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“No hay metano en Marte ni lo ha habido en los


últimos 350 años”
El equipo científico europeo y ruso del que forma parte el astrofísico español José Juan
López Moreno contradice la existencia en el planeta rojo del gas, principalmente de
origen biológico

Recreación artística de la sonda ExoMars, frenando para colocarse en su órbita sobre Marte. ESA/ATG MEDIALAB

RAÚL LIMÓN

1 JUL 2019 - 08:26 CEST

El penúltimo fin de semana de junio, la agencia espacial norteamericana (NASA) informó de la


detección, por parte el rover Curiosity (el laboratorio móvil situado en la superficie de Marte), de la
"mayor cantidad de metano que se haya medido durante la misión". El metano puede ser de origen
orgánico o geológico. La primera hipótesis despertó el sueño de haber detectado indicios de vida en el
planeta rojo. Sin embargo, el equipo del orbitador TGO de la misión ExoMars (de las agencias
espaciales europea y rusa, ESA y Roscosmos) lo desmiente. “No hay metano en Marte ni lo ha habido
en los últimos 350 años”, afirma el astrofísico español e integrante de este último equipo científico,
José Juan López Moreno.

El Curiosity, el pasado fin de semana, según la NASA, informó haber detectado 21 partes de metano por
mil millones de unidades por volumen, tres veces más de la cantidad supuestamente registrada
durante una prueba en 2013. Sin embargo, poco después, los niveles disminuyeron a una parte por mil
millones por volumen, parámetros normales que se detectan de forma habitual.

La propia agencia reconoce que el Curiosity carece de instrumentos para identificar el origen del
metano y considera que el hallazgo fue un “penacho” transitorio que no se corresponde con ningún
patrón que lo asocie con una fuente permanente de emisión.

"El misterio del metano continúa. Estamos más motivados que nunca para seguir midiendo y uniendo
nuestros cerebros para descubrir cómo se comporta el metano en la atmósfera marciana", ha dicho
Ashwin Vasavada, científico del proyecto Curiosity.

Preparación del cohete ruso Proton que lanzó ExoMars desde Baikonur, en Kazajistán. ESA–STEPHANE CORVAJA

López Moreno discrepa y descarta que haya misterio sobre el metano en Marte porque sencillamente
no hay ni lo ha habido, al menos, en más de tres siglos y medio. Lo avala su equipo en una investigación,
publicada en Nature, en función de los datos de los equipos a bordo del TGO, denominados NOMAD y
ACS y diseñados específicamente para medir la composición de la atmósfera de Marte y la distribución
en altura de cada componente. Estos equipos, “con una precisión igual o mayor a la de los sistemas del
Curiosity” y muy superior a los instrumentos a bordo de Mars Express, según el astrofísico español,
orbitan desde 2018 el planeta rojo a 400 kilómetros de altura y no han detectado nunca
concentraciones de metano superiores a 0,05 partes por mil millones.
“Estaría encantado de hallar metano en Marte. Y si fuera de origen biológico, mejor que mejor. Pero si lo
hubiera habido en los últimos 350 años, estaría por todo el planeta y el NOMAD lo habría detectado.
Ninguna de las mediciones del Curiosity es capaz de confirmar el origen del metano que dicen que ha
registrado. Lo que han detectado las observaciones realizadas desde telescopios terrestres es una
asimetría, una irregularidad que han interpretado como metano marciano. Pero las mediciones
publicadas contradicen la física atmosférica más elemental ya que es imposible que solo esté
concentrado en una zona”, advierte López Moreno.

El científico del equipo europeo y ruso cree que se puede tratar de un error en la lectura de la
espectografía o que no hayan identificado que la fuente del gas sea el propio rover Curiosity, ya que
puede concentrar hasta 1.000 veces más metano que el que pudiera existir en la atmósfera.

Uno de los hallazgos de la década


López Moreno defiende que la ausencia de metano en las observaciones realizadas por NOMAD y ACS a
bordo de la nave Exomars es una de las noticias de la década en la exploración planetaria, de la misma
relevancia que la falsa existencia de este gas.

El equipo europeo y ruso lo ha defendido en el artículo publicado en Nature el pasado abril, pero la
coincidencia con la difusión de las primeras imágenes de un agujero negro ha hecho que pasara
inadvertido.

“No detectamos ningún metano”, afirman los 43 científicos del equipo NOMAD tras analizar los
hemisferios de Marte en concentraciones de 0,05 partes por mil millones por volumen, una
concentración entre 10 y 100 veces más baja que las reportadas, entre otras (las noticias sobre metano
en el planeta rojo se suceden desde 2004), desde el cráter Gale. Ese hallazgo, según el grupo, se puede
deber a “un proceso desconocido que pueda eliminar o secuestrar rápidamente el metano de la
atmósfera inferior antes de que se propague”.

“El metano en Marte ha atraído mucho interés porque en la Tierra, la mayor parte del metano
atmosférico tiene un origen biológico. Por lo tanto, el metano atmosférico de Marte podría insinuar una
vida microbiana activa o la existencia de materia orgánica. Sin embargo, el metano también puede
formarse abióticamente, por reacciones químicas a baja temperatura (por ejemplo, hidrogenación de
CO2) o procesos magmáticos”, explica el equipo de NOMAD en Nature.

De existir una concentración significativa, además, no sería localizable en un único punto sino en
cualquier parte del planeta. “En Marte, la capa límite atmosférica durante el día se caracteriza por
movimientos convectivos intensos, que mezclan cualquier traza de gas, como el metano, de manera
eficiente desde la superficie hasta la parte superior de la capa límite convectiva, generalmente de seis a
10 kilómetros de altura. Desde allí, la circulación global del viento transporta los gases horizontalmente
y verticalmente alrededor del planeta. (…) Incluso en el caso extremadamente improbable de que el
cráter Gale constituyera la única fuente de metano en Marte, las mediciones del Curiosity discrepan de
las del TGO”, explican los científicos.

La explicación para el hallazgo en este accidente marciano podría ser que el cráter Gale podría estar
“lleno de CH4 (metano) de manera uniforme y constante hasta su borde más bajo (a unos dos
kilómetros del areoid [superficie]” y que surge en algunos momentos propicios. Pero eso no explicaría
las altas concentraciones de las que se ha informado. “Para mantener un nivel de metano 10 veces más
alto que en cualquier otro lugar, el cráter Gale no solo debe ser la única fuente, sino que también debe
evitar que su masa de aire se intercambie con la atmósfera global”.

“A menos que se descubra un mecanismo que pueda destruir o secuestrar rápidamente el metano y
que sea compatible con nuestra amplia comprensión cuantitativa de la fotoquímica de Marte, todas las
detecciones de metano reportadas hasta la fecha parecen ser inconsistentes con las mediciones
actuales de TGO”, concluye la investigación. "Tenemos señales de alta precisión para el rastreo de
vapor de agua en el rango en el que esperaríamos encontrar metano, pero solo podemos aportar un
modesto límite superior que sugiere una ausencia global de metano en la atmósfera marciana”, ratifica
Oleg Korablev, científico de la Academia de Ciencias de Rusia y principal investigador del instrumento
ACS.

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