cortesano. An- especial con los confesos y moros. Los espa-
daba servidor de una dama de la Reina, y se- ñoles llaman marranos á aquellos que son na-
gi'in el uso de la Corte hacíale muchos servi- cidos de linaje de judíos, y hechos cristianos
cios; loábala grandemente, diciendo que nin- vuelven otra vez á las ceremonias de la ley
guna cosa le faltaba para ser del todo hermo- judaica. Y cayendo en este capital delito
sa sino unas pocas de más carnes, porque acostumbran echalles espías que con grande
como era muy moza era algo flaca. Esta dama, diligencia miren lo que hacen y aun lo que di-
por dalle favor, dio al Condestable una presea cen, y los que son sospechosos los acusan
de color verde. El Condestable mandó dar de delante los inquisidores. Gonzalo Hernández,
vestir á los pajes y lacayos de aquella color. salva la justicia de la religión, en cuanto él

I
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 549

podía les favorescía, porque miseramente de adorar á dos deidades, la una la virtud y la
salteados de temor no fuesen (dejando la Es- otra la fortuna, y con esto había desechado
paña) vagando por el mundo y se pasasen á todas las religiones.
Turquía, donde tenían segurísimo acogimien- No faltó en el tiempo de aquel reposo á
to, por ser hombres ingeniosos y maestros fray Francisco Ximénez, Arzobispo de Toledo,
de obras mecánicas, especialmente en hacer de ayudalle con consejo, con capitanes y sol-
paños. Y lo peor de todo, cosa que es para dados, el cual con ánimo religioso y noble
doler, por haber hecho á la cristiandad mucho pensamiento, por matar la envidia de las mu-
daño, que llevaron los maestros del artillería. chas riquezas, tenía aparejada una armada de
Por la misma vía á los moros que habían que- docientos navios para pasar á Berbería, ha-
dado en Granada, que sufrían mucho, con los biendo asoldado con sus dineros catorce mil
cuales era de parescer que se debían tratar hombres entre caballos y peones, de los cua-
clementísimamente, porque aquella súbita les era capitán general el Conde Pedro Nava-
nación, impaciente de un imperio cruel, con rro, dado del Gran Capitán al Arzobispo. El
ánimo prontísimo levantada á tomar las ar- Conde con venturoso suceso, habiendo toma-
mas, no se pasasen en África, ó de allí no lla- do el gran puerto de Mazalquibir, tomó por
masen ayuda contra los cristianos, por ser fuerza de armas á Oran, tierra noble que ya
severamente gobernados. se llamó Barbaria, y con la misma furia echó del
Pocos años antes, por un mandato del Rey reinoal Rey deTremencén,hab¡éndole vencido
don Hernando, entonces tan religioso cuanto en batalla. Después de haber vuelto el Conde
después á muchos importuno, una multitud Pedro Navarro en España con la corona de la
casi infinita de judíos, la cual antiguamente se victoria, tomó á Bugia, antiguamente llamada
habían avecinado en España, porque no que- Uzicata, puesta en el golfo Holchachite, ciu-
rían dejar la judaica y recibir la religión cris- dad de la Numidia, famosísima así por las ri-
tiana, despojados de sus bienes y echados de quezas como por el estudio de la disciplina
las Españas, se habían derramado por todo liberal; siendo vencedor en dos batallas rom-
el mundo, y una parte de ellos poblaron á pió á los moros, y habiéndola combatido va-
Salonique, ciudad noble de Grecia, la cual lerosamente ganó la gran Lepti, hoy llamada
Amurate, tomándola por fuerza, la arruinó, Trípol; las cuales cosas acabadas honrada-
para que después fuese de grande provecho mente y con grande presteza del capitán y de
á los señores turcos. Y ansí Bajaceto, como los soldados acostumbrados á la disciplina de
yo lo entendí de Luis Griti, Duque de Venecia, Gonzalo Hernández, adquirieron grandísimo
decía que don Hernando, Rey de España, era loor y fama al capitán de la felice milicia.
tenido de todos los cristianos por muy pru- Estando en Loja con este reposo, que á la
dentísimo; lo que á él no le páresela, pues verdad tenía muestras de un honesto destie-
había desterrado á los judíos de sus reinos, rro, no faltando en él jamás la grandeza de su
los cuales él de bonísima voluntad los había consejo, ni aquella excelente virtud con la cual
recogido en Grecia. Porque se muestra claro se había adquirido tanta gloria, con un mismo
que por la frecuencia de los hombres se ha- modo de un indómito valor medía las cosas
cen los reinos grandes y ricos, y que impor- prósperas y adversas. El Conde de Urueña
taba poco á la república cristiana que los ha- preguntó á un gentilhombre de Gonzalo Her-
bitadores de ella no conformen en la religión, nández, que había venido ala Corte, diciendo:
pues todos, por mantener el general oficio de «¿Cuan gran hondo tiene en el agua de Loja
la razón y el honesto costumbre y la conser- aquella gran nave?» igualándola, como arriba
vación de la justicia, adoren al gran Dios dijimos, á la grandeza deGonzalo Hernández.
criador de todas las cosas. En este solo punto Siéndole referido á Gonzalo Hernández, res-
se muestra claramente que los moros se con- pondió: «Deci al Conde que la nave, con muy
forman con los judíos y con los cristianos. Era buenos lados, espera que la mar crezca para
Bajaceto filósofo y muy docto, y siguiendo la poderse levantar y dar las velas á los vientos,
opinión de Avenroiz, no admitía todas las fá- los cuales no suelen ser siempre contrarios».
bulas del profeta Mahoma, y en esta persua- No faltó suceso á aquella apacible respuesta,
sión era diferente de su padre Mahomcto, el pues antes de fenescer el año, habiéndose el
cual decía que los hombres habían solamente Rey grandemente espantado por la nueva de
550 PABLO JOVIO
la rota de Rávena, Gonzalo Hernández, prefe- den parecer fortuitas se refieran al juicio
rido á todos los otros, fué llamado del des- divino.
tierro para reparar las cosas arruinadas, asi No habiendo pasado dos años después que
como de los romanos el dictador Furio
lo fué dijimos que los Reyes estuvieron juntamente
Gamillo contralos vencedores franceses, por- en Saona, donde hicieron una liga muy perni-
que en aquella infelice jornada fueron muer- ciosa para la ruina de Italia, conspiraron con-
tos la mayor parte delos soldados viejos, tra venecianos con fin que, arruinada su se-
los cuales poco antes el Conde Pedro Nava- ñoría, las ciudades que
les habían quitado
rro los había traido de África, y habian sido fuesen restituidas á sus antiguos señoríos.
muertos más de treinta y seis illustres ó co- Acaesció que, siendo los venecianos vencidos
nocidos capitanes. Don Ramón de Cardona se en una batalla junto á Adda, siendo capitán el
salvó huyendo; el Cardenal Juan de Médicis, mismo Rey de Francia, perdieron todas las
Legado, fué preso; Fabricio Colona, el Conde ciudades que tenían en Lombardía y se reti-
Pedro Navarro, vinieron en poder de france- raron dentro las lagunas. La ciudad de Vene-
ses; de la cual calamidad apretado el Papa ciahumilmente impetró perdón del Papa JuHo,
Julio, y teniendo en Roma recelo de alguna porque el Papa con los suizos había recobra-
traición, pensaba en huirse. Todos los prínci- do á Faenza y Ariminio y á Rávena y Cervia,
pes de la liga demandaban á Gonzalo Her- ocupadas muchos años por venecianos. El Rey
nández, al cual tenían por capitán venturoso Luis, por la victoria, habíase enseñoreado de
en vencer á franceses. Cremona, Crema, Bergamo y Bresa, y con el
Puesto el Rey en tanto trabajo, envió á mismo suceso los pueblos de Verona, Vicen-
Navarra á don Fadrique de Toledo, Duque de cia,Padua, Feltro y el Frívoli se habían dado
Alba, para que refrenase al Rey de Navarra, al Emperador Maximiliano. El Rey don Her-

echado del reino, y nombró á Gonzalo Her- nando había recobrado sin herida ninguna las
nández por Capitán general, el cual á la prima- ciudades de la Pulla. Alfonso de Este, Duque
vera pasase en Italia y diese socorro al Papa de Ferrara, había tomado el Polisene de Rovi-
y procurase que Ñapóles no recibiese daño go. El Papa Julio demandábale, como á feuda-
ninguno. La armada se aparejaba en Málaga; tario de la Iglesia, las rentas de las salinas, las
concurrían á ella infinitos caballeros y solda- cuales están en la Paduse en Comachio. El de
dos; el aparejo que se hacía de armas y ca- Ferrara, por serle las salinas de grande utili-
ballos era grande. Teníase por muy cierto dad, determinó defendellas con la guerra, y,
que Gonzalo Hernández desterrase los fran- favorecido de las armas francesas, en más de
ceses de Italia y traería en España de aquella en una parte rompió á la gente del Papa. Por
nación nuevo triunfo. la cual injuria enojado el Papa, excomulgó al

Habíanse aiuntado en Málaga muchos na- Duque Alfonso y hizo entender al Rey de
vios, especialmente de Cádiz; estaba la vitua- Francia que si no le favorecía le tendría por
llaproveída; los soldados y caballos, reparti- enemigo, haciéndole saber que no le faltarían
dos por las naves, esperaban buen tiempo Reyes que defendieran la injuria hecha á la
para embarcarse, cuando por un súbito aviso Iglesia. El Rey de Francia, haciendo buria del,

de la no esperada victoria, por mandamiento tuvo en poco sus excomuniones y censuras,


del Rey se quedó todo el suceso. Los solda- y marchando el campo para adelante, echó al

dos, derribados del. dolor, los cuales habían Papa de Boloña y llamó concilio en Pisa, en el

designado adquirirse premios y honras de cual,examinadas las costumbres de Julio, fue-


aquel viaje, se lamentaban grandemente de se echado del Pontificado.
la fortuna, y Gonzalo Hernández siendo in- Tomado este negocio por el Rey Luis más
felicemente nombrado por Capitán general, agrámente y con más arrogancia de lo que le
habiendo gastado mucha suma de sus priva- convenía, fue causa de levantar algunos Re-
das riquezas, se afligía por el daño de tan yes. Y entre los otros á Enrique, Rey de In-
grande esperanza como le había faltado. glaterra, entonces muy aficionado á la Iglesia,
Paréceme ser necesario haber de contar el cual con un grueso ejército asaltó las ciu-
brevemente en qué manera el suceso de la dades de Normandía. No faltó el Rey don
guerra de Italia rompió aquella esperanza de Hernando á Enrique su yerno, que con color
loor y de victoria, porque las cosas que pue- de la religión tomaba muy justamente las ar-

I
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 551

mas contra franceses, especialmente deman- nández en todos los días de su vida le llegó
dándole ayuda el Papa, al cual en ninguna nueva tan mala como ésta, ni jamás ningún
manera podía faltalle, haciéndole esta va- capitán vido más caídos á sus soldados, así
lenza con grande voluntad, porque había he- por desbarate, ó contrario accidente, ó traba-
cho venir en Vizcaya la armada de Inglaterra jo recibido, tanto que era para maravillarse

con fin de echar de Navarra al Rey donjuán, ver que un hombre que ningún peligro ni gol-
amigo de franceses, y por esta causa exco- pe de fortuna le había derribado de la forta-
mulgado del Papa. leza de su esfuerzo, con la pública alegría no
Había el Papa hecho liga con venecianos y podía templar el privado dolor del ánimo.
con el Rey don Hernando, al cual por ser en Porque sólo él esperaba que con la ocasión
favor de la Iglesia dio la investidura del reino de una guerra tan grande, en la cual estaba
de Ñapóles, y asoldado los suizos había movi- determinado mostrar su esfuerzo y valentía,
do por toda parte gruesa guerra contra fran- sojuzgando la envidia, quebrantaría los áni-
ceses; de la cual guerra, finalmente, tal fué el mos de sus enemigos. En las primeras pláti-
suceso, que habiendo hecho una sangrienta cas que hizo á los que estaban cabe sí, des-
batalla en Rávena, los franceses quedaron pués de haber recibido el mandamiento del
vencedores, pero recibieron tan grande daño Rey, dicen que dijo: «El Conde de Urueña
que, apretados de la gente de suizos y vene- (contra lo que yo pensaba) ha salido muy
cianos, en término de setenta días fueron des- cierto adevino, pues que mi nave, movida de
terrados de Italia, quedando muertos en el la corriente del agua y hinchadas las velas del

principio de la victoria el capitán general don viento, en el medio del viaje le ha faltado».
Gastón de Fox y monsiur de Alegre, noble y Pocos días después, estando en Antequera,
viejo capitán, y casi todos los capitanes de que es una ciudad casi en el medio de entre
caballos y infantes. En el cargo de don Gas- Granada y Málaga, ajuntados los soldados,
tón sucedió monsiur de la Paliza, y aunque lo les hizo un razonamiento con mucha grave-
requería la venida de los enemigos de meter dad y prudentia, consolándoles que con buen
gente en orden, no lo pudo hacer por no con- ánimo tuviesen sufrimiento, si burlados de la
sentillo el tesorerode Normandía, porque de- fortuna habían perdido la esperanza de mos-
cía que no quería echar los dineros del Rey trar su esfuerzo y ganar grande honra y glo-
en la victoria; y desconfiado de poder haber ria, pues es muy justa cosa que se proponga

dineros, siguiendo el más sano consejo llevó el bien público al privado, y se alegrasen de

la caballería salvaen Francia por socorrer á la victoria común. Y que los satisfaría de ma-
su tierra apretada de la guerra que por mar nera que no se arrepentirían de su voluntad,
le hacían los ingleses y por tierra los suizos, la cual del Rey era muy amada, ni de los da-
los cuales habían pasado en Borgoña. ños ni caminos que por su servicio y por la
Habiendo venido en España la nueva de esperanza de la honra habían recibido; lo res-
estos sucesos, pareciendo al Rey don Hernan- tante lo esperasen de la liberalidad real, que
do que se debían de hacer suplicaciones por con sus cartas los encomendaría, y que en
todas las iglesias, dando gracias á nuestro esto no tuviesen ninguna duda, pues el Rey
señor Dios, el cual con aquella victoria había era tan justo que á todos haría largas merce-
puesto fin á la guerra, escribió de presto á des, con que se satisfarían de los gastos he-
Gonzalo Hernández que parase en hacer gen- chos para esta empresa. Licenciado el parla-
te de pie y de caballo y despidiese el armada, mento se retiró á su casa, haciéndoles enten-
enviando á sus casas los caballeros que ha- der que dentro tres días les quería á todos
bía amparado y á los que voluntariamente se hacer una dádiva. Fué parte de ella en dine-

habían ofrecido á seguille en aquel viaje, y ros, repartidos entre soldados privados, par-
por toda el Andalucía públicamente se diesen te en plata labrada, piezas de brocado y gra-
gracias á nuestro señor Dios por haber libra- na y mucho número de piezas de sedas de co-
do á Italia de temor harto más en breve de lo lores, caballos muy hermosos, tiendas pinta-
que las gentes pensaban, habiendo dado al das, armas doradas, camas de campo. Fueron
Papa una grande victoria contra sus ene- tantas, que los mercaderes por causa de ga-
migos. nancia las habían traído de Córdoba, de Se-
Tiénese por muy cierto que á Gonzalo Her- villa, de Medina, de Valencia y de Granada.
552 PABLO JOVIO
Fué el valor de ellas estimado enmás de cient contrario de los que muchos tiempos antes
mil ducados. Repartiólas con mucha liberali- habían sucedido. El mundo todo estaba re-
dad, no perdonando á los aderezos de su vuelto en guerra, que muerto que fué el Papa
propia casa. Teníase por cierto que quedaba Julio, el cual ninguno fué mayor ni más vale-
tan gastado y teniendo empeñadas muchas roso en defender y acrecentar la reputación
rentas de sus villas, que no podría cumplir de la Iglesia, le sucedió León décimo, grande
con los intereses y le sería forzado fallir. Sus favorecedor de hombres letrados, y procura-
enemigos se reían del, porque con vanos gas- ba volver al mundo la edad dorada. Coronóse

tos, por hacer una odiosa muestra de una en aquel mismo día que hizo un año, y encima
riqueza real, soberbiamente y fuera de propó- el mismo caballo que fué preso en la sangrien-
sito había dado saco á su casa y hacienda. ta batalla de Rávena entró triunfando debajo
Dícese que el Rey con una secreta pasión te- el palio.

nía deseo de quitar toda la reputación á Gon- Pocos días después entendió que monsiur
zalo Hernández, haciéndole fallir, y por esto de la Tramolla y el Triultio, ilustres capitanes
le dio esperanza que á la primavera del año de franceses, habían sido desbaratados en No-
venidero, con el mismo aparejo tenía de pasar vara por unos pocos de suizos que les dieron
en Italia, y esto porque procurase con algu- encima. Y que Enrique, Rey de Inglaterra, ha-
nas dádivas obligarse los ánimos de los sol- biendo hecho liga con el Emperador Maximi-
dados. Pero aunque yo lo tenga esto enten- liano, había pasado en Picardía con un grueso
dido de algunos Grandes señores de España, ejército, y en pocos días, rompida la caballería
no lo tengo por cierto, ni menos lo puedo de Francia, había tomado dos nobilísimas cij
creer, por no difamar sin cúlpala honra de un dades, á Teroana y á Tornai.
Rey sabio y prudente. Porque ¿á qué causa En aquel mismo tiempo, Jacobo, cuarto Rey
había de temer, si no fuera con mucha sinra- de Escocia, rompido su ejército de escoceses
zón, de las riquezas de Gonzalo Hernández, por Habardo Surreio en Tuedo, fué en bata-
especialmente habiendo ajuntado el reino de lla vencido y muerto.

Navarra al pacífico reino de España y siendo No habiéndose cumplido un mes después


vencedor en Italia y tenido por patrón de la este suceso fueron los venecianos vencidos
guerra y de la paz? en Vicencia en una sangrienta batalla por don
Habiéndose adquirido Gonzalo Hernández Ramón de Cardona y Próspero Colona.
una incomparable gracia y voluntad por su Con estos sucesos, muy conformes á
última liberalidad, retiróse á Loja, teniendo deseos del Rey don Hernando, se mezclabí
grande contentamiento porque á nombre
,
con mayor contentamiento las batallas e;
suyo á nadie se había faltado, y con mucha tranjeras de los nuestros con los Reyes b
alegría, porque las cosas bien y valerosamen- baros.
te hechas por él le adquirían grande gloria, la Fecha que fué la paz entre franceses y in-
cual voluntariamente le era contraria. En gleses, el Rey Luis se casó con la hermana del
aquel reposo estuvo cerca dos años, siempre Rey Enrique de Inglaterra, y siendo viejo y
ocupado en un honrado ejercicio, pensando en flaco,murió en el medio de las fiestas y rego-
cosas altas y grandes conformes á la grande- cijos de sus bodas, y había sido declarado por
za de su ánimo. Había enviado con grande Rey Francisco de Valois, su yerno.
gasto y diligencia por todas las ciudades que A Uladislao, Rey de Hungría, se le habían
tienen nombre de principado, no solamente en levantado los villanos y puestos en armas, de
Europa, mas en Asia y en África, hombres los cuales era su capitán Bornamisa. Habia
bastantes para que con grande diligencia le tenido una peligrosa guerra, y siendo vence-
hiciesen saber lo que se hacía en tiempos de dor de ellos los castigó méritamente.
paz y de guerra. Tanto que cada día acaecía, Constantino Rutheno, capitán de Sigismun-
que siendo avisado de cosas maravillosas y do, Rey de Polonia, en Sinoleucho, encima al
de grande importancia, las contaba á los que Boristene, en una grande batalla había venci-
se hallaban presentes, y con grande artificio do una infinidad de moscovitas.
las escribía á los ausentes. En el término de En Levante, Selín, de turcos, y Sophi His-
estos dos años que su vida se acabó, aconte- mael, de persianos. Reyes grandísimos y po-
cieron maravillosos acaecimientos, muy al derosos, teniendo ambos guerra, tal fué el su-

:
CRÓNICA DEL GRAN CAPITÁN 553

ceso,que habiéndose dado una sangrienta ba- después siguió al Gran Capitán en el camino
tallaen Artajarsa, ciudad de la Armenia, en la del cielo. Murió Gonzalo Hernández en el mis-
campaña de Calderán, fué vencedor Selín y ei mo día que el Rey Francisco de Francia, ha-
Sophi se retiró dentro de la Media. biendo vencido á los suizos en una gran bata-
Pero muy más honradas y apacibles se mos- lla junto á Milán, vino á Boloña á verse con

traban las cosas que en este medio eran es- el Papa León.
criptas de las victorias de los portugueses, Dicen algunos, á los cuales no doy crédito,
habiendo venido nueva muy cierta cómo con que Gonzalo Hernández, poco antes que mu-
grande armada habían pasado el postrer cabo riese, había hecho un concierto con algunos

de la Etiopía hacia el polo antártrico y habían Grandes de Castilla que eran de su bando:
sojuzgado casi todos los reyes de la India al que al Rey don Hernando, estando desaperci-
largo del Arábico y el Pérsico, mares muy bido de fuerzas, echado de los reinos de Cas-
grandes y extendidos, y habían allegado á Ma- tilla, fuese apretado á irse á los de Aragón,

laca del Chersoneso y hasta la isla de Sanio- metiendo en el gobierno á su hija doña Juana,
trán, y hallando asimismo la tierra donde nace á la cual por causa de su dolencia el padre
la especería, y por todas partes habían ate- con astuto consejo la había metido en un cas-
morizado innumerables ejércitos de aquella tillo con achaque de sanalla, y llamar de Flan-

nación con sólo disparar el artillería de des á Carlos, hijo de Felipo, el cual siendo ya
bronzo. de edad de quince años, daba de sí grandes
Con el mismo contentamiento y con mayor esperanzas de gobernar estos reinos, con el
gloria de castellanos se platicaba del Nuevo favor del cual, por tener noticia de los amigos
Mundo y de los despiadados pueblos de los del padre, habían pensado de abajar el partido
caníbales, habiendo el armada del Rey don á los del bando contrario.
Hernando descubierto la Nueva España, adon- Decían asimismo, que allende este trato
de se hallaba tanta cantidad de oro, perlas y tentaba cosas mayores, que eran sacar de
joyas, que bastaban á enriquecer en España, la prisión del castillo de Játiva á don Her-
no solamente la facultad pública, mas aun las nando de Aragón, hijo del Rey Federico, por
privadas. libertar el ánimo del juramento, mantenién-
Pues mientra Gonzalo Hernández en estos dole la fe al mozo, la cual inconsiderada-
ejercicios (no con natural, sino con una for- mente había obligado, y restituirle el reino
zada alegría) pasaba su vida, adolesció de en- de Ñapóles, con esta condición: que pagando
fermedad de cuartana doble, no de humor di- cada un año cierto tributo, quedase feuda-
mas por el suceso de sus negocios y por
fícil, tario al Rey de España, tomando por mujer
su poca alegría mortalísima á un hombre vie- á su hija doña Elvira, y en nombre de dote
jo.Fué llevado de Loja á Granada el año heb- las ciudades y tierras que él poseía en Ña-
domadario de su edad, y habiendo recibido los póles. Tenía tanta fuerza en él el enojo del
sacramentos cristianos, murió en los brazos no haberle querido dar el maestrazgo, que
de doña María Manrique, su mujer, y de doña aunque estas cosas parezcan extrañas y aje-
Elvira, su hija, á dos días del mes de Diciem- nas de su condición, pero pueden con alguna
bre del año de nuestro Señor de mil quinien- razón ser creídas. Porque muchas veces acae-
tos y quince, habiendo vivido sesenta y dos ce á los grandes Príncipes, que los mereci-
años y tres meses y once días. Fué sepultado mientos de un gran servicio, cuando son tan
en la iglesia de San Francisco de Granada, y grandes que pasan el término, porque no pue-
puestos al derredor de su sepultura más de den con justas mercedes satisfacerse, son pa-
ciento estandartes y banderas, acompañado gados las más veces con notables injurias. Y
en sus obsequias y mortuorio de don Iñigo verdaderamente que entonces la envidia y el
de Mendoza, Conde de Tendilla y gobernador enojo, en lugar de favor, tienen grandísima
de Granada, y de muchos caballeros del linaje fuerza, especialmente cuando no son los Prín-
de Córdoba. El Rey don Hernando escribió cipes de ánimos generosos y son obligados
muy humanísimamente á doña María, su mu- de la grandeza de los merecimientos ajenos,
jer,aconsolándola y loando á Gonzalo Her- y esto hállaloel camino de una falsa razón,
nández, quedando tutora y usufructuaria de por quedar con vituperosos renombres de in-
la hacienda y del estado, la cual pocos días gratos. Aunque á la verdad parece que esto
554 PABLO JOVIO
es fatal á los clarísimos capitanes, que en el nández, aunque estuviese muy enojado con-
postrero término de su vida, apretados de la tra su Rey, hubiese tenido osadía de pasar
envidia y privados de su honra, mueran con tan adelante, que no se pudiera retirar sin
el dolor de la injuria. Porque dejando aparte ninguna afrenta suya, que si por el humor ma-
los ejemplos de los antiguos, de Coriolano, de lencónico de la cuartana deseaba cometer
Alcíbiades, de Narsetes, ¿qué otra cosa fué este delito, por sólo no habelle descubierto
sino este dolor el que hizo arruinar á Borbón fuera de su pensamiento ni cosa ninguna in-
y al Conde Pedro Navarro, tomando el Conde digna de su antigua fe y prudentia, es de creer
las armas contra el nombre de su nación, mi- que salió de esta vida muy contento de sí
serablemente muerto en la prisión, en la for- mismo. Porque otra cosa más deseada ó más
taleza que él con sus propias manos había felice le podía suceder, sino que siendo car-
tomado? ¿Y el otro celerado traidor de su gado de triunfos de verdadera gloria, que
patria y cruel destruidor de la común fuese aquel su grande ánimo con la entera fama del
muerto en el principio de su cruel empresa? renombre se volase al cielo, de donde él ha-
Y así yo no creeré jamás que Gonzalo Her- bía venido.

Fué impreso el presente libro de la Vida de Gonzalo Hernández, llamado por sobrenombre
el Gran Capitán, en la ciudad de Caragoga, en casa de Esteban G. de Nájera.
Acabóse á siete dias del mes de Agosto, año de mil y quinientos

y cincuenta y tres. (Sigue un escudo redondo del impresor


con el lema: <^Iusta Vltio».)
BREVE PARTE
DE LAS HAZAÑAS
DEL EXCELENTE NOMBRADO

GRAN CAPITÁN
POR

HERNÁN PÉREZ DEL PULGAR (*>

Con muy granrazón, soberano señor, Vues- sas buenas; porque cuanto mas juntas y cla-
tra magestad desseó ver y conocer al nom- ras á nuestra vista son, tanto mas lejos y es-
brado Gran Capitán. Ca por cierto si él hoy curas los escuros las cuentan. Van breves
fuera, según útil á lo real fuere, otro (a) Epa- porque no ay palabras que basten á poner en
minondas ó (6) Parmenion en él tuviera, para tan alto estilo quanto requiere escribir vida
señorear el restante que del mando del mun- de tan claro varón: del qual en las mas partes
do á vuestra Católica Magestad queda, y por de la misma Ytalia valientes historiadores co-
ser tan justo su deseo (con cuidadoso cuida- diciando ensalzar la fama con las obras de
do), á priessa busqué en el gran montón de este ilustre Capitán en prosa y en metro, han
sus obras estas pocas, que de parte de su escrito de su figura, resplandor, linage, rique-
vida con mano libre de afición ni odio serán zas y claridad de gloria, que ganó con bondad
escritas, ansíde lo que hizo en Italia como de hazañas de guerra y tratos de paz. Ca fue de
lo que obró en España, donde ay tal costum- tanto valor el precio que ganó en ella, que su
bre que lo que en nuestro tiempo vimos de nombre no se amatará en todas las edades;
los vecinos della, menoscaba la fé de las co- pues que oyendo sus enemigos el nombre de
Gran Capitán, atemorizaban. E su propio rey
Este Epaminondas fue capitán de los tebanos,
(a)
y natural señor, con mas el rey de Ñapóles
muy excelente varón, ansi en el fecho de las armas
como en los ardides de la guerra, que si particularmente don Fadrique de Aragón, le dieron tanto ho-
se OTiese de decb' lo que del se escribe, convernia gran
historia. Del qual de sus muchos hechos, aqui dos cosas nor quanto lo manifiestan y dicen los privile-
porné. Que como oviese de pelear, dice el cónsul Julio gios que de parte de sus estados y señoríos le
Frontino, con los lacedemonios, porque sus gentes se
esforzasen no solo con las fuerzas, mas también con las dieron: y cuentan estas letras que el rey Ca-
voluntades, declaróles con ira que los contrarios hablan
acordado y publicado ganando la vitoria matar á los tólico y vuestra Alteza embiaron á la exce-
varones, y dar cativerio li las mugeres y hijos de los lente duquesa su muger; y de los previlegios
vencidos, con mas derrocar á Tebas: de la cual causa
los suyos recibieron tal corage con que vencieron los de solos dos, por no ocupar, porné las cabe-
enemigos. Segunda, que con tres mil peones y quatro-
cientos de cavallo venció prósperamente a la gran zas y títulos de los ducados de Santángelo y
hueste de los lacedemonios. El ejército de los quales era Sesa, por ser la grandeza de su alto estilo tal,
mil y seiscientos de cavallo, y veinte y quatro mil peo-
nes, del qual se lee nunca dudó acometer y esperar á. sus que me apremió engerirlos aquí. En lo qual se
enemigos, quales y quantos quier que fuesen.
(5) Deste Parmenion se escribe fue general capitán
verá ser mucho mas lo que en poco papel se
del gran Alejandre, el qual fue la causa con que el rey dice, que cuanto aquí del se escribe. Cuyo
reinasse todas aquellas partes del mundo que cuenta
Quinto Curcio. traslado es éste:

(*) Las Biguientes glosas, (jae en las márgenes de esta, obra van, son para declarar algunos passos della
escaros á los que las Crónicas romanas no han Icido, con otras declaraciones que en ella escribió nn letrado, el
nombre no manifiesto por temor de la tempestad de las lenguas de los murmuradores, que carecen de
del qual
sentido coa obras y no con palabras. (Esta advartencia se halla al principio del original impreso.)
556 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
y servir de su consejo, y gozar con su perso
•so- 1
Letra del rey cathólico d la duquesa de Terra-
na; y pues ha placido á Dios que yo no pueda
eda
nova, muger del Gran Capitán. I
cumplir tan justo deseo, él le ponga en su \

El Rey. Duquesa prima: gloria, y debemos aver por bueno que hace
lo
vi ia letra en que
me hecistes saber el fallecimiento del Gran y conformarnos con su voluntad; y ansí vos
Capitán; y no solamente teneys vos muy gran
ruego que lo hagays y que vos consoleys,
razón de sentir mucho su muerte, porque pues hay razón para ello, ansí por el renom-
perdistes
bre y gloria de sus obras y fama, como por la
marido; pero téngola yo de ha-
tal j

ber perdido (a) tan grande y señalado servi- obligación que para siempre queda á todos
los príncipes de España, para tener en me-
dor, y en quien yo tenia tanto amor, y por
cuyo medio con el ayuda de nuestro señor se moria y honrar sus huesos, y conservar y
acrecentó á nuestra corona real el nuestro acrecentar su sucesión. E si para consolación

reino de Ñapóles; y por todas estas causas de vuestra biudez y de vuestra persona y
casa, desseays que haga algo en tanto que yo
que son grandes (y principalmente por lo que
toca á vos), me ha pesado mucho su muerte
me aderezo para ir á essos reynos, que será ,

presto placiendo á Dios, hacemelo saber. De


y con razón. Pero pues á Dios nuestro señor
la villa de Bruselas á quince de febrero de
ansí le plugo, deveys conformaros con su di-
quinientos y diez y seys años. El Príncipe.-
vina voluntad, y darle gracias por ello; y no
fatigueys el espíritu por aquello en que no hay
Por mandado del Principe, Gonzalo de Sego-
via.— Por el Príncipe. Ala Duquesa de Terra-
otro remedio porque daña á vuestra salud; y
tened por cierto, que á lo que vos y á la du-
nova y Santángelo, su prima.
quesa vuestra hija y á vuestra casa tocare,
yo terne siempre presente la memoria de los Título y cabeza del privilegio que dio del du-

servicios señalados que el Gran Capitán nos cado y señorío de Santángelo el rey de Ña-
hizo; y por ellos y por el amor que yo vos póles al Gran Capitán.
tengo miraré y favoreceré siempre mucho
vuestras cosas en todo lo que pudiere, como
Don Fadrique de Aragón, rey de Ñapóles y

lo vereys por esperiencia, placiendo á Dios


dejerusalen, etc. Por quanto
la principal de
todas escogidas virtudes, que es la libe-
las
nuestro señor, según mas largamente vos lo
ralidad, fue siempre tan necessaria á los Re-
dirá de mi parte ia persona que embio á visi-
taros. De Trogillo á tres de enero de mil y
yes, que en ninguna manera se puede por
ellos menospreciar; y es tan grande que con
quinientos y diez y seys años.— Yo el Rey.—
Por mandado de su alteza, Pedro de Quinta-
mucho cuidado se debe abrazar, de donde se
sigue que nos, cuyos antepasados sobrepu-
na.-Por el Rey. A la Duquesa de Sesa y Te-
jaron en bien hacer y liberalidad no solamen-
rranova, su prima.
te á los reyes que oy son, mas aun á toda la
antigüedad y memoria de los buenos principes
Letra del príncipe, rey y Emperador y señor
nuestro, á la duquesa de Terranova. y emperadores; y por ello debemos esforzar-
nos con mucho cuidado y diligencia con las
El Principe.Duquesa prima: yo he sabido del mismas virtudes passar adelante á los otros;

fallecimiento del nombrado Gonzalo Fernan- y poíno los merecimientos y virtudes de Gon-
dez, Gran Capitán, duque de Terranova vues- zalo Fernandez de Aguilar y de Córdoba,
tro marido; al qual por lo mucho que merecía ilustre y tortísimo varón, Gran Capitán de
y por el valor de su persona, y por los mu- armas de los serenísimos rey y reina de Es-
chos y muy señalados servicios que á los ca- paña hayan sido tales á nos. y á don Fernan-
thólicos rey y reyna mis señores en honra, do II, rey de Sicilia, nuestro muy caro so-
conservación, aumentación de sus reinos y de brino, ovimos por bien de loar el singular
su corona real y de los naturales dellos hizo, esfuerzo y excelencia de ánimo del dicho
yo le deseava ver y conocer para me ayudar Gonzalo Fernandez. Y de lo ennoblecer con
soberanos ornamentos de honra, de fortuna,
(o) Por la muerto de Varro so dolia tanto el Augusto
Cesar, que á Iob que lo preguntaban la causa de su pesar, conviene á nos ciertamente esforzarnos que
porque no me queda, les respondía, otro Varro. Asi aquí el resplandor de nuestra liberalidad en este
el Bey siente perder tan útil y señalado servidor como
]e fue el Oran Capitán. hombre esclarecido resplandezca; de manera
DEL GRAN CAPITÁN 557
Que pensemos no tanto en acrecentar su ha- testigo el estrago que hizo en los enemigos
cienda, quanto en ganar para nos la alabanza cabe (a) Morano. Es testigo aquella hazaña
de esta virtud de liberalidad; mayormente digna de memoria de (b) Layno. Es testigo la
como los príncipes por todos son estimados Vitoria que nos dio su venida en la Tela. Es
por tales quales son aquellos á quien ellos testigo la Calabria y Vasilitula que poco an-
han por bien de hacer mercedes y beneficios. tes 'se había rebelado, otra vez por él reco-
¿Pues qué podemos decir deste tan gran va- bradas. Es testigo esto postrero del duque
ron que lo podamos igualar con sus alaban- de Sora (c) y del prefecto. Es testigo todo
zas? Dejemos su buena voluntad, amor y este nuestro reino. Son testigos los enemi-
acatamiento que nos ha tenido en los tiem- gos vencidos y desbaratados. Somos en fin
pos de nuestra adversidad: con qué grande- testigo nos mismo del esfuerzo de su cora-
za de esfuerzo, con qué saber de guerra, con zón, y las cosas por él noblemente fechas no
qué consejo, con quánto peligro de su vida las habemos sospechado, mas esperimenta-
quitó tan presto de las manos de los crueles do; no pensado, mas las sabemos; no las ha-
franceses toda la puso só nues-
Calabria, y la bemos oydo, mas visto. Ansí que de la libe-
tro poderío. E como quier que libremente ralidad de nuestro ánimo y debido agradeci-
debemos confessar que de todo ello somos miento queremos que dé testimonio este
deudores á aquellos invictísimos rey y reyna, nuestro previlegio, con el qual queda para
padre y madre nuestros muy acatados, que los venideros perpetua memoria y demostra-
con su favor esta guerra francesa tan feroz, ción de nuestro amor, gracia y buena volun-
y tan dañosa y tan peligrosa ha seido acaba- tad que tenemos al dicho Gonzalo Fernandez
da. Pero el esfuerzo, lealtad y bondad, con- con soberana alabanza suya. Sea pues á nos
sejo, gravedad del dicho Gonzalo Fernandez y al dicho Gonzalo Fernandez, y á sus hijos y
no menos nos ha ayudado que la grandeza y á nuestro reyno próspero favorable: lo acre-
autoridad de los dichos rey y reyna, tanto centamos y facemos duque de título y nom-
que no solamente con gran razón creemos bre y insignias de duque; le ennoblecemos y
que nos fue por mas que des-
ellos enviado, damos el señorío del ducado de Santángelo
cendió del cielo para nos. E como quier que con sus tierras, ciudades, villas y lugares, y
sus magestades, porque una cosa digamos fortalezas, etc.
muchas veces, confesamos de muchas cosas,
y más verdaderamente de todas serles en Titulo y cabeza del previlegio que del duca-
cargo, á las quales creemos no podríamos do de Sesa dio el cathólico rey de Aragón
satiáfacer con el precio de nuestra vida; pero
y de Secilia, etc., al Gran Capitán.
no podemos afirmar que sus magestades nos
hayan hecho mayor ni mas agradable bene- Nos don Fernando, por gracia de Dios,
la

ficio que habernos dado manera de mostrar rey de Aragón y de de aquende é de


Secilia,
en los buenos hombres el gradecimiento y aliende Faro, de Jerusalen, de Valencia, de
buena voluntad de nuestro ánimo. Ca cual- Mallorcas, de Cerdeña, de Córcega; conde de
quier cosa que en nos ay de cuidado, de con- Barcelona, duque de Atenas y de Neopátria,
sejo, de trabajo, todo ello nos parece que se conde de Ruysellon, marques de Oristan y de
debe emplear en ejercitar estas excelentes
(a) Esto de Morano fue en la guerra primera.
virtudes. Por ende aunque al dicho Gonzalo
(6) Layno, que es en la Calabria: entró el Gran Ca-
Fernandez no es necesario, pero á nos es pitán una madrugada, y aquí fue muerto el señor de
Almerí, que era hijo del conde de Capacho, y con él
cosa muy útil y honestísima honrarle de títu- trece varones con mucha gente francesa, y mas Antonio
de Trecabun, valiente capitán.
los y mercedes, y remunerarle de premios y
(c) A un pariente dcste Duque de Sora. entre el des-

honras, aunque él por su vergüenza y tem- pojo que le fue fecho, le tomaron una sortija que res-
cató de un peón que la uvo en mil ducadoH, que á ma-
planza singular no lo pida ni lo dessee; y que nera de burla le pidió este soldado por ella, y para la
paga de ellos en rehén le daba un criado muy acepto á,
assí como sus merecimientos y servicios fe- él. Sabido por el Gran Capitán, y preguntado & este ca-
chos por él á nos y al dicho rey don Fernan- ballero qué era la causa que daba tan gran cantidad
por aquella sortija, no teniendo piedra que lo valiesse.
do, de que es testigo la Calabria, son testi- Ningún precio, respondió, yguala su valor, que es empre-
sa de la mas linda y preciosa dama de Pnrís, en la que
gos las aldeas y casares (a) de Cosencia. Es están sus armas. Oído por el Gran Capitán, y visto el
afición con que procuró el rescate de la sortija, mandó
(a) Esta Cosencia es tierra fragosa de sierras en que dar los mil ducados al soldado, y aquella con muchas
ay muchas aldeas. joyas de gran valor dio & este capitán francés.
558 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
Gocíano, etc. Como los años passados vos el muy grande exército de franceses estaba,
¡lustre don Gonzalo Fernandez de Córdova, dentro de veinte y quatro oras. E saliendo de
duque de Terranova, marques de Santángelo la dicha Barleta, distes batalla á vuestros

y Vitonto, y mi condestable del reyno de Ña- enemigos los franceses, quasi en aquel mis-
póles, nuestromuy caro y muy amado primo, mo lugar donde venció (a) Aníbal á los roma-
y uno del nuestro secreto consejo: seyendo nos. E de lo que es mas de maravillar, que
vencedor fecistes guerra muy bien aventura- estando cercado salistes á los que vos tenían
damente, y grandes cosas en ella contra ios cercado; en la cual dicha batalla matastes (b)
franceses, y mayores que los hombres espe- al capitán general, y fuistes en el alcance
raban por la dureza de ella. Ansí mismo por desbaratando y matando los dichos franceses
nuestro consentimiento, como por apellida- fasta el Careliano, donde los vencistes y des-
miento del de muchas naciones, justamente pojastes de mucha y buena
artillería, señas y

para siempre el nombre de Gran Capitán al- vanderas, con aquel sufrimiento de (c) Fabio
canzastes en la Ytalia, donde por nuestro ditador romano, y con la destreza de (d)
capitán general vos enviamos; por ende pa- Marcelo y presteza de Cesar. E acordándo-
reciónos que era cosa justa y digna de rey nos ansi mismo como tomastes la ciudad de
para memoria perdurable de los venideros Ñapóles con increíble sabiduría y esfuerzo, y
dar testimonio de vuestras virtudes. E con- ganastes dos (e) castillos muy fuertes, hasta
tando el agradecimiento que vos tenemos, entonces invencibles, y de qué manera. Des-
daros y escribiros ésta; aunque confessamos pués assentastes real en medio del invierno
de buena gana que tanta gloria y estado nos con grandes aguas cerca del rio Careliano, y
acrecentastes, que parece cosa recia poderos estando los enemigos con gran gente de la
dar digno galardón; de manera que aunque otra parte del dicho rio; los cuales pasados
grandes mercedes vos ficiéssemos, parecer- ya por una puente de madera sobre barcas
nos ya ser muy menores que vuestro mere- que fícieron contra vos y los vuestros, no
cimiento. E acordándonos otrosi como envia- solamente los retraxistes, pero fecha por vos
do por nos con socorro en breve tiempo res- y por los vuestros otra puente, passastes de
tituísteis en el reino de Ñapóles al rey don la otra parte del rio súpitamente, y dándoles
Fernando, casado con nuestra sobrina, echa- batalla los vencistes matando muchos dellos,
do del dicho reyno; el cual muerto, después y metiendo los otros por fuerza por las puer-
el rey Federico su tio y sucesor en el dicho tas de Gaeta; la qual dada la fé á su capitán
reyno, vos dio el señorío del monte Gargano para que se pudiesse yr por mar, luego se
y de muchos lugares que están cerca del; por vos rindió la dicha Gaeta con el castillo. ¿Pues
lo qual volviendo en España honradamente qué se dirá de vuestras hazañas, sino que
vos recebimos. E acordándonos otrosi como dellas perpetua memoria quedará con mas de
enviado otra vez en Ytalia, requeriéndolo la la gran sagacidad y valiente esfuerzo con que

necesidad y el tiempo, ganastes diestramente ganastes (f) á Ostia, tan fuerte y tan provei-
la Chafalonía, que es isla del mar Ionio, ocu-
poner mucha diligencia A personas honestas que guar-
pada mucho tiempo de los turcos, de la que dassen, no se ofendiessen las iglesias de bienes que en
volviendo ganastes la Apulla y la Calabria. ellas estoviesseu ni recibiessen mengua las mugeres.
(a) Fue este vencimiento de Aníbal en Canas, aldea
Por lo cual vos confirmamos y retificamos y de Campania cerca de Roma.
(6) Kste capitán general que aquí murió, era el
fecimos duque de Terranova y Santángelo; y duque de Nemos, solirino y capitán general del rey de
finalmente después de la discordia nacida Francia, y con él quince capitanes de gente de cavallo;
los quales y él fueron enterrados muy honradamente
entre nos y don Luis rey de Francia sobre la por mandado del Gran Capitán en San Francisco de
Barleta á cada uno donde convenia, y la otra gente, que
partida del dicho reyno de Ñapóles, estovis- fueron mas de tres mil, en silos y en otras sepulturas.
tes mucho tiempo con todo el exército con E aqui se ovo muy rico despojo. Fue esto á veinte y
siete de abril de mil quinientos y tres aúos.
mucho seso en Barleta, donde vencistes las (c) Este era Fabio Máximo.
(d) Marco Marcelo fue hijo de Otavia, hermana de
galeras de los franceses, sufriendo con mu- Augusto Cesar, muy diestro en vencer. Lo de Cesar por
cha paciencia, constancia, hambre y pestilen- Julio ditador so dice: el qual por la mayor parte
siempre venció.
cia assaz, y de ay tomastes á (a) Rubo, dó (e) Esta toma de Ñapóles fue & quince de mayo dé
mil quinientos tres, y luego por junio siguiente á once
(a) A veinte y dos de febrero de quinientos y tres del fueron tomndos estos castillos de Ñapóles.
aflos en este Rubo, prendió el Gran Capitán á niosior (/) Esta Vitoria ávida de Ostia, al tiempo que con
de la Paliza, capitán general del rey de Francia, y á. ella entró el Gran Capitán en Roma, donde delante de
moBior do Torno, capitán del duque de Saboya, y mandó 8Í metió 4 Menao de Guerra, excelente alcayde della,
DEL GRAN CAPITÁN 559

da de gente, bastimentos y artillería, de que Tito Lívio era necesario para las recontar.
tanto daño los franceses á Roma facian? los Vegecio dice que no den culpa á la osadía de
quales ansi por vos echados de la Ytalia con escrebir porque muchos se esfuerzan á decir,
todos aquellos naturales della que los se- E Tulio que no hay ninguno, dice él, por sor-
guían, sometistes todo el dicho reyno de Ña- do y rudo que sea su estudio, que no quiera
póles á nuestro señorío, donde mucho tiempo que sea visto, E queriendo yo seguir ambos
fuistes nuestro virrey. Por ende acatando lo vandos llano y claro diré lo que en fecho fue,
susodicho, vos facemos merced del estado y contando las mismas cosas que todos vieron,
señorío del ducado de Sesa, etc. apartando la jactancia de decir que fui en
ello: en especial las de la guerra de Granada,

Continuación del dicho sumario. do poco della pasó en aquellos quasi diez
años que duró se me encubrió. Bien creo con
Las quales cartas reales arriba escritas, les temerosos que no se acabe creer lo que
muy poderoso señor, bastarían para historia no haríen, porque no quieren entender lo que
perpetua, pues aquella autoridad se da á la debían de saber Cuenta un filósofo de Ate-
escritura quanto al actor della con ser mas nas que escogería antes (dice él) poner su
testigos de lo que hizo este claro Capitán vida á la ira de sus contrarios que á la liga
todo el numero de gentes que en las guerras de los embídíosos. ¡O Aníbal, quién hallasse
de Granada y Ytalia fueron: los quales dicen nuevo línage de loor que te dar; que no te
vieron grandes cosas que hizo en ellas; ca de bastaba de palabra publicar; mas en escrito
buena razón no avian de estar calladas, antes ponías las ventajosas cosas que los varones
contino nuestro deseo avia de sospirar para hacían! El qual como un día su acepto fami-
las saber: ca trahen provecho con deletacion; liar le dijesse: cómo, señor, ahora paráis á

porque fueron tantas y tales que antes falta- escribir las hazañas claras de Maullo Aulson?
ría tiempo que de aquellas hablar; de algunas Amigo, amigo (dijo él), haz tu con él que no
de las quales bien breve parte vuestra ma- las haga, y avrás acabado conmigo que no las
gestad aquí verá; pues le pertenece el cono- escríva. ¡O qué palabras de dotrína si oy co-
cimiento y juicio de las tales obras que son rriese! Bien tengo que si este varón fuera de
dignas vuestra alteza las sepa; y saber le an fuera de la tierra que corriera su moneda y
bien los frutos que dan estos vuestros reynos con mejor gana la passaran: pues fue assaz
do nació este y otros Aníbales, que vivieron de peso, mas su naturaleza y pensamientos
en ellos de que los comentarios están llenos: holgados que tiene la muchedumbre azolfa
la ventaja que ficieron á todas las gentes con su oír: el qual avía de estar tan despierto

quien compitieron y guerrearon, y no tanto que con ardor se devían desear saber sus
con numero de aquellas como con esfuerzo y fechos assaz valerosos. Todos medren, decía
fuerzas corporales. E yo de las que vi me don Fernando de Guevara, sino mi primo y
atrevo á escrebir, aunque en mucha edad y mi vecino: y Claudiano que la presencia dimi-
poca abilidad que causaron poner en borro- nuye la fama del esforzado, porque son mu-
nes vida que tanto merecía ser de buena tin- chos los temerosos. ¡O pues y qué bien es
ta escrita, en especial á príncipe y señor que oyr hazañas claras que nos inducen á bon-
su grandeza en el mundo pone espanto (a): dad, y escuchar vicios nos traen aborreci-
el qual nos quita la benivolencia con que á miento! Respondió Séneca á uno que le pre-
todos admite. Ca sí fuessen escritas de tal guntó cómo no avrian embidia del: no tengas
scriptor como son de loor, y las pusiesse en (dijo él) cosa buena ni hagas cosa bien. Lue-
escrito como fueron en obra, otro Salustío ó go ansí es que nuestra condición será mas
devota y inclinada á escuchar mal que á oyr
con otros valientes capitanea que en ella se prendieron
con mucho despojo y rica artillería: le fue fecho el mas bien; pero á mí ver los cuerdos deven sofrir
pomposo reciVjiíniento, A, la costumbre de los antiguos
romanos, que desde ellos acá á, principe ni á otra per- lo que dellos dirán los malos antes que hacer
sona alguna fue fecho mayor; en el cual recebimiento, injuria á los buenos no diciendo sus grandes
ni de palabra ni en cara se le conoció desseo de triunfar
y triunfó porque venció. hechos (a). ¡O embídíosos que sola imagen
(o) Al principio de la habla que Vario Gemino al
Cesar Julio dijo, los que ante ti osan hablar no conocen
el tu poder. Los que ante tí n > osan hablar, no saben (a) Después de gran gloria, dice Salustio, se sigu*
la tu bondad; aquí el autor aunque la grandeza del Em- grande embidia; y Sócrates, que tantos dolores tienen
perador le pone espanto, su bondad le quita el miedo. los envidiosos, cuantos deleytes tienen loa prósperos.
560 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
teneys de hombres quánto mal podays! ca te,y juegos de cañas, y otras fiestas; ansi en
dañays cuanto quereys quitando á los bue- palaciocomo fuera, gastaba, y trabajaba de
nos y mas á los nuevos ricos el esquilmo de preceder á todos los cavalleros mancebos de
sus merecimientos. E pues lo envidiays tan su tiempo. Luego principióse de sobresalto
mal no vos lo se escrebir mas bien de poner guerra con el rey don Alonso de Portogal,

letra por parte en lo dicho para abono (a) de que muchos deste reyno con codicia, unos de
vuestra embidia, de la qual ansi como no se acrecentar bienes y estados, y otros con an-
os sigue interesse menos la gozays con de- sia de consérvanos, en él metieron por la
leyte. Yo, muy alto emperador, sin que nin- parte de Placencia.
gún dolor me apassione parezco ante vuestra Este Gonzalo Fernandez con la gente de
magestad con aquel temor que Virgilio tuvo don Alonso su hermano fué á Trogillo, donde
contando sus obras al Cesar, y Plinio scri- concurrieron muchos capitanes y gente con-
biendo á Vaspasiano. E daré linderos en esta tra Mérida y Medellin, que á la sazón de par-
obra no añadiendo, honrando lo que hablo, ni te del rey de Portogal estaban, y teniendo car-
por envidia aquello menoscabando diré y di- go de la capitanía general don Alonso de Cár-
rán todos los que gana tovieren de contar la denas, maestre de Santiago. Después que
entera amistad de la verdad. Ca no hay me- ovo vencido (a) en batalla en la Albuhera al
moria tan deleznable que no se acuerde que obispo de Evora, capitán general de Portogal,
vimos ayer que quedando Gonzalo Fernandez y á los castellanos que seguían su partido, jun-
de Córdova huérfano, no le falleció el bene- tos los capitanes y á ellos por él fecho un razo-

ficio de don Alonso Fernandez de Córdova, namiento y á aquel respondido: «No habéis
cuya fue la casa de Aguilar, su hermano, que parecido, dijo el maestre, oy señor Gonzalo
conociendo á los mozos la orfanidad los in- Fernandez menos bien en vuestro hablar que
duxesse á ocasión de culpa, largamente le ayer en el pelear».
proveyó de lo necesario, y lo encomendó Concluido lo de Portogal y nacido lo de
para lo enseñar á Diego de Cárcamo, caba- Granada con la toma de Alhama, primero de I
llero sabio; y con él lo envió á don Alonso marzo de mil cuatrocientos ochenta y dos, el
Carrillo, arzobispo de Toledo, y á don Juan rey y la reina sirviéronse deste Gonzalo Fer-
Pacheco, maestre de Santiago, mediante la nandez, capitán de ciento y veinte lanzas, que
autoridad grande que en estos reynos tenian era el numero mayor de aquel tiempo, con el
por su mano fuesse assentado con el rey, los qual cargo se mostró de prompto consejo en
quales lo recibieron alegremente, y le dieron las hazañas singulares y á los trabajos y pe-
al príncipe don Alonso, que adelante rey se ligros de la guerra salia á recebir con ánimo
llamó, y del se sirvió de page. Muerto el rey, no vencido. E continuándose la conquista del
la princesa doña Ysabel, que santa gloria reyno, el rey que tenia su real cerca (b) Taja-
haya, nuestra reyna y señora que fue, envió ra, mandó la fortaleza combatir, donde Gon-
por él que tan acompañado fue como la otra zalo Fernandez de improviso con los suyos
vez, y á pocos dias que á Segovia llegó, Co- tomó muchas puertas de las casas, poniendo
varrubias le dijo : la princesa le mandaba en lugar de bancos pinjados, y aquellas bien
assentar larga y complida quitación, que guarnecidas y atadas con cortezas de alcor-
queria saber qué compañía traya. «Yo, señor noque de un colmenar que allí halló: dio tal
maestresala, dijo soy venido aqui no por
él, priesa al combate por la parte que le cupo,

respeto de interese, mas por esperanza de que los moros fueron constreñidos á mover
servir á su alteza, cuyas manos beso». E como habla para se dar. Los cuales tomados, visto
reynaron en estos reynos los Cathólicos rey el Rey el recaudo que se daba, y como los ca-

don Fernando y la reina doña Ysabel, su mu- sos de esfuerzo hacia, y la diligencia que po-
ger, que sucedió en ellos; ella por fin de su nía en las cosas tocante á la guerra, en la cual
hermano (b) el rey don Enrique, sivieronse comenzada la pelea era el primero que entra-
del todo el tiempo que uvo justas en la cor- va en ella y el mas tardío que se partía de la

ea) El embidioso, dice Senécaí de si mismo es tor- (a) Cerca de Mérida fue esta batalla de Albuhera,
mento. primero dia de cuaresma de mil cuatrocientos setenta
(b) Este Rey don Enrique murió i-n Madrid á once y nueve años.
de diciembre de mil cuatrocientos setenta y cuatro 1^) Este cerco y toma de Tajara fue por junio de mil
afios. cuatrocientos y oclienta y tres afios.

i
DEL GRAN CAPITÁN 561

lid, y que aquellos que le seguian le


el afición cessidades en que la frontera los ponía, y
tenian, ca lesmonstrava ansi como en escue- como cerca de Alcanterxeníl están unos moli-
la de virtud tratándolos blando y con allhago, nos, los molineros de los quales se podían to-
tuvo cura de le honrar por le ver delantero mar, llegado á ellos no los pudieron entrar.
en los peligros. E cercada la villa de YUora, «Pues no llevamos harina á los hombres del
do recibieron daño los cercados, y mas peli- campo (dijo él), hagamos ceniza: guiad (a) á
gro los cercadores, el alcaide Alialatar, el essa puerta primera que da voces la vela».
mozo, pidió partido para se dar. El rey man- Fue tan grande el rebato essa noche en la
dó á Gonzalo Fernandez que con su gente la cíbdad quanto la admiración y escándalo otro
recibiesse. A segundo dia la reyna que alli dia, viendo quemada la de Bíbataubín, en es-
vino, envióle á decir que otro dia el rey y ella pecial los hombres de poco ánimo, que es el
querían oyr missa en la fortaleza y comer con numero mayor.
él. Al sobir entre las dos puertas que alli es-
tan, Gonzalo Fernandez, le dijo la reyna: «En- La muerte del rey de Granada.
cargaos de la tenencia desta villa y fortaleza,
Muerto Muley Bulhacen, Rey de Granada,
y ved que se da de tenencia con el mas
lo
su hermano Muley Baudelí apoderosse en
principal de la frontera, que al tanto y mas
vos mandaremos pagar con esta. E quanto á
mucha parte del reyno, y íntitulosse rey: al
qual unos llamaban el rey Viejo y muchos el
artillería y gente de pie y de cavallo quedará
tal y tanta y bien pagada quanto con el ayuda
Zagal, y otros rey de Guadix. Muley Baudilí,
hijo de Bulhacen, quedóse en nombre de rey,
de Dios podays hacer guerra á Granada. E
porque en vida del padre y contra su volun-
pues que en el mas peligro está el menos
tad se llamaba rey. Al qual ansi mismo aun-
daño, por mi servicio tomadla; y para lavor
quedarán tales maestros y aparejos que ansi que igual en edad, pero por ser sobrino, de-
cían el rey Mozo, que por otro nombre llama-
lo derribado con el artillería como lo mas ne-
cessario se bien reparará, porque de otra ma-
ban el rey Chiquito. Como el reyno estovíese
nera mas vos quedaba huessa que defensa». en dos partes y la cíbdad de Granada posse-
yese el rey viejo al tiempo que Gonzalo Fer-
«Pues vuestra alteza (dijo él) ha dicho mas de
lo que yo podia pedir, aquello suplico mande
nandez llegó á pegar fuego á las puertas de
Bíbataubín, como es dicho, el mormullo del
cumplir». El qual provehido de aquella tenen-
cia con artillería y assaz numero de gente de
pueblo fue tan grande como suele ser en los
pie y de cavallo, á la qual ansi como la tenia
semejantes casos: unos diciendo que avia trato
por examen escogida, bien ansi con ella era en la cíbdad; otros que había falta de guar-
das, las cuales ellos no faltaban de pagar
muy comunicable su virtud y mesa: ca procu-
raba aquellos que para su compañía tomaba, dando para ellas continuos pechos y tributos,
no menos de vergüenza fuessen que de es- y otros prenosticando juicios que el pueblo

fuerzo y corazón; y en casos tales careciente de verdad suele


si no lo tenían, echavalo en
echar. Sabido por el rey viejo, fuele necesa-
disimulación, y con la continuación de la gue-
rio andar por la ciudad, y dezirles cómo eran
rra se les apocava el temor. E con esto se
hacia guerra tan contino á espantosas aquellas cosas á los hombres que
la la ciudad que los
della fueron constreñidos á carecen de varones que no podiendo los
poner guarda de
gente de cavallo en Albolote y hacho en la to- christianos sufrir su poder en el campo ¿por

rre de las Almendras. E como un dia los hom-


qué lo hacían ellos flaco en su cíbdad? «Nues-
tra flaqueza (dijo él) no haga grande su fuerza;
bres del campo le traxessen lengua, y de aque-
lla sabido como los caballeros de Granada que
que si no fuéssemos nosotros tan temerosos,
estaban en Alhendin se podían descalabrar, no serian ellos tan valientes; y no os deveis
hizolo saber á Martin de Alarcon que con la turbar por estas cosas que son otorgadas al
oficio de la guerra, que esso que vosotros te-
gente de Moclin juntos armados en unos lin-
dazos de acequias que allí estaban los acu- meys, me pone confianza á la hora de la pelea
chillaron, y los suyos no sin sangre aunque (a) Fue en ostos días que se pegó fuego en esta
con Vitoria vinieron. Luego segunda noche, puerta de Bibataubin terrible tumulto en la cíbdad,
diciendo la mas parte que Gonzalo Fernandez no avia
como supiesse Gonzalo Fernandez por sus alli llegado sin tener trato en ella; otros prenosticando
juicios sospechosos, que les dló causa en la guarda della
espías moros que en Granada tenia, las ne- poner dobladas guardas.
Crónicas del Gran Capitán.— 36
sel BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
mostrareys vuestro esfuerzo, y no cureys de lo,y las barajas de la ciudad con los del Al-
alborotadores que en'^esto hablan; pues vues- baycin cada dia se continuaban mas, haciendo
tras cosas son [de loor y de mucha admira- todos buen mercado dellas. Visto el mozo como
ción: cade los .tales parleros costumbre es algunas esperanzas que los de la ciudad le
poner sus fuerzas en las bocas». Esto y otras avian dado, quando fue llamado para entrar
muchas cosas les dixo para les sosegar con en el Albaycin, salian inciertas, porque todos
que se pornian dobladas guardas y el campo seguían no aquel rey que tenia mejor derecho
seguirla no como señor de la guerra mas al reyno, mas aquel que les dava mayor par-

como guerrero militar della. E aquel tiempo tido; é conociendo según la grandeza del pue-
un alhaqueque moro conoció en Yllora una blo que con los debates que dentro se criavan
de las espias que Gonzalo Fernandez tenia y con la guerra que de fuera se les hiciesse
natural de Granada: y denunciado al alguacil se consumiría de manera que todos toviessen
della, vuelto mandóle prender, y atormenta- necessidad de le obedecer, con esto tomó el
do, la causa de ir y venir á Yllora le demandó. consejo mejor y envió á suplicar al rey y á la
«Yo voy, dice él, señor, y otros muchos á Gon- reyna mandassen á los capitanes y alcaydes
zalo Fernandez porque aquí morimos de ham- de la frontera (o) apretassen la guerra de
bre, y de la contina candela de su cocina fuera porque de aquella constreñida la ciu-
hartamos nuestros hijos, y de su paño nos dad, él se pudiesse mejor en el Albaycin sos-
vestimos.» tener. Venido el mandamiento á la frontera
que aquello que el rey mozo les escriviesse
La entrada áel rey mozo en el Albayciny hiciessen, Gonzalo Fernandez que al mozo

Gonzalo Fernandez y Martin de Alarcon amava hacer placer y servir, sabiendo que los
con gente de cavallo y de pie á le ayudar y del Albaycin no andaban como devian, mas

pelear con el rey viejo que tenia el Alhambra temporizavan como hacían porque veían la
la ciudad.
parte del viejo mas arraigada en la ciudad,
y
habló con el comendador Martin de Alarcon
Morándose la ciudad llena de parcialidad, que tenia á Modín, que pues tenian manda-
y no vacia de daños y engaños, yva su mal en miento del rey y de la reyna para ayudar á la
crecimiento, porque allí seguía mas la lealtad parte del mozo, que estaba en infortunio, se-
do se hallaba partido mas crecido; y con esto gún por su letra parecía, que á Gonzalo Fer-
y deseo de cosas nuevas procuraban muchos nandez contava en ella la inconstancia del
con escándalos adquerir el pueblo á su vo- Albaycin que le dava causa para salirse á
luntad. Esto hacia tener á todos los ánimos Yllora, señalándole noche y lugar y hora don-
llenos de miedo y vacíos de esperanza, ansí de le esperassen si saliessen tras él, pues
por la guerra que les hacían de fuera como la otro lugar no tenia mas seguro que donde él
que criavan de dentro. El Albaycin que es estaba. Ca las armas del Albaycin no le eran
parte principal en aquella cibdad metió al rey ciertas, en especial las de aquellos merecien-
mozo, con el qual muchos servidores y cria- tes ser castigados mediante sus delitos: que
dos y aficionados que ansí allí como en la si mandaban ambos fuessen al Albaycin con

cibdad tenia, estos con los del rey viejo ha- la gente de sus capitanías, que con dar algo

cían cada dia ruido. A este mozo favorecía á unos alborotadores que allí estaban, y cas-
el rey y la reyna con seguro de paz que die- tigar á otros que zizañaban, se sosternía el
ron ansí á los del reyno que de su parte es- Rey en él. E pues que vos, señor, y yo esta-
tovíessen como á los del Albaycin, que con- mos determinados de hacer por él, ni avernos
tino sus almayares y mercaderes entraban en de mirar á peligro ni trabajo, pues todo lo
el Andalucía por pan y azeyte y provisiones habemos de posponer á este caso que se
necessarias, los quales eran por las guardas ofrece. El capitán Martin de Alarcon, como

y gentes de la frontera bien tratados. E como fuese otro (6) Pithias de Gonzalo Fernandez,
el puerto más llano y cercano de Granada
(a) Todo graa pueblo entre si se consume y no tiene
fuese Yllora, assi por esto como porque les paü, dice Tito Livio, si fuera dél no tiene enemigo que
le faga guerra.
davan y tratavan bien en ella, era por allí el (b) KBto PithiaB, que otros llaman Facias, fue tan
contino paso. Los del Albaycin viendo quan verdadero en el amistad, que mandando Dionisio Sira-
cuBauo matar á Damon, y dáudolu término para ir á
benivolo les era Gonzalo Fernandez, amában- dejar ordenada su casa con que dejase fiador, Pithias
DEL GRAN CAPITÁN 5^
«Yo señor (dijo él), n¡ temor de captividad ni con SU gente hicieron, y quanto daño los de
perder la vida que mas preciamos, como al- la cibdad recibieron, les dijo el rey abrazan-

gunos os ponen delante, me ha de dar em- dolos. «¡O alcaydes señores, cómo los peligros
bargo de seguir vuestro mandado, que bien á que os aveis oy puesto nos han sacado
creo los moros, con vuestra ¡da, dellos con dellos ansí en el campo como en los adarves
fuerza rigurosa y otros con tratos amigables y puertas y calles!» Contino avia recias con-
permanecerán en el partido que están». Acor- tiendas, y iva de bien en mejor á los del Al-
dados de ir con la gente de cavallo de sus ca- baycin y con aquel favor del dia pasado en (a)
pitanías y numero de espingarderos, á la luz Almorava salieron los del Albaycin con espin-
primera entraron en el Albaycin. El rey los garderos y vallesteros christianos; y enreda-
recibió con complido placer, y aquel se le do- da el escaramuza cerca de Bibalmazan, y
bló con mayor medida quando Gonzalo Fer- aquella cebándose de gente de todas partes,
nandez le envió dineros, paño y sedas que Gonzalo Fernandez visto salir de la cibdad
metió, de que fueron pagados sus cavalleros; mucha gente, esforzando á su parte dio una
y entrada esta nueva en la cibdad, della se espolonada recia diciendo: «Venid señores,
salió al Albaycin mucha gente con codicia del que tan abiertas nos serán hoy las puertas
sueldo que adelantado les pagavan. Luego entrando matando como á los que van hu-
otro dia puesto recaudo en las estancias que yendo: ca si con Vitoria oy salen nuestros
contra la cibdad estavan, y sobresalientes enemigos, ó la par, será en peligro todo lo de
para resistir donde necessidad los Uevasse, nuestra parte.» Con esto dando espanto á los
salieron con el rey al campo, do muchos que unos, tomavan esfuerzo los suyos.
en la ciudad estavan neutrales se pasaron á
se publicaron por boz de pregonero
él. Allí
Cómo ios alfaquies y viejos de Granada pro-
nuevos seguros que Gonzalo Fernandez llevó curavan conformidad entre estos dos reyes.
del rey y de la reyna para los moros que es-
toviessen del partido del mozo. El qual y los Muchos alfaquies y viejos de la cibdad
capitanes continuavan las escaramuzas, don- viendo que assí el un rey como el otro fati-
de los espingarderos christianos hacian daño. gavan con tributos y no castigaban insultos
Estos capitanes Gonzalo Fernandez y Martin de que el pueblo estava lleno, padeciendo los
de Alarcon concertaron con el comendador pacíficos miserias de los tiranos que usavan
Alonso de Peñuela que con la gente de ca-
la de las fuerzas con todo afán y peli-
el oficio

vallo de Loxa y Lope Sánchez de Valenzuela gro, ca pesávase todo con la medida de las
con la de Alhama corriessen el camino del mismas cosas, y la muchedumbre anteponía
Padul la via del Alhendin, porque al rebato por mas amados á los mancebos mas malva-
de aquellos saliesse el viejo como salió de la dos: ca estos estavan tan abituados á mal-
cibdad, para que el mozo con los capitanes bivir, y aquel estimaban por mas amenguado
diessen en la zaga fuera de Granada. Al rey que menos fuerzas y delitos cometía. Y tra-
viejo allí los alcaydes Zafarjal y Manfot le di- tándose desta cosa viendo cómo la cibdad y
jeron: «¡O señor, cómo mas necesario tiene el reyno por todos cabos se horadava con pu-
rey ó capitán mirar primero á sus espaldas janza de daños que los buenos recibían, de
que no á la delantera!» Volviendo á la cibdad, secreto hablaron con algunos alfaquies y ciu-
fue en Almorava, que es un campo allí cer-
el dadanos y labradores honrados del Albaycin,
ca, tan recia la escaramuza de ambos reyes y los quales de miedo dilatavan lo que todos
capitanes que en el angostura de fuerzas y desseavan, y apresurados entendían en la re-
ahilamiento de hambre la noche con sed les conciliación de ambos reyes, para que con
apartó, y no fue apartado muchas veces des- concordia igual dexassen la guerra, y no quí-
te peligro (a) Fernandalvarez. Maravillados siessen con porfía esperimentar la fortuna; y
los moros de lo que en la pelea los capitanes increpando á sí propios el alfaquí Mahomat
el Pequeni decía á todos: «¿Quando en los

quedó en rehén para recibir la pena no volviendo días de los malos cesarán nuestros males?
Damon; el qual al p azo que se le dio volvió. El tirano
DionÍBÍo de aquella amibtad maravillado, A, los amigos Ca de los comportar nuestros enemigos nos
libres les roKó fucsse el tercero en su amistad cou ellos.
(a) Este Fernandalvarez, alcaide que fue de Colo- (a) Esta Almorava es un campo cercado, dó es agora
mera, era valiente hombre en la guerra. San Gerónimo de Granada.
564 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
han mancilla. ¡O cómo si fuessemos buenos al- porque estava en hacer justicia recia de al-
faquies y viejos, y derramassemos nuestras gunos alborotadores perversos. «Vuestra se-
lágrimas en tratar la paz cómo no derrama- ñoría (dijo él) deve llamar, y cortesmente
rían los christianos nuestra sangre en la gue- halagar á estos escandalosos: pues no es de
rra! pues la razón quiere y la justicia defien- otra cosa tiempo pedir á esta gran población,
de á los moros tomar armas contra moros, y desenfrenada su defecto, que conviene per-
tan recias que con el favor del sueldo que donar pues no ay fuerzas para los castigar
Gonzalo Hernández metió y da, no se siente en tiempo que toda (a) cerda hace sombra: ca
el daño que en lo recebir se sigue. E otro mal á todos y mas á los reyes conviene sofrir una
igual á este, que seguís hombres nuevos ven- de pocos, por no sofrir muchas y de muchos,
tajosos en maldad por negligencia de justi- pues la cura con que estos se han de cobrar
cia, de los quales gran numero anda por las es bien hablalles y alivialles no solo de pe-
calles con callosas manos de hacer mal á sus chos mas aun de los derechos que de derecho
vecinos. Y en lugar de se ocupar en peligro- os son obligados. Ca con mas seguridad se
sas y famosas cosas de virtud, desarraigan- acrecientan los estados (b) perdonando que
do los enemigos de su pueblo sin entremeter vengando; en especial ver como anda todo
á lo dañar gastando en ello sus trabajos, fati- tan dudoso que requiere mas clemencia y
;|
gando hombres llenos de buenos pensa-
los suelta que no gobernación rigurosa: que su
mientos, por ende ver quanto en tormento tiempo avrá que carezcan de la vida aquellos
viven los que á estos siguen. Que no de la que no usaren della como conviene al sosie-
cibdad mas de para bien y utilidad
la tierra go de la ciudad. Ca mejor es á los dañosos
della devian ser desarraigados, y con vuestra dejallos con miedo; que con aquel y deseo de
esperiencia proveer lo presente, pues veys perdón se enmendarán y serán modestos en
los nervios cortados para más mal suceder lo porvenir. Lo que con cuchillo, sus seme-

adelante. No dudo algunos digan que la habla jantes que fuera de aquel quedaren, no se po-
es recia, pero es mas segura: pues mejor es drán corregir, y es dar lugar á que cuajen más
morir honrada y virtuosamente en el campo, sus males. Por ende mirad, señor, que para
que no meter en nuestras casas enemigos de que los hombres duren no ha de durar mie-
quien seamos subjetos. Lo qual siempre se- do en ellos: que al rey mas amor que temor
remos, si luego no usamos de la Vitoria que le hace señorear, y dando lugar á vuestra ira,

en nuestras manos tenemos para ser libres, y quedaos tiempo para consejo, con el qual da-
dejando amonestamientos tomemos armas y reys el remedio necesario (c): que el poderío
fuerzas para amar y defender nuestra cibdad con amor y buenas obras á los subditos se
y reyno, que el hierro callente se labraja. E á possee mas seguro que con gentes, ni oro,
priessa antepongamos la libertad á la vida y ni verdugo. Ca si ganáis, señor, la benivolen-

huyremos la servidumbre, y venza nuestra cia desta gente escandalosa, no descaecerá


vergüenza el miedo, ca no menos es ávido de vuestra potencia y sereys tenido en precio,
flaco ánimo el que no muere quando con- que vos es necessario estando los enemigos
viene, que el que muere cuando no es me-^ tan pegados; prometiendo á los que vos fue-
nester: ca guardar nos debemos, no solo ren provechosos en la guerra mejoría en la
de lo presente mas de. lo que de futuro podría cibdad. Ca, señor, no es de acusalles su osa-
acaecer, ca lo que padecemos mas es por día quando está encendida su desesperación
nuestra flojedad que fuerza de los enemigos». y ira: que el señor que por premia quiere ser
Con estas y otras cuitas emponzoñadas que
(a) Lacerda dice, porque cuanto de menos valor^
este alfaquí Pequení que tenia puesta la vo- mala condiciou es el malo, tanto mas puede en puef
luntad en libertad y en menosprecio la muer- turbado.
(h) Por letra pidió Periandro, gobernador do Cor
te decia, y otros mozos y viejos que de se- thio, A Solón, si desterraría á unos ciudadanos, de
'

lealtad de los cuales estaba dudoso 'No lo bicieBe,


creto le seguían, andando de uno en otro pu- pondió. antea siempre rcf-istiese la ira, porque los ii
i'i

sieron venino con escándalo en el Albaycin. cantes viendo á sus vecinoH ausentes l<i terniíin oner
tad. Ca si fuesG Iienigno todos lo serian anilRos; pues
El rey que fue sabidor dello por parte del
;

perdonar es mas noble que el vengar, ca aquella es ]

pia Vitoria que sin sangre se toma


Chorrud, alfaquí honrado y principal allí, noti-
.

(c) No defienden, dice Salustio, los thesoros ni baf

ficólo á Gonzalo Hernández que como cosa que tes el royno mas fácilmente que los amigos: los cua'
no por oro secompran, ni por arrias apremian; mas i

nuevamente vino á ello, pidióle su parecer lamente se cobran por fé y buenas obras.
DEL GRAN CAPITÁN 565
tenido, por fuerza ha de aver temor de los y en aventura tengays las vidas; turbiandoos
que temen. Ca reynar mucho, quiere perdo- la paz colmada de que gozays, que por muchas
nar, y vuestra fama anticípese al enojo des- razones se prueva el gran provecho que della
tos acelerados alborotadores, llenos mas de se os recrece; la qual toda ora mas nos man-
escándalo que de razón, causadores de poner da el rey y la reyna conservar y guardar con
la república en principio de perdición. Ca en toda diligencia, y assi se hace, de que son tes-
las grandes comunidades ay muchas y varias tigos lo-í de la ciudad, viéndose cada dia cap-

voluntades, llenas de osadía y vacías de con- tivos como enemigos y vosotros libres como
sejo, haciendo unos á otros de los yerros leales, y por tales entrays en Castilla, y traeys
gracia. Ca la propiedad de la muchedumbre lo que quereys sin vos catar y bien tratar, y
assi como
subjeta sirve humil y blandamente, en lugar deste beneficio murmurays contra
bien assi quando señora acomete orgullosos vuestro rey y señor, de quien os mana esta
delitos, y delloverá señal cerca vuestra se- buena obra que recebis. Aved, señores, me-
ñoría, pues la libertad que á la puerta tiene moria que el señor rey es vuestro natural y
con vuestro real señorío la menosprecia en hijo de la casa de Granada, que con titulo
lugar de la retener y procurar con diligencia: derecho le pertenece este reyno que su tío
ca agena debe ser la (a) venganza del rey, con poca conciencia y mucha injusticia le ocu-
porque puesto que sea justa, es ávida por pa tiránicamente: lo qual como buenos vasa-
crueza, por el vigor de la potencia real; la llos y leales criados no en pequeña mengua
qual perdonando á estos perpetuamente se devriades de sentir, y cessen estos conventi-
dirá de vuestra mansedumbre y piadosa cle- llos y malas hablas entre vosotros, y trocad
mencia, de la qual letras y lenguas en toda vuestra ira en amor, y cambiad vuestro ren-
edad de las gentes no callarán vuestros loo- cor en paz y sosiego, y ser suficientes á co-
res diciendo que á la gran causa tovistes (b) noscer la verdad desechando espanto y mie-
mayor templanza, en especial que mas segu- do, el qual quanto su señoría contiende por
ros son los hombres que obedecen de grado, vos quitar junto con la paga de los derechos á
aunque ayan rebelado y tomado armas para que soys obligados, no menos porfíays unos
defenderse, que no los que por fuerza obede- á otros dañificar con vuestros veninos enco-
cen. Y no es, señor, menos loado hacer lo nados; y lo peor es que seguís á hombres ma-
complidero por prudencia y moderación sin los, viles y de escuros ingenios, cometedores
sangre, que vencer en el campo con derrama- de criminosas hazañas, á los quales days ga-
miento della; quanto mas, señor, que todo lardón en lugar de pena, y á los buenos penas
poder deve ser mas inclinado á la paz que por galardón. Por Dios, amigos, no codicieys
á los dudosos fines de la guerra por la in- novedades, ni seays causa de que por dejar
constancia de las cosas humanas, que son in- de castigar su señoría á los pocos empozoña-
ciertos sus acaecimientos y muy dudosos á dos, perezcays los muchos y sanos: ca si en
los mortales». Otro diaal Albaycin venido
por discordia estamos es por no castigar sus
mandamiento del Rey rogó á Gonzalo Her- atrevimientos passados. Por ende, hermanos,
nández les hablasse, pues allí había aljamia- enmendaos, sino el tardar de vuestro castigo
dos y assaz declaradores; el qual asi les dijo. cotí la grandeza de vuestra pena se recom-
pensará. Ca sabed que los vasallos no obe-
Razonamiento de Gonzalo Hernández dientes mas son subjetos lítíjosos que ami-
al pueblo del Albaycin. gos de lealtad; de los quales su porfía no
cause que perdays vosotros la vida que con
«No sé yo por cierto, señores, qué mayor vuestras artes mereceys tener á la servidum-
guerra publica os hacen vuestros contrarios bre sometida. O amigos y señores, como sí lo
que la quede secretóos hacen vuestros veci- que deveys haceys quanto de su señoría
nos, andando sembrando en vuestros ánimos haréis con suplicaciones humildes y no con
zizañas, para que perdays vuestras haciendas armas rigurosas, pues le veys inclinada la vo-
luntad á otorgada piedad. Ca con el mayor
(a) Todas las cosas dice Saluatio son de probar
con esto todo ruego se acaba. E por gratifi-
, ,

primero que el cuchillo. Así aqui Gonzalo Pornandcz


por mejor tiene el perdonar que el vengar.
(6i Ca asi era preciado el Emperador, decía
car á los amadores de la paz assolverá á los
oí Cesar,
Vencer por consejo como con espada. codiciosos de la contienda. Y pues es visto
566 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
que vos han venido y vienen males de oir á aquel continuad que basta para su olvido; y
los malos que ni quieren callar ni saben sose- ved bien que todo lo dicho es en vuestro fa-
gar, no los escucheys.Ca piensan de enrique- vor, y agradesced que os amonesto vuestra
cer con novedad de ver el pueblo y reino tur- salud, y no vos engañeys á ser osados por la
bado; antes contra ellos mostrad vuestra blandura que se vos da. Ca sabed que ansí
saña furiosa, pues su comunicación vos es como teneys rey para lo bueno remunerar,
sospecha dañosa: ca para los malos reprimir assi es recio para vos castigar: de tal manera
aquí somos mas llamados de vuestra fortuna que vos sea no durable la libertad y provecho
que de voluntad el señor alcayde de Martin que aquí y en Castilla teneys, pues vosotros
de Alarcon y yo, que delante hallareys para no quereys usar del como debeys, antes vos
vuestro amparo: y debeys tomar ejemplo en debe ser poco largo; pues con tanto cuidado
los de la cibdad, que temen mas la rigurosa reteneys vuestro propio daño; y no vos escan-
crueldad del Rey que siguen, de quien son dalizeys en aver oydo cosas no á vuestra vo-
apremiados con imposiciones y añadiduras de luntad: porque mas ha sido mi gana de vos
pechos, que á las armas de vosotros, que si aprovechar con obras que no contentar de
castigados fuessedes obedeceriades, y con palabras, pues las dichas no son tan ásperas
ser perdonados soberviays, como hace la mu- quanto la enfermedad de vuestras cosas», E
chedumbre quando le dan soltura. Ca mas assi hecha la habla le dijo el rey: «Oy conveni-
por maravilla de virtud que por razón de jus- bles, señor alcayde, han sido amenazas, pues
ticia en su señoría aveys hallado perdón de aquellas han quitado el mal que imaginavan.
vuestros escessos; porque es tanta la gran- Ca vuestras razones han hecho conservar oy
deza del beneficio que de su alteza aveys tanto este pueblo en sosiego quanto en so-
recebido, quanto la multitud de vuestros crí- bervia estaba ayer puesto. El alguacil y estos
menes y escessos los manifiestan: el miedo de alcaydes y viejos dicen que soys buen maes-
los quales os hace perseverar en errores, y tro en atajar escándalos, ca conamor y miedo
criar osadía, y poner sospecha en vuestra se- sosegays las gentes». En conformidad todo el
guridad. Ansí que, señores y honrados varo- pueblo del Albaycin increíbles loores daban
nes, concebid, concebid para vuestro castigo al rey, con el qual dicen permanecerán, pues

amonestamiento blando y no fuerza sangrien- les era mas padre en el perdonar que señor
ta. Ca por averse echado amanizquierda vues- en el castigar.
tra pena, no por esso cometays culpas, las
quales son tantas que recio serian essecuta- Cómo salió Gonzalo Fernandez y Martin
das en vuestras personas y casas, si en el rey de Alarcon con sus gentes de Granada.
reynasse crueldad como mora misericordia,
Vueltos Gonzalo Fernandez á Yllora y Mar-
que vos está cierta de su excelencia, pues
tin de Alarcon á Modín, de alH con mas la
aveys muy clara esperiencia en su managni-
frontera se continuava la guerra, porque las
midad que es tanta, que las grandes penas que
cosas sucedieron en estado que el mozo
por vuestros malificios mereceys, absolución
rebeló contra el rey y la reyna, y duró en él
dellas por beneficios recebireys. Por ende, ca-
hasta que él á Granada les entregó; y porque
balleros, haveys oydo de mí cosa que no
si
no hace al propósito decir mas desto, vo á lo
vos plega, enmendaos á lo hacer mejor y no
comenzado.
vos lo diré peor de quanto los subditos ren-
cillosos de su natural son tan flacos, quanto
La guerra que de nuevo se hacia al Rey chi-
al rey hace fuerte el no obedecelle. É creedme
quito, y la entrega de las fortalezas de Mon-
no pongays á su Señoría en tal estrecho, que duxar, Alhendin y la Malaha á Gonzalo
buscando en qué modo mejor vengándose Fernandez.
perezcays: pues vuestra lealtad es en quanto
paresce mas no en quanto verdad. Una cosa Continuándose la guerra como de primero,
querría, señores, de'vosotros, que mireys la Gonzalo Fernandez que tenia por amigo y ser-
culpa que teneys, y vereys que no ay pala- vidor singular á Ali-Alatar, alcayde y cabdillo
bras por mi dichas que no sean peores las que era de Yllora al tiempo que se ganó, y el
obras por vosotros hechas; y pues su señoría qual de Gonzalo Fernandez cada día recebía
es contento con solo vuestro arrepentimiento, mas beneficios, y su muger y hijos y criados

I
DEL GRAN CAPITÁN 567

vestidos. Este Alatar de que digo poseya la principal que le dio, la Malaha le entregó; en
tenencia de Monduxar. Gonzalo Fernandez la qual con gente de píe,assi parala defender
conociendo aquel era passado del Alpujarra á como para la labrar, dejó uno suyo y fuesse
Granada procuró con gran instancia se la en- á Yllora.
tregase: que no menos los de su parte allí se-
rian tratados y acogidos que estando por él.
Cómo el rey mozo tomó los castillos del Padul
El Alatar por ser grato de los beneficios de y Alhendin.
Gonzalo Fernandez recebidos, y viendo las
cosas de los moros empeoradas á no durar, Cada hora en la ciudad los hombres codi-
diósela é bastecióla de gente y provisión y ciosos de guerra y nuevos levantamientos
artillería. Los de la tierra con Granada fueron tenían entre sí discordia qual seria el peor, los
entristescidos, diciendo estar en perdimiento males de los cuales assí como son aborreci-
y extrema necesidad. El alcayde Manfot, que Ca todo
bles de escrebir son increybles de oyr.
era valiente varón y en la guerra diligente, momento yvan en crecimiento: porque avia
aposentósse en Nihueles por ser allí cerca de siempre debates entre los pacíficos y los pro-
Monduxar, para que los della tan libremente curadores de los escándalos. Ca estos por
no pudiessen salir á hacer guerra. Sabido por mengua de hacienda y sobra de crímenes, ha-
Gonzalo Fernandez como estaba allí Manfot, cían escuras conjuraciones para fatigar los
y dó ponia la guarda, armóle baxo del lugar, pacíficos, dándoles contiendas escandalosas.

y preso envióle á Yllora, donde doña María Toda la ciudad y tierra y alpujarra al rey, que
Manrique, muger de Gonzalo Fernandez, man- mas sufría que le sufrien, apremiavan fuesse á
dó á su alcayde Alonso Vanegas, que no me- tomar estos castillos: que recia cosa era Mon-
nos bien le tratasse que guardasse. Este al- duxar y la Malaha, y el Padul y Alhendin tener
cayde Manfot tenia la fortaleza de Alhendin, los christianos con guarnición contra ellos,
que es casi legua y media de Granada. Gon- que la guerra que de allí nos hacen, decían,
zalo Fernandez procuró con él se la entre- mas es por nuestro querer, siendo flojos que
gasse, pues con aquellas pesas se había de por poder que tengan de fuertes. Ca si tomas-
pesar su rescate. «Yo, Señor, dijo él, lo quiero semos (decían al rey ellos) de gana trabajos,
hacer y dárosla, pues tan piadosa es vuestra por fuerza daríamos fin de nuestros enemigos
muger en su casa, quanto vos enemigo en el con fiera crueldad. Viendo el rey cómo brota-
campo: de la qual á velas tendidas he rece- van todos discordia, informado de su consejo
bido mercedes y beneficios». Y tomado á Al- todo pueblo lo que osa hablar, aquello es atre-
hendin, el rey y la reyna embiaron á mandar vido á obrar, antes que con ímpeto diesse de
á Gonzalo Fernandez que la entregasse á cabeza, salió al campo. E como el Padul ovies-
Mendo de Quesada, que con ciento y cin- se poco que era tomado, y no provehido de
cuenta hombres con muchos mas (a) omicia- gente ni provisión, aquel combatido tomó con
nos la rescibió, y luego en aquellos pocos dias daño que del recibió. E tornando á Granada,
que Gonzalo Fernandez tovo á Alhendin, rec- á pocos días en su consejo se platicó á cual
tificó el amistad que tenia con Alben Malehe, de los castillos Monduxar, Alhendin, la Malaha
alcayde de la Malaha, dándole á entender yrien: unos eran de opinión que á la Malaha,
cómo aquella casa no era fuerza para ¿e po- por ser menos fuerte, por quitar el empacho
der defender en ella, que pues veia tomado á delantero. Dijo el rey: «Vamos á Alhendin, que
Alhendin, quedaba atajado por estar Alhen- con viandas menos camineras se tomará». Cer-
din adelante la vía de Granada; que le rogava cado lo pusieron en tal estrecho, que entra-
se la diesse porque cada día, decía él, se es- da la barrera y puesta en cuentos la torre, la
pera al rey á la tala de la Vega, y no será en tomaron: donde catívaron y mal mataron mas
vuestra mano de os dar, ni en la de su Alteza de docientos hombres, los quales les dieron
poderos defender, de que vea la hueste la re- fée de claro nombre, en especial el alcayde
sistencia poca que en la tomar ay. Dello con Mendo de Quesada, y el capitán Pedro de
palabras temerosas y parte con alago, y lo Castro, que como hombres de quien el nego-
(a) OmicianoB son aquellos que sirven cierto tiempo
cio mas colgava mas peleavan. Y para soco-
en los lugares de la frontera, para que les sean perdo- rrer á Alhendin recogido en el rio de Moclin
nadas las penas que merecen por los delitos que hi-
cieron- los capitanes y alcaydes de la frontera el rey
568 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
les envió á mandar que pues no tenían nu- ser vencidos de miedo, y el ageno temor de
mero de gente para socorrer á Alhendin le algunos no cause daño á todos. Ca assí como
esperassen allí en Modín, que en breve seria aquí (a) á unos no faltará sal y sepultura, me-
con ellos, y que con el ayuda de Dios en per- nos á los otros fuera honor y crecido galar-
sona lo quería socorrer; y con assaz príessa dón. E para perseverar en lo que estays,
llegó á Alcaudete, do supo nuevas ser lleva- acuérdeseos lo que deveis á nuestra fé y á
dos cativos á Granada. «Deven les dar, dijo vuestra honra y á nuestro rey, y esperad en
el rey, melezina de consolación, pues no espe- Dios la Malaha ha de ser testigo de vuestras
raron á los convidados.» E vuelto el rey para fuerzas y esfuerzo; por ende, amigos, sabed
Córdova, con assaz enojo, los capitanes y al- que haciendo lo que devemos teneys libertad
caydes de la frontera de noche á manera de y glorioso deleyte con esperanza del galardón
Almogavaría bastecieron la Malaha y llevaron que presto terneys, con mas loor de vuestra
tinajas para agua de que habían necessidad virtud; lo que del contrario quedamos con
con remuda de gente. Gonzalo Fernandez que mengua, subjecion y pena. Ca devese juzgar
con placer sostenía (a) trabajos, quedóse en por de poco valor aquel que cobdicia la bre-
ella. Los capitanes y cavalleros que allí fue- vedad desta vida menospreciando la perpe-
ron amonestavanle no quedasse dentro, po- tua, que no se alcanza sin trabajo. Ca notorio
niéndole delante el daño que podría suceder, es el bueno, assi como dessea honra, deve
'

perdiéndose él: que por cosa de tan poco va- menospreciar peligro. E remiremos y remede-
lor no aventurasse persona de tan gran pre- mos la vida de aquellos que mediante su fati-
cio como la suya. «No quiera Dios (dijo él) que ga han ávido loor, y pues que de los presentes
la Malaha segunde el enojo al rey: pues es á autos de virtud y valentía, y no en el vientre
mi cargo no porné sustituto; que no ay galar- de la madre se engendra la hidalguya, sed
dón tan presto, bien ó mal pagado como es el constantes á lo que os ofrecistes, y pueda
de la guerra, á quien tiene presteza ó pereze mas con vosotros la vergüenza que el temor,
en ella, ca está obligada en poco tiempo á y miembreseos que toda excelente memoria
ofrescerse gran caso. Por ende esperar quiero en tal lugar como este se cobra aventurando
(dijo él), señores, esta por no sofrir muchas: la vida por ganar honra». Con estas y seme-

pues en todas partes hay vecinos enemigos.» jantes razones con gesto alegre á los unos
Luego ida la gente que le dejó, y llevados sus amolava, y á los de acedo propósito amena-
cavallos, y repartidas sus estancias, dio tal zava. E estando aquí en esta fortaleza de la
priessa á la lavor, que todas horas labravan Malaha don Sancho de Castilla, que armado
y las escuras con (b) candelas de cosas livia- tenia en dos partes (b), de las escusañas supo
nas. Algunos de los que allí tenia, vista la for- ser entrados moros; y en tal paso los armó,
taleza ser tan flaca, mostravan gana hacer de que diez mató y tres cautivó, que sal llevavan
voluntad lo que el temor del Capitán, y no de las salinas que allí están. E preguntados el
certeza de poderse salvar los empidia; á los estado de la ciudad: «Nosotros, señores, lo que
quales dijo: «Si yo, parientes señores, aquí me sabemos (dixeron á Gonzalo Fernandez) es
metí con vosotros, fue porque tengo por que ay tanta necesidad de sal en ella, quanta
fuerte muralla el adarve de vuestros corazo- aquí abundancia teneys della». Demandados á
nes, que es la verdadera fortaleza: la qual no como .valia, á vida de un hombre cada fardel
acometerán nuestros enemigos, si nosotros ó cativerio de aquel. Repreguntados el cómo:

no la enflaquecemos de temor. Ca provando «Porque de trece que venimos los vuestros ma-
ellos su poder, soy cierto no sofrirán vuestro taron diez y los otros tres cativos nos teneys».
deber: que si os esceden en poderío, no vos
escederán en fuerzas, pues las tenéis llenas Los escándalos grandes que dentro de la ciu-
de uso y esperiencia. E mirad que los hombres dad los unos moros con los otros tenían.
no sugetos á vicios como vosotros no han de
En Granada continuavanse mas las tiranyas
(a) Aqni en Malaha se quedó don Sancho de Cas-
la con enredamientos unos con otros, y los ino-
tilla por amor grande que á Gonzalo Hernandes tenia,
é ser caballero mancebo, deseoso de osperimentar su (a) Esto de la sal dice porque alli junto están unas
persona en valientes y nobles hazafias. salinas.
(b) Esta candela que de noche alumbrava con que (b)Escusaflas son hombres del campo puestos en
labranan era de atacba y retama y lefia menuda. pasos y vados para ver ó sentir los enemigos.
DEL GRAN CAPITÁN 569

centes padecían males de la gente suelta que de la paz en que avia de perseverar, y parias
ni aceptaban razón ni querían justicia con que tenía de dar. Assy mismo quiso el rey oyr
gana que todos tenien de hacer mudanza por el voto de otros caudillos viejos y cabeceras

cobdicia de ganar, y con esto crecía osadía en que era contrarío á esto: especial el de Maho-
las cosas llanas rota y turbadamente, porque mat Abenzuragc, que por codicia de cobrar á
todos desatinados no sosegavan con estar Almuñecar, de que tenia merced de la tenen-
E como fuessen mas los
llenos de división. cia, desseava fuesse puesto sitio sobre ella.

malos, excedían en poderío á los pacíficos: El Muley y Abenzada dixeron al rey en el


que ni trataban ni caminaban, ni los campos consejo ser dífícile la toma de la Malaha, que
se labravan, lo cual causavan los naturales algunos hacían fácil: porque basta saber estar
enemigos de su propia tierra, porque con la allí Gonzalo Fernandez; y pues se metió de-

destruyccíon della esperavan aver muy gran- terminado, yerro sería combatir al que busca
des provechos. Con esto la comunidad enfer- peligro. Quanto mas que tenemos sabido tie-
ma de pujanza de delitos descaecíe: porque ne mucha y buena gente que le semeja: que
los escandalosos con sed de dar bienes á su por veces su trabajar nos ha dado trabajos, y
mengua, y ver las cosas de un ser en otro tor- no falta de artillería y bastimentos. Platicado
nadas, con desacordadas voluntades y de co- todo, conociendo tenían necessidad de des-
sas nuevas codiciosos, cometían muchos ma- embarcadero para los moros que venían de
les contra los buenos, que por de aquellos se África, acordó de ir á Almuñecar, por ser algo
defender todos abundavan en tempestad de puerto. En Restaval que es quasí al medio
guerra, nacida de nuevo, que sembravan los camino, fue certificado de unos chrístíanos
tiranos escudriñadores della; los quales con- que de Salobreña trayan cativos, la poca
traríos de la paz y sossiego. con movimientos gente y mucha falta que de agua tenían, man-
reboltosos y falta de robos, espesas veces dó á su hueste guyar á ella é assentó su real
desesperavan y atrevidamente arremetían á sobre Salobreña. Y en aquel tiempo el conde
los males. Viendo la ciudad en comienzo de de Tendilla, que capitán general en la frontera
grande perdición, el pueblo con estos rebatos era, corrió á Granada, y de lenguas que tomó
era fatigado de los atrevidos ascelerados, que en la Vega supo cómo el mozo estava sobre
cada hora mas crescian. Sabiendo el rey mozo Salobreña con la gente de Granada, y de las
estas cosas que los malvados con rigor ha- Alpujarras, é la villa entrada estava sobre la
cían, los quales conspiraban para lo peor, é fortaleza, y aquello le certificaron en el esca-
como tratavan del, pidiéndole contíno y obe- ramuza. E al conde aquí uno que llegó le dijo:
deciéndole nunca, é como no tuviesse su es- «Estos moros han dicho á vuestra señoría
tada segura en la ciudad, por ser movibles á que la causa que al rey llevó á Salobreña fue
liviandad, ca los tales no duran mas con su por la certenidad que tiene de la poca agua y
rey de quanto dura la buena fortuna con él, menos gente que está en ella. Yo iré y con el
algunos de su consejo, y otros muy aceptos á ayuda de Dios en la fortaleza entraré: que con
él le dijeron, que le convenia salir á poner luego, señor, ocurrir, se remediará lo que des-
cerco en algún castillo: porque con esto la pués del daño venido no aprovechará». Este
gente ocupada en el sitio, resollarien los pa- con setenta hombres, dellos escuderos, y los
cíficos;en especial los labradores que esta- mas espingarderos y vallesteros, por el pos-
ban ansiosos de paz, por el esperanza que tigo á la fortaleza de Salobreña entró, al tro-
tenían de los frutos de la Vega, Concedido car de las guardas que los moros hacían al
por el rey mozo, y salida la gente al campo, alva: los quales la fortaleza combatían, donde
volvió al consejo; porque aquel estava en dos no menos daño recebían, que los cercados
partes, los unos dándole á entender por mu- afán. Los de dentro soltaron un peón á decla-
chos respetos fuesse á la Malaha, que era rar su necessidad de agua (a) á don Yñígo,
casa llana y flaca; y tomando á Gonzalo Her- que con él vinieron las ciudades de Málaga,
nández que allí estava, con su rescate (a) co- Antequera, Loja, Alhama y Velez, y otros mu-
braría el rey sus hijos que estavan en rehén chos cavalleros y gentes que trujo por la mar
(a) Estos dos hijos del rey moro se pussieron en po- al socorro, el qual con assaz daño que cada
der del capitán Martin de Alarcon que Ion tenia en la
fortaleza de Porcuna, á cuyo cargo estaba la tenencia (ffl) Governador y capitán de Málaga era este don
della- Ifiigo MauriquC) alcayde que es de las fortalezas de ella.
570 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
ora de davan, estava en el peñón
la tierra les cercados: «Lo que de la razón destos moros se
junto á que es allí poco dentro la mar: del á
él, toma (dijo aquel) es que como hombres flojos
la fortaleza no se puede mandar aviendo en en osadía mueven tratos, y cautelosos en en-
el arenal como estava gran cantidad de mo- gaños ofrecen cosas para dañar nuestras al-
ros que lo estorvavan. Y en el tormento deste mas y mancillar nuestras honras, y no debe-
peón, que al dicho capitán don Yñigo Manri- mos desahuciar nuestra ayuda y no seremos
que embiava, supieron la poca agua y no vino de todas partes heridos con injuria: pues es-
que tenian, y como aquella por quartillos se tan en este cerco mas por tentar nuestros
repartía. Testimonio de lo creer fue los cava- ánimos que ánimos tengan para sofrir vues-
líos muertos de sed que del adarve abajo tras fuerzas; las quales bien como á los teme-
echavan; y con esto ovo causa tener espe- rosos en el afrenta mengua, ansí los fuertes
ranza auer presto la fortaleza. Los del cerco en el peligro acrecienta; y no nos deven po-
á menudo decian á los cercados con amena- ner espanto las palabras soberbias con que
zas fieras breves serian entrados. Y que pues amenazan, que el temor que os tienen impe-
no tenian agua se diessen y no esperassen dirá su hecho. Ansí que, señores, á nosotros
tiempo á ser tomados por fuerza, lo que á la conviene trabajemos con perseverancia en de-
ora serian recebidos de grado con partidos fendernos. Ca mas son las cosas destos (a)
provechosos, que el rey en mansedumbre dar espanto que hacer daño; y aparejad los
ventajoso les harie. Aquel que los setenta ánimos y manos que al presente nos son ne-
hombres metió (a) un cántaro de agua (de nessarios para salvar las vidas y guardar las
que bien poca quedaba) les dio; y en albricias honras, y gózaos que á la puerta teneys el
del combate con que le amenazava, fuesse en socorro con la persona real: y usad de vues-
la coracha que era su estancia (b) les arrojó tra loable fortaleza con sofrimiento de sed
y dio una taza de plata; y el acayde Bexir al- quanto podreys, y podreys quanto querreys.
férez del pendón real del rey le ratificava las Ca quanto mayor es el peligro que el bueno
amenazas con que furor mezcladas, con mu- defiende, tanto mayor gloria y fama se le deve».
cha buena razón, poniéndole delante la toma Fenecida la razón de aquel, todos fueron tan
del Padul y Alhendin, y el cativerio y muertes animados que á la ora deseavan combate, te-
de aquellos que en ellas se tomaron. «O señor niendo por cierto cosa alguna les podía ofen-
alcayde (dijo aquel), sabed que vuestras ame- der ni ser aquejados en E con
esta espe-
él.

nazas no dan temor á la codicia que los desta ranza gastavan tiempo en reparar sus adar-
fortaleza tienen de ser combatidos, porque ves, y contraminar las minas, que por debaxo
assi á vosotros conviene salir con vuestra de aquellos les dañavan. Luego á la fortaleza
empressa, estos cavaileros y gente han de recio combate dieron, donde en él mataron á
sostener su defensa. Por ende, certificad á Mahomad Lentin, alcayde que fue de Cambil.
su alteza de cuya parte, señor, venis, que an- La muerte del qual con muchos que allí mata-
tes moriremos defendiendo que salvarnos rin- ron los entristeció, y pegado á esto creer el
diendo: pues mas nos teneys cercados que rey tener agua, y mas nueva que le llegó de
combatidos, haciéndonos ruido y no fuerza. que los condes de Tendilla y de Cifuentes, y
Ca su señoría verá como esta casa se le de- Rodrigo de Ulloa (contador mayor de Castilla)
fenderá, y vuestras razones mas osadía que con la frontera y Sevilla y Jerez en Almuñecar
temor nos añaden.» E buelta la habla á los estaban; y el rey que le despertaba la toma de
Alhendin, recio vino á socorrer á Salobreña; y
(a) Esto desta agua dice Valerio Máximo fué con llegó á la Vega, y de camino al Val de Lecrin
pan en Roma: que estando en el Capitolio los romanos
cercados de los franceses, y en estreñía hambre, echaron para tomar el passo de la entrada á Granada.
panes á la parte de los enemigos, dándoles & entender El rey della alzó el cerco, y por las faldas de
tenian abundancia dello; y comportaron y sufrieron el
cerco hasta que Fulvio Camilo los socorrió y decercó. la Sierra Nevada entró en ella, y al tiempo de
Assi a^ui con el esperanza del socorro se sufrió la sed:
ca con el agua que vieron los moros creyeron que de levantar el real el dicho don Yñígo Manrique
aquella no tenian neceHidad, y al tanto como los del Ca- con presuramiento salió en tierra, y fecho
pitolio (dice Froncinoj hicieron los atenienses contra los
lacedemonioB. fuerte en ella, ansí con tiros como con otros
(b) Este rey de Granada que á esta Salobrefla cercó
era el mozo, que por otro nombre llamaban el rey chico; amparos, soltó gente ligera que mató y cati-
y el quel agua y taza dio y los setenta hombres en ella
metió, fue el alcayde Pulgar sefior del Salar, que estas ra; Valerio Máximo dice que mas son las cosas que
coMus del Gran Capí tan escrivió. espantan que no las que dafian.

di
DEL GRAN CAPITÁN 571

vó muchos de aquellos moros que no se reco- Porcuna. Assí es que en sabiendo el rey, que
geron con el avanguarda dellos; y el rey en- estava en Medina del Campo, cómo don Die-
vió á mandar á Gonzalo Hernández que salie- go Hernández de Córdova, conde de Cabra,
se de la Malaha: al qual los temerosos dando señor de Vaena, y el alcayde de los donceles
culpa mordiscavan con recias dentelladas, di- señor de Lucena (a) avia desbaratado y
ciendo ser superfina su metida en ella; pues presso á este rey con todos los demás prin-
no se cobrava tanto en sostenerse aquel cipales caballeros y cabeceras de su reyno
castillo quanto se perdia perdido él en él. E en el arroyo que dicen de Martin Gutiérrez,
como sea cosa determinada no poder fuyr la que es entre las villas de Lucena y Yxnaxar,
embidia de las cosas en que ay buena salida, dio mas priessa en su venida al Andalucía
en especial de aquellos que ejercitan los cuer- para continuar la conquista comenzada con-
pos á todo linage de peligros, y le suceden tra el reyno de Granada. Y llegado á Córdo-
bien y prósperamente los fechos, á uno que va, doallí vinieron de parte de la reyna ma-

se lo dijo: «Mas quiero, respondió él, que di- dre deste rey preso los alcaydes Aben Comi-
gan cómo entró Gonzalo Fernandez en la Ma- xa, y el Muley alférez de su pendón real, y
laha, que no cómo no entró estando á su car- Muli Muzar, y Mahomet el Jebis, y Mahomet
go, quanto mas, señor, que todos dessean el Lentin, y Abenzada. Estos con poder que

prestarse al trabajo». Salido á la Vega Gon- truxeron de la ciudad de Granada y de las


zalo Fernandez, al tiempo que se apeó á hacer otras ciudades y villas que estavan en su
reverencia al rey, que sabia como algunos partido dixeron y suplicaron al rey quisiesse
ventajosos en embidia adelgazavan su osadía, dar Hbertad á este rey preso, y favor para
por dalle sobrano favor, antes que Uegasse, contra su padre y tío, y seguro á la cibdad
dixo al marques de Villena: «Mas se le deve de Granada y á las otras cibdades y villas
dar oy á Gonzalo Fernandez loor que acusa- cuyo poder truxeron; y que otorgado esto,
ción»; y al besarlas manos alegremente lo re- seria su vasallo y daría luego de presente
cibió, assi de cara como de palabra. Luego todos los christianos cativos que estaban en
otro dia tan recia escaramuza entre moros y las ciudades y tierras que estavan á su obe-
christianos se travo que al marques de Ville- diencia, sin faltar ninguno, y en reconoci-
na (por socorrer á su hermano don Alonso miento de vasallage serviría y daría cada un
Pacheco que en la quistion mataron) una lan- año el numero de doblas que se le mandasse
zada el alcayde Hubeca Adargabun dio, que y él pudíesse pagar; y que para seguridad de
della del brazo el dicho marques manco que- lo cumplir se darían luego dos hijos de su rey
dó. Y de aqui informado el rey de la poca se- en rehén, con mas otros hijos destos alcay-
guridad de los moros que mudejares avian des que vinieron con esta embaxada de la
quedado en las ciudades de Guadix, Baza y reyna. El rey mandó que esto se consultasse
Almería, los mandó que saliessen dellas á las y platicasse con los Grandes y con los otros
alquerías mas cercanas; y de allí buelto el rey cavalleros y capitanes que estavan en la cor-
á Córdova, y quedando Gonzalo Fernandez te y con los de su consejo, entre los quales
en Yllora, della se continuava la guerra á ovo diferentes pareceres: porque los unos
Granada como se hacia de los otros lugares decían que muy mejor era tener en prisiones
de la frontera. á este rey que soltalle, porque puesto en li-
bertad y en su reyno se concertarían todos
La causa porque al rey de Granada y á sus tres reyes hijo, padre y hermano, y por todas

tierras dava favor y ayuda el rey y la reina. partes darían recia guerra en el Andalucía y
á la frontera. La otra parte decía que por
En este sumario conviene dar razón la cau- mas cierta se devia tener al enemistad que la
sa porque rey y la reyna favorecían á Mu-
el conformidad de los reyes, porque el mandar
ley Baudelí rey de Granada, que por otro no sufría igual y que pues de la piedad siem-
nombre llamaban el rey chiquito; y dieron se- pre resulta fruto, que el rey la avia de aver
guro á la ciudad de Granada y á las otras del aunque moro, pues con tanta instancia
ciudades y villas de su reyno que estaban por su parte se pide. Sobre todo después de
por él, y la estada de sus dos hijos en rehén
(a) Este desbarato fue en el mes de abril de ochenta
en poder de Martin de Alarcon en la villa de y tres afios,
572 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
mucho altercado, fecha relación al rey dijo: contrario, y cada dia veia que perdia la vo-
que acordándose los christianos que estavan luntad buena que sus servidores y criados y
en Granada y en su reyno aquellos ser pressos vasallos le tenian. Oyendo y viendo esto que
en servicio de Dios y suyo, determinava de le dixeron, y como crecia mas en disminui-
mandar soltar y poner en libertad al rey de miento su autoridad en Granada y en todo el
Granada por la redención de los cativos que reyno, acordó de bueno en mal proposito
le ofrecían, y los partidos que los alcaydes mudar la voluntad, y trató de se reconciliar

hacien con mas mandar dar seguro y favor á con el rey de Guadix su tio: porque el padre
la ciudad de Granada y á las otras ciudades era ya muerto, y ambos partieron el reyno y
y villas que por este rey mozo estavan y es- hizo guerra á la frontera y entradas en tierra
toviessen dentro de cierto término. Lo qual de christianos do llevó cativos y ganados.
todo assentado y capitulado, el rey de Gra- Los moros, de que vieron fecha la junta de
nada fue acompañado de los Grandes y de los amistad de ambos reyes, criaron nuevos co-
otros cavalleros que en la corte estavan. Y razones para amar á este rey mozo: el qual
entrando en palacio llegó la rodilla en tierra como tovo aviso que el rey con los Grandes y
á besar las manos al rey, que se levantó á él gentes del Andalucía y de Castilla iva á cer-
y no se la quiso dar, antes le alzó y mandó car la ciudad de Loxa, por ganar la benivo-
assentar y dixo en otra lengua que se ale- lencia de los moros con quatrocientos de ca-
grasse, que esperaba en Dios y en su fideli- vallo los mejores y mas escogidos de fuerzas
dad que su prisión avia de ser causa de su y esfuerzo de su reyno entró dentro. E de
gran prosperidad. El qual en la misma lengua improviso puso entero recabdo y reparo en
respondió que quisiera venir antes á su po- los adarves, y assentó estanzas y proveyó de
der y servicio de grado que no con la fuerza gente en cada una la que convenía para guar-

de premia con que vino; pero que nembran- da de la cibdad, y proveyó en bastimentos, y
dose del gran bien que de su alteza recibie, concertó el artilleria y puso cada tiro do con-
de tal manera servirle que oviesse por bien venia para defender y ofender. Estando en
empleada la libertad que se le avia dado. este estado llegó el rey á Loxa con toda su
Este rey mozo despedido se fue á su posada hueste á once de mayo de ochenta y seys
tan acompañado como vino. Los Grandes que años. Otro dia después de consejo habido con
allí se hallaron dixeron al rey que cómo su los Grandes y otros cavalleros y capitanes
alteza no le avia dado la mano, pues era su que en el real estavan, acordó que comba-
cativo y se obligava de ser su vasallo? «Yo tiessen los arrabales don Diego López Pa-
por cierto (dixo el rey) se la diera, si cativo checo, marques de Viüena, duque de Escalo-
no fuera». Assentadas estas cosas y dados los na, el qual compliendo el mandamiento del
rehenes y despedido para partirse á su reyno, rey, mandó llamar á todos los capitanes assi
el rey le mandó dar, y mas á los seys cabece- de guardas como de hermandades con otros
ras que vinieron á entender en esta negocia- muchos de los Grandes, y juntos assí les dixo:
ción de libertad del rey y á los que con ellos «El rey nuestro señor, señores, manda que
vinieron, muchos y ricos atavíos de paños, entrémoslos arrabales desta ciudad de Loxa,
sedas y brocados y cavallos. E assí ydo y los quales si como devemos acometemos, ni
puesto en su reyno continuó el servicio del á los moros temeremos, ni en el peligro los
rey y de la reyna haciendo guerra á las tie- unos de los otros nos partiremos. Ca si nos
rras de los moros que estavan á obediencia de membranios cómo tal dia como este gana el
su padre y tio, y en esto duró algún tiempo: hombre el alma y la honrada fama, que no
durante el qual continuo era mucho emportu- perece, oy nos passearemos por las calles
nado y requerido y aun afrontado publico y destos arrabales, y pues nuestras vidas son
secreto de los alfaquíes viejos y alcaydes del en nuestras manos, á Dios y á ellas nos en-
reino; los quales le decian que la amistad y comendemos». Fecha esta habla á los capita-

confederación que con los christianos tenia nes del rey y de los Grandes, y de otros mu-
era causa del odio y enemistad que los mo- bhos cavalleros y continos de la casa real y
ros le tenian: y toda hora crecia mas, según á capitanes de peones, assi de las hermanda-
él y á todos era notorio, pues veia toda su des como de comunidades, proveyó de lle-
tierra se le alza va y tomavan voz del rey.su var todos los tiros de artillería que conve-

ú
DEL GRAN CAPITÁN 573

nían, según el peligro á do ivan, en especial hicieron quando mataron á (a) don Rodrigo
llevaron rabodoquines y otros tiros ligeros. Tellez Girón maestre de Calatrava. El rey y
Entrando en el combate, fue tan reciamente sus cabeceras alcaydes y cavalleros estavan
combatido quanto fuertemente resistido, assi temerosos del quebrantamiento y falta de su
de los vecinos y naturales como del rey y sus fe y palabraque dio de servir y ser vasallo
cavalleros y estrangeros, y aqui assí como á del rey, quando le dio libertad del cativerio
los christianos apremiava la vergüenza, á los en que su prisión le puso. Con esto los unos
moros forzaba necesidad, y con esto en este y los otros estavan tan turbados que no se
combate cayeron muchos de los otros, en es- sabían dar remedio, pero al fin los de la ciu-
pecial de los moros, que les faltó el artillería dad tomaron el consejo mejor, y suplicaron y
de que los christianos llevaron abundancia. aun requirieron á su rey entregasse la ciudad
Visto por los christianos la defensa que los al rey; al qual temor de su yerro pasado no

moros hacían, y atajos y reparos que en las le dava seguridad, y les respondió que antes

calles ponían, en las quales avia tan grandes devian allí morir por su ley y por su bien que
montones de moros y christianos muertos someterse á la servidumbre de los christia-
que estas palizadas era la mayor fuerza de nos, y con esta su respuesta trabajó de los
su defensa, y con esto estavan los christia- esforzar. Los moros visto que cada dia mas
nos dudosos, porque si dejavan la quistion veían su daño, y el rey su necesidad y peli-
era mas peligrosa la salida que fue su entra- gro, y como de nuevo le tornaron á decir y
da; y aquí el marques de Villena los juntó, y suplicar que con tiempo les diesse remedio,
tal animo les dio, que todos aquellos caballe- ca si pensassemos (decían los naturales al
ros y capitanes y gentes escogeron en la rey) que muriendo, nuestra ciudad fuesse li-
fortaleza de sus personas ofreciéndose á la bre, de gran voluntad yriamos á la muerte;
muerte antes que perder lo que avian con pero morir y perder el lugar y nuestras mu-
tanto trabajo y derramamiento de sangre ga- geres y hijos cativar, por mejor avemos go-
nado, y como no se hallasse ninguno menos- zar de la piedad del rey con que nos recibirá,
cabado de esfuerzo, presente el acatamiento que al rigor de la pena que sí por fuerza esta
del capitán general, de impreviso tan fuerte- ciudad entra nos dará. Ca bien creemos, se-
mente apretaron el combate, y tan en orden ñor, decia Yza Alatar (hijo del Alatar viejo al
horadaron las casas de una en otra, que con rey), que algunos y muchos inconvinientes ay
impeto los arrabales ganaron; do mataron en nos dar á los christianos; pero los tiem-
todos los moros que alcanzaron antes que en pos mudan los consejos do se aclara lo que se
la ciudad se entrassen, y tomado gran des- ha de tomar ó huyr. Visto el rey de Granada la
pojo el marques no dio lugar que los unos á necessidad peligrosa en que estava, y no da-
los otros se lo tomassen, antes mandó que lle tiempo de lo que devia hacer, antes que

cada uno gozasse de aquello que su suerte le se alargasse mas el escándalo, hizo hablar en
avia dado, según se lo avia prometido quan- el estanza de Gonzalo Fernandez, que era
do en el peligro les habló. E Rodrigo de Ulloa, junto á una torre del alcazaba que allí está,
contador mayor del rey y la reyna, que car- que dicen de Benjebit, que quisiesse dar or-
go de los cavalleros de la casa real tenia, den para le hablar. Gonzalo Hernández luego
consultado con el marques puso su estanza essa noche fue al real y dixo al rey lo que
con ellos junto á los adarves del alcazaba, por parte del rey moro le era hablado, y pi-
que por menos peligro ovieron el gran com- dió licencia para entrar en la ciudad, confián-
bate que en las calles les dieron que el que dose en las buenas obras y servicios que le
con piedras de las torres aquí sufrieron. Los avía hecho estando cativo en Cordova y á
moros viendo ganado su arrabal, que era la sus hijos en Porcuna. E como el rey y mu-
mayor fuerza de su defensa, ni tenían cora- chos Grandes le pussiesen inconvinientes en
zón para pelear ni fuerzas para se defender. su entrada, dijo: «Por cierto pues el.... rey de
E con esto fueron privados del sentido á no Granada me llama: miedo no hará du.,.. por
saber dar remedio; el qual si dar la ciudad al lo de remediar todo es aventurar. Gonzalo
rey, no tenien otro, y á esto impedia temor Fernandez tomada licencia entró en la ciudad
porque los moros vecinos naturales recela-
(a) Este desbarato y muerte del Maestre fue por julio
van de la yra del rey por el desbarato que dol alto de mil y quatrocientos ochenta y dos años.
574 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
de Loxa y llegado al rey que halló herido en aquí no ay pena no persevere vuestra seño-
el brazo: «Señor muy excelente, dixo él, ¿qué ría en culpa: ca aveys con rey humano, y
lo
hace vuestra señoría que no se somete á la vuestra rebelión no le haga estraño para que

razón y no á la fortuna? pues que quanto en lugar de olvidar el yerro cobre yra. Ca él

aquí señor estays, tanto mas perdeys, por- usará con vuestra señoría de la misericordia
que el rey está determinado de no alzar su que siempre tiene, y no del rigor de la pena
hueste de sobre esta ciudad hasta ver el fin que los que os aconsejan merecen». Fenecida
desta su empresa. Bien creo, señor, según la razón del consejo que Gonzalo Fernandez

la prudencia de vuestra señoría que esto al rey de Granada dio, é conociendo todos

y quanto se os puede decir sabeys; y si lo assi suyos como los de la ciudad, andavan de
dexays de hacer es pensando que su alteza unos en otros diciendo que se devían de dar
terna odio contra vos por lo passado; y no lo al rey, y tomar con tiempo el partido mas

deve vuestra señoría creer, porque quanto provechoso que mejor les estuviese. El rey
mas en fatiga estays tanto mas clemencia en de Granada estando en aquel aventura que
él hallareys; y tened, señor, creydo que assi están los que no tienen remedio en su nece-
como el servicio tiene presente, assi todo sidad, dixo á Gonzalo Fernandez: «Señor al-
deservicio y yra se le olvida. Por ende vues- cayde, espero en Dios de os merecer ésta
tra señoría debe ponerse en sus manos: ca con las buenas obras que de vos he recebido;
es tanta su piedad quanto de aquella teneys y pues el consejo que me days es tan bueno,
necessidad, y en vuestra seguridad no ten- aquel obedezco: aquí estoy, no para pedir,
gays sospecha, y mirad, señor, que Dios to- mas para recebir aquel partido que el rey mi
das las cosas á buen fin guya, pero después señor me quisiere dar, en cuyas manos pongo
de se las encomendar, conviene ser aquellas mi persona y esta ciudad. Lo que á vos, se-
con priessa procuradas; por ende, señor, en- ñor alcayde, pido y á su alteza suplico es que
tienda en lo que le cumple y salga de aquí: los vecinos y moradores y huespedes della
porque quanto mas, mas se empeora vuestra los mande mirar con piedad conservándolos
estada, y poneys en aventura vuestra perso- en su ley y haciendas: ca para mi no. pido
na real, estado y fama, que no es de nuevo otro partido mas que aquel que mis servicios
someterse los hombres al poder del mayor. merecerán». Salido al real Gonzalo Fernan-
Ca si, señor, os acordays de lo que vistes dez, y hecha relación al rey, otorgó quanto el
poco ha, quando los arrabales desta cíbdad rey de Granada suplicó, con mas que los que
se ganaron, mas fue causa de los entrar ma- quísiessen pasar allende, les mandaría dar na-
ravilla de Dios que esfuerzo de los hombres, vios seguros en que pasassen, y bestias á los
según la multitud de la buena gente que los moros que fuessen á Granada. Aquí al rey
defendía, y la recia fuerza de la disposición de dixeron algunos cavalleros de la hueste, que
las casas y calles que en ellos ay. Catad, señor, estando en tan buen estado el cerco, y el rey
que por la mayor parte la esperanza engaña, y moros en tanto aprieto, se le avía fecho
y como engaña daña. No dudo, señor, que gran partido, aviendo el rey de Granada tan-
como tanto sea por vuestra señoría dessea- to desobedecido, á los quales el rey dixo: «Yo
do sostener esta ciudad por estar en el mira- he ávido por bien todo lo que se ha hecho
dero de todo vuestro reyno de Granada y de con este rey, pues es rey y me pide perdón
todo África, se os haga fácil de la defender, y de lo passado. Ca assi como agora no falta
también acordándoos otrossi como el Alatar piedad, menos me fallecerán fuerzas sí erra-
que era solo alcayde la defendió al poder se para lo tomar». Salido el rey de Granada
grande de su alteza. ¡O señor, cómo estos ca- de la ciudad de Loxa, y con el Gonzalo Fer-
minos que nos parecen ligeros se nos tornan nandez, llegó á besar las manos al rey y dixo:
peligrosos! porque aquesso que vuestra se- «Por cierto, muy poderoso señor, mas por
ñoría piensa, aquello fue un esperiencía de necessidad que por voluntad he andado fue-
proveer esto, de tal manera que os suceda al ra de vuestro servicio; pero la clemencia que
contrario de lo que, señor, pensays, y algu- en vuestra alteza he hallado, y el infortunio
nos os aconsejan. Por ende, señor, tened es- que he pasado me obliga para siempre á
peranza en lo que servireys, y no tengays vuestra alteza servir: para lo qual obligo
temor en lo que aveys deservido. Y pues que vuestro gran poder». El rey por el mismo in-
DEL GRAN CAPITÁN 575

terprete le respondió que bien tenia creydo fueron socorridos de muchos que de las Al-
lo que avia hecho era constreñido á ello mas puxarras vinieron, y todos tan recio y tan en
por voluntad agena que por gana suya; pero orden se metieron en los christianos pelean-
que todo olvidado y presentes sus humildes do, quanto ellos con ánimos fuertes á muchos
suplicaciones, avia otorgado lo que Gonzalo moros debarataron y mataron. Y como este
Fernandez en su nombre le avia suplicado, y valle fuesse grande y ricos los moradores
que si mas quedaba de se hacer lo mandarla del, los christianospor cobdícia de aver ricos
proveer: «Y porque desseo todo vuestro bien despojos passaron más adelante de aquel lu-
os ruego que assi como days palabra de ser- gar que les era mandado por el marques. E
vir, tengays obra para la complir: y en buena como una quadrilla de cavalleros y peones se
ora vos yd á vuestro reyno, porque vuestra adelantasse encima del lugar de Beznar, á
ausencia no dé osadía á los vuestros para se ellos vinieron muchos moros que se avian

juntar con vuestro tio y enemigo». Buelto el recogido en Lanjaron, y estos juntos ataxa-
rey de Granada á la ciudad de Loxa, y des- ron á los christianos que andavan robando
ocupada la fortaleza que está en la alcazaba sueltos y desmandados; y las vanderas ene-
della, se entregó la tenencia por mandado del migas cerca unas de otras, travaron el esca-
rey á don Alvaro de Luna, señor de Fuente ramuza y de poco principió. En breve rato
Dueña, en veynte y nueve de mayo de mil y fué tan recia y tan reñida, que de los unos y
quatrocientos ochenta seys años. Este rey de de los otros murieron gran parte de todos.
Granada con los suyos se fue á las partes de Llegada la nueva á Gonzalo Fernandez, que
Vera y Almería, y los vecinos de Loxa con le dixeron en esta escaramuza era (a) muer-

sus bienes á Granada. Este dia salieron gran to un cavallero page de la reyna, aguijó con la
numero de cativos christianos que estavan gente de su capitanía, y en el peligro se me-
en esta ciudad á besar las manos al rey, el tió tanto que con los que llevó y halló apretó

qual les mandó proveer de vestir y de comer. con los moros hasta los echar adelante de la
puente de Tablate, donde á la priessa del
Cerco de la ciudad de Granada y fuego passar los christianos tomaron y mataron
del real. muchos moros. E allí en esta puente se hicie-
ron tan fuertes que no se pudo passar á
Como el rey tuviesse mucho cuidado y vi- ellos. El marques recogida y rica su gente de
gilancia de no dejar á sus gentes criar molleja ricos despojos de seda, ganados y moros,
enemiga de la guerra, continuó la conquista llegó al Padul do estava el rey, que otro dia
comenzada contra el reino y rey de Granada vino á assentar su real al Gozco, que es junto
para que sus cavalleros y subditos se exerci- de aquel lugar donde mandó labrar la villa
tassen enella, y ganassen honra y provecho de la Santa Fé, donde vino después de mu-
y sus rentas fuessen bien empleadas en
della, chos días, que estava allí el real, la reyna; y
guerra justa gastadas. Entró en la Vega de estando rezando junto á la cama do estava
Granada á 27 de abril de noventa y un años el rey durmiendo, el ayre que por una ventana

y passó Padul, y de allí embió al marques


al entrava en la cámara meneava unas cortinas
de Villena capitán general de hueste al Val de seda que davan en la vela del candelero,
de Letrin con mucha gente de pie y de cava- y aquellas quemadas, dio en las ramadas de
lio;y entrando en esta tierra, donde ay can- una en otra; se quemó gran parte del real
tidad de aldeas, quemaron y robaron muchas y toda la tapecería del rey y de la reyna con
riquezas que avia en ellas, do mataron mu- mucha parte de la cámara. Doña María Man-
chos moros que estavan descuidados, admi- rique, que lo supo de improviso, de Yilora
rados porque en sus edades no avian visto ni embió á la reyna muchas y buenas camas y
oydo aver entrado allí otros christianos sino rica tapecería, suplicándole se sirviesse dello,
aquellos que ellos y sus passados metían con más camisas y cosas de lienzo labrado
aherrojados: los quales peleaban con los que á las infantas y damas dio, que de todo
christianos con todas fuerzas por defender el fuego les hizo falta. La reyna de su mano

sus bienes, hijos y mugeres y vidas. E assi le escrivió, y en la carta y de palabra mucho

andando el rebato por el valle, de improviso


se juntaron los moradores del, los quales (ai Este page se decía Avellaneda.
576 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
agradecimiento le dio. E á la noche venido que (a) armas y cavallos de los chris-
con las

Gonzalo Fernandez de la guarda del campo, tianos muertos matavan los vivos, sin perdo-
donde estuvo dende luego que el fuego dio nar ninguna edad; y los que quedavan repu-
rebato en el real, la rcyna le dixo: «Gonzalo tavan ser aquel dia postrero de su vida, por-
Fernandez, sabed que alcanzó el fuego de mi que con tal furia se defendían, que la neces-
cámara en vuestra casa, que vuestra muger sidad de se desenredar de los moros era
mas y mejor me embió que se me quemó». causa de mas pelear. Muchos ovo que avien-
do respeto á su acostumbrada virtud, deja-
El desbarato que en los moros se hizo donde ban de huir de manifiesto: ca rempujándose
dellos fueron muchos muertos y cativos, y unos á otros se dañavan cayendo con muchas
el que ellos hicieron el mismo dia en los heridas que recibían, y no daban pocas los
christianos. nobles, que quanto mas los suyos los deja-
van, tanto mas cerca de los enemigos se ha-
En la Vega y heredades della á tercer dia llavan. Gonzalo Fernandez puesto en un pas-
la gente del real repartida por capitanías, ha- so estrecho de un acequia, que las hazas
cían talas do eran contino escaramuzas. E no se (b) andaban por el agua de que las
como el rey llevasse un dia á la reyna á las avian llenado los contrarios, con manos y
ver, buelta la rebuelta de una aguijada (a) lengua los detenie diciendo: «Gocemos oy,
que se dio, hizo muy grande daño en los mo- señores, del error de los enemigos que tan
ros. Los christianos pensaron ardid que lle- descaudillados vienen y seamos capitaneados
gada la gente al real volverían descuydados de vergüenza y no de temor, que si comuni-
á llevar los muertos, que era gran numero. camos el ardid, no participemos el huir, y
Don Juan Tellez Girón, conde de Ureña, y nuestra huida bolvamosla en ¡ra y demos
don Alonso Fernandez de Córdova, cuya fue buelta». E como fuesse la mas gente de re-
la casa de Aguilar, y don Diego de Castrillo, baños y no conocida y los mas de perrochas,
comendador mayor de Calatrava, capitán de pocos le siguieron, y con algunos nobles por
los continos del rey y de la reyna, y otros salvar á Diego Ximenez, adalid, que aunque
muchos cavalleros y capitanes metidos cerca con esfuerzo faltavale sangre y fuerza, le hi-
de Armilla, tras unas paredes que están allí, rieron y el cavallo muerto. Mendoza, de que
de un atalaya puesta en un álamo fueron vis- lo vído salpicado de sudor y sangre: «Tomad,
tos por los moros, que con desesperación señor, dijo él, este, ca de píe no vos podreys
atrevidos arremetien diciendo: «Fenezcamos salvar lo que yo sí». E como arreziase el pe-
oy nuestros trabajos con el presente peligro, ligro, los christianos ni guardavan capitán ni
pues guarda es de la vida el menosprecio de acatavan dignidad, antes assi como los unos
la muerte, y bolvamos que cerca de los chris- el lugar que vivo tomavan muerto lo ocupa-
tianos no ay oy igual menosprecio que nos- van, assi otros davan lugar á las arremetidas
otros, porque veen se nos hacen las cosas de de los moros, el peligro de los quales Gonza-
mal. Apriessa, ca si nos mezclamos con ellos lo Fernandez en poco tenía por conservar el
sofriremos menos afrenta y ellos recibirán honor de la capitanía. Ca como á los otros
mayor daño». Los quales con mas forasteros capitanes recibido revés menoscabavan en
que le vinieron del Alpuxarra y de Val de Le- autoridad, este de tal manera en la quistion
crin rebolvieron sobre el ardid en tal guisa, se avia que crecía su mandar. Salidos de allí
que gran Vitoria pasada en la mañana, á la
la
algo mas adelante fue tan recia el aguijada
tarde con menos peligro y mas seguridad los que los moros, que ocupados los ánimos en
peones y cavalleros moros, por ser muchos la matanza tenían dieron, que aquel (c) Men-
mas apretaron la quistion en tal manera,
fa) Este daflo que este dia los moros recibieron, aun- (a\ Con estos muertos düste dia mataron dos buenos
que aquí apriesa se corre, fue asaz grande y el principal cavalleros; á Juan Hodriguez Manjarrez y 4 Tristan de
que en la guerra en campo en ellos ee hizo. Ca dejado la Iss Casas alcayde do Osuna, que con la Kent<; della y de
prisión del rey mozo y el desbarato de la de Iiopera, que Morón se metieron en la furia del peligro por sacar del
ambos fueron mnclio y lo mas recio do la conquista del al conde do Urucfla. cuyos criados eran.
reyno de Granada, esta aguijada que A los moros se dio, (b) Muchas veces los moros echavan en la Vega .ei_
que llaman la del Rubit, y por otro nombro el dia de la agua de los rios Darro y Genil, quaiido para mas ofi
reyna, mayor fué que la del Cañete de Guadix, estando der 6 mejor defender les conven ia.
el rey sobre Baza y la df la sierra de Bentonie, teniendo (c) Este Yfligo do Mendoza era de Baoza, hijo de .

cercado á Velcz-Málaga, que fueron ambos assaz gran- cavallero de aquella ciudad que decian Bodrigoi
des desbaratos. Mendoza.
DEL GRAN CAPITÁN 577

doza mataron; la muger del qual Gonzalo las espíasque Gonzalo Fernandez tenía con-
Fernandez contino sostiene, y á sus hijas fino en la ciudad, ratificaron la fabla,que
dotó largo. Por consiguiente, en el real essa tiempo avia era entre ellos passada, de que
noche ovo tristeza; pero no mayor que llanto si lehiciesse el rey y la reyna tal partido, les
en la ciudad. Otras muchas cosas que seria entregada á Granada. Esto llegó á estado de
obra no ligera de contar, hizo en las dichas trato; y para efetuallo era necessario perso-
guerras este Gonzalo Fernandez, continuan- na del rey y de la reyna, de quien el rey mozo
do las entradas y almogavarías y escaramu- se fiasse, porque él temía de la furia del pue-
zas, cercos y combates, assi yendo con el rey blo sabiéndolo. «Yo, señores, dijo Gonzalo
como con capitanes generales que en el An- Fernandez al rey y á la reyna, iré á la puerta
dalucía ovo en aquel tiempo, y muchas entra- de Nexte, donde el rey dice hallaré al Muley»
das por si con su gente y veces con mas alle- «Gonzalo Fernandez, le dixeron, por la poca
gadiza; y el recabdo que puso mediante el seguridad que (a) ay de Holeylas, que es la
peligro en que estuvo, con trecientas lanzas guia, cessará vuestra entrada de que ay ne-
y mil peones para assegurar las recuas que cessidad: porque este haciendo doble con la
yban al real donde el rey estava sobre Coin ciudad el trato con vuestra persona, que mas
y Cártama; y el sobrepujar que tuvo su es- que aquel le tiene se perderá: porque Fer-
fuerzo con osadia quando entró por manda- nando de Zafra, que allá tarda, se cree lo
do del rey y la reyna (a) en Alhama dende ayan muerto ó preso (b).» «Poderosos seño-
Antequera con gente suya y della y de los res, quando se ofrece tal caso en que hombre
capitanes Rodrigo de Torres y Miguel de pueda mostrar virtud sirviendo á sus señores,
Ansa, teniéndola cercada Muley Bulahacen no ha de abatir su animo á semejante obra,
rey de Granada la segunda vez, la entrada ni se deve temer trabajo presente, ni recelar
del qual quanto á los moros pesó los cerca- el daño futuro. Con el ayuda de Dios, cuya

dos se fortificaron, por el provecho que á su causa principal es, yo iré esta noche con Ho-
necessidad les vino, no menos de gente que leylas al lugar por el rey señalado, y llevaré
de la pólvora y almacén que les metió, de uno mió que sabe guyar fuera de los lugares
que tenian gran falta sus vallestas y tiros: y passos assechosos. Por ende vuestra al-
que tan menos le conocían tirándole quanto teza mande hacer memorial de lo que con el
á los moros que juntos todos llegaron á la rey se ha de assentar». Al quarto de la modo-
puerta de la fortaleza por donde entró al rra, con animo enhiesto, sin que ningún pe-
alva del día; y de la salida que escapó cuando ligro le apasionasse, salió del real, hurtándo-
tentó (b) de sacar del corral de Granada los se de las guardas: antes de la luz primera
cativos el año que la embidia obró su oficio llegó á la Alhambra, donde halló con el rey á
y lo desvió según suele estorvar las grandes los Alfaquíes Chorrud y el Pequeni, y el al-
hazañas. cayde Muley, y secretario Fernando de Zafra;
los quales assentados los partidos y hechos

Trato de la entrega de Granada. en capítulos: «Decid, señor (dijo el Muley á


Gonzalo Fernandez) ¿qué certidumbre se ter-
Como durasse el sitio sobre Granada ovo na del rey y de la reyna? dexen al rey mi se-
lugar muchas veces de saver Gonzalo Fer- ñor las Alpujarras que es el primero capítulo
nandez del rey della, al qual certificava era de nuestra negociación, y como á pariente
su tan servidor como cuando tenia manda- que promete le tratarán». «El debdo y tierras
miento del rey y de la reyna para le seguir. dijo Gonzalo Hernández, señor alcayde, dura-
El rey mozo que era agradecido holgava dello. rá quanto durare su señoría en el servicio de
Comunicándose esta cosa, seyendo terceros
(a)Este Hamete Holeylas fue un vecino de Granada
(a) Esta entrada en Albama fue por avril de mil y que muchas veces secreto con el trato.
salía al real
cuatrocientos y ochenta y dos aüos. Nomillo se quexaba a Gayo Cesar porque le enco-
(b)
ib) Este Racar del corral de Qranada los cativos, fue mendava pocas cosas peligrosas, diciendo que su her-
un ardid muy singular y esforzado y espiado, y bien ten- mosa edad perecía sin la ocupar en cosas famosas Assi
tado por Gonzalo Fernandez. Y llegado gran número de en esta entrada Gonzalo Fernandez mas pensava en lo
gente y capitanes para cfetuallo. y puesto á pie cerca de que servia que no & lo que se ponia. Ca como le dixesse
los molinos, que allí A la subida están, al tiempo del la reyna que miraso yva A gran peligro: «Yo. poderosa
Bobir aqui, ovo tantos inconvinientes mas do embidia señora, dijo él, desta entrada no se lo que ha de ser; mas
que de temor, que cessó el mas honrado hecho que en se io qne puede ser, que bien ansí como todas las cosas
nuestros tiempos ha acaecido en España. pueden acaecer, asi sé que no han de acaecer todas*.
Ctónieas del Gran Capitán. -37
578 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
sus altezas.»Y concíuydo lo de Granada con que en crecimiento de dignidades le espara-
laentrega della segundo dia del año de mil y ván ver; y demás deste nuevo nombre ganó
quatroclentos noventa y dos, Gonzalo Her- docientos estandartes y banderas que tomó
nández con su muger quedó en ella con inten- en batallas y reencuentros y combates que
ción de tomar emienda del trabajo passado; venció, y mas la manada de (a) estados que
y de allí fué llamado por el rey y la reyna al dejó, que son tres veces duque de Terranova
tiempo del nacer la guerra en Ytalia y des- y de Sesa y de Santángelo, y marques de Vi-
pierta la de Ñapóles: al qual mandaron ir á tonto y gran condestable del reyno de Ñapó-
aquel reyno por capitán general, donde se le qual todo ganó en aquellas guerras, con
les: lo

recreció muy gran colmo á sus muchas y gran- mas que comió en la mesa con los reyes de
des hazañas con las grandes guerras que en Aragón y Francia en la ciudad de Saona don-
Ytalia y Ñapóles á los franceses hizo; y á re- de le dijo el rey en su francés: «Gozado me
yes, á príncipes y á grandes señores y señorías he, famoso Gran Capitán, señor, en aver
(6)

y que lo siguieron; é batallas que venció, y visto vuestra persona, por no admirarme de
combates que á muchas ciudades y villas y vuestra obra, la qual bien se concuerda con
castillos dio; con muchos turcos que destru- vuestro línage y fama». Los quales grados de
yó, hasta que pacifico el reyno de Ñapóles, al onores tampoco ensobervecieron la grandeza
rey en persona entregó y (a) hígado dio: que de su animo, quanto primero no le avian aba-
fueron tantas y tales que aquellas diciendo ó jado la delgadez que tuvo de lo necesario;
escriviendo, aunque con sobrado ingenio, se antes aquellos estados recibió y posseyó con
harían menos de lo que fueron. Los cuales no mas mudanza que si los de sus abuelos
franceses decían: si el (6) esfuerzo de Lucio heredara (c), honrando las dignidades y no
Dentado feneció, con Gonzalo Hernández re- aquellas á él.

nació; pues con su estada en Ytalia toda


cosa reverdece, y aquel pueblo es mas cerca
á la guerra que está lejos de su encomienda,
Recibimientos que al Gran Capitán
ü
se^^
hicieron. I
ca contino lo tenemos presente acordándo-
nos de su presteza sabida. El qual ydo á Ña- En España venido Gran Capitán á pocos
el

póles, que con los exércitos enemigos titu- días después que el cathólico rey desembar-
beava, porque Ytalia de los franceses era có, se le hicieron muchos recibimientos: del
passeada, de los quales los campos plantó, y número de los quales tres. Valencia, Burgos,
tan vacia de bivos la dejó, quando la holló, Santiago de Galicia, contaré.
como llena la halló. A los quales franceses
cerca de los ytalianos era otorgada la gloria Recebimiento de Valencia.
del conquistar, hasta que vieron á Gonzalo
Hernández tan delantero guerrero que mas En Valencia, á do por la mar vino, la reyna
con obra que con sozobra atormentava. E Germana que la gobernación della tenia,
continuando aquella costumbre de griegos y mandó todos estados de aquella insigne ciu-
romanos que con los claros y maravillosos dad le saliessen á recebir enviándole los no-
capitanes acostumbravan, aunque enemigos, bles dealli muías y cavallos bien aderezados,

hacer, de dalle renombre, bien assi á este para que dende el puerto á la ciudad él y los
Gonzalo Hernández, en quien vieron las bon- suyos viniesscn. Muchos afirman que alli se
dades pertenecientes á buen cónsul, con lleno
consentimiento de todos le apellidaron Gran (a) En ostOB estados y sertorios ay nueve obispados y
un arzobispado, la proviniou de lo cual era al Gran Ca-
Capitán, por le ver subir á tan alta cumbre pitán que los adquirió por su propia virtud, y nuevos
fechos con mas gloria que si eredara de sus paseados la
(o* El hígado dice, porque aquí en Ñipóles hizo el potencia y riquezas dellos.
Oran Capitán al rey un rico preHenie de un balax nom- (b) Assi grave so luostró el Gran Capitán al tiempo
brado y eslimado por mej >r de las piezas oxcelenles de que el rey de Kriincia aquí le hablava quanto en armas
los joyeles de Ytalia que llaman el higado: y que do era reputado poderoso: y que no menos valiente decían
aquel su alteza se siviesse porque ora pedazo de los los franceses era en sabiduría que en grandeza de co-
buenos qu» le q'iedaban para au servicio. Muchos afir- razón: ca por igual lo tenian en buenas costumbres con
man VBlla mas de veinte mil d toados aquel j >yel. BU8 hechos maravillosos de guerra.
{f)i Marco Varron, que luó valiente historiador y esfor- (o) A las virtudes no crece honor (dice Boecio) por
zado cavallero. pone que en este Lucio Dentado feneció las dignidades, mas ¿ las dignidades por las virtudes;
la fortaleza do los romanos y que tuvo mas claro res- bien assi el Gran Capitán en tal manera administrava
plendor de esfuerzo que ninguno de los que en bu tiem- sus señoríos, que mas honra dava él & ellos y 4 su estado,
po fueron. que su estado y seúorios á ól.
DEL GRAN CAPITÁN 579

hallaron, que solo palio (para ser bastante


En Santiago de Gfilicia.
recebimiento de un gran príncipe) faltó, por-
que aliende de la gente eclesiástica que muy Morando muchos dias el Gran Capitán en
ricos y ataviados salieron con los grandes y la corte tuvo cargo de procurar con entera
cavalleros, aquel dia fueron vistas todas las voluntad por los que en el reyno avian fecho
señoras, damas y doncellas de ciudad y
la atrevimientos, de los que suele acaecer en
tierra: estando las calles, plazas y ventanas ausencia del rey y poca color de justicia: en
tan llenas de todo género de hombres y mu- el qual oficio aprovechó mucho y á muchos, á

geres, que decian avia muchos tiempos igual los unos el rey los admitiesse á su servicio y
ni tanta gente fué junta en fiesta. Vinieron á otros que les hiciesse mercedes; en lo qual
con él á las casas del conde de Oliva, que le tardó mas delo que él quisiera para ir á San-

dexó libres en que posasse muy rica y Hnda- tiago, que era jornada por él prometida y mu-
mente ataviadas, en que en cinco quadras ovo cho desseada; y antes que otros estorvos de
cinco camas de seda y brocado y las salas de ágenos negocios le ocupassen, entró en aquel
rica tapicería entoldadas, con mucha abun- reyno. El arzobispo, que su venida supo de
dancia de olores, frutas y conservas que los improviso, le hizo un tal recebimiento qual á
oficiales deste conde proveyeron. Aquí el su persona convenia; saliendo él y sus carde-
Gran Capitán dende algunos dias que avia nales, clérigos y cavalleros, y nobles de aque-
tomado de reposo, mandó á los suyos que se lla ciudad y tierra lexos á lo recebir muy hon-

aderezassen para ir á la corte, y mandóles radamente; y llegado á Santiago, aposentóle


dar cinco mil varas de seda ansí á sus cava- en sus casas ricamente aderezadas y entolda-
lleros y gente como á otros que con él desem- das. E aquí dende algunos dias el Gran Capi-
barcaron. tán adoleció. Este arzobispo de Santiago (don
Alonso de Fonseca) usando de su animo libe-
En Burgos. ral proveyó tan abundantemente de todo lo
necessario á su dolencia no solo de la ciudad,
Salido el Gran Capitán de Valencia con no mas de Portugal y Castilla mandó traer cosas
menos acompañamiento que le fué fecho rece- necessarias para su cura: con mas mandando
bimiento, llegó á Burgos do estaba el cathó- en la ciudad y tierra que ninguna cosa se ven-
lico rey que mandó le fuesse fecho solene re- diesse ni diesse para la casa y despensa del
cebimiento, en que lejos de la ciudad salió en Gran Capitán, ni para ningún cavallero ni
orden toda la copia de la corte prelados, gran- persona de las suyas, ca era tan abundante-
des y cavalleros, capellán mayor, capellanes, mente lo que de la despensa y casa del arzo-
presidente y consejos y inquisición y órdenes, bispo se dava de todo linage de pescados de
y contadores mayores y comendadores mayo- mar y rio, carnes, aves, vinos, conservas, fru-
res de las órdenes de Santiago, Calatrava y tas, con todolo á mantenimiento necessario,
Alcántara, y los comendadores de ellas y la de lexos y cerca traydo, que avia para pro-
ciudad y regidores y cavalle-
justicia real y la veer á mucho número de gentes. Ca sus ofi-
ros della hasta llegar á palacio, do primero . ciales tanta diligencia ponian en esto como si
todos los suyos por orden besaron las manos fuera su propio señor el enfermo. Tengo sa-
al rey, que alegremente los recibió; y al Gran bido de persona bien digna de fé muchas per-
Capitán para lo abrazar de la silla largo se sonas estrangeras que allí en Santiago se ha-
apartó, y asi le dixo: «Gran Capitán (a), la llaron con tomar nombre de ser del Gran
ventaja que á los vuestros llevays en la gue- Capitán, á las bueltas tomavan de aquellos
rra,en la paz vos han tomado oy», con otras montones muy otorgadas raciones: y los mis-
palabras muchas de placer; y en aquella mis- mos mayordomos del arzobispo los conocían
ma orden que "llegó á palacio por el mismo ser estranjeros y holgavan ser engañados de-
mandamiento real le fueron á dexar en su po- llos. Puesto en mejoría el Gran Capitán para
sada que fué las casas de Covarruvias, prin- poder caminar al tiempo que se quiso partir,
cipales de aquella ciudad excelente. después de los ofrecimientos que entre él y el
arzobispo passaron según costumbre de gran-
(a) Esto desta ventaja decia el rey porque el Gran
des y uso de señores, le dixo: «Aquí, señor,
Capitán acostumbrava ser el primero en la lid y el pos-
trero que della salia. me parece que no menos vuestra casa sana
el
580 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
cuerpo que vuestra iglesia el alma: ca assi
es por cierto mediante Dios la diligencia que
pierda la salud de aquella. Lo que suplico á
vuestra alteza es mande dar tanta y tal gente
m \\

en mi dolencia han puesto, vuestros criados quanto al negocio conviene, y con ellos mande
y su solicitud me ha dado la salud». breve y largo cumplir.» Aceptada la yda por
E dio el Gran Capitán en esta jornada á la el Gran Capitán á Ytalia, luego el rey lo envió
yglesia de Santiago, porque toviessen cargo á denunciar allá escribiendo al papa y capita-
los cardenales y señores della, de hacer una nes de de improviso seria con ellos el
la liga

fiestacada año de bisperas y missa, treynta Gran Capitán, que les embiava en él otro (a)
milmaravedís de juro y muchos ornamentos Fulvio. Sabido que el animoso capitán bolvia
de seda y brocado y una lámpara muy rica de á Ytalia, la corte se rezumava para ir con él,
plata dorada. poniéndose en nóminas en que en ellas se es-
Los quales tres recebimientos por triunfos crivieron el duque'de Villahermosa, y el conde
podrían passar si los pusiera en tal estilo es- don Fernando de Andrada y otros cavalleros
critorque no escreviera corto, que he por amadores de guerras peligrosas, y muchos va-
mejor callar que de lo mucho dezir poco. lerosos varones y hijos de señores de estado y
número de otra gente sin número de muchas
ciudades y villas que embiaron, y otros que
Cómo después de venida la nueva de la batalla
vinieron ansiosos de mudanza de tiempos por
de Revena mandó el rey ir al Gran Capitán
verse hartos de bienes, que con la paz no les
á Ytalia.
sobran. Ydo á palacio á besar las manos al
Estando el rey en Burgos le llegó certeza rey y despedirse para se partir, fué tan acom-
de la batalla que sus gentes y del papa y ve- pañado de los señores y grandes que en la
necianos, y los mas de la liga ovieron con los corte se hallaron, quanto á su persona con-
franceses cerca de Revena, do de una parte y venia. La misma compañía salió de la ciudad
de la otra murieron la mayor parte de las dos hasta el fin del dia, y algunos grandes ovo que
huestes, en especial de los franceses; por lo essa noche vinieron á aposentarse con él.
qual fué necessario enviar gente nueva y ca- Aquellos bueltos, con muchos cavalleros y
pitán esperimentado en Ytalia. Los descarria- gente se vino á Antequera por estar cerca
dos que era la parte mayor davan las bozes del embarcar en Málaga; y como las cosas de
por el Gran Capitán que en Roma quando lla- la Ytalia fueron mudadas en mejor estado,
maban á Camillo (a); y con esta nueva vinie- cessó su passada. Muchos de los cavalleros y
ron cartas del papa y de la liga para el rey otros que vendieron parte de sus rentas y pa-
que embiasse á ella al Gran Capitán, en cuya trimonios para ir con él, apiadándose dellos,
yda estaba el remedio; que ir solo de gente larga y cumplidamente cumplió con ellos; y
el nombre del Gran Capitán allá, seria tanto hecho escrito de lo que les mandava dar, un
terror y espanto á los enemigos quanto animo su criado visto aquel ser en mucha cantidad:
y placer tomarían los suyos. El rey que del «Vuestra señoría lo vea (dixo él), que mas
Gran Capitán conocía ser diestro en el arte monta de sesenta mil ducados lo que á estos
de las armas, y diligente en el proveer de señores se les da». «Daldo, que para usar dello
assentar la hueste do menos daño recibiesse, lo quiero; que el gozar de la hazienda es re-

y mas proveydo el real de mantenimientos y partirla».


aguas, y de las assechanzas y peligros de los
e nemigos estuviesse seguro, y el que primero (a) Deste Fulvio, que por otro nombre se decia el mas
noble, dice Sesto Frontino que aviendo de necessidad
se lanzava en ellos, afectuosamente se lo de pelear con pocas gentes que tenia contra el grande
exército de los samnites, que estavan muy sobervios
rogó. «Yo, señor, dijo él, desseo servir tanto jjorqne las cosas de la guerra les avian «uccdido en pros-
á vuestra alteza que á la mas pequeña cosa peridad, fingió que avia corrompido con pecunia una
legión de los enemigos á passarse á los suyos: y para
de vuestro servicio porné mi persona aunque dar fé d ello mandó A los tribunales y centuriones que
cada uno truxese todos los dineros, oro y plata que en
la hueste oviese, para mostrar á las cspias el precio que
(a) Dice Valerio que este Furlo Camillo fué tan vale- de/ian ó trata van, y prometió A los que lo diessen mu-
roso varoD que estando cumpliendo su destierro en Ár- cho más ávida la Vitoria: y con aquella su amonesta
dea, con licencia salió della y dio en los galios que an- clon y esperanza dio grande alegría en los romanos, qut
davan en los campos de Koma liazieiido guerra después entristecidos por las cosas papsadas estavan: las espiar
que entraron en la ciudad, la qual recobró, y socon 16 el contrarias que allí eslavan fueron A los suyos con esta
capitolio que dentro estava el «cnado cercado y que tal nueva, que muqbo los entrist» ció, y fueron en división.
desbarato en estos franceses bizo que 110 quedó ningu- Couielida la batalla, so ovo muy ciara Vitoria con enri-
no que fuesse á dar nueva de su pérdida. quecimiento de sus gentes qu(^ en ella ovieron.

s
581
DEL GRAN CAPITÁN
que el cavallero que desamparasse su estan-

Habla que hizo el Gran Capitán en Antequera za fuesse público enemigo del emperador. Ca
á los cavalleros que con él avian de ir á Yta- he os visto de improviso tan tristes con esta
lia, quando supo cessaba su
passada no passada, que dá razón la cara de lo que
deteneys en el alma; y, señores, no lo deveys
«Bien que sepays como el rey
es, cavalleros, hacer, porque si esto no fuesse en nuestro
nuestro señor me embia á mandar que esta favor, ni Dios lo querria, ni su alteza lo man-
nuestra passada en la Ytalia sobresea hasta daría; antes aquello es por mas mejor nues-
marzo, porque ansi cumple á su servicio; y tro, pues mas seguro es, que á un punto pe-
que los que aqui conmigo estays sus conti- ligroso que de muchas partes viene, se em-
nos y criados vays á su corte; y que de los peora la guerra. Bien veo, señores y honra-
otros cavalleros le embie copia, porque de dos cavalleros, que la saña de toda razón
todos se tiene muy bien servido y quiere aver enemiga ha engendrado en vuestros ánimos
memoria para vos lo galardonar y hacer mer- con esta nueva yra: porque mas quisiera-
cedes. De mi parte vos tengo en merced des allegamiento de batalla que alargamiento
la voluntad con que, señores, aveys venido á de tiempo, por arrebatar la victoria con gran
servir á su- alteza en esta justa jornada; por- fama de virtud, do dejarades tan gran me-
que con tal compañía esperava en Dios le moria de gloriosa fama á vuestros descen-
diéramos buena cuenta de nuestras almas y dientes, como la que heredastes de vues-
al rey de su encomienda, y á los enemigos de tros mayores; pero como todo esto procede
la yglesia de vuestra, virtud resplandeciente de nuestro Señor, á él se le dé loor; y pues
en maravillosa memoria, según la santa y hon- las cosas de la Yglesia y de la Ytalia van
rada empresa que tomastes: de donde os que- cada dia mejorando, mediante las fuerzas y
do, señores, tan obligado que en todos tiem- esfuerzos de la gente que allá está, á los
pos y horas que menester sea poner mi per- quales bien assi como por ello les es otorga-
sona y casa por la de cada uno de vos, lo haré do honra, no menos á vosotros merecimiento
de tan alegre voluntad como pesar siento de de gloria; pues para les ayudar llegastes á
vuestro apartamiento. Bien quisiera que fue- este lugar donde de vosotros, señores, se ha
ramos en esta guerra, para que vierades las conocido, no por premia mas por premio de
maravillas de Dios con la sobervia de los virtud aveys querido tomar trabajo loable. Al
enemigos que allá nos llevavan, enredadores rey nuestro señor he escrito suplicándole vos
della. Los quales franceses, aunque assaz va- mande á todos satisfacer y pagar los gastos
lientes varones, no yguales de vuestra dureza y expensas grandes que para este camino
y esfuerzo; porque caso que se ayudan del sa- aveys hecho. Bien espero ansí los que soys de
ber, vosotros de aquel y mas de la osadía que órdenes en aquellas, y á los otros en sus na-
estimo en mayor, precio que su grande hueste: turalezas, sereys de su alteza bien y larga-
la qual no es cosa Hgera de ordenar, porque mente gratificados. En lo que á mi toca es que
mas estorvo reciben de sí mismos que de los no vos pagaré ni podré dar á todos lo que
enemigos, por ser como es la multitud de los devo al uno: en especial considerando quien,
franceses gente desordenada para pelear con señores, soys, y de quien venís y como venís;
los pocos bien regidos. Quanto mas que de pero sé que mas mirareys á lo que puedo que
vosotros, señores, conozco estays en carrera á lo que devo, y tomareys aquello con aquella
de bondad, con la qual ayuntays el amor que gana dado que el dinero que ofreció la buena
teneys á los trabajos y peligros de las armas. y santa muger; que será lo que
acaece quando
Una cosa es bien, señores, que sepays, que si missa encargays que days un real y es de pre-
fuerades en Ytalia al tiempo que se escrevian cio infinito.»
los romanos para en |hueste,'sus caudillos
ir Acabado el razonamiento, muchos de aque-
no os pidieran los votos que'fa) juravan los llos cavalleros no pudiendo retener el lagri-
que yvan en ella, ni menos en vuestro tiem- mal ni el pesar, á cavo de alguna
disimular
po. Celandio (b) no pregonara en su hueste distancia de tiempo pidieron á Rodrigo de Ri-
vero por todos respondiesse el sentimiento
Ia) Juraban los romanos tres votos qnando Iban é
guerra; obedientes á bu capitán, no dejar las armas ni grande que de la nueva ovieron, el qual ansi
rehuir el morir por el bien de la patria.
dijo:
(b) De los griegos íué capitán Colandio.
582 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
y seda y ropas y perlas, á cada uno según
Respuesta que en persona de los cavalleros dio quien era y costa traya, y no menos á los que
Rodrigo de Rivero al Gran Capitán. estavan en Córdova, Málaga y en otras par-
tes aposentados; y aquella mesma cura tuvo
«No será necessario decir á vuestra seño- de los alabarderos de la guarda del rey y
que estos cavalleros han toma-
ría la tristeza gente de cavallo de aquella y de otros oficia-
do con la habla que les ha dado; pues su mis- les ypersonas que de grandes y otros seño-
ma alteración lo muestra, de que nos pesa res se avian despedido para ir con él en esta

tanto que otra ninguna nueva nos oviera al- jornada; á lo qual todo como fuesse presente
terado mas. Porque se alegravan quanto rea- un su criado: «Estos cavalleros y gentes (dijo
legrar se podian en yr á la Ytalia con cónsul aquel) á serviros, señor, vinieron, y para que
resplandeciente en dignidad y gloria y espe- repartiessedes de lo ageno y conservar lo
riencia de guerra,ques la parte principal de vuestro: oy veo lo que dice (a) Fectora: que
laempresa: porque presente vuestra virtud naturalmente nacen los hombres liberales. O,
poco temor se tenia á toda multitud; pues señor, cómo esta vuestra cámara tiene suelo,
otro (a) Salinator llevamos por avanguarda, y en vuestra casa no lo de (6) Craso! Ca en
en especial yendo á empresa de la defensión este repartir deve vuestra señoría ¡lustre se-
de la Yglesia y con capitán que su uso es guir loque dice Valerio: que ansi como hom-
ayudar lo perseguido, á cuyo exemplo des- bre no ha de dar mas poco de lo que deve,
seamos bivir. Bien quisiéramos, señor ilustrí- menos deve dar mas de lo que puede: que si
simo, que pues no han valido amonestamien- Scipion y otros principales davan dádivas
tos con los franceses en Ytalia, vieran vues- crecidas á los guerreros, era del despojo de
tras fuerzas en Francia; porque de aquellas los enemigos. No sé yo, señor, qué exceso
en Dios fiando nos resultara dignidades, ri- hicieron estos vuestros bienes con tanto pol-
quezas y honores, que son devidas á los vo y peligro ganados, que assi los meteys á
vuestros por el gran poderío y gloria de saco; que por cierto no se lee en un dia dar
vuestra excelente persona: porque ante los uno de lo propio suyo lo que aveys dado oy
ojos teníamos esta passada nos fuera onor á muchos de lo vuestro. ¿ Qué mas haria
increíble, pues que yvamos con caudillo que vuestra señoría al enemigo en su propia casa
sus bien aventuradas hazañas y loables ven- de lo que haceys oy en la vuestra?» Al qual
cimientos de batallas dan claridad en el mun- respondió: (c) «Anda vete, amigo, ca las leyes
do, de que toda sana boca habla. El pesar de la guerra son ser el capitán clemente y te-
que estos cavalleros tienen melezina con que ner la mano larga y boca prudente; esse con-
saben que vuestra señoría ilustre los tiene sejo que me das ser me ha de mala digestión,
por perpetuos servidores, y por tales umil- por no lo aver acostumbrado en ninguna de
mente pedimos haya memoria de nos mandar: mis edades, ni seria bien aconsejado si de
pues aquella misma retenemos para obede- nuevo lo principiasse. Ca cosa convenible es
cer y agradecer la benivolencía con que nos al que tiene cargo de gente, no menos la fran-

ha tratado>. queza que el honroso exercicio de la guerra; la


qual assi como el capitán ha de punir corto»
Mercedes que el Gran Capitán dio á los cava- debe repartir largo; pues no menos es de cul-
lleros y otras gentes que avian de passar con parle ser vencido por liberalidad que por ar-
él á la Yialia,quando del se despidieron. mas. Mira que estos cavalleros veen y yo lo
siento qual gastados están, assi en el orna-
Ydos estos cavalleros á sus posadas, este mento de sus personas, como en el gran gas-
Gran Capitán se fué á su cámara do les man- to que los suyos cada dia les hacen; y si bol-
dó embiar dineros y cavallos, plata, brocado
Este Fectora fué filósofo.

i
(a)
Dice Justino qae quando este IíÍtío Salinator
(a) (b) Este fué Marco Craso que tanto abundó en
venció á Asdrubal mas con su persona que con demasía lies que con el fruto do la riqueza dcllos sostenii
de gtfDte, porque aquella do igualava con el exército grande exército que traya.
contrario, le (ué di bo que muchos de los franceses es- (c) La liberalidad del excelente uuipurador T'to
tavan derramados y >in capitán, y quo fácil cosa seria crepada do suyos porque dava todo lo que lo pedian
los
vencerlos con poca Rent rcBpon.iió que conveniadcjar
: ingratitud (les respon ió) es no dar á oquellos que les
algunos para su mal contar y contar su Vitoria, y que falta, pues ellos no le faltavan. Assi aqui el Oran C
el solo nombre de Salinator ponia espauto en los ene- tan reparto y d& bienes á los que bienes le dessea'
migos. aunque no ne los demandavan.
DEL GRAN CAPITÁN 583

viessen á sus tierras pobres, sus vecinos rrígíó SU testamento y comunicó su vida pas-
aborrecerían el oficio militar que es mas no- sada, y recibió con tiempo los santos sacra-
ble.Acuérdate de aquella palabra que decía mentos de la santa yglesia con tantas lágri-
esse Scipion que dices, que mas quería con- mas y devoción que dieron fé de su buen fin.
servar un cavallero que destruyr mil ene- Hizo de nuevo grandes mandas y limosnas
migos. Ca bien ves que si nos faltare caudal, allende de las fechas, con mas cínquenta mil
no nos faltarán amigos de verdad; que el va- missas que le dixessen en aquellos moneste-
ron no se ha de someter á baxos pensamien- rios y yglesias que mas necesidad toviessen.
tos, pues la razón á lo mas bueno nos lleva». Fué depositado su cuerpo en la capilla ma-
yor de San Francisco de aquella solemne y
Cómo el Gran Capitán vino á la ciudad de nombrada gran ciudad, con (a) grandes llan-
Loxa donde adoleció, y fué á Granada don- tos y gemidos del pueblo y tierra que concu-

de feneció. rrió á las honras: donde todas las dignidades


y beneficiados del cabildo de la yglesia mayor
Derramada esta fama de liberalidad y ale- y capellán mayor y capellanes de la capilla
gre conversación que con estos cavalleros y real, y clérigos de las yglesias y religiosos de

gentes el Gran Capitán hizo, creció en los los monesterios de la dicha ciudad, vinieron
corazones de los hombres tenerle tanto amor los nueve días de sus honras, en que se
que todos unánimes deseavan servirle y se- hallaron presidente y oydores de vuestra
guílle; y ansí con él y con la duquesa su mu- audiencia real y marques de Mondejar conde
ger vinieron acompañándolos hasta la ciudad de Tendilla con los veinte quatros, y los
de Loxa, que le fué dada con la justicia y te- otros cavalleros della, con mas los señores
nencia della para su aposentamiento. E aquí de Vaena y Aguilar y Alcaudete y Palma con
tornó á mandar hacer nóminas de segundo sus hermanos, hijos y debdos, y muchos
repartimiento, tan colmadas como la otra otros cavalleros que del Andalucía vinieron.
vez; y en estas liberalidades se conoció del Estavan puestas en la yglesia y al rededor
tanto se realegraba en el dar, quanto penas, de la tumba que representava su bulto do-
gemidos y cuidados tienen los avarientos en zíentos estandartes y vanderas y dos pendo-
el guardar. Quedaron con
él cínquenta cava- nes reales que avia ganado en batallas á los
llerosde sus continos y criados, con otra franceses y sus sequaces, con las señas que
mucha gente, á los quales tenia en uso de tomó á los turcos quando la Chafalonía les
bivir sin bollicios, limpios de reniegos, juegos ganó. Al católico rey llegada la nueva desta,
y adulterios; y en esta observancia allí mo- á la buena y clara vida ser trasladado el Gran
raron casi tres años, usando marido y muger Capitán, hizo mucha demostración de dolor y
de aquel su oficio de liberalidad y charidad: sentimiento con derramamiento de lágrimas, y
do dieron testimonio hazian vida á voluntad tomó loba negra, y los grandes y cavalleros
del que dá la vida. E aquí adoleció de quarta- de la corte tomaron luto. Su alteza dixo pa-
na en el mes de agosto; de la qual dolencia labras que davan testimonio del amor que le
sus días fenecieron en Granada de (a) edad tenia, y mandó que fuessen hechas solemnes
de sesenta y dos años y dos meses, á dos honras en su capilla y corte.
días del mes de diciembre de mil y quinientos
domingo antes del día, estan-
y quince años; Vida, linage, persona y costumbres del
do rodeado de su muger y hija y criados y Gran Capitán.
servidores (b) y sabios y claros religiosos; á
arbitro y parecer de los quales repassó y co- Porque gastada la edad de los hombres, de
las cosas no ay memoria, y en letras dura y
(a) Esta eflad no sabida, en el meneo de la persona, se conserva, parecióme poner en ellas á ma-
cabellos, barba, dientes y cara, por enteros cinquenta
afiosno le juzgaran.
(biFueron estos religiosos que aquí estovieron (a) Una cosa se vido aquí quo por la novedad della
Fr. Pedro de Alva, prior de San Gerónimo de Granada, me pareció poner: que todos los dias de las honras con
qne quedó con la duquesa por albacea, y el provincial muclios más todos los vecinos de la ciudad, sin ser cita-
Fr. »'edro do Montes Doca. y ol guardián Fr. Antonio dos por ruego, ni mandamiento, dejaron sus tiendas,
de Críales, en buena vida y costumbres muy aprovadoa. tratos, oñcios y lavores, y yvan cada dia á San Francis-
A este dicho prior Fr. Pedro de Alva por su abilidad, co hombres y mugeres, assi viejos como nuevos chris-
vida, virtud y fama el emperador nuestro seúor le dio tianos, enternecidos de dolor, mostrando cada uno la
el arzobispado de Granad». trísteza en la cara del pesar que tenia en el alma.
584 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
ñera de registro lo dicho que procedió del ñez de Herrera, cuya fué la casa de Pedraza.
hecho: ca pues que de lo que de lexos oymos Dice Hernán Pérez de Guzman en el tratado
tenemos por estimado, mucho mas preciado de los claros varones que de su tiempo es-
deve ser lo que vimos (a). Ca sabido es todo crivió, que estos de Herrera venían de linage

linage de hombres dessean oyr hazañas de noble y muy antiguo. Su persona, gesto y
los ydos. Quanto mas todos se deven reale- autoridad era tanta y de tanta gravedad que
grar con las que ven de los presentes, que para el propio semejar vayan á (a) Apelles ó
con gran diligencia se deven escrivir, por ser venga (b)Guido de Coluna para le bien tras-
infinitos(como dice Tulio) los provechos y ladar. Fué su aspecto señoril, tenia pronto
loores que de las contar en corónica se sigue. parecer en las loables cosas y grandes fe-
Apegado á esto se dirá algún tanto de la fa- chos. Su animo era invencible; tenia claro y
cion, persona, costumbres, dichos y hechos del manso ingenio; á pie y á cavallo mostrava el
Gran Gapitan, pues con la perpetuidad que autoridad de su estado; seyendo pequeño
obran leyéndolas, pagamos las deudas á sus floreció no siguiendo tras lo que va la juven-
excelentes obras para que en sus hazañas no tud. En de voz
las questiones era terrible y
cayga olvido. Ca como quier que son verda- furiosa y recia fuerza. En la paz doméstico y
deras, como dice el filósofo, por los dichos benigno; el andar tenia templado y modesto;
universales, mas no á todos sabidas, cuya su habla fué clara y sossegada; la calva no le
verdad entonce (dize él) es conocida, quando quitaba continuo quitar el bonete á los que
en lo particular se platica. E á esto junto se le hablavan; no le vencía el sueño ni la ham-
contará la antigüedad encepada de su linage bre en la guerra, y en ella se ponía á las ha-
generoso, que aprovecha á sus obras ser (b) zañas y trabajos que la necessidad requería;
nacido de noble lugar; al qual dá favor su era lleno de cosas agenas de burlas, y cierto
poder. Don Pero Hernández de Córdova, en las veras, como quier que en el campo á
cuya fué la casa de Aguilar, y las villas de Ca- sus cavalleros presente el peligro por los re-
ñete, Priego y Montilla, que fué hijo de don gocijar decía cosas jocosas; las quales pala-
Alonso Hernández, del qual fué padre don bras graciosas (decía ponen amor entre el
él)

Gonzalo Hernández de Córdova, cuyo fué el caudillo y sus gentes. Era tanta su perfec-
mismo estado. Fállase en las corónicas de ción en muchos negocios, quanto otro dili-
España aquellos de Córdova, donde este don gente en acabar uno; en tal guisa que venci-
Gonzalo Hernández vino, ser nobles, antes dos los enemigos con esfuerzo, los passava
que la ciudad se ganasse de los moros; y por en sabiduría; el qual como los tovíesse un
tales escogidos en principales honores al po- dia tan cerca que aquel peligro caussase en
blamiento della, acatando su virtud y valen- tornear los ojos tanto á uno que le díxo: «Oh
tía: entre los quales nunca menguó, loados cómo parece mejor al varón derramar sangre
mediante las grandes cosas que hicieron en con las armas que (c) con temor mugeríl lá-
la guerra de los moros sus vecinos. Porque grimas! ca con ellas afeays la Vitoria que oy
de tal manera se anticipavan á los peligros esperays: y estos ojos mas se muestran es-
en ellas los que sucedían en aquel linage, que traños de buen linage que generosos». Su ra-
no dexavan con hazañas olvidar la gloria de zón era de tanta perfección que no avia cosa
sus passados. Dice una de las antiguas casas de menosprecio en su habla. En la guerra
que en el Andalucía primero tuvo vasallos dava exemplo de templanza y justicia, la qual
ganados en la guerra de los moros, fué esta siguiendo con su prudencia y autoridad tuvo
de Córdova, y de parte de doña Elvira de tan conforme su exército, no embargante ser
Herrera su madre, que fué hija de Pero Nu- mezclado de españoles, ytalianos, alemanes,
con otras muchas naciones, que entrellos po-
(a) Annqne Isa cosas pasadas sean dinas de memoria,
dice el Papa Fio, que mucho mas de loor deven ser las cos escándalos ovo; y uno que nació con boz
nuevas; porque quanto mas cerca de nuestra vista, tau-
to mas Ue precio estimado son. Apeles fué tenido por principe de los pintores.
(a)
(b) Común regla es. quando so d& loor & algún exce- Historiador singular fué este Guido de Coluna,
(b)
lente varón, contar las personas claras de su linage, que con pluma diligente oscrivió en hermoso y alto es-
donde el tal-deciende, para declarar que tal persona es tilo la facciones y obras de los griegos y troyanos, que
estimada por los autos seflalodos de sus mayoren: de en la defensión y conquista de Troya se hallaron.
guisa que los loores de los pasados deciendan or gra-
i
(c> Esto de las lAsrimaa acae.io el dia que el Gran
dos á aquel de quien taazafias y virtudes se cuentan, Capitán á los franceses venció en la batalla del Garel'
para mostrar que la tal persona ea esclarecida en no- no, que fué viernes veinte y siete de diciembre de i

bleza de sus pasados, á quien en aquella parecía. oientos y cuatro aflos.


DEL GRAN CAPITÁN 585

de amotinamiento, de parte de unos foreros menor quanto mayor es su sospecha; y que


que quisieron ser (a) principales comuneros, losque amusgan las orejas á delatores pas-
rezio castigo mandó hazer en ellos. Era gran san vida espantadiza, á los quales denuncia-
repugnador á los que injuriavan en la guerra dores se devia anteponer la verdad de los
á los pacíficos, y trataba mal á los que ultra- mejores. Era muy contrario á los de malas
javan mugeres: declarava á aquellos se h¡- mañas y lenguas dobladas. Decia que es gran
ciesse honor de quien se habia ávido Vitoria. exemplo para ser bueno las costumbres del
Con los (b) amigos era otro Antigono, y en malo: (a) á huéspedes sus puertas fueron pa-
memoria Yneas. En conocer los suyos
la ('^) tentes con aquel placer que alaba Teofastro,
por nombre semejava (d) á Ciro de Persia. y demasiado gastador con aquellos. Ca como
Era tan anticipador en los peligros quanto un señor de estado le dixesse: «Entrad, se-
tardio al salir dellos: acabó muchas guerras ñor, en nuestra observancia que mucho passa
en mas poco tiempo y con menos gente sin el pie de la mano vuestro gasto; pues no
mucho caudal que para las fenecer era me- menos cara se debe tener en las cosas me-
nester. A esto le ayudó su franqueza, dando nudas que peligro se toma viniendo á las
muchos galardones á sus amigos (e), y usan- grandes». «O señor (dijo él) cómo si somos
do de piedad con sus enemigos vencidos; que curiosos en adquirir bienes han de ser para
quanto les dava y perdonava, mas muchedum- que nos sirvan (b), pues nacimos para ser
bre le venia dellos; de guysa que su clemen- señores dellds; los quales tienen tal condi-
cia y liberalidad á todos hacia participantes ción que si con estudio no los retenemos,
de sus desseos, y con ellos tenia solicitud en ellos se vienen para que los gastemos, que la
los examinar, y con esta enseñanza guardan- riqueza es servirse della; y sabed, señor, que
do orden de buena disciplina, poniendo los elgastoso del dinero es abastado de los bie-
fechos en razón y no en fortuna, rompia cual- nes de la distribución, de los quales y del be-
quier exército: porque de tal manera mostra- neficio que hacemos no ha de quedar pensa-
va á los suyos, que se les dava alabanza de miento en nuestra memoria.» Vestíase limpio
llevar en la guerra lo mejor, con los quales y rico; su cámara fué demasiadamente abun-
señal acordada tenia que dellos no se cono- dante de atavíos; su mesa fué muy cumplida
ciesse terneza de ánimo: antes quanto mas y continua, y su casa la primera que mudó
adversidad y peligro, tanto mas dureza y los acostamientos de maravedís en ducados.
osadía singular, y sí cargamíento de armas y Adoleciendo los suyos, con diligencia eran
largo camino los cansava yendo contra sus curados; sus mozos despuelas solos fueron
enemigos madrugándoles: «Concluyamos (les los que á la puerta de palacio, ó fuera de
decia él) los trabajos que nos dan con el pe- aquel, tenían luz de hacha la noche que aguar-
ligro que les damos» (f). Era sabio en toda davan; trasnochava y velava quando era me-
arte de batalla y amigo del consejo della. nester; del dinero fué codicioso para lo gas-
Decia él que el hombre sofridor de cosas tar y no sabia industria para lo tener; los su-
menudas es de animo no temeroso y de fuer- yos á su exemplo mejoravan la vida, y en-
te corazón; el qual cada uno lo tiene tanto trando en su casa algún malo, luego era
hecho no tanto, y el bueno mejor. Honráva-
(a) Hecha justicia destos alborotadores, al tiempo los bien (c) y holgava de comunicar con sus
que BUS bienes mandó dar á sus parientes y acreedores.
•Kezio pesar (dijo el Gran Capitán) tengo de la muerte
destos; y la causa que á. ello me movió fué salvar ¿mu- Este filosofo Teofastro cuenta en el libro que
(a)
chos de error con el castigo destos pocos, ca en tales hermosamente escribió de las riquezas, que lo que me-
tiempos daña la misericoi'dia». jor dellas esalegremente recebir los claros huespedes;
(b) Fué firme y muy constante amigo de sus amigos de lo que aun dice se sigue; provecho il aquellos que
Antigono. quieren poder muchas cosas en todas partes, trayen-
fe) Solino dice que el rey Pirro embió legado á, Roma do en egemplo á. Ciuio de Athenas, que de mas de en
á este Yneas: y en el otro dia que fué entrado saludó A su casa en unas caserías y villa mandava A sns case-
los cavalleroB do senado por sus propios nombres, ros que los estrangeros que por alli pasassen, placen-
y que
era de tal sotil y biva memoria que poco de lo que por teramente los acogiessen dándoles lo que meuuster
él pasaba se le olvidaba. oviessen.
(d) De Persia fué rey Ciro: ol qual á pocas veces que (b) Magnifica cosa es (dice Tullo) tener en menos-
rodeava BU hueste, los que le quedavan do Humar por precio las riquezas careciendo dellas, pero que pose-
nombre conocía de cara en qiié capitanía estavan. yéndolas, gloria es usar libremente dellas.
(e) Muy mas necesario es á los que cargo de gover- (c) El emperador Antonio con xquella compañía y
nacion tienen de usar antes de piedad y liberalidad buena igualdad comia con sus cavalleros, amigos y con-
que de otra virtud. vidados como cuando era compañero de ellos. Asi aqui
(f) Todo aquel en que ay saber (dice Sócrates) tiene el Gran Capitán do convenia mucho, era con los suyos
noinio de fortaleza. igual.
586 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
cavalleros y comer con ellos, por los quales ella, tanto que tenian concebido de su saber
decia: ¿s¡ honramos á los ágenos por qué y esfuerzo todos aquellos que con él entravan
mejor no trataremos á los que son subgetos? en los peligros, esperar antes vencimiento
En tal manera que los hazla assi mas obliga- que daño; era tardío en castigar yerros de
dos y fieles: de los quales escogía para los obra, como quier que de palabra á los que
cargos sabios y de entera fama, amonestán- los cometían hablava con saña: «Sobre todo
dolos en la mayor ocupación y peligro se se guarde (decia él) la piedad á la vida muy
acordassen de administrar justicia sin punto necessaria; y que Dios rige y ordena los he-
de codicia, y anticipando á ellos los criados chos de aquel que á misericordia no hace
del rey y de la reyna, acrecentándolos en bie- fraude». Decia que las honestas y verdaderas
nes y honores. No fué estudioso en ganan- palabras dan mas sustancia que los manjares.
cias: á sus grandes hechos no tuvo otro fa- Este varón claro halló el a, b, c, para co.tes,
vor sino ingenio y corazón; tenia onestas y prudente y gracioso escrebir, y que el cava-
sanas costumbres (a); era mudable en el ren- llero (decía él) no avia de aver por ageno de
cor, en el qual duraba tan poco el odio que su dignidad á todos bien hablar. A cavallo, en
tenia con aquel que le tomava, que á segunda ambas sillas era muy diestro. Solía decir que
vez que le veia le hablava benignamente. lafortuna estava en los consejos discretos y
Decia él que los permanecientes en la ira buenos hechos, y que assi como la adversi-
pierden la vida esperando dia de venganza y dad se mudava, bien assi la prosperidad no
que mas padecen ellos que fatiga davan á durava: pues constancia ninguna tiene por
sus émulos, «con los quales tomarse devia grande que sea para fiar della, ca contino
(decia él) via de fe y no de porfía». Era pro- anda sin vela y cada dia muestra como no es
veydo cualquiera afligido que á su casa venia, durable, pues en el mejor tiempo se mezcla
enseñando los ricos y consolando los pobres, con trabajos. Ansí que aquellas cosas que
sin hacer muestra de lo que hacia ni decia. son concedidas á un claro hombre tenia; pues
No me parece de olvidar quando se trocó la en él se contenia lo que escrive Aristótelis:
soltura de sus pages con el bachiller que les que aquel que ha bueno y claro entendimien-
dio para que tiempo que se ocupavan en los to por natura, deve ser señor. Tenia uso y
juegos de la bola y pelota, aquel fuesse en la esperiencia de muchas cosas, y de tan per-
escuela de la gramática; la cual oyendo y le- fecta y constante virtud, que de aquella no
yendo, no les impedia el tiempo que les esta- avia necessario socorro; á lo qual como un
ba asignado, y á los pequeños de la duquesa amigo suyo le dixesse que el papa, que mu-
su muger para egercitar sus cuerpos en obra cho le devía de servicios que le h!zo, de una
y platica de cómo se ha de ofender el enemi- dignidad que vacó no le proveyó, haviéndo-
go con menos peligro, de tal manera unos á sela prometido: «Mejor es, señor (dijo él), no
otros en este uso se enredaban ordenados, galardonar vuestro buen servicio que dejar
que el arte los igualaba con lo que les fallecía vos de haver merecido el beneficio; como
en las fuerzas. Era tanta la limpieza de su quier que los hombres de gratitud devian ser
persona y bevir, que ralos eran los dias que como el campo abundoso que por un tanto
no oya missa en la yglesia, y quando en el dá muchos, y ansí el bien recevido con usura
campo, no salia de su tienda ó estanza hasta colmada devia ser restituido». Era repugna-
averia oydo (b), sin que se lo estorvasse nin- dor á los sobervios, y fuerte en el infortunio
guna nueva de placer ni peligro que le sobre- y blando en la buena fortuna, y firme en los
viniesse. Solia decir en la guerra: «Recemos casos súpitos. El varón (decia él) no rehuye
para que bien peleemos>, en la qual ralas ve- la tenencia de las cosas, con temor le faltarán;
ces le sucedió al contrario de lo que inten- de las quales con gozo goza poseyendo sa-
tasse hacer, teniendo apercebida desperteza ver y virtud. Fué esento en el governar de su
en qualquier cosa que de hacerse toviesse en gente, la compañía de las quales, continuan-
do guerra hasta la acabar, no le pudo qui-
(ai Quando fné en su gran señorío y potencia cI Ce- tar el amor tierno que tenía á sus hijas y de-
sar con cualquiera quooTínse safla (dice Tulio' hallan-
do cauxa, con él hacia paz de buena gana. Assi aquí el masiado querer á su muger, hija de don Fa-
odio en el Oran Capitán i>oco durara. dríque Manrique, de línage muy claro y anti-
(b) En prosperidad ni adversidad jamai se conoció
deste c«pitan turbamiento en dicho ni hecbo. guo: ca fué hijo del adelantado don Pero
DEL GRAN CAPITÁN 587

Manrique, gran señor que fué en estos rey- dadas á buena guarda por el peligro que de
nos; cuyo estado era el que oy posee su vis- comunicar con la gente suelta les sucedería: el
nieto del duque de Najara. E tornando á los qual Scipion, dice Tito Livio, las encargó á un
hechos perfectos que este maravilloso capitán hombre honrado, casto y muy virtuoso; man-
hizo, de que he dicho bien breve parte, digo dándole que las guardasse como á propias ma-
que era tal varón que en ningún tiempo dio dres y hijas; y el mismo Livio dice, que al Sci-
ocasión á aver queja de su causa; ca era tan pion aquí traxeron una tan bella doncella, ávi-
grande su misericordia y mansedumbre y li- da en estas, que todas corrían á ver su beldad,
beralidad que de aquella á todos comunica- y sabiendo ser esposa de Lucio, á aquel se la
va, y recebia deletacion en la continuación de mandó restituir sin violencia. En muchas par-
laguerra y en ella era otro (a) Eumenes; y tes los hystoriadores dicen estas dos cosas por
avia gasajado quando su gente tomava har- famosas, pues concedió el ruego de la Man-
tura en el destruymiento de sus enemigos: donía y no aceptó comunicación con la Lude-
assi que era tanta su fortaleza quanto se ya; y los que esto cuentan dan mucho loor al
comprende de las cosas que con ella hizo; mismo Scipion, y por cierto assi se deve dar,
testigos de los quales son Granada, Ñapóles porque, como dice Valerio, son las mugeres
y Ytalia, donde perpetuamente resplandecerá y mas las hermosas y mozas peligrosas entre
singular honor y gloria al nombre de España, los hombres de injuria, etc. Pero no me parece
mediante la industria, valor y arte de cavalle- de olvidar ni dar menos loor á este Gran Ca-
ria de su Gran Capitán: por el cual fueron pitán, quando su hueste sobre Gaeta traxo; y
renovadas y ensanchadas las fuerzas de las ganado el monte de aquella y el arrabal en-
armas españolas en la Ytalia (b), tomando él trado, viendo que las vírgenes (a) hijas del
la mejor suerte de los peligros por ásperos Anunciada que alli están, que es un ayunta-
que fuessen. y la mayor parte de la-hambre y miento de religión do se crian gran numero
sed quando se ofrecía, junto con el trabajo de mozas hijas de padres no conocidos, y en'
del velar y trasnochar quando eranecessario, aquella observancia están hasta que las casa
estimando mas cuidado del corazón que el
el la casa que moran; la qual por la gente entra-
cansancio del cuerpo; con mas continuo em- da, ellas sin pensamiento de tan súpito peli-
biar mensajeros, al despacho de los quales no- gro con aullidos y llantos huyen á los terrados
tava, escrevia, oya y proveía todo juntamen- y tejados para ser de allí antes despeñadas
te.Basta que como por la bondad y saber de que forzadas: las quales tan dessemejadas te-
Catón fué la mayor parte de España subjeta nían las caras con sus manos despedazadas,
á los romanos, bien por la virtud, consejo y quanto requería la tribulación y deshonra que
esfuerzo deste gran castellano, los hechos de esperavan con cuerpos ágenos afeadas. Ca á
la Ytalia vinieron á sus manos. los mismos intentadores de la fuerza diminu-
ye el placer del vencimiento presente el sem-
blante dellas; que ansí de día como de noche
Comparación del Gran Capitán á Scipion. eran oydos sus clamores y cuitas; las quales
con el espanto reprimían los gritos y con te-
Aquel hecho de Scipion honran bien ala- mor sospiravan que callando se fatigavan en-
bando los escritores romanos, quando la an- ternecidas de miedo. El Gran Capitán, que vio
ciana dueña de los rehenes de Híspanla mu- montón de mugeres angustiadas, y sabida la
ger de Mandonio, que fué tomada en Carta- causa era mucha parte de su infantería que-
gena, se echó á sus pies, suplicándole todas rellas meter á saco de mal, como hac an á los
aquellas mujeres alli ávidas fuessen encomen- bienes que allí hallaron, con todo ímpetu
aparta la gente, y á ellas con diligencia soco-

Cuenta Plutarco quo tenia tan soberana cumbre


(a) rre, diciendo ser antes dignas de ayuda que
•n el oficio de la guerra este Filipo y Eumenes que nin-
gún arle della se le encnb.ió y & solo él se le dava la de injuria; y descendidas tal cobro les puso,
ventaja del capitanear. que tan limpias en su convento quedaron
(b) Aquello que el Gran Capitán mandava hacer á
8UB gentes de peligro y trabajo, él uiismo era igual en como las hallaron; y forzado yr á proveer en
trabajar y se aventurar con ellos; y no mejor parte to-
mava del mantenimiento que bi:s cavalleros y la otra
gente: los quales no le He avan ventaja en sofrir peli- (a) Estas hijas del Anunciada son criaturas que se
gro, sed ni hambre y frió y otro trabajo, cualquiera que echan de noche á las puertas de las yglesias y mones-
faesse. terios.
588 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS
lo que para el bien en que estava convenia,
sostituyó para guarda destas á un cavallero Cabo deste breve sumario.
de su casa con gente que guardasse aquellas,
amonestándole: (a) «Si vo de aquí, mayordo- Este tamaño bien me parece haber alcanza
mo, es porque dejo otro yo». do mi trabajo contar estas pocas de las gran-
En Rubo de la marina que es en la Pulla, do des y muchas cosas de la industria y fortaleza
estaba mosior de la Paliza, capitán general del Gran Capitán, dende su menor edad hasta
del rey de Francia, y el teniente del duque de que el alma volvió á quien se la dio, por ser
Saboya con muchos capitanes y gente fran- dignas de ser sabidas. Ca por cierto si fueran
cesa y saboyana, el Gran Capitán que esta ciu- en orden escritas y también enxeridas en el
dad por combate les ganó, todas las mugeres papel quanto él las supo hacer, materia de
que en las yglesias halló, llenas de lágrimas y doctrina era á los presentes y exemplo á los
temor, fueron tan guardadas quanto convenia que vernán; la qual obra, señor muy pode-
á la limpieza de no ser violadas; antes como roso, pongo so el amparo de vuestra mages-
supo que su gente militar las halagava con tad, para que con él sea defendida de aque-
lengua y manos para mal, aquello rezio casti- llos que en acusaciones se trabajan: (a) que

gó y lo que les tomaron restituyó, y ellas por cierto si á la comenzar me atreví, mas fué
puestas en libertad mandó dar abundancia de por provecho de otros que por alabanza mia,
mantenimientos de que estavan en mengua; y ca assaz trabajo es (como dijo Salustio) es-
ansi libres de aquel infortunio, la mayor en crevir fechos ágenos, pues la gloria mas en el
edad y principal en dignidad de aquellas le hacer que en el decir está; verdad sea que
dixo: «No sin causa, magnánimo señor, la na- mejor fuera (b) cometello á Casio como hacia
tura os otorgó forma de cuerpo y gesto tal el Cévola, y no tomar oficio á mi no sabido;
que resplandece mas á vuestro oficio y digni- porque contar cosas tan claras, avian de ser
dad; y pues las gentes no bastan á dar tanto también puestas como fueron hechas y de
loor quanto merece vuestra gran memoria, mejor medida la desemboltura de mi lengua:
plega á Dios otorgaros la gloria que de dere- el defecto de la qual causó ser lo escrito men-
cho todos deven á vuestra piadosa persona». diguez, según el loor dan á su fortaleza dura-
Ambos casos de estos capitanes fueron en ble los que la esperimentaron; la qual y la
honor de mugeres; pero sin ser rogado de la figura del maestro que la dio, presente avia-
mujer de Mandonio, este Gran Capitán mo- mos de tener, como escrive Séneca á Lucillo
vido á piedad socorrió y remedió á las bara- hablando en lo semejante; pues no para él
hundas que tenian las Anunciadas, para se solo nació, mas para la salud de la cosa pú-
dexar caer de lo mas alto de su casa, ni sin le blica de España, mediante la gran gloria que
ofrecer la esposa de Luceyo, amansó los llan- sus hechos le han dado, que son tales y tan-
tos y miedos que las de Rubo tenian: el qual tos que no hay abundancia de ingenio ni co-
acostumbrava antes que en la hueste se dies- pia de escrevir que pueda contar la clara vida,
se señal de combate á aquella ciudad ó villa resplandor de costumbres de este poderoso
que tenian cercada, mandava pregonar las caudillo: del qual quanto mas se adelgazare
mujeres de aquella que en las yglesias y mo- el antigüedad de los tiempos, menos se cali
nesterios hallasen, con manos ni lenguas no ran sus ilustres y maravillosos hechos, en
les tocassen; y desto no satisfecho, entrando pecial quando vengan á manos que enmieflF
por fuerza el tal lugar, en persona las yva á den la brevedad y baxeza con que aquí se han
amparar diciendo que con fé y beneficios y no
(a) Costumbre de los antiguos pintores griegos era
con temor ni servidumbre avia de tener la que quando imágenes hacian, al pie dallas no ponían:
gente asi obligada; amonestando á sus gue- •Protógenes ó Apeles me pintó», sino comenzó ó pintaba,
jíorque la falta quo la tal obra ovlesse. aquella fuesse
rreros, su fortaleza inclinassen á clemencia; el atribuida é. no ser acabada. Ahsí aqui ol autor dice assi:
la comencé para que qualquiera otro que quiera pue-
nombre del qual Gran Capitán bien como ate- ;

da acabar lo mucho que della queda. Platón en nna su


morizava já los malfechores de Ytalia, assi á epístola dice que las obras nunca se acavan.
(b) Quando á Cévola sabidor de derecho civil, dice
los pacíficos era amparo. Valerio, algo que de derecho pretorio que él no apren-
dió le preguntaban, remetíalo A Fario ó Casio maestros
de aquella ciencia, no atreviéndosse á hablar en aque-
Afirman aquellos que bien á este mayordomo
(aj llo en que él no hacia exercicio, y por esso aqui el autor
Martin de Tuesta oonocieron, entrar tan virgen en la Puigar dice que fuera mejor cometerlo á quien supiera
tierra como salió della- como hacia el Cévola.

i
DEL GRAN CAPITÁN 589

puesto. jO gran marques de Santularia! que el de vuestros reynos la toviessen para materia
tiempo mas bien gastado (decía él) era aquel á sus descendientes, como
hacia Alexandre al
que se empleaba buscando las vidas de los libro de Omero. Pero yo, señor, escreví lo que
valientes y sabios varones, y por tal nombro mis fuerzas bastaron, no curando de los lige-
á vuestra magestad real para que sin desden, ros á reprehender y enmendar, y tardíos á
con pluma sin dientes lo mande corregir, pues hacer y ordenar; pues á la verdad ningún te-
la sequedad de la mia no le supo majar ni me- mor se deve juntar, en especial aquí do paga
nos tundir á paladar de apressurados deci- y salario de gran fama se le deve por los tra-
dores, cuyos ojos no sufren claro resplan- bajos que passó en los peligres que sufrió: ca
dor. Ante los quales protesto aquel vuestro como quíer que sus obras se oyen, de que no
favor que el Gayo Julio á su huésped en Milán se leen, acaece lo que quando en espejo mira-
dio al tiempo que en lugar de verdura pusie- mos, que desviados del, no tenemos memoria
ron espárragos en la mesa, que todos desde- de la figura que vimos en él. Yo bien conozco,
ñaron y el solo Cesar los comió, á fin que no señor muy poderoso, que como los escritores
fuesse ávido por rústico aquel servidor. E que componen los hechos de los grandes va-
bolviendo, señor y muy poderoso emperador, rones con dichos mas de lo que en obras fue-
al propósito comenzado deste tan Gran Capi- ron, bien assi aquí todos dirán: mucho mas
tán, digo que del las gentes dirán lo que el rey que lo escrito fué lo hecho; pues largamente
Massinisa decia por el africano Scipion: que en él moraron las quatro cosas que el orador
no solamente contar sus hechos, mas aun excelente Marco Tulio pone que ha de tener
decir sus dichos no se hartaba ni hartarán el perfecto capitán: que son virtud, dar, sabi-
todos de oyr su vida, que si fuera tan bien duría y autoridad. E bolviendo á la razón do
escrita como se le devia, pareciera no sola- comencé, concluyo con que muy gran razón
mente delectable mas solene y muy utile y tuvo vuestra persona imperial de dessear ver
provechosa para que á la cabecera todos los y conocer al nombrado Gran Capitán.

Fué impreso este breve sumario de las Hazañas de este nombrado Gran Capitán
en la insigne y muy leal ciudad de Sevilla
por Jacobo Cromberger alemán.
Año de mil y quinientos y veinte y siete,

á diez y ocho del mes de enero.


DE LA FJTRADi l)EL GMl CiFlTH lí GUAMPA
PARA TRATAR DE LAS CONDICIONES DE LA ENTREGA {')

El testimonio de Hernán Pérez del Pulgar, votos y los de todos los cristianos». (Lucio
elde ¡as hazañas, compañero de armas y ami- Marineo Sículo de Regibus catholícis, fol. 118).
go del Gran Capitán, y la certeza con que El historiador Bermudez de Pedraza, que
afirma haber entrado éste de secreto en Gra- estudió con prolijo esmero todas las cosas
nada para concertar con Boabdil las condi- concernientes á Granada, en cuya ciudad es-
ciones de la entrega, bastarla por sí solo para cribía, afirma también la entrada del Gran
desvanecer en este punto hasta la menor som- Capitán en dicha ciudad con el objeto ya in-
bra de duda; pero es de advertir que este he- dicado: «Y porque las capitulaciones se habían
cho descansa en otros testimonios firmes y va- de hacer en Granada y arrabales della, nom-
lederos. Lucio Marineo Sículo, autor contem- braron los Reyes Católicos á Gonzalo Fernan-
poráneo, se espresa de esta suerte: «El rey dez de Córdoba, que después fué Gran Capi-
Boabdil, que ya estaba resuelto á rendir la tán, para que asistiese á Fernando de Zafra,
ciudad poniéndose de acuerdo con algunos de su más confidente criado y el más antiguo en
los principales ciudadanos de Granada, que la casa real de Castilla... Duró la conferencia
ya hablan ofrecido en secreto su entrega á y tratos hasta 25 de noviembre día de Santa
los Reyes Católicos para grangear su favor, Catalina mártir, que se firmaron las capitula-
envió con recato mensageros á los reales cris- ciones en de Santa Fé por los Reyes
el real

tianos, suplicando al rey y á la reyna que le Católicos...Después de firmadas las capitula-


enviasen algún comisionado, para concertar ciones (dice) fué Fernando de Zafra á Grana-
con ellas condiciones de la paz y del entrego. da, acompañado de Gonzalo Fernandez de
Oyeron de buen grado este mensage el rey y Córdoba, su valentón, á firmarlas del rey
la reyna, y con los mismos comisionados de Boabdil, y con no pequeño peligro de su vida,
Boabdil enviaron á Granada á Gonzalo Fer- por la inconstancia y poca fé desta gente>.

nandez de Aguilar, muy conocido de los moros (Historia eclesiástica de Granada, tercera par-
de Granada y que hablaba su lengua, y á Fer- te, cap. XLV y siguientes).
nando de Zafra, su secretario, á fin de que se Fray Jaime Bleda, en su Crónica de los mo-
enterasen y pusiesen después en conocimien- ros de España, se expresa de esta suerte:
to de los reyes las condiciones que para la «Para asentar esta paz hicieron muchos viages
paz y la entrega Boabdil les ofrecía. Y ha- en secreto del real á Granada y de Granada al

biendo conferenciado con él, volvieron con real don Gonzalo Fernandez de Córdoba, que
dos de sus consejeros á las estancias de los después fue llamado el Gran Capitán, y el se-
Reyes Católicos; les refirieron quales eran las cretario Hernando de Zafra». (Libro 5.", capí
proposiciones y la mente de Boabdil, y torna- tulo 21).
ron otra vez á Granada para tratar con él. Resulta pues plenamente comprobado el
Yendo así y viniendo varias veces á la ciudad cho de haber entrado el Gran Capitán en Gra
y á los reales, aun quando permanecía oculto nada, contribuyendo en gran parte con su fama
para todos lo que traían con aquellos mensa- y autoridad y con el influjo que tenía en el ani-
ges y recados, el buen éxito tan cumplido y mo de Boabdil á acelerar la entrega de aque-
tan deseado satisfizo plenamente nuestros lla ciudad y la completa libertad de España.

(') Número 7.» del Apéndice del Bosqii^o higlArico ¿Le Hernán Pérez del Pulgar, por Martines de la
índice por capítulos

pAos. pAos.

Introducción 1 XIV. De ci^mo el rey de Francia entró en Roma y del es-


CHRÓNiCA (Impresa) DEL QRAN CAPITÁN GONZALO panto que por su entrada mostró la ciudad y lo que su-
HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y AQUILAR, en la cual cedió después 17
se contienen las dos conquistas del Reino de Ñapó- XV. De las capitulaciones que se hicieron en Roma entre
les, Cin las esolarecidas victorias que en ellas alcanza el Pontífice y el Rey de Francia, y de cómo el embajador
y los hechos ¡Ilustres de D. Diejo de Mendoza, D. Hugo del Rey de España rasgó los capítulos y escrituras y
le

de Cardona, el Conde Pedro Navarro y otros caballe- posturas delante que entre él y los Reyes de EspaGa
ros y capitanes de aquel tiempo. Con la vida del fa- habían silo asentadas 19
moso caballero D'egj García de Paredes, nuevamente XVI. De cómo el Rey D. Alonso se fué á Siciliay dejó en
añadiia á esta historia 1 su lugar en el reino de Ñapóles á su hijo el Infante don
Cédula con la licencia para imprimir. 1 Fernando 20
Elogio de Paulo Jovio, Obispo de NochTa, al retrato 'de XVII. De lo que hizo el Rey D. Fernando después que co-
Gonzalo Fernández de C Tiloba, Gran Capitán. De Gre- — menzó á reinar y de cómo habló con los de Ñapóles. . . 20

gor o Silvestre (en verso). De Jorge de Montemayor XVIII. Del gran movimiento que hubo en la gente del
(ídem).— Del licenciado Maclas Bravo (ídem). De Pedro — ejército del Rey Fernando siendo en poder de franceses
Gravina, traducido en castellano (ídem) 2 la ciudad de Capua y de lo que el Rey D. Fernando hizo

I. De cómo la Reina doña Juana, siendo heredera en el sobre esto 22


reino de Ñapóles, adoptó por hijo al Key D. Alonso de XIX. De cómo el Rey D. Fernando se partió al castillo del
Aragón y de las causas que á ello la movieron 3 Ovo para desde allí irse á Isrla y del gran recibimiento
II. Del origen y nasrimiento del liey D. Alonso y de la (|ue los de Ñapóles hirieron al Rey de Francia 2.^

manera que tuvo en la ad |ui°ición del reino 5 XX. Cómo el Rey D. Fernando se partió de Iscla la vía de
III. De la muerie de este nob'.e Rey D. Alonso y de lo que Sicilia, y de la liga que entre venecianos y el Duque de

después de .-u muerte susedi) O Milán juntamente con el Pontífise y el Emperador Ma-
IV. De cómo Juan Renato sabiendo la muerte del Rey ximiliano y Reyes de España se concertó 24
D. Alonso vino con poder muy grande á cubrar el reino XXI. Cómo el Rey de Francia se partió de Ñapóles con
de Nd'poles y de lo que le sucedió 7 voluntad do hablar al Pontífice, y de lo que el Papa
V. De c'imo el Rey D. Alonso sucrdiendo por muerte de su Alejandro hizo para no le querer hablar ni ver 26
padre el Key D. Fernando de Ñapóles hizo gran aparejo XXII. De cómo yendo el Rey de Francia camino de su reino
en la defensión del reino temiendo la venida del Rey de fué en el camino de los de la liga salteado, y de lo que
Francia. S después sucedió 27
VI. De cómo los Coloneses lomaron á Ostia y del edicto que XXIII. Cómo Rey D. Alonso y el Rey D. Fernando, su
el

el Rey de Francia hizo promulgar en la ciudad de Roma. 10 hijo, enviaron á demandar socorro al Rey de España,
y
VII. De cómo el Rey Cario octavo cautelosamente se confe- de cómo lo envió muy cumplido 29
deró con los Reyes de España por que no le estorbasen XXIV. De cómo el Gran Capitán pasó en Calabria y tomó
la pasada, y de lo que sucedió 10 una villa que estaba por Francia que decían Regio, y de
VIII. Cómo la Duquesa de Milán salió á recibir al Rey de lo que el Rey D. Fernando hizo viniendo á las manos
Francia y del aparejo que el Rey D. Alonso hizo de con monsiur de Aubegni junto á Semenara 30
guerra 11 XXV. Cómo el Capitán Gonzalo Fernández se fué á inver-
IX. De lo que se hizo en la guerra de la Romana, entre la nar con su gente á Castro Villar, y de cómo los de Ña-
gente del Duque de Milán y del Infante D. Fernando y póles tornaron á recibir al Rey D. Fernando 32
de lo que Coloneses quisieron hacer en Roma 1- XXVI. De lo que hizo el Capitán Gonzalo Fernández de
X. De cómo el Rey de Francia vino á Pavía á ver á Juan Córdoba en la provincia de Calabria, y del socorro que
Calmazo (jue estaba enfermo y de lo que después sucedió. 13 vino á Ñapóles en ayuda de los castillos, y de lo que
XI. De lo que el Infante I). Fernando hizo en la Romana y acaesció 35
el Rey D. Alonso su padre en el reino 13 XXVII. Del espanto que metió en Italia una prodigiosa
XII. De cómo el Rey de Francia vino á las fierras de Flo- piedra que cajó en los términos de Sena, y de lo que
rencia y del a-iento que los florentinos hicieron con él. 14 hizo el Gran Capitán, llevando su camino derecho á Ña-
XIII. De cómo el Papa Alejandro envió al Rey de Francia póles 35
sus embajadores y de cómo el Rey de Francia se partió XXVIII. De lo que el Gran Capitán hizo sobre la villa de
la vía de Roma lt> Atella y de la muerte del Rey D. Fernando de Ñápeles. 59
592 índice por capítulos

XXIX. De cómo los de Ñapóles alzaron por Rey fi D. Fe- hizo entre el Rey de Francia y el Rey D. Fernando de
derico, tío del Rey D. Fernando, y del aparejo que el España
Rey de Francia hizo para volver sobre Ñapóles 41 XX. Del ejército que el Rey Luis do Francia envió contra
\XX. Do ciuiio el Gran Capitán por ruego del Papa fué el reino de Ñapóles para tomar la parte que le había
sobre Ostia y la tomó de poder del francés que la tenía. 43 tocado
XXXI. De cómo el Gran Capitán se fué con su gente XXL Del aparejo que el Gran Capitán hizo para haber de
sobre Roca Guillerma y la tomó. — Privilegio del ducado ir á tomar las dos provincias que á su Rey habían
de Santángel, concedido por el Rey D. Federico al Gran tocado
Capitán 40 XXII. Del aparejo de guerra que cl Rey D. Federico hizo
XXXII. Cómo el Gran Capitán pasó á Sicilia para irse de para esperar á los dos Reyes que le venían á tomar el

allí á España, y de cómo fué necesario tornar en el reino de Ñapóles

reino de Ñapóles por razón de muchas tierras que se XXIII. De otros muchos aparejos que el Rey D. Federico
habían revelado 48 hizo en el reino, y cómo los franceses asentaron su
Libro segundo de la conquista del reino de Ñapóles campo contra la ciudad de Capua
hecha por el Gran Capitán Gonzalo Fernández de XXIV. De cdino el Duque Valentino vino de Roma en
Aguilar y de Córdoba »1 ayuda de monsiur de Aubegni, y de otro segundo com-
I. De cómo los moros de Granada se levantaron con las bate que dieron á la ciudad
Alpujarras, y el Gran Capitán los venció y sujetó. ... 51 XXV. De cómo los de Capua vinieron en concierto con
II. Del aparejo que el Rey Luis de Francia hizo para venir monsiur de Aubegni, y de cómo los franceses se metie-
sobre el ducado de Milán y el Torco para Teñir sobre ron por fuerza en la ciudad, no guardando las posturas
los venecianos 52 que con los capuanos hicieron
III. Del granile ejército que el Rey de Francia envió sobre XXVI. De cómo el Rey D. Federico se salió de Ñapóles y
Milán, y de cómo el duque de Milán se fué á Alemania se fué á Iscla, y cómo los franceses se apoderaron de
por gente de socorro 54 Ñapóles y en sus fuerzas 89
IV. De cómo Bernardino Cortés, castellano del castillo de XXVII. De cómo el Gran Capitán pasó en la Calabria y
Milán, vendió el castillo á los franceses 55 comenzó de someter toda aquella provincia debajo de
y. De cómo los franceses por la gran traición de los suizos la corona del Rey D. Fernando 89
prendieron al Duque de Milán y después fué preso su XXVIII. De cómo los franceses se metieron en Ñapóles y
hermano el Cardenal Ascanio Esforcia, y los enviaron el Rey D. Federico se fué de Iscla á Francia, y de lo

presos á Francia 57 que acaeció 90


VI. De cómo la armada del Gran Turco Tino sobre la ciu- XXIX. De lo que el Gran Capitán hizo en la conquista de
dad de Lepanto, y lo que los venecianos hicieron en su Puglia y de Calabria. 91
defensa» 58 XXX. De cómo el capitán de la armada española tomó
VIL De cómo el Duque César Valentino, hijo del Papa una nave del Rey D. Federico, y de cómo los franceses
Alejandro, vino á conquistar el estado de Imola, y de comenzaron á usurpar algunos lugares que tocaban al

lo que le sucedió 60 Rey de España. 93


V'III. Del aparejo que el Rey D. Federico de Ñapóles hizo XXXI. De cómo el Gran Capitán vino sobre la ciudad de
en su reino temiéndose de la venida de los franceses. . Cl Taranto, y de lo que el Príncipe de Calabria hizo so-
IX. Del socorro que Rey de España envió en el reino de
el bre ello 94
Ñapóles, y de lo que la armada del Turco hizo en las XXXII. De lo que intentó hacer monsiur de Aubegni en
tierras de venecianos, como adelante se dirá 62 deservicio del Rey de España, y cómo algunos prínci-
X. De una grave tormenta que en la mar hubo, de que las pes y señores de aquellas dos provincias se vinieron á
dos armadas estuvieron en punto de ser perdidas, y de reconciliar con el Gran Capitán 95
cómo fueron á conquistar la isla de la Caphalonia. ... 65 XXXIII. Del aparejo que Duque de Calabria hizo en
el

.\l. En que cuenta un milagroso sueño que el Gran Ca- Taranto, y de lo que el Gran Capitán hizo sobre esto. . 96
pitán soñó, el cual fué causa que mucha de su gente no XXXIV. De cómo el armada francesa se partió de Ñapó-
se perdiese 66 les para ir á conquistar algunas tierras del Turco, y de
MI. De cómo el proveedor de los venecianos con su gente lo que les acaesció 98|
dio la batalla á la villa, y de lo que le sucedió 67 XXXV. De cómo los franceses intentaron por manera y
XIII. De cómo el Gran Capitán, visto el daño que los vene- arte de haber en su poder el castillo de Manfredonia, y
cianos habían de los turcos recibido, él con su gente de cómo el Gran Capitán envió sus gentes y le tomaron
dio otro combate, en que tomó la villa. Oración del juntamente con la villa. 1001
Gran Capitán á los españoles 68 XXXVI. De cómo vino la respuesta de los Reyes de Es-
Ví\'. De la gran hambre que los cristianos padecieron paña y Francia, y del lugar que asignó para la deter-
li-^pués de ganada la isla de la Caphalonia 71 minación de ella

XV. De cómo el Duque Valentino fué sobre Faenza, y de XXXVII. De lo que los doctores y caballeros en quien
lo que en la villa de Fosara le acaeció 72 estaba comprometida la duda de las dos provincias
\VI. De cómo el Duque Valentino se partió la vía de hicieron, y de lo que pasó en una villa que llaman
Faenza, y de cómo paso cerco sobre ella 73 Tripalda
WII. De cómo el Duque Valentino se retiró de Faenza XXXVIIl De cómo después de ser rompida la paz entre
por razón del invierno, y de cómo el Rey de Francia le españoles y franceses, se allegó mucha gente de una
envió socorro, con que tornó segunda vez sobre Faenza. 75 parte y de otra, y lo que le acaesció á un capitán espa-
Wlll. De cómo el Duque Valentino otro día de mañana una villa que llaman Montelone
ñol en 104
dij otro combate á la villa y de cómo la tomó 76 XXXIX. De cómo los franceses salieron de Avelino, y se
XI.X. De cómo el ejército del Rey de Francia se movió la emboscaron junto á la Tripalda, y de lo que se hiio en
vi.i de Ñapóles, y de la divUldn que de aquel reijio se aquel día. . 105
ÍNDICE POR CAPÍTULOS 593

XI,. De fumo iiionsiiir de Aubogii! vino á poner rerco so- LXI. Del socorro que el Rey de España envió en la Cala-

bre que pasó en aquel día abajo se dirá.


la Tripalda, y lo lOG bria, y de cómo el Comendador Aguilera vino con gente
XM. De cómo tres capitanes franceses se juntaron en de Roma ansimismo en socorro, y de lo que sucedió á
Troya con su gente y fueron contra Nochera, adonde los unos y á los otros 131

n. Diego de Mendoza y Pizarro estaban con su gente LXII. De cómo un capitán salió de >Ianfredonia y tomó
aposentados, y lo que les acaesrió 10" una villa (|ue llaman Toja, y de cómo el Visorroy divi-

XLII. Del apuntamiento de pares que entre el Gran Capi- dió su ejército en ayuda de la Calabria, y de lo que su-
tán y el A'isorrey de Núpoles se hizo por españoles y cedió al Conde de Melito y otros dos capitanes fran-

franceses, y de lo (jue después sucedió IOS ceses 133

XT.IIt. De c(5mo el 'N'isorrey do Ñapóles donde ú treinta LXIlí. De cómo monsiur do Aubogni fué á buscar los es-

días do la publicación de las paces ordenó de prender pañoles para se ver con ellos en batalla, y de lo que
al Gran Capitán, y do matar á todos los españoles que hizo yéndose los españoles de Terranova á Condexame. 155
(>staban en el reino, y de lo que sucedió 100 LXIV. De cómo por mandado del Gran Capitán Fran-

XI. IV. Cómo los franceses, viendo que no habían podido cisco Sánchez, despensero mayor, y el capitán Pizarro

prender al Gran Capitán pusieron en condición de las salieron de Rarleta á correr á Canosa y la Chirinola, y
,

armas lo que por engaño no pudieron liacer, y de lo lo que les acaeció 137
que les suc;'dió en la Cliirinola 110 LW. Decémo el Visorroy de Ñapóles vino á derribar la
XLV. De los aparejos que el Gran Capitán liizo sabiendo puente de Losanto, y de la muerte de monsiur de Lau-
que los franceses le venían á cercar á Barlota 111 de sobre Taranto 138
XI.VÍ. De cómo el ejército del Key de Francia partió do la I.XVL De cómo el Gran Capitán salió de Barlota á bnsrar
Leonesa y vino á poner cerco sobre Canosa, adonde el en caiipo al Visorroy, y de lo que sucedió; y de cómo
capitán Pedro Navarro y Cuello estaban U'JI el capitán Arlarán, que estaba en Manfredonia, fué
XI.VII. Do cómo el Gran Capitán queriendo socorrer los sobre San Juan Redondo y la tomó 140
españoles ([uo estaban en Canosa forzados de los mu- LWIL De nn trato doble que un falso soldado tramó
clios combatos que los franceses les habían dado, dieron contra los españoles que estaban en Taranto, y do lo
la villa con un buen partido 11 i que le sucedió, y do cómo fué preso el capitán Fabri-
XLVIII. De cómo los franceses salieron do Canosa para ir cio. hijo del Conde Conco, y muerta toda la más do su
á cercar a! Gran Capitán, y de cómo en el camino toma- gente líl
ron la villa do Hitonto, y de lo que más les sucedió, , . 115 LX\IIF. Del arte que tuvo el Gran l'.apitán jiara hacer
XLIX. De cómo el Visorroy de Ñapóles vino á cercar á daño á los france'os. y de la prisión del capitán mon-
Harleta, y de lo (|uo le acaesció en el viaje con los espa- siour de la Mota, juntamente con la muerte y prisión
ñoles 117 de los suyos 142
L. De cómo los Irancescs fueron salteados de los españo- I.XIX. De cómo por ciertas palabras feas, que monsieur
les, y cómo por razón del daño que luibieron de a(|ue- de la Mola dijo contra la nación italiana, se combatie-
Ua vez, el 'N'isorrey alzó su real y se fué á Canosa. ... 117 ron trece soldados franceses contra otros trece italianos,
I.I. De cómo monsiur do Nomos se partió de Canosa para y lo que sucedió 14í
ir sobre la ciudad de Taranto, y de lo que le acaeció LX.V. De cómo el capitán Diego García de Paredes y don
con los españoles en el camino 119 Diego de Mendoza, jmr mandado del Gran Capitán, sa-
I.II. De cómo el Visori'ey de Ñapóles so movió de I.interno lieron de Rarleta á coger sarmientos de las viñas de

y vino á cercar á la ciudad do Taranto, y de lo que su- Vísela, y de lo que le? aconteció con los Iranccse" que
cedió después ron los franroses, como adelante se dirá. 1-0 estaban en aquella villa 147
Lili. De nn reñido campo y desalío (|ue entro once caba- LXXI. Do cómi I.ezcano, capitán de la armada española,
lleros franceses y once españoles se hizo en Taranto, destruyó la armaila francesa que estaba en Rrindez. y
y de lo que sucedió I"i0 de cómo el Gran Capitán sé concertó con los villanos de
Ll\'. De cómo un capitán francés, que so llamaba mon- Castellanota por que se levantasen contra los franceses. 149
siur de Alegre, fué sobre una \¡Ua(|ue dicen San .Juan L.XXII. De cómo el Visorroy de Ñápeles fué sobre Caste-
Kednndo, y lo (|ue sucedió li~> llanota por vengarse de la injuria que le habían hecho
LV. De c-'mo Diego García do Paredes salió de Manfredo- los de a([uella villa, y de c^mo el Gran Capitán tomó á
nia de noche y allegó á Veste antes ([uo los franceses y Rubo y i)rondió al capitán monsieur de la Paliza con
se nu'tioron dentro 1'.25 muchos de los suyos 150
LVI. Do lo que acaeció al capitán l'ori .hian en el ])uorlo LXXIII. De cómo el Visorrey, sabida la prosa do Rubo,
de Veste, y de cómo partiéndose do allí fuésobro Vísela. TJG mudó su propósito en lo de Castellanota y se tornó á
LVI I. De cómo el capitán Senón salió de San .Juan He- Cano=a, y cómo vinieron á los españoles siete naves á
dondo y vino á correr á Santángelo. y do lo que le su- Parlóla, cargadas do trigo de Sicilia, con que so reme-
cedió 127 dió la hambre que el ejército español padecía 153
LVIII. De un desalío (|uo Diego Garría de l'aredos hizo LXXI\". De cómo el Visorrey de IVápoles, (jueriendo ve-
contra monsiur de Formento, y de cómo Diego García nir á las manos con los españoles, envió á llamar á to-

do Paredes salió del campo con mucha honra l"iS dos los capitanes que estaban en las guarniciones de
LIX. De cómo vino socorro de gente de Sicilia á laCala- cómo el Gran Capitán hizo asimismo lla-
Pulla, y de
bria. y de cómo vino el Conde de Melito contra ellos en mamiento del caiiitán Luis de Herrera y Pedro Na-
Terranova, y de cómo por la venida de D. Yugo de Car- varro.. 154
dona fueron librados los que estaban en el castillo de LXX\'. De cómo vinieron al Gran Capitán los dos mil ale-
Terranova r29 manes de socorro, y de cómo sa ¡ó de Barleta á buscar
LX. De cómo los Príncipes de Calabria se mo\ieron contra en campo al Visorrey de Ñapóles, y del gran trabajo
I). Vugo de Cardona, y de lo que al Príncipe do Rosano ([ue su gente pasó en el camino de la Chirinola 150
acaeció con el capitán Pcynero 130 L.XXVI. De cómo el Visorrey de Ñapóles movió con su

Crónicas del Gran Capitán.- 38


594 ÍNDICE POR CAPÍTULOS
ejírcilo«n pos del Gran Cajútán, y do la nioi'lal bala"la so dií Valludalid sobre la Hoca de Polena, y lo lue su-
que franceses y españoles liubieron en las vii1a!« de la cedió
Chirinola, de lo cual el Gran Capitán hubo la vicloria XC. De cómo el Gran Capitán, queriendo ir sobre Ptoca
con muerte del ^isor^cy do Núpoles y de otros niu- Guillerma, una villa fuerte que estaba por el Rey de
rlios capitanes 158 Francia, envió delante al capitán Diegj García de Pa-
LXXVII. De como Diego García de Paredes, hallándose á redes, para tomar un paso que dicen los Fratres, adon-

la punta del día siguiente en el campo francés ¡unto á de estaban quinientos franceses entre infantes y caba-
Canosa, fué sobre aquella villa, donde se liabía reco- llos, y de lo que sucedí^ 18Ó ;

gido un capitán francés con alguna gente, y cómo la Xi:i. De cómo don Diego de Arellano, después de haber
tomó ir,-2 partido de Ñapóles con la orden que el Gran Capitán
LXXVIH. De ci5nio el Key Católico cnvi.i socorro en la ¡iro- le dio, fué sobre Luis de Aste, y de lo que con él su-
vincia de la Calabria, y de cómo monsieur de Aubsgni cedió 185
lu»'sobre Terranova, y por la venida de los españoles XCII. De muchas cosas que entre don Diego de Are'.lano
se levantó de allí, y de la muerte de don Pedro Puer o- y Luis de Aste acaesciorofi en aqunlla provincia de
carrero, á quien el liey de España había dado cargo de l'ulla 18G
aquella gente XCIll. De cómo I,uis de Aste saliei) á los espafloh's por
I.XXIX. De cómo Juan de Meneses y Pablo Marganio vi- un engaño, en que les hizo harto daño, y de otras cosas
nieron de Roma á servir al Uey de España en lo del (|ue entre los unos y los otros acaescieron 187
reino de Xápoles, y de cómo metidos en una villa que XCIV. De cómo el capitán Pedro Navarro aderezó de com-
dicen l'i?lioncabal vinieron lus Ursinos sobre ellos con batir el castillo del Ovo, y do cómo lo lomó y dejó la
su gente, y de lo que les acaeció 103 ciudad de Ñapóles limpia de franceses y se fué adonde
I.-VXX. De cómo los ft-anccses y los españoles, que estaban el Gran Ca|)itán estaba 188
en Calabria, se desaliaron en campo, y de la sangrienta XCV. De cómo el Gran Capitán s^ i)arlii de Roca Gnillcr-
batalla que ambas las haces hubieron, adonde los espa- nia con todo su ejército y fué sobre la ciudad d(! Gae-
ñoles fueron vencedores ta, adonde n)onsieur de Alegre con «1 ejército francés

I.XXXI. De cómo el Gran Capitán siguió su camino la vía se había recogido, y de lo que sucedió, y de la muer-
de Ñapóles, y de cómo monsieur de Alegre, dejando te de aquel famoso capitán D. Yugo de Cardona. . . . 190
los castillos á buen recaudo, se salió de Ñapóles y se XCVI. Üe cómo el Gran Capitán se levantó de sobre Gae-
fué á Gaeta, y de cómo el capitán Luis de Herrera y ta y se retiró á Mola, y de lo (jup al retirar le ac.ierió

Pedro de Paz recibieron por el Uey de España las ciu- con los franceses, que con la venida del marqués de Sa-
dades de Capua y Aversa icy luces con el socorro habían ¡cobrado más ánimo y so-
LXXXH. De lo que monsieur de Alegre liizo desiiués que berbia VJ'2

se fué de Gaeta, y de romo el Gran Capitán siguiendo XCVII. Do cómo estando el Gran Capitán en Castellón,
su camino vino al bosque de G;igelo, doce millas de cómo de Garata salían muchos días france-
fué avisado

Ñapóles, adonde los napolitanos enviaron al tiran Ca- ses á comer uvas de nnas viñas ([ue estaban entre
pitán doce caballeros para que les confirmase los pri- Asperlonga y Gaeta, y de cómo envió gente contra
vilegios de la ciudad, y de cómo entró en Ñapóles, y ellos, y de lo que hicieron Iil5

de otras cosas XCVIfl. De cómo los de Roca Guiilernia se lornai-on á


LXXXlll. De cómo el Gran Capitán envió al Mar(|ués del rebelar por Francia, y del socorro qu" el Marqués de
Gasto sobre el castillo de Salerno, adonde estaba un Saluces les envió, y do lo que el Gran Capiláii hizo en

castellano con mucha gente de guerra y tenía aquel aquel caso 194
castillo por Francia, y de lo que sucedió 172 XCIX. De cómoel Rey de Francia hizo un muy buen ejér-
LXXXIV. De cómo el Gran Capitán dio cargo de comba- cito de gente contra el castillo de SaNas, y de cómo en
tir el caslillo^Nuevo al capitá* Pedro Navarro y á Die- gracia suya los j)rincipales da Italia hicieron otro ejér-
go de Vera, capitán del artillería, y de cómo se hubo cito en socorro de Gaeta
de combatir primero la torre de Sant Vicente 173 C. De la muerte del Papa Alejandro sexto, y de la crea-
LXXXV. De cómo vino al campo francés monsieur do ción que los Cardenales hicieron en su lugar, y de otras
Naves con mucha y muy buena gente, y de cómo (jue- Roma, siendo dolías autor el
cosas que acaecieron en
riéndose el capitán monsieur de Alegre meter en Sant Duque Valentino
(iermán fué echado ende por el capitán Diego García CL De cómo el Gran Caidián, sabida la venida del Mar-
de Paredes qués de Mantua en favor de los franceses, se alzó de
LXXXVI. De c<5mo el Gran Capitán liizo dar priesa en la Mola y Castellón, y so vino á Sant Germán, y de lo que
]iresa de la ciudadcla y castillo Nuevo, y de cómo lo los franceses hicieron sobre aquel raso, y de la gente
lomaron los españoles que vino del Gran Capitán á
al real servir en aquella

LXXXVll. Del socorro que vino á los castillos por mar, y guerra Rey de España
al

de cómo viendo la arma:la francesa en cómo los casti- CIl. De cómo el Marqués de Mantua se j)artió de la Isla y
llo! eran en poder de españoles se levantaron de allí se vino á juntar con el ejército francés, que estaba en
y se fueron i Iscla, y lo que allí paiaron el Careliano, y de cómo siendo juntos vinieron sobre
LXXXVIll. De lo que hizo el Gran Capitán después do Roca Seca, y de lo que sucedió
haber tomado el rastillo Nui-vo y las otras fuerzas, y Clll. De cómo el Marqués de Mantua con todo su ejército

de cimo se salió de Ñápeles jiara venir de Ponte Cor- Sf> partió de A<|uino de Ponte Corvo, y de cómo
la vía

vo con su gente y dejó encomendado al capitán Pedro el Gran Capitán salió de Sant Germán en pos de él, y
Navarro la prest del castillo del Ovo, y otras rosas de lo que en el camino le sucedió con los franceses. . .

que acaecieron en di\ersas |>artes 180 CIV. De cómo el Gran Capitán envió á Diego García de
LXXXIX. De cómoel capil.in l'ahririo Colona fué sobre Paredes y al capitán Fabrlcio Colona sobre Roca de
una villa que se dice Cliileliuo, y envió al capitán Alón- Andria, que se tenía por Francia, adonde en el río del
ÍNDICE POR CAPÍTULOS 595
Oai-<>llano (istaba un capitán fraii.^ós con comlsiíJii de españoles talaban los trigos el Barón do Mariano con
liacnr una pucnti' por domlo el ejército fraiifés pasQie, gente á hacer la escoltaá sus taladores, fué roto por
y lie lo que sobre ello sucedií') '-O'J Diego García do Paredes y muerta mucha gente de la

CV. De C(5mo Diego García de Paredes después que hubo suya 233
lomado la Ho:^a de Andria, juiílameiile con el capitán CXX II. De cómo Diego García de Paredes se metió en la
Fabricio Colona, se fueron el río abajo del Careliano, ciudad do Rosano para haber de saber si había provi-
adonde hallaron el canijio Irancés ordenando de echar sión en la ciudad para aquel año, y del peü^ro que á
la puente abajo para pasar, y de cómo el Gran Capitán esta causa recibió 234
se vino á juntar con ellos en aquel lugar ¿10 (vXXlII De cómo el ejército 4'spañol se levantó de aquel
CVI. De como siendo de guardia en el paso de la ribera lugar de la marina y se \ino á i)oner junto á Rosano,
y
D. Rodrigo Manrique y Alonso de la llosa perdieron ciímo el coronel Mllalba hizo una cabalgada del ganado
a(|uel día á la guardia, y lo <|ue después de esto sucedió. '21- de la ciudad 230
CV'II. De cómo el Gran Capitán, pareciéndolo bien lo que t:XXIV. De cómo los de la ciudad de Kosano salieron dos
Diego García de l'arod.'s había dicho, i|n¡tó la guardia veces á pelear con los españoles (|ue tenían la parte
del paso de la puente; y cómo un capitán gallego que de San Francisco, en que los de la ciudad recibieron
estaba en la torre del Careliano, la vendió á los fran- muy gran daño y Diego García de Paredes fué herido
ceses por dinero, y de lo ijuo sucedió -\\ de un escopeta, <le que por poco muriera 237
CVIH. De ctímo el Gran Capitán ordenó quemar la jiuenle CXXV. De un desafio (jue hirieron Iros infantes italianos

de los fran 'eses con un ingenio d; fuego artilicial, y de de la ciudad de Kosano con otros españoles, y de lo

la gran hambre y p(>s(ileiicia que á la saz'in había en que del desafío sucedió 23S
el ejér ito esj.añol y francés 215 CXXVL De cómo el capitán Pizarro y el coronel Villalba
CIX. De c.'inio el Gran Capitán ordenó de hacer otra puen- se juntaron y fueron á tomar unas grutas que estaban
te por la parte de arriba del río del Careliano, y fuera de Rosano. adonde eran veinte hombres de guar-
de cómo vinieron á Bartolomé de Alviano y
s\i real da, y lo que ende hicieron 239
otros muclios caballeros Ursinos á lo ayudar en aquella CXXVll. De cómo Diego García de Paredes, estando ya
guun-a ^IG bueno de su herida, acord.'i con los otros capitanes sus
C.\'. De cómo se venció la batalla del Garellano y el Gran compañeros hacer una mina á la ciudad, ])or lo cual el
Capitán fué en seguimiento de los fran^-eses. los cua- Principe de Rosano les entregó la ciudad 240
les se habían levantado del Garellano á se retirar á Libro tercero de la vida y fin del Gran Capitán Qon-
Canta, y de cómo les tomó el arlillería y los encerra- zalo Hernández de Aguijar y de Córdoba 242
ron en Mola y después en Cáela 21<J I. Grave enfermedad del Gran Capitán, y elogio de sus
C\t. De cómo el Gran Capiíán luego de mañana fué sobre grandes virtudes y cualidades 242
Gaeta y latomJ, y lo ((ue allí le aco.iteci'i Sil II. En el cual se trata de la paz de los Reyes D. Fernando
CXII. De cómo el Gran Capitán envió á muchos de sus ca- de Aragón y Luis de Francia, y de la venida del Rey
pitanes y gente contra algunos lugares (|ue aun toda- D. Felipe en España 2í3
vía estaban por Francia, y de cómo se partió de Gaeta III. De cómo el Rey D. Fernando fué á la ciudad de Ña-
para la ciudad de I\'¿ípoles -ü póles, y del recibimiento que se le hizo 214
CXlll. De cómo el capitán Diego García de Paredes, por IV. De cómo se vieron en Saona los Reyes de Aragiin y
mandado del Gran Ca|)itán, fué sobre Sora, y el capi- de Francia, y de cómo hicieron liga contra venecianos. 246
tán Fabricio Colona sobre Oliveto, y de lo que hi.ieron. 1Í25 V. En que trata de la vuelta del Rey D. Fernando y la
CXIV. De lo que hiio el capitán Pedro Navarro acerca de Reina Germana en España, y de la venida del Gran
la empresa que el Gran Capitán le cometió, «|ue era ir Capitán, y de los recibimientos que le fueron hechos al
contra el condado de Capaciión 'Jüñ Gran Capitán 247
CXV. De lo que hizo el capitán Hartolomc de Alviano, á VI. En el cual trata de cómo el Rey Ü. Fernando mandó
quien el Gran Cai)itán había cometido la empresa de derribar á Montilla y en recomj)ensa de ella lo tüií al

Venosa contra Luis do Aste 227 Gran Capitán la ciudad do Loja 248
CXVl. De cómo Hartolomé de Ahiano y D. Diego de Are- Vil. En el cual se trata cómo Gonzalo Hernández se retraio
llano fueron sobre Venosa y de lo que ende hicieron á Loja. donde por orden suya el Arzobispo de Toledo
contra Luís de Aste 22S hizo una armada contra moros 249
CXVIl. De cómo vino la declaración de las treguas al VIH. Del razonamiento que el Gran Capitán hizo á los
Gran Capitán, y de cómo los capiíanes (jue hasta en- caballeros que querían pasar con él en Italia 25Ü
tonces hablan estado suspensos en la guerra, comenia- IX. De cómo el Gran Capitán vino á la ciudad de Loja,
ron de nuevo á acabar el hecho comenzado, segón que donde adoleció, y fué á Granada, do feneció 252
en la declaración se contenía 22J
CXVIII. De cómo el capitán Pedro de Paz, haciendo mu- BREVE SUMA DE LA VIDA Y HECHOS DE OIEQO QAR-
chos ingenios y minas contra la villa de Oyra, la tomó. 250 CÍA DE PAREDES, la cual él mismo escribió y la dejó
CXIX. De cómo el cai)¡lán Pedro de Paz, después que firmada de su nombre, como al fin de ella aparece. . . 253
hubo tomado á Oyra, fué á poner cerco sobre Convor-
sano, y de lo (|ue sobro ello acaecí i Sol HISTORIA (manuscrita) DEL GRAN CAPITÁN GON-
CXX'. De cómo el Gran Capitán envió á Diego García de ZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, y <lo las guerras
Paredes y al cai>itán Pizarro para (|ue so juntasen con que hizo en Italia 200
G imez de Solís, (|ue estaba en Garellano, y fuesen con- Resumen de la obra 200
tra el Príncipe de Itosano y conrra el Harón de Marza- Libro primero. Comienza la primera parte de las gue-
no, que se habían hecho fuertes en Kosano, y de lo que rras que Gonzalo Hernández, Gran Capitán, hizo
ende sucedió 232 contra los Reyes de Francia en el reino de Ñapóles. 2GG
CXXL De cómo saliendo el mismo día (jue los sacomanos L Cómo el Rey Carlos de Francia, octavo doste nombre,
59o ÍNDICE POR CAPÍTULOS

hizo grande ayuntamiento de gentes de guerra así de bria, hizo desque supo que el Rey Fernando y los espa-
pie como de caballo en todos sus reinos y señoríos para ñoles estaban en Semenara 282
pasar á Italia á ocupar el reino de Xápoles, que decía XXVI. De cómo pasó la batalla de entrambos ejér ilos

pertenecerle por cierto derecho antiguo 2r)G junto á S'ímenara 283


II. De lo que el Rey Alfonso de Ñapólos hizo, sabido el XXVII. De lo que aconteció al Rey Fernando, vis'o que
grande ejército quel francés traía contra él para le sus italianos no quisieron volver á la batalla, y asimes-
tomar el reino, y lo que venecianos lii-.ieron 2G7 mo Gonzalo Hernández 285
III. Rey Carlos de Francia partió de su reino y
f.i'imo el XXVIII. De lo que Gonzalo Hernández hizo después que
comenzó ¿ hajar los .\lpes para Italia, y de lo que el se retrajo á Rijoles 2H'é

Rey Alfonso hizo., .


'. 238 XXIX. De lo que el Rey de Francia hizo desde (|ue supo

IV. De lo que el Rey Alfonso hizo sabida la venida del la liga de'tos príncipes, y lo que el Rey Fernando asi-

francés con tan grueso ejército contra él 2)9 mismo hizo 28 í


V. En ([ue prosigue el Roy Alfonso su oración al Papa y XXX. Do lo quel Rey de Francia hizo después que partió
Cardenales 270 de Ñapóles para su reino, y de lo que en el camino le

VI. De lo que el Papa respondió al Rey Alfonso y lo (|uo aconteció 283


los Coluneses en este tiempo hiñeron 270 XXXI. De lo que hicieron los venecianos vistas las afren-

VII. Do lo quel Rey Charles hizo comenzando á bajar los tas que los franceses hacían á los de la I.iga, y cómo
Alpes, y lo qui-l ejército del Rey Al fonso hizo 271 ellos y el duque de Milán le dieron la batalla 28G
VIH, De lo ([ue los dos ejércitos hicieron, con lo ([ue más XXXII. Do cómo pasó la batalla entre venecianos y los
sucedió 271 franceses 280
IX, De lí que hiñeron el Roy Alfonso y el Du-]ue de Cala- XXXI I De cómo
I. los franceses volvieron á la batalla y el

bria, su hijo, D, Fernando, y lo que avino á los floren- fin que hubo
linos con el francés Comienza el segundo libro de la guerra que Qonzalo
fli
X. De lo que los florentinos hicieron sabido quel francés Hernández hizo á ios Reyes de Francia hasta ga-
venía á Florencia narles aquel reino de Ñapóles y al Gran Turco la
Xí. De lo que liizo el Papa Alejandro sabido quel Rey de isla de Chafalonía, con otras cosas que más pasa-
Francia quería ir por Roma, con lo que más avino. . .
ron en el reino de Granada 280
XII. De cómo el Rey de Francia entró en Roma y de lo I. Cómo el Rey D. Fernando volvió á Ñapóles, dondi- fué

que hizo el Papa, y asimismo el Rey Alfonso de Ña- acogido con grande alegría
póles II. De lo que Gonzalo Hernández hizo después que sujetó
XIII. De lo que aconteció alRey de Francia después que las provincias de Calabria y Pulla
partió de Rom:i. y lo quel Rey Alfonso de Ñapóles III. De lo (|ue Gonzalo Hernández hizo, visto lo (pie los

hizo. contrarios tenían a|)arejado para le estorbar el camino,


XIV. De lo que hizo el nuevo Rey D. Fernando en toman- si por allí quisiese ir á so juntar con el Rey Fernando
do la posesión de su reino, y asimesmo lo que el Rey en la cibdad de Ñapóles
de Francia IV. De lo que aconteció á Gonzalo Hernández sobre la

XV. De que pasó á Antonio de Fonseca, embajador de


lo villa de Laino y contra los señores (pie en ella es-

los Reyes de Fspaña, con el Rey Carlos en Marino, una tallan

vüll de Coloneses y. De lo que el Rey Fernando y Gonzalo Hernández


XVI. En que el autor da cuenta de las causas que movie- hicieron después (|ue se juntaron junto á la Tela
ron al Rey Charles á entregar á los Reyes Católicos el VI, D." lo (|ue Gonzalo Hernández hizo después que acabó
condado de Ruysell Jn, que el Rey Charles les entregó esta jornada de la Tela; cómo volvió á Calabria á cas-

cuando pa<ó á Ñapóles tigar ciertos príncipes y señores de a<iuella provincia

XVII. De cómo el Rey de Francia entregó el condado de que se habían rebelado, y de la muerte di 1 Rey Fer-
Iluisellón á los Reyes de Kspaña, y en qué manera. . . nando
XVI I I. De lo ipie el Rey de Francia hizo despué4 (|uo Fon- Vil, De lo que Gonzalo Hernández y el Rey Federico,

se-a le resgó los capítulos, y el Cardenal hijo del Pai)a recién lieredado, hicieron, y cómo Gonzalo Hernández
«e vohió á Romi, y asimismo lo que el Rey Fernando fué sobr(( Olívelo, y lo ((iie allí le avino

de Ñapóles hizo 27,S VIH, De cómo Gonzalo Hernández tomó por con» líate la

XIX. De un razonamiento quel Rey Fernando hizo á los fortaleza de Ostia ((ue un cosario tenía ocupada
vecinos d" la c¡l);lad de Ñapóles 278 IX. De cómo Gonzalo Hernández combatió la fortaleza de
Rey Fernanilo prosigue su razonamiento á lomó por fuerza de armas, y
Ostia y la pretulió á Me-
XX. En que el

los vecinos de la cibdad de Ñapóles 279 naldo Guerra, y entregii al Papa así á él como al

XXI. De lo quel Rey Fernando fizo TÍsta la voluntad de castillo

los naturales de la cibdad do Ñapóles, y lo que el fran- X. Do lo que Gonzalo Ilernániez hizo después que se
cés hizo llegando á Ñapóles 280 entregó a(|uella fortaleza de Ostia á la persona que su

XXII. De cimo otro día entró el Rey de Francia en la Santidad mand'i


cibdad, y de lo que le aconteció al Rey Fernando con XI. De cómo Gonzalo Hernández se partió de Roma y se

el alcaide de la isla di- Iscliia volviíS para el Rey Federico, que lo había einiadoá

XXIII. De cómo Gonzalo Hernández de Córdoba, que por llamar


«u« grandes hazañas alcanzó nombre ile Grande, aportó XII. Del privilegio (pie (d Rey Federico dio á Gonzalo

con su armada en Me-ina de Sicilia, y de la guerra que Hernández,


hizo alRey de Francia, 281 XIII. De que Gonzalo Hernández hizo después (¡ue vol-
lo

XXIV. De lo quel Rey Fernando y Gonzalo Hernández de Ñapóles para el Rey Federico
\íó á la cibdad

hirieron después que pasaron á Calabria -


. . . , 282 XIV. De cómo Gonzalo Hernández se partió para España,
X.W. De lo <iuc Kbrardode .Vubery, Gobernador de Cala- con lo que más aconteció
1 C

ÍNDICE POR CAPÍTULOS 597


XV. De lo que oii este tiempo lii/.o ol Hcy úi\ riancia. des- Gran Capitán estando en el cerco de la isla de Chafa-
pués que Uegj á Aste 293 lonía 515
X^'I. F)e lo (|ue el Key (le Frani'ia hizo después que supo XVII. De lo que el Gran Capitán hizo en llegando á Sici-
c.'iino Gonzalo llernáiulez había cobrado todo el reino lia, y de un present" que la Señoría de Venecia invió al
de Ñapólos y vencido y muerto á los franceses, que eii Gran Capitán 514
a((uel reino no habían quedado ninguno dellos ni en XVI II. De lo que el Gran Capitán hizo en Sicilia en la cid-
toda Italia 500 dad de Palermo y de cómo estando el Gran Capitán en
X\'II. De lo que I.uis duodécimo, nuevo Hoy de Francia, Zaragoza se amotinaron los vizcaínos con la armada, y
liizo después (|ue, fué alzado por Rey ."jOO lo que sobre ello Ir'zo el Gran Capitán 315
X\'I1I. De loque Haj azeto. gran turco, hizo después que XIX. De lo que el Rey Luis de Francia hizo, sabido que
lué avisado de lo que el francés y venecianos querían el Gran Capitán estaba en Sicilia para le resistir, si

hacer 5;il algo quisiese intentar contra Ñapóles 51!;


XIX. De cjmo el Hey Luis de Trancia tomó al Duque I.u- XX. De lo quel fraucéá hizo con los Reyes de España
dovico de Milán lodo su estado y á él le llevó preso á l)ara que hubiese efeto el trato y partido «jue les movió,
Francia 301 cómo los Reyes de España lo aceptaron
y 31
XX. Cómo el Duque de Milán tornó á cobrar su estado y X\I. De cómo el Gran Capitán recibió la partición del
echó á los franceses dél TtO'l reino, y sujio la muerte de don Alonso, su hermano, . 517
XXI. De cómo el Duque Ludovico Sforcia cobró su estado XXII. De lo que el Rey Federico hizo, sabida la partisión
y dio la batalla á los franceses 502 que los dos Reyes habían hecho de su reino 318
XXII. De cómo el Duque fué hallado entre los suizos y XXIII. Cómo el Gran Capitán pasó á la provincia do Cila-
preso y llevado á Francia, y el Cardenal As anio Esfor- bria y ocupó las tierras que en la partición cabían al
ria con él, y tomado todr el estado de Milán 505 Rey de España 519
XXIII. De lo que el Gran Capitán hizo después que vino XXIV. De lo que el Gran Capitán hizo después que pasó á

on Kspaiía 505 Calabria 3i<j

XXIV. De lo que el Itey don Fernando hizo y encomendó XXV. De un hecho muy de notar que aconte ió á una
al Gi-an Capitán el casli/o de ai|ueIlos moros rebeldes.. .5:!í doncella de Capua llamada Severina 320
Comienza el tercero libro de
guerra que Gonzalo la XXVI. De Rey Federico dejó ordenado en el
lo que el

Hernández, Qran Capitán, hizo á los Reyes de Ña- reino de Ñapóles, cuando dél se partió 520
póles y Francia 505 XWII. Do cómo el Gran Capitán partió de Turpía i)ai'a
I. De lo que el Rey Federico de Ñápeles hizo, sabida la ar- ocupar la parte que le cabía en la partición, y cómo
mada que el Rey I.uis de Fran'ia tenía aparejada para pasó cerca sobre Taranto, adonde el Duque de Cala-

ir á coHíjuistar el Reino de Ñapóles 505 bi-ia estaba rebelado 521


II. Be lo que los Reyes de España hi;'ierori después que .\X\11I. De que aconteció á un capitán de infantería
lo

supieron la toma de Milán y la prisión del Du(|ue Lu- llamado Juan de la I\-a con ol Gran Capitán 321
dovico, y el ejército quel Rey I.uis de Francia tenía XXIX, De cómo el Gran Capitán asentó el cerco sobre la
hecho para pasar á ganar el Reino de Ñapóles 505 cibdad de Taranto, con lo que sobre aquel cerco acon-
III. De cómo Pedro Navarro, que andaba cosario por la teció 322
mar, con tormenla, aport j á Ríjoles, y lo trajeron preso XXX. De lo que el Gran Cai)itán hizo con Filipo de Ra-
aniel Gran Ca(iilán 30G bastain, cajiiián del Rey de Francia, que aportó perdi-
IV. Cómo estando el Gran Capitán en Meciua fué en ayuda do y desbaratado con tormenla á Calabria 522
de venecianos (|ue iban á socorrer á Modón, en la .Mo- XXXT. De cómo estando los soldados para se ir del cam-
rea. que la tenían cercada turcos ."JO" po porque no les pagaban, sin haber de qué, Dios pro-
V. Cómo Gran Capiíán partió de Mecina en tin del mes
el veyó milagrosamente de que fueron pagadjs y sobró
de Setiembre del diclio año de mil y quinientos años. . 5)7 mucho 525
VI. De cómo los turcos tomaron á Modón, y lo que el XXXII. De cómo se entrego la cibdad y fortaleza de Ta-
Gran Capitán hizo sabido e.slo 507 Duque don Fernando con ella
ranto y el 524
Vil. que venecianos y Gran Capitán hiiñeron sabida
I.o la XXXIII. De cómo se acabó de tomar la fortaleza y cibdad

loma de Modón y Corran 508 de Taranto, y se entregó el Duque djn Fernando . . . 525
VIH. Cómo los venecianos se vinieron para el (íran Capi- Comienza el cuarto libro de la guerra que el Gran
tán al puerto de Vacanto. y lo que allí concertaron. . . 508 Capitán hizo contra los teyes de Francia y Ña-
IX. De cómo las dos armadas española y veneciana fu'ron póles 326
sobre la isla C.hafalonia. y lo que hicieron 50'.) I. De cómo los franceses buscaron cautela? para quebran-
X. De lo que las dos armadas hirieron contra los turcos, tar la paz y echar al Gran Capitán de la otra parte que
como los combatieron
y 510 á los Reyes de Esi>aña había cabido 32G
XI. De c5mo otro día les dieron asalto, y lo ((ue ellos hi- II. Ci 1110 los franceses no quisieron pasar por el parecer
cieron 511 de los letrados, y rompieron la guerra 327
XI!. Del remedio que el Gran Capitán h"?o contra Ion tur- III. De cómo fué (luebrantada la paz y rota la guerra, y lo
cos, con lo ([ue más sucedió en aquel combate 51 que los unos y los otros hicieron.. . 327
XIII. De cómo los venecianos solos con su gente combatie- IV. De lo Gran Capitán hizo después que se recojo
que el

ron á los turcos, y lo que con ellos pasaron 512 ú Barlota, y lo que los franceses hi?ieron después que
XIV. De la gran necesidad quel ejército del Gran Capitán abiertamente rompieron la paz 328
padeció en este tiempo, y de cómo fueron socorridos V. De lo que los franceses hicieron contra los españoles,

por voluntad de Dios ,512 y lo que el Gran Capitán hizo desde Barleta 329
XV. De c^mo los españoles pelearon con los turcos y los VI. De los diversos iiarecercs que los franceses tuvieron
tomaron la fortaleza con muerte dellos 315 sobre el comenzar de la guerra contra el Gran Capitán. 530
XVI. De dos,milagros que Dios nuestro Señor hizo por el VIL Do los diversos y varios consejos que los franceses
598 Índice por capítulos
tuxíoron entre si, los que quedaron en Pulla con ol Vil. De cómo el Oran ra;iltán combatió la cihrtad de
Duqui' de Nemos .-¿51 Rubo y la entró por fuerza de armas, y lo que en
VIH. Del parecer que los otros capitanes franre«o« die- aquella jornada aconteció 551
ron, lo runl H¡g\i¡)<ron .V>1 \'III. D(> lo i|ue jiasó después deste vencimiento de Rubo.
IX. Cómo los franceses fueron con todo su campo á cer- IX. De cómo la gente de finerra. no pudiondn sufi'ir la

car á Canosa, .idondo IVdro Navarro estaba ."w2 gran necesidad (pie ¡ladecían. se amollo iron, y lo que
X. i;iJmo pasó lo de Canosa y lo que Pedro Navarro hizo sobre ello hizo el Gran Capitán
defondiiMido la villa \. De cómo al ejército del Gran Capitán vinieron muchos
XI. De cómo en este tiempo pasó el dcsaño de los once ni inl<Miim'enlos y otras cosas necesarias, do tpie los
psjjañoles con los once franceses, y el suceso que aípicl soldados fueron muy proveídos y remediados
desafio tuvo XI. De lo (pie mo» de Xemos hizo, sabido lo cual do Cas-
XII. De cómo se concertó un desafío de once empanóles tellanela. habían llamado á Luis de Herrera y á Pedro
contra otros once franceses .•554 Navarro y se les había;i dado
XIII.De cómo pasó el desafío de los once por once. . . . .Vi.") XII. De lo (¡ue aconteció al Oran Capitán con los señores

XIV. De lo que el Gran Capitán hizo después (|ue supo el de ganados de Abruzo. (|ne est iban ase,;urados por los
suceso del desafío franceses

XV. De cómo pasó el desafío d<' Gonzalo de A 11er con el XIII. De un desalío (|ue pasó entre un caballero italiano
francés rendido 350 y otro español, cpie se llamaba Vozmediano 35j
XVI. De lo que el Gran Capitán pasado este desafío hizo, XIV. Do lo (|ue el Gran Capitán hizo en este tiempo allí

y de cómo pasó el desafío de Sotoniayov y dol capitán en Harleta 535


Bayarto XV. De lo ((ue aconteció á un capitán de infantería espa-
XVII. De las rosas que pasaron los españoles desde Har- ñola con un escuadrón de franceses ". .

lela,adonde estaban recogidos, con los franceses, (jue XVI. De lo que en este tiempo aconteció á un raiiitán \ii-

estaban en sus alojamientos cerca de allí 5.50 caino llamado Riarán ron los franceses
XVIII. De que Francisco Sánchez, despensero mayor,
lo XVII. De un rc"uentro que luso don Diego de Mdiuloza
hizo, yendo á correr 5 los enemigis que estaban en con ciertos franceses hombres de armas, y lo (|ue allí

Canosa .559 sucedió


XIX. De lo que el Gran Cai)ifán hizo un día que sal!) de XVIII. De cómo in\¡ó el Kmi)erador .Maximiliano á ruego
Harlela su persona con cierta genta de guerra 540 de don Felipe, su h¡,o, dos mil y tantos alemanes. . , .

XX. De un recuentro que el Gran Capitán hubo lies ando Comienza el sexto libro de la guerra que el Gran
él doce jinetes con cuarenta hombres de arma» o'iO Capitán hizo contra el rey Luis de Francia en
XXI. De lo que aconteció al Comendador Mendoza, en- Ñápeles, y de los hechos famosos que alli pasaron.
trando año de mil quinientos y tres á los diez y nue-
el I. De lo ([ue pasó en la provincia de Calabria eatre lo* ca-
ve días de Enero, con quince de caballo contra cincuen- pitanes franceses y españoles, entretanto (pie ( 1 Gran
ta y seis hombres de armas franceses Sil Capitán estuvo en Harleta
XXII. De lo que Luis de Herrera y Pedro Na>arro pasa- II. De lo (|ue aconteció al capitán G^'imez dj Solls, que,
ron con los franceses en una villa llamada Castellanota. .MI como dijirtio", estaba en la cibdad de la Mantia. contra
X.XIII. De como se concertó el desafío de los troce italia- los Prlncíp-'S de Salerno, Visiñano y Hogaño
nos con los trece franceses. III. De lo que pasó al Comendador de Trebejo Pedro Pi-

XXIV. De lo que los franceses liicioron, y cómo fueron á nero con el Príncipe de Resano
dar vista á Marieta, y lo que les acontíció con los es- IV. De la provisión y so orro ijue hizo en Calabria dostle
pañoles Harleta
XXV. De cómo pasó la batalla de los españoles y (rance- V. De lo (pie Francisco de Ro¡as. embajador de los Reyes
sfls retirándose de sobre Barlcta Cal(31¡cos en Roma, hizo vista esta necesidad que liab'a
Comienza el libro quinto de la guerra que Gonzalo eu Calabria
Hernández, Oran Capitán, hizo al ray de Francia VI. De lo (pie estos capitanes c'pañoles hicieran después
en el reino de Nápole* 3i1 que todos tres se ¡untaron contra los Iranrcses
I. Da lo (¡ue sucedió después de la batalla y lo (|ue pasó Vil. Cómo en este tiempo lleg) á Calabria .Manuel de lle-

entre los franceses y italianos que seguían la j arto of- navides con gente de caballo y de pie á la provincia de
paRola Calabria
II. (J5mo se concertó la batalla éntrelos fran-escs y ita- VIII. De cómo mos do Aubery, sabida la nueva de la ve-

lianos nida de Manuel de HenCTides, y cómo él y los otros ca-

III. De cómo Juan de Leicano, capitán de do?;;aIcras, fué pitanes se habían juntado y hacían guerra á l.jg (;ue

á buscará un corsario francés llamado IVri Juan, y lo tenían la voz por Francia, lo-< fué á socorrer

que ron él pasó I.V. Del rencuentro que pa<ó entre los Iranc ses y espa-
IV. De que aconteció á Luis do Herrera y á Pedro Na-
lo ñoles •

varro con 'el señor Juan, italiano, y don Luis de Hea- X. De cómo don Luis IVrtocarrero. señir do Palma, In-
monte, capitanes do gente de armas francesas, cerca viado por los Reyes CatiJliccs, aportó en Sicilia, y cómo
de la cibílail de Taranto 3iS en llegando murió, y lo que el ejército hizo después
y. De otro recuentro (|u« el mi«ino Luis de Herrera y Pe- de su muerte •

dro Navarro hubieron, viniendo ú Harleta, ron ni Con- X!. De cómo el (irán Capitán, ((ue eslabaen Harleta, salió

de de Hitonto y el scHor Juan, su sobrino, que se iban de aquella villa en campaña y íué i bui:*ar ú sus ene-
á juntar con los fl-ancesos migos
VI. De cómo el Gran Ci|iitán s ilió de harleta y fué sobre XII. Ue un rencuentro que hubieron Liüs de Herrera y
la cibdad de Rubo. y los liecho» (/rindi-s i\f armas que Pedro Navarro con .Vndrea Aqua\lva, un capitán (¡ue
allf se hirieron se iba á juntar con los fran'eses
ÍNDICE POR CAPÍTULOS 599
XIII. De cómo el Gran Capitán saliú de Rarlcta camino de Comienza el ootavo libro de la guerra que Gonzalo
o '4
la Chirinola, y lo que (m aquella jornada aconteció. . . Hernández, Gran Capitán de Espaiía, hizo á ios
XIV. Del consejo que aquella noche tuvo el Virrey de Reyes de Francia en el reino de Ñapóles 587
Francia Nenios en su real con los señores capitanes de I. De las cosas ((iie pasaron estanilo en el cerco de Gaeta.. 3S7
su ejército sobre lo que otro día liarían 5;") II. De un milagro que Dios lii/.o por el Gran Capitán en

XV. De cómo el campo d'.; los españoles partió del fuerte a(iuel mesino cerco 388
de Canosa y se fué derecho á la Cliirinola, y lo que en III. Do un milagro que Dios Nuestro Señor hizo por el

el camino les aconteció 3G8 Gran Capitán en este cerco de Gaeta 388
XV'l. De lo que los franceses lucieron en llegando cercí de IV. De una embajada que Juliano de Saoua, Cardenal de
la Chirinola 557 Sant Pedro ad Vincula invió al Gran Capitán en este
XVII. De cómo pasó la batal'a entre los dos ejércitos junto tiempo 5S8
á la villa de la Chirinola 308 \. De cómo los de Roca Guillerma se alzaron por Francia
XVIII. De lo que el Gran Capitán hizo pasada la ba- y prendieron á don Tristán de Acuña 389
talla 509 VI. Do lo que el Gran Cap'tán proveyó, sabida la rebelión

XIX. De lo que el Gran ('.a])ilá!i hizo venido el día 570 de los de Ilocí Guillerma y la prisión del alcaide. . . . 390
XX. De las cosas (pie ol Gran Cajiitán pr. Ti'yó este día. . 571 VII. De lo que aconteció á seiscientos soldados franceses
Comienza el libro séptitno de la guerra que Gonzalo que venían en socorro de los do Roca Guillerma, pa-
Hernández, Gran Capitán de España, hizo á los re- sando por un lugar que so llama Atre 590
yes de Francia 372 VIII. De cómo irino aquí á Castellón el ejército que estaba
I. De lo que los españoles que estaban en Calaliria hi- en Calabria, 391
cieron 572 IX. De una batalla naval do ciertas galeras de España con-
II. De cómo pasi la batalla entre los Iranceses y espa- tra la carraca Cbaronta, de los franceses 59t
ñoles 572 .\'. De cómo el Gran Capitán mandó degollar á un soldado
III. De lo que el de Aubery y los otros Príncipes y seño- pariente del Condestable de Castilla 592
res hicieron desde (|ue liuyeron de la batalla 575 XI. De lo que el Gran Capitán hizo, sabido el grueso ejér-
IV'. Cómo donde á tres dias que pasií la !;atalla do la Chi- cito que de Francia venía ya tan cerca 395
rinola se amotinaron cuatro mil y quinientos soldados XII. De cómo el Du(|ue Valentín entregó todo su estado
españoles, y lo que «obre ello jiasó 575 al Gran Capitán, y después se pasó á los franceses.. . . 59'í

V. De lo ((ue el Gran Capitán lii/.o desi)U('s que los salda- XIII. Cómo el Gran Capitán mandó combatir la Abadía
dos amotinados fueron reducidos, y cómo se fué dere- de Monto Casino, adonde so había recogido Pedro do
cho á la cibdad d '.
¡Vapules, 570 Médicis, aquel capitán de quien dijimos atrás 595
VI. Cómo el Gran Capitán parti(') de Haiidelo para la cibdad XÍV. De cómo esianilo el Gran Capitán en esta villa de
de Ñapóles con todo su campo ,577 Sant Germán, llegaron allt los Ursinos á le servir.. . . .595

VII. De cómo fué combalido por los españoles y al lin fué XV. De lo que el Gran Capitán proveyó, sabido que los
tomado por coniliate (lastiluovo, y ds los grandes lic- franceses venían muy cerca del reino y con tanta
clioá en armas que en aquel combato so liiciorjn 577 pujanza 590
VIII. Cómo so tomó ¡lor combato el castillo, y lo ijue en XVI. Di! lo que el Marqués de Mantua y el de Saluces
aquel asalto aconteció 378 hicieron sobre Rosaseca, y lo que los do dentro hicieron. SO")
IX. De las cosas que en este a?alto a-ontocieron, principal- XVII. De lo que más aconteció en esto cerco de Ro-aseca.. 597
mente á un caballero napolitano que seguía la ¡larte XVII I. Do lo que el Gran Capitán hizo, sabido que los
francesa 370 franceses querían dar el segundo asalto á los españoles
X. De lo que el Gran Capitán mandó hacer después que que estaban en Rocasi>ci. , 398
fué tomada la Inrtaleza 579 XIX. De lo que aconteció á Piulro de Médicis, ajuel capi-
XI. De lo que después de ganada la foftaleía y apaciguada tán que dijimos que se había acogí lo á Monte Casino.. 599
toda la cibdad aconteció ,350 XX. De cómo se concertó la batalla entre los españoles y
XII. Cómo I'edro Navarro con lulstó la fortaleza de Sant franceses, y por qué causa se desbarató 399
Vicente ,j,SI XXI. Do cómo venido el jueves todos ss aparejaron para
XIII. De cómo partió el Gran Capitán de la cibdad de Ná- la batalla y el viernes fueron á dar la batalla 400
l)oles y fué á cercar la cibdad do Gaeta 381 XXII. De lo que los Iranceses hicieron teniendo su campo
XIV. De cómo la armada francesa vino á proveer de gen- do aquella parte del Careliano 401
te y vituallas á las fortalezas que estaban ¡lor ellos. . . 582 XXIII. De lo que aconteció á un capitán gallego que guar-
XV. De lo ([ue el Gran Capitán lii/.o yendo á cercar á daba una torre allí ribera del Garellano 402
Gaeta , o82 XXIV. De un rencuentro que passó de cuatro españoles y
XVI. Do cómo se asentó el coreo sobro (¡acta, y de cómo cuatro franceses de la otra parte del río, cerca del real
llegó allí Pedro Navarro, ([ue venia de conquistar á de los franceses 403
Caslil del Ovo 3,S3 XXV. De lo que los franceses y españoles hi'-ieron estando
XVII. De cjmo el Gran Ca; itán envi) á don Diego de en este sitio del Garellano 405
Mendoza con gente de armas á Roma á traer á la Prin- XXVI. De cómo los franceses ecliaron un puente y pasa-
cesa de Squüaclie, nieta del Papa Alexandre 3Sí ron dostotca parte del río á pelear con los españoles y
XVIII. De cómo á esta sazón murió el Papa Alexandre y lo que sucedió de la batalla 405
por qué ocasión 585 XXVII. Cómo los franceses pasaron el puente y pelearon
XIX. De las cosas que después de la muerte del Papa con- los españoles, y lo que en la batalla sucedió 404
Alexandre acontecieron en Ilonia 5H5 XXVIII. De un ardid que el Gran Capitán hizo para dar
XX. De lo que en este tiempo hizo el Gran Capitán .580 á entender á los franceses que les tenía temor, y lo que
XXI. De lo que aconteció al Gran Capitán estando sobre los franceses hicieron 403
Gaeta 587 XXIX. De un ardid que el Gran CapiláUjliizo para dar á
600 ÍNDICE POR CAPÍTULOS
entender á los franceses que tenía temor de ellos, y de l.V. Del razonamiento que los veuite hicieron á sus amoti-
lo que los franceses sobre ello hicieron 40(5 nados, estando los ejércitos do entrambas partes á
Comienza el nono libro de la guerra que Gonzalo V ista 42S
Hernández, Gran Capitán, hizo contra los Royes X. De cómo el Du<|ue Valentín vino allí á la cibdad do Ña-
de Francia en el reino de Ñápeles loo póles con ciertos designios (|ne traía, y de lo que suce-
I. De cómo los franceses pasaron otra vez el puente, y lo dió 4.">0

que sobre esto j)asij 40G XI. V.n i|ue se prosigue la vida del Duque Valentín 4">2

II. De lo que liicioron los españoles después de muertos XII. De c')mo dos Cardenales huyeron de Roma y se fue-
los mil y quinientos franceses 407 ron á Ñapóles para el Gran Capitán 'i">2

III. De cómo todos los señores y capitanes del ejército y XIII. l)n que el autor torna á contar lo (|uí' el Papa hizo
los del Consejo de la Guerra requirieron al Gran Capi- con el Du((ue \'alentín 4-"i2

tán se retrujese en los alojamientos y alzase en todo \TV. Kn que el autor da cuenta de dónde nacieron estas
caso el real, y lo que respondió y hizo 408 enemistades entre estos dos capitanes, el Duque Valen-
IV. De cómo se fué del ejército el Marqués de Mantua, tín y Uartolomé de Ahiano '¡"t

General, como hemos dicho, é se fué á Roma y de allí XV. Kn que se ])rosiguen los seci'etos designios del I)ii(|ii('

á su casa, y las causas por qué 409 Valentín 4.V)

\. De cómo el Gran Capitán se reirujo á Sesa para enga- XVI. De lo ([uc sucedió al Duque Valentín después de su
ñar á los tranceses, y cómo aquel ardid huvo efecto . . 410 piis¡(ín liasta (nie murió 4")'i

VI. De lo que los alemanes hicieron, visto bajar de la Libro onceno de los hechos y hazañas de Gonzalo
sierra los amotinados, pensando (jue querían pasar el Hernández, Gran Capitán de España, contra los
puente 411 Reyes de Francia, en el cual se contienen las
VII. De un liecho muy de notar que aconteció aquella no- cosas que después de acabada la guerra y paci-
che á un capitán de peones llamado Gómez l'.oello con ficado el reino sucedieron al Gran Capitán. . . .

los franceses 411 I. Cómo el Rey don l'ernando, muerta la Reina Isabel,

VIII. Seyendo ya el día claro, movió el Gran Capitán to- comenzó á dar oidos á los envidiosos de las glorias del
dos los que habían pasado el puente y peleó con los Gran Capitán, y do los graves juicios que emitió sobre
franceses 412 este punto al Rey Próspero (;olona 41

IX. De lo qu'> acaeció á cuatro españoles que se adelanta- II. De cómo invió el tiran Capitán en España al Rey don

ron á herir en la retaguardia de los franceses 41o Fernando á Juan Haplista Pinelo, y de lo i|ue surcdió

X. De cómo el Gran l^apitán siguió á los franceses hasta en su embajada


una villa (|ue se llama Mola, y lo<[ue allí sucedió. . . . 414 III. De c imo el Gran Capitán invió al Rey don Fernando
XI De cómo el Gran Capitán mandó combatir á Gaota, y á Nnño de Ucampo, y de lo que en su camino sucedió,.

de cómo los franceses pidieron partido, y lo que sobre IV. De algunas cosas que pasai'on en este tiempo entre el

ello se hizo 416 Rey don Fernando y el Gran Capitán 4


XII. De cómo estando el Gran Capitán aquí en la Anun- V. Cómo el Rey don FVrnando casó en segunda vez con ma-
ciada, volvieron los franceses y acabaron de hacer el dama Germana, sobrina del Rey de Francia
partido y entregaron á Gaeta y se fueron de Italia. . . 418 VI. De cómo el Rey don Felipe vino en estos reinos y de
XIII. De lo que el Gran Capitán hizo después que cobró lo que sucedió con su venilla

á Gaeta 418 Vil. De cómo el Gran Capitán invió en España por su mu-
XIV. Del suceso que hobieron los franceses, así los ([ue jer é liijas y casa, y lo que en el camino le su.-edió. . .

fueron por mar couío por tierra y los que á Francia VIH. De cómo el Gran Capitán .salió á recebir al Rey don
aportaron 419 Fernando, sabido que venía, y lo que en el recebi-

XV'. De lo que el Gran Capitán hizo después que los fran- micnlo pasó
ceses fueron odiados del reino 420 IX De cómo el Rey y la Reina fueron recebidos en .Nái)0-

Comienza el deceno libro de la guerra que Gonzalo les y del solemne recebimii'iito t\u'i allí los fué hecho..

Hernández, Gran Capitán de España, hizo á los Re- X. De cómo el Rey fué jurado en Sant Severino, adonde
yes de Francia en el reino de Ñápeles 421 los Reyes do Ñapóles lo suelen hacer

I. Kntrada del Gran Capitán en Capua y entusiasta reci- XI. Do cómo la Duquesa de Sesa, sintiéndose mal de la

bimiento que allí se le liizo 421 mar, desembarcó en Genova, y el gran recebimiento
II. De cómo el Gran Capitán mandó aparejar una grande ((«e en aquella Señoría so le hizo

armada para ir á combatir el puerto y cibdad do la XII. De algunas cosas que sucedieron es:ando el Rey en
üelona en Hsolavonia, y por qué causa se d<!jó 422 a(|uella cibdad
III. I^ que contenia la embajada que el Gran Turco in\ió XIII. De cómo el Papa Julio trataba con el Gran Capitán
al Gran (Capitán 425 de le hacer Capitán general de la Iglesia, y de lo que
IV. De cómo aquellos turcos llegaron á la cibdad de Ña- sobre ello avino
póles, y el recibimiento que les fué hecho 423 Xl\'. De cómo el Rey trató con el Gran Capitán de llevarlo
V. De las cosas que pasaron estando allí los turcos en á España, y de lo que él respondió, ron el medio que se

aquella cihdad, y de las tiestas que allí se hicieron.. . . 421 tomó en su ida 4 '¡4

VI. De una grave enfermedad que sobrevino al Gran Capi- XV. De algunas rosas que acontecieron en aifuellos cinco
tán y de las muchas plegarias (|ue sobre ello hubo. . . 426 meses t|ue el Rey don Fernando estuvo en Ñapóles; y
Vil. De los rosas (|uc suced'crun después (jue el Gran Ca- primeramente lo que al Gran Capitán pasó con aquel

pitán recobro su salud 423 liaplista Pinelo, de quien atrás <lijimo<


VIII. De cómo acabada la guerra se amotinaron cuatro mil XVI, De un alboroto que en aipielli cibdad pasó, estando
quinientos solda<los; y cómo no los pudiendo el Gran el Gran Capitán en Casliln.ivo habland.) ron el Rey. . . 41C
('apilan reducir, les fué á dar la batalla con su ejér- XV'II. De lo «[ue ducientos y cincuenta hombres de armas
cito, y de lo que pasi'» 428 con el Rey Católiro allí en Najóles pasaron 446
ÍNDICE POR CAPÍTULOS 601

X\'III. De algunas cosas varias quo en aquella ciblail IX. En que prosigue la estida del Gran Capitán en Loja,
acoutecleron antes que el Uey partiese d; Ñápales. . . 447 con el discurso de su vida 4G0
Xl\'. Da lo que aconteció á un psxo de aquella cibdad con ^. D;' lo ijuol Papa y el Rey de Francia lii ioron después

un presente que llevó al R >y en nombre de los pesca- desto 400


dores de aquella cibdad 44S XI. De cómo pa-ó H batalla de Ravena entre el ejército

XX. De cómo desafió Diego García de Paredes, di'lante del Rey de Francia y del de España y el del Pajta

del Rey don Fernando, á cualtjuiera ([ue del Oran Capi- .Inlio 4G1
tán hobiese diclio alguna Po«a en deservicio del Rey y XII. De lo ((ue el Papa hizo, habiéndose perdido esta ba-
de su reino 4''.8 talla, con el Rey don F'ernanilo para ipio el Gran Capi-
XXI. De una embajada que la Señoría de N'enecia invij al tán volviese á Italia 402
Rey don Fernando, y de lo que en ella aconteció Vtd XIII. De e'imo el Rey don Fernando invió á mandar al

Wll. De c(5mo se trataron vistas eiilre el l'apa Julio y el Gran Capitán que cesase en la ida de Italia 10.5

Rey Fernando en Civitavieja. á la vuelta quel R''y vol- XIV. De lo que sucedió al Gran Capitán después de los

viese á Kspaña. y on
el Rey I,ui< de Fran -ia en Saona. 450 negocios ]>a ados 465
\XIII. De cómo Rey F'ernando y el (íraTi Capitán se
el XV. De don Fernando y el Príncipe
las cartas (¡ue el Ri'y

partieron de Napelos para España y se fueron por don Carlos escribieron á la Du(|uefa de Sesa, sabida la
Saona y se vieron con el Rey de Francia 451 muerte del Gran Capitán 400
X.XIV. De cómo el Rey y el Gran Capitán llegaron á Sao- XVI. De algunas cosas que el autor to;a. que pertenecen
na. y del gran recibimiento que allí les Tué bedio. . . . 451 á la historia del Gran Capitán 407
Comienza duodécimo y postrero libro de las cosas
el XVII. De algunas estratagema-i y dichos que en la paz y
que acontecieron al Rey y á Gonzalo Hernández, en la guerra dijo el Gran Capitán 467
Gran Capitán, después que vino de Ñapóles 4.'>.'> XVIII. En el cual el autor pone ciertas comparaciones,

I. De cómo el Rey fué recebido en estos reinos, y asimis- comparándole con algunos capitanes griegos y romanos
mo el Gran Capitán, con lo que más sucedió 45.") y españoles 409
II. De cómo el Rey se fué á Burgos y el Gran Capitán des-

entbarcó en Valencia 451 LA VIDA Y CHRONICA DE GONZALO HERNÁNDEZ DE


III. De cnno Gran Capitán llegó á Burgos, y del reci-
el CÓRDOBA, llamado por soán'nombre oí (irán Capitán;

bimiento que le fué lie.-ho. así por el Rey cnmo por los por Pablo lovio. obispo <le No cera. Agora traducida en
Grandes del Reino 455 nuestro vulgar. -1.55 í 171
I\'. De lo que Gonzalo Hernández, Gran Capitán, liizo Al muy reverendo y muy magnífico señor el Licenciado
después que do la romería de Santiígo volvió á la Moya de Contrcras, ln(|uisidor del reino de Aragín. . . 472
Corte 450 Libro primero de la vic'a de Gonzalo Hernández de
V. De lo (|ue al Condestable y al Gran Capitán pasó con Córdoba, llamado por sobrenombre el Gran Caiiilán. . 47."

el Rey 457 Libro segundo de la vida del Gran Capitán 50.5

VI. De lo (piel Gran Capitán pasó con el Rey sobro los ne- Libro tercero de la vida del Gran Capitán 5.51

gocios de don Pedro do Córdoba, Marqués de Priego,


su sobrino, á quien derribaron á Montila 4.57 BREVE PARTE DE LAS HAZAÑAS DEL EXCELENTE
Vil. De lo quel Rey liizo, vista y sabida la prisión del al- NOMBRADO GRAN CAPITÁN, por Hernán Pérez del
calde Herrera en la villa de Montilla 4.58 Pulgar 555
VIH. De lo ijue el Gran Capitán hizo veyendo el odio y De la entrada del Gran Capitán en Granada para tra-
voluntad contra él del Roy 4511 tar de las condiciones de la entrega 500
4
1 í

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS

ABINETI (Mar-o), i.;íg. 5Í5. ALEI.VNDRO VI (El Papa), XXX— XL -8- 9— 10— 12-10—
ACACIO (San), 59-). 17 -18— 19-24— 25— 2;>— 27— 43— 44— 45—32— 5.3— 54
ACEVEDO, criado del Cond" do í.i'rin, que niatú á Ci'sar Bor- —.5S_T,J— 01— 167— 190: su muerto— 2;!4 -217— 208- 27i)
gia, 435. — 2"1 -275— 274— 284 — 28')— 2-0- 291— 295-294 -295
ACUÑA ('). Aiilonio dn), arcodl.iiio do V'alpucsia. ]»oí{o ol)i-i|)o — .507— 310— .320— 559— 576— 38:— 385: su muerlc-.58l>
di' Zamora y caudillo do los Coin micros, ajfcnle on Roma -453-.524.
del archiduque D. Felipe el Hermoso, XLIII. .M.EJO (Fr. Leonardo), caballero de la Orden de San .Iiran de
ACUÑA (Pedro de), prior de M<'S¡iia, 55.)— 404 -45.\ Jerusalén, í- 5-1 Si -188 -.520— 321 -324-508.
ACUÑA (Trislán d-), U!4-195— 5: 1-585-389. ALFONSO (El |irincipe don), hermano de Enrique IV de Cas-
ADORNO (H rnarditio), oi)'.)—41". tilla, 20 ).

ADORNO (El conde de), XXll ALÍ-VERA (El capitán). 35Í-555.


ADKIA (Duque de). (V. Aqiaviví, Maleo). .\LLER (El capitán Gon:'.alo de). .5.54 — .555 — .55 i— .5.57 -.5.5;-i-

ADRIANO (El cardenal), 190. .>r)9— 4'i5.

AGII.INA (El principe de), 217. ALMIRANTE Di: CASTILLA (El), LV- 277— 304.
AGUIEAR(Casade),470. ALO.NSO \ DE ARAGÓN (El rey don), por qu'en entró el
AGUILAR (D. Alonso d ), hermano del Gran Capitán, XV — reino de Ñapóles en la Casa de .\rag/jn, 4—5: cómo adqui-
51—71- 2M -299—3 7—3 8— 4 .
; 1 5 - 409. rió el reino de Ñapóles (V. .María, reina doila, su luujor)—
AGUILERA (El cai)itán y comendador), 121 — 151- 152— lo".— 0: .su muerte — 7: su elogio.
15Í— 559—4.%. .\LONSO (D.), rey do Ñapóles, hijo del rey D. Fernando,
AGUSTÍN (Micer), XXXI i I. a_ 10— 12- 14—10— 18—19-20— 29- -30—207—2
ALAlíCON (El capitán D. Hernando de), 5.50—33 -552—358— 270—271-272—274-275-277-280-289.
3G9-372 -391—427-448- 455. ALONSO (D.), rey de Portugal, 2)0-2!il.
ALARICO, 2C9. ALONSO (El Infante don), hermano de Enrique IV de Ca.stj

ALDA (El duqu'- de). (V. Tolhdo, D. Fadriquede). lia. XV.


ALB,\ DE LISTE (El conde de), D. Diego Enríquez de Guz- ALTA.MUR.V (Príncipe de), el infante 0. Federico, LX -98.
mán, LX'Vllf. ALT.WILA (D. .luán de). 284.
ALH AMONTE (Guillermo), 145-345—346. ALTAVILI..\ (El capitán Andrés do), 404.

ALBANIA (El duque de), 99—325. ALVARADO (El capitán .Inande). L.\V—13 •.—104— 10.5—
ALBANIA (La reina de), Escandarl),.za, LXIV. — 242— 2S3-532— 5 il— 502— 5 I9— 572— 37.5— 5'.ll—
ALBERTO .MAGNO, 25)9. —427—448-453.
ALBIANO (M¡c;>r Bartolomé de), X.VXVI—43-161 -188— ALV.VREZ (Alonso). LIV— LVL
217— 218—219 - 22) — 224—227 -22S — 229— 230— 242— ALVAREZ DE CÓRDOBA (Francisco). 71- 49i.
285— .387- 392—410—4,1—415-420-421—427—433: su ALVAREZ OSORIO (El capitán García), 5!5()—3".l -372.
enemistad con César Borgia — 448— 449— .552. A.M.VDEO, capitán del Du(|ue de Sahoya, .551—355.
ALBORNOZ, maestresala ilel Gran Capitán, 3">0. .VM.VDIS, personaje caballeresco. .3Í0 — 5">2.

ALBURQUERQUE (El du.pie de), 44t). AMERIGO (El conde), hijo del conde do i:aparho, 290-291.
ALCAIDE DE LOS DONCELES (El), 304. AN.\ (La reina doña) de Bretaña, 277.
ALCAHAZ (Juan .Miguel de', .309. .VNDRADA (D. Fernando de), ronde do Villalva, LXV— LX^
ALCAUDETE (V.\ conde de). LIX— 2'VÍ— 2;5 -4.58. —LXVIII— 104- 105— 107— 108-109— 242— 250— 2(53-
-M.D.VN.V (Ro<lr¡go de), criado del Gran Capitán, L. .505— .572-573— 374— .581— 591— 427-448-4.54-405.
ALD.VNA (El capitán). (\'. García or .Vlda.va). ANGIERS (El du(|ue de), 277—281.
ALEGRE (Mr. de), capitán francés, XXVI-XXVIH— 72-73 ANÍBAL (El general cartaginés). 97— 24'.— 209 285 514—
— 75-l()l-107—123 — 124— 12.5— 120— 127— 141— 1.58— .524 —529 —5.50— 5r>5 — 3 i7— 403.
1,0_ir,l — 1(13- 109— 170— 171— 17.5— 170-185 -190— ANÍBAL (Micer). 251.
191— 190-2')5 200—219-221-222-224—282-289 — AN.IOU (Ludovico, duque de). 4-5—0. (V. Rkxíto, hermano^
324— 331— .3.32 3.33-.343 -3,53—30.5—309-371 -377— de).
3S9-39:)—399- 4'11^4a3-407— 408—417— 418— 4 ;2. ANO.IETG (Cario). (V. .Mota, Mr. de). U
ALE.I ANDRÓ M.\GNO, l.V> 213 2'!9-299. ANTO.NELO (Micer). 313-378—384—100.
— - —-

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS 603


APARICIO. rap;tán de galeras. CA. AVALA (Diego de), .558.
APIANO (.Jacobo), 200-451. AVALA (D. García de), 3 13.
APOM'K (.luán do), capollán dol roy catúlico, LVIII. HAENA (Fr. Andrés do), X.
AQ'J.WIV.V (Anih'pa Mateo), du.|ue de Adria, 1.):)— 551 — RAEZA (Diego de). XX.
5,Vi—3a4— 418. HAEZA (Hernando de), sorre'ario del Gran Cajiitán, XXXVI
ARAGOX~((:asa de) en Italia (V. Alonso V), 4. —XXXVII— .5.89,

AllAGÜN (D. AloiisT dü), hijo natural dol rey católico, arzo- HA.JACETO, Gran Turco. (V. Tirqcía, El emperador do), 38 —
bispo de Zara'^oza. XLIV. (V. Zaragoza, El Arzobispo de). 00—02—03 -284— 300—3:)1 —.507— 339— 423.
ARAGÓN (D. Alonso de), llamado el Guerclio, 94. BANDERA (Guillermo do), LlII.
ARAGÓN (D. Alonso de), príncipi" de Bus di, 451. BANZONIO (El capitán), 3J5.
ARAGÓN (I). Hernando de). arzT¡)isp.i de Zaragoza, II. liARBNA (Reinaldo), 95.
ARAGÓN (I). Juan de), conde ^l^ Uiva^íorza, liijo del arzobispo BARRANCA (El capitán Ant 'm). 153.
de Zarago/.a. XLVilI '2i'S — í50. BASEVO, caiiitán de suizos, á voces se le nombra Candeyo, .559

ARAGO.N (D.» Ana di'), nieta del roy cattHico, iGC>. —.543-3 •.9—399-401 -417—419.
ARAG JN (r).« Hipdila d^'), LXIV. BASURTO. astrónomo judic.iario. 430.
ARAGÓN (I).» !sab:-l d<'), bija del roy I). Alfonso de Ñapóles. BAVARTE (Pedro de). 121-238—338-559-343 .503-373.
LXIV— 551—o'i2. BEAVOLI (Ludo\ico), 545.
ARAGÓN (D.8 .Juana de), mujer d?l condnstablB de Castilla. BELCORTE (El capitán francés), 108.
D. Bernardiiio de Velas .o, lA' — 23í — 430. BENAVENTE (El conde de). (V. Pimkntki, D. Rodrigo de).
ARAGÓN (I)." Sandia de), princesa de Squilace, XXX-3S4 BENA.^'IDES (ti caj.'itán Manuel de), señor de Javalquinto.
—385. 131— 1.52— 134-1.53- 13 J— 1.57— 104 — 105— 1 .S— 2'2—
ARANIU'R (Pierres de). 102— 103. 283-3i')-3!il- 3i2—3:3 .572— 373— 5J1— 427-437—
ARCE (El capitán Luis de), XXXVI—352—5'4—509— 571 448 —434.
58)— 382— Í2I. BENAVIDES (El capitán Valencia do), L\V— 2S3— 501—3".2
ARDÜVN (Pierre), Lili. —572-437—4,54.
ARELLANO (O. Diego de), XXVIl— 112— 110— 1 0- -lí BENITO (Abadía ile San), donde se conserva su cuerpo, .595.

183— 187— ISO— 227—228— 229 -23)— 330 -358- 508— BENTIVOGLIO (.Juan d •). 77 — 173-38;)—39)— 3'J9.
582 -420. BERNAVS(.I.), XIII.
ARE V ALO (Kl capitán Gonzalo de), 121—354. BERNARDIS (Bernardo do), 20.8—2.89 -29:)— 291— 318.
ARIARAN Oíl capitán). 13Í 141. BESCORTE (El Militan), 133.

ARNU (Mr. de), 79. BESELI (Príncipe do\ 20).


ARRAKCHE, LVII. BKZON (Sosino), ,57.

ARTACHE (El corsario vizcaíno), 500. BIMFO (Agustino), asirólog.i. 3 8.


ARTIAGA (El capitán .Jordán de), 2)5—595. BITUNTO (Marqués de). 90-1)9— 1.53-182-521— ."VIO.
ARTIETA (El capitán). 515. BITONIO (Marquesado). 182.
ASTE(Graiamld), 146. BOCANEGRA (Bernardina d •), LIV.
ASrE(Luis de). 119— 128— 154-153— 1j8^1".0— 101— 10.5 BOCANEGRA (I\im¡li.i de los), de Génov.i, 104.
180—lSJ- -185—187—188-2 228-229 — 23 J— BORBON (El condestable de), V— 29— 2 8— .345.
521. BORGIA (César), hijo de Alejandro VI, duque de Valentincis,
ASTORGA (El Sr.), 77. antes cardonal de Valencia, .\XX — XXXI — XXXIV —
AXILA, 209. XXXVI— XXXVll— LVIll-LXVH— y— 19— 43— 32— 35
ATRl (»u(|ue de), 321—549—442. _55_00— 01 — 02— 72— 73-74— 73-7J-77— 79-81—
AUBIGNV (Mr. de). Roberto SleAart, XXI-XXII— XXIII— 85-8Í-83— 88—.89— 90-19J: atosiga á su padre y á va-
XXIV— XXVI -LXV—LXVII— 20—51—53-3,5—30-37 rios cardonales— 2)0— 201: proüo por el Gran Capitán
38— 42—78—79— 80-83— 84—85— 80-87— 89— 90 -91 ^ 202: llevado á Espar>a-2;>5~204— 203-200— 217— 245
95-94-95-90-104— 105— 10!— 107— 110 — 113-1 17— 2í;s— 273— 270 —
2 1 —3 JO— 302—519—525— 5.5.) -5 JO—
118— 119— 123 - 1,55— 13i— 155— 150— 157— lOí— 163— 585— .58';-,587— 594— 4 '1.— 450: su vida y sus crímenes —
107— lO'J— 1 09—223—202—282 - 283— 285— 293 — .520 — 451--432— 45,5— 4.54: su prisión— 455: .su muerte, su epita-
527 — 528 — 55 1— 33 — 3G1 — 502—3 :;5— 50 i—572 -57.5— fio en verso — 324 -323—339.

374—381 -.599— 41 8— 452— 408— 305. BORGIA (Elcardenal).XXXIV-XLVI-200— 201-200- 291


AVALOS (D. Alonso de), capitán del rey D. Eernando de Nú- —593-431—4.52.
polos. 282. BORGI.V (Francisco), liijo mayor do Alejandro \\, duque de
ÁVALOS (D. Alonso d'), niar([u¿s de Pescara. 42-293-402 — Gandía, 45 -200-2 )1 —300. '

475. BORGIA (Lucrecia). 200-201.


AVAT.ÜS (D. Alonso de), marqués del Vasto (V. Vasto), 42 L BORGO (Andrea di), embajador del emperador Maximiliano y
AVALOS (D. Hp,rnando de), marines do Pescara, 382 — 590. de su bijo Folii)e L^I.V.

AVALOS (I). Iñigo de). 421. BnR.TA (Francisco de), S. L. 45J.


AVALOS (El capitán Gonzalo de). 130— 103— 108-.501—3:-.2 BOR.IA (Gon^-odo Ai'), conde de Olivetn, 204-224.
4IG. BORNAMISA, capitán dol roy de Hungría, 235.
AVALOS .MONTERISIO (O. Ro^lrign). liermaMO did mari|iiés BRAVO (Francisco). 5S;).
de Pescara, 42 — 293. BRACALONE (.Juan). 144 -54.5—540.
AVALOS (Doña Constanza de). .5S2-42I. HRACIION (El caballero), 4.
AVELLINO (Conde de). (\'. Caadona, I). .Juan de). BR AMONTE (.Mr. de), 1.55— 13Í.
AVEDHO (Pedro), 452. BRAVO (.Macía.s), 2: versos do en elogio del Gran Capitán,
AVILA (Diego de), 239. BRENO, 209.
AVILA (El capitán). .500. BRETAÑA (El mariscal de). 197.
. í —

604 ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS


HKKTON (Pori Juan). I.lll. CÉNETE (Marquesa del). 526.

imUClO (Bci-nanlo). (V. Cmabrés). CENTl RIONE (Martino), XXX.


mUNKTO (El barón). XI.IX. CERVEI.LON (I). .luán de). •.00-225—431—468.
lUSTO (El cai>iláii). 408. CES..\R (Julio), emperador romano, II — —.55 101) — 211—21.5-
HUSTO. snlilado ospañol, íl."». 219-22)— 225 24 3— 2'.)2 -345- 578— .592— 414.
CAIÍKA (Kl ronde do), D. Di >;o IVniánd -z do C jrdoh.i. I.X— CES.VRO (El capitán romano), 253.
SM—-2 i.')—304— 4C8— 47(i. CHANDEI.A (Mr. de), 79-115-118 - 20 -140— 158— ICO.
CÁDIZ (Kl duque do). 504. CHARTELA(Mr. de), 1.58

CADOUVO (Kl hailío Mr. do). CIIATEMRERG, capitán do hombr s de armas,

1
IVaiic<í-i 11.'). .532.

CAÍ. VHRKS (Micer Hornanlo Hrucin, llám.ido ol). ."54—57. CHEIU (Hi'uzodo), .587.
C..VI..VUIII A (El duque do). I), llenian.lo. ])r¡inogéiiito del rey CICURA (Pedro do), .53.5.
do Ñapóles roderico. .\\V^— ,S5- ¡r)— '.)í— !).") -1)3— 1)7— C: FUENTES (Gonzalo do), 45.5.

102— 109— 110— 1.")0— 151— 1.-J-2-I54— 1G4— 271— -^72 CIMBRÓN. XXII.
3^0—5J1 —52 2—524 -ó^a -572- 455 -.')!»
•J74 —:;75— 1 c;SDAR, albanés, gobernador do Cefalonia por el turro, 05

CALIXTO (El papa), 7. 70— 71 —509 510— 515.


CAMKRINÜ (Los señores do), 2')0. C'SNEROS (i;i cardenal). (V. Jimiínkz I)k (Iisnkiios).

CAMI.ÑA (El conde de). D. Pe.lro do Sitomayor. 515— 55,S. CLARAMONTE (El conde do), 19,

CAMINA (La cond.-sa de). 2<)4. CLAVERO (Mos;'n), XXI— C2— 56.5.
CÁNOVAS DEL CASTILLO (I). Antonio), XIII— XVH. CLEMENTE Vil, pág. X.
CANTAI.ICIO (El obispo Giov. H.). X— XII— 427. COBOS (I). Francisco de los), comendador mayor de León, LX,
CANTELMO (Ristaño). conde del IV-imlo. 572. COEl.LO (El capitán Jua:i), 112 115-115— 141— 159-101
CAPACHO (Kl conde de). XXII— XXIII -172-224 -226—227 514 -.545—569- -407-408-410—4,55.
—290—201—422- 459. COLON (Cristóbal), XVI-XVIl.

CAPOCHIA (.luán). 14Í 34.5. COI.ÜNA (Fabr¡cio),XLV-XLVI— l.VIl- LXllI-82—85—


CAPUA (Andrea do). 242. —
83—87—88 -97— 98— 145— 1,52— 157— 158— 1.59— 16(
CAUACHOLO (Kl caballero Alfonso), 4—5—521. —161-180-181—1,82-185—190-204-209—210—21
CAKACIOLO (Troyano). 439. —220—224 -225—225—242- 285-.52 )— 528— 55 :— .-)45
CÁRCAMO (D. .Vlonso de), señor de Aguilarojo, I,l\'. 551 —.552—3 )5— 337— .569- 572- 400 - 401—401—402.
CÁRCAMO (I). Antonio de). V— XV. COl.ONA (Próspero), XI.Vl -LVl— 1.8-90 -97--98— 145
CÁRCAMO (Diego de). 260. 152—157—159—101-175-177-1,80-183-205-204
CARDKNAS (1). Alonso do), maestre de Santiago. 2C>1— 477— L05— 21 9—220 — 242-2.55 —257—274— 285—5 9— .528 1

481. .553— .5.57— .545 — .544 —545: desalío de italianos y francoso*


CARDONA (D. Antonio de). 5S7. .545 — .5)1 — 552 — 557 — — .567 — — .572 —574 —
.5;)5 .5 ,9 .582-

CARDONA (I). Hugo do). 1—88-130—151-1.52—154-15.-)— .585— 588— .594 -.595-412 -420— 4.V)— 4.56: informa al Re
133— 137-164— 165- 107— 1C8— l(i9— 190— 192: su Católico 011 contra del Gran Capitán — 449.
muerte — 2i5 — 559 — 530 — 5 — 502 — .533— 572 — 575—
11 45.5 COLONA (Marco Antonio), 161— 28,5— 519— .52S-.545-.55l
CARDO.XA (.Juan do), luego conde do Avellino, 168—242—427. 352 - 535 — 337 — .599 - 40 J — 462.
CARDONA (D. Ramjn do), virrey de Ñipóles, LXVllI— 2.5.5— COLONA (Octavio), XXVll— .557.
26-4-591—392—401. CULONA (El cardonal Juan), 519—50.5.

CARI.OMAGNO (El emperador), 299. COl.ONESES (Los), 10—12—14-136—203—201—270—29.5


CARLOS, rey de Hungría, .5. 5! 9 -.520-585— .583 -5J5— 404 -427— 451—4 18.

CARLOS VIH de Eraiicia. S: cómo Iioredó ol reino de Nái)oles — GOMARES (Marqués do). (V. Cobüoba, D. Luis do).

•j_10--li_l.5— 14— 17— 18: su entrada en Roma-19 — GONCE (Conde do). [V. Fabricio, El capitán).
24 -25-27— 2.S—5 J—42— 50; su muerte— 82— 231—262 i;ONCHll.LOS (Juan do), XX. I.
—200—237— 268 —27 —275— 274— 276—277— 278- 28J
1 CONCISCET (El capitán), .586.
28 i— 285— 288 —299 —500. CONCORDIA (Conde de). (V. Pico, Juan 1'.).
CARLOS V (Kl emperador), V -VI-X-I.V-LVll— 244-254: CONDESTABLE DE CASTILLA (Kl). (V. Vki.asco, D. Ber
carta que escribe, como ]irínc¡p:', á la \¡uda del Gran Capi- nardiiio do).
tán — 4íO— 454— 400— 553. CONDKXA.ME (Conde de), 188.
CAR.MELITA, poeta, 427. CONVERSANO (El conde de), 224-251.
CAROLARIO (Marco), 144. COPADO (Tilomas), X.
CARRILLO (Pero). LIX. COR ATA (El conde de), 95.
CARRILLO D£ ALUORNOZ. maestresala que fui del Gran Ca- CORCON (Mos de), tesorero del oYrcilo del rey de Fran-
pitán. .595. cia, 41.5 419.
CARVA.IAI. (El capitán D. Alonso do), señor de Xodar. 1C4— CORDflBA (D. Alfonso de), s.'ñnr de la C.asa de Aguilar, 261.
165-168—205 -21 — 21.5— 2.'il — 232— 242 -5.56 -5:;3 —
1 CORI)OB.\ (I). Diego de), alcaiilo de los Donceles, 45S.

372—573— 391— 427— 4^2— 44S—Í.54—45.5. CÓRDOBA (D. Di'go de), caballerizo mayor de S. M , á quien
CARVA.1AL(D. Hornanlinode). cardenal de Santa Crut. ,XII — osla <le(lic,nda la odirión do la cróni"a impres.i del Gran
XXXMl-XXXVlll— XL-XI.I-I.VU- I.XMII. (Vó.ise (.apilan lio I5S4, 1.

Santa C«t:z, El Cardonal de). CÓRDOBA (1). Luis do), marqm's do Coniares, 214— 45S.
CASSO (Baltasar). XXII. CÓRDOBA (D.Luis de), primogénito del ronde de Cabra, don
CASTil.LA (D. Sandio de), goliernador del castillo de Salsas, Diego Fernández de Córdoba, LX.
pág. 197. CÓRDOBA (I). Pedro do), marqués de Priego, sobrino del Gran
C.VSTHO (I). Pedro de), 206-586. Capitán, Lll— I.lll l.IV— LX-248: su desobediencia al
CATALINA (D.'), reina de Portugal, hija do Eejip.. 1. 440. rey católico, y castigo que sufr¡3 — 249 204 — 2''>5 — 59ri

CÁTELA (Mr. de). 79. 43 i_4:,7_/,.v8— .Vi7.


— — —— :

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS 605


C0RD3n\ (Doña Beatriz de), hija segunda del Gran Capitán, 11 — 40- 47 — 4Í — 49-52 C1-C2-78—80— 81 -82—
llamada doña Beatriz de Figucroa, üil— :i64. 85—84— 8>-88— 89— 90 91 - 92 95 _ H4 — 93 - 90 —
CÓRDOBA (Doña Elvira de), hija mayor del Gran Capitán, 'J7-101- 109-202—232 - 295-290—298—505-510-
LVIl— I.XIX— 2!31— 45 >. S17_.-J18—.5-20-525.
COKDOHA (Doña Francisca di-), marquesa de GibralctSn, í'JG. FKLIPE I, el Hermoso. XVII- XLI— XI.II— XLIV— LXI —
COIIXATO (Mr. de), 105. 243— 2'4— 245 —247 — 235 —542 — 557 — 459: su venida á
COKNKJO (El alcahle), 2 Vi. España — 110 — 441: su muerte— 445.
COKOI.AKIO (Marco), r>í5. •ELIPK
1 II, II.

caUOI-I-ANO (El capitán). ¿30. FKLIPK V, rey de Españi, X.


COKK A Í.ES, correo, XLIV. FKRIA (Conde de). (\'. SiARKZ de Figieroa).
CORTES (Bernardino). 55— .jS. FERNANDKZ (Francisco), teni'nte del despensero mayor, .529
CORZO (Alonso el), ."JTS— 579. FERNANDEZ (Gonzalo), el que estaba en Ríjole;, XIX.
COSANO (Kl príncipe de). 521. FERNANDEZ DE AGUILAR (D. Pedro), XV.
COSENCIA (Enrique de). LlI. FERNANDEZ DE CÓRDOBA (Gonzalo), el Gran Capitán,!—
CRISTÓBAL (Fray), X.VXVl. VIII-XIII-XV-XVI — XIX-XX- XXII — XXIV —
CROCK (Benedetto). Xll. .
XXV— XXVI-XXVIII - XXXI — XXXIII — XXXVI—
CRUER (Mr. de), hermano del capitán Bascyo. íl!). XXXVlll— XXXIX-XL-XLI-XLIII— XLIV-XLV -
CUEVA (D. Antonio de la), 217- 410- í.54. XLVI-XLVII-XLIX— L— Ll— Lll— Lili- LIV-LVI
CURCIO (Bernardo), 501. LVII LVIII-LIX-LX-LXI— LXTI -LXVIII — LXXT
BARIAS (Luis). %. -53—51 —.52 -35—53-37—58—59—40: sitio de Atella—
DKNIA (Marqués de). (V. Rojas, I). Bernardo de). 41—42 — 4.5 — 41: sitio y loma de Ostia — 45 40 — 47: privi- —
DEXTATO (i:i caballero napolitano, apellidado). 57il. legio del Ducado de Santángelo 48 49 30 31 reprime — — — — :

OFSSORMKAÜX (Mr.), XL y sujeta á los moros de las Alpu'arras —52 55 02: vuelve — —
DKZA (Fr. Biego de). (V. Srvilia. Arzobispo de). —
segunda vez á Italia 05; coníjuista de Cefalonia 01 03 - — —
BlÁZ (.lorjíe). — 455.
arafionés, 121 00-67—0.8—09: oración á los españoles antes del asalto de,

DIKZ (Kl capitán .lorge), .554 — 5.55. Cefalonia -70 — 71 — 72—78 H'): prepárase á tomar las pro-
I)OMi;\ICin(Lodovico), V. vincias de Italia que habían tocado al rey Católico — 81 — ,S2

nUARTt;, capitán vizcaíno, .5.50—.5.5S— 5!jl. 89-90— 91— 93— 91— 95-90— 97— 98-100— 101— 102 —
nUl'ONCET (IM, S. L. X— XL 105-104—103-103—108—109-110—111: en Barleta—
KGUIA (Miguel de). VIH. 112-114—115-117—118—119—121-122—124—128 —
EMBA.rADOR BE ESPAÑA (El) en Roma, I!). (V. Fonskca. 129— 131 -13.5— 151— 1.57: sale de Barleta— 1.59- 140 141
I). Antonio do, y Rojas. B. Francisco de). —142—143-140—147-149-130 151— 132: tomaá Rubo
ENFRENA (Marco de), 143. — 155 -134—133 — 130: sale para Ceriñola— 137 — 158: ba-
KNI (Mr.), TIL talla de Ceriñola-139— 100— 101-165— 103— 107-109:
FNRIQUK IV de Castilla, XV— 2")(). se dirige á Nájioles- 170 -171 — 172: su entrada en Nápo-
ENRIQUK VIH, rey de Inglaterra, 255—230—277-400. l,.s— 175— 178— 177— 1 78- 1 79 — 183 1.S5— 184—185— —
LNRiylLZ (D. Alonsr>) obispo de Osnia, hijo bastardo del al- 1.S8— lílO: va contra Gaeta— 191 — 192: se retira á Mola.—
mirante de Castilla, XLIX. 195— 194— 195-201: prende á César Borgia-202— 204—
ENRIQUKZ (I). Knrique), LX\ IIL 205: va á San Germán — 208: sale de este punto — 209—210
líNRIQlEZ (B. Francisco), señor de Alinansa, I.IX. 21 1 — 212: combates preliminares de la batalla de Garellano
FSCALABA (Kl capitán) <S ia5— 141 — 132
Lói)ez de Escalada, —215-214—215-210—217—218-219: batalla de Gare-
_ 1.5!) -151— 205— 210— 207— 220— 515—551— 552 -401— llano— 220— 221: toma á Gaeta -222- 225 224— va á Ña-
407-412-4.55. póles - 225 -220 - 227 -229—250 - 2.52— 258 — 2 5 1 — 242
ESCANDER. bajá. 5S— ,511. grave enf.rm'Mlad que sufrió en Ñapóles— 214: sale á reci-
ESCROCIATO (Micer .Julio), 102. bir en Nái)oles al rey Católico— 2'5: cuentas que presenta
ESPANOLl (Troche), 451. al rey: merced del Ducado de Sesa — 246: asiste á la en-

ESPES (El capitán), 545—551 —552— 5:">5- 5;>9— .59")— 401- 107 trevista de los reyes de España y Francia— 247: su vuelta
-4(18—4,5.5. á España — 248: va á Santi.igo de Galicia; manda el rey
ESPINÓLA (El ca|)itán). .5")0. derribar la fortaleza d" Monlilla por rebelión del marqués
i:s P! NOS A ( Kl capitán), 407. de Prii'go, so!)rino del Gran Capitán -249: merced que lo

HSPIRITUI. AMAR ( Kl capitán), 1.55. hace el rey de la villa de Loja— 2.50: después de la desgra-
KSyriNAS, alguacil del ejército. 42 <. ciada batalla de Ravcna, nómbrale el rey j>ara volver á Ita-
ESTK (Alfonso de), (lu([ue de Ferrara. 175 -201-599 — 451 — lia; su razonamiento á los caballeros que con él (jnerían ir
4')0. á Italia^ — 252: desiste el i-ey de enviarle á Italia; retírase á
ESTEBANKZ CALBKRON (O. Serafín), XL Loja y luego á Granada, donde fallece — 2.56- 2.57 {Clóni-
EUGKNIO III (Papa), sucesor de Martino V, G. ca manusrrUa) — 2G0: primeros años del Gran Capitán —
KVQUKRN (Frantz). XII. 231 — 2^2: va primera vez; vuelve á España y
á Italia la
FABIO MÁXIMO (Quinto), 2S5. l)aci(ica la rebelión de los moriscos; va á Italia por se-
FABRICIO (El capitán), hijo del conde de Gonce, 120—141 — 142 gunda vez; toma de los turcos la isla de Cefalonia— 2G.5
FA MILLO (Kl capitán), lí)4. 2)5: su muerte —2 8: su primera ida á Italia— 281 — 282
FANFULLA (Kl). (V. Lodi, Tito de), 14,5. 2S5: batalla de Seminara — 284— 2S3 — 289 — 290: en Laino
FARAGON (Micer Bernardo), XLIII. 291—292-295: toma á Ostia— 294—293; en Roma- 290:
FARNKSlO(Ranucio), 29. privilegio que el rey Federico otorgó á Gonzalo del t.'tulo

FEDERICO (Kl empera lor do Alemania), 8. di' duque de Terranova y de Santángelo— 297 298: vuel- —
FEDKRICO DK ARAGÓN, rey de Ñapóles, XXI -XXVI — ve —
á España— 299 500 -505: lo que hizo en España .'04: —
XXXII— LXII—LXIII—LXIV: su ramilia-41— 42— 43— guerra de Granada — 503: xuelve á Italia- 30G — 507 —508
——
—. —

606 ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS


— ."WJ: í'ii C.oraloiiia —."10 —51 1— ni'i— 515: initngros que FERNANDEZ DE CÓRDOBA (Martiii), alcaide de los Donen-
DÍ.1S liiio con ¿1—514—515: <>ii Sicilia— 51G— 317: parlición les, I.VIII.

ilt'l reino di» Náiiolo»—318 -311): i)asa á Calabria—^5"J1 : va FERNANDEZ DE COKDOUA (D. Josepb), .V.
^^)bre Taranto — 522 5¿"): rinde á Taranto- —52(5: en Ti'la FERNANDEZ. DE CORDUB.\ (Pedro), 299-540—374.
entra pn narleta— 529— 352— 353— 35í: desafio FERNANDEZ DE OVIEDO (Gonzalo), XIV I.IX— LX— I.XI.

1
327—328:
de oniv! españoles y once franceses — 553 — 55S —55'J— 512: FKRNANDO (D.), rey de Ñapóles, llamado Fer/iartí/írt, hijo
d'sa'ío de trece italianos con trece francesos— 5i5 — Si.") bastardo de D. Alonso V de Aragón y su sucesor en el

5Í7— 3;í)—550: sale de Barleta y toma á Rubo— 351 —352 reino. 7—8.
555: motín militar —55G -537 — 55S--35'J — 535 — 5S4: sale FKRN.VNDO {El infante D.), hijo de Felipe 1. 440.
de Barleta- 5!;6; se dirige á Cerinola— 368: batalla de Ce- FERNANDO 9— 12 -13—14-1.5—17
(El rey de Ñapóles D.),
r¡i>ola-5jO— 570— 571-374— 375— 570— 377 — 578 — 371) — 18 - 19— 20— 22— 23— 24—2G— 29—30-52— 35— 34—
— 583 -5S1: sale de Ñapólos para sitiar á Gaeta— 383— 384 ,-53 — — 37— 38 — 40— 4 — 243— 275 - 27C)— 2 78—279 -
3;; 1

—580 —587 — 388: milagros liedlos pjr Dios en favor de. 28.) — 281 — 282 — 2S5 — 285 — 283 — 2S9 — 291 — 292; su
5 U: inlluye en la elección del Pajia Julio II —5ü0~5'.)l — muerte.
5'.)5— 5U4— 5Ü3— 3'J6 —598— 5'J'J: i)relim¡nares de la batalla FERNANDO DI') ARAGÓN (El rey de Aragón 1).). infante de

d.-l Careliano— 5ü)—5ül— 402-403: sij{u:> en el Careliano Castilla, lo del rey Juan II do Castilla, h.

—405—505: ardid del Gran Capitán -407— «08: batalla del FERNANDO EL CATÓLICO (Fl rey). (V. Rrvks Cítólicos),
Careliano — 101): su ratonamiento para no retirarse de la vis- IX-XIV — XVII — XX — XLI— XLIV — XI.V XLVI—
ta de los franceses—410: su retirad i estratégica ú Sesa—^11 XLVÍI— XLVIII-XLIX-L— LI— LH-LIV— LV— LXI
412 — 415—414: en Mola —415: encierra á los francés -s en — L.Wll— 10— 31 -.34-01-02— 78-79 -8.)— 1R4— 11)9—
Cáela— ílG: sitia á Gaeta— íl7: la ri:>de: rondioioiies do la 201—217—229—243 -244: va á Náiiolos— 245— 24 >: su en-
cntrega--418 — 419 — 42): socorre á los vencidos— 421: su trevista con el rey de Francia— 257: su vuelta á España
entrada en Capua —422: pr -para armada contra la ciudad d.! 248: manda derribar la fortaleza de MontilLi como castigo

la Belona- 425: rocitKj la Oínbajada de Ha;ac.cto — Í2}: rega- al marqués de Priego — 219 — 2.50: recibe la nueva de la des-

los qu;; recibe de ésto -425: conferencias con los embajado- graciada batalla de Ravena— 234: carta que escribió á la

res turcos — 421: su enrermediul — 427: regocijos generales viuda del Gran Caiiitin — 2 oO — 2'>5— 2."4 — 2')5 — 25 '.— 217
por haber racobraJo la salud; elogio d; sus virtudes— 428: 277— 2S4 -500—504—52 1-349— 5.30-514— 5 SO— 43 ': su
motín militar — 430: ajiacigua
-452; sus prevencio- el tintín carácter, opuesto al de la reina Isabel, su mujer; da oidos á
nes en Ñapóles contra César Borgia — 455 455: prisión da — los envidiosos del Gran Capitán — 459: ca<a con doña Ger-

César Borgia 455: su s;'ntimiento por la muerte de la reina mana— 440— 141: su llegada á Nújioles —442 —444-441
doña Isabel: da oídos el rey don lornando í los émulos del 447: se lo presentan varios hombres de armas pidiéndole
Gran Capitán— 43 >: informa Prjspero Colona e:i su disfavor sus pagas— 4.30— 451: su partida para España —452: su en-
al rey; envía á España á confen-nciar con el rey á Juan B. trevista con Luis XII — 454: su éntrala en Flspaña y recibi-
l'inelo— 457: cimo informó al rey contra el Gran Capitin; miento de los grandes —45o — 457: rey y ('isn"ros -450
el

in:|ratitud ds Ñuño de Ocampo— .58: informaciones apasio- — 4i2: ruega alGran Capitán vuelva á — 55— Italia ^4 4'5G,

nadas que sobre su condui'la dieron al rey Don Fer.iando carta del Rey Católico á la viuda d '1 Grai Capitán— 33rt.

440: envía ú Espina por su mujer é lii as: sale á recibir á FKKKAGUT, trompeta, 105.
Don Temando— 4 1-445: las cuentas del Gran Capitán FKRR.VMOSC.V (César), hermano de Héctor. 34,5.

444: trata Julio 11 de hacerle capitán general de la Iglesia; FKRK.VMOSCA (Héctor). 144—131—343 -333-318.
el rey i|uiere llevárselo á Esparia-445: ofrécele el rey el FERK.VK.V (1-1 duque de). (V. Estf, Alfonso de). .

Maes'razgo de Santiago; lo que le pasi con Pinelo — 14 : FERRER, soldado, 72.


alboi-olo en Ñapóles — 447—448: ofrenda al rey de los pes- FIKSCO (llguetlo). genovés. 10—12.
cadores d:í Ñapóles; desafio de Garc'a de Paredes en (avor FIGUEREDO (KI alcaide), 108-335.
del Gran Capitin -449: recibe y obsequia á una embajada FIGIKROA (Doña Beatriz de), I.IX.

de Venecia— 4'»0: su rcspu.-sia al astrólogo Basurlo-451: FIGUFROA (Doña Beatriz de Córdoba, hija s'gu ida d;'l Gran
su partida de Ñapóles ú España come con el rey de —532: Caiiitán. (\'. Córdob.v, doña Beatrií de).

Francia y el Católico e:i Saona -(\'. Manriock, Doña Marta, Fil.IPO MARÍA (Duque de Milán), 0.

mu]er del...) — 151: su enlrad'i en España— 453: en Burgos FL.VItF (Fr. Jerónimo). 27.5.

— 150: en la Corle despui's de su regreso de Santiago -43<: FI.ORKNC.l.V (Señorío de). 15—17,3.
si pesar por la d<'.strucri di d • la forlaleía de Montilla— ICO: Fl.Oliiy. 1)1-; IM:NAVII)I:s (Antonio). IX.
acons.'ja á Cisiieros sobre la e:npresa de Oran; sn estancia I"l)IX (1). Gasfn de), 245.

c I — 432: d<'spués de la derrota de Rasena


Loja le ruega el FONSKCA (D. Alonso de), arzobispo de S.intiago, XLI.\— 21S.
rey vuehaá Italia —403-455: vUla retirada del Gran Ca- FONShXA (D. Antonio de), cantador mayor de S. A.. I.VIII.
pitán en Loja: su mu -rtt! —4 >~: dichos suyos 4 9: compa- FONSEC.V (D. .\ntonio de), embajador de España en Roma,
ra el autor al Gran Capitán con otros valiente* guerreros 19 -273 — .500. (V. RoDRiGi'KZ dk FohsRCa, D. Juan, su her-
Gomólo por Jovio -47G: el Gran Capitán en su
475: vida d" mano).
juventud— Í78 -479. en la guerra de Granada— 5't2— 307 FONSLCA (D. Juan de), obispo de Paloncia, XI.IIL
—509— 315—517—628— .335— 541— 545— 3.57: titulo del I'ONTE RALAS, luijarteniente de Mr. Alegre, 101.
ducado — 5
'1: guerra de Granada — 335—536 —.573— 375 FOKI.I (La señora de). 00.
577: entrega de Granada-578— .579—580-385— .5S7— 590. F0R.MI:NT() (Mr. de), por otro wnmhvv CattiUone, 107—111 —

FERNANDEZ DE CJHDOBA (Gómalo), sobrino del Gran Ca- llO-PiX: su desafío con Garría de Paredes — 129- 158—
pitán, 519— 15S. 1 40 352—313 -.">44— 3 •,»— .570-371 -418.
FERNANDEZ DK C0HD3BA (GontaloX nielo del Gran tlapi- F0.\ (.Mos de), hermano de la reina doña Germana. LXVIII
tán, LX. —402.
FERNANDEZ DE CÓRDOBA Y FIGUEROA (D. Luis), mar- FOX A N (Mr. de), .540.
qué» de Priego, du'jue de Feria, Xll. FRANCÉS (Bernal), 351.
— —
- —

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS 607


FRANCAVILA (Diiquo tli'). (V. ME^Do:;A v uk la C.khüa). GRIM ALDO (Antonio), 12-35 58—501.
l-HAXC AVILA (Duquesa de), XLV. GRIMONETO (El capitán), 120.

l'UANCISCO I, rey de Francia, 'irw -5í5. (;RIÑI (I:1 capitán francés), 5 U.


FIt ANCO, contador de la Casa dd Gran Cai>ilán, '2'¡Ó—V'>i. (ilERRA (Guido), 14.
rUKGOSO (El conde), 1^. GUERRA (Menaldo)ó GUERRI (Me;iolilo), 43— 41—43— 40—
FlUAS(l'Bdrode). XIX. 2" 1 -278- 293-294—293—359— 3S4— 490—491.
FULNMAYOK (Fernando d-), LI— LII. GUERRA V SANDOVAL (D. Juan Alfonso de), X,
G ALTANA (Srcs. de Casa), 200. GUEVARA (D. Juan de), conde de Pot.Micia, LXTV— 85— SG—
GALTANO (Honorato), i^j. 95-323 -521—524.
GALLAZO (Juan), ducfuc de Milán, ólü -551. GUICIIARDINO (FrancLsCo), IX.
GALIXDLZ DL CARVAJAL (Li consejero), XVII. GUZMAN (El capitán), 40<.
GALLARDO (I). Bartoloiné José). IV. HEISS(Mr.), XII.
GALLEGO (Fl cai>itán Alonso), 5;ü— 40í. HER.VCLIÜ, em¡)i'rador de Co ,sta:ilin'ipla, 329.
GALLEGOS (Soldados), M2. HERNÁNDEZ (Alons,-)), XIL
GALLOTE (Juan), IOS. HERNÁNDEZ (Diego), XXVII.
GAN'DIA (El du(iue de), hijo mayor del papa Alejandro VI, HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA (Doña Catalina), marquesa de
45— 5-2. Priego, .593.

garcía de ALDAXA (El capitán), 455. HERNÁNDEZ DE NICÜESA (El capitán Pe;lro), 180—187—
garcía de PARLDES (Diego), 1_C2_0(!— 75- 70—81 111 1.8.S-52Í-425.
—92— 101— 110^111— 114— 118— 121: su dosano con fran- HERRERA (Doña Elvira de), madre d 1 Gran Capitán, XV—
ci'ses— 122— 123— 124-123— 12'i— 127— 12.S:su desalio con LIX.
elcapitán Fonnento— 12'J— 141— 1'Í5— 147 -14S -líD— HERRERA, alcalde d;- corle del rey católico, 248-243-234—
151— ló.".— irVJ -IGO— ir.l— 102 -105—175 -17!— 177 — 4)8.
180— 185— 184 — 190— I'Jl— 1<)2-1!)5— 1'.)5— 1<):T— 2 5— HERRERA (Francisco de), X.

204-2^7 209-210-211— 212— 213- 214-210-219— HERRERA (Luis de), primo del Gran Capitán, LVl— 102 110
220 — 222 — 225 — 22 )- 227 -252— 2 V> -254-255 -25 ;- - 1 18— 1 19-12S-1.59-141— 142-150— 155-134-15')—
257-238— 2Í0 — 242 — 253: breve suma de su vida y hechos 109-170-171—512—313-523- .550—555 - .541- .>«—
—511—315-520—554—335—550 -55S—540 -5 .3—5 58— .54 < — .519 — 5r>2 — 535 — 554 — 3J0 — 53S— 3)5—595 — 420 —

359- 571—573—371)—577—5S2— 404 - 40') — 407 — 408 — 44" — í').5.

42S -455— 458— 448— 449—434— 300. HESDIN (Juan do), agente de Felij.e I, XLIV.
GARCILASO DL LA VEGA. 270—434. HIERONIMO(Fray), Ift.

GATICA (El capitán), 330. HOCES ó FOCES (El capitán Pedro de), Xl.VllI — LXIV—C4—
GAYAZO (Coiule de). (V. San Suvksiso, Francisco de). 2S.5— .512 —.515— .550 — 552 — 538— 3')3- 539 — 455.
GAVETA NO (Honorato), 459. HORACIO, ca]>¡lán romano, 133.
GAVOSO (Ilieróninio), l';7— 181. IIU ARTE (Instan de), 195.

(iERMAXA (La r;'ina Doña), s'frunda mujer del r-.>v t:atíIico, lU'NtiRI A (La reina de), doña Beatriz, LXIV,
XVI— XLIV-XLVI-XLVIl \LVII1— LV_LXVlI-245 HLRTADU DE MENDOZA Y DE LA CERDA, duqu'do Fran-
— 245 - 247 — 2i5—52 — 459 —441 — 430 — 45
>
i. ca>il,a, II.

GinRALEOX(La marquesa de), (V. Córdoba, Doña Francisca). IGLESIA (Eugenio dfl la), XI.
GIPCIO (Camilo), LVll. INFANTADO (El du((ue del), .501.
GOMADO (Juan de), 257. ILLESCAS (El alférez Hernando ilo), 405.
GÓMEZ (Bartolomá), X. ISABEL (Doña), reina de Navarra, luja del rey D. Felii)e 1,440.
GÓMEZ (El capitán Martín), 70—105—174—177—179 1S9— IS.VBEL (La infanta y reina doña), hija de los Reyes Catúlicos,
40 í. LXl.
GÓMEZ COELLO (El capitán^ 410— íU 412. ISABEL LA CATÓLICA, XV-XVI-XX— XXI-XXXI\-
GÓMEZ DE MEDINA (El capitán Pedro), iieneralmoute s- le LXI— LXVII— 10— 200— 2Í3—.515: reciba un i-egalo del
denomina Medina solamente, 551—332 3jO— -3i7 — 375 Gran Cai.itán— 529: defiende al Gran Capitán- 3)3 —5 '4


595— 593— Í15-421 152-433 - 45i- 451— 455. 4.53: su muerte — 15 i: refrenaba á los envidiosos del Gran
GÓMEZ DE SOLiS (El capitán), lOV- 132-I.54-Í57— 229— Capitán— 457—458- 485.
25 )— 252—255— 25 >— 259— 240 -509— 510 — 515 — 550 - ISCIAR, capitán vizcaíno, 100-5^0.
358 — 359 —435 — 43). ITALIANI (Pantaleón y Agustino), ba iqueros, X.XX.
GONZAGA (Francisco), marques de Mantua, LVIIl— LX-I.\I .Í.VCOBO (El rey), conde de la Marca,, 3.

— LXVI -27- 2^—29 - 1 70— 90— 1 1 97 -2 ;2 - 2 i3 -204 — JACOBO IV, rey de Escocia, 233.
203— 20 >— 207— 20^-203 — 2rj: batalla del Garellano— JESU.VLDO (Fabi-icio). 53Í.

221— 222— 280— 2S7 -2SS— 291 — 2;)9 — 58:í — 392 — 390— Jl.MENEZ DE CISNEROS (El cardenal fray Francisco), XVI —
397—399-400-401— 404— 405— 40 -407 — 40 i — 409 ; —
XVII— XLIII XLVIII Lili L!V 249: empresa de — — —
.52>— 527-.551. Orán-2>4—437— 400.
GONZAG.V (Rodulfo), t'o de Francisco, 29. JOVIO (Paulo), II—V— XI — Elo.'io de ... con o.asim did r -

GONZÁLEZ DE MENDOZA (El card-nal D. Pedro), 315. Gran Capitán— 2— 323— 43.5— 471: crónica de
trato del

GR ALLÁ (Mosen). XXXllI. JU.VN (El i)rínfipe D.), hijo de los Reyes Católicos, LX.— .500:
GRATI A DEI (El cronista y genealo'rista), LXIX— LXX. su muerte.
GR.VV1N.\. (Podro), 2: versos de.... en elogio del Gran Cipilán, JUAN (lü señor), capitán de caballos, .54 S — 549.
GRAVINA (Duijue de). (V. Urswo, Francisco). JUAN DK NAVARRA (El rey), LXVIl-LXV 1-200-201
GREMINO (El capitán), 152 15'.. —202.
GREXl(Mr. de), 79— 90. JUAN II de Ara;,'ón. 11—30-20 )— 277.
GRIMALDI (Auibrosio y Lázaro de), banquero";, XXIX— XXX. JUAN X.XIV (Papa), Baltasar Cosso, 10.
— :

ms ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS

.71' ANA (Doña), reina dr Ñapóles. 5 — 1—5—0. LUIS, rey de Sicilia. 4.

JUANA 0-a loiiia doña). La Lora, XI.II— I.— I.I— I-V-^Vj- LUIS XI, rey de Eranci.n. 277.
.-mT— 4.VJ - iSo. LUISXIIdeFranci.i.XXV— XXVI— XXXI— XXXII— XXXIH
JLI.IO II (El papa) (V. Ostikxsk. i-I i-aianial .liiliaiio. y Saoxa).

XXXV— XLVlll—LII—LV LXl LXV — LXVII — — —
\X\m— XXXVIll— Xl.lll— I.III-LXVlII-18— -ioo— —
LXV.Ii 8: cómo heredó el reino de Ñapóles— 11 .50—52 —
•247— -•2C»3 — "4—
•_•().>— :20í—".ilt.')— — —
2:»."» :2 5S;) ol).">--4Í2í ,V>— .54— .55— 38— (11— 75-77— 78— 79— .80 — 81— S4— 102
i2r>- 4412- 411— 4r>0—'»(i-J. — 170— 17()- 191 — 190-229 24.5—240: su entrevista en
I.AHKIT (Carlota), imijcr ilc i'.i'-^av Morana. ,')2— :;(X)— -J')!—'KW Saona con i-l rey citóliro— 247 — 2.5.5 — 2112 — 2">.5— 271 — 299
- .V)'.t.
—.500—.501 — .50,5— 510-.520— .540— .571— 595 -415 — 451
T.A (AHAI.I.KKIA (Gaspar d.-). XXIX. — 455—459 —4.50 - 451 — 435 (\'. Obleas?, Duquede) — 459
I.A CUOTA (El rai.ilán IVánrís). 14i». —4.10.

LADISLAO, hijo de Carlos, rey de Hungría rey de Ñapóles, ."i LIT'O, caballo del Gran (:ai)ilán, 111.
— i'>5. LLORIZ (1). .lerúninio). -jo:;— ,5i9— .5811-104 - 455.

LAIUENTE (D. Modesto), XIIL MADAItlAGA (H capitán). 519-104.


LA IZA (El capitán .Inan de). ."Sl-M. MALATESTA (l'andulfo). 5-200.
LALANDE (Mr. de). 7'.». MALERBA (El capitán), 152 -IOS— 109- 5;il-.57.5.
LAMBA (Conrado). .V)."». MALEEUIT (Mici'r Tomás), XXV— 102— 50.5.
LA MOTA (Mr. de). Cario Anojelo. ISt - 1 1-.2— 1
4."> - 11Í -IM MANFREDO (Asior), señor de l'aenza, 200.

— 5í4 — 545 — 511. .M ANRIQUE (Doña Francisca). I.IX.


LAMl'UONANO (Andrea). 15. MANRIQUE (Doña Leonor). LIX.
I.ANIZA (D. .luán de), virrey de Sicilia. IS— 4!)--_nJH-5l5- ;M ANRIQUE (Doña María), duquesa de Tcrranova y de Sesa.

.51v¡ — .5511 — 457. mujer del Gran Capitán. XX -L—L^T -LIX— 2.54 2(^5-
LA I'ALICE (Jacol)o de Chabannes. s:ñor de), 79—1 18 — 115— 2 1(1: su muerte — .515 — 50.5 — 5 O — 140 — 442 -45.5 —4 5

151 — 153— 1.5Í— 551 — .V»5— ?.5:> 543 - 544— "»í!>— ">'>l> — -400.
551-5,54-555—ofi-j— 1(C)-4')5-4!)S-418— 402. ^lANRIQUE (El adelantado Pero). p.idre de la mujer del Gran

I. ATI.ÑO (El cardenal). "JM. Capitán. 2T1.

LA TREMOILLE (Mr. Luis de). LXV- 5Í— 5")— 57— .552— 5.-)5 -MANRIQUE (I). Rodrigo). 212 45.5.

_->45— 5 M—óüC)—5S()—5'J5 - 5'.)J— 401— 405. MANRIQUE DE LARA (D. Pe.lro). duque de Nájera, Vil—
LAUDE (Mr. de la). 158-1.59-140. VIII— LIX— 247— 454.
LAURETANO (Antonio), embajador veneciano, 275. MANTUA (El marqués de). (\'. Goxzaga. l"rauc¡s.-o).

I.AUKIA (Conde de), XXIII. MANTUANO, poeta, 427.


I.AUTREC (Mos de). 310— 5 w. MANUEL (D. Juan). I.V— 245- 247— 4.59— 14(;— 1.51-541.
LAXAO(Mosde). 2S7. MARCA (Conde de la). (V. Jacobo, rey). .5.

LAZAN (.Miccr), 541. MARCELO (Valerio), 507.


LÁZARO (.Mirer).52S. MARGANO (Pablo). 10.5—100—180-181.
LE GLAY (Mr.). XLIV. MARGARlT(Mosen). 514.
l.EIVA (El capitiin Antonio .le). 15 !— 1(1.5— IOS— 242— 5i;i .MARGARl l'A. hija del einp.'cadoi- Maximiliano, 277.

512- 372—575-391 427 454. — — MARI PETRO (Juana). .507.

LENONCORT (Mr. de), Bayli de Bitri, 41. -MARÍA (El capitán Juan), 1S2.

LEÓN X. pajia. 253. -MARI-V (Doña), casada con el rey D. -VIonso V de Aragón,

LEÓN (Cristóbal de).'esrribano del Consejo que aiiloii/,a la pu- hija de Enrique III de Casulla. .5.

blicación fie la edición de 1.5.81, 1. MARÍA (Doña), reina de Hungría, liija de IVti|..' I. \I.VII-

LEONELO (E\e};alo). 272. 440.

LEONES (Micer Pietro). nií-diro de L. de Médicis. .599. -MARTÍNEZ DE I.EIV-V (Sancho). .501.

LEONOR (Doña), reina de Portugal, hija de l"elii)e I, 410. MARTÍNEZ PARDO (Juan). KW.
I.ERIN (El conde d )• I.XVIl— 202— 4.5.5. -MARTÍNEZ DE LA ROSA (I). Francisco), V— VI.
LEZCANO (.lu.-in de), capitán de la mar. .XXVH-93 94 — 100 -MAKTINO ^ (El Papa). 4.
— 149-150-1.55-1.51 179- 180— 202-.-.07—.50S- 512 -M.VRTO-N, capitán de la mar. .5.52-

— 51.5— -.524 — 547—548 — 5.52— 555 — —


.515- .5.55 5:15- .570 -M ARZ ANO (Barón de), 229 2.52 2V.-25Í 2.59- 2Í().

—59 —592—4.54 - 455 - 5


1 1 5. .MASA (Francisco), 21»;.

l.ODl (Tito de), apellidad.) EanluUa. .54.5— 54 1. -M.VTA (Mr. de la), 91.
LOKREDA (Mar;;ar¡toii(. Kil. MATA (Ñuño de). XLIV.
LOMELLINI. banípiero. X.XIX— XX\. .M-VT.\S (Diego de), alguacil del ejército. 420.

LONDOÑO (El aUfri-T), 294. MATERA (El conde de). XLIV— 19— 12><— 521.
1

LÓPEZ DE ÁNGULO (Diego). 415, -MAXI.MILI-\NO (El emperador de Alemania y rey de roma-
LÓPEZ DE AVALOS(Recy), 582. nos). XXVIII-XXXl — XXXVll-XXXVIlI XI.VIIl
LÓPEZ DE .WALA (Diego), a pos ni ador mayor de S. A., I.l. ._1,V_,8— 11 -15— 25— 45-52— .51 -.55 -112 1.50- 105
LOPtZ DE A Y ALA (D. Ignacio), X. — 2.53-2.50—200-272—277—284—300—301 -542 - 557.
LÓPEZ AVALA (D.
DE Iñigo), XXI-XXVIII-89- 144 ICl .MAZARA (El arzobispo de). 119- 12<.
— 54-4 —31.5—155. MEDICIS (El cardenal de), luego Pajja León, 402.

LÓPEZ DE<:ELADA (El capitán Alonso). 3r.ü. -MEDIClS (Cosme de), 10.

LÓPEZ DE ESCALADA (El capitán). (V. Escalada, el capitán). MEDICIS (Juan de), LXVI.
LÓPEZ DE HORNA (Juan), aiwsenlador mayor del Gran Ca- MEDICIS (Lorenzo de), 15— 5S2-595.
pitán, 1 '4. MEDICIS (Los). 15—272-273.
LOREDANO (Micer Antonio), 17—58-39. MEDICIS (Pedro de), LXVI — 15— 10 — 170 — 177-221
LUCRECIA, dama romana, HS— 320. muerte— 273— 3.82— 3S3—393— 399—408.

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS 609


MEDINA (El capiíán), hombre de la mayor conñanza del Gran NA.IERA (El duque de). (V. Manrique de Ear*, D. Pedro).
Capitán, cuyos dineros y joyas guardaba. (V. Gómez dk Mb- ÑAPÓLES (La reina de), XXI.
DifiA, Pedro). D. Ramón de), XXVL
ÑAPÓLES (El virrey de). (V. Cardona,
MEDINASIDONIA (Duque de). (V. l'Énrz dk Gijzmán. don NAVARRA (El infante de), 79—408.
Alonso). NAVARRA (El rey D. .luán de), 434.
MEI.FA (El príncipe de), XXII— XLVI—a5—84-^85— 96— 103 NAVARRO (El conde Pedro),XlX—XXIV— XLVIII— XLIX—
— 104—109 - 100— li)l-l(a— 16<J_188-.T.¿1—371— .572 LXVI— 1—68— 101— 100-112— 113— 114— 115— 118-
376. 119— 139 - 141— 142— 150—153—1.54 - 135-1.56—157—
MELITO (Conde de). (V. Mendoza, D. Diego de). 1.59—160—161—174—175—177—178—179—180—188—
MELITO (Conde de), Jacobo de San Severino, que seguía la 189—190— 192— 19.3— 195— 1 91)—207— 21 1— 21 9—220—
parte francesa, XXIII— XXXVI — 129 -130— 133—135— 222— 224— 22 J— 227— 242— 249: su empresa de Orán-306
521— 330-3r)0—361—418. 31.3— .329— 350 - 5.32— .333— .341— .342—.348—349— .3.52 -
MELLADO (Pedro), 389. .3.55— 3.54— 35 í—5:k4 — 365— 367— .377— 378— .381 -.383 -

MÉNDEZ (Luis), señor del Carpió, padre de la primera mujer 384—385-590—402—404—400—414— 416- 422—427—
del Gran Capitán, LIX. 4.34-448—455-460—412: en Ravena^4 i7.

MENDOZA (El comendador),341— .351— 455. NAVES(Mr. de), 17.5.


MENDOZA (D.Diego de), conde de Mélil.o,lI—XXVII-XXVIll NEBRIJA (Antonio de), 211.

— Ul—LXVl—LXVIII-1— ".2— 64— 66—90 — 91 — 101 -- NEMOURS Armagnac, XXVI— XXVIII


(El duíiue de), Luis de

107— 118 — 123-líl— 14.3— 147— 148-149— 1,52 157 — — LXV— 102— 106— 108— 109— 110— 111— 112-113
10.3

1.59— 161— 191 — 20.3— 204— 22"5— 242— 31.3— .337 340 — 117_118— 119— 12)— 123— 128— 1.33-1.34-138-139—
341 —345 — .344 —.351— .3,52— 35.5— .357— 3'>5— .367— 369— 140—14.5—150—151—1.53— 1.54— 1.5,5— 15 •.—1.58: batalla
.>84—3-<5-.387— 394-427— 4,55— 463-468. de Ceriñnla — 1 >0; su ii>ner»e — 164 — —^324—
.320 .32i> —.327

MENDOZA (D. Iñigo de), conde de Tendilla, .52— 82— 2.54— 2 15 528— 331 — 352— 3.35— .334— .")35— .357—338—345— .344—
—481. .345-.34">— 353— .354— .35i)— 3:)4— .365— 560— 367-.369 su :

MENESES (.Juan de), 163— 166— ISO— 181. —


mui'rte — .370 — .371 —419 .504— 51 4.
MERCADO (El alcalde), 456. NIEIO (El capitán Gil). 569—455.
MERCADO (El capitán), 369—391—407. NIÑO (Alonso), .365.
MESINA (El prior de), 62— 101— 110— 111 — 118— 141 — 1.52 • NOBLE (Micer Antonelo del), 91—92.
161—220. NOCHITO (El conde de), 3()5— 367—368.
MICHELOTO, capitán de César Borgia, 202—330. NOVA (El príncipe de), 161.
MIGUEL (El príncipe D.), nieto de los Reyes Católicos, LXI. OBREGON, correo, XLIII.

MILÁN (Duquesa de), XX'VI— 11— 271—422. OCAMPO Ñuño de), XX— 177— 178— 179— 180—
(El capitán
MILÁN (Duques de). (V. Skorcia, Francisco; Filipo M.^; Ludo- 222-350—558 -500—.361 —565 — 309— .380— 418— 434—
vico), XX VI— 6— 8—9— 5.3— 54 -jI — 78— 2.H1 -28 J. 437: su ingratitul con el Gran Capitán— 438.
MIRAFUENTES (Gonzalo de), 201. OCHITO (Manjués del), 111.
MIRANDA (Francisco Alfonso de). IX. OCHO A (El capitán), 2 5—595.
MIRÁNDOLA (El señor de). (V. Pico, .luán F.). OCTAVIANO (Micer), 81— S2— 93.
MONCADA (D. Hugo de), 8Ü— 130— 206— .38?;. OLIVA (El capitán), 113.
MONCADA (D. Iñigo de), 4.55. OLIVA (El cohde de), D. Seralín Centellas, 247—454.
MONDEJAR (Marqués de), 254. OLIVAN (El capitán), 95-97-121.
MONDRAGON, capitán de gascone». .33"). OLIVERA (hl capitán), 369— 455.
MONFORTE (Federico de), 401. OLIVEROTO DE FERMO, 200.
MONGE (Francisco). .3,89. OLIVETO (El conde de). (V. Borja, Gonfredo de, y Navarro,
MOMNO (Antonio), 161. Pedro).
MONLEON (ti capitán francés), 209—210. OLO (El capitán), 132-133.
MO.NTAÑES (El capitán Alonso), 45.5. OÑATE PIÑAN (Elcapitán), 121— 534.
MONTEFELTRO (Guido übaido de), 21)0. ORLEANS (El du.iue de), luego Luis XII, 29—268-280.
MONTEMA VOR (.lorge de),2: versos en elogio del Gran Capitán. ORTEGA (El capitán), 300.
MONFORT (El capitán Federico de), 209. OSMA (El Obisjw de). (V. Enríquez, D. Alonso).
MONTESARCHO (Conde de), .321. OSORIO (El capitán García), 362—503—573.
.MONTOLIO (El comendador), XLIV. OSTIENSE (El cardenal Juliano), luego Julio II, 18—19—203.
MONIORIO (El conde de) ó MONTORO, 161—181 — 182—183. (V. JlLIO 11).

MONTPENSIER (Gilberto), 41—285—292. OVEDIO (Pedro), 201.


MORA (Gabriel), 314. PACHECO (El capitán), 108.
MORALES (El tesorero), XX. PACHECO (Francisco), 458.
MORELLON (El capitán), 40.5—407—408. PACHECO (D. Juan), marqués de Villena, 260.
MORENO (El capitán), 120— 121—354— 4,55. PACIS (Los florentinos), £72—275.
MORLANES (El señor), XXXI. PALAVICINO (Antonio), omb,ijador de Julio II, 247—453.
MOYA (Gaspar de), XLIll. PAI.ENCIA (El obispo de). (V. Fonseca, D. Juan de).
MOYA DE CONTRERAS (El licenciado), inquisidor de Aragón, PALMA (El conde de), 265.
472. PALOMINO (El coronel), 2.57.
MUDARRA (Mosén), 91—92. PARACHIO (Héctor), 345.
MUDARRA, nombre de un caballo del Gran Capitán, .325 — 41(). PAREDES*(Alvaro de), hermano de I). García de Paredes, 255.
MUÑOZ (El capitán), 105. PAREDES (Sancho de), hijo de Diego García de Paredes,
MURCIA (Pedro de), 76. 258—259.
MURO (El conde de), 321—329. ?AR1S (Francisco de), Lili.

Crónicas del Gran Capitán. — 39


. ' —

610 ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS


PARMA (Riciode),345. I'OMI'EYO, famoso general romano, 295— 299.
PATKOVKKI (Mr.), IOS. l'ONCE DE LEÓN (I). Rodrigo), marqués de Cádií, 201
PAULO (Micer). 98. IMPULl (Conde de), 181—182-185—442.
PAZ (Carlos de). 95— 161— 220— iSo—015—o^fi—551—,"%2 I'ORTÜCARRERO BOCANEGRA (D. Luis), señor de Palma,
5GS—569— í 04—407 —448—4r.5. LIX— I. XV— .56.5—372.
PAZ (El capitán l'edro do), XXVIII -64— 95-101— 141- PORTOCARRERO (D. Pedro). 164—105.
152—159—161—169 — 170 — 171 — 205—211—215-224— POTENCIA (El conde de). (V. Gdbvara, D. Juan de).
229—250—251-252 -240—285—515—551 -552 — 557— PRICIO (El capitán), 100—.509.
565—569 — 570 — 571 — 574—577—588—401 --/,07— 420— I'RII:G0 (El marqués de). (V. Córdoba, D. Pedro de).
421—448—455—462. l'ROXITA (Barón de), XL.
PAZ, soldado español, 415. PULGAR (Hernando del), 261.
PEDROS A (El Dr.). XL. QUATTROMANI (S.), X— XIL
PEINERO (Fr. Juan), 108—151 — 152-15.-.. QUESADA (El capitán Fern.indo de), 185.

PELAEZ HARRIO, paje del Gran Capitán, 178-579. QUIJADA (Hernando), .56.5.

PEÑALOSA (Mosdn), XXVIII— 285—329—559—551—556. QIIXDIA (Micer Agustín), Lili.


PEÑARANDA, alguacil del ejército, 420. QUINTANA (Antonio de), criado del Gran Capitán, L.

PERACIO (Héctor), 144. QUINTANA (D. Manuel José), XL


PERALTA (Hernando de), 551. QULNTANA (Pedro de), secretario del Rey Católico, 2.54—466.

PÉREZ DE ALMAZAN (Miguel), secretario del Rey D. Fer- QUIÑONES (Diego de), 201—386—432—433.
nando, XIX — XX — XXV — XXVIl -XXXII —XL RAIMO (Johanolo de), XXV.
XLIX—LIH— 440-447. RAMÍREZ (Diego), .500.
PÉREZ DE GUZMAN (D. Alonso^ duque de Medínasido- RAMÍREZ (Hernán), librero que publicó la edición de 1534 de
nia, 466. la Crónica del Gran Capitán, 1.

PÉREZ DEL PULGAR ( Hernán ) , autor de una Crónica RAVASTAIN (Felipe de), LXI— LXIII-79— 98— 99—322—
del Gran Capitán, II— V— VT — 555. 323—442.
PERFECTO, sobrino del Papa Julio II, XXXIV— XXXV. REGATO (El cardenal Leonelo), 14.
PER!-JI:AN, marino franc«''s. 125—126 — 127 — 147 — 149 — REGULANO (Tomás), arzobispo de Malfa, XLI.
547—548— 555— 401. REINOSO, soldado pariente del Condestable, 392.
PERNIA (El capitán Luis de). 506—587. REMOLINS (El cardenal), 201.
PERSI (Mr. de), 40—282—285—289. RENATO, hermano del duque de Anjou, heredero de éste en
PESARO (Benito), veneciano, 59 — 67 — 68 — 98 — 99 — 508— Ñapóles, 6—7—8.
509—514. RENATO (Juan), hijo del anterior, 8—10.
PESCARA (El marqués de) (V. Avalos). REYES CATÓLICOS (V. Fkrnando fl Cítolico é Isabel la Ca-

PEXO (Luis), tesorero de la armada de S. A., XLIX — XXIII — XXV — XXVIII — XXX — XXXIII —
tólica) ,

L— LIX. XXXIV— XXXVI— XXXVII— XXXIX— XL— 11—30—


PICO (Juan Francisco), conde de Concordia y señor de Mirán- f,l_90— 102— 151— 281—262— 297—298—309-363— 376
dola, 275. —455—477— 4S2.
PICOLO.MINI (El cardenal Francisco), 275. RIARAN (El capitán), .507—308—509— .512-515— 357— 384.

PIMENTEL (D. Rodrigo de), conde de Renavenle, 202—394— RIBAGORZA (El conde de), virrey de Ñapóles. (V. Aragoi»,
4M-459. I). Juan de).

PINELO (El capitán), 311 RISO (Mr. de), 79.

I'INELO (Micer Juan Baptista), 380—436—437—44.'.. RICARTE (Mr. de), 367.


PINELLO (Benedicto), XXX. RIVIERE (Mr. de la), 121.

PIÑAN (El capitán), 455. RIZO (Micael), XXVI.


PINERO

Pío
(Pedro),
3.58-359—45.5.
II, Papa,
comendador de Trebejo,

16— 2ft3.
XXVllI—3.-X)— ROCÍO (Alejandro), 307.
RODAS (El maestre de), 09.
RODRIGO (El rey godo don), 316.
I
PÍO III, Papa, 203 — 205 — .586— .5,87 — 589. (V. Sena, Car- RODRÍGUEZ DE FONSECA (D. Juan), obispo de Córdoba
denal de). (V. FoNSECA, 1). Antonio, su hermano), 276.
PISA (Lucas de), 286. ROHAN (El cardenal de), 199—202-205—206.
PITILIANO (El conde). (V. Utswo, Nicolás). ROHAN (El conde de), .508.

PIVAR (El capitán), 121. ROJAS (D. Bernardo de), marqués de Denia, 244—440—543.
PIXON (Luis), virrey de Sicilia, 514— .")59—360—361— 363— ROJAS (D. Francisco de), embajador de los Reyes Católicos en
572—575. Roma, XIV-XX— XXIX— XXX— XXXIII-XXXIV—
PIZARRü (El capitán), LXVI — 62 — 64 — 107— 108— 157— XXXVI — XXXVII - XXXVIII — XL— XLI — XLIV —
141—152—159—160-101 — 191—192 — 195-205—206— X LV—80—8 —560—389 -393.
i

211— 212— 22.5-252— 253— 236 —239—240-255—2.57 — ROJaS (D. Pedro de), conde de Mora, XIV.
515-54.5— 551 -.565-569—396—45.5. RONQUILLO, 34.5.

PLAN(!0 (Munacio), discípulo de Cicerón, 416: Inscripción ROSA (Alonso de la), 212—224—226—369.
luneraria. ROSA (El Comendador), 455.
PLUTARCO, historiador griego, 408. ROSA ROJA (El capitán), 168—169.
P0C0D1NARE (El capitán), 79 -107— 18— 14'.-146— 147— J ROS.VNO (El príncipe de), 109-1.50— 131— 135— 135— 2!
148-149. 232—235—233—236— 239— 240— 241— .5.59—.57í'—í;
POLANO (BaptisU), 307. 442— Í48.
POLONIA (U reina de), llamada Moni. M- h ( ivi il... ROSAS (El comendador), 404.
Aragón, IJtlV. ROSONfMr.de), 121.
— — -

ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS 611

RÜIZ (Fr. Francisco), Lili. SFORCIA (El cardenal Ascanio), 10-18—57— 58-61—202—
RÜIZ DE FIGUEROA (Gonzalo), LIV. 270—274 -278— 295— .501—.302— 303.
RUY (Sandio), XX. SFORCIA (Catalina), señora de Forli y de Imola, 200.
SABELICO, historiador italiano, II. SFORCIA (Francisco), duque de Milán, 4—5— 6— 7— 42- 43
SABELIO (Honorio), 74. 53— 54—55— 56— .57— 58-262 (V. Mil(n).
SABELLO (El cardenal Juan Bautista), 18. SFORCIA (Juan), 200-271—272.
SABOYA (El duque de), 151—268—350. SFORCIA (Juan Galeazo), duque de Milán, 13— 14— 266—271
SALAZAR, el mozo, 276—302. —301.
SALERNO (El principe de), XXIII,— LXII— 10— 19— 49— SFORCIA (Ludovico), duque de Milán (V. Milán), 10-12—15
96—103— 104— 109— 129- l.'iO— 158— 160-161- 172— —18—25— 27—29—52—53— 266—268—271—272—274—
245—285— 290— 298—321— 330— 558—362— 372—377— 293—300—302—303—307.
439—442—448. SILVESTRE (Gregorio), 2 : versos de en loor del Gran Ca-
SALOMOM (Francisco), 145—345. pitán.

SALUCES (El marqués de), LXV— LXVI— LXVII— 192— 194 SIMONETE (El capitán francés), 79—1.50.
195—196—197—205—219: batalla del Garellano— 221— SOLER (Mosén), capitán de galeras, Lll.
222-224-383-386-393-396-401 —412 — 416 - SOLIS, capitán de infantería, f4.

417—419. SOR A (Micer Bautista de), 225.


SANAZARO, poeta, 427. SOR A (El duque de), 48—226.
SÁNCHEZ (Francisco), despensero mayor del Gran Capitán, SORRENTO (El cardenal de), XXXIV— 452.
XXÍI— XXVII— XXIX— XXX— 137- 151 — 157—161— SOTOMAYOR (Doña Isabel de), primera mujer del Gran Capi-
329—359—340—341—355—365—370—437. tán, LIX.
SÁNCHEZ DE VARGAS (Ruy), 25.5. SOTOMAYOR (D. Pedro de), conde de Camina (V. Camina, Con-
SANDRICURTO, capitán francés, 405- 406. de de), 338.

SAN JUAN (Fr. Alonso de), X. SOTOMAYOR (El capitán D. Alonso de), hijo del conde de
SAN LORENZO (El barón de), 345. Camilla, 2.58—294—538—339.
SAN PEDRO (Martín de), 30G— 307. SQUILACE (La princesa de). (V. Aragón, doña Sancha de).
SAN PEDRO ADVÍNCULA (Julián, Cardenal de), 274. SUAREZ (El capitán Hernán), 352—569—404—407-448
SAN SEVERINO (El conde de), XXIII—321—365. —455.
SAN SEVERINO (Francisco de), conde de Gayozo, 9—79 SUAREZ (Lorenzo), embajador en Venecia, X.\IX XXX—
—85. XXXI— XXXMI.
SAN SEVERINO (Ruberto de), general, 8. SUAREZ DE FIGUEROA (D. Lorenzo), primer conde de Fe-
SANT PEDRO (Juan de), capitán de la mar, 352. ria, LIX.
SANT SEVERINO (Jacobo de). (V. Mélito, Conde de). TAPIA (Gabriel de), alcaide de la fortaleza de Medina, LXVII.
SANTA COLOMBA (Mr. de), 79—137—138—417. TARSIA (Galaso de), XLIV.
SANTA CHOCE (Jacobo de), 431. TELLEZ GIRÓN (D. Juan), conde de Ureña, 71-250—264—
SANTA CRUZ (Alonso de), cosmógrafo é liislori.idor, XI.Vl 4.55—460- 4r)4.
— XLIX. TELMO(San), 223.
SANTA CRUZ (El cardenal de), D. Bernardino de Carvajal. TENDILLA (El conde de). (V. Mendoza, D. Iñigo de).
80—81—201—255—452. (V. Carvajal). TEODORO (Micer), capitán de albaneses, 328—540—541—350
SANTA CRUZ (Jacobo de), 200. —442.
SANT ANGELO (Ducado de), 47—48—297: concedido al Gran TERMOLI (El duque de), XXIV— XLVI— 106— 141— 152— 157
Capitín. —159-161—171—175-177—180—183 — 205 — 220—242
SANTIAGO (El arzobispo de), D. Alonso de Fonseca, 248: re- 321 - .326—351 —.552—365—372—374 — 388 — 395 — 404—
cibimiento que hace al Gran Capitán. 427—442—447—448.
SANT VICENTE (El señor de), XXVIII. TERRANOV.\ (Duque de). (V^ Fernández de Córdoba, Gonza-
SAONA (Juliano de), cardenal de San Pedro Advíncula, 388 lo), 297.
389 (V. Jdlio II). TITO LIVIO. historiador romano, 156—157—152—408.
SASATELO (Juan), 201—432. TOLEDO (El arzobispo de), 71.
SCIPION EL AFRICANO, 152—153—295. TOLEDO (I). Fadrique de), duque de .\lba. Lili— LXIX— 198
SEBASTIAN (Reliquia de San), 395. —199—244—459—440—455-457—466—541.
SEGISMUNDO, rey de Polonia, 253. TOLOSA (Paulo de), mercader, 458—451.
SEGOVIA (Gonzalo de), secretario del príncipe D. Carlos, 254 TOMAS DE AQUINO (Santo), 399.
—466. TORDESILLAS (Bernardino de), camarero del Gran Capitán,
SEGURA (El capitán), 121—334. 413-416.
SENA (El cardenal de), luego papa con el nombre de Pío III, TORELA (Conde de la), 4.53.
10—203-273 (V. Pío III). TORRALVA, patrón de fusta, XXII.
SÉNECA, LXXI. TORRÉELAS (D. Pedro Blas), V.
SENON (El capitán), 127—141. TORRENGLAS (El capitán napolitano), 161.
SESA (Ducado de), 245: concedido al Gran Capitán. TRAMOLLA (El capitán francés). (V. La Tbemoüillk).
SESA Y TERRANOVA (La Duquesa de), mujer del Gran Ca- TRANCIO, embajador francés, 387—401.
pitán. (V. Manbiqck, doña María). TREBEJO (El comendador de). (V. Pinero, Pedro).
SEVERINA, doncella de Capua, 320. TREBENTO (Conde de), 351.
SEVERINO (El capitán Alonso), 168—169. TRENTO (El cardenal de), XLVL
SEVEKINO (Fracaso), 167-181. TREVISO (Dominico), embajador veneciano, 273.
SEVILLA (El cardenal arzobispo de), fray Diego de Deza, TREVISO (Melchor de), 28—59—280—287—308.
XXXIII— XLIII—XLVII-LV. TREVISO (Micer Ludovico de), 17.
.

612 ÍNDICE ALFABÉTICO DE PERSONAS


TKIBULCIO (.Micer Jacobo), XXll -:!1— 212— 253— 278—280— VEGA (Garcilasodc la). (V. Garcilaso).
2S5-502— 417. VELASCO (D. Atitonio de\ LV.
TRILLO (Diego do), 362-435. VELASCO (D. Bernardino de), condestable de Castilla, LV—
TRILLO Y FI0(;ER0.\ (D. Francisco de), XII. Ll X —2 —504 —5 1 —564-592-456 -40 8.
•.4
1

TRISTAN (Don), 110—340. VELASCO (Sancho do), 65-311—495.


TUESTA (Martin do), 108-121— 152—534— 4."í5. VENECIA (La señoría de), XXVlll -XXIX-XXXI— XLIX
TURQUÍA (El emperador de) (V. Bajackto), XXI \— XXXI I— I.XI— 27— 35-52-58— 6t—67—72— 112— 247 -253— 267
58 - 62— 255-2f.7— 507— 422. 2r.S— 28í-28n— 2S7— 288— 301— 308— 509 - 511—512—
l'LISES, famoso caudillo griego, 509. 51 í: regalo que hizo al Gran Capitán — —342-392— 449
51,5

URBINA (Juan de), 255. —4.53- 460.


URBINO (El duque do), XLIX— 45-256— 257. VENOES (Mr. de), 1C8.
UREÑA (El conde de). (V. Ticllkz Gieós, D. Juan). VERA (Diego de), cajiilán ilo la arlillería, 101—121; su desafio
IREÑA (Kl conde de). D. Alonso de Aguilar, 71— 250—5ai. — 145— 146— 147— 177 -180— 188— 508
con franceses— 144
URSINO (Carolo), 57—271 -502—303. —534 -555—540—34 - .Vj -367—368-569- 455.
1 I

URSINO (El cardenal Bautista), 18—200—274. VIANA (D. Carlos, pitíiripe de), 266-277
URSINO (El duque de), 559. VIBERO (Rodrigo de), 251.
URSINO (Fabio), 181—217—401. VICIANA (El capitán), 407.
URSINO (Firmato), 217. VILLAFRA.NCA (El marqués de), hijo de D. Fadrique, duque
URSINO (Francisco), duque de Gravina, 200 —587. de Alba, 1.111.

URSINO (Jordán), 41—45—85—88—105—166—181—223. VILLAHERMOSA (El duque de), 250—265-463.


URSINO (Nicolás), conde de Pitiliano, 11—12—21—22-45 VILLALBA (Ll conde de). (V. Andraoa, D. Fernando de).
5.1^217— 271—278-288— 501. VILLALBA (Ll coronel Cristóbal do), 62—04—104—127—141
URSINO (Pablo), 40—165—106—181—200—217—401. — 152— l;yj— 160-192 — 195— 206— 211 — 212— 219— 23(>
URSINO (Virfíinio), 12—15—14—17—18—21—22—40—41 — —2.58—239- 240-255— 257— 264 - 51 5— 545 — 551 — 352
45-85—87—269—272—274—278—280—285—288—291— -.565—509—596-10 i— 408— 448— 455— 458- 467.
302. VILLAMAHIN (Ll capitán de la mar), 179—591.
URSINOS (Los), 200—201—217—285—319—386—587-395— VILLENO (El maniués de), 504.
451—448. VISIGNANO (El príncipede), XXIII— XXXVI— XLI—LXII
VAINO (Guido), 201—452. —LXVII— 8.5— 88— 96-103- 104—109— 150-158— 243
VALDAYA (Juan de), 307. —319—521 -530-5,59—302 -372—459—442—448.
VALDES (Alonso de), 462. VITELIO, caiiilán italiano, 40—76—285.
VALDONCELLAS (Sancho de), 72—75. VITKLLOCI, de la familia Ursina, 200.
VALENTINO (Miguel), 75. VITILIO (Julio), 217—587.
VALMASKDA (Kl capitán Bernardino), 556. VITILOSO (El capitán). 217.
VALLADOLID (El capitán Alonso de), 182—1^5. VIVERO (D. Rodrigo de), 404.
VAÑOTl (Familia romana de los), 199 —430: sus relaciones con VOZMEDIANO, hombre de armas, 355—356.
Alejandro VI. VEVENES (Juan de), correo, XXXVII.
VARGAS (El licenciado), tesorero del rey Católico, Ll. VUGURTA, rey de Numidia, 435.
VARGAS (Juan de), 2.55. ZAMUDIO (El capitán Cristóbal de), XLVIl— 02— 159-160—
VARGAS (Sebastián de), 5.50—558—559—570—572—455. 161— 191— 195— 190—205 —200—207—211 -212—255—
VARGAS CARVAJAL (D. Diego de), VIH. 551 -352-577—582—390-455-402.
VARILLAS, historiador, XI. ZAl'lLA (Miguel de), mercader de libros, II —471.
VARRON (TERENCIO), 529. ZARAGOZA (El arzobispo de), hijo natural del Rey Cató-
VASTO (El marqu s del), XXIV— XXXVI— XL-- 90— 91-172 lico, 450—457 (V. Aragón).

175 -52 1 —582. í 21 — ZARATE (El capitán), 401.

VEAMONTE (D. Luis de), 79— 175.— 548. ZIANDETO, capitán de suizos, 532.

VECINO (Juan Ursino), 4. ZURITA (Jerónimo de), Xlll.

Totuán He Chamartín.— Imp. do Bailly-BaiUiére é Hijo».


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DG Rodríguez Villa, Antonio (ed«)


Crónicas del Gran Capitán
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