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INDICE
PARTE 2 ..................................................................................................................................................................... 12
ESTRUCTURAS ORGANIZATIVAS DE LAS INSTITUCIONES UNIVERSITARIAS ................................................ 12
Referencias de íconos
Actividad en el Foro.
Actividad Grupal.
Actividad Individual.
Atención.
Audio
Glosario.
Sugerencia.
Video.
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MÓDULO 2
CONFIGURACIÓN CONTEXTUAL DEL EJERCICIO
DE LA DOCENCIA
PARTE 1
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Una práctica educativa es aquella en la que los docentes facilitan, organizan y asegu-
ran un vínculo entre los alumnos y el conocimiento.
La respuesta es: que el contexto político, social e institucional en que las prácti-
cas pedagógicas se desarrollan las condicionan.
Los docentes universitarios desarrollamos nuestra tarea en una institución que se en-
cuentra entre las más complejas de la sociedad contemporánea. Por ello, nuestro rol
de docentes universitarios se construye sobre dos ejes que lo estructuran: el de la
identidad profesional y el del escenario en el que actuamos.
Si bien todo profesional ejerce la función docente desde la intuición y desde sus tra-
yectorias de aprendizaje, o sea desde sus experiencias como alumno y los modelos
docentes de su historia escolar, en todo este proceso, se va constituyendo un conoci-
miento pedagógico vulgar, a partir de la imitación, de las costumbres, de los hábitos.
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Proceso mediante el cual se asimilan los conocimientos, valores y creencias de la cultura de una profesión y de las estructu-
ras de racionalidad que aportan la lógica y el sentido a ese proceso.
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En resumen
Ahora bien, ¿cuáles son las características de esta particular forma de organización a
la que llamamos institución?
• Es una entidad encargada de realizar una función social especializada lo cual le de-
fine sus objetivos.
• Tales objetivos son lo que le dan sentido a la vida institucional. Estos son explícitos
(formales).
• Para que se cumplan los objetivos se crea un sistema normativo del cual el regla-
mento es el aspecto formal. Pero junto a éste se encuentra los usos, costumbres y
reglas no explícitas pero si vigentes, que completan el sistema de control.
• La institución está compuesta por un conjunto de personas, que se vincula a la insti-
tución como miembro de la actividad común, con las vivencias que eso implica: sen-
timiento de pertenencia, necesidad de reconocimiento, posibilidad de participar en la
toma de decisiones.
• La actividad hacia el logro de objetivos implica una división del trabajo y una especia-
lización. Se distribuyen funciones y según la importancia de las tareas y las necesi-
dades de dirección surgen niveles jerárquicos.
• Ninguna institución funciona aislada, sino que forma parte de una estructura social;
las influencias entre la institución y su medio resultan reciprocas y altamente signifi-
cativas.
Ahora bien, la principal característica que marca la diferencia específica (de la univer-
sidad con otras organizaciones industriales, gubernamentales o no lucrativas) de la
organización relacionada con el trabajo académico, consiste en que este se organiza
en torno a una materia de naturaleza específicamente intelectual: el conocimiento.
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No obstante las diferencias que separan que existen entre los distintos tipos de univer-
sidades actualmente, lo común a todas ellas es que el conocimiento es la materia pri-
ma de sus actividades. Ya sea para descubrirlo, conservarlo, transmitirlo o aplicarlo,
las universidades se caracterizan por girar en torno al conocimiento.
Lo que sucede en cada universidad está condicionado por el contexto político, social y
económico en que cada una desarrolla sus actividades: ubicación, características de la
región, fuentes de financiamiento, cultura institucional y su relación con las fuerzas
sociales y económicas del medio.
“…la universidad forma parte consustancial de las dinámicas sociales y está sometida
a los mismos vaivenes e incertidumbres políticos, económicos o culturales que afectan
a cualquiera de las otras realidades e instituciones sociales con las que convive (o en
las que se integra como un subsistema más: la sanidad, la función pública, el resto del
sistema educativo, el mundo productivo, las instituciones culturales, etc.” (Zabalza,
2007).
El siguiente cuadro permite visualizar gráficamente las diversas dimensiones que atra-
viesa el escenario formativo universitario.
El escenario y
investigación
sus protagonis-
Contenidos tas (Miguel A.
DOCENCIA
Alumbrado Carrera Zabalza – Ed.
Narce A.).
Profesorado
EL ESCENARIO FORMATIVO
nario universitario. Esa actuación viene además marcada por un doble espacio de re-
ferencia: un espacio interno 2 y un espacio exterior 3.
Buena parte de lo que se puede hacer hoy en día en la Universidad pasa por los fil-
tros de esta dimensión: se exigen cambios pero no se adscriben nuevos recursos, se
exige una mejora sensible de la calidad pero se siguen manteniendo grupos enor-
mes de alumnos, sistemas burocratizados de organización y un bajo nivel de recur-
sos técnicos.
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Que se correspondería, por así decirlo, con lo que se denomina la `Universidad´ o el `mundo universitario´, considerado en
general.
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Que se correspondería con las dinámicas de diverso tipo, externas a la Universidad, pero que afectan su funcionamiento.
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También en este eje se produce una clara incidencia externa a través de los círculos
profesionales (colegios profesionales, por ej.) y asociaciones culturales de diverso ti-
po que contribuyen a la legitimación de los conocimientos y habilidades requeridas
en la profesión y controlan, desde fuera, la estructura de las carreras. En algunos
casos no faltan, tampoco, las influencias externas dirigidas a preservar una cierta vi-
sión de la profesión y de las condiciones para ejercerla (número de años de estudios,
limitación de titulados, condiciones para el ejercicio profesional, etc.)
En este caso, el mundo del empleo constituye el marco de incidencia externo: no só-
lo en tanto que definidor de las expectativas de empleo (incluyendo la facilidad de
“colocarse” pero también la “imagen social” de la profesión y el nivel de los salarios),
sino también de las condiciones de acceso al empleo y de las necesidades de for-
mación (básica, especializada y complementaria). Todo ello orienta los intereses y
las demandas de los alumnos. Su incidencia será aún mayor cuanto más se abra el
nivel de opcionalidad.
Sirva todo lo anterior para dejar claro que la Universidad no son las clases que en ella
se imparten, ni lo es la organización de las carreras, sino que es un todo complejo en
cuyo seno se entrecruzan dimensiones de muy diverso signo que interactúan entre sí
condicionando cada uno de los aspectos de su funcionamiento interno. Y eso que nos
estamos refiriendo tan sólo a la faceta docente de la Universidad (dejando fuera de
este análisis todo el ámbito de la investigación y el de la gestión institucional). La idea,
en definitiva, es que la enseñanza universitaria es una realidad cuyo conocimiento
exige ampliar el marco de análisis para considerar aquellos factores que más sustan-
cialmente condicionan su desarrollo (el desarrollo de la Universidad y de la formación
que se planifica y desarrollo en su seno).
Ahora bien, si hablamos del escenario formativo universitario debemos partir del nuevo
sentido que se atribuye a la universidad y las profundas modificaciones que está su-
friendo. Entonces, ¿cuáles son las nuevas tendencias que asume la educación
superior?
Diversos autores se han referido a ellas, e intentaré sintetizar los diversos enfoques:
Tales cambios han tenido una notable influencia en nuestro trabajo como profesores
universitarios. Lo que se esperaba de nosotros, las demandas han ido variando y am-
pliando nuestras funciones:
Con respecto a este último punto, Miguel A. Zabalza habla de un incremento en la bu-
rocratización didáctica. Señala que los docentes ven como una pérdida de tiempo
tener que presentar la planificación de su materia, participar en reuniones de coordina-
ción, etc. Más todavía para aquellos que toman la actividad docente como una activi-
dad marginal a la que le dedican solo el espacio que detraen de otras ocupaciones
más rentables (profesional y económicamente). (Zabalza, 2007).
PARTE 2
ESTRUCTURAS ORGANIZATIVAS DE
LAS INSTITUCIONES UNIVERSITARIAS
que más frecuentemente se ha visto afectado por los cambios en la cultura institucio-
nal de nuestros centros. La tendencia al individualismo (sacralizado por la libertad de
cátedra), la incorporación de la filosofía de la democracia, la nueva ética de la practici-
dad (buscando aquel tipo de estrategias más eficaces para el desarrollo personal), los
nuevos modos de colegialidad, las nuevas formas de relación interpersonal (entre el
profesorado y entre profesores/as y alumnos/as), los nuevos procesos de generación
de filias y fobias entre sujetos y grupos derivados de la diseminación de los órganos de
poder y de toma de decisiones (la importancias de las elecciones y de las oposiciones
en la configuración de grupos), etc., constituyen interesantes fuentes de influencia so-
bre el desarrollo de la docencia universitaria.
• Los miembros de la organización son reconocidos como “agentes”, esto es, como
poseedores de un cierto nivel de autonomía en el seno de la organización, como
“generadores” de organización (informal, al menos) y, en definitiva, como “actores”.
Seguramente, en ningún otro contexto institucional tienen los individuos un papel tan
relevante como en la Universidad. Ésta es una de las fuentes de poder y a la vez de
debilidad de las actuales Universidades. Los individuos constituimos el principal patri-
monio de las Universidades. De cada uno de nosotros, de nuestra aptitud intelectual,
creatividad, capacidad de búsqueda e investigación, producciones científicas o artísti-
cas, etc., depende lo que la Universidad es y lo que puede aportar a la sociedad. Pero,
simultáneamente, esa orientación extremadamente individualista en que tendemos a
funcionar limita la posibilidad de un desarrollo global y sinérgico: resulta difícil desarro-
llar estrategias de conjunto o hacer ofertas más adaptadas a las demandas del en-
torno.
Conocer el marco legal de una institución, su estructura material y formal es, desde
luego, conocer poco y quedarse exclusivamente en eso supone desconocer lo que
realmente es y cómo funciona: lo que la institución tiene de instituido y de instituyente,
de tensiones y de acuerdos, los patrones de distribución de poder y de relaciones en-
tre personas y funciones, etc. En definitiva, lo que constituye la “cultura” de cada insti-
tución.
Además de la estructura, las instituciones tienen una cultura que está constituida por
relatos, creencias y valores compartidos, que contribuyen a proporcionar una identi-
dad institucional. Este aspecto simbólico o cultural implica la construcción de signifi-
cado inherente a toda acción humana.
También dentro de los docentes pueden advertirse distintas orientaciones que se de-
ben a las diferentes funciones que se desarrollan en las universidades: la docencia, la
investigación y la extensión.
Sean una u otras las cualidades funcionales que caractericen a cada institución con-
creta, sea mayor su formalización o su dinamismo, se trata siempre de grupos de per-
sonal que operan en contextos específicos y que, por tanto, configuran un universo
complejo de variables que se estructuran en diversos niveles (explícitos e implícitos,
formales y dinámicos) que van evolucionando y adquiriendo diversas configuraciones
en función de las interacciones internas y con el exterior.
Fue tomándose conciencia de que la educación del personal de salud requería de una
profunda transformación en su teoría y en su práctica.
Por formación de recursos humanos en salud nos referimos a “todo el proceso educa-
cional que hace que una persona adquiera los conocimientos, habilidades y actitudes
de una determinada profesión de Salud, obteniendo al mismo tiempo a través de ese
proceso sistemático y formalizado, un título o credencial que le autoriza a ejercer le-
galmente tal profesión” (Rovere, M., 1993:50).
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Los profesionales del área de salud cumplen una función educativa en la formación de
recursos humanos en distintos campos, tales como la formación de carreras de grado,
carreras de posgrado, la capacitación en los servicios de salud, y en la educación co-
munitaria entre otros.
Al trabajo en salud se le entiende como una práctica compleja que conlleva una di-
mensión técnica (que supone la aplicación de conocimientos y tecnología para satis-
facer necesidades relevantes de la sociedad) y una dimensión social (que se refiere
a las relaciones sociales que moviliza), por lo que la línea de trabajo de Educación
Permanente en Salud, que la OPS promueve desde 1984, se ha desarrollado tratando
de establecer vínculos entre estas dos dimensiones: el trabajo y la educación, a par-
tir de las instituciones en las que el personal de salud se desempeña.
Si bien todo profesional ejerce la función docente desde la intuición, y desde sus tra-
yectorias de aprendizaje, o sea sus experiencias como alumno y los modelos docentes
de su historia escolar. En todo este proceso se va constituyendo un conocimiento pe-
dagógico vulgar, que se constituye a partir de la imitación, de las costumbres, de los
hábitos.
Es decir que:
Si bien la formación de recursos humanos en salud puede ser analizada desde dife-
rentes perspectivas, centraremos nuestro abordaje desde una perspectiva pedagógica,
analizando los modelos pedagógicos que sustentan estilos de formación de recursos
humanos en salud.
Pedagogía de la transmisión
• El saber impartido se presenta como incuestionable y se parte de la ilusión de su
neutralidad y eficiencia para enfrentar cualquier problema, institución o agentes.
• El modelo de enseñanza es de corte intelectual, especialmente se dirige a la memo-
ria y en él la afectividad no tiene lugar.
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• Reduce cada práctica a una “técnica” sin conocimiento de los fundamentos científi-
cos que la justifican y sin articulaciones entre sí.
• Se refuerza la dependencia del trabajador respecto del profesor.
• Solo enseña lo mínimamente necesario y no desarrolla la iniciativa y creatividad, sino
la precisión y la rapidez.
• El proceso de trabajo es fragmentado en tareas asiladas o específicas.
• La teoría es nula y la práctica, el campo de la repetición a partir de las consignas
recibidas.
Pedagogía de la problematización
ACTIVIDAD OBLIGATORIA
• Pedagogía de la transmisión.
• Pedagogía del adiestramiento.
• Pedagogía de la problematización.
A A-formador
Da de comer
B B-formado
Alimentador alimentado
Dador receptor
Superior inferior
Sin duda, la relación pedagógica es asimétrica; hay uno que sabe y otro que
sabe menos. No obstante, con este modelo generalmente se ignora lo que
“sabe” el personal. La consecuencia es desconocer el saber de la experien-
cia que el trabajador posee y, por lo tanto, ignorar el propio servicio como
fuente de conocimiento y de problemas.
El profesor es el que sabe y está allí para resolver todos los problemas, la
iniciativa del que aprende se ve, pues, muy reducida. Al fomentarse la pasi-
vidad y la dependencia, se margina su creatividad. La relación que se esta-
blece es de individuo a individuo, profesor-alumno, rompiéndose la estructu-
ra del grupo como unidad de interacción y aprendizaje. Ciertos profesores
que enmarcan su enseñanza en este modelo introducen alguna “técnica
grupal”, pero en realidad este momento de la enseñanza acaba siendo un
intervalo para amenazar la clase; se resuelven ejercicios según la enseñan-
za “bajada”, se comenta lo que fue enseñado, se plantean ejemplos sobre el
modelo principal, etc., después de lo cual se retoma la metodología clásica.
Se decide desde afuera de la práctica del servicio de salud lo que los distintos
trabajadores “deben saber”. Al ser el curso una instancia seleccionada por los
docentes con prescindencia del análisis colectivo-grupal de los problemas de
la práctica, el proceso de trabajo queda “afuera” del curso y a este lo deciden
los que “saben”.
Repetición
a. Estudio de la tarea: para ello, el trabajador recibe una nota que detalla
lo que hay que hacer con dibujos, gráficos, ilustraciones, etc., otra hoja
de operaciones que dice como hacer; otra de informaciones tecnológicas
que señala con qué hacer y (a veces) una cuarta de informaciones adi-
cionales que indica por qué hacer. Cada nueva tarea es semejante a la
anterior, no presentando más de las operaciones nuevas.
b. Demostración de la tarea: la realiza el instructor. En algunos casos, se
utiliza el sistema de video tape que el trabajador puede ver individual-
mente cuantas veces quiera.
c. Ejecución de la tarea: cada “aprendiz” se ubica en su puesto de trabajo.
Durante el tiempo en que ejecuta la tarea, él es responsable por la má-
quina o instrumental. Sigue una guía preestablecida apropiada por el ins-
tructor que tiene a su cargo un número reducido de aprendices.
Con el transcurso del tiempo el “aprendiz” es inducido a desprenderse de
la guía, una vez que se supone que ha internalizado todas las operacio-
nes que la tarea requiere.
d. Evaluación de la tarea: esta etapa no es en realidad una cuarta fase,
sino algo que ocurre permanentemente. El instructor corrige cuando el
trabajador yerra y lo induce a autoevaluarse en cuanto a su práctica, al
uso de las herramientas o instrumental, a la limpieza rigurosa de las má-
quinas, a su rapidez, etc., buscando la perfección de la tarea, puntuali-
dad y responsabilidad. El error es visto como algo negativo que hay que
eliminar.
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B
A
El pensar la práctica no debe ser un acto individual, sino colectivo. Esto im-
plica contextualizar el pensar reuniendo los aportes individuales en el pen-
samiento del grupo. El co-pensar cooperativamente y la discusión solidaria
lleva a detectar los problemas del equipo de trabajo.
La cultura institucional
Una categoría que puede ser útil para entender ese clima y esos intercam-
bios culturales es el “habitus”, propuesta por Bourdieu. Los habitus son sis-
temas de disposiciones duraderas y transferibles, principios generadores y
organizadores de prácticas y de presentaciones que pueden o no estar
adaptadas a sus objetivos sin suponer una pretensión consciente de alcan-
zar fines y el dominio expreso de las operaciones para alcanzarlos. Estas
disposiciones son regulares y reguladas sin que sean el producto de la obe-
diencia a reglas, como si fueran colectivamente orquestadas, sin ser por ello
producto de la acción organizadora de ningún director de orquesta. Todo
profesional de salud ha pasado por la experiencia de enfrentarse a nuevos
habitus, siendo casi como respirar “otro aire”, al ingresar a trabajar en una
nueva institución.
La estructura de poder
Aunque estos tiempos no son de auge del conflicto laboral clásico (como fue
hace muy pocos años) y son más los conflictos de baja intensidad que re-
percuten negativamente en las relaciones interprofesionales (disputa por las
“incumbencias” y objetos de trabajo) y en la calidad de servicio, la presencia
de los gremios es ahora obligatoria y necesaria en esa escena del poder.
Existe una relación no siempre percibida entre poder, estilo de gestión y tra-
bajo en los servicios de salud. Se refiere a la vigencia del principio de sepa-
ración entre planificación y ejecución (entre lo político y lo técnico), entre
pensar y hacer (según la premisa taylorista aún vigente en la mayoría de los
servicios). Este principio consagra la separación, la verticalidad y la asime-
tría de las relaciones de poder y de trabajo en la institución.
El proceso de trabajo
Sin embargo, si existe una característica del actual orden laboral en las ins-
tituciones de salud que es definitoria en lo técnico y en lo social, ésta es la
fragmentación. Está basada en el principio de Taylor de la separación entre
concepción y ejecución de la actividad, como condición de la productividad.
Se trata de una fragmentación que encierra varias dimensiones: conceptual
(entre pensar y hacer), técnica (definida por la aplicación de diversos cono-
cimientos y tecnologías por diversos trabajadores cada vez más especiali-
zados) y social (se establecen relaciones de jerarquías y subordinación –
división social – al interior y entre diversas categorías profesionales).
Desde otro punto de vista se puede decir que un servicio como el hospital
tiene en lo laboral un “desarrollo desigual y combinado”: hay áreas de tipo
“oficio y taller” (lavandería, maestranza, cocina), áreas de organización tay-
loriana (quirófano, radiología) y otras áreas “fordistas” (laboratorio, cuidados
intensivos, urgencias) para mayor productividad o mejor control del proceso.
No existe una modalidad paradigmática del trabajo en el hospital y esa es,
entre otras (formas de remuneración, procesos de profesionalización dife-
rentes), una de las razones de dificultad para lograr incrementos en la pro-
ductividad.
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