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Hamel, R. E. 1993. Politicas y planificacion del lenguaje: una introduccién, Zztapalapa 29 (Politicas del lenguaje en América Latina): 5-39. Politicas y planificacién del lenguaje: una introduccién Rainer Enrique Hamel” In memoriam Guillermo Bonfil Batalla Erase una vez un anciano muy solitatio que habitaba una cabafia al fondo de la playa. Paraentretenerse, empez6 un dia a cambiarle los nombres alas cosas que lo rodeaban. Llamé mesa a a silla; a la mesa ‘banco; ala pared suelo y ala ventana puerta. Al cabo de un tiempo sce olvidaron los nombres originales de las cosas, y cuando se comunicaba con alguien del pueblo, lo que rara vez sucedia, la gente ya no le entendia, de modo que aumentaba su aislamsiento. Vemos en esta parabola de! solipsismo comunicativo un caso extremo de politica del lenguaje que explota hasta sus iiltimas consecuencias el carécter -en principio— arbitratio de la telaci6n enttre significante y significado en todo sistema lingiistico. Ignora al mismo tiempo la existencia de todo tenguaje como hecho social en permanente transformacién histérica en cuyos lexemas, estructuras mortosintéc- ticas y, sobre todo, formaciones discursivas se sedimenta y se reproduce la experiencia de un pueblo y su visién del mundo. Ignora ademas que el lenguaje, estudiado como discurso, no es tan s6lo soporte del pensamiento 0 instrumento de la transmisién del conocimiento, sino en primer lugar una accion social que Produce efectos de sentido entre los locutores. E! discurso es un acto de cultura que produce, transforma y hace circular las significaciones de las estructuras sociales.! * Universidad Auténoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Departamento de Antropologfa. 6 Rainer Enrique Hamel La actividad lingiiistica del anciano vislumbra, sin embargo, la permanente tensién que reina entre lo semantico y lo pragmético, entre el significado sedimentado en lexemas y la significacidn social construida y reproducida en las practicas discursivas socialmente situadas. Revela ademés la capacidad del sujeto de intervenir en el lenguaje, de cambiar el significado y la significaciéa, en breve, de hacer politica de] lenguaje y romper con el objetivismo abstracto de la lengua concebida como sistema co- herente en si, idealizado e independiente de los sujetos hablantes. BI anciano de nuestro cuento fracasa por dltimo en cuanto a sus intentos de comunicarse porque su actividad lingifstica se desarrolla fuera de un con- texto social. No logra imponer sus definiciones por- que carece del poder para hacerlo, Descubrimos aqui otro aspecto fundamental de toda politica ling ca: la posibilidad de intervenir sobre el lenguaje esta determinada por las relaciones de poder vigentes entre los actores y grupos sociales. “Todo comienza por el acto de nombrar” escribe Calvet (1974: 56), refiriéndose a Ja catonializacién francesa en Africa. “El desprecio del otro [...] se manifiesta desde los primeros contactos precolonia- les en las iniciativas taxondmicas. Es un fenémeno viejo como el mundo que consiste en nombrar a Jos otros con un término peyorativo, un término que muchas veces hace referencia a las diferencias lin- gilfsticas una vez més convertidas en desigualdades (traduccién mia).”? Los aztecas impulsaron esta misma politica en la construccién de su imperio, imponiéndoles nom- bres en ndhuatl, muchas veces de connotacisn peyo- rativa, a Jos pueblos sojuzgados: chontal (fordneo), popoloca (lengua incomprensible), totonaca (nisti- co) (cf. Wolf 1959, América Indfgena 22, 20-21). El derecho de nombrar se extiende también a los territorios de los pueblos dominados que se estruc- turan con las taxonomias trafdas del Viejo Mundo. Surgen la Nueva Castilla, Granada y Leon, Sevilla y Cérdoba en ef Nuevo Mundo como sello de la apropiaci6n fisica y simbélica de las tierras conquis- tadas. Las primeras crénicas de Las Indias nos reve- lan que los conquistadores traian consigo sus viejos conceptos y palabras para aplicarlos a nuevas reali- dades (cf. Orlandj en este volumen), comparando los nuevos objetos con sus similes en Espaiia, Se apro- piaban de lo extrafio asimilandolo a lo conocido, como Fernandez de Oviedo en su famoso “Sumario de la Natural Historia de las Indias” de 1825: “Ga- mos hay..., ciervos hay”. Cristbal Col6n relata que los drboles en la isla Hispaniola son todos verdes como Andalucia en mayo, pero que, por lo dems, se distinguen de los arboles en Espafia como el dia de la noche (cf. Scharlau y Miintzel 1986). La apropiaci6n intelectual y lingilistica procedia a través de translaciones y amplificaciones del sig- nificado. Con sus nomenclaturas que se ampliaban o modificaban cuando surgian confusiones, los con- quistadores no pretendian forjar nuevos instrumen- tos de conocimiento que Jes hubiese permitido en- tender lo nuevo en su propio contexto, a diferencia de algunos cronistas de formacién humanistica. Les interesaba més bien consolidar y extender sus con- quistas con la ayuda de nomenclaturas pricticas, haciendo caso omiso de todo aquello que no se adecuaba facilmente a sus perspectivas (cf. Scharlau y Mantzel 1986). Observamos en estos ejemplos la expresién de politicas del lenguaje que han existido desde que los seres humanos se organizaron en sociedades y ex- tendieron sus relaciones de contacto, intercambio y dominacion hacia otras sociedades cultural y lin- Politicas y planificacién del lenguaje 7 gilisticamente diferentes. En la mayoria de estas elaciones, las lenguas juegan un papel de primer orden, tanto para organizar la dominacién y hege- monja de un pueblo sobre otro, como también en los procesos de resistencia y liberacién. Veremos, sin embargo, que en muchos de los enfoques existentes quedan excluidos importantes aspectos de los factores que componen el fondo de las politicas del lenguaje. De hecho, los modelos establecidos no se han distinguido precisamente por un concepto del lenguaje como accién social y dis- curso relacionados con el poder, como lugar de conflicto y confrontacién ideolégica, donde las ten- siones enire significado semédntico y accién pragmd- tica, entre constituci6n, reproduccion y transforma- cién de las significaciones sociales se refleje en toda su complejidad. Por lo menos en su inicio se limita ron més bien a concebir el lenguaje dentro de las dicotomfas estructuralistas establecidas y a desarro- lar su campo de accién a las situaciones de multi- lingiiismo. En lo que sigue resumiré primero el desarrollo del campo interdisciplinario que estudia la politica y planificacién del lenguaje. Sin pretensiones de ex- haustividad,? pondré énfasis en los problemas con- ceptuales y debates; seftalaré ciertos problemas teé- rico-metodolégicos que, a mi modo de ver, dificultan el avance de un conjunto de trabajos hasta ahora més bien descriptivos hacia una disciplina con un poder explicativo adecuado (cf. Cobarrubias 1983, Jer- nudd 1991). Expondré después los elementos de una concepcién sociolingiifstica amplia, cualitativa, de la politica del lenguaje.que me permitieron estudiar los efectos de ciertas politicas in actu, en el micro- nivel de las interacciones verbales mismas. Presen- taré finalmente los articulos que contiene este ndme- ro de la revista Iztapalapa. POLITICA Y PLANIFICACION: EL SURGIMIENTO DE UN CAMPO. Sobre los conceptos politica y planificacin del Tenguaje y sus modelos existe desde hace tiempo un controvertido debate que gira basicamente en torno a cuatro controversias relacionadas entre sf: 1, La amplitud del objeto de estudio: acaso se limita a las intervenciones deliberadas de ins- tancias del Estado 0 a Jas acciones —conscientes 0 no— del conjunto de las fuerzas sociales en una sociedad determinada. 2, La elaboracién de tipologias parcialmente in- compatibles entre s{ que delimitan y recortan el universo conceptual de manera diferente. 3. La definicién de los conceptos lenguaje (len- gua, lenguaje, discurso, etc.) y politica, con sus implicaciones tedrico-metodoldgicas y la delimitaci6n de la disciptina: ;Qué disciplinas deben intervenit -la lingiiistica, sociologia, antropologia, geografia, ..- y con qué peso relativo? ;Es la politica o planificacién del lenguaje una subdisciplina de la (socio)lin- giiistica o depende, por ejemplo, del desarrollo de una teorfa del cambio social, como lo plan- tean Fishman (1987) y Cooper (1989)? Y gse pueden utilizar las metodologias de andlisis e interpretaci6n ofrecidas por cada una de las disciplinas o habré que buscar pardmetros in- tegrales? 4, Por iltimo, la capacidad de proyeccién que tie- nen los modelos para pronosticar el futuro de una lengua, para determinar los efectos de una me- dida politica especifica y descubrir las causas reales que desencadenan una revitalizacién 0 desplazamiento lingtiisticos.

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