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La energía electrica

Es causada por el movimiento de las cargas eléctricas (electrones positivos y negativos) en el


interior de materiales conductores. Es decir, cada vez que se acciona el interruptor de nuestra
lámpara, se cierra un circuito eléctrico y se genera el movimiento de electrones a través de cables
metálicos, como el cobre. Además del metal, para que exista este transporte y se pueda encender
una bombilla, es necesario un generador o una pila que impulse el movimiento de los electrones
en un sentido dado.

Siguiendo el principio de conservación de la energía en el que se indica que ésta no se crea ni se


destruye, sólo se transforma de unas formas en otras, se explica que la energía eléctrica pueda
convertirse en energía luminosa, mecánica y térmica. A esto hay que añadir su facilidad con la que
se genera y se transporta. No obstante, y a pesar de ser una de las energía más utilizadas por el ser
humano debido a su aplicación en una diversa gama de productos y aparatos cotidianos, esta
energía tiene la dificultad de almacenar la electricidad. Este inconveniente provoca que la oferta
tenga que ser igual que la demanda. Como consecuencia, es necesaria ya no sólo una coordinación
en la producción de energía eléctrica, sino también entre las decisiones que se tomen para llevar
cabo una inversión en la generación y en transporte de dicho bien.

¿Cómo se genera la energía eléctrica?

1. Generación. La energía eléctrica se obtiene en las centrales de generación, las cuales están
determinadas por la fuente de energía que se utiliza para mover el motor. A su vez, estas fuentes
de energías pueden ser renovables o no. En el grupo de las renovables se encuentran las centrales
hidráulicas (hacen uso de la fuerza mecánica del agua), eólicas (viento), solares (sol) y de biomasa
(quema de compuestos orgánicos de la naturaleza como combustible). Cada una de estas fuentes
indicadas se puede regenerar de manera natural o artificial.

Frente a éstas últimas, se encuentran las centrales que utilizan fuentes de energía que no son
renovables. Es decir, aquellas que tienen un uso ilimitado en el planeta y cuya velocidad de
consumo son mayores que la de su regeneración. En esta segunda formación se agrupan las
centrales térmicas (se produce electricidad a partir de recursos limitados como el carbón, el
petróleo, gas natural y otros combustibles fósiles) y las nucleares (a través de fisión y fusión
nuclear).

2. Transmisión. Una vez que se ha generado la energía eléctrica por alguna de las técnicas
precedentes, se procede a dar paso a la fase de transmisión. Para ello, se envía la energía a las
subestaciones ubicadas en las centrales generadoras por medio de líneas de transmisión, las
cuales pueden estar elevadas (si se encuentran en torres de sustentación) o subterráneas. Estas
líneas de alta tensión trasmiten grandes cantidades de energía y se despliegan a lo largo de
distancias considerables.
3. Distribución. El último paso antes de obtener la electricidad en los hogares es el que
corresponde a la distribución. Este sistema de suministro eléctrico tiene como función abastecer
de energía desde la subestación de distribución hasta los usuarios finales.

Problemas medioambientales

Hoy en día, los transportes, supermercados, empresas, industrias y la mayor parte de los hogares
del mundo dependen del suministro de energía eléctrica. Sin embargo, satisfacer esta demanda
global está comenzando a pasar factura al medioambiente del planeta. La generación de energía
eléctrica se sigue obteniendo, en gran medida, por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas
y carbón). Esta combustión está expulsando a la atmósfera gases contaminantes, como el dióxido
de carbono, el cual es considerado por muchos científicos como el responsable del
recalentamiento de la Tierra. En este mismo grupo de fuentes de energías no renovables, se
encuentran las centrales nucleares, las cuales siguen despertando gran preocupación por el
almacenamiento a largo plazo de sus residuos, así como por la posibilidad de que se produzcan
accidentes que acarreen la liberación de agentes radioactivos al entorno. Ejemplos como el de
Chérnóbil (Ucrania) y Fukushima (Japón) ponen la voz de alarma sobre las graves consecuencias
que pueden tener para el medio ambiente y la sociedad. En este sentido, cada vez es más
frecuente que los gobiernos de diferentes países comiencen a apostar por el desarrollo de
energías renovables como la eólica y solar.

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