“Desarrollar y promover la investigación de estudios
geológicos y el inventario y evaluación de recursos minerales” En este sentido, el Estado promueve el crecimiento de las actividades mineras y energéticas fomentando la prevención y mitigación de los impactos ambientales y sociales, para lograr el desarrollo sostenible del país. Un objetivo básico de la Ley de Minería es la inversión en exploración y el desarrollo de proyectos en las áreas concedidas. Para ello desalienta la tenencia especulativa mediante la introducción de penalidades para la vigencia de los derechos mineros improductivos, lo que da oportunidad a nuevos prospectos.
“Promover la generación de mayor valor agregado en el sector
minería”
Para hablar de valor agregado en minería debemos partir de la práctica en sí. En
ese sentido, un yacimiento tiene un valor cuando de éste se extrae el material valioso, se procesa y se concentra. La nueva materia tiene más valor, luego de pasar por todo ese proceso. Para poder generar valor sobre el material del subsuelo hacen falta otros dos factores: que alguien esté dispuesto a extraerlo y procesarlo; y que alguien tenga los recursos y esté dispuesto a comprarlo. “La minería genera valor al dinamizar las economías locales, al brindar condiciones de trabajo seguras y pagar bien a sus colaboradores, al pagar puntualmente sus impuestos, al minimizar sus impactos ambientales, al participar activamente en obras de desarrollo local”, añade Mucho. APROVECHAR OPORTUNIDADES Más que haberse beneficiado otros sectores económicos del crecimiento de la minería peruana, es haber sabido aprovechar el momento. Y eso lo ha hecho, principalmente, la metalmecánica y la construcción. Pero hay que destacar también la participación del mercado financiero, el de los seguros y el de los proveedores locales (servicios, alimentación, hospedaje, uniformes, transporte, combustible, contratas, entre otros). Sin embargo, en palabras del experto, existen otros actores sociales locales que no han sabido insertarse en la cadena de valor de la minería. “Esto hace que en los entornos sociales de las unidades operativas mineras se formen dos tipos de pobladores: el que trabaja en o con la empresa minera y el que no lo hace. La diferencia en los hábitos de consumo que se generan en estos dos grupos son diferentes y esto se traduce muchas veces en el descontento social de quienes alcanzan menores ingresos”, explica. Al respecto, sugiere que la minera trabaje de la mano con el Estado en la formación de corredores económicos que permitan a los pobladores que no trabajan en o con la empresa minera, tener fuentes de ingreso que hagan que dejen de mirar a la empresa minera “como una torta de la que hay que obtener el máximo beneficio posible”.