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Seg�n Pifarr� y Sanuy (2001),

en todo proceso de ense�anza-aprendizaje es importante crear espacios de discusi�n


y de reflexi�n,
es decir, de trabajo en grupo y cooperativo, porque la oportunidad que tienen los
alumnos de ayudarse
mutuamente en la resoluci�n de una tarea, de negociar nuevos significados, de
desarrollar nuevas
estrategias y de construir nuevo conocimiento, puede repercutir positivamente en su
aprendizaje.
El aprendizaje cooperativo promueve la comunicaci�n entre los estudiantes,
consolida el propio
conocimiento al ense��rselo a los compa�eros y compa�eras de grupo, implica
compromiso,
hace que el alumno se responsabilice del conocimiento de los dem�s y no compiten
entre ellos,
sino que se ayudan unos a los otros. Pero como bien expone Domingo Pe�a (2010), no
hay que
entender el aprendizaje cooperativo como una forma que
permite a los docentes tener menos trabajo

En el aprendizaje cooperativo el docente es quien planifica la interacci�n,


pero adem�s interviene en mayor o menor medida en el desarrollo del trabajo,
orientando, evitando situaciones conflictivas y evaluando por una parte, las
capacidades de los estudiantes, sus progresos, y por otra, la experiencia en
s� misma, con el fin de mejorar futuras propuestas. (Doroteo Petit et al., 2007b,
p. 5)

As� mismo, el trabajo cooperativo, por su propia naturaleza, fomenta el desarrollo


de
las competencias b�sicas, sin tener que dise�ar sesiones espec�ficas orientadas a
su consecuci�n.
Por otro lado, respecto a los alumnos, Hodgson & McConnell (1995) sugieren la
necesidad de:Que los estudiantes tengan buena voluntad a la hora de participar en
el aprendizaje

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