En el 2019 el gasto previsional real caerá respecto al año anterior en -0,6% del PBI
como consecuencia de la aceleración de la inflación.
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Para que el gasto previsional no suba se necesitaría que la inflación en el 2020 no
sea del 26% como se proyecta sino que se mantenga en el entorno del 40% anual.
Estos datos muestran la alta incidencia de la inflación sobre el gasto previsional. La
aceleración de la inflación en el 2019 está haciendo una contribución decisiva en la baja del
déficit a través de la licuación real de las jubilaciones. Pero si la inflación baja se produce el
efecto contrario, ya que aplicando la inflación con 6 meses de rezago hace que las
jubilaciones aumenten más que los precios. Esto lleva a proyectar para el 2020 un
incremento real del gasto previsional similar a la caída que se registrara en el 2019. Para
que las erogaciones previsionales no aumenten en términos reales (es decir, se mantenga la
caída del 0,6% del PBI del 2019), la tasa de inflación no debería bajar sino mantenerse
en el entorno del 40% anual.
Dado que el gasto previsional representa casi la mitad de las erogaciones totales, es
muy difícil compensar su aumento con acciones en otras áreas. Por un lado, porque los
márgenes para bajar otros gastos son acotados y algunos, como la inversión pública, vienen
siendo ajustados por encima de lo recomendable. Por el otro, porque aún más acotado son
los márgenes para aumentar ingresos vía mayor presión tributaria. Por el contrario, para
concretar el crecimiento económico proyectado será necesario eliminar impuestos altamente
distorsivos como las retenciones a las exportaciones.
Estos antecedentes definen la importancia y urgencia de abordar la reforma
previsional. Bien diseñada es una alternativa mucho más equitativa que seguir apelando a
ajustar el gasto publico licuando los haberes previsionales con inflación. Entre otros temas a
explorar debería considerarse la nivelación de las edades de retiro en los 65 años, previendo
mecanismos compensadores como reconocer años de servicios a las mujeres que tuvieron
hijos; sustituir definitivamente las moratorias por la Pensión Universal para el Adulto Mayor
(PUAM); contabilizar la totalidad de los años de aportes en lugar de los últimos 10 años,
como es en la actualidad, para determinar el haber inicial y fijar una regla de cálculo
homogénea; establecer la opción entre la jubilación propia y la pensión por cónyuge,
limitando la acumulación de dos beneficios como es en la actualidad; establecer una regla
de movilidad especial para las personas que acumularon doble beneficio con las moratorias.
La profundidad de la crisis deja pocas alternativas. La estrategia hasta ahora fue apelar a
que la inflación se encargue de hacer el ajuste fiscal. Pero si se aspira a crecer de manera
sostenida con estabilidad no hay otro camino que ordenar el sector público para
recuperar su sustentabilidad en base a más eficiencia y menos costos sociales.
Variación del gasto previsional respecto al año anterior según la inflación
En porcentaje del PBI
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